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a) La teoría de la Imputación Objetiva.

En cuanto a sus orígenes:

La teoría es parte de una concepción normativa del delito, estos es, tanto en
causalismo como el finalismo construyen sus esquemas a partir de las nociones
de causalidad e intencionalidad ambas en la esfera del ser, esto es en la
naturaleza, aquello que ocurre en la psiquis del sujeto es lo subjetivo del delito, lo
que acontece en el exterior es objetivo.

La concepción normativa del delito entiende que el hecho punible no es un


fenómeno natural (sin desconocer que las conductas humanas pertenecen al
mundo natural), sino que un producto de la vida en sociedad y consecuente el
derecho penal es mecanismo de control social y como instrumento pertenece al
mundo del deber ser y por eso su estructura no puede ser concebida a partir de
conceptos propios de las ciencias naturales.

De ahí que el reproche penal surge de aquello que las personas realizan
comparándolo con aquello que socialmente se esperaba.

Por ejemplo: si tomo un vehículo para ir a un lugar, en esos instantes estoy


cumpliendo una función de conductor sometido a reglas, si me bajo del vehículo
paso a ser un peatón y como tal también debo cumplir determinadas reglas, es
decir realizar las actividades en forma correcta, el incumplimiento de estas reglas
si crean riesgos para otros derivará en una responsabilidad penal.

Bajo estas premisas la teoría de la imputación objetiva tiene por función si un


hecho puede ser atribuido a un sujeto como propio.

Roxin la entiende “como un conjunto de reglas existentes según las cuales se


puede considerar que un resultado es objetivamente imputable a su autor”.
Entiende que el derecho penal dirige sus mandatos y prohibiciones a la voluntad,
pues sólo esta es motivable y tan solo respecto de aquello que las personas
puedan prever y dirigir (realizando o evitando).
La posibilidad de prever y dirigir la conducta pasa “por la creación del riesgo no
permitido”.

Jescheck define la imputación objetiva de la siguiente manera “un resultado


causado por una acción humana sólo es objetivamente imputable, cuando dicha
acción ha creado un riesgo jurídicamente desaprobado y que se ha realizado en el
resultado típico”.

“La imputación objetiva se basa en consecuencia en el principio del riesgo y que


resulta de la justificación propia del Estado de Derecho que debe velar por la
protección de bienes jurídicos y también por los intereses de la libertad individual”.

Los niveles que debe cumplir una acción para ser imputable objetivamente el
resultado producido es:

1.- Creación de un peligro no permitido: la conducta ha creado “un riesgo


típicamente relevante” (Mir Puig). Por ejemplo, manipular un arma de fuego sin
tener conocimientos para ello.

2.-Que el resultado producido sea la concreción de ese peligro creado por la


acción: a consecuencia de la impericia en la manipulación del arma de fuego se
dispara y hiere a una persona que estaba junto a él.

3.- Consideración del fin de protección del propio tipo penal es decir, el alcance del
tipo penal. Ello implica analizar casos en que resulta dudosa la imputación
atendiendo la finalidad de la norma.

En consecuencia, la teoría de la imputación objetiva implica una atribución


normativa. Donde se debe considerar las características especiales de los tipos
penales, esto es, si se trata de una imputación en delitos dolos, culposos, de
acción u omisión.

El gran avance con la teoría de la imputación objetiva es que se pueden dar


explicaciones razonable desde la perspectiva jurídica de la causalidad en los
delitos de omisión, en que el resultado es atribuido normativamente frente a la no
realización de la conducta esperada. Por ejemplo, el salvavidas que estando en la
posibilidad de salvar la vida de una persona que se ahoga, no lo hace.

Veremos cada uno de estos niveles de imputación:

1.- LA CREACCIÓN DEL RIESGO NO PERMITIDO.-

Hay que partir de la premisa que el derecho penal tiene como función la protección
de bienes jurídicos, por ende, una conducta típica debe a lo menos crear un
peligro para dicho bien jurídico, ello legitima la intervención punitiva que solo
comienza a partir del momento en que se excede ese riesgo permitido.

Dado que la sociedad tolera muchas acciones de riesgo para los bienes jurídicos
porque producen un bienestar social (volar, conducir, operar, etc) no es posible
establecer un criterio general, pero se deben considerar diversos factores:

- Como la trascendencia social de la conducta (a mayor utilidad social mayor


riesgo se admite).
- Proximidad de la lesión de los bienes jurídicos y su importancia: Considera
por ejemplo, la capacidad de control del riesgo.

Por ende, un resultado típico podrá ser objetivamente imputado a la conducta


del autor si ex – ante era objetivamente adecuada para crear un riesgo
típicamente relevante.

El subirse ebrio a conducir un vehículo motorizado, objetivamente crea un


riesgo típicamente relevante.

Cuando el resultado producido por una conducta que no ha rebasado el riesgo


de lo permitido, dicho resultado no es imputable debido a la falta de desvalor
de la acción, siendo así el autor no debe responder ni siquiera a título de
tentativa.

Casos en que ese riesgo no excede de lo permitido:


a.- Cuando hay una disminución del riesgo: la realización de una acción
portadora de un peligro menor para un bien jurídico, orientada a evitar la
creación de un peligro mayor para dicho bien.

Por ejemplo: Juan para evitar que Diego reciba un disparo mortal, lo aparta de
un golpe, recibiendo Diego el disparo en el hombro.

b.- falta de elevación o aumento del riesgo; como cuando la conducta crea un
riesgo insignificante o de utilidad social: No es posible imputar objetivamente el
resultado respecto de quien ex ante su acción encierra un peligro insignificante
o bien, aunque no sea insignificante es de necesaria o inevitable realización
por pertenecer a aquellas actividades consideradas útiles socialmente. Por
ejemplo: la existencias del tráfico terrestre, aéreo o marítimo; las
intervenciones quirúrgicas o la práctica de deportes de alto riesgo.

2.- REALIZACIÓN DEL RIESGO IMPUTABLE EN EL RESULTADO.-

Se requiere además “una relación del riego”, esto es, que como consecuencia
del riesgo creado por la conducta, se produzca el resultado.

En qué casos un resultado no puede ser imputado a la realización del riego


creado.

a) Si el resultado producido es consecuencia de la realización de otro riesgo,


distinto al creado por el comportamiento del autor, como son los llamados
curso causales anómalos o desviaciones del curso causal, por ejemplo:
La víctima no muere por el disparo del asesino, sino a consecuencia de un
accidente de tránsito de la ambulancia que lo transportaba al hospital.
En este caso, existe un nuevo riesgo creado por comportamientos ajeno al
agresor.
b) Si no existe un incremento del riesgo de producción del resultado en
relación a la conducta real. Por ejemplo:
Si un sujeto deja abierta la llave del gas de la cocina con la esperanza que
su cónyuge muera asfixiada, pero ignorante que hay una fisura en la
cañería del gas permitió la salida por otro sitio de ese gas y a una mayor
velocidad provocando así la muerte por asfixia.

3.- EL ALCANCE DEL TIPO PENAL.-

Son casos que por la vía teleológica (fin de protección de la norma) se introducen
criterios de política criminal en la interpretación de los tipos, para determinar si se
dan los presupuestos de la creación de un riesgo no permitido y si la realización
del riesgo puede ser imputado al resultado.

La doctrina ha analizado los siguientes casos, en los cuales no podría imputarse el


resultado al riesgo creado:

a.- La auto puesta en peligro dolosa: por ejemplo, la venta de estupefacientes que
provoca la muerte al adquirente consumidor en su ingesta. O, la participación en
carreras ilegales en vehículos.

En ambos casos, es la propia persona conocedora de los riesgos (el que vende
crea un riesgo a la salud, pero el consumidor conocedor de ese riesgo ingiera la
droga o el que genera la carrera ilegal sabe que se hace creando riesgo dado que
se trata de una competencia ilegal, pero el que participa lo hace a sabiendas de
ese peligro y de las condiciones de la carrera.

b.- La puesta en peligro por otro, consentida por la víctima; por ejemplo una
relación sexual consentida e informada con un portador de VIH o la muerte del co
piloto. en una carrera de automóviles (Muñoz Conde).

c.- Contribución imprudente a la conducta dolosa de otro: por ejemplo, la


provocación imprudente a un suicidio cuando se deja al alcance de una persona
depresiva un veneno.

d.- Los daños sobrevinientes con posterioridad en caso de lesiones permanentes


(Muñoz Conde): por ejemplo la madre de la víctima que sufrió un accidente fallece
de la impresión al saber lo ocurrido.

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