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Cambiar de opinión

José J. Jiménez Sánchez


Stuttgart, 2023

Sostiene Sánchez que en realidad no ha mentido, sino que ha cambiado de opinión. El


argumento es relevante y creo que jugará un papel destacado en los días de campaña
que quedan por venir. El Partido Popular se centrará en poner de manifiesto
justamente lo contario de lo que afirma Sánchez. Ambas posiciones son admisibles y
razonables. En la vida todos cambiamos de opinión, y también, a pesar de Kant,
mentimos, por lo que deberíamos tratar de averiguar si en este caso tiene razón uno u
otro.

De ahí que deberíamos tratar de diferenciar entre las dos posibilidades que se dan
cuando alguien mantiene que ha cambiado de opinión. En primer lugar, habría que
hablar de aquel que modifica su posición porque sí. Ayer sostuve una postura y hoy
otra, sin aportar razón alguna, porque me da la gana. Un comportamiento propio de
quien se comporta de manera arbitraria. Hoy hago esto y mañana lo contrario, porque
quiero, porque poseo el poder de hacerlo. El arbitrio rige su vida y tiene, además,
todo el derecho a que eso sea así. El inconveniente que arrastra tal actitud es que
desde un punto de vista racional, esa persona arbitraria no merecería mi confianza.
Cómo otorgarle el infinitésimo poder político que poseo a alguien que no sé qué va a
hacer. Desde luego que este no es el caso de Sánchez.

Veámos la segunda posibilidad. Cambio de opinión, porque considero que me


equivoqué y me parece que lo más acertado es hacer justamente en unos casos lo
contario de lo que sostuve con anterioridad y, en otros algo diferente. Pero no cabe
que sustente esa mudanza en el arbitrio del primer supuesto, sino que he de encontrar
una razón que la justifique. Esto implica que he de encontrar un argumento que vaya
más allá de mi propia conveniencia y este sólo puede radicar en el interés público.
Dicho de manera más clara, cambio de opinión y por consiguiente rectifico, porque lo
que defendía con anteriuoridad no contribuía a la protección del interés general, que
es desde el que hemos de justificar nuestras actuaciones en la vida pública. Solo así
tendría justificación que cambiase de opinión. Si antes sostuve que era bueno para
nuestra sociedad que se bajasen los impuestos, ahora y dadas unas circunstancias
diferentes, parece que lo más apropiado no es seguir manteniendo lo que sostuve con
anterioridad, sino justamente lo contrario.

Así pues, desde este segundo punto de vista, tendría toda la razón Sánchez para
legitimar su cambio de posición. Con anterioridad dijo cosas que dadas las
circunstancias cambiantes, sería completamente insensato seguir sosteniendo, por lo
que la defensa del interés general justificaría sin género de dudas su cambio de
posición. Antes defendió una cosa y ahora la contraria, pero no ha sido su interés por
alcanzar o permanecer en el poder, sino el interés de su pueblo, el que trata de
preservar mudando de opinión.
Llegados a esta situación, tendríamos que tratar de comprobar si la argumentación del
Presidente es adecuada a su práctica o no. Para ello, me fijaré en tres de sus cambios
de opinión que me parecen completamente significativos. En función de lo que pudo
suponer esa variación, iré desde el de menor enjundia al de mayor.

Primero, el acuerdo con Podemos. Si pacto con ellos, dijo, no podré dormir y
convino. Podemos es un partido que promueve acabar con lo que llaman el régimen
del 78, para lo que defienden dos ideas que son absolutamente contrarias a nuestro
orden constitucional, la abolición de la monarquía y el reconocimiento del derecho de
autodeterminación de los diferentes pueblos del Estado español. Con independencia
de lo que esto último quiera decir, lo cierto es que si tal derecho se reconociera, y eso
es lo que defiende el socio de Gobierno de Sánchez, el caos que se instauraría en
nuestro país sería absoluto. Dejaría al cantonalismo como un inocuo mal sueño. Lo
dicho con anterioridad refleja simplemente algunos de los hechos que acacecieron,
aunque lo que nos importa es saber si esa modificación de la conducta de nuestro
Presidente está o no justificada, es decir, si esa alteración respondía a un interés
privado o, por el contrario, garantizaba la defensa del interés público.

En segundo lugar, sostuvo que los acontecimientos de Cataluña en octubre de 2017


constituyeron un delito de rebelión, para luego cambiar absolutamente de opinión y
defender tanto el indulto a quienes fueron condenados por sedición, como suprimir
ese delito del código penal y rebajar, asimismo, el delito de malversación. El
problema es similar al que hemos tratado con anterioridad, se nos mintió o por el
contrario, se trataría de una cambio de opinión justificado mediante el que se ha
logrado la pacificación de Cataluña y la vuelta al orden constitucional de quienes en
un momento determinado lo violaron, poniendo en peligro la convievencia pacífica
de todos los españoles. En relación con esto, solo sabemos de manera clara dos cosas,
ciertamente violaron algunos preceptos del código penal y por eso fueron
condenados, pero también que en ningún momento han mostrado pesar por su
conducta, hasta el extremo de que han repetido innumerables veces que volverán a
hacerlo. De nuevo, la pregunta que nos asalta es parecida a la que previamente se
formuló. ¿Qué interés defendían las medidas que adoptó Śánchez?

Por último, nos queda el caso de Bildu. ¿Cuántas veces quiere que se lo repita?
Nunca pactaré con Bildu. Eso nos dijo, pero no lo mantuvo desde el primer momento.
Su moción de censura nunca pudo triunfar sin el apoyo de Bildu. Su acuerdo con este
partido se encuentra en el acto del origen de los gobiernos de Sánchez. Desde su
inicio, Sánchez ha dependido de Bildu, hasta el extremo de que las fechas que fija la
ley de memoria democrática las ha determinado Bildu. Esto quiere decir que nuestra
memoria, esto es, nuestro futuro, vendrá condicionado por las ideas de Bildu. Una
vez más se nos plantea aquí la cuestión central que preside esta reflexión. ¿Este
cambio de actitud supone una defena del interés general o bien responde a un mero
interés personal?
En mi opinión, estos tres supuestos, aún siendo muy distintos entre sí, responden al
mismo interés y en ninguno de los tres casos ese interés es el general, sino el interés
particular de Śánchez. Su interés por lograr y pervivir en el poder. ¿Dónde radica el
interés general en la alianza entre dos fuerzas políticas, PSOE y Podemos, cuando
una de ellas defiende la demolición de nuestro orden constitucional? ¿Qué sentido
tiene indultar a quienes siguen defendiendo que en cuanto puedan, volverán a dar un
nuevo golpe de Estado, al mismo tiempo que se desprotege nuestra democracia
liberal al despenalizar conductas como las sediciosas? ¿Por qué se admite el apoyo a
la vez que se pactan determinadas medidas con un grupo político como Bildu que
nunca se arrepintió de regar con sangre nuestra geografía; que jalea y vitorea a los
asesinos y que, finalmente, sostiene que quiere demoler nuestro sistema de
libertades?

Si la defensa del interés general implica la de la democracia liberal, el Estado de


derecho y los derechos y libertades individuales, es claro que la alianza con quienes
aspiran a destruirlo, aunque sea por caminos muy diferentes, va en contra de ese
interés. Si esto es así, tendríamos entonces que reconocer que el único interés que le
queda al Presidente para poder justificar racionalmente sus pactos con Podemos, ERC
y Bildu es su propio interés personal. Se puede mantener que Sánchez no actúa
arbitrariamente, sino que lo hace con plena racionalidad, una racionalidad
instrumental. De ahí que quepa afirmar que no cambió de opinión, sino que nos
mintió, tal y como lo seguirá haciendo en la medida en que su propio interés lo
requiera.

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