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CONCEPTOS Y NOCIONES

1. DUDA Y CERTEZA
Duda y certeza son dos estados mentales respecto a la verdad. Se oponen entre sí: en
la certeza, se está seguro de que se posee la verdad, mientras que, en la duda, el
sujeto no sabe si es verdadero o falso su contenido mental.
La duda, tal como aparece en el inicio de la cuarta parte del Discurso del método de
Descartes, constituye el primer paso para la construcción de su sistema científico
unificado. Es una consecuencia de las reglas del método que él mismo ha establecido,
en la segunda parte de esa misma obra, para ayudar a la razón en su búsqueda de la
verdad. Podríamos decir que la duda constituye la puesta en práctica de la primera
regla de su método. no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese
con evidencia que lo es; es decir, no comprender en mis juicios nada más que lo
que se presentase tan clara y distintamente a mí espíritu, que no hubiese
ninguna ocasión de ponerlo en duda”.
Y, como dice en su texto, va rechazar como falso todo “aquello en lo que pudiera
imaginar la menor duda”. Mediante la duda, Descartes busca encontrar una primera
verdad indubitable, cuya verdad y certeza estén aseguradas por el uso del método
científico. En suma, deseando Descartes obtener un cuerpo sistemático de verdades
ciertas, apela a la duda como primer paso de su método. Duda y certeza son las dos
primeras nociones de sus sistema.
Respecto a la DUDA, podemos enumerar sus CARACTERÍSTICAS:
1. Metódica: Es el resultado y la exigencia del método previamente establecido,
especialmente de la primera regla de la evidencia. No se trata de una duda
escéptica o de una duda real, no es que yo realmente dude de que 2+2=4 o de que
haya mundo, sino que se trata de una duda metódica: es una parte del método que
debemos seguir para alcanzar la verdad. Por tanto, dudar no es el fin que se
propone Descartes, sino un medio hacia la verdad.
2. Universal: Se aplica a todo saber o creencia de forma exhaustiva y sistemática,
como veremos en las fases del proceso de duda.
3. Crítica: Pues señala la falta de fundamento racional de nuestras creencias y
opiniones.
4. Hipotética: Descartes no es escéptico, sino que duda de todos los conocimientos
para ponerlos en suspenso, es decir, provisionalmente, para, posteriormente, darle
una justificación racional sólida y segura. Se contrapone a la duda escéptica de
Montaigne, cuya filosofía sí es enteramente escéptica.
5. Radical: Pues se aplica, incluso, a las creencias más fundamentales y básicas del
ser humano (como que, por ejemplo, existe un mundo o realidad al margen de mis
pensamientos).
En el Discurso, Descartes da tres motivos que justifican la duda como punto de partida
para alcanzar la verdad con total certeza:
1) Los sentidos nos engañan frecuentemente. Se trata de las falacias de los
sentidos, que nos inducen al error. Ciertamente pensamos que los sentidos
habitualmente no nos engañan, pero sostiene Descartes que, si alguna vez nos
han engañado, podría ser que siempre lo hicieran. Tal vez eso sea muy
improbable, pero no imposible. Por tanto, hemos de dudar del testimonio de los
sentidos.
2) Cometemos errores al razonar, incluso en los temas más sencillos como la
geometría. En consecuencia, aunque haya razonamientos que nos parezcan
totalmente seguros, podría darse el caso de que nos hubiéramos equivocado.
Debemos, pues, dudar también de nuestras argumentaciones.
3) A veces confundimos la vigilia y el sueño, o sea, lo que estamos soñando lo
tomamos como verdadero. De este modo Descartes lleva hasta el extremo la
duda sobre el mundo. Alguien podría decir que es verdad que los sentidos nos
engañan, pero, para ello, tiene que haber algo que afecte a nuestra
sensibilidad. O sea, puede que veamos el remo torcido en el agua, pero algo
hay fuera de nosotros. Sin embargo, Descartes argumenta que todo podría ser
un sueño: que no hubiese nada fuera de nosotros.
En las Meditaciones, añade un cuarto motivo:
4) La hipótesis de un genio maligno, que “me ha dado una naturaleza tal que
me engaño incluso en aquellas cosas que me parecen más evidentes”. Se
podría considerar que algunas verdades como que cuatro es la suma de dos
más dos son verdadera incluso en el sueño. Pero Descartes argumenta que
podría haber un espíritu maligno muy poderoso que me induce al error incluso
es cosas elementales. Se trata, en definitiva, de la suposición de que el
entendimiento humano es de tal naturaleza que yerra siempre al intentar
conocer; o sea, que está mal hecho
Parece que una vez aplicamos la duda radical y metódica nos vemos abocados al
escepticismo, parece que no hay certezas. Sin embargo, del hecho mismo de dudar
obtenemos la primera certeza indudable. Podremos dudar de todo, pero no podemos
dudar de que estemos dudando y dado que dudar es una forma de pensar, existimos
como algo que duda, que piensa: Cogito, ergo sum: Pienso, luego existo. Tenemos
la certeza de que existimos como algo que piensa. La existencia de mi propio
pensamiento es la primera verdad indudable. Aquí comienza el camino de las certezas
como ideas claras y distintas que no dejan margen para la más mínima duda.
2. ALMA Y CUERPO (RES COGITANS Y RES EXTENSA)
Inmediatamente después de que Descartes ha establecido la certeza “pienso luego
soy” se pregunta por la naturaleza del sujeto cuya existencia ha deducido lo define
como sustancia pensante.
Por sustancia entiende lo que no necesita de otra cosa para existir. Descartes además
de las sustancias distingue los atributos y los modos. Los atributos constituyen la
esencia o naturaleza de una sustancia. Los modos son las distintas maneras de darse
los atributos. Existen tres tipos de sustancias:
 Sustancia infinita ( Dios ) a quien conviene propiamente la definición de
sustancia.
 Sustancias finitas ( alma y cuerpo ) que no necesitan la una de la otra para
existir, pero ambas si necesitan de Dios para existir. De esta manera Descartes
garantiza la libertad del alma y su independencia respecto al cuerpo que, por
ser material, se encuentra sometido a las leyes deterministas del mundo físico
en el que no cabe la libertad.
La sustancia es aquello a lo que atribuimos estos o aquellos atributos; la sustancia no
es conocida de otro modo que por sus atributos y toda sustancia tiene un atributo
fundamental que la define y que está supuesto en todo lo que podamos decir de ella.
El alma es una sustancia finita cuyo atributo es el pensamiento. Sin embargo los
modos del pensamiento son múltiples : juzgar, razonar, querer, imaginar, sentir...
Descartes llama al alma res cogitans (cosa o sustancia pensante ). Descartes para
demostrar que el pensamiento es el único atributo del alma recurre a la ficción mental:
fingir mentalmente que no tengo cuerpo y que no dependo del espacio, y no por ello
dejaría de existir; pero en cambio no puedo fingir que no pienso; por tanto, lo que
constituye mi esencia es el pensar.
El cuerpo, en cambio, lo define como una sustancia cuyo atributo es la extensión (res
extensa) además de tener otras propiedades como la figura o el movimiento, todas
ellas matemáticamente determinables. Como cualquier otra sustancia extensa, el
cuerpo continúa bajo la sospecha de la duda en cuanto a su existencia. Esta solo
puede quedar garantizada por la existencia a su vez de un Dios bueno y veraz que no
permite que siempre me engañen los sentidos, haciéndome ver un mundo inexistente.
Alma y cuerpo son dos sustancias totalmente distintas para Descartes. Por eso
decimos que es un dualista radical. Una vez determinada la existencia del cuerpo, el
gran problema que se plantea a esta antropología cartesiana es el de explicar el hecho
de la interacción entre el alma y el cuerpo. Si son sustancias diferentes, ¿cómo se
relacionan? Descartes mantiene que ambas se unen en la glándula pineal, solución
que no dejó satisfecha a nadie (sus discípulos la rechazaron). ¿Por qué se mete
Descartes en ese callejón sin salida? Además de su deseo por realizar un hallazgo en
el campo de la medicina, la explicación de fondo hay que buscarla en la ciencia física
de la época. Descartes tenía una concepción mecanicista y determinista de la física,
por tanto, el mundo físico no puede dar cabida a la libertad humana. Sin embargo,
para salvar la idea intuitiva y fuertemente arraigada de que somos seres libres,
Descartes se ve obligado a trasladar la voluntad y libertad al ámbito del alma, del yo,
es decir, fuera del campo de la física y la mecánica donde no gobiernan leyes
deterministas y sea posible explicar la libertad del ser humano.
Descartes sostiene un estricto dualismo, pero al tiempo reconoce una unión íntima
entre el alma y el cuerpo que sólo puede ser garantizada por el propio Dios.
Así pues, Con estos dos conceptos se establece la antropología cartesiana que es
marcadamente dualista: el ser humano es un compuesto de dos cosas
cualitativamente diferentes: alma y cuerpo. En cuanto substancia pensante, el hombre
está dotado de voluntad, es libre y autónomo respecto a la materia, pero su cuerpo es
pura extensión regido por las leyes de la mecánica y totalmente determinado.

3. PENSAMIENTO E IDEAS
Con la duda metódica Descartes elimina todos los conocimientos, ideas y creencias
que no estén dotados de una certeza absoluta. Lo único que no puede destruir es el
quiere quedar encerrado en el “solipsismo” en el que el yo se ha instalado. Su
pretensión es destruir la soledad del sujeto, romper el cerco del pensamiento para
poder salir a la realidad extramental, cuya existencia de momento está puesta en
duda.
En el sistema cartesiano solo es posible deducir la existencia del mundo a partir de lo
único seguro: el pensamiento. Debemos partir de la certeza “pienso luego soy” y
diferenciar en ella tres aspectos: por un lado la actividad del pensar; por otro los
contenidos de esa actividad y por último la realidad o sustancia que realiza la
actividad.
Con el término pensamiento podemos referirnos tanto a la actividad del pensar como
al contenido de la misma. Por pensar Descartes entiende toda la actividad psíquica
del individuo, es decir toda la vida de la conciencia, por tanto, incluye percibir, querer,
afirmar, negar, imaginar, desear, juzgar, sentir razonar, etc. esto es, la subjetividad.
En cuanto al contenido no podemos decir que recaiga sobre las cosas (de estas
hemos dudado) sino que lo que pensamos son ideas (idealismo =/ a realismo).
Descartes define idea como una imagen en que se nos representan ciertas cosas.
¿Cómo garantizar que a la idea de mundo corresponde una realidad: el Mundo?
Investiguemos lo único que queda a saber, las Ideas.
Para Descartes las ideas se pueden clasificar por su grado de evidencia en claras y
distintas o bien en oscuras y confusas; por su origen en innatas, adventicias y
facticias; por su grado de realidad objetiva, finalmente una ideas son más reales y
perfectas que otras.
Atendiendo a su lugar de procedencia u origen podemos observar que hay tres clases
de ideas:
1. ADVENTICIAS; Son las que parecen provenir de nuestra experiencia externa. Son
las referidas a cosas distintas del yo (ejemplos: una rana, un árbol, un hombre, etc...)
2. FACTICIAS; Son las construidas por mí mismo, a partir de la imaginación y la
voluntad (ejemplos: un caballo con alas [Pegaso], un pez con torso de mujer [sirenas],
etc.…)
3. INNATAS; Son las que encuentro dentro de mi. Las que han nacido junto con mi
conciencia, que ni las he captado con la experiencia, ni las he podido construir por mí
mismo. Estas son las ideas innatas y evidentes: claras y distintas (ejemplos: pienso
luego soy, idea de existencia o idea de un ser perfecto e infinito). Este tipo de ideas
son la base y afirmación fundamental del racionalismo y serán objeto de crítica por el
empirismo inglés.
Descartes se pregunta ahora si a partir de estas ideas adventicias, facticias o innatas,
se puede deducir algo más allá del “cogito”. Es evidente que ni las ideas adventicias ni
las facticias sirven para demostrar la realidad del mundo, pues ambas provienen de
esta realidad, cuya existencia está siendo cuestionada. Descartes entonces analiza las
ideas innatas que emanan del pensamiento, y entre ellas descubre la idea de infinito,
que apresuradamente identificará con Dios. Esta idea, afirma Descartes, no puede
proceder de mí porque soy finito e imperfecto, tampoco procede de la experiencia
puesto que en la experiencia no hay nada infinito y desde luego, no procede de la
combinación de otras ideas, por lo que debe ser innata. Será precisamente la idea
innata de Dios la que ayudará a Descartes a superar el “solipsismo” problemático (solo
existo yo), la que construirá el camino que lleve del “yo” al mundo. Así demostrada la
existencia de Dios a partir de la idea de Dios, la confianza en los sentidos se recupera:
si Dios existe y es bueno, no puede engañarme cuando yo creo “que los árboles
existen y que existen sillas en las que nos sentamos”
Con todo esto se explica que Descartes sea un pensador idealista que admite como
verdad primera la existencia de su propio “yo”, de su propio pensamiento, a partir del
cual se deduce todo los demás.

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