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Precisiones de la corte acerca del artículo demandado: el tipo penal es compuesto y alternativo puesto

que concurren dos verbos rectores, inducir (hacer nacer al sujeto pasivo la idea de suicidarse y que este
la lleve a cabo) o prestar ayuda (facilitar las condiciones a quien ya ha decidido suicidarse, para que
alcance el resultado) la parte subjetiva implica el dolo (conocimiento y voluntad por el sujeto activo)

Principio de necesidad: el legislador debe recurrir únicamente a los instrumentos penales, cuando esto
resulte constitucionalmente necesario. A su vez, este principio se compone de: a) protección de bienes
jurídicos, en este caso, la vida. B) la fragmentariedad, entendida como la aplicación derecho penal a los
ataques más graves contra los bienes jurídicos, en este caso, resulta necesario preguntarnos si ¿es un
ataque grave al bien de la vida, ayudar a un paciente en condiciones extremas de salud a acabar con su
sufrimiento a petición suya? La respuesta es, proteger un bien jurídico en contra de la voluntad de quien
quiere disponer del mismo no merece una respuesta penal por parte del Estado. C) última ratio o último
recurso, esto es, aplicar la intervención penal cuando se han agotado todas las alternativas posibles. En
el caso que nos atañe, tipificar la ayuda prestada por un médico para causar la muerte del paciente en
condiciones extremas, es una medida inadecuada si entendemos la vida como un bien jurídico disponible
para su titular, intrínsecamente ligada a la dignidad humana.

Lesividad: ¿la AMS constituye una conducta que lesiona el bien jurídico de la vida en forma reprochable?
No, porque si un tercero con criterio y ética médicos facilita la materialización de la voluntad del titular
del bien jurídico, un bien jurídico disponible justificadamente, no está incurriendo en una injerencia
lesiva y por tanto reprochable de un bien jurídico.

Desconoce el principio de proporcionalidad: mientras que el sistema penal se abstiene de intervenir


frente al médico que ejecuta y causa una muerte bajo ciertas condiciones objetivas y subjetivas
(eutanasia) persigue y sanciona al médico que ayuda, en circunstancias análogas, a quien se suicida.

En vista de lo anterior, se puede concluir que el legislador desconoció los límites constitucionales al
poder punitivo.

Sobre la AMS y su injerencia en los derechos fundamentales de vida digna, libre desarrollo de la
personalidad y dignidad humana, la corte precisó:

Derecho a la vida: la vida no consiste en la mera subsistencia, sino que tiene una finalidad ulterior en
clave de la dignidad humana.

Derecho a morir dignamente: corresponde al paciente juzgar su sufrimiento como


incompatible con su idea de vida digna.
Sobre los derechos fundamentales de dignidad humana y libre desarrollo de la
personalidad, se puede resumir lo dicho por la corte en la siguiente conclusión: la
autonomía para diseñar un proyecto de vida propio cobija la posibilidad de que las
decisiones que se tomen en ese ejercicio impliquen la terminación anticipada de la
vida cuando se juzgue que la misma carece de dignidad. Estos sufrimientos, deben
tener su origen en lesión corporal o enfermedad grave e incurable.
En conclusión, el AMS garantiza los derechos fundamentales del libre desarrollo
de la personalidad, morir dignamente y dignidad humana, los cuales, en esencia,
no se contraponen al derecho a una vida digna.
principio de solidaridad social. impedirle al médico que tiene la disposición altruista de
socorrer al paciente que busca su ayuda, resulta contrario al
mandato constitucional de solidaridad, y esto se traduce en que el médico actúa
en virtud de terminar con el sufrimiento ajeno y la materialización de la voluntad
del paciente

opinión personal:

Me encuentro totalmente de acuerdo con el fallo proferido por la corte sobre la exequibilidad
condicionada del inciso segundo del artículo 107 de la ley 599 de 2000, y a pesar de que para mí todos
los argumentos son válidos, quisiera recurrir al que en mi criterio, es el de más peso: el derecho al libre
desarrollo de la personalidad, magistralmente definido en la sentencia de la dosis mínima (221.94) así:
“el legislador no puede válidamente establecer más limitaciones que aquellas que estén en armonía con
el espíritu de la constitución”, Es la persona y absolutamente nadie, ni su familia, ni sus amigos, ni
terceros religiosos o moralistas, puede darle sentido a su existencia y un rumbo. Usted no puede decidir
por mí, ni yo puedo decidir por usted sobre los asuntos que a mí me atañen, máxime si me encuentro en
una situación que no es compatible con mi acepción de vida digna, y el Estado debe propender porque
yo ejerza, sin obstáculos de ninguna índole mi autonomía personal, que implica el no penalizar al
profesional de la salud autorizado para coadyuvar en mi propósito.

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