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ALERGIA A LA LECHE DE VACA

1. Definición de la alergia y mecanismos de patogenia (¿qué mecanismos


inmunológicos son los responsables de su aparición?)

Definición de la alergia a la leche


La alergia a la leche de vaca es una reacción adversa del organismo de base inmunológica,
frente a las proteínas de este alimento. En ocasiones se la nombra por sus siglas APLV
(alergia a proteínas de leche de vaca). Por lo tanto, se trata de una respuesta inadecuada
del sistema inmunitario de los individuos alérgicos, que reconocen como extrañas proteínas
de la leche, o partes de estas proteínas (denominadas epítopos o determinantes
antigénicos), distintas de las de la leche humana, y que son capaces de inducir una
respuesta inmunológica cuando se ingiere o se tiene contacto con la leche de vaca

La alergia a la leche de vaca suele aparecer en el primer año de vida. De hecho, es la


alergia más frecuente en los lactantes y durante el primer año de vida. La mayoría de niños
alérgicos a proteínas de leche de vaca adquieren tolerancia a la misma espontáneamente.
La alergia no mediada por IgE tiende a resolverse más precozmente en la infancia, mientras
que la alergia IgE mediada puede persistir hasta la adolescencia y más. Las proteínas de la
leche de vaca se encuentran entre los primeros antígenos con los que el niño tiene
contacto, habitualmente es el primer antígeno no homólogo que el niño recibe en cantidades
importantes. La alergia a proteínas de leche de vaca (APLV) es la patología por alergia
alimentaria más común en los niños pequeños, pero es infrecuente en los adultos.

La respuesta inmunológica se puede producir a través de distintos mecanismos:


● Alergia a la leche mediada por IgE. La alergia más frecuente a la leche se produce a
través del anticuerpo llamado inmunoglobulina E (IgE), responsable de reacciones
inmediatas (dentro de la primera hora) tras la ingestión.
● Alergia a la leche no mediada por IgE. En otras ocasiones, la leche puede producir
reacciones adversas por mecanismos inmunológicos diferentes, con participación
casi exclusivamente digestiva.

La IgE es la inmunoglobulina responsable de las reacciones alérgicas de hipersensibilidad


inmediata o de tipo I o mediada por IgE. Este tipo de respuestas se desarrolla en dos fases
bien definidas:
● 1) Fase de sensibilización. El alérgico reconoce las proteínas de la leche como algo
extraño y nocivo para el organismo, y pone en marcha diferentes células del sistema
inmunitario que hacen que se produzcan grandes cantidades de IgE específica
frente a dichas proteínas. Estas moléculas de IgE específicas se unen a la superficie
de células inflamatorias especializadas (mastocitos y basófilos), distribuidas por todo
el organismo. La sensibilización se produce, por lo general, tras un primero o
primeros contactos con la leche de vaca ingerida, pero también puede ocurrir
intraútero, a través de la lactancia materna, o incluso a través de la piel atópica, por
las proteínas lácteas que hay en el ambiente o por la aplicación de cremas que
pueden contenerlas
● 2) Fase de reacción alérgica. La alergia a leche se manifiesta con las primeras
tomas de leche en un lactante previamente sensibilizado. Tras exposición a la leche,
los epítopos de sus proteínas se unen al extremo libre de dos o más moléculas de
IgE sobre mastocitos y basófilos, produciendo cambios en la permeabilidad de su
membrana, con la consiguiente liberación de histamina y otras sustancias (o
mediadores), que actúan produciendo los síntomas característicos de alergia, en
pocos minutos

Patogenia
Las respuestas alérgicas agudas a la leche de vaca son mediadas por IgE frente a diversos
alérgenos de la leche de vaca. Todas las proteínas de la leche de vaca son alérgenos
potenciales y la polisensibilización a varias de ellas ocurre en la mayoría de los pacientes.

Mecanismos inmunológicos
El sistema inmunitario de las mucosas es la primera línea de defensa del organismo. Las
membranas mucosas son las principales vías de entrada de microorganismos, alérgenos y
carcinógenos. Este sistema protector está formado por la mayor colección de células
inmunocompetentes del organismo.

El tejido linfoide asociado al intestino es el lugar de inducción más importante del sistema
inmunitario de las mucosas y, debido a su tamaño y características, también de la
inmunidad adaptativa. Está formado por tejido linfoide organizado y especializado con
rasgos anatómicos que les diferencia de otros tejidos linfoides secundarios. Contiene
órganos bien definidos, como las placas de Peyer que se asientan, preferentemente, en el
intestino delgado y están recubiertas de un epitelio especializado (células M) para el
transporte de antígenos desde la luz. También hay agregados celulares y células linfoides
dispersas que se distribuyen en el epitelio y la lámina propia intestinal (donde predominan
las células plasmáticas productoras de IgA).

Los mecanismos no inmunológicos o barreras fisiológicas están constituidos por: producción


de ácido gástrico basal, actividad proteolítica, peristalsis, secreción de moco, etc., que
evitan la entrada del antígeno en el tracto gastrointestinal.
La barrera inmunológica del intestino está conformada principalmente por: la
inmunoglobulina A (IgA), la inmunoglobulina M de secreción (IgM) y el GALT, el cual está
compuesto por 4 compartimentos linfoides distintos:
1) Las placas de Peyer, el apéndice
2) Linfocitos y células plasmáticas de la lámina propia
3) Linfocitos intraepiteliales localizados entre digitaciones de los enterocitos
4) Nódulos linfáticos mesentéricos
[ Las células epiteliales intestinales desempeñan el papel principal al actuar como células no
profesionales presentadoras de antígeno. Estas células procesan al antígeno luminar y l
presentan por medio del MHC de clase II a las células T específicas del alérgeno ]

[Una característica distintiva de los trastornos alérgicos mediados por IgE es que se
producen linfocitos T colaboradores (Th) 2 CD4 + específicos del alérgeno. Estas células
producen un perfil característico de citocinas Th2, que consiste en IL-4, IL-5, IL-9 e IL-13. La
IL-4 y la IL-13 inducen un cambio de clase de la IgE en los linfocitos B; la IL-4 y la IL-9 son
factores de crecimiento y activación importantes para los mastocitos, y la IL-5 estimula el
desarrollo y el reclutamiento de los eosinófilos. La IL-13 también estimula la secreción de
moco en los pulmones y provoca hipersensibilidad de las vías respiratorias
2. Síntomas clínicos principales o característicos
Las manifestaciones son diversas y su gravedad dependerá del grado de sensibilización del
individuo.

La sintomatología de la alergia mediada por IgE puede afectar a uno o más órganos a la
vez. Suelen ocurrir desde unos minutos a dos horas despueś de la ingesta
- Síntomas cutáneos:
Los más frecuentes son:
a. Picor: Normalmente se inicia en la boca y puede expandirse al cuello y a
zonas de contacto con el alimento. Además, suele estar acompañado de
enrojecimiento de la zona
b. Urticaria: puede generalizarse en todo el cuerpo
c. Angioedema: hinchazón de los labios, párpados, pabellones auriculare y/o
de pies y manos
- Síntomas digestivos:
El más frecuente es el vómito.
Además suelen ser habituales la diarrea, el dolor abdominal y picor faríngeo

La disafagia, y el edema lingual/faríngeo también son síntomas de la APLV, pero


estos son síntomas con riesgo de reacciones graves o anafilácticas.

Por último, podemos encontrar cuadros de rinoconjuntivitis y estridor.

- Síntomas respiratorios:
Entre ellos están el asma y la rinitis, que suelen ser reacciones generalizadas.
Además está la tos persistente, la dificultad respiratoria y las sibilancias
torácicas que son síntomas con riesgo de reacciones graves o anafilácticas.
Todos ellos, normalmente no se manifiestan aislados.
- Anafilaxia:
Es más frecuente en el período de lactancia que en otras edades. Se muestra
cuando los IgE están implicados y las áreas del cuerpo que no están en contacto
directo con los alimentos se ven afectadas y muestran síntomas graves y
generalizados.
Pueden desencadenar colapso vascular con hipotensión, edema de glotis o shock
anafiláctico.

En reacciones con intensa dificultad respiratoria o con hipotensión, sensación de


mareo, disminución de la conciencia o reacciones generalizadas con participación de
más de dos órganos o sistemas será necesaria la administración inmediata de
adrenalina.

En cuanto a las reacciones alérgicas no mediadas por IgE, tienen un inicio de síntomas
más tardío, habitualmente dos horas después de la ingesta. Existen diferentes cuadros
clínicos:
- Colitis hemorrágicas: se dan cuando en las heces de los niños aparece sangre
mezclada con moco.
- Enterocolitis producida por proteínas de la dieta: se caracteriza por vómitos tardíos
(60-90 minutos tras la ingesta de leche) repetidos, con afectación del estado general,
distensión abdominal y signos de hipotensión.
- Enteropatía por proteínas de leche de vaca: se distingue por una diarrea crónica
con distensión abdominal y escasa ganancia ponderal que desaparece tras retirar la
leche de la dieta
- Esofagitis y gastroenteritis eosinofílica: se da cuando los eosinófilos se infiltran
en la pared del tubo digestivo. Los síntomas suelen ser reflujo gástrico, dificultad
para la deglución e impactación esofágica de alimentos, vómitos, dolor abdominal y
pérdida de peso.
- Hemosiderosis pulmonar: es una sintomatología rara que se caracteriza por tos,
fiebre, neumonías, estancamiento del crecimiento y anemia.
- Dermatitis atópica: se da por la ingesta y el contacto con la leche.

3. Alimentos causantes y alérgenos implicados


La leche de vaca contiene al menos 25 proteínas distintas entre séricas y caseínas. La
caseína es la proteína que se encuentra en la parte sólida de la leche cuando se cuaja. Hay
tres tipos de caseínas: alfa (1 y 2), beta y kappa. Las caseínas son los alérgenos mayores
o principales de la leche de vaca.
Las proteínas séricas se encuentran en la parte líquida de la leche que queda cuando se
cuaja. Entre estas proteínas del suero de la leche de vaca, los alérgenos más importantes
son la beta-lactoglobulina (BLG) y la alfa-lactoalbúmina (ALA). Son alérgenos menos
trascendentes las inmunoglobulinas o gammaglobulinas bovinas (BGG) y la albúmina
sérica bovina (BSA), que pierde su capacidad de producir alergia cuando se somete a altas
temperaturas.
La leche de vaca contiene más de 40 proteínas, todas ellas pueden actuar como antígenos
en la especie humana. Los alérgenos principales son: la beta lactoglobulina, la caseína, la
alfa lactoalbúmina y la seroalbúmina. La leche de vaca contiene caseínas (alfaS1, alfaS2,
beta y kappa caseínas) y seroproteínas (alfa lactoalbúmina [ALA], beta lactoglobulina [BLG],
lactoferrina bovina, seroalbúmina bovina [BSA]), e inmunoglobulinas bovinas. La BLG es
una proteína que no existe en la especie humana y se encuentra en la leche materna en
cantidades de microgramos debido a los lácteos ingeridos por la madre. Estas mínimas
cantidades son las causantes de que sea la proteína a la cual se encuentran mayor
números de sensibilizaciones en el primer momento. La proporción de
caseínas/seroproteínas es aproximadamente de 80/20 en la leche vaca, proporción que se
modifica artificialmente para conseguir las fórmulas adaptadas para la alimentación del
lactante. La cocción modifica la alergenicidad de las seroproteínas especialmente de la
BLG, esto puede explicar la mejor tolerancia de la leche extensamente calentada.

Estas proteínas se encuentran en todos los productos lácteos como pueden ser quesos,
mantequilla, natas para cocinar, yogures, helados, pastelería…En alimentos que contengan
proteínas de la leche de vaca

La leche tiene un uso muy extendido y las proteínas de leche de vaca son un producto
ubicuo. Además de su ingestión diaria, o en forma de derivados lácteos, se emplea
prácticamente en todos los productos de repostería y en muchas recetas de uso habitual
(embutidos, salsas y alimentos preparados), que deben ser evitadas cuidadosamente por
los pacientes. Además, forma parte de numerosos alimentos procesados como
conservantes.

La mayoría de los pacientes precisan estar expuestos a una cierta cantidad de leche (que
es de declaración obligatoria en los alimentos manufacturados), para desarrollar síntomas.
De forma excepcional, ciertos pacientes muy reactivos pueden responder a cantidades muy
pequeñas del alimento, a veces solo por inhalación de vapores de leche o de queso, o por
ingestión de cantidades por debajo de lo establecido para ser incluidas en el etiquetado
como ingrediente. Estas personas pueden reaccionar incluso con alimentos que ni siquiera
contienen leche en su composición, pero que se han contaminado con sus proteínas en el
proceso de fabricación o manipulación. Pueden presentar síntomas por el uso de utensilios
de cocina y vajilla contaminados con leche, etc. Por otra parte, aunque los alérgicos a
proteínas de leche habitualmente toleran la lactosa, algunas personas excepcionalmente
alérgicas han llegado a presentar reacciones alérgicas con productos que contenían lactosa
de origen lácteo, contaminada por las proteínas de la fuente original.

4. ¿Influye la forma de preparación del alimento a la hora de desencadenar una


reacción? ¿Cómo se modifica la alergenicidad en esos casos?
La cocción modifica la alergenicidad de las seroproteínas especialmente de la BLG, esto
puede explicar la mejor tolerancia de la leche extensamente calentada.

5. Si eres alérgico a…... ¿a qué otras cosas puedes ser también? (Reactividad
cruzada)
Los niños con alergia a la leche de vaca mediada por IgE suelen llevar asociadas, a lo largo
de su vida, otras enfermedades atópicas como la dermatitis o la alergia respiratoria, y
también alergia a otros alimentos. La asociación entre la alergia a la leche de vaca y alergia
a otros alimentos es alta. La gran mayoría de estos pacientes muestra manifestaciones
clínicas de alergia con la leche de cabra y oveja, por lo que han de ser excluidas de la dieta.
Sin embargo, toleran la carne de vaca cocinada y generalmente no es necesario seguir una
dieta de exclusión salvo en casos excepcionales. En el primer año de vida se puede
observar sensibilización a otros alimentos aún no ingeridos. La asociación con alergia al
huevo es la más frecuente, y ocurre hasta en un 50% de los casos. La frecuencia de la
sensibilización y alergia a otros alimentos (pescado, legumbres, frutos secos y frutas) varía
según los hábitos gastronómicos de la población.

La leche de otros herbívoros (cabra, oveja) utilizada también en la alimentación humana,


contiene proteínas con estructura y propiedades biológicas semejantes a las de la vaca,
capaces de inducir reacciones alérgicas en la mayoría de los individuos con alergia a la
leche de vaca. Esta reactividad cruzada es más débil con la leche de otras especies (yegua,
burra y camello), de consumo muy raro en nuestro entorno. La asociación de alergia a la
carne de vaca es ocasional. Los pacientes con alergia a leche de vaca e IgE específica
frente a seroalbúmina bovina (BSA) pueden presentar reacciones con la carne de vacuno,
debido al contenido de esta en BSA. Sin embargo, la sintomatología al ingerir carne de vaca
es poco frecuente, ya que no se consume cruda, y las altas temperaturas deterioran este
alérgeno y lo hacen tolerable para el individuo alérgico.

(contenido de esta pregunta también está en la pregunta 3, no sabía en cuál de las dos
ponerlo)

6. Diagnóstico
El diagnóstico se basa en una historia clínica compatible con la alergia a las proteínas de la
leche y el examen físico, ya sea la detección de IgE específica a la leche o sus proteínas
alergénicas, pruebas de exposición controlada o provocación oral para demostrar la
expresión clínica de la sensibilización.

Para hacer una historia clínica compatible o anamnesis, se hace un recopilación


detallada de los tipos de síntomas expresados, el tiempo transcurrido entre la ingesta y la
aparición de síntomas, el tipo de alimentación recibida, tipo de leche implicada y la cantidad
ingerida, si la ingestión de la leche produce síntomas similares, antecedentes familiares,
presencia de biberones esporádicos, influencia de factores externos (por ejemplo: ejercicio,
estrés, cambios hormonales) y la edad al comienzo de los síntomas. Además, para
completar la historia clínica, es necesario hacer un diario de la dieta, es decir, un registro
cronológico de los alimentos ingeridos durante un periodo determinado y los síntomas
expresados; y una exploración física detallada de los síntomas con valoración del estado
nutricional (por si pudiera haber malabsorción o malnutrición).

Sin esa historia clínica compatible no está indicado hacer pruebas de detección de IgE
específica.

Ante síntomas compatibles con la alergia a la leche o sus proteínas, se debe suprimir la
leche y derivados de la alimentación. Si no hay mejoría en 2-4 semanas hay que reintroducir
la leche, pero si hay mejoría hay que remitir al paciente a la unidad de alergología para
completar el estudio evaluando si hay presencia de sensibilización mediada por IgE

En cuanto a la búsqueda de IgE específica frente a proteínas de la leche de vaca, existen


dos pruebas diferentes:
- Prick test: es una técnica de punción en la cara anterior del antebrazo aplicando
extractos de los diferentes alérgenos presentes en la leche y a los 15 minutos medir
el tamaño de la pápula. Los pacientes que tengan estos anticuerpos presentarán
hinchazón y enrojecimiento en esa zona. Una pápula mayor o igual a 3 mm se
considera positiva, lo que indica la posibilidad de que el paciente tenga síntomas
debidos a la leche. Los resultados altamente positivos (diámetro de la roncha > 8-10
mm) indican mayor reactividad clínica.
- IgE sérica total elevada, detectada por técnicas como la CAP® (coated allergen
particle test). Valores superiores a 2,5 KUI/l de IgE específica tienen un valor
predictivo positivo de un 90%, por lo que puede obviarse las siguientes pruebas de
provocación.

Respecto a las pruebas de provocación oral, son la prueba definitiva para confirmar o
descartar la alergia. A los pacientes con una historia clínica compatible clara y detección de
IgE específica no es necesario realizarla. Además, si hay antecedentes de anafilaxia se
suele omitir. Está indicada para los casos en los que el paciente no tiene una historia clínica
compatible o es dudosa, o si no se detecta IgE específica. Esta prueba se realiza en medio
hospitalario con un personal capacitado, debido al riesgo de reacciones graves y debe
finalizar cuando se inicien los síntomas. Consiste en administrar dosis crecientes de leche
cada 30 minutos hasta llegar a una dosis en la que el paciente presenta una reacción
alérgica o, en caso de no observarse una reacción, hasta llegar a la cantidad equivalente a
una ración habitual en función de la edad del individuo. En los lactantes, las pruebas de
exposición deben realizarse con fórmulas adaptadas de leche de vaca y en la cantidad
apropiada para su edad.

7. Terapias o tratamientos empleados en esa alergia: nuevas terapias, resultados


obtenidos, tasas de éxito, etc.
La alergia a la leche de vaca es en la mayor parte de los casos una situación temporal. El
pronóstico en los niños es muy favorable. Más del 70% de los diagnosticados en el primer
año de vida adquieren tolerancia a lo largo de los tres primeros años. Al año del inicio de la
alergia la tolerancia puede establecerse en el 50-60% de los niños; a los dos años, en el
70-75%, y a los cuatro, en el 85%. A partir de los 4-5 años la tolerancia se instaura más
raramente, y a partir de los 10 años, la alergia a las proteínas de la leche de vaca todavía
persiste en un 10% de los casos iniciales.

Puesto que la alergia a la leche de vaca suele iniciarse en los primeros meses de vida, una
vez establecido un diagnóstico de certeza e instaurada una dieta de exclusión de lácteos, se
debe revisar al paciente y valorar de nuevo el estado de sensibilización a los 6 o 12 meses.

La dieta de exclusión de la leche es el único tratamiento eficaz probado hasta la actualidad


para todos los pacientes con alergia a la leche de vaca. Estos pacientes deben seguir una
dieta exenta de leche de origen animal (vaca, cabra, oveja…). Además, deben abstenerse
de ingerir productos lácteos (queso, yogur, cuajada, mantequilla, nata, requesón, kéfir,
helados…) y alimentos que contengan leche o sus proteínas. La dieta de evitación de leche
debe extremarse en pacientes que muestren graves reacciones anafilácticas, que ponen en
peligro su vida, y debe prestarse especial atención a la posibilidad de la existencia de
alérgenos de leche ocultos en otros alimentos (la tabla de abajo 2).
En niños con alergia a leche de vaca mediada por IgE y que están en periodo de lactancia
materna se aconseja continuar con ella. No es necesario eliminar la proteína de la leche de
vaca de la dieta materna. Si el lactante va a continuar con lactancia artificial, se recurrirá a
fórmulas especiales de sustitución que consiste en fórmulas de proteínas extensamente
hidrolizadas (con las proteínas fragmentadas sin capacidad de producir alergia). Estas
fórmulas son la primera opción en los lactantes alérgicos a la leche. Contienen proteínas por
debajo de 3.000 Da, y están compuestas por hidrolizados de caseína (la mayoría), proteínas
del suero o ambas. Son bien toleradas en el 95 % de los lactantes alérgicos, aunque
excepcionalmente pueden producir reacciones. En el caso de que el lactante no tolere las
fórmulas extensamente hidrolizadas, hay que recurrir a las llamadas fórmulas elementales,
que contienen aminoácidos sintéticos, polímeros de glucosa y aceites vegetales; con estas
fórmulas no existe riesgo de reacción alérgica. Otras alternativas son las fórmulas de soja,
que no están recomendadas en menores de 6 meses, y las fórmulas hidrolizadas de arroz,
aunque carecen de estudios nutricionales a largo plazo. Por encima de los 2 años no se
recomiendan las fórmulas infantiles, y la alternativa es la leche de soja disponible en los
supermercados (tabla 3)
Todos los pacientes con alergia a la leche, y sus familiares, deberían informarse sobre los
alimentos que no pueden ingerir y la importancia de la inspección e interpretación del
etiquetado, antes de ingerirlos. Además, los pacientes y/o sus cuidadores deben saber
reconocer los síntomas alérgicos y cómo actuar. Las reacciones con prurito (picor) y/o
eritema (enrojecimiento) o urticaria local por sus contacto suelen desaparecer a los pocos
minutos tras el lavado de la zona, y no suelen precisar de otro tratamiento.Las reacciones
con prurito y urticaria más extensa pueden tratarse con antihistamínicos orales, en las dosis
recomendadas según la edad y peso del paciente. Para las reacciones que cursan con
broncoespasmo leve, puede ser suficiente la administración de broncodilatadores en
aerosol (salbutamol o terbutalina), 2-4 inhalaciones, que se pueden repetir a los veinte
minutos.
En reacciones con intensa dificultad respiratoria o con hipotensión (bajada de tensión
arterial), sensación de mareo o disminución de la conciencia, o en casos de reacciones
generalizadas con participación de más de dos órganos o sistemas, la administración
inmediata de adrenalina es imprescindible. Se debe administrar en la dosis indicada por su
alergólogo. Se dispone de dispositivos precargados de adrenalina con distintas dosis para
su autoinyección (figura 5). Es recomendable que cada paciente disponga de, al menos, dos
dispositivos de adrenalina.Tras su administración es necesario trasladar al paciente al
centro sanitario más cercano y/o llamar a emergencias

En los casos de alergia a proteínas de la leche no mediada por IgE (proctocolitis,


enterocolitis, enteropatía…) se pueden utilizar hidrolizados extensos, pero no están
indicadas las fórmulas a base de soja. Las llamadas fórmulas parcialmente hidrolizadas no
se consideran indicadas en la alergia a la leche de cualquier mecanismo patogénico.

En las últimas décadas se han llevado a cabo numerosas investigaciones sobre el


tratamiento activo de la alergia a la leche de vaca a través de la modulación de la respuesta
inmunológica del individuo frente al alimento, lo que se denomina desensibilización,
inducción de tolerancia o inmunoterapia oral. Este es un tratamiento prometedor que ha
mostrado ser eficaz pero no está exento de riesgos, por lo que siempre debe ser realizado
por especialistas expertos. La inmunoterapia oral (ITO) consiste en la administración al
paciente alérgico de cantidades progresivamente crecientes de leche en intervalos de
tiempo establecidos, comenzando con dosis por debajo del umbral de respuesta del
individuo. En la mayor parte de los casos, se puede llegar a tolerar una cantidad normal
para la edad, que el alérgico debe seguir tomando diariamente para mantener la tolerancia.
Se ha demostrado que este tratamiento es eficaz en el 80 % de los niños con alergia a la
leche, con mayor éxito en los que tienen IgE específicas no muy elevadas. La
inmunoterapia oral con leche disminuye el riesgo de reacciones del paciente frente a las
ingestiones inadvertidas, adelanta la instauración de la tolerancia en los niños con alergia
transitoria, aumenta el umbral de tolerancia en los niños con alergia persistente, mejora la
dieta y el estado nutricional del niño y, por tanto, mejora la calidad de vida del paciente y sus
familiares. Su mecanismo de acción no está por completo establecido, pero se cree que los
mecanismos más probables de la ITO para el estímulo y el establecimiento de tolerancia,
son la inducción de células T reguladoras (unas células del sistema inmunitario) en
respuesta a la leche, y la anergia (fallo de la respuesta) de las células efectoras. Este
tratamiento está indicado preferentemente en los niños con alergia a la leche persistente,
mayores de 5 años, aunque también se puede realizar en otros niños alérgicos a la leche. A
pesar de la eficacia demostrada, la inmunoterapia oral con leche no está exenta de riesgo y
sólo debe llevarse a cabo por especialistas expertos.

Otros tratamientos, como la terapia con anticuerpos monoclonales anti-IgE, se han


mostrado eficaces, aunque no definitivos, y se están probando como terapia combinada con
la inmunoterapia oral para disminuir los riesgos de este tratamiento en individuos que
muestran reacciones anafilácticas. El tratamiento con anticuerpos monoclonales
humanizados anti-IgE produce un descenso en los niveles de IgE libre y una regulación de
los receptores de alta afinidad para la IgE (FcεRI), que provoca una inhibición de la síntesis
de IgE específica. La combinación de tratamiento con anti-IgE e inmunoterapia específica
se está investigando en la actualidad para aeroalergenos pero no para alimentos. No hay
estudios publicados en APLV, aunque tendría la hipotética ventaja de disminuir el riesgo de
reacciones asociadas.

BIBLIOGRAFÍA

https://www.researchgate.net/profile/Blanca-Del-Rio-Navarro/publication/267939310_Alergia
_a_la_proteina_de_la_leche_de_vaca/links/555d11fa08ae6f4dcc8bd385/Alergia-a-la-protein
a-de-la-leche-de-vaca.pdf

https://rafael.delrosal.com/sites/default/files/field/files/alergia_a_proteinas_de_leche_
de_vaca.pdf

http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-41572014000100017

Libro-enfermedades-alergicas_FBBVA.pdf

https://www.pediatriaintegral.es/publicacion-2018-03/alergia-a-proteinas-de-leche-de-vaca/

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