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Región Pacífico
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Familia Waunana.
Organización social
Para la tribu en general, para la etnia Waunana, existe una organización que la
representa ante el país: es la Orewa: Organización Regional Emberá Waunana,
encargada de la preservación de los valores culturales, del mejoramiento de las
condiciones de vida, de la defensa del territorio y de la autonomía socio-
política.
Gobierno
RELIGIÓN
El "jaibaná"
Planta por planta, el "jaibaná" va indicando a su alumno las propiedades que las
distinguen, tanto benéficas como maléficas, pues a estas últimas es necesario
conocerlas siempre, tanto para utilizarlas en contra de alguien como para
anular sus efectos nocivos. El prestigio de un shamán depende, por una parte,
del número de maestros que haya tenido y, por otra, de los éxitos que consiga
en su vida de curandero o dañador; por eso el aprendiz, luego de haber recibido
todo el conocimiento de su mentor, procura estudiar con otros "jaibaná" para
acrecentar su sabiduría y se da el caso de algunos que han tenido hasta veinte
maestros, varios de ellos pertenecientes a la etnia Emberá y aun a la de los
Cuna, que por otra parte se han considerado siempre enemigos de los Waunana.
Estos cantos de ruego los entonan hombres y mujeres que al mismo tiempo
danzan alrededor de un tambor de madera en forma de canoa, que cuelga del
techo de la casa y es tocado por una mujer vieja golpeando rítmicamente con
dos palos cortos en las paredes internas y en el exterior. Las mujeres bailan en
rueda y los hombres formando una fila circundante, algunos de ellos tocando
flautas y pitos de cañas.
Los "jai", la contraparte benéfica, que invocados por el shamán influyen en los
espíritus del mal para ahuyentar las enfermedades y las desgracias, son los
ancestros masculinos, de ascendencia patrilineal, generalmente los que en vida
se distinguieron como curanderos de corazón bueno. Se los representa en los
bastones, en forma humana y todo indígena recibe uno al nacer, dado por el
"jaibaná". A lo largo de su vida puede obtener otros, que le ayudarán para tener
éxito en la caza, para conseguir buenas cosechas, para sanar o para causar
daño, pero siempre con la mediación del shamán, que aparte de "curarlos", o
sea consagrarlos para que dejen de ser meras figuras de madera y se
conviertan en depositarios del espíritu tutelar, es quien conoce y ejecuta el
ritual que desata sus poderes sobrenaturales.
Rituales de curación
Los males llegan a los indígenas por tres causas: puede ser la acción directa de
los espíritus de los animales de presa, o la maldad de un shamán que por
envidia, o por encargo de un enemigo, induce a esos espíritus a la acción
dañina; la tercera causa es la introducción en el cuerpo, por medio de las artes
mágicas y sin intervención de espíritus, de objetos como espinas, pelos, piedras
o puntas de flechas, que traen trastornos, causan dolor y pueden ocasionar la
muerte.
Cuando el diagnóstico inicial indica que la causa del mal es un cuerpo extraño
que ha penetrado en el enfermo, al rito de la invocación sigue el del frotamiento
en varios puntos, seguido de succiones, hasta que el "jaibaná" escupe el
insecto, la espina o la piedra que incrustó el enemigo.
«El Ewandama creó el mundo, con el mar y los ríos, la selva y los animales.
Después creó, en las playas del Baudó, con barro blanco, a las mujeres. Pero las
mujeres estaban solas en la selva, sin nadie que las acompañara. Los animales
las miraban y decían: "Mira esas cholas tan bonitas, vamos a acompañarlas". Y
el saíno dijo: "A mí me gusta ésta"; y la tortuga dijo: "A mí esta otra". Y así se
fueron acercando y acercando hasta que cada uno de los animales se acostó
con una mujer y se fueron para Noanamá. En el viaje comenzaron a nacer los
hombres, hijos del oso, del venado, del gavilán y del tatabro, del armadillo y de
la lechuza. Nacieron niños y nacieron niñas y el mundo se llenó de gente».
Hermenegildo dice que los espíritus de los animales causan las enfermedades
en castigo a sus hijos, los hombres, que los matan; por eso hay que llamar a los
"jai", que son los muertos sabios y de corazón bueno, para que ellos conversen
y pidan que les quiten el castigo y los curen.