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La docencia a través de la investigación-acción

Angie Alejandra Jiménez Martínez

Universidad Surcolombiana
24 de marzo, 2024
Neiva, Huila
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La investigación-acción es una serie de estrategias que nosotros, los maestros, llevamos a

cabo en cada encuentro educativo, con el fin de fortalecer las habilidades y destrezas del

educando. Asimismo, conlleva comprender cada detalle de la profesión docente, en donde se

integra la reflexión y el trabajo intelectual en la observación e indagación de las experiencias,

como un recurso indispensable que componen la propia actividad educativa.

En cuanto a los enigmas, podemos decir que son los encargados de orientar la acción,

pero lo elemental en la investigación-acción es la búsqueda y análisis detallado sobre los recursos

que estamos llevando al aula y cómo estos contribuyen al hallazgo de las problemáticas,

mejoramiento de la comunicación entre maestro y alumno, el fomento del desarrollo de

estrategias de aprendizaje, procedimientos de evaluación, estímulo, disciplina y gestión de aula.

Ahora bien, el planteamiento de Freire expresa y expone que el aprendizaje es un proceso

cada vez menos dirigido; dicho de otro modo, el maestro y los padres de familia no están

acompañando, incentivando, impulsando e interviniendo en el desarrollo y crecimiento de la

etapa escolar del niño y adolescente; debido a que están dejando que las nuevas tecnologías

hagan todo el trabajo. Esto implica que, durante el camino, aparezcan obstáculos que impedirán

finalizar con éxito la etapa de básica primaria, secundaria y media.

Por otra parte, la investigación del aula debemos trabajarlas no solamente desde las

carencias y el apuro del educando, sino que también de la forma como vemos y pensamos que las

adversidades y contratiempos se pueden transformar en oportunidades de fortalecimiento del

pensamiento crítico, el dominio de las habilidades discursivas y análisis y selección de la


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información hallada en los textos narrativos, líricos, lingüísticos y dramáticos. Para Freire (2008)

se hace desde:

“Es pensando la practica como aprendo a pensar y a practicar mejor. Y cuando más

pienso y actúo así, más me convenzo, por ejemplo, de que es imposible que enseñemos contenidos

sin saber cómo piensan los alumnos en su contexto real, en su vida cotidiana. Sin saber lo que

ellos saben independientemente de la escuela, para ayudarlos, por un lado, a saber mejor lo que ya

saben, y por el otro lado para enseñarles a partir de ahí lo que aún no saben” (p.8)

De acuerdo con Freire, cuando se indagan las vivencias escolares, en la propia historia

personal, los recuerdos surgen caóticamente. Si investigamos minuciosamente, podemos

descubrir elementos que favorecerán la organización, estructuración y construcción de materiales

didácticos y pedagógicos que ayuden al mejoramiento de las habilidades cognitivas y

sensoriales.

En relación con lo anterior, el proceso de reflexión arranca desde la polémica en que se

encuentra la educación hoy en día; en otras palabras, la difusión de información está al alcance de

los alumnos y el núcleo familiar, pero hay una barrera que los separa y son las desigualdades

socioculturales que se vienen presentando desde hace más de una década.

La correlación entre institución y sociedad ha venido decayendo paulatinamente; hecho

que representa la pérdida de pertenencia, desigualdad y calidad formativa en los sectores urbanos

y rurales. Allí, el ICFES (2014) señala que:


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“En la política de aplicar evaluaciones estandarizadas no subyace un desconocimiento de

la diversidad que existe entre los grupos evaluados, a nivel cultural, económico y social, y en el

tipo de educación que reciben. Se aplican exámenes estandarizados dirigidos a la totalidad de la

población de estudiantes que se encuentren en determinado nivel de la formación-en lugar de

exámenes específicos para subpoblaciones, dado el objetivo de poder comparar la calidad de la

educación que estas reciben. De esa manera, se pueden detectar y caracterizar detalladamente las

diferencias en la educación que reciben diferentes subpoblaciones y sobre esta base se pueden

tomar medidas cuando sea posible y pertinente” (p.8).

Al llegar a este punto, nos damos cuenta de que el sistema de evaluación de la enseñanza

se enfoca exclusivamente en los resultados arrojados por la población estudiantil; de manera que

le niegan al educando la posibilidad de explorar sus habilidades de escritura, ya que varias de

ellas son cortas u opción múltiple. Igualmente, este tipo de pruebas marcó un antes y después en

la metodología de enseñanza-aprendizaje puesta en marcha por el docente; lo que evidencia la

imposición ante el rastreo, análisis y reconocimiento de lo aprendido, mediante los

cuestionamientos e incógnitas surgidas y formuladas. En este aspecto, el deber como maestros es

empezar a revisar y realizar un análisis detallado de cada respuesta. Posteriormente, crear nuevos

recursos formativos y pedagógicos que logren despertar el interés por conocer, explorar, crear e

imaginar. Con esto, estamos fortaleciendo su baje literario y lingüístico. Para Mejía (2011),

“Quienes elaboran conocimiento son otros y, por lo tanto, quienes se empoderan con el saber de

estos grupos relegados son en muchos casos aquellos que están alejados de las opciones básicas de la

educación popular. Si no logramos avanzar en la sistematización, seguiremos siendo operadores de una


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práctica que, como muchas, carece de un proceso de praxis reflexiva que le dé sentido, fuerza y

fundamentación” (p.9)

En tal sentido, el educador centra su práctica pedagógica en emplear estrategias

instruccionales poco creativas e innovadoras que logran despertar el deseo por aprender e

inventar y no promueven la participación activa y consciente del grupo estudiantil, es decir, no

logran en su praxis una comunicación abierta; lo que genera un ambiente estresante, rígido e

inquietante.

A partir de la reflexión sobre la labor docente y experiencias vivenciadas a diario en los

espacios educativos, arranca un arduo trabajo investigativo acerca de cómo estamos dando a

conocer los contenidos didácticos. Además, las desigualdades sociales influyen en el desarrollo y

cierre de los mismos, pero debemos tener en cuenta que, por medio de la lectura y escritura,

podemos fortalecer las capacidades imaginativas, simbólicas y creativas. Al mismo tiempo,

pensar en el proceso de enseñanza que estamos compartiendo con el grupo estudiantil, permite

establecer espacios que faciliten conocer más de cerca la parte crítica de cada uno, y su relación

con los otros agentes educativos y el enriquecimiento literario y cultural.

Concluyo este ensayo citando la siguiente frase de Emilio Muñoz (1937): “En la

investigación es incluso más importante el proceso que el logro mismo”


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Referencias

Rivera, D. (2017). La docencia a través de la investigación-acción.

Herreras, E. B. (2004). La docencia a través de la investigación-acción. Revista

Iberoamericana de Educación.

Educrea. (2023, 25 octubre). La docencia a través de la investigación-acción.

Saltos-Rodríguez, L. J., Del R Loor-Salmon, L., & Palma-Villavicencio, M. M. (2018).

La Investigación: acción como una estrategia pedagógica de relación entre lo académico y

social. Polo del Conocimiento, 3(12), 149.

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