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Universidad del Desarrollo

Facultad de Psicología

Comprensión Psicodinámica de los Estilos de


Personalidad

Ety Rapaport Falikman

Carolina Tapia Ferrer


Introducción

En la actualidad el estudio de la personalidad y su desarrollo, características,


comprensión y evaluación, es un aspecto fundamental en los más diversos ámbitos de la
psicología, como la psicología del desarrollo, forense, clínica, social, laboral y médica.
Aproximarse a las características personales y subjetivas de un ser humano, es una tarea
de exploración psicodiagnóstica, que requiere de conocimientos rigurosos y actualizados
acerca del funcionamiento de la personalidad, así como también de perspectivas teóricas
que sustenten la comprensión y las estrategias de intervención diseñadas para los
distintos trastornos de la personalidad.

Profundizar en el conocimiento de la personalidad requiere de la revisión de las


perspectivas teóricas clásicas y actuales relativas a los temas fundamentales implicados:
qué se entiende por personalidad y sus diversas áreas, qué se considera normal y anormal,
cuáles y cómo han sido clasificado los diversos desordenes de personalidad.

El diagnóstico de la personalidad, tiene que ver con acceder no sólo a aquellos


aspectos manifiestos, comportamentales observables, sino también al acontecer interno
de la persona consciente o inconsciente y a su situación total. Se requiere de una
aproximación cercana a lo que le sucede al sujeto, para comprender, organizar,
diagnosticar y predecir el funcionamiento de un sujeto en particular.

Comenzaremos revisando el constructo de personalidad desde diferentes perspectivas


y cómo puede entenderse hoy la constitución y funcionamiento de la personalidad.
Continuaremos revisando los aspectos fundamentales del proceso de psicodiagnóstico,
para finalizar profundizando en los estilos de personalidad.

Nuestra intención, es examinar los temas involucrados en la comprensión de la


personalidad y sus estilos, desde la perspectiva psicoanalítica, haciendo especial énfasis
en la descripción y comprensión dinámica de los distintos estilos de personalidad,
incorporando los aportes específicos de las diferentes teorías psicoanalíticas.

La perspectiva psicoanalítica o psicodinámica, es una forma de pensar acerca del


individuo, un abordaje que incluye, las nociones de conflicto psíquico inconsciente
(pulsión, temor y defensa), de déficit del desarrollo (privación, deprivación y trauma),
aparato mental (yo, super yo, ello), de relaciones objetales (esquizoparanoides y
depresivas), y la construcción del si mismo (self); e integra los hallazgos de las
neurociencias.
Tomaremos algunas de estas nociones o perspectivas psicoanalíticas, para acercarnos
a la comprensión de los distintos estilos de la personalidad, su desarrollo, su
funcionamiento y su patología, buscando profundizar en el conocimiento profundo del
sujeto.
Capitulo 1

Personalidad: actualizaciones acerca del constructo

¿De qué hablamos, cuando hablamos de personalidad? ¿A qué aspectos de la persona


nos referimos cuando definimos la personalidad? ¿Cómo podemos comprender los
diferentes modos de ser y comportarse de un ser humano?

Estas y muchas otras preguntas aparecen cuando se inicia la reflexión acerca de la


personalidad y sus manifestaciones. Cómo es su desarrollo, cómo se entiende y qué es
patología en personalidad, son preguntas que han intentado responderse desde diversas
perspectivas del estudio del ser humano.

En términos generales, se ha entendido la personalidad, como aquellas características


distintivas y duraderas de los individuos (Block, 1977: Epstein, 1977). En este sentido, la
personalidad serían aquellos atributos que dan “estabilidad” en el tiempo y
“consistencia” a los comportamientos de la persona frente a diversas situaciones. Así,
uno podría reconocer a alguien con características particulares tanto a lo largo del tiempo,
incluso con el paso de los años, así como también en diversas circunstancias en las cuales
pueden expresarse con ciertas variaciones pero, conservando sus cualidades esenciales.

La personalidad, podría definirse como la organización molar en la cual todos los


elementos se integran de manera específica dando lugar a una matriz subyacente , desde
la cual se organiza y manifiesta el aparato psíquico (Kernberg, 1984) , incorporándose los
diversos procesos psíquicos, los diferentes niveles de conciencia y los aspectos del mundo
interno y de la realidad externa, los aspectos ocultos así como los revelados.

Así, la organización de los diversos elementos o fenómenos del funcionamiento de la


personalidad, determinarían las manifestaciones tanto en el comportamiento, como en las
experiencias de relación consigo mismo, y muy especialmente en la interacción con los
demás.

Estos patrones de características psicológicas profundamente enraizadas, se


manifestarían en los procesos psíquicos motivacionales, afectivos, cognoscitivos y
conductuales (Millon, 2006)

Así, no sólo las expresiones conductuales revelarían la personalidad del individuo, sino
también lo procesos internos no observables, las motivaciones más profundas, los afectos
predominantes, como el modo de procesar la información y su expresión en el
funcionamiento cognitivo.

Pero, ¿cómo llega a constituirse esta organización? ¿Qué la influye, qué la determina?
Tradicionalmente se han utilizado los términos de carácter y temperamento para
aproximarse a la comprensión del desarrollo de la personalidad.

El carácter reflejaría el resultado de las experiencias en interacción con el ambiente;


desde el desarrollo emocional temprano que ocurre en la díada madre‐bebé, hasta los
aspectos propios de la socialización globalizada.

La palabra temperamento, aludiría a los aspectos constitucionales, a las disposiciones


innatas de los individuos, serían los aspectos heredados que se relacionan con la
personalidad. Para Kernberg (2003) el temperamento es la reactividad de la persona que
se manifiesta desde el nacimiento. El carácter, se iría constituyendo a partir de la
activación afectiva que se da en el mundo interpersonal del bebé con cierta disposición o
reactividad innata. Esto haría surgir patrones de conducta habituales, modos de conocer y
relacionarse que van constituyendo el carácter.

A su vez, para este autor, esta constitución de la personalidad, constituye también


una experiencia subjetiva de si mismo, precursores de lo que más tarde llamaremos la
identidad.

En este sentido, la constitución u organización de la personalidad, va configurando


la experiencia de si mismo, de los otros y de las relaciones, y con el transcurrir del existir
se iría configurando un estilo particular de cada cual, que reflejaría motivaciones,
cogniciones, afectos y voliciones que despliega la persona frente a sí misma, su cuerpo, el
mundo de los objetos, valores y hacia el prójimo (Parada, 2003).

Entonces, cuando se habla de personalidad, se incluyen las variables biológicas y el


entorno social, como potencial o moduladores de las características que manifestará una
persona en particular que la distingue y a la vez la diferencia de otras personas. Es decir,
existiría un potencial biológico, que se combinaría con ciertas experiencias vividas en el
contexto social y particular de cada individuo; como la familia, los vínculos, lugar que se
ocupa en la estructura familiar, el contexto sociocultural, que irían determinando la
configuración de la personalidad.

Tomando este contexto y desde la perspectiva psicoanalítica, la personalidad


podría entenderse como una serie de características psicológicas que se relacionan con,
cómo ha podido resolver el individuo los conflictos propios del desarrollo psicológico. Así
como ha podido manejar los déficit que pueden haber existido en este proceso, y la
influencia de las experiencias traumáticas y los procesos de identificación parentales.

Se incluirían en estas características psicológicas individuales, los deseos y


temores inconscientes, los mecanismos para enfrentarlos y las consecuencias del uso de
estos mecanismos. También están los diversos tipos de vínculo y de relación
interpersonal, es decir, los modos de instalarse y relacionarse con el otro, los modos de
reaccionar ante los diversos eventos externos e internos, así como también los modos de
percibir y sentir, de observar y atribuir. Todo esto en el contexto de la interacción y mutua
influencia de los factores ambientales y los procesos maduracionales biológico‐ genéticos.

Estas características constituirían patrones, que como enfatiza Millon (2006) se


manifestarían automáticamente en diversas áreas de la vida, porque se encontrarían
profundamente enraizados.

A estos patrones, que se instalan como parte del funcionamiento del individuo,
podría llamárseles rasgos. Estos aludirían a expresiones individuales que se manifiestan
de forma consistente a lo largo del tiempo y se encuentran presentes en diversas
situaciones. Es decir, se expresarían de manera estable, independientemente de dónde
o con quién se manifieste, aunque el mismo rasgo pueda expresarse con ciertas
diferencias o variaciones (Millon, 1998).

Una persona presentaría un conjunto de rasgos que la haría situarse en


determinado punto del espectro del funcionamiento de la personalidad. Este conjunto de
rasgos alude a un estilo de personalidad, lo cual permitiría entender, comparar y predecir
el funcionamiento global de un determinado individuo.

Los rasgos y el conjunto de estos son egosintónicos, cómodos, “funcionales” y no


provocan incomodidad ni se perciben como ajenos al yo, a diferencia de los síntomas que
son vividos de forma egodistónica. Al tratarse de patrones permanentes, estables y
consistentes, que se usan en las más diversas situaciones de igual manera, podría llevar al
empobrecimiento de la experiencia del sujeto. Podría haber una rigidización, que no
permita tener conciencia acerca del funcionamiento propio, y que además dificulte el
acceso a experiencias nuevas y distintas, que puedan enriquecer la gama de reacciones o
vivencias del sujeto.

Para Millon, (2006) cada rasgo refuerza a los demás para mantener la estabilidad y
la consistencia de la estructura completa.

La conducta y sus efectos en los demás y en el entorno, factores biológicos y


sociales interactúan constantemente, reforzando o consolidando, en la mayoría de los
casos, un estilo de personalidad determinado. Así, una persona que posee ciertos rasgos,
buscará y entablará relaciones laborales, de pareja y amistad coherentes con esos rasgos
de personalidad. Probablemente se desenvolverá en ambientes donde sus rasgos
sintonizarán, y su salud o su enfermar también tendrán relación con la funcionalidad de
ese estilo en particular.

El surgimiento de síntomas, pone en evidencia el conflicto subyacente y daría


cuenta de una descompensación en el funcionamiento del individuo. De esta forma, a
través del desequilibrio en el funcionamiento estable y consistente, el individuo podría
aproximarse al reconocimiento de sus rasgos o estilo de personalidad.

Por ejemplo, un hombre de 45 años, cuya esposa lleva años criticando su frialdad y
falta de preocupación por ella y sus hijos, decide separarse. Por las mismas razones, su
familia de origen se ha alejado y en el trabajo no tiene amigos, ni es estimado por sus
compañeros. Cuando su mujer se aleja, comienza con síntomas ansiosos. No puede
conciliar el sueño en las noches, siente una opresión en el pecho y se encuentra muy
desconcentrado en el trabajo. En este momento, visualiza lo sólo que está y comienza a
reflexionar acerca del modo de establecer relaciones que ha tenido y las consecuencias de
esto. Para realizar este trabajo de análisis, comprensión y superación muchas veces es
necesaria la ayuda terapéutica.

Por otra parte, la clasificación de la patología de la personalidad no ha estado


exenta de controversia. Se han utilizado modelos categoriales y dimensionales para la
ordenación de la patología de la personalidad. (Millon,1998).

Los modelos categoriales aluden a criterios cualitativos, la presencia o ausencia de


ciertas características, y los dimensionales al desarrollo de perfiles a partir de criterios
cuantitativos dados por la presencia, en mayor o menor intensidad, de ciertas
características de la personalidad.

Los modelos categoriales, tienen el riesgo de olvidar las diferencias individuales,


subjetivas y propias de cada ser humano en particular, así como el riesgo de buscar
”estilos puros” que no se observan luego en la realidad, ya que los individuos pueden
presentar rasgos de distintos estilos con la predominancia de unos en particular.

Concordamos con Millon (psicodiagnostico clínico‐ psicométrico) que es


importante y necesario no contraponer ambos modelos, ni considerarlos mutuamente
excluyente, porque ambos constituyen un aporte real a la clasificación de la personalidad.
Es decir, podría usarse un modelo que se inicie en la búsqueda de características de un
paciente y cómo luego estas características se expresan en términos de grados de
presencia para acceder a la individualidad propia de este sujeto.
Por otra parte está la pregunta, ¿Qué es normal y qué patología en personalidad?
¿Desde qué perspectiva podemos clasificar entre personalidad normal y anormal a otro
ser humano? ¿Cómo serían clasificados los rasgos de la persona del ejemplo nombrado?
¿Son normales, anormales?

Existen diversos criterios, que se han utilizado para diferenciar lo normal de lo


anormal. Uno de los más frecuentemente usados es el estadístico. Esto quiere decir que
la normalidad se basa en la frecuencia con que un determinado comportamiento o
característica se encuentra distribuido en la población, usando un criterio clínico.
También se ha usado el criterio filosófico de la norma ideal, norma arbitrariamente
seleccionada, para ser cumplida. Quién se acerque a esta norma, se acercaría a la
normalidad (Capponi, 1987).

La normalidad y anormalidad, pueden entenderse también como parte de un


continuo. La normalidad tendría que ver con la capacidad de adaptarse a los diversos
contextos y desenvolverse de manera autónoma. Esto requiere de una integración de los
diversos aspectos del funcionamiento interno, y de la presencia de rasgos flexibles, que
permitan cierta adaptabilidad y bienestar personal.

Los rasgos de la personalidad podrían expresarse de una manera más intensa o


desadaptativa, lo que situaría a la persona hacia el extremo de la anormalidad. (Millon,
2006)

Mientras mayor la intensidad de los rasgos, sería menor la flexibilidad o


adaptabilidad con que se enfrentarían los diversos contextos o circunstancias, repitiendo
modos de vinculación patológicos y propiciando una mayor vulnerabilidad ante los
eventos externos e internos.

Desde la perspectiva psicoanalítica de Kernberg ,(2003) la normalidad estaría dada


por una integración de la propia identidad y de las representaciones de los otros
significativos. Esto quiere decir, que hay una experiencia de coherencia interna, que
posibilita tener un autoestima normal, poder sentir placer, llevar a cabo los deseos y
desarrollar las propias capacidades. También poder relacionarse con otros de manera
empática, y a la vez, poder mantener la autonomía.

Desde esta postura, la fortaleza yoica, es entendida como la capacidad de manejar


afectos e impulsos, de investir valores y trabajo y de comprometerse en proyectos y
relaciones caracterizaría a las personalidades normales.
Para Kernberg, la internalización de sistemas de valores y las consecuencias de esto
a nivel de las funciones críticas del sí mismo, y el desarrollo de aspectos éticos, es el papel
fundamental del super yo en el desarrollo de la personalidad.

Para este autor, cada estilo de personalidad se despliega en una organización


estructural determinada, neurótica, limítrofe o psicótica. El desarrollo de estas estaría
determinado por las pulsiones, por la internalización de relaciones objetales, en un
proceso que comenzaría en una fase simbiótica con los objetos, pasando por la fase de
separación‐ individuación de estos, para llegar a la integración. Esto quiere decir que se
han desarrollado representaciones del sí mismo y de los otros, con la posibilidad de
separarse y acercarse a los objetos, sin que la relación con estos se vea afectadas
irremediablemente.

Las estructuras se diferenciarían por su relación con la realidad, la conformación de


la identidad y el tipo de relaciones interpersonales característica que se establecen;
además de los mecanismos de defensa predominantemente usados.

Existirían distintos modelos para acercarse a la comprensión de la personalidad,


entendiéndola desde diversas perspectivas, ya que existen múltiples factores que la
influyen y determinan.

Desde la perspectiva neurobiológica, se han propuesto modelos para la


comprensión de la personalidad. Algunos proponen características psicológicas asociadas
a la actividad de neurotrasmisores específicos (Cloninger), otros por ejemplo, han
propuesto dimensiones asociadas a ciertas características como alteraciones del
pensamiento, a la regulación de los impulsos, etc. (Millon, 2006).

Así mismo, se ha intentado comprender la personalidad desde los fenómenos


conductuales, teorías del aprendizaje, etc.

Nuestro interés, es la comprensión de la personalidad desde la perspectiva


psicoanalítica, intentando aproximarnos a una comprensión de los diversos estilos de la
personalidad; cómo se han configurado, sus propias dinámicas y características centrales,
reflejo de los conflictos inconscientes y sus intentos de solución.

Partiremos desde las conductas y comportamiento manifiestos, para llegar a los


significados y dinámicas particulares. En este sentido, se tomará lo descriptivo,
acercándose a la comprensión categorial del DSM IV y sus distintos ejes, entendiendo que
la sola descripción no conduce a la comprensión profunda que se requiere para entender
a la persona y su funcionamiento.
Esto, porque cómo ya lo hemos señalado, lo que se ha observado es que diversas
conductas manifiestas o comportamientos descriptivos pueden obedecer a diversas
motivaciones y conflictos internos. Lo mismo sucede con la presentación de cuadros
sintomáticos. Cada trastorno se da sobre una determinada personalidad, con sus propios
conflictos y dinámicas, lo que hace que un cuadro, aunque pueda ser descrito y
categorizado con un determinado rótulo, pueda tener significados y motivaciones
diferentes.

Se tomarán, los aspectos centrales de diversas perspectivas teóricas del


psicoanálisis, que permitan comprender la expresión y mantención de los modos de
relacionarse de los diversos estilos, consigo mismo y los demás y las manifestaciones de
esto en el comportamiento.

El psicoanálisis y Freud, integran a sus planteamientos la noción de inconsciente.


Esta perspectiva, permitiría pensar que la conducta está influida y/o determinada incluso
por aspectos que son desconocidos para quien la ejecuta. Así, un rasgo podría ser la
manifestación consciente de un conflicto inconsciente, reprimido, no conocido para la
persona. La existencia del inconsciente permitiría explicarse algunos de los
funcionamientos que hasta ese momento no tenían explicación. Así mismo, la proposición
de existencia de las pulsiones y el desarrollo de la teoría psicosexual (etapas anal, oral y
fálica), incorpora la sexualidad infantil en la comprensión del desarrollo del ser humano, lo
que también significaría una mayor posibilidad de entendimiento.

Por su parte, el desarrollo de la teoría de las relaciones objetales de Melanie Klein,


sostiene que el bebe experimenta un temor primitivo, angustia de aniquilación, conectado
con la pulsión de muerte. El yo como una manera de defenderse hace uso de mecanismos
omnipotentes como la escisión. Esto se apoya en la existencia de un yo temprano, capaz
de establecer relaciones de objeto, de sentir angustias y de erigir defensas. El desarrollo
de la posición esquizo‐ paranoide y depresiva, como modos de generar experiencia y de
funcionar constituyen, sin lugar a dudas, dos aportes centrales de esta teoría y expresión
de un juego dialéctico de la mente.

La psicología del yo, pone el acento en la función adaptativa del yo, en íntima
relación con un área del yo libre de conflictos que se desarrolla en forma independiente
de las pulsiones y del ello en “ un ambiente esperable promedio” y que hace uso de una
serie de funciones para lograr la adaptación autoplástica y/o aloplástica.

La propuesta de la teoría de las relaciones objetales y del yo, integra ambos


aportes, planteando que el si mismo (self) evoluciona como resultado de las interacciones
con los objetos significativos del ambiente, y con los correspondientes objetos internos
(Messner, 1986). El si mismo es visto como instalado en el yo, y como el producto final de
la integración de las variadas representaciones del sí mismo (Kernberg, 1982)

El grupo intermedio o independiente, se centra en el desarrollo emocional


temprano, destacando la importancia del ambiente, de la díada “madre‐ ambiente”, de la
“madre suficientemente buena”, cuyas funciones de sostén, manipulación y de
presentación de objetos, permitirán responder a los requerimientos del infante y por
ende, el logro de un desarrollo normal.

La psicología del sí mismo (self) de Heinz Kohut, enfatiza la importancia del


ambiente empático en el desarrollo inicial de la personalidad. Plantea que la mirada de los
padres se constituye en los objetos especulares (de espejo) que posibilitan la sensación de
seguridad y que se constituyen en la condición necesaria para la integración y continuidad
del sí mismo.

El desarrollo de las teorías relacionales, ha puesto su énfasis en las interacciones


relacionales como unidad de estudio, a diferencia de otras posturas donde se enfatiza el
estudio del individuo y las pulsiones. Para Mitchell (1993), sólo podría comprenderse al
ser humano en la trama de sus relaciones pasadas y presentes.

Cada postura del amplio espectro psicoanalítico enfatiza diversos aspectos.


Tomando en consideración algunos de estos, podría entenderse el desarrollo de la
personalidad desde esta perspectiva, como anclado en un proceso biaxial: el desarrollo
motivacional y el desarrollo objetal. La complejidad de los sistemas
motivacionales/pulsionales hacen referencia tanto a las necesidades evolutivas de apego,
de hetero y autoconservación, como a las pulsiones sexuales.

En la línea del desarrollo objetal, la necesidad primaria inicial sería de objetos que
reflejen y permitan sentar las bases de la integración y continuidad del sí mismo. Luego los
objetos facilitadores, acompañantes y promotores del desarrollo a partir de las funciones
de sostén, contacto, manejo del cuerpo y provisión de objetos.

Esta perspectiva integraría ambos aspectos de la configuración de la personalidad


que se han desarrollado teóricamente y permitiría aproximarse a la comprensión de la
personalidad de una manera que intente integrar la situación total del individuo.
Capitulo 2

El psicodiagnóstico: características y relevancia

En el primer capítulo, se ha revisado aspectos relevantes respecto del concepto de


personalidad y su comprensión.

Es importante poder revisar también, algunos aspectos del proceso de


psicodiagnóstico, como aquel proceso en el que se explora para realizar un diagnóstico de
lo que sucede desde un punto de vista psicológico a quién es evaluado, y cómo se
comprenden las diversas aristas de su funcionamiento.

En este sentido, el psicodiagnóstico sería un proceso fundamental en la


comprensión e indicación de intervenciones, tal como señala Rockland (2003), “…. Nunca
podría comenzar cualquier tratamiento sin una cuidadosa evaluación diagnostica,
cualquier cosa menos es inaceptable, potencialmente peligrosa y una posible mala
práctica…”

¿Cuáles son las implicancias de un psicodiagnóstico? ¿Y las características de este


proceso y su finalidad?

En primer lugar, el psicodiagnóstico implica una relación de compromiso y


responsabilidad, es explorar para conocer, y conocer para comprender; y comprendiendo
predecir y diseñar las estrategias de intervención que se ajusten a la realidad propia de
cada individuo, o grupo. El comprender al otro y su situación total, exige una relación
cercana, de tal modo de poder acceder a los significados y vivencias particulares de cada
sujeto. Implicaría un acercamiento a la totalidad del sujeto y su mundo interior y
contextual.

El objetivo del psicodiagnóstico es recoger y organizar la información para lograr


una descripción, comprensión, predicción y definición de estrategias de intervención.

Estos objetivos, siempre se encuentran insertos en un contexto diagnóstico


particular. ¿Para qué se está realizando esta exploración? ¿Qué estoy buscando conocer?
¿Cuál es la pregunta que guía mi proceso de diagnóstico psicológico?
Así, cada proceso de psicodiagnóstico siempre estaría inserto dentro de un
objetivo diagnóstico, de prevención, intervención y/o investigación, que lo perfila como
una actividad altamente específica del psicólogo.

En relación a lo anterior, siempre deben estar presentes las consideraciones éticas


acerca de cuál será el destino y la utilización de la información que se obtenga y en qué
contexto esta información ha sido obtenida y muy especialmente a quién será entregada.

Para algunos autores, realizar un diagnóstico psicológico implicaría una situación


bipersonal, de duración limitada, cuyo objetivo es lograr una comprensión profunda y
completa de la personalidad y situación total del evaluado (Siquier de Ocampo, M., García
Arzeno. M., 1987).

Esta tarea, requiere de un encuadre específico, determinado tanto por los


objetivos del psicodiagnostico como por las posibilidades que el entrevistador otorga para
que en términos de Bleger (1985), el entrevistado pueda “jugar su juego” durante la
entrevista. De esta forma, es fundamental que el evaluador estimule y no inhiba con
juicios, intervenciones prematuras o sugerencias, el despliegue del evaluado.

La importancia de la relación que se da entre entrevistado y entrevistador, está en


cómo quién evalúa puede hacer uso de diversas herramientas técnicas que favorezcan la
realización de un proceso adecuado, riguroso y de utilidad para los fines que ha sido
requerido. Entre estas herramientas están la capacidad de escucha, de observación y de
reflexión. Esto, permitirá conocer la psicopatología del entrevistado a través de la
exploración de los signos y síntomas, del contexto de sus relaciones y eventos biográficos,
además de la observación de la interacción en el aquí y ahora de la entrevista. (Álvarez, K.,
Ben‐Dov, P., Farran, A., Maltraín, H., Molina, M.E., Rapaport, E., Tapia, C., 2008)

La exploración y la contrastación de las hipótesis que irían surgiendo a lo largo del


proceso, son un aspecto fundamental para realizar un psicodiagnóstico. Lo importante es
poder pesquisar signos que puedan ser incorporados en hipótesis diagnósticas, que a su
vez permitan explorar otros signos a contrastar, y vayan configurando juicios clínicos
rigurosos.

Para poder realizar esta tarea, es necesario tener la intención de comprender los
significados particulares del sujeto. Esto, con el objetivo de entender, cómo significa el
entrevistado, tanto los aspectos de su historia y aquellos de su funcionamiento actual
(Álvarez, K., Ben‐Dov, P., Farran, A., Maltraín, H., Molina, M.E., Rapaport, E., Tapia, C.,
2008).
Así mismo, el psicodiagnóstico exigiría una fundamentación teórica consistente
que protege del peligro de creer que los datos o índices son indicadores unívocos, directos
y reales de la configuración total. La referencia a una teoría subyacente, va a servir de
soporte para formular las hipótesis aproximativas a la verdadera significación de los
índices obtenidos y de allí alcanzar conclusiones que permitan formular un juicio clínico,
coherente, integrado, sintetizado y contextualizado.

Los índices pueden incluir datos, resultados de test psicológicos: los que pueden
ser muy útiles para aclarar, definir, jerarquizar, ponderar o completar los datos clínicos,
pero no para sustituirlos. Cuando esto datos o índices se descontextualizan, suelen
convertirse en información que puede llevar a errores en el terreno diagnóstico.

El modelo que utilizamos para una mejor integración de los diversos aspectos
diagnósticos, es el del diagnóstico en relieve. Es un modelo de aproximación que pone
especial énfasis a las recurrencias y convergencias de los datos, apoyados en un marco
teórico y técnico que guía la práctica del psicodiagnóstico. Considera la exploración clínica,
la dimensión social del sujeto, los datos aportados por los test, la persona del examinador
y la relación interpersonal con este.

Este modelo propone un diagnóstico que no es lineal, ni longitudinal, ni


transversal y asume que la conducta está multideterminada, buscando alcanzar
conclusiones que aproximen a un juicio clínico determinado (Rapaport, 2006).

Se incluye en este modelo en relieve, el diagnóstico descriptivo o de realidad


psicopatológica, el diagnostico estructural y el diagnóstico dinámico.

Se enfatiza la relevancia de la exploración minuciosa de los síntomas y signos


psicopatológicos, que deriva en un diagnóstico descriptivo. En este sentido, pesquisar y
abordar cada signo presente, seguir su huella, hasta poder completar o confirmar la
presencia real de cada uno, el tiempo de su presencia, para poder ir configurando un
diagnostico que incluya los distintos ejes del diagnóstico multiaxial del DSM IV.

El diagnóstico multiaxial del DSM IV, incluye cinco ejes: el eje I correspondiente a
los síntomas, el eje 2 a los rasgos, el eje 3 a la patología somática, el eje 4 a los
desencadenantes y el eje 5 al nivel de ajuste o adaptación actual del examinado.

Así, es fundamental pesquisar la presencia de síntomas o síndromes


psicopatológicos, los rasgos o trastornos de personalidad presentes, y todos los aspectos
biológicos, sociales y contextuales que formen parte de la configuración total de la
situación del evaluado.
Por su parte, el análisis estructural hace referencia al grado de desarrollo y
diferenciación de las estructuras psíquicas: yo, ello y super yo, y al grado de equilibrio y
gravitación de ellas en el aparato mental.

En este esquema se pone atención en las funciones del yo, su fuerza, su plasticidad
y el grado de autonomía. Así mismo, se enfatiza en la evaluación de las relaciones
interpersonales, la elaboración de las situaciones de separación y pérdida, la dimensión
dependencia‐ independencia y el tipo de relación objetal predominante.

Se orienta también a la comprensión de las características del super yo, como


expresión de la conciencia moral, del ello como expresión de las pulsiones, y del
interjuego entre progresión, fijación y regresión de los impulsos.

En general, el diagnóstico estructural puede hacer referencia a tres dimensiones


centrales: el desarrollo y la organización del pensamiento, el grado de integración de la
identidad y las técnicas defensivas predominantes.

La primera dimensión, tiene que ver con el estilo cognitivo matriz , que se expresa
y observa en la forma de percibir, pensar, hablar y experimentar del sujeto en su
encuentro con la realidad. La forma habitual de examinar la realidad, interna y externa,
tiene a la base estructuras que incluyen la dotación genética, es decir, el equipamiento
psicológico innato y las experiencias de vida.

Por su parte, la dimensión de identidad incluye el concepto o la representación de


si mismo y de los otros, las características de los límites de sí mismo y el nivel de
integración de los diversos componentes de este. Entre los aspectos a evaluar se incluye la
percepción de si y la regulación del sí mismo, la diferenciación entre la realidad interna
personal y la externa situacional y la de los otros; el grado de riqueza de la vida interior, la
autoevaluación, la creatividad y la flexibilidad. Así mismo, es fundamental evaluar también
los aspectos corporales y psicosexuales, como también los diferentes roles psicosociales
que involucran al sujeto.

La relación y comunicación con otros, aspecto íntimamente relacionado con la


identidad, hace referencia al tipo de vínculo predominante, a la capacidad para
comprender las señales de los otros y dirigirse a ellos para aproximarse emocionalmente;
dando cuenta de la capacidad de empatía para captar las contradicciones, las rigideces y
los dolores de los otros.

Lo interaccional se refiere al funcionamiento psicológico y la capacidad para


elaborar el proceso continuo de separación e individuación. Se refiere a los métodos
individuales utilizados, frente a los problemas de perdida, separación y falta de apoyo y/o
protección.

La dimensión relativa a los mecanismos defensivos, se aplica a la evaluación de la


habilidad, flexibilidad y madurez defensiva, así como también al predominio de las
defensas omnipotentes versus las defensas maníacas y su integración con el
ordenamiento entre defensas altas, medias y bajas.

En tercer lugar, el modelo de diagnóstico en relieve propone también la


elaboración de hipótesis dinámicas. Estas resaltarían el valor del mundo interno y de la
experiencia subjetiva, ponderando la importancia del conflicto inconsciente, la
importancia del pasado y el rol crucial de la infancia.

Se haría un especial énfasis en los factores psicosociales y ambientales, relevantes


para el sujeto, que formando parte del entorno se constituyeron en desencadenantes de
su perturbación. No cabe duda de que el conocimiento de las posibles fuentes de
psicopatología, incrementa significativamente la comprensión psicodiagnóstica.

El diagnóstico dinámico, es una síntesis comprensiva que explicaría la


psicopatología del paciente, incluyendo como señala Rapaport (2006) las maneras cómo el
paciente se maneja frente a sí mismo y a las demás personas, reconstruyendo el origen de
su psicopatología, los factores predisponentes, situaciones conflictivas, experiencias
traumáticas y otras experiencias significativas.

Desde el modelo propuesto por Bleichmar (2005) el origen de la psicopatología o


características del evaluado pueden entenderse de diferentes modos: en primer lugar,
como derivados de un conflicto entre pulsiones (deseo, temor y defensa) y los conflictos
entre instancias psíquicas.

Desde su modelo, también el origen de la psicopatología puede ser entendido


desde el déficit, lo que implicaría una falta o carencia del objetos externo para la
constitución del sujeto. Una tercera comprensión estaría dada por la presencia de
experiencias traumáticas, experiencias en las cuales la persona fue abusada, maltratada o
sometida. Finalmente, podría entenderse el origen desde la identificación del niño con la
patología de los padres, identificación primaria e inconsciente determinante en la
formación de la identidad.

Poder identificar uno o más de los distintos orígenes de la psicopatología o las


características del sujeto, es fundamental para la elaboración de un diagnóstico dinámico
que incluya hipótesis explicativas.
En general, todo psicodiagnóstico plantea un problema para el entrevistador, en
cuanto es un trabajo de reunir, integrar y comprender la información que trae el
evaluado, tanto la que trasmite a través del contenido verbal, como no verbal.

La elaboración de hipótesis a ser testeadas durante el proceso es fundamental. La


integración y comprensión de la información debe ser contrastada con más información
obtenida del relato del sujeto evaluado.

En este sentido, el desarrollo de habilidades de síntesis y comprensión por parte


del evaluador, son fundamentales. También existen otras variables que son
fundamentales de considerar como intervinientes en el trabajo de psicodiagnósticar: el
marco teórico comprensivo desde donde ha escogido trabajar el evaluador, su experiencia
en el trabajo clínico, su estilo cognitivo y la propia experiencia psicoterapéutica, que
determina la posibilidad de manejar de mejor manera aquellos aspectos de la propia
personalidad que se presentan en toda situación interpersonal.

Es fundamental contar con elementos teóricos, identificando el contexto desde el


cual han sido tomados, para poder realizar una comprensión acabada de la personalidad
de quien es evaluado. En este sentido, las diversas perspectivas de las cuales nos provee el
psicoanálisis, son de gran utilidad para el estudio de la personalidad.

El proceso de psicodiagnóstico puede exigir de varias entrevistas en las que se van


contrastando las hipótesis formuladas e integrando la información obtenida, hasta poder
llegar a la elaboración de un juicio clínico.

La fase final del proceso de psicodiagnóstico es la de devolución de la información


a quién ha sido evaluado, junto con las indicaciones acerca de la intervención de acuerdo
a cada caso en particular.

La devolución de información puede ser considerada como un proceso gradual,


que se da implícitamente a través del proceso de evaluación. Las preguntas e
intervenciones el entrevistador, van mostrando al evaluado, algunos aspectos del sí
mismo y las hipótesis que se han ido construyendo, para ser aceptadas o rechazadas

El objetivo de esta fase , es poder devolver a quién es evaluado, algo que pueda
serle de utilidad para la comprensión de sí mismo y la toma de decisiones en relación al
problema que lo trae a consultar. Se busca devolver información que le permita
comprender mejor su funcionamiento y su relación con los demás. Esto de tal manera de
que pueda tener una mayor claridad acerca de lo que le ocurre y de lo que necesita
terapéuticamente.
Es fundamental que el evaluado, a través de la devolución, pueda sentirse
contenido y comprendido. Esta posibilidad está dada, por la presencia de un profesional
que escucha la información entregada, está atento e interesado en comprender
exactamente a quién evalúa, busca integrar la información recibida y entregársela a la
persona de una forma en la que pueda ser incorporada por esta.

En este sentido la experiencia de contención, no estaría dada por una actitud de


gratificación infantil ni una actitud congraciativa, sino por la presencia de un
entrevistador que está en su rol profesional y conectado con la intimidad y realidad del
evaluado.

El momento de la devolución de información en el proceso de psicodiagnóstico es


importante en tanto permite al entrevistador confrontar sus propias impresiones
diagnósticas con el paciente, pudiendo precisar aquellos aspectos en los que aún existen
algunas dudas.

Para quién evalúa, es fundamental poder escuchar durante esta fase del proceso,
cuál ha sido la experiencia de evaluación y de contacto interpersonal que ha tenido el
sujeto, lo que por un lado otorga información que complementa el diagnóstico y por otro,
son factores a tener en cuenta en relación al pronóstico de los tratamientos cuando estos
son indicados.

La devolución de la información permite al entrevistado, acceder a nueva


información y/o a otro nivel de comprensión acerca de sí mismo. Implica muchas veces,
calmar las ansiedades respecto a determinadas problemáticas, así como definir acciones a
tomar a propósito de la nueva comprensión.

Es importante concluir el proceso de evaluación permitiendo al entrevistado


realizar un cierre respecto a la experiencia y sintetizar aquellos aspectos relevantes para
tomar las acciones sugeridas o elegidas, a propósito de los resultados del
psicodiagnóstico.

En la devolución es fundamental tomar como punto de partida el motivo de


consulta, considerando que ha sido el motor para generar la consulta y el proceso de
psicodiagnóstico. También, priorizar cuáles son aquellos aspectos centrales que el
evaluado debe conocer para acceder a una nueva comprensión de sí. Es posible que
importantes cantidades de información, el uso de lenguaje psicológico y la elaboración
demasiado compleja, dificulte la comprensión del evaluado. En este sentido, la devolución
debe ser elaborada a medida del sujeto que la recibirá, tomando en cuenta sus
características personales, contextuales y los conflictos existentes.
Finalmente, escuchar aquellos aspectos que pueden aparecer durante esta fase, es
de especial relevancia en aquellos procesos en los que pueden aparecer nuevos
antecedentes que deban ser integrados antes de cerrar el proceso de psicodiagnóstico y/o
iniciar o sugerir un proceso de intervención.
Capitulo 3

Comprensión Dinámica de los estilos de Personalidad

Este capítulo tiene su origen en la constatación de la importancia y a la vez


dificultad, en la conceptualización y comprensión de las formas características de
funcionamiento psicológico asociado a los rasgos de personalidad. Comprender como se
manifiestan y las dinámicas de los estilos de personalidad no es tarea fácil ni tampoco
poder considerar como los rasgos de personalidad acompañan y especifican
cualitativamente las diferentes estructuras de personalidad.

Por estilo, estamos considerando, una forma particular de ser estable en el tiempo
y constante en las más variadas situaciones o experiencias de vida. Es decir, un modo de
vivir y actuar los impulsos y afectos, una forma de relacionarse consigo mismo y los otros;
una forma de pensar, percibir y comunicar. Estos procesos psíquicos, darían cuenta de
estructuras psicológicas centrales que son habituales y peculiares en los diferentes
sujetos. Como hemos planteado, corresponderían a sistemas estructurales y funcionales
internamente coherente y diferenciables.

Para entregar una mirada comprensiva de cada estilo de personalidad, tomaremos


como punto de partida el conflicto central, los temores asociados y las defensas utilizadas
para enfrentarlos. Se intentará describir también el estilo cognitivo, su identidad y los
estilos de relación que tiene cada estilo en particular y que dan cuenta de un
funcionamiento característico.

Como estilo cognitivo, entenderemos el modo en que cada estilo de personalidad


percibe y procesa la información, modo que es comprensible a la luz de sus conflictos y el
funcionamiento psíquico específico desarrollado para enfrentar las dinámicas tensionales
subyacentes.

Revisaremos los aspectos asociados al área de la identidad, la relación que


establece el sujeto consigo mismo, los modos de vivenciarse, todos ellos fundamentales
para comprender cómo el sujeto se vincula y relaciona con los demás, lo que llamaremos
estilos relacionales.

En resumen, buscamos comprender los estilos de la personalidad abordándolos


desde una perspectiva que incluye los conflictos inconscientes, el funcionamiento de las
estructuras psíquicas centrales y los modos de relacionarse consigo mismo y con los otros,
todos aspectos que la persona ha ido adquiriendo a lo largo de su desarrollo.

Revisaremos los estilos obsesivo, esquizoide y narcisista y continuaremos con el


estilo histérico, evitativo‐ depresivo y paranoide.

Este trabajo busca colaborar con la realización de diagnósticos más certeros y


rigurosos, que integre a los diagnósticos sindromáticos las características de personalidad.
Pensamos que esto podría redundar en intervenciones más adecuadas y conducentes de
acuerdo al estilo de cada persona en particular y su situación subjetiva total.

Este capítulo no pretende ser una revisión bibliográfica exhaustiva sino trasmitir un
punto de vista que intenta facilitar en la actividad clínica profesional, la emergencia de
conclusiones clínicas más completas y especificas, que a la vez consideren la totalidad del
funcionamiento psicológico individual.
ESTILO OBSESIVO DE LA PERSONALIDAD

Comenzaremos este apartado del estilo obsesivo, señalando algunas de las


características descriptivas de este estilo de personalidad, para luego ir profundizando en
una comprensión de su funcionamiento en cada área en particular. Esto, tiene sentido, en
la medida que lo descriptivo nos llevé a analizar y pensar en los procesos o conflictos
subyacentes, que finalmente son los que determinaran en frente de que estilo de
personalidad nos encontramos.

Cuando hablamos de un estilo de personalidad obsesivo, no podemos dejar de


mencionar tres de las características centrales de su funcionamiento: la preocupación por
el orden, la limpieza y el perfeccionismo. Los comportamientos asociados a estas
características de personalidad se relacionan con la necesidad de mantener bajo control
las diversas implicancias de las situaciones a las que se ven enfrentados. Estos se
manifiestan en los más diferentes ámbitos donde se desenvuelven incluyendo el trabajo,
las relaciones personales, las recreaciones y el cuidado personal.

Las personalidades de estilo obsesivo, suelen dedicarle mucho tiempo al trabajo en


desmedro de las horas dedicas al ocio o a la diversión. Son excesivamente exigentes y
responsables, por lo que el espacio para el ocio no está permitido puesto que siempre hay
algo que puede quedar mejor.

Desde la clasificación categorial del DSM, lo central es una preocupación excesiva


por los detalles, las listas, la organización y los horarios, que en ocasiones lleva a perder el
objetivo final de lo que se realiza. A su vez, intenta no delegar en otros las tareas, porque
esto implicaría ceder el control de las situaciones lo que les es muy difícil.

La búsqueda de perfección, es lo que también interfiere en ocasiones con la


finalización y el cumplimiento de tareas. A pesar de esto, la sobrevaloración cultural del
trabajo y el orden, los lleva a ser en los ámbitos formales personas aparentemente
adaptadas.

Otra característica descrita en el Manual diagnóstico es que las personas con estos
rasgos de personalidad, pueden comportarse de un modo terco y escrupuloso en temas
morales, manifestando cierta rigidez y obstinación. Esto quiere decir, que suelen ser muy
críticos de los comportamientos morales de sí mismo y de los demás, mostrando muy
poca flexibilidad ante las distintas circunstancias.
En el uso del dinero pueden expresarse también estas características. En general se
describe un modo avaro de relacionarse con el dinero, tanto para la propia relación y muy
especialmente en la relación con los demás.

¿Cuál es el conflicto central en la dinámica obsesiva que le lleva a estos


comportamientos y estilos de relación? ¿Cuáles son las angustias y los mecanismos de
defensa que utiliza?

En términos generales, lo que intenta el obsesivo es controlar y manejar las


diversas situaciones o relaciones en las que está inmerso. Esto le permitiría mantener
bajo control los impulsos sexuales y agresivos, que consciente e inconscientemente son
experimentados como destructivos e incontrolables. Así, las listas, el perfeccionismo y la
limpieza extrema son conductas que buscan mantener aislados estos impulsos. El temor
entonces, sería el de dañar a alguien, porque en su fantasía si emergen los impulsos
sexuales o agresivos, se vuelven incontrolables y dañinos.

Para protegerse de esto, utiliza como principales mecanismos de defensa el


aislamiento, la anulación, racionalización e intelectualización y formación reactiva. Estos
mecanismos buscan controlar y mantener apartado aquello que lo contacta con los
impulsos sexuales y agresivos. En la formación reactiva, por ejemplo, los impulsos
evacuativos ligados a la suciedad, son transformados en un afán de limpieza. Es decir, el
deseo de evacuar, ensuciar y “destrozar” es transformado en un deseo de orden y
limpieza, justamente lo contrario.

El aislamiento es mantener separado un pensamiento o comportamiento


rompiendo sus conexiones con otros pensamientos o de la situación a la cual está ligada.
(Laplanche y POntalis, 2001)

La anulación consiste en realizar algún acto para anular o reparar el significado de


un acto anterior (Talaferro, 1965). Así por ejemplo, aquella persona que retrocede en la
calle porque pisó “las líneas” de la vereda, intenta deshacer un acto que puede tener
ciertas consecuencias intentándolo con otro acto que anule el anterior.

La intelectualización y la racionalización son mecanismos mediante los cuales se


intenta controlar los conflictos a través de la formulación racional de éstos, inhibiendo la
experiencia emocional; y buscando explicaciones lógico‐ formales para justificar las
diversas situaciones vitales.

De esta forma, lo que se observa es una persona que puede entender desde la
perspectiva lógico formal la muerte de un ser querido enfermo, se la explica y la entiende
en el contexto de la enfermedad de la persona por ejemplo, pero no puede contactarse
con la experiencia emocional de este pérdida.

Es así como se puede observar en las personas con estilo obsesivo, un tono
desafectado y muchas veces desconectado de lo emocional, donde los mecanismos le
permiten continuar con su funcionamiento habitual a pesar de estar experimentando por
ejemplo pérdidas, dolores o frustraciones importantes. Lo anterior, produce mucha rabia
y frustración en quienes conviven con estas personas.

En cuanto al estilo cognitivo que tiene el funcionamiento obsesivo, aparece como


característica central un pensamiento mágico, que en ocasiones no le permite diferenciar
con claridad entre pensar y actuar. En este sentido la sobrevaloración de lo racional, los
lleva a sobredimensionar los efectos de los pensamientos. Así, tener un pensamiento
puede significar en la fantasía que este se haga efectivo, atribuyendo a los pensamientos,
la posibilidad de influir mágicamente en la realidad. Sólo por el hecho de pensar en algo,
esto podría suceder.

Generalmente son muy dubitativos, presentan muchas dificultades para definirse


y elegir en diferentes circunstancias. Esto puede entenderse ya que elegir los contactaría
con los propios deseos que son sentidos como peligrosos e inmanejables. Así, se
encuentran habitualmente dudando acerca de qué y cómo hacer las cosas.

También tienden a ser muy obstinados, aferrándose a sus argumentos y posiciones


como un modo de mantener el control. En el diálogo, la obstinación les permite anular los
argumentos del otro, y entonces mantenerse y no perder el control. En ocasiones necesita
situarse en la situación contraria al otro, oponiéndose sólo para experimentar aún la
sensación de control.

Su funcionamiento tiende a ser muy lógico y sus argumentaciones también,


aunque aparecen los aspectos mágicos del pensamiento. Tienden a presentar un
pensamiento en polaridades, especialmente en los temas relacionados con su conflicto:
todo es sucio o limpio, las personas son ordenadas o desordenadas, ociosas o
trabajadoras, rebeldes u obedientes.

En cuanto a sus relaciones interpersonales, las personalidades de estilo obsesivo


tienden a comportarse de manera formal, caballerosa, respetuosa y convencional.
Mantienen generalmente muy buenas relaciones formales, pero es en las relaciones de
intimidad donde presentan serias dificultades.

Habitualmente, en las relaciones con los otros experimentan una alta demanda y
exigencia hacia el otro, que nunca es totalmente satisfecha. Esta insatisfacción constante y
el rechazo y dolor que esto le produce, los lleva a negar la necesidad del otro. Así, logra
aislar todo aquello que lo lleve a experimentar esta necesidad o deseo de otro,
desconectándose en el ámbito afectivo. De esta forma, no puede sentir que requiere de
un acercamiento del otro, ni de la contención u otras formas de relacionarse íntimamente.

Estas necesidades de afecto podrían ser desplazadas hacia objetos o actividades, lo


que podría llevarlos por ejemplo a coleccionar objetos o mantener aficiones de manera
intensiva. Así, puede tener un objeto de amor, que quiere, que cuida que valora, pero con
el cual no debe relacionarse afectivamente, ni satisfacer ninguna demanda.

El temor a perder el control se observa también en los vínculos como un temor a


ser sometido por el otro. Es por esto, que se acercan y se alejan, ya que necesitan del otro,
pero temen ser dominados y controlados. Dominar entonces, le permite evitar
contactarse con los afectos asociados a la dependencia y ansiedades de separación.

Así, entendidas las relaciones desde este patrón de dominación y sometimiento,


tienden a dominar a quienes siente más débiles y a someterse a quienes siente como
autoridad. Como manifestación pueden aparecer conductas pasivo‐ agresivas, donde se
muestra y actúa como alguien que está sometido, pero en realidad hace lo que es su
voluntad e incluso puede agredir al otro, sin que aparezca directamente como una
agresión.

Por ejemplo, no es poco frecuente que en aquellas parejas donde el hombre se


comporta más abiertamente dominante con la mujer, ésta busque mantener el control e
incluso se comporte de manera agresiva y frustrante negando la interacción sexual a su
marido.

Otra característica en el ámbito relacional es que tienden a ser muy poco


expresivos en lo afectivo, por lo que no manifiestan lo que quieren o necesitan, ni
tampoco precisan que es lo que buscan en la relación. De este modo, esperan mucho,
pero dicen poco, lo que lógicamente los frustra en relación a las exigencias a las que
someten los vínculos. En estas circunstancias pueden aparecer como personas muy
irritables e impacientes.

Las personas de estilo obsesivo tienden a caricaturizar a los otros, e ironizan acerca
de las distintas situaciones, lo que les permite mantenerse distantes y alejados
afectivamente del otro.

También se ha observado, que los sujetos con este estilo de personalidad pueden
mantener mejor una cercanía virtual con las personas, manteniendo la distancia y el
control. Es posible que en el contacto físico pueden ser algo agresivos, no violentos, pero
si pueden pellizcar o abrazar de manera más brusca y provocar desesperación, siendo en
la interacción “cargantes” o pesados.

En general se recriminan mucho y pueden ser muy castigadores con ellos mismos
y también con los otros. Suelen también ser muy críticos consigo mismo y con los demás,
culpándose y recriminándose cuando han experimentado o incluso pensado en la
posibilidad de descontrol impulsivo.

Los impulsos sexuales y agresivos, considerados negativos, le producen una gran


angustia de culpa, lo que lo lleva a disociar el amor del sexo. Pueden mantener relaciones
formales con compromiso, en las cuales se excluyen los aspectos sexuales impulsivos,
dada su connotación. En sus fantasías, la sexualidad está cargada de agresión, por lo que
mantener a la pareja alejado de esto, es un modo de protegerla de ser dañada. Las
relaciones extramaritales, permiten vivir la sexualidad sin este temor.

Hay distintas maneras de comprender el origen de la dinámica obsesiva:

Desde la teoría freudiana, hay un retroceso desde lo edípico por el temor a ser
castigado por el padre del mismo sexo, debido a sus pulsiones sexuales y agresivas.

Así, regresa a etapas previas de desarrollo que no han sido plenamente resueltas.
En la fase anal, la zona erógena predominante es el ano y se juega el conflicto del control
de esfínter y lo que esto significa en relación a la autoridad. Algunos autores han hablado
del carácter anal, aludiendo a los rasgos de personalidad característicos de aquellos
fijados en esta etapa del desarrollo psicosexual, donde el placer puede estar en retener
como en expulsar las heces, jugándose el tema del control de esfínter y el conflicto que
esto trae con las figuras de autoridad.

Para algunos (Millon, 2006) el conflicto central se produce entre el deseo parental
de interferir y controlar, y el creciente sentimiento de autonomía del niño. El aprendizaje
de los hábitos de higiene sería parte de este conflicto de interacción.

Hay autores que caracterizan a las familias de las personas con estilo obsesivo,
como constituidas por padres exigentes, y que a la vez buscan coartar los impulsos de sus
hijos. La madre puede ser rígida e intentar que el niño se doblegue ante sus propios
deseos; y el padre también, lo que podría generar el conflicto obsesivo como la lucha
constante entre la obediencia y el desafío (Gonzalez, J., 1992).

Lo anterior, puede haberle hecho sentir más bien exigido que querido, criticado
más que aceptado. Esta percepción de no ser suficientemente amado por los padres,
produce mucha ira por las necesidades de dependencia no satisfechas (Gabbard, 2000).
Así, mantener el control, sería una de las manera de manejar la dependencia evitando
sentir esa necesidad que no ha sido satisfecha.

Desde esta perspectiva puede comprenderse la gran ambivalencia hacia las


relaciones y vínculos (Millon, 2006), donde se juegan la necesidad de otro y al mismo
tiempo el rechazo de esta necesidad por quedar expuesto al dolor.

Así, quien aparece desconectado de los vínculos y negando la dependencia, en lo


más profundo anhela sentirse querido y aceptado.

Ilustración Clínica

Francisco, ingeniero de 45 años llega a consultar enviado por su señora Paula de 40


años con quien lleva 11 años de matrimonio.

Francisco es laboralmente exitoso y llega impecablemente vestido a la consulta.


Habla muy bien y tiene un trato muy amable aunque algo formal.

Relata que ha sido enviado por su mujer debido a las dificultades sexuales que
presentan. Ella considera que el no tiene deseo sexual y que su vida sexual casi no existe.
Francisco reconoce que esto es así, y que siempre ha sido así con Paula, aunque no lo
entiende. También señala que desde que se casó con Paula se ha hecho cargo de ella, la
lleva a casi todos los lugares, le compra la ropa, le ayuda e interviene en algunas labores
de su trabajo como arquitecto.

Con Paula refiere tener buena relación aunque generalmente pelean por cosas
pequeñas. Por ejemplo no le gusta comer guisos ni “comidas revueltas” sino ojalá poder
diferenciar cada ingrediente que tiene el plato, lo que es motivo de discusión con Paula
quien no puede entender esto. También discuten por el orden y porque los niños no
ordenan o limpian como él esperaría.

En ocasiones ha sentido que Paula quiere hacer las cosas a su modo, como por
ejemplo tener encuentros sexuales cuando ella quiere, o usar el dinero como ella cree que
se debe hacer. Cuando siente a Paula en esta postura, dice oponerse muy resistentemente
e incluso hacer el contrario a lo que ella quiere, no porque cree que es lo mejor, sino
porque siente que tiene que hacerlo y este modo de actuar suyo no lo comprende.

Refiere trabajar exactamente 10 horas al día, comenzando a las 8:30, después de que deja
a los niños en el colegio y terminando a las 19:00 cuando apaga el computador. Se
permite 30 minutos de almuerzo. Este horario se ha transformado como en un ritual que
siente que tiene que cumplir para que todo funcione.

Refiere que ha estado en varios trabajos, pero que siempre tenía problemas con los jefes
que intentaban abusar de su tiempo y no le dejaban realizar las cosas a su estilo.
Actualmente trabaja de manera independiente, por lo que puede manejar sus tiempos y
los trabajos que elige.

Casi al final de la entrevista señala que desde que está casado que tiene una
relación paralela con una mujer soltera, quién conoce su situación matrimonial. Refiere
que a ella no la quiere como a Paula, pero que con ella lo pasa bien sexualmente, que ha
experimentado cosas que jamás haría con Paula que “ es la madre de mis hijos”. Incluso
dice que en ocasiones han hecho locuras como tener sexo en lugares extravagantes.
ESTILO ESQUIZOIDE DE LA PEERSONALIDAD

Para poder comprender los comportamientos y el estilo relacional de la


personalidad esquizoide, es necesario que podamos sumergirnos en las dinámicas que la
explican. Comenzaremos este apartado intentando caracterizar a este estilo de
personalidad para luego poder entender más en profundidad su funcionamiento.

La personalidad esquizoide ha sido caracterizada por un patrón de distanciamiento


de las relaciones sociales y restricción de la expresión emocional (DSM IV, 1995).

En general se muestran poco interesados y hasta indiferentes en establecer


contacto con otras personas, formar parte de grupos o buscar relaciones amorosas. De
este modo, disfrutarían más realizando actividades solitarias.

Se aprecian fríos, aplanados afectivamente o desvinculados y no tienen relaciones


de intimidad. Es como si no les importara su impacto en el otro, siendo indiferente a sus
halagos o críticas. (DSMIV, 1995)

Todas estas características apuntan a la descripción de una personalidad que


tiende a alejarse de las relaciones y en apariencia a disfrutar más de la experiencia interna
y la soledad.

Esta descripción correspondería a una de las variantes expresivas de la dinámica


intrapsiquica esquizoide. Desde nuestra perspectiva nos parece importante poder dar
cuenta de que el estilo esquizoide y la dinámica intrapsíquica que lo caracteriza puede
tener otras variantes expresivas.

Así, la primera variante correspondería a este patrón de rasgos vinculados con el


tipo “retraído” que anteriormente hemos caracterizado. La otra variante correspondería
al tipo de rasgos cuya manifestación observable es una intelectualización extrema,
muchas veces referida a contenidos de experiencias emocionales. Estos mecanismos
intelectuales esconderían la inmensa dificultad o déficit en el ámbito de las relaciones
emocionales, aunque se ven como personas muy conversadoras e interesadas en los
temas de los otros. Hablan bien y aparecen emocionalmente atractivos, pero una vez que
llega la cercanía y la intimidad se alejan. Su afectividad es pobre y son desapegados
emocionalmente, no pueden trasmitir afectos.
Por ejemplo, es el caso de aquellas personas que pueden hablar acerca de las
relaciones y los contenidos emocionales, incluso tener trabajos en los que se dedican al
tema de las relaciones, pero no pueden vivir la experiencia de relacionarse afectivamente,
ni contactarse con los contenidos emocionales de la propia experiencia. Así, Don Quijote
habla del amor, de Dulcinea pero, no puede experimentar la experiencia emocional del
amor, quien “vive esta experiencia” es Sancho su compañero.

Pero ¿cómo puede entenderse el funcionamiento del estilo esquizoide? ¿cómo


podemos explicarnos estos comportamientos?

El conflicto central del esquizoide es el temor a la fusión con el otro y el riesgo de


desaparecer que esto conlleva. El temor es ser invadido en las relaciones de intimidad y
que esto implique la disolución del yo. Al mismo tiempo, cuando están solos se angustian,
porque en alguna parte de si, la fusión con el otro es también lo que desean.

Tienen una particular vulnerabilidad a sentimientos de ser vaciado, de ser


abandonado, de soledad y de rechazo que son negados y reprimidos, apareciendo
defensivamente la insensibilidad, como “escudo protector”.

Utilizan defensas como la intelectualización, la disociación horizontal y la negación


para defenderse de sus temores.

Así la disociación permite separar los afectos y pensamientos propios de lo


externo, la intelectualización les da una formulación discursiva a los conflictos y
emociones para poder manejarlos, evitando la conexión afectiva. Negando pueden obviar
aquellas aspectos de la realidad o de sí mismos que les producen conflicto o dificultad.

Para Kernberg, el esquizoide podría defenderse con la huida maníaca, la que puede
realizarse a través de un bombardeo de actividades y estímulos permanentes. Esto puede
constituir una manera de estar en el mundo haciendo, pero no siendo ni interactuando.
Puede haber una búsqueda de excitación para defenderse, o actividades
promiscuas, pero no llena el vacío, aunque con esto evita el riesgo del abandono y la
invasión.

Su percepción del exterior es globalista, generalizadora y distante y sin atender


aquellos aspectos centrales de las distintas situaciones vitales‐ cotidianas.

En general la persona con estilo esquizoide está situada en las alturas, y habla
desde lo abstracto. Por ejemplo podría hablar de la importancia de la familia, de lo que
esto significa, pero no está realmente con la familia. También puede situarse en ciertos
roles como un médico, un dentista, que le permiten estar con gente, pero no intimar.
Tienen un comportamiento aparentemente adecuado, ya que frente a las diversas
realidades, hacen uso de mecanismos que les permiten evitar la conexión.

En el ámbito cognitivo, dan cuenta de una sobrevaloración de los procesos de


pensamiento. Son lúcidos, curiosos, reflexivos e interesados especialmente en temas
intelectuales, históricos y técnicos en un nivel importante de abstracción.

Suelen dirigir sus talentos y sus intereses hacia las cosas, los objetos, las
actividades o los temas humanos, pero desde una distancia enorme. La intimidad es
desplazada hacia objetos abstractos e inanimados, que por supuesto no ofrecen riesgo de
invadirlos.

Su lenguaje y estilo comunicacional es reflexivo, verbalizan en términos generales y


abstractos y muy impersonales. Son observadores estáticos, no participativos pues la
desconfianza y la necesidad de autoexclusión los hace tener una actitud de observación y
no participación. Además como tienen dificultad para captar las claves emocionales, esto
hace que su respuesta comunicativa sea vaga y pobre. Son formalmente conectados pero
carecen de la habilidad necesaria para emitir y recibir emociones. Su naturaleza es
introversiva, reservada y con tendencia a las interacciones limitadas con los demás.

En términos interpersonales, no tienen dificultades para tener interacciones con


otros, en el sentido de hacer actividades con otro. Lo que les genera ansiedad es el
vincularse con los otros. Son especialmente vulnerables al abandono y la soledad.

No obtienen ninguna satisfacción en las relaciones interpersonales, lo que se


traduce en la ausencia de relaciones íntimas o afectuosas. Buscan estar con otros, porque
esto apacigua las angustias ligadas a la soledad, aunque no logran involucrarse realmente.
Les falta espontaneidad, resonancia y vivacidad, suelen ser silenciosos y tranquilos,
graves, torpes, no reactivos y aburridos. No permiten que los demás conozcan sus
conflictos y se recluyen en si mismos. Son herméticos porque nada puede ofrecerle
confianza para superar el temor al amor y al ataque, a la pérdida, al abandono y a la
agresión.

También puede suceder que establezcan relaciones interpersonales muy


dependientes, donde se profita del otro. En el fondo necesita del otro para mantenerse
en contacto con el resto del mundo y para poder funcionar en la realidad. Este es caso del
hombre al cual su secretaria le hace todo: le compara el regalo para la pareja, le reserva
los aviones, los hoteles. En este sentido, suelen ser exigentes con el otro, le piden que
haga cargo de muchas cosas y sienten como muy legítimas sus demandas.
Este tipo de relaciones puede ser vivida como una agresión por el otro, ya que son
vínculos muy frustradores en los que el otro es muy exigido pero recibe poco a cambio. Si
se les presiona o se les avergüenza, pueden tener actitudes muy rechazantes.

En ese sentido su vergüenza, no es la vergüenza narcisista de no tener algo, sino la


de que alguien tenga acceso a su intimidad, ya que su mundo interno es lo más valioso
que tienen. Por esto saben a quien acercarse y cómo y cuando retirarse. Si alguien
conoce su mundo interno surge el temor de que lo van a controlar, lo que los hace estar
muy paranoides.

Fairbain (1940) considera que el fenómeno esquizoide fundamental es la presencia


de disociaciones en el yo, que pueden encontrarse en distintos niveles de profundidad.
Así, habrían personas que disocian ante los eventos más ordinarios hasta otros que lo
harían en situaciones extremas, con las consecuencias en la percepción de la realidad e
integración de la conducta que esto conlleva.

A su vez, describe seis técnicas esquizoides para relacionarse con el mundo externo
intentando superar los temores en la entrega emocional:

La primera sería desapegarse o distanciarse del mundo. También alude a la


actuación o el comportarse centrado en las funciones de un rol, evitando contactarse con
las emociones genuinas. Por otra parte el realizar actividades artísticas exhibicionistas o
literarias que le permitan mostrar, expresar algo de si, sin contacto directo y sin el riesgo
asociado que esto tiene para ellos.
Para este autor, otro modo que encuentra el esquizoide para relacionarse con el
exterior es darle un valor excepcional al mundo de los sentimientos y pensamientos,
restándole importancia a lo que sucede en el mundo exterior. Así mismo, considerar
aquello que se ha dado o de lo que se ha desprendido, como algo inútil y sin valor, les
permite no involucrarse realmente.
Finalmente otra forma es resolviendo problemas emocionales, no en un contexto
interpersonal sino en el campo intelectual y en una actitud distanciadora.

Por su parte Laing (1965) plantea que existen algunas actitudes típicas del
esquizoide para protegerse del temor a ser invadido y del temor al sumergimiento:
‐ Centrarse en sí mismo o estar consumido por el amor a sí mismo de modo que no
puede ser “devorado” por nadie más.
‐ Petrificarse a sí mismo o transformarse en piedra de modo que no pueda ser
tragado o transformado por otra persona.
‐ Deshumanizarse o despersonalizarse y así aislarse y protegerse.
‐ Negar la humanidad del otro y tratarlo como cosa.
‐ Mostrarse complaciente por fuera, pero hacer finalmente lo que desea.
‐ Mostrar siempre una imagen falsa y nunca la verdadera

Todas estas actitudes permitirían a la personalidad de estilo esquizoide mantenerse en


el mundo, estar con otros y desenvolverse, sin contactarse realmente.

¿Qué podemos decir acerca de la psicogénesis de este estilo de personalidad?

En la psicogénesis del esquizoide se debe hacer mención a las ideas formuladas por
Melanie Klein y Wilhelm Fairbain entre otros muchos e importantes aportes.

Desde Melanie Klein, se plantea la idea de una falla en la escisión de los aspectos
idealizados y persecutorios. Determinadas experiencias de nutrición, dificultarían la
incorporación del objeto bueno, que estaría cargado de afectos agresivos.

Para Fairbain las personalidades esquizoides son incapaces de dar y recibir afecto,
característica que se origina en la relación con la madre “ quien no es capaz de convencer
al bebe de que lo quiere como persona”.

El constructo fundamental estaría asociado al concepto de esquizoideo, es decir, a


la disociación horizontal (versus la vertical) en la que se separaría el mundo externo e
interno, es decir lo que piensa y siente de lo que dice. Esta disociación esquizoidea sería
una defensa a experiencias emocionales muy intensas derivadas de una relación temprana
muy invasiva. Así el sí mismo es protegido de ser “invadido” “avergonzado” “robado”. La
relación objetal es sentida como que encierra, invade, roba, devora, despedaza, por ende
controla desde adentro.

Por ello el estar absortos en sí mismos los tranquiliza, así como también son
extremadamente resistentes a las presiones sociales. La frustración (oral) de no haber
recibido suficientes respuestas no verbales satisfactorias origina dificultades en la
incorporación de experiencias positivas. La frustración es producto de una relación con
una figura materna en la que coexistía la sobreprotección y la indiferencia. De este modo,
el bebe no puede incorporar un objeto gratificador y amado al yo.

Por ejemplo, la vivencia puede haber sido la de una madre muy invasiva y con
desapegos bruscos, o muy angustiada. Por ejemplo Francisca, que presenta rasgos
claramente esquizoides relata que a sus tres meses de edad y hasta los 8 meses, su madre
muy angustiada por el abandono del padre, la deja a cargo de unos tíos y se va a su país
de origen. Al volver, la madre relata que le es muy difícil hacerse cargo de esta niña con la
que no ha estado, tiene mucho temor a que le suceda algo (por ejemplo no le da
alimentos para que no se ahoge).
Ilustración Clínica

Pedro de 46 años, casado, 3 hijos, dos mujeres y un hombre. Médico, oncólogo


infantil, especializado en el extranjero. El jefe del servicio de salud donde trabaja, le
sugiere consultar al servicio de psiquiatría y salud mental, debido a que los pacientes no
vuelven luego de la primera consulta, a pesar de que es un oncólogo de primer nivel.

El paciente es un hombre reservado e inteligente y sólo se entusiasma cuando


habla de los temas de “oncología”. Señala que su vida la ha dedicado al estudio y al
trabajo, hecho que le ha obligado a estar largos períodos lejos de la familia. La familia no
viaja con él, porque los niños están en edad escolar. La señora le dice que “como él está
poco en la casa, cuando viaja no se nota”. Le reclama que la “mira, pero no la ve y que no
tiene idea de nada de ella, pero que es estable y fiel y relata tener una buena vida sexual”.

Pedro dice que no le gusta la vida social, pero que igual va a todas las reuniones
sociales que lo invitan, “la relacionadora pública es mi mujer”.

Con sus hijos comparte la hora de comida y ven juntos el noticiario de la noche.
Cuando llega del trabajo, pasa directo del garaje al escritorio hasta que lo llaman a comer.

El paciente no se observa conectado ni consigo mismo ni con los demás. Relata que
es muy riguroso en la atención de los pacientes, que les dedica bastante tiempo, pero que
tiene dificultades para contener las demandas y angustias de las madres. Señala que él les
escribe todos los instrucciones y procedimientos que deben seguir”. Que esta es su forma
de ser y que siempre ha sido así.

Como antecedentes, relata que es hijo e madre española, que tuvo un primer
matrimonio sin hijos en España y que se casa por segunda vez con un español en Chile. El
paciente tiene dos hermanas mayores, es el único hombre y se casa a los 36 años con una
joven española 8 años menor.
ESTILO NARCICISTA DE LA PERSONALIDAD

En este capítulo examinaremos algunas de las características y comprensiones que


se pueden realizar del estilo narcisista de personalidad. Dada la gran literatura y
desarrollos teóricos, lo que proponemos es un modelo simple que intenta clarificar a
grandes rasgos como se comporta y desde que dinámicas funciona la personalidad
narcisista.

El narcisista está tan centrado en si mismo, que no puede reconocer y amar a los
otros. Está centrado en amarse a si mismo y utiliza a los demás para ensalzar su propia
imagen.

Generalmente, y de acuerdo a la clasificación del DSM IV, se ha caracterizado a la


personalidad de estilo narcisista como marcada por un patrón de grandiosidad y
sensación de superioridad. Estas características los lleva a presentar una sobrevaloración
de si mismos, que puede apreciarse en la sensación de ser especiales y/o importantes y a
desvalorizar al otro presentando una actitud arrogante frente a los demás.

Se caracterizan también por la falta de empatía con los demás, lo que los puede
llevar a ser muy exigentes e incluso abusivos con los otros, a quienes muchas veces tratan
como inferiores.

La necesidad de admiración, que sienten permanentemente los lleva a realizar


conductas que confirmen su sensación de ser “especial” y de ser tratado como tal.

Las anteriores son algunas de las características descriptivas de la personalidad


narcisista., pero ¿qué es lo que explica estos comportamientos, modos de sentir y de
relacionarse? ¿cuáles son las dinámicas que subyacen a este estilo de personalidad?

Para ampliar la compresión es fundamental tomar las diversas acepciones y


construcciones del término realizando algunas puntualizaciones:

Desde una perspectiva, habría un Narcisismo primario, una etapa del desarrollo
donde no habría diferenciación yo‐ no yo; no habría objeto para el sujeto, se funcionaría
en un nivel autoerótico. A medida que el sujeto se va diferenciando, va surgiendo
también el otro. Desde esta perspectiva este narcicismo formaría parte del desarrollo
normal. El narcicismo secundario, sería un narcicismo más tardío en el desarrollo, donde
si existiendo la diferenciación sujeto‐ objeto, el sujeto puede libidinizar (investir, cargar)
objetos, pero no lo hace ya que vuelca la energía hacia si. Desde esta perspectiva
evolutiva el narcicismo secundario sería patológico.

Otro planteamiento es hablar de narcisismo normal y narcisismo patológico. El


narcisismo normal sería la capacidad de una persona de mantener la autoafirmación y
construir una autoestima segura. El narcisismo normal permite a la persona exponerse a
la evaluación, de tal forma que esto no pone en riesgo la valoración de sí mismo, sino que
la evaluación otorga la posibilidad de aprender de la experiencia incorporándola, sin que
esto altere el amor propio. El narcisismo normal se origina a partir de la renuncia del
sujeto a la idealización de las figuras parentales, idealizaciones que son transformadas en
ideales personales. En el narcisismo normal, el espacio entre el ideal del yo y el yo real es
menor, por lo que no se está expuesto a los desbalances de la autoestima. De esta forma,
la construcción del ideal del yo le permite mantenerse en un nivel que excluye lo
grandioso y lo depresivo o devaluado. Desde esta perspectiva el narcisismo patológico,
tendría que ver con un autoestima insuficiente, vulnerable y dependiente de la
admiración de los demás.

Una tercera puntualización sería tomar la perspectiva estructural para analizar el


fenómeno narcisista. Desde esta mirada, habría una subclasificación de narcisismo de
acuerdo a la estructura en particular en la cual se ha ido instalando este estilo.

Así, el narcisismo neurótico, se caracteriza por una necesidad exagerada de


admiración, dependiendo de la estima del otro, y buscando lucirse para ser reconocido
por ese otro. También en la estructura neurótica puede encontrarse un estilo narcisista
en que este sí mismo grandioso está puesto en una idea, institución o causa. Entonces la
persona ama a ese objeto, idea o persona y al amarla se ama a sí mismo. Así no parece
narciso, sino altruista.

En la estructura limítrofe, el estilo narcisista se presenta de diversas maneras. Para


algunos autores como Kernberg este sí mismo grandioso incluye un aspecto del ideal del
yo, y un aspecto del ideal grandioso del super yo, entonces la grandiosidad del neurótico
se acerca más a la omnipotencia en la estructura limítrofe.

Para Kernberg, hay diversas presentaciones del trastorno narcisista, siendo posible
encontrar trastornos narcisistas, trastornos narcisistas con conductas antisociales,
narcisismo maligno y trastornos antisociales propiamente tal.

El narcisismo maligno sería un trastorno narcisista con conductas antisociales,


agresión o sadismo dirigido a los demás y una fuerte orientación paranoide.
Por su parte, el trastorno antisocial no puede ser diagnosticado sólo porque la
persona presenta conductas antisociales, sino que se caracteriza por la presencia de
patología del super yo, manifestada en la ausencia de la capacidad para sentir culpa y
remordimiento. Así, la incapacidad para tener relaciones interpersonales no explotativas y
un mínimo funcionamiento moral son los elementos distintivos de esta patología de la
personalidad de otras patologías narcisistas. 1

En la estructura psicótica el aspecto narcisístico es grandioso y está centrado en


una identidad con un delirio de grandeza megalomaníaco. Así por ejemplo sería “el rey de
los reyes” o “el pobre más pobre”.

Ahora bien, si intentamos comprender el estilo narcisista, ¿cuál es el temor


central del narcisista?

El temor del narcisista sería conectarse con aquellos aspectos carenciados del si
mismo, y al mismo tiempo con la envidia que le produce el constatar que otros tienen
algo valioso que él no posee.

La envidia al otro es tan fuerte, que no le permite recibir nada, buscando la


gratificación en sí mismo lo que va ligado a la sobrevaloración personal y a la búsqueda de
formas de autogratificación que les permitan negar permanentemente la necesidad.

Entonces, idealizar los propios aspectos del sí mismo les permite mantenerse
descontactados de sus carencias y necesidades. Al mismo tiempo devaluar al otro le
permite mantener la sensación de superioridad para sostener esa imagen sobrevalorada
de si mismos, esa cáscara grandiosa protectora.

Así, un docente de la escuela de sociología de una universidad rechazó el


ofrecimiento que le hizo la escuela para formarse en el extranjero porque tenía la idea de
escribir un libro y pensaba que esto le permitiría formarse más adelante. Lo que sucedió
es que nunca escribió el libro (tenía una imagen sobrevalorada de sus capacidades) y
sostuvo siempre que el curso que le ofrecían no era del nivel que él tenía. Esto también
revelaba las dificultades para recibir algo bueno de otros.

Generalmente están muy preocupados por el poder, la belleza y los logros,


buscando ser admirados por los demás y al mismo tiempo evitando las experiencias de
frustración. Necesitan mantenerse permanentemente excitados y/o estimulados para no
tomar contacto con la experiencia de vacío. Sin embargo, la experiencia de gratificación es
momentánea por lo que nunca se sienten satisfechos con sus éxitos.

1
Se detallará el estilo antisocial en un anexo al final del capítulo.
Por ejemplo Pedro un profesional del área comercial, buscaba trabajos en los
cuales le tocaba relacionarse con personas que claramente tenían menor preparación y
conocimientos que él. Esto le permitía siempre quedar en una posición de superioridad
respecto del resto. Sin embargo, esto le significaba a la vez, un empobrecimiento a nivel
intelectual.

En el ámbito interpersonal generalmente dan la impresión de ser más empáticos y


más cercanos de lo que efectivamente son. Esto sucede sobretodo cuando el otro es
idealizado y su cercanía permite mantener y sostener las propias idealizaciones, pudiendo
identificarse con este otro y/o rodearse del resplandor del otro.

Así, esta aparente cercanía en el fondo es una distancia enorme, porque este otro
no es considerado ni aparece como tal. No tienen la capacidad de usar la identificación
para la empatía, por lo que no pueden captar como está el otro y sus estados internos. No
ponen energía en la relación con el otro, sino más bien se comportan de manera
independiente y muy autónoma, negando la necesidad de cualquier aspecto que otro le
pueda dar.

Como tienen dificultades para empatizar con el otro son muy fríos en el vínculo
interpersonal, no se conectan con las emociones ni propias ni de los demás. Y eso hace
que sean muy poco sugestionables e influenciables, presentando muchas dificultades para
tomar acuerdos o conciliar con los otros. Por el contrario, pueden establecer vínculos
utilitarios demandando favores especiales con la convicción de que son merecedores de
estos.

Por otra parte, la necesidad de mantener la idealización del sí mismo, les dificulta
poder tolerar las críticas que son vividas con rabia y mucha ansiedad persecutoria, por lo
que terminan generalmente desvalorizando y despreciando al otro, como un modo de
defenderse.

Las pérdidas de las figuras de admiración también pueden ser vividas con mucha
rabia o con una furia por la herida narcisística, y pueden ser muy destructivos con lo que
sienten que les hizo perder o conectarse con su vulnerabilidad.

Así por ejemplo, Daniela de 36 años que se encontraba en un proceso de


separación de su marido, cuando se entera que éste ha comenzado a salir con otra
persona, siente tan intensamente el dolor y la furia que la lleva a inventar y provocar
situaciones de confusión, incluso de contactándose con los jefes de esta persona para
desprestigiarla y provocarle daño.
Algunas veces, las pérdidas los contactan con la inseguridad y dependencia que en
el fondo tienen y los conectan con una profunda vivencia de impotencia, que los puede
llevar a duelos patológicos. Como viven el presente no pueden elaborarlas, no hay pasado
al que sentir gratitud ni futuro para reparar.

Esto, es por ejemplo lo que puede suceder a una personalidad de este estilo
cuando se enfrenta a la crisis de edad media. En esta crisis las pérdidas son evidentes y
muchas veces confrontan a la persona con los aspectos debilitados o dependientes. Para
tener una buena resolución es fundamental que la persona pueda sentir gratitud de lo que
si ha podido vivir y tenga la expectativa de poder recibir en el futuro.

En cuanto a las relaciones de pareja , en el fondo no los motiva una verdadera


relación, sino que buscan la confirmación y la admiración. No toleran que la pareja aporte
a la relación, porque no pueden tolerar que el otro tenga algo valioso.

Si se sienten desconfirmados por la pareja, puede surgir la agresión y la furia


narcisistica, lo que puede concluir con un daño significativo para el otro. La actuación de la
furia narcisística y del desprecio hacia el otro tiene grados, que dependen de otras
características de personalidad y de la estructura en la que este estilo de personalidad
está inscrito.

Algunas personas con este estilo de personalidad pueden tener amantes para
satisfacer estas necesidades de confirmación y admiración, necesidades que una vez
satisfechas les permiten desvalorizar y despreciar al otro.

Los hombres de estilo narcisista buscan parejas que los adornen, mujeres
hermosas o exitosas, que los iluminen pero no los opaquen. Por su parte, las mujeres
narcisistas buscan la satisfacción de todas sus necesidades con hombres en los que ellas
inhiben los aspectos masculinos y los hacen ser asexuados, pasivos o depresivos. Buscan
que se transformen en cuidadores agradecidos perpetuos y a los cuales sienten siempre
como disminuidos. En el fondo buscan controlar al otro y lo desvalorizan, manteniendo
estas relaciones siempre que les sirvan para mantener su imagen sobrevalorada u obtener
otro tipo de beneficios de la relación. En general, se aprecia que no toleran el suspenso, la
duda frente a la admiración, tampoco el aburrimiento ni la rutina.

¿Cómo podemos comprender el origen de la dinámica narcisista?

Una de las versiones del mito de narciso da cuenta de cómo su tragedia comienza
desde la concepción, ya que el sería producto de la violencia sexual. Uno de los dioses
después de raptar y violar a la madre de Narciso, engendró en ella a un joven de
espléndida belleza, a quien dieron por nombre Narciso. Los dioses predijeron que el niño
tendría vida siempre y cuando no se conociera a sí mismo.

La belleza de Narciso enamora a hombres y mujeres, dioses y mortales, pero él es


incapaz de responder porque tiene una incapacidad para amar y reconocer al otro.
Finalmente al encontrarse con su reflejo en el agua , ensimismado en su bella imagen se
retrae de toda posibilidad de relacionarse amorosamente con otros seres, e incluso de
cuidar sus propias necesidades y finalmente se consume.

Coherente con esta versión del mito, se ha observado en las historias de las
personalidades de estilo narcisista que las relaciones con las figuras parentales han estado
caracterizadas por mucha exigencia y a la vez desprecio. Esta perspectiva plantea que
serían padres a los que les cuesta aceptar a sus hijos como son y desde ahí pueden
comportarse de forma muy frustradora y abandonadora.

También, se ha planteado que estos niños pueden haber sido víctimas de usos y de
abusos por parte de sus padres y haber aprendido que no se puede confiar en los otros
sino sólo en sí mismo.

Para otros autores como Benjamin (1996) los padres están tan centrados en este
hijo, que nunca le muestran sus propias necesidades, por lo que este niño nunca aprende
que los otros son seres independientes con necesidades propias. A esto se sumaría la
exigencia de ser perfecto para continuar siendo adorado por estos padres.

Desde la perspectiva de Kernberg (Gabbard, 2000), el narcisista tendría un si


mismo integrado pero patológicamente grandioso. Para él habría una fusión del ideal del
si mismo, con el ideal del objeto y con el si mismo real; cuyo resultado sería la devaluación
de las imágenes objetales. El si mismo narcisista se identificaría con las imágenes
idealizadas del si mismo, negando la dependencia de los objetos y las características
inaceptables de sus propias imágenes de self que serían proyectadas en los objetos.

Desde esta mirada, la estructura de las personalidad narcisista es consecuencia de


una diferenciación e integración patológica del yo y del super yo y debido a la existencia
de relaciones objetales patológicas. (Gonzalez, J., 2001)

Para otros autores, la comprensión de la dinámica narcisitica sería diferente. Así,


desde la psicología del si mismo, Kohut hace una primera distinción diciendo que habría
dos líneas de desarrollo: el amor objetal y el narcisismo, cada una con su propia
evolución. Desde esta perspectiva el narcisismo no sería una etapa que debe ser superada
en el desarrollo, sino tendría su evolución independiente desde formas más primitivas a
otras más maduras. (Lerner,2007)
Para este autor es fundamental que se den los procesos de narcicisación para el
desarrollo del si mismo. Este proceso comprende una valoración positiva de parte del
otro, además de una concomitante sensación de placer asociada a esta valoración. El
sujeto se identifica con esa valoración y ese placer y eso es lo que permite que el niño se
encante consigo mismo.

El si mismo entonces, se constituiría por la internalización de ciertos objetos con


los que se establece una relación narcisística. Estos son los objetos del self que tienen
como función prestarse para la idealización del niño y estar presentes como objeto del si
mismo grandioso.

Este proceso de formación del si mismo puede darse luego de repetidas


experiencias de satisfacción y experiencias de frustración tolerable. En el desarrollo
normal habría un si mismo cohesionado, vital y con un funcionamiento armónico.

En los trastornos narcisistas la patología sería de la regulación del autoestima,


debido a fallas reiteradas de los objetos del si mismo en el período de las experiencias de
formación de este. Depende del momento y de cuales sean los objetos que fallan, las
características que tenga el cuadro clínico.

Hornstein (2006) usa el término de Narcisismo trófico, que sería aquel que
mantiene la cohesión y estabilidad del yo y la valoración del sentimiento de estima de si.
Este existe porque ha habido reiteradas vivencias de satisfacción de las necesidades que
permiten una organización del yo. El narcisismo patológico evidenciaría una falta crónica
de investimientos parentales que se traduce en una falta de amor propio, en un profundo
dolor por sí mismo.

Estas perspectivas enfatizan el rol del ambiente y sus funciones en el desarrollo del
si mismo, y su importancia en el desarrollo de las patologías narcisistas.

Ilustración Clínica

Miguel es enviado para una evaluación psicológica desde la Escuela de Aviación de


las Fuerzas Armadas, debido a que presenta ciertas dificultades con sus compañeros y
superiores.

Tiene 32 años y es Ingeniero Civil con especialidad en Computación. Se ha


especializado en Ciencias Aéreas logrando muy buenas calificaciones .
Es un hombre muy atractivo y se desenvuelve de un modo muy adecuado. Se
observa muy seguro de si e impresiona todos los conocimientos que muestra poseer en el
trabajo que realiza. Ha estado a cargo de distintas áreas de formación como docente en
cursos centrales de la carrera.

Como experto en computación fue enviado a hacer un curso en el extranjero, en el


cuál tuvo problemas de relación con sus profesores, a los que calificaba como no
preparados para dar clases de un buen nivel. Refiere que esto también sucede en la
Escuela donde “excepto un par de personas, no hay gente preparada para enfrentar los
desafíos de estos tiempos…..”

Señala que cuando estuvo a cargo de un curso de la Escuela, hubo varios


postulantes que renunciaron e incluso algunos reclamaron por su nivel de exigencia, el
cual para él era totalmente justificado “… ya que estamos tratando de formar
profesionales de excelencia…”

Relata que escogió la Escuela de Aviación por su prestigio y porque es un lugar


donde hay personas de alto nivel. Entra a la escuela después de un tiempo en el que
intenta trabajar y vivir solo, sin conseguir mantenerse en los cargos que ocupaba, a pesar
del excelente rendimiento que siempre tuvo durante la carrera.

Señala que siempre ha mantenido relaciones de pareja pasajeras y con mujeres


que lo terminan aburriendo porque en general “no saben ni están al tanto de lo que
sucede en el mundo”. Por ejemplo refiere que Clara su última pareja, no se interesaba por
los acontecimientos externos, sino sólo por lo que sucedía en la casa y además no tenía
opinión propia sino que se sumaba siempre a lo que él proponía o pensaba.

Además de las dificultades relacionales, lo envían debido a que en algunas


ocasiones ha protagonizado escenas de rabia incontrolable, cuando se han encontrado en
situaciones en las que se siente disminuido o pasado a llevar. Por ejemplo refiere que una
vez estando como alumno en una clase, fue ridiculizado por el profesor, quien se burló de
lo que Miguel decía. Esto le provocó tanta rabia que enfurecido le gritó y luego cerró la
puerta de un golpe fuerte.

Refiere que sus superiores no entienden estas conductas y que no se las explican
de alguien como Miguel; inteligente, interesado y muy educado.

Como antecedente, es importante destacar que es hijo único de una madre


soltera, que salió adelante con la ayuda de sus padres y por su propia perseverancia.
Miguel nació con una malformación en su rostro, la que luego de algunas intervenciones
fue corregida. Recuerda haber tenido muchas dificultades para poder mirarse al espejo, ya
que no le gustaba verse distinto y verse “mal hecho” como le había dicho el abuelo en
alguna ocasión.

ANEXO

CARACTERÍSTICAS DE LA PERSONALIDAD ANTISOCIAL

Existe un arduo debate relacionado con el diagnóstico de pacientes que presentan


conductas antisociales. Según el DSM IV, los pacientes que manifiestan estos síntomas
presentarían un Trastorno de la personalidad antisocial. El eje está puesto en la
transgresión de las normas sociales, culturales y /o legales.

Para Kernberg lo antisocial, debería definirse en función de sus significados


psicológicos y no sólo en términos conductuales o legales. Es diferente e importante
distinguir entre conducta antisocial y trastorno antisocial de la personalidad. Más aún por
el hecho de que las conductas son síntomas y los trastornos de personalidad están
configurados en base a rasgos.

La conducta antisocial puede definirse como cualquier comportamiento que se


aparta acusadamente de las expectativas de la cultura, por lo tanto puede ser cualquier
tipo de conducta que refleje una violación de una norma o regla social y /o constituya un
acto en contra de otro, independiente de su severidad, existiendo un continuo de ellas
que incluye:

‐ Conductas antisociales como respuesta a presiones sociales. Entre estas estarían


algunas mentiras, fotocopias de libros.

‐ Conductas antisociales en estructuras neuróticas cuya finalidad es el autoreproche


o el castigo externo por sentimientos inconscientes de culpa.

‐ Conductas antisociales como parte de una neurosis sintomática. Por ejemplo,


conducta antisocial ocasional, rebeldía adolescente, trastorno de adaptación.

‐ Conductas antisociales propias de organizaciones limítrofes asociadas a su


tendencia a la actuación impulsiva (acting out).

‐ Conductas antisociales propias de estructuras limítrofes con debilidad yoica o


super yoica.
‐ Conductas antisociales asociadas a perversión sexual o adicción.

‐ Conductas antisociales en estructuras psicóticas.

‐ Conductas antisociales en trastorno de persoinalidad antisocial.

El trastorno antisocial presentaría una fuerza agresiva, primitiva, despiadada e


inmoral. Esta fuerza les permitiría obtener satisfacción sólo a través de la agresión no
mitigada. Agresión que no necesita racionalizar para expresarla en la conducta. En esta
conducta no existiría ninguna adhesión a algún valor consistente que no sea el
ejercicio del poder sobre otros.

La conducta cruel y explotadora adolece de una justificación moral o racional; no


hay ningún esfuerzo en exponer posibles comprensiones o explicaciones de sus
comportamientos. Si surgen argumentaciones plantean que ellos no tuvieron ningún
control sobre las situaciones.

Eligen mentir, evadir responsabilidad o culpar a otros. Esta ausencia de sentido


moral los hace carentes de piedad e incapaces de lealtad, lo cual se traduce en un
patrón de irresponsabilidad de larga duración.

En general hay despreocupación por las consecuencias de los actos y en los


ataques no hay preocupación por el daño a otros.

La profunda frialdad en los vínculos interpersonales provoca un deterioro


importante. Son arrogantes, insensibles, dominantes, carentes de piedad, carentes de
humanidad, desalmados. Tampoco se conmueven con el dolor y son groseramente
egoístas y crueles seduciendo para dañar. La incapacidad para sentir culpa,
remordimientos y tristeza es característica; sólo sienten la vergüenza narcisística.

Tienden a la transformación consciente o inconsciente de algo bueno en malo


(amor en odio, cooperación en explotación) de cualquier sentimiento positivo en
negativo y destructivo (confianza en riesgo por ejemplo). Usan lo bueno para vaciar y
destruir, la envidia impide la gratificación en las relaciones.
ESTILO HISTÉRICO DE LA PERSONALIDAD

A continuación revisaremos las características y la comprensión de los


comportamientos de la personalidad de estilo histérico. La llamaremos de este modo,
puesto que adherimos a la idea de tomar como un continuo las personalidades histéricas
e histriónicas, donde esta última haría referencia a un estilo de personalidad en una
estructura más baja (Kernberg, 1992; Gabbard, 1994). Nos referiremos al estilo histérico
entonces, tomando en cuenta que las características de este estilo pueden darse
acentuadas y tomando otros matices en una estructura más baja.

En el DSM se presenta dentro del segundo grupo, el trastorno de personalidad


histriónico y se le caracteriza con un patrón de excesiva emotividad y una búsqueda de
atención permanente.

Una de las características principales de la persona con un estilo de personalidad


histriónico es que busca ser el centro de atención de distintas maneras y se siente
incómodo cuando no lo logra. En relación a esto, puede presentar comportamientos
sexualmente inapropiados o seductores y expresiones emocionales superficiales y
cambiantes.

En general pueden presentar una actitud dramática y un lenguaje que es vago y


superficial y no logra dar cuenta de las singularidades que está expresando.

Entre otras características el DSM describe la sugestionabilidad y el uso del físico


para llamar la atención de los demás.

Estas descripciones del estilo histérico nos permiten hacer un diagnóstico en el


nivel descriptivo, pero ¿cómo podemos comprender el fenómeno histérico ¿Cuál es el
temor o el conflicto central de la dinámica histérica?

Lo que se teme en la dinámica histérica es el dolor de la exclusión, “quedar fuera


observando sin poder participar del amor de la pareja parental”. Teme al rechazo y a la no
integración o consideración, por lo que siempre se encuentra buscando llamar la atención
para lograrlo.
Para defenderse de este conflicto utiliza la represión, sustrayendo de la conciencia
el drama de la exclusión y de los deseos incestuosos hacie el padre del sexo opuesto.
Además de reprimir, utilizan la sexualización, la proyección y la disociación.

El uso de estos mecanismos les otorga un particular estilo cognitivo, cuyo


funcionamiento da cuenta de una percepción global y carente de precisión, en particular
del detalle exacto. Es claramente rápida e impresionista, no apoyada en hechos sino
comunicada a través de comentarios que dan cuenta de experiencias y de afectos, son
percepciones vívidas y comunicativas pero, que no apuntan a datos precisos sino más bien
a datos poco claros y /o obvios. La histeria muestra dificultad para la concentración
intelectual, para el trabajo mental que requiera persistencia y algún grado de esfuerzo
mantenido.

Por ejemplo, María tenía serias dificultades para rendir en un curso sobre
actualidad. En este curso básicamente lo más importante tenía que ver con informarse del
acontecer nacional e internacional diario y poder hacer relaciones entre los distintos
acontecimientos. María lee todas las mañanas los diarios y está conectada a internet a los
portales noticiosos y sin embargo no logra contestar a lo que el profesor le pregunta.
María se da cuenta de que aunque está informada no logra dar respuestas adecuadas. Es
como si sólo pudiese retener los titulares y no el contenido de la noticia en si misma.
Comienza bien, pudiendo dar cuenta de que está informada, pero cuando se le pide que
relacione, no logra hacerlo, como que no pudiera pensar más profundamente.

Las impresiones perceptuales rápidas son trasmitidas en un lenguaje cargado


emocionalmente que da cuenta de un mundo subjetivo y de un pensamiento colorido,
excitante y fantaseado y romántico pero, carente de sustancia y de hechos pero, que a la
vez logra captar la atención, el interés o curiosidad del otro.

El comportamiento afectivo corresponde al llamado “tipo emocional” que se


caracteriza por una disposición activa y por una elevada impresionabilidad y sensibilidad a
los estímulos afectivos junto a una mayor responsividad. Es decir, sobrereaccionan. Su
despliegue afectivo es “estrepitoso” pero a la vez superficial.

Sus estados de ánimo son lábiles, volátiles y en ocasiones caprichosos. La cualidad


histriónica y dramatizadora está dirigida a una audiencia en búsqueda de la atención que
calma el doloroso e intolerable sentimiento de exclusión.

La manifestación de esta afectividad está controlada y tiene cualidades


socialmente adaptativas; se involucran con los demás pero, el compromiso emocional es
superficial.
Pueden ser extrovertidas, bulliciosas, comunicativas y “añiñadas” y algo
“pegajosas”. Los afectos que tienden a surgir preferentemente en el contexto clínico se
centran en el rencor y la rabia asociada por la frustración de sus demandas; por lo que
pueden hacer rabietas. También aparecen los celos y la rivalidad, relacionadas con la
competencia y el asco y vergüenza asociada a la sexualidad.

En general son personas histriónicas, plásticas, lo que les permite llamar la


atención y evitar el sentimiento de exclusión. Siempre va a buscar una forma de provocar
un impacto, curiosidad, aunque no siempre este impacto es estético.

Por ejemplo Rafael un profesor destacado de un instituto ligado a la investigación


social, lograba atraer a los alumnos y “seducirlos intelectualmente” cuando daba cuenta
de sus conocimientos, impactándolos. Siempre buscaba las posibilidades de hablar y
mostrar sus conocimientos atrayendo a los alumnos hacia si, haciéndolos sentir especiales
y “elegidos”. Cuando estos alumnos se sentían muy cerca y especiales, Rafael se alejaba y
se percataban de que no eran los únicos, ni especiales para él.

En sus relaciones interpersonales son personas egocéntricas y caprichosas,


centradas en sí mismas y sus propias necesidades. Son muy demandantes; tolerando muy
mal la frustración y el desengaño; la hostilidad y el rechazo. La poca tolerancia a la
frustración las vuelve hipervigilantes, lo que junto con su plasticidad les permite adaptar
rápidamente sus comportamientos para reducir al máximo la indiferencia y desatención u
omisión.

En su búsqueda de seguridad pueden aparecer como desamparadas o pueden


abusar de la debilidad afectiva de los otros frente al llanto y amenazas. Están siempre
dispuestas a “manipularse” a sí mismas para actuar de manera de estimular y captar la
atención. En las relaciones de pareja pueden tomar una actitud sumisa, asociado a
dinámicas masoquistas y/o una actitud más competitiva asociado a rivalidad.

A la vez, son muy sugestionables, tendiendo a sobreidentificarse con los


sentimientos o reacciones de otros, muchas veces en un estilo dramático.

En el plano de la heterosexualidad, las mujeres pueden ser sexualmente


provocativas, suelen comportarse de manera encantadora y coqueta. Tienden a la
pseudohipersexualidad, es decir, participan en el juego de la seducción en forma tranquila
e ingenua pero, se confunden y se vuelven inmaduras cuando deben responder a las
demandas sexuales del otro.

La coquetería, disfrazada o franca, se ubica en un continuo que va desde la bella


indiferencia a la mujer directamente sexy (belle indeference y femme fatale). Son
personas que están inclinadas a sexualizar todas las relaciones, tendiendo a un
comportamiento disociado entre la fantasía romántica y el rechazo a la sexualidad de
hecho. Tienden a implicarse y retirarse rápidamente en relaciones eróticas. El ciclo
seducción, señales de acercamiento y luego rechazo es característico del estilo histérico.
Es decir, ilusionan y se ilusionan para luego frustrarse, decepcionarse y rechazar. Es
posible encontrarse con conductas regresivas e infantiles en las diversas situaciones
sociales. También podrían presentar una dependencia muy aferrada, mujeres que insisten,
persiguen para luego abandonar

Frecuentemente se puede observar la competencia que instalan por los hombres


con otras mujeres y por otra parte la rabia y deseos de venganza hacia los hombres, por
haber sido excluida.

Los varones con una personalidad histérica se caracterizan por un patrón de


alteración en su adaptación sexual. Son seductores, coquetos, con una actitud
dependiente e infantil hacia las mujeres pero, sin lograr un compromiso pues requieren de
un séquito de mujeres para abastecer su necesidad de atención. El clásico “Don Juan”
sería un ejemplo de histeria masculina.

Están muy atentos y desarrollan la capacidad de captar el deseo inconsciente del


otro, lo que les permite trasmitir que van a satisfacer ese deseo. Esto les otorga un poder
de seducción muy potente. El placer está en seducir al otro, lo que confirma este poder y
tranquiliza sus angustias.

Pueden tener una pareja estable pero, igual se encuentran permanentemente en


este dramatismo de la seducción. Con el tiempo pueden surgir aspectos depresivos
importantes, debido a la pérdida de atributos físicos que por ejemplo antes favorecían la
seducción y/o por frustraciones reiteradas.

Se observa en general una disociación amor‐ sexo. Por un lado, el sexo es lo malo
lo incestuoso, y por el otro el amor es lo bueno. Esta disociación se da con la pareja
estable u ocasional.

Como proyectan su conflicto erotizando las relaciones, suponen que el aspecto


seductor es del otro. Hay muchas fantasías diurnas, mucha ilusión y por lo tanto mucha
frustración con las parejas disponibles y atracción por los hombres más prohibidos. Hay
dificultad de la satisfacción sexual por el rechazo de las pulsiones sexuales, porque son
vivídas como incestuosos. Entonces pueden presentar trastornos sexuales como frigidez e
impotencia selectiva.
¿Cómo podemos comprender desde la teoría psicoanálitica el origen del estilo
histérico?

La histeria puede ser entendida de distintas maneras y ligada a diferentes factores


desde la perspectiva psicoanalítica.

Esta teoría resalta la participación de los fenómenos inconscientes; incluyendo el


papel de los traumas y los conflictos sexuales triangulares (edípicos) en este estilo de
personalidad.

En la perspectiva psicoanalítica clásica el origen psicosexual es básicamente


asociado a la etapa fálica y centrado en la conflictiva edípica. El claro temor a ser ignorado
devendría del deseo de ser amado y cuidado, elegido por alguien poderoso como la figura
parental del sexo opuesto, hecho que no ocurre en la vida infantil. Entonces, el temor a la
pérdida del amor y por ende la exclusión es lo que los hace particularmente dependientes
de la atención de los otros.

Al acercarse el niño al padre del sexo opuesto, aparece la seducción como un


modo de captar su atención, lo que significa conflictos y competencia con la figura
parental del mismo sexo. Sin embargo captan que este tipo de relación es altamente
peligroso para ambos, por lo que reprimen sus deseos. La exclusión puede hacerse
evidente cuando el padre del mismo sexo se va o la madre se embaraza. La culpa es por
haberle quitado al padre a la madre. La presencia de un padre cariñoso pero, no seductor
y de una madre cariñosa y no competitiva facilitaría la solución de esta dinámica. Esta
constelación, suavizaría el temor a perder algo valioso en el hombre (angustia de
castración) y también la característica sensación femenina de incompletitud (complejo de
castración).

La represión sexual, la valoración de lo masculino y la desvalorización de lo


femenino en la cultura “machista” estarían involucrados en el funcionamiento histérico así
como también los maltratos y abusos. Es, en este contexto, que conviene plantear los
comportamientos sumisos asociados a factores masoquistas, los comportamientos
competitivos asociados a patrones de riivalidad; las conductas regresivas , las conductas
de dependencia aferrada y las impulsivas en situaciones sexuales.

Las personalidades histriónica, que se darían en estructuras más bajas se


originarían a partir de un déficit en la nutrición maternal, volcando hacia el padre la
búsqueda de satisfacción de sus necesidades. En este sentido, habría un déficit más
temprano que genera mayores dificultades en el desarrollo psicológico. Estos pacientes
serían aquellos que presentan una fuerte dependencia y aspectos abiertamente
seductores.
Ilustración Clínica

Rosario tiene 35 años y trabaja en una línea área. Es encargada de las


comunicaciones de la empresa, lo que significa que tiene un buen cargo, el que a logrado
alcanzar rápidamente.

Se separó hace 4 años de Jorge, un hombre que “quedó destruido” según Rosario
después de la separación. Jorge es un hombre poderoso y reconocido dentro del ámbito
empresarial. Se conocieron cuando ella era una adolescente y él , 10 años mayor, estaba
casado por segunda vez. Luego de algunos años se casan y se trasladan a vivir con las dos
hijas de Jorge.

Refiere que la relación de pareja se rompió en parte por lo mal que se llevaba con las hijas
de Jorge “unas cabras chicas maleducadas y mimadas, que no hacen nada y piden cosas
todo el día….”

Luego de la ruptura, se involucra sentimentalmente con Alberto un hombre muy


religioso, casado quién “perdió la razón” por estar con Rosario, renunciando a su
matrimonio y su vida familiar. Rosario reconoce que después de un tiempo se aburre y
pierde el interés, por lo que se aleja y abandona a Alberto.

Cuando aún estaba con Alberto conoce a Mario, un alto ejecutivo de su empresa
con él que se involucra en una relación muy intensa. En pocos meses ya viven juntos y
tienen muchos planes.

Refiere que desde que está relacionada con Mario, su jefe le ha hecho la vida
imposible. Piensa que puede estar celoso y que no quiere que sigan juntos. Su jefe la
acusa de ser poco cumplidora, de no seguir las ordenes que se le dan, pero ella se siente
tranquila porque el gerente general “siempre entiende lo que me sucede y cuando tengo
problemas voy a hablar directamente con él”.

Rosario señala que sufre “porque no puedo sentirme a gusto mucho tiempo en una
relación, y al final siempre se terminan….. ”

También refiere tener “muchas peleas y discusiones” con sus amigas,


especialmente por hombres. “yo siento que me envidian y envidian que soy atractiva para
los hombres”.

Como antecedentes, Rosario refiere ser la tercera de cuatro hermanas mujeres,


hijas de padres de origen alemán. Recuerda que siempre peleaban por sobresalir en la
casa, ya que “somos muy seguidas y muy parecidas todas…. Nos parecemos físicamente y
también en las cosas que hacemos…”
Recuerda unas vacaciones en las que junto con su hermana mayor conocen a un
grupo de jóvenes en una discotheque en la playa. Rosario queda entusiasmada con
Joaquín, con quien coquetea los días siguientes, sin llegar a concretar en una relación.

Semanas después en el día de su cumpleaños se auto envía un ramo de flores, para


impresionar a sus hermanas haciéndolas creer que entre Joaquín y ella hay una relación
cercana.
ESTILO EVITATIVO‐ DEPPRESIVO DE LA PERSONALIDAD

La etiqueta personalidad por evitación es nueva y fue acuñada por T. Millon en


1969 como una designación descriptiva de los individuos que se distinguían por un patrón
de repliegue y por su aversión activa hacia las relaciones sociales. La literatura clínica
plantea descripciones de características de personalidad de un grupo similar al evitador, la
mayoría de las veces asociada al estilo esquizoide, obsesivo, fóbico y/o paranoide.

Debido a que el concepto de evitación es reciente y descriptivo en nuestra


exposición daremos cuenta del estilo depresivo clásico, en el entendido de que sí evita las
relaciones interpersonales cercanas, cuando no siente que está asegurado el
reconocimiento por parte de los otros; pero es claro que su propia inseguridad interna
sólo es calmada en el encuentro interpersonal. Nos referiremos a este estilo, como
evitativo‐ depresivo.

El DSM IV, caracteriza el Trastorno Evitativo por un patrón general de inhibición


social , sentimientos de inferioridad e hipersensibilidad a la evaluación negativa. Por todo
esto, la personalidad de este estilo evitaría estar en lugares o realizar labores que le
impliquen exponerse a la evaluación, al rechazo, a ser avergonzado o ridiculizado. Las
mismas razones lo llevarían a resistirse a iniciar nuevas actividades que impliquen este
tipo de riesgos.

En términos generales, esta personalidad evitativa daría cuenta de la dificultad


para interactuar socialmente en circunstancias en las que no le es conocida la respuesta
positiva de los otros en estas situaciones. Está permanentemente temeroso de ser
rechazado en cualquiera de las formas que este rechazo pueda tomar.

¿Cómo podemos comprender el funcionamiento del estilo depresivo‐evitativo?

El temor del evitativo‐ depresivo es ser rechazado, porque el rechazo del otro los
contacta con la vivencia de un aspecto muy desvalorizado de si mismo. En el fondo, la
experiencia de rechazo confirma que “tengo algo malo, dañado o débil” que me hace
merecedor del rechazo.

El estilo evitativo‐ depresivo no evita las relaciones, sino más bien lo que evita es
exponerse a que en una relación de intimidad pueda ser rechazado o desaprobado. Por
eso, sólo puede estar cerca de alguien si siente que existe cierto grado de aprobación,
evitando la conexión con el dolor que le produce el sentirse rechazado o “abandonado”
por otro.

En el ámbito cognitivo, los afectos, los pensamientos intrusivos y la carga


emocional general interfieren los procesos de pensamiento. Las disarmonías emocionales
y la reserva personal invaden y desvían la atención, concentración y el rendimiento. La
agudeza en la percepción de las situaciones sociales, está al servicio de la inmensa
necesidad de aprobación, por lo que su rendimiento se ve afectado.

En la interpretación de los acontecimientos, los sujetos evitativo‐ depresivos de


carácter, suelen ver preferentemente el lado negro de las situaciones, lo más difícil, lo más
drámatico, lo más doloroso, esperando siempre que ocurra lo peor. Son pesimistas y
fatalistas, preocupados y tocados de manera excesiva por las desgracias y los dramas
humanos.

En el estilo evitativo‐ depresivo, los esquemas pesimistas con los que


repetidamente funcionan se asocian a niveles crecientes de desesperanza, de manera que
le es difícil imaginar o planificar situaciones que podrían mejorar las situaciones.

Además de pesimistas, tienden a ser serios, graves y con poco sentido del humor.
Tienen dificultades para reírse de sí mismos, porque se encuentran siempre
tremendamente preocupados por los defectos que puedan tener tanto en lo físico como a
nivel psicológico. Lo que temen es que el otro se percate de estos defectos y termine
rechazándolos.

También suelen ser muy concienzudos además de responsables y trabajadores. En


general tienden a ser muy cumplidores en los trabajos que realizan. Pueden optar a
realizar tareas menores respecto a las capacidades que poseen, asegurándose así la
aprobación y el éxito. Así por ejemplo, un hombre profesional con un buen rendimiento
académico, logra solamente empleos a un nivel menor, pese a que posee las capacidades
para realizar labores con un mayor nivel de exigencia. Sin embargo, permanecer en estos
cargos, le asegura el éxito y la aprobación de sus jefes.

Las personalidades evitativo‐ depresivas presentan un estado constante de


minusvalía y sentimiento de culpa; se juzgan como sin valor para él como para los otros. El
nivel de autoestima es regulada desde lo externo, desde el otro el “objeto externo
deseado” y todo su esfuerzo y comportamiento está dirigido a lograr la aprobación y el
reconocimiento de los demás.
Por otro lado, viven preocupados por sentimientos de fracaso, de soledad y por la
autocrítica y la vivencia de desvalimiento. Es decir, viven dominados por el objeto interno
exigente.

En las relaciones interpersonales, son reservados, pero no solitarios porque


necesitan la aprobación y confirmación de los demás. Suelen ser extraordinariamente
sensibles a las sutilezas del tono y de la carga afectiva y están vigilantes al significado de
las expresiones emocionales. Son desconfiados de las manifestaciones explícitas. Miran a
los ojos y a la cara para comprobar la sinceridad y la verdad de quien habla.

Se comportan de un modo tan congraciativo y están siempre tan disponibles para


los otros, que pueden provocar rechazo, confirmando de esta manera sus temores.

Prefieren relacionarse con grupos más que estar en relaciones de intimidad, ya que
en estas últimas podrían aparecer aquellos aspectos considerados deficientes y provocar
de esta forma el rechazo del otro.

También tienen una especial preferencia por los animales domésticos, a quienes
sienten como incondicionales. En la relación con ellos no hay espacio para el juicio o para
conductas inapropiadas por lo que pueden ser más expresivos, ya que con los humanos el
contacto debe ser más cauteloso.

En cuanto a las relaciones de pareja, tienden a escoger parejas consideradas


menos valiosos de lo que ellos mismos se consideran. Esto, porque si la pareja es valiosa,
podría no valorarlo. Sin embargo, esto también los frustra porque desearían estar con
personas valorados por ellos para valorizarse a si mismo.

En el contacto interpersonal, buscan evitar que surjan sus propias necesidades que
son sentidas como voraces y demandantes, (que en realidad lo son) , buscando a cambio
satisfacer las necesidades de los demás.

Como dependen de la valoración de otros, lo que hacen es que proyectan sus


necesidades de dependencia en el otro, haciendo que sean los otros los que dependen de
ellos. De este modo, en la relación interpersonal se ven muy autónomos e
independientes, haciendo todo lo que está a su alcance para dar en el gusto, satisfacer y
adelantarse a las necesidades del otro, volviéndose casi imprescindible para este y
esperando su eterna gratitud.

Cuando logran la valoración y la confirmación no muestran sus aspectos negativos,


porque temen perder la aprobación.
Así por ejemplo, Angélica está siempre pendiente de Pia, su amiga hace muchos
años. La pasa a buscar, la lleva al trabajo, le hace trámites e incluso se ha ofrecido para
cumplir algunas labores de su casa y su trabajo. Pía se siente profundamente agradecida
de Angélica, incluso siente que no sabría que hacer sin su amiga, sin sus consejos, sin su
ayuda. Con el tiempo ha comenzado a sentir que depende de lo que Angélica pueda darle.
Angélica por su parte, se siente tremendamente valorada y útil para Pía.

El sentido de ser rechazado, criticado como reacción al mínimo gesto los lleva a
sentimientos de decepción, de censura, de responsabilidad y de culpa. La
hipersensibilidad al rechazo, la alerta a signos de desaprobación y desprecio social, los
lleva a interpretar eventos sin mayor importancia como ridiculizantes.

Son críticos, serios y graves. Siempre están a merced del deber ser, se frustran con
facilidad lo que les hace tener mucha agresión. Al ser tan críticos se culpan mucho y como
no quieren ser sancionados, toda la rabia y la agresión pueden tramitarse rumiativamente
lo que puede llevarlos a desanimarse, sintiendo que son responsables de todo lo que
sucede. Así, la agresión no expresada se dirige hacia sí mismos, lo que conlleva afectos
depresivos. Otra manera de manejar la rabia es proyectar la crítica siendo el otro quién
hizo algo malo, volviéndose moralista.

Otra característica es que tienen un mal manejo de las pérdidas porque estas
alteran el funcionamiento normal. Una pérdida implicaría la pérdida de algo valioso y esto
activaría el uso defensivo por ejemplo de la hipomanía. De este modo por ejemplo ante la
muerte de un ser querido la personalidad de este estilo tendería a por ejemplo hacer
trámites, organizar y preparar el funeral activamente como un modo de manejar el dolor
de la pérdida.

Es posible también que utilicen la idealización de lo que se perdió, de tal modo de


disminuir la culpa que le provoca la pérdida del otro. Como se inundan de culpa, tienen
dificultades para que se valoricen los aspectos positivos por sobre los negativos del objeto
que se perdió o de la relación que se perdió, constituyéndose generalmente en un duelo
patológico.

Es posible también que hagan una identificación introyectiva del objeto perdido,
identificándose con una parte del objeto dañado.

Entonces, ¿cómo podría entenderse el origen psicológico de este estilo de


personalidad?

Desde lo más clásico, dinámicamente podría entenderse que hay dos tareas:
satisfacer al objeto externo, pero también las exigencias del super yo. Si no logra esta
satisfacción se deprime, porque no obtiene la aprobación del objeto externo o de su super
yo. La dificultad es que esta aprobación no está nunca asegurada.

Desde lo kleiniano tiene que ver con aspectos de la posición depresiva, la culpa por
el daño y el temor al rechazo.

Otros autores como Winnicott plantean fallas en lo vincular. Esto puede


relacionarse con la presencia de una madre que frente a la agresión del hijo no posibilita
la reparación, sino que da lugar a la retialiación, al castigo. Podrían ser madres deprimidas
con dificultad para conectarse con las necesidades afectivas de su hijo. Podría ser una
madre a la cual “no le brillen los ojos” cuando mira a su hijo y este hijo puede percibir
esto.

Por ejemplo Rosita tiene a su madre muy enferma y a pesar de que son cinco
hermanos, es ella quién se hace cargo prácticamente de todo. La madre le agradece esto
por un lado, pero por otro la culpa mucho de lo que le sucede. En una ocasión va visitar
su madre y la encuentra conversando con una de sus hermanas. Rosita relata que en ese
momento logró captar la diferencia entre ella y su hermana: su madre tenía una expresión
distinta, “…la miraba distinto, le brillaban los ojos”.

Por otra parte, se ha planteado que podría existir una identificación con figuras
parentales “sacrificadas”, donde lo valorado es el esfuerzo y donde existe una dificultad
para valorar lo recreativo o lúdico.

Las estructuras familiares de los estilos evitatativo‐ depresivos, suelen ser familias
grandes con muchos hijos, donde generalmente ocupan un lugar sin privilegios. También
pueden presentar sistemas disciplinarios de crianza muy coartativos de la expresión
personal (afectos, ideas), aprendiendo de este modo a suprimir las propias necesidades.

Se ha ligado también el desarrollo de la personalidad evitativo‐ depresiva, a


experiencias de pérdida de figuras familiares y /o enfermedades. También con
experiencias de abandono o separación, donde se experimentó la sensación de ser
abandonado y el dolor que esto provoca, junto con la imposibilidad de elaborar
adecuadamente la pérdida. Así, el niño podría atribuir a aspectos personales la separación
o pérdida del otro.

Ilustración Clínica

María 57 años llega al consultorio de atención primaria por síntomas ansioso‐


depresivos que no han remitido con el uso de antidepresivos. Ella estudió secretariado en
un instituto técnico pero, nunca ejerció. Es casada hace 38 años con Juan, un maestro
carpintero muy trabajador.

María y Juan tienen 4 hijos entre 38 y 30 años. Se ha dedicado durante su vida a las
labores de la casa y al cuidado y la educación de sus hijos. Se considera una buena madre,
y ha enseñado a sus hijos con los valores e ideales de la sinceridad, honestidad y
reciedumbre.

Actualmente se encuentra criando a tres de sus nietos de 2, 4 y 6 años mientras


sus padres trabajan. En un principio no quería, pero luego se dio cuenta de que sin su
ayuda su hija no podría trabajar por lo que aceptó.

Relata que tiene una buena relación con Juan, aunque él es un poco machista y llevado de
sus ideas. Reconoce que ella siempre le ha dado en el gusto y tal vez por eso Juan es tan
“cómodo”. Ella le hace todo, le lava y plancha la ropa, le sirve la comida y le toma las
horas al médico. Además se encarga de administrarle los medicamentos para su
hipertensión.

Tiene algunas amigas con las que puede conversar algunas de las cosas que le
pasan, aunque al final siempre le parecen más importantes los problemas de los demás.
Escucha a sus amigas atentamente e intenta ayudarlas, aunque secretamente siempre
espera que esto sea agradecido por ellas.

La única vez que trabajó fuera de la casa, lo hizo en un restaurante donde trabajó
de ayudante de cocina. Tiene muy buenos recuerdos de su trabajo pero, refiere que fue
despedida por “ser honesta, si parece el mundo al revés…. Los mozos se tomaban todos
los conchos de los vinos e incluso algunos se los llevaban para la casa y como yo me
percataba de esta situación se la hacía saber al jefe lo que provocaba muchos problemas
entre el jefe y los mozos… después de algunos meses me despidió a mi… es que yo no
podía dejar pasar esas situaciones.”

De su historia recuerda que siempre fue muy rigurosa y cumplidora. Incluso


recuerda que de niña acusaba a sus hermanas cuando se portaban mal o hacían algo
indebido, lo que causaba furia en ella.

Ella es la tercera de cuatro hermanos con muy poca diferencia de edad. Sus padres,
ambos campesinos trabajaban en un fundo, su madre en la cocina de la casa y su padre en
el campo. Por esto mismo estaban bastante solos y aprendieron a “hacerse solitos” las
cosas. Cuando la madre regresaba debían estar listos para dormir. Recuerda que siempre
intentó cumplir con lo que sus padres les pedían para no darles más preocupaciones.
Hace algunos meses, comenzó a sentirse triste y sola y muy desánimada. No
entiende por qué le sucede esto, aunque se da cuenta de que son vivencias que ha tenido
en varias ocasiones. Dice que estos síntomas aparecieron poco después que se enteró de
que Juan había estado con otra pareja con la que años atrás había tenido un hijo. esto le
provocó mucho sufrimiento y no cree que pueda recuperarse de esto. Expresa que le
parece un deagradecido y que en el fondo ella no lo puede perdonar.
ESTILO PARANOIDE DE LA PERSONALIDAD

Revisaremos en este apartado las principales características del estilo paranoide de


la personalidad, para luego interiorizarnos acerca de las dinámicas principales de su
funcionamiento.

La principal característica del estilo paranoide, es la desconfianza y suspicacia


respecto de las intenciones de los demás. Constantemente tiene la sospecha acerca de la
lealtad de los demás y el temor a ser perjudicado por otros. Acumulan mucho rencor y no
olvidan los insultos o desprecios que le han hecho. (DSM IV)

La constante sospecha, reticencia a confiar, lo lleva a evaluar la realidad con un


patrón de vigilancia, suspicacia y autoreferencia de daño. Este patrón se traduce en una
expectativa fija y rígida que repetidamente encuentra confirmación. Así, siempre
encuentra en la realidad indicios, pistas o pruebas que le confirman que el mundo y los
otros no son confiables. Son personas para quienes lo evidente siempre esconde un
significado oculto de daño, perjuicio, engaño o traición.

¿Cuál es el conflicto central del estilo paranoide?

El conflicto central está dado porque la pulsión agresiva desde lo freudiano y/o la
pulsión de muerte desde Klein generan, junto con las experiencias de frustración,
montantes de rabia tan intensos que debe ser proyectada fuera inicialmente para
proteger el desarrollo psicológico, pero instalándose posteriormente como una defensa.
Se escinde y proyecta en el mundo y los objetos externos la agresión que originalmente
fue interna.

Como mecanismo de defensa, la proyección cumple la función de proteger de esta


amenaza, siendo un mecanismo de desarrollo psicológico que ayuda a organizar la
experiencia, permitiendo luego los procesos de incorporación, introyección e
identificación.

Lo que teme la persona con estilo paranoide es ser agredido de diversas maneras,
ya que el mundo externo y los otros no son confiables. La proyección de los propios
impulsos agresivos transforman al mundo y las personas en potenciales agresores.
Proyectan también la envidia y el resentimiento. Tanta proyección se acompaña de mucha
negación y aparece formación reactiva. (Mc Williams, 2004)
También es posible que la agresión pueda ser dirigida al cuerpo y se exprese en un
temor permanente a tener algo dañado o malo en el cuerpo. Por eso los alivia confirmar
que tienen una enfermedad acotada que requiere de una intervención específica.

En el ámbito cognitivo, es característico una aguda percepción de pequeños


detalles (señales, gestos) y la interpretación de ellos como signos de hostilidad, traición
engaño, dando lugar a ideas o pensamientos y contenidos mentales cargados de
sospecha. En la percepción de los hechos demuestran ser sumamente agudos y con
frecuencia observadores y penetrantes, captando la realidad en sus dimensiones más
mínimas.

La imagen de los otros y del mundo externo, está cargada de aspectos peligrosos,
por ello experimentan ansiedad constante, por las amenazas que perciben autoreferente
y sensitivamente. Es decir, interpretan los acontecimientos fortuitos, como pruebas de
maldad y agresión intencionadas

Investigan con energía e intensidad, poniendo tal agudeza que logran detectar
aspectos muy sutiles. Su modo de conocer el mundo, se caracteriza por una atención
escudriñadora y sagaz, que no constituye garantía de objetividad, sino por el contrario de
subjetividad y alteración del sentido de la realidad externa, pudiendo llegar incluso a la
distorsión perceptual y por ende a la alteración del juicio de la realidad (cuando lo
paranoide se da en una estructura psicótica).

Es decir la atención, la percepción y el pensamiento se encuentran teñidos por la


predisposición hipersensible a interpretar variados; pero a la vez permanentes formas de
hostilidad y peligro.

En el área interpersonal, Mc Williams (2004) señala que las personalidades de


estilo paranoide monitorean cada interacción humana con extrema vigilancia.

Experimentan desconfianza vigilante en los vínculos interpersonales, ansiedad


frente a la intimidad y son extremadamente reservados de los aspectos personales. Se
resisten fuertemente a las situaciones en que pueden sentirse expuestos y/o
desprotegidos, pudiendo conducirse hábilmente e incluso satisfactoriamente.

Shapiro (1986) distingue dos tipos de comportamientos paranoides en el ámbito


social: los paranoides inhibidos y los expansivos o arrogantes. Los paranoides inhibidos
aparecen tensos, alertas y callados; como observadores no participantes, fijos e inmóviles.
Esta disposición y actitudes les permiten estar preparados para enfrentar la más mínima
supuesta agresión. Son personas que guardan rencor y no se olvidan de los
acontecimientos en los que han encontrado pruebas de alguna forma de ataque.
Por otra parte, para este autor, los paranoides expansivos se distinguen porque a
partir de una actitud y disposición extravertida de ser “el centro de atención” dan cuenta
de la intención de mantener a todos bajo la mirada observadora y atenta, y a la vez
“protectora” de cualquier “interpretación” persecutoria.

Los paranoides temen que los demás los ataquen para herirlos o culpabilizarlos.
Como la culpa los deriva inevitablemente a la propia rabia, deben rechazarla y la
proyectan defensivamente. Así, la autonomía característica de estos sujetos se constituye
en una defensa frente a la amenaza interna (culpa) y externa (hostilidad). Por lo tanto
detestan tener que depender de alguien porque implica debilidad e inferioridad y porque
no pueden confiar en nadie.

En las anamnesis de estos pacientes es frecuente encontrar una historia de vida


social o laboral, o ambas muy estables o muy cambiantes. Por una parte, la extrema
estabilidad en el tiempo da cuenta de una convicción especialmente tranquilizadora en la
cual sienten que el conocimiento del contexto en que se desenvuelve, trae aparejada una
reducción significativa de la tensión.

Por otro lado, la posibilidad de cambiar frecuentemente, y por ende, de no sentirse


objeto de observación ni de conocimiento de nadie, también los tranquiliza.

Podemos entender desde distintas perspectivas las psicogénesis de las dinámicas


propias del estilo paranoide:

En primer lugar, puede hipotetizarse que las experiencias de amenaza a la


supervivencia física y/o a la integridad psíquica durante las primeras etapas del desarrollo,
estarían a la base del desarrollo de la personalidad paranoide. Estas experiencias habrían
generado vivencias de frustración y rabia incontenibles que son proyectadas en el mundo
exterior, lo que originaría temores persecutorios.

Desde la perspectiva kleiniana, son comprensibles los rasgos del carácter paranoide
como hostilidad proyectada que expresa las angustias de aniquilación ligadas a la pulsión
de muerte.

Desde esta perspectiva, lo paranoide puede comprenderse desde el proceso de


organización de la experiencia. Lo que sucede es que se escinde lo idealizado de lo
persecutorio, separando el amor del odio, lo bueno de lo malo, buscando protegerse de
lo que es sentido como malo o dañando. Para el paranoide genera una gran ansiedad la
integración de aspectos contradictorios, por lo que lo malo o dañado no puede ser
integrado quedando proyectado en el exterior, lo que vuelve a los objetos muy
persecutorios. Se establece entonces una relación parcial con los objetos, lo que refuerza
más aún la escisión y los vuelve aún más persecutorios.

Esto persecutorio puede darse en diferentes niveles en la fantasía. Lo más básico


es que en las situaciones que hay un frustrador, éste sea significado como malo. También
puede suceder que en aquellas situaciones en que alguien exige, sea visto como
persecutorio. Del mismo modo, es persecutorio aquel objeto al que han proyectado
aspectos agresivos, así como los objetos que han sido dañados (porque querían
venganza). En la mente finalmente, el objeto más persecutorio es el que ha sido
destruido.

Desde la perspectiva interpersonal de Sullivan, se puede considerar que las


experiencias tempranas de abuso y los sentimientos intensos de inferioridad,
independiente de su origen, son una parte esencial de la formación de la personalidad
paranoide (Millon, 2006). Esto porque lo que se frustra es la necesidad de afecto
constituyéndose en una frustración constante.

Se ha postulado que el maltrato físico y /o psicológico sufrido durante la infancia


originaría una falta básica de confianza en los otros y en el mundo. De esta forma, es
imposible entregarse a otros y se experimenta constantemente el temor a ser traicionado,
destruido o acabado.

También se ha planteado la dificultad en la internalización‐ identificación de una


madre que conforta establemente y que protege de los peligros asociados a la separación,
al abandono y la pérdida.

Desde otro lugar, lo paranoide podría entenderse como una falla en la represión como
defensa frente a los impulsos considerados como inadmisibles (agresivos homosexuales).
Esto provocaría el uso de los mecanismos de la negación y proyección, entonces son los
otros los que lo buscarían sexual o agresivamente. La proyección puede entenderse desde
K. Abraham, como asociada a fracasos en el período de evacuación anal. Es anal porque
la proyección toma la forma corporal de evacuar las heces.

Nos parece relevante enfatizar que el uso de la escisión y proyección de los aspectos
paranoides forman parte del desarrollo psicológico del individuo desde algunas
perspectivas psicodinámicas. En este sentido el estilo paranoide constituiría una variante
específica y centrada en el uso de estos mecanismos. Sin embargo, en cada estilo de
personalidad hay un aspecto paranoide, en cada estilo hay un temor que intenta ser
manejado a través de los diversos mecanismos de defensa, para aplacar o disminuir el
dolor que ese temor provoca.
Así, podríamos decir que el temor del histérico es a la exclusión, el del narcisista a la
frustración, el del evitativo‐ depresivo a la desvalorización, el del esquizoide a la invasión,
el del obsesivo al descontrol y el del paranoide al daño.

Ilustración Clínica

Roberto consulta enviado por sus padres, quienes se encuentran preocupados por
algunas dificultades que ha tenido para permanecer en los trabajos y poder hacer una vida
independiente.

Roberto se muestra muy reservado, habla muy bajo y por esa razón es difícil
entenderle. El entrevistador debe hacer un gran esfuerzo para escucharlo. Tiene una
actitud de resguardo y se expresa cuidadosamente.

Roberto es Contador Auditor y tiene 36 años. Es soltero y vive sólo, aunque debido a
su inestabilidad laboral ha tenido que contar con la ayuda de sus padres para mantenerse
en los últimos meses.

Refiere que ha tenido problemas laborales. En el último trabajo siempre se sintió muy
observado y cuestionado en su funcionamiento. Refiere que trabajaba en un cubículo y
que su jefe lo observaba constantemente, evaluando críticamente como hacía las cosas.
Pensaba que había un grupo que intentaba boicotear su trabajo para desacreditarlo y así
ocupar su puesto.

En el trabajo anterior, también tuvo dificultades porque sentía que su jefe no hacía las
cosas de un modo adecuado, pidiéndole que hiciera algunas tareas de un modo irregular,
por lo que se sentía usado y expuesto a ser sancionado por otros.

Menciona que desde que comenzó a estudiar ha tenido dificultades. Primero tuvo
problemas para poder rendir adecuadamente, por lo que repitió varios cursos. Tenía
dificultades para concentrarse y cuando intentaba estudiar en la biblioteca se encontraba
muy pendiente de las personas que habían en el lugar, lo que le dificultaba poder
concentrarse.

Al poco tiempo su polola Susana, termina la relación de pareja que tenían desde
hacía algunos meses. Roberto no entiende por qué Susana refiere sentirse controlada y
acechada por Roberto “si yo sólo quería estar cerca de ella y por eso me gustaba saber
todo lo que hacía… con quién estaba….”

Relata que siempre le ha pasado que siente que los otros lo observan en la micro, y en
el metro especialmente. Por eso intenta realizar la mayor parte de sus traslados
caminando.
Hacia el final de la entrevista, señala que sus papás no entienden lo que a él le sucede
y que lo enviaron para deshacerse de él porque siempre ha sido el hijo más complicado
para ellos.

Referencias

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