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ACCSAP
© 2022 American College of Cardiology
Autor Geoffrey D. Barnes, MD, MSc, FACC.
Declaración de intereses Honorarios por consultoría: Acelis Connected Health, AMAG
Pharmaceuticals Inc., Bristol-Myers Squibb/P zer, Janssen Pharmaceuticals Inc.; Investigación,
ayudas para investigación: Blue Cross Blue Shield of Michigan.
Objetivos docentes
Introducción
Epidemiología
Factores de riesgo
Fisiopatología
Diagnóstico
Resumen
Lecturas sugeridas
Referencias
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Objetivos docentes
1 Evaluar pacientes con sospecha de embolia pulmonar mediante el uso cuidadoso de las
puntuaciones de riesgo, los niveles de biomarcadores y estudios de imagen.
2 Evaluar el riesgo de complicaciones a corto y largo plazo en pacientes con embolia pulmonar
aguda con rmada.
3 Recomendar las estrategias de tratamiento agudo apropiadas para pacientes con embolia
pulmonar aguda.
4 Diferenciar a los pacientes que requieren anticoagulación a corto o largo plazo tras un
episodio de embolia pulmonar aguda.
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Introducción
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Epidemiología
Según la American Heart Association (AHA), se calcula que los casos de embolia pulmonar alcanzan los
340,000 casos al año en Estados Unidos. La incidencia parece ser mayor en los pacientes afroamericanos,
seguidos de los caucásicos, los hispanos y los asiáticos. Las tasas de mortalidad asociadas varían en función
de numerosos factores clínicos, pero se ha informado que alcanzan el 50% al cabo de un año. Las tasas de
mortalidad son más altas en los pacientes con tromboembolismo venoso asociado al cáncer.
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Factores de riesgo
ECV = enfermedad cardiovascular; EPOC = enfermedad pulmonar obstructiva crónica; ERC = enfermedad
renal crónica; ICC: insu ciencia cardíaca congestiva; TEV: tromboembolismo venoso.
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Fisiopatología
presentar insu ciencia tricuspídea e insu ciencia cardíaca derecha (Figura 1)1.
Fisiopatología de la embolia pulmonar aguda que conduce a dilatación del VD, cambios asociados en el VD
e impacto en el llenado del VI. Las formas más graves de embolia pulmonar aguda pueden provocar
hipotensión sistémica y shock.
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Diagnóstico
niveles de biomarcadores y estudios de imagen (Figura 2)1. Por lo general, el proceso diagnóstico comienza
con la evaluación de la probabilidad clínica (pretest) de embolia pulmonar. Además del criterio clínico para
estimar la probabilidad de embolia pulmonar aguda pretest, se han desarrollado y validado numerosas
puntuaciones de riesgo, como las puntuaciones de Wells, de Wells modi cada y de Ginebra (Tabla 2).
Cuando la probabilidad clínica de embolia pulmonar aguda es baja, el uso de los criterios de exclusión de
embolia pulmonar (CEEP) ayuda a determinar si es necesario o no ordenar determinaciones de
biomarcadores. La puntuación de Wells y los CEEP solo se deben utilizar en pacientes ambulatorios y en los
que acuden al servicio de urgencias, pero no en pacientes hospitalizados o en estado crítico.
Enfoque sistemático para el diagnóstico de embolia pulmonar aguda. La probabilidad pretest (clínica)
puede evaluarse mediante la puntuación de Wells, la puntuación de Wells modi cada o la puntuación de
Ginebra. Los CEEP pueden ayudar a determinar en qué pacientes con baja probabilidad clínica (pretest) de
embolia pulmonar aguda no es necesario determinar el nivel de dímero D. El estudio de imagen preferido,
si está recomendado, es la angiografía pulmonar por tomografía computarizada. El estudio de
ventilación/perfusión es un estudio de imagen alternativo en determinados pacientes.
CEEP = criterios de exclusión de embolia pulmonar.
CEEP = criterios de exclusión de embolia pulmonar; EP = embolia pulmonar; FC = frecuencia cardíaca; TEV
= tromboembolismo venoso; TVP = trombosis venosa profunda.
En los pacientes con una baja probabilidad pretest de embolia pulmonar aguda, pero con uno o más CEEP, el
nivel de dímero D puede ayudar a determinar si es necesario realizar estudios de imagen o si se puede
descartar con seguridad una embolia pulmonar aguda. Tradicionalmente, el umbral de dímero D ≥ 500
ng/ml se ha considerado “positivo”. Sin embargo, estudios recientes han sugerido que este umbral podría
ajustarse a la edad (edad en años × 10) en pacientes mayores de 50 años de edad. Un nivel elevado de
dímero D requiere indicar un estudio de imagen.
En los pacientes con probabilidad pretest intermedia de embolia pulmonar aguda, no se deben utilizar los
CEEP, sino proceder directamente a la determinación del nivel de dímero D, utilizando el umbral tradicional
de 500 ng/ml o un umbral ajustado a la edad, como se señaló anteriormente. Un nivel elevado de dímero D
requiere indicar un estudio de imagen.
No se recomienda determinar el nivel de dímero D en los pacientes con alta probabilidad clínica (o pretest)
de embolia pulmonar aguda, sino realizar el estudio de imagen apropiado.
El estudio de imagen de elección para la mayoría de los pacientes con sospecha de embolia pulmonar aguda
es la angiografía pulmonar por tomografía computarizada (APTC). La APTC está ampliamente disponible, se
realiza rápidamente y tiene un alto grado de resolución espacial que permite localizar la embolia pulmonar.
En los pacientes que no son candidatos a la APTC (p. ej., debido a insu ciencia renal), se puede considerar un
estudio de ventilación/perfusión o un estudio Doppler de las venas profundas de las extremidades
inferiores.
En todo paciente con embolia pulmonar aguda se realizan evaluaciones complementarias para estrati car
el riesgo, como un electrocardiograma, una ecocardiografía y estudios Doppler de las venas profundas de
las extremidades inferiores. Estos estudios no se emplean en el diagnóstico de embolia pulmonar aguda,
porque no son de nitorios. Por ejemplo, la presencia de dilatación o disfunción ventricular derecha puede
observarse en muchas otras afecciones. El patrón electrocardiográ co S1Q3T3 (onda S en la derivación I
[DI], onda Q en DIII y onda T negativa en DIII) es un marcador de deformación ventricular derecha y
tampoco es especí co de embolia pulmonar aguda.
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Si bien son numerosos los factores asociados a los distintos desenlaces clínicos de una embolia pulmonar
aguda, la mayoría de los expertos recomiendan usar las herramientas de estrati cación del riesgo1-3. Entre
ellas se encuentran la puntuación del Índice de Gravedad de la Embolia Pulmonar (IGEP; también conocido
como PESI [Pulmonary Embolism Severity Index]), su versión simpli cada (IGEPs [sPESI]), la puntuación de
Bova y el esquema de estrati cación del riesgo de la European Society of Cardiology (ESC) (Tablas 3, 4).
Estas puntuaciones se complementan a menudo con los niveles de algunos biomarcadores (troponina y
péptido natriurético tipo B [PNB]) y los hallazgos del tamaño y la función del ventrículo derecho en estudios
de imagen (APTC o ecocardiografía).
Tabla 3. Puntuaciones del índice de gravedad de la embolia pulmonar con rmada
ESC = European Society of Cardiology; IGEP = índice de gravedad de la embolia pulmonar; IGEPs = índice
de gravedad de la embolia pulmonar simpli cado; TnC = troponina cardíaca; VD = ventrículo derecho.
La puntuación IGEPs puede identi car a los pacientes con embolia pulmonar aguda y riesgo muy bajo de
complicaciones. En un ensayo prospectivo multicéntrico reciente (HOME-PE [HESTIA Rule vs. Simpli ed
PESI for Home Treatment of Patients With Acute Pulmonary Embolism]), se observó que más de un tercio
de los pacientes normotensos con embolia pulmonar aguda podían ser dados de alta a su domicilio de forma
segura basándose en un sistema de triaje que incluía una puntuación IGEPs de cero. La puntuación IGEP
proporciona una estimación más detallada de la mortalidad a 30 días, que considera varios factores clínicos,
como las comorbilidades subyacentes y las constantes vitales en la presentación clínica. El esquema de
estrati cación del riesgo de la ESC incluye un enfoque sugerido para combinar la puntuación IGEP, la
presencia de biomarcadores y los hallazgos de disfunción ventricular derecha en los estudios de imagen que
permite clasi car a los pacientes en categorías de riesgo bajo, intermedio y alto. La guía de 2021 del
American College of Chest Physicians (ACCP) recomienda el tratamiento ambulatorio para los pacientes con
embolia pulmonar aguda de bajo riesgo, con la condición de que puedan acceder a la medicación y acudir a
las visitas de seguimiento y de que cuenten con el apoyo psicosocial adecuado.
La evaluación clínica del riesgo asociado a la embolia pulmonar aguda se guía por otros factores. Lo más
importante es que puede detectar cambios en la estabilidad o las constantes vitales del paciente. El
empeoramiento de la taquicardia, el descenso de la presión arterial y el aumento de la necesidad de oxígeno
son signos de mal pronóstico. Además de los niveles de troponina y PNB (Ver comentarios en unidades
anteriores), otros biomarcadores (como el nivel sérico de lactato) pueden ser útiles en la estrati cación del
riesgo. Sin embargo, en muchos pacientes con embolia pulmonar aguda los niveles de biomarcadores se
normalizan rápidamente con los cuidados de apoyo. Las tendencias de los biomarcadores y las constantes
vitales pueden ayudar a identi car a los pacientes con riesgo de descompensación a corto plazo.
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Manejo agudo
Tratamiento anticoagulante
Los nuevos anticoagulantes orales son seguros y efectivos; facilitan la
anticoagulación oral, en comparación con la warfarina, en los
pacientes con tromboembolismo venoso.
La anticoagulación es primordial en los pacientes con embolia pulmonar aguda. Es fundamental detener la
formación de coágulos mediante el uso de anticoagulantes de inicio rápido. Esto se suele lograr con
heparina (no fraccionada o de bajo peso molecular) o con un anticoagulante oral directo (ACOD; p. ej.,
apixabán o rivaroxabán). En los pacientes ingresados en el hospital, se pre ere la heparina de bajo peso
molecular frente a la no fraccionada, ya que alcanza más rápidamente los objetivos terapéuticos y tiene
efectos más predecibles sin uctuaciones signi cativas. Algunos médicos pre eren utilizar heparina no
fraccionada en los pacientes que puedan requerir un procedimiento invasivo, debido a la posibilidad de
reducir la dosis o suspenderla si fuera necesario para minimizar las hemorragias relacionadas con el
procedimiento. Sin embargo, no se han efectuado comparaciones formales entre estos dos enfoques.
En los pacientes aptos para seguir el tratamiento de forma ambulatoria se pueden indicar solo
anticoagulantes orales, como el apixabán y el rivaroxabán. El uso de paquetes de inicio facilita los ajustes de
dosis necesarios en los primeros 7 días (apixabán) o 21 días (rivaroxabán) y evita una prescripción compleja
o el manejo de varios frascos de comprimidos. En estos pacientes a menudo se indica el seguimiento al cabo
de unos días con su médico de cabecera o en un centro especializado en trombosis para asegurar la
adherencia al tratamiento anticoagulante y detectar cualquier complicación a corto plazo. La mayoría de las
guías recientes recomiendan el uso de ACOD frente a la warfarina o la heparina de bajo peso molecular en
los pacientes con embolia pulmonar aguda y sin antecedentes de neoplasia maligna activa 1,5. Sin embargo,
la heparina de bajo peso molecular suele ser la opción de primera línea en los pacientes con embolia
pulmonar aguda asociada a un cáncer. Se están publicando nuevos datos para el uso de ACOD en estos
pacientes. Independientemente del anticoagulante elegido, todos los pacientes con embolia pulmonar
aguda deben recibir tratamiento anticoagulante durante un período mínimo de tres meses (Figura 3).
Figura 3. Selección de anticoagulantes para la embolia pulmonar aguda
Selección entre estrategias de uno o de dos fármacos para la embolia pulmonar aguda en los tres meses
iniciales y a continuación.
Trombólisis sistémica
En los pacientes con embolia pulmonar de riesgo intermedio o alto según el esquema de estrati cación del
En los pacientes con embolia pulmonar de riesgo intermedio, el uso de tratamientos avanzados se puede
considerar en casos seleccionados. Sin embargo, la mayoría de los pacientes deben recibir únicamente
anticoagulación. Los estudios realizados se centraron en pacientes de riesgo intermedio-alto (o
“submasivo”) con disfunción ventricular derecha evidenciada en estudios de imagen y por los niveles de
biomarcadores. El ensayo más extenso y completo sobre estos pacientes fue el estudio PEITHO
(Pulmonary Embolism Thrombolysis Study), en el cual 1,006 pacientes con embolia pulmonar de riesgo
intermedio-alto fueron asignados aleatoriamente a anticoagulación sola o a trombólisis sistémica. El grupo
asignado a la intervención recibió el equivalente a 100 mg de activador del plasminógeno tisular (tPA). En
general, se observó una reducción de la incidencia del criterio de valoración compuesto por muerte o
colapso hemodinámico (2.6% frente a 5.6%; p = 0.02), aunque contrarrestado por un aumento del riesgo de
hemorragia intracraneal (2.4% frente a 0.2%; p = 0.003). El efecto bene cioso se debió, prácticamente en
su totalidad, a la prevención del colapso hemodinámico. En el seguimiento a largo plazo no se constataron
trombosis y del riesgo hemorrágico asociado al tratamiento anticoagulante5. Los pacientes con un episodio
de embolia pulmonar claramente provocado (p. ej., cirugía o inmovilización hace menos de seis semanas),
solo deben recibir tratamiento anticoagulante durante tres meses. En los pacientes sin una causa
claramente identi cable o reversible (embolia pulmonar no provocada), se debe considerar la
anticoagulación prolongada. Los pacientes con factores de riesgo más débiles (p. ej., viajes largos en coche o
avión, deshidratación) pueden ser candidatos a cursos prolongados de anticoagulación si el riesgo
hemorrágico es razonablemente bajo.
Las opciones de pro laxis secundaria prolongada incluyen la anticoagulación a dosis completas (con
warfarina o con un ACOD), un ACOD a dosis bajas (apixabán 2.5 mg dos veces al día o rivaroxabán 10
mg/día) o ácido acetilsalicílico. Dado su efecto bene cioso menor y su per l de riesgo hemorrágico similar, el
tratamiento con ácido acetilsalicílico en general no se recomienda, a menos que esté indicado por otra
afección (como enfermedad aterosclerótica activa). A los pacientes con alto riesgo de recidiva se les suele
recomendar anticoagulación a dosis completas, mientras que los pacientes con riesgo estándar de
recurrencia son candidatos al tratamiento con ACOD a dosis reducidas.
En los pacientes con embolia pulmonar aguda también se debe valorar la presencia de disnea persistente,
limitaciones funcionales e hipertensión pulmonar. El síndrome postembolia pulmonar se de ne por disnea
persistente o intolerancia al ejercicio más de tres meses después del episodio de embolia pulmonar aguda.
Algunos de estos pacientes tienen signos de disfunción ventricular derecha sin presiones elevadas en la
arteria pulmonar (enfermedad tromboembólica crónica), y otros, de hipertensión pulmonar (HPTEC). Sin
embargo, hasta un tercio de los pacientes con embolia pulmonar aguda tendrán disnea persistente o
intolerancia al ejercicio en el seguimiento a largo plazo. Los tratamientos para la HPTEC están bien
de nidos, pero no se dispone de tratamientos especí cos para pacientes con síndrome postembolia
pulmonar sin hipertensión pulmonar.
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Resumen
La embolia pulmonar aguda es una afección frecuente y potencialmente mortal. Los factores de riesgo de
tromboembolismo venoso pueden ser hereditarios o adquiridos. La mejor manera de diagnosticar la embolia
pulmonar aguda es seguir algoritmos claros que incorporen puntuaciones de riesgo para evitar resultados
falsos positivos y falsos negativos de las pruebas, y minimizar el uso innecesario de la atención sanitaria y
de radiación. Una vez diagnosticada la embolia pulmonar aguda, la integración de los hallazgos clínicos, los
resultados de los estudios de imagen y los niveles de biomarcadores, es fundamental evaluar
adecuadamente el riesgo de complicaciones. El tratamiento agudo se centra en el tratamiento
anticoagulante, y algunos pacientes de riesgo más alto son candidatos potenciales a procedimientos
trombolíticos o de trombectomía. La anticoagulación prolongada es bene ciosa para la mayoría de los
pacientes, y la limitación funcional persistente es una secuela frecuente.
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Lección 11 de 12
Lecturas sugeridas
1. Meyer G, Vicaut E, Danays T, et al.; PEITHO Investigators. Fibrinolysis for patients with
intermediate-risk pulmonary embolism. N Engl J Med 2014;370:1402-11.
2. Konstantinides SV, Vicaut E, Danays T, et al. Impact of thrombolytic therapy on the long-term
outcome of intermediate-risk pulmonary embolism. J Am Coll Cardiol 2017;69:1536-44.
6. Tu T, Toma C, Tapson VF, et al.; FLARE Investigators. A prospective, single-arm, multicenter trial of
catheter-directed mechanical thrombectomy for intermediate-risk acute pulmonary embolism: the
FLARE study. JACC Cardiovasc Interv 2019;12:859-69.
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Referencias
1. Konstantinides SV, Meyer G, Becattini C, et al.; ESC Scienti c Document Group. 2019 ESC guidelines
for the diagnosis and management of acute pulmonary embolism developed in collaboration with the
European Respiratory Society (ERS). Eur Heart J 2020;41:543-603.
3. Rivera-Lebron B, McDaniel M, Ahrar K, et al.; PERT Consortium. Diagnosis, treatment and follow up
of acute pulmonary embolism: consensus practice from the PERT consortium. Clin Appl Thromb
Hemost 2019;25:1076029619853037.
4. Konstantinides SV, Vicaut E, Danays T, et al. Impact of thrombolytic therapy on the long-term
outcome of intermediate-risk pulmonary embolism. J Am Coll Cardiol 2017;69:1536-44.
5. Stevens SM, Woller SC, Baumann Kreuziger L, et al. Antithrombotic therapy for VTE disease: second
update of the CHEST guideline and expert panel report - executive summary. Chest 2021;doi:
10.1016/j.chest.2021.07.056.