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GOBIERNO COSTITUCIONAL DE LUIS

SANCHEZ CERRO
El gobierno constitucional de Luis Miguel Sánchez Cerro en el Perú,
llamado también el «gobierno de los dieciséis meses», se inició el 8
de diciembre de 1931 y culminó abruptamente el 30 de abril de
1933, cuando fue asesinado dicho mandatario por un militante
aprista llamado Abelardo Mendoza Leyva.
Este breve periodo se vio marcado por la violencia política desatada
tanto por el mismo gobierno urrista que adquirió tintes autoritarios,
encarcelando y deportando a sus opositores políticos; como por el
Partido Aprista, que desconoció los resultados electorales causando
disturbios y alzamientos en todo el país, desembocando en la
Revolución de Trujillo de 1932. También estalló una guerra con
Colombia, originada cuando un grupo de patriotas peruanos
recuperaron el puerto amazónico de Leticia, que había sido cedido a
dicho país por el Tratado Salomón-Lozano de 1922.
En este periodo se promulgó la Constitución Política de 1933 y se
hicieron diversas obras sociales, como la concesión a los obreros del
descanso obligatorio y remunerado por el día del trabajo, la creación
de comedores populares, etc. Para paliar la crisis económica se
hicieron algunas reformas tributarias. Entre las obras públicas
destaca la continuación de la pavimentación de la carretera central y
de la irrigación de las pampas de La Joya en Arequipa y las del valle
de Ica. En el campo de la defensa se adquirió moderno armamento y
equipos para las Fuerzas Armadas, y se modernizó el servicio de
sanidad.
Antecedentes:
En agosto de 1930, el entonces comandante Luis Sánchez Cerro
encabezó en Arequipa un movimiento revolucionario que puso fin al
gobierno de once años del señor Augusto B. Leguía. Luego se
instaló en Lima, al frente de una Junta Militar que se dedicó a poner
fin al leguiísmo y a superar la crisis que afrontaba el país. Pero quiso
postular a las elecciones sin abandonar el poder, por lo que perdió el
apoyo popular, viéndose obligado a renunciar en marzo de 1931.
Tras la sucesión de unos gobiernos efímeros, subió al poder la Junta
Nacional de Samanez Ocampo, que convocó a elecciones generales
para presidente de la República y miembros del Congreso
Constituyente. Estas elecciones, realizadas el 11 de octubre de 1931,
fueron las primeras elecciones modernas de la historia republicana
del Perú y en ellas triunfó Sánchez Cerro. Los derrotados fueron los
apristas liderados por Víctor Raúl Haya de la Torre, que
desconocieron los resultados electorales y pasaron a la oposición.
Toma de mando:
El 8 de diciembre de 1931 se instaló el Congreso Constituyente, ante
el cual Luis Sánchez Cerro juró como Presidente Constitucional de
la República. Recibió la banda presidencial de manos del presidente
del Congreso Luis Antonio Eguiguren e inició su discurso con estas
palabras:
Señor Presidente del Congreso Constituyente: Dominado de la
más honda emoción patriótica, recibo de vuestras manos,
honradas y leales, la enseña del mando supremo.
Sánchez Cerro contaba con mayoría parlamentaria, con 67
representantes de su grupo político, la Unión Revolucionaria, que ha
sido identificada con la derecha fascista. Frente a ellos se alzaba una
disciplinada bancada aprista de 27 miembros, que se convirtió en
tenaz opositora del gobierno.
La ley de Emergencia:
Los apristas, pese a no reconocer el gobierno legítimo de Sánchez
Cerro, mantuvieron a sus representantes en el Congreso
Constituyente, desde donde desataron la más extremada oposición.
El APRA tenía su bastión en el departamento de La Libertad, en el
norte peruano. Dos días antes de la toma de poder de Sánchez Cerro,
se habían producido en Paiján (provincia de Trujillo) un
enfrentamiento entre la policía y el pueblo, dejando como resultado
diez muertos y numerosos heridos. En Lima se produjeron también
enfrentamientos entre apristas y la policía. Asimismo, en distintos
puntos del país estallaron brotes revolucionarios instigados por los
apristas. La respuesta de las fuerzas del orden fue muchas veces
extralimitada. El 24 de diciembre de 1931, un grupo de efectivos
militares se presentó en el local del APRA en Trujillo, donde se
realizaba una «chocolatada navideña», exigiendo su desalojo; a los
pocos minutos abrieron fuego, causando heridos y muertos. En el
Congreso, la célula aprista exigió la presencia del ministro de
Gobierno y habló de intento de asesinato contra Haya de la Torre.El
gobierno de Sánchez Cerro propuso entonces al Congreso la
aprobación de una llamada «Ley de Emergencia», por la cual, a fin
de defender el orden público y la paz social, el Poder Ejecutivo
debía ser autorizado para imponer sanciones de carácter judicial:
multas, expatriación, confinamiento; para suspender el derecho de
reunión; para clausurar centros o asociaciones, etc. Dicha ley fue
aprobada por el Congreso tras una tumultuosa sesión realizada el 8
de enero de 1932.
En la práctica, el gobierno se convertía en una dictadura legalizada,
con «autorización» para reprimir a los opositores, en especial a los
apristas, aunque también a los comunistas (los militantes de la
Unión Revolucionaria acuñaron el término de «aprocomunista» para
confabular a ambos grupos políticos).
En aplicación de la Ley de Emergencia, entre el 17 y 20 de febrero
de 1932, la fuerza pública aprehendió a veintitrés congresistas
(veintidós apristas y el descentralista Víctor Colina). Acto seguido,
los despachó al destierro. Los demás representantes del Congreso
apoyaron calurosamente esta medida. Cabe resaltar que ni siquiera
se tomaron las formalidades del caso, pues no hubo desafuero y sólo
un año después se promulgaría la ley que declararía la vacancia de
las veintitrés representaciones.
Fue debida a esta confrontación entre el gobierno y los apristas que
el periodo de Sánchez Cerro estuvo lleno de incidencias políticas
que derivaron en acciones sangrientas e hicieron vivir al país un
período de profunda intranquilidad. Ello obstaculizó la acción eficaz
tanto del gobierno como de los particulares, al impedir que el país se
repusiera de la crisis económica que lo agobiaba.
La constitución de 1933:
Redactada en base al ante-proyecto elaborado por la comisión de
juristas que nombrara la Junta de Gobierno en agosto de 1931, bajo
la presidencia de Manuel Vicente Villarán, la nueva Constitución
fue promulgada luego de arduos debates, el 9 de abril de 1933. Esta
Carta se podría calificar de moderada y de carácter mixto
presidencial-parlamentario. Regiría hasta 1980, aunque en 1968
sería suspendida por el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas
Armadas.
Entre los principales dispositivos de esta Constitución destacamos
los siguientes:

Se limitó el poder del Presidente de la República. El Congreso podía


acusarlo y privarlo de su cargo; en contraste, el presidente no podía,
bajo ningún motivo, disolver el parlamento.
Estableció el período presidencial en seis años y prohibió la
reelección inmediata. Esto último se impuso para evitar la mala
experiencia del Oncenio de Leguía.
Estableció un parlamento bicameral, integrado por una Cámara de
diputados y un Senado, cuyos poderes fueron ampliados de manera
ilimitada, recortándose las funciones y privilegios del Poder
Ejecutivo. Tenían la facultad de derribar gabinetes, de privar de su
cargo al presidente y de censurar a los ministros por separado o al
Consejo de Ministros en pleno.
Estableció el derecho de sufragio para todos los ciudadanos mayores
de 21 años, aunque excluyendo a los analfabetos y a las mujeres
(estas solo podían votar, en teoría, en las elecciones municipales). El
voto era directo y secreto.
Mantuvo el centralismo administrativo al establecer que el Estado es
«uno e indivisible», aunque otorgó autonomía económica y
administrativa a los municipios.
Entre los derechos fundamentales reconocidos figuraban la libertad
laboral, la prohibición de prisión por deudas, la libertad de
conciencia y de creencia, el derecho de petición, la inviolabilidad del
domicilio y de la correspondencia, las libertades de reunión y de
prensa, y el derecho de no ser expatriado. Todos estos derechos, y
otros más, daban lugar a la acción del habeas corpus.
Se crearon instituciones novedosas como los Consejos
Departamentales, la Cámara Alta de composición funcional, el
Consejo de Economía Nacional, los cuales no llegaron a funcionar.
Estableció la pena de muerte por delitos de traición a la patria y
homicidio calificado.
La Guerra con Colombia:
Agravando aún más la situación por la que atravesaba el país,
ocurrió un serio incidente en la frontera con Colombia, que llevó al
Perú al estado de guerra con aquella República.
El incidente ocurrió en el puerto fluvial de Leticia, ubicada en el
llamado Trapecio Amazónico, territorio que el Perú había cedido a
Colombia en 1929, en virtud del Tratado Salomón-Lozano firmado
en 1922. Desde el primer momento, la población del departamento
peruano de Loreto se había mostrada contraria a esta cesión y planeó
la recuperación del territorio que consideraba genuinamente
peruano. En efecto, en el Trapecio Amazónico existía una población
de miles de peruanos, que contra su voluntad habían pasado
intempestivamente a jurisdicción colombiana.
El incidente se inició el 1 de septiembre de 1932, cuando un grupo
de civiles peruanos de Iquitos, con el apoyo de pobladores peruanos
de Caballococha y de la Hacienda Victoria, depusieron sin violencia
a las autoridades colombianas de Leticia y dominaron a la policía
local; luego embarcaron a todo ese personal rumbo al Brasil, vía el
río Amazonas. Simultáneamente, se constituyó la Junta Patriótica de
Loreto, la que depuso al prefecto del departamento y exigió al
gobierno el «desahucio» del Tratado Salomón-Lozano.34
El suceso sorprendió tanto al gobierno del Perú como al de
Colombia. Este último protestó por la ocupación, ante lo cual,
Sánchez Cerro se ofreció a dar una solución, pues en un primer
momento creyó que se trataba de una maniobra de sus adversarios
políticos (los aprocomunistas), que buscaban así socavar su
gobierno. Sin embargo, al comprobar que toda la nación peruana
simpatizaba con los patriotas que habían recuperado el puerto de
Leticia, Sánchez Cerro optó por amparar a estos, dándoles la
aprobación de sus actos e informándoles de su propósito de invitar al
gobierno colombiano para la revisión del tratado con un criterio
«americanista y de justicia».
Sánchez Cerro pidió al gobierno de Colombia que contemplara
realistamente la situación creada por el Tratado Salomón-Lozano en
la región. Alegó el incumplimiento por parte de Colombia del
Artículo 8.º de dicho tratado, por la acción sistemática y continuada
de las autoridades colombianas de dificultar la navegación y el
comercio, especialmente en los ríos Amazonas y Putumayo, lo que
había afectado profundamente la vida económica de esa parte de la
amazonía peruana.
Poco después del incidente, renunció en el Perú el gabinete
Rivadeneira, siendo reemplazado por otro presidido por el doctor
Carlos Zavala Loayza, que se encargó al mismo tiempo de la
Cancillería (10 de septiembre de 1932).
Estallido del conflicto
Tanto Perú como Colombia hicieron aprestos bélicos y enviaron
expediciones al lugar del conflicto, la región fronteriza del
Putumayo, pese a lo difícil que era llegar a ese escenario,
especialmente para Colombia, que no contaba con un acceso natural.
Colombia envió a una expedición al mando del general Alfredo
Vásquez Cobo, que constaba de cerca de mil hombres en cinco
barcos armados, dos cañoneras y una escuadrilla de aviones, con la
misión de rescatar Leticia. Avanzó a la zona de conflicto
remontando el río Amazonas desde su desembocadura en el
Atlántico. Esto concedió a los colombianos la iniciativa en las
operaciones, factor importante que vino a sumarse a su ventaja en
número y poderío sobre las fuerzas peruanas.
Por su parte, las fuerzas peruanas ocuparon Tarapacá, situada en la
margen derecha del Putumayo y al norte de Leticia, donde instalaron
una pequeña guarnición. Este punto era muy importante pues era la
llave de entrada a la zona del Putumayo. También establecieron
guarniciones en Puerto Arturo, Güepí, Pantoja y otros puntos
estratégicos.
En líneas generales, las tropas peruanas se hallaban en precarias
condiciones. Tan así, que se usaba el primitivo sistema de tambores
o manguaré para comunicarse entre puestos cercanos. Las
enfermedades tropicales causarían incluso mucho más bajas que las
producidas en combate.
Desarrollo de la Guerra
Ocurrieron algunos choques armados, el primero de los cuales se
libró el 29 de enero de 1933 en Puerto Meléndez, donde resultó
muerto un sargento colombiano. Los colombianos no pudieron
efectuar el ataque sobre Leticia, que fue convenientemente artillada
por las fuerzas peruanas. El general colombiano Vásquez Cobos
concentró su accionar sobre Tarapacá, a la que logró capturar el día
15 de febrero, luego de la retirada de las fuerzas peruanas, inferiores
en número.
Tras el combate de Tarapacá, Colombia rompió sus relaciones
diplomáticas con el Perú. En esos momentos, el embajador
colombiano en el Perú era nada menos que Fabio Lozano y Lozano,
hijo del negociador del Tratado de 1922, lo que excitó aún más la
crispada relación entre ambos países. El 18 de febrero de 1933 la
legación de Colombia en Barranco fue atacada por turbas
desbordadas. Lozano regresó a su país. A su vez, el ministro peruano
en Bogotá, Enrique A. Carrillo (el célebre Cabotín), se vio obligado
a retornar al Perú.

Sargento 2.º EP Fernando Lores Tenazoa, héroe peruano del


combate de Guepí.
El general Vásquez Cobo fue relevado del mando colombiano. Este
abandonó temporalmente su plan inicial de recapturar Leticia y
planeó ataques a los puntos defensivos peruanos situados a lo largo
del Putumayo. En cumplimiento de este plan, el 26 de marzo de
1933, fuerzas colombianas superiores en número, atacaron a la
guarnición peruana de Güepi, en las nacientes del Putumayo. Este
combate de Güepí fue adverso para los peruanos, pero lucharon con
heroísmo y cayeron en acción el sargento primero Fernando Lores
Tenazoa y el cabo Alberto Reyes, así como ocho soldados peruanos.
Güepí, que era territorio indiscutiblemente peruano, fue así ocupado
por los colombianos, iniciándose una nueva fase en el conflicto.
El 16 de abril un pequeño destacamento peruano salido de Puerto
Arturo infligió un sangriento ataque sorpresa a un destacamento
colombiano en el varadero de Calderón. Otro destacamento peruano
procedente de Puerto Arturo desató un tiroteo sobre unas
embarcaciones colombianas en Yabuyanos, en la noche del 28 de
abril.

Las operaciones se estabilizaron. La flota colombiana dominaba el


Putumayo. Las fuerzas colombianas se hallaban concentrados en dos
núcleos: en el Bajo Putumayo (Tarapacá) y en el Alto Putumayo
(Güepí). Pero el esperado ataque colombiano sobre Puerto Arturo,
Pantoja o Leticia se fue aplazando, mientras que las fuerzas
peruanas se iban fortaleciendo.
Paralelamente a estos hechos, el conflicto se iba ventilando ante la
Sociedad de Naciones, organismo de la paz mundial con sede en
Ginebra. El gobierno colombiano ejerció una fuerte presión
diplomática para que prevaleciera su posición, pues a su ver el Perú
estaba transgrediendo unilateralmente un tratado firmado y aprobado
por ambas partes.
La amenaza de que el conflicto desembocara en una guerra total
parecía inminente, tan así que el presidente Sánchez Cerro ordenó la
movilización de 30.000 efectivos hacia la frontera. Al frente de la
defensa nacional fue puesto el general Oscar R. Benavides, el mismo
que venciera a los colombianos en el combate de La Pedrera en
1911. Fue precisamente en ese punto crítico cuando un
acontecimiento trágico cambiaría radicalmente la situación: el
asesinato del presidente peruano.
Obras del Gobierno:
Pese a la guerra interna en que se debatía y la amenaza de una guerra
externa total, el régimen de Sánchez Cerro pudo realizar algunas
obras importantes.
Política Hacendaria
La crisis económica y financiera desatada en 1929 todavía se
mantenía vigente. En enero de 1932, el ministro de Hacienda José G.
Cateriano, hizo una evaluación de su gestión, que ya terminaba. El
estado del país era calamitoso: la moneda devaluada, aumento del
desempleo, y pensiones y haberes impagos. El comercio y la
industria «se asfixiaban» por falta de compradores.
Para conjurar la crisis, el nuevo ministro de Hacienda, Ignacio A.
Brandariz, declaró la «inconversión de la moneda», procedió a la
aplicación de impuestos directos y presentó un proyecto de ley al
Congreso unificando los impuestos a la renta y a las utilidades,
medida esta que motivó la protesta de poderosos intereses
económicos del país. Este proyecto fue aprobado por el Congreso,
pero con enmiendas.

Entre las importantes medidas tomadas por el gobierno están las


siguientes:
Creación de los bancos Minero e Industrial; esta última tenía como
finalidad «proteger la producción de artículos que se importen, ya
sean agrícolas, ganaderos o manufacturados que puedan producirse
en el país».
En el campo de la minería, estudió la nacionalización de las minas,
promulgó la ley de protección a las brigadas para los lavaderos de
oro y suprimió los derechos de minas.51
Protegió la industria, en especial la pesquera, poco desarrollada
entonces.
Recuperó la administración de los muelles en beneficio del estado,
revisando los contratos existentes con las firmas administradoras.
Suspendió el monopolio de los fósforos.
Política social
Se dispuso que las empresas, talleres y negociaciones comerciales
establecidas o por establecerse en el país debían ocupar personal
peruano en una proporción no menor del 80%.
Trató de frenar las migraciones a las ciudades, atendiendo las
necesidades de los pueblos.
Se amplió la legislación a favor de los indígenas.
Se concedió el descanso obligatorio y remunerado al obrero por el
día del trabajo (1 de mayo); el horario de verano para los empleados
con un derecho a descanso de 3 horas dentro el horario de jornada de
8 horas; y las vacaciones obreras.
Se implantó el servicio de restaurantes populares en Lima, Callao y
Balnearios, para que suministraran a la población obrera
alimentación sana y abundante a precios mínimo. Se creó
gravámenes a los cigarrillos para solventar esta iniciativa.
Se suprimió el impuesto a la sal.
Obras públicas
Se continuó la pavimentación de la carretera Central, así como se
inició la construcción de la vía de Huánuco a Pucallpa (que se
culminaría en 1943), la de Canta a Huánuco y la de la frontera de
Puno. Otros caminos se construyeron en la costa, como el de Paita a
Piura, el de Sullana a Tumbes y el de Talara a Tumbes.
En materia de irrigación recibieron mayor atención las pampas de La
Joya (departamento de Arequipa) y el valle de Ica.
Se iniciaron proyectos de colonización gradual de la selva.
Política educacional y cultural
Por ley del 23 de enero de 1933 se oficializó la declaración del XV
Congreso de Americanistas que declaraba al Cuzco «Capital
Arqueológica de América».
Se crearon escuelas modernas para mil alumnos cada una y se
construyeron 90 centros educativos, así como se inauguraron
escuelas prácticas y especializadas, en todo el país.
Se creó la Escuela Modelo de Jesús María y se inauguró el local del
Jardín de la Infancia en Santa Beatriz, primer centro de
experimentación de su género.
Defensa nacional
Frente a la guerra interna (revoluciones apristas) y externa (conflicto
con Colombia), el gobierno se vio obligado a tomar medidas para
potenciar la defensa nacional. Dada la escasez de fondos, se debió
recurrir a una colecta nacional para cubrir parte de los gastos que
demandaba la defensa.
Se hicieron adquisiciones para el ejército (fusiles, ametralladoras,
cañoñes, ganado); se equipó a la fuerza aérea con aviones de
combate; y a la marina con dos destroyers (cruceros ligeros)
adquiridos de Estonia, y un buque-tanque. Los navíos fueron el
Guisse, el Villar y el petrolero Pariñas, que llegaron en el siguiente
gobierno.
Se dotó de modernos equipos a los cuerpos de Sanidad de la Fuerzas
Armadas y de la Policía.
Se ordenó la construcción de cuarteles en La Perla, Juliaca e Iquitos.
Se empezó la construcción de un Hospital de Sanidad en la Escuela
de Las Palmas.
Se crearon la Jefatura Superior de Defensa Nacional y la Junta
Económica de Defensa.
Por decreto de 9 de agosto de 1932 se creó la Orden Militar de
Ayacucho, distintivo honorífico destinado a exaltar las virtudes
cívicas y militares de los ciudadanos.
Asesinato de Luis Sánchez Cerro:
En la mañana del 30 de abril de 1933 Sánchez Cerro pasó revista a
las tropas que iban a combatir en el conflicto armado con Colombia
y que estaban reunidas en el Hipódromo de Santa Beatriz (hoy
Campo de Marte, en el distrito de Jesús María de la capital peruana).
Concluida la ceremonia, se retiró en su vehículo descapotado y con
escolta. Dentro del vehículo lo acompañaban el primer ministro José
Matías Manzanilla; el Jefe de su Casa Militar, coronel Antonio
Rodríguez Ramírez; y su edecán de servicio, mayor Eleazar Atencio.
Sánchez Cerro se situó en el asiento trasero del coche, en el lado
derecho; a su izquierda iba Manzanilla. El vehículo avanzaba
lentamente, en medio de la multitud, a pedido del mismo presidente,
para evitar accidentes y atropellos. De pronto, un individuo armado
con una pistola, rompiendo la fila de gendarmes, se precipitó hacia
el coche presidencial, y sujetándose en la capota, disparó sobre el
presidente varios tiros por la espalda. Al darse cuenta del hecho, el
chofer aceleró el auto, arrojando al homicida al suelo, que fue
victimado en el acto por un edecán del presidente, en medio de un
confuso tiroteo, en el que también murió un gendarme que había
persiguido al agresor, y fueron heridos un subteniente, dos cabos y
dos soldados. Se cree que hubo civiles que dispararon desde lejos,
escondidos en unos árboles.
Herido de gravedad, Sánchez Cerro fue llevado de emergencia al
Hospital Italiano (que quedaba en la avenida Abancay) donde fue
atendido por los médicos Juan Luis Raffo, Abel Delgado y Teófilo
Rocha, pero tras dos horas de agonía falleció. Era la una y diez de la
tarde. Según el informe de los doctores, uno de los disparos le
impactó en la zona precordial, alojándose en el corazón y
ocasionando una hemorragia interna, lo que le provocó la muerte.
Sobre el asesino, se supo que se llamaba Abelardo Mendoza Leyva,
que era natural de Cerro de Pasco, que sobrevivía en la capital de
empleos eventuales, que años atrás se había afiliado al partido
aprista y que el 4 de abril había salido de prisión, tras estar cerca de
un mes encarcelado por supuestas actividades partidarias. El arma
que usó era una pistola de marca Browning, automática, que se
hallaba casi nueva.
Muerto Sánchez Cerro, se declaró el estado de sitio y la suspensión
de las garantías constitucionales. Ese mismo día, el Congreso eligió
al general Óscar R. Benavides para que terminara el período
presidencial de Sánchez Cerro (que debía culminar en 1936).Uno de
los primeros actos del nuevo gobierno fue el arreglo de la paz con
Colombia.

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