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Universidad Pedagógica Nacional

Facultad de Humanidades
Departamento de Ciencias Sociales
Licenciatura en Ciencias Sociales
Seminario: Sociedades Contemporáneas
Profesor: GERMAN HISLEN GIRALDO CASTAÑO
Las Revoluciones Francesa e Industrial: logros, consecuencias y legado
Por: Jaime Liben Poveda
Dos eventos fueron transcendentales en la historia para la configuración actual de la
sociedad occidental: La Revolución Francesa de 1789 y la Revolución Industrial de finales del
siglo XVIII. Ambas revoluciones fueron ecuménicas al expandirse por todo el globo e
influenciando notablemente con sus ideas liberales las sociedades de distintos continentes
permitiendo la consolidación lo que actualmente se conoce como los Estados-nacionales. Esto
conduciría al afianzamiento del capitalismo como modo de producción hegemónico a escala
mundial. Este ensayo busca mostrar los aportes en materia económica, política, social y cultural
de éstas dos revoluciones liberales junto con sus efectos positivos como negativos que han
conllevado al mundo partiendo desde los planteamientos teóricos y conceptuales de Braudel,
Hobsbawn, Tarrow, Acemoglu y Robinson.

La Revolución Francesa y la expansión de las ideas liberales

La Toma de la prisión de la Bastilla el 14 de julio de 1789 marcaría el inicio de la


Revolución Francesa, una revolución impulsada por un movimiento social interclasista que
agrupó desde los más humildes campesinos deseosos de un pan asequible hasta los más ricos
comerciantes burgueses ávidos de incrementar sus ganancias algo que el Antiguo Régimen
francés no permitía. Las instituciones extractivas de este régimen no accedían a las
innovaciones junto con la fuerte concentración del poder en manos del rey y de su círculo
cercano, la aristocracia, y las cargas tributarias aplastaban y asfixiaban cada vez más al
desahuciado pueblo llano francés.

Esto sería el caldo de cultivo perfecto para que la oportunidad política fuese
aprovechada por el naciente movimiento social en Francia. Este inició una acción colectiva que
incluyó múltiples repertorios de lucha hasta la caída y ulterior ejecución del rey y la
proclamación de la República. Esto marcaría en términos políticos el fin del Antiguo Régimen y
del Estado Absolutista para consolidar uno nuevo enmarcado en las ideas liberales y el
comienzo del Estado-nación moderno. Esta revolución y sus ideas repercutieron por toda
Europa y más con la llegada de Napoleón Bonaparte, lo que significaría el fin del feudalismo
como modo de producción en el continente y el lento pero seguro ascenso del incipiente
capitalismo. Hobsbawm menciona la importancia de esta revolución en el aspecto político-social
al introducir los primeros códigos civiles, como la Declaración de los Derechos del hombre y del
ciudadano, y los programas que caracterizarían a los partidos liberales del siglo XIX. Asimismo,
influyó en la ciencia con la organización científica y la aparición del sistema métrico decimal
(2011).

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El impacto de la revolución fue tal que pese a que hubo otras revoluciones
contemporáneas como en los Estados Unidos, Bélgica o los Países Bajos ninguna tuvo el
alcance como la francesa y sus consecuencias fueron más profundas al haber ocurrido en el
más poderoso y populoso Estado europeo del siglo XVIII puesto que, esta revolución fue un
verdadero levantamiento social de masas y la más radical de todas (Hobsbawm, 2011). El
afianzamiento del Estado-nación en Europa y en el resto del mundo, como consecuencia directa
de esta revolución, permitiría también de forma indirecta e involuntaria la consolidación de los
movimientos sociales puesto que, facilitaron los medios de comunicación, como la imprenta, por
los cuales sería posible movilizar a la opinión pública. Así como también, estandarizó los
procedimientos a los que podían acudir la gente para desafiar o relacionarse con las
autoridades estatales (Tarrow, 1997).

La Revolución Industrial y el afianzamiento del capitalismo

La Revolución Industrial marcaría otro de los hitos en la historia de la humanidad al


consolidar al capitalismo como el modo de producción dominante y hegemónico, lo que
provocaría toda una serie de cambios a nivel económico como al nivel político, social y hasta
cultural. En Gran Bretaña gracias a sus cambios a nivel político después de la Revolución
Gloriosa de 1688 se consolidó una serie de instituciones de tipo inclusivo que comenzaron a
impulsar las libertades y derechos, entre los que se encontraba el de la propiedad privada
como eje fundamental del liberalismo y del capitalismo, junto con un pluralismo del orden
político y económico (Acemoglu y Robinson, 2011).

De esta manera, las islas británicas pasan de un capitalismo comercial y mercantil a uno
de tipo industrial que fomentaría el libre mercado y su capital Londres se convertiría el polo o
centro de gravedad de la economía-mundo -Weltwirtschaft- que terminaría consolidando el
mercado interior británico y transformándola en una economía nacional que poco a poco se
convierte en una economía mundial gracias al mercado mundial abierto y aprovechado por el
colonialismo inglés y protegiendo de manera excepcional su naciente industria mediante el
monopolio a su favor (Braudel, 1985).

Así pues, la Revolución Industrial liberó el poder productivo y logró hacer una ilimitada
multiplicación de bienes y servicios, el famoso take-off o crecimiento sostenido. El aumento de
la producción y de la productividad estuvo marcado por las innovaciones tecnológicas, como la
aparición de diferentes maquinarias que permitieron procesos productivos más rápidos y
eficientes junto con el ferrocarril como transporte ideal para llevar las mercancías por todo el
continente europeo. A esto se le debe añadir, la creciente mano de obra barata, o ejército
industrial de reserva, que proporcionaba las zonas rurales a las nacientes fábricas e industrias.
La combinación de todos esos elementos permitiría la acumulación de capital por parte de los
sectores de la burguesía quienes consolidarán su poder tanto político como económico gracias
a esta revolución (Hobsbawm, 2011).

De esta forma, se afianzaría el capitalismo con la aparición de la gran industria, la


revolución de los transportes y el mercado mundial que permitirá el carácter cosmopolita de la
producción y el consumo. Así también, desaparece el trabajo doméstico o manual al trabajo en
maquinaria con una clara división del trabajo, lo que provocaría la especialización de los

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trabajadores en distintas áreas y cuyos salarios se verían reducidos drásticamente con el fin de
incrementar las ganancias de los patronos (Hobsbawm, 2011).

Las dos caras de la moneda, los aspectos positivos y negativos de estas dos
revoluciones

Ambas revoluciones produjeron una serie de aspectos positivos y consecuencias en la


historia de la sociedad occidental y del resto del mundo. Entre los positivos, de la Revolución
Francesa, se pueden mencionar la consolidación del Estado-nación y del Estado de Derecho,
la aparición de los códigos civiles modernos, la profundización y expansión de las ideas
liberales en Occidente, el fin del Absolutismo, del Antiguo Régimen y del feudalismo en Europa,
el modelo del republicanismo, la separación de poderes, la secularización del Estado y el
laicismo, el nacimiento de los movimientos sociales junto con la articulación interclasista, la
creación de nuevos repertorios de lucha, la aparición de corrientes revolucionarias como el
jacobinismo y el socialismo utópico y finalmente la demostración de fuerza de la acción
colectiva del movimiento de masas. Asimismo, Hobsbawn describe que esta revolución logró
incluso penetrar en las antiguas civilizaciones y sociedades como la turco-otomana (2011).

De los aspectos negativos, la revolución sirvió como soporte para el impulso de la


burguesía que al principio era una clase revolucionaria y al obtener el poder político y
económico se termina convirtiendo en una reaccionaria. Así también, las ideas políticas que
impulsó la revolución fueron tragadas por la industrial y aprovechadas para imponer el sistema
capitalista actual, siendo el caso británico el más emblemático de como en nombre de la libertad
y la democracia se pueden promover invasiones y provocar guerras con el uso de la diplomacia
en armas. Otro punto para cuestionar es el fervor del nacionalismo que terminaría
conduciendo a la xenofobia y al chovinismo junto con el clasismo. Y finalmente, el lema de la
revolución: Liberté, Égalité y Fraternité como el concepto de democracia serían banalizados y
tergiversados a favor de los intereses de la nueva clase dominante y en detrimento de aquellos
desclasados que lucharon por ellas.

En lo que concierne a la industrial, esta impulsaría el transporte por ferrocarril siendo


toda una revolución de los transportes, el paso de un trabajo artesanal a uno maquinizado con
una producción en cadena, las innovaciones tecnológicas que agilizaron los procesos
productivos, la consolidación de una economía de libre mercado y del mercado mundial y la
división del trabajo lo que conduciría una especialización del mismo, es decir, unos obreros
especializados en una serie de tareas o funciones.

Y las consecuencias significarían una fuerte baja de los salarios a causa de la gran
cantidad de mano de obra barata, la mayoría eran desplazados del campo en medio de la
acumulación originaria del capital en la Inglaterra del siglo XVIII, lo que provocaría una fuerte
desmoralización de los obreros que pese a sus grandes esfuerzos apenas si alcanzaban a
subsistir en medio de las precarias condiciones de existencia en los suburbios, el sentimiento de
injusticia provocaría la rebelión de éstos, lo que conllevaría a la formación de asociaciones,
cooperativas y sindicatos junto con la destrucción de maquinarias. Aunque, todo esto
coadyuvaría a la formación de una conciencia de clase, la de la naciente clase proletaria.

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De igual forma, se puede denotar la destrucción de las industrias nacionales, la
relegación como meras dispensas de materias primas de los países del Tercer Mundo, la
imposición de la cultura y de las costumbres de Occidente, la fetichización de las mercancías
junto con la creación de falsas necesidades, la fuerte competencia de los precios, la
interdependencia de los mercados, la progresiva destrucción de la naturaleza y la consolidación
de capitalismo como modo de producción dominante y hegemónico.

Conclusiones

Las Revoluciones Francesa e Industrial sin duda alguna fueron determinantes para el
devenir histórico de la sociedad occidental y del capitalismo como modo de producción
dominante. La expansión de las ideas revolucionarias francesas marcó el fin del absolutismo y
el inicio de las instituciones liberales enmarcadas en el Estado-nación cuyo eje fundamental
sería la defensa a ultranza de la propiedad privada. Estas ideas permitieron el afianzamiento de
una serie de instituciones inclusivas en toda Europa Occidental y en los Estados Unidos que
permitirían las innovaciones tecnológicas necesarias junto con la destrucción creativa que
impulsarían a la Revolución Industrial comenzada en Gran Bretaña, la cual terminaría
expandiéndose en todo el mundo gracias a la revolución de los transportes, siendo el ferrocarril
símbolo de esta. Esto dejaría el camino pavimentado para el afianzamiento del libre mercado y
del capitalismo.

Como ya se mencionó en anterioridad, no todo fue camino de rosas en medio del


proceso de consolidación de ambas revoluciones. Los grandes beneficiarios fueron la burguesía
quienes terminaron afianzando su poder político y económico, acumulando más y más capital e
incrementando sus ganancias a costa de la naciente clase proletaria. Precisamente, esta última
será quien va a sufrir las consecuencias de estas revoluciones puesto que, sus condiciones de
vida se verán reducidas a la mera subsistencia.

Para concluir, en nombre de las ideas liberales que impulsaban ambas revoluciones se
justificó las guerras e invasiones hacia los países del sur global, estos últimos se convertirán en
simples despensas de materias primas para los productos manufacturados que Occidente se
los revenderá a precios muy elevados. La diplomacia y la guerra serán armas disuasivas para
imponer sus ideas en aquellas regiones del mundo que se negaban a hacer parte del juego. La
democracia liberal será el disfraz eficaz del capitalismo para imponerse de forma casi natural e
incluso innata en el mundo entero y cuyas consecuencias se siguen soportando en la
actualidad.

Bibliografía

Acemoglu D. & Robinson J. A. (2011). Por qué fracasan los países: Los orígenes del poder, la
prosperidad y la pobreza. Ediciones Deusto.

Eric Hobsbawm (2011) La era de la revolución 1789-1848. Editorial Planeta S.A., Barcelona,
España.

Fernand Braudel (1985) La dynamique du capitalisme. Champs histoire. Recuperado de:


http://pombo.free.fr/braudel1985.pdf

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Sidney Tarrow (1997) El poder en movimiento: Los movimientos sociales, la acción colectiva y
la política. Alianza Editorial, Madrid, España.

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