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Edad contemporánea:

A partir de finales del siglo XVIII se produjeron una serie de cambios políticos y económicos que
inauguraron la Edad Contemporánea. La Revolución Industrial y la Revolución Francesa marcaron
el futuro de Europa y, con el de ella, el del mundo. Los siglos XIX y XX fueron testigos de grandes
cambios, guerras, nuevas ideologías y procesos históricos que repasaremos a continuación de
forma breve. La Revolución Francesa derribó el Antiguo Régimen, que era absolutista (todo el
poder para el rey) y estamental (grupos privilegiados y no privilegiados), e inició el
parlamentarismo y las luchas políticas. A raíz de este proceso, triunfó una nueva clase social
emergente, la burguesía. En vísperas del año 1789 se conjugaron factores económicos,
ideológicos-políticos y sociales, que desencadenaron la reacción de la burguesía y la sublevación
popular. El 14 de julio de 1789, el pueblo de París tomó la vieja fortaleza de la Bastilla, la cárcel,
símbolo de la arbitrariedad del Antiguo Régimen. La revolución estaba en marcha. A partir de ahí,
se suceden varias etapas como la república, la etapa del terror (Robespierre), golpe de Estado que
llevó al poder a un joven general, Napoleón Bonaparte, con el que se inicia una nueva etapa: la era
napoleónica, con la propagación de las nuevas ideas por toda Europa, las victorias militares y
derrotas que le llevan al exilio y supone el final de la revolución.

La Revolución Industrial, que supone la sustitución de las actividades desarrolladas


tradicionalmente en el taller artesanal, por un nuevo sistema de producción basado en la
organización del trabajo en fábricas. Fue iniciada en Gran Bretaña y, posteriormente, se extendió a
otros países (Francia, Bélgica, Países Bajos, Alemania, EEUU, Japón...) llevó a un cambio sin
precedentes en la historia. La producción industrial y agrícola se disparó, y ello originó
innumerables cambios sociales y demográficos (emigración del campo a la ciudad), mejoras
sanitarias, la implantación de nuevas costumbres y productos, el desarrollo urbano, la revolución
de los transportes, el progreso científico.

La Revolución Industrial está ligada a la máquina de vapor, inventada por James Watt en 1769,
permitió la utilización de una nueva fuente de energía motriz: el vapor. La utilización del vapor
revolucionó los medios de transporte (locomotora, barcos de vapor). Además, permitió su
incorporación a la industria textil del algodón y la industria siderúrgica, que fueron los sectores
que recibieron más rápidamente los impulsos de la industrialización en Gran Bretaña. En ambos
casos, la renovación producida en los procesos de producción y la generalización de las
innovaciones técnicas los convirtieron en los sectores punteros de la industrialización.

El liberalismo, ideología de la burguesía, se fue implantando en toda Europa, pese a los múltiples
conflictos y guerras que provocó (oleadas de 1820, 1830, y sobre todo, 1848). El Antiguo Régimen
fue desapareciendo poco a poco. El liberalismo económico se basaba en la ley de la oferta y la
demanda, el establecimiento de la libertad de producción, la división del trabajo y la no
intervención del Estado en la economía (laissez-faire). Este sistema económico no se preocupa de
los trabajadores y, tampoco permitía que lo hiciera el Estado, con su no intervención en economía.

● El nacionalismo: la ideología nacionalista impulsó las unificaciones de Italia y Alemania (1870) y


la independencia de pueblos como el griego, el belga y muchos otros sometidos a los grandes
imperios. Las diferencias étnicas, las lenguas, las culturas y las raíces históricas han sido
consideradas como elementos característicos de una u otra nación.
● El imperialismo: las potencias europeas (Gran Bretaña, Francia, Alemania, Rusia), Japón y los
EEUU, motivados por el deseo de acceder a las materias primas y a nuevos mercados, y de ampliar
sus recursos y su prestigio, ocuparon y se repartieron en pocos años (1870-1914) toda África y casi
toda Asia, y ejercieron una fuerte influencia en América del Sur y Central. Esto llevó a múltiples
injusticias y aculturaciones, y además creó conflictos entre las potencias imperialistas.

● El movimiento obrero: los trabajadores urbanos comenzaron a organizarse ante los abusos de la
sociedad industrial burguesa y en defensa de sus intereses. Las miserables condiciones de vida
obligaron a los obreros a rebelarse ante la situación de necesidad y de pobreza. Los primeros
movimientos se orientaron a la destrucción y demolición de las máquinas (ludismo), después,
comenzaron a asociarse en sindicatos, movimientos políticos obreros y, posteriormente, a
organizarse en las Internacionales Obreras. La ideología comunista (Karl Marx) y el anarquismo
(Bakunin) se afianzaron durante el siglo XIX, y en 1917 triunfaron al fin en Rusia (Revolución rusa),
donde se fundó el primer estado socialista de la historia, y también en China (con Mao) y Cuba
(con Fidel Castro), sistemas que han demostrado su ineficacia con el paso del tiempo.

El auge del capitalismo fue inmenso en gran parte del mundo, con lo que se impulsaron las
economías de las grandes potencias en detrimento del llamado Tercer Mundo (como vemos,
tampoco este sistema es perfecto). Las crisis cíclicas, como la de 1929 o la de 1973, (o la actual),
provocaron enormes daños y pérdidas de empleo en todo el mundo.

● El desarrollo tecnológico fue en aumento, y en el siglo XX se llegó a la nueva sociedad de la


información y la comunicación, al consumo de masas y la globalización de la economía y de la
cultura.

Guerras mundiales: los conflictos imperialistas, económicos e ideológicos entre naciones llevaron
a dos guerras mundiales que costaron la vida a millones de personas. La Primera guerra mundial
(1914-1918), también conocida como “la Gran Guerra”, enfrentó, fundamentalmente, a Alemania
y Austria contra Francia, Rusia y Gran Bretaña. Tras unos 10 millones de muertos y más de cuatro
años de enfrentamiento, Alemania pidió el armisticio, firmándose la Paz de Versalles, donde
cambió todo el mapa europeo, pero las heridas abiertas llevaron a la segunda guerra mundial y al
auge del fascismo y el nazismo. Supuso el fin de los imperios ruso, austriaco y turco.

Edad Contemporánea Se inicia con la revolución francesa a finales del siglo XVIII y la consecuencia
más importante es la concesión política, surge el concepto de Estado organizado; en ese tiempo en
Europa empezaron a desaparecer las pocas condiciones que habían en cuanto al trabajo, estas
existían de acuerdo al liberalismo dando como origen otras concesiones como es la comunista los
medios de producción deben ser de las personas, no de las que las poseen sino de las que la hacen
producir, estas concesiones se fundan a través de la iglesia católica. En el año de 1940 surge el
manifiesto comunista del derecho del trabajo como programa autónomo y principios propios
habían nacido normas propias que no se podían encuadrar en ninguna de las ramas del derecho
por lo que se hizo necesaria crear una rama nueva que es lo que hoy conocemos como el derecho
al trabajo.

La Segunda guerra mundial (1939-1945). Hitler y la Alemania nazi, Japón (con Hiro Hito), la Unión
Soviética de Stalin, y la pasividad de las democracias occidentales provocaron un conflicto que
llevó a la humanidad a una guerra muy cruenta. Se produjeron millones de muertos (más de 50),
con exterminios, bombardeos sobre civiles y crímenes que llegaron a su extremo en los campos de
concentración nazis y su “solución final” contra el pueblo judío.

Segunda etapa

La revolución industrial La revolución comercial que comentamos generó transformaciones que


permitieran la sustitución progresiva de paradigmas económicos y sociales medievales. En tanto
que la revolución industrial presentó como signo distintivo la introducción de modificaciones de
fondo al sistema económico y consecuentemente al sistema social de la época. A mediados del
siglo XVIII en el viejo mundo la situación era distinta a la del Río de La Plata. Fue en Inglaterra
donde se dieron las condiciones para la industrialización, debido a la circunstancia de lograrse
notables progresos técnicos. En 1760 la creación de la máquina de vapor por James Watt generó el
desarrollo de numerosas actividades industriales y el agrupamiento de gran número de
trabajadores, en especial en la industria textil. En 1762 comenzó a utilizarse la iluminación a gas de
carbón, lo que posibilitó la realización de tareas nocturnas. Las máquinas de vapor también se
aplicaron al transporte (navegación y ferrocarril), el consecuente desarrollo vertiginoso de la
industria del hierro, y el mejoramiento de las comunicaciones a través del telégrafo fueron el
cimiento de la industria moderna

Rápidamente se multiplicaron las fábricas y los molinos. Miles de campesinos abandonaron los
campos y se genera la existencia de grandes concentraciones de obreros en tareas fabriles. Se
verifica también el desordenado desarrollo de las ciudades, que en muchos casos se convierten en
sinónimo de hacinamiento y contaminación. El exceso de mano de obra a causa de la migración y
de progresos tecnológicos y las periódicas crisis de sobreproducción por el afán de acumulación de
riquezas que inspiraba a la nueva clase de propietarios, generaron situaciones de explotación y
miserias graves. La jornada laboral hasta mediados del siglo diecinueve es de doce a catorce horas
y debido a la demanda explosiva de mano de obra, se llegó a utilizar menores y mujeres en la
realización de tareas peligrosas y penosas. En las hilanderías inglesas se trabajaba normalmente
entre doce y diecisiete horas diarias. La concentración poblacional y la vida en las ciudades son
modificaciones sociales que impuso la Revolución Industrial que se caracterizó, además de los
horarios prolongados, por malas condiciones de trabajo, insalubridad, inseguridad y bajo nivel de
las remuneraciones siendo los peores pagos los menores y las mujeres.

No existía tampoco legislación laboral que ordenara el caótico sistema. Movimientos sociales Los
movimientos sociales que denunciaban abusos de las empresas industriales en perjuicio de los
trabajadores dieron comienzo en 1769 y se tradujeron en huelgas y manifestaciones populares
que fueron respondidas con represión. La mayor de las protestas se realizó en St. Peters Frield,
Manchester, el 16 de agosto de 1819, de la que participaron sesenta mil personas entre las que
había mujeres y menores de edad. El gobierno conservador inglés ordenó reprimir a la caballería y
a resultas de su intervención murieron 11 personas y 500 resultaron heridas. Este episodio es
conocido como «la matanza de Peterloo». Paulatinamente se modifican las condiciones laborales.
En 1833 en Inglaterra se establece la jornada de ocho horas para los menores de 9 a 13 años y de
doce horas para los menores de 13 a 18 años y años más tarde, en 1847, se establece para estos
últimos y para las mujeres jornadas de diez y once horas. En 1848 en Francia se dispone la jornada
de diez horas para aquellos que trabajan dentro de los límites de la ciudad de París y de once
horas para los que trabajaban en el interior del país. Es a partir de ese año que en Europa se
dieron las condiciones para denunciar los excesos a los cuales eran sometidos los trabajadores. En
1850 en Inglaterra y parcialmente en USA queda dispuesta la jornada de diez horas para todos los
obreros. Es en este último país donde el reclamo generalizado para que se limite la jornada de
trabajo a ocho horas diarias tiene más fuerza, a tal punto que para lograr el objetivo
sistemáticamente se organizaban huelgas y manifestaciones. Durante el desarrollo de una de ellas
realizada en la ciudad de Chicago el primero de mayo de 1866 se produce una represión durísima y
sangrienta. Esa fecha se conmemora anualmente como el “Día Internacional del Trabajo”.

La jornada de ocho horas La limitación de la jornada de trabajo fue debatida en las conferencias
internacionales realizadas por los gobiernos de las principales potencias europeas en 1890 en
Berlín y Berna en 1905, 1906 y 1913. La Primera Guerra Mundial (1914-1918) demandó que se
realizaron grandes esfuerzos en la producción de armas, equipos y pertrechos para equiparar a los
ejércitos. También existió el desarrollo del automóvil, la aviación y la radio. En ese contexto, se
pudieron fijar ciertas condiciones exigidas por los trabajadores tales como aumentos de salarios,
descansos y protección de mujeres y menores Finalizada la guerra, la Conferencia Internacional de
la Organización Internacional del Trabajo celebrada en la ciudad de Washington en 1919
(Convención N* 1) fue de fundamental importancia para el establecimiento de la jornada de ocho
horas en todo el mundo. Otro antecedente fundamental fue lo resuelto en el Tratado de Versalles,
firmado el 28 de junio de 1919 en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles, y por medio del
cual se le puso fin. En este tratado se estableció en el Art. 427: «…el trabajo no debe ser
considerado simplemente como un artículo de comercio…siendo de importancia particular y
urgente la adopción de una jornada de ocho horas o de la semana de cuarenta y ocho horas como
fin a obtener, donde no haya sido obtenido…» A través de todos esos años se tuvo en cuenta que
la reducción de la jornada de trabajo representaba que la producción material individual
disminuyera y que a su vez aumentara el nivel de educación por aprovechamiento del tiempo
libre, produciendo un sustancial mejoramiento de la preparación para el trabajo como así también
el bienestar físico, moral e intelectual de los trabajadores, logrando de este modo la dignificación
del ser humano. La jornada laboral en el continente americano En nuestro continente los
antecedentes se remontan al siglo dieciséis.

Durante el reinado de Felipe II se contemplaba la jornada de ocho horas diarias y el descanso


dominical para posibilitar la conversión al cristianismo de los indígenas que, repartidos en grupos
llamados encomiendas, trabajaban bajo la condición de un español (el encomendero). El sistema
de encomiendas fue desarrollado para que los indios fueran asimilados a la civilización y la cultura
cristiana. Tal lo indicado en la Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias, que reúne el
ordenamiento legal (6385 leyes dictadas por el Rey y el Consejo de Indias, quedando fuera de ella
innumerables ordenanzas de virreyes, gobernadores y otras autoridades), que debió ser aplicado
en las tierras conquistadas por España. El derecho indiano no se elaboró con un conjunto jurídico
acabado. Por el contrario sus normas fueron apareciendo y modificándose progresivamente,
según las necesidades impuestas por la naciente vida americana.

Al indio se le debía dar buen trato, educación, mantenerse unida a la familia y proveer de
alimentación y vivienda. Sin embargo los conquistadores españoles no solo no aplicaron esa sabia
legislación sino que además abusaron de su poder y trataron cruelmente a los aborígenes. Es así
que el comercio de esclavos y el sometimiento irracional del que fueron objeto dieron las notas
características de la etapa colonial, desde el descubrimiento en 1492 hasta comienzos del siglo
XIX.

Con anterioridad a ese proceso, los hombres producían y vivían de manera muy parecida a como
lo habían hecho sus antepasados. Los primeros signos de cambio que llevaron a la Rev. Industrial
comenzaron en siglo XVIII en Inglaterra. Hubo una serie de transformaciones que los propiciaron:
Agrarias: permitieron incrementar los excedentes alimentarios y disminuir la mortalidad.
Demográficas: supusieron un constante incremento de la población y la emigración del campo a la
ciudad. Industriales: la producción se concentró en fábricas que utilizaron máquinas y nuevas
técnicas. Comerciales: los intercambios internacionales se intensificaron y se creó un mercado
nacional interno. A lo largo del siglo XIX hubo otros estados, además de Inglaterra, que fueron
incorporándose a la industrialización. A partir de 1875, tuvo lugar una "Segunda Revolución
Industrial" que duró hasta el inicio de la I Guerra Mundial. La Revolución Industrial trajo consigo
diversas consecuencias, tanto económicas, como sociales: La sociedad agraria fue sustituida por
una de carácter industrial; la población creció a un ritmo vertiginoso; la producción se incrementó
enormemente; el capitalismo sufrió notables cambios y la economía se globalizó. La Rev. Industrial
alteró la estructura social, reafirmando la sociedad de clases, dando primacía a la burguesía. Las
ciudades crecieron en número y población, constituyéndose en focos de inmigración. Los barrios
obreros se desarrollaron insalubres y mal urbanizados. Las condiciones de vida de la clase
trabajadora durante las primeras fases de la industrialización fueron pésimas. El proletariado se
organizó en partidos políticos y sindicatos para defender sus intereses y luchar contra la
explotación a la que era sometido por los patronos

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