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VIRTUD MORAL

Hábito electivo, consistente en un término medio relativo a nosotros, regulado por la recta
razón, del modo que lo regularía quien es prudente.
La virtud moral en ética se refiere a la disposición habitual de una persona para actuar de
manera ética y moralmente correcta. Implica cultivar hábitos y comportamientos que
promuevan el bienestar propio y de los demás, siguiendo principios éticos como la justicia,
la honestidad y la benevolencia. La tradición ética, desde Aristóteles hasta la ética de la
virtud contemporánea, destaca la importancia de desarrollar virtudes morales para alcanzar
una vida ética y plena.
VIRTUD MORAL
● Hábito: cualidad establecida en una potencia operativa que dispone a la potencia a
actualizarse de una cierta manera.
En el contexto de la virtud moral en ética, el hábito se refiere a la repetición
constante de actos éticos. Desarrollar hábitos éticos implica practicar
comportamientos virtuosos de manera regular hasta que se conviertan en parte
integral de la personalidad de una persona. La idea es que, a través de la repetición,
estos actos éticos se vuelven automáticos y naturales, contribuyendo así a la
formación de un carácter moral sólido. En este sentido, la ética de la virtud destaca
la importancia de cultivar buenos hábitos para alcanzar la excelencia moral.
La repetición de acciones éticas contribuye a la formación de virtudes morales,
haciendo que estas se conviertan en parte integral del carácter de la persona. Así, el
hábito ético juega un papel crucial en el desarrollo y la sostenibilidad de la virtud
moral.
– El hábito perfecciona la potencia.
La "potencia del hábito" en ética se refiere al poder transformador que tienen los
hábitos en la conducta y en la formación del carácter moral de una persona. Cuando
se realizan acciones éticas de manera repetida, se fortalecen conexiones neuronales
en el cerebro, facilitando la ejecución automática de comportamientos éticos. La
potencia del hábito sugiere que la práctica constante de actos virtuosos puede
moldear la disposición moral de una persona, volviendo esos comportamientos
éticos más arraigados y naturales en su forma de actuar. Es un concepto que
destaca la importancia de la repetición en la construcción de hábitos éticos sólidos.
– La virtud es un hábito operativo, porque la cualidad estable se adquiere por
repetición de actos del mismo tipo a los que la virtud dispone.
La virtud se considera un hábito operativo porque implica una disposición habitual y
activa para realizar acciones éticas de manera consistente. Al convertirse en un
hábito operativo, la virtud guía las decisiones y acciones cotidianas de una persona
de forma automática y reflexiva. Este aspecto operativo resalta la idea de que la
virtud no es simplemente un conocimiento teórico, sino una práctica incorporada en
la conducta diaria. Al cultivar hábitos éticos, las virtudes morales se vuelven parte
integrante de la forma en que una persona opera en el mundo, influyendo
positivamente en sus elecciones y comportamientos.
● Electivo: la elección recta es el acto principal de las virtudes morales.
La virtud ética se considera electiva porque implica elecciones conscientes y
deliberadas por parte de la persona que busca cultivarla. En el contexto ético, la
elección de actuar de manera virtuosa implica tomar decisiones que están alineadas
con principios morales y valores éticos. No es simplemente una consecuencia
automática, sino una opción voluntaria que refleja la intención de adherirse a normas
éticas. La elección de practicar la virtud ética implica un compromiso activo con la
automejora moral y la adopción de hábitos que promueven el bien común y el
desarrollo personal.
– Consiste en la decisión de hacer aquí y ahora lo conveniente para lograr el bien.
– La obra buena ha de ser querida y elegida como tal.
– No basta sólo una conformidad externa con la ley moral.
La conformidad externa con la ley moral se refiere a la observancia de principios
éticos y normas morales en la conducta visible de una persona. En este contexto, la
conformidad externa implica que alguien sigue las reglas y normas éticas en su
comportamiento público y acciones visibles para otros. Sin embargo, es importante
destacar que la conformidad externa no siempre refleja la auténtica adhesión interna
a los principios éticos. Puede haber casos en los que una persona se ajuste
externamente a las expectativas morales sin necesariamente poseer convicciones
éticas sólidas internamente.
La verdadera ética implica tanto la conformidad externa como una genuina adhesión
interna a los principios morales.
● Justo medio: entre el exceso y el defecto.
El concepto del punto medio entre el exceso y el defecto se deriva de la ética
aristotélica y se conoce como la "virtud como término medio". Aristóteles sostiene
que la virtud moral se encuentra en un punto intermedio entre dos extremos: el
exceso y el defecto. Este punto medio es único para cada virtud y varía según la
situación.
Por ejemplo, la valentía es una virtud que se encuentra entre la temeridad (exceso) y
la cobardía (defecto). El punto medio sería la valentía adecuada a las circunstancias.
Esta idea destaca la importancia de encontrar un equilibrio en nuestras acciones y
comportamientos, evitando tanto el exceso como el defecto, para alcanzar la virtud y
la excelencia moral.
–No se trata de una áurea mediocritas.
La idea del "justo medio" en la ética aristotélica se expresa más comúnmente con el
término "mesotes", que significa "medio" en griego.
La noción aristotélica del "justo medio" implica encontrar un equilibrio o moderación
en nuestras acciones y actitudes, evitando tanto los extremos del exceso como los
del defecto.
–Ej: La valentía está entre la cobardía y la temeridad.
● Relativo a nosotros: el término medio tiene relación con la manera de ser de cada
uno.
En la ética aristotélica, la relación entre el "término medio" (mesotes) y la manera de
ser de cada individuo se establece a través de la noción de virtud como un hábito de
acción que busca el equilibrio. Aristóteles sostiene que la virtud no es simplemente
un acto aislado, sino un hábito arraigado en la manera de ser de una persona.
Cada individuo tiene su propio "término medio" único, ya que las circunstancias y
contextos varían. En lugar de establecer reglas rígidas, Aristóteles enfatiza la
importancia de la prudencia y la razón práctica para determinar el justo medio en
cada situación específica. Por lo tanto, la manera de ser de cada individuo influye en
cómo encuentran ese equilibrio y desarrollan hábitos virtuosos.
La ética aristotélica busca que las personas cultiven virtudes que se integren en su
carácter, de modo que actuar éticamente se convierta en una segunda naturaleza.
La relación entre el "término medio" y la manera de ser destaca la importancia de la
reflexión personal y la adaptabilidad ética en la vida cotidiana.
● Regulado por la recta razón: que conoce la ley moral y está connaturalizada con ella.
● Del modo que lo regularía quien es prudente:
–Quien es prudente obra por el bien en sí, queriéndolo para sí mismo.
–Elige el acto virtuoso por sí mismo y se identifica con él.
● El acto de las virtudes morales es de índole apetitiva.
● Las virtudes morales también hacen recta la intención.
– Determinan a las potencias apetitivas hacia los fines virtuosos).
● La virtud moral es determinante de los fines y electora de los medios.
– Los fines del virtuoso son fijos y universales, mientras que los medios variarán en
las diversas ocasiones y circunstancias.
Adquisición de las virtudes
● Las virtudes se adquieren por repetición de actos.
● La virtud es una disposición o forma grabada en la potencia operativa por la razón.
● lnhieren en las potencias en la medida en que éstas tienen cierta pasividad, no en
cuanto son principios activos.
● Se pierden y disminuyen por la realización de actos contrarios a los propios de la
virtud.
● La prolongada cesación de actos virtuosos también puede ocasionar el
debilitamiento o pérdida de la virtud.
● Hábitos naturales: proceden en parte de la naturaleza y en parte de los actos del
hombre.
– La sindéresis y el entendimiento son de este tipo de hábitos.
● Existe una inclinación natural de la voluntad al bien. Esta inclinación le corresponde
a la voluntad por naturaleza, no es un hábito.
● También hay una disposición natural para adquirir las virtudes morales.
Propiedades de las virtudes morales
1. Consisten en un término medio (in medio virtus):
● Se alcanza una adecuación a la norma de la razón, que sería sobrepasada o no
alcanzada por la potencia carente de virtud.
1.1. En la fortaleza y la templanza:
➔ El juicio de la razón se imprime en los apetitos sensibles, que así son traídos
a un punto medio, es decir, se consigue que éstos tiendan a su objeto con un
impulso ni mayor ni menor que el de la razón (medium rationis)
1.2. En la virtud de la justicia:
➔ Como se regula la posesión de algo, coinciden medium rationis y medium rei.
1.3. En la prudencia:
➔ El medio está como en quien lo determina o impone y no como en lo
regulado por él.
➔ Porque esta virtud es la que establece el medio que indica la justa medida
que deben respetar las demás potencias entre sí.
2. Las virtudes morales están conectadas entre sí (connexio virtutum)
● No puede darse una de ellas en estado perfecto sin que se den las demás.
● Se realiza de modo máximo en la prudencia:
➔ Sin prudencia no puede haber virtud moral alguna y, a la vez, no puede
haber prudencia si no se dan todas las demás virtudes morales.
➔ Lo anterior se explica porque toda virtud moral requiere el recto dictamen de
lo que hay que hacer, no basta querer el bien, hay que saber elegir los
medios adecuados.
➔ La recta elección de los medios depende de que los apetitos estén bien
dispuestos respecto al fin, lo que se logra por las otras virtudes morales.
Las virtudes cardinales
● Cardinal: del latín cardo, cardinis.
● Son como la base que sostiene toda la vida moral.
● En ellas están comprendidas todas las demás virtudes como sus partes:
– Subjetivas
– Integrales
– Potenciales
Las demás virtudes son reconducidas a una u otra virtud cardinal bien como partes:
● Subjetivas, en las cuales la virtud cardinal se divide como el género se divide en
especies.
● Integrales, que ayudan a la virtud cardinal para que su operación sea perfecta.
● Potenciales, que convienen en algo con la virtud cardinal, pero que en otra medida
se apartan de su perfecta razón.
● Pueden considerarse como:
–Virtudes generales.
–Virtudes particulares específicas.
Virtudes generales: se comportan como condiciones generales de cualquier acto de
virtud.
Prudencia: Todo acto virtuoso requiere un conocimiento que establezca con acierto lo que
se ha de hacer en concreto.
Justicia: rectitud de la voluntad que armonice el bien propio y el ajeno.
Fortaleza: fuerza de ánimo que venza el temor al esfuerzo y a las dificultades.
Templanza: moderación de los impulsos que tienden a sobrepasar la medida fijada por la
razón.
Virtudes particulares específicas: perfeccionan la acción de las potencias operativas
humanas.
Prudencia: Auriga virtutum. Recta ratio agibilium. Perfecciona el intelecto práctico.
Justicia: Consiste en el propósito libre y permanente de dar a cada uno lo que le
corresponde. Perfecciona la voluntad.
Fortaleza: Consiste en resistir y agredir ante los peligros graves. Perfecciona el apetito
irascible.
Templanza: Consiste en la moderación de la satisfacción de las apetencias básicas.
Perfecciona el apetito concupiscible.

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