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Gracias,
Traducción: BD (Chibineko, Sakura, Pervy)
Corrección y Revisión: BD (Pervy Y Nunadina)
Edición: AcR
CONTENIDO

Sobre este Libro


Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Amor Posesivo
Sobre la Autora
SOBRE ESTE LIBRO

Algunas veces el camino real lleva directamente al infierno.

AVRIEL

Cumplir veintiún años se considera casi universalmente como la edad de


transformación, de volverse uno mismo, de llegar a la edad adulta, y
algunas veces incluso como un símbolo de muerte y renacimiento. Nunca
supe cuán literal podría ser esa última parte hasta que, en mi vigésimo
primer cumpleaños, morí y resucité como un demonio.

Bueno, medio demonio y habría muerto si no me hubiesen


profetizado que me convertiría en el Anticristo y dominaría el mundo.
Todo lo que quería era sobrevivir a la graduación, lograr mi sueño de
convertirme en artista y quizás que Marc, el atractivo chico nuevo al que
pensé que le agradaba, fuese algo más que un demonio de la lujuria con
la esperanza de guiarme en mi camino hacia el apocalipsis.

MARCHOSIAS

De vez en cuando, tenéis que crear vuestro propio destino, mis amores, de
manera que cuando encontré un delgado punto en el velo entre el Infierno
y la tierra, salté a través de él. Sintiendo al futuro sucesor al trono del
Infierno, me introduje en el campus y en su vida para esperar su despertar
y caí de rodillas en súplica una vez que lo hizo. Una pena que Avi esté tan
decidido a negar su destino.

Pero puedo convencerlo. Serviré, ayudaré y despertaré a mi maestro


en cualquier forma necesaria para conseguir lo que quiero. He sido un
subordinado, un felpudo, un demonio menor durante demasiado tiempo,
y su camino a la gloria será el mío.

Hijo del Archidemonio es parte de la colaboración romántica paranormal de MM


Amor Posesivo.
rimero, dejad que os cuente acerca del día que morí.

Entonces podremos pasar a lo bueno.

—¡ úper genial!

Mi lápiz saltó de mi mano como si lo hubiesen empujado hacia un


trampolín.

—¡Ups! —Eryn lo atrapó en el aire con una risita—. Lo siento, Avi.

Ella se unió a mí en la mesa de picnic frente al edificio de los Comunes


donde había estado haciendo bocetos frenéticamente. Normalmente no
salía al aire libre, pero la mayoría de las personas pasando por el recinto
no se demoraban cuando sólo había diez grados.

Mi mente había estado irritada toda la mañana, haciendo que mis


dedos se retorciesen para escribir algo en un papel. Se estaban sintiendo
un poco entumecidos ahora. Tenía mi gorro negro de gran tamaño calado
hasta mis orejas y una sudadera con capucha igualmente grande sobre mi
camiseta de trabajo para más tarde, pero no podía dibujar con guantes.

No sólo mi mente sino todo mi ser estaba irritable hoy. Incluso picaba
~mis sienes, espalda, la base de mi columna vertebral. Probablemente
porque era mi cumpleaños.

Odiaba mi cumpleaños.

—Hola, Eryn —dije con una temblorosa sonrisa, cuando ella me


devolvió el lápiz. Había estado tan centrado en dibujar que su llegada tuvo
mi ritmo cardíaco alrededor de 120.

Eryn Schiffer era lo más cercano que tenía a un mejor amigo. Ella era
mi mejor amiga, pero también estaba tan fuera de mi liga en cuanto a
amistad que a menudo me preguntaba por qué se molestaba conmigo. Si
yo hubiese sido hetero, nunca podríamos habernos hecho amigos. La
habría adulado y habría balbuceado mis palabras como cualquier otro
chico que intentaba hablar con ella. Así era como yo actuaba alrededor de
los chicos que me gustaban.

Eryn era una gran jugadora, gótica y nerd del animé, como yo, y nos
habíamos conocido como amigos online y compañeros de hermandad
durante años antes de conocernos en persona. Ella también era hermosa.
Las clasificaciones sociales siempre podían ser imprecisas para los guapos.

No es que yo fuese horrible ni nada por el estilo, pero bien podría


haber sido invisible comparado con Eryn. Ella era el tipo de fuerza
radiante que las películas personificaban como “Esa chica”, con largo
cabello rubio rojizo, ojos ámbar que brillaban como el cobre, piel cremosa
y una figura digna de un catálogo de trajes de baño.
—Hola. —Fry se sentó a su lado, el novio de Eryn, el único chico que
había sido capaz de hablar con ella o eso supuse. No hablaba mucho a mi
alrededor. En realidad, alrededor de cualquiera. Pero si Eryn era “Esa
chica” entonces Fry era “Ese chico”.

Silencioso, estudioso e igualmente atlético, Godfrey “Fry” Johnson


era como la versión luminosa de… bueno, yo. Ambos éramos rubios, más
ceniciento que el rojizo de Eryn, ambos con ojos claros, aunque los suyos
eran más azul pálido que los míos, y aunque mi cabello siempre estaba
descuidado y aplastado contra mi cabeza por el constante uso del gorro,
el suyo estaba perfectamente peinado. Llevaba gafas, cosa que yo no, pero
eran monturas elegantes, de color azul a juego con sus ojos. Y era alto. Yo
medía 1,70 metros y en general era pequeño, flaco y débil. Fry estaba
construido como un nadador ~porque lo era.

—¿Estás viendo esto, Fry? —Eryn estudiaba efusivamente mi dibujo,


inclinando el bloc hacia un lado sobre la mesa para verlo mejor. Suponía
que era bastante bueno. Aún no me había detenido a asimilarlo todo,
simplemente había garabateado para sacar las líneas y los detalles de mi
mente para trasladarlo al papel.

Quizás fuese un poco perturbador para algunos, representar una


figura con un hermoso rostro, pero con cuernos, dientes afilados y un
cuerpo elaborado a partir de hueso.

—¡Eres tan talentoso, Avi! ¿No tiene talento? —Ella le dio un codazo
a Fry en el hombro, y él asintió benignamente con la cabeza—. ¿Por qué
no vuelves a especializarte en Arte?

Porque no podía permitirme las clases extra, y ya estaba en camino


de ser un estudiante de último año el próximo verano, intentando
aprovechar las clases que podía pagar.
—Una especialización es suficiente, y centrarse en los negocios es más
práctico. Esto es sólo por diversión. —Hasta que pudiese ganarme la vida
con ello.

Mi plan era conseguir un trabajo mejor después de la graduación,


algo básico pero con un salario más alto que el que ganaba ahora, ser cajero
en una tienda de conveniencia y trabajar para construir un negocio como
trabajador independiente hasta que tuviese una cartera suficiente y un
trabajo estable para hacer del arte mi trabajo a tiempo completo. No sería
el arte que amaba, pero sería arte, algo a lo que podría escapar cuando el
resto del mundo fuese demasiado.

Lo que ocurría a menudo.

—¿De Diablo? —preguntó Fry.

—No fue a propósito, sólo… algo de mi cabeza. —Cerré la funda y


guardé la libreta en mi mochila.

—Bueno, tienes una cabeza muy talentosa. —Eryn se rio


disimuladamente de nuevo y soltó un bufido ante la involuntaria
insinuación. Como si yo supiese si eso era cierto. El único talento que se
me ocurría era lo rápido que podía estallar antes que mi padre llegara a
casa del trabajo.

Yo era un lugareño, de manera que vivía en la colina abajo desde el


campus en la casa en la que crecí. Ahorraba en la matrícula y no requería
que tuviese un coche. Iba en mi bicicleta a todas partes, aunque eso era
común en Vale, siendo una pequeña ciudad, principalmente compuesta
por sus dos campus universitarios ~St. Ignatius en la colina, y Vale Tech
al otro lado del río.
—Y ahora… —Eryn tamborileó y luego sacó un recipiente de plástico
que empujó sobre la mesa hacia mí—. Feliz cump…

Le impedí cantar presionando mis dedos sobre sus labios. Al menos


ella no había encendido una vela, pero definitivamente había un pastel en
esa caja.

—Recuerdas que es mi pesadilla literal que me canten en público,


¿verdad?

Eryn soltó un bufido, haciendo un puchero detrás de mis manos. Las


retiré para encontrar a Fry negando con la cabeza y sonriendo
suavemente. Ella siendo adorable o yo siendo un desastre, quién iba a
saberlo.

Cualquier clase de atención era básicamente una tortura para mí. No


conocía bien a la “gente”. Si diez segundos eran suficientes para adorar a
Eryn, entonces eso era más que suficiente para que alguien me odiase. O
al menos pensara en mí como una patética presa fácil que normalmente
era más fácil de ignorar. O sentir pena por mí por ser un lugareño que aún
necesitaba trabajar para sobrevivir y pagar la matrícula porque la ayuda
financiera no era suficiente.

Eryn nunca sintió pena por mí. Ella me recogió y me mantuvo bajo su
protección cuando éramos estudiantes de secundaria jugando a Diablo III,
y me invitó al azar a unirme a su grupo en el juego. Resultó que ella era
de una ciudad no lejos de Vale, y teníamos mucho en común, lo suficiente
como para que hubiese elegido la misma universidad en parte sólo para
encontrarnos.

Ella fue la primera persona a la que le dije que era gay, la única que
me convenció de decírselo a mi padre, quien había tenido razón cuando
dijo que él sería un apoyo. También había intentado emparejarme con
chicos algunas veces, pero yo siempre la jodía. Hablaba demasiado o no
lo suficiente o acerca de cosas equivocadas, y ellos perdían interés antes
que terminase nuestra primera cita. Eryn aún me invitaba a unirme a
grupos y hermandades para otros juegos online, y ahora Fry también de
manera ocasional, desde que comenzaron a salir en primer año.

Estaba bastante seguro que ellos se convertirían en una estadística.


Iggy’s, ~como todos lo que iban a St. Ignatius llamaban a ese lugar~, tenía una
tasa ridículamente alta de matrimonios si una pareja aún estaba saliendo
hasta la graduación.

—Bien. —Eryn cruzó los brazos con un más que exagerado puchero—
. Ya estoy guardando tu verdadero regalo para más tarde. ¿Cuándo puedo
dártelo? Trabajas esta noche, ¿verdad?

—Tengo que hacerlo. —La tienda estaba al pie de la colina a lo largo


de la carretera que cruzaba la ciudad, y aunque trabajaba unos cuantos
días a la semana más de lo que me hubiese gustado, por lo general estaba
tranquilo por la noche y me permitía mucho tiempo para estudiar o
dibujar.

—¡Pero es tu cumpleaños! —dijo ella demasiado alto, teniendo en


cuenta que algunas personas que estaban pasando y que reconocí de
varias clases se volvieron para mirarnos y probablemente se preguntasen
qué estaba haciendo Eryn con ~ese bicho raro~ de Avi Dermot—. Es tu
vigesimoprimer cumpleaños.

—Lo sé, pero ninguno de nosotros bebe tanto. —Aparte de un vaso


de ponche o una cerveza aquí y allá en las fiestas a las que Eryn me
arrastraba, donde normalmente terminaba en un rincón con mi teléfono.
—¡Pero ahora puedes hacerlo legalmente con el resto de nosotros! Al
menos irás a la fiesta de Halloween de Chi Alpha Sigma el sábado,
¿verdad?

Arg. Odiaba a esos tipos. Fry era el único de ellos al que podía
soportar.

No eran horribles, no como horribles novatadas idiotas, pero todos


eran tan… perfectos. Buena apariencia, inteligente la mayoría casi sin
necesidad de un centavo de ayuda financiera. Como Brent, el actual
presidente de la fraternidad. Cada vez que me pedía algo, ya fuese copiar
mis notas cuando faltaba a una clase, o lo que era básicamente una obra
de arte encargada gratuitamente desde que me pilló garabateando en
Psych 101, no podía decir no.

—Halloween fue ayer —le recordé.

—Un martes, buu. ¡Ha! ¡Buu! —Eryn extendió los dedos en manos de
jazz festivo—. Pero en serio, ¿qué mejor manera de celebrar tu cumpleaños
que disfrazado?

—Eryn…

—Avi.

Sonaron campanadas en los terrenos del campus, alertándonos que


teníamos diez minutos hasta el comienzo de nuestra siguiente clase.

Eryn tomó mi mochila y puso la caja de pastelitos dentro cuando nos


levantamos de la mesa. Fue muy dulce de su parte haberlo conseguido
para mí, y sin importar cuántas veces evitaba socializar como un gato
salvaje, ella nunca se rindió, nunca me consideró una causa perdida ni
siguió adelante. Ella realmente era mi mejor amiga.
—Gracias por el pastelito —dije y besé su mejilla. No éramos tan
diferentes en altura con ella utilizando botas góticas de plataforma. Ella se
veía como una colegiala de animé, con una falda corta y plisada, camisa
blanca con botones y corbata y lo que supuse era una de las camisas de
franela de Fry como chaqueta.

—Feliz cumpleaños, hombre —dijo Fry, al menos en voz baja, y me


ofreció un rápido choque de puño.

—Y piensa sobre el sábado. —Eryn se pegó al brazo de Fry, aunque


yo estaba bastante seguro que sus siguientes clases serían en direcciones
opuestas—. O si quieres tomar una copa de celebración o algo así cuando
salgas del trabajo, nos uniremos a ti donde quiera que vayas, sin importar
qué tan tarde sea. ¿Verdad, Fry?

—Por supuesto.

—Claro, yo… podría aceptarte eso.

Me despedí con la mano mientras se alejaban y luego tuvieron que


separarse en una bifurcación en la acera. Incluso si Fry no hablaba mucho,
también era un buen amigo. No era su culpa que yo odiase mi
cumpleaños. Pero, ¿quién no lo haría?

Si tu madre muriese al dar a luz.

Técnicamente, no sería mi cumpleaños hasta las 21.42 horas ~cuando


vine al mundo, y mi madre se fue~. Eso era lo único que nunca le había
contado a Eryn. Todo lo que ella o cualquier otra persona sabía era que
sólo éramos mi padre y yo.

Gire hacia Holland Hall para mi clase de Ética, Economía y Mercado.


Tenía que tener al menos una clase fuera de mi especialización en
Negocios que aún estuviese relacionado con ella, y algo de la carrera de
Filosofía parecía que podía ser divertido. Aunque suponía que la filosofía
moral no era lo que la mayoría de la gente consideraba divertido.

Gran parte de los terrenos y edificios aún estaban decorados para


Halloween, con telarañas falsas en los árboles, y figuras de vampiros,
brujas u otros monstruos en las ventanas. Durante todo el camino a través
del campus seguí rascándome la cabeza a través de mi gorro, picándome
entre los omóplatos y bajando por la parte baja de mi espalda en la línea
de mis vaqueros. Normalmente no me picaba de esta manera, ni siquiera
cuando estaba poblado, pero esa sensación de picazón estaba
empeorando. ¿Quizás fuese mi detergente? No pensaba que mi padre
hubiese cogido nada diferente de lo habitual, pero si no tenía algo que me
distrajese, parecía que no podría dejar de rascarme.

Saqué mi cuaderno de Ética tan pronto como me senté en la clase. La


mayoría de las personas tenían portátiles o iPads, pero me gustaba ser
capaz de garabatear mientras tomaba notas, y nunca me había gustado
utilizar un lápiz óptico. Para un curso de Filosofía de nivel superior, la
clase estaba bastante llena y ocupaba una de las salas de conferencias más
grandes con asientos tipo estadio. Aún había suficientes asientos vacíos
para que mi lugar habitual estuviese siempre abierto y no directamente al
lado de nadie más.

Quizás yo fuese una causa perdida y no me esforzaba lo suficiente


como para hacer amigos o hacer más que soñar despierto con los chicos
que me gustaban, pero no era un campus tan grande. Sentía como si todo
el mundo ya hubiese tomado una decisión sobre mí, especialmente si
también eran lugareños y me recordaban desde la escuela primaria. Yo era
el monstruo silencioso que se mantenía reservado y hacía dibujos extraños
mientras estaba acurrucado en rincones ocultos. No quedaba nadie que
pudiera arriesgarse con un nerd pequeño, ratonil e introvertido qu…

—¡Todos, un anuncio rápido! Terminad de sentaos, por favor.

Quién…

¿Quién demonios era él?

Al frente de la clase junto al profesor Townsend estaba el chico más


hermoso que jamás hubiese visto fuera de un cartel de película. Alto, al
menos 1,88 metros, delgado pero aún construido, con bíceps estirando su
ajustada camiseta verde como si pudiese tomarme en sus brazos de una
sola vez y clavarme contra una pared.

Necesitaba no pensar de esa manera en público, porque eso hizo que


me moviese en mi asiento para evitar llamar la atención como un niño de
doce años. Sin embargo, tenía una piel increíble, de color marrón medio
como ante intenso, y oscuro cabello que parecía rojizo bajo las luces. Su
rostro era literalmente perfecto. ¿Esa simetría perfecta que todo el mundo
dice es lo que hace atractiva a las personas? La tenía. Había esa belleza en
él, cejas bien depiladas, esculpidos labios perfectos arqueados, y una nariz
recta y definida, y aun así era tan masculino, tan… parecido a un dios
griego que no podía apartar la mirada.

—Clase, este es Marc… ¿Smith? —El profesor Townsend se giró hacia


él.

—En realidad, Smythe.

Y era inglés. Ese acento en una sensual voz de barítono fue directo a
mi entrepierna, y tuve que moverme de nuevo en mi asiento.
—Smythe —corrigió el profesor—. Una transferencia tardía,
especialmente para un estudiante de último año, pero estoy seguro que
cualquiera de vosotros estará dispuesto a ayudarlo a ponerse al día si lo
solicita.

Vi a varias chicas y un puñado de chicos muy ansiosos por ofrecerse


como voluntarios.

—Mientras tanto, estará trabajando duro para completar todas


vuestras asignaciones anteriores de este año hasta ahora, de manera que
no penséis que se adelantará. Puedes encontrar un lugar para sentarte, Sr.
Smythe. Charlaremos de nuevo después de clase.

Marc asintió con la cabeza, y lo vi escanear la sala de conferencias en


busca de asientos vacíos.

Sus ojos atraparon los míos, y comenzó a subir las escaleras hacia mi
fila.

No te sientes a mi lado. No te sientes a mi lado.

Se sentó a mi lado.

Y olía asombroso, con una suave ráfaga de colonia picante.

—Hola, compañero —dijo en un delicioso susurro—. ¿Te importa si


hoy echo un vistazo por encima de tu hombro? Parece que tomas buenas
notas.

Lo hacía. Algo así. Aunque mi cuaderno estaba mayormente lleno con


garabatos y mis notas envolvían las imágenes en un orden que sólo yo
entendería.
—U…um… ¿sí? Claro. Sí. De acuerdo.

Joder.

Sus ojos eran casi del color de su cabello, oscuro pero rojizo, como
piedra arenisca con destellos reales brillando en ellos. El profesor
Townsend ya hacía comenzado a dar conferencia, y cuando Marc se acercó
más, sentí que el lateral de su rodilla golpeó la mía.

Mi polla pulsó, y apreté los muslos para que se comportase. Iba a


hiperventilar y desmayarme justo en el regazo de Marc.

—Entonces, ¿vas a… abrir para mí?

—¿H…heh?

Marc sonrió, y me derretí. Estaba bastante seguro que mi gorro se


había incendiado por el exceso de calor en mi rostro, y los lugares que
antes habían estado picando sentían un hormigueo aún mayor.

—¿El cuaderno? ¿De manera que pueda ver tus notas?

—¡Cierto! L..lo siento. —Lo abrí, lo que naturalmente me llevó a una


página con bocetos de estudios de anatomía ~que fue como elegí llamarlo
cuando dibujé el culo del Capitán América una y otra vez en ángulos diferentes~
.

Pasé rápidamente a una página más reciente. Un garabato un poco


menos vergonzoso incluía este: un ala de gárgola con mis notas acerca de
la historia del comercio justo a lo largo de las membranas.

—No eres el talentoso —dijo Marc, lo suficientemente cerca para


soplar aire en mi cuello.
Se me puso la piel de gallina al instante y ~otra sacudida de mi polla~.

Esta iba a ser una clase muy larga.

o fue. Posiblemente la Ética más larga que jamás haya sentido, con Marc
susurrándome de manera ocasional otras cosas a lo largo de la
conferencia, que eran mitad sugerencias de notas para añadir, pero
también mitad elogios acerca de mi dibujo, mi gorro, mi estúpida
sudadera con capucha que tenía un símbolo de anarquía en forma de M
con un gato negro delante y decía Meowarchy. Casi me pregunté si había
sido transportado a una de esas películas del tipo She’s All That1 y eso
resultaría ser una apuesta a mi costa.

Especialmente cuando la clase terminó y Marc dijo:

—¿Te importa si me das un poco más de resumen después de mi


charla con el profesor? ¿Nos vemos fuera? ¿Te compro una taza de té?

Tacha eso. Gracias a Dios que estaba llevando mi sudadera con


capucha de Meowarchy, porque era lo suficientemente larga para cubrir
cuán vergonzosamente duro estaba aún.

—No. ¡Quiero decir que no me importa! Y…yo no… tengo otras


clases hoy.

1 She’s All That (Alguien como tú)


—Yo tampoco, la suerte lo quiso. Nos vemos en un momento. —
Guiñó un ojo, y agradecí que él estuviese en el lado más cercano a las
escaleras para que tuviese que levantarse primero y con suerte no viese
mis piernas tambalearse cuando le siguiera.

Estaba seguro que estaba resoplando, jadeando en busca de aliento


cuando finalmente salí de la sala de conferencias para esperar a Marc.
¿Cómo iba a mantener una conversación con ese increíble espécimen sin
el amortiguador de un salón de clases y alguien hablando por encima de
nosotros? Probablemente sólo estuviese siendo amable y legítimo, pensó
que yo sería una buena fuente de información ya que parecía un nerd.

Bueno, quizás más un paria, un solitario, un perdedor, dado el gorro


negro, la sudadera de gran tamaño y el culo del Capitán América por todo
mi cuaderno. Pero entonces, ¿por qué me elegiría? No era posible que en
realidad estuviese… interesado.

—¡Dermot! Justo el talento que estaba buscando.

Mierda. Era Brent ~y tres de sus lacayos de fraternidad~.

De nuevo, no idiotas, sino…

Sí, algunas veces eran idiotas.

—Brent. Hola. Eh… ¿talento? —Me puse la otra correa de mi mochila


de manera que no la cargase en un solo hombro y les invitara a sacar mi
cuaderno de dibujo. Así es como había terminado con un dibujo del Árbol
de la Vida que había hecho basado en uno de los robles más grandes y
antiguos del campus como cartel de bienvenida.

Brent realmente era muy guapo, lo que hacía más difícil decirle que
no. Todos los chicos de la fraternidad tenían cuerpos agradables, ya que
Chi Alpha Sigma era una fraternidad centrada en los atletas, con
nadadores como Fry, saltadores, corredores, y similares. Pero Brent tenía
esa dosis extra de atractivo y fue injustamente encantador cuando se cernió
sobre mí y apoyó su antebrazo en la pared sobre mi cabeza. Era hetero, o
al menos estaba saliendo con una chica, y definitivamente sabía que yo era
gay. Si mi sudadera no estuviese cubriendo mi media asta por Marc,
probablemente hubiese pensado que era por él.

Y quizás lo había sido una o dos veces, lo que sólo me hizo odiarlo
más.

—Necesitamos un cartel para la fiesta de Halloween del sábado.

Por supuesto que sí.

—Um…

—Me doy cuenta que es con poca antelación, y sabes que no lo


pediría…

Sí, lo haría.

—Pero es nuestra fiesta más importante del año…

Siempre lo era.

—Y el dinero que podríamos recaudar sería excelente para impulsar


la recaudación de fondos para personas mayores con fines benéficos.

Fines benéficos que era por lo que debería sentirme honrado para crear
algo pro-bono.

—Brent…
—Hemos gastado mucho más del presupuesto, de manera que los
fondos son un poco escasos para pagarte algo, pero sabes que estás
totalmente invitado, y no es necesario ningún cargo de cobertura para
nuestro chico del cartel.

Eso era algo, ya que para evitar todo el asunto de cobrar por las
bebidas, tomaban dinero en efectivo en la puerta y luego regalaban las
bebidas. Pero eso serían como cinco o diez dólares. Debería cobrar cientos
por el tipo de trabajo que le daba a Brent, algo que Eryn me recordaba
constantemente, e incluso Fry había dicho algo una vez, al menos lo
suficiente para decir, “Amigo, cobra la próxima vez”.

O podría decir no.

Di no, Avi.

—Ojalá pudiese ayudar…

—Estarías salvando mi culo. Nadie más podría hacer algo estelar lo


suficientemente rápido y necesitamos imprimir los carteles mañana.

—¡Mañana! Brent…

—Te lo deberé a lo grande. Y puede ser cualquier cosa que quieras


dibujar, siempre y cuando sea espeluznante.

Bueno… iba a estar atrapado en el trabajo toda la noche.

—Yo… quiero decir, quizás…

—Eres increíble. —Brent se empujó desde la pared, y juro que escuché


a sus hermanos de fraternidad riéndose disimuladamente—. ¿Hablamos
más tarde? Tú… —Me apuntó con pequeños dedos mientras retrocedía—
. En serio, eres el mejor.

Sí, la mejor presa fácil.

De nuevo.

Me rasqué a través de mi gorro, a ambos lados, justo por encima de


mis sienes. La picazón era peor ahí, pero el peso de mi mochila parecía
estar ayudando con los puntos entre mis hombros y la parte baja de la
espalda. Quizás fuese mi ansiedad la que me provocaba la picazón,
aunque si así fuese, me picaría todos los días. Supuse que no tenía mucho
que estudiar esta noche, y si podía dibujar lo que quisiera, eso podría ser
divertido. Y aún era práctica, incluso si no me pagaban.

Maldita sea. Si algún día iba a ser freelance, realmente necesitaba


desarrollar una columna vertebral.

¿Y si eso era todo lo que Marc también quería? Mis notas, mis
habilidades artísticas por algo que el solicitase sutilmente después de
fingir charlar conmigo, y luego se iría a pasar tiempo con alguien más de
su nivel. Sin duda, yo no lo era.

Esto era estúpido. Era mi cumpleaños, estaba esperando a un chico


sexy que me había pedido pasar más tiempo conmigo, y todo lo que podía
sentir era un nudo en mi estómago que me hacía querer salir corriendo…

Y entonces, como nadie más podría haberlo logrado, moviéndome en


el lugar durante mi improvisado ataque de pánico, tropecé con mis propios
pies, y el peso de mi mochila me envió a toda velocidad hacia el suelo.

—¡Whoa!¿Estás intentando salir por patas, compañero? —Fuertes


brazos me atraparon antes que hubiese superado el ángulo de cuarenta y
cinco grados, y cuando estuve apoyado en posición vertical, Marc estaba
de pie sobre mí, sosteniendo mis hombros. Experimentar nuestra
diferencia de altura tan cerca me recordó imaginarlo levantándome por
una pared.

Los dientes nacarados de Marc eran perfectamente rectos pero con


ese tipo de caninos que parecían colmillos y eran realmente tan sexys. Si
no hubiese estado sosteniendo mis hombros, mis rodillas se hubiesen
doblado.

—No pensé que mi oferta de una taza de té fuese tan desalentadora.

—Y…yo no estaba… y…yo sólo… —Respiré profundamente. Yo era


capaz de formar palabras—. Yo… puede que me haya estado
mentalizando mientras te estaba esperando, pero definitivamente estoy
de acuerdo en aceptar esa oferta.

—¿Te estás mentalizando? —preguntó Marc, con pequeñas líneas de


pensamiento formándose entre sus cejas como si quizás no entendiese las
palabras. Luego sonrió de nuevo y apretó mis hombros con rotación de
sus pulgares, masajeándolos ligeramente—. No hay necesidad de
preocuparse. Si crees que sólo quería tus notas, en realidad estoy más
interesado en la taza de té. ¿Quizás café? ¿Alguna otra bebida y te compro
una pinta?

Ahí se fueron mis rodillas de nuevo.

Me estaba invitando a salir.

¿Me estaba invitando a salir?


—T…taza de té significa… té, ¿verdad? Porque eso es un absoluto sí,
especialmente si es de hierbas. Creo que eso podría ser mejor que la
cafeína o el alcohol ahora mismo, ya que hoy he estado un poco nervioso.

Marc aún estaba frotando mis hombros pero finalmente se detuvo con
una firme palmadita y apartó las manos.

—Té será. Por mi cuenta, pero tendrás que mostrarme adónde ir. ¡Oh!
Y otra cosa que necesito de ti.

Entonces él… ¿quería algo?

—¿Sí?

Marc se rio y lanzó un brazo alrededor de mis hombros.

—¡Tu nombre, compañero! Nunca me dijiste tu nombre.

—¿ as estado en el museo? ¿En Suiza? —Estaba tan celoso, hacía mucho


que me había olvidado de preocuparme acerca que mi sabotaje, por lo
general socialmente inepto, arruinase esto.

Marc y yo estábamos sentados en un rincón afortunadamente


tranquilo de la cafetería del campus. Estaba en el edificio de los Comunes
debajo de la cafetería principal y servía comida más rápido que en la
planta de arriba, como sándwiches, sopa y pasteles. Marc había pedido té,
pero al no ver nada sin cafeína, me pidió leche al vapor con chupitos de
vainilla y canela. Nunca había estado tan agradecido de no ser intolerante
a la lactosa, porque sabía increíble.

Habíamos comenzado a repasar las notas de Ética, ya que él


necesitaba ponerse al día, pero eso generó preguntas acerca de mis
garabatos en cada página, y Marc mencionó que había bastante
inspiración de H.R. Giger, ¡lo cual era cierto! Me encantaba el trabajo de
Giger. Los diseños de Alien, Species, Necronomicon. Era un artista brillante,
icónico por la manera en que mezclaba elementos humanos con paisajes
mecánicos o de otro tipo, encontrando lo surrealista en las cosas y
haciéndolo tangible.

Podría haber utilizado esa línea una vez en un artículo de Historia del
Arte, pero porque creía en ello.

—¡Es brillante! Cosas retorcidas —dijo Marc, sin rehuir mi rareza


pero pareciendo emocionado cada vez que tropezábamos con algo nuevo
que teníamos en común, al igual que había hecho con Eryn sólo que esto
era muy diferente de Eryn.

El calor en mis entrañas y la tirantez en mis vaqueros se había


calmado un poco, aunque no por completo. Simplemente era tan divertido
hablar con Marc. Incluso si decía algo incómodo o comenzaba a divagar,
se reía y seguía adelante.

—Hay una estatua de un extraterrestre, cierto, como el alien de Alien,


y está a cuatro patas como si estuviese listo para ser golpeado como es
debido, con la cola hacia arriba y todo. —Marc se detuvo y se rio de nuevo,
frotando la parte posterior de su cuello como si fuese él quien hubiese
dicho algo incómodo esta vez—. Es extraño que mi mente haya ido ahí,
¿no?
—¡N…no! En absoluto. —Me incliné hacia delante, mi leche y su té
desaparecieron pero la conversación estaba lejos de disminuir—. De
acuerdo, puede que esto suene raro, pero siempre encontré atractivos a los
extraterrestres. También a Predator2.

—¡Fuera! —Marc me imitó, inclinándose igualmente hacia mi


espacio—. Esas rastas pueden conseguirlo, ¿verdad? ¿Pequeños mechones
de cabello? Todo a mi favor. Incluso un poco como las mandíbulas. —
Curvó los dedos a ambos lados de la boca como si fuesen colmillos
adicionales.

Me reí. Era tan fácil estar cerca de él. Su acento, su sonrisa, su encanto.

Su cuerpo. Estaba seguro de haber conjurado a este chico en mis


sueños húmedos más detallados.

—Sólo una persona que hace garabatos, ¿no? —preguntó Marc.

No había sacado mi bloc de dibujo, pero ahora realmente quería


mostrarle más de mi trabajo. Puse mi mochila en la mesa y saqué el
cuaderno para pasar al dibujo anterior.

—¿Hiciste eso? —preguntó Marc asombrado.

—Pensé que sería genial, ¿sabes? Un rostro perfecto pero con un


toque demoníaco.

2
—Que encantador. —Sonrió con suficiencia. Cuando no estuve
seguro de qué decir, levantó el cuaderno al lado de su cabeza—. ¿No ves
el parecido?

Él estaba bromeando, pero el rostro se parecía a él ~la forma de la


nariz y barbilla y cejas.

—Wow…

—¡Espero que no demasiado! —Se rio entre dientes. Bajó de nuevo el


cuaderno para continuar hojeándolo.

—No… quieres uno, ¿no? —pregunté. Estúpidamente.


Paranoicamente—. ¿Un dibujo?

—Oh, um… —Marc frunció el ceño, haciendo una pausa ante una
imagen de una especie de bibliotecario biomecánico con una cabeza
deforme y tentáculos en la mitad inferior, hojeando un tomo
ornamentado—. Te contrataría en un suspiro, compañero. No tengo
mucho efectivo de manera que puede que tengas que esperar. Esto vale al
menos unos cuantos Benjamins3, ¿sí? —Levantó la mirada y me miró con
las cejas alzadas—. Más propina, por supuesto. No quisiera agradecerte
por tu servicio sin una adecuada… propina. —Tenía tantas ganas de
interpretar eso, la pequeña provocación, el coqueteo, y cuando cerró con
reverencia mi bloc de dibujo, sin pedir nada, realmente creí que sólo me
quería a mí—. Algún día, ¿eh?

—Sí… —Estiré la mano para quitarle el bloc, pero nuestras manos se


rozaron y Marc se aferró a la mía con un rápido movimiento de sus dedos.
Los latidos de mi corazón se entrecortaron. Quizás los nerds pequeños,

3 Benjamins. Se conoce así de manera coloquial a los billetes de 100$


ratoniles e introvertidos fuesen su tipo. Un freaky como yo podía soñar, y
sentí un cosquilleo recorrer mis brazos desde donde sus pulgares
acariciaban mis nudillos. Incluso me ayudó a evitar que sintiese picazón
en todas partes.

—Así que… —dijo Marc como el comienzo de una pregunta.

Mis ojos vieron el reloj detrás de él, y todo se detuvo con un chirrido.

—¡Mierda! —Me levanté de un salto, soltando con fuerza mis manos


de su agarre—. ¡Lo siento mucho! No tenía idea que habíamos estado aquí
durante tanto tiempo. Voy a llegar tarde al trabajo si no me voy ahora
mismo.

—Oh. Claro, sí. Seguro —dijo con evidente decepción. Decepción por
tener menos tiempo conmigo—. Lo que sea que tengas que hacer.

—Realmente lo siento —dije de nuevo, cogiendo apresuradamente


mi mochila para deslizar el bloc de dibujo dentro, sólo que mi frenesí tiró
la mochila hacia un lado y se deslizó hacia fuera el recipiente con el
pastelito de Eryn.

Marc lo recogió. El recipiente era de plástico transparente, con la


forma perfecta de pastelito para mantener la golosina en su lugar sin que
el glaseado se estropease, algo que no había mirado detenidamente antes,
pero ahora Marc lo leyó en voz alta.

—¿Veintiuno? No es como… ¿es tu cumpleaños?

Me sentí como un matón por tener un cumpleaños importante y sólo


mi trabajo a tiempo parcial planeaba celebrarlo.

—Eh… ¿sí?
—¿Y no querías una pinta, buen chico?

El calor en mi rostro fue directo a mi ingle al escucharlo llamarme así.


Me devolvió el pastelito.

—Entonces, ¿vas a salir a tomar algo después del trabajo?

—Probablemente no. Normalmente no hago mucho en mi


cumpleaños.

—¿No? Entonces, ¿cuándo terminas?

Tuve dificultades para volver a guardar todo en mi mochila.

—Um… A las diez. ¿Por qué?

—Diez es temprano. ¿Qué tal si voy a recogerte y llevo al


cumpleañero a tomar una pinta después de todo?

—Tú… ¿en serio?

—En serio. —Marc rodeó la mesa para quedar de pie a mi lado.

Eryn y Fry queriendo invitarme a una bebida, aunque fuese súper


dulce, me hacía sentir como una tercera rueda. Pero Marc…

Lo entenderían.

Probablemente chocarían los cinco.

—¡De acuerdo! —Solté de manera abrupta—. Quiero decir… si


quieres. Es una tienda justo bajando la colina, al final de la carretera
principal donde llega la autopista. ¿Ole’s? Pero no me enojaré si no
apareces.
—Confía en mí, compañero —dijo Marc en su registro bajo y
sensual—. Estaré allí. —Se inclinó más cerca, y mi corazón o se detenía o
latiría tan rápido que explotaría, porque no había nada en el mundo, sin
duda nada en la cafetería en ese momento, aparte de los labios de Marc
presionándose en mi mejilla.

Incluso se mantuvo cerca de mí antes de alejarse y olfatear, inhalando


mi aroma como si le gustase. Lo cual esperaba que hiciese, porque no
podía recordar si hoy me había lavado el cabello, a pesar que estaba
aplastado debajo de mi gorro.

—Te veo pronto, Avi —ronroneó, y si yo hubiese tenido alguna


opción, en ese momento habría llamado al trabajo para informar que
estaba enfermo y pedirle ir con él a donde quisiera llevarme.

—S…sí. Pronto.

ato curioso: andar en bicicleta con una erección no es divertido. Pero


al menos fue un corto paseo cuesta abajo. Y no llegué tan tarde. Incluso fui
capaz de finalmente calmar mi polla lo suficiente como para que cuando
me quité la sudadera para quedarme en camiseta, ya no tuviese que
preocuparme por ocultar mi vergüenza.

Al gerente no le importaba si llevaba mi gorro durante el trabajo, lo


cual era bueno, teniendo en cuenta que mi cabello habría sido una parodia,
y aún quería verme un poco presentable cuando Marc me recogiese.
Para nuestra cita.

¿Segunda cita?

¡Era totalmente una cita!

Quizás mi cumpleaños no tuviese que ser un desastre cada año.

Las primeras horas de mi turno siempre estaban ocupadas.


Estudiantes viniendo después de terminar las clases, empresarios
consiguiendo gasolina después del trabajo, viajeros deteniéndose en su
camino por la ciudad antes de que se pusiera el sol. No tuve oportunidad
de revisar mi teléfono hasta casi la siete, planeando enviar un mensaje de
texto a Eryn acerca del increíblemente buen día que estaba teniendo y
cómo, gracias pero no gracias por el trago después del trabajo, porque
tenía una cita.

Sin embargo, primero tuve que responder el mensaje de texto de


cumpleaños de mi padre.

Probablemente lo enviase justo cuando se despertó, pero yo había


estado en clase. Mi padre era operador de maquinaria en una planta local
de fabricación de cereales. Cuando se producían ciertos cereales, toda la
ciudad olía a panadería. Sus horarios podían ser variados y había tenido
el turno de noche toda la semana, de manera que para él la mañana era
después de almuerzo. Él había trabajado en la planta toda mi vida pero
nunca parecía conseguir un aumento real o algún ascenso cuando surgía
uno. Sin embargo, aún era leal a la empresa ya que el trabajo era estable.

¡Hola, campeón! ¡Feliz 21 cumpleaños! Hay una sorpresa esperándote


cuando llegues a casa. Encontraremos algo de tiempo para celebrarlo
apropiadamente este fin de semana, ¿de acuerdo? ¡No te vuelvas loco si
sales después del trabajo! Te amo. <3
No vería mi mensaje de texto hasta cuando sea que fuese su próximo
descanso, pero respondí:

¡Gracias, papá! ¡También te amo! Y no me volveré loco. Quizás sólo algo


tranquilo con mis amigos.

O un amigo.

Quien esperaba que no fuese sólo un amigo.

Me di cuenta que no había pensado en darle mi número a Marc o


conseguir el suyo, de manera que cualquier tiempo de inactividad que
tuve a partir de ese momento me puso súper nervioso. Y la picazón de
nuevo. No sentí que hubiese un sarpullido o una razón para toda la
picazón, pero esos mismos puntos seguían molestándome si estaba
inactivo durante mucho tiempo. La parte baja de mi espalda, entre mis
hombros y justo encima de ambas sienes. No quería seguir rascándome
mucho a través de mi gorro, o la próxima vez que me lo quitase, era
posible que quedasen mechones de cabello rubio. Probablemente sólo
estuviese nervioso.

Y emocionado.

Cuando finalmente pasaron las nueve, faltando menos de una hora


para el cierre, el tránsito se había reducido lo suficiente como para que
sacara mi cuaderno de dibujo. Nada de estudiar esta noche. Posiblemente
no pudiese concentrarme. De manera que pasé a una nueva página más
allá de la del hombre demoníaco y comencé a dibujar ese mismo rostro
perfecto. Sólo que esta vez intenté hacerlo más como Marc. Aún quería
darle dientes afilados y sus colmillos eran más puntiagudos que los reales.
También comencé a dibujar un nuevo estilo de cuernos desde su cabeza
antes que me diese cuenta que no lo estaba manteniendo tan realista como
lo había planeado.

DING.

Doblé la página anterior, preguntándome si podría ser…

Brent.

—Hey, Dermot.

Y un grupo de chicos de la fraternidad.

¡Incluyendo a Fry! Gracias a Dios.

Fry saludó con la mano, y estuve bastante seguro que no diría nada
acerca que era mi cumpleaños. Él sabía que yo no quería la atención.

Algunos de los otros parecían borrachos, Brent entre ellos, y


claramente estaban aquí por más tragos, dado que se dirigieron
directamente a la nevera de las cervezas.

—Hola —dijo Fry, acercándose a mí primero—. Carrera de cerveza


obligatoria. DD. ¿Te compro una más tarde?

Esas eran oraciones casi completas, lo cual fue mucho para Fry.

—En realidad, he estado un poco distraído y aún no te he enviado un


mensaje de texto a ti ni a Eryn, pero… tengo planes.

Fry se iluminó.

—¿Amigo o… diversión?

—¿Diversión? —Me balanceé sobre los dedos de mis pies—. ¿Creo?


—Bien por ti, amigo. —Me dio un puñetazo gentilmente en el
hombro—. Se lo diré a Eryn. —Se dirigió de nuevo a la salida mientras sus
amigos consiguiendo la cerveza llevaban su botín al mostrador.

Les registré rápidamente, esperando que la mayor parte de Chi Alpha


Sigma ya no obstaculizasen mi estilo cuando mi cita se estaba acercando
rápidamente.

—¿Eso es para mí? ¡Esto es perfecto!

Los ojos vidriosos de Brent se habían posado en mi bloc de dibujo ~en


el dibujo de antes que me gustaba, que le había gustado a Marc, y no
quería en absoluto que se utilizase para nada…

—Gracias, Dermot. Eres tan rápido como siempre. Podemos manejar


la tipografía una vez que la escaneemos e imprimamos pronto los carteles.

—Brent, no se supone que es…

—Es perfecto —dijo de nuevo, ya arrancándolo de la libreta y


enrollándolo para robármelo—. Me aseguraré que recuperes el original
cuando hayamos terminado.

No, no lo haría. Nunca recuperé el Árbol de la Vida, y la única versión


que quedaba eran copias del cartel de Homecoming que decía: ¿Cómo se
prepara un árbol conífero para el baile de bienvenida?

Se arreglan.

¡Ni siquiera era un árbol conífero!

—¡Brent! —Intenté llamarlo mientras él se alejaba apresuradamente,


con sus hermanos y cerveza a cuestas. No podía correr tras él y causar una
escena. Fry podría respaldarme, pero sólo empeoraría las cosas entre esos
idiotas y yo. No quería esa clase de inconveniente en mi cumpleaños, con
cuarenta y cinco minutos restantes de mi turno y un regalo realmente
asombroso del cosmos listo para recogerme.

Me sentí incluso peor cuando Fry, que claramente no sabía qué había
sucedido, se dio la vuelta para despedirse de nuevo con la mano antes de
subirse a su coche para llevar a sus amigos colina arriba.

Realmente no importaba. Ya estaba a mitad de dibujar la otra versión,


quizás una versión mejor, una que podría… posiblemente darle a Marc.
¡Pero una impresión de ello! En caso que todo esto terminase siendo una
casualidad o se incendiase, quería algo para recordarlo.

Los siguientes minutos volvieron a ser tranquilos, y después de las


nueve y media, comencé a sentirme ansioso. Más ansioso. De acuerdo, tan
nervioso que podría haber estado dando vueltas. Tenía que mantener mis
manos constantemente ocupadas, o buscarían uno de esos puntos que
pican en mi cuerpo de nuevo, y en este punto, me iba a dejar en carne viva.
No necesitaba ronchas en ninguna parte para desanimar a Marc. No
quería nada que jodiese esta noche.

Si aparecía.

Oh, por favor aún aparece.

Decidí sacar la basura un poco antes de la hora del cierre. Si alguien


entrase, sólo estaría fuera unos treinta segundos. Las dos bolsas de basura
grandes eran de mi tamaño, pero no demasiado pesadas. Las arrastré
hasta el contenedor detrás de la tienda, cargando una y luego la otra con
un resoplido. Luego revisé mi teléfono mientras estaba de pie en el
callejón, alejándome del olor del contenedor de basura para respirar aire
fresco y mirando la hora.

21.41. Heh. Mi hora real de nacimiento estaba a sólo un minuto de


distancia.

Feliz cumpleaños a mí.

—Oye. Necesitamos las llaves de esa caja registradora, chico.

Levanté la cabeza de golpe, asumiendo que serían Brent y los


hermanos de la fraternidad, haciendo el tonto para torturarme. Pero estos
no eran veinteañeros. Parecían cuarentones. ¿Quizás? Y rudos, como
realmente rudos, como el tipo de motociclistas o pandilleros de las
películas que…

Sacaban cuchillos a cajeros desprevenidos de tiendas de


conveniencia. El líder lo hizo, el que había hablado. Otro tipo tenía un tubo
o una palanca o algo así. Y un tercero tenía un arma. No la sacó pero me
la mostró desde dentro de su chaqueta ~una jodida arma.

— Y..y…yo…

—T…t…tú —se burló el líder de mí, acercándose con su cuchillo


realmente grande apuntando a mi garganta—, vas a entregar las llaves y
cualquier dinero en efectivo u objetos de valor que tengas contigo.

Tenía mi teléfono en mi mano. Podría marcar el 911.

No. Eso sería estúpido. Se suponía que debías entregar todo lo que te
pedía el ladrón, ¿verdad? ¿No empeorar las cosas?

—¡Ahora!
Su bramido me sobresaltó y me cayó el teléfono de mis temblorosos
dedos, aterrizando justo en una esquina y provocando que la carcasa se
soltase y quizás se rompiese la pantalla.

—Llaves, cartera y cualquier cosa de valor —repitió el líder de


manera amenazadora, acercándose para presionar la punta de su cuchillo
contra mi manzana de Adán. Si tragaba, me cortaría.

Mi cabeza ardía. Mi espalda también. ¿Estaba hiperventilando?


¿Estaba teniendo un ataque de pánico? No podía moverme, pero todos los
lugares que me habían estado picando durante todo el día repentinamente
palpitaron. Mis manos se retorcieron, desesperado por alcanzar un lugar
u otro.

—No hagas ningún movimiento a menos que sea lentamente al


bolsillo.

—Y…yo…p...p…por favor, yo…necesito. —No pude evitarlo. Tenía


que rascarme la espalda, la cabeza, algo, tenía que hacerlo, o sentía que se
me iban a salir los huesos.

Moví la mano detrás de mi espalda para rascar entre mis omóplatos,


pero la picazón y el dolor fueron aún peores.

—¡Va a por un arma!

¿Qué? No, yo…

El líder empujó el cuchillo hacia mi garganta.

Estaba muerto. Iba a morir.


Sentí que la sangre comenzaba a gorgotear y llenar mi tráquea casi de
inmediato. Pronto, no sería capaz de respirar. Me atragantaría con mi
propia sangre hasta que perdiese el conocimiento, me desangrase, y fuese
un cuerpo sin vida en el callejón para que alguien lo encontrase.

Como Marc.

¡No vengas! ¡No vengas mientras aún estén aquí!

—¡Consigue las llaves de su cinturón!

—Mierda, es mucha sangre…

—Idiota, ¿qué vamos a hacer ahora?

—¡Consigue las llaves!

Saqué el cuchillo de mi garganta, lo que lógicamente supe fue la


opción más estúpida. Nunca saques el cuchillo. ¡Nunca lo saques! Pero la
sensación del metal atrapado ahí había sido insoportable, y si de todos
modos iba a desangrarme, quería que fuese rápido.

Por favor, deja que esto termine rápido.

Caí de rodillas cuando el cuchillo se escapó de mis manos y cayó al


suelo, probablemente justo al lado de mi teléfono roto. De alguna manera,
el dolor en mi cabeza y espalda aún era peor que una herida de cuchillo
en mí yugular. Necesitaba quitarme el gorro. La camiseta. Tenía que
escapar de esa sensación.

Saqué el gorro de mi cabeza con una ráfaga de aire fresco que alivió
al menos algo de ese extraño calor. Luego cogí la parte superior de mi
camiseta y tiré ~ rasgándola justo por el centro. ¿Cómo hice eso? Era tela gruesa
con sólo tres botones en la parte superior, pero la había destrozado por
completo.

—¿Qué cojones está haciendo?

—¡Consigue sus llaves!

—Amigo… él es… ¿qué cojones?

¿Qué? Me pregunté. Aún podía pensar. Aún podía respirar. Había


perdido mucha sangre, pero esa sensación de gorgoteo y asfixia se estaba
desvaneciendo. Estiré la mano de manera vacilante para tocar mi cuello,
pero ya no podía sentir el corte. Mi cuello estaba húmedo y pegajoso, pero
no rezumando, y no pude encontrar la herida.

Mi visión se hizo túnel, como ajustándose a un microscopio, borrosa


y luego cristalina, incluso ampliada, hasta que pude ver pequeños trozos
de plástico en el cemento que se había desprendido de la pantalla de mi
teléfono tan cerca como si me hubiese caído en la cara junto a ellos. Pero
aún estaba de rodillas, y mi cabeza… mi cabeza, mi espalda, yo…

—¡Yahhhhhhhh! —Aullé cuando el calor y el dolor explotaron en una


ráfaga final como si me hubiesen disparado. ¿Me habían disparado? ¿Ese
tipo había sacado su arma y terminado con mi miseria? Pero no. El dolor
estaba en demasiados lugares, encima de mis sienes como si algo hubiese
brotado de mi cabeza, y lo mismo entre mis hombros y en la base de mi
columna vertebral.

—¡Jodida mierda! ¡Jodida mierda! ¿Qué cojones es él?

Primero extendí la mano detrás de mí a la línea de mis vaqueros.


Había algo adherido a mí, más delgado que el ancho de una de mis
muñecas, y mientras lo seguía desde donde parecía haber crecido en mi
espalda, se hizo más pequeño y se movió en mi mano, permitiéndome
sentir toda la longitud, como una serpiente ondulante.

Una cola.

Tenía una cola.

Con ahora manos temblorosas, extendí la mano entre mis hombros.


Las protuberancias que habían desgarrado los restos de mi camiseta eran
más gruesas, también más firmes, como tendones duros o huesos. Me
flexioné y las protuberancias se extendieron alrededor de mi cuerpo ~alas
negras parecidas a las de un murciélago con detalles en verde azulado
oscuro.

Alcancé mi cabeza, sintiéndose casi completamente entumecida


ahora, conmocionada, y ya podía imaginar lo que encontraría ~cuernos,
creciendo desde donde me había estado picando todo el día. Y cuando finalmente
miré fijamente mis manos, mis uñas parecían garras.

¿Qué era yo?

¿Qué me sucedió?

—No es sólo una alegría. Sabía que eras tú.

Levanté la mirada hacia donde los tres hombres que me habían


atacado estaban mirando fijamente con miedo petrificado en lo que me
había convertido, el cuchillo ensangrentado en el suelo y el tubo de uno
de los hombres cayendo también con estrépito, cuando alguien más entró
en escena. Todos se alejaron del horro que yo les había inculcado para ver
algo nuevo salir de las sombras que era incluso más aterrador que yo.

Y tan… Tan hermoso.


El cabello rojo, del color de brillantes manchas de sangre, se disparaba
hacia arriba en hermosas ondas, moviéndose como puntas de llamas,
como si el hombre al que estaba adherido estuviese bajo el agua. Ojos
igualmente rojos ardían intensamente, con pupilas negras como mechas
de velas dentro de las llamas. Su piel era de un tono ceniza oscuro, casi
violáceo, orejas puntiagudas como las de un elfo, con cuernos
extendiéndose desde arriba, anidados en su cabello y girando en espiral
hacia arriba y hacia atrás a la misma altura que sus llameantes mechones.
Los cuernos estaban ranurados de una manera que parecía negra en su
base, pero las secciones corrugadas eran casi como escamas, descoloridas
a blanco con ribetes rojizos.

Llevaba un cinturón brillante, quizás hecho de plata con piedras


preciosas de rubí, y un taparrabos verde azulado colgaba en la parte
delantera hasta sus rodillas. Una prenda similar colgaba detrás de él, más
largo hasta los tobillos en azul oscuro, sin ocultar ninguna de sus caderas
desnudas ni sus fuertes muslos. En su pecho había correas, como un arnés,
con un medio chaleco verde azulado y azul oscuro encima, más como una
armadura para los hombros que como una cubierta real.

Detrás de él, alas extendidas, más grandes que las mías, parecidas a
las de un murciélago pero de alguna manera también emplumadas. Los
tendones externos eran del mismo color violáceo oscuro que su piel, pero
había púas blancas en sus picos, y las plumas comenzaban a ser negras,
parecidas a huesos, sólo para desvanecerse a rojo y luego blanco,
volviéndose más suaves como si cambiasen a verdaderas plumas en sus
puntas.

Como yo, tenía afiladas garras negras y una cola, pero sus pies
también tenían garras como las de un ave de presa, haciendo que su altura
fuese imponente. Todo su cuerpo tenía extrañas y atractivas crestas, la
mayoría de las cuales podía ver fácilmente, teniendo en cuenta la poca
ropa que estaba llevando.

Pero las partes humanas de él, la forma de su rostro, el sonido de su


voz… todas eran demasiado familiares.

—¿Marc…?

Sonrió, mostrando los colmillos más largos que le había dibujado ~y


entonces sus garras comenzaron a cortar.
rimero, mis amores, dejad que os cuente acerca de la noche que renació
nuestro querido Avi.

Luego podremos pasar a lo bueno.

e corté la garganta al matón más cercano con mis garras ~una vez, dos
veces~ cortándolo en tiras y chorreando sangre por su camiseta. Se lo
merecía. Todos se lo merecían mucho por apuntar con armas a uno de mis
parientes. Sólo nosotros podemos matar a los nuestros.

Aunque esperaba que Avi no me considerara demasiado familia


después de esto. Podríamos ser de la misma calaña pero difícilmente
relacionados. Y era un mestizo tan adorable, mostrando su primer par de
cuernos y alas como un recién nacido brillante y burbujeante.

Cuando el hombre que pronto moriría cayó, agarrándose el


destrozado cuello, atrapé al siguiente mientras intentaba ~tontamente,
debería agregar~ pasar corriendo a mi lado. Apreté hasta que su tráquea
colapsó. Entonces seguí apretando hasta que sangre fluyó por mis dedos.
Convulsionó cuando golpeó el pavimento, ya más muerto que el primero.
Los humanos eran criaturas tan frágiles.

El tercer tipo había optado por congelarse en lugar de luchar o huir,


y se quedó de pie mirando fijamente, temblando en sus botas, y
orinándose encima. Era el que había apuñalado con ese cuchillo la
garganta de Avi, de manera que fui a por su polla lamentablemente
empapada.

Se la arranqué del cuerpo con un trozo de sus vaqueros. Quizás


vulgar, pero efectivo para ayudar a alguien a desangrarse más rápido. Sin
embargo, no lo suficientemente rápido, y ya que abrió la boca para gritar,
le di un golpe con la otra mano, empapada en la sangre de sus
compañeros, y también le arranqué la mandíbula, haciendo que ese grito
se convirtiese en un chirrido en la parte posterior de su expuesta garganta.
Cayó de rodillas y hacia adelante, probablemente muriendo de shock en
el acto. Convulsionó un poco demasiado.

Dejé caer la polla envuelta en mezclilla sobre su espalda y convoqué


un pequeño fuego infernal para quemar la fétida orina de mi piel con un
chisporroteo. Eso también quemó la sangre, pero tenía mucha en mi otra
mano, y miré directamente al dulce y aturdido Avi ~aún de rodillas, a
camiseta rota y la cabeza libre de su gorro~ mientras me lamía la sangre de
mis garras.

No sería la última vez que él viese tal carnicería, y aprendería a


disfrutar derramar sangre con el tiempo.

Había sangre sobre él ~suya~ embadurnando su cuello y pecho desde


donde la herida se había cerrado cuando su verdadera forma despertó.
También quería lamer esa sangre porque esta forma era hermosa. Había
sido adorable como humano, eso sí, el tipo de cosa pequeña y delicada que
me hubiese encantado arruinar. Como demonio, ya podía ver lo
impresionante que sería una vez que creciese.

Había un efecto sombrío desde el negro de los bordes de sus alas


hasta el verde azulado en el centro de las membranas, con las mismas
espirales sombrías en sus cuernos, que brotaban más hacia afuera que los
míos y se curvaban hacia adelante. No sabía lo hermosos que se veían, ni
sabía cómo había cambiado su cabello rubio pálido, no aplastado por su
gorro sino peinado hacia atrás casi con un brillo por lo blanco que se había
vuelto.

Sus ojos brillaban incluso más, un verde azulado más brillante que
antes, con las pupilas rasgadas como cualquier demonio, pero sus orejas,
colmillos y garras sólo eran ligeramente puntiagudas. Se harían más
puntiagudas con el tiempo. Todo él se volvería más puntiagudo una vez
que sus verdaderos poderes se manifestasen. Y yo estaría justo a su lado.

Lamí más de la sangre de mis dedos, y Avi se estremeció. Pensaba


que debería sentirse asqueado, pero no era así. No por mí o lo que yo había
hecho. A él le gustó. Su lado humano le decía que no debería, pero podía
decir que le gustó.

—Hola, Avriel. Ese es tu nombre completo, ¿no? Angelical. Supongo


que llego un poco temprano para nuestra cita, ¿sí? ¿O justo a tiempo?

Su respiración se había vuelto agitada, y no respondió.

—Eres hermoso. —Rodeé el cuerpo caído del tipo sin polla y sin
mandíbula con un crujido de mis pies con garras—. Mis disculpas por
quitarte el placer de matar por primera vez, pero fue demasiado
imperdonable lo que le hicieron a esa bonita garganta.
—T…tú eres… —Los ojos de Avi se levantaron lentamente del
sangriento desastre que yo había hecho con sus atacantes—. ¿Realmente
Marc?

—Marchosias, si estamos siendo apropiados. Pero normalmente no lo


soy. Un verdadero placer conocerte, Avi.

Su boca se movió con varias sílabas silenciosas antes de preguntar:

—¿Q…qué me hiciste?

Aún nada. Tenía muchas esperanzas de poder hacer mucho con ese
cuerpo eventualmente.

—Yo no, Avi. Despertaste, es todo, en este día de Samhain4—Sonreí


y me acerqué un poco más—. Feliz cumple…

Se puso de pie de un salto con un silbido de sus alas levantándolo del


suelo. Cuando se cayó de nuevo, se tambaleó por la sorpresa de haber
estado en el aire y comenzó a retroceder.

—Quiero decir que no te haré daño. —Levanté mis manos para


tranquilizarlo—. Deseo servir, ayudarte a ascender a tu verdadero poder
y propósito. —Me arrodillé y caí hacia delante en una profunda
reverencia—. Mi futuro rey.

—¿R…rey?

4 Día de Samhain (Samhain es una fiesta gaélica que se celebra el 1 de noviembre y que marca el final de la temporada de cosechas y el
comienzo del invierno o la «mitad más oscura» del año. Las celebraciones comienzan en la tarde del 31 de octubre, ya que el día
celta comenzaba y terminaba al atardecer. Se trata de una fecha a medio camino entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno. Es una
de las cuatro fiestas estacionales gaélicas, junto con Imbolc, Beltane y Lughnasa. Históricamente se celebraba en toda Irlanda, Escocia y la Isla
de Man (donde se escribe Sauin). Los pueblos celtas bretones celebraban una fiesta similar, llamada Calan Gaeaf en Gales, Kalan
Gwav en Cornualles y Kalan Goañv en Bretaña.)
Levanté la mirada pero permanecí de rodillas. A él le gustaba yo de
esta manera. No sólo los pedazos de demonio y la escasa ropa, sino yo
siendo sumiso, postrado ante él.

De hecho, un rey en ciernes.

—Estás destinado a convertirte en el primer rey del Infierno. —Vi sus


brillantes ojos verde azulado abrirse como platos—. Los príncipes han
estado peleando durante años, pero nunca ha habido un rey. Se ha dicho
que uno de los príncipes, uno de los archidemonios, aunque nadie sabe
cuál, y todos han intentado reclamar que fueron ellos, se las apañó para
reunir suficiente poder hace unos veintidós años para venir aquí en carne
y hueso y engendró el mayor de todos los mestizos. Tú.

Era mucho para un chico que sólo había tenido edad suficiente para
beber durante los últimos cinco minutos.

—Avi. —Me puse de pie.

—Para. —Se tambaleó hacia atrás.

Levanté las manos de nuevo, progresando más lentamente.

—Todo está bien. Tienes un destino…

—¡Para! —Su siguiente tambaleo lo hizo golpear el contenedor de


basura con un ruido metálico y sus brazos se lanzaron hacia adelante,
lanzándome lo que sólo pude describir como fuego verde azulado, con el
ancho de una bala de cañón y la devastadora fuerza de un rayo láser.

Quemó mientras me desgarraba el costado, quemándome hasta llegar


al hueso. Gruñí y caí sobre una rodilla mientras se disipaba, sosteniendo
donde pude sentir un torrente de sangre caliente. Si ese disparo hubiese
sido más certero, yo estaría muerto.

Magnífico.

—No… —Avi negó con la cabeza, y luego sacudió las manos, como
si intentase obligarlas a volverse humanas—. ¡No! —Entonces lo hicieron,
y todo él se hundió cuando una ola lo atravesó, cambiando sus rasgos
demoníacos de nuevo a un pequeño y joven rubio con media camiseta.

—Avi…

—¡Aléjate de mí! —gritó, ya apresurándose, corriendo hacia el poste


cerca de la puerta trasera para recuperar su bicicleta candada.

Mientras respiraba a través del dolor en mi costado, intentando sanar,


pero sintiendo lo lento que iba dado el poder que me hirió, sólo pude
vislumbrar brevemente a Avi arrancando sin saberlo la cadena de su
bicicleta como si fuese papel de seda y saliendo disparado como un loco,
ensangrentado y posiblemente un poco desquiciado después de todo la
terrible experiencia, en dirección a su casa.

Le eché un vistazo a mi herida. Eso era hueso, con varias costillas


visibles, y mi carne se estaba cerrando demasiado lentamente. Tendría que
esperar hasta que estuviese cubierta por un poco de tejido antes de
cauterizarlo. Mientras lo hacía, estuve lo suficientemente cerca del último
matón como para quemarlo con un toque de fuego del infierno hasta que
no fue más que cenizas chamuscadas en el pavimento.

Una vez que mi herida tuvo músculo y un poco de piel formándose,


me cautericé y contuve un siseo por cómo me picaba. No era un guerrero
del Infierno, pero había tenido una buena cantidad de heridas de maestros
bruscos. Ninguno había estado nunca tan cerca de matarme o causarme
tanto dolor, especialmente sin intentarlo.

Mientras recuperaba el aliento, metí la mano debajo de la tela que me


cubría y le di un golpe a mi polla en alerta. Más tarde, por mucho que ya
estuviese demasiado excitado por el poder que ejercía Avi y el peligro de
servirlo. Le serviría. Me montaría en sus faldones y ascendería desde lo
que mis parientes llamaban patético diablillo a un poder mayor que
cualquiera de mis amos.

Si sólo Avi dejase de correr.

Mi costado dolía cuando me puse de pie, pero no podía demorarme


ni dejar el resto de este desastre sin ordenar. Quemé los otros cuerpos y
señales de sangre con más fuego del Infierno, borrando toda evidencia de
lo que había sucedido. También recuperé el móvil de Avi y descarté el
gorro. Parecía apegado a ese tonto gorro, y tenía cierto encanto.

Luego asumí mi apariencia humana para cerrar la tienda. Por suerte


para esta tranquila ciudad universitaria, nadie me molestó, o podría haber
tenido que deshacerme de más cuerpos.

Cuando fui a recuperar la mochila de Avi de detrás del mostrador,


que imaginé aún tenía ese pastelito sin comer dentro, noté que su
cuaderno de dibujo había quedado afuera ~en una representación muy obvia
de mí. No el de antes. Esto era nuevo, incluso más parecido a mí que
cualquier premonición desconocida que hubiese tenido de mi venida, con
mis colmillos y mis correctos cuernos y todo. Casi me sentí conmovido.
Tenía muchas ganas de que sintiese anhelo carnal por mí, pero parecía que
su lado humano podría sentir afecto. Que pintoresco.
Avi se había dejado las llaves, de manera que cerrar con llave fue
bastante simple. Había cámaras, pero no habrían captado nada. La energía
demoníaca de Avi habría hecho que todas colapsasen, y no había ninguna
que apuntase hacia donde había sido atacado y se había transformado ~y
donde yo había arrasado con esos tontos.

Ahí fue también donde yo había pasado el día anterior. Aún podía
oler el azufre. O quizás eso fue por el despertar de Avi. Aquí no sería
donde apareció el primer avatar de los archidemonios. Se formarían
diferentes debilidades entre el velo entre el Infierno y la Tierra, por toda
la ciudad, hasta crear un nexo en el centro para un desgarro más grande.
No había manera de saber dónde, pero Avi podría ser capaz de olfatearlos.

Mientras tanto, olfatearlo a él fue simple. Ya sabía dónde vivía, y


efectivamente se había ido a casa. Era un lugar pequeño, apenas tres
manzanas subiendo la colina y bajando por una calle lateral cerca de un
parque. Escalones de cemento llevaban a la puerta principal, y la puerta
contra tormentas no se había cerrado bien, probablemente porque se abrió
con demasiada fuerza y se cerró rebotando varias veces. Avi incluso había
dejado caer su bicicleta de cualquier manera en el camino de entrada.

La apoyé contra el lateral de la casa y vi luz en el cuarto de baño.


Nunca entendí por qué los humanos ponían ventanas en los cuartos de
baño. ¿Para jugar a las escondidas con los vecinos? Pero con las cortinas
abiertas, pude ver claramente a Avi, mirando fijamente su reflejo.

Se tocaba el rostro, donde los cuernos habían estado en su cabello,


donde la herida del cuchillo había atravesado su garganta, y aún estaba
manchada con sólo sangre medio seca. Estaba respirando de manera
agitada, probablemente por su rápido viaje y continuo pánico, pero
cuando agarró ambos lados del pequeño lavabo y se miró fijamente con
más fuerza en el espejo, supe que estaba intentando provocar lo que
sucedió después a propósito.

El blanco le recorrió el cabello y sus cuernos, alas y otros aspectos


regresaron en un abrir y cerrar de ojos.

Avi se agitó hacia atrás, golpeando el inodoro, y me agaché para


asegurarme que no me viese. Aún no. Eché un vistazo de nuevo, estaba
sacudiendo sus manos como antes para volver a ser humano, y luego se
dio la vuelta, apenas levantando la tapa del inodoro antes de vomitar.

Iba a necesitar mucho convencimiento para aceptar su destino.

Probablemente de rodillas. Ahí era donde yo hacía lo mejor que podía


para convencer.

Cuando terminó de expulsar el escaso contenido de su estómago,


comenzó a desnudarse. Observé, disfrutando de la revelación de la piel
desnuda, incluso si su camisa de trabajo ya era poco más que harapos. Era
una cosita pequeña, pequeña pero no carente de escultura. Su forma de
demonio aún no tenía crestas, aún era carne mayormente suave, pero de
nuevo, eso cambiaría con el tiempo. Me imaginé utilizando mis garras en
su cuerpo humano, sacando pequeños riachuelos de sangre, y utilizándola
como pintura sobre un lienzo hasta que se retorciese ~recorriendo cada
músculo, cada pezón, bajando por sus caderas y ofreciendo un
provocativo pinchazo a lo largo de su polla. Mi primera experiencia con
un ser humano, o lo suficientemente cerca de uno.

Avi se metió en la ducha, y apreté más la presión entre mis piernas.

Pronto.
Había cerrado con llave la puerta principal detrás de él, de manera
que no estaba siendo completamente irracional, pero yo tenía sus llaves.
La casa se abría a una sala de estar y un comedor. Parecía más grande por
dentro, muy bien remodelada para una construcción de principios del
siglo XX. Probablemente su padre hubiese hecho la mejor parte,
incluyendo nuevos suelos y alfombras, e incluso una estufa de leña
renovada. El dormitorio más cercano olía como Avi. Más adentro había
un pasillo donde pude ver la luz del cuarto de baño. El dormitorio de su
padre debía estar en la parte de atrás. También pude ver la cocina desde
la entrada, a través de una puerta abierta más allá de la mesa del comedor.

Sobre la mesa había un puñado de globos atados a un jarrón barato


con crisantemos de color naranja intenso. Puse la mochila de Avi cerca de
ellos y encontré una tarjeta apoyada contra el jarrón. Avi claramente aún
no se había molestado en mirarla, pero al encontrar la tarjeta abierta, leí:

¡Feliz cumpleaños, chico! Tu sorpresa está en la nevera.

Con suerte, un día no muy lejano, podamos tener uno o dos de estos
juntos.

Dulce papá. Definitivamente la mitad humana de Avi. Sin descartar


una de las habilidades del archidemonio para fingir estar aún en el
Infierno mientras en realidad estaba criando a su mestizo en la Tierra, pero
lo dudaba.

Dejé de nuevo la tarjeta apoyada contra el jarrón y fui a la nevera a


echar un vistazo al interior. Había un paquete de seis con un lazo encima
junto a un pequeño pastel. Lindo. A mi derecha estaba la puerta de una
despensa, pero detrás había una puerta abierta que daba a una oficina. En
el otro extremo de la habitación había un acceso exterior desde un corto
tramo de escalones. Los bajé para echar un vistazo a través del cristal en
la puerta. Un patio trasero bastante grande. Con mis ilusiones, sólo para
estar seguros, podríamos utilizar ese espacio para entrenar. Avi lo
necesitaría.

Un jadeo sonó desde detrás de mí.

—¿Avi?

Arrastrándose, corrió y de manera caótica, sonó más cerca, entrando


en la cocina.

Volví a subir los escalones.

—Avi, no tienes nada que temer de mí. —No podía verlo, pero podía
escucharlo dando vueltas, buscando algo—. Estoy aquí para ayudar.
Puedo explicarte todo lo que quieras saber.

Los ruidos se detuvieron, se calmaron, como si se hubiese congelado


en el lugar.

—¿Avi? —Eché un vistazo por la puerta de la cocina.

Y bendice el corazón recientemente ennegrecido de Avi ~porque me


apuñaló justo en el mío.

l cuchillo se rompió, se dobló, como un accesorio de película en un


perfecto pliegue de acordeón con un cosquilleo de vibraciones a través de
mi mano.
Lo dejé caer. Había un pequeño agujero en el lado izquierdo de la
camiseta de Marc, pero no sangre, ni herida. Al menos había camiseta, con
Marc humano de nuevo. Pero no era humano. Ni siquiera era Marc.

Era Marchosias.

Un demonio.

—Tosco —dijo Marc, metiendo un dedo por el agujero, peri cuando


lo sacó, el agujero se cerró como por arte de magia—. Aunque sólo es una
construcción.

Me alejé corriendo de él pero tropecé con algo que debí haber tirado
al suelo mientras buscaba el cuchillo y casi salí volando hacia atrás. No lo
hice porque Marc se lanzó hacia delante y me atrapó por la cintura, tal
como me había salvado antes de ser aplastado por mi mochila.

Sus manos eran tan… cálidas, y sentí ese cosquilleo de piel de gallina
extenderse por mi piel cuando sentí por primera vez su aliento en mi
cuello. Ahora estaba en mi pecho, mi pecho desnudo, porque no había
llegado a mi habitación cuando vi mi mochila y no llevaba nada más que
una toalla.

—¿Ves? Estoy aquí para ayudar. Para servir —dijo como lo hizo en el
callejón.

Al menos su acento era real, pero nada del resto lo había sido.

Quité sus manos de mi cintura, y Marc retrocedió, levantándolas de


esa manera defensiva como si no quisiera hacer daño. A pesar que había
matado a tres personas frente a mí y lamió la sangre.

Lo cual no debería haberme excitado tanto como lo hizo.


Mi toalla comenzó a soltarse, y agarré ambas esquinas para evitar que
se resbalara. Marc me miró con la misma mirada interesada que cuando
pensé que sólo era un estudiante transferido al que realmente podría
gustarle.

—Me deshice de los cuerpos por ti —dijo, las manos aún levantadas—
. Cerré la tienda. Incluso traje tu mochila, bloc de dibujo, gorro y móvil
incluidos, sin preocupaciones, y enderecé tu bicicleta afuera. Soy un
amigo.

—T…tú eres un…

—¿Demonio? —Marc sonrió, e incluso sin sus colmillos alargados, así


como los veía ahora, afilados como los de un tiburón—. Oh, amor. Tú
también.

Seguía diciendo eso, pero no podía ser cierto. No podía serlo.

—¿Necesitas otra taza de té? —Bajó las manos, pero luego chasqueó
los dedos de una, y una pequeña llama flotó sobre su pulgar—. Puedo
hacer hervir la tetera.

Miré fijamente. No sabía qué creer. ¿Yo estaba muerto? ¿Había


muerto por ese cuchillo que atravesó mi garganta, y todo esto estaba en
mi cabeza cuando la última de mis neuronas se quemó?

Marc frunció el ceño y apagó la llama.

—Mal gusto, ¿eh? Aunque puedo, si es lo que quieres. ¿A menos que


prefieras una de las bebidas de la nevera? —Se acercó lentamente,
rodeándome con mucho espacio y abrió la puerta.
Mi regalo de parte de mi padre era un pastel y un paquete mixto de
seis de una cervecería local con una nota que decía:

¡Guarda una para mí!

Marc arrancó dos del anillo de plástico duro.

—¿Qué dices? Puedo explicarlo todo.

Mi estómago vacío por los vómitos probablemente hubiese estado


mejor con un trozo de pastel o unas galletitas saladas, pero necesitaba
respuestas, y compartir una bebida con un demonio no sería lo peor que
había sucedido hoy. Después de asegurar la toalla, levanté una mano, y
Marc me lanzó una de las cervezas.

Intentó sentarse a mi lado, pero me moví hacia el lado opuesto a él,


de manera que la mesa de comedor estuviese entre nosotros. Abrí mi
cerveza y bebí la mitad de un trago. Marc también bebió un poco de la
suya y se movió para inclinarse sobre la mesa. Siseó y se enderezó de
golpe, sujetándose el costado. No podía ver sangre filtrándose a través de
su camiseta aparentemente reconstruida, pero ahí fue donde le disparé esa
extraña explosión de energía.

—Yo… te hice daño —dije.

—Lo hiciste. —Marc se movió de nuevo, esta vez eligiendo no


inclinarse hacia delante—. Simplemente no con el cuchillo.

El cuchillo ~que estaba doblado y aún es el suelo de la cocina, junto


con el paño de cocina con el que había tropezado.

—¿Sabes cómo hacerme daño de nuevo? —preguntó Marc, y


probablemente fuese estúpido que negase con la cabeza, pero no tenía idea
de cómo le hice daño la primera vez—. Puedo enseñarte, prepararte para
lo que está por llegar.

—¿Lo que está… por llegar?

Marc dio otro sorbo a su cerveza antes de responder, de manera que


yo también lo hice.

—¿Los príncipes del Infierno, los archidemonios? Se enviarán…


embajadores, por así decirlo.

—¿Para reclutarme?

—Para matarte. Y robar tu poder antes que accedas a él por completo


y te apoderes del Infierno y de toda la tierra en tu nombre… cualquiera de
tus padres sea el archidemonio que te engendró. Yo apuesto por mamá.

Yo estaba muerto. Tenía que estarlo. La cerveza ni siquiera estaba


haciendo que mi cabeza se sintiese confusa.

—Eres su carta de triunfo, Avi. Sea quien sea, se adelantó a los demás.
Estás listo para comenzar el apocalipsis. Y como dice el refrán, más vale
reinar en el Infierno que servir en el Cielo, ¿no?

La cerveza definitivamente estaba amenazando volver a subir.

—Oh, Dios mío…

—No exactamente. —Marc sonrió—. Pero esto es bueno. Una


oportunidad para ser más grande y más poderoso de lo que jamás podrías
imaginar. Puedo ayudarte a sobrevivir a lo que está por llegar. Puedo
ayudarte a prosperar. Y lo único que pido es un asiento a tu derecha.
Me reí. Parecía la respuesta adecuada a las más jodida de todas las
situaciones. Aquí estaba yo preocupándome que Marc quisiera mis notas
de Ética o uno de mis dibujos más que a mí. Quería algo, pero era un
asiento de primera fila para el fin del mundo, y se suponía que yo estaría
impulsándolo.

—No voy a comenzar el apocalipsis. No voy a hacerme cargo de nada.

—Sin embargo, lo harás, incluso si aún no lo crees. Básicamente eres


el anticristo. Estoy seguro que has visto alrededor de millones de películas
acerca de este tema.

—¡No soy un demonio! No puedo serlo. Mi madre. —Me interrumpí


antes que pudiese decirlo, pero entonces tenía que hacerlo—. Mi madre…
murió dándome a luz.

Marc se chupó los dientes.

—Con suerte, eso quiere decir que ella es la mentirosa y no tu padre


y él la mató después que tuviese relaciones sexuales con ella. —Se rio entre
dientes, se rio entre dientes, mientras mi mente daba vueltas, y sentí que
ahora iba a vomitar tres veces—. Ups. De nuevo mal gusto. Lo siento,
hermano. Pero endulzarlo no va a cambiar nada. Eres el hijo de un
archidemonio preparado para rehacer el mundo, y yo soy el guardián, no
un ángel, para protegerte hasta que lo hagas. Para servirte… como quieras.

Se levantó de la mesa, y no estuve seguro si yo quería pelear o huir.


Terminé sin hacer ninguna de las dos cosas, simplemente me senté ahí
mientras él giraba mi silla hacia afuera de la mesa como si, incluso
conmigo en ella, pesara aproximadamente lo mismo que una de esas latas
de cerveza.
Había separado las piernas mientras habían estado escondidas debajo
de la mesa. La toalla estaba bien ajustada, pero se había abierto un poco,
dejando al descubierto mis muslos. Marc se dejó caer al suelo entre mis
rodillas, siseando de nuevo y tocando su costado, pero eso no lo disuadió.
También se había arrodillado en el callejón. Inclinado. A mí. Aún pensaba
que él era hermoso. Había pensado que su forma de demonio también era
hermosa, muy parecido a mi dibujo, demasiado parecido a mi dibujo.

Tenía que estar soñando. Imaginando esto. Muerto.

—Como quieras —dijo de nuevo y agarró mis rodillas, empujando la


toalla más arriba de mi regazo mientras pasaba las palmas de sus manos
a lo largo de mis muslos, sus pulgares rozando justo entre ellos. Incluso
en la ducha, limpiando la sangre, no había sido capaz de hacer que mi
polla se calmase. Había estado al menos medio dura desde que lo vi
masacrar a esos hombres en el callejón.

¿Qué estaba mal conmigo?

—No hubo una actuación antes. —Marc hizo círculos con sus
pulgares cada vez más arriba entre mis piernas—. Bueno, lo fue un poco,
para estar de tu parte, averiguar un poco sobre ti, descubrir si la manera
en que mis sentidos hormigueaban a tu alrededor era por algo más que
esa cara bonita y esa entrañable energía. —Sus manos desaparecieron
debajo de lo último de la toalla cubriendo mi polla. La agarró, dejándome
sin aliento—. Eres algo especial de cualquier manera y quiero ser parte de
ello.

Acarició mi polla y acarició mi saco con un suave deslizamiento de su


largo dedo medio provocando debajo de mis testículos hasta mi perineo.
—Puedo enseñarte mucho, Avi, todo lo que necesitas saber acerca de
nuestra gente, acerca del Infierno, acerca de cómo puedes rehacerlo y esta
imagen del mundo conmigo a tu lado. —Levantó la toalla para
exponerme, ni siquiera se molestó en desatarla, y me olfateó como si
hubiese olido un lado de mi cabeza después de besarme la mejilla.
Cualquier feromona que encontró hizo que sus ojos parpadearan, sus ojos
marrones pero rojizos que eran rojo llama, rojo sangre cuando tomaba su
verdadera forma.

Mi polla palpitó en su agarre mientras continuaba acariciándome,


tocándome, y comenzó a frotar mi perineo y mi agujero con pequeños
golpes. No había querido moverme en mi asiento para hacer que le
resultase más fácil alcanzarlo, pero su toque hizo que todos mis músculos
se licuasen. Nadie me había tocado antes. Sólo yo. Sólo mis manos. No
sabía cómo no me había corrido ya con un chorro en su rostro.

Entonces lo imaginé, cintas de semen surcando su hermoso rostro, y


él lamiéndolo con su lengua, y luego inclinándose entre mis piernas para
lamer el resto de mi…

—¡Ah-hhh…! —Me corrí, aunque no tan impresionante como para


golpear sus labios o mejilla. Se rio entre dientes y me acarició a través de
las secuelas. La manera en que había imaginado correrme antes que lo
hiciese había parecido tan real, como una imagen plantada en mi mente.
¿Él había hecho eso?

Marc siseó de nuevo, sólo ligeramente, cuando se inclinó para lamer


la corrida de mi polla como yo había comenzado a imaginar. Con él más
cerca, le levanté la camiseta. Aunque sólo fuese una ilusión, la tela se
sentía real. Levantada de su costado, pude ver tejido cicatricial burbujeado
como el de una quemadura grave, pero mientras la miraba fijamente, las
cicatrices se estaban volviendo más débiles y estaban sanando.

Atrapó mi mirada, sacándola de la herida, y sonrió con suficiencia


cuando llevó su mano a su boca y lamió lo último de mi corrida de sus
dedos tan lascivamente satisfecho consigo mismo como cuando lamió la
sangre.

Quería que fuesen ambas cosas, una mezcla de sangre y corrida, y


meter mi polla en su garganta.

¿De dónde había venido eso?

¿Qué me estaba sucediendo?

—Cualesquiera que sean los planes que tu progenitor archidemonio


pudiese tener, Avi, tú eres el que tiene el poder. —Marc aún me estaba
acariciando, como si quisiera devolverme a mi máxima posición, y mi
polla pareció completamente de acuerdo con esa idea—. Nunca tendrás
que sentirte pequeño o ignorado de nuevo. Nunca dudes de tu camino o
de lo que puedes hacer. Nunca hay que sentir remordimiento o
compasión.

¿Ni remordimiento ni… compasión?

—Puedes arrasar con cualquiera que se cruce contigo. Hacer que lo


paguen. Hacer que sufran.

No quería eso.

No quería nada de eso, sin importar lo que dijese mi traidora polla o


mis retorcidos deseos.
—Tú serás el que tenga el control, Avi, y puedes tener y hacer lo que
quieras. —La mano de Marc estaba comenzando a formar garras, la piel
cambiando a color violáceo, mientras pasaba la yema de su pulgar sobre
mi nueva burbuja de pre-semen. Se inclinó de nuevo como para tragarse
mi polla, y la mitad de mí, quizás más de la mitad, realmente quería
permitírselo.

Agarré uno de sus hombros para detenerlo, saqué su mano


demoníaca de la base de mi polla, y miré fijamente a sus ojos que estaban
brillando de color rojo con las pupilas en forma de hendidura.

— ¿Tú harás… lo que sea que yo pida? ¿Cualquier cosa que pida?

Sus colmillos crecieron, su expresión salvaje, y tan jodidamente sexy


que casi dudé de mi resolución.

—Absolutamente.

—Entonces sal jodidamente de mi casa.


o es que hubiese podido dormir después que Marc se fue, pero me
arrastré a la cama de todos modos ~después de esconder el cuchillo doblado en
la basura y ponerme ropa interior.

Y meter mi ropa rota y ensangrentada en una bolsa de plástico que


también escondí en la basura.

Y cerrar la puerta con llave.

No es que Marc ya no tuviese mis llaves que mantendrían fuera al


demonio. Mi orden podría. Al menos durante un tiempo. Él habría
discutido, habría intentado convencerme para dejar que se quedase, pero
eventualmente, habría estado de acuerdo en dejarme solo. Por ahora.

Seguía pensando que si esto no era real, eventualmente me


despertaría o moriría oficialmente y pasaría a lo viniese después si esa
puñalada en mi garganta realmente me matase. Pero el tiempo seguía
pasando, hasta poco después de las dos de la madrugada cuando escuché
a mi padre llegar a casa.

Mi habitación estaba justo al lado de la entrada, y aunque


normalmente cerraba la puerta de manera que mi padre regresando de su
turno de noche no me despertase, esta noche tuve que dejarla abierta y
vigilar la entrada. El movimiento de la cerradura me sobresaltó al
principio, pero me sentí aliviado cuando vi que era él.

—¿Estás despierto? —susurró cuando notó mi puerta.

—Sí.

—No me digas que te acabas de acostar hace un rato. —Se rio entre
dientes, hablando un poco más alto. Estaba llevando algo además de su
bolsa de trabajo que no pude distinguir en la oscuridad. Tuvo que dejarlo
en el suelo para cerrar con llave la puerta principal detrás de él.

Mi padre, Nathan Dermot, era aproximadamente de mi altura, a


finales de sus cuarenta, con el mismo tono de cabello rubio oscuro pero
ojos más verdes. Tenía barba, que con los años se había vuelto más rojiza,
y ahora también se divisaba algunos cabellos blancos. Si yo casi nunca iba
a ningún lado sin mi gorro, mi padre hacía lo mismo con sus gorras.

Apoyó su bolsa de trabajo contra la pared al lado de lo que fuese esa


otra cosa y miró dentro de mi habitación.

—¿Bien? ¿Has tenido un buen día, campeón?

Bueno no sería exactamente como yo lo describiría.

Conocí a un chico lindo.

Tuve una increíble primera cita.

Morí.

Me crecieron cuernos.

Tuve mi primer orgasmo asistido.


—Estuvo bien. Supongo que aún estoy un poco nervioso y no podía
dormir, pero sólo tomé un par de esas cervezas —mentí para explicar por
qué faltaban dos latas de cerveza, cuando sólo había tomado una—. Sin
embargo, gracias. Estaba realmente buena. —En realidad, no recordaba
cómo sabía la cerveza, pero sabía que debía haber sido así. Siempre ponían
por las nubes a la cervecería local.

—¿Comiste algo de tarta? ¿Recibiste algún buen regalo?

—La mayoría de las personas están esperando hasta el fin de semana


para darme algo, ya que tengo que trabajar cada noche. —Eso no era una
mentira, incluso si “personas” sólo era Eryn. Lo que sea que ella me
consiguiese sería de ella y Fry, y no lo recibiría hasta el sábado—. No quise
hincarle el diente al pastel aún hasta poder comerlo contigo.

—Puede que eso tampoco sea hasta el fin de semana, chico.


Podríamos tener algo ahora mismo. —Mi padre asintió con la cabeza por
encima del hombro.

Yo dudaba que pudiese contenerme.

—Estoy bien. Estoy realmente cansado.

—¿Estás seguro? Quiero decir, ¿estás seguro que estás bien? —Entró
y se sentó en el borde de mi cama. Se veía tan normal. Humano. ¿Pero lo
era? De repente tuve que contemplar honestamente si mi padre era un
demonio. No podía serlo, pero entonces… ¿sería mi madre?

—¿Avriel? —Mi padre se pellizcó la frente con un pellizco y extendió


la mano para alisar mi cabello. Era el único que utilizaba mi nombre
completo.

Aparte de cuando Marc me llamó.


Parecía más fácil decir verdades a medias en este momento, de
manera que dije.

—Sólo estaba pensando en mamá.

Mi padre frunció el ceño. Él sabía que no me gustaba mi cumpleaños,


y sabía el por qué. Tuve una crisis cuando cumplí diez años, el año en el
que realmente me di cuenta que la única razón por la que no tenía una
madre era por mí. Yo era la razón. Yo tuve la culpa.

Por supuesto, él me había dicho que no fue de esa manera. Que nadie
tuvo la culpa. Simplemente fue algo que sucedió. Pero a los diez años,
cualquier cosa sin respuestas se sentía como mentiras.

—Desearía que ella estuviese aquí —dijo mi padre, acariciando mi


cabello de nuevo—, para verte todo adulto. Sé que ella estaría orgullosa.
Realmente orgullosa. Eres inteligente, talentoso, motivado. Y compensas
todas las cosas que no pude darte por tu cuenta. Eso es bastante
asombroso. ¡Oh! —Pareció recordar algo que miró a través de la puerta
hacia el objeto que había dejado atrás—. Había flores en el porche. Me
sorprende que no las vieses a menos que alguien las haya puesto ahí
después que llegases a casa. ¿De un admirador que no conozco?

Marc. Debía haber sido él. Ahora podía distinguir la forma del ramo,
una docena de rosas oscuras, probablemente rojas, que habrían sido
románticas si no me recordasen la sangre que se había lamido de los
dedos.

Como había lamido mi corrida.


Si esta noche hubiese ido de la manera que yo había querido, habría
estado tan ansioso por contarle a mi padre acerca de él ~menos la parte del
trabajo manual.

—Probablemente Eryn —dije—. Ella es así de dulce.

Me dejó solo para dormir. Normalmente, se relajaba viendo un poco


de televisión antes de acostarse, pero después de una rápida ducha, lo
escuché ir a su habitación, probablemente para que no me mantuviese
despierto. Él no era un demonio. No lo era. Era el mejor padre que podría
haber pedido. Pero si todo lo que sucedió fue real, si yo no hubiese muerto
o estuviese soñando esto, si yo realmente era una profecía medio
demoníaca a punto de cumplirse, entonces mi madre mintió. Ella no
murió. Ella se fue y esperaba que yo…

¿Qué?

¿Acabase con el mundo como lo conocíamos?

Me enterré en mis sábanas e intenté dormir con todas mis fuerzas,


pero nunca logré más que un poco de vigilia, siempre despertando y
dándome cuenta que todo estaba realmente jodido.

e sentía como un robot en piloto automático cuando mi alarma sonó


y tuve que levantarme para ir a clase. Me debatí en enviar un correo
electrónico a mis profesores y decir que estaba enfermo, por otro lado,
tendría que quedarme en casa, y mi padre se preocuparía. Había puesto
las flores de Marc en un jarrón al lado de las suyas, y supe con seguridad
que las rosas eran de Mar porque en la tarjeta se leía:

Podemos hacer grandes cosas juntos.

Como comenzar el apocalipsis.

Seguía esperando encontrarme con él en el campus, pero llegué a mi


primera clase sin verlo. No estoy seguro de cuánto absorbí en mi curso de
Finanzas Corporativas, pensando constantemente acerca de cómo tenía
cuernos y alas y otros aspectos monstruosos escondidos debajo de la
superficie de mi piel. Al menos cambiar de forma no siempre dolía o no lo
había hecho cuando me las había apañado para cambiar en el cuarto de
baño.

Tenía tanto miedo de que alguna parte, como mis cuernos, pudiesen
aparecer sin que yo quisiera que bajé mi gorro casi lo suficiente como para
cubrir la mitad de mis ojos. Había encontrado el gorro en mi mochila,
como dijo Marc. Con mi teléfono roto, pero al menos aún funcionaba. Y
con mi bloc de dibujo, que había dejado en mi habitación. No quería ver
su dibujo, pero tampoco me atreví a arrancarlo o intentar cambiar la
imagen por otra cosa.

Tenía que trabajar de nuevo esta noche. Incluso sabiendo que Marc
había limpiado todo ~tuvo que hacerlo, ya que no recibí ninguna llamada
acerca de sangre en el callejón ni escuché acerca de asesinatos locales~
¿cómo se suponía que iba a sacar la basura de nuevo, sabiendo que casi
había muerto allí? Pero porque no lo había hecho, tres hombres, por
horribles que fuesen, murieron en su lugar, y yo podría causar cosas
peores si mi destino fuese real.
Cuando comencé a salir del edificio de matemáticas, me había
convencido de reportarme enfermo para ir al trabajo, ya que mi padre no
tendría que saberlo, pero mi mente se quedó en blanco cuando giré la
última esquina hacia las puertas y me encontré cara a cara con un
demonio.

Mi primer dibujo, no el actualizado, estaba pegado al cristal de una


de las puertas, ahora en forma de cartel, con un texto que decía: ¿Qué
sirven de bebida los demonios en las fiestas de Halloween?

Demonada5

Arg.

Daba detalles de la fiesta de Halloween de Chi Alpha Sigma el


sábado. Mi molestia casi venció al nudo en mi garganta. La imagen no era
exacta a cómo se veía Marc pero aún estaba demasiado cerca para la
comodidad.

—¡¿En qué estabas pensando?!

El bulto saltó de nuevo y me di la vuelta, preparado para luchar, huir


o… más probablemente congelarme de nuevo, que fue lo que sucedió ya
que eran Eryn y Fry, y las manos de Eryn estaban en sus caderas en modo
regaño total. Ella volvía a ser animé chic, con una chaqueta con capucha,
falda acampanada y una sudadera con un conejito de dibujos animados
sosteniendo una pistola.

5 Demonade Se refiere a Lemonade que es limonada


A la mayoría de las personas se les pediría que se cambiaran si las
sorprendiesen utilizando algo con un arma en el campus, pero Eryn se
veía tan adorable que probablemente se saldría con la suya.

—¿Qué hice…?

—¿Le diste arte a Brent de nuevo? ¿Y ese? —Acusó Eryn, señalando


con el dedo el cartel detrás de mí—. Por favor, dime que pagó por ello.

Cierto. Yo siendo una presa fácil era el problema, no que anoche me


hubiese convertido en algo que se parecía a esa foto y hubiese dejado que
alguien que se parecía aún más a eso me hiciese un trabajo manual
después de masacrar a tres personas.

Sentí que la falta de desayuno me daba un vuelco en el estómago


como si fuese a vomitar bilis e intenté pensar qué decir.

—Avi… —Eryn se desinfló, lo que era habitual cuando yo turulaba.

—No puedes seguir haciendo eso. Él debería haber pagado el doble


por quitarte algo el día de tu cumpleaños.

—¿En Ole’s? —preguntó Fry, conciso como siempre. Llevaba un


jersey negro y vaqueros, como yo, pero en él se veía elegante.

—Sí —admití—. No viste que sucediese. Está bien. No quise darle


mucha importancia al asunto. Tenía muchas otras cosas en mi mente.

—¡Está bien! —Eryn cambió de marcha y se aferró a mi brazo con un


salto—. Fry me dijo que tenías planes “divertidos” después del trabajo.
Me muero por escuchar al respecto.

Morí viviéndolo.
—Eh… bueno…

—Hola, amor.

El verdadero demonio apareció como había estado temiendo e hizo


una entrada triunfal por mi otro lado como llegando de la nada. Marc besó
mi mejilla ~besó mi mejilla~ justo frente a Eryn aún pegada a mi brazo y Fry
quedándose atónito a nuestro lado.

De nuevo olía tan bien. Picante. Intoxicante. Se veía incluso mejor,


vestido de una manera más apropiada para el clima de diez grados en el
Medio oeste en comparación a sólo una camiseta ayer ~¿por qué no me
había dado cuenta de cuán loco era que sólo estuviese llevando una
camiseta ayer? Pero el polo rosado y el jersey con cremallera de color
burdeos oscuro gritaba cómeme.

Lo que me recordó que lo hizo.

Su sonrisa me hizo querer darle un puñetazo tanto como morder la


expresión de sus labios.

O lamer…

—Me di cuenta que dejaste eso atrás anoche, ya que nunca pudimos
comerlo. —Me entregó una caja de plástico transparente con un pastelito
dentro. Mi pastelito, el de Eryn. Me había olvidado completamente de ello.
Debería haber estado en mi mochila, pero no me había dado cuenta que
faltaba cuando revisé el contenido esta mañana.

—¿No te comiste mi pastelito? —Me regañó Eryn—. ¡Ahora estará


rancio!
—Lo mantuve a salvo —dijo Marc, acercándose más a mí—. Estoy
seguro que aún será delicioso. Podríamos dividirlo rápido. Disfrutar de
un poco de alegría después del cumpleaños antes de las próximas clases,
¿eh? Por cierto, soy Marc. —Extendió un brazo sobre mí para ofrecérselo
a Eryn, quien finalmente pareció darse cuenta que ese sexy extraño
eclipsaba el pastelito rancio.

—¡Me encanta tu acento! —chilló ella mientras estrechaba su mano—


. Soy Eryn, la mejor amiga de Avi. ¿Puedo preguntar de dónde eres?

—Sólo Londres, realmente bastante aburrido. Todos los británicos


son de Londres, ¿no? Aunque supongo que si hubiese dicho Norfolk o
Shaftesbury, la mayoría de los estadounidenses arrugarían el ceño.

¿Qué estaba sucediendo? ¿Qué se suponía que debía hacer? Sentía


que ese problema del tranvía en ética básica estaba sucediendo frente a mí
y cada opción que tenía aún quería decir que alguien estaba condenado al
fracaso ~principalmente yo.

—Fry, saluda —dijo Eryn, rebotando sobre los dedos de sus pies e
igualmente moviendo sus cejas con aparente alegría, todo sin soltar mí
brazo.

—Soy Fry —dijo Fry y también estrechó la mano de Marc.

—Un placer.

Al menos Fry parecía apropiadamente cauteloso porque este chico


nuevo estaba siendo demasiado familiar conmigo en público. Los dos
coincidían en altura, y Eryn de nuevo en plataformas significaba que
nosotros también coincidíamos, de manera que cuando Fry se movió para
quedar de pie detrás de Eryn, hicimos una especie de extraño puente.
Deseaba que el hecho que Fry fuese mi pseudohermano protector me
hiciese sentir mejor, pero todo lo que podía imaginar era a Marc
arrancándoles la mandíbula a ambos como si tal cosa…

Me llevé una mano a la boca para mantener la bilis abajo.

—Ahora os he vuelto tímidos a todos, ¿eh? —dijo Marc suavemente,


tan suave que su aliento danzó a través de mi cuello y ~¡no, no, no! ¡Eso era
tan engañoso!—. Lo siento, amor. ¿No querías que aún supiesen de
nosotros?

—¡No! —dijo Eryn antes que yo pudiese gritarlo—. Él nos lo contó.


Tú eres con quien tenía planes después del trabajo anoche, ¿heh?

—Ese soy yo. —Marc deslizó un brazo alrededor de mi cintura, y con


Eryn aún pegada a mi derecha, me sentí acorralado, atrapado—. Quería
asegurarme que recibiste esas flores que te dejé.

Miré a mis amigos sin poder hacer nada, pero mientras Fry tenía algo
así como un ceño fruncido en su rostro, Eryn simplemente gesticuló con
la boca ¡¿flores?! Como si él me hubiese ofrecido un anillo o algo así.

—Y…yo…

—Realmente disfruté de nuestro tiempo juntos —dijo Marc cuando


todo lo que hice fue tartamudear–. Pensé que podría invitarte a otra taza
de té para hablar de hacerlo de nuevo.

Ni una oportunidad en…

—Le encantaría —respondió Eryn. Me di cuenta que ella no sabía que


me estaba condenando literalmente al Infierno, pero nunca había deseado
tanto no haberla conocido nunca—. Podéis dividir el pastelito. —Me
empujó directamente contra el amplio y firme pecho de Marc y casi aplasté
la caja del pastelito entre nosotros—. Podemos ponernos al día en otro
momento.

Se iban. Miré hacia atrás, y claro, siempre parecía que entraba en


pánico cuando ella me organizaba citas con chicos, de manera que esto no
era nada nuevo desde su perspectiva, pero ayuda, chicos, ¡en serio! Intenté
decirlo con mis ojos.

Fry dudó, pero Eryn simplemente me levantó el pulgar y se lo llevó a


rastras.

—Buenos compañeros que tienes.

Miré de nuevo a Marc, seguro que yo estaba en algún lugar extraño


entre hervir y temblar de terror. Cuando vi su expresión engreída y su
boca abierta para decir algo más, sentí que la furia superaba mi miedo,
porque sí, esos eran mis compañeros, mis amigos entre los que se había
insinuado, ¡y él no era bienvenido!

Utilicé la manera en que mis manos en la caja de pastelitos estaban


apoyadas en su pecho para empujarlo a un rincón cerca de las puertas y
fuera de la vista o del oído de cualquier otra persona.

—No te atrevas a hacerles nada, ¿entiendes?

Marc parecía menos engreído, pero mucho más excitado, lo que no


estaba ayudando.
—Tranquilo. O me darás un chub6 justo aquí en el centro de
matemáticas. —Guiñó un ojo—. Estoy aquí para servirte, ¿recuerdas? No
haría daño a tus amigos.

—¿Cómo sé que no estás mintiendo? Eres un demonio. ¿Qué pasa si


simplemente estás mintiendo?

Pareció relajarse y se puso un poco más alto, lo que significaba que


era muy alto y se cernía sobre mí.

—Entonces, no sabrías cómo detenerme, ¿verdad?

Me desplomé, mi furia disipándose y convirtiéndose en pánico.

—Pero puedo enseñarte —dijo Marc, pareciendo sincero.


Probablemente lo fuese, al menos acerca de querer que abrazara mi
demonio interior.

—No quiero ser lo que eres. No quiero nada de esto. Hacer daño a la
gente —dije en lo que esperaba fuese un siseo que sonase bastante
disgustado—, hacer que sufran por cruzarse conmigo, ¿rehacer todo a mi
imagen? Ni siquiera sé cómo sería eso.

—¿Aquí pensaba que era eso? —Marc asintió con la cabeza fuera del
rincón, donde aún podíamos ver el cartel demoníaco en el cristal de la
puerta.

¿Qué podía decir? Siempre me había sentido atraído por ese tipo de
estilo, por representaciones más oscuras en el arte y las historias. Eso no
quería decir que una persona a quien le gustaba esas cosas quisiera que

6Un chub. Cuando tienes la polla ligeramente erecta.


sucediesen cosas oscuras y terribles a su alrededor o incluso a las personas
que más odiaban.

—No es necesario que aún lo sepas todo, Avi. No de inmediato.


Vendrá a ti.

—No quiero eso. —Me di la vuelta para enfrentarlo y golpeé su pecho


con la caja de pastelitos—. No soy…

—Avi. —Agarró mis hombros, y aunque quería liberarme de su


agarre con un movimiento de mis brazos hacia afuera, me preocupaba que
mis alas también apareciesen—. No tendrás elección en el asunto. Esos
avatares del archidemonio, ¿sí? Aún vienen. Intenta huir de tu destino,
simplemente te matarán. Luego a tus amigos. Luego a tu padre. Y a
cualquiera que te importe, porque si no lideras el apocalipsis, uno de los
príncipes lo hará.

Tenía que estar soñando. ¿Por qué no estaba soñando…?

—Y realmente es un buen momento para esa lección. —Marc me


liberó, y yo realmente, realmente odié cuán casual sonó, especialmente
cuando añadió—. Porque no tenemos mucho tiempo en absoluto.

—¿Tiempo antes de qué?

Sonrió ~porque por supuesto que lo hizo.

—Pensé que nuestro primer invitado podría llegar anoche después


que despertases. Afortunadamente para ti, no lo hizo. Pero a juzgar por
mi agudo sentido del velo cada vez más delgado entre los mundos… —
Frotó sus manos, cerró los ojos y luego mantuvo las manos hacia afuera
como si estuviese en comunión con los poderes fácticos. Me echó un
vistazo con sólo un ojo abierto—. Pasarán unos veinte minutos hasta que
otro demonio, uno no tan dulce o encantador como yo, venga a buscarte.
yudaba cuando la verdad era una mejor arma que una mentira,
especialmente cuando se convence a un floreciente rey demonio para que
tome su manto.

Metí lo último del pastelito en mi boca y lamí lentamente el glaseado


de mis dedos, mientras Avi fingía no mirar. Le había ofrecido la otra
mitad, pero lo había declinado, de manera que había hecho un buen
espectáculo devorándolo.

Es probable que veinte minutos fuesen generosos para nuestro


inminente invitado. Podía sentir el zumbido del cada vez más fino velo
como el latido de un corazón. Si estuviese de regreso en el Infierno, sería
capaz de seguir esa sensación justo hasta la fuente. Mi especialidad. Desde
este lado era más difícil, pero al menos eso quería decir que Avi tendría
que ser amable y dejarme estar cerca de él mientras lo ayudaba a seguir
sus propios sentidos en ciernes.

—¿De esta manera? ¿Quizás? Ni siquiera estoy seguro de qué estoy


sintiendo. ¿Por qué no puedes hacer esto? —Avi me hizo un puchero,
mirando mi mano con la que apreté su hombro ahora que el pastelito se
había terminado, siguiendo su ejemplo como una vara de radiestesia.
—Porque aunque pueda tener una habilidad para oler las rasgaduras
del velo en el Infierno, sólo alguien con una conexión más profunda con
el plano humano puede encontrar una aquí. Tú. Seré capaz de decirlo
mejor una vez que estemos más cerca. Lo estás haciendo muy bien, Avi.

Miró hacia el camino para intentar ocultar que se sonrojó, ya fuese


por nuestra proximidad o por el tono ronco que añadí a mi voz al decir su
nombre. Que yo tuviese tal efecto en él era una clara señal de casualidad.

Para cualquier transeúnte, simplemente éramos una pareja en un


tranquilo paseo desde el edificio de matemáticas pasando por algunos de
los dormitorios más al oeste. Eso no impidió que la mayoría de ellos nos
mirasen. ¿Un pequeño jovencito gótico con su fornido y protector novio?
Porque sí, por favor, pensad de nosotros como eso. Luego volved vuestras
miradas a otra parte. Él es mío.

Quizás algunos de ellos estuviesen centrados más en mí, pero podría


decírselo a aquellos cuyos ojos se desviaban hacia Avi, preguntándose qué
debían haberse perdido de él todos estos años si el sexo con piernas a su
lado estaba tan interesado.

Y lo estaba. Oh, lo estaba, y me erizaba de emoción ante el peligro y


el potencial de la caza que se avecinaba mientras estaba a su lado.

Ya habíamos pasado uno de los dos dormitorios más altos del


campus, pasado la entrada principal circulas y nos estábamos dirigiendo
hacia los dormitorios más alejados, prácticamente en el límite de la
propiedad del campus ~cuando Avi hizo una pausa y tomó el camino hacia el
bosque.

No era un bosque profundo. Lo había explorado un poco. Pero


encajaba muy bien entre el lugar donde estábamos y algunas de las casas
de fraternidad del campus. Otras fraternidades estaban en casas en la calle
principal de la ciudad, como aquellos idiotas de Chi Alpha Sigma que
habían utilizado el dibujo de Avi para su cartel de Halloween ~asumí sin
permiso.

Peligrosa decisión esa.

El bosque aún estaba decorado para Halloween como la mayor parte


del campus ya que los dormitorios más alejados al oeste hacían un sendero
embrujado para la temporada cada año. Aún tenían planeado más para el
fin de semana, pero siendo día laborable y apenas mediodía, los senderos
estaban en su mayoría vacíos.

Avi disminuyó la velocidad, como si pudiese sentir la rasgadura pero


tuviese dudas de confiar en sus nuevos sentidos. También podía sentirlo,
mucho mejor que antes. Nos estaba guiando bien.

Tenía sentido que las rasgaduras del velo se formasen mayormente


alrededor del campus, dado que Avi era el catalizador. No había sabido
lo que encontraría cuando descubrí esa primera brecha en el lado del
Infierno, de manera accidental, no en una misión para cualquier maestro.
Pero al encontrar una tan madura y abierta, sabiendo que se cerraría
detrás de quien se atreviese a saltar primero, no había hecho una pausa
para considerar las ramificaciones, simplemente había dado un salto de
fe.

Había sentido a Avi al instante y seguí su aroma al campus,


averiguando lo que pude y hechizando a cualquier que necesitase para
asegurar que mi inscripción se llevase a cabo.

—Me gustaron tus compañeros —dije mientras paseábamos—.


Parece que le agrado a tu mejor amiga.
—No. —Avi fue rápido para contrarrestar—. A ella le gusta la idea
de yo teniendo una cita. Ella no te conoce.

—Justo. Ese tipo Fry sin duda me dio una mirada. Casi pensé que
podría tener un enamoramiento contigo.

—De ninguna manera.

—No lo tiene, pero se preocupa por ti. Como un hermano. Muy dulce.

—Lo digo en serio. —Avi se detuvo y me lanzó una mirada asesina


de nuevo—. Si alguna vez…

—Nunca. —Levanté ambas manos, pareciendo tan inocente como


pude, lo que probablemente no me ayudó mucho. Después de todo estaba
mintiendo. Destriparía a cualquiera que se me cruzara ~o a Avi~ incluidos
sus amigos si fuese necesario. Esperaba que no sucediese, pero si sucedía,
me aseguraría de echar la culpa a alguien más.

Avi continuó hacia adelante, y volví a poner mi mano en su hombro


con un apretón. Suspiró como si quisiera quitarme de encima. No lo hizo.
Mi poder mezclándose con el suyo lo ayudó a guiar, y sabía que le gustaba
cuando lo tocaba. Definitivamente le había gustado la pasada noche.

En una bifurcación en el camino, Avi tomó la opción más estrecha,


que era más un sendero pequeño que un sendero con propósito.

—¿Confío en que hayas desechado adecuadamente tu camiseta de


anoche? —pregunté—. Sólo debería haber tu propia sangre en ella, pero
aún no es el tipo de cosas que debes tener cerca si no quieres preguntas.

—Yo… la tiré a la basura.


—Ah.

—¡Primero la envolví en una bolsa de plástico! Y la empujé hasta el


fondo con ese cuchillo.

—¿Con el que me apuñalaste?

—¡Allanaste mi casa!

—Tenía las llaves, ¿no?

Esta vez se giró hacia mí con un bufido tan adorable que me resultó
difícil no darle un golpecito en la nariz.

—Aquí tienes un truco para la próxima vez. —Levanté las manos y


me centré lejos de cualquier hoja colgante. El follaje era más espeso aquí,
incluso con algunos de los árboles desnudos en el frío de finales de otoño.
Los que quedaban eran básicamente leña seca.

Comencé con un chasquido y la aparición de una llama sobre mi


pulgar como la pasada noche, luego convoqué aún más fuego infernal de
manera que mi mano brillase y estallase en llamas rojas como una
antorcha. Toqué con cuidado una hoja marrón y quebradiza justo cuando
estaba cayendo, y se convirtió en cenizas en un instante.

—Cualquier demonio puede hacer eso —dije a un Avi con los ojos
como platos—. Y no digas que no eres uno.

—¿Cómo… lo hago?

Progreso. Deshice mis propias llamas y dije.

—Piensa en algo que te ponga… caliente.


Me fulminó con la mirada.

Menos progreso.

—La ira también funciona. —Me encogí de hombros—. Canaliza era


ira o pasión directamente en las palmas de tus manos y observa cómo
chisporrotea. —Esta vez hice estallar ambas manos con fuego infernal,
iluminando el camino que estaba ensombrecido por las ramas colgantes.

—¿Duele?

—Siempre lo he encontrado reconfortante.

Deshice mi fuego de nuevo y observé a Avi levantar una mano para


intentarlo. No logró encender nada durante varias rondas. Cuando por fin
vi sus mejillas sonrojarse antes que una llama casi demasiado fuerte de su
exclusivo fuego verde azulado estallase sobre su mano y subiese por su
brazo sin quemar su jersey, me gustó pensar que había conjurado la
imagen de mí lamiendo su rápida corrida de mis dedos.

Voces y murmullos sonaron detrás de nosotros, y Avi sacudió la


mano hasta que las llamas murieron. Quienesquiera que perteneciesen
esas voces se dirigían por el camino principal y no nos verían, pero Avi
continuó profundizándose en nuestra caminata, que sólo unos pasos más
adelante se abrió en un pequeño claro con un marcador histórico de algún
tipo.

Probablemente donde un peregrino se detenía para rezar. Ésta era


una universidad luterana, lo creas o no, para un lugar llamado St. Ignatius.
Aunque la enseñanza era muy secular, y yo sabía que Avi y su orgulloso
padre no practicaban, pero aun así. Había una capilla. Pensamiento
estremecedor.
—¿Es… aquí? —Avi se giró para contemplar el claro. Era adecuado,
pero más un área de pelea que donde me hubiese gustado que tuviese
lugar nuestra primera batalla. Aunque no era mi decisión para tomar.

—Sin duda, se siente así. —Lo rodeé para apoyarme contra el


marcador—. ¿Calculas que faltan cinco minutos? ¿Qué tal una pinta
después? Realmente nunca tuvimos nuestra segunda cita, ¿no? Pasamos
directamente al postre. —Guiñé un ojo, esperando que se sonrojase y me
negase de nuevo, pero en su lugar me miró fijamente, probablemente
intentando distraerse de lo que estaba por venir.

—¿Por qué hablas de esa manera? ¿Con el acento?

—Porque me gusta de esa manera —repetí como un loro—. Piensa


en el Infierno como una dimensión que refleja ésta, superponiéndose a la
tuya pero que no puedes ver. Algo así como ese Mundo al Revés de
Stranger Things7.

—¡Eso! —Avi se movió hacia mí, señalando con el dedo en


acusación—. ¿Cómo sabes eso? ¿O sobre Ginger? ¿O algo más de lo que
hablamos? Hiciste que pareciese que los demonios normalmente no
pueden cruzar.

—No podemos. Mi primera vez aquí en persona. —Apoyé mis manos


sobre el marcador para mostrarme mejor mientras me inclinaba con la
cadera ladeada—. Mira, mi papel como un demonio no muy poderoso,
más bien un subordinado, me gusta servir —añadí con otro guiño—. Mi
trabajo era encontrar estos puntos en el velo para mis maestros de manera

7Stranger Things es una serie de televisión web estadounidense de suspenso y ciencia ficción. Ambientada durante la década de los 80's, la
historia se sitúa en el pueblo ficticio de Hawkins, Indiana, Estados Unidos, donde sus residentes comienzan a lidiar con una dimensión
alternativa hostil conocida como Upside Down, después de que una instalación de experimentación humana cercana abre una puerta entre
ella y el mundo normal.
que pudiesen escabullirse en busca de posesiones. Hice una prueba de
actitud, resultó que eso era mi punto fuerte ~entre otras cosas~ y ahí lo
tienes.

Avi parpadeó como si no me creyese, pero eso era básicamente la


esencia.

—Todos nosotros podemos ver bien vuestro mundo, y algunas veces


cruzamos como espíritus, pero se necesita un espacio especial para llegar
como lo hice yo. El lugar donde nací y pasé mis primeros años fue en el
mundo al revés de Londres, de manera que no mentí a tu compañero. Los
demonios hablamos como habláis vosotros. Por supuesto que puedo
hablar todos los idiomas, si estás interesado.

Primero cambié al hindi, dado que los indios en Londres eran los más
cercanos a mis primos humanos.

—Voy a tragarme tu polla tan profundamente cuando esto termine


que me desmayaré por la falta de aliento y me despertaré contigo
follándome la boca mientras aún estoy medio inconsciente.

—¿Q…qué? —Avi retrocedió un paso alejándose de mí.

Me alejé del marcador para perseguirlo, hablando en francés.

—Voy a montarte hasta que se formen tus primeras crestas a medida


que tu cuerpo cambie —cambié a mitad de la frase al gaélico—, y te pones
tan caliente, tan loco por eso, que me destrozas.

—Para. —Las manos de Avi brillaron con llamas verde azulado


mientras las acercaba hacia mí. No dudaba que podrían quemarme tan
hábilmente como lo había hecho su rayo anoche, y mi pecho se aceleró
ante la idea—. Sé lo que estás diciendo. No qué, pero… suficiente.
Por mucho que disfrutaba presionando a mi querido demonio,
retrocedí.

—No puedo evitarlo. Sabías tan bien, Avi, quiero otra lamida.

—¿Cómo sangre? —dijo con desprecio y dejó caer sus manos y las
llamas se extinguieron.

—Aprenderás a disfrutar el sabor de la sangre cuando pertenece a tus


enemigos ~algunas veces a tus amantes.

—No, no lo haré. —Avi miró de nuevo alrededor, nervioso, buscando


dónde podría formarse la rasgadura. Sus ojos se posaron en un lugar que
yo estaba seguro era el correcto.

—Sabes, para ser parte humano, y claramente virgen —dije en un


exagerado susurro—, estoy impresionado por tu resistencia. Un poco
molesto. Pero impresionado.

—Gracias —dijo sin mirarme.

—Aún creo que te ganaré por cansancio. Hay tantas cosas buenas en
lo que crees que tienes miedo, Avi. —Me deslicé detrás de él ya que estaba
tan determinado a apartar la mirada de mí y lo vi estremecerse por la
cercanía del calor de mi cuerpo—. No tendrás que temer nada si sigues
mi ejemplo, y yo te seguiré año tras año. Por ejemplo, cómo nos guiaste
hasta aquí, justo a donde necesitábamos estar en el último momento.

La rasgadura se formó como una mano invisible sosteniendo una


bengala en el aire, encendiéndose hacia arriba y hacia abajo desde su
centro como un relámpago azul brillante cobrando existencia.
—¿M…Marc…? —Avi retrocedió hacia mí y se sacudió para aferrarse
a mi brazo. Me deleité con su inevitable dependencia de mí. Yo necesitaba
eso, pero también necesitaba que él diese un paso adelante e hiciese esto
una vez que la rasgadura se abriese.

Lo hizo, con grandes garras, mucho más grandes que las mías,
desgarrando el centro. Ambas manos se aferraron a los bordes, tirando, y
jalando para abrirla y darle a la bestia del otro lado espacio suficiente para
pasar.

Primero apareció una pezuña hendida, pero la rasgadura no era lo


suficientemente grande para el resto, de manera que sus garras siguieron
tirando.

—Oh, joder. Oh, joder —coreó Avi.

—Pereza, ¿eh? No es mi elección favorita.

—¿P…Pereza? ¿Cómo los Siete Pecados Capitales?

—Eso son ellos, representando a cada uno de los príncipes. —Le quité
el gorro de la cabeza a Avi y lo arrojé detrás de nosotros al marcador—.
Podrías arruinarlo cuando te crezcan los cuernos. Lo cual deberían estar
haciendo ahora, por favor. Eventualmente aprenderás a cambiar sin
estropear tu ropa. Te enseñaré.

Lo demostré haciéndolo primero. Mis pies con garras crecieron sin


destrozar mis zapatos, y mi ropa humana se transformó en mi atuendo del
Infierno. Tenía alas, cuernos y estaba preparado para jugar con sólo una
flexión de mis garras.
Avi se estremeció al sujetarme el brazo, pero inconscientemente se
acercó de nuevo como para tocar mi pecho, sólo para contenerse y
retirarse. Me tocaría de esa manera pronto, no había dudas en mi mente.

Un resoplido como el de un toro y un retumbante gruñido


devolvieron nuestra atención a la rasgadura, cuando lo último del grande
demonio parecido a sátiro pasó a nuestro lado, se mantuvo erguido, y la
brecha en el velo se cerró detrás de él. Un avatar apropiado para
Belphegor, Príncipe de la Pereza.

Era azul como la rasgadura que había abierto y tenía el doble de mi


tamaño. No sólo sus patas de cabra estaban cubiertas de piel, sino todo su
cuerpo, y la polla desnuda entre sus muslos era un intimidante bastón
carnoso. Sus manos con garras también eran enormes, un pecho ancho y
fibroso con una torsión de músculos y huesos, más hueso cuanto más alto
se miraba, hasta llegar a su cabeza, que era un cráneo de toro con cuernos
de carnero enrollados. Llamas azules resoplaron por sus fosas nasales
cuando se puso frente a nosotros.

—¿P…P…Pereza significa lento? —tartamudeó Avi.

—Sólo cuando caminan.

—Diablillo —retumbó el sátiro como el siseo de criaturas


desconocidas en una caverna y levantó una de sus manos para
señalarme—, entrega al mestizo.

Que encantador ser ridículo.

—No es probable. —Sonreí y preparé mis garras a mis costados—.


¿Te importaría hacer esas demandas un poco más cerca, chico grande?
—Si lo deseas. —Se lanzó tan alto en el aire que casi rompió la copa
de los árboles.

Este primer avatar debería estar debilitado al atravesar el velo. Cada


uno se haría más fuerte a medida que llegasen y el velo se diluyese aún
más, pero éste debería ser el más fácil.

Con suerte.

—¡Ahora, Avi! ¡Vuélalo! –grité mientras el sátiro descendía.

— Y…yo… y…y…yo…

—¡Cambia! ¡Hazlo!

—¡No puedo!

Mierda.

Cogí a Avi y rodamos fuera del camino justo cuando el sátiro golpeó
el lugar donde habíamos estado, cascos y manos con garras cayendo como
si el martillo de Thor se hubiese estrellado contra la tierra e hizo temblar
los árboles.

Tiré de Avi para que volviera a ponerse de pie con un batir de mis
alas mientras el sátiro giraba su cabeza de calavera hacia nosotros.

—Tienes que cambiar, Avi. Ahora.

—¡Dijiste que me ayudarías!

—Puedo. —Sacudí sus hombros. Disfrutaba mucho su expresión de


asombro cuando me veía en esta forma, pero no teníamos tiempo para la
conmoción y el asombro—. Puedo enseñarte, guiarte y ofrecerte ayuda,
pero solo, no soy lo suficientemente fuerte para derrotar a un avatar.

—¡¿Qué?!

—¡Por eso te sirvo! —Le di la vuelta para que enfrentase a la bestia


que lentamente estaba volviendo a alcanzar su máxima altura—. Puedes.
Confía en mí.

—Patético —gruñó el sátiro.

Realmente odiaba cuando me llamaban así.

—¿Cómo es posible que los de tu calaña sean los primeras en llegar a


la rasgadura, eh? ¿Lento y constante gana la carrera, chico tortuga?

—Siempre —dijo y se preparó para saltar de nuevo ~con Avi aún


acobardado.

Lo empujé hacia un lado cuando el sátiro se lanzó hacia arriba.

—¿Sabes a qué deporte me he aficionado mucho? En realidad, MMA8.


—Cogí el tronco de un árbol cercano y lo levanté del suelo por las raíces—
. Me encanta el combate homoerótico. Pero en caso de duda, quédate con
los clásicos.

Apenas tenía suficiente espacio para balancear, pero cuando el sátiro


vino hacia mí, lo golpeé como una pelota de béisbol. Mis brazos se
estremecieron por el impacto, y el árbol cayó al suelo con un ruido sordo.
Eso no tuvo el efecto que esperaba, ya que el sátiro no voló hacia atrás,
sino que se detuvo un paso delante de mí y aun así aterrizó con un

8 MMA. Mixed Martial Arts, que significa Artes Marciales Mixtas


temblor. Puede que me haya roto algún o posiblemente todos los huesos
de mis brazos. Me resultó difícil reaccionar cuando me agarró por el
cuello.

—¡Marc!

Lo que pasa con los demonios pereza es que son notoriamente


resistentes. Lentos pero prácticamente invulnerables. Otra cosa era cómo
podían minar… la fuerza… de cualquiera que tocasen.

Joder.

Me debilité hasta el punto de un niño humano en segundos. Intenté


luchar contra ello, pero incluso si hubiese utilizado algunas de las
habilidades de mis parientes a través del tacto, no hubiesen sido
suficientemente fuertes para contrarrestar a un avatar, no como yo estaba
ahora. O me partiría en dos o me arrancaría las alas como a una mariposa.

Pude decir que Pereza estaba sonriendo mientras se debatía entre esas
opciones, incluso si su rostro de calavera no había cambiado. Agarró la
base de una de mis alas.

Entonces decisión tomada.

—¡No!

Ese brillante rayo de fuego infernal verde azulado llenó mi visión y


me dejé caer. El sátiro me había liberado, y me desplomé en el suelo. No
podía levantarme. Apenas podía moverme. Pero lo mismo ocurrió con
Pereza porque un buen pedazo de su costado había desaparecido y había
caído de rodillas.

Buen chico, Avi.


Aunque un poco tarde.

El instinto le había servido bien, ya que no vi ropa rota. El comienzo


de su atuendo del Infierno también se había formado, con un cuello alto y
una armadura en los hombros que se conectaba a su carne como un
músculo recién formado del color de su fuego verde azulado. El resto de
su piel había palidecido, y se mostraba bastante, para mi deleite, junto con
lo que yo esperaba no fuese nada más que un tanga negro. No podía ver
detrás de él para estar seguro, ya que estaba frente a mí y una larga y
ondulante media falda negra y verde azulada atada a sus caderas.

Se veía un poco pequeño aún con los pies humanos descalzos en el


suelo y sus garras, alas y cuernos no más grandes que antes, pero era un
comienzo, y su cabello blanco peinado hacia atrás brillaba.

—¡Criatura insolente! —rugió el sátiro, poniéndose de pie y dándose


la vuelta para mirar a Avi con un pisotón y una pata en el suelo. La herida
del fuego de Avi ya casi había sanado.

—¡Apenas lo aturdió! —Los rasgos demoníacos de Avi vacilaron con


su incertidumbre.

—¡Lo hará! ¡Hazlo de nuevo! ¡Los demonios pereza son fuertes,


raramente se cansan, y básicamente son invencibles, pero no es rival para
tu verdadero yo, Avi!

—¡¿Es un Superman zombi?! —Avi temblaba, pero al menos no


cambió a humano.

—¿Crees en tu fuerza, chico? —Se burló el sátiro—. No creo que lo


hagas. —Saltó de nuevo, y Avi tuvo que utilizar sus alas para escapar de
ser aplastado.
Permaneció en el aire, por encima de nosotros sobre el claro, y sólo
entonces pareció darse cuenta de cómo había cambiado su ropa y que
podía volar.

—¡Vuélalo, Avi!

Lo intentó, bendito sea, pero antes que pudiese invocar suficiente


poder en las palmas de sus manos, el sátiro saltó directamente hacia arriba
y comenzó a golpearlo, apenar permitiéndole apartarse del camino.

—¡¿Qué hago?¡

Intenté levantarme, pero me desplomé de nuevo.

Cada vez que Avi intentaba invocar su poder, el sátiro lo golpeaba,


poniendo a Avi a la defensiva. Si sólo creyese en él mismo, podría diezmar
a ese bruto, pero en lugar de que Avi abrazase todo su poder, tendría que
cambiar de táctica.

—¡Avi! —grité de nuevo—. ¿Qué significa pereza?

—Eh… ¿apatía?

—¡Satisfacción de sí mismo! No es lo suficientemente creativo para


idear ataques únicos. Tú lo eres.

—¡Silencio, diablillo! —La persecución del sátiro tras Avi lo había


devuelto a mi camino, y se acercó dando pisotones—. Un debilucho como
tú no sirve más que como forraje. —Levantó una de sus pezuñas sobre mi
rostro, y aún no podía moverme lo suficiente para evitar que mi cráneo se
hundiese.
Otro fuerte rayo de fuego infernal atravesó el costado del sátiro y lo
hizo rugir de dolor. Yo era un debilucho comparado con un avatar,
comparado con la mayoría de los demonios, pero eso no sería cierto por
mucho tiempo ~no con Avi.

Cuando el sátiro giró de nuevo hacia Avi, escuché murmurar a mi


joven rey:

—Creativo… creativo. —Entonces agitó sus alas para elevarse más,


giró de un extremo a otro para aterrizar en la espalda del sátiro, y agarró
ambos cuernos mientras estaba sentado a horcajadas sobre sus hombros.
Se retorció y retorció como si intentase arrancarle la cabeza a la bestia.

—¡No dejes que te toque! —grité—. ¡El toque de un pereza puede


drenarte la energía! —Lo que había esperado se hubiese dado cuenta
después de ver lo que me sucedió.

Ya sea que lo hubiese hecho o simplemente hubiese escuchado ahora,


estaba en el lugar perfecto para evitar el alcance del sátiro, sus brazos
demasiado musculosos para doblarse hacia atrás tan lejos. Avi siguió
retorciendo con sus manos en los cuernos, y vi la cabeza de cráneo ~en
realidad, parte cabeza, parte casco~ desgarrándose de la carne a la que se
adhería.

—¡No eres nada! —El sátiro levantó los brazos, intentando en vano
llegar hasta Avi—. ¡Belphegor gobernará! ¡Tú no eres el rey! ¡Eres humano
y frágil! ¡Lamentable!

—¡Cállate! —Avi siguió retorciendo.

Puede que no le hubiera dado al sátiro suficiente crédito por


creatividad, porque a continuación sacó uno de sus hombros de su lugar
para mover mejor su brazo hacia atrás, y aunque no pudo agarrar bien, se
las apañó para agarrar a Avi por la cintura ~su cintura desnuda~ y vi el
cuerpo de Avi retorcerse y sus ojos revolotear mientras se debilitaba, se
debilitaba, y luego… no lo hizo.

Avi aulló a través de la lentitud apoderándose de su cuerpo y retorció


los cuernos una última vez, tirando de ellos y de la cabeza de cráneo con
tanto impulso que cayó de su posición y no pudo enderezarse lo
suficientemente rápido como para utilizar sus alas. Golpeó el suelo,
arrojando rápidamente el casco lejos de él.

Casco, porque el resto de la cabeza del sátiro aún estaba adherida.

La cabeza debajo tenía un aspecto más humano como si alguien


hubiese arrancado la piel y la mitad de los músculos de un rostro ahora
ensangrentado. Los ojos azul fuego de Pereza ardían cuando volvió a
colocar su hombro en su lugar y levantó ambas manos para golpear a Avi.

Avi contrarrestó con la explosión más brillante y concentrada de su


fuego infernal verde azulado que había visto hasta ahora, directamente
hacia arriba, atravesando directamente la carnosa cabeza que no tenía su
exoesqueleto para protegerla. Avi se desató más y más en esa singular
explosión hasta que los brazos del sátiro se aflojaron. Entonces los de Avi
también lo hicieron, cayendo a sus costados mientras el fuego se disipaba.

El sátiro, que ya no tenía ninguna cabeza sobre sus hombros, sino más
bien un muñón ensangrentado y ardiendo, cayó de rodillas y de lado en
un montón.

Su energía vital comenzó a filtrarse libremente como una niebla azul


brillante casi al instante.
—No dejes que se disperse. —Me puse de pie a trompicones. Fue una
agonía obligarme a moverme, pero había recuperado la fuerza suficiente
para manejarlo—. Esa es tu recompensa, Avi. Tuya para tomar.

Y mía.

Avi trepó rápidamente, moviéndose hacia la niebla, pero claramente


no sabiendo cómo asimilarla.

—¿Qué hago…?

—Irá hacia ti. Quiérela e irá. —Me arrastré para unirme a él con pasos
lentos. Levantó un brazo, y la niebla comenzó a enrollarse, hacia arriba y
hacia arriba hasta que se filtró en su pecho, llenando cada poro y
haciéndolo brillar con ese mismo azul pulsante.

—J…joder —gimió.

—Sí. Deja que te llene, la energía vital de tu primer asesinato. Los


avatares ayudarán a hacerte más fuerte, más y más después de cada
victoria.

Mientras me acercaba detrás de él, observando la energía en espiral


alrededor del brazo extendido de Avi para que entrase en él, extraje un
poco para mí como un pez rémora comiendo sobras al costado de un
tiburón. Mis antiguos maestros no permitían prácticamente nada. Esto era
una comida, incluso tomando la cantidad más escasa. Sólo había probado
la energía fugaz de los humanos u otros demonios menores como yo. La
energía de un avatar, segunda después de un archidemonio ~joder, tenía
razón, y entendí por qué Avi había gemido. También estuve cerca de
hacerlo.
Sin él, nunca podría haber tenido la oportunidad de enfrentarme a un
gigante así, pero con él, al menos podría lograr mi propio destino y no
volver a ser lo que mis hermanos llamaban patético. Avi ni siquiera notó
cuando, al terminar, había tomado más fuerza vital que él.

Toda mi energía drenada regresó con abundancia de ese poder, y


realmente, realmente quería gastar algo de ella en algo carnal.

Dada la manifestación del taparrabos de Avi, difícilmente podía


ocultar cuánto le había afectado la pelea y nuestro premio ganado. La
tienda de campaña de su polla era demasiado tentadora para resistirse, y
alcancé su cintura para acariciar ese tentador bulto.

Avi gimió más fuerte cuando lo último de la energía del sátiro lo llenó
con una oleada final, causando que el cuerpo de la bestia estallara en una
lluvia de chispas azules y se convirtiese en nada más que carbón en la
hierba.

Estaba lo suficientemente cerca detrás de Avi para presionarme


contra su espalda y sentir batir sus alas. Era casi 30 cm más alto que él con
mis pies de demonio y los suyos aún humanos. Las uñas de los dedos de
sus pies apenas eran garras, pero eso cambiaría. Por ahora, disfrutaba de
la diferencia de altura y cómo eso me permitió inclinarme y lamer la punta
de una de sus orejas mientras apretaba su polla, alentando la humedad
que podía sentir goteando a través de la tela.

Avi sollozó y se hundió contra mí.

—Nada mal, ¿eh? Y eso sólo es uno de muchos. El siguiente tendrá


un sabor incluso mejor que el primero. —Comencé a acariciar a través de
la cubierta, sintiéndola alargarse en mi mano.
—Yo…yo…yo…

—Tú…eres increíble, mi rey. Listo. Poderoso. Y sabes, puedes hacer


que este pequeño y lindo se cubra con un pensamiento. —Hice una pausa
de mis caricias para apretar un poco más fuerte, y jadeó—. O… puedo
seguir provocándote dentro de sus límites. ¿Te gustaría eso?

Avi se estremeció. No respondió, pero eso quería decir que tampoco


me dijo que parase.

Mientras la palma de mi mano presionaba contra él instándolo a una


mayor dureza, provoqué con mis garras a lo largo de los bordes de la ropa
interior donde sus muslos se unían a sus caderas. Luego las metí dentro.
Rasqué ligeramente su pesado saco. Luego más fuerte, pero aún no lo
suficiente como para sacar sangre. Quería hacerlo, y lamerlo después,
sangre y corrida, mientras me miraba con los ojos entrecerrados.

Puse esa imagen en su mente, dejándolo verla tan claramente como si


estuviese chupando su polla mientras tallaba diseños en su piel.

Avi se retorció, rodando sus caderas contra mi mano. Sus alas


revolotearon de nuevo, temblando por el calor creciente entre nosotros.

Presioné mi propia polla, que había escapado de la tela que colgaba


sobre ella, contra su pliegue, o donde podía sentirlo a través de la media
falda que colgaba sobre su culo. La tela era lo suficientemente delgada,
como la mía, como para que tuviese que sentir mi humedad, justo cuando
la suya cubría la palma de mi mano.

Comencé a rodar mis caderas, frotándome contra él mientras se


movía en mi mano. Sus continuos gemidos eran una melodía maravillosa,
y sentí su cola enrollarse alrededor de mi cintura. Me pregunté si él
siquiera sabía lo que hizo. Enrollé la mía hacia adelante para formar un
bucle con la suya.

—M…Marc…

—Avriel… —Exhalé en su cuello y lamí de nuevo la punta de su oreja.

Levantando un lado de la ropa interior, deslicé mi mano


completamente dentro y agarré su desnudo eje.

Risas sonaron por el camino.

Gruñí. Esos desprevenidos humanos no sabían lo que les esperaba


por interrumpir…

Avi se soltó de mi agarre, se dio la vuelta, y sacudió las manos, aun


pensando que eso era necesario para volver a cambiar. Su humanidad y
ropa anterior regresaron, aunque su erección aún era evidente a través de
sus vaqueros, y su cabello nuevamente rubio había mantenido su forma
peinado hacia atrás. Luego me miró con ojos suplicantes para que también
volviese a cambiar.

—Marc —ordenó cuando dudé.

Un Avi autoritario no disminuyó mi excitación, pero obedecí.

Para el momento que nos unimos a un grupo de mujeres jóvenes, dos


riéndose y una pareciendo asustada, Avi y yo no éramos más demoníacos
que cualquiera de ellas.

—¡Mira! —Una de ellas se rio con nerviosismo—. Escuchamos


ruidos, ruidos raros, pero pensé que sería alguien practicando para el
último sendero embrujado este fin de semana.
—O algo así —dijo la otra riéndose soltando un bufido y nos dio una
mirada sugestiva.

Estábamos jadeando y probablemente sonrojados, después de hacer


“ruidos extraños” solos en el bosque.

—Atrapados —dije y lancé mi brazo sobre los hombros de Avi, que


se estremeció pero no me alejó.

La chica asustada pareció lo suficientemente convencida como para


ser arrastrada por sus amigas.

—¡Divertíos! —gritó una de ellas cuando se escabulleron.

Apreté el hombro de Avi y me incliné para hablar suavemente en su


oído, sintiéndolo estremecerse en mi agarre.

—¿Te apetece esa pinta ahora, amor?


he Toadstool Bar and Grill ~con opción de parrilla libre~ servía comida y
bebidas, aunque era el tipo de comida frita que proporcionaba las calorías
más básicas sin ninguna nutrición real. No es que me importase. La
comida era puramente un placer para los demonios, algo a lo que el
cuerpo de Avi quizás aún no se había adaptado, pero aun así apenas había
tocado su hamburguesa.

—Vamos, amor. Tienes que mantener tu fuerza. Te lo ganaste. —


Acerqué su plato a él mientras robaba unas cuantas patatas fritas para mí.
Me encantaban esos tipos de rodajas de patatas gordas. No tenía mucho
con que comparar la comida humana, pero sabía que la grasa significaba
sabor, y estos chicos malos estaban empapados con ella y aún tenían un
buen crujido.

Me imaginé que así era como se sentía estar un poco troleado,


zumbado y vibrante, y ansiando todo tipo de excesos que pudiese
conseguir para añadir a la sensación. La fuerza vital pura, de primer nivel
y sangrientamente demente del avatar había inundado mi ser y yo estaba
chisporroteando.

Una pena que Avi no se estaba permitiendo el disfrutarlo.


Estábamos lo suficientemente escondidos en una cabina en un rincón
oscuro como para que casi nadie nos viese, excepto la mesa más inmediata
en la línea de visión al otro lado de la barra. Vale tenía algunos pubs
locales con el encanto de una pequeña ciudad, y Avi había sugerido el
antro más grande del grupo.

Había pedido su hamburguesa bien hecha pero se quedó mirando


fijamente la carne asomando por el único bocado que había dado como si
estuviese mugiendo.

—Simplemente sigo… viendo ese rostro.

Se refería al que había destruido después de arrancarle el casco a un


demonio como si le quitase la piel. Quizás una hamburguesa no había sido
mi mejor sugerencia después que él hubiese asado los carnosos trozos bajo
el cráneo de un novillo.

—Salvaste mi vida. El sátiro me habría hecho pedazos. Casi lo hizo.


—Empujé su rodilla debajo de la mesa y sonreí cuando me miró.

Una sonrisa también apareció en la boca de Avi.

—Tú salvaste mi vida primero. Bueno… no. —Frunció el ceño y se


alejó un poco de mí—. Te vengaste por mí después del hecho. Esos
ladrones ya me habían apuñalado cuando interviniste. ¿Estabas…
esperaste para intervenir para asegurarte que yo era quien pensabas?

Realmente había esperado que nunca se hubiese dado cuenta de esa


parte.

—Estaba 95% seguro —dije y me metí en la boca el último trozo


robado.
Avi gimió, pero por mucho que se alejase de mí, no se movió fuera
del alcance de nuestras rodillas golpeándose.

Robé otra porción.

—Los demonios sanan rápidamente. Más rápido cuanto más


poderosos seas. No estaba preocupado. No podía arriesgarme a interferir
hasta que despertases, y una herida como esa nunca más te tocará de
nuevo. Sólo otro demonio puede hacerte daño ahora. Como cuando me
hiciste daño. Y también me estoy recuperando.

Después de meterme lo último de ese trozo en la boca, agarré la mano


de Avi de su regazo. Había estado agarrando el borde de su jersey como
si fuese un salvavidas, probablemente para evitar que sus manos se
desviasen, aunque me di cuenta que querían hacerlo. Deslicé sus dedos
debajo de mi camiseta hasta donde el tejido cicatricial de anoche estaba
casi completamente liso ahora. Lo que no mencioné fue que estaba aún
más curado de lo que podría haber estado después de comer ese avatar.

Los dedos de Avi estaban tensos, resistentes, pero cuando los


presioné contra mi costado lleno de cicatrices, los extendió sobre el resto
de la carne curada y burbujeante. Me debatí sobre cambiar de forma
debajo de mi camiseta, lo suficiente para que él sintiese mis crestas. Un
poco como un hueso pero aún tierno, aún sensible a las caricias así como
a los cortes o desgarros, y muy parecido a ese dibujo nuevo suyo. Era…
agradable verse a uno mismo a través de los ojos de otra persona.

Avi comenzó a deslizar su mano más arriba debajo de mi camiseta, lo


suficiente para mostrar algo de mi piel desnuda en esa mesa a la vista de
nosotros. No había nadie allí cuando nos sentamos, pero ahora había un
par de tipos. Uno nos daba la espalda, pero la mirada del otro estaba
pegada a nosotros con tanta intensidad que pude sentir el calor de su
mirada.

Deja que vea.

El pulgar de Avi rozó mi pezón y volví a golpear nuestras rodillas


con un grito ahogado. Jadeó en respuesta, y sus ojos se lanzaron a los míos.
Puse sólo un pequeño destello en sus pensamientos sobre mi mano con
garras dentro de su ropa interior, envolviendo su regordeta polla como en
el bosque, y se inclinó más cerca como si fuese a robar un beso.

Retrocedió bruscamente y sacó su mano de mi camiseta.

Maldita sea.

—¿Siquiera… te gusto?

Oh, cariño.

—¿Preparado para dominar el mundo y te importa más qué casilla de


verificación de escuela secundaria marcaría yo?

Avi hizo un puchero, y oh, cómo quería mordisquear esos labios


hasta que sangrasen.

—Parece que tienes una opinión bastante baja de ti mismo. Una pena.
Porque sea lo que sea lo que pienses, Avi, eso no es lo que veo.

—Sí, bueno, quieres un rey demonio malvado que se deleite con el


derramamiento de sangre.

—No entiendes mi punto. —Me giré para mirarlo por completo y


estiré el brazo por el respaldo de la cabina—. Quiero a alguien con visión.
Alguien hermoso y poderoso y que me mantenga cautivo. Eres todas esas
cosas y más.

—Ese no soy yo. —El rostro de Avi se arrugó ~tan adorable como el
puchero—. Ese es alguien como… Eryn.

—No quiero negar el atractivo de tu compañera y todo eso, pero no


es su apariencia. Es una cosa, la más importante, que a menudo se traduce
en un aumento del atractivo, claro, pero es más que eso. —Me acerqué y
le susurré al oído—. Confianza. Como hijo de un archidemonio, deberías
tener mucha. Pero crees que nadie tiene motivos para mirarte, de manera
que no lo hacen. Bueno, alguien lo hace. —Deslicé mis ojos a un lado, aun
sintiendo el calor de los ojos espías.

—¿Qué? —Avi giró el rostro de manera reflexiva, separando nuestros


labios un suspiro.

—Puedes seguir poniéndote manos a la obra si quieres. Parece que


tenemos una audiencia cautiva que realmente está disfrutando el
espectáculo.

Avi se encorvó cuando miró desde nuestro escondite en la esquina,


refunfuñando cuando encontró a nuestro espectador e intentando
esconder su rostro detrás de mi hombro.

—Oh, Dios, es Brent.

—¿Brent? ¿El chico de fraternidad al que vi charlando contigo antes


de que casi te dieses de morros en el suelo en el pasillo ayer? —Finalmente
miré, pero parecía que Brent también había girado la cabeza ante el
encuentro de sus ojos y los de Avi. También se estaba escondiendo,
prácticamente ocultándose detrás del tipo frente a él.
Sólo había visto a Brent antes, de regreso en el campus y saliendo de
la tienda de Avi. Un tipo bien parecido, aunque hoy tenía una gorra bien
calada. ¿Los humanos realmente pensaban que un sombrero los escondía?
Al menos había convencido a Avi de que guardase su gorro en lugar de
que volviese a aplastarle el cabello. Cuando volvió del blanco demonio al
rubio, conservó esa forma hacia atrás suavizada y enmarcaba su hermoso
rostro más de lo que él mismo creía.

—Él no estaba charlando conmigo…

—Sólo pidiéndote tu dibujo, ¿sí? Que ya le diste.

—¡No fue a propósito! —Avi cambió de posición, aun intentando de


alguna manera esconderse detrás de mí, incluso con nosotros uno al lado
del otro, pero no estaba a punto de quejarme cuando eso hizo que se
presionase más contra mí—. Lo tomó cuando él y sus amigos se
detuvieron en la tienda anoche. Técnicamente no le dije que no. De todos
modos, no es gran cosa. Me gusta que el otro... —Cerró la boca de golpe
antes de terminar ese pensamiento.

—¿Te gusta más el otro? A mí también. Capturó mi imagen


perfectamente. Muy halagador.

Yo esperaba que lo negase, pero preguntó.

—¿Cómo hice eso?

—¿Talento?

—Hablo en serio. ¿Cómo supe que te verías de esa manera antes que
te viese?
—No lo sé —admití—. Eres el futuro rey del Infierno. Tiene sentido
que tengas algunas premoniciones. —Eso podría tener algo que ver con
cuál de los príncipes era también su madre. Tenía una idea de quién
podría ser, pero prefería que tuviese su enfoque justo donde estaba—.
Todos los demonios pertenecen a una tribu de los Siete y tienen poderes
en consecuencia. Una suposición es cuál es el mío.

Avi parpadeó ante mí durante medio segundo antes que volviese a


gemir.

—Aww, ¿no quieres saber qué podemos hacer nosotros, los demonios
de la lujuria? —Exhalé en su oído y saqué mi lengua bífida para hacerle
cosquillas en el interior.

— N…no realmente.

—Tienes que trabajar en esas habilidades de mentiroso, compañero.


Eres terrible en eso.

Avi me empujó, y su mayor fuerza, que aún no apreciaba, me movió


varios centímetros con un solo empujón.

Me comí otro trozo de patata.

—¿Qué pasa con… Satán? Ya sabes, ¿Lucifer?

—Dos príncipes diferentes. Ira y Orgullo respectivamente. No hay


rey en el Infierno, ¿recuerdas? Aún no.

Avi también agarró un trozo de patata para mordisquearla.

—Pero, ¿de dónde vienen los demonios? ¿No es como en las historias
religiosas?
—Por favor, ¿sabes cuántas de esas hay? Es un milagro que alguna de
ellas estuviese siquiera cerca de acertar. Aunque, ¿sabes que en la
mitología griega Hades es a la vez el Dios del Inframundo y el Inframundo
mismo?

—Sí…

Incliné la cabeza hacia él.

—¿El verdadero Diablo es el Infierno?

—Es una manera de hablar. Los primeros de nosotros nacimos de su


providencia, realmente sólo una parte natural del universo. Algunos
nacieron más tarde de las muchas, muchas orgías dentro de nuestras tribus.
Otros nacieron de pensamientos y perversiones humanas que se
manifiestan a través del velo. Como yo.

—¿Tú… naciste de pensamientos y perversiones? ¿Cuáles?

Estaba tan contento de que preguntase.

—¿El deseo de fornicar en una iglesia? ¿Lamer la sangre de una


herida bien merecida, preferiblemente con una mezcla de semen tras el
celo en el campo de batalla? ¿Desvirgar a una virgen hasta convertirla en
una puta desenfrenada por una polla, simplemente suplicando por…?

—Entiendo. —Avi presionó sus dedos en mis labios.

Los lamí, asegurándose que esta vez viese la bifurcación mientras la


deslizaba entre sus dedos. Retrocedió, pero vi el rubor que seguía
subiendo por su cuello.

—Por cierto, Brent aún está mirando.


—Lo sé. —Avi estaba intentando mantener la cabeza baja, pero
cuando volvió a mirar a Brent, notó lo que yo había notado—. ¿También
se está escondiendo? ¿Por qué?

—Quizás esté enamorado de ti.

—Tan posible como que Fry esté enamorado de mí. —Se sentó más
erguido—. No sé quién está con él. Parece mayor. Y familiar…

—¿Sugar daddy?

Avi me hizo un puchero de nuevo.

—¿Por qué incluso estuve de acuerdo en venir aquí contigo?

—Porque soy una delicia.

—Eres una amenaza.

—Eso también.

Se rio, incapaz de apartar la sonrisa en su rostro.

Me acerqué más y dije lo más suave y sincero que pude, lo que


requirió algo de esfuerzo.

—Me gustas, Avi. También me gustan todas las cosas de las que
hablamos.

—¿Nunca fuiste realmente al Museo Giger9?

9 El Bar Giger es un bar temático creado por el artista suizo H. R. Giger. Hay dos Bar Giger: el primer Bar H.R. Giger está ubicado en Chur,
Suiza, y abrió en 1992. El segundo es el Bar del Museo H.R. Giger en Château St. Germain, Gruyères, Suiza, el cual abrió el 12 de abril de
2003. El interior de los bares está ambientado con el estilo biomecánico como el de las películas de Alien. El techo, las paredes, el mobiliario
y sillas fueron diseñadas por el artista para encajar con el mismo estilo de las películas que él diseño, notablemente alienígena. La Silla
—Claro que sí. Del lado del Infierno. Aún tengo que verlo todo. Como
ese alienígena primordial y presentado a cuatro patas, rogando a un
demonio como yo que acepte la oferta. —Deslicé mi mano sobre el muslo
de Avi. No me alejó. A pesar de toda su resistencia, yo lo tenía, y
necesitaba seguir teniéndolo para conseguir lo que quería—. ¿Quieres
darle al viejo Brenty-boy un verdadero espectáculo?

—¿Heh? —Los ojos de Avi se lanzaron hacia afuera, intentando


captar a Brent mirando, lo cual sabía que estaba haciendo—. ¿Qué quieres
decir?

El mantel con dibujos oscuros me ocultaría bastante bien si la


camarera regresaba a nosotros, pero definitivamente Brent sabría lo que
estaba haciendo.

—Imagínate lo diferente que pensará de ti si ve que un chico como yo


te moja la polla.

—M…Marc…

—Nadie más está mirando. Nadie más lo sabrá. Pero él sí. —Capté
los ojos de Brent con un movimiento brusco, poniendo suficiente poder
hechizante en mi mirada para evitar que desviase su mirada.

Luego saludé con la mano y me agaché debajo de la mesa.

Harkonnen con el respaldo alto fue diseñada inicialmente como el trono de Harkonnen para el proyecto de la película Dune, el cual fue
abandonado.
arc se agachó debajo de la mesa.

¿Por qué estaba…?

Oh, Dios.

Oh, joder.

Mis vaqueros estaban abiertos con su mano dentro de mi ropa interior


antes que pudiese evitar quedarme boquiabierto, y mis ojos se dirigieron
a los de Brent ~que estaba mirando. Sus ojos se agrandaron cuando pasaron de
mí a debajo de la mesa.

De mí.

A la mesa.

Yo sabía que realmente no podía ver lo que Marc estaba haciendo,


pero él lo sabía. Lo sabía, y cuando su mirada volvió a la mía, se movió en
su silla.

Le estaba excitando el saber que Marc estaba ahí debajo y


simplemente adivinar lo que me estaba haciendo. Eso no quería decir que
Brent tuviese algo por mí, pero tener ese tipo de poder sobre él, saber que
yo le estaba haciendo retorcerse…

Me gustó.

Justo como me había gustado la energía de ese demonio llenándome


y supe que quería más.

Levanté mis caderas para dejar que Marc me bajase los vaqueros y la
ropa interior hasta mis rodillas, y se rio entre dientes.
—Cállate —gruñí.

—A tu servicio, mi rey, y sé cómo puedes silenciarme. —Se tragó mi


polla y mis ojos rodaron hacia atrás. Por supuesto que era un demonio de
la lujuria, y se sintió increíble sentir toda esa húmeda succión a mí
alrededor, mientras me tomaba lo suficientemente profundo como para
que su nariz golpease mi estómago.

Me centré de nuevo en Brent, que estaba respirando con más


dificultad mientras observaba mis reacciones. El hombre que lo
acompañaba se disculpó para ir al cuarto de baño, y Brent apenas lo
reconoció. Era tan caliente, saber que él lo sabía. Mi rostro ardía con lo que
debería haber sido vergüenza, pero era todo calor, todo excitación, y dejé
que Brent viese en mi expresión lo bien que Marc me estaba haciendo
sentir.

Lo hacía, y mucho más intensamente que sus manos sobre mí o


lamiendo el semen de mi eje. Estaba entre mis piernas en un bar público y
chupando mí polla como si pudiese beber mis entrañas a través de mi
hendidura. Aún podía sentir la energía de ese demonio en mí, recorriendo
a través de mí, y el placer de la boca y la garganta de Marc parecía
perseguirlo en círculos continuos.

Contuve un gemido y me agaché para enredar mis dedos en su


cabello, y me agarró la mano, moviéndola hacia la parte posterior de su
cabeza. Comencé a moverlo hacia adelante y hacia atrás, hacia adelante y
hacia atrás, mientras yo separaba más las piernas. Cuando miré hacia
abajo, apenas pude verlo, apareciendo y desapareciendo de mí vista
mientras él seguía el movimiento de mi mano guiando sus engullidas.

Sus colmillos rozaron mi longitud.


Oh, joder, sus colmillos.

Y garras.

Ambas manos habían cambiado. Pude ver una agarrando mi muslo


desnudo, mientras sentía la otra apretando mi base mientras él se
balanceaba sobre mi polla. El pellizco de las puntas de la garra… ¿dolía?
Pero no fue así. Me dolió, técnicamente debería haberlo hecho, pero a mí…
me gustó. Me gustó la sensación que sentí cuando cortaron ligeramente
mi piel mientras él me chupaba.

Vi un destello de Brent de pie junto a la mesa y salté, pensando que


realmente se había acercado. No lo había hecho. Aún estaba en su mesa,
sin ese hombre mayor y extrañamente familiar para bloquear cualquier
visión de mí. Sólo las cabinas tenían manteles, de manera que vi cuando
Brent metió la mano entre sus piernas para aliviar la presión.

Volvió a aparecer el destello de él de pie justo frente a nosotros. Me


permití creerlo. Deja que yo mismo lo vea. Sabía que era Marc poniendo
de nuevo esos pensamientos en mi cabeza, pero no me importó. Ese debía
ser uno de sus poderes, y ahora mismo, lo quería. Quería la visión de Brent
ahí, justo ahí, mirándome cómo me chupaban, con su polla
endureciéndose mientras lo presenciaba.

Sentí los dientes de Marc rozar mi cabeza, incluso sentí que una de
las puntas se hundía en mi hendidura y me estremecí. Joder, eso se sintió
bien. Todo se sentía tan bien, incluso cuando sus garras se clavaron tan
profundamente que siseé.

La sangre goteó de mi muslo. Estaba sangrando, y eso tampoco me


importó. Vi a Marc recogerlo con la punta de su garra, mirándome
directamente, con mi polla balanceándose caliente y gorda tan cerca de
sus labios, y dejó caer un hilo de sangre en su lengua con sus ojos
enrojecidos.

Agarré ambos lados de su cabeza y empujé mi polla hacia su


garganta.

Yo estaba siendo demasiado rudo ~pensé que tenía que serlo~ pero
Marc gruñó como si lo quisiera, y seguí follando su rostro, golpeando la
parte posterior de su garganta una y otra vez y sentí como un túnel de
implacable placer apretando mi punta. Volví a mirar los ojos de Brent al
otro lado del bar ~frente a la mesa, al otro lado del bar, frente a la mesa y
justo en mi cara, dolorido por la necesidad de ver lo que él no podía.

Jadeé, mis labios temblando mientras mi boca se abría, y mi


respiración se hacía aguda y superficial. Sentí que mis garras también se
formaban, clavándose en el cabello de Marc, justo encima del comienzo de
sus cuernos en crecimiento. Froté mis pulgares sobre las protuberancias
abultadas y Marc gruñó, tragándome más y más profundamente y…

Disparé en la garganta de Marc, y sus colmillos me pincharon,


sacando sangre de mi polla, de manera que pudiese beber ambos fluidos.
Yo también quería probarlo y aparté su boca de mí de manera que pudiese
pasar un dedo por su mejilla y robar un poco. Lo miré mientras la mancha
rosada y nacarada de mi dedo, y luego levanté la vista para ver que Brent
también estaba mirando. No podía saber nada de la sangre, pero
definitivamente sabía qué más estaba lamiendo.

El otro hombre regresó del cuarto de baño, diciéndole a Brent que era
hora de irse, y Brent se veía tan asustado que todo su cuerpo se tensó.
Estaba suplicando un minuto más para terminar su cerveza, que había
olvidado mientras veía cómo me la mamaba el chico más sexy que jamás
había puesto un pie en nuestro campus. Yo sabía que él estaba duro como
una roca por cómo se movió de nuevo mientras el otro hombre se sentaba.
Se apretó con tanta fuerza que tuvo que doler y no pude evitar sonreír.

Marc volvió a aparecer a mi lado, también lamiéndose los dedos, que


volvían a ser humanos, al igual que el resto de él. Aunque sus labios
estaban rojos. Y brillantes. Y engreído.

¿Qué demonios acababa de hacer? Pensé, mientras me apresuraba a


subirme los vaqueros y la ropa interior. ¿Qué le dejé hacer? ¿Sólo para
torturar, provocar o excitar a Brent por ser un gilipollas?

Brent apuró lo último de su cerveza, diciéndole algo al otro hombre


como que ya podían irse, que era suficiente, pero se cerró la cremallera de
la chaqueta antes de levantarse, de manera que lo cubriese por debajo de
la cintura. Se sentía bien tener ese poder sobre él, y lo odié.

Odiaba cuánto me gustaba.

—Apuesto a que el viejo Brenty-boy piensa que era una mierda sexy
ahora. —Marc se inclinó más hacia mí como si quisiera darme un beso.

Pude oler el almizcle ~mi almizcle~ en su aliento y lo detuve con una


mano en su pecho.

—Y…yo… eh…

¿Por qué seguía dejando que me hiciese esto? Me estaba tentando


como se suponía debían hacer los demonios, y yo se lo estaba permitiendo.
No podía seguir permitiéndoselo, o iba a volverme como él. Y… y…

Ni siquiera sabía qué haría si me convertía en lo que él quería que


fuese.
—¿Sí, Avi?—Marc bateó sus pestañas ante mí.

—Y…yo tengo que regresar al campus para mi siguiente clase. —Lo


que era una mentira. Mi siguiente clase no era hasta dentro de una hora.

—Entonces, ¿nos vemos más tarde?

—Tengo que trabajar esta noche. —Aunque había planeado llamar


para reportarme enfermo.

—¿Después de eso?

—Yo…

—Avi —dijo Marc con un retumbo que me hizo estremecer—, puedes


huir de mí y de tu destino todo lo que quieras, pero eventualmente, el
próximo demonio vendrá a por ti, y yo soy el único que puede enseñarte
cómo ganar.

Joder, tenía razón, pero salí de la cabina de todos modos, arrastrando


mi mochila detrás de mí, y corrí hacia la puerta sin responder.

Sabía que ésta no sería la última vez que lo vería.

Y supe que tampoco quería que fuese la última vez.


l subidón de la energía de ese demonio pereza no se había desvanecido.

O de la mamada de Marc.

Con Brent observando.

Joder.

¿Quién era el tipo que había estado con él? Sabía que lo había visto
antes. ¿Uno de nuestros profesores? No. Estaba vestido con ropa
demasiado informal, como también lo había estado Brent.

Ya era bastante difícil fichar en Ole’s, recordando lo que había pasado


detrás de la tienda la noche anterior, pero sabía que si llamaba para
cancelar y me iba a casa, Marc podría estar sentado en mi porche. Es
posible que aún lo estuviese una vez que yo saliese del trabajo. Fue otra
noche sin hacer los deberes, pero, ¿cómo podría concentrarme? Ni siquiera
podía dibujar. No quería hacerlo. No había regresado a casa a buscar mi
bloc de dibujo, de manera que todo lo que pude hacer era mirar hacia
adelante y luego mirar el reloj, una y otra vez, esperando que mi turno
terminase y preguntándome cuándo podría aparecer Marc.

No tuve que esperar demasiado, porque alrededor de las ocho, entró


en la tienda.
Con Eryn.

—¿Mira con quién me encontré? —Ella saltó hacia adelante, pegada


a su brazo.

El engreído hijo de puta también se veía muy complacido por eso.

—¡Lo sé, lo sé! —dijo Eryn, leyendo mi expresión de enojo, pero no


dándose cuenta que no era por ella—. Odias cuando te molestamos en el
trabajo, pero me alegra mucho que hayas cambiado de opinión acerca de
la fiesta de Halloween. Simplemente tenía que verte. ¡Vamos a tener
mucha diversión!

—Nosotros… ¿qué? —Miré entre ella y Marc y me di cuenta que este


golpe maestro fue mucho peor de lo que había esperado.

—No me detuve sólo para molestarte. En realidad, necesito algunas


cosas. Vosotros podéis tener una buena charla ahora. —Eryn dio una
palmadita en el brazo de Marc y dirigió hacia la parte trasera de la tienda
dando saltitos.

—Voy a matarte —dije en un siseo.

—¿Puede ser una muerte pequeña? —Marc se inclinó sobre el


mostrador con su hermosa sonrisa de suficiencia firmemente en su
lugar—. Después de todo, ya te he dado dos.

—Marc…

—Realmente nos cruzamos.

—Una mierda.
—No me estás dando muchas opciones, ¿verdad? —Al menos estaba
admitiendo que había orquestado esto a propósito—. Quiero que seamos
compañeros, de manera que debería ser amigable con tus otros
compañeros. Y tenemos que prepararnos antes que llegue el siguiente
avatar. No puedo estar seguro de cuándo será, y sólo se volverán más
fuertes a partir de aquí.

Siguiente avatar.

Porque había Siete Pecados Capitales, y sólo había matado a uno.

—No puedo hacer esto seis veces más.

—Cinco. El último debería ser tu madre, y tú eres su avatar, de


manera que… a menos que planees matarla por todo el asunto del
abandono…

—¿Qué? ¡No! —Siseé de nuevo, mirando hacia donde Eryn había


desaparecido para asegurarme que aún no hubiese regresado—. No
quiero pensar en eso. No quiero pensar en nada de esto. Odio tener que
hacer lo que hice.

—Mal mentiroso de nuevo.

—¡Lo digo en serio!

Marc estaba prácticamente recostado sobre el mostrador,


inclinándose hacia mi espacio como un zorro asomándose al gallinero.

—Vamos, amor. Ya te gustó. Te gustó cómo se sintió matar al sátiro y


alimentarte de su esencia. Y me gustó mirar y lamer tus arañazos. Parecía
que a alguien más también le gustó mirar antes.
Brent.

Casi había pensado que podría caminar por aquí y me alegré mucho
que no lo hubiese hecho.

—Muchas cosas malas se sienten bien —dije.

—¿No sólo nosotros?

—Marc —gruñí ~como realmente gruñí, monstruoso y primitivo, y


también odié eso y cómo hizo que Marc menease una ceja ante mí.

Un ruido en la parte trasera de la tienda me alertó, pero sólo fue una


de las puertas de la nevera cerrándose. Eryn se estaba demorando a
propósito para darnos más tiempo juntos, lo cual habría sido lindo si no
quisiera empujar a Marc por la puerta.

—¿Qué pasa si me voy de la ciudad? —pregunté.

—Las debilidades en el velo sólo te seguirían. Puede que ralentice las


cosas, pero no evitará nada.

—¿Simplemente podría… derrotar a esos avatares y no apoderarme


del Infierno o del mundo?

—Confía en mí, amor, vas a querer hacerlo.

—Sígueme la corriente y di que no lo haré.

Al menos, Marc dejó de inclinarse sobre el mostrador, dando


golpecitos con los dedos en la parte superior.

—Tu imagen ¿recuerdas? Puedes hacer lo que quieras con ese poder.
¿Cerrar el Infierno para siempre? ¿Hacer una utopía de la Tierra?
¿Mudarte a la luna con tu propio harem personal? Cualquier cosa. Pero
querrás más de lo que piensas. Te va a gustar en lo que te conviertes y lo
que podrás hacer.

Eso era lo que me asustaba.

—Supongo que tendré que trabajar para demostrar que estás


equivocado.

—Entonces, ¿estás dentro? —Su deslumbrante sonrisa hizo que los


latidos de mi corazón se acelerasen. Quizás lo que más odiase era lo
mucho que aún me gustaba.

Esto se parecía demasiado a vender el alma al Diablo ~incluso si yo


era el hijo del Diablo.

—Como dije con esas flores, amor, podemos hacer cosas geniales
juntos.

El problema con genial era que no significaba bueno.

—Por ahora, podemos entrenar o lo que sea, pero eso es todo.


Mañana.

Marc se abalanzó para besar mi mejilla justo antes que llegase Eryn
para dejar su botín en el mostrador.

—No puedo esperar.

—Así que… —dijo Eryn de manera protagónica cuando comencé a


registrar su compra—. ¿De qué os vais a disfrazar el sábado? ¿Disfraz de
pareja?

Luché contra un gemido.


Definitivamente eso no estaba sucediendo.

as clases de los viernes de Avi se reflejaron en las del miércoles, por lo


que volveríamos a tener Ética juntos. Naturalmente, yo no habría tenido
que asumir una carga completa de cursos, siendo un estudiante falso, pero
me había divertido un poco eligiendo una especialización y falsificando
créditos que ya había completado para estar en el camino hacia una
carrera en Recursos Humanos.

Sí, también pensaba que eso era hilarante.

Había estado asistiendo a mis otras clases, ya que me había asegurado


que coincidiesen con las de Avi. Ética era el único curso que teníamos
juntos, pero nunca estábamos fuera de clase en momentos diferentes.
Hecho evidente que había estado mintiendo cuando me abandonó ayer
para una clase que no tuvo hasta más tarde, pero no podía esposarlo para
mantenerlo conmigo.

Quizás más tarde, por diferentes razones.

De manera que mientras él estaba en uno de sus cursos de Gestión de


alto nivel esta mañana, yo tuve Principios del Coaching Eficaz. Estaba
intentando moldear al próximo rey del Infierno. Necesitaba mis
habilidades docentes al máximo.

—¡Me alegra encontrarte aquí! —Eryn se dejó caer en el asiento a mi


lado.
Pude escuchar algo parecido al death metal, incluso en alemán,
proveniente de sus auriculares inalámbricos cuando los sacó y apagó para
guardarlos. Hoy llevaba pantalones holgados de gran tamaño con tirantes
que eran puramente decorativos y un top corto que era mitad camiseta sin
mangas negra, mitad jersey con capucha a cuadros rojos y negros que
dejaban sus hombros desnudos.

Disfrutaba mucho de su sentido de la moda, como si ella hubiese


salido directamente de un anuncio del apogeo de Hot Topic. Yo también
disfrutaba jugando con la moda. Después de todo, podía formar cualquier
apariencia que quisiera.

—¡Me encanta esto! —Eryn jugueteó con la chaqueta tipo kimono


sobre mi camiseta.

—Vaya, gracias. ¿Me perdí que el pájaro más bonito del campus
estuviese en mi clase el miércoles? Estoy realmente avergonzado.

Ella se rio con nerviosismo.

No la había echado de menos. Para entonces ya había localizado a los


compañeros de Avi, pero lo había hecho de manera más sutil y me escondí
en la parte trasera de la clase ese día. Ésta no era tan grande como el salón
de Ética del estadio, más circular, aunque aún con escalones ya que los
asientos se elevaban alrededor de la sala. Hoy me había sentado delante
para asegurarme que Eryn me viese. Iba a ser su nueva persona favorita.

—¿Grupo de Recursos Humanos, heh? —Ella echó un vistazo a mi


cuaderno. Sacó un iPad de su bolso y se iluminó con un fondo de un Jason
muy esterilizado de Viernes 13. Esta ave tenía capas—. Voy por la vida
entrenándome a mí misma. Ya sabes, ¿cosas de tipo Orador Motivacional?
No era de extrañar. Ayer no habíamos hablado mucho de nada
personal, ni siquiera de Avi y de mí, aparte de hablar sobre la fiesta de
Halloween y la clase de Dirección de Eryn. Había pasado por el edificio del
Teatro justo cuando ella salía de los ensayos. De alguna manera ella se las
había apañado para incluir la dirección en su Create-A-Mayor aprobado y
estaba haciendo algunas escenas de Waiting for Godot como parte de su
tesis de último año.

En serio. Capas.

Mientras charlábamos la noche anterior, finalmente mencioné que a


pesar del enojo de Avi consigo mismo por entregar otra obra de arte gratis,
quería asistir a la fiesta del sábado y celebrar tardíamente su cumpleaños
con estilo, simplemente había estado dudando acerca de ser una tercera
rueda. Yo resolví ese problema. Eryn procedió a arrastrarme a la tienda
después, sin necesidad de insistir.

—Entonces tenemos objetivos similares —dije—. Estoy intentando


ser una motivación para Avi. Parece un poco reservado e inseguro de sí
mismo. No entiendo por qué. Creo que es fabuloso.

Eryn se pavoneó como si yo hubiese dicho que ella era fabulosa.

—Y es por eso que ya te amo. Sabía que Avi podría conseguir un buen
partido si aparecía el adecuado. —Me empujó juguetonamente el hombro.

De hecho, el correcto. Ahora que había convencido a Avi de dejarme


entrenarlo y me estaba ganando a sus compañeros, esto podría terminar
siendo más fácil de lo que había pensado.

Y mira ahí. Otra figura familiar acababa de entrar y se quedó


congelado en el momento que nuestras miradas se encontraron. Bueno,
viejo Brent. No lo había notado en clase el miércoles, por otro lado, no me
había interesado prestarle ninguna intención.

Saludé con la mano.

Se dio la vuelta muy rápido y se dejó caer en un asiento de espaldas


a mí de manera que no pude decir si se sonrojó o no. O se puso rígido.

Probablemente ambos.

La profesora Robinson ~Sra. Robinson, aunque no era una Anne


Bancroft~ llamó la atención de la clase con un suave golpe en su escritorio,
como si estuviese utilizando un mazo. Ella medía alrededor de 1,52
metros, con cabello corto y gris y gafas, pero desde su forma diminuta, su
voz llegaba a llenar toda la habitación.

—Clase, es el primer viernes de noviembre, y las vacaciones van a


acortar el resto del semestre más de lo que imagináis. Lo que significa que
es hora de comenzar a pensar en vuestros proyectos finales que, como
mencioné el primer día, consisten en diseñar un plan de coaching
detallado, de cuatro a seis páginas, a doble espacio y que pueda ser
implementado dentro de una organización para abordar un problema
específico, tema de entrenamiento de vuestra elección. Deberéis resumir
esto en un estudio de caso simulado y cada uno de vosotros presentará un
resumen del proyecto a la clase en intervalos de quince minutos.

»Me gustaría que aprovecháis el día de hoy, en grupos de dos o tres,


para discutir lo que estáis planeando para vuestros proyectos hasta el
momento. Espero que esto os dé a cada uno de vosotros un esquema
inicial para desarrollar mientras leéis las tareas del fin de semana. Si surge
alguna pregunta mientras discutís, estaré aquí durante toda la clase.
Un bullicio de actividad estalló cuando los estudiantes comenzaron a
reclutar miembros del grupo.

Me di cuenta que Brent no se giró ni una sola vez en mi dirección.

—¿Compañeros? —Eryn sonrió.

—No podría imaginar a nadie mejor.

Nos quedábamos donde estábamos, mientras otros buscaban


rincones tranquilos o movían sus escritorios en círculo. Estaba esperando
con ansias este proyecto. Quizás te sorprenda saber que a mí me gustaba
bastante aprender. Especialmente cualquier cosa acerca de los humanos y
cómo funcionaban. Verlos a través del velo y ver a mis maestros
torturarlos con posesión no era lo mismo que la interacción. Sabía que
para realmente entenderlos y, por lo tanto a Avi, necesitaba echar un
vistazo desde dentro.

En todos los sentidos de la palabra.

—¿Intercambiamos nuestros temas básicos para comenzar? —


pregunté.

—Cuenta conmigo. —Eryn se inclinó hacia adelante y dejó caer


delicadamente la barbilla sobre las manos.

—Generar confianza en campos de alto estrés. —Eso fue lo que sentí


que resumía el problema de Avi. Tenía que hacer que pasara de no querer
ser rey a que fuese bueno ser rey.

—¡El mío es muy similar! —Eryn rebotó, presionando las manos


sobre el escritorio para impulsarse más alto—. Pero centrada en la
psicología detrás de por qué algunas personas sienten que no pueden
tener más confianza.

Perfecto.

—Bueno. —Intenté.

—Un gran problema hoy en día es la auto-victimización —prosiguió,


claramente sin haberme escuchado—. Digamos que alguien dice, oh, soy
introvertido, de manera que no puedo hacer eso. O soy mujer, de manera
que siempre lo pasaré peor.

»Si bien un introvertido y una mujer pueden tener más dificultades


para avanzar en sus carreras debido a los problemas sistémicos de la
sociedad actual, creer que ese es un razonamiento suficiente para explicar
por qué fracasarás puede hacerte fracasar incluso antes de intentarlo. Te
autosaboteas, no te esfuerzas tanto o no te esfuerzas en absoluto porque
supones que no puedes superar tus obstáculos, así que, ¿por qué
desperdiciar el esfuerzo?

»Normalmente, esas creencias surgen de otros problemas más


profundamente arraigados que la persona necesita resolver para
recuperar su confianza y darse cuenta de que puede vencer cualquier
restricción social si llega a la raíz de su pesimismo. —Finalmente respiró
hondo y luego se hundió en su asiento como si acabara de darse cuenta de
lo mucho que había soltado.

Ella era jodidamente brillante, eso es lo que era.

Ella iba a ayudarme a convertir a un aguafiestas en rey.

—¿Qué te parece una asociación más formal con estos proyectos,


suponiendo que la profesora lo apruebe? —No reprimí en absoluto mi
entusiasmo ya que ella nunca reprimió el suyo—. Nos ayudamos
mutuamente en la investigación con nuestras tesis paralelas. Tú tienes
acerca de cómo alguien con obstáculos sistémicos puede superar el
autosabotaje, y yo acerca de cómo alguien sin obstáculos sistémicos podría
autosabotearse de todos modos. Después de todo, somos nuestros peores
enemigos.

—¡Me encanta! —Eryn me agarró las manos como si estuviésemos


haciendo un pacto de sangre—. ¡Eso incluso podría publicarse! ¡Eeee!
Puedo ver por qué Avi te aceptó. Sabes, ni siquiera he oído cómo se
conocieron. —Ella me soltó y comenzó a pasar notas por mensajes de texto
en su iPad como si estuviese dirigiendo una orquesta.

—En realidad, es una historia simple —dije.

Lo era ~cuando omitías los fragmentos de muerte y desmembramiento.

Le conté todo acerca de la versión PG10 y esperé aún más lo que


pasaría más tarde con Avi.

—¡ squívalo!

10 Parental Guidance, que significa Control Parental. Viene a decir que le cuenta la versión Light de la historia
Avi saltó fuera del camino, batiendo sus alas para ascender por
encima de donde mi verdaderamente insignificante rayo de fuego infernal
apenas había quemado la tierra donde él había estado de pie.

Aún prendió fuego al dobladillo de sus vaqueros.

—¡Mierda!

Se dejó caer justo detrás de donde yo había quemado la hierba,


intentando furiosamente apagar las llamas para evitar que quemasen su
mezclilla. No creo que se diese cuenta de lo poco que mi fuego podía
dañarlo en comparación con cómo el suyo casi me había matado. Su
fortaleza no le serviría de mucho si el golpe de un avatar fuese certero.

Después que el fuego se extinguiese, Avi miró preocupado en cada


dirección mientras apretaba sus alas contra su espalda. A pesar de la
energía de la que se había alimentado ayer, parecía que se había reducido
un poco a su transformación original. Ningún músculo verde azulado
adornaba su cuello ni se formaba a partir de la piel a lo largo de sus
hombros. Estaba sin camiseta, pero sólo porque se la había quitado y su
mitad inferior era mezclilla carbonizada recientemente.

—¿Estás seguro que nadie puede vernos? —Avi se puso nervioso.

—Este es uno de los poderes básicos de mi tribu —expliqué, ~una vez


más. Me dejé caer desde donde había estado flotando y me crucé de brazos.
Como se predijo, su patio trasero era un espacio de entrenamiento
adecuado una vez que nos protegí, pero el aire libre era claramente una
distracción para él.

Literalmente habíamos visto a su vecino llegar a casa, coger el correo


y mirar a través de nosotros.
—Ilusiones, ¿recuerdas? Más fuerte que cualquier cosa que las otras
tribus puedan manejar. La mayoría de los demonios pueden adoptar una
apariencia humana, pero hacer que la gente vea todo lo que queremos es
el don de mi tribu. Lo único que cualquiera puede ver si mira hacia tu
jardín ahora mismo es pasto vacío.

—De acuerdo… —Avi se masticó el labio, pero sus colmillos estaban


tan romos que apenas lo enrojeció.

Había estado sin duda distante en Ética, alejando su silla lo más


posible de la mía cuando me senté a su lado. Finalmente había respondido
a mis persistentes molestias durante la clase mostrándome su móvil, que
tenía un mensaje de texto de Eryn que decía:

OMG, ¡Amo tanto a Marc! Es perfecto y te adora.

Había susurrado en su oído.

—Ella no está equivocada.

El problema era que él no lo había creído.

Yo era perfecto, gracias.

Y lo adoraba. Él era todo lo que yo alguna vez necesitaría para


cambiar mi destino.

Era el mismo lapso de la tarde que nuestra primera cita el miércoles,


lo que nos dio mucho tiempo antes que él tuviese que ir a trabajar, y el
querido papá ya se había ido mucho antes de que llegásemos. No es que
me importase. En realidad, tenía bastante curiosidad acerca de él. Pero
antes de dejarme entrar, Avi entró de puntillas y llamó silenciosamente en
la casa para asegurarse que su padre se había ido a trabajar.
Me toqué los colmillos con la lengua, un hábito mayoritariamente
inconsciente cada vez que veía los de otra persona que eran especialmente
impresionantes o menos impresionantes que los míos, siendo este último
los de Avi en este momento. Al menos el acto hizo que sus ojos siguieran
el camino de mi lengua. A él le gustaban mis colmillos y quería hundirlos
en su cuello mientras sentía los suyos hundiéndose en el mío. Pero
tendrían que volver a ser afilados para que eso sucediese.

Avi desvió la mirada, recitando:

—Cada tribu tiene habilidades únicas. Pero, ¿ni siquiera sabremos


qué avatar será el siguiente hasta que esté aquí?

—Estarán peleando entre sí por quién llegará primero a los huecos


del velo, y sólo un demonio puede atravesar antes que ese hueco se cierre
de nuevo ~hasta el último, cuando será un poco más libre para todo.

Los cuernos y las alas de Avi se encogieron aún más.

—Pero yo… puedo detenerlo, ¿verdad? ¿Cerrar el velo o reforzarlo o


algo así para que no se rompa por completo?

—Posiblemente.

¿Posiblemente?

—Posiblemente. Es un territorio nuevo, compañero. No sé nada con


seguridad. Pero sí, posiblemente. —Más bien probablemente, pero
necesitaba que él quisiera crecer en poder—. Mira, Pereza era todo fuerza
bruta y aplastante, ¿no? Pero los otros no van a salir adelante con los
brazos en llamas. Son más inteligentes que eso. Serán más sutiles y
utilizarán tácticas diferentes.
—Entonces, ¿cuál es el punto de esquivar las bolas de fuego? ¿No
debería centrarme en luchar contra habilidades especiales? ¿Qué más
puede hacer tu tribu?

Sonreí.

Los ojos de Avi se abrieron como platos y casi tropezó hacia atrás
cuando inmediatamente se arrepintió de la pregunta.

—Nuestra magia de ilusión puede funcionar tanto en la realidad


como en la mente. —Forcé a sus pensamientos el recuerdo de nuestras
festividades de felación en el Toadstool con Brent mirando. Luego una
nueva imagen de Brent haciéndome una felación en mi clase de Coaching.

—Oye —gruñó Avi.

Tipo celoso. Bien.

Avancé hacia él, cruzando el espacio del patio entre nosotros y me


hice lo más alto posible, lo que de nuevo, era casi treinta centímetros más
alto que él ya que aún no había aprendido a hacer crecer sus pies.

—Nuestro beso puede ser bastante venenoso. En realidad, cualquiera


de nuestros fluidos. Pero sólo si queremos. Y por supuesto… —Lo alcancé
e incliné su cabeza hacia arriba con una garra curvada debajo de su
barbilla—. Nuestro toque puede infundir tanto placer como dolor…

Avi se echó hacia atrás.

—Sólo iba a demostrar la parte del placer. —Dejé caer mi mano


decepcionado—. Aunque creo que disfrutas de una mezcla.

Bajó la cabeza, claramente no queriendo admitir eso.


—No tiene sentido entrenar para boicotear las habilidades especiales,
Avi, si ni siquiera puedes esquivar un ataque básico. Sólo te las apañaste
con el sátiro porque los pereza son lentos, incluso el tiempo que tardó su
salto en alcanzarte. El verdadero problema es que estás distraído.

—Bueno. —Se interrumpió incluso cuando sus puños se apretaron, y


me fulminó con la mirada con un bonito puchero—. ¿Cómo no voy a
estarlo cuando estás manipulando a mi mejor amiga en mi contra?

—No lo hago.

—Marc…

—Es en tu mejor interés, no en tu contra.

Gimió y levantó las manos en el aire.

—También podrías dejar de actuar como si fuésemos una pareja. No


le dije nada a Eryn anoche porque no quería lidiar con las consecuencias,
pero no quiero ir a esa fiesta de Halloween como tú…cita.

—¿Y por qué no?

—Brent estará allí.

—Entonces quieres a Brent, ¿no?

—¡No! —Avi caminaba en una corta fila de un lado a otro frente a


mí—. Es mortificante verlo, ¿no lo entiendes? Lo vi antes en los pasillos y
salió corriendo como si yo tuviese la peste.

—Me parece que él es el que está mortificado porque puede que le


haya gustado demasiado ver cómo te chupan la polla.
Avi gruñó de nuevo, y la manera en que hizo que sus cuernos se
alargasen y sus colmillos y garras se afilaran un poco, fue directamente a
mi descuidada polla.

—Sólo porque eres un demonio de la lujuria, ¿es el sexo lo único en


lo que piensas?

Dijo el macho medio humano, medio demonio que yo sabía también


siempre estaba pensando en eso.

—Para que conste, todos los demonios son seres amorosos. Mi tribu
simplemente es mejor en eso.

Esa sonrisa que siempre podía arrancarle a la superficie, pero luego


se desvaneció con la misma rapidez.

—Escucha, fingir que somos pareja hará que todo esto sea más fácil,
porque nadie hará preguntas sobre mí, ¿sí? Por supuesto, mi preferencia
sería no fingir. —Levanté la mano hacia él, pero volvió a alejarse de su
alcance.

No me miraba, pero tampoco parecía querer mirarse a sí mismo, y


cada vez que sus ojos se fijaban en algo que no fuese uno de nosotros, lo
cual era básicamente constante ahora, cambiaba para ser un poco más
humano.

¿Cuáles eran sus razones de fondo para desconfiar tanto de sí mismo


y negar los deseos que claramente tenía? Lo cual también estaba seguro
de que había tenido durante mucho más tiempo que cuando su demonio
salía a la superficie.
Tenía que seguir investigando, pero sabía que parte de eso se debía a
cómo se veía a sí mismo físicamente, ya fuese a sí o con una sudadera con
capucha y un gorro.

—¿Te consideras un monstruo ahora, Avi?

Se encorvó más.

—¿Me consideras… un monstruo?

—Eres un demonio —dijo con un ceño fruncido, pero sus ojos se


elevaron hacia los míos.

—No es lo que pregunté.

—¿No son los demonios inherentemente monstruosos?

—Auch. ¿Eso quiere decir que no te gusta cómo me veo?

Pasé una de mis manos por mi estómago y pecho, deliberadamente


sobre las crestas que eran surcos más profundos que cualquier definición
en un humano, como si estuviese moldeado a partir de algo más duro,
más alienígena, pero sabía que Avi se consideraba un buen alienígena.

Sus ojos se abrieron como platos mientras observaba el rastro de mis


garras ascendiendo y se permitió mirarme realmente, algo que ahora sabía
que había estado intentando evitar. Parecía avergonzado de lo que había
dicho, y no diré que no lo aprecié.

Para la mayoría de los demonios, yo era demasiado humano. Una


creación menor. Les gustaba mi apariencia, mi hermoso rostro como el de
un ser humano y mi forma más delicada en comparación con ellos ~pero
yo estaba solo para placer. Su placer. Mis habilidades para encontrar
desgarros en el velo habían demostrado que tenía otros usos, pero aún era
muy utilizado.

Todos los demonios que se manifestaban a partir del pensamiento


humano eran tratados como tales. Los verdaderos demonios fueron los
primeros, los príncipes y sus subordinados inmediatos nacidos del mismo
Infierno. Vuestros demonios básicos eran los que nacieron de ellos. Pero
los de mi especie eran considerados impuros, buenos para nada más que
ser utilizados como esclavos.

Avi se parecía más a los de mi especie en este momento que


cualquiera de mis mejores, pero ambos podríamos ser mejores.

—¿Te gusta cómo me veo, Avi? —Reclamé el espacio que había


puesto entre nosotros, moviéndome lentamente pero alcanzando su mano
que llevé a mi estómago y comencé a desandar el camino que había
recorrido con la mía.

Sus ojos permanecieron abiertos como platos, brillando con ese


hermoso verde azulado, y jadeó la primera vez que sus dedos pasaron por
una de mis crestas.

Algunas de ellas seguían las líneas de una caja torácica humana. Otras
tenían un diseño casi tribal y se curvaban de un lado a otro. Algunas,
aunque yo ni siquiera recordaba cuáles, habían sido grabadas en mí por
uno o más de mis maestros, infligidas especialmente para asegurarse que
permaneciesen, la mayoría de las cuales había disfrutado obteniendo.

La mayoría. No es que alguna vez hubiese tenido otra opción.

— ¿Avi…? —pregunté en un susurro, incitándolo de nuevo.


Mis cicatrices de él ya estaban completamente sanadas, pero movió
su mano a ese lugar, con la mía flotando sobre la suya, dejándolo liderar.

—Sí —admitió, mientras sus dedos se extendían sobre la suave piel.

—Entonces, ¿por qué no te puede gustar esto de ti?

Sus ojos se encontraron con los míos como si se hubiese dado cuenta
de una epifanía, y vi las adiciones parecidas a sus músculos de su manto
reformarse, retorciéndose por su cuello y sobre sus hombros. Lo sintió
sucediendo y extendió la mano para tocar la nueva textura fibrosa,
mientras mantenía una mano sobre mí. Sonrió de nuevo, como si hubiese
olvidado que le estaba permitido que le gustase esto, que le gustase quién
y qué era.

Avi notó que sus vaqueros habían desaparecido, ese pequeño y


encantador tanga con su media falda. Su cola se agitó como un cachorro
emocionado, pero luego frunció el ceño y se alejó de mí, con la
incertidumbre arrastrándose.

—Yo…

—Por ahora, trabajaremos los reflejos y el combate básico —dije antes


que pudiese comenzar a hacer preguntas de nuevo. Llegaría a un acuerdo
en su piel. Lo transcendería. Incluso si yo tuviese que diseccionar toda su
psique para llevarlo ahí—. Nos ocuparemos del resto más tarde. No soy
un guerrero, pero incluso yo sé cómo esquivar.

Avi se rio, y su tensión se aflojó un poco.

—De acuerdo. Vamos de nuevo.


—Y no intentes luchar contra como tu cuerpo quiere cambiar —dije,
tomando vuelo para volver a donde estaba sobrevolando antes—. Eso es
lo que eres ahora, Avi. Y eres hermoso.

Se sonrojó ~bueno, tanto como podía su tono de piel más pálido y ahora algo
grisáceo~ pero se dispuso a prepararse para mi ataque sin contrarrestar mis
elogios.

—Sin embargo, a tu armario le vendría bien un repunte. El normal.


Más tarde.

—¿Qué más tarde? —Vaciló cuando comencé a invocar otra bola de


fuego.

—Tenemos que ir de compras, ¿no? Disfraz de pareja. —Sonreí y


disparé la ráfaga antes que tuviese tiempo para reagruparse.
— ncluso ropa de cama negra, ¿eh? —Marc rebotó sobre mi colchón y
acarició la parte superior de mi lujoso edredón, que mi padre siempre
había bromeado que parecía como si hubiese despellejado a un
Muppet11—. Aunque el negro realmente no es lo mejor para ocultar esas
emisiones nocturnas improvisadas…

—No empieces —espeté, y luego volví a mi reflejo, tirando del arnés


y la manera en que se tensaba sobre la parte expuesta de mi pecho—. No
puedo llevar esto en público.

Debería haberlo esperado, pero cuando me había negado a ir de


compras con Marc, él había aparecido en mi puerta el sábado por la tarde
con los disfraces ya elegidos. Me sorprendió que simplemente no me
hubiese traído un tanga y pasties12 para que me pusiera, pero la realidad
no fue mucho mejor.

11

12 Pasties; Parches para pezones adhesivos con o sin borlas.


Su idea de un disfraz de pareja era un ángel y un demonio ~con él
como ángel.

Eso quería decir que mi disfraz consistía en pantalones cortos negros


con un ajustado chaleco rojo brillante, pequeñas alas de demonio negras y
rojas que se aseguraban debajo del chaleco con un arnés que se parecía
demasiado al arnés real de la apariencia de demonio de Marc, y una media
máscara roja con cuernos enrollados en la parte superior.

Al menos el disfraz de Marc tenía una túnica. Una túnica muy corta.
Muy corta, y yo estaba convencido que no estaba llevando ropa interior.
Las alas de plumas blancas, la diadema con halo y los brazaletes de oro
convencerían si no fuese por su sonrisa de suficiencia obviamente
demoníaca.

—De ninguna manera. De ninguna manera —dije de nuevo, mirando


fijamente con horror mi reflejo en el espejo de cuerpo entero detrás de la
puerta de mi dormitorio.

No lo había dejado entrar en mi habitación. No lo había dejado entrar


en la casa. Él había llamado y entrado a empujones cuando estúpidamente
abrí la puerta sin comprobar primero quién estaba allí. Luego me había
llevado directamente a mi dormitorio para que me probase esto.

Había hecho que se diese la vuelta mientras me lo probaba, no es que


creyese que no había echado un vistazo.

—Ya te he visto desnudo —había dicho—, y tuve tu polla en mí…

—Calla.

Mi habitación estaba bastante limpia. La mayoría de los muebles


fueron hallazgos de tiendas de segunda mano, pero formaban una mezcla
eclética para mi cómoda, mesita de noche y escritorio, todos estilos de
diseño diferentes, pintados o teñidos de negro a juego. No tenía ningún
póster colgado. Mis paredes estaban cubiertas con impresiones de mis
dibujos favoritos a lo largo de los años, por lo que la misma atmósfera
monocromática y macabra se extendía desde el suelo hasta el techo.
Incluso el espejo, aunque era de segunda mano, tenía un marco negro
dorado antiguo.

No había sido mi intención que fuese tan gótico, simplemente me


gustaba. Me sentía como yo mismo aquí, reconfortado por lo oscuro, lo
extraño y lo retorcido. Además de las influencias de Giger en mis dibujos,
algunas de mis obras más antiguas eran interpretaciones de monstruos
modernos como Slender Man13 o clásicos lovecraftianos como Cthulhu14.
Incluso había un autorretrato que yo había hecho de cómo me vería en el
mundo de Pesadilla antes de Navidad15

13 Slender Man o The Slenderman (en español El Hombre Delgado) es una criatura que se originó como una edición en
una fotografía transformándose en un creepypasta, creado por el usuario Victor Surge en los foros Something Awful en 2009 durante un
concurso de fotos. Se le representa como un humanoide delgado y anormalmente alto con una cabeza blanca y sin rostro, vestido con un traje
negro.

14 Cthulhu (pronunciado en español como Cutulu, o Chulu según la traducción, es una entidad cósmica creada por el escritor
estadounidense de terror Howard Phillips Lovecraft y representada por primera vez en el cuento La llamada de Cthulhu (The Call of Cthulhu),
publicado en la revista estadounidense Weird Tales en 1928. Considerado un Primigenio dentro de las entidades cósmicas, la criatura ha
aparecido desde entonces en numerosas referencias de la cultura popular. Cthulhu es descrito como la convergencia entre un pulpo, un dragón
y una criatura de forma humanoide

15 The Nightmare Before Christmas (titulada: Pesadilla antes de Navidad en España y El extraño mundo de
Jack en Hispanoamérica) es una película de fantasía oscura Stop Motion estadounidense de 1993, dirigida por Henry Selick, producida y
Odiaba las alas de murciélago y los cuernos.

Ahora lo hacía de verdad.

Aunque no estos de plástico duro. Levanté la máscara para que


descansara sobre mi cabeza.

—Necesito quitarme esto.

—Ahora estamos hablando.

—Para cambiarme.

Marc gimió y se levantó de la cama.

—¿Estás en contra de tus compañeros de clase, Brent y esos otros


chicos de fraternidad, viendo cuán sexy puedes ser?

—Yo no…

—Eres extremadamente sexy, Avi. ¿No cubrimos eso ayer?


Especialmente ahora que dejaste de aplastar ese cabello.

Yo no estaba dispuesto a admitir que, cuando me desperté con el


cabello desgreñado habitual esta mañana, quizás me hubiese
transformado brevemente en mi forma de demonio para ahuecarlo. Se
veía realmente bien cuando se volvía blanco, y cuando volvía a ser
humano, siempre mantenía su forma.

Supongo que no me veía terrible con el disfraz, pero nunca antes


había utilizado algo tan diminuto en público. Nunca hacía ejercicio, e
incluso si tuviese una buena definición muscular para ser tan delgado y

concebida por Tim Burton. Cuenta la historia de Jack Skellington, el Rey de la "Ciudad de Halloween", que tropieza a través de un portal a la
"Ciudad de la Navidad" y decide celebrar la fiesta animada .
bajito, aún habría tenido más sentido para mí ser el ángel, lo cual entendí
era la broma.

—¿Pero un ángel y un demonio? ¿En serio?

—Lo sé. Tengo un maravilloso sentido del humor. —Marc se rio entre
dientes—. Pero ven aquí. Necesita un poco de algo. —Se acercó a mí y en
el reflejo lo vi sacar un lápiz de su bolsillo, lo cual me impresionó mucho
que la túnica tuviese uno, dado que no había mucha tela con la que
trabajar.

—¿Delineador de ojos? Yo no…

—Déjalo ahora y confía en tus mayores. —Marc me giró para que lo


enfrentase y me sujetó por la nuca, manteniéndome cerca y firme y
haciendo que mi respiración se entrecortase.

Mayor. No tenía idea de cuántos años tenía. ¿Cientos? ¿Miles? Puede


que sólo se refiera a mayor en términos de haber sido un demonio por más
tiempo, pero también podría ser mucho más que una diferencia de edad
entre Jedi y Padawan16.

—La acentuación, incluso con delineador de ojos masculino, tiene su


lugar. —Marc aplicó el intenso negro con tanta suavidad debajo de mis
ojos que apenas tuve que parpadear—. Y este conjunto lo pide a gritos.
Ciérralos ahora para la parte superior.

Lo hice. Continuaba siguiendo sus directrices y obedeciendo sus


órdenes, incluso cuando no quería hacerlo.

16Jedi y Padawan ;Supongo que se refiere a maestro y alumno


Se suponía que él tenía que obedecerme a mí.

Había dicho que haría cualquier cosa que yo le pidiese, y algunas


veces me preguntaba hasta dónde podría presionar con eso. Tenía una
idea bastante buena acerca de algunas cosas.

—Hmm, esas pestañas rubias también necesitan un poco de trabajo.


Levanta la mirada.

De nuevo, escuché, abriendo los ojos y mirando fijamente hacia el


techo. Ahora él tenía rímel, que supuse también provenía de su bolsillo ~o
de una dimensión en su bolsillo. Cuando hubo terminado, movió su mano
desde mi cuello a lo largo de mi mejilla hasta mi barbilla y la inclinó hacia
arriba como lo había hecho ayer con sus garras.

Tenía tantas ganas de que me besara que me asusté hasta el punto de


retirarme. Él había dicho que su toque podía traer placer y dolor, como un
maldito Cenobita17, y al igual que en Hellraiser18, me pregunté cómo sería
experimentar ambos.

O infligirlo.

17 Los cenobitas son un grupo de seres ficticios que aparecen en las obras de Clive Barker, incluyendo la novela Hellraiser y las películas de
la saga homónima. También se los menciona en la novela Weaveworld. «Cenobita» es una palabra que significa «miembro de una orden
religiosa comunitaria». En la novela original los cenobitas son llamados «teólogos de la Orden de la Incisión» y también «hierofantes». Los
cenobitas pueden llegar a la realidad de la Tierra solo a través de una ruptura o «cisma» en el espacio, que se abre y cierra mediante ciertos
artefactos sobrenaturales. La forma más común de estos artefactos es una inofensiva caja china llamada «La Configuración del Lamento» o
simplemente «Caja de Lemarchand». Los cenobitas tienen mutilaciones o perforaciones en su cuerpo. El personaje más conocido de las
películas es Pinhead. Pinhead tiene pinchos o clavos martillados en el cráneo en un patrón de cuadrícula, seis heridas abiertas en la parte inferior
del torso con la carne desprendida, y también anzuelos incrustados en la parte posterior de la cabeza. Cada mutilación varía según la persona
debido a que representan sus deseos y placeres de manera retorcida y sádica. Precisamente siempre se juega con este último punto como
motivador para que se use la caja de Lemarchand, las personas que logran acceder a su configuración están buscando placeres o sueños más
allá de lo prohibido.
18 Hellraiser es una película de terror británica estrenada en 1987, escrita y dirigida por Clive Barker, y basada en su propia novela titulada The
Hellbound Heart Se la considera tanto una película de culto como un clásico del género. La película explora temas como el sadomasoquismo,
la relación entre el dolor y el placer, y la moralidad de personajes sometidos al temor y la tentación. Es la primera entrega de una saga que
llega hasta el año 2022 y presenta al personaje Pinhead, el cual rápidamente se convirtió en un icono del Cine de terror.
—Hermoso —dijo Marc, acercándose más.

Él también estaba llevando delineador de ojos y rímel, y le quedaba


increíble, pero también era perfecto como modelo, con una impecable piel
oscura en comparación con mi palidez, cabello rojizo, ojos rojizos, ambos
mucho más rojos bajo su apariencia, y con bordes más afilados en su
cuerpo que se acercaban más a los dibujos en mis paredes.

Había trabajado más en mi dibujo de él, el bloc de dibujo aún estaba


en mi escritorio, pero afortunadamente estaba cerrado. No estaba a punto
de contarle eso, pero había querido añadir más detalles después de
despertarme esta mañana y pensar en cómo se había sentido tocar sus
crestas.

—Hermoso —dijo de nuevo, pero en lugar de finalmente besar mis


labios ~aún no me había besado ni una sola vez en los labios~ me giró hacia el
espejo.

Me veía… bien. El contraste de maquillaje negro hacía que mis ojos


resaltaran casi tanto como si brillasen. Era más fácil pensar que mi forma
demoníaca era hermosa, porque era extraña y nueva. Había vivido con
este cuerpo toda mi vida y nunca había pensado que fuese algo especial.
Pero Marc parecía pensarlo. Parecía gustarle ambas cosas, agitando el
costado de mi cabello con su respiración demasiado cercana cuando
apareció detrás de mí en el reflejo.

Me gustaba lo mucho más grande que era, con más músculos y


realmente tan sexy, quizás más vestido con el ridículo atuendo de un
ángel, que mis pantalones cortos se sentían, bueno, más ajustados de lo
que ya estaban.
—Eres tan hermoso, Avi, que lo único en lo que puedo pensar es en
arrancarte todo esto. —Me besó debajo de mi oreja y mi polla saltó.

—Marc…

—¿Sí, Avi? —Lamió donde me había besado y se encontró con mi


mirada en el espejo con un destello en sus ojos volviéndose rojos y sus
colmillos alargándose.

Escuché la puerta de un coche cerrarse de golpe.

Me di la vuelta para ver si la camioneta de mi padre estaba afuera.


Había salido a hacer recados después de despertarse y nunca me había
sentido tan feliz de estar solo en casa dada la compañía que tenía, pero no
pude decir si había regresado. Había cerrado las cortinas y el cuerpo de
Marc me estaba bloqueando.

Su duro cuerpo con un pezón mostrándose ya que la túnica sólo cubría


un hombro. Había apoyado mis manos contra él cuando me di la vuelta,
mi pulgar justo al lado de ese pezón expuesto, y lo rocé inconscientemente.

Marc tatareó y levantó las manos para apoyarlas sobre las mías.
¿Cómo era posible que siempre oliese tan bien, a pimienta rosa y canela,
provocando un hormigueo en mi nariz? Y se veía tan bien, con su rostro y
cabello perfectos, fuese un demonio o no. Su piel también era suave. Se
había sentido igual de suave ayer cuando toqué sus crestas, esos extraños
surcos a lo largo de su cuerpo. Yo también tenía algunos ahora. Más o
menos. Más bien como una armadura que se había formado sobre mi
cuello y hombros, o fuera de ellos como piel conectada.

Quería convocarlo todo ahora, formar mis garras, clavarlas


profundamente en los puntos sensibles entre los surcos de Marc y chocar
nuestras bocas con un chasquido de colmillos, chupando su lengua hasta
que probase sangre.

La puerta principal se abrió.

—¡He vuelto!

¡Joder!

—Vete. —Empujé a Marc tan fuerte que estuvo a punto de caerse.

—¿Qué?

—¡Te veré más tarde! ¡Vete! —Ordené con un frenético susurro.

—Avi. —Dio un paso atrás hacia mí—. La salida está detrás de ti.

—Entonces la ventana, ¡ve!

—Av…

—¿Avriel?

Mi puerta comenzó a abrirse, y tuve que apartarme para evitar que


me golpease, empujando a Marc más hacia adentro, lo que significó que
mis manos estuvieron de nuevo en su pecho y las suyas en mis caderas,
justo cuando la cabeza de padre asomó.

—Oye, ¿todo está…? Oh

Mis ojos se dirigieron de golpe a los de Marc para asegurarme que no


estuviesen rojos, y afortunadamente se habían descolorido al marrón
humano, y sus colmillos habían desaparecido. Me alejé de él, volviéndome
hacia mi padre e intentando pensar en algo que decir. Cualquier cosa.
Cualquier cosa.

—Hola. —Mi padre empujó la puerta el resto del camino para


abrirla—. Bueno. Miraos.

Con nuestros diminutos trajes, quiso decir, solos en mi habitación con


la puerta cerrada. Tenía veintiún años, era adulto, pero esto no era
exactamente normal para mí.

—¡Tenemos una fiesta de Halloween esta noche! —Solté de golpe.

—Oh —dijo mi padre de nuevo, aparentemente tan cohibido como


yo—. Claro, claro. Os veis… bien. Puede que haga un poco de frío.

Marc soltó un bufido, y le di un golpe con el codo en el costado.

—Cogeré una chaqueta antes de irnos —dije. Preferiblemente una


larga en la que pudiese esconderme toda la noche. Si no podía soportar
que mi padre me viese así, no había manera que pudiese soportar a
alguien como Brent.

—¿Este es el joven que te envió flores? —preguntó mi padre, ya que


no estaba presentando a Marc y realmente no sabía por dónde comenzar.

—Lo soy —dijo Marc—. Todo el mundo debería recibir flores en su


cumpleaños. Marc Smythe, Sr. Dermot. —Dio un paso hacia adelante para
estrechar la mano de mi padre—. Un placer conocerlo.

Se estrecharon las manos, y hasta el momento, nada implosionó, por


mucho que yo deseara haberlo hecho.

—Nathan está bien, pero aprecio los modales. Avriel no suele


dejarme conocer a ninguno de sus novios.
Eso era porque nunca había tenido uno.

—Tampoco estaba preparado para que conocieses a Marc. ¡Lo siento!


Simplemente esto es nuevo y…

—Oye, no obstaculizaré tu estilo. —Mi padre dio un paso atrás como


si quisiera dejarnos en paz, pero luego se detuvo en la puerta—. Gran
fiesta esta noche, ¿eh?

—Sí. Nos encontraremos con Eryn y Fry en una media hora, de


manera que… —No estaba seguro de cuál iba a ser el final de esa frase.

—Oh —dijo mi padre de nuevo, aparentemente decepcionado. Me


había olvidado de contarle acerca de la fiesta, más que nada porque aún
esperaba evitarla—. Ni siquiera hemos comido nada de ese pastel aún.

El pastel. Yo era el peor hijo imaginable. La única razón por la que no


habíamos sido capaces de celebrar mi cumpleaños era porque él había
estado trabajando, y ahora aquí estaba yo, huyendo en su primer día libre.
Quizás aún pudiese echarme atrás y no ir…

—Entonces deberíamos hacer eso. —Marc pasó un brazo alrededor


de mis hombros, evitando cuidadosamente las alas de demonio, que
palidecían en comparación con mis alas reales, o las suyas, en todo caso—
. Es decir, si se me permite unirme. Aún tenemos un poco de tiempo, ¿sí?
Sólo ten cuidado de no manchar el conjunto con glaseado, ¿eh, amor? —
Me guiñó un ojo.

Me reí, más como una delirante combinación de ayuda y te voy a matar


más tarde.

—¡Genial! —dijo mi padre, en esa manera de intentar sonar como si


hablase en serio en un tono de voz que no estaba logrando—. Por
supuesto que puedes unirte a nosotros, Marc. Deberíamos hacer eso. Sí.
Comamos pastel. Me dará la oportunidad de conocerte.

Porque esa no era mi mayor pesadilla hecha realidad.

Mi padre se dio la vuelta, indicándonos con la mano que lo


siguiésemos, y Marc se extendió la mano hacia abajo desde mis hombros
para pellizcar mi nalga desnuda que era demasiado accesible con lo cortos
que eran estos pantalones.

Esta vez le di un codazo tan fuerte que dio un empujón como si


realmente le doliese.

Bien.

—Oh, ¿sabes algo acerca de esas manchas marrones en el patio


trasero? —preguntó mi padre.

Como las quemaduras del fuego de Infierno de Marc.

—Eh… pensé que sólo era el clima de otoño.

Mi padre asintió con la cabeza como si esa fuese una explicación tan
buena como cualquier otra.

Hace un minuto, iba a arrancarle la ropa a Marc y hacerle un desastre


sangriento y jadeante hasta que mi polla estallase, y ahora estábamos
comiendo pastel ~mi padre, mi falso novio demonio y yo, mientras yo estaba
llevando un disfraz de demonio y Marc estaba vestido como un ángel.

No podía seguir dejando que me tentase de esa manera. Me estaba


volviendo loco, haciéndome desear violencia, sangre y sexo al mismo
tiempo, y eso no era normal. Sabía que tenía que confiar en Marc para que
me ayudase con el entrenamiento para derrotar a los avatares, pero no
quería el resto. No podía, sintiendo que el deseo de más y más seguía
creciendo en mí hasta cumplir algún destino terrible y convertirme en algo
irreconocible. No quería eso. No quería quererlo.

Sólo estábamos fingiendo estar saliendo, ¡maldita sea! E incluso si no


estuviésemos fingiendo, no se suponía que quisiera a Marchosias. Se
suponía que quería a Marc, simplemente el chico sexy que había conocido
en Ética al que le gustaba mi arte, tenía intereses similares y me besaba en
la mejilla.

Pero no podía tener eso porque ese no era quien él era. Y en su lugar,
cada vez que me tocaba, o yo lo tocaba a él, me preguntaba si su polla, que
no había visto pero había sentido contra mi culo cuando me dio una
palmada después de derrotar a Pereza, tenía crestas como el resto de él.

—¿En qué te estás especializando, Marc? —preguntó mi padre como


si esto fuese totalmente normal.

Al menos Marc fingía que lo era y no dijo nada obsceno o demasiado


extraño. Era un perfecto caballero, hablando con normalidad de sus planes
de trabajar en Recursos Humanos después de la universidad ~lo cual no
tuvo mucha gracia, y vi totalmente el brillo en sus ojos cuando le fruncí el
ceño después de lo que dijo. Sin embargo, Marc era encantador. Sin duda
me había encantado y seguía hechizándome en situaciones locas y
eróticas.

Como este conjunto que no estaba diseñado para sentarse y me estaba


pasando hilo dental por mi culo, pero al menos lo ajustado que era me
estaba ayudando a mantener mi erección a raya.
El pastel también estaba bueno, aunque tuviese unos días. Mi
favorito: blanco con una capa de cuajada de limón en el medio y crema de
mantequilla de limón esponjosa por encima. Después que habíamos
terminado, con el café que hizo mi padre, y sólo quedaban una o dos
porciones más en la caja del pastel, mi padre comenzó a recoger nuestros
platos.

—Lo tengo. —Marc se levantó, apilándolos y cerrando la caja para


volver a guardarla en la nevera—. Después de todo, soy el invitado.

El perfecto caballero.

Llevando una túnica tan corta que, con levantarla después de estar
sentado pude ver que de hecho no estaba llevando ropa interior hasta que
volvió a caer en su lugar para cubrirlo ~afortunadamente antes de que mi
padre mirase hacia atrás y le diese las gracias.

Entonces mi padre se dio la vuelta para enfrentarme y me dirigió una


mirada paciente pero incitante.

—De manera que…

—¿Quiero saber el final de esa pregunta?

—Él simplemente… no es con quien te imaginaba.

Porque él era extrovertido y sexy y estaba fuera de mi liga, respondió mi


cerebro, pero en su lugar pregunté:

—¿Un ángel?

Mi padre se rio entre dientes.

—Bueno…
Tuve que preguntarme de nuevo si había cosas que mi padre sabía y
nunca me dijo, pero, ¿cómo Infiernos se suponía que iba a preguntar eso?

—¡Toc, toc!

La puerta principal se abrió con apenas un golpe antes que Eryn y Fry
entrasen. Teníamos una política de puertas abiertas con ellos, pero eso me
recordó que me parecía más a la versión stripper de un disfraz de
demonio, y me levanté de la mesa de un salto como si tuviese la intención
de salir corriendo ~y no estaba seguro si sería mejor sacarme el tanga del culo o
dejar que mis nalgas colgasen más.

—¡Cosa sexy, Avi! —chilló Eryn, corriendo hacia mí a una velocidad


impresionante dadas las plataformas más altas de lo habitual que estaba
llevando.

Ella y Fry estaban vestidos como interpretaciones de R2-D2 y C3PO


de Stars Wars, con Eryn con un vestido blanco estilo Lolita gótica y una
peluca azul, y Fry con un traje lamé19 totalmente dorado con gafas
steampunk20 para imitar los ojos de 3PO. La manera en que Eryn había
pintado a mano los detalles para que su vestido se pareciese más a R2
estaba muy bien hecha. Incluso tenía un bolso con forma de Halcón
Milenario.

19 Lamé es un tipo de tela tejida o de punto con cintas delgadas de fibra metálica, en oposición a guipé, donde las cintas se
envuelven alrededor de un hilo de fibra. Suele ser de color dorado o plateado; a veces se ve lamé de cobre. El lamé viene en diferentes
variedades, dependiendo de la composición de los otros hilos del tejido. Los ejemplos más comunes son lamé de tejido, lamé de holograma y
lamé de perla.
20 Steampunk ; Un tipo de subcultura que mezcla los estilos de ropa de generaciones pasadas con las comodidades modernas, creando inventos
que parecen haber sido creados hace generaciones. Toda la subcultura se basa principalmente en la estética, aunque la funcionalidad también
es muy apreciada.
—¡Te ves increíble! —Me susurró.

—Gracias. —Bajé la cabeza, casi haciendo que la máscara cayese hacia


adelante, pero la atrapé y mantuve levantada—. Tú también. ¿Pero pensé
que nos reuniríamos en la casa de CAS? —Lo cual siempre era mucho más
fácil de decir que Chi Alpha Sigma—. ¿No estaba fuera de tu camino venir
aquí primero? —Especialmente porque Fry vivía allí, y Eryn vivía en el
campus.

—Teníamos que darte tu regalo de cumpleaños, ¿no?

Cierto.

—Bella como siempre, Señorita Schiffer. —Marc hizo una juguetona


reverencia, uniéndose a nosotros en la sala de estar—. También estás bien
arreglado, Sr. Johnson.

Fry respondió con un gruñido de agradecimiento.

—Me quitaré del camino, chicos —dijo mi padre, recogiendo nuestras


tazas vacías—. Divertíos esta noche y… manteneros… seguros y todo eso.

Mi rostro nunca se sintió más en llamas por lo incómodo que lo había


hecho sonar, y estuve bastante seguro que lo dijo exactamente de la
manera que pensé que lo hizo.

—¡Aww, no tiene que irse, Sr. N.! —Eryn siempre lo llamaba así, lo
cuán suponía era mejor que Sr. D.

—Está bien, Eryn. Creo que he avergonzado a Avriel suficiente por


una noche. —Se acercó a darme un beso en el cabello, y luego volvió a
estrechar la mano de Marc—. Fue un placer conocerte, hijo.
—Igualmente, Sr. Dermot.

—Nathan. Por favor.

El mejor padre de todos los tiempos. Incluso si él supiese acerca de


mi madre, acerca de mí, y me hubiese mentido toda la vida, yo era el que
estaba mintiendo ahora.

—Mañana haremos algo divertido sólo nosotros, ¿de acuerdo?


—prometí.

—Eso suena genial, chico.

Mi padre llevó las tazas a la cocina y luego entró en su oficina.

—¡Momento actual! —Eryn sacó un pequeño regalo envuelto de su


bolso y lo puso en mis manos.

Marc me rodeó la cintura con un brazo y lo sentí bajar discretamente


el borde de mis pantalones cortos, lo que hizo que me pusiera de puntillas,
pensando que me pellizcaría las nalgas de nuevo, pero en realidad me
ayudó mucho.

—Esto es de ambos. —Eryn se inclinó contra Fry, quien la acercó y


sonrió.

Ella había estado insinuando cosas al respecto durante meses, que era
algo de cuando nos conocimos, algo que podría utilizar y conservar para
siempre como recordatorio de los buenos tiempos. También tuve la
impresión de que costaba mucho más de lo que me gustaría que alguien
gastase en mí, incluso si lo habían dividido.
El envoltorio era negro con un lazo rojo, de manera que combinaba
con mi atuendo, al igual que lo que había dentro, porque cuando abrí la
parte superior de la caja que claramente iba a contener joyas, encontré una
bomba del pasado.

—¿El collar Horadrim21? —Casi tenía miedo de tocarlo porque no


parecía una recreación barata.

Era de Diablo III22, el juego donde Eryn y yo nos conocimos. El


símbolo, verdaderamente un pequeño Ojo de Sauron ya que en la parte
superior tenía una piedra circular de color ámbar con una hendidura como
la pupila de un ojo, era el signo del orden mágico en el juego que luchaba
contra los demonios. El marco era una figura de ocho o un símbolo de
infinito en bronce con la piedra de ámbar colocada en el círculo superior,
pero no se conectaba en la parte inferior como una figura de ocho normal,
sino que llegaba a puntos paralelos.

—Wow, esto… no pensé que aún hiciesen éstos.

—No los hacen —dijo Eryn—, aparte de imitaciones, pero lo hicimos


diseñar especialmente. ¿Ves? —Le dio la vuelta al colgante.

Era personalizado, pero en la parte de atrás estaba grabado:

Avriel

21

22 Diablo III es un videojuego de rol de acción (ARPG), desarrollado por Blizzard Entertainment. Ésta es la continuación de Diablo II y la
tercera parte de la serie que fue creada por la compañía estadounidense Blizzard. Su temática es de fantasía oscura y terrorífica. Está ambientado
en Santuario, un mundo arrasado por eterno conflicto entre ángeles y demonios.
Cruzado de la Luz

—Lo sé, lo sé. Es tonto —dijo Eryn mientras yo continuaba mirándolo


fijamente ~y me pregunté qué broma me estaba gastando el universo—. Pero
después de este año, si nos dispersamos en el mundo real ~lo cual será mejor
que no dejes que suceda; te acecharé y te perseguiré~ quiero que nunca olvides
cómo nos conocimos. ¡Defendiendo el mundo contra los demonios! —Ella
se rio con nerviosismo.

Se me heló la sangre cuando ella lo sacó de la caja para enganchar la


cadena alrededor de mi cuello. Lo sentí pesado y cálido contra mi piel.

—Lo cual es especialmente divertido teniendo en cuenta tu disfraz.


—Ella se rio con nerviosismo de nuevo.

Ella no tenía ni idea.

Sin embargo, me encantó, incluso si se sentía como una broma


cósmica. Complementaba bien mi disfraz y colgaba justo entre las correas
del arnés.

—Gracias. Esto es realmente asombroso, chicos. En serio.

Eryn me abrazó. Fry chocó el puño conmigo, y luego me quitó el


envoltorio para pasarme un sobre.

—¿Qué es esto? —Lo abrí para encontrar un fajo de billetes de


veinte—. ¿Dinero en efectivo? ¿Por qué?

—De Brent. Supongo que se sintió mal. —Fry se encogió de hombros.

—No lo fastidiasteis ni nada, ¿verdad? —Les fruncí el ceño a los tres.


Marc levantó las manos, Eryn negó con la cabeza y Fry se encogió de
hombros de nuevo.

—Simplemente me lo dio.

—Finalmente debe haberse dado cuenta que vale la pena pagar por
ello. —Marc me apretó contra su costado.

Le di un codazo de nuevo, y tosió para cubrirlo.

—¿Preparado? —Eryn rebotaba de emoción.

No lo estaba, pero bromeé conmigo mismo pensando que al menos


ahora tenía un amuleto contra los demonios.

No es que eso impidiese que el que estaba a mi lado pellizcase mi culo


de nuevo al salir por la puerta.

esultó que los comentarios amables humanos más simples como tener
un trofeo en el envoltorio de un disfraz de demonio comprado en una
tienda con poca ropa y charlas con mis nuevos amigos mientras caminaba
por una calle larga, era bastante… agradable. Incluso me gustó la
conversación. No era una divertida orgía de sangre, pero era agradable
tomar un descanso de mis anteriores sábados por la noche.
—La nueva versión de The Slumber Party Massacre23 estuvo… bien —
estaba diciendo Eryn, después de haber iniciado una discusión sobre
recientes remakes de películas de terror mientras subíamos la colina hasta
la fila de casas de fraternidad más cercanas al campus—, pero podría
haber sido brillante con algunos ajustes.

—Me gustó —dijo Avi.

—Estoy de acuerdo —añadí—. No puede salir mal que unos jóvenes


fornidos tengan una pelea de almohadas en bragas.

—¿La viste? —Avi parpadeó hacia mí a través de su máscara. La


carita roja de demonio y los cuernos rizados eran adorables, como el resto
de él.

—Por supuesto. Resulta que soy un fanático de las revisiones


subversivas del género de terror. Mantiene a la audiencia alerta. —Incliné
la cabeza hacia abajo para golpear mi frente contra su máscara y vi sus
mejillas sonrojarse casi del mismo color.

—Vosotros dos sois tan lindos —dijo Eryn efusivamente,


eternamente apegada al fuerte y silencioso Fry.

—Cierto —refunfuñó Avi, alejándose de mí, incluso mientras se


aferraba a mi brazo para mantener el engaño de que estábamos saliendo.

Pero yo sabía que podía pasar de ser falso a fornicar en poco tiempo.

Casi sucedió antes.

23The Slumber Party Massacre es una película de terror de 1982 dirigida por Amy Holden Jones y escrita por Rita Mae Brown. Argumento:
En una fiesta de chicas algo desquiciadas entra en escena un psicópata con un taladro que tan solo quiere disfrutar matando con su aparato.
La casa de la fraternidad apareció a la vista, con una buena cantidad
de fiesta desparramándose sobre el césped, todo el edificio decorado como
una casa encantada, pero las luces brillantes y joviales y los recortes de
gatos de dibujos animados no eran realmente espeluznantes. Cuando
suficientes ojos vieron a nuestro grupo acercándose, Avi se aferró a mí aún
más fuerte, lo cual no me importó en lo más mínimo.

—¿Por qué no me dejaste coger una chaqueta? —siseó.

—¿Para qué?

—¡Hay 10ºC!

Eso no fue suficiente para que Eryn trajese una. Habría arruinado su
conjunto. Yo sabía que la verdadera razón por la que Avi quería una era
para esconderse en ella, y esta noche, estaría en plena exhibición y
aprendería a amarlo.

—Avi, ¿aún no te has dado cuenta que ya no sientes frío? —susurré.

—Yo… ¿no? —Vi el momento en que se dio cuenta. El frío


definitivamente estaba presente, especialmente con el sol poniéndose,
pero eso no fue suficiente para provocarle escalofríos—. Wow…

—La constitución demoníaca tiene sus ventajas, ¿no?

—¡Viene uno, vienen todos! ¡Entra en nuestra guarida de


inmoralidad! ¡Y no olvides pagar la cuota! —Un chico en la puerta tenía
una lata de café que tintineaba cuando la sacudía ~con monedas plantadas,
supuse, ya que todo el mundo estaba pagando con billetes.

Estaba vestido de manera bastante clásica como el Diablo, con una


horca, cuernos de plástico rojos y un traje y capa, muy Gary Marshall de
Hocus Pocus24. Habría supuesto que sería Brent el que vigilase el umbral,
pero era un chico pelirrojo.

—Johnson. —Asintió con la cabeza a Fry y dejó entrar a él y a Eryn


sin pagar pero levantó una mano cuando intentamos seguirlos—. Cuota,
por favor.

—Pero… Brent dijo…

—Creo que nuestra cuota ha sido pagada —me involucré—, viendo


cómo mi cita hizo esos bonitos carteles para vosotros. —Asentí con la
cabeza hacia el que estaba en el interior de la puerta.

—¿Dermot? —Los ojos de Ginger Devil se abrieron como platos, y se


inclinó más cerca de Avi, intentando ver a través de su máscara, y luego
bajó la mirada hacia su tenso cuerpecito un poco demasiado
detenidamente para mi gusto—. Mierda. No te reconocí. Agradable casa
de estudiantes, hombre. Entra.

Muchacho inteligente. Habría tenido que tener una charla con el viejo
Brenty-boy si hubiésemos tenido que devolverle el mismo dinero que
sabiamente nos había enviado con Fry.

En el interior se desarrollaba el típico ambiente de una casa de


fraternidad universitaria, pero aún no tan ruidoso ni tan borracho como
para justificar una llamada a la policía. Ginger Devil estaba llamando a la
gente en la puerta si no los conocía, la música tenía un nivel decente, de

24
manera que la gente aún podía oírse entre sí, y la comida y bebida
prometidas era abundante.

—¡Vamos de fiesta! —declaró Eryn.

Y fiesta que hicimos.

¿Quién diría que los aburridos juegos de beber para humanos


podrían no ser tan aburridos después de todo? También parecía que
nosotros, los demonios, sobresalíamos en un juego llamado Tippy Cup25,
porque Avi y yo masacramos a la competencia bebiendo nuestra sucesión
de chupitos llenos de SOLO26 y volteando los vacíos del revés al derecho
de nuevo. Hizo un desastre terrible con la cerveza goteando sobre la mesa,
pero no tuve que limpiarla.

Nuestra victoria valió al menos una ronda de chupitos.

—¡Por la batalla contra los demonios! —Levanté mi copa para


brindar.

Los ojos de Avi se abrieron como platos, antes de recordar su regalo


de cumpleaños y agarrar el colgante.

Eryn empujó rápidamente su vaso para unirse a mí. Incluso el


protector hermano mayor Fry se mostró cariñoso conmigo y también se
unió, aunque creo que hablaba menos con unas cuantas pintas en él.

Finalmente, Avi también se unió.

25Tippy Cup. Es un juego de beber en equipo en el que los jugadores deben, por turnos, vaciar un vaso de plástico con cerveza y luego
“voltear” el vaso para que caiga boca abajo en la mesa. Si la copa se cae de la mesa, cualquier jugador podrá devolver dicha copa al campo
de juego.
26SOLO. Refresco noruego bastante popular. Se relaciona con la Fanta, sin embargo, los sabores son diferentes. También es una suave
bebida australiana.
—¡Salud! —dijo y aplastó vasos con el resto de nosotros.

La música cambió a algo especialmente alegre.

—¡Me encanta ésta! —gritó Eryn y lanzó su vaso y el de Fry a un lado


antes de arrastrarle hacia la pista de baile.

Avi miró fijamente a su ahora vaso vacío.

—¿Cómo es que no estoy más borracho? Quiero decir, me siento un


poco…

—¿Decepcionado?

—Quizás. ¿Constitución demoníaca?

—Me temo que sí. Ya no eres una cita barata. —Tomé el suyo vacío y
besé su mejilla justo debajo de la caída de su máscara—. Te conseguiré
otro.

Se estaba resistiendo a mis encantos ~o intentándolo~ pero también


estaba teniendo un buen momento. La verdad sea dicha, yo también. Un
poco agradable tener un respiro antes de la próxima batalla.

Preparé un rápido Capitán27 y una Coca-Cola para ambos con las


botellas disponibles. Es peligroso dejar que todos sirvan libremente, pero
no había visto a un camarero vigilando. Cuando regresé al lugar donde
había dejado a Avi, parecía que alguien más se había acercado
sigilosamente en mi ausencia.

27 Capitán. Es conocido como el Manhattan peruano. Su historia nos remonta a 1920, cuando los capitanes del ejército peruano solicitaban
tomar la mezcla de Vermut con pisco después de sus rondas en el Altiplano, creándose así el Cóctel Capitán como lo reconocemos en la
actualidad. Ingredientes: 3 onzas de Pisco, 2 onzas de Vermut rojo, 6 cubos de hielo, 4 gotas de amargo de angostura, 2 cerezas marrasquino.
Brent.

Me había estado preguntando dónde se había estado escondiendo.

El oído de un demonio es mejor que el tipo promedio, de manera que


incluso desde unos pocos pasos atrás y con la música a todo volumen,
capté los balbuceos introductorios de Brent.

—T…tú, um… ¡te ves bien! —Se había acercado sigilosamente detrás
de Avi, haciéndolo saltar y dar la vuelta. Brent había elegido el Hombre
de Acero, que era un poco llamativo dado su color. Incluso había logrado
ese pequeño y delicado rizo del clásico Supermán.

Personalmente, era partidario de la versión más nueva. Ese tipo Tyler


Hoechlin28 era un placer para la vista. Sin embargo, no me gustaba mucho
que Avi fuese un festín para Brent, especialmente si pensaba que podía
robárselo.

—Gracias. —Avi se encorvó.

Brent hizo un gesto con la mano para alejarse de la entrada abarrotada


entre la pista de baile y donde yo había ido a coger unas bebidas.

—¿Quizás podríamos hablar en algún lado? ¿A solas?

—Eh…

—Hola, Brenty-boy. —Me abalancé y pasé mi brazo sobre los


hombros de Avi con la mano que sostenía mi bebida, mientras le pasaba

28
la suya—. Aún no nos hemos conocido oficialmente, ¿verdad? Todo muy
cercano y personal. Soy Marc.

Estábamos cara a cara en altura, pero la asustada expresión de Brent


lo hacía parecer un poco más pequeño. Si no lo supiese mejor, pensaría
que podría ver a través de mis colmillos.

—H…hey. Vosotros dos… disfrutad de la fiesta. —Se escabulló.

Bye, bye, Brenty.

—Marc —gruñó Avi—. Él no estaba siendo un completo idiota. Pagó


por el cartel. Nosotros fuimos los idiotas.

—Quizás, pero creo que quiere una probadita de ti, y ahora eso me
pertenece.

—Oh, ¿en serio? —Avi rodó los hombros para salir de debajo de mi
agarre. No se enfureció, pero tomó un sorbo de su bebida con el ceño
visible detrás de su máscara.

La incliné hacia arriba para ver su rostro y la penetrante audacia de


sus ojos delineados de negro.

—Sin duda, me gustaría —dije, suave y retumbante sobre la parte


superior de mi vaso. Lamí el borde antes de tomar un largo trago, sin
apartar mis ojos de los suyos, y se atragantó con el siguiente trago—. Te
pertenezco, Avi. Yo te sirvo. Podrías pedirme que me arrodillase aquí
mismo, y bajaría esos pequeños y apretados shorts y abriría la boca con
entusiasmo.

Avi se retorció, a riesgo que esos pantalones cortos explotasen por sí


solos.
—Estoy seguro que lo harías. —Tomó otro trago, desviando la
mirada.

Él no quería seducción. Lo quería, pero quería el romance que la


acompañaba, creer que éramos más que monstruos, y yo podía complacer.
Mi conversación de almohada era tan buena como morder la almohada,
gracias.

La canción ahora era lenta, interpretada por algún pájaro susurrante


con un ritmo sensual. El cambio no había disuadido a Eryn y Fry, quienes
se estaban acercando y disfrutando del ritmo.

—O… podría ofrecerme para bailar. —Me bebí el resto de mi bebida,


lo cual no fue tarea fácil, pero pude tragar mucho de una sola vez.

Avi dudó pero luego hizo lo mismo, y lo llevé a la pista de baile antes
que pudiese cambiar de opinión. Lo acerqué, pecho con pecho y caderas
conectadas, moviendo nuestros cuerpos lo suficientemente lento y sensual
como para haber derretido el cerebro de Patrick Swayze si hubiese estado
ahí con nosotros.

Me pregunté si Avi había estado medio duro todo este tiempo, lo


suficiente como para que le gustase la sensación del cuero tensado contra
él, pero no tan elástico como para llamar la atención. Sentí su polla temblar
ahora, encontrando la mía a través del fino algodón de mi túnica.

Se estremeció y enroscó sus manos alrededor de mi cuello.

—Siento que todo el mundo nos está mirando.

Había estado apreciando el anonimato de la máscara, ya que no


parecía que la mayoría de la gente lo hubiese reconocido. Más habían
comenzado a hacerlo después de un rato, y había escuchado susurros de
algunos que se estaban preguntando si realmente era él, quién era yo, y
cómo Avi Dermot había conseguido tal partido.

Con su máscara levantada, llegaron nuevos susurros, preguntándose


cuándo Avi se había vuelto tan ardiente, y no era de extrañar que tuviese
un novio tan atractivo a la altura si había estado escondiendo un cuerpo
tan en forma bajo jerséis de gran tamaño durante años.

—¿Quién no querría mirar? Eres impresionante. —Realmente lo era,


y cada vibración de los tambores me hacía mover mis caderas en otra
dirección y acercarlo más.

Avi dejó de encorvarse, dejó de intentar esconderse y simplemente


me miró, dejándome guiar dónde y cómo nos movíamos.

—Sabes, si fuese sólo esto, sólo yo y el Marc que conocí en Ética, sin
apocalipsis ni demonios, no creo que alguna vez hubiese sido más feliz.

—No parezcas tan triste por eso.

Se mordió el labio, en conflicto pero lleno de anhelo, y quise lamer mi


camino entre sus dientes y demostrar cuánto le podía gustar lo que
éramos. Yo sabía que le gustaba.

—Parte de esto podemos ser sólo nosotros —dije—. Te lo dije, todas


las cosas de las que hablamos, todas las cosas que dije que me gustaban
de ti, todas son ciertas. —Lo era. Sin mentiras. Omisiones, sí, pero no
mentiras—. Me encantas, Avi.

Acerqué la cabeza y él levantó la suya con un pequeño grito ahogado.


Avi encajaba conmigo mejor que perfecto, como ningún maestro que
hubiese conocido, dulce y confiado, pero aún con ese peligro acechando,
un poder oscuro y mortal que apenas había arañado la superficie.
Quería romperlo y dejar que me invadiese, encontrar al rey dentro de
este pequeño y engañoso paquete y verlo causar estragos en el mundo que
lo había echado. Quería ser el único en conocer de manera carnal a esta
futura potencia antes de que arrasara con todo lo que lo ofendiese y
tomase y disfrutase todo lo que siempre había deseado con el abandono
de los mayores apetitos del Infierno.

Sus labios estaban brillando de tanto morderlo y lamer las marcas que
había hecho. Moví mi lengua a lo largo de su pliegue y Avi jadeó de nuevo,
invitando a mi lengua a avanzar en el espacio intermedio.

Hice una pausa antes que pudiese, y Avi echó la cabeza hacia atrás,
sin duda sintiendo lo mismo. La música había cambiado de nuevo, aún
seductora y estimulante, y los otros bailarines estaban bailando más
acaloradamente, más que nosotros, a pasos agigantados en realidad, como
si se volviesen realmente juguetones y gimiesen mientras lo hacían, como
si…

—Um, Avi…

—El siguiente avatar está aquí.

—Eso parece. Y creo que podría ser uno de mis primos.


—¿ uieres decir…? —Avi miró a su alrededor y vio a las parejas
amorosas volverse más toconas e inapropiadas en público con cada
movimiento de sus caderas al ritmo de la canción ~incluidos Eryn y Fry.

—Definitivamente Lujuria, el avatar de Asmodeus.

—Entonces, ¿dónde está?

—Esa… es una buena pregunta. —Escaneé a las parejas moliéndose


y besándose y mordisqueando los labios y cuellos del otro y prácticamente
quitándose los disfraces. Esto se estaba volviendo un poco indecente
incluso para mí, pero no podía sentir la fuente.

—¿Y por qué esta vez no sentimos la rasgadura? —Avi estaba


sonando cada vez más agitado, agarrando el borde de mi túnica con un
apretón de sus dedos y haciéndonos girar en un medio baile para seguir
buscando a nuestro invitado.

Dado que la ilusión era la especialidad de los de mi especie, el avatar


podría ser cualquiera.

—Es difícil separar un lote de hormonas de…


—¡Ah! —Una animadora zombi pareció salir de su estupor después
que su novio, el mariscal de campo, le mordiese el cuello con tanta fuerza
que la hizo sangrar. Entonces ella volvió a atacarlo con la misma crueldad,
lo cual, según su carácter, no era una buena señal.

—¿Quieres decir que estábamos distraídos por estar… demasiado


excitados? —Era evidente que Avi no estaba viendo la ironía—. ¡Sentí
venir a Pereza desde el otro lado del campus!

—La rasgadura debió haber sucedido aquí, y no lo sentimos porque


estábamos encima. ¿Qué tal si nos centramos en encontrar al malo antes
que nuestros amigos se devoren entre sí? —Asentí con la cabeza a nuestros
droides residentes.

Eryn y Fry no habían llegado a la etapa de morderse, pero la manera


en que se miraban entre apasionados abrazos y fervientes manoseos era
como si literalmente pudiesen comerse uno al otro.

Más que los bailarines también se estaban viendo afectados. Afuera


de nuestra habitación había parejas empujándose contra las paredes y
buscando lugares en el suelo para follar. Ya no parecía que Ginger Devil
estuviese en la puerta, probablemente disfrutando de la diversión con su
propio compañero.

—De acuerdo… de acuerdo. —Avi estaba intentando mantener la


calma pero aún no había soltado la franja de mi túnica que cubría mi
hombro—. Puedo encontrarlo, ¿verdad? ¿Quién quiera que sea? Sólo
necesito concentrarme. —Se quedó quieto, con las palabras interrumpidas
a mitad de su divagación y los ojos mirando fijamente a la nada.

—¿Avi?
—¿Marc? —respondió Avi como si ya no me viese y no me hubiese
oído gritar.

Lujuria debía estar alimentándolo con una ilusión.

Me quité sus dedos de encima y lo sacudí por los hombros.

—Avi. —Sus ojos se habían abierto como platos por el terror,


moviéndose de izquierda a derecha como si estuviese buscándome.

—¡Marc!

—¡Avi!

Los lugareños se estaban volviendo peligrosamente más agresivos.

—¡Avi! —Lo sacudí con más fuerza. Él podía vencer esto. Era el
vástago de un maldito archidemonio, ¡maldita sea!

—Esto no es real —murmuró Avi—. Puedes poner esos pensamientos


en mi cabeza. ¡No es real! Marc… —Terminó con un quejido, y sentí una
sacudida en mi pecho que no me gustó nada. No podía decir de dónde
estaba viniendo el poder del avatar. No sabía qué le estaba mostrando—.
Y…yo no… quiero ver estas cosas. Por favor.

Esa sacudida de nuevo.

Las emociones eran realmente terribles cuando no se deseaban.

—¡Marc!

Agarré ambos lados del rostro de Avi e hice que me mirase, incluso
si sabía que no podía verme ni oírme. Entré en su mente, atravesando un
espeso mar de imágenes distorsionadas, un sangriento desastre de dolor
mezclado con perversos placeres como una terrible tortura que le estaba
sucediendo a la gente de aquí, a los amigos de Avi, a mí, y que todo podría
convertirse en realidad si no éramos rápidos.

Empujé y empujé, y encontré a Avi en el centro, acurrucado sobre sus


rodillas, abrazándose a sí mismo e intentando no mirar la orgía de
matanza, pero incapaz de cerrar los ojos mientras sollozaba.

—Por favor… ¡haz que pare!

—¡Avi! —grité una y otra vez hasta que, al menos, me miró. Yo estaba
de rodillas frente a él, y le hice ver una ilusión de la verdad fuera de esta
pesadilla de sólo yo, sólo nosotros, con mis manos sosteniendo su rostro.

Entonces lo besé.

a lengua de Marc estaba en mi boca. Había querido sentir la lengua de


Marc en mi boca desde la primera vez que lo vi sonreír con suficiencia, y
aquí estaba, buscando la mía con una íntima zambullida.

Era caliente y profunda y tan talentosa como lo había sentido las


múltiples veces que había estado en mi polla. Pero esto era mejor ~casi~
porque ambos estábamos explorando y encontrando la boca del otro con
la misma succión voraz. Olvidé los horrores que había presenciado y que
no había podido decir con certeza si eran reales o falsos, y le devolví el
beso a Marc hasta que mis pulmones exigieron aire.
Una ola salió disparada de mí y me hizo jadear en los labios de Marc.
Los horrores habían desaparecido y todos en la pista de baile, la verdadera
pista de baile, estaban siseando y gimiendo y murmurando en confusión
sobre por qué se habían vuelto tan rudos.

—¿Yo…?

—¿Anulaste el poder de un avatar como la Bella Durmiente


despertando de su siesta?

Por el beso de Marc, quiso decir, lo cual no era equivocado.

—Lo hiciste. Buen chico, Avi —susurró, y no quise nada más que
besarlo de nuevo, pero teníamos un avatar que encontrar.

—Tenemos que sacar a todo el mundo.

—Cierto. —Marc parpadeó como si también hubiese estado


pensando en besarme de nuevo—. ¿Cuál es esa estúpida escusa que
siempre se da en el cine para la histeria colectiva?

—¿Fuga de gas?

—¡Fuga de gas! —gritó Marc por encima del ruido de la confusión y


la música—. ¡Todos fuera antes que esto realmente se salga de control!

Suficientes juerguistas estaban asustados por los rasguños, mordiscos


y moretones que se habían causado entre sí y huyeron de inmediato.
Comenzó una estampida, todos se dirigieron hacia la misma puerta,
mientras algunas parejas aún estaban recuperando el sentido y corrían el
riesgo de ser pisoteados.
—¿Qué…? ¿Esto es…? ¿Estáis bien? —preguntó Eryn, cuando ella y
Fry tropezaban hacia nosotros.

—Extraño —resumió Fry lo sucedido de manera bastante perfecta.

—Intenta evitar que las masas entren en pánico —dije—. Sacaremos


al resto.

—Pero…

—¡Ve! —Los empujé a seguir a la horda de asistentes a la fiesta que


huían, sin darles tiempo para cuestionar mi repentina inclinación hacia lo
heroico, y le susurré a Marc—. ¿Por qué no se está mostrando el avatar?

—Porque es mucho más divertido hacernos sudar. Vamos. —Me


arrastró fuera del salón de baile. Algunas personas contra las paredes o en
las esquinas emergieron del estupor de sus mordidas después que me
acercase, de manera que al menos tenía eso a mi favor, pero si el avatar
real podía ser cualquiera disfrazado, ¿cómo se suponía que iba a
encontrarlo?

Marc olfateó el aire como un sabueso, mientras veíamos cómo más y


más personas se dirigían hacia la salida. Les conté a todos acerca de la fuga
de gas si aún parecían confundidos y se pusieron serios en un instante. El
olfato de Marc no parecía guiarnos mejor que lo que supuestamente eran
mis sentidos superiores, porque todos lo que nos cruzábamos seguían
siendo humanos y no hacían nada más que huir.

—¿Es así? —pregunté mientras dábamos vueltas por la cocina, sin


encontrar a nadie más que a los rezagados—. ¿No hay nadie más?
Marc aún me tenía agarrado de la mano, olfateando y escuchando,
aunque la música no había parado, tocando una mezcla de Halloween que
acababa de cambiar a “(Don’t Fear) the Reaper”.

Marc levantó la cabeza de golpe hacia las escaleras. ¡La segunda


planta!

Recé para que la casa del CAS no tuviese sótano, mientras Marc me
arrastraba detrás de él escaleras arriba.

—¿Lo conoceré si lo toco?

—Probablemente no quieras tocarlo. —Marc miró hacia atrás


meneando sus dedos libres—. Dolor y placer, ¿recuerdas?

Viniendo del toque de Marc, la idea me calentó las entrañas.

De algún extraño que quería matarme, no tanto.

Varias parejas estaban aquí arriba, y whoa, juro que la sirena estaba a
punto de arrancarle la oreja a su novia pirata antes que llegásemos al
rellano. Todos con los que nos cruzábamos recobraban bruscamente la
claridad de sus sentidos y nuevamente gritamos:

—¡Fuga de gas! ¡Todo el mundo fuera!

Corrieron y ninguno de ellos intentó atacarme.

¿Dónde estaba esa cosa?

Habitación tras habitación, cada fracaso me hizo apretar más fuerte


la mano de Marc. Estas casas de fraternidad no eran grandes, sólo casas
renovadas con un puñado de habitaciones. No podía haber mucho más,
quizás unas cuantas personas más como mucho, y luego…
Brent.

Brent y su novia, que se estaban acariciando intensamente en una


cama, que podría haber sido su cama, y aunque yo no quería a Brent ~no
lo quería, maldita sea~ ¡no necesitaba ver eso!

—¡Fuera! —grité desde el marco de la puerta, con Marc aun girando


la cabeza mientras olfateaba… ¿excitación?—. ¡Fuga de gas! ¡Vamos!

Nada sucedió. No pararon como todos los demás. Nunca antes había
hablado con la novia de Brent, pero la conocía. Kristen Kinney. Alta.
Bonita. Vestida con lo que supuse se parecía a Lois Lane, ya que Brent era
Supermán, con su cabello oscuro cuidadosamente rizado como una
estrella de los años 40, vestida con una chaqueta de color morado oscuro
y una falda tubo que gritaba tanto bibliotecaria sexy como reportera de
cómics.

Su chaqueta estaba a medias, y el súper traje de Brent, una buena


réplica pero probablemente aún barata en una tienda de fiestas, estaba
suelto por delante, desabrochado por detrás, o quizás rasgado. Estaban
siendo tan rudos como todos los demás.

Excepto… no era Brent. Estaba creciendo, los ojos parpadeando como


si estuviesen rodando hacia atrás en su cabeza.

—¡Oye!

Kristen se dio la vuelta, sólo que estuve bastante seguro que no era
Kristen porque sus ojos ardían rojos como los de Marc, rasgados y
ardientes, y sus labios eran negros.

No pintados de negro, sino veteados como veneno, con el interior de


su boca también completamente negro. La misma decoloración veteada
estaba en Brent, cuando sus ojos se pusieron en blanco y comenzó a
convulsionar.

—¡Para! —Disparé mi fuego Infernal sin pensar, apenas sin


importarme hacia donde apunté, pero Lujuria lo desvió como si estuviese
vestido como Wonder Woman y pudiese desviar las balas.

Mi fuego Infernal se redujo a nada.

—Y yo que me estaba divirtiendo tanto —ronroneó ella, levantándose


de la cama. Levantó el cuello, cerrando los ojos y separando los brazos,
como si aún pudiese saborear el aura de deseo que había evocado—. No
está mal, cariño. Frustraste gran parte de mi poder. —Sus ojos se abrieron
de golpe y se centraron en mí—. Pero no eres rival para un avatar de mi
nivel.

Dejó caer la chaqueta de sus hombros, y cuando ella la atrapó, la hizo


girar frente a ella como un torero arrojando su capa, y detrás de esa
floritura estaba su verdadera forma esperando.

No ella, sino ello flotaba, con la piel de un color púrpura oscuro, con
el cabello rojo suelto, el negro había invadido el blanco de sus ojos, aunque
el rojo ardiente permanecía, y su rostro y cuerpo eran… más que
andróginos, porque era la cúspide de todos los aspectos masculinos y
femeninos combinados.

Difícilmente pude pasar por alto los amplios pechos y la polla


igualmente pesada que colgaba debajo de la línea de una faja que colgaba
de su cintura y que era poco más que un cinturón. La polla de Pereza
colgando entre sus peludas patas había sido bastante formidable. A los
demonios no les importaba ~pero por supuesto que no les importaba,
especialmente no a Lujuria.
Era hermoso y terrible por cómo sus cuernos, dos conjuntos, iban
desde la frente y se extendían hacia arriba, el otro desde las sienes y se
extendía hacia los lados. Los cuernos parecían carnosos, con trozos
retorcidos de tendones mezclados con hueso y palpitando como… un
pulso. La carne era roja y el hueso negro, como el mismo material retorcido
recubriendo su cuerpo como escamas protectoras. Parte de ella se curvaba
justo debajo de sus pechos y sus pezones desnudos estaban perforados
con tachuelas de oro.

Al igual que sus cuernos, tenían dos pares de alas, un par más grande
como las de Marc, sólo que donde las suyas se volvían parecidas a plumas,
las de esto se desvanecían hasta convertirse en tendones más carnosos. Un
segundo par de alas de murciélago, más pequeñas, se extendían desde la
parte baja de su espalda y no necesitaban aletear para mantenerse en el
aire.

Su rostro y colmillos también me recordaban a los de Marc,


inquietantemente guapos y bonitos a la vez, y sus dedos con garran con
puntas negras estaban adornados con anillos, con detalles similares
adornando sus cuernos.

Hermoso. Aterrador y hermoso.

Brent aún se aferraba a la cama.

—¡Marc! —le grité cuando dejé que mi disfraz se desvaneciese y mi


forma de demonio tomase forma para reemplazarlo. No sabía si Marc
podría hacer algo para ayudar a Brent, pero no quería que muriese. Tenía
que alejar a Lujuria de él.

Disparé otro rayo de fuego infernal, apuntando entre esto y la cama,


y se lanzó hacia la izquierda para evitarlo.
Marc saltó hacia adelante en la abertura, en el aire con su forma
demoníaca desatada, y aterrizó en la cama junto a Brent. No lo había visto
mucho desde atrás, pero su cola tenía la clásica punta de pala con crestas
a lo largo de todo su eje. La base comenzaba por encima del taparrabos
azul más largo que lo cubría, revelando parte de su culo con cómo sus
muslos y piernas quedaron desnudos.

—Lamentable —ronroneó Lujuria ~un ronroneo más que un gruñido,


con una voz ambigua, tanto masculina como femenina según su aspecto—. Tan
enamorado de una criatura menor. Ni siquiera sé el nombre de ese peón,
y es de mi corte. Patético —añadió, tal como Pereza también nos había
llamado.

—Que te jodan —gruñó Marc y agarró a Brent por la parte delantera


de su traje, lo puso de pie y…

Lo besó.

Lo estaba besando, y una punzada de ardientes celos me recorrió


porque acababa de besar a Marc por primera vez en la planta baja, y no
me gustó ver sus labios sobre Brent. Pero eso tenía sentido. Sabía que tenía
sentido. Marc estaba bebiendo el veneno que Lujuria le había dado al
besarlo de nuevo.

Un destello de fuego infernal hizo que mis ojos volviesen al avatar,


mientras convocaba una bola de energía y la desataba hacia Marc. Lancé
mi propio rayo que conectó con el de este antes que impactase, el impacto
causando que la lámpara de mesa estallase con una lluvia de chispas
púrpuras.

Brent jadeó, alertado tanto por la explosión como por el último trozo
negro que salió de sus labios cuando Marc terminó de absorber. Los ojos
de Brent se abrieron tanto que pensé que podrían salirse de su cráneo,
mientras observaba la apariencia de Marc.

—Nunca más en tu vida quisiste buscar refugio en otro lugar, ¿eh,


Brenty-boy? —Se burló Marc—. Boo.

—¿Qué cojones? —Brent voló hacia los pies de la cama, ni siquiera


viendo a Lujuria a su derecha, pero cuando intentó correr hacia la puerta
conmigo de pie frente a ella, definitivamente me vio ~cabello blanco,
cuernos, alas, con armadura natural sobre mi cuello y hombros como un tendón
verde azulado similar al rojo de Lujuria.

—Fuga de gas —dije con una voz que supe tenía más retumbo de lo
habitual pero que aún era reconocible como yo—. Sólo una fuga de gas,
Brent. Ahora corre. —Di un paso a un lado para darle espacio para huir, y
aunque sus ojos recorrieron mi forma cambiada, no dudó.

—¡Recuerda esquivar! —gritó Marc, y me di la vuelta hacia adelante


justo cuando Lujuria arrojaba los restos de la mesita de noche a mi cabeza.

Me agaché y estalló en astillas de madera contra la pared.

Salté después para sostenerme en el aire con mis alas y me impulsé


hacia adelante ~sólo para que Lujuria ahora fuese mi padre pareciendo
aterrorizado.

Retrocedí, intentando alejar la visión.

—¡Avi!

Lujuria estaba llegando rápidamente una vez que pude ver de nuevo,
y agarré las partes de este que me alcanzaron primero ~sus garras
extendidas. Giré agarrándole las muñecas y le arrojé a través de la pared hacia la
habitación de al lado con un estrépito de yeso.

¡No sabía que podía hacer eso!

—¡Muy bien, Avi! —Marc se dejó caer a mi lado después de un


elegante salto desde la cama. Aún era muy alto a mi lado con sus pies con
garras.

—Pero cómo hago…

Me agarró por la garganta y me estrelló contra el borde de los restos


de la pared.

Me atraganté, jadeé, lo arañé ~sólo para que no hubiese sucedido


nada en absoluto cuando volví en mí con Marc sacudiéndome los
hombros.

—Realmente odio ese poder —gruñí.

—Te gusta cuando lo hago. —Guiñó un ojo.

Una llamarada de fuego rojo del infierno me dio segundos para


reacciones, y elegí derribar a Marc al suelo, sin saber hacia dónde podría
ser dirigida.

La cama estalló en llamas.

Ardió caliente y rápido y se extinguió en segundos, pero básicamente


aún no quedaba edredón y ahora el olor a fibras quemadas estaba en el
aire.

Sentarme a horcajadas sobre Marc me recordó que no llevaba ropa


interior, en cualquier forma, y definitivamente no había nada entre él y yo
con ese taparrabos a un lado, aparte de mi tanga que estaba un poco…
tenso.

Me aparté de él a pesar de la sonrisa de suficiencia en su rostro y me


giré para enfrentar el agujero en la pared con un batir de mis alas.

No podía ver a Lujuria.

Otra llamarada atrajo mi atención hacia la izquierda, de regreso a la


puerta, donde Lujuria había dado vuelta y estaba disparando otro rayo,
justo hacia Marc, cuando se levantaba detrás de mí.

—¡Marc! —Me lancé entre él y el fuego del infierno, preparándome


para un dolor punzante que podría abrirme un agujero.

Chamuscó… pero no abrasó, no dolió mucho en absoluto, y cuando


bajé la mirada, debajo de la armadura verde azulada del cuello y hombros
había algo así como una placa pectoral, atada con la misma mezcla de
músculo carnoso y hueso, pero desvaneciéndose. De verde azulado a
blanco bajando por mi estómago. Blanco grisáceo, el color en el que se
había vuelto el resto de mi piel, sólo que era tan duro como el acero y había
provocado que el fuego infernal de Lujuria se apagase.

—Quizás seas más impresionante de lo que pensaba. —La voz de


Lujuria sonaba diferente ahora, más masculina que la mezcla de ambas—
. Pero aún eres esclavo de tus deseos humanos.

A medida que avanzaba hacia mí, más de sus rasgos masculinos


tomaron el control, como si se convirtiese en lo que más ansiaba, y su voz
sólo mantuvo el estruendo más profundo. Como un hermano mayor de
Marc con sus similitudes, Lujuria sacó la lengua para lamerse los labios,
pero colgó más debajo de lo que debería hacerlo una lengua normal,
bifurcada en el extremo, gruesa y enrollada como una serpiente.

Un disparo de placer me recorrió antes que Lujuria siquiera me


tocase, cuando sentí tanto como vi a Marc de rodillas frente a mí chupando
mi saltarina polla. Sacudí la visión de mi mente, porque sólo a Marc se le
permitía enviarme esas imágenes. Sólo a él se le permitía cometer esos
actos.

Cuando se escucharon sirenas distantes, habiendo llamado a la


policía, al departamento de bomberos o a ambos, me lancé hacia adelante
para volver a poner mis garras en Lujuria.

—¡Espera! —gritó Marc, pero mi ímpetu estaba listo. Tenía mis


manos alrededor de la garganta de Lujuria, pero él levantó las suyas y las
sujetó a mis antebrazos, varonil y seductor como no quería admitir,
porque se parecía mucho a Marc.

Un dolor indescriptible mezclado con placer desgarró mi cuerpo y


aullé, con las rodillas dobladas debajo de mí. Lujuria aún se aferraba a mí
y me bajó lentamente al suelo, justo en línea con su gruesa polla. El
dolor/placer me desgarró de nuevo, como olas de ser desollado a lo largo
de mis terminaciones nerviosas, pero dolía tan increíblemente que mi
polla se hinchó.

Lujuria debió haber pensado que eso era terrible para mí, porque
levantó una de sus garras para cortarme la garganta, burlándose.

—¿Cómo se siente eso, mestizo?

En los segundos previos a que me tocase, atrapado en una intensa


sensación de agonía/éxtasis, no me preocupé por mí mismo. Sólo ese
sentimiento. Sólo cuánto me gustaba, y quería bañarme en la sangre de
Lujuria y lamer el interior de su piel una vez que la arrancase de sus
huesos.

—¡Avi!

Se giró y atrapé su muñeca con un giro de su agarre sobre mí.

—Hazlo de nuevo —gruñí y vi sus ojos abrirse como platos en


confusión.

—Te tengo, amor. —Marc disparó dos ráfagas de fuego infernal a los
hombros de Lujuria, causando que tropezase y se volviese hacia ellos.

Me puse de pie con piernas temblorosas, mi polla tan dura que dolía,
mientras Marc me rodeaba por detrás ~no tan alto como antes, porque yo
era más alto, mis pies convertidos en garras parecidas a gárgolas y ahora
me elevaba de cinco a ocho centímetros.

—Te tengo tan bien —exhaló Marc contra mi oreja y en todos los
lugares donde nuestra piel se unía, trajo tanto dolor/placer a mi cuerpo
como Lujuria ~mejor, porque de Marc, lo quería.

—Sí —gemí.

—¿Sí? —Vertió más dentro de mí, y quise desgarrar mis dientes en


algo ahora mismo.

—¡Sí!

Me levanté del suelo del agarre de Marc con tanta fuerza que escuché
el crujido de la madera, y garras más grandes de las que había tenido antes
agarraron al sorprendido Lujuria por su garganta. Ataqué con profundos
pinchazos y torcí el otro lado de su cuello hacia mi expectante boca.

Su sangre sabía a vino con miel, mientras desgarraba su carne como


si estuviese mordiendo el muslo de un pollo tierno. Quería más. Más.

Mordí de nuevo, aferrándome con más fuerza al lugar donde le había


abierto el cuello, y bebí y bebí, sin importarme que la sangre me manchara
la cara. La mezcla de voces masculina y femenina de Lujuria se ahogaron,
chirriaron y gorgotearon ante mi asalto, ni siquiera siendo capaz de poder
emitir un grito, sólo una palabra arrancada.

—¿C…cómo…?

Mordí más fuerte, tirando con mis garras, seguro de que lo que sea
que mantuviese su cabeza sobre sus hombros no eran más que unos pocos
trozos de carne fibrosa. El flujo de su sangre se estaba haciendo más lento
a medida que su corazón dejaba de latir, y seguí mordiendo y desgarrando
de todos modos, hasta que sentí que su cabeza se desprendía de mis
manos, y lamí el último chorro de sangre que brotó de donde había estado.
Entonces dejé caer los restos de Lujuria.

Sin embargo, la lujuria dentro de mí estaba hirviendo.

Me di la vuelta para enfrentar a Marc, dejándole maravillarse con los


cambios añadidos a mi forma. Como más piel hecha con armadura, verde
azulado, blanco y negro en algunos lugares. Mis pies con garras y mis
manos con garras más grandes. Mi piel grisácea, prácticamente blanca
ahora. Mis colmillos que parecían más largos cuando los lamí, y hasta
sentí crecer los brotes de nuevos cuernos que pronto ~muy pronto~ se
unirían al resto.
Marc avanzó con el pecho agitado y también se pasó la lengua por
sus colmillos, devorándome con sus ojos como si nunca hubiese visto algo
más hermoso.

Como debería.

Lo acerqué por la nuca y su pecho se agitó de nuevo con un jadeo de


necesidad, desconfiando de mí, quizás incluso asustado, pero
deseándome de todos modos. Yo también lo deseaba y se lo hice saber con
una lamida de la sangre de los dedos de mi mano libre mientras lo miraba
a los ojos.

Lujuria se estaba desintegrando a nuestros pies, su energía roja, como


la azul de Pereza, subiendo en espiral hacia mí sin que yo siquiera
necesitara llamarla. A medida que llenaba mi cuerpo, y Marc absorbía
gran parte de ella también en una maraña a mi lado, nuestros cuerpos
gravitaban más cerca para quedar a ras.

Mientras me entregaba a la creciente sensación de esa fuerza vital,


gruñí con una mirada más profunda y posesiva a los ojos de Marc, de
manera que supo, supo a quién pertenecía, y lo apreté contra mí para darle
un beso mordaz.
ompartí la sangre en mi boca a través de nuestro beso, pasándola a la
lengua de Marc con largas lamidas y profundos sondeos, y forzando mi
camino por su garganta. Mi lengua ahora también estaba bifurcada y
podía envolverse y llegar mucho más lejos que la de un humano.

Marc gimió y se apretó contra mí, aún más alto, sí, pero ahora sólo
ligeramente con mis pies en forma de garras para igualarlo. Chasqueé mi
cola como un látigo y la enrollé alrededor de su cintura para mantenerlo
contra mí. La energía de Lujuria aún nos estaba llenando y se sentía
increíble, como esa misma mezcla de dolor y placer pero mejor.

Apartando la tela sobre la polla de Marc, la tomé con mi mano ahora


más grande y con garras y la acaricié, sintiendo sus surcos en la palma de
mi mano. Gimió y empujó hacia mi agarre. Sí, iba a hacer que se corriese
y luego disparar mi carga sobre sus labios.

Lo aparté de mí y me abalancé para derribarlo al suelo cuando lo


último de la energía de Lujuria se filtró en nuestra piel, haciendo que no
quisiera nada más que ponerme en celo. Así lo hice, contra la desnuda
polla de Marc cuando me senté a horcajadas sobre él, la mía todavía tensa
y atrapada dentro de ese maldito tanga que arranqué con mis garras en
lugar de molestarme en deseas que desapareciese. La humedad de Marc
se mezcló con la mía cuando comencé a moler nuestras pollas y gruñí con
un estruendo profundo y posesivo.

—Nunca besarás a nadie más. —Envolví mis garras alrededor de su


garganta.

—N…nunca. —Marc asintió con la cabeza a pesar de la tensión de mi


apretón.

—Nunca tocarás a nadie más. Nunca follarás a nadie más.

—N…n…n… —No podía hablar por la manera en que apreté más


fuerte, de manera que lo solté y él prometió de nuevo—. Nunca.

Me incliné para reclamar nuestro beso con mi boca manchada de


sangre, empujando y empujando nuestras pollas para que chocasen y
compartir pre-semen. Podía sentir las muescas de Marc con cada
deslizamiento, y quise verlos. Me senté y empujé hacia abajo con más
fuerza, mirando fijamente nuestras caderas conectadas con un recorrido
de mi larga lengua a lo largo de mi barbilla manchada. La cabeza de su
polla tenía su propia gruesa cresta, y aunque el eje se estrechaba en los
siguientes centímetros, surcos más profundos comenzaban cerca de la
base y se hacían más y más gruesos, todos del mismo hermoso tono
púrpura pero volviéndose negros en los bordes más duros.

Y su parte inferior, oh, su parte inferior. Cuando la vi, esa longitud


especial de crestas verticales como la franja de la cola de un lagarto, quise
pasar mi lengua por sus huecos. Elegí reducir la velocidad de mis caderas
y cambié nuestro deslizamiento de lado a lado por arriba y abajo,
apretando su polla contra su estómago.
Mi polla ahora también tenía surcos, y verla casi me hizo perder el
equilibrio. El contraste de textura mientras golpeaba contra Marc causaba
otro pico de dolor/placer con cada movimiento. Su línea de finas crestas
hasta una cabeza bulbosa arrastraba mis espesos riscos. El anillo a lo largo
de la parte más ancha de mi cabeza estaba tachonado, y cada cresta en
capas después de la cabeza se hacía más ancha y profunda en sus surcos
con su propio anillo de tachuelas, todo llevando a un nudo cerca de mi
base que parecía estar pulsando. El nudo era verde azulado, pero la mayor
parte del resto era de color verde grisáceo como la base de mi nueva piel,
con las crestas también verde azulado y los detalles tachonados negros.

Quería sentir las crestas de Marc dentro de mí, quería golpear las mías
con mi nudo hinchado dentro de él, quería arañar su pecho y saborear la
sangre de su corazón palpitante mientras disparaba por todas sus
entrañas.

No. Eso no. No con él.

Lo quería intacto incluso si lo hacía sangrar.

Arrastré mis garras por su estómago, con gentileza pero lo


suficientemente firme como para dejar líneas visibles, y desenrosqué mi
cola de su cintura para encontrar la suya. Las retorcí como gruesos hilos
de cuerda. La mía era más ancha que antes, descolorida de negro a verde
azulado, y ahora tenía crestas como mi polla y los tendones de mis alas. El
contraste era hermoso contra el color púrpura de Marc con púas en forma
de aletas y su punta de pala.

Su engreída sonrisa y su desenfrenado deleite debajo de mí hicieron


una pausa. Con las pupilas hinchadas de manera que las rendijas estaban
casi redondeadas, su boca se aflojó mientras gemía, y asintió con la cabeza,
asintió con la cabeza con una promesa silenciosa, igual a la dicha, de que
siempre sería mío.

Y nunca tocaría a otro de nuevo.

Me incliné como antes, golpeando mis garras contra el suelo con otro
crujido de la madera, y lo besé profundamente, empujando con tanta furia
que escuché más madera crujir debajo de nuestras caderas. Nuestras
pollas texturizadas se provocaban y rasparon con la cantidad justa de
elasticidad en medio de la firmeza de nuestras crestas chocando. El
deslizamiento se hizo aún más dulce por lo mojados que estábamos
ambos.

Aún quería follarlo, quería que me follase, quería montarlo, mientras


mi cola empujaba dentro de él, algo, y bombeé contra él con el mismo vigor
con el que eventualmente planeaba abrir su agujero y atrapar mi nudo
muy dentro de él.

El siguiente gemido de Marc se ahogó entre nuestras bocas, y sentí el


calor de su esperma cubriéndome cuando llegó al clímax. Yo también
estaba cerca. Justo detrás de él. Tan cerca. Y en el momento exacto en que
supe que iba a explotar, agité mis alas para elevarme y separarme de él y
le disparé mi carga en su rostro.

Flotando sobre él mientras agarraba mi base, agarraba mi nudo


caliente y palpitante, un apretón de su circunferencia disparó raya tras
raya sobre sus labios, mejillas y lengua que felizmente colgaba para
atrapar el derrame. Lo lamió todo con un salvaje latigazo de su lengua
bífida, sin apartar sus ojos de los míos.

Descendí, sentándome sobre su pecho y a horcajadas sobre su rostro


para darle de comer los restos y verlo lamerme hasta dejarme limpio. La
manera en que se sintió el cosquilleo bifurcado de su lengua a lo largo de
la parte inferior de mis crestas fue tan buena que podría haberme corrido
de nuevo. Lo hice un poco, con algunos chorros más bajando por su
garganta.

Tragó con fuerza y me chupó con su boca para lamerme hasta


limpiarme la base de mi nudo. No parecía que él tampoco pudiese
soportar eso, no como estaba ahora, gorda y palpitante. Planeaba probar
eso pronto. Pronto… imaginando sus labios abiertos y sus mejillas llenas
mientras le follaba la cara.

Por ahora, saqué mi polla limpia de su boca y me deslicé por su pecho.


Aún había sangre sobre mí, y la froté para limpiarme la boca y la barbilla
y la lamí de mis dedos. Mientras aún había algo en mi pulgar, lo pasé por
el esperma de Marc entre nosotros, por algo del mío que no se había
derramado lo suficientemente cerca de sus labios para lamer. Luego pinté
su tono púrpura más oscuro y regordete con una macha de semen y sangre
como colorete.

Fui yo, y fue él, y fue nuestra victoria, todo en uno.

Lo besé de nuevo con una lamida en sus labios antes de hundir mi


lengua en el interior.

Sirenas sonaron, puertas de un coche se cerraron de golpe, voces


estaban gritando, varias de las cuales se podían escuchar desde abajo ~lo
que me devolvió a la realidad con un grito ahogado y un incremento de
pánico.
on más razón.

Viva el rey.

Mi rey.

Quien parecía un poco desorientado, dado que había lo que sonaba


como un equipo de rescate de bomberos abajo, con el césped
probablemente lleno de veinteañeros que parecían haber sobrevivido a
una película de terror.

Demasiado para un bis.

—¿Qué hacemos? —Avi se sentó erguido, aún muy sentado a


horcajadas sobre mi pecho, con su gruesa polla bajando desde lo alto. Esa
adorable media falda permanecía en su lugar mediante una cadena
plateada y se veía hermosa enmarcando sus caderas sin el tanga y su polla
saltarina, mojada y recién agotada.

Comenzó a respirar con dificultad, el delicioso pinchazo y el abultado


nudo perdieron su circunferencia, mientras sus rasgos se encogían más
humanos. Aún queda camino por recorrer, pero un progreso maravilloso.

—Déjamelo a mí —le dije, dándole palmaditas en los muslos—. Pero


puede que quieras volver a ponerte la ropa interior.

Nuestros rescatadores se estaban acercando al segundo piso, y Avi se


puso lo suficientemente alerta como para alejarse de mí y regresar a un
simple mortal con pantalones cortos de demonio. Hice lo mismo, no más
que un ángel inocente. La lujuria había desaparecido, y aunque el agujero
en la pared y la cama quemada probablemente plantearían preguntas, no
necesitábamos responder ninguna ~porque ellos no necesitaban vernos.

Tiré de Avi contra mí y me dirigí hacia la puerta.

—Pero qué hacemos…

—Calla. No es que ya puedan oírnos o vernos. —Miré a Avi con un


guiño, llevándolo hasta el rellano y la escalera, donde los bomberos
pasaron corriendo a nuestro lado sin mirarnos dos veces—. Ven lo que yo
quiero que vean, ¿recuerdas?

Avi asintió con la cabeza pero no se relajó del todo hasta que salimos
de la casa por una puerta lateral de la cocina. Se metió bastante bien contra
mi cadera y mi cabeza pudo descansar sobre la suya.

Había suficiente caos y curiosos cuando reaparecí en medio de la


multitud sin que nadie se diese cuenta. De hecho, había un camión de
bomberos, vehículos policiales y una ambulancia aparcados enfrente. La
mayoría de los asistentes a la fiesta aún estaban allí con los ojos como
platos y expresiones confusas, junto con algunos profesores preocupados
y otros vecinos de casas cercanas en la colina.

Avi divisó a Eryn y Fry, quienes apuesto estaban escudriñando a la


multitud buscándonos, y salió corriendo de mi agarre para unirse a ellos.
Eryn lo abrazó ferozmente tan pronto como se encontraron. El estoico Fry
también lo abrazó. Cuando lo alcancé, Eryn me rodeó con sus brazos con
la misma fuerza. En realidad, se sintió bastante bien saber que estaba
preocupada, e incluso Fry se sintió aliviado.
Entonces Eryn golpeó mi pecho y se apartó de mis brazos para
golpear a Avi.

—¡No te atrevas a hacer algo así de nuevo! Ayudar a la gente es una


cosa, pero deberías haber salido antes con el resto de nosotros. ¿Cuánto
tiempo estuviste ahí?

—No… mucho —mintió Avi, encogiéndose en su sin duda suave


golpe—. Una vez que salimos nos perdimos entre la multitud. Teníamos
que asegurarnos que nadie quedase atrapado dentro.

Como Brenty-boy, que estaba cerca de su novia real, aunque ella


estaba vestida igual que Lujuria. Ella estaba despotricando acerca de algo
que él no estaba escuchando, porque él nos estaba mirando fija y
largamente a Avi y a mí, pero desvió la mirada cuando me atrapó
devolviéndole la mirada. Negó con la cabeza como si estuviese
descartando una imagen residual.

Buen chico. Sigue convenciéndote de que eso fue una alucinación.

—Parece que todo salió bien —dije y tiré de Avi hacia mí. Se tensó,
pero luego se inclinó hacia mi costado.

Sangriento, brutal e increíblemente ardiente, por cierto, y otro avatar


había caído.

—Oh, no… —dijo Eryn con voz entrecortada, tapándose la boca con
la mano.

Nos dimos la vuelta para mirar, y los paramédicos estaban sacando a


alguien en una camilla. Habíamos perdido a uno. Estaban intentando
salvarlo mientras lo llevaban rápidamente a la ambulancia, pero tenía la
misma decoloración envenenada alrededor de sus labios que casi había
matado a Brent, una de las especialidades de mi especie, ya que era
bastante fácil lograr que incluso nuestros enemigos probasen un poco.
Sólo que para este tipo, los paramédicos llegaron demasiado tarde.

Pobre Ginger Devil.

Estaba muerto.

— o conocía. ¿Neil Jost, el chico que había estado atendiendo la puerta y


cobrando los gastos? Era un lugareño. Fuimos juntos a la escuela primaria.

—No parecía que fueseis tan cercanos.

—Eso no importa. Aún lo conocía. Lujuria debió haberlo invadido


antes que nos diésemos cuenta, y fue demasiado tarde para salvarlo. Lo
conocía, Marc, y está muerto por mi culpa.

Pobre y dulce Avi, aún demasiado humano para saber que la empatía
era una debilidad sin la cual estaría mejor. También la culpa. ¿Un mal
presentimiento una vez que algo terminaba y no se podía cambiar? ¿Cuál
era el punto?

Me dejé caer en la cama, con el móvil en altavoz a mi lado de manera


que no tuviese que sostenerlo. Ahora estaba jugando a ser humano, de
manera que pensé que necesitaría uno, y Avi me había llamado esta
mañana, diciendo que quería estar solo después de los eventos en la casa
de la fraternidad.
Estaba esperando un retroceso, una retirada total. Se había deleitado
con la sangre de su enemigo y había tomado lo que quería del segundo
con una majestuosa crueldad que con razón, había prendido fuego a mis
entrañas. Además, la energía del avatar de mi tribu sabía unas cinco mil
veces mejor que la de Pereza.

Lancé un pequeño fuego infernal en la base de la palma de mi mano


y la nueva quemadura fue brillante y más mortal de lo que jamás había
ejercido.

Todo según el plan, siempre y cuando Avi no…

—Quiero intensificar nuestro entrenamiento. Quiero saberlo todo.

Oh. En ese caso. La terrible experiencia había encendido un fuego


bajo su lindo culo en lugar de extinguirlo.

—Totalmente de acuerdo, compañero. Fantástico. Pero, ¿por qué


mantenemos esta discusión a través del móvil en lugar de en persona?

—Porque prometí a mi padre que haríamos algo hoy, ¿recuerdas? Y


ya estaba muy preocupado después que llegué a casa anoche. Te llamaré
de nuevo si tengo tiempo para entrenar más tarde. En caso contrario, el
lunes. Necesito estar preparado para lo que podría ser capaz de hacer el
próximo avatar. Serán aún más fuerte porque el velo se está debilitando,
¿verdad?

—Me temo que sí. —Hice rodar la bola de fuego del infierno
alrededor de mi mano como la bola de cristal de David Bowie en
Labyrinth29 . Estaba descansando en forma humana en calzoncillos, algo
tan normal como normal podría ser algo más que el truco de magia.

—Pero ellos ya son mucho más poderosos que…

Miré el teléfono cuando él dudó.

—¿Yo?

—Supongo que hay diferentes niveles de demonios, ¿verdad? ¿Y tú


eres uno menor?

Eso me dolió un poco, aunque supe que no lo dijo de manera


despectiva.

—Técnicamente, soy un diablillo, lo más bajo de lo bajo.

—Pero derrotaste a esos tipos esa primera noche.

—Humanos, seguro, pero comparado con la mayoría de los


demonios, soy bastante insignificante. —Encendí mi fuego del infierno
con más intensidad, hasta que casi alcanzó el techo.

Un poco menos insignificante ahora.

—Realmente tenemos mucho en común, ¿heh? —La seriedad de la


admisión de Avi me hizo apagar el fuego.

29 Labyrinth (titulada: Laberinto en Hispanoamérica y Dentro del laberinto en España) es una


película fantástica estadounidense de 1986 dirigida por Jim Henson. Al igual que otras películas dirigidas por Henson, Labyrinth se distingue
de la mayor parte de películas en que sus personajes están representados mediante títeres, similares a los de su gran éxito The Muppets, aunque
los tres personajes principales de la película fueron interpretados por actores reales: Jennifer Connelly interpretó a Sarah Williams, una chica
de 15 años que se ve forzada a penetrar en un laberinto para recuperar a su hermano pequeño, que es todavía un bebé y que ha sido raptado por
Jareth (David Bowie), el rey de los duendes, secretamente enamorado de Sarah y quien retiene al bebé en su castillo, situado en el centro del
laberinto.
Lo teníamos. Siempre pasados por alto. Siempre vistos como débiles
y patéticos. Pero ambos íbamos a convertirnos en algo más grande. Casi
quería decirle lo que realmente estaba planeando, cómo había absorbido
un poco más que él de ambos avatares y él no se había dado cuenta.

Pero eso habría sido una estupidez. ¿Por qué le diría…?

Que planeaba abandonarlo.

—No sé si me gusta en lo que me estoy convirtiendo —dijo Avi—,


pero en contra de mi buen juicio, aún me gustas.

Es curioso cómo eso agitó mis entrañas casi tanto como sus garras en
mi garganta.

—También me gustas, Avi, artístico introvertido y dinamo


demoníaco. —Eso no era una mentira. Nunca lo había sido.

Lo escuché soltar una pequeña risa de placer, que a pesar de ser


diferente de su gruñido dominante, también logró hacer que mi ropa
interior se tensara.

—¿Dónde estás, de todos modos? —preguntó—. ¿Dónde te quedas


cuando no estás conmigo o en la universidad? ¿Tienes un dormitorio?

—Tengo un piso fuera del campus. —Miré alrededor de mi


dormitorio. Sólo uno individual, con cuarto de baño, cocina americana,
sala de estar y comedor, pero cumplía su función cuando necesitaba un
poco de descanso. También tenía un mapa de la ciudad de Vale en la pared
con alfileres clavados en los lugares donde nos habíamos encontrado con
avatares hasta el momento. No había hilos que los conectasen como un
tablero de conspiración30. Sólo era para seguir la pista. Para buscar
patrones—. Quizás te muestre el lugar alguna vez.

—No mataste a nadie para conseguirlo, ¿verdad?

—Sólo un pedófilo. Evito hacer daño a inocentes. No es tan divertido.

Avi se rio de nuevo pero luego dijo.

—No sé si estás bromeando.

No lo hacía.

—De todos modos… ¿hablaré contigo mañana?

—Mañana. ¿Y Avi?

—¿Sí?

—Sólo podemos conseguirlo juntos, tú y yo.

Otra no-mentira, porque mejoraríamos, sólo que hacia fines


diferentes. Lo extraño era que, cuando yo estaba aquí, cuando estaba en
cualquier lugar sin Avi, yo… echaba de menos al mocoso.

Las emociones realmente eran terribles cuando no eran deseadas.

30 Tablero de conspiración.
demás de la culpa por no haber salvado a Neil a tiempo, creo que lo
que más me quedó grabado durante los siguientes días, mientras
entrenaba cada vez que mi padre no estaba en casa y yo no estaba en clase,
fue que cuando me transformé, ahora tenía un nudo en la base de mi polla.

No era lo más maduro en lo que centrarse, lo sé, pero, ¿un nudo?


¿Como un jodido lobo? Era tan primitivo, extraño y algo asombroso
cuando lo sentía colgando pesado entre mis piernas, presente incluso
cuando no estaba erecto, aunque no tan abultado. Me hacía sentir una
chispa extra de poder. Yo. Era poderoso por primera vez en mi vida.

Marc no tenía ningún nudo. Su polla era una obra de arte en sí misma,
créeme, pero como me había señalado más de una vez, se suponía que yo
era el maestro entre nosotros, el líder, el rey, y mi poder iba a seguir
creciendo hasta… no sabía qué.

Esa parte me asustaba e hizo que fuese más fácil concentrarme en mi


cambiada polla que en la naturaleza de mi alma. Me había excitado con
una mezcla de dolor y placer tan grande que pedí más y lo utilicé para
alimentar mi ira y arrancarle la cabeza a Lujuria con mis dientes y mis
manos desnudas. Apenas me reconocí entonces, pero en ese momento
sentí que era el único yo que importaba.
Además del nudo, también había cambiado más físicamente,
creciéndome pies con garras, una armadura adicional y el comienzo de
nuevos cuernos. ¿Cuánto seguiría cambiando entre más avatares
enfrentase y cediese a lo que me estaba convirtiendo? ¿Cómo sería mi
forma final? ¿Sería algo extraño y bestial como Pereza, o seguiría
pareciendo humano, como hacía Lujuria, como hacía Marc con su
hermoso rostro, tan bonito y masculino y construido para tentarme?

Todo lo que quería cuando la sangre de Lujuria había goteado sobre


mi barbilla y bajado por mi garganta fue reclamar bruscamente a Marc con
mis garras y mi polla. Lo mucho que había querido arrancar, desgarrar y
follar en igual medida había sido… estimulante.

Y también me asusté muchísimo.

No habían encontrado pruebas de una fuga de gas en la casa de CAS


~ya que no había ninguna~ ni nada demasiado fuerte o psicodélico mezclado
en las bebidas, pero los testimonios que lo corroboraban y los daños
inexplicables en el piso de arriba aún hacían que el veredicto llegase como
drogas en el agua.

Me había preocupado que examinasen los restos del beso


envenenado de Lujuria en Neil, pero Marc me aseguró que la prueba
desaparecería antes que ellos tuviesen la oportunidad. Todo lo que
sabrían es que su torrente sanguíneo estaba envenenado y asumirían que
había sido una sobredosis. Los forenses de las ciudades pequeñas no
siempre hacían un esfuerzo adicional como en la televisión y en las
películas si la respuesta parecía plausible.

Mi padre quiso ausentarse del trabajo, en modo totalmente


sobreprotector, pero le aseguré que estaba bien, que fue horrible y que no
estaba precisamente entusiasmado por más fiestas de último año, pero no
necesitaba ser mimado.

Eryn me mimaba mucho, era muy pegajosa y siempre me preguntaba


si estaba bien y me hacía prometer una y otra vez que nunca volvería a
hacer nada imprudente como quedarme en un edificio posiblemente a
punto de explotar. Me sentí fatal porque básicamente le estaba mintiendo
cada vez que decía que no lo haría, porque con más avatares viniendo,
quién sabía cuán imprudente podría tener que ser.

Que Marc hubiese elegido quedarse conmigo mientras recorría la


casa “salvando” a todo el mundo sólo hizo que a Eryn y Fry les agradase
más, sin tener idea de lo que realmente era. Lo que realmente era. Otros
que habían estado en la fiesta recordaron que fuimos nosotros quienes los
hicimos entrar en razón, y de hecho, muchos me agradecieron y se fijaban
más en mí en el campus. Marc dijo que probablemente fuese porque ya no
utilizaba mi gorro todos los días.

Era extraño no ser ignorado.

No había visto mucho a Brent. Cualquier cosa de la que había querido


hablarme en la fiesta parecía menos importante que evitarme después de
verme con alas. Incluso si creyese que lo había imaginado, tuvo que ser
peculiar. Especialmente porque Marc siempre saludaba cada vez que lo
veíamos.

Pero por mucho que la culpa y el terror aún estuviesen conmigo, sabía
que estaba comenzando a gustarme mi nuevo yo, a sentir más como si
fuese mi verdadero yo, el único yo, incluso después de haber hecho cosas
tan brutales ~como beber la sangre de un demonio y mezclarla con nuestro
semen, sobre los labios de Marc para besarlo a través de ello.
La bilis que debería haberse agitado cada vez que yo contaba todo lo
que nunca sucedió. Me gustaba hacer esas cosas. Me encantaba.
Especialmente hacer que Marc se corriese y me disparase a través de sus
labios como una de las primeras visiones que me mostró.

No había cedido desde entonces, ni ante sus muchas proposiciones ni


ante mis constantes avances hacia él. Me gustaba, realmente me gustaba,
con partes extrañas de demonio y todo, pero estaba bastante seguro que
una vez que volviésemos a empezar, le metería mi nudo en la garganta o
lo atravesaría con él y yo no sabía si podría ser el antiguo yo al mismo
tiempo que era… eso. No sabía si quería ser el antiguo yo. Me sentía como
alguien completamente nuevo y, francamente, mejor cuando maté a
Lujuria y dominé a Marc en el suelo del dormitorio de Brent. Ser poderoso
no era algo que alguna vez hubiese pensado que experimentaría, y era casi
tan tentador como el propio Marc.

Ya que no podía evitar que apareciese el siguiente avatar o la


violencia que necesitaría utilizar para detenerlo, contener el sexo duro que
ansiaba era lo único que podía controlar. Aunque se estaba volviendo cada
vez más difícil a medida que pasaban los días.

Ya era miércoles, una semana desde mi cumpleaños, conmigo apenas


registrándome en clases y cancelando el trabajo cada dos días para tener
más tiempo para entrenar, y mis ganas de follarme a Marc contra todas las
superficies disponibles se estaban volviendo insuperables. Entre eso y el
hecho que ningún nuevo avatar había atacado aún, tenía dos juegos de
bolas azules y los odiaba a ambos.

—¿De qué más podría ser capaz Ira?

—Eh… ¿probabilidad? Su tribu básicamente puede causar mala


suerte.
—Señala a Avi. Y ninguno más grande que el propio avatar. De
manera que si no tienes cuidado con eso, podrías tropezar. —Marc movió
su cola hacia adelante para envolver mi pierna y tiró, volteándome sobre
mis alas. Siseé, a pesar que no me dolió mucho ~más aún mi orgullo.

Estábamos entrenando de nuevo en el patio trasero, ocultos a ojos y


oídos curiosos por las ilusiones de Marc. Eran más de las cinco, de manera
que el sol se estaba poniendo y las temperaturas nocturnas habían bajado
a cuatro grados durante toda la semana. Aún no había nieve, y de todos
modos no sentía mucho el frío, incluso vestido con nada más que un tanga,
que tampoco hacía mucho para ocultar la circunferencia de mi nueva polla
demoníaca. Entendí por qué Marc optó por un taparrabos.

Habíamos repasado las posibles habilidades básicas para todos los


avatares restantes ~bueno, los Pecados restantes, ya que técnicamente no
sabíamos qué avatar era yo, y quién podría ser mi madre, esperando que yo la
dejase atravesar el velo.

Marc convocó dos voluminosas bolas de fuego que claramente


pretendía que cayesen sobre mí como meteoritos. Le había dicho que no
más hierba quemada y él respondió:

—Entonces desvíalos mejor.

Lo intenté, aun pensando en mis padres y el final de esto y lo que


quería de ello, y aunque rechazar las bolas de fuego era tan simple como
deslizar un brazo, eso significaba que se estaba dirigiendo a toda
velocidad a mi casa.

—¡Mierda!
Marc extendió su brazo, justo cuando yo saltaba sobre mis garras, y
sus bolas de fuego infernal se congelaron antes de conectar con cualquier
revestimiento o teja. Fueron succionadas de regreso a la palma de su
mano, girando juntas para formar una bola más grande como una
vorágine de lava roja y naranja.

Sonrió, levantó el nuevo rayo infernal del tamaño de un mamut sobre


su cabeza y comenzó a arrojármelo a través del césped.

Lo atrapé, más bien medio lo atrapé, medio lo detuve para que no se


acercase con algún poder misterioso de voluntad mental, pero las partes
más cercanas a las palmas de mis manos ardieron. Realmente me dolió y
comenzó a chisporrotear mi piel. Me resistí a lo mucho que el peso de
mantener la bola a raya estaba forzando mis brazos y mi mente y
convoqué mi propio fuego infernal desde lo más profundo de mi interior
para que estallase sobre mis manos ardientes. Eso sanó la piel y luego se
extendió hacia afuera, cubriendo la bola como una cúpula. La cubrió y
cubrió, causando una sensación refrescante donde el calor del fuego del
infierno había sido tan fuerte, y volvió todo violeta cuando mi verde
azulado envolvió el rojo de Marc.

Enorme y de un color púrpura palpitante, comenzó a volverse cada


vez más verde azulado, con ramas de venas verde azulado como un virus
perforando hacia su núcleo. Era como si mi fuego infernal se alimentase
del de Marc, fortaleciéndose con él, y cuando llegó al centro, como una
célula cancerosa superando a una sana, todo estalló, chisporroteando con
una implosión que erradicó cualquier signo de violeta o rojo y sólo fue
una lluvia verde azulada como un espectáculo de luces.

—Joder. Supongo que eso cuenta como una victoria para ti. —Marc
apoyó una mano en su cadera ladeada—. Sin embargo…
—Distraído. —Adiviné lo que había estado a punto de decir—. Lo sé.
Y lo siento. Sé que no puedo darme el lujo de ponerme así, pero… ¿eso es
realmente lo que va a suceder?

—¿Qué? ¿Los poderes de Ira? Bueno…

—No. Quiero decir, estaba pensando en cuando terminemos con el


último avatar, y sólo debería ser yo. Mi madre también estará ahí,
¿verdad? ¿Está esperando que yo haga todo esto? ¿Ella planeó esto? ¿Qué
querrá? ¿Quiere gobernar el mundo después que yo gane? ¿Quiere que yo
gobierne y ella sería como una consejera? ¿Luchará conmigo por querer
cerrar el velo y volver a la normalidad? ¿Ella siquiera… me ama? ¿Alguna
vez amó a mi padre…?

—Avi. —Marc se adelantó para detener mis divagaciones con un


firme y alentador apretón de sus garras sobre mis hombros. Me gustó el
suave rasguño, ya que fue contra la parte de mi piel más dura, parecida a
una armadura—. Deja de torturarte. Honestamente no puedo adivinar
qué quiere tu madre. Nunca conocí a ninguno de los príncipes, ni a sus
avatares, hasta que acabamos con el par.

Asentí con la cabeza. Sabía que él no podía responder mis preguntas,


pero no podía dejar de pensar en ellas.

—Sólo me sigo preguntando si mi padre… lo sabía. Acerca de mi


madre. Acerca de mí.

No había sido la mejor compañía el domingo, demasiado distraído


como estaba hoy, intentando pasar una tarde y noche agradables con mi
padre. Me había abrazado después de tener que llamar mi atención por
quinta vez para que tomase mi turno en el juego de mesa que estábamos
jugando. Supuso que mi distancia se debía a Neil y lo que pasó en la casa
de CAS. Lo cual era, pero también lo era todo, y parte de ese todo era
preguntarme si él lo sabía y simplemente nunca me lo dijo.

—Quizás lo supiese —dijo Marc suavemente, aun gruñendo en forma


de demonio, lo que hizo que su voz se volviese ronca—. Quizás no lo
supiese. Quizás realmente piensa que tu madre murió en lugar de sólo se
fuese a casa. Siempre podrías preguntarle.

Cierto. Fácil si la respuesta era sí. No tanto si la respuesta fuese


~¿qué quieres decir con que eres medio demonio?

—La manera que habla acerca de ella, siempre parecía que estaban
realmente enamorados.

—¿Crees que somos incapaces de amar?

Quizás había estado evitando mirar a Marc, al menos directamente a


él y a sus brillantes ojos rojos, pero ahora me encontré con ellos. Era más
hermoso para mí así. Cabello rojo flotando hacia arriba como si estuviese
atrapado en una brisa ausente o bajo el agua, cuernos negros y grises
saliendo en espiral de su magnífico peinado, colmillos asomando entre sus
labios debido a la suave sonrisa que me estaba dando y garras inclinando
mi barbilla hacia arriba. No tanto como había necesitado inclinarla antes,
ya que ahora yo era más alto, más cerca de su rostro. De sus labios.

—No puedo hablar de los sentimientos de tu madre, Avi, de por qué


te tuvo y se fue. No lo sé. Pero sí sé que no importa qué príncipe te haya
engendrado para saber que eres algo muy especial.

No habría sentido frío a nuestro alrededor incluso si fuese humano


porque un sonrojo me llenó con una oleada de calidez mientras sus garras
continuaban sujetando mi barbilla.
—Cuando lo dices así de dulce, casi te creo.

—Deberías —dijo con un tranquilo suspiro—. Lo digo en serio. Y nos


vendría bien un descanso, ¿sí? He estado funcionando mal toda la semana,
y sólo ha pasado la mitad. Lo estás haciendo espléndidamente pero
trabajar demasiado puede ser tan perjudicial como no estar preparado.
¿Qué tal si nos relajamos un poco? Recargar. Reorganizarse. —Su dulce
sonrisa se volvió más tortuosa—. Reconectar.

El descenso fue esperado. No era la primera vez desde el sábado que


intentaba besarme de nuevo, pero era la primera vez que no tenía ganas
de detenerlo.

Quién hubiese pensado que los labios de un demonio pudieran ser


tan suaves. Al igual que su piel. Siempre era suave a pesar de la dureza
que había debajo y por imposible que fuese romperlo con algo más que
las garras de otro demonio o el fuego del infierno. Mis manos fueron
directamente a su pecho firme y desnudo, con las garras jugueteando bajo
las correas de su arnés mientras él empujaba lentamente su lengua entre
mis dientes y tiraba de mí con fuerza con su otra mano alrededor de mi
cintura. La mano que sostenía mi barbilla inclinó mi cabeza hacia un lado
y presionó el beso más profundamente.

Mi nudo palpitaba, como si no quisiera nada más que encontrar una


funda para volverse más regordeta por dentro y pulsar franja tras franja
de semen hasta que el volumen puro rezumase por las comisuras de los
labios de Marc, o bajase por sus muslos desde su destrozado agujero.

Gemí ~gruñí~ casi como si Marc hubiese metido esa visión en mi


mente, pero sabía que era todo yo, y flexioné los dedos para que mis garras
perforasen su piel. Se quejó. Le gustaba cuando hacía eso, cuando le hacía
un poco de daño, y quise tallar nuevos surcos en su cuerpo que pudiesen
saborearse para siempre. Quería volver a sentir ese dolor/placer e infligirle
lo mismo.

—¡Ah! —Marc jadeó por nuestro beso, mientras mis garras


literalmente lo perforaban.

Respondí bruscamente, viendo las diez huellas simétricas que había


dejado goteando sangre. Quería lamerlos y hundir los dientes en los
agujeros ya hechos.

Pero no lo hice. No lo hice, no lo hice, no lo hice.

—Y…y…yo no creo que…

—Sólo quiero un beso, amor. —Marc tiró de mí de vuelta con una


mano detrás de mi cabeza. Trazó con la otra los agujeros que había hecho
en su pecho como si conectase los puntos, creando una franja roja en dos
bucles iguales. Los pinchazos ya estaban cicatrizando pero la mancha de
sangre quedaba como una tentación para lamer—. No quise decir que
tuviésemos que follar. Aunque no me opondría. Los de mi clase no tienen
bolas azules, ya ves. Directo al Índigo. —Guiñó un ojo, y mis ojos se
desviaron hacia el sur, imaginando el hermoso color púrpura oscuro de
su polla surcada, cuyo contorno podía ver de alguna manera a través de
su taparrabos.

Mi propia cubierta se sentía demasiado apretada.

Levanté bruscamente los ojos para resistirme a caer en la misma


mentalidad de querer reclamar a Marc con violencia y sangre que aún no
estaba seguro que quisiera ser parte de mí.

—Lo que realmente estaba pensando —continuó Marc, moviendo la


mano alrededor de mi cabeza para acariciar la longitud de uno de mis
cuernos y tirar de él—, era que podríamos probar algunas tentaciones
humanas que me gustan. —Guiñó un ojo de nuevo y luego se volvió hacia
la casa, volviendo a convertirse en un inglés vestido y acalorado a medida
que avanzaba.

Hice una pausa para registrar lo que había dicho antes de correr tras
él.

—¿Humano?

o sé lo que esperaba, pero no era pizza y alitas del lugar de la misma


calle, cerveza local y ver la película Tales from the Darkside31 en el sofá de
mi sala de estar.

Marc hizo el pedido, corrió a la tienda de licores de la esquina por un


paquete de doce cervezas y ya había preparado el DVD cuando salí de la
ducha. Había dicho que como demonios nos autolimpiábamos más o
menos, lo cual era extraño y también algo genial, pero aún me gustaba la
sensación de tomar una ducha real.

—Tendré que intentarlo por mí mismo en algún momento —había


dicho Marc, y me miró de reojo como si quisiera unirse a mí.

31 Tales from the Darkside: The Movie es una película estadounidense de 1990, dirigida por John Harrison, basada en la serie de
televisión Tales from the Darkside. Fue filmada en Bronxville, Nueva York. Con un estilo antológico, muestra a un repartidor de periódicos
secuestrado que le cuenta tres historias de horror a una bruja, antes de ser comido por ella.
También fue genial que todo lo que tuviese que hacer fuese cambiar
rápidamente a mi forma de demonio y viceversa, y mi cabello estaba
perfecto, seco y con ese increíble look peinado hacia atrás que estaba
comenzando a amar. Pensé que ahora también tenía un poco más de
músculo, incluso cuando era humano, mejor esculpido y tonificado y casi
me hizo querer mostrarlo.

Aún opté por unos pantalones deportivos y una camiseta negra de


Dio que originalmente pertenecía a mi padre. Marc también me recordó
que técnicamente nunca necesitaba ropa de verdad. No llevaba nada más
que el disfraz de ángel. Él siempre manifestaba lo que quería. Yo aún no
lo había intentado, aparte de hacer desaparecer lo que llevaba puesto y
reformarlo cuando volvía a ser humano. Se sentía demasiado extraño estar
desnudo y llevar sólo una ilusión de ropa.

Lo que quería decir que Marc básicamente estaba desnudo casi todo
el tiempo.

¿O significaba que siempre llevaba ese arnés y taparrabos?

Un espeluznante violín sonando en la pantalla del DVD me llamó la


atención cuando entré en la sala de estar. En todo caso, había estado
imaginando lo que Marc realmente utilizaría en un momento dado, y
encontré la versión humana increíblemente hermosa de él sentado en el
apoyabrazos de mi sofá con los pies en el cojín del extremo. También había
mostrado una camiseta y sudadera. Era una camiseta ajustada, de color
burdeos oscuro, que resaltaba el rojo de su cabello castaño rojizo.

También sostenía mi bloc de dibujo, mirando su dibujo de él.


—¡Oye! —Corrí para arrebatarle el cuaderno, pero lo levantó fuera de
mi alcance sobre el respaldo del sofá—. ¡Dame eso! ¡No dije que pudieses
entrar en mi habitación!

—He estado en tu habitación.

—¡No sin mí!

Marc masticó su labio, continuando frustrándome con su largo brazo


manteniendo el cuaderno en alto.

—¿Lo has hecho? Oh, ¡sólo dame eso!

—Quería verlo de nuevo. —Finalmente cedió y me entregó el


cuaderno—. Lo vi en tu escritorio y no pensé que un vistazo justificase el
pelotón de fusilamiento. Ya lo había visto antes, ¿recuerdas? Aunque no
tenía todos los accesorios extra. Me gusta lo que añadiste. Ahora se parece
aún más a mí.

Sentí mi rostro sonrojarse mientras apretaba el cuaderno contra mi


pecho y luego lo sostuve frente a mí para mirarlo yo mismo. Había estado
añadiendo pequeños detalles poco a poco durante los últimos días. Los
surcos específicos de sus cuernos y el sombreado adicional. La forma en
que sus ojos no era de un rojo sólido sino intercalados con naranja con
llamas reales. Las espuelas en la parte superior de las curvas de sus alas
parecen ganchos. La manera en que mis surcos favoritos a lo largo de su
violácea piel, ya sean escarificaciones o marcas naturales, se entrelazaban
como cintas enrolladas a lo largo de sus costados, enmarcando los
músculos de su tenso estómago.

El dibujo era de cintura para arriba con las alas de Marc metidas para
que cupiesen la mayor cantidad posible de ellas, todas en blanco y negro
y grises, pero los matices del sombreado hicieron que prácticamente
cobrase vida fuera de la página.

Aunque el verdadero él me estaba sonriendo por cómo había


comenzado a pasar mis dedos sobre los músculos de su estómago, lo
suficientemente alto como para no manchar el grafito. Cerré el cuaderno
de dibujo, pero antes de volver a guardarlo en mi habitación, dije:

—Me alegra que te guste.

Cuando la sonrisa de Marc se volvió dulce, casi pude olvidar que era
un demonio.

Debería haber estado trabajando en más variedad para un eventual


portafolio. No tenía tiempo para aceptar encargos, pero algún día tendría
que crear ejemplos de mi versatilidad para futuros clientes. Dibujar el
mismo magnífico ejemplar de pastel de carne demoníaco una y otra vez
sólo atraería a una clientela específica.

Se estaba haciendo tarde, mucho más tarde de lo habitual para cenar,


pero últimamente no tenía hambre en el sentido normal de la palabra. Aún
me gustaba comer, y el olor a queso derretido y carne gyro32 cuando
regresé de mi habitación me hizo la boca agua. Basil’s Pizza Palace tenía
la mejor pizza griega, con espinacas, queso feta y tocino. Siempre agregaba
carne de gyro, y sus alitas picantes y untadas en adobo eran lo mejor,
generalmente lo suficientemente calientes como para hacer que mi rostro
sudase y requerían pegotes saludables de queso roquefort.

Marc tenía todos los contenedores abiertos en la mesita de café, una


cerveza lista para mí y presionó reproducir la película en el momento que

32Carne gyro: Es carne asada en un horno vertical. Por lo general, se sirve en un pan pita, acompañado por verduras, papas fritas y salsas.
Los más comunes son tomate, cebolla y la salsa tzatziki.
me dejé caer a su lado. Había visto Tales from de Darkside antes, la antigua
serie de televisión y la película, y también Marc, pues había dicho que la
película era una de sus antologías favoritas. También era mi favorita.

El elemento de encuadre para contar lo diferentes cortos era el de una


bruja que planeaba comerse a un joven Matthew Lawrence33, que estaba
leyendo un malvado libro de cuentos de hadas para distraerla. Siempre
había amado/odiado más el último cortometraje, porque era una historia
de amor pero trágica, y hubiese deseado que hubiese tenido un final feliz.

Acerca de un humano inconsciente que se enamora de una gárgola


disfrazada con garras, alas y secretos mortales.

Supongo que como mis padres.

Y Marc y yo, aunque yo algunas veces también tenía garras y alas.

Y no amaba a Marc. Apenas lo conocía aún, pero estaba comenzando


a aceptar que era imposible que no me agradase.

—Ah sí, olvidé que estabas en esta película. —Marc me dio un codazo
cuando empezó el primer corto acerca de una pequeña estudiante
universitaria rubia.

—Ja, ja —ironicé. Aunque para ser honesto, no me importaba que me


comparase con Christian Slater 34. Toda la película estaba repleta de

33 Matthew Lawrence.

34 Christian Slater:
estrellas, incluso con una menos conocida en ese momento, Julianne
Moore35.

Marc dobló su pizza y abría mucho la boca cada vez que le daba un
mordisco, incluso logrando que pareciese más lascivo, con los ojos
brillando mientras me miraba con ojos seductores fuertemente
entrecerrados cuando tragaba. Al menos comerse las alitas le dejó los
labios grasosos. Froté una servilleta en su rostro cuando también intentó
lamerlo lascivamente, pero quizás me acurruqué un poco más cerca de él
después.

—Entonces, ¿quién está más equivocado? —preguntó Marc,


discutiendo juguetonamente conmigo acerca del final del primer corto
mientras volvía al elemento de encuadre. Ahora estábamos recogiendo las
sobras y tomando nuestras segundas cervezas—. ¿El tipo que mira para
otro lado cuando su mejor amigo y su hermana joden a su otro amigo? ¿O
el amigo que quiere venganza por haber sido jodido en primer lugar?

—Sé que en la película parece que debemos apoyar al personaje de


Steve Buscemi 36, porque él fue agraviado primero, pero eso es tan extremo
~¿levantar una momia de entre los muertos para momificar a tus enemigos?
Además, al final, ¡va tras Christian Slater! No me gusta verlo perder.

Marc abrió la boca.

35 Julianne Moore:

36 Steve Buscemi:
—¡Y no porque me parezca a él! Su personaje simplemente se estaba
vengando de su hermana y su mejor amigo, incluso si eran unos idiotas.
Y dejó vivir al personaje de Buscemi. Buscemi podría haberlo dejado en
paz después de eso.

—Ah, ya veo. —Marc golpeó su lata de cerveza contra la mía y se dejó


caer un poco más en el sofá, con nuestros hombros tocándose—. Staler
eligió el camino correcto, así que, ¿debería perdonarse?

—Bueno, sí. Podría haber asesinado a Buscemi, pero no lo hizo. ¿El


camino correcto no te aporta nada?

—Por lo general, asesinado.

Lo golpeé, pero luego me acurruqué contra él mientras seguíamos


viendo la película.

El segundo corto era el que menos me gustaba, y aunque Marc parecía


fascinado por el siniestro gato negro que mataba a los idiotas ricos ~al
menos una historia de venganza más justificable~ yo estaba más fascinado por
él. Todo esto, ahora mismo, era tan normal. Marc parecía normal, se veía
normal, estábamos hablando y disfrutando de cosas normales, al menos
para los fans del terror. Por otro lado, no pude evitar imaginarme de
donde veía, porque eso no era nada normal.

Era literalmente del Infierno, nacido en el Infierno, y nunca antes


había estado aquí, aparte de una versión como Upside Down para
espiarnos como un voyeur.

—¿Hay algo en mi cara? —preguntó antes de girar la cabeza para


demostrar que sabía que yo estaba mirando fijamente—. ¿Más grasa que
necesite atención?
Solté un bufido pero aun así tuve que preguntar.

—¿Cómo es el Infierno?

Su sonrisa de suficiencia despareció y se volvió hacia mí más


centrado.

—Te conté un poco. Se parece mucho a este mundo, pero no tan


amigable. No es exactamente la versión Hellraiser. Bueno, algo de eso lo
es. Más bien… Vegas se encuentra con Ámsterdam y las Minas de Moria
con un mercado de esclavos medieval ocasional. Siempre es de noche y
estás en casa.

—Eso suena horrible. ¿Por qué querría apoderarme de un lugar como


ese?

—¿Por la depravación?

—Puedo conseguir eso aquí.

—Ahora puedes. —Marc deslizó una mano sobre mi rodilla, y el


inmediato movimiento de mi polla que siempre evocaba pasó a un
segundo plano ante otra pregunta candente.

—¿Qué pasa con el Cielo?

El acto del astuto seductor cayó. Siempre era extraño cuando su rostro
se volvía contemplativo, pero aún me gustaba esa belleza más suave,
como si no siempre fuese tortuoso e insinuante.

—No lo sé. En el Infierno, cuando miramos a través del velo,


podemos veros, ver este mundo, incluso si no podemos interactuar,
excepto por posesiones. También podemos ver espíritus.
Miré alrededor como si pudiese divisar uno.

—No puedo verlos ahora. —Se rio entre dientes—. Bueno, quizás un
demonio más poderoso pudiese, de manera que están atentos, pero
mayormente… los vemos pasar a algún lugar que no podemos seguir,
como si se estuviesen desvaneciendo pero no en la nada. Podría ser al
Cielo. Quizás el Purgatorio. Quizás otro lugar. Pero si un tipo oscuro,
tortuoso y endiabladamente guapo como yo puede nacer de la mente
humana, ¿por qué no las partes buenas? Puede que haya ángeles muy
buenos y muy aburridos por ahí.

Me reí, girándome hacia él, y nuestras frentes chocaron con un suave


golpe.

—Algunas veces olvido lo que eres, lo que somos, y esto se siente…


real.

—Es real, Avi —dijo Marc, haciendo temblar mis entrañas—. Así que,
¿me gusta un poco de juego de sangre y arrasar con mis enemigos antes
de un buen celo? A ti también te gusta. ¿Eso está tan mal cuando nuestros
enemigos se lo merecen? ¿Cuándo lo merecemos y nos hemos ganado
disfrutar?

»También me gusta una buena película oscura. —Hizo un gesto con


la mano hacia la televisión—. Me gusta que al final el niño le gane a la
bruja. Me gusta la pizza y las especias y la manera en que el queso
roquefort me recuerda… —Hizo una pausa para lamerse los labios de
nuevo—. Otras cosas.

Solté un bufido.
Pero regresó mi atención con el mismo agarre en mi barbilla que
disfrutaba ya sea con dedos suaves o con el pinchazo de sus garras.

—Y —dijo suavemente—, me gustas.

Con las tenues luces y sólo los sonidos de la película


reproduciéndose, sólo nosotros dos teniendo una cita para cenar, creí que
hablaba en serio.

Pero cuando intentó besarme, retrocedí.

—Sé que te gusta la idea de mí siendo… rey, pero no sé si me gusta


ese lado de mí, al menos no todo, no cuando se sale de control.

—¿Se sale de control? ¿Cómo defenderte? ¿O disfrutarlo?

—Como hacerte daño.

Entonces Marc sonrió de manera especialmente dulce.

—Por si no lo has notado, Avi, me gusta un poco cuando haces eso. Y


a ti también te gusta.

Una oleada de dolor/placer que me había infundido durante la pelea


con Lujuria corrió por mi torrente sanguíneo, y juro que se me puso medio
dura en un instante.

—P…pero… eso no es demasiado, es… es…

—¿Sólo bien? —Marc bromeó como una parodia de Ricitos de Oro.

—¿Qué pasa si deja de estar bien y se vuelve sangriento sin las partes
buenas?
—¿Estás pidiendo una palabra de seguridad, Avriel? —Marc
diciendo mi nombre completo llamó la atención sobre la otra mitad de mi
polla.

Entonces eso me hizo pensar.

—Eso es. Nuestros nombres reales. Si alguno de nosotros alguna vez


va más allá de lo que el otro quiere, utilizaremos nuestros nombres reales,
¿de acuerdo?

Me miró fijamente, con una expresión totalmente en blanco, algo que


nunca antes había visto en él.

—¿Qué?

—Nada, sólo… a ninguno de mis otros maestros les importó ir


demasiado lejos. O acerca de mí. O, en realidad, acerca de cualquier otra
cosa que no fuesen ellos mismos.

—No estás pintando la mejor imagen de los demonios —solté un


bufido de nuevo.

—Bueno, aún somos más humanos de lo que piensas. Simplemente


tenemos más identificación. Menos preocupaciones por las consecuencias.
Menos inhibiciones.

—¿Libidos más grandes? —Adiviné por donde iba.

—Por nombrar algunos de los beneficios.

Me reí y noté que sus dedos nunca habían dejado mi barbilla. Su


pulgar acariciaba mi mandíbula y me estremecí. Mi polla estaba pesada y
dura en mis pantalones, y sería tan fácil alejarse y seguir viendo la película
como lo sería rendirme.

De manera que dejé que Marc me besara.


vi sabía cómo las ricas carnes y quesos picantes que habíamos
devorado, con el tueste justo de las especias. No era un achicharramiento
real ¿Y qué importa? Soy un demonio. Pero el hormigueo estaba allí,
instándome a circundar con mi lengua el borde de sus labios, y luego
empujar más profundo dentro de la grieta en su boca.

Me alejé para poner las latas de cerveza sobre la mesa de café y tiré
de la camiseta estrellándolo contra mí. No quería que se alejase de nuevo,
que se lo negase a sí mismo, o a mí, como lo había estado haciendo desde
hace días.

Las bolas azules estaban muy bien, pero sabía que también quería eso.

Lo demostró al saltar hacia delante y golpearme de lleno. Un reajuste


rápido y me encontré bien estirado con mi pequeño rey en la cumbre de
mis caderas, moliéndose a través de los pantalones de chándal mientras
se presionaba en el beso. A Avi le gustaba esta posición, aferrándose para
poner en juego su reclamo y yo se lo facilitaría, él quería alborotarme esta
vez.

Metí la mano entre nosotros, tanto como podía, para tirar de mi


sudadera. La lucha suponía la mitad de la diversión y enganché mi
meñique en la de Avi para quitársela también, arrastrándome contra la
oposición de la reunión de nuestras caderas. La inclinación ascendente era
la suficiente como para que nuestras pollas estallaran libremente con un
choque.

Avi gruñó y empezó a molerse más duro, besar más fuerte, mientras
el calor se encubaba, y la sangre llenaba nuestras pollas.

Casi como un sonido envolvente, oí gemidos y ruidos húmedos,


además de un cuerpo sobre una superficie dura en el lado de la derecha.
James Remar estaba follando a su novia gárgola en la película, pero a pesar
que encontraba al hombre atractivo, Slater era más follable a mi entender.

—Espera. —Avi se resistió al encontronazo de nuestras pollas, a los


labios húmedos y a los ojos de demonio entrecerrado, como sabía que
estaban los míos también—. No quiero hacer esto de nuevo. No solo esto.
—El recuerdo de su arrepentimiento hizo que mis esperanzas se
desvanecieran brevemente.

—¿Entonces qué quieres? —dije apartando un mechón de pelo rubio


que caía por su frente.

—No sé cómo decirlo. —Él se sentó para salir de las marañas de sus
sudaderas. La camiseta negra le colgaba justo por encima de donde su
polla empezaba a emerger, era una imagen deliciosa de la que no se iba a
quejar. Entonces empezó a quitarme la sudadera, la tiró a un lado, y cogió
la camiseta, subiéndola, y la arrebujó hasta que llegar a penas a cubrir mis
pezones—. Pero sé que quiero que te quedes así, casi completamente
humano, para empezar ¿De acuerdo?

Como hizo Avi, solo tenía al descubierto mis ojos, una sombra de mis
colmillos, y lo más nítidos de mis uñas sangrantes. Pero podía mantenerlo
así si él lo deseaba.
—Como desees —dije.

Avi sonrió. Encantador. Hermosa la sonrisa del rey tenaz. A ver quién
le decía que no.

Es mío.

Y se zambulló entre mis muslos para tragarse mi polla sin apenas


respirar como un profesional.

¡Joder! Podría definir sus habilidades como las de un hombre polla.


Entendido. La mía esta íntegra en forma humana, eso sí. Como demonios
somos diferentes respecto de la anatomía, pero todavía encajan en la gama
de potencial humano, solo con crestas añadidas, alguna otra textura,
puntas más gruesas como el nudo de Avi. Esa es una marca real, para ser
más exactos. Solo los príncipes los tenían, como marcas para diferenciar el
estatus alfa sobre nosotros los plebeyos.

Puede que estuviera un poco celoso.

Yo era capaz de imaginarlo, aunque el nudo no estuviera en su forma


humana. La manera en la que había pulsado, cuando lo había apretado
para soltarlo sobre mis labios. La forma en que había estirado mi boca con
la presión más cruda cuando me dio de comer su polla.

Ahora, Avi se estaba comiendo la mía, que ya era lo suficientemente


difícil de estirar fuera de su vaina, y tiró del prepucio para tomar más
como si hubiera estado tratando una como la mía toda su vida.

Yo siseé cuando raspó los colmillos por el eje.

Luego gimió a propósito cuando lo hizo nuevamente.


—Ahora….empieza a cambiar. —Ordenó Avi, deteniéndose a lamer
mi carne desde abajo—. Para que pueda lamer también tus crestas.

—Sí, señor.

Tuve que moverme hacia arriba, por el reposabrazos, para que mis
alas se desplegaran por la parte posterior del sofá, pero el cambio de forma
era como desprender una capa de ropa. Mi camiseta desapareció en el
suelo, al igual que mi sudadera. El yo humano, era también yo, pero
cuando dejé que cayera la ilusión óptica, me sentí como acurrucado en un
tipo de comodidad donde no se permitían ni ropa ni disfraces.

Avi me miró la polla con pura hambre, solo para fruncir el ceño
cuando vio la cadena alrededor de la cintura y mi taparrabos echado hacia
un lado. Entonces se acercó a tirar de mi arnés, y el simple acto, como lo
que un amo hace a su mascota para ponerlo sobre sus talones, hizo que
me palpitara la polla.

—Abandona las vestiduras. Todas ellas.

Nuestras ropas del infierno eran una parte de nosotros, en cierto


modo, casi como una piel, una armadura, un adorno, todo en uno. Pero
yo podía obedecerlo, y cuando lo hice, me encontré desnudo,
verdaderamente sin trabas, como si me hubiera deshecho de las cadenas
que me perseguían desde el infierno.

Avi estaba prácticamente en forma humana mientras continuaba


succionándome, ahuecando las mejillas y girando la lengua alrededor de
los surcos que cubrían mi polla y las crestas como aletas en mi parte
inferior. Su hermosa boca tuvo que abrirse muy amplio para traspasar la
parte de arriba de la cabeza y luego ampliarla y bajar para tragar hasta la
base. Él tragó y tragó con cada bocado de mí dentro de su garganta sentí
como sus colmillos se aferraban en el otro lado.

Quería una foto para ver como lucíamos, para que Avi pudiera
dibujarlo después. Él como casi humano y yo como la gárgola de la
película. Mucho más hermoso, por su puesto. Nadie me había dibujado
antes, o capturado tan perfectamente, al igual que Avi veía cosas que yo
no podía, él prestaba atención a cosas que yo daba por sentado.

Y chupaba pollas como si viniera de mi tribu cuando nos dejábamos


llevar por la lujuria.

Él aspiraba más fuerte, agarrándose a mis muslos desnudos y a lo


largo de las crestas también. Yo estaba ya cerca, mientras la bifurcación de
su lengua se formaba y provocaba mi rendija. Tarareaba como si estuviera
amando cada sabor mío como diciendo, gracias, está delicioso y elevó la cabeza
con un pop de mi eje.

Tenía los ojos brumosos, los labios brillantes por el presemen,


mientras barría mi pecho de arriba abajo con su mirada, seguido por una
caricia adoradora con las manos, entonces se movió para sentarse sobre la
punta de mi polla.

Se me abrió la boca cuando levantó las caderas para deslizar el largo


de mi eje a través de su pliegue, manteniéndose erguido para molerse una
y otra vez y luego desprender de su cuerpo, su camiseta enrollada, como
ya lo había hecho antes. Su armadura se dibujaba sobre hombros y pecho
cuando la tela salió volando. A diferencia de mi arnés y vestiduras, esto
formaba parte de su cuerpo, y me pregunté si podría sentir mi toque al
igual que en la piel desnuda.
Pasé las manos por el hueso blanco grisáceo, simulando un corsé que
se extendía alrededor de la cintura de Avi, entonces gimió y me agarró las
manos para dirigirlas hacia arriba. Siéntelo y es lo que hizo. El color de sus
pectorales cambió a verde azulado, a juego con el color turquesa y negro
de la piel y hueso que iba desde el cuello hasta las curvas de los hombros.
Él me llevó las manos hasta allí y luego permitió que arrastrara las garras
hacia abajo.

Pero había más, de alguna manera la armadura se construía por la


parte posterior de sus brazos como si fueran escamas, mientras se
balanceaba sobre mi polla. Las alas le brotaron con un silbido repentino
que me hizo contener la respiración. Eran más grandes que las mías y
también tenían un espolón, eran blancas donde se formaban los tendones
blancos, pero no solo en la cresta. Cubrían todos los bordes hasta las
puntas de sus alas, los pinchos eran lo suficientemente grandes, similares
a las brochetas.

Su nudo cayó sobre mi estómago con un fuerte flop, mientras su polla


se movía con el resto de él. Yo salivaba con el caliente deslizamiento por
mi estómago, tanto que tuve que lamerme la baba de los labios que
todavía sabía a pizza, especias y a Avi.

Las capas que iban desde su polla a su nudo eran más agrietadas que
las mías. Le acaricié dejando que mis garras rasguñaran sus pezones,
burlándose alrededor de los surcos. Bombeándose con fuerza, usó las dos
manos, una para acariciar el eje y el otro para masajear y exprimir el nudo
palpitante. Quería que cada cresta y el bulbo se empalar en mi interior
hasta que rogara por el indulto.
—¡Ah! —Avi gimió todavía de rodillas, para mantenerse lo
suficientemente elevado como para mecerse sobre mi polla, pero ese
último empujón hizo que mi cabeza surgiera de su pliegue.

Él la persiguió, deslizándose a lo largo de mi goteante longitud, hacia


delante y hacia atrás, para volver hacia delante de nuevo, hasta que mi
abusada punta estuvo dentro de él una vez más.

Y luego otra vez.

Yo le mimé lentamente, acariciando su nudo en lugar de apretarlo, no


queriendo que ninguno de nosotros terminara aún a medida que la
inmersión de Avi iba más profundo y retrocedía por más.

Avi gruñó en la siguiente breve penetración y su boca floja mostró


como se formaba un nuevo par de colmillos al lado de los ya existentes, y
nuevos cuernos crecían de las protuberancias de la frente. Estos se
curvaban de arriba abajo como cuernos de carnero, enrollándose sobre los
originales, con el mismo negro y turquesa, y casi entretejidos, el primero
señalaba hacia el cielo, mientras que la nueva pareja apuntaban hacia el
sur, como una H afilada.

Hermoso. La piel blanca, los ojos brillantes, su nuevo reconocimiento


como rey se ponía de manifiesto con cada golpe de mi polla y garras sobre
su nudo.

Más profundo. Sólo un poco más profundo y la punta de la cabeza de


mi polla llegaría hasta el final.

—Un desgarro. —Avi se congeló—. ¡Viene el siguiente avatar!

¡Malditos hijos de puta!


—Puedo sentirlo. —Él comenzó de nuevo, deslizándose a lo largo de
mi polla y tomando mi punta—. Está cerca. En el patio trasero. Casi puedo
verlo. —Él miró hacia al techo más que a la cocina o el patio trasero, pero
me creyó.

—Eso es…..bueno ¿ Verdad? —Si él no se detenía, no iba hacerlo yo,


y seguí jugando y acariciando su nudo—. Vendrá a por nosotros, no se
molestará con ningún civil.

—Exactamente. —Avi ralentizó y ralentizó, y terminó su último


movimiento con mi punta preparada por debajo de su frunce. Entonces le
brillaron los ojos y creo que sus colmillos y alas se hicieron más grandes,
y dijo—: Deja que venga. —Y se estrelló contra mi polla.

Avi y yo aullamos en un éxtasis armonizado, mientras sus entrañas


se apretaban alrededor de mi polla, como atornillándonos. Esta no era la
primera vez que uno de mis maestros quería mi polla, pero era raro. Por
lo general querían, reclamar, torturar, dominar, y con toda franqueza, Avi
estaba haciendo un montón de las tres.

—¡Sí! —Él se sacudió en serio antes de que yo tuviera tiempo de


recuperar el aliento—. ¡Fóllame! ¡Quiero que me folles!

Demonios, sí.

La estática en el aire cambió a medida que el velo se rompía. Lo sentí


más fuerte de lo que lo había sentido con los otros, y tuve que recordarme
que yo también era más fuerte. No habíamos sentido a Lujuria en absoluto
y habíamos estado en la misma maldita casa, pero ahora era una fuerza
total, Avi y yo. Incluso mis atributos podían cambiar y multiplicarse, y yo
evidentemente anhelaba un nudo, pero tomaría lo que pudiera conseguir.
Enganchado a las dulces caderas de Avi y embistiendo dentro de él
con toda la fuerza y el deseo lujurioso, pensé que jamás se me hubiera
ocurrido forzarle así si fuera humano.

—¡Sí! —Avi se desplomó, rugiendo con una flexión de sus alas. Sus
ansias de entrenamiento se habían visto empañadas por la vacilación de
aceptar el cambio, pero ya no era así, mi rey demonio se había reavivado.

La puerta trasera se abrió de repente.

La arreglaríamos más tarde.

—Puedo sentir tus crestas dentro de mí. —Avi arrastró las garras
sobre su corsé de piel.

Su interior se sentía increíble, casi demasiado caliente y


maravillosamente apretado.

Un gruñido sonó desde la puerta de la oficina, seguido del


deslizamiento que sonaba como varios pares de pies.

—Compañía. —Avi apenas miró hacia arriba mientras me montaba


más fuerte.

—¿Cómo se ve?

—Eh…. ¿Araña humanoide? Ocho extremidades. Cabeza boca abajo.


Boca llena de… dientes. —Él gimió y yo le hice eco antes de contestar:

—Gula

—Pero porque eso no es...


—¿Gorda? —Yo jadeaba, jadeaba, gruñía, porque el agujero de Avi
estaba apretando mi polla en pequeños intervalos como golpes de mano—
. Porque…..es verdadera gula. No tiene nada que ver con el entalle.
Consume y nunca se satisface.

Le aparté la cabeza para besarle, transmitiéndole así que me satisfacía


mucho, pero sabía que nunca me saciaría lo suficiente, siempre querría
más.

—Tú te atreves…

—¡Ahhhh!. —El grito de Avi le arrancó de nuestro beso, cortando la


amenaza del avatar, mientras rachas de corrida alcanzaban mis labios con
la forma en la que apreté el nudo de Avi para ordeñarlo a través de su
liberación, nudo que aún no había probado o me había empalado, pero
estaría condenado si eso no sucedía pronto.

Yo embestí un último fuerte empujón contra los apretados músculos


de Avi y me derramé dentro de él estremeciéndome, mientras gula rugía
y se deslizaba hacia nosotros con lo que sonaba como una velocidad
aterradora.

Avi se alejó de mí todavía goteando y se lanzó sobre el sofá,


alejándose de mi vista. Yo me empujé para alzar también el vuelo, girando
en el aire, igual de sucio y duro, para ver como Avi agarraba dos o tres
patas de araña de Gula, e intentaba girarlo para ponerlo sobre su espalda.

Llamarlo araña era lo correcto, era de un profundo negro índigo,


aunque la cabeza al revés era más como si tuviera un hombre desnudo
completamente fusionado en su tórax y acostado boca abajo. La cabeza
colgaba sobre la parte delantera de eso, como si fuera la cabeza principal,
con todo el rostro tallado a excepción de unos dientes.
Él medio arremetió con sus fauces contra Avi, el cual tuvo que salir
de su camino y liberar las piernas para evitar ser comido y eliminado si no
recordaba mal de lo que era capaz la mordida de este avatar.

—¡Maldita sea! —grité

—¿Qué pasa si daño la casa?

Oh, dulce tonto porculero.

Yo me escabullí fuera del alcance de una pata que se abalanzaba sobre


mí, tarea que no fue fácil, ya que los techos no eran tan altos y casi me
engancho mi propia pierna a la parte trasera del sofá.

—Te hemos estado observando diablillo. —Los dientes de Gula


castañeaban hacia mí, aunque la boca no se movía cuando hablaba—.
Sabemos lo que querías. ¡Más y más y más! —Eso lanzó otra pata hacia
delante, y otra, haciéndome retroceder hasta el vestíbulo, cerca del
dormitorio de Avi para evitar ser alcanzado.

Lo sabían. Pensé que otros demonios se darían cuenta con el tiempo,


pero ellos lo sabían. Sabían que no estaba haciendo esto por Avi.

—¡Marc!

Me golpeó con un latigazo largo desde el sofá, y derribó la televisión,


varias lámparas y quien sabía lo que más fue capaz de alcanzar, solo para
que Avi se zambullera en esa pata y se balanceara como un tarzán
ensangrentado, para cambiar su trayectoria, lo que le arrojó directo contra
mí.

Entonces nos estrellamos contra la puerta principal con un plom.


—¡Podemos arreglar la casa! —le grité—. ¡Pero no podemos arreglar
la evisceración!

—¡Lo sé! —Avi gruñó adorablemente, su frustración le hacía


injustamente lindo para una versión más grande y madura de su forma
demonio.

Y más alto, un poco más alto cuando nos quedamos de pie, percibí
que casi había llegado a mi altura por lo grandes que eran sus pies con
garras y por el aumento de tamaño en general.

Y su polla.

Y su nudo.

—Eh…. —Avi estaba buscando frenéticamente algo que considerara


prescindible mientras Gula se dirigía hacia nosotros, y finalmente agarró
el perchero más próximo y lo lanzó, como una jabalina, hacia su cara.

—¡Avi!

Eso fue succionado por su boca con un movimiento de mandíbula, y


se desvaneció como tragado por un agujero negro.

—¿Recuerdas lo que hace Gula? —le señalé.

—Se come cualquier cosa. ¡Espera! —gimió de nuevo cuando el


siguiente golpe de sus extremidades estuvo cerca de golpear el retrato, en
el que aparecían su padre y él, colgado de la pared, entonces lanzó su
primera explosión de fuego del infierno, del tamaño de una cerilla, que lo
único que causó fue una quemadura en su pata, como si se hubiera
quemado con la estufa.
Gula intentó saltar hacia delante con sus muchas patas para
alcanzarnos, pero Avi saltó primero, se le subió a la espalda y le clavó las
garras. Genial. Esta no era una imagen agradable, puesto que estaba
subido sobre la parte de hombre desnudo de Gula mientras él estaba
también desnudo, pero estaba intentando alcanzar su cabeza como lo
había hecho con los otros.

Solo le hicieron falta las dos patas traseras para agarrar a Avi y
arrojarlo hacia la parte de atrás de la cocina.

—¡Lamentable! ¡Lamentable! —gritó Gula.

Al menos no nos había llamado…

—¡Patéticos!

Cabrón.

—¡No podemos seguir jugando a la defensiva para siempre Avi, no


con estas extremidades!

—Cierto… —Le oí gemir mientras se elevaba sobre el suelo de la


cocina. Entonces, más emocionado, dijo—. ¡Bien! ¡Marc métete debajo!

—¿Qué?

—¡Llega hasta su centro y agarra tantas patas como puedas!

—¡Idiotas! —Gula se cuadro entre nosotros preparada para


alcanzarnos con sus extremidades si se nos ocurría acercarnos—.
Acabaran siendo mi próxima comida.
—Entonces cómeme Charlotte37. —gruñí, y Avi y yo corrimos desde
nuestros rincones de la casa, buceando entre golpes de sus patas y
agarrando las que podíamos a medida que avanzábamos. Nos deslizamos
por debajo de nuestras alas y nos golpeamos por el hombro.

Tambaleándose por la pérdida de equilibrio al tener las patas metidas


por debajo de ella, Gula todavía balanceaba la cabeza con la boca abierta
hacia nosotros, lista para aspirarnos hacia el olvido, que no era la forma
en que me gustaría ser succionado.

—¡Ahora! Empuja las patas tan alto como puedas. —gritó Avi.

Obedecí sin saber que era lo que había planeado, hasta que Gula
empezó a consumir y succionar sus propias patas antes de que tuviera la
oportunidad de engullir a cualquiera de nosotros, succionándose hacia
dentro con estallido similar a una explosión.

Un chorro de sangre se derramó sobre nosotros que, antes de


aterrizar, se convirtió en una niebla de destellos índigo oscuro, y las patas
que no se había comido se rompieron durante la inmersión y se
convirtieron en nada junto al resto. Avi se rio y estiró la mano para
convocar un elegante remolino con los escalofriantes restos de Gula.

Era brillante. Magnífico. Hermoso.

Y yo estaba planeando dejarle cuando esto terminara.

—¿No quieres nada? —preguntó Avi, mientras se llenaba con más y


más poder de Gula y aún no había alcanzado el mío—. Cada sabor me
hace querer más.

37 Charlotte:Referencia al libro la telaraña de Carlota.


—Eso es Gula para ti —dije

Avi giró parte de la esencia alrededor de su mano, sin absorberlo,


como si fuera algodón de azúcar, y básicamente me lo dio de comer,
compartiendo la energía, nunca dudando de mi lealtad y queriendo que
fuera parte de esto con él.

Esas molestas emociones me retorcieron las tripas, entonces yo


absorbí y sentí como su fuerza me daba poder, notando el primero de mis
propios cambios físicos, una armadura como la de Avi, que se construía
sobre mi estómago y pecho a partir de mi propia piel y tendones.

Yo estaba completamente desnudo.

Nada de nudo todavía.

Avi me besó, más gentil que tras la lujuria, pero todavía hambriento.
Ahora estaba más en paz con su naturaleza, entregándose más
profundamente a ella. La línea entre quien era y en quien se había
convertido se estaba difuminando, y el hambre en su mirada cuando
rompió nuestro beso parecía como si pudiera comerse el mundo.

Él podría.

Él lo haría.

E iba a entregarme las sobras.

Ese era el plan. Ese siempre había sido el plan.

Avi se rio y me lamió los labios. Luego se tambaleó mientras se


levantaba para finalmente quedarse en pie y ayudarme a llegar ahí
también. Era más alto pero se sentía más alto aún. Envalentonado.
Poderoso. Conflictivo.

—Vamos a tener que hacer algo de limpieza para que mi padre no


vea esto —dijo Avi mirando alrededor de la sala de estar, eso sin
mencionar el desorden de las astillas del suelo cuando nos cargamos la
puerta—. Pero antes de eso… —Él se encaró a mí como lo que debía ser
una bienvenida y me acarició la cara con las garras—. Quiero que me folles
de nuevo.

—¿Justo ahora?

—Sí, ahora. Después de limpiar terminaremos el resto de la pizza y


de las alitas, porque me muero de hambre.

Me reí, pero pude percibir que era un sonido hueco.

La última energía de Gula se desvanecía entre nosotros, que al final


yo había succionado más, y él no se había dado ni cuenta. Pero tenía que
ceñirme al plan ¿no? Para ser finalmente mí propio amo. Por las muchas
veces que disfruté sirviendo, estaban las muchas otras en las que no lo
hacía, con cada maestro empeoraba. Me había ganado mi recompensa, mi
destino, maldito rey demonio de ojos saltones. Me lo merecía.

Incluso cuando Avi era mucho más de lo que había soñado.

—¿Cómo podría negarme? —Le dije, y lo cogí en brazos, nuevos


cuernos, armadura, alas, todo, para llevarle a su dormitorio mientras que
en la olvidada película la gárgola destrozaba a su amante.
l sexo aunque no para todos, al menos para mí no está totalmente
sobrevalorado.

Yo podría volverme adicto.

Marc y yo lo habíamos hecho a diario a lo largo de la semana pasada


desde el incidente con Gula, cada vez con más frecuencia, en cada posición
que se nos ocurría, aunque con él siempre follándome. Quería poner las
mesas patas arriba y Mar me había dicho muchas veces lo mucho que
deseaba mi nudo, pero estaba nervioso. Era diferente tener el control que
estar controlado.

Sabía que podía hacerlo. Como demonio, el ser penetrado por


primera vez no fue algo traumático, pero me había quemado y llenado,
literal y figurativamente, con una dicha indescriptible, pensaba en ello
cada vez que Marc no estaba dentro de mí.

Si esto era más fácil de lo que habría sido como simple humano, ser
el penetrado debería ser fácil también ¿verdad? Me gustaba la idea de
hacer que Marc lloriqueara, como lo hizo después de derrotar a Lujuria y
que él siempre lo extraía de mí.
Yo también estaba ansioso por hundir mis garras de nuevo en algo,
lo que me hacía vacilar en ser el que follara, incluso si teníamos las
palabras seguras ahora. Yo quería ir a la próxima pelea, incluso la estaba
esperando. Quería la emoción, la satisfacción de burlarme o de superar
algo poderoso, como derrotar a un jefe épico en un videojuego, pero en mi
propio patio trasero, lo que básicamente ya había sucedido.

Pero esa parte no me importaba tanto. Los avatares intentaban


matarme, por lo que tenía derecho a defenderme y a disfrutar
derrotándolos. Pero de vez en cuando, cuando se me calentaba la sangre,
ya fuera por ira u hormonal, quería hundir los dientes en algo y saborear
la sangre que fluía de las arterias y venas abiertas y eso aún me asustaba.

Había pasado una semana, bueno algo más de una semana desde lo
de Gula y no había signos de ningún avatar. Marc dijo que no tenía por
qué ser seguido, pero me tenía inquieto.

El sexo ayudaba.

Al igual que la facilidad con la que usaba mis poderes, ya no me


preocupaba de que mis cuernos surgieran en la frente sin previo aviso.

¿Tal vez una Henley38 para hoy?

¿Sudadera con capucha y chaqueta bomber?

¿Un jersey y una bufanda?

¿Chaqueta y suéter a rayas?

Eso. Definitivamente eso.

38 Henley: Marca de camiseta


Cada vez que pensaba en algo nuevo, de pie, frente al espejo de mi
habitación, mi atuendo cambiaba como si transformara un líquido
convirtiéndolo en esto o aquello. Me sentía como Mística de los X men o
el malo de terminator o, o como cuando Peter Parker estuvo poseído por
el simbionte venom llevando el traje negro de spiderman y lo podía
modelar para transformarlo en otra ropa.

Estaba tratando de detener el apocalipsis ¿verdad? ¿Detenerlo? Eso


me convertía básicamente en un súper héroe ¡Incluso podía volar! Y
quemar a mis enemigos hasta dejarles fritos. O volverlos del revés. Un
poco menos heroico tal vez, pero sin duda necesario.

Construí el suéter más ajustado, así cuando me quitara la chaqueta no


cabría duda de que no escondía nada de gran tamaño otra vez. Yo todavía
era pequeño y siempre sería pequeño en mi forma humana. Pero no me
importaba. Marc no podía descansar la barbilla sobre mi cabeza si fuera
más alto que él.

Me pasé la mano por el pelo. Lucía endemoniadamente bien.

–¿Estás en casa? —dijo papá golpeando la puerta, esperando que le


respondiera antes de mirar dentro, ya que tal vez haya encontrado a Marc
un par de veces cuando no lo hizo. ¡Desnudo no, gracias a Dios! Pero no
pensé que había alguna confusión sobre nuestro acuerdos de dormir juntos
algunas noches.

—¡Estoy aquí! Puedes entrar. Me sorprende que estés levantado. —


Me alejé del espejo para que papá pudiera abrir la puerta.

Su pelo rubio con toques grises, que generalmente estaba aplastado,


ahora era un enredo de recién levantado de la cama. Incluso su barba
rojiza tenía algún pelo sobresaliendo mientras sus ojos verdes sombríos
parpadeaban. Llevaba una camiseta y sudadera, claramente acababa de
salir de la cama. Me tenía impresionado lo que se elevaba su cabello
cuando no lo escondía bajo el sombrero.

—No creas que no me siento como un zombi. —Papá se rio


susurrando mientras deslizaba la mano por dichos enredos mientras se
apoyaba contra la jamba de la puerta—. Pero apenas puedo verte con este
turno de noche y tú estando tan ocupado. Quería hablar de algunas cosas
antes de que te fueras a clase hoy.

Uh, oh.

—Seguro ¿Sobre qué?

Papá hizo señas hacia mi cama y la sensación de hundimiento que


había empezado a embriagarme se profundizó hasta que fueron como
arenas movedizas succionándome hacia el vacío. Fui a sentarme, pero mi
padre, en lugar de hacer lo mismo, empezó a pasear, lo que nunca era
buena señal.

—Deja que empiece diciendo….que no estoy enfadado.

Joder.

—Pero Henry puede que me haya llamado a principios de semana


preguntando porque habías estado acortando turnos en Ole´s.

Este era Henry siendo Henry Olafsson, mi jefe, que por supuesto mi
padre conocía, porque la mayoría de la gente conocía a todos en esta
ciudad.

—Papá…
—Lo entiendo….¿Quién querría perder tiempo de estar con sus
amigos y hacer cosas significativas en su último año de universidad? Solo
recuerdo lo preocupado que estabas por ganar lo suficiente para pagar la
matrícula, especialmente si necesitabas clases extra en verano. Pero ahora
has estado recortando turnos para pasar tiempo con alguien nuevo que ha
entrado en tu vida.

Se alegraba de haber tenido la charla hace años, aunque entonces no


lo necesitara, porque esto se sentía muy parecido, y si el sacaba el tema del
sexo en la parte superior, yo podría calcinarlo.

—Papá lo siento, me disculparé con el señor Olafsson, solo es que…

—Esto es. —Él me cortó nuevamente, pero no para reprenderme o


para mostrarme su mirada de decepción, pero se detuvo frente a mí con
una repentina sonrisa y sacó un pedazo trozo rectangular de su bolsillo—
. Una buena noticia, no necesitas volver a ese trabajo si no quieres.

—¿Qué?

Él me entregó el papel. No solo el papel, sino también un cheque de


varios miles de dólares.

—Hace tiempo que pagué la casa, así que he estado ahorrando y


recabando dinero en todo lo que podía en los últimos meses para
asegurarme que podría sorprenderte ocupándome de lo que te queda de
matrícula este año. Incluso hay algo de sobra por si necesitaras clases de
verano.

No me lo podía creer. Yo me quedé mirando los números.

—Puedes seguir trabajando si quieres. Sé que Henry lo agradecerá.


Pero sin resentimientos si no lo haces. Ya hablé con él. Sé que tienes tus
propios ahorros y ahora ya no tendrás que usarlos para la escuela. Iba a
esperar a acción de gracias o incluso hasta navidad para dártelo, pero
parece que ya estás listo para seguir disfrutando de tu último año.

—Papá yo…estoy muy agradecido, pero ya te dije…

—Que no querías que gastara mi jubilación en ti. —Él se sentó a mi


lado y me rodeó con un brazo para abrazarme contra él—. Querías ganar
todo lo que pudieras, lo sé. Y estoy muy orgulloso de ti por ello. Pero esto
es un extra al no necesitar pagar más la casa. Pensé que contaba como un
añadido. —Él sonrió más amplio, creando arrugas en las esquinas de los
ojos, tan amoroso e increíble, que me lancé hacia él y envolví los brazos
alrededor de su cuello con más fuerza de la que probablemente tendría
que haber usado—. Oh! ¡No me dejes sin respiración!

Me reí y cepillé la cara contra su hombro.

—Gracias. —Me giré para volver a mirar el cheque de nuevo y lo


doblé con vehemencia para colocarlo en mi bolsillo. Podría dejarlo hoy en
la oficina y no volver a preocuparme por el fin del semestre o por cumplir
plazos nunca más.

—Esta es nueva. —Papá tiró de la esquina de la chaqueta que había


conjurado.

—Oh, eh….me la regaló Marc. —No era una completa mentira, ya


que me había enseñado como hacerlo.

—¿Y el suéter?

—Lo cogí del fondo del armario.


Papá asintió como si no se lo creyera del todo y yo esperé que no
creyera que estaba empezando a robar o hacer cosas por el estilo.

—Sí que has cambiado últimamente. —Él me dio un codazo en el


hombro—. No está mal. Parece que Marc es una buena influencia para
algunos asuntos ¿Es bueno…en todo?

—¿Qué me estás preguntando?

Papá se rio y dijo.

—Ya sabes, solo hay una pregunta que necesito hacer ¿Marc te hace
feliz Avriel? ¿Estás feliz de cómo van las cosas?

Supongo que esa era la única pregunta que importaba.

—Supongo que sí. Esto a veces da miedo pero… sí, estoy muy feliz.

Él me agarró de nuevo para un medio abrazo y me besó la cabeza.

—Eso es todo lo que quiero para ti. Deberías irte ya ¿no? —Él señaló
mi despertador, era como un árbol retorcido que sostenía la esfera del reloj
entre las ramas—. Y yo debo volver a la cama ¡Oh! ¿Le ha pasado algo a la
puerta trasera? Te lo iba a preguntar, parece nueva.

Yo luché para evitar que se me notara la cara de pánico.

—Simplemente la pulimos un poco el otro día. Parecía estar muy


sucia.

Él abrió la boca para preguntar más.

—Sin embargo el perchero es nuevo. —Lo golpeé hasta destrozarlo—


. Lo encontré en una tienda de segunda mano, pero estaba en mejores
condiciones que el nuestro. —La mitad de eso era cierto, o al menos ahí
era donde Marc me contó que había encontrado el nuevo—. ¿Y papá?
Gracias de nuevo, de verdad.

—Por supuesto, chico. Te quiero.

—Yo también te quiero.

Cerré la puerta, una vez se hubo ido, para mirarme al espejo. Luego
agregué el collar de Horadrim, de Eryn y Fry, el verdadero, no un
espejismo, y lo metí bajo el suéter. Me gustaba usarlo incluso si no pegaba
con mi atuendo.

El señor Olafsson podría cabrearse si no volvía a Ole´s, aunque papá


había hablado con él, pero no me importaba. Finalmente las cosas me iban
bien. Por primera vez en mi vida, podía hacer todo lo que quería, ya no
estaba atado a un trabajo que no me gustaba ni a un futuro incierto.

Bueno, todavía no estaba seguro que futuro quería como potencial


rey demonio, pero estaba ganando. Estaba feliz, especialmente con Marc.
Probablemente era la única persona que podía entender y seguir
queriendo a este nuevo yo. Estaba verdaderamente feliz.

Por fin conseguí todo lo que me merecía.

—¡ ierra a Marc! ¿Me escuchas?


En mi defensa alego, que cuando Eryn empezaba a parlotear, aunque
era genial, en ocasiones desconectaba del excéntrico manto de ruido
blanco. Más aún esta semana pasada, con el hormigueo por la llegada de
un nuevo avatar que finalmente llegó cuando se estaba follando a Avi, lo
que hizo que no estuvieran tan atentos, y mi mente continuaba a la deriva.

Incluso con mi polla enterrada profundamente dentro del pequeño


rey, hasta el punto que podía sentir como si su nudo aplastara mi
estómago, tentándome con su gigantesca circunferencia, la cual no había
tenido el placer de sentir dividiéndome, seguí sintiendo y pensando cómo
sería si yo…..me quedara.

—Lo siento amor. Tengo la mente a kilómetros. No dormí mucho a


noche. —Lo que era cierto, no necesitaba dormir, pero era un pasatiempo
agradable. En lugar de dormitar, me quedé mirando el techo del piso toda
la noche, patéticamente de luto porque no fue una de las noches en que
Avi se olvidó de patearme a la calle después de un polvo alborotado para
que no estuviera en su cama cuando su padre llegara a casa.

—Digo, que tenemos que cubrir los posibles imprevistos nosotros


mismos, y con cada punto discutir si eso está relacionado con los
beneficios sistémicos o trampas y como combatirlos. —Eryn sacudió otra
evaluación astuta para nuestros proyectos de coaching tan fácilmente
como si discutiera sobre la habilidad de su árbol favorito en un video
juego.

—¿El miedo al fracaso es un punto importante? —mencioné.

—Y el miedo al éxito ¡OOO! —Ella rebotó en su asiento—. ¡Ese puede


ser otro diferenciador para nosotros! Me enfrentaré al fracaso y tú tendrás
éxito, ya que estás haciendo la perspectiva de alguien sin obstáculos
sistémicos. El miedo al éxito y la culpa por ese éxito, como alguien ~que lo
tiene más fácil~ sin duda podría ser una razón para el auto sabotaje.

Parlanchina o no, realmente quería a esta chica. No es que no


estuviera contribuyendo con mi parte, eso sí.

El profesor nos dejaba cada día los últimos quince minutos para
trabajar en los proyectos, ya fuera solo o con la colaboración de los
compañeros de clase, aunque Eryn y yo éramos los únicos que hacíamos
el nuestro conjuntamente. Ambos necesitábamos, aún, cumplir con la
tarea, y teníamos suficiente contenido variado para justificar dos
calificaciones separadas. Si nuestros proyectos finales fueran demasiado
similares, y no solo una tesis complementara a la otra, nos darían una
calificación y la dividirían.

Significaría que una A podría convertirse en una C.

Tacaños.

—Brillante como siempre, señorita Schiffer. —Incliné la cabeza hacia


ella. Llevaba un suéter largo que descendía hasta un dobladillo bajo el que
parecía haber unos pantalones cortos negros o una falda, o tal vez nada,
pero su ropa interior y medias bajo ese dobladillo tenían gruesas rayas
horizontales de color rosa y negro.

Se me hacía imposible no imaginarme a Avi vistiendo todo lo que ella


llevaba puesto, en parte debido a su similar tamaño y a su pelo rubio, pero
últimamente mis sueño sobre jóvenes disfrazados habían empeorado.

—Solo asegurémonos que hemos analizado las causas en ambos casos


—continué, imitando sus expertas divagaciones lo mejor que pude—. El
inventario personal específico necesita ser investigado para todos los
individuos y asegurarnos de que no hay superposición. Como puntos que
podrían refutar nuestras afirmaciones o incluso casos donde una persona
se beneficia de algunos elementos sistémicos y sufre de otros. —Yo bebí
de mi caro café de moca mientras Eryn chillaba de alegría.

—¡Perfecto!

Me había comprado el café ya que me había vuelto adicto a él como


el noventa por ciento del mundo. Yo prefería el que era del tipo malo, el
que tenía cuatrocientas calorías a mayores, totalmente dulce y culminado
por leche y crema batida. Le había conseguido el mismo a Eryn. Un
demonio no tenía que ser grosero.

Demonios, sin embargo los mocas estaban deliciosos, adoraba cubrir


mi lengua con sus grasas saturadas. Toda la comida humana que había
probado era deliciosa, incluso algunas de las saludables. Bueno no la piña.
O la pizza hawaiana para el caso. Pero entonces, no a todo el mundo le
gustaba despreciar la ensalada de otra persona, así que cada uno por su
cuenta.

También podría haber vivido sin el olor corporal ocasional que había
en los pasillos, pero no era realmente tan diferente del azufre. A veces me
encontraba también con ese olor, sobre todo en el baño de los chicos. Era
como si fuera un día normal en casa.

Pero con recepción en el móvil.

Comida a domicilio.

Y compras en línea.
Las decoraciones de Halloween no eran entrañas reales de las tribus
vecinas, que eran adornos navideños en mi plano de existencia, a pesar
del pavo necesario en las vacaciones próximas.

Luz solar.

Tormentas relajantes.

Lubricantes con sabor.

Avi.

Estaba saboreando el Kool Aid con sabor a humanidad y lo prefería a


la basura de mi propia familia.

Este no era el plan.

—¡Me estoy emocionando! Podría trabajar en esto todo el fin de


semana. —Eryn guardo las nota y su iPad mientras las campanadas del
sistema de sonido marcaban el fin de la clase—. Bueno, no todo el fin de
semana. —Ella colocó el móvil en su lugar, llamando mi atención mientras
el resto de la clase empezaba a dispersarse.

No me molesté en observar fijamente tras la partida de Brent, aunque


torturarlo era un pasatiempo más entretenido que las siestas.

Eryn me mostró un folleto digital para las ventas anuales de Gray


Friday del centro de Vale. Era el intento de las tiendas locales dl combatir
la locura del black Friday de la semana que viene.

—Podría ser divertido —dijo ella—. ¿Conseguir algunas compras


anticipadas para navidad como una doble cita?
—¿Asumo que me lo has mostrado a mí primero para que convenza
a Avi?

—Por favor. —Rogó tirando de la manga de mi suéter de forma


juguetona—. Oooo, ¿el cachemir, Mr. Smythe?—. Ella hizo una lamentable
aproximación de mi acento, aunque un poco más elegante.

Podría ser cachemira. A decir verdad, se trataba solo de mi mente


diciéndole a la tela que fuera suave, algo que nunca me había molestado
en el infierno. Suave significaba débil. Fácil de triturar. Vulnerable.

—Siempre con tan bueno ojo para la moda milady. —Imité su


elegante estilo—. Uno debe verse lo mejor posible. Y estoy seguro de que
podré convencer a Avi. —Regresé a mi forma de hablar normal,
enganchando su codo con el mío, y sacándola del aula, por el brazo—. Él
es como un hombre nuevo ahora.

—Realmente lo es. Y debes estar agradecido por ello.

Sonreí mientras una sacudida muy molesta se retorcía en mis


entrañas. Eso continuaba ahí. ¿Había alguna pastilla que contuviera una
conciencia en ciernes? Yo estaba legítimamente interesado en una salida
con amigos, sin agenda, solo para pasar el tiempo con estos tontos.

Muy inquietante.

Intenté, como estaba haciendo hasta ahora, descartar los sentimientos


sangrantes. Era la maldición de ser de primera y finalmente experimentar
cosas que había anhelado toda mi vida. No necesitaría anhelar nada una
vez hubiera alcanzado todo mi potencial. Cuando eso sucediera no echaría
de menos… nada de esto.
—Ponlo en mi camino. —Le dije—. Y me aseguraré de emboscar a
Avi en ética.

Me gustaba mucho hacer manipulaciones en clase de ética.


¡Manipulación positiva! Sobre todo. Y una buena oportunidad para
probar mis habilidades entrenadas.

No nos encontramos a Avi en el camino, lo que resultó muy raro, y


cuando dejé a Eryn, me propuse encontrarlo en el aula de ética, y entendí
por qué, estaba trabajando encorvado, sobre su bloc, sentado en su asiento
habitual.

Se veía tan bien últimamente. Siempre era así, pero su nuevo aire
confiado, la falta de su gorro y de algo grande con lo que esconderse,
ampliaba lo follable hasta el nivel veintiuno. Tuve alguna fantasía sobre
chupar la polla de Avi mientras llevaba ese amplio jersey del primer día
en que nos conocimos. Ahora me pasaba lo mismo con el suéter largo de
Eryn. Con el gorro puesto, solo para poder ver como su cuerpo se agitaba
mientras se masturbaba cuando cambiamos para follar.

Ahora necesitaba un ajuste de pantalones mientras subía las escaleras


y me reunía con él. Ser un demonio de la lujuria era tan encantador como
enloquecedor cuando tenías un compañero tentador. Me preguntaba si
podríamos tener un rapidito antes de clase, pero el armario carecía
injustamente de espacio ni las pizarras eran los suficientemente grandes
para esconderse tras ellas.

Avi sacudió la cabeza cuando mi sombra cayó sobre su bloc de dibujo,


escondiéndose de indiscretas miradas, solo para relajarse cuando se dio
cuenta de que era yo.

—¿En qué estás trabajando? —pregunté sentándome a su lado.


Me dejó ver lo que resultó ser una imagen de sí mismo en su forma
demonio, muy similar a la mía, con sus nuevas adquisiciones tras la lucha
con el último avatar.

—Autorretrato. —Se encogió de hombros—. Quería uno para que


coincidiera con el tuyo. —Giró el bloc para cerrarlo y pude ver algunos
detalles que no había percibido en persona como un quinto cuerno
sobresaliendo de su frente, como si fuera un unicornio o un lagarto con
adornos.

¿Premonición tal vez? No era en sentido de línea directa física, era


más como Jedi o Spidey y buena intuición. Eso es porque que alguien
honesto como él tenga éxito como rey demonio. Me sentí aliviado cuando
al encontrarnos vi que era un compañero dulce, porque significaba que no
vería venir mi artimaña hasta que hubiera terminado.

—Debería estar trabajando en el arte realista durante mi tiempo libre


—dijo arrugando la nariz—. Pero todo ha sido un poco abrumador
últimamente. No será tan malo de ahora en adelante. Ya no tengo que
hacer más horas en el Ole´s.

—¿Renuncias?

—Papá ahorró para pagar la matrícula del resto del año.

—¿No bromeas verdad? Urra por el gran papá. Apuesto a que eso te
alivia.

—No tienes ni idea ¿Cómo pagas las clases? —preguntó con mirada
acusadora.

—Estrictamente a través de becas. —La expresión de Avi reflejaba


que no se lo tragaba y yo sonreí sin remordimientos.
Estaba al borde de nuevas revelaciones, nuevas confidencias y
libertades, mi trabajo era inclinar la balanza a mi favor para que mi plan
siguiera en marcha. Gracias a mi proyecto y al de Eryn, tenía los principios
del coaching para ayudar a alguien el auto sabotaje a través de cuatro fases
distintas.

Primera: Establecer las metas.

—Suena como si ya tuvieras un montón de tiempo para trabajar en la


cartera de negocios al parecer, por lo que ya tienes tu puntapié inicial para
empezar con tu carrera independiente con un gran Avi bang.

Avi tocó los bordes de su cuaderno de dibujo. Estaban entrando más


de nuestros compañeros de clase, entonces él bajó la voz.

—Asumiendo que yo todavía quiera eso. Después del último avatar,


que si yo….

—¿Cómo qué? Pensé que ibas a cerrar el velo para siempre. Mantener
al demonio fuera y seguir siendo Avi, el simple mortal.

Había hambre nuevamente reflejada en sus ojos, incluso cuando


miraba la portada del cuaderno. Entonces miró hacia arriba, haciendo que
mi respiración casi se atorara en la garganta.

—Vas a decir, ya te lo dije ¿no?

—No es que quiera el infierno en la tierra. —Avi se rio—. Pero no lo


sé. Podría tener más de lo que soñé ¿verdad?

La verdad es que pensé que podría necesitarle para cerrar el velo


cuando esto terminara. Lo necesitaba para abrazar, un poco, su lado
megalómano y así construir su confianza lo suficiente como para
destrozar a nuestros adversarios, y convertirse en el rey demonio,
entonces haría todo para molestarle tanto que cuando tuviera el suficiente
poder cerraría el velo tras de mí y yo me quedaría con el infierno. Tenía la
sensación de que sería más fácil cerrar el velo, que mantenerlo abierto sin
todo el poder de los avatares y Avi sin saberlo me había permitido tomar
más de lo que había soñado cuando absorbía sus energías.

Ambos tendríamos reinos. No era una traición tonta, solo…un


inteligente negocio.

—¿Marc? —respondí rápidamente tras una pausa molesta.

—Podrías conseguir algo. —La siguiente lección de coaching es:


Evaluación—. Todo lo que necesitas es pensar en lo que quieres y no sentir
que te has apresurado en la decisión ¿Qué te hace feliz Avi? ¿Qué pequeña
cosa le traería alegría a mi adorable muñeco?

Lo que nos llevaba al siguiente nivel: Pequeñas victorias.

—Empieza con pasos de bebé. Si no consigues deducir que quieres a


largo plazo ¿Por qué no te centras en lo que harás este fin de semana? —
Le mostré el folleto de Eryn con la información sobre Gray Friday Sales39,
lo que era bastante confuso pues duraba de sábado a domingo.

—Con que Gray Friday Sales. Nunca voy a cosas así aunque Eryn me
lo ruegue. Dile que iremos. —Avi me sorprendió al no resistirse para nada,
lo que en sí ya era una pequeña victoria, aunque no entendía porque
deseaba tanto que estuviera de acuerdo, cuando no derivaría en planes
mayores—. Necesito pensar que llevaré puesto —dijo mirando su creación

39 Gray Friday Sales: Ventas del viernes gris


actual como si quisiera superarse a sí mismo. Sigue siendo mi incansable
luchador—. Siempre hay una gran multitud ese fin de semana.

La última fase de mi programa de entrenamiento era la más


importante: Refuerzo positivo.

—Sea lo que sea que se te ocurra amor, vas a noquear a los lugareños
y a mi ropa interior en su mayoría. Eres un auténtico regalo para la vista. —
Yo le besé en la mejilla, y aunque su cara era sonriente como de costumbre,
me miró como si creyera en mi devoción más y más.

Justo lo que quería.

¿Verdad?

—¿ e encuentras bien, hombre?

Creo que no lo estaba.

Y no lo había estado desde hace ya un tiempo.

Sangrientos humanos y su sangriento café adictivo, divertido y


demasiado bueno para este mundo cambiante. Además, Fry era el primero
que me preguntaba. Debía ser transparente como la envoltura de plástico
sobre el inodoro en la recurrente broma.

—¿Quieres decir en mi cabeza? No, no hay nada malo en realidad.


Pero no sé exactamente dónde estoy, supongo.
—¿En la calle? ¿Con Avi? ¿Con nosotros?

Esas fueron muchas palabras de mi estoico compañero.

Gray Friday Sales era una tarea seria. Vale era una pintoresca ciudad.
Contaba con una población de más de veinte mil, pero el veinte o treinta
por ciento eran estudiantes universitarios de los campus. Esto significaba
que su empedrada calle principal tenía un cierto encanto y un aire a Nueva
Inglaterra, manteniendo las características de ciudad pequeña del medio
oeste, pero a pesar de todo, todavía podía estar opresivamente abarrotada.

A Avi no parecía importarle mientras caminaba, del brazo de Eryn,


por delante de nosotros. Él se encorvó un poco a nuestra llegada, cuando
bajamos desde la colina, pero estaba disfrutando de su recién descubierto
atractivo sexual, y de las atentas miradas de pájaros y chicos por igual. No
era de extrañar, ya que se había presentado hoy con un look a lo James
Dean. Jeans azules, camiseta blanca, y una chaqueta de cuero que hacía
maravillas con cualquier físico, y en el de Avi…..joder.

Podía verse un centavo a través del bolsillo trasero de esa tela. Él


realmente estaba mejor, más cómodo en su propia piel. Sabía que aun
prefería pasar la noche con nosotros en lugar de rodeado de una multitud
de mamás del club de fútbol que luchan entre sí en busca de ofertas, pero
estaba saliendo de su caparazón como una perla brillante.

—Justo en el blanco —admití a Fry cuando pasamos por delante de


una de las tiendas con fachada de ladrillo, brillantemente decoradas ya,
con luces de navidad.

—Os veis bien juntos —dijo Fry sin tener que bajar mucho la voz, ya
que el bullicio de las aceras y el derramamiento en las calles cerradas por
el evento significaba que estábamos rodeados por ruido constante.
—¿Tú crees?

—Totalmente. Encajáis. Alguna gente solo…..conecta.

Fry sonrió, con su atractiva sonrisa de Brad Pitt en la película


¿Conoces a Joe Black? Aunque la muerte definitivamente venía de la mano
del más pequeño de la pareja.

Eryn estaba arrastrando a Avi hacia la tienda de al lado, una que tenía
ropa para actividades al aire libre. Mientras les seguíamos Fry se acercó a
Eryn para secuestrarla lejos de Avi, como invitándome a que yo hiciera lo
mismo. Eryn arrastró a Fry hacia un par de botas de montaña, dejando a
Avi mirando en mi búsqueda.

Encajamos ¿Verdad? Sabía que lo que Fry dijo significaba más que el
poder meter a Avi contra mi costado y posar la barbilla sobre su cabeza.
Fray y Eryn encajaban de la misma manera, una de esas parejas que
parecían que se pertenecían. No eran idénticos. Tampoco polos opuestos.
Pero se complementaban entre sí, como si la parte que le faltaba a uno se
encontrara en el otro y esto hacía un todo.

La humanidad me estaba convirtiendo en un maldito romántico.

—Oooo ¡Avi mira esto! —Eryn le chilló a través de la tienda llena, que
era algo así como moverse a través de un túnel de espejos, donde la mitad
de la gente llevaba abrigos de invierno que aún no necesitaba y obligaban
a mantener una sola fila o fusionar los cuerpos para pasar desde la
estrecha entrada de la tienda a la sección de gorros que Eryn había
descubierto.

Estaban expuestos en toda la pared con diferentes variedades de


colores y estilos, la mayoría del tipo casquete de invierno, la mitad con
pompones, y unos pocos, como el que Eryn cogió de la pared, del tipo
boina, incluso más que el original de Avi. En lugar de negro y ciertamente
viejo por el desgaste, este iba de azul a blanco y turquesa, como la bandera
del orgullo gay de los hombres.

Apropiadamente perfecto para Avi, y cuando Eryn se lo arrojó sobre


la cabeza, uno de los otros tipos de sacudida que mantenía encerrada en
mis entrañas me hizo querer agarrarle la cara con ambas manos y darle un
beso.

—Podrías actualizar el tuyo —dijo Eryn—. Para cuando quieras usar


uno.

Avi pasó al lado de una madre que arrastraba a dos niños de las
manos para llegar hasta el espejo al lado de la pantalla.

Yo fui tras él para observar nuestros reflejos por encima de su cabeza.

—Me gusta este tanto como el otro amor, solo que con este no te
escondes.

Avi se sonrojó un poco pero giró la cabeza con una sonrisa creciente.
Eryn ya estaba arrastrando a Fry hacia el siguiente emocionante
descubrimiento cuando Avi se quitó el sombrero, pero se lo quedó con la
obvia intención de comprarlo. Yo pillé al cabrón descarado mostrando un
mechón suelto de pelo blanco de su forma demonio y se lo coloqué,
entonces se giró y sonrió como si se hubiera salido con la suya.

Y así era. Dudaba que alguien se hubiera dado cuenta. Pero creo que
se saldría con la suya con algo que no pensé que querría abandonar. En
resumen, todo. Porque no importaba lo mucho que quería abandonar
estos nuevos sentimientos, yo no quería perderlos.
Nosotros alcanzamos a Eryn y Fry en la cola de la caja. Había
encontrado una bufanda de Kilómetros de largo y la había enganchado en
el cuello de ambos, no podía imaginar donde acabaríamos la tarde.

—¿Te sientes inspirado? —le dije a Avi dándole un codazo desviando


su atención hacia un arnés de escalada exhibido sobre un maniquí
desnudo—. Ciertamente a mí se me ocurren varias ideas.

Él me devolvió el codazo, pero también presionó la cadera contra mi


polla con un claro propósito.

—Tengo demasiado miedo a las alturas como para escalar.

Eryn parecía haberme escuchado pero claramente se perdió el


significado.

—Avi teme a eso también.

—Me he sentido un poco menos asustado de eso últimamente. —Avi


presionó, nuevamente, la cadera contra mí, los cuatro nos encontrábamos
cerca de la caja y yo me había acostumbrado a esta monotonía. Me
encontró preguntándome seriamente, imposiblemente, si sería tan terrible
dejar que las cosas se quedaran como estaban y tirar mi plan a la basura.

Una repentina caída de mi estómago me asaltó, como si mis entrañas


estuvieran atadas a algo muy lejano y estuvieran tirando en esa dirección.

—Por fin. —Avi me agarró la muñeca con una sonrisa diabólica.

Un desgarro del velo.

—No es exactamente muy prudente con Fry y Eryn aquí —susurré—


. Sin contar a toda esta gente.
Con solo una mirada pude percibir lo jodidos que estábamos por lo
que se deducía de la expresión de Avi.

—Mierda. Tenemos que encontrarlo y alejarlo de la gente. Eh….hey


chicos. —Avi colocó el gorro en las manos de Eryn—. Lo siento mucho,
pero realmente necesito encontrar un baño. ¿Puedo pagarte luego el gorro
para que podamos correr por la calle hasta Blue Monday? Cogeré bebidas
para todos. Yo invito.

—¡De ninguna manera! —bromeó Eryn—. Te regalaré el gorro, no


hace falta que me lo pagues. Nos encontraremos allí. Ya sabes lo que nos
gusta.

Si Avi lo sabía o no daba igual, porque salimos huyendo de ahí justo


cuando terminó la frase.

Las aceras exteriores y las direcciones de ambas cuadras, estaban


posiblemente más abarrotadas que antes, y si un avatar emergía entre todo
esto, iba a ser una auténtica masacre.

—¡Por aquí! —Avi me agarró de la mano y buceamos entre la


multitud. Yo también podía sentirlo. El desgarro era nuevo, todavía se
estaba formando, pero no teníamos mucho tiempo.

Fue todo un alivio cuando llegamos a la sección transversal, donde


un callejón nos llevó a una zona menos poblada, en su mayoría conducía
al Toadstool Grill y bar y a algunos senderos a lo largo del río, donde
todavía habría espectadores pero esperaba que una cantidad que podría
mantener en las sombras.

—¡Oof! —Avi se golpeó contra alguien mientras doblábamos la


esquina haciendo que me chocara contra él. Alguien había estado
huyendo como si hubiera una plaga al igual que nosotros, con la cabeza
inclinada y un sombrero hasta los ojos, como si mascara la tragedia.

—Mira por dónde vas.

—¿Brent? —Avi declaró mientras que, con quien colisionamos,


levantaba la cabeza y se encontraba con nuestras miradas.

Era Brenty boy, sin duda.

Y no estaba solo.

—¿Quién es este? —preguntó un hombre mayor, acercándosele por


detrás y haciendo que a Brent se le alterara la mirada.

Era el mismo hombre que había estado con Brent en Toadstoll aquella
vez.
— h… —Brent buscaba las palabras mientras el pánico iba en aumento,
y no iba a mentir, esto era muy satisfactorio dado el infierno que me había
hecho sentir durante los últimos tres años.

—Te conozco —dijo el hombre con el que Brent había estado en el bar
cuando parecía tan decidido a esconderse—. El hijo de Nathan, claro. Tu
ibas a la escuela de la colina con Brent ¿verdad? Siempre hablábamos de
lo orgullosos que estábamos de nuestros emprendedores —dijo dándole a
Avi un apretón fraternal en el hombro.

Eso fue todo. Eso era todo. Por eso este hombre me resultaba tan
familiar. Probablemente le había visto en la planta, en un picnic de la
compañía o algo por el estilo, pero además se parecía mucho a Brent, más
viejo, más redondo y mucho menos engreído.

No es como si Brent pareciera engreído ahora.

—Sí —le dije tragándome la saliva. Luego parpadeé hacia Brent—.


No sabía que tu padre trabajaba en la planta.

—Él también. —Su padre agitó los hombros, y la mirada


nauseabunda de Brent se volvió de un tono más verde—. Ha trabajado
cada turno que podía para pagar esa matrícula de locos, al igual que tú.
—¡Papá! —exclamó Brent

—Lo sé, lo sé. Vale la pena por todo lo que ofrece ese lugar y ha donde
te puede llevar, pero ¿todavía caminas hasta allí? ¿Y estás…? —Su mirada
se desvió hacia Marc que le estrechó la mano caballerosamente como
siempre.

—Marc Smythe, señor. Estudiante transferido. Un placer conocerle.

Estoy seguro de que lo decía en serio, dado lo mucho que disfrutaba


haciendo que Brent se retorciera, pero yo estaba demasiado enfadado para
verle la gracia.

—Os daré un minuto —dijo su padre y se dirigió hacia la concurrida


calle.

—Avi… —Marc murmuró sonriendo pero recordándome que no


teníamos tiempo.

—Danos un minuto —repetí lo que dijo el padre Brent.

—Lo que tú digas, amor.

—No eres un lugareño —escupí tan pronto Marc se desplazó por el


callejón—. Me acordaría de ti. Esta no es una ciudad tan grande.

Este callejón llevaba hacia una entrada lateral del Toadstool y al


acceso al patio al aire libre en la parte de atrás, tanta gente pasaba junto a
nosotros desde cualquier dirección que Marc inclinó la cabeza contra la
pared para mantenerse oculto.

—Viví con mi madre antes en Iggy´s, está unos pueblos más allá.
—¿Por qué te escondías de mí en el bar? ¿Por qué trabajas en la planta
con tu padre? ¿Crees que de verdad me importa el que tengas que trabajar
como lo hice yo para…? ¡Urg! —Me apreté los puños para no morderme
el labio inferior—. Por tu estúpida imagen —gruñí—. Porque eres un
miembro de la fraternidad, y la mayoría de ellos tienen dinero, y los
padres de sus novias también vienen con pasta.

—Hey. —Brent miró hacia arriba con el primer brillo del


resurgimiento del deportista alfa—. Sí, Kristen no necesita ayuda
financiera. Bien por ella. Sabe que yo sí. Sabe lo mucho que trabajo, me
cubre la mitad del tiempo cuando tengo que hacer más horas. Yo……
simplemente….no quería.

—¿Qué? ¿Ser visto como inferior, por el resto de tus compañeros,


porque tenías que trabajar más duro para conseguir lo que ellos tuvieron
fácilmente? ¿Qué te compadecieran, se aprovecharan o te ignoraran
completamente?

—Sí —dijo Brent en voz baja, de vuelta al modo temeroso, y sin ni


siquiera intentar negar mis acusaciones.

—Eres un imbécil. —Le mordí con un gruñido pero no me importó.


Calor estaba llenando el interior de mis puños y enserio que necesitaba
golpear algo.

Brent tuvo suerte de que decidiera que no sería su cara. Yo le empujé.


Había estado actuando aterrorizado desde lo del bar, se escondía más y
pagó por mi dibujo por primera vez, incluso intentó hablar conmigo en
una de las fiestas de la fraternidad, todo porque le preocupaba que
pudiera contarles que era más como yo de lo que nadie se imaginaba. Eso
es lo que yo era ante sus ojos, algo por lo que avergonzarse y esconder.
Justo como, también, siempre me había sentido, pero por mucho más
que vivir en una pequeña casa o hacer horas en una tienda de mierda.

Ya no más. Y no porque papá ahorrara y trabajara duro para


ayudarme a pagar la matrícula y así no trabajar en el maldito Ole´s, sino
porque había terminado con lo de esconderme o pensar que era patético y
olvidable por la forma en la que los demás me trataban. Estaba siendo
relegado a un segundo plano cuando estaba destinado para algo más
grande y nada me iba a impedir tomar lo que me había ganado.

—Ejem… Siento interrumpir la divagación y todo eso amor, pero


encontré la grieta.

—¿Qué? —Sacudí la cabeza para encontrar a Marc a mi lado. Había


llegado hasta la barandilla que llevaba al patio, a la que me estaba
aferrando tan fuerte, como si doblara una cuchara, que hice una notable
abolladura en el hierro forjado.

Retiré mis manos y miré hacia atrás para ver como Brent se reunía
con su padre, al principio del callejón. Me dedicó una última mirada
suplicante, aún preocupado de que desvelara su sucio y oscuro secreto,
antes de que se encajara el sombrero y hullera entre la multitud.

—¿Ya está aquí? —pregunté refiriéndome al avatar, ya que sabíamos


que la grieta estaba cerca, pero también pude sentir al avatar, su pulo de
poder y el deseo incontrolable que emanaba de eso.

—Espero que aún te gusten los clásicos del terror después de esto. —
Y me alejó de la dañada barandilla rumbo al paseo del río.

La luz se desvanecía varios edificios, río abajo, del lado izquierdo y


de donde se cerró el desgarro del velo, se vio lo último de algo que
rezumaba desde ese lugar, y que se convirtió en un charco, una pila, un
globo en el suelo de color oro y mugre brillante.

Codicia.

Se movía como si algo viscoso se derramara sobre un mostrador,


rodando hacia arriba y sobre cualquier cosa que encontrara, lenta pero
constantemente, en nuestra dirección. Las cosas obtenían un tono brillante
una vez las cubría, estaban congeladas, sin vida, como cubiertas de oro,
incluyendo el paseo adoquinado, la vida vegetal y un pájaro muy
desafortunado.

—No me dijiste que el toque codicioso de la tribu Midas podría


significar…

—¡No pensé que el avatar sería así!

—Bueno ¿Y qué vamos a hacer?

Pude oír unas voces en el patio, y al mirar hacia atrás vi que era una
pareja que ya había notado el brillo del oro a lo largo del paseo del río,
pero no la mancha demoníaca que lo causaba.

—¿Estás usando tus ilusiones? —pregunté dándole un codazo a


Marc.

—¡Por supuesto que sí!

—¡Pero aún pueden ver el sendero!

—No puedo cubrir eso, a nosotros y a la mancha en movimiento,


¿sabes? O mi poder se dispersara demasiado y aparecerán tonterías. A
menos que quieras que la gente vea en lo que estamos a punto de
convertirnos o note que estamos aquí de pie, mientras un sendero dorado
se dirige hacia nosotros.

En donde podría convertirnos en estatuas vivientes, Oh esperaba no


tener que vivir así.

Pero al menos eso significaba que Marc ya nos había escondido para
que la gente no pudiera ver que estábamos aquí.

En un lado de la mancha se encontraba la mediana de piedra y ladrillo


que protegía a la gente para que no se cayera al río, en el otro, ocasionales
tramos de jardín con abundantes plantas invernales como el cornejo. Las
ramas rojas que se derramaban cerca de los adoquines se convirtieron en
oro, como todo lo demás, a medida que la mancha pasaba sobre ellas.

—¿Qué es esto? —Escuché que desde el patio, y esperaba que


pensaran que se trataba de un truco publicitario para mostrar un camino
de ladrillos amarillos.

Disparé un rayo de fuego infernal sobre la masa de Codicia, mientras


me despojaba de mi apariencia humana con una flexión de alas
emergentes. El haz se reflejó sobre la mancha como si de un espejo se
tratara y no le hizo ningún daño.

—¡Joder!

Codicia empezó a venir más rápido, disparada hacia nosotros, por el


camino y ahora medía al menos unos treinta centímetros de altura y se
extendía con el ancho de la alfombra de una sala de estar.

Un apéndice más largo que las patas de gula salió disparado de su


masa como un tentáculo de formación libre. Me agarré a un Marc,
parcialmente transformado, para catapultarme hacia arriba, y emprendí el
vuelo fuera de su alcance solo para que tentáculo se agarrara a mi tobillo
y presionara con fuerza.

Eso tiró, tratando de llevarnos hacia abajo, pero mientras Marc


desplegaba las alas, sus aletas añadidas nos impedían que nos
estrelláramos contra el suelo.

—¡No tan alto! —gritó cuando intenté elevarme más—. Mira. —


Marc me mostró algo que iba desde su mano extendida y viajaba hacia
abajo hasta el interior de la mancha y luego ondulaba hacia fuera como
olas de espejismo para mostrar hasta donde cubría su ilusión.

Las puntas de mis espuelas estaban casi fuera de alcance y me agaché


justo cuando vi que alguien en el patio entrecerraba los ojos ante lo que
esperaba creyera que era un destello del ala de un pájaro.

Las ondas continuaron, yo asumí que solo eran visibles para nosotros,
pero eso me ayudaba a calcular la restringida zona que teníamos para
trabajar. El tentáculo de la mancha seguía tirando y subiendo por mi
pierna, convirtiéndome el pie en oro. El esperado dolor no me golpeó,
pero si tuve una sensación de frío que me atravesó e hizo que me sintiera
pesado incluso cuando Marc y yo volábamos juntos.

Marc disparó su propio fuego contra el tentáculo y se escuchó un


chillido monstruoso desde algún lugar desde el centro de la mancha. El
fuego ardía donde estaba mi piel, pero en las partes de oro no sentía nada,
afortunadamente me retiré cuando me abalancé contra Marc y retrocedí,
mientras justamente abajo la gente prestaba más atención al sendero
dorado.

Tenía el pie entumecido, pero era de nuevo piel, huesos y armadura


integrada, entonces lo sacudí para recobrar parte de la sensibilidad.
—¿Cómo luchamos contra algo que no podemos tocar?

—Te dije que no te pusieras gallito.

—¡No me lo dijiste!

—Estoy seguro que dije algo sobre presumir…

—¡Marc! —gruñí, no estaba de humor para bromas.

Codicia se movía demasiado rápido. Llegaríamos a la calle rápido con


nuestro retroceso y desde ahí teníamos dos opciones: Izquierda, desde
donde la Avenida College cruzaba la carretera, o derecha hacia Val Tech,
donde la carretera pasaba por la entrada principal de la calle y tenía un
flujo constante de personas.

Marc me agarró por los hombros, y al sentir el rasguño de sus uñas


sobre mi armadura me sirvió como extraño consuelo.

—¡Concéntrate! Tu fuego infernal puede destrozarlo Avi. Lo sé.

Su confianza me hubiera llegado más fuerte si el balanceo de dos


tentáculos no se estuviera abriendo camino. Giramos al unísono para
destruir los dos pseudópodos que se acercaban con una sucesión paralela,
de rayos rojos y azulados, los suficientemente próximos, alimentados con
tanta adrenalina, que los extremos de los tentáculos se rompieron.

Las salpicaduras eran tan doradas como todas las demás y cubrían
los ladrillos cercanos del patio.

Codicia se lanzó hacia arriba como para conseguir dos o tres pies de
altura y le cogí la mano a Marc para estrellarla contra mi hombro.
Esperaba que lo entendiera mientras yo estiraba las manos hacia fuera,
con la muñecas juntas, las palmas extendidas como un Street Figther
hadouken40, disparando hacia delante tanto fuego como pudiera.

En ese mismo instante sentí, la oleada de poder de Marc solicitada,


llenarme de un placer–dolor como si fuera la charla que no sabía que
necesitaba. Pero lo sabía. Ya fuera lo que emergía en mi superficie o los
sentimientos que solo Marc podía provocar, conseguían que me sintiera
más fuerte.

Mi ardiente rayo verde azulado cortó el oro como si fuera un láser,


causando que parte de su masa salpicara como los tentáculos.

Solo para volverse a formar de nuevo.

Yo me agaché, jadeando por el esfuerzo, de dar lo que creí era mi


todo, pero codicia estaba de regreso al punto de partida, peor, y cada vez
más grande.

—¡Sigue así! —Marc me apretó el hombro con otro pulso de energía


lujuriosa y disparé el rayo de nuevo.

—¿Durante cuánto tiempo? ¡Nos estamos acercando demasiado a la


calle! —Quería rendirme ante los sentimientos que Marc me transmitía y
lanzarme hacia delante al igual que hice con lujuria, desgarrando y
destruyendo como con gula, pero con codicia sería devorado y engullido
como un aventurero de dragones y mazmorras al encontrarse con un
ooze41.

40 Street Figther hadouken. Golpe de video juego.

41
Ooze. Monstruo del video juego resident evil.
Continuamos retrocediendo mientras intentaba atravesarlo. La gente
fluía ahora desde el patio, arrastrándose demasiado cerca del final del
sendero dorado, donde si tocaban la cosa equivocada que actualmente no
podían ver, serían las siguientes estatuas antes de poder detenerlo.

—Todo esto son daños superficiales que podremos arreglar.


Necesitamos llegar a su núcleo ¡su núcleo! —repetí, dando un poco de
crédito a mi epifanía sobre el continuo tacto continuado del cenobite de
Marc, provocándome dolor de polla y tripa, y hacía que mi mente
estuviera alerta con revelaciones sin explorar—. ¡Eso es! Tiene que tener
un núcleo vulnerable, algún epicentro de carne de demonio que no esté
hecho de oro. Solo necesito debilitarlo lo suficiente para llegar al núcleo y
alcanzarlo.

—¡Brillante!—Marc estuvo de acuerdo.

— ada vez más y más….. —Escuchamos de la masa las primeras


palabras discernibles que no eran gruñidos ni chillidos.

Ya se lo dijera para sí o para mí, estaba en lo cierto. Quería más. Lo


quería todo. Quería lo que me había ganado sin tener que sentirme como
si no mereciera todo por lo que había trabajado, todo lo que me habían
negado toda mi vida.

Y no me iba a quedar con los brazos cruzados.

—Tengo una idea —dijo Marc.


Codicia también lo sabía. Todos lo sabían ahora. Supuse que eso
quería más. Que no estaba contento con ser el subordinado de Avi, ser
propiedad de otro demonio, creí que quería mi propio reino, mi propio
destino, pero ahora…

Quería que mi baile con Avi siguiera girando.

—Tengo una idea

Liberando el hombro de Avi, retiré mis ilusiones evitando que los


espectadores vieran que estaban al borde de la muerte. En mi forma
humana, pero vestido como maestro de ceremonias de un circo,
transformé mi atuendo en un traje de cola, sombrero de copa incluido, e
invoqué una máscara, mitad sonriente mitad triste para evitar que nadie
reconociera a Marc Smythe. Entonces hice aparecer un largo bastón y
llamé a la multitud distraída que estaba al borde del sendero.

—¡Atención caballeros! ¿Listos para seguir el camino dorado hacia el


premio?

Ellos miraron hacia arriba como si yo hubiera aparecido de la nada,


lo cual, realmente así era.

—¡Ah, ah! —advertí, tratando de sonar aterrador cuando una joven


estuvo terriblemente de cerca de traspasar la ilusión y tocar la parte
posterior de codicia—. No estropees la magia, dulce corazón.

Yo agité el bastón haciendo que destellos de luces danzantes entraran


en erupción en la zona segura.

—Síganme y veremos quien recibe el premio, pero caminen


demasiado cerca del camino dorado y estarán descalificados.
Yo me acobardé ante la rima involuntaria.

—¡Por aquí! —dirigí, y con una decisión ejecutiva final, decidí


dirigirme a Main Street, creyendo que la gente sería más fácil de evitar que
el tráfico.

—¡Eres increíble! —Avi exclamó desde dentro de la ilusión que solo


nosotros podíamos escuchar.

Había disparado el inicio de su próxima ola de fuego infernal, un haz


concentrado y constante hacia el núcleo de codicia. Ojalá hubiera podido
estimularlo con otro toque caliente de mis dedos carnales, o incluso con
una ilusión mental, pero tenía que centrarme en mantener mis ilusiones
físicas estables mientras él luchaba, en lo que de algún modo era a plena
vista.

Y me dirigí hacia lo que pronto serían decenas de personas


adicionales a medida que nos acercábamos a las abarrotadas calles, debido
al día de las ventas del viernes gris.

—Cualquier tesoro que encuentren les pertenecerá, pero si traspasan


la línea mágica lo perderán.

Esa rima fue intencionada, pero luego lo compensaría con diez ave
Marías satánicas.

Salté, bailé, me incliné y giré mi bastón, mientras codicia gritaba y


gruñía por el asalto de Avi, y finalmente le obligó a volar de nuevo por los
azotes de los tentáculos dorados. Pero funcionaba. Avi le socavaba más y
más profundo camino al núcleo de codicia, dejándole cada vez menos
tiempo para sanar.
El guarda de tráfico que se encontraba en la intersección de la calle
principal parecía desconcertado, pero el propósito, la confianza y los
aplausos mientras llevaba este traje bien adaptado, daban crédito a casi
cualquier cosa que un chico pudiera hacer.

Mi audiencia se ampliaba a medida que pasaba por la entrada de la


celebración de ventas artesanales antes de acción de gracias y los últimos
foodtrucks del año. Me di cuenta que Avi estaba cansado, incapaz de
llegar al núcleo del tootsie pop42 dorado. El continuo uso de mis ilusiones
me tenía agotado también. Al menos la multitud me seguía escuchando,
quedándose dentro de la ilusión, más interesada en reclamar rocas
doradas, hojas, flores y otros adornos callejeros que eran tesoros ahora al
haberse convertido en oro.

Un tentáculo agarró a Avi por la muñeca y lanzó el rayo infernal al


cielo.

Nadie, excepto yo, se dio cuenta. Si eso se hubiera girado hacia la


multitud, se hubiera convertido en una sangrienta matanza.

Avi se arrancó el tentáculo sin importarle que esa acción hiciera que
su mano buena brillara, y lanzó una ráfaga extra de fuego infernal hacia
la masa de codicia. Estaba en las alturas, intentando evitar el siguiente
golpe de los tentáculos, ya que aumentó la producción de lo que deberían
ser las últimas de sus reservas.

—¿Cuál es el premio? —Alguien preguntó en un tono de voz que


indicaba que lo había preguntado en más de una ocasión.

42 .
Tootsie pop Es como el chupa chups.
—Lo que sea que encuentres hasta que el camino se acabe —dije—.
Hasta fuera del camino, en los contenedores del mercado.

Eso enviaría a unos cuantos por la calle principal.

—¡Ah! —El grito de Avi reclamó mi atención.

Codicia le había atrapado las piernas, con más tentáculos que le


llegaban hasta los hombros, pero de alguna manera se las arreglaba para
evitar separar las manos, disparando y lanzado, incluso cuando el oro
recubría más su cuerpo.

—Más y más y más. —Canturreaba codicia. Y yo estaba preparado


para dar un salto hacia delante y condenar a los espectadores que lo
presenciaban, cuando finalmente Avi llegó hasta el núcleo de codicia.

Parecía un cerebro con ojos brillantes y dientes afilados, puaj.

En su núcleo había menos oro y más dorado anaranjado, codicia era


una pústula vulnerable de materia grisácea que puso una sonrisa en la
cara de Avi.

Desprendiéndose de los tentáculos agarrados a su cuerpo con un


estallido de poder, como si rompiera cadenas, Avi no explotó el núcleo
con otro haz, no. Se alejó hacia el cielo con sus espuelas más afiladas y
mortífera, uniéndolas como lanzas gemelas y las lanzó hacia abajo para
empalar la espora cerebral retorcida y repugnante como si pinchara una
albóndiga.

El resto de codicia estalló con la misma magnificencia con la que Avi


se había zafado de sus ataduras, haciendo erupción en una ducha de las
chispas habituales de energía demoníaca naranja dorada.
Yo me aseguré de que la multitud lo viera.

—¡Woa! —Alguien gritó mirando hacia el cielo para ver lo que


deberían parecer fuegos artificiales.

Mientras todos seguían el espectáculo con la vista, me escabullí


alrededor del edificio más cercano, volviendo al atuendo que tenía antes
y usando toda la concentración restante para mantener las ilusiones
envueltas, únicamente, alrededor de Avi. Estaba demasiado lejos para
absorber la energía de codicia, pero podía sentir como llegaba, sentir a Avi
venir, con la energía alrededor como un manto de poder pulsante.

La colina de este lado de la ciudad no era tan alta como la de nuestro


campus, pero era más empinada, causando grietas más matizadas y
callejones entre los edificios. Incluso desde el rincón donde me había
mantenido oculto podía oír el bullicio, de las ventas del viernes gris, desde
mi derecha. Estaba encajado y presionado entre el ladrillo de mi espalda
y el de mi parte frontal, a lo que añadimos una puerta trasera que alguien
podría abrir y pillarme en cualquier momento.

Entonces Avi se puso a la vista en la parte principal del callejón, como


un heraldo de la fatalidad, bloqueando la luz y con un hambre en su rostro
más grande que cuando gula o lujuria.

Él sonrió, más largo que la vida misma, más grande que antes, con el
remolino de neblina naranja, que no se había disipado, a su alrededor. En
contraste, su expresión demoníaca se iluminaba con ominosas sombras. Él
también quería más, y más y más.

Y mientras se lanzaba hacia mí, supe que era lo único que podía
saciarlo.
o todavía era humano cuando Avi se lanzó por el callejón tras de mí y
me arrancó los pantalones recién re-manifestados en mi cuerpo como si
estuviera arrancado el papel a un regalo con retraso.

—Avi…

Él me besó, presionando sobre mis moratones y haciéndome sentir


sus colmillos a través de los labios conectados. Entonces los golpeó contra
mis dientes planos mientras buscaba mi lengua. Avi me levantó contra la
pared con un brazo y me clavó en su polla antes de quitarme el resto de la
ropa.

—A…Avi

Bien podría ser oro viviente, tan duro como el metal precioso, y
brillante y centelleante por la persistente esencia de codicia. Cuando
introdujo su polla con crestas dentro de mí sin la más simple
consideración que un dedo de cortesía, me alimentó con algo de la energía
de codicia, girando su brazo hacia arriba para concentrarla en su mano.
Dejó que la energía girara entre nuestras bocas para poder compartirla a
través de nuestro beso.
Lo lamí con la lengua, sintiendo la espiral de Avi alrededor de mí,
mientras la energía entraba en nosotros. Si pereza nos hizo confiarnos de
quedarnos de pie donde estábamos, lujuria nos puso más calientes y gula
nos volvió voraces, entonces codicia nos hizo querer todo más y más y
más.

—Dámelo —dijo Avi contra mi boca con empujes más fuertes, que
presionaron el nudo contra mi frunce ~sin meterlo aún~ con la presión y
estiramiento más maravilloso—. ¡Dámelo!

Él me lo estaba dando a mí, pero sabía lo que quería decir.

Se refería a su adicción al dolor–placer, que era lo mismo que para mí


su dulzura.

Siendo humano, apenas con colmillos y ojos rojos, mientras


recuperaba el aliento, le di a Avi lo que quería con el toque de mis manos
alrededor de su cuello blindado, compartiendo el elixir donde el dolor y
el placer se fusionaron en algo indescriptible. Solía ser capaz de
describirlo, pero con Avi resonaba entre nosotros con un latido tras otro a
través de mi interior, llevándome a nuevas alturas, de lo que la dicha de
ser enculado, me hiciera sentir.

Avi gruñó contra mi cuello y me metió la punta de su lengua bífida


por la oreja. Joder ¿Quién se supone que era el demonio aquí? Iba
aceptando la silueta desnuda de su nudo con cada tramo de mi agujero.
Las tachuelas a lo largo de las crestas, que estaban en cada pulgada dentro
de mí, me hacían reconsiderar mi creencia de lo que era el cielo, porque
realmente existía y estaba en cada golpe de la polla de Avi.
El me mordió el cuello como un puto vampiro para empezar a beber
de mi sangre, con las garras clavadas en mis caderas mientras me sostenía
y me golpeaba contra la pared con fuertes embestidas.

—Cambia —ordenó Avi, y no iba ser yo quien desobedeciera a mi


rey.

Entonces desapareció lo que me quedaba de ropa, mientras mis


gruñidos hacían eco y soltaba el demonio en mí, sin molestarme con el
arnés o el taparrabos que me cubría a pesar de que Avi me prefería
desnudo.

Él se viciaba con sus golpes, me follaba tan duro contra la pared que
mi polla se arrastraba de arriba abajo contra la armadura de su estómago.
La fricción de diferentes texturas era casi tan buena como estar en su
interior o moler nuestras pollas juntas.

—Más. ¡Más! —Avi lamió lo último que quedaba de la energía de


codicia y honestamente no sé lo que absorbimos cada uno. Mi mente era
una neblina de energía, entrega y plenitud que me extendía hasta el borde
de la ruptura.

El bulbo de Avi apareció parcialmente con una presión que nunca


había conocido. El zumbido de placer que me atravesó con él enterrado
tan profundo en mí hizo que le apretara el cuello. Temía ahogarle, nuevo
día, nuevo fetiche. Hice el cambio, agarrándome a sus cuernos que
apuntaban hacia abajo y me amarré fuerte mientras me golpeaba.

Entonces pude ver el bulbo del quinto cuerno formándose


directamente desde su frente como en su dibujo.
El agarre de Avi alrededor de mis caderas estaba creando ardor. No
me había dado cuenta de que mi fuego podía ahora herirle también. Las
quemaduras curaron tan rápido como siempre, pero siseó cuando mis
llamas le quemaron la piel mientras le quitaba el tentáculo de codicia,
porque mi fuego infernal y mis habilidades estaban creciendo lo
suficientemente fuerte como para casi seguirle el ritmo.

Solo casi, porque joder, no podría haber escapado de las garras de Avi
aunque hubiera querido, o del ardor de su toque, o del poder que ejercía
sobre mí.

Su olor flotaba a su alrededor igual que la energía de codicia, y yo me


deleitaba en su almizcle, al igual que el olor del primer día había hecho
que se tambalearan mis entrañas y mucho más cuando estaba
directamente sobre su polla.

No solo olía almizcle, sino a poder, potencia.

Destino.

¡Más! Podía sentir el nudo de Avi a punto de abrirme y todo esto era
necesario para que, finalmente, pudiera penetrarme plenamente, era el
último obstáculo en el camino y…

La parte más gruesa de su núcleo empujaba dentro de mí y toda la


masa de Avi succionaba tan profundo como yo lo estaba tragando.

Si mi interior no estuviera construido tan duro como una armadura,


Avi me habría roto las costillas y partido en dos con la ferocidad con la
que me follaba, con el fin de clavarse plenamente. Me quedé tan débil
como cuando pereza drenó mi energía, pero me recreé en lo
monstruosamente bueno que se sentían los apretones de la circunferencia
de Avi, incapaz de hacer nada más que sacudirme contra la pared con cada
golpe.

—Bu…buen chico Avi,….joder, esto es tan bueno como me lo


imaginaba.

Cuando digo que el más delicioso temor y la mayor emoción


revolotearon a través de mí con sus próximas palabras, aseguro que no
estoy exagerando.

—No hemos terminado todavía.

Grité cuando mi tierna entrada ~que solo podía imaginar cuál sería su
estado~ fue ablandada aún más por algo así, como una lengua seca,
rozando sus preciados bordes.

La cola de Avi, más gruesa que la mía y más rugosa, pero todavía con
una punta plana, estaba azotando de aquí para allá alrededor del tramo
de mi agujero como si pudiera unirse al nudo. Me partiría literalmente si
lo hiciera, pero los giros, las vueltas y el peligro de que ocurriera de todos
modos, me hacían gemir tan fuerte que sabía que alguien en la calle debía
haberme oído ya. Yo era un muñeco de trapo a su merced, con cada
empuje y otro y otro más.

—¡Joder! —grité de nuevo cuando mi polla, previamente aplastada


tenía toda la atención nuevamente, cuando Avi pasó de torturar mi
agujero con su cola a envolverla alrededor de mi longitud y retorcerla
formando un capullo que se sentía como la succión de una boca—. Oh,
mierda, jo… joder.

—Di que nunca estarás con nadie más.

—Jamás. —¿Con quién podría compararlo?


—Di que eres mío. Para siempre.

—Sí, nadie más, nunca más.

—Di que me amas.

Me golpeé la cabeza lo suficientemente fuerte como para partírmela


contra la pared, mirando a Avi, a su cara pálida de pómulos cincelados y
crestas añadidas de color turquesa oscuro, con tachuelas negras a lo largo
de la mandíbula similares a las de su polla.

—Dilo —exigió con la más dulce de las desesperaciones que me hizo


nunca querer decepcionarle.

—Te amo.

La cola de Avi me apretó la polla en el mismo momento en el que el


nudo pulsó más fuerte y redobló los golpes hasta que ya no tocamos el
suelo. Estábamos en el aire, con Avi batiendo las alas para abanicar aire
frío sobre mi piel y mantenernos anclados a la pared.

—Sí —proclamó—. Te amo, ¡Te amo! Eres mío. Mío. Y vamos a


rehacer este mundo, juntos.

¿Lo decía en serio?

¿Es lo que quería?

¿Yo…?

Las garras de Avi que estaban sobre mis caderas me abrasaron con
una ráfaga de fuego infernal más abrasador del que podía manejar y jadee.
No parecía. Él no parecía darse cuenta mientras conducía el nudo más
profundo, y haciendo que la plenitud en mí creciera cuando acarició mi
polla con su cola.

Y otro quemazón.

Una quemadura, no tan abrasadora, agradablemente bordeando el


éxtasis. Avi revolvía los pulgares sobre los huesos de la cadera con una
construcción de fuego infernal más caliente, dibujando lazos con tormento
ardiente.

–A… Avi.

—Te amo, te amo. —Seguía entonando. Pero dolía. Me gustaba su


mezcla de placer–dolor, pero esto dolía. La quemadura dentro de mí era
gloriosa, el rasgado de mis paredes, la plenitud, la fricción, el golpe contra
mi próstata con un gong una y otra vez, pero sus pulgares, su fuego
estallando en mí como el peor de mis anteriores maestros, ahora
necesitaba que parara.

—Pa…para, es demasiado.

Avi continuaba como si no me hubiera oído.

—Avi para.

Todavía no había respuesta y el dolor se estaba volviendo


insoportable.

—¡Avriel para!

Sus ojos se aclararon al fin y sus caderas tambalearon. Entonces se


detuvo y escuchó. El calor bajó y empezó a empujar más lento, pero aún
más profundo, tan profundo. Ese era un precipicio que no había cruzado
antes, pero como le había advertido, como sabía que pasaría, ascender a
lo que realmente era, le cambiaria. Esto lo estaba cambiando.

Y me di cuenta de que no quería que perdiera lo que me


hacía……amarle.

Porque lo hacía. No había mentido.

Yo jodidamente lo amaba.

arc dijo mi nombre. Mi nombre. Nuestra palabra de seguridad que


significaba que había ido demasiado lejos.

Tan pronto como registré eso, le liberé del fuego infernal


reemplazándolo por un bálsamo refrigerante para calmar la parte que
había quemado. Se sentía tan bien estar dentro del él. Por fin, finalmente,
dentro de él. Era tan bueno tener mi nudo en su interior, palpitando más
fuerte con cada empuje a lo largo de su calor resbaladizo y apretado.

—¿Estás bien? —le pregunté mientras sostenía su cara con mis garras,
aun follándole contra la pared.

Él gimió de una forma que sonaba puramente placentera y sostuvo


mi rostro hacia atrás.

—Salve al rey, amor. Mi rey. Lo juro. Mío. Tal y como eres.

—Tuyo —dije, y giré la cabeza para besar el interior de su palma.


Me reanimé, batiendo las alas para mantener a Marc donde estaba, y
rodé las caderas con tanto impulso que podría haber vibrado.

—¡Jo-jo-jooder! —Las alas de Marc se extendieron tras él como una


araña bajo el cristal. Las batió y mientras mi nudo palpitaba más fuerte,
Marc emitió una larga cadena de gemidos sin sentido y se derramó entre
nosotros con una ardiente expulsión.

La presión alrededor de mi polla y de mi nudo aumento cuando Marc


se corrió, llevándome al borde con él. Empujé hasta que no quedó, nada
entre nosotros, que liberar, llenando a Marc con suficiente líquido que
alguno rebotó hacia atrás por el exceso.

Yo ralenticé el aleteo de alas para bajarnos. Quise besarle, pero me


empujé fuera primero para darle un respiro.

Lo intenté, pero no lo logré.

—Eh…creo que estoy atascado.

Marc se rio, apretando mi nudo de nuevo y ordeñando más de mi


liberación la cual no pensaba que tenía.

—Que espectáculo humorístico.

Me reí con él y le empujé la frente. Luego me puse de pie y me aseguré


de no haberle presionado demasiado fuerte con el principio de mi nuevo
cuerno. Creo que esto había sido lo que provocaba la picazón que había
sentido durante toda la semana.

Marc cepilló su hocico contra la protuberancia aún redondeada.


—Podemos quedarnos así todo el tiempo que quieras Avi. No me
importa que no nos movamos.

—¿Porque tú me amas? —Me reí de nuevo, considerándome tonto,


teniendo en cuenta que me sentía como el rey del mundo, sin mencionar
del infierno, y tenía mi nudo dentro de mi novio después de destrozarle
completamente. Pero todavía me sentía vulnerable preguntándolo.

No quería exigirle nada. Nunca quise exigir nada de lo que me daba


cuando estaba así, pero cuando el poder nublaba todo lo demás, y todo lo
que sentía era deseo, Marc era el destino a donde esto me llevaba.

Se suponía que estaría acunándole con mi nudo aún dentro de él,


esperando a que se redujera su grosor. Sin embargo, de alguna manera,
por la forma en que Marc envolvía mi cuello entre sus brazos, y me miraba
a los ojos con el brillo carmesí fuego más hermoso, se sentía como si él me
acunara a mí.

—Sí, Avi. Porque te amo.

Yo le besé tan ferozmente como cuando le clavé contra la pared.

—Yo también te amo.

Finalmente nos despegamos, limpiamos, regresamos a nuestra forma


humana y volvimos a Main Street, a través de los callejones, pero después
de echar un vistazo rápido al sendero dorado, donde todavía había gente
recogiendo baratijas, pero pareció ser considerado como el truco
publicitario que se pretendía.

Cuatro avatares caídos, lo que significaba que solo quedaban dos, y


tres las posibilidades de quién podría ser mi madre: La princesa del
orgullo, de la envidia o de la ira. A pesar de todo, sabía cómo tenía que
terminar esto, y era conmigo, creando un mundo, donde idiotas como
Brent, no pudieran hacer que débiles como yo, se sintieran patéticos nunca
más.

Con Marc a mi lado.

—¡Ahí estáis! —Eryn y Fry se encontraron con nosotros justo cuando


llegamos a Blue Monday—. ¿Dónde están nuestras bebidas?

—Eh…. —Sabía que no tenía ninguna excusa para darles.

Eryn se rio y Fry parecía que sabía demasiado, exceptuando lo de salvar


el día mientras me colocaba el gorro nuevo sobre la cabeza.

—Vamos perdedores. Vosotros dos todavía tenéis que seguir


comprando.
ara empezar, permitidme admitir, mis amores, que era consciente que
estaba realmente jodido.

Nunca me había sentido tan increíblemente fuerte, o capaz o dueño


de mi propio destino y claramente superaría a todos los príncipes una vez
derrotáramos al último avatar, aunque uno o dos niveles menos poderoso
que Avi. Pero el punto era, si sabía que podía ganar. Era capaz de ejecutar
mi plan, usar mi creciente poder para socavar lo peor de Avi, y
escabullirme después de la pelea justo cuando el hermoso principito
pensara que me tenía.

Si no amara al cabrón.

Me imaginé que tendría dos salidas: Seguir con el plan e irme cuando
ambos llegáramos a nuestro pináculo o postrarme ante el rey Avi y
prometerle mi eterna lealtad ante cualquier remodelación que tenía
pensada para el infierno y el mundo.

No me gustaba ninguna. Quería a Avi y él era un poco menos Avi


cada día.

Habían pasado varios días desde el día de las ventas grises, cuando
codicia casi arrasa a los compradores navideños. Era el miércoles antes de
Acción de Gracias para ser más exactos, y nadie estaba prestando mucha
atención en las clases. Si Avi y yo habíamos estado follando de forma
regular antes, ahora triplicamos la frecuencia, por lo general con él
conduciendo el nudo en mi interior y convirtiendo mis sueños, de
demonio de la lujuria, en realidad.

Esa parte no me importaba. Me hubiera dejado follar para siempre.


Pero de vez en cuando, en el apogeo de nuestra agonía, me preocupaba de
que su fuego infernal volviera a calentarse y me preguntaba si necesitaría
usar su nombre.

Y si me oiría cuando lo hiciera.

Ese día en el callejón había parado, pero por los pelos.

Esto era lo que yo quería. En esto se suponía que se convertiría Avi.


Él era el engendro de un príncipe del infierno, destinado a ser más
poderoso que cualquiera de ellos y gobernar como el rey principal. No
esperaba aferrarme al dulce lado humano de Avi ¿verdad? Pero después
de un tiempo lo hice y ahora, estas molestas emociones que sentía me
decían que no dejara que pasara.

Casi me había confesado, en más de una ocasión, desde entonces,


pero las marcas que Avi dejaba en mis caderas eran cicatrices visibles
incluso en mi forma humana. Mis ilusiones no podían ocultarlas. Eran
potentes. Él no se había dado cuenta. Casi nunca me veía desnudo en mi
forma demonio y esas marcas se camuflaban con las otras.

Así que no me atrevo a juzgarle, pero estaba muy aterrorizado de


confesar que había planeado traicionarlo. Sí, me gustaba un poco la
mezcla de placer–dolor, el juego de la sangre, el sexo duro, cuando me
perforaba en más de un sentido, y no quería perder ni una pizca de eso
¡Era un demonio! Pero también me gustaba la suave presión de la cabeza
de Avi sobre mi hombro cuando veíamos una película al igual que una
cursi y patética pareja humana, y…

Supongo que eso a mí también me convertía en patético.

Y no estaba listo para dejarle.

—¿Otra vez? Estoy a punto de comprarme un iPad. ¡Los lápices son


inútiles!

No fue Eryn la que esta vez hizo, que mi mente regresara al presente
con una exclamación en las clases de coaching, si no el tipo que se sentaba
tras nosotros. Juro que ese era el tercer lápiz que rompía en poco tiempo.

¿Cómo de reprimido se encontraba?

Eryn parloteaba sin darse cuenta de que no la escuchaba. Brent


evitaba mi mirada como de costumbre, pero claramente, estaba teniendo
algún tipo de lucha con su móvil en lugar de trabajar en el proyecto. Lo
que fuese que estaba intentando hacer con su gordo pulgar o lo que
intentaba enviar, a quien supuse era su novia Kristen, no estaba
resultando de la manera en que quería y se mantuvo bufando y
empezando de nuevo. Todo el mundo estaba ansioso ante el largo fin de
semana.

No todos tenían el presagio del apocalipsis para preocuparse.

—¿Y si no quieres ayudar a la persona que te enseña? —Yo


interrumpí lo que Eryn estaba relatando, por lo que ella paró para tomar
un respiro antes de la siguiente diatriba mientras entrecerraba los ojos
hacia mí—. Hablo del proyecto. ¿Podríamos incluir razonamientos que tal
vez…..podrían fallar?
—¿Qué quieres decir? —dijo entrecerrando los ojos con más fuerza.

—Supongamos que las intenciones o los métodos del individuo son


cuestionables. ¿No querrías entrenar al próximo Hitler para que ganara
las elecciones cuando sabía lo estúpido que eso era no?

—Oh, algo así como si es correcto entrenar a alguien hacia una


posición que podría requerir métodos que personalmente tienen una
postura contraria a la moral, alguien que piensas que pueda ser
moralmente dudoso con sus objetivos. Dar a alguien demasiada confianza
y que se convierta en el próximo Elon Musk43. —Eryn rio.

—Dije Hitler. Pero ese es un ejemplo actualizado.

Ella se rio y luego inclinó la cabeza contemplativamente.

—Siempre depende de la persona el decidir donde trazar la línea


entre la vida y los negocios que considera moralmente correctos. Podemos
elegir a quién entrenamos y qué método usamos, pero si le das las
herramientas para que crezca su poder en lo que a su carrera se refiere, no
puedes culparte si toma el camino sombrío. Sigue siendo su vida. Su
decisión. ¡Wow! —Ella me golpeó juguetonamente el hombro—. ¡Creo que
se te acaba de ocurrir una nueva tesis!

—Sí… —Intenté también reírme, aunque lo encontré muy sombrío.

—¿Esto tiene que ver con Avi?

—¿Qué? —le dije a Eryn prestándole mucha más atención.

—Todo esto siempre ha tenido que ver con Avi ¿no?

43 Elon Musk: es un empresario, inversor y magnate sudafricano


Ya había mencionado antes lo brillante que era ¿verdad?

Ahora me preguntaba si sabía que teníamos cuernos.

Ella me tocó el brazo de forma reconfortante.

—Has sido una buena influencia para él. Ahora es más seguro, más
extrovertido, pero también, al menos en los últimos días ¿Un poco más
rudo? ¿Con una lengua afilada y algo engreído?

Follarse a alguien podría hacer eso a las personas.

Solo que Avi también hablaba más sobre que tal vez él intentaría
cambiar el mundo con su nuevo poder real, dependiendo de lo que la
queridísima momia quisiera cuando todo esto terminara y sobre que
podrían construir algo hermoso, juntos. Podríamos construir algo
hermoso.

Lo que hubiera sido increíble si no supiera que creer esas palabras


significaría cualquier cosa menos un lento descenso de regreso al infierno,
solo que el infierno en la Tierra.

—Tú piensas que esto es culpa tuya —dijo Eryn—. Es como si la


negatividad estuviera introduciéndose en lo positivo.

Era mi culpa. Le había animado a probar su primera porción con sus


garras.

Pero si no lo hubiera hecho, estaría muerto.

—Él simplemente no está acostumbrado, eso es todo. —Eryn


continuó cuando se sentó mirándome—. Y está intentando descubrir este
nuevo él. Si estás preocupado deberíais hablarlo. Vosotros estáis perfectos,
juntos, y por lo mucho que veo que te preocupas por él, querrá escucharte,
incluso si es una conversación difícil.

Sangrientas emociones humanas hacían que mis ojos se sintieran


calientes, todo porque mi dulce compañera estaba diciendo bonitas
palabras para consolarme sin ningún motivo oculto. No estaba seguro de
que esto ayudara a nuestro proyecto de auto sabotaje, pero supongo que
a veces puede que quisieras fallar.

Si encontraras algo mejor.

Mi móvil sonó justo cuando tocó la campana. Avi me había enviado


un mensaje:

Vamos a saltarnos ética. ¿Nos vemos en ese gran roble detrás de los
dormitorios de los seniors?

Saltarnos precisamente ética.

Yo le contesté:

Te veo allí, amor.

El lugar perfecto para una confesión. O una ejecución.

Un tipo tropezó al salir por la puerta, lo que me recordó la primera


vez que me encontré con Avi y la persona tan diferente que había sido tan
solo hace unas semanas. Me separé de Eryn antes de colocar nuestras
sillas, diciendo que hoy tomaría un camino diferente, y juraría que el viejo
Brenty–Boy me habría detenido para charlar si su novia Kristen no lo
hubiera interceptado.

Adiós, Brenty. Yo sacudí la mano mientras le acosaban por algún mal


entendido que su móvil había causado. Yo esquivé un aluvión de efectos
personales que se habían caído de la bolsa de una chica cuando salí del
edificio, había otro par discutiendo, estas sobre alguna calculadora que no
estaba en su lugar o sobre algo de basura, y también había alguien que se
quejaba por un lamparón en su camisa. Como si algunos de estos
problemas fueran tan grandes como lo que iba a tratar.

Se acercaba la estación de frío, que empezaba a finales de otoño hasta


principios de invierno, así que llevaba un abrigo de lana para aparentar y
la apariencia del cielo nublado podría significar desde lluvia, hasta
aguanieve o nieve. La idea de follarse a Avi o de ser follado contra ese
roble bajo un halo de copos de nieve era posiblemente la cosa más
romántica en la que jamás me hubiera entretenido.

Sería romántico, pintoresco, subiendo el listón, si se quiere, a película


porno independiente, de buen gusto. Asumiendo que no terminara con
salpicaduras de rojo sobre lo blanco. O al menos más rojo de lo que solía
disfrutar.

Mi camino hacia el árbol sería más rápido acortando por el edificio de


música, así que lo tomé, aunque no me di cuenta de que Fry debía tener
una clase o habría elegido acortar por ahí también, hasta que le vi en el
banco de la esquina, donde sostenía su móvil con ambas manos,
mirándolo fijamente como si pudiera ver a través de él.

—¿Un centavo por tus pensamientos? ¿O puede que cinco?

—¿Eh? —Fry me miró con los ojos enrojecidos.

Esa sacudida molesta en mi tripa me tuvo sentándome antes de que


si quiera pudiera pensar en ella.
—Luces algo lúgubre antes del día del pavo. ¿No se supone que los
yanquis deben estar agradecidos?

—No hay mucho que agradecer. Mis padres se están separando.

Joder. Se me ocurrían muchas frases completas y ninguna agradable.

—Eso es duro compañero. Lo siento mucho.

—Mi madre llamó ayer —continuó Fry, diciendo más palabras de las
que había usado nunca de una tacada—. Todavía no se lo he dicho a Eryn,
creí que todo pasaría, que sería una pelea más. Pero mamá lo echo de casa
y acabo de saber por qué. Ella lo pilló liándose con su secretaria como en
una película de los cincuenta o algo así.

Estaba seguro de que eso era algo que pasaba muchos también en los
tiempos modernos pero no lo dije.

—¿Aún vas a ir a casa mañana?

Fry me mostró un mensaje de su madre que decía:

No hay razón para que no podamos tener una acción de gracias normal
solos tú, tu hermana y yo.

—Pienso que no será normal —dije lo obvio.

—No. ¡Mierda! —Fry contuvo lo que eran obvias lágrimas—. Tú no


te imaginas que tus padres se separarán cuando eres ya mayor. Lo que es
un pensamiento estúpido, lo sé. Cualquiera puede separarse en cualquier
momento por cualquier razón, pero como….son mis padres, y yo ya
adulto y se supone que deben estar juntos por siempre, no que se acabe el
matrimonio porque mi padre sea un cretino.
—Eso no significa que sea un cretino. Tal vez.

Fry se rio que era lo que esperaba.

—No conoces los detalles ¿no? —continué—. Podrían ser muchas las
razones por las que sucedió. La gente comete errores. El amor se acaba.
Que nunca amara como creía que debería amarla…

Me di cuenta que mi charla no estaba teniendo el efecto calmante que


la de Eryn tuvo en mí, dado que su cara se estaba poniendo más roja y una
lágrima se deslizó por su mejilla.

—Puedo callarme cuando quieras.

—¡No! Te lo agradezco. De verdad. Quizá sea egoísta, pero por poco


que me guste que mis padre se separen, a mí y a ellos, todo lo que puedo
pensar es… en Eryn. La quiero mucho, si mis padres pueden separarse
después de treinta años…

—Alto ahí. —Le di un codazo a Fry en el hombro–. Tú no eres tus


padres. Nadie puede saber lo que pasará en el futuro. Pero Eryn y tú, si…
—No fue muy difícil pensar en el fin de semana anterior. Eso se me quedó
grabado en la cabeza—. Vosotros encajáis. Y hey, si el día del pavo es un
fracaso, estoy seguro que a Avi y a su papá no le importará cederte un
cuarto. Cuando recibí la invitación prometí hacer el pastel de calabaza más
insalubre concebido por el hombre.

Fry gruñó.

—Vivo a cuatro horas de distancia.

—Tiene crema, queso y cerveza.


—Podría conducir de vuelta por eso.

Ambos nos reímos.

—Ya sabes... —Le volví a dar un codazo—. Me gustas con tu estoico


silencio y todo, pero no es tan malo hablar contigo cuando decides emitir
palabras.

—No siempre tengo algo que decir —dijo encogiéndose de hombros.

Esto fue bastante profundo.

—Gracias —dijo Fry y me envolvió con los brazos para abrazarme—


. Me alegra de que Avi y tú os conocierais.

Llegó esa sacudida otra vez, pero, ¿una buena? ¿Podría una sacudida
en las entrañas sentirse bien? ¿Estaba Jiminy Cricket todavía pateando ahí
abajo a pesar de mis esfuerzos por ahogar al desgraciado?

Porque se sentía bien hacer que otros se sintieran bien, entonces me


abracé con Fry. Las emociones podían ser molestas, pero era mucho mejor
que cualquier cosa que haya vivido en el infierno. Si volviera para
gobernar, me convertiría en uno de esos maestros que siempre había
odiado. Pero si me quedaba tenía que conseguir que Avi se convirtiera en
algo peor.

Mancha sangrienta en la nieve, allá voy.

—Voy a ver si Eryn quiere saltarse su próxima clase —dijo Fray


mientras me soltaba con el teléfono aún en la mano. Él empezó a marcar
su número y yo también revisé el mío.

Si tenía suerte, habría enviado algún mensaje nuevo.


Cambio de planes. Nos vemos en el estacionamiento. Siento una grieta
del velo.

Mierda.

Se rompió una correa de la mochila mientras un tipo pasaba por


delante de nosotros, derramando su contenido por todo el suelo como le
pasó a la chica.

Y el tipo tropezó.

Y las parejas discutían.

Y la camisa se desgarró.

Y el literal desastre había recaído sobre todos.

Lo que significaba que ya sabía cuál era el siguiente avatar por lo que
ni si quiera miré a Fry antes de salir corriendo.

Ira.

—¡ Of! —Me tropecé con alguien y casi pierdo el control de mi móvil


recién reemplazado. Había estado intentando leer la respuesta de Marc,
pero este idiota podía haber estado mirando por donde iba.
Empujé a quien quiera que fuera cuando ni si quiera me pidió
disculpas y el obvio novato se enrojeció la cara como si fuera a empezar a
gritar.

—¡Alto! —aulló a su teléfono cuando sonó esa canción de la bicicleta


de Queen como si hubiera sonado al azar y luego se fue furioso para
descargar la frustración en otra parte.

Listillo. Estaba demasiado entusiasmado pensando en el siguiente


avatar como para tener paciencia si empezaban una pelea.

—¡Dermot! ¡Espera un momento!

Hablando de estúpidos.

—No tengo tiempo, Brent. —Yo estaba solo a un paso de cruzar al


otro lado de la colina, más allá del roble donde iba a encontrarme con
Marc.

Tal vez ahí es donde tendríamos nuestro polvo de la victoria,


escondidos, aunque peligrosamente cerca de ser atrapados como cuando
estuvimos en el callejón.

El árbol también fue el primer tema del dibujo que hice para Brent.

—Iré contigo —dijo corriendo hacia mí y agarrando mi mochila,


sonando cansado, como si me hubiera visto a lo lejos y corriera para
alcanzarme—. Ya sabes, ¿podemos hablar mientras andamos?

—No tengo nada que decirte. —Me metí el teléfono en el bolsillo y


seguí avanzando y pronto alcancé a ver el perfil de los primeros coches
estacionados. Nadie venía aquí durante las clases, pero una vez acabaran,
tendrían mucha prisa para irse por Acción de Gracias.
Necesitábamos matar al avatar antes de eso. Estaba cerca. Y se
encontraba aquí. El desgarro debe haber ocurrido antes y eso estaba al
acecho. Entusiasmo y furia hirviente se elevaba desde mi interior y no
necesitaba que Brent me distrajera.

Eso estaba aquí. ¿Pero dónde? El aparcamiento era enorme, lleno de


cientos de choches, y llevaba mucho tiempo atravesarlo para dejar el
campus colina arriba. También estaba afortunadamente escondido por
detrás del centro de atletismo, sin ninguna ventana que diera a la vista del
pavimento estéril recubierto de coches.

Me percaté de que podía sentir al avatar alrededor, detrás de cada


coche y….

—Dame dos segundos. —Brent ignoró mi despedida, entonces abrió


el bolso y yo no estaba interesado en añadir más dinero para que limpiara
su conciencia del sucio secreto.

—Vete —gruñí y vi a Marc subiendo la colina por detrás de nosotros.


Genial.

—He sido un idiota. ¿Vale? Ya lo entiendo.

—¿En serio? —Volvía a prestarle atención, tirando la mochila al suelo,


listo para la próxima pelea. Listo para cualquier pelea que pudiera
empezar entre nosotros también, porque Brent no lo pilla y me dejaba
como le solicité—. ¿De verdad entiendes lo malditamente hipócrita que ha
sido sonriendo y usándome durante tres años?

—Lo sé. —Él se echó para atrás pero seguía buscando en su mochila—
. Estoy intentando compensarlo.

—¡Largo de aquí! ¡Ahora!


—¡Dos segundos! Así puedo darte…

—¡No necesito que me paguen! —Lo empujé, como había hecho con
el novato, y se golpeó con la puerta trasera de la camioneta de alguien que
siseó por el dolor que yo consideré era justificable. El trozo de papel que
había estado sacando de la mochila se rasgó, quedándose en la mano, con
la mitad del mismo.

Y dividió en dos la hermosa cara de un hombre con cuernos, dientes


afiliados y un cuerpo hecho de huesos.

Mi dibujo original. El primero, la casi representación de Marc que


Brent utilizó para su poster y nunca me devolvió. Lo había arruinado. Lo
había jodidamente arruinado.

—¡Estaba intentando devolvértelo! —gritó Brent como respuesta


cuando vio que cerraba mis puños—. ¡Lo había olvidado! Luego lo
encontré en mi armario. Debía tener alucinaciones cuando te vi ese día
como en el dibujo, con todos los posters.

—El poster que me hiciste darte. Que intentaste conseguir gratis. Otra
vez.

—¡Te lo he pagado!

—Me intimidaste y me usaste y piensas que puedes compensarlo


ahora que te preocupa que le diga a todos que eres pobre y que luchas por
mantenerte como yo. No tienes ni idea de lo que es una lucha de verdad.
Pero tal vez deberías.

—¡Avi!

Yo podía verlo; ~Lo bien que se vería con su cara ensangrentada y rota~.
—¡Avi detente!

Entonces levanté el puño hacia atrás solo para que mi giro fuera
atrapado, con el calor del fuego infernal, por la palma de Marc.
—¿ ué crees que estás haciendo? —Empujé a Avi lejos de Brent,
sacudiendo mi mano que picaba y chisporroteaba, pero era mejor que
Brent perdiendo media cara y muriendo por el shock.

Que me importara una mierda si Brent vivía o moría me aturdía, pero


me horrorizaba más que a Avi no le importara. El puño que había
atrapado hizo que mi propia mano me doliera, me quemara, porque Avi
había infundido su fuego infernal en aquel puñetazo, y si hubiera
conectado con la mandíbula de Brent, la habría perdido.

Avi lo habría matado.

—¿Te pones de parte de Brent? —Avi me respondió, listo para una


pelea.

Hambriento de ella.

—No estoy de parte de nadie —dije en voz más baja—, pero no quiero
hacer daño a un frágil humano.

—Puede que sí. —Sus ojos brillaron con más intensidad; las pupilas
se le entrecerraron.
—Avriel —dije con determinación, y por suerte los ojos de Avriel se
volvieron normales y se sobresaltó como debía—. No. No tienes.

—¡Pero qué...!

Nos dirigimos hacia la camioneta justo a tiempo para ver lo último de


Brent tirado debajo de ella, su bolso y lo que parecían dos mitades del
dibujo que Avi había dejado por ese estúpido póster de Halloween
lanzadas por los aires con su partida.

—¿Qué demonios? —Avi terminó el grito de Brent y corrió de nuevo


a la plataforma del camión. Pero Brent había desaparecido, no había rastro
de él ni siquiera cuando nos agachamos para mirar debajo—. Oh, Dios
mío.... Dios mío, Brent.

Levanté a Avi antes de que el pánico se apoderara de él.

—Estabas más cerca cuando dijiste infierno. Es la Ira.

—¿Ira?

—¿Porque su tribu puede...? —insinué—. Porque la mala suerte.


Mierda. ¡Mierda!

—Y frustrar a todo el mundo hasta sus malditos cojones, por lo visto.


—Todo el mundo se refería a él, y vi el giro de remordimiento en la cara
de Avi que al menos significaba que no estaba completamente sin piedad.

Ni remordimientos ni lástima. Eso es lo que le había prometido. Pero


ése no podía ser Avi.

Ese no podía ser Avi.


—¡Brent! —gritó Avi, preocupado por fin de que un inocente al que
una vez me había pedido que salvara estuviera en peligro. Salió corriendo
a campo abierto y giró en círculo, gritando—: ¿Dónde estás? Brent.

Unas risitas reverberaron a nuestro alrededor como si procedieran


del metal de los propios vehículos.

—Maldito, gremlin. —Me uní a Avi, girando con él espalda con


espalda para encontrar la fuente.

Resonaron más risas, sacadas directamente de la maldita película de


los ochenta, como si el creador de Gremlins se hubiera inspirado en Ira.

—¡Socorro! —El grito de Brent atrajo nuestra atención hacia el interior


del solar—. ¡Alejadlo de mí!

—¿Es Brent?

Giramos en la dirección opuesta, descubriendo a Eryn y Fry cayendo


al aparcamiento desde lo alto de la colina. Debían haberme seguido.

¡Mierda!

—¡Ayuda!

Volvimos a girar y vimos a Brent lanzarse desde detrás de un coche


en un intento desesperado por eludir lo que fuera que lo tenía, sólo para
ser arrastrado de vuelta fuera de la vista.

Avi saltó hacia arriba, temí que desplegara sus alas, compañeros
detrás de nosotros para ser testigos malditos, pero aterrizó encima de un
vehículo todavía humano.
—¡Allí! —Señaló el siguiente coche y saltó de uno a otro para darle
caza.

Salté a una fila arqueándome hacia el otro lado en lugar de seguirle


directamente por si el avatar cambiaba de rumbo. Con la misma rapidez
y, con suerte, lo suficientemente humano, en mi tercer salto mi talón se
enganchó en la abolladura del siguiente y mi pie salió volando por los
aires.

La nuca me golpeó contra el coche del que había saltado cuando


aterricé entre ellos de forma espectacular. Odiaba a la tribu de la ira.
Piensa que un poco de mala suerte es inofensivo, intenta tener uno de esos
días ~cuando llueve, diluvia~, sólo que para siempre.

—¿Qué está pasando? —Escuché a Eryn.

—¡Atrás! —advirtió, Avi.

Me puse en pie de un salto, ignorando el pinchazo en el cráneo, y


zigzagueé entre los coches sin arriesgarme a hacer más acrobacias encima
de ellos. Aun así me golpeé la rodilla contra uno, y maldije dondequiera
que estuviera el cabrón

¡Allí! Debajo de donde Avi estaba saltando, vi el correteo de manos y


pies con garras, demasiados conjuntos, todos tratando de arrastrar a Brent
en diferentes direcciones, en medio de sus gritos y pataleos para escapar
de sus garras.

Mientras los miembros a los que no podía ver los cuerpos arrastraban
a Brent por debajo de otro vehículo, Avi estaba justo encima y esperó justo
cuando arrastraban a Brent hacia el siguiente para dejarse caer en la
refriega. Aterrizó en uno de los brazos de la cosa viciosa, y se desvaneció
en una nube de humo.

Los otros brazos se alejaron como si huyeran por su cuenta, dejando


a Brent hecho un amasijo de humano tembloroso, arañado y sangrante.
Avi lo puso en pie de un tirón, sin nada ~o quizá casi nada de animosidad~,
mientras lo acercaba como un diminuto protector y lo sacaba de entre los
coches para pasármelo a mí.

Se lo pasé a unos nerviosos Eryn y Fry, que habían aparecido detrás


de nosotros.

—¡Es Brent! —espetó Eryn sorprendida—. ¿Qué...?

La correa de su bolso se rompió, derramando el iPad, el móvil y otros


efectos por el suelo.

Más risitas. Gremlins, en efecto, porque los malditos bichos venían en


manadas, y no era uno, ni siquiera un puñado, sino al menos una docena
de Gizmo escamosos idénticos los que habían saltado a los techos de los
vehículos que nos rodeaban, que nos cercaban.

De color naranja quemado en lugar del verde y marrón reptil de la


película, tenían las mismas escamas, proporciones simiescas, orejas
enormes, ojos saltones y sonrisas de dientes afilados que se burlaban de
quien los miraba.

—¿Qué coño son esas cosas? —preguntó Fry con un pánico tan
frenético como el de Eryn, aunque posiblemente menos que el de Brent,
que tenía la mirada perdida, como si fuera a contarle alguna variación de
esto a un terapeuta durante los próximos cuarenta años.

—¿Alguna posibilidad de que creas que hay una fuga de gas?


Las gafas de Fry crujieron por la cercanía del campo de maldición de
Ira.

Supongo que no.

No podíamos hacer explotar a los cabrones sin revelar lo que éramos,


y vi la mirada suplicante de Avi para que no lo hiciéramos, lo que tomé
como una buena señal sobre el estado de su desvanecida humanidad. Pero
eso significaba que la multitud de Ira se estaba uniendo a nosotros,
obligándonos a retroceder.

Afortunadamente, hacia la salida de la colina.

—¡Adelante! —Avi dijo a la pareja que custodiaba al herido Brent—.


Sacad a Brent de aquí. No enviéis ayuda. Nosotros nos encargamos.

—Avi... —intentó Eryn.

—Confía en nosotros.

—¿Vamos a recibir una explicación más tarde?

—Probablemente no —dije.

Ella resopló y nos señaló con un dedo acusador.

—¡Inaceptable! Pero... ¡urg, bien! Vamos, Brent. —Enganchó su brazo


en el suyo, justo cuando Fry hacía lo mismo, y se lo llevaron a toda
velocidad, dejando sus bolsas abandonadas, mientras formábamos un
muro entre ellos y la horda que avanzaba.

Con la atención de los demás finalmente desviada, Avi reforzó


nuestro muro de protección con su primera ráfaga de fuego infernal.
Formó un anillo de llamas cerceta para impedir que la Ira diera caza, y
aunque las criaturas cacareaban y daban volteretas entre los coches detrás
de las llamas, respetaron su calor y mantuvieron la distancia.

Miré hacia la colina, esperando el momento en que los demás


desaparecieran por completo, y luego me encogí de humanidad,
cubriéndonos de ilusión por si algún madrugador buscaba sus coches.

—Aguafiestas —corearon los gremlins.

—¿Quieres al chico guapo para ti? —se burló uno.

—¿O dárselo de comer a tu diablillo? —dijo otro.

—Como si le hubieras dado tanto poder —dijo el siguiente—. Sin


saber lo que roba.

Joder.

Volé hacia arriba, desatando una lluvia de fuego infernal que se


mezcló con el cerceta de Avi e hizo crecer su muro, convirtiéndose en un
gran seto parpadeante de púrpura. Las llamas avanzaron hasta engullir al
gremlin más cercano, que desapareció en un puf como el que había pisado
Avi.

¿Ilusiones? O proyecciones, y sólo una era real.

—Qué amable por tu parte darle de comer —se burló otro.

—Qué amable —repitieron los demás.

—Cuando toma más que tú.

—¿Qué? —Avi saltó tras de mí, cambiando de forma mientras


levantaba el vuelo.
—Rellenito de poder, tu pequeña mascota. ¿O eres la suya?

—Suya —repitieron los demás, y se rieron mientras bailaban detrás


de las llamas como colegiales demoníacos.

—¿Marc? —Avi se cuadró contra mí en lugar de contra nuestros


enemigos—. ¿De qué están hablando?

—Avi... —Pero lo que hubiera dicho si nos hubiéramos encontrado


en aquel roble se me cayó de la lengua.

Un destello naranja nos advirtió del ataque que se avecinaba, como


metralla lanzada hacia nosotros, pequeñas esferas de muerte ardiente en
forma de fuego infernal naranja.

Nos separamos, esquivando las esferas, pero un par de ellas me


rozaron los brazos y las piernas y me hicieron caer al suelo por encima del
borde de nuestro muro de fuego. Intenté levantarme a pesar del dolor,
pero un gremlin saltó para agarrarme el tobillo y tiró de mí hacia abajo.
Me estrellé contra un coche, golpeando a mi atacante con un gruñido, y
cuando mis garras lo atravesaron, lo destrozaron y convirtieron al maldito
en humo.

Rodé, esquivando al siguiente gremlin que se abalanzó sobre mí


desde un vehículo más allá, y aterricé medio apoyado en un pie con
garras, mientras que el otro me falló y golpeé con la misma rodilla que
antes contra la puerta de un coche. El segundo gremlin aterrizó detrás de
mí y me lanzó un tajo en las alas, provocando una erupción de mi
frustración, mientras me daba la vuelta y lanzaba un arco de fuego
infernal lo bastante amplio como para acabar con tres de ellos en fila...
todo humo.
—Puede que tú seas más fuerte —le dijo uno a Avi, que flotaba por
encima, como si dudara en actuar.

—Pero el diablillo lleva más desde el principio —dijo otro.

—Para superar.

—Para ascender.

—Para traicionar.

—¡Cállate! —Avi disparó su propio fuego infernal, un arco más


caliente y amplio que el mío, pero no por mucho.

—Avi... —Tropecé con el hundimiento de una rueda pinchada y


aterricé con fuerza sobre la misma puta rodilla.

Varios gremlins cayeron sobre mí, siempre más, sin importar cuántos
se desintegraran. Arañaban y mordían, como una muerte literal de mil
cortes, pero cualquier zarpazo que daba volvía a demostrar que no eran la
Ira que necesitábamos, convirtiéndose en nada más que humo.

—¡Avi! —supliqué que me salvara mientras descendían más, que


fueron arrasados por su siguiente ráfaga—. Por favor, escucha...

—Fue lo mismo, ¿verdad? —Avi aterrizó más allá de la pared de


llamas en un coche por encima de mí—. Siempre has tomado lo mismo
que yo. ¿Verdad?

Luché para ponerme de pie.

—No quería decir...


—Mentiroso —repitieron entre sus filas, intercalando risitas, y la
expresión de Avi se crispó con rabia incipiente.

—¡Mentiroso!

—¡Mentiroso!

—¡Mentiroso!

—¡Alto! —Avi se levantó de un salto y giró en un círculo enloquecido,


arrojando fuego infernal entre los coches para acabar con todos los que
podía, casi acabando conmigo con ellos, y tuve que agacharme y correr
para ponerme a cubierto y escapar.

—¡Avi!

Saltaron hacia él como lo habían hecho conmigo, arrastrándolo por el


aire y amontonándose sobre él como un enjambre cuando cayó. Mientras
yo intentaba alcanzar el coche en el que había caído, él los golpeaba y los
quemaba.

Todo el tiempo se burlaban de él:

—¡Mentiroso, mentiroso, mentiroso!

—¡Cállate! —Avi estalló hacia fuera una explosión de su núcleo, y


todos los que le tocaban desaparecieron. Más aparecieron cuando cayó al
suelo y por fin estábamos nivelados, por fin frente a frente, pero no
importaba cuántos le atacaran, él seguía eliminándolos sin apenas
pensarlo.
Porque su campo de maldición, su mala suerte, no le afectaba. Era
demasiado fuerte. Ellos seguían intentando atacar, pero era como si él los
viera venir sin mirar, con los ojos siempre centrados en mí.

—No es verdad —dijo—, no es verdad. —Y entonces estalló otra


explosión de fuego infernal que me chamuscó los bordes de la piel y me
hizo retroceder a mí también.

Cuando los gremlins se reagruparon, Avi cerró los ojos y todo se


calmó. El viento de finales de otoño sopló más despacio, los gremlins de
la Ira se detuvieron con curiosidad y, esta vez, cuando varios saltaron para
lanzar un nuevo ataque, Avi no arremetió contra ninguno. Alcanzó a uno
y lo capturó por el cuello.

Los demás se evaporaron.

El que quedaba parecía asustado, y no podía culparlo, pataleando y


luchando como un animal indefenso en las garras de un depredador. Avi
no lo mató todavía, sino que lo mantuvo suspendido mientras abría los
ojos y acechaba hacia mí.

—No es verdad. Dime que no es verdad.

—Amor...

—¡Dímelo!

Estaba herido, sanando, pero más lento por la mala suerte de Ira, no
era rival para Avi en mi mejor día, y definitivamente no ahora. Aun así,
dije:

—Es verdad. Pero yo...


—Me mentiste. Ahora me doy cuenta. —La mirada de Avi se volvió
distante, como si mirara a través de una bruma de premonición
retrospectiva, si es que tal cosa existía—. Siempre un poco más. Siempre
tomabas un poco más. Yo no me daba cuenta. No querías que me diera
cuenta. Podrías haber preguntado. —Sus ojos se volvieron a centrar—. Te
habría dado más. Te habría dado cualquier cosa. ¿Por qué no me dijiste
que eso era lo que querías?

—Yo... iba a decírtelo. Hoy mismo.

—No. —Avi sacudió la cabeza. Estaba exprimiendo la vida de Ira,


haciendo que su enorme cabeza naranja pareciera morada.

—Avi, encontré esa primer desgarro por accidente, pura suerte, como
te dije. El destino.

—Un timo. Te aprovechaste... como te aprovechaste de mí.

—Sí, pero te juro...

—¡Mentiste!

—Arrgg... urgg... —La Ira gorgoteó justo antes de que la cabeza se le


saliera de los hombros como un brote de diente de león, y Avi dejó caer el
resto del amasijo sanguinolento al suelo, con una expresión
aterradoramente fría.

—¿Qué ibas a hacer? ¿Qué planeabas realmente? Dímelo. —Volvió a


rugir y se movió tan deprisa que no vi los pasos, ni la carrera hacia delante,
ni el batir de sus alas; sólo sentí el repentino apretón de su mano
ensangrentada alrededor de mi garganta, mientras miraba el fuego verde
azulado de sus ojos.
Cuando no pude responder por cómo me aplastaba la tráquea, me
soltó, un horrible recuerdo de Lujuria cuando me había exigido lealtad, y
yo había jurado que nunca habría otra.

—Marchosias —retumbó Avi con la peor amenaza hasta el momento,


mi nombre, lo que significaba que le había hecho más daño del que podía
soportar—. Dímelo.

La esencia anaranjada de Ira flotaba en el aire. Avi ni siquiera


necesitaba invocarla, no conscientemente, pero se arremolinaba a su
alrededor, queriendo formar parte de él.

Como al final yo también tuve que hacer.

—Nunca podría igualarte, Avi. Ni tú fuerza, ni tu poder, ni siquiera


tomando más. No se trataba de vencerte, sólo... de ser lo suficientemente
fuerte para irme.

Su agarre se aflojó como si le hubiera dado una patada en las tripas,


pero sabía que un indulto ahora no significaba un indulto completo.

Pero no podía negarle toda la verdad.

—Si hubieras decidido cerrar el velo, yo habría saltado primero. Si


hubieras decidido dejar que se disolviera y apoderarte del Infierno con la
Tierra, yo habría saltado de todos modos y lo habría reformado detrás de
mí para cerrarte el paso. Me habría apoderado del Infierno para mí…

—¿Tú... solo ibas a irte? Dijiste que me amabas.

—Yo...
—Me mentiste. —Avi ahogó mi respuesta, cualquier excusa que
pudiera haber divagado—. Me mentiste. Mentiste y me robaste. —Sus ojos
brillaban con mucho más que luz. Eran prismas de diferentes tonos de
verde azulado y azul y blanco y negro, y su quinto cuerno creció hasta
convertirse en una aleta brutalmente afilada, todo él más afilado, más
grande, más amenazador—. Puedo verlo. Puedo ver su energía en ti. Sus
colores combinándose y dándote el poder que debería haber sido mío. Tú
me lo robaste. Mentiste y me robaste. Mentiste y robaste... así que te lo
devuelvo todo.

Me besó, brutalmente con un choque de colmillos, desgarrando mi


labio superior para partirlo. Pero cuando su lengua se alargó y profundizó
en mi garganta, no fue para buscar lo mío, sino lo que había tomado... y
no había comparación para el dolor que sentí al ver drenada la esencia
misma de mí.

Mis rodillas cedieron, mucho más que Pereza debilitándome,


mientras las energías de diferentes colores de los avatares se purgaban de
mí como un vómito de arco iris. Avi lo recuperó todo. Tomó más. Tomó y
tomó hasta que mi visión se ennegreció e imaginé mi cuerpo como una
cáscara, hueco y marchito, manteniéndose erguido sólo porque él me
sostenía.

Ahora sabía cuál de los príncipes era Mamá Querida. No Lucifer,


Príncipe del Orgullo, como muchos podrían suponer, sino el único
archidemonio capaz de codiciar y reclamar lo que otros tenían.

La imagen del aparcamiento se aclaró mientras me bajaban al suelo.


Avi no me había matado.

Todavía.
—Envidia —dijo, como si hubiera leído la epifanía de mi mente—.
Por supuesto. Siempre me negaron lo que quería, lo que me había ganado.
Pero sigo queriendo. Quiero. Y tú también te aprovechaste de eso. —Me
agarró por un lado del cuello, inclinando mi cabeza para que le mirara.
Me sentí tan pequeño en el suelo, con algún vehículo desconocido a mis
espaldas, con Avi agachado sobre mí. Debía de ser más pequeño, los
rasgos empequeñecidos, las garras apenas unos leves pinchazos. Incluso
mis dientes, cuando pasé la lengua por ellos, apenas parecían
puntiagudos.

—A…Avi... por favor…

—No. —Me agarró la cara con más fuerza y sentí cómo aumentaba el
calor de su mano—. Sin remordimientos. Sin piedad. No la mereces. Por
eso te dejaré vivir. Débil y patético como creías que podías abandonarme.

Intenté sacudir la cabeza, negarlo y escapar del creciente ardor de su


tacto. Me estaba marcando de nuevo, y no podía apartarme del dolor.

Entonces se detuvo. El dolor. El calor. Avi retrocedió como si hubiera


cambiado de opinión. Nada de estropear mi bonita cara hoy. Con los
bordes de mi visión aún oscurecidos, Avi parecía estar lejos, como en un
largo túnel.

—Queda una —dijo—. Solo Orgullo, y luego seremos mamá y yo, lo


que ella quiera de mí. No te necesito. Nunca lo hice, ¿verdad? Pero si
alguna vez te vuelvo a ver... —Sus ojos brillaron, y con todo lo demás tan
borroso, era todo lo que podía ver—. Te mataré.

Se levantó del suelo para salir volando, dejándome hecho un montón


en el aparcamiento.
Y lo peor fue... que empezó a nevar.

terricé en el patio trasero de casa. Ni siquiera me importó si alguien me


había visto. Dudaba que alguien me hubiera visto. La nieve se había vuelto
espesa para cuando estaba volando sobre cualquier lugar con gente debajo
de mí. Había una buena capa sobre la hierba, pero no sentí el frío, ni
siquiera la humedad cuando mis garras tocaron el suelo.

Estaba vibrando, tan lleno de poder que me sentía invisible. Esto era
lo que debía ser. Esto era lo que se suponía que debía sentir. Yo era un rey.
Yo era el destinatario de la energía de los avatares. Nunca estuvo
destinada a ser dada, a ser robada, a ser... compartida, como algo que
podríamos haber tenido juntos. Podríamos haber gobernado juntos.

Pero Marc nunca me quiso lo suficiente como para quedarse.

Me volví humano mientras descargaba un puñetazo contra el


revestimiento trasero de mi casa, más que suficiente para arrancar un
trozo del vinilo.

Volví a golpearlo.

Y otra vez.

Y otra vez.

—¿Avriel? ¿Qué haces?


Jadeé al oír la voz de mi padre, al oír mi nombre, que se había
convertido en algo que Marc y yo utilizábamos sólo para decir que
habíamos ido demasiado lejos.

Él había ido demasiado lejos.

Y también lo había hecho mi mentiroso padre.

—¡Lo sabías! —gruñí mientras me abalanzaba sobre él saliendo por


la puerta trasera. Dejó que se cerrara con un sobresalto, pero no me
detuve—. Lo sabías. Sabías que yo era un demonio, un mestizo, el puto
Anticristo en ciernes, y que mamá también era un demonio. Sabías que yo
era el hijo de un archidemonio. Admítelo.

Fuera lo que fuera lo que esperaba de la reacción de papá si


finalmente confesaba, no fue un suspiro derrotado.

—Lo sabía. Sé lo que eres. Pero no es por tu madre.

—¿Qué?

Entonces mi padre se despojó de la mentira de que alguna vez había


sido humano.
ue tan fluido como ver a Marc transformarse o verlo en mí mismo. El
padre que había conocido toda mi vida se desvaneció, dejando tras de sí
algo parecido al mayor y más formidable de los avatares, pero mucho más
grande.

Algunas partes de él se parecían a mí, la forma de su armadura, las


escamas que aparecían, aunque donde yo era verde azulado, mi padre era
una joya de color esmeralda con toques cobrizos que se fundían con el
blanco, el gris y el negro. Su pelo rubio oscuro con toques grises se volvió
tan blanco como el mío de demonio, pero más largo y suelto, con un rostro
ligeramente reptiliano, alargado pero casi humano, incluso con barba
blanca, que le quitaba lo rojizo de su aspecto normal.

Pero nada de esto era normal, ver los ojos de mi padre rasgados, de
un verde ardiente, sus garras enormes, con cuernos más grandes que los
míos, aunque sólo cuatro, faltando el quinto que me había crecido como
una aleta de tiburón. Dos salían de su frente, arqueándose hacia arriba y
hacia fuera, los otros más atrás y enroscándose más arriba. Sus alas eran
casi idénticas a las mías, espolonadas y parecidas a las de un murciélago,
salvo por el color y porque también tenía cuatro, el par inferior
ligeramente más pequeño que la masa de las superiores.
El mayor cambio, al menos en comparación conmigo, era que sus pies
no habían crecido hasta convertirse en garras de rapaz, sino que habían
desaparecido por completo, mientras se elevaba el doble de la altura de
mi demonio sobre una cola parecida a la de una serpiente.

—Eres... eres...

—Leviatán —habló con un profundo estruendo—. Príncipe de la


Envidia.

No se me ocurrió cambiarme y mostrarle mi aspecto.

—Entonces mamá...

—Murió, Avriel. Trágicamente. Nunca mentí sobre eso. —Se deslizó


hacia delante como la mitad de serpiente que era, como en parte también
era su rostro, y se acercó para sostenerme la cara como si nada hubiera
cambiado, aunque todo había cambiado—. Los humanos pueden ser tan
frágiles, y ella luchó tanto. Aguantó todo lo que pudo para asegurarse de
que vinieras a salvo a este mundo. No por los planes que una vez tuve,
sino porque nos queríamos. Te queríamos. Te quiero mucho, justo como
la quería a ella.

Debería haberme enfadado, y lo estaba, lo estaba, pero de algún modo


me sentía menos solo, menos como si me hubieran arrebatado todo lo que
creía haber ganado para mí, al apoyar la cara en la mano de mi padre.

—Pero tú... tú trabajas en la planta —dije sin fuerzas—. Siempre


hemos luchado por todo lo que teníamos.

—Soy el archidemonio de la envidia —repitió papá, sonriendo un


poco y mostrando las hileras de colmillos de sus fauces que hace un mes
me habrían aterrorizado—. Está en mi naturaleza querer todo lo que
tienen los demás. Cuando elegí a tu madre por encima de cualquier
destino o poder, supe que tenía que mantener mi vida simple y pequeña,
o sería un demonio aquí como lo fui en el Infierno. Resultó que me gusta
vivir una vida sencilla, pero siento mucho si eso significó que las cosas
fueran difíciles para nosotros a veces.

Él había... dejado que las cosas fueran difíciles para nosotros, me di


cuenta. Lo había permitido, no había hecho nada, cuando podía haberse
llevado todo lo que hubiéramos querido o necesitado sin que yo tuviera
que conocer la lucha.

Me zafé de su agarre, casi resbalando en la nieve, lo suficientemente


espesa entre nosotros mientras seguía cayendo como para que nuestros
vecinos no vieran al hombre-serpiente en nuestro patio aunque estuvieran
mirando.

—Eres un mentiroso. Los dos sois unos mentirosos.

—¿Los dos? —cuestionó papá, y luego exigió sin pausa—: ¿Qué hizo
Marc?

—¿Tú también sabías de él?

—¿Que es un diablillo de la lujuria? —Papá se transformó en


humano, volviendo a ser Nathan con gorra de béisbol y franela—. Claro
que lo sabía. Puedo ocultar mi presencia, pero ningún diablillo podría
esconderse de mí. Me sorprendí cuando me lo presentaste, pero pensé que
quizá, como tu madre, veías algo en un demonio que yo no podía.

—No. —Sacudí la cabeza, sintiendo que las lágrimas me quemaban


los ojos que tanta rabia me daban por acumularse—. Me mintió. Sólo me
utilizaba para conseguir lo suficiente para quedarse con el Infierno y
dejarme atrás.

—Lo siento mucho, Avriel. ¿Entonces tú...?

—Le dejé con vida —adiviné lo que había querido preguntar—. Cada
vez tomaba más energía de los avatares, así que se la quité toda. Tú
también sabías de ellos. —Todo aquello me pareció una bofetada, una
farsa, que mi padre hubiera sabido los horrores por los que estaba
pasando, aunque hubiera llegado a disfrutar de algunos de ellos—. Sabías
todo a lo que me enfrentaba.

—Los avatares no eran algo que yo pudiera evitar, pero creía que tú
podías manejarlos. Seguía estando siempre alerta, en sintonía contigo si te
encontrabas en un peligro que no podías superar. Pero al final siempre
ibas a ser más fuerte que yo, y Marc te enseñó bien, aunque sus objetivos
no fueran los que esperabas.

Lo que yo esperaba también era una vida sencilla, pero feliz, con mi
arte, mis amigos y alguien que me quisiera, sin sentirme como una mota
en el universo que no importaba. Marc me había dado eso, me había hecho
sentir más grande que yo mismo, especial, mucho más que cualquier
poder o cambio en mi aspecto.

Y no había significado nada.

Las lágrimas caían humeantes sobre mis mejillas, calientes por la


rabia y el dolor injusto, pero se encontraban con el aire frío de la nieve que
caía para cristalizarlas. Quería volver volando a aquel aparcamiento y
despedazar a Marc, pero también... quería...
—Lo siento mucho, Avriel —volvió a decir papá, acercándose
lentamente para cubrir el espacio que yo había puesto entre nosotros—.
No interferí porque quería que eligieras por ti mismo. Tal vez fuera una
respuesta equivocada, pero me preocupaba que, si te lo decía, asumieras
que debías ser como yo y seguir siendo humano porque yo había elegido
serlo, o pensaras que debías sembrar el caos en la Tierra porque una vez
fui príncipe del Infierno.

»De cualquier forma, habría sido lo que yo soy influyendo en lo que


tú deberías ser, y no quería hacerte pasar por eso. Lo siento mucho si en
lugar de eso lo empeoré todo.

Mis lágrimas caían con más fuerza, como si me estuviera ahogando,


y no me salían las palabras. Sólo quería que papá me abrazara, y en cuanto
le miré con la cara contorsionada por los sollozos, supo lo que necesitaba,
como siempre sabía, y se acercó para estrecharme contra él.

Lloré en sus brazos como no lo había hecho desde que tenía cinco
años. Quería borrar del planeta a todos los que eran como Brent.

Quería proteger a Brent porque se había sentido condenado al


ostracismo como yo e incluso había intentado compensarme por ser
horrible, y casi lo había asesinado por ello.

Quería rehacer el mundo en algo parecido a mis dibujos.

Quería conservar mi arte para mí y no decirle nunca a nadie cómo


debería ser su mundo ideal.

Quería ser reconocido y adorado. Quería esconderme.

Quería sentirme poderoso.


Quería dejarme engullir por otra persona y sentirme bien
sintiéndome pequeño, como papá, un poquito más grande que yo, que me
hacía sentir seguro.

Quería volver volando a aquel aparcamiento y romper... Marc...


Quería a Marc.

Quería que Marc aún me amara.

—Ya no sé... qué hacer, papá.

—No pasa nada. —Me acarició la nuca y me abrazó más fuerte—. No


se supone que a los veintiuno lo sepas todo.

Me reí a través de la caída de mis lágrimas.

—La mayoría de los veinteañeros no están destinados a acabar con el


mundo.

—No estás destinado a acabar con el mundo. Estás destinado, como


todo el mundo, a elegir quién quieres ser y qué quieres hacer con el poder
que se te da. Y el poder que tomas. Quién y qué eres, quién crees que tienes
que ser, no tiene por qué coincidir si eso no es lo que quieres. Elijas lo que
elijas, yo te apoyaré. Estaré aquí. Porque mi elección fuiste tú.

Resoplé entre el nuevo torrente de lágrimas al oírle decir eso,


empapando su camisa. Era todo lo que le habría pedido, aunque le dije:

—Sigo enfadado.

Se rio entre dientes, como un padre, como mi padre, no un príncipe


del infierno, un archidemonio de un pecado siempre visto como egoísta.
Él era lo contrario, era la virtud, porque en lugar de envidia, había elegido
ser amable.

—Puedes estar loco —dijo—. Con lo viejo que soy, no siempre tomo
las decisiones correctas. Pero tenerte a ti y elegir a tu madre, aunque la
perdiera, no es algo de lo que me arrepentiría jamás.

»Ahora, vamos. —Volvió a acariciarme la cabeza y me dio un último


apretón, antes de rodearme la cintura con un brazo para llevarme
dentro—. Salgamos de la nieve. Puedes contarme todo lo que me he
perdido y yo puedo contarte la verdad sobre tu madre y yo.

Eso era algo que realmente esperaba escuchar.

e desplomé contra la puerta de mi piso, con la vista en un túnel como


desde que me había puesto en pie cojeando y desafiando a la nieve.

No sé cómo me las había arreglado para atravesar el comienzo de una


ventisca sin caerme del cielo, pero sabía que si intentaba ir andando hasta
mi piso, no lo conseguiría. Incluso mantener la ilusión de mi yo humano
una vez que aterricé fue una lucha. Casi lo conseguí, pero tenía las uñas
puntiagudas cuando giré el pomo para entrar a trompicones.

Una vez dentro, dejé que las ilusiones se desvanecieran. Sin duda, era
más pequeño. Habiendo perdido la energía de los avatares y la mayor
parte de la mía propia, era como el demonling en el que Avi se había
manifestado por primera vez, con alas y cuernos más pequeños y pies
humanos.

Adorablemente patético, y me lo había hecho a mí mismo.

Me las había arreglado para conservar el móvil y lo dejé caer sobre la


mesita de noche mientras me desplomaba en la cama. La pantalla
parpadeaba. Un mensaje nuevo. Sabía que no era de Avi, pero miré de
todos modos.

Era de Eryn.

¿Qué está pasando? ¿Estáis bien? ¿Se acabó? ¿Qué eran esas cosas? Brent
no nos dirá nada.

Buen chico, Brenty. Nada de contar esas alucinaciones que has tenido,
¿eh?

No podía molestarme en contestar con más que eso:

Más tarde. Pero seguro.

Lo cual era cierto, aunque me sentía morir, y una parte de mí lo


anhelaba. ¿Por qué no se lo había dicho antes a Avi? ¿Por qué tenía que
ser tan malditamente encantador, lo suficiente como para que me
condenara porque prefería amarlo, aunque ahora me odiara, que
continuar con un plan que me habría dado todo lo que una vez creí
querer?

Pronto sabría qué haría de este mundo y qué destino tendría pensado
para mí más adelante, pero por ahora lo único que conseguía era cerrar
los ojos y maldecir que incluso allí viera la cara de Avi.
n parpadeo molesto me irritó y estiré la mano para ignorarlo.

El golpe tiró el móvil al suelo, pero aterrizó boca arriba, aún más
brillante porque mi dedo había rozado la pantalla para despertarlo del
modo de reposo. La luz era intensa porque el resto de la habitación estaba
más oscuro. La tormenta de nieve había empeorado, o simplemente era de
noche, y no había encendido ninguna luz al llegar a casa.

Al abrir los ojos y tratar de incorporarme, me sentí peor, no ayudada


por la avalancha de recuerdos, reproduciendo el dolor y la ira que había
visto en el rostro de Avi antes de que me drenara. Qué idiota fui al dejar
que todo se desatara. Él podría haberme escuchado, podría haberme
perdonado si lo hubiera oído de mí primero, pero yo había tenido miedo
y estaba tan inseguro.

Ahora estaba seguro.

Pero lo había jodido todo, y él no sería Avi por mucho más tiempo.
Mis garras apenas puntiagudas parecían uñas prensadas para una fiesta
de Halloween, mientras estiraba la mano sobre la cama para coger mi
móvil parpadeante. Había más mensajes de Eryn, en los que reiteraba sus
preocupaciones de hacía unas horas, pero ahora incluía lo preocupada que
estaba porque Avi tampoco contestaba a los mensajes.

Incluso Fry había enviado un mensaje:

Haznos saber que estás bien.


Eryn tenía ganas de ver cómo estaba Avi en casa, había escrito, pero
la nieve se lo impedía. Como nunca les había hablado de mi piso, añadió:

¿Dónde te alojas?

Tenía que contestar, aunque sólo fuera para asegurarme de que no


iban a ver a un Avi que no quería que lo vieran. En los términos más
humanos posibles, les expliqué que habíamos discutido. Más bien
reventón, adiós para siempre, pero que no se preocuparan por las
criaturas del aparcamiento. Gatos salvajes, ya sabes, sin pelo, nada raro.
Todo lo demás estaría mejor después de la tormenta.

Mentir era más fácil.

¿Por qué no era más fácil mentir?

Una lágrima se posó en el dorso de mi mano, mientras miraba


fijamente mi móvil y sus respuestas inmediatas de que estaban ahí si los
necesitaba. Compañeros de farsa. Los mejores. Lo que Avi se merecía, y
yo seguro que no.

Cayó otra gota. Y otra más. Maldito Pepito Grillo.

El maldito se podía ir por donde había venido.

Arrojé el teléfono a la mesilla de noche, y la forma en que patinaba


proyectaba su luz sobre la pared, donde había pegado aquel mapa de Vale
y clavado unos cuantos alfileres, marcando dónde habían aparecido los
avatares para buscar coherencias y pistas.

Y para distraerme después de haber dudado de mi plan.

Me limpié las lágrimas de la cara y me puse en pie tambaleándome.


No me tambaleé, aunque me sentía horrible y débil como si pudiera volver
a dormirme. Cogí un alfiler del cuenco de la mesilla de noche y pinché
uno en el aparcamiento del campus con un amargo empujón. Cinco
menos, uno a… Acaba conmigo, joder.

Era una estrella, un pentagrama al revés. Esa era la forma que se


formaba a partir del despliegue de alfileres, incluso sin hilos que los
conectaran. Era lógico entonces que el último avatar apareciera en el nexo
en su centro.

En la capilla del corazón del campus.

La pantalla de mi móvil se oscureció por la inactividad, atrayendo


mis ojos hacia ella. La tenue pantalla sólo mostraba la fecha y la hora: 22
de noviembre, nueve en punto.

Faltaban cuarenta y dos minutos para que Avi cumpliera veintiún


días.

Era entonces cuando ocurriría, y ahora sabía dónde. Al universo le


gustaban los patrones. Nada de esperar días o semanas o incluso una hora
a partir de ahora. El avatar final llegaría esta noche, y la única persona que
podía avisar a Avi de ello era yo.

Las emociones eran realmente lo peor.


vi tenía buen aspecto. A mí siempre me lo parecía, pero incluso con el
blanco de los ojos un poco rojo, como podría haberlo estado también el
mío, aquel chico vestido con un Henley y unos vaqueros era un festín.
Agradecí encontrarlo en casa aunque su expresión se volviera asesina al
verme en su porche.

—Espera. —Metí el pie en la puerta antes de que pudiera cerrármela


de golpe—. Sé dónde va a aparecer el último avatar, y probablemente
cuándo. Sólo quiero ayudar. Si aún quieres que me vaya o cortarme la
cabeza después de decírtelo, que así sea.

La expresión de Avi se endureció y sus ojos oscilaron entre las pupilas


redondas y rasgadas, pero se quedó con la humana mientras me miraba
fijamente.

—Si crees que puedes intentar algo...

—Estoy bastante seguro de que una fuerte brisa podría volarme ahora
mismo. —Levanté las manos de buena fe—. Y lo hizo un par de veces en
el camino. No soy una amenaza para ti.

—No sólo tienes que preocuparte por mí —dijo mientras abría la


puerta.
En cuanto traspasé el umbral, sentí que algo era diferente.

—Marchosias, ¿verdad? —El padre de Avi estaba sentado a la mesa,


tomando una taza de té, pero emanaba un aura que me detuvo en seco.
Miré a Avi.

—¿Qué...? —Pero en cuanto mis ojos volvieron a mirar a Nathan


Dermot, estaba seguro de que no era a él a quien veía.

La magnificencia verde y cobriza de un príncipe del Infierno con


cuatro alas, cuatro cuernos y el cuerpo de una enorme serpiente me asustó
hasta la médula, y me di un golpe contra la puerta cerrada a mi espalda.

—S…s...

—Leviatán —respondió Avi.

—Ja. —Intenté sonreír para disipar mi terror mientras miraba de


nuevo a Avi, pero su frialdad era casi tan aterradora como la de su padre.
Nunca en mi vida había estado en presencia de semejante poder. Me
habría hecho caer de rodillas en humilde súplica, como tantas otras veces,
si no lo hubiera jodido todo tanto y supiera que Avi no me quería allí—.
Adivinaste bien lo de la Envidia, ¿eh?

Papá Orgulloso había vuelto a ser humano cuando lo miré a


continuación, pero podía sentir la presencia de quien realmente era que
ya no trataba de ocultarme.

—Te recordaría que me llames Nathan, pero creo que esa invitación
ya no está abierta.

Me iba a morir aquí.


—Papá me lo contó todo. —Avi volvió a la mesa donde le esperaba
su propia taza. Ninguno de los dos me ofreció una, pero aceptaría la falta
de garras a través de mi pecho—. Había planeado exactamente lo que tú
creías que hizo mi madre, venir aquí, tenerme a mí, hacerse cargo. Pero él
realmente amaba a mi mamá. Le encantaba estar aquí. Más de lo que
esperaba. —Avi se sentó, pero yo mantuve mi paso lento mientras seguía
para acercarme a la mesa de los poderosos.

—Conozco esa sensación —dije.

—Sólo que no mentía —espetó Avi—. Le dijo la verdad a mi madre.


Realmente murió al tenerme, pero... fue algo horrible que ocurrió, no
formaba parte de ningún plan. Incluso la historia que siempre me había
contado sobre dónde se conocieron era cierta.

—Déjame adivinar: ¿la capilla del campus, donde tu padre saltó por
primera vez?

Ambos me miraron sorprendidos.

—¿Por dónde creéis que pasara el Orgullo? Y el cuándo es dentro de


cuarenta y cinco minutos. A la misma hora, hace veintiún días, que
cuando el avatar de la Envidia apareció por primera vez en escena.

—No parece algo sobre lo que merezca la pena mentir —dijo Nathan.

—No lo es —respondió Avi—. Puedo sentirlo. Es mucho más grande


que los otros desgarros. Aún no está abierto, pero está creciendo. No
habría podido precisar dónde estaba si... —Frunció los labios, no quería
admitir que yo había sido útil.

—Entonces será mejor que vayamos allí y nos aseguremos de que la


capilla está vacía. —Nathan se levantó y sacó las llaves del coche del
bolsillo. No diré que no fue humillante saber que se trataba de Leviatán,
mientras lo veía en jeans, una franela y una gorra de camionero.

—Más rápido es volar —dije, mientras me adelantaban hacia la


puerta—. Está nevando, pero puedo protegernos para que nadie nos vea.
Todavía tengo suficiente yuyu para eso. —Moví los dedos cuando Avi
volvió a mirarme.

—¿Crees que te dejaría...?

—Por favor. Estoy demasiado débil para hacer mucho más. Déjame
ayudar.

—¿Por qué? ¿Para que encuentres la forma de tomar la energía de


Orgullo y huir? —Su voz se quebró, cruda por horas de duelo y
descubrimientos de los que apenas sabía el principio. Yo había provocado
la parte del duelo, y traté de consolarme pensando que era bueno que Avi
pudiera sufrir, que pudiera llorar, que aún tenía suficiente corazón para
que se lo rompieran.

—No iba a seguir con ello.

—Cierto —resopló Avi.

—Iba a decirte la verdad. Iba a quedarme. Iba a convencerte de que


desecharas tu propio plan para que pudiéramos... estar juntos.

Me dio la espalda, pero le agarré del brazo, aunque la forma en que


se zafó de mi agarre me hizo contener la respiración por un golpe al que
no sobreviviría.

—Casi matas a Brent —le recordé, y su expresión de respuesta parecía


pellizcada por la vergüenza. Nathan se quedó boquiabierto, sabiendo
quién era Brent pero aún no eso. Después de todo, trabajaba con el padre
de Brent. Probablemente también sabía que Brent trabajaba allí, pero
nunca se le había ocurrido mencionarlo—. Sé que no querías hacerle daño,
Avi.

—Sí quería. Pero... no lo hice. —Avi cerró los ojos y parecían húmedos
cuando los abrió—. Ya no sé lo que quiero, pero sé que no puedo confiar
en ti. —Su mirada se afiló, el rojo y la humedad se desvanecieron con su
mirada que hablaba de la profundidad con la que le había herido—. No te
perdono.

Se unió a Nathan, pero cuando éste abrió la puerta, Avi esperó a que
yo también me uniera a ellos. Eso era algo, aunque quizá sólo porque volar
conmigo para velarnos era más inteligente que coger un camión.

—No pensé que lo harías —dije.

eviatán era como un puto dragón en el cielo, brillante de contemplar


como el pequeño diablillo Marchosias se habría desmayado en mi
juventud. Un poco menos brillante cuando supe que el gran Príncipe de
la Envidia probablemente quería verme salpicado en el pavimento. Se
contuvo por el bien de Avi, imaginé. O quizá porque realmente se había
vuelto nativo y quería seguir siendo más humano.

Como yo.
Es curioso lo claros que son los deseos de uno cuando desaparecen
todas las opciones.

La capilla estaba vacía, era tarde, pero la puerta estaba abierta, nunca
cerrada. Una vez dentro, la cerramos con llave para evitar que algún
transeúnte se tropezara con el espectáculo de terror que se avecinaba.
Esperaba que Avi me empujara primero, pero no lo hizo.

Nunca había estado en la capilla, pero era bastante bonita. Aunque


me sentía incómodo en cualquier lugar de culto, podía apreciar el arte de
las vidrieras. Se alineaban a ambos lados de la capilla que conducía al
púlpito, y sobre ellas había hileras paralelas de lo que creo que eran las
banderas de todos los países que tenían una. Las ventanas representaban
las estaciones habituales del vía crucis, junto con otras historias conocidas
de la Biblia y algunas figuras de santos. Conocía mi tradición y reconocí
que una de las ventanas del fondo representaba a San Ignacio, que daba
nombre al colegio, un piadoso sacerdote que miraba al cielo.

Lo único que yo conocía del cielo era la figura menuda del futuro rey,
que no me miraba.

El desgarro parecía formarse a nuestro alrededor, pero no había nada


visible, no había forma de saber dónde empezaría. Buscamos en cada
esquina, en cada banco y grieta, pero ninguno de nosotros –no es que
esperara mucho de mí con lo débil que estaba– podía decir exactamente
por dónde cruzaría el Orgullo.

Pronto nos quedaba un intervalo de minutos de un solo dígito antes


de que se desatara literalmente el infierno, y la lucha con el avatar final
podría significar el fin del mundo tal y como lo conocíamos,
independientemente de quién ganara. Aun así, rebuscamos, incapaces de
quedarnos quietos mientras esperábamos. Cuando me acerqué a Avi y,
por primera vez, no se alejó de mí, sentí como si Nathan se hubiera girado
a propósito hacia la esquina más alejada para darnos un momento.

Buen tipo, ese Archidemonio de la Envidia. Nunca pensé que diría


esa frase antes de esta noche.

—Así que... —Intenté al menos compartir algunas palabras con Avi


antes de que esto terminara. Detrás del púlpito se habían colocado unas
gradas para el coro, y yo me coloqué detrás de Avi delante de la primera
fila—. ¿Ya no sabes qué vas a hacer cuando termine? ¿Habiendo
aprendido que todo depende de ti y no de tu madre? Tu padre no parece
tener una opinión.

—Su opinión es que quiere que yo sea feliz antes de querer algo para
él. —Avi giró la cabeza por encima del hombro, pero siguió sin mirarme—
. Ya sabes, como se supone que debe ser cuando quieres a alguien.

—Iba a decírtelo —intenté de nuevo. Luego con más énfasis cuando


Avi hizo una mueca—. Iba a decírtelo. Si nos hubiéramos encontrado en
aquel árbol, te lo iba a contar todo. Una parte de mí quería contártelo
desde la primera semana. ¡Maldita primera semana! Cuando aún era un
gilipollas que iba por su libertad, una semana contigo me hizo querer
quedarme. Se suponía que debía tentarte a ti, no tú a mí.

Sacudió la cabeza.

—Realmente lo creí cuando dijiste que te gustaba servir.

—Sí, pero no cuando era lo único que era, y a mis amos no les habría
importado que me sustituyeran por otro.

—Yo no te habría sustituido.


—Ya lo sé. Y qué puedo decir, dejaste algunas impresiones duraderas.
—Me levanté el dobladillo de la camisa y me bajé un poco los vaqueros
para mostrar las cicatrices que me había hecho.

Por fin, Avi miró. Se giró hacia mí y me miró, primero con el ceño
fruncido, confuso, y luego con horror.

—¿Qué es eso?

—Del callejón. Rebajas del Viernes Gris —añadí con descaro.

—Estás fingiendo. Usando tus ilusiones. Esos no serían visibles


cuando eres humano. Me estás haciendo creer que están ahí.

—¿Lo estoy? Usé mi último yuyu, ¿recuerdas? Apenas puedo


mantener esta forma ahora mismo. —Sabía que tenía que percibirlo,
incluso sin que yo tocara una de mis manos para mostrar el pinchazo de
mis uñas como el inicio de unas garras—. No quería asustarte
mostrándote esto antes. Ni animarte. —Me reí entre dientes y me acerqué
a él—. Es en el punto intermedio donde creo que vive tu verdadero yo,
Avi. Un poco de oscuridad. Un poco de luz. ¿Quién iba a decir que yo
tenía algo de luz? O sólo una inclinación por el café alto en grasa y la pizza
griega. Ah, y los adorables tipos de Christian Slater.

Avi esquivó mi contacto cuando intenté alcanzarle.

Solté la mano, deseando saber una vez más cómo era tocarlo y
saborearlo, con o sin compartir sangre, semen y desenfreno.

—Sé que te he hecho daño y lo siento mucho, aunque nunca te lo


creas. Decidas lo que decidas ~quedarte aquí, quedarte allí, quedarte con los
dos, nada de eso~, espero que tú también seas feliz. Lo digo en serio. —
Empujé hacia delante, un paso más, y volví a acercarme a él, tenía que
hacerlo, y Avi soltó un suspiro cuando le acaricié la mejilla. Me di cuenta
de que quería creerme, igual que yo quería... Yo sólo... quería... a él.

—Puedes creerme, Avi, porque no tengo nada que perder.


Especialmente desde que no voy a ser de mucha utilidad en este fi... —Oh.
Nueve cuarenta y dos, ¿no?

Porque mis palabras se cortaron, se me salieron de la lengua, y no


pude terminarlas, no podía respirar, no con el desgarro habiéndose
abierto detrás de mí, y Orgullo clavándome una espada en el pecho.

—¡ arc!

Barrí mi brazo tras él, mientras Marc se alejaba de mí, su mano


arrancada de mi cara, y su cuerpo azotado hacia atrás detrás de la criatura
que lo había ensartado. No salió volando por la capilla hacia una pared o
una vidriera, sino hacia el interior del desgarro, hacia la herida abierta
como un portal, directo al infierno.

Infierno que pude ver por primera vez cuando Orgullo cruzó.

No sé qué parte del Infierno estaba viendo: Las Vegas, Ámsterdam,


las Minas de Moria o el mercado medieval de esclavos, pero era
exactamente como Marc lo había descrito. Era el revés de Vale, justo aquí
en el campus, como si mirara a través de un reflejo de un universo que se
había... ido al infierno.
La colina a la que estaba acostumbrado a estar cubierta de hierba y
árboles y edificios de piedra caliza, estaba yerma y negra con retorcidos
reemplazos, más góticos y rematados por agujas. Las brasas danzaban en
el aire como sobre una hoguera, pero de fisuras en la propia tierra, no al
calor o la lava, sólo poder fluyendo bajo el suelo, o corrupción, o ambos,
en variados colores.

Era hermoso. Era terrible.

Era ambas cosas, y yo no sabía qué creía más ni qué quería. Pero Marc
estaba junto a una de esas fisuras, iluminado por la luz violeta que
proyectaba sobre su forma caída y agitada.

Cuando Orgullo se acercó, me impidió verle y retrocedí con la misma


rapidez con la que había avanzado. Orgullo era hermoso y terrible a la
vez. Parecía un ángel, violeta y dorado. Su pelo era una cascada negro-
púrpura, sus alas también violetas pero con la punta del mismo oro que la
armadura que llevaba como un paladín de Hades. Sus cuernos se
curvaban altos y redondeados entre sí, formando casi un halo detrás de su
cabeza. Si no fuera por las rendijas de sus ojos violetas, podría haberlo
tomado por un salvador. Incluso sonrió, envainó la espada que había
atravesado a Marc y habló con suavidad.

—Has hecho bien, Avriel.

—Lucifer —habló mi padre desde mi izquierda, cambiado y


palpitando con su propio gran poder como una serpiente demoníaca en el
centro de la capilla.

—Leviatán —saludó Orgullo.


—Luci…espera. —Sacudí la cabeza—. ¿Quieres decir... que este es el
verdadero príncipe?

—No —dijo papá—, pero está hablando a través de su avatar. Mira.

Tuve que hacerme a un lado para ver más allá de Orgullo, y mis ojos
se dirigieron primero a Marc, que luchaba por curar el agujero de su
pecho. Pero entonces lo vi, lo vi a él, más allá de la gran extensión en las
profundidades del Infierno, más allá de legión tras legión de demonios
angelicales similares pero más pequeños que Orgullo y más parecidos al
horror eldritch44 con muchos ojos y proporciones inquietantemente
alienígenas. Su mascarón de proa, su príncipe, era casi idéntico a su avatar,
pero su larga cabellera era tan dorada como su armadura y tenía cuatro
alas, como mi padre.

Y un ejército entre nosotros y él, acercándose rápidamente a Marc.

Me lancé hacia delante, pero un ala violeta me lanzó una gran ráfaga,
haciéndome retroceder.

—¡Déjame entrar! —Me transformé como papá y, por primera vez


desde que sentí el poder combinado de todos los avatares, me di cuenta
de la magnitud de mi tamaño y mi fuerza. Había sabido, pero no
apreciado, que cada parte de mí era más grande, con más espolones en las
alas, la aleta de mi quinto cuerno tan afilada y grande como la más alta de
las otras; y aunque mis dientes podían tener la mayor longitud, ahora
todos eran puntiagudos. Mis garras podrían haber arrancado el plumaje
de una de las alas de Orgullo de un golpe brutal.

44 Eldritch Horror es un juego de mesa con una temática de terror que no te dejará indiferente. ¡Se acerca el fin del mundo!
Estaba casi en mi cúspide, y donde faltaba la energía de Orgullo para
completarme, yo tenía el exceso que le había robado a Marc, del núcleo de
su espíritu demoníaco.

Por eso no podía curarse. No lo suficientemente rápido. No lo


suficiente. Él también se había convertido en un demonio; una ondulación
de su ser humano se había desvanecido en el momento en que aterrizó en
el suelo del Infierno. Yo era más grande, y Marc parecía tan pequeño,
arrugado, vulnerable.

Y todo era culpa mía.

—¡Marc! —Aleteé hacia arriba, pero Orgullo golpeó ambas alas con
una expulsión parecida a un vendaval para hacerme retroceder, donde me
golpeé contra los tubos del órgano y aterricé en un banco.

—¡Avriel! —gritó papá, pero Orgullo retumbó por encima de él.

—¡Tu diablillo no tiene por qué perecer, Avriel! Al matar a los otros
avatares, has debilitado a sus patrones. Así es como puedes apoderarte de
nuestro reino, porque los que se opondrían a ti ya no son rivales para tu
poder. —Permaneció tan insufriblemente despreocupado mientras yo
apartaba de una patada el banco en el que me había caído y me reunía con
mi padre para cuadrarme frente a él—. Podrás derrotar a mi avatar, pero
mi ejército devorará a tu amante mucho antes de que puedas salvarlo.

Abrí la boca solo para que Orgullo retumbara con más fuerza.

—¡Sin embargo! Haz una tregua conmigo ahora y perdonaré al


diablillo.

—¿En serio? —Me reí—. ¿Para que puedas apoderarte del Infierno en
su lugar?
—Para poder servirte. —Orgullo se inclinó, y pude ver a Lucifer
hacer lo mismo en la distancia—. En lugar de debilitarme como mis
hermanos.

Un trato del diablo, como todo en mi vida ahora. Hace una hora, ni
siquiera habría considerado salvar a Marc de cualquier destino en el que
se hubiera metido, pero ahora... quería creerle. Sus disculpas, sus
promesas, aunque fueran más mentiras. Apenas podía verlo,
arrastrándose hacia el portal, mientras el ejército detrás de él avanzaba con
la mira puesta en él, en él, en vez de en mí.

—Avriel —retumbó mi padre.

Era extraño ver algo tan monstruoso en su lugar, algo que yo podría
haber dibujado, que me habría parecido genial y fascinante y hermoso si
no hubiera habido tanta pena relacionada con los descubrimientos de hoy,
y tanta incertidumbre sobre en qué yo quería convertirme.

—Decidas lo que decidas, sea lo que sea —repitió papá—, estoy


contigo. Pero créeme cuando te digo que nunca puedes fiarte de lo que
diga un demonio... hasta que haya conocido la humanidad.

Como él.

Y Marc.

Y joder, no iba a perder a ninguno de los dos.

—Si alguno de tu ejército toca a mí diablillo —advertí a Orgullo,


advertí a Lucifer hablando a través de él, con mi fuego infernal creciendo
en mis palmas y mis garras flexionándose—, me llevaré tu cabeza después
de llevarme la de tu avatar.
Me lancé hacia delante, con las manos ardientes extendidas, y aferré
el hombro de Orgullo y el costado de su cara, con la intención de quemar
su carne hasta que pudiera arrancarle la cabeza de los hombros como a
tantos otros.

No ocurrió nada.

El ángel al que había atacado cambió de forma, pero no se convirtió


en un charco rezumante como yo esperaba. Cambió de forma, perdiendo
la apariencia de belleza angelical para que sus alas emplumadas se
convirtieran en cuchillas, el rostro se transformó en algo inquietante, de
ojos múltiples y alargados como el ejército lejano. Donde su piel debería
haber chisporroteado, se volvió a unir más rápido de lo que yo podía
quemarme, y esbozó una sonrisa de múltiples colmillos antes de arrojarme
a través de la capilla con una flexión de ambas alas para desalojarme.

Aterricé en el mismo banco en el que había caído antes, ahora


inclinado, golpeándome las costillas con el respaldo volcado. Cuando me
levanté, Orgullo había vuelto a desenvainar su espada, esquivando un
golpe de la cola de mi padre que le azotaba como un látigo. La cola
blindada chocó contra el metal de la espada y rebotó.

—Quizá no seáis tan fuertes como me temía —se mofó Orgullo de


nosotros.

—Vamos a matarlo —le dije a papá—, y a recuperar a Marc.

—Como tú digas. —Papá volvió a mover la cola.

Me elevé para atacar desde arriba mientras Orgullo se defendía del


ataque de papá. Este avatar era más fuerte que los otros. Siempre se habían
hecho más fuertes, pero yo también. Siempre había ganado, y esta vez no
sería diferente.

Concentré un rayo de fuego infernal verde azulado en Orgullo, pero


él esquivó los ataques de papá y levantó el otro brazo como un escudo, en
el que se extendía un verdadero escudo de luz violeta brillante. Sus
dientes tenían ahora varias filas, como los de un tiburón, mientras rugía
triunfante ante mi fuego infernal, que se inclinaba a su alrededor como un
aguacero sobre un paraguas. Sus seis ojos brillaban, con alas adicionales
que se extendían desde su cabeza, mientras sus alas con cuchillas
arremetían contra papá como armas. Todo Orgullo era un arma.

—¡Juntos! —grité, y papá sabía que yo también necesitaba su fuego


infernal.

Verde esmeralda, el fuego de papá salió disparado más allá del


derrame del mío para cortar la extensión de la espada de Orgullo, y
finalmente, empecé a ver el daño hecho cuando el fuego atravesó las
defensas de Orgullo. Sus plumas se chamuscaron, pareciendo de nuevo
plumas en lugar de metal mortal.

Entonces se movió. Orgullo acechó desde la zona elevada con el


púlpito, manteniendo su escudo en alto para protegerse de mi rayo, con
la espada extendida para desviar todo lo que pudiera el de papá. Pero
aunque le quemaba, seguía avanzando.

Papá se deslizó hacia atrás para seguir disparando su fuego infernal,


pero en cuanto Orgullo descendió los pocos peldaños que lo separaban
del pasillo, dio una patada a ambos con un salto de un pie y un balanceo
de un ala, lanzando varios bancos contra el torso de papá.
Papá trató de esquivar, de clavar sus garras en el centro de uno, pero
su fuego infernal se dirigió hacia el techo, casi chocando contra mí y
haciéndome caer a un lado.

El fuego golpeó una viga que sostenía la punta del campanario,


astillándola, pero sin destruir del todo el techo. Papá se portó bien, se
protegió, incluso cuando salió volando por la capilla desde los bancos que
no pudo evitar, pero estaba claro que le faltaba práctica luchando contra
algo que no fueran las malas hierbas de nuestro patio trasero.

—¿Demasiado tiempo entre mortales, Leviatán? —Orgullo se burló


de lo que yo había estado pensando y apartó mi fuego mientras observaba
a papá. Contrarrestó parte del fuego de mi rayo con mis propias manos,
obligándome a detener su propulsión mientras me ardía la piel.

La cola de Papá surgió de debajo de los bancos, envolviendo el centro


de Orgullo y retorciéndose mientras el resto de Papá venía con ella,
apretando y apretando como un constrictor. La espada y el escudo de
Orgullo quedaron atrapados contra su cuerpo, con los brazos
inmovilizados, y cuando Papá lo agarró, utilizó su par inferior de alas para
cubrir la cara de Orgullo como si quisiera asfixiarlo.

Pero las alas de Orgullo seguían extendidas y, cuando laceraron la


cola de papá, éste se vio obligado a soltarse o morir despedazado. Se
desplomó en el suelo, perdido y mirándome.

¿Qué debo hacer? ¿Qué debía hacer?

El portal se ensanchaba, no se unía como los otros desgarros. Marc


había llegado hasta la abertura, intentando incorporarse a horcajadas
sobre la línea que separaba el Infierno de la Tierra, y se volvió para
disparar lastimosos fuegos infernales contra el ejército que avanzaba. Poco
más podía hacer. Estaba demasiado débil por cómo lo había agotado. De
cómo lo había condenado.

—¡Avriel!

Al oír el grito de papá, miré hacia abajo y vi una línea violeta de fuego
infernal que provenía de un golpe de la espada de Orgullo, pero ya era
demasiado tarde para esquivarla.

La ráfaga me golpeó hacia arriba y hacia atrás contra la misma viga


de madera que el fuego infernal de mi padre había astillado, y el hecho de
que yo chocara contra ella empeoró las grietas. Mientras me aferraba a ella
para orientarme y apretaba los dientes contra el fuego que me había
quemado, la madera estaba acabada y empezó a partirse antes de que
pudiera enderezarme.

—Vénceme, y el velo caerá más rápido de lo que puedas reformarlo.


—La voz del Orgullo era ahora un siseante grito de guerra—. Mi ejército
pululará, y aunque tu poder pueda derrotarlos, no antes de que le hayan
arrancado las alas a tu puta.

Me empujé de la viga rota con un aullido, cayendo


desordenadamente, pero vi una forma de corregir mi caída. Las banderas
de los países del mundo estaban a mi alcance, y agarré la más cercana.
Giré sobre el asta como un gimnasta y la desprendí al desmontar,
impulsándome hacia Orgullo con el asta como lanza.

El ejército llegaría al portal, alcanzaría a Marc, en unos instantes, y


sus ataques de fuego infernal para mantenerlos a raya estaban
disminuyendo. Ni siquiera sabía si le creía. ¿Le creía? Fuera lo que fuera
lo que había planeado, ¿iba a cambiar de opinión y quedarse, como mi
padre? ¿Hablaba en serio? ¿En algo? ¿En todo? No lo sabía. No podía
saberlo, no podía estar seguro, pero sabía que tenía que sacarlo del peligro
y averiguarlo por mí mismo.

Papá extendió su cola herida y sangrante para envolver de nuevo el


centro de Orgullo, sobresaltando e inmovilizando al avatar para que no
pudiera mover las alas, la espada o el escudo lo bastante rápido antes de
que yo atravesara su armadura como había hecho con Mark. Encontró la
resistencia del metal, pero alimenté el asta de la bandera con tanto fuego
infernal que fundió la armadura de Orgullo antes de fundir el asta, hasta
que el avatar quedó debidamente empalado. El hecho de que la bandera
que había utilizado tuviera franjas verdes y azules me pareció apropiado,
ya que ahora ardía con fuego azulado.

Orgullo rio, incluso cuando el escudo se desvaneció y la espada cayó


al suelo de la capilla. Se rio y rodeó con sus garras el asta derretida.

—Falló el corazón. Pero ellos no lo harán.

Dirigí los ojos hacia el portal. Estaban aquí. Y vi cómo se apagaban


las últimas chispas del fuego de Marc, que se desplomó en el umbral,
sangrando, sin curarse y listo para ser sacrificado.

El tintineo del metal me hizo bajar la mirada y todo se aquietó. El


collar de Eryn y Fry había caído hacia delante como liberado de una
camisa que ya no estaba allí. Un símbolo contra los demonios, contra el
Infierno, como si algo de todo lo que había perdido siguiera conmigo. Era
como si una parte de mi subconsciente, o el universo, o tal vez incluso...
mamá, que me cuidaba, lo hubiera sacado de su escondite.

Pulsé más fuego en el asta de la bandera, calentando también de


nuevo la armadura de Orgullo, hasta que se derritió como un líquido y
dejó a Orgullo al desnudo. No parecía tan engreído cuando me arranqué
el colgante del cuello y corregí mi error clavando el extremo puntiagudo
del símbolo de Horadrim justo en el corazón de Orgullo.

Salté. No esperé a que Orgullo estallara en chispas violetas con su


muerte, aunque sentí cuando lo hizo, porque lo convoqué todo para
seguirme. Lancé un rayo contra el ejército que amenazaba el cuerpo caído
de Marc con garras y armas blancas, y cayeron en cascada hacia atrás en
una oleada de cuerpos.

La fuerza vital de Orgullo era fuerte y palpitaba a mí alrededor,


mientras aterrizaba junto a Marc y tiraba de él hacia mí. No tomé la
energía, no la absorbí, nada de ella. Marc no estaba muerto, pero se estaba
muriendo, demasiado agotado para curarse, así que le di todo el poder de
Orgullo para ayudarle.

Jadeó cuando lo llenó, quizá ni siquiera estaba totalmente


inconsciente, pero ahora estaba despierto por la oleada de la energía más
poderosa de los avatares. Fue suficiente para curarle la herida del pecho
en segundos y devolvió parte del tamaño y la nitidez a su belleza. Parecía
como si no se creyera que le había salvado, pero entonces tocó algunas de
las quemaduras de la última explosión de Orgullo contra mí.

—Deberías haberlo esquivado.

Me reí.

—Estaba distraído.

—Error de novato.

Los rugidos me recordaron que había un ejército y todo el Infierno a


un lado de nosotros, aunque hubiera hecho retroceder a muchos de ellos.
El portal se estaba encogiendo. Debería haberse ensanchado, pero pude
ver que se encogía y empezaba a unirse a nuestro alrededor.

Levanté a Marc de un tirón y nos llevé a la capilla. Fuimos absorbidos


de nuevo por el Infierno.

—¿Pero qué...? —Mis palabras se cortaron cuando intenté cruzar de


nuevo y, de nuevo, fuimos arrastrados de nuevo al Infierno antes de que
consiguiera que avanzáramos unos metros.

Agité las alas con todas mis fuerzas y sentí que Marc añadía la
propulsión de las suyas y, finalmente, conseguimos atravesarlo, lo
suficiente como para que lo que fuera que estaba ocurriendo al cerrarse el
portal del Infierno no pudiera atraparnos.

Pero sí agarró a mi padre.

—¡Avriel!

Salté tras él, tratando de mantener la distancia suficiente para que no


me absorbiera a mí también, con Marc a mi espalda, mientras intentaba...
no sabía qué, pero extendí los brazos, tratando de usar toda la energía que
había drenado este último mes para evitar que el portal se cerrara.

¿Por qué se estaba cerrando? Quería que se cerrara, de verdad, pero


no si se llevaba a papá.

No quería el Infierno. Quería a papá. Y a Marc. Y a Eryn y a Fry.


Incluso al estúpido de Brent. Quería mi vida de vuelta, lo que sea que eso
significara de aquí en adelante.

Pero el portal se seguía cerrando, el ejército de Lucifer también


avanzaba de nuevo, y papá apenas podía mantenerse en el borde del
portal. Se agarró a sus lados como si lo estuvieran succionando de un
avión cuya puerta de emergencia se hubiera desprendido.

—No puedo hacerlo —dije, mientras todos mis esfuerzos sólo


parecían servir para ralentizar lo inevitable—. ¿Por qué no puedo hacerlo?

—Porque no te lo has llevado todo —dijo Marc, cerrando la mano


sobre mi hombro con un tierno apretón—. Sin toda la energía de los
avatares, no eres realmente el rey. No eres lo bastante fuerte para volver a
abrir el velo que no dejaste romper.

—Pero si lo tomo todo, podrías... —Lo miré, los brazos me temblaban


por usar una energía que ni siquiera podía ver y no sabía si estaba
surtiendo efecto.

Marc era tan hermoso para mí. Cualquier versión de él, encogida o
potenciada, pero sobre todo así, con el aspecto que tenía cuando apareció
por primera vez de entre las sombras en mi cumpleaños y me asustó tanto
que casi había puesto fin a todo esto antes de que empezara. Incluso
entonces, me pareció hermoso: el pelo rojo recogido como la llama de una
vela, los ojos igualmente rojos brillando dentro de un rostro morado
oscuro y la insinuación de colmillos en su sonrisa. Me encantaban sus alas,
sus garras, sus marcas, incluso las que yo le había provocado y que, de
algún modo, no le habían hecho apartarse de mí. Amaba a Marc. Porque
él creía en mí.

Y yo creía en él. Había intentado corromperme, cambiarme y


moldearme en algo que ahora quería rechazar, y mientras tanto yo lo había
corrompido, cambiado y moldeado en algo más humano.

—No puedo hacerlo —volví a decir.


—Avi…

—No puedo elegir. Por favor... por favor no me hagas elegir.

—No lo haré. —Marc se acercó en paralelo a mí—. Te amo, Avi. Lo


digo en serio.

Corrió hacia delante, hacia mi padre y el velo que se cerraba.

Me quedé atónito, viéndolo agarrar a mi padre alrededor de la


cintura, donde comenzó su cola, se tambaleó detrás de papá en el vórtice
tratando de absorberlo todo, y batir sus alas para impulsar a papá hacia
delante, algo que ni siquiera las cuatro alas de papá habían sido suficientes
para conseguir con la creciente succión.

Papá fue lanzado hacia un lugar seguro y Marc fue arrastrado,


aterrizando a los pies del ejército.

—Puede que aún sea delgado donde tú… —pero antes de que
pudiera terminar lo que quería decir, se oyó un chasquido horrible e
injusto y el velo se cerró.

No había querido decir eso. Eso no era lo que había querido decir
cuando le rogué que no me hiciera elegir. Papá estaba a salvo. En casa.

Pero Marc se había ido.


evanté la vista de mi bloc de dibujo. Estaba sentado en la zona común,
junto a una de las chimeneas. Dibujar al aire libre ya que había nevado
bastante desde Acción de Gracias. No es que lo hayamos celebrado.
Teníamos toda la comida, pero la manteníamos congelada o sin combinar
en los platos habituales. No me había animado a comer nada de eso hasta
un día después de que mi destino llegara y se fuera.

Y se llevó a Marc con él.

—He estado mejor —respondí con sinceridad, ocultando en qué


había estado trabajando mientras Eryn y Fry se sentaban conmigo.

Habían pasado siete días, una semana entera desde aquella noche, y
exactamente cuatro semanas desde mi cumpleaños. Para alguien que
nunca había tenido novio antes de Marc, seguro que había acumulado
amor y pérdida en tan pocos días.

No sabía que perder algo que apenas había tenido tiempo de apreciar
podía doler tanto.

—¡Maaaaarc! —grité después de que se cerrara el portal y


quedáramos justo papá y yo en la silenciosa capilla destrozada.
Me había sujetado por los hombros, me había abrazado con la cola de
serpiente enroscada a mi alrededor como un escudo en lugar del arma
constrictora que había sido contra Orgullo, mientras yo permanecía de pie
ante el lugar donde una vez estuvo el portal, incapaz de aceptar que había
perdido.

Había ganado. Pero había perdido.

—No tiene ningún poder —había sollozado—. No lo suficiente. Ya


no. Le quité todo su poder. No puede estar solo, papá. Había tantos de
ellos. —Y Lucifer, aunque debilitado por perder su avatar como los otros,
estaría tan enojado. Todos estarían enojados, y sabían que Marc me
ayudó—. Habrá otras brechas, ¿verdad? ¿Maneras de que vuelva?

Papá había tardado demasiado en contestar, haciendo caer mi


estómago aún más bajo que el horrible pozo en el que se había ahuecado.

—No lo sé. Creo que no. No nunca, pero quizá no durante... décadas,
siglos, más tiempo. Lo siento mucho, Avriel. —Me envolvió con más
fuerza y yo quise que me asfixiara, no sentir ni ver ni experimentar nada
mientras la culpa y la pena me bañaban.

Si tan sólo hubiera escuchado. Si hubiera dejado que Marc se


explicara.

Volví a convertirme en humano, asfixiado por mi padre, un dragón


archidemonio, pero él no tardó en cambiar conmigo. Dejó que me
arrodillara y se dejó caer para sostenerme en el suelo.

—Lo jodí todo. Lo decía en serio. Me quería, papá. Y yo... yo también


le quiero. Ese puto gilipollas. —Había sollozado durante más minutos de
los que podía contar y, aunque papá sabía lo que era perder a la persona
amada, nunca intentó decirme: sé cómo te sientes; todo irá bien; todo mejorará.
Sólo me dejó llorar.

Resultó que yo no quería ser rey del Infierno, ni de la Tierra, ni de


ambos. No me gustaba ese lado de mí que casi había matado a Brent, que
había considerado durante más de un momento rehacer el mundo a mi
imagen y semejanza como me había aterrorizado por primera vez cuando
Marc me lo ofreció. Sin piedad. Sin remordimientos. Yo no quería eso, y él
había sido el que había tirado de mí y me había recordado que debía ser
humano.

No había podido decirles la verdad a Eryn y a Fry. Eryn me había


reventado el teléfono con mensajes que no había contestado mientras
hablaba con mi padre antes de que Marc apareciera aquella noche.
Después de verlos, tras la capilla, seguí sin poder contestarle, no hasta días
después. Entonces fue para decírselo a ella y a Fry, que era demasiado
complicado de explicar, pero Marc se había ido.

—Dijo que os habíais peleado. —Había abordado Eryn el lunes por la


mañana, de vuelta de las vacaciones de Acción de Gracias.

—Lo hicimos. Pero creo que podría haber estado bien si se hubiera
quedado. —Entonces también lloré y dejaron de preguntarme detalles.

Ayer, les hablé de mi madre. Que había muerto al dar a luz y que por
eso odiaba mi cumpleaños, no porque se hubiera enrollado con un
demonio y yo fuera el Anticristo fracasado. Nunca preguntaron qué tenía
que ver con Marc, solo ofrecieron sus condolencias. Sabía que Eryn
probablemente había intentado ponerse en contacto con Marc, pero su
teléfono probablemente estaba en el infierno con él. Dudaba que tuviera
cobertura allí. Cuando intenté llamar una vez, me saltó un mensaje de
error de la operadora.
Ahora que había pasado una semana y todo estaba un poco
entumecido, me alegré de que Eryn y Fry no me preguntaran mucho, sólo
intentaron charlar como de costumbre y preguntarme si quería que nos
juntáramos para una maratón de videojuegos este fin de semana. Eran
buenos amigos. Los mejores. Marc también lo había aprendido.

Me había enterado de que había hablado con Fry para superar


algunas dificultades relacionadas con la separación de sus padres aquel
día en que todo se desencadenó. Yo no sabía que Fry también lo estaba
pasando mal, y Marc, un demonio nato, le había ayudado a superarlo.
Marc también estaba asociado con Eryn en algún gran proyecto de
coaching, algo que a ella le encantaba y decía que no se imaginaba
terminar sin él. Yo tampoco podía imaginarme terminar el año o el curso
escolar o hacer planes sobre qué hacer después sin Marc.

Quería ser una estadística, como Eryn y Fry estaban destinados a ser.

Juntos para siempre si sólo hubiéramos podido llegar hasta la


graduación.

—Quizá el fin de semana después —dije sobre jugar a videojuegos.

No insistieron, y pronto sonaron las campanadas de la siguiente clase


y me dejaron solo a regañadientes. Tenía que ir a Ética. No estaba seguro
de poder hacerlo hoy. Pensaba saltármelo y seguir trabajando en mi
dibujo, que volví a mirar ahora que Eryn y Fry no estaban para verlo y
compadecerme mucho más.

Era de Marc, la versión humana, porque ya tenía uno de Marc el


demonio, pero este también era parte de él. Justo como yo siempre sería
parte demonio, y quizá siempre me preocuparía caer presa de esa
naturaleza más oscura, Marc se había vuelto más humano. Y
probablemente estaba siendo torturado por cómo le había debilitado.
Cómo lo había debilitado.

Cerré los ojos para evitar que cayeran nuevas lágrimas y saqué de la
camisa el collar de Horadrim, restaurado, limpio y con una cadena nueva.
No quería pensar tan negativamente, pero no había forma de saber si Marc
estaba vivo. Cuando levanté la vista, vi a Brent de pie en una de las
entradas de los Comunes, despidiéndose de su novia con un dulce beso.
Probablemente también sería una estadística.

Me vio cuando ella se marchó. Había vuelto a evitarme, pero esta vez
empezó a acercarse. Cubrí mi nuevo boceto de Marc, pero no lo
suficientemente rápido antes de que Brent lo viera.

—Hola —dijo, sentándose en un sillón, no en el sofá a mi lado como


Eryn y Fry—. He estado... intentando encontrar la mejor forma de
disculparme y de volver a darte las gracias por salvarme la vida, pero todo
lo que se me ocurre me parece totalmente inadecuado.

Le miré fijamente. Me tenía demasiado miedo como para no ser


sincero y se retorció mientras permanecía sentado.

—Fui un capullo —continuó—. Soy un gilipollas. Pero les dije a mis


hermanos de fraternidad que trabajo en la planta.

Miré a mí alrededor, preguntándome si podría ver a alguno, pero no


había ninguno a la vista. Sabía que había visto a Brent con sus hermanos
de fraternidad los últimos días, no extrañamente distanciado ni nada por
el estilo.

—No les importaba, ¿verdad?

—Nop. —Hizo explotar la P.


—Te odio.

—Me parece justo. —Brent se rio entre dientes. No lo había dicho con
verdadera malicia—. Dentro de unos meses, nada de lo que fuimos va a
importar de todos modos.

—Supongo que tienes razón. —No fue un ~te perdono~, pero no creí
que fuera eso lo que buscaba Brent.

Se demoró, como si tuviera algo más que decir, y cuando lo hizo, se


inclinó más cerca para decirlo lo más bajo que pudo.

—No aluciné nada de lo que vi en la casa CAS ni en ese aparcamiento,


¿verdad?

Respondí en voz baja también.

—¿Qué respuesta quieres?

Se echó hacia atrás y volvió a reír, incómodo, todavía asustado de mí


probablemente, pero eligiendo no dejar que el miedo lo controlara.

—No lo sé. —Luego añadió—: Sin embargo, fue muy sexy cuando tu
novio se metió debajo de la mesa en el Toadstool. Mortificante, pero
caliente.

—Eso lo resume todo. —Sonreí, pero perdí la expresión casi tan


pronto como la formé. Brent se dio cuenta y dio un golpecito en la parte
superior de mi bloc de dibujo cerrado, habiendo visto ya lo que había
tapado.

—Hace tiempo que no le veo. ¿Va todo bien? ¿O es que ha hecho algo
que le ha puesto sobre hielo delgado contigo?
Si no les había contado la verdad a Eryn y Fry, aunque Brent fuera la
única persona que había visto mi verdadero yo, no iba a decírselo. Abrí la
boca para dar las mismas excusas que había dado a mis amigos, sólo para
que las palabras de Brent resonaran en mi mente.

Resonaran... en la voz de Marc.

Delgado. Eso es lo que había empezado a decir antes de que se cerrara


el portal. “Puede que aún sea delgado donde tú...” donde yo porque estaba
hablando de mí.

¿El velo? ¿Pero dónde yo qué? Delgado donde yo... donde yo...

—Donde cambié por primera vez.

—¿Eh?

—Nada. —Cogí mi bloc de dibujo, sin molestarme en meterlo en la


mochila, mientras salía corriendo de la sala de los Comunes,
deteniéndome lo justo para gritar—: ¡Tengo que irme! Te debo una.

Porque si tenía alguna posibilidad de recuperar a Marc, ahora me


daba cuenta de que sólo había un sitio donde buscar.

— vriel, incluso si tienes razón en que esto era lo que Marc quería
decir...

—Tengo que intentarlo, papá. Tengo que intentarlo.


Estábamos detrás de Ole's a plena luz del día, pero el callejón estaba
lo suficientemente escondido como para que no me preocupara que me
vieran. Incluso me había ofrecido a sacar la basura de la tarde para la
persona de turno, así que no había riesgo de que aparecieran mientras
hacíamos esto.

Aquí no sólo fue donde me transformé en el principio de mi


verdadero yo y conocí al verdadero Marc, sino también donde él encontró
un punto delgado en el velo y lo cruzó. Él sabía dónde estaba. Sabía cómo
encontrarlo.

—Marc me dijo que podía detectar puntos débiles en el velo antes de


venir a la Tierra. Ese era su trabajo. Y aún podría ser lo suficientemente
delgado aquí, al principio de todo en lugar del final como en la capilla. Si
está vivo, sería capaz de encontrar el camino hasta aquí. Creo que eso es
lo que intentaba decirme antes de que se uniera el velo.

Papá había estado en casa, despierto, sin turno hasta más tarde,
cuando fui a buscarlo para pedirle ayuda. No sabía qué esperar, pero no
quería hacerlo solo. No sabía exactamente por dónde había pasado Marc
a través, pero recordaba el lugar donde mis alas y cuernos habían
estallado fuera de mí, y había destrozado mi camisa de trabajo.

Me acerqué, levantando una mano para comprobar si era fina. Papá


hizo lo mismo, frente a mí.

—Sí que se siente frágil aquí —dijo.

Yo también lo notaba, pero no tan fino como antes de un desgarro.


Tal vez días atrás, después de que las cosas terminaran por primera vez,
lo hubiera sido, pero no había entendido ni sabido qué hacer. Había
pasado una semana, y Marc podría haber estado esperando todo este
tiempo, con la esperanza de que yo resolviera las cosas.

—Se está solidificando como el resto. —Papá dejó caer su mano—. Lo


siento.

—No. Todavía es delgada.

—Para una posesión, sí, pero no de carne y hueso.

—No acepto eso. —Mantuve la palma hacia fuera, sintiendo a través


de esa delgadez como había sido capaz de detectar los desgarros desde la
primera. No había sido lo suficientemente fuerte como para mantener el
velo abierto sin las energías de los seis avatares, pero aún tenía mucho
poder. Tenía que ser suficiente para debilitarlo un poco, justo lo suficiente,
para que lo atravesara un demonio—. Si está ahí, puedo atraparlo.

Empecé a volcar mi energía en ese pensamiento, tanta como había


hecho cuando intentaba evitar que todo el velo se derrumbara en la
capilla. Esto era más fácil, me dije. No era nada. Era un remanente, un eco
de algo que estaba lo suficientemente lejos de aquel crescendo como para
que aún pudiera oír el débil retumbar de otra cosa que también resonaba.

Marc.

Por favor, que sea Marc.

Papá volvió a levantar la mano, sin hacerme preguntas. El velo se


estaba solidificando, pero aquí había algo. Podía sentirlo, justo al borde,
esperando.

Dejé que mis alas se desplegaran, que mi cuerpo cambiara para


alimentar mejor mi poder, y papá también me imitó en eso. Luchamos
cada vez más por abrir el velo debilitado hasta que, por fin, se formó una
fisura, como un relámpago rojo brillante que crepita en la existencia.

Sabía que era un riesgo, pero no me paré a pensarlo. Introduje la


mano por aquella pequeña abertura, sentí que otra mano con el leve
pinchazo de unas garras me rodeaba la muñeca y tiré con todas mis
fuerzas.

El estallido me hizo daño en los oídos y un destello de luz roja me


manchó la vista, mientras caía hacia atrás por la fuerza del tirón. La fisura
se selló, endureciéndose por completo como un muro impenetrable, pero
antes de que cerrara todo acceso al Infierno durante quizá siglos, alguien
había aterrizado encima de mí.

—Hola, amor —dijo Marc, con aspecto débil y agotado e incluso un


poco ensangrentado, pero vivo. En casa—. Quizá no lo hagas tan al límite
la próxima vez, ¿eh?

No podía reír, ni llorar, ni siquiera gritar de alegría. Sólo podía hacer


una cosa.

Le besé.

— ntonces, ¿Te gusta? —preguntó Marc, caliente y jadeante contra mi


oído.
Gemí mientras él abrasaba su polla dentro de mí, pero el diablillo no
estaba hablando del lento deslizamiento del sexo matutino.

—Me vendría bien un poco de decoración.

No había ninguna razón para que Marc mantuviera el mapa de Vale


en la pared de la habitación de su apartamento con las pequeñas
chinchetas clavadas, que significaban los lugares donde habíamos evitado
el apocalipsis. Era un piso austero y sencillo, con muy poca personalidad,
como si el demonio Marc no hubiera querido admitir lo mucho que su
parte humana recién nacida podría querer quedarse.

Ahora estaba listo para admitirlo, y su mano alrededor de mi cintura


para abrazarme mientras me follaba lo admitía de sobra, ya que habíamos
dicho, casi como un juego entre nosotros, que intentaríamos mantener
nuestras apariencias humanas todo el tiempo que pudiéramos.

Sus uñas eran romas cuando se clavaron en mi piel en su primer golpe


seco hacia atrás.

Un gruñido se agitó en mi interior con ganas de que brotaran


colmillos, garras y alas, provocándome un cosquilleo y un picor bajo la
piel como aquel día en que florecí por primera vez.

—Si quieres traer algo aquí, amor, siéntete libre —dijo Marc, como si
continuara una conversación normal, no en medio del coito—.
Suponiendo que a papá no le importe, claro.

Esperaba que Marc agitara las caderas con un contraste más duro que
el diálogo fácil, pero mantuvo su deslizamiento adentro y afuera de mí
agonizantemente lento.

Mis colmillos se soltaron sobre mi labio inferior.


—¡Puede que algunas cosas, pero yo... ohhhhhh! —Gemí sin poder
contenerme.

Marc mantuvo el ritmo lento, acariciándome el cuello, con el pecho


ancho pegado a mi espalda, que me picaba más por el contacto,
rogándome que soltara las alas. También por encima de la línea de mi
pliegue, mi cola ansiaba la libertad, y empujé mis caderas hacia los
empujes de Marc para mantener la agitación.

Era un juego, contener la excitación, el clímax y la cordura, y estaba


perdiendo ante el calor resbaladizo de su polla que me penetraba con la
velocidad de alguien que flota en un río lento.

Debía de saberlo ~que me estaba torturando, que estaba a punto de dejar


que el demonio que había en mí saliera de mi caparazón~ porque la mano que
tenía en la cadera se deslizó hasta la base de la polla y apretó como si se
me hubiera formado un nudo.

—Joder. —Me agarré a su muñeca—. Siento tus garras —bromeó.

—No puedo evitarlo.

—Yo tampoco. —Marc chasqueó los dientes contra mi oreja y sentí el


roce de sus colmillos—. Pierdo todo el control contigo... justo como tú
conmigo. Quieres mis crestas, ¿no? —Me hizo tomarlo tan despacio,
mientras su agarre de mi polla se volvía espinoso por sus garras
desenvainadas como las mías.

—Tal vez...

Se rio entre dientes.


—Libera a la bestia y te las daré, luego me tragaré tu nudo antes de
dejarte venir.

Mis alas estallaron como un chorro prematuro, casi empujando a


Marc de la cama, y él echó la cabeza hacia atrás con otra carcajada. Mi
nudo estaba allí ahora, maduro en su mano, y me empujé en su apretón,
tomando cualquier fricción que pudiera conseguir.

—Di cosas así... y me correré ya.

—Todavía no. Tengo que dejarte sentir... cada... surco de mí.

La polla humana que había sacado de mí por última vez era rugosa
cuando se deslizó de nuevo, puntuada por cada... y cada... palabra.

Marc me agarró por ambos lados de las caderas para seguir


follándome, pero dejó de tocarme por todas partes.

—M-Marc...

—Dijiste que aún no podías correrte. —Gemí lastimosamente.

—Buen chico, Avi.

Eso no ayudaba.

Mi cola y mis cuernos también habían brotado, y con nosotros de


lado, esto último no era fácil de tumbar, pero ayudaban a soportar que yo
estuviera sin huesos, febril por las crestas de Marc ablandando mi agujero
como un trozo de carne que planeaba devorar. Mi nudo lo deseaba, quería
algo donde enterrarse, e imaginé el agujero y la boca de Marc con igual
fervor para llenarlos.

Entonces caí en la cuenta.


—¿Crees que mi nudo desaparecerá? ¿Desde qué te di el poder de
Orgullo?

—Mejor que no, o te dejaré con el culo al aire.

Le di un fuerte codazo. Incluso allí, podía sentir sus crestas, los surcos
que componían su cuerpo de demonio, formados sobre sus contornos
humanos, con la piel de bronce oscuro ahora de un púrpura grisáceo.

—Siempre serás un rey para mí, Avi —enmendó Marc, siempre


burlón, pero siempre finalmente dulce—, incluso las partes humanas.
Sobre todo ésas. Pero también el nudo —susurró.

Me eché a reír. Quería correrme. Las palabras de almohada de Marc,


su pícara sinceridad, sus putas crestas abriéndome con empujones cada
vez más lentos que aún parecían profundizar más dentro de mí con cada
pincho... me inflamaban. Y seguía sin tocarme en ningún sitio salvo a
través de la visera que me sujetaba las caderas. Necesitaba fricción.

Notaría mis manos, así que, fuera del confinamiento entre nuestros
cuerpos, deslicé el espiral de mi cola. La mía era más gruesa que la de
Marc, pero aún podía enroscarse. Tan fuerte como la más robusta de mis
armaduras, la parte superior de mi cola estaba ondulada con escamas,
pero el interior tenía la suavidad suficiente para que pudiera enrollar el
extremo más fino y tierno que se desvanecía de negro a verde azulado
justo debajo de mi nudo y…

—Travieso, travieso. No puedes hacer eso. —Me arrancó el rabo antes


de que diera un solo apretón.

—Marc...
—Jugaré bien. Pero vamos a jugar con nuestras colas de manera
diferente, ¿sí?

—¿Sí?

Entonces lo sentí, la pala del rabo de Marc mientras se burlaba del


estiramiento de mi agujero martillado, justo como yo le había hecho una
vez a él.

Joder, sí.

ra bueno estar en casa.

¿Cómo evadí al ejército de ángeles de Lucifer? Avi me había dotado


de la energía suficiente para sostener cualquier ilusión con facilidad, y me
hice invisible para escapar. No habría funcionado si Lucifer aún tuviera
su poder. Me habría visto de inmediato y enviado un rayo de vibrante
fuego infernal para quemarme en seco. Pero con su avatar tostado, me
escabullí en la oscuridad sin ser detectado.

No significaba que no fuera perseguido, y por más que la tribu de


Lucifer. Mis ilusiones no engañarían a los míos, y sabía que ellos también
me perseguían, lo que significaba que lo único que podía hacer era pasar
desapercibido, escabullirme hasta el lugar del Infierno donde había
cruzado por primera vez y presenciado el ascenso de Avi al comienzo de
su grandeza, y esperar a que mí querido demonio me salvara.
Un romántico sin remedio, ¿no? Me gustó un poco.

Me encantó.

También me encantaba el grueso nudo de Avi y lo había echado


mucho de menos.

Tomándolo una vez más en mis manos, rodeé el agujero de Avi con
la punta de mi cola, mientras le instaba a que usara la suya conmigo.

—Quiero ese nudo, amor, justo como tú quieres mis crestas. Prepara
el camino para el segundo asalto. Ábreme mientras te follo.

La cola de Avi, como gran parte de su cuerpo, era más dura y gruesa
y, en general, más impresionante a medida que crecía en poder. Sabía que
podía penetrar profundamente y me rendí a su presión cuando me
atravesó.

—¡Ah! —gemí para hacerle saber lo mucho que me gustaba el


insistente giro y empuje de su interior, aunque no el aumento del ritmo
que él intentaba cultivar.

—No es una carrera. Disfruta de nuestro reencuentro. —Me apreté


alrededor de la punta cola.

—Has vuelto hace una semana.

—¿Una semana es todo lo que necesitas para olvidar que me echas de


menos?

Resopló, pero apoyó la cabeza en mi hombro.

—Nunca olvidaré echarte de menos... y no quiero volver a sentir esa


sensación.
—No lo harás. Pero entonces estoy al mando como prometiste, y
quiero ir despacio.

Avi gimió cuando la siguiente embestida de mi polla fue acompañada


por mi cola entrando junto a ella. Éramos demonios, y Avi tenía una
oscuridad que podía rivalizar con la mía, pero ninguno de los dos quería
que esa parte se apoderara de mí. Me seguía encantando que formara
parte de él, y bordeaba el peligro cada vez que follábamos. Pero era amarlo
lo que hacía que la emoción fuera diferente, lo que me hacía querer
asegurarme de que provocar a la bestia nunca llevara las cosas demasiado
lejos.

No dudé de que Avi estuviera de acuerdo cuando, mientras me lo


follaba con la polla y el rabo a la vez, y él retorcía su rabo dentro de mí, se
echó suavemente hacia atrás para tocar las cicatrices que me había dejado
en las caderas. Recordatorios para ambos de qué líneas no queríamos
volver a cruzar.

—Voy a intentar algo.

—¿Oh? —Empecé a empujar más rápido, sabiendo que mi tiempo en


la delantera era corto.

—Te gustará. —Avi arqueó el cuello, con cuidado con sus cuernos, y
juntó su boca a la mía.

Mis ojos se abrieron de par en par en lugar de cerrarse cuando me


besó y transfirió lo que parecía la totalidad de los poderes de los avatares
restantes para unirse al de Orgullo, que me había salvado la vida. Me
despertó como una inyección de adrenalina, sintiéndolos regresar donde
su dolor había dejado honestamente un vacío que no creía posible volver
a llenar.
Pereza, Lujuria, Gula, Codicia e Ira se mezclaron con Orgullo en mi
interior, convirtiéndose en lo que podrían haber sido virtudes en lugar de
pecados por lo gloriosamente completo que me hacían sentir. Nunca
podría ser lo que Avi tenía en potencia por lo que me faltaba, lo que sólo
existía en nuestro beso y en la presencia de mi amor a mi lado.

Envidia, no para ser consumida, sino compartida en la conexión de


nuestros cuerpos.

No. Bondad, lo contrario del pecado, porque Avi era amor, y él me


había dado un gran regalo para demostrarlo, un poder que hizo que cada
parte de mí se sintiera más grande que nunca.

Y formó un nudo grueso y palpitante en la base de mi polla que me


follé dentro de él y sentí como si ya me hubiera corrido por lo fuerte que
apretaba alrededor de mi circunferencia.

¡Sí!

Me sacudí, gemí y mordí el hombro de Avi, luego con más fuerza


cuando volvió a empujarme, y tuve que sacar el rabo para evitar que me
lo aplastara.

—¡Oh, joder... oh, sí! —El eco de sus gemidos era justo como
destrozado.

—Te lo dije... los nudos... eran un regalo del cielo.

—¡Ohhhhhh...!

Me mecí y me mecí, hasta que supe que el siguiente apretón de Avi…


—¡Ah! —Me corrí, una y otra vez con rayas calientes para recubrir
sus entrañas, y sentí mi nudo pulsar varias veces más antes de asentarse.
Incluso descansando dentro del glorioso calor de Avi, no estaba atascado,
mi nudo era menos bulboso que el suyo y podía desalojarse cuando
quisiéramos.

Cuando volvió a inclinar el cuello, me di cuenta de que su quinto


cuerno central se había perdido después de darme aquella energía. Me
besó, recuperándolo para sí, y mientras se bebía la energía, el cuerno
volvió a crecer con una erupción arrolladora.

Había olvidado que su cola me estaba estirando hasta que se marchó,


pero agradecí su trabajo cuando Avi me volteó sobre la cama, con las alas
extendidas debajo de mí y las piernas abiertas por la impaciencia de lo que
vendría después. Había perdido mi nudo, mi largura, pero no mi deseo,
cuando Avi me alanceó como yo le había alanceado a él, y la repetición
instantánea hizo saltar mi polla de nuevo.

Me había quitado todo lo que me había dado, pero me había dejado


el Orgullo. No lo quería. No sólo para evitar hacerme daño, sino para no
convertirse en su forma final, que podría convertirlo en algo que no quería
ser.

Lo que sí quería... era a mí.

—¡Avi! —gemí, mientras él me barría, y sus alas retrocedían con una


gran ráfaga de aire.

Ya me estaba corriendo otra vez, de algún modo, espléndidamente,


por el puro tamaño y profundidad y la presión alucinante de su nudo,
hasta que me venció. Yo, soberbio demonio de la lujuria, fui derrotado por
el mejor pequeño mortal de mi vida.
Avi gruñó mientras bombeaba y bombeaba, y finalmente se derramó
dentro de mí, su nudo creciendo a medida que lo hacía, como si encontrara
aún más semen con el que agrandarlo y que pudiera soltar sin cesar dentro
de mí. Podría hacerlo si quisiera. Yo se lo agradecería hasta rezumar y
pedirle más y más.

Con su nudo, estábamos atrapados, encerrados y jadeando. El quinto


cuerno de Avi impedía la presión de nuestras frentes, pero no un ángulo
inclinado para un beso. Entonces, cuando se había ablandado lo suficiente
como para salir, provocándome un gruñido bajo, subió por mi cuerpo para
exprimir aún más su semilla sobre mis labios, hasta que cada gota salió de
él.

Lamí un poco con un remolino de mi lengua, pero dejé el resto,


sabiendo que Avi se inclinaría para besarme de nuevo. Cuando lo hizo, le
mordisqueé los labios antes de que nuestras bocas se unieran, extrayendo
la más pequeña burbuja de sangre, y nos besamos a través de la mezcla de
sangre y semen.

Avi me devolvió parte de la energía, como si quisiera otra ronda, y yo


estaría de acuerdo si pudiera moverme, pero no lo pasó todo. Las energías
de los avatares parecían mezclarse, sin diferencias perceptibles, pero me
di cuenta de que, incluso con Orgullo mezclándose también, lo que me
quedaba cuando nuestros labios se separaron era casi la mitad perfecta.
Nada físico cambiaba con ese equilibrio, pero podía sentirlo, la confianza
que Avi tenía en mí para dejarme compartir todo lo que él era, todo lo que
su destino le había llevado a tomar, aunque una vez, yo le hubiera robado
mucho de ello.

—Te quiero, Marc —me dijo, aunque no hubiera necesitado las


palabras para sentirlas después de aquel acto de perdón.
—Te quiero, Avi —repetí.

Nos besamos, y la energía se mantuvo en equilibrio.

Por el momento. Definitivamente, me gustaría volver a probar a tener


ese nudo.

Finalmente, cambiamos a humano, limpiado, y mientras que Avi


comenzó a buscar su ropa, tomé el sol en la extensión perezosa de la
mañana, todavía en la cama.

—¿Qué era eso de antes? —pregunté.

—¿Lo de trasladar las cosas aquí?

—Oh, justo... como que quiero quedarme más tiempo en casa hasta
que termine el oído escolar. Pasar tiempo con papá, conocerlo de verdad,
enseñarle mi nuevo yo, creo que es importante.

—Lo entiendo. —Una parte de mí quería ser egoísta y guardarme a


Avi para mí solo, pero supongo que era algo de mi lado bueno que brillaba
y que sinceramente no me importaba compartir con él—. Solo tendré que
satisfacerme follando a menudo y recordando con cariño ese polvo
cuando esté solo en mi cama. —Arqueé las caderas desnudas y pasé un
dedo por las sábanas.

Avi resopló y sacudió la cabeza, medio vestido con ropa interior y


una camiseta, mientras se levantaba y se dirigía a su mochila contra la
pared.

Había vuelto a llevar ropa de verdad, con la manifestación ocasional


de algo especial. Pensó que podría ayudarle a mantener lo que le
preocupaba era un equilibrio precario. Tal vez lo fuera, pero estaba aquí
para asegurarme de que no volviera a perderse.

—Puede que tenga algo para tus paredes como premio de


consolación. —Avi sacó su bloc de dibujo y, cuando volvió a sentarse en
la cama y me lo enseñó, dentro de la portada había dos láminas.

Las nuestras, demoníacas y hermosas.

—Gracias —dije, pero al cogerlas no pude resistirme a levantar la


página siguiente y la siguiente para ojear sus dibujos. Él me dejó, mirando
también mientras yo hojeaba el libro.

Había estado ocupado. Había dibujos nuevos, algunos conceptuales,


otros que imitaban la vida real con su estilo de otro mundo a lo Giger.
Sabía que algunos eran encargos pagados, ya que ahora tenía tiempo y no
tenía que preocuparse por la matrícula o por salvar al mundo de avatares
demoníacos. Sus sueños habían vuelto a su objetivo original, no la
dominación del mundo, sino una vida haciendo lo que amaba.

Casi me detuvo cuando llegué casi al final del bloc de dibujo, pero eso
me animó a seguir buscando, porque había llegado a las páginas en
blanco, así que ¿por qué detenerme ahora? Oculto al fondo, en la última
página, había otro dibujo mío, éste completamente humano.

—Puede que también necesite una copia —le dije, cuando apartó la
mirada como avergonzado.

—Eso se puede arreglar. —Me devolvió la mirada con una tierna


sonrisa.

—Mientras tanto, creo que voy a poner estas dos en el techo. —Cogí
las láminas.
—¿Techo?

Me recosté y señalé por encima de mí.

—Puramente con fines de masturbación.

Avi me golpeó la rodilla, pero luego se subió a la cama para robarme


otro beso.

—Vamos. Papá nos espera para desayunar. Luego tenemos que ir a


clase.

Clases y una vida normal que nunca soñé que amaría tanto como
amaba al endemoniado que tenía encima. Amado, porque lo amaba, y no
había vuelta atrás, y no querría hacerlo si pudiera.

athan, o mejor dicho, Leviatán, no, Nathan, ya que había elegido ser así,
nos esperaba a Avi y a mí con el desayuno listo. Pensar en él como sólo
Nathan Dermot hacía más fácil no mearme en los pantalones en su
presencia.

Ya no trabajaba en el turno de noche, así que era mucho más fácil


comer juntos y pasar más tiempo juntos. No me dijo si había utilizado
alguna influencia demoníaca para lograrlo. A veces, me invitaban a
unirme. A veces, pasaban tiempo a solas, y a mí me parecía bien. Estaba
bien con cualquier cosa que me mantuviera en el lado bueno de Nathan.
Nunca me dio una charla de mierda. No tenía sentido, supuse, ya que
Avi podía destriparme bastante por su cuenta. Pero no se hablaba de
destripar en la mesa del desayuno. Comimos. Tomamos café. Hablamos
de cosas normales, humanas, y casi pude imaginar que nunca había
pasado el principio de mi vida en el infierno.

—¿Nos vemos para cenar? —dijo Nathan, confirmando nuestros


planes del miércoles por la noche para un pastel de enchiladas repleto de
riqueza y calorías que me apetecía mucho—. Y tú —añadió con una
mirada mordaz que se había convertido en habitual en nuestras
despedidas—, sigue portándote bien.

—Ni se me ocurriría lo contrario. —Incliné la cabeza. Luego, en voz


baja, le dije a Avi al salir—: Aunque podría portarme mal en algunos
aspectos.

Se rio y me dio un codazo.

Subimos la colina hasta el campus, ya que, a pesar de que el invierno


estaba muy avanzado y había nieve en el suelo, a nosotros, los
demoníacos, nos resultaba más estimulante que desafiar a las
inclemencias del tiempo. Aunque Avi llevaba su gorro de las rebajas del
Viernes Gris con los colores de la bandera del orgullo gay.

—¿De verdad vas a seguir haciéndome ir a Ética, eh?

—Ahora eres universitario, igual que yo. Y mi novio. —Avi me cogió


la mano.

Le besé el dorso.

—Supongo que lo soy. Novio del sexy hijo del archidemonio


Leviatán, listo para protegerme.
—Sí — dijo sin negar quién de los dos era el tipo en apuros.

No me importó lo más mínimo ser salvado por mi compañero.

Eryn y Fry se reunieron con nosotros fuera de uno de los edificios en


la cima de la colina, que comenzaba con la biblioteca y conectaba con los
Comunes. Teníamos al menos unos pasos dentro antes de tener que
separarnos para ir a nuestra primera clase.

Eryn y yo habíamos tenido un entrenamiento, en el que yo tenía que


ponerme al día, pero no mucho, y ella había seguido bien en mi ausencia.
Tal vez me plantee hacer carrera en Recursos Humanos, ¿no sería una
pasada?

Vi a Brent por el camino, caminando de la mano con su novia. Incluso


me saludó con la cabeza. Apuesto a que se preguntaba cómo era mi polla
demoníaca. Pero Avi dijo que me portara bien, así que saludé.

El velo no se mantendría sólido para siempre. Otro apocalipsis podría


llegar algún día, pero si llegaba y cuando llegara, sabía que estaríamos
listos.

—Me alegro de tenerte de vuelta, tío —dijo Fry cuando le llegó el


turno de alejarse.

—¡Seguro que sí! —Eryn se lanzó del brazo de Fry al mío—. Y no te


dejaremos ir, aunque te hartes de nosotros. Aunque dudo que te hartes de
Avi.

—Lástima si se harta de mí —dije—. No se librará de mí al menos


hasta la graduación. —Me incliné para besarle.

Avi me miró de forma extraña cuando me detuve.


—¿Qué?

—¡Nada! Sólo pensaba en las estadísticas. —Sonrió.

Lo cual me pareció extraño, dado que no era una de sus clases.

Luego Avi también se fue, pero lo vería pronto en Ética.

Y después.

Y después.

Por todo el tiempo que quisiera tenerme.

s dije que llegaríamos a lo bueno, porque así fue como yo, el más
poderoso de todos los cambiones, fallido Anticristo e hijo del
archidemonio Leviatán que no dio el pistoletazo de salida al Apocalipsis, me
enamoré de un diablillo.

así fue como yo, mis amores, el más bello e inteligente de todos los
demonios de la lujuria, diablillo o no, dejé que el hijo del archidemonio
me amara y me enamoré también de él.
AMOR POSESIVO

¡Mira el resto de la serie Possessive Love!

A Slice For My Demon de K.L. Hiers & Mozzarus Scout


Cuddly Demon de Aster Rae
My Demon Husband de Jax Stuart
Exercising A Demon de H.L Day
Drop Dead Demon de B. Ripley
The Demon’s Dealbreaker de Delaney Rain
My Demon Rebound de Ashlynn Mills
Curiosity Caught the Demon de Travis Beaudoin
My Saintly Demon de RM Neill
Terrible Lovely Demon de Odessa Hywell
Son of the Arch Demon de Amanda Meuwissen
Recalling My Demon de Colette Davison
The Demon Undertaker de Alex J. Adams
Gift for a Demon de Emily Alter
SOBRE LA AUTORA

Amanda Meuwissen es una autora queer que se centra principalmente en


el romance M/M, incluyendo Fantasía LGBTQ+ #1 Best Seller, Coming Up
for Air, Terror LGBTQ+ #1 Best Seller y #1 New Release, A Delicious
Descent, Fantasy Erotica #1 New Release, Last Courtesan of Olympus, y
muchos otros a través de varias editoriales. Vive en Minnesota con su
marido, John, y su gata, Helga, y se la puede encontrar en
linktr.ee/amandameuwissen.

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