Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Página 2
¡Importante!
Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual
no tiene costo alguno. Es una traducción hecha por fans y
para fans. Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a
adquirirlo. No olvides que también puedes apoyar a la
autora siguiéndola en sus redes sociales, recomendándola a
tus amigos, promocionando sus libros e incluso haciendo
una reseña en tu blog o foro.
Instagaram: Team_Fairies
Facebook: Team Fairies
3
Página
Hada Zaehyr Hada Aerwyna
“Promise”—Ben Howard
5
Página
Por Serena.
#McDarling4Life
6
Página
Fue el día más importante de mi vida.
—Sí.
—Dime —continuó.
—No.
1
Guapa, bonita, apelativo cariñoso.
como el matrimonio italiano; pero con un contrato en lugar de votos.
—Dominaba el idioma, pero el estrés carcomía mi mente erudita
como las termitas.
Seamus se pasó una mano por los persistentes moratones del lado
derecho de la mandíbula con los dedos llenos de costras y sin uñas.
Sólo había una razón, en su mente, para que me vendieran. Y era para
pagar su increíble deuda con los líderes clandestinos de Nápoles.
Durante años, deseaba que acabaran con él, que lo rebanaran y lo
dejaran caer en algún callejón para que alguien lo encontrara y lo
pateara, demasiado asustado para denunciar el asesinato a la policía.
Unas cuantas veces, cuando llevaba bastante tiempo desaparecido, creí
que mi fantasía se había hecho realidad sólo para que apareciera al día
siguiente con los ojos brillantes y la cola tupida como si hubiera
estado en el balneario y no huyendo de hombres con los ojos húmedos
y las manos ensangrentadas.
armamento que podía utilizar, mientras que el otro sólo podía ser un
Página
Cinco años.
Cinco.
Así que una parte de la ganancia de mi venta tenía que ser para mi
familia.
Justo cuando creía que tenía controlada la ira, tuvo que hacer algo
para romper esas cadenas. Odié el sabor de la furia en mi garganta, y
su mordida metálica en la lengua. No era una mujer insensata y
furiosa. Era apasionada, pero hasta cierto punto.
por ellos. Les conseguiría parte del dinero que les correspondía o la
Página
—Dime.
alguien que sabía más que yo que no pude evitar la risa que brotó de la
cámara de compresión de mis pulmones.
No se ofendió. —Hubiéramos estado bien juntos. Lindos bebés.
Me he hundido.
Apreté los ojos porque podía oír la voz suave como el terciopelo
aplastado de Salvatore decir esas palabras. Ya me había dicho cosas
parecidas en sus visitas raras pero impactantes, sus ojos afilados y
tristes como un arma que no quería usar contra mí apretada contra mi
garganta.
en Braille.
—Menos mal que tu linda Elena se quedará aquí bajo mi
protección, y Giselle cuando venga de visita en las vacaciones
escolares. De lo contrario, no se sabría lo que podría pasarles —
añadió despreocupadamente.
Por eso, cuando Rocco dio otro paso amenazante hacia mí, bajé la
barbilla para mirar al suelo con los hombros doblados y las manos
cerradas sumisamente ante la ingle. Era natural esta posición, esta
sumisión; pero seguía ardiendo de vergüenza cuando su risita me
recorrió la frente con calidez.
—Cosima.
A menudo me iba.
—Papá.
29
—Ah, ya veo. ¿Así que crees que es un buen intercambio? ¿La hija
de oro martirizada por el padre malvado? —Los ojos de Seamus
centellearon alegremente. Se deleitaba en mi mente, en los juegos y
oficios que me había impartido como sabiduría. No era sabiduría, era
tontería; pero si él quería creer lo contrario, no me importaba.
—Arrogante.
Me encogí de hombros.
—No lo harás.
—¿Crees que no quiero, Cósima, que me gusta ser yo? ¿Crees que
quiero hacer esto, vender a mi hija, por el amor de Dios? Te quiero. —
Una respiración temblorosa vaciló en el aire entre nosotros—. Quiero
a mamá y a nuestra familia. No nos alejes a los dos de ellos.
ellas.
—Bien —dijo—. Lo prometo.
maravillosamente intacto.
—Como le dije —dijo Seamus, con suficiencia.
Porque era obvio que esa era la razón por la que me vendían. ¿Qué
más querría alguien con una mujer hermosa? Y entonces me resultó
obvio porqué alguien como él necesitaría comprar una mujer... porque
sus gustos eran demasiado desviados para una libre.
que el británico.
Página
—Necesito que me asegures que estará bien cuidada —volvió a
sorprenderme diciendo.
—Primero, quita tus manos de ella. Ahora es mía y nadie más que
yo la tocará —dijo fríamente—. En segundo lugar, Sr. Moore, no le
aseguraré nada. Haré con ella lo que quiera, pues ya no es una
persona, sino una propiedad. Podría suponer que, dado el dinero que
estoy invirtiendo en ella, no le haré demasiado daño; al menos no el
suficiente como para estropear su belleza o matarla demasiado rápido,
pero usted no merece seguridades ni las garantiza a través del
contrato; así que... —Sólo dio un pequeño paso hacia delante, pero su
poderoso cuerpo se enroscaba como un depredador, dando el último
paso antes de devorar a su presa—. Quita tus asquerosas manos de ella
y vete.
Seamus Moore.
Seamus dio un paso atrás tambaleante, con los ojos grises muy
abiertos en su rostro magullado. Un tipo de dolor diferente, algo peor
que el físico, hizo que esos ojos se nublaran y luego brillaran con
lágrimas.
Yo permanecí impasible.
Mi propio padre.
Abrí la boca para decir algo, pero me detuve cuando dio un gran
paso hacia adelante en mi espacio. Sus dedos encontraron mi barbilla
y la sujetaron con firmeza para que no pudiera apartar la vista de sus
líquidos ojos negros.
lengua contra los dientes—. Dudo que demuestres que los estereotipos
son incorrectos y demuestres ser una pequeña esclava obediente y
dócil.
Cambié el peso del mundo sobre mis hombros para que se asentara
más cómodamente y me recordé a mí misma que si Atlas podía
sostener el mundo, yo podía soportar el mío.
—Cosima Lombardi.
—Necesitarán algo más que una nueva cara para hacer eso —dije
antes de poder evitarlo. Mi mano voló hacia mi boca, pero la bajé con
la misma rapidez. No pensar antes de hablar siempre había sido uno
de mis mayores defectos. Más valía que lo supieran antes de
contratarme.
Abrí la boca para hacer otra pregunta, pero me detuve. Este no era
Página
sangre, caliente y vibrante. Cuando volví a la sala con cada traje, pude
Página
sentir la fuerza brillar como joya de oro contra mi piel. Cuando entré
con el vestido blanco, hasta Willa Percy pareció impresionada.
Después de tres vestidos y cuatro prendas individuales, volví a
enfrentarme a mi panel de jueces; pero de alguna manera el ambiente
había cambiado, se había helado, y cada uno de ellos me miraba con
apatía. Sólo tardé un momento en descubrir el motivo.
—Ciao2, Cosima.
2
Hola en italiano.
Entonces usted se lo pierde, Sr. Knox. —Me volví hacia mi panel de
jueces y sonreí recatadamente, aunque mis ojos estaban calientes de
ira. —Gracias por su tiempo, no les haré perderlo más.
Con la cabeza alta y los puños apretados a los lados, salí de la sala.
Sólo cuando pasé por delante de las docenas de rostros hermosos de la
sala exterior, cuando ya estaba a salvo en las calles anónimas de
Roma, apoyé la cabeza contra el edificio de ladrillo y luché contra las
ganas de llorar.
unos cuarenta años, pero comparado con una joven de catorce años
Página
mí.
Se me escapó el aliento de un solo golpe cuando su colosal cuerpo
se estrelló contra el mío, y mi columna vertebral se quebró y se
comprimió contra la pared de ladrillos que había detrás de mí. Intenté
inhalar y me ahogué por la conmoción cuando su grueso antebrazo se
acercó para presionar mi cuello en un severo agarre.
Sus ojos eran todo lo que podía ver. Aquellos enormes iris como el
acero pulido, enmarcados por unas pestañas marrón oscuro bajo una
ceja gruesa y fruncida. Podía leer la amenaza en cada trazo de esos
ojos de cobre, en cada centímetro que marcaban en mi cara como un
bisturí en la carne blanda.
Sin embargo, no luché contra él. Algo básico que vivía en el fondo
de mis entrañas; como una criatura primordial atrapada para siempre
en una cueva oscura, me decía que, si me resistía a él, me mataría.
Y no con suavidad.
—Lo repetiré una vez —me espetó—. ¿Quién coño eres tú?
—Cosima Lombardi.
—Vi el arma —grité entre los dientes apretados, irritada por estar
a la defensiva cuando había actuado como la buena samaritana—. Me
pareció lo único que podía hacer.
—La próxima vez, preciosa —dijo, inclinándose aún más para que
sus labios firmes y carnosos me hicieran cosquillas en la mejilla—.
Considera esto. Si alguien es atacado, tal vez sea por una buena razón.
Tal vez, incluso se lo merece.
Se inclinó lo suficiente como para que sus ojos atraparan los míos
en un abrazo tan feroz como el que tenía contra mi cuello. —No soy
un hombre que bromea. Soy un hombre que, a diferencia de ti,
entiende la causalidad de la naturaleza. No hay efecto sin causa, no
hay acto sin provocación.
3 Estúpido en italiano.
aire cálido que nos separaba, fresco y frío como el aire húmedo del
bosque. Pude ver el pulso palpitar con fuerza en su bronceada
estructura de la garganta y sentí la extraña compulsión animal de
presionar mi lengua allí—. Ten cuidado a dónde te lleva tu buen
corazón, porque puede ser directamente a los brazos de una bestia
depredadora.
hacia el metro.
Permaneció como la idea de un monstruo bajo la cama, como una
criatura que acecha en la oscuridad de mis sueños dispuesta a
corromperlos hasta convertirlos en pesadillas; y cuando miré por
encima del hombro antes de descender al metro, me observaba con
una mirada de halcón que me erizó la piel.
Quise obedecer esa voz clínica y afilada, pero mis ojos eran
piedras calientes en mi cráneo y mi cerebro era tierra anegada.
Eran suyos.
—Ah, ella está despierta —dijo en voz baja; pero en la quietud del
salón de baile, su voz me llegó tan íntimamente como si me la
susurraran al oído.
Me estremecí.
Jugar conmigo.
Apreté los dientes, sentí el rechinar del esmalte y dejé que el dolor
calmara mi ira para poder respirar de verdad. —Estoy segura de que
estarás encantado de decírmelo.
—No sé quién eres —le dije con sinceridad—. Sólo que pareces
ser los cuatro jinetes de mi apocalipsis.
Algo oscuro pasó por sus plácidas facciones, las nubes eran meras
sombras en el suelo, alertándome de una inminente tormenta.
Me alimentaban cada dos días. Pan y jamón frío que alguien ponía
en un plato y que aparecía esporádicamente cuando me despertaba.
Nunca había comido tan poco ni me había angustiado tanto, ni
siquiera durante mis días de lucha contra un trastorno alimentario.
Era inteligente.
Dos semanas.
Me quería así.
Me quería rota.
Se burlaban de mí.
barbilla cuadrada.
Era un camino más largo para caer de rodillas, pero tenía un punto
que demostrar.
Me estaba aplaudiendo.
Los cerré con fuerza y susurré. —Te odiaré todos los días del resto
de mi vida.
Mi vacilación no le agradó.
—Hay una razón para cada movimiento que hago en esta vida.
Página
Este es otro ejemplo de ello. Quiero que mi esclava me mire a los ojos
para que pueda ver cómo el animal que llevo dentro se libera para
destrozarla. Sin restricciones. Sin piedad. Porque no hay correa lo
suficientemente poderosa para contenerlo.
retorcer una de las barras de oro de mis pezones—. Ojos de oro y sexo
Página
—El color quizá no, pero los demonios que acechan allí los poseo
ahora con la misma seguridad que esto —dijo, pisando su pie para que
presionara firme pero no dolorosamente sobre mi pubis.
soborno.
Página
Yo era suya.
Jadeé.
Página
—Sí —reconoció con su frío tono británico, y el único indicio de
su excitación fue el leve engrosamiento de su voz—. Es bueno que te
guste el sabor. Es la única comida que recibirás con cierta regularidad
hasta que aprendas tu lugar. Ahora, pon las manos en la espalda, abre
más y llévame dentro.
—No hay nada que merezca la pena sin dificultad primero —me
sermoneó, una especie de profeta flagrantemente pervertido que
escupía sabiduría mientras su polla goteaba con mi saliva—. Respira
por la nariz cuando esté en tu garganta si no quieres asfixiarte con mi
polla.
ahogos.
De hecho, creo que lo disfrutaba.
No tenía sentido.
84
Tenía que ser algo más que una perversión sexual. Era un conde,
por el amor de Dios. Guapo, con título y dinero, dudaba que necesitara
recurrir a la importación de una pobre chica de Italia para conseguir
86
Sumergida, podía apretar los ojos con fuerza e imaginar que estaba
Página
renaciendo, guardada en el vientre materno hasta el momento en que
fuera seguro para mí comenzar una nueva vida.
Sin embargo, todo en este lugar era espeluznante, así que decidí
acostumbrarme a ello.
—No hemos tenido una chica aquí desde hace mucho tiempo —
decía la señora White cuando me di cuenta de que había una fuerte
inclinación en su discurso—. Será bueno tener algo de sangre joven en
la casa de nuevo para vigorizarnos.
90
Página
favor, ayúdame.
Página
—¿Ayudarte cómo? —preguntó, su voz repentinamente afilada
contra mi piel mientras arrancaba mi mano de su brazo—. Hiciste un
acuerdo con el amo Alexander. Es tu elección estar aquí, y depende de
ti cómo decidas soportar esta servidumbre. Si quieres seguir siendo
desagradecida, viviendo en un salón de baile oscuro y con corrientes
de aire cuando podrías tener acceso a un hogar que la mayoría
llamaría palacio, que así sea. Pero no finjas ni por un momento que tu
destino no sigue firmemente depositado en tus propias manos.
Estaba claro que la Sra. White era una sierva devota. No habría
forma de atraerla a mi lado de esta historia, así que tenía que ajustar
mi punto de vista.
—Tráela más cerca. —Su voz se extendió por lo que parecía una
habitación enorme.
—Me han preparado para esto desde que era un niño —dijo
Alexander suavemente mientras presionaba su palma sobre mi
corazón—. Pero nunca imaginé lo embriagador que se sentiría, poseer
algo de tan exquisita belleza.
Su risa no fue más que una suave exclamación. —Qué mente tan
curiosa, topolina. ¿No hemos hablado de los problemas en los que te
meterás?
Jadeé suavemente tanto por sus palabras como por sus dedos al
pellizcar mi sensible pezón, y la sensación se irradió como una ráfaga
dirigida a través de mis terminaciones nerviosas.
Caí de rodillas.
Mis ojos se fijaron en el color, la luz a través del rojo que brillaba
como la sangre, y observé hipnotizada cómo giraba y giraba el
contenido en su gran mano.
Separé los labios, con los ojos clavados en los suyos, mientras
inclinaba la cabeza hacia atrás para poder tomar el vino con cuerpo en
la boca.
—Me gusta, pero esa es la última razón por la que voy a hacerlo
—me recordó crípticamente.
Mi altar.
6
Si, cosi lo voglio; Sí, así lo quiero.
Intenté encontrar tracción, en realidad, en el hecho de que el
hombre que me estaba proporcionando tanto placer no era un buen
hombre ni uno que me gustara; pero la forma en que su lengua hizo
pasar mi nuevo piercing de un lado a otro sobre mi clítoris disolvió
toda mi reticencia.
Quería dar voz al placer, liberar un poco del helio del deseo que
me llenaba hasta sentir que iba a reventar.
—Dudo que puedas llevarme hasta allí por mucho que lo intentes
—jadeé.
por el sexo, compartía el dormitorio con mis tres hermanas, así que la
exploración simplemente no era una opción.
—¿Alguien ha jugado antes con este dulce coño?
Gemí mientras su pulgar giraba más y más fuerte con cada pasada
hasta que se deslizó por mi increíble resbaladizo interior unos cuantos
centímetros.
Sabía a mí.
sentir a tu cuerpo?
No parecía posible y, sin embargo, allí estaba yo al borde de mi
primer orgasmo regalado a manos de mi propio Hades personal.
El pasillo era largo, bordeado de nuevo por ventanas que iban del
suelo al techo en un lado y por enormes retratos exquisitamente
detallados en el otro, que eran claramente de los antepasados de los
Davenport. En medio de la pared había un escudo de armas, esculpido
y pintado en estuco, de modo que atraía la mirada desde todos los
ángulos del pasillo. Enmarcado por un gavilán de aspecto salvaje y un
león a cada lado, rematado por un vicioso halcón y con una frase en
latín que no entendí del todo, el escudo representaba perlas, espinas y
flores rojas. Era precioso.
Quería quemarlo.
baldosas.
Página
Entorné los ojos hacia él, aunque podía sentir el fuerte pulso de la
lujuria en la base de mi ingle. —Y yo que pensaba que era yo la que
necesitaba ayuda para entender el inglés.
Se me secó la boca.
—Ven.
—Oh, un tirano del más alto nivel. Uno que gobierna con poder
absoluto —me aseguró, su tono extrañamente juguetón; aunque su
rostro era frío, casi vacuo en su impasibilidad.
—¿Pero por qué tiene que ser así? —pregunté, con un toque de
desesperación en mi tono mientras me acercaba, mis pezones rozando
118
—La hay.
—No puedo imaginar una bestia más aterradora que tú —le dije
con sinceridad.
mereciera sentimientos más cálidos, sino porque ese odio era tan
corrosivo para mi salud mental como mi estancia de dos semanas en la
Página
oscuridad. No podía imaginarme odiar a alguien con todo mi corazón
y verlo todos los días durante los próximos cinco años.
Atrapada como una niña pequeña, solté una risita antes de poder
cerrar la boca con ambas manos.
—Dime lo que tengo que hacer —le pedí, jugando con mis dedos
sobre su eje, su pubis y el interior de los muslos.
Una esclava.
Sólo cuando estampó todo su cuerpo contra el mío y una de sus manos
se introdujo infaliblemente entre mis piernas para acariciar mi sexo
Página
Cuando intenté abrir las puertas delanteras para tomar aire fresco,
128
Quería formar parte del ruido. Quería sentarme con otra mujer y
hablar de las cosas extrañas que le ocurrían a mi cuerpo. Mi extraña
atracción por Alexander era aún más desconcertante de lo que había
sido la pubertad, y anhelaba que alguien suavizara los bordes
desgarrados de mi pánico con su sabiduría.
lógicos.
Era el tipo de consejo que necesitaba entonces, no la empatía de
Sebastian o el romanticismo de Giselle, sino la sabiduría aprendida y
la lógica definida. El porqué y el cómo de mi atracción por alguien
que era más monstruo que hombre.
Um, vale.
—No les hagas caso, preciosa. Hace años que no tenemos una
jovencita en la casa y los chicos son un poco tontos, así que tu belleza
Página
—Oh, hubo mujeres antes que tú, para los dos amos; pero ninguna
como tú —siguió parloteando, y me di cuenta del tesoro de
información que podía ser—. Esta es una casa de hombres hasta la
médula. O lo ha sido desde el fallecimiento de Lady Greythorn.
—Oh, sí, la difunta señora de Pearl Hall. Murió hace nueve años
este mayo. La mujer más encantadora que he conocido.
Increíblemente elegante, pero con los pies en la tierra con su personal
y su familia.
132
Por supuesto, la tristeza era fingida; pero ¿qué era una pequeña
mentira piadosa entre nuevos amigos?
—He venido por la chica. —Me miró fijamente con ojos oscuros e
infalibles—. Señorita Cosima Lombardi, aún no hemos tenido el
placer de conocernos. Me temo que mi hijo ha sido negligente en este
sentido, así que me he encargado de hacer las presentaciones. Ven
aquí para que pueda hacerlo mientras te miro.
—He venido a darte una visita guiada por la casa —me dijo,
bajando mi barbilla y ofreciendo su brazo como un verdadero
caballero—. Si me hace el honor.
historia, pero al final de la visita, tenía ganas de leer más sobre Pearl
Hall y la cultura británica.
Evitamos hablar de Alexander y, aunque me tranquilizaba fingir
que no existía, era imposible apartarlo completamente de mis
pensamientos.
—Me temo que con esto concluye nuestra visita —dijo Noel
mientras descendíamos por la gran escalera de mármol hacia el gran
salón azul pálido.
Quería decir que sí porque estaba harta de estar tan sola. Estaba
acostumbrada a una casa de cerillas llena de italianos apasionados, no
Página
—Ruth —le dije con una mueca porque cada uno de mis hermanos
tenía un nombre inglés de nuestro padre irlandés, pero el mío era,
como mucho, el más feo—. Cosima Ruth.
forma en que se movía cada pieza, que yo tenía que ir primero porque
mis piezas eran blancas y las suyas negras y que el ganador de la
partida recibiría una bonificación.
Mientras jugaba con Noel, era fácil imaginar una vida diferente,
una vida con un padre que me enseñara a jugar al ajedrez de pequeña,
que me comprara lujosos regalos de sus viajes exóticos sólo para
mimarme y uno que me besara antes de acostarme cada noche con
nada más que menta en su aliento.
140
Página
Me pregunté cuán diferente sería yo; si la composición de mi
personalidad se habría dispuesto de otra manera, y sería una mujer
distinta.
Sólo una frialdad tan absoluta que irradiaba de él como hielo seco.
¿Era que me estaba divirtiendo por primera vez desde que llegué?
¿Era que su perversión se alimentaba de mi abyecta miseria?
O tal vez era que no estaba donde él creía que debía estar,
142
—En eso te equivocas. Ella tiene todo que ver contigo y tú eres mi
hijo, mi heredero y mi protegido. Todo lo que haces es un reflejo de
esta casa y de mi propia capacidad para gobernar. Por lo tanto, la
señorita Cosima tiene absolutamente todo que ver conmigo.
—Tú —dije, con más aliento que voz mientras me esforzaba por
aspirar aire alrededor de su agarre castigador—. Tú lo eres.
de golpe.
Página
Apenas podía seguir el ritmo a sus zancadas devoradoras de suelo
mientras subía la escalera, dirigiéndose de nuevo a mi jaula.
Grité tan fuerte que vi las estrellas cuando los brazos de hierro de
Alexander me enjaularon contra su pecho y me levantaron del suelo.
Intenté dar una patada con las piernas para apalancarme de nuevo
hacia abajo, pero él era mucho más alto y ancho y solo servía para
cansarme.
Con un gruñido, adelantó una pierna para capturar una de las mías
y doblarla hacia atrás para llevarnos a los dos al suelo con su pesado
cuerpo aplastando el mío. Me retorcí y me retorcí como la diosa Tetis
en la presa de Peleo, pero fue inútil. Alexander era demasiado fuerte,
demasiado indominable para evadirlo.
No lo conseguí.
—Sea lo que sea, siempre soy tu amo —dijo mientras inclinaba las
caderas hacia abajo y abría las piernas para separar más las mías—.
Puedes gritar, Cosima, y saber que nadie vendrá por ti.
—No dejaré que te quedes ahí tirada como una muñeca rota para
que te convenzas de que no te gusta sentirme dentro de ti —gruñó
Alexander antes de ponerme de rodillas e inclinar mis caderas contra
las suyas mientras empujaba.
Sus manos se reunieron en mis pechos para retorcer sin piedad mis
pezones. —¿Oyes lo mojada que estás alrededor de mi gruesa polla?
Sumérgete en el dolor, topolina, y encontrarás todo el placer que
tengo para darte.
No había nada más que pensar o sentir que él, nada más que ser
suya.
Y Dios, lo hice.
Mi vientre se estrechó con tanta fuerza que grité de dolor, mi coño
era un tormento en torno a su polla, de modo que apenas podía salir de
mis espasmódicos pliegues. Grité mientras me desgarraba, y grité
incluso cuando todo lo que era se derrumbó en el suelo bajo él y
siguió bombeando.
Me sentí vacía como una reliquia rota mientras yacía allí usada,
dañada y desechada, adorada y deformada por un hereje. Ya no había
lágrimas en el fondo de mis ojos, pero había una pena tan profunda en
mis huesos que temía que siguiera formando parte de mí para siempre.
Las odiaba.
—No creo que vuelva a estar limpia —le dije en un ronco susurro.
La habitación que había dentro era del color de una ostra, con
cornisas doradas, cortinas rojas transparentes sobre las enormes
ventanas y una cama cubierta con edredones y almohadas de satén de
color vino. Era una habitación digna de una princesa, desde la cama
con dosel hasta el ornamentado tocador dorado con su espejo ovalado.
—¿Scusi9?
9
Perdón en italiano.
—No me vas a creer, pero empatizo con tu situación. Los hombres
de Davenport pueden ser... cambiantes en los mejores momentos, y
son demonios absolutos una vez que se enfadan.
Era fácil juzgar a Alexander, y sentí que me habían dado más que
una portada para hacerlo. Ahora había pasado horas con el hombre;
vivía en su casa y lo había acogido en mi cuerpo.
Y ahora lo sabía.
—Haré que una de las criadas traiga algo de cena para ti. El amo
Alexander se ha ido a Londres y no esperamos que regrese hasta la
noche, así que puede cenar en su habitación. Me imagino que querrá
descansar temprano. —La señora White dio una palmada y luego me
miró fijamente mientras me dirigía a las ventanas para mirar más allá
de las cortinas.
—¿Amable?
Casa.
10
Página
Trad.: Diga.
11
Trad.: Patatino, soy Cosi.
12
Trad.: Mi hermosa hermana.
Ninguna imagen en el mundo me resultaba tan querida como la de
mi hermano, ni siquiera mis hermanas; por muy apreciadas que
estuvieran en mi corazón.
—No, sólo se quedó para tener otra pelea apasionada con mamá y
para darme una buena botella de vino toscano como regalo de
cumpleaños.
Hice una mueca de dolor, aunque sabía que lo diría. —Era una
oportunidad demasiado buena para dejarla pasar, pero siento haberla
perdido. Más de lo que puedo decir.
13
Trad.: Gracias a Dios.
—No seas insultante. Me gasté demasiado en una botella de grapa
y, aunque no lo creas, la compartí con Elena.
Alguna vez había sido como ellos, pero siempre había entendido a
Elena y sus filosofías.
Más tarde, esa misma noche, después de terminar una cena que
estaba segura de que Douglas había preparado porque era una
164
—El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor.
No lo hice.
Yo era una mujer vanidosa, así que había pasado algún tiempo
aquí en mis paseos diarios, mirando los ojos de dinero que me habían
metido en tantos problemas. Sabía por mi recorrido con Noel que se
había añadido después de que el cuarto conde visitara Versalles y se
enamorara de la opulencia. Nunca había visto el palacio francés, pero
el dorado, los espejos del suelo al techo y el suelo de mármol rosa
parecían lo suficientemente exagerados para los franceses.
Cada paso que daba era como si estuviera más cerca de una trágica
muerte en la guillotina, sólo que sabía que era mi orgullo el que estaba
166
en juego y no mi vida.
Página
Porque, aunque le odiaba por haberme arrancado la virginidad el
día anterior, parecía que me había vaciado el interior sólo para
llenarme de algo más. Algo aterciopelado y oscuro, algo con un aroma
a almizcle y miel, algo que vivía para el sexo.
—Un juego que ninguno de nosotros eligió jugar, pero que ambos
debemos ganar. Así aprenderás. —Me apartó suavemente y cogió de
167
—No —dijo con esa voz que empezaba a comprender que era la
de un dominante. Era silenciosa pero pesada, presionando sobre mí
como un compresor de metal, haciendo crujir mi voluntad hasta
convertirla en polvo—. No estoy bromeando. Creo que ya hemos
establecido que no soy el tipo de hombre que bromea. Y tú eres, sin
duda, una descarriada, una que recogí en las calles de Nápoles y
desempolvé pero que necesita ser entrenada. Si crees que las imágenes
son poco favorecedoras, te sugiero que aprendas rápidamente a
adaptarte.
¿Había algo más degradante que eso? No creía que mis rodillas me
doblaran hasta el suelo ni que mis brazos me llevaran si me atrevía a
intentarlo.
Se trataba de él.
Jadeé.
Utilicé una mano temblorosa a la vez para sacar mi carne del corsé
al aire fresco de la sala. No temblaban por el miedo o la furia, sino por
una profunda excitación que calaba los huesos.
arrastraba.
Me detuvo de nuevo, ordenándome que me arrodillara y jugara con
mi duro clítoris para él. Me moví sobre mis talones y dejé que mis
dedos encontraran ese diamante de sensaciones. Mi cabeza cayó hacia
atrás sobre mis hombros cuando sentí que palpitaba contra mis dedos
circundantes.
—Gatea.
Iba a llorar.
Otra descarga, ésta fue más larga que las otras, de modo que tuve
que apretar los dientes y clavarme las uñas en las palmas de las manos
175
para no correrme.
Página
Me levanté cuando pude, consciente del resbalón de la excitación
que se enfriaba en mis piernas. Alexander se sumergió y pasó un dedo
por la humedad antes de llevarlo a mis labios.
Observé cómo el estrecho borde gris que aún luchaba contra sus
pupilas dilatadas desaparecía mientras yo hacía girar mi lengua
alrededor de él.
Sólo lo solté con un aullido cuando llevó una enorme mano para
golpear mi trasero.
—Abajo —gruñó.
Crac.
El látigo que sostenía en una mano se estrelló contra mis nalgas
expuestas. Mis caderas se movieron instintivamente hacia delante y
mis manos se movieron hacia atrás para frotar la terrible quemadura.
—Cada vez que te doy una orden, espero un sí, amo o un gracias,
amo. Ahora, quiero que cuentes cada golpe y me des las gracias por
ellos. ¿Lo has entendido?
Ver la ropa puesta sobre mi cama cuando salí del baño no hizo más
que avivar las llamas de mi rabia.
Yo era su muñeca para vestir, al igual que era su carne para usar y
su ratón para cazar.
Estaba desbloqueada.
—Soy muy hábil con las herramientas y las armas, como has
empezado a descubrir.
14 Trad,: Esgrima.
momento en reconocer a Riddick porque sus coloridos tatuajes
estaban cubiertos, pero cuando lo hice, palidecí.
—¿Por qué debería hacerlo? ¿Acaso mis días no son para hacer lo
que me plazca? —repliqué.
disciplina de mis andares. Necesito que veas cómo ataco y paro con
un cálculo tan fácil como mi siguiente respiración.
Página
—¿Por qué? —pregunté, a pesar de que cada vez que había hecho
una pregunta así, se había burlado de mí con el silencio y las miradas
enigmáticas.
Y comenzó la refriega.
No me sorprendió.
—Ni hablar.
Página
—Entonces enséñame tú —me atreví, aunque me aterraba y me
emocionaba a partes iguales pensar en una bestia así luchando contra
mí.
Podía sentir cómo la excitación florecía como una rosa entre mis
muslos.
—Sí, señor.
—Hay veces en esta vida que no puedo estar ahí para protegerte.
Página
—Lo estoy haciendo. Tu padre está muerto para ti, como debe ser.
Yo me encargué de eso. Tu hermano se está beneficiando de una
colocación en el Teatro Finborough de Londres. ¿Quién crees que ha
movido esos hilos? Nunca tuviste amigos fuera de tu familia; no
pretendas lo contrario. Eras demasiado guapa para las celosas chicas
del pueblo y demasiado madura para que los chicos te ignoraran como
objeto de lujuria. —Se acercó y me miró a la cara desde su
impresionante altura—. Soy tu amo, Cosima. No sólo de tu carne, sino
de todo lo que aprecias.
—Es curioso cómo la gente lucha contra las cosas que no puede
cambiar —señaló Alexander con crueldad mientras observaba mi
lucha interna—. ¿Por qué no concentras esa encantadora ira en
defenderte? Para empezar, quiero que te muevas por instinto, y luego
191
Él ganaría.
Los dos sabíamos que lo haría, y dudaba que alguna vez —por
mucho que practicara o me volviera experta— no me ganara en un
combate de lucha libre.
atrás.
Página
Podrían pasar cinco años, el contrato entre nosotros podría
disolverse en el polvo con el tiempo; pero siempre sería elemental y
crucialmente la mujer del amo Alexander.
195
Página
En las dos semanas siguientes, fui follada tan a fondo que no podía
caminar sin el eco de su polla entre mis piernas. Mi cuerpo estaba
dolorido hasta los huesos, la piel reventada de moratones y los
músculos quemados por los constantes estiramientos y tirones de mis
miembros en posiciones perversas. Aprendí la diferencia entre el calor
generalizado de una flagelación, el ardor creciente de una paliza y el
mordisco insoportable y venenoso de un látigo. De hecho, me utilizó
de forma tan completa cada día que no hubo un solo momento en el
que me librara del recuerdo del sexo. Lo llevaba en mi cuerpo y lo
albergaba en mi mente. Un gemido de deseo o de protesta parecía
alojado en mi garganta como una pastilla que no pasaba.
Sólo que esa mañana Noel me esperaba frente a dos puertas dobles
que sabía muy bien que estaban cerradas para mí.
198
Cada vez que pasaba por delante, podía oler el aroma de la vitela y
la tela que se filtraba por debajo de la fina cuña de la puerta. Tenía
tantas ganas de entrar que; a veces, en mi recorrido diario por la
mansión de tres pisos, me quedaba fuera y presionaba con los dedos
las marcas y los remolinos de la madera mientras imaginaba qué
tesoros habría dentro.
Quería vivir mis días entre los libros y morir acurrucada en los
199
—Tal vez te preguntes por qué Alexander te aisló. —No era una
pregunta, pero podía sentir el señuelo que destellaba en la luz que se
derramaba a través de las ventanas de vidrio combado.
La mujer representada era una de las más bellas que había visto
nunca, pero eso no fue lo que me dejó sin aliento.
Abrí la boca para gritar, pero una mano me tapó la boca antes de
que pudiera emitir un sonido.
está durmiendo.
Página
que me sienta destrozada por lo que me dijo Noel? Tú... quieres que
Página
—¿Por qué tiene que ser así? ¿Por qué no podemos simplemente
hablar? —pregunté, retorciéndome contra las esposas.
mi lengua.
—Eso suena doloroso —susurré con voz ronca por el miedo
instintivo en mi garganta—. ¿No has tenido suficiente de mí?
—Eso sería la primera vez —comentó con sorna y luego dio una
descarga.
Me encantaba.
—Mira toda esa preciosa piel que se vuelve de color rosado para
mí —murmuró Alexander un tiempo interminable después de
Página
empezar.
Se oyó un golpe cuando dejó caer el flogger al suelo y luego una
de sus manos presionó con fuerza mi esternón mientras la otra se
enganchaba firmemente en mi sexo y encontraba infaliblemente ese
nudo de nervios en mi pared frontal.
clítoris.
Un gruñido de dolor se me clavó en la garganta mientras me
apretaba el sexo hinchado, ya tan sensible por un orgasmo. El destello
de dolor brillante echó raíces curvándose alrededor de la parte interior
de mis muslos, flechando hacia mi sexo y mis nalgas, donde
palpitaban y tenían espasmos de vida constante.
19 Trad.: Un fanático.
Se apartó de la cama para inspeccionar su trabajo, la suave
almohadilla de sus pies descalzos contra el suelo fue mi única
indicación de que se había alejado de la cama.
Tenía razón.
Me folló así, con sus labios, sus dientes contra mi clítoris de una
forma que dolía tanto que hacía que mi piel pareciera que iba a
desgarrarse átomo a átomo. Me revolqué contra su boca de forma
212
Pude ver cómo sus nalgas, esculpidas y llenas como medias lunas
perfectas, se flexionaban mientras se introducía en mí. Deseé tener las
manos libres para poder estrecharlas y sentir la fuerza y la flexibilidad
de su piel dorada bajo mi contacto.
A menos que él quisiera que así fuera, allí no había nada nunca.
Observé cómo sus ojos pasaban de la plata del sol a la cara oscura
de la luna, llena de cráteres y misterios torturados. Clavó sus dedos en
Página
mi cabello como si las hebras contuvieran las respuestas a todas las
preguntas de la vida.
llorosa.
Página
—Tu madre tuvo una aventura con él hace más de dieciocho años,
cuando tu padre estuvo preso durante un tiempo. Sólo lo sé porque
Amedeo y mi madre hablaron de ello a veces a lo largo de los años,
cuando era tarde y pensaban que los niños pequeños debían estar en la
cama. El resultado fueron mellizos, dos bebés tan hermosos que,
aunque no pudo engendrarlos, tampoco pudo dejarlos ir.
No podía serlo.
Página
Mamá no era una fanática, pero era una devota católica romana.
Era una de las razones por las que nunca se había divorciado de
Seamus, incluso cuando debería haberlo hecho.
Tener una aventura con otro hombre cuando estaba casada y con
otros dos bebés en casa... simplemente no tenía sentido.
Unos que remitían a un capo que había conocido toda mi vida, uno
que se cernía sobre nuestras pequeñas vidas como un poder oscuro.
Era alto, fuerte y moreno, con unos andares suaves y ondulantes que
me recordaron de repente a los de Sebastian.
No pensaba racionalmente.
Puede que fuera mi padre biológico, pero eso sólo significaba que
había sido sembrado por el diablo italiano. En realidad, había hecho
tanto daño duradero como Seamus, ¿y no me había librado de él?
¿Qué haría Seb, sabiendo que era el engendro del peor hombre que
había conocido?
Mi amo.
Cuando lo viera, sabría que era sólo otro nuevo truco en el arsenal
Página
Su mano cayó ante mis ojos sosteniendo una brillante corbata roja.
Complacer a mi amo.
Era más bajo y delgado que Alexander, con el pelo rubio y rizado
alrededor de las orejas. Sin embargo, lo que más me perturbaba era su
polla, que colgaba medio erecta fuera de sus pantalones abiertos y aún
mojada por mi boca.
—Lo golpearé hasta dejarlo sin vida —me dijo Alexander mientras
usaba suavemente el borde de su manga para secar las lágrimas que no
sabía que se derramaban por mis mejillas—. Lo sentaré en la Silla de
Hierro y le aplicaré las colas de gato hasta que se convierta en una
masa ensangrentada de cintas despojadas en el trono de púas. ¿Qué te
parece, topolina? ¿Crees que entonces entenderá que no estás hecha
para nadie más que para mí?
Debería saberlo.
Él me lo dio.
233
—¿Quién iba a saber que algo tan fuerte podía ser tan
desgarradoramente hermoso? —susurró mientras estudiaba mi rostro y
arrastraba su pulgar de bordes rugosos por la línea de mi mandíbula.
—Dímelo —exigió.
Cerró los ojos, con un aspecto muy cansado por primera vez desde
que lo conocí. No contuve mi impulso de levantar la mano y alisar las
líneas de su frente fruncida con mis dedos.
los años mil quinientos en una familia tan antigua como la mía, y hay
Página
algunos que son tan recientes como mi vida que son demasiado
atroces como para dejarlos atrás.
—¿Y estos secretos explican por qué me has comprado?
—Así es. Espero poder explicártelo algún día, pero ese día no es
hoy, y no es pronto. Ahora, levántate y ve directamente a tu
habitación. Quiero que te quedes allí mientras me encargo del
bastardo que actualmente ocupa mi calabozo. ¿A menos que quieras
mirar?
—Voy a subir.
—Buena chica —dijo con una pequeña sonrisa que no llegó a sus
ojos.
Cosima.
Página
—¿Cósima? —Frunció el ceño, con un aspecto tan confuso de
hombre mayor que sentí el impulso de ir hacia él—. Oh, ¿te refieres a
Ruthie? Qué terrible malentendido.
—Tal vez tu polla esté perjudicando el tuyo —espetó Noel, con los
tendones de su cuello en tensión. —¿Olvidas la razón por la que
hacemos las cosas que debemos hacer? ¿Es tan fácil olvidar a tu
propia madre?
239
El silencio que se extendió entre ellos era denso y tóxico como las
secuelas de una bomba atómica. Los dos hombres se miraron sin
Página
Pero lo hice.
Merda20.
20
Trad.: Mierda.
Inspiré profundamente para endurecer mi columna vertebral, para
encerrar mi dignidad en una caja muy pequeña dentro de mi alma, y
luego me fundí en el suelo.
Landon Knox.
—Llevas las cosas demasiado lejos al dejar que ese hombre entre
en mi maldita casa —dijo Alexander, cada palabra afilada como un
246
Podrían haber sido las dos caras de una misma moneda, por muy
contrarios que fueran, tenían los mismos cuerpos colosales repletos de
músculos, el de Edward quizás aún más abultado, y rostros anchos tan
hermosos que hacían que mis ojos dolieran en sus cuencas.
Puede que mi amo fuera cruel, pero nunca me había hecho daño, ni
irreparable, ni más de lo que mi cuerpo podía soportar o mi mente no
podía traducir en placer.
—Si fueras cualquier otra persona, podría ser suave —me dijo
mientras me mordía salvajemente la oreja—. Pero necesitas ser
castigada por abandonarme en Milán.
Hizo una pausa tan grande que pensé que tal vez había llegado a
algún rincón polvoriento de bondad en su cabeza.
Había una orden en medio del fuego infernal del dolor, algo que
tenía que hacer para evitar más. Por mí y por mi amo.
Alexander con claridad y fuerza a través del gimnasio. Sentí que las
frías y aristocráticas sílabas se deslizaban por mi piel dolorosamente
Página
Sabía que el siguiente golpe estaba por llegar, y que sería más duro
que el anterior porque Landon estaría enfadado y celoso del título de
Alexander, pero el dolor seguía siendo imposible de contener.
—Si aceptas este castigo por ella, estás muerto; y lo sabes, joder.
—Jadeé suavemente al reconocer la otra voz. La voz del hermano y
rival de Alexander, Edward. —Llevan buscando razones para acabar
contigo desde que ganaste a Stockbridge la candidatura olímpica en el
dos mil doce. Eres revoltoso, egoísta y demasiado puto cabeza dura
para que estos cabrones te gobiernen. ¿No ves lo que está pasando?
¿No lo ves nunca, joder?
No, quería gritar. Era imposible que Alexander aceptara una paliza
de su propio hermano calumniador por mí. No podía creerlo, y más,
no quería hacerlo.
Dos semanas desde que Alexander había recibido una paliza por
mí.
Sin Alexander.
Tampoco Noel, aunque no estaba tan segura de que eso fuera algo
malo después de su comportamiento la noche de los azotes. No me
había fijado demasiado en su motivación para ser amable conmigo
antes porque había estado tan hambrienta de afecto, tan acostumbrada
a mi vida anterior en la que una persona era amable sin necesidad de
una razón para serlo.
Me había mirado así muchas veces desde el calvario, cada vez que
lo sorprendía saliendo temprano o regresando tarde a la casa.
No lo hacía.
El viaje de cinco horas desde Pearl Hall, que había entendido que
estaba en el Peak District de Inglaterra hasta Glencoe, Escocia, fue la
primera vez que pasé un tiempo real con él.
—Correr.
Corrí.
Lejos de los ladridos de los sabuesos y de los caballos agitados.
Lejos de los hombres depredadores que pasarían toda la noche
persiguiéndonos, una por una.
Para cazarlo...
Dios, ¿había algún final para esta locura? ¿Iba a ser ordenada,
agredida y manipulada hasta mi último aliento?
273
—Edward.
22
En castellano o italiano original.
—Pareces exhausta.
—Me importa mucho. —Levantó las manos a los lados, con las
palmas hacia arriba en señal de rendición. —No me conoces, pero me
importa mucho.
Parpadeé.
23
Trad.: Tranquila.
—Nada de esto tenía que pasar —grité, con la saliva volando por
el aire.
24
Trad. en italiano: putero, promiscuo, mujeriego, proxeneta.
25
Trad.: joder, carajo, coño.
Volví a mirar hacia delante y corrí tan rápido como mis piernas
podían llevarme de vuelta a los densos árboles.
Y grité.
Página
—Pequeña puta, voy a hacerte daño hasta que cantes como un puto
pájaro —me prometió.
Sus ojos brillaban más que los fragmentos de luna que se filtraban
entre los árboles. Tragué grueso ante la forma en que me poseían, la
forma en que me poseía incluso con una mirada, incluso a metro y
medio de distancia.
hombre.
Página
pagano adorador.
Se me hizo la boca agua cuando se bajó los pantalones de montar
lo suficiente como para liberar su gruesa polla y luego cuando la
empujó bruscamente con su gran mano. Su rostro era salvaje en la
oscuridad y con deseo cuando plantó una mano cerca de mi rostro y
usó la otra para hacer una marca con su polla en mi entrada.
Grité, pero esta vez trenzó los bordes de mis pulmones desgarrados
con suavidad y se sintió como si la miel cubriera mi garganta.
Grité cuando agachó la cabeza para cogerme los pezones con los
dientes, el dolor rompiéndose como una nuez entre sus molares y
convirtiéndose en un placer divino, y grité aún más fuerte cuando
utilizó la mano en mi sexo para deslizar otro dedo en mi coño junto a
su polla, y me llenó deliciosamente.
—Te lo dije, nací en esto y me crie con sus reglas. Debería ser
rutinario para mí ser uno de los discípulos de la Orden, al igual que
tantas otras cosas en mi vida son mis obligaciones natas.
para siempre.
Pero no lo hice, porque se había mostrado malhumorado y
contemplativo durante el viaje de vuelta desde las Highlands, y
dudaba de que fuera a responder a mis preguntas con sinceridad.
Un palacio.
289
Una casa sin goteras en la estación húmeda, con agua limpia y más
espacio para que crecieran cuatro hijos. No me importaba un padre
con corona, sólo uno que no se bebiera hasta la muerte al menos una
vez a la semana o que malgastara la escasa riqueza que teníamos en
cartas y caballos.
Pero al mirar esa hermosa casa, por primera vez en mi vida, sentí
que mi propio sueño tomaba forma.
desees.
Tiré de su mano para detenerlo y luego me puse de puntillas para
darle un ligero beso en el borde de la mandíbula.
—Es del mismo tono que tienen tus ojos a la luz del sol —explicó
Alexander—. Es una Akhal Teke27 dorada, una raza muy rara de
Turkmenistán.
—Ella parece la luz del sol viva —le dije mientras le acariciaba la
nariz—. Nunca he visto una criatura tan hermosa.
Parpadeé ante los ojos dorados del caballo y luego ante los
plateados de Alexander. —¿Disculpa?
27
Una raza de caballo relacionado con el caballo extinto turco romano, sus características es
que es esbelto con una altura de 1.60 cm.
a otras bestias tan fácilmente como me plazca. —Me estremecí ante
sus palabras y le lancé una mirada infeliz que hizo que sus labios se
movieran—. Pero hay algunas fábulas en las que el ratoncito resulta
ser muy inteligente y engaña al gato, al elefante o al halcón para que
caigan en sus propios trucos. Tú, mi ratoncito, estás jugando tan bien
este juego nuestro, que ya no estoy seguro de quién gana.
—Sé que eso no será posible por un sinfín de razones, pero quiero
asegurarme de que siempre recordarás que me perteneces. Recordarás
cuando esté ausente y sentirás mi pérdida en tu coño, tu mente y tu
pecho. Sentirás la presión fantasma de mi mano contra tu garganta
como un collar que no puedes quitarte. Y, mi belleza, llevarás el
símbolo de mi línea de sangre en tu piel para que cualquiera que se
atreva a desnudarte lo vea mientras te agacha para follarte.
oreja.
Sus ásperas manos recorrieron cada una de las mejillas de mi culo
desnudo, separándolas y amasándolas como si fueran masa.
—Qué culo tan dulce —alabó—. Inclínalo más hacia arriba para
mí.
luego te voy a follar contra la pared como la bestia que dices que soy
—me dijo con su voz sedosa y suave, su palabra me ataba a su
Página
—Por favor, amo, dame tu dura polla y fóllame hasta que no pueda
Página
más —supliqué.
—Bien, topolina —dijo Alexander con un gemido, y entonces
inclinó sus caderas y hundió toda su gruesa longitud en lo más
profundo de mi ser.
Me corrí al instante.
Soy suya.
La tenemos.
que se avecinaba.
Página
—Vas a llevar algo para mí esta noche, bella, para que estés
siempre pendiente de mí.
—Te llamaré más tarde —prometió—. Que pases una buena noche
con tu dulce papi.
gloria en mi cabello.
Página
Nos hizo girar a los dos y llamó a la puerta. Una pequeña ventana
apareció en el centro, abierta desde el otro lado.
—¿Propósito?
28Del latín Bacchanalia; fiestas de la antigua Grecia y Roma donde se adoraba al Dios Baco o
Dionisio, en las que se bebía sin medida.
mientras su amo usaba su boca. Su espalda era un brutal tapiz de
cicatrices rojas, blancas y rosadas de antiguos y salvajes latigazos.
Jadeé ante el feo horror que suponía, y me giré ligeramente hacia
Alexander para consolarme.
Era una mujer no mucho mayor que yo, aunque su cuerpo estaba
envejecido por las cicatrices. No era la primera vez que agradecía que
Alexander me hubiera comprado a mí, y no otro amo más pervertido.
—Por supuesto.
—No.
En lugar de eso, su voz era hielo seco cuando dijo: —La próxima
vez que menciones a mi madre o me amenaces, asegúrate de tener una
pistola en la mano con la que respaldarlo inmediatamente, porque iré
por ti. Y no te gustará lo que ocurra cuando te atrape.
—Más amplio.
317
altos tacones que aún llevaba. Mi culo estaba tan apretado alrededor
del tapón en esta posición, que no estaba segura de que pudiera
sacarlo.
—Pero esto tendrá que ser suficiente por esta noche. Te voy a
follar aquí, contra la ventana; para que cualquiera que tenga la suerte
de pasar por allí pueda ver lo preciosa que estás con una polla en el
culo.
—Sí, amo.
318
No era suficiente. Moví mis caderas cada vez más rápido, pero el
ángulo no era el adecuado y no podía moverme lo suficientemente
rápido. Un ruido de frustración rasgó el aire y me di cuenta de que era
yo quién hacía ese sonido.
Gemí sin cesar en respuesta, tan perdida que era un milagro que su
voz pudiera penetrar en mis pensamientos borrachos de lujuria.
Fruncí el ceño.
sumisa en el club.
Página
—¿Quién es Yana?
Su cuerpo se aquietó. —No vamos a hablar de ella.
Dejé de respirar.
—Lo soy. Con el tiempo aprendí cuáles eran mis propios límites, y
eran más o menos los mismos que los de cualquier hombre temeroso
de Dios. No disfruto haciéndote sangrar o que comas las sobras del
suelo como la esclava de Sherwood. No disfruto con la idea de
compartirte o ver cómo te violan. Sólo soy un simple hombre con
ganas de oír el sonido de las lágrimas de mi sumisa y de contemplar la
carne después de haberla enrojecido con la fusta.
—Trato hecho.
29
El London Eye es una gran noria situada en el South Bank del río
Támesis en Londres, Reino Unido. Es la noria más alta de Europa y la atracción turística más
7
popular del Reino Unido con más de 3,75 millones de visitantes al año
—De nada.
Era uno de los adornos más impresionantes que jamás había visto.
—Este es tu collar esta noche —me explicó con una voz parecida
al humo de las drogas, cuyo sonido era lo suficientemente
embriagador como para colocarme—. Todos los que lo vean sabrán
que eres mía, y sabrán lo mucho que significas para mí.
No había esperanza para nosotros, y eso era sin que las fuerzas
externas interfirieran.
La Orden y la Camorra.
Noel y Salvatore.
Mi bebé.
Su sonrisa aumentó.
la inyección anticonceptiva.
Página
Con enorme esfuerzo, abrí los ojos y entrecerré los ojos a través de
la brillante luz que asaltaba mi visión incluso en la habitación oscura.
Mayfair.
Página
—Yo, es… —tartamudeó Farley, con los ojos tan desorbitados que
los párpados se le hundieron en el pliegue de las cuencas oculares—.
Lo siento, pero él da más miedo que tú a la hora de la verdad.
Cerró los ojos y se frotó con una mano el rostro cansado. Por
primera vez desde que lo conocía, aparentaba cada minuto de sus
treinta y cinco años.
—Ya no —susurré.
hormigón húmedo.
Página
Sabía que siempre las sentiría allí, una cicatriz en mi memoria que
se impactaba en mi carne.
—Me pareció ver una figura detrás de ti, pero estaba demasiado
lejos para distinguir nada. ¿Se te ocurre quién podría ser?
El escozor del agua se sintió como una dichosa agonía contra mis
músculos doloridos, el tipo de dualidad que suelo experimentar con mi
amo. Me acomodé en las burbujas y cerré los ojos.
—Lo estoy.
—Conmigo, quiero decir —aclaré—. Por lo del bebé.
—Pero...
—Tan sabio para un hombre que parece hacer tantas cosas que no
quiere hacer.
Parecía más una terrible pesadilla que la realidad; una muerte que
había roto el terror y nos había devuelto a la realidad.
agachaba la cabeza para concentrarse en secarme. Tal vez sea casi tan
Página
veces, a horas extrañas del día, oía algo como el viento aullando a
través de las paredes de la casa y me preguntaba si Noel todavía tenía
Página
Así que observé, a la vez que esperé en silencio; hasta que una
mañana, cuando Alexander y yo estábamos acurrucados en la cama
después de una vigorosa sesión en la que se barajaba la idea de que me
enseñara a ejercitar a su halcón, Astor.
Alexander no se movió.
Sus ojos se deslizaron hacia los míos, pero estaban en algún lugar
profundo de su mente dónde el laberinto de sus pensamientos estaba
en su punto más oscuro.
—¿No lo eres?
353
***
—Creí que te habías ido —se enfureció en voz baja mientras caía
sobre el manto de barro de las amapolas a mis pies y me atrapaba el
355
tobillo.
Página
—Creí que huirías, pero tienes que saber, topolina, que nunca te
dejaría ir sin despedirte —prometió roncamente; entonces su cuerpo
me presionó contra la hierba húmeda y las flores mientras me
devoraba la boca.
Quería que me plantara amapolas por toda la piel con sus manos y
sus dientes para que floreciera como todo el campo de flores, más viva
de lo que nunca había estado.
Le amaba.
Mi corazón no se rompió.
Eso no ocurrió.
Página
En su lugar, pude sentir que el órgano se volvía pesado y lento,
que la sangre que lo recorría se congelaba con emociones no dichas,
cargadas de una profunda pena. Se hizo tan pesado que se hundió
desde mi pecho hasta las profundidades de mi vientre, donde se ancló
en el fango y me dolió dulcemente con mi pulso.
Supe, del mismo modo que siempre había sabido que mi padre
sería el fin de mi vida tal y como la conocía, que nunca volvería a
vivir sin el peso de mi corazón muerto en mi vientre.
—Esa excusa está casi agotada. —Levantó una ceja y cruzó los
brazos sobre el pecho—. Puedes hablar conmigo. Sé que has hecho...
cosas para que podamos permitirnos mudarnos a América, pero
cazzo30, Cosima, soy tu hermana mayor. Si no puedo ser yo la que
haga sacrificios por esta familia, al menos déjame soportar parte de tu
carga.
30
En italiano; mierda.
convertido en una fría cuchilla en los últimos años y ahora apenas te
permitía besarla en el tradicional saludo italiano.
Así que este abrazo era especial y casi sirvió para abrir el enorme
cerrojo que tenía en la cámara de mi desorden de emociones y red de
secretos.
Era una mujer más fuerte de lo que había sido; así que sabía
cuándo tomar mi placer cuando podía, incluso si estaba teñido de
dolor.
—Ti amo —le susurré al oído, con la esperanza de que llevara las
palabras allí como gemas preciosas incluso cuando no pudiera estar
con ella.
—Al menos abre una ventanilla —le espeté, incapaz de ir más allá
de la imagen de su insolencia, allí tumbado sin importarle nada
mientras mi vida se había vuelto a poner patas arriba.
misma.
Página
—Estás loco.
—No lo parece.
—Escucha, entiendo que pienses que Noel es un hombre cruel. En
mi experiencia personal, no he visto mucho de eso. Fue amable
conmigo cuando vivía en Pearl Hall. Alexander obviamente tiene sus
propios problemas con su padre y al final, no se nos permitió pasar
tiempo juntos, pero no lo veo como ese horrible villano. Y no creo que
haya matado a tu madre. No cuando estaba en casa de Salvatore
contigo cuando murió.
—Yo estaba allí, así que debería saber lo que realmente pasó.
Mamá me había llevado con ella a casa de Salvatore para planear
cómo podríamos escapar de Noel. Alexander no estaba allí porque era
el heredero, a mamá le preocupaba que se sintiera demasiado obligado
por la familia y que ya se pareciera demasiado a él, para entender lo
peligroso que era quedarse en Pearl Hall. Ya no éramos niños. Él tenía
veintiséis años y yo veintiuno, ya no teníamos que seguir ciegamente a
nadie. Pero yo la seguí y Alexander se quedó en casa.
Este era el gran misterio. Esta era la razón por la que Alexander se
había aliado con un padre al que odiaba y estaba utilizando la Orden
para encontrar respuestas a la muerte de su madre.
Si pudiera encontrar las respuestas por él, tal vez todo sería
diferente.
372
No la tomé.
vacías.
Me sentí como una niña escarmentada mientras estaba sentada
luchando por no hacer un mohín y una mirada a partes iguales.
Finalmente, crucé los brazos con fuerza sobre el pecho ansiosa e
incliné la barbilla para que continuara.
Dante sonrió. —Creo que puedo ayudar con eso. Verás, Alexander
lleva años convencido de que Tore mató a mamá porque Noel se lo
dijo. Ha puesto a la Interpol, al MI6 y a la Polizia di Stato31 sobre
nosotros como putas sanguijuelas e incluso ha intentado atrapar a
gente de nuestra organización. Tenemos una alerta preparada por si
alguien busca tu nombre o el de Sebastian desde hace un año y cuando
descubrió quién eras el pasado agosto, fue una oportunidad demasiado
buena para dejarla pasar.
Le ignoré.
—Tienes que tomar una decisión —dijo Dante, solemne una vez
más. Parecía el compañero de Salvatore allí sentado, igual de oscuro y
poderoso, totalmente en sintonía con los pensamientos e intenciones
criminales del mayor—. Puedes ayudarnos a acabar con una secta de
hombres terribles y podemos ayudarte a ti y a tu familia a establecer
378
—Alexander, por favor, ven; creo que sabe que estoy aquí para
espiarlo.
A casa.
A salvo.
Pearl Hall nunca podría ser realmente mi hogar, aunque era seguro
porque nunca sería más que una esclava dentro de sus muros.
Era una de las razones por las que estaba haciendo esto.
Me besó de nuevo, con tanta fuerza que me lastimó los labios, pero
no me importó. Quería llevar el azul de su pasión y el púrpura de su
381
amiga?
—¿Por qué apuntarías tu arma a la cabeza de la hija que
abandonaste al nacer? Tal vez eres un psicópata.
puerta.
Página
No sabía hasta qué punto creerlo, ya que había visto a Yana, una
de las esclavas de Noel, en el Club Dionysus hacía unas semanas y él
había sido muy amable conmigo durante mi estancia en Pearl Hall.
384
Lo único que sabía con certeza era que esta disputa de sangre iba a
hacer que los mataran a todos al final y yo no quería eso.
Página
Creo que era más bien para que Dante vigilara a mamá y a Elena,
pero no presioné. Dante se apellidaba Salvatore en Nápoles, y era
obvio que los dos estaban unidos como padre e hijo.
Pero, sobre todo, no quería ese tipo de muerte o final criminal para
Alexander. Por mucho que me sentara en el campo de amapolas de la
propiedad de Salvatore y pensara en el curso que había tomado mi
vida, no podía convencerme de no amar al hombre civilizado ni a la
bestia que acechaba bajo su piel.
Sus ojos brillaron con una luz extraña. —¿Y si lo hiciera? ¿Me vas
a juzgar por vengar por fin la muerte de mi madre? Llevo años
intentando hacer caer a ese hombre por medios legales, pero era más
escurridizo que una anguila.
padre.
—No pensé en matarlo, sólo en llevarlo a la justicia de la manera
que pudiera. Él destruyó a mi familia.
—Así que tu plan funcionó —dije con una sonrisa cansada y cínica
que se sentía mal en mi cara—. Yo era el cebo adecuado para atraerlo
y sacarlo de su escondite.
Debería haber sido pura euforia la que corriera por mis venas, pero
estaba contaminada con el veneno plomizo del miedo.
Y así era.
De hecho, creo que nunca me había visto más hermosa que para mi
boda.
Quería creer que quería necesitarle, pero mi mala suerte era tan
profunda que me sentía como un gato negro.
Puede que aún no me ame y que nunca sea capaz de decir las
palabras en voz alta, pero no me cabía duda; después de observar su
asombro durante la ceremonia, de que no me apreciaba.
Para una pobre chica de Nápoles con una familia rota y lejana, eso
era más que suficiente por ahora.
397
—Se lo diré.
Sólo llevaba dos horas casada con él, pero quería despedirme de
mi marido.
Se deleitó con mi boca como si supiera que era el último beso que
nos daríamos, como si supiera que en cualquier momento lo dejaría
para no volver a verlo.
Estaba preparada para vivir mis días como fuera, como la nueva
señora de Pearl Hall y la eterna esclava del señor Alexander.
Mi marido.
Esposa.
saludó.
Me detuve miserablemente y recuperé el aliento.
Decidí esto.
O el gemelo de Sebastian.
Dos hombres.