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SERIE DE SERMONES BASADO EN LA CARTA A LOS TESALONICENSES

UNA IGLESIA EJEMPLAR PARA NUESTRA CIUDAD


SERMON 9: NORMAS PARA LA VIDA CRISTIANA
EN COMUNIDAD
Jorge Betancur

En el sermón anterior que llevó por título “Una Esperanza Eterna” abordamos la seguridad cristiana frente
a la muerte, esta seguridad está arraigada en nuestra Esperanza.

La pregunta a responder es: ¿En qué consiste esta esperanza que tenemos?

Esta esperanza consiste en que Jesucristo vendrá por segunda vez; los muertos en Cristo resucitarán para
vida eterna con cuerpos glorificados; a los que estén vivos se les darán cuerpos glorificados; y todos juntos
estarán para siempre glorificando y gozando de la presencia del Señor. Todo eso se resume en la siguiente
línea: “estaremos con el Señor siempre” (v. 17).

Con esto en mente, en este día el sermón lleva por título “Normas para la vida cristiana en comunidad”

La comunidad cristiana es el conjunto de personas que en un lugar, región o país han sido llamados aparte
por Jesucristo y se reúnen como cristianos a causa de su conocimiento y por la vocación que han recibido
para confesar su nombre.

El sentido y propósito de esta “asamblea” (ekklesia) es llevar una forma de vida común creada por el
Espíritu Santo. En otras palabras, participan todos en una vida de obediencia a la Palabra de Dios en
Jesucristo.

La expresión interior de su vida como comunidad cristiana es la fe, el amor y la esperanza que les sostiene
y les alienta; la expresión visible es la confesión común de la fe aceptada por todos, la responsabilidad
común, reconocida y ejercida, de dar a conocer el nombre de Jesucristo a todos los hombres y la adoración
y acción de gracias que se ofrece en común.

Según Dietrich Bonhoeffer

“Aquel que ama más su sueño de una comunidad cristiana que a la comunidad cristiana misma, se con
vierte en destructor de toda comunidad cristiana, por más honestas, serias y abnegadas que sean sus
intenciones personales”

1 Tesalonicenses 5:12-22 “12 Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros,
y os presiden en el Señor, y os amonestan; 13 y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de
su obra. Tened paz entre vosotros. 14 También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos,
que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. 15
Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y
para con todos. 16 Estad siempre gozosos. 17 Orad sin cesar. 18 Dad gracias en todo, porque esta es la
voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 19 No apaguéis al Espíritu. 20 No menospreciéis las
profecías. 21 Examinadlo todo; retened lo bueno. 22 Absteneos de toda especie de mal.
A primera vista, esta sección parece ser una especie de cajón de sastre de exhortaciones e instrucciones
diversas. Los eruditos han debatido durante largo tiempo si estas secciones de las cartas paulinas reflejan
cuestiones específicas de una iglesia particular o si no son más que meras amonestaciones genéricas sin
conexión intrínseca con las circunstancias de los receptores.

En términos de estructura, la sección parece dividirse en cuatro segmentos.

[1] Responsabilidades de la comunidad hacia los líderes (5:12-13).

[2] Responsabilidades de la comunidad hacia los individuos (5:14-15).

[3] Responsabilidades de la comunidad para con Dios (5:16-18).

[4] Responsabilidades de la comunidad para con el Espíritu (5:19-22).

[1] Responsabilidades de la comunidad hacia los líderes (5:12-13).

En los clubs cívicos o sociales y las asociaciones que eran comunes en la cultura grecorromana del siglo I,
había una relación notoria entre la riqueza, el estatus y el liderazgo. Con frecuencia, a los miembros ricos
se les daban posiciones de liderazgo, porque eran los patrones del grupo. De hecho, en muchos casos, los
miembros ricos de una asociación o grupo que funcionaban como patrones o benefactores daban por
sentado que ejercerían el liderazgo.

Dentro de la congregación cristiana, sin embargo, la cualificación clave para el liderazgo (en teoría al
menos, si no siempre en la práctica) no era la riqueza o el estatus, sino el don para el ministerio.

Como observó F. F. Bruce, por lo general, “los líderes no hacían el trabajo adecuado porque hubieran
recibido dicho nombramiento; se los reconocía como líderes porque era evidente que realizaban esa
labor”.

Las instrucciones de Pablo en 5:12-13 apelan a las congregaciones de hoy a hacer dos cosas.

(1) Deberían admitir y reconocer a aquellos que están haciendo de verdad la obra del ministerio. Quienes
ostentan títulos, posiciones, visibilidad o reconocimiento no siempre son los que desempeñan el duro
trabajo que mantiene en funcionamiento a una congregación.

(2) La congregación debería respetar o “considerar […] en el más alto respeto” a sus líderes. Este podría
ser el mayor fracaso de las congregaciones de hoy. Solemos saber quiénes son nuestros líderes, pero con
demasiada frecuencia no los respetamos ni los seguimos.

[2] Responsabilidades de la comunidad hacia los individuos (5:14-15).

Habiendo “hablado de la necesidad de que la comunidad respete a sus líderes”, Pablo “sigue adelante
advirtiéndole a la comunidad sobre cómo debería tratar a aquellos que tienen problemas y necesidades
espirituales especiales”.

(1) Les instruye que “amonesten a los holgazanes” se le debería dar aquí probablemente su sentido más
fundamental de “indisciplinado, irresponsable, ingobernable”.

(2) Deben “alentar a los de poco ánimo”. La gama de significados incluye a los preocupados, desalentados,
temerosos, inadecuados, los que carecen de confianza, abatidos, tristes y débiles. En el contexto
inmediato, nada ofrece una pista de su matiz preciso ni sobre su causa.

(3) “Apoyar a los débiles” El verbo puede traducirse “apoyo, provisión, ayuda” o incluso “defender”,
(4) El mandamiento a “ser pacientes con todos” La relevancia de esta orden a una comunidad que está
bajo presión o estrés (p. ej., la persecución o la preocupación por los creyentes fallecidos) es evidente.

(5) En 5:15, “Asegúrense de que nadie pague mal por mal; más bien, esfuércense siempre por hacer el
bien, no sólo entre ustedes sino a todos”.

[3] Responsabilidades de la comunidad para con Dios (5:16-18).

En 5:16-18, Pablo deja las instrucciones que cubren actitudes y acciones hacia los demás creyentes y seres
humanos y pasa a ocuparse de las actitudes hacia Dios.

Mientras que 4:3 establecía la “santidad” como la voluntad de Dios con respecto a la conducta individual,
aquí se utilizan tres imperativos vinculados que describen la “voluntad de Dios en Cristo Jesús” para la
comunidad tesalonicense.

Con respecto al mandamiento “estén siempre alegres” el énfasis sobre el gozo no alude tanto a
experimentarlo, sino a expresarlo activamente”.

La traducción “gozosos”, que deja clara la implicación de una acción o actitud. Aunque no se indica aquí
la base para el gozo, la referencia anterior al gozo evidencia que se trata de la actividad y de la obra de
Dios entre su pueblo.

Al instar a los tesalonicenses a “orar” y “dar gracias” (5:17-18a), Pablo está dando un consejo de algo de
lo que él mismo es modelo. Este mismo aliento a la oración aparece en varias cartas. En cuanto a
“constantemente” (cf. 1Ts 1:3; 2:13), “perseveren en la oración” (Ro 12:12) da ese mismo sentido.

Dar gracias (5:18) es otro mandamiento o tema común. Como la orden de regocijarse, está
profundamente arraigado en la teología de Pablo, es decir, en su entendimiento sobre Dios.

El verdadero desafío de los versículos 16-18 no aflora cuando el momento o las circunstancias son buenos
y resulta fácil regocijarse y dar gracias, sino cuando (como en Tesalónica) puede parecer que nuestra
situación material no es tan buena.

¿Creemos de verdad que la salvación de Dios tiene más valor que el coste de la persecución que llega
como resultado de aceptar el evangelio? Demostremos, pues, esa convicción regocijándonos en medio de
ella.

¿De veras estamos persuadidos de que Dios liberará a su pueblo y le hará justicia? Entonces, oremos con
persistencia y paciencia, esperando y vigilando con la expectativa de que Dios actuará.

¿Estamos genuinamente convencidos de que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman
(Ro 8:28)? Demostremos, pues, esa convicción dando gracias en toda circunstancia.

[4] Responsabilidades de la comunidad para con el Espíritu (5:19-22).

En estos versículos existe una doble responsabilidad: no apagar nada que proceda genuinamente del
Espíritu y no atribuirle nada falso.

Como expresa sucintamente J. W. Elias: “Durante la adoración, el Espíritu precisa tener libertad para
hacer que los profetas hablen; sin embargo, también es necesario que todo lo que se diga sea probado”

Uno es el del propósito y el efecto: la genuina actividad profética sirve para fortalecer, alentar y consolar.
En resumen, funciona para la edificación y el reforzamiento del pueblo de Dios. Si los efectos de una
presunta profecía son otros, existen buenas razones para sospechar de ella. Lo mismo ocurre con las
profecías que exaltan o sirven los intereses de un individuo.

(2) Las Escrituras son, sin embargo, el principal medio para probar las profecías. Resulta axiomático que
nada de lo que procede en verdad del Espíritu Santo contradirá algo de lo que Dios ha declarado en su
Palabra.

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