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A SUJECION

la sujecion segun el diccionario es:

 FIJACIÓN O SUSTENTACIÓN DE
ALGO.
 LO QUE SE USA PARA SUJETAR:
 CONTENCIÓN ,DOMINACIÓN O
DEPENDENCIA
 DEPENDENCIA
 INTR. ESTAR CONDICIONADO
POR ALGO PARA EXISTIR O
TENER LUGAR
cuando se habla de la aplicacion biblica, se
dice que es un principio de obediencia, y
denota que se realiza por amor o respeto, mas
no por obligacion; cuando existe obediencia
por obligacion no se habla de sujecionsino de
dominio...

a quienes debemos sujetarnos y a que cosas


estamos sujetos, la biblia lo especifica
claramente en diversos versiculos:

 DIOS 1ª COR 15:28;


 A REINOS 2ª CRO 11:5-12; 2ª SAM
8:6
 PADRES LC 2:51; 1ªTIM 3:4
 LEY ROM 7:6; 1ªCOR 9:20; GAL 5:1-
4, HEB 2:15
 MAGISTRADOS ROM 13:3-5;
 JESUS 1ª COR 15:27, HEB 2:8;
 ANCIANOS/ PASTORES 1ªPED 5:5,
HEB 13:17
 ESPOSO/A ROM 7:2; EF 5:22: COL
3:18; 1ª PD 3:21
 PASIONES STG 5:17
 JEFES/EMPLEADORES GN 16:9;
tambien se hace mencion a las autoridad, o
autoridades
AUTORIDAD es aquel que tiene la Potestad
sobre algo , facultad de mandar y hacerse
obedecer.
NEH 11:21; Mt 7:29; Mt 8:9; LC 22:25;
ROM 13:1, 2ªCOR 13:10; AP 12:10

la sujecion involucra la sumicion que significa


ser OBEDIENTE, DOCIL, 1ªPED 5:5; GN
16:9

POR QUE DE SUJETARNOS


estos son algunos versiculos que nos dicen las
ventajas y desventajas de la sujecion
2 cor 10.5-6
Hebreos 13:17
Romanos 13:1-2
Colosenses 3:20
Romanos 13:3-5
Santiago 1:22-25

CUANDO NO
son pocos los casos que habla la biblia de
cuando debemos rechazar la sujecion
1 Samuel 22.17-18 enseña que cuando Saúl
dio orden de ejecutar a los sacerdotes de
Jehová, fue un extranjero (edomita) el que
se levanto a ejecutar la orden porque
ninguno de los hombres judíos lo hizo.

es decir la sujecion solo se puede rechazar


cuando incurre hacia el pecado o en contra de
nosotros mismos, en contra de otros o nuestros
cuerpos son los unicos casos en que se niega la
sujecion; no existe la sujecion en el noviazgo o
en la amistad, solo el mutuo respeto.

en fin la sujecion es un acto de amor que


principalmente es con dios, pero tambien se
puede hacer entre las personas...
ecesidad de formación en la vida
del cristiano

¿Qué significa que todo cristiano necesita formarse? En


primer lugar significa que la fe cristiana tiene que ver
con la verdad. Lo que creemos como cristianos no son
cuentos o fantasías, sino acontecimientos verdaderos y
realidades efectivamente existentes. La verdad en
general para las personas es algo importante. Cuando
hablamos en serio nos interesa la verdad, sea la verdad
de lo que se informa, de lo que se opina, de lo que se
hace, etc. Por contraste, sentimos una profunda
frustración cuando nos descubrimos en el error, en la
falsedad, o peor aún en el engaño. Cuando las cosas o
las personas nos interesan, o nos asalta la posibilidad
del error o del engaño, entonces indagamos, buscamos
la verdad, o nos confirmamos en ella. Hay por tanto, a
este respecto, una doble necesidad de formación para
el cristiano: una brota de la fe que quiere ser entendida
y conocida como verdadera, y otra que surge de la
propia constitución humana que somos, es decir, de
que nuestra inteligencia sólo descansa en el gozo final
de la verdad descubierta y alcanzada.
En segundo lugar, significa entender que la vida
cristiana se aprende, que nadie nace sabiéndola, sino
que Jesús El Maestro nos enseña a través de sus
testigos acreditados a vivir una vida nueva según Su
Evangelio. Por eso está la catequesis de la iniciación
cristiana, a los demás sacramentos y otras múltiples
formas en que la Iglesia enseña a sus hijos a vivir la fe
en medio del mundo. Una manera muy propia de la fe
es la formación de la conciencia moral cristiana. El
discernimiento de la conducta del creyente en medio de
las situaciones cotidianas ordinarias y extraordinarias.
El cristiano quiere seguir a Jesús, y seguirlo implica
“ponerse en su lugar”. Esto lo entendió muy bien san
Alberto Hurtado al preguntarse: “¿Qué haría Cristo en
mi lugar?” Ese discernimiento exige formación y
acompañamiento espiritual.

En tercer lugar, significa acoger al Espíritu Santo


actuante en la Iglesia, y que conduce a la comunidad
creyente a la plena comprensión de Jesús. El Espíritu
Santo nos enseña a llamar Padre a Dios, abriéndonos
connaturalmente al diálogo orante con Dios Uno y
Trino. Él es el Maestro de oración, de la verdadera
oración cristiana, simple, sencilla, balbuceante y
contemplativa, cargada de fuego y de amor que
enciende la acción apostólica de los creyentes.

Por último, la necesidad de formación del cristiano se


funda en una necesidad aún más radical, la de
relacionarnos íntimamente con Dios, de ser amados por
Él y amarlo, de conocerlo siempre más y escuchar su
Palabra. No se trata de “escuchar voces” como
enfermos mentales, sino de acoger, recibir, alimentarse,
obedecer, hacer, poner en práctica la Palabra de Jesús.
Las relaciones personales no sobreviven a punta de
cosas (de ahí la triste tragedia del materialismo y
consumismo contemporáneo), sino que se fortalecen y
robustecen a base de encuentro personal y amistad.
Somos personas a imagen y semejanza de Dios Padre,
Hijo y Espíritu Santo, y con Él sólo cabe el diálogo
personal, simple, sincero y concreto. La Palabra de
Dios es concreta, está en el Evangelio, y el rostro de
Dios es concreto, Jesús de Nazaret, el Maestro. La
formación cristiana, entonces, no es para ser más
eruditos en cristianismo, sino para conocer vitalmente
cuánto nos ha amado Dios en Jesús, y así saber cómo
podemos agradarle siempre más, igual que lo hacemos
cuando valoramos el inmenso amor de nuestras
madres, y no sólo nos duele enormemente ofenderlo,
sino que buscamos agradarle en todo. Eso es posible
en la medida en que la conocemos. El cristiano es
siempre discípulo del Maestro, Jesús, que nos enseña a
ser verdaderos hijos de Dios, nuestro Padre, hombres y
mujeres que por su fe en Jesús, su esperanza en la
venida de Cristo, y su amor crucificado llegan a ser sal
de la tierra y luz del mundo.

oncepto
La formación es un itinerario o proceso continuo, que abarca
toda la vida del cristiano, cualquiera sea la función que
cumpla en la Iglesia. Puede caracterizarse como una tarea
permanente, integral y sistemática orientada a la
maduración en la fe y el descubrimiento cada vez más claro
de la propia vocación, a fin de vivirla en el cumplimiento de
la misión.
Aparecida lo expresa diciendo que el objetivo principal de la
formación es: ayudar a los bautizados a encontrarse con
Cristo, para reconocer, acoger, interiorizar y desarrollar la
experiencia y los valores que constituyen la propia identidad
y misión cristiana en el mundo.
Según el mismo documento, la formación supone cinco
aspectos fundamentales: el encuentro con Jesucristo (como
fundamento de la vida cristiana), la conversión (como
respuesta de fe), el discipulado (como crecimiento o
maduración en la fe), la comunión (integración en la vida
comunitaria de la Iglesia) y la misión (anuncio de
Jesucristo)-( Cf. Aparecida 6,2.1)

Objetivo
La formación de los fieles laicos tiene como objetivo
fundamental el descubrimiento cada vez más claro de la
propia vocación y la disponibilidad siempre mayor para
vivirla en el cumplimiento de la propia misión. (Juan Pablo
II, Cristifideles laici, 58)

Necesidad
La formación de los agentes de pastoral se ha de colocar
entre las prioridades de la diócesis y se ha de incluir en los
programas de acción pastoral. Los obispos latinoamericanos
en el mensaje final de Aparecida señalaban “Es necesario
formarnos y formar a todo el Pueblo de Dios para cumplir
con responsabilidad y audacia la tarea de ser discípulos y
misioneros”. Y en el c. 6 (dedicado al tema formación)
reafirmaban la necesidad de “una clara y decidida opción
por la formación”.
Características generales
El apostolado solamente puede alcanzar plena eficacia a
partir de una formación multiforme y completa. La exige no
sólo el progreso espiritual y doctrinal del mismo seglar, sino
también la variedad de situaciones, personas y tareas a que
tiene que acomodar su actividad.
Santo Domingo habla de la necesidad de una formación
“integral, gradual y permanente de los laicos mediante
organismos que faciliten «la formación de formadores» y
programen cursos y escuelas diocesanas y nacionales”. A su
vez Aparecida habla en la misma línea de una formación
“integral, kerigmática, permanente y dinámica”. Cada
documento desde su perspectiva, reafirma conceptos y aporta
elementos complementarios que enriquecen la comprensión
del problema.

Dimensiones o aspectos
Para los obispos de Aparecida, la formación debería abarcar
las dimensiones: humana comunitaria (para aprender a
convivir en un mundo plural), espiritual (para fundar la
existencia cristiana en una profunda experiencia de
Dios), intelectual (para posibilitar la reflexión, el
discernimiento, el juicio crítico y el diálogo, además de
adquirir la competencia necesaria que los distintos servicios
eclesiales requieren) y pastoral y misionera (para mover al
anuncio de Cristo en el propio ambiente, manteniendo viva la
inquietud por los alejados y los que no conocen a Cristo).
Se habla de una formación general, común a todos los
cristianos, y de una formación específica, que responda a los
diversos ambientes y personas.
La formación para el apostolado supone una
cierta formación humana, íntegra, acomodada al ingenio y a
las cualidades de cada uno. Se trata sobre todo de formación
en valores humanos: la competencia profesional, el sentido
de la familia y el sentido cívico, y aquellas virtudes relativas
a las relaciones sociales, es decir, la probidad, el espíritu de
justicia, la sinceridad, la cortesía, la fortaleza de ánimo, sin
las cuales ni siquiera puede haber verdadera vida cristiana;
cultivar las relaciones humanas, sobre todo, el arte de la
convivencia fraterna, de la cooperación y del
diálogo. Formación espiritual como fundamento y condición
de todo apostolado fructuoso. Sólida formación doctrinal,
bíblica, filosófica, teológica y ético-social. La formación para
el apostolado no puede consistir en la mera instrucción
teórica. Formarse y perfeccionarse a sí mismos por la acción
con los otros y a entrar así en el servicio de la Iglesia.
Para Cristifideles laici la formación espiritual “ha de ocupar
un puesto privilegiado” en orden a crecer en la intimidad con
Jesús, en la conformidad con la voluntad del Padre y en la
entrega a los hermanos. La formación doctrinal es
fundamental, no sólo para la profundización de la propia fe,
sino también para ser capaces de «dar razón de la
esperanza» cristiana frente al mundo y sus graves y
complejos problemas. Es absolutamente necesaria una
catequesis sistemática según las edades y situaciones de vida,
y una más decidida promoción cristiana de la cultura, como
respuesta a los eternos interrogantes que agitan al hombre y
a la sociedad de hoy. Para los laicos comprometidos en el
campo social y político resultará indispensable un
conocimiento más exacto de la doctrina social de la Iglesia.

Tus aportes son importantes


Por eso sería bueno que descargues el documento haciendo
click en este link y que lo trabajes con tus amigos o
conocidos. Tenés hasta el 13 de mayo para hacer tus
aportes. En este otro link podés ver de que se trata eso de
los Grupos Sinodales de Estudio y la manera concreta de
hacer llegar tus aportes.
El futuro de la Arquidiócesis de Paraná cuenta con tu
reflexión y tus aportes. Y en esto, como en muchas cosas más,
se hace realidad el dicho: obras son amores.
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