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EL PASAJE ADOLESCENTE (RASSIAL).


CAP. 7 LOS PADRES DEL ADOLESCENTE.

El titulo del capitulo no contempla el sexo.

La palabra parientes y los vínculos de los padres con el hijo.


La palabra parientes designa al conjunto de aquellos con los cuales alguien esta
emparentado, ya sea por un lazo de sangre o de alianza. Rassial va a utilizar la palabra
parientes en su extensión mas reducida, incluso dejando de lado el lazo fraternal y la
relación con los abuelos. La experiencia psicoanalítica demuestra que padre y madre no
tienen una función y una posición parental común, sino que existe una diferencia en lo
biológico (diferencia sexual), y una divergencia de valor: el vinculo de la madre con el hijo
es primero real (el hijo es un pedazo despegado del cuerpo de la madre), mientras que el del
padre es primero simbólico, y el mismo debe ser introducido por la madre.
Sin embargo, a pesar de esta divergencia, el adolescente tendera a evocar a los padres como
un todo, como ese padre combinado que tiene los atributos de ambos sexos, y que M. Klein
llama figura fantasmatica en el niño pequeño. Y cuando hable de los adultos descuidara
todavía mas las diferencias sexuales.
Esto significa que de haber reactivación del Edipo en la adolescencia, el acento ya no se
colocará primero en la diferencia de los sexos, sino sobre la diferenciación de las
generaciones. La prohibición del incesto era legitimada a partir de una diferencia entre
“pequeños” y “mayores”, en cambio el adolescente, ahora que es adulto, debe reformularse
esta prohibición y se pregunta ¿Qué es lo que la sigue sosteniendo?

En el trabajo de duelo que niños y niñas tienen sobre su propia posición infantil y de las
figuras parentales del niño, ambos sexos tienen el mismo trabajo psíquico que hacer.

Tesis ¿Qué es lo que, de la adolescencia de los hijos, esta en juego para los padres?
Respuesta: Un cambio de lugar.
Ser padre no es una cualidad intrínseca del ser humano, sino que es primero una función,
luego una posición ocupada en relación a otro sujeto y modificada cuando este otro sujeto
se transforma de niño en adolescente, y luego en adulto.
La adolescencia de los hijos, que para ellos es una crisis, también será una crisis para la
organización familiar donde los padres deberán reinventar su lugar en relación con los otros
y con ellos mismos. Ya no podrán refugiarse en su posición de padre.
Será puesto en cuestión el peso de los otros investimentos distintos de los parentales
(incluso el conyugal). Ellos también deben efectuar un trabajo de duelo y separarse de lo
que parecía una parte de ellos mismos.
Psíquicamente, los padres están divididos entre lo los padres de la realidad (conscientes), y
los padres fantaseados (inconscientes). El adolescente se ve confrontado entre la realidad de
sus padres (como sujetos cualesquiera con sus conflictos y limitaciones) y los padres
idealizados en la infancia. Esto lo resolverá, o bien con la invención de una novela familiar,
o bien por la denuncia repetida de esos padres decepcionante, o por medio de cualquier otra
proyección. Los padres responden a esto “no olvides que yo soy siempre tu padre o tu
madre”, aunque ellos mismos se encuentran en la incertidumbre de su propia posición.
Los padres, a causa de lo que su hijo proyecta en ellos, son conducidos a interrogar a sus
propios padres fantaseados a cuestionr la idea misma de lo que es ser padre.
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Lo que son los padres para el adolescente (lo que el espera de ellos y lo que puede
esperar).

Primera consecuencia de la pubertad: poseer los atributos físicos de los padres


El cuerpo del niño se transforma en un cuerpo de adulto. Las consecuencias son de ese
cambio de imagen son: los signos secundarios (cambio de voz, crecimiento de senos, etc),
que son tanto o mas importantes que la madurez de los órganos genitales; el adolescente
debe realizar un trabajo de reapropiación de la imagen del cuerpo, esta imagen del cuerpo
es garantizada en la adolescencia por los semejantes y las eventuales parejas.
Lo importante es que ahora el cuerpo sera semejante al del adulto, son sus mismos
atributos, los cuales antes los diferenciaban.
En un primer tiempo, la pubertad puede ser vivida por el adolescente como una falta, o una
enfermedad, cuyos signos serian la menstruación y las erecciones espontáneas y poluciones
nocturnas. Pero debido a la semejanza con la imagen del adulto, en un segundo tiempo sera
vivida con frecuencia como una competición con los padres: sus atributos no aseguran a los
padres un poder de más, pues también los tiene el adolescente, con lo cual el adolescente se
opondrá a toda autoridad que ya no se apoye sobre esta diferencia corporal; a la vez esta
apropiación esta próxima a una competición con el padre del mismo sexo.
El adolescente se da cuenta de que poseer el conjunto de los atributos de la edad, no es la
propiedad de ciertos humanos (como podía creerlo el niño), sino un estado provisional,
como lo era la infancia. Ahora el mundo no esta dividido entre mayores y pequeños, sino
entre un cierto número de estados provisionales.

Segunda consecuencia de la pubertad: trastorno del Edipo.


A la vez, los padres le parecían al niño inmortales, sólidos, capaces de soportar sin
sucumbir a los deseos edipicos más agresivos. Los padres del adolescente, en cambio, se
revelan mortales, podrán sucumbir ante la vejez sin necesidad de matarlos. La dinámica
imaginaria de la integración del Edipo se ve trastornada.
Este carácter decepcionante, que, en definitiva, los padres no están hechos de otra materia
que los hijos y ya no pueden ser los referentes últimos, ideales, infalibles; tiene dos
consecuencias:
1) Modificara radicalmente la relación del adolescente con sus padres (sus demandas, sus
quejas, etc).
2) Volverá a plantearse la cuestión de un otro como referente último, esa vez que pueda
garantizar con eficacia y de forma duradera al adolescente su identidad (por ejemplo la
religiosidad, o un amor distinto al parental).
Hay que decir que si el adolescente expresa con frecuencia esta decepción mediante la
oposición, el conflicto, es una prueba para el, que podrá provocarle angustia y depresión.

Tercera consecuencia de la pubertad: el adolescente es un padre o madre en potencia.


El adolescente no solo se convierte en un adulto, sino que se convertirá potencialmente en
un padre o madre. A partir de lo cual se cuestionara a los padres, no solo como adultos, sino
como representantes privilegiados de la paternidad y la maternidad. Donde ser padre ya no
es una cualidad, sino una función socialmente sostenida.
El termino “cadena de generaciones” es algo que constata el adolescente Los padres no son
los primeros, el mismo y sus hermanos y hermanas no son los últimos (sabemos que los
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adolescentes sienten gusto y pasión por la genealogía y la historia). A la vez, descubre que
esta cadena puede prolongarse después de el y descubre una nueva responsabilidad.
Esto modifica el valor de la concepción de lo que se denomina escena primitiva (la imagen
fantaseada del acto sexual de los padres que engendro al hijo). Al replantear la cuestión de
su origen, el adolescente interroga directa o indirectamente, la sexualidad de los padres;
aunque lo que interroga es este acto sexual imaginario y único, no la vida sexual de ellos.
Esto produce efectos paralelos en los padres: un conflicto con respecto al acto sexual como
cumplimiento de un deber de reproducción, como búsqueda de un goce de antaño remitido
a mas tarde y prometido al niño, como repetición de este acto único de castración.

¿Como interpelan los adolescentes a sus padres?


Los padres formulan dos quejas respecto a sus hijos: son insolentes y responden.
1) ¿Qué es ser insolentes? Es afirmar su soledad, reivindicarla extrayendose del bienestar.
La sociedad no reconoce el estatuto adolescencia, y estar en adolescencia ya es de por si
una insolencia. En la adolescencia, a diferencia de la infancia y en la adultez, los
sentimientos negativos con respecto a si mismo no son reprimidos, sino que, como en la
psicosis o la paranoia, son proyectados al exterior (ej si me siento mal es por tu culpa), y es
el momento en el que se mimetiza una relacion perseguiros/perseguido. Esta insolencia es
uno de los motores del proceso de la adolescencia.
2) ¿Qué es responder? Se refiere a aquel, que en lugar de obedecer, de permanecer en el
lugar que le es asignado por el discurso de los padres, pronuncia una palabra de más,
incluso insignificante. Esto pone de manifiesto dos cosas: que hay otros discursos posibles
al discurso parental, el cual pierde su valor; que el discurso de los padres se revela como
frágil, puesto que basta una palabra de mas para denunciarlo. Los padres creen detentar un
saber y ser el referente último, sin embargo simultáneamente saben que ellos mismos
responden a lo que se espera de ellos, que ellos mismos están sujetos a un discurso del que
no son los verdaderos amos.
En este dialogo entre adolescentes y sus padres, los unos y los otros descubren el mundo
que los rodea, sus propias dependencias, y cada uno a su manera, se siente desbordado. Y
aunque recurran a un tercero, este no evitara un conflicto necesario y fundador.

Tres posiciones del adolescente al dirigirse a los padres


El adolescente al dirigirse a los padres, se pone a la vez en posición de demandar, de
contradecir y de imitar, alternando entre las tres de manera que se completen. Inventara sin
cesar nuevas demandas, buscara ocasiones de contradecir a sus padres, y sin darse cuenta
los imitara.
1) Demandar: Se refiere a esas solicitaciones repetidas del adolescente (quieren tal cosa, o
que los autoricen salir hasta tal hora). Pero responder a la demanda no resuelve nada. Lo
que para el adolescente cuenta es que su demanda, y detrás de ella su derecho de demandar,
sean reconocidos como legítimos. Demanda pues en la niñez se le hizo la promesa de que
cuando sea mayor tendría el goce. Esta demanda va en el sentido del trabajo de apropiación
de si mismo y del mundo que constituye el proceso de adolescencia.
2) Contradecir: El sentido de la contradicción corresponde en el adolescente a su exigencia
ilusoria de un discurso sin contradicción. De manera que marca frecuentemente las
contradicciones internas del discurso de los padres (entre lo que dicen y lo que hacen, lo
que han promovido y lo que son, etc). Este placer de contradecir va de la mano con el
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idealismo de los adolescentes, su anarquismo en el sentido de una rebelión contra toda


autoridad y de una pasión por la utopía.
3) Imitar: Es lo menos evidente. Hay una estrecha relación entre los adolescentes y lo que
no son los padres, sino con aquellos que han sido en su adolescencia, lo que han soñado ser,
o lo que han reprimido de sus propios deseos.

Que viven los padres de adolescentes

Patología (normal) de los padres de adolescente


El hijo debe efectuar elecciones de vida en la adolescencia, y esto trastorna la organización
familiar, de manera que los padres también deben efectuar nuevas elecciones.
Al recibir familias con adolescente, se tiene la sensación de que cada uno de los miembros
funciona bajo un modo depresivo, o maniaco, o maniaco-depresivo (sin que haya un
diagnostico real de estos estados), se vera entonces el por que de tales reacciones en los
padres.

Cambio de lugar de los padres


Como la adolescencia de los hijos exige de parte de los padres, un cambio de lugar, estos
pierden las referencias (o ciertas referencias) de su propio yo, como las que funcionaron
para ellos desde el fin de su propia adolescencia. El hogar familiar construido, al precio de
compromisos y represiones secundarias, se ve amenazado en su unidad y su modo de
funcionamiento, aunque de manera diferente para el padre y la madre.
1) Madre: Ella ha logrado con fundir de manera provisoria los dos sentidos de su interior
(su casa o cuerpo). Se vera trastornada su identificación materna, quizás incluso su imagen
del cuerpo.
2) Padre: Su lugar ha sido el de parecer estar en posición de fundador (fundar una familia).
Y aquí el adolescente puede decirle que en realidad el solo era un eslabón provisional de la
cadena de generaciones, y su lugar de Padre no era mas que funcional. Se ve afectado así el
estatuto social del padre.
Este doble cuestionamiento es más importante si es contemporáneo a otras realidades: la
menopausia en la mujer, y para el hombre cuando su posición profesional se vuelve frágil.
Y esto podrá provocar una depresión, el sentimiento de volverse inútiles. Los padres tienen
entonces la necesidad de un trabajo psíquico de reconstrucción del yo, apoyándose en
identificaciones preparentales y teniendo en cuenta una nueva realidad exterior.

Padres remitidos a su propia adolescencia


Los padres son remitidos a su propia adolescencia pues: sus hijos le muestran (de un modo
deformado) la imagen de su propia adolescencia, como momento de pasado de juventud, de
invención y de elección, difícil de rehacer en la madurez; pueden reencontrar entonces esos
sueños, esas ambiciones, esos deseos que antaño reprimieron y que escuchan de los
adolescentes; no pueden dejar de verse luego de su propia confrontación con sus hijos,
confrontados retrospectivamente (o en vivo) con sus propios padres, revaluando sus juicios
hacia ellos; si la adolescencia es el primer momento lógico posterior al estadio del espejo,
las crisis de la madurez seguirán e imitaran fácilmente la misma vía.
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Una vertiente distinta a la de la depresión, seria la maniaca: por ejemplo, soñando


reencontrar una libertad infantil perdida desde hace tiempo, o imitando a la hija siendo su
confidente y compañera, volver al deporte, o buscar alguien joven.
Estas manifestaciones depresivas y maniacas serán más fuertes cuanto pero asegurado este
el lazo conyugal. Estas manifestaciones, generalmente, pierden el sentido y la función con
la partida de los hijos, o pueden ser catastróficas y se instaure entre el adolescente y sus
padres una relacion casi paranoica.
Este trabajo de cuestionamiento que constituyen las crisis de la madurez, conjuntamente
con la adolescencia de los hijos, será tanto mas difícil y perturbador cuando mas discreta
haya sido la propia crisis de adolescencia de los padres. O sea que es mejor que la crisis de
la adolescencia se manifieste en toda su amplitud en ese momento en que las elecciones no
comprometen. Es decir, que el trabajo clínico es mas necesario para aquellos adolescentes
que no presentan problemas, que los que si los presentan.

Algunas conclusiones
La primera idea es que es necesario tomar las cuestiones de la adolescencia en serio, ni
trágicamente ni con ligereza. Los actos que parecerian patologicos en un adulto, no
necesariamente lo son en el adolescente, sino que esta experimentando su nueva exsitencia
en el mundo. El gusto por los riesgos, traspasar prhibiciones, son un pasaje obligado. Sin
embargo esta experimentación no debe ser ridicula de manera tal que podria convertirse
enun proceso patologico. Pero sobre todas las cosas es necesario aceptar como validas las
preguntas implícitas o explicitas a las cuales el adolescente responde por medio de su
conducta. Aceptándolas se puede limitar un futuro neurótico (pues sino serian reprimidas y
regresarían sintomáticamente).
Hay que permitir manifestars sus preguntas al adolescente, antes de que se precipite en
actos.
La segunda idea es que la función de padre de adolescente implica a la vez un cambio
radical de lugar y una modificación progresiva, pero de evolucion lenta. El cambio no debe
ser brutal, no hay que “soltar” a los hijos, es un trabajo, un proceso, para ir aceptando e
integrando lo que en definitiva es una separacion. La educación es un camino hacia la
separacion. Ser padre significa considerar a los hijos, no como adultos, sino como futuros
adultos, pues el niño tambien tiene la necesidad de ser protegido, de ser contenido. Hay que
encontrar un equilibrio entre ese contener y ese separarse, y es este es el difícil trabajo
psiquico de los padres.
Por ultimo: se trata de pasar de forma progresiva de un vinculo organizado por la ley (del
edipo) a otro organizado en parte por el contrato (definido por la relacion padre/hijo). Una
forma de terapia seria que padres e hijos escriban un contrato cuyos terminos son revisados
periódicamente y definen los derechos y deberes de cada uno en lo cotidiano. De manera
que cada uno pueda expresar sus demandas, sus deseos y quejas., constatando con
frecuencia que el conflicto padre/hijo es el lugar de proeccion de problemas personales.
Situando la expresión de su propio deseo detrás de sus quejas y reivindicaciones.

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