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LOS PUEBLOS GERMANOS:

Los pueblos germanos o germánicos tuvieron su origen en el norte de Europa hacia el


año 500 a.c., especialmente en el norte del territorio dominado por el Imperio Romano,
conocida en aquel momento como Germania. Los pueblos germanos no pertenecían a
una única etnia, pero hablaban lenguas que tenían un origen común y formaban parte de
la llamada familia lingüística indoeuropea (un idioma antiguo proveniente de Europa
central y Asia, del cual se derivaban distintas lenguas emparentadas entre sí). A su vez,
compartían algunos rasgos en su forma de organización política, social, económica y en
sus características culturales.

UBICACIÓN DE LOS PUEBLOS GERMANOS


Los germanos eran pueblos seminómades de origen diverso, vecinos inmediatos del
Imperio Romano de Occidente. Su aparición en este ámbito se da desde comienzos del
siglo I. Se situaron en los llanos, más allá del Rin y del Danubio, reunidos en tres
grupos principales:

 Germanos del Norte: ubicados en las costas del mar del Norte. Sajones y Anglos
 Germanos Orientales: ubicados al Este del Río Elba. Godos (divididos en
ostrogodos y visigodos), vándalos, burgundios, suevos.
 Germanos occidentales: ubicados al Oeste del Río Elba. Francos, alamanes y
lombardos.

A partir del siglo I comenzaron a cruzar las fronteras del Imperio Romano, en busca de
tierras y botín. No perseguían con ello la destrucción del Imperio, ya que consideraban
al Estado romano como una admirable organización política, en la que pretendían
obtener un lugar. Antes de su caída, el imperio fue incorporando numerosos grupos de
germanos como soldados o como colonos. Ellos se comprometían a defender las
fronteras, a cultivar las tierras y a reconocer la autoridad del emperador.
Pero en el siglo V este avance pacífico se convirtió en incontrolable para los
romanos. Esta irrupción violenta se debió, entre otras cosas, al ataque de un pueblo
nómade de Europa oriental, los hunos, que empujó a los germanos hacia el Oeste. Las
invasiones germanas al Imperio Romano fueron entonces emigraciones en masa para
huir de un terrible enemigo, pero esta vez saquearon las zonas recorridas y respetaron
solamente la autoridad de sus jefes. A su vez, ocuparon de manera permanente amplias
regiones, contribuyendo de este modo al derrumbe de la organización imperial. Es
importante que recuerden que este avance incontrolable, a su vez, se explica por el
hecho de que el Imperio no estaba atravesando su momento de mayor estabilidad:
despoblamiento de las ciudades, retracción del comercio, revueltas de campesinos y
colonos (y frente a esto dificultades para sostener un sistema impositivo que permitiera
sostener a la burocracia y al ejército), debilidad de los emperadores y dificultades para
proteger las fronteras.

A PARTIR DE ESTO ES IMPORTANTE REMARCAR: El ingreso de pueblos


germanos al Imperio no fue repentino, data desde el siglo I. Desde entonces, la
frontera se había tornado un espacio de aculturación: oleadas de germanos habían
ingresado en sucesivas ocasiones, muchos de ellos conocían el latín y se habían
convertido al cristianismo (en versión arriana). No obstante, a partir del siglo V
este avance de torna masivo e incontenible.

CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LOS PUEBLOS GERMANOS

La vida de los bárbaros fue descrita por Julio César, quien, durante la conquista de las
Galias, chocó con algunas tribus germanas (a mediados del siglo I d.C). Las tribus
descritas por César llevaban una vida seminómade. Sus ocupaciones principales eran la
ganadería y la caza; se dedicaban poco a la agricultura. Con frecuencia cambiaban de
sitio en busca de mejores lugares de pastoreo y caza. Vivían agrupados en clanes y cada
clan elegía a sus jefes. No existían entre ellos la propiedad privada de la tierra: esta
pertenecía a todo el clan y era cultivada en común.

Durante los siglos posteriores, y producto del contacto con otras culturas como la
romana, los germanos fueron modificando su forma de vida hacia un modo más
sedentario, dedicándose de manera creciente a la agricultura. De esta época, sin
embargo, no son demasiados los registros escritos que nos permitan conocer la forma en
que los germanos se organizaban. Las fuentes más detalladas que tenemos respecto ellos
provienen de afuera, es decir, de relatos escritos por otros (un claro ejemplo es el de
Tácito, un historiador y político romano).
Los pueblos germanos se organizaban de un modo relativamente simple. Vivían
agrupados en tribus, dirigidas por un jefe (al que los romanos llamaron rey). A su vez,
los hombres libres integraban una asamblea de guerreros, que intervenían en las
decisiones políticas y se ocupaban de elegir al jefe. Esto último se vincula con el hecho
de que, para los germanos, la guerra era una actividad central. Las guerras eran
estacionales y tenían como objetivo la búsqueda de nuevas tierras, botín y esclavos.
Al tratarse de sociedades guerreras, aquellos que se destacaban en la guerra comenzaron
a distinguirse del resto de la sociedad, no sólo por prestigio y cercanía al jefe sino
también por acumulación de riqueza a través del reparto desigual del botín. De este
modo, la sociedad fue tornándose crecientemente desigual.
En términos políticos, la elección de este jefe no estaba establecida por reglas claras de
sucesión sino que su poder era delegado y no pasaba a herederos. Su elección se
fundamentaba por el accionar sobresaliente en la guerra y, a partir de ello, la capacidad
de garantizar la prosperidad de su pueblo a partir de la entrega de botín. Al depender de
esto, la situación del rey era inestable y a menudo debía enfrentar el desafío de otros
aspirantes al cargo.
En este sentido, los pueblos no tienen fronteras claras y fijas de asentamiento sino que
se identifican por cierta identidad común y el reconocimiento de un jefe, con quien los
une lazos personales de LEALTAD (es un jefe de un pueblo más que de un territorio
delimitado). A diferencia de un poder institucionalizado (como el del emperador) la
lealtad precisa ser ganada y reafirmada de manera constante (en una sociedad guerra, la
forma es el reparto de botín que genera lealtad y obligaciones como contrapartida) y
esto genera inestabilidad ya que la lealtad puede perderse y el poder puede ser disputado
por otro guerrero.

Los germanos no tenían leyes escritas, sino que se guiaban por normas basadas en la
costumbre, es decir, se tomaban decisiones en base a lo que establecía la costumbre. A
esto se lo conoce como “derecho consuetudinario”.
El vínculo social principal entre los pueblos germanos era la familia, sobre todo la
extendida o familia patriarcal, que incluía esposos, esposas, hijos, hermanos, hermanas,
primos y abuelos. La concepción germana de la familia y el reinado tuvieron efecto
sobre la forma en que la ley germana abordaba el problema del crimen y el castigo. La
ley germana tendía a ser personal: la ofensa de una persona contra otra podía significar
una sanguinaria enemistad, en la que la parte ofendida se vengaría en un pariente del
infractor. Tales enemistades podían conducir a salvajes actos de venganza.

En términos religiosos, la mayoría de los pueblos germanos eran paganos, rendían


culto a las fuerzas de la naturaleza y a fenómenos atmosféricos (importancia del Dios
Odín, señor del cielo y de la guerra; Loky, Dios del engaño; entre otros). Creían en la
vida después de la muerte y creían que los guerreros valientes muertos en combate eran
llevados al Walhalla (paraíso). La religión de los germanos no estaba fundamentada en
escritos sagrados antiguos, sino más bien en las acciones de éstos para agradar a los
dioses, para lo cual desarrollaron ritos como los sacrificios animales. A partir del
contacto con los romanos, muchos germanos se convirtieron al cristianismo, pero
inicialmente adhirieron al sector herético del arrianismo1.

1
El arrianismo, atribuido a Arrio (originario de la región de Egipto 250-335), afirmó que Jesús había
sido humano y, por tanto, Dios no verdadero. Ya desde el Concilio de Nicea (325) fue declarado herejía.
Los germanos habitaban en aldeas integradas por chozas (es decir, estamos frente a
una vida que se desarrolla en el ámbito rural). La reunión de distintas aldeas
conformaba una tribu, que reconocía la autoridad de un jefe. Sus actividades principales
eran el pastoreo y la agricultura. Practicaban estas actividades de manera rudimentaria,
lo que llevaba habitualmente al agotamiento de las tierras y la necesidad de buscar otras.
Más allá del área local, los germanos practicaban el comercio pero éste era marginal y
no existía para el mismo la moneda como medio de intercambio.
Estas aldeas estaban integradas por propietarios individuales y se constata entre ellos la
existencia de desigualdades sociales (es decir, había tanto latifundios como pequeñas
propiedades) ya que eran los nobles los que habían logrado acumular más tierra y más
ganado. En estos campos se constata la existencia de esclavos que eran prisioneros de
guerra. No obstante, no se trata de una sociedad esclavista como la romana. Esta
desigualdad económica se reflejó en la organización política, ya que fue esta
aristocracia enriquecida la que fue ganando mayor presencia en los puestos de mando
(asamblea de guerreros, mandos militares), se encontró cerca del jefe e incluso tuvo
posibilidades de disputar la posición de jefe.

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