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Clase Nº3

La demanda de cobre

Curso
Herramientas para el Análisis de la Industria Minera en
Chile

Profesor

Gustavo Lagos
Contenido
Resultados de aprendizaje de la clase 3
1. Introducción 3
2. Demanda de cobre 3
3. Consumo y uso 6
4. ¿Qué determina la demanda? 7
4.1 Determinantes de la demanda aparente 9
5. Productos que usan cobre 10
6. Intensidad de uso 12
7. Demanda histórica 14
8. Proyecciones de la demanda de cobre 16
9. Conclusión 18
10. Bibliografía 19

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1. Resultados de aprendizaje de la clase
● Diferenciar los conceptos de consumo, uso y demanda de cobre.
● Comprender los determinantes de la demanda de cobre, su composición por productos y el rol de
la semimanufactura.
● Analizar el concepto intensidad de uso y cómo determina el crecimiento de la demanda de acuerdo
al grado de desarrollo de los países.
● Examinar la demanda histórica de cobre a nivel global y su relación con los ciclos económicos
globales.
● Analizar las limitaciones de la medición actual de la demanda aparente de cobre y sus modelos
predictivos.

1. Introducción
En esta clase desarrollamos el concepto de demanda, cómo se mide y los alcances de esta medida. También
examinamos el crecimiento y decrecimiento histórico de algunos de los principales países que usan cobre, y
el motivo de estas tendencias. Asimismo, analizamos los principales países del mundo de acuerdo a la
demanda aparente, especialmente el rol de China como principal país usuario del cobre refinado.

La demanda de cobre medida se denomina demanda aparente y representa la demanda por cobre físico, el
que es denominado uso, por cuanto el cobre no se consume, solo se transforma.

La demanda aparente por país está fuertemente distorsionada por la capacidad de cada uno de producción
de semimanufacturas de cobre, por lo que hay una relación proporcional entre esta capacidad y la demanda
aparente. Sin embargo, la demanda global no tiene distorsiones.

Abordamos los factores que determinan la demanda en el corto y en el largo plazo, y se presenta la curva de
demanda y la determinación del precio en la curva en estado de equilibrio.

Se realiza una descripción del uso del cobre por productos relevantes en la conformación de la demanda, y
las áreas en que se ha avanzado en la creación de nuevos productos de cobre, factor esencial para mantener
a raya a los potenciales competidores.

Otros puntos a tratar son el concepto de intensidad de uso, el rol que este juega en la demanda y en las
tendencias futuras, la demanda histórica del cobre, y los modelos predictivos de la demanda en el largo plazo.

2. Demanda de cobre
El mercado de un commodity comprende todos los compradores y vendedores en diversas partes del mundo,
cuyas interacciones determinan un solo precio a nivel global (Tilton y Guzmán, 2016).

Una forma de definir la demanda de un commodity es el deseo por comprarlo, respaldado por la habilidad y
disposición a pagar por este. La demanda por cobre es, entonces, igual a la disposición a pagar por cualquier
producto que contenga cobre. El problema es cómo medir esta cantidad sin dejar fuera ningún segmento
del mercado. El cobre está presente en forma visible en muchos productos, tales como techos, manillas,
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pasamanos, ollas, tiestos, adornos, cañerías, planchas, cables al descubierto, etc. Está también presente en
forma no visible en muchos productos como celulares, artículos electrónicos, computadores, automóviles,
motores, pilas y baterías, transformadores, generadores, etc.

El procedimiento que se adoptó hace ya muchas décadas para contabilizar el metal utilizado fue medirlo a
nivel de cobre refinado y todos los productos anteriores a la refinación, por ejemplo, los concentrados.

Por ejemplo, si China importa concentrados, ello aumenta el uso de China. En cambio, si China importa
cañerías, ello no se suma al consumo de cobre refinado; lo mismo pasa si el país exporta cañerías, lo que no
disminuye el uso de cobre de China. El cobre contenido en los automóviles exportados desde China tampoco
se resta de la utilización del metal por parte de este país.

Por esta razón la demanda medida por este método se denomina demanda aparente, la que es igual a las
importaciones de concentrados, ánodos, cátodos y chatarra refinada menos las exportaciones de esta corta
lista de productos, más la producción nacional no exportada de dichos productos. Todo ello a nivel de cobre
refinado y de productos no refinados, que no sean chatarra de uso directo1.

La demanda se diferencia del uso de un metal por cuanto el segundo representa el metal físico, mientras
que la primera incluye factores especulativos, además del metal físico utilizado.

La demanda aparente presenta un problema de medición serio ya que no contabiliza el cobre semielaborado,
es decir, planchas, alambres, conductores, cañerías, etc. Por ello los países que tienen semimanufactura de
cobre y exportan sus productos tienden a sobreestimar el uso del cobre, mientras que aquellos países que
no tienen industria semimanufacturera tienden a presentar valores bajos de demanda aparente.

La industria semimanufacturera del Reino Unido prácticamente desapareció porque fue comprada por otros
países europeos y de China, lo que hizo que su demanda aparente de cobre fuera inferior a la de Chile. De la
misma forma, Estados Unidos redujo en forma muy importante el uso del cobre medido en términos de
demanda aparente después que su industria semimanufacturera emigrara a China.

La figura 1 muestra el uso del cobre en China, Estados Unidos y Alemania desde 1996 a 2018. Se observa el
aumento fenomenal del uso del cobre en China, la reducción del uso del cobre en los Estados Unidos y la
mantención del uso del cobre en Alemania.

En la figura 2 se observa que entre 1996 y 2018 Gran Bretaña redujo su semimanufactura diez veces, Chile
la redujo a la mitad, México la aumentó aproximadamente al doble y Alemania la incrementó en 40%.

1
La chatarra de uso directo es aquella que es usada nuevamente sin pasar por un proceso de refinación (ICSG 2020).
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Figura 1. Demanda aparente de China, EE. UU. y Alemania 1996-2018. Fuente: World Metal Statistics (WMS) 2019.

Figura 2. Demanda aparente de cobre de EE. UU., Alemania, Gran Bretaña, México y Chile, 1996-2018. Fuente: World
Metal Statistics (WMS) 2019.

Las reducciones de la demanda aparente de EE. UU., Gran Bretaña y Chile se generaron como producto de
la migración de la semimanufactura hacia países con tecnología más avanzada y competitiva, mientras que
lo contrario ocurrió con China, Alemania y México. La figura 3 muestra la capacidad de semimanufactura en
Asia, Europa (26 países miembros) y Norteamérica, en 1980 y en 2019 (ICSG 2020).

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Figura 3. Capacidad de semimanufactura en Asia, Europa y Norteamérica, 1980 y 2019. Fuente: Factbook 2020, ICSG.

La figura 4 muestra los países de mayor uso (demanda aparente) del cobre a nivel global en 2020 (ICSG),
excluyendo a China, la que se sale de escala con 12,65 millones de toneladas.

Figura 4: Uso del cobre por parte de países de mayor demanda aparente. Fuente (ICSG)

3. Consumo y uso
En este curso se utiliza el término uso en vez de consumo para describir la utilización del cobre, ya que este
metal no puede ser consumido. Esta terminología es la misma utilizada por el International Copper Study
Group (ICSG).

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Por más que el cobre sea usado en cualquier aplicación, no desaparece, solo se traslada de un lado a otro, y
en el camino se puede asociar con otros elementos para formar diversos compuestos. Ello significa que en
el planeta Tierra hay la misma cantidad de cobre en el siglo XXI que al comienzo de la historia del uso del
cobre, excepto por el cobre contenido en el polvo interestelar que llega al planeta todos los años, pero que
constituye una minucia con respecto al cobre presente en la corteza terrestre.

Una parte muy significativa del cobre utilizado en el pasado se encuentra en botaderos, mientras que una
fracción muy pequeña fue dispersada, principalmente en la forma de polvo o de compuestos solubles en
agua. Es posible que el cobre, así como otros metales presentes en diversos botaderos alrededor del mundo,
puedan ser recuperados en el futuro si es que dicha recuperación se vuelve económicamente atractiva.

4. ¿Qué determina la demanda?


Según Tilton y Guzmán (2016) los factores que determinan la demanda son múltiples y cada uno de ellos
tiene distinta importancia en el tiempo. Los autores identifican tres factores de corto plazo: el PIB per cápita,
el precio del metal y el precio de sustitutos; y dos factores de largo plazo (más de dos años): la tecnología y
las preferencias de los consumidores.

El más importante factor en la determinación de la demanda es el producto interno bruto per cápita
(PIB/cápita o PIBc) de los países o del mundo. La correlación que existe entre el PIBc y la demanda de cobre
es altísima (>90%) debido a que el cobre es un metal que se usa en prácticamente todas las actividades
humanas y sociales: en las viviendas, en las construcciones de todo tipo, en las maquinarias industriales, en
los artículos eléctricos y electrónicos, en los computadores y teléfonos celulares, en los vehículos de
transporte terrestre, aéreo y marítimo, etc. Por ello el cobre junto al hierro y al aluminio son los tres metales
más importantes que se comercializan en el mundo cada año. La sociedad crecientemente automatizada no
es viable en la actualidad sin el cobre.

Si bien existe una alta correlación entre el PIBc de los países o el PIBc mundial, y la demanda de cobre, dicha
relación varía en el tiempo. La figura 5 muestra la demanda aparente de cobre de China (base de datos de
ICSG y de Metallgesellschaft) versus el PIBc de dicho país medido en USD constante de 2010 (base de datos
Banco Mundial). Aquí se aprecia que el incremento del PIBc de China entre 2015 y 2017 fue de 0,7 unidades
de demanda por cada unidad de PIBc, mientras que entre los años 2006 y 2008 este valor fue 6,5, como
ilustra la tabla 1. Los valores de esta tabla hacen pensar en la complejidad de proyectar el crecimiento de la
demanda de cobre en el futuro, tanto en el corto como en el largo plazo. En el corto plazo, digamos, menos
de cinco años, es casi imposible predecir qué pendiente tendrá la curva de la figura 5. Por ejemplo, nadie
previó el descenso violento que sufrió el precio del cobre en 2015 y 2016, que redujo a casi la mitad el
cociente entre demanda y PIBc de China. Y en el caso de estimaciones de más largo plazo como las realizadas

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por la Comisión Paley (1952)2 y por el Club de Roma (1972)3, no solo fueron muy equivocadas, sino que la
segunda condujo a comportamientos empresariales que significaron grandes pérdidas para las empresas
petroleras y la implementación de políticas equivocadas por parte de muchos países.

Figura 5. Demanda de cobre versus PIB/cápita de China. Fuente: Bases de datos de ICSG, Metallgesellschaft y Banco
Mundial).

∆ Demanda/
∆ PIBc
1963-1990 0,72

2006-2008 6,48

2009-2015 1,76

2015-2017 0,94

1963-2017 1,52

Tabla 1. Cambio de la demanda de cobre con el PIBc de China.

La tabla 2 muestra el porcentaje de crecimiento de la demanda de cobre en China versus el mundo en tres
periodos. Lo interesante es que tanto en el período 2000-2009 como en 2010-2017, la demanda China creció
más de 100% con respecto al mundo, lo que significa que varios países redujeron su demanda en forma
significativa. Las causas de este comportamiento fueron dos: por un lado, la migración de la industria

2
Comisión oficial que redactó Resources for Freedom. A Report to the President by the Presidents Materials Policy
Commission (Washington DC, 1952). El reporte predijo erróneamente la escasez de varios recursos naturales.

3
Grupo de intelectuales italianos que encargaron al MIT el informe Los límites al crecimiento o The Limits to Growth,
publicado en 1972, el que concluyó que se alcanzarían los límites absolutos del crecimiento en la Tierra en cien años si
no se controlaba la industrialización, la explotación de los recursos naturales y la sobrepoblación, entre otros factores.
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semimanufacturera hacia China, como ocurrió al menos en EE. UU. y el Reino Unido; y en segundo lugar, la
hipótesis de la teoría de intensidad de uso, la que es analizada en la siguiente sección.

% del crecimiento
de la demanda
en China con
respecto al
mundo

1990-1999 0,30

2000-2009 1,70

2010-2017 1,06

Tabla 2. Porcentaje de crecimiento de la demanda de cobre en China respecto al mundo.

Además, cada país tiene una relación distinta entre el crecimiento del PIBc y la demanda de cobre. India, por
ejemplo, tenía en 2015 unas cinco veces menos uso del cobre que China, medido en kg/cápita por unidad
de PIBc, para el mismo valor de PIBc. Es decir, India tenía una estructura industrial mucho menos intensiva
en el uso del cobre que China. Dicho de otra forma, por cada unidad de PIBc de crecimiento, el uso del cobre
aumentó cinco veces más en China que en India.

Es posible que una parte de dicho valor esté distorsionado por el factor demanda aparente, pero de igual
forma la diferencia es muy grande entre estos dos países para ser explicada por esta sola variable.

4.1 Determinantes de la demanda aparente


Debido a la intensidad de uso del cobre, la estructura industrial de los países y otros factores, no ha sido
posible hasta ahora determinar una meta potencial común para los países desarrollados en términos de uso
del cobre, medido en kg de cobre per cápita. Se sabe que Taiwán batió el récord mundial en 2004 con 30
kg/cápita (demanda aparente), medida que se redujo a 22 kg/cápita en 2010. El segundo país con mayor uso
per cápita de cobre fue Corea del Sur, que alcanzó su zenit en 1999, poco después de comenzada la crisis
asiática, y que redujo su uso a 18 kg/cápita en 2010. Estados Unidos, por otra parte, alcanzó el máximo de
uso en 2001, con 11 kg/cápita, número que descendió a 5 kg/cápita en 2010.

Un segundo factor determinante de la demanda es el precio del metal (pp) o precio propio. Un mayor precio
del metal tiene el efecto de reducir la demanda. Hay bienes, sin embargo, para los que el precio del cobre
afecta el costo total del producto en forma marginal. Este es el caso de los automóviles, de las baterías y de
muchos bienes electrónicos. Por otro lado, mientras mayor es el precio del cobre en relación a los sustitutos,
más sustitución debiese existir, es decir, mayor reemplazo del cobre por otros materiales.

El tercer factor es, por lo anterior, el precio de los sustitutos (ps). Incluso el mayor precio del cobre puede
aumentar la demanda de materiales sustitutos (Tilton et al, 2016).

Un cuarto factor es la tecnología (T). Esta puede crear y destruir mercados de uso final (Tilton et al 2016). El
reemplazo del automóvil de combustión interna por automóviles eléctricos terminará con el uso de baterías
de plomo y con los convertidores catalíticos, los que usan platino y paladio, por lo que estos tres metales

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verán fuertemente afectada su demanda. El uso de baterías de litio en automóviles y vehículos eléctricos ha
tenido un fuerte impacto en el aumento de la demanda por cobalto, utilizado en algunas de estas baterías
en el cátodo. Asimismo, de producirse un avance hacia baterías más avanzadas de litio, el cobalto podría ser
reemplazado por el manganeso y el níquel.

La medición del impacto del cambio tecnológico en la demanda de un metal es compleja de lograr, y muchas
veces esta es capturada como una tendencia en el tiempo, en el largo plazo. Si ello no fuera posible por la
presencia de otras variables interviniendo simultáneamente en la tendencia, la medición del cambio
tecnológico no sería posible salvo caso a caso.

Un quinto factor determinante de la demanda es la preferencia de los consumidores, la que usualmente es


distinta en diversos países del mundo. La reputación del cobre como metal interviene fuertemente en la
preferencia de los consumidores.

La figura 6 muestra una representación de dos momentos (por ejemplo, dos años) de la demanda, en que el
momento 1 (D1) tiene menor PIB per cápita y menor demanda que el momento 2 (D2). En el eje vertical está
el precio por tonelada de cobre y en el eje horizontal está la cantidad total de cobre Q (toneladas de cobre).
Cada punto de las curvas representa el precio y la cantidad de equilibrio.

Figura 6. Representación de la demanda de cobre

El gráfico de la figura 5 muestra que si la demanda es inicialmente D1 y ocurre una expansión económica,
esta crece a D2. Si la oferta total de cobre se mantiene en Q2 (cambio del punto de equilibrio de E1 a E3), se
provoca un aumento del precio desde p1 a p2. En cambio, si la oferta inicial de cobre Q1 se expande a Q2
(cambio del punto de equilibrio E2 a E3) el precio se mantiene en p2.

5. Productos que usan cobre


Hemos mencionado que la distribución del uso del cobre refinado por sectores en 2019 fue equipos (31%),
construcción (28%), usos industriales (12%), transporte (13%) e infraestructura (16%) (ICSG, 2020). Con
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respecto al uso de cobre refinado global en 2020, este fue de 25,03 millones de toneladas (ICSG 2021), y el
total de uso de cobre, incluyendo el cobre no refinado, alcanzó 30,85 millones de toneladas en 2020 (IWCC
2021). La diferencia entre cobre total y cobre refinado es el cobre de uso directo (5,8 millones de toneladas
en 2020).

La figura 7 muestra los diversos usos del cobre refinado y directo. Los usos directos de cobre (no refinado)
están contenidos en arquitectura, bienes de consumo general (entre los cuales hay numerosos usos
eléctricos) y otros.

Figura 7. Usos de cobre refinado y no refinado 2020. Fuente: International Wrought Copper Council, IWCC.

El mayor uso del cobre refinado se da en cables de construcciones (5,8 millones de toneladas en 2020). Los
cables pueden ser con aislación y sin aislación, y de alto, medio o bajo voltaje. El segundo mayor uso en 2020
fue en plantas generadoras de electricidad (3,9 millones de toneladas), lo que incluye plantas convencionales
y también de energías renovables. El cobre es un componente esencial de generadores de energía, motores,
y transformadores. Su uso es particularmente intensivo en plantas fotovoltaicas y de concentración solar,
eólicas, geotérmicas y en electrolizadores que producen hidrógeno verde a partir de la descomposición del
agua.

La Asociación Internacional del Cobre y los centros de desarrollo del cobre fomentan nuevos usos más
eficientes del cobre, lo que ha ocurrido en muchas aplicaciones. Una de ellas es el moldeo de piezas a alta
presión, lo que hace al cobre más eficiente en rotores y en motores. Otro campo de innovación son las

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telecomunicaciones, en donde se desarrollaron las líneas de alta transmisión digital y digitales asimétricas,
lo que permite transmitir información digital a alta velocidad, incluidos servicios de internet a través de las
líneas telefónicas convencionales ya instaladas. Por otra parte, los fabricantes de semiconductores lanzaron
un chip de cobre de alto rendimiento que logró aumentar la velocidad de transmisión de datos al interior del
chip usando menos energía y generando menos calor.

El cobre ganó uso en muchas aplicaciones corrientes en las últimas dos décadas, incluyendo su uso en
cañerías de agua, ya que, ante la eventualidad de un incendio, no genera gases tóxicos como el plástico.
Asimismo, las cañerías de cobre tienen una duración superior a las cañerías de plástico y además contribuyen
a mantener el agua libre de bacterias y patógenos peligrosos para la salud humana. De la misma forma, las
propiedades anticorrosivas del cobre lo hacen un metal favorito para aplicaciones marinas, navieras y de
cultivos en medio marino.

Sus propiedades antibacterianas y antivirus han fomentado el uso del cobre en una amplia variedad de
productos con microfibras y nanopartículas de cobre. Entre estos productos se encuentran cubiertas de
cocina, manillas de bronce en todo tipo de construcciones, ropa (calcetines, sábanas, toallas, fundas de
almohada, camas, calcetines, etc.), aplicaciones en hospitales y muchos otros.

El uso del cobre en automóviles es muy importante en términos de uso. Los automóviles convencionales de
lujo tienen motores que usan 22 kg de cobre en promedio y tienen 1.500 conductores (en total, 1,6 km de
conductores por automóvil (Copper Factbook, ICSG 2020)). Un automóvil convencional promedio tiene 23 kg
de cobre.

Los automóviles eléctricos con batería tienen 83 kg en promedio (Copper Factbook, ICSG 2020), mientras que
un bus eléctrico con baterías (Ebus BEV) tiene entre 224 y 369 kg de cobre por unidad. Se estima que en 2019
había siete millones de vehículos eléctricos en el mundo (Copper Factbook, ICSG 2020), de los cuales los
buses representaban más del 50%. Por su parte, un tren eléctrico de alta velocidad usa de dos a cuatro
toneladas de cobre, mientras que los trenes convencionales usan de una a dos toneladas.

Estos nuevos usos del cobre que se han desarrollado intentan combatir la sustitución muy importante que
se produjo a partir del superciclo ocurrido desde 2004. El precio del cobre se elevó de tres a cuatro veces
respecto al precio del aluminio, su principal sustituto. Se estima que en los últimos quince años el cobre
perdió en promedio entre 300 y 400 mil toneladas por año frente a sus competidores, y cerca del 55% se
debió al alto costo, es decir al alto precio del metal (Substitution Survey 2103-2105, Metals + Research and
Consulting). Poco más del 20% de la sustitución se debió a las propiedades del cobre, un 5% a los estándares
para uso de productos, y el resto a la cadena de suministro.

6. Intensidad de uso
La intensidad de uso de un metal (IUt) se define como el cociente entre el uso del metal (Dt) y el producto
interno bruto (PIB). El PIB debe medirse en moneda constante.

IUt (kg/USD) = Dt (kg)/[PIBt (USD)]

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La hipótesis de intensidad de uso de un commodity mineral en un país o en el mundo postula que esta varía
con el grado de desarrollo del país o del mundo. Ello porque en las etapas tempranas de desarrollo se necesita
industrializar y construir infraestructura, periodo en que el uso de metales es muy intensivo, mientras que
en un país desarrollado ya existe la infraestructura, por lo que el uso de metales por ingreso es menor. Lo
anterior se refleja en una curva de Kuznets, como se muestra en la figura 8.

Figura 8. Hipótesis de intensidad de uso (Tilton, 1990).

La figura 9 superior muestra la intensidad de uso de cobre refinado del mundo, la que venía en descenso
desde 1960 y que revirtió su tendencia en 1991 debido al crecimiento económico de China. La parte inferior
muestra la intensidad de uso de China, que decreció fuertemente desde 1976 a 1985, y volvió a aumentar
desde 1994 a 2010.

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Figura 9. Superior: Intensidad de uso del cobre en el mundo. Inferior: intensidad de uso del cobre en China. Fuente:
Base datos del Banco Mundial, ICSG 2020.

7. Demanda histórica
En 1900 dos empresarios de la revolución industrial conversaban en el centro de Londres sobre las
estadísticas de los cincuenta años anteriores y manifestaban preocupación por el crecimiento promedio del
uso del cobre de 4,2% anual entre 1850 y 1900. Si bien esta es una conversación figurada, expresa una
preocupación que ha sido constante en la historia del cobre y de otras industrias de commodities minerales:
la disponibilidad de metal para el futuro.

El mundo usó 450 mil toneladas de cobre refinado en 1900. Uno de los dos empresarios le decía al otro «si
se perpetúan estas cifras, en cien años más el mundo tendrá que producir 27 millones de toneladas de cobre
por año. Seguro que no hay suficiente cobre para que el mundo produzca esta cantidad anualmente.»

Sin embargo, el uso del cobre en el mundo creció un poco menos de 4,2% anualmente en los siguientes cien
años; en el año 2000 se llegó a usar 15,2 millones de toneladas de cobre refinado, lo que significó una tasa
de crecimiento promedio anual de 3,6%. Y en los primeros veinte años del siglo XXI, el uso del cobre creció
solo a una tasa anual de 2,2%, incluso durante y después del superciclo de los commodities causado por la
expansión económica de China.

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Entre 1900 y 2000, las reservas de cobre globales crecieron de acuerdo a las necesidades de la industria,
manteniendo siempre un stock de más de veinte años de duración a nivel global. En 1900 las reservas
mundiales eran 25 millones de toneladas y en 2019 estas alcanzaban 870 millones de toneladas (USGS).

Debido a que las empresas que realizan exploraciones deben pagar estas en el futuro, no les conviene que el
stock de reservas futuras sea mucho mayor a 20 o 25 años, ya que la tasa de descuento hace que los flujos
futuros no paguen por inversiones a más de 25 años.

La figura 10 muestra el crecimiento de la demanda entre 1900 y 2020. La tasa de crecimiento anual de la
demanda (uso) fue menor en el periodo 1970 y 1990 (1,9%) comparado con el periodo 1990-2020 (2,6%).
Efectivamente, desde la primera crisis del petróleo en 1974 la economía mundial tuvo varios traspiés los que
culminaron con la crisis económica de 1982. Esta última extendió sus efectos hasta 1987. Y desde 1990 China
comenzó a impactar fuertemente la recuperación económica del mundo.

Figura 10. Uso mundial del cobre. Fuentes: British Geological Survey, United States Geological Survey (USGS), World
Metals Survey (WMS), International Copper Study Group, ICSG).

Wood Mackenzie pronostica que la demanda mundial de cobre podría aumentar 15,8 millones de toneladas
a 2040, con lo que se alcanzaría un total de 39,8 millones, si es que el aumento de la temperatura del mundo
se ajusta a 2°C por sobre el periodo preindustrial (tal como lo plantea el acuerdo de París). Ello significaría
una tasa de crecimiento anual de 2,6%, lo mismo que se experimentó desde 1990 a 2020 con el superciclo
de los commodities. Esta alta tasa de crecimiento entre 2020 y 2040 se debería a la incursión rápida de la
electromovilidad y al surgimiento masivo de las energías renovables.

Los pronósticos del crecimiento de la demanda de cobre más allá de 2040 son considerablemente menores,
inferiores a 2% anual, especialmente hacia finales del siglo XXI. Ello dice relación con la hipótesis de menor
crecimiento por país una vez alcanzado el desarrollo y con la hipótesis de la intensidad de uso de los metales,
es decir, a mayor desarrollo económico del mundo, el crecimiento de la demanda de metales debiera ser
considerablemente menor al que se observó a principios del siglo XXI.

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8. Proyecciones de la demanda de cobre
Tener buenas proyecciones de la demanda de cobre es clave para poder estimar cuánta producción es
necesario preparar en el futuro. De hecho, las empresas mineras usan las proyecciones de demanda de corto
plazo (hasta cinco años) para anunciar sus nuevos proyectos y las expansiones de minas ya en operación.

Las proyecciones de más largo plazo son una preocupación para muchos, debido a que podría producirse
estrechez o agotamiento de la oferta de mina en el futuro, pero no para todos los actores de la industria y
de los gobiernos. Ha sido tradicional que Estados Unidos, y también en otros países que dependen del cobre
importado para su manufactura, pronostiquen periódicamente que habrá escasez de oferta, tal como se
discutió anteriormente.

El método preferido para estimar la demanda global futura de cobre de largo plazo es el desarrollo de
modelos econométricos predictivos, los que se basan en series de tiempo del comportamiento pasado de la
demanda y las variables que la determinan.

Hunt et al. (2021) revisaron dichos modelos y concluyeron que los siete modelos elaborados en los últimos
setenta años arrojaron resultados que no fueron satisfactorios al comparar estas predicciones con la
demanda observada en la realidad. Algunos de los modelos sobreestimaron la demanda que se produciría y
otros la subestimaron. Si bien estos modelos pueden ser perfeccionados, lo más importante parece ser el
desarrollo de varios escenarios con objeto de que la demanda real del futuro esté comprendida en el rango
que dichos modelos proyectan.

Otro método para estimar la demanda futura es atribuir determinados índices de crecimiento a los diversos
usos del cobre, procedimiento que es utilizado por varias empresas, entre otras, Wood Mackenzie y
Commodity Research Unit. No obstante, con este método la probabilidad de sobreestimar o subestimar la
demanda futura es alta, como ha demostrado la historia.

Un tercer método que ha sido intentado es pronosticar la intensidad de uso futuro en cada país en base a
la curva de Kuznets presentada en la figura 8. Ello fue abordado por Crowson (2018), quien presentó curvas
de intensidad de uso de cobre para varios países hasta el año 2013. Sus resultados (figura 11) indicaron que
Taiwán es el país que en el pasado logró una mayor intensidad de uso en el mundo, por lo que se cumple lo
pronosticado por la curva de Kuznets. Lo inesperado de este análisis es que, si bien la intensidad de uso del
cobre en diversos países muestra la tendencia de Kuznets, los niveles alcanzados en el auge de dicha curva
son extraordinariamente disímiles.

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Figura 11. Intensidad de uso del cobre en Taiwán, Japón, China, EE. UU. y Corea del Sur.

La figura 11 muestra que el segundo país que logró la mayor intensidad de uso fue China, que posiblemente
aumentó su intensidad de uso en los años posteriores a 2013, pero con poca probabilidad de alcanzar las
cifras de Taiwán. Por otro lado, Estados Unidos llegó a cifras de IU algo menores que Corea del Sur antes de
comenzar a decrecer. El motivo de estas tendencias tan disímiles está dado por la forma cómo se estima el
uso del cobre, tal como vimos anteriormente.

Los mismos resultados se obtuvieron para el uso del cobre según kg per cápita en varios países:

Figura 12. Kilogramos de cobre per cápita para varios países. Fuente: elaboración propia en base a datos del Banco
Mundial y de ICSG.

Nuevamente, la figura 12 muestra el liderazgo de Taiwán, el que llegó usar 31 kg de cobre per cápita en 2004
para comenzar el descenso posterior. En segundo está Corea del Sur, que llegó casi a 20 kg per cápita en su

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auge (2004), mientras que Alemania superó a Estados Unidos con casi 18 kg per cápita en 2006 antes de
comenzar el descenso. El auge de uso del cobre de Estados Unidos fue poco más de 10 kg per cápita en el
año 2000. China, mientras tanto, llegaba a 6,9 kg de cobre per cápita en 2013, y todavía se encuentra en
ascenso. Es importante observar que India (línea verde de poca pendiente cerca del eje horizontal) tiene un
aumento del uso del cobre muy inferior a los otros países, y llegaba solo a 0,5 kg de cobre/cápita en 2013, es
decir, casi 14 veces menos que China.

En conclusión, las cifras analizadas en IU y en kg per cápita señalan la misma tendencia y no cambian el orden
de los países que llegaron a usar más cobre por persona. Desafortunadamente, ni las cifras de IU o de uso
per cápita sirven para proyectar un máximo de cobre que podría llegar a usar el mundo.

Por ahora hay que contentarse con los modelos econométricos para proyectar el crecimiento de la demanda
de cobre en el largo plazo. Como vimos, la esperanza es que los modelos elaborados puedan proyectarse
para diversos escenarios, y de esta manera, tener una mayor probabilidad de que se cubra la demanda que
realmente ocurrirá en el futuro.

9. Conclusión
En esta clase analizamos el concepto de demanda de un commodity, en particular, del cobre. Conocimos las
limitaciones de la medición de la demanda de cobre y su alcance, que se reduce solo a cobre refinado. Ello
lleva a entender que desconocemos el verdadero uso del cobre por país, el que se define a nivel de los
productos que usa la sociedad y no solo del uso del cobre refinado.

Discutimos el rol de la semimanufactura en la demanda de cobre por país, especialmente el rol del auge del
crecimiento de China, el que ha redefinido la estructura mundial de la industria semimanufacturera.

También vimos el alcance del uso del cobre, y aclaramos que este metal no es consumido como otros
productos, pues tenemos básicamente la misma cantidad de cobre en la Tierra desde hace millones de años.
Es solo su ubicación la que cambia.

Por otro lado, examinamos los determinantes de la demanda de cobre en el corto plazo, incluidos el PIB per
cápita, el precio propio del metal y el precio de los sustitutos. En el largo plazo los determinantes de la
demanda son la tecnología y la preferencia de los consumidores. La reputación del cobre juega un rol decisivo
en las preferencias de los consumidores.

Analizamos el crecimiento de la demanda de cobre a través del grado de desarrollo de los países. Mientras
más desarrollado es un país, el crecimiento del uso del cobre se reduce porque ya cuenta con toda la
infraestructura que lo requiere. La hipótesis de la intensidad de uso da cuenta de este análisis.

La historia de la demanda de cobre se relaciona en consonancia con los ciclos económicos del mundo, es
decir, es posible comprender el crecimiento de la demanda de cobre en base a los diversos ciclos de
desarrollo económico del mundo en los últimos 170 años.

Finalmente, la proyección de la demanda de cobre en el largo plazo ha sido bastante defectuosa desde que
se elaboran modelos predictivos. Ello representa un desafío para las ciencias económicas, por cuanto el
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comportamiento de largo plazo es determinante para decidir políticas públicas de importancia, tal vez
ninguna más importante que el combate del cambio climático.

10. Bibliografía
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09-02-2019.

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● Bases de datos de ICSG.

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● Tilton 1990, World Metal Demand: Trends and Prospects (Washington, DC: Resources for the Future,
1990). Editor.

● J. Tilton y J.I. Guzmán, 2016, Mineral Economics and Policy, RFF Press, USA.

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● World Metal Statistics, WMS, 1996 a 2019.

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