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Facultad de Humanidades

Sección de filología
Curso 2023/2024

Título: Relación de la naturaleza con Los santos inocentes

Asignatura: Literatura Actual

Alumna: MARIANA MORALES PADRÓN

Curso: 2º Grado en Español: Lengua y Literatura

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ÍNDICE:
1. Objetivo………………………………………………………………...……….3

2. Sobre el autor y la naturaleza en sus obras………………………………...…3

3. Sobre la obra………………………………………………………………...….4

4. El espacio rural en la obra…………………………………………………..... 5

5. Rasgos del habla rural………………………………………………………….6

6. La caza en Los santos inocentes..........................................................................6

7. La relación de los personajes con los animales ……………………………….7

8. Conclusión ……………………………………………………………………..10

9. Bibliografía…………………………………………………………………...11

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1. Objetivo:
El objetivo de este trabajo fue detallar la presencia de la naturaleza en la breve
novela de Los santos inocentes, de Miguel Delibes. Detallar la referencia a la flora y la
fauna que describen el entorno; las actividades relacionadas con el mundo rural que
desempeñan algunos de los personajes; la referencia al campo a través del lenguaje
coloquial: expresiones y recursos lingüísticos; y la relación entre las personas y
animales.

2. Sobre el autor y la naturaleza en sus obras:


Miguel Delibes Setién nació en Valladolid el 17 de octubre de 1920 y falleció el
12 de marzo de 2010. Fue un novelista español; doctor en Derecho y catedrático de
Historia del Comercio. Durante un período de su vida, ejerció como director del diario
El norte de Castilla. Sus obras destacan por: presentar una perspectiva irónica frente a
la pequeña burguesía; y denunciar las injusticias sociales y representar los hábitos y el
habla propia del mundo rural, recupera muchos términos y expresiones rurales para
aplicarlos a su literatura. Sin embargo, uno de los puntos más destacables y novedosos
del autor es la aparición y defensa de la naturaleza en sus obras. La visión crítica que se
desarrolla con el transcurso de su obra alude sobre todo a los excesos y violencias de la
vida urbana.

Delibes convierte su experiencia vital, sus viajes, excursiones como cazador, su


preocupación por el olvido del campesinado castellano y la ecología en un rasgo
estilístico que caracteriza su obra. Trata tres perspectivas sobre la naturaleza: la
naturaleza natural (un término delibiano), que se corresponde con aquella que no ha
sufrido las influencias del ser humano; la segunda perspectiva, aquella que si ha sufrido
los efectos del ser humano, ya sean por parte del campesinado o por los avances
tecnológicos del siglo XX; y la naturaleza que recurre al movimiento filosófico de la
fenomenología naturalista. Con el transcurso de su obra Delibes consigue que se le
caracterice por el uso de un ‘lenguaje naturalista’, en ellas aparecen frecuentemente
nombres comunes de animales y plantas. Este hecho es el reflejo del conocimiento que
tiene Delibes sobre el mundo rural y su larga experiencia en él. Dentro de su trayectoria
literaria se pueden distinguir varias etapas según su manera de tratar la naturaleza:
durante los primeros años de su carrera novelística, hace uso de sus conocimientos

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personales de las tierras de Castilla la Vieja y de la montaña para crear el trasfondo de
muchas de sus producciones; entre 1950 y 1958, el papel de la naturaleza lo orienta
hacia la ‘naturaleza natural’, en la que el ser humano forma parte del medio ambiente
donde se desarrollan sus obras. Además, en este período, incorpora descripciones de
estos paisajes: su flora y su fauna; de 1959 a 1962, el papel de la naturaleza lo focaliza
en la dureza geográfica para denunciar ‘la poca existencia del campesino castellano’. En
este período Miguel Delibes se politiza y se posiciona en contra de las condiciones en
las que viven las clases humildes de la sociedad. La preocupación por la naturaleza y
por los nocivos efectos de un “progreso” mal entendido son una constante en la obra de
Miguel Delibes.
Delibes, en su discurso de ingreso en la RAE, además de reivindicar la riqueza y
vivacidad de la lengua hablada en los medios rurales, se detuvo en denunciar el origen
de un declive que afectaba no solo a la España rural, sino a lo que hoy se entiende por
un mundo ‘globalizado’. Describió las causas del abandono del campo como
consecuencia de un falso progreso por el que la naturaleza y los valores humanos se
sometieron al imperio económico y a una técnica destructiva. Se retrataba a sí mismo
junto a aquellos naturalistas (hoy diríamos ecologistas) que pretendían frenar un
desarrollo mal entendido, fruto de la codicia y del capitalismo de Estado.

3. Sobre la obra.
Esta breve novela presenta una intención social, aunque lo refleja mediante
descripciones llenas de lirismo y emoción. La obra gira en torno al eje temático de ‘la
naturaleza y todo lo que incluye al mundo rural’. En lo que respecta a lo social, se
refleja la lealtad sin límites y obediencia de los trabajadores de la finca: reflejado en
frases repetidas constantemente en el libro como «ae, a mandar, par eso estamos» de la
Régula, en contraste con la arrogancia, la chulería y el egoísmo del señorito Ivan:
pues Paco, el Bajo, flaqueaba en la carga y el Ivancito le entregó un día dos cartuchos y
una escopeta vieja y le dijo,
cada noche, antes de acostarte, mete y saca los cartuchos de los cañones hasta cien
veces, Paco, hasta que te canses,
y agregó tras una pausa,
si logras ser el más rápido de todos, entre esto, los vientos que Dios te ha dado y tu
retentiva, no habrá en el mundo quien te eche la pata como secretario, te lo digo yo,
y Paco, el Bajo, que era servicial por naturaleza, cada noche, antes de acostarse ris-ras,
abrir y cerrar la escopeta, ris-ras, meter y sacar los cartuchos en los caños, que la Régula
ae, ¿estás tonto, Paco? (Delibes 1981: 194)

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Por medio de los personajes se enfrentan dos realidades antagónicas, el orden
natural ligado con la vida rural, y el del caos y necedad incomprensiva, asociado con la
cultura urbana. La obra manifiesta el desamparo social que sufren los campesinos ante
las injusticias del mundo latifundista.

El ser humano y la naturaleza reflejada a través del personaje de Azarías:


El inocente que se vuelve culpable, sacrifica a quien lo privó de su sentido y del
ser que oscuramente había depositado en el ave. Realiza un ‘ajustado las cuentas’ a
quien ha transgredido las leyes naturales; el señorito Iván fue advertido con tiempo
suficiente, y no atendió la voz angustiosa y desesperada de Azarías: “¡no tire, señorito,
es la milana! ¡señorito, por sus muertos, no tire!” (pág. 171). La milana forma parte
sustancial de la vida de Azarías y es objeto de su absoluta dedicación y cuidado; para
Azarías valen más que cualquier ser humano. Encuentra en ellas la posibilidad de
comunicación y empatía que no encuentra en las personas de su entorno.

4. El espacio rural en la obra:


Delibes no especifica el lugar de la acción, pero sí deja claro que se trata de un
latifundio, una propiedad extensa que pertenece a una sola persona. El Cortijo presenta
dos zonas claramente diferenciadas: un gran espacio natural y, dentro de él, una zona de
viviendas. El espacio natural es una gran extensión de terreno de cultivo pero explotada
caprichosamente. Una parte de ella se dedica a la agricultura y otra parte se dedica al
pasto de ganado ovejas y cerdos. Sin embargo, a los señoritos les interesa poco, ellos
ven en el Cortijo un gran escenario de caza para su disfrute y el de sus invitados; son los
episodios relacionados con la caza los que permiten al autor vincularse con los
elementos del espacio natural. Delibes presta atención a tres elementos del paisaje: los
accidentes del terreno, designados con gran precisión léxica (la sierra, el monte bajo,
los cerros, los rastrojos, la vaguada, la charca, etc.); la flora (encinares, alcornoques,
madroños, sauces, chaparros, matas, jaras, retamas, carrascas, tomillo, espliego, etc.);
y la fauna, entre la que destaca la relación de aves de caza (perdices, palomas,
codornices, estorninos, urracas,...) y las dos milanas (el búho y la grajilla o grajeta);
hay además caza mayor (rebecos, venados) y animales domésticos (ovejas, cerdos,
pavos, etc.).

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5. Rasgos del habla rural.
El lexíco es basado en el habla coloquial y mantiene fidelidad absoluta a los
personajes; por ejemplo, el lenguaje de Azarías, se caracteriza por frases simples y mal
formuladas “la milana me se ha escapado”. El de Paco, el Bajo, caracteriza a una
persona con dependencia del amo, dispuesto a todo para cumplir con su deber “lo que
usted mande, don Pedro, para eso estamos”, al igual que la Régula, ambos muestras la
disposición para el servicio y cuidado de las personas de su entorno. En cuanto al
señorito Iván, abundan frases autoritarias y expresiones que resaltan su condición de
amo “si sales del puesto antes de tiempo, te pego un tiro, Paco, tú ya te sabes cómo las
gasto”. En general el lenguaje es condensado, esencial, en el que abundan las
expresiones vocativas, “madre, niña, hombre, mujer., etc”; imperativos de percepción
sensorial como “mira” u “oye” o interjecciones como “no me jodas”, “coño”, “Dios”,
“Jesús”, etc. También las expresiones afectivas entre los personajes adquieren un tono
coloquial: diminutivos, “Ivancito”; o apodos, “La Niña Chica”. Otro rasgo del habla
castellana rural en la obra es el empleo del artículo ante el nombre propio “el Azarías”,
“la Charito”.

6. La caza en Los santos inocentes:


Delibes habla de la naturaleza con la precisión y la riqueza de datos de quien
conoce bien el terreno. Es un entorno dibujado a la medida de la mentalidad de los
hombres que lo pueblan: ‘los inocentes’ (la familia protagonista) se hallan integrados en
él, disfrutan de la naturaleza y la sufren; los señoritos y sus invitados abusan de su
espléndida conformación y de su fauna. Miguel Delibes era un ‘cazador que escribía’;
se adelantó a su tiempo y supo reflejar en sus obras el estado y evolución del campo, la
naturaleza y de la caza. Consiguió llevar la caza y la figura del cazador hasta una
sociedad cada vez más alejada del campo. Reflejó en sus obras a los cazadores como
amantes de la naturaleza, es decir, como personas que disfrutan el mundo rural que
defiende Delibes en sus obras. Además, se trata del motor principal de la acción; la caza
adquiere un papel protagonista; es la actividad principal en el Cortijo; y la que une al
señorito Iván con Paco, el Bajo, y que por lo que Paco, el Bajo, se hace imprescindible
para él “no me jodas, Manolo, el 22 tenemos batida en la finca, yo no puedo prescindir

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de él”, “porque el Paco, el Bajo, no apreció sus cualidades hasta que comprobó que los
demás no eran capaces de hacer lo que él hacía y de ahí sus conversaciones con el
Ivancito, que el niño empezó bien tierno con la caza”. En la obra se emplean vocablos y
términos relacionados con la caza como “cartucho”, “escopeta”, “perdiz”, etc y se
describen métodos o técnicas de esta práctica:

aguarda, Azarías, no se trata de la milana ahora, sino del cimbel, de los palomos ciegos,
¿entiendes?, hay que amarrarlos a la copa de una encina, moverles con un cordel y
aguardar[…] (Delibes 1981: 163)

También es significativo que sea la caza el factor que desencadena la tragedia


en la novela:
¡no tire, señorito, es la milana!
pero el señorito Iván notaba en la mejilla derecha la dura caricia de la culata, y notaba,
aguijoneándole, la represión de la mañana y notaba, asimismo estimulándole, la
dificultad del tiro de arriba abajo, en vertical y, aunque oyó claramente la voz implorante
del Azarías,
¡señorito, por sus muertos, no tire!
no pudo reportarse, cubrió al pájaro con el punto de mira, lo adelantó y oprimió el gatillo
(Delibes 1981: 170)

En este fragmento, además de reflejar la importancia que adquiere en la obra una


actividad rural, se refleja la personalidad de Iván: cruel, egoísta e inconsciente ante las
personas de un estatus social inferior. Movido por la frustración del fracaso que había
tenido en la cacería por la mañana, decide ignorar las súplicas de Azarías y disparar a
la Milana; este es el motivo por el cual Azarías después matará a el señorito. Sintió la
pérdida de su Milana Bonita como la de su ser más querido, para él no existe diferencia
entre el amor que se puede llegar a sentir por las personas con el que se puede llegar a
sentir por los animales, la naturaleza.

7. La relación de los personajes con los animales:


Los palomos muertos atraen la atención de Azarías en un deseo incontenible de
desplumarlos, que le pide posteriormente al señorito Iván, que aunque sorprendido por
el deseo de Azarías, cede a la petición y aprovecha para encargarle que, cuando los
desplume, se los lleve como regalo a doña Purita (Delibes 1981:129) El personaje de
Azarías manifiesta una relación de ternura y sencillez con los animales. Es capaz de
comunicarse con ellos y demuestra habilidad para ello, que el resto de los personajes no
consiguen;
y ¿ya no baja de ahí?
inquirió,

7
y el Azarías,
qué hacer no bajar, atienda,
y su garganta moduló un «quiá» aterciopelado, untuoso, y la grajera penduleó unos instantes,
inquieta, sobre sus patas, oteó la corralada ladeando la cabeza y, finalmente, se lanzó al vacío, las
alas abiertas, planeando, describió dos círculos en torno al automóvil, se posó sobre el hombro
del Azarías[...] (Delibes, 1981: 133).

“Las comparaciones en Los Santos Inocentes sirven para identificar


despectivamente al hombre o alguna de las partes de su cuerpo, su cualidades físicas,
morales o intelectuales, con un animal o con el comportamiento de éste”.1 Algunos
ejemplos en el libro son “El Gran Duque se esponja como un pavo real y el Azarías le
sonreía” (Delibes 1981: 13) o “Esos perros, Iván, que son peores que fieras” (Delibes
1981: 160). Además de esto, las cualidades de dos de los personajes que aparecen con
frecuencia, Azarías y Paco, el Bajo, se les puede comparar con animales. A Zacarías,
con un cerdo; varios personajes le adjudican adjetivos despectivos a lo largo de la obra
como “... marrano, más que marrano, que eres aun peor que los guarros”( Delibes 1981:
73); “marrano, más que marrano…” (Delibes 1981:72); “ae, semejante puerco” (Delibes
1981:72). También con un mono, “se encaramó a la encina más corpulenta, engarfiando
las manos en la camal, y pasando las piernas flexionadas por el hueco entre los brazos
como los monos” (Delibes 1981: 165-166); o con un jabalí, “... y entonces el Azarías
arrancaba a correr arruando como un macareno” (p. 78). De Paco, el Bajo, las acciones
se suelen identificar con las de los perros de caza: “Paco, el Bajo, continuaba olfateando
como un sabueso” (Delibes 1981:41); “Tenía la nariz más fina que un pointer” (Delibes
1981:41); también a través de metáforas “pero Paco, el Bajo, le miraba con sus
melancólicos ojos de perdiguero enfermo”(Delibes 1981:135). No obstante, otro de los
personajes que de los que se realiza una comparación son la Niña Chica y el señorito
Iván. Para describir el desarrollo físico de la Niña Chica se dice que “su cuerpo no
abultaba lo que una liebre” (Delibes 1981: 64), de Iván “y, tras su reproche, una
carcajada, como el cárabo que al Azarías se le puso la carne de gallina” (Delibes 1981:
24). Así mismo, se utilizan los nombres de animales como metáforas para insultar, por
ejemplo, el término zorra utilizado por don Pedro, el Périto, para insultar a su mujer de
quien conoce sus aventuras amorosas con el señorito Iván:
“y, cada vez que regresaban de la ciudad, del cine o del teatro, la misma copla, antes de
bajar del coche ya se sentían sus voces, ¡zorra, más que zorra!” (...). “¡esto sí que no te
lo perdono, cacho zorra!, voceó” (...). Por su parte, doña Purita, para describir la falta

1
Barajas, Eduardo. 1990. "El mundo animal en Los santos inocentes: Contribución al bestiario de Miguel
Delibes". En Revista de Estudios Extremeños Vol. XLVI, N 3.

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de caracter, de decisión y cobardía de su marido, lo designa como gallina: “Yo sé que
no te atreverás, gallina” (Delibes 1981: 53-58).

Respecto a las expresiones populares, también continuamente se relacionan con


animales, algunas de ellas son “echaba sapos y culebras por la boca” (... ) y “cría
cuervos” (Delibes 1981: 83- 127).
Uno de los animales más frecuentes en la obra es la perdiz, la principal en las
hazañas cinegéticas del señorito Iván:

“el prurito cinegético le fue creciendo en el pecho al señorito Iván y era cosa sabida que
en cada batida, no sólo era el que más mataba, sino también, quien derribaba la perdiz
más alta, la más larga y la más recia, que en este terreno no admitía competencia, e
infaliblemente le ponía a Paco por testigo,...” (Delibes 1981: 95).

La sorprendente puntería del señorito Iván en la caza de la perdiz se


complementa con las de Paco, el Bajo. A la precisión en el disparo del señorito
respondía el criado con su olfato prodigioso olfato que conducía sin fallar hasta la presa:

el Paco, era un caso de estudio, ¡Dios mío!, desde chiquilín, que no es un decir, le
soltaban una perdiz aliquebrada en el monte y él se ponía a cuatro patas y seguía el
rastro con su chata nariz pegada al suelo sin una vacilación, como un brazo, y andando
el tiempo, llegó a distinguir las pistas viejas de las recientes, el rastro del macho del de
la hembra, que el señorito Iván se hacía de cruces..” (Delibes 1981 91-92)

La perdiz además también se utiliza como patrón o exponente para medir y


clasificar las dotes de tirador de cualquiera de los demás personajes de la obra, como
por ejemplo para poner de relieve la ignorancia en materia cinegética de René (el
francés). Iván le dice a Paco, el Bajo:

“¿te fijas? el maricón del francés no distingue un arrendajo de una perdiz”


(p.99). Entre las aves del corral, aparecen los pavos. “Soltar los pavos en el encinar” es
la primera frase que hace Azarías al levantarse (p 11) y es una de las tareas que don
Pedro, el Périto, le encarga a la Régula cuando se muda al Cortijo ( Delibes 1981: 44).

Las palomas o los palomos, libres y enjaulados, vivos, muertos, como


instrumentos de engaño para cazar o como botín de caza, aparecen repetidamente. La
caza de las palomas también es una de las pasiones del señorito Iván:

Al llegar la pasa de palomas, el señorito Iván se instalaba en el cortijo por dos semanas,
para esas fechas, Paco, el Bajo, ya tenía dispuestos los palomos y los arreos y engrasado
el balancín (...) que el señorito Iván era insaciable con el palomo, una cosa mala, que le
apetecía este tipo de caza tanto o más que la de perdices en batida, o la de gangas al
aguardo, en el aguazal, o la de pitorras con la Guita y el cascabel, que no se saciaba el
hombre (Delibes 1981: 119- 122)

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En la novela también desarrollan un papel importante las consideradas de mal
agüero: rapaces y nocturnas y córvidos. Sobre rapaces y córvidos dispara
indiscriminadamente el señorito Iván en su desmesurada pasión de matar por matar:

disparando a las águilas o a las cornejas por la tronera, ocultos en el tollo” (p.12)... “y,
así que el señorito o la señorita, o las amigas del señorito, o los amigos de la señorita, se
cansaban de matar rateras y cornejas y salían del tollo estirándose y desentumeciéndose
como si abandonaran la bocamina (Delibes 1981:13)

Por otro lado, también destaca en la obra la presencia del búho real. Cuando
llega la primavera Azarías sale con el búho al encinar, vuelca su amor con el pájaro al
que cuida y protege, angustiándose ante la idea de que sufra algo malo:

Azarías le enrollaba en la pata derecha un pedazo de franela roja para que la cadena no
le lastimase y, en tanto el señorito o la señorita o los amigos del señorito o las amigas de
la señorita permanecían dentro del tollo, él aguardaba, acuclillado en la greñura, bajo la
copa de la atalaya, vigilándolo, temblando como un tallo verde, y, aunque estaba un
poco duro de oído, oía los estampidos secos de las detonaciones y, a cada una, se
estremecía y cerraba los ojos y, al abrirlos de nuevo, miraba hacia el búho y al verle
indemne, erguido y desafiante, haciendo el escudo, sobre la piedra, se sentía orgulloso
de él y se decía conmovido para entre si,
milana bonita,
y experimentaba unos vehementes deseos de rascarle entre las orejas (Delibes 1981:
12-13).

Además de los animales citados, aparecen: insectos, como moscones y polillas.


Los mosquitos vuelan sobre Charito: “Y la Régula suspiraba, acunaba a la Niña Chica y
la espantaba los mosquitos a manotazos” (Delibes 1981: 43). Parásitos, como los piojos
de Azarías: “grajilla le picoteaba insistentemente el cogote blanco como si le
despiojara” (Delibes 1981: 84).

8. Conclusión:
Aunque "Los Santos Inocentes" no fue escrita con un enfoque específico en la
ecocrítica, se puede analizar desde esta perspectiva para comprender cómo la novela
aborda la relación entre la humanidad y la naturaleza, así como las implicaciones
ambientales de las decisiones humanas. La ecocrítica es “un campo del saber que
procura el diálogo entre la literatura y el medioambiente, centra su atención en las
representaciones que ocupa la naturaleza en la producción literaria”. (Diana Balarezo:
2022). Según lo explicado anteriormente, se puede relacionar varios aspectos comunes
entre la obra y este campo: el impacto de las personas en la naturaleza, ya que historia
aborda la explotación de la tierra y la fauna y muestra cómo las acciones humanas

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afectan el entorno natural, tema principal de la ecocrítica; la desigualdad social, que se
refleja en la relación que tienen los personajes con el entorno natural; y la descripción
de la naturaleza y de las actividades relacionadas con ella. ofrece una narración
detallada de cómo es la vida en el campo.

La narrativa y pensamiento de Miguel Delibes proponen a la literatura y a las


humanidades como un medio para denunciar el inminente desastre ecológico, así como
para aportar posibles soluciones. En Los santos inocentes la naturaleza se vale como un
elemento simbólico y reflexivo que permite al lector sumergirse en la realidad del
mundo rural. A través de los personajes, expone el respeto por la naturaleza: en
especial por medio de Azarías, quien demuestra una relación más auténtica y armoniosa
con el entorno; las milanas, su preocupación por el búho y su comprensión de la vida
natural resaltan frente a la explotación por parte de los terratenientes. Con ello, el autor
puede influenciar al lector ya que Azarías, el considerado ‘inocente’ dada su capacidad,
es un personaje con el que suele empatizar el lector. Otra de las claras intenciones de
Delibes es que no se perciba la caza como una actividad meramente destructiva, sino
que se trate como una actividad cotidiana en la vida rural; no solo se presenta como
fuente de alimento, sino también como un medio de conexión con la naturaleza y de
interacción entre los personajes.

BIBLIOGRAFÍA
Balarezo Andrade, D. (2022, enero 5). Ecocrítica: orígenes y fundamentos. Revista

Andina de Letras y Estudios Culturales.

Bayo, E. (n.d.). Animalidad y Justicia. (Apuntes para una lectura de Los Santos

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Egido, A. (2020, October 18). El pensamiento anticipado de Miguel Delibes y "El

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