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Philippe Schuwer
Diferencias que caracterizan el papel de editores: según los tipos de libros que publican, la
naturaleza de sus mercados y estructura de su empresa. Encontramos similitudes, sin replica.
La búsqueda de autores:
• Estatus de editor consolidado facilita la tarea: especialización atrae autores, aun si hay
muchas elecciones.
• La fórmula editorial sirve de base a la relación entre creador y público.
• Editores jóvenes, luego de éxitos, enfrentan más dificultades que los consolidados. Sus
publicaciones destacadas eliminarán resistencias de escritores que buscan editores
conocidos. Ser recibido por firmas establecidas es lejano. Vínculos personales desempeñan
un papel primordial. Deben demostrar un espíritu de competencia.
• La búsqueda de autores no mira solo nuevos postulantes. Se hacen maniobras para captar
a autores ya publicados por colegas. No se limita a los autores del propio país.
• Estrategias de acorralamiento y diplomacia impiden que la fidelidad de un autor proteja a
un editor de ser capturado. Competencia se hace entre editoriales conocidas.
• Editores jóvenes son despojados de sus descubrimientos por editores poderosos que saben
valer sus éxitos: eficaces redes de complicidades en la prensa escrita e el impacto de sus
circuitos de promoción y distribución.
• E. técnica: editor decide dar vida y forma a una obra/colección (libro escolar, universitario,
enciclopedias, obras de divulgación, derecho, medicina, libros prácticos, de no ficción).
• La edición especializada, incesante búsqueda de temas, no es tranquilizadora: sus
variaciones prestan atención a modas, nuevos temas surgidos de la actualidad, desarrollo
de ciencias y técnicas, evolución social, sus estructuras, inquietudes o esperanzas.
• El editor tiene mérito de haber presentido un nuevo tema de colección, haber sabido
seleccionar a autores que lo encarnen, pero especialistas de disciplina aportan
contribuciones: el editor tendrá que discriminar títulos que dan respuesta a una
expectativa y elegir o rechazar textos mayores.
• La innovación no es por sí misma un valor absoluto: hay distancia entre la avalada por el
público y la anticipada a su adhesión. Hay colecciones sin reconocimiento, desaparecieron
y, retomadas por otro editor, afirman su éxito. Esta anticipación de temas proviene de una
alquimia en que editor y autor se secundan.
Quiere formular propuestas e hipótesis que sustenten un trabajo sobre la historia de prácticas
de lectura, comprendidas en relaciones con objetos impresos y textos que llevan. Rojas:
contrastes en la recepción del texto se deben a lectores, por diversidad de caracteres y
humores, pluralidad de aptitudes y expectativas. Se diferencian según:
• Grado de edades: no manejan el escrito de igual forma (no saben leerlo/quieren o pueden)
• Según los distintos usos dados al mismo texto.
De la Celestina, tres lecturas (usos que la mutilan y privan de significación):
• Materiales: libros encuadernados, cubiertos de papel azul, impresos con caracteres viejos
y poco adecuados, ilustrados con grabados de madera empleados y donde, en página de
título, la imagen ocupa el lugar del sello del impresor.
• Comerciales: aunque la longitud de obras sea variable, sus precios son bajos, inferiores a
los producidos por un mercado distinto del libro, más cuidados y caros. Esto exige costos
de edición calculados al máximo.
Los textos que componen su fondo no fueron escritos para ese fin editorial. La política de los
inventores de la fórmula consiste en buscar en el repertorio de textos ya editados aquellos que
en su opinión convienen a expectativas y competencias del amplio público al buscan llegar. Un
trabajo de adaptación modifica el texto de la edición anterior, que sirve de copia a impresores
de libros populares, y es guiado por representación que tienen éstos de competencias y
expectativas culturales de lectores que no frecuentan el libro. Transformaciones de 3 órdenes:
Últimas observaciones de Rojas: conciernen al género del texto: han litigado diciendo que la
celestina no sería comedia sino tragedia. Se podría llamar tragicomedia. La observación puede
llevarnos a dos reflexiones:
• Los puntos de referencia explícitos que designan y clasifican textos crean expectativas de
lectura, anticipaciones de comprensión. Ocurre cuando se indica el género que relaciona el
texto a leer con otros ya leídos.
• También ocurre con indicadores formales o materiales: como el formato e imagen. Del folio
a pequeños formatos existe una jerarquía que relaciona el formato del libro, género del
texto, momento y modo de lectura. También la imagen, frontispicio o página de título, en
margen del texto o última página, clasifica el texto, sugiere una lectura, construye
significación. Es protocolo de lectura e indicio identificador.
Rojas induce a pensar que la historia de los géneros, textuales y tipográficos, podría dar anclaje
al proyecto de historia de discursos: comprenderlos en su discontinuidad, desmontar principios
de su regularidad, identificar sus racionalidades particulares supone que se tomen en cuenta
las coacciones y exigencias venidas de las formas en las que se dan a leer. De ahí la atención a
leyes de producción y dispositivos obligados que gobiernan cada clase o textos convertidos en
libros, también el descubrimiento de migraciones de un género a otro cuando una forma dada
se encuentra investida por envites que le son ajenos o por enunciados que se dicen en otro
lado y modo. Estas hipótesis de trabajo se suman a cierto número de revaluaciones críticas que
son otras tantas distancias tomadas respecto a certidumbres y hábitos de la historia cultural
francesa. Las primeras conciernen a empleos clásicos de la noción de cultura popular. Esta no
parece que pueda resistir a tres dudas:
La historia sociocultural acepto por mucho tiempo una definición reductora de lo social,
confundido con la sola jerarquía de fortunas y condiciones, olvidando que otras diferencias,
fundadas en pertenencias sexuales, territoriales o religiosas son sociales y susceptibles de dar
cuenta, igual o mejor que la oposición dominante/dominados, de la pluralidad de prácticas
culturales. Como ignora préstamos e intercambios, enmascara la multiplicidad de diferencias,
plantea la validez de una división que está por establecer, el concepto de cultura popular que
fundamentó los primeros estudios pioneros sobre el libro de divulgación debe ser revocado.
Como debe serlo el contraste reconocido entre las formas orales y gestuales de la cultura
tradicional y el área de circulación de lo escrito, manuscrito primero, luego impreso, que
delimita una cultura distinta, minoritaria, reservada. La división llevo a compartimentar los
enfoques de esos dos modos de adquisición y transmisión culturales y a la antropología
histórica, que se vincula a los sistemas de gestos, usos de la palabra, dispositivos rituales, y una
historia cultural consagrada a lo escrito, su producción y circulación. Pero así formulada la
oposición da cuenta mal de las situaciones entre siglos XVI y XVIII en que siempre se imbrican
medias y prácticas múltiples. De tales imbricaciones, unas asocian la palabra y el escrito,
porque una palabra dicha se fije en el escrito, o porque un texto retorne a la oralidad por una
lectura en voz alta. Otras articulan los escritos y gestos. Muchos textos tienen por meta
anularse como discurso y producir comportamientos o conductas consideradas legitimas o
útiles. El escrito está instalado en el corazón de las formas centrales de la cultura tradicional:
por ejemplo, los rituales eclesiásticos que exigen a la presencia del objeto escrito, manejado,
leído y transmitido. La historia de las prácticas culturales debe considerar esas imbricaciones y
restituir trayectorias complejas, de la palabra proferida al texto escrito, del escrito leído a los
gestos hechos, del libro impreso a la palabra lectora. Parece útil una noción: apropiación, que
permite pensar las diferencias en la división, porque postula la invención creadora en el
corazón de los procesos de recepción. Una sociología que durante mucho tiempo ha hecho de
la desigual distribución de objetos el criterio primero de la jerarquía cultural debe sustituirse
por un enfoque que centre su atención en empleos diferenciados, en usos contrastados de los
mismos bienes, textos e ideas. Esa perspectiva no renuncia a identificar, pero desplaza el lugar
mismo de su identificación porque ya no se trata de calificar socialmente unos corpus tomados
en su totalidad, sino de caracterizar prácticas que se apropian de manera diferencial de los
materiales que circulan en una sociedad. El enfoque estadístico que intentaba medir el desigual
reparto social de objetos, discursos y actos buenos que poner en series no sería suficiente.
Suponiendo correspondencias simples entre niveles sociales y horizontes culturales que capten
pensamientos y conductas en sus expresiones más repetitivas y reductoras, tal paso carece de
lo esencial: la manera contrastada con que grupos o individuos utilizan motivos o formas que
comparten con otros. Sin abandonar las medidas y series, la historia de los textos y libros debe
ser reconstrucción de diferencias en prácticas: una historia del leer. Pensar de este modo las
apropiaciones culturales autoriza a no considerar eficaces y radicalmente aculturantes los
textos o palabras que buscan modelar los pensamientos y conductas. Las prácticas que se
captan siempre son creadoras de usos o representaciones que resultan reductibles a las
voluntades de productores de discursos y normas. El acto de lectura no puede ser anulado en
el texto mismo, ni los comportamientos vividos en las prohibiciones y preceptos que intentan
regularlos. La aceptación de los mensajes y modelos siempre se realiza a través de arreglos,
desvíos, nuevos empleos singulares que son el objeto de la historia cultural. La noción de
apropiación no se toma aquí en el sentido que hace la apropiación social de los discursos uno
de los procedimientos que los controlan y un dispositivo que limita su distribución. Nuestra
perspectiva atiende no a las exclusiones por confiscación sino a diferencias en el uso dividido
tal como: el gusto, propensión y aptitud para la apropiación de una clase determinada de
objetos o prácticas clasificadas o clasificadoras, es la fórmula que está en el principio del estilo
de vida, conjunto unitario de preferencias distintas que expresan, en la lógica específica de
cada uno de los subespacios simbólicos, la misma intención expresiva. Lo cual quiere decir que
las prácticas contrastadas deben comprenderse como concurrencias, que sus diferencias están
organizadas por estrategias de distinción o imitación y que los empleos diversos arraigan en las
disposiciones del hábito de cada grupo. De ahí la elección de dos modelos de comprensión,
para dar cuenta de los textos, libros y lecturas:
Los procesos de imitación o vulgarización son más complejos, dinámicos y deben pensarse
como luchas de concurrencia, donde toda divulgación, otorgada o conquistada, produce la
búsqueda de una nueva distinción. Cuando el libro se vuelve un objeto menos raro, menos
confiscado y distintivo por su sola posesión, son las maneras de leer las encargadas de mostrar
desfases, de poner de manifiesto diferencias socialmente jerarquizadas. Las representaciones
simplistas y estereotipadas de la dominación social o difusión cultural deben ser sustituidas por
una forma de comprenderlas que reconozca la reproducción de las distancias en el seno mismo
de los mecanismos de imitación, concurrencias en el seno de las divisiones, la constitución de
nuevas distinciones debidas a los procesos de divulgación. Estas pocas hipótesis y nociones
parecieron una buena entrada en la cultura de los siglos XV-XIX por dos razones:
Introducción (tema): ilustrar la dificultad del editor frente al original y como lograr un buen
producto dentro de las restricciones establecidas. Denis Diderot plantea un problema de la
autoría y editorial: trabaja un libro de proyecto editorial con límites establecidos. Muestra la
tensión que se recorre: cómo lograr el mejor resultado final dentro de los límites previstos. Hay
una orientación hacia el lector, escenas de lectura. Esto es lo más definitorio de la actividad
editorial, y lo que la distingue del “hacer libros”.
El editing: una lectura profesional (tema): el tipo de lectura que hace el editor.
La orientación hacia el lector: hace que editing de originales sea ineludible. Editor lee puesto
en el lugar de destinatarios y trabaja con el autor para que el texto final sea un buen texto,
interesante, bien organizado y que cumpla con su propósito. Considera la forma en que se
adecua a la audiencia dirigida, características del material gráfico acompañante o a
incorporarse, relación del texto con otros capítulos del libro y cuestiones como permisos de
uso de materiales publicados, posibilidad de realizar sin riesgo los procedimientos descritos en
el texto. Es un trabajo de lectura especializada que hace que el original (texto e imágenes)
muestre lo mejor de sí mismo, al despojarse de elementos superfluos y desarrollar lo
sustantivo.
Pensar en el editing decir: el texto tiene problemas, pero escondido hay buen original y autor.
Descripción dura del editing: La enumeración de los objetivos puede malentenderse por quien
no está familiar con la tarea:
• Una copia de la versión digital del original del autor (usando control de cambios)
• Papel (lee, subraya, señala, anota sugerencias en lápiz, usa bolígrafos de diferentes colores
para indicar distintas dificultades que encontradas en el avance en la lectura del original)
Tipos de lecturas: de lo general (de principio a fin, cuestiones generales, de organización del
texto, estructurales), a lo puntual (problemas específicos). Desde el primer encuentro hasta la
corrección de la última prueba, el texto será leído muchas veces, pero cada vez de diferente
modo y atendiendo a distintas dificultades.
Organizar lecturas: distinguir dos momentos (en ambos las primeras lecturas serán generales y
las siguientes localizadas):
El Macroediting:
Unidad de trabajo: el texto completo o texto de capítulo (si hay autonomía entre ellos).
Propósitos:
Tareas:
Esta instancia es compleja y necesita ser encarada por editores que tengan una visión global de
la obra y conozcan a las características de las publicaciones de la editorial.
El Microediting:
Propósito:
• Asegurar la claridad y fluidez de la exposición
• Corrección de datos
• Calidad y pertinencia de las imágenes y su razonada relación con los textos
• Verificar que el texto se dirija adecuadamente al público previsto y de haber instrucciones
o sugerencias de actividades, que estén cuidadosamente pautadas.
Tareas:
• Leer el original, verificar y corregir lo necesario a fin de cumplir con objetivos establecidos.
• Negociar cambios con el autor.
No todas las preguntas aplican a todos los libros, y algunos requieren considerar otro ítem:
6. Verificar que la extensión / tamaño de cada uno de los materiales que van a formar parte
de las páginas respete las pautas de la maqueta
Se necesita: conocer qué es la imagen: sus cualidades, funciones, componentes, lecturas que
pueden hacerse por ella, cómo aprovecharla integrándola a una política redaccional y con qué
criterios elegirla.
¿Qué es la imagen?
• La imagen es para cubrir la falta de texto ni es decoración: cuesta cara, es un mensaje entre
un emisor y el lector "espectador" y es medio de comunicación. Son ambiguas y
polisémicas: es portadora de muchos sentidos y puede ser percibida de diferentes
maneras.
• Descriptiva y sugestiva: muestra (un niño juega con su mamá) y al mismo tiempo sugiere
(la escena evoca la alegría de vivir y felicidad)
• Estética: tiene una dimensión estética que se debe saber utilizar: aquí reside gran parte de
su poder de seducción. La foto o dibujo ilustran o decoran páginas. La belleza de una
imagen le confiere un poder de atracción ligado a la calidad de su composición y estética
propia del tema. A veces, esta dimensión puede ser un objetivo y no solo un medio.
• Formato y composición: El formato y líneas que componen una imagen juegan un rol
importante. Un cuadrado: sus lados son iguales y dan impresión de equilibrio, es más
"objetivo". La diapositiva 24x36 es más dinámica si es vertical que si es horizontal. La
vertical no excluye el movimiento, como el del formato a la italiana que expresa
apaciguamiento. En la composición de una foto o dibujo, las líneas verticales, horizontales
y oblicuas no inducen los mismos significados. La oblicua: percibida como un pasaje,
transición entre inercia y movimiento, como un desequilibrio.
• Luz: En una foto es esencial. Si está bien trabajada, la imagen será técnicamente buena y
estéticamente fuerte. Toda foto que no sigue este código inducirá a impresiones diferentes.
El contraluz reforzará el contraste fondo-forma y mostrando un contorno, confirmará el
sentido fantasmal de la imagen. Una iluminación de abajo hacia arriba confirmará lo
fantasmal, la imagen de la luz de derecha a izquierda, lo sobrenatural, y la luz saliendo de
una fuente luminosa central, la intimidad y misterio.
• Encuadre: Una imagen puede ser encuadrada a la altura del hombre, la perspectiva más
natural y corriente, y dar así un carácter realista y objetivo. Este no es el caso de la toma en
picado (de arriba hacia abajo, da al lector una impresión de seguridad, de dominar la
situación) o en contrapicado (de abajo hacia arriba, lo inquietará, hará que se sienta
amenazado o presionado). Un retrato encuadrado en primer plano (la cara), atraerá la
atención sobre una expresión; un primerísimo plano (detalles de la cara) dramatizará o
propondrá una lectura más psicológica. En cambio, un plano en conjunto dará impresión de
libertad, mostrando al personaje en su contexto. El medio plano (personaje de cuerpo
entero), subrayará la acción.
Es importante conocer estas características en vista a lo que se desea comunicar por la imagen.
Una foto o un dibujo pueden disgustar o agradar.
Estudios sobre la lectura de imagen permiten hacer algunas afirmaciones. No se oponen unas a
otras, se sitúan en momentos diferentes y parecen complementarias:
• El trayecto de la mirada partirá del centro de la imagen, hacia la esquina inferior izquierda,
después hacia el sentido de rotación de aguja del reloj (se sustenta en fase de percepción)
• Paul Almas: los componentes vivientes serán los primeros en ser percibidos (hombres,
animales), después los elementos móviles (gestos, humo), por último, la vista se interesará
por las cosas fijas (objetos, casas). Regla no válida en caso en que los objetos fijos se
encuentren en una posición inhabitual que les daría prioridad sobre componentes
vivientes (si no tienen más que un pequeño lugar en una foto o dibujo pasarían a un
segundo plano). En el caso de una linealidad total de lo dado, la lectura se hará como en un
texto, de izquierda a derecha (se sustenta sobre la fase de la interpretación).
¿Cómo aprovechar la imagen?
Es necesario saber trabajarla y saber lo que se le puede hacer decir, cómo utilizarla en función
del soporte y publicación: definir una política propia con respecto a la imagen.
La relación texto-imagen:
Si se conocen las posibilidades que ofrece la imagen, y se establece una relación clara entre
ésta y el texto, se parte de bases nítidas, elegidas, deseadas y asumidas. Toda política de
imagen reposa sobre elementos sobre los que no se puede obrar, pero es necesario conocer lo
mejor posible.
El lector:
• La calidad del papel: El rendimiento de fotografías será mejor cuando el gramaje del papel
(peso del papel) sea elevado y el acabado de calidad. Es necesario elegir el papel en
función de su personalidad. Un papel áspero y no blanco puede ser buen soporte para
fotos en blanco y negro de muy buena calidad
• El color: Las elecciones visuales no serán las mismas si se imprime en blanco y negro o
color (se puede disponer de el sobre todas las páginas o sólo en algunas, posibilidades
variables en función de la manera en que las páginas son dispuestas según el formato del
papel, plegado y encuadernación). No sería demasiado recomendar la necesidad de
informarse precisamente sobre todas las modalidades de fabricación de la publicación.
Se deben equilibrar y combinar todos estos elementos para elegir el tipo de imagen:
• El grado de proximidad con el texto (se desea que estén muy próximas al texto, que lo
prolonguen, que se opongan a él, o que lo substituyan)
La variable:
• Primer ejemplo: para ilustrar la colección del nuevo gobernante de un país resulta natural
publicar un retrato del individuo. Se elegirá una situación según el ángulo del artículo.
• Segundo ejemplo: se desea ilustrar resultados de un estudio que muestra que vacas
producen más leche cuando son ordeñadas escuchando música clásica. Éste es un ejemplo
de un tema imposible de ilustrar por medio de fotografías pero que puede ser ilustrado con
un dibujo humorístico.
Es la disposición del texto e imagen en el espacio y el espacio de la página o doble página. Esta
puesta guía la percepción de una imagen. Se tratará entonces de jugar con el conjunto de
características del texto e imagen.
El conjunto del diario: A partir de un cuadro que muestre el desarrollo de páginas, se tratará de
encontrar el más armonioso: apertura con un reportaje con fotos, artículos poco ilustrados a
continuación. Mirando el desarrollo se podrá observar también que una página entera
ilustrada que se pensó como apertura de un capítulo quede resultar muerta si se encuentra
frente a una página de publicidad, más si ésta está muy ilustrada. Se deberá prever la ubicación
de las imágenes obligatorias.
En una página simple: se evitará relegar la imagen a la base de la página, porque será percibida
como incongruente (tapa agujeros). Esquemáticamente, se sabe que la imagen que se
encuentre más arriba de una diagonal que va desde el borde inferior izquierdo al borde
superior derecho, es vista antes que el resto. Cuanto más alto en página y más cerca del título
se encuentre la foto, mejor percibida será.
En la doble página: se trabajará con los contrastes entre el conjunto de grises del texto y la
masa ilustrada, lo que conduce a concentrar la ilustración alrededor de una imagen fuerte.
• Trabajar con los formatos: tres fotos de idéntico tamaño se confunden. Es preferible
trabajar con los contrastes de tamaño y de forma
• Trabajar con los planos: plano general/primer plano/medio plano, picado/en contrapicado
• Procurar una buena relación entre el título y la imagen: Es desagradable encontrar bajo el
título "El blues de los campesinos andaluces", una foto de un agricultor risueño. La relación
título-foto es ley de hierro a respetar. La elección es esencial, pero puede pasar de que una
foto tenga tal fuerza y simbolice tan bien la situación tratada en una página o artículo, que
sea necesario conservar y encontrar otro título que cubra el contenido del texto y foto.
PRIMERA JORNADA
Las dos vertientes de la lectura
Petit: en París vivió rodeada de libros, escogiendo libre en la biblioteca de sus padres y de
verlos día tras con libros en las manos: todo ello propicia que uno se convierta en lector. En
América Latina descubrió las bibliotecas, y una en particular, la de un instituto en el que mi
padre daba clases. En Francia, por aquella época, las bibliotecas eran todavía oscuras, austeras;
los libros no eran de libre acceso, comunicaban a un adolescente que no tenía nada que hacer
allí. Las cosas han cambiado. La juventud preocupa porque el porvenir es inasible. En
sociedades tradicionales, uno reproducía la vida de sus padres: cambios demográficos,
urbanización, expansión del sistema salarial, emancipación de mujeres, restructuración de las
familias, globalización de la economía, avances tecnológicos, han revolucionado todo eso. Se
perdieron muchos de puntos de referencia que daban sentido a la vida. Parte de la
preocupación proviene de la pérdida de dominio, de pánico ante lo desconocido. La juventud
simboliza el mundo que no dominamos, cuyos contornos no conocemos bien. ¿Y la lectura de
libros en particular? En Francia la proporción de lectores asiduos entre jóvenes disminuyo en
los últimos veinte años, pese a la expectativa de que aumentara por mayor escolarización.
Según ellos, prefieren el cine o televisión a los libros: deploran que los jóvenes ya no leen.
Desconozco cuál es la situación en México, pero en Francia este tema se plantea en los
periódicos cada nueva estación del año. Durante mucho tiempo el poder, la Iglesia y
educadores estuvieron preocupados por los peligros que podía traer una amplia difusión de la
lectura. Pero desde los años sesenta lamentan que sea insuficiente. esto preocupa porque
algunos temen que se pierda una experiencia humana irremplazable. Estados Unidos 80% de
niños no saben lo que significa la experiencia de leer en silencio. escritores también temen
que, en un mundo ruidoso, ya nadie se acuerde de ese territorio de la intimidad que es la
lectura, de esa libertad y soledad que siempre han asustado al ser humano. Temen que, ante el
énfasis que se da a la "comunicación" y comercio de información, nos desviemos hacia una
concepción instrumentalista y mecanicista del lenguaje. Pero en buena parte de los discursos
sobre el descenso de la frecuencia de lectura en los jóvenes me parece que intervienen otros
motivos. Decía que en las formas tradicionales de integración social se reproduce la vida de los
padres. Y la lectura, si tenía acceso a ella, era parte de esa reproducción. En el inicio la lectura
fue una actividad prescrita, coercitiva, para someter, controlar a distancia, aprender a
adecuarse a modelos, inculcar "identidades" colectivas, religiosas o nacionales. me parece que
algunos añoran una lectura que permita delimitar, moldear, dominar a los jóvenes. En los
medios se oyen lamentaciones como "los jóvenes ya no leen", "hay que leer", o "se debe amar
la lectura", lo cual ahuyenta a todos. Se deplora que se pierda la lectura de textos
supuestamente edificantes, "patrimonio común" que es reunificador al que se supone
deberíamos congregarnos. En mi país, el debate sobre la lectura entre jóvenes se reduce así a
una querella entre antiguos y modernos. antiguos lloran la pérdida de las letras, con un tono y
argumentos que no me parecen los mejores para atraer a su causa a quienes no leen, más si se
trata de jóvenes. los modernos, afirman que tal telenovela es capaz de satisfacer nuestra
necesidad de narración como tal o cual texto elaborado, y que todo consiste en un asunto de
gustos heredados, de consumo cultural socialmente programado. si bien la proporción de
lectores asiduos ha disminuido, la juventud sigue siendo el periodo en el que hay mayor
actividad de lectura. Y más allá de lo estadístico, si se escucha hablar a los jóvenes, se
comprende que la lectura tiene para ellos ciertos atractivos que la distinguen de otras formas
de esparcimiento. Se comprende que, a través de la lectura, se encuentren mejor equipados
para resistir cantidad de procesos de marginación, que los ayude a construirse, imaginar otros
mundos posibles, soñar, encontrar un sentido, encontrar movilidad en el tablero de la
sociedad, a encontrar la distancia que da el sentido del humor, y a pensar en tiempos en que
escasea el pensamiento. Creo en la lectura ayuda a los jóvenes a ser más sujetos de su propia
vida, y no objetos de discursos represivos o paternalistas. Y que puede constituir un atajo que
lleva de una intimidad rebelde a la ciudadanía. Eso es lo que intentaré mostrarles: la pluralidad
de lo que está en juego con la democratización de la lectura entre jóvenes. Así pues, organicé
cuatro conferencias:
Trataré las dos vertientes de lectura: el poder absoluto que se le atribuye al texto escrito y la
libertad del lector. Las evocare apoyándome primero en una investigación sobre la lectura en el
medio rural. elaboré entrevistas con personas de diversos estratos sociales que vivían en el
campo y que les gustaba leer. Hay medio siglo de distancia entre las infancias que evocan.
• Jeanne es jubilada y se acuerda de los tiempos en que estaba interna: "Todo lo que no era
el programa era prohibido. No teníamos tiempo libre, ni permiso de hablar, nos leían vidas
de niños modelo y de santos".
• Pierre es agricultor de cincuenta años. El libro que evoca lleva por título La vuelta de
Francia de dos niños y fue leído por varias generaciones de niños durante la primera mitad
del siglo. Su finalidad era inculcar en los jóvenes un fuerte sentimiento de identidad
nacional: Mi abuelo me leía La vuelta de Francia de dos niños. el caso es que leía "bien";
vivíamos esa historia a medida que la iba contando, ¿sabe? Con mi hermano, cuando
hablamos de esa Vuelta de Francia podíamos verla. Eso debió ser allá por 1945 o 1946.
• Christine tiene cuarenta años. Antes de irse al campo, vivió mucho tiempo en la ciudad. Y
habla de su hijo adolescente: "Eso es lo que intentaba explicarle: no te sientes frente a la
tele, hay millones como tú que miran la tele. Si tomaras un libro, serías el único. ¡No me
digas que no es otra forma de placer!"
Estas escenas reflejan la partición entre la lectura colectiva, oral, edificante, y la lectura
individual, silenciosa, en la que se encuentra uno palabras que permiten se exprese lo singular
que hay en cada quien. Entre esa época en que unos cuantos controlaban el acceso a textos
impresos y sacaban de ellos fórmulas para inculcar a los demás, sometidos y en silencio, una
identidad religiosa o nacional, y esa otra en la que se "toma" un libro, se apropia uno de él, se
encuentran palabras e imágenes a las que se asignan significados al gusto. Tres escenas que
recuerdan que la lectura tiene varios rostros, que está señalada por el poder absoluto que se
atribuye a la palabra escrita, y por la irreductible libertad del lector, como Chartier:
Todo humano preocupado por influir en sus semejantes parece entender esa función
“mandarínica” del lenguaje escrito. dos ejemplos.
• El primero nos lo proporciona una niñita, Emilie, de siete años en el medio rural. habla de
una de sus amigas que, para establecer su poder, pasa el tiempo leyendo y haciendo leer a
los demás. La cito: Prefiere ser la jefa: así que trabaja, escribe, veinticuatro horas al día, y le
gusta mucho leer. Porque tiene que prepararnos trabajo, y luego tenemos que aprenderlo
de memoria. Ya sabe por experiencia que el manejo del lenguaje escrito es instrumento
crucial para el poder.
• Lévi Strauss, en un "Lección de escritura", relata un incidente cuando se encontraba en la
tierra de los indios nambikwara en Brasil. El jefe que no sabía leer ni escribir le pide una
libreta de notas. La cubrió de líneas, reunió a su gente y enumeró la lista de regalos que el
etnólogo les iba a traer. ¿Qué es lo que esperaba? Engañarse a sí mismo, más bien llenar de
admiración a sus compañeros, convencerlos de que los obsequios pasaban por su
intermediación, que conseguido aliarse con el blanco y que era partícipe de sus secretos".
al reflexionar sobre este incidente, Lévi- Strauss sacó la conclusión: La función primaria de
la comunicación escrita es favorecer la sumisión. El empleo de la escritura para fines
desinteresados, con el objetivo de encontrar en ella satisfacciones intelectuales y estéticas,
es un resultado secundario, y se reduce casi siempre a un medio para reforzar, justificar o
disimular al otro.
• Michel de Certeau: Los lectores son viajeros, nómadas que cazan furtivamente en los
campos que no han escrito. Y luego hablaba de la actividad silenciosa, transgresora, irónica
o poética, de lectores que conservan su particularidad en el ámbito privado. Decía: La
escritura acumula, embodega, se resiste al tiempo mediante el establecimiento de un lugar
y multiplica su producción gracias al expansionismo de la reproducción. La lectura no se
protege contra el desgaste del tiempo (uno olvida y se olvida de sí), no conserva o conserva
mal sus logros, y cada uno de los lugares por que pasa es la repetición del paraíso perdido.
Los lectores hacen lo que les placa y además se fugan. Al leer, en nuestra época, uno se aísla, a
distancia de sus semejantes, en una interioridad autosuficiente. La lectura es una habitación
propia. Se separa uno de lo más cercano y evidencias de lo cotidiano. Si la lectura incita al
espíritu crítico, clave de una ciudadanía activa, es porque permite un distanciamiento,
descontextualización, pero también abre puertas de un espacio de ensoñación en el que se
pueden pensar otras formas de lo posible. No debe establecerse una oposición entre la lectura
instructiva y la que induce a la ensoñación. Tanto la una como la otra, la una junto con la otra,
pueden suscitar el pensamiento, el cual pide esparcimiento, rodeos, pasos fuera del camino. La
lectura convirtió en un gesto de afirmación de la singularidad.
Segunda vertiente: diálogo entre el lector y el texto. el lector da un sentido que se le escapa al
autor y a quienes se esfuerzan por imponer una única lectura autorizada. El lector no es pasivo:
lleva a cabo un trabajo productivo, reescribe. Hace desplazarse al sentido, hace lo que se le
ocurre, desvía, reutiliza, introduce variantes, deja de lado usos correctos. Pero a su vez es
alterado: encuentra algo que no esperaba y no sabe hasta dónde puede ser llevado.
En la lectura hay algo que es del orden del trabajo psíquico, en el sentido de trabajo de sueño,
de trabajo de duelo, de trabajo de creación. muchos lectores lo experimentan aun cuando
provengan de medios modestos y es curioso que muchas veces es silenciado o pasa
inadvertido. Para que entendamos de qué manera puede la lectura trabajar al lector, citaré a
una serie de jóvenes:
• Fanny tiene veintiún años: "Me gusta cuando hay libertad para el lector. Las novelas que no
toman a por imbéciles, que no explican todo, que dejan recorrer nuestro propio camino".
• Ridha: Cuando era niño, el bibliotecario dejaba su trabajo a ratos y se ponía a contarles
cuentos a los niños. A mí eso me llegó mucho; la sensación, la emoción que sentí en aquel
momento, permaneció, es algo parecido al encuentro. No me dijeron: haz esto o haz
aquello, sino que me mostraron algo, me hicieron entrar en un mundo. Me abrieron una
puerta, una posibilidad, una alternativa entre miles tal vez, una manera de ver que no es
necesariamente la que hay que seguir, que no es necesariamente la mía, pero que va a
cambiar porque habrá tal vez otras puertas. Cada uno de los libros era una alternativa, una
posibilidad de encontrar salidas, soluciones a problemas, y cada uno era una persona, una
individualidad a la cual podía conocer en el mundo. A través de la diversidad de los libros y
de las historias, hay una diversidad de las cosas. Si no hubiera diversidad sería monótono,
ella enriquece al ser. El sentimiento de asfixia se da cuando siente que todo está inmóvil,
que todo alrededor está petrificado, una situación que le impide moverse, es desesperante.
La biblioteca ideal es una biblioteca que hace soñar, que no impone ideas o imágenes o
historias, sino que les muestra posibilidades, alternativas. Leer historias por el puro placer
de mostrar que se puede soñar y que hay salidas y que no todo está inmóvil. Que uno
inventa su vida, que es posible inventarse la vida. La búsqueda de sí mismo, el encuentro
consigo mismo, es la cosa más importante para un ser humano, para un individuo.
• Daoud, de origen senegalés: La lectura para mí no es una diversión, es algo que me
construye. La biblioteca me dio la posibilidad de imaginar mis propias películas como si
fuera un realizador. Con esos librotes, a veces leía el resumen, me imaginaba la historia,
leía la primera página, primera línea, y me contaba todo lo que pasaba.
Daoud y Ridha asocian el hecho de construirse con la alteración que produce el encuentro con
un texto o sólo un renglón. Están expresando lo mismo que el psicoanalista: es por medio de la
intersubjetividad como se constituyen los humanos, y que el lector no es una página en blanco
donde se imprime el texto: introduce su fantasía entre líneas, la entrelaza con la del autor. Las
palabras del autor hacen surgir su propio texto.
Aquí, antes de saber descifrar, lee en el sentido en que el libro desencadena en él toda una
actividad de fantasmización, de construcción narrativa. Y como el poder de descifrar las letras
enigmáticas parecen provenir de la escuela, reclama el derecho de poder asistir a ella. Pronto
se arrepentirá. En la escuela primaria recibirá un aprendizaje que moldea ortopédicamente su
cuerpo, espíritu y lengua. Y la imposición de una lengua extranjera: el francés. Los niños
aprenden a vigilarse, a corregir su acento. Pero la lengua será también el instrumento de su
supervivencia. Quiere comprender los misterios de la escritura, se sumerge en las letras, llena
páginas con su pluma, no para darle gusto al maestro sino para él mismo. Y Chamoiseau
concluye su libro con estas palabras: en ese saqueo de su universo natal, en esa ruina
invalidante, el negrito, agachado sobre su cuaderno, ponía tinta en un rastro de supervivencia.
Él se apropiará de esa lengua que devastó su universo natal, pero también revolucionará sus
formas, la convertirá en una lengua mosaico, engarzada con palabras tomadas de la diversidad
caribeña. Chamoiseau evoca en otro libro (Escribir en un país dominado), esta inversión desde
el momento en que se es prisionero de las letras del otro hasta que la escritura de los otros le
da a uno un lugar y le permite hacerse de un espacio en la lengua, encontrando sus propias
palabras, su propia manera de decir o de escribir. Observa ese poder fecundante de las
palabras de un escritor: Al final de una lectura, el mundo que se extrajo del libro sigue teniendo
vida autónoma dentro de uno. Uno se ve forzado a crear nuevas historias a partir de ese
mundo. Evoca en especial una prisión en la que trabajó como educador, y a un joven recluso
martiniqués a quien le lleva libros a escondidas. Cito: Leía. Escribía. Mi amistad con el jefe de
custodios me permitió conseguirle una máquina de escribir. Se dedicaba a ello todo el día, toda
la noche. Viéndolo escribir, tomé conciencia del potencial de la lectura-escritura en una
situación extrema. Mi nuevo amigo se había reconstituido una densidad que aniquilaba la
represión carcelaria. Ya no era todo rencor sine toda voluntad. Se proyectaba con confianza.
Aun cuando uno no sea antillano, toda cultura tiene una estructura colonial. Eso lo dice
Jacques Derrida: Toda cultura es originalmente colonial. Toda cultura se instituye mediante la
imposición unilateral de una u otra política de la lengua. Lo sabemos, el dominio empieza por el
poder de nombrar las cosas, de imponer y legitimar las apelaciones. Unas páginas más
adelante, Derrida recuerda el momento en que, siendo un joven judío criado en África del
Norte, fue como arponeado por la literatura y filosofía francesas y evoca ese sueño, no de herir
la lengua o maltratarla, sino de hacerla convertirse en algo, esa lengua que permanece intacta,
siempre venerable y venerada.
Leer permite al lector descifrar su propia experiencia. El texto "lee" al lector, lo revela; sabe
mucho de él, de las regiones de él que no sabía nombrar. Sus palabras constituyen al lector. Los
escritores ponen palabras en donde nos duele, ellos nos ayudan a ponerle un nombre a los
estados de ánimo por los que pasamos, a apaciguarlos, conocerlos mejor, compartirlos. Gracias
a sus historias, nosotros escribimos la nuestra entre líneas. Y desde el momento en que tocan
lo más profundo de la experiencia humana, la pérdida, el amor, la búsqueda de sentido, no hay
razón para que escritores no lleguen a todos y cada uno de nosotros. Es en ese punto donde los
jóvenes lectores de sectores pobres pueden encontrarse con ellos. Con esta dimensión de la
lectura que "trabaja" al lector, estamos lejos de divisiones establecidas que oponen entre sí a
los partidarios de la lectura "útil" y a los de "distracción". Cuando encuentro palabras que
perturban porque hacen posible que se diga lo más íntimo que yo sentía, ¿es esto algo útil?,
¿es esto placer? Tal vez es algo que está "más allá" del placer. Gracias a esa forma de lectura, a
esos encuentros, elaboramos un espacio interior, un país propio, incluso en contextos en los
que parecía no haber ningún espacio personal. Existe también la idea de que toda verdadera
palabra tiene algo oculto:
• La lectura tiene que ver con secreto, la noche, el amor y disolución de la identidad. Recurre
al pudor.
• Marguerite Duras observaba durante una entrevista: Es posible que siempre leamos en la
penumbra. Incluso cuando se lee en pleno día, al exterior, la noche se instala alrededor del
libro.
• Michel de Certeau: Leer es estar en otra parte; ahí donde no están, en otro mundo, es
crear rincones de sombra y de noche en una existencia sometida a la transparencia
tecnocrática
Ese espacio íntimo de lectura no es sólo un engaño o huida, es una manera de fugarse, una
escapatoria hacia un lugar en el que no se depende de los demás cuando todo parece estar
cerrado, nos hace ser, nos "da lugar". Ese espacio íntimo está muy poblado. En él vagabundean
fragmentos de frases, escritas o dichas por otros, que hemos recogido y que revelaron esa
parte oculta de nosotros. A partir de esa otra manera de habitar el tiempo que surge cuando
leemos, tenemos otra percepción de lo que nos rodea. Vamos construyendo artesanalmente el
sentido a partir de fragmentos sacados de aquí y allá. El sentido no es un sistema total que dice
la última palabra, la razón de ser de nuestra presencia sobre la Tierra. No es algo que esté allí:
es algo hacia lo cual se tiende, un movimiento, disposición, capacidad de acoger, una forma de
estar atento. La lectura nos da el sostén de una definición. De una puesta en orden y forma. Se
siente que hay en ella más de verdad que en otras formas de expresión lingüística. Que el buen
escritor rompe estereotipos, desempolva el lenguaje, expulsa los clichés y es uno de pocos que
hablan de contradicciones y las ambivalencias que nos constituyen. Es sobre esas
contradicciones, esa parte de sombra en el interior del ser humano, sobre lo que trabaja.
Presente algunos fragmentos a propósito de la experiencia literaria. Pero les mostraré que
muchos lectores jóvenes de sectores pobres expresaron cosas parecidas. Cuando se es pobre,
en la mayoría de los casos se desconoce esa experiencia porque no se tiene acceso a libros o
sólo a ciertos libros. No obstante, hay personas de este sector que tuvo la fortuna de acceder a
la lectura, y que conoce, a veces a través de un solo texto, toda la amplitud de la experiencia.
En ese texto encontraron palabras que los alteraron, que los "trabajaron", muchas veces
tiempo después de haberlas leído. Por el contrario, hay gente nacida rica que habla de
literatura en salones y que nos hace sentir que nunca han conocido esa experiencia de
alteración. Usan los libros solo para impresionar amigos. No hay nada peor que estar privado
de palabras para darle un sentido a lo que uno vive, y la humillación de quedarse fuera del
mundo del lenguaje escrito. En la actualidad estar fuera del lenguaje escrito es estar fuera del
mundo. Quienes no tuvieron acceso al lenguaje escrito o no conocen sus costumbres, se
sienten agobiadas por la indignidad. A la inversa, mediante el hecho de compartir a través de la
lectura, pueden sentir su pertenencia a algo. Si el hecho de leer puede abrir hacia el otro, no es
solo por las formas de sociabilidad y conversaciones en torno a los libros, es también por el
hecho de que al experimentar tanto la propia verdad íntima como la humanidad compartida
con los demás. Leer no aísla del mundo. Leer introduce en el mundo de forma diferente. Lo
más íntimo puede alcanzar en este acto lo más universal. La pobreza material es temible
porque se carece de los bienes culturales que confieren dignidad, inteligencia de sí mismo y del
mundo, poesía e intercambios que se entrelazan con esos bienes. La pobreza impide formar
parte de una sociedad, estar ligado con el mundo a través de lo que produjeron quienes lo
componen: esos objetos culturales que circulan y que desembocan en otros círculos diferentes
del parentesco o barrio, que son el espacio de lo íntimo y de lo que se comparte más allá de la
frontera familiar. Y para pensarse, para definirse, muchas veces no les queda a los pobres más
que el pertenecer a una comunidad mítica o a un territorio.
Leeré algunas frases del libro de Cavallo y Chartier, Historia de la lectura en el mundo
occidental: El modelo tan usado a finales del siglo XVII por pintores y escritores, de una lectura
campesina, patriarcal y bíblica, realizada durante las veladas por el padre de familia que leía en
voz alta para toda la gente de la casa congregada ahí, nos habla de la añoranza de una lectura
perdida. En esa representación ideal de la vida campesina, tan gustada por la élite letrada, la
lectura comunitaria significa un mundo en el que el libro es reverenciado y en que se respeta la
autoridad. Con esa figura mítica lo que se denuncia es el gesto de una lectura contraria,
citadina, negligente, desenvuelta. La furia de la lectura, descrita como un peligro para el orden
político, como un "narcótico" que distrae de la verdadera Ilustración, o como un desorden de la
imaginación y de los sentidos, es patente para los observadores contemporáneos. Desempeña
un papel esencial en la separación que empieza a darse entre los súbditos y su príncipe, entre
los cristianos y sus iglesias en toda Europa, pero especialmente en Francia.
En la actualidad se observa una nostalgia del mismo tipo entre gente entre las filas del poder
político o universitario. Añoranza de esa figura que reúne a todos a su alrededor: el patriarca,
que es el único que habla. Un deseo de restauración de esa autoridad que la lectura contribuyó
a debilitar. Me pregunto si el miedo que los poderes sienten ante el libro y su difusión no es
fantasmático y si los peligros son reales. A esos historiadores no les cabe la menor duda. La
lectura compartida vuelve más fluidas las adhesiones, ya sean familiares, comunitarias,
políticas y religiosas. Muchas resistencias a la difusión de la lectura se deben al temor de esas
separaciones. Hay políticos e intelectuales que llaman a la restauración de una cohesión social
perdida o amenazada, y al rescate a la cultura a la que atribuyen poderes reparadores o
reconciliadores. Les alarma que jóvenes no compartan "el patrimonio común", florilegio de
valores, de referencias que debería mantener unida una sociedad. La juventud que causa
preocupación en Francia es la que vive en los barrios marginados, a la que los medios de
comunicación asocian con el aumento de la violencia, delincuencia y tráfico de drogas. Según
políticos e intelectuales, correspondería a educadores y bibliotecarios llevar a esos jóvenes
marginados a una especie de rito de paso, de obligación de pertenecer, mediante el acto de
compartir grandes textos. Volvemos a encontrar en esos discursos la creencia de que los textos
escritos pueden modelar a quien lo descifra, y que ciertos textos podrían imprimirse en ellos
como si fueran páginas en blanco, hasta que lectores se asemejaran a lo que ingieren. Nos
encontramos en la primera vertiente de la lectura. Fue en el transcurso de esta investigación
que llevé a cabo sobre la lectura en el medio rural, cuando entendí a fondo lo en juego en la
democratización de la lectura.
Tanto en esta investigación como en la que se refería a la lectura en el medio rural, elegí
situarme del lado de los lectores, y me gustaría explicarles un poco mi proceder. En principio
eso no se debe hacer. La primera cosa que hice antes de contestar a la licitación que recibí del
Ministerio de Cultura sobre ese punto, fue tratar de recuperar a la adolescente que había en
mí, acordarme de la representación del mundo que tenía en aquel entonces. Claro está que mi
percepción era singular y estaba vinculada a mi historia personal y familiar, y que el mundo
había cambiado. Pero pensaba que parte de la experiencia adolescente perduraba por encima
de las generaciones, de los países y de los sexos. Para refrescarme las ideas me fui a ver
películas. Los artistas conservan una proximidad con el niño o adolescente que un día fueron,
se dejan inundar por él. En ese momento, había en cartelera varias películas producidas por
cineastas de diferentes generaciones que lleva baban su adolescencia a la pantalla. Pensé
también en otras películas sobre ello. A medida que veía esas imágenes, lo que más me
llamaba la atención era que la adolescencia, la juventud, es un poco la época en la que uno se
dice a sí mismo: Yo soy uno y ellos son todos. Es la época en la que se tiene la impresión de que
el mundo está lleno, de que los lugares están ocupados, que las casas están ya construidas, los
libros han sido escritos, los saberes se han constituido, desde hace una eternidad. Y que la
gente se extiende por todos lados. Para encontrar lugar será necesario remover todo eso. Y eso
no tiene la intención de dejarse remover. Tener quince años es ese sentimiento: el mundo está
lleno, ¿dónde diablos podré colocarme? Al ver esas películas me encontré de nuevo con la
impresión de que el mundo ya ocupaba todo el espacio. Lo diferente en películas adolescentes
más recientes era una violencia mayor, conductas autodestructivas, omnipresencia de la droga.
Al ver esas películas encontré otra cosa: la adolescencia, en todas las épocas, para muchachos
y muchachas de todas las categorías sociales y países, es un momento de crecimiento
pulsional, son años en que el cuerpo se transforma totalmente. Todos se enfrentan con
emociones, deseos, pulsiones que temen no poder controlar. Tienen miedo de sí mismos, del
miedo que inspiran los adultos por los que se sienten incomprendidos, de ser los únicos en el
mundo que sienten lo que les ocurre. Creo que la soledad del adolescente puede resultar
temible. Porque la pandilla es despiadada, lo obliga a uno a alardear, a nunca dejar la máscara,
puesto que todos nutren su seguridad. Así, tenemos un mundo exterior que se percibe como
hostil, excluyente, que deja muy poco lugar, y de hecho las generaciones de mayor edad ven
con ojos ambivalentes a esos rivales en potencia. Y tenemos un mundo interior extraño,
inquietante. Una edad de lo más incómoda, de lo más exaltante y exaltada a veces, en la que
no se sabe cómo definirse y en que se tiene miedo de las definiciones. Encontrar palabras que
le muestren a uno que en el fondo no hace más que compartir afectos, tensiones y angustias
universales, aun cuando se declinen de forma muy diferente según hayamos nacido niña o
niño, rico o pobre, en tal o cual rincón del mundo. En el momento de redactar este proyecto vi
también un programa de televisión porque me pareció peculiar. Trataba de un cantante de rap
muy conocido en Francia. Éste, un adolescente que se crio en los suburbios, contaba cómo
había entrado un día, en París: en un tesoro, una gran biblioteca donde uno no está orientado
por obligaciones escolares, en donde puede escoger el libro que quiera, el periódico que quiera,
ver microfilms, películas... tomarse su tiempo. Además, hay mucho de donde escoger que no ha
encontrado en la escuela. Regresó a ella, desarrolló un gusto por los escritores. Y fue ahí donde
se convirtió en un "torero verbal", un domador de palabras. Igual que el escritor antillano
Chamoiseau, igual que el preso del que hablaba Chamoiseau, igual que el filósofo Jacques
Derrida, MC Solaar había inventado su propia forma de decir, su propia manera de cantar,
incursionando día tras día en los libros de otros. Así hice la introducción del proyecto de
investigación con la historia de este cantante, y expliqué que pensábamos analizar historias
singulares, insistiendo en esta dimensión de la apropiación, estos encuentros, en diálogos con
los textos. Y en que queríamos identificar en esas historias los desplazamientos de todo tipo
que la lectura y la biblioteca favorecen. Nos colocábamos en la segunda vertiente de la lectura.
Así empezamos a estudiar cuál puede ser el papel de las bibliotecas públicas en la lucha contra
los procesos de exclusión y relegación, analizando no la forma en que los jóvenes recibían o no
una lluvia de buenos textos destinados a asegurar su adecuación a una supuesta "identidad
francesa", sino de qué manera se apropiaban del contenido de una biblioteca, lo que hacían
con él, y cómo modificaba esto sus vidas.
Para mí era muy importante, desde antes de estas investigaciones, no disociar lo "social" de
"los seres particulares e inteligentes" que lo conforman. Pero entendí que, si bien
determinismos sociales tienen importancia, cada destino es también una historia particular,
constituida por una memoria y sus lagunas, por acontecimientos, encuentros y movimiento.
Cada uno de nosotros no solamente es asignable a un grupo, espacio o lugar en el orden social,
del que no haría sino declinar rasgos, gustos, maneras de actuar y de pensar, características de
su clase o grupo étnico. Él, o ella, se construye de forma singular e intenta crear, con mayor o
menor éxito, un espacio en el que encuentre su lugar; trata de elaborar una relación con el
mundo y los demás, que le dé sentido a su vida. Me parecía así que, si bien la integración social
o marginación eran resultado de transformaciones estructurales a gran escala, esos procesos
se declinaban en historias singulares. A lo largo de ellas había un juego de plazos diferentes,
largo y corto. Los humanos se constituyen siempre en la intersubjetividad y sus trayectorias
pueden cambiar de rumbo después de algún encuentro. Esos encuentros, interacciones a veces
propiciadas por una biblioteca, ya sea se trate del encuentro con un bibliotecario, otros
usuarios o con un escritor que está de paso, que pueden redescubrirse y ofrecerse para ser
compartidos de una manera amplia, pero afectándonos en forma individual. La experiencia del
psicoanálisis me enseñó que lo que determina la vida de los humanos es el de las palabras o el
peso de su ausencia. Por ello aproveché esta oportunidad de trabajar sobre la lectura y la
relación con los libros, con la idea de que era un camino privilegiado para ver en qué medida y
de qué manera podía uno abrirse hacia otros desplazamientos mediante el reacomodo de un
universo simbólico, un universo de lenguaje, mediante el hallazgo de un margen de maniobra
en el uso de la lengua.
SEGUNDA JORNADA
Lo que está en juego en la lectura hoy en día
Lo que pone de manifiesto al evocar el momento es que lo que está en juego es la identidad
misma de quienes se acercan a los libros, su manera de representarse a sí mismos, de situarse,
de tener una forma de acción sobre sus destinos.
• Daoud: Cuando se vive en los suburbios está uno destinado a tener malos estudios, un
trabajo asqueroso. Hay una gran cantidad de acontecimientos que lo hacen ir a uno en
cierta dirección. Yo supe esquivar eso, convertirme en anticonformista, irme por otro lado,
ahí está mi lugar. Los "rudos" hacen lo que la sociedad espera que hagan y ya. Son
violentos, vulgares e incultos. Dicen: "Yo vivo en los suburbios, entonces soy así", y yo fui
como ellos. Tener bibliotecas como ésta me permitió entrar allí, venir, conocer otras gentes.
Una biblioteca sirve para eso. Yo escogí mi vida y ellos no.
Es su destino el que este chico siente haber cambiado gracias a su encuentro con una
biblioteca y los bienes o personas que ahí se conocen, lo cual le permitió apartarse del camino
trazado de antemano, que lo llevaba a toparse con un muro. ¿por qué es importante leer, por
qué la lectura no es un entretenimiento como tantos otros? Es la pluralidad de registros lo que
me parece importante. La democratización de la lectura es poder acceder a voluntad, a la
totalidad de la experiencia de la lectura, en sus diferentes registros. Es un poco artificial
distinguir entre registros que se encuentran vinculados unos con otros, pero intentémoslo.
• Mourad: Todo el que entra en una biblioteca es porque quiere saber cosas. Es que quiere
leer. Es que quiere aprender.
• Wassila: La biblioteca representa ya el lugar del saber, porque hay en ella muchos libros
sobre los conocimientos históricos, científicos, matemáticos, astronómicos. El saber
equivale a la libertad porque difícilmente puede uno dejarse engañar. Cuando
organizábamos pláticas con la población rural, surgía también un tema: "los libros son
saber, son lo que yo quisiera saber".
Para ellos el saber les brinda apoyo en su trayectoria escolar y les permite constituir un capital
cultural gracias al cual tendrán mayores oportunidades de abrirse paso hacia un empleo. Y la
biblioteca es un lugar en donde es posible encontrar documentos y libros de consulta que no
tiene uno en casa. Leer en casa cuando hay medios para ello, o en la biblioteca, es una manera
de completar la enseñanza adquirida en la escuela y manuales escolares, gracias a otras
fuentes de información que permiten entender mejor. También pueden profundizar en un
curso que les interesó, ya que pueden contar con los consejos de un profesional. Además,
encuentran un ambiente propicio para el estudio, tranquilo, en el que reina cierta disciplina, en
el que se apoyan los unos a los otros, a veces por ver trabajar al otro. También encontramos
esta búsqueda del saber en prácticas autodidácticas, que se observan entre quienes
interrumpieron sus estudios o han recibido una enseñanza técnica. Para algunos entrevistados,
leer constituye el acompañamiento "natural" de cada empresa y proyecto:
• Tal es el caso de Christian: Hace más o menos dos años, me fui tres meses a Senegal por
parte del municipio, para un encuentro de ciudades hermanas. Y antes de eso fui a la
biblioteca: tenía que encontrar libros sobre Senegal. El proyecto consistía en cultivar
hortalizas... Y todo lo que era la horticultura no sabía muy bien cómo sembrarlas, entonces
por suerte había yo leído unos libros en la biblioteca. Después, empecé a estudiar
floricultura. Así que necesité muchos libros, especialmente para las palabras en latín, etc.
Estudié entre los libros de la biblioteca. El día de hoy ya alcancé mi meta, porque obtuve mi
Certificado de Calificación Profesional. Hay que decir que para mí es importante porque,
sea como sea, tuve problemas escolares, así que esto me permitió integrarme en una
educación profesional.
• Florian fue a consultar libros para buscarse un empleo: Están muy bien documentados,
incluso tienen una sección nada más para el empleo especializada, con diferentes entradas
temáticas, las candidaturas, métodos, curriculum vitae, los tests psicológicos, grafológicos,
instituciones dedicadas al adiestramiento.
También está la educación complementaria, como las lenguas. Otros que concluyeron su
escolaridad, siguen leyendo y asistiendo a biblioteca para documentarse sobre la vida
cotidiana.
• La biblioteca puede ser la salvación de la mujer soltera, como en el caso de Laure: Lo que
más me interesa es la decoración, todo lo que pueda ser más o menos manual, porque vivo
sola, y es cierto que una se siente algo maniatada".
• el caso de la joven que educa a sus hijos, como Magalí: Tomé en préstamo muchas revistas
para criar a mi hijo, o sobre manualidades, jardinería, y también me gustan las revistas en
las que hay un poco de todo, reportajes sobre la naturaleza".
• Daré un ejemplo del medio rural, el del vinicultor secretario del alcalde de una pequeña
comunidad, que evoca la lectura refiriéndose a la adquisición de todas las informaciones
necesarias para la gestión de su pueblo: En la alcaldía, hay una buena cantidad de libros;
recibimos revistas que hablan de la vida política, de la evolución de leyes, de lo que se hace
en la región; eso nos da una idea de lo que sucede. Dedicamos una hora por las noches a
leer. Nos pone en contexto. No cabe duda de que hay que estar al corriente.
El saber no sólo se adquiere con la finalidad de darle un uso inmediato y práctico, es también
un medio para no sentirse "tonto" y no quedar al margen de su tiempo. Esto se manifestaba en
el medio rural y el urbano marginado:
Apropiarse de la lengua
Segundo aspecto de lectura: la lectura es una vía privilegiada para acceder a un uso más
desenvuelto y conocimiento más amplio de la lengua, que puede constituir una barrera social.
Entre jóvenes de barrios urbanos marginados varios que mencionaron eso:
• Mourad fascinado por la época de la Revolución francesa: Me gusta mucho, sobre todo el
lenguaje: muy elegante. Nada que ver con el de hoy. Un súper lenguaje.
• Pilar: La palabra y lo escrito es tan importante que cuando no lo tenemos somos animales.
Quien posee lo escrito es alguien que registra su experiencia de vida y puede comunicarla.
Esa lengua, pasaporte esencial para encontrar un lugar en la sociedad, difiere de las que se
hablan en familia y calle, conocerla bien garantiza a uno cierto prestigio.
• Malik: El francés que yo hablo con una compañera de clase no es el mismo que yo hablo
con mis amigos o familia. No es el mismo lenguaje, son dos lenguas, tengo dos lenguas.
• Escuchemos a Pilar, cuyos padres son españoles: Recuerdo muy bien los esfuerzos que
hacía para construir bien las frases, para tener un vocabulario cada vez más variado. Y en
eso, estoy segura de que los libros me ayudaron enormemente.
• Y Mounir: Había dos aspectos: los libros que tomaba en préstamo para la escuela, y otros
para mí, que me proporcionaban una apertura mental, enriquecimiento de mi vocabulario,
de mi manera de hablar; eso me ayudó mucho en las redacciones, en las disertaciones. El
enriquecimiento del vocabulario me daba seguridad frente a una hoja en blanco. El chico
habló de la desventaja de la ausencia de capital cultural legítimo y del papel que
desempeñaron la lectura y la biblioteca para vencer esa desventaja, en una estrategia
deliberada de puesta al corriente: En primaria, no tuve dificultades. Fue después, cuando
entré a la secundaria. Había otras personas, de otro tipo de familias, más bien francesas,
de clases sociales en que los padres eran maestros o investigadores, etc., ¡y ahí vi la
diferencia entre ellos y yo!
• Léonce Chaleil: No tener instrucción es también ser presa de todos los enredos de ese
mundo, que es el mundo de los trámites burocráticos. Yo no sabía expresarme en las
oficinas, era tímido. Puedo afirmar que un campesino prefiere trabajar dos días a
presentarse diez minutos en una oficina.
• La dificultad para adquirir una práctica desenvuelta de la lengua fue un tema recurrente
entre interlocutores campesinos. Escuchemos cómo Roger, un agricultor autodidacta que
adora leer, evoca las reuniones de padres de familia en que participaba: En las reuniones
me sentía chiquito, era tan tímido. Empecé a intentar comprender, sobre todo escuchar,
durante uno o dos años, y un día me dije: Hay que tomar la palabra. Así aprendí a
educarme. Permanecí nueve años en el consejo de padres de familia de la escuela. Los tres
últimos años entré al consejo de administración en calidad de delegado de los padres de
alumnos. Es algo que enseña, tiene uno la obligación, cuando se habla, no hay que decir
tonterías. En francés, me las arreglo más o menos, no cometo muchos errores, pero hay
que mencionar que la lectura contribuye en algo: cuando escribo un discurso, si no me
acuerdo de alguna cosa, usted sabe que hay tantos nombres en francés, hay cuatro o cinco
nombres para decir algo. Si busco inspiración para una palabra, tomo a Louis Nucera: con
las descripciones que hay, extrañaría no encontrar algo en menos de 2 minutos.
En diferentes regiones rurales conocimos gente que leía el diccionario, a veces metódicamente,
letra por letra, preocupados por expresarse correctamente y enriquecer su vocabulario.
Encontramos cosas parecidas en los barrios urbanos periféricos, incluso en chicos que rechazan
la escuela, pero están fascinados por los juegos de palabras de los rареros. Su resentimiento
hacia la cultura e instituciones que la representan es proporcional a la fascinación que dicha
cultura ejerce en ellos; y el primer libro que se "bajan" es el diccionario. Las personas que
conocimos saben que sin una cierta destreza para manejar la lengua no existe ciudadanía, y
que el iletrado es aquel que siempre necesita ser asistido y el más frágil ante los demagogos
que aportan respuestas simplificadoras. Algunos interlocutores nos contaron cómo el hecho de
leer les proporcionó armas para atreverse a tomar la palabra y rebelarse. Vemos que las formas
de expresión literaria sugieren que es posible ocupar un lugar en la lengua, inventar una
manera de decir propia, en vez de tener que remitirse a los demás. Como lo expresa Fethi
Benslama: Con la literatura, pasamos de una humanidad hecha por el texto a una humanidad
que hace el texto.
La desigualdad en la habilidad para servirse del lenguaje no traduce simplemente una posición
más o menos llena de gloria en el orden social. El lenguaje no es reductible a un instrumento,
tiene que ver con la construcción de nosotros como sujetos parlantes. Lo que determina la vida
del humano es el peso de las palabras o ausencia. Cuanto más capaz es uno de nombrar lo que
vive, más apto será para vivirlo y transformarlo. En caso contrario, la dificultad de simbolizar
puede ir acompañada de agresividad incontrolable. Cuando se carece de palabras para
pensarse a sí mismo, para expresar su angustia, coraje, esperanzas, no queda más que el
cuerpo para hablar: ya sea el cuerpo que grita, el enfrentamiento violento de un cuerpo con
otro, la traducción en actos violentos. En esos barrios periféricos las construcciones no son lo
único que está deteriorado, y el tejido social no es lo único que es afectado negativamente,
también está menoscabada la capacidad de simbolizar, imaginar y pensar un poco por sí
mismos, de pensarse, y tener un papel en la sociedad. La construcción o reconstrucción
psíquica son tan importantes como la rehabilitación de barrios. La lectura puede ser, en todas
las edades, un camino privilegiado para construirse uno mismo, pensarse, darle un sentido a la
propia experiencia, a la propia vida, para darle voz a su sufrimiento, forma a deseos y sueños
propios. Me detendré en este tercer aspecto de la lectura. En Francia uno de cada cuatro
jóvenes adopta conductas riesgosas y presenta alteraciones del comportamiento. En conductas
riesgosas, me parece que México no se queda atrás. El odio al otro tiene que ver con el odio a
sí mismo y los más desprovistos de referencias culturales son más propensos a dejarse seducir
por los que ofrecen prótesis para la identidad. Para no estar reducidos a tener que pensarse y
definirse en términos solo negativos: como excluidos, desempleados, habitantes de un barrio
estigmatizado, pueden tener la tentación de precipitarse sobre imágenes, palabras, que
recomponen los pedazos. Y van a revertir su exclusión considerándose como francés de raza
pura o adepto de tal o cual secta, miembro de tal o cual territorio. Conocen ustedes esas
"fiebres de identidad", en reacción ante la exclusión y marginación. Con esto, conocerse mejor,
poder pensarse en su subjetividad, y mantener un sentimiento de individualidad, cobra una
mayor importancia. Así se evita que una relación totalizadora con una banda, secta o territorio,
traiga remedio para las crisis de identidad, la marginación económica y política. Si escuchamos
a los jóvenes que evitaron esas trampas, vemos que lo que aportan la lectura y biblioteca es la
elaboración de una representación de sí más rica, compleja, que protege de abalanzarse dentro
de este tipo de trampas y quedarse detenido ante una imagen. Contrariamente a otras
prácticas del tiempo libre que tienden a encerrar a sus seguidores en el interior de sus tribus y
a confundir la identidad personal con el hogar. La lectura es vía para inventar un camino para
construirse una identidad abierta, en evolución, no excluyente. Desde la infancia desempeña la
lectura un papel en el campo de la construcción de uno mismo, así pudo constituir para estos
jóvenes el espacio de apertura del campo de lo imaginario, el lugar de expansión del repertorio
de identificaciones posibles, mientras los de calles no tenían por modelos más que a algunos
héroes de series policiacas, al traficante de drogas y al fundamentalista islámico. En la
adolescencia, juventud y toda la vida, los libros son compañeros consoladores, en ellos
encontramos palabras que expresan lo más secreto e íntimo que hay en nosotros. Porque la
dificultad para encontrar un lugar en el mundo no es solo económica: es afectiva, social, sexual,
existencial en un medio rural y suburbios de nuestras ciudades. Varios adolescentes o jóvenes
adultos que viven allí hablaron de obligación de vivir en actitud defensiva y del sentimiento de
no ser comprendido.
• Aziza: Desde chica, tuve siempre amigas de mi clase, de barrio, y ahora soy mi única amiga
• Guo Long: Yo no le hablo a nadie, si a mi conciencia. Como decía Goldman en alguna
canción: cinco mil millones de gentes, pero tantos ausentes. En las ciudades y campo, no
siempre hay alguien a quien confiar penas, angustias, esperanzas, las palabras para
formularlas pueden faltar y el pudor puede amordazar. Cuando se está a solas con un libro
uno se da cuenta de que somos muchos los que estamos solos en el mundo. Y en la
literatura, nos encontramos las palabras de hombres y mujeres que permiten se exprese lo
más íntimo que hay en nosotros, que hacen surgir a la luz del día a aquel que no sabíamos
todavía que éramos. Palabras e imágenes, donde encontramos un lugar que nos dan
acogida y dibujan nuestros rasgos.
Textos que revelan al que lee: sacan a la luz lo que se encontraba sellado y no podía decirse.
Esas palabras pueden ser perturbadoras en un primer momento, pero tienen la virtud de
calmar y dar alivio
• Pilar: a través del libro, cuando uno tiene pensamientos, angustias, el hecho de saber que
otras personas sintieron, lo han expresado, eso es muy importante. Tal vez porque el otro lo
dice mejor que yo. Hay una especie de fuerza, vitalidad que emana de mí porque lo que esa
persona dice yo lo siento intensamente.
• Matoub: No quiero ser culto, lo que me interesa es el hecho de sentir emoción, sentirme
cerca de otras personas que pueden sublimar pensamientos que yo puedo experimentar
• En el caso de un joven homosexual, fue en los relatos de dos actrices, una sorda y otra
enana, donde encontró palabras que le dieron fuerzas para asumir su propia diferencia: Es
sorda y muda y sin embargo vive, es lo que me gusta de ella.
Hay frases, metáforas, recogidas en obras nobles o humildes, algunas veces en letra de alguna
canción o planos de una película, que pueden transformar el punto de vista con el que estos
jóvenes se representaban a sí mismos. No son por ello grandes lectores; son unas cuantas
páginas, fragmentos recogidos, lo que incita a recomponer su forma de representarse las cosas.
Una sola frase que uno apunta en un cuaderno o memoria, o que olvida, lo el mundo más
inteligible. Al evaluar la lectura a partir de indicadores numéricos todo aspecto cualitativo de
lectura desaparece. Se puede ser un lector no frecuente en términos estadísticos, y conocer en
toda su amplitud la experiencia de lectura (se tuvo acceso a diferentes registros, y se hizo
hallazgo en algún texto de palabras que alteraron y transformaron a veces tiempo después de
haberlas leído). Aun en el momento actual, intermediarios del libro, profesores, trabajadores
sociales quisieran encerrar a lectores de medios sociales desfavorecidos en el marco de
lecturas "útiles", supuestamente serviciales inmediatamente para sus estudios o búsqueda de
empleo. En algunos casos conceden algunas lecturas de "distracción", dos o tres best-sellers de
baja calidad. El resto es catalogado como "cultura letrada". Pero con estas clasificaciones se
ignora una de las dimensiones esenciales de la lectura, que lectores evocan en descubrimiento
de ciertos textos: el encuentro con palabras les permite simbolizar experiencias, darle sentido a
lo que vivían, construirse. Si el papel de la lectura en construcción es sensible en adolescencia y
juventud, es igual importante en todos los momentos de la vida en que haya que reconstruirse:
cuando se sufre una pérdida, desgracia, desempleo, una crisis psíquica, son pruebas que
constituyen la materia de nuestro destino, afectan negativamente la representación de sí
mismo y el sentido de existencia.
Un libro ofrece hospitalidad y un espacio habitable. Vemos hasta qué punto lo que está en
juego en la apropiación de la lengua va más allá del buen desempeño escolar. Atañe a la
posibilidad de pertenencia: con palabras se nos expulsa y da acogida. Semprún encuentra un
lugar en la lengua gracias a los libros; las palabras de Gide le brindan ese lugar y el derecho de
estar allí. Su experiencia es un eco de cosas que me contaron ciertos jóvenes, quienes
pertenecen a un medio social diferente. Los libros, particular de ficción, abren puertas de otro
espacio y modo de pertenecer al mundo. Los escritores abren paso hacia otro tiempo, en que
la capacidad de ensoñación es libre y permite imaginar, pensar otras formas de lo posible.
Cuando lee, uno puede tomarse su tiempo y no estar siempre plegado al de los demás, de la
publicidad, de la tele, al ritmo de obligaciones escolares, agitación del recreo, e incluso dentro
de la biblioteca misma al ritmo apresurado de las visitas guiadas.
• Como cuenta una joven: No me gustaba cuando venía toda la clase, porque no tenía
tiempo para escoger mis libros, no había tiempo: escojan rápido, apúrense. A mí me gusta
tonarme mi tiempo. Prefería venir sola.
Los maestros no son los únicos que hacen recorrer a paso acelerado: bibliotecarios invitan a
usuarios a visitar las instalaciones con actitud de mando militar. En el medio rural, hablaron de
otro tiempo con el que comunica la lectura, el ritmo diferente.
• Como esta señora: En la tele todo va rápido, la lectura deja espacio para la imaginación
que la imagen. La tele no deja tiempo para pensar, que los personajes nos habiten,
mientras que cuando se lee, reposa uno su libro, piensa en él durante el día y lo que viene.
En Francia, para ellos, el libro supera al audiovisual en un aspecto: abre una puerta hacia el
mundo de los sueños y elaborar un mundo propio. Lo que está en juego con la
democratización de la lectura es también la posibilidad de habitar el tiempo de un modo que
sea propicio para el ensueño, para lo imaginario. Sin ensoñación no hay pensamiento.
• Daoud: En la Ciudad de las Ciencias quitaron los libros de ficción, los muy imbéciles; según
no era científico. Es aberrante, ¿cómo quieren que los jóvenes se acostumbren a la
imaginación científica, que quieran construir robots, si no tienen libros que les hablen de
algo ficticio? Uno se hace a través del sueño, no abriendo un libro con fórmulas científicas.
Nos recuerda que la ciencia histórica la constituyen vidas anónimas. La novela, biografía,
memorias, diario íntimo, le dan un nombre a un personaje al que uno acompaña y que, por su
singularidad, puede llegar a cada lector.
• Fueron la emoción e identificación que llevaron a Mounira a volverse más abierta, a tomar
una distancia crítica y definirse respecto al discurso de su padre: Había una exposición de
libros, y en ellos hablaban de la condición de los judíos en los campos de concentración.
Transformó mi manera de ver las cosas. El concepto que ahora tengo de la comunidad
judía. Bueno, mi padre no está de acuerdo. El mundo, aquí, ya no está dividido entre ellos y
nosotros, clasificación frecuente en medios populares, pero no privativa de ellos.
Esta apertura ante el otro puede realizarse por medio de la identificación, en la que uno se
coloca en el lugar de la experiencia del otro, gracias a la lectura de esas "vivencias", y por un
conocimiento acrecentado, que confiere nivel de dominio para dejar de sentir temor del otro.
• Como dice Magalí: Es una manera de aceptar lo que viene del exterior, de abrirse más a los
demás. Si hay algo que no se conoce, ese algo asusta, y uno se cierra.
Muchos entrevistados dieron la importancia que tuvo para ellos el acceso a una diversidad de
puntos de vista, una apertura, un distancia-miento crítico. A veces desde la infancia la lectura
ha contribuye a esta formación del espíritu crítico, por ejemplo, cuando en un cuento el ogro
no devoraba al niño, conforme al estereotipo, sino que se mostraba amable.
• Ridha: Los prejuicios vienen muchas veces de un cliché, le repiten constante- mente a uno la
misma cosa. Había allí una posibilidad de ejercer un espíritu crítico y de decirse que hay que
ir al fondo de las cosas.
Por la lectura se aprende la fuerza de los ejemplos y el arte de argumentar, discutir, no bien
vistos en el medio de origen.
• Liza, camboyana, se siente con derecho de tener opinión propia, gracias a lo que le
aportaron los estudios, encuentros y libros tomados en préstamo en la biblioteca: Ahora
empiezo a tomar posiciones políticas, mientras que antes la política no me interesaba en lo
absoluto. Y el hecho de tener opinión, todas esas tomas de partido, las conocí por la
lectura, por los intercambios con amigos, con los profesores o por cosas como ésas. Estoy
madurando, para poder decidir, elegir tomar decisiones y sostenerlas.
La lectura y biblioteca, son lugares en que algunos encuentran armas que dan seguridad en una
afirmación de sí mismos, en donde se distinguen de lo que habían conocido hasta entonces.
Gracias a la lectura, muchos jóvenes de origen inmigrado conjugan universos culturales a que
pertenecen, en vez de que esos universos luchen entre sí. México es una sociedad pluricultural:
componentes lingüísticos y culturales múltiples. Experimento una urbanización rápida, que
enfrentó a gran cantidad de hombres y mujeres a un mundo y un modo de vida diferentes de
los que conocieron sus padres. Creo que en este fin de siglo la mayoría nos encontramos entre
dos o más lugares, entre varios medios, diversas culturas, y que la cuestión de la conjugación
de esos universos culturales plurales en los que participamos se plantea. Por esto, confiare la
experiencia de unos cuantos jóvenes cuyos padres, originarios de medios rurales analfabetos,
salieron de África, Turquía o Extremo Oriente para probar suerte en Francia. Encontrarán que la
experiencia de esos jóvenes tiene que ver con una cuestión "universal": cómo diferenciarse de
los padres sin vivir eso como traición. El deseo de purificarse del propio origen es excepcional.
Pero estos jóvenes se dedican a negociar esta evolución y cambio, sin causar demasiado daño.
Aunque se hayan alejado de sus padres en hechos, ideas o valores, y enfrenten a situaciones
muy conflictivas o dolorosas en el medio familiar, lo que aparece con frecuencia son discursos
de gratitud, comprensión hacia los padres, e intentan disminuir la distancia creada por los
estudios, lectura, encuentros, esforzándose por compartir lo que descubren y enriquecer a los
suyos. No hay que subestimar las posibilidades de evolución de los padres. Hay que medir el
abismo cultural que separa, en jóvenes de ascendencia extranjera, la civilización originaria de
los padres de aquella en la que crecen los hijos. Jóvenes cuyos padres inmigraron, mencionan
el gran sufrimiento que significa el vivir entre dos mundos: adaptados a la manera de pensar,
de vivir y a valores franceses, pero imposibilitados de vivir en cercanía con jóvenes franceses
de origen por causa de la xenofobia, y por miedo de traicionar a sus familias y país de origen,
en el que muchas veces también se sienten tan extranjeros y rechazados como en Francia. La
cuestión de la integración, en sentido psicológico de la palabra, su historia y capítulos negros,
de dónde vienen y del recorrido que los trajo a donde están se plantea para todos. Tal vez la
integración social no sea posible sin esta integración.
Ridha: Yo digo que tuve un pasado y, para mí, integrar es aceptar lo pasado. Acepto mis
orígenes y no tengo razón para no aceptarlos, porque son lo que son, yo vengo de ahí y es todo.
Hubiera podido venir de otra parte. Lo esencial es lograr que las poblaciones que llegaron aquí
se sientan en su lugar al aceptar la situación en que se encuentran. Que hayan aceptado lo que
la historia hizo allí, que hizo eso, y que hayan aceptado vivir ahí, en ese lugar.
Por la lectura y la biblioteca, algunos hacen descubrimientos gracias a los cuales el ser
originario de dos culturas se experimenta más como riqueza y menos como sufrimiento.
Vinculan eslabones de su historia, integran una parte de su cultura de origen, para ya no tener
una deuda con ella, de manera más o menos consciente, y para poder apropiarse de la cultura
del lugar en el que se encuentran ahora. Reconocen al país y cultura de origen como parte de
su historia.
• Zohra gracias a sus lecturas encontró respuestas a las preguntas que se hacía: ¿Qué es lo
que leía? La literatura de dónde venía, la historia de Argelia, mi historia. Porque mi padre
peleó en la guerra de Argelia y nunca nos ha hablado de eso. Entiendo que él no pueda
hablar, como entiendo que muchos franceses no pueden hablar de ella. Vivieron situaciones
dolorosas a él y a la población argelina. Pero al mismo tiempo nosotros nos quedamos ahí,
sin respuesta. Hay que encontrarlas.
Sus lecturas no la llevan a una identidad inmóvil, apegada al pasado, todo lo contrario. Le
permiten liberar la palabra. Al volver a tener una historia, Zohra puede continuarla, leer al
mismo tiempo a novelistas contemporáneos argelinos y occidentales, y confirmar su apego por
la laicidad y derechos de las mujeres. Gracias a sus visitas a la biblioteca, se abrió también a la
historia de Francia. Para las chicas de origen musulmán, el margen entre la sumisión a la familia
y ruptura es más estrecho que para muchachos. Y para defenderse de confinamientos y
regresiones, muchas encuentran en la biblioteca armas que las confirman en su proceso de
emancipación activa. En Francia, algunos bibliotecarios se preguntan qué tan oportuno es dar
acceso a las culturas de origen a los usuarios inmigrados o hijos de inmigrados, o cuáles son
formas de hacerlo. Cuando uno ha sido criado en una lengua y cultura determinadas, y luego
tiene que crecer en otras, la capacidad de simbolizar puede sufrir daños. Por ello es necesario
encontrar formas de comunicar y conciliar una con otra. El deseo individual de conocer sus
orígenes, de saber de dónde se viene es legítimo, y los padres, que pueden ser analfabetos y
que están aislados del país que dejaron atrás, transmiten solo fragmentos de sus culturas o
costumbres que a veces ni siquiera siguen practicándose en su país. Si a los jóvenes no se les
proporcionan medios para responder a interrogantes de su origen de manera individual, otros
vendrán a llenar sus expectativas bajo la modalidad de la identidad comunitaria, con los riesgos
que eso implica de desviación hacia diversas formas de autoexclusión y xenofobia. Al contrario,
si por las lecturas pueden asumir la pluralidad de pertenencias, apropiándose a la vez de las
culturas "dominantes" y del lugar de origen, pero con toda diversidad, sus particularidades y
dinamismo, porque una cultura no es algo inmóvil sino viva y movida todo el tiempo, puede
contribuir a impedir que la unión totalizante con una religión, etnia o territorio se convierta en
identidad. Esos jóvenes expresan un alegato en favor de una posición alejada de dogmatismo,
de dos posturas opuestas, que se originan en una misma concepción monolítica, inmóvil,
inmovilista, de la cultura: el universalismo ortodoxo y el relativismo cultural llevado al extremo
conservadurismo. En Francia, los que se fundamentan en el universalismo ortodoxo, quisieran
hacer tabula rasa del pasado, la memoria, para uniformar a todos con una regla de grandes
valores y referencias, que supuestamente son las únicas adecuadas para "cimentar" a una
nación. En cuanto a apologistas del relativismo cultural extremo, encierran a la gente en lo
reaccionario, mutilante que hay en las tradiciones. Yo opondría a los discursos de unos y otros,
las palabras y formas de proceder de la mayoría de los jóvenes, quienes, con curiosidad,
combatividad, y no sin sufrimiento, se esfuerzan por encontrar caminos propios para conciliar
las culturas a que pertenecen. Promotores de libros pueden contribuir a darles medios para
realizar esos descubrimientos y vinculaciones. Vincular y mezclar es gesto primordial de cultura
Durante esta investigación en barrios urbanos marginados, conocí a un joven albañil que
aprendió a cultivar bonsáis. Integró a su manera sus orígenes asiáticos en forma poética. Iba a
llevar el domingo a los niños del barrio al bosque, para enseñarles a recoger el lirio de valles.
Para él, la pertenencia plural era eso: saber recoger el lirio y cultivar los bonsáis. Pero es en los
libros donde aprendía el arte de cultivarlos. Tener acceso a esas modalidades distintas de
simbolización presupone que uno conozca los códigos de la escritura. No es necesario salir en
cruzada para difundir la lectura, eso ahuyenta a todo el mundo. Pero tampoco se gana si no se
distingue la eficacia específica de cada práctica, esas actividades que sociólogos y estadísticos
llaman "prácticas culturales" o "prácticas de esparcimiento".
La lección que enseña la lectura: antes de pertenecer a tal o cual territorio, se es humano.
La lectura, como se practica en la actualidad, invita a otras formes de vínculo social, formas de
compartir, socializar, diferentes de aquellas en que se apretujan todos como un solo cuerpo
alrededor de un jefe o bandera. Leer es tener un encuentro con la experiencia de hombres y
mujeres, de aquí o de otras partes, de nuestra época o de tiempos pasados, transcrita en
palabras que pueden enseñarnos mucho sobre nosotros mismos, sobre ciertas regiones de
nosotros mismos que no habíamos explorado, o que no habíamos sabido expresar. Sentimos
surgir en nosotros a un tiempo la propia verdad más subjetiva, íntima, y la humanidad
compartida. Esos textos que nos pasan, y nosotros pasamos, representan la apertura hacia
círculos de pertenencia amplios, más allá del parentesco, localidad y etnicidad. Es ése un
cuarto aspecto de la lectura. Lo que distingue a las categorías sociales es también el horizonte,
el espacio de referencia de quienes las conforman. Hay quienes pueden ver más allá que los
demás, pensar sus vidas en otra escala. Y el horizonte de muchos habitantes del campo de
condición modesta y popular urbano, fue por mucho tiempo la familia, vecinos, nosotros, en el
resto del mundo es ellos, y sus rasgos no están bien definidos. Pero existen a veces puentes
levadizos. Albert Camus, nacido en familia pobre, expresó su gratitud por un maestro de
escuela y una biblioteca municipal que lo ayudo a descubrir que existía algo diferente más allá
del espacio familiar. Los puentes levadizos eran ese maestro y esa biblioteca. La lectura es una
promesa de no pertenecer solo a un pequeño círculo. La lectura permite romper el aislamiento
porque facilita el acceso a espacios amplios. En el medio rural, la lectura es un medio para
desapretar el espacio, abrirse a lo nuevo y lejano.
• Luc recuerda a su abuela: Era un medio pobre, no había radio ni tele. Y ella leía hasta muy
tarde. Era su escapatoria, su válvula de escape. Eso le permitía estar en otra parte. Para
ella, era algo magnífico. Transportarse a otros lugares en la lectura, no tenía otra cosa
• Sucede lo mismo en barrios urbanos marginados, separados del centro de las ciudades, en
donde un joven nos dijo: Puedo quedarme ahí sentado y leer sobre cualquier país, pueblo,
persona, y a través de eso entender su vida, pensamiento, país, muchas cosas, sin moverme
de Bobigny y de mi pequeña silla.
Esta apertura al otro, que es consecuencia de la lectura, adopta también la forma de nuevas
sociabilidades, de compartir, de conversaciones alrededor de los libros. En Francia un número
cada vez mayor de profesionales de la lectura organizan debates, animaciones, incluso en
ciudades pequeñas, pueblos y barrios desheredados. Estas nuevas modalidades de animación
en torno a los libros se ven hoy en día fomentadas por poderes públicos, que esperan que la
cultura repare el maltratado tejido social. Hay también formas de compartir espontáneas,
gente que intercambia libros y habla de ellos entre sí. Y por esas redes de sociabilidades,
flexibles y múltiples, circulan ideas y sensibilidades. Algunas de esas formas de intercambio son
tenues y clandestinas. Por ejemplo, las palabras escritas por otros en las páginas de los libros
que se sacan de la biblioteca. Jacques-Alain busca en los libreros si alguien ha tomado los libros
de Tolkien que él tanto quiere, y siente una complicidad secreta con ese usuario desconocido.
Las palabras compartidas a hurtadillas son también palabras escuchadas.
• Zohra evoca sus primeras visitas a la biblioteca: Escuchábamos, porque hay cosas que se
dicen en las bibliotecas. Había conversaciones...
Bibliotecarios tienen dificultades para administrar esas dos funciones: la del estudio-lectura, y
la del intercambio. Los jóvenes pueden ser expulsados "a la calle" para discutir, cuando la
biblioteca es lo que les permitió escapar de ella y un lugar en donde se ofrece una alternativa
para pandillas, en donde se esbozan otras formas de sociabilidad. En barrios marginados
situados en los suburbios de ciudades francesas, es el único lugar vivo en donde darse cita,
reunirse con otros, participar en un grupo, tener nuevos encuentros. Muchos exigen una mayor
convivencia y expresan su deseo de que haya debates sobre temas de contenido social. Como
si dentro de la vocación misma de la biblioteca estuviera el lugar del lenguaje compartido. Y ya
sea en las bibliotecas o otros lugares, habría que encontrar formas que permitan el ejercicio de
una libertad de palabra y actualización de un deseo de expresión civil, política, para que éste
no se pierda en un callejón sin salida. No hay verdadera ciudadanía sin una toma de palabra. La
opinión de moda en Francia describe a los jóvenes como poco politizados o individualistas,
pero los que conocimos nos parecieron ciudadanos: sin dejar de intentar hacerse dueños de su
destino, muestran gran preocupación por el bien público. Casi todos están decepcionados de la
política, identificada con los juegos de la clase política, pero no significa que no se interesen
por la cosa pública. Se afilian a asociaciones, desarrollan redes de solidaridad que no se limitan
a atender a quienes son como ellos. Tienen mucha curiosidad por los temas de contenido
social y actualidad. Pero rara vez satisfacen esa curiosidad con sus lecturas. Para contribuir en
la formación de su inteligencia histórica, política, los promotores del libro podrían ir más allá si
permitieran el acceso a fuentes de información diversificadas gracias a diferentes medios. No
hay verdadera ciudadanía sin un trabajo del pensamiento, presupone que se proporcionen los
medios para ese trabajo. He sugerido algunas veces a los bibliotecarios que propusieran mesas
de exposición sobre temas de actualidad que se renovaran con mucha frecuencia, pues les
permitirían conocer otros puntos de vista sobre los temas de que hablamos. Imagen e impreso,
no son opuestos: a veces tras ver una película los jóvenes quieren conocer leer el libro que la
inspiro y ciertas lecturas podrían estar motivadas por programas en la televisión.
TERCERA JORNADA
El miedo al libro
Hemos visto que la lectura podía ser la clave para recomponer la identidad y formas de
pertenencia. Por eso, no hay que sorprenderse de que suscite miedos, resistencias, inclusive en
la actualidad, cuando se clama: "Hay que leer". Los humanos tienen una relación ambivalente
con el movimiento, novedad, libertad, pensamiento, los cuales pueden ser el objeto de un
deseo y miedos a la medida de ese deseo. Se encuentra también en el entorno, más si nacieron
en donde el libro es poco familiar. Puede estar activo en sus familias, barrios, incluso entre
profesores, presente en el poder, detrás de bellos discursos de políticos sobre la difusión de la
lectura. Se piensa que el acceso al libro debería ser natural, a partir del momento en que tiene
uno un grado escolar, pero la práctica de la lectura puede resultar imposible o arriesgada, más
al entrar en conflicto con las costumbres, valores del grupo, del lugar en el que se vive. No es
una actividad aislada: encuentra lugar en un conjunto de actividades dotadas de sentido.
• 1er tabú: al leer uno se entrega a una actividad cuya "utilidad" no está bien definida. Los
interlocutores se referían: es malo perder el tiempo, estar inactivo, sin hacer nada. Referían
a la memoria de esa ética compartida que fue garantía de supervivencia en toda Francia
rural y que daba al trabajo el valor más alto y condenaba el ocio.
• 2do tabú: Ese tabú que afecta a la lectura "inútil" se ve duplicado por ser un placer
solitario: hoy mientras uno lee se retira del grupo, se distrae y separa. Esto no era bueno en
un mundo rural que se reconocía por la homogeneidad de sus creencias y
representaciones, distinguirse con valores, opiniones o sentimientos personales no era
bien visto. La afirmación de una singularidad no siempre es algo natural, aun cuando la
sociabilidad tradicional pierda importancia, éramos como una familia y todos actuaban
igual. Ahora cada quien está en su propio espacio, pero para entregarse a la lectura tiene
que escapar del grupo: resulta notable que la gente del campo que conocimos haya dicho
que leía de noche, cualquiera fuera su edad, situación familiar o profesional.
• 3er tabú: en el campo, el dominio de la lengua y acceso a textos impresos fue el privilegio
de quienes detentaban el poder: notables, representantes del Estado y la Iglesia, católica
en particular, obsesionada por los peligros de la lectura a nivel popular, estigmatizó las
lecturas no controladas de la Biblia u obras profanas, y se esforzó por hacer de la lectura un
acto colectivo y vigilado. Confrontarse a libros, sin intermediarios, es desligarse del modelo
religioso de lecturas edificantes y vigilada que se aplicó en sociedades rurales. Es salirse de
puestos prescritos, traicionar la propia condición.
El miedo que sienten los que tienen el poder de que el monopolio del sentido se les escape de
las manos tiene una legión de ejemplos: las leyes que prohibían a los negros el aprendizaje de
la lectura hasta mitad del XIX. Propietarios de esclavos temían que encontraran en libros ideas
revolucionarias que constituirían una amenaza para su poder, se abrieran a ideas de rebelión y
libertad. Había propietarios de plantaciones que colgaban a esclavos que intentaran enseñar a
leer a los demás, que aprendieron a leer por los medios más insólitos. Así, leer es arriesgarse a
ser alterado, invadido a cada instante, el miedo es también a esa invasión, a una fisura de
nuestro ser que provocaría el desplome de todo el edificio y la armadura que uno piensa que
es su identidad.
• Harún, hijo de un cuentacuentos, conoce a un personaje llamado el maestro del culto que
tiene una ambición en la vida: quiere destruir todas las historias. Le pregunta: ¿Pero por
qué detesta usted las historias hasta ese grado? Las historias son chistosas. El maestro le
responde: Sin embargo, el mundo no es chistoso, está hecho para ser controlado. Todos
están ahí para ser dirigidos. Y en cada historia única, dentro de cada corriente de historias,
hay un mundo, un mundo-historia que yo no puedo controlar. He ahí la razón.
Las historias, ensoñaciones subjetivas de los novelistas son incontrolables, e inquietantes para
quien pretende controlarlo todo. Existe la voluntad de tener el monopolio absoluto del sentido.
Son más inquietantes porque las palabras tienen la característica de quedar fuera del alcance
de cualquier policía de los signos, cada quien puede cargarlas de su propio deseo y asociarlas
con otras palabras. Se muestra hasta dónde puede llevar la voluntad política de controlar los
juegos del lenguaje. Malika Greffou: observaciones sobre el sistema de enseñanza del árabe
que se aplica en Argelia, que no tiene más finalidad que empobrecer la lengua para intentar
reducirla a una función instrumental. Explica que, durante los cuatro primeros años de escuela,
los niños no escuchan ni leen texto alguno, se les condiciona a reflejos pavlovianos por medio
de audiovisuales del tipo pregunta-respuesta. No construyen nada por sí mismos, no tienen
acceso al lenguaje, a la argumentación y pensamiento. Observa que con base en instrucciones
oficiales se recomendó a maestros que dieran preferencia al término genérico: pájaro y no
golondrina, rojo y no carmín. Lo mismo en la enseñanza religiosa: se recurre al audiovisual y a
fichas, se excluye el acceso al texto, relatos, versículos y poesía. Todo eso no deja de tener
relación con la situación actual de ese país. En ninguna parte se está a salvo de esa voluntad de
los poderes autoritarios de controlar el juego de palabras. En Francia, durante estos últimos
años, un partido de extrema derecha, xenófobo, ganó las elecciones. Cuando asumió el poder,
una medida consistió en apoderarse de bibliotecas, limitar su acceso y controlar los acervos.
Querer controlar los desplazamientos físicos y juegos del lenguaje es una sola y misma cosa. Un
solo y mismo horror de que las líneas se muevan, un mismo miedo a quienes no pueden ser
encerrados en una casilla. Allí donde existe una cultura, hecha de aportaciones múltiples,
abierta a todos los juegos y apropiaciones, los poderes autoritarios quisieran imponer un
código y conjunto de preceptos. Creo que debemos estar atentos a las formas sutiles que
adopta el miedo a esos juegos del lenguaje, miedo a lo que surge imprevisto gracias a la
polisemia de la lengua. En especial, el miedo a los textos literarios, en que se desempolva la
lengua y se expresan la contradicción y complejidad humanas. Las sociedades occidentales
también están enfermas de un modo de tratar la lengua, de esa ideología de comunicación que
fomenta la representación de la lengua como simple comercio de informaciones. Esta manera
de mutilar la lengua se acompaña de la descompostura del mundo imaginario y crisis del
vínculo social que en Francia aturden.
Una minoría activa se adueña de bibliotecas instaladas en esos barrios y libros en ellas, la
mayoría nunca atraviesan ese umbral. La razón: también esos jóvenes enfrentan obstáculos y
tabúes reforzados unos a otros. Encontramos en sus familias características parecidas a las del
medio rural: la ausencia de libros, imposición de "lo útil", desconfianza de lo que se piensa que
es algo propio de ricos, o de explotadores y colonizadores. También encontramos ese temor al
libro, que puede alterar al lector, llevarlo a otras partes, alejarlo de los suyos, emanciparlo del
grupo. En familias inmigradas originarias de África del Norte, o Turquía, esta desconfianza es
abierta y declarada. Al grado de que pone en peligro la educación de los niños.
• Aiché: Ahí tiene usted la imagen, en la secundaria o escuela primaria, del hombre
prehistórico. Nuestra religión no la admite. Entonces el niño vuelve a casa con sus libros y
los padres lo regañan. ¿Qué quiere decir eso? Te cuentan una historia estúpida y te la crees.
La imagen que el educador construye en la cabeza del niño es destruida en el hogar. Ella
tuvo que esquivar estos tabúes: Mis padres me prohibían tomar en préstamo todo lo que
fueran libros franceses. Decían: ¿Y ahora qué libro sacaste?
• Joven kurdo, que habla del lugar de origen de sus padres: Allá todo era pequeño y había
una cultura. Todo el mundo tenía la misma, una religión igual, y estaba el trabajo del
campo o construcción. Toda su vida se basa en esas cuantas cosas. No ven el mundo como
lo vemos nosotros. Ven solo ese rincón, y su rinconcito aquí. No el resto. Cuando se les
habla de algo nuevo que no conocen, encuentran una respuesta negativa. Es miedo lo que
sienten: como no conocen, le ponen a uno una barrera. Es una protección; quieren que uno
permanezca dentro del círculo de ellos. Pero no podemos quedarnos dentro de su círculo.
Las familias inmigradas, que llegaron a esos barrios de las ciudades francesas, originarias de
medios rurales analfabetos, se enfrentan en una colisión entre universos culturales. Es como si
la familia tuviera la obligación de ser una fortaleza que no admite transformación. Así, la
lectura representa el riesgo de que el mundo exterior haga irrupción y ponga a temblar los
muros de la fortaleza. Tienen miedo de que los libros se lleven a sus hijos, perder el control
sobre ellos, y más sobre ellas porque les asusta la idea de que vengan a distraerlas del mundo
doméstico. Ciertos niños y niñas tuvieron que conquistar en batalla el derecho de leer e ir a la
biblioteca, hacer frente al rechazo que manifestaban sus padres respecto a la cultura de letras.
• Zohra: No admitían que hubiera una cultura, y menos aún una cultura francesa. Para ellos
la palabra cultura era más bien "quedarse en casa y protegerse lo más posible del exterior".
Había que conquistar el derecho de ir a la biblioteca, era más bien un lugar de placer y ocio,
algo difícil de aceptar por los padres. Cuando mis padres nos veían leyendo, y que no
queríamos movernos porque teníamos un libro en las manos, se ponían a dar de alaridos.
Les costaba aceptar que tuviéramos momentos propios. Aun en este caso en que el miedo
es manifiesto, las cosas pueden cambiar: Mi padre leía muchas veces el periódico. Hacía
como si estuviera leyendo, y lee el periódico a partir de números. Conoce perfectamente su
periódico, logra codificar, encontrar puntos de referencia. El padre es analfabeto, pero a su
manera es "lector". En cuanto a la madre: mi madre me decía: Deberías escribir un libro.
¡Tenía ganas de contar lo que sabía! Porque nos contaba historias de familia terribles, y yo
pensaba: estaría bien escribir todo esto, porque voy a olvidar todo lo que ella me cuenta
Podríamos preguntar si, al apropiarse de la cultura escrita, Zohra no expresó una parte secreta
de sus padres, si no trató de hacer realidad un deseo no expresado de esta cultura. O podemos
pensar que la apropiación reveló en sus padres un deseo de ese tipo.
• Zuhal: Tenía padres que veían la lectura con desconfianza. No sirve para nada. Y creo que
eso fue lo que nos llevó a mis hermanas y a mí a leer. La madre no recibió ninguna
educación: En este momento está por regresar a la escuela, intenta aprender francés. Se
puso a leer ahora y tiene ganas de leer ella sola. Es cierto que ha tenido un cambio total.
Tome estos ejemplos de familias musulmanas. Pero en esos barrios populares, para muchas
familias de origen francés leer es igualmente temido, denigrado. Había rivalidad, consciente o
inconsciente, e inquietud de ser superado, de la que se protegían burlándose de esos
muchachos. Ir más lejos que sus padres, distinguirse de ellos, no es tarea fácil. Puede ser vivido
como una traición y asesinato simbólico. Freud observaba esto analiza el sentimiento de culpa
que acompañaba la satisfacción de haber tener éxito: como si lo principal para tener éxito
fuera ir más lejos que el padre, y como si eso estuviera prohibido. Pierre Bourdieu observa esto
en el desgarramiento que surge de la experiencia del éxito vivida como transgresión: cuanto
más éxito, más fracasas, matas a tu padre, separas a los tuyos. Ciertos escritores evocaron los
riesgos de estas escapadas solitarias, que a veces alcanzan lo trágico, como en Martín Edén:
libro en el que el héroe, un obrero fanático de la lectura y novelista, se siente incomprendido
en su medio original y los ricos, y acaba suicidándose. Cuando el ir más lejos y diferenciarse de
los suyos, se inscribe también en un alejamiento geográfico por migración, las cosas son aún
más difíciles. Tener un fracaso escolar o rechazar la cultura de letras puede ser la manera de
pagarle una deuda a esa cultura de origen, o a la de los padres. Nos hemos ocupado de las
familias en que el miedo a los libros se presenta de forma manifiesta, pero existen familias en
las que es más retorcido, en las que padres alejan a los niños de libros porque son demasiado
insistentes en sus recomendaciones. En el medio rural, el mandamiento de no pierdas el
tiempo se sustituye por Hay que leer y tener instrucción. En Francia los discursos sobre la
lectura se invirtieron. Hasta los 70, preocupaban los peligros a los que podría exponer una
difusión incontrolada de la lectura. A partir de entonces, todos se quejan de su insuficiente
distribución, es considerada hoy por la mayoría de padres como un capital, y la gente del
campo y ciudades se quejan de que: Los jóvenes no leen bastante. Muchas veces es una visión
utilitaria la que hace desear que hijos lean: hay que leer para mejorar el francés, alcanzar el
conocimiento, tener buenas calificaciones en la escuela, en esta época en que la tasa de
desempleo es alta y en que uno se pregunta cómo brindar a sus hijos posibilidad de encontrar
empleo. Hoy se tiene la impresión de que el gusto por la lectura traza su camino entre lo
prohibido y lo obligatorio. Los niños, en el campo y ciudad, se enfrentan con consignas
paradójicas: debes tener gusto por la lectura, es decir: debes desear lo que es obligatorio.
Ciertos padres pueden incitar a sus hijos a la lectura, por útil para sus estudios, e irritarse
porque los sorprendieron con un libro en manos. Si bien la escuela brinda a jóvenes medios
para liberarse de los determinismos sociales, y ciertos profesores hacen todo para sacar
adelante a los niños y ayudarlos a salir de senderos trazados, otros maestros contribuyen a que
la escuela funcione como una máquina para reproducir el orden social y de excluir. A estos
jóvenes de barrios marginados se les destina con frecuencia a sistemas formativos que llevan a
una deficiente preparación, que llaman armarios y acotamiento.
Pero otros se quedarán con la idea de que el aprendizaje es una humillación y que la lengua de
los libros es de los que tienen poder. Así, manifiestan conductas defensivas para compensar su
marginación cultural, exclusión simbólica y política. Rebeldía cuando se sienten arrinconados
en la sumisión, impotencia, que puede llegar hasta el odio a la cultura y vandalismo contra
instituciones que la encarnan. Entre los entrevistados, muchos piensan que la enseñanza tiene
efecto disuasivo sobre el gusto por la lectura. Se quejan de cursos en donde disecan textos y les
es imposible verse reflejados. De las fichas de lectura abominables y programas que rinden
culto al pasado. Cuanto más asisten a la escuela los alumnos, menos libros leen: según esos
sociólogos, la enseñanza del francés contribuye a crear un proceso de rechazo a la lectura. La
transición de la secundaria a la preparatoria es acompañada de una transformación de las
normas de lectura, que desestabiliza a la mayoría de alumnos, pues se exige a una verdadera
conversión mental: deben tomar ante los textos una actitud distante de desciframiento del
sentido, diferente de sus lecturas anteriores. El predominio en el sistema de enseñanza francés
de un modelo de lectura "decodificable" o "descifrable" del texto inhibe la emoción e impide la
identificación. Las quejas de los alumnos son s las mismas en otros países, como Alemania,
donde la formación literaria se orienta al retorno hacia sí mismo, más que al distanciamiento
respecto a textos. Puede haber una contradicción entre la dimensión clandestina, rebelde,
intima de la lectura para sí mismo, y ejercicios realizados en clase, en un espacio expuesto a la
mirada de los demás. Volviendo a los jóvenes de sectores marginados, los libros recuerdan
demasiado a la escuela, y eso trae memorias de humillación y aburrimiento. Rechazan ese
saber que no los admitió, tienen una relación de despecho con la lengua y cultura de letras.
El miedo a la interioridad
Además de padres temerosos de que los libros lleven lejos a sus hijos, de educadores que no
siempre han logran comunicar que leer no era someterse a un sentido impuesto, están los
amigos. Conductas de fracaso o rechazo a la escuela, al saber y la lectura, vienen a sustentar
una armadura que identifican con virilidad, reforzada por el deseo de no verse rechazado por el
grupo. Un educador me contó que en el barrio en que trabajaba, cuando un muchacho quería
acercarse a los libros, los miembros de su banda decían: No vayas. Vas a perder tu fuerza. En
medios populares, el intelectual es sospechoso; se hace a un lado como un paria y lambiscón,
marica, traidor a su clase, sus orígenes. Sociólogos y escritores relatan esto en diferentes
países: hecho compartido comúnmente y que no conoce fronteras, aun cuando variaciones
culturales son de gran importancia. Daré algunos ejemplos, es necesario conocer esta forma de
resistencia para poder ayudar a los jóvenes a escapar de ella.
En medios populares y más allá de ellos, hombres piensan que la lectura afemina al lector. Esta
relación entre aproximarse a los libros y el riesgo de perder la virilidad se da ante todo lenguaje
escrito que exponga al riesgo de verse influido, aun en forma momentánea: confunden el dejar
de lado por minutos su caparazón y el caer en la debilidad. Esto resulta claro en lecturas que
tienen que ver con la interioridad. Para ellos no es fácil aceptar que existe un hueco en el que
se puede dar cabida a la voz de otra persona, y ese tipo de lectura puede ser percibido como
algo que expone al riesgo de castración. La pasividad e inmovilidad necesarias para la lectura,
pueden vivirse como algo angustioso. El abandonarse a un texto, dejarse llevar, poseer
palabras, presupone para ellos la aceptación e integración de su parte femenina. Si bien esto es
algo fácil en clases medias o burgués, en un medio popular, donde muchachos se mantienen
bajo un control mutuo, resulta más difícil. Los conflictos socioculturales pueden reforzar o
disfrazar miedos más inconscientes: ellos tal vez no soporten la duda, la sensación de carencia
que acompaña al aprendizaje y se sientan acosados por palabras que remiten a interrogaciones
arcaicas, a la muerte, sexo, misterios de la vida y pérdida.
• Melanie Klein escribió: Leer significa en inconsciente tomar la ciencia del interior del cuerpo
de la madre. El miedo a despojarla es factor en inhibiciones respecto a la lectura.
• Alberto Manguel coincide: La inquietud común respecto a lo que podría hacer un lector
entre las páginas de un libro se parece al temor eterno que sienten los hombres ante la idea
de lo que las mujeres podrían hacer en los lugares secretos de su cuerpo, de lo que podrían
realizar en la oscuridad brujas y alquimistas detrás de sus puertas cerradas.
Es posible ayudar a los jóvenes a dejar atrás esos miedos: en Francia, hay un psicoterapeuta
que reconcilia a los muchachos con la lectura aportándoles, por medio de mitos, cuentos,
poesías, un material enriquecedor a su imaginación, y gracias al cual pueden filtrar los
sentimientos inquietantes que les despiertan la lectura y las situaciones de aprendizaje que
bloquean su pensamiento. Algunos eligen de manera espontánea la búsqueda de sí mismos.
Sorprende la cantidad de muchachos que confesaron que les gusta leer poesía o escribirla,
pero sin revelárselo a sus amigos, para evitar la represión. El factor vergüenza tiene mucho
peso sobre la lectura y relación con la escritura. En medios populares, no cualquier muchacho
es el que sigue el camino de la lectura: será alguno que se diferencie del grupo.
• Jacques-Alain: Siempre fui un niño solitario y diferente. Mis amigos eran los libros.
• Roger agricultor autodidacta: Sabe usted, a los veinte años caminaba por el pueblo pegado
a las paredes, no saludaba.
• Richard Hoggart: Necesitaba descubrir algo por mí mismo, apartarme en cierto modo del
camino trazado, realizar mis propios descubrimientos, encontrar mis propios espacios para
el entusiasmo fuera de lo que los maestros proponían y más allá de los temas de que
hablaban casi todos mis compañeros. Ese camino pasaba por la biblioteca municipal.
La individuación y la lectura van de concierto, pero la lectura presupone, para los muchachos,
el haber salido del grupo, la dificultad de sentirse parte integrante de él, o un deseo de
diferenciarse. Y esta diferencia se ve ratificada, desarrollada, gracias a la lectura. Esto puede ser
cierto, en menor proporción, en el caso de muchachas. Incluso entre quienes frecuentan las
bibliotecas, hay algunos que sólo vienen en grupo a hacer su tarea, y que nunca desarrollarán
el gusto por la lectura o descubrir algo por sí mismos. ¿Por qué algunos permanecen pegados
unos con otros, sin que se les ocurra nunca abrir un libro, mientras que otros emprenden un
camino singular hacia la lectura? Es una cuestión de temperamento personal; pero también
suponen que el usuario de una biblioteca cuenta con una autonomía que se espera que la
lectura y biblioteca ayuden a construir. Pero no pueden más que contribuir, infundir seguridad.
La lectura puede reforzar la autonomía, pero entregarse a ella presupone cierta autonomía.
Puede ayudar a construirse, pero presupone que se esté lo suficientemente construido y se
soporte la soledad y confrontación consigo mismo. Para leer libros, debe haber una especie de
estructuración mínima del sujeto. ¿De qué margen de acción se dispone para atraer hacia la
lectura a la gente, joven o menos joven, que necesita una identidad hecha de concreto? Si no
puede trabajarse en ese sentido, habrá dos caminos: algunos elegirán el comunitarismo viril, y
sentirán temor del encuentro consigo mismos que implica la lectura y alteración que la
acompaña, de la carencia que puede significar; y otros van a elegir un camino singular. En
Francia, la división entre muchachos y muchachas respecto a la lectura se acrecienta: tres
cuartas partes de quienes leen novelas son lectoras. ¿Cómo hacer para que los muchachos le
tengan menos miedo a la interioridad, a la sensibilidad? ¿Cómo transmitirles la experiencia de
otros hombres que vieron en ella dimensiones infinitamente deseables? La lectura se ve
asociada con las mujeres. Pero para ese escritor, lejos de volverla despreciable, esto es por el
contrario lo que constituye su atractivo, su encanto. ¿Existe algo en común entre los
fundamentalistas religiosos, muchachos preocupados por la pérdida de su virilidad, padres que
temen que sus hijos se les vayan de las manos? Si, ese temor a perder el dominio sobre algo y
enfrentarse a la carencia, a la pluralidad del sentido, contradicción, alteridad, a salir del uno, a
que la identidad se resquebraje y desplome, que sólo se concibe como hecha de concreto,
exenta de fisuras e inmutable. O al menos la dificultad de la transición entre una modalidad
donde la identidad, que se vive como fija y se preserva gracias a la cerrazón ante el otro, hacia
otra modalidad en que la identidad se concibe como un proceso, movimiento, y en que se
percibe al otro no como amenaza, sino posibilidad de enriquecimiento. Quizá quien está
alejado de los libros es porque cree que va a perder algo, y quien se acerca entiende que tiene
algo que ganar. El primero tiene miedo a que se le dé un nombre a la carencia. El segundo sabe
que, a través de los libros y literatura, podrá apaciguar sus miedos.
Nombrar es conocer, escritores ayudan a dominar nuestros miedos. Quien tiene miedo a los
libros no ve en ellos más que algo repelente, austero, alejado de la vida, y el lector sabe que
pueden ser una fuente de infinito placer. Algunos hablan de la lectura como de un ejercicio
vital, otros se dejan tocar, invadir por el texto, se entregan a sus aventuras, se abandonan a la
alteración. La lectura puede ser un asunto de pasión que no espera, por ejemplo, en esa mujer:
Si es realmente apasionante, me instalo ahí. No importa que griten mis hijos. O les preparo un
huevo frito, y rápido regreso a mi lectura. Y los que gustan de leer encuentran atajos que les
permiten entregarse a esa pasión, como este agricultor: Sabe usted, mi mujer y yo teníamos
siete hijos; es algo que realmente lo mantiene a uno ocupado. Pero siempre encontramos
formas de compartir el trabajo, nos las arreglamos. Así que no me venga con no tengo tiempo.
Para ellos, el gusto por la lectura adopta la forma de una incorporación ávida, de un asunto
oral. La intensa necesidad de lectura, incapacidad de liberarse de ella, hacen que se le compare
con una droga, como esa mujer: Los libros son como una droga. Si no lee uno, puede morirse.
Es una enfermedad. Leía incluso mientras comía, ya no hacía otra cosa.
Es una cuestión de medio social: cuando se nace pobre, aun si se es alfabetizado, obstáculos, y
tabúes pueden ser múltiples: pocos libros en el hogar, la idea de que eso no es para uno, la
preferencia a actividades de grupo sobre placeres egoístas, las dudas respecto a la "utilidad" de
esta actividad, la dificultad de acceso al lenguaje narrativo, todo puede unirse para disuadirlo a
uno de leer. A esto se agrega un estigma sobre practica afeminada y burguesa, que para ellos
se asocia con el trabajo escolar. Pero los determinismos sociales no son absolutos: en Francia,
tercera parte de hijos de obreros leen por lo menos un libro al mes, y de hijos de empleados de
alto nivel leen menos de un libro. En los medios más familiarizados con el libro muchos son los
que no leen, se limitan a lecturas en marco profesional o se encierran en un género. Es común
observar en el metro parisino, que es la principal biblioteca, a gente modesta que se entrega a
la lectura con gran placer. Estas diferencias entre personas de misma categoría social pueden
deberse a diferencias de temperamento. Hay gente que no puede dormir sin libros, que
compra libros más allá de sus posibilidades financieras, los Sepia se endeudarán, miran la
portada, leen la contraportada y compran todo. Los psicoanalistas dicen que, si se está
depresiva, se halla más predispuesto a la lectura que cuando se está paranoide.
Pero la relación con la lectura, más allá de la estructura psíquica o del perfil de cada uno, es
una cuestión de familias. Investigaciones hablan de la importancia de la familiaridad temprana
con los libros, su presencia física en el hogar, manipulación ver adultos que leen, importancia
de los intercambios de libros y de las lecturas en voz alta, las inflexiones de voz, para que un
niño se convierta en lector. Lo que atrae la atención del niño es el interés de los adultos por los
libros, su deseo y placer real.
• Chamoiseau, padres no leían nunca: Mi acercamiento a los libros fue solitario, nunca me
leyeron nada ni me iniciaron a esos libros dormidos, inútiles, pero que recibían cuidados de
Man Ninotte. Eso llamó mi atención: ella se interesaba en ellos, aunque no tenían utilidad
alguna. Lo intentaba comprender al manipularlos Me maravillaba de su complejidad cuyas
razones desconocía. Les atribuía virtudes latentes, sospechaba que eran poderosas.
Hay familias en donde el gusto por los libros se transmite de una generación a otra. En el
medio rural, sea cual sea su nivel sociocultural, la mayoría quienes leen han visto y escuchado
leer en su primera infancia y continuaron con esa tradición familiar. En barrios urbanos
marginados, convertirse en lector es cuestión de familias, si bien hay padres que desconfían del
libro, otros le dan importancia a la dignidad que da el ser "sabio", culto, letrado, pese a que
vienen de medios rurales y analfabetos. Ven la instrucción es un bien y los logros de los hijos
son una revancha social. Incluso si no pueden ayudar a sus hijos en tareas o lecturas, les
manifiestan con palabras y gestos, su deseo de que se apropien de esa instrucción y cultura de
la que ellos carecieron. A veces, son ellos quienes incitan a niños a ir a la biblioteca o quienes
los acompañan. Resulta menos paralizante tener padres que, aunque analfabetos, valoran los
conocimientos y el libro, que padres que tuvieron escolaridad caótica y tienen una relación
ambivalente con la escuela, la cual transmiten a sus hijos de forma consciente o no. Otros se
vuelven lectores en contra de su familia.
• Daoud da testimonio de este tipo de rebeliones: Tengo diez hermanos y hermanas, somos
hijos de los mismos padres, pero no nos parecemos ni por los gustos. Ellos no leen.
Consideran eso como un acto de traición. Yo, al principio, era como ellos. Daoud iba a la
biblioteca los días que llovía, desde los siete años: me entraron ganas de leer cuando las
dos televisiones se descompusieron. Me quedé, ¿con qué? ¡Pues con un libro en la mano!
Viajé con ese libro, investigué con el personaje en Inglaterra, sufrí los miedos de Stephen
King; pero son libros que luego olvidé, me parecían poca cosa.
Ciertos profesores y bibliotecarios ayudaron mucho a Daoud más adelante. Ciertos encuentros
ayudan a estos tránsfugas a modificar su destino: la lectura es también una cuestión de
encuentros. En el campo, cuando los padres no eran lectores o no impulsaban a sus hijos a
leer, otras personas cumplieron ese papel de "iniciadores" al libro, desde la infancia o más
tarde: otro miembro de la familia, la hermana o hermano, abuelos, hijos, maestros que
"empujaron" al niño desde que tuvo el deseo de leer. Ya que, aunque ciertos maestros
disuaden a los niños a nunca abrir un libro, hay otros que sostienen su deseo de aventurarse en
la lectura. Los iniciadores al libro pueden ser también personas a las que uno conoció en
circunstancias que facilitan la mezcla social: asociaciones, amistades con niños acomodados,
que hacen posible salirse de las programaciones familiares, contar con otros modelos para
identificarse, tener un acceso a los libros. La militancia política puede favorecer estos
encuentros. O puede ser cuestión del espíritu del lugar: un contexto o ambiente más amplio
que el de la familia y del propio medio social, puede favorecer esto: en una pequeña región de
montaña, donde desde tiempos remotos existe una tradición de las letras, casi todos nuestros
interlocutores dieron muestra de tener una relación familiar con los libros. En otras regiones
poco familiarizadas con libros, donde se privilegia una convivencia deportiva y festiva, la
lectura es menos frecuente y más tensa, más determinada por el modelo escolar o religioso. En
s barrios urbanos marginados, cuando los padres no han impulsado a sus hijos a introducirse
en los libros, a veces la intervención de un maestro, el apoyo de una prefecta, animador en una
asociación, asistente social, bibliotecario/a, fue lo que logró cambiar el destino. Una última
observación: incluso en las familias en que los padres nunca han prohibido la lectura, hay niños
que leen bajo las sábanas en contra del mundo entero. Hay una dimensión de transgresión en
la lectura. Si hay tantos lectores que leen por la noche, no es solo porque haya en ello un
sentimiento de culpa: se crea un espacio para la intimidad, protegido de las miradas. Se lee
sobre los márgenes, las riberas de la vida, en los linderos del mundo.
Sociologías de la lectura: nacen a comienzos del siglo XX. El desarrollo de los estudios está
ligado a la historia política y social del siglo, a sus crisis y esperanzas. El mayor peligro: el no
lector, el iletrado, en el siglo XXI: el lector de escritos en pantallas. Los planteos tienen doble
intención:
La Gran Guerra y crisis económica, social y política (1920 y 1930) enmarcan los primeros
estudios de sociología de lectores, en Europa oriental y Estados Unidos. Serán en 1930,
conocidos para algunos defensores del libro, que pueden utilizadas en Francia por editores,
poderes públicos y bibliotecas para aclarar algunos temas. En crisis económica, editores
requieren encuestas que ayuden a prevenir el posible caos y caídas de ventas. Bibliotecas
esperan conocer mejor la psicología de los lectores, para cumplir su misión de hacer leer.
Emigrado a Suiza influido por el iletrismo ruso y la Gran Guerra: Ve en el desarrollo de lectura
la solución a males de la humanidad. Desarrolla una producción para analizar los modos de
producción de libros y su contenido, y el de apropiación de los lectores. Todo esto para hacer
publicar obras que correspondan a necesidades y expectativas de lectores. Confecciona un
catálogo de grandes obras según métodos de bibliopsicología, que establece fórmulas
matemáticas que permiten juzgar la eficacia de acción de cualquier libro y que, con
propagandistas, induciría a una acción poderosa irresistible. Concentra atención en el lector:
Para señores cultos, el lector no es nada. Pero es todo. La psicología bibliológica afirma que un
libro está en función del que lo lee. Un libro es lo que pensamos de él, ya sea ese nosotros un
lector aislado, unidad, colectividad, grupo social, condición social, clase, círculo, nación. Cada
lector es variable independiente. La idea que él se hace de su contenido y cualidades, depende
de ese lector. Para estudiar producciones desde distintos ángulos, crea Instituto Psicología
Bibliológica. El objetivo de Roubakine es político. La bibliopsicología es el medio de humanizar
a la humanidad. Indica la vía que conduce a profundidades del alma donde se ocultan la
conciencia moral, verdad y principio de vida espiritual. Con esta ciencia, elegidos y élites
podrán cumplir su deber: conducir masas populares, instruirlas y guiarlas espiritualmente. El
objetivo es crear una vía nueva, para ello deben suministrar a clases de trabajadores de todos
los países los conocimientos exactos y una cultura intelectual: hábito de pensar correctamente.
Estados Unidos: la sociología se interesa por los efectos de los medios de comunicación y del
libro. Las preocupaciones vienen de la crisis de 1929. La finalidad de encuestas es adecuar las
decisiones políticas a los deseos de población. Buscan ver quién lee qué y por qué lo hace, e
identificar efectos que la lectura produce sobre lectores en circunstancias específicas de esa
época. Investigadores dicen que la depresión económica impulso a estadounidenses hacia
bibliotecas y que la lectura fue sostén que permitió resistir la crisis y sus consecuencias. Para
ellos es también una crisis de la democracia. La lectura puede proporcionar información y
desarrollar actitudes que propicien tolerancia y cooperación social. Douglas Waples y Bernard
Berelson crean conceptos que son base de la sociología de la lectura. Quieren comprender de
qué manera la lectura afecta a lectores y los modifica. Las predisposiciones de lectores
coinciden con las disposiciones de textos, también variables. Es necesario analizar y reunir
indicios tan diversos como, en lo escrito, las razones, condiciones y modos de publicación,
distribución, difusión, la tendencia de opinión sobre ciertos temas y, respecto al lector, sus
predisposiciones (provenientes de su perfil sociocultural, motivaciones de lectura, opiniones,
expectativas o lugar que ocupa en el tejido social), así como los efectos de la lectura:
El tipo de efecto se determina por relaciones que se establecen entre textos y actitudes de
lectura: se tratará de determinar el grado de absorción, modos e intensidades de identificación
con personajes, el contenido de memorización, la correspondencia o distancia entre lo dicho
en el texto y concepciones y valores del lector.
Preocupación sociológica que nace en una Francia sacudida por los competidores del libro
La difusión de estos trabajos en Francia fue marginal, pero se sugiere tomarlos en cuenta. La
razón: existe inquietud por la crisis editorial e invasión de nuevos medios de comunicación.
Comentarios, lejos de insertar la crisis del libro en contexto de crisis económica, consideran el
libro víctima de una guerra librada por nuevos medios de comunicación. Los primeros estudios
se difunden en ese dramático contexto. La interpretación aceptada es que la crisis editorial
refuerza y prolonga una crisis de lectura originada en nuevos medios de comunicación y en
deterioro de la exigencia cultural de franceses. Por esto, se los interpela para saber, prevenir y
tranquilizar. Es una expectativa marcada por un cientificismo que no siempre distingue entre
objetivos económicos, políticos, educativos, estéticos, éticos, corporativistas, que nadie
considera elementos divergentes. La voluntad de mantener este forzado consenso hará que los
estudios sobre lectura no se tengan en cuenta, pero se propondrá necesidad de recurrir a ellos.
Lectura y esparcimiento: las sociologías de la lectura en el período 1945-1965
• La lectura, disminuye en ciertos casos, se vuelve una práctica más difundida socialmente y
el público lector más numeroso.
• La competencia existe y el tiempo de lectura disminuyó. Pero los medios de comunicación
acercan el público a los libros.
• La producción y edición de libros: la cantidad de títulos publicados anualmente es estable a
lo largo del siglo, las tiradas aumentaron, eso prueba un desarrollo de la lectura.
• La adaptación de producciones a las necesidades del público es insuficiente.
• El libro de bolsillo en 1953 da esperanzas, ya que llegan a un público más amplio que el
conformado por lectores letrados.
• El libro para la juventud progresó en 1945: Frente a la competencia de libros ilustrados y
cómics, estas obras difunden conocimientos variados y complicados, multiplicando
imágenes de alta definición que favorecen la comprensión del texto.
• La difusión: el número de librerías que da esperanza de una difusión de mayor alcance
equitativo, se mantiene estable. La cantidad de cafés disminuyó, librerías aumentó. Con el
desarrollo de colecciones populares, puntos de venta se multiplicaron: bibliotecas de
estaciones, quioscos, estancos, papelerías, casas de música, supermercados, almacenes.
Los clubes de libros se difunden. Bibliotecas se modernizan al lado de las municipales
tradicionales, se crea una red de pequeñas bibliotecas relacionadas con el impulso del
esparcimiento recreativo, cultural y con el movimiento asociativo.
1958 publica una Sociología de la literatura, hablar de ello es adherir a dos ideas en apariencia
inconciliables: el estudio de la literatura en la sociedad y el de la sociedad en la literatura. Ese
proyecto reclama la construcción de una sociología del libro (entendido como medio del
proceso e instrumento del aparato), una psicosociología de la lectura y sociología de la obra
literaria. Se trata de estudiar el conjunto de circuitos creadores-obras-públicos, en Francia y el
mundo, en pasado y presente. Por ello se convocan variadas disciplinas: economía, historia,
literatura, sociología, psicología, lingüística, bibliología. Escarpit insiste en el papel fundador del
lector en la existencia del texto, llama la atención sobre la diversidad de lecturas (reivindicadas
o menospreciadas) y las formas de imposición que ejercen elecciones del público culto sobre el
popular. Cada escritor lleva sobre hombros el peso de un público más o menos numeroso, y el
lector forma parte de una comunidad de cultura que hace que sienta una determinada familia
de autores como más o menos cercana. Tener cultura es poder llamar a miembros de la familia
por su nombre de pila. El extranjero no es de la familia, no tiene cultura (tiene otra cultura). Allí
reside la diferencia entre público letrado, cercano al escritor, y el gran público. Escarpit analiza
la situación del lector: el acto de lectura reproduce el acto de escritura; pero el lector no tiene
un proyecto, sino una predisposición que proviene de su formación escolar, lecturas anteriores
e información, sobre todo de su problemática personal. Debe establecerse un equilibrio -
adecuación u oposición- entre la predisposición de una parte y proposición de ese producto
social/libro. Hay infinidad de posibles lecturas de una misma obra por un mismo lector.
Los cuestionamientos de la relación que se mantiene con los saberes (1968), planteos sobre el
reconocimiento de las culturas populares o sobre la dominación de culturas legítimas generan
abundante producción sociológica. 1960 y 1970 son el momento de sociología de cultura
signada por la voluntad de demostrar los mecanismos de dominación social que se establecen
en el campo de lo educativo y cultural.
Lo culto y lo popular
Mundo del texto y mundo del lector: del libro al acto de leer
Otros trabajos, inspirados en la estética de la recepción, presentan una visión opuesta a la
anterior. Jacques Leenhardt y Pierre Jozsa comparan modos de aprehensión y comprensión de
dos textos destacados de fines de 1960: Les choses y Le Cimetière de Rouille. La experiencia
incluye lectores franceses y húngaros entre los cuales distinguen diferentes modalidades y
sistemas de lectura, variantes según nacionalidades. Los húngaros tienen un modo de lectura
fusional e identificatorio, que se justifica a partir de su historia y papel que desempeñó la
literatura en el proceso de constitución de la conciencia nacional. Los franceses presentan una
modalidad de lectura intelectiva, a causa de la concepción de saber distanciado promovida por
la escuela. Los investigadores tratan de analizar cómo las referencias a sistemas de valor, a
principios éticos, a ideales o el interés por el realismo de situaciones de ficción, por su grado de
exactitud social, reúnen o distinguen tipos de lectura y grupos de lectores.
Michel Peroni también rechaza una dicotomía basada en oposición entre lecturas distinguidas
y dominadas, y propone sustituir la noción de imposición por apropiación, que diferencia el
mundo del texto del mundo del lector y describe el acto de lectura como una confrontación
entre esos mundos, de la cual se modifica el horizonte de expectativa del lector. Distingue las
nociones de lectura limitada y abierta. La lectura no es una práctica lineal, puede abandonarse
y retomarse a lo largo de la vida, incluso sus modos de realización y centros de interés pueden
evolucionar. Esto no se debe a una fragilidad de orden social, sino a que la lectura depende de
la situación en la que se origina y adquiere sentido. Es la confrontación entre el mundo del
texto y del lector lo que resulta o no posible, productor o no de sentido. La lectura limitada se
rige por un imperativo de conformidad entre el mundo del texto y una realidad, la abierta
considera el mundo del texto en sí mismo. Para enriquecer estas posturas, la sociología apeló a
los nuevos trabajos de historia de la lectura. Toda lectura, sostiene Ricoeur (1983- 1991), es
una experiencia viva, emigración en la que el lector realiza un movimiento que lo lleva de la
configuración a la refiguración del mundo. Anteriormente, las experiencias lo ayudaron a
formar una configuración del mundo; después de una lectura, lo reconfigura. Para Michel
Certeau, el lector, provisto de competencias y expectativas propias, caza furtivamente en
tierras ajenas. No es consumidor pasivo: es protagonista de una actividad creadora, su lectura
hace que el texto exista; crea uno nuevo. Las actuales propuestas de una historia de la lectura
proponen pasar del libro al acto de leer y analizar la lectura como lugar y ejercicio de la
distinción y divulgación, disciplina e invención. Si bien los objetos, modalidades y perfiles de
lecturas dividen a las comunidades sociales, también las unen. No existen culturas totalmente
heterogéneas y antinómicas, sino objetos impresos que atraviesan colectividades y grupos
sociales que se aproximan, distinguen, singularizan y comparten textos. Las diferencias se
construyen a partir de modos de lectura y eventuales beneficios del texto, variados y variables,
y no tanto a partir de objetos de lectura heterogéneos.
A mediados de los 80, nuevas inquietudes agitan el espacio social. Hay dudas marcadas por la
difusión de un discurso que deplora la crisis del libro hasta la muerte de la lectura, el aumento
del iletrismo o la derrota del pensamiento. Investigaciones, que antes ayudaban a medir
progresos, ahora se realizan para explicar y comprender decepciones. El Ministerio de Cultura
ya no es el único que recurre a encuestas para poner en marcha estrategias de conquista
(multiplicar la cantidad y calidad de lecturas), o defensa (combatir el supuesto aumento del
iletrismo, detener la caída del número de lectores asiduos, hacer leer a jóvenes, resistir los
embates de la pantalla). La lectura y la no lectura, es tema de discursos públicos en el más alto
nivel político. La multiplicación de estudios legitima las investigaciones sobre las lecturas,
sociólogos de renombre dirigen trabajos sobre el tema.
El iletrismo
Francia descubre en 1984 que existen iletrados. El término se aplica a la persona escolarizada,
que perdió su habilidad de lectura. Esta idea se precisa sobre la base de la definición del
término analfabeto: persona incapaz de leer y escribir, aun comprendiéndolo, un relato simple
y breve relacionado con su vida cotidiana. La prensa escrita, horrorizada, hará que Francia
tome conciencia de esta diferencia difícilmente aceptable. El analfabetismo podía estimarse
según criterios simples, no es igual con el iletrismo. ¿Cómo medir con exactitud algo que nunca
se delimitó? El informe se ocupa de describir situaciones desfavorables que atraviesan
iletrados, agregando que el iletrismo es un desafío a la democracia. Engendra, en una sociedad
compleja, riesgos de marginalización social. Hay una fractura del cuerpo social frente a
conocimientos elementales que dificulta el ejercicio igualitario de los derechos cívicos,
participación en el desarrollo económico y social, libertad de circulación, opinión y el desarrollo
cultural. La viva emoción producida, culpa social y exposición mediática del tema son razones
que justifican los fantasiosos análisis del tema. Antes de algunos esfuerzos de cuantificación,
las estimaciones variaban entre miles y decenas de millones, como si lo escandaloso del
fenómeno solo pudiera sostenerse sobre un número de iletrados cada vez mayor. Además, se
impuso la descripción del iletrado como compendio de todas las necesidades, penurias,
vergüenzas, embarcado en una paciente y compleja búsqueda de modalidades de expresión
que estas carencias dificultan. Se dijo que es incapaz de pensar, sin medir las consecuencias de
esa afirmación. La cuestión de la cuantificación está lejos de agotar interrogantes sobre el
tema, no debemos ignorarla. Ayudaría a esclarecer si el iletrismo es un fenómeno nuevo,
resultado de lagunas sociales acumuladas desde hace 20 años, o si lo novedoso es la toma de
conciencia de este fenómeno, ya que la confianza en los efectos de la escolarización habría
impedido hasta 1960 apreciación de fracasos y pérdida de ciertas habilidades que una
situación social difícil produce. Según la respuesta que se dé, se adopta con respecto al
iletrismo un determinado discurso y política. Para algunos es signo de un fracaso social general,
para otros es nueva exigencia de la sociedad que, después de haber aprendido a leer y escribir,
se preocupa por mantener esas capacidades en los confrontados a distintas adversidades
sociales, económicas y culturales.
En plano local, las políticas culturales conquistaron, después de 1970, un lugar de privilegio en
las políticas municipales. El punto de inflexión son elecciones municipales de 1977. En plano
nacional, la llegada de izquierda al poder y el nombramiento de Jack Lang como ministro de
Cultura se complementan con la duplicación del presupuesto destinado a esa área y una
resuelta acción en favor del desarrollo de la lectura. El Ministerio de Educación reacciona con
más lentitud. Pero, lejos de que el esfuerzo público diera sus frutos y resultados se plasmaran
en desarrollo de lectura, encuestas sobre las prácticas culturales de franceses (1989 y 1997)
señalan una evolución negativa. Se evidencia un estancamiento y retroceso: el 25% de más de
15 años no lee libros a lo largo de un año (1981, 1989, 1997). La proporción de lectores poco
frecuentes aumenta de 24% a 35% en 1997. También baja la proporción de lectores asiduos:
los que leían más de 25 libros por año pasan del 22% al 14% en 1997. Frente a la revelación del
iletrismo irrumpen discursos de lamentación, que encuentran en datos de encuestas una
confirmación de sus tesis. La lectura está en peligro y en extinción, sufriendo el ataque de la
competencia mediática de una televisión controlada por mediciones de audiencia, asistiendo a
la victoria de un relativismo cultural penetrado hasta en las escuelas y que, con disfraz de
modernización y apertura a la realidad, habría renunciado a la visión educativa para ceder al
consumismo. La preocupación, antes concentrada en el público poco lector o no lector, se
extiende ahora a un público antes libre de sospechas en prácticas de lectura: jóvenes,
estudiantes, alumnos y profesores. La inquietud sobre el nivel y modos de lectura se generaliza
a todas capas sociales. Sin embargo, resultados de encuestas nacionales representan un
inconveniente para sociólogos que sostienen un combate contra los discursos de lamentación,
reprochándoles su legitimismo y concentración sobre la lectura letrada. Están convencidos de
que la democratización de la enseñanza desde la Segunda Guerra Mundial tenía como efecto
más o menos automático aumentar la cantidad de lectores, aunque fueran sin calidad. Los
desestabiliza el cúmulo de datos que prueban la decadencia de la lectura y por eso deben
reconsiderar sus análisis. Francia lee más, pero los franceses leen menos. Según Olivier
Donnat, esta baja de ritmo de lectura podría ser aparente: los encuestados tendían a sobre
evaluar sus lecturas en sus declaraciones para manifestar su pertenencia la cultura legítima.
Pero la democratización del acceso al libro, su vulgarización lo hace menos legítimo y las
declaraciones de encuestados tenderían a acercarse a la realidad. Otras explicaciones insisten
en la ambigüedad de la recepción de la palabra libro en las encuestas: ¿cuál sería la validez de
los libros leídos solo parcialmente? Anne-Marie Chartier se preocupa por este aspecto de las
encuestas. François de Singly dirige dos encuestas sobre la lectura de los jóvenes. Se basa en
una encuesta cuantitativa y en entrevistas cualitativas y muestra en detalle prácticas de lectura
de los jóvenes. Confirma que la vulgarización de la lectura en este grupo tiene consecuencias
paradójicas, que provocan una presencia habitual del libro en lo juvenil y relativización de su
uso y representaciones simbólicas. Relaciones entre la intensidad de lectura y capacidades
desarrolladas en la escuela no tienen una única interpretación: leer no es sinónimo de logros
escolares. Saber leer y gustar de la lectura no son sinónimos. El libro y la lectura ocupan un
lugar relativo en el universo simbólico: en dichos de jóvenes la televisión precede a la lectura
como fuentes de información, conocimiento y distracción. Hacen lecturas poco cultas y
negocian sus prácticas de lectura en relación con la rentabilidad escolar, lo cual en actualidad
no es tan indiscutible como cuando la excelencia en lengua francesa era instrumento de
selección escolar.
Christian Baudelot, Marie Cartier y Christine Détrez retoman y desarrollan el análisis con un
trabajo revelador: Et pourtant ils lisent (1999). Más que a una crisis, asistimos a una mutación
del modelo tradicional, a considerar no lamentar. Los jóvenes leen, pero de otra manera, sin
reverenciar grandes autores ni confundirlos. La lectura es una actividad cultural como otras,
ocupa un lugar modesto entre los entretenimientos adolescentes. Ya no es para jóvenes un
hecho cultural total. Para la mayoría de encuestados, leer no es un acto vital, ni de reverencia
con respecto al patrimonio literario. Pero no significa que la lectura esté para ellos desprovista
de valor: es una práctica como tantas, de diversión o formación, sometida a la intermitencia de
deseos y necesidades, y a mandatos de las redes de sociabilidad. Indiferentes a discursos que
sacralizan la lectura y la equiparan con la literatura, establecen una relación realista y práctica
con la lectura. Para ellos la lectura no está investida de valores y significaciones: las situaciones
crean la necesitad, el deber o placer de leer, determinando así el uso de los libros. Disminuye
mientras avanza la escolaridad.
Escrito en la pantalla
El futuro de la lectura
Noticias de libros
Gabriel Ferrater
Una obra maestra. Por el cuerpo propio del libro y la introducción, en la que Auerbach da una
de las mejores discusiones de metodología histórica que he leído nunca. Él afirma derivar ante
todo de Vico, y su interpretación del juego de la imaginación histórica es sugestiva. Pero es más
interesante todavía su principio, metodológico-científico, de que sólo preguntas específicas
rinden fruto, y su definición de lo que significa interrogar a una época histórica. En este caso, el
interés genérico de Auerbach era el de interrogar el complejo magmático de la literatura de la
Edad Media, y mostrar que no es una literatura clásica fallida, sino algo nuevo, destinado a
otros públicos para otros fines. La pregunta específica que ha guiado a Auerbach es la de
buscar qué se hizo en la Edad Media de la distinción clásica entre los tres niveles del estilo, y
por qué se perdió el estilo noble hasta su recobramiento por Dante. La pregunta ha rendido
frutos enormes, y el libro es una de las mejores realizaciones que conozco en orden a imbricar
la sociología de la literatura con la psicología de la creación literaria.
Es una colección de ensayos sueltos, que, en el estilo del positivismo lógico inglés, analizan
variados problemas, desde la justificación del considerar la filosofía como una mera
clarificación del lenguaje, hasta el problema del determinismo. Ayer es muy agudo y escribe
admirablemente con claridad y ritmo. Pero no me parece que este libro sea el mejor para
introducirle en España. Discute problemas demasiado reducidos, y con demasiada discusión de
opiniones de otros filósofos ingleses contemporáneos.
Si Carr anuncia un libro sobre metodología y filosofía de la historia, da derecho a exigir que sea
un libro de primer orden y esperar que pueda ser genial. Estas conferencias cumplen con la
exigencia, pero no satisfacen la esperanza. El libro es interesantísimo, rico en ideas y en
sugerencias, coherente y orientado con mano firme, pero no alcanza el supremo orden de
excelencia de un Collingwood o Oakeshott. El fondo de la obra es curioso. En un último
término, consiste en un intento de repensar ab ovo, desde fuera del marxismo, una idea
marxista, cuyo origen Carr ni quiere ni podría esconder. El problema que el libro discute es el
de la posibilidad de la objetividad histórica. Carr niega la posibilidad de que un historiador
alcance la objetividad por el camino de la imparcialidad, según el ideal que pudiéramos llamar
del liberalismo. Negada dicha posibilidad, la idea marxista en la que se ve forzado a refugiarse
es la de que, siendo todos los historiadores parciales e incluso partidistas, el historiador
objetivo es aquel cuyo partidismo coincide con la corriente de la historia. Todo el libro
desarrolla la casuística de dicha idea. Tiene que evitar trampas obvias (no siempre lo consigue)
y procurar concebir una idea personal del progreso, que sea bastante concreta y no se
confunda con la idea de la revolución clasista. No puede decirse que el libro logre del todo lo
que se propone: no es genial. Pero le anda muy cerca, lo cual quiere decir que es excelente.
Se compone de tres relatos breves, en los que la autora adapta a situaciones y personajes de la
Grecia actual los esquemas de sendos mitos griegos antiguos, el de la marcha a Colonos de
Edipo y Antígona, el del retorno de Orestes y su encuentro con Electra, y el de la obtención del
arco de Filoctetes. El sentido tradicional de las leyendas es modificado con bastante libertad
por la autora. Los tres relatos son admirables, sobre todo la versión de Electra y Orestes. Sólo la
versión de Filoctetes flojea un poco, ya que la autora no consigue dar una versión enteramente
convincente de la camaradería militar masculina que es pieza esencial en la motivación de su
héroe. Incluso este relato se salva por unas descripciones de paisaje enormemente sugestivas.
Con una lengua concisa e incluso seca, de ascendencia stendhaliana, la autora consigue en
todos sus relatos alcanzar una intensidad pasional que impone la comparación con Pavese. La
traducción española me recomendable. Se la puede incluir en Biblioteca Breve y Formentor.
Una introducción a la obra de Brecht, que relata brevemente su vida y su carrera, expone sus
teorías y describe sus realizaciones escénicas, y finalmente analiza sus obras dramáticas
mayores e intenta justipreciar su valor literario. El libro tiene dos defectos: su excesiva
brevedad, y el hecho de que sólo estudia a Brecht como dramaturgo y director de teatro,
omitiendo la consideración de su poesía y narraciones. Como cualidades del librito, destacan su
interés puramente literario por Brecht y el hecho de que no se demore en discusiones políticas,
y el buen gusto y el comedimiento crítico del autor, que establece una jerarquía adecuada
entre las distintas obras de Brecht. El libro, y la conveniencia de su traducción, sólo pueden
juzgarse relativamente, por comparación con otras introducciones semejantes a la obra de
Brecht. Esta es sin duda buena, pero no magistral, existen otras mejores.
Informes de lectura
Roberto Bazlen
Algunos informes de lectura que Roberto Bazlen envió a sus amigos editores.
Hace dos meses sentí cierta fascinación por algunos cuentos que encontré en antologías
norteamericanas, pero el entusiasmo me duró poco. Son interesantes porque anuncian una
nueva atmósfera y geografía en las cuales el mundo vivirá un par de décadas después de la
Tercera Guerra Mundial, y que tal vez no llegue a ver con mis propios ojos. Pero es literatura
tan penosamente mala que no pude seguir leyéndola. Por otra parte, la polenta íntima
desborda: hoy, junto con tu carta, me llegó el nuevo número de Aul, aut: hay que leer para
creer el artículo de Camus sobre Wilde, de una banalidad plebeya repugnante. Y hace unos
días Einaudi me mandó de regalo el libro de Neruda y el teatro de Lorca. De Neruda no
esperaba mucho, pero me ofendió más de lo que esperaba. Pero Lorca fue una desilusión:
notaste esa falta de una forma íntima grande e inflexible, esa imbecilidad y bovarismo debajo
de la poesía y solidificaciones homéricas que no (pero bastaría con que uno o dos de los
cuentos tuvieran algún elemento de ciencia ficción, y todo el libro funcionaría bien). Lástima.
Aquí influye un hecho personal. En Ámsterdam leí hasta la página 34, después lo abandoné. En
el tren hacía frío, había pasado una irritante noche sobre ruedas, tenía una desagradable
sensación de fiebre, me sentía nuevamente enfermo de pulmonitis. Para alejar esa sensación,
retomé el libro donde lo había dejado. Si lo hubiera leído en frío, quizá me habría parecido
forzado, artificial, traído de los pelos, pero leído en aquellas condiciones me di cuenta de que
era de una precisión fotográfica, y todo lo que hubiera podido parecer "estilo" no era sino una
economía genial. Y leí de un tirón todo el libro bajo este signo, y debo decir que me ha
conquistado. Es la historia del hijo del pastor ginebrino que cree haber conquistado, contra
Ginebra, la gran serenidad apolínea con ligeras desviaciones hacia un dionisismo higiénico-
deportivo y bastante homosexualidad práctica. A través de un escándalo homosexual, de un
matrimonio con una mujer rusa, de aspiraciones "artísticas" que confunde con realizaciones,
cree cada tanto haberse "liberado", pero en realidad pasa por arrebatos, dudas, depresiones,
euforias, se desmorona cada vez más, y a dos tercios de empezado el libro termina por
suicidarse en el Ródano. La tercera parte: el amor de la viuda por un poeta, amigo del difunto;
no se dice, pero se percibe que sus posibilidades de felicidad quedan arruinadas para siempre
por la experiencia con aquel hombre aniquilado por Ginebra; inmediatamente después del
casamiento huye con el hijo y desaparece. El marido la busca por todo París, se desmorona
también él, y termina en un estado de inexistencia definitiva. Hay ese toque de oeuvre d'art
que puede molestar, pero hay algo muy tenso, dramático, y bajo la descarnada angulosidad hay
una riqueza genuina, hecha de breves capítulos que son verdaderos cristales; y todos unidos
forman un libro que recuerda las ejemplificadoras novelitas morales del peor Gide, pero que
tiene una transparencia y angustia incondicionales que, siempre para mí, jamás han tenido las
novelitas de Gide, ni siquiera cuando las leía en el momento justo, cuando era muchacho.
Es un libro inteligente, claro, pensado hasta el fondo. Enseña a leer y a pensar a Freud, como
corresponde, desde atrás hacia delante, pone en su lugar las cosas que Freud no pudo poner
en su lugar, y saca esas conclusiones que Freud no tuvo tiempo de sacar, o al menos de escribir.
Seamos claros: no se trata de que yo quiera publicitar imagen del mundo que resulta del libro,
tomo el libro por lo que es y quiere ser (no como quisiera que fuese) y debo decir que no podía
hacerse algo mejor, y que no se podía poner tanta libertad nueva dentro de límites tan viejos y
tan estrechos. Ha logrado arrancar todo lo (mucho) de pequeñoburgués que los freudianos y
neofreudianos han cristalizado alrededor de Freud y sin excederse jamás; ha escrito la obra de
Freud veinte años después de su muerte ¿Te parece poco? Es algo que me impresionó mucho:
los episodios de la historia individual se ubican cada vez más cerca del nacimiento. Todo esto,
repito, dentro de los límites freudianos, aplicando las leyes freudianas, usando del valor de la
obra, aclarando ciertas contradicciones de Freud y pensando hasta las últimas consecuencias
todas las ideas que Freud solo pudo pensar a medias. Esa es la primera parte del libro, y me
pareció bien hecha. Perfecta. La segunda es diagnosis e interpretación de la situación actual del
hombre, con los medios obtenidos en la primera parte. Si aceptas la primera no puedes objetar
la segunda. No puedes alegrarte porque una persona inventa un lenguaje nuevo y plausible, y
luego enojarte porque lo habla. Así como tampoco se puede reconocer, que es un libro
importante y estimulante y dudar en publicarlo. De estos nacen pocos.
Me irritó bastante, y tomé la decisión de terminar con la historia del pensamiento causal;
cualquier libro de astrología, hasta el más mediocre y confuso, nos revela más que cientos de
estas pequeñas perspectivas monomaníacas. El modo en que plantea el problema puede
significar, para buena parte de los italianos, un paso hacia delante; y debo decir que, en la
interpretación del material, aunque sean virtuosismos ejecutados en una sola cuerda, hay a
veces intuiciones que verdaderamente me "iluminaron". Por lo tanto: sí.
Por un camino inusual llegué a la conclusión de que podría ser un acierto publicarlo. Pero
únicamente como los ensayos de un músico, a condición de que Cage tenga verdadera
importancia, no solo sintomática, sino como invención o al menos como postulación de
problemas, dentro de esa extraña actividad que será o no música, pero que sin duda es una
aventura sonora significativa, y de la que es posible entrever la fertilidad de sus consecuencias.
Gran parte de los lectores de Adelphi deberían encontrarse en la misma situación que yo,
incluso agravada por el hecho de que tengan más prejuicios a favor y en contra de los que
tengo yo. Por eso me parece indispensable una introducción muy concreta, histórica y
analítica, que sea clara y sin palabras iniciáticas que requieran un conocimiento previo, que
sitúe la figura de Cage en un conjunto de problemas explicados de modo que yo pueda
entenderlos. Y que no me vengan con esas frases acerca del "salto" y "si no se entiende
enseguida" y que yo pertenezco todavía a otro mundo. Sé (y esto no se discute) que son
problemas que pueden formularse con sencillez, y que, claramente formulados, hay que ser
estúpido para no entenderlos. Entonces: prefacio y textos de un músico. Así se le puede
perdonar mucho; mientras que si se publicaran solo como ensayos, a mitad de camino entre lo
programático general y el manifiesto o el autorretrato revolucionario, resultarían
imperdonables (aunque su condición de imperdonables quedara atenuada por una frescura
auténtica, por una desenvoltura y estilo, por una cadencia genuinamente propias). Esas
cualidades se tornan a agravantes si se considera que solo fueron posibles gracias al simplismo,
inconsecuencia y al facilismo norteamericano; y aquí chocamos de nuevo con mi perplejidad
frente a Homero y con el problema irresoluble de los criterios de valor aplicables a una
editorial que publica libros para lectores europeos en 1963. En el prefacio, Cage dice que los
críticos consideran su música como zen o dadaísmo. Zen, NO, Y dadaísmo de quinta mano,
nada de dadaísmo. Zen: es posible que de una acción aleatoria irracional (que forma parte de
los trucos de Cage) nazca una intuición, un relámpago, y que uno crea entrever algo detrás de
la rasgadura; pero diría que entre la casualidad infanto-anarcoide de Cage y la profunda y
deliberada irracionalidad de los maestros zen, hay una gran diferencia. Dadaísmo: el dadaísmo
fue una experiencia importante y única que no puede tener una historia. Por definición es
irrepetible, inimitable. Y hoy aparecen estos muchachitos norteamericanos con conformismo
antipuritano y su intolerancia prefabricada por la educación de los colleges y de la cultcher
norteamericana en general, y creen estar haciendo lo mismo, y no son sino antifantasmas de
fantasmas, y no vida que quiere vivir contra vida que no quiere morir. Para que adviertas la
grotesca inconsistencia de esta gente, de la falta de indicio de seriedad lee la página 45. Lo
malo es que lo "nuevo" no debe nacer, necesariamente, de valores que podamos medir con
nuestros parámetros, y que solo puede abrirse camino en un terreno menos solidificado.
Superada la crisis, creo verdaderamente que en Cage hay un "germen de vida", y dado que a
fin de cuentas es un muchacho muy simpático, me siento casi obligado a decirte que sí. Al
menos servirá como antídoto contra los corazones bien informados. Creo que hay algo en él.
Habría que dilucidar qué es exactamente, y si se trata de un diario íntimo auténtico o de una
reescritura/novela/pastiche reelaborado a partir de un diario íntimo, muchos años después de
que fue escrito. En el caso segundo, sería un buen libro, divertido, elegante, respetable, con
dos protagonistas simpáticas que no se olvidan fácilmente, y asunto concluido. En el primer
caso, sería un extraordinario y fascinante "documento de civilización", de otra civilización cuya
existencia en Italia ni siquiera sueñan. Había particularmente en los pasajes de Flora a los
quince o dieciséis años, algo demasiado elaborado y literario, de una inmadurez vivida, juzgada
y expresada con una madurez excesiva, pero no había sospechado nada porque, en un mundo
que ha dado varios Radiguet, todo es posible. La vida de dos muchachitas en el París que va
desde poco antes de la Ocupación hasta poco después de la Liberación, que saben ser
humanas sin olvidarse de ser mujeres, y de ser mujeres sin olvidarse de ser humanas, en
intimidad/amistad/solidaridad afectuosa, sobria y nunca melindrosa. La más grande: la
intelectual un poco esquemática, hasta que pruebe lo contrario; y por suerte prueba lo
contrario muchas veces, y con pruebas de todos los colores, La menor: la vamp de la familia,
más desenvuelta, pero de una límpida intransigencia moral que impone verdadero respeto. El
ambiente es el refinado y expeditivo de la buena burguesía francesa, sin demasiados lujos,
pero con la modestia de la verdadera solvencia. La cultura inmediata y que da el tono:
Giraudoux que es el Dios, y Cocteau que es su bailarín. Pero la verdadera cultura, y que da vida
al libro la verdadera ciudad eterna, con esa mezcla perfecta de charme y de seriedad, de
vitalidad desenfrenada y despreocupada y de responsabilidad, elegancia, inteligencia, de
reflexión, ligereza, y verdadera, profunda humanidad, que se revela en el modo más puro. Si no
es una novela, es uno de los pocos libros de enseñanza modernos que conozco. Saber vivir
todos los enredos y contradicciones de la vida de dos muchachitas entre 1940 y 1945, sin caer
nunca en el caos, e incluso con una lúcida delicadeza que llega hasta el fondo, es casi un
milagro. Estoy enamorado, y el amor no razona. No quiero convencerte, porque todavía tengo
lucidez suficiente para saber que asumir la responsabilidad de la publicación significaría asumir
también la de tu martirio. Porque Adelphi iría al encuentro del martirio, acusaciones de
frivolidad, de esnobismo, descalificación implícita, y peor aún: Montenapoleone. Debo
advertirte que el libro es demasiado largo. Hay, sobre todo al principio, demasiada literatura no
infantil para que no sea verdaderamente infantil, hay aquí y allá un gusto demasiado marcado
por la boutade, pero todo esto forma parte del retrato.
Dentro de la gran maquinaria del deseo
Los analistas del 70 argumentaban que las estrategias de la cultura de masas tenían éxito
porque satisfacían necesidades y deseos reales, pero no nos introducían en la "maquinaria del
deseo" para revelarnos cómo empresas hacedoras de ganancia procuraban identificar y
moldear esas necesidades. En los 80, Raymond Williams decía que el estudio de producción de
textos es un aspecto de la cultura de masas descuidado. Es fácil ver el trabajo de la National
Geographic operando del modo familiar a la cultura de masas. Las fotografías de la revista,
animan y calman ansiedades y deseos sociales y políticos que tienen que ver con privilegios de
la clase media blanca en un sistema de clases internacional. Estas fotografías son generadas a
través de una serie de complejas y contestatarias prácticas de producción. Este capítulo explora
el contexto institucional dentro del cual se producen, roles desempeñados en su construcción
por fotógrafos, editores, redactores de epígrafes, y políticas y tensiones que gobiernan la
producción de fotografías. Lo basamos en 25 entrevistas realizadas en la National Geographic
en varias visitas durante 1989 y 1990. Hablamos con fotógrafos, editores gráficos director y
director asociado de fotografía, redactores, diseñadores gráficos, especialistas en impresión y
grabado, y personas del área de marketing. Aun sin fines de lucro, deberían estar preocupados
por suscripciones y sensibles a críticas. Pero si bien su poder institucional podría cerrarla ante
los no pertenecientes, poder que puede producir confidencia de clase (sensación de que la
posición de uno en la cultura está asegurada y es inexpugnable). La mejor manera de transmitir
la práctica diaria en la National Geographic es describir una reunión semanal de planificación
del 14 de junio de 1989:
Wilbur Garrett, editor, de pie frente un auditorio. En el fondo, una cabina con computadora
para proyectar imágenes. La reunión inició cuando comenzó a narrar una historia acerca de un
sitio arqueológico maya que él había visitado. Investigaciones habían encontrado que restos de
un individuo, jaguar de humo, cuya edad al morir fue estimada en 85 años, tenía la dentadura
de una persona de 35. Comentó las cifras de venta, que parecían aumentar y se esperaba que
aumentaran más con la publicación de una historia sobre los restos del acorazado Bismarck.
Garrett observó que una nueva investigación mostraba que solicitudes enviadas por correo no
eran abiertas. Agregó que la inclusión de material de promoción encuadernado junto a la
revista resultaría más efectiva. Los Shakers (comunidad religiosa de E.U) estaban disgustados
por el artículo que reportaba sus ganancias y desavenencia dentro de la comunidad. Hubo
discusión sobre si se trataba de un problema legal o personal. La reunión volvió a su objetivo
principal: la organización y plan de números futuros, que se mostró en la pantalla en el frente
del salón. Garrett pidió que confirmaran si ciertas historias estaban ya listas para su producción
y una mujer corrigió gráficos en la computadora-proyector de acuerdo a la nueva información.
Había una sugerencia del staff de que, si el artículo estaba listo, podría sustituir una historia ya
programada sobre Harlem Este. La discusión cambió hacia las dificultades de tener un miembro
del staff en Hong Kong para fotografiar refugiados de un disturbio en China. Reporto al cuartel
que los disidentes no arrestados estaban escondidos y que mientras era aún posible hablar con
la gente, no era buen momento para entrar en las casas y estar más cerca. Garrett preguntó
cuál era la situación del proceso de impresión que se desarrollaba en Mississippi. La respuesta
fue: el gasto baja, la calidad sube. Volvió al tema señalando que el poster producido para
promocionar un número especial sobre el bicentenario de la Revolución Francesa, mostrando
un kiosco y la Torre Eiffel con fuegos artificiales, debía aparecer a tiempo para julio. Una
persona de primera fila observó que la nota del bicentenario fue observada favorablemente
por la Associated Press y Washington Post.
Esta breve reunión encerró mucho de lo que aprendimos acerca del trabajo interno en la
National Geographic:
• Había camadería, de trabajar juntos hacia objetivos comunes, combinado con una fuerte
prerrogativa del editor de señalar estos objetivos. Esta peculiar combinación fue definida
como "una dictadura participativa".
• La reunión estaba dominada por hombres blancos. Las mujeres presentes, con una o dos
excepciones, pertenecían a departamentos de servicio, como marketing o promoción.
• Había una conducta orientada a la acción, un énfasis en la experiencia de primera mano. La
rápida revisión de asuntos, el ocurrente intercambio entre Garrett y el staff, todo creaba la
impresión de ir a paso firme, de estar al tanto de cómo se debe realizar el trabajo.
• La agenda va estructurando un balance libre de desviaciones: entre consideraciones de
mercado y contenido, información fáctica y cortesía (Shakers) y puntualidad y profundidad
en la cobertura (China). El balance relacionado con la composición racial de un número: si
el artículo sobre los Efe se incluyera, el de Harlem Este debería salir.
Las teorías de "autor" o "artista" sobre imágenes fotográficas son inadecuadas para dar cuenta
del complejo conjunto de presiones y expectativas que encaran los fotógrafos en un entorno
como la National Geographic, y el proceso por el cual sus fotografías son transformadas por:
medio del editing, diagramación, epígrafes, impresión y retoques computarizados. El momento
de tomar la fotografía es complejo, donde hay un poder de negociación privado entre fotógrafo
y fotografiado. Para fotógrafos de la National Geographic este momento está en medio de
otros procesos que determinan el producto final.
• Puede provenir de muchas fuentes: fotógrafos, staff editorial, redactores o miembros del
Consejo de directores.
• Si sobrevive a discusión con colegas será desarrollada en una propuesta enviada al Consejo
de Planeamiento, que decide cuales se llevan adelante.
• Necesitan ser atrapantes, tomar temas familiares con un nuevo enfoque.
• Debe incluir un tema, área (peregrinaje en Perú) y manera de presentar el tema o modo
visualmente distinto de presentación.
La persona que tiene una idea busca apoyos para su propósito dentro de la organización antes
de presentar su proyecto. Cuando se da marcha atrás con una historia es por cuestiones
políticas. Esto refiere menos a la manera en que la historia debe adecuarse a políticas de la
institución que a su percepción de que se debe trabajar estratégicamente para desarrollar
apoyos entre los varios niveles de toma las decisiones.
Una vez es aprobada, se asigna un equipo de tres personas: redactor, fotógrafo y editor gráfico.
El director de fotografía es responsable de la elección del fotógrafo, un trabajo que implica
conjunción entre capacidad y sensibilidad del fotógrafo y el tema a fotografiar. Al redactor no
se le asigna un fotógrafo para que ilustre su historia, esta se construye en virtud de fotografías
que deben contar por sí mismas una historia. El equipo de tres tiene un encuentro de trabajo.
Luego, hay poco contacto entre redactor y fotógrafo, pero el ultimo trabaja en contacto con el
editor de fotografía para desarrollar las ideas surgidas en la reunión. Editores de fotografía se
ven como responsables de la investigación de temas o usan los materiales a su disposición del
departamento de investigación. Estiman que su rol es conceptualizar la historia y mantener a
fotógrafos en la senda correcta. Reconocen que fotógrafos se opongan a la caracterización de
la división de tareas y que prefieren verse con independencia, gobernándose. Como editores
de fotografía son o fueron fotógrafos, se identifican con el lado artístico de la tarea. Sienten
que comprenden cuáles son las condiciones para que el fotógrafo se desempeñe como un
artista y tratan de proveérselas. Se ven como soportes emocionales para fotógrafos o sutiles
controladores de sus conductas, o como cerebros detrás de la operación, los que dan
coherencia al trabajo fotográfico, o como el nexo de control por el cual el trabajo creativo de
fotógrafos es conducido en la misma línea que objetivos y políticas de la organización. Esta
separación entre concepción y ejecución del trabajo fotográfico no es inusual. El primer paso
para el editor de fotografía: Proveer al fotógrafo el tema o temas que servirán para organizar la
toma de fotografías. Un editor que trabajaba en una nota sobre Bolivia quería que las
fotografías mostrasen lo poco que habían cambiado las cosas en el país desde la
independencia. Quería que la historia diera a entender que aún hay allí dictadores de poca
monta. El editor distinguía entre el logro de una particular mirada sobre una historia y la
práctica, evaluada negativamente, de fotografiar gente posando. La noción de historia contada
con imágenes es crucial para el proceso fotográfico en la National Geographic. Ideas y temas
que unen un conjunto de fotografías y le dan coherencia no surgen a partir de la revisión del
trabajo del fotógrafo. Más bien hay una carga que emerge del Consejo de Planeamiento y staff
editorial. Se pide a fotógrafos que sean creativos en las ilustraciones de ideas: se espera que
tengan sentido de la escena, instinto por lo inusual e interesante, sentido dramático, habilidad
para apelar a los sentidos; que usen todas estas capacidades al servicio del encargo. Los
fotógrafos pueden adherir a ese trabajo en diferentes grados y tiempos. Pero la historia no sólo
es escrita de manera preliminar a través de instrucciones al fotógrafo, es reconstruida a través
del proceso de selección de fotos. La selección y estructura de las historias es de las más
fuertes maneras en que la National Geographic configura el trabajo del fotógrafo e impone una
línea ideológica. Razón por la cual el proceso es visto altamente político: como lugar de lucha
dentro de la institución. El proceso es democrático y abierto, cada uno puede proponer una
historia; pero para que ésta tenga éxito debe estar cortada a la medida de las percepciones en
el Consejo. La historia puede ser modificada para que encuadre en esa línea o desechada si
está muy lejos de ella. La estructuración de un artículo es significativa en términos de lo que
enfatiza y omite. ¿Estará un artículo sobre Corea del Sur centrado en lo que se llama el país del
milagro económico o estará estructurado de manera que resalte la represión y dictadura? La
National Geographic hace honor a su cometido de presentar sólo material fáctico, al decidir a
través del proceso de selección y encargo a fotógrafos, qué parte de hechos se mostrarán.
El fotógrafo en el campo
Un editor distinguía: imágenes puntuales sirven para ilustrar puntos específicos, son literales y
simples. Otras tienen poesía y otorgan sentimiento a las cosas, no sólo ilustran las palabras. Los
hechos no son ignorados; los fotógrafos tienen conocimiento de ellos, pero este no maneja
todo. Ellos reaccionan sobre la base de ese conocimiento, pero no salen a ilustrarlo.
En los 60 y 70, los fotógrafos se veían a sí mismos simplificando y aclarando una abundancia de
imágenes compleja: interpretaban su trabajo como imposición de una suerte de organización a
una caótica realidad. Creían que en los 80, fotógrafos se habían vuelto más tolerantes a la
ambigüedad en imágenes, más deseosos de describir complejidades y matices de situaciones.
Caracterizaban este cambio como un crecimiento en la sofisticación de la fotografía en la
sociedad y de estilo para adaptarse al postmodernismo. Relataron conflictos sobre el derecho a
publicar fotografías personales o más artísticas: una terrible de la cabeza de una oveja en el
piso de un matadero fue admitida en la ronda final de selección de fotografías para un artículo
sobre inmigrantes norafricanos en Francia. Era interesante en su composición. Garret objetó la
fotografía (demasiado fuerte). En una afirmación entendida como última palabra, sugirió que,
si les gustaba tanto la foto, la podían colgar en sus paredes. No apareció en la revista, pero si
colgada al menos en tres oficinas durante nuestras visitas. La fotografía en National Geographic
está ubicada a mitad de camino entre la fotografía de arte y fotoperiodismo. Es más expresiva y
multidimensional, desempeña una función educativa transmitiendo información acerca de
gentes y lugares. Es extensión de estratégica ocupación de la frontera entre entretenimiento y
ciencia. En National Geographic, ser expresivo es decir cosas acerca de verdades humanas y de
la naturaleza humana. A pesar de que estas afirmaciones acerca de la naturaleza humana son
señaladas en el encargo a fotógrafos y de que la historia es conceptualizada por el Consejo de
Planeamiento y editor fotográfico, ambas están envueltas y ofrecidas a lectores como verdades
encontradas en el campo. El espacio entre arte y noticia no es el único territorio incierto que
fotógrafos de la National Geographic ocupan. El status de verdad de fotografías son objeto de
largos e intensos debates. Argumentan que las fotografías tienen fuerte relación con una previa
e irrecuperable realidad. La cualidad especial de la fotografía deriva de que es casi una directa
inflexión de este momento previo. Otros opuestos, argumentan que la fotografía implica la
producción de nueva realidad que tiene poca o ninguna relación con situación prefotográfica.
Al discutir el status de verdad del trabajo, fotógrafos de la National Geographic relacionan su
trabajo con la tradición de la fotografía documental, con el subvencionado por la Farm Security
Administration en los 30 y 40. Estas son fotografías profundas que hablan de la condición
humana, pero también son consideradas verdaderas en su contenido ponen en pie la cuestión
de objetividad. ¿Hasta qué grado la teoría de fotógrafos sobre lo que ocurre en el mundo
influencia su trabajo? Las motivaciones y usos de fotografía de la Farm Security Administration
eran complejos, pero esos artistas eran involucrados en la observación social. La mayoría de
fotógrafos de National Geographic no se sienten bien con la idea de que hacen una declaración
de tipo social con sus fotografías. Tener una teoría social muy definida te hace menos objetivo.
Una idea preconcebida de aspectos sociales origina prejuicios e interfiere con "instintos"
acerca de que es importante en el campo. Editores y fotógrafos coinciden de que el fotógrafo
accede a una realidad objetiva y única cuando se deja llevar por su sentido común, más que
por enredos de una teoría o voces de un punto de vista comprometidos. Fotógrafos y editores
de National Geographic son periodistas que definen su trabajo, idealmente y en la realidad,
como apolítico, apartidario y objetivo. Hallin: consecuencias de esta desconfianza hacia lo
partidario por el periodismo incluye el apoyo al orden social existente. Aun cuando periodistas
sean críticos con respecto a la política de la administración o episodio de la política exterior,
serán críticos con los activistas que trabajan para cambiarlo. Serán más críticos con estos
últimos, quienes harán peticiones políticas apasionadas, mientras las elites pueden a menudo
retroceder en una postura casi ‘tecnocrática' o 'propia de un hombre de estado. El ideal de
objetividad periodística puede también derivarse de la necesidad o deseo de conseguir la
mayor audiencia posible. Siglo XIX: el ideal "permitir a la prensa cultivar y acumular un
moderno público masivo presentando hechos en tal forma y manera como para conducir a los
hombres de todos los partidos a que se basen en sus afirmaciones. Algunas empresas a se
sienten sujetas a la presión de patrocinadores o lobbies. Empresas que confían en obtener una
gran parte de sus recursos de los sectores dominantes de la sociedad dispondrán sus
actividades de modo de molestar a la menor cantidad posible de estas entidades. La afirmación
se aplica más a National Geographic que a otros tipos de revistas, aun aquellas que no tienen
excepciones impositivas garantizadas por el gobierno y aquellas con audiencias más pequeñas
y especializadas. Si bien la objetividad está amenazada por la teoría, también se beneficia de la
buena suerte para encontrar cosas valiosas de casualidad. Para referirse a lo que hace un buen
fotógrafo, refiere a conjunción de contenido informativo con color, movimiento y composición.
Pero es también entendida como la habilidad del fotógrafo para estar atento y tomar ventaja
de momentos que tienen un contenido emocional significativo o aspectos significativo. Esto no
puede estar planeado, y una teoría demasiado dura reduce la apertura a esos momentos. Si el
control del fotógrafo va muy lejos obtiene una fotografía artificial, debe ser un proceso místico.
Funciona o no funciona.
Para los jóvenes lectores una focalización muy fuerte en aspectos negativos de una historia
podría ser perturbadora. Ligada a discusiones sobre la objetividad está la cuestión del grado en
que el tema de fotografía puede y debe ser manipulado. Fotógrafos y editores creen que es
mejor esforzarse por obtener fotografías inocentes. Becker: el argumento naturalista en la
fotografía: El valor de la imagen reside en su observación de la verdad. Valor que corre riesgos
que llegan hasta la intervención del fotógrafo en circunstancias sociales, causando una ruptura
de lo que naturalmente hubiera podido haber sucedido. Fotógrafos sienten y expresan la
contradicción entre esta característica y la necesidad de orquestar fotografías para responder
al encargo hecho, para realzar colores o crear interés. Algunas manipulaciones pueden ser
necesarias, pero las fotografías no deben verse artificiales. Muchos también expresan el
desaliento ante las nuevas tecnologías que hacen posible el realce y alteración de fotografías
después de la toma. Las alteraciones hechas por computadora socavan el argumento
naturalista y suscitan preguntas acerca del derecho de fotógrafos a ejercer control sobre su
trabajo. Los de la National Geographic nunca controlaron cuáles de sus fotografías van a ser
publicadas; la pérdida de control sobre el producto final erosionaría aún más su autoría. Una
cosa distingue la fotografía e impresión en la National Geographic de las que se pueden
encontrar en otros lados: el dinero para hacer las cosas correctamente. Algunos fotógrafos se
mostraban especialmente admirados de su habilidad para resolver problemas. Un fotógrafo
nos habló de su acercamiento a un grupo de hombres sentados sobre un banco en los que les
preguntó si podía tomarles una foto. Al comienzo no querían, porque estaban sucios y con
ropas de trabajo, pero dijeron que accederían si el epígrafe explicaba que estaban haciendo
una pausa en su trabajo con automóviles. El fotógrafo les aseguró que así se haría. Esto era una
cuestión de ética, parte de lo que entendían como intento de mostrar a la gente a través de sus
propios ojos (retratarlos de manera que ellos pudieran reconocerse a sí mismos). Fotógrafos
contaron anécdotas acerca de conflictos con personas del gobierno por los permisos para sacar
fotografías. La fotografía era importante porque el área que estaban fotografiando iba a quedar
debajo de las aguas en dos años debido a la construcción de una represa hidroeléctrica, y los
migrantes desaparecerían. Entonces, vio su rol de documentar un pedazo de historia. Debido a
que ven su trabajo como parte de un esfuerzo humanístico y científico, fotógrafos de National
Geographic manifiestan pocos escrúpulos acerca de su derecho de fotografiar cualquier cosa
que ellos elijan en lugares del Tercer Mundo. Dentro de la organización, hay una distinción
entre fotógrafos, que son vistos como renegados, peculiares, que operan y responden a un
mundo diferente, del de los hombres del staff. Hay una tensión entre los dos grupos. Los
fotógrafos quieren contar la verdad acerca de lo que ellos ven, y editores y staff pueden objetar
protestando que esto es diferente de lo que ellos suponían. Se puede diferenciar a fotógrafos
de National Geographic de acuerdo a períodos en que fueron contratados.
• El primer período (hasta 1960): el de ascenso de "la elite del Este". Personas con valores
victorianos que se veían a sí mismos como curadores de piezas de museos y curiosidades
procedentes de todos los rincones del mundo. Cuando trabajaban en exterior, se
relacionaban con la elite. Consideraban a siguientes generaciones de fotógrafos y
redactores campesinos viajeros debido a su origen de clase media y tendencia a
relacionarse con gente común.
• Hacia comienzos de los 60: una segunda generación de trabajadores de campo fue
empleada por Melville Grosvenor. Este grupo fue descrito como conservador, con una
perspectiva de hombre común, provinciano. Caracterizaban a sus predecesores
excesivamente intelectuales. Los fotógrafos buscaban tomas de chicos de la calle y
prostitutas porque querían mostrar la dura realidad. En el extranjero, preferían trabajar
con funcionarios del nivel medio de burocracias gubernamentales en lugar de con elites.
• Fotógrafos empleados en los 70 y 80: más liberales, menos etnocéntricos y más
interesados en el cambio social. Si bien persisten actitudes de los tres, cada período, por
estilos y prácticas dictadas por el editor y consejo dentro de la institución, todos se han
readaptado a través de relaciones interpersonales.
Una vez seleccionadas, se envían a diagramación (toma dos semanas para un artículo sencillo).
Esta tarea, que implica elegir el tamaño, orden y ubicación de fotografías, es realizada por
especialistas que consultan al fotógrafo y editor de fotografía. Hasta este punto, fotografías no
están acompañadas por el texto. El trabajo está dirigido por el contenido, lo informativo de las
fotografías prevalece sobre el contenido estético, color u otras consideraciones, al momento de
decidir la secuencia. En relación con esto, se plantea el tamaño; cada una suficiente para ser
legible (apreciar sus detalles). Otros criterios son estéticos: tienen buenas líneas, sombras y
colores. O implican poner de relieve lo nuevo o inusual del tema fotografiado: se les da gran
tamaño o se dejan solas en página. La diagramación debe ser sensible a la yuxtaposición de
imágenes en términos de forma y contenido. La yuxtaposición produce el tercer efecto: nuevos
sentidos que se generan al ver dos fotografías juntas, una al lado de la otra. Editores que
intervienen en diagramación utilizan principios de diseño para acrecentar el drama de la
historia. Tratan de comenzar con una fotografía visualmente excitante, que contenga
información, temas relevantes para el artículo y quizás una toma aérea para orientar al lector.
A lo largo del desarrollo, tratan de encontrar un equilibrio entre consideraciones de diseño y
criterios temáticos del editor de fotografía. Las excepciones a estas reglas son reveladoras:
• Un editor de fotografía habla acerca de una fotografía de 1988 que mostraba gente
escarbando en un basural en Guatemala. El presidente y editor no estaban de acuerdo con
la fotografía (era muy cruel). La solución fue incluirla, pero en un tamaño mínimo. Había
dos fotografías más de niños: una niña pobre, sentada en la calle, y un niño frente a una
cerca de donde estaba sentada, que mostraba a una estrella de cine. La foto tenía
alrededor de un tercio del tamaño de la otra. La foto de la niña pobre estaba embellecida
por un brillante dibujo a tiza en la acera.
• En la diagramación de una historia sobre cazadores Efe, el texto mencionaba que las
mujeres proveían a esta sociedad la mayor parte del alimento. El editor responsable del
diseño contó que las imágenes de hombres se anteponían a las de mujeres porque el
artículo se centraba en la caza. No estaba claro por qué las mujeres fotografiadas estaban
adornándose o la caza había fue el foco elegido para la nota. En esta misma historia, un
retrato de una jovencita sonriente fue impreso en un tamaño grande, mientras que
imágenes con detalles de la ornamentación del cuerpo de las mujeres aparecían pequeñas.
Una cara sonriente puede destacar para equilibrar el foco puesto en el trabajo o economía.
En este caso, todos aquellos involucrados en la historia estaban de acuerdo en que se había
retratado a los Efe como algo desagradable y que habían dado un lugar destacado a esta
fotografía para contrarrestar ese efecto.
• Un miembro de National Geographic Society con tres blancos y un guía, está sentado en un
carro que dos hombres de Formosa empujan a lo largo de un puente hecho con troncos. La
imagen se dirige a contrastes entre el confort y placer de viajeros blancos y el esfuerzo de
trabajadores formoseños. Pero las relaciones con el poder colonial son un terreno
peligroso. El epígrafe busca focalizar la atención del lector en los peligros del viaje y lo
primitivo de la tecnología empleada, más que en las relaciones humanas descritas en la
fotografía. Mientras que pudo funcionar bien para la audiencia americana de fines del 40,
puede resultar extraño para lectores del volumen aniversario en los 80. La reimpresión de
1988 dejó afuera la del epígrafe de 1950: Estas preguntas producen réplicas fatalistas.
Guimond señala de qué modo la National Geographic usa los epígrafes como soporte de una
particular visión del mundo. Describe un foto-ensayo: "Irán: milagro del desierto” fotografía de
un chico harapiento de Beluchistán de pie junto a su bicicleta. Tomada por sí misma, la escena
es muy ambigua. Podría interpretarse como algo acerca de la desigualdad. Pero el epígrafe
invita a lectores a una interpretación diferente: "Con la perspectiva de al menos una educación
de nivel secundario comienza un nuevo mundo de oportunidades. Esta noche, él puede soñar
sueños tan vastos como todo el Irán, y caminando, puede encontrar que esos sueños
comienzan a hacerse realidad". Estas palabras dirigen la atención fuera de harapos, hacia un
conjunto de oportunidades que no son visibles ni reales. Sin epígrafe, la bicicleta del chico
hacía la fotografía ambigua e interesante, tenerlo excluye estos pensamientos, contiene
significados connotados frente a la proliferación. Redactores de epígrafes de la National
Geographic deben equilibrar la información que tienen sobre las fotografías con el desarrollo
de los temas claves de la historia. Pueden entrevistar al fotógrafo para conocer el contexto,
contactar gente retratada e intención del fotógrafo o viajar al campo. Para determinar los
temas que deben ser desarrollados, entrevistan a personas encargadas de la diagramación,
preguntando por qué las imágenes están agrupadas como están. Pueden concluir con la lista de
puntos a ser cubiertos, la elección de estos puntos será influenciada por la actualidad
intelectual y política del momento. Cuando fotografías obtenidas décadas atrás son publicadas
nuevamente, se vuelven a escribir los epígrafes. La variación permite ver los cambios en la
interpretación de otras sociedades y en el rol de los epígrafes:
• Una imagen de enero de 1974 mostraba a un minero negro sudafricano que trabajaba en
una mina de oro en un experimento científico. Se hallaba desnudo en un cuarto
brillantemente iluminado, cuya experiencia ayudarán a los empresarios sudafricanos de
minas de oro a saber la cantidad de ventilación necesaria, a diferentes profundidades, para
mantener temperaturas adecuadas de trabajo. El epígrafe de decía: Atrapado en una
pesadilla tecnológica, un voluntario desnudo, cubierto con pintura negra, es bombardeado
por luces para determinar el área total de su cuerpo un factor crucial en la medición de la
capacidad de soportar el calor. Los resultados daban a entender que la pesadilla sólo era
un sueño momentáneo en la ruta hacia mejores condiciones de trabajo y vida. Reimpresa
siete años más tarde, la imagen tenía un nuevo epígrafe que llamaba la atención sobre
aptitudes artísticas del fotógrafo, pero los términos eran más críticos y el experimento
ahora tratado como deshumanizante: Una silueta inundada en luz dorada, el dibujo de
diagonales y círculos, una cámara de experimentos para conejillos de indias humanos
consigue el propósito de Stanfield: hacer que nos preguntemos ¿Qué? ¿Por qué?
Se espera que los redactores de epígrafes produzcan textos vivaces, literarios y concisos
dirigidos a lectores con un nivel de estudios de escuela media. Deben evitar escritura
académica y construcciones muy informales. El estilo de epígrafes de la revista: son extensos,
con inclusión de mucha información y estilo lírico, hasta ornamental. Redactores de epígrafes
deben también evaluar la información de que disponen los lectores de la National Geographic.
Si están escribiendo un epígrafe para una fotografía de un ritual en la India, deben decidir si
dará por supuesto que lectores conocen que estos rituales están encuadrados en el hinduismo
o si debe brindar esta información en los epígrafes. Se espera que redactores extraigan
aspectos no literales de fotografías, de modo de contribuir a la narración de la historia y que
vinculen las imágenes con el mundo de modo de resolver bastante de su ambigüedad. No
consideran que su trabajo tenga una dimensión política, aunque la elección de palabras puede
ser controvertida. Términos como "guerrilla", versus "combatiente por la libertad" pueden
causar problemas. Una vez que epígrafes están escritos, circulan entre el personal involucrado
en la historia. El departamento de investigación los chequea para asegurar la precisión, pueden
también enviarse a especialistas o académicos para su chequeo. La verificación es un objetivo,
pero está diseñada también para asegurar que la versión final sea aceptable.
Conclusiones
Peter Burke
INTRODUCCIÓN
¿INVISIBILIDAD DE LO VISUAL?
FUENTES Y VESTIGIOS
los historiadores han llamado a sus documentos «<fuentes», como si se dedicaranrío de la ver-
dad y sus relatos fueran haciéndose más puros a medida que se acer- caran más a los
orígenesequívoca, por cuanto implica la posibilidad de realizar una exposi- ción del pasado
libre de la contaminación de intermediarios. Natu- ralmente resulta imposible estudiar el
pasado sin la ayuda de toda una cadena de intermediariosarchiveros que ordenaron los
documentos, los escribas que los copiaron y los testigos cuyas pala- bras fueron
recogidasconvendría sustituirfuentes por la de «vestigios» del pasado en el presente."
«vestigios» designaría los manuscritos, libros impresos, edifi- cios, mobiliario, paisajey diversos
tipos de imágenes: pinturas, estatuas, grabados, o fotografías. Los historiadores no pueden ni
deben limitarse a utilizar las imá- genes como «<testimonios»Debería darse cabida a «el
impacto de la imagen en la imaginación histórica». Pinturas, estatuas, estampas, etc., per-
miten a la posteridad compartir las experiencias y los conocimientos no verbales de las culturas
del pasadoimágenes nos permiten «<imaginar» el pasado de un modo más vivofrente a una
imagen nos situamos «frente a la historia». Elque las imágenes fueran utilizadas en las diversas
épocas como objetos de devoción o medios de persuasión, y para proporcio- nar al espectador
información o placer, hace que puedan dar testi- monio de las formas de religión, de los
conocimientos, las creencias, los placeres, etc., del pasado. Aunque los textos también nos
ofrecen importantes pistas, las imágenes son la mejor guía para entender el poder que tenían
las representaciones visuales en la vida política y re- ligiosa de las culturas pretéritas. 12 Así,
pues, en este libro analizaremos la utilización de diferentes ti- pos de imágenes
como«testimonios admisi- bles» de los distintos tipos de historia. La idea fundamental que la
presente obra pretende sostener e ilustrar es que, al igual que los textos o los testimonios
orales, las imá- genes son una forma importante de documento histórico. Reflejan un
testimonio ocular. una famosa imagen, el retrato de un hombre y su espo- sa, llamado «El
matrimonio Arnolfini»lleva la siguiente inscripciónJan van Eyck estuvo aquí»como si el pintor
hubiera actuado como testigo de la boda de la parejaErnst Gombrich habla en sus obras del
«principio del testigo ocular», en otras palabras, de la norma seguida por los artistas en
algunas culturas, a partir de la de los antiguos griegos, consistente en representar lo que un
testigoocular podría haber visto desde un determinado punto en un deter- minado momento y
sólo eso«estilo de testigo ocular» fue in- troducida en un estudio de la pintura de Vittore
Carpacciopara desig- nar el amor por el detalle que reflejan sus cuadros y el deseo de los
artistas y sus patronos de «pintar lo que se ve de manera tan verídica como sea posible, según
los criterios imperantes de testimonio y 15 prueba». A veces los textos corroboran nuestra
impresión de que a un artista le preocupaba ofrecer un testimonio exacto de las cosas. Por
ejemplo, en una nota escrita en la parte trasera de su cuadro Ca- balgando hacia la
libertadEast- man Johnson (1824-1906) calificaba su pintura de testimonio de «un incidente
real ocurrido durante la Guerra Civil, visto por mí mismo». También se han utilizado
definiciones como estilo «docu- mental» o «<etnográfico» para describir imágenes semejantes
de épo- cas posterioresel uso del testimonio de las imágenes plan- tea numerosos problemas
harto delicados. Las imágenes son testigos mudos y resulta difícil traducir a palabras el
testimonio que nos ofre- cen. Pueden haber tenido por objeto comunicar su propio mensaje,
pero no es raro que los historiadores hagan caso omiso de él para «<leer entre líneas» las
imágenes e interpretar cosas que el artista no sabía que estaba diciendo. Evidentemente
semejante actitud com- porta graves peligros. La «crítica de las fuentes» de la documentación
escrita constituyeparte fundamental de la formación de los historiadores. En compa- ración
con ella, la crítica de los testimonios visuales sigue estando muy poco desarrollada, aunque el
testimonio de las imágenes, como el de los textos, plantea problemas de contexto, de función,
de retó- rica, de calidad del recuerdosi se trata de un testimonio secundario, etc. Por eso
algunas imágenes ofrecen un testimonio más fiables que otrasPor ejemplo, los bocetos
tomados directamente del naturallibres de las limitaciones del «gran estilo»constituyen
testimonios más fidedignos que las pinturas realizadas después en el estudio del artista. En el
caso de Eugène De- lacroixpodemos ejemplificar perfectamente este argu- mento comparando
su boceto Dos mujeres sentadas y su cuadro Lasmujeres de Argel (1834), que tiene un carácter
más teatral y, a diferen- cia del estudio original, contiene referencias a otras imágenes. ¿Hasta
qué punto y de qué forma ofrecen las imágenes un testimo- nio fiable del pasado? Un icono de
la Virgen del siglo XVI y un póster de Stalin del siglo xx dicen a los historiadores muchas cosas
acerca de la cultura rusa, pero-a pesar de ciertas analogías de lo más curioso-existen
evidentemente diferen- cias enormes entre lo que nos dicen y no nos dicen una imagen y otra.
Si pasamos por alto la diversidad de las imágenes, de los artistas, de la utilización de la imagen
y de las actitudes frente a ella en los distintos períodos de la historia, será bajo nuestra propia
responsabilidad.
VARIEDADES DE IMAGEN
FOTOGRAFÍAS Y RETRATOS
tentacionesde tomar una imagen por la realidad, son especialmente seductoras en el caso de
las fotografías y los retratosla fotografía, el nuevo medio fue estudiado como auxiliar de la
historia. George Francis invitaba a coleccionar sistemáticamente fotografias por considerarlas
«<la me- jor representación gráfica posible de nuestras tierras, de nuestros edificios y de
nuestros modos de vida». El problema que se plantea al historiador es si se debe prestar
crédito a esas imágenes y hasta qué punto debe hacerse. A menudo se ha dicho que «la
cámara nunca miente». Pero en nuestra «cultura de la instantánea»sigue viva la tentación de
tratar la pintura como el equiva-Jente de esas fotografías yde esperar que tanto his-toriadores
como artistas nos ofrezcan representaciones realistas. De hecho es posible que nuestro sentido
del conocimiento histó- rico haya sido modificado por la fotografíaPaul Valérynuestros criterios
de veracidad histórica nos llevan incluso a plantearnos la siguiente cues- tión: «¿Podría haber
sido fotografiado tal o cual hecho, del mismo modo que ha sido contado?» Los periódicos
llevan mucho tiempo utilizando la fotografía como testimonio de autenticidadsuponen una
gran apor- tación a<efecto realidad». En el caso de las viejas fotografías de ciudadesel
espectador llega a experimentar la vívida sensación de que, si qui- siera, podría meterse en la
foto y ponerse a caminar por la calle.' El problema que plantea la pregunta de Valéry es que
implica una contraposición entre la narración subjetiva y la fotografía «objetiva>> o
«documental»La idea de objetividad, planteada ya por los prime- ros fotógrafos, venía
respaldada por el argumento de que los propios objetos dejan una huella de sí mismos en la
plancha fotográfica cuando ésta es expuesta a la luz, de modo que la imagen resultante no es
obra de la mano del hombre, sino del «pincel de la natura- leza». En cuanto a la expresión
«fotografia documental», empezó a emplearse en los Estados Unidospara desig- nar las
escenas de la vida cotidiana de la gente sencilla, sobre todo los más pobres, vistas a través de
la lente desociologíay cali- ficó su obra de «fotografia social».² Sin embargo, debemos situar
esos «documentos»en su contexto. No siempre resulta fácil en el caso de la fo- tografía, pues la
identidad de los modelos y de los fotógrafos a me- nudo se desconoce, y las propias
fotografíashan sido desgajadas del conjunto o del álbum en el que fueron expuestas en un
principio, para acabar en algún museo o archivo. No obstante, en algunos casos famosos, como
los «documentos» realizados por Riis, Lange, y Hine, podemos decir algo acerca del contexto
social y po- lítico de las fotos. Esas imágenes te- nían generalmente por objeto despertar la
simpatía del público. En cualquier caso, la selección de los temas e incluso de las postu- ras que
hicieron los primeros fotógrafos a menudo siguió el ejemplo de la pintura, la xilografía y el
grabado, mientras que los fotógrafos más recientes no dudaron en citar o aludir a sus
predecesores. La textura de la fotografía también transmite un mensaje. Por citar el ejemplo de
Sarah Graham-Brown, «una foto de un suave color sepia emana el aura serena de las "cosas
pasadas"», mientras que la imagen en blanco y negro puede «transmitir una sensación de
cruda "rea- lidad">>,3los historiadores, al igual que los fotógrafos, seleccionan qué aspectos
del mundo real van a retratar. «Todos los grandes fotó- grafos se han sentido perfectamente
libres de seleccionar los moti- vos, el marco, la lente, el filtro, la emulsión y el grano, según su
sen- sibilidad. «Desde el momento en el que un fotógrafo selecciona un tema», decía, «está
trabajando sobre la base de una actitud sesgada análoga a la que po- demos apreciar en los
historiadores».4los fotógrafos han ido más allá de la mera selección. componían las escenas
dicien- do a la gente dónde debían colocarse y qué actitud debían adoptaren su estudio como
si lo hacían al aire libre. A veces construían sus escenas de la vida social con arreglo a las
convenciones familiares de la pintura de géneroAl recordar el descubrimiento de la fotografía
en InglaterraRaphael Samuel hablaba con cierta amargura de «nuestra ignorancia de los
artificios de la fotografía victoriana», comentando que «muchas de las fotos que reprodujimos
con tanto entusiasmo y que comentamos tan meticulosamenteeran una impostura, una ficción
pictórica por su origen y por sus intenciones, aunque su forma fuera documental». Por
ejemploel fotógrafo O. G. Reij- lander «<pagó a un muchacho de Wolverhampton cinco
chelines por posar para él, lo cubrió de harapos y le embadurnó debidamente la cara de
mugre».5
Algunos fotógrafos intervinieron más que otros con el fin de ade- cuar objetos y personas a sus
intencionesen las fotos de la Guerra Civil americana (Fig. 5) eran, al parecer, soldados vivos que
posaron ama- blemente para la cámara. La autenticidad de la foto más famosa de la Guerra
Civil españolaha sido puesta en duda por razones similares. Por esos y otros muchos motivos se
ha dicho que «las fotografías no son nunca un testimonio de la historia: ellas mismas son algo
histórico»,de un juicio demasiado negativo: como otras for- mas de testimonio, las fotografías
son las dos cosas a la vez. Son par- ticularmente valiosascomo testimonio de la cultura material
del pasado«podemos apreciar cómo se vestían los ricos, sus po- ses y actitudes, las contención
del vestuario de la mujer eduardiana, el elaborado materialismo de una cultura que creía que
la riqueza, el sta- tus social y la propiedad privada debían ser ostentados abiertamen- te». La
expresión «candidez de la cámara»,tiene mucho de verdad, aunquetiene que sujetarla siempre
una persona y unos fotógrafos son más cándidos que otros. el testimonio de las fotografías «es
de gran utilidad si se las sabe someter a un careo severo». Un ejemplo espectacular de este
tipo de careo es el empleo de la fotografía aérea (La fotografía aérea, que «com- bina los datos
de la foto con los del plano» y que registra un tipo de variaciones de la superficie de la tierra
imperceptibles a ras de suelo para el ojo humano, ha revelado la organización de las zonas
cultiva- das por distintas familias, la localización de poblados abandonados, y la disposición de
las abadías. En una palabra, permite hacer un reco- nocimiento del pasado.7
tentación de considerar el retrato una representación exacta, una instantánea o una imagen
especular de un determinado mode- lo, con el aspecto que pudiera tener en un momento
dado. No se debe caer en esa tentación por varias razones. En primer lugar, el re- trato es un
género pictórico queestá compuesto con arreglo a un sistema de convenciones que cambian
muy lenta- mente a lo largo del tiempo. Las poses y los gestos de los modelos y los accesorios u
objetos representados junto a ellos siguen un es- quema y a menudo están cargados de un
significado simbólico. En este sentido el retrato es una forma simbólica. las convenciones del
género tienen la finalidad de presentar al modelo de una forma determinada, por lo general
favorableEn el siglo xv, Federico da Montefeltro, duque de Urbino, que había perdido un ojo en
un torneo, sería representado siempre de perfil. Los modelos suelen ponerse sus mejores galas
para posar, de modo que los historiadores se equivocarían si tra- taran el retrato como un
testimonio de la vestimenta cotidiana. el retrato no es tanto el equivalente pictórico de la
«candidez de la cámara» cuanto una muestra de lo que el sociólogo Erving Goffman denomina
«la representación del yo», proceso en el que artista y modelo solían chocar. Las convenciones
de la auto- representación eran más o menos informales, en función del modelo y de la época.
En la InglaterraXVIII, por ejemplo, hubo un momentode «informalidad esti- lizada», que
ilustraríaretrato de Sir Brooke Booth- by tumbado en un bosque con un libro en las manos (cf.
Fig. 52). No obstante, esa informalidad tenía sus limitaciones, como demuestran las reacciones
de escándalo de los contemporáneos ante el retrato de la señora Thicknesse realizado por
Thomas Gainsborough, en el que la modelo aparece con las piernas cruzadas por debajo de la
faldaa fi- nales del siglo xx, la princesa Diana aparece en esa misma postura en el famoso
cuadro de Bryan Organ y se considera la cosa más normal del mundo. Los accesorios
representados junto a los modelos refuerzan por regla general esa auto-representación. Dichos
accesorios pueden ser considerados «propiedades» del sujeto en el sentido teatral del
térAlgunos objetos simbólicos hacen referencia a papeles sociales específicos. En un retrato,
por lo demás bastante ilusionista, de Joshua Reynolds, la enorme llave que sujeta el modelo
entre sus manos tiene por objeto comunicar que se trata del gobernador de Gibraltar (cf. Fig.
7). También hacen su apa- rición accesorios vivos. En el arte renacentista italiano, por ejemplo,
la presencia de un gran perro en el retrato de un hombre suele ir asociada con la caza ycon la
virilidad aristocrática, mientras queen el retrato de una mujer o de una pareja de
cónyugessimbolice la fide- lidadCamuflando las diferencias existentes en- tre las clases sociales,
los fotógrafos ofrecían a sus clientes lo que se ha denominado una «inmunidad transitoria de la
realidad».""' Tanto si son pinturas como si se trata de fotografías, lo que recogen los re- tratos
no es tanto la realidad social cuanto las ilusiones sociales, no tanto la vida corriente cuanto una
representación especial de ella. Pero por esa misma razón, proporcionan un testimonio
impagable a todos los que se interesan por la historia del cambio de esperanzas, valores o
mentalidades. Dicho testimonio resulta particularmente ilustrativo en los casos en los que se
puede estudiar una serie de retratos a largo plazo y de esa forma apreciar los cambios
introducidos en la manera de repre-sentar al mismo tipo de personasEn su momento, el retrato
de Rigaud se hizo paradigmático. Lo que había sido invento de un artista se convirtió en
convención. Así, toda una se- rie de retratos oficiales de reyes franceses evocan la imagen de
Luis XIV pintada por Rigaud y nos muestran a Luis XV, Luis XVI (cf. Fig. 8) y Carlos X apoyándose
del mismo modo en su cetro, quizá con el fin de subrayar la continuidad dinástica, o para
sugerir que los siguien- tes monarcas eran dignos sucesores de Luis «<el Grande>>El hecho de
que los artistas, sus modelos y numerosos espectadores conocieran las representaciones
anteriores aumenta la significación incluso de las divergencias más pequeñas respecto del
modelo tradicional. Durante el siglo xxel retrato oficial sufrió una transformación. El retrato de
Stalinasocia al dictador con la modernidad, simbolizada por los tractores y las torres de alta
tensión que aparecen al fondo, así como por la luz del amanecer. Al mismo tiempo, el género
del <<retrato oficial» fue superado por los acontecimientos, en el sentido de que fue
asociándose cada vez más con el pasado en una época ca- racterizada por la fotografia oficial
firmada y la imagen moviéndose en la pantalla
Los cuadros se han comparado a menudo con ventanas y con espe- jos, y una y otra vez se dice
de las imágenes que «reflejan» el mundo visible o el mundo de la sociedad. ¿cómo puede
utilizarse la ima- gen como testimonio histórico?
1 el arte puede ofrecer testimonio de algunos aspectos de la realidad social que los textos
pasan por alto, al menos en algunos lugares y en algunas épo- cas, como ocurre con la caza en
el antiguo Egipto
2 el arte figurativo a menudo es menos re- alista de lo que parece, y que, más que reflejar la
realidad social, la distorsiona, de modo que los historiadores que no tengan en cuenta la
diversidad de las intenciones de los pintores o fotógrafos (por no hablar de las de sus patronos
o clientes) pueden verse inducidos a co- meter graves equivocaciones.
3 el propio pro- ceso de distorsión constituye un testimonio de ciertos fenómenos que muchos
historiadores están deseosos de estudiar: de ciertas men- talidades, de ciertas ideologías e
identidades.
La imagen material o li- teral constituye un buen testimonio de la «imagen» mental o metafó-
rica del yo o del otro el segundo y el tercero quizá merezcan un poco más de atenciónel inte-
rés del historiador por las representaciones plásticas se ha producido en una época de debate,
en la que las ideas normales en torno a la re- lación existente entre «realidad» y
representaciónhan sido puestas en tela de juicio, en una época en la que el término
<<realidad» se pone cada vez con más frecuencia entre comillashan subrayado la importancia
de las convenciones artísticas y han señalado que incluso el estilo artístico deno- minado
«<realismo» tiene su propia retórica. Han llamado la atención sobre la importancia del «punto
de vista» en la fotografía y la pintura en el sentido literal y metafórico de la expresión, haciendo
alusión tanto al punto de vista fisico como a lo que podría denominarse «punto de vista
mental» del artista. A cierto nivel, pues, las imágenes son una fuente poco fiable, un espejo
deformante. Pero compensan esa desventaja proporcionando buenos testimonios a otro nivel,
de modo que el historiador puede convertir ese defecto en una virtud. Por ejemplo, las
imágenes cons- tituyen una fuente fundamental y traicioneraporque el arte tiene sus pro- pias
convenciones, porque sigue una línea de desarrollo interno y al mismo tiempo reacciona frente
al mundo exterior. Por otro lado, el testimonio de las imágenes es esencial para el historiador
de las men- talidades, porque la imagen es necesariamente explícita en materias que los textos
pueden pasar por alto con suma facilidadtestimonio de aquello que no se expresa con pala-
bras. Las distorsionesson un testimonio de ciertos puntos de vista o «miradas» del pasadolos
mapamundis medievales, como el famoso mapa de Hereford, que pone a Jerusalén en el cen-
tro del mundo, constituyen un valioso documento de las cosmovisio- nes existentes en la Edad
MediaLas imágenes decimonónicas de los harenes europeosquizá nos digan poco o nada
acerca de la vida doméstica del islam, pero tienen mucho que decirnos acerca del mundo
fantástico de los europeos que crearon esas imágenes, las compraron o las contemplaron en
exposiciones y librosUna vez más las imágenes pueden ayudar a la posteridad a captar la
sensibilidad colectiva de una época pretéritala imagen del caudillo derrotado, típica de la
Europa de comienzos del siglo XIX, simbolizaba la nobleza o el romanticismo del fracaso, que
era una de las formas en que aquella época se veía a sí misma, o más exactamente una de las
formas en que ciertos grupos sociales prominentes se veían a sí mismospuede resultar
extremadamente equívoco considerar el arte una mera expresióno «espíritu de la
época».pecialistas en historiahan caído en la tenta- ción de considerar determinadas
imágenesrepresentativas de la época en la que fueron realizadastiene la desventaja de dar por
supuesto que las épocas históricas son lo bastante homogéneas como para poder ser
representadas por una sola imagen. Es de suponer que en todas las épocas se produzcan di-
ferencias y conflictos culturales. Naturalmente cabe la posibilidad de interesarse
fundamentalmen- te por esos conflictosHauser veía en los cuadros meros reflejos o
expresiones de los conflictos sociales en- tre la aristocracia y la burguesíasemejante
planteamiento es demasiado simple, por no decir puramente reduccionista. En cualquier caso,
ese planteamien- to funciona mejor como explicación de las tendencias generales de la
producción artística que como interpretación de determinadas imágenes.4existen formas
alternativas de estudiar la posible re- lación que mantienen las imágenes y la cultura (o las
culturas o sub- culturas) que las producen. En el caso de las imágenessu testimonio resulta más
fiable cuando nos dicen algo que ellas, en realidad los artistas, no saben que saben. En su
famoso estudio sobre el lugar que ocupaban los animales en la sociedad in- glesa de comienzos
de la Edad Modernalos grabados de David Logganaparecen perros por doquierLo que el
grabador y los espectadores de la época daban por su-puesto se ha convertido en materia de
interés para los estudiosos de la historia de la cultura.'5
Este último ejemplo ilustrala importancia que tiene prestar atención a los pequeños detalles.
Sherlock Holmes comenta en cier- to pasaje que resolvía sus casos prestando atención a las
pequeñas pistasEn un célebre artículo el historiador italiano Carlo Ginzburg compara el método
de Sherlock Holmes con el de Sig- mund Freud en su Psicopatología de la vida cotidiana, y
afirma que el hecho de seguir las pistas más insignificantes constituye todo un pa- radigma
epistemológico, una alternativa de carácter intuitivo al razo- namiento. La palabra «vestigios»
empleada por el historiador holandésviene a expresar una idea similar, ¹De manera análoga,
Morelli desarrolló un método, que él de- nominaba «<experimental», para identificar al autor
de un determi- nado cuadro en caso de atribución dudosaconsistía en interpretar «el len- guaje
de las formas», se basaba en examinar cuidadosamente pe- queños detalles tales como la
forma de las manos o de las orejas que -consciente o inconscientemente cada autor representa
de una manera peculiar, permitiendo a Morelli identificar lo que él llamaba la «forma
básicaEsas formas podrían calificarse de sínto- mas de autoría, queconstituían un testimo- nio
más fiable que los documentos escritosSiegfried Kracauer seguía una línea de pensamiento
análoga cuan- do afirmaba que un estudio del cine alemán, por ejemplo, proba- blemente
sacara a la luz muchas cosas de la vida alemana que otras fuentes no serían capaces de sacar.
«La dimensión total de la vida co- tidiana con sus movimientos infinitesimales y su multitud de
acciones transitorias no podría revelarse en ningún otro sitio más que en la pantalla ... el cine
ilumina el reino de la bagatela, de los aconteci- mientos sin importancia». La interpretación de
las imágenes a través de un análisis de los de- talles se denomina «iconografía». En el capítulo
siguiente analizare- mos los logros y los problemas del método iconográfico
VISIONES DE LA SOCIEDAD
August Sander era retratar a la sociedad a través de las fotos de individuos típicos. Rov Stryker
presentó a los his- toriadores lo que él llamaba fotografías «documentales» como un nuevo
medio del que podían valerse para «captar elementos impor- tantes, aunque fugaces, de la
escena social». Les invitaba a examinar <<casi cualquier tipo de historia social, contando los
adjetivos y los pa- sajes descriptivos», y calificaba estas técnicas literarias de «<intento... de
evocar las imágenes gráficas que la fotografía puede ofrecer di- rectamente y de manera
mucho más precisaCabría calificar a muchos pintores de historiadores de la sociedad alegando
que sus imágenes registran formas de comportamiento social, tanto festivas como
cotidianasLos histo- riadores de la danza, del deporte, del teatro, y otros especialistas han
estudiado el testimonio de esas imágenes con gran cuidado y atención al detalle. No sabemos
por qué los artistas holandeses eligieron esos temas y los pintaron de esa forma, pero George
Bingham pretendía realizar documentos históricos, un «inventario artístico», como él decía, de
la vida social y política de su tiempo, que él consideraba en términos pictóricos «expuesta» a
diario año tras año. La pintura, según Bing- ham, tenía el poder de «perpetuar una serie de
acontecimientos conuna claridad que sólo cede la primacía a la que emana de la observación
directa». retrataban la vida de su región, Missourise basaban en la observación de primera
mano, Cabría decir de él que adaptó una tradi- ción pictórica a una situación local, y no sólo
que registró o reflejó la vida de su país y de su tiempoAugust Sanderofrece no tanto un archivo
cuanto «una reso- lución en imágenes» de la crisis social de la clase media de su tiempo."Para
comprobar la teoría de Bingham acerca del pintor como ángel registrador-reportero-,
convendrá examinar algunas imágenes de niños y mujeres con más detalle,
NIÑOS
Las fotografías de niños han sido analizadas a veces por los estudio- sos de la historia social;
uno de ellos señalaba, por ejemplo, que los niños de la calle de Washington iban bastante bien
vestidos, pero que parecían tener pocos juguetes. ha servido sobre todo para documentar la
historia de la infancia, en otras palabras, para documentar los cambios experimentados por la
visión que los adultos tienen de los niños. Philippe Ariès, cuya obra ya hemos mencionado en la
Introduc- ción, fue un pionero en el estudio de la historia de la infancia, y tam- bién en el
empleo de las imágenes como testimonio. Y no es casuali- dad. Como los niños no aparecen
demasiado en los documentos conservados en los archivos, para escribir su historia era preciso
des- cubrir nuevas fuentes: diarios, cartas, novelas, cuadros y otras imáge- nes. A Ariès le llamó
especialmente la atención una ausencia, a saber, la escasez de representaciones de niños en el
arte de los primeros tiempos de la Edad Media, y también el hecho de que las imágenes
medievales de niños los mostraran como adultos en miniatura. En cambio, a partir de los siglos
XVI y XVII, en Francia y en otros países, podemos apreciar la aparición de retratos infantiles y
de tumbas de niñosel aumento de la atención prestada a los signos de lo que podríamos llamar
«infantilismo», y la separación cada vez mayor de los mundos sociales de niños y adultos.
Según Ariès, todas esas innovaciones serían pistas importantísimas para los historiadores, en
perfecta coherencia con los testimonios literarios, e indicarían que los adultos desarrollaron un
sentido más agudo de la infancia como forma de vida diferente de la suyaEntre los argumentos
que Ariès confirmaba a través de estas fuentes visuales está el de la ausencia de segregación
en virtud de la edad durante el antiguo régimen, tesis ilustrada por una escena de taberna del
siglo XVII en la que los niños aparecen mezcla- dos con los adultosla imagen del Niño enfermo
del pintor ho- landés Gabriel Metsumuestra un interés por los niños que se supone que el
espectador compartirá. Al menos este cuadro es muy improbable que fuera pintado para
celebrar la historia de una familia. El retrato de los Hijos de los GrahamHogarth en 1742 se ha
considerado <<un resumen definitivo de la infancia del siglo XVIII», ya que constituye una
afirmación de la alegría infantil y muestra ade- más la diferencia de los caracteres de los cuatro
jóvenes modelos, pues presenta, por ejemplo, a la hija mayor «con una expresión so- lemne de
conciencia maternal». A pesar de todo, en los cuarenta y tantos años transcurridos desde su
publicación, Centuries of Childhood ha sido a menudo objeto de crí- tica. Por ejemplo, la tesis
de que los niños solían ser vistos como adul- tos en miniaturamuestra una gran indiferencia por
el contexto, o más exac- tamente no tiene en cuenta el hecho de que niños y adultos no solían
llevar las ropas de diario cuando posaban para ser retratados. Especialmente serias son dos de
las críticas que se han hecho al li- bro de Ariès. En primer lugar, se le acusa de no prestar
suficiente atención a la historia de los cambios experimentados por las conven- ciones de la
representaciónPor otra parte, un estudio posterior y más detallado del tema sostenía que la
imaginería de comienzos de la Edad Media sí que mostrabaun verdadero interés por la infancia
como tal», por su inocencia y vulnerabilidad, aunque dicho interés pasara desapercibido a unos
es- pectadores no acostumbrados a «la manera conceptualizada y hasta cierto punto abstracta,
lineal, propia del arte de comienzos de la Edad Media». En otras palabras, Ariès no había
sabido leer las con- venciones plásticas vigentes a comienzos de la época medievaly tampoco
había sabido juzgar qué temas se consideraban en aquella época dignos de ser representados
plásticamente, temas religiosos en su mayor parte, en los quelos niños no enca- jaban
demasiadoel Renacimientose produ-jo una ampliación general de lo que se consideraba digno
de ser pin- tado, entre otras cosas los niñosSe ha criticado también a Ariès por no prestar
suficiente atención a las funciones o utilizaciones de las imágenes. Los niños eran repre-
sentados en general de dos maneras. En primer lugar, formando parte de grupos familiaresesas
imágenes servirían a la historia como testimonio de la existencia más de un sentido de la
familia, que de un sentido de la in- fancia. XVII y XVIII, los niños empezaron a ser mirados cada
vez más como símbolo de la inocen- cia, y algunos cuadros de niños tienen un carácter
alegórico o al me- nos cuasi-alegórico.9El testimonio de los retratos y las imágenes no ha sido
desechado por completo, pero sí reinterpretado. Simon Schama, por ejemplo, se apoyaba en
los ricos testimonios visuales procedentes de la República Holandesa del siglo XVII sin dar por
su- puesto que sus imágenes fueran realistas. Por el contrariodecía de esas imágenes que
estaban «cargadas de todo tipo de ideas preconcebidas y prejuicios morales»."la infancia iba
distinguiéndose cada vez con más claridad de la edad adulta, además de ser mostrada de una
manera más posi- 12 tiva. En otras palabras, la memorable imagen Los hijos de los Graham de
Hogarth forma parte de una tendencia muyo más general. Esa tendencia positiva seguiría
adelante durante todo el siglo XIX,
LA MUJER EN LA VIDA COTIDIANA
Un tópico de la historia de la mujeres quetenido que escribirse en contra de las fuentesque han
sido creadas por varones y que suelen expresar los intereses de éstosel silencio de los
documentos oficiales ha ani- mado a los estudiosos de la historia de la mujer a recurrir a las
imáge- nes correspondientes a diversos lugares y épocas, que representaban actividades en las
que participaban las mujeres. de China, Japón y la Indiamues- tran qué tipo de personas se
supone que se dejan ver en público en un determinado momento histórico y una determinada
cultura. Así, un rollo de seda pintadamuestra una población mayorita- riamente masculina en
la calle, aunque podemos ver pasar en primer plano a una mujer acaudalada paseando en un
palanquín«<los hombres podían verse por todas partes en los barrios co- merciales de la
ciudad, mientras que la mujer era una visión más rara». Por el contrario, una estampa japonesa
de alrededor del año 1780 que representa una calle de Edo (la actual Tokio) por la noche,
muestra a varias mujeres entre una multitud de «actores, aficionados al teatro, turistas, y
comerciantes»Naturalmente esta estampa, reali- zada por Utagawa Toyoharu, debe situarse en
su contexto. Los carte-les colgados a las puertas de las casas demuestran que la calle perte-
necía al barrio de los teatros, y las mujeres, entre ellas una que apa- rece en primer plano con
un peinado complicadísimo, probablemen- te sean cortesanas. 14 Para conocer el lugar que
correspondía a los distintos tipos de mujer en la vida de una ciudad occidental deberíamos
recurrir a la serie de 132 escenas de Vienapodemos ver a muchas mu- jeres por la calle, la
mayoría a pie, algunas bien vestidas y en actitud de saludarse unas a otras«las señoras con
abanico mantienen conversaciones cor- teses», mientras que «los transeuntes contemplan con
interés a dos vendedoras del mercado que se tiran del moño»Las imágenes ofrecen sobre todo
un testimonio valioso de los di- versos trabajos que supuestamente realizan las mujeres,
muchos de ellos en el marco de la economía extraoficial que a menudo pasa de- sapercibida a
la documentación oficial. Las pinturas de la India mogol mues- tran a mujeres trabajando en
obras de construcción, unas picando piedra, otras cribando arena (Fig. 56) y otras subiéndose
al tejado portando cosas a la cabeza. En las fotos más antiguas del Oriente Próximo aparecen
mujeres escardando los campos o trillando grano, mientras que en las escenas urbanas, por el
contrario, están comple- tamente ausentes de las calles y de los cafés. los especialistas en
historia social pueden recurrir, si lo desean, a testimonios de ese estilo, siempre y cuando
tomen las precauciones de rigor. una imagen procedente de la Ingla- terra del siglo XIV, en la
que aparecen tres segadoras, y que se con- tradice con la impresión producida por otro tipo de
documentos, según los cuales en aquella época las mujeres no realizaban por lo ge- neral este
tipo de actividades. La presencia de mujeres en esta minia- tura ha sido justificada por Michael
Camille alegando que se trata de una ilustración al texto de los Salmos, en los que se habla de
una co- secha espiritual." un relieve romano de mármol procedente de Ostia y de unos 1800
años de antigüedad representa a una mujer vendiendo verduras en un puesto (Fig. 57). La
pintura holandesa del siglo XVII tiene mucho que decirnos acercade este aspecto de la vida
cotidianaParticularmente valiosas para el especialista en historia social son las numerosas
series de grabados o aguafuertes que proporcionan un inventario plástico de las ocupaciones
ejercidas en la ciudadEl incremento de la popularidad de este género durante el siglo XVIII
indica que ciertos aspectos de la vida de la clase trabajado- ra empezaban a ser considerados
«pintorescos» por la clase media. Gracias a la aparición de este género pictórico en Europa, se
re- cogió en forma de imágenes bastante información en torno a los tra- bajos realizados en las
ciudades chinas. Entre las trabajadoras que aparecen en estas pintu-ras y dibujos podemos ver
a tejedoras, zurcidoras, mujeres dedicadas a torcer seda, a reparar zapatos, a dibujar flores o
llevando orinales. El historiador no puede permi- tirse el lujo de olvidar que estas imágenes
fueron producidas en un contexto especial, por artistas locales que trabajaban para una clien-
tela extranjeraes posible que representaran ciertas escenas para satisfacer las expectativas del
espectador europeo. 18 Podemos seguir la pista de la alfabetización de la mujer y su acti- vidad
laboral a través del tiempo gracias a las imágenes, desde la épo- ca de los griegos hasta
nuestros días. Algunas imágenes de escuelas de comienzos de la Edad Moderna muestran la
práctica de la segrega- ción por sexos, y así podemos ver a los niños a un lado y a las niñas a
otro, como en un grabado del siglo XVIII en el que aparece una cs- cuela rural francesaa
menudo aparecen representadas mujeres le- yendo. Da la impresión de que la decadencia de
las imágenes de la Virgen leyendo a partir de 1520 fue una respuesta temprana a lo que
podríamos llamar la «demonización» de la lectura por parte de la Iglesia Católica a partir de la
Reforma, cuando se culpó al fácil acceso a los libros por parte de los profanos de ser la causa
de la aparición de la herejía.20Los cuadros de mujeres con libroshan sido inter- pretados como
una prueba de la difusión de la lectura en la Franciadel siglo XVIII. .
ESCENAS DE GÉNERO
los especialistas en histo- ria social no pueden permitirse el lujo de ignorar las convenciones de
determinados géneros plásticos, como tampoco las de los litera- riosdebemos pres- tar especial
atención a las convenciones de las escenas de la vida coti- diana, tipo de representación
plástica que desde finales del siglo XVIII se dio en llamar escenas de «género».22 La pintura de
género surgió como tipo independiente de imagen en la Holanda del siglo XVIINo suele
llamarse pintores de género a los impresionistas franceses, pero las escenas de la vida ocio- sa
de París y sus alrededores recogidas en los cuadros de Édouard Manetofrecen nuevas
variaciones sobre este temaPese a lo que decía Bingham acerca de los «inventarios
artísticos»>, los especialistas en historia social no pueden creer que imágenes como éstas sean
documentos impersonales. En el caso de algunos cuadros de géneroel problema se com- plica
aún más. Algunos han sostenido que ciertos cuadros holande- ses de charlatanes representan
no ya escenas de la vida urbana, sino escenas teatrales, en las que aparecen personajes de
repertorio de la commedia dell'arte. En este caso, los charlataneshan pasado no por uno, sino
por dos filtros de moralización. Volve- mos así al problema del «realismo aparente» (cf.
Capítulo V)." Un problema análogo es el del elemento satírico perceptible en algunas escenas
de bodaFijémonos por un momento en una imagen que, al menos a pri- mera vista, pudiera
parecer más objetiva y documental: el grabado de Abraham BosseLa acción tiene lugar
alrededor de una mesa en la que los padres dela pareja negocian el contrato, mientras el
notario lo copiaEn primer planose encuentra la pareja de novios, cogi- dos de la mano, en un
gesto que probablemente signifique que están prometidos, y no que están enamorados. Dos
niños de ambos sexos, presumiblemente el hermano y la hermana menor de uno de los no-
vios, aparecen jugando al lado de la mesa, como si no fueran cons- cientes del papel que en el
futuro deberán desempeñar en otro drama social análogoEl grabado presta mucha aten- ción a
los detalles del vestido y al mobiliario, y nos permite situar la escena en el mundo social de la
alta burguesía, tanto si las familias en cuestión habían hecho fortuna en el comercio como si se
habían en- riquecido en el ámbito de la abogacía