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AUTORREGULACIÓN EMOCIONAL

Ya hablé de la Autoconciencia Emocional, la cual se logra razonando sobre lo que


sentimos, pensamos; nuestras fortalezas y debilidades, así como las
características medioambientales, situacionales, culturales, etc. del entorno en el
que nos desenvolvemos y los efectos que tienen en nosotros y quienes nos
rodean, nuestros comportamientos surgidos de manera irracional (emocional).

Una vez que logremos manejar y activar esa Autoconciencia Emocional, viene un
componente clave de la inteligencia emocional y del que constantemente nos
hablan, El Autocontrol o Autorregulación Emocional, lo cual es una tarea que nos
aterra y muchas veces parece titánica e inaccesible a nuestra condición humana.

Empecemos entonces por aclarar qué es la Autorregulación Emocional, que


contrario a lo que muchos piensan, no es contener nuestras emociones, sino
canalizarlas. Es una constante conversación interior, que nos sirve para liberarnos
de ser prisioneros de nuestros sentimientos, según Daniel Goleman.

Todos en algún momento de nuestra vida, hemos tenido impulsos y emociones


que nos han hecho exaltar y desbordar nuestro estado de ánimo. Las personas
que ejercitan el Autocontrol, en ese diálogo interior logran racionalizar y además
canalizar sus emociones.

Pongamos un ejemplo de alguien que se enoja y se desborda al encontrar que le


devolvieron su informe, porque según su jefe no considera que haya cumplido con
las expectativas. Si esta persona aplica la regulación emocional, comienza a
pensar y a cuestionarse sobre las razones de la devolución del informe
(justificadas o no), buscando la mejora del mismo, aceptando las sugerencias de
su jefe y buscando ayuda y opiniones. Si encuentra que su jefe le devolvió su
informe por alguna situación personal que lo está afectando y le llevó a descargar
emocionalmente su estado anímico de esta manera; encuentra la manera de
acercase y mostrarle su equivocación, le pregunta acerca de lo que
probablemente le está ocurriendo, no juzgando, sino brindándole su apoyo y
escucha.

¡Anímate a hablarte, a cuestionarte, y verás cómo se van organizando tus


ideas, sacando el mejor provecho de tus impulsos!

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