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GUÍA LENGUA Y LITERATURA

III MEDIO- I TRIMESTRE- 2024


Ernesto Sábato

Unidad: Intertextualidad: conexión entre textos.


Contenido: Intertextualidad y conceptos de Sábato
OA5 Buscar, evaluar y seleccionar rigurosamente fuentes disponibles en
soportes impresos y digitales, considerando la validez, veracidad y
responsabilidad de su autoría.

Instrucciones: Leamos en conjuntos y respondamos aplicando lo analizado en clases.

a) ¿Cómo podemos observar elementos del contexto de producción, la biografía y la


intertextualidad al interior de ambos textos?
b) ¿Por qué podemos clasificar el texto cómo glosario? ¿Qué elementos y/o características se
observan?
c) ¿Qué elementos de la ciencia están presentes?

ANTEOJO ASTRONÓMICO.

Combinación de dos lentes que sirve para ver objetos lejanos y para refutar a Aristóteles.

“El firmamento es eterno, inmutable y sin origen”, había decretado el sabio de


Estagira. Galileo se limitó a dar tres conferencias ante mil personas sobre la estrella nueva
aparecida en la constelación de la Serpiente. La disputa se exacerbó cuando empezó a
escrutar el cielo con su anteojo y a encontrar cosas raras. Primero descubrió las fases de
Venus, e hizo notar que ese hecho era la mejor prueba de la hipótesis copernicana. Luego
descubrió los satélites de Júpiter, que si bien constituían otra prueba de esa hipótesis eran
filosóficamente absurdos: según los aristotélicos un cuerpo en movimiento no podía ser
centro de otro movimiento.

El matemático y astrónomo Clavius, de Roma, expresó con sobriedad su opinión sobre el


descubrimiento: “Me río de los pretendidos acompañantes de Júpiter”. Otros peripatéticos,
más conciliadores, afirmaron que quizá el instrumento mismo producía los satélites;
Galileo ofreció diez mil escudos al que fabricara un anteojo tan astuto. La mayoría de los
aristotélicos, sin embargo, se negó en redondo a mirar por el tubo, asegurando que no
valía la pena buscar semejantes objetos celestes, ya que Aristóteles no los había
mencionado en ninguno de sus volúmenes.

En una carta a Kepler decía Galileo: “Habrías reído estrepitosamente si hubieras oído las
cosas que el primer filósofo de la facultad de Pisa dijo en mi contra delante del Gran
Duque, y cómo se esforzaba, mediante la ayuda de la lógica y de conjuros mágicos, en
discutir la existencia de las nuevas estrellas”.

The Antofagasta British School Marlene Aspée / Prof.:Lengua y Literatura


Dios

Hay muchos pensadores que sostienen la ineptitud de la Metafísica para probar nada. Sea
como sea, parece que problemas como el de la existencia de Dios sólo tiene cabida en la
Filosofía; si ésta no sirve, tanto peor para los que no les basta con la fé y sienten la
necesidad de probar la existencia o inexistencia de Dios; pero que no se busquen
argumentos en la ciencia.

La ciencia es totalmente ajena a esta cuestión y la prueba está en que de ella se ha


pretendido sacar argumentos a favor y en contra de la existencia de Dios: Kepler y Newton
se extasiaban ante el orden universal que, según ellos, implicaba la existencia de Alguien
que lo hubiese establecido; Maupertuis suponía que el principio de mínima acción de la
dinámica era la mejor prueba de una Sabiduría Divina; Jeans piensa que este universo se
ha construído por un Dios Matemático, con el conocimiento del cálculo tensorial y la teoría
de los grupos. Por otro lado, hay espíritus dispuestos a creer que el desarrollo de la ciencia
prueba la inexistencia de Dios; no veo, sin embargo, cómo el descubrimiento de leyes en
el terreno de la biología y de la psicología puede resultar reconfortante para los que
piensan así; si no he entendido mal, las experiencias de Pavlov demuestran que buena
parte del mundo psíquico revela ya una obediencia a leyes estrictas; pero ¿no es la
existencia de leyes ineluctables lo que lleva a otros a creer en la existencia de Dios?

En realidad, un censo de opiniones mostraría que buena parte de los sabios creen en un
Principio Ordenador. Por mi parte, me parece que la ciencia estricta nada puede probar
en este problema. En la medida en que sus hombres pronuncian estas ansiosas
afirmaciones no pertenecen a la ciencia: pertenecen a la Teología o a la Metafísica, que
tanto odian.

The Antofagasta British School Marlene Aspée / Prof.:Lengua y Literatura

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