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DL: MA – 273 - 2003

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A Dios Nuestro Creador, por las maravillas que han salido de sus manos
y que ahora le quieren negar su obra cumbre: el hombre y la mujer, por quienes
incluso se hizo Hombre y murió en una cruz, tras horrorosos tormentos, para
que haga ver a estas criaturas suyas racionales que toda la Creación grita: "¡Dios
es el Creador de todo!", y que la pseudo-ciencia que ahora pretende desplazar al
Altísimo, se dé cuenta de sus errores y vuelva al camino bíblico: allí está la
Verdad. Los caminos que niegan la Biblia y se basan en hipótesis evolutivas van
desviados, son erróneos, y más tarde o más temprano se darán cuenta de ello,
porque si dos y dos son cuatro (teoría bíblica creacionista), y ellos pretenden que
sean cinco (teoría evolutiva), al final, tras muchos encontronazos, tras muchos
errores, tras muchos batacazos científicos, se darán cuenta de que la Biblia tenía
razón y que Dios es el Creador de todo, y que lo hizo todo de la nada, y que no
existe el período evolutivo sino que, como dice la Biblia, todo fue hecho "en un
abrir y cerrar de ojos", cosa que Dios puede hacer, porque para eso es Dios.

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PRÓLOGO

Actualmente en los medios de comunicación, a nivel de libros de texto en la


Enseñanza, en películas, literatura, teatro, en todo, se da por hecho de que la evolución,
la que dice que el hombre procede del mono, es una realidad, es algo científicamente
demostrado, y quien se atreve a disentir de este aserto, es mirado como alguien
desfasado, anticientífico, anticuado, atrasado... Y sin embargo, la TEORÍA de la
evolución no ha pasado de ser una TEORÍA, no una ley. ¿Qué es una teoría? Algo que
no ha sido demostrado científicamente. Si incluso, a escala científica, ya se da por
hecho de que la TEORÍA de la evolución es algo muy tangible, algo con lo que
científicamente hay que contar a la hora de cualquier experimento... etc. ¿Cómo es que
no ha pasado esta TEORÍA, de ser una teoría, y ha llegado a ser LEY?... Porque, pese a
todos los "experimentos", a todos esos "asertos" científicos, NO HA SIDO
CONFIRMADO CIENTÍFICAMENTE QUE LA EVOLUCIÓN SEA ALGO
EXPERIMENTALMENTE COMPROBADO. La evolución no es una ley porque NO
SE PUEDE DEMOSTRAR QUE SEA UNA REALIDAD CIENTIFICA SINO AL
REVÉS. La verdadera Ciencia, está demostrando día a día, y cada vez más, lo absurdo
de la evolución: no tiene pies ni cabezas: la ciencia, la verdadera ciencia, y no la
manipulada por ateos fanáticos que quieren negar a Dios, aunque sea con trampas, con
falsedades, con engaños, con medios fraudulentos de manipulación de masas, para
hacernos creer a todos que sí, que el hombre procede del mono, cuando científicamente
se ha demostrado que esto es totalmente falso: se han encontrado restos humanos
anteriores a los más antiguos de los simios, y contrariamente a lo que se piensa, cuanto
más antiguos son los restos humanos, más perfectos son y más se parecen al hombre
actual, aunque de mayor estatura: lo que curiosamente coincide con las revelaciones de
la Beata Ana Catalina Emmerick de que los hombres primitivos descendientes de Adán
y Eva eran verdaderos atletas y de una perfección y estatura colosal...
En este libro queremos demostrar la cantidad de fraudulentas falsificaciones,
coacciones, engaños y mentiras que se han usado y se usan para hacernos creer que la
evolución es un hecho, cuando todo: Genética, Biología, Cosmología, Fósiles, etc. nos
hacen ver lo contrario: la evolución es un absurdo, no es real, es ficticia, es ciencia
ficción. Como un evolucionista honrado dijo en cierta ocasión, ellos, los evolucionistas,
que manejan todas las tramas de este absurdo científico, saben que la teoría de la
evolución es una incongruencia, no tiene base científica alguna, pero si no se inventan
esta teoría tienen que aceptar a Dios... y eso nunca lo quieren hacer...
Por otro lado, en el campo católico, se cree que si el hombre procede del mono,
o no, es intrascendente, ya que lo importante es el reconocimiento de la intervención
divina en la creación del alma... No es así, no es esto tan inocuo como parece ya que tras
la teoría de la evolución lo que hay en realidad es una negación de Dios, se quiere negar
a Dios, primero su Creación, su intervención directa en la Creación, y luego negar su
existencia: la existencia de Dios. De ahí a considerar al hombre como un ente animal
que se puede manipular libremente en proyectos y experimentos científicos... como ya
actualmente se está haciendo con los embriones humanos en clonaciones, o con los
ancianos con la eutanasia, etc.
Viendo precisamente este engaño en el que viven muchos, incluso en el campo
católico, es lo que me ha llevado a escribir este libro, aunque en realidad mi trabajo
aquí ha sido recopilar de libros, revistas, artículos, etc. lo que muchos científicos
verdaderos, y escritores sinceros, enfrentándose a toda la parafernalia que hay en torno a

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la evolución (el científico que no acepta la evolución actualmente es discriminado,
condenado al ostracismo, separado de trabajos importantes, etc. en cambio los
evolucionistas progresan, promocionan en sus puestos de trabajo y de empresa...) Dicen
algunos que tras la teoría evolucionista, igual que tras el nazismo, el comunismo, la
Revolución Francesa, los vicios actuales, etc. etc. está la masonería... No me extrañaría
porque la finalidad de la masonería es negar a Dios, diluirlo en una serie de abstractas
conjeturas que al final acaben con la idea de Dios, para presentarnos una "Fuerza", un
"Ente" que ni es Dios ni nada.
En fin, sean o no los masones quienes están detrás de esta teoría, sí se sabe claro
quién está detrás de todo esto: el diablo, Satanás, enemigo de Dios desde siempre... y
quien por supuesto quiere acabar con la idea de Dios, cosa que no conseguirá porque al
final la victoria será de Dios. Y él, Satanás y todos los que le hayan hecho caso irán a un
Infierno horroroso de fuego, sufrimientos y desesperación eterna para siempre, siempre,
siempre.
Vamos a ir comprobando en este volumen la falsedad de la teoría evolutiva a
través de la Genética, la Biología, la Cosmología, la Biblia, la Termodinámica, la
Paleontología, Fósiles, etc. y veremos, con hechos verdaderamente científicos, cómo la
evolución es una falsa teoría, algo que no tiene base científica alguna. Terminamos este
prólogo citando un aforismo muy significativo que dice: "Cuando el hombre haya
subido a la cúspide de la montaña de la Ciencia, se encontrará a la Biblia
esperándolo..."

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FILOSOFÍA Y LA EVOLUCIÓN

La disposición ordenada del Universo ha pretendido ser explicada por algunos


filósofos como posibilidades del azar… “Toda la materia del Universo, dicen estos
filósofos ateos, debía tener una u otra forma, estar relacionada entre sí de una manera
u otra; no es absolutamente imposible que casualmente, quizás entre muchas
combinaciones desacertadas en el Universo Infinito, se haya dado el orden que
admiramos en nuestro mundo”…
Infantil nos parece la hipótesis, pero ya que algunos la han tomado y la toman en
serio, no tenemos otro remedio que tenerla en cuenta para impugnarla. Veamos: ¿Hay
alguna probabilidad de que así sea? Si se trata de algunas pocas disposiciones acertadas
en medio de un caos cósmico, podría parecer verosímil la idea. Pero el caso es que los
ejemplos de orden, de designio y de acierto en la disposición de las partes que integran
la totalidad de la Naturaleza son múltiples y completos y el cálculo de probabilidades
nos dice que no pueden haberse dado en manera alguna por casualidad. Las leyes del
azar nos enseñan que con un número muy limitado de elementos pueden realizarse
multitud de disposiciones, o, como dicen los matemáticos, de permutas. Las trece letras
que forman la palabra “absolutamente” son susceptibles de formar millares de
combinaciones. La casi totalidad de las palabras así formadas no tendrán sentido alguno,
lo que se traduce en lenguaje filosófico por esta fórmula: casi todas las disposiciones
serán desordenadas. Aumentando el número de los elementos destinados a entrar en
combinación, se aumenta mucho más considerablemente la desproporción entre el
número de las disposiciones ordenadas y el de las desordenadas. Se sigue de aquí que
estos elementos, abandonados así mismos, producirán un resultado en que reine el
desorden, que carezca de sentido. P. Thivoiller, en su libro “¿Existe Dios? Respuesta
del Universo”, respondiendo a los materialistas ateos que pretenden que el mundo
actual es una cualquiera entre las infinitas combinaciones que podrían resultar del caos
primitivo, o sea el resultado fortuito del choque ciego de los átomos, en sucesivas
combinaciones, pone el siguiente ejemplo: “Supongan ustedes que se toman de la
imprenta las letras que sirven para editar un periódico, se meten en un saco y se sube
con ellas a la Torre Eiffel, de París; allá arriba se abre el saco y se echan al aire…
Abajo se extiende el papel del diario, y luego, esté atento: puede ser que al azar se
encuentren sobre el papel los caracteres bien colocados y a punto para llevarlos a la
prensa… Y si no acierto recomenzaremos el mismo proceso repitiéndolo tantas veces
como sea necesario. ¿Qué les parece?... ¿Existe alguna probabilidad de que el
periódico apareciera, no a la mañana siguiente, sino ni aún dentro de miles o millones
de años?”… Pues ¿qué decir, entonces, cuando se trata de un Universo con sus billones
de átomos unidos con fortuna, no una, sino millones de veces… Jamás sería posible
lograr la combinación deseada para obtener una flor, un pájaro o un hombre… Sería
necesario que el azar acertase siempre para poder explicar sin Dios la evolución del
Universo y la aparición y desarrollo de la vida. Un azar que acierta con tanta frecuencia,
es un azar dirigido… En otras palabras, no es azar sino Poder Inteligente: Dios. Y más
aún, supongamos que se hubiera logrado al azar la combinación necesaria. ¿Cómo nos
las arreglamos para explicar el hecho de que este mundo se renueve y transforme
constantemente, siguiendo unas leyes bien determinadas? El azar no tiene ni admite
leyes de ninguna clase. Suponiendo que el azar, a fuerza de darle más y más tiempo,
sirviera para explicar algún detalle acertado (lo que es inverosímil, pues el azar haría y
desharía, sin ton ni son, toda combinación acertada), surgen desde el principio las
siguientes preguntas: ¿De dónde proceden estos átomos que empezaron a agitarse en el
desorden?... ¿De dónde salen estas leyes que los combinan, y de dónde las fuerzas que

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las han puesto en movimiento?... Sólo un Universo con Dios tiene sentido, lo demás son
especulaciones absurdas, sin sentido, falsos…

LA EVOLUCIÓN Y LOS TEÍSTAS EVOLUCIONISTAS

Sobre este tema habla así Roger E. Dickson:


“La evolución teísta es una traición teológica. Y, por lo que respecta a los
evolucionistas ateos, es una traición evolucionista. Un evolucionista teísta es en realidad
un hombre sin país en este específico campo de estudio. No es un verdadero amigo del
creacionismo, ni es tampoco un verdadero amigo del verdadero evolucionismo.
No son pocas las personas en estos tiempos modernos que han tenido un lavado
de cerebro debido a la autoritaria campaña de los evolucionistas. E1 resultado de ello ha
sido la advenediza doctrina del evolucionismo teísta, el intento de armonizar el relato de
la creación en Génesis 1 con la filosofía de la evolución.
Muchos creyentes en la Biblia han sido engañados siendo llevados a pensar que
la evidencia en favor de la evolución es tan poderosa que exige nuestra reinterpretación
del relato de la creación en el Génesis. Pero no es así. Hay una cantidad innumerable de
problemas asociados con las supuestas evidencias en favor de la evolución. Hay
también muchas leyes de la naturaleza que son contradichas por la teoría de la
evolución.
¿Qué es lo que cree el evolucionista teísta? En primer lugar, y ante todo, cree en
la teoría de la evolución. Y con todo, creyendo en la evolución quiere mantener a Dios
en escena. En realidad, intenta mantenerse en un punto neutral entre dos campos con
dos filosofías opuestas -la filosofía de la evolución, por un lado, y el relato de la
Creación en el Génesis, por el otro. Aquí citamos cómo los evolucionistas teístas
afirman su causa: Carl Wallace Miller dijo: «En un punto de este proceso evolutivo
emergió el hombre mismo, y comenzó su penosa ascensión hasta su estado presente.»
Frederick C. Grant afirmó: “La historia del origen de la raza es incluso más sublime
relatado en la Evolución que en la Biblia, si alguien tiene oídos para oírlo. No por los
dedos antropomórficos de un Dios semítico, y sacado del barro babilónico, sino a
través de un largo, lento y progresivo desarrollo, conducido por una Mente y Propósito
Supremo, fue finalmente formado el hombre, hecho en «imagen» de la Mente espiritual
que lo creó -esto es, por el lado de su capacidad interna para una naturaleza
intelectual y espiritual, que es realmente lo que le hace hombre”.
A los ojos de John A. T. Robinson: «La verdadera religión... consiste en
armonizarse uno mismo con el proceso evolutivo al ir él desarrollando formas más y
más elevadas de consciencia propia.» Otros dicen: «La evolución es el método de
creación de Dios o de la naturaleza.»
Y así van las componendas. Los evolucionistas teístas creen que el proceso de
evolución fue el medio de Dios de traer a la existencia las formas de vida ahora
existentes. Dios simplemente condujo el proceso hasta que salió lo que deseaba, un
verdadero hombre.
En el terreno de argumentación del evolucionista teísta la coherencia se evapora.
No es amigo del verdadero evolucionista ni tampoco del verdadero creacionista. Es un
mestizo teocientífico que cree que ha descubierto la respuesta en la armonización de la
ciencia filosófica con la Biblia. Pero Coppedge tenía razón al decir: «Algunos creyentes
en Dios no están conscientes de que la Biblia y la evolución no son compatibles.
Suponen que la evolución teísta es una filosofía aceptable para la fe cristiana, no
habiendo reflexionado a fondo acerca de la contradicción implicada.» Y esto es lo que
sucede con la mayor parte de los evolucionistas teístas.

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El evolucionismo teísta es una doctrina relativamente nueva. Pero aún más
recientemente ha evolucionado otra criatura al lado del evolucionismo teísta. Esta nueva
filosofía recibe el nombre de «creacionismo progresivo». Como se ve en la anterior cita
de Taylor, la afirmación del creacionista progresivo es que Dios ha creado por fiat
todas las formas de vida, pero que lo hizo a lo largo de seis períodos geológicos. Éste es
otro esfuerzo de aquellos que intentan aferrarse a la Biblia, y a pesar de ello, creer en los
millones de años demandados por los geólogos evolucionistas. Es un esfuerzo en estirar
los seis días de veinticuatro horas de Génesis 1 para armonizarlos, con la escala del
tiempo geológico.
Si hay alguna diferencia entre los evolucionistas teístas y los creacionistas
progresivos es que los evolucionistas teístas quieren abrazar la teoría de la evolución
como un todo, y los creacionistas progresivos quieren abrazar sólo el tiempo geológico
exigido por los evolucionistas. Los creacionistas progresivos tratan aún de creer en
algún tipo de creación. Pero aún no han andado todo el camino en que se encuentran. Y
este camino -los evolucionistas teístas están sólo un poco más adelantados- conduce
hacia el evolucionismo ateo. La creación progresiva es en realidad una aceptación
progresiva de la teoría del evolucionismo ateo.
Así que ¿cuáles son los problemas que hay con el evolucionismo teísta o con
cualquier otra filosofía mestiza acerca de los orígenes? Aquí se presentan algunos de los
problemas que hacen que el evolucionismo teísta sea una componenda totalmente
insatisfactoria entre Génesis 1 y la teoría de la evolución. Estos son algunos de los
problemas con los que más tarde o más temprano se tendrá que enfrentar cada
evolucionista teísta:
El problema de la insuficiente evidencia. – Los evolucionistas teístas se
enfrentan con el problema de dar cuenta de las muchas claras afirmaciones que se hacen
en la Biblia respecto a la creación. Tienen que explicar, a través del cristal de la
evolución, afirmaciones como: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra»
(Génesis 1:1), «En seis días hizo Jehová los cielos y la tierra» (Éxodo 20:11; 31:17), y
«Tú sólo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su
ejército, la tierra y todo lo que está en ella» (Nehemías 9:6; cp. Hechos 14:15; 17:24,25
Apocalipsis 4:11; Isaías 17:7; Jeremías 27:5).
La Biblia afirma que Dios hizo varios órganos del cuerpo (Proverbios 20:12;
Salmo 94:9). La Biblia afirma que todas las cosas fueron hechas por medio de Cristo
(Juan 1:3; Colosenses 1:16). La Biblia afirma que las cosas fueron creadas por la
palabra hablada por Dios (Salmo 33:6-9). Y se tiene que recordar que Dios no dio un
solo mandato para crear una pequeña forma de vida a partir de la cual fueran a
evolucionar las otras formas de vida. La creación fue el resultado de una serie de
mandatos. De manera que en la Biblia enseña con claridad la creación por mandato de
Dios. Y los evolucionistas teístas tienen que luchar para dar cuenta de cada uno de estos
versículos.
El problema de la secuencia fuera de orden.- Un verdadero problema para los
evolucionistas teístas y para los creacionistas progresivos es el orden en que se crearon
las cosas en Génesis 1. La vegetación fue creada en el tercer día, pero el sol no fue
creado hasta el día 4. ¿Cómo existieron estas plantas por los supuestos períodos de
tiempo que transcurrieron entre el tercer y cuarto día? Plantas como la yuca dependen
de la polinización, que es posibilitada sólo por la Pronuba o polilla de la yuca. Y la
hembra de la Pronuba depende de la planta yuca en la que puede incubar sus huevos.
Ninguna puede sobrevivir sin la otra. Pero los insectos fueron creados el día 6 (Génesis
1:24) y las plantas el día 3 (Génesis 1:11, 12). Cómo pudieron la planta de la yuca u
otras como ella, sobrevivir dos períodos geológicos hasta la creación de la polilla

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Pronuba? Hay numerosos animales y plantas que se necesitan mutuamente para
sobrevivir. Y los evolucionistas teístas tienen que enfrentarse con cada una de estas
situaciones.
Para escapar a este serio problema que se enfrenta al evolucionismo teísta
muchos han afirmado que el relato de Génesis no es cronológicamente correcto. Así,
tenemos las primeras señales de que los evolucionistas teístas están tratando de
reescribir la Biblia para hacerla concordar con su teoría naturalista…
Pero Génesis 1 es cronológicamente correcto. «Los seis días deben ser
comprendidos en un sentido cronológico, esto es, que un día sigue al anterior en
sucesión. Este hecho queda enfatizado por la designación de los días como un,
segundo, tercero, etc.» Génesis 2, 4, afirma: «Estos son los orígenes de los cielos y de
la tierra cuando fueron creados.» Génesis 6:9 se refiere a las generaciones de Noé (el
mismo término hebreo que orígenes en Génesis 2:4). Esta terminología es utilizada en
muchos casos en el libro de Génesis (Génesis 10:1; 11:10, 27; 25:12, 19; 36:1, 9; 37:2).
Y ello se utiliza para denotar una relación histórica. Y Génesis 1 es una relación
histórica. No es una historia cronológicamente desordenada.
Los hay también que interpretan Génesis 1 como un paralelismo hebreo. Dicen
que los seis días de creación forman una tríada. Los días 1, 2 y 3 se corresponden con
los días 4, 5 y 6. En otras palabras, el día 4 es una reafirmación del día 1, el 5 una
reafirmación del día 2, y el 6 es una reafirmación del día 3.
Pero hay algunos problemas con esta teoría de la tríada. El primer día, con la
creación de la luz, podría desde luego ser paralelo con la creación de las lumbreras del
cuarto día. Pero el sol, la luna y las estrellas fueron situados en la expansión en el día 4,
en tanto que la expansión no fue creada hasta el día 2. Y el día 2 se debería
corresponder con el 5, no con el 4. Además, los peces fueron creados el día quinto, pero
el relato supuestamente paralelo da la creación de los mares en el día 3. El día
correspondiente al 5 debería ser el 2 ¿Acaso los peces se estuvieron debatiendo sobre el
suelo hasta que los mares fueron creados en la siguiente era geológica? Me parece que
esta teoría carece de toda coherencia.
Así, no son pocos los problemas consustanciales a esta teoría de interpretación
con cualquier intento de llevar Génesis 1 a concordar cronológicamente con la teoría de
la evolución. Simplemente, no se puede hacer.
El problema del “tipo”.- Génesis 1 enseña que todos los seres vivos tenían
que reproducirse «según su género» (o tipo) (Génesis 1:11, 12, 24, 25). No hay ninguna
definición clara de la palabra «tipo» en el libro de Génesis. Sería un error identificar
este término con lo que los biólogos denominan «especie». Pero el principio que aquí se
presenta es estrictamente antievolucionista. Génesis 1 dice que Dios ordenó que cada
tipo se reprodujera según él mismo. Y Pablo dice que Dios da a cada semilla su propio
cuerpo, y que no toda carne es la misma carne (1 Corintios 15:38, 39). Hay una carne de
los hombres, otra carne de las bestias, otra de los peces, y otra de las aves. No son
iguales ni procedieron unas de otras. Se reproducen según su propio tipo.
La enseñanza de la Biblia de que la vida debía reproducirse sólo en conformidad
a su propio tipo es ciertamente contraria a la teoría de la evolución. Los evolucionistas
dicen que una forma de vida ha evolucionado de otra. Pero la Biblia afirma que cada
forma de vida reproduce otro individuo conforme a su propio tipo.
Concluyamos diciendo que los evolucionistas teístas han hecho un compromiso
injusto e innecesario: «La postura cristiana de la creación no se ve dificultada por ningún
hecho científico hasta allí donde se sepa.» No hay necesidad de comprometer la Biblia
con ninguna filosofía de la ciencia. Las filosofías no son hechos. Así que no las
confundamos con los hechos. Cualquier compromiso de este tipo es una injusticia hacia la

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Biblia. El creacionista no debería permitir que los evolucionistas lo induzcan a pensar que
la evolución es un hecho demostrado. No hay evidencia alguna que indique que un
cristiano tenga que hacer componendas de ningún tipo con el evolucionismo ateo; y
siendo que esto es así, no hay razón alguna por la que ningún cristiano tenga que asumir
que el evolucionismo teísta es la manera en que las cosas vinieron a existir.

CONSECUENCIAS NEGATIVAS DEL PENSAMIENTO EVOLUCIONISTA

Roger E. Dickson habla así sobre las consecuencias de la aparentemente inocua


evolución (teoría falsa):
“Los siguientes puntos arrojarán luz sobre algunas de las principales
consecuencias que resultan del pensamiento evolucionista. Bajo estos puntos
principales se podrían relacionar numerosos puntos secundarios. Pero estos dan una
imagen básica del carácter destructivo de la filosofía de la evolución. Se trata de algo
más que de una teoría de laboratorio. Es un horripilante monstruo sociológico. Todos
deberían reconocerla como tal”.

A. El evolucionismo destruye la objetividad poniendo prejuicios en la mente.

Se proclama muchas veces (por parte de los evolucionistas) que los científicos
evolucionistas son investigadores objetivos y de amplias miras. No es así. Los
científicos tienen las debilidades de los otros seres humanos, y por alguna razón se
comportan más emocionalmente ante el tema de la evolución que acerca de cualquier
otra cosa que venga bajo el manto de la ciencia. Al escribir acerca de la evolución, los
científicos hacen extravagantes afirmaciones del tipo que los químicos y físicos jamás
harían en sus campos. Una cantidad de ellos creen deseable o necesario hacer
afirmaciones menospreciativas acerca de la Biblia. En clase, los biólogos han
amenazado con dar bajas notas o suspender a los estudiantes que no profesaran aceptar
la teoría de la evolución…
Cuando uno cree que algo es un hecho establecido, aquel hecho «establecido»
viene a formar una parte de su visión del mundo. Y cuando se cree una filosofía como la
evolución, que tiene tantas implicaciones universales, por lo general queda fuera de
cuestión la objetividad hacia otras respuestas. Esto es así debido a que otras respuestas
tienen que armonizar con esta visión del mundo, o ser rechazadas. Un ejemplo de esto
sería la siguiente afirmación de Dobzhansky: “El acontecimiento de la evolución en la
historia de la tierra está establecida tan bien como lo puedan estar sucesos no
testificados por observadores humanos.» Y luego Teilhard de Chardin añade que la
evolución es «una condición general a la que todas las teorías, todas las hipótesis,
todos los sistemas, tienen que inclinarse, y con la que tienen que armonizar de ahora en
adelante si han de ser pensables y ciertas. La evolución es una luz que ilumina todos los
hechos, una curva que todas las líneas tienen que seguir».
Si esto es objetividad, entonces lo que sucede es que ellos han cambiado el
significado de la palabra.
Para los evolucionistas ateos, la evolución es más que una mera teoría: es una
ley de la naturaleza. Y cuando se presenta evidencia conflictiva que viola esta
pretendida ley, esta evidencia tiene que ser examinada, o echada a un lado, o ignorada.
La evidencia contradictoria tiene que ser retorcida hasta que se adapte.
Los creacionistas tienen también una visión del mundo. Pero su visión del
mundo se basa en la revelación. Y si esta revelación es verdaderamente inspirada,

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entonces cualquier tipo de teorías científicas que entren en conflicto con ella tienen que
estar en error. No se trata de ser objetivo. Es asunto de si la Biblia es o no es la palabra
de Dios. Y, naturalmente, hay evidencias que los creacionistas utilizan para demostrar
este extremo.
Los evolucionistas, sin embargo, son en ocasiones los científicos más poco
objetivos en el área de los orígenes. Calvin S. Hall, un evolucionista, manifestó esto:
«Uno, naturalmente, puede poner en tela de juicio si la inteligencia es o no es lo mismo
que la inteligencia humana, pero si uno plantea la cuestión no es realmente un
evolucionista, y por ello sus puntos de vista no merecen una consideración seria”.
Ciertamente, esto no es objetividad científica. Y cualquier verdadero científico reconoce
esto.
W. R. Thompson escribió acertadamente: «E1 éxito del darwinismo fue
conseguido mediante una decadencia de la integridad científica». Pero sin objetividad
la ciencia queda severamente lisiada. Los científicos tienen que tener una mente abierta.
Pero la manera de pensar de los evolucionistas ha convertido el mundo científico en un
niño impedido. Morris escribió acerca de la influencia de la evolución: «Ella (la
evolución) ha contribuido probablemente más a la filosofía secularista y materialista
prevalente hoy en día que cualquier otra influencia.» Y tal filosofía en el campo de la
ciencia ha rebajado la objetividad que tan desesperadamente se necesita en ella.

B. El pensamiento evolucionista devalúa la vida y potencia la decadencia social.


“La teoría de la evolución es básicamente responsable de la decadencia moral,
espiritual y educativa de nuestro tiempo y del espíritu de anarquía tan dominante en la
actualidad. Deja de lado a Dios, y hace del hombre otro animal, sujeto sólo al instinto
animal para la supervivencia o la reproducción.» Naturalmente, todos los
evolucionistas negarían esto de plano. Pero este es el corazón de la filosofía de esta
teoría.
La teoría de Darwin de la supervivencia de los más aptos formó decididamente
la base de las posturas filosóficas de Karl Marx y de Fredrich Nietzsche. Nietzsche
aceptó la lucha por la existencia e hizo de ella el fundamento de su pensamiento.
Inmediatamente después de la publicación del Origen de las Especies, un
profesor de Cambridge, Sedgwick, afirmó que si se aceptaban las enseñanzas de
Darwin, la Humanidad “sufriría un daño que la podría brutalizar, y hundir a la raza
humana en el grado más hondo de degradación que ninguno en el que haya caído desde
que sus registros escritos nos cuentan de su historia”.
Cualquier filosofía que elimine a Dios, la norma moral última, arruinará la
sociedad. Naturalmente, el evolucionista se verá sobresaltado por esto. Pero se va a
presentar una evidencia convincente de ello en los dos puntos siguientes. Lo único que
ha preservado a la mayor parte de las sociedades ha sido lo arraigado de los principios
morales de la Divinidad. Y si dependiera de los evolucionistas, ellos no atribuirían -y
muchos de ellos no lo hacen- tales principios a un Creador todopoderoso.
El hombre vivirá en un plano más elevado si se da cuenta de que está sometido a
Dios. Pero quitemos a Dios del contexto, y eliminemos todo sentimiento de
responsabilidad hacia Él por parte del hombre, y se introduce el caos en el acto. Esto es
lo que hace la filosofía de la evolución. Tenemos que recordar que si la evolución es
verdad, no hay nada que pueda considerarse como un código moral absoluto. La
evolución no precisa de Dios, y sin Dios no puede haber ninguna norma absoluta y
última de moralidad.

C. La evolución potencia la filosofía de enfrentamiento

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Después de que Darwin hubiera puesto plenamente ante la mente del público su
teoría de la lucha por la supervivencia, los sociólogos comenzaron a darse cuenta del
gran impacto que esta filosofía tendría sobre una sociedad dada. Y básicamente la teoría
de Darwin volvió a subrayar el antiguo pensamiento bárbaro de «mata o muere». Clark
escribió: «En resumen, la evolución dio al hacedor de lo malo un alivio de su
conciencia. Ahora se podría racionalizar el más malo de los comportamientos hacia un
competidor: al mal se le podría llamar bien.»
Cuando la filosofía de la lucha por la existencia se inserta en una sociedad,
«mata o muere» llega a ser el lema. En sus negocios, John Rockefeller manifestó este
tipo de pensamiento cuando dijo: «El crecimiento de un gran negocio es meramente la
supervivencia del más apto...» La lucha por la supervivencia dice que el fin justifica el
medio. No importa lo que uno haga, lo que debe hacer es salir a 1a superficie. Haz
trampas, hurta, miente, sobrevive. Paul Raubiczak concluía:
“Sin embargo la evolución ha sido hecha la base de una filosofía total. Proveyó
a los filósofos con un sistema metafísico y ético, influenciando así profundamente sus
ideas acerca de la naturaleza y comportamiento del hombre. De hecho, la filosofía
basada en el darwinismo ha ejercido una influencia extremadamente fuerte, mucho más
allá del reino de la ciencia y de la filosofía, sobre todo el desarrollo del pensamiento
europeo. La implacable lucha a vida o muerte por la supervivencia ha sido traducida a
una nueva moralidad, como competencia implacable en una sociedad capitalista, como
guerra implacable en el mundo comunista y como un implacable nacionalismo en todas
partes"

D. El pensamiento evolucionista justifica la guerra

¿Qué sucedería si la filosofía de la evolución fuera absorbida y practicada por


toda la sociedad? Para dar respuesta a esta pregunta examinemos algunos casos de la
Historia.
Mientras que Sir Archibald Geikie viajaba por Austria en 1868 y 1869 observó
cómo la gente alemana mostraba una aceptación de los principios evolucionistas. Más
tarde señaló: «...lo que especialmente me chocó fue la influencia universal que los
escritos de Darwin ejercen ahora sobre la mente germánica». En las décadas que
siguieron después de la visita de Geikie, el pensamiento evolucionista arraigó también
en otras sociedades.
La actitud de Mussolini estaba totalmente dominada por la evolución. En
pronunciamientos públicos, utilizaba repetidamente los reclamos darvinistas mientras
que se burlaba de la paz perpetua, que únicamente serviría de estorbo al proceso
evolucionista. Para él, la repugnancia de Inglaterra a entrar en guerra sólo demostraba la
decadencia evolutiva del Imperio Británico.
Al italiano Mussolini se le atribuyó el origen de la siguiente declaración, que es
en realidad una cita de Darwin: «Así, de la guerra de la naturaleza, del hambre y de la
muerte, sigue directamente el más exaltado objeto que podamos concebir, esto es, la
producción de los animales superiores. Hay grandeza en esta concepción de la vida...»
Adolf Hitler quedó también cautivado por las enseñanzas evolucionistas. Sir
Arthur Keith, un evolucionista, dice con razón: «Hitler es un evolucionista decidido, y
tenemos que buscar una explicación evolutiva si queremos entender sus acciones.» El
libro Mein Kampf (Mi lucha) de Hitler está saturado del pensamiento evolucionista. Sus
discursos eran ejercicios de oratoria acerca de la lucha, la supervivencia y la guerra. En
un discurso pronunciado en Nuremberg en 1933 afirmó:

11
“Así resulta el sometimiento de una cantidad de personas bajo la voluntad a
menudo de sólo unas pocas personas, sometimiento basado simplemente en el derecho
del más fuerte, un derecho que, como hemos visto en la Naturaleza, puede ser
considerado como el único derecho concebible, debido a que está basado en la razón”.
También dijo: «El que puede vivir tiene que luchar. El que no desee luchar en
este mundo en el que la lucha permanente es la ley de vida, no tiene derecho a existir. »
Y el exterminio de los judíos por parte de Hitler, así como su guerra, serán siempre el
epítome de la «evolución en acción».
En su libro Evolution in Action, Huxley dijo: «El dolor y el sufrimiento forman
una parte del desperdicio involucrado en la acción del proceso selectivo. No podemos
esperar hallar valores humanos en funcionamiento en las operaciones diarias de la
naturaleza. » Es chocante oír a algunos evolucionistas hacer afirmaciones justificando
la guerra en el proceso evolutivo. Por ejemplo, leamos la siguiente afirmación de Carl
Wallace Miller, que es un evolucionista teísta:
“Así la guerra, con su evidente violación de la santidad de la vida humana,
puede ser una necesidad inexcusable para la corrección de males presentes en el
cuerpo político, y puede tener como resultado el bien último de la sociedad. En
ocasiones puede ser considerada como la mejor de dos alternativas, como una
operación drástica pero esencial para la eliminación de obstáculos intolerables del
camino del progreso humano.”
Sería interesante saber quiénes piensa Miller que deberían ser los que
determinen cuándo la guerra debe ser utilizada como la “…operación drástica pero
esencial para la eliminación de obstáculos intolerables...” ¿Recordamos la Alemania
nazi?...

E. E1 evolucionismo engendra el ateísmo

Para el verdadero evolucionista, Dios no tiene parte en la Historia. Huxley


afirmó:
“El darwinismo eliminó toda la idea de Dios como creador de organismos de la
esfera de la discusión racional. Darwin señaló que no se precisaba de ningún diseñador
sobrenatural; debido a que la selección natural podía dar cuenta de la existencia de
cualquier forma de vida, no quedaba lugar para ninguna agencia sobrenatural en su
evolución”.
La postulación de una interferencia divina en los cambios evolutivos de materia
y energía en la historia pasada de la tierra era cosa para Huxley, « a la vez innecesaria e
ilógica». «Tenemos que estar ahora preparados», escribió Huxley, «para abandonar
una hipótesis de un dios y sus corolarios como la revelación divina de verdades
inmutables, y mudarnos de una visión sobrenatural a otra naturalista del destino
humano». Se dijo muy verdaderamente en e1 tercer informe anual de la Asociación
Americana para el Avance del Ateísmo que «la Evolución es ateísmo». Y,
verdaderamente, ¡estaban en lo cierto!
Darwin era primero un teísta. Pero después que su teoría comenzó a llevar a su
mente su conclusión lógica, comenzó a echar a Dios fuera de su visión. Escribió: «Así,
la incredulidad fue apoderándose de mí muy lentamente, pero al final de una manera
total. Y fue de una manera tan lenta que no sentí ninguna angustia, y desde entonces no
he sentido ninguna duda de que mi conclusión fuera correcta. Difícilmente puedo ver
cómo alguien pueda desear que el cristianismo sea cierto... » Esto debería servir de
advertencia para cualquier evolucionista teísta. Para Darwin, la evolución vino a ser
sustitutivo de Dios. Y así le sucede a todo evolucionista ateo. Huxley expresó los

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sentimientos de muchos que creen en la teoría de la evolución en la siguiente
afirmación:
“La hipótesis de un dios ya no tiene ningún valor pragmático para la
interpretación o comprensión de la naturaleza, y en realidad frecuentemente actúa
como estorbo para una mejor y más verdadera interpretación. Operativamente, Dios
está comenzando a parecer no un gobernante sino la última y evanescente sonrisa de un
Gato de Chesire”.

F. La evolución destruye la Biblia

Hace muchos años el ateo y evolucionista Charles Smith dijo: «La evolución
pone a la Biblia en bancarrota. Desacredita la palabra de Dios. El esquema de Ley y el
esquema de Redención no se sostienen juntos. Si descendemos de los simios, no
necesitamos un Salvador.» Y proseguía diciendo: « Si aceptáis la evolución, tenéis que
dejar a un lado la Biblia y a Dios» ¡Y cuánta razón tenía!
En la misma vena, otro evolucionista ateo, Woolsey Teller, decía que «si la
evolución es aceptada, ¡Adán y Eva se van! Esta historia, esta fábula bíblica, es una
interesante mitología pero no presenta la verdadera realidad acerca del origen del
hombre». Un texto de biología actual dice: «Darwin y sus sucesores han desacreditado
la vieja idea de una creación especial de los seres vivos tal como los encontramos hoy
día en el mundo.» E1 zoólogo alemán Ernst Haeckel (1834-1919) dijo: «La evolución
excluye el proceso sobrenatural, todo acto preconcebido y consciente de un carácter
personal. Nada clarificará más el pleno significado de la historia del linaje (evolución)
que denominarlo una teoría no milagrosa.» Thomson expresó adecuadamente la
posición que él mismo mantenía, junto con otros muchos evolucionistas teístas, en las
siguientes palabras:
“Si la mente religiosa identifica su fe con alguna forma particular de doctrina
que se atrinchera en lo concreto, puede estar envolviendo una verdad de una manera
que sea un insulto a la moderna inteligencia científica. Es indudable que hay verdad
espiritual en el relato del Génesis acerca del origen del hombre; pero el hecho de
tomarlo literalmente es robarle su poesía”.
En años recientes, hombres como Robert Alley, un modernista y evolucionista
teísta, han estado emprendiendo duros ataques contra la inspiración bíblica. Alley
mantiene firmemente que Génesis es un mito y que la evolución «es la más razonable
teoría de los orígenes humanos actualmente disponible». Esto es una representación de
la postura de aquellos que se han lanzado a la obsesión evolucionista, y que sin embargo
tratan de aferrarse a un poco de la Biblia en un esfuerzo para que su religión secularista
tenga un poco de «teología».
La Biblia es vaciada de su inspiración por el modernista. Cada evolucionista
teísta debería levantar atentamente los oídos ante las palabras de estos evolucionistas. El
pensamiento evolucionista coherente no tiene lugar para la Biblia. Thomson y el grupo
que él representa dejan la Biblia a merced de la evolución. Y más tarde o más temprano
cada evolucionista teísta tendrá que afrontar el problema de o bien aceptar de todo
corazón la teoría de la evolución, o, de todo corazón la Biblia. No puede haber
componendas entre estos dos campos de pensamiento. E1 diligente respeto y deseo de
aceptar y creer una postura llevará al rechazo de la otra.
La postura de compromiso de la evolución teísta no es lógica. Es tan sólo una
progresión desde el terreno bíblico hacia el de la evolución. Davidheiser estaba en lo
cierto al decir: «No importa cuál sea el enfoque, el evolucionismo teísta conduce
lógicamente al modernismo» Y el evolucionismo es modernismo. La aceptación de la

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evolución va seguida lógicamente por el rechazo de una concepción elevada de la
inspiración bíblica, luego por el rechazamiento de la doctrina de la Caída y de la
Maldición, y finalmente por el rechazamiento de la expiación vicaria.» Y las
consecuencias siguen y siguen. Si la evolución entra, la religión, lógicamente, tiene que
salir.
El evolucionismo provee al hombre con una vía de escape de su responsabilidad
hacia Dios. Si todo lo actualmente existente ha surgido y se ha desarrollado sin Dios,
entonces no hay juez ante quien tengamos que comparecer todos. En la interpretación de
muchos, el hombre es responsable sólo ante sí mismo, y aquello que ayuda a la
evolución ayuda a la sociedad.
Así la evolución haría desvanecer el pecado. Después de todo, si solo somos
animales evolucionados, ¿cómo podría un animal pecar contra otro? La evolución teísta
limita el poder de Dios. Seguida hasta su fin, hace más que limitar, elimina del todo a
Dios y los milagros. La evolución es un proceso de eliminación, una eliminación total
de la religión.
Sin una norma de moralidad, la sociedad se deteriora. El hombre ha demostrado
que es incapaz de establecer ninguna norma real de vida recta. Tiene que haber algo más
elevado. Tiene que tener una autoridad superior a la suya propia. Si quitamos la Biblia
de la escena, ¿con qué ajustará su vida? No quedaría nada con lo que pudiéramos regir
nuestras vidas de una manera coherente. Y muchos evolucionistas ateos desean
precisamente esto. «La historia del siglo pasado ha mostrado una y otra vez», advierte
Davidheiser, «que al ser aceptada la teoría evolucionista por la sociedad, la fe
cristiana se deteriora». Y cuando la fe cristiana se deteriora, se introduce el caos. «Tal
como se siembra, así se segará. Y el hombre ha sembrado un viento evolucionista. Por
ello, está cosechando un devastador torbellino, y seguirá cosechándolo hasta que
abandone esta falsa filosofía.» Acworth presenta correctamente al hombre moderno de
la siguiente manera:
“Los modernos psicólogos tienden a tratar las tendencias del hombre hacia la
concupiscencia, agresión, crueldad, cobardía y todo el resto como cosas «naturales», y
en base de la suposición de que se trata simplemente de partes de la naturaleza animal
del hombre; y en ello están totalmente en lo cierto, si la teoría de la evolución es
cierta.”
Así, si la evolución es verdad todos somos realmente sólo animales. ¿Y qué
código moral deberían tener los animales?
Si la teoría de la evolución está tan vacía de hechos, entonces, ¿por qué hay
tantos evolucionistas? ¿Por qué cree la gente en una filosofía tan indefendible y con
unas consecuencias sociológicas tan desdichadas? Estas son buenas preguntas, y
preguntas que merecen algún tipo de respuesta. El autor desearía dar algunas razones de
por qué la gente cree en la teoría de la evolución. Entre otras razones están las
siguientes:

A. Credulidad

Cuando los científicos proclaman atrevidamente que la evolución es un hecho


demostrado, muchos estudiantes, por respeto a los científicos, simplemente aceptan
estas afirmaciones crédulamente por las buenas. «Desafortunadamente, la historia de la
evolución ha recibido tanta publicidad de parte de científicos, enciclopedias, libros de
texto y otras fuentes de información por lo general fiables que la persona promedio de
la actualidad la ha aceptado como verdad sin poner en tela de juicio la fuente o
naturaleza de la información». Esto es cierto no sólo de aquellos que están

14
relativamente faltos de instrucción en los campos científicos, sino también de aquellos
que son científicos en otros campos que los centrados específicamente alrededor del
estudio de la evolución.
Los científicos especializados no tienen tiempo de ser especialistas en campos
de estudio ajenos al propio. Simplemente, tienen que aceptar por las buenas los
resultados de otros. Y esto ha llevado a muchos eruditos científicos a aceptar las
conclusiones evolucionistas de biólogos, paleontólogos y otros que trabajan
directamente en base de presunciones evolucionistas.
Esto explica... por qué muchas personas brillantes han sido conducidas a aceptar
alguna forma de evolución. No teniendo acceso a toda la supuesta evidencia por sí
mismos, han sido barridos por el abrumador coro de afirmaciones de parte de otros que
tienen más fe que hechos.
Y, ¿por qué los estudiantes universitarios son absorbidos por este vacío de
pensamiento? Para muchos, cualquiera que tenga un doctorado tiene que saberlo casi
todo. Al menos, se le tiene como infalible en proclamación. Los hay que creen que
cualquier cosa que diga un científico tiene que ser cierta. Cuando un científico habla
acerca de cualquier tema lo probable es que se le crea. Puede que esté hablando de algo
ajeno a su campo, pero el mismo respeto que se debería mostrar a afirmaciones dadas
desde dentro de su campo son casi inconscientemente transferidas a todo lo que dice.
Esta veneración de los científicos lleva muchas veces a la aceptación de suposiciones
como un hecho. Tenemos que reconocer que los científicos son humanos, también.
Hace muchos años Bettex dijo con razón: «Por mucho que debamos respetar y admirar
el verdadero conocimiento y capacidad, una veneración infantil hacia el profesor y sus
dogmas tiene que ser rechazada como dañina en sus efectos.»

B. Apremiados a complacer

Muchos estudiantes son presionados a aceptar la filosofía de la evolución debido


a su deseo a conformarse a la norma del pensamiento. «Todos los demás lo creen, ¿y
por qué yo no?» Pero este es un enfoque peligroso para la verdad, y destructor de la
objetividad.
Uno puede fácilmente involucrarse en lo que parece ser una filosofía de moda, la
cosa «in» entre sus compañeros. El factor decisivo es la presión a adaptarse, tanto si está
bien como si está mal. Siempre se precisa de valor y de honradez intelectual para buscar
la verdad frente a la obligación a ser considerado «in» debido a ser «igual».
Aunque no se debe ser inconformista sólo por serlo, sin embargo, la presión para
aceptar la evolución es tan intensa que hay muchos que la aceptan debido a que tienen
miedo de lo que otros puedan pensar de ellos.

C. Deseo de ser considerado inteligente

Muchos evolucionistas enseñan que si uno quiere ser considerado inteligente


tiene que aceptar la teoría de la evolución. El creacionismo es escarnecido y
considerado como un mito. Williams escribió: «Los hay que insisten que la postura que
uno tenga acerca de los "días" de la creación no deberían ser hechos una prueba de
espiritualidad, pero que no parecen objetar a que se haga de ello una prueba de
mentalidad.» Si uno quiere ser considerado inteligente, los evolucionistas ateos no le
permitirán creer en el Génesis.
Una afirmación en el libro Evolution ilustra lo parciales que son algunos
evolucionistas acerca de este punto. A1 referirse a los dos libros de Darwin, -El Origen

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de las Especies y El Origen del Hombre- los escritores dicen acerca de Darwin:
«Cuando hubo terminado, el hecho de la evolución podía ser negado sólo mediante un
abandono de la razón » El escritor evolucionista Loren Eiseley escribió que «en la
actualidad ninguna persona inteligente» podría negar el cambio del hombre en su
evolución. Cuando un estudiante se enfrenta a este tipo de presión puede a veces
sucumbir. Morris dijo con razón: “La principal razón por la que la mayor parte de
personas instruidas creen en la evolución es simplemente porque se les ha dicho ¡que la
mayor parte de las personas instruidas creen en la evolución! Muy pocas veces puede
tal persona hacer mucho más que repetir unas pocas de las “evidencias de la
evolución” normativas y casi nunca ha dado ninguna seria consideración a la cuestión
de sus verdaderas implicaciones”.
Pero no todos los científicos aceptan la teoría de la evolución. Esto se tiene que
entender claro. Muchos la rechazan porque está vacía de toda prueba. El doctor
Ambrose Fleming, anterior presidente de la Asociación Británica para el Avance de la
Ciencia, dijo: “La evolución es carente de base y totalmente increíble." Theodore
Schwarze añadió: «La doctrina de la evolución es un insulto a la .inteligencia de
cualquiera...» Que nunca se nos engañe a pensar que todas las personas «inteligentes»
son evolucionistas.

D. La búsqueda en pos de una solución atea

Muchos científicos son evolucionistas debido a que no tienen otra respuesta para
explicar la existencia del hombre. Han dejado a un lado la Biblia como respuesta. Y al
abandonar la Biblia han abandonado a Dios. Así, son de creencia atea. Y a muchos les
gusta así. Si no hay Dios, entonces no hay nadie ante quien tengamos que sentirnos
responsables más que ante nosotros mismos.
Hay sólo dos explicaciones para la existencia de las cosas que nos rodean:
evolución o creación. Para los evolucionistas, la creación es mitología. Por ello, se
quedan con la única alternativa que les queda: la evolución. Y no importa cuán
incoherente sea la teoría tienen que creerla o abandonar la razón -como ellos piensan –y
aceptar el creacionismo. Gish lo dijo acertadamente: «La razón por la cual la mayor
parte de los científicos aceptan la teoría de la evolución es que la mayor parte de los
científicos son incrédulos, y los incrédulos y materialistas se ven obligados a aceptar
una explicación materialista y naturalista para el origen de todos los seres vivos.»
Los evolucionistas ateos no sólo quieren creer en la evolución, sino que tienen
que creer en la evolución. «Es creída no sólo debido a que provee ya sea una
explicación lógica o científica de la vida, del mundo, o del universo a nuestro
alrededor, sino a que esto es lo que sus proponentes quieren creer.» «Si consideramos
la Historia como fiable nos vemos obligados a decir que la evolución surgió de mentes
paganas, y que recibió expresión en tiempos modernos por hombres que deseaban
eliminar la idea de Dios, y que no sabían nada, o muy poco, acerca de las Escrituras. »
Muchos evolucionistas lo son no debido a que han sido científicamente llevados a creer
en la evolución, sino debido a que han querido creer en la evolución.

E. Lisa y llanamente, prejuicios

Como ya se ha insinuado en los puntos anteriores, muchos científicos son


evolucionistas debido a que simplemente tienen prejuicios en contra de cualquier tipo de
concepto de creación. Para ellos la creación está fuera de la escena y no debe ser
siquiera considerada. «No hay duda de que Darwin, Huxley y Spencer aceptaron la

16
evolución debido a que no querían creer en la creación.» Sir Arthur Keith, un
evolucionista, admite lo mismo: «La evolución no está probada ni es susceptible de
prueba. La creemos debido a que la única alternativa es la creación específica, y esto
es impensable.»
Este prejuicio fue puesto de manifiesto en una afirmación hecha por W. R.
Thompson en su introducción al Origen de las Especies. El doctor Thompson fue
elegido para escribir la introducción al Origen de las Especies que fue impreso en la
colección Evervman's Library Series. Léanse sus observaciones acerca de las actitudes
de muchos evolucionistas.
“Como sabemos, hay una gran diversidad de opinión entre los biólogos, no sólo
acerca de las causas de la evolución, sino también acerca del proceso mismo. Esta
divergencia existe debido a que la evidencia es insatisfactoria y no permite llegar a
ninguna conclusión cierta. Por ello, es necesario y adecuado atraer la atención del
público no científico hacia los desacuerdos con respecto a la evolución. Pero algunas
recientes declaraciones de evolucionistas dan evidencia de que creen que esto no es
razonable. Esta situación, en la que las personas se unen en defensa de una doctrina
que son incapaces de definir científicamente, y mucho menos de demostrar con rigor
científico, intentando mantener su crédito ante el público mediante la supresión de las
críticas y la eliminación de dificultades, es anormal e indeseable en ciencia.”
Tal rigor en el intento de suprimir la crítica contra la teoría de la evolución es
una manifestación de los prejuicios de algunos científicos. Este prejuicio ha llevado a la
manipulación de no pocos hechos. «Cuando alguien está convencido de la verdad de
una idea y está buscando evidencias para demostrar su validez, su juicio tiende a
hacerse parcial, y tiende a interpretar todo de una manera que vaya a demostrar su
posición. Y, con referencia al fraude del Hombre de Piltdown y a otros «fraudes
científicos», Gish añadía: «El éxito de este fraude monumental sirvió para demostrar
que los científicos, lo mismo que todos los demás, son muy susceptibles a encontrar lo
que buscan, sea que esté allí o no.» Sí, nunca debemos olvidar que los científicos son
humanos. Y ser humano significa que uno funciona dentro de ciertas presuposiciones y
prejuicios. Ser científico no le libra a uno de estas emociones y actitudes vitales.

F. Presuposicionismo

«Sean cuales fueren las posturas que se tengan acerca del origen, la
Humanidad, nadie duda seriamente que el hombre haya descendido de los animales...»
Esto es lo que los evolucionistas dicen. Ellos presuponen que la evolución es un hecho
ya demostrado, y que por ello tenemos que aprender más para hacer que concuerden
nuestras teorías evolutivas de los orígenes. Pero la verdad es que los evolucionistas
meramente suponen que la evolución es cierta. Y a partir de aquí llevan a muchos a
creer que su presuposición es un hecho. Pero esto, naturalmente, no la convierte en un
hecho.
Arrastrados por el entusiasmo evolucionista, muchos científicos confunden sus
filosofías con los hechos. Luego, presentan sus filosofías al público como si fueran
hechos demostrados. Little escribió:
“Algunos científicos se dan a hacer afirmaciones que van más allá de los he-
chos. Estas afirmaciones son, en realidad, interpretaciones filosóficas de los hechos
que no tienen el mismo peso de autoridad que los hechos mismos. Desafortunadamente,
pocas veces se distingue entre los hechos y la interpretación en las mentes de los
oyentes.”

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Los evolucionistas simplemente suponen la factualidad de la evolución, y parten
de allí. No intentan ya más probar la teoría, sino que dan por sentado que la teoría es
cierta. Y luego esperan que el público se lo trague todo, «anzuelo, sedal y plomo». Esto
queda ilustrado con la siguiente afirmación en un libro de biología evolucionista:
“Ella [la evolución] es el más inclusivo de los grandes principios unificadores
de la biología. Constituye una parte tan grande del fundamento de la biología que esta
ciencia difícilmente puede entenderse sin ella. Ha sido presentada de esta manera: «La
teoría de la evolución es para la biología lo que la teoría atómica es para la química y
la física.»
Muchos estudiantes de Universidad que creen en la creación leen afirmaciones
como la anterior, sólo tragan saliva, y esperan lo que salga. Es desafortunado que tales
enseñanzas tengan tan a menudo el campo libre sin ningún reto ni refrenamiento.
Deberían ser repudiadas, especialmente en libros que se supone son documentaciones
científicas de los hechos de la biología.
Cuando alguien levanta la mano para poner en cuestión tales afirmaciones, con
frecuencia se enfrenta con el más intenso ridículo. Una afirmación en el Saturday
Evening Post acerca de los evolucionistas y aquellos que critican la teoría dice: «La
crítica (contra la evolución) es en ocasiones considerada, y quizá dirigida, como un
profundo insulto personal.» Quizá los evolucionistas se sientan insultados porque saben
que no pueden demostrar su teoría. Saben que estas críticas son un ataque en contra de
su carácter científico, no en contra de su insostenible teoría. Es un ataque en contra de
su religión, el evolucionismo.
Así que, ¿qué diremos de la evolución hoy? ¿Dónde se encuentra en nuestra
sociedad? Coder y Howe comienzan diciendo:
“La vigorosa investigación, llevada a cabo durante más de cien años, en
paleontología, taxonomía, homología, embriología y genética ha fracasado en proveer
ninguna prueba final de evolución. La investigación científica ha sido incapaz de
determinar cómo comenzó la vida, y asimismo tiene pocas o ninguna prueba de los
llamados «eslabones perdidos».
En años recientes, la teoría de la evolución ha sido atacada por científicos, no
sólo por teólogos. Obsborn escribió: «en meses recientes la enseñanza de la evolución
se ha visto bajo ataque en diversos estados... no por parte de teólogos, sino de
científicos.» Son los científicos los que están liderando el ataque en contra de la
evolución. Y que nadie crea que los evolucionistas no están sintiendo el calor”.
A los evolucionistas se les está haciendo ver que su teoría es realmente una
filosofía, y para los más una religión. Morris escribió: «Una evidencia de que el
actualismo evolucionista es una religión en vez de ciencia la constituye el hecho de que
sus defensores casi invariablemente reaccionan emocionalmente siempre que un
compañero científico la pone en tela de juicio.» Ello explica las reacciones de los
evolucionistas ante cualquiera que quiera criticar su religión…
La creciente evidencia en contra de la evolución obligará al final a los
evolucionistas a afrontar el hecho de que su posición es insostenible. Algunos entonces
explorarán con apertura de miras la idea de la creación, en tanto que otros
indudablemente persistirán en el materialismo a cualquier precio, y se volverán a formas
del lamarckismo o seguirán a Oparín en la creencia comunista de que la materia se
desarrollará intrínsecamente por su propia acción.
La más reciente tendencia en la actualidad en el pensamiento evolucionista es el
rechazo de la evolución actualista en favor de la evolución catastrofista. Los
evolucionistas están comenzando a darse cuenta y a reconocer el sentido de la evidencia
de los cataclismos geológicos. Están reconociendo que el actualismo no puede dar

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respuestas adecuadas al desarrollo de la vida. La ausencia de formas de transición en el
registro fósil ha llevado a muchos evolucionistas a cuestionar la teoría largo tiempo
sostenida de que la vida se desarrolló gradualmente. Morris escribió:
“Un intrigante desarrollo en el reciente pensamiento evolucionista ha sido el
creciente repudio de la ortodoxia neodarwinista (esto es, la idea de una evolución lenta
y gradual, conseguida con el mecanismo de pequeñas mutaciones genéticas aleatorias
preservadas por la selección natural) en favor de la idea de una evolución rápida
provocada por rápidos cambios ambientales. En lugar de argumentar sólo en contra
del actualismo evolucionista, el creacionista se ve ahora con la necesidad de
enfrentarse también ¡al evolucionismo catastrofista!”
Es casi irónico que los argumentos creacionistas que han sido utilizados durante
años para combatir el evolucionismo actualista estén siendo utilizados ahora por
muchos evolucionistas también para refutar el evolucionismo actualista. Están usando el
mismo vigor para promover los argumentos en favor del catastrofismo que el que
utilizaban para rechazar el catastrofismo hace sólo unos pocos años. Morris añade:
“Es interesante que estas actuales críticas de darwinismo son esencialmente las
mismas que los creacionistas han estado haciendo durante años y que los
evolucionistas han estado negando hasta hace poco. Cuando, por ejemplo, los
creacionistas señalaron las connotaciones racistas del neodarwinismo, los
evolucionistas se indignaron, pero ahora sus propios colegas están emitiendo la misma
acusación”.
Sin embargo, el evolucionismo actualista está profundamente atrincherado en la
mente humana. Será difícil de desarraigar. Pero ello no significa que la batalla en su
contra sea inútil, ¡no lo es! Es difícil cambiar la imaginación de las mentes de las
personas. Pero se puede hacer. El hombre puede ser convencido de que el
evolucionismo es una teoría inútil y una dificultad para mover el progreso. Louis
Bounoure, un biólogo francés bien conocido, dijo: «E1 evolucionismo es un cuento de
hadas para adultos. Esta teoría no ha sido ninguna ayuda para el progreso de la
ciencia. Es inútil»
En la actualidad, la evolución sigue constituyendo primariamente una actitud de
la mente, y una actitud que es peligrosa y negativa. Alienta a la soberbia y al
entusiasmo, que a su vez conducen a la desilusión y a la pérdida del sosiego mental.
Centra la atención en frenéticos proyectos de mejora que nunca se materializan y hace
que los hombres pierdan el sentido de sus limitaciones.
En los últimos años surgió una nueva criatura de estas teorías evolutivas por
selección natural. Es una nueva filosofía llamada sociobiología. Los que han inventado
esta polémica escuela de pensamiento han afirmado que todo el comportamiento
humano está basado en la genética. En otras palabras, nuestro comportamiento es lo que
es debido a que está establecido en nuestros genes, en el ADN. Nuestro comportamiento
está programado, no aprendido. Esté predeterminado, y no moldeado por experiencias
personales. Si odiamos, es porque nuestros genes están estructurados para ello. Si
matamos, es porque nuestro ADN está compuesto de esta manera. Hoy día ya no es que
«el diablo me lo hizo hacer», sino que «mis genes me lo hicieron hacer». El
sociobiólogo Richard Dawkins dice acerca de nuestros genes que ellos forman
enjambres en grandes colonias, a salvo dentro de gigantescos y torpes robots, protegidos
del mundo exterior, y manipulándolo mediante control remoto. Están en ti y en mí; nos
crearon en cuerpo y alma; y su preservación es la razón última de nuestra existencia...
somos sus máquinas de supervivencia.
En realidad, este es otro ataque del evolucionismo. Los sociobiólogos están
solamente diciendo que nuestro comportamiento ha evolucionado junto con nuestros

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cuerpos. La conducta y el cuerpo se hallan bajo el control del ADN. Robert Trivers, uno
de los más importantes promotores de la sociobiología en América, dijo:
“Una vez aprendí lo que era la selección natural, resultó claro que durante cien
años desde Darwin no se había hecho casi ningún trabajo para aplicar sus
razonamientos a la conducta social. Era una increíble oportunidad poderse mover
dentro de este enorme vacío.”
Si los sociobiólogos están en lo cierto, entonces no hay nada que pueda calificar
de mala acción. Todo tipo de mal que haya en el mundo actual podría encontrar su
justificación en la sociobiología, esto es precisamente lo que ellos pretenden. Ello tan
sólo pone de manifiesto hasta qué extremo ha sido llevado el pensamiento evolucionista
en años recientes. Y ello debería proclamar a voz en grito inmensos peligros inherentes
en la filosofía de la evolución.
Los frutos de la evolución son abundantes. Pero están todos podridos. La
sociobiología es sólo una reciente extensión de los principios evolucionistas. La guerra,
el crimen, robos, asesinatos y odio constituyen parte integrante de la lucha evolutiva por
la supervivencia. Nada hay que sea malo. Nada hay que vaya en contra de ninguna ley
moral, porque no hay ninguna ley moral en base de la filosofía de la evolución. Haz lo
que te dé la gana. Vive tu propia vida. Consigue todo lo que puedas. Haz todo lo que
puedas en la vida para conseguir placer. Toda la vida es una lucha, una lucha para
sobrevivir por encima de nuestro hermano. Este es el fin real del pensamiento
evolucionista. Este es el verdadero sabor de este amargo fruto.

DIOS, LA BIBLIA Y LA EVOLUCIÓN

Dios hizo al hombre directamente de la tierra como se narra en la Biblia.


¿En qué me baso para afirmar esto?
En varios puntos básicos contenidos en la Biblia, que para mí es más importante
y legal que los restos fósiles para Darwin y evolucionistas, ya que la autenticidad de la
Biblia ha sido demostrada suficientemente en todos los aspectos, mientras que la teoría
de la evolución falla por los cuatro costados.
Los puntos en los que me baso para hacer más fiable la Biblia que Darwin y los
evolucionistas son los siguientes:
En (Génesis 1, 25-30) se dice: "Hizo, pues, Dios las bestias salvajes de la tierra
según sus especies, y los animales domésticos, y todo reptil terrestre según su especie. Y
vio Dios que lo hecho era bueno.
Y por fin dijo: Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra, para que
domine a los peces del mar, y a las aves del cielo, y a todos los animales que se mueven
sobre la tierra.
Y añadió Dios: Ved que os he dado todas las hierbas que producen simiente
sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen simiente de su especie, para
que os sirvan de alimento a vosotros.
Y a todos los animales salvajes, a todas las aves del cielo y a todo ser que se
arrastra sobre la tierra, le doy por alimento toda hierba verde. Y así se hizo".
Vemos aquí cómo Dios hace al hombre a imagen y semejanza suya. ¿Podríamos
decir que Dios era un mono?... ¿No sería por el contrario que Dios creó al hombre y a la
mujer tal como vemos en la Biblia, perfectos, y luego al ser expulsados del Paraíso
debido al primitivo género de vida que llevaron entonces adoptaron formas bestiales
parecidas al simio pero que en ningún caso quiere significar que el hombre proceda de
éste? Está comprobado que el trabajo y el ambiente que rodea a una persona influyen en
ella, en su educación y aspecto externo, que será más o menos refinado dependiendo de

20
sus ocupaciones cotidianas; el andar y formas rudas son más normales en las personas
que viven en el campo, dedicadas a los trabajos agrícolas, que las que trabajan en la
ciudad, esto, hace cincuenta años, porque actualmente al haberse mecanizado las tareas
agrícolas no hay diferencia entre el hombre de ciudad y del campo, pero antes se notaba
mucho la diferencia.
Otro punto en el que me baso es (Mateo. 19, 4 - 6) donde dice:
"Y él, en respuesta, les dijo: ¿No habéis leído que el Hacedor los hizo, al
principio, varón y hembra?
Y dijo: Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y unirse ha con su
mujer, y serán dos en una sola carne.
Así que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios, pues, ha unido, no lo
desuna el hombre".
Esto iría muy en contra de la teoría de la evolución ya que el hombre de Darwin
no sería "uno con una" sino el "jefe de la manada" con muchas hembras, lo que no está
de acuerdo con la palabra de Jesús de "uno y una".
Por otro lado ¿qué mal hubiera existido, de haber procedido el hombre del mono,
el que Dios hubiera dicho en la Biblia, por medio de sus autores sagrados: "Dios creó
todos los animales, de entre ellos se escogió a dos, a los que transformó, procediendo
de ellos toda la Humanidad"?; de hecho la teoría de la evolución, aún siendo falsa, es
enseñada a nuestros niños en las escuelas de una forma asequible y ellos la entienden.
Vemos cómo Dios no lo hizo así, sino que, taxativamente, dice que el hombre procede
de la tierra, del polvo. Tampoco hay que olvidar la especial procedencia de la mujer: de
una costilla de Adán; extremo que estaría de más si consideramos la teoría darviniana,
pues la hembra de la especie habría evolucionado también y no haría falta que Dios
extrajera a la mujer del hombre.
En (Génesis 2, 18-25) leemos: "Dijo Dios, el Señor: No es bueno que el hombre
esté solo; hagámosle ayuda que sea semejante a él.
Formado, pues, que hubo de la tierra el Señor Dios todos los animales terrestres
y todas las aves del cielo, los trajo al hombre, para que viese cómo los había de llamar;
y, en efecto, todos los nombres puestos por el hombre a los animales vivientes esos son
sus nombres propios.
Llamó, pues, Adán por sus propios nombres a todos los animales, a todas las
aves del cielo y a todas las bestias de la tierra; pero no se hallaba para Adán ayuda
que le fuese semejante.
Y el Señor infundió en Adán un profundo sueño, y mientras estaba dormido le
quitó una de las costillas y llenó de carne aquel vacío.
Y de la costilla que había sacado de Adán formó el Señor Dios una mujer, la
cual puso delante de Adán.
Y dijo el hombre: Esto es hueso de mis huesos, y carne de mi carne llamarse ha,
pues, varona, porque del varón ha sido sacada.
Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y estará unido a su mujer, y
los dos vendrán a ser una sola carne.
Y ambos, a saber, Adán y su esposa, estaban desnudos y no sentían por ello
ningún rubor"
Es lógico que si Adán procedía de un simio, hubiera hembras simias... ¿por qué
se dice entonces aquí que no se hallaba para Adán ayuda que le fuese semejante?
Por otro lado ¿qué necesidad había de que Dios dijese que había sacado a Eva de
una costilla de Adán cuando podía haber dicho que la había sacado igual que a Adán del
polvo, a no ser que realmente hubiera sido sacada de la costilla?...

21
Leemos luego en (Génesis 2, 16-17): "Dióle también este precepto diciendo:
Puedes comer del fruto de todos los árboles del paraíso.
Pero del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas; porque en
cualquier día que comieres de él, ciertamente morirás".
También en (Génesis 3, 3-4; 16-19); "Pero del fruto de aquel árbol que está en
medio del paraíso mandónos Dios que no comiésemos ni lo tocásemos, para que no
muramos.
Dijo entonces la serpiente a la mujer: ¡Oh!, Ciertamente que no moriréis."
"Dijo asimismo a la mujer: Multiplicaré tus dolores en tus preñeces; CON
DOLOR PARIRÁS LOS HIJOS, y estarás bajo la potestad de tu marido, y él te
dominará.
Y a Adán le dijo: Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer, y comido del
árbol del que te mandé no comieses, maldita sea la tierra por tu causa: con grandes
fatigas sacarás de ella el alimento en todo el curso de tu vida.
Espinas y abrojos te producirá, y comerás hierbas de la tierra.
MEDIANTE EL SUDOR DE TU ROSTRO COMERÁS EL PAN, HASTA QUE
VUELVAS A LA TIERRA DE QUE FUISTE FORMADO: PUESTO QUE POLVO ERES
Y A SER POLVO TORNARÁS".
Según la teoría darviniana el simio, del que procede, según él, el hombre, tuvo
que luchar y demostrar sus mejores aptitudes para subsistir de todo el entorno que lo
rodeaba luchando contra otras fieras salvajes, siendo algunos de ellos destrozados por
otros animales más fieros; es decir, existían el trabajo, para vivir, y la muerte. ¿No
queda fuera de lugar la maldición de Dios a Adán de "MEDIANTE EL SUDOR DE TU
ROSTRO COMERÁS EL PAN Y POLVO ERES Y A SER POLVO TORNARÁS", puesto
que de hecho ya esto lo hacía antes, pues tenía que trabajar para comer y moría, ya fuera
violentamente o de una manera natural?
Según San Pablo la muerte entró por el pecado (Romanos 5, 12): "Por tanto, ASÍ
COMO POR UN SOLO HOMBRE ENTRÓ EL PECADO EN ESTE MUNDO, Y POR
EL PECADO LA MUERTE, ASÍ LA MUERTE PASÓ A TODOS LOS HOMBRES, por
cuanto todos pecaron", y (I Corintios 15, 20-23):
"Pero Cristo, primicias de los que se durmieron, ha resucitado de entre los
muertos.
Porque, ASÍ COMO POR UN HOMBRE VINO LA MUERTE, por un hombre
viene la resurrección de los muertos.
Que así COMO EN ADÁN MUEREN TODOS, así en Cristo todos serán
vivificados.
Pero cada uno en su propio orden: Cristo, las primicias, después los de Cristo
cuando su advenimiento".
Si la muerte entró por el pecado, antes de éste no existía la muerte, lo que de
hecho estaría contra la teoría de Darwin, ya que las especies se sucedían y morían...
Así pues se enfrenta la Ciencia (errónea en este caso) con la Biblia. ¿Cuál tiene
razón?...
Para mí, por supuesto, la Biblia.

* * *

La impresión que uno recibe leyendo algunos autores cristianos, es que la


veracidad o falsedad de la teoría de la evolución no tiene importancia, con tal de que
uno crea que el Ser Supremo fue Quien la dirigió en el curso de millones de años. Pero
la cosa no es tan sencilla. Toda esta cuestión de la falsedad o no de la hipótesis

22
evolucionista es de gran trascendencia, pues afecta esencialmente a nuestras relaciones
con Dios, o sea, toda nuestra vida espiritual.
Como escribió el químico español, Santiago Escuain: «Si el debate creación-
evolución no tuviera más importancia que la puramente académica, no valdría la pena
ocuparse demasiado de ello, pero el hecho es que toca a todas las áreas. La postura
que se tome ante esto afectará la visión que uno tenga de las doctrinas sobre los
orígenes, sobre la naturaleza y sobre los atributos de Dios, sobre la confiabilidad del
registro bíblico, sobre la simplicidad y claridad que le atribuyamos.»
Tristemente algunos bien intencionados cristianos, buscando la paz a cualquier
precio, están postulando una evolución teísta y una creación progresiva. Pero como
observó y comentó, con mucha perspicacia, el incrédulo, T. H. Huxley: «la doctrina de
la evolución, si es aceptada con todas sus consecuencias, hace imposible la creencia en
la Biblia».
El concepto de la evolución teísta, que quiera alegorizar los primeros capítulos
de Génesis no es nada nuevo. Ha existido por años. Sí, desgraciadamente, pero ahora
nos alarmamos al ver a algunos queridos amigos, que estimábamos campeones de la fe
bíblica, que son quienes, para no quedarse atrás en cuanto a la moda teológica, están
tratando de adorar y servir a Dios mientras rinden culto al falso «baal», la teoría de la
evolución. El diablo no negó a Dios en el Edén, solamente sugirió una mentira, que
sonaba razonable, para tomar el lugar de lo que había dicho Dios. Hoy está haciendo lo
mismo. No la aceptemos, pues la incredulidad puede invadirnos y no dejar lugar para la
fe en el resto de la Biblia.
Siendo que nuestras creencias y convicciones son los que determinan nuestras
actitudes y nuestro comportamiento, es muy preocupante toda la idea de la evolución
orgánica y la manera tan descarada y dogmática con que las fuerzas docentes están
llevando a cabo un lavado de cerebro del público por la radio, la televisión, la prensa,
Internet y los libros de texto escolares. La supuesta e insostenible teoría de la evolución
es el error más funesto de los hombres y la mentira más dañina del diablo para las almas
en tiempos modernos. El diablo «es mentiroso, y padre de mentiras». Juan 8:44.
Trágicamente, muchos científicos no toman en cuenta ni a Dios ni su revelación,
y así llegan a conclusiones muy equivocadas. No se debe olvidar que el «dios de este
siglo» influye poderosamente en la mente del hombre sin Dios y puede trastornarlo en
su raciocinio para creer cosas falsas. (1 Cor. 1:20; 2 Tes. 2:10,11). Si, como el doctor C.
W. Carvar, humildemente buscaran al Señor y su sabiduría, Él les ayudaría a descubrir y
sacar conclusiones correctas. Salmo 25:9; Jer. 33:5 y Sant. 1:5 «Si alguno de vosotros
tiene falta de sabiduría, pídala a Dios y le será dada.»
La idea de que los científicos sean siempre completamente imparciales y
objetivos en su manera de pensar es falsa. Esperamos que la mayor parte sean, pero
tanto ellos como los teólogos son humanos, y están expuestos a la parcialidad como
cualquier otro. “Los corazones no regenerados no perciben y los rebeldes son
entenebrecidos”. (1 Cor. 2:14, Rom. 1: 20)
La filosofía materialista (fomentada por el ateo Oparín) es la creencia en la
materia (masa-energía) como la única realidad, y que no hay dimensión espiritual. Aún
antes de empezar a examinar evidencias científicas, Oparín, en su libro «El Origen de la
Vida», afirma su aceptación de una filosofía de «materia solamente».
Admitido por ellos mismos, la única razón por la que algunos científicos ateos y
humanistas siguen defendiendo la evolución es que no quieren reconocer la única
alternativa, la creación divina.

23
«Éstos ignoran voluntariamente, que en tiempo antiguo fueron hechos por la
Palabra de Dios los cielos y la tierra.» (2 Pedro 3:5). «Los cielos cuentan la gloria de
Dios y el firmamento anuncia las obras de sus manos.»
El Prof. Anthony Ostric de St. Mary's College, South Bend, O., ante el Noveno
Congreso de Ciencias Antropológicas y Etnologenéticas, dijo: «Pocos de los líderes en
antropología y biología siguen apoyando la teoría de la evolución, y la mayor parte de
los profesionales les siguen por miedo de no ser considerados eruditos y ser rechazados
en círculos académicos.» «El temor del hombre pone un lazo.» (Prov. 29:25). La mayor
parte de los pseudocientíficos en los centros docentes poco piensan ni investigan por sí
mismos. Son meros ecos de otros científicos de su preferencia.
«Esta formulación (de la evolución) deja silenciosamente a un lado cualquier
posible origen sobrenatural de la vida, así es la de de la ciencia de nuestro tiempo, que
todos compartimos.» Es que no quieren a Dios, ni siquiera en el pensamiento. Por lo
tanto, al considerar los argumentos que ofrecen, el cristiano debe tomar en cuenta el
prejuicio antiteísta de muchos científicos.
Algunos dan como razón para no aceptar que Dios hizo todo; que: «Este método
de resolver el problema no fomenta la investigación y, por lo tanto, es rechazado
intelectualmente.» Esto no es cierto. Hay veintenas de científicos cristianos, biólogos,
bioquímicos, paleontólogos, que están investigando distintas facetas de éste y otros
enigmas.
Lo triste es que la alta fraternidad científica es un círculo bien cerrado. Sus
miembros no reconocen ni admiten a otros que no estén de acuerdo con su filosofía atea.
En algunos casos son panteístas. Para poder entrar y quedarse en ese círculo académico,
hay que profesar y adherirse a sus dogmas filosóficos y no dejarse llevar por evidencias
contrarias.
La Biología y la Geología han estado poniendo sus relojes la una por la otra,
aunque desgraciadamente ambas están equivocadas. En la medida en que los biólogos
han necesitado más tiempo para sus micromutaciones, los geólogos han contribuido su
parte a la tarea de sostener la supuesta evolución, alargando más y más sus edades
geológicas. De centenares de miles de años las fechas alegadas han llegado a ser de
muchos millones de años. Pero a fuerza de los hechos algunos científicos como G.
Salet, F. Hoyl, y otros, están llegando a reconocer que detrás de todo ha tenido que
haber una inteligencia creadora, aunque no quieren reconocerlo como una persona ni la
escriben con mayúscula.
Tantos huecos grandes están apareciendo en el barco de la evolución que
solamente se queda a flote en la mente del público con la ayuda de los remiendos que
los macromutacionistas improvisan desesperadamente.
Que nadie se asuste por los millones y miles de millones de años que están
imaginando los evolucionistas. A más de cinco o seis mil no pueden calcular por el
método «carbono 14». Así, han tenido que arreglar otros métodos a base de muchas
especulaciones, que les dan los números altos que desean.
Del público en general muy pocos se dan cuenta de las discrepancias que existen
dentro del campo de evolucionistas. Hay los que enérgicamente defienden la idea de
evolución por micromutaciones, mientras otros luchan para establecer su idea de
evolución por macromutaciones. Pero ni unos ni otros tienen un mecanismo adecuado
para producir mutaciones beneficiosas.
En los últimos años las ciencias que tienen que ver con orígenes y la evolución
se han visto invadidas por una filosofía humanista atea que destruye toda objetividad en
sus investigaciones y hace que los científicos rechacen todos los descubrimientos e
ideas que no estén de acuerdo con sus conceptos filosóficos.

24
Aparte de algunas similitudes de apariencia y a veces de actuaciones por
instintos entre algunos géneros, la evolución ya no tiene ninguna base para poder
pretender ser una verdad. El parentesco entre géneros es que tienen el mismo Creador.
La estructura celular es igual, pero el Creador ha escrito unas instrucciones diferentes en
el ADN de cada clase.
Hasta ahora los bioquímicos solamente han llegado a sintetizar poquísimas de
las proteínas de las más de mil que hacen falta para una célula viable. Si algún día en el
lejano futuro logran producir vida de materiales sin vida, tendrá que ser por el trabajo de
muchos bioquímicos durante muchos años, pero no significará en lo más mínimo que la
vida se originó por casualidad, sino que era absolutamente necesaria una inteligencia
creadora altamente superior a la de los investigadores, y quien les dotó de sus cerebros
maravillosos. Ellos tendrán que haber escogido las combinaciones químicas
exactamente acedadas, establecido condiciones especiales en sus laboratorios y todo
bajo un manejo muy sabio y cuidadoso. Todo eso está muy lejos del azar.
La evolución puede ser llamada «la mentira del siglo», pues tiene engañados a
gran mayoría de los hombres y alejados de su Creador y Redentor. ¿Cómo puede un
creyente bíblico transigir con ella? Sin duda, el diablo seguirá usando toda clase de
falsedades para sostenerla, porque la evolución le es muy útil para retener a los suyos
lejos del arrepentimiento y fe en Dios. Goebbels, el hábil portavoz del tirano Hitler dijo
que «Una mentira, repetidas muchas veces tiene más probabilidad de ser creída que la
verdad.» Así hoy día muchos creen en la evolución a causa de la enorme propaganda
que tiene por todos los medios y en todos los círculos.
«El principio ético inherente en la hipótesis de la evolución es que solamente los
mejores tienen el derecho de vivir.» Hitler y los nazis, influidos por esa teoría,
pretendían estar ayudando a llevar a cabo el proceso de evolución con más velocidad,
exterminando en las cámaras de gas, a millones de seres inferiores, como él y los suyos
consideraban a los judíos. En contraste a ellos Jesucristo mostró mucho interés por los
débiles, los enfermos y los inválidos y les mostró su compasión. «Pero los malos
hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.» 2
Tim. 3, 13
Los que han oído tanto a favor de la evolución deben tener valor y honradez con
ellos mismos para examinar los hechos que apuntan a una creación sobrenatural. Hay
evidencias suficientes para demostrar que las probabilidades y las posibilidades de una
evolución orgánica son insignificantes o nulas. Y si no hay una estimación en contra,
hay bases para creer en la única alternativa admitida por todos: la creación divina.
Todo es incertidumbre en la evolución.
Es curioso que, según un artículo en el «País», periódico de Madrid, fecha 17 de
Enero de 1988, unos científicos americanos han llegado a la conclusión de que todos
descendemos de una sola mujer africana, a la cual llaman: «Madre Eva Mitocondrial».
Empieza por suponer la hipótesis de la evolución por «equilibrio puntuado» con un salto
al final al «homo sapiens». Luego pasa a citar a otros científicos, incluyendo algunos
españoles, que no están de acuerdo con algunos puntos. Todo el artículo está basado
sobre puras hipótesis.
El conflicto no es entre la Biblia y los hechos descubiertos por los científicos,
sino entre algunas teorías filosóficas y la revelación divina. «Sí, pero los científicos
evolucionistas tendrán explicaciones adecuadas para todos», se dice el hombre de la
calle. Es precisamente lo que no tienen, aunque siguen buscándolas desesperadamente.
La verdad es que, a pesar del prestigio de la teoría y el tremendo esfuerzo intelectual
que se hace para cuadrar los sistemas vivientes dentro del pensamiento darviniano, los
hechos de la naturaleza rehúsan cooperar a su tesis.

25
No son de confianza los filósofos que creen que pueden explicar todas las cosas
sin Dios, ni los teólogos que creen saber todas las cosas acerca de Dios.
El Dr. Shute, en su libro Flaws in the Theory of Evolution, y P. J. Meldau, en
“Why we believe in Creation”, nos nombran centenares de criaturas dotadas de órganos
e instintos tan idóneos para sus ambientes y necesidades, que nos asombran. El
propósito de este estudio nos permite detallar las estructuras y aptitudes de los miles de
organismos poco conocidos por el público y cuya existencia solamente se puede
explicar postulando a un Ser Inteligentísimo y Omnipotente.
La teoría de Darwin y sus modificaciones modernas son, simplemente, deseos y
conjeturas carentes de fundamentos científicos. En su propaganda no han faltado
engaños intencionados, como en el caso del tristemente célebre asunto de Piltdown, las
reconstrucciones de yeso en los museos, y dibujos en los libros de texto.
El bien reconocido catedrático de Zoofisiología, el doctor S. Lovtrop, en su libro
“La Refutación de un Mito”, escribe: «Después de esta sabia eliminación, lo único que
queda es que la teoría de la selección natural es falsa. Hay un número considerable de
hechos empíricos que no se ajustan a la teoría, por tanto, en realidad, la teoría está
falsificada y ¿por qué no ha sido abandonada?»…
El doctor M. Dentón comenta: «Es un poco aventurado pretender que procesos
casuales pudieran haber construido mosquitos y elefantes, cuando no hemos podido
determinar la probabilidad de la formación real por azar de una sola molécula de
proteína funcional.»
H. J. Muller, genetista. Premio Nóbel, dice: «La mayor parte de las mutaciones
son malas (dañinas); de hecho las mutaciones buenas son tan raras que se puede
considerar que todas son malas. En un 99 por ciento de los casos la mutación produce
alguna clase de defecto dañino o perturbación funcional.»
A la hipótesis de la evolución por macromutaciones, saltos o «equilibrio
puntuado», le faltan mecanismos genéticos seguros o por lo menos racionales. Ni
«micros» ni «macros», ni virus ni monos, solamente Dios es el Autor y Sustentador de
la vida en todas sus manifestaciones.
El Dr. H. M. Morris en su libro, Scientific Creationism, observa que: “En
ninguna manera parece lógico que Dios usara la evolución como método para la
maravillosísima ordenación de este mundo, porque es inconsecuente con todo lo que
sabemos de Él, ya que:
a) La evolución es inconsecuente con la omnipotencia de Dios. Él es poderoso
para crear el mundo en un instante y no tiene ninguna necesidad de hacerlo en millones
de años.
b) La evolución es inconsecuente con sus propósitos. Si su meta era crear una
raza de hombres a su imagen y semejanza, no es lógico que Él esperara a hacerlo al
final de un proceso evolucionista que implicara millones de años.
c) La evolución tal como es interpretada por los geólogos evolucionistas está
llena de extinciones de seres mal ajustados, callejones sin salida, y otras evidencias de
una planificación deficiente. De hecho, la misma esencia de la evolución es una serie de
mutaciones hechas al azar, según el supuesto progreso científico.
d) La evolución es inconsecuente con la naturaleza de un Dios de amor. Los
fósiles hablan con elocuencia de un mundo duro, lleno de cataclismos, luchas por la
existencia y muertes violentas, —el exterminio de los débiles— no aptos.
e) La evolución es inconsecuente con todo lo que Dios nos ha revelado. Si el
propósito de Dios era la creación y la redención de hombres hechos a su imagen y que
podían corresponderle, parece incomprensible que Dios malgastara millones de años
en un vagar sin aparente blanco para llegar a su meta. Por ejemplo: ¿Qué apariencia

26
de resolución divina podría haber en una existencia de millones de años para llegar a
la extinción de los dinosaurios?
f) La evolución es inconsecuente con la gracia de Dios. La evolución cuadra
más bien con la teoría humanista de lucha para sobrevivir. El concepto cristiano de la
gracia de Dios que provee vida y salvación sobre la base del sacrificio de Dios mismo a
favor de los hombres pecadores e indignos, es diametralmente opuesto a la hipótesis
evolucionista.
Como contraste podemos decir que la revelación bíblica muestra una creación
acabada, en la que no había muerte ni lucha, sino gozo, paz y armonía entre los seres.
La muerte, las enfermedades, los cataclismos y las extinciones, entran en el mundo a
causa del pecado del hombre, así lo explica San Pablo al decirnos que «La creación
quedó sujeta a vanidad,» aunque con esperanza. Los cuadros que pinta Isaías acerca
de la restauración de la creación bajo el reinado del Mesías, es de armonía entre los
seres de la tierra. Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se
acostarán; el becerro, el león y la bestia doméstica andarán juntos y un niño los
pastoreará... y el león como el buey comerá paja, no harán mal... porque toda la tierra
será llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mar.» (Is. 11:6-9).
Aunque la vida se basa en la materia, el código natural, (las instrucciones, la
información) escrito en el ADN, no se deriva de la materia, sino de Aquel que ordenó la
materia. La absoluta improbabilidad de que la primera vida sea espontánea por el azar,
la falta de mecanismos para lograr mutaciones beneficiosas, y en cuanto al tiempo, es
puramente cuantitativo. Sólo, sin dirección inteligente, ni medios, jamás sería capaz de
producir este maravilloso mundo y su contenido.
Recientemente los evolucionistas ateos, agnósticos y otros voluntariamente
rebeldes, dándose cuenta de que algunos del público engañado están despertándose al
ver que los hechos de la naturaleza no cuadran con la hipótesis evolucionista, están
tratando de presentar algo nuevo o que parezca nuevo, explicaciones “verosímiles”. La
única cosa que está evolucionando es la misma teoría de sencilla a cada vez más
complicada.
Huyendo de las imposibilidades que se les presentan, los religionistas de la fe,
evolucionistas, ahora están tratando en vano de resolver sus problemas metiéndolos
dentro del campo bioquímico, que es una esfera de la que el público sabe muy poco, y
es ahí donde los evolucionistas pueden hacer todas las afirmaciones que convengan a
sus teorías. Al propósito, usan un lenguaje científico de palabras técnicas que apenas
nadie entiende ni se detiene a estudiar. Hay bioquímicos cristianos que pueden
refutarlos, y los refutan, a pesar de que los medios de comunicación no les conceden
espacio para hacerlo extensivamente. El engaño prosigue.
El argumento de que todo lo organizado y admirablemente diseñado requiere un
Diseñador es tan válido hoy como en días pasados. No estemos intimidados si los
enemigos claman ruidosamente en su contra.
Referente a alguna posibilidad de inexactitud, mito, leyenda o falsificación en
Génesis, si tales existieran, un silencio de parte de Nuestro Señor Jesucristo habría sido
muy extraño. Estas existen o no existen. Si existieran, o Él los ignoraba, en tal caso no
sería omnisciente, no sería Dios Hijo, sino un engañador, o si sabía de ellas y las estaba
callando para dejar a la gente creer en falsedades, Él no habría sido honrado, sino un
pecador y no el Salvador.
Algunos han alegado que la Biblia comienza con dos relatos contradictorios de
la creación, pero no es probable que un historiador coloque cosas que se contradigan tan
juntas. Tal idea sería atribuir al redactor un alto grado de deficiencia mental. No
podemos decir que un atlas se contradice porque empiece con dos mapas, uno del

27
mundo y el otro de un país determinado. El primero incluiría mucho territorio no
incluido en el segundo, y el segundo incluiría muchos detalles no mostrados en el
primero. Ésta es la relación entre los dos relatos de la creación. Génesis 1:1 a 2:3
describe toda la creación y Génesis 2:4-25 da un relato más detallado de la creación del
hombre. (Hay eruditos que creen que «formó» en el cap. 2:19 debe ser traducido «había
formado»).
Los que quieren hacer ver que los días de la creación eran épocas de miles de
años deben pensar en los hechos siguientes:
1) El sentido de la palabra «yom», traducida «día», es un día normal de 24 horas.
Muy pocas veces se usa para indicar más tiempo.
2) La palabra «yom» usada con un número delante (ej. el cuarto día) siempre
indica un día normal.
3) La forma plural de yom, «yamin», usada más de 700 veces en el A. T.,
siempre, sin excepción, se refiere a días literales de 24 horas.
4) Si las cosas aún hubieran seguido en procesos de evolución, mutaciones y
eliminaciones ¿cómo habría podido Dios decir al final de cada día que lo que había
hecho, «era bueno», y al final de los seis días: «y vio Dios que todo lo que había
hecho... era bueno en gran manera»? Ese hecho elimina toda necesidad de alguna
evolución. Cada género estaba ya perfeccionado.
5) Si los días fueron edades o eras largas, miles de años como requiere la
hipótesis de la evolución ¿cómo se arreglaron las plantas que dependen de los insectos
para su fecundación, y, al haber insectos, ¿cómo pudieron defenderse muchas de ellas
de los gusanos, etc. que las comen, durante esos miles de años antes de haber pájaros,
etc. para controlar los insectos?
6) Si el hombre creado el sexto día vivió en el huerto el séptimo, día de reposo, y
ése fuera como los días citados anteriormente, de miles de años, al morir Adán, su edad
habría sido de miles de años en vez de centenares, como afirma Génesis 5:4.
Es de notar que en cada época creativa dice la Sagrada Escritura: «Fue la tarde y
la mañana un día.» La declaración «vio Dios que era bueno», expresa que al final de
cada día había sobre el planeta tierra cosas completas y bien acabadas, pero según la
teoría de la evolución las cosas eran incompletas e inacabadas a través de miles y
millones de años.
La primera vez que se usa la palabra «yom» en Génesis 1:5, vemos que se define
como un período de luz en la sucesión regular de luz y tinieblas o sea, día y noche, que
al girar este globo ha continuado hasta ahora.
Otros intentan eliminar los seis días literales con una hipótesis de que no eran
días de actividad de parte de Dios, sino de revelación de sus actuaciones en el pasado.
Pero en tal caso ¿por qué se dice que Dios quiso descansar en el día séptimo y proclamó
el día séptimo, literal, como día de descanso para los hombres de todas las edades?
El relato de la creación en Génesis es de importancia inestimable; porque si no
fuera la verdad, jamás podríamos guiarnos por él, ni el resto de las Escrituras que lo
apoyan. Génesis uno y dos son históricos y dignos de ser recibidos por todos, de
acuerdo con la manera en que las aceptaban los escritores inspirados del Nuevo
Testamento. Si el hombre vino por medio de la evolución, el proceso fue gradual y
nunca hubo una primera pareja de seres humanos, distinto del reino animal. Eso haría
del relato bíblico un mito o alegoría. Si el hombre es el producto de una evolución no
hubo ninguna caída y está mejorando (?), y lo que se llama pecado es solamente algún
resto de la naturaleza egoísta propia del animal. Si el hombre evolucionó, el Señor Jesús
era nada más que un reformador y no un Redentor, un mártir y no el Salvador. Luego la
fe cristiana solamente sería un código de ética, y no el medio de salvación y vida eterna.

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Por ser el hombre creado a imagen y semejanza de Dios, exhibe facultades y
capacidades muy por encima de las de cualquier animal. El alma humana es muchísimo
más que unas características heredadas de unos cromosomas. El salmista exclama: «Te
alabaré por el maravilloso modo en que me hiciste.» (Salmo 139:14)
La Biblia no reconoce ninguna evolución ni cosa parecida, sino que nos da una
sencilla y verídica presentación de un Creador todosuficiente, Omnipotente. Eso elimina
toda necesidad de un tiempo prolongado, y la invención de hipótesis. Estamos seguros
de que el Juez Justo no va a ser ofendido, ni va a reprender, ni a los cristianos
primitivos, ni a nosotros por haber creído las palabras que escogió usar. Pero el dudar de
su Palabra y dar crédito a las conjeturas cambiantes de hombres finitos y falibles es
deshonrar y ofender a Aquel que es la esencia de la verdad. Si cedemos en la batalla en
cuanto a Génesis, las dudas y la incredulidad se harán con el resto de la Biblia (como ha
pasado ya en la experiencia de unos cuantos). «La fe una vez dada a los santos», incluía
el todo de Génesis, y hemos de contender eficazmente por ella. En los cincuenta últimos
años hemos visto muchas iglesias y hasta denominaciones enteras, que antes eran fieles
a la Biblia, apostatar de la fe y llegar a ser meros centros sociales o políticos. Aunque
siguen profesando ser cristianos, algunas han caído en flagrantes inmoralidades
condenadas por la Palabra de Dios. (Romanos 1:26-32).
«Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según
las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según
Cristo.» (Col. 2:8).
Bien dice el doctor H. M. Morris: «La evolución no es bíblica, es teológicamente
contradictoria y socialmente dañina.»
La integridad del sistema de la verdad cristiana requiere que retengamos la
creencia en el Adán histórico y la realidad de la caída, como un acontecimiento definido
que ocurrió al principio de la historia humana. Los primeros capítulos de Génesis son
bases indispensables para el Evangelio. Es sabio edificar únicamente y enteramente
sobre la Roca. (Mateo 13:24).
«Es muy peligroso para nuestro testimonio que aceptemos siquiera una teoría,
ni mucho menos "ley" de vida, como algunos pretenden que sea. Es solamente una
presuposición que intentan barnizar con rimbombantes declaraciones. Porque es una
especulación contradicha por los datos científicos. Porque no concuerda con la
Palabra de Dios, y su aplicación bajo la presión humana provoca gran perjuicio al
cristiano y su testimonio, al mutilar considerablemente el mensaje bíblico, del cual es
portavoz.» (Prof. Santiago Escuain).
Debemos estar muy agradecidos a algunos científicos que están
proporcionándonos una vista creciente, admirable y grandiosa, un sentir de lo inefable
que es Dios y sus obras, al grado que otras generaciones no llegaron a tener. Los vastos
universos arriba y los mundos de la naturaleza, para los que no mantienen prejuicios,
constituyen pruebas de una inteligencia y de un poder inimaginable. (Sal. 19:1) Pero
uno necesita despojarse de todo prejuicio o ninguna prueba le bastará, porque «no hay
peor ciego que el que no quiere ver».
Como creyente en Dios, el doctor Werner Von Braun, director de la Nasa y
quien dirigió los primeros viajes a la Luna, dijo: «Un algo tan bien ordenado y
perfectamente creado como es nuestra tierra y el Universo, tiene que tener un hacedor,
un maestro diseñador. Una cosa tan ordenada, tan perfecta y minuciosamente
equilibrada, tan majestuosa como es la creación, solamente puede ser el producto de
una idea divina.» También en otra parte de sus escritos declara: «Nuestra supervivencia
presente y futura, depende más de nuestra adhesión a lo espiritual que a lo científico.»

29
El doctor Roberto Jastrow, director del Instituto Goddard, declara: «Estoy
fascinado por los procesos de algunos de los desarrollos en la astronomía... la
evidencia astronómica nos lleva empero a un concepto bíblico del origen del mundo.»
Por otra parte, el doctor Charles Stine dice: «El mundo que nos rodea, esta bella
e intrincada creación, lleva la rúbrica de su Creador grabada en sus obras. Delante de
todos los prodigios de todo lo creado, todo ser humano debe sincera y humildemente
adorar al Creador.»
Éstas son declaraciones de los más preclaros hombres de ciencia de nuestro siglo
y coinciden con la declaración de las Sagradas Escrituras: « ¡Oh profundidad de las
riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuan insondables son sus juicios e
inescrutables sus caminos!» (Romanos 11:33).
Las Sagradas Escrituras constituyen el mejor intérprete de si mismas. ¿Cómo
entendieron Nuestro Señor Jesucristo y sus apóstoles las cosas del Génesis? En los
cuatro primeros capítulos de este libro, cuyo nombre en hebreo es «Breshitz», o sea
copiando su primera frase «en el principio», se mencionan 18 personas y
acontecimientos aceptados en el Nuevo Testamento como históricos y otros tantos en
los capítulos cuatro al once. En Mateo 19:3-9, Nuestro Señor se refiere al relato de la
creación del hombre como histórico y auténtico. Evidentemente hablaba de una realidad
tal como era y no de una nebulosa, alegoría, o mito. La creación especial de la mujer no
puede ser reconciliada con ninguna teoría de evolución. El apóstol Pablo hace referencia
a la creación de la mujer en 1 Cor. 11:8 y 12, diciendo que la mujer es del hombre
usando la palabra griega «ek» que quiere decir «procedente de». En Romanos el mismo
apóstol se refiere a la tentación como un hecho histórico y considera a Adán tan
histórico como Moisés. En 2 Cor. 11:3 declara que la serpiente engañó a Eva con
astucia, (naturalmente, la serpiente a que se alude es una personificación del mismo
Satanás).
El doctor J. C. Whitcomb en «Creación según la Palabra de Dios», pág. 28
escribió: «... esos hombres (los modernistas escépticos) tienen derecho en una nación
democrática a renunciar a un Adán histórico si así lo desean, pero no tienen al mismo
tiempo el privilegio de declarar que Jesucristo hablaba la verdad. Adán y Jesucristo se
afirman o caen juntos. El mismo Jesucristo, hablando de Moisés dijo: «Pero si no
creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?» (Juan 5:47).
Refiriéndose a la diferencia esencial que existe entre el ser humano y las bestias,
el apóstol Pablo dice: «No toda carne es la misma carne, una es la carne de los
hombres y otra la carne de las bestias.» (1 Cor. 15:39) La raza humana no es una ramita
de una especie de cuadrúpedos, según refiere el imaginario árbol evolutivo. Si el
hombre hubiera sido un animal antes de recibir el aliento de vida, ya habría sido macho
y hembra, y Gen. 1:27 y cap. 2:18-23 serían inexactos. Si admitimos un acto creador
sobrenatural para explicar las características que distinguen al hombre de sus supuestos
antecesores, con lo mismo declaramos que la evolución no explica el origen de la raza
humana. Para Dios modificar un mono para convertirlo en un hombre con un alma
destinada a la inmortalidad, requiere tres milagros: físico, psíquico y espiritual. Pero si
vamos a aceptar tal intervención divina (como se ven obligados a hacer los
evolucionistas que se llaman cristianos) ¿por qué no creer todos los detalles revelados
en la Sagrada Escritura?
Que el relato bíblico humaniza a Dios a quien estamos obligados a considerar,
comúnmente, como un espíritu infinito universal, en un aspecto, es la verdad. Tenemos
en las Sagradas Escrituras ejemplos de que el Espíritu Infinito asumió formas humanas
para revelarse a los hombres, como en los casos de Abraham (Gen. 12:7) Jacob, (Gen.
22:30), Moisés (Ex. 33:20) y otros. Si Dios se mostró en forma humana a siervos suyos

30
distinguidos durante el período de la Ley ¿por qué no podemos admitir que Dios se
mostró asimismo, como una teofanía, al primer hombre creado a su imagen y
semejanza? (Gen. 1:26-27).
Que el animal es esencialmente diferente de los seres humanos, tenemos
evidencias psicológicas actuales en muchos aspectos: El animal no tiene aspiraciones de
vivir más allá de la muerte, huye de los peligros que amenazan su vida de puro instinto.
No tiene facultades para mejorar su vida presente. Ningún animal ha inventado jamás
máquinas y es por los instintos con que Dios lo ha dotado, que utiliza las cosas que
encuentra en la naturaleza. El hombre ha estudiado el por qué de las segundas causas y
ha construido toda clase de artificios que lo favorecen, alargando su vida presente y
haciéndola muchísimo más cómoda.
Un mono se limita a arrancar las frutas, las come a mordiscos. Viaja moviendo
las extremidades de su cuerpo, agarrándose a las ramas de los árboles; pero el hombre
ha construido máquinas para trasladarse a grandes velocidades sobre la tierra, el mar y
aún en el aire.
Hay hombres tan atrasados que se limitan a vivir casi como los monos, por tal
razón son llamados los bosquimanos, pero las experiencias de los investigadores
naturalistas han puesto de relieve su carácter humano, y cuando alguno de los tales
atrasados son instruidos y llevados a alguna Universidad, pueden mostrarse tan
inteligentes como cualquier otro hombre o mujer.
La Biblia presenta a Adán y a Cristo como personas históricas, reales y en
Romanos 5:12 el apóstol Pablo hace una comparación y un contraste entre Adán y
Cristo: por uno vino el pecado, por el otro la redención. La validez del argumento de
Pablo depende del hecho de que, como Cristo era una persona histórica, así lo era Adán.
No puede haber paralelo verdadero entre un Adán imaginario y un Cristo histórico.
Adán es esencial al sistema teológico como lo es el Señor Jesús, a quien el Nuevo
Testamento llama el segundo Adán, por necesidad tenemos que seguir creyendo en la
realidad del primer Adán.
Para dejar de claudicar y dedicarse de lleno a la voluntad de Dios el creyente
necesita convencerse del todo de la falsedad de la hipótesis de la evolución. La falta de
evidencias, de probabilidades y de posibilidades es tan grande que el cristiano no tiene
razón para perder el tiempo tratando de reconciliar las enseñanzas bíblicas con las
nebulosas, confusas y variables teorías humanas. Ningún hecho comprobable ha sido
descubierto por ninguna de las ciencias que obliga al creyente en Cristo a ver en la
teoría de la evolución más que una mera hipótesis ajena a toda fe cristiana.
No podemos creer en la evolución, hay contradicciones y obstáculos
insuperables desde todo punto de vista científico. Tampoco es sensato creer en la
evolución porque contradice la revelación divina, que es el testimonio del Gran
Protagonista de la creación entera.
Muchos creyentes están confundidos al ver a sus líderes claudicando, en vez de
ponerse de una vez y de un todo al lado de la Revelación Divina, y los hechos
comprobados, y no de parte de conjeturas de una «falsamente llamada ciencia». Al
parecer, hombres, adalides, que en años pasados estaban firmes, hoy no quieren tomar
una posición sobre el tema para que los del mundo no los tengan por atrasados.
Consciente ó inconscientemente, los evolucionistas ateos y los evolucionistas teístas
están socavando la autoridad de la Biblia. Si aún después de ser confirmados por el
Señor Jesucristo y el apóstol Pablo, los primeros capítulos de Génesis no los creen
históricos, entonces ¿cómo pueden confiar en el resto del Antiguo y Nuevo Testamento?
Mientras algunos pastores se duermen, el diablo y sus colegas están sembrando
abundantemente semillas de incredulidad en sus mismas congregaciones. Una vez

31
echadas, si los creyentes no están bien preparados para rechazarlas, echarán raíces y
difícilmente podrán ser arrancadas (Mateo 13:25). En los Colegios y Universidades
nuestros jóvenes están recibiendo en sus cerebros un bombardeo continuo de
evolucionismo; con tal perniciosa influencia es difícil que lleguen a confiar de corazón
en el Salvador.
No teniendo ninguna base, ni científica ni bíblica, ninguna de las teorías de la
evolución, dependen para su aceptación enteramente del prestigio de sus inventores y
padrinos. Entonces ¿por qué tiene un creyente bíblico que transigir con una teoría
sumamente especulativa? ¿Por qué ha de imaginar que la vida surgió por generación
espontánea de material inerte allá en la noche del pasado de los incrédulos?
Con el aumento de la incredulidad entre los llamados pueblos civilizados, a
personas que creen que descendieron de unos brutos no les importa comportarse como
esos antepasados. Pero los que creemos, como nos enseñan las Sagradas Escrituras, que
el hombre y la mujer son creación de Dios, hechos a su semejanza, a pesar de ser
estorbados por los resultados de la caída, sentimos la dignidad de nuestro origen y
quisiéramos actuar de acuerdo con tal superior origen y con el superlativo destino que
las promesas divinas nos aseguran.
Los investigadores cristianos se han dado cuenta de que la copiosidad de
azúcares, almidones, hidrocarburos en ciertas frutas y hortalizas, no es necesaria para la
vida y desarrollo de las plantas que lo producen. Es que Dios, con infinita sabiduría,
preparó todo para sus criaturas que iban a poblar la tierra. En cuanto a la belleza, los
colores, y perfumes de muchas flores, las salidas y puestas del sol tan hermosas y
celebradas por las inteligencias humanas, las preparó para la única de sus criaturas
capaz de apreciarlas, —el hombre— ya que los animales no pueden gozarse en el arte,
ni en la belleza.
El profesor A. T. Hallis dice: «Es verdad que para el Señor un día es como mil
años (2 P. 3:8), pero necesitamos recordar que el tiempo, por largo que lo imagine el
hombre, es un recurso muy pobre e innecesario para esa omnipotencia que puede
actuar sin referencia al tiempo.»
El doctor H. M. Morris nota: «la evolución contradice la historia bíblica de la
creación. Diez veces en el primer capítulo de Génesis se afirma que Dios creó plantas y
animales para reproducirse según su género». La palabra que se traduce «género»
puede ser más amplia que el concepto moderno de «especie», pero por lo menos implica
límites definidos de variación.
La palabra hebrea «bara» aparece 55 veces en el A. T. y casi siempre denota
crear, en el sentido estricto de originar directamente algo nuevo. La palabra hebrea
«asah» aparece 2.600, veces y se traduce por hacer y trabajar. Si la evolución fuera
verdad, no habría necesidad para el historiador de usar «bara» con referencia a algunas
cosas en los capítulos uno y dos de Génesis; «asah» habría servido para todo.
Sencillamente debemos atenemos a la revelación divina. Nadie debe olvidar que
muchos libros de texto científicos tienen que ser revisados cada cinco años y corregidas
muchas de sus afirmaciones. «Uno debe entender las palabras de las Sagradas
Escrituras en el sentido literal, a menos que el contexto indique que su significado es
figurado o que la interpretación resulte ser una contradicción o absurdo manifiesto.»
Para el Señor Jesucristo y los escritores de la Biblia, la primera familia de Adán,
Eva y sus hijos, estuvo formada por personas históricas, que aparecieron y actuaron
como seres plenamente conscientes. No eran medio idiotas, evolucionados de la
animalidad. Existen muchos hechos bien comprobables en nuestros días que lo
confirman.

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Los dibujos policromados de las cuevas de Altamira, en España, y otros
hallazgos artísticos similares, atribuidos a los primeros hombres en la edad llamada de
Piedra, demuestran una concepción artística y una sagacidad notable y son un evidente
mentís a la teoría de la evolución. Hay una diferencia destacada entre la mente animal y
la humana. El mono y el chimpancé, con cuerpos similares a los del hombre, se
muestran tan sólo capaces de imitar a su instructor humano, pero no de aprender,
reflexionar y tener ideas creativas, pero, como hemos dicho, aun las razas atrasadas
humanas son capaces de aprender y llegar en unos pocos años al mismo nivel que sus
maestros. Pueden referirse centenares de casos entre habitantes del África, tanto de los
bosquimanos como de los hotentotes, que al pasar de su vida nómada, entrando en
contacto con la civilización y sobre todo con el Evangelio, mediante misioneros, han
cambiado su vida salvaje hasta venir a ser hombres y mujeres educados y de virtudes
cristianas, inaccesibles a los seres meramente animales. ¿No demuestra esto lo que
declara la palabra inspirada por el Creador, en las grandes afirmaciones de la Biblia? El
hombre más atrasado de la tierra, puede convertirse, o sea aceptar a Jesucristo como su
Salvador personal y entrar en una nueva relación con Dios, hasta el punto de llegar a ser
un líder cristiano. Esto no es posible en seres animales que carecen de espíritu. Ya sea
un inteligente perro, o un pícaro mono, pueden ser enseñados, pero no convertidos. En
cambio el hombre más atrasado puede llegar a ser un santo.
El relato histórico de Génesis, confirmado por otros pasajes bíblicos como
Hebreos 11:3, Salmo 33:9 y 103, 104, en precioso lenguaje de inspiración poética, nos
indica que la Creación no evolucionó durante millones de años, sino que fue originada
al principio de todas las cosas por la voluntad de Dios. Podemos eso sí, creer que los
tres primeros capítulos son simplemente un resumen de algo terrible que ocurrió en el
jardín del Edén, que ha causado las condiciones actuales de la tierra, por cierto bien
contrarias a la voluntad de Dios por casi seis mil años.
El creyente bíblico tiene una gran ventaja sobre los evolucionistas, empieza con
la solución de todos los problemas acerca de los orígenes del Universo, este mundo y
sus criaturas. Le bastan por ahora los detalles que el todo sabio Dios se ha dignado
darnos. Mientras que el evolucionista, además de no tener ninguna explicación sobre el
origen de la vida, y su continuación en las varias formas en que aparece al presente,
tiene que enfrentarse con un sinfín de problemas sin una sombra de soluciones.
El Creador no creó al mundo y lo abandonó. Lo mantiene, guardándolo de caer
en un caos. «Él sustenta todas las cosas.» (Hebreos 1:3; Hechos 17:28) Si Dios dejara
de sostener las cosas, el Universo dejaría de existir. Tal declaración es asombrosa, pero
cierta. Los científicos no saben por qué los átomos permanecen estables y no explotan
en una reacción en cadena. Nosotros sentimos que el mundo que nos rodea está firme,
que es duradero. También a veces nos parece que Dios es algo vago y esquivo. Pero en
realidad es todo lo contrario. «El mundo existe y sigue existiendo porque Dios existe, y
porque momento a momento Él lo mantiene unido.»
El prof. E. H. Andrews escribió: «La Biblia enseña que Dios está por encima de
la naturaleza. Él la sostiene y el mundo no podría existir sin Dios. Él existía antes del
principio del Universo, y existirá después de que éste se acabe. Dios existe más allá y
por encima de la naturaleza. La naturaleza depende de Él, pero Él no depende de la
naturaleza.»
«Y Él es antes de todas las cosas y todas las cosas en Él subsisten.» (Col. 1:17)
“Porque en Él vivimos, nos movemos, y somos”... (Hechos 17:28)
En su libro titulado: «El rendirnos a la evolución ¿es inevitable o inexcusable?»,
J. C. Vos nota que «las llamadas pruebas de la evolución, al ser examinadas
detenidamente, resultan ser no evidencias científicamente verifícables, sino opiniones

33
filosóficas de unos hombres que no quieren aceptar lo sobrenatural manifestado en la
revelación divina».
La fe cristiana no necesita ser una fe ciega, puede ser, y es, una fe que cuadra
con los hechos, una fe que honestamente examina las evidencias y constantemente
compara las suposiciones con las realidades. J. C. Vos dice: «Debemos dejar nuestro
complejo de inferioridad y con valor insistir a que se llamen las cosas por su nombre,
que se distinga entre una fe firme y racional y las especulaciones filosóficas de
supuestas pruebas científicas.»
No podemos sacrificar la Verdad (el Evangelio) por nada, y menos hacerlo en
aras de un arrogante intelectualismo ateo y equivocado.
“Si los cristianos estuvieran mejor informados y mejor dispuestos a mantenerse
por Cristo, por Dios y la Biblia, la doctrina de la evolución sería reconocida por lo que
es: una filosofía impía y destructora de la fe”. R. C. Artist, Ph. D., catedrático de
Botánica y Biología, Nashville, Tenn.
«Los crímenes deben ser expuestos, no cuando (ya) son temas de conversación,
sino cuando se están cometiendo.», dice Alexander Solzhenitsin. ¡Uno de los mayores
crímenes en daños y perjuicios que se está cometiendo actualmente es el
envenenamiento en masa de millones de seres humanos por la funesta propaganda
evolucionista!
A la luz de lo expuesto ¿qué deben hacer los creyentes bíblicos? Pues no
quedarnos sentados tranquilos como meros espectadores, sino orar mucho, informamos
mejor si hace falta, y aún cuando no le den las gracias, corregir y exhortar a los ya
engañados, y proveer literatura buena y comprensible a los que están en peligro de
disminuir su confianza en las Sagradas Escrituras.
El intento enorme y tan extendido de explicar todo por la casualidad y la
evolución, debe impulsar a todo seguidor del Señor Jesucristo a hacer todo lo que pueda
para contrarrestar los efectos perniciosos, opuestos a la fe bíblica.

* * *

El relato del Génesis sobre la creación es un documento de solidez científica.


Revela a las categorías mayores de las plantas y los animales, con sus muchas
variedades, reproduciéndose solo “según sus géneros”… El registro fósil suministra
confirmación de esto. De hecho, indica que cada tipo o “género” de vida apareció de
súbito, sin verdaderas formas de transición que conectaran a cada tipo de vida con otro
“género” anterior como lo que requeriría la teoría de la evolución. La ciencia de las
probabilidades matemáticas ofrece prueba notable de que el relato de la creación que se
halla en la Biblia tiene que haber venido de una fuente que tuviera conocimiento de los
sucesos. El relato enumera 10 grandes etapas en este orden:
1) Un principio.
2) Una Tierra primitiva en oscuridad y envuelta en gases pesados y agua.
3) Luz.
4) Una expansión o atmósfera.
5) Grandes áreas de tierras secas.
6) Plantas terrestres.
7) El Sol, la Luna y las estrellas discernibles en la expansión, y el comienzo de
las estaciones.
8) Monstruos marinos y criaturas volátiles.
9) Bestias salvajes y domésticas, mamíferos.
10) El hombre.

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La Ciencia concuerda en que estas etapas se presentaron en este orden general.
¿Qué probabilidades hay de que el escritor del Génesis simplemente adivinara este
orden? Las mismas que habría si se escogieran al azar los números 1 a 10 de una caja, y
se sacaran en orden consecutivo… La probabilidad de hacer esto en la primera tentativa
es de ¡1 sobre 4.628.800! Por eso, no es realista decir que el escritor sagrado
sencillamente enumeró por casualidad en el orden correcto los acontecimientos ya
mencionados sin conseguir los datos de alguna fuente… ¡Dios!
Sin embargo, la teoría evolucionista no deja lugar para el concepto de un
Creador que estuviera allí, conociera los hechos y pudiera revelarlos a humanos. En vez
de eso, atribuye el aparecimiento de la vida en la Tierra a la generación espontánea de
organismos vivos desde sustancias químicas inanimadas. Pero ¿pudieron crear la vida
unas reacciones químicas sin dirección, basadas simplemente en el azar, la casualidad?
¿Están convencidos los científicos mismos de que esto pudiera suceder?
Luis Pasteur y otros científicos dieron el golpe de gracia, de muerte, a la
generación espontánea, pues, mediante experimentos, probaron que la vida tuvo que
haber surgido de otra vida, nunca por generación espontánea.
Todo esto nos muestra cómo la generación espontánea, la evolución, es falsa: el
hombre, como dice la Biblia, fue creado directamente por Dios, en estado adulto, sin
evolución alguna.

* * *

La estructura de todas las ciencias biológicas y sociales de la actualidad se han


erigido sobre un cañamazo evolucionista… El supuesto parentesco, según creen
falsamente los evolucionistas, del hombre con los animales y la supuesta continuidad
evolutiva de la naturaleza y de la Historia es básica en toda forma de enseñanza
anticristiana hoy día… El evolucionismo se encuentra apoyando y saturando al
comunismo, al fascismo y a todas las variedades de socialismo y totalitarismo, así como
prácticamente a todas las religiones distintas del cristianismo bíblico… Este marco
evolucionista-actualista de la historia de la Tierra niega, naturalmente, de modo
categórico, el concepto de un período de creación especial y un subsiguiente Diluvio
destructor en toda la Tierra. Para este sistema sólo hay una cosmología sin principio ni
fin. La promesa de una purificación futura de la Tierra por el fuego y la creación de un
nuevo cosmos es todavía más repugnante a este sistema de ideas, que el gran Diluvio…
Pero lo más emocionante de todo esto es que San Pedro, en el tercer capítulo, ¡predice
exactamente este estado de cosas como característico de los últimos días!... Profetizó
que el hombre se burlaría de la enseñanza de que el Señor volvería otra vez, que había
sido prometida por los santos profetas y por los padres que hubo desde la antigüedad
(Hechos 3, 21) diciendo presuntuosamente, falsamente: “Desde el día en que nuestros
padres murieron todas las cosas permanecen como estaban desde el principio de la
creación” (2 Pedro 3, 4). Nótese especialmente que “creación” bajo el punto de vista de
estos falsos evolucionistas, de estos falsos hombres de los últimos tiempos, está todavía
continuando ya que se asume la continuidad no simplemente desde el final, ¡sino desde
el principio de la creación! Esta afirmación es una presentación maravillosamente
precisa y sucinta de la moderna visión evolucionista y actualista del mundo…Pero luego
San Pedro, con una penetración no menor, denuncia la falsedad del sistema
evolucionista simplemente presentando el marco bíblico de la Historia. Este marco, con
referencia al pasado cosmológico, se centra alrededor de la Creación real por Dios y el
Diluvio. La evidencia de estos sucesos es tan tremenda, dice San Pedro, y su refutación
de la evolución es tan devastadora, que el evolucionista queda como que “ignora

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voluntariamente”… Si los hombres, si los evolucionistas, falsos científicos, rechazan la
Palabra de Dios, la Biblia, su incredulidad no afecta la verdad de Dios (Romanos 3, 3),
simplemente da evidencia de la rebeldía de su corazón, de su ceguera espiritual… Pero,
en realidad, éste es también el marco cosmológico apoyado por la verdadera ciencia, a
distinción de la falsamente llamada “ciencia evolucionista” (I Timoteo 6, 2). Las dos
leyes de la Termodinámica, confirmadas empíricamente en millares de experimentos
que van desde la escala subnuclear a la escala astronómica, sin ninguna excepción
conocida dan testimonio fehaciente del hecho de una creación real y terminada. La
primera ley, la de la conservación de la energía, demuestra que la creación no está
ocurriendo en el presente. La segunda ley, la de la degradación de la energía, demuestra
que el Universo no es infinitamente antiguo (de otro modo habría quedado
completamente desgastado ya) y, por tanto, ¡que tuvo un comienzo o creación!..
Además, la segunda ley de la Termodinámica, con sus implicaciones de desorden,
decaimiento y muerte en el Universo, apoya la historia bíblica de la Maldición
pronunciada por Dios sobre el mundo. Y la mayor evidencia física de la presencia de la
muerte en el mundo se halla en las mismas rocas de la corteza terrestre que contiene
fósiles de innumerables animales que vivieron en otro tiempo y luego que murieron…
En vez de ser un registro de evolución, esta exhibición de muerte constituye el
testimonio más claro, para todos aquellos que no son ignorantes voluntarios… de la
realidad histórica y bíblica de la Maldición y el Diluvio. Y esto, a su vez, refuta como
falso totalmente el marco del evolucionismo.

* * *

Un número creciente de científicos está declarando en estos últimos años su fe


personal en la Biblia. Este hecho indudable ha despertado un nuevo interés en el estudio
de los primeros capítulos del Génesis, el único relato histórico que tenemos de los
orígenes del mundo. Larry Butler, profesor de Bioquímica en la Universidad de Pardue
dice: “Yo soy creacionista (o sea, que cree que la Creación se hizo como dice la Biblia),
más que evolucionista. A pesar de todo lo que se ha dicho, nadie ha podido demostrar,
por la Bioquímica, que las formas más complicadas de vida hayan evolucionado de
otras más simples”.
Tomás Barnes, profesor de Física en la Universidad de Texas (El Paso) también
dice: “Como científico, mi preocupación es que la teoría de la evolución es una barrera
al progreso científico”…
Eduardo Blick, profesor de Mecánica Aeroespacial y de Ingeniería Nuclear de
Oklahoma dice: “La evolución es un “cuento de hadas” científico, del mismo modo que
lo era en el siglo XII la teoría de que la Tierra era plana. La creación bíblica es la
única alternativa sensible en cuanto al origen de las cosas”…
Juan N. Moore, profesor de Ciencias Naturales en la Universidad del Estado de
Michigan, escribe: “Yo creo en Jesucristo como creador de todas las cosas en contraste
con la anticientífica idea de la evolución en gran escala, y en la generación espontánea
de la vida. Todos los datos científicos que conocemos se adaptan mucho mejor al relato
de una creación especial del Universo, de la vida y de los hombres, que cualquier otro
supuesto”.
El movimiento creacionista moderno no sólo ha alistado a millares de científicos
en sus filas, sino que ha traído una ráfaga de aire fresco para los cristianos que creemos
en la Biblia. Los debates sobre creación y evolución en docenas de Universidades en los
últimos años han mostrado a millares de estudiantes, de primera mano, que el sistema
evolucionista entero es científicamente indefendible. Las dos últimas décadas han

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presenciado un resurgir notable en la confianza en la integridad y exactitud científica de
la Biblia. La idea de que la Biblia es sólo un libro de religión y no de ciencia ha sido
refutada como estéril e indefendible: la mayoría de los jóvenes eran demasiado
inteligentes para poder aceptar que un libro que se le decía estaba lleno de información
científica equivocada pudiera ser de confianza para satisfacer sus deseos espirituales. Si
la cosmogonía bíblica no era aceptable para la mente moderna no había ninguna razón
para pensar que los mandamientos bíblicos eran aplicables a la moralidad moderna o
que la escatología bíblica tuviera ningún significado en los planes a hacer para el futuro.
Mientras muchos cristianos hacían componendas para salvar las Escrituras a fin de que
fueran aceptables a la ciencia moderna, Dios estaba llamando a muchos científicos a
defender la fe, y el resultado ha sido una extensa oleada de consciencia de que la Biblia
tenía razón después de todo, incluso en doctrinas tan ridiculizadas como la creación en
seis días literales, una tierra reciente y un Diluvio cataclísmico en los días de Noé. Los
once primeros capítulos del Génesis, que durante tanto tiempo han sido explicados
como alegóricos, como simbólicos, más que históricos, se están reconociendo como los
mismos fundamentos de toda la Historia… El libro del Génesis (que significa
“comienzo” o “principio”) suele considerarse en estos tiempos cínicos como una
colección de viejas leyendas de tiempos menos desarrollados. Algunos piensan que las
historias del Génesis son alegorías, con ciertos valores morales y espirituales, aunque
falsos en un sentido histórico. Pero nadie que crea en la Biblia puede aceptar estas ideas.
El Génesis es el fundamento sobre el que se eleva todo el edificio de la Biblia. El Nuevo
Testamento, por ejemplo, cita o alude directamente al libro del Génesis no menos de
200 veces, y la mitad de estas referencias son sobre los once primeros capítulos.
Jesucristo, Dios hecho Hombre, citó o se refirió a cada uno de los siete primeros
capítulos del Génesis. Todas estas referencias son de tal forma que muestran que tanto
Jesús como los apóstoles aceptaban el Génesis no sólo como un relato histórico, sino
como inspirado divinamente.
El relato bíblico del Génesis, coincide, en lo esencial, con el relato de la
Astrofísica. La cadena de hechos que desemboca en el hombre comenzó repentinamente
en un momento concreto, como un relámpago de luz y energía. (Robert Jastrow,
astrofísico)

* * *

«Por la fe entendemos haber sido constituido el Universo por la palabra de


Dios... » (Hebreos11:3.)
Aunque es cierto que es por la fe que los cristianos aceptamos la revelación
divina de la Creación, quisiéramos hacer notar las siguientes consideraciones:
La fe es aceptar lo que Dios dice como cierto. Si lo que Dios dice es cierto,
entonces los hechos no lo desmentirán, sino que estarán en correlación con la revelación
divina. La fe, en su sentido bíblico, no es irracional. Es cierto que alcanza más allá de la
razón pura, pero el contenido que esta fe tiene (porque es una fe que implica la
aceptación de un criterio contenido, de unas verdades, no siendo simplemente «fe en la
fe», sino «fe en Alguien» que ha hablado) no milita contra la razón, ni contra los hechos
que la razón pueda examinar en este universo físico. Lo que sí sucede es que cuando la
razón del hombre se coloca en una posición autónoma con respecto a Dios y quiere
razonar el Universo, y examinándolo todo llegar a conclusiones, no es capaz de llegar a
las conclusiones correctas. Es cierto que puede razonar rigurosamente, con una lógica
impecable. Pero si las presuposiciones son falsas... las conclusiones también son falsas.
La revelación bíblica, pues, no se enfrenta en ningún área contra los hechos de la

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ciencia. Con lo que se enfrenta es con actitudes de científicos que, rebasando su esfera,
hacen afirmaciones más allá de lo que puede ser científicamente conocido, a causa de
estas, guiados por unas determinadas presuposiciones previas. O también, cuando
guiados por estas presuposiciones, interpretan los datos científicos, los hechos
científicos, dentro de un marco filosófico determinado, guiados no por la evidencia
científica generalizada en leyes, sino por sus motivaciones personales.
A. N. Fields concluye así: « ¿En qué se basa la evolución? En nada más que en
la fe, en la creencia de la realidad de lo invisible: creencia en los fósiles que no se
hallan por ninguna parte (formas y cadenas de transición), creencia en una evidencia
embriológica que no existe, creencia en experimentos que rehúsan dar resultado.»
Ahora bien, hemos dicho que es por la fe que los cristianos aceptamos la creación
directa divina del Universo, del mundo, y de lo que en ellos hay. Pero también
desearíamos hacer notar que los hechos de la ciencia -en este caso del registro fósil-
desnudados de toda presuposición, no tan sólo no están en contra del relato bíblico de la
creación, sino que muestran que el modelo evolucionista hace frente a muchas
dificultades, y las afronta manipulando los hechos. En palabras de W. R. Thompson: «A
fin de establecer la continuidad que la teoría necesita, se invocan argumentos
históricos (continuidad en el registro fósil) a pesar de que la evidencia histórica (fósil)
no aparece. Así son engendradas estas frágiles torres de hipótesis basadas sobre
hipótesis en las que hecho y ficción se entremezclan en una confusión inextricable.»
Por otra parte, los hechos en sí mismos están en armonía con la enseñanza bíblica
de la creación divina. Quisiéramos, pues, concluir en que la afirmación de que el relato
bíblico es «anticientífico» es una bravata de aquellos científicos cuyas motivaciones no
son precisamente científicas cuando apasionadamente ataca la revelación divina, o
cuando desdeñosamente la ignoran en nombre de la «objetividad». Puesto que
lógicamente, como señala Weizsácker, las conclusiones de la ciencia moderna están
teñidas por su presuposición básica: el previo rechazo de Dios.
Vemos un abismo de diferencia entre depositar nuestra fe en afirmaciones y
opiniones de científicos en cuanto a los orígenes (donde dejan de estar en campo
científico), que no pueden aspirar a llegar a ser más que pura especulación humana, o,
por otra parte, depositar nuestra fe en las palabras de Aquel que dijo: «Los cielos y la
tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.» En unas palabras que además llevan el
sello de la verdad y de una correlación armoniosa con los datos hallados en el registro
fósil. En unas palabras de Aquel “que fue declarado Hijo de Dios con potencia, según
el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos... » (Rom. 1:4), de
Aquél que «en Él fueron creadas todas las cosas... todo fue creado por medio de Él y
para Él (Col. 1: 16), de Aquel que es Dios, y se hizo hombre para alcanzarnos y
salvarnos, entregando su vida por nosotros, a fin de que nosotros viviéramos en Él”.
«En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios»
(Juan 1:1).
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito,
para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:16).
(Santiago Escuain)

* * *

La cultura actual está dominada y encauzada por la ideología evolucionista.


Según esta ideología, no existe ningún Relojero, ningún Creador que haya creado e1
Universo, ni que pueda intervenir en él. El evolucionismo pretende haber demostrado
científicamente la realidad de estas afirmaciones, y los que defienden esta ideología

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están conduciendo la cultura actual hacia un énfasis en la pretendida evolución de la
Humanidad, directora -dicen- de sus propios destinos en un Universo sin propósito, sin
significado y sin destino.
Este enfoque cultural e ideológico lleva, pues, a dos consecuencias, ambas
corrosivas de la visión bíblica de Dios, de su creación, y de los valores últimos:
A) El evolucionismo nos despersonaliza, inculcándonos la idea de que nuestra
existencia es fortuita, sin propósito, sin origen ni destino. Esto lleva a la aceptación
pasiva de la despersonalización y de la regimentación, como cosa totalmente lógica.
Ello es consecuencia lógica de intentar eliminar al Creador de su Universo. El intento de
«liberar» al hombre de su Dios desemboca consecuentemente en la deshumanización
del hombre, y en la más baja de las esclavitudes: la de enfrentarse a una pretendida
«nada» con tal de huir de la presencia de nuestro Dios. Todo ello estaría muy en su sitio
si esta ideología fuera cierta, y estuviese comprobada «científicamente», tal como su
propaganda lo pretende.
B) En vista del admirable orden y propósito que se hace patente en el estudio del
Universo y de todo lo que éste contiene, los que rechazan al Dios trascendente y
Creador y su Revelación, pero que se ven en la necesidad de aceptar, maravillados, la
sublimidad de la Creación, no tienen otra alternativa que la de atribuir la eternidad, el
poder y la divinidad que se manifiestan en el orden de la Creación a la misma Creación.
Así es como surge el Panteísmo y su consecuencia última, el Monismo, el intento más
sistemático y consistente de explicar las cualidades sobrenaturales del Universo aparte
de su Creador trascendente y personal (cf. Romanos 1:18-32).
Las pretensiones evolucionistas de haber demostrado científicamente el «hecho»
de la evolución de la vida y sus consecuencias son falsas. No solamente no es cierto el
que hayan demostrado que la vida se haya autogenerado y evolucionado de niveles más
bajos a niveles más y más elevados, sino que además es científicamente imposible.
A la objeción que alguien podría presentar de que «Dios habría podido utilizar
la evolución como método de Creación», daremos una respuesta breve: No se trata del
poder de Dios tanto como del carácter moral de Dios. Y de lo que Dios nos ha
revelado, tanto acerca de su carácter como de la manera en que creó. Dios no utilizó este
método. Según la Biblia, la muerte entró en el mundo después del pecado del hombre,
cabeza federal de la Creación. La objeción de que este relato es alegórico implica el
haber prejuzgado la cuestión precisamente objeto de debate, dando por sentado que el
relato no es históricamente cierto, lo que no procede. Con respecto al carácter moral de
Dios, está contra todo lo que la Biblia nos enseña sobre Él el suponer que Él creara por
medio de ensayos, de prueba y error, por medio de la eliminación de los débiles por
parte de los fuertes, de la lucha competitiva, hasta llegar por estos medios al Hombre.
Esto haría de Dios el autor de la lucha, del egoísmo, de la brutalidad -¡como medios
dispuestos por Dios para hacer avanzar su creación por un camino de progreso
evolutivo!-. De nuevo, volviendo a la Biblia, vemos que toda esta crueldad y rapiña que
hallamos a nuestro alrededor son consecuencias del pecado cometido en el seno de una
creación buena y perfecta, la cual cayó sometida a vanidad al caer Adán y Eva en
rebeldía contra el Creador, cayendo de una posición de inocencia y dependencia en que
estaban a una posición de pecado y sus consecuencias. Dios creó un mundo en paz, un
mundo dichoso. Fue la rebelión contra Dios lo que introdujo el caos, la penuria y la
lucha por la existencia y la rapiña donde antes reinaba la armonía.
Más de cien años de propaganda «intelectual» evolucionista ha puesto a grandes
sectores de la cristiandad a la defensiva, los cuales se han apresurado a «armonizar»
Génesis, capítulos 1-11, con los «hallazgos de la ciencia», hipotecando gravemente su
testimonio y su visión de la naturaleza de Dios, del Hombre y de toda la Revelación en

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general. Pero se han apresurado demasiado en sus deseos de lograr las alabanzas del
mundo, pues el evolucionismo no es una conclusión científica, como falsamente
afirman la inmensa mayoría de sus propagandistas, sino una premisa filosófica
materialista sobre la que los no creyentes, científicos o no, tienen que construir una
visión del mundo atea o panteísta, mezclando hábilmente los ingredientes filosóficos
con datos científicos seleccionados, y apartando otros muchos datos científicos que no
convienen.
No es, pues, que la evidencia de que el evolucionismo sea absurdo y
anticientífico sea flaca. En todos los campos (Paleontología, Geología, Biología, etc.) se
puede ver con toda facilidad que no goza de ningún apoyo científico. Y la
Termodinámica y la Fisicoquímica le asestan un golpe definitivo. La verdadera
dificultad ante la que la mayor parte de las personas se estrellan es que el abandono del
evolucionismo implicaría la aceptación total del Creador y... esto es lo último que se
quiere hacer por parte de los evolucionistas. Porque aceptar al Creador implicaría
aceptar que el Creador ha hablado, implicaría aceptar su Revelación y el lugar que nos
corresponde como criaturas de su mano. Y esto, en realidad, ya no es un problema
científico, sino que es un problema muy personal, llamado orgullo humanista, o
soberbia: justamente la verdadera causa de nuestro alejamiento de Dios, la actitud en
que cayó Adán en su acción desobediente, y que nosotros recibimos.
TODAS las posturas sobre los orígenes tienen tremendos efectos personales...
excepto en las personas que afectan ante estos asuntos una indiferencia improcedente y
voluntariosa. En este sentido no existe la pretendida «objetividad» científica. Por el
contrario, la intensa importancia del tema debería llevarnos a examinar con todo interés:
« ¿Qué hay de cierto en las pretensiones evolucionistas?» « ¿Ha hablado Dios y se ha
manifestado Dios a los hombres?» «Si es así: ¿Qué ha dicho y qué ha hecho?»
Desde el criterio científico la insostenibilidad de la postura evolucionista es un
hecho. Las consecuencias, consistentes en que la realidad es que el Creador trascendente
nos ha creado, son tremendas, y aquí solamente se pueden bosquejar:
- Dios no sólo ha creado al hombre y al mundo en el que él habita. Dios ha
hablado, y su palabra ha sido recogida en todos los libros que forman la Biblia. - La
Biblia nos da la explicación no solamente de la grandeza del hombre, sino también de su
depravación y responsabilidad moral. El hombre está caído en pecado ante un Dios
Justo y Santo, como resultado de la caída primera de Adán y Eva en el tiempo y en el
espacio
- Pero está escrito en la Biblia que «de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna». (Evangelio según San Juan, capítulo 3, versículo 16).
- Dios tiene un propósito en su creación. Una creación en la cual, caída ella, Él
interviene en Redención y en Juicio. (H. M. Morris)

* * *

Las Escrituras son inerrantes y autoritativas allí donde hablan sobre asuntos que
solapan los así llamados dominios del científico y del historiador, y tales ocasiones ni
son raras ni oscuras. Por ejemplo, hay una sobresaliente cantidad de clara evidencia
bíblica de que tanto Adán como Eva recibieron sus cuerpos por creación directa,
sobrenatural (y no por un proceso evolutivo); que antes de la maldición edénica no
existía la muerte, ni enfermedades, ni violencia en toda la tierra; que los inmediatos
descendientes de Adán y Eva no fueron salvajes analfabetos; que la raza humana no ha
existido por veintenas ni por cientos de miles de años; que el Diluvio Universal fue

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geográficamente universal; y que la presente distribución de la raza humana puede ser
trazada desde la torre de Babel y el juicio divino sobre ella.
Aún más, es la convicción del escritor de estas líneas que la Escritura enseña
claramente que los cielos, la tierra, el mar, y las diferentes clases de plantas y animales
vinieron a existir como entidades «maduras» y funcionales por el poder directo y
sobrenatural de Dios. Algunos presentan el argumento de que Dios podría haber
escogido contarnos la historia de la creación en términos de creación directa más bien
que en términos de evolución debido a que el hombre primitivo no hubiera podido
comprender un concepto evolucionista. ¡Pero esto no es cierto! Los antiguos griegos
aceptaban varias ideas evolucionistas sobre el origen de la vida, y si lo cierto hubiera
sido la evolución, Dios hubiera podido haber dirigido a Moisés con toda facilidad para
que presentase esta idea con exactitud. Por lo tanto, no es cuestión de si Dios ha
engañado a los científicos en lo que concierne a los orígenes si resultara que el libro de
Génesis está en lo cierto. La verdadera cuestión es si Dios habrá engañado a los que se
han tomado en serio el libro del Génesis si al final resultaran ciertas las teorías
uniformistas y evolucionistas sobre los orígenes.

* * *

Ha llegado el momento en el que los cristianos deben desafiar abiertamente la


noción popular de que la ciencia moderna suministra una fuente de información
independiente e igualmente autorizada de la Biblia concerniendo a tales doctrinas como
las de la Creación original, la maldición edénica, y el Diluvio universal, y que
solamente la Ciencia sea competente para decirnos cuándo y cómo tales cosas
sucedieron (¡o si aun siquiera llegaron a suceder en absoluto!), mientras que la Biblia
nos informa meramente «en un lenguaje no técnico» en cuanto a quién hizo estas cosas
y por qué. La verdad de todo este asunto es que la Palabra de Dios no sólo nos
suministra la única fuente digna de crédito sobre el cuándo y el cómo de estos
grandiosos acontecimientos sobrenaturales (para no decir del quién y del por qué) sino
que además nos explica por qué el intelecto humano sin ayuda es completamente
incompetente para llegar a las respuestas correctas en tales asuntos (Cf. Rom. 1:18-23;
3:11; I Cor. 1:19-29; 2:14; Heb. 11-1-6; 2 Ped. 3:33). La condena del Señor sobre los
escépticos saduceos de su tiempo expresa adecuadamente el problema básico ante el que
se encaran los modernos cosmogonistas uniformistas: «Erráis, ignorando las Escrituras
y el poder de Dios» (Mat. 22:29). Desde luego, estamos lejos de negar que Dios ha dado
al hombre una revelación de Sí mismo en este universo material, porque la Biblia lo
enseña bien claramente en el Salmo 19:1 («Los cielos cuentan la gloria de Dios, y la
expansión denuncia la obra de sus manos») y en Romanos 1:20 («Porque las cosas
invisibles de él, con su eterno poder y divinidad, se hacen claramente visibles desde la
creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no
tienen excusa»). Además, Dios ordenó a Adán que «sojuzgara» la tierra (Gén. 1:28); y
podemos suponer que este mandamiento halla una expresión parcial en los maravillosos
inventos y descubrimientos que Dios ha permitido a sus criaturas.
Pero hay un gran número de verdades supremamente importantes que el
Universo material nunca puede revelar al ojo investigador del hombre, aun si pudiera
llegar a investigar sus maravillas con una mente no caída y con un corazón puro. Es por
esta razón que Dios, en su infinita gracia y amor, nos ha dado en la Biblia la suprema
revelación, la única con autoridad concerniente a las Personas de la Trinidad, la
Creación original, la naturaleza del hombre, la caída y la maldición edénica, la Torre de
Babel, los pactos Abrahámico y Mosaico, los milagros de Moisés, Elías y otros profetas,

41
la Encarnación, la muerte expiatoria y la resurrección corporal de Cristo, la naturaleza y
propósito de la Iglesia, el mundo invisible de los espíritus (incluyendo a Satanás), la
segunda venida de Cristo, los juicios futuros, el Cielo y el Infierno, y muchas otras
verdades vitalmente importantes que están completamente fuera del campo de la
investigación científica. En otras palabras, la cosmogonía, cosmología y la metafísica,
en el pleno sentido de estas palabras (y no hay otro sentido realmente válido) ¡son
imposibles aparte de la revelación especial de Dios en las Escrituras! Por tanto, el
verdadero científico, no menos que el verdadero teólogo, debe confesar con David:
«Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino»... «En tu luz veremos la
luz» (Salmos 119:105; 36:9).
En vista de ello, el cristiano puede tener la perfecta confianza de que la ciencia
no puede efectuar ningún descubrimiento que lleve fruto que no esté de acuerdo con las
claras y obvias enseñanzas de la Palabra de Dios. Desde luego, algunos considerarán
que esto es una restricción injustificada a su libertad intelectual, y una piedra de
tropiezo en su camino, a medida que buscan «seguir la verdad, lleve adonde lleve».
Pero los que permitan que sea la Escritura su guía en estos asuntos experimentarán unos
resultados exactamente opuestos, pues el omnisciente y verdadero Salvador nos ha
prometido: «Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8:31-32). (John C.
Whitecomb Jr.)

* * *

Estos dos grandes hechos de la Historia: la creación especial en el comienzo, y


luego el Diluvio universal, son confirmados por los hechos reales de la Ciencia y son
ofrecidos por San Pedro como una evidencia tan devastadora contra la cosmología
evolucionista que los que creen estas cosas, dice San Pedro: “ignoran voluntariamente,
y, por ende, culpablemente”. (2 Pedro 3). Además, naturalmente, estos hechos están
claramente registrados en el Génesis, y mencionados en muchas otras partes de la
Biblia. El primero de estos dos hechos es que hubo una creación real. Directamente
Dios, no por procesos evolutivos, sino asentada por el Poder de Dios, los cielos y
también la Tierra, surgía del agua y asentados en medio de las aguas existen desde los
tiempos antiguos. “Por la Palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército
de ellos por el aliento de su boca. Porque Él dijo, y fue hecho, Él mandó, y así fue”
(Salmo 33, 6, 9). “Las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo”
(Hebreos 4, 3). El segundo hecho importante de la Historia, del cual los burladores de
los últimos tiempos son voluntariamente ignorantes, o sea los evolucionistas
progresistas, es el Diluvio universal. “Por lo cual el mundo de entonces pereció
anegado en agua”. Los cielos y la tierra que eran desde la antigüedad, sostenidos por la
Palabra de Dios, fueron, pues, destruidos al tiempo del Diluvio. La única evidencia
científica de algún significado en apoyo de la teoría de la evolución es la supuesta
historia geológica de la vida de la Tierra, tal como se preserva en las rocas que
contienen fósiles en la corteza terrestre. Pero, estas deben ser, todas ellas, fechadas
como subsiguientes a la Caída y la Maldición, puesto que no había muerte en el mundo
antes de ella. Además, estos fósiles deben haber sido enterrados de modo súbito y
catastrófico, en su mayor parte, pues de otro modo no se habrían preservado, la mayoría
fueron depositados durante el gran Diluvio universal. Así pues, esos fósiles, en vez de
demostrar la historia lenta, uniforme y evolutiva de la Tierra, hablan del tremendo
cataclismo de juicio y destrucción en el cual “el mundo de entonces pereció anegado en
agua”. De modo que el cosmos original, la Tierra y los cielos, recibieron su existencia

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por la energía de Dios, no por los procesos naturales que ahora prevalecen y son
controlados por las dos leyes de la Termodinámica que corroboran, en contra de la
evolución, la narración de la Biblia. Estos dos sucesos históricos, la Creación y el
Diluvio, invalidan por completo la suposición del evolucionismo, y en consecuencia la
teoría de la evolución. La Ciencia es el estudio de los materiales y fenómenos que
existen en el mundo presente. Las observaciones y medidas científicas presentes no
pueden aplicarse a entidades que ya no existen o que no existen todavía. El método
científico implica de necesidad el que se puedan reproducir los resultados
experimentalmente y, por tanto, la ciencia como tal no puede de modo legítimo
pronunciarse sobre el pasado prehistórico ni el futuro escatológico. Todo conocimiento
del pasado o del futuro es sólo aceptable, y tiene sentido, si queda enmarcado por la
revelación divina. Es del estudio de las leyes y procesos presentes que se ocupa la
verdadera ciencia. Incluso en este mundo presente hay catástrofes menores que
interrumpen estas velocidades uniformes, y la verdadera ciencia debe tomar nota de
ello, también, al establecer su cosmología. La Biblia hace gran número de referencias a
los fenómenos naturales y éstos se hallan en estricto acuerdo con los datos científicos
comprobados. Pero, cuando los científicos intentan extrapolar las velocidades y los
fenómenos presentes al pasado prehistórico, a base de suposiciones evolucionistas y
actualistas, haciendo caso omiso de la Creación y del Diluvio, entonces aparecen serias
diferencias, pero no porque falle la Biblia, sino por los falsos datos de los
evolucionistas.

* * *

Quedan abiertos a discusión los métodos de observación que datan de unos


10.000 años a. C. el Dr. Melvin Cook, renombrado físico-químico de la Universidad de
Utah, (Usa), dice que no hay “relojes” radiológicos de largo alcance dignos de
confianza y que incluso la medida del tiempo por el sistema del radiocarbono 14 está
necesitando un serio reajuste… Desde un punto de vista científico, nos encontraremos
con grandes dificultades para determinar la edad de la Tierra y la idea de miles de
millones o incluso la de millones de años de desarrollo ha sido puesta en tela de juicio
por científicos competentes…
Todo esto nos acerca a la tesis de los creacionistas, los que creemos, junto con
una parte muy importante de la Tradición de la Iglesia, que la Tierra, igual que toda la
Creación, fue creada en estado adulto, y que la Tierra no tiene tantos miles, y aún
menos, millones, de años como se le atribuyen erróneamente…
En cuanto a la teoría evolucionista de que el hombre procede del mono, cada vez
le es más difícil a los evolucionistas poder demostrar que el hombre procede del mono,
de una célula del mar…
“La generación espontánea (evolución) de cualquier organismo viviente es
imposible” (Dr. George Wald, Premio Nobel y profesor de la Universidad de Harvard).
El Dr. Duane Gish, que empleó 18 años en investigaciones bioquímicas y
biomédicas en la Universidad de Cornell (California) y en la Upjom Comnay, concluyó
tras sus investigaciones sobre la teoría del origen de la vida “Un origen evolucionista
de la vida es imposible”.
El Dr. Louis Bounoure, director de la Investigación del Centro Nacional de
Investigación Científica de Francia, llama a la evolución “un cuento de hadas para
adultos”…
Declaraciones de este tipo podrían aportarse por centenares…

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El mismo Charles Darwin, antes de caer en el ateísmo, en su libro “El origen de
las especies”, dijo:
“La idea de un ojo que evolucione por selección natural es absurda en el más
alto grado”…
Todos sabemos que la evolución es un hecho observable de la naturaleza: la
semilla se va haciendo paulatinamente árbol, el embrión se hace cría y luego animal
adulto. Pero la evolución tiene lugar siempre dentro de una misma especie viviente.
Nunca del embrión de un gato sale un perro, ni muchísimo menos un hombre. Por eso,
la teoría que sostiene que las cosas se han ido transformando de unas en otras se debiera
llamar transformismo y no evolucionismo.
La teoría evolucionista es simplemente una hipótesis científica, o sea, una teoría
imaginada como posible. No es un hecho; no existe ni un solo hecho observado de
auténtica evolución, ni pruebas irrefutables a su favor. Los evolucionistas, no obstante,
no quieren ni oír hablar de ello. En vez de aducir pruebas, se limitan a proclamar que la
evolución es un hecho innegable que no admite vuelta de hoja. Pero esto no es honrado,
ni mucho menos científico. En Estados Unidos, actualmente, junto a una propaganda
masiva a nivel popular en pro de la evolución, que se exporta a otros países, han ido
apareciendo varias instituciones que explican el origen de las especies por la teoría
creacionista, y no por la teoría de la evolución. La prestigiosa revista “Scientific
American”, cuyos colaboradores son prácticamente todos evolucionistas, tuvo, sin
embargo, la honradez intelectual de escribir en una editorial, que no había derecho que
en las aulas y los libros académicos se presentara la hipótesis evolucionista
exclusivamente y se suprimiera o se ridiculizara la explicación creacionista, o “fijista”
de grandes científicos como Lineo. Esta actitud más aperturista y verdaderamente
científica no ha llegado todavía a España… El mismo Catecismo nacional de
preadolescentes, al que nada se le puede objetar desde el punto de vista estrictamente
religioso, pues ha sido aprobado por los obispos, sin embargo en este aspecto contiene
nada menos que una afirmación absoluta de la evolución universal, cuyo término es el
hombre (página 9), sin advertir siquiera al alumno del carácter hipotético de esta
evolución y de los límites que señala la Iglesia (Pío XII y Pablo VI) a esta hipótesis en
lo referente al origen del hombre como tal.
En el libro del Génesis, y en múltiples otros pasajes de la Biblia, Dios nos revela
que creó el mundo y todos los seres vivientes de la nada. Es completamente cierto esto y
ninguna verdadera ciencia puede ponerlo en duda La narración bíblica de la creación del
mundo, de las plantas, animales y hombre responde a la verdad objetiva e histórica. No
se trata de una fábula ni de una leyenda ejemplar, en parte historia y en parte ficticia. Lo
ha declarado así la Iglesia en varias ocasiones. Esta narración no constituye una
descripción popular, de carácter religioso, ajustada a la mentalidad primitiva.
El evolucionismo implica una contradicción y es, por tanto, imposible: nadie
puede dar lo que no tiene; es imposible que la vida pueda producirse espontáneamente
de la materia, que es una forma de existencia muy inferior, sin Alguien detrás: Dios.

* * *

La evolución es el intento del ateo por explicar la presencia de una obra creada
sin la preexistencia de un Creador inteligente. Hay profesores de Universidad que saben
que la evolución es un absurdo, pero siguen creyendo y enseñando esta teoría, por no
“desentonar” de la enseñanza “oficial” de la evolución… aún sabiendo que esta teoría
no tiene ninguna base científica valedera que la avale…

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Hace unos cuarenta años, en nombre de la Ciencia se afirmaba el poligenismo: la
evolución habría dado varias ramas de humanidad. En su encíclica “Humani generis”
de 1950, Pío XII escribía: “Los fieles cristianos no pueden abrazar la teoría de que
después de Adán hubo en la tierra verdaderos hombres no procedentes del mismo
protoparente por natural generación, o bien de que Adán significa el conjunto de
muchos primeros padres, pues no se ve claro cómo tal sentencia pueda compaginarse
con cuanto las fuentes de la verdad revelada y los documentos del Magisterio de la
Iglesia enseñan sobre el pecado original, que procede de un pecado en verdad cometido
por un solo Adán individual y moralmente, y que, transmitido a todos los hombres por
la generación, es inherente a cada uno de ellos como suyo propio”. Esta enseñanza de
Pío XII fue repetida en el “Credo” dado a la Iglesia por el Papa Pablo VI, con ocasión
del Año de la Fe en 1968: “Creemos que en Adán todos pecaron”, lo cual quiere decir
que la falta original cometida por él hizo caer a la naturaleza humana, común a todos los
hombres, en un estado que experimenta las consecuencias de esta falta, y que no es
aquél en el que se hallaba la naturaleza al principio en nuestros padres. Adán es
designado claramente como una persona física, fuente de la Humanidad. He aquí lo que
escribe, en una obra muy reciente, Jean de Grouchy, especialista en Biología genética y
director de investigaciones: “Del nacimiento de las especies a las aberraciones de la
vida”. Su trabajo se sitúa en la línea de los trabajos del profesor Lejeune. Establece que
son las modificaciones cromosómicas las que aparecen como los motores más
importantes de la evolución, modificaciones cuyos éxitos son muy raros. Y concluye:
“Las teorías que hemos desarrollado llevan necesariamente a admitir que una especie
aparece en un lugar único a partir de un individuo único o de una pareja única… Lo
que lleva, pues, a afirmar, que todos los hombres que viven hoy descienden de un
individuo único, o de una pareja única… Una conclusión que va en contra de las ideas
admitidas por numerosos especialistas modernos, según los cuales las especies, y muy
particularmente el hombre, pudieron nacer en una parte y otra en períodos diferentes,
para convertirse, sin embargo, en especies coherentes. Es más razonable admitir que
Adán y Eva existieron realmente”. Esta es la última palabra de la Ciencia. El libro está
editado en la primavera de 1978. Es un trabajo revolucionario que establece que la
teoría neo-darvinista está mal fundada y ha de abandonarse, y que confirma
científicamente que la enseñanza de la Fe está bien fundada “Un poco de ciencia aleja
de la Fe; mucha ciencia lleva a ella”. La mayor parte de los biólogos de hoy son
monogenistas.
El evolucionismo lleva a muchos cristianos a dudar del pecado original y, por
repercusión, de todos los dogmas que con él se refieren. También es importante desde el
punto de vista moral. Dos testimonios confirman esta importancia. El del cardenal
Tisserant que, en 1945, dijo que las doctrinas evolucionistas son las que precipitaron a
Rusia en el ateísmo y la Revolución. Y más adelante, en 1969, el del Dr. John Ford, de
la Universidad norteamericana de Berkeley, quien declaró públicamente después de
unos disturbios en su Universidad: “La teoría de la evolución es en gran parte
responsable de la caída de la moralidad de nuestros estudiantes”…
El Papa Pío XII dijo:
“Hay ciertamente quienes, aunque el sistema de la evolución en el campo mismo
de las ciencias naturales no esté aún indiscutiblemente probado, lo admiten sin
prudencia ni discernimiento y pretenden que puede aplicase al origen de todas las
cosas, sin temor de mostrarse favorables a la hipótesis monista y panteísta de un
Universo sometido a evolución perpetua. Esta hipótesis precisamente, sirve a los
dirigentes comunistas para propagar más eficazmente y facilitar el avance del
materialismo dialéctico y hacer desaparecer de los espíritus toda noción de Dios”…

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* * *

Las diferencias que separan al simio del hombre, cualesquiera que ellas sean,
basadas en un supuesto proceso evolutivo, sin más relación de causa a efecto que la
casualidad y el azar, carecen de toda justificación natural y lógica; y las suposiciones e
hipótesis evolucionistas a pesar del carácter “científico” de que vienen revestidas, no
solamente carecen de tal justificación, sino que son contrarias a las realidades biológicas
de todos los seres vivos en general y de los simios en particular, como lo demuestra el
hecho de que en todas las especies animales contemporáneas de aquellas remotas
épocas, cuyos descendientes han podido superar el transcurso de los “millones” de
años… y que el hombre ha conocido y reflejado desde que es historia, no se haya
producido cambio alguno apreciable en su capacidad biológica ni en su estructura
morfológica. Las hipótesis evolucionistas, con las que algunos investigadores pretenden
presentar como un hecho demostrado el proceso de hominización y con él la
procedencia simiesca del hombre, carecen de todo fundamento natural, experimental y
lógico: el hombre fue hecho directamente por Dios, como narra la Biblia. Por otro lado,
¿por qué tenía que producirse el fenómeno de evolución en una línea simiesca
determinada, cuando todos los demás animales, y entre ellos sus congéneres Primates y
Póngidos, etc., coincidentes en el tiempo y en el espacio con la supuesta línea homínida,
han permanecido sin experimentar variación alguna, a pesar de los “millones” de años
transcurridos?… ¿Por necesidad, por azar, o por una fortuita casualidad?... Y ¿son
suficientes estas causas o motivaciones para estimular y sostener un proceso conducente
a producir las transformaciones necesarias, hasta convertir un simple simio en un
hombre?.... Y ¿por qué habría de haberse alcanzando la conquista del “yo” humano, de
orden fundamentalmente espiritual, por la acción de un proceso operado sobre seres
puramente materiales e irracionales?... ¿No se tratará, más bien, de dotar de alguna base
científica a una teoría, precipitada y sin base alguna que carece del necesario respaldo
natural y lógico?... Los científicos materialistas y ateos parecen sustentar la teoría de
que el proceso de hominización es una secuencia natural del proceso evolutivo, que
comenzó con la formación espontánea del primero o de los primeros seres vivos y se
prolonga en la hominización por la dinámica y potencialidades latentes en las fuerzas y
elementos físicos-químicos de la Naturaleza, mediante transformaciones de unas
especies en otras hasta culminar en la especie humana. Los evolucionistas creyentes, por
su parte, admiten el mismo proceso, pero teológicamente dirigido y potenciado por un
Ser sobrenatural, en el sentido de que este Ser habría dotado a la materia del dinamismo
necesario para que, dondequiera que se den determinadas circunstancias físico-químicas
y ambientales, se produzca la Vida y los fenómenos inherentes al proceso evolutivo
hasta obtener idéntico resultado. Nosotros no tendríamos inconveniente en aceptar esta
última interpretación si no tuviéramos el convencimiento de que, salvo el
reconocimiento de la acción creadora de Dios, le afectan, fundamentalmente, idénticas
objeciones que a la concepción materialista: no tienen base científica alguna para pensar
en una evolución, todo en la evolución es utopía, suposiciones, ciencia-ficción, falso…
¿Por qué había de actuar el Creador en contra de sus propias leyes?... Si Dios ha
establecido que la única forma de conservar, transmitir y perpetuar la Vida, creada por
Él mismo, sea la reproducción sexual o asexual, de otros seres semejantes a su
progenitor o progenitores o a los ascendientes de éstos, pero siempre dentro de la misma
especie a que pertenecen, y es indudable que así ha tenido que ser, puesto que así viene
ocurriendo en el proceso biológico de la reproducción de nuevos seres, indefinidamente,
¿por qué tenía que emplear para crear la especie humana un medio tan complicado,

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lento y problemático, así como indemostrable científicamente, como es el proceso
evolutivo, para que éste, lenta y progresivamente, fuera alcanzando cotas biológicas y
morfológicas más perfectas y desarrolladas, pasando de las especies más simples y
elementales a otras más complejas, hasta culminar en el hombre?... ¿Es que el Autor de
la vida y de la materia carece de poder y sabiduría para actuar de la forma más sencilla,
rápida y coherente, conducente al mismo fin como es la Creación, como narra la
Biblia?...
Vemos, pues, que todo se reduce a un problema de fe en Dios; los evolucionistas
quieren negar a Dios, y para ello se inventan una teoría fantástica y de ciencia-ficción a
la cual quieren darle ribetes científicos, que en realidad no pueden aplicar, pues la
Ciencia, criatura también de Dios, no puede oponerse a su Creador, y así en todos los
campos científicos los evolucionistas se las ven y se las desean para demostrar algo que
no pueden: la evolución…

* * *

La moderna doctrina humanista de la evolución y el relato bíblico de la creación


del Universo por Dios Todopoderoso, son dos teorías radicalmente opuestas del origen
del mundo viviente, entre las cuales no hay compromiso posible. El gran hombre de
estado y pensador cristiano Abraham Kuyper, holandés, lo hizo resaltar en su magistral
mensaje titulado “Evolución”, aparecido en Ámsterdam en 1899: “Seamos honestos y
tengamos el valor de nuestras propias convicciones, y admitamos abiertamente que la
doctrina de la evolución no es sólo atea, sino antiteísta y coloca toda la Religión, como
una humana superchería, en entredicho. La doctrina de la evolución es un sistema de
nueva invención, una doctrina modernamente concebida, un dogma de nuevo cuño, una
creencia de reciente resurgimiento, que se coloca a sí misma sobre y contra la fe
cristiana y sólo puede tener cabida en el templo edificado sobre las ruinas de la fe
cristiana. Tenemos, no sólo que defendernos contra esta doctrina, sino que tenemos que
atacarla”…
Los hechos conocidos de la ciencia natural y de la historia humana, pueden ser
interpretados en una o en otra de estas dos pautas de referencia:
1) La del evolucionismo.
2) La del relato bíblico de la Creación, la caída por el pecado, el juicio y la
redención del hombre por Jesucristo en la comunión del Espíritu Santo.
Como consecuencia, el cristiano cree que el Universo deriva su existencia del
Dios Todopoderoso, Quien lo creó para su propia gloria, de la nada, creando, asimismo,
a los ángeles y al hombre para hacerlos partícipes, en su inmenso Amor, de su felicidad.
A las preguntas religiosas centrales: ¿Qué es el hombre? y ¿Quién es Él?, el Señor Dios
ha dado una clara respuesta en su Palabra: el Hombre es una criatura hecha a la imagen
de Dios para tener dominio sobre la tierra y subyugarla por medio de su ciencia,
acciones y trabajos, para la mayor gloria de Dios y beneficio de las necesidades
humanas.
De otra parte, está la falsa presuposición evolucionista de que el Universo se ha
generado a sí mismo y es el resultado de nulas posibilidades y de la combinación al azar
de átomos y moléculas, que la presente forma del mundo orgánico, lo mismo que su
pasado geológico entretejido en los fósiles, es la clave de la comprensión del pasado.
Este pasado se cree ser el resultado de un proceso cósmico de evolución que opera por
medio de la mutación de átomos y genes en niveles más altos de organización. A la
pregunta: ¿Qué es el hombre?, el evolucionista responde: El hombre es un organismo
que genéticamente consiste en un animal base, originado a su vez por otro animal

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ancestral, adornado con unas series completas de características humanas. En el hombre
primitivo, tomando como ejemplo el Australopiteco africano u hombre-mono del Sur, el
estrato humano es todavía muy débil. Pero, como resultado de una progresiva
evolución, el núcleo animal se ha hecho más y más pequeño, mientras que el
componente humano a su vez ha ido creciendo en correspondencia…
El verdadero científico cristiano diferirá así radicalmente de un falso erudito
evolucionista, porque él “verá” todos los aspectos, funciones y coherencias de la
creación a la luz de su fe, de Dios, mientras que el evolucionista lo verá bajo su tesis
atea, de ausencia de Dios…
El científico cristiano tiene la prueba palpable de la existencia de Dios, el
científico ateo-evolucionista presenta sólo sus simples posibilidades, sus conjeturas, sus
especulaciones, pero nada más…
Los evolucionistas aducen como prueba fehaciente de su falsa teoría que los
fósiles determinan la edad de las rocas; pero ellos, en un círculo vicioso también dicen
que la antigüedad de los fósiles viene determinado por la antigüedad de las rocas…
R. H. Rastalla de la Universidad de Cambridge, dice al respecto: “No puede
negarse que, desde un estricto punto de vista filosófico, los geólogos han estado
argumentando en un círculo vicioso. La sucesión de los organismos ha sido
determinado por un estudio de sus restos incrustados en las rocas, y las edades
relativas de las rocas son determinadas por los restos de los organismos que
contienen”…
Todo esto nos lleva a la conclusión de la falsedad de la teoría de la evolución, ya
que se apoya en bases falsas que los conducen al error, al caos, al confusionismo. Tal
como dice la Biblia todo fue hecho por Dios directamente, no hubo evolución, ni el
hombre procede del mono, como dicen los evolucionistas, sino que, como dice la Biblia,
fue hecho directamente por Dios.

* * *

Los evolucionistas dicen que si ellos no pueden demostrar la existencia, el


origen de la célula primitiva que dio lugar a la vida, según ellos, tampoco los cristianos
pueden demostrar el origen de Dios, la existencia de Dios…
Efectivamente, los cristianos no podemos explicar el origen de Dios, pero hay
matices muy importantes en este sentido que hacen ver cómo los evolucionistas se
asientan, se afirman, en premisas falsas, mientras que los cristianos tenemos una sólida
base para creer que es verdad lo que Dios revela en la Biblia, así como su existencia y
su origen.
Dios no nos revela cómo puede existir desde siempre, cómo fue su principio…
que no fue tal, porque Dios ha existido siempre, ya que uno de los atributos de Dios es
la eternidad: Dios no tuvo principio ni tendrá fin, ha existido, y existirá, siempre… Esto
es algo que ahora no comprendemos pero que entenderemos cuando muramos, cuando
entremos en la dimensión que ahora mismo no contemplamos, pero que existe a nuestro
alrededor y que es en la que se mueven los difuntos, nuestros ángeles de la guarda,
Jesús, la Virgen, los diablos… etc. Dios tampoco lo ha revelado, porque cuando Él vino
a la tierra, aunque sabía todas las cosas habidas y por haber, ya que era, y es, Dios, se
limitó a su labor predicadora del Evangelio, y así, por ejemplo, aunque sabía de sobra
que la Tierra no era plana como pensaban sus contemporáneos, no dijo nada, no era esa
su misión. Pues bien, esos llamados “misterios” que Dios no ha revelado, implican de
nuestra parte una fe ilimitada y una ciega confianza, que, en cambio, no podemos
apoyar en una célula evolucionadora.

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Pues bien, pasando al tema; tenemos una célula cuyo origen se desconoce;
tenemos a Dios cuyo origen desconocemos. Ahora bien, según los evolucionistas ¿qué
diferencia, pues, hay entre el Dios cristiano y la célula primitiva evolucionista?...
La diferencia es que esa célula no ha dado fe de vida mientras que Dios sí…Y
esa es la gran diferencia que hay entre Dios y la célula. ¿Se ha manifestado la célula
primitiva evolucionista?... No, y es más, cada vez más los verdaderos científicos se
están dando cuenta del fraude evolucionista, de la superchería evolucionista: no existe
tal evolución, es falsa esa teoría. En cambio, Dios, se ha manifestado desde el principio
hasta nuestros días. Así vemos cómo la Biblia, libro sagrado, que contiene las relaciones
de Dios desde el principio con el hombre no sólo en el momento de crearlo, sino
también después de la expulsión del Paraíso, etc. Dios siempre acompaña al hombre, y
por último, se hace Hombre de una virgen judía: María. Y Jesús dice que es Dios, y lo
demuestra, resucitando al tercer día, algo que no pudieron evitar los poderes infernales
del Sanedrín. Y este poder: multiplicar el pan, curar ciegos, sanar cojos y leprosos, y
resucitar muertos es en verdad una prerrogativa que solo Dios, y quien Dios quiere,
puede hacer. Jesús lo demostró suficientemente con su vida, con su muerte, y, sobre
todo, con su resurrección. Pues bien, si Dios manifiesta su poder, su existencia, a través
de los siglos, y en cambio la célula evolucionista permanece callada, oscura, sin poderse
demostrar, vemos cómo realmente los cristianos no nos apoyamos en el aire, como los
evolucionistas, que pecan de fantasiosos, de “etéreos”, de inconsistentes, de
pseudocientíficos.
La existencia de Dios ha sido más que probada, mientras que la célula no pasa
de ser un cuento de hadas…

* * *

El versículo primero de la Biblia es el más importante y básico de todos. “En el


principio creó Dios los cielos y la tierra.” Cuando uno de veras cree este versículo tiene
realmente pocas dificultades para creer el resto de la Palabra de Dios. Este sólo
versículo refuta todas las numerosas teorías que se han inventado sobre el origen del
Universo. Este versículo refuta el ateísmo (la doctrina de que no hay Dios) porque
empieza con Dios. El panteísmo (que todo sea Dios) es refutado porque muestra que
Dios existía antes del Universo. El politeísmo (muchos dioses) es falso, porque el
Universo fue creado por un solo Dios. El dualismo, la doctrina de dos dioses eternos,
uno bueno y otro malo, es meramente una forma de politeísmo, que es falsa.
El evolucionismo queda rechazado porque se afirma que Dios “creó”… En
realidad, todas estas falsas filosofías evolucionistas son esencialmente la misma. Todas
las teorías de los orígenes (distintas del verdadero relato de la Biblia) enseñan que el
“cosmos” presente recibió su existencia por la operación de “dioses” o de fuerzas de la
naturaleza o algún principio místico que actuaba sobre material previamente existente
en un “caos” interior. Esta idea existía no menos en un antiguo paganismo que en el
cientificismo moderno. ¡La revelación de una creación especial de todas las cosas por
un Dios personal Todopoderoso y eterno es esencialmente singular de la Biblia! De
modo que todo otro tipo de explicaciones de los orígenes, sean religiosas, filosóficas o
científicas, son básicamente tan sólo formas diferentes del concepto de evolución. La
Creación se define simplemente como la obra de Dios dando existencia a todas las
cosas. Sólo Dios es eterno: todo lo demás en el Universo tiene principio. La verdadera
creación es creación ex nihilo (o sea, de la nada), y no es meramente una remodelación
de materiales que ya existían.

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Opuesto a la doctrina de la creación está el concepto de evolución. La evolución
se define, en el sentido más amplio, como la teoría de que todas las cosas han derivado
por modificación gradual a través de procesos naturales a partir de materiales anteriores.
Según este concepto todas las formas de vida se han desarrollado de formas más
simples, anteriores, y aún la vida misma pasó a existir espontáneamente a partir de una
organización compleja de moléculas químicas previamente inertes. Incluso la estructura
atómica y molecular básica de la materia, según se especula, se desarrolló de formas de
la materia aún más básicas y simples. La teoría de la evolución, esencialmente en la
forma así descrita, es defendida firmemente por muchos científicos modernos. De
hecho, se oye con frecuencia la afirmación de que todos los científicos aceptan la
evolución, pero esta afirmación, naturalmente, es falsa. Hay otros muchos científicos y
otras personas bien instruidas, en la actualidad, que rechazan el evolucionismo y que
insisten en que sólo la creación divina puede explicar el Universo y sus habitantes. La
cuestión clave es si todas las cosas fueron creadas específicamente por el Dios de la
Biblia o se desarrollaron de materiales previos hasta las formas presentes por medio de
la operación de principios inherentes. Si es esto último, se sigue que este desarrollo, esta
“evolución”, todavía persiste, puesto que es de suponer que estos mismos principios
están todavía en operación. Hay algunos que sugieren que la evolución fue el método de
la creación de Dios. Sin embargo, esta creencia, que se llama evolucionismo teísta, no
es aceptada ni por los verdaderos dirigentes del pensamiento evolucionista ni por los
que creen firmemente en la infalibilidad de las Escrituras. En realidad la decisión entre
creación y evolución no es realmente una decisión científica en absoluto. La ciencia,
como tal, no puede decir nada sobre los orígenes. La ciencia, como tal, se limita al
estudio de los fenómenos y procesos físicos tal como existen en el momento presente.
El método científico implica reproducibilidad esto es, un experimento ejecutado hoy y
que rinde ciertos resultados, si se repite el año próximo dará todavía los mismos
resultados. Hay que ver, sin embargo, que los sucesos prehistóricos no se hallan sujetos
a experimentación científica, y que por lo tanto no se puede decir científicamente lo que
ocurrió hace millones de años. Con el fin de proyectar nuestro conocimiento de los
procesos presentes en el pasado prehistórico, necesariamente hemos de hacer ciertas
asunciones como base de tales proyecciones, y esto implica una filosofía o una fe, no
ciencia. Los procesos presentes, las mismas leyes básicas de la ciencia moderna, que
describen estos procesos presentes, son leyes de conservación y deterioro. Estas leyes
tratan del comportamiento fundamental de la materia y la energía, entidades que
actualmente incluyen todo el Universo físico, y que son conocidas como las leyes
primera y segunda de la Termodinámica. La primera y la segunda ley de la
Termodinámica pueden muy bien ser llamadas la primera y la segunda ley de la ciencia.
Todos los procesos en el Universo han de obedecer estas dos leyes. La primera ley de la
Termodinámica afirma que, aunque la energía puede ser cambiada de forma, no es
ahora creada ni destruida. La segunda ley de la Termodinámica dice que todos los
sistemas físicos, si se dejan a si mismos, tienden a hacerse desordenados. Así las
máquinas se gastan, los procesos se desorganizan, los organismos envejecen y mueren.
Cualquier incremento de orden requiere un aporte de energía desde el exterior del
sistema. Estas dos leyes indican claramente que nada es creado ahora, y que la creación
original está “desgastándose”…
Esto prueba que la evolución, que requería un proceso universal continuo de
desarrollo e integración no tiene lugar en el momento presente ni ha tenido lugar jamás
tampoco en el pasado.
De todo esto se deduce que la teoría de la evolución no tiene base científica
alguna, es falsa.

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* * *

El relato bíblico de la creación del cosmos por Dios Todopoderoso proporciona


una más razonable estructura y esquema en cuyos términos podamos comprender el
mundo en que vivimos, que la de la falsa teoría de la evolución de que todo existe como
resultado de la nula posibilidad y el azar de combinaciones de átomos y moléculas que
dan por resultado los altos niveles de la organización de la materia. La Palabra de Dios,
apoyada por las leyes de la Termodinámica, la Embriología y la Genética, demuestra
plenamente que la doctrina de la evolución da por resultado que los procesos y
acontecimientos no están probados científicamente. Sólo aceptando la palabra de Dios
como el principio ordenador de nuestro trabajo científico, podemos esperar el que tenga
sentido el vasto aparato de los llamados “hechos” que hay a nuestro alrededor. La
Palabra de Dios sola, es la que puede proveernos del principio ordenador que nos da
nuestra verdadera estructura de referencia y el seguro punto de partida para todo nuestro
pensamiento respecto de la realidad. Actúa así accionando en nosotros un verdadero
conocimiento de Dios, de nosotros mismos, y de la ley y el orden de la Creación. La
Palabra de Dios es el poder mediante el cual el Creador abre nuestros corazones para
“ver” las cosas como realmente son. Aparte de esta revelada estructura bíblica de la
Creación, la caída en el pecado y la redención por Nuestro Señor Jesucristo en la
comunión con el Espíritu Santo, la razón de la caída del hombre, oscurecida por el
pecado, sólo descubre un Universo irracional y sin significado. La Palabra de Dios nos
provee de la norma central para la verdadera interpretación y la sólida y válida
presuposición para que tenga sentido la experiencia humana. La Palabra de Dios pone
significado en los hechos descubiertos por la investigación científica. Sin este revelado
terreno de la Creación, los datos suministrados por tal investigación serían absurdos y
carentes de sentido. El verdadero conocimiento se hace posible por la verdadera
Religión, y ello solamente surge de la actividad cognoscitiva del corazón humano
iluminada a través de la Palabra de Dios por el Espíritu Santo. La revelación de Dios en
las Escrituras es la clave del conocimiento que excluye cualquier concepción dualística
del hombre y del mundo. El motivo bíblico de la Creación, la caída y la redención en
Cristo Jesús, en la comunión del Espíritu Santo…es, sobre todo, un motivo de fuerza en
el mismísimo centro de nuestro ser, la clave para el conocimiento de Dios y lo que
puede abrirnos la revelación de Dios en las Escrituras y en todas las obras de sus
manos… Al revelarse a sí mismo como Creador, Dios se revela como el solo origen de
todo lo que es. Ninguna fuerza puede oponérsele que tenga todo poder en su propio
derecho. Nosotros no podríamos establecer cualquier área aislada de vida terrestre como
un refugio para nuestra autonomía. Él tiene el derecho de todo sobre nuestras vidas,
para todos nuestros pensamientos y para toda nuestra acción. Ninguna esfera de la vida
puede divorciarse del servicio de Dios. Al revelarse a Sí mismo como Creador, Dios ha
desvelado al mismo tiempo al hombre el significado de su propia existencia. Estamos
creados a la imagen de Dios. Por esta razón, es la Palabra de Dios sola, la que, por su
radical afianzamiento sobre nuestros corazones, puede aportarnos una reforma real de
nuestra visión del hombre y del mundo en que ha sido colocado por el Creador. La
Palabra de Dios es el principio ordenador que suministra tanto a los teólogos como a
biólogos cristianos con la estructura de referencia y el punto de partida de todos sus
pensamientos, trabando en ellos como verdadero conocimiento de Dios, de ellos
mismos y de la estructura de ley de la Creación. En su carácter dinámico la Palabra de
Dios actúa sobre nuestros corazones y dirige a la Ciencia tanto teológica como biológica
en la verdadera dirección .Los hechos de la Ciencia no nos hablan significativamente a

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menos que los veamos en su propio orden, es decir, en términos de concepción
escritural de la realidad como creada por Dios. Así, la palabra de Dios clarifica nuestra
visión del mundo desde el principio. Nos suministra nuestro punto de partida
arquimedeano para todo nuestro pensamiento científico al revelarnos que no llegaron a
este planeta por la casualidad o la nula posibilidad, como suponen falsamente los
evolucionistas, sino que el Dios viviente creó el cosmos y al hombre como se narra en la
Biblia: directamente y en estado adulto.

* * *

San Pedro en (2 Pedro 2) dice que en los últimos tiempos los corrompidos y
desviados ridiculizarán la promesa bíblica de su venida, repetida con frecuencia, la
promesa de completar su obra de la redención y liberación de una creación que ha
estado gimiendo en el dolor desde que el pecado del hombre trajo sobre ella la
maldición de Dios… ¡Y el fundamento filosófico de este rechazo es el principio del
evolucionismo! “Todas las cosas permanecen como estaban desde el principio de la
creación”. En efecto, estos falsos evolucionistas y estos falsos educadores progresistas
de los últimos días dirán para engañar a los ingenuos e incautos que les hagan caso:
“Nuestra mente moderna no puede aceptar las enseñanzas ingenuas de la Biblia con
respecto a la intervención sobrenatural de un Dios trascendente en el curso uniforme
de la naturaleza. Ya no necesitamos acudir al concepto de los milagros, puesto que la
ciencia ha demostrado que el Universo siempre ha operado de acuerdo con las leyes de
la Química y de la Física”.
Se puede objetar a esto que, si el principio de uniformidad prevalece hasta el
presente, todavía se tiene que explicar la existencia del Universo en términos de un
Creador divino, ya que de otra manera es imposible.
Pero el evolucionista, el progresista, dice. “No, las cosas continúan como fueron
desde el principio. La creación fue como es ahora. Todo se ha ido organizando
gradualmente y ha llegado al presente estado por medio de las leyes y procesos
naturales que existen al presente, de modo que la creación prosigue; como la ciencia
puede explicarlo todo, no se necesita ningún “creador”, y podemos llamarlo
“evolución” en vez de “creación”… Nunca ha habido una creación real ni ninguna
interrupción sobrenatural de los procesos presentes, y por tanto es banal e insensato
preocuparse de alguna posible interrupción… ¡Podemos echar en el olvido la noción
de que Dios vendrá un día a juzgar y cambiar el mundo!”…
Así dicen estos hijos de Satanás; esta es, naturalmente, la actitud atea
prevaleciente entre los intelectuales de todo el mundo, en extensión casi universal. La
filosofía pseudocientífica del actualismo evolucionista defiende que es capaz de explicar
el Universo y los habitantes de la Tierra en términos de un desarrollo natural bajo la
operación uniforme de las leyes naturales. Pero debería ser evidente para estos ateos
descreídos que la ciencia moderna, en el sentido verdadero de la palabra, sólo puede
estudiar el cosmos presente. El cosmos de antes del Diluvio no es accesible a la
observación y la mediación científica. Los restos del primer cosmos que pueden haber
sobrevivido en el presente sólo pueden ser estudiados científicamente en su condición
presente, pero esto no nos puede decir nada directo sobre sus condiciones previas de
existencia. Las únicas fuentes genuinas de información para la cosmología
antediluviana serían los anales o crónicas escritas por testigos oculares, o bien la divina
Revelación. El relato bíblico del Génesis es las dos cosas a la vez, pero como los
evolucionistas no admiten la Biblia, ni a Dios, ni los relatos del Génesis, que para ellos

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son cuentos de hadas… se meten en líos cada vez más grandes, y se van embrollando
más y más por su soberbia, su descreimiento, su falta de fe.
Estos son de quienes se dice que en los últimos tiempos “no sufrirán la sana
doctrina y se aferrarán en cambio, a una vana palabrería”…y a un cuento de ciencia
ficción, como es en realidad la teoría de la evolución.

* * *

Los evolucionistas muestran al hombre de Neanderthal como un hombre-simio.


En realidad, tras la dispersión de los pueblos de Babel como castigo a su orgullo y
presunción, los hombres tuvieron que dispersarse por toda la Tierra. Las tribus que
fueron forzadas hacia el norte de Europa o hacia el interior de África tuvieron
dificultades para luchar contra el ambiente inhóspito; la gran capa de hielo del período
postdiluviano glacial, en un caso, y las lluvias ecuatoriales y el calor en el otro, y
algunos de ellos quedaron exterminados. Entre éstos se halla el pueblo de los
Neanderthal, que en otro tiempo se creyó que eran hombres-simios primitivos debida a
su apariencia primitiva, pero de los que ahora se sabe que fueron verdaderos hombres
que sufrieron deformaciones de raquitismo y artritis debido a los rigores del clima frío
en que vivieron… Cuando cada familia empezó su nueva vida en una región nueva y no
conocida se vieron forzados a vivir de modo simple durante muchos años,
principalmente cazando animales y escogiendo frutos y nueces como alimento, viviendo
en cuevas o refugios de madera, y arreglándoselas lo mejor que podían, haciendo útiles
y armas de piedras y palos y vasijas de arcilla. Aunque conocían las artes de la
metalurgia y la construcción muy bien, al principio no tenían de donde sacar metales o
materiales de construcción. Asimismo, aunque sabían cómo cultivar cosechas y
domesticar animales, les costó muchos años desarrollar una agricultura estable y reunir
rebaños productivos. El problema se complicaba por su reducido número, ya que una
economía compleja requiere muchos especialistas, un lujo que era imposible cuando
cada miembro de la familia debía dedicar la mayor parte de su atención al problema de
la supervivencia. Este período de poblaciones tribales pequeñas viviendo en una
economía de “caza y recolección” con útiles de piedra tosca se reconoce como el estadio
inicial de cultura en cada sitio ocupado, pero ha sido malinterpretado por los
arqueólogos evolucionistas, como indicando un período Paleolítico. No se habría
precisado de un millón de años o más para que el hombre primitivo saliera de este
estadio como dicen los evolucionistas, sino sólo unas pocas décadas o generaciones en
la mayoría de los casos. En realidad, como es natural, hay algunas tribus que viven
incluso hoy en este tipo de cultura. Se va acumulando más y más evidencia cada día de
que las civilizaciones elevadas se desarrollaron casi de modo concurrente en todo el
mundo, en cada caso después de sólo un breve período de “caza y recolección” en cada
región.
Los primeros once capítulos del Génesis tratan de la primitiva historia de la
Humanidad. Esta sección, naturalmente, es la que ha sido objeto de los mayores ataques
por parte de los evolucionistas y escépticos de todas clases ya que se oponen a sus
erradas y falsas teorías sobre el origen del hombre y al reconocimiento explícito de la
existencia y relación de Dios con el hombre. Sin embargo, estos capítulos primeros del
Génesis no son ningún cuento de hadas, sino verdaderos e históricos en todos los
aspectos. Es absolutamente necesario e imperioso, si queremos comprender realmente el
mundo moderno y planear efectivamente el futuro del mundo, que entendamos y
creamos esta historia divinamente inspirada del mundo primitivo. Si lo hacemos así, no
erraremos, en cambio, aquellos, como los evolucionistas, que por negar a Dios, se

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“inventan” teorías tan falsas como las evolucionistas, se verán avergonzados por los
verdaderos descubrimientos científicos, y quedarán en la Historia como mentirosos,
pues el hombre, como dice la Biblia, fue hecho directamente por Dios, y en estado
adulto y perfecto.

* * *

Según los evolucionistas una célula venida del espacio cayó en la Tierra, que por
lo visto entonces era una especie de caldo de puchero (lo que científicamente no sólo no
está probado sino que es un absurdo) y allí se fue desarrollando hasta ser un pez, luego
un lagarto, luego un mono, y luego ¡oh maravilla!: el hombre… Este cuento para niños
pequeños, igual que el de Caperucita Roja, no está mal, para entretener, pero cuando se
pretende que sea creído como algo científico, ya se incurre en la aberración ideológica.
¿Quién hizo la célula?...
¿Era la célula mortal?...
Sí, porque dio lugar, según dicen los evolucionistas, por sucesivas descendencias
(lo que prueba que la antecesora estaba muerta) a otras células… pero sigue en pie la
pregunta: ¿Quién hizo la célula?... Sabemos que tuvo fin… y principio… ¿Quién le dio
el principio?...
Vemos cómo todo conduce a un Ser Omnipotente y Eterno, Creador de todo. Y
alguien puede preguntarnos ¿quién hizo a Dios?... Nadie, porque si Dios hubiera habido
un momento en el que no hubiera existido no sería Dios. Nadie hizo a Dios, siempre ha
existido. Por otro lado, no solamente Dios ha creado todo el Universo, todos los
Universos, a los animales, y al hombre, a su imagen y semejanza, sino que Dios se ha
manifestado: bajó a la tierra, se hizo Hombre, y, como Dios, dominó la naturaleza: curó
ciegos, anduvo sobre el agua, resucitó muertos, mandaba, en una palabra, sobre la
naturaleza, y, además, y ese fue su gran último milagro, fue torturado, crucificado,
destrozado en una cruz, atravesado su corazón por una lanza, y al tercer día, como dijo,
resucitó. Nuestro Dios, nuestro Creador, no ha dejado a lo largo de la Historia de la
Humanidad de comunicarse con el hombre, pero en los últimos tiempos no sólo se
comunicó con él sino que además se hizo Hombre, habitó con el hombre como otro
más, y aún después de ascender al Cielo se quedó con nosotros en el Sagrario, en la
Eucaristía.
Así, pues, si vemos cómo la célula tuvo principio y fin, si comprobamos cómo
Dios no ha tenido principio, ni tendrá fin, si constatamos que Dios se ha comunicado
con su criatura, quedándose incluso con nosotros, podemos decir tranquilamente: Dios
es el comienzo de todo, Dios es el Sumo Creador de toda la naturaleza, de todos los
animales, del hombre: no por evolución, sino directamente, como dice la Biblia y en
estado adulto, igual que toda la Creación.
Dejémonos, pues, de absurdas teorías evolucionistas, sin base ni bíblica ni
científica y reconozcamos el relato del Génesis, de la Creación, como lo que realmente
fue: no una historia para niños, no un cuento sino una historia real, evidente, probada
por la Ciencia, porque la Ciencia, como criatura de Dios, no puede ir contra su Creador:
Dios, sino seguirlo, confirmarlo en todas las obras de sus manos: el hombre es una obra
perfecta de la mano de Dios, no hecho por evolución, repetimos, sino creado
directamente, en estado adulto, como narra la Biblia.

* * *

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La primera y segunda ley de la Termodinámica hacen ver que los procesos
utilizados por Dios en la creación original del mundo tienen que haber sido totalmente
diferentes de los procesos que ahora operan en el Universo. El período de la Creación
fue un período único absolutamente inconmensurable con los procesos que ahora operan
en el mundo presente.
Cuando la Biblia habla de la Creación, lo hace así para revelarnos el origen
central, la fuente elemental de la realidad, y así nos dice algo respecto a la realidad que
el hombre pecador no puede nunca haber descubierto con los medios de su razón caída
y desamparada. Por esta razón, los griegos nunca concibieron la Creación en su sentido
bíblico. La suma total de la sabiduría griega concerniente al origen del cosmos fue: “de
nada, nada puede originarse”. A la máxima, la especulación griega pudo llegar sólo a
la idea de un divino demiurgo que da forma a una materia ya preexistente, en la misma
manera que un artista da forma a los materiales con que cuenta para producir la obra de
arte. Así, el “dios” de Platón apenas proporciona los “arquetipos” del ser. La idea de una
creación absoluta, tanto si hay una materia preexistente o una preexistente forma, es una
idea originada exclusiva y solamente en la Biblia y constituye la diferencia fundamental
entre la idea bíblica de Dios y la del griego sobre el origen de la realidad. La revelación
bíblica de la Creación de la nada nos da así una visión del ser de la realidad, de su
última dependencia de Dios. Por esta razón, el vocabulario hebreo del Antiguo
Testamento no incluye la palabra equivalente a nuestro término “naturaleza”. El Dr.
Wheeler Robinson resalta que no es esto nada sorprendente “si por “naturaleza”
queremos decir “el poder creativo y regulador físico que es concebido como operando
en el mundo físico y como inmediata causa de todos sus fenómenos”. La única forma de
llevar esta idea el hebreo habría sido simplemente (la voluntad de) “Dios”…, pudiendo
nosotros decir que tal unidad como “naturaleza” que poseía a los ojos de los hebreos
llegó por su absoluta dependencia sobre Dios, su Creador y Sostenedor. Esa revelación
no puede ser nunca puesta sobre el mismo nivel mundano como los datos descubiertos
por las investigaciones de la ciencia, ya que en la visión cristiana esa revelación es la
mismísima condición y presuposición de cualquier teoría científica coherente respecto a
la realidad sea cual sea. La condición del conocimiento humano respecto a la realidad se
sostiene a diferente nivel que el efecto. Como bien dijo San Agustín: “Yo creo en el
orden para así poder comprender”. Esta revelatoria condición de todo pensamiento
humano es la que los cristianos deberían comprender por la afirmación de que la Biblia
es la Palabra escrita de Dios. Es la Palabra de Dios porque nos hace “ver” nuestro lugar
en la creación de Dios. Es la Palabra del Dios de la Verdad respecto a la última
naturaleza de las cosas; nos dice quién somos realmente los hombres (nuestra herencia);
en qué emplazamiento hemos sido puestos por Dios (nuestro entorno) y lo que, a la luz
de las anteriores verdades, tenemos que hacer, es decir, llegar a reconciliarnos con Dios
a través del bautismo de Jesucristo en la comunión del Espíritu Santo (nuestra
vocación). Como tal, la Palabra de Dios es la única verdadera declaración por la cual la
naturaleza de nuestra vida en este mundo puede ser clasificada y su camino
apropiadamente dirigido. Como dice el salmista: “Tu Palabra es una lámpara para mis
pies”. La Biblia, pues, nos proporciona el único principio ordenador válido con el que
los vastos datos de la investigación científica moderna pueden ser debidamente
comprendidos coherentemente relacionados unos respecto a otros. Ahora se acepta con
frecuencia que, a causa de que organismos vivientes, ampliamente diferentes, hacen uso
de los mismos mecanismos básicos, están necesariamente conectados unos con otros a
través de la evolución. Aunque esto puede aparecer factible, no se cumple
necesariamente en sí de ningún modo, por la misma razón que no se cumple que porque
los aeroplanos y los automóviles tengan en común el motor de combustión interna el

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primero evolucionó hacia el segundo… El hecho es que sólo hay un cierto limitado
número de caminos en que ciertas operaciones puedan ser llevadas a cabo; por ejemplo,
una lente necesita ser usada para enfocar la luz; las sustancias que poseen las
propiedades de las proteínas tienen que ser construidas a partir de las moléculas de los
aminoácidos, así sucesivamente. Un Diseñador Cósmico debería, en consecuencia,
utilizar esas ideas fundamentales, o “planes fundamentales”, los usaría una y otra vez,
por lo mismo que el hombre, diseñando nuevas máquinas repetidamente, hace uso de la
rueda y del tubo termiónico… ¿Qué duda cabe que tal Diseñador es Dios?...
Todos estos razonamientos nos llevan a considerar y ver como falsa la teoría que
dice que el hombre procede del mono, o sea, la teoría de la evolución. El hombre, y toda
la creación, fueron hechos directamente por Dios, como narra la Biblia.

* * *

La evolución no es ni más ni menos que la respuesta del ateo ante la presencia


innegable de todo lo creado: Universo, plantas, animales, hombre, etc. con sus leyes y
grandes perfecciones. Un evolucionista sincero lo dijo: “Nosotros los evolucionistas
sabemos que esta teoría, la evolución, es un absurdo, pero es que si no aceptamos este
absurdo, tenemos que aceptar a Dios, y no queremos aceptar a Dios…”
Dentro del campo católico hay muchos despistes a este respecto. Se piensa que
venga el hombre del mono o no, lo importante es que Dios puso el alma en ese ser de
barro, o del mono evolucionado…
Sí hay mucha importancia. Y la hay porque no es lo mismo considerar al hombre
como rey de la Creación a considerarlo como un subproducto evolucionado. Si
consideramos el hombre, a la mujer, como reyes de la creación, como así son, tanto el
hombre como la mujer adquieren un valor, una importancia, un respeto, muy superior al
que se le da si se le considera solamente un subproducto evolutivo. Si es un subproducto
evolutivo se pueden practicar en él todo tipo de prácticas antinaturales: abortos,
eutanasia, etc. etc. pues, según la mente pagana, solo es un trozo de carne… En cambio,
si son los reyes de la Creación, ya vemos que el hombre y la mujer no son simples
animales evolutivos sobre los que se puede practicar en laboratorios: SON LOS REYES
DE LA CREACIÓN. Eso, por un lado, por otro, observamos que la evolución le quita a
Dios el papel de CREADOR, más bien quiere quitárselo, porque a Dios no hay quien le
quite nada, pero se intenta… y de ahí, de quitarle, o intentar quitarle ese papel de
Creador a Dios, se sigue luego el ir haciendo desaparecer a Dios de todos los actos de la
vida, y al final, se le niega, se niega la existencia de Dios, irracionalmente, pero se le
niega; digo irracionalmente porque no hay reloj sin relojero, y el Relojero de todo lo
creado es Dios: toda la naturaleza grita a su Creador: ¡Dios!.
Dentro del campo católico hay ingenuos que aceptan la evolución sin darse
cuenta de lo que hay tras esta acepción evolutiva: negar a Dios.
No sólo no hay base bíblica, sino ni científica para probar la evolución, porque
la Biología, la Genética, la Paleontología, la Termodinámica, los fósiles, todo, nos habla
en contra de la evolución. Si leemos la Biblia, vemos perfectamente como la evolución
es algo no aceptado por la Sagrada Escritura, que habla de formación directa del
hombre, la mujer, y toda la Creación. Según la teoría de la evolución, desde una célula
surgida en el mar… se fue evolucionando hasta llegar a los seres que actualmente
pueblan la tierra, es decir, que la muerte existía ya desde siempre… Según la Biblia, no
es así, la muerte entró en el mundo por el pecado (I Corintios 15, 20-23). Algunos
desviados, actualmente, quieren hacernos cree que en estos versículos (I Corintios 15,
20-23) San Pablo se refiere a la muerte del alma no a la del cuerpo: es decir, que sólo la

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muerte del alma entró por el pecado de Adán y Eva y no la muerte física. No es así, si
leemos todo el capítulo 15 de I Corintios observamos que San Pablo se está refiriendo a
muerte física. Si bien en Romanos 5, San Pablo habla de la muerte del alma que entró
por el pecado, en I Corintios habla exclusivamente de la muerte física, de que todo el
mal físico que actualmente aqueja al hombre, a la mujer, fue consecuencia del pecado;
también en (Romanos 8, 19-22) San Pablo hace mención al mal físico, a la muerte,
física, como consecuencia del pecado de Adán y Eva en el Paraíso. Querer no ver en el
capítulo 15 de la primera carta a los Corintios de San Pablo, entre otros pasajes bíblicos,
que por el pecado de Adán entró la muerte del cuerpo en la Humanidad es estar ciego.
Como la muerte entró por el pecado, antes del pecado no existía la muerte, y si no
existía la muerte, los seres no pudieron evolucionar pues según la evolución unos
mueren, otros superviven y transmiten a sus descendientes la “evolución” de
características: como no existía la muerte la evolución no existió nunca.
La Biblia (I Corintios 15) nos está diciendo que la evolución es falsa: la muerte
entró en el mundo por el pecado de Adán y Eva, antes del pecado no existía la muerte ni
evolución alguna: la evolución, repetimos, es una falsa teoría inventada para dar una
explicación pagana, atea, materialista, a algo innegable: toda la Creación que nuestros
sentidos oyen, ven, palpan, perciben. Nada se hace solo, repetimos: no hay reloj sin
relojero, y la misma Creación nos está diciendo que hay un Constructor de todos, Dios,
sin evolución alguna, sino que, como dice el Génesis, que no es un cuento de hadas
como algunos erróneamente dicen también ahora, todo lo que dice allí es verdad, todo lo
hizo Dios directamente, instantáneamente, igual que será la resurrección de todos: en un
abrir y cerrar de ojos (I Corintios 15, 52). Exponemos a continuación el capitulo 15, (I
Corintios 15, 1-58) entresacando aquellos pasajes donde se resalta principalmente que
la muerte física del cuerpo es consecuencia del pecado de Adán y Eva:
“Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué, que habéis recibido y en
el cual permanecéis firmes, por el cual también sois salvados, si lo guardáis tal como
os lo prediqué... Si no, ¡habríais creído en vano!
Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió
por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer
día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce; después se
apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte
viven y otros murieron.
Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles.
Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo.
Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de apóstol, por haber
perseguido a la Iglesia de Dios.
Pero, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido
estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Pero no yo, sino la gracia
de Dios que está conmigo.
Pues bien, tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis
creído.
Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos ¿cómo
andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrección de los muertos?
Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó.
Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe.
Y somos convictos de falsos testigos de Dios porque hemos atestiguado contra
Dios que resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si es que los muertos no resucitan.
Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.
Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana: estáis todavía en vuestros pecados.

57
Por tanto, también los que durmieron en Cristo perecieron.
Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos
los más dignos de compasión de todos los hombres!
¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que
durmieron.
PORQUE, HABIENDO VENIDO POR UN HOMBRE LA MUERTE, TAMBIÉN
POR UN HOMBRE VIENE LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS.
PUES DEL MISMO MODO QUE EN ADÁN MUEREN TODOS, ASÍ TAMBIÉN
TODOS REVIVIRÁN EN CRISTO.
Pero cada cual en su rango: Cristo como primicias; luego los de Cristo en su
Venida.
Luego, el fin, cuando entregue a Dios Padre el Reino, después de haber
destruido todo Principado, Dominación y Potestad.
Porque debe él reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies.
EL ÚLTIMO ENEMIGO EN SER DESTRUIDO SERÁ LA MUERTE.
Porque ha sometido todas las cosas bajo sus pies. Pero cuando diga que «todo
está sometido», es evidente que se excluye a Aquel que ha sometido a él todas las cosas.
Cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se
someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo.
De no ser así ¿a qué viene el bautizarse por los muertos? Si los muertos no
resucitan en manera alguna ¿por qué bautizarse por ellos?
Y nosotros mismos ¿por qué nos ponemos en peligro a todas horas?
Cada día estoy a la muerte ¡sí hermanos! gloria mía en Cristo Jesús Señor
nuestro, que cada día estoy en peligro de muerte.
Si por motivos humanos luché en Efeso contra las bestias ¿qué provecho saqué?
Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos.
No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres».
Despertaos, como conviene, y no pequéis; que hay entre vosotros quienes
desconocen a Dios. Para vergüenza vuestra lo digo.
Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vuelven a la
vida?
¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no muere.
Y lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano, de
trigo por ejemplo o de alguna otra planta.
Y Dios le da un cuerpo a su voluntad: a cada semilla un cuerpo peculiar.
No toda carne es igual, sino que una es la carne de los hombres, otra la de los
animales, otra la de las aves, otra la de los peces.
Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero uno es el resplandor de los
cuerpos celestes y otro el de los cuerpos terrestres.
Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna, otro el de las estrellas. Y una
estrella difiere de otra en resplandor.
Así también en la resurrección de los muertos: se siembra corrupción, resucita
incorrupción; se siembra vileza, resucita gloria; se siembra debilidad, resucita
fortaleza; se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. Pues si hay un
cuerpo natural, hay también un cuerpo espiritual.
En efecto, así es como dice la Escritura: Fue hecho el primer hombre, Adán,
alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida.
Pero no es lo espiritual lo que primero aparece, sino lo natural; luego, lo
espiritual.
El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo, viene del cielo.

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Como el hombre terreno, así son los hombres terrenos; como el celeste, así
serán los celestes.
Y del mismo modo que hemos llevado la imagen del hombre terreno, llevaremos
también la imagen del celeste.
Os digo esto, hermanos: La carne y la sangre no pueden heredar el Reino de los
cielos: ni la corrupción hereda la incorrupción.
¡Mirad! Os revelo un misterio: No moriremos todos, pero todos seremos
transformados.
En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta final, pues
sonará la trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos
transformados.
En efecto, es necesario que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad; y
que este ser mortal se revista de inmortalidad.
Y cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser mortal se
revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: La muerte ha
sido devorada en la victoria.
¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?
El aguijón de la muerte es el pecado; y la fuerza del pecado, la Ley.
Pero ¡gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor
Jesucristo!
Así pues, hermanos míos amados, manteneos firmes, inconmovibles,
progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que vuestro trabajo no es
vano en el Señor.”
En todo este capítulo vemos una alusión clara sobre la consecuencia física del
pecado de nuestros primeros padres, Adán y Eva: la muerte del cuerpo. Si la muerte fue
causa del pecado, antes del pecado no se moria: luego no hubo evolución, sino que toda
la naturaleza, incluidos el hombre y la mujer, fueron creados directamente por Dios, en
estado adulto, como narra el Génesis, que, repetimos, no es un cuento de hadas, sino una
historia fidedigna de los primeros pasos del hombre sobre la tierra: su origen, su
creación por Dios, así como la creación de toda la naturaleza, y el pecado y sus
consecuencias: la enfermedad, el hambre, el dolor, la muerte.

* * *

La cronología bíblica indica que desde la creación de los humanos han pasado
unos seis mil años. Entonces ¿por qué lee uno con frecuencia acerca de espacios de
tiempo mucho mayores desde que aparecieron fósiles de tipo reconocidamente
humanos?.... Antes de llegar a la conclusión de que la cronología bíblica esté
equivocada, hay que constatar que los métodos de fechar mediante la radioactividad han
llegado a estar bajo vigorosa crítica por algunos científicos; por otro lado, no hay que
olvidar que Dios hizo toda la creación en estado adulto e instantáneamente, de manera
que si el mismo día de la creación de nuestros primeros padres, nos hubieran hecho
calcular la edad de Adán y Eva, le hubiéramos dado a Adán unos 25 o 30 años, y a Eva
unos 18 o 20 años, cuando en realidad ambos tenían sólo un día.... Una publicación
científica dio informe de estudios que muestran que 1as fechas determinadas por
degeneración radioactiva pueden estar equivocadas no sólo por unos cuantos años, sino
por órdenes de magnitud. Dijo: "Es posible que el hombre, en vez de haber estado en la
Tierra desde hace 3.600.000 años, haya estado en existencia sólo unos cuantos
miles".... Tomemos, por ejemplo, el "reloj" del radiocarbono. Este método de fechar por
radiocarbono fue desarrollado durante un espacio de dos décadas por científicos de

59
todas partes del mundo. Recibió amplia aclamación por suministrar fechas exactas de
artefactos provenientes de la historia antigua del hombre. Pero entonces hubo en
Uppsala, Suecia, una conferencia de peritos del mundo, entre ellos radioquímicos,
arqueólogos y geólogos, para comparar sus apuntes. El informe de su conferencia
mostró que las suposiciones fundamentales sobre las cuales se habían basado las
medidas habían resultado poco seguras a mayor o menor grado. Por ejemplo, se halló
que la proporción de formación de carbono radioactivo en la atmósfera no ha sido
consecuente en el pasado, y que este método no es fiable para fechar objetos que sean
de aproximadamente 2.000 años antes de la era común, o de tiempo anterior a ese. Hay
que tener presente que la prueba verdaderamente fiable de la actividad del hombre en la
Tierra no se da en millones de años, sino en miles. Por ejemplo, en "The Fate of the
Earth" (El destino de la Tierra) leemos: "Sólo seis o siete mil años atrás... surgió la
civilización, y nos permitió edificar un mundo humano". "The Last Two Million Years"
(Los últimos dos millones de años) declara: "En el Viejo Mundo, la mayoría de los
pasos críticos en la revolución agrícola se dieron entre 10.000 y 5.000 años antes de
Cristo”.También dice: "Sólo durante los últimos 5.000 años ha dejado el hombre
registros escritos". El hecho de que el registro fósil muestra que el hombre moderno
apareció de súbito en la Tierra, y de que, como se admite, los registros históricos fiables
son recientes, armoniza con la cronología bíblica de la vida humana en la Tierra. A este
respecto, hay que notar lo que declaró en la revista "Science" W. F. Libby, físico
nuclear y ganador del premio Nobel, uno de los pioneros en fechar mediante
radiocarbono: "La investigación en el desarrollo de la técnica de fechar consistió en
dos etapas... determinar la fecha de muestras de las épocas histórica y prehistórica,
respectivamente. Arnold (un colaborador) y yo recibimos nuestra primera sacudida
cuando los que nos aconsejaban nos informaron que la Historia se remontaba
únicamente hasta 5.000 años atrás. Uno lee declaraciones que dicen que tal y tal
sociedad o lugar arqueológico son de 20.000 años atrás. Aprendimos, algo
abruptamente, que estas cifras, estas edades antiguas, no se conocen con exactitud". En
una reseña de un libro sobre la evolución, el autor Inglés Malcolm Muggeridge comentó
acerca de la falta de prueba para la evolución. Señaló que, de todos modos, florecía el
razonamiento superficial y sin riendas. Entonces dijo: "En comparación con eso, el
relato del Génesis parece suficientemente serio, y por lo menos tiene el mérito de estar
relacionado válidamente con lo que conocemos acerca de los seres humanos y su
comportamiento". Dijo que las alegaciones sin base de millones de años para la
evolución dei hombre "y saltos desenfrenados de cráneo a cráneo, no pueden menos
que impresionar como pura fantasía al que no haya sido cautivado por el mito
evolucionista". Muggeridge llegó a esta conclusión: "De seguro la posteridad quedará
asombrada, y espero que en gran medida entretenida, por el hecho de que tal teorizar
descuidado y no convincente hubiera cautivado con tanta facilidad mentes del siglo XX,
y hubiera sido aplicado tan amplia e imprudentemente"....

* * *

Hay un descubrimiento notable en Cheng-jiang, al sur de China que confirma la


creación directa, sin evolución, como nos narra la Biblia: los organismos muy viejos
muestran una explosión repentina de la vida, no un ascenso lento de la falta de vida
hasta casi tener vida para seguir con algo más semejante a la vida.

60
EL MÉTODO CIENTÍFICO

Roger E. Dickson dice:


“El método científico está limitado al presente.
Cuando la ciencia se aventura fuera del presente hacia el pasado o al futuro, tan
sólo puede teorizar.
La ciencia trata de explicar el comportamiento de lo que existe, y de comprobar
esta explicación mediante experimentos. Pero esta demanda experimental sólo puede ser
afrontada en el tiempo presente. El pasado, y en especial el origen de las cosas, se
encuentran más allá del alcance de este método, y por ello la ciencia sólo puede
especular acerca del origen y de la historia primitiva de este mundo.
La ciencia no puede demostrar que el mundo haya existido durante millones de
años, veinticuatro horas o incluso cinco minutos. Dios hubiera podido crear todas las
cosas con su edad actual. El Dios que creó el Universo evidentemente tiene poder para
hacerlo. A esto, Sears añade: “Enfocando el asunto de otra manera, la ciencia trata
sólo de lo que es intemporal, repetible a voluntad, fiable y universal. Con esto quiero
decir que la ejecución científica de un experimento funciona sólo con aquellos
fenómenos que son los mismos hoy como lo fueron ayer y como lo serán mañana. No
puede ocuparse de lo singular, de lo que sucede sólo una vez, porque la ciencia
descansa para la verificación no sólo en un experimento sino en repetidos ex-
perimentos."
Así, las definiciones científicas del origen de las cosas es sólo especulación. No
puede decirnos cómo las cosas vinieron a ser. Todo el reino de la ciencia es el estudio
de las cosas como son. La ciencia puede examinar y analizar los procesos y materiales
presentes, pero la ciencia no está en posición de decir cómo las cosas realmente llegaron
a existir. Cuando la ciencia mira al futuro o al pasado, puede sólo especular con
respecto al pasado y al futuro mediante la observación de hechos conocidos del
presente. Whitcomb y Morris destacan esto al escribir: «Ya que la geología histórica, a
diferencia de otras ciencias, no puede tratar con acontecimientos actualmente
observables y reproducibles, es manifiestamente imposible llegar realmente a
demostrar mediante el método científico ninguna hipótesis relacionada con la historia
anterior a la Humanidad.» Por ello, la historia del pasado está fuera del campo del
método científico. Tenemos que mantener esto en mente cuando estudiemos la historia
de la tierra. Con respecto a ello, debería ser suficiente afirmar que sí no conocemos (y
no podemos conocerlo de cierto) cuáles eran las condiciones de la tierra primitiva, no
podemos esperar entonces ser capaces de simular aquellas condiciones en un laboratorio
moderno. No podemos simular lo que no conocemos.
El método científico está limitado a decirnos el «Cómo» del funcionamiento de un
proceso pero no «por qué» es así J. N. Hawthorne lo expresó de esta manera: «La
ciencia nos puede dar el conocimiento del "cómo", pero no del "por qué".» Los
científicos pueden explicar cómo funcionan muchas de las leyes naturales, pero se
quedan atascados cuando se trata de decirnos por qué funcionan así. Bettex expresaba
los sentimientos de un verdadero científico al escribir: «Cuanto más erudito sea el
hombre, tanto mejor sabe cuán poco es posible explicar.»
El método científico está limitado por unas suposiciones básicas. Tenemos que
añadir aquí que la investigación científica está basada en unas ciertas suposiciones. Y el
científico está limitado por la existencia de estas suposiciones. Éstas se interponen entre
el científico y el mundo físico. Necesitamos reconocer estas suposiciones como tales.
En primer lugar, por cuanto el científico está limitado estrictamente a la
percepción sensorial, él supone que sus sentidos no lo engañan. Esto está algo

61
relacionado a la primera limitación del método científico que se ha relacionado en este
capítulo. Esta es una suposición que el científico debe hacer. En segundo lugar, hay la
suposición de la uniformidad. Cualquier estudiante de ciencia de hoy en día reconoce
que casi toda la investigación científica está basada en la doctrina del actualismo, esto
es, la creencia de que las cosas siempre han acontecido de la misma manera en el
pasado como están teniendo lugar en la actualidad. En tercer lugar, el científico tiene
que suponer que la materia ha estado siempre constituida de la misma manera que en la
actualidad. De nuevo tenemos aquí la doctrina del actualismo. En cuarto lugar, muchos
científicos suponen también que la teoría de la evolución es cierta. En realidad, la teoría
de la evolución es una filosofía, y, por tanto, no forma parte del verdadero método
científico. Pero debido a que tantos científicos la aceptan como un hecho, ha estorbado
la investigación científica objetiva.
Las filosofías y prejuicios del investigador no deberían nunca entrar en sus
investigaciones. Pero lo hacen. En asuntos de inducción y deducción las creencias
preconcebidas del científico influencian hasta cierto punto sus observaciones y
establecimiento de hipótesis. Por ello, éste sería otro límite a reconocer y poner sobre la
utilización del método científico, así como otros procesos del pensamiento.
Ninguna observación está libre de interpretaciones debidas a suposiciones
preconcebidas. El científico tiene que mirar a través de una nube de suposiciones para
interpretar los hechos dados por el método científico. En ocasiones no puede ver los
hechos mismos debido a esta nube. En ocasiones la nube de las suposiciones distorsiona
los hechos.
Naturalmente, la nube de suposiciones no debería afectar las investigaciones
empíricas. Pero debido a que algunas de estas suposiciones están tan arraigadas en las
mentes de algunos científicos, las tenemos que reconocer como un problema. La
objetividad total es rara. En consecuencia, la filosofía del científico afecta su
investigación empírica mediante la utilización del método científico. Como dijo John
W. Klotz: «Tenemos que reconocer que los científicos, también son humanos, que son
emocionales, y que son conservadores en el sentido de que les gusta conservar las
teorías que han venido a aceptar.» Los científicos, como todos los demás, están
movidos y conducidos por las filosofías básicas de la vida.
Se tiene que añadir que el problema con las suposiciones es que están siempre
cambiando, al menos las que tratan con las filosofías de los hombres. Las teorías e
hipótesis científicas están siempre en un estado de cambio. Y cualquier científico
honrado lo reconoce y acepta. Como lo dijo Edward Teller en una conferencia en la
Universidad de California: « De hecho hay sólo una afirmación que me atrevería ahora
a hacer de una manera decidida: No hay nada en absoluto que sea más veloz que la
velocidad de la luz... quizás. »
Son muchos los que le han atribuido a la Ciencia más respetabilidad y autoridad
para determinar verdad que la que se merece o que la que puede soportar. Muchos han
pretendido que la Ciencia es nuestra única fuente de verdad. Louis Cassels dijo: «Cada
era ha tenido sus supersticiones, y la nuestra es el concepto de que la Ciencia es un
guía infalible y todo-suficiente hacia la verdad.» En un discurso hecho en Washington
el 17 de Febrero de 1966, el difunto Werner von Braun señaló esto al decir:
“Debido a las maravillosas cosas que ha conseguido para la sociedad, nos vemos
tentados a exagerar el valor de la Ciencia. Tendríamos que recordar que las ciencias
existen sólo porque existen personas, y sus conceptos existen sólo en las mentes de los
hombres. Detrás de estos conceptos se halla la realidad que se nos está revelando, pero
sólo por la gracia de Dios”.

62
Karl Pearson dijo que el científico a menudo «afirma que el método científico es
la única puerta de entrada a toda la región del conocimiento».
El «hombre de la calle» ha sido engañado a pensar que la Ciencia es la única
fuente fiable para adquirir verdad.
Es un error muy extendido el concepto de que el gran cuerpo de conocimiento
científico reposa sobre un sólido fundamento de experimentos sólidamente establecidos
en laboratorio y que está ligado por principios inexorables de la lógica. Arrancando
desde este erróneo concepto, el hombre de la calle argumenta con frecuencia que
solamente la Ciencia tiene que ser la fuente última de todo verdadero conocimiento, y
mira desconfiadamente a los pronunciamientos de profetas, poetas y sabios. El
científico honrado reconoce la falacia de esta posición, pero puede sentirse demasiado
halagado por sus implicaciones o demasiado sumergido en su propia tarea particular
para molestarse en protestar.
Bacon dijo en cierta ocasión: «Saber es poder.» Ciertamente, tenemos que
confesar que esta observación tiene cierto mérito. Parece que en esta era se ha puesto
demasiado énfasis sobre la Ciencia. « La Ciencia ha jugado en nuestro tiempo un papel
mesiánico: la gente ha esperado en ella para la solución de las persistentes perplejida-
des y de los males de nuestra época.» Muchos han hecho de la Ciencia un dios. En el
mundo moderno el enfoque científico goza de una autoridad muy semejante a la del
dogma, y presenta impresionantes logros para apoyar su reclamación de competencia
para ello. Richard H. Bube expresaba la falacia del «dios ciencia» cuando hizo la
afirmación: «Una de las más perniciosas falsedades que jamás haya sido aceptada, y
ello de un modo casi universal, es que el método [el método científico] es el único
camino fiable hacia la verdad.» Y esta es una buena definición del cientificismo, que la
Ciencia sea el único camino a la verdad.
Muchas personas cándidas han recibido un lavado de cerebro que les ha llevado
a creer de todo corazón que el camino a la verdad está sólo en el método científico. Pero
esto es un craso naturalismo. Wier destaca este hecho cuando escribe: «Conocer es tan
sólo una parte del amar, a menudo la parte menor. Pero para algunos conocer es una
pasión. En lo más extremo, el científico es una persona totalmente absorbida por la sed
de conocimiento. » Muchos científicos, como consecuencia, se han visto atrapados por
el cientificismo. Edward David, consejero científico del presidente Nixon, nos advierte
diciendo: «Ni la Ciencia ni los ingenieros son omnipotentes. » Y no lo son. La
deificación de la Ciencia no es Ciencia y va en realidad en detrimento de la verdadera
Ciencia. En ocasiones incluso los científicos se ven atrapados en la exaltación de la
Ciencia hasta el punto de olvidar sus limitaciones y las limitaciones de sus mismos
métodos. Nunca debiéramos caer en la trampa filosófica que dice que la Ciencia es el
único camino al conocimiento. Du Nouy afirmó acertadamente: «Aunque debemos
mantener toda nuestra confianza en nuestra Ciencia, no debemos creer ciegamente en
su real omnipotencia. »
Pero en toda esta exaltación de la Ciencia parece haber muchas personas, incluso
científicos, que durante la última década se han inclinado hacia el destronamiento del
dios Ciencia. Algunos están perdiendo la fe en la Ciencia como respuesta definitiva.
Parece que se está incrementado el sentimiento de desconfianza en lo que ha sido una
vaca sagrada durante varios años. El dios de la Ciencia está perdiendo sus fundamentos
en las mentes de los hombres. Sus adoradores están dudando más y más de su
existencia. Samuel Silver destacaba esto al escribir: “Hay un sentimiento, que está en
auge en los Estados Unidos, y en otros países occidentales, de que los avances
efectuados en Ciencia y tecnología han incumplido, de una u otra manera, sus
promesas; que las esperanzas que la Humanidad había puesto en ellas para alcanzar

63
un mundo más satisfactorio, feliz y más sosegado han sido repentinamente
traicionadas. Como consecuencia hay un creciente sentimiento de desaliento y
frustración acerca de la Ciencia y de la tecnología...''
En un artículo en la revista Time titulado «Yendo más allá de lo racional», se
exhibió la inminente caída de la Ciencia en el pensamiento moderno. Acerca de esto se
hacía la siguiente afirmación: “El desempleo es alto en muchas disciplinas científicas;
la cantidad de jóvenes atraídos al laboratorio en ciertas áreas clave ha disminuido
significativamente. La indiferencia a los logros de la Ciencia es la actitud del
presente."
Los nuevos críticos han sugerido que la Ciencia no tiene un monopolio de la
verdad, y que la fría y estrecha racionalidad tanto tiempo destacada por los científicos
no es la única ideología en la que el hombre moderno pueda vivir.
En una declaración más reciente, Frank Trippett, de la revista Time, escribía lo
siguiente:
“Y en su lugar [el de la tecnología científica] ha surgido una nueva actitud
pública que parece constituir la antítesis de la anterior maravilla [reverencia hacia la
Ciencia]. Aquella maravilla ha dado lugar al nuevo escepticismo, la adulación al
vituperio. Para aturdimiento de mucha parte de la comunidad científica, sus triunfos
del pasado se han visto minusvalorados, y el entusiasmo popular acerca de los nuevos
logros, como fotografías de Marte, parecen desvanecerse con las palabras finales de
las noticias de la noche.»
Trippett seguía diciendo: «E1 nuevo escepticismo [acerca de la Ciencia] puede
ser visto, así como oído, en la emergencia de una nueva disposición a retar a los
custodios del arcano conocimiento técnico sobre su propio terreno. La tecnología
científica, en cierto sentido, ha quedado destronada de sus condiciones de semidiosa »
Ésta ha sido y es una buena tendencia. Es la tendencia a poner la Ciencia más en
su verdadero papel en nuestras vidas. No es el dios de la verdad. Como dijo Hans J.
Morgenthau: «El monopolio del científico de las respuestas a las preguntas del futuro
es un mito.»
El fin de la Ciencia no es el del conocimiento por sí mismo, y ni tan siquiera el
del conocimiento en provecho del hombre. Más bien, su propósito último es el de servir
a Dios y surgir del deseo de hacer su voluntad. La Ciencia no puede ser verdadera
Ciencia si Dios se queda fuera. Mentes claras, buenos maestros, buenos libros de texto,
son cosas todas ellas importantes. Pero el factor decisivo de la verdad puede nunca
llegar a ser nuestro a no ser que estemos dispuestos a reconocer el hecho de que Dios
está detrás de toda la naturaleza. Si Él está allí y nosotros lo ignoramos, nuestro sistema
es falso. Dios es el Autor de aquello que la Ciencia examina. Un estudio de la sustancia,
ignorando al Autor de la sustancia, lleva muchas veces a conclusiones falsas. Éste es un
factor principal en el conflicto entre la Ciencia y la Biblia.
Tenemos que estar de acuerdo con Frances P. Cobbe, que dijo: “La Ciencia es
meramente un montón de hechos, no una cadena de oro de verdades, si rehusamos
ligarla al trono de Dios.» Sí, Von Braun tenía razón al decir: «Mediante un examen más
estrecho de la Creación, deberíamos ganar un mejor conocimiento del Creador, y un
mayor sentido de la responsabilidad del hombre ante Dios se hará entonces patente.»
En el conflicto entre la Biblia y la Ciencia tenemos que comprender que la
Biblia no es acientífica ni anticientífica. Pero tampoco es un libro de Ciencia. Ni nunca
hubo el propósito de que lo fuera. Es un libro de religión, la Ciencia del vivir. Cuando
trata de temas científicos, sin embargo, es infalible. Hay muchos hechos de la Ciencia
en la Biblia. La Ciencia ha pretendido haber descubierto muchas cosas que en realidad

64
fueron reveladas en la Biblia muchos cientos de años antes del surgimiento de la
Ciencia moderna.
Casi 2.500 años antes que Magallanes y Colón emprendieran rumbo a las zonas
ignotas del mundo demostrando con ello que el mundo no era plano, Salomón escribió:
«Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el CÍRCULO sobre la faz
del abismo» (Proverbios 8:27), Isaías afirma también que la tierra era un círculo, y no
llana. «Él está sentado sobre el CÍRCULO de la tierra» (Isaías 40:22). La Biblia
siempre ha enseñado que la tierra es redonda, no plana. Fue sólo cuando se confundió
un lenguaje figurado como «los cuatro ángulos de la tierra» en Apocalipsis 20:8 que se
desarrollaron enseñanzas que decían que la tierra era plana. Pero no se debería utilizar
un lenguaje figurado de este tipo para apoyar argumentos en contra de hechos
científicos.
Job declaró que Dios «extiende sobre el norte el vacío, CUELGA LA TIERRA
sobre la nada» (Job 26:7). Los astronautas nos dicen que la tierra está suspendida sobre
el espacio. Esto lo percibió con la vista, el método científico. Pero la Biblia proclamaba
esta verdad miles de años antes de que el hombre, por medio del método científico,
tuviera suficiente evidencia para afirmar empíricamente la verdad de que la tierra estaba
suspendida en el espacio.
La Ciencia moderna afirma que el sol y sus planetas giran alrededor de nuestra
galaxia. La Illustrated World Encylopedia dice:
“El sol se encuentra hacia el exterior de esta galaxia, girando alrededor del
centro de la galaxia a la velocidad de alrededor de 272 kilómetros por segundo
llevando consigo a la Tierra y a todos los demás planetas y cuerpos del sistema solar.
El sol precisará de alrededor de 220.000.000 años para completar su revolución
alrededor de la galaxia”
Muchos se quedarán sorprendidos de saber que esta verdad fue revelada a David
hace alrededor de 2.900 años. Hablando acerca del sol, David escribió: «De un extremo
de los cielos es su salida, y su curso hasta el término de ellos; y nada hay que se
esconda de su calor» (Salmo 19:6).
La Ciencia moderna nos dice que el movimiento general de nuestra atmósfera es
desde los polos (norte y sur) hacia el ecuador. La atmósfera es calentada en el ecuador.
Se levanta, enfría y es llevada de nuevo a los polos. No es insólito que este hecho se cite
en la Biblia desde hace miles de años. El sabio Salomón escribió: «El viento tira hacia
el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros viene el viento de nuevo»
(Eclesiastés 1:6).
Matthew Fountaine Maury es reconocido como descubridor de las corrientes
oceánicas. Las descubrió leyendo la Biblia. Su fe en la Biblia lo llevó a creer lo que
David había dicho en Salmos 8:8. Allí David dice: «Todo lo que pasa por los senderos
del mar.» Después de oír la lectura de este pasaje, Maury descubrió muchas de las
corrientes marítimas que los marinos usan en la actualidad.
¿Quién determinó las dimensiones exactas de la Tierra? Dios le hizo a Job una
pregunta: «¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella
cordel?» (Job 38, 5). Dios creó los cielos y la tierra. Él determinó las medidas del
Universo.
La tierra misma está girando a una velocidad alrededor de los 1600 kilómetros
por hora en el ecuador. Si girase a 100 millas por hora, la noche y el día se prolongarían
diez veces, las plantas se abrasarían de día y los sembrados se destruirían por las heladas
por la noche... Si la Luna sólo estuviera a unos 80.000 kilómetros de distancia de la
tierra, las mareas inundarían todas las tierras, incluyendo las montañas... Si los océanos
fueran más profundos, el anhídrido carbónico y el oxígeno serían absorbidos del todo, y

65
no podrían existir las plantas. Si la atmósfera fuera más liviana que la actual, millones
de meteoritos que son quemados en el aire caerían en la tierra y provocarían terribles
incendios.
La verdadera Ciencia no entra en conflicto con la Biblia. La verdadera Ciencia
confirma la Biblia. La Biblia no es un libro de Ciencia, pero cuando habla de Ciencia no
hay contradicción con los hechos de la verdadera Ciencia. La Ciencia ha confirmado la
Biblia una vez tras otra. ¿Es acaso mucho pedir que se consideren como verdad aquellos
pasajes de las Escrituras que no pueden ser demostrados ni refutados científicamente?
Podemos comprender ahora que la gran batalla entre la Ciencia y la Biblia es tan
sólo una batalla de acusaciones y teorías de la Ciencia contra la Biblia. E1 engaño de la
Ciencia está en realidad basado sobre las teorías del hombre. Los cristianos no deberían
temer el cientificismo de muchos científicos sino sentirse alentados por la verificación
científica factual del Santo Libro de Dios. Hay verdad en la siguiente afirmación de W.
R. Inge:
“Una Religión que no toque la Ciencia y una Ciencia que no toque la Religión
están mutiladas y son infructíferas. No que la Religión pueda nunca ser una Ciencia o
que la Ciencia pueda ser una Religión. Pero podemos esperar un tiempo en el que la
Ciencia de un hombre religioso será científica y en que la Religión del hombre
científico será religiosa."
El cristiano no tiene nada que temer. La verdad nunca fracasa. Ni se contradice.
Puede que sea coloreada, oscurecida y condenada, pero siempre será la verdad.
Los hombres pueden ser ciegos ante, o distorsionar la visión de, el cuerpo de la
verdad, pero no cambiará; sea como sea que se la vista, la verdad sigue siendo verdad.
Los científicos pueden presentar una porción vestida de fórmulas matemáticas, y la
Biblia los mismos hechos en una vestimenta más conservadora, filosófica; pero sea cual
fuere el vestido, es el mismo hecho. Incluso si el hombre intenta esconderlo dictando
cómo debiera aparecer, no permanecerá siempre cubierto. Al final la verdad descartará
los vestidos que los hombres le cuelgan encima y aparecerá para que todos la vean. Es
tan sólo la pequeñez de la mente humana que hace de este proceso un acto de striptease.
El escéptico Voltaire (1694-177$) dijo en una ocasión: «Dentro de cincuenta
años la Biblia no será ya más considerada entre personas instruidas.» Hizo esta
afirmación hace más de 250 años. Sí, Voltaire estaba equivocado en su concepción de la
Biblia (Voltaire murió arrepentido, confesado y comulgado). La verdad seguirá
manteniéndose en pie, tanto en ciencia como en religión. Wier dijo: «La ciencia
conquista; la religión civiliza. Quizá siempre tendremos la necesidad de continuar
conquistando. Lo cierto es que siempre tendremos necesidad de civilización.»"
Tenemos que advertir al científico dedicado a su empresa que tenga humildad. La
ciencia no es un dios. Para sobresalir en la investigación, se tiene que mantener una
actitud de humildad genuina, una profunda consciencia de que se está meramente
tocando el borde del manto de la naturaleza. Nunca debemos creer que la ciencia sea un
fin por sí misma. Es sólo un medio para un fin. El fin es Dios.
Cuando se asiente toda la humareda de la batalla entre la Biblia y la Ciencia,
como ha sucedido en el pasado, la Biblia seguirá estando sólidamente fortificada por la
verdad. La batalla entre la Ciencia y la Biblia ha sido para provecho de la Biblia. Como
alguien ha dicho: «Después de más de dos siglos de afrontar los más potentes cañones
científicos que se pudieron emplazar, la Biblia ha sobrevivido, y está posiblemente en
mejor posición gracias al asedio.»
La evolución de la vida es una de las más potentes filosofías de nuestro tiempo
y, sin embargo, es una de las menos estudiadas -esto es, estudiadas seriamente- por la
persona de 1a calle. Es una filosofía crucial debido a que se entremete con algunos de

66
los más preciosos valores de la vida, la naturaleza religiosa del hombre. Es un área
dialéctica debido a que los evolucionistas han levantado sus estandartes en una ofensiva,
empleando lo que para muchos se trata de una evidencia «demostrativa» dudosa. Allí
donde la evidencia es dudosa, prevalecen las opiniones. Y siempre hay lugar para la
discusión en el área de las opiniones. Como escribió G. C. Brewer: «Cuando alguien
habla en contra de la teoría de la evolución orgánica en nuestros días, se le considera,
por parte de todos los evolucionistas y de muchas otras personas que se encuentran
bajo la influencia de la propaganda evolucionista, como estando en contra de la
Ciencia y de los científicos.» Pero tenemos que comprender que no se está contra la
Ciencia ni los científicos cuando se ponen en duda algunas teorías dudosas. Siempre hay
lugar para la reevaluación.
Pero la evolución como filosofía es un socialismo pseudointelectual que está
intentando abrumar toda oposición. Francis H. C. Crick, un firme evolucionista, dijo:
«Creo que es difícil enfatizar en exceso la importancia de enseñar la selección natural,
tanto en las escuelas como en las universidades, de manera que cada miembro de
nuestra cultura tenga una clara y firme comprensión de este principio.» Afirmaciones
de este tipo parecen ser indicativas de que, para muchos evolucionistas, la evolución es
lo principal: es la única correcta visión del mundo. Pero esta manera de pensar es
peligrosa. Chester Lehman dio un buen ejemplo de este sentimiento al escribir acerca de
la teoría de la evolución: “Probablemente el aspecto de más interés es su creciente
influencia (de la evolución), su avance aparentemente impetuoso sobre todo nuestro
pensamiento, hasta el punto de demandar el derecho a ser el principio fundamental de
la visión del mundo...” En resumen, la evolución exige el lugar supremo en nuestra
manera de pensar. Quisiera imponerse sobre el sitial como la verdadera visión del
mundo, el pensamiento todo inclusivo unificador del Universo.
La evolución orgánica ha cautivado las mentes de algunos hasta el punto de que
ellos, los evolucionistas, intentan en muchas ocasiones defender su creencia de una
forma muy poco objetiva. Y la defensa de la Biblia se ha hecho tan impopular que los
escritos antievolucionistas tienen que ser sumamente documentados. Por otra parte, los
evolucionistas pueden hacer superficialmente cualquier tipo de afirmaciones
extravagantes y fantasiosas sin temor de contradicción o ridículo. Esto no parece justo
en un ambiente donde siempre se ha pretendido la objetividad como estandarte de la
Ciencia.
La afirmación de Huxley de que la teoría de la evolución es la totalidad de la
realidad manifiesta el fuerte atenazamiento que esta filosofía ha impuesto en las mentes
de algunas personas. Pero, al examinar la idea de la evolución descubrimos una multitud
de serios problemas. La evolución orgánica es científicamente insostenible.
A1 considerar el tema de la evolución, ésta es mencionada como una teoría.
Pero, en el sentido estricto de la palabra, la evolución no ha llegado al nivel en que
pueda ser considerada como teoría. En el sentido más estricto la ciencia define una
teoría como una proposición apoyada, al menos parcialmente, por hechos observados.
La evolución orgánica, tal como ha sido definida por los que han sido anteriormente
citados, caería más bien en la categoría de una hipótesis. Y una hipótesis es algo no
demostrado, sino supuesto por mor del argumento.
Pero incluso si aceptamos para la evolución la posición de teoría, tenemos que
aceptar el consejo del conocido evolucionista, George G. Simpson: «En ocasiones las
teorías van más allá de lo que es susceptible de ensayo, al menos por los medios que
ahora tenemos a disposición. Por esta razón, estos aspectos de la teoría no son hechos
científicos, y el desacuerdo cae en el campo de la Filosofía, no en el de la Ciencia.» G.
A. Kerkut, un evolucionista, afirmó con respecto a la teoría de 1a evolución: «La

67
evidencia que la apoya no es lo suficientemente fuerte como para permitirnos
considerarla como algo más que una hipótesis de trabajo.» Kerkut tiene razón en el
sentido de que la evolución es una hipótesis. Pero para el cristiano es más que dudoso
que sea siquiera una hipótesis «de trabajo».
Al tratar con los orígenes, los evolucionistas están fuera del campo del método
científico. Todos los conceptos acerca de los orígenes tienen que encontrarse en el área
de la filosofía y de la religión. En realidad, entonces, cualquier idea que se tenga acerca
de los orígenes en el campo científico no pueden ser más que hipótesis. Nadie estaba
presente en el principio para registrar los hechos. Por ello, la Ciencia puede sólo
formarse hipótesis acerca del origen de la vida. Y Williams S. Beck, un evolucionista,
afirmaba esto al escribir acerca de los orígenes:
Ante todo, hay el acuerdo general de que los eventos de que estamos hablando
tuvieron lugar ¡hace entre mil y dos mil millones de años! Entre otras cosas, ello
significa 1) Que no sabemos de cierto cómo era la tierra en aquel entonces; 2) que
estamos erigiendo hipótesis que no pueden ser verificadas de manera directa; y 3) que
hay una gran diferencia entre afirmar lo que pudiera haber sucedido y lo que realmente
sucedió.
La evolución no ha sido ciertamente establecida como un hecho demostrado. Es
tan sólo una hipótesis. No tiene ningún hecho claro que le dé su apoyo. O, por lo menos,
se afirma que los hechos podrían ser explicados igualmente bien desde un punto de vista
creacionista. Pero, con el fin de concordar mejor con las citas que se tomarán de varios
evolucionistas, el autor utilizará el término teoría, con referencia a la evolución, a lo
largo de este libro.
¿Creen los científicos que la evolución es un hecho establecido? Ciertamente
que sí. Para muchos, la evolución es más que una teoría o hipótesis. Muchos científicos
creen que es una ley de la naturaleza ya demostrada y establecida.
Muchos evolucionistas fervorosos creen que los que no aceptan la evolución
como un hecho son acientíficos, o incluso anticientíficos. Richard Goldschmitdt, un
evolucionista, afirmó: «La evolución del mundo animal y vegetal es considerada por
parte de todos los que están calificados para juzgarla como un hecho del que no se
precisan de más pruebas » Lo siguiente es un ejemplo de afirmaciones arrasadoras que
se hacen muchas veces en textos de Biología: «...los modernos biólogos, casi sin
excepción, están convencidos del hecho de la evolución». Estas dulzonas afirmaciones
son falsas en dos aspectos: 1) Desde luego, no todos los biólogos son evolucionistas, y,
2) la evolución no es, en absoluto, un hecho demostrado. E1 estudiante de Ciencia no
debería ser engañado a creer que la evolución es un hecho demostrado leyendo unas
afirmaciones tan temerarias. La emisión de atrevidas afirmaciones que dicen que la
evolución orgánica ha sido demostrada cierta no la hacen cierta. Tan sólo oscurecen las
mentes de los inocentes.
Pero la escena ha cambiado rápidamente en las últimas décadas. La evolución ya
no reina. Está siendo destronada por muchos nuevos hechos que la llevan bajo un severo
censor. En la última década, numerosos científicos han publicado libros que son
ciudadelas en contra del pensamiento evolucionista tradicional. La objeción del
cristianismo contra la evolución, en la actualidad, no se da necesariamente en la arena
teológica o en la filosófica. Se da en la arena científica. Y al ir entrando los hechos, la
posición del creacionista va fortaleciéndose más y más en el campo de la Ciencia.
Decir que la teoría de la evolución es algo que se creen sólo algunos científicos, o
que no hay problemas para los que defienden que el registro del Génesis es factual, sería
ciertamente una falacia. Las teorías evolucionistas han estado con el hombre durante un
largo tiempo. Y aparentemente, en tanto que haya personas que rechazan la revelación

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divina, estarán con el hombre durante algún tiempo en el futuro. La evolución, como
filosofía, tiene un fuerte asidero en las mentes de algunas personas.
La evolución ha sido desarrollada por algunos grandes hombres de la ciencia, pero
ello no quiere decir que sea verdad. Tampoco significa ello que todos los científicos se
la crean. No todos los científicos creen en la evolución y la cantidad de los que no la
creen va en progresivo aumento.

* * *

Para que se acepte como hecho científico, la evolución de la vida debe ser
establecida por el método científico. Este se ha descrito de la siguiente manera: Se
observa lo que sucede fundándose en esas observaciones, formula una teoría en cuanto a
lo que pueda ser la realidad: se somete a prueba la teoría mediante observaciones
adicionales y por experimentos: se vigila para ver si las predicciones fundadas en la
teoría se cumplen. En un intento por aplicar el método científico, no ha sido posible
observar la evolución de la vida. No hay prueba de que esté sucediendo ahora, y, por
supuesto, no había presente ningún observador humano cuando los evolucionistas dicen
que estaba sucediendo. Ninguna teoría relacionada con ella ha sido verificada por la
observación Los experimentos hechos en los laboratorios no han podido repetirla. Las
predicciones fundadas en la teoría no se han cumplido. Ante tal incapacidad respecto a
aplicar el método científico, ¿es ciencia honrada el elevar la teoría al nivel del hecho, de
la realidad? Por otra parte, hay amplias pruebas en apoyo de la conclusión de que la
evolución de la vida desde materia inanimada no es posible. “Basta contemplar la
magnitud de esa tarea - reconoce el profesor Wald, de la Universidad de Harvard - para
admitir que la generación espontánea de un organismo vivo es imposible”. Pero ¿qué
cree en realidad este proponente de la evolución? Él responde: “Sin embargo, aquí
estamos… como resultado, creo, de la generación espontánea”. ¿Suena eso como a
ciencia objetiva?... El biólogo británico Joseph Henry Woodger caracterizó tal
razonamiento como “simple dogmatismo… asegurando que lo que uno quiere creer en
realidad sucedió”. ¿Cómo es posible que científicos hayan aceptado en su propia mente
esta manifiesta violación del método científico? El bien conocido evolucionista Loren
Eiseley confesó: “Después de haber regañado al teólogo por confiar en mito y milagro,
la Ciencia se salió en la posición no envidiable de tener que crear una mitología
propia: a saber, la suposición de que lo que tras de mucho esfuerzo no puede ser
probado que estuviera aconteciendo hoy, había, en realidad, tenido lugar en el pasado
primitivo” Si se considera la prueba, la teoría de la evolución de la vida parece encajar
mejor en el terreno de la ciencia ficción que en el terreno del hecho científico.
Aparentemente muchos apoyadores de esta teoría han abandonado el método científico
en estos asuntos para creer lo que desean creer. A pesar de las arrolladoras
probabilidades en contra de que la vida se origine al azar, predomina un dogmatismo
terco en vez de la cautela que normalmente caracteriza al método científico.
Todo esto nos muestra la falta de base científica que tiene la evolución: como
dice la Biblia, el hombre y toda la creación fue creada por Dios en estado adulto, sin
evolución alguna: detrás de la evolución hay un montaje ateo para negar a Dios…

69
ORIGEN DE LA VIDA Y EL UNIVERSO

Desafortunadamente para la teoría de la evolución estelar, la figura no se


simplifica «conforme van apareciendo nuevos datos». En lugar de esto, la complejidad
del Universo físico se va multiplicando con cada nuevo descubrimiento que se efectúa
sobre él. No sería inapropiado sugerir que la forma más fácil de librarse del dilema
cosmogónico, por lo que a la ciencia actual concierne, sería suponer que todos los
elementos aparecieron en forma de nubes de gas y polvo ¡de la nada! Quizás algunos
lectores se quedarán sorprendidos al enterarse de que ésta es realmente la «explicación»
presentada para el origen de todos los átomos de hidrógeno del Universo por Fred
Hoyle, Hermann Bondi y Thomas Gold, de la Universidad de Cambridge, William
McCrea de la Universidad de Londres, y otros cosmólogos del «estado estacionario»
que se oponen fuertemente a la teoría de que el Universo se formó con un «Big Bang»
(gran explosión), teoría propuesta por Gamow. El profesor Hoyle explica:
«Me encuentro obligado a asumir que la naturaleza del Universo requiere una
creación continua, el perpetuo venir a existencia de nuevo material de base... La
pregunta más obvia que se puede hacer sobre la creación continua es: ¿De dónde viene
el material creado? De ningún sitio. El material aparece, es creado. En un momento
determinado, los varios átomos que componen un material no existen, y más tarde
aparecen… Esto puede parecer muy extraño, y estoy de acuerdo en que lo parece, pero
en Ciencia no importa lo extraña que pueda parecer la idea en tanto que sirva, que
funcione... El hidrógeno se está convirtiendo constantemente en helio en todo el
Universo, y esta conversión es irreversible, esto significa que el hidrógeno no puede ser
producido en ninguna cantidad apreciable por medio de la desintegración de otros
elementos. ¿Cómo es entonces que el Universo está formado casi enteramente de
hidrógeno? Si la materia fuera infinitamente vieja, esto sería poco menos que
imposible. Así que, siendo el Universo como es, no se puede esquivar esta evidencia de
creación. Y creo que las varias posibilidades que se han sugerido, la de creación
continua es la más satisfactoria.»
Pero si los átomos de hidrógeno continúan apareciendo de la nada, ¿por qué no
hacen lo mismo los demás elementos también? En otras palabras, si la ciencia moderna
no puede explicar el origen de las unidades básicas del Universo (sean protones,
neutrones, o átomos de hidrógeno), ¿por qué se tiene que molestar en explicar el origen
de los elementos más complicados? Si la ciencia moderna no puede explicar el origen
del sistema solar, la Luna y el Sol, ¿por qué se tiene que molestar en explicar el origen
del Universo lejano? En realidad, lo que sucede es que la Ciencia sale de su terreno
cuando dogmatiza -o tan siquiera especula- sobre los orígenes últimos. Dios ya ha
mostrado que la mera lógica humana y la investigación nunca triunfarán en esta área,
pues es tan sólo por una revelación especial que Dios nos ha revelado parcialmente los
misterios de la creación «en el principio». No es por especulaciones cosmológicas, sino
«por la fe entendemos haber sido constituido el Universo por la Palabra de Dios, de
modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía» (Heb. 11:3).
Pero ¿no están firmemente establecidas sobre bases matemáticas todas las
actuales teorías cosmológicas y cosmogónicas? Sí, cierto, pero matemáticas de alta
categoría, e igualmente brillantes, están «demostrando» cosmologías mutuamente
exclusivas. Bernard Jaffe describe de la siguiente manera el presente estado de cosas en
Cosmología: «El teórico suplementa los principios de Einstein con funciones
matemáticas propias, añadiendo un nuevo símbolo aquí, sacando otro allí, cambiando
coeficientes o exponentes, reordenando las fórmulas cuando aparecen nuevas
dificultades, o cuando se les ocurren nuevas interpretaciones. Cada línea representa la

70
creación de un nuevo Universo; cada hoja de papel estrujada y arrojada a la papelera
significa un Universo destruido. Por la mañana construye y por la noche destruye; Dios
y demonio a la vez.»
Un científico prominente, repasando la enrevesada y desarrollada teoría
cosmogónica de otro científico, advirtió que “sólo el lector atento podrá darse cuenta
de que, escondida detrás de una cortina de matemáticas aparentemente conservadoras,
hay una pirámide invertida, en precario equilibrio, de especulaciones seguidas de
especulaciones, interconectadas con resbaladizas suposiciones”.
¿Qué puede concluir el cristiano de todo esto? En palabras de Paul A.
Zimmerman:
«Ninguna teoría es mejor que sus suposiciones, ni más fuerte que ellas. Sin una
buena base para aceptar tales suposiciones, toda la estructura cuelga del cielo
suspendida por el hilo de la imaginación... Por todo ello, la conclusión que puede
tomar el cristiano es que en verdad les puede decir a todos que la actual propaganda
materialista en cuanto a las teorías cosmológicas es esto simplemente: propaganda. Y
propaganda ¡no apoyada por los hechos! El relato bíblico de la creación por Dios
Todopoderoso no ha sido desmentido por la Ciencia.
Permanece hoy en día, incluso desde el punto de vista de la racionalidad -yo
creo-, la más lógica y digna de crédito de todas las explicaciones del origen de la
Tierra y del Universo.»
(John C. Whitecomb Jr.)

* * *

Oskar Herwig, el biólogo de preeminencia indiscutible, y llamado por eso mismo,


el “Pontífice de la Biología”, dice así en su gran obra “Biología General”: “Entre la
materia muerta y el organismo vivo se abre un abismo que cada día se nos manifiesta
mayor cuanto más penetramos en el pensamiento de lo vivo. Pretender construir por
procedimientos artificiales, con materia inanimada, un ser vivo, el menos complicado
que queramos imaginar, hemos de considerarlo como una ilusión que no tiene
probabilidad alguna de poder ser realizada. Para el naturalista es hoy una necesidad
fisiológica admitir que la vida tuvo una vez que empezar siendo creada”. Otro gran
biólogo y fisiólogo, Volkmann, escribe a su vez en el “Diccionario Manual de
Fisiología”: “Vida y organismo tuvieron que existir a la vez. Ninguno de los dos puede
conceptuarse como separado en los seres vivos que conocemos, ni por tanto, el uno ser
causa del otro… Ni la vida del primer ser orgánico, ni éste pudieron ser causa de su
propia existencia; a alguna causa que existiera fuera de ellos tuvieron que deber su
origen, pues empezaron a existir en un período en que no había vida ni seres que la
tuvieran. Esa causa sólo puede hallarse en lo que llamamos Dios”. El director del
Instituto Zoológico Paleontológico de Berlín, el doctor Vilhem Branco, escribe: “Aceptar
que de la materia mineral, en los primeros períodos de la historia del mundo, un día por
casuales y curiosas combinaciones de carbono, de agua, amoniaco, etc., empezaron a dar
origen a la vida y a los organismos vivos, es pedir un esfuerzo de credulidad tan grande,
que no podría inventarse otra leyenda de hadas más inverosímil”. Y termina:
“Ciertamente, si la Iglesia quisiera hacernos creer tal fábula, todos los naturalistas
desbordaríamos de indignación ante pretensión tamaña”. La vida, aún en los seres más
insignificantes, aparece con tales caracteres de complicación, de sabiduría, de misterio,
que es imposible en absoluto que pueda ser atribuida a las solas fuerzas ciegas y fatales de
la Naturaleza… “La Ciencia no puede admitir hoy la generación espontánea de la vida
por la materia muerta - dice el gran naturalista Nalgli- Todo lo vivo procede de lo vivo y,

71
no obstante -dice visiblemente turbado- si no admitimos la generación espontánea hemos
de admitir el milagro, la creación de la vida, la intervención de Dios”. El materialista
Virchow dice: “No se conoce un solo hecho que demuestre que la materia inorgánica se
haya transformado en orgánica… Si no quiero admitir al Creador no me queda otro
recurso que apelar a la generación espontánea; la causa es evidente. Cuando se dice: no
admito la creación y, sin embargo, exijo una explicación del origen de la vida, anuncio
una primera tesis; pero quiérase o no, es preciso llegar a la segunda: luego admito la
generación espontánea… pero de ésta no tenemos una sola prueba…Nadie ha visto una
sola producción de la materia inorgánica. Fuerza es elegir entre la generación
espontánea y la creación: hablando con franqueza, nosotros los materialistas, los ateos,
nos inclinaríamos a la primera. ¡Ah, si tuviéramos una demostración por débil que
fuera…!” Apenas pueden pronunciarse palabras más significativas de que realmente en
toda la teoría evolucionista lo que hay es un querer negar a Dios. Ante ellos se puede
decir: Ven la verdad, no tienen más remedio que rendirse a ella… pero prefieren el error.
Quieren que no exista Dios y se empeñan en negarlo.

* * *

¿De donde procede la vida? ¿Quién la ha producido? ¿Quién la ha sembrado con


tan infinita profusión como observamos por todas partes? Dos soluciones únicas pueden
ofrecerse: La creación por parte de Dios o la generación espontánea o evolución. No hay
término medio posible. O la vida apareció en el mundo por sí misma y espontáneamente,
sin intervención exterior, sin gérmenes preexistentes y por las solas fuerzas de la
naturaleza, o necesariamente hay que convenir en que fue creada por Dios. ¿Cuál de estas
dos soluciones es la verdadera?... Científicamente no puede hoy admitirse la generación
espontánea de la vida: luego, científicamente hablando, también se impone la creación y
consiguientemente la existencia de Dios. Pasteur tras profundos experimentos sobre la
generación espontánea o evolución, dijo que “todo ser vivo procede de otro ser vivo, toda
célula de otra célula, todo huevo de otro huevo”… “Otra vida- dice el doctor Rosell- que
la que se observa en las células en su materia llamada protoplasma: otra manera de
nacer u originarse un organismo, que la de proceder un ser vivo de otro que vivía antes o
una célula de otra célula, eso no lo creen las Ciencias ni hoy lo juzgan posible… Algunas
veces- añade- la superficialidad periodística nos da la noticia de que tal o cual sabio
escondido ha logrado obtener cristales vivientes o cuerpecitos artificiales vivos. Eso ha
sido siempre, en toda la extensión de la palabra, una invención periodística, engaño puro
que no merece los honores de que ocupemos un momento en ello. El axioma científico,
único en la actualidad, lo hemos citado: todo huevo toda célula, todo lo que vive, procede
de otro huevo, de otra célula, de otro ser viviente… Y ante este hecho implacablemente
cierto y no contradicho, las opiniones de los mismos grandes biólogos que admitían la
posibilidad de un origen material físico-químico de la vida, se han visto profundamente
cambiadas. “En toda la Ciencia- dice el mismo Tyndall, materialista y ateo - en toda la
Ciencia, no existe ninguna otra conclusión más cierta que esta”… Los evolucionistas no
pueden presentar el más mínimo argumento para probar su teoría. “Pruebas o hechos
positivos- dice el doctor antes citado- no existe ni uno.” Y continúa lleno de indignación:
“Y se ha querido llamar anticientífico al que no quiere admitir tales leyendas”… En toda
esta materia evolucionista proceden los evolucionistas completamente a priori; afirman,
no porque puedan dar razón de sus asertos, sino porque así les conviene, o eso piden sus
ideas ateas. Su posición es evidente. Dios no existe -dicen-, y partiendo de esta hipótesis
falsa es evidente que la vida, los seres vivientes no pueden ser otra cosa que productos de
las meras fuerzas de la naturaleza. Así debe ser y así es, dicen ellos. Algunos hasta

72
formulan con increíble sinceridad el siguiente silogismo: si no se admite la evolución, la
generación espontánea, tenemos que admitir a Dios como Creador de la vida. Esto para
nosotros es inadmisible, pues no creemos en Dios, luego hemos de optar por aquélla,
aunque no tengamos argumento alguno en su apoyo”…
Se ve, pues, que la cuestión presente es más de corazón que de inteligencia… Lo
más triste es que hombres que se llaman amantes de la Ciencia, que se glorían de ponerla
por encima de todo, procedan con tan increíble ligereza y se dejen llevar tan
lastimosamente de sus fobias antirreligiosas. Se cumple aquí como en ninguna parte el
dicho de que el mayor enemigo de la Ciencia es el horror a lo sobrenatural. El argumento
experimental nos prueba que la generación espontánea, la evolución, no se da en la
naturaleza, el argumento biológico nos prueba que no puede darse. El primero niega el
hecho, el otro hasta la misma posibilidad de que se dé. El argumento biológico nos
muestra la complicación infinita de los seres vivos, en los estupendos prodigios de orden,
de sabiduría, de finalidad altísima que resplandecen en sus organismos y funciones, los
cuales están manifestando, a todas luces, que no pueden ser el mero resultado de la
casualidad, de la combinación ciega e inconsciente de las fuerzas de la Naturaleza. “Sería
más fácil, dice el gran biólogo Von Euxkul, que de las ruinas de un terremoto o de un
incendio saliera por casualidades imposibles, un automóvil que funcionara luego solo,
que la formación, que hay que llamar calculada de antemano, del protoplasma líquido de
una ameba”…

* * *

Hemos observado que los animales hacen las cosas atraídos por sensaciones
externas o siguiendo una línea de conducta de acuerdo con una ley que se llama instinto.
Por esto no hay en ellos ni iniciativa propia ni tampoco progreso. Desde muchos siglos la
Humanidad ha venido observando la vida y costumbres de estos seres, en quienes algunos
pretenden ver progenitores nuestros; pero nos damos cuenta de que todos ellos vienen
realizando hoy las mismas cosas que hacían hace miles de años, dentro de un orden
rutinario en el cual no hay la menor muestra de iniciativa o progreso. Los pájaros
construyen hoy día sus nidos exactamente igual como lo hacían hace cuatro mil años. A
ninguno se le ha ocurrido poner a su nido una cubierta que proteja sus hijuelos de la lluvia
o de los rayos del sol. El conejo construye su madriguera igual que sus antecesores de
hace miles de años. La abeja fabrica su colmena de un modo tan admirable, que deja
estupefacto al mejor geómetra, pero sin revelar en ello ni iniciativa personal ni progreso.
En todos los órdenes el instinto enaltece al Autor de la Naturaleza, pero nada dice
en favor del ser que lo posee. No revela personalidad. Por eso, las artes y las ciencias son
la gloria exclusiva e inconfundible de la raza humana. Esta inmovilidad, esta falta de
evolución en los seres nos muestran cómo los seres no evolucionan, que es falso que
exista la evolución, y de ahí también tenemos que reconocer que el hombre fue creado
como dice la Biblia: directamente por Dios y en estado adulto, tanto el hombre como toda
la Creación. Hace unos pocos años, el doctor C. A. Chant, profesor de Astrofísica de la
Universidad de Toronto, escribía en una revista científica: “No titubeo en decir que por lo
menos el noventa por ciento de los astrónomos han llegado a la conclusión de que el
Universo no es el resultado de una ley ciega, sino que es regulado por una gran
inteligencia. Lenta, pero ciertamente., la mente de los grandes pensadores está
volviéndose al Creador, al Dios de la providencia”. De la misma opinión es Solá cuando
declara que “la Ciencia humana no pasará nunca de ser una visión externa de la
Naturaleza” y que “nunca comprenderemos la esencia de las cosas, sus orígenes y sus
destinos, arcanos que solo pertenecen a un Ser superior”: Dios.

73
* * *

Un ingenuo sistema de ataque a las indudables pruebas de la existencia de Dios,


que nos revela el admirable orden de la Naturaleza, ha sido el atribuir todas las maravillas
de designio a la evolución. Dicha teoría ha sido considerada por muchas personas como la
clave y solución de todos los problemas de carácter filosófico que plantea la Naturaleza.
Debemos decir que la hipótesis evolucionista es un esfuerzo realizado por eminentes
hombres de ciencia para explicarse los grandes misterios de la Naturaleza basándose en
fenómenos comprobados. Lo malo es cuando se trata de convertir una hipótesis científica,
antes de ser comprobada en toda la línea, en ciencia pura, y aún más que esto, en artículo
de fe… sin pruebas científicas para ello… La gran popularidad de la hipótesis
evolucionista entre los escépticos y ateos se debe únicamente a que autores poco
escrupulosos la han presentado como solución a los enigmas últimos de la ciencia y la
Filosofía, pero dicha opinión no es compartida por las grandes lumbreras de la Ciencia:
los que beben en las fuentes y no en las corrientes del saber. Ocurre en esto como con la
moda: lo que está a la orden del día entre las clases populares, ha perdido ya su prestigio
en los círculos distinguidos. La teoría de la evolución, presentada por autores
desaprensivos como verdad científica de carácter antirreligioso, ha tenido la virtud de
entusiasmar a estos que no pueden argumentar en pro o en contra de su realidad, pero les
parece que han de ser ciertas porque van en contra de la Religión. Ellos no pueden discutir
acerca de razas y especies, nada saben de edades geológicas, ni han tenido nunca ocasión
de fijar sus ojos en las maravillas del microscopio; pero les parece razonable todo lo que
sea negar los dogmas de la Iglesia. En su mente inculta y simple, oscurantismo y religión
son sinónimos… Creen que el negar la existencia de Dios da un timbre de modernidad y
cultura, que con ello se sacuden del yugo de una superstición que debilita sus conciencias
de hombres libres… La realidad está muy lejos de darles la razón. Un barniz de cultura
hace al hombre soberbio, suficiente y pagado de sí mismo, pero queda en el fondo un
ignorante. La verdadera Ciencia hace al hombre humilde, actitud mental que incrementa
su sed de conocimientos. Hace ya casi un siglo que el doctor H. Russell Wallace, amigo y
colaborador de Charles Darwin, promotor de la teoría de la evolución, sentó los siguientes
principios, los cuales la más atenta y experta investigación científica, no ha podido
todavía contradecir: “Encuentro -dice- tres puntos principales que la evolución no puede
explicar. Tres lugares en que se rompe la cadena, sin que pueda darse de ello ninguna
razón satisfactoria:
1º) No podemos dar razón del surgimiento de la vida de aquello que no tiene
vida.
2º) Tampoco puede explicarse el paso de la pasividad vegetal a la vida y
conciencia animal.
3º) Otro misterio insondable es la naturaleza más elevada del hombre. Debe
suponerse un Universo espiritual invisible para dar razón de los poderes mentales,
morales y espirituales de la Naturaleza, y, particularmente, del ser humano”…
Todos estos razonamientos nos llevan a comprobar, a descubrir, a probar, la
falsedad de la teoría de la evolución, teoría que no ha pasado a ley, y jamás pasará porque
para ello le hacen falta unas pruebas científicas, unos datos ciertos, una base segura, que
le falta a la teoría de la evolución y que jamás la encontrará, porque esta teoría es falsa,
todo fue hecho como dice la Biblia: directamente por Dios.

* * *

74
Algunas proteínas sirven de materiales estructurales, y otras sirven de enzimas.
Las últimas aceleran las reacciones químicas que se necesitan en la célula. Sin tal ayuda,
la célula moriría. Para la actividad de la célula no se necesitan sólo unas cuantas proteínas
que sirvan de enzimas, sino 2.000 de ellas. ¿Qué probabilidades hay de obtener todas
estas al azar? ¡Sólo la probabilidad de uno sobre 10 40.000 (10 elevado a 40.000)! “Una
probabilidad pequeña hasta lo absurdamente extremo, asegura Hoyle, que no se puede
contemplar aunque todo el Universo consistiera en sopa orgánica”. Añade: “A no ser
que uno se deje dominar por el prejuicio, sea debido a creencias sociales o debido a
educación científica, de modo que acepte la convicción de que la vida se originó
(espontáneamente) en la Tierra, este simple cálculo desestima tal idea completamente.
Sin embargo, en realidad, hay mucha menos probabilidad de lo que indica esta cifra
pequeña hasta lo absurdamente extremo”.Tiene que haber una membrana que envuelva a
la célula. Pero esta membrana es extremadamente compleja, compuesta de moléculas de
proteína, azúcar y grasa. Como escribe el evolucionista Leslie Rogel: “Las membranas
celulares modernas incluyen canales bombas que controlan específicamente la entrada y
la salida de nutrimentos, productos de desecho, iones metálicos, etc. Estos canales
especializados comprenden proteínas altamente específicas, moléculas que no pudieran
haber estado presentes al mismísimo principio de la evolución de la vida”. Más difíciles
de obtener que estas son los nucleótidos, las unidades estructurales del ADN (ácido
desoxirribonucleico), que lleva el código genético. En el ADN están implicadas cinco
histonas (se cree que las histonas tienen que ver con gobernar la actividad de los genes).
La probabilidad de formar siquiera la más sencilla de estas histonas se dice que es de uno
sobre 20100 (veinte elevado a 100) es otro número enorme, “mayor que el total de todos los
átomos de todas las estrellas y galaxias que se pueden ver mediante los mayores
telescopios astronómicos”. No obstante, mayores dificultades para la teoría evolucionista
tienen que ver con el origen del código genético completo… un requisito para la
reproducción celular. El viejo rompecabezas de qué fue lo primero, “la gallina o el
huevo”, asoma con relación a las proteínas y el ADN. Hitching dice: “Las proteínas
dependen del ADN para su formación. Pero el ADN no puede formarse sin proteína ya
existente”. Esto deja la paradoja que presenta Dickerson: “¿Cuál vino primero, la
proteína, o el ADN?” Él afirma: “Debe contestarse que se desarrollaron en paralelo”.
Con esto dicen que “la gallina y el huevo” tienen que haber evolucionado
simultáneamente, de modo que ninguno de los dos ha venido del otro… ¿Es eso
razonable? Un escritor de asuntos científicos lo resume así: “El origen del código
genético presenta un enorme problema como el del huevo y la gallina que, en la
actualidad, permanece completamente revuelto”. Del químico Dickerson viene también
este interesante comentario: “La evolución de la maquinaria genética es la etapa para la
cual no existen modelos de laboratorio; por tanto, se podría especular interminablemente
sin restricciones ni pruebas contradictorias”. Pero ¿acaso es buen procedimiento
científico echar a un lado tan fácilmente los aludes de “pruebas contradictorias”? Leslie
Rogel llama la existencia del código genético “el aspecto más desconcertante del
problema de los orígenes de la vida”. Y Francis Crick llegó a esta conclusión: “A pesar
de que el código genético es casi universal, el mecanismo necesario para estructurarlo es
demasiado complejo para haber surgido de un solo golpe”. La teoría evolucionista
intenta eliminar la necesidad de lograr lo imposible “de un solo golpe” mediante favorecer
un proceso de paso a paso, mediante el cual la selección natural pudiera efectuar su obra
gradualmente. Sin embargo, sin el código genético para dar comienzo a la reproducción,
no puede haber material para que la selección natural, seleccione.

* * *

75
Aunque comúnmente se asevera que la vida surgió espontáneamente en los
océanos, la verdad sencilla es que las masas de agua no son conducentes a la química
necesaria. El químico Richard Dickerson explica. “Por tanto, es difícil ver cómo pudiera
haberse efectuado la polimerización (ensamblar moléculas pequeñas para formar otras
mayores) en el entorno acuoso del océano primitivo, puesto que la presencia de agua
favorece la despolimerización (el quebrar las moléculas grandes y producir otras más
sencillas) más bien que la polimerización”. El bioquímico George Wald concuerda con
este punto de vista, y declara: “La disolución espontánea es mucho más probable, y por
lo tanto se efectúa con mucha más rapidez, que la síntesis espontánea”. ¡Esto significa
que no habría acumulación de sopa orgánica! Wald cree que “este es el problema más
persistente que tenemos ante nosotros (los evolucionistas)”. No obstante, todavía hay otro
problema persistente ante la teoría evolucionista. Hay más de 100 aminoácidos, pero sólo
se necesitan 20 para las proteínas de la vida. Además, vienen en dos formas: Algunas de
las moléculas son dextrógiras (“derechas”) y oras son levógiras (“zurdas”·). Si se
formaran al azar, como en una sopa orgánica teórica, lo más probable sería que la mitad
de ellas serían dextrógiras y la otra mitad levógiras. Y no hay razón conocida por la cual
una o la otra de estas formas debería ser preferida en los organismos vivos. Sin embargo,
de los 20 aminoácidos que se usan en la producción de las proteínas de la vida, ¡todos son
“zurdos” o levógiros! ¿Cómo habría de suceder que al azar, sólo las clases
específicamente requeridas hubieran de ser unidas en la sopa? El físico J. D. Bernal
reconoce lo siguiente: “Hay que confesar que la explicación todavía sigue siendo una de
las partes más difíciles de aclarar en cuanto a los aspectos estructurales de la vida”.
Concluyó: “Quizás nunca podamos explicar esto”. ¿Qué probabilidad hay de que se
juntaran precisamente los aminoácidos necesarios para formar una molécula de proteína?
Esto se pudiera asemejar a tener una pila grande y bien mezclada de habichuelas o judías
que contuviera cantidades iguales de las rojas y las blancas. Hay, además, más de 100
diferentes variedades de estas habichuelas. Pues bien, si se mete una cuchara en esta pila,
¿qué se cree que se sacaría? Para conseguir las habichuelas que representaran los
componentes básicos de una proteína, tendría que sacar solamente habichuelas rojas…
¡No sacar ninguna blanca! Además, la cucharada tendría que contener solamente 20
variedades de las rojas, y cada una tendría que estar en un lugar específico asignado de
antemano, en la cucharada. En el mundo de la proteína un solo error en cualquiera de
estos requisitos haría que la proteína que se produjera no funcionara de la manera debida
¿Podría conseguirse la combinación correcta por más que se agitara la hipotética pila de
habichuelas y se sacaran cucharadas de ella? No. Entonces, ¿cómo habría sido posible eso
en la sopa orgánica hipotética? Las proteínas que se necesitan para la vida tienen
moléculas muy complejas. ¿Qué probabilidad hay de que ni siquiera una proteína sencilla
se forme al azar en una sopa orgánica? Los evolucionistas reconocen que la probabilidad
es de sólo uno sobre 10113 (10 elevado a 113) Pero cualquier suceso que tiene sólo la
probabilidad envuelta en esto se ve en el hecho de que ¡el número 10 113 es mayor que la
cantidad que se ha calculado para el total de los átomos del Universo!...

* * *

Richard Dawkins resume en su libro “The selfish Gene” (El gen egoísta) una
postura evolucionista actual sobre el punto de comienzo de la vida. Según su teoría en el
principio la Tierra tenía una atmósfera compuesta de dióxido de carbono, metano,
amoníaco y agua. Mediante energía suministrada por la luz solar, y quizás por rayos y por
volcanes en erupción, estos compuestos simples fueron disgregados y entonces se
reagruparon en aminoácidos. Gradualmente, una variedad de estos ácidos amínicos se

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acumuló en el mar y se combinó en compuestos parecidos a proteínas. Al fin, dice él, el
océano llegó a ser un “caldo orgánico” o “sopa orgánica”, pero todavía sin vida. Entonces,
según la descripción de Dawkins, “por accidente se formó una molécula particularmente
notable”… una molécula que podía reproducirse. Aunque él confiesa que tal accidente
sería extremadamente improbable, sostiene que de todos modos tiene que haber
sucedido… Moléculas similares se agruparon, y entonces, de nuevo por accidente
extremadamente improbable, envolvieron alrededor de sí una barrera protectora
compuesta de otras moléculas proteínicas que funcionaron como una membrana. Así, se
alega, se generó a sí misma la primera célula viva…
Para ahora quizás se empiece a entender este comentario que presenta Dawkins en
el prólogo de su libro: “Este libro debe leerse casi como si fuera ciencia ficción”.
Pero los que acostumbran a leer sobre este tema descubren que la manera como
Dawkins aborda este asunto no es singular. La mayoría de los demás libros sobre
evolución también tratan de modo superficial el desconcertante problema de explicar
cómo surgió la vida desde la materia inanimada. Por eso el profesor William Thorpe, del
departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge, dijo a compañeros científicos:
“Se ha mostrado que todos los razonamientos y discusiones superficiales que se han
publicado durante los últimos diez a quince años para explicar el modo como se originó
la vida manifiestan demasiado simplismo y tienen muy poco peso. De hecho, parece que
el problema está tan lejos de solución como siempre lo ha estado”. El incremento
explosivo que recientemente ha habido en el conocimiento ha servido únicamente para
magnificar la laguna o vacío que existe entre lo inanimado y lo animado. Se ha hallado
que hasta los organismos unicelulares de mayor antigüedad conocidos son
incomprensiblemente complejos. El problema de la Biología es remontarse hasta un
principio sencillo de modo que la teoría evolucionista carece de un fundamento
apropiado. Y a medida que la información aumenta, más difícil se hace explicar cómo
pudieran haber surgido aleatoriamente, al azar, formas microscópicas de vida que son tan
increíblemente complejas.

* * *

Los evolucionistas basan fundamentalmente su teoría en las diferencias y


afinidades morfológicas que presentan los seres vivos a consecuencia, según ellos, de las
transformaciones anatómicas, estructurales orgánicas provocadas por la información que
se acumula en su dotación genética, a causa de cierta inestabilidad natural de la estructura
del ADN y de cambios drásticos operados en el medio bio-geográfico en que se
desarrollan y que son puestos en movimiento por mutaciones genéticas espontáneas,
conducidas y dirigidas por la selección natural… Conciben el desarrollo y la
diversificación de los seres vivos como un “árbol genealógico” de cuyo tronco primitivo
se han ido desprendiendo ramas colaterales que, a su vez, han formado nuevos troncos o
especies, algunos de los cuales van acentuando progresivamente diferencias y afinidades
morfológicas entre ellos, indefinidamente, hasta culminar en las especies superiores.
Resumiendo, y acudiendo nuevamente al socorrido procedimiento del símil, podríamos
considerar representado el proceso evolutivo que proponen los evolucionistas como una
“pirámide”, en cuya cúspide aparece el hombre, y sobre la que actuaría tal proceso,
alcanzando progresivamente estadios biológicos más perfectos y desarrollados de los
seres, a través de una “escalera” cuyo primer peldaño estaría constituido por la
“generación o formación espontánea” del primero o de los primeros seres vivos, en su
grado de organización más simple y elemental (una amiba o una alga, pongamos por
caso); el “segundo” por la “mutación” cromosómica o genética, generadora de variaciones

77
importantes en la constitución física y morfológica de los mismos, hasta el punto de
transformar unas especies en otras; el “tercero”, por la “selección natural”, encargada de
conservar y promocionar los más aptos hacia formas morfológicas más perfectas y
desarrolladas, orgánica y estructuralmente, que les permitan adaptarse a los distintos
medios ecológicos y aprovecharse de los elementos de subsistencia y desarrollo que les
proporcione el medio geográfico en que viven; y el “cuarto”, por la “herencia” que se
encargue de transmitir a la descendencia las cualidades especificas que han ido
acumulando a través de los mecanismos anteriormente referidos, mediante la
reproducción de nuevos seres, provocando con ello la formación de nuevas especies, cada
vez más complejas, perfectas y desarrolladas, hasta culminar en el hombre. Como prueba
de esta evolución y de la descendencia simiesca del hombre tendríamos la “paleontología”
con sus fósiles homínidos o restos de ellos, “demostrativos” del desarrollo de los mismos
hasta el punto de haberles permitido superar, entre otras diferencias morfológicas
importantísimas, su capacidad craneana, pasando de menos de 600 c. c. de los primeros
homínidos a los 1.400 que porta el hombre. Evidentemente, el esquema resultante del
símil, parece altamente convincente… pero, si como hemos razonado precedentemente, se
excluye la generación o formación espontánea del primero de los primeros seres vivos,
por su dificultad práctica, por su imposibilidad lógica; y si, se suprime la mutación, por
ser excepción en la reproducción de los seres, producirse en todo caso al azar y
manifestarse la mayor parte de las veces de manera deformante del ser, cuando no
monstruosa o letal; si se prescinde de la selección natural, por ser exclusivamente
conservadora de las excelencias de la especie, así como de la herencia, para que
ordinariamente, solamente puede transmitir a la descendencia aquellas características
morfológicas ya existentes en los progenitores o en los ascendientes de éstos, como lo
demuestran las experiencias mendelianas, la “escalera” desaparece, por lo que resulta
imposible que hayan podido producirse las necesarias transformaciones de los seres, hasta
generar nuevas especies, y singularmente los simios homínidos, hasta alcanzar la cúspide
de la “pirámide” que ocupa el hombre…
La teoría evolucionista en su sentido más radical, exige admitir como válidas las
siguientes hipótesis, de muy difícil, si no imposible demostración:
1ª.- El establecimiento de las leyes físicas-químicas de la Naturaleza, sin más
causa que la necesidad y el azar que hicieran posible la constitución de la materia, la
aparición de la “vida” sobre el planeta, y el desarrollo y diversificación de los seres que
habían de producirse.
2ª.- La constitución espontánea de la materia y la aparición de la “vida” sobre la
Tierra, pasando de la simple energía a las partículas elementales, de éstas a los átomos, a
las moléculas inorgánicas y orgánicas y sus asociaciones; a los orgánulos subcelulares, y,
finalmente, a la célula, unidad elemental de vida, proceso que, según algunos
investigadores, siguió la materia hasta alcanzar el, o los primeros, seres orgánicos.
3ª.- El origen y la formación del primero o de los primeros organismos; su
diferenciación en vegetales y animales; su paso del nivel celular al pluricelular y de
invertebrados a vertebrados; la autodiferenciación del sistema celular de los organismos
pluricelulares, de forma que unas células constituyan determinados tejidos y órganos y
otras otro; la división de los seres en machos y hembras, para que fuera posible la
reproducción sexual; el paso de los organismos acuáticos a organismos anfibios y
terrestres; la consecución del bipedismo por el hombre y el paso de la irracionalidad del
simio a la racionalidad del hombre, por la diferencia cuantitativa del cerebro; y todo ello a
partir de un antecesor común.
4ª.- El proceso de “hominización” a partir del orden de los primates a través de
divisiones y subdivisiones en “prosimios” y “simios”, y, entre éstos últimos, los monos

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“platirrinos” y “catarrinos”, antepasados ancestrales de los actuales antropoides
(orangután, gorila y chimpancé), de los que, según parece, proceden los simios
homínidos, inmediatos “antecesores” del hombre…
La ciencia y la experiencia demuestran que la reproducción de los seres vivos está
regida por leyes biológicas que actúan sobre el funcionamiento y desarrollo de aquellos
con la misma permanencia, regularidad, precisión, equilibrio y repetición de funciones
que las demás leyes naturales en general.
Refiriéndose concretamente a la reproducción y desarrollo de los seres vivos,
podemos observar que el ser reproducido es sensiblemente idéntico a su progenitor o
progenitores o a algún ascendiente de éstos, salvo las “variaciones” en sus características
accidentales; que la conservación de cualquier especie está sistemáticamente defendida
contra toda intrusión en la reproducción de individuos de distinta especie; que la herencia
sólo puede transmitir a la descendencia caracteres ya existentes en los progenitores o
procedentes de la ascendencia de éstos, que las “variaciones”, que no sean de caracteres
accidentales, solamente pueden producirse por mutación cromosómica o genética; que
esta “mutación” sólo puede producirse accidentalmente, por “error” o por “azar”, puesto
que se trata de un fenómeno antinatural, por ser contrario a la ley biológica que rige la
reproducción de los seres vivos, ya que, si la “mutación” fuera un fenómeno biológico
normal, se produciría, como los demás fenómenos, en todos los casos de reproducción, y
esto sabemos que no es así; y, aunque por “azar” sea prácticamente posible, sus efectos
normales suelen ser nocivos para la salud del individuo, cuando no monstruosos o letales;
y que la selección natural y sexual sólo actúan como conservadores de la especie, el
acentuar las características fundamentales de los individuos más capaces y perfectos
biológicamente hablando, evitando así la degeneración de las especies que en otro caso
podría producirse. De todo lo dicho se desprende que todas las leyes naturales y
singularmente las biológicas, tienden a la estabilidad y conservación de las especies, y no
a su transformación en otras, como se demuestra en la especie humana en que se dan con
mayor intensidad, si cabe, que en los demás seres vivos, todos los mecanismos biológicos
que se supone pueden influir en la evolución hasta transformar unas especies en otras,
(selección natural y sexual, herencia, influencia del medio, aislamiento geográfico,
mutación, información y recombinación genética, etc. ) la especie humana, unas veces por
necesidad y otras por su insaciable curiosidad o sed de conocimientos, descubrimientos y
conquistas, es lo cierto que se ha desplazado a todas las latitudes del planeta, desde los
polos al Ecuador, ocupándolas y colonizándolas indefinidamente, dando origen con ello a
situaciones de aislamiento geográfico, genético, climatológico y de toda índole, y a la
formación de variedades o razas, hoy les llaman sub-especies. Pues a pesar de todo ello y
de los miles de años de existencia del hombre sobre la Tierra, la especie humana,
integrada por todas sus variedades o razas, subsiste plenamente, con todas sus
características fundamentales inalterables; continúa existiendo entre todas ellas
intercambio genético y descendencia fecunda a todos los niveles, no se ha producido el
fenómeno llamado de “especiación” que hubiera podido dar lugar, según los
evolucionistas, a la formación de una nueva especie…Y no solamente no se ha producido
una nueva especie ni la más ligera variación en las características fundamentales de la
especie humana, sino que tampoco se ha originado en los demás seres vivos que el
hombre ha conocido y observado desde que existe… lo mismo en régimen de libertad
natural que de domesticación, algunos de los cuales han reflejado en sus primitivas y
rudimentarias expresiones artísticas.
El Dr. Santiago Lorén dice en relación con la estructuración de la materia a nivel
molecular, en la página 193 de su libro “Ni azar ni milagros: autocatálisis”: “La primera
solución, la de entregar la estructuración de la materia a las leyes del azar, ha sido,

79
completamente refutada modernamente por el grupo de sabios alemanes que trabajan en
el Instituto Max Planck, de Turingia, desarrollando una hipótesis acerca de la vida en
otros planetas. Estos sabios han firmado un comunicado conjunto en el que aseguran que
sus experimentos han demostrado que las macromoléculas o moléculas gigantes entre las
que se encuentran los nucleoproteidos ARN y ADN, no han podido desarrollarse
casualmente ni siquiera en varios miles de millones de años, porque las circunstancias
que han de darse conjuntamente y en una complejísima secuencia determinada y no en
cualquier otra, hacen imposible la aplicación a esta materia de las leyes estadísticas del
azar”. En la página 230 de la misma obra, bajo el título “Pero son demasiadas
casualidades las necesarias para dar la razón a los materialistas”, dice: “Sin necesidad
de recurrir a los conocimientos actuales para iluminar la cuestión, dos argumentos
críticos pueden ocurrírsele a cualquiera acerca de las ideas de Oparín y Haldane
(científicos). El primero de ellos es la forma como soslayan la enigmática capacidad vital
de reproducirse, en la que, intuitivamente, todos los investigadores hacían descansar uno
de los atributos más importantes de la vida, y que posteriormente se demostró como
condición crucial y clave para comprender todo lo demás. El segundo argumento crítico
es el fiar en cada una de las fases de la aparición de la vida, según los conceptos
materialistas de Oparín y de Haldane, el puro azar, a la casualidad más caótica. En las
dos hipótesis, tan sólo la aparición de los primeros elementos carbonatos a partir de la
acción de los rayos ultravioleta, en la ligadura de los átomos de los electrones
compartidos, entre átomos de carbono, oxígeno e hidrógeno, parece responder a una
consecuencia lógica de las condiciones primigenias en que la Tierra quedó al surgir del
mundo atómico. Posteriormente, según estos investigadores, cada una de las fases de la
integración molecular y posteriormente de su paso a la integración celular, depende
exclusivamente del azar; casualidad es la formación de largas cadenas que se van
complicando poco a poco, formando los bloques de sustancias; casualidad la dispersión
de estos bloques y los hallazgos de otros bloques afines que complejifican más la materia
hasta constituir las macromoléculas, casualidad que estas macromoléculas alcancen una
de sus infinitas variedades de enlace, isometría, tautomería, etc. para sintetizar
compuestos autorreproducibles por su misma intrínseca naturaleza química; casualidad,
en fin, que en los “coacervati” o primeros conglomerados protocelulares envueltos en
una película aceitosa que, a su vez, es la antecesora de la membrana celular, se hayan
encarcelado o retenido en su interior las macromoléculas precisas, no sólo con
posibilidades de autopartición y crecimiento por asimilación de las sustancias diluidas
que alrededor existan, sino también capacidad discriminatoria para ir estructurando el
aparentemente simple, pero complejísimo organismo celular, dotado de partes, aparatos,
órganos y funciones, específicamente destinados a organizar la vida de la célula sobre
bases de supervivencia, crecimiento y reproducción. Como podemos ver, tantas
“casualidades”, aún dándose en miles de millones de años, nos vuelven otra vez al
problema del mono, que, situado ante una máquina de escribir, pudiera llegar a escribir
“Hamlet”; con tal de darle suficiente tiempo… Cuando observamos con un microscopio
actual esos finos bastoncillos, esas esferas y espirales que llamamos bacterias, nos
maravilla que con su aparente simplicidad constituyan cada una de ellas un complejísimo
mundo, con una química interna por lo menos tan complicada como la actividad que
muestra una multitud de seres humanos, todos ellos con sus variadas áreas que
desempeñar para la sociedad y para que ésta pueda prosperar como unidad. Se considera
que en una célula típica hay unos diez mil millones de moléculas y hay quien ha
encontrado cierto paralelismo fundándose en que este es el número aproximado de
células en el cuerpo de un mamífero superior, y ha sostenido la posibilidad de que la
evolución de la primera célula proveniente del caldo primigenio, haya tardado tanto

80
como nuestra “evolución”, partiendo de organismos unicelulares… Demasiada faena,
demasiado trabajo de organización, complejíficación y estructuración como para fiarlo
enteramente al azar”…
Nada ha sido hecho sin Dios y todo lo que existe ha sido creado directamente por
el Altísimo, sin evolución alguna, directamente, como narra la Biblia.

* * *

Todo cuerpo con vida muestra cuatro características especiales: sensibilidad,


metabolismo, crecimiento y reproducción. Considerado científica e imparcialmente no es
probable que los mismos átomos estén en orden y girando del modo debido por simple
casualidad, ni que los componentes de las moléculas complejas necesarias para la vida de
una célula se organicen por su cuenta. Los virus son los organismos más simples que
conocemos; son parásitos obligados intracelulares que no pueden subsistir fuera de las
células vivas en que se hospedan. Así vemos que aún siendo los organismos más
pequeños y más simples no pueden haber sido ellos los creadores de la vida, ni siquiera
tampoco las primeras formas de vida, ya que necesitan otras vidas superiores para
subsistir. Sin malgastar tiempo pidiendo explicaciones a los evolucionistas acerca de
dónde proceden los neutrones, electrones, protones, átomos, etc. y cómo se organizaron a
sí mismo para venir a formar, mediante bien acertadas combinaciones, el centenar de
elementos simples que conocemos, y éstos a su vez, las innumerables formas de materia
inorgánica vamos a ceñirnos exclusivamente a la materia orgánica, y concretamente a la
materia viva, ya que es sobre ella, particularmente, que se ha levantado el vasto edificio
filosófico, falto de fundamento, que se llama “teoría de la evolución”. Vamos a suponer
que por esa casualidad fortuita de que hablan, en ese mar de remoto pasado donde
suponen que todo empezó, hubieran existido las condiciones necesarias para permitir y
mantener vidas, y que se hubieran reunido en las debidas proporciones todos los
elementos químicos necesarios para formar los componentes de una célula y sus enzimas
(catalizadores) indispensables.¿Quién en la segunda etapa de la evolución captó y los
encerró en una envoltura de membrana, ya preparada de antemano, antes de que fueran
diluidos o esparcidos por el agua?... Y luego, ¿quién les dio instrucciones y les infundió
instintos a tales elementos para que cada uno cumpliera su deber de modo que
funcionasen como un equipo en bien de la célula? ¿Quién impartió a estas partículas
microscópicas ese misterioso algo que llamamos “vida” para que pudieran accionar y
llevar a cabo su cometido y juntos ser una célula viva?... Se valora mucho la importancia
del DNA, pero esto no es el secreto de la vida, sino que la vida es el secreto del DNA, que
no podría hacer nada en una célula muerta… Se supone que los protozoos, seres
unicelulares, son la forma de vida más antiguas. Entre los protozoos pensemos en la
amiba: este ser minúsculo puede respirar sin pulmones ni branquias; puede comer sin
boca; puede digerir sin estómago puede palpar sin nervios; puede moverse sin pies ni
aletas; y puede reproducirse sin órganos de reproducción, entonces preguntamos ¿por qué,
no teniendo cerebro ni sabiendo nada, se molestaría en desarrollar órganos especializados
para los propósitos que ya podía realizar sin ellos?... Después de los organismos
unicelulares, la próxima forma en la clasificación acordada es la de los metazoos. Si la
evolución fuera verdad, uno pensaría que existirían algunos organismos de 2, 4, 8, 16, 32,
64, etc. células. Los primeros metazoos ya tienen centenares de células. ¡La teoría falla,
pues, totalmente en los primeros eslabones! Sin reflexionar, algunos suelen hablar de la
“evolución desde una célula sencilla… hasta los mamíferos y el hombre”. Pero ¿es que
existe una célula somática sencilla?... En una célula viva se hallan: un núcleo, nucleolo,
cromosoma, genes, mitocondrias, condricontes, aparato de Golgi, centrosomas, vacuolas,

81
ribosomas, lisosomas, etc. También las partes de una célula viva son de distintas
composiciones químicas (ejemplo: la proteína del virus se compone de aproximadamente
150 aminoácidos). Que se produjeran por sí solos pedacitos de acero, calcio y plástico en
formas correctas de piezas de una máquina de escribir, sería un milagro; pero que estas
piezas metidas en una lavadora puesta en marcha durante una semana o un año se
transformara en una máquina de escribir, necesitaría otro milagro, y grande ¿Y no sería un
segundo milagro, realmente mayor si se aumentase el tiempo a mil años o a un millón de
años?... Que los complicados y delicados componentes precisos para una célula somática
llegaran a existir por sí solos es inconcebible; pero si eso pudiera acontecer sería
indispensable una fuerza sumamente inteligente para reunirlos correctamente y
comunicarles lo más esencial para una célula somática: LA VIDA… Alegan ignorancia de
lo que llaman “causas primarias”, los científicos evolucionistas que no se atreven a negar
descaradamente la existencia de Dios. Pero entonces, ¿por qué hablan de la evolución
como si fuera la clave de todos los misterios de la vida y de la existencia? ¿Por qué tanto
dogmatismo acerca de una idea, una simple hipótesis que todavía no ha sido probada?...
Porque quieren negar a Dios, pero no pueden, porque la Ciencia, la verdadera
Ciencia, criatura de Dios se opone a ello… Por otro lado el estudio de los fósiles de
plantas no indica que las primeras fueran más sencillas, y que gradualmente hayan llegado
a ser más complejas. El doctor D. H. Scott, una de las mayores autoridades de la Botánica
fosilizada, en su libro “Plantas extintas y problemas de la evolución” escribe: “El nivel
promedio más alto que el del mismo grupo de nuestro tiempo, y algunas de las semillas
más complicadas conocidas son de la época Paleozoica…”, cambios subsecuentes en
general han sido en la dirección de la simplificación… El doctor Heribert-Nilson, profesor
de Botánica en la Universidad de Lund, Suecia, ofrece los resultados de una vida dedicada
al estudio de la Genética en una obra publicada en 1954. Dice de la flora fósil: “Si
miramos a los principales grupos peculiares de la flora (fósil), es muy llamativo el hecho
de que todos juntos en intervalos definidos de tiempo geológico, se encuentren
súbitamente, y, además, en una floración completa en todas su formas múltiples…
También al final de su existencia, si ahora se hallan extinguidos, no cambian para ser
formas que son transitorias hacia los tipos principales del período siguiente: tales formas
faltan enteramente. Todo esto se presenta como una contradicción tan seria a la
interpretación evolucionista que causa verdadera turbación. No existe ni siquiera una
caricatura de evolución”… W. N. Scott, escribe. “Los angiospermos hicieron su entrada
en el escenario del mundo en forma de árboles grandes. Los paleontólogos están hoy
buscando denodadamente por toda la tierra a fin de encontrar sus antecesores… Los
conocidos más antiguos son muy parecidos a los que existen en la actualidad”.
Todo esto corrobora el hecho de la Creación: directamente por Dios y en estado
adulto, como dice la Biblia.

* * *

Una idea muy equivocada que tiene aceptación en algunos círculos, sin pruebas ni
probabilidades ningunas, es la de que la vida surgió de un encuentro fortuito de ciertas
sustancias químicas en circunstancias favorables. Pero la vida es muchísimo más
complicada de lo que los hombres jamás hayan sospechado, y la iniciación de una célula
viva requiere una inteligencia muy superior a cualquier inteligencia humana. La célula
viva más sencilla suele tener miles de moléculas de ácidos nucleicos y enzimas. El doctor
Josué Ledeberg, de la Universidad de Stanford, escribió en “Sciencie”, que para que
exista la vida se requieren por lo menos las siguientes sustancias: ácido
desoxirribonucleico (ADN), cuatro bases nitrogenadas en abundancia, ADN polimeribo,

82
fosfatos, ARN polímero, unos veinte aminoácidos nucleótidos, y ácido
aminoacilribonucleico polímero. Estas son las sustancias químicas básicas, ninguna de
fórmula sencilla. Luego debemos acordar que hace falta alguien con la sabiduría y la
destreza suficientes para construir con esa materia orgánica los complicados sistemas de
absorción de materia, transformación de la misma, y reproducción o multiplicación. Ello
requiere una intrincada red de canales para comunicaciones, enzimas para catalizar varios
procesos, etc. introducir todos en una envoltura idónea en el orden debido, ponerlo en
marcha, sincronizarlo par su metabolismo, suministrar constantemente la energía
necesaria, etc. Y todo ello en un espacio tan reducido que no es visible para el ojo
humano, a no ser mediante una poderosa lente de aumento. Tan sólo el proceso de
autorreproducción es tan complicado que constituye todo un milagro. Hasta ahora no ha
surgido ninguna explicación aceptable de cómo pudiera llegar a existir una célula capaz
de duplicarse. La envoltura de una célula consiste en una película o membrana llamada
“mucopéptide”. Es de una sustancia de aminoácidos y amino-azúcares, estructurada como
una malla entrelazada de elasticidad y resistencia considerables. Sin esta envoltura que
tiene que admitir la comida más indicada y dar salida a los desechos, la célula moriría.
Antes de que la imaginaria célula original pudiera sobrevivir los rigores del supuesto
charco orgánico primitivo, los cromosomas, núcleo, protoplasma y demás componentes,
tendrían que ser formados, organizados y enseguida salvaguardados en una envoltura
íntegra, ¡y ésta no podía evolucionar gradualmente! ¿Se puede imaginar a infinidad de
moléculas irracionales saltando al azar hasta venir a juntarse en el orden debido y en el
momento preciso para formar un protozoo?... Notemos el por qué los muchos
componentes de una célula somática no podrían haber sido productos de ningún azar:
“Las enzimas son proteínas complejas solamente producidas por seres vivos, que, a su
vez, necesitan las enzimas para los procesos de la vida”. Como dijo Malcom Dixon
(Science and Religión): “Las enzimas son proteínas. Si las proteínas son hechas
solamente por enzimas, ¿cómo apareció la primera enzima?” Y si las proteínas son
hechas solamente por enzimas, ¿cómo apareció la primera enzima?... Y las proteínas son
peligrosas, construyen y destruyen… Las proteínas edifican otras moléculas, pero las
destruirían a no ser que las tendencias naturales de la proteína estuvieran controladas,
como ocurre en las células vivas, por un sistema de frenos y balanzas y una aplicación
precisa de energías. El doctor D. T. Gish (Ph. D. Universidad de California), con muchos
años de experiencia en laboratorios, afirma que si por casualidad algunos de los
aminoácidos llegaran a formarse y de ellos se formara alguna proteína, el primer problema
sería que en la presencia de luz ultravioleta o descargas la destrucción de tales compuestos
orgánicos simples como ellos, excede en mucho su formación. Por lo cual ninguna
cantidad de significación podría llegar a producirse. Referente a la teoría, muy publicada,
que unas sustancias químicas casualmente reunidas y animadas por una chispa formaron
aminoácidos, el doctor Calvin, de la Universidad de California, ha probado que los
aminoácidos no se forman en la reacción propuesta si hay oxígeno presente. Por lo tanto,
los evolucionistas suponen que no había oxígeno presente. Pero hoy la atmósfera de esa
Tierra es aproximadamente el 20 % de oxigeno y éste entra en la composición de muchos
minerales, además del agua. Si se formara una célula viva en un ambiente sin oxígeno,
¿cómo empezarían a tener lugar aquellos procesos vitales que requiere el oxígeno? La
primera célula tenía que haber tenido ya un sistema complejo para utilizar el oxígeno
(sistema citochrome oxidase): de otro modo, el oxígeno en su medio ambiente le hubiera
sido mortal. Por otro lado si no hubiera existido la capa de oxígeno (en forma de ozono)
que hoy existe alrededor del mundo, la cual elimina tantos rayos dañinos del sol que son
fatales para la vida microscópica y otras formas, ¿cómo habrían escapado de la
destrucción las primeras células?...

83
Aquí vemos imposibilidad de la evolución: no tiene base científica para ser creída.

* * *

El gran biólogo Von Euxkul llama a la organización de los protozoos los últimos
de la escala zoológica, “maravillosa” e “inexplicable”, y añade que constituye “un
problema supermaquinal, que va más allá de la mecánica”, que es un “milagro”, un
“misterio”.
Y termina diciendo:
“Sería más fácil que de las ruinas de un terremoto o de un incendio saliera por
casualidad un automóvil, que funcionara luego sólo, que la formación, que hay que
llamar calculada de antemano, ¿por quién?... del protoplasma líquido de una ameba”…
O lo que es lo mismo, que el hombre proceda del mono, y éste de una lenta evolución de
célula, pez, lagarto, etc. etc.
No menos expresivas son las palabras de Oskar Herwig, el biólogo de
preeminencia indiscutible, y llamado por eso mismo, el pontífice de la Biología. Dice así
en su gran obra “Biología General”: “Entre la materia muerta y el organismo vivo se
abre un abismo que cada día se nos manifiesta mayor cuanto más penetramos en el
pensamiento de lo vivo. Pretender construir por procedimientos artificiales, con materia
inanimada, un ser vivo, el menos complicado que queramos imaginar, hemos de
considerarlo como una ilusión que no tiene más probabilidad de ser realizada que el
sueño del alquimista de Fausto al pretender fabricar el homúnculo en su retorta…”
“Para el naturalista -escribe en otro lugar de esta obra- es hoy una necesidad fisiológica
admitir que la vida tuvo una vez que empezar siendo creada”.
Otro gran biólogo y fisiólogo, Volkmann, escribe, a su vez en el “Diccionario
Manual de Fisiología”: “Vida y organismos tuvieron que existir a la vez. Ninguno de los
dos puede conceptuarse como separado de los seres vivos que conocemos, ni por tanto, el
uno ser causa del otro. Ni la vida del primer ser orgánico, ni éste, pudieron ser causa de
su propia existencia; a alguna causa que existiera fuera de ellos tuvieron que deber su
origen, pues empezaron a existir en un período en que no había vida ni seres que la
tuvieran. Esa causa -añade abiertamente- solo puede hallarse en lo que llamamos
Dios”…
Finalmente, el director del Instituto Zoológico Paleontológico de Berlín, el doctor
Wilhem Branco, escribe: “Aceptar que de la materia mineral, en los primeros periodos
de la historia del mundo, un día por casuales y curiosas combinaciones, de carbono, de
agua, amoníaco, etc., empezaran a dar origen a la vida y a los organismos vivos, es
pedir un esfuerzo de credulidad tan grande, que otra más inverosímil leyenda de hadas
no podía inventarse”. Y termina: “Ciertamente. Si la Iglesia quisiera hacernos creer tal
fabula, todos los naturalistas desbordaríamos de indignación, ante pretensión tamaña”…
En cambio, las hacen los evolucionistas, y todos tan satisfechos...
He aquí, pues, el gran “argumento”, el aplastante “argumento” en contra de la
creación directa bíblica de los evolucionistas: el no admitir a Dios…
La vida, aún en los seres más insignificantes aparece con tales caracteres de
complicación, de sabiduría, de misterio, que es imposible, en absoluto, que pueda ser
atribuida a las solas fuerzas ciegas y fatales de la Naturaleza… Repitámoslo con Euxkul:
“Seria más fácil que de las ruinas de un terremoto saliera formado un automóvil que
caminase por si solo, que admitir por una casualidad la formación de un ser viviente por
insignificante que sea, ni aún el diminuto de una ameba”…
La vida no ha existido siempre. Hubo un tiempo en que no pudo darse: luego,
puesto que ahora existe, o ha nacido espontáneamente por las solas fuerzas de la

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Naturaleza, o ha sido creada. Lo primero es falso, luego ha de seguirse lo segundo, esto
es, la Creación y, por consiguiente, la existencia del Creador, del Ser infinitamente
poderoso y sabio que supo idearla y darle la existencia: Dios.
“La ciencia no puede admitir hoy la generación espontánea de la vida por la
materia muerta -dice el gran naturalista Nalgeli- Todo lo vivo procede de lo vivo, y, no
obstante- dice visiblemente turbado- si no admitimos la generación espontánea hemos de
admitir milagro, la creación de la vida, la intervención de Dios. Terrible dilema -
concluye el doctor Rosell, tomando las palabras de Hertwig- que no tiene solución
científica, sino filosófica”…
Y el materialista Virchow dice: “No se conoce un solo hecho que demuestre que la
materia inorgánica se haya trasformado en orgánica… Si no quiero admitir al Creador,
no me queda otro recurso que apelar a la generación espontánea; la causa es evidente:
cuando se dice: “No admito la creación y sin embargo, exijo una explicación del origen
de la vida”, anuncio una primera tesis; pero quiérase o no, es preciso llegar a la
segunda, luego admito la generación espontánea, o sea, la evolución… pero de esta no
tenemos una sola prueba científica… Nadie ha visto una sola producción de la materia
inorgánica… No la rechazan los teólogos sino los materialistas… Fuerza es elegir entre
la generación espontánea y la creación: y hablando con franqueza, nosotros los
materialistas, nos inclinamos por la primera. ¡Ah, si tuviéramos de esta generación
espontánea una demostración por débil que fuera!... Pero hoy por hoy se han
desvanecido todas las esperanzas de obtenerla”…
En el sentido intelectual podemos aplicar a Virchow y a todos sus correligionarios
evolucionistas, lo que decía, en sentido moral, el poeta Ovidio: “Ven la verdad, no tienen
más remedio que rendirse a ella… pero prefieren el error”… Quieren que no exista Dios
y se empeñan en negarlo, pero sin base científica para ello, sólo su ceguera de no admitir
a Dios.

* * *

No solamente no es cierto el que se haya demostrado que la vida se haya


autogenerado y evolucionado de niveles más bajos a niveles más y más elevados, sino que
además es científicamente imposible.
El evolucionismo no es una conclusión científica, como falsamente afirman sus
propagandistas, sino una premisa filosófica materialista sobre la que los no creyentes,
científicos o no, tienen que construir una visión del mundo ateo o panteísta, mezclando
hábilmente los ingredientes filosóficos con datos científicos seleccionados, y apartando
otros muchos datos científicos que no convienen a su falsa teoría.
Karl F. Von Weizsäcker, físico y astrónomo materialista, dice: “No es por sus
conclusiones, sino por su punto de partida metodológico por lo que la ciencia moderna
excluye la creación directa. Nuestra metodología no sería honesta si negare este hecho.
No poseemos pruebas positivas del origen inorgánico de la vida ni de la primitiva
ascendencia del hombre, tal vez ni siquiera de la evolución misma, si queremos ser
pedantes”.
En todos los campos (Paleontología, Geología, Biología, etc.) se puede ver con
toda facilidad que no goza la teoría de la evolución de ningún apoyo científico. Y la
Termodinámica y la Física y la Química le asestan un golpe definitivo. La verdadera
dificultad ante la que la mayor parte de los científicos ateos se estrellan es que el
abandono del evolucionismo implicaría la aceptación total del Creador (Dios) y… esto es
lo último que se quiere hacer. En este sentido no existe, pues, la pretendida “objetividad”
científica.

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Las condiciones de la Tierra primitiva, fueran las que fueran, jamás hubieran
podido ser el marco del origen de la vida por medios mecanicistas. En los laboratorios hay
personas, con medios de control, con información y con inteligencia para aplicarlas.
Además les guía un propósito, cosa que no sucede en la simple materia inerte…
“Aquellos que trabajan en el problema del origen de la vida tienen que hacer a la
fuerza unos ladrillos sin mucha paja lo que explica en buena parte el hecho de que se
miren estos estudios con muchas sospechas. Las especulaciones son necesariamente
prolíficas, y a menudo disparatadas.
Algunos de los intentos de dar cuenta del origen de la vida en la Tierra, al margen
de la Biblia, a pesar de ser ingeniosos han tenido mucho de literatura de ficción y poco
de las ingerencias teóricas de aquella clase que puedan ser confrontadas con evidencia
observable de una u otra clases”. (News and Views, VI, 216; 1967)
Mora ha dicho: “…Cómo se originó la vida, me temo que desde Pasteur esta
cuestión no está dentro del terreno científico”.
Pasteur había efectuado los experimentos que fueron aceptados como la prueba
definitiva de que la vida no podía originarse espontáneamente (se había creído
antiguamente, por ejemplo, que los pantanos originaban espontáneamente a las ranas, que
las cresas se formaban espontáneamente en la materia de pudrición, y que de alguna
manera las bacterias se formaban espontáneamente en un caldo nutritivo) Bernal apoyó
esta afirmación de Mora cuando dijo, en una discusión del trabajo de Mora: “El doctor
Mora ha mostrado que los principios de la ciencia experimental no son aplicables en las
discusiones sobre el origen de la vida, y desde luego no se pueden aplicar en ningún
problema sobre orígenes” (J.D. Bernal, “The Origins of Prebiological Systems and of
Their Molecular Matrices” 1965).
Lo que estos hombres de ciencia están afirmando es que ninguna discusión o
experimento relacionado con el origen de la vida puede tener validez científica. ¿Por qué
es esto así? Sencillamente, a causa de que no hay ninguna evidencia física relacionada con
el origen de la vida. Aún si la vida hubiera tenido su origen en algún proceso
evolucionista, no tendríamos en la actualidad ningún registro de este proceso que nosotros
pudiéramos estudiar. Cualquier compuesto químico orgánico que se hubiera formado
abiogenésicamente (antes de que apareciera la vida) hubiera quedado metabolizado hace
mucho tiempo por los organismos vivientes que se originaran a continuación. Toda
evidencia que hubiera podido existir en cuanto al origen de la vida que hubiera quedado
después de completar el proceso hubiera sido simplemente eliminada.
Simpson ha dicho: “Es inherente en cualquier definición de ciencia que las
afirmaciones que no pueden ser comprobadas por observación no son gran cosa…o, por
lo menos, no son ciencia”. Y la evolución no ha sido demostrada jamás.

* * *

Una de las premisas de los evolucionistas para que se pueda formar la vida a partir
de una célula, es un ambiente de atmósfera reducida (sin oxígeno, o poco). Esta premisa
quedó refutada ya que el oxígeno estuvo siempre presente en la Tierra, que contó siempre
con parecida atmósfera a la actual. El segundo paso, que según los evolucionistas se dio
en la naturaleza para la formación de la primera célula, segundo paso que malamente
pudo darse al no existir el primero, pues existía ya el oxígeno al principio del mundo, es
la acumulación significativa de compuestos químicos y sus reacciones consiguientes…
Vamos a refutar también este segundo punto.
El problema de la formación de aquellos compuestos orgánicos relativamente
sencillos que hubieran sido necesarios para servir como precursores o ladrillos de las

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complejas macromoléculas que constituyen los elementos indispensables metabólicos,
reproductivos y estructurales de la célula. Entre estos compuestos sencillos se incluyen los
aminoácidos, que son los ladrillos de las proteínas; las purinas y pirimidinas, que
constituyen una parte de las subunidades de que están formados los ácidos nucleicos, y los
azúcares, que también forman parte de las subunidades de los ácidos nucleicos, y que
también se polimerizan para formar los hidratos de carbono.
Asumiendo la presencia de ciertos gases en la atmósfera primitiva, o la presencia
de precursores sencillos de los océanos, y la presencia de una fuente de energía, tal como
descargas eléctricas (rayos) o a la luz ultravioleta, la formación de estos compuestos
orgánicos relativamente sencillos parecería casi inevitable a primera vista.
No obstante, en esta etapa relativamente simple el problema es bastante difícil y
complejo. Se postula que la vida surgió en un medio acuoso que era relativamente rico en
compuestos orgánicos, el así llamado “caldo primitivo”. Pero este “caldo de cultivo” de
compuestos orgánicos fue imposible que se diera.
Ya mencionamos en otro apartado cómo el primer obstáculo que habría
contribuido a impedir que ningún compuesto orgánico llegara a ninguna concentración
significativa era la dilución que hubiera tenido lugar en el océano primitivo. Por ejemplo,
si todo el nitrógeno de la atmósfera estuviera en forma de compuestos nitrados de un sólo
átomo de nitrógeno, la concentración de este compuesto en el océano sería de tan sólo 0´2
molar (unos 2´8 gramos por litro de nitrógeno en forma de amoníaco). Pero una vez que
empezase la evaluación química, este nitrógeno se habría distribuido entre miles de
diferentes compuestos nitrados, disminuyendo muchísimo la concentración de cada uno.
Si se distribuyese uniformemente el nitrógeno entre sólo 1.000 diferentes compuestos (a
modo de ejemplo, que no sería así), la concentración de cada uno de ellos se reduciría a 0
´0002 molar. Además, es bien cierto que tan sólo una fracción de nitrógeno disponible
hubiera estado presente en el océano en un instante determinado. La mayor parte del
nitrógeno habría permanecido como nitrógeno molecular en la atmósfera. Abelson ha
señalado que si todo el nitrógeno de la atmósfera estuviera en forma de amoníaco, se
descompondría en nitrógeno e hidrógeno en menos de 30.000 años, un período de tiempo
muy breve comparado con las largas épocas geológicas supuestamente necesarias para el
origen de la vida. Por otro lado si el nitrógeno formase compuestos capaces de disolverse
en el océano primitivo la descomposición de ellos sería tan rápida que la mayor parte del
nitrógeno disponible permanecería en forma de nitrógeno molecular.
Si esta consideración redujese la cantidad de nitrógeno en forma de compuestos
nitrados por un factor de mil nuestra concentración hipotética de cada compuesto nitrado
quedaría reducida a 0´0000002 molar, o 2´8 millonésimas de gramo por litro de nitrógeno
en forma de amoníaco. Esta cantidad, por cualquier definición, sería tan sólo una traza. Al
continuar la evolución química y al diversificarse cada familia, muchos, muchos miles de
diferentes compuestos de cada clase se habrían ido formando. El número de variedades de
compuestos nitrados que habrían surgido en la Tierra primitiva por evolución química
habrían sido miles. ¿Cómo habría podido llegar a un valor significativo la concentración
de cualquier especie molecular, en el océano primitivo?... Otra consideración muy
importante, a menudo pasada por alto o ignorada en las especulaciones sobre el origen de
la vida, es la rápida destrucción de los compuestos orgánicos por las mismas fuentes de
energía que los sintetizaron. De hecho, una de las características en todos los
experimentos del origen de la vida es la extracción inmediata de los productos de la
reacción una vez formados, para apartarlos de la fuente de energía a fin de impedir su
destrucción. La tendencia de los químicos orgánicos a separar los productos de las
reacciones de las fuentes de energía utilizadas para su síntesis antes de que pueda tener
lugar una destrucción significativa de estos productos es muy comprensible. Pero no

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habría químicos orgánicos presentes en la Tierra primitiva a fin de efectuar esta
operación, y los productos formados habrían quedado a merced de las destructivas fuerzas
de descargas eléctricas, calor, o rayos ultravioletas que los sintetizaron. Hull, en una
contribución muy importante demostró que cuando se consideran todos los aspectos
termodinámicos del problema, la posibilidad de acumular concentraciones útiles de
compuestos orgánicos a lo largo de vastas épocas de tiempo queda claramente anulada.
Hull considera no tan solo la tasa de formación de los compuestos orgánicos, sino también
su tasa de descomposición, señalando que las fuentes de energía a las que se apela para su
formación son mucho más efectivas aún en su descomposición. Hull señala, además, que
la concentración en estado cinético estacionario cae rápidamente con una complejidad
creciente a causa de que:
1) Disminuye el tanto entregado para su formación.
2) Al mismo tiempo disminuye su estabilidad frente a la descomposición termal.
3) La absorción de luz ultravioleta y la descomposición a causa de ella aumenta.
Hull muestra que el éxito de Miller y otros en sintetizar compuestos orgánicos con
descargas eléctricas y luz ultravioleta ha sido debido a la utilización del bien conocido
principio de incrementar el rendimiento de la reacción por medio de la extracción
selectiva del producto de la mezcla de reactivos. Los esfuerzos de Bernal y otros de
imaginar algún mecanismo que habría conseguido tal cosa en la Tierra primitiva son los
de un náufrago que se agarrara a una paja para no ahogarse…
Otra consideración importante que tendería a impedir la formación de compuestos
orgánicos sencillos en la Tierra primitiva bajo las condiciones propuestas en experimentos
sobre el origen de la vida es la implausibilidad de las condiciones de reacción de las
mezclas de reactivos utilizadas en estos experimentos. La mayor parte de los
experimentos del origen de la vida presuponen una atmósfera y un océano en el que
existiese una considerable cantidad de amoníaco presente. Ya se ha comprobado por los
argumentos decisivos de Abelson como es imposible tal postulado. La mayor parte de los
investigadores dan por supuesto esta atmósfera favorable a la célula cuando es falso, no se
dio tal atmósfera, ni tal “caldo de cultivo”. No hay que olvidar tampoco que los resultados
químicos que se obtienen en laboratorios, con mediciones exactas de cantidades,
temperaturas ideales, etc. no son los que se obtendrían al azar, “por casualidad”… Hablar
de azar y de casualidad, no es nada científico, pero parece que eso a los evolucionistas no
les llama mucho la atención, lo que demuestra que tienen poco de científicos cuando
aseveran que la evolución, por azar, así sucedió...
Abelson señaló que los azúcares y los hidratos de carbono se combinan
rápidamente con los aminoácidos para formar productos no biológicos. Por otro lado los
aminoácidos y los hidratos de carbono son incompatibles. Como consecuencia, Abelson
cree que es improbable que el océano primitivo contuviera algo más que simples trazas de
glucosa libre, ribosa o desoxirribosa. Si esto es cierto, entonces se plantea la cuestión,
¿cómo pudieron originarse los ácidos nucleicos y los hidratos de carbono complejos, que
incluyen a la glucosa, ribosa, desoxirribosa en sus estructuras, en esta tierra primitiva?
Lemmon dice: “No se ha conseguido la formación de azúcares ni su
incorporación a nucleótidos bajo condiciones plausibles”. De esta manera, las
afirmaciones optimistas que tan a menudo se hallan en la literatura científica con
referencia a los experimentos del origen de la vida deben ser tomadas no con una gran
medida de precaución, sino con desconfianza total.
Todo esto nos muestra cómo la teoría de la evolución es falsa, no pudo darse la
formación de elementos primarios, y, en consecuencia, mucho menos pudo evolucionarse
hasta núcleos orgánicos superiores. Queda entonces claro, cómo solo una Inteligencia

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Suprema: Dios, pudo hacer toda la Naturaleza, como la Biblia dice en el Génesis. No
existe la evolución, Dios lo hizo todo directamente.

* * *

El enfoque materialista del origen de la vida puede considerarse paso a paso de la


siguiente manera:
1.- Construcción de un modelo plausible del mundo primitivo.
2.- Descripción de las reacciones químicas que podían haber ocurrido bajo las
condiciones postuladas en el modelo anterior, y la naturaleza de los compuestos químicos
sencillos que se habrían acumulado en cantidades significativas como resultado.
3.- Descripción de la formación bajo las condiciones postuladas anteriormente, de
compuestos complejos biológicamente importantes, tales como ácidos nucleicos y
proteínas, y su acumulación en cantidades significativas.
4.- Descripción del origen de sistemas metabólicos autorreproducibles: la primera
célula viviente.
Estudiando el punto primero diremos que para que se dieran condiciones
favorables en el desarrollo de la vida según los evolucionistas haría falta la existencia de
una atmósfera reducida (sin oxígeno o poco).
Miller y Urey tras un estudio resumieron: “Se asume (es decir, no se comprueba
tácitamente) que la Tierra primitiva poseía una atmósfera reductora de hidrógeno,
amoniaco, agua y nitrógeno”.
Abelson, geoquímico y director geofísico de la Institución Carnegie de
Washington afirma que es imposible que hubiera una atmósfera reducida por varias
razones:
a) El amoníaco de la atmósfera primitiva la hubiera destruido, debido a la
degradación por radiaciones ultravioleta en unos 30.000 años, tiempo enano en
comparación con las vastas épocas de tiempos geológicos que precisan para la
acumulación de tiempos orgánicos reducidos.
b) Si en la primitiva atmósfera hubieran estado presentes grandes cantidades de
metano, la irradiación hubiera producido grandes cantidades de compuestos
orgánicos hidrófobos para las formaciones sedimentarias de arcillas. Las rocas
más primitivas hubieran debido poner, en este caso, una gran proporción de
compuestos orgánicos, pero no es así.
c) Si la Tierra fue incapaz de retener xenón de peso atómico 130, otros
constituyentes más ligeros, como el hidrógeno, metano, y monóxido de
carbono también se hubieran perdido.
Así pues, la conclusión de Abelson es que el concepto de que la Tierra poseía una
atmósfera densa de metano-amoníaco no tiene ningún apoyo geoquímico y que está
contradicho por la escasez de xenón y kriptón en nuestra atmósfera actual.
No hay evidencia de una atmósfera reductora. Urey ha admitido que la
precipitación de limonitas en grandes cantidades observadas en restos geológicos presenta
una dificultad a la hipótesis de un largo período durante el cual estuvo presente una
atmósfera reductora. Después de mencionar que la mayor parte de las grandes masas de
hierro fueron depositadas durante el Precámbrico tardío, afirma que los yacimientos de
hierro de la Cordillera Vermillón de Minnesota (USA) es mucho más anterior (Keewatin)
y que por lo tanto, la oxidación del hiero ferroso a férrico tuvo lugar en una época muy
temprana de la historia de la Tierra. La presencia de hierro altamente oxidado justifica una
fuerte afirmación de que hubo una atmósfera oxidante. Esta observación, basada en
hechos derivados de los datos geológicos, en lugar de esas suposiciones basadas en teorías

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cosmogónicas, da evidencia de que la Tierra tuvo una atmósfera oxidante durante la
mayor parte si no toda, de su historia.
C. F. Davidson en su libro “Aspectos Geoquímicos de la Evolución Atmosférica”
mantiene que el hecho de encontrar sustancias inorgánicas reducidas en algunas
formaciones no es evidencia de que fueran depositadas en el seno de una atmósfera
reductora. Por ejemplo, Davidson señala que las piritas y uraninitas pretendidamente
detritales halladas en ciertas formaciones han sido citadas como evidencia de que la
atmósfera era reductora cuando estas formaciones fueron depositadas, ya que estos
minerales son fácilmente oxidables. Davidson dice a esto que la presencia de estos
minerales reducidos no es prueba de que esta formación particular fuera depositada bajo
una atmósfera reductora, ya que la uraninita y la pirita fueron introducidas
hidrotérmicamente más tarde después de su lixiviación de rocas volcánicas o de otras
fuentes sin contacto con la atmósfera. Por más atrás que él busca, Davidson no puede ver
ninguna evidencia de que la atmósfera fuera nunca muy diferente de la actual.
Un golpe teórico especialmente fuerte fue el sufrido recientemente por las teorías
del origen de la vida, a causa de una publicación de Brinkman. Según los cálculos de
Berkner y Marshall la cantidad de oxígeno atmosférico que hubiera sido producido por
fotodisociación del vapor de agua por la luz ultravioleta del sol hubiera sido limitada y,
por lo tanto, la atmósfera de la Tierra hubiera sido reductora hasta que los organismos
fotosintéticos hubieran evolucionado para producir el oxígeno presente en la actualidad.
Esto justificaría una atmósfera reductora, tan vital para la formación abiogenésica de los
compuestos orgánicos reducidos que pretendidamente dieron el origen a la vida, durante
una larga porción de la historia primitiva de la Tierra. Pero Brinkman mantiene que
Berkner y Marshall erraron en sus cálculos debido al hecho de que malinterpretaron datos
de laboratorio sobre la absorción del ultravioleta por parte del oxigeno. Según los cálculos
de Brinkman, la concentración de oxígeno en la atmósfera llegó a ser una fracción
apreciable de su presente nivel muy temprano en la historia de la Tierra, por lo que la
atmósfera no estaba reducida ni pudo dar lugar a la formación de compuestos orgánicos
reducidos.
Según las observaciones de Davidson y los cálculos de Brinkman del contenido
en oxígeno de la atmósfera primitiva, el origen evolutivo de la vida fue imposible, es
decir, no existe evolución. La formación abiogenésica en una atmósfera oxidante, de los
compuestos químicos orgánicos reducidos que hubieran debido estar presentes para que la
vida evolucionase, hubiera sido termodinámicamente imposible.
Como sumario, se puede decir que, a pesar de las elaboradas hipótesis que se han
propuesto a fin de justificar la suposición de que la Tierra poseyó una atmósfera reductora
en la época más temprana de su historia, esta suposición es extremadamente débil y en
realidad contraindicada por una considerable cantidad de evidencias. La suposición de que
la Tierra tuvo, en un tiempo primitivo, una atmósfera reductora, satisface a la mayor parte
de las personas debido a que la mayoría se suscribe a la siguiente cadena de pensamiento
para prescindir de Dios: ya que la vida existe, la vida evolucionó; la evolución de la vida
precisa de una atmósfera reductora, por lo tanto, la Tierra primitiva tuvo que haber
poseído una atmósfera reductora, y así, existe evolución, el hombre procede del mono, y
Dios no existe…
Pero ya hemos visto cómo es falsa esta premisa evolucionista, y, como dice la
Biblia, el hombre fue creado, igual que todo lo que existe, por Dios, directamente, sin
evolución alguna.

* * *

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Nadie fue testigo del suceso del origen de la vida según suponen los
evolucionistas, y nadie conseguirá obtener nunca una evidencia científica directa
relacionada con ese hecho. De esta manera ninguna cantidad de refinada investigación
conseguirá que esta área del pensamiento pase más allá de un plano marcadamente
especulativo. Los científicos estarán siempre postulando lo que pudiera haber sucedido,
pero jamás serán capaces de responder a la pregunta de qué es lo que sucedió.
Sencillamente, las especulaciones y los experimentos relacionados con el origen de la
vida se hallan fuera del dominio científico. No obstante, el hombre siempre ha especulado
en cuanto al origen de la vida. La mayor parte de las investigaciones, ateas, mantienen la
convicción de que en el origen de la vida no estuvo envuelta ninguna acción sobrenatural,
que no estaba Dios, sino que su origen estaba inherente en las propiedades de la materia
bajo las condiciones que han existido en la tierra desde su formación. A menudo se
presenta el rechazo de cualquier intervención sobrenatural en el origen de la vida como la
base para aceptar una hipótesis materialista. Así, Schafer ha afirmado: “… dejando de
lado como falta de base científica la idea de una intervención sobrenatural en la primera
producción de vida, no estamos tan solo justificados en creer, sino obligados a creer, que
la materia viviente debe deber su origen a causas de carácter similar a las que han
servido para producir todas las otras formas de materia en el Universo, en otras
palabras, a un proceso de evolución gradual”…
Para el materialista, para el ateo, para el que no cree en Dios, el hecho de que la
vida exista le es prueba suficiente de que hubo una evolución. Sin duda alguna, una
mayoría de científicos cree que el origen de la vida se debió a un proceso evolutivo
natural. No obstante, hay una minoría significativa que está en desacuerdo. Incluído en
esta minoría están los miembros de la Creatión Research Society, ninguno de los cuales
acepta la teoría general de la evolución.
La teoría materialista, tal como queda descrita por Keosian aplica las leyes
naturales como explicación del origen de la vida. Empezando con la síntesis abiogenésica
de compuestos orgánicos, esta teoría propone que el orden de la vida fue el resultado de
una serie de pasos probables de complejidad creciente, guiando inevitablemente al estado
vivo. Esta teoría contempla el origen de la vida no como un remoto accidente, sino como
“el resultado de la evolución de la materia a niveles más y más altos a causa del
desarrollo inexorable, en todas sus potencialidades inherentes para llegar al siguiente
nivel”.
Sin embargo, otro científico, Urey, está en desacuerdo con esta teoría y dice: “…la
evolución a partir de sistemas inanimados de compuestos bioquímicos, como por ejemplo
las proteínas, carbohidratos, enzimas y muchos otros, de los intrincados sistemas de
reacciones características de los organismo vivientes, y de la realmente asombrosa
habilidad de las moléculas de reproducirse a sí mismas, es imposible”… Y esta última
afirmación viene de un evolucionista también…
La hipótesis del origen de la vida sostenida por la mayor parte de los
evolucionistas contemporáneos, y la que sostiene el doctor Keosian, contiene varias
implicaciones importantes. Se considera el origen de la vida como el resultado de una
larga serie de eventos que precisaron muchos cientos de millones de años… Se postula
que la probabilidad de cada una de estas etapas, aún baja, tenía algún valor finito. Otra
implicación importante de esta teoría es que el origen de la vida fue debido tan sólo a las
propiedades de la materia.
Las propiedades de la materia son algo que podemos investigar, y la materia
debería tener las propiedades que la teoría implica si es que la teoría es correcta. Por
ejemplo, si la materia ha evolucionado inexorablemente hacia niveles más y más altos,
entonces una de las propiedades básicas de la materia debe ser una tendencia de la materia

91
a organizarse a sí misma a niveles más y más altos. Si ésta es una propiedad de la materia
deberíamos ser capaces de preparar actualmente experimentos que nos lo probaran…
Si el origen de la vida incluyó a una molécula autorreproductiva, esto es, una
molécula capaz de reproducirse a sí misma sin la ayuda de otras moléculas, esta habilidad
de autoreproducción era debida tan sólo a las propiedades de la materia y a su
estructuración en la molécula, y esta molécula debería ser tan posible en la actualidad
como lo era hace dos mil millones de años… Deberían ser capaces de hallar esta molécula
en la naturaleza o deberíamos ser capaces de construir una…
Desde el momento en que la ciencia se considera incapaz de crear una simple
molécula, esta incapacidad ya está demostrando la falsedad de la teoría de la evolución,
del origen al azar de la vida, de que el hombre procede del mono…
Tanto el hombre, como toda la Creación proceden de Dios, Quien, como dice la
Biblia, lo hizo todo directamente, sin evolución alguna.

* * *

Las varias cosmogonías populares para explicar el origen del Universo (una
cosmogonía es un modelo para explicar el origen del cosmos) tales como las llamadas del
“Bing-Bang” o “gran explosión” y el “régimen estacionario” son sistemas evolucionistas
ideados estrictamente por el hombre, con el intento de explicar el Universo, la Creación,
sin Dios… Es evidente que tales teorías están por completo fuera del reino de la ciencia,
ya que la ciencia es hija de Dios y como criatura suya, no puede ir contra Él. Lo esencial
en la ciencia es la observación y la experimentación, pero éstas son imposibles en el
estudio de los orígenes. ¿Cómo podemos estudiar experimentalmente lo que tuvo lugar en
el origen del Universo o en el desarrollo de una galaxia?... No hay, pues, nada en absoluto
en la ciencia que nos impida aceptar el hecho revelado de que Dios creó todas las cosas
llamándolas a existir desde la nada, en un estado totalmente funcional y desarrollado ya
desde el principio. Este hecho está confirmado no sólo por la Escritura, por la Biblia, sino
también por las dos leyes de la Termodinámica. La segunda ley afirma que el Universo
tiene que haber tenido un principio; de otro modo, como se está desgastando, ya habría
muerto. La primera ley, por otra parte, afirma, en efecto, que el Universo no podría
haberse creado a sí mismo. Tiene que haber sido creado, por tanto, por alguna causa
adecuada más allá del mismo. “En el principio Dios creó los cielos y la tierra”; esta es la
afirmación más científica que puede haberse hecho sobre el origen del Universo, basada
en las leyes conocidas de la ciencia. El mero hecho de la existencia de fenómenos
“inteligibles” de la naturaleza en el mundo debería indicarnos una “Inteligencia” que los
ha causado. El hecho de que haya personas individuales en el mundo capaces de
emociones y del ejercicio de su voluntad debería indicarnos la existencia de una gran
Persona, que ejerce amor, ira, y su Voluntad, y que es Causa de estos seres. El hecho de
que la gente nazca con un sentimiento innato de que lo “bueno” es mejor que lo “malo”
testifica que la causa de esta conciencia instintiva debe ser un Creador “santo”. La ley
científica de la causa y efecto, que no hay efecto mayor que su causa, se aplica a estas
conclusiones científicas como a las de cualquier otra categoría de ciencia y de lógica. La
Biblia dice que Dios hizo todo en seis días… Muchas personas han tratado de interpretar
la palabra “día” en un sentido literal, intentando de alguna forma establecer una
correlación entre los días de la creación y las “edades” geológicas. La teoría “día = edad”,
sin embargo, encuentra dificultades insuperables, tanto científicas como bíblicas, y debe
ser rechazada. En los Diez Mandamientos hay un versículo muy importante (Éxodo 20,
11) escrito en piedra originalmente por el dedo de Dios (Éxodo 31, 18): “En seis días hizo
Jehová los cielos, la tierra, el mar y todas las cosas que hay en ellos”, estableciendo la

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semana de seis días de trabajo, según el modelo de la semana de seis días de “crear y
hacer” de Dios (Génesis 2, 3). La implicación evidente de este paralelo a los días de
trabajo de Dios y los del hombre es que los dos son literalmente días. Esta conclusión
queda reforzada por el hecho de que la palabra hebrea “días” = “yamin”; el plural de
“yom”, “día”, que se usa unas 700 veces en el Antiguo Testamento, nunca, en ningún otro
lugar, significa nada sino literalmente “días”. Incluso cuando se usa en singular, como en
varias ocasiones en Génesis 1, normalmente significa un día literal, esto es, un período de
luz experimentado diurnamente cuando la Tierra da vueltas sobre su eje en 24 horas Se
define así en el versículo 5, la primera vez que se usa, donde se nos dice que “Dios llamó
a la luz día”. Cada día creativo está constituido por una “tarde”, que termina el período de
luz, y una “mañana”, que termina el período de tinieblas. Las palabras “tarde” y “mañana”
se usan más de un centenar de veces en el Antiguo Testamento, siempre en sentido literal.
La palabra “día” (hebreo “yom”) se usa ocasionalmente en el sentido de “tiempo” (por
ejemplo en “los tiempos del rey Asuero” o “en los días día del rey Asuero”), pero este uso
es siempre evidente en el contexto. La palabra no se usa nunca para significar un “período
de tiempo” definido, como, por ejemplo, el “período isabelino” o el “período cámbrico”.
Además, nunca significa nada más que el literal “día” cuando se combina con un numeral
u ordinal, tal como se halla al final de cada día de la obra de Dios en el Génesis 1 (la tarde
y la mañana del primer “día”, etc.) y eso que esta construcción aparece más de cien veces
solamente en los libros de Moisés. Tenemos, pues, que reconocer, claramente, que los
“días” bíblicos de la creación eran días reales, tal como los conocemos hoy y no pueden
asimilarse a “edades” de la geología histórica.
Todo esto nos lleva a considerar que la Biblia, el Génesis, no es un cuento de
hadas, como creen los progresistas, ni nada que haya que tomarse alegóricamente,
simbólicamente, como algunos así creen. La Biblia, excepto las parábolas, que siempre
encierran en sí una enseñanza, aunque ilustrada con una narración, que puede ser real o
no, en los demás casos hay que tomar la Sagrada Escritura al pie de la letra, tal como se
narra.

GEOCRONOLOGÍA

(Edad de la Tierra)

A la Tierra se le han asignado casi tantas edades como número de personas que
han fijado su atención en el asunto. A lo largo de los años, los evolucionistas han
empujado la edad más y más atrás hacia un pasado más distante y remoto. Han utilizado
varias técnicas para llegar a estas edades. No obstante, en años recientes, los
creacionistas que han estudiado estas técnicas han hallado serios fallos en ellas: las
correcciones han indicado edades recientes para eventos geológicos que, por los mismos
métodos radioactivos, los actualistas – evolucionistas, pretendían haber tenido lugar
hace largas edades.
En el presente, los evolucionistas mantienen, con una “total” certidumbre, que la
«edad» promedio de la Tierra a partir de varias técnicas radiométricas es de cuatro mil
seiscientos millones de años (con un error de unos pocos cientos de millones de años).
Después de todas las afirmaciones que han hecho en el pasado que se han demostrado
falsas, todavía pretenden estas afirmaciones con completa autosuficiencia.
La mayor parte de los creacionistas, por otra parte, ven la evidencia concerniente
a la edad de la Tierra como señalando una edad entre 7.000 y 10.000 años. Mantienen

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que no sólo es por varios indicadores físicos, de naturaleza no radiométrica, sino que los
indicadores radiométricos mismos indican poderosamente una edad reciente.
¿Qué características debe tener un «reloj» para ser un indicador válido de tiempo
geológico?
A. Debe haber algún cambio en alguna cantidad física con el tiempo, y los
cambios físicos involucrados en el reloj deben ser tales que se puedan medir de una
manera comprensible.
B. El reloj debe tener una exactitud y una sensibilidad que sean suficientes para
medir los intervalos en cuestión.
C. ¿Cuánta cuerda tenía el reloj para empezar? ¿Había ya alguna cantidad de la
entidad física que medimos cuando el reloj empezó?
D. El reloj tiene que marchar a una velocidad constante. Si va rápido parte del
tiempo y lento en otras ocasiones, necesitaremos información de ello a fin de poder así
tenerlo en cuenta. En realidad esto parece imposible, ya que no podemos ir atrás al
pasado geológico para obtener esta información. Aún más, necesitamos saber sí el reloj
ha estado todo el tiempo funcionando, o si tan sólo durante parte de él.
E. El reloj no debe haber sido «reajustado» en ninguna manera. Por ejemplo,
puede que no todo el Pb (plomo) que recibe el nombre de «radiogénico» lo sea, sino que
también hayan intervenido reacciones neutrónicas para formar este plomo, adelantando
así «las agujas» del reloj, reajustándolo.
Estas condiciones deben cumplirse estrictamente si un proceso físico ha de ser
utilizado en absoluto como reloj. Examinemos ahora algunos de los métodos
radíométrícos para comprobar si cumplen estos criterios.

La datación radioactiva

Funciona similarmente a un reloj de arena para dar una medida del tiempo. Si
sabemos que la arena tarda 60 minutos en descender de la cámara superior a la inferior,
entonces sabemos que, como promedio, cae 1/3.600 de la cantidad total de arena por
segundo a la cámara inferior (ya que una hora tiene 3.600 segundos). Para saber el
número aproximado de segundos que han pasado, o el tiempo que ha pasado desde que
la arena empezó a caer cuando aún no ha transcurrido una hora, podríamos medir la
cantidad de arena que ha caído hasta aquel instante y dividirla por la cantidad que cae
por segundo.
En los primeros tiempos de los métodos de fechado radioactivo, se utilizaba de
manera similar la desintegración radioactiva de ciertos elementos para determinar la
edad de la Tierra y fechar los varios sucesos geológicos.
Radioactividad es el término aplicado a aquellos fenómenos naturales en los que
el núcleo de un átomo se inestabiliza, y emite o expulsa, una partícula alfa o beta.
Generalmente este suceso es acompañado por la emisión de varias radiaciones.
Como resultado de estas acciones, el núcleo pierde sus características originales
y pasa a ser el núcleo de un átomo diferente. La radioactividad sucede naturalmente en
todos los elementos que tienen un número atómico mayor que 80, aunque, en algunos
casos aislados, también se presenta en elementos de número más bajo: el potasio, con un
número atómico 19, es radioactivo.
El radio, que es un metal muy denso, emite partículas y se transmuta lentamente
en un nuevo elemento que aparece en su lugar. Si compráramos 100 gramos de radio,
nuestros descendientes se encontrarían con que en unos 1.600 años solamente quedaría
la mitad. Al intervalo de tiempo que se precisa para que la mitad de la cantidad de

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sustancia radioactiva se desintegre recibe el nombre de VIDA MEDIA. La constante de
desintegración es la proporción de sustancia que decae por unidad de tiempo.
Así, algunos elementos químicos cambian espontáneamente a otros por
transmutación natural. Además de estas transmutaciones naturales, las partículas
emitidas por estos elementos pueden causar la transmutación de los núcleos de otros
elementos en sus cercanías. Además, por el bombardeo de átomos estables de casi
cualquier elemento con partículas de alta energía, se pueden producir nuevos elementos
radioactivos, cada uno de ellos con un árbol genealógico de núclidos radioactivos que
finalizan en algún átomo estable.
Así el potasio-40, a causa del deterioro radioactivo, se convierte en argón.
¿Cuánto se tarda en efectuar esta transformación? ¿Cuánto tiempo se necesita para que
una cantidad de potasio se transforme en argón? Esta transformación ¿se efectúa de
manera uniforme, con una tasa constante?
No hay manera de predecir cuándo un átomo determinado de un elemento
radioactivo se desintegrará. Puede expulsar una partícula alfa o beta dentro de unos
pocos segundos, o puede permanecer estable por un tiempo muy largo. Si quisiéramos
ponernos a observar unos pocos átomos radioactivos podríamos no tener tiempo ni de
fijar nuestra atención antes que uno de ellos se desintegrara, o podríamos tomarnos una
larga siesta (quizás de millones de años) antes de que sucediera nada. Pero si hay un
gran número de átomos de un elemento radioactivo, entonces la cosa cambia porque
habrá deterioros continuamente.
La constante gamma de un elemento es la fracción de átomos que se desintegran
por segundo. La actividad de una muestra radioactiva es una medida del número de
desintegraciones que sufre la muestra. Cuando la tasa de producción de átomos de una
especie iguala a la tasa de desintegración existe equilibrio para los miembros de la serie
radioactiva.
A cualquier temperatura o presión, las colisiones con rayos cósmicos o con las
emanaciones de otros átomos pueden causar cambios diferentes de los de desintegración
normal. Parece muy posible que lo que recibe el nombre de «desintegración
espontánea» de los elementos radioactivos esté relacionado de alguna manera con la
acción de las rayos cósmicos y, si es así, la tasa de desintegración puede variar de siglo
en siglo según la intensidad de los rayos. La evidencia de un cambio creciente en el
influjo de rayos cósmicos es muy favorable a la luz de la investigación del doctor T. G.
Barnes del decaimiento de la intensidad del campo magnético de la tierra.
La mayor parte de los geocronólogos mantienen que los halos pleocroicos dan
evidencia de que las constantes de decaimiento no han cambiado. Los cristales de
biotita, por ejemplo, y otros minerales en rocas ígneas o metamórficas encierran a
menudo diminutas trazas de minerales conteniendo uranio o torio. Las partículas alfa
emitidas a alta velocidad por la desintegración de los núclidos interaccionan, a causa de
su carga, con los electrones de los átomos que están alrededor, causándoles un frenado
hasta que al final se detienen a una cierta distancia de su origen, en el mineral alojante,
distancia que depende de su energía cinética inicial y de la densidad y composición del
que lo aloja. Cuando al final se detienen produciendo distorsión de la red cristalina,
generalmente tenemos decoloración u oscurecimiento, además de otros defectos.

Uranio (U) – Torio (Th) – Plomo (Pb)

En el método U-Th-Pb, además de las asunciones concernientes a las cantidades


iniciales de U y de Th, tenemos también las asunciones referentes a las cantidades de
Pb206, Pb101, Pb207, y He4, que hubieran podido estar presentes originalmente en las

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rocas y, por lo tanto, no haber sido enteramente producidos por desintegración
radioactiva.
Cada una de las 8 partículas alfa que se emiten durante la desintegración del
U238 a Pb206 produce un anillo oscuro en la biotita. Cada anillo tiene su propio radio
característico en un mineral determinado (en este caso la biotita). Este radio da la
medida de la energía cinética, por lo tanto, la probabilidad de emisión de la
correspondiente partícula alfa y también la vida media del núclido originario según la
ley Geiger-Nuttall. La ley Geiger-Nuttall es una relación empírica entre la vida media
de un emisor alfa y la penetración en el aire de de las partículas alfa emitidas. Si los
radios de estos halos de un mismo núclido varían, esto implicaría que las tasas de
deterioración han variado, e invalidarían estas series como relojes. ¿Son constantes los
radios de los halos en las rocas, o hay tamaños variables?
La mayor parte de los primitivos estudios de los halos pleocroicos fueron
efectuados por Joly y Henderson. Joly llegó a la conclusión de que, en base de sus
hallazgos, las tasas de desintegración habían variado, puesto que había hallado variación
en los radios en rocas de pretendidas pasadas eras geológicas.
Incidentalmente, Gentry apunta a un argumento muy convincente para una
creación instantánea, por “fiat”, de la Tierra. Señala en sus estudios de los halos: «Se ve
así que los núclidos de vida media corta del polonio, o bismuto o plomo fueron
incorporados como núcleos de halos en el instante de la cristalización de la mica y que
existió una cantidad significativa sin los núclidos anteriores a ellos de las series del
uranio. Para el Po218 (con una vida media de 3 minutos) sólo hubieran podido
transcurrir unos pocos minutos entre la formación del Po218 y la subsiguiente
cristalización de la mica; de otra manera el Po218 hubiera decaído antes, y no se vería
ningún anillo. La presencia de este tipo de halos está bastante extendida, se han
observado uno o más tipos en las micas de Canadá (Precámbricas), Suecia y Japón.»
El argumento parece muy difícil de refutar.
Así, pues, científicos cuidadosos han medido variaciones en los radios de los
halos y sus medidas indican una variación en las tasas de deterioración. Las series
radioactivas no tendrían en este caso ningún valor como relojes.
El doctor Cook analizó las varias colecciones de datos de diferentes
investigadores, todos manteniendo el punto de vista evolucionista en cuanto a la edad de
la tierra, encontró que no había ninguna tendencia detectable de que unos minerales
ricos en plomo de una época difirieran de los de otra época.
El índice de tiempo introducido en la expresión matemática Q hubiera debido
cambiar. Según el modelo Holmes-Houtermans, Q debería variar de 2,5 en rocas ricas
en plomo con una edad asignada de 2,5 mil millones de años hasta 5,9 en rocas
modernas ricas en plomo. Según el modelo Alpher-Herman, hubieran debido variar
desde 5,9 para rocas con una edad asignada de 2,5 mil millones de años hasta 21,5 en
una roca moderna. El doctor Cook utilizó datos provenientes del análisis de 500
muestras de edades asignadas ampliamente diferentes, y halló que no había ninguna
tendencia definida en el valor promedio de Q. Así, no hay ninguna variación sistemática
en absoluto de un tipo de formación o «período» geológico a otro, o de una localidad a
otra. Esto significa que el método del ratio de los isótopos del plomo para el fechado de
muestras que contienen minerales ricos en plomo no puede dar edades y que, por tanto,
es un método inútil para utilizarlo como «reloj».
El doctor Cook se refiere también a dos casos muy bien documentados que
apoyan su posición. Citando sus propias palabras referentes a estos casos:
«Consideremos, por ejemplo, el yacimiento de uranio de Shinokolobwe, Katanga. En
este yacimiento, el Pb204 está muchas veces ausente, como también el Th232. ¡Pero

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tenemos presente en este yacimiento una cantidad de Pb208! ¿De dónde proviene? La
ausencia de Pb204 (el plomo no radiogénico) implica que no hay plomo primordial en
este yacimiento; aparentemente todo el plomo es radiogénico. Si hubiera habido alguna
cantidad de plomo primordial, el constituyente principal sería Pb204. Por otra parte, ya
que tampoco hay Th232, el Pb208 no hubiera podido venir de la deterioración del
Th232. Entonces procede a introducir un factor de corrección en los cálculos de edad
para tener en cuenta las reacciones (n, gamma) que produjeron el Pb208. Esta
corrección reduce la edad pretendida por la teoría convencional de 600 millones de años
a casi cero. También sucedió esto con mineral tomado del lago Martín, en el escudo
Canadiense. En este caso, la corrección debida a tener en cuenta el factor de las
reacciones neutrónicas redujo la pretendida edad de mil setecientos millones de años
hasta casi cero.
Las reacciones (n, gamma) cambian el ratio Pb206/Pb207 de una manera
bastante radical, ocasionando la apariencia de gran edad.
Si las reacciones neutrónicas juegan algún papel en la producción de Pb, se
esperaría que el ratio P variara de cero a infinito.
Por lo tanto, parece eminentemente razonable la conclusión de que los sistemas
U-Th-Pb no sirven como relojes.
El doctor Cook afirma que «en un yacimiento masivo, el nivel del flujo de
neutrones estaría a una millonésima (o menos) del nivel al que está en una pila
experimental de neutrones rápidos. Pero aun a este bajo nivel de actividad, el flujo de
neutrones sería lo suficientemente intenso como para trastornar completamente los
relojes uranio-torio-plomo, y generar minerales «de miles de millones de años de
antigüedad en unos pocos miles de años».

Potasio-argón

En el método del potasio-argón, se asume que el contenido inicial de Ar en la


roca no es importante, a pesar de que su abundancia en la litosfera y en la atmósfera es
unas 100 veces superior al que se habría formado por desintegración del potasio durante
cinco mil millones de años.
También en este caso los geocronólogos manipulan el sistema. En el sistema K-
Ar no se utiliza el ratio observado de distribución de los isótopos hijos (Ar y Ca), sino
otro arbitrariamente más pequeño en un esfuerzo de coordinar fechas obtenidas por este
método con las fechas por U-Th-Pb.
Para que este sistema pueda funcionar como un reloj, se deben cumplir las
siguientes condiciones:
1. Se deben conocer la constante de desintegración y la abundancia del K40
exactamente.
2. No debe haber habido ninguna incorporación de Ar40 al mineral en la época
de la cristalización ni fugas del mineral después de la cristalización.
3. El sistema tiene que haber sido un sistema cerrado para el K40 y el Ar40
desde el tiempo de la cristalización.
4. Se deben conocer las relaciones entre los datos obtenidos y un suceso
específico.
En las áreas en las que ha habido tremendas actividades tectónicas, se obtienen
valores de edades muy discordantes.
a) El argón se difunde de mineral a mineral con mucha facilidad. Escapa de las
rocas muy rápidamente y, por lo tanto, puede desplazarse desde las profundidades de la
tierra, en las que la presión es grande, y acumularse en cantidades anormalmente

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grandes en la superficie en las que se hallan las muestras rocosas para fechados. Todas
ellas tendrían argón en exceso debido a este movimiento. Esto las hace parecer más
antiguas. Las rocas más adentro de la corteza presentarían un menor efecto de este
fenómeno. También, debido a que unas rocas mantienen más el Ar40 que otras, unas
rocas presentarán una edad aparente muy grande, otras menores, aunque puedan, en
realidad, tener la misma edad. Si fuéramos a medir la concentración del Ar40 en función
de la profundidad, indudablemente hallaríamos más argón cerca de la superficie que en
puntos profundos a causa de que migra con más facilidad de las profundidades de la
tierra que de la tierra a la atmósfera. Es muy fácil ver por qué se obtienen edades tan
enormes por el reloj radiométrico de K40-Ar40, ya que las muestras superficiales o
poco profundas contendrán argón debido a este efecto de difusión.
b) Muchas de las rocas parecen haber heredado Ar40 del magma del que las
rocas se derivaron. Las rocas producto de erupciones en el océano heredan Ar40 y helio
con toda certeza, y así, cuando se fechan con el reloj K40-Ar40, se obtienen grandes
edades para flujos muy recientes. Por ejemplo, unas lavas extraídas del fondo oceánico
cerca de la isla de Hawai en una extensión submarina de la grieta oriental del volcán
Kilauea dieron una edad de 22 millones de años, cuando el flujo tuvo lugar en realidad
hace menos de 200 años.
c) Se ha encontrado que el potasio es muy móvil, y migra muy fácilmente bajo
una lixiviación. En un caso de un meteorito de hierro, se le extrajo el 80 % del potasio
que contenía haciendo pasar una corriente de agua destilada por encima de él por 4 1/2
horas. Este efecto desplazará las «edades» a valores tremendamente altos. El agua
superficial y movimientos de agua erosivos podrían producir este efecto de manera
natural (si tenemos en cuenta la gran cantidad de agua actuando en el Diluvio sobre toda
la Tierra y el potasio en especial, ya podemos imaginar cómo se dispara la “edad” de la
Tierra…)
Rubidio-estroncio

En el método del rubidio-estroncio, la concentración inicial de Sr87 no es


conocida, pero el Sr87 es por lo menos 10 veces más abundante de lo que debería ser si
hubiera sido todo formado durante mil millones de años de desintegración radioactiva
del Rb87. Ya que estas cantidades iniciales son desconocidas, pueden ser manipuladas
por los geocronólogos. Los ratios iniciales Rb87/Rb86 y Sr87/Sr86 pueden manipularse,
con los que se puede obtener cualquier edad.
Su capacidad como reloj es, pues, tan dudosa como la de los otros métodos y,
considerando las asunciones irreales que se hacen en el propio punto de partida, no
parece en absoluto que sea un reloj.

Carbono 14

El método de fechado del C14 tiene una gran reputación de exactitud,


especialmente para el fechado de artefactos geológicos y sucesos geológicos
relacionados.
El intercambio de carbono 14 entre la atmósfera y el organismo tiene lugar
continuamente, mientras que el organismo, tal como un árbol o un ser humano, esté
vivo. Cuando el organismo muere, este intercambio queda interrumpido. El C14 del
organismo continúa decayendo radiactivamente y el ratio C14/C12 va disminuyendo
más y más con el paso del tiempo.
Cada 5.760 años el carbono-14 disminuye en una mitad. Si, como ejemplo, en el
momento de la muerte de un árbol, en el que cesa el intercambio entre el árbol y la

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atmósfera, había una cierta cantidad de carbono14 en el árbol, después de 5.760 años la
cantidad de carbono14 sería la mitad de la original. Se puede desarrollar una ecuación
relacionando el ratio de carbono14 a carbono12 en el organismo en el momento en que
la muestra es analizada con el ratio de carbono14 a carbono12 que estaba presente en el
organismo en el instante de cesación del intercambio con la atmósfera, la vida media del
carbono14, y el tiempo transcurrido desde que cesó el intercambio. Esta ecuación puede
ser solucionada para dar el tiempo que se pretende tuvo lugar desde que cesó el
intercambio hasta el presente. En realidad no se utiliza la fecha del análisis, sino la
fecha de 1950, antes que la introducción de las pruebas atómicas y de la introducción en
la atmósfera de grandes cantidades de CO2 producidas por el uso de los carburantes
fósiles (carbón, aceite y gas natural) cambiara artificialmente el ratio C14 a C12.
Ahora bien, la radioactividad del carbono14 es muy débil y aún con todas sus
dudosas asunciones el método no es aplicable a muestras que sobrepasen los 10.000 o
15.000 años. En estos intervalos de tiempo la radioactividad del carbono14 se debilitaría
tanto que no se podría medir con el mejor de los instrumentos. Se han hecho
afirmaciones de que se pueden efectuar fechados hasta 40.000 y 70.000 años, pero
parece muy improbable que los instrumentos puedan medir la actividad de pequeñas
cantidades de C14 como las que estarían presentes en una muestra de más de 15.000
años.
Si la Tierra es muy antigua, la tasa de producción de C14 en la atmósfera
superior, debido a la radiación cósmica debería ser igual a la tasa de desintegración. La
condición de equilibrio llegaría cuando la tasa de desintegración del C14 fuera igual a
su tasa de producción. Si, como los evolucionistas creen, la Tierra tiene miles de
millones de años, se hubiera debido llegar al estado de equilibrio en la atmósfera
superior hace ya mucho tiempo. Pero hay fuertes evidencias de que esto no es así.
Tomando el modelo de no equilibrio, el doctor Cook calculó una edad de menos de
10.000 años. Entonces queda claro que la Tierra y sus habitantes no pueden ser más
antiguos que lo que marca esta edad. El doctor Cook cree que el comienzo del
radiocarbono en la atmósfera parece no haber sido el instante de la creación de la Tierra,
sino la época del Diluvio, quizás 4.500 años atrás. Cree que toda la atmósfera fue
«lavada» hasta quedar limpia de radiocarbono durante el Diluvio. Cree también que la
mayor parte del carbono en el ciclo antediluviano en la hidrosfera, litosfera, atmósfera y
biosfera quedó aparentemente excluido del ciclo por su deposición repentina,
juntamente con todas las especies cuyos representantes tomó Noé en el arca a fin de
regenerar la biosfera.
Generalmente no se asume ninguna contaminación. Se asume que ni filtraciones
ni otros agentes han añadido C14 al espécimen que se está datando desde que cesó el
intercambio vital. Erróneo. Se ha determinado que los huesos absorben material
orgánico, que contiene carbono de sus alrededores. Se cree que se ha absorbido el
suficiente carbono14 como para que su contenido actual no tenga ninguna relación con
el contenido original de C14, y, por lo tanto, las fechas aparentes resultan sin
significado. No hay manera de determinar si una muestra está libre de carbono extraño o
no.
El método de datación por C14 es muy dudoso a causa de los muy probables
cambios en la tasa de producción de C14 en el pasado y a causa del desconocimiento de
las tasas de desintegración del pasado. La verdaderamente crucial posibilidad de
contaminación es otra dificultad principal. Finalmente, la utilización de un modelo de
equilibrio cuando los datos muestran que esta condición no existe, elimina cualquier
posibilidad de llegar a edades correctas con este método.

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En definitiva, cuando se evalúan estos métodos con propiedad, vemos que nos
dan evidencia de una corta edad para la Tierra., y nada de millones y millones…
Queda claro, pues, que la geocronología es un ejemplo de una mezcla de
asunciones, suposiciones, y principios universales imaginarios impuestos.
(Harold S. Slusher)

* * *

No obstante, a pesar del peso de evidencia que existe en contra, todavía son
muchos los que imaginan que si la Tierra es lo suficientemente antigua, la evolución -de
una u otra manera- es la solución al problema del origen del Universo y de la vida en él.
Por lo tanto es importante examinar si estas largas épocas son tan ciertas como los
evolucionistas afirman.
Se pueden hacer reveladoras investigaciones de varios métodos de
geocronología basados en métodos de fechado radiométricos. Algunas de las
suposiciones básicas de estos métodos, tales como la existencia del C14 en la atmósfera
en estado de equilibrio, la constancia de las velocidades de desintegración en los
cronómetros radiactivos de período largo, etc., parecen ser erróneas. En este artículo me
limito a presentar algunos indicadores que implican un origen reciente del Sistema
Solar. A1 presentarlos, seguiré la lógica de todos los sistemas utilizados para
cronometría, que es: la medida de alguna cantidad física (Q) producida en función del
tiempo asociado a algún acontecimiento, la determinación de la velocidad (R) a la que
se produce esta cantidad y, consecuentemente, la determinación del tiempo (T)
involucrado en la producción de esta cantidad. Así sabemos la fecha de origen del
proceso que estamos estudiando.

Influjo de polvo cósmico

El primero de estos indicadores tiene relación con el influjo de polvo meteórico


en la Tierra, proveniente del espacio interplanetario, que cae en la superficie terrestre y,
seguidamente, a los océanos. Este material recibe el nombre de «micrometeórico», ya
que las partículas son muy pequeñas, poseyendo tan sólo unas diezmilésimas de
centímetro de diámetro. Estas partículas se mueven con tal lentitud que no se queman al
entrar en la atmósfera, y se depositan gradualmente sobre la superficie de la tierra.
Este material se puede identificar en un análisis de trazas, a fin de determinar
cuál es de origen extraterrestre. En estas determinaciones solamente se utiliza el
material meteórico magnético, ya que la materia meteórica rocosa no se puede distinguir
claramente de la materia terrestre.
Consecuentemente, las estimaciones del influjo de polvo cósmico por medio de
métodos químicos quedan bastante por debajo del real, ya que se considera que los
meteoritos rocosos son más numerosos que los magnéticos. Otro medio es el estudio de
los impactos de micrometeoritos sobre satélites artificiales, por medio de lo cual se
puede calcular el número de partículas, la distribución de tamaños, y la masa de ellas.
Este sistema es más fiable que el sistema de análisis de trazas.
Las estimaciones del influjo de níquel de origen meteórico varían
considerablemente dependiendo de los investigadores. El geofísico sueco Petterson
estima que son unas 14.300.000 toneladas de polvo meteórico las que se depositan cada
año sobre la superficie terrestre. En los cinco mil millones de años que los
evolucionistas atribuyen a la Tierra se hubiera formado, en ausencia de acciones
geológicas tales como la erosión, etc., una capa de unos 18 metros de espesor sobre toda

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la superficie terrestre, incluyendo la parte ocupada por los océanos. Ya que los agentes
de erosión están actuando continuamente, debería haber inmensas cantidades de níquel
(que es uno de los principales componentes de los meteoritos) en el océano, bien por
caída directa, bien por el transporte desde tierra debido a lluvias, ríos, etc.
Pero el níquel es un elemento raro en las rocas terrestres, y está prácticamente
ausente de los océanos y de sus sedimentos. Ello parece indicar una edad muy joven
para los océanos. Midiendo la cantidad de níquel existente en el océano y en sus
sedimentos, y utilizando la velocidad a la que el níquel está siendo transportado al agua
proveniente de material meteórico, el tiempo de acumulación resultante resulta haber
sido solamente de unos miles de años, y no de miles de millones.
En las muestras extraídas de sedimentos obtenidos del fondo oceánico se
comprueba una ausencia prácticamente total de glóbulos cósmicos (polvo cósmico que
ha obtenido esta forma en su viaje a través de la atmósfera) provenientes del espacio
interplanetario, pero hay bastante abundancia de productos de ablación (material
producido por la destrucción de un meteorito al atravesar la atmósfera).
Los informes del primer alunizaje revelan que la acumulación de polvo en la
superficie lunar en las cercanías del punto de contacto era muy pequeña (poco más de 4
mm). Los siguientes alunizajes se efectuaron en «mares» que tenían mayores
acumulaciones de polvo, pero aun así, había muy poco grosor. La Luna se mueve en la
misma región del espacio que la Tierra, y consecuentemente, debería obtener el mismo
influjo de polvo cósmico que la Tierra. A los astrónomos les había preocupado la
posibilidad de que una nave lunar pudiera hundirse en el enorme grosor de polvo que
ellos suponían se debería hallar en la superficie de la Luna en los supuestos cuatro mil
quinientos millones de años transcurridos.
Asimismo, los «mares» donde las naves alunizaron hubieran debido ser los
lugares de la Luna con mayor acumulación de polvo, y en ellos su acumulación es
asombrosamente pequeña. ¿Qué le ha podido suceder a todo el polvo que falta?
Aunque se necesitan más cálculos para efectuar un estudio cuantitativo de la
edad de la Luna, podemos deducir una edad muy joven en base de que el período de
acumulación ha sido muy corto. Si la Tierra tiene la misma edad que la Luna (como las
Escrituras afirman, y la mayor parte de los astrónomos creen), entonces la Tierra
también tiene que ser joven.

El efecto Poynting-Robertson

Un segundo indicador de poca edad (estado de baja entropía) nos lo da el efecto


Poynting-Robertson. La radiación solar tiene una influencia muy importante en las
órbitas de las partículas pequeñas, que poseen una razón área/masa muy grande. Hay
varios puntos importantes a considerar.
Primero, existe una fuerza que actúa tendiendo a apartarlas del Sol, debido a la
presión de la radiación. Para partículas con diámetros de unos pocos angstroms (1 A =
10-8 cm = 1/100.000.000 cm.) esta fuerza puede exceder a la gravitatoria, y expulsarlas
del Sistema Solar.
Segundo, la radiación solar recibida por una partícula experimenta el efecto
Doppler, causándose un incremento de presión de radiación si la partícula se aproxima
al Sol y un decrecimiento si se aleja, cambiando así las órbitas elípticas en circulares.
Tercero, el momento angular de una partícula en órbita va siendo
progresivamente destruido, ya que recibe radiación solar, la cual tiene tan sólo un
momento radial del Sol, y reirradia esta energía con un momento acelerado
correspondiente a su propia traslación alrededor del Sol. Esto produce una fuerza

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centrípeta en la partícula que le provoca su caída al Sol en un movimiento en espiral.
Este fenómeno recibe el nombre de efecto Poynting-Robertson.
Robertson calculó que una partícula de roca (densidad = 2,7) de un centímetro
de diámetro colocada a la distancia de la Tierra caería al Sol en el intervalo de 10
millones de años. En el transcurso de dos mil millones de años, toda masa de roca de
menos de 2 metros de diámetro colocada en el rango de la órbita terrestre caería al Sol.
Este proceso de «barrido» limpiaría el espacio de objetos menores de 7,5 cm. de
diámetro hasta la órbita de Júpiter, y todo objeto de menos de 2,5 mm. de diámetro
hasta la órbita de Neptuno. Pero, a pesar de esto, ¡se sabe que existen cantidades
significativas de materia meteórica en órbita! Existe una espesa nube de partículas
agrupadas alrededor del Sol que reflejan la luz del Sol, llamada luz zodiacal. La
cantidad de materia que allí existe ¡es inmensa!

Cálculo de la edad de los cometas

En el curso del recorrido de los cometas por su órbita alrededor del Sol, éstos
sufren un continuo proceso de desintegración a causa de los efectos de su radiación y de
los efectos gravitatorios tanto del Sol como de los planetas. El estudio de este fenómeno
nos da el tercer indicador de la juventud del Sistema Solar.
Se ha observado que los cometas disminuyen en tamaño y aun que se destruyen.
Los restos del cometa quedan a lo largo de su órbita, originando lluvias de meteoritos. A
los cometas se les coloca generalmente en dos clasificaciones: de período corto y de
período largo. La mayoría de astrónomos creen que los cometas y los planetas tuvieron
su origen en la misma época. Si esto es así, y si podemos estimar la edad de los
cometas, podremos determinar la edad de los planetas.
Un astrónomo alemán, Swinne, estima que la vida máxima de un planeta de
período corto es de 25.000 años. Lyttleton estima que ningún cometa de período corto
puede sobrevivir más de aproximadamente diez mil años, Considerando los efectos
«dinámicos» de los planetas al provocar que los cometas de período largo sean
expulsados del Sistema Solar, Lyttleton estima que tan solamente uno en 10.000 podría
quedar en él al cabo de cuatro mil quinientos millones de años. En esta estimación,
Lyttleton no tiene en cuenta la fractura del cometa, que aún reduciría más su estimación.
El resultado que ha arrojado el cálculo de la vida de los cometas, a saber, una
vida muy corta, ha llevado a intentar establecer numerosas hipótesis a fin de librarse de
la deducción más evidente: que el Sistema Solar es muy reciente. Estos intentos de
explicación incluyen toda una serie de sugerencias, desde la expulsión de cometas por
acción volcánica desde Júpiter hasta la de que los cometas provengan de la galaxia
exterior al Sistema Solar. Algunos astrónomos han sugerido la existencia de un almacén
«congelador» de cometas a unos 2.325.000.000 km. de distancia del Sol, que suministra
continuamente cometas al Sistema Solar. Es innecesario decir que es imposible detectar
este supuesto almacén de cometas por ningún medio.
Estas y otras son las muchas hipótesis que se han erigido a fin de esquivar la
noción de un Sistema Solar reciente, pero aun así, no hay evidencia verdadera que
apoye a ninguna de estas falsamente denominadas ideas científicas. Si la edad del
Sistema Solar hubiera resultado larga por este método ¡seguro que los evolucionistas no
hubieran puesto ningún inconveniente! Lyttleton comenta: «En la edad total de este
sistema, un cometa con un período promedio de 100.000 años recorrería 4,5 X 10 4
veces su órbita alrededor del Sol, efectuando una aproximación cada una de estas
veces. Si en cada una de estas aproximaciones perdiera tan sólo un 1/100 de su masa a
causa de formación de cola y de producción de corriente de meteoritos, la masa inicial

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debería ser 1019 veces su masa actual -lo que significa como mínimo una masa varias
veces mayor que la del Sol.»
¡Es increíble a los extremos a los que se puede llegar cuando se quiere adoptar
una explicación naturalista - antisobrenaturalista de los orígenes!

Otros indicadores de juventud

Existen otros indicadores para una corta edad de sistemas en general, tales como
la destrucción de los brazos espirales de las galaxias debido a rotación diferencial. Las
estrellas y el gas en una galaxia giran en órbitas Keplerianas, en las cuales la velocidad
decrece desde el centro hasta el exterior de la galaxia. Esto provoca un enrollamiento de
los brazos de la espiral en un tiempo relativamente corto. Algunos creen que campos
magnéticos mantienen la coherencia de los brazos. No obstante, la fuerza de campo
parece ser bastante pequeña, no lo suficientemente intensa como para mantener los
brazos galácticos. Asimismo también existe una rápida dispersión de los cúmulos de
estrellas que toman tan sólo unos pocos miles de años en muchos casos. El contenido de
helio en la atmósfera es otro interesante signo que indica una corta edad para la Tierra.
El contenido de helio en la atmósfera, su velocidad de exudación de la litosfera, y otras
consideraciones, indican una edad máxima para la atmósfera de alrededor de 10.000 a
100.000 años.
Estos son unos pocos indicadores que nos señalan un origen reciente de la Tierra
y del Sistema Solar. Ya se ha efectuado mucha investigación, y excelente, por el Dr.
Melvin A. Cook referente a los «relojes radioactivos». Su obra indica que estos relojes,
también, dan en realidad edades muy cortas para los sucesos geológicos cuando se
consideran todos los factores externos.
(Harold S. Slusher, Dr. Sc.)

* * *

Quedan abiertos a discusión los métodos de observación que datan de unos


10.000 a.C. El Dr. Melvin Cook, renombrado físico-químico de la Universidad de Utah,
dice que no hay realmente “relojes” radiológicos de largo alcance dignos de confianza y
que incluso la medida del tiempo por el sistema del radiocarbono 14 está necesitando un
serio reajuste. Desde un punto de vista científico, nos encontramos con grandes
dificultades para determinar la edad de la Tierra y la de miles de millones o incluso la
de millones de años de desarrollo ha sido puesta en duda por científicos competentes.

103
Los evolucionistas, alegremente, dan millones y millones de años al Universo y
a toda la Creación, a la Tierra, a la Luna, etc., de manera que, según los años atribuidos
al Universo, y a la Luna, ésta tendría, aproximadamente, unos dos metros de polvo
cósmico… Vemos en la foto, tomada en 1969, cuando el hombre pisó por primera vez
la Luna, cómo sólo había unos dos o tres centímetros como máximo de polvo cósmico
en la huella dejada por el primer hombre que pisó nuestro satélite, lo que descarta los
“millones” de años del Universo; vamos, pues, a dejarlo en miles de años, y va bien
despachado.

GEOLOGÍA - ESTRATIGRAFÍA

Las más rigurosas investigaciones desde los tiempos de Darwin han demostrado
la inexistencia total de cadenas y formas de transición en el registro fósil. Esta ausencia
sistemática de las formas de transición en el registro de la vida en el pasado está
confirmada por las más eminentes autoridades, como O. Schindewolf, R. B.
Goldschmidt, G. G. Simpson, H. Nilsson, B. Meléndez, S. J. Gouid, N. Eidredge, C.
Patterson, D. Woodruffa y muchas otras. Estas autoridades difieren en cuanto a la
explicación que se debe dar a este fenómeno, y su pertinencia con respecto a la llamada
«Teoría de la Evolución». En realidad, la cuestión ha llegado en la actualidad, en base
de un análisis crítico de evidencias tanto del registro fósil, como de la anatomía
comparada, genética y biología molecular, a un punto en que hay investigadores que
llegan a rechazar el modelo evolucionista, sin por ello adoptar una postura creacionista,
situándose dentro de un campo totalmente escéptico. Un caso patente es el de Michael
Dentón, que ha publicado un libro titulado Evolution, a Theory in Crisis (La evolución,
una teoría en crisis: Bumett Books, Londres 1985), donde expone todo un cúmulo de

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razones, haciendo un incisivo análisis y crítica del evolucionismo y de los diversos
mecanismos propuestos para su funcionamiento, dando evidencia de su total bancarrota.
Por otra parte, la verdadera naturaleza del registro estratigráfico es de cataclismos, y no
el registro de largas eras de un desarrollo más o menos plácido de la tierra, sólo
punteado aquí y allá por pequeños cataclismos de carácter local. Hay evidencias de una
inmensa catástrofe global que destruyó la faz de la tierra, y de grandes cataclismos
posteriores a escala inmensa. Derek V. Ager, oceanógrafo de la Universidad de
Swansea, concurre en la factualidad de la evidencia cataclísmica del registro
estratigráfico, aunque sin desear en absoluto ser identificado con los diluvialistas.
Existe la evidencia de muchos rastros que se hallaron en el lecho del río Paluxy,
en Glenn Rose, Texas (USA) Lo que les da una particular importancia es que se
encuentran en una formación del Cretáceo, esto es, que datan de 100 millones de años...
Además, ¡aparecen al lado de las de los largamente extinguidos dinosaurios! El lecho
del río Paluxy es una limolita blanda, y las huellas pueden erosionarse bastante
rápidamente, en tanto que durante las inundaciones, el curso del río a menudo cubre
unas áreas y expone otras. El lecho de limolita contiene muchas huellas de dinosaurios y
se lleva a grupos en visitas turísticas a contemplarlas. Parece que durante décadas se ha
aceptado como un hecho por parte de los residentes locales que han ido apareciendo
pisadas humanas de tanto en tanto... Parece que rumores de estas pisadas humanas
llegaron a oídos de Roland T. Bird, del Departamento de Paleontología Vertebrada del
Museo Americano de Historia Natural, que investigó el área y escribió un artículo en
"Natural History" en Mayo de 1939. Lo que está claro de sus relatos es su rechazo
completo de que pudieran aparecer pisadas humanas en rocas cretáceas... En primer
lugar inspeccionó dos losas en la tienda de un comerciante que contenía huellas gigantes
de unos 38 centímetros de longitud pero las rechazó como falsificaciones. Oyendo que
venían del mismo lugar donde se hallaban las huellas de dinosaurios, llegó al fin a
preguntar a un granjero local de Glenn Rose acerca de las "misteriosas huellas". El
granjero replicó con naturalidad: "quiere decir las huellas humanas. Bueno, había
habido un rastro entero de ellas más arriba del cuarto cruce, antes de que el río las
barriera"... El granjero había cortado algunas del río en el pasado, pero el esfuerzo
difícilmente valía el poco precio que le pagaban. El granjero llevó a Bird a donde se
hallaba la única pisada todavía visible, y Bird la describió como "el contorno de un
pie... alrededor de 35 cm. de longitud con un talón curiosamente elongado"... Admite
que el barro había sido originalmente muy blando, porque la roca había preservado este
"elemento de blandura" (esto es, había retenido una impresión exacta y detallada). No
obstante, afirma él que "carecía de definición sobre la que basar conclusiones". ¡Y
afirma que "evidentemente había sido hecha por algún dinosaurio o reptil hasta ahora
desconocido"! Es extraño que un paleontólogo experto dijera que una pisada que era por
lo menos humanoide pueda haber sido hecha por un reptil desconocido... Esto me
sugiere que tenía él un fuerte prejuicio en contra de aceptar la inferencia más evidente
en base de la evidencia que tenía ante él. Bird hizo muchas investigaciones en el área
acerca de lo que él prefería llamar "pisadas misteriosas", que él continúa pretendiendo
fueron hechas por este "reptil" con el "talón curiosamente elongado"... Pero encontró
que su existencia era de conocimiento tan común entre la gente local que al final se
encontró a sí mismo refiriéndose a ellas como las "huellas humanas". El resto de su
artículo describe huellas de saurópodo gigante que halló, pero no se hace ninguna otra
referencia a estas "misteriosas" huellas... Es evidente en el artículo que Bird no estaba
bien dispuesto, bajo ninguna circunstancia, a la posibilidad de que seres humanos,
fueran gigantes o normales, hubieran vivido contemporáneamente con los dinosaurios, y
eso, no por las pruebas evidentes, sino para no contradecir a la falsa teoría de la

105
evolución. Es verdaderamente desafortunado que Bird no prosiguiera sus
investigaciones, porque a pesar de todo la evidencia yacía allí y hubiera hallado gran
cantidad de pruebas verdaderas como para no poder sostener esta postura evasiva e
indiferente ante la realidad científica. Esta evidencia sumamente convincente se halla
contenida no en un artículo, sino en una película titulada "Footprints in Stone". Los
productores de esta película limpiaron un área del lecho del río y hallaron varias largas
pistas de dinosaurios, hombres y gigantes entrecruzando el área. Las pisadas en los
estratos endurecidos son claras y están bien preservadas mostrando muchos detalles.
Son frecuentes las impresiones de dedos individuales y en algunas es evidente que
habían sido hechas por un hombre que estaba corriendo. Algunas de las pisadas
humanas caían en medio de la de un dinosaurio. Además, a fin de demostrar de una
forma concluyente que no se podían haber falsificado las huellas, se alquiló una
excavadora para remover un gran banco ribereño. Se comprobó que las huellas
continuaban ininterrumpidamente por debajo de él... Una de las partes más interesantes
de la película fueron las reacciones de un grupo visitante de geólogos cuando se vieron
ante las huellas. Su perplejidad y total incredulidad eran evidentes, en tanto que sus
comentarios eran vacilantes y no querían comprometerse. Aquí había una prueba para
toda persona sin prejuicios evolucionistas de que los hombres y los dinosaurios eran
contemporáneos. Pero estos experimentados geólogos reaccionaron de la forma más
evasiva posible, no debido a que la evidencia que habían examinado de primera mano
fuera inadecuada, sino simplemente debido a sus preconcepciones evolucionistas. Haber
aceptado esta evidencia hubiera quebrantado totalmente la credibilidad de la fraudulenta
columna geológica que ha sido el dogma de fe evolucionista para los expertos de
muchas generaciones... Si algunos de estos geólogos hubiera estado de acuerdo en que
la inferencia de las huellas era evidente, se hubiera quedado abierto el ridículo de sus
colegas profesionales. Además, el mantener estos puntos de vista tan "heréticos"
hubiera puesto en tela de juicio el que se les retuviera en las posiciones directivas que
ocupaban en el mundo científico... Con resultados tan posibles en mente, se pueden
comprender sus evasivas... En verdad los geólogos no son los únicos expertos que son
conscientes de posibles repercusiones en el futuro de sus carreras, si mantienen puntos
de vista que difieran fundamentalmente de los de sus colegas profesionales
evolucionistas... de donde se deduce que el hallazgo de una prueba antievolucionista se
calla, se esconde, por temor a las represalias, abiertas o encubiertas de los
evolucionistas, tras de los cuales están aquellos que lo que quieren, realmente, es negar
a Dios, Creador de todo directamente, como narra la Biblia, sin nada de evolución,
teoría carente de verdadera base científica y sobre la cual se ha hecho un "montaje"
totalmente falso.
Hemos considerado aquí solamente un caso en el que la evidencia contradice lisa
y llanamente la columna geológica estándar de la evolución, pero se han dado muchos
otros casos más en los que hechos evidentes contradicen a la evolución. Ninguno de
ellos aparece, sin embargo, en la prensa secular... Porque lo cierto es que tales
evidencias antievolucionistas, incluso cuando son presentadas por expertos acreditados,
son siempre rechazadas por los periódicos "científicos"... tanto por los prestigiosos
como por los de carácter popular, y ello por razones muy poco satisfactorias y bien
claramente manipuladoras de los correspondientes editores con prejuicios
evolucionistas...
Hay, pues, una especie de "mafia" evolucionista que silencia todo lo que
contradiga a la evolución... ¿Por qué?... Porque la evolución es falsa, no existe.

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Huellas contemporáneas de hombre y dinosaurio en el río Paluxy (Glenn Rose, Texas, USA)

* * *

«Según la teoría dominante, el Universo empezó como una forma de globo de


energía, que evolucionó, por un proceso de explosión y expansión, en nuestro ordenado
y grandioso universo. Si hay una perversión en la lógica, allí está. Una explosión no
produce orden, más bien produce desorden. La teoría del «Big Bang» viola todos los
principios científicos aplicables.» (Prof. T. Bames, catedrático de la Física, Universidad
de Texas, El Paso, Texas.)
«No hay un hecho de experiencia más común y universal, que el orden nunca se
crea espontáneamente del desorden.» (Dr. E. Speak).
Los geólogos tratan de adivinar la formación cronológica de los estratos por el
orden en que ocurren, y, desde hace tiempo, sus conclusiones dogmáticas se publican en
forma de esquema o cuadro. El Dr. E. M. Spieker, catedrático en la Universidad Estatal
de Ohio, nos hace recordar que la columna cronológica de las edades geológicas, hecha
a base de observaciones en algunas localidades, quedó congelada en su forma presente
en 1840, cuando no se conocía nada acerca de los estratos en una vasta parte del mundo.
Sin embargo, desde esa fecha, casi todos los geólogos la han estado usando como patrón
para clasificar todas las formaciones halladas, aun en lugares donde las evidencias han
proclamado que no es válida. La columna geológica no existe entera en la naturaleza,
sino en dibujos. Solamente en Norteamérica hay más de cien formaciones donde los
estratos no siguen el orden de esa columna. Hay algunas que se han tenido como más
antiguas que aparecen encima de otras clasificadas como más recientes, sin evidencias
de haber sido trastocadas ni señales de fricción. ¿Cuántos han reflexionado sobre el
hecho de que en varios lugares, yaciendo directamente sobre el basamento, no
solamente hay rocas cambrianas, sino rocas de casi todas las edades?
Acerca de la velocidad con que fueron depositadas ¿qué indican los estratos
sedimentarios sin indicio de erosión entre sí? ¿Qué pueden indicar los casos donde se
encuentran troncos de árboles en posición vertical que pasan por varios estratos?
Se dice que ciertos fósiles distinguen cada edad geológica, y los llaman «fósiles
indicadores». Pero algunos de éstos no solamente aparecen en la edad que les fue
asignada en 1840, por hombres relativamente poco informados, sino que aparecen en
formaciones consideradas más antiguas o más recientes.
«No se puede negar, desde un punto de vista estrictamente filosófico, que aquí
los geólogos están argumentando en un círculo. La sucesión de organismos ha sido

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determinada por un estudio de sus restos sepultados en las rocas, y las edades
relativas, por los restos que contiene.» (Enciclopedia Británica X, 168. 1956).
Los huracanes, las inundaciones o el tsunami pueden hacer más en una hora o
día, que los procesos naturales pueden haber hecho en mil años...
En Noviembre de 1963, hubo una erupción volcánica bajo el mar cerca de
Islandia y nació la isla de Surtsey. El geólogo oficial del gobierno de Islandia, S.
Thorarinsson, escribió acerca de la visita que unos colegas realizaron a la isla: «Cuando
en la primavera de 1964 pasearon por Surtsey, encontraron difícil creer que ésta era
una isla cuya edad se medía en meses, no años. En Surtsey, solamente unos pocos
meses fueron suficientes para crear lo que era tan variado y desarrollado; casi era
increíble: largas playas arenosas, precipicios, lagunas, depósitos de grava, cañadas,
grandes piedras redondeadas por la acción de las olas.»
Todo esto puede refutar perfectamente las astronómicas cifras de millones de
años que se le atribuyen a la Tierra en contra de los que, como dice la Biblia, afirman
que sólo tiene miles de años…

* * *

Si el actualismo (evolucionismo) resulta falso -y ciertamente lo es- ¿cómo


vamos a poder explicar los fenómenos geológicos actualmente observables? Esta es una
pregunta que los evolucionistas no pueden contestar sin introducir el catastrofismo en su
filosofía. El actualismo no es una respuesta adecuada para los actuales fenómenos
geológicos. Por ello, se tiene que encontrar otra respuesta que explique el actual estado
geológico del mundo.
El Diluvio del Génesis, en Génesis 6-8, es una respuesta adecuada para los
fenómenos geológicos que observamos en la actualidad. De hecho, la mayor parte de los
fenómenos paleontológicos y geológicos que vemos en la actualidad pueden ser
explicados sólo a la luz de la geología cataclísmica; esto es, que los fósiles y estratos
fueron formados por sepultamiento y sedimentación repentinos y no por el lento
proceso de acontecimientos naturales-actualismo.
¿Cómo podemos explicar los fósiles poliestráticos? ¿Cómo podemos explicar las
grandes masas de cementerios de fósiles? ¿Cuál es la respuesta de la existencia de tantos
fósiles, siendo que los fósiles son formados como resultado de condiciones
cataclísmicas. ¿Cómo explicamos la sedimentación? Para aquellos que rechazan el
actualismo, la respuesta a estas preguntas se puede hallar en la geología bíblica.
Hasta principios del siglo diecinueve la mayor parte de los científicos
interpretaban la geología en términos del diluvio noélico. Universidades como las de
Cambridge, Oxford, Harvard y Yale basaban sus estudios geológicos sobre el hecho del
Diluvio de Génesis. Central a los estudios paleontológicos y geológicos era el hecho de
que un Diluvio universal había sido la causa de los actuales fenómenos geológicos.
Pero entonces surgieron las doctrinas de la evolución y del actualismo. Darwin,
Hutton y Lyell introdujeron estas suposiciones en el mundo geológico. Y como
resultado de sus teorías, nació un nuevo ser. Y siendo criado por muchos proponentes,
este nuevo ser rechazó todo lo que tuviera que ver con un Diluvio universal. Esta es la
postura de la mayor parte de los geólogos en la actualidad.
La geología diluvial no puede introducirse en estancias vacías del pensamiento
evolucionista. «La existencia del Diluvio es negada por el evolucionista, no tanto por la
ausencia de evidencia, sino debido a la necesidad de mantenerse como estricto
actualista a fin de dar más tiempo a la evolución.» Pero el actualismo es una suposición
y una explicación inadecuada de los fenómenos geológicos. Ha sido pesado en las

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balanzas y hallado falto. «Hemos visto que el principio del actualismo es totalmente
inadecuado para explicar los fenómenos geológicos, incluso en su aspecto más
importante -¡el de los depósitos fósiles sobre los que se erige toda la estructura de la
geología histórica evolucionista!». En realidad, hay sólo dos explicaciones para los
fenómenos geológicos: el actualismo y el catastrofismo. Pero en un actualismo estricto
no puede haber lugar para el catastrofismo.
Cuando los hechos comienzan a contradecir nuestra filosofía básica de los
orígenes geológicos, deberíamos ponerla bajo un severo escrutinio, e incluso
abandonarla si no se puede encontrar ninguna solución para las contradicciones. Esto es
lo que la evidencia exige de la doctrina del actualismo. Tiene que ser abandonada. Sólo
prevalece por las pruebas que se pueden presentar, el catastrofismo, o sea, el Diluvio
bíblico.

* * *

Históricamente es evidente que Hutton y Lyle, los primeros de los fundadores de


la Geología moderna, defendieron principios que influyeron en Darwin a sacar sus
conclusiones, y al mismo tiempo influyeron sobre ellos mismos de tal manera que
aceptaron como hecho lo que querían ver probado, y clasificaron y organizaron sus
hallazgos para apoyarlo. No tenemos nada en contra de descubrimientos geológicos, sino
en contra de algunas interpretaciones que tergiversan esos datos. La mayor parte de los
geólogos continúan con la práctica de los primeros, pero antes de rendirnos a sus
conclusiones consideremos varias cosas. Aunque ha acontecido en varios lugares sabemos
de un alumno en la Universidad de California, que preguntó al profesor: “¿Cómo se
determina la edad de los fósiles?”, y le fue contestado: “Por las formaciones de roca en
que se encuentran”. Dejando correr unas semanas, el mismo estudiante preguntó al
profesor: “¿Cómo se determina la edad de una formación de roca?”. La respuesta fue
sorprendente: “Por los fósiles que encontramos en ella”… Esto recuerda a un perrito que,
tratando de cogerse el rabo, diera vueltas, a veces en una dirección y a veces en otra…
Mucho del apoyo que recibe la teoría de la evolución se deriva de la falacia de las
“Tablas Geológicas” que se han ideado. El “tiempo geológico” se ha dividido en seis
eras: Azoica (ninguna vida), Arquezoica (vida primitiva), Proterozoica (primera vida),
Paleozoica (vida antigua), Mesozoica (vida intermedia) y Cenozoica (vida reciente). Las
últimas cinco de estas eras están divididas en 16 períodos. Se colocan en una serie o
columna y son publicadas en muchos libros de texto como cosa cierta, aunque en ningún
sitio del mundo existe tal arreglo en la naturaleza. En contraste con esto, en centenares de
lugares del mundo, los geólogos han encontrado y reconocido las formaciones en otro
orden, con las llamadas formaciones nuevas debajo de las que tienen por más viejas. El
doctor Albert Heis, ha encontrado tal situación en Suiza. También esto ocurre en
Montana, Wyoming, Alberta, China, Noruega, Escocia, Nueva York, Tenesse, Georgia y
otros lugares donde el orden de las formaciones es irregular, mezclado, a veces invertida,
y faltando completamente muchas formaciones… Posiblemente, uno podría aceptar la
explicación que suelen dar los evolucionistas de que ha habido grandes movimientos que
las han volcado, si no fuera que muchas de las formaciones de piedra son de miles de
kilómetros cuadrados, sin ningún indicio de haber sufrido movimiento alguno, sin
fragmentaciones ni erosiones entre sí… El doctor Edmundo M. Spieker, profesor de
Geología de la Universidad de Ohio State, dijo que la columna geológica ya estaba
congelada en su forma presente en 1840, y que sus fundadores en aquella época, cuando
se sabía poca geología mundial, imaginaban dogmáticamente que podían extender sus
razonamientos sobre unas porciones pequeñas de Europa y América del Norte al resto del

109
planeta… Se ha descubierto que no cuadran, especialmente en la India y en América del
Sur… Sin embargo, los padres fundadores han forzado la evidencia para hacerla cuadrar
con sus teorías… Las formaciones que están por debajo del Cambriano básico escasean en
indicios de vida. Se estima que tales rocas constituyen el 80 por ciento del grueso de la
corteza rocosa. Solamente en algunos han encontrado algunas señales muy dudosas de
algas, huellas inciertas de bacterias, y algunos agujeros que quieren creer que han sido
hechos por gusanos. Pero para satisfacer la teoría de la evolución, las abundantes formas
que pronto aparecieron en la formación Cámbrica, tuvieron que existir muchos
precursores… No hay tales fósiles, aunque grandes secciones de rocas sedimentarias
asignadas a épocas precámbricas estén expuestas para se examinadas… “The Fóssil
Record”, de la Sociedad Geológica de Londres, y la Asociación Paleontológica, muestran
en sus diagramas que el protozoo (una célula) aparece después del metazoo (muchas
células), los moluscos y trilobites de 30 cm. aparecen como las formas más primitivas…
La vida aparece de pronto en el Cambriano, en abundancia por toda la Tierra. El doctor H.
A. Nicholson, en “Un Manual de Geología”, dice: “El testimonio geológico de la tierra
empieza con representantes bien desarrollados de todos los grupos principales del reino
animal, con la excepción de los vertebrados”.
T. H. Huxley reconoce que: “Todo lo que la Geología puede probar es un orden
local de sucesión local. La fauna y la flora devónica pueden haber sido contemporáneas
de la vida silúrica en Norteamérica, y de la fauna y la flora del Carbonífero en África”.
No solamente no prueban la evolución de las colecciones de fósiles presentadas en la
clasificación moderna, debido a los grandes vacíos, sino que también la misma existencia
de la mayor parte de las edades geológicas es dudosa, ya que es necesaria la suposición de
certeza de la evolución para establecerlas, lo que es imposible, pues no hay pruebas
científicas que la respalden.

* * *

Un geólogo es un ser paciente y estudioso que consagra su vida a escudriñar en


la historia de nuestro planeta, para lo cual se sirve del examen de los terrenos; en ellos
estudia los caracteres, deduce la era en que se formaron, busca los restos fósiles de los
animales que existieron en esa etapa…
Como en épocas pretéritas, la corteza terrestre estaba en continua actividad, los
cambios en ella eran continuos: unas veces en forma brusca y súbita, lenta y
progresivamente otras; bien por medio de levantamientos, bien de hundimientos. Así la
actual corteza terrestre se formó en capas o estratos, en esa roca estratificada, que
alcanza hasta una profundidad de varias millas, es donde el geólogo lee la historia del
mundo. El examen sistemático de esas rocas “confirma” la tesis evolucionista: en las
rocas más profundas y antiguas, no hay señales de vida; a medida que se asciende, van
apareciendo los primeros vestigios de vida en forma de seres humanos primitivos,
simples y elementales al principio y poco a poco cada vez más complejos. Hay que
remontar muchas capas, lo cual, según los evolucionistas, representa muchos “millones”
de años, para encontrar los primeros rudimentos de columna vertebral. Este
escalonamiento de la vida, paralelo al desarrollo de los terrenos, sugiere una evolución,
aunque no la prueba. En realidad, ello demostraría que los animales y plantas han ido
apareciendo sucesivamente comenzando por los seres inferiores y terminando con el
hombre pero no que una especie nazca de la otra...
Sin embargo, con el mayor respeto para la Geología, ciencia que ha aportado al
saber humano un gran número de conocimientos, nos vemos obligados a apuntarle
algunos fallos.

110
En primer lugar, el error inherente a todo cálculo de la edad de un terreno. Bien
difícil es, por cierto, hacer cálculos matemáticos a base del carácter de rocas
correspondientes a una época turbulenta de la vida de nuestro planeta, donde continuas
convulsiones y tremendos cataclismos cambiaban en breve tiempo la faz de una región
entera. Es necesario, pues, tomar con prudencia las cifras referentes a la edad de
cualquier terreno. Un ejemplar ilustrativo es el caso de Pompeya: los arqueólogos han
practicado grandes excavaciones para poner al descubierto las ruinas de esta ciudad.
Dichas excavaciones llegan a más de 120 pies bajo el nivel del suelo, y al profundizar,
se han atravesado siete capas de lava volcánica… Según el método habitual de cálculo
geológico, cada una de las capas habría requerido 2.000 años para su formación, lo cual
significa que Pompeya fue sepultada hace 14.000 años… Pero he aquí que la Historia
señala de manera nítida que la erupción del Vesubio ocurrió el 24 de Agosto del año 79
de nuestra era, hace menos de 2.000 años…
El otro fallo de la Geología, cuando se la usa para probar la teoría de la
evolución, estriba en el hecho de la carencia de fósiles de los animales inferiores, que
precisamente deben corresponder en su aparición a las etapas más oscuras de la historia
de la tierra.
En efecto, los seres vertebrados, dotados de esqueleto, dejan fácilmente sus
impresiones fósiles. Pero los organismos simples, compuestos sólo de partes blandas,
desaparecen totalmente al morir.
Véase, pues, cómo la historia de la vida, estudiada desde el punto de vista
geológico, aparece envuelta en la más impenetrable oscuridad, ya desde su primer
capítulo, y en consecuencia, no puede ser tomada como base segura de la evolución.

* * *

En todas partes de la naturaleza observamos la tendencia de que el “orden” cede


gradualmente el lugar al “desorden” (este es el segundo principio de la Termodinámica)
El hombre, y Dios, pueden traer cierto orden en una situación particular, pero, cuando
las cosas son abandonadas a sí mismas, desvanecen, perecen, se pudren y se consumen.
Quienquiera que estudia la naturaleza descubre la gran verdad de esta ley. Pero ¿qué
dicen los evolucionistas? Ellos afirman que durante billones de años ha tenido lugar una
evolución, mediante la cual surgió un “orden” cada vez más creciente y formas cada vez
más complejas y superiores emergiendo así de una condición de “desorden”…
Científicamente esto es imposible. Simplemente no puede ser, y no hay ni un biólogo
que haya podido, por muchas vueltas que diere, librarse de este problema insuperable.
Geólogos y físicos creacionistas (los que creen que todo fue hecho por Dios
como dice la Biblia) han escrito muchos libros sobre el Diluvio. En estos libros señalan
que semejante Diluvio, en el cual se revuelve toda la superficie de la tierra, también
vendría acompañado por poderosas olas de marea y la formación de capas de hielo. En
semejante inundación, materiales revueltos que lentamente se irían posando se hallarían
mezclados con los restos de organismos muertos, especialmente de los más sencillos
que podrían resistir menos a la corriente. ¡Con qué sencillez esto resuelve los
problemas! Ahora entendemos cómo los así llamados estratos de “más antigüedad”, que
están llenos de fósiles, representando a casi todos los grupos fundamentales del reino
animal, pueden hallarse por encima de una capa de fondo que está totalmente
desprovista de fósiles. Ahora podemos también entender por qué normalmente
encontramos los animales superiores, que saben nadar muy bien, en capas superiores, y
los animales de tierra normalmente en capas más altas todavía. Las excepciones a esta

111
regla (incluyendo el aparente vuelco de estratos) ahora se entienden mucho más
fácilmente que si se hubiera verificado la evolución.
Ahora que empezamos a tener más conocimiento respecto al Diluvio, podemos
más fácilmente comprender por qué hay tantos fósiles. Bajo condiciones normales no se
forman siquiera fósiles; éstos se originan especialmente bien en agua que corre, donde
rápidamente se cubren con materiales sólidos ¡precisamente lo que se esperaría que
ocurriera en una seria inundación!
Ahora podemos entender por qué, en tantos lugares sobre la tierra, se han
descubierto colosales tumbas colectivas de masas que contienen centenares de miles de
animales fosilizados amontonados. Estos animales huyeron con terror mortal de las
aguas ascendentes y por fin fueron alcanzados por éstas.
Ahora comprendemos igualmente por qué tantos mamíferos son hallados en el
hielo de Siberia. Fueron sorprendidos tan repentinamente por las aguas heladas que
algunos todavía tenían su alimento en la boca y su carne ni siquiera se ha
descompuesto…
En principio, los evolucionistas y los creacionistas concuerdan en pensamiento
sobre la formación de los estratos, solamente que aquéllos creen que se requieren
millones de años para el proceso, mientras que éstos creen que la mayoría de ellos
llegaron a la existencia en pocos años. Esto es, las capas fueron colocadas rápidamente
por los poderosos movimientos de marea, pero después de eso tardaron algunos años
naturalmente antes de quedar petrificadas. Es muy importante ser consciente de las
repetidas afirmaciones de los geólogos creacionistas. Una y otra vez hacen hincapié en
el punto de que, cuando las capas inferiores todavía no habían podido ser petrificadas,
los evolucionistas dicen que tienen que haber sido petrificadas. En su línea de
pensamiento, si un estrato se formó encima de otro millones de años después de haberse
formado el estrato anterior, naturalmente el estrato anterior tiene que haberse petrificado
mucho antes. Pero los creacionistas señalan, por ejemplo, que se han hallado troncos de
árboles fosilizados que penetraban a través de un número de estratos. Ello prueba
inequívocamente que esas capas se formaron unas tras otras en breve intervalo, cuando
ninguna de ellas estaba petrificada.
Otro ejemplo es el famoso “Gran Cañón” en los Estados Unidos, que de forma
espléndida despliega todas las capas superpuestas porque el serpenteante río Colorado
ha tallado profundas cañadas en ellas. En todas partes se ven fijadas placas que dicen al
turista cuántos millones de años separan la formación de los diferentes estratos. Pero
¡eso realmente es imposible! Fíjense solamente en lo que ha hecho el río. Ha tallado
profundas cañadas hacia abajo al serpentear (describiendo muchos meandros), así que
ha erosionado las orillas de lado. Según la Física, el río no podría hacer ambas cosas
simultáneamente sino si los estratos fueran blandos cuando se verificó la erosión.
Durante la inundación, estas capas blandas rápidamente se amontonaron las unas
encima de las otras y, brevemente después, el río talló su camino a través de ellas,
solamente mucho más tarde los estratos fueron gradualmente petrificados.
Que no digan los evolucionistas que se requieren millones de años para la
formación de minerales (carbón, petróleo) aunque a menudo se dice que éste es el caso.
En laboratorios los hombres han copiado su formación artificialmente, y ahora sabemos
que en unos pocos días o incluso horas se pueden formar minerales que, según creencias
anteriores, habrían tardado millones de años para formarse.
En el curso ordinario de la Ciencia siempre se puede reemplazar una teoría por
otra mejor. Pero los evolucionistas no pueden hacer eso, debido al gran número de hechos
que contradicen su teoría, no tienen más remedio que dar “evasivas” con explicaciones
carentes de valor o simplemente pasarlos por alto. La doctrina misma nunca puede

112
desaparecer porque no hay nada para reemplazarla; excepto, por supuesto, la creencia en
Dios, Quien creó todas las cosas, pero… ¡eso no lo quieren ellos reconocer, por que son
ateos y ciegos obstinados!...

RADIOMETRÍA – DATACIÓN

Al examinar los métodos radiométricos para asignar fechas, vemos que cada uno
se basa en suposiciones dudosas. Por ejemplo, en el método «Carbono 14» la formación
y concentración del carbón pueden ser afectadas por cambios en la introducción de los
rayos cósmicos, por el grado de protección atmosférica provista por una capa de
vapores, asimismo por un campo de magnetismo más fuerte que el presente y por la
cantidad variable de nitrógeno 14 que estuviera en la atmósfera en esa época, según
declara el geólogo, H. Slusher.
Los otros métodos son aún más dudosos, pues aun sus correcciones son
suposiciones. Entre otras cosas presuponen que «las vidas medias» sean constantes,
pero es una cosa conocida que la «vida media» del plutonio puede variar muy
fácilmente.
Usando diferentes métodos sobre la misma muestra, es frecuente que los ensayos
ofrezcan resultados muy diferentes, a veces de miles de centenares de años. Nadie tiene
base para afirmar cómo eran las condiciones de la Tierra cuando se formó la atmósfera
comparándolas con las de hoy. Nadie conoce la composición de las radiaciones al
principio de la creación original, ni cómo eran sus campos magnéticos. No cabe duda de
que hace falta una revisión cuidadosa de los relojes radiactivos para poder confiar en
que sus datos presentes son exactamente iguales a los que prevalecían en la edad
primitiva.
Dan fechas remotas para la formación de carbón, pero ha habido dos ensayos
muy significativos que no han recibido la publicidad merecida. En la revista Chemistry
and Engineering News, May 23,1972, p. 14, hay un informe del Departamento de Minas
del Gobierno estadounidense acerca de unos experimentos que llevaron a cabo. Se
calentó estiércol de vaca a 380° C. durante veinte minutos, a presión, y en presencia de
monóxido de carbono y vapor. El resultado fue un aceite pesado con calidades
excelentes para la calefacción, y un rendimiento de tres barriles por cada tonelada de
estiércol.
También, el Dr. G. R. Hill, de la Facultad de Minas de la Universidad de Utah,
escribe acerca de sus experimentos en la revista Chem Tech de Mayo del 72, p. 296.
Materiales leñosos (celulósicos), bajo alta presión, fueron calentados rápidamente, lo
que causó una reacción exotérmica muy grande, o sea que, al verificarse, produjo
mucho más calor. Las propiedades de los productos resultantes eran semejantes a las de
la antracita y otros carbones de piedra poco volátiles.
Nadie pretende afirmar que los depósitos de carbón y petróleo existentes fueron
formados en esas maneras, pero tales ensayos prueban que tampoco necesitan esos
centenares de miles de años que se les asignan para su formación.
Para poder afirmar con autoridad que «el presente es la clave para entender el
pasado», se tendría que poseer el atributo de omnisciencia o se tendrían que establecer
testigos a todo lo largo de la historia geológica pasada, para saber que no ha habido
excepciones en la supuesta uniformidad.
Aunque para los evolucionistas suene como herejía, cabe dentro de lo posible
que los sistemas geológicos representan, no millones de años, sino zonas ecológicas de
restos enterrados de plantas y animales que fueron contemporáneos, pero viviendo en

113
zonas distintas. Los evolucionistas alegan que los dinosaurios no aparecieron hasta
millones de años después de los trilobites, porque sus fósiles no aparecen juntos. Pero
¿cómo van a aparecer juntos, si los dinosaurios vivían en tierra y los trilobites en el
fondo del mar?

* * *

Las creencias que uno tenga con respecto al origen de las cosas se basan en la fe.
Pero al examinar la teoría de la evolución uno se queda impresionado por el hecho de
que precisa de más fe que el relato de la creación en Génesis 1. Y debido a la falta de
conocimiento de lo que realmente representa la teoría de la evolución, muchos han sido
innecesariamente llevados a posturas de compromiso. Muchos han pensado que por
cuanto la evolución debe ser verdad, un hecho demostrado, tenemos que encontrar
alguna armonía entre ella y la Biblia. Así es como ha evolucionado la doctrina de la
evolución teísta.
De hecho, el tiempo es el héroe de la función... Dado el tiempo suficiente, lo
"imposible" se hace posible, lo posible probable, y lo probable virtualmente cierto. Uno
tan sólo tiene que esperar: el tiempo mismo hace los milagros…Wald tenía razón al
expresar las creencias de los evolucionistas. La filosofía evolucionista necesita tiempo;
montones de tiempo.
Génesis 1 ha sido demasiado frecuentemente estirado cronológicamente hasta la
deformación para ajustarlo a los largos períodos de tiempo exigidos por el evolucionista
teísta. Uno de estos esfuerzos es la afirmación de que hubo un dilatado intervalo de
tiempo, millones de años, entre los primeros dos versículos de Génesis 1.

* * *

Roger E. Dickson habla así sobre la creación y el Génesis:


“Génesis 1:2 comienza diciendo «y la tierra estaba desordenada y vacía». La
utilización del término hebreo waw al comienzo del versículo dos parece indicar que los
acontecimientos en el versículo dos siguen inmediatamente a los del versículo uno. Esta
estructura destaca la estrecha relación de los dos versículos sin mención de intervalo
alguno. En relación con esto, tenemos que recordar que la división en versículos no era
parte de los autógrafos originales. Por ello, no habría división en «versículos» entre los
dos versículos.
Éxodo 20:11 confirma Génesis 1.
En Éxodo 20:11, Moisés registra: «Porque en seis días hizo Jehová los cielos y
la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día» (cp.
Éxodo 31:17). Este pasaje, en relación con la recapitulación de los eventos creativos de
Génesis 2:1- 4, indica que los cielos, tierra y todas las cosas vivas fueron creadas en los
seis días de creación. No hay indicación de ningún intervalo de millones de años entre
estos versículos con una recreación iniciada en el versículo dos.
Si la vida fue creada antes de las afirmaciones de Génesis 1:2, entonces el relato
de la creación que sigue a Génesis 1:2 sería en realidad una re-creación. Es evidente que
Génesis 1 no fue escrito desde la concepción de ser un registro de recreación.
En un esfuerzo por armonizar los seis días del relato de la creación con la
duración del tiempo necesario para la evolución, muchos han dicho que los seis días de
creación de Génesis 1 fueron en realidad largos períodos de tiempo y no seis días
literales de 24 horas. La siguiente afirmación manifiesta esta creencia:

114
“A mí me parece que los actos creadores específicos de Dios tuvieron lugar
muchas veces durante seis largos períodos geológicos, coronados por la creación de
Adán y Eva quizá hace un millón o más de años. Esta idea parece hacer justicia tanto a
la Biblia como a lo que los geólogos y antropólogos creen en la actualidad. Si ellos
cambian sus fechas en más o en menos, ello no hará ninguna diferencia para esta
creencia, a no ser que sea el desplazamiento de la era de Adán hacia adelante o hacia
atrás.”
Un texto que se utiliza para apoyar esta postura es 2 Pedro 3:8: « Para con el
Señor un día es como mil años, y mil años como un día.» Si entendemos por este pasaje
que un largo período de tiempo, mil años, es sólo un día de tiempo para Dios, entonces
Pedro habría estado diciendo: «Un largo período de tiempo, mil años, es para el Señor
como mil años». Ciertamente, esto no tendría ningún sentido. Lo que este pasaje está
afirmando es simplemente que el tiempo para Dios es algo de poca consecuencia.

A. Yom significa un día de 24 horas en casi todos los pasajes en los que es
utilizado.

La palabra hebrea yom en Génesis 1 -traducida «día» en las traducciones


castellanas- significa en algunos contextos un largo período de tiempo (cp. Génesis
26:8; 4:3). En Génesis 2:4 tiene referencia a todos los seis días de la creación. En Salmo
95:8, 9 la palabra yom se refiere a los cuarenta años de peregrinación por el desierto de
los hijos de Israel. Jeremías 46:10 utiliza el término para referirse al tiempo en que
Israel sería castigado por sus pecados. Este «tiempo» de castigo no estaba limitado por
la duración de un día de 24 horas, sino por un largo período de cautiverio. Así, yom
puede ocasionalmente significar más que un día de 24 horas.
¿Fueron los «días» de Génesis largos períodos de tiempo? En realidad, nunca se
hizo ningún esfuerzo especial para alargar los días de la creación hasta el desarrollo de
la teoría evolucionista. Tenemos que asentir a lo que dice Klotz: «Es difícil concebir
que nadie pusiera en duda la interpretación de estos días como días ordinarios si no
fuera por el hecho de que los hay que están empeñados en conciliar Génesis con la
evolución.» Pero lo que sigue son razones que apoyan la postura de que los días de
creación en Génesis fueron días solares de 24 horas y no largos períodos geológicos.
Yom significa un día de 24 horas en casi todos los pasajes en los que es utilizado.
La palabra hebrea yom se utiliza y define en Génesis 1:5: «Llamó Dios a la luz
día.» Esta palabra se utiliza 1.284 veces en el Antiguo Testamento entero, de ellas 396
veces sólo en el Pentateuco. Hay unas pocas excepciones donde no significa un día de
24 horas, pero el contexto de estas excepciones indica claramente que su significado es
de una duración mayor de 24 horas (Génesis 2:4; Salmo 95, 8; Jeremías 46:10). En el
contexto de Génesis 1 no hay apoyo para el punto de vista de que la palabra signifique
un largo período de tiempo. La coherencia demanda el significado de «24 horas» para la
palabra yom en Génesis 1.Yom indica un día.

B. El uso de «tarde y mañana» con Yom indica un día de 24 horas

La breve frase «tarde y mañana» se utiliza más de 100 veces en el Antiguo


Testamento con la palabra yom. Y cada vez que aparece se refiere a un día de 24 horas.
Morris lo volvió a destacar diciendo: “Las palabras hebreas para "tarde" y "mañana"
aparecen más de 100 veces cada una en el Antiguo Testamento, y siempre en sentido
literal.» ¿Deberíamos suponer acaso que en Génesis 1 tienen un significado distinto?

115
Los hay que han afirmado que el día de 24 horas no comenzó hasta el cuarto día
con la aparición del sol (Génesis 1:14). Se afirma que hubo milenios antes del cuarto
día, pero que después se trata de días de 24 horas. Pero se utiliza la misma frase «tarde y
mañana» con la palabra día antes de Génesis 1:14 y después. ¿Por qué iba a haber tres
largas eras de tiempo antes de la aparición del sol en el cuarto día y sólo días de
veinticuatro horas después de su aparición?

C. Yom más un número es un día de veinticuatro horas.

Cuando la palabra hebrea yom va precedida de un número siempre conlleva el


significado de un día de 24 horas. La palabra yom aparece más de 100 veces en el
Pentateuco sólo de esta manera y siempre se comunica el significado de un día de 24
horas (Génesis 8:3; Números 13:25; Éxodo 20:11; Jonás 1:17). Arthur F. Williams
enfatizó esto al decir: « No hemos podido hallar un solo ejemplo del uso de la palabra
"día" en las Escrituras donde signifique otra cosa que un período de 24 horas cuando
es modificado por el uso de un adjetivo numérico». ¿Por qué ha de ser nuestra
comprensión de esta palabra en Génesis 1 diferente en absoluto de todo el resto del
Antiguo Testamento? Williams añade: «La evidencia que surge de una consideración
seria del significado cultural del término yom utilizado por Moisés y entendido por los
israelitas está totalmente del lado de un día de 24 horas en el relato de Génesis de la
creación» Éste es uno de los más poderosos argumentos para el significado natural de
24 horas de la palabra yom en Génesis 1.

D. Yom en plural siempre significa un día de 24 horas

Cuando se utiliza la forma plural de yom, yamin, en el Antiguo Testamento,


siempre se refiere a un día de 24 horas. Yamin nunca se refiere a un largo período de
tiempo.
El término hebreo para «día» puede ser utilizado ocasionalmente para significar
un período indefinido, pero nunca significa un período de tiempo circunscrito de una
manera concreta (tal como el que se define con «tarde» y «mañana», o como queda
implicado por el día «primero», «segundo», etc.), a no ser que aquel período de tiempo
sea un día literal. De manera similar, el plural hebreo para «días» (yamin) no se utiliza
nunca en las Escrituras para ningún período de tiempo excepto de días literales.
En su libro Biblical Cosmology and Modern Science, Morris llega a una
conclusión definida acerca de la utilización de la palabra yamin. Escribe él: “Cuando la
palabra «días» aparece en plural (hebreo yamin), como sucede más de 700 veces en el
Antiguo Testamento, siempre se refiere a días literales. Así, en Éxodo 20:11, cuando la
Escritura dice que «en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las
cosas que en ellos hay», no puede haber duda de ningún tipo de que lo que significa son
seis días literales.
Por ello, Éxodo 20:11 es una confirmación de Génesis 1. En Éxodo, Moisés
reafirma que los días de Génesis fueron seis en número y de 24 horas de duración”.

E. Olam significa un largo período de tiempo, pero no es utilizado por Moisés

La palabra hebrea olam significa un largo período de tiempo. ¿Por qué no utilizó
Moisés esta palabra tan comprensible si quería comunicar el significado de que la
creación tuvo lugar a lo largo de períodos de tiempo geológico? Es evidente que no
quería que entendiéramos Génesis de esta manera.

116
F. Orden cronológico erróneo si los días son períodos dilatados de tiempo.

Si los días de Génesis 1 son largos períodos de tiempo y la creación tuvo lugar
por un dilatado proceso de evolución, entonces los eventos del primer capítulo de
Génesis están cronológicamente fuera de orden. Las plantas fueron creadas en el tercer
día, pero el sol en el cuarto. Si se trata de períodos geológicos de millones de años,
¿cómo pudieron sobrevivir las plantas sin el sol? También los insectos fueron creados
en el día sexto. Muchas plantas e insectos se necesitan mutuamente para sobrevivir,
como la planta de la Yuca y la polilla de la Yuca (pronuba). ¿Cómo sobrevivieron
estas plantas durante millones de años sin sus necesarios acompañantes? (Como
veremos más tarde, este es un grave problema tanto para los creacionistas progresistas
como para los evolucionistas teístas.)

G. El séptimo día no es un largo período de tiempo

Si los seis días de la creación eran largos períodos de tiempo, entonces el


séptimo día sería lógicamente lo mismo. Pero ¿está Dios aún reposando en el séptimo
período geológico? ¡Ciertamente, no! Jesús dijo: «Mi Padre, hasta ahora trabaja» (Juan
5:17). En Éxodo 20:11 se dice que Dios «reposó» en el séptimo día. Génesis 2:1-3
afirma que Dios «acabó» su obra creadora y que «reposó» (ep. Hebreos 4:4). Estos
verbos están todos en tiempo pretérito. Si Dios estuviera todavía reposando, el verbo
estaría en tiempo presente progresivo. El día séptimo tuvo la misma duración que los
otros seis, 24 horas. Si el día séptimo no fue de 24 horas de duración, ¿cuándo dejó Dios
de reposar?

H. Las Escrituras afirman llanamente que la creación tuvo lugar en seis


días de 24 horas

Los días de creación fueron de 24 horas debido a las claras afirmaciones que de
ello se hacen en las Escrituras. «En seis días hizo Dios los cielos y la tierra» (Éxodo
20:11). «Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra» (Éxodo 31:17). «Porque
Él dijo y fue hecho; É1 mandó, y existió» (Salmo 33:9). «Alaben el nombre de Jehová;
Porque É1 mandó, y fueron creados» (Salmo 148:5). ¿Implican estos versículos largos
períodos de tiempo geológico? Evidentemente, no.

I. La creación fue acabada en el día sexto

Génesis 2:1 dice: «Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército
de ellos. » Dios acabó su creación en el día sexto (cp. Hebreos 4:3). Si estos fueron
largos períodos geológicos, y el medio de la creación fue la evolución, ¿por qué dice la
Biblia que el proceso evolutivo acabó en el sexto período?
Ni los dilatados períodos de tiempo ni la teoría de la evolución armonizan con
Génesis 1. Los seis días no fueron seis eras geológicas, ni tuvo lugar la creación
mediante el proceso de la evolución.

J. Adán no vivió millones de años

Adán fue creado en el día sexto -la sexta era geológica según los evolucionistas
teístas-. Y vivió a través del día séptimo, el día en que Dios descansó. Para ser

117
coherentes, los evolucionistas teístas tienen que decir que el día séptimo fue un largo día
geológico al igual que los otros seis días. Y Adán vivió durante la noche del día
séptimo. Fue expulsado del huerto del Edén, como más pronto, en el octavo día, el día
después del día de reposo de Dios, el séptimo. Así, Adán habría vivido durante un
período geológico entero, el séptimo, y en partes de los otros dos, el sexto v octavo.
Y así, según la postura del evolucionista teísta acerca de Génesis 1, Adán habría
llegado a una edad de miles y miles de años. Esto manifiesta lo incoherente de la
postura que muchos tienen acerca del relato de la creación en Génesis. Los días de
Génesis 1 fueron días solares de 24 horas, no períodos de tiempo geológico.

K. Seis días de trabajo, uno de reposo

Como último punto, un pensamiento que tiene cierto mérito es que Dios creó la
tierra en seis días de veinticuatro horas y reposó el séptimo como pauta para el hombre
en su vida. Seis días de trabajo y uno de reposo es la pauta dada para los judíos, como se
ordena en Éxodo 20:9-11. Dios hubiera podido crear la tierra y los seres vivientes en
seis segundos y reposar en el séptimo segundo. Pero para establecer una pauta eligió
seis días de trabajo y uno de reposo.
Al considerar los anteriores once puntos, uno no puede dejar de insistir en que los
días creacionales fueron días solares de 24 horas. Afirmar algo en sentido diferente sería
contradecir la armonía de la palabra de Dios. La filosofía de la evolución, tal como se
muestra hoy día, necesita tiempo a montones. Génesis no puede dar la cantidad de
tiempo preciso para el desarrollo de la vida por evolución. No se pueden encontrar
intervalos ni largos períodos de tiempo en Génesis 1. Por ello, la evolución como
proceso para explicar el origen de la vida no armoniza con el tiempo y orden de Génesis
1.

* * *

Sobre la datación sigue hablando Roger E. Dickson:


“¿Cuál es la antigüedad de la tierra? ¿Cuánto tiempo ha estado la vida
orgánica sobre la tierra? ¿Es precisa la escala de tiempo geológico? ¿Tenemos
realmente un medio preciso para medir la edad de la tierra? Estas son preguntas que
todos se han hecho una u otra vez.
Los métodos de datación no son tan concluyentes como algunos evolucionistas
quisieran hacernos creer. Lo mismo sucede con la escala de tiempo geológica. No
existe tal cosa como una fecha absoluta y concluyente para alguna cosa antigua.
¿Qué antigüedad tiene la tierra? Los evolucionistas están casi tan divididos
acerca de este asunto como se pudiera. Holmes afirma que «la tierra tiene
3.350.000.000 años de antigüedad». Simpson y Beck son más fluidos en su suposición
diciendo que el sistema solar -incluyendo la Tierra, naturalmente- tiene entre tres y diez
mil millones de años. Algunos afirman que la tierra tiene cinco mil millones de años.
Otros, que tiene seis mil millones. E incluso los hay que estiman que el sistema solar,
incluyendo nuestra buena Tierra, tienen más de dieciséis mil millones de años. Como se
puede ver, los evolucionistas están ciertamente divididos acerca de este tema”.
Cuando llegamos al problema de la datación de los restos fósiles, la confusión es
igual de grande. Louis S. B. Leakey descubrió el Zinjanthropus. Afirmó que este
«hombre-simio» tenía 1.750.000 años de antigüedad. Pocos años más tarde su hijo,
Richard Leakey, descubrió otro hombre antiguo que, afirmó él, tenía 2.800.000 años

118
según los actuales métodos de datación. Y así sigue y sigue la competición entre los que
anhelan descubrir el fósil del hombre-simio más antiguo.
Como se puede ver, la edad de la Tierra y de los restos orgánicos es un problema
desconcertante. ¿Cómo llegan los evolucionistas a estas fantásticas edades? ¿Son los
actuales métodos de datación tan precisos como algunos afirman? ¿Tiene la Tierra miles
de millones de años de antigüedad? ¿Ha estado el hombre sobre la Tierra durante
millones de años en lugar de miles de años? ¿Cuán concluyentes son los actuales
métodos de datación?
Hay problemas con cada método. No hay ningún método verdaderamente
exacto de datación. Melvin A. Cook dijo con razón: «En realidad no hay ningún
cronómetro fiable, a pesar de una opinión contraria casi abrumadora». Y Gish añade:
«Se debería estar consciente de que no hay ningún método directo para determinar la
edad de ninguna roca... Los radiocronólogos tienen que recurrir a métodos indirectos
que involucran ciertas suposiciones básicas.»
En el uso de los métodos científicos para determinación de fechas hay
problemas. Hay problemas en los métodos mismos, y hay problemas con aquellos que
utilizan los métodos. Sería bueno aquí leer atentamente la siguiente advertencia que
hace R. H. Brown:
“Al dirigirse a consultar cualquier cuerpo de literatura científica es bueno tener
en mente la inevitable tendencia de un investigador a armonizar la información
disponible para él con su visión general de las cosas. La mente humana está diseñada
para integrar y sumarizar sus observaciones en principios y posturas generalizadas.
Esta característica es necesaria para el desarrollo del entendimiento y capacidad.
Como consecuencia de sus antecedentes culturales y educativos, la mayor parte de los
especialistas en radiocarbono tienen una visión general del mundo basada en el
desarrollo actualista y evolutivo progresista de la vida”.
En relación con esto, Coppedge escribió acertadamente: «Los científicos que
aceptan la evolución son bastante lentos en aceptar resultados de datación que van en
contracorriente del dogma normativo». Como ya se ha dicho en un capítulo anterior, los
evolucionistas precisan de tiempo para su teoría. No precisan de miles de años sino de
millones y miles de millones. Y evidentemente supondrán que la tierra tiene miles de
millones. Esta suposición afecta su objetividad en la utilización de los actuales métodos
de datación.
Entre los métodos de datación vamos a citar los siguientes:
El método meteorítico. - El método meteorítico de determinación de edades se
basa en una comparación de la composición isotópica del plomo en la corteza de la
tierra con la composición isotópica del plomo en los meteoritos. Se supone que cuando
se formaron la tierra y los meteoritos, ambos tenían la misma composición de plomo. Se
supone que cuando se formó la Tierra, contenía plomo con una composición isotópica
igual a la que se encuentra en los meteoritos de hierro, y que la relación de plomo a
uranio ha sido cambiada solo por desintegración radiactiva en la superficie de la Tierra
desde que se formó su superficie. A1 comparar la composición del plomo de la Tierra
con la que se encuentra en los meteoritos los científicos han llegado a diferentes fechas
de la Tierra. Las fechas para la edad de la Tierra han oscilado entre valores desde los
dos mil millones hasta los seis mil millones de años.
Pero el problema grande con este método es que no hay forma de determinar que
la Tierra y los meteoritos tuvieron realmente la misma composición isotópica de plomo
en el principio. Los científicos sólo pueden suponer que era la misma. Y, no se puede
determinar si la velocidad de desintegración ha sido la misma en la Tierra y los

119
meteoritos. No hay manera de saber qué cambios pueden o pueden no haber tenido
lugar en la Tierra o en los meteoritos desde el principio.
El método de la sal.- Se han hecho diferentes intentos para medir la edad de la
Tierra determinando varias soluciones que se hallan en los océanos. Uno que se ha
abandonado casi por completo es el de la medición del cloruro sódico (sal) en las aguas
oceánicas.
Se creía que los océanos contenían agua dulce en el principio. A través de
millones y millones de años, la sal fue arrastrada hacia los mares por los ríos.
Suponiendo que éste fuera un proceso inmutable, se utilizó 1a presente velocidad de
aportación de sal hacia los océanos para calcular la cantidad de años que este proceso ha
estado en marcha. Algunos creían que este método de datación ponían la edad de la
tierra en alrededor de 50.000.000 años. Pero Whitcomb y Morris afirman: «Los
modernos biólogos marinos y oceanógrafos están, por otra parte, convencidos de que
la salinidad de los océanos ha sido siempre aproximadamente la misma que en la
actualidad». Y así los científicos ya prácticamente han abandonado este método de
datación.
El método del nitrato.- Este método de determinación de la edad de los océanos
se efectúa calculando el contenido del nitrato del océano en relación con 1a cantidad de
nitrato añadida anualmente por los ríos. John G. Read, un científico que había sido antes
un evolucionista ateo, calculó, utilizando este método, que los océanos tienen
aproximadamente 6.000 años. En vista de éste y otros métodos de datación que miden
las edades de los océanos en miles de años en lugar de en millones, Coppedge afirma:
«En vista de tales evidencias, parecería razonable mantener una mente abierta hacia la
posibilidad de que, después de todo, el pasado de 1a Tierra puede ser medido en miles
en lugar de en millones de años.» Pero, naturalmente, ningún evolucionista puede
aceptar unas edades tan pequeñas para la antigüedad de la Tierra. Por ello, cualquier
método de datación que produzca tales edades es inmediatamente puesto en cuestión, si
no rechazado sin más contemplaciones, lo que significa que los evolucionistas no
buscan la verdad sino su “verdad”, que como estamos viendo, y veremos, es falsa: la
evolución no existe, y la Tierra y toda la Creación no es tan vieja como parece, sino
como dice la Biblia: sólo tiene miles de años.
El método de la fluorina.- Éste ha sido uno de los principales métodos para la
datación de fósiles. Cuando un fósil es sepultado en un suelo que contiene flúor,
mediante un proceso de «intercambio iónico» el hueso absorbe el flúor del suelo. La
edad del fósil puede ser determinado midiendo la cantidad de flúor contenido en el fósil
en relación con la velocidad de absorción de flúor en un fósil.
La exactitud de este método depende de muchas cosas. En primer lugar está el
contenido de flúor en el suelo. Si el suelo tiene un elevado nivel de flúor, los fósiles
pueden saturarse demasiado rápidamente. También no puede hacerse comparación entre
los fósiles en distintos lugares donde el contenido en flúor del terreno es diferente.
Prácticamente la única utilización que tiene este método es determinar las diferencias
entre las edades de varios fósiles que hayan sido encontrados en el mismo lugar.
El método del helio.- Esté método de datación es una medición de la cantidad
de helio atrapado en ciertas rocas, especialmente meteoritos. Este método está
relacionado con los métodos de datación radiométrica que se considerarán más tarde.
Pero por ahora se puede citar el análisis de Klotz, que afirma, acerca de este método:
«...se cree generalmente que este método no es fiable en la determinación de la edad de
las rocas debido a que el helio, al ser un gas, es susceptible de escapar. Como
resultado, se consiguen diferentes cifras a partir de los minerales constitutivos que se
encuentran en una sola roca. »

120
El método del uranio – plomo.- Este método de datación se basa en el cambio
del uranio a un isótopo de plomo y a helio a lo largo de un extenso período de tiem po.
Esta velocidad de descomposición es la siguiente: 7.600.000.000 gramos de uranio dan
alrededor de un gramo de plomo al año. «...la edad de un mineral puede ser
determinada por la relación entre el uranio restante y el plomo producido por la
desintegración de lo que originalmente era uranio.» Simpson y Beck dan la siguiente
fórmula:

Gramos de plomo / gramos de uranio x 7.600.000.000 = edad

Aunque este método parece preciso cuando se observa superficialmente, se basa


sobre algunas grandes suposiciones. Tanto Simpson como Beck señalan que este
método demanda «buenos y recientes cristales de minerales radiactivos que fueran
formados al mismo tiempo que la roca que los contenía». Para ser ventajoso para la
teoría de la evolución, estos minerales radiactivos tienen que estar asociados con rocas
conteniendo fósiles. Dicen ellos: «Relativamente pocos minerales de uranio presentan
estas dos cualificaciones. »
Este método demanda no pocas suposiciones. Las siguientes son algunas de
ellas:

A. La suposición de «la inexistencia de plomo»

Se tiene que suponer que las primeras rocas de la Tierra no contenían ningún
plomo, sino que estaban compuestas de uranio y torio. Richard Acworth señala que “los
métodos que involucran la desintegración del uranio a plomo dan resultados muy
discordantes, y es imposible estar seguro de si todo el plomo actual provino de la
desintegración del uranio». Para el creacionista, no hay aquí problema alguno. Dios
pudo haber creado rocas con uranio y plomo a la vez. Y asimismo, en relación con este
punto, se han presentado especimenes que han dado fechas más antiguas que las que
nadie pudiera aceptar, ni siquiera los evolucionistas.

B. La suposición del «sistema cerrado»

Se supone que los especimenes medidos han sido «sistemas cerrados» sin
influencia del exterior. Morris afirma: «Es casi cierto que tales minerales no habrían
podido funcionar como "sistemas cerrados" durante varios miles de millones de años
de tiempo geológico. Es fácilmente posible que algo del uranio haya sido extraído o que
algo de plomo radiogénico haya sido añadido muchas veces durante unos lapsos de
tiempo tan fantásticamente largos.»

C. La suposición de la «velocidad constante de desintegración»

Se tiene que suponer que la velocidad de desintegración ha sido constante a


través de los supuestos miles de millones de años. Morris afirma que «la velocidad de
desintegración puede haber disminuido al disminuir gradualmente la incidencia de
radiaciones cósmicas y de otro tipo en el ambiente». Es imposible determinar la
longitud original de una vela observando ahora su velocidad de acortamiento. Uno
podría llegar a una aproximación de la longitud de la vela mediante una evaluación de
sus restos. Pero, ¿ha estado quemando la vela a la misma velocidad todo el tiempo del

121
pasado? No hay ninguna respuesta segura para esta pregunta. Y ésta es una pregunta
referente al reloj radiactivo que no puede recibir respuesta.

El método del potasio-argón.- Un prometedor método de datación que ha sido


desarrollado en años recientes es el del potasio-argón. Básicamente, este método
depende del hecho de que el potasio natural contiene un isótopo de potasio-40 (K40),
que se desintegra a una velocidad conocida convirtiéndose en el gas inerte argón-40 (Ar
40), que queda atrapado en los cristales de los minerales de potasio. Las estimaciones
del contenido de argón de una muestra de uno de estos minerales, obtenidos de un
depósito conteniendo huesos fósiles, medirá indirectamente la edad de los huesos.
Este método ha sido utilizado para establecer fechas hasta 600 millones de años
en el pasado.
Pero hay algunos problemas consustanciales al método. A1 utilizar el método
del potasio-argón y el del uranio hay siempre el problema de la contaminación. Acworth
advierte que «el argón es un gas común en la atmósfera de la tierra, y es imposible
decir cuál es la proporción de argón en un espécimen dado de roca que provino de la
desintegración del potasio y qué proporción provino de la atmósfera.» Éste parece ser
el mayor problema asociado con el método. Garniss H. Curtis, un evolucionista, dijo
con referencia al método potasio-argón: «Sin embargo, cada muestra que viene a
nuestro laboratorio está contaminada de una manera desafortunada». Y
desafortunadamente este hecho dificulta en gran manera la precisión de este método.
Y luego hay el problema de determinar la edad del fósil por el suelo en que se
encuentra. El método del potasio-argón se utiliza para datar el sedimento, y luego el
fósil es datado indirectamente por los sedimentos en que se encuentra. Pero Michael H.
Day, un evolucionista, advierte diciendo: «A fin de conseguir resultados precisos y
coherentes en base de este método se tiene que ejercer un gran cuidado en la selección
de muestras para asegurar que el espécimen utilizado en esta estimación sea
contemporáneo con el deposito.»
¿Pero cómo se puede datar con precisión un fósil mediante la datación del
sedimento en el que yace? ¿Puede acaso un animal que cayó muerto en el suelo que se
supone tiene mil millones de años, y que luego fue cubierto por una tormenta de arena,
una inundación, un volcán, un terremoto o un movimiento de tierra, ser datado con
precisión datando el suelo en el que yace? La verdad es que la precisión del método del
potasio-argón se encuentra oculta en una nube de suposiciones.
En muchos lugares del mundo hay áreas en las que se encuentran sedimentos
más antiguos encima de otros más recientes. Este tipo de formaciones recibe el nombre
de sobrecorrimientos. Y, en base de los presentes métodos de datación, estos
sedimentos están en orden inverso. Se han encontrado cientos de millas cuadradas de
terreno más antiguo reposando sobre lo que se ha datado como estratos más recientes.
Pero se tiene que reconocer que esto presenta un serio problema para la datación de los
fósiles mediante el método del potasio-argón.
Con referencia a los métodos de uranio-plomo y del potasio-argón, Simpson y
Beck dicen: «En la actualidad, sin embargo, la precisión de los métodos y la cantidad
de fechas obtenidas de ellos no son suficientes para justificar nuestra confianza en
fechas absolutas sólo en tal estudio». El método del potasio-argón está abrumado de
suposiciones. Por ahora, no se debería poner tanta fe en ello como un medio de
datación. Ésta parece ser la conclusión de muchos científicos.

122
El método del carbono-l4. - El método de datación de carbono-14 (C-14) fue
descubierto en 1984 por Willard F. Libby en el Instituto de Estudios Nucleares. Day
describe este método de datación de la siguiente manera:
“Los átomos de nitrógeno en la atmósfera superior son bombardeados por
neutrones producidos por la radiación cósmica resultando en la producción de una
proporción conocida de carbono radiactivo (C14) que viene a ser incorporado en
dióxido de carbono atmosférico. A su vez, este dióxido de carbono es absorbido por la
vegetación y pasa a los tejidos animales cuando las plantas son comidas. Cuando el
animal muere no se absorbe más carbono radiactivo, y la emisión de rayos beta va
reduciendo gradualmente 1a radiactividad de los restos a la mitad después de un
período de 5.730 años, lo que recibe el nombre de «vida media» del isótopo."
Algunos han establecido la vida media del C-14 inicial como de 5.568 años. Hay
algunas diferencias de opinión con respecto a los años de vida media aquí. Pero la
diferencia es pequeña y no afecta demasiado al tema que se toca. La vida media
significa que la mitad de la cantidad remanente de C-14 de un espécimen dado «desa-
parecerá» como resultado de la desintegración radiactiva cada 5.568 años.
Uno de los primeros problemas afrontados por este método de datación es la fe
excesivamente confiada que los evolucionistas tienen en él. Esta excesiva confianza ha
tenido como resultado la ampliación de su precisión en la medición de especimenes.
Algunos evolucionistas han pretendido que da una cronología de la vida hasta 70.000
años atrás. Otros afirman que es preciso hasta los 50.000 años. Al refinarse más y más
el método del C-14, estas desenfrenadas especulaciones de precisión hasta cuarenta,
cincuenta o setenta mil años en el pasado se convierten en fantasías de los
evolucionistas. En realidad, este método de datación no es demasiado preciso más allá
de alrededor de los 8.000 años.
A1 comparar las fechas de muchos especimenes datados por el método del C- l4
con las fechas de la cronología egipcia, Libby afirma que «los dos juegos de fechas
concuerdan hasta llegar a los 4.000 años antes del presente». Seguía diciendo que «la
incertidumbre en las edades históricas de las muestras individuales y la dispersión más
allá de 4.000 años antes del presente son grandes». Donald E. Chittick afirma que
«parece bastante arriesgado empujar las fechas radiocarbónicas más allá de los cinco
mil años en el pasado... » Recientes estudios del método del C-14 ponen su capacidad
por debajo de los 30.000 años. La exactitud de fechas en las edades más altas se
encuentra ciertamente en tela de juicio por parte de muchos científicos. Pero con todo
ello, 30.000 es sólo un punto de tiempo para lo que los evolucionistas necesitan para su
teoría.
Hay también contradicciones entre el método del C-14 y el método del potasio-
argón. Por ejemplo, en una localidad de estudio específica, el método del argón-potasio
asignaba una fecha a un estrato rocoso de 1.750.000 años. Pero dentro de los estratos se
encontraban huesos de mamíferos que por el método de C-14 fueron datados en sólo
10.000 años. ¿En qué método de datación debemos creer?
En realidad, la datación por C-14 ha dejado perplejos a algunos evolucionistas.
En base de la datación por C-14, muchas cosas no son tan antiguas como se había creído
originalmente. Heinze afirmaba: «Las fechas que han sido establecidas por datación
radiocarbónica han sido publicadas en Science hasta 1959, y en la revista Anual
Radiocarbon desde entonces. A1 examinar estas fechas, uno se queda impresionado al
principio por el hecho de que la inmensa mayoría de las muestras datadas son muy
recientes, con un porcentaje muy pequeño apareciendo con más de diez mil años.» Con
respecto a esto, Brown añade: «La datación radiocarbónica de abetos sepultados por el
avance glacial en Wisconsin ha forzado a los geólogos a reducir el tiempo supuesto que

123
ha transcurrido desde el principal avance glacial desde 25.000 años solares a 11.400
años radiocarbónicos.» Así, la datación por C-14 ha disminuido la cantidad de años que
la vida ha estado en la Tierra.
Hay ciertos problemas que se tienen que considerar al utilizar la datación por C-
14. El mayor problema es que hay evidencia de que la cantidad de C-14 en la atmósfera
no ha sido la misma que en la actualidad. En Geochronicle Libby afirma: «Quizás la
suposición más importante por sí sola del método de radiocarbono sea la de que la
velocidad de producción de C-14 por los rayos cósmicos en la atmósfera superior ha
sido constante». No hay prueba absoluta de que la cantidad de C-14 en la atmósfera
haya sido constante a lo largo de los “millones” de años de evolución. Esto nos llevaría
a suponer también que la cantidad de C-14 en la atmósfera no ha sido constante.
Se tiene que entender que la mayor parte de los trabajos primitivos con el
método del C-14 estaban basados en la visión actualista del mundo, esto es, que todas
las cosas han seguido siendo desde el principio tal como las observamos ahora. Los
primeros cálculos fueron hechos con la idea de que la Tierra tiene miles de millones de
años de antigüedad. No se consideró ninguna idea como la de que haya tenido lugar un
Diluvio universal en la época de Noé. Y tampoco se considera en la actualidad por parte
de los evolucionistas.
Tenemos que considerar también el hecho de que se ha ido añadiendo C-14 a la
atmósfera desde 1850, desde la revolución industrial. La utilización de combustibles
fósiles - carbón, petróleo, gas, etc.- ha añadido C-14 a la atmósfera y ha complicado el
método de datación por C-14. Acworth explica:
“...incluso hoy, el carbono 14 (radiocarbono) no está en equilibrio en la
atmósfera. Libby, el autor del método del radiocarbono, descubrió que la velocidad de
formación del radiocarbono era de 18,8 contajes por gramo por minuto, y que la
velocidad de desintegración era sólo de 15,3 contajes. En otras palabras, descubrió que
la velocidad de desintegración era de de sólo 0,81 de la velocidad de producción.
Posteriores cálculos efectuados por Hess, Suess y Lingenfelter dan ese valor como de
0,72. De hecho, por tanto, bien lejos de estar en equilibrio, el radiocarbono está siendo
acumulado constantemente en la atmósfera en este momento”.
Juntamente con lo que se ha dicho anteriormente con respecto a la influencia de
la visión que tenga uno del mundo al datar, es interesante señalar lo que Acworth dice
acerca de los hallazgos de Libby, Hess, Suess y Lingenfelter. Añade:
“Pero debido a que no podían concebir una edad de la Tierra tan reducida
como la que estas cifras sugerirían, ni admitir que no había ningún fósil que tuviera
más de 10.000 años, o menos, los científicos han preferido adoptar un supuesto sistema
en equilibrio, atribuyendo la discrepancia al error experimental”…
A1 utilizar el método del C-14 hay también el problema de la contaminación.
Hay siempre la posibilidad de que la infiltración de agua o factores desconocidos
pudieran añadir C-14 al fósil. Hay también el problema de que el bombardeo de los
rayos cósmicos sobre la atmósfera superior no haya sido constante en el pasado. Esto se
ha dicho antes, y es una gran suposición por parte de algunos evolucionistas. James R.
Arnold, colaborador de Libby, dijo: «Por ahora no hay pruebas, con independencia del
método, de que la intensidad de los rayos cósmicos hayan permanecido constantes, y,
por muy razonable que ello pueda ser, tenemos que clasificar esto como una pura
suposición».
Hay todavía mucho trabajo que hacer en el área de la datación con C-14. El
principal punto como conclusión de esta discusión es tener presente que todos los
métodos de datación están basados en ciertas suposiciones. Sólo alguien que esté

124
anhelante de justificar su ideología ya prejuzgada aceptaría los resultados de los
métodos de datación sin un estrecho escrutinio y examen.
Se utilizan varios métodos para fechar las rocas y los fósiles. Estos métodos de
datación han sido utilizados para mantener la validez de la escala de tiempo geológica.
Pero, ¿dónde se originó la escala de tiempo geológico? ¿Cuál es su propósito? Y, ¿se
trata de algo real?
Tenemos que recordar que la escala de tiempo geológico fue establecida antes
del surgimiento de los modernos métodos de datación. Fue establecida sobre una
asunción evolucionista. Y hoy muchos evolucionistas la utilizan como instrumento de
datación para situar cualquier fósil que descubran.
La escala de tiempo geológico es uno de los más grandes problemas que afronta
el evolucionista. «Nadie negará», dice Klotz, «que todo el esquema de la disposición de
la escala de tiempo geológico es sumamente especulativo, tiene muchas dificultades, y
presenta una gran cantidad de problemas para los evolucionistas.» Y así es.
En realidad, la «escala de tiempo» fue originada hace unos 150 años por Charles
Lyell (1797-1875). Son pocos los cambios que han sido hechos con respecto a los
nombres desde aquel entonces.
Lyell y otros basaban su escala de tiempo en la hipótesis del actualismo. Pero el
actualismo es una suposición, y nunca podrá ser nada más que esto. James W.
Valentine, un bien conocido geólogo, afirmó:
“La doctrina del actualismo (evolución) ha sido vigorosamente discutida en
años recientes. Una cantidad de escritores, aunque enfocando el tema desde diferentes
perspectivas, han llegado a estar de acuerdo en que esta doctrina está compuesta en
parte de componentes erróneos y carentes de significado, y así han sugerido que sea
descartada corno suposición formal de la ciencia geológica.”
Whitcomb y Morris dijeron acertadamente: «El actualismo, en otras palabras,
ha sido simplemente supuesto, no demostrado. El catastrofismo (Creacionismo-Diluvio)
ha sido simplemente negado, no refutado”.

ESCALA DE TIEMPO GEOLÓGICO

(SEGÚN LOS EVOLUCIONISTAS)

ERA ÉPOCA AÑO IDEAS


(millones) EVOLUCIONISTAS
ACERCA DEL
DESARROLLO
CENOZOICO CUATERNARIA Primeros hombres,
plantas y mamíferos
Holoceno modernos.
(reciente)
Pleistoceno 1

TERCIARIA
Plioceno 12 Desarrollo del
hombre primitivo
Mioceno 25
Oligoceno 35 Desarrollo de las
plantas más elevadas
y mamíferos. Bosques

125
extendidos.
Eoceno 60
Paleoceno 70
MESOZOICO Cretáceo 135 Extinción de los
dinosaurios,
expansión de las
angiospermas.

Jurásico 180 Primeros mamíferos y


aves, angioespermas
surgen de las
gimnospermas.

Triásico 230 Primeros dinosaurios,


algunas aves y
mamíferos.

PALEOZOICO Pérmico 280 Desarrollo de los


reptiles primitivos.

Carbonífero 330 Primeros reptiles,


(Superior) bosques de plantas
filicíneas.

Carbonífero 345 Primeros anfibios,


(Inferior) peces se extienden,
primeros depósitos de
carbón.

Devónico 400 Primeros insectos,


peces sinhuesos,
dominio de las algas.

Silúrico 425 Primeros animales y


plantas terrestres,
peces primitivos.

Ordovícico 500 Peces más primitivos,


primeros vertebrados
y algunas plantas
terrestres.

Cámbrico 600 Primeros


vertebrados,
aparición de la mayor
parte de filums,
abundancia de
invertebrados
marinos.

126
PROTEROZOICO Precámbrico 1. 500 Algunas plantas
marinas, algas.
ARQUEOZOICO 2.000 Ninguna evidencia
fósil reconocible.

Qué capas de estratos hayan sido depuestas gradualmente a lo largo de millones


de años de una manera regular y sin perturbaciones es sólo una suposición. Aunque
algunos evolucionistas se aferran esforzadamente a la doctrina del actualismo con uñas
y dientes, la evidencia en contra de ella es brumadora.
Hay algunos problemas sumamente severos que hacen que la escala de tiempo
geológico, según los evolucionistas, sea extremadamente dudosa. Se trata de problemas
que exigen que se la relegue de los archivos de la Ciencia. Los evolucionistas no tienen
pocos problemas con ella. Por lo general, lo que se hace es ignorarlos. Lo que sigue es
una consideración de estos problemas.

A. El problema de los «fósiles»

El problema de los fósiles es más que meramente un punto de discordia. Se trata


de una fractura múltiple de la escala de tiempo geológico. «Hace más de 150 años
William Smith, de Inglaterra, determinó que cada estrato está caracterizado por ciertos
fósiles indicadores; así, es posible identificar estratos similares en diferentes partes del
mundo. » Esto es lo que afirman los evolucionistas. En otras palabras, se supuso en
primer lugar la evolución de formas de vida más simple a formas de vida más
complejas. Se supuso que los estratos con organismos más simples eran más antiguos
que las formaciones con organismos más complejos. Aquí se puede ver con claridad que
la escala de tiempo geológico se originó con la suposición de que la evolución era un
hecho.
Miremos esto más estrechamente. La escala de tiempo geológico está en realidad
basada en un razonamiento absurdo de círculos de manera que se fechan las rocas por
los fósiles y asimismo se fechan los fósiles por las rocas…
Sears escribió: «Pero a mí me parece que el mayor error se ha introducido en
el método de datar los estratos geológicos mediante la utilización de fósiles clave. Y a
su vez determinando la edad de los fósiles por el estrato en que se encuentran.» En la
Encylopedia Britannica (ed. 1956) R. H. Rastall señala con claridad esta falacia de
establecer fechas:
“No se puede negar que desde un punto de vista estrictamente filosófico los
geólogos están aquí discurriendo en círculos. La sucesión de organismos ha sido
determinada mediante un estudio de sus restos sepultados en las rocas y las edades
relativas de las rocas han sido determinadas por los restos de los organismos
contenidos en ellas”...

B .El problema de los «fósiles fuera de lugar»

Junto con el problema enunciado más arriba de la datación de los estratos se da


el hecho de que hay fósiles que están situados en estratos que no corresponden; esto es,
que no corresponden al orden que apoyaría una teoría coherente de desarrollo evolutivo.
Por ejemplo, se han encontrado granos de polen de la familia del pino en el fondo del
Gran Cañón en estratos del precámbrico. Pero, en base de la teoría de la evolución, estas
formas complejas de vegetación no surgieron sino hasta millones de años más tarde. En

127
realidad, no hay nada de verdad en la mayor parte del apoyo que la escala de tiempo
geológico da en favor de la teoría de la evolución.

C. El problema del «eslabón perdido»

Los evolucionistas mantienen que la vida se ha desarrollado gradualmente a


través de evos de tiempo para llevar a las presentes formas de vida. Entonces es
razonable que, si ello fuera cierto, el registro fósil estaría repleto de formas de transición
en los estratos de la escala de tiempo geológico. Kerkut afirmó: « La evidencia más
importante para la teoría de la evolución es la que se obtiene del estudio de la
Paleontología.» Y nosotros supondríamos que así tendría que ser si la evolución fuera
verdad. Pero en el registro fósil no aparece ningún desarrollo evolutivo.
E1 registro fósil está vacío de las formas de enlace evolutivas intermedias.
Charles Darwin ponderaba: «Pero como por esta teoría tienen que haber existido
innumerables formas de transición, ¿por qué no las encontramos sepultadas en
cantidades incontables en la corteza de la tierra?» La ausencia de las formas
intermedias del desarrollo evolutivo en las formaciones geológicas acosó sin fin a
Darwin, quien, pese a todo, acabó siendo ateo... Y sigue acosando a los evolucionistas
en la actualidad. Éste es uno de los más serios problemas para la teoría de la evolución.
Los evolucionistas precisan de formas intermedias de vida, «eslabones
perdidos», pero no existen tales evidencias de desarrollo en los estratos geológicos. A.
Cressy Morrison escribió: «Parece, sin embargo, que la búsqueda en pos del "eslabón
perdido" va probablemente a resultar inútil». La mayor parte de evolucionistas admiten
que «aunque los fósiles proveen mucha evidencia para apoyar nuestras teorías
evolucionistas, sigue habiendo "eslabones perdidos" no hallados». T. N. George añade:
«Ya no hay más necesidad de pedir excusas por la escasez del registro fósil. En ciertos
aspectos ha venido a ser casi inmanejablemente rico, y los descubrimientos están yendo
más rápidos que la integración... Sin embargo, el registro fósil sigue estando
compuesto principalmente por discontinuidades. » …
Los fósiles no dan apoyo a la escala de tiempo geológica como les gustaría a los
evolucionistas. Julián Huxley admite acerca de los fósiles: «Desafortunadamente,
durante quizá tres cuartas partes del campo geológico, las rocas están casi vacías de
ellos [fósiles]; cualesquiera que estuvieran allí han sido quemados o aplastados hasta
ser irreconocibles, mientras que la mayor parte de los animales no pudieron ser
fosilizados en absoluto, al ser todavía de cuerpos blandos.» Jarman escribió: «El
registro fósil del hombre es incompleto» Y ciertamente lo es. A. M. Winchester
concluye así: «El registro no es en absoluto completo, hay grandes discontinuidades
que cubren millones de años en los que no se han encontrado absolutamente ningún
tipo de registros. Es en cierto modo como si se nos permitiera ver fotogramas aislados
de una gigantesca película de la vida en movimiento a través de las edades.»

D. El problema de «un orden no completo»

Otro problema con la escala de tiempo geológico es que no hay ninguna


localidad en la Tierra donde se encuentren todos los estratos de la escala juntos. En
realidad, se monta como un complicado «rompecabezas» a partir de diferentes estratos
situados a miles de kilómetros entre sí. Y si se colocaran todas las piezas de los estratos
de la escala de tiempo geológico una sobre otra en sucesión, como a los evolucionistas
les gustaría, el grosor total sería de más de ciento cincuenta kilómetros.

128
El hecho de que no exista ningún orden sucesional completo de todos los
estratos geológicos en ningún lugar de la Tierra complica de una manera grandiosa los
problemas para los evolucionistas.
Debido a que no hay ninguna área donde quede representada toda la serie, se
disponen piezas de áreas diferentes sobre la suposición de que las menos complicadas
deberían ser las más antiguas. Los evolucionistas deciden en qué orden deben ser
dispuestas las rocas mediante el orden en que ellos creen que evolucionaron los
organismos…
E. El problema del «desorden»

Los problemas para los evolucionistas y la escala de tiempo geológico se quedan


adicionalmente complicados por el hecho de que existen muchos estratos fuera de
orden. En otras palabras, hay muchos lugares donde los estratos más antiguos se
encuentran encima de estratos más recientes. Los evolucionistas reconocen este
problema. Se afirma: «Otro factor que complica la interpretación del registro geológico
involucra los numerosos plegamientos y fracturas que han tenido lugar en la corteza de
la tierra».
Se encuentran por todo el mundo áreas donde se encuentran estratos más
antiguos encima de otros más recientes. Hay el Sobrecorrimiento del Monte Heart en
Wyoming, los ejemplos de los Alpes suizos, de las Highlands escocesas y del norte de
la India. Estas evidencias presentan problemas no pequeños para los evolucionistas
actualistas.
La edad de los estratos se determina mediante los denominados fósiles de zona
que se encuentran en ellos. Los fósiles más primitivos y supuestamente más antiguos
determinan estratos más antiguos. Los fósiles más recientes determinan estratos más
recientes, según los evolucionistas. Pero para los evolucionistas aquí la imagen queda
poco distinguible y muy desenfocada. Hay muchos estratos antiguos en la corteza de la
tierra que se encuentran encima de otros que se suponen más recientes. ¿Cómo
podremos explicar este «desorden» de estratos por medio de una filosofía evolucionista?
La explicación que se da comúnmente para estos «fenómenos geológicos» es lo
que se llama un proceso de sobrecorrimiento. Este sobrecorrimiento habría tenido lugar
a lo largo de un período de millones de años… A lo largo de evos, se pretende que los
estratos antiguos fueron empujados por enormes presiones a deslizarse por encima de
los más recientes. Pero no hay evidencia en estas áreas, ni de sobrecorrimientos ni
litificación. Whitcomb y Morris afirman: «Parece casi fantástico concebir tales
inmensas áreas y masas de rocas realmente comportándose de tal forma...» Y desde
luego parece increíble que miles de kilómetros cuadrados pudieran ser “empujados”
por encima de miles de kilómetros cuadrados de otras rocas. Pero esto es lo que los
evolucionistas están pidiendo a científicos que crean. Whitcomb y Morris concluyen:
“Nada de lo que conocemos de los actuales movimientos de tierra, de esfuerzos
compresivos y de cizalladura, del flujo plástico de materiales rocosos, o de otros
modernos procesos físicos, da ninguna base de observación para creer que tales cosas
estén sucediendo en la actualidad ahora o que hubieran podido suceder jamás, excepto
bajo unas condiciones extremadamente insólitas”...

F. El problema de los «troncos de árboles»

Aquí tenemos otros problemas que los evolucionistas simplemente echan a un


lado. En Essen, Alemania, así como en muchos otros lugares del mundo, existe lo que
se llama fósiles poliestráticos. Estos fósiles se extienden a través de más de una capa de

129
estratos. En Inglaterra se encontró un árbol que tenía más de treinta metros de altura.
Estaba yaciendo formando un ángulo de 40° y se extendía a través de un estrato que se
suponía había sido depositado a lo largo de un período de millones de años. Pero si tal
cosa fuera cierta, en base de la teoría de la evolución, las secciones superiores del árbol
se habrían descompuesto antes de que hubiera podido quedar totalmente sepultado.
Estos hechos no pueden ser explicados por los evolucionistas. El actualista
(evolucionista) se queda sin ninguna posible explicación. ¿Cómo se formaron estos
fósiles poliestráticos? G. D. Hebbert afirmó acertadamente. «La evidencia de los fósiles
apoya muy decididamente la creación y no la teoría de la evolución.» Este tipo de fósil
da un evidente apoyo a un diluvio noéico catastrófico y no al actualismo. ¿Podría este
fósil poliestrático ser realmente evidencia de que Dios creó la vida, y después la
destruyó de la faz de la Tierra mediante un Diluvio universal?

G. El problema de la «huella»

El 1 de Junio de 1968 William Meister encontró cerca de Delta, Utah, unas


pisadas humanas fosilizadas en las que había unos fósiles de trilobites. Pero los
evolucionistas mantienen que «los restos fósiles de estos organismos (trilobites) son
abundantes en las rocas del período Cámbrico, que queda a 550 millones en el pasado,
aproximadamente. Eran las formas animales dominantes durante la parte primitiva de
la era Paleozoica, pero... se extinguieron... hace unos 200 millones de años». Esto es lo
que los evolucionistas afirman, pero en Utah tenemos evidencia de pisadas humanas en
un estrato asignado a una época de hace más de 200 millones de años…
Consideremos también el río Paluxy cerca de Glen Rose, Texas (ya comentado).
Lo que esta localidad -y muchas como ésta- demuestra es que el hombre y los
dinosaurios fueron contemporáneos.
En este lecho de río se descubrieron pisadas humanas en estratos del Cretáceo.
En la misma capa se descubrieron también pisadas bien conservadas de dinosaurios. El
período Cretácico está datado, supuestamente, en 135 millones de años antes del
presente. Pero se supone que el hombre no evolucionó hasta finales del período
Terciario. Los dinosaurios se extinguieron (así se supone) durante el período Cretácico.
No es pequeño el problema que aquí afrontan los evolucionistas. Se han descubierto,
repetidas veces, huellas humanas en estratos que supuestamente tienen millones de años
de antigüedad. Albert C. Ingalls hizo la siguiente interesante afirmación en relación con
esto:
“Si el hombre, o incluso su antecesor simio, o incluso el antiguo antecesor
mamífero de este simio, existieron en época tan remota como el período Carbonífero
[períodos Pennsylvánicos y Missisippianos en la notación americana] en cualquier
forma, entonces toda la ciencia de la geología está tan equivocada que todos los
geólogos se darán de baja y se dedicarán al transporte. Por esto, al menos por ahora,
la Ciencia rechaza la atractiva explicación de que el hombre hizo estas misteriosas
pisadas en el barro del período Carbonífero con sus propios pies”...
Esta acepción no es científica, la evidencia del río Paluxy conculca frontalmente
la teoría de la evolución, por lo que podemos concluir que los evolucionistas son
“ciegos que no quieren ver”, que no quieren ver la evidencia que les presenta la
verdadera Ciencia, no la pseudociencia inventada por ellos para negar a Dios.

130
H. E1 problema de «la aparición repentina»

¿Por qué hay una aparición repentina de todos los filums principales en el
período Cámbrico sin evidencia alguna de desarrollo?... Esta repentina aparición de la
vida en la era Cámbrica es un problema no insignificante para los evolucionistas por
dos razones. Primera, se da el hecho de la aparición repentina de la vida en la escala
misma de tiempo geológico. Y en segundo lugar hay la ausencia de explicación por
parte de cualquier geólogo evolucionista. Simpson y Beck afirman: «...Los fósiles se
vuelven variados y abundantes sólo al principio del Cámbrico... » Y prosiguen para
admitir: “El repentino contraste entre las rocas del precámbrico, donde los fósiles son
raros o dudosos, y el Cámbrico, donde son abundantes, plantea un serio interrogante:
¿por qué? Un buen científico tiene que estar dispuesto a decir, "no lo sé", y por ahora
esta es la respuesta correcta.» Richard M. Pearl, un evolucionista, afirmó: «La pobre
evidencia de la vida del Precámbrico es asombrosa en vistas a la abundancia de vida
que se registra en las rocas del Cámbrico y de otras eras posteriores». Darwin afirmó:
«A la pregunta de por qué no encontramos ricos depósitos fosilíferos pertenecientes a
estos pretendidos períodos anteriores al sistema Cámbrico, no puedo dar ninguna
respuesta satisfactoria.» Y tampoco pueden darla los evolucionistas actuales.
Todas las formas principales de vida invertebrada han sido descubiertas en las
rocas del Cámbrico. Gish escribe: “¡No se ha encontrado ningún fósil multicelular
indiscutible en rocas del precámbrico!” « Por todas las apariencias, entonces,
basándonos en los hechos conocidos del registro histórico, tuvo lugar una gran
explosión de vida a un alto nivel de complejidad. E1 registro fósil no da evidencias de
que estos animales del Cámbrico se derivaran de formas ancestrales precedentes.»
Esto parece ser característico de todas las formas de vida; esto es, que hay una
repentina aparición de cada forma de vida, planta o animal, sin evidencia alguna de
desarrollo evolutivo. R. B. Goldschmitdt escribió: “Cuando aparece un nuevo filum,
clase u orden, sigue una diversificación rápida, explosiva (en términos de tiempo
geológico) de manera que prácticamente todos los órdenes o familias conocidos
aparecen repentinamente y sin ninguna transición aparente" Klotz señala esto en el
mundo de las plantas:
“Uno de los grandes problemas de la evolución de las plantas, y especialmente
de la evolución de las plantas con flores, es el hecho de que las últimas aparezcan tan
repentinamente en el registro geológico. Como hemos señalado antes, aparecen en
gran variedad y abundancia en la última parte del período Cretácico. Darwin llamó su
origen un “abominable misterio”, y la mayor parte de los evolucionistas siguen estando
de acuerdo”.
Si la vida se desarrolló lentamente a lo largo de prolongadas eras, como se indica
en la escala de tiempo geológico, evolucionista, nos quedamos sin explicación alguna
para la evidencia que muestra que la vida surgió repentinamente sin desarrollo gradual.
Algunos evolucionistas intentan explicar inadecuadamente este problema diciendo que
en ello están involucrados millones de años y que hemos descubierto sólo las formas de
vida totalmente desarrolladas. Pero, ¿es mucho pedir a los evolucionistas que presenten
al menos un fósil que sea transicional? ¿Dónde están todos los eslabones perdidos?...
Por otra parte, los evolucionistas tienen mucha dificultad en explicar la repentina
desaparición de la vida. «Es también interesante señalar que el registro científico se ve
algo tensado al tratar de explicar por qué los dinosaurios se extinguieron
repentinamente (relativamente hablando). Se habían pasado alrededor de 140.000.000
años adaptándose para la supervivencia y luego desaparecieron en unos pocos siglos.»
El registro geológico es en realidad una imagen de muerte, de extinción y no de

131
desarrollo. El registro fósil está repleto de restos de la extinción de formas bien
desarrolladas y complejas de vida. E, indudablemente, la escala geológica de tiempo
está totalmente fuera de tiempo. «Está claro que las dilatadas eras de la escala de
tiempo geológico son asunto de fe más que de evidencia.»
Sin millones de años de tiempo, la evolución es una teoría muerta. Los
evolucionistas afrontan problemas que precisan de tiempo. Con el tiempo suficiente,
cualquier cosa puede suceder. Esto es lo que ellos afirman. Estas filosofías tan
arraigadas han afectado en gran manera la utilización objetiva de los métodos de
datación. Y tales filosofías han constituido el fundamento de la escala de tiempo
geológico. Fue fundada sobre el supuesto de la filosofía de la evolución, y así sigue en
la actualidad.
No hay ningún método de datación a prueba de error. Cada método de datación
científica está basado en ciertas suposiciones. Y las suposiciones pueden ser muy
afectadas por la filosofía general que uno tenga de la vida. Si el investigador es un
evolucionista, tiene que tener tiempo. Por ello, su filosofía se revelará en sus
conclusiones. Si sus experimentos no le dan el tiempo suficiente, entonces lo atribuye a
error experimental, y vuelve a comenzar desde cero.
La escala de tiempo geológico es ensueño de los evolucionistas, pero es ensueño
distorsionado. Al irse conociendo las nuevas evidencias, el desorden de las pretendidas
épocas viene a hacerse más y más prominente. Darwin creía que cuando se descubrieran
más fósiles en el futuro, se rellenarían los huecos en su geología. Esto era un mero
deseo. Desde aquel entonces lo que ha sucedido ha sido lo contrario. El actualismo de
Lyell está siendo aplastado y los “eslabones perdidos” de Darwin siguen estando
perdidos. Pero los evolucionistas siguen cavando y cavando, esperando que sus picos y
palas golpearán algún día el anhelado eslabón perdido. Pero no está ahí. Nunca lo
estuvo. Así, podemos dejar que el polvo siga volando.
No hay eslabón perdido, todo fue creado, como dice la Biblia, en estado adulto e
instantáneo.

* * *

Deteniéndonos únicamente en el método del radiocarbono, aún con todas sus


imprecisiones e inexactitudes, más que demostrar la evolución, evidencia la verdad
bíblica:
1. E1 radiocarbono apoya la idea bíblica de Creación reciente al señalar sin lugar
a dudas a un comienzo reciente de la radiación cósmica.
2. El radiocarbono apoya una fecha de creación de aproximadamente 7.000
(a.C.)
3. El radiocarbono apoya la aparición contemporánea de todas las formas de
materia viviente en la creación. El hombre y los animales modernos, juntamente con la
flora y 1a fauna extinguidas, todos ellos aparecen igualmente antiguos e igual de
repentinamente.
4. El radiocarbono apoya el origen de la raza humana a partir de unos pocos
antecesores en la vecindad del Medio Oriente.
5. El radiocarbono, por otra parte, indica la aparición repentina y simultánea del
reino animal en conjunto en números mayores en todas las partes del mundo.
6. El radíocarbono indica claramente un mundo original en el que había
profusión tanto de árboles corno de vegetación baja, y que se hallaba presente tanto en
los polos como en las actuales regiones desérticas. (Son hechos ampliamente
testificados por la geología y la paleontología y que indican que existió un mundo

132
antiguo singularmente diferente en clima, en localización y elevación de los continentes,
y quizás en inclinación del eje de rotación.)
7. El radiocarbono señala un cambio drástico, poco después de la Creación, a
causa del cual hubo destrucción en el mundo vegetal y animal, pero sin efectos en la
multiplicación de los hombres; un efecto que se puede deducir en la lectura de Génesis
3.
8. El radiocarbono señala con claridad una catástrofe de extensión mundial, que
destruyó indiscriminadamente al hombre, a los animales y a los árboles, tal como se
describe en Génesis 7 y como se confirma en otros lugares de las Escrituras, y como se
confirma asimismo por tradiciones humanas preservadas en todas las naciones de la
Tierra, y en la evidencia geológica mundial.
9. El radiocarbono apoya que la fecha de la tal catástrofe es alrededor de 4.950 a.
C.
10. El radiocarbono indica una gran población humana, y muy extendida, antes de
esta catástrofe.
11. El radiocarbono indica la extendida existencia de flora y fauna, extinguida en
la actualidad, en el mundo anterior a la catástrofe, incluyendo la evidencia de la
extinción gradual de muchas formas durante los dos milenios entre la dicha catástrofe y
la creación.
12. El radiocarbono indica que el «re-origen» tanto de los animales como de los
hombres después de esta catástrofe tuvo lugar en la vecindad del Medio Oriente y que
aparecieron de nuevo en el hemisferio occidental con notable tardanza.
13. El radiocarbono apoya la cronología bíblica de los antiguos imperios y de
Israel, y expone las ya sospechadas exageraciones de Maneto, Beroso, y otros.
14. Finalmente, no hay dudas en cuanto a cuál es el concepto de tiempo y de
historia que el radiocarbono apoya. ¿Es éste el inacabable fluir de tiempo y de historia
sin significado que postula la doctrina evolucionista? ¿O es un lapso de tiempo
específico marcado por los actos llenos de propósito de un Dios soberano, desde la
Creación hasta el Diluvio y a la cruz, para proceder a continuación a la consumación,
como la Biblia lo muestra?
Quince mil fechas radiocarbónicas, voces muertas del pasado, reunidas por
científicos, procediendo ellas de toda clase de materia en su día viviente, y de todas las
partes del globo, contestan ahora inequívocamente estos interrogantes ¡confirmando la
Biblia!

* * *

La gran mayoría de quienes aceptan la evolución, al menos en forma pasiva,


simplemente la han aceptado por ser lo que han aprendido en la Universidad, pues la
evolución se ha convertido en una moda intelectual. La creencia opuesta, la de una
creación especial, no se enseña en la Universidad, y por lo general ni siquiera se le
examina seriamente. Con demasiada frecuencia, los que apoyan la evolución hacen de
ella un requisito previo para ser considerados como científicos o intelectuales; la han
convertido en símbolo de una determinada categoría intelectual o académica. Para ellos,
el dudar de esta hipótesis es un signo de ignorancia o bien de inferioridad intelectual.
Todo esto nos muestra que, en general, la gente cree lo que cree simplemente porque así
se le ha enseñado o porque es lo aceptado en su medio social. ¡La gente quiere
pertenecer a un grupo! Acepta lo que acepta su grupo. En general, cree lo que
descuidadamente ha dado por hecho… ¡sin examinarlo o comprobarlo! También
sabemos muy bien que las personas generalmente creen sólo lo que están dispuestas a

133
aceptar. En la mayoría de los casos la gente no siente ninguna motivación por rechazar
lo que se acepta en su medio social, cultural o geográfico. Como dijo un filósofo, la
mayoría de los que se aferran a la teoría de la evolución lo hacen porque no quieren
creer en Dios. El libro que afirma ser inspirado por Dios, la Biblia, dice: “Los designios
de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni
tampoco pueden” (Romanos 8, 7). Todos los hechos, todos los razonamientos y todas
las pruebas del mundo jamás inducirán a una persona a aceptar aquello contra lo cual
tiene un prejuicio. Este se yergue como una barrera que impide que la verdad entre en la
mente. No existe prueba alguna que respalde la teoría de la evolución. Es sólo una
teoría, una creencia, una fe sin pruebas. Y a pesar de esto, sus proponentes quieren
difundirla en todo el mundo ¡cómo si fuera un hecho comprobado! Durante los dos
últimos siglos, entre los hombres que rechazan a Dios se ha desarrollado una
enfermedad mental que podemos llamar “teofobia”. Hace 200 años la enfermedad
apareció bajo los nombres llamativos de “deísmo” y “racionalismo”. Luego se disfrazó
bajo el nombre de “alta crítica”. A medida que se desarrollaba esta pseudoerudición,
llegó a emplear títulos tan atractivos como “progreso”, “desarrollo” y “evolución”. Esto
le ha parecido apetecible a la vanidad intelectual de un mundo que nada a tientas
espiritualmente en tinieblas, en una era de difusión masiva de conocimientos. La teoría
de la evolución le proporcionó al ateo una explicación de la Creación sin la necesidad
de un Creador. Sin embargo, este “racionalismo” equivocado nunca pudo explicar los
orígenes de las cosas o de la vida. Hoy los geólogos y los biólogos más imparciales
confiesan que no saben cómo la vida pudo haber evolucionado a partir de la materia
inanimada, pasando de las formas de vida simples a las complejas especies
interdependientes que vemos a nuestro alrededor, hasta llegar finalmente al hombre. La
teoría del “uso y desuso” de Lamarck, la “selección natural” de Darwin y otras teorías
afines han sido ya superadas, y las “mutaciones” simplemente explican la presencia de
variedades menos aptas para sobrevivir. Ahora bien, ¡tratemos de limitarnos a los
hechos! ¿Qué es lo que realmente ha determinado la Ciencia? El descubrimiento y el
estudio de la radioactividad durante los últimos cien años han demostrado que ¡la
materia no ha existido eternamente! La radioactividad se describe como un proceso de
desintegración. La era atómica está abriendo nuevos campos a la investigación. Poco
tiempo después de que Madame Curie descubrió el elemento radio, en 1898, se
descubrió que este material, y los demás elementos radioactivos que hoy conocemos,
continuamente están emitiendo radiaciones. Observemos cuidadosamente este hecho ya
comprobado por la Ciencia. El uranio es un elemento radioactivo más pesado que el
radio. Su peso atómico es de 238´5. Al descomponerse, libera un átomo de helio (peso
atómico de 4). Cuando esto se repite tres veces, entonces la sustancia que queda es
radio, cuyo peso atómico es de 226´4 aproximadamente. Así, pues, el radio es
simplemente el producto final del uranio, después de que éste ha liberado tres átomos de
helio. Luego continúa el proceso de desintegración en el radio, el producto final de este
proceso de desintegración radioactiva es el elemento plomo. Por supuesto, este proceso
requiere muchísimo tiempo; se calcula que el período del radio es de 1590 años, y el del
uranio es aún mayor. Los elementos radioactivos que existen hoy no han existido lo
suficiente como para agotarse en su proceso de desintegración y quedar convertidos en
plomo. De haber existido siempre, sin tener un comienzo definido en el pasado, este
periodo de “vida” o “existencia” de los elementos radioactivos hubiera cesado hace
mucho tiempo, y todos los elementos radioactivos ya se hubieran convertido en plomo.
Puesto que estos elementos existen únicamente por un periodo definido, y puesto que
aún hay uranio, radio, torio y otros elementos radioactivos en el mundo, los cuales aún
no han existido ese número de años, ¡tuvo que haber un tiempo en el pasado cuando

134
estos elementos no existían! Aquí tenemos la prueba científica de que la materia no ha
existido siempre. Hay elementos específicos que, en algún tiempo en el pasado remoto
no existían. Luego hubo un tiempo, posteriormente, cuando estos elementos vinieron a
la existencia. La evolución generalmente postula que las cosas se desenvuelven
gradualmente mediante el proceso natural y paulatino de evolución que supuestamente
aún observamos en el presente. ¿Nos podemos imaginar algo surgiendo de la nada
gradualmente?... ¿Acaso tiene sentido semejante idea?... No. Al contrario, si se es
sensato, se tendrá que aceptar el hecho de una creación especial e instantánea, y que
necesariamente algún Poder o algún Ser tuvieron que llevar a cabo dicha creación. No
hay efecto sin causa, y al aceptar el inevitable hecho, comprobado por los
descubrimientos de la Ciencia, de la existencia de esa gran primera causa, hay que
aceptar el hecho de la existencia y la preexistencia del Creador: ¡Dios!
Todo esto nos confirma la falsedad de la teoría de la evolución.

* * *

Muchas rocas contienen una pequeña cantidad de elementos radioactivos que se


degradan a elementos estables a una velocidad conocida. Cuando la roca fundida sale
despedida en erupción a la superficie de la tierra, se asume que el elemento radioactivo
es “fresco”, y que no están presentes ninguno de sus productos de desintegración. A lo
largo de un lapso de tiempo el elemento radioactivo “puro” se degrada a sus elementos
estables y, conociendo la velocidad de desintegración, al medir la proporción de
elemento radioactivo originalmente presente con el elemento producto de la
desintegración se puede determinar el tiempo transcurrido desde que la piedra fundida
salió en erupción a la superficie. Dos elementos radioactivos que son objeto de medida
son: 1) El Uranio 238, que va decayendo a plomo, y 2) El Potasio 40, que
principalmente pasa a calcio, que es difícil de medir, y una pequeña parte decae a gas
Argón 40. Una medición de la velocidad con que tiene lugar esta desintegración la da la
vida media, esto es, el tiempo que se precisa para la desintegración de la mitad del
elemento original. Para el Uranio 238 esta vida media es de 4.510 millones de años, y
para el Potasio 40 es de 1.310 millones de años. Evidentemente, será muy difícil
intentar medir la cantidad de desintegración que ha tenido lugar en 2 o 3 millones de
años, debido a que solamente estarán presentes unas cantidades insignificantes del
producto estable. Ya que estos mismos elementos constituyen sólo una pequeña
proporción de cualquier muestra de roca, serán necesarias unas técnicas de laboratorio
extremadamente cuidadosas y unos equipos de sensibilidad muy acusados para poder
medir las cantidades increíblemente pequeñas implicadas en estos ensayos. No obstante,
todos estos métodos se hallan basados en un número de suposiciones, algunas de las
cuales no pueden ser verificadas. Se asume que: a) No había productos de la
desintegración ya presentes en la primera formación de la roca. Así, si había
originalmente Argón en una roca juntamente con Potasio, tendría una apariencia de gran
antigüedad ya para empezar. B) Ninguna cantidad del material radioactivo ha sido
lixiviado en ningún período de tiempo. Tanto el uranio como el potasio pueden ser
lixiviados de la roca (extraídos de la roca mediante disolventes especiales). Incluso en
el granito esta lixiviación puede ocurrir en cantidades significativas. En un caso, un
meteorito de hierro perdió el 90 % de su potasio al hacer pasar sobre él una corriente de
agua destilada durante cuatro horas y media. C) Ninguno de los productos de
desintegración se perdieron ni entraron a lo largo de todo el tiempo. Hay evidencias
indicadoras de que el argón se difunde de áreas de alta presión a áreas de baja presión.
El argón migrará de las rocas inferiores a las superiores, dando a estas últimas una

135
apariencia de gran edad. Así, hay varios factores que podrían dar cuenta de las edades
aparentemente elevadas de los estratos rocosos. Además, existen contradicciones en
muchas de las edades estimadas, de las que las siguientes son solamente unos pocos
ejemplos: a) Corrientes de lava del fondo marino en Hawai, que fueron expulsados en el
año 1800 d.C. fueron ensayadas mediante el método de potasio-argón. La roca, al ser
formada, nueva, es “fresca” y contiene solamente potasio radioactivo. Los ensayos, no
obstante, dieron que la edad de la roca variaba entre 160 millones y 2.690 millones de
años… cuando sólo tenía 150 años… Los autores admiten que “es posible que algunas
de las edades de argón–potasio anormalmente elevadas publicadas por otros
investigadores con respecto a rocas ultrabásicas pueden deberse a un exceso de argón
contenido en inclusiones fluidas y gaseosas”. Estos resultados, por si solos, ya son
ciertamente suficientes para arrojar graves dudas sobre la validez de tales métodos. El
doctor Melvin Cook investigó, en su obra “Prehistory and Earth” yacimientos de
uranio, y mostró que el Plomo 208 no hubiera podido provenir por desintegración del
uranio, sino que tenía que venir del Plomo 207, que había capturado un neutrón libre en
el mineral. La corrección por este factor ¡reduce de manera efectiva la edad aparente de
las rocas a cero! Esta explicación bien podría dar cuenta de las aparentes grandes edades
de los estratos que este método facilita. b) En Julio de 1969, Richard Leakey envió
muestras de toba volcánica a Londres para la datación del cráneo “1470” que acababa
de descubrir… Utilizando el método argón-potasio, dieron la edad de 220 millones de
años, una cifra imposiblemente elevada para la emergencia de los antecesores del
hombre. Al recibir otra muestra de toba, se seleccionaron los cristales que tenían
apariencia fresca y dieron una edad de 2´6 millones de años, que es la cifra que se
utiliza ahora para este fósil. Este último ejemplo fue citado en un artículo (Sunday
Telegraph, 3 de Noviembre de 1974) por el profesor E. T. Hall, director del
Laboratorio de Investigación de Arqueología e Historia del Arte en Oxford. En él, Hall
dio una evaluación objetiva de la datación radiométrica y de las precauciones con las
que se tendrían que recibir las fechas obtenidas con este método. Es muy criticado tanto
de sus colegas de profesión que asignan fechas a rocas y artefactos con tanta seguridad
como de los arqueólogos y antropólogos que se las creen tan implícitamente. Comenta
él: “¿Qué es lo que le ha dicho aquí el científico al arqueólogo? Le ha dicho que ha
hecho una serie de diminutas mediciones sobre fragmentos de cenizas volcánicas que
estaban enterrados cerca de los huesos fosilizados de algunos primates primitivos. Esto
es todo lo que el científico ha dicho. Todas las inferencias posteriores son
especulativas. Naturalmente, la mayor parte de la arqueología es especulativa. Todo
científico de reputación, en el día de hoy, expone sus opiniones con una modestia digna
de encomio. Como contraste, las afirmaciones de la Ciencia, respaldadas por
incomprensibles tablas de datos, tienden a adquirir una falsa infalibilidad para el lego
o para casi-científicos como el arqueólogo. Creen porque quieren creer. Tiene que
resultar una gran tentación para el arqueólogo que un proceso singular venga a
asignar una fecha que cambia su trabajo de lo meramente interesante a lo
sensacional… El público tiene un gran apetito de sensaciones. Pero la tentación mayor
es aquélla que lleva a un arqueólogo selectivamente a creer en teorías sobre las que
cree que reposa su reputación profesional, aún cuando la “evidencia” proviene de
complejas técnicas científicas susceptibles de error e involucran principios no
totalmente comprendidos. Incluso por los mismos científicos, los peligros son
ciertamente grandes”. El iluminador artículo del profesor Hall suscita una cuestión. El
ensayo sobre la primera muestra recibida de Leakey dio una edad tan remota que no fue
aceptada. Es de presumir que los resultados se comunicaran directamente solo a Leakey,
ya que no hemos visto ninguna referencia en ningún informe oficial acerca de este

136
primer ensayo… Es solamente por el artículo del profesor Hall que el público se halla
siquiera consciente de que la fecha de 2´6 millones de años, que ha recibido una enorme
publicidad, hubiera estado precedida por otro ensayo cuyo resultado fue rechazado…
Uno queda preguntándose sí pueden haber existido otras ocasiones en las que se utilicen
“pruebas piloto” para determinar si el método es “apropiado”… o la propia teoría… Si
los resultados de tales ensayos preliminares no están de acuerdo con los esquemas de
datación evolucionistas aceptados, entonces el ensayo se declararía inapropiado para el
fósil o depósito dado…
Todo esto nos muestra cómo la Tierra, los fósiles, el hombre, no tienen tantos
millones de años como se le atribuyen. La Tierra, según la Biblia, fue creada, igual que
Adán y Eva, y toda la Creación, en estado adulto. Si el primer día de la Creación nos
hubieran preguntado por la edad de Adán y Eva habríamos dicho: “Esta mujer puede
tener unos 18 o 20 años, y el hombre unos 25”… Cuando en realidad sólo tenían un
día… Igual ocurre con toda la Creación: no tiene millones de años, sino solo los que
menciona la Biblia, o sea, varios miles solamente.

* * *

Una técnica de datación radiométrica (determinación de la edad de una roca, un


fósil, etc.) es la medida del Carbono 14 radioactivo. Poderosos rayos cósmicos
bombardean la atmósfera superior, colisionando con los átomos del aire, y los neutrones
resultantes reaccionan con nitrógeno para producir Carbono 14 radioactivo. Este es
absorbido por los animales y plantas como parte normal del ciclo de carbono en la
biosfera. Cuando muera la planta o el animal, no se absorbe más carbono 14, y éste va
desintegrándose lentamente, con una vida de 5.370 años… La comparación de la
actividad presente de Carbono 14 con la presunta actividad original da el tiempo
transcurrido desde la muerte… El método de datación Carbono 14 fue saludado como el
medio tan largamente esperado para medir la edad de los descubrimientos arqueológicos
de hasta 20.000 o incluso 40.000 años de antigüedad… Pero no ha resultado ser así,
pues hay una cantidad creciente de resultados de ensayos que entran en conflicto uno
con otro y con edades conocidas, y éstas arrojan considerables dudas sobre la fiabilidad
del método. Para dar solamente dos ejemplos, C. A. Reed cita unas pocas de estas
discrepancias y expresa su desencanto con el método, en tanto que D. Collins dice:
“Por lo general, no se aprecia en todo su valor el hecho de que hasta una tercera parte
de las fechas tienen que ser descartadas como imposibles…” “De hecho, un famoso
laboratorio rehúsa dar fecha a ninguna nuestra que dé una edad superior a 3.000 años,
ya que se considera que no pueden asignarle una fecha con exactitud… Una gran
anomalía en las asunciones utilizadas en este método nos la revela lo siguiente. El
presente nivel de desintegración del Carbono 14 es de 1´63 desintegraciones por
centímetro cuadrado, pero los cálculos de la velocidad conocida de bombardeo
neutrónico sobre el nitrógeno en el aire muestra que el nivel a esperar deberá ser mucho
mayor a 2´5 desintegraciones /s. cm2. En 1955, Willard Libby, el descubridor y
desarrollador del método, reconoció que existía una discrepancia de un 20 %, pero la
dejó de lado en aquel entonces como estando dentro del “error experimental”…
Considero que un error que ahora se sabe es de una magnitud del 53 % tiene que ser
explicado si se ha aceptado el método. Se ha hecho una sugerencia que explicaría esta
diferencia. Es posible que la actividad del Carbono 14 no haya sido constante a 1´63 al
revés de lo que generalmente se asume, sino que está todavía subiendo lentamente hacia
el nivel de equilibrio de 2´5 desintegraciones / s. cm . Esto significaría que la tasa de
2

desintegración del Carbono 14 estaba muy por debajo de nuestro actual nivel de 1´63,

137
dando una edad muy reducida al espécimen… Para ilustrar este punto, si un trozo de
madera antigua presenta una actividad presente de 1´63 le dará una edad mucho mayor.
No obstante, si en realidad empezó con un nivel de actividad solamente 0´7 (debido al
nivel inferior de Carbono 14 de aquel entonces), entonces su verdadera y más reciente
edad se podrá calcular. Un aspecto importante de los métodos de datación radiométrica
es la discontinuidad entre los períodos cubiertos por la técnica de Potasio - Argón y del
radiocarbono. El doctor Stuart Fleming, que está en el mismo laboratorio de
investigación que el profesor Hall, dice que la fecha más posterior que considera
significativa para el Potasio-Argón es de 0´43 millones de años. En esta cifra, el
contenido de argón está muy bajo sobre una parte en mil millones. No obstante, el
radiocarbono es apropiado solamente para fechas posteriores a 25.000 antes del
presente. En las dataciones radiométricas, no solamente se asume constante la tasa de
desintegración del material radioactivo, sino que se asume también que muchos factores
permanecen constantes a través de toda la edad del material datado. Como hemos visto,
estas afirmaciones son, como más, muy objetables. En tanto que algunos de estos
factores tenderían a reducir la edad, la mayor parte de ellos incrementaría
considerablemente la edad aparente de las rocas que se someten a los ensayos… Es
evidente que hay muchos problemas que rodean los métodos de datación radiométrica, y
que raramente aparecen en la literatura que trata de este tema, donde se da como algo ya
hecho, probado, confirmado, lo que no es verdad. Se precisa de mucha más
investigación antes de que se puedan aceptar con algún tipo de confianza las edades
asignadas a las rocas mediante estas técnicas…

* * *

Los evolucionistas “datan” las fechas de los estratos y de los fósiles, a su antojo,
según convenga o no a su teoría falsa evolutiva. Así toman una cantidad de muestras de
varios estratos, tanto verticalmente como a lo largo de su extensión. Efectúan pruebas
preliminares sobre varios especímenes. Si el antropólogo considera que los fósiles
tienen, digamos, entre 2 y 4 millones de años, todo resultado muy divergente de estas
cifras es rechazado… ya de entrada. Otros, que no estén tan alejados de las cifras
esperadas, pueden ser publicados pero si son demasiado recientes, se considera que han
“perdido argón radiogénico”... Si, por otra parte, son demasiado antiguos, se considera
que han “retenido argón magmático” (subterráneo). Así cuando los evolucionistas
criticaron las dataciones de Cambridge, de la toba KBS de East Rudolf dijeron que
habían obtenido “resultados reproducibles” con una “gran precisión” que “no eran
significativos” siendo en este caso ¡una mera manipulación de laboratorio!... También
hicieron una primera datación del hombre 1470 de Leakey dando la fantástica cifra de
220 millones de años… como para ellos esto era imposible, dada la perfección del fósil,
que desmantelaba sus falsas teorías evolucionistas, así por las buenas esta cantidad fue
“racionalizada” y sustituida por la antigüedad que a ellos convenía: 2´6 millones de
años… A pesar de la ausencia de siquiera una cantidad de evidencias convincentes, los
diagramas evolucionistas son a menudo confiadamente publicados para mostrar “como
evolucionó el hombre” para su aceptación por parte de las escuelas y del público en
general. Johansson descubrió el esqueleto simiesco de Lucy en Noviembre de 1974 y
dijo que había sido datado en una antigüedad de entre 2´6 y 3´3 millones de años. No
obstante, Leakey había descubierto el cráneo 1470, de apariencia humana, dos años
antes, en un estrato que Leakey estimó en 2´9 millones de años. Aquí se hallaban dos
fósiles en apretado “sprint” en pos del prestigioso título de “la primera evidencia
humana”, tan buscada por los paleoantropólogos. Uno de los contendientes tenía que ser

138
desalojado de algún modo… Como estorbaba por “molesto” el hombre 1470 ya que
tiraba por tierra la teoría evolucionista, fue descartado, enterrado, sin base científica
para ello, sólo la manipulación…
La palabra “ciencia” es una palabra muy “desencadenante”. Para el público en
general tiende a conjurar de inmediato la imagen de un profesor vestido de bata blanca
haciendo delicados experimentos y efectuando mediciones increíblemente exactas. A
menudo se supone que cuando tiene todos los resultados delante de sí, los considera
impersonalmente, ve una pauta o una cosa, de lo cual propone una teoría. Cuando queda
corroborado por muchos otros experimentos viene a ser una ley, añadiendo al
conocimiento y progreso de la Humanidad. Sin embargo, y como lo admiten la mayor
parte de los científicos, la realidad es a menudo sumamente diferente. Las teorías
pueden ser propuestas atacadas y defendidas con una vehemencia personal que pocos
conocen. ¡Y los “cuchillos largos” académicos están notoriamente afilados! En realidad,
la mismísima falsificación de los resultados con el fin de conseguir las respuestas
“exigidas” está evidentemente mucho más extendida de lo que podemos pensar… este
fue un tema muy difundido por la prensa nacional inglesa, y que fue muy revelador. Nos
encontramos con que un sociólogo mundialmente famoso había inventado totalmente un
juego de resultados… Esto mismo había sucedido con otros científicos que habían
estado trabajando sobre células vivas.

* * *

El método carbono 14 es el que se usa para determinar las edades de cosas que
en un tiempo han tenido vida. Se ha comprobado correcto en casos de cosas
relativamente recientes… Pero cuando en el examen de huesos humanos y fósiles de
animales prehistóricos, el método carbono 14 empezó a mostrar que las edades debían
ser establecidas en pocos miles de años, y no en millones, como requerían los
evolucionistas, entonces, al fracasar el carbono 14 para su falsa teoría, buscaron apoyo
en otros métodos no comprobables que permitirían la continuación con la idea de que la
verdad se encontraba en la doctrina evolutiva, lo que es falso. Pero en el “Origen de las
especies” de Darwin, fundador de la teoría de la evolución, se encuentra acerca de esta
misma teoría la palabra “suponemos” más de 800 veces… Los que siguen apoyando esa
hipótesis o sus modificaciones siguen “suponiendo” tanto o más que Darwin en todos
los aspectos… ya que no pueden afirmar científicamente nada... Esto se ve aún en los
métodos que usan para determinar la edad de las rocas… En un sistema simple típico
usado para computar esas edades, un componente está cambiando a otro a cierta
velocidad, pero para hacer sus cálculos por medio de él los hombres tienen que
presuponer cinco o seis cosas no averiguables: la cantidad del primer componente
presente en la muestra en el principio, la cantidad del segundo componente presente en
la muestra en el principio (no hay ninguna garantía que era cero); la cantidad del
segundo componente que puede haber desaparecido, que no haya sido añadido nada a
las cantidades de los componentes (no hay un sistema completamente cerrado), y que
nada haya influenciado sobre la velocidad del proceso que haya sido constante durante
todo el curso del tiempo… Con tantos factores inciertos, ¿qué exactitud se puede
esperar de los cálculos?... Como explica el doctor Morris, en su libro “The Scientific
Case for Creation”. Los interesados pueden escoger más o menos la edad que desean
sacar y ajustar sus suposiciones para dar el resultado apetecido… Sí, hay múltiples
posibilidades de errores en la adivinación de las edades de las rocas y restos. El método
potasio-argón y otros parecidos son usados para asignar edades de millones de años a
formaciones no sedimentarias, y luego por extrapolación, por añadiduras, asignar dichas

139
fechas a los fósiles encontrados en formaciones sedimentarias adjuntas. Esto ha ocurrido
o con los huesos del Zijantropo, encontrados por Leakys en África. Las pruebas no se
hicieron con los mismos huesos, sólo con pedazos de roca de la capa no sedimentaria
que cubría el sitio donde se encontraron los fragmentos del cráneo, dándoles base para
asignar, por añadiduras, una edad de un millón setecientos cincuenta mil años al
cráneo… Pero huesos de animales encontrados en los mismos sitios, probados
directamente por el método carbono 14, fueron fichados en catorce mil años… Los
problemas con el método potasio-argón se pusieron en evidencia cuando, según el
doctor David Heiser del laboratorio de la Universidad de California, fechó el lecho
interior del sitio donde fue encontrado el “Zijantropo”, en doscientos cincuenta mil
años más joven que la edad que, con el mismo método, había fechado la capa
superior… Caben dos posibles conclusiones: que el fechar fósiles por las formaciones
no sedimentarias adjuntas no es correcto (los huesos pudieron haber sido sepultados en
una cueva por contemporáneos o arrastrados a una cueva o grieta por las aguas que
depositaron la formación sedimentaria), o el método potasio-argón no es digno de
confianza… ¿Cómo se pueden aceptar las excesivas edades que se quieran asignar a
muchos fósiles y formaciones geológicas?... La cooperación de 91 Universidades y
laboratorios en varios países han hecho posible un resumen de 15.000 fechas de cosas
que en un tiempo tenían vida… Se valieron del método carbono 14… Aunque no
perfecto, es el único método comprobado por historiadores, arqueólogos, etc. y en vez
de las edades novelescas de millones de años que arrojan los otros métodos no
comprobados, suele dar fechas más razonables de miles de años, que apoyan una
creación comparativamente reciente. Estas fechas aparecieron en la publicación anual
“Radiocarbono” 1970 (“Evolution and the Bible in the Light of 15.000, Dates” R. L.
Whitelaw). Algunas veces hemos dicho que los científicos pueden basar sus cálculos
sobre cosas que saben, pero ¿qué de las que no saben?... Los fallos proceden de aquí.
Puede resultar exacto el cálculo sobre pergaminos antiguos, pero ¿quién nos garantiza
que el mismo principio de cálculo puede ser aplicado a cosas de remota antigüedad?…
¿Es seguro que la pérdida de electrones de la materia era igual hace cien millones de
años que ahora?… ¿No podía ser mayor a causa de una superior concentración?...
¿Quiénes conocen las condiciones de la materia hace cien millones de años?...
Los métodos modernos que usan para adivinar los años de existencia de una
sustancia se basan en la velocidad de descomposición de ciertos elementos radioactivos.
Los elementos carbono 14, potasio, rubidio, y uranio, a veces llamados “elementos
madres”, se descomponen radiactivamente, y con suficiente tiempo llegan a ser los
“elementos hijos”: carbono 12, argón, estroncio y plomo, respectivamente. Utilizando,
pues, alguno de estos métodos se podría calcular aproximadamente la edad de una
muestra únicamente si fueran ciertas estas conjeturas:
1) Que al ser original la muestra o piedra, nada del elemento hijo estuviera
presente.
2) Que el ritmo de descomposición radiactiva del elemento fuera invariable
desde el principio.
3) Que todo el elemento hijo se hubiera derivado del elemento madre antes que
la muestra (que no haya habido contaminación de otras fuentes, ni que nada
de alguno de los elementos haya escapado por lixiviación u otro medio).
La validez de cada una de estas suposiciones puede ser dudada. Se ha
demostrado que la radiación cósmica puede alterar el ritmo de descomposición
radiactiva de estos elementos. El mismo doctor Libby reconoció que el método que él
desarrolló, carbono 14, no ofrece mucha exactitud para cosas que pueden tener una edad
de más de cinco mil años… Los laboratorios Geochron, de Cambridge, Mass, una

140
organización con la especialidad de determinar la edad de sustancias por procesos de
radiación, en su revista “Geochromicle” de Junio de 1966, dice que en el futuro no
intentará adivinar fechas más allá de los tres mil años…
Los libros de texto acerca de la evolución siguen afirmando que los depósitos de
carbono y petróleo tienen millones de años, a pesar de que las pruebas, según carbono
14, solamente arrojan unos pocos miles de años… Cuando el método del carbono
empezó a indicar que los huesos y fósiles de hombres, animales, y otras cosas que han
tenido vida, solamente eran de unos pocos miles de años, como máximo, en vez de los
centenares de miles y aun de millones de años, como pretendían los evolucionistas,
cambiaron y empezaron a usar métodos sobre potasio-argón y uranio, como medio para
fechar las rocas y sedimentos que rodeaban los fósiles. Valiéndose de las suposiciones
mencionadas y por estos métodos han podido calcular los “millones” de años que
querían para su teoría… Pero, ahora, informes de todas partes del mundo indican que
los resultados de estos métodos son erróneos, pero enormemente erróneos… Por
ejemplo, el “Journal of Geophysical Research”, volumen 73, número 12, del 15 de
Julio, 1968, dice que según el método potasio-argón, muestras de lava de Hualala,
tienen 160 millones de años, aunque se sabe que la muestra fue tomada de la lava que
salió en 1800 y 1801, así apenas tenía 171 años… Otro informe en “Science”, volumen
162, página 265, de Octubre 1968, dice que por este método calcularon que unas piedras
volcánicas tenían de 12 a 21 millones de años, cuando en realidad solamente tenía 200
años…

* * *

Cuando hablan de estratos y fósiles, los evolucionistas hablan de millones y


millones de años...
¿De dónde sacan los evolucionistas tantos millones de años?...
Pues bien, en el pasado los evolucionistas simplemente inventaron todas esas
cifras… sencillamente necesitaban millones de años para sostener su afirmación de que
por medio de modificaciones extremadamente graduales todos los organismos
superiores descendieron de los más sencillos. Verdad es que, al correr el tiempo
conocidos científicos admitieron que una tal evolución ni siquiera en millones de
millones de años es imaginable, pero…
Entonces llegaron los métodos radiactivos de medición y repentinamente
estuvieron disponibles las “pruebas” de esos millones de años… En esencia, estos
métodos se basan en mediciones cuantitativas de sustancias que se han convertido o
formado por los llamados “procesos radiactivos” y la medición de la velocidad con la
que se originan estas sustancias. Podemos poner un ejemplo para explicar estas
“mediciones”. Imaginemos un depósito de agua muy grande encima del cual se
encuentra un grifo que gotea. Me pongo a medir, y descubro que un galón de agua (unos
cuatro litros) sale goteando del grifo en una hora y que hay exactamente cien galones de
agua en el depósito. Pregunta: ¿Desde hace cuánto tiempo viene goteando el grifo?... No
es difícil, se podría decir. Hay cien galones, cada hora se aumenta en un galón, de modo
que el grifo gotea desde hace cien horas… ¡Equivocado! ¡El grifo gotea desde hace
solamente diez horas! Se ha de saber que ya había mucha agua en el depósito antes de
empezar el grifo a gotear. Además, mientras el grifo goteaba, alguien añadió algunos
cubos de agua, y en tercer lugar el grifo goteaba al principio mucho más de prisa que
ahora. No se podía saber todo esto, naturalmente, pero sí se debería haber contestado:
“El grifo gotea desde hace cien horas a condición de que el depósito inicialmente haya

141
estado vacío, que nadie haya interferido modificando el grifo o el depósito, y en último
lugar que el grifo haya estado goteando a un ritmo constante”…
Aquí está el error que cometen los evolucionistas. Pretenden poder medir la edad
de los estratos y de los fósiles, pero de hecho solamente miden cantidades de materia y
ritmos de conversión. Para deducir la edad sobre la base de esta información, hay que
tener la certidumbre acerca de varias cosas. En primer lugar lo que eran las cantidades
originales de los diferentes materiales (en el momento en el cual se formó la roca o los
fósiles); en segundo lugar, qué factores externos no hayan influenciado en el proceso; y
en tercer lugar, que el ritmo de conversión siempre haya permanecido el mismo. La
enorme dificultad estriba en que no podemos hablar con certeza acerca de cualquiera de
estos tres puntos. Y si no tenemos seguridad ni comparación a uno de ellos
sencillamente no podemos hacer ninguna afirmación acerca de las edades de las rocas.
Generalmente los evolucionistas contestan a esto diciendo: “Si, pero cuando
utilizamos métodos enteramente distintos y seguimos obteniendo los mismos resultados,
entonces estamos seguros de que hemos establecido la edad correcta”. Por cierto, pero
¿cuán a menudo obtienen tal acuerdo? Hay un cráneo humano bien conocido de un
alejado “antepasado” nuestro, que lleva el bonito nombre de “Zinjanthropus”. Por
cierto método se ha “establecido” que este cráneo tiene 1.750. 000 años de edad. Pero
Elda. Whitelaw recientemente ha aplicado el método radio-carbono al mismo cráneo y
ha encontrado que su edad es… ¡diez mil años!... Una diferencia bastante grande…
Pero no queda eso ahí. Durante los últimos años el método radiactivo se ha
aplicado a rocas volcánicas que se sabe que han sido formadas tan sólo hace cien o
doscientos años durante unas erupciones volcánicas. A unos científicos que no
sospechaban nada se les pidió que determinaran la “edad” de esas rocas, y conceptuaron
millones y millones de años… Y esto ocurrió no una vez, sino muchas veces, con
piedras procedentes de todas partes del mundo. ¿Pudiera ser que algo funcione mal con
los altamente cacareados métodos de determinar la edad y con toda la escala geológica
del tiempo?...
Ya he dicho que es una tontería afirmar que la evolución es más “científica” que
la fe en la creación tal como viene en la Biblia. Si una de estas dos fuera más científica
que la otra, ello se podría averiguar de una sola manera. A saber: Cuando uno inicia un
proyecto particular de investigación, uno tiene que atreverse, sobre la base de su
convicción o de su teoría, a hacer predicciones concretas en cuanto a lo que uno espera
encontrar. Si esas predicciones no se materializan, entonces su teoría está “hecha
polvo”, o por lo menos está seriamente dañada. Pues bien, ¡es eso precisamente lo que
sucedió en la época de los primeros vuelos a la Luna! Los evolucionistas sostuvieron
que la Luna tenía billones de años de edad, y que a través de todos esos años los
meteoritos vienen estrellándose sobre ella (ya que la Luna no tiene atmósfera, los
meteoritos no se pulverizan o desintegran por fricción antes de estrellarse sobre la
superficie de la Luna). Así que tenía que haber una espesa capa de polvo en la Luna, la
que, habida cuenta de la tremenda edad del satélite, tendría que tener un grosor de dos
metros… Por lo tanto, los vehículos alunizadores se proveyeron de especiales y costosas
patas amortiguadoras.
-Compañeros –dijeron los creacionistas- podéis ahorrar todo ese dinero, porque
la Luna tiene a lo más diez mil años de existencia ¡apenas habrá allí una pulgada de
polvo!
Pues bien, ésa fue una predicción concreta ¿no es verdad? Por una vez
podríamos ver quien tuvo razón.
Se conoce la respuesta.

142
Cuando los primeros hombres anduvieron por la Luna se vieron obligados, a
reconocer que, para su sorpresa, apenas había una pulgada de polvo sobre la superficie
de la Luna…
Y ése es solamente un ejemplo…
Todo eso nos demuestra cómo la Creación se hizo tal como dice la Biblia: eso
de que el hombre procede del mono es falso: fue hecho directamente por Dios, igual que
toda la Creación, en estado perfecto y adulto, que degeneró luego con la caída de Adán
y Eva.

TERMODINÁMICA

Julián Huxley definió la evolución como «un proceso en una sola dirección,
irreversible en el tiempo, produciendo aparentes novedades y mayor variedad, y
conducente a más elevados grados de organización.» Huxley escribió también:
“Por evolución no significamos una fuerza misteriosa. Significamos un proceso.
Se trata de un proceso de una sola vía, no irreversible en el sentido de estar
irrevocablemente determinado desde adentro, sino que parece no ser realmente
reversible como lo son varias reacciones químicas. En su decurso, la evolución produce
una gran cantidad de novedades y diversidad, y genera también niveles más elevados
de organización”…
Los evolucionistas mantienen que la vida está alcanzando una mayor
organización, una mayor perfección. Las cosas, como un todo, están desarrollándose,
dirigiéndose hacia un estado más perfecto. Pero cuando examinamos las leyes de la
Termodinámica, la naturaleza nos presenta una imagen totalmente diferente.

A. La primera ley de la Termodinámica

La visión de conjunto de los evolucionistas acerca de todas las cosas, cósmicas y


orgánicas, se encuentra en conflicto abierto con dos leyes básicas de la naturaleza, la
primera y la segunda ley de la Termodinámica. Tenemos que tratar en primer lugar de la
primera ley de la Termodinámica.
En relación con esta primera ley, tenemos que señalar en primer lugar algunas
profundas declaraciones bíblicas acerca del principio que enuncia. La Biblia dice al
final del relato de la creación en Génesis 1: «Fueron, pues, acabados los cielos y la
tierra... Y acabó Dios... la obra que hizo» (Génesis 2:1-3). El salmista escribió: «Por-
que Él dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió» (Salmo 33:9). Moisés registró: «Porque
en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay,
y reposó en e1 séptimo día» (Éxodo 20:11). El escritor de Hebreos también nos
recuerda, con referencia a la creación: «...las obras suyas estaban acabadas desde la
fundación del mundo» (Hebreos 4:3). «Porque el que ha entrado en su reposo, también
ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas» (Hebreos 4:10).
La creación ha sido acabada. Dios no hace ya más mundos para ser habitados, ni
más criaturas. La Biblia enseña claramente que la creación cesó al acabar los actos
creadores registrados en Génesis 1. Y esto es exactamente lo que nos enseña la
naturaleza.
La primera ley de la Termodinámica afirma que no hay creación de nueva
materia, sino que la creación está en suspenso. Es científicamente cierto que la materia
puede ser transformada en energía. Pero en esta transformación no se pierde energía.
Sin embargo, la disponibilidad de esta energía sí que disminuye.

143
La energía aparece en varias formas: calor, energía cinética, trabajo mecánico,
energía química, etcétera. La energía puede cambiar su forma pero no su cantidad, ésta
es una afirmación de la primera ley de la Termodinámica, que hasta recientemente podía
ser aceptada sin limitaciones. Ahora sabemos que la materia es otra forma de la energía,
pero ello no altera el principio fundamental que recibe también el nombre de ley de la
conservación de la energía.
Antes de hacer un resumen de esta primera ley, examinemos el principio de la
segunda ley de la Termodinámica. Como se verá, también esta ley está en armonía con
lo que enseña la Biblia. Y al mismo tiempo entra en conflicto con las afirmaciones de
los evolucionistas.

B- La dinámica segunda ley de la Termodinámica

El salmista escribió: «Desde el principio tú fundaste la tierra, y los cielos son


obra de tus manos. Ellos perecerán, pero tú permanecerás; y todos ellos como una
vestidura se envejecerán; como un vestido, mudarás, y serán mudados» (Salmo 102:26,
26; cap. Isaías 51:6). La Biblia enseña que las cosas no se dirigen hacia un mayor orden
y complejidad, sino que se ha introducido la deterioración. El Universo está en
decadencia. La segunda ley de la Termodinámica enseña este mismo hecho.
E1 concepto de entropía es utilizado para medir la falta de disponibilidad de la
energía en un sistema. La entropía es la medida de desorden en un sistema o la medida
de la no disponibilidad de energía. En otras palabras, al tener lugar la decadencia y
desintegración, aumenta la entropía. La ley de la entropía y la segunda ley de la
Termodinámica no pueden separarse. Simpson y Beck definen correctamente estas
leyes, pero no hacen ninguna aplicación al demoledor efecto que tienen sobre la teoría
de la evolución. Escriben ellos:
“La segunda ley nos dice que al transferirse la energía de una sustancia a otra o
al ser transformada de una a otra forma, se utiliza menos y menos de aquella energía en
posteriores transferencias y transformaciones. Aunque la cantidad total no puede
cambiar, la cantidad que puede efectuar cualquier trabajo de cualquier tipo, químico,
mecánico, u otro, va disminuyendo constantemente. La energía utilizable en una
secuencia de transferencias tiende a agotarse, y todo el proceso llegará a su final a no
ser que haya una entrada continua de energía de otro lugar”.
Las leyes primera y segunda de la Termodinámica presentan no una
contradicción menor sino capital entre el principio de la evolución y las leyes de la
naturaleza. Los evolucionistas afirman que la primera vida que se desarrolló sobre la
Tierra era unicelular, y que se originó espontáneamente del mar. Si fue así, la segunda
ley de la Termodinámica habría eliminado esta «primera vida» antes de que hubiera
tenido posibilidad alguna de reproducirse. En lugar de originarse espontáneamente se
habría degenerado espontáneamente.
Para todos los propósitos prácticos, entonces, las leyes primera y segunda de la
Termodinámica se aplican a todos los sistemas y procesos físicos sin excepción alguna.
Sea cual fuere la disciplina particular de la ciencia que estudiemos -física,
química, biología, geología, etc.- estos procesos están todos erigidos sobre dos
conceptos básicos y siguen dos leyes básicas. Los dos conceptos básicos son energía y
entropía, y las dos leyes son las leyes primera y segunda de la Termodinámica.
Los evolucionistas sostienen que las cosas están volviéndose más y más
ordenadas. La naturaleza afirma que todas las cosas están llegando a un desorden cada
vez mayor. Harold F. Blum escribió: «Todos los procesos reales funcionan con un
incremento de la entropía. La entropía mide asimismo la aleatoriedad o ausencia de

144
orden del sistema; cuanto mayor sea el desorden tanto mayor será la entropía... » «La
teoría de un nivel creciente de organización en la evolución -dijo Clark- es tan
directamente contraria a las presuposiciones de todos los que piensan científicamente
que no puede quedar a futuros descubridores que lleven a cabo una reconciliación
"cubriendo los detalles".» Esto es así con respecto a la teoría de la evolución y las leyes
de la Termodinámica. Las cosas están dirigiéndose hacia abajo, no hacia arriba. Edward
Luther Dessel identifica la decadencia del Universo de la siguiente manera:
“La ciencia muestra claramente que el Universo no pudo haber existido desde
toda la eternidad. La ley de la entropía afirma que hay un continuo fluir de calor desde
los cuerpos más calientes a los más fríos... Por ello el Universo está dirigiéndose a un
momento en el que la temperatura será universalmente uniforme, y en el que no habrá
más energía útil."
Morris concluye diciendo:
“Debería estar bien claro que la evolución y las Dos Leyes se contradicen
abiertamente. En base de la evolución, los actuales procesos que la ciencia estudia
tienen que ser básicamente procesos de innovación e integración. Según las Dos Leyes,
estos procesos más bien son básicamente procesos de conservación y desintegración”.
Resumiendo, todos los procesos actuales son básicamente procesos de
conservación y de desintegración, no procesos de creación e integración, tal como sería
necesario para producir el Cosmos actual. Así, la estructura básica de la moderna ley
científica confirma, tanto como la ciencia pueda probar cualquier cosa, la creación
especial del Cosmos en algún tiempo finito en el pasado, mediante procesos
creacionales que ahora no están funcionando, como la Biblia también lo afirma.
Las leyes de la Termodinámica contradicen la filosofía básica de la evolución.
Los evolucionistas dicen que las cosas tienden a un mayor orden y complejidad en el
mundo de lo viviente. Pero las leyes de la Termodinámica dicen que todo está
decayendo. Todo se está haciendo más desorganizado.

* * *

La evolución postula que a lo largo de un inmenso período de tiempo, el


Universo se energizó a sí mismo.
En el mundo real, la Ciencia observa un decrecimiento continuo en la
Energía/Estructura/Información disponibles.
Los evolucionistas tienen la esperanza de poder encontrar un caso en el que se
incumpla la Segunda Ley de la Termodinámica, la ley universal de degradación y de
pérdida, pero hasta entonces podemos decir claramente que la evolución es ¡imposible!
Pura y simplemente, el evolucionismo se encuentra en un callejón sin salida en
tanto pretenda ser «científico». El evolucionismo postula un camino de SUBIDA
irreversible; la Ciencia observa universalmente que los entes se deterioran, van
irreversiblemente hacia un DESCENSO.
Unos pocos evolucionistas están empezando a darse cuenta de la impenetrable
barrera de la Segunda Ley de la Termodinámica, abandonan el uniformismo, y
reconocen que la evolución es imposible en el presente. Pero siguen insistiendo que
sucedió en el pasado, cuando las cosas eran «diferentes». Pero la mayor parte de los
evolucionistas no están dispuestos a hacer esto, porque la premisa básica del
evolucionismo es precisamente el uniformismo, y prescindir de él equivale a reconocer
que el evolucionismo no es nada más que una religión, y ello sin el beneficio de una
racionalidad científica. Así que la mayoría se agarra al uniformismo, y mantienen la
esperanza de que se hallará alguna solución al problema de la Segunda Ley.

145
Se puede afirmar categóricamente que no es posible tener un proceso
ascendente: todos los procesos son descendentes (o «irreversibles») según la Segunda
Ley. Time Life le llama a esto «La obstinada regresión de la Naturaleza en su descenso
por una calle en dirección única». Desafortunadamente, la evolución afirma ser un
proceso ascendente, y este punto le imposibilita cualquier realidad en el mundo real.
Los evolucionistas tratan generalmente de esquivar la Segunda Ley sugiriendo
primeramente que la Tierra es un sistema abierto, que recibe energía del Sol, y que por
lo tanto puede ir localmente progresando.
Esta idea es correcta hasta donde tiene validez. Pero el problema es que, con
solamente energía disponible, solamente se acumula energía en el sistema Tierra. No se
recibe ni estructura ni inteligencia, y la estructura e inteligencia en el sistema Tierra
continuarán degradándose.
Un montón de ladrillos puestos al sol en una finca en construcción se pondrán
más calientes, pero no se construirán a sí mismos hasta formar un edificio. Y,
naturalmente, el evolucionismo es precisamente esto: ¡autoconstrucción!
Hace unos cincuenta años, Sir Arthur Eddington, el astrónomo británico
describió involuntariamente el atasco vergonzante en que se encuentra el evolucionismo
en las siguientes palabras: «PERO SI SE ENCUENTRA QUE SU TEORIA VA EN
CONTRA DE LA SEGUNDA LEY DE LA TERMODINAMICA, NO LE PUEDO
DAR NINGUNA ESPERANZA; LO UNICO QUE LE QUEDA ES COLAPSAR EN
LA MAS PROFUNDA DE LAS HUMILLACIONES.»
Desde el punto de vista termodinámico, la evolución no tiene ninguna esperanza.
¿Cuándo se darán cuenta los evolucionistas, y la abandonarán?

* * *

No solamente no existen evidencias de que la evolución haya tenido lugar, sino


que también existe la firme evidencia de que la evolución nunca ha podido tener lugar.
La ley del aumento de entropía es una barrera impenetrable que ningún mecanismo
evolucionista sugerido hasta el presente ha podido vencer. E1 evolucionismo y la
entropía son conceptos opuestos y mutuamente excluyentes. Si es cierto que el principio
de la entropía es una ley universal, entonces el evolucionismo debe ser imposible.
Los términos mismos expresan conceptos contradictorios. La palabra
«evolución» se deriva de una palabra latina que significa «desenvolverse». La figura
que presenta es la de una espiral que se va desarrollando a círculos más y más amplios a
partir de un comienzo infinitesimal, hasta que al final toda la realidad queda incluida en
su seno.
Por otra parte, «entropía» significa literalmente «arrollamiento». Se deriva a
partir de dos vocablos griegos, en (que significa «dentro») y trope (que significa
«girar».) El concepto es el de algo que cae en espiral hacia adentro sobre sí mismo,
exactamente lo opuesto al concepto de «evolución».
La evolución designaría entonces el cambio hacia afuera y ascendente, y la
entropía el cambio hacia dentro y descendente.
El que los principios de evolución y de entropía se creen principios universales,
y que no obstante son mutuamente contradictorios se ve en las siguientes definiciones
autorizadas: «Existe una tendencia general natural en todos los sistemas observados a
pasar de orden a desorden, que refleja una disipación de energía disponible para
futuras transformaciones: es la ley del aumento de entropía.» (R. B. Lindsay)
Por lo que se refiere al evolucionismo, la definición clásica de Sir Julián Huxley
es como sigue: “La evolución, en un sentido extenso, se puede definir como un proceso

146
direccional y esencialmente irreversible que tiene lugar en el tiempo, y que en su curso
da origen a una creciente variedad y un nivel de organización crecientemente más
elevado en sus productos. Nuestro conocimiento actual nos obliga a aceptar la postura
de que toda la realidad es evolución -un proceso único de auto-transformación.”
Así, en el primer caso, «todos los sistemas observados... pasan de orden a
desorden» y en el segundo caso, «toda la realidad... da origen a un nivel de
organización crecientemente más elevado en sus productos».
Parece claro que una de las dos, la entropía o la evolución, ha sido vastamente
sobreestimada, o que hay algo que no funciona bien.
No obstante, el principio del aumento de entropía no es nada menos que el
Segundo Principio de la Termodinámica, el cual es tan firme e inamovible que sin él la
Ciencia colapsaría. Pero antes de considerar el Segundo Principio deberíamos definir el
Primero y la misma Termodinámica.
El Primer Principio de la Termodinámica dice que todo lo que existe en el
Universo es alguna forma de energía, y todo lo que sucede es algún tipo de conversión
de energía.
Isaac Asimov define el Primer Principio como sigue: "La energía se puede
transferir de un lugar a otro, o transformarse de una forma en otra, pero ni se puede
crear ni se puede destruir." O lo podemos poner de otra manera: "La cantidad total de
energía en el Universo es constante."
Esta ley se considera como la generalización más fundamental y poderosa sobre
el Universo que los científicos hayan sido nunca capaces de efectuar.
Asimov hace una observación muy interesante cuando dice, con respecto a este
Principio: «Nadie sabe por qué se conserva la energía». Naturalmente, nos debiera
haber dicho que la Ciencia no nos puede decir por qué la energía ni se crea ni se
destruye. No obstante, la Biblia nos suministra esta información.
La razón por la cual no se puede crear energía ahora es porque sólo Dios puede
crearla, y debido a que Dios «descansó de cuanto había creado y hecho» (Génesis 2:3).
La razón por la cual la energía no puede ser ahora destruida es que ahora Él «con su
poderosa palabra sustenta todas las cosas» (Hebreos 1:3). «Todo lo que hace Dios es
permanente y nada se le puede añadir, nada quitar» (Eclesiastés 3:14).
El Primer Principio es por sí mismo un poderoso instrumento contra el
evolucionismo, ya que implica una condición básica de estabilidad en el Universo. La
estructura fundamental del Cosmos es de conservación, no de innovación. No obstante,
este hecho por sí mismo no impresiona a los evolucionistas, ya que meramente asumen
que el proceso de evolución tendrá lugar dentro del marco de la conservación de
energía, no deteniéndose nunca a preguntar de dónde provino la energía al principio, ni
cómo es que a partir de entonces la energía se mantiene constante.
Pero es el Segundo Principio el que echa por tierra a la teoría de la evolución.
Existe un proceso universal de cambio, y es un cambio direccional, pero no es cambio
ascendente.
En la termodinámica denominada clásica, el Segundo Principio, como el
Primero, se formula en términos de energía.
Es en los procesos de transformación que parece que la Naturaleza exige un
pago y aquí es donde el segundo principio hace su aparición. Porque cada
transformación de energía que tiene lugar naturalmente va acompañada, en uno u otro
lugar, por una pérdida en la disponibilidad de energía para futuras ejecuciones de
trabajo.
En este caso, la entropía se puede expresar matemáticamente en términos del
flujo irreversible total de calor. Expresa cuantitativamente la cantidad de energía en un

147
proceso de conversión de energía que deja de estar disponible para la ejecución de
trabajos posteriores. A fin de que se ejecute un trabajo, la energía disponible tiene que
«fluir» desde un nivel superior a un nivel inferior. Cuando llega al nivel inferior, la
energía todavía existe, pero ya no es más capaz de efectuar un trabajo. El calor fluirá de
manera natural de un cuerpo caliente a un cuerpo frío, pero no de un cuerpo frío a un
cuerpo caliente.
A causa de ello, ningún proceso puede tener una eficiencia del 100 %, en que
toda la energía disponible se convierta en trabajo. Parte de la energía debe ser aplicada
en vencer fricciones, y quedará degradada a energía calorífica no recuperable, que al
final se irradiará al espacio y se dispersará. Por esta misma razón es imposible conseguir
una máquina autocontenida de movimiento continuo.
Ya que, como hemos señalado, todo lo que hay en el Universo físico es energía
en una forma u otra, y ya que en cada proceso parte de la energía pierde su
disponibilidad, es evidente que al final toda la energía en el Universo pasará a ser
energía no disponible, si los procesos actuales continúan el tiempo suficiente. Cuando
ello suceda, todos los varios tipos de energía presentes en el Universo se habrán
convertido en una energía calórica uniformemente (esto es: aleatoriamente) dispersada
por medio de una multiplicidad de procesos. Todo quedará a la misma baja temperatura.
No existirán «diferenciales» de niveles de energía, y por lo tanto no existirán
«gradientes» de energía para inducirla a fluir. No se podrá efectuar más trabajo y el
Universo llegará a lo que los físicos llaman su definitiva «muerte térmica».
Así, el Segundo Principio prueba, con toda certeza que el Universo tuvo un
principio. Asimismo, el Primer Principio muestra que el Universo no hubiera podido
autogenerarse. La cantidad total de energía en el Universo es una constante, pero la
cantidad de energía disponible está decreciendo. Por lo tanto, si retrocedemos en el
tiempo la energía disponible será progresivamente mayor, hasta que llegaremos al
momento inicial, en el que la energía disponible igualaría a la energía total. No se
podría ir más atrás en el tiempo que hasta este momento. En este punto tanto la energía
como el tiempo tienen que haber tenido su origen. Ya que la energía no se puede crear a
sí misma, la conclusión más lógica y científica a la que podríamos llegar es que: «En el
principio creó Dios los cielos y la tierra».
No obstante, el evolucionista no acepta esta conclusión. Él prefiere formular la
hipótesis de que:
1) Alguna ley natural que cancelaba el Segundo Principio prevaleció en épocas
remotas.
2) Alguna ley natural cancelando el Segundo Principio prevalece en las lejanías
del espacio.
Pero cuando se hacen tales asunciones, en realidad niegan su propia teoría, que
postula que todas las cosas se pueden explicar por medio de leyes y procesos
observables en la actualidad. En realidad recurren al creacionismo, pero rehusando
reconocer al Creador.
Isaac Asimov dice: “Otra manera de enunciar el Segundo Principio es: "El
Universo se está volviendo constantemente ¡menos organizado!"
Recordemos que esta tendencia desde la organización a la desorganización se
aplica a todos los procesos reales. Desde luego, los procesos reales incluyen los
procesos biológicos y geológicos, así como los químicos y físicos. La pregunta
importante es: « ¿Cómo puede un proceso biológico, que va de lo organizado a lo
desorganizado, resultar en evolución que va de lo desorganizado a lo organizado?»
Quizás el evolucionista pueda hallar la respuesta a esta pregunta, pero al menos
no debería evitarla, como muchos evolucionistas hacen.

148
Esta es una pregunta verdaderamente vital, especialmente cuando pensamos en
la evolución como un proceso de crecimiento en gran escala desde el átomo a Adán y
desde las partículas a las personas. Ello representa un incremento gigantesco en orden y
complejidad, que queda evidentemente fuera de lugar en el contexto del Segundo
Principio.
El Segundo Principio de la Termodinámica se podría enunciar de la siguiente
manera: «En cualquier sistema organizado, cerrado o abierto, existe una tendencia
para este sistema a deteriorarse, pasando a un estado de desorganización, tendencia
ésta que solamente puede invertirse por medio de una fuente exterior de energía
ordenadora dirigida por un programa de información y transformada por un
mecanismo de ingestión-almacenamiento-conversión en el trabajo específico que se
precisa para construir la estructura compleja de aquel sistema.»
Si falta el programa de información o el mecanismo de conversión a este sistema
«abierto», su organización no aumentará, por mucha energía que se le aplique. El
sistema continuará decayendo de acuerdo con el Segundo Principio de la
Termodinámica.
El citar casos especiales (tales como la simiente, en la que el código genético y
el sistema de conversión de la fotosíntesis están ahí, disponibles) es cosa fútil, por lo
que se refiere al evolucionismo, ya que no existe ni un programa director ni un aparato
de conversión disponibles para producir un imaginario crecimiento evolutivo en
complejidad de la tierra y su biosfera.
Es todavía más fútil el referirse a procesos inorgánicos tales como la
cristalización como evidencia de evolución.
Las condiciones extremadamente especializadas que han hecho posible que un
cristal se forme y que las plantas y los animales crezcan no tienen nada que ver con el
evolucionismo. Estas mismas condiciones especiales (esto es, los maravillosos procesos
de la fotosíntesis, los complejos programas de información en la célula viva e incluso
las propiedades electroquímicas de las moléculas del cristal, etc.), nunca hubieran
podido originarse por casualidad, su propia complejidad nunca hubiera podido ser
producida dentro de los límites impuestos por el Segundo Principio. Pero sin ellas el
cristal no se formaría, y la simiente no crecería.
Pero, ¿cuál es el código de información que indica a las partículas primitivas
desorganizadas cómo organizarse a sí mismas en estrellas y planetas? ¿Y cuál es el
mecanismo de conversión que transforma a las amebas en hombre? ¡Estas son
cuestiones que no se pueden responder por medio de una espaciosa referencia a que la
Tierra es un sistema abierto! Y hasta que no se tenga la respuesta, el Segundo Principio
hace que la evolución aparezca como imposible.
El modelo evolucionista no puede explicar el Segundo Principio, pero el modelo
creacionista (el que dice que todo fue creado por Dios) ¡lo predice! El creacionista no se
queda cortado ni confundido por la entropía, ya que es exactamente lo que espera. El
modelo creacionista postula una creación perfecta de todas las cosas completada durante
un período de creación específica en el principio. A partir de este modelo, el
creacionista predice naturalmente cambios horizontales limitados dentro de las
entidades creadas (por ejemplo, variaciones dentro de los tipos biológicos básicos, para
capacitarlos a la adaptación a un medio ambiente cambiable). Si tuvieran lugar cambios
«verticales», de un nivel de orden a otro, ello ocurriría por error de copia en el ADN, y
serían cambios en sentido descendente, hacia menor organización. El Creador,
omnisciente y omnipotente, hizo todas las cosas perfectas en el principio. Ningún
proceso de cambio evolutivo las podría mejorar, pero cambios deteriorativos podrían
desorganizarlos.

149
No solamente predice el modelo creacionista el principio de la entropía, sino que
el principio de la entropía señala hacia la creación. Esto es, si todas las cosas siguen
ahora un curso descendente hacia un mayor desorden, originalmente debe haber habido
un mayor orden. Ya que no existe ningún proceso naturalístico que hubiera podido
producir una condición inicial tal, la causa debe haber sido sobrenatural. La única causa
adecuada del orden inicial y de la complejidad del Universo tiene que haber sido un
Programador omnisciente, y la causa de su poder ilimitado un omnipotente Energizador.
El Segundo Principio de la Termodinámica, con su principio de entropía creciente,
repudia el modelo evolucionista, y confirma con toda fuerza el modelo creacionista.
La «tendencia evidente en la naturaleza a pasar del desorden al orden y a la
organización» es, naturalmente, solamente una asunción de los evolucionistas. La
tendencia real en el mundo real natural, tal como la expresa el Segundo Principio de la
Termodinámica, es a pasar del orden y de la organización al desorden. Este problema,
tan evidente en sí mismo, es generalmente esquivado por los evolucionistas con la
cándida afirmación de que la Tierra es un sistema abierto a la energía solar y que este
hecho ¡resuelve el problema! A su vez, los creacionistas les han recordado que mientras
que la existencia de un sistema abierto y energía disponible constituyen condiciones
necesarias antes de que pueda existir un crecimiento en orden (o en información), no
son condiciones suficientes. Además, tiene que existir un programa precodificado que
contenga la información necesaria para dirigir el crecimiento del sistema y uno, o más,
sistemas de conversión que convierten la energía externa en el trabajo extremadamente
específico de crecimiento interno. Ya que el vasto sistema de la biosfera en hipotética
evolución como continuo espacio-tiempo parece estar privado tanto de programa como
de mecanismo, queda claramente prohibido por el Segundo Principio.
En el mundo real, cada efecto debe tener una causa adecuada, pero las leyes
usuales de la Ciencia no parecen intimidar a los evolucionistas. En la extraña tierra de la
credulidad evolucionista, maravillosas cosas pueden suceder. Los planos (la
planificación) se dibujan a sí mismos, los mecanismos se diseñan a sí mismos, el orden
se autogenera a sí mismo del caos, ¡y la vida se crea a sí misma! Y aun así los
evolucionistas llaman a los creacionistas anti-científicos por el hecho de postular una
Causa adecuada (intervención divina) para dar cuenta del maravilloso efecto llamado
vida.

ATP, TERMODINAMICA Y EVOLUCIONISMO

(DALE CROWLEY, Jr.)

¿Qué hay en la naturaleza que tenga mayor responsabilidad en dar la impresión


de desarrollo evolutivo y expansión de la vida? ¿Cuáles son las estructuras y cuáles son
los mecanismos de la vida que, cuando funcionan como funcionan, dan la impresión de
que la Segunda Ley de la Termodinámica está siendo superada?
Sabemos que no hay una sola estructura, un solo mecanismo, una sola función
en toda la naturaleza que pueda servir para justificar la creencia de nadie en asunciones
evolucionistas. Pero estoy buscando aquello que más se parezca que podamos
identificar y señalar como la razón de la tenaz adhesión de los evolucionistas a sus
asunciones y dogmas indemostrados.
Creo que lo he hallado. (No que yo haya hecho el descubrimiento. Simplemente,
he hallado lo ya descubierto.) Se trata de los compuestos y procesos en cada célula viva
que parecen desafiar a la Segunda Ley de la Termodinámica, y que dan energía
disponible para efectuar crecimiento biológico, y para la proliferación de la vida.

150
Evidentemente, es el crecimiento de una planta y de un animal, y de la
asombrosa proliferación y abundancia de la vida sobre la Tierra, ante lo que tanto
evolucionistas como creacionistas se detienen en admiración. Pero las mismas
estructuras y mecanismos que dirigen la síntesis de átomos y moléculas sencillos en su
formación de moléculas más complejas y, a su vez, la de las moléculas complejas en
moléculas más y más complejas, y que son responsables de las superficiales
conclusiones de los evolucionistas, se mantienen, en realidad, como poderosas
evidencias contra estas mismas conclusiones.
No se trata de que si los evolucionistas que van a, por fin, considerar las
estructuras y funciones que considero en este trabajo, vayan a abandonar el
evolucionismo y a abrazar el creacionismo. No, ellos conocen y comprenden estas cosas
tan bien como nosotros. Simplemente hemos identificado la causa que constituye la raíz
del error de ellos. Y quizá sea posible que, al llamar la atención especialmente sobre
estas maravillosas estructuras y funciones, y al mostrar cómo no es posible que hayan
podido encontrarse envueltas en un pretendido proceso evolutivo (aunque son
responsables del vigor de la vida tal como la conocemos), podamos convencer a alguien
de que sus asunciones se hallan erigidas sobre imposibilidades.
Un cierto porcentaje del peso y volumen de toda criatura consiste de compuestos
sencillos, tales como agua y sal. Un cierto porcentaje consiste de moléculas orgánicas
complejas, tales como el ADN, enzimas, hormonas, otras proteínas, lípidos, hidratos de
carbono, etc. La cuestión que tenemos que afrontar, en términos de la Segunda Ley de la
Termodinámica, es la siguiente: ¿Cuál es la fuente de energía para la síntesis de estas
complejas moléculas desde átomos y moléculas sencillas? ¿Acaso se reúnen gracias a
algún tipo de fuerza dinámica evolutiva? Si el Universo y todos los procesos naturales
están degradándose, siguiendo la línea de menor resistencia, moviéndose de lo
complejo a lo simple, de lo inestable a lo estable, de lo rico en energía a lo escaso en
energía, entonces ¿qué es lo que está sucediendo en el mundo de las plantas, animales y
humanidad, que parece que desafíe a la Segunda Ley y que invierta el proceso?
Sea lo que sea, constituye la clave del error de los evolucionistas. Ellos ven la
impresionante ordenación de vida dinámica en el mundo y dicen: « ¡Ajá!, ved, las cosas
pueden ir de lo simple a lo complejo».
Las estructuras o compuestos de los que hablo son, naturalmente,
adenosinatrifosfato y adenosinadifosfato (ATP y ADP), y el mecanismo lo constituye la
constante provisión de energía necesaria para la síntesis de cada compleja molécula
orgánica vital para la vida.
La Segunda Ley de la Termodinámica dice que cuando los procesos pasan de lo
complejo a lo simple, de lo inestable a lo estable, se libera energía espontáneamente.
Las complejas moléculas en un campo de maíz maduro quedan reducidas a moléculas
estables simples sin necesidad de ninguna ayuda, y con liberación de mucho calor, si el
campo se incendia. El calor dentro de un montón de estiércol es también algo típico de
lo que sucede cuando unas moléculas complejas e inestables liberan energía en el
proceso de descomposición y de degradación. En otras palabras, toda la energía que se
fue a la síntesis de estas complejas moléculas orgánicas queda repentinamente liberada,
en un caso por el fuego, en el otro mediante la degradación.
¿Cómo se quedó almacenada toda esta energía en el campo de maíz y en el
montón de estiércol, hojas y basura, en primer lugar? ¿Se trata de algo que funcione en
contra de la Segunda Ley? Esto es lo que deseamos examinar en este artículo.

151
A) ATP-Adenosinatrifosfato

La estrella en esta estupenda actuación biológica es el ATP: adenosina trifosfato.


Se trata solamente de uno de varios compuestos dinámicos, ricos en energía, en sistemas
biológicos que dan a la naturaleza la apariencia de desafiar a la Segunda Ley de la
Termodinámica. Pero el ATP es con mucho el más ubicuo, y se le ha caracterizado
como «la moneda en el reino de la energía biológica». Intentaré aquí explorar unos
pocos de los muchos casos e interacciones biológicas del ATP. No intentaré explicar la
forma de su funcionamiento (transferencia electrónica, enlaces de alta energía, etc.). Es
mi propósito tan sólo identificar al ATP como el «culpable» en la pretensión
evolucionista de que la singular excepción a la Segunda Ley constituye la explicación
de ellos para la vida, esto es, la evolución.

B) Los evolucionistas reconocen el fenómeno y el problema

Escritores científicos como Ariel G. Loewy (Haverford College) y Philip


Siekevitz (Rockefeller University), por ejemplo, afrontan las cuestiones de la absorción
de energía por parte de los seres vivos, la Segunda Ley de la Termodinámica, y el
evolucionismo, cuestiones suscitadas por la presencia y función del ATP.
Aquí tenemos la clave del aparente desafío a la Segunda Ley, que G. N. Lewis y
otros creyeron ser característico de la materia viva.
Debido al comportamiento autónomo característico de la materia viva, G. N.
Lewis y otros fueron conducidos a la creencia de que la materia viva era autónoma
también desde el punto de vista de la energía, cuando, de hecho, nada podría estar más
lejos de la verdad. La materia viva es capaz de preservar su individualidad tan
aparentemente improbable solamente a cuenta de grandes cantidades de energía libre
conseguida del medio. Tan pronto como se suprime este suministro de energía libre, los
sistemas vivos proceden espontáneamente a un estado de mayor desorganización
(muerte).
“La evolución biológica es el fenómeno por el cual una variedad asombrosa de
tipos de organización ha surgido lentamente, los cuales son capaces de extraer energía
libre de nuestro medio extraordinariamente diversificado. Según la evolución ha ido
avanzando, la organización de la biosfera ha ido deviniendo crecientemente compleja,
y la cantidad de energía utilizada se ha ido incrementando de continuo. Tampoco esto
debería de contemplarse como una violación de la Segunda Ley. Los mecanismos de la
selección natural... proveen un mecanismo mediante el cual el abundante suministro de
energía libre del sol está siendo utilizado para engendrar organizaciones de
complejidad en continuo aumento sobre este planeta.” (Estructura y función de la
célula, Hold Rinehard y Winston, Inc., 1969, pp. 18, 19.)

C) La vida demanda unas inyecciones tremendas de energía, aparentemente hacia


una disminución de entropía, no su aumento

Ejemplos: 1) síntesis de moléculas complejas, 2) transporte de moléculas y de


células, 3) contracción de músculos, 4) estímulos eléctricos.
Todos estos eventos de crecimiento, función y reproducción celular demandan el
suministro de energía desde dentro de la misma célula. Por ejemplo, cada nucleótido
añadido a una molécula de ADN, o cada aminoácido enlazado a una cadena creciente de
proteína demanda un incremento de energía. De hecho, todas las funciones y actividades

152
de la vida se mantienen a expensas de energía, una energía que se le tiene que añadir, no
restar al organismo.
Este agente de adición, este desafiador de la Segunda Ley, es el ATP. La
Segunda Ley de la Termodinámica dice que las moléculas complejas tienen que
resolverse en sus componentes más estables, menos ricos en energía. Las leyes que
gobiernan los deberes del ATP dicen, por otra parte, que las moléculas más simples,
más pobres en energía serán construidas para formar moléculas complejas, más ricas en
energía, más inestables.
El ATP consiste de uno de los nucleótidos del ARN más dos grupos adicionales
de fosfato enlazados al grupo existente de fosfato.
Las líneas onduladas en la molécula del ATP significan la presencia de los
llamados enlaces de alta energía.
Cuando se necesita energía para cualquiera de las necesidades anteriormente
mencionadas (síntesis de moléculas complejas, etc.), se hidroliza la ATP a ADP.
Cuando se tiene que volver a transformar la ADP en ATP (lo cual es inevitable y
continuo) es fosforilizada, produciendo ATP de nuevo.
Así, la adición o sustracción del grupo de fosfato a esta molécula son totalmente
reversibles. (Si se eliminan dos grupos de fosfato del ATP, queda el AMP -
adenosinamonofosfato- el cual es el mononucleótido mismo del ARN, y que tiene
asombrosos papeles en el sistema hormonal del cuerpo.)
Una de las cosas más interesantes acerca del sistema energético de las células
vivientes es que todos los organismos, desde la bacteria a las plantas y animales
superiores, utilizan la misma molécula, ATP, como la base de su economía energética.
(Los evolucionistas dicen que ello demuestra el origen en común de la vida en su
evolución. Los creacionistas afirman que ello demuestra el origen común de la vida
creada.) Las células están siempre llenas de grupos fosfatos libres y disponibles, para
ser utilizados en la fosforilación del ADP o ATP.
Mientras que la provisión de energía ATP es crucial para todas las funciones
anteriormente mencionadas (síntesis de moléculas complejas, transporte de moléculas y
de células, contracción de músculos y estímulos eléctricos), dirijo la atención solamente
al primero de los casos, debido a que nos lleva al mismo principio de la aplicación de la
Segunda Ley de la Termodinámica, y da cuenta del crecimiento e incremento en peso
del organismo. Recordemos, la Segunda Ley dice que las moléculas complejas se
descompondrán naturalmente en moléculas simples y estables. Pero en la vida, desde el
momento de la germinación o de la concepción, vemos solamente lo opuesto: un
proceso asombrosamente dinámico, desplazándose de átomos simples y estables a
moléculas más y más complejas hasta llegar a un aturdidor conjunto de miles de
moléculas increíblemente complejas de todos tamaños, formas y propósitos. Aquí es
donde los evolucionistas se han apartado del camino, y tenemos que examinar más a
fondo esta situación de aparente contradicción.
La importancia del ATP como el suministrador de la fuerza de la vida se afirma
de la siguiente manera: «La síntesis de proteínas de aminoácidos en células en rápido
crecimiento, como en una cultura bacteriana, puede demandar el 85 % de la energía
ATP generada por la respiración de la célula». (Biology por Helena Curtis, Worth
Publishers, Inc., 1968, p. 149.)
Y «la cantidad de energía metabólica disponible que queda momentáneamente
almacenada en este sistema está relacionada a las fracciones molares o
concentraciones de ATP, ADP y AMP en el sistema. Este valor era denominado la
"carga de energía". El valor de la carga de energía durante el crecimiento de las
células bacterianas y mamíferas es de alrededor de 0,8. El mantenimiento de la vida,

153
aunque no su crecimiento, parece posible a valores de carga de energía entre 0,8 y 0,5.
Los valores de carga de energía por debajo de 0,5 parecen incompatibles con el
mantenimiento de la vida, y tales células parecen hallarse en un estado conducente a la
muerte». (Britannica Yearbook o f Science and the Future 1973, Copyright 1972,
Encyclopaedia Britannica Inc.)

D) El camino energético en la vida, desde la fuente a la entropía

El camino de la energía de la vida, desde la fuente hasta la muerte, consiste de


estos pasos: 1) el Sol, 2) fósforo, el onceavo elemento más abundante sobre la tierra con
un 1,2 % del total, 3) la fotosíntesis y ATP, 4) funciones mitocóndricas y ATP, 5) ATP
y el suministro de energía al organismo, y 6) oxidación y degradación, y el fósforo del
ATP vuelve a la tierra.
En esta sección trazaremos muy rápidamente el proceso por el cual los
componentes básicos se reúnen para desafiar, aparentemente, a la Segunda Ley de la
Termodinámica, pero que en realidad la obedecen totalmente.
Toda la energía de la vida se origina en el Sol. Incluso la energía que los
animales derivan de la oxidación de los hidratos de carbono, lípidos y proteínas, si se
sigue lo suficiente hacia atrás, ha provenido del Sol, a 150 millones de kilómetros de
distancia.
Así, el primer paso en la captura de energía solar para la vida lo constituye
cuando aquella energía es absorbida por las plantas. (La energía solar puede aplicarse a
las plantas de manera indirecta, por ejemplo, mediante la planta hidroeléctrica y la
lámpara incandescente.)
La captura tiene lugar en los cloroplastos, que son orgánulos dentro de células de
plantas cuando el pigmento clorofila (y caroteno) es excitado por la energía solar y, por
una transferencia de electrones, causa la síntesis de la glucosa (C 6 H 12 O6) a partir del
dióxido de carbono (CO2) en el aire y agua (H20) en el suelo. También se hallan enzimas
presentes en tos cloroplastos para catalizar el proceso. (La compleja molécula de
clorofila y los enzimas en el cloroplasto ya han sido anteriormente sintetizados con
energía ATP.)
En tanto que hemos pensado tradicionalmente en la glucosa como siendo el
único producto de la fotosíntesis, en realidad la lista de productos formados de esta
manera se va expandiendo gracias a la continua investigación:
Estos electrones de elevada energía son después recogidos por moléculas
aceptoras y se utilizan para llevar a cabo dos tareas de gran importancia dentro del
cloroplasto.
Una de éstas es la conversión del ADP a ATP. Esto tiene lugar al ser los
electrones transferidos secuencialmente de un aceptor a otro en el cloroplasto. En cada
transferencia se extrae algo de energía de los electrones; en varios de estos pasos se
consigue la suficiente energía para sintetizar ATP a partir de ADP. Mucha de la energía
luminosa absorbida en los cloroplastos es capturada de esta manera para su utilización.
La segunda tarea es el montaje de complejas moléculas como la glucosa del dióxido de
carbono y agua. Otras moléculas, incluyendo almidones, aminoácidos, proteínas y
ácidos nucleicos, son también secuenciadas dentro de los cloroplastos, utilizando
electrones excitados por la absorción de la luz solar como fuente de energía. Estos
principales productos del cloroplasto, ATP y una variedad de compuestos orgánicos,
son utilizados en otras partes tal y como la planta los necesita.

154
Antes de que tengan lugar estas reacciones, naturalmente, las raíces de las
plantas habrán absorbido suficientes moléculas de fosfato del suelo para permitir la
adición de los grupos de fosfato en el nucleótido de ARN.
Las sustancias producidas en el cloroplasto, incluyendo la glucosa, son entonces
liberadas en la célula y por otras partes del organismo según haya necesidad de ello, en
el caso de las plantas. En el caso de los animales, que no pueden derivar energía
directamente de la luz solar, se ingieren plantas, y los nutrientes, incluyendo la glucosa,
hallarán su camino a las células.
En este punto, el mismo proceso que tiene lugar en las células de las plantas
cuando se elimina la fuente de luz, como sucede por la noche, tiene lugar también en las
células animales. Este proceso –la oxidación de la glucosa (glicólisis)- tiene lugar en
otro orgánulo celular algo similar en estructura al cloroplasto, la mitocondria. En las
mitocondrias existe un buen suministro de ATP, ADP, y de grupos fosfatos libres (y,
naturalmente, una miríada de otros compuestos, enzimas, etc.). La oxidación de la
glucosa es la fuente de producción de todo el ATP que el organismo animal precisa para
su crecimiento y vida, y que el organismo de la planta demanda por encima y más allá
del que es producido en el cloroplasto.
Lo que sigue es la secuencia que tiene lugar en la mitocondria, y que constituye
el núcleo de nuestra consideración.
Se necesitan dos moléculas de ATP en la mitocondria para desencadenar, o
activar, la disgregación de la glucosa. Después de ello, varios enzimas toman terreno
para completar el proceso detallado de la glicólisis. A1 irse rompiendo la molécula de
glucosa, se van liberando pequeños incrementos de energía, de acuerdo con la Segunda
Ley de la Termodinámica. Pero estos pequeños incrementos de energía son
inmediatamente atrapados por el ADP y por un grupo fosfato para formar una nueva
molécula ATP de alta energía. La energía liberada por la rotura de una molécula de
glucosa produce 38 moléculas de ATP a partir de ADP. Se ha calculado que la eficacia
de esta transferencia energética es del 60 % (el motor-gasolina opera a una eficacia del
25 %).
Así, la energía atrapada en la molécula de glucosa mediante la fotosíntesis en el
cloroplasto es transferida al ATP en la mitocondria. El ATP cargado de energía se
desplaza a continuación a otras localidades dentro de la célula para efectuar las tareas ya
mencionadas.
Los hay que piensan que la energía de la glucosa se utiliza directamente para
suplir las necesidades energéticas del organismo. Pero la glucosa suministra la energía
para las necesidades corporales solamente de manera indirecta, mediante la producción
de ATP.
A1 desplazarse el ATP a localizaciones en las que se precisa de energía, su
grupo fosfato terminal se desprende, convirtiendo la molécula de nuevo a ADP y
liberando un incremento de energía.
Es imposible contemplar, en ningún lugar, el nacimiento, desarrollo y
crecimiento de la vida sobre la Tierra sin observar el dinámico papel de la molécula
ATP de elevada energía. Se podrían escribir muchas páginas describiendo todo lo que
hace la molécula ATP: suministrando cargas eléctricas para la función cerebral, su papel
en el ojo en el proceso de la visión, en la síntesis de las complejas hormonas producidas
por las glándulas, desplazando compuestos hacia dentro y fuera de las membranas
celulares, etc., etc.
Mientras que parece que estas funciones estén siendo llevadas a cabo en
contradicción total a la Segunda Ley de la Termodinámica, y mientras que sus efectos
parecen ser la espontánea y autogenerada proliferación y actividad de la vida (que los

155
evolucionistas denominan evolución), ellas deben su existencia misma a la energía
solar, que actúa mediante la fotosíntesis y mediante la rotura de la glucosa que activa la
formación de la molécula de ATP. Y por cada incremento de energía suministrada por
el ATP para mantener al organismo vivo y funcionando, se tiene que extraer un
incremento igual de energía del Sol (más toda la energía adicional para vencer la
ineficacia del proceso).

Sumario y conclusiones

La vida no actúa en desafío a la Segunda Ley de la Termodinámica. La energía


que el ATP suministra para la síntesis de moléculas biológicas complejas y otras tareas
no se deriva de ningún tipo de magia que vaya contra la Segunda Ley. Para cada adición
al almacenaje energético en la vida vegetal y animal (energía química, calorífica,
cinética, eléctrica, etc.) tiene que haber una sustracción correspondiente de la fuente
última de energía de la tierra, el Sol. La balanza tiene que mantenerse en equilibrio.
Finalmente, cuando el organismo muere, las funciones de suministro de energía
de la molécula de ATP (y otras) cesa, y de una u otra manera el organismo libera la
energía que había acumulado de acuerdo con la Segunda Ley. El vehículo elemental
para el intercambio de energía -el fósforo- vuelve a la tierra, cada uno de sus átomos
habiendo sido utilizado incontables millones de veces en su papel de desafío a la
muerte, sin cansarse, y listo para ser absorbido por las raíces de otra planta para volver a
empezar de nuevo.
Como conclusión, podemos hacer estas observaciones y hacer estas preguntas:
1. Cada parte de cada célula viva, que constituye un medio de compuestos, desde
lo complejo hasta lo muy complejo, debe su síntesis y composición global a las
propiedades provisoras de energía del ATP. Pregunta: Incluso si aquella primera
molécula orgánica de la imaginación del evolucionista hubiera sido sintetizada por
aquella exhalación primordial, ¿de dónde provinieron los miles de moléculas de ATP de
las que depende cada célula para su construcción y que continuó su proceso de síntesis?
Sin ATP, las células moleculares no solamente no tienen ningún principio, sino que su
lapso de vida es muy corto.
2. Mientras que el ATP mismo está constituido sobre un nucleótido, la energía
que él almacena y suministra dentro de la célula es crucial para la producción de más
nucleótidos como él mismo, sintetizando a la vez el ADN y el ARN en concordancia
con el código genético. Pregunta: Ya que las moléculas del ATP son producidas de
acuerdo al código genético de la célula, y ya que el ATP así producido es entonces
responsable de la síntesis y copia del código genético al proveer la energía necesaria,
¿de dónde, en el esquema evolucionista de las cosas, provinieron en primer lugar las
primeras moléculas de ATP, y cómo se hubiera podido sintetizar más material genético
sin un abundante suministro de ATP?
3. El ATP es producido tanto en el cloroplasto de las células vegetales como en
las mitocondrias de células de plantas y de animales. En el cloroplasto, el agente para la
producción de ATP es la clorofila. Pero la clorofila tiene que ser producida de
antemano, sintetizada mediante la energía provista por el ATP. La clorofila es también
el agente de la producción de la glucosa en el cloroplasto, que se degrada después en la
mitocondria para producir energía para la fosforilación del ADP a ATP. Pregunta: Si el
ATP es necesario para la síntesis de clorofila, que es a su vez el agente de la producción
de ATP en el cloroplasto, y si la misma clorofila es el agente de la producción sintética
de la glucosa, que después se degrada en las mitocondrias para reconstituir al ATP del
ADP, ¿cómo evolucionó, en primer lugar, la primera molécula de clorofila sin inyección

156
de energía del ATP? Aquí tenemos tres procesos totalmente integrados que solamente
funcionan juntos si cada uno de ellos funciona por separado.
4. En los cloroplastos de las células vegetales se halla presente una variedad de
enzimas para catalizar la síntesis de la glucosa del CO 2 y H20. La síntesis de los enzimas
se consigue mediante las instrucciones del código genético, utilizando la energía
suministrada por el ATP. Pregunta: En el esquema evolucionista de las cosas, ¿cómo
hubiera podido tener su origen la primera célula vegetal con sus capacidades
fotosintéticas sin energía ATP para sintetizar los enzimas vitales para la producción de
la glucosa? De nuevo tenemos aquí sistemas integrados con ATP que solamente pueden
funcionar cuando funcionan perfectamente.
5. De la misma manera en la mitocondria, en el que se degrada la glucosa para
liberar su energía, se precisa de una variedad de enzimas para ir desplazando el proceso
a pequeños pasos. Estos enzimas deben también su síntesis suministrada por el ATP.
Pregunta: En el esquema evolucionista de las cosas, ¿cómo se hubieran podido formar
estos enzimas sin las inyecciones adecuadas de energía procedente de un suministro ya
abundante de ATP?
6. La energía atrapada en glucosa no puede ser utilizada directamente en el
organismo. La energía de la glucosa tiene que ser transferida a la molécula de ATP.
Pregunta: En el esquema evolucionista de las cosas, ¿cuál evolucionó primero, el
mecanismo para la producción de glucosa, o el mecanismo para la producción de ATP?
Sin ATP, la glucosa no tiene nada que ofrecer a la vida. Constituyen sistemas integrados
y mutuamente dependientes.

Conclusión

Aunque la vida parece nacer, crecer y madurar espontáneamente, la acumulación


de tremendas cantidades de energía al ir pasando los días, semanas, meses y años, en
aparente desafío a la Segunda Ley de la Termodinámica, en realidad la constante
acumulación de energía, estructura y función puede seguirse hasta llegar al papel de la
reacción reversible ADP-ATP en las células vivas, que, como ya se ha mostrado,
obedece en el más mínimo detalle y medida de energía a la Segunda Ley de la
Termodinámica. Además, el seguimiento de las muchas funciones cruciales de esta
ubicua sustancia en el organismo viviente lleva a la convicción de la imposibilidad
absoluta de cualquier pretendido proceso de evolución orgánica.

* * *

El modelo especulativo de Prigogine sobre el origen de la vida está cubierto de


una considerable cantidad de complejas matemáticas, con lo que es difícil, si no
imposible, comprenderlo sin formación matemática. Ello lo hace de inmediato inaccesible
a la mayor parte de los científicos, desde luego a la mayor parte de biólogos. No obstante,
el modelo de Prigogine suena deliciosamente a científicos y ha sido calurosamente
acogido por los evolucionistas que están tratando de hallar alguna manera de vencer la
insuperable barrera que el segundo principio de la Termodinámica (la materia y la energía
van del orden al desorden, al caos) impone frente a un pretendido origen evolucionista de
la vida que, según ellos, va de lo imperfecto a lo perfecto, lo que jamás ha podido ser
demostrado, mientras que el segundo principio de la Termodinámica está más que
demostrado. Cuando Prigogine pasa su modelo matemático del papel al mundo real,
entonces es posible para el no matemático examinar las asunciones que sirven de base a

157
su modelo. Un examen de estas asunciones evolucionistas revela que están totalmente
vacías de cualquier fundamento. Su modelo no ofrece ninguna solución que se pueda
mantener. En el “modelo evolutivo” de Prigogine, se asume un sistema abierto al flujo de
dos especies monómeras a y b (que pueden corresponder a dos clases de nucleótidos, por
ejemplo el ácido adenílico y ácido timidílico). Aunque no habla mucho sobre ello,
también se debe asegurar en alguna manera un influjo constante de energía al proceso
sintético asumido en el modelo. Justo en esta etapa preliminar, incluso antes de que se
encuentren las dificultades más serias en su modelo, éste pierde toda plausibilidad. En la
ausencia de organismos vivientes sería imposible el suministro de una cantidad suficiente
de cualquiera de los nucleótidos o de las moléculas orgánicas ricas en energía que
profesan la concentración necesaria de estas moléculas. Bajo cualquier condición
plausible de tierra primitiva, la velocidad de destrucción de estos compuestos excedería en
tal magnitud la velocidad de su formación que nunca se podrían acumular cantidades
detectables de ninguno de ellos. No obstante, incluso si el océano primitivo hubiera estado
saturado de estas moléculas, el modelo de Prigogine no puede explicar cómo la vida
hubiera podido evolucionar. A partir del monómero a, que para el propósito que nos
ocupa Prigogine toma el nucleótido ácido adenílico (A). Prigogine asume que se forma
el homopolímero, ácido poliadenílico (poli-A). El poli-A codifica (sirve de plantilla) para
el ácido politimidílico (poli-T), con lo que en presencia de poli-A y un suministro de
ácido timidílico, Prigogine asume que se formará poli-T. Ya que no solamente el poli-A
codifica al poli-T, sino que el poli-T codifica al poli-A. Prigogine afirma que cuando se
llega a esta etapa, se pone en marcha un cielo autocatalítico. Hagamos ahora una pausa
para examinar las asunciones evolucionistas tomadas como base en esta etapa del modelo.
Primeramente, Prigogine asume que los monómeros (los nucleótidos) se
combinarán para formar polímeros en grandes cantidades (son muchos los miles de
millones de toneladas que se tendrían que formar de cada polímero a fin de poder producir
una concentración en un océano conteniendo 1´5 mil millones de kilómetros cúbicos de
agua). En realidad, para todos los propósitos prácticos, no se podría formar ningún
polímero. Para formar los enlaces encadenando los monómeros a fin de dar el polímero se
necesita una entrada de energía. Como consecuencia este proceso es energéticamente
muy desfavorable. La ruptura de los enlaces que encadenan a los nucleótidos en el
polímero, o la ruptura de los enlaces dentro de cada subunidad (como el enlace azúcar-
purina) de otro lado, libera energía y es por tanto energéticamente favorable, Además, la
formación de un polímero de 100 nucleótidos requiere la formación de 99 enlaces entre
ellos, siendo la formación de cada enlace energéticamente muy desfavorable. Pero la
destrucción del polímero requiere la ruptura de un solo enlace, ruptura ésta que libera
energía y que por tanto es energéticamente favorable. Como consecuencia, la formación
de un polímero de solamente unos pocos nucleótidos seria increíblemente lenta, pero si
existiera algún polímero, se rompería a una velocidad relativamente rápida. La velocidad
de destrucción excedería enormemente a la velocidad de formación, por lo que no se
formarían concentraciones significativas de polímeros, ni siquiera de dímeros, bajo
ninguna condición plausible de tierra primitiva.
Todo esto nos lleva a concluir que la teoría de la evolución es falsa y Prigogine
está en un error científico que se opone al segundo principio de la Termodinámica: la
materia va del orden al desorden, y no al revés, como falsamente creen los evolucioncitas
que niegan que Dios lo hiciera todo directamente, como narra la Biblia, lo que es cierto:
Dios lo hizo todo directamente en estado adulto, incluso al hombre, siendo falso que
proceda del mono.
Aunque Prigogine expresa anhelantemente la esperanza de que sus especulaciones
puedan guiar algún día a un entendimiento de cómo la vida puede haber evolucionado a

158
partir de la no vida, es por lo menos más prudente que muchos de sus colegas
evolucionistas que están exuberantes con las estructuras disipativas en la actualidad.
Prigogine advierte: “Sería demasiado sencillo decir que los conceptos de vida y de
estructura disipativa están entremezclados… pero no es tan sólo una inestabilidad la que
hace posible el cruzar el umbral entre la vida y la no vida, es más bien una sucesión de
inestabilidades de las cuales solamente ahora estamos empezando a identificar varias
etapas”. En una sección posterior, otra vez sugiere precaución: “Pero no nos hagamos
ilusiones. Si en la actualidad observamos situaciones en las que la analogía con las
ciencias de la vida son más llamativas, incluso si descubriéramos dentro de los sistemas
biológicos algunas operaciones distantes del estado de equilibrio, nuestra investigación
nos dejaría todavía bastante incapaces de llegar a comprender la extrema complejidad
del más simple de los organismos”.
Una cosa queda clara: sea el que sea el valor científico que se puede deducir del
análisis de Prigogine, él no ha resuelto el problema de cómo armonizar la entropía
(segundo principio de la Termodinámica: de lo perfecto se va a lo imperfecto) con el
evolucionismo (de lo imperfecto se va a lo perfecto…). El segundo principio de la
Termodinámica es una ley demostrada científicamente; la evolución es pura teoría, algo
no demostrado científicamente, pura especulación, que no ha podido probar que la vida
hubiera podido evolucionar a partir de especies químicas sin vida. Sus estructuras
disipativas no constituyen ni el programa ni el mecanismo necesario para hacer que se
produzca ninguna clase de incremento permanente de orden en un sistema abierto.
Se nos enfrenta con la idea de que el génesis de la vida fue un suceso
estadísticamente improbable. Se nos enfrenta también con la certeza de que tuvo lugar.
¿Hubo una anulación temporal del segundo principio de la Termodinámica que permitió
“un encuentro fortuito, casual, de átomos”?. Si es así, el estudio de Dios y del Génesis
bíblico es un asunto que queda bien en manos de teólogos. O quizás debemos
mantenernos en la actitud más tradicional en la Ciencia de que el origen de la vida se nos
escapa meramente debido al hecho de que no conocemos lo suficiente sobre la
composición de la atmósfera y otras condiciones sobre la Tierra hace largas épocas.
Sí, ¡desde luego que el ignorar cómo se pudo haber formado la vida hará que se
nos escape el conocimiento del origen de la vida! El problema es ahora por qué las
posturas evolucionistas deben recibir el nombre de “actitud científica” cuando todas las
evidencias científicas continúan apoyando la creación específica como narra la Biblia, o
sea que Dios lo hizo todo directamente, y no por evolución.

* * *

En los debates entre creacionistas (los que creemos que todo se hizo como dice la
Biblia) y los evolucionistas (los que creen que el hombre procede del mono) generalmente
se apoyan con un gran rigorismo científico en el segundo principio de la Termodinámica
como abrumadora evidencia contra el evolucionismo. A pesar de que ha habido
aproximadamente unos cien debates (en Universidades norteamericanas principalmente)
en los últimos cuatro años, con evolucionistas líderes de Universidades y Facultades
principales, los evolucionistas nunca han podido presentarse con una respuesta relevante a
este problema. Aún más sorprendente, ¡la mayoría de los evolucionistas no parecen
comprender el problema, lo rechazan como irrelevante, o haciendo vacías referencias a
cristales de hielo o a sistemas abiertos!, para demostrar su incompetencia, su ignorancia
ante la evidencia de la Ciencia contra el evolucionismo mediante el segundo principio de
la Termodinámica. Solamente unos pocos evolucionistas se dan cuenta de la magnitud del
problema e intentan hallar una solución. Una buena indicación de la significación

159
estratégica de las ideas de Prigogine (Ilsa Prigogine, científico belga, químico
termodinámico muy conocido, con cargos de facultad en la Universidad Libre de
Bruselas y en la Universidad de Texas, en Austin (Usa) es que recientemente le han
otorgado el Premio Nobel de Química. Sojuzgamos por los anuncios populares, ¡la
principal razón para este premio ha sido el rayo de esperanza que Prigogine ha dado a los
evolucionistas en su batalla contra los creacionistas, o sea contra la intervención de Dios
en la Creación!... Según “Newsweek”, revista norteamericana: “Los científicos que han
tratado de explicar el origen de la vida como resultado de interacciones químicas se han
quedado perplejos con la segunda ley de la Termodinámica: la energía tiende a
disiparse, y los sistemas organizados derivan inevitablemente hacia la entropía o el
caos… Los atisbos de Prigogine darán a los biólogos nuevas bases para aprender cómo
las primeras moléculas desordenadas se organizaron a sí mismas en formas vivientes…
Prigogine piensa que el comité Nobel reconoció que su obra está construyendo un puente
entre las ciencias físicas y las humanas”…
Si Prigogine hubiera en verdad mostrado que la tremenda cantidad de información
necesaria para la autorreproducción molecular puede producirse naturalísticamente a
pesar de la ley de la entropía, su hallazgo hubiera sido bien digno del Premio Nobel. Y
hubiera sido algo mucho más notable en vista del hecho de que Prigogine mismo en
realidad no ha trabajado en un laboratorio químico por décadas. A lo más, lo único que ha
ofrecido es una especulación teórica, no una demostración experimental. Es difícil evitar
la sospecha de que en este caso el Premio Nobel se dio no tanto debido al valor científico
de lo que Prigogine haya conseguido, sino a la urgencia que el establecimiento
evolucionista tiene de algún tipo de respuesta, no importa la superficial que ella sea, al
problema de la entropía. ¿Qué es lo que ha propuesto el doctor Prigogine para armonizar
la evolución molecular hipotética con el Segundo Principio? Aquí está, en sus propias
palabras: “En todos estos fenómenos, un nuevo mecanismo de ordenamiento… aparece.
Por razones que explicaremos más adelante, nos referiremos a este principio como el de
orden por fluctuaciones. Las estructuras son creadas por el flujo continuo de energía y de
materia desde el mundo exterior; su mantenimiento requiere una distancia crítica del
equilibrio, esto es, un nivel de disipación mínimo. Por todas estas razones las hemos
llamado estructuras disipativas”… A estas “estructuras disipativas” se les atribuye un
grado más elevado de estructura, u orden, que el que poseían antes de sujetarse a una
fuerte entrada de energía exterior, mientras que al mismo tiempo su generación va
acompañada de una gran disipación de energía en forma de calor. El principal ejemplo
citado por Prigogine es el de la formación de corrientes de convección y de vórtices en un
físico sujeto a un gradiente de temperatura. Bajo tales condiciones, se pueden generar
vórtices (u otras fluctuaciones o inestabilidades) y mantenerse. Estos, supuestamente,
manifiestan un “orden” más elevado al que el sistema poseía antes, aún cuando este orden
se haya producido al costo de una excesiva disipación total de energía. Este fenómeno
hace mucho tiempo que es familiar a los hidrodinámicos pero Prigogine sugirió que
también podría aplicarse en ciertas reacciones químicas y biológicas que tienen lugar en
condiciones de equilibrio… ¡Que tales vórtices o cualquier otra “estructura” disipativa
análoga reciban la calificación de mecanismo para la generación naturalística de órdenes
más elevados, y que a continuación tal descripción merezca el galardón del Premio Nobel
es increíble!... La generación de vórtices turbulentos en flujo de fluidos sobre superficies
rugosas son estructuras disipativas, es decir, precisan la disipación de mucha energía de
flujo en forma de calor para su generación. Sus propias energías rotacionales se disipan a
su vez al cabo de poco en vórtices más pequeños, con lo que no se produce un incremento
permanente de orden, incluso en el caso de que se asuma (lo cual es más que discutible)
que poseen un grado de orden más elevado que el gradiente de energía que los generó.

160
“¡Los remolinos grandes hacen pequeños remolinos que se alimentan de su velocidad;
los remolinos pequeños generan otros más pequeños, y así sucesivamente!”…
Todo esto nos lleva a la conclusión de que la tesis de Prigogine es falsa y que los
Premios Nobel no son tan rigurosamente científicos e imparciales como se cree…
Asimismo sigue en pie el hecho irrefutable del Segundo Principio de la Termodinámica:
por sí sola la energía va del orden al desorden, no al revés, como pretenden los
evolucionistas. Esto implica que la teoría de la evolución es falsa y cierto, en cambio, que
Dios hizo al hombre y a toda la Creación directamente, en estado adulto, como narra la
Biblia.

* * *

Los evolucionistas se hallan perplejos y confusos ante el Segundo Principio de la


Termodinámica: todo va de lo perfecto a lo imperfecto, de la unidad a la disgregación, no
al revés, como los evolucionistas pretenden. El doctor V. F. Weisskopf, presidente de la
Academia América de Artes y Ciencias, ha señalado el problema recientemente con las
siguientes palabras: “Según el evolucionismo el mundo, desde el “Big-Bang” hasta el
Universo actual, es una serie de pasos graduales desde lo simple a lo complejo, desde lo
desorganizado a lo organizado, desde el gas informe de partículas elementales hasta los
morfos átomos y moléculas y más aún a los líquidos y sólidos más estructurados, y
finalmente a los sofisticados organismos vivos. Existe una tendencia evidente en la
naturaleza a pasar del desorden al orden y a la organización. ¿Está esta tendencia en
contradicción con el famoso Segundo Principio de la Termodinámica, que dice que el
desorden debe aumentar en la naturaleza? Este principio dice que la entropía, la medida
del desorden debe crecer en todo sistema natural”. La tendencia evidente en la naturaleza
a pasar del desorden al orden y a la organización es, naturalmente, solamente una
presunción de los evolucionistas. La tendencia real en el mundo natural, tal como la
expresa el Segundo Principio de la Termodinámica, es a pasar del orden y de la
organización al desorden. Este problema, tan evidente en si mismo, es generalmente
esquivado por los evolucionistas con la cándida afirmación de que la Tierra es un sistema
abierto a la energía solar y ¡que este hecho resuelve el problema!... A su vez, los
creacionistas les han recordado que mientras que la existencia de un sistema abierto y
energía disponible constituyen condiciones necesariamente de que pueda existir un
crecimiento en orden (o en información), no son condiciones suficientes para la
evolución. Además, tiene que existir un programa precodificado que contenga la
información necesaria para dirigir el crecimiento del sistema, y uno, o más, sistemas de
conversión que convierten la energía externa en el trabajo extremadamente específico de
crecimiento interno. Ya que el vasto sistema de la biosfera en hipotética evolución como
continuo espacio-tiempo parece estar privado tanto de programa como de mecanismo,
queda claramente desfasado el hecho de la evolución por el Segundo Principio de la
Termodinámica. Ha sido especialmente difícil imaginar maneras en que la vida se hubiera
podido originar, en primer lugar ¿Cómo pueden elementos químicos no vivos combinarse
naturalísticamente para formar la información dirigida extremadamente sofisticada en un
sistema reproductivo? Diciendo muy poco, la creencia general de que este problema ha
sido prácticamente resuelto por los bioquímicos actuales está carente de base. Freeman
Dyson dice: “Estamos todavía en el mismísimo comienzo de la búsqueda para
comprender el origen de la vida. No tenemos todavía ni una visión aproximada de la
naturaleza de los obstáculos que la evolución prebiótica ha tenido que vencer. No
tenemos un conjunto de criterios bien definidos por medio del cual juzgar si la teoría
dada del origen de la vida es adecuado”…

161
La naturaleza del problema al tratar de dar cuenta del origen de un sistema
reproductor ha sido bien expresado por Angrist y Hepler: “La vida, la reversión temporal
de una tendencia universal hacia el máximo desorden, vino a existir con la producción de
mecanismos de información. A fin de que estos mecanismos aparecieran era necesario
primeramente tener materia capaz de formarse a sí misma en una estructura
autorreproductora que extrajese energía del medio ambiente para su primer automontaje.
La dirección para la extracción de productos químicos de energía del ambiente, para el
crecimiento de la secuencia y el mecanismo de traducir instrucciones en crecimiento
tenían que estar todos allí presentes simultáneamente en aquel momento. Esta
combinación de sucesos parece un evento increíblemente improbable y a menudo se
prescribe la intervención divina como la única manera de que ello hubiera podido
suceder”.
¡No es de extrañarse! En el mundo real cada efecto debe tener una causa adecuada,
pero las leyes usuales de la ciencia no parecen intimidar a los evolucionistas. En la
extraña tierra de la credulidad evolucionista, maravillosas cosas pueden suceder. Los
planos (la planificación) se dibujan a sí mismos, los mecanismos se diseñan a si mismos,
el orden se autogenera a sí mismo del caos, ¡y la vida se crea a sí misma!...
Y aún así los evolucionistas llaman a los creacionistas anticientíficos por el hecho
de postular una Causa adecuada (Dios) para dar cuenta del maravilloso efecto llamado
vida.

GENERACIÓN ESPONTÁNEA - AZAR

Los evolucionistas conocedores del tema saben que su teoría está abrumada de
problemas. Estos problemas son por lo general ignorados por los ardorosos e
indocumentados defensores acérrimos de la teoría evolucionista. Pero son reconocidos,
con una ilusoria esperanza de hallar una solución, por parte del evolucionista que
conoce bien su teoría.
Para él, el creacionismo es mitología. Así que él no puede integrarlo en su
visión «científica» del mundo. Simplemente, sigue adelante, esperando que haya
soluciones a descubrir en cada nuevo hueso exhumado, en una célula aún sin examinar,
o en otro experimento. Y para los que están interesados en las cuestiones del espacio, su
esperanza es encontrar soluciones hallando vida en otro planeta. Y así va la cosa, otro
experimento, otra nave espacial. Pero en todos los esfuerzos del evolucionista por lograr
respuestas, parece que cada hecho recién descubierto de la ciencia contradice la teoría
de la evolución. Cuantos más fósiles se sacan a la superficie, y cuantas más funciones
vitales se descubren, parece como si más vacío se quedara el almacén de pruebas de la
teoría de la evolución.
Naturalmente, la explicación favorita de los evolucionistas es la generación
espontánea. Aunque esta teoría de los orígenes fue probada falsa por Pasteur, Tyndall y
otros en el siglo diecinueve, algunos evolucionistas actuales tratan de resucitarla de los
archivos. Huxley escribió: «El hecho de que la generación espontánea no tenga lugar
en la actualidad no constituye evidencia de que no sucediera en alguna etapa anterior
en el desarrollo de este planeta, cuando las condiciones en el tubo de ensayo cósmico
eran extremadamente diferentes.»"
Pero la mayor parte de los científicos hoy estarían en desacuerdo con Huxley y
otros que siguen aferrándose a la hipótesis de la generación espontánea. Un texto de
biología dice: «...no hay razón para creer que la generación espontánea pueda darse en
la actualidad.» Y no la hay. Como tampoco hay evidencia alguna de que jamás
ocurriera en e1 pasado.

162
El ADN (ácido desoxirribonucleico) es el filamento codificado con una forma
asimilable a la de una escalera de mano, que se encuentra en los cromosomas de cada
célula viva. Este microscópico sistema de ordenador determina todos los caracteres
hereditarios que se transmiten a la descendencia. Controla el color de los ojos, el color
del cabello, las huellas dactilares, y cada detalle físico del organismo individual. Es el
mecanismo que permite que la vida se reproduzca «según su naturaleza» (Génesis 1:24,
Reina). En términos de analogía (El ADN es semejante a) una enciclopedia sumamente
grande de cuarenta y seis volúmenes, con 20.000 páginas cada uno. Cada célula del
cuerpo humano va provista de la enciclopedia entera.
Se cree que cada especie de plantas y animales utiliza moléculas de ADN para
transmitir los caracteres hereditarios de una generación a la siguiente. El proceso
mediante el cual el ADN es copiado y transferido a la célula hija no es sencillo. El
proceso de copia tiene lugar en un ribosoma que está compuesto mayormente de
proteína. El ADN en el cromosoma se copia a sí mismo sobre un filamento de ARN
mensajero. Luego, en el ribosoma, un ARN de transferencia (ARN) toma el mensaje del
ARN mensajero para fabricar un filamento de proteína. Y así es como miles de
filamentos de proteína son fabricados del mismo ARN mensajero en cuestión de
segundos.
A1 estudiar este proceso con sumo cuidado, los científicos han aprendido que
los ribosomas están constituidos principalmente de ARN v de proteína. El ADN, según
se supone, transfiere su mensaje con precisión a los filamentos de ARN mensajeros, que
son hechos en conformidad a la pauta o modelo original del ADN. Así, el gene en el
núcleo de una molécula de ADN controla la síntesis del ARN complementario. Este
ARN mensajero viene a ser la pauta o modelo para sintetizar la proteína. El otro tipo de
ARN, el ARN de transferencia, atrae los aminoácidos y los monta en base de la pauta
del ARN mensajero. Se forma una nueva cadena polipeptídica. Las moléculas
polipeptídicas se enlazan para formar moléculas mayores de proteína. Así es como se
forma la proteína.
Se ha llevado a cabo mucha investigación en las últimas pocas décadas en el
campo de la biología molecular. Como resultado, nuestro entendimiento del proceso de
la reproducción ha adelantado mucho. Los evolucionistas han afirmado que este proceso
común en todos los seres vivientes constituye evidencia del concepto del “antecesor
común”. Todos hemos comenzado de la misma manera, y la manera en que hemos
comenzado tiene que manifestarse en la constitución química de la célula. Esto es lo que
los evolucionistas pretenden. Pero ahí es donde los evolucionistas se encuentran con
problemas con el ADN. Lo que sigue es una breve relación de estos problemas.

A. El ADN es evidencia de un Creador común

Cuanto más estudiamos la vida tanto más comprendemos que está compuesta
básicamente por los mismos compuestos químicos. Ello constituye una buena evidencia
de un Creador común de todas las cosas. La estructura del ADN de todas las células
vivientes es sorprendentemente semejante en toda la vida. Pero el hecho de estar cerca
de las serpientes, bichos y cerdos no es necesariamente lo que desean los evolucionistas.
John G. Grebe escribía acerca de esto: «Sería muy chocante para el pensar pasado de
moda de los evolucionistas basado en observaciones alrededor de un millón de veces
más rudimentarias que las actuales, conocer cuáles son sus parientes más cercanos en
base del ADN.»
Por ello, la utilización de la estructura del ADN para demostrar que todos hemos
surgido de varios antecesores comunes puede llegar a demostrar demasiado. Y también

163
los evolucionistas tienen que descubrir cómo un sistema de tal complejidad pudo jamás
haber surgido por evolución.

B. La complejidad del proceso del ADN es un argumento contra la evolución

La reproducción del ADN es un proceso fantásticamente complicado. ¿Cómo


hubiera podido surgir al azar? El ADN contiene el código de cada característica del
cuerpo. Cada intrincado detalle se encuentra almacenado en este maravilloso ordenador.
Su trabajo de reproducción no es cosa sencilla. A1 considerar la complejidad de los genes,
Wallace dijo: «¿Hay alguna solución más sencilla al problema de la reproducción? No
creo que la haya.» Cuanto más complicada sea la vida -y cada día estamos descubriendo
que es sumamente complicada- tanta menos posibilidad hay de que hubiera podido
haberse originado al azar, mediante generación espontánea.

C. La resistencia del ADN al cambio es un acto en contra de la evolución

Los científicos saben que las moléculas de ADN son sumamente inmutables y que
resisten la conversión de un tipo a otro, a pesar de las mutaciones observadas debido a
la radiación y a la variación siguiendo las leyes de Mendel. Numerosos estudios...
indican que el mecanismo del ADN es sumamente específico e integrado. A1 igual que
con un costoso reloj suizo, cualquier manipulación con el ADN conduce a códigos
carentes de sentido y a un organismo inferior. Aunque el código genético del ADN
puede producir una gran cantidad de variación, no se producen nuevas características
que no estuvieran originalmente «en el registro» en el ADN. Cualesquiera alteraciones
provocadas por irradiación o por otras fuerzas externas provocarán mutaciones. Y estas
mutaciones son casi siempre letales. Lammerts añade:
“Al duplicarse, el ADN no siempre da una copia perfecta de sí mismo. En al-
gunos casos sabemos exactamente lo que ha sucedido. Así, en la anemia falciforme la
secuencia normal de aminoácidos en la hemoglobina de los eritrocitos ha sufrido una
sustitución. Esto es suficiente para provocar un mecanismo defectuoso.”
Estos mecanismos defectuosos son lo opuesto de lo que necesitan los
evolucionistas para su teoría. Sears añade: «Se cree que las mutaciones son cambios
repentinos, discontinuos, pero heredables en el código del ADN. Pudiera tratarse de un
solo cambio en la secuencia de las bases o pudiera ser más extenso.» Pero la mutación
es casi siempre deletérea para cualquier forma de vida. E1 ADN desde luego produce
variedad. Pero cualquier cambio que no estuviera originalmente en el ADN es una
mutación. Y es un hecho que las mutaciones y la evolución nunca se han llevado bien, a
pesar de lo que hayan afirmado los evolucionistas.

D. El ADN no es el dictador de la vida.

Algunos evolucionistas quisieran hacernos creer que todos los sucesos de la vida
están controlados y manipulados por el ADN de la célula. Esto, afirman algunos,
incluye también la parte emocional del hombre y sus acciones. Estos sociobiólogos
están diciendo que la vida es una reacción mecánica de los compuestos químicos en el
cuerpo. Pero hay muchas evidencias que apoyan la postura de que el ADN es el
sirviente de la célula.
Los sociobiólogos han forzado los hechos para decir que el ADN domina
totalmente la función y el destino de los organismos individuales. Muchos científicos
están disconformes con este concepto de que el ADN es el agente controlador absoluto.

164
Deberíamos reconocer que el ADN, y su ácido nucleico derivado de azúcar ribosa ARN,
son meramente los instrumentos mediante los que se llevan a cabo funciones similares.
Harold Armstrong mantenía que «cualquier teoría mecanicista que haga que la
herencia dependa de información almacenada mecánicamente no funcionará,
simplemente». Algunos evolucionistas, sin embargo, creen que toda la vida funciona
como resultado de sólo fuerzas y procesos mecánicos. Armstrong dice: «Se han dado
argumentos teóricos y evidencia experimental para mostrar que el ADN no es la causa
total de la vida y de la herencia. » No podemos concluir que el proceso y la función de
la vida sean totalmente mecanicistas. No hay hechos acerca del proceso del ADN que
exijan tal conclusión.

E. El ADN no es un gran azar

Si el ADN hubiera sido dejado al azar no hubiera tenido posibilidad de


supervivencia. Grebe explica:
“El montaje del ADN utiliza sólo 20 de 64 posibles subconjuntos. Las unidades
básicas reciben el nombre de nucleótidos. Se disponen en un filamento espiral de forma
asimilable a una escalera de mano, hecha de una purina, un azúcar y una unidad
fosfatada, constituyendo cada uno de estos grupos de cuatro una de muchas secciones
asimilables al escalón.
Los 15.000 o más átomos de los subconjuntos individuales, si son dejados al
azar como es demandado por la teoría evolucionista, se unirían en cualquiera de 10 (1087

elevado a 87) maneras diferentes... Es como echando 15.000 dados a la vez para
determinar qué molécula específica hacer; y luego ensayar cada una de ellas para la
supervivencia de los más aptos hasta que sale aquella de las 10 (10 elevado a 87) po-
87

sibilidades diferentes que es probada como la correcta mediante la supervivencia de los


más aptos.
Pensemos, sólo 20 de estos posibles aminoácidos son utilizados realmente en la
naturaleza para formar, describir y prescribir todas las formas conocidas de vida. Y sólo
una pequeña proporción de cada célula individual de cada organismo viviente está
constituida por la molécula de ADN.
Ciertamente, el azar no tiene lugar en la función de la molécula del ADN. Y el
ADN no podría ser, hablando razonablemente, producto del azar. «Aunque el ADN es
un elemento constitutivo de todos los organismos vivos, es sumamente organizado y
complejo. Ello prácticamente excluye la posibilidad de su desarrollo mediante procesos
aleatorios. Los evolucionistas deben estar suspirando por los viejos tiempos», concluye
Heinze, «cuando se pensaba que la célula simple era realmente simple.»
Tenemos que recordar que los evolucionistas no pueden darnos una respuesta al
origen de la vida. Fuera de la revelación bíblica no hay respuesta alguna. Y al estudiar la
complejidad de la célula viva y la probabilidad de que ciertos compuestos químicos se
unan para formar la primera célula únicamente por azar, tenemos que confesar que la
generación espontánea, como explicación de los orígenes, está totalmente muerta. La
vida es la evidencia de plan y designio, no de azar.

* * *

Es un hecho bien conocido que Louis Pasteur era opuesto a la doctrina de la


generación espontánea, y mostró evidencias convincentes en contra de ella. No se pudo
establecer la microbiología como ciencia exacta hasta que no se refutó la teoría de la
generación espontánea. Pasteur creía que la idea de la generación espontánea no

165
concordaba con la postura de que Dios es el Creador de la vida. Sugirió él que para
conseguir nueva vida tenía que existir una vida creada preexistente. Leamos la
traducción de las propias palabras de Pasteur acerca de ello:
“Esta es la razón por la cual el problema de la generación espontánea es
totalmente absorbente, y de importancia suprema. Es el mismísimo problema de la vida
y de su origen. Conseguir la generación espontánea de la vida sería lo mismo que la
creación de un germen. Significaría la creación de la vida; significaría resolver el
problema de su origen. Significaría ir de la materia a la vida mediante condiciones del
medio y de la materia. Así, ya no se precisaría más de Dios como el autor de la vida. La
materia lo reemplazaría. Solamente se tendría que invocar a Dios como autor de los
movimientos del Universo”
En un discurso que pronunció acerca de su ya famoso experimento en el que
demostraba que las bacterias no se originan espontáneamente en matraces con nutrientes
esterilizados, Pasteur dijo:
“Y por ello, caballeros, les podría señalar aquel líquido y decirles: He tomado
mi gota de agua de la inmensidad de la creación, y la he tomado llena de los elementos
apropiados para el desarrollo de los seres inferiores. Y espero, vigilo, la interrogo,
rogándole que vuelva a empezar para mí el hermoso espectáculo de la primera
creación. Pero está muda, muda desde que se hicieron estos experimentos hace ya
varios años; está muda debido a que la he aislado del aire, de la vida, porque la vida es
un germen y un germen es la vida. Jamás se recuperará la doctrina de la generación
espontánea del golpe mortal que le asesta este sencillo experimento”.
La Ley de la Biogénesis no involucra el origen de la vida en el principio. ¿Cómo
surgió la vida en el pasado? La Ciencia es incapaz de dar respuesta a estas preguntas.
Debido a que el origen está más allá del alcance de la Ciencia, algunos pueden afirmar
que jamás hubo un principio, que la vida siempre ha estado presente en alguna parte del
Universo. Pero esto no puede ser cierto debido a que el Universo mismo tiene que haber
conocido un principio. Nuestro Sol y las otras estrellas están emitiendo energía
continuamente. Hubieran perdido su energía o su masa (la fuente de su energía) hace
largo tiempo si hubieran existido eternamente. De manera similar, la desintegración de
todos los elementos radiactivos hubiera conocido su final hace grandes edades. No
obstante, el hecho de que estos procesos de decaimiento no han conocido su final
elimina la posibilidad de que hayan estado en marcha desde siempre. En otras palabras,
los científicos demandan una respuesta con respecto al origen del Universo, pero no
existe ningún medio científico de conseguirla. Debido a ello, el origen del Universo
tiene que haber tenido lugar por medio de procesos que no funcionan en la actualidad.
No es de extrañar, por ello, que los meticulosos trabajos de Pasteur le llevaran a la
necesidad de «Dios como Autor de la vida».

* * *

Puesto que el registro fósil no muestra un desarrollo gradual de la vida desde un


tipo de vida a otro, algunos evolucionistas teorizan que eso tiene que haber sucedido a
saltos y trompicones, y no a un paso lento y constante. Como explica la obra
enciclopédica The World Book Enciclopedia: “Muchos biólogos piensan que el
surgimiento de nuevas especies puede ser el producto de cambios súbitos y drásticos en
los genes”. Algunos adherentes de esta teoría han llamado al procedimiento “equilibrio
puntuado”. Es decir, las especies mantienen su “equilibrio”, pero de vez en cuando hay
una “puntuación” (un salto grande para evolucionar en otra clase de organismo). Esto es
precisamente lo opuesto de la teoría que ha sido aceptada por casi todos los

166
evolucionistas por muchas décadas… La laguna o vacío entre las dos teorías fue
ilustrada por un titular en el periódico The New York Times: “Atacada la teoría de
evolución rápida”. El artífice señaló que la idea más reciente, la del “equilibrio
puntuado”, ha “despertado nueva oposición” entre los que se apegan al punto de vista
tradicional. Prescindiendo de cuál de estas teorías sostenga alguien, es razonable y lícito
que se muestre un tipo o género de vida que se convierte en otro tipo… Pero las lagunas
que existen entre los diferentes tipos de vida que se hallan en el registro fósil, así como
las lagunas que hay entre los diferentes tipos de organismos vivientes que hay en la
tierra hoy todavía persisten… Además, es revelador ver lo que le ha sucedido a la idea
de Darwin, por tanto tiempo aceptada, acerca de la “supervivencia del más apto”. A esto
él llamó “selección natural”. Es decir, él creía que la naturaleza “seleccionaba” a los
más aptos de los organismos vivientes para que sobrevivieran. A medida que,
supuestamente, esos “aptos” adquirían nuevos rasgos ventajosos, evolucionaban
lentamente. Pero la evidencia de los pasados 150 años muestra que, aunque bien puede
ser que los más aptos sobrevivan, esto no explica cómo llegaron. Un león puede ser más
apto que otro león, pero eso no explica cómo llego a ser león. Y toda su prole todavía
se compondrá de leones, no de otra clase de animales. Por eso en la revista Haper´s el
escritor Tom Bethell comentó: “Darwin cometió un error lo suficientemente serio como
para socavar su teoría. Y solo recientemente se ha reconocido como tal ese error…Un
organismo ciertamente puede ser “más apto” que otro… pero eso no es algo que
ayude a crear al organismo. Queda claro, me parece, que había algo muy, muy
equivocado en tal idea”. Bethell añadió: “Según lo veo yo, las conclusión es bastante
asombrosa: la teoría de Darwin, creo yo, está a punto de desplomarse”…

* * *

Resumiendo algunos de los problemas no resueltos a que se encara la evolución,


Francis Hitching declaró: “En tres áreas cruciales en las cuales (la teoría de la
evolución) puede ser sometida a prueba, ha fracasado: El registro fósil revela un
patrón de saltos evolutivos más bien que de cambio gradual. Los gases son un poderoso
mecanismo estabilizador cuya función principal es impedir la evolución de nuevas
formas. Las mutaciones aleatorias graduales en el nivel molecular no pueden explicar
la complejidad organizada y creciente de la vida”. Entonces Hitching concluyó con
esta expresión: “Para decirlo del modo menos vigoroso, una teoría evolucionista tan
asaltada por las dudas hasta entre los que la enseñan puede ser cuestionada. Si el
darwinismo es en realidad el gran principio unificador de la Biología, abarca áreas de
ignorancia extraordinariamente grandes. No llega a explicar algunas de las cuestiones
más fundamentales de todas: cómo adquirieron vida unas sustancias químicas
inanimadas, qué reglas hay tras el código genético, ¿cómo dan forma los genes a los
organismos vivientes?”.
En realidad, Hitching declaró que consideraba la teoría de la evolución “tan
inadecuada que merece ser tratada como asunto de fe” (sin base científica alguna).
Sin embargo, muchos defensores de la evolución piensan que sí tienen suficiente
razón para insistir en que la evolución es un hecho… Explican que sólo están
debatiendo detalles….
Pero si a cualquier otra teoría le quedaran dificultades tan enormes por explicar,
y contradicciones tan grandes entre los que abogan por ella, como se les presenta a la
teoría de la evolución ¿sería pronunciada con tanta presteza un hecho?...
El simple repetir que algo es un hecho no convierte a tal cosa en una realidad…
Como escribió en el periódico “The Guardian”, de Londres, el biólogo John R.

167
Durant: “Muchos científicos sucumben en la tentación de ser dogmáticos vez tras vez en
la cuestión del origen de las especies como si finalmente se hubiera resuelto. Nada está
más lejos de la verdad. Pero la tendencia a ser dogmáticos en los evolucionistas
persiste, y no rinde ningún servicio a la causa de la ciencia”.

* * *

Los pasos principales en dirección al origen de la vida, vistos según la teoría


evolucionista son:
1) La existencia de la atmósfera primitiva apropiada.
2) Una concentración, en los océanos, de una sopa orgánica de moléculas
“sencillas” necesarias para la vida.
3) De estas vienen proteínas y nucleótidos (compuestos químicos complejos)
que se combinan y adquieren una membrana, y después desarrollan un
código genético y empiezan a hacer copias de sí mismas.
¿Están estos pasos de acuerdo con los hechos disponibles?...
En 1953 Stanley Miller pasó una chispa eléctrica a través de una “atmósfera” de
hidrógeno, metano, amoníaco y vapor de agua. Esto produjo algunos de los muchos
aminoácidos que existen y que son los bloques de construcción de las proteínas. Sin
embargo, él consiguió sólo 4 de los 30 aminoácidos que se necesitan para que la vida
exista. Más de 30 años después, a los científicos todavía se les hacía imposible producir
experimentalmente los 20 aminoácidos necesarios en medio de condiciones que
pudieran considerarse plausibles. Miller supuso que la atmósfera primitiva de la Tierra
era similar a la que había en su vasija de vidrio para experimentos. ¿Por qué? Porque,
como él y un colaborador suyo dijeron después: “La síntesis de los compuestos de
interés biológico tiene lugar solo en medio de condiciones de reducción (sin oxígeno
libre en la atmósfera)”. Pero otros evolucionistas teorizan que el oxígeno estaba
presente… El problema que esto crea para la evolución lo expresa Hitching: “Si hubiera
habido oxígeno en el aire, el primer aminoácido nunca habría empezado; si no hubiera
habido oxígeno, habría sido eliminado por los rayos cósmicos”…
La realidad es que todo intento por determinar la naturaleza de la atmósfera
primitiva de la Tierra sólo puede basarse en adivinación, en suposición… nadie sabe de
seguro cómo era… salvo la acción de un Creador: Dios. ¿Sería probable que los
aminoácidos que supuestamente se hubieran formado en la atmósfera bajaran y
formaran un “caldo orgánico” o “sopa orgánica” en los océanos? Tal cosa no sería
probable. La misma energía que disgregaría o descompondría en la atmósfera los
compuestos sencillos descompondría con mayor rapidez cualesquiera aminoácidos
complejos que se formaran. Es interesante el hecho de que Miller, en su experimento de
pasar una chispa eléctrica a través de una “atmósfera”, sólo pudo salvar los cuatro
aminoácidos que consiguió porque los removió del área de la chispa. Si los hubiera
dejado allí, la chispa los habría descompuesto. Sin embargo, si se supone que los
aminoácidos de alguna manera llegaron a los océanos y fueron protegidos de la
destructiva radiación ultravioleta que había en la atmósfera; entonces, ¿qué?... Hitching
explicó: “Bajo la superficie del agua no habría suficiente energía para activar
reacciones químicas adicionales; de todos modos, el agua inhibe el crecimiento de las
moléculas de gran complejidad. Por eso, una vez que los aminoácidos están en el agua,
tienen que salir de ella si es que han de formar moléculas mayores y evolucionar hacia
transformarse en proteínas que sean útiles para la formación de la vida. ¡Pero una vez
que salen del agua están de nuevo bajo la destructiva luz ultravioleta! En otras
palabras - dice Hitching - las probabilidades teóricas de llegar hasta esta primera y

168
relativamente fácil etapa de conseguir aminoácidos en la evolución de la vida son
prohibitivas.”

* * *

Se levanta otro estorbo ante la teoría evolucionista.


En algún tiempo la célula primitiva tuvo que haber inventado algo que tendría
efecto revolucionario en la vida en la Tierra… la fotosíntesis.
Este proceso, mediante el cual las plantas toman el dióxido de carbono y liberan
oxígeno, todavía no se entiende completamente entre los científicos. Como declara el
biólogo F. V. Went, es “un proceso de la fotosíntesis transformó una atmósfera que no
contenía oxígeno libre en una en la cual, de cada cinco moléculas, una es de oxígeno.
Como resultado de esto, los animales podrían respirar oxígeno y vivir, y se podría
formar una capa de ozono que protegiera a toda la vida de los efectos dañinos de la
radiación ultravioleta. ¿Pudiera explicarse este notable arreglo de circunstancias por
sencillamente la casualidad, el azar?...”
Al hallarse ante las probabilidades astronómicas contra el que una célula
viviente se forme al azar, algunos evolucionistas se ven obligados a retroceder. Por
ejemplo, los autores de “Evolution From Space” (Evolución desde el espacio), Hoyle y
Wickramasinghe, se dan por vencidos, y dicen: “Estas cuestiones son demasiado
complejas para fijarles números. No hay modo cómo podamos sencillamente
arreglárnoslas con una sopa orgánica más abundante y mejor, como nosotros mismos
esperábamos que fuera posible un año o dos atrás. Los números que ya hemos
calculado y señalado son esencialmente tan imposibles de afrontar para una sopa
universal como para una terrestre”. Una célula viva es enormemente compleja.
El biólogo Francis Crick se esfuerza por describir sus operaciones sencillamente,
pero al fin se da cuenta de que sólo puede llegar hasta cierto punto al describir sus
complejidades “debido a que es tan complicada que el lector no debe tratar de luchar
con todos los detalles”. Las instrucciones dentro del ADN de la célula, “si se
escribieran llenarían mil libros de 600 páginas cada uno”, explica la revista National
Geographic. Cada célula es un mundo atestado de hasta doscientos billones de grupitos
de átomos llamados moléculas. Nuestros 46 “hilos” de cromosomas, conectados
medirían más de dos metros. Sin embargo, el diámetro del núcleo que los contiene mide
menos de cuatro diezmilésimas de pulgada, una milésima de centímetro. La revista de
noticias Newsweek usa una ilustración para dar una idea de las actividades de la célula:
“Cada una de esas células, y son cien billones, funciona como una ciudad amurallada.
Plantas de energía generan la energía de la célula. Fábricas producen proteínas,
unidades vitales del comercio químico. Complejos sistemas de transportación sirven
para guiar a sustancias químicas específicas de un asunto a otro dentro de la célula, y
más allá. Centinelas en las barricadas controlan los mercados de exportación e
importación, y examinan el mundo externo en busca de señales de peligro. Ejércitos
biológicos disciplinados se mantienen listos para luchar contra invasores. Un gobierno
genético centralizado mantiene el orden”.
Cuando la teoría moderna de la evolución fue propuesta originalmente, los
científicos tenían poca idea de la fantástica complejidad de la célula viva…
Por eso, después de reconocer que de algún modo tiene que haber habido
Inteligencia implicada en dar existencia a la vida, estos autores dicen: “En realidad, una
teoría (creacionista: el hombre y toda la Creación fueron hechos directamente por
Dios, como narra la Biblia) de esta índole es tan obvia que uno se pregunta por qué no

169
tiene amplia aceptación como evidente. Las razones son psicológicas más bien que
científicas”.
Así, pues, un observador podría concluir que una barrera “psicológica” es la
única explicación plausible de por qué la mayoría de los evolucionistas se apegan a un
origen aleatorio o fortuito de la vida y rechazan todo “diseño o propósito o dirección”,
como lo expresó Dawkins. La realidad es que hasta Hoyle y Wickramasinghe, después
de reconocer que se necesita inteligencia, dicen que no creen que un Creador personal
sea responsable del origen de la vida. Según su manera de pensar, obligatoriamente
tiene que haber inteligencia, pero un Creador es inaceptable…
Inaceptable para su mente atea, pero toda la Creación grita y demuestra cómo la
teoría de la evolución es una teoría anticientífica, absurda, no tiene base.

* * *

¿Qué decir de la presencia de la vida? ¿De dónde provino la primera forma de


vida? La Ciencia también ha hecho algunos descubrimientos al respecto. El más sabio
de los antiguos no sabía lo que la ciencia moderna pone a nuestra disposición. En
nuestra época se ha demostrado que la vida solamente proviene de la vida, y que cada
especie se reproduce únicamente según su especie. Los obras de Tyndall y Pasteur, en el
campo de las bacterias y los protozoarios, demostraron científicamente y de una vez por
todas en el mundo microscópico lo que Redi demostró anteriormente con respecto a
organismos más grandes. Todos los avances recientes de la ciencia médica y quirúrgica
en el tratamiento y la prevención de las enfermedades contagiosas se basan en esta gran
verdad de la Ley de la Biogénesis: “La Vida únicamente puede venir de vida
preexistente”. ¡Ningún otro hecho de la Ciencia ha quedado más firmemente
demostrado! La vida no puede surgir de lo que no tiene vida. La Ciencia no nos
proporciona ni un ápice de verdad que explique la presencia de la vida en la Tierra por
otro medio que no sea el de una creación especial, efecto de la primera y gran causa
original: Dios, Quien es Vida y Fuente de toda vida. Es absolutamente cierto ahora, por
todo lo que la Ciencia ha demostrado, conforme a todo lo que es racional, que se
requirió una verdadera creación para producir vida de la materia inerte, lo orgánico de
lo inorgánico. No se puede negar racionalmente la existencia de Dios, a menos que
pueda explicar el origen de la vida sin un Creador, un Creador Quien, Él mismo, es
Vida. Así, el Creador empieza a ser revelado por la Ciencia y por la razón como un Dios
vivo, un Dios en Quien hay Vida y Quien es el Único que ha impartido vida a todos los
seres que la poseen. Podríamos seguir mostrando que lo descubierto por la Ciencia
acerca de la energía y su origen y las leyes de la conservación de la energía, también
comprueba, sin lugar a dudas, que “las obras suyas estaban acabadas desde la
fundación del mundo” (Hebreos 4, 3), es decir, que la creación material es una obra
completa y terminada, ¡no se está llevando a cabo en la actualidad! Examinemos ahora
si esa gran primera causa es un Ser inteligente o solamente una fuerza ciega e irracional.
Miremos a nuestro alrededor. Reconocemos que la mente humana recibe conocimientos
sólo por medio de los cinco sentidos. Observemos los planetas que giran en sus órbitas
en el espacio. Observemos el Universo entero, en todo su esplendor, con sus soles, sus
nebulosas, y galaxias. Sí, estos son objetos inanimados. No tienen mente ni inteligencia.
No pueden hacer lo que el hombre puede hacer: pensar, razonar, hacer planes y llevarlos
a cabo según su voluntad particular. La mente humana puede conocer, pensar, razonar,
hacer planes y ejecutarlos. Puede inventar y producir instrumentos con los que le es
posible investigar el vasto Universo o estudiar la más diminuta partícula. Con el
desarrollo de naves espaciales y computadoras, el hombre ha sido capaz de enviar

170
astronautas a la Luna y traerlos nuevamente a la Tierra, sanos y salvos. Puede hacer que
los ríos fluyan en dirección opuesta y aprovechar las fuerzas de la naturaleza
poniéndolas a su servicio. Y ahora ha aprendido a desencadenar la energía del átomo y a
utilizar un poder tan descomunal que finalmente cuenta con la capacidad de aniquilar
todo lo que tiene vida sobre la faz de nuestro plantea. Pero hay una cosa que ningún
hombre ha logrado hacer: ¡No puede construir, fabricar, producir o crear ninguna cosa
que sea superior a él mismo! El hombre puede tomar materiales existentes y con ellos
construir una casa. Un automóvil es casi una cosa viviente; no obstante, la inteligencia y
los poderes necesarios para inventarlo y producirlo son superiores al objeto producido.
Si se insinuara que algo que se puede inventar, fabricar, construir o traer a la existencia
podría ser superior al hombre y a su mente, en inteligencia y habilidad, ¡ciertamente
sería una afrenta a la inteligencia del hombre! ¿Se puede decir sinceramente que algún
poder o fuerza de menor inteligencia que la de su mente la produjo?...
Si el hombre no cree en Dios, entonces sólo le queda la alternativa de creer que
algo inferior a su inteligencia lo produjo, que la inteligencia que tiene fue producida por
una fuerza irracional, sin propósito y sin inteligencia…
La única posibilidad racional es reconocer que la presencia misma de la mente
humana es la prueba de que la gran primera causa es también la Suprema Inteligencia,
¡cuyas habilidades son infinitamente superiores a las del hombre mortal: ¡DIOS!

* * *

Hace un par de siglos, se estaba discutiendo la creación del Universo por el azar
o por Dios en la casa del barón Holbach, en una sociedad materialista decidida a aceptar
cualquier solución, por absurda y grotesca que pareciera, con tal de no admitir a Dios…
Entre los concurrentes se hallaba Galiani, gran defensor de la creación de todo por Dios,
y que no se cortaba a la hora de defender su tesis bíblica ante los ateos y paganos que lo
oían.
Después de la comida, Galiani dijo a los invitados.
-Me imagino, señores, a aquel de vosotros que esté más convencido de que el
mundo es efecto de la casualidad, jugando a los tres dados y a su antagonista ganando el
juego, una, dos, tres, cuatro veces, constantemente. Por poco que se prolongase el juego,
mi amigo Diderot (enciclopedista ateo, presente en aquella reunión), que perdería su
dinero, diría sin vacilar, sin dudar un solo momento: “¡Los dados están amañados, estoy
en una cueva de ladrones!”. ¡Ah, filósofo, porque diez o doce veces los dados han caído
de manera que os han hecho perder seis francos, creéis firmemente que es a
consecuencia de una hábil maniobra, de una combinación artificiosa, de una trampa bien
urdida! Y viendo en el Universo un número tan prodigioso de combinaciones mil y mil
veces más difíciles, más complicadas, más sostenidas y más útiles, ¿no sospecháis que
los dados de la Naturaleza están también “amañados” y que hay allá arriba un Jugador
muy hábil: Dios, que se divierte con vosotros?...
El mismo Diderot se vio obligado finalmente a exclamar:
-El ojo, o el ala de una mariposa bastan para confundir a un ateo. Y todo el
mundo podría echársenos encima si tratáramos de atribuirlo a la casualidad…
Kepler, el astrónomo, tan religioso como inteligente, dijo un día a su esposa,
Bárbara:
-¿Crees que si desde la fundación del mundo estuviesen flotando en el espacio
platos de estaño, hojas de lechuga, granos de sal, gotas de aceite y vinagre y fragmentos
de huevo duro, la casualidad podría hoy reunirlos para formar una ensalada?
-No sería tan buena y tan bien sazonada como esta- respondió su esposa…

171
Decir: “¡La casualidad!”, es un absurdo.
Decir: “¡Las leyes de la Naturaleza!”, es el mismo absurdo expresado en otras
palabras.
Cuando alguien habla de la Naturaleza como causa de las cosas creadas, habría
que preguntarle si esta señora “Naturaleza” es inteligente o ininteligente… Si la
Naturaleza es ininteligente, nunca se podrán explicar las maravillas de disposición y de
orden que se observan en sus maravillosas organizaciones. Si la Naturaleza es de alguna
manera inteligente y ha intervenido en la elección y disposición de los materiales que
integran la estructura del Universo y de los seres que cohabitan, dejemos de llamarla
Naturaleza y llamémosla… ¡DIOS!
Tan absurdo es un reloj sin relojero como un Universo, como una Naturaleza, sin
Dios.

* * *

Un escritor evolucionista, Christopher Broker declaró: “Un siglo después de la


muerte de Darwin todavía no tenemos ni la más ligera idea demostrable, o siquiera
plausible, de cómo en realidad tuvo lugar la evolución… y en los últimos años esto ha
llevado a una serie extraordinaria de batallas en cuanto a toda la cuestión… Entre los
evolucionistas mismos existe un estado de casi guerra abierta, en la que toda clase de
secta evolucionista insta a que se efectúe alguna nueva modificación”. Llegó a esta
conclusión: “En cuanto a cómo o por qué realmente sucedió, no tenemos la más leve
idea, y probablemente jamás la tendremos”. El evolucionista Hitching concordó con esa
declaración al decir: “Estallaron contiendas acerca de la teoría de la evolución… en
lugares encumbrados se establecieron posturas firmes en pro y en contra, y los insultos
volaron como bombas de mortero desde ambos lados”. Dijo que es una disputa
académica de proporciones trascendentales, “potencialmente, uno de esos períodos de la
Ciencia en que, muy de súbito, una idea que ha sido sostenida por mucho tiempo es
derribada por el peso de la prueba contraria, y otra, una nueva, toma el lugar de ella”.
La revista británica “New Scientist” declaró que “una cantidad creciente de científicos, y
más particularmente un número creciente de evolucionistas… presentan el argumento de
que la teoría evolucionista darviniana no es en modo alguno una teoría genuinamente
científica… Muchos de los críticos tienen las más elevadas credenciales intelectuales”.
Respecto a la cuestión del origen de la vida, el astrónomo Robert Jastrow dijo: “Para
mortificación suya, los científicos no tienen respuesta clara, porque los químicos nunca
han logrado reproducir los experimentos de la naturaleza sobre la creación de la vida
desde la materia inanimada. Los científicos no saben cómo sucedió eso”. Añadió: “Los
científicos no tienen prueba de que la vida no fuera el resultado de un acto de creación”.
Pero la dificultad no se acaba en el punto del origen de la vida. Considere órganos
corporales como el ojo, el oído, el cerebro. Todos son tremendamente complejos, mucho
más que las más intrincadas invenciones del hombre. Un problema para la evolución ha
sido el hecho de que todas las partes de tales órganos tienen que trabajar juntas para que
haya vista, oído y pensamiento. Tales órganos habrían sido inútiles hasta que todas las
partes individuales, estuvieran completas. De modo que surge la pregunta: “¿Es posible
que el elemento no guiado del azar, del cual se piensa que es una fuerza impulsora de la
evolución, pudiera haber juntado todas esas partes al tiempo apropiado para producir
mecanismos tan elaborados?...” Darwin reconoció que esto era un problema. Por ejemplo,
escribió: “Suponed que el ojo pudiera haberse formado por evolución, confieso
tranquilamente que parece totalmente absurdo”… Desde entonces ha pasado más de un
siglo. ¿Ha sido resuelto este problema?... No, al contrario, desde el tiempo de Darwin lo

172
que se ha aprendido acerca del ojo muestra que es hasta más complejo de lo que él
entendía que era. Así, pues, Jastrow dijo: “El ojo parece haber sido diseñado; ningún
diseñador de telescopios pudiera haber efectuado mejor labor”. Si esto es así respecto al
ojo, entonces, ¿qué hay del cerebro humano? Puesto que ni siquiera una máquina sencilla
evoluciona aleatoriamente, al azar, ¿cómo puede ser un hecho el que el cerebro, que es
infinitamente más complejo haya hecho eso? Jastrow llegó a esta conclusión: “Es difícil
aceptar la evolución del ojo humano como producto del azar; más difícil aún es aceptar
la evolución de la inteligencia humana como producto de trastornos aleatorios en las
células cerebrales de nuestros antepasados”.

* * *

El doctor N. W. Pirie, de la Rothamstead Experimental Station, Hapenden Ing.,


rechaza el concepto de la biogénesis espontánea por el hecho de “moléculas complicadas
como proteínas, según nuestra experiencia científica, no se forman espontáneamente ni
por etapas. Todas las formas de vida conocidas hoy se basan en proteínas”… La célula
viva contiene maravilla sobre maravilla, la una dentro de la otra, hasta que son tan ínfimas
que no se pueden observar ni con el mejor microscopio electrónico. Nadie pensaría jamás
en atribuir la invención de la computadora electrónica o la composición de una
enciclopedia al mero azar. La cinta codificada, la ADN, que fija las instrucciones
permanentes para el desarrollo de cada nuevo ser, muestra mucha más ingeniosidad que el
más complicado invento humano. En verdad toda la anatomía de una célula viva es muy
compleja y su reproducción (por división) es tan precisa, ordenada, y exacta, que no deja
lugar para nada casual. El doctor Jorge Waldo reconoce que tal idea de casualidad es una
quimera al escribir: “Uno solamente tiene que contemplar la magnitud de esta tarea para
asentir que la generación espontánea de un organismo viviente es imposible”. Sin
embargo, algunos evolucionistas siguen atribuyendo todo al azar. El científico ruso A.
Oparín, en “Origin of Life on the Earth” dice: “Atribuir a un golpe de suerte el que, entre
billones y cuatrillones de combinaciones, haya podido formarse, por azar precisamente,
esta sucesión indispensable que exige la síntesis es tan imposible como la reunión
fortuita, debido al azar, de una fábrica que luego sea capaz de fabricar cualquier
producto”. Más que sintetizar muy pocas de las muchas proteínas necesarias, hasta la
fecha lo único que los científicos han logrado es hacer la primera sustancia necesaria,
ADN, y eso utilizando materia obtenida de virus y bacterias. Su ADN sintetizado
solamente tiene estructura, no tiene metabolismo ni puede reproducirse. Está lejos de ser
una entidad viva. La definición más preferida por los evolucionistas es la de Le Comte:
“La evolución es el cambio continuo y progresivo, según leyes fijas por medio de fuerzas
residentes”… Será entonces un continuo cuesta arriba, autocausado proceso, de lo
pequeño a lo grande, de lo sencillo a lo complicado. Pero para tal cosa hace falta empezar
con algo vivo, y se supone que el primer ser vivo fue una célula sencilla. Pero siendo la
anatomía de la célula viva más sencilla tan intrincada y difícil la organización de tantos
componentes complicados, algunos de fabricación y duración condicionada y que son
resintetizados con la misma velocidad con que se descomponen, ¿es la posibilidad del
origen de la vida por “generación espontánea” suficientemente racional y digna par ser
tomada seriamente? Los descubrimientos de los últimos años han aumentado las
dificultades para tal idea. La ley de probabilidades, en este caso, debería ser llamada ley
de las improbabilidades, y mejor sería aún de las imposibilidades. El doctor A. Creasy
Morrison, expresidente de la New York Academy of Sciences, para ayudarnos a apreciar la
poquísima probabilidad que hay para la “generación espontánea” o evolución, razona así:
“supongamos que uno pone diez monedas marcadas de uno a diez en un bolsillo y las

173
revuelve bien. Sin mirarlas y sin truco se procura sacarlas correlativamente del uno al
diez, devolviendo las monedas nuevamente el bolsillo y mezclándolas. Matemáticamente
sabemos que la posibilidad de sacar primero el número uno es uno en diez, de sacar uno
y dos consecutivamente, uno en cien, y de sacar consecuentemente todas del uno en orden
consecutivamente al diez en sucesión, llegaría al número increíble, de ¡una posibilidad en
diez mil millones!” Y, sin embargo, los evolucionistas quieren creer, y hacernos creer, que
el gran número de aminoácidos necesarios para una célula viva se alinearon solos en el
orden debido para formar los corpúsculos ADN, ARN, etc., con los elementos celulares
que requiere la organización de una célula, y todo por casualidad. “La probabilidad de la
vida originada por acaso es comparable a la probabilidad de que una explosión en una
imprenta diera a luz un diccionario abreviado”… Cuando una teoría, como la de la
evolución, choca con una ley bien demostrada por observación tiene que quedarse en una
mera hipótesis. La teoría de la evolución choca de frente con la muy reconocida segunda
ley termodinámica formulada por observación universal, la entropía: que todas las
energías del Universo tienden a degradarse, esto es, a convertirse en otras de grado y
calidad inferior, que todo tiende a un deterioro, de la complejidad a un estado de orden
menor. El doctor Henry M. Morris del Instituto Politécnico de Virginia, escribió. “Si se
puede definir tal cosa como una ley en la ciencia, las dos primeras leyes termodinámicas
satisfacerían la definición. Han sido verificadas universalmente miles de veces”. La
segunda ley dice que (sin intervención del exterior) en todo sistema el desorden tiende a
aumentarse y la energía disponible a disminuir, “hasta donde sabemos, todos los cambios
están en la dirección de una entropía creciente, de un desorden creciente, sin objetivo:
una deteriorización.” Frente a todo esto, el decir que la complejidad del mundo de vida
tan ordenado como vemos ha surgido de un antepasado común es fantástico en extremo, o
sea, imposible. ¿Cómo se desarrolla por sí sólo el orden de la confusión? ¿Se suele
observar tal cosa en el mundo que nos rodea? La bomba atómica destruye, pero en la
naturaleza no vemos tal acción al revés. Entonces, ¿puede ser admisible la idea de una
fuerza inherente de progreso continuo en células vivas?... No, eso es imposible. El campo
legítimo de la Ciencia es el de los fenómenos que pueden ser observados, medidos,
repetidos y probados por experimentos. Lo que está fuera de esa esfera pertenece a las
esferas de la filosofía, de la teología, o, aún, de la imaginación, la fantasía, la ciencia
ficción… y la evolución está en ese campo ficticio, fantástico: no tiene base científica
alguna.

* * *

“Hay unas setenta diferentes reacciones químicas implicadas en la fotosíntesis-


dijo un biólogo - Verdaderamente es un acontecimiento milagroso”. Las plantas verdes
han sido llamadas las “fábricas” de la naturaleza… hermosas, silenciosas, sin producir
contaminación, produciendo oxigeno, contribuyendo al ciclo del agua y alimentando al
mundo. ¿Se presentaron solo por accidente, al azar? ¿Se puede realmente creer eso?
Para algunos de los más famosos científicos del mundo ha sido difícil creer eso.
Ven inteligencia en el mundo natural. Un ganador del Premio Nobel, el físico Robert A.
Millikan, aunque cree en la evolución, sí dijo en una reunión de la Sociedad Física
Estadounidense: “Hay una Divinidad que da forma a nuestros fines. Una filosofía
puramente materialista me parece la cubre de la falta de inteligencia. Los sabios de todas
las edades siempre han visto suficiente como para por lo menos hacerse reverentes”. En
su discurso, citó las notables palabras de Albert Einstein, en que Einstein dijo que en
realidad había tratado humildemente de comprender siquiera una parte infinitésima de la
inteligencia manifiesta en la naturaleza.

174
La prueba de que ha habido creación directa, no azar, sin evolución, nos rodea, en
variedad interminable y en complejidad asombrosa, e indica la existencia de una
inteligencia superior. Esta conclusión también está expresada en la Biblia, donde la
creación se atribuye a un Creador cuyas “cualidades invisibles se ven claramente desde la
creación del mundo en adelante, porque se perciben por medio de las cosas hechas,
hasta su poder sempiterno y divinidad, de modo que son inexcusables”.
Cuando se considera la mucha prueba de creación, de diseño, que hay en la vida
que nos rodea, ciertamente parecen “inexcusables” las declaraciones de que lo que está
tras ello es el azar sin dirección.
“Sospecho -dijo un biólogo- que no somos tan innovadores como nos imaginamos,
simplemente somos repetidores”. Muchas veces los inventores humanos solamente
repiten lo que las plantas y los animales han estado haciendo durante miles de años. Esta
práctica de copiar lo que se ve en los organismos vivos es tan general que ha recibido su
propio nombre… biónica.
Otro científico dice que casi todas las áreas fundamentales de la tecnología
humana “han sido abiertas y utilizadas provechosamente por los organismos vivos antes
que la mente humana aprendiera a entender y dominar sus funciones”. Es interesante este
comentario que añade: “En muchas áreas, la tecnología humana todavía está muy
retrasada en comparación con lo que hay en la naturaleza”.
A medida que se reflexiona sobre estas complejas aptitudes de las criaturas
vivientes que los inventores humanos han intentado copiar, ¿parece razonable creer que
éstas hayan llegado a existir simplemente al azar? ¿Y que eso hubiera sucedido, no
solamente una vez, sino muchas veces en criaturas no relacionadas entre sí? ¿No
pertenecen estos diseños a los tipos de diseños intrincados que la experiencia nos enseña
que únicamente pueden ser producto de un Diseñador brillante?... ¿Puede creerse
realmente que el azar por si solo pudiera haber creado aquello para copiar lo que
posteriormente se necesitó a hombres extraordinariamente talentosos?

* * *

Algunos investigadores definen la vida como “el funcionamiento de una


estructura”. Pero esta definición no expresa todo lo que realmente es la vida. Una
auténtica definición debería comprender su naturaleza, origen y propiedades. Ciertamente
que la “función” es parte muy importante en el fenómeno vital, hasta el punto de que la
vida es inconcebible sin ella, de igual forma que lo es en una máquina construida por el
hombre, como, por ejemplo, un automóvil o una máquina eléctrica cualquiera. Pero
parece que la “función” no sea causa de la vida, si no es efecto de “algo” que da origen a
la “función” y la impulsa y sostiene mientras ese “algo” actúa. Desaparecido ese “algo”,
el efecto, en este caso la “función”, desaparece también. Salvada la distancia entre una
máquina construida por el hombre y un ser vivo, el fenómeno es parecido en ambos casos.
Desaparecido el impulso que produce la combustión de la gasolina o la aplicación de la
energía eléctrica que hacen que las máquinas funcionen, la “función” cesa. Pues algo
parecido, aunque de distinta naturaleza, se produce en el ser vivo. Desaparecido el
impulso que procede de ese “algo” o “energía vital”, que no es efecto de la materia ni de
los órganos de que se componen los seres vivos, la “función” cesa también, como se
observa cuando se produce la muerte de un ser; y esto no podría ocurrir si la “función”
fuese efecto de la materia y de los órganos de que se componen los seres vivos o de la
conjunción de ambos, puesto que todos ellos subsisten aún después de producirse la
muerte. La vida es todo aquello que desaparece en los seres vivos cuando el fenómeno
vital se extingue. Y ¿qué desaparece en los seres vivos cuando mueren? Movimiento,

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calor, funciones orgánicas y metabólicas, etc. La vida, pues, es “un principio activo,
inmaterial, dinámico, energético y funcional, que solamente se da en los seres vivos en
unidad sustancial con la estructura material y orgánica de que éstos se componen, por
vía de generación sucesiva, de unos a otros, el cual los dota de automovimiento, calor y
energía para la realización de todas las funciones orgánicas y metabólicas que, a su vez,
facultan a los seres para todas aquellas operaciones que les permiten su crecimiento,
reproducción y desarrollo conforme a la especie a que pertenecen”. Por todo ello la vida
es mucho más que “el funcionamiento de una estructura”…Tampoco justificaría nada en
pro de la “generación espontánea” o evolución el hecho de que los biólogos, que
constantemente lo intentan, consiguieran sintetizar la vida en el tubo de ensayo, porque
ello no seria ni equivaldría en caso alguno, a la “generación espontánea”, sino que sería la
culminación de un proceso intelectual, científico y técnico, plenamente intencional y
consciente de medios afines, que el hombre persigue desde que existe y que significa todo
lo contrario de un proceso espontáneo. Pero aún así, el hombre, a pesar del orgullo de su
ciencia y de su técnica, se encuentra todavía, como dijimos antes, a una distancia inmensa
de tamaño objetivo. Hasta ahora, a pesar de los titulares sensacionalistas de la prensa al
dar cuenta de ciertos descubrimientos, es lo cierto que el investigador ha actuado siempre
sobre materia viva con bases, y fuera de esto solamente ha conseguido sintetizar
determinados elementos de que se componen los seres vivos. Solo podrá considerarse
sintetizada la vida cuando, prescindiendo de toda materia viva, el investigador combine
los elementos de que se compone un ser vivo, que conoce perfectamente, y consiga,
pongamos por caso, una semilla de trigo que depositada en la tierra, fructifique y
produzca la espiga… Pues ni aún así significaría algo en favor de la teoría de la
“generación espontánea” (de la evolución), ya que no hay nada más contrario a tal
fenómeno que un proceso intelectual, intencional y finalista, plenamente consciente de los
medios conducentes a un fin previsto.

* * *

Los evolucionistas dicen que el “eslabón perdido” entre la materia animada y la


inanimada tiene que ser encontrado en los virus, los que nos proporcionan los resfriados,
la gripe, el sarampión y la parálisis infantil… Esas sustancias son como proteínas en su
naturaleza. Son cristalinas como la materia inanimada. Con todo, cuando se inoculan en la
planta o animal adecuado, despiertan y se multiplican como materia viviente. Aquí, dicen
los evolucionistas, están los eslabones perdidos entre la materia viviente y la no
viviente… Por azar, en el remoto pasado, se originó algo parecido a esos virus. Estos,
siendo proteínas, mostraron signos de vida. Entonces, toda la vida evolucionó a partir de
ellos, todo fue, pues, producto del azar… El azar aportó el requisito de que los elementos
químicos juntos estuvieran en condiciones de formar proteínas. El azar capacitó a la vida
para evolucionar… Todo, desde las moléculas hasta el hombre, puede ser explicado por el
azar… Pero el azar no puede ser investigado matemáticamente, incluso el azar de que los
átomos de carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno y azufre se mezclasen en las órbitas
distintas a la suya lo suficientemente bien como para producir proteínas. Tal investigación
de hecho ha sido llevada a cabo por el matemático suizo Charles Eugéne Guye. Ha
calculado las posibilidades de manufacturar una simple molécula de cualquier sustancia
proteinoide y también la cantidad de material que hubiera sido preciso mezclar para
hacerla. Y ha demostrado que la probabilidad de que las proteínas se forman así, por azar,
es imposible. No es de hecho de 10 a 1, sino de 100 multiplicado por sí mismo 160 veces,
contra 1. Guye también ha mostrado que la cantidad de material necesario para producir
esa una molécula es mucho más grande que el material que comprende la totalidad de

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todo el Universo… un sextillón de sextillón de veces más grande… Para que ello
ocurriera en nuestro pequeño planeta serían precisos años sin fin, 10 multiplicado por sí
mismo 243 veces en años… Pero la Tierra ha sido un lugar habitable para la vida sólo
desde hace mil millones de años…; no parece probable así que las simples proteínas
pudiesen haber evolucionado simplemente debido al azar. Aún suponiendo que una
molécula de proteína pudiese haber evolucionado así por azar al mismísimo principio, se
hace matemáticamente inconcebible para dos, tres por no decir millones de moléculas
esenciales para la fabricación de un organismo en forma de virus o un gene y que así
hubieran evolucionado… Escribiendo sobre este problema, Pierre Lacomte de Nouy dice
en su gran obra “El Destino Humano”: “Una molécula no nos sirve. Son necesarias
cientos de ellas idénticas. Necesitaríamos cifras mucho más grandes para “explicar” la
apariencia de una serie de moléculas similares y la improbabilidad creciendo
considerablemente para cada nueva molécula (probabilidad del compuesto) y por cada
serie de tiradas idénticas. Si la probabilidad de apariencia de una célula viva pudiese ser
expresada matemáticamente, las anteriores cifras dadas por Guye parecerían
despreciables… Los acontecimientos, aún cuando admitamos muy numerosos
experimentos, reacciones o movimientos por segundo, necesitan un tiempo infinitamente
más largo que la duración estimada de la Tierra con objeto de que exista una
probabilidad de manifestarse por sí mismos, y aún así esta probabilidad no se daría
jamás…” El Dr. V. H. Mottram, profesor de Fisiología de la Universidad de Londres,
también hizo resaltar la alta improbabilidad de que las moléculas de proteínas llegaran a
fabricarse por el azar, incluso dado un tiempo geológico suficiente para que pudiera serlo.
Escribe al respecto: “Parece altamente improbable, la mayor parte de las personas dirían
que imposible, que las proteínas fuesen creadas por azar de las colisiones de sus
elementos, incluso dado el suficiente tiempo geológico para que pudieran hacerse. Más
bien parece que una mente inteligente y con un propósito determinado hubiese irrumpido
en la Tierra, cuando ésta se enfrió, y crease las proteínas dotándolas con el mágico poder
de la vida… Incluso la mente más materialista tiene que admitir que esto es así. Y ¿qué
diferencia hay entre decir que una mente con un propósito determinado creó la materia
viviente sobre esta Tierra y decir con las primeras palabras del Evangelio de San Juan:
En el principio era el Verbo. Y el Verbo era Dios. Todas las cosas fueron hechas por Él, y
sin Él no se hizo nada de lo que fue hecho. En él estaba la vida, y la vida fue la luz de los
hombres”? (Juan 1, 13)… No mucha. Pero, por supuesto, para una persona realmente
religiosa este postulado, esta hipótesis, de una mente con un propósito creando la vida, es
un frío simulacro de la urgente Realidad que se llama ¡Dios! Es innecesario resaltar que
incluso para el científico tiene una gran dificultad en hacer y estudiar, e investigar, sin la
idea de Dios”…

* * *

Mediante el uso de los enzimas la Naturaleza lleva a cabo reacciones de


abrumadora complejidad. La enzima capacita a la célula viviente el enredar una
dificultad fundamental de tal magnitud que incluso tomada sola por sí misma, haría, por
otra parte, la vida completamente imposible. Consideremos lo que un organismo
viviente tiene que hacer. Tiene que absorber materias primas, destruirlas y asimilarlas y
resintetizarlas en tejidos, jugos, sangre, huesos, nervios o cualquier otra cosa necesaria
para construir las partes de un organismo vivo. Todo ello implica el llevar a cabo una
enorme variedad de operaciones químicas que es preciso llevarlas a efecto, por lo
demás, con suavidad, precisión y eficiencia. Si no supiéramos que la vida existe,
estaríamos tentados a decir que la vida sería químicamente imposible, ya que las síntesis

177
químicas que la vida implica son largas e intrincadas, y antes de que una materia prima
(alimento) pueda convertirse en el material que es requerido, con frecuencia tiene que
pasar por veinte o treinta estados intermedios. Las enzimas y coenzimas no solamente
llevan adelante esas complicadas reacciones químicas de las cuales depende la vida de
toda célula viviente, sino que poseen el pasmoso poder de renovar mayor cantidad de su
propia sustancia, cuya cantidad depende de la del trabajo llevado a cabo. Y las
coenzimas también necesitan ser manufacturadas, siendo construidas, aparentemente,
por medio de aún más enzimas. Y finalmente, las enzimas dejadas simplemente en un
estado caótico, llevarían a cabo su función demasiado lentamente, por lo que las
enzimas tienen que ser ordenadas y guiadas, colocadas en lugares estratégicos para que
puedan realizar su trabajo con la menor confusión posible en el revoltijo atómico. La
pequeña maravilla del milagro de la célula viva ha fascinado a todos los que la han
estudiado cuidadosamente. En su famoso "Man On His Nature", Sir Charles
Sherrington describe esta "vida en pequeño" como sigue: "Lo esencial para cualquier
concepción de la célula es que no se trata de un sistema estático. Es dinámico. Son
ciclos de energía, series de oxidación y reducción, acciones-fermentos concatenadas.
Es como una mágica colmena cuyas paredes del panal, esponjosas, constituyen
movientes velos de moléculas ordenadas que se desgarran y se renuevan según que
sus operaciones comiencen y cesen. Un mundo de superficies y corrientes. Nos parece
observar batallones de catalíticos específicos (los enzimas) alineados, esperando
cada una, con un cronómetro en mano, para el momento en que tenga que jugar la
parte asignada en el juego... Esos variados catalíticos funcionan tan
coordenadamente como si cada uno tuviese su propio compartimiento en el panal y su
propio turno y tiempo... En esta gran compañía, con los relojes cronometradores y
sus diales puestos en marcha, como diciéndoles en qué momento tiene cada elemento
que entrar en funciones, tales componentes, al llegar el momento cero, toman su
respectivo turno"... Escribiendo en el periódico "Nature", Stuart Mudd también
describe así la célula: "Células de muchas clases de bacterias, provistas solamente
con agua, sales, glucosa y un simple suministro de carbono y nitrógeno, pueden
sintetizar proteínas, complejos hidratos de carbono, lípidos, ribosa y dexorribosa de
ácidos nucleicos (DNA), crecen en accesorios y enzimas, todo organizado en
característicos y reproducibles sistemas protoplasmáticos. La célula puede
reproducirse a sí misma y dividirse dentro de media hora a la temperatura del
cuerpo. Estas proezas de síntesis química y de organización no pueden ser
reproducidas por los más perfectos laboratorios químicos que existen, y son llevadas
a cabo dentro de una célula que tiene unas cuantas micras de longitud y menos de
una micra de diámetro... Los hechos reales que así suceden parecerían fantásticos de
no sernos tan familiares. La ocurrencia simultánea de reacciones complejas
implicando la utilización de los materiales elaborados, implican medios de mantener
las reacciones en adecuada relación temporal y especial de una con respecto a otra, e
implica igualmente la organización equivalente a un eficiente sistema de transportes y
logística"... ¿Cómo comenzó a existir la primera célula? A. R Ubbelohde resalta en
Time and Thermo-dynamics que, conforme se desarrolla la actividad inventiva de los
seres humanos, así como los varios procesos de materia inanimada son más y más
controlados "a propósito para obtener algún fin deseado, de la misma forma los
fundamentos para explicar los mecanismos biológicos de los procesos materiales no
es espontánea cuando la hace y dirige el hombre, sino que requiere una cualidad
ordenadora de inteligencia, es pues, irrazonable, suponer que la inteligencia está
ausente cuando tal coordinación se logra por seres humanos, y no es por un mero

178
producto del azar en la espontaneidad molecular siendo la acción del hombre suficiente
para lograr la coordinación dentro de los organismos vivientes"...
¿Pueden las moléculas, sin la acción del hombre, por sí solas, actuar y
desarrollar una labor tan compleja, si no hay alguien detrás: Dios?... No, es totalmente
imposible.

* * *

Tanto bíblica como científicamente está demostrada la incongruencia de la teoría


de la evolución, su falta de base: como dice la Biblia tanto el hombre como toda la
Creación fueron creados en estado adulto, sin evolución alguna. También los mismos
científicos, evolucionistas o no, consideran la evolución como algo no probado,
especulativo, falto de base científica y más propio de una concepción puramente
filosófica. Así dice J. W. N. Sullivan, matemático: “La hipótesis de que la vida se ha
desarrollado (al azar) de materia inorgánica es, en la actualidad, todavía un articulo
de fe” (algo no demostrado). Edwin Conklin, biólogo, dice: “La probabilidad de que la
vida se originara de modo accidental es comparable a la probabilidad de que el
diccionario no abreviado fuera el resultado de una explosión en una imprenta”…
George Wald, bioquímico, dice: “Basta con contemplar la magnitud de esta tarea para
admitir que la generación espontánea (la evolución) de un organismo vivo es
imposible”. Francis Crick, biólogo, dice: “El hombre honrado, armado con todo el
conocimiento que nos está disponible ahora sólo podría declarar que por el momento el
origen de la vida es casi un milagro” Fred Hoyle y N. C. Wickramasinghe, astrónomo,
dicen: "A no ser que uno se deje dominar por el prejuicio, sea debido a creencias sociales o
debido a educación científica, de modo que acepte la convicción de que la vida se originó
(espontáneamente) en la Tierra, este simple cálculo (las probabilidades matemáticas
contra ello) desestima tal idea completamente". El físico H. S. Lipson, dándose cuenta de
las probabilidades contra un origen espontáneo de la vida, dijo: "La única explicación
aceptable es creación. Sé que esto es anatema para los físicos, como de hecho lo es para
mí, pero no debemos rechazar una teoría que no nos gusta si la prueba experimental la
apoya". Además señaló que después del libro de Darwin El origen de las especies, "en
cierto sentido la evolución llegó a ser una religión científica; casi todos los científicos la
han aceptado, y muchos están dispuestos a "torcer" sus observaciones para que encajen
con ella"... Un comentario lamentable, pero verídico. Chandra Wickramasinghe, profesor
en el Colegio Universitario de Cardiff, dijo: "Desde mi más temprana educación como
científico se me lavó vigorosamente el cerebro para que creyera que la Ciencia no puede
ser consecuente con ninguna clase de creación deliberada. Tuve que irme librando muy
dolorosamente de esa noción. Me hallo muy incómodo en la situación, el estado mental, en
que me encuentro, ahora. Pero no hay ninguna manera lógica de escapar de ello. El que la
vida haya sido un accidente químico en la Tierra es como buscar cierto particular grano de
arena en todas las playas de todos los planetas del Universo y hallarlo". En otras palabras,
sencillamente es imposible que la vida pudiera haberse originado de un accidente químico
De modo que Wickramasinghe llega a esta conclusión: "No hay otra manera de entender el
orden preciso, que se ha impuesto en las sustancias químicas de la vida excepto por acudir
al concepto de oraciones en escala cósmica". Como dijo el astrónomo Robert Jastrow:
"Los científicos no tienen prueba de que la vida no haya sido el resultado de un acto de
creación"...
* * *

179
La idea de la vida como surgiendo espontáneamente de la materia ha sido
siempre muy difícil de reconciliar. El profesor de la Universidad norteamericana de
Harvard ganador del Premio Nobel, Dr. George Wald, declaró, hace algunos años: “La
generación espontánea de cualquier organismo viviente es imposible”. Con todo, cree
en ello, porque después de todo “aquí estamos”… el Dr. Duane Gish, que empleó
dieciocho años en investigaciones bioquímicas y biomédicas en la Universidad de
Cornell, de California, y en la Upjohn Comnay, concluyó tras sus investigaciones sobre
la teoría del origen de la vida: “Un origen evolucionista de la vida es imposible”.
El Dr. Louis Bounoure, director de Investigación del Centro Nacional de
Investigación Científica de Francia, llama a la evolución “un cuento de hadas para
adultos”.
Declaraciones de este tipo podrían aportarse por centenares. Es preciso recordar,
asimismo, que la idea de la vida en el espacio exterior para los otros está fundada sobre
la teoría de la evolución.
Charles Darwin en su libro El Origen de las Especies, dice que la idea de un ojo
que evolucione por selección natural es “absurda en el más alto grado”.

SELECCIÓN NATURAL – MUTACIONES


ADAPTACIÓN

Se ha creído que los predadores sirven a las especies predadas al eliminar a los
viejos, enfermos y mutilados. Esta pretendida eliminación selectiva de los débiles es
central en los dogmas de Selección Natural y Evolución. Evidencias recientemente
estudiadas, por el contrario, muestran que existe una selección casual como causa
determinante de cuál animal es comido. Otras evidencias indican que, al menos bajo
ciertas situaciones, hay una selección contra los fuertes y saludables… Las
implicaciones antievolutivas son claras, y se precisa de una reevaluación crítica de la
evidencia.
Los evolucionistas contemplan a los predadores como prestando un servicio a la
especie predada al eliminar a los muy jóvenes, viejos, enfermos y mutilados. En lugar
de perjudicar a la especie predada, el predador, al eliminar selectivamente a los
individuos inferiores, tiene una parte importante en asegurar la supervivencia total de la
especie y su supuesta evolución.
Pero a esto hay que decir que si hubiese una selección positiva, según la predice
la teoría general de la evolución, no demostraría la evolución en sí, puesto que la
selección natural, si se cumpliese de esta manera, solamente proveería la seguridad del
mantenimiento de una calidad mínima en la especie predada. No puede explicar en
absoluto la aparición de nuevos caracteres, solamente su preservación o eliminación. En
este caso, no habría prueba de ninguna fuerza ascendente que impulsara a la especie en
un camino ascendente de evolución, sino solamente de una fuerza conservadora que
eliminaría las variaciones y las mutaciones del depósito genético de la especie
(recordemos que las mutaciones son perjudiciales) que perjudicasen a la especie
predada reduciendo su capacidad vital. En cambio, si las observaciones van en contra de
la teoría, son fatales para ella, puesto que los evolucionistas invocan (aunque no todos)
la selección natural como fuerza directora del proceso de evolución.
El concepto de que los más débiles, enfermos y tarados caen víctimas del
predador es desde luego plausible a primera vista. Desde luego, si el cazador fuera un
hombre desarmado, necesariamente mataría a los débiles, lentos, o jóvenes. Se razona
que el predador ahorra energía, y asegura su alimento si persigue a los lentos y a los

180
débiles. Entonces los sobrevivientes serían los predados superiores genéticamente y
tendrían ventaja. Debido a esta ventaja, durante largos lapsos de tiempo, llegarían a una
posición mayoritaria al dejar mayor progenie.
No obstante, la evidencia que la naturaleza nos presenta parece indicar que la
suerte juega una parte principal en determinar cuál es el animal comido. La suerte no es
selectiva y no puede alterar la frecuencia genética. La cuestión, entonces, de qué
animales realmente comen los predadores es de importancia, y tiene implicaciones
fuertes de cara a la teoría de la evolución.
En una ocasión cuatro venados estaban juntos en una colina cerca de la frontera
mexicana. Un jaguar hembra mató a tres de los cuatro en un período de 90 días, pero
dejó al cuarto que siempre había estado con ellos. El cuarto venado estaba en muy mala
condición debido a una deformación de las patas delanteras. La conclusión es la de que
los predadores «seleccionan» algunas presas antes de la caza, y que con unas
condiciones razonablemente favorables de clima y terreno no tienen ninguna dificultad
en cazar animales saludables de la más alta capacidad.
La evidencia disponible, pues, indica que se evitan con preferencia a los
enfermos y débiles…
A1 examinar esto más de cerca, ¿no nos parece lógico y normal? Las presas
débiles y lentas sufren a menudo alguna enfermedad infecciosa. Cualquier predador que
cazase a estos individuos correría el riesgo de infección. Son muchas las infecciones
víricas y bacteriales que pueden ser transmitidas por contacto, o a través de la mucosa
nasal o bucal. Muchos endoparásitos entran en su huésped por el conducto
gastrointestinal: la evitación de los individuos lentos sería útil para minimizar la
exposición a enfermedades contagiosas y a parásitos. Los animales débiles a causa de
una baja nutrición son más susceptibles a enfermedad, y por esto también sería
inconveniente seleccionar a estos animales. Una presa saludable, además,
proporcionaría una alimentación mejor, tanto cuantitativa como cualitativa. Los
animales capturados son los individuos fuertes que salen en búsqueda de alimento. No
hay evidencia de que se eviten las presas saludables. De hecho, lo cierto es lo contrario,
especialmente entre los carnívoros mamíferos. Parecen disfrutar de la caza, la
persecución y la matanza. Los perros que llegan a conocer la excitación de perseguir y
cazar ganado pueden ser «curados» solamente por su destrucción la mayor parte de las
veces. Muchos predadores parecen gozar de la caza que sólo una presa saludable les
puede proporcionar. De hecho, los animales que rehúsan correr parecen confundir y
frustrar al predador.
La amplia utilización de la inmovilización total parece dar apoyo a esta
deducción. Si los predadores están simplemente buscando una comida fácil, la
inmovilización total podría parecer la peor respuesta posible a un ataque; y muchos
anímales se comportan así. Muchos insectos, isópodos, arañas, anfibios, y reptiles
permanecen inmóviles cuando se les inquieta. Un ejemplo común es cuando un perro se
enfrenta con una tortuga o una culebra. En ambos casos el perro atacará enérgicamente
al reptil, tan solo para perder completamente e1 interés cuando 1a presa no escapa.
La inmovilización total es una respuesta al ataque tan bien desarrollada en
ciertos marsupiales que la expresión «hacer la zarigüeya» es una frase corriente en el
idioma inglés. La zarigüeya tiene una respuesta fisiológica altamente desarrollada que la
capacita para desmayarse ante una tensión. Los vasos capilares se dilatan, la tensión
sanguínea baja, y el animal pierde el conocimiento. ¿Cómo puede ser esto una
protección contra los predadores si cazan a los «débiles y a los lentos». Esta respuesta
de la zarigüeya es útil solamente si el predador está a la búsqueda de animales activos.
De hecho, la caza parece ser un preludio importante a la matanza. Los animales que

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permanecen inmóviles cuando se les ataca escapan no por volverse invisibles para el
predador, sino porque confunden la secuencia normal: encuentro-persecución-matanza.
Los predadores que fueran capaces de vencer solamente a los poco saludables o
a los débiles no serían capaces de sobrevivir por mucho tiempo. Los datos sacados de
trampas y de observaciones de campo revelan que solamente una proporción muy
pequeña de la mayor parte de las especies que sirven de presas están en mala condición.
La mayor parte de los predadores tienen una gran capacidad de ataque. Muchos
carnívoros mamíferos y reptiles predadores pueden ganar fácilmente a la carrera (o
atrapar en una emboscada) vencer y matar animales mucho mayores que ellos en
tamaño y peso. Consideremos a un lobo de 25 kilos derribando a un ciervo de 170 Kg.,
y la potencia de las serpientes venenosas.
Sumarizando, la evidencia y la lógica claramente indican que los predadores son
bien capaces de cazar, y a menudo lo hacen, a los mejores representantes de la especie
que les sirva de alimento. La selección al azar juega un papel importante en determinar
qué animal es el comido. Se ha creído durante mucho tiempo que los predadores son
necesarios para mantener la densidad de población de la especie predada, y suministrar
el mecanismo para el mejoramiento del potencial genético de la presa al eliminar
selectivamente a los individuos inferiores. En ambos aspectos de la relación predador-
presa penetra mucho el dogma evolucionista moderno.
Si los individuos fecundos no son seleccionados, y si los predadores (o herbívoros)
no cosechan individuos fenotípicamente inferiores, la selección natural es un dogma sin
un mecanismo que lo apoye. Está bien claro que se precisa de una reevaluación crítica de
estos hechos.

* * *

El evolucionismo es una filosofía de la vida a la vez engañosa y destructiva.


Se tiene que reconocer, sin embargo, que ha habido y hay cambios en la vida
orgánica. A partir de los dos seres humanos originalmente creados (Adán y Eva) han
surgido todas las actuales y divergentes razas humanas sobre la faz de la tierra. Esto es
cambio. Pero se trata de cambio dentro de límites. Y esta definición de cambio es
enteramente diferente del cambio exigido por parte de aquéllos que propagandizan la
evolución orgánica y atea: que toda la vida habría surgido a partir de una forma de vida
unicelular para formar las formas de vida más complejas que existen en la actualidad.
Como es patente, los humanos producen humanos, y los peces producen peces. Decir
que los humanos surgieron de los peces a lo largo de inmensas eras de tiempo es algo
totalmente falso. Decir, como decía Darwin, que el hombre surgió de los simios -y él
desde luego enseñaba esto- es también un paso carente de toda prueba. Tenemos que
creer en los cambios, pero la cantidad de cambio que se observa en la naturaleza está
lejos del que el evolucionista precisa para confirmar su teoría.
Los hechos no han producido la conclusión de que la evolución orgánica sea
cierta. Tan sólo las conclusiones preconcebidas de algunos científicos han torcido los
hechos. La evolución orgánica está erigida sobre el fundamento de una evidencia
confusa apilada para apoyar las esperanzas preconcebidas de los que buscan una
respuesta de los orígenes que no involucre a Dios. Y no son pocos los que han sido
arrastrados por estos celosos abogados de filosofías ateas.
Cuando Darwin hubo completado los primeros cinco capítulos del Origen de las
Especies, comenzó el capítulo seis diciendo: «Mucho antes de que el lector haya
llegado a esta parte de mi obra se le habrán ocurrido una multitud de dificultades.
Algunas de ellas son tan serias que hasta el día de hoy apenas si puedo reflexionar

182
sobre ellas sin verme abrumado en cierta manera. » Podemos apreciar la honradez de
Darwin acerca de esto. Pero son muchos en la actualidad los que no darían ninguna
consideración a esto en relación con la teoría de la evolución.
Las «dificultades» de Darwin eran, y siguen siendo, abrumadoras. Su hipótesis
sigue estando cargada de innumerables problemas. Y son estas «dificultades» las que
golpean mortalmente la hipótesis de la evolución.
Lamarck “creía en el cambio evolutivo, pero pensaba que tales cambios surgían
en la lucha del animal para adaptarse a su medio, y que estos pasaban luego a la
herencia”. Para ilustrar su teoría, Lamarck utilizó el cuello largo de la jirafa. Especuló
él, que durante un largo período de tiempo hubo una sequía en África, y que como
resultado de ello la vegetación de la tierra comenzó a morir. La jirafa se vio obligada a
ir estirando el cuello más y más para alcanzar las hojas en la copa de los árboles. Esto
hizo que su cuello se fuera alargando con el paso del tiempo. Esta característica
adquirida -el cuello largo- fue después pasada a las generaciones posteriores, que
también tuvieron que alargar sus cuellos para conseguir alimentos a fin de poder
sobrevivir. Como resultado de ello, tenemos en la actualidad jirafas de cuello largo.
Pero en la actualidad la ciencia rechaza la teoría de Lamarck. Muchos años
después de Lamarck, August Weisman (1834-1914), un zoólogo alemán evolucionista,
refutó esta teoría cortando las colas de veinte generaciones consecutivas de ratones. La
generación vigésimoprimera tenía unas colas tan largas como la primera. Un libro de
texto de Biología observa con respecto a la teoría de Lamarck: «El relato lamarckista
del desarrollo del cambio es sencillo, claro y atractivo, pero desafortunadamente es
falso. Lamarck y muchos otros han buscado una y otra vez la confirmación de la teoría,
pero en la actualidad no existe evidencia para apoyarla.»
Por otra parte, las características germinales son determinadas por los genes y
cromosomas. Estas características, de las que Lamarck no tuvo conocimiento, son
heredadas. Y estas características no son influenciadas por el medio, para producir el
cambio evolutivo exigido por los evolucionistas.
Con respecto a la teoría de Lamarck, Davidheiser presenta otro problema.
Ni la teoría de Lamarck ni la de Darwin explican cómo los animales que no eran
jirafas sobrevivieron con sus cortos cuellos, ni como las hembras sobrevivieron con sus
cuellos alrededor de un pie más corto (30 centímetros) que los machos, ni como las
jirafas jóvenes, con sus cuellos mucho más cortos, se las arreglaron para sobrevivir
hasta la edad adulta.
Klotz añade: «Nadie ha podido nunca demostrar de una manera concluyente la
herencia de una sola característica adquirida, y por esta razón, la teoría ha sido
descartada» Sí, Lamarck estaba en un error.
Darwin suponía que el progreso es siempre hacia arriba, que las cosas siempre
mejoran. Esto choca con muchos hallazgos científicos en el mundo material, donde todo
tiende a buscar el nivel inferior, un estado de mínima energía.
Davidheiser lanza críticas contra la teoría de la selección natural de Darwin
diciendo: «Una dificultad importante que presenta la teoría de la selección natural es el
hecho de que muchas características útiles serían dificultades en lugar de ventajas
mientras se hallasen en un estado de desarrollo incompleto.» Añade: «Las etapas
intermedias en la evolución de una estructura tienen que tener valor adaptativo, pues
en caso contrario, la estructura nunca se desarrollaría» Éstas son sólo unas pocas
críticas contra los conceptos de «selección natural» de Darwin.
La supervivencia de los más aptos no nos dice nada acerca del origen de los más
aptos y no es por tanto, en absoluto, una explicación del origen de las diversas formas
de vida.

183
La selección natural tiene la capacidad de elegir aquellas características que se
encuentran dentro de la capacidad de un animal o planta, tal como están determinadas
por los genes, pero esta teoría no tiene la capacidad de dar origen a nuevas
características. Es esta necesidad la que tiene que cumplir la teoría de la evolución si ha
de ser demostrada cierta. La supervivencia de los más aptos puede ser demostrada, pero
el problema es la aparición de los más aptos.

* * *

La mutación es considerada como el mecanismo para la evolución


neodarwinista. Combinadas con la selección natural, se cree que las mutaciones
ventajosas son seleccionadas para desarrollarse mejor hacia una forma específica de
vida. Simpson y Beck, ambos evolucionistas, afirman: «En el último análisis, todo el
cambio evolutivo depende de las mutaciones... » En lo esencial, están diciendo que la
mutación es la manera en que trabaja la evolución.
Las mutaciones son totalmente insuficientes para llevar a cabo la evolución
demandada por los evolucionistas.
Se dice que la crianza es la prueba de que la evolución puede suceder a lo largo
de millones de años mediante mutación y selección natural. Pero hay innumerables
problemas asociados con estos aparentes medios.
En primer lugar, consideremos la crianza. La cría selectiva desde luego causa
cambios en una especie. En una especie se pueden retener características favorables
mediante la crianza selectiva. Pero lo que puede ser favorable para el hombre -una vaca
más gorda, una manzana mayor o una naranja sin semillas- puede en realidad ser
perjudicial en la llamada «lucha por la supervivencia». Las vacas más gordas no podrían
huir de los depredadores. Las manzanas más grandes serían fácilmente vistas y
consumidas. Y las naranjas sin semillas no podrían reproducirse. Así, estas
características estorbarían la supervivencia de la forma específica de vida.
Con la crianza se pueden inducir cambios. Pero lo que dice Gish acerca de este
tema es cierto: «Lo que realmente llevaron a cabo la selección artificial y 1a crianza
fue establecer rápidamente el límite más allá del cual no es posible ningún cambio
ulterior.» Y se tiene que recordar que la crianza es artificial. Es un proceso coordinado
por el hombre -inteligencia-. No se trata de azar ciego. Y la evolución es azar ciego.
Y existe también el problema de las mutaciones. Con mucho, la gran mayoría de
mutaciones son dañinas. André de Cayeux dijo: «Sabemos que la gran mayoría de las
mutaciones son malas». Es un hecho que «las mutaciones serán casi siempre
deletéreas, casi siempre, de hecho, causarán la muerte del organismo o de la célula»
Ahora bien, la relación entre mutaciones dañinas y neutrales, o incluso quizás
ligeramente benéficas, es de alrededor de 1.000 a 1. Así que sí una especie evolucionó
por mutaciones, la carga genética de mutaciones drásticas o dañinas sería tan elevada en
unos pocos cientos de generaciones que el resultado sería que casi todos los
descendientes tendrían algún defecto.
Entonces, ¿por qué los evolucionistas se aferran a las mutaciones? Coppedge
contesta: «...la razón de que las mutaciones sean retenidas como una fuente de
esperanza evolutiva es que no hay nada que sea mejor…». Y al darse cuenta de la
fuerza del hecho de que las mutaciones son malas, un evolucionista hace esta
sorprendente afirmación contradictoria en la Encylopedia Britannica: “La selección
natural ha utilizado mutaciones para la erección de organismos bien integrados.
Nuevas mutaciones lo que pueden hacer es destruir este equilibrio, y son por ello
mayormente dañinas o letales.” Vuélvase a leer esta afirmación y piénsese acerca de

184
ella. Vale la pena hacerse la pregunta: ¿En qué momento en el proceso evolutivo
dejaron las mutaciones de ser útiles, y en qué momento comenzaron a ser dañinas en el
proceso de la evolución?
Como se puede ver con claridad, las muchas evidencias que se anuncian como
constituyendo pruebas definitivas de la evolución dejan mucho que desear como
evidencias en absoluto. Los grandes cambios que los evolucionistas han pretendido
están basados estrictamente en suposiciones. No hay evidencias empíricas de un cambio
de tal magnitud.
Dentro del núcleo de cada célula desde lo más simple hasta lo más complejo, se
encuentran filamentos espirales formados como escaleras de mano retorcidas, hechos de
ácido desoxirribonucleico, que se abrevia como ADN. El ADN en el cromosoma de una
célula duplica el cromosoma así como también determina las características de la
herencia. Es el componente ADN de la célula el que determina las características de la
descendencia de cada generación. Rutherford Plate escribió: «Mientras que el ADN
permanece en el núcleo dando órdenes que estimularán el crecimiento, la digestión, los
latidos del corazón, el pensamiento y el sentimiento, está siguiendo su programa
codificado que ha transmitido a lo largo de los pasillos del tiempo. No hace ninguna
alteración en este plan a no ser que le sean impuestas por radiaciones o accidentes
procedentes del exterior de la célula.»
Ocasionalmente tendrá lugar un cambio accidental en la constitución química de
un gene, y como consecuencia, tendrá lugar una mutación. Y tenemos que recordar que
cuando Darwin formuló su teoría de la selección natural no sabía de la existencia de
genes o mutaciones de este tipo. La investigación moderna ha producido una inmensa
cantidad de conocimiento acerca de este asunto, siendo la mayor parte de ello contrario
a la «teoría de la selección natural» de Darwin. Pero Darwin sí se dio cuenta de la
existencia de las mutaciones. Y las tomó como parte de su teoría, suponiendo que las
mutaciones pasan a las generaciones sucesivas.
Tenemos que darnos cuenta aquí de algunas cosas con respecto a la variación.
Las variaciones sí tienen lugar en las «clases» de animales creados por Dios. Cuando
tiene lugar un cambio anormal en un animal, fuera del campo normal de variación, se le
da el nombre de mutación. Y las mutaciones sí tienen lugar. Y muchas de estas
mutaciones son también hereditarias. Se cree que las mutaciones son «cambios
repentinos, discontinuos, pero heredables en el código el ADN. Podría tratarse
simplemente de un solo cambio en la secuencia de las bases, o podría ser más extenso».
Pero se tiene que señalar que la estructura del ADN es sumamente resistente al cambio
y que todo cambio es sumamente anormal.
Los evolucionistas mantienen que la mutación es el medio por el cual ha tenido
lugar la evolución. Beck afirmó: «La mutación al azar produce las variaciones que
Darwin menciona, y la mutación es, hasta allí donde sepamos, la única fuente de
variabilidad genética y por ende de la evolución». Esta es la razón de que los
evolucionistas se aferren con uñas y dientes a la teoría de la mutación. Es la única
respuesta que tienen. Oigamos a Huxley:
“La mutación es el resultado de inexactitudes ocasionales en las varias zonas
de la constitución hereditaria, hasta llegar a las unidades esenciales que llamamos
genes -fallos en mantener algún detalle de su complicada estructura química y física; y
estas inexactitudes son después fielmente reproducidas por el proceso de auto-copia, de
manera que la mutación original viene a ser una cadena de genes mutantes... las
ventajas o variaciones favorables irán introduciéndose gradualmente en la población, y
las desventajas o variaciones desfavorables serán progresivamente eliminadas”.

185
Sinnott, Dunn y Dobzhansky prosiguen: «Ya que la mutación es el único método
de origen de la nueva variabilidad hereditaria, el proceso mutativo es considerado
como la fuente primaria de los materiales de 1a evolución.» En otras palabras, se
supone que el proceso mutativo produce los materiales brutos para el proceso de 1a
evolución. Así que si damos muerte al proceso mutativo en relación con la evolución, la
evolución misma morirá.
Huxley, al igual que otros evolucionistas, afirma que las mutaciones son
transmitidas a la descendencia y a las futuras generaciones. Las características
desfavorables se desvanecen, pero las ventajosas o favorables son retenidas, hasta llegar
a su tiempo a la formación de nuevas especies. Se afirma que la gran variedad
observada en la actualidad en la vida es el resultado de una serie de reproducciones y
desarrollo de mutaciones. Pero, como veremos, los hechos no apoyan la proposición del
mecanismo mutativo de los evolucionistas. De hecho, lo cierto es lo contrario.
Las mutaciones tienen lugar, pero ello no da la evidencia que los evolucionistas
necesitan para mantener su teoría. Sin embargo, aunque se han estudiado muchos miles
de mutaciones, no se ha encontrado ni un solo caso claro en que una mutación haya
hecho más complejo a un animal, haya hecho surgir una estructura o haya siquiera
llevado a efecto cualquier nueva adaptación de una naturaleza radical. Casi todas las
mutaciones son recesivas en la reproducción.
Y luego, casi sin excepción, cuando el mutante es cruzado con un no mutante, la
mutación desaparece de la especie. Pero esta «desaparición» no es lo que necesita el
evolucionista. Las mutaciones de los genes, como las conocemos, los cambios
cromosómicos, la selección natural y la deriva genética están en marcha, pero no
proveen el mecanismo preciso para la teoría general de la evolución... Por lo que
respecta a la genética, no provee el mecanismo necesario para la evolución. Richard
Acworth dijo:
“Así, puede tener lugar una variación considerable dentro de una especie;
puede que haya menos «clases» o «tipos» básicos de criaturas que lo que han pensado
en ocasiones los creacionistas. Pero los cambios que tienen lugar se encuentran
siempre dentro de la herencia genética dada de la especie de que se trate. Todos los
genes de un tipo determinado de criatura dan sólo expresiones variantes de la misma
pauta básica. Es esta pauta, basada en los principios estructurales de la célula, la que
define la especifidad de un tipo; no emerge nada esencialmente nuevo.”
El mayor problema para la teoría de las mutaciones del evolucionista es que casi
todas las mutaciones son dañinas. He aquí un ejemplo. En 1791 apareció una oveja
mutante con patas cortas en el rebaño de un granjero de Nueva Inglaterra. Como
resultado de este mutante, se desarrolló una nueva raza de ovejas, llamada ovejas
Ancon. Pero las patas cortas de las ovejas Ancon serían ciertamente un perjuicio para la
supervivencia de esta especie. Estas patas cortas no serían una característica favorable
debido a que en la lucha por la supervivencia las ovejas no podrían huir fácilmente de
los depredadores.
Otro ejemplo de este tipo de mutación sería la naranja navel de California. Esta
naranja es resultado de una mutación. Produce pocas semillas. Esta característica puede
ser favorable para el hombre -para sus dientes, en todo caso- pero es evidentemente
mortal para la supervivencia de la naranja. ¿Cómo podría reproducirse? Las tasas de
mutación han sido estudiadas en una amplia variedad de plantas y animales
experimentales, y en el hombre. Hay un resultado general que emerge con claridad: casi
todas las mutaciones son dañinas. Dobzhansky, un evolucionista, reconoce este hecho
de una forma clara: «...una mayoría de mutaciones, tanto de las que surgen en
laboratorios como de las almacenadas en las poblaciones naturales, producen

186
deterioros en la viabilidad, enfermedades hereditarias y monstruosidades. Tales
cambios, parece, difícilmente pueden servir como elementos constitutivos de la
evolución» Así, «biológicamente, todas las mutaciones son defectuosas», según ha
afirmado Lammerts. Huxley admite que persiste la dificultad de que la mayor parte de
las mutaciones investigadas hasta el día de hoy son deletéreas. H. J. Muller escribía en
Scientific American: «En más del 99 por ciento de los casos la mutación de un gene
produce algún tipo de efecto dañino, alguna perturbación funcional.» Y en Time
Magazine, Muller afirmaba: «La mayor parte de las mutaciones son malas, de hecho las
buenas son tan raras que podemos considerarlas todas como malas. »
Así que la principal dificultad en el camino de la evolución mediante mutaciones
es el hecho de que la mayor parte de las mutaciones son o bien letales o bien
semiletales. O bien causan directamente la muerte del organismo, en cuyo caso se dice
que son letales o son dañinas de una u otra forma, por lo que en el curso ordinario de los
acontecimientos serían eliminadas. Y luego, incluso si una mutación confiere alguna
cualidad favorable, es elevada la probabilidad en contra de su permanencia en la
especie.
H. Douglas Dean escribe: “Fuerzas como las de los rayos-X [y] la energía
atómica pueden causar cambios, pero todas nuestras observaciones parecen indicar que
estos cambios son detrimentales para la supervivencia del organismo” Por ello
afirmaríamos confiadamente que las mutaciones “son evidencias notoriamente
deficientes para la evolución. Algunas de ellas son, indudablemente, meras
características recesivas ya presentadas en la completa estructura genética de la célula
germinal, pero sin haber tenido anteriormente oportunidad para expresarse”.
Hay también otro problema para la teoría de las mutaciones que deberíamos
reconocer aquí. Este problema es que las mutaciones no producen la variedad necesaria
para cambiar las especies ni desarrollar nuevas especies. Hampton. L. Carson destacó
esto al escribir: “Uno de los grandes dilemas que la moderna teoría evolucionista ha
tenido que afrontar es el hecho de que la mayor parte de las mutaciones que se
encuentran en repetidas ocasiones… no constituyen la clase de diferencias que hacen
distinción entre las especies”. Este es un problema con la filosofía básica de las
mutaciones -la teoría de la selección natural. En realidad, los hechos dicen que las
mutaciones no producen los materiales necesitados por la evolución. No producen los
materiales correctos.
Se debe llegar a la conclusión de que las mutaciones no producen los materiales
precisos o correctos para el proceso evolutivo. Las mutaciones tienen ciertamente lugar,
pero están muy lejos de lo que demanda el evolucionista. Las mutaciones pueden ser
hereditarias. Pero al considerar que la mayor parte de ellas son deletéreas, apoyarían más
bien la teoría de la “supervivencia de los inaptos”.

* * *

Darwin supuso que el progreso tiene lugar siempre hacia arriba de la escala, que
las cosas mejoran. Esto va en contra de muchos hallazgos científicos en el mundo
material en el que las cosas siempre tienden a buscar el nivel inferior, un estado de
mínima energía.
La teoría de la mutación y selección natural se encuentra bajo un intenso ataque
en el mundo científico en la actualidad. Muchos evolucionistas la han abandonado,
reconociendo que no es otra cosa una tautología. Otros se aferran a ella porque no hay
otra respuesta para proveer la variedad de la vida en base de una visión materialista del
mundo - la evolución.

187
Los sigue habiendo, sin embargo, que mantienen que la selección natural «elige»
características favorables que son producidas por primera vez por las mutaciones. Estas
características que darían a la forma específica de vida la capacidad de sobrevivir en su
nicho natural son después reproducidas en la descendencia. Se afirma que la selección
natural resulta en la supervivencia de aquellas formas que están más bien integradas con
los varios factores del medio en el que viven.
El concepto del evolucionista de la selección natural aparece superficialmente
como una proposición bien probada. Pero, para el cuidadoso estudiante, la selección
natural, tal como es presentada y definida por los evolucionistas, tiene serios problemas.
Nos es preciso examinar estos serios problemas.
Pero, en primer lugar, tenemos que introducir estos problemas reconociendo que
tiene lugar una cierta selección natural en las formas de vidas. La naturaleza admite, en
algunos casos, la supervivencia de los más aptos. Esto es simplemente natural. Las
características de los que sobreviven pueden ser entonces transmitidas a la
descendencia. Los criadores y granjeros han seleccionado durante siglos las mejores
características de las razas. Han criado a sus razas para producir animales más
productivos y mejores. Hay varios animales que tienen la capacidad de adaptarse a
varias condiciones ambientales. Pero esto no debería sorprendernos. Dios puso en las
células de cada ser viviente la capacidad de sobrevivir, la capacidad de existir. Pero
Walter Lang nos recuerda:
“Se sabe que las mutaciones son en realidad dañinas para la célula viva. Hay
variaciones incorporadas que no son dañinas, y éstas son deliberadamente confundidas
por los evolucionistas con las mutaciones. Ello no es científico, porque esta capacidad
de variación intrínseca fue diseñada y creada por Dios en el principio, y esta capacidad
pasa de generación en generación mediante la herencia. Debido a esta variación
incorporada encontramos una gran cantidad de adaptación al ambiente, pero no hay
evidencia en absoluto de que esta adaptación fuera producida por el ambiente.
Así que las variaciones en la naturaleza son prontamente admitidas por el
creacionista. Pero la definición de la selección natural dada por la naturaleza y la
definición de la selección natural por parte del evolucionista son drásticamente
diferentes. Dios impartió a muchos animales la capacidad de adaptarse y de producir
una variedad limitada. Los evolucionistas pretenden que las formas de vida han variado
hasta el punto de producir todas las formas de vida presentes en la actualidad. Y esto es
totalmente falso.
Aquí, pues, hay unos pocos de los problemas inherentes a la teoría de selección
natural de los evolucionistas:

A. No hay respuesta acerca del origen de las características favorables

La selección natural de los evolucionistas no puede darnos razón del origen de


las características favorables que vienen a ser permanentes en cualquier forma
específica de vida. Por ejemplo, ponemos dos peces en un acuario, y enfriamos el agua a
18 grados. El pez A muere debido a que no puede sobrevivir en agua por debajo de 21
grados. El pez B sobrevive debido a su capacidad de sobrevivir en agua a 18 grados.
Pero, ¿de dónde le vino esta capacidad? ¿Acaso el pez B no tenía esta capacidad antes
de la prueba crucial?
Según el neodarwinismo, la selección natural es un factor esencial en la
evolución de las especies. Pero la selección natural, si hubiera tal principio en la
naturaleza, sólo podría seleccionar y nunca crear nuevas características. Nunca podría
haber originado formas más complejas de vida, nuevas especies. La selección natural no

188
crea nuevas capacidades ni características. No puede pretender que es originadora de
ellas.
Y las mutaciones no crean nada nuevo. Solo cambian una estructura ya
existente. En base de ello, la selección natural tiene que hacer elecciones. El pez B ya
tenía la capacidad de sobrevivir. Y posiblemente podría pasar esta capacidad a su
descendencia. Pero tenemos que recordar que la mutación y la selección natural no
produjeron originalmente la capacidad del pez B.
La vida tiene la capacidad de adaptarse, pero no de transformarse. Y en ello hay
una inmensa diferencia. Algunas razas humanas se han adaptado a severas condiciones
de frío, pero no se han transformado en personas peludas. Dios permite lo primero. Los
evolucionistas desean lo segundo. Así, Camp concluye acertadamente: “La
supervivencia de los más aptos no explica en absoluto la llegada de los más aptos”.

B. La selección natural no puede explicar la utilidad de las estructuras a medio


desarrollar.

Michael W. Ovenden, un evolucionista, admite este segundo problema de la


selección natural en su libro Life in the Universe. «Es cierto que hay algunas
dificultades en la aplicación directa de la selección natural, por ejemplo, ¿cómo puede
explicar el desarrollo por etapas de un órgano que no parece dar ninguna ventaja, para
la supervivencia en sus etapas primitivas, sino sólo cuando está plenamente
desarrollado?» Ovenden no da respuesta a esta pregunta en su libro. No la da porque no
puede darla. Ningún evolucionista puede darla. Es un problema principal de la teoría de
la evolución.
Las etapas intermedias en el proceso evolutivo tienen que tener un valor
adaptativo o nunca se podrían desarrollar. ¿De qué serviría un tímpano medio
desarrollado para la supervivencia de una especie? ¿Qué beneficio se derivaría de un ojo
a medio desarrollar? Unas alas parcialmente desarrolladas serían un estorbo para la
supervivencia de las aves, y por ello quedarían eliminadas por el mismo proceso de la
selección natural. Tenemos que estar conscientes de que éste es un serio problema para
los evolucionistas.

C. Cuanto más intensa sea la selección natural tanto menos


numerosas serán las variedades

Klotz presenta aún otro argumento en contra de lo que los evolucionistas


intentan derivar de la teoría de la selección natural. Explica que «el papel jugado por la
selección es inherentemente contradictorio. Cuanto más intensa sea la selección, tanto
menos numerosas las variedades, y más pocas las especies. Cuanto menos intensa sea
la selección, tanto más numerosas son las variedades y especies que se desarrollan. »
Klotz da el ejemplo de Julián Huxley de que en los lagos donde hay abundancia de
depredadores hay menos especies de peces que en los lagos donde hay pocos
predadores. Concluye así: «Esto es simplemente lo que es de esperar, porque una
selección intensa debería eliminar a todos menos a los más favorecidos de los
individuos. Pero este papel refrena la evolución y derrota el proceso que supuestamente
tiene que conducir.»

189
D. Hay demasiado azar involucrado en la selección natural

El concepto del evolucionista acerca de la selección natural se basa en el azar. Y


el azar y el tiempo son imprescindibles para la teoría de la evolución. Ovenden escribió:
“Es esencial para la teoría de la evolución que los cambios que tienen lugar, y sobre
los que opera la selección natural, vienen por azar, es decir, el medio no tiene ningún
control directo acerca de qué cambios tienen lugar en los individuos, sino sólo en la
selección de las variaciones ventajosas”.
A esto Huxley añade:
“Para resumir, la selección natural convierte el azar en dirección, y la cau-
salidad ciega en aparente designio. Opera con ayuda del tiempo para producir mejoras
en la maquinaria de la vida, y en el proceso genera resultados de una improbabilidad
más que astronómica, que no hubieran podido ser conseguidos de otra manera.”
Pero la teoría azar/tiempo de Huxley, Ovenden y todos los otros evolucionistas
es demasiado improbable. La probabilidad de que sean introducidas mutaciones
favorables en una especie por selección aleatoria está casi más allá de la comprensión.
Incluso Huxley confesó que «nadie apostaría a favor de que una cosa tan improbable
sucediera, y sin embargo ha sucedido». Naturalmente, tiene que “haber sucedido” si
uno cree en la evolución. Los evolucionistas no tienen otra alternativa excepto la
creación, y para los evolucionistas la Creación es una total insensatez. Después de
señalar cuántas veces un caballo tendría que ser criado para incorporar dentro de la raza
una mutación favorable, Huxley concluye así: “Naturalmente, esto no puede suceder
realmente, pero es una manera útil de visualizar las fantásticas improbabilidades en
contra de conseguir que una cantidad de mutaciones favorables se introdujera en un
grupo gracias a la mera casualidad”.
Los evolucionistas están tratando con fantásticas improbabilidades. Huxley tenía
razón en este punto. Utilicemos un ejemplo. Si uno tuviera una bolsa con diez canicas,
nueve de ellas negras y una blanca, la probabilidad de sacar la canica blanca al primer
atento sería de una a diez. Devolviendo la canica blanca cada vez, la probabilidad de
sacar la canica blanca dos veces seguidas sería de 1 en 100 (10 x 10). Si intentara sacar
la canica blanca tres veces seguidas su probabilidad de conseguirlo sería de 1 en 1000
(10 x 10 x 10). Los evolucionistas están enfrentándose a improbabilidades millones de
veces mayores.
Los evolucionistas están trabajando con una probabilidad vaga y desdibujada. De
hecho, están trabajando con imposibilidades que ellos gustan de llamar probabilidades.
Están intentando erigir una teoría que simplemente demanda demasiadas casualidades.
El mundo viviente tal como lo conocemos en la actualidad nunca hubiera podido
surgir por azar. Esta simple afirmación es tan evidentemente cierta que es innecesario
desarrollar más este punto. Pero desde el punto de vista neodarwinista el azar toma el
lugar de Dios en el origen y desarrollo del Universo, y el tiempo es el instrumento del
progreso…
En recientes años la ciencia de la teoría de la probabilidad ha dado un golpe
devastador a la filosofía de la evolución. Esencialmente, la teoría de la probabilidad está
atacando la evolución en el área del azar. Los evolucionistas, como se ha dicho
anteriormente, dependen del azar. Dado el suficiente tiempo, cualquier cosa puede
suceder. Por ejemplo, George Wald, un evolucionista, mantiene: “Por muy improbable
que consideremos este acontecimiento, o cualquiera de los pasos en él involucrado,
dado el tiempo suficiente casi con toda certidumbre ocurrirá al menos una vez...” Como
se ha citado antes, Wald afirmó: “Dado tanto tiempo, lo "imposible" se vuelve posible,

190
lo posible probable, y lo probable virtualmente cierto. Uno sólo tiene que esperar: el
tiempo mismo efectúa los milagros”....Y ciertamente se trata de un milagro.
Pero aquí se tiene que preguntar: « ¿Puede lo sumamente improbable de que
algo suceda hacer que ello sea imposible?» Muchos científicos, hoy en día, responden a
esta pregunta con un sí.
Muchos científicos afirman que la elevada improbabilidad es casi igual que la
imposibilidad. Pierre du Nouy, en su libro Human Destiny, afirmaba: «Si la
probabilidad de un acontecimiento es infinitamente pequeña, ello equivale a la
imposibilidad práctica de que suceda dentro de ciertos límites temporales.» Emile
Borel, un experto francés en probabilística, afirma con referencia al azar: «Los
acontecimientos cuya probabilidad es extremadamente pequeña nunca tienen lugar.»
Cuando examinamos las vastas complejidades de la vida –átomos, moléculas,
genes, ADN, etc.-, uno se queda lleno de asombro por lo intrincado de todo ello. ¿Cómo
hubieran podido evolucionar estas complejidades al azar?... ¿Acaso hubiera podido
evolucionar algo como el ojo si se le hubiera dado el suficiente tiempo y azar?... Los
evolucionistas dicen que sí. Pero en base de la improbabilidad de que los genes
adecuados se yuxtapusieran para producir tal cosa, el estudioso crítico tiene que
responder que no. La casualidad no puede crear sistemas complejos, ordenados,
operativos. Tampoco puede dar cuenta de la belleza. La atribución a1 azar ciego del
perfume de una rosa o de las actitudes juguetonas de un corderito es ignorar toda lógica.
Ninguna teoría de la casualidad puede explicar la creación del mundo. No tiene sentido
decir que la casualidad puede dar cuenta de la creación del ser.
La evolución con su teoría de la selección natural es una filosofía basada en el
azar. Y 1a probabilidad de que todo ello sucediera es sumamente pequeña. Coppedge
escribió: «Pero sin un Diseñador el materialista se queda con una sola fuente, esto es, la
casualidad, para hacerlo todo.» Pero la casualidad no es suficiente. Realmente, se
precisa de más fe para creer en el azar que la que se precisa para creer en la creación por
un Dios todo sabio y todopoderoso.
Las esperanzas del evolucionista en la teoría de la selección natural son de cierto
vanas y vacías. Ovenden confiesa: «Cien años después de la obra de Darwin, sigue
habiendo discusiones acerca de sí la hipótesis de la selección natural es plenamente
suficiente para explicar la gran diversidad de la vida en la tierra.» Huxley también
confiesa: «Un pequeño cálculo demuestra cuán increíblemente improbables pueden ser
los resultados de la selección natural cuando hay suficiente tiempo a disposición. » A1
reseñar el libro de Robson y Richard titulado The Variation of Animals in Nature, Klotz
dice: «Llegan ellos a la conclusión de que en tanto que la selección natural no puede
ser echada a un lado como un posible factor en la evolución, hay poca evidencia
positiva en su favor, hay mucha en contra de ella, y mucha que sigue sin ser
concluyente.»
Así, la prueba de la teoría de la evolución no puede encontrarse en la teoría de la
selección natural sustentada por el evolucionista.
Suponer que nada de esto -suponer que los átomos y las moléculas poseen un
poder de caer naturalmente en formas de animales y plantas, completas con todas las
intrincadas estructuras asociadas a la vida- es hacer los átomos y las moléculas mismas
de una complicación casi infinita. En realidad, con ello sólo se agranda cien veces más
el milagro de la creación.
La selección natural es una teoría moribunda. Aime Michel escribió: «Incluso si
no toman una postura pública declarada, casi todos los especialistas franceses
mantienen en la actualidad fuertes reservas mentales acerca de la validez de la

191
selección natural. » Y nosotros podemos añadir que «sin selección natural la evolución
está muerta».
Casi todas las mutaciones son letales. Y la probabilidad de que una mutación
favorable se transmita a la descendencia de manera que desarrolle nuevas especies es
imposible. Las mutaciones llevan a la muerte, no a la vida; a la degeneración, no a la
regeneración.
Se supone que la mutación, con la selección natural, es el mecanismo mediante
el que ha tenido lugar la evolución. Pero tenemos que poner en tela de juicio cualquier
teoría que permita que un animal indefenso como una oveja sobreviva pero que causa la
extinción de formas más complejas de vida como un dinosaurio. No, la mutación con la
selección natural no produce nuevas características. Las características para la
supervivencia están ya presentes en las especies. La poca selección natural que tenga
lugar sólo preserva una capacidad ya existente. Y esta capacidad se originó en primer
lugar en los genes creados por Dios.

* * *

Aunque todas las mutaciones fueran provechosas, ¿podrían producir un


organismo nuevo? No; no podrían hacer eso. Una mutación solo podría resultar en la
variación de una característica que ya estuviera en el organismo. Suministra variedad,
pero nunca produce nada nuevo.
The World Book Encylopedia da un ejemplo de lo que pudiera suceder cuando
hay una mutación provechosa: "Una planta que estuviera en un área seca pudiera tener
un gen mutante que le diera raíces mayores y más firmes. La planta tendría mejor
probabilidad de sobrevivir que otras de su propia especie porque sus raíces podrían
absorber más agua". Pero ¿ha aparecido algo nuevo? No; todavía es la misma planta.
No está evolucionando para formar otra cosa.
Las mutaciones pudieran cambiar el color o la textura del pelo de alguien. Pero
el pelo siempre será pelo. Nunca se transformará en plumas. Las mutaciones pudieran
alterar la mano de una persona. La persona pudiera tener dedos anormales. A veces
hasta pudiera haber una mano con seis dedos o con otra malformación. Pero la mano
siempre es mano. Nunca se transforma en otra cosa. Nada nuevo está llegando a existir,
ni puede jamás llegar a existir.

Los experimentos con la mosca del vinagre

192
Los experimentos con moscas del vinagre produjeron muchos mutantes mal
formados, pero siempre siguieron siendo moscas del vinagre
Pocos experimentos relacionados con la mutación pudieran igualar los muchos
que se han efectuado con la común mosca del vinagre, drosofila o drosófila (Drosophila
melanogaster). Desde principios del siglo XX, los científicos han expuesto millones de
estas moscas a la acción de los rayos X. Esto aumentó la frecuencia de las mutaciones a
más de cien veces lo que era normal.
Después de todas esas décadas, ¿qué mostraron los experimentos? Dobzhansky
reveló un resultado: "Los mutantes patentes de drosofila, con los cuales se efectuó parte
tan grande de la investigación clásica en genética, son casi sin excepción inferiores a
las moscas de tipo silvestre en viabilidad, fertilidad, longevidad". Otro resultado fue
que las mutaciones jamás produjeron algún organismo nuevo. Las moscas del vinagre
tenían alas, patas y cuerpos mal formados, y otras distorsiones, pero siempre siguieron
siendo moscas del vinagre. Y cuando las moscas mutantes fueron combinadas unas con
otras para reproducción, se halló que después de algunas generaciones comenzaron a
surgir algunas moscas normales. De haberse dejado en su estado natural, estas moscas
normales con el tiempo habrían llegado a ser las sobrevivientes, en vez de que
sobrevivieran las mutantes, que eran más débiles, y se conservaría la mosca del vinagre
en la forma en que originalmente había existido. El código hereditario, el ADN, es
notable por la manera como puede reparar las lesiones genéticas que haya recibido. Esto
ayuda a conservar el tipo o género de organismo para la cual está codificado. La revista
Investigación y Ciencia relata que "la vida de un organismo y su continuidad de
generación en generación" son conservadas "por enzimas que continuamente reparan"
las lesiones genéticas”. Esta publicación declara: "En concreto, las lesiones
importantes de la molécula del ADN pueden inducir una respuesta de emergencia
mediante la cual se sintetizan mayores cantidades de enzimas reparadores".
Así, pues, en el libro Darwin Retried (Darwin bajo nuevo juicio) el autor relata
lo siguiente acerca de Richard Goldschmitdt, respetado genetista que falleció
recientemente: "Después de muchos años de observar mutaciones en moscas del
vinagre, Goldschmitdt cayó en la desesperación. Los cambios -se lamentó él- eran tan
irremediablemente micros [pequeños] que si en un solo espécimen se combinaran mil
mutaciones, todavía no habría una nueva especie".

Geómetra del abedul

193
En la literatura evolucionista suele hacerse referencia a una mariposa nocturna
llamada “geómetra del abedul” como ejemplo moderno de la evolución en progreso.
The International Wildlife Encylopedia, una enciclopedia sobre la vida animal, declaró:
"Este es el más sorprendente cambio evolutivo de que el hombre ha sido testigo".
Después de declarar que Darwin se sintió molesto por no poder demostrar la evolución
de ni siquiera una especie, Jastrow, en su libro Red Giants and White Dwarfs (Gigantes
rojas y enanas blancas), añadió: "Si él lo hubiera sabido, había disponible un ejemplo
que le habría suministrado la prueba que necesitaba. El caso era uno extremadamente
raro”. Por supuesto, el caso era el de la geómetra del abedul.
¿Qué le sucedió, precisamente, a esta mariposa? Al principio, la forma clara
de esta mariposa era más común que la forma oscura. Este tipo más claro de la
mariposa se confundía bien con los troncos de color claro de los árboles, y por eso
tenía mayor protección del ataque de los pájaros. Pero después, debido a años de
contaminación procedente de las áreas industriales, los troncos de los árboles se
oscurecieron. Ahora el color claro de las mariposas les fue un factor adverso, puesto
que los pájaros podían notarlas más fácilmente, y se las comían. Por consiguiente, la
variedad más oscura de esta mariposa, de la cual se dice que es una forma mutante,
sobrevivió mejor debido a que para los pájaros era difícil verla contra los árboles
cuya superficie había sido ennegrecida por el humo. Rápidamente, la variedad
oscura llegó a ser el tipo dominante.
Pero ¿estaba evolucionando esta mariposa para transformarse en otro tipo de
insecto? No: el cambio de coloración de la geómetra del abedul no es evolución, sino
simplemente variedad dentro de un género o tipo básico.

* * *

Frente a la teoría de la evolución, observamos que es falso que los seres vivos,
como sostienen los evolucionistas, posean la capacidad de adaptarse a las necesidades
creadas por el medio y que los nuevos caracteres adquiridos por la adaptación, sean
transmisibles a la prole por herencia. Dicen los evolucionistas, que por ejemplo, una
planta privada de aire y sol, puede llegar a convertirse en planta trepadora, merced a los
esfuerzos realizados para alcanzar estos elementos indispensables. Todo ello, claro está,
por medio de cambios lentos y progresivos, a lo largo de un prolongado período de
tiempo; sin embargo la naturaleza refuta, contradice, esta teoría evolutiva y da la razón a
la Biblia, que dice que cada especie es distinta de otra y no puede evolucionar; así
observamos que, por ejemplo, la ballena es un mamífero de vida acuática, a través de
toda su existencia, sigue respirando con pulmones en vez de crear branquias, las cuales
le resultarían utilísimas, y sería prueba de su adaptación a las necesidades del medio, o
sea, de su evolución. Asimismo, vemos animales que viven en la oscuridad de las
cavernas o que son de vida nocturna y que disfrutan de un par de hermosos ojos, en
tanto que muchos moluscos que se tuestan en el sol de las playas, carecen por completo
de ellos. La naturaleza nos enseña cómo lejos de transformar una especie en otra, por el
contrario, actúa más bien asegurando las características de pureza de cada una de las
especies. Es decir: de determinadas condiciones pueden producir el hecho de que
desaparezcan los osos negros de una zona; pero los restantes blancos se afirman cada
vez más en su pureza de blancos… y de osos… El parecido entre el hombre y los
animales superiores ha sido esgrimido como una prueba de la evolución o, más
específicamente aún, para demostrar que el hombre es producto de una evolución. En
efecto se dice, los huesos y músculos son muy parecidos; las hormonas que circulan por
la sangre, son idénticas; las emociones básicas (ira, temor, etc.) son las mismas… Sin

194
embargo, un parecido entre dos cosas indica una relación más o menos íntima entre
ambas, no que una venga de la otra. También hay diferencias tremendas: el hombre es
un ser racional, religioso, libre, progresista. Por mucho que se quiera comparar el
instinto del animal más sabichoso con la inteligencia del hombre, el salto siempre será
abismal. Ningún animal es progresista: el mono más adelantado se encuentra hoy en
idénticas condiciones que hace miles de años. Además, ese mismo parecido, ¿no está
hablando del sello peculiar del Autor común, Dios?... Así como reconocemos a Murillo
o a Rafael en cualquiera de sus cuadros, así encontramos a Dios en todas sus criaturas.
El examen sistemático de la geología de la Tierra, confirma, según dicen los
evolucionistas, la tesis: en las rocas más profundas y antiguas, no hay señales de vida; a
medida que se asciende, van apareciendo los primeros vestigios de vida en forma de
seres humanos primitivos, simples y elementales al principio y poco a poco cada vez
más complejos. Hay que remontar muchas capas, lo cual representa muchos millones de
años… según los evolucionistas… para encontrar los primeros rudimentos de columna
vertebral. Este escalonamiento de la vida, paralelo al desarrollo de los terrenos sugiere
una evolución, aunque no la prueba. En realidad sólo demostraría que los animales y
plantas han ido apareciendo sucesivamente comenzando por los seres inferiores y
terminando con el hombre, pero no que una especie nazca de la otra.
En cuanto a las pruebas geológicas, hay que tener en cuenta, en primer lugar, el
error inherente a todo cálculo de la edad de un terreno. Bien difícil, es, por cierto, hacer
cálculos matemáticos a base del carácter de rocas correspondientes a una época
turbulenta de la vida de nuestro planeta, donde continuas convulsiones y tremendos
cataclismos cambiaban en breve tiempo la faz de una región entera. Es necesario, pues,
tomar con prudencia las cifras referentes a la edad de cualquier terreno. Un ejemplar
ilustrativo es el caso de Pompeya: los arqueólogos han practicando allí grandes
excavaciones para poner al descubierto las ruinas de esta ciudad. Dichas excavaciones
llegan a más de 120 pies bajo el nivel del suelo, y al profundizar, se han atravesado siete
capas de lava volcánica. Según el método habitual de cálculo geológico, cada una de las
capas habría requerido 2000 años para su formación, lo cual significa que Pompeya fue
sepultada hace 14.000 años… Pero he aquí que la Historia señala de manera nítida que
la erupción del Vesubio ocurrió el 24 de Agosto del año 79 de nuestra era, hace menos
de 2000 años… El otro fallo geológico de los evolucionistas estriba en el hecho de la
carencia de fósiles de los animales inferiores, que precisamente deben corresponder en
su aparición a las etapas más oscuras de la historia de la Tierra. En efecto, los seres
vertebrados, dotados de esqueleto, dejan fácilmente sus impresiones fósiles. Pero los
organismos simples, compuestos sólo de partes blandas desaparecen totalmente al
morir. Véase, pues, cómo la historia de la vida, estudiada desde el punto geológico real,
no el geológico evolucionista, totalmente distorsionante y fantástico, aparece envuelta
en la más impenetrable oscuridad, ya desde su primer capítulo. Si la tesis evolucionista
es cierta, deben existir o, al menos, haber existidlo, especies que constituyan formas
intermediarias, que hayan servido de transición o nexo entre un tipo inferior y el
inmediato superior que marquen el paso de invertebrados a vertebrados, de pez a
anfibio, de anfibio a reptil, etc. Pero no existen esas especies, no se han encontrado, sí
se han hecho manipulaciones, se han presentado pruebas falsas, pero nada de hecho
cierto… Así, por ejemplo, es difícil, por no decir imposible, hallar un nexo entre los
anfibios (la modesta rana) y los gigantescos reptiles prehistóricos que serían sus
ascendientes. En las cadenas de razas humanas o humanoides, sucesivamente
aparecidas, se da el caso de que un eslabón más antiguo presenta características más
“adelantadas” o “progresivas” que otro aparecido posteriormente…

195
Las evidencias muestran, al contrario de lo que dicen los evolucionistas, que el
hombre de tipo moderno, el “Homo sapiens”, es el más antiguo de todos, lo que deja a
la teoría evolucionista en la anticiencia, en la ciencia ficción, en la falsedad, en lo
incierto.

MUTACIÓN

(Arthur F. Poeticker)

Si las mutaciones no tienen lugar, es imposible que la evolución progrese. Por


ello, tenemos que examinar la cuestión de las mutaciones y ver si en realidad tienen
lugar tal como los evolucionistas pretenden.
En primer lugar, es evidente que las mutaciones pueden ocurrir y ocurren. En
segundo lugar, es igual de cierto que cualquier cambio importante en un gene es
siempre un cambio para peor. Y esto es lo que sería de esperar. Los genes son muy
complicados y maravillosamente diseñados y cualquier cambio importante en ellos hará
que funcionen menos eficientemente.
Esto lo admiten genetistas después de setenta años de intensa experimentación.
Durante este espacio de tiempo han inducido miles de mutaciones en varios organismos,
pero no han podido presentarse con un caso convincente de una mutación que fuera
claramente beneficiosa para el organismo. De hecho, en la actualidad se admite que las
mutaciones bajo condiciones naturales son tan infrecuentes y perniciosas, con tanta
frecuencia, que, cuando tienen lugar, no tienen ninguna relevancia para una población
determinada. Cualquier individuo que reciba la mutación tenderá a morir, y por ello la
estructura genética de la población como un todo permanecerá inafectada.
Las mutaciones se hallan muy lejos de producir nuevos y vigorosos genes que
puedan posibilitar la evolución de una raza de organismos. Son extremadamente raras y
perniciosas y no alteran la estructura de la raza como un todo -excepto en algunos casos
para debilitarla-. Pero incluso si las mutaciones llegaran a ocurrir de la manera en que
pretenden los evolucionistas, aun así el evolucionismo sería imposible.
Existen tres tipos básicos de mutaciones conocidas: a) cambios estructurales
cromosómicos, b) mutaciones genéticas, c) cambios en la cantidad de cromosomas.
Pero existen problemas.

Primer problema. Los cambios estructurales en los cromosomas son casi


siempre perniciosos y en el mejor de los casos producen únicamente variación dentro
del tipo.
Los cambios estructurales en los cromosomas involucran inversiones,
traslocaciones, deleciones, duplicaciones o combinaciones de lo mencionado. Las
deleciones tienen lugar cuando una porción de un cromosoma se desprende y se pierde.
Una inversión tiene lugar cuando una porción de un cromosoma se ha desprendido, se
ha invertido, y después se ha vuelto a adherir al mismo cromosoma. Una pieza rota de
cromosoma podría también adjuntarse al cromosoma homólogo (duplicación) o a un
cromosoma no homólogo (traslocación).
John N. Moore afirma que todos los informes acerca de cambios estructurales.
en cromosomas muestran que estos cambios son solamente efectivos en la producción
de variación dentro de una especie o un género. «Nunca hallamos informes de
investigación acerca de cambios estructurales o numéricos de cromosomas que puedan
ser utilizados para documentar ninguna relación genética verdadera entre grupos
principales de plantas o de animales.»

196
El argumento de que cambios estructurales en los cromosomas pueden producir
suficiente material genético para la evolución general no está basado en ningún dato
empírico real.

Segundo problema. Las mutaciones observadas han resultado solamente en


cambios en caracteres ya existentes.

Las mutaciones genéticas involucran un cambio permanente heredable en un


gene. Muchos evolucionistas afirman que las mutaciones genéticas constituyen la
principal fuente de variabilidad genética. Moore cita a Dobzhansky:
“Se ha reconocido desde hace mucho tiempo la copia de los genes como un
importante proceso evolutivo (filogenético). Sobre la asunción de que la vida
primordial estuvo representada por un solo gene, los miles de diferentes genes que se
hallan ahora en el mismo gameto en la mayor parte de organismos tienen que ser los
descendientes divergentes del gene primordial”.
Moore afirma además que todas las mutaciones genéticas resultan no en nuevos
caracteres, sino solamente en cambios en caracteres ya existentes. A este respecto, él
cita informes como los de Potter y Taylor.
Dowdeswell afirma que las mutaciones genéticas se hallan confinadas a «un
margen de cambios posibles relativamente pequeños y limitados». Además, las
sucesivas mutaciones no muestran ninguna tendencia direccional y las mutaciones se
hallan restringidas a tipos específicos. Este es un punto muy importante, pero a menudo
pasado por alto.
Klotz cita a Carson: «Uno de los mayores dilemas que la moderna teoría
evolucionista ha tenido que afrontar es el hecho de que la mayor parte de mutaciones
halladas repetidamente, por ejemplo, dentro de poblaciones de diferentes especies de
Drosofila, NO constituyen el tipo de diferencias que distinguen a las especies».

Problema número tres. Las mutaciones son perniciosas o inútiles.

Dowdeswell afirma:
“Es esencial algún mecanismo para la perpetuación de genes mutantes como
base de variación genética. Lo cierto es que sin tal cosa todo nuestro concepto de
herencia discreta dejaría de tener sentido alguno. La consciencia de esto ha provocado
unos amplios estudios experimentales durante los últimos años; los resultados que se
han obtenido presentan algunas características fundamentales en común. De los
muchos mutantes detectados en el laboratorio, todos ellos son o recesivos o «semi-
dominantes», y la mayor parte provoca efectos fisiológicos perniciosos. Difícilmente se
ha observado alguno que pudiera ser beneficioso a un organismo bajo condiciones
silvestres."
Dowdeswell pasa después a afirmar que se debería usar de precaución al
interpretar los datos. Él mantiene que: a) la mayor parte de las mutaciones actuales han
tenido lugar antes; b) cualquier mutación beneficiosa es incorporada muy rápidamente
en la población; y c) tales mutaciones beneficiosas se van haciendo cada vez menos
patentes para su estudio, ya que han sido ya preservadas e incorporadas.
Una cosa está muy clara, y es que los evolucionistas han efectuado predicciones
en genética, y han llevado a cabo experimentos de una manera amplia; pero su dogma
ha fracasado en los ensayos empíricos. Así, para preservar su «teoría», encuentran
necesario amontonar hipótesis sobre hipótesis. ¿Cómo podrían ellos saber que han
tenido lugar antes mutaciones beneficiosas, y que han sido incorporadas muy

197
rápidamente y que ahora son menos patentes para su estudio? Es muy difícil demostrar
ninguna clara mutación beneficiosa. Mucho más a menudo los evolucionistas escriben
acerca de «mutaciones neutras» que existen supuestamente en la población hasta que un
cambio ambiental puede llegar en tal momento que puedan demostrar ser adaptivas.
Lammerts afirma que el «entusiasmo por demostrar la evolución mediante un
estudio de mutaciones inducidas se ha extinguido, ya que simplemente no aparecen
casos de mutaciones evidentemente ventajosas». Su trabajo con rosas muestra que
aunque las mutaciones inducidas puedan ser de valor en horticultura, los resultados son
siempre menos viables o fértiles que el original. Muchos estudios similares se podrían
citar en relación a esto.
Se han citado estudios recientes de resistencia bacteriana a la penicilina a causa
de mutaciones inducidas como ejemplos de mutaciones beneficiosas. Pero unos estudios
más recientes indican que ello no se debe a la exposición a la penicilina; más bien que
las mutaciones tienen lugar a una tasa constante.
Además, las variedades resistentes presentan una viabilidad decrecida bajo
condiciones normales; y por ello la población pronto revierte otra vez al tipo normal
poco después que el tratamiento se relaja o se detiene. Los autores del B.S.C.S.
consideran también la resistencia a la acción del D.D.T. «Aquí se desarrolla una
evolución en miniatura ante nuestros ojos». Klotz discurre acerca de unos estudios que
indican que la resistencia al D.D.T. declina con el tiempo. Hay algunos investigadores
que sugieren que el D.D.T. mismo inicia la producción de unos ciertos factores de
resistencia en el citoplasma. Así, se puede poner en tela de juicio la resistencia al D.D.T.
como «evolución en miniatura».
Acerca de todos estos casos de «desarrollo» de resistencia, cabe señalar que si
sobreviven individuos de una colonia bacteriana al ataque de la penicilina, o de insectos
al ataque del D.D.T., ello se debe a que ya existían unos alelos recesivos, y un muy
pequeño porcentaje de individuos, proveyendo una resistencia a estos agentes. E1 hecho
de que no se manifiesten en circunstancias normales se debe a la reproducción
diferencial de ellos muy inferior. Pero cuando estos agentes -penicilina, D.D.T.- atacan
a estas poblaciones -de bacterias, insectos, etc.- los individuos que poseen ya la
resistencia resisten a la agresión y continúan reproduciéndose, mientras que los que no,
mueren. Ciertamente, existe la posibilidad de que en algunos individuos la agresión sea
la que active el mecanismo de defensa, cosa por otra parte lógica. Pero la capacidad ya
tiene que estar ahí. No se trata entonces de «mutaciones», sino de una diversidad
genética ya presente, y de una deriva genética que no crea nada nuevo. Esta es la
explicación genética del fenómeno del «desarrollo» de la resistencia. No se trata de un
desarrollo de la cualidad de resistencia, sino del hecho de su «patentización» al quedar
estas variedades previamente existentes dueñas del campo.
Gish cita a Thompson afirmando que «todas las mutaciones son o inútiles, o
dañinas, o letales» Algunos evolucionistas afirman que alrededor del 99 % de las
mutaciones son dañinas. Así, para decirlo de una manera prudente, las mutaciones
beneficiosas son ciertamente infrecuentes.
El texto B.S.C.S. Versión amarilla no le presenta al estudiante un solo caso claro
de mutación beneficiosa. En lugar de ello, los autores suponen una situación de
preadaptación en la que una mutación sería neutral y recesiva, capacitándola así para
que existiera en la población hasta que tuviera lugar un cambio ambiental. De manera
simultánea a este cambio ambiental favorable tendríamos la unión de estos dos genes
recesivos ahora beneficiosos mediante reproducción sexual. No se da ningún ejemplo
de que ello haya nunca sucedido y ello por razones muy evidentes.

198
Una mutación podría cambiar un gene A a un gene recesivo neutro a. Si se
unieran dos genes a en reproducción sexual, surgiría un organismo mutado, y si el
medio viniera a hacerse favorable, se esparciría. Si no, se desvanecería.

Problema número cuatro. La tasa de mutación es muy baja

Gishz cita el trabajo de Tinkle sobre Drosofila que muestra que «la vida media
de un gene (esto es, el tiempo medio que transcurre sin cambio en un gene particular y
sus descendientes) se aproxima a los cien mil años»
La frecuencia de mutaciones se estima como 1 en 100.000 gametos por
generación. Cuando se considera la tasa de mutación y la frecuencia de mutación
juntamente con la observación de que bien por encima del 99 % de las mutaciones son
dañinas, no es para asombrarse que evolucionistas como Goldschmitdt se den cuenta de
que la evolución por micro-mutación y selección natural es simplemente demasiado
lenta, incluso si se admiten vastas épocas de tiempo. No obstante, si se asumen
suficientes gametos, en suficientes generaciones, a lo largo de un período de tiempo lo
suficientemente largo, puede parecer que algún cambio sea posible.

Problema número cinco. Los mutantes homocigotos tenderían a eliminar una


especie.

Incluso admitiendo que una de cada mil mutaciones sea ventajosa, parecería que
tan sólo en unos pocos cientos de generaciones, resultarían unos tipos homocigotos
presentando efectos dañinos y desequilibrarían a los genotipos ventajosos, tendiendo así
a eliminar la especie. Que esto no haya sucedido todavía indica que las especies no han
estado en existencia durante mucho tiempo.

Problema número seis. Mutación, complejidad organísmica y adaptación.

Otro problema con las mutaciones genéticas como siendo la fuente de la


variabilidad genética lo cita Lammerts. «Cuanto más complejo es el organismo, menor
probabilidad existe de que las mutaciones tengan lugar de tipo beneficioso incluso bajo
nuevas condiciones ambientales.» También, algunos evolucionistas creen que debido a
la selección de supresores de mutaciones, la velocidad de la mutación desciende al irse
adaptando y estableciendo la población. Si esto resulta así, parecería que la evolución se
iría haciendo más y más difícil, aumentando así el problema del tiempo disponible.
Tan sólo un 0´1 % de las mutaciones sería favorable, llevando posiblemente a
una nueva especie. El resto son dañinas y llevaría a la extinción.
Además, las buenas mutaciones juntas con las malas mutaciones tienden a
quedar eliminadas: el efecto neto es el de mantener a la especie.

Problema siete. Toda mutación tiende a desbaratar el delicado complejo


genético.

E1 término complejo genético se refiere a la suma total de todos los genes


poseídos por el organismo. Cualquier cambio en todo el complejo genético afecta al
delicado equilibrio de todo el complejo genético y así al estado estacionario del
organismo. Cuanto más grande sea el cambio en el gene, más probabilidad hay de que
sea dañino. La sugerencia de que las «macromutaciones» podrían constituir la
explicación de los «saltos explosivos» en el registro fósil se halla ciertamente abierta a

199
debate, especialmente a la vista de lo que está siendo aprendido acerca de los muchos
sistemas fisiogenéticos hermosamente equilibrados en los organismos vivos, que
tendrían que mutar juntos.

Problema número ocho. El origen de la dominancia no tiene ninguna


explicación adecuada.

Klotz considera la sugerencia de Ford de que un gene dominante pueda surgir a


partir de un proceso gradual mediante el que un gene recesivo se transforma en neutral,
y después llega a ser dominante. Otros investigadores sugieren que ciertos genes
supresores cubren las mutaciones dañinas, mientras que otros genes realzantes
incrementan la potencia de otros y así transforman gradualmente algunos genes en
genes recesivos, mientras que otros pasan a dominantes. Klotz cita entonces una crítica
de las sugerencias anteriores hecha por Wright y Haldane.
La mayor parte de los genes de tipo silvestre son dominantes y la mayor parte de
mutaciones son recesivas. Parecería que una mutación dominante debería tener efectos
letales sobre el equilibrado sistema fisiogenético de un organismo. Klotz llega a la
conclusión de que el origen de la dominancia no tiene una explicación apropiada por
ahora.

Problema número nueve. Las mutaciones retrógradas aumentan el problema


de tiempo demandado por la mutación.

Según Klotz algunos evolucionistas, como Romer, dan evidencia paleontológica


de la inversión de la evolución. Klotz considera también la investigación de Muller que
indica que la mayor parte de mutaciones en la Drosofila son capaces de invertirse y que
muy a menudo retroceden al gene original. Otros afirman que, a pesar de las mutaciones
retrógradas, es difícil imaginar a la evolución verdaderamente invirtiéndose, ya que ello
demandaría medios idénticos o similares repitiéndose en dos ocasiones. En todo caso, si
una mutación da tres pasos hacia adelante, y a continuación dos hacia atrás, el problema
de la «espera» queda aumentado.

Problema número diez. La poliploidía constituye una vía evolutiva muerta.

La poliploidía se cita también en los textos B.S.C.S. como una fuente propuesta
de variación genética. Se da la Raplzanobrassica como un ejemplo. Esta planta es la F2
de un cruce entre un rábano y una col. En este experimento gametos haploides de un
rábano y gametos haploides de una col produjeron un híbrido F1 estéril. Ocasionalmente
este híbrido F1 produce un gameto diploide, dos de los cuales pueden fundirse para
producir una planta F2.
La Versión amarilla del texto B.S.C.S. afirma que esta planta F 2 constituye una
especie distinta debido a que no se puede formar descendencia fértil cuando se efectúa
un cruce retrógrado con el diploide original y debido a que es fértil consigo mismo y a
que se reproduce fielmente.
Lammerts cita un estudio más detallado de Richaria y de Howard en el que
obtuvieron unos resultados muy diferentes: a) Muchos de la F2 poseían menos que 36
cromosomas; b) el polen de estas plantas de 36 cromosomas poseía de 17 a 19
cromosomas, no precisamente 18; c) las plantas F 2 eran solamente parcialmente fértiles;
d) las plantas F4 tenían entre 33 y 37 cromosomas y la fertilidad de ellas variaba del 5 al

200
42 %. Así parecería que la afirmación de que se haya producido una nueva especie o un
nuevo género es algo a poner en tela de juicio.
Es posible que muchas especies poliploides no constituyan verdaderas especies
diferentes, sino solamente diferentes razas o ecotipos de la misma especie. Por ejemplo,
Hancock describe tres razas de Galium palustre. E1 diploide (2n=24) se halla en lugares
húmedos, el tetraploide (2n=48) se halla en áreas más húmedas y el octoploide (2n=96)
se halla en áreas permanentemente húmedas.
También, Lammerts cita algunas recientes investigaciones que indican que
algunas llamadas especies poliploides pueden no ser el resultado de la poliploidía sino
más bien el resultado de una pérdida de cromosomas.
El tratamiento de las plantas con colchicina, inhibe el desarrollo del bonetero, y
así se dobla el número de cromosomas. No obstante, estos trucos son artificiales y no
pueden utilizarse como evidencia de poliploidía como fuente de variación genética en la
naturaleza.
La aneuploidía tiene lugar en una especie cuando la cantidad cromosómica no
constituye un múltiplo. Las diferencias entre estas razas son en ocasiones bastante
pequeñas.
Otro tipo de poliploidía lo es la alopoliploidía. En ella se cruzan dos especies
fértiles que producen una F1 infértil (un resultado de la falta de homología en los
cromosomas). E1 número de cromosomas Fl se dobla entonces gracias a alguna
irregularidad. Así, la célula puede pasar por un emparejamiento homólogo durante la
meiosis produciendo gametos. Por ejemplo, cuando el Triticum (trigo) (2n=42, n=21) se
cruza con Secale (centeno) (2n=14, n=7) el cigoto diploide F1 (2n=28) dobla su número
de cromosomas y deviene Triticale (centeno-trigo) con 2n=56, un alotetraploide.
Algunos citólogos y genetistas han pretendido mucho en base de estudios de
homología cromosómica. En estos estudios la pretensión consiste en que se puede
inferir una relación entre dos especies cuando los híbridos F1 muestran un
emparejamiento flojo de los cromosomas durante la metafase de la meiosis. El
argumento es que estos cromosomas son por lo menos parcialmente homólogos y que
por ello las especies están relacionadas.
Lammerts describe un número de estudios que indican que se trata de un
emparejamiento no homólogo, que tiene lugar en una etapa en la que el mecanismo
regulador de la célula causaría normalmente un emparejamiento ordenado. No obstante,
cuando se hallan solamente cromosomas no homólogos, puede tener lugar un
emparejamiento parcial como resultado del funcionamiento de este mecanismo
regulador.
Lammerts identifica ciertos criterios para que el anfidiploide pueda cualificar
como una especie. “a) Los híbridos originales F, no deberían mostrar ningún
emparejamiento, y no obstante dar un porcentaje razonable de gametos diploides; b) el
experimento debería de asegurar condiciones tales que solamente tuviera lugar la
autofertilización; y c) la fertilidad y el vigor de la F2 debería ser por lo menos
comparable con la especie diploide”. Utilizando estos criterios, algunas especies
poliploides pueden no ser más que solamente razas o subespecies del diploide, y no
especies distintas a él.
Klotz cita el trabajo de Ehrlich y Holm sobre poliploidía. Parece por el trabajo
de ellos que la poliploidía es por lo general desventajosa. Klotz señala también que la
poliploidía es un callejón evolutivo sin salida.
SRB, Owen y Edgar afirman que, aunque una tercera parte de las especies o más
de angiospermas es poliploide, uno tiene que observar precaución al utilizar esto como

201
un argumento en pro del significado evolucionista de la poliploidía. Se consideran una
cantidad de problemas:
a) La autoploidía no añade nuevos genes al complejo genético.
b) Los fenotipos de la autoploidía son generalmente tan sólo exageraciones de lo
que ya existe en el diploide.
c) Los aloploides son con la mayor frecuencia intermedios que no tienen
realmente características nuevas.
d) Una vez desarrollada, la poliploidía constituye un cierto tipo de inflexibilidad.
Las mutaciones de la forma recesiva de un gene tienen una oportunidad reducida de
expresarse fenotípicamente en poliploides.
e) Una de las consecuencias inmediatas frecuentes de la poliploidía es la
reducción en la fertilidad sexual.
f) La poliploidía parece establecerse con mayor facilidad allí donde es posible la
reproducción sexual. Así, hay una pérdida de recombinación genética mediante
reproducción sexual.
Klotz considera investigaciones y observaciones sobre poliploidía por Stebbins.
Parece que los cambios necesarios para producir nuevos géneros, familias, órdenes y
fila no vinieron a causa de la poliploidía.

Problema número once. La cantidad de cromosomas y el contenido en ADN


varían de manera muy amplia entre pretendidos niveles evolutivos.

Según la explicación monofilética de la relación de los seres vivos, los


organismos del presente evolucionaron de organismos unicelulares. Así, sería de esperar
un incremento en el número de cromosomas y en la cantidad de ADN con el incremento
en complejidad. J. N. Moore muestra que simplemente no hay pautas con respecto a la
cantidad de cromosomas o de contenido de ADN.
Algunos evolucionistas especulan una redundancia genética a niveles inferiores.
No obstante, J. N. Moore cita a Dobzhansky afirmando «que la redundancia aumente o
no de manera sistemática de los organismos menos complejos a los más complejos es
algo que queda por ver». Aquí tenemos de nuevo un ovillo de especulaciones no
comprobables para dar cuenta de datos que contradicen el marco evolucionista. Parece
que los datos actuales concuerdan mejor con una explicación polifilética de la variación
dentro de cada tipo.
Un estudio de las mutaciones genéticas, cambios estructurales en cromosomas, y
cambios numéricos en cromosomas muestra que la variabilidad genética de una especie
se halla limitada a variaciones dentro de un «tipo básico». Incluso admitiendo
mutaciones beneficiosas «grandes» y vastas eras de tiempo, ¿puede la selección natural
cambiar un tipo de organismo en otro?

Problema número doce. Incluso admitiendo mutaciones beneficiosas, la


selección natural puede ser demasiado lenta para dar cuenta de la pretendida
evolución.

Un problema con la selección natural es la velocidad con que actúa. Howe y


Davis' citan un cálculo de Klotz de 1.000.000 de generaciones para un gene recesivo,
con un generoso coeficiente de 0,01 para colmar el 99,9 % de un fondo genético. (Un
1% significaría que 1.000 aa's sobrevivirán por cada 990 AA o Aa's.) Además, Dodson
calculó 321.444 generaciones para que un gene ligeramente útil pasara desde el nivel de
0,000001 al de 0,000002 (desde uno en un millón hasta el de dos en un millón) en el

202
fondo genético. Howe y Davis llegan a la conclusión de que un oso que dé nacimiento a
sus cachorros cada año necesitaría 1.000.000 de años para establecer un nuevo gene por
toda o casi toda su población.
También, si se precisan 1.000.000 de años para que una mutación beneficiosa
que tiene lugar en raras ocasiones pueda colmar el fondo genético, uno tiene que poner
seriamente en tela de juicio la estimación de Simpson de 6.250.000 años para la
producción de un género. Howe y Davis muestran cómo Simpson esquiva este problema
en la pretendida evolución del caballo. Simpson estima suficientes mutaciones
(1.500.000) en suficientes individuos (1.500.000.000.000) para pasar del
Hyracotherium (un animal muy similar al Hyrax de nuestros días) al caballo moderno.
Pero lo que él ha hecho, ¿no ha sido simplemente asumir la selección natural y después
calcular la velocidad mutacional necesaria?
Un problema similar tiene lugar cuando se precisa dar cuenta de la «explosión»
de fósiles, de la aparición repentina de todos los principales grupos y subgrupos de
peces, reptiles, anfibios, aves y mamíferos, supuestamente evolucionados en un corto
período de tiempo similar.
Una cantidad de evolucionistas se da cuenta del problema anterior. Dodson cita
a Dobzhansky: «…la cantidad de generaciones necesarias para el cambio puede, no
obstante, ser tan tremenda que la eficacia sola de la selección como agente evolutivo
puede quedar abierta a la duda, y ello incluso si se provee tiempo a escala geológica».
Gish cita a Goldschmitdt como ardiente evolucionista que ha argumentado un
poderoso alegato en contra del mecanismo neodarwinista de selección natural para
conducir la evolución, aceptado por el 99 % o más de los evolucionistas.
“Los hechos de mayor importancia general son los siguientes. Cuando un nuevo
filum u otra clase aparece, le sigue una diversificación explosiva (en términos de
tiempo geológico) de manera que prácticamente todos los órdenes o familias conocidas
aparecen repentinamente y sin ninguna aparente transición”.
Gish afirma lo siguiente:
“El Dr. Goldschmitdt creía que todos los tipos principales de animales tienen
que haber evolucionado de una manera instantánea. Él llamaba a su mecanismo el
«monstruo viable». Proponía, por ejemplo, que una vez un reptil puso un huevo, y que
¡un ave salió del cascarón! En cada lugar del registro fósil donde existe una
discontinuidad propuso que tenía que haber tenido lugar un evento fantástico similar."

Problema número trece. Una tasa demasiado elevada de la selección natural


podría eliminar a toda la población.

Klotz cita a Mayr con respecto a otro problema en selección natural. «La
selección impone una tensión considerable sobre las poblaciones. Una tasa demasiado
rápida de selección simultánea frente a demasiados genes podría eliminar a toda la
población». El dilema parece ser que una selección demasiado fuerte podría ser letal.
No obstante, la selección tiene que ser muy rápida para dar cuenta del «explosivo»
registro fósil e incluso del mismo desarrollo evolutivo dentro de los mil millones de
años representados en la mayor parte de las tablas geológicas.
Es interesante señalar que la tabla geológica que se representa en los libros está
siendo sometida a un minucioso examen en la actualidad. Por ejemplo, según el trabajo
de Gill y McDougal la división Mioceno-Plioceno pudo haber sido no hace doce o trece
millones de años (ver B.S.C.S. Versión amarilla, p. 620), sino solamente cuatro o cinco
millones de años.

203
De manera similar, Gish cita el trabajo publicado de Leclercq acerca del hecho
de que se han hallado esporas y fragmentos de plantas leñosas en rocas del Cámbrico.
También Daniel Axelrod, de la Universidad de California, en Davis, informa del
hallazgo de esporas de 60 géneros de plantas leñosas en estratos cámbricos. Parece que
solamente estas observaciones en paleontología e historia de la tierra pueden imponer
una tensión mucho mayor sobre la selección natural que la que se ha estado imponiendo
hasta ahora.

Problema número catorce. Un elevado porcentaje de mutaciones favorables se


elimina de la población.

Incluso las mutaciones favorables tienen probabilidad de ser eliminadas. Klotz


considera el cálculo de Fisher de que «de 10.000 mutaciones que poseen una generosa
ventaja selectiva de un 1 %, 9.803 llegarán a quedar eliminadas». Así, tan solamente se
puede esperar que sobrevivan 197 de 10.000 mutaciones favorables, siendo las otras
eliminadas (por la selección natural) juntamente con mutaciones desfavorables.
El problema consiste en que la tasa mutacional es baja, la tasa de mutaciones
beneficiosas es muy baja, y que solamente se puede esperar que sobreviva alrededor del
2 % de estas pretendidas mutaciones beneficiosas (según el cálculo de Fisher). Después
se precisa también que estas dos mutaciones recesivas se unan «a la vez»,
simultáneamente, con el tipo adecuado de cambio ambiental.

Problema número quince. La deriva genética opera en oposición a la


selección.

Una forma en que los evolucionistas proponen esquivar la lentitud de la


selección natural es mediante la deriva genética que tiene lugar en pequeñas
poblaciones. La deriva genética constituye la desviación estadística que tiene lugar en
una muestra pequeña. Asimismo, en 10 tiradas de moneda se podrían conseguir ocho
caras y dos cruces, pero en 1.000 tiradas se llegaría más cerca de la relación teórica de
50:50.
Howe y Davis investigan una población de ardillas como un ejemplo de posible
deriva. Aparecen ardillas con un carácter recesivo (aa) de albinismo con una frecuencia
de 1 ardilla de cada 10.000. Supóngase que una población aislada de 20 ardillas en una
remota zona de un cañón sufre una catástrofe, que mata a todas excepto a seis de las
ardillas. Si resulta que una de estas seis ardillas supervivientes es albina, la frecuencia
de albinismo en la población crecerá muy acusadamente.
Una deriva genética así, o elevado incremento en la frecuencia de un alelo,
podría solamente seleccionarse positivamente si tuviera lugar un cambio ambiental
simultáneo. En el caso anterior podría quizás tratarse de un deslizamiento rocoso
revelando una nueva área grisuzca, permitiendo, así, una ventaja en camuflaje. La
cuestión es doble: ¿Es muy probable la coincidencia en este punto?, y ¿puede dar cuenta
de los rápidos y vastos cambios que se pretende han tenido lugar en la evolución
general? Parece más bien que una creencia en este tipo de secuencia de eventos
demandaría una fe en lo «milagroso».
Dowdeswell rechaza la deriva genética sobre la base teórica de que: a) no es
probable que la supervivencia fortuita pueda dar cuenta de grandes fluctuaciones
observadas en grandes poblaciones; b) la mayor parte de genes tienen efectos múltiples
que pueden complicar o negar una posible ventaja a una mutación; y c) un gene neutral

204
(ni ventajoso ni desventajoso) no podría existir el lapso de tiempo suficiente en la
población para que la deriva genética pudiera seleccionarlo positivamente.
Dodson afirma que la deriva genética resulta en la pérdida o fijación de genes
sin referencia a valor selectivo. Esto es, tiende a destruir o preservar genes sin
distinción. Parece así que la deriva genética opera en oposición a la selección.

Problema número dieciséis. La selección natural se limita a sus efectos sobre


la población.

H. T. Band ha estudiado la selección natural de la D. melanogaster en


poblaciones silvestres a campo abierto. Lammerts, en una consideración del trabajo de
ella, afirma: «Una de las conclusiones más notables a las que ella ha llegado ha sido
que la selección natural no incrementa las líneas más viables, o líneas más típicas u
homocigotos en poblaciones naturales»
Así, parece ser que la selección natural está limitada a hacer lo que puede en la
eliminación de variaciones menos ventajosas y de mutantes. De la misma manera, la
formación de especies por medio de variedades homocigotas reproduciéndose conforme
al tipo se puede poner en tela de juicio.

Problema número diecisiete. ¿Cómo pueden operar la mutación y la selección


natural sobre moléculas químicas?

Afirma Stebbins:
“La disposición de estas moléculas en sistemas funcionales autorreproductores,
y la evolución de ellos finalmente a los primeros organismos celulares, puede
explicarse mediante un proceso de mutación química, recombinación y selección
natural similar a los procesos que han sido demostrados experimentalmente como
responsables del cambio de orden micro-evolutivo en organismos contemporáneos.
Experimentos efectuados por bioquímicos han mostrado que estos procesos pueden
operar para producir cambio progresivo en sistemas acelulares de tipo similar al
cambio en los procesos que se postulan como habiendo precedido al desarrollo de las
formas de vida celular."
En otro lugar Stebbins afirma:
“La estructura organizada, la función específica, la herencia, el desarrollo y la
evolucíón constituyen las propiedades distintivas de la vida que no son ni siquiera
aproximadas por las propiedades del universo físico-químico inanimado.”
¿Cómo pueden la mutación y la recombinación funcionar en las moléculas
químicas? En un artículo Stebbins dice que sí que puede suceder (no dice cómo), pero
en otro artículo afirma que estos procesos no tienen lugar en las moléculas químicas.
Parece que Stebbins quiere que tenga lugar de las dos maneras y que elige la forma que
concuerda con la circunstancia apropiada en la que se pueda encontrar.
Dowdeswell afirma:
“Uno de los grandes méritos de la presente teoría neo-darvinista es que, a
diferencia de todas sus predecesoras, provee una explicación adecuada de la evolución
que es susceptible de ensayo científico. De este breve relato quedará evidente que los
estudios experimentales están todavía en su infancia; no hay duda de que se harán
grandes avances en las siguientes décadas.”
En otro lugar, Dowdeswell afirma:

205
“Así, no conocemos prácticamente nada de la manera en que los sistemas
hormonales han evolucionado en las plantas y animales, y es extremadamente difícil
representarse las varias fases transicionales por las que tienen que haber pasado,"
Parece que Dowdeswell se da cuenta del problema; pero nótese su optimismo
acerca de que algún día se hallará de algún modo un mecanismo adecuado para la
evolución. En su libro The Mechanisrns of Evolution («Los mecanismos de la
evolución») describe observaciones y datos en el laboratorio y en la naturaleza que
apoyan SOLAMENTE la variación dentro del tipo. Es cierto que Dowdeswell señala
este último extremo en su último capítulo, pero entonces añade que estas variaciones
limitadas ayudan a explicar los estudios de la paleontología, de la anatomía
comparativa, de la fisiología y embriología. Esto parece ser una indicación al lector a
que busque en otros lugares si quiere hallar verdadera evidencia de evolución.
La anatomía comparativa, fisiología, embriología y paleontología han perdido
mucho de su atractivo anterior por lo que respecta al evolucionismo. Este es un campo
muy vasto, pero se pueden hacer unas observaciones generales.
No se puede demostrar una teoría mediante la observación. Solamente se puede
refutar. Todo tipo de similaridades en anatomía y bioquímica pueden ser explicadas
igual de bien, si es que no mejor, en el modelo creacionista. Ciertamente, si comemos
los mismos alimentos que una rata, ¿por qué no deberían nuestras células poseer
moléculas y estructuras similares a las que se hallan en las ratas?
También, según Gish, muchos evolucionistas han dejado ya de considerar que
los órganos vestigiales y la embriología constituyen evidencia de evolución.
Gish concluye su excelente libro Evolution: the fossils say NO!, con una cantidad
de citas de unos paleontólogos muy sobresalientes. Dice Simpson, con respecto a
formas transicionales que lleven a 32 órdenes de mamíferos:
“Esta ausencia regular de formas de transición no se limita a los mamíferos,
sino que constituye un fenómeno casi universal, como hace tiempo que lo han señalado
los paleontólogos.”
El Dr. Austin Clark, del U. S. Museum of Natural History (Museo de Historia
Natural de los EE.UU.), ha afirmado:
“Ya que no tenemos la más ligera evidencia, sea entre los animales vivientes y
los fósiles, de cualquier tipo de intergradación que siga a los grupos principales, es una
suposición razonable que nunca hayan existido estos tipos de intergradación.”
El Dr. D. Dwight, del Chicago Museum of Natural History, ha afirmado:
“Unos pocos paleontólogos se aferran a la idea, incluso hoy en día, de que
estas discontinuidades quedarán cubiertas por posteriores muestreos, esto es, que se
deben a accidentes de muestreos; pero la mayor parte considera que las
discontinuidades observadas son reales, y han buscado darles una explicación”.
El profesor E. J. H. Corner, de la Escuela Botánica de la Universidad de
Cambridge, ha dicho así:
“Se puede aducir mucha evidencia a favor de la teoría de la evolución, de la
biología, biogeografía y paleontología, pero creo todavía que para los carentes de
prejuicios, el registro fósil de las plantas está en favor de la creación especial.”
El modelo evolucionista ha llevado a predicciones en genética, embriología y
paleontología que han fracasado frente a ensayos empíricos. La genética y la
paleontología muestran solamente una variación dentro del tipo, exactamente lo que
queda predicho por el modelo creacionista.
¿Cuál es el estado presente de la teoría evolutiva general? Muchos
evolucionistas la consideran solamente como una hipótesis de trabajo. Pero otros la
consideran como un hecho bien establecido.

206
Howe cita al famoso botánico Heribert Nilsson afirmando:
“Mis intentos de demostrar la evolución mediante experimentos efectuados a lo
largo de más de cuarenta años han fracasado totalmente. Por lo menos, difícilmente se
me podrá acusar de haber empezado a partir de un punto de vista preconcebido
antievolucionista...”
Se puede mantener firmemente que no es tan siquiera posible hacer una
caricatura de ninguna evolución en base a los hechos paleo-biológicos. E1 material fósil
está ahora tan completo que ha sido posible erigir nuevas clases, y la ausencia de series
de transición no pueden ser explicadas debido a la escasez de material. Las deficiencias
son reales, nunca se rellenarán.
Klotz cita un número de evolucionistas prominentes. Por ejemplo, Fisher afirma
que «el contenido explicativo de una teoría de la evolución llega solamente a su cero
absoluto con la teoría de las mutaciones» Huxley dice que la «prueba completa de la
utilización de las mutaciones en la evolución bajo condiciones naturales todavía no se
ha podido obtener» Goldschmitdt cree que, como más, las mutaciones solamente
pueden provocar cambios dentro de las especies. Mayr afirma, hablando de
Goldschmitdt, que el hecho de que algunos genetistas puedan llegar a conclusiones
diametralmente opuestas a aquellas de otros genetistas constituye una notable prueba de
nuestra ignorancia de los verdaderos hechos.
Klotz cita a Ehrlich y a Holm con respecto a la evolución: «Naturalmente, es
asunto de debate el lugar donde el saludable conservadurismo termina y empieza el
dogmatismo. Es suficiente decir que esta disciplina se halla lo suficientemente cercana
al área de peligro como para demandar un examen crítico de sus asunciones
básicas...».
Klotz cita también a Sylvio Fials:
“...No se ha clarificado ni un solo paso en el mecanismo evolucionista. La
evolución significa principalmente un incremento en el contenido de información en el
caso del ADN, pero la selección natural significa solamente la eliminación de errores
en información, o mutación (en el más favorable de los casos tan solamente una
modificación de la información, no un incremento en la cantidad de información. La
corrección de una palabra mal deletreada o la sustitución de una palabra por otra son
cosas, después de todo, muy diferentes de la redacción de una frase, de un artículo o de
un libro entero.”
¿Son capaces la recombinación genética, la mutación y la selección natural, de
dar cuenta de la pretendida evolución de las moléculas orgánicas al gene primordial, del
gene primordial a la «protocélula», de la «protocélula» a la ameba, y de la ameba al
hombre? Parece que esta cuestión está ciertamente abierta al debate.
Especular que estos procesos pueden hacerlo y lo han hecho en el pasado resulta
embarcarse en una hipótesis no falsable. Es infalsable principalmente debido a que es lo
suficientemente vaga para escapar a la refutación absoluta. La cantidad de hipótesis ad
hoc para dar cuenta de datos contradictorios es grande.
Además, lo que ha sucedido en el pasado (creación o evolución) está más allá de
la verificación experimental. No obstante, son pocos los autores de libros de texto que
mencionen los numerosos problemas con respecto a los pretendidos mecanismos de la
evolución. Al estudiante confiado todo le parece tan convincente que le parece que la
evolución haya sido un hecho.
Propongo que los amplios estudios experimentales sobre variación y genética de
poblaciones dan el mayor apoyo al modelo creacionista de variación dentro de un tipo
básico. Asimismo, el registro fósil parece mostrar que estos tipos básicos han sido

207
distintos desde el principio, dando así evidencia de una creación singular instantánea de
estos tipos básicos.

* * *

El hecho es que después de más de ciento veinte años desde la publicación de El


origen de las especies, de Charles Darwin, los evolucionistas se encuentran sin un
mecanismo de cambio macroevolucionista, y sin evidencias de macroevolución. Esto es
lo que los confronta desde los campos de la Genética y de la Paleontología. «Ahora
estoy convencido… de que los cambios pequeños no se acumulan», afirmó el famoso
proponente de la Síntesis Moderna Francisco J. Ayala. Elizabeth Vrba afirmaba: «Nadie
debería de ser dogmático acerca de los mecanismos de la especiación».
La Genética, bien lejos de apoyar al evolucionismo, después de setenta años de
investigación, señala solamente una conclusión: la evolución no puede haber tenido
lugar y la Biblia queda vindicada. (Sylvia Baker, M. S.)

ADAPTACIÓN, MUTACIÓN (NEGATIVA) SÍ, EVOLUCIÓN NO

Lo que los biólogos quieren decir cuando mencionan que la estructura restringe
los tipos posibles de cambios es que no todo cambio deseable puede ocurrir. Por
ejemplo, un gato podría atrapar pájaros mucho más eficientemente si estuviera equipado
con un par de alas así corno cuatro patas. Pero, como vertebrado con cuatro patas, no
puede hacer que evolucione un juego adicional de extremidades ni puede pagar el costo
de usar dos de sus patas para este propósito. Además, el cuerpo felino necesitaría un
redesarrollo completo. Para la mayoría de especies en la lucha, la extinción se asemeja
mucho más al destino que a una nueva gran estrategia evolutiva.
Los evolucionistas afirman que las adaptaciones son una evidencia poderosa a
favor de su teoría. ¿Las proteínas nuevas y la resistencia a los pesticidas no son
ejemplos de la evolución en progreso? El problema es que estas adaptaciones se
producen por una máquina que está configurada para producir tales cambios. En lugar
de atestiguar mutaciones que sin propósito alguno exploran nuevos diseños,
aparentemente somos testigos de las acciones de una máquina compleja y robusta... Un
estudio de la mosca de fruta común encontró que la resistencia a los pesticidas surge de
un gen que ha estado presente todo el tiempo. El gen sirve para detener el pesticida.
Solía ser menos activo, pero ahora lo es más en las moscas resistentes. Se insertó una
señal especial en el gen para levantar las restricciones de producción: la resistencia al
pesticida se otorga al mover un interruptor en la línea de producción genética y no al
crear una nueva fábrica.
Las especies pancrónicas (los fósiles vivientes), que como las otras especies
están sujetas a los asaltos de las mutaciones, permanecen sin cambios... las cucarachas,
uno de los grupos sobrevivientes más venerables, han permanecido más o menos sin
cambios desde el Pérmico, con todo han pasado por casi tantas mutaciones como la
Drosophila, un insecto del Terciario. Es importante notar que las especies
sobrevivientes mutan tanto como las otras, pero no evolucionan, ni siquiera cuando
viven en condiciones favorables para el cambio (diversidad de ambientes,
cosmopolitismo, poblaciones grandes). Así, la interpretación mutacional darwinista de
la evolución ¿cómo da razón del hecho de que las especies más estables -algunas
durante los últimos cientos de millones de años- hayan mutado tanto como las otras?

208
El patrón básico que no pueden explicar los evolucionistas es la aparente
unicidad y aislamiento de los grandes tipos de organismos: hay muchos órganos
altamente complicados, sistemas y estructuras, desde la naturaleza del pulmón de un
pájaro hasta el ojo de la langosta, por lo cual no se puede concebir cómo surgieron estas
cosas en términos de la acumulación gradual de cambios. Creer que todas estas cosas se
fueron armando por la acumulación de pequeños cambios aleatorios es una flagrante
negación del sentido común. Sencillamente es una afirmación sin sentido, especialmente
para la gran mayoría de los casos, donde nadie puede pensar en una explicación
evolucionista creíble en cuanto a cómo surgió todo. El hecho es que la mayoría de estas
adaptaciones complejas en la naturaleza no se pueden explicar por una serie de formas
intermediarias: abundan los ejemplos donde se muestra que la selección negativa está
obrando para eliminar las variantes producidas por las mutaciones.
La evidencia a favor de la evolución es extraordinariamente delgada.
Simplemente tenemos pocas pruebas tangibles de que una especie evolucione en otra.
La rareza extrema de las formas transicionales en el registro fósil persiste como el
secreto mejor guardado de la Paleontología. Los árboles evolutivos que adornan
nuestros libros de texto tienen datos solamente en los extremos y en los nudos de sus
ramas; el resto es inferencia, no importa cuán razonable, no es la evidencia de los
fósiles.

LA HOMOLOGIA: UN ROMPECABEZAS PARA LOS EVOLUCIONISTAS

(WILLEM J. OUWENEEL, Ph. D.)

Todas las pretendidas «evidencias» en apoyo de la doctrina evolucionista pueden


quedar sumarizadas en tres secciones. En primer lugar, la Paleontología debería
proveernos la documentación histórica de la pretendida evolución general, al mostrar,
mediante los fósiles, que es algo razonable creer en la evolución «de la bacteria a los
hombres». En segundo lugar, la Genética debería mostrarnos los mecanismos biológicos
mediante los cuales hubiera podido tener lugar el proceso evolutivo y que, por ello, nos
mostraría también lo razonable de creer en la evolución. En tercer lugar, al
evolucionista le gusta señalar las notables correspondencias entre organismos vivientes,
y cree que estas similaridades en estructura y forma que se ven en Bioquímica,
Histología, Anatomía comparativa, etc., constituyen un tercer grupo de evidencia para el
dogma evolucionista.
Aquellos que, sobre terreno científico, rechazan la doctrina de la evolución
tendrán por ello que considerar estos tres grupos de «pruebas». En la Convención
creacionista de Minneapolis intenté dar un sumario de la moderna genética
«evolucionista» y señalar cómo los recientes resultados científicos corroboran
verdaderamente el punto de vista creacionista. Otros han hecho lo mismo en el campo
de la Paleontología. No obstante, la tercera área no ha gozado de tanta atención por
parte de los creacionistas. En este artículo consideraré brevemente un importante
aspecto de esta área, esto es, el problema de la Homología. Este término es una
transcripción de la palabra griega homología, que significa «concordancia», y se aplica
a órganos y estructuras correspondientes de plantas y de animales que muestran
«concordancia» en el plan fundamental de su estructura. Un ejemplo famoso lo
constituye el brazo del hombre, la extremidad anterior de una rana, la aleta anterior de
una ballena, el ala de un ave y el ala de un murciélago. Aunque son muy diferentes a
primera vista, estos órganos son «homólogos» debido a que están todos ellos

209
construidos sobre una misma pauta básica: contienen esencialmente los mismos huesos
y músculos, los mismos nervios y los mismos vasos sanguíneos, y en las mismas
posiciones relativas.
Originalmente, el concepto de homología no fue en absoluto una idea
evolucionista, ¡sino creacionista! El gran anatomista Richard Owen introdujo este
término en la fraseología biológica en 1843, creyendo que la homología era una parte
del plan divino de la creación. Los órganos homólogos se corresponden con ciertos
«arquetipos», una pauta primigenia que era considerada como un plan general en base
del cual Dios había creado grupos de animales similares. Así, el arquetipo constituía un
concepto metafísico, definido al hacer abstracción de todas las similaridades que se
podían hallar en común en un grupo de animales, sin prestar atención a las variaciones
que mostraran los individuos y poblaciones. El concepto fue ampliamente aceptado por
los anatomistas hacia el final del siglo XVIII, especialmente por los de la Escuela
Trascendental alemana.
Se tiene que distinguir cuidadosamente entre homología y analogía, término éste
aplicado por Owen a estructuras que ejecutan funciones similares pero que no se
corresponden al mismo representante en el arquetipo. El ala de una mosca y la de un
pájaro son análogas porque sirven a la misma función, pero están basadas en arquetipos
totalmente diferentes. La postura de Owen databa esencialmente de Aristóteles, y estaba
basada en el concepto platónico de que la realidad absoluta no residía en la cosa misma,
sino en la idea o la esencia de la cosa. Geoffroy-St. Hilaire (+ 1844) creía incluso que
todos los animales estaban construidos sobre el mismo plan de estructura. Esta idea fue
refutada por Cuvier (+ 1832) que mantenía que había cuatro planes en la estructura de
los animales.
Tan pronto como el darwinismo se abrió camino, la noción de la homología
adquirió un nuevo significado. Se abandonó la idea de los arquetipos y tomó su lugar la
idea de antepasados comunes que exhibían los planes básicos de estructura de los que
sus descendientes eran el resultado. Por ejemplo, todos los húmeros de los vertebrados
terrestres se consideraron como derivados, mediante innumeras modificaciones a lo
largo de millones de años, de los huesos de las primeras aletas que adquirieron forma de
extremidades locomotivas en los primeros peces-anfibióideos (o antifibio-ictinóideos)
que como pioneros habían salido del mar hacia la tierra. ¡Qué sencillo! «¿Qué hay que
pueda ser más curioso -pregunta Darwin-, que el hecho de que la mano del hombre,
formada para agarrar, la de un topo, para cavar, el pie de un caballo, el remo del
delfín y el ala del murciélago estén construidos siguiendo la misma pauta, y que
incluyen huesos similares, en las mismas posiciones relativas?» Y añade: « ¿No es esto
acaso poderosamente sugerente de una verdadera relación, de herencia de un
antecesor común?» Ciertamente, ¡cuán sugerente! ¿Qué mejor tipo de evidencia se
podría desear de afinidad entre organismos que han descendido con modificaciones de
un antecesor común, esto es, por evolución? Por fin parecía que el concepto de
homología quedaba sobre una sólida base y que ya no presentaba en principio más
problemas. No obstante, la cosa no se queda aquí, y continúa presentando problemas, y
se trata de evolucionistas eminentes como Sir Gavin de Beer y Sir Alister Hardy que lo
reconocen profundamente y escriben acerca de ello: el primero en su libro Homology,
An Unsolved Problem (Oxford University Press: 1971), y el segundo en su libro The
Living Stream (Collins, Londres: 1965). Hago una utilización extensiva de los
materiales presentados en estos escritos.
Consideremos primeramente algunos interesantes casos de homología en la
naturaleza. Un bello ejemplo de ello lo tenemos en las hojas de las plantas. Las hojas
pueden variar desde las agujas de las coníferas hasta las apecioladas indivisas de los

210
lirios, la hoja dentada del roble, la hoja compuesta subdividida del guisante, el zarcillo
de la vid, las escamas de brácteas de otras plantas y, de mayor interés, las «hojas
florales». La flor de la angiosperma consiste generalmente en cuatro verticilos
concéntricos de elementos: 1) el verticilo más interior está formado por los carpelos
que, por lo general, crecen juntos para formar una cámara cerrada, el ovario; 2) a
continuación sigue el verticilo de los estambres: el ovario y los estambres son
homólogos a los esporófilos hembras y machos, respectivamente, tales como las hojas
de helechos; 3) el siguiente verticilo consiste de pétalos, que a menudo difieren de las
hojas comunes solamente por sus colores, mediante los cuales atraen a los insectos; 4) el
verticilo más exterior es el formado por los sépalos, que a menudo forman un cáliz pero
que a menudo tienen todavía una gran apariencia de hoja.
Se verá evidente que los órganos homólogos pueden variar en las funciones que
ejecutan. La aleta anterior de la ballena, la pata anterior del perro y el ala del murciélago
son homólogas pero difieren mucho en sus funciones. Lo mismo se observa en los
insectos. E1 insecto «típico» tiene dos pares de alas. No obstante, entre los coleópteros
(los escarabajos), las alas anteriores quedan modificadas formando un par de «élitros»,
vainas que cubren las alas (posteriores) y el abdomen, mientras que en los dípteros
(moscas de agua, moscas), las alas posteriores quedan modificadas formando un par de
«halterios», pequeñas varillas que vibran a tanta velocidad que sirven como órganos
giroscópicos. Y con todo ello, en muchos respectos embriológicos y morfológicos la
homología es claramente visible en muchos detalles. Se puede hallar una variedad de
otros ejemplos interesantes entre insectos, como, por ejemplo, cuando comparamos
diferentes partes de la boca en varios grupos de insectos.
El evolucionista argumenta que todas estas homologías tienen sentido solamente
si se las interpreta por descendencia común, o sea, por evolución. Pero esto no es
verdad, debido a que el modelo creacionista provee una explicación igualmente lógica,
por no decir que mucho más:
a) La homología tiene también sentido en el modelo creacionista, que acepta la
fe en un Dios de orden y de armonía que ha creado siguiendo unos ciertos planes
estructurales fundamentales.
b) La homología es evidente por sí misma en el modelo creacionista, en que el
medio en el que ciertos animales viven hace unas demandas similares sobre la estructura
y forma de vivir de ellos.
c) La homología a escala limitada, esto es, generalmente dentro de los límites de
las familias biológicas, puede verdaderamente quedar explicada por descendencia
común, debido a que el modelo creacionista afirma que en el transcurso del tiempo se
han desarrollado muchas variaciones dentro de los límites de los «tipos del Génesis»,
los tipos de vida creados originalmente.
d) El principio de homología solamente puede ser válido para el evolucionista si
éste por lo menos lo aplica de forma consistente, esto es, si él interpreta de manera
coherente una correspondencia estrecha como «consanguinidad» cercana. En realidad,
él asume numerosos casos de pretendidas «convergencias», esto es, de correspondencias
«fortuitas» entre grupos poco o nada relacionados. Ejemplos notables de ello lo son la
estructura exterior de animales acuáticos como el delfín, el tiburón, y el ictiosauro, que
pertenecen a los mamíferos, los peces y los reptiles, respectivamente. Otro ejemplo lo
constituye la correspondencia entre los mamíferos placentales y los marsupiales, que
son considerados como mamíferos primitivos que descendieron directamente de los
reptiles y que relativamente están poco relacionados con los mamíferos comunes. A
pesar de ello, muchos marsupiales son notablemente similares a ciertos mamíferos
comunes, como el koala, la zarigüeya, el topo marsupial y el lobo-cebra. En particular,

211
el lobo de Tasmania es anatómicamente muy similar al lobo común; y a pesar de ello ¡se
le considera más cercano al canguro que al lobo!
Naturalmente, hay muchos casos de convergencia paralela que serán
considerados más como ejemplos de analogía que de homología por parte del
evolucionista. Esto es cierto de órganos con funciones similares pero con una estructura
esencialmente diferente. No obstante, cuando nos limitamos cuidadosamente a órganos
inconfundiblemente homólogos, la objeción es válida. ¿Qué órganos «análogos» tienen
en común el chimpancé y el gorila? Y a pesar de ello, el anatomista comparativo
profesor Alfred Romer, admitió que no se puede excluir que los gorilas y los
chimpancés tengan líneas de descendencia separadas hasta tan atrás como el pez
ancestral, y que así estén más estrechamente relacionados con el pez ancestral que entre
ellos. ¿Qué órganos análogos tienen los mamíferos y los anfibios, en común? Casi todos
sus órganos son homólogos y muy similares. Y a pesar de ello, el biólogo alemán Ivar
Broman cree que han tenido una historia evolutiva separada desde tan atrás como desde
diferentes antecesores protozoarios, y él cree que puede mostrar que unos ciertos
anfibios han evolucionado de diferentes protozoos que de otros anfibios. Por otra parte,
¿qué órganos homólogos tienen en común el ser unicelular Chlamydomonas y el roble?
Y a pesar de ello, la zoóloga Marguerite W. Jepps vio la posibilidad de que el
Chlamydomonas esté relacionado más de cerca a un roble que a la Euglena, otro ser
unicelular de un parecido superficial bastante similar. (Ver Bolton Davidheiser,
Evolution and the Christian Faith, p. 234.)
Pero hay más. Los órganos homólogos podrían ser interesantes para los
evolucionistas si no se hallara acuerdo solamente en los órganos adultos sino también si
se cumplen dos condiciones adicionales:
a) Los órganos homólogos deberían surgir de partes correspondientes en los
embriones en su desarrollo.
b) El desarrollo embriónico de los órganos homólogos debería estar controlado
por, esencialmente, un conjunto idéntico de genes en las varias especies.
Uno de los aspectos más perturbadores del problema de la homología es que estas
condiciones no se cumplen en absoluto a satisfacción de los evolucionistas (!). Sir
Gavin de Beer escribe así: «Estructuras tan evidentemente homólogas como el canal
alimentario en todos los vertebrados pueden formarse de la parte superior de la
cavidad del tubo digestivo embriónico (tiburones), de la zona inferior (lampreas,
lagartijas acuáticas), de ambas zonas (ranas), o de la capa inferior del disco
embriónico, el blastodermo, que flota por encima de los huevos de abundante yema
(reptiles, pájaros). No parece importar de qué parte del huevo o del embrión proceda la
sustancia viva de la que proceden los órganos homólogos. Por ello, no se puede
imponer la correspondencia entre las estructuras homólogas como si proviniera de una
similaridad en la posición de las células del embrión o de las zonas del huevo de donde
estas estructuras quedan últimamente diferenciadas» (p. 13, énfasis del autor). Esto es
algo interesante si se considera que en el glosario de W. S. Dallas, publicado como
apéndice por Darwin mismo en la sexta edición de su Origen de las especies,
«Homología» es definida como «aquella relación entre partes que resulta de su
desarrollo de partes correspondientes del embrión»...
También ocurre lo opuesto: pueden surgir órganos de las mismas partes
(«homólogas») en el embrión sin que estos órganos sean homólogos en el sentido
evolucionista del término. E1 ejemplo famoso lo constituye la correspondencia entre los
órganos del sistema genital en los dos sexos de los vertebrados («homología sexual»):
los testículos se corresponden al ovario, el escroto a los labios mayores de la vulva de la
hembra, el pene al clítoris, y parte de la próstata al útero. Las correspondencias son muy

212
notables, especialmente cuando se toman en cuenta casos patológicos y el desarrollo
embrionario de estos órganos. No obstante, ningún evolucionista afirmaría que estos
órganos pueden referirse a un solo representante en un antecesor común, debido a que
no aceptaría que el antecesor de los invertebrados era un hermafrodita. ¿Pero cómo
pudieron entonces desarrollarse los órganos sexuales? Y si la homología de ellos no
puede interpretarse en un sentido evolucionista, ¿cómo podemos entonces saber si
muchos otros órganos tienen o no una relación evolutiva en absoluto?
Volviendo otra vez a que los órganos homólogos no se originan de los mismos
rudimentos embriónicos, tenemos que darnos cuenta de la naturaleza fundamental de
este problema. A1 principio del siglo XIX se descubrió que los huevos fertilizados de
todos los animales superiores a los del calamar daban origen a tres «capas germinales»:
el ectodermo (que da origen a la epidermis, sistema nervioso, órganos sensorios),
endodermo (que forma el canal alimentario y sus derivaciones en los vertebrados:
tiroides, pulmones, hígado, páncreas, apéndice, vejiga urinaria), y el mesodermo (que
produce la dermis, el tejido conjuntivo, cartílago, hueso, músculos, células germinales,
conductos genitales, riñones). Pronto se estableció el dogma de que los órganos
homólogos deben siempre originarse de la capa germinal «correcta», y los experimentos
que contradecían este aserto eran simplemente rechazados hasta que la masa de
evidencia ya no permitió más esta práctica de ignorar voluntariamente la evidencia. De
Beer mostró que el cartílago y el hueso podían también ser formados por el ectodermo,
en ciertos casos, mientras que el esmalte (la delgada capa que cubre los dientes) puede
ser formado tanto por células ectodermales como endodermales, dependiendo de en qué
parte se hallen los rudimentos de los dientes, ya que ellos actúan como «organizadores»
del esmalte.
Este tema de los «organizadores» embriónicos constituye otro problema para el
evolucionismo. Un organizador es una estructura maestra que puede «inducir» (en
cualquier manera que lo haga) a ciertos otros tejidos para que sean llevados a un cierto
tipo de desarrollo. E1 labio dorsal del blastoporo de un embrión de lagartija acuática en
la etapa de gástrula constituye un organizador de este tipo debido a que tiene la
capacidad, cuando se le injerta en el cuerpo de otro embrión, en cualquier localización,
de inducir a los tejidos por los que accidentalmente se halle rodeado para que se
diferencien en las estructuras características de un embrión vertebrado. Si se les hubiera
dejado sin perturbar, estos tejidos se hubieran diferenciado en estructuras muy distintas.
Esta constituye otra prueba de que la calidad de una estructura no depende del lugar de
origen del material del que resulta formado. No solamente esto, sino que la formación
de una estructura puede depender de diferentes estímulos en diferentes especies. En la
rana común, Rana fusca, la «copa óptica» en el embrión funciona como un organizador
que induce a la epidermis superyacente a diferenciarse en la lente del ojo; pero en la
rana comestible estrechamente «relacionada», Rana esculenta, la copa óptica puede
eliminarse del embrión, y a pesar de ello la lente se desarrolla bien. De Beer escribe:
«Las estructuras homólogas pueden deber su origen y estímulo para diferenciarse a
diferentes procesos de organización e inducción sin por ello abandonar su homología»
(p. 13). Es evidente que todos estos inesperados resultados han reducido en mucho el
valor del concepto de homología para las teorías evolucionistas.
No obstante, hemos visto que, además del aspecto embriológico, existe el
aspecto genético de la homología, y éste es aún más difícil desde el punto de vista
evolucionista. Dice De Beer: «Aquí es donde se halla el peor golpe» (p. 15). Por
ejemplo, ¿qué es lo que se puede hacer de un gene como el que en ciertas aves no
solamente controla la formación de una cresta de plumas, sino que también provoca una
hernia cerebral, con una hinchazón en el cráneo en forma de bulto para acomodarlas?

213
Este es solamente un ejemplo del hecho de que los caracteres controlados por genes
idénticos no son necesariamente homólogos. La tesis doctoral del autor de este trabajo
consistió en una investigación del gene oftalmóptera que en la Drosofila controla la
producción de una excrecencia del ojo que consiste en tejido de ala, aunque el ojo y el
ala no son homólogos. Este es un ejemplo de los llamados genes homoeóticos, sobre los
cuales el autor publicó recientemente un artículo en la revista Creation Research Society
Quarterly (1975, Vol. XII, pp. 141-154).
También tiene lugar lo opuesto. No solamente no hay razón para que estructuras
controladas por genes idénticos tengan que ser homólogas, sino que las estructuras
homólogas no están necesariamente controladas tampoco por genes idénticos. En otras
palabras, la homología de los fenotipos y la similaridad de los genotipos no se implican
mutuamente. En la Drosofila el gene eyeless (sin ojos) priva a la mosca de ojos. No
obstante, si se cría durante muchas generaciones una población pura (homocigótica)
para el gene recesivo, se llega al final a la aparición de moscas que poseen ojos
normales. Se puede demostrar por cruzamientos retrógrados que el gene eyeless mismo
no ha sufrido ningún cambio; lo que ha sucedido durante la crianza aislada de la
población es que todos los otros pares de alelos que forman el complejo genético han
sido “vueltos a barajar”: hasta que se ha producido un nuevo complejo genético que
impide la manifestación fenotípica del gene eyeless. Por ello, otros genes tienen que
sustituir al gene ausente normal que controla la formación de los ojos. ¿Pero por qué,
pregunta Sir Gavin, y por qué mecanismo? Nadie puede negar que los ojos restaurados
que se desarrollan en poblaciones genéticamente eyeless sean homólogos a los ojos
normales, pero la formación de ellos está controlada por diferentes genes.
De Beer llega a esta conclusión: «Está claro que el orgullo con el que se asumió
que la herencia de las estructuras homólogas de un antecesor común explicaba la
homología no tenía base; porque tal herencia no se puede adscribir a la identidad de
genes. El intento de hallar genes "homólogos" ha sido dejado por imposible, excepto
entre especies fuertemente relacionadas ¿dentro del "tipo creado en Génesis?", W. J.
0.). Como dijo S. C. Harland (1936, Biol. Rev. 11, p. 83), "los genes, como
manifestación de la que se desarrolla en el carácter, tienen que estar en cambio
continuo... pudimos ver cómo órganos tales como el ojo, que son comunes a todos los
animales vertebrados, preservan su similaridad esencial en estructura o función, a
pesar de que los genes responsables del órgano tienen que haber quedado totalmente
alterados durante el proceso evolutivo". Pero si es verdad que en el código genético los
genes codifican a los enzimas que sintetizan proteínas que son responsables (de una
manera todavía desconocida en embriología) de la diferenciación de las varias partes en
sus maneras normales, ¿qué mecanismo podría ser el que da como resultado la
producción de órganos homólogos, las mismas "pautas", a pesar de que no estén
controlados por los mismos genes? Hice esta pregunta en 1938, y todavía no he recibido
respuesta. (Página 16).
En 1969, el zoólogo de Cambridge, W. H. Thorpe, plantea el problema de esta
manera: «Parece... que recientes desarrollos en la teoría genética no pueden ya
mantener más el "gene pool" más bien estático de un "agregado genético" que se
mantiene intacto a lo largo de grandes períodos de tiempo evolutivo y que es
responsable del desarrollo en lento cambio de órganos tales como las alas, miembros y
partes bucales de los insectos, o de los miembros anteriores y posteriores de los
mamíferos y de las aves, mediante todas sus adaptaciones estructurales, de las cuales
tenemos un registro fósil y una evidencia reciente. Ahora se sugiere que estos sistemas
constantes pueden existir solamente en nuestra imaginación y que el control genético
del desarrollo de tales órganos homólogos puede desplazarse de manera bastante

214
rápida mientras que los órganos permanecen iguales (!). Me parece a mí que esto es lo
mismo que suscitar una dificultad inmensa, y que si el argumento genético ortodoxo nos
deja con este rompecabezas, cada vez se me está haciendo más difícil ver cómo es que
la vida haya progresado a partir de sus formas más sencillas, ya que el incremento de
la complejidad de cada cambio principal en un órgano hace que la vida vaya siendo
aún más precaria» (8eyond Reductionism, A. Koestler & J. R. Smythies, Eds.:
Hutchinson & Co., Londres: 1969, pp. 432 y SS.).
Otro evolucionista, John L. Randall (Parapsychology and the Nature of Life,
Souvenir Press, Londres: 1975) comentaba recientemente: «Se debe enfatizar que al
dirigir la atención a las dificultades inherentes en el concepto de homología no estamos
solamente tiroteando una característica poco importante de la teoría ortodoxa de la
evolución. La noción de los órganos homólogos es tan fundamental que cualquier duda
que se arroje sobre la homología tiene, inevitablemente, que tender a minar toda la
estructura de la teoría neodarwinista» (p. 212). Es bueno ver que, de esta manera, los
mismos evolucionistas nos ayudan a descubrir que con la homología y la anatomía
comparativa el tercer pilar del edificio evolucionista queda tan destrozado como los
otros dos.

* * *

Todos estamos familiarizados con la idea evolucionista, que afirma que la


totalidad de los seres vivientes provienen por descendencia de otros más remotos en el
tiempo y más simples; que de una célula originada en un mar primitivo en un remoto
pasado ha habido un gradual crecimiento en complejidad, ramificándose las formas
sencillas de vida en formas progresivamente más y más complejas, hasta llegar, en su
ascenso evolutivo, al mismo hombre. El evolucionismo ha postulado, en sus formas
darvinista y neodarvinista, la existencia de cadenas de transición entre todos los grupos
de vida, tanto del pasado, registrados en el registro fósil, como del presente. Sin
embargo, Darwin mismo reconocía, en su obra “El origen de las especies”, publicada
en 1859, la ausencia de formas en el registro fósil que pudieran servir de enlaces entre
los distintos grupos concretos de vida, tanto vegetales como animales. ¿Cuál es la
situación en la actualidad?
Han transcurrido muchos años desde la publicación de “El origen de las
especies”, donde Darwin achacaba la ausencia de formas fósiles de transición a la poca
exploración paleontológica llevada a cabo hasta aquel entonces y cifrando sus
esperanzas en posteriores exploraciones que rindieran evidencias de formas fósiles de
conexión entre los diversos grupos de vida, para poder dar prueba con ello de sus
especulaciones… En realidad, después de muchos años de extensas excavaciones e
intensas investigaciones, nos encontramos con afirmaciones como las de un
evolucionista ferviente que es N. D. Newell, que dice: “Muchas de las discontinuidades
tienden a ser más y más máximas enfatizadas con el aumento de las colecciones”. Es
más, tal es el estado de cosas que eminentes paleontólogos, como Stephen Jay Gould, de
la Universidad de Harvard, y genetistas, como Niles Eldrededge y Francazo J. Ayala,
están prestando su apoyo a la idea de que la evolución va “a saltos”, debido a la total
ausencia de las esperadas y nunca descubiertas formas de transición en el registro
fósil… Con ello se afirma dogmáticamente que ha habido una evolución, reconociendo
además la ausencia de aquello que constituiría la prueba de que la hubo: las formas de
transición. La postura que ellos sostienen podría sintetizarse lapidariamente con una
frase de un anterior proponente de esta misma postura, el doctor R. Goldschmitdt, en
1940: “Un reptil puso un huevo: ¡y salió un pájaro!”… Absurdo…

215
Es en este contexto que leemos, en la página 19 de “El Periódico”, la siguiente
afirmación: “Descubren un nuevo eslabón en el origen de la vida”. El propuesto
“nuevo eslabón”, la “Oscilatoria limnética”, estudiado en la Universidad de Jerusalén,
es una alga azul verdosa que comparte juntamente la fotosíntesis vegetal con funciones
bacterianas. Se afirma en este suelto de “El Periódico”, que la coexistencia de las
disfunciones en el mismo ser lo convierte en un “eslabón”… En realidad, lo que
tenemos aquí es una compleja maquinaria metabólica que tiene una característica de
mosaico. No se trata de una transición entre dos formas de vida, sino de un ser que
posee dos formas de vida. El problema crucial para el evolucionismo es el del origen
gradual de estas estructuras poseídas por esta alga, no su presencia plena y funcional en
ella. La posesión plena de caracteres y formas de vida no es lo mismo que su gradual
desarrollo, y esto es lo que se difunde en esta “información” y en similares
divulgaciones al gran público por parte de diversos medios de comunicación de masas.
La “Oscilatoria limnética” no es, desde luego, ninguna forma de transición, sino una
forma concreta de vida totalmente adaptada y plena en sí misma. La concepción
evolucionista sigue careciendo de las tan esperadas, deseadas, y suspiradas “formas de
transición”.
Moisés sigue teniendo razón, y detrás de Moisés, Dios, que le reveló su
actividad creadora, por lo cual hizo al hombre y a toda la creación en estado adulto y
perfecto y no que proceda del mono como erróneamente creen los evolucionistas.

* * *

Resultan de gran interés para calibrar en sus justos términos el proceso evolutivo
que proponen los evolucionistas, las consideraciones y razonamientos que exponemos a
continuación sobre las condiciones físicas y biológicas en que viven y se desarrollan
todas los seres vivos, en su ambiente natural, y las relaciones existentes entre ellos, que,
a nuestro juicio, corroboran ampliamente las objeciones precedentes:
a) Que todo ser vivo, en estado adulto, desde el más simple y elemental, hasta el
más complejo, constituye una unidad biológica completa, autónoma, independiente y
autosuficiente para la realización de todas las acciones, funciones y reacciones vitales,
conforme a su constitución específica, excepto aquellos seres que se reproducen
sexualmente, que precisan para llevar a cabo la reproducción la colaboración de otro
individuo de su misma especie y diferente sexo. Por lo tanto, resulta evidente que, salvo
las relaciones de carácter ecológico y ambiental, de alimentación, manada, ataque,
defensa, etc. que les facilitan la solución de algunos problemas vitales, pero que no
pueden afectar a sus caracteres biológicos fundamentales (anatómicos, estructurales,
orgánicos, cromosómicos y genéticos), el ser vivo no tiene más contacto físico con los
demás seres, incluso con los de su misma especie, que el del cruzamiento sexual para la
reproducción de nuevos seres; y que cada especie, con las razas que de ella descienden,
directa o colateralmente, constituyen auténticos y exclusivos troncos biológicos
portadores de idéntica dotación cromosómica y genética, y carecen de intercambio
sexual y descendencia fecunda con las demás especies, lo que impide que se produzcan
variaciones en sus características fundamentales.
b) Que la especie biológica, después del individuo, es la única entidad natural
con significación real propia, ya que únicamente a través de los individuos que la
integran, indiscriminadamente puede llevarse a cabo la reproducción sexual o asexual
de nuevos seres. Las demás categorías taxonómicas, incluso el género, son meras
abstracciones convencionales y ratifícales, sin más finalidad que la clasificación o
división de los seres en grandes grupos afines, como el género, familia, orden, clases,

216
etc. y están basadas principalmente en las diferencias o afinidades morfológicas
existentes entre ellos; pero al faltar entre lo seres que integran tales grupos el necesario
contacto sexual y el indispensable intercambio genético, resulta claro que carecen de
toda significación natural y real como tales entes biológicos. No existe, por tanto, más
mecanismo biológico capaz de producir variaciones morfológicas en los seres que la
“mutación” conservada, si es positiva, por la “selección natural” y transmitida por la
“herencia”, si es hereditariamente transmisible, a la descendencia; pero todo ello,
necesariamente, dentro de la misma especie; y estos mecanismos, objetivamente
interpretados no pueden rebasar las variaciones de carácter accidental y en caso alguno
las de carácter fundamental.
c) Que, la “evolución” es adaptación de los seres a los cambios ambientales y
ecológicos que, con carácter accidental o permanente, puedan producirse en un área
geográfica determinada. Pero “adaptación”, como claramente indica el término, no
implica transformación de unos órganos en otros ni cambios en la morfología de los
seres, sino acomodación a las circunstancias ecológicas y ambientales del medio,
mediante la puesta en tensión de los resortes biológicos de conservación y defensa de
que todo (ser vivo) se halla dotado. Si el ser es biológicamente capaz de superar o
asimilar tales cambios, sobrevivirá y se adaptará. En caso contrario sucumbirá
irremisiblemente, como fácilmente podemos observar y experimentar en aquellos seres
vivos que nos son familiares, tanto animales como vegetales. Pero en caso alguno se ha
comprobado que ningún ser vivo resuelve su necesidad inmediata o individual de
adaptación, a base de transformación de sus órganos o miembros. Esta adaptación, en
caso positivo, podrá provocar cambios en las características accidentales del ser
(tamaño, color del pelo, de los ojos, de la piel, rasgos fisonómicos, etc.) que luego
podrán ser transmitidos a la descendencia; pero nunca se ha observado que dichos
cambios afecten a las características fundamentales del ser (anatómicas, estructurales,
orgánicas, cromosómicas, genéticas, etc.)… Todo esto demuestra científicamente la
imposibilidad y la falsedad de la mutación, y, en consecuencia, de la evaluación, falsa
teoría.

* * *

Los evolucionistas consideran la mutación como el principal medio por el cual


se ha efectuado la supuesta evolución en toda vida desde el protozoo hasta el hombre. El
gran Mendel, posterior a Darwin, probó que solamente los cambios con una base
genética pueden ser transmitidos a la descendencia. Al hablar entonces de mutaciones,
se refieren a cambios relativos a cromosoma y genes. En los laboratorios pueden ser
producidas mutaciones artificialmente por medio de radiaciones y ciertas sustancias
químicas. Pero todos los genetistas reconocen que el noventa y nueve por ciento de las
mutaciones son dañinas.
Julián Huxley dijo que solamente “una de mil” de las mutaciones era
beneficiosa, mientras que otros dicen el uno o dos por ciento. También hay que tomar
en cuenta que hasta ahora todas las mejoras efectuadas en plantas y animales, sin una
intervención humana continuada, o no se reproducen, o retroceden al tipo de organismo
con que se comenzó el experimento… Desde 1910, los científicos han estado
experimentando con la Drosophila, habiendo examinado muchos millares de
generaciones sin observar ninguna acumulación de mutaciones. Un científico examinó
cerca de veinte mil descendientes sin encontrar un cambio en los cromosomas. El
profesor Goldschmitdt, de la Universidad de California, prueba en “Material Base
Evolución” que “mutaciones pequeñas no pueden sumarse para aparecer una nueva

217
especie, y que variedades no son especies incipientes”. En otro libro, “Theoretical
Genetics”, dice: “Nadie hasta ahora ha logrado producir una nueva especie, y mucho
menos categorías más altas por la selección de micromutaciones”. Los evolucionistas
Patterson y Stone, escribiendo en “Evolución en Genus Drosophila”, confiesan que “la
evolución orgánica no es un experimento que se pueda repetir”. Otro gran biólogo
encargado de unos de los mejores laboratorios gastó 25 años criando muchos miles de
generaciones de “Gipsy moth”, (una polilla que destruye la vegetación) pero aparte de
unas variaciones ligeras, no encontró ninguna clase de evolución. Preguntado acerca de
ello, contestó: “En la “Gipsy moth”, la evolución no funciona”. Muller, en “Time”
escribió: “La mayor parte de las mutaciones son dañinas. De hecho, las buenas son tan
raras que podemos considerarlas perniciosas a todas”. Y Mayr, escribió: “Por cuanto
los mutantes son débiles, tienen poca posibilidad de sobrevivir y nunca podrían ser los
progenitores de una nueva especie”… Las mutaciones no son transmutaciones de las
cuales, aunque haya muchas variedades en un género, se pueda dar el cambio de un
género en otro. Prácticamente, todas las “pruebas” que ofrecen los evolucionistas son
meramente variantes dentro de una misma especie. Hay diferencias horizontales, pero
no verticales de un género a otro. Se pueden producir vacas sin cuernos, pavos blancos,
y uvas sin semilla, pero siguen siendo vacas, pavos y uvas… En “The Material Basics
of Evolution”, el profesor Goldschmitdt, Ph. D. escribió: “En ningún sitio se han
traspasado los límites de las especies, y estos límites están separados de los límites de
la especie próxima de un modo bien marcado por una sima infranqueable, que incluye
la esterilidad”… Esto significa que cada género tiene su propia clase, número, y formas
de cromosomas que se diferencian de las de todos los otros géneros; si bien algunos
tienen el mismo número no tienen la misma forma, etc. ejemplo: ciertos lirios y
caracoles. El Creador ha salvaguardado a cada género por medio de cromosomas
diferentes como nosotros hacemos con las combinaciones de los llavines y cerraduras.
Así, los cromosomas prohíben transmutaciones y aseguran su estabilidad, tienen que
reproducirse “según su género”. Los genes en cada cromosoma proveen una variedad
grande dentro de los límites del género. “La gran mayoría de las mutaciones han sido
perjudiciales para la existencia continua del género” (L. H. Snyder y P. David,
“Principios de la herencia”, Heath y Cía). Cuando ocurra una mutación es con una
pérdida. Todo esto no apoya la idea de la evolución, pero si está en armonía con la
segunda ley de la termodinámica… a la que se opone la evolución, precisamente. Las
mutaciones de los genes producidas en los seres vivientes no son nuevas características
en los mismos, sino alteraciones de degeneración de las ya existentes. La
“polihaploidía” tampoco ofrece una solución porque debe ser considerada como un
fenómeno secundario, observado mayormente entre las plantas. En los polihaploides
hay el mismo descenso de vitalidad con la pérdida de poder competitivo que en las
mutaciones, y, por lo tanto, no son material prometedor para una evolución
progresiva…
Según observaciones científicas de hoy, es plausible creer que los géneros
fueron creados fijos, pero con mucha variabilidad potencial. Tenían genes latentes que
con el tiempo llegaron a expresarse, resultando en las variedades que muchos llaman
erróneamente especies…

* * *

Mauricio Marterlinck, naturalista notable, dice: “Las hormigas son los insectos
más abundantes en los depósitos del terciario. Las encontramos en el Eoceno. 11. 711
hormigas, contenidas en ámbar báltico han sido examinadas, como también centenares

218
de otras en ámbar siliciano del Miocenomediano. Pero aquí hay un hecho muy
desconcertante… Encontramos que las hormigas más antiguas no son más primitivas.
Muchas de ellas habían aprendido a buscarse piojos de plantas (y usarlos como sus
vacas). Esta ganadería marca el punto más alto de su civilización presente. ¿Qué
hemos de concluir? Pues que la evolución es menos probada y menos cierta de lo que
generalmente se afirma”…
Otro erudito, Loren Eiseley, escribió en “Scientific American”: “Las hormigas
han vivido sus vidas presentes durante más de 80 millones de años…Ellas han
cambiado muy poco, si es que han cambiado…”
¡Qué chasco para un evolucionista!...
J. Henri Fabre, el gran entomólogo francés, dice: “El instinto de las abejas es
fijo, inalterable, limitado y no progresivo…”
¡Eso no deja ningún lugar para la evolución!...
Entre los muchos otros problemas de los evolucionistas, está la “tuatara”, que
se creía extinta, y se decía había vivido hace unos 135 millones de años, pero ahora ha
sido hallada viva en Nueva Zelanda. Esto nos lleva a la ausencia de fósiles de especies
intermedias; del mismo modo que hallamos igual vacío en los restos óseos y esqueletos
de épocas más recientes. La crónica que nos dan los fósiles es incompatible con la teoría
de la evolución a causa de: 1) La ausencia total de animales que se pueden considerar
antecesores de los invertebrados (sin espina dorsal); 2) El repentino acto de presencia de
las divisiones mayores de organismos; y 3) La ausencia asombrosa de formas
transitorias, especialmente entre los invertebrados y los vertebrados. Las llamadas
estructuras vestigiales no prueban nada. Que el hombre no sepa el propósito o utilidad
de algunos órganos no significa que no los tiene. De las estructuras vestigiales dicen
que: “Son aquellas partes del cuerpo que se han estimado como degeneradas e
inútiles”. Pretenden que eran algo útil en un remoto pasado. No hace cien años que
creían ver un mayor número en el cuerpo humano, pero a medida que los hombres han
aprendido más de la anatomía y la fisiología, han reconocido un valor actual en muchas
de estas estructuras. La mayor parte de las glándulas endocrinas se tenían por inútiles,
pero ahora son apreciadas. Un ejemplo concreto es la glándula pituitaria, antes llamada
“un vestigio”…, ahora es considerada de primordial importancia. Influye sobre las
otras glándulas, siendo su cometido semejante al del director de una orquesta… El
cóccix no es un rabo degenerado, como se decía, sino una base para ligar algunos
músculos indispensables. En la ballena, los “huesos de cadera” nada tienen que ver con
un antepasado terrestre, sino que son para sostener algunos órganos internos y proveer
lugares de enlazamiento para los músculos. Si existen algunas estructuras vestigiales,
ello no prueba la evolución, y pueden ser citados más como evidencia que como
degeneración. El profesor L. Víctor dice que los que descienden a aceptar la pérdida de
órganos o su función como prueba de la evolución de órganos nuevos están apoyando
una causa ya perdida. El profesor Dewar insiste en una pregunta atinada: ¿Dónde están
los órganos nacientes, los que están en el proceso de evolucionar para ser órganos
útiles?... Para probar la teoría hace falta mostrar la existencia de órganos “nascent”,
órganos adquiridos recientemente por un animal y que no existían en sus antepasados…
Hasta ahora no se han encontrado, ni en seres vivos ni en fósiles… ni se hallarán jamás
porque no existen, la evolución es una teoría falsa…
La llamada “selección natural” y la “supervivencia de los más aptos”, son ideas
bonitas, pero no ciertas. La primera “no puede originar características nuevas,
solamente seleccionar las que ya existen” (profesor Coultre, Universidad de Chicago).
Si fuera verdad tendría la tendencia de eliminar órganos nuevos como los
especializados, cuando estaban aún en vías de desarrollo, por ser, durante esos miles de

219
años, inútiles, y muchas veces, estorbos. Con referencia a “supervivencia de los más
aptos”, aún hay seres que por su estupidez y falta de autodefensa debían haber
desaparecido hace millares de años (ejemplo, los elefantes de mar). Algunos de ellos
experimentan gran aumento, a pesar de las circunstancias que están llevando a la
exterminación a otros géneros superiores (como por ejemplo la zarigüeya u “opossum”)

* * *

Resulta muy difícil comprender y admitir el hecho de que las leyes y fenómenos
naturales y los mecanismos evolutivos hayan sido causa en los tiempos prehistóricos de
que, a fuerza de mutaciones y transformaciones sucesivas, los seres hayan podido
ascender desde el ser unicelular más simple, una ameba, pongamos por caso, hasta el ser
pluricelular más complejo que es el hombre; y en cambio, que las mismas leyes y
fenómenos, durante un lapso de tiempo de treinta o cuarenta mil años de existencia del
hombre sobre la Tierra, no hayan producido en los seres vivos, incluso el hombre,
modificaciones de clase alguna en sus características fundamentales, cuando es lógico
suponer que la continuidad de las mismas causas lleva implícita la continuidad en
idénticos efectos, aunque, naturalmente, la importancia cuantitativa y cualitativa de tales
modificaciones hubiese sido proporcional al lapso de tiempo transcurrido en uno y otro
caso. Por otra parte, resulta lógico considerar que si las supuestas transformaciones de
unas especies en otras fuese un fenómeno controlado, impulsado y dirigido por una ley
natural, que es como tenía que haber sido para producir tales efectos, dichas
transformaciones tendrían que haberse realizado, a mayor o menor escala, durante todos
los miles de años de existencia del hombre sobre la Tierra, y tendrían que producirse
también ahora… Pero no es así. Jamás se ha registrado ni comprobado el paso de una
especie a otra, y en cambio está científicamente comprobado el hecho de la permanencia
y estabilidad de las especies, con todas sus características fundamentales invariables. La
especie biológica está constituida por un grupo de individuos que, además de tener con
los de otros grupos un determinado número de caracteres genéricos comunes
(anatómicos, estructurales orgánicos) poseen otros específicos, comunes a los del grupo
considerado, por los que éstos se asemejan entre sí y se distinguen de los otros. Entre
estos últimos caracteres destacan por su trascendencia la base cromosómica y genética,
el intercambio genético por cruzamiento sexual, y la producción de descendencia
fecunda. Efectivamente. Según las más recientes investigaciones biológicas y genéticas,
el número de cromosomas es el mismo y constante en las células de los individuos de
cada especie, y diferente unas de otras (46 en el hombre, 36 en el pollo, 20 en el trigo,
etc.) constituyen por tanto una de las principales características esenciales de cada una.
Consecuentemente, la dotación genética (ADN) es también proporcional al número de
cromosomas, y, al ser por ahora ésta de los caracteres hereditarios de la especie, no
solamente representa una relación cuantitativa, sino también una característica
cualitativa específica. El intercambio genético, por cruzamiento sexual, y la obtención
de descendencia fecunda entre los individuos de la misma especie, están considerados
también como otras de las características más significativas de cada especie. Así, el
conejo se considera una especie porque todas las variedades de conejos pueden
cruzarse entre sí y obtener descendencia fecunda. El conejo y la liebre, el perro y el
coyote, pongamos por caso, se consideran especies diferentes porque rara vez o quizás
nunca se cruzan entre sí y no se han registrado híbridos de clase alguna. Todos los
caballos pertenecen a una misma especie y los burros a otra, y la experiencia demuestra
que del cruzamiento de estas dos especies se producen los mulos, que son híbridos

220
completamente estériles, con lo que queda cerrada la descendencia fecunda… La
Humanidad constituye una sola especie distinta de las del chimpancé, gorila y
orangután. Cada una de estas especies constituye un sistema genéticamente cerrado y no
existe intercambio alguno de genes entre ellos…
Todo esto sigue confirmándonos que la evolución es imposible
científicamente…

* * *

Entre los medios propuestos para hacer verosímil la evolución orgánica, ya que
sus inventores no admiten el supuesto de ningún ser sobrenatural (creyéndose en
cambio, sus fantasiosas tesis, carentes totalmente de base científica) se encuentra la
selección natural, influida por el ambiente y un proceso de micromutaciones. Por su
misma definición, la selección natural tendría que escoger solamente características
ventajosas, eliminando, todo posible órgano incipiente por ser aún inservible. Siendo
así, ¿podría haber sido la selección natural un medio de desarrollo progresivo? Si la
selección natural fuera verdad, sería una espada de dos filos, que cortaría
imparcialmente por ambos lados: abriendo paso hacia la perfección y eliminando todo
lo que fuese perjudicial e inútil. De esta forma, si se originara un órgano útil tendría que
ser válido desde el primer momento, o por el contrario, la misma selección natural
impulsaría a la criatura a deshacerse de él. Por ejemplo, si el murciélago no hubiera
recibido alas servibles y el debido instinto para usarlas, hubiera tenido que arrastrarse,
porque con alas medio desarrolladas no habría podido huir de sus enemigos, y hubiera
sido exterminado por los gatos, las zorras o cualquier animal predador. ¿Cómo comería
un elefante con la boca que tiene y el cuello tan corto, si solamente hubiese tenido al
principio una trompa rudimentaria?... La selección natural ha sido atacada por algunos
de los mismos evolucionistas, ya que los más aptos que sobreviven han sido
considerados más aptos, por el solo hecho de que han sobrevivido (no siendo posible
antes una predicción de su supervivencia). Hay muchos ejemplos de sobrevivencia de
criaturas obviamente menos aptas, y la desaparición de las aparentemente más aptas,
como por ejemplo la zarigüeya, el elefante marino, en contraste con el tigre con dientes
de sable... Aunque la crianza selecta dirigida por los hombres puede producir
variaciones dentro de una especie, y algunas mejores desde el punto de vista humano,
siempre es con limitaciones definitivas. Por ejemplo, mediante la selección se pueden
criar gallinas grandes, pero no pueden llegar a aproximar su tamaño al de los avestruces,
ni tener sus características peculiares.
Hay que tener presente que si la selección natural existiera, solamente podría
seleccionar entre características que ya existen, no originar nuevas. Emile Guyenot
escribió: “La selección natural, contrariamente a lo que Darwin sostenía, tiene un
efecto conservador, y limita la variación de las especies”… El profesor Haldane, en la
Conferencia del Consejo Biológico en Birmingham, Inglaterra, dijo: “Lamento tener
que informarles que no se ha observado que la selección natural cause ningún cambio
evolutivo”…
En resumen no se puede considerar la “selección natural” como dato positivo
para nuestras computadoras cerebrales… Los mismos evolucionistas confiesan que el
noventa y nueve por ciento de las mutaciones son de daño… Gregorio Mendel demostró
que las características hereditarias son estables. Weisman mostró la imposibilidad de
heredar características adquiridas. Por ejemplo: los hijos de una familia cuyos
antepasados han sido herreros durante varias generaciones, no nacen con los brazos más
desarrollados. Durante muchísimas generaciones las mujeres chinas vendaban los pies

221
de sus hijitas hasta que eran mayores, ocurriendo entonces que todas las mujeres chinas
tenían los pies pequeños. Sin embargo, desde que sus gobernantes impidieron tal
costumbre, las generaciones posteriores han vuelto a tener los pies normales… Lo
mismo ocurriría si se cortase el rabo a los animales durante varias generaciones… Una
micromutación se refiere a un pequeño cambio permanente en un gene, que se transmite
a las generaciones sucesivas. Los biólogos que más han experimentado en esto admiten
que el noventa y nueve por ciento de las mutaciones son dañinas... “Las mutaciones que
conocemos en general son alteraciones orgánicas, deficiencias, o la duplicación de
órganos existentes… nunca producen nada ni verdaderamente nuevo ni original en el
esquema orgánico, nada que pudiera considerarse la base de un órgano nuevo ni la
preparación para una nueva función”. (Dr. Eiseley, en “New York Times”).
Además, los observadores han notado que aún cuando en esa rara ocasión que
una mutación sea beneficiosa en un aspecto, tiende a debilitar la vitabilidad para
sobrevivir y también a estorbar el orden interior de las células, impidiendo que
sobresalgan. En el último medio siglo, los científicos en sus laboratorios han hecho
muchos miles de experimentos procurando micromutaciones beneficiosas sin lograr
progreso ninguno. El doctor Goldschmitdt y otros grandes bioquímicos llegaron a estar
tan frustrados que, sin dejar de profesar fe en la evolución, abandonaron todo intento de
producir una mutación beneficiosa. También, con más frecuencia, los mutantes son
recesivos. En cuanto a macromutaciones, aparte de una intervención divina, ¿quién
puede imaginar un medio por el cual se podría lograr?...
En la Paleontología no se han hallado evidencias de mutaciones. En la Biología,
el profesor R. Goldschmitdt, de la Universidad de California, escribió: “No estoy de
acuerdo con el punto de vista de los libros de texto de que el problema de la evolución
ya está resuelto en lo que concierne a la base genética…”
En la Botánica, el doctor Heribert Nilsson, Director del Instituto Botánico, Lund
University, escribió: “Mis esfuerzos para demostrar la evolución por experimentos
llevados a cabo durante más de cuarenta años, han fracaso completamente… De los
hechos paleobiológicos no es posible hacer siquiera una caricatura de una
evolución”…
El profesor E. Enoch, escribió: “El poliploidismo debe ser considerado como
un fenómeno secundario observado casi exclusivamente en plantas; las células
poliplides tienen la misma disminución de vitalidad y pérdida consecuente de poder
competitivo que los “mutantes”, y por lo tanto, no constituyen material para una
evolución progresiva”…

* * *

Sabemos lo que es una especie. Pero ¿cómo se han formado las especies? Para
nosotros, los que creemos en Dios, la contestación a esta pregunta no ofrece
dificultades: las especies son entidades biológicas creadas por Dios y permanecen
inmutables en sus esencias fundamentales. Sin embargo, Darwin no se conformó con
esta creencia y a dicha pregunta contestó con su famosa obra “El origen de las
especies”, según la cual las especies se han originado por evolución, de un antepasado
común. En su consecuencia, para Darwin y gran parte de los modernos evolucionistas,
la especie no es una entidad estática sino dinámica. No existe, según ellos, distinción
alguna acusada entre especies y “razas” o “variedades”, por la razón “indiscutible” de
que la especie se desarrolla a partir de razas. Las razas, según afirman, son sistemas
genéticamente abiertos y divergen habitualmente y de modo gradual hasta constituir
sistemas genéticamente cerrados “especies”. Este proceso de cierre genético de

222
poblaciones genéticamente abiertas o razas, la denominan especiación… Hace un siglo,
Darwin escribía: “Considerando que las especies, no son sino variedades fuertemente
acusadas y permanentes, y que cada especie existió primero como variedad, podemos
ver por qué no puede trazarse ninguna línea de demarcación entre las especies
(comúnmente atribuidas a actos especiales de creación) y las variedades que se supone
se han producido por leyes secundarias”… Es evidente que si se acepta la teoría
evolucionista, habría que admitir, sin más demostración que la afirmación de Darwin y
contra toda experiencia:
a) Que en lugar de formarse las razas por variación de las especies son ésas las
que se han producido por especiación progresiva de las razas.
b) Que las razas han sido siempre entidades biológicas abiertas, en contaste
transformación por cruzamiento indefinido e indiscriminando con todas las razas, hasta
culminar en la especie, cuando la realidad demuestra que la apertura de las razas en el
cruzamiento de sus individuos, no excede jamás los límites de la especie a que
pertenecen, si existe alguna excepción como la que hemos citado anteriormente (el
caballo y el burro por ejemplo) surge el híbrido estéril o inviable (el mulo)…
c) Que la especie, como entidad biológica genética cerrada y permanente, no ha
existido en la Naturaleza hasta que se formaron las especies actuales, que el hombre ha
conocido, desde que es historia, y que desde entonces permanecen cerradas e
inmutables.
Por todo lo expuesto, nosotros consideramos conceder demasiado al admitir el
hecho de que la variación o raza, que ha sido considerada siempre efecto y no causa de
la especie, transforme de la tarde a la mañana, por la sola afirmación de Darwin y contra
toda experiencia, el efecto en causa y la causa en efecto… lo que es falso. La realidad
natural nos demuestra la especie como entidad biológica permanente e inmutable, en sus
características esenciales, base cromosómica y genética, intercambio genético y
descendencia fecunda; y las razas o variedades como grupos de descendientes de la
especie, portadores de algunos matices diferenciales, como rasgos fisonómicos, color,
tamaño, etc. producto de la transmisión de los caracteres hereditarios de sus
progenitores, algunos de los cuales, rasgos fisonómicos y color de la piel
principalmente, sirven para distinguir unos grupos de otros, pero sin perder de vista el
hecho de que todos ellos conservan íntegras las características esenciales de la especie a
que pertenecen. La demostración de esta última consideración la tenemos perfectamente
clara en el proceso biológico de la especie humana. El aislamiento genético de
determinadas poblaciones y la influencia del medio geográfico y climatológico, con sus
naturales consecuencias de irradiación solar, temperatura, altitud, alimentación,
desarrollo cultural y social, etc. ha dado lugar a gran número de razas con características
fisonómicas notablemente acusadas, que hacen que se distingan sensiblemente unas de
otras. Sin embargo, estas razas, aún las más diferenciadas, son abiertas entre sí, como
pertenecientes a una misma especie, y, en cualquier momento y a cualquier nivel
individual, puede existir intercambio genético entre sus individuos y descendencia
fecunda, dando lugar con ello a una mayor variabilidad, con poblaciones mestizas
intermedias. Pero está demostrado que ninguna de ellas se convierte por tal aislamiento
genético en entidades específicas cerradas, ni su intercambio genético se extiende más
allá de los individuos de la misma raza. Pues si esto ocurre con la especie humana, que
se ha desplazado siempre voluntariamente a todos los continentes y a todas las latitudes,
dando lugar, sobre todo en épocas remotas a ese aislamiento genético y a esos
fenómenos de variabilidad, ¿qué diremos de aquellos otros seres vegetales y animales,
que de no ser transportados por el hombre, o como consecuencia de graves
acontecimientos geológicos o climatológicos, difícilmente abandonan el lugar en que

223
nacen?... Como consecuencia de todo ello, resulta lógico afirmar que la especie, como
entidad biológica fundamental e independiente, está constituida por un grupo de
individuos, que, además de tener con los de otros grupos determinados caracteres
genéticos comunes (anatómicos, estructurales y orgánicos), poseen otros caracteres
específicos comunes a los del grupo considerado (base cromosómica y genética,
intercambio genético (por cruzamiento sexual y obtención de descendencia fecunda):
que, por lo tanto, a aquellos individuos cuyos caracteres específicos son diferentes a los
del grupo considerado, singularmente base cromosómica genética, es lógico también
deducir que se trata de individuos pertenecientes a especies distintas a la considerada,
cualquiera que sean las semejazas o afinidades morfológicas que puedan tener con ésta
última; que la especie, en cualquier circunstancia en que se la considere, está
herméticamente defendida contra toda intrusión de individuos de otra especie que
pudieran alterar su constitución esencial.
No existe, pues, fundamento científico, experimental y lógico que justifique la
hipótesis darviniana de la evolución, según la cual las especies se han originado unas de
otras por transformación progresiva, a partir de un antepasado común.

* * *

Si la tesis evolucionista es cierta, deben existir, o, al menos, haber existido,


especies que constituyan formas intermediarias, que hayan servido de transición o nexo
entre un tipo inferior y el inmediato superior, que marquen el paso de invertebrados a
vertebrados, de pez a anfibio, de anfibio a reptil, etc. No hay duda que existen ciertas
especies animales, actuales algunas de ellas y otras fósiles, que parecen ocupar una
posición intermedia entre otras dos especies o tipos. Por otra parte, no es menos cierto
que faltan muchos “eslabones” en la cadena transformista (evolucionista). La teoría de
la evolución tropieza con serias dificultades para explicar algunos grandes saltos. Así,
por ejemplo, es difícil encontrar un nexo entre los anfibios (la modesta rana) y los
gigantescos reptiles prehistóricos que serían sus ascendientes. De una u otra forma, el
eslabón que más nos interesa es el que media entre el hombre y el mono, el por tantos
años llamado “eslabón perdido”. Los evolucionistas, unos consideran que el hombre
procede del mono, otro grupo en cambio, opina que tanto el hombre como el mono,
derivan a la par de un antecesor común, verdadero tronco a partir del cual se produciría
la gran bifurcación en dos ramas, humana una y antropoide la otra. Pero falta hallar el
nexo de unión entre el mono y el hombre o entre esa rama del tronco común y el
hombre, y no se hallará jamás porque no existe, lo que demuestra la falsedad de la teoría
de la evolución.
* * *

Las leyes de la herencia mendelianas son susceptibles de variadas consecuencias


y diversas interpretaciones, nosotros solamente las enjuiciaremos en el aspecto que
interesa para la finalidad de determinar hasta qué punto pueden justificar los efectos
evolutivos que los evolucionistas atribuyen a la herencia biológica. De un examen
objetivo de tales leyes, resulta:
a) Que todo carácter o factor hereditario de cada ser vivo, constituye una
realidad hereditaria independiente, hoy se denominan “genes”, y, como tal, se forma en
el individuo y se transmite a sus descendencia a través de sucesivas generaciones. Esta
conclusión ha sido comprobada por descubrimientos posteriores conseguidos por
Morgan, según los cuales los genes constituyen el mensaje hereditario de cada individuo
y están alineados en el cromosoma del núcleo de las células reproductoras.

224
b) Que si los progenitores contribuyen a la generación con idéntico tipo de factor
o carácter, los dos se presentan juntos en el descendiente, se produce un carácter
constante.
Esta conclusión precisa de una aclaración para mejor comprender su
trascendencia. Puede ocurrir que ambos progenitores aporten a la generación un mismo
carácter o tipo de factores y entonces, necesariamente, tal factor o carácter ha de
reflejarse en el descendiente. Consecuentemente será el caso de los caracteres esenciales
o fundamentales (anatómicos, estructurales, orgánicos, cromosómicos y genéticos) que
ambos progenitores han de aportar, necesariamente, ya que, al serles comunes, no
puede suceder de otra manera. Por lo tanto, tales caracteres han de reflejarse
forzosamente también en el descendiente. Si nos fijamos bien, fácilmente
comprenderemos que este hecho significa indeterminismo natural e inevitable para
generar, entre las demás características, la clase, categoría y especie de cada nuevo ser,
determinismo que está de acuerdo con la realidad natural.
El mismo fenómeno habrá de producirse si ambos progenitores aportan a la
generación uno o varios caracteres o factores accidentales idénticos (tamaño, color,
rasgos fisonómicos, etc.) Tales caracteres o factores, por ser igualmente comunes a
ambos progenitores, habrán de reflejarse también necesariamente en el descendiente.
c) Que cuando cada uno de los progenitores contribuyen a la generación con
distinto tipo de factores, por ejemplo el A y el a, se produce un híbrido, en el que, según
las experiencias de Mendel con las semillas de guisantes, solamente se refleja el carácter
del factor A, quedando eliminado de la generación el carácter del factor a. Es de
advertir que, para distinguir tales factores, Mendel denominó al primero “factor
dominante” y al segundo “factor recesivo”.
d) Que al formar el híbrido sus células reproductoras, los dos caracteres
hereditarios A y a conservan su unidad hereditaria independiente, de forma que quedan
en disposición de entrar en nuevas combinaciones en la próxima unión; y que los
caracteres o factores de los respectivos progenitores no resultan alterados por su
prolongada asociación en el individuo híbrido.

* * *

Se denomina híbrido a la descendencia del cruce de dos variedades de la misma


especie, cuando, tradicionalmente, el término híbrido se ha empleado para distinguir la
descendencia del cruce de especies clasificadas como distintas. Esta distinción tiene
suma importancia para comprender el mecanismo y la trascendencia de la herencia
biológica en la “evolución” de los seres vivos. Efectivamente: una denominación
indiscriminada para ambos casos, podría conducir a la errónea conclusión de que los
efectos hereditarios son los mismos en uno y otro caso, esto, evidentemente, no es así.
El cruce genético entre individuos de una misma especie es siempre fecundo, y la
aportación genética de los progenitores es siempre idéntica en sus factores o caracteres
fundamentales. Consecuentemente, los efectos de la herencia en su descendencia no
pueden ir más allá del mensaje hereditario de los progenitores, razón por la cual no
puede ser alterada la constitución esencial de la especie a que pertenecen. En cambio el
cruce genético de individuos de distinta especie, sí que podría alterar en su descendencia
la constitución esencial de las especies, ya que, necesariamente, los progenitores han de
aportar a la generación mensaje hereditario distinto. Y esta es la razón de que, en los
pocos casos en que prospera la generación entre especies distintas, surja el híbrido
inviable o estéril, como en el caso de los mulos y otros que cierran toda posibilidad de
alteración de las especies. Hecha esta aclaración, y teniendo en cuenta que tal vez la

225
denominación de híbrido haya podido aplicarse a la descendencia de variedades en
sentido analógico o figurado, nosotros continuaremos denominando también híbrido,
pero sin perder de vista que nos referimos a la descendencia de variedades y no de
especies diferentes. En segundo término, estimamos que el hecho de que en el individuo
hibrido no se reflejen o queden totalmente eliminados los caracteres del factor recesivo,
no dice nada a favor ni en contra del proceso evolutivo. Aparte de que el hecho de no
reflejarse los caracteres del factor recesivo puede ser exclusivo de algunas plantas
vegetales, como los guisantes, por ejemplo y no un fenómeno común a la generación de
todos los seres vivos, es lo cierto que el híbrido reflejará en todo caso caracteres
preexistentes en sus progenitores y no caracteres nuevos ni distintos, que puedan
significar variación fundamental alguna en sentido evolutivo. Idéntico razonamiento
puede hacerse del hecho de que los caracteres o factores hereditarios conserven su
unidad e independencia en la nueva generación. Se presenten o no en las subsiguientes,
no cambia por ello su naturaleza, su importancia ni su trascendencia y por lo tanto no
puede significar tampoco variación fundamental en sentido evolutivo. De todo lo
expuesto se deduce que la teoría mendeliana explica la transmisión a la descendencia,
con determinada frecuencia cuantitativa, de caracteres físicos y morfológicos ya
existentes en la dotación genética de los progenitores (color y forma de las semillas y
vaina, tamaño de los tallos, etc.); pero resulta evidente que esta transmisión no
comprende caracteres nuevos ni distintos formados por mutación de clase alguna
producida en los cromosomas o genes de los progenitores, sino que, por el contrario,
demuestra que los caracteres aportados por los progenitores a la generación se
transmiten a la descendencia inmutables e inalterables, y así permanecen en los
descendientes a pesar de su asociación en el individuo híbrido.
No tiene, pues, explicación el carácter de mutación que algunos investigadores
han atribuido a las experiencias mendelianas, y, en consecuencia, a la evolución, que se
puede ver perfectamente que es imposible científica y bíblicamente.

* * *

Morgan siguió con muchísimo interés el redescubrimiento de las leyes de


Mendel. En principio no estaba muy de acuerdo con algunas de las afirmaciones de
aquél. Le parecía imposible que dos unidades de herencia no fueran afectadas por su
asociación en un individuo. Morgan creía que todo carácter que había sido cruzado
alguna vez, debía quedar contaminado para siempre. Deseoso de comprobar lo que
había de cierto en las leyes mendelianas, comenzó sus propias experiencias con una
“especie” de mosca: “Drosófila”. Esta mosca, en su tipo silvestre, se distingue por tener
el cuerpo gris y los ojos rojos. Comenzó sus experimentos a base de cruzamientos para
constituir una población numerosa, cuando súbitamente, sin saber cómo ni por qué,
apareció una mosca de ojos blancos. Era el material que necesitaba precisamente para
las experiencias que se proponía. Cruzó la mosca solitaria de ojos blancos con una
hembra de ojos rojos y pronto obtuvo resultados similares a los obtenidos por Mendel
con los guisantes, con la particularidad de que el carácter de ojos blancos se transmitía a
las moscas machos y no a las hembras. Este resultado le sorprendió, si bien en
posteriores experiencias averiguó su causa. Como resultado de todas sus experiencias e
investigaciones y de sus observaciones sobre el funcionamiento de las células y de los
cromosomas y cómo se realizaba su división, pudo comprobar que el número de
cromosomas de cada ser vivo es distinto y constante en los individuos de cada especie;
que los cromosomas se mueven activamente en el núcleo de la célula, donde
experimentan un proceso de división y realizan una serie de maniobras sorprendentes y

226
asombrosas por su orden, complejidad y presteza; que el material hereditario de los
cromosomas está constituido por una serie de unidades hereditarias o genes, alineadas
en el interior del cromosoma, que son los portadores de los caracteres específicos de
cada ser; descubrió diferencias de tamaño entre los cromosomas y diferencias de forma
entre los gametos del macho y de la hembra, que explican el fenómeno del sexo etc. En
una palabra: Morgan, a la vez que confirmó las teorías de Mendel sobre la herencia,
obtuvo una serie de descubrimientos verdaderamente espectaculares para la
comprensión de su mecanismo. Müller, que formaba parte del equipo investigador de
Morgan, quiso averiguar, por su parte, cuál era el material de que estaban constituidos
los cromosomas y cuáles las unidades hereditarias o genes que la obra de Morgan había
demostrado hallarse ensartadas a lo largo de cada cromosoma. La dificultad para ello
consistía en que las mutaciones eran extraordinariamente raras. En los millones de
moscas que había obtenido Morgan durante un año, solamente halló una mosca de ojos
blancos. La solución al problema podía ser disponer de un medio más rápido para
conseguir mutaciones más frecuentes, y de esta forma alcanzar la posibilidad de sondear
mejor la estructura de genes y cromosomas. No era tarea fácil, pues los genes están
excelentemente protegidos. Dentro del cuerpo, en el interior de la célula y dentro del
núcleo, se hallan defendidos por la membrana nuclear, el citoplasma y la pared de la
célula y por el resto del cuerpo. Por otra parte, los muchísimos investigadores que han
estudiado el material genético, entre ellos Morgan y Müller, habían sometido a los
genes a toda clase de procedimientos para alterarlo, sin conseguirlo. Pero no obtuvo
resultado. Müller pensó que, al tratarse de una molécula con propiedades que dependen
de su composición química, el gene podía recibir el impacto de los electrones
resultantes de la absorción de rayos X o de rayos de menor longitud de onda y ser
alterado por ellos. Efectivamente: Müller puso en práctica su pensamiento y expuso a
centenares de moscas bajo los efectos de rayos X. Después, las moscas así tratadas
fueron apareadas con otras que no habían sido sometidas a tal tratamiento. Al cabo de
diez días millares de mosquitas nuevas se agitaban en las botellas de cría, y Müller pudo
contemplar una variada colección de mutaciones, como nunca había visto antes. Había
mutaciones de todas clases. El asombrado investigador contó moscas de ojos saltones,
ojos aplanados, ojos dentados y hasta moscas sin ojos. En una palabra, las moscas
sufrieron una serie de alteraciones de tal naturaleza, que algunas de ellas llegaron a
presentar hasta una mezcla de caracteres sexuales. También Beadle y Tatum, por su
parte, realizaron laboriosas experiencias con un moho rojo llamado “neurospora”, que
se desarrolla sobre el pan en los climas cálidos. Estas experiencias consistieron en
someter a unos centenares de esporas de tales mohos a los efectos de rayos X, como
había hecho Müller con la mosca Drosofila, obteniendo como resultado la provocación
de mutaciones que impidieron a las esporas sintetizar vitamina B6, necesaria para
reproducirse. En posteriores experiencias y mediante el cruce de esporas mutadas con
otras no mutadas, se observó que esta mutación fue transmitida a la mitad de la
descendencia que, consecuentemente, tampoco pudieron reproducirse. La otra mitad se
desarrolló fuerte y vigorosa. “No podían persistir dudas serias de que una mutación
podía alterar la química y con ella todo el funcionamiento de un organismo. La
herencia de la incapacidad del Neurospora para sintetizar la vitamina B 6, subrayaba el
hecho de que dicho cambio estaba en un gen y en el cromosoma. De manera que los
genes eran los que determinaban el comportamiento químico de los mohos; o sea, que
los genes actuaban químicamente”. Como consecuencia de todo ello se dedujo “que el
sistema debía ser el mismo en el hombre y en todos los seres vivos. El cambio
experimentado por el Neurospora sugería que en algún punto muy alejado de la
ascendencia humana, mutaciones diversas habían destruido nuestra posible capacidad

227
para sintetizar vitaminas. Desde entonces, nuestros antepasados pudieron obtener estas
vitaminas con sus alimentos. La verdad es que si no hubieran podido hacerlo, no
existirían hoy seres humanos para especular sobre lo que pudo haber pasado. La
estirpe no hubiera sobrevivido”…
La mutación tiene siempre consecuencias negativas, lo que implica un rechazo
científico total a la teoría de la evolución.

* * *

Es evidente que el proceso de conformación del material hereditario (ADN y


ARN) y las operaciones de división y automultiplicación de las células que dan origen a
la formación de los seres vivos, están regidos por unas leyes naturales, constantes,
universales, inmutables, que difícilmente permiten errores y alteraciones de clase
alguna, como lo demuestran las enormes dificultades con que han tropezado los
investigadores para producirlas artificialmente, como se desprende de las experiencias
citadas. Pero es perfectamente admisible que momentánea, accidental y
circunstancialmente, estas leyes pueden sufrir alguna alteración y dar origen a una
mutación espontánea en el material genético constitutivo de un ser determinado. Según
las más recientes investigaciones en Biología y Genética parece que el ADN y ARN,
como compuestos básicos y esenciales del material hereditario, son los portadores de la
información genética que determina al tipo de moléculas proteínicas que constituyen
cada organismo. Las proteínas, a su vez, son las que regulan el metabolismo y, por
tanto, determinan las propiedades fisiológicas de los seres vivos, y, en gran parte, las
morfológicas. Algunos biólogos estiman que, en las moléculas de los ácidos nucleicos,
aunque con frecuencia muy pequeña, se producen cambios. En cierta proporción dichos
cambios se deben a que, según las leyes de la mecánica cuántica, dada la estructura del
ADN, la información genética no es completamente estable. Existe pues, según ellos,
una pequeña probabilidad de cambio intrínseca en la misma naturaleza del material
hereditario; pero, además, parece que varios agentes extrínsecos al ADN pueden
determinar cambios en el mismo. Entre estos agentes están las radiaciones ionizantes de
onda corta y otras radiaciones, como la luz ultravioleta, diversas sustancias químicas,
etc. Los cambios pueden consistir en la sustitución de la base de un nucleótido o más, en
la inversión de la secuencia de dos o más, o en adiciones o pérdidas más importantes del
material genético. A estos cambios, que se producen en el material hereditario, se les
llama mutaciones y tienen por consecuencia causar alteraciones en la síntesis proteica.
También parece que pueden originarse alteraciones en el material hereditario como
consecuencia de cambios drásticos que pueden operarse en las radiaciones citadas o en
las condiciones meteorológicas y climatológicas del medio geográfico en que se
desarrolla la especie, de modo que obligue a sus individuos a una forzosa adaptación al
nuevo ambiente o a trasladarse a distinto nicho ecológico, como las consiguientes
variaciones de ambiente vital.
Admitimos, pues, esta posibilidad, pero ¿puede esta clase de mutaciones
explicar, por sí solas, los efectos que se les atribuye en la evolución de los seres vivos,
por muy dirigida que esté por la “selección natural” y por “muchos millones de años”
que se les conceda de margen, para ascender desde una célula primitiva, única e
indiferenciada, pasando por toda la escala natural, hasta el hombre?... No, por mucha
que sea la “información” que los seres vivos puedan acumular en el material hereditario
por los agentes expresados, no pueden producir tales efectos.
La “mutación”, por muy dirigida que esté por la “selección natural” y por
“muchos millones de años” que se le concedan para producir los efectos que se le

228
atribuyen en la evolución de los seres vivos, no basta para explicar el hecho de que éstos
últimos hayan podido ascender, evolutivamente, desde el organismo unicelular más
elemental hasta el ser pluricelular más complejo, que es el hombre, creado directamente
por Dios como narra la Biblia.

* * *

La herencia biológica es el cauce por el que discurren, además de las fuentes de


la vida, todas las características específicas de los progenitores que concurren a la
generación de nuevos seres. Entre estas características, unas son idénticas en ambos
progenitores (anatómicas, estructurales, orgánicas, cromosómicas y genéticas) y otras
pueden ser diferentes (tamaño, color, rasgos fisonómicos, etc.) Unas y otras constituyen
el mensaje hereditario que los progenitores aporten a la futura generación. Las primeras
son esenciales y fundamentales y, evidentemente, determinan la clase, categoría y
especie del nuevo ser. Las últimas son accidentales y constituyen la materia prima de la
variabilidad de los seres vivos. Por lo tanto, es muy interesante, para obtener
conclusiones válidas, conocer y analizar las causas de tales variaciones y el mecanismo
de su transmisión hereditaria. Para ello tomaremos como base o punto de partida las
experiencias e investigaciones realizadas y las conclusiones deducidas por el famoso
monje agustino Gregorio Mendel, y por los no menos famosos biólogos
norteamericanos Morgan y Muller, Premios Nobel de Biología.
Mendel realizó varias experiencias e investigaciones con diferentes plantas
vegetales; pero entre ellas destacaron por su precisión y esmero las practicadas con 22
variedades de semillas de guisantes, que él mismo seleccionó, sembró y cultivó. Estas
experiencias consistieron en fecundar artificialmente dichas semillas, depositando polen
de plantas de determinadas características (color y forma de las semillas y vainas,
tamaño de los tallos, etc.) en los estigmas de plantas de diferentes características. En
dichas experiencias obtuvo los siguientes resultados:
a) Fecundó artificialmente plantas de semillas de color amarillo con polen de
semillas de color verde, y viceversa.
b) De idéntica manera fecundó plantas de semillas de forma redondeada con
polen de semillas angulosas o arrugadas, y viceversa.
Cuando las plantas maduraron procedió a examinar el contenido de las vainas y
observó: que las semillas referentes al color (amarillas y verdes) eran todas de color
amarillo; y que las referentes a la forma de las semillas (redondas y angulosas) eran
todas redondas. Quedaron eliminados de la generación los caracteres verdes y
angulosos.
c) También sembró y cultivó las semillas obtenidas en tales experiencias y dejó
que los guisantes se fertilizaran a sí mismos de forma natural y de esta manera
obtendrían el cruce entre unos mismos híbridos, o sea entre híbridos idénticos.
A la recolección de estas últimas legumbres pudo observar: que en las que se
referían al color de las semillas (amarillas y verdes) aparecieron en la primera vaina un
guisante verde junto a cuatro guisantes amarillos, y que realizado el recuento de las
semillas recolectadas, obtuvo el siguiente resultado: de 258 plantas cultivadas obtuvo
8023 guisantes, de los cuales 6022 eran amarillos y 2001 verdes. La relación era pues
de 3 a 1. Idéntico resultado y relación de 3 a 1 obtuvo en las plantas referentes a la
forma de las semillas (redondas y angulosas). De 7324 guisantes 5474 eran redondos y
1850 de superficie angulosa.
El mismo significativo cociente apareció en todos los restantes cruzamientos de
híbridos de otras características.

229
d) Mendel sembró también los guisantes angulosos y arrugados obtenidos de los
primeros híbridos, en un lugar separado, y pudo observar que todas las plantas dieron
solamente guisantes de superficie irregular y así continuaron produciéndolos en
sucesivas generaciones, mientras les permitió fecundarse a sí mismos. Eran recesivos
puros… Del conjunto de tales experiencias y de las realizadas con otras plantas, obtuvo
resultados no siempre coincidentes; pero las prácticas con las semillas de guisantes
fueron tan concluyentes y uniformes, por la coincidencia de sus resultados, que llevaron
a formular las siguientes conclusiones definitivas, las cuales, después de permanecer en
el olvido o la ignorancia de los posteriores investigadores, durante cerca de medio siglo,
han sido adoptadas por la mayoría de ellos como leyes fundamentales de la herencia
biológica. Las conclusiones son:
1) Todos los seres vivos constituyen complejos de un gran número de unidades
que se heredan independientemente.
2) Cuando cada uno de los progenitores contribuye con el mismo factor y los dos
se presentan juntos en el descendiente, se produce un carácter constante. Pero si un
progenitor contribuye con un tipo de factor, por ejemplo el A, y el otro con un factor
distinto, por ejemplo el a se produce un híbrido. Cuando el híbrido forma sus células
reproductoras, los dos factores de herencia dejan de ir juntos, se liberan el uno del otro,
y de esta forma están en condiciones de entrar en nuevas combinaciones en la próxima
unión.
3) Los factores no son alterados por su prolongada asociación en el individuo
híbrido. Salen de unión tan puros como cuando entraron en ellas.

* * *

Hemos de significar, una vez más, la fundamental diferencia que existe entre el
fenómeno de la “mutación” y el de la “variabilidad natural”.
Algunos evolucionistas no distinguen entre uno y otro porque, probablemente,
los consideran efecto de un solo fenómeno: la “mutación”. Pero biológicamente esto no
es así. La “variabilidad” no precisa de “mutación” para producirse. Es una consecuencia
natural de los diferentes caracteres que aportan los progenitores a la generación de
nuevos seres y que se transmiten a la descendencia Ordinariamente, estas diferencias
afectan a caracteres accidentales como tamaño, color, rasgos fisonómicos, etc, que ya
van especificados en los genes correspondientes; que no alteran en forma alguna los
caracteres fundamentales (cromosómicos, anatómicos, estructurales y orgánicos) del
ser; y representan, en la mayoría de los casos, diferencias ambientales del medio
geográfico, climatológico, etc. en que viven y se desarrollan. No exige por tanto
mutación alguna para producirse. Se trata de un fenómeno natural y permanente, propio
de todo ser vivo, sobre todo de los que se producen sexualmente. La “mutación” por el
contrario, es un fenómeno antinatural, casual, esporádico; en una palabra: es la
alteración de un fenómeno natural, que lleva implícita una “anomalía” en la
configuración y estructuración del material hereditario, con las naturales consecuencias
en la conformación biológica del ser mutado. Si tenemos en cuenta que en la
reproducción sexual entre individuos de la misma especie los caracteres fundamentales,
cromosómicos, anatómicos, estructurales y orgánicos, son comunes a ambos
progenitores, sacaremos la consecuencia de que si no hay mutación no puede haber
variación en ellos. En cambio, los caracteres accidentales, tamaño, color, rasgos
fisonómicos, etc. son muchas veces diferentes y, por lo tanto, no es necesario que haya
mutación para que la variación se produzca. Es evidente, por tanto, que la
indiscriminación en la consideración de ambos fenómenos puede conducir a una errónea

230
interpretación de la verdadera importancia y trascendencia de cada uno: algo de esto se
ha producido al enjuiciar las experiencias mendelianas cuyas conclusiones algunos
evolucionistas atribuyen trascendencia mutacionista. Sin embargo, de ellas se desprende
la transmisibilidad a la descendencia, con cierta regularidad y determinada proporción,
de algunos caracteres accidentales, ya existentes en las semillas cruzadas (color y forma
de las semillas y vainas, tamaño de los tallos, etc.) y la permanencia de tales caracteres
inalterados en la descendencia, a pesar del cruzamiento. Pero de mutación, nada.
Hecha pues esta importantísima distinción, pasamos a exponer las razones en
que fundamos nuestro criterio, contrario a conceder a la mutación los efectos evolutivos
que falsamente se le atribuyen.
Según reconocen explícitamente los propios investigadores, la mutación en los
seres vivos es un hecho que se produce al azar, es decir, es un hecho, como dijimos
antes, antinatural, casual, esporádico y aislado. No obedece, por tanto, como la
variabilidad natural, a una propiedad intrínseca del material hereditario que, por el
contrario, está sujeto, en su formación y estructuración, a un proceso
extraordinariamente complejo, pero tan exactamente regulado por leyes biológicas
precisas, automáticas, constantes, universales e inmutables que, normalmente impiden
cualquier alteración en su constitución esencial y específica. Esta evidente exactitud y
regularidad natural en el proceso de formación del material hereditario, común a todos
los seres vivos de la Naturaleza, hacen concebir la mutación como un hecho anormal,
contrario a la naturaleza intrínseca del ser, y por lo tanto, solamente puede admitirse
como una posibilidad remota y accidental. Pero como la anormalidad puede producirse
“al azar” en cualquier proceso por muy bien regulado que esté, hemos de admitir
nosotros también la posibilidad de una mutación que podrá producirse accidentalmente,
y por causas difícilmente previsibles, en el proceso de formación de cualquier ser vivo,
y que podrá consistir en la alteración de la organización y estructuración del material
hereditario, y, por lo tanto, en los caracteres físicos, químicos, fisiológicos y
morfológicos del ser en que se opera la mutación.
Suponiendo que esta mutación se transmita a la descendencia, y aquí entra en
juego la teoría mendeliana de la transmisibilidad e inalterabilidad de la mutación en la
descendencia, se precisa que tal mutación reúna una serie de condiciones sin las que no
podría tener eficacia evolutiva, y son, a saber:
a) Que aumente la capacidad y eficacia biológica del ser mutado, capacidad y
eficacia que los evolucionistas valoran por su mayor capacidad reproductora, para que
la “selección natural” se encargue de eliminar a los menos aptos y de conservar los más
capaces.
b) Que la mutación actúe siempre en forma progresiva y ascendente y en el
mismo sentido, en todas las generaciones sucesivas de los seres mutados, pues,
evidentemente, si tales condiciones dejaran de darse, por cualquier causa, la mutación
quedaría reducida a la trascendencia y característica inicial, cuando no desvirtuada, sin
poder alcanzar, por tanto, estadios superiores.
c) Que nuevas mutaciones, que completen y desarrollen la característica iniciada
en la mutación primera, se produzcan precisamente, en la descendencia de los seres ya
mutados, de forma que las mutaciones sucesivas puedan continuar el proceso evolutivo
iniciado en la primera mutación, acentuando indefinidamente aquella característica
hasta alcanzarse un resultado que origine, por ejemplo, que un pez se convierta en reptil,
o que éste se transforme en una ave, pues no es presumible que una transformación de
esa categoría se alcance en una sola mutación.
Al no darse científicamente ninguna de las tres condiciones hay que concluir que
la mutación no puede dar lugar a la evolución, como falsamente consideran los

231
evolucionistas, y como podemos ver por la misma ciencia y experimentos que se han
hecho, se hacen y se harán, la evolución es una teoría falsa, no tiene base científica
alguna.

* * *

Un razonamiento lógico y objetivo se resiste a admitir que una modificación


producida “al azar” mejore o aumente la capacidad y eficacia biológica de un ser. No
debemos olvidar que, mientras no se demuestre lo contrario, todos los seres vivos desde
el más elemental al más complejo, constituyen individualidades biológicas completas y
autónomas, dotadas, individualmente, de todo lo necesario para vivir y desarrollarse
conforme a su especie, y que su constitución esencial viene determinada por el material
genético de la especie a que pertenece o la de sus progenitores. Consecuentemente,
cualquier mutación ha de considerarse un error biológico en el proceso normal de la
formación de un ser. De ello se deduce la extraordinaria dificultad de que un todo
orgánico completo, dotado de todo lo necesario para su fin biológico, resulte mejorado
por la mutación o cambio “al azar” de las partes que lo componen. Esto equivaldría a
admitir que una máquina, un reloj, por ejemplo, podría resultar favorecido en su
constitución y en su funcionamiento, aumentando o disminuyendo caprichosamente o al
azar las piezas que lo integran o alterando, en la misma forma, la disposición de sus
partes. Por otra parte, la práctica demuestra que toda mutación que se observa en los
seres vivos se manifiesta en el ser que la padece en forma defectuosa, algunas veces
monstruosa o letal, y, en general, se observa que todas ellas reducen ostensiblemente,
cuando no anulan totalmente, la capacidad biológica del ser mutado. Todavía falta por
demostrar un solo caso en que una mutación haya producido en un ser vivo mayor
perfección morfológica y fisiológica. Todas las que pueden considerarse auténticas
mutaciones llevan anejas ausencia o proliferación de miembros o disposición defectuosa
de los mismos, o alteración perturbadora de sus propiedades químicas, con la
consiguiente disminución, en todo caso, de su capacidad biológica. Y no hace falta que
nos alejemos mucho en averiguaciones para demostrar la certeza de estas afirmaciones.
Basta con que consideremos las experiencias realizadas por Müller, con la mosca
Drosófila, y por Beadle Tatum con el moho Neurospora. Estas experiencias, además
de no expresar nada en el orden puramente natural, por ser provocadas en condiciones
artificiales no naturales, solamente han demostrado que pueden conseguirse alteraciones
en el material genético sin destruir totalmente, en algunos casos, el ser en que se opera.
Pero es lo cierto que tanto en unas como en otras quedó bien patente el hecho de que la
capacidad biológica de la descendencia de los seres experimentados quedaba
profundamente afectada, algunas veces en forma monstruosa o letal, y en todo caso
sensiblemente disminuida… También se resiste a un razonamiento lógico y objetivo
admitir el hecho de que una mutación producida “al azar” en un ser determinado
adquiera mayor trascendencia en la descendencia por el solo hecho de su transmisión
hereditaria. El progenitor mutado no puede transmitir a la descendencia una mutación
superior a la categoría que haya alcanzado en él, según quedó demostrado en las
experiencias de Mendel. Igualmente consideramos extraordinariamente difícil que
nuevas mutaciones coincidan “al azar” en la descendencia de un ser ya mutado para
completar y perfeccionar, en forma progresiva y ascendente, el cambio operado en la
primitiva mutación hasta producir transformaciones de la naturaleza y categoría a que
antes nos referimos. En resumen: si la mutación es poco probable, por ser contraria a la
naturaleza intrínseca del ser; si su transmisión hereditaria indefinida a la descendencia
es también problemática, como lo prueba el hecho de que mutaciones que originan

232
defectos o proliferación de miembros u órganos, que no afectan a la capacidad
reproductora del ser, no se hayan extendido a poblaciones enteras, como lógicamente
tenía que haber sucedido; si los efectos de la mutación en la descendencia de los seres
mutados no pueden, lógicamente, ser superiores a los producidos en el progenitor; si la
concurrencia de nuevas mutaciones “al azar” en seres portadores de una mutación
heredada, rebasa los límites de una posibilidad racional; si la falta de continuidad en el
fenómeno, en este caso la mutación, lleva implícita la falta de continuidad en el proceso
evolutivo, en este caso las supuestas transformaciones, ¿cómo puede ser la mutación la
causa o el soporte sobre el que descansa todo el proceso de evolución integral de los
seres vivos, por muy dirigida que esté por la “selección natural” por muchos “millones”
de años que se le concedan para producir tales efectos?...
La mutación no puede producir en forma alguna los efectos radicales que se le
atribuyen en la evolución natural, lo que demuestra que científicamente la evolución es
imposible.

* * *

El hecho de que en la época primaria o secundaria no aparezcan fósiles de


reptiles, aves o mamíferos que luego aparecen en la época terciaria o cuaternaria, no
quiere decir que éstos procedan por evolución de los crustáceos y peces que existieron
en la época primaria; así como el hecho de encontrar fósiles de las épocas primarias
cuyos descendientes no han llegado hasta nosotros, tampoco implica que están
representados actualmente por otros seres descendientes de aquéllos pero totalmente
transformados a consecuencia de mutaciones operadas en su descendencia, a través de
millones de años, por obra y gracia de la “evolución natural”… La realidad natural
demuestra que la inmensa mayoría de los descendientes de aquellos seres que existieron
en las épocas geológicas más remotas, han llegado hasta nosotros, sin haber
experimentado modificación alguna apreciable en su constitución esencial y específica,
lo que indica que la evolución ha producido muy poco o ningún efecto en tales especies;
y no es aventurado suponer que aquellos que no han llegado hasta nuestros días,
hubieran resultado extinguidos a consecuencia de cataclismos geológicos y fenómenos
atmosféricos y climatológicos extremados, que en aquellas épocas debieran ser tan
frecuentes como importantes, y que, por su constitución estructural y orgánica, no
hubieran podido superar. Las grandes mutaciones que se atribuyen a muchas especies
actuales, en relación con fósiles que se consideran por los evolucionistas ascendientes
de aquellas, no pueden tener más valor que simples hipótesis, ya que,
experimentalmente, es imposible demostrar, por ejemplo, que un ave procede por
evolución de un reptil… En una palabra: la Paleontología podría decirnos, con un
margen razonable de error, si un fósil corresponde a un reptil, a un ave o a un mamífero,
incluso la clase, familia, orden, género y especie a que pertenece y la época geológica
en que existió. Pero lo que consideramos muy difícil que nos pueda decir, sin grave
riesgo de equivocarse, porque carece de elementos de juicio suficiente, es si los reptiles
proceden por evolución de los peces y anfibios que les han precedido o si las aves y los
mamíferos proceden de los reptiles. El proceso que ello exige no es el de una simple
evolución, sino el de una radical transformación de los seres, cuya realización exige, no
solamente muchos millones de años, que esos pueden concederse tantos cuantos se
deseen… sino, además, una acción sistemática, ordenada, intencional y permanente
sobre la totalidad de su constitución física, genética, anatómica, estructural y orgánica
que rebasa todas las posibilidades de una acción espontánea y al azar. La realidad
natural actual y la experiencia de todos los tiempos demuestran que la aparición de la

233
vida y la formación del ser vivo más elemental no se ha producido jamás
espontáneamente… En efecto: todos los seres vivos están compuestos de materia. La
materia está demostrado que tiene energía, pero no se ha demostrado que tenga vida.
Los seres vivos, además de materia, tienen organización: son materia organizada: ¿será
vida la “organización”?... No, porque si la organización fuese vida ésta subsistiría
mientras dure la organización. Y esto sabemos por experiencia que no es verdad. En un
cadáver hay materia y organización, pero no hay vida. En una máquina construida por el
hombre hay también materia y organización, pero tampoco hay vida. La materia podría
aglutinarse en virtud de sus propiedades intrínsecas de atracción, cohesión, afinidad,
etc., o por acción de las fuerzas físico-químicas de la Naturaleza y constituir cuerpos
compuestos de las formas más variadas, pero son cuerpos sin vida, sin organización, sin
movimiento. Si no son impulsados o estimulados por fuerzas ajenas tienden a la inercia,
al reposo. En una palabra: la vida parece algo extrínseco a la materia y a la
organización, ya que no se identifica con una ni con otra ni con la conjugación de
ambas. ¿Qué es, pues, la vida? He aquí el misterio, aunque esta expresión no agrade a
los materialistas. Se conoce la estructura y se han conseguido sintetizar algunos
elementos de que se componen los seres vivos, como aminoácidos hasta proteínas,
algunas tan complejas como el ADN y el ARN. Pero de eso a la célula, el más simple
organismo vital capaz de realizar autónomamente todas las funciones vitales, hay
todavía una distancia inmensa.
Hemos de reconocer los múltiples esfuerzos que hacen los evolucionistas para
demostrar lo indemostrable, como acabamos de ver, y todo por negar a Dios, Creador de
todo, ya que tras el montaje evolucionista no hay ni más ni menos que eso: una
negación de Dios, ateísmo.

* * *

La ley de perpetuación de todos los seres vivos, su excepción y dentro de sus


especies respectivas, es sucesión, reproducción: de un huevo, un ser, de una célula otra
célula; de un ser, otro ser; pero, además, semejante, casi igual a su progenitor o
progenitores. Y así, por sucesión directa o ramificada, indefinidamente. De ello se
desprende, que si la aparición de la vida y su organización en materia viviente se
hubiera producido espontáneamente, como opinan los evolucionistas, se trataría de una
propiedad intrínseca a la materia, en una palabra, una ley biológica, y, como todas las
leyes naturales, se habría producido y se continuaría produciendo así, indefinidamente,
en lugar de ser sucesión por autorreproducción o reproducción cruzada, como lo viene
siendo desde que el mundo existe. La experiencia de todos los tiempos demuestra que
los seres vivos jamás han sobrepasado en su evolución los límites de la especie a que
pertenecen. En todo lo que el hombre lleva de historia nunca se ha observado ni
registrado cambio sustancial alguno hasta el punto de rebasar la especie. No se han
observado más variaciones que las diferentes características accidentales que los
progenitores aportan a la generación. Por otra parte, las leyes biológicas y genéticas
demuestran que las especies están herméticamente defendidas contra la intrusión de
especies extrañas, no admitiendo sus individuos intercambio sexual con los de especies
diferentes y no produciéndose en caso alguno interfecundidad entre ellas, salvo los
híbridos que se conocen: el mulo, del caballo y el asno; el mulo es estéril… En una
palabra, con todo ello se demuestra la estabilidad de las características esenciales de
todos los seres vivos, sin más variantes entre los de cada especie que las accidentales a
que antes nos referimos, luego la teoría de la evolución es una utopía, una falsedad: no
tiene base científica. Los evolucionistas dicen que la selección natural es un fenómeno

234
cierto, al perpetuar los más aptos y capaces para subsistir y reproducirse. Pero es un
fenómeno conservador de las excelencias de la especie, en su forma y en su especie,
evitando así la degeneración de las especies que de otro modo se produciría
inevitablemente; pero en modo alguno puede significar la teoría según la cual esta
selección rebasa la especie hasta el punto de convertirse en otra distinta. Este fenómeno
no se ha comprobado, natural ni artificialmente, jamás: es ésta otra prueba más en
contra de la falsa teoría de la evolución… Las más recientes investigaciones en Biología
demuestran que cada especie está dotada de un número de cromosomas característicos
de la especie considerada y distinta de las demás, lo que indica que son
constitucionalmente diferentes; y que la dotación cromosómica y genética sólo puede
alterarse por mutación… La mutación es un fenómeno esporádico, aislado y casual, y
siempre se manifiesta de manera deformante del ser, cuando no monstruosa o letal. Es,
pues, un fenómeno antinatural… Tenemos aquí otra conclusión científica contraria a la
evolución: no hay transformación de un ser en otro como pretenden los evolucionistas.
Si la naturaleza de la vida es un misterio; si la “generación” o “formación espontánea”
del primer organismo viviente es una simple hipótesis, de imposible demostración; si la
división del primer organismo vivo en vegetal y animal no puede probarse; si tampoco
puede probarse el paso del sistema unicelular al pluricelular; si también es un enigma
la autodiferenciación del sistema celular de los organismos pluricelulares, de forma que
unas células constituyen determinados tejidos y órganos y otras células, otros; si
tampoco puede explicarse por qué se produjo la división de los seres en machos y
hembras para que fuera posible la reproducción sexual; si tampoco puede justificarse el
paso de los organismos acuáticos, que parecen ser los más antiguos, a organismos
anfibios y terrestres (reptiles, aves, mamíferos, etc. ) ya que unos y otros han llegado
hasta nosotros como han sido conocidos por el hombre desde que existe; el paso de la
irracionalidad a la racionalidad, por la diferencia cuantitativa del cerebro resulta
excesivamente simplista, y la consecución del bipedismo por el hombre, único
cuadrumano que, según los naturalistas, ha llegado a conseguirlo, tampoco resulta un
fenómeno común a hombres y simios como lógicamente tenia que haber sucedido; si la
dotación cromosómica y genética es idéntica entre los individuos de la misma especie y
los de las razas que de ésta se forman y distingue de las otras especies, aún de las
pertenecientes al mismo género, lo que indica que son constitutivamente diferentes; si
es un hecho comprobado y comprobable que los seres vivos no han evolucionado desde
que han sido conocidos por el hombre hasta el punto de alcanzar caracteres anatómicos,
estructurales y orgánicos superiores ni distintos a los que caracterizan a la especie a que
pertenecen; si todas esas afirmaciones no pasan de ser simples hipótesis que no pueden
probarse y son contrarias a la experiencia de que para su consecución hacen falta
millones de años… lo que impide la posibilidad de su comprobación… no acertamos a
comprender sobre qué base científica, experimental y lógica descansan las falsas teorías
de la “generación espontánea” y la “evolución” para pretender justificar con ellas la
existencia de todos los seres vivos de la Naturaleza, incluso el hombre, por
descendencia genealógica unos de otros, más o menos ramificada, a partir de un único
antecesor común y sin más intervención que las fuerzas y elementos físico – químicos
de la Naturaleza… a no ser que, como ocurre realmente, se quiera en realidad negar a
Dios, y se invente esta falsa y absurda teoría de la evolución sin pies ni cabeza…

* * *

Si tenemos en cuenta que el paso de la posición cuadrúpeda, común a todos los


Primates, a la posición bípeda, exclusiva del hombre, exige una reestructuración

235
importantísima del cerebro y de todo el complejo sistema óseo y muscular del tronco y
extremidades superiores e inferiores del organismo, hasta conseguir una articulación y
configuración de las primeras de tal naturaleza que capacitara sus manos, con su pulgar
oponente, para emplearlas en forma de “pinza de precisión” en la aprehensión de
objetos pequeños como granos, semillas, etc. La estructuración y configuración de los
pies, tal y como están configurados única exclusivamente en el hombre, que les
permitiera el equilibrio cerebral necesario para mantener indefinidamente la posición
erguida, nos daremos cuenta de que la adopción de la posición bípeda por un ser
acostumbrado a la posición cuadrúpeda, quizás durante millones de años, como sus
congéneres Primates, ofrece una serie de exigencias y resistencias de tal envergadura
que lo hacen prácticamente imposible. Como fácilmente se desprende, la posición
cuadrúpeda para los tales simios, sería para ellos la más cómoda, apta y natural para la
satisfacción de todas las acciones vitales inherentes a sus necesidades especificas. Por el
contrario, la posición bípeda tendría que resultarles extraordinariamente violenta,
incómoda e inadecuada, puesto que les obligaría a forzar su constitución morfológica
normal, todo lo cual significaría un serio inconveniente, fácilmente comprensible al
tratarse de irracionales, para someterse, espontánea y voluntariamente, a una posición
violenta y forzada, hasta conseguir los cambios estructurales necesarios que pudieran
convertirla en una posición normal. Con la misma o mayor razón podía haber accedido
a la posición bípeda, con todas las trascendentales consecuencias que a tal posición se
atribuye para los homínidos, los actuales antropoides (orangután, gorila, chimpancé),
coincidentes paralelamente en el tiempo y en el espacio con los supuestos homínidos, en
lugar de la posición semi-erecta y braquiadora que caracteriza a aquellos y les permite
desenvolverse tanto en la vida arborícola como en la sabana, sin necesidad de que en su
estructura cerebral, tronco y extremidades hubiere de producirse cambio alguno, a pesar
de los “millones” de años transcurridos… Admitiendo, siquiera sea en sentido relativo,
que la mayor capacidad craneal y el mayor volumen de la masa cerebral dote a los seres
de superiores posibilidades biológicas e “intelectuales”, parece lógico suponer que las
diferencias que en tal sentido separan al simio del hombre no pueden ser simplemente
cuantitativas, sino también cualitativas y estructurales en la composición y
configuración de sus circuitos cerebrales nerviosos, ya que las acciones y reacciones
físicas e intelectuales que el órgano cerebral ha de regular, sobre todo en el hombre, no
son solamente cuantitativas sino también altamente cualitativas y específicas. Una
consideración especial sobre la capacidad del cráneo y el volumen de la masa cerebral
de los Pungidos entre sí, y en relación con el hombre, nos dará una idea muy
aproximada de las posibilidades biológicas e intelectuales que ofrecen las diferencias
simplemente cuantitativas existentes entre ellos. Según parece, la capacidad del cráneo
y el volumen de la masa cerebral de los Póngidos, en relación con el hombre, representa
una tercera parte, aproximadamente, de la de este último. En cambio la del orangután,
gorila y chimpancé, en relación con otro Póngido, el Gibón, representa la mitad de la de
éste… Atendiendo a esta relación cuantitativa el Gibón es el menos inteligente de todos
ellos… Por el contrario el chimpancé está considerado como el más inteligente, y por lo
tanto, el más próximo al hombre, en este sentido; y sin embargo no ha conseguido
aprender por si mismo a servirse de un instrumento prehistórico de piedra, ni es por
tanto capaz de concebirlo o elaborarlo. Tampoco ha podido superar en las pruebas, a
que en muchas ocasiones ha sido sometido, la pura imitación de aquellos actos propios
del hombre, que le son enseñados por éste y que el simio abandona y olvida tan pronto
como cesa la presión domesticadora del hombre. Por otra parte, parece que la posible
diferencia que en el mismo sentido puede darse entre los hombres, tampoco aclara algo
significativo en relación con su coeficiente intelectual, puesto que se han dado casos de

236
auténticos genios en individuos con capacidad craneal normal y aún en otros con
capacidad inferior a lo normal. Esto parece corroborar el criterio de que las diferencias
que separan al simio del hombre en tal sentido, no pueden ser simplemente
cuantitativas, y que las diferencias cualitativas, así como la composición, disposición y
estructuración del sistema neuronal de los seres en general y del hombre en particular,
no dependen exclusivamente del mayor o menor desarrollo cuantitativo del cerebro.
Todo esto nos lleva a refutar la teoría de la evolución como falsa, anticientífica y
carente de cualquier base lógica y bíblica.

* * *

La posición erecta del hombre se explica como una conquista evolucionista


natural, a fin de dejar libres las extremidades superiores que había de necesitar para
trabajos instrumentales. Pero se deja sin explicar por qué el canguro, que también se
puso en pie hace varios “millones” de años, no ha conseguido hasta ahora hacer nada
de provecho con sus manos… Se considera la mano del hombre, con el pulgar
oponiéndose a los otros dedos, otra conquista de la evolución, a fin de permitirle asir
objetos con ella y usarlos en su provecho, favoreciendo el primer afán industrioso de lo
que había de ser el “homofaber”… Pero los monos, con sus cuatro manos con pulgar
oponente, apenas han conseguido pelar los cacahuetes que les echan en las jaulas donde
el hombre los encierra… El análisis ya desapasionado y objetivo de la teoría
evolucionista ha permitido, en estos últimos tiempos afirmar que en el hombre hay algo
más que una ciega evolución de su naturaleza, hacia un cercano límite de perfección; la
Naturaleza trató al hombre como una madrastra, en una época de la evolución en que el
caballo ya tenía pezuñas para correr, el oso garras para defenderse, la tortuga caparazón
para protegerse, y todos los animales habían adquirido una suerte de “especialización”
en sus estructuras que les permitía vivir en un medio hostil… El Dr. Lorén, dice en su
libro “Del electrón a Dios” y en el apartado “Un hecho trascendental: sólo queda un
filum en la evolución”: “Ahora bien: cada uno de estos filum citados, comporta en sí
mismo si no la muerte y desaparición individual de cada una de las formas orgánicas
que consiguieron, sólo la estabilización o equilibrio de estas formas, que es una suerte
de “impasse” o callejón sin salida también a efectos de la continuidad de las
cosmogénesis o mega-evolución. Todo parece indicar que las especies vegetales y
animales que actualmente pueblan la Tierra, han llegado a este “impasse”, se han
estereotipado en sus actuales formas anatómicas y fisiológicas, y que para ellas no
existe porvenir alguno fuera de su continua repetición, de su inmanente estado de
replicación eterna de sí mismas. Nada hay que nos haga pensar ni desde el punto de
vista científico y deductivo, como del inductivo, poético o imaginativo, que el caballo, el
elefante, la cebra, la abeja, la rana, etc. vayan a sufrir de ahora en adelante
modificación alguna sustancial de su actual forma y comportamiento, y cualquier
avance prospectivo del pensamiento, por audaz que sea, no permite suponer que el
caballo, y la rana, dentro de unos miles de años, sean diferentes de los actuales. Todas
las especies animales y vegetales de la biosfera actual, han llegado a un equilibrio y
estabilización y a una frontera de su evolución que no pueden traspasar. Todas menos
una: la especie humana, porque es evidente que el filum de la hominización continúa su
ascensión hasta otros horizontes, y ha puesto en las manos de sus individuos actuales la
verdadera antorcha de la mega-evolución de la continuidad de la cosmogénesis”…
Sobre ese “impasse” o “callejón sin salida”, a que se refiere el mismo autor,
preguntamos: ¿no pudo producirse al culminar la formación de las especies vegetales y
animales narradas en el Génesis?...

237
Efectivamente, así es: el hombre y toda la Creación, toda la naturaleza, fueron
hechos directamente por Dios, en estado adulto. La evolución es una falsa teoría. La
generación espontánea y la evolución natural, por sí solas, o sea, sin intervención de
Dios, no justifican en modo alguno, digan lo que quieran los investigadores
evolucionistas, la aparición de la vida sobre el planeta ni la formación de los seres
vivos.

* * *

La evidencia para un gradual incremento de material genético en sucesivas


formas altamente organizadas es, de hecho, algo que falta por completo. Así, V. Tarter,
en “La Biología del Estentor”, escribe: “El genoma de los protozoos es evidentemente
tan complejo como el de los metazoos. Los organismos más elevados no tienen mayores
o más numerosos cromosomas, y de aquí, evidentemente, no tienen un correspondiente
mayor número de genes”. Que los nuevos genes no surgen por la introducción del
nuevo material genético constructor (DNA) es también reconocido por Dobzhansky en
“Genética y Origen de las Especies”: “La formación de nuevos genes en la evolución
puede ser visualizada sólo a través de radicales modificaciones de los preexistentes”.
De igual forma, Huxley admite “que la directa y completa prueba de la utilización de
mutaciones en la evolución bajo condiciones naturales no se ha dado todavía”. Contra
la idea de que la transformación orgánica progresiva pudo haber sido causada por un
proceso sostenido de la mejora mutacional, ha surgido la objeción de que la mayor parte
de tales mutaciones son perjudiciales para aquellos individuos que son afectados. Así,
E. Mayr, en “La Especie Animal y la Evolución”, dice: “Apenas puede ponerse en duda
de que la mayor parte de las mutaciones son nocivas”… También ha sido demostrado
que las mutaciones no dañinas que ocurren esporádicamente, no contribuyen realmente
a la viabilidad genética de una población en comparación con la pérdida de un extremo
a otro de la viabilidad que resulta de una mutación dañina. En la moderna teoría
genética de la población, se piensa ahora que es la recombinación del material genético
ya existente, más bien que la nueva mutación, la que es responsable de los procesos de
especiación. Cuanto mayor sea la capacidad recombinacional, una población puede
generar una amplia variabilidad genotípica por muchas generaciones, sin ninguna
mutación genética sea cual fuere… La recombinación produce muchos más importantes
genotipos que la mutación. De nuevo, B. Rensch resalta en “La Evolución sobre el
Nivel de las Especies”: “Incluso sin mutación, la recombinación puede producir
nuevas razas”… Sobre y contra la mutación, la recombinación de material genético ya
existente aparece así representando la agencia básica que sirve de base al proceso de
raciación y especiación. Con todo, Dobzhansky admite que la recombinación es incapaz
de llevar a cabo la transformación de una especie en otra. De estas consideraciones se
concluye que la idea postulada de una evolución progresiva continua, por medio de la
mutación de los genes, tiene que ser abandonada…
El segundo pilar sobre el que descansa la doctrina de la evolución es la teoría de
la selección natural. En ese proceso se supone que se llevan a cabo esas mejoras
progresivas que tendrían como causa el que formas orgánicas inferiores se transformen
en otras más superiores. Y, con todo, aquí tenemos a las últimas investigaciones
científicas con los siguientes juicios sobre el asumido valor constructivo de la selección
natural en lograr la formación de nuevas especies. Así, Rensch, observa: “La selección
usualmente elimina las combinaciones de genes”. Mayr, también, recarga el énfasis
sobre los “implacables destrozos” y los “efectos corrosivos” del proceso de la selección
natural. Rensch afirma nuevamente: “La selección natural normalmente causa un

238
incremento de adaptación, que puede, no obstante, conducir finalmente a la extinción
de una línea de descendencia”… De aquí la pauperización y el empobrecimiento de su
depósito genético, como consecuencia de la selección natural; es el precio que cada raza
y especie tiene que pagar por el privilegio de haber llegado a la existencia. Cuando el
proceso de especiación se repite a sí mismo con frecuencia en sucesión, la especie
finalmente surge, pero sus concentraciones de genes están tan exhaustos que muy pocos
cambios ambientales son suficientes para contribuir a su extinción. La capacidad
adaptativa para el cambio ambiental, como resultado de un insuficiente número de
posibilidades recombinacionales, ha decrecido a un mínimo más allá del cual no es
posible la supervivencia. El trágico destino de las especies y razas extremadamente bien
adaptadas y especializadas, resulta así su muerte genética. De este fenómeno de la
“muerte genética” Clausen observa en “Estadios de la Evolución de las Especies de
Plantas”: “Cuando una entidad natural se llega a depauperar a través de demasiada
selección y demasiada poca variabilidad, entonces se encuentra en su salida como ha
ocurrido a tantos grupos de plantas y animales en el pasado”…
Todo, pues, está científicamente en contra de la evolución y selección natural, y,
en cambio, apunta a lo que dice la Biblia: creación directa de todo lo creado, y en estado
adulto, nada de evolución progresiva.

* * *

En la época de Darwin no existía la menor duda para especular respecto a la


relación genética entre los animales primates y el homo sapiens. Después de un siglo de
genética sin embargo, el proceso transformacional requerido para la formación del homo
sapiens de un animal antepasado, en el sentido de evolución transespecífica, ahora
aparece a la luz de estos últimos descubrimientos embriológicos para plantear
problemas insolubles… Ahora se ve perfectamente, en contra de lo que falsamente
piensan los evolucionistas, que es el código informacional y sus factores residentes en el
citoplasma más bien que cualquier gene y su acción, quien mantiene la primacía en el
orden del desarrollo. El aspecto genético de este proceso es sólo de secundaria
importancia. Aplicando estos nuevos puntos de vista al problema del origen del hombre,
De Wit pertinentemente plantea la cuestión: “¿Puede la estructura de campo
morfogenético cortical del huevo de un animal primate llegar a transformarse en un
ser humano?... Este problema es crucial, porque no solamente pertenece al aspecto
corporal del hombre, que está potencialmente representado por el campo cortical de la
célula del huevo humano, sino también para la típicamente humana “estructura de acto
abierto” dentro del cual el primero está íntimamente ligado y que está ausente de los
animales. Es cierto que hay importantes similitudes anatómicas y fisiológicas entre el
hombre y los primates más elevados que están presentes… Pero ninguna de esas
subestructuras es realmente calificadora con respecto al cuerpo humano. Estas
subestructuras están íntimamente ligadas dentro de una integral estructura como un
todo, la cual está calificada por lo que Dooyeweerd ha llamado la estructura-acto. Esta
estructura-acto está indestructiblemente relacionada al “yo” humano como el centro
religioso desde el cual se originan todos los actos internos temporales del hombre. La
realización de este acto-estructura en el cuerpo de los primeros hombres que aparecieron
sobre la tierra no puede posiblemente ser explicada por una estructural transformación
de una “substancia” hereditaria de un animal, que como mucho conduciría solamente a
la realización de una nueva clase de especie animal. En consecuencia, Dooyeweerd ha
expresado la opinión de que no podemos llegar a una comprensión del hombre
comenzando a partir del animal, sino, por el contrario, que el animal puede ser

239
solamente comprendido a partir del hombre, a causa de la subestructura casi animal de
la “corporalidad” humana, que puede sólo aclarar su relación a nuestros actos de
percepción dentro del acto-estructura integral del primero y, así, sernos conocido. A
causa de las tres subordinadas subestructuras de la corporalidad del hombre por las
cuales él participa, respectivamente, en los reinos físicos, vegetal y animal, funcionan
íntimamente dentro del acto-estructura de su corporalidad y subsiguientemente
muestran sus trazos típicamente humanos; el cuerpo humano, en su similitud estructural
con el cuerpo del animal, también mostrará sus principales diferencias con el último.
Por ejemplo, ha sido establecido por Portmann que, desde un punto de vista ontológico,
el hombre representa un tipo biótico de sí mismo.
La teoría de la evolución pues, ha sido refutada por las últimas evidencias
embriológicas y genéticas. De Vit dice: “La palabra “evolución” es en sí misma
desorientadora porque está asociada con la idea de un progresivo mejoramiento que
sugiere una especie de transformación desde un tipo más bajo de organización
estructural a uno más alto. Sin embargo, ha sido mostrado que la evidencia científica
sólo apunta a alteraciones dentro del sentido de adaptación diferencial para diferentes
biotipos ecológicos y geográficos. Este proceso incumbe solamente a un desarrollo o
despliegue de un cierto número de nuevos tipos que permanecen confinados a los
límites estructurales de su común tipo básico, y por tanto no pueden ser considerados
como “progresivos” en un sentido estructural típico. Cuando, no obstante, se mantiene
que la “evolución” es precisamente la forma de actuar del Creador, la palabra
“evolución” se convierte en algo desprovisto de su significado original y así se hace
algo desprovisto de sentido desde el punto de vista de las enseñanzas cristianas.
Cuando, como biólogos, queremos reflejar en “la actuación del Creador” dentro del
reino orgánico de nuestra tierra, es la propia Naturaleza la que nos refiere la presencia
de leyes de estructura inmanente, fundadas en el orden temporal de la divina creación,
que sucesivamente se realizaron en individuos concretos en el decurso del tiempo”…

* * *

La teoría de la evolución no se circunscribe al hecho de que el hombre descienda


del mono. Trata de explicar la teoría de cómo todas las criaturas vivas han llegado a ser
según las vemos ahora. Enseña que todas las especies vivas de plantas y animales, y
también los miles de especies extinguidas que han dejado sus impresiones fósiles en
rocas estratificadas, que todos los seres que viven o han vivido, en una palabra, se han
desarrollado merced a una serie de transformaciones sucesivas, partiendo de lo
simple a lo complejo, es decir, de los organismos inferiores a los superiores, a lo largo
de una trayectoria de millones de años, lo que es totalmente falso, ya que el segundo
principio de la Termodinámica dice lo contrario: todo va de lo perfecto a lo imperfecto,
del orden al caos, y el segundo principio de la Termodinámica es algo probado, es una
ley científica, la evolución no ha pasado de teoría, de hipótesis, algo no comprobado,
ni que jamás se comprobará porque es falsa, es una simple manipulación atea para negar
a Dios, con barniz de pseudociencia, pero que no tiene nada de verdaderamente
científico.
Jean Pierre Antoine Lamarck, biólogo francés, es el primer científico moderno
que plantea el problema del transformismo, de la evolución. La teoría lamarckiana
descansa en dos bases:
a) Los seres vivos poseen la capacidad de adaptarse a las necesidades creadas
por el medio.

240
b) Los nuevos caracteres adquiridos por la adaptación, son transmisibles a la
prole por herencia.
Así, por ejemplo, una planta privada de aire y sol puede llegar a convertirse en
planta trepadora, merced a los esfuerzos realizados para alcanzar estos elementos
indispensables. Todo ello claro está, por medio de cambios lentos y progresivos, a lo
largo de un prolongado periodo de tiempo.
Bueno es saber que existen en la naturaleza ejemplos que hablan en contra de
esta teoría. Así, por ejemplo, está el caso de la ballena; este mamífero de vida acuática,
a través de miles de años, sigue respirando con pulmones en vez de crear branquias, las
cuales le resultarían utilísimas, y sería prueba de su adaptación a las necesidades del
medio. Asimismo, vemos animales que viven en la oscuridad de las cavernas o que son
de vida nocturna y que disfrutan de un par de hermosos ojos, en tanto que muchos
moluscos que se tuestan en el sol de las playas, carecen por completo de ellos.
El parecido entre el hombre y los animales superiores ha sido esgrimido como
una prueba de la evolución, o, más específicamente aún, para demostrar que el hombre
es producto de una evolución. “En efecto -se dice- los huesos y músculos son muy
parecidos; las hormonas que circulan por la sangre, son idénticas; las emociones
básicas (ira, temor, etc.) son las mismas.”
Un parecido entre dos cosas indica una relación más o menos íntima entre
ambas, no que una venga de la otra. También hay diferencias tremendas; el hombre es
un ser racional, religioso, libre, progresista. Por mucho que se quiera comparar el
instinto del animal más sabio con la inteligencia del hombre, el salto siempre será
abismal… Ningún animal progresa: el mono más adelantado se encuentra hoy en
idénticas condiciones que hace millones de años. Además, ese mismo parecido… ¿no
está hablando del sello peculiar del Autor común: Dios?... Así como reconocemos a
Murillo o a Rafael en cualquiera de sus cuadros, por su estilo pictórico, así encontramos
a Dios, su estilo, en todas sus criaturas.

* * *

Los evolucionistas aducen, como uno de los fundamentos más sólidos de la


evolución, y, con ella, de la ascendencia simiesca del hombre, la existencia de una serie
de fósiles o restos de ellos, que se corresponden con otra serie de simios denominados
homínidos por considerarlos ascendientes directos del hombre, los cuales, partiendo,
según dicen, de una rama de simios llamados Catarrinos, procedentes del tronco de los
Primates, han ido evolucionando y transformándose en especies homínidas, cada vez
más complejas y desarrolladas, hasta superar, entre otras diferencias morfológicas
importantes, la capacidad craneana de 500-600 c.c. de los primeros homínidos, hasta la
de 1.000 c.c. del Homo-sapiens, lo cual ha permitido a éste último, según los
evolucionistas, alcanzar las facultades físicas e intelectuales propias y exclusivas del
hombre… Según los evolucionistas, el proceso de hominización tuvo su origen en una
de las dos líneas simiescas que hace aproximadamente 19 millones de años… se
separaron de la rama de los simios Catarrinos, formando dos líneas: una de Póngidos,
antepasados ancestrales de los actuales antropoides (gibón, orangután, gorila y
chimpancé) y otra hominoidea, constituida por una serie de fósiles o restos de ellos
localizados en determinadas zonas de América del Sur, a partir de los cuales parece que
se ha desarrollado dicho proceso en cuatro fases: “la prehumana” (australopitecos), “la
humana temprana” (homo hábilis), “la humana posterior” (pitecántropos), y la “humana
moderna” (homo sapiens). He aquí condensados, en forma muy resumida, el origen y el
contenido de la supuesta “hominización”: “Una línea simiesca que se separó de sus

241
antecesores Primates, denominados Catarrinos, sin saber “cómo”, ni “por qué”
comienza a manifestar en algunos de sus individuos incipientes caracteres humanoides
(Kenyapithecus), y en el intervalo de 19 millones de años, de los que durante 10 o 12
millones se pierde todo contacto fósil con ellos… evolucionan en los caracteres
morfológicos necesarios, de forma constante y progresiva, hasta conseguir, entre otras
transformaciones importantísimas, la posición erecta (australopitecos y homo erectus),
con lo que las extremidades superiores quedan libres y en disposición de reajustarse a
nuevas necesidades vitales que habían de irse produciendo (homo hábiles); y el
desarrollo del cerebro, hasta alcanzar los caracteres morfológicos y facultades
psicológicas e intelectuales del homo sapiens-sapiens…” Sin embargo los caracteres
morfológicos y facultades biológicas e intelectuales más importantes que la evolución
homínida hubiera tenido que conseguir hasta alcanzar el objetivo que se le atribuye, y
el “cómo” de su realización: la adopción de la posición erecta y con ella la posición
bípeda de los primeros homínidos, basada en el supuesto de haber abandonado esta
rama simiesca la “vida arborícola”, propia de sus antecesores Primates, por su talla y
peso límites que les impediría desenvolver su vida en los árboles, se nos antoja una
hipótesis excesivamente simplista. El paso de la “vida arborícola” a la “sabana” no
justifica una hipótesis de esa naturaleza, aún tomando en consideración la posible
necesidad del cambio de dieta de aquellos seres, de filófagos o comedores de hojas a
granívoros, y la de defenderse de la depredación de animales carnívoros más poderosos
(león, tigre, pantera etc) que les obligara a huir precipitada y circunstancialmente de la
sabana a los árboles: científicamente, pues, es imposible este paso de mono a hombre, lo
que confirma la Creación como narra la Biblia, por Dios, directamente, sin evolución
alguna, mientras que imposibilita totalmente la teoría de la evolución, que, como hemos
visto no tiene base alguna científica para su credibilidad y aceptación.

* * *

“El mensaje, una vez más confirmado por las mutaciones, es la fórmula del
capítulo 1 del Génesis: Los organismos vivos se reproducen sólo "según sus géneros”.
La razón para esto es que el Código genético impide que una planta o un animal salgan
de su especie. Puede haber gran variedad (como se puede ver, por ejemplo, entre los
humanos, entre los gatos y entre los perros), pero no tanta que una forma de vida
pudiera transformarse en otra. Todo experimento que se ha conducido con mutaciones
prueba esto. También está probada la ley de biogénesis, que significa que la vida viene
sólo de vida preexistente, y que el organismo progenitor y su prole son del mismo tipo
de "género". Los experimentos de crianza también confirman esto. Los científicos han
tratado de seguir cambiando indefinidamente a varios animales y plantas mediante el
entrecruzamiento. Han deseado ver si, con el tiempo, pudieran desarrollar nuevos
organismos, ¿Y qué resultado ha habido? Lo que usualmente descubren los criadores
es que tras de unas cuantas generaciones se alcanza un punto óptimo después del cual
es imposible lograr mejora, y no se han formado nuevas especies. Por tanto, los
procedimientos de cría refutan la evolución, más bien que apoyarla" (On Cali). Más o
menos lo mismo se dice en la revista "Science": "Las especies tienen la capacidad de
experimentar modificaciones menores en sus características físicas y de otras índoles
pero esto es limitado, y si se trabaja con una perspectiva de más tiempo, este hecho se
refleja en una oscilación alrededor de un medio, o promedio". Por tanto, lo que los
organismos vivos heredan no es la posibilidad de cambio continuo, sino, más bien 1)
estabilidad y 2) alcances limitados de variación. Por eso, el libro "Molecules to Living
Cells” (De moléculas a células vivas) declara: "Las células de una zanahoria o del

242
hígado de un ratón retienen consecuentemente sus identidades respectivas de tejido y de
organismo después de incontables ciclos de reproducción". Y "Symbiosis in Cell
Evolution" (La simbiosis en la evolución celular) dice: "Toda vida se reproduce con
increíble fidelidad". "Scientific American" también declara: “Los organismos vivos
manifiestan enorme diversidad de forma, pero la forma es notablemente constante
dentro de cualquier línea dada de descendencia: los cerdos siguen siendo cerdos y los
robles siguen siendo robles generación tras generación". Un escritor sobre asuntos
científicos comentó: “Los rosales siempre florecen con rosas, nunca con camelias. Y la
cabras tienen cabritos, nunca corderos". Llegó a la conclusión de que las mutaciones, o
saltos de una especie a otra, algo que dicen los evolucionistas, “no pueden dar cuenta
de la evolución en general... de por qué hay peces, reptiles, aves y mamíferos”. El
asunto de la variación dentro de un mismo género o tipo de organismo explica algo que
ejerció influencia en el pensamiento original de Darwin acerca de la evolución. Cuando
él se halló en las islas Galápagos, observó cierto tipo de pájaro llamado pinzón. Estas
aves procedían del mismo antepasado común hallado en el continente sudamericano, de
donde aparentemente habían emigrado, pero había diferencias curiosas, tales como
respecto a la forma de sus picos. Darwin interpretó esto como evolución en progreso.
Pero esto en realidad no era nada sino otro ejemplo de variedad dentro de una clase o
género de animal, algo permitido por la composición genética de la criatura. Los
pinzones todavía eran pinzones. No se estaban convirtiendo en otra forma de animal y
nunca lo harían. Así, lo que el Génesis dice está en plena armonía con la realidad
científica. Cuando uno planta semillas, éstas producen sólo "según sus géneros” "según
sus especies", de modo que uno puede sembrar un jardín con confianza en lo seguro de
esa ley. Cuando los gatos tienen cría, su prole consiste siempre en gatos; cuando los
humanos llegan a ser padres, sus hijos son siempre humanos. Hay variación en color,
tamaño y forma, pero siempre dentro de los límites del género de organismo. ¿Se ha
visto alguna vez un caso que no fuera así? ¡Jamás! La conclusión es clara. Ninguna
cantidad de cambio genético accidental puede hacer que un género de organismo vivo
se convierta en otro. Como dijo una vez el biólogo francés Jean Rostand "No,
decididamente no puedo obligarme a pensar que estos "deslices” en la herencia hayan
podido, ni con la cooperación de la selección natural, ni con la ventaja de los inmensos
espacios de tiempo durante los cuales la evolución trabaja en la vida, edificar el mundo
entero, con su prodigalidad estructural y sus refinamientos, sus asombrosas
"adaptaciones". De manera similar, el genetista C. M. Waddington declaró lo siguiente
en cuanto a la creencia respecto a las mutaciones: "Esta en realidad es la teoría de que
si uno empieza con cualquiera catorce líneas de inglés coherente y va cambiando eso
letra por letra, reteniendo sólo lo que todavía tiene sentido, con el tiempo termina
teniendo uno de los sonetos de Shakespeare… Eso me parece una lógica de tipo
lunático, y creo que deberíamos poder razonar mejor". La verdad es como lo que
declaró el profesor John Moore: "Después de examen y análisis riguroso, cualquier
afirmación dogmática de que las mutaciones genéticas son las materias primas para
cualquier proceso evolutivo que implique selección natural es expresar un mito"...

* * *

La teoría de la evolución se halla en dificultad. ¿Precisamente cómo se supone


que haya sucedido la evolución?... ¿Cuál es el mecanismo básico o fundamental que
supuestamente haya hecho posible que un tipo de organismo vivo haya evolucionado
hasta tomar otro?... Los evolucionistas dicen que diversos cambios dentro del núcleo de

243
la célula desempeñan su parte en esto… Y entre estos cambios descuellan los cambios
“accidentales” conocidos como mutaciones. Se cree que las partes particulares
implicadas en estos cambios por mutación son lo genes y los cromosomas de las células
sexuales, puesto que las mutaciones que tienen lugar en ellos pueden ser pasadas a los
descendientes del organismo implicado. “Las mutaciones son la base de la evolución”,
declara “The World Book Encyclopedia”. De manera similar, el paleontólogo Steven
Stanley llamó a las mutaciones “la materia prima” de la evolución. Y el genetista P. C.
Koller declaró que las mutaciones “son necesarias para el progreso evolutivo”. Sin
embargo, lo que la evolución requiere no es sólo cualquier clase de mutación. Robert
Jastrow señaló que se necesita “una lenta acumulación de mutaciones favorables”. Y
Carl Sagan añadió: “Las mutaciones –cambios súbitos en la herencia.- se propagan.
Suministran la materia prima de la evolución. El ambiente selecciona las pocas
mutaciones que favorecen la supervivencia, y el resultado es una serie de lentas
transformaciones de una forma de vida en otra, el origen de nuevas especies”.
También se ha dicho que las mutaciones pueden ser una clave del cambio rápido que
exige la teoría del “equilibrio puntuado”. En la revista “Science Digest”, John
Gliedman escribió: “Los revisionistas de la evolución creen que las mutaciones en
genes regulativos clave pueden ser precisamente los “martillos neumáticos” genéticos
que su teoría de saltos significativos exige”. Sin embargo, el zoólogo británico Colin
Patterson declaró: “El razonamiento superficial anda sin restricción. No sabemos nada
acerca de estos genes maestros regulativos”. Pero aparte de tales razonamientos con
poco fundamento, por lo general se acepta que las mutaciones que supuestamente están
implicadas en la evolución son cambios accidentales menores que se acumulan a través
de un largo espacio de tiempo. ¿Qué origen tienen las mutaciones? Se cree que la
mayoría de ellas ocurren en el proceso normal de la reproducción celular. Pero los
experimentos han demostrado que también pueden ser causadas por agentes externos
tales como la radiación y ciertas sustancias químicas.
¿Y con cuánta frecuencia suceden?
La reproducción del material genético de la célula es sorprendentemente
consecuente. Hablando en sentido relativo, cuando se considera la cantidad de células
que se dividen en un organismo, las mutaciones no ocurren con gran frecuencia. Como
señaló un comentario de la Enciclopedia Americana, la reproducción “de las cadenas
ADN que componen un gen es notablemente exacta. Los “errores de imprenta” o
errores al copiar son accidentales de poca frecuencia”. Si las mutaciones provechosas
son una base de la evolución ¿qué proporción de las mutaciones son provechosas? Entre
los evolucionistas se manifiesta amplio acuerdo sobre este punto. Por ejemplo, Carl
Sagan declara: “La mayoría de ellas son dañinas o mortíferas”. P. C Koller declara:
“La mayor proporción de las mutaciones son perjudiciales al individuo que lleva el gen
mutado. En experimentos se halló que, por cada mutación de éxito o útil, hay muchos
miles que son perjudiciales”. Entonces, sin contar cualesquiera mutaciones “neutrales”,
las dañinas sobrepasan a las que supuestamente son provechosas en la proporción de
miles contra una. “Resultados como éstos se han de esperar de cambios accidentales
que ocurran en cualquier organización implicada”, declara la Encyclopedia Británica.
Por eso se dice que las mutaciones son responsables de centenares de enfermedades
cuya base está en los genes. Debido a la naturaleza dañina de las mutaciones, la
Enciclopedia Americana reconoce lo siguiente: “El hecho de que la mayoría de las
mutaciones son dañinas al organismo parece difícil de conciliar con el punto de vista
de que la mutación sea la fuente de materia prima para la evolución. Ciertamente los
mutantes que se ilustran en los libros de texto de Biología son una colección de
fenómenos y monstruosidades, y la mutación parece ser un proceso destructivo, más

244
bien que constructivo”. Cuando mutantes de insectos fueron colocados en competencia
con insectos normales, el resultado siempre fue el mismo. Como declaró G. Ladyard
Stebbins: “Después de una cantidad mayor o menor de generaciones, los mutantes son
eliminados”. No podían competir, porque no eran formas sino degeneradas y en
desventaja. En su libro “The Wellsprings of Life” (Las fuentes de la vida), Isaac
Asimov, escritor sobre asuntos científicos, confesó: “La mayoría de las mutaciones
llevan a peor condición”. No obstante, aseguró: “Sin embargo, al cabo las mutaciones
hacen que el curso de la evolución adelante y vaya en ascenso”… Pero ¿es cierto que
hacen esto?... ¿Habría de considerarse beneficioso cualquier proceso que resultara en
daño más de 999 veces de cada 1000?... Si se quisiera construir una casa ¿se contrataría
para ello a un constructor que, por cada trabajo correcto, presentara miles
defectuosos?... Si el conductor de un automóvil tomara miles de malas decisiones por
cada buena decisión, ¿se desearía viajar con esa persona?... Si un cirujano hiciera miles
de movimientos equivocados por cada movimiento acertado al operar, se quisiera que
ese cirujano le hiciera a uno mismo una operación?... El genetista Dobzhansky dijo en
cierta ocasión: “Difícilmente se puede esperar que un accidente – un cambio al azar- en
un mecanismo delicado lo mejore. Rara vez puede suceder que el meter un palillo en
una máquina del reloj de pulsera, o meter un palo en el radiorreceptor haga que el
aparato funcione mejor”…
Por eso hay que preguntarse: ¿parece razonable que todas las células y los
órganos, extremidades y procesos tan sorprendentemente complejos que existen en los
organismos vivos fueran construidos por un procedimiento que destruye?...

* * *

Cuando Charles Darwin propuso primero su teoría en el “Origen de las


Especies” la ciencia de la Genética o de la herencia no existía aún. Sólo tras los
descubrimientos de Mendel, se ha hecho claro que los factores fisiológicos y
morfológicos tales como la composición de las células de la sangre, el color de los ojos,
etc. están asociados con factores hereditarios y que son conocidos hoy como
cromosomas y genes. Pronto surge la cuestión de si el desarrollo desde la amiba hasta el
hombre puede ser explicado como el resultado de un proceso progresivo de cambio de
genes y enriquecimiento, de tal modo que siempre las más altas especies organizadas
pudieron haber surgido en el curso del tiempo, culminando en las especies humanas. El
descubrimiento de la mutación, esto es, el súbito cambio en la constitución hereditaria
de una especie, resultando, por ejemplo, en el cambio de un ojo rojo en un ojo blanco en
la mosca del vinagre, la drosofila despertó gran atención entre los biólogos
evolucionistas. Sobre la base de tales mutaciones, estos hombres postularon que podría
suponerse que, empezando por un fondo ameboide, una sostenida serie de mutaciones
favorables podría ser asumida para haber producido criaturas más altamente organizadas
durante los tiempos geológicos.
La expectación a lo largo de este hecho teorizante se incrementó todavía más
cuando H. J. Muller descubrió en 1927 que tales mutaciones podían ser producidas
experimentalmente por tratamiento de los rayos X. El largo sendero de sucesivas
mutaciones que deberían haber sido logradas durante la natural progresión de la
especiación, tal vez bajo la influencia de la radiación cósmica ionizante, podría ser
ahora enormemente acortada bajo condiciones de laboratorio al producir una mayor
frecuencia mutacional dentro de una corta serie de sucesivas generaciones, como, por
ejemplo, en el caso de la mosca del vinagre, la drosofila, de tan rápida propagación. Sin
embargo, los resultados de la investigación seguida a lo largo de esa línea resultaron

245
decepcionantes. Se encontró que como resultado de la mutación podemos conseguir
alteraciones con respecto a ciertos caracteres existentes, por ejemplo en el número y
tamaño de los pelos de la drosofila; pero apareció que, tras un número de generaciones
tratadas con los rayos X, las mutaciones inducidas pertenecían a un carácter
seleccionado que sólo alcanzaba un determinado límite, más allá del cual no han tenido
futuros cambios. Esto se ha hecho evidente de las extensas investigaciones llevadas a
cabo por R. Scossiroli. Además, ha sido descubierto que tales mutaciones controladas
nunca dan nacimiento a la aparición de caracteres esencialmente nuevos de magnitud
genética.
De esto aparece claramente que los cambios mutacionales permanecen
estructuralmente restringidos al genotipo básico a que pertenece la raza o la especie en
cuestión, es decir, no hay mutación positiva que dé lugar a la evolución.

* * *

Los reptiles son animales de sangre fría, lo que quiere decir que su temperatura
interna aumenta o disminuye según la temperatura del exterior. Las aves, por otra parte,
son de sangre caliente; sus cuerpos mantienen una temperatura interna relativamente
constante, prescindiendo de lo que sea la temperatura en el exterior. Para resolver el
rompecabezas de cómo se derivaron aves de sangre caliente de reptiles de sangre fría,
algunos evolucionistas ahora dicen que algunos de los dinosaurios (que eran reptiles)
eran de sangre caliente… Pero el punto de vista general todavía concuerda con esta
declaración de Robert Jastrow: “Los dinosaurios, como todos los reptiles eran animales
de sangre fría”. Lecomte du Nouy, el evolucionista francés, dijo lo siguiente acerca de
creer que las aves, de sangre caliente, vinieron de los reptiles, que son de sangre fría:
“Esto sobresale hoy como uno de los mayores rompecabezas de la evolución”.
También confesó que las aves tienen “todas las características insatisfactorias de la
creación absoluta”… Insatisfactorias, es decir, para la teoría de la evolución, aunque es
cierto que tanto los reptiles como las aves ponen huevos, solo las aves tienen que
incubar los de ellas. Están diseñadas para ello. Muchas aves tienen una zona de
empollar en su pecho, un área que no tiene plumas que contiene una red de vasos
sanguíneos para suministrar calor para los huevos. Algunas aves no tienen una zona
para empollar, pero se arrancan las plumas que tienen en el pecho, además, para que las
aves incubaran los huevos y para alimentar la cría, comportamientos muy altruistas que
implicarían habilidad, trabajo duro y exposición deliberada al peligro. Todo esto
representa un gran vacío entre los reptiles y las aves. Pero hay mucho más. Las plumas
son características seculares de las aves. Se supone que, simplemente por casualidad, las
escamas de los reptiles se desarrollaron en estas sorprendentes estructuras. Del cañón de
una pluma salen filas de barbas. Cada barba tiene muchas bárbulas, y cada bárbula tiene
centenares de barbicelas y ganchitos. Después de un examen microscopio de una pluma
de paloma, se reveló que esta tenía “varios centenares de miles de bárbulas y millones
de barbicelas y ganchitos”. Estos ganchos mantienen juntas todas las partes de una
pluma para hacer superficies planas. Nada efectúa mejor labor que la pluma como plano
sustentador, y pocas sustancias la igualan como aislador. Un pájaro que tenga el tamaño
de un cisne tiene unas 25.000 plumas. Si las barbas de estas plumas llegan a separarse,
el ave las peina con el pico. El pico aplica presión a medida que las barbas pasan por él
y los ganchos de las bárbulas se unen como los dientes de una cremallera. La mayoría
de las aves tienen en la base de la cola una glándula que produce aceite, y de esta sacan
aceite para mantener en buena condición cada pluma. Algunos pájaros no tienen

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glándula de aceite sino plumas especiales que se desgastan en la punta produciendo un
polvo fino semejante a talco para mantener en buena condición las plumas. Por lo
general las plumas son mudadas una vez al año. Ahora que sabemos todo esto acerca de
la pluma hay que considerar el sorprendente esfuerzo de los evolucionistas para explicar
su desarrollo: “¿Cómo evolucionó esa maravilla estructural? Se necesita mucha
imaginación para visualizar la pluma como una escama modificada, básicamente como
la de un reptil… Una escama alargada adherida sin gran firmeza, cuyas orillas
externas se desgastaron y se extendieron hasta que evolucionó en la altamente compleja
estructura que es hoy”. Pero ¿tal explicación es verdaderamente científica, o más
parece ciencia ficción?... Consideremos, además, el diseño del ave para volar. Sin
embargo, se requiere fortaleza para el vuelo, de modo que dentro de los huesos del ave
hay estructuras de refuerzo, como las costillas dentro de las alas de un avión. Este
diseño de los huesos cumple con otro propósito: ayuda a explicar otra maravilla
exclusiva de las aves: su sistema respiratorio. Alas musculares que batan por horas o
hasta días en el vuelo generan mucho calor, y sin embargo, sin glándulas segregadoras
de sudor que lo refresquen, el pájaro resuelve este problema: tiene un “motor”
refrigerado por aire. Un sistema de bolsas de aire llega a casi toda parte importante del
cuerpo, hasta dentro de los huesos huecos, y se alivia el problema del calor corporal
mediante esta circulación interna del aire. Además, debido a estas bolsas de aire, los
pájaros extraen el oxígeno del aire con mucha mayor eficacia que cualquier otro
vertebrado. ¿Cómo se efectúa esto? En los reptiles y los mamíferos los pulmones
inhalan y exhalan aire como fuelles que se llenaran y se vaciaran en alteración. Pero en
las aves hay un fluir constante de aire fresco que pasa por los pulmones, tanto durante el
inhalar como durante el exhalar. Expresado sencillamente, el sistema funciona de este
modo. Cuando el ave inhala, el aire va a ciertas bolsas de aire; estas sirven de fuelles
para empujar el aire a los pulmones. Desde los pulmones el aire pasa a otras bolsas de
aire, y éstas, con el tiempo, lo expelen. Esto significa que hay una corriente de aire
fresco pasando constantemente a través de los pulmones en una sola dirección, muy
parecido a como el agua fluye a través de una esponja. La sangre que se halla en los
capilares de los pulmones fluye en la dirección opuesta. Es este fluir del aire y la sangre,
cada uno contra el otro, lo que hace que el sistema respiratorio del ave sea excepcional.
Debido a él, las aves pueden respirar el aire enrarecido de las grandes altitudes, y volver
a una altura de más de 6.100 metros, día tras día en su migración por distancias de
miles de kilómetros. Otros rasgos ensanchan la laguna que existe entre ave y reptil. La
vista es uno de esos rasgos. Desde las águilas hasta las currucas, hay ojos como
telescopios y ojos como lupas. Las aves tienen en sus ojos más células sensoriales que
en cualquier otro tipo de organismo vivo. Además los pies de las aves son diferentes.
Cuando se posan para descansar, unos tendones cierran automáticamente los dedos
alrededor de la rama. Tienen solo cuatro dedos en vez de los cinco del reptil. Además,
no tienen cuerdas vocales sino que tienen una siringe desde la cual salen canciones
melodiosas como las del ruiseñor y el sinsote. Hay que considerar también que los
reptiles tienen un corazón de tres cámaras; el corazón del ave tiene cuatro cámaras. Los
picos también distinguen a los pájaros de los reptiles. Picos que sirven de cascanueces,
picos que actúan como filtros para sacar el alimento de agua embarrizada, picos que
abren agujeros en los árboles, picos de piquituerto que sacan piñones de los pinos…
parece interminable la variedad. Sin embargo del pico, cuyo diseño es tan especializado,
¡se dice que evolucionó al azar de la nariz de un reptil!... ¿Es eso verdaderamente
científico?... Hubo un tiempo en que los evolucionistas creían que arqueópteryx
(Archaeopteryx), que significa “ala antigua” o “ave antigua”, era un eslabón entre el
reptil y el ave. Pero ahora hay muchos que no creen eso. Los restos fosilizados de

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arqueópteros revelan plumas perfectamente formadas sobre alas de diseño
aerodinámico que hacían posible el vuelo. Los huesos de sus alas y de sus patas eran
delgados y huecos. Sus supuestos rasgos de reptil se hallan en aves de hoy…
Y no antecede a las aves, porque se han hallado fósiles de otros pájaros en rocas
del mismo periodo que los arqueópteros.
Todo esto nos muestra cómo la evolución es falsa: todo fue hecho directamente
por Dios, sin transiciones ni mutaciones algunas.

BIOQUÍMICA – BIOLOGÍA – GENÉTICA


EMBRIOLOGÍA

LA GENETICA Y ESTUDIOS CREACIONISTAS

(WILLEN J. OUWENEEL, Ph. D.)

Con pocas excepciones, los creacionistas no han prestado demasiada atención a


la genética moderna. Y a pesar de ello, su estudio sería muy útil. Por otra parte, revela
muchas dificultades para el evolucionismo. Ciertamente que esta área de estudios no
debería de recibir el nombre de genética evolutiva, como a veces se le da, sino de
genética de población.
En este artículo se mencionan muchos trabajos recientes. Se señalan dificultades
para las dos teorías que comúnmente se proponen desde la posición evolucionista: la
teoría clásica y la teoría del equilibrio. Pero emergen algunos puntos que los
creacionistas han llegado a creer sobre otras bases: por ejemplo, que muchas criaturas
poseen mucho más potencial para variación que el que ha sido sospechado hasta
recientemente. Esto se puede considerar como una provisión del Creador, para permitir
que las criaturas puedan hacer frente con las condiciones cambiantes que pudieran
presentarse.
La «evidencia» para apoyar a la pretendida mega-evolución se reúne de muchas
diferentes disciplinas.
Ello no obstante, la prueba decisiva, si es que existiera alguna, debería ser
provista solamente por dos áreas de la ciencia; otras disciplinas podrían proveer
solamente «evidencias circunstanciales»…
Es evidente cuáles son estas dos áreas: la Geología y la Paleontología deberían
suministrar la evidencia histórica (esencialmente, los fósiles) que demostraría que la
evolución general había tenido verdaderamente lugar. Y la Genética debería exhibir los
mecanismos biológicos que demuestren que una evolución general es verdaderamente
posible y factible.
Los modernos creacionistas han tratado a fondo con la Geología histórica y la
Paleontología, pero relativamente poco con la moderna Genética «evolucionista». Los
argumentos que presentan se limitan por lo general a afirmar que la selección natural tan
sólo elimina mutaciones dañinas, y que las mutaciones son muy raras y casi siempre
letales. Una simplificación así involucra dos peligros: primero, el de parecer ridiculizar
una ciencia muy difícil y rica practicada por algunos científicos muy brillantes; y
segundo, de perderse los importantes descubrimientos recientes que, entendidos
correctamente, apoyan poderosamente el punto de vista creacionista.
La moderna genética «evolucionista» se basa, naturalmente, sobre una fuerte
presuposición que queda expresada de manera bien directa en su nombre. Esta

248
presuposición es la de que la evolución ha tenido verdaderamente lugar. El nombre
«genética evolucionista» implica esto, pero promete demasiado.
De hecho, el evolucionista y el creacionista concuerdan en un punto: que la
«genética evolucionista» no tiene nada que ver con el problema de la supuesta
evolución general. Esto es, no tiene nada para contribuir al problema de cómo se pueden
haber originado los géneros, familias, y todos los taxones superiores durante la supuesta
evolución general. Por ello, debería simplemente recibir el nombre de «genética de
poblaciones», o, si se prefiere, «genética de la especiación», debido a que solamente
puede tener la esperanza de decir algo acerca del origen de nuevas especies, las cuales
no constituyen problema alguno para el creacionista. Pero incluso a este respecto, esta
ciencia está aún en una posición muy incómoda. El genetista profesor Richard C.
Lewontin escribía en 1974:
“Mientras que la genética de poblaciones tiene mucho que decir acerca de los
cambios y estabilidad de las frecuencias de los genes en poblaciones y acerca de la tasa
de divergencia de las frecuencias de genes en poblaciones parcial o totalmente aisladas
de otras, ha contribuido poco a nuestra comprensión de la especiación y nada a nuestra
comprensión de la extinción. Pero la especiación y la extinción son tanto aspectos de la
evolución como lo es la evolución filética que constituye el tema de la genética
evolutiva, estrictamente hablando.”
Si Darwin hizo alguna contribución válida a la ciencia, fue el énfasis que le dio a
la variación. En lugar de considerar las variaciones como enojosas aberraciones de tipos
normativos e ideales, su genio distinguió la enorme importancia de ellas como posible
fuente de adaptación y especiación. El conjunto de presuposiciones sobre el que se basa
el modelo creacionista admite totalmente todos estos fenómenos.
No obstante, Darwin cometió el error fundamental de extrapolar de variación a
mega-evolucíón. Pero, con todo, la variación es la piedra angular de la genética;
constituye el triunfo de la moderna genética que ella explica en una síntesis tanto la
constancia como la variación de la herencia. No obstante, la genética moderna fracasa
en mostrar la relevancia de estos conceptos al concepto de la evolución general; de
hecho, la genética incluso fracasa cuantitativamente al intentar explicar lo que sucede al
nivel de la especie.
Los estudios de variación en genética tienen dos vertientes: la variación genética
(que consiste de clases discretas de genotipos del tipo mendeliano clásico) y variación
fenotípica (por lo general casi continua en carácter y el supuesto blanco de la selección
natural). Ahora bien, se ha reconocido ya durante mucho tiempo (aunque no por parte
de muchos legos en el asunto) que la genética «evolutiva» no recibe mucha ayuda de un
estudio de mutantes aislados que hayan sufrido efectos drásticos, sino por un estudio de
grandes combinaciones de genes con ligeros efectos fenotípicos.
No obstante, aquí uno se encuentra con una debilidad consustancial de la
genética «evolutiva». Los caracteres hereditarios realmente interesantes (como el
tamaño, la inteligencia, la fecundidad, la viabilidad) quedan influenciados de una
manera tan sutil por ciertas combinaciones que esta variación genética queda por lo
general completamente abrumada por todo el medio genético y particularmente por las
influencias del medio ambiente. Por ello, la variación que uno pueda medir es en
realidad carente de interés para el genetista «evolutivo»; y aquello en lo que él está
interesado es en realidad inconmensurable.
Por ello, el problema central de la genética «evolutiva» en la actualidad es el de
evaluar la cantidad de variación genética escondida, o, en otras palabras: ¿en qué
proporción de sus loci genéticos es heterocigoto un individuo promedio diploide? Se
han hecho dos importantes predicciones opuestas acerca de este tema, llamadas por

249
Dobzhansky la teoría «clásica» y la teoría «equilibrada» de la estructura de poblaciones.
La teoría clásica (TC), defendida, entre otros, por H. J. Muller, M. Kimura, J. F. Crow,
T. Ohta, J. L. King y T. H. Jukes, asumía (hasta hace unos diez años) que en casi cada
locus cada individuo es homocigoto para un gene de «tipo silvestre»; además, es
heterocigoto para unos pocos alelos dañinos, en un pequeño porcentaje do los loci.
La teoría del equilibrio (TE), defendida, entre otros, por Theodosius
Dobzhansky, B. Spassky, F. J. Ayala, J. A. Sved y W. W. Anderson, asume, de manera
diametralmente opuesta, que en casi cada locus cada individuo es heterocigoto, que no
existen los genes de «tipo silvestre», y que la cantidad de alelos alternativos tiene que
ser grande en cada locus (para garantizar una heterocigotidad permanente).
Desafortunadamente, parece que por lo general los creacionistas solamente han oído
hablar de la primera teoría.
Las implicaciones de estas dos teorías y de sus diferencias son muy grandes:
1. Si la TC fuera cierta, las diferencias genéticas entre poblaciones serían mucho
más importantes que bajo TE (y ello, de pasada, proveería de mejor base al racismo).
2. La TC asume que la acción principal de la selección natural es la de eliminar
mutaciones perniciosas, que los genotipos más adecuados son los homocigotos para los
alelos de tipo silvestre en todos los loci, y que las mutaciones favorables mantenidas en
la población son extremadamente infrecuentes. La TE asume que la selección natural
actúa principalmente en la forma de una selección equilibradora, probablemente la
superioridad selectiva de los heterocigotos, manteniendo activamente los alelos
alternativos en la población.
3. La TC asume que la especiación depende enteramente de que tengan lugar
nuevas mutaciones favorables y que sean mantenidas en la población, lo que haría que
la especiación (que precisaría de muchos nuevos genes) fuera un evento mucho más
raro de lo que parece ser el caso. No obstante, la TE asume que la variación genética
para la especiación está ya ahí, por lo que cada nuevo biotipo debería de llevar
rápidamente a una nueva especiación, y ciertamente mucho más rápidamente que lo que
parece ser el caso.
4. La TC es profundamente pesimista; afirma que el cambio genético solamente
puede tener lugar para empeorar las cosas, y por ello provee material de propaganda
para una élite genética y para los métodos eugenésicos. La TE, fuertemente impulsada
por la opinión de Herbert Spencer de que la evolución es esencialmente progresiva, es
profundamente optimista; afirma que la selección natural lleva generalmente «a una
mayor armonía entre los sistemas vivos y las condiciones de su existencia»
(Dobzhansky). No obstante, Lewontin señala correctamente que ninguna de estas
opiniones admite la posibilidad de que la variación genética sea irrelevante por lo que
respecta a la estructura presente y futura de las instituciones humanas (valores, moral,
verdad), y que la característica singular del hombre sea que no está limitado por sus
genes. Aquí, el marxista (si estoy bien informado) Lewontin concuerda con el biólogo
cristiano, aunque sus motivos sean totalmente diferentes.
Ahora bien, ¿cuál de las dos teorías es la verdadera? En otras palabras, ¿cuánta
variación genética existe en las poblaciones naturales? Hasta alrededor de 1965 no se
podía dar ninguna respuesta definitiva. La «criba» de mutaciones «visibles» (con
efectos morfológicos claros) y alelos letales (mediante complicadas técnicas de
cruzamiento) ha mostrado que tales genes son extremadamente raros en poblaciones
naturales, lo que parece apoyar a la TC. No obstante, la TE presenta la objeción de que
mediante heterosis (una adecuación relativamente elevada de los heterocigotos) puede
darse todavía una cantidad de «polimorfismos equilibrados» para alelos visibles y
letales. Otros intentos, tales como el estudio de la variación de los denominados

250
«modificadores de adecuación» (un tercer grupo de genes) y el estudio de la adecuación
de heterocigotos, tampoco han conseguido distinguir entre la TC y la TE.
La mejor evidencia de la amplia variación genética de los genes que tienen
relevancia con respecto a los caracteres adaptivamente significativos ha sido obtenida
de experimentos de selección artificial. Si la selección artificial llega a tener éxito en
cambiar, de una manera heredable, la distribución fenotípica en una población, se sigue
de ello que tienen que haber existido cantidades no triviales de variación genética para
aquel carácter en la población ya para empezar.
Ahora bien, lo notable en la historia de la selección artificial es la elevada
frecuencia de éxito. Ella ha sido responsable de los inmensos cambios en plantas y
animales domesticados (aunque no se debería de olvidar la enorme contribución de la
tecnología de la ganadería y de la agricultura con todas sus mejoras); mientras que en la
genética de poblaciones de Drosofila es igual de común que «se puede seleccionar casi
cualquier carácter deseado» en una población no criada en aislamiento. La variedad de
las posibles respuestas a la selección es tan extraordinariamente grande que la variación
genética relevante a todos los aspectos del desarrollo del organismo y de su fisiología
tiene que existir en las poblaciones naturales.
Aunque estos resultados no demuestran que grandes cantidades de genes
segregantes sean relevantes a un carácter en particular -incluso un locus podría proveer
una respuesta lenta y constante a la selección si la heredabilidad es baja o si los alelos
alternativos en el locus están cercanos a la fijación- sí muestran que, si cada uno de los
caracteres puede ser seleccionado con bastante facilidad, son muchos los genes que se
están segregando en poblaciones naturales. Esto ciertamente contradice a la forma más
extrema de TC que permite solamente a un puñado de mutaciones raras que sean
heterocigotas en cada individuo.
Con todo ello, si hubiera una prueba definitiva de que existe una variación
genética muy grande en poblaciones naturales (lo cual no es cierto), todavía no se
estaría cercano a una descripción genética exacta, satisfactoria, de poblaciones, esto es,
de las frecuencias de los alelos alternativos en varios loci en diferentes poblaciones y en
diferentes momentos,
¡Pero esto es exactamente lo que se precisaría en una genética «evolucionista»!
Los problemas metodológicos son aquí enormes. He señalado ya el dilema de
que, por una parte, los efectos fenotípicos de varios alelos en un locus tienen que ser
distinguibles entre individuos y de aquellos de otro locus, de manera que sea posible el
análisis mendeliano ordinario; mientras que, por otra parte, lo que es verdaderamente
interesante es la variación que constituye la base genética de los sutiles cambios en el
desarrollo y fisiología que constituyen la mayor parte del cambio micro-evolutivo.
Estas dos demandas, que entran en mutuo conflicto, entran a la vez en conflicto
con una tercera demanda de un programa para la enumeración de genotipos en
poblaciones: si se desea calcular qué proporción de los genes se segrega en una
población, los loci evaluables deberían constituir una muestra aleatoria de todos los
genes, lo que requiere que sean muestreados sin tener en cuenta su variación, cuando de
hecho son estudiados precisamente a causa de su variación.
La solución a estos dilemas metodológicos ha sido encontrada en la genética
molecular. La secuencia aminoácida de las proteínas resulta un fenotipo que satisface
todas las demandas deseadas debido a que:
1. Se puede detectar una sola sustitución alélica de manera inequívoca, ya que
tiene como resultado un cambio fenotípico discreto: la sustitución, deleción o adición de
un aminoácido.

251
2. Se resuelve el conflicto entre los efectos fenotípicos discretos demandados
por el mendelismo y las sutiles diferencias fenotípicas relevantes a la microevolución, al
investigar directamente los productos del gene y no sus efectos fisiológicos y
morfogenéticos.
3. Se resuelve la aparente paradoja de intentar detectar genes invariantes debido
a que se pueden bien detectar proteínas invariantes en una población, y por lo general la
genética molecular iguala una proteína a un gene (en algunas ocasiones una proteína
consiste de dos polipéptidos, cada uno de ellos codificado por un gene).
¿Cómo pueden utilizarse estas consideraciones en un programa para la medición
de variaciones? Por el momento, no se puede utilizar la secuencia primaria de
aminoácidos que forman la proteína de manera directa como un fenotipo, debido a que
no es posible analizar totalmente la estructura de docenas de proteínas en cientos de
individuos. Lo que se precisa es de una cierta caracterización de proteínas que sea lo
suficientemente sensible para señalar sustituciones aminoácidas pero que permita un
examen razonablemente rápido de muchos individuos y de muchas proteínas. Para este
propósito, los genetistas se han servido del examen de las propiedades físico-químicas
de las proteínas.
La mayor parte de los aminoácidos son electrostáticamente neutros; pero hay dos
de ellos que presentan carga positiva, y otros dos que presentan carga negativa. Un
polipéptido constituido por una mezcla de estos tres tipos de aminoácidos presentará por
ello una carga neta positiva o negativa, variando con el pH. Si un cambio alélico en un
locus resulta en el reemplazamiento de un aminoácido por otro de carga distinta, la
carga neta de la proteína quedará alterada. Se pueden utilizar estos cambios en cargas
netas para separar proteínas e identificar así los productos de los diferentes alelos del
mismo locus, mediante una técnica denominada electroforesis de gel.
Hace alrededor de unos diez años que se publicaron los primeros resultados
revolucionarios de este método con respecto al problema central de la genética
«evolucionista». El grupo de H. Harris, en Londres, había estudiado diez enzimas
humanos, y el grupo de R. C. Lewontin en Chicago había estudiado ocho enzimas y diez
proteínas hemolínficas larvarias de la Drosofila pseudoobscura.
Ambos estudios mostraron una gran variación proteínica, mientras que en el
estudio con la Drosofila se mostró que, para cada proteína y enzima variantes, la
variación era el resultado de la segregación de alelos en un solo loci. Esto permite el
cálculo de la cantidad de polimorfía y heterocigotidad en una población y, además, la
ecuación aproximada de cada una de las proteínas invariantes a un locus invariante.
Resultó, en ambos estudios, que una tercera parte (!) de todos los loci era
polimórfica, y que el individuo promedio es heterocigoto en uno de cada ocho o diez
loci (!). Estas estimaciones se hacen aún más impresionantes cuando uno se da cuenta
que la mayor parte de las sustituciones de aminoácidos no involucran un cambio de
cargas y por ello escapan a la detección. Por ello, es posible que la heterocigotidad
promedio por locus sea de alrededor del 35 %, y que en lo esencial cada gene sea
polimórfico (!). A primera vista, parece que la TC (teoría creacionista) haya quedado
firmemente refutada en favor de la TE (teoría evolucionista); pero se verá a
continuación que la situación pudiera todavía ser muy distinta.

Resultados confirmados en otros estudios.

Estudios adicionales mucho más extensos y precisos, también en otras especies,


siguieron a la obra pionera de 1966, aunque se aumentó el peligro de que los estudios
revelaran un prejuicio debido a la variabilidad conocida. No obstante, todos los estudios

252
más recientes, adecuados y confiables, confirman plenamente los resultados de Harris y
de Lewontin.
En el examen de una docena de especies la proporción media de loci
polimórficos resultó ser del 30 % y la heterocigotidad por individuo del 10,6 %.
Recuérdese que éstas son estimaciones mínimas, ya que están basadas solamente en
aquellas sustituciones de genes que son detectables electroforéticamente. Se conocen
otros resultados similares, aunque menos precisos, en otras especies, incluyendo plantas.
Aunque estos resultados son impresionantes, se tiene que hacer la pregunta de
cuán representativos son realmente los genes examinados. Hasta ahora han quedado
restringidos a genes codificando a proteínas enzimáticas solubles y unas pocas
moléculas no enzimáticas; no se sabe nada acerca de las proteínas estructurales ni de los
genes de control.
Hay evidencia, esto es cierto, de que los enzimas solubles examinados son
representantes de los enzimas en general, y que los enzimas dan una buena estimación
de todas las proteínas codificadas. No obstante, se tiene que tener mucho cuidado
cuando se considera que las pocas docenas de genes examinados en, por ejemplo, e1
hombre, son bien pocos comparados con los tres millones de genes que podrían estar
codificados en los 3x109 nucleótidos en el ADN de cada uno de sus espermatozoides.

Reconsideración de la Teoría Clásica frente a la del Equilibrio

Es algo notable que la selección natural pueda tanto preservar como destruir la
variación intrapoblacional. Se ha señalado que algunos casos de polimorfismo son
evidentemente debidos a una selección equilibradora, surgiendo de una superioridad en
adecuación de los heterocigotos sobre los homocigotos u otras causas. Por otra parte, la
selección natural puede disminuir la variación genética en una población mediante la
selección frente a genes perniciosos o contra heterocigotos.
Esta paradoja hubiera sorprendido a Darwin, que reconoció que la variación
intrapoblacional es la fuente de la eventual variación interespecífica, pero tuvo que
asumir que la variación era constantemente reducida por «la supervivencia de los más
aptos» sin conocimiento de la fuente de nuevas variaciones. Este vacío fue llenado por
el mendelismo.
No obstante, la TC es la heredera directa del darwinismo mendeliano, debido a
que todavía considera que la selección es antitética a la variación. Mantiene que la base
genética para una posterior (micro-) evolución está ausente o es extremadamente rara en
la historia de una población; ello es debido a que la selección natural está barriendo
eficientemente toda variación que pudiera de otra manera quedar acumulada.
Por el contrario, la TE afirma la posibilidad mendeliana de que la selección
natural preserva e incluso incrementa la variación genética intrapoblacional. Por ello,
ella considera a la evolución adaptiva como inmanente en la variación de la población
en todo momento.
Uno podría pensar que la clara evidencia de vastas cantidades de polimorfismos
y de heterocigotidad habría refutado por completo a la TC y habría establecido
firmemente a la TE. Pero éste no es el caso.
La TC ha replicado afirmando que la sustitución de un solo aminoácido, aunque
detectable en un aparato de electroforesis, no es detectable en la mayor parte de los
casos por el organismo, y por ello puede quedar completamente irrelevante con respecto
a. la acción de la selección natural. Se trata de «desperdicios genéticos», o de
mutaciones neutras desde el punto de la selección natural.

253
Esta nueva versión de la TC ha recibido el nombre de teoría neoclásica (TNC),
o teoría de las mutaciones neutras, y a sus proponentes se les denomina neoclasicistas o
neutralistas. Afirma que:
a) Muchas mutaciones, es cierto, quedan sujetas a la selección natural, pero éstas
son casi exclusivamente deletéreas y son eliminadas de la población.
b) Una segunda clase común la componen las mutaciones redundantes o
neutrales, y son éstas que serán encontradas segregándose cuando se empleen técnicas
fisicoquímicas refinadas.
c) Un tercer grupo consiste en mutaciones favorables infrecuentes que quedarán
fijadas por la selección natural (ya que «después de todo, la evolución adaptiva sí
ocurre» [!]) y de mutantes heteróticos ocasionales.
Se tiene que señalar que la TNC no puede dejarse a un lado señalando ejemplos
en los que sustituciones singulares de aminoácidos sí tienen grandes consecuencias, u
observaciones ocasionales de polimorfismos equilibrados (como el aburrido ejemplo
aislado de la anemia drepanocítica), debido a que la TNC no niega que tales casos
existan, sino solamente que son normales y que explican una proporción significativa de
la variación natural.
El argumento consiste en dos partes: a) de un intento de refutar la TE, y b) de un
intento de mostrar que la TNC es compatible con los datos. Se aplica a dos conjuntos
diferentes de hechos: 1) la cantidad de heterocigotidad en las poblaciones, y 2) la tasa de
sustituciones de alelos en microevolución. La TNC mantiene que tanto 1) como 2) son
demasiado grandes para poder ser explicados por la acción de la selección, pero que
pueden ser explicados asumiendo que la variación genética es principalmente neutral y
que las diferencias estructurales en la mayor parte de las proteínas son el resultado de la
fijación aleatoria de los alelos de que se trata durante la microevolución. Considérense
brevemente las afirmaciones de la TNC acerca de los puntos 1) y 2):
1. La gran cantidad de heterocigotidad. La evidencia más poderosa en contra de
la TE como explicación de la variación observada en poblaciones es que la predicha
«depresión por crianza aislada» (esto es, la disminución de «aptitud») bajo la TE sería
mucho mayor que lo que se observa, excepto que la adecuación heterocigótica sea
extremadamente pequeña, Por otra parte, la aplicación de la TNC a cada caso de
heterocigotidad puede también llevar a resultados absurdos. También, algunos
resultados de estudios sobre distribuciones de frecuencia alélica entre grupos aislados en
cuanto a reproducción están fuertemente en contra de una hipótesis de desplazamiento
aleatorio de frecuencias alélicas, esto es, la TNC.
2. La elevada tasa de sustitución alélica. La tasa de sustitución de aminoácidos
en «microevolución» se ha mostrado como sospechosamente rápida bajo una teoría
«adaptiva» (la TE), pero está en perfecta consonancia con una distribución aleatoria, no
adaptiva tal como se supone por parte de la TNC. No obstante, los proponentes de la TE
han presentado la objeción de que si ciertamente la inmensa mayoría de sustituciones
aminoácidas en micreevolución ha sido el resultado de una fijación aleatoria de alelos
neutrales, la TNC tendría que asumir que, incluso si permitiera tanto como un 10 % de
las sustituciones como de carácter adaptivo, las mutaciones neutras son 4.000 veces más
frecuentes que las mutaciones con una ventaja muy pequeña (0,1 %), y en una versión
más aceptada de la TNC se afirma una frecuencia 40.000 veces mayor (!).
¿Qué puede el creacionista hacer de todo esto?

254
Primera conclusión para el creacionista

Es algo muy embarazoso para el evolucionista que haya razones muy poderosas
para rechazar tanto la TE como la TNC, que son los únicos modelos elaborados para
explicar la variación genética que supuestamente constituye la base del cambio
evolutivo. ¿Cómo es posible que una estructura teórica tan rica como la genética de
poblaciones fracase tan completamente y no pueda coordinar con el cuerpo de los
hechos? E1 problema tiene que hallarse en la estructura de esta ciencia.
En primer lugar existen demasiados parámetros en la teoría que no pueden ser
medidos en el grado de precisión demandado, de manera que a menudo es imposible
efectuar una discriminación entre hipótesis alternativas. Lewontin dice que cuando se
trata de esto, “la teoría viene a ser un vacío ejercicio en lógica formal que no tiene
puntos de contacto con el mundo contingente. La teoría no explica nada debido a que lo
explica todo. Es mi postura que una buena parte de la estructura de la genética
evolutiva se acerca de una manera peligrosa a ser de este tipo.”
En segundo lugar, la genética de poblaciones puede referirse solamente a estados
de equilibrio y en distribuciones de estado estacionario, mientras que de hecho debería
ser aplicada a procesos históricos.
En tercer lugar, el tratamiento usual del genoma como colección de loci
individuales ignora a la vez la interacción fisiológica y la conexión entre genes. Si se
correlacionan diferentes loci en sus distribuciones alélicas, entonces la dimensionalidad
del sistema es mucho mayor que la cantidad de loci.
Es mérito propio de Lewontin que haya apremiado a que se desarrolle una teoría
que tenga en cuenta la «evolución» del genoma como un todo, en lugar de la
«evolución» independiente de cada gene.
Es probable que el muy débil estado de la genética «evolutiva» actual mejore en
el futuro. Pero en la actualidad todo creacionista puede quedar seguro de que toda
afirmación de los evolucionistas de que la genética ha demostrado que la evolución es
posible y probable es totalmente falsa. No solamente la genética «evolutiva» no tiene
nada que ver con la supuesta evolución filética, no solamente carece de un modelo
cuantitativo incluso para la formación de especies, sino que ni siquiera ha llegado a
una concordancia con respecto al posible significado de la variación genética
observada en las poblaciones naturales.

La genética de la formación de las especies

Como ya se ha afirmado, es una ironía de la genética «evolutiva» que no haya


efectuado ninguna contribución directa al problema fundamental de Darwin: el origen
de las especies. No es que no haya interesantes teorías acerca de ello; pero los genetistas
están todavía describiendo la especiación en términos genéticos generalizados, lo cual
está muy lejos todavía de la construcción de una teoría de la especiación en términos de
frecuencias genotípicas.
Esto es algo que está muy lejos, principalmente debido a que no se conoce casi
nada acerca de los cambios genéticos que tienen lugar en la formación de especies. Para
tener siquiera los principios de una teoría cuantitativa de especiación es preciso
caracterizar las diferencias genotípicas entre poblaciones a varias etapas de divergencia
fenotípica; pero incluso esta caracterización a duras penas ha empezado siquiera.
La teoría general de especiación geográfica postula, sobre la base de una cierta
evidencia, que el proceso de especiación comienza con un aislamiento geográfico entre
poblaciones. Después de ello, algunos distinguen tres etapas subsiguientes, que se

255
consideran aquí con brevedad, con un sumario de la evidencia recogida para cada una
de estas tres etapas:
1. Aislamiento reproductivo, esto es, la aparición de diferencias genéticas
suficientes para restringir severamente la cantidad de intercambio genético que puede
tener lugar entre las poblaciones si de nuevo volvieran a entrar en contacto. Esto podría
ser mayormente provocado por una divergencia en nicho ecológico; pero esto es todavía
muy vago. Ahora la pregunta genética es como sigue: ¿Cuánta y qué tipo de
diferenciación genética se precisa para que surjan los mecanismos primarios del
aislamiento reproductivo? ¿Qué fracción del genoma queda involucrada en ello?
La información acerca de esta primera etapa es casi totalmente inexistente. Se ha
estudiado solamente un caso en el que unas poblaciones presentaban unas barreras
reproductivas recientemente adquiridas que las hacían existir en aislamiento mutuo. S.
Prakash descubrió entre 1967 y 1972 que la población Bogotá de Drosofila
pseudoobscura (que está muy apartada de todas las otras poblaciones de
pseudoobscura) se halla en la primera etapa de devenir una nueva especie.
Uno de los primeros pasos en este proceso parece ser que las hembras Bogotá
cruzadas con machos de cualquier otra localidad producen machos completamente
estériles, mientras que el cruce recíproco produce machos normales. La población
Bogotá colonizó aquella área probablemente no mucho antes de 1960, por lo que
aparece de un pequeño número de moscas, debido a que un estudio de su variación
genética mostró que solamente es la mitad de heterocigótica que el resto de las
poblaciones de la especie.
La base genética de su aparente aislamiento reproductivo tiene que estar muy
restringida; debido a que no ha habido diferenciación genética en los 24 loci
examinados a causa de ello.
2. El período de refuerzo, esto es, los contactos renovados entre las poblaciones
aisladas y el subsiguiente refuerzo de las barreras reproductivas por la selección natural,
en que las diferencias fisiológicas acabadas de surgir causan una descendencia híbrida
menos viable o fértil, de manera que la selección actúa en contra de ella. Aquí, la
pregunta genética es: ¿Cuánta divergencia genética tiene que existir para producir unos
miembros ecológicamente diferenciados y estables de la comunidad de especies?
La evidencia de esta segunda etapa es también muy escasa. La principal
dificultad es la de cómo reconocer elementos simpátricos que estén en su segunda etapa
de especiación. Por una parte, tiene que ser observable alguna diferenciación
morfológica o citológica entre las entidades; por otra parte, tiene que haber una cierta
evidencia de una hibridación menos favorable entre ambas formas.
Se conocen unos pocos casos de ello: el par de subespecies del ratón doméstico
en Dinamarca, y el complejo de «semiespecies» de Drosofila paulistorum en América
del Sur. En el último caso no existe todavía una diferenciación genética marcada entre
las semiespecies, mientras que existe una considerable diferenciación dentro del grupo
de cuatro especies hermanas a las que pertenece D. paulistorum, el grupo llamado
willistoni.
3. La compleción de la especiación, esto es, una continua microevolución
mutuamente independiente, en la que cada una de las nuevas especies formadas deviene
simplemente una parte de la comunidad de especies separadas, sufriendo sucesivas
divisiones o extinción. Aquí, la pregunta genética es: ¿Cuánta similaridad genética hay
entre unas especies más o menos relacionadas genéticamente? ¿Cuál es la tasa de
divergencia genética independiente en tiempo absoluto y «taxonómico»?
Esta es una etapa en la que se conoce un poco más a pesar de que: a) los estudios
son difíciles debido a que la hibridación artificial entre las especies, completamente

256
aisladas reproductivamente en la naturaleza, es pocas veces posible; y b) cuando las
especies se hallan más alejadas mutuamente, la única razón para decir que tienen
antecesores comunes puede proveerla el prejuicio evolucionista (esto es, se puede hacer
una petición de principio).
Se han concentrado las investigaciones acerca de diferencias morfológicas o
bases cromosómicas de esterilidad híbrida, pero han dado muy pocos datos cuantitativos
acerca de cuánta diferencia genética existe entre las especies. Aquí otra vez los
genetistas fueron guiados al estudio de una muestra aleatoria de moléculas enzimáticas
y proteínicas específicas mediante electroforesis de gel. Mediante la utilización de
enzimas cuya genética ya se había establecido por estudio intraespecífico, se pueden
muestrear las especies y comparar a pesar de que no se pueden efectuar cruces entre
ellas; aunque se deberían de llevar a cabo cruces siempre que ello fuera posible, a fin de
establecer homologías genéticas.
La obra pionera en este campo fue efectuada en dos estudios por Hubby y
Throckmorton sobre la Drosofila virilis y sus parientes. Primero, compararon proteínas
solubles de diez especies (divididas en dos phylads) del grupo virilis. Aunque varias
dificultades hicieron impreciso el análisis (principalmente debido a que la genética del
grupo era entonces desconocida), los resultados sugieren que en promedio alrededor del
14 % de las proteínas de cada una de las especies les pueden ser singulares, y que las
diez especies existentes descienden muy probablemente de cuatro formas ancestrales
inmediatas.
Se concluyó en que un mínimo del 8,5 % de las proteínas en las especies
existentes ha surgido desde su especiación, durante la etapa que fuera (1, 2 o 3); y que
un mínimo del 23,5 % de las proteínas ha cambiado de la forma ancestral de las dos
phylads.
El segundo estudio fue más preciso debido a que estaba limitado a los enzimas y
a las proteínas hemolinfáticas larvarias, cada una de las cuales es producto de un gene
separado. Se eligieron nueve tríadas de especies, de las cuales dos miembros de los tres
de cada tríada eran especies hermanas (morfológicamente), y la tercera era un miembro
no hermano del mismo grupo de especies. Los resultados mostraron un grado mucho
mayor de divergencia genética que lo que habían sugerido los resultados de la D. virilis,
pero confirmaron también la postura de que la similaridad morfológica total entre
especies constituye una indicación confiable de similaridad genética.
Una mejora muy grande de este tipo de estudios lo sería el comparar, no las
líneas aisladas de todas las especies examinadas, sino las pautas de frecuencia alélica en
especies relacionadas. Prakash lo hizo así en las especies hermanas D. pseudoobscura y
D. persimilis. El notable resultado fue que se descubrió una diferenciación muy pequeña
en la frecuencia de genes, y ni siquiera un solo caso de casi-fijación para los alelos
alternativos en las dos especies. Esto sugiere que los genes diferenciadores de especies
tienen que ser relativamente pequeños en cantidad, probablemente menos del 10 % del
genoma. Esto es muy notable en vista del elevado grado de polimorfisrno dentro de las
especies.
Investigaciones más recientes llevadas a cabo por Ayala y Powell revelaron que,
para estas dos especies, existen cuatro loci «diagnósticos» de 39 loci estudiados, esto es,
loci para los cuales las frecuencias de los genotipos diploides son suficientemente
características de una especie para asignar un individuo desconocido a aquella especie
con una probabilidad de error del 0,01 o menor. Estos autores efectuaron una
comparación de lo más extensa e interesante de frecuencias de genes entre las especies,
viz, en las cuatro especies hermanas del grupo willistoni. Hallaron varios casos en los
que las especies están casi fijadas para alelos alternativos, pero también algunas

257
similaridades impresionantes entre pares de especies en loci muy polimórficos. La
fracción de genes diagnósticos variaba entre 14 y 35 %.

Segunda conclusión para el creacionista

Todas estas observaciones juntas implican que allí donde las especies se hallan
muy diferenciadas en sus alelos existe un polimorfismo de por lo menos un nivel bajo
en una especie para los genes que caracterizan al otro. Hay entonces un potencial de
transición genética entre especies que no demanda la aparición casual de nuevas
variaciones por mutación, esto es, la preponderancia abrumadora de diferencias
genéticas entre especies estrechamente relacionadas está latente en los polimorfismos
existentes entre especies.
Incluso allí donde las especies divergen más y más en el curso de la
microevolución dentro de un género, esta mayor diferenciación demanda solamente la
inyección ocasional de novedades mutacionales, mientras que las etapas anteriores (1, 2
y 3) hacen uso de un repertorio de variación genética ya existente. Estas
interesantísimas observaciones son las principales consecuencias, para el proceso de
especiación, de la inmensa cantidad de variación genética que existe en poblaciones de
organismos de reproducción sexual.
Para el creacionista, ésta resulta una conclusión muy importante debido a que
confirma de una manera exacta una de las predicciones del modelo creacionista,
«involucrando el conocimiento anticipado por parte del Creador, que equipó a cada
clase de organismo con una gran variedad de estructuras potenciales para darles
capacidad de adaptarse rápidamente a una gran variedad de medios potenciales a fin
de conservar y preservar su tipo básico».
El modelo creacionista predice que la microevolución no está basada en la
aparición de mutaciones aleatorias y perniciosas, sino que constituye una adaptación
basada en una capacidad innata de variación genética en las poblaciones, predicción
ésta totalmente confirmada por los resultados de la genética molecular de los últimos
diez años. La genética «evolutiva» asume que la aparición de muchos genes nuevos
juega un papel solamente en etapas muy posteriores, posiblemente etapas
megaevolutivas más allá de los límites de los «tipos» básicos. Pero ya que la
megaevolución no tiene lugar, tales cosas carecen de relevancia.

La valoración de la selección natural

El neo-darwinismo está basado en dos nociones: mutaciones aleatorias y


selección natural. Y con todo se desconoce totalmente qué proporción de la supuesta
evolución, o incluso de la microevolución, podría posiblemente quedar adscrita a la
selección natural. Lo cierto es que los evolucionistas están en intenso desacuerdo en este
punto: para la TE, la selección natural es el agente causativo en la divergencia entre
poblaciones aisladas; para la TNC, la selección natural es siempre principalmente un
agente de limpieza, eliminando combinaciones genéticas desfavorables.
Además, los estudios de la variación genética no han capacitado a los genetistas
a discriminar entre estas dos teorías. Bien se podría invertir el enfoque de ellos del
problema de si la selección natural conserva principalmente la variación genética (según
la TE), o si, a la inversa, la disminuye (según la TNC) intentando cuantificar la
selección natural directamente en la naturaleza.
El problema es que es imposible determinar la importancia global de la selección
equilibradora demostrando (por medio de ejemplos) que exista. Naturalmente que

258
existe. Pero la cuestión aquí es: ¿Qué proporción de variación genética observada está
mantenida por la selección?
Esto solamente se puede llevar a cabo tomando algún conjunto arbitrario de
polimorfismos genéticos e intentar establecer, para cada caso, las fuerzas selectivas
involucradas, mediante un estudio exhaustivo de historia natural y de demografía. Esta
es la estrategia de la escuela de la «genética ecológica», inspirada principalmente por E.
B. Ford y la cuna de la TE.
La dificultad de una estrategia tan «a-popperiana» de confirmación en lugar de
exclusión es que si, digamos, se examinan objetivamente 100 polimorfismos en cuanto a
la selección equilibrada con un éxito de 98 casos positivos, no se podría dudar de forma
razonable (con o sin Popper) que la selección equilibrada es la principal causa del
polimorfismo; no obstante, si solamente se pudieran demostrar dos casos se podría
implicar que o la selección equilibrada carece de importancia o que es muy difícil de
demostrar.
De hecho, solamente se han demostrado bien pocos casos de una selección
equilibradora de polimorfismos, uno de los cuales, el caso del caracol Cepaeanemoralis,
es considerado como un paradigma por parte de los seleccionistas (TE). Pero incluso
este raro ejemplo no se halla sin sus objeciones. Lo que se necesita es, en su momento,
medir la reproducción de los varios genotipos en un locus y calcular valores de aptitud.
No obstante, aunque en teoría no existe dificultad en la estimación de la aptitud,
en la práctica las dificultades son virtualmente insuperables. Hasta el momento nadie ha
conseguido medir con ninguna precisión la aptitud hela de genotipos para ningún locus
en ninguna especie en ningún medio de la naturaleza. Incluso los intentos de estimar
algunos componentes individuales de aptitud, involucrando el peligro de dar una
representación distorsionada de aptitud total, se han encontrado con muchas
dificultades.
Otros intentos menos pretenciosos se han limitado a mostrar por lo menos que la
selección tiene que estar en marcha, aunque no se pueda medir, mediante la correlación
de las frecuencias de alelos alternativos con diferencias temporales y espaciales en el
medio. Una cantidad bastante grande de casos publicados en los últimos diez años, ha
mostrado que en algunos casos es indudable que el polimorfismo para las variantes
electroforéticas está ciertamente bajo la influencia de la selección; no obstante, no
revelan cuánto de selección está en marcha en la naturaleza.
Si la selección no puede ser medida o siquiera demostrada como un principio
general de la naturaleza, el seleccionista puede dar otro paso atrás y llevar a cabo una
demostración aún más débil. Si se pudiera demostrar que en condiciones de laboratorio
hubiera selección para un alelo en un locus polimórfico, entonces quedaría establecido
que la sustitución de un alelo tal sí provoca una diferencia fisiológica significativa en el
organismo.
No obstante, el registro de selección detectada de loci enzimáticos polimórficos
en condiciones de laboratorio no es muy grande ni convincente. El trabajo más
cuidadoso y controlado, el de Yamazaki, no reveló ninguna selección.
Algunos genetistas han sugerido que la aptitud de un genotipo determinado no
está fijada, sino que depende de la frecuencia. Esto implicaría que es posible un estado
de equilibrio estable de frecuencias de genes sin heterosis, ciertamente incluso con un
heterocigoto inferior. Un modelo de aptitud tan especializado puede ser justificado a
partir de la consideración ecológica más sencilla. Si los recursos se hallan escasos y si
cada genotipo los explota de una manera ligeramente diferente, entonces cada individuo
se encuentra con una competencia más intensa con otros de su propio genotipo que con
los de otros genotipos.

259
La evidencia de selección dependiente de la frecuencia, especialmente la
viabilidad de larvas compitiendo por recursos, es abundante. Por otra parte, todo lo que
esta hipótesis ha hecho ha sido transferir el problema de información de la clasificación
de genotipos («carga genética») a la clasificación de nichos ecológicos.
El seleccionista (TE) puede tomar todavía otro paso de retirada alejándose de la
medida directa de la aptitud en la naturaleza. La TNC predice que una inmensa mayoría
de sustituciones aminoácidas que se observan segregándose en poblaciones no tiene
efectos sobre las propiedades fisicoquímicas de los enzimas, esto es, son selectivamente
neutrales.
Un ataque válido sobre la TNC sería entonces demostrar que la cinética de
diferentes aloenzimas variantes son realmente diferentes. Una cantidad de estudios de la
actividad de alelos enzimáticos mostró de hecho diferencias significativas, en ocasiones
correlacionadas con clines en la naturaleza; este hecho coloca de cierto a la TNC en una
posición débil.

Tercera conclusión para el creacionista

No solamente es el genetista incapaz de discriminar entre la TE y la TNC en


base a la variación genética, como se ha señalado ya anteriormente, sino que es patente
que tampoco puede hacerlo en base a observaciones de selección natural. Por el
contrario, todavía no se conoce si la selección natural juega un papel en absoluto
considerable en la microevolución, ni mucho menos que alguien pueda determinar de
manera cuantitativa esta contribución.
A1 comparar esta conclusión con la segunda se ve que, de los dos elementos del
neo-darwinismo, mutaciones aleatorias y selección natural, lo primero difícilmente
juega un papel en la microevolución; y la segunda quizá no más que la primera.
Esta conclusión no constituye un invento de creacionistas fanáticos, sino una que
es extraída de forma explícita y corroborada en el importante libro de un convencido
líder evolucionista, Richard C. Lewontin. Y los creacionistas no tienen por qué repetir
esta conclusión con ningún tipo de impía alegría, porque los creacionistas no tienen por
qué tener nada en contra de la genética de poblaciones. ¡Muy al contrario!
No, hay otras razones para describir este estado actual de la genética
«evolutiva»: si la genética de poblaciones no ha provisto hasta ahora siquiera una
descripción cuantitativa de microevolución, la afirmación de que la genética ha
provisto una base para la aceptación de la macroevolución se halla totalmente carente
de base. Esto, sencillamente, elimina uno de los pilares de la doctrina evolucionista; y
los creacionistas son bien conscientes de que el otro pilar, la Paleontología, no tiene
tampoco la más mínima base de confianza.

* * *

Bioquímica es la ciencia que estudia los fenómenos químicos en el ser vivo.


Biología es la ciencia que investiga las leyes de la vida, el comportamiento de
los seres vivos.
Genética es la parte de la Biología que trata de los problemas de la herencia.
Stanley Miller es famoso por haber producido algunos aminoácidos, pasando
una descarga eléctrica por una mezcla de gases calientes, tal como se imaginan los
evolucionistas que eran los primitivos gases que rodeaban la Tierra…
Sin embargo, el mismo sabio reconoce que esta mezcla fue preparada según su
teoría, sin oxígeno, el cual se ha comprobado que impide esta clase de síntesis…

260
Richard Dickerson escribió: “Nosotros, (los evolucionistas) solamente podemos
imaginar lo que probablemente existía, y hasta ahora nuestra imaginación no nos ha
ayudado mucho”.
Los evolucionistas, sabiendo que el oxígeno libre, como lo tenemos en la
atmósfera hoy, habría destruido las moléculas necesarias para empezar la vida, han
imaginado una atmósfera de metano, amoníaco, vapor de agua e hidrógeno. Pero la
hipótesis del metano y del amoníaco adolece de una dificultad principal, porque el
amoníaco en la tierra primitiva pronto habría desaparecido. La luz ultravioleta del sol
descompone tanto el amoníaco como el agua, y del agua libera oxígeno.
El geólogo C. F. Davidson dice que no hay evidencias de que la Tierra hubiera
poseído una atmósfera diferente de la que tiene hoy. Como sabemos (y cualquier joven
estudiante puede comprobarlo) el oxígeno es necesario para sostener la vida. Aunque
algunos minerales están menos oxidados en las profundidades en que ocurren, algunas
de las rocas que se consideran más viejas son altamente oxidadas. Si entonces había
oxígeno no podrían formarse compuestos orgánicos.
En estudios publicados sobre el origen de la vida, el problema de la
potencialidad de contrarreacciones ha sido descuidado en gran manera.
Un coacervado es agregado de gotitas de una sustancia gelatinosa, mantenidas
juntas por cargas electrostáticas. No son estables, se desintegran fácilmente. Oparin y
otros han sugerido que los coacervados y la formación de microesferas serían pasos a la
vida, pero cuando uno pide detalles se refugian en que “hace falta mil millones de años
para llegar a realizarse”. Semejante afirmación es lo mismo que si mantuviera que el
mineral de hierro se constituiría sólo en puentes colgantes grandes (como en Lisboa y
San Francisco), si le diera un millón de años para organizarse…
No importa la amplitud que se da al medio ambiente que uno considera, la vida
no pudo tener un origen fortuito. Hay cerca de 2.000 enzimas necesarias, y matemáticos
han calculado que la probabilidad de obtenerlas todas en una prueba casual, es
solamente una posibilidad atrozmente pequeña que no se puede afrontar.
El bioquímico Duane Gish, Ph. D., afirma que: «El origen espontáneo de la vida
requiere nada menos que mil proteínas, ADN y ARN en cada molécula
bioquímicamente activa.»
Hacer alusión al golpe de suerte que, entre billones y cuatrillones de
combinaciones, haya podido formar, por azar precisamente, esta secuencia
indispensable que exigía la síntesis de las proteínas, es irracional. Que toda esta
estructura haya aparecido por casualidad, es tan imposible como la reunión fortuita,
debido al azar, de una fábrica, que luego sea capaz de fabricar cualquier cosa.
Uno solamente tiene que contemplar la magnitud de la tarea para darse cuenta de
que la generación espontánea es imposible, sin embargo ésta es la lógica consecuencia
de aceptar y aun más proclamar, como está ocurriendo en muchas escuelas, tan absurdo
principio. El Dr. George Wald explica: “Tal declaración gratuita solamente puede ser
fruto de una incredulidad ciega y obstinada”.
Como la presentan, existen seis dificultades para la generación espontánea, es
decir, al azar, de la vida:
1) Hay evidencias acumulativas de un mundo primitivo con una atmósfera
oxidante.
2) Los procesos destructivos habrían dominado sobre la síntesis en la atmósfera
en aquel mundo prebiótico.
3) Los análisis químicos muestran que la composición de los depósitos
precambianos son escasos de nitrógeno.

261
4) Hay gran diferencia entre los procesos naturales y los llevados a cabo en el
laboratorio por intervención de los investigadores.
5) En nuestra experiencia solamente los procesos biológicos (enzimas, ADN,
etc.) y la intervención del investigador unen el flujo de energía a la tarea de
construcción de macromoléculas bioespecífícas viables.
6) Las células viables verdaderas son de una complejidad extraordinaria, pues se
trata de estructuras dinámicas bien orquestadas, que contienen enzimas, ADN,
fosfolipidos, hidratos de carbón, etc., a las cuales las llamadas protocélulas tienen un
parecido muy superficial.
Se han realizado grandes hazañas en el campo de la bioquímica. Pero también se
puede ver cómo se debe hacer una gran distinción entre los logros científicos en el
campo de la investigación en laboratorios, con condiciones extremas de control, y un
pretendido origen evolucionario de la vida a partir de síntesis (casual) de sustancias
químicas en la tierra primitiva.
Las condiciones de la tierra primitiva fueran las que fueran, jamás hubieran
podido ser el marco del origen de la vida por medios mecanistas únicamente. En el
laboratorio hay personas, con medios de control, con información, y con inteligencia
para aplicarla. Además les guía un propósito.
El enigma es: ¿Cómo, cuando ninguna vida existía, llegaron a existir sustancias
que hoy son absolutamente esenciales a los sistemas vivientes, y, sin embargo,
solamente pueden ser producidas por los dichos sistemas?
Se requieren ADN y ARN para producir enzimas de proteínas, pero también se
requieren enzimas para producir ADN y ARN. ¿Cuáles aparecieron primero y cómo?
También hay que tener en cuenta que las proteínas, si no están bien controladas por un
sistema eficaz, son peligrosas y pueden destruir otras moléculas.
El doctor Monod confiesa que: «El desarrollo del sistema metabólico, el cual a
medida que la sopa premordial se aguó, tendría que haber "aprendido" a movilizar
potencia química y a sintetizar los "componentes celulares", presenta problemas
gigantescos, igualmente la aparición de una membrana selectiva permeable, sin la cual
no puede haber una célula viable. Pero el problema mayor es el código genético y su
mecanismo de traducción, en verdad, no es un problema: es un enigma.»
Para la cuestión del origen del orden y código subyacentes a la vida y la materia,
y el problema de codificar subyacente al orden de los bloques de construcción de la vida
para guiarlos por el laberinto de la vida, además de la "orquestación" de la multitud de
procesos de metabolismo, no puede ser resuelto rechazando la idea de una fuente de
secuencias codificadas, eso es, de inteligencia. Queda el hecho tenaz de que toda
programación tiene que originarse en una inteligencia en algún punto de su curso. Las
secuencias codificadas celulares y el azar son tan incompatibles como el fuego y el
agua. Mantener que uno produjo el otro es como mantener que dirigiendo la llama de un
soplete contra una caldera de agua se hace que el agua se congele. La casualidad
destruiría cualquier secuencia progresiva del código y viceversa, cuando se habla de
«información» se refiere a las instrucciones que los componentes de una célula
necesitan y tienen en la cinta de ADN en su núcleo para su metabolismo,
funcionamiento y reproducción.
Hoyle y Wichramasinghe en «Evolución from Space» dicen: «No hay ninguna
manera en que podemos esperar evitar la necesidad de información, ninguna manera
en que sencillamente podemos lograr pasar con una cantidad de materia mayor y mejor
de lo que esperábamos hace dos o tres años.»
“La evolución representa un intento de explicar la formación del código
genético de los componentes químicos del ADN sin la ayuda de un concepto (la

262
información) originado fuera de las moléculas de los cromosomas. Esto es comparable
a la suposición de que el texto de un libro se origine de las moléculas en que aparecen
las oraciones gramaticales y no de una fuente exterior, es decir fuera de las moléculas
del papel (y tinta).»" A. E. Wilder Smith.
El código genético es el resultado de la inteligencia que desarrolla las
instrucciones, los conceptos y la información para ciertas síntesis biológicas que no
pueden desenvolverse por el azar.
¿Dónde tendremos que buscar un proveedor general de información codificada
para coordinar los múltiples aspectos de la biogénesis y del metabolismo biológico? La
exteriorización de un sistema modificador sumamente complejo en la vida es
claramente visible en el metabolismo de la vida. ¿Dónde se originó el código?
El código no tiene sentido si no se traduce. La máquina de traducir que tiene la
célula se compone de, por lo menos, cincuenta constituyentes que están asimismo
codificados en el ADN; el código solamente puede ser traducido por productos de la
traducción.
¿Cuándo y cómo se estableció este circuito cerrado? Es excesivamente difícil
imaginar si no contamos con el Creador de ese código y de todo lo que existe: ¡DIOS!
El doctor Gary Parker afirma que «Los procesos químicos naturales operan en
contra de la formación de vida, a menos que sean seccionados, integrados y
controlados por una inteligencia creativa.»
Llegó a ser una doctrina aceptada que la vida nunca viene sino de la vida. En
cuanto a la evidencia actual, ésta sigue siendo la única conclusión posible. J. W.
Sullivan en Limitaciones of Science, Mentor Books, N. Y. «Nadie puede señalar un solo
caso comprobado de vida que no haya venido de vida anterior.» (O del Autor de la
vida, Dios).
La química no es nuestro antecesor
La vida es más que reacciones químicas. Aún el agnóstico, Fred Hoyle lo
sospecha: “En esta época de amplia utilización de calculadoras y ordenadores es bien
conocida la diferencia entre «hardware» (componentes físicos) y «software»
(programación). Utilizando esa misma nomenclatura, nuestros cuerpos son el
«hardware» y nosotros mismos, nuestra mente, nuestra alma, si así se quiere llamar, el
«software». Así pues, no es de ninguna sorpresa que tengamos la sensación instintiva
de que el software (nosotros mismos) puede tener una existencia independiente del
hardware (nuestros cuerpos)”.
Con los nuevos microscopios electrónicos se está descubriendo un pequeño
mundo de maravillas dentro de las células vivas, y los científicos están ahora apreciando
una complejidad que no era imaginable en la estructura, metabolismo y funcionamiento
dentro de una célula con vida. Muchos eruditos están dándose cuenta de la poquísima
probabilidad de que todo el proceso organizativo haya acontecido por puro azar. Y
también hay muchos que reconocen que detrás de toda la complicada organización de la
vida tiene que haber una inteligencia construyendo y ordenándolo todo.
En las obras de varios científicos se usa la analogía para ayudarnos a entender
algunas de las evidencias de la creación, como la morfología. De la palabra «analogía»
el diccionario dice que es «la relación de semejanzas de cosas distintas».
A veces en los lechos de raudos arroyos en las montañas se encuentran bonitas
piedras, bien redondeadas, etc., que lógicamente atribuimos a la acción de la corriente
de agua. Pero si encontramos una piedra pequeña en forma de punta de flecha (como
usaban los pieles rojas de América) la reconocemos como la obra de una inteligencia.
En el oeste de los Estados Unidos y en las islas Canarias hay monolitos que
tienen tales formas que hacen a uno pensar en caras humanas y otras figuras.

263
Generalmente están compuestos por estratos alternativos de piedras sedimentarias
blandas y duras y fácilmente reconocidos como obras de la erosión producida por los
vientos y las lluvias. Pero si paseando por un parque encontramos una estatua de piedra
de algún personaje, no la atribuimos ni a los vientos ni al azar, sino que sabemos que ha
habido un escultor con su plan, un propósito y la capacidad para hacer tal figura.
Si paseando en una playa ancha de arena fina, uno nota ondulaciones regulares
en la arena, son asignadas al efecto del agua o el viento. Pero si uno encuentra las
palabras «Juan ama a María» escritas en la arena, en ninguna manera piensa que por
casualidad las olas o viento las hayan escrito sino que algún ser inteligente lo hizo.
Cuando los hombres encuentran con aparatos electrónicos en una célula
microscópica una cinta (a veces de más de un metro de largo) con instrucciones
codificadas para el desarrollo, funcionamiento y reproducción de la célula y todo un
sistema eficaz para traducir y llevar las instrucciones a otros componentes de la célula
¿cómo pueden atribuirlo a la casualidad?
Uno no tiene que ver al Creador, ni tiene que ver el acto de la creación, para
reconocer la realidad de la creación divina.

* * *

La Biología es la ciencia que investiga las leyes de la vida. Así pues, no las crea,
sino que las investiga.
No empezamos con el virus, porque no puede ser antecesor de ninguna clase de
vida. Es una estructura química orgánica que tiene que entrar dentro de una célula para
reproducirse, valiéndose de los componentes de la célula viva. No puede ser el
antecesor de aquello de lo que depende para todo.
Hay un orden y propósitos obvios en el mundo orgánico que el azar jamás puede
producir. El biólogo francés, G. Salet escribe: «Las regulaciones de un ser vivo forman
un coherente de una complejidad inaudita, aun en la bacteria más sencilla.»
«La complejidad creciente, es una tesis esencial de la evolución, pero esta
teoría no tiene explicación para este fenómeno.» Roberto Berbrand, Scientific
Research, Sept., 1969.
Hay una tendencia natural general de todos los sistemas observados de orden,
mostrando una disipación de la energía disponible para futura transformación, la ley
“entropía en aumento”. Esta ley, la segunda Ley de la Termodinámica, es una de las
leyes más universales y ciertas que existen en la ciencia. La bien observada y
confirmada segunda Ley de la Termodinámica enseña que, sin intervención de fuera,
todos los sistemas degeneran de la manera siguiente:
1) El sistema se mueve de un orden hacia el desorden.
2) El sistema se mueve de un estado de complejidad a simplicidad.
3) El sistema se mueve de una potencialidad alta a una energía baja. Así, como
medios de efectuar la evolución, el tiempo y el azar no encuentran ningún apoyo ni en
esta ley ni en la matemática de las probabilidades.
Los biólogos usan la palabra «homología» para designar similaridades en
estructura básica. La homología se ve también en la creatividad humana entre los
trabajos de artistas e ingenieros, que usan estructuras similares para llenar necesidades
similares. Así, lo hizo nuestro Creador muy antes que ellos: las evidencias basadas en
semejanzas superficiales, tales como la anatomía comparativa, el desarrollo
embrionario, el suero sanguíneo, secuencias, etc., constituyen un testimonio, no de
parentesco evolucionista, sino de su creación por un Diseñador común, que utilizó
estructuras y patrones similares para realizar similares funciones.

264
El científico francés, L. Vialleton opina: «La pretensión de explicar las
homologías por transformaciones graduales de piezas simples, transformaciones
causadas y dirigidas únicamente por fuerzas naturales es insostenible.»
Ninguna clasificación puede probar parentesco. Es meramente una ordenación
mental humana conveniente.
De todos los otros seres, el loro y el myna sobresalen al imitar el hablar de seres
humanos, pero eso no los hace parientes nuestros.
¿Es cierto lo que los evolucionistas llaman teoría de la recapitulación?... El
profesor Adam Sidgnovick, embriólogo eminente dice: «Después de 50 años de
investigaciones sistemáticas y estudio de la embriología, la teoría de recapitulación
todavía carece de una prueba satisfactoria.» Los comentarios de algunos embriólogos
como Hertiving Keibel y Vialleton hacen prácticamente trizas la hipótesis de la
recapitulación. Los doctores J. P. DeBeer y W. E. Stinton escribieron: «A pesar de que
la teoría de la recapitulación se encuentra desacreditada, sus efectos continúan en los
rincones y grietas de la zoología».
En algunos seres hay estructuras que algunos consideran órganos vestigiales,
aparentemente restos de huesos y órganos no necesarios hoy. Tales cosas no prueban la
evolución, que postula: no el deterioro, sino cambios hacia arriba, cosas nuevas,
mejores, más complejas.
Los organismos más elevados no tienen mayor número de cromosomas, y es
evidente que no tienen un correspondiente mayor número de genes. La célula de una
gallina tiene 18 cromosomas, la de una vaca 16, la de un gusano 32, la de un lagostino
208 y la del hombre y la de cierto caracol 46.
El poliploidismo es el resultado de una división celular anormal, en la que una
célula recibe el doble de cromosomas. Puede ser causado por medio de una cierta acción
química, resultando de ella la producción de plantas, frutas y flores de mayor tamaño.
Pero no añade nada, no hay ninguna mutación de genes. No puede servir de mecanismo
para la evolución.
«No se puede decir que la evolución es una adaptación, porque todos los
organismos ya están adaptados.» Levontín en Evolución Genética.
De la Genética el diccionario dice: «Parte de la Biología que trata de los
problemas de la herencia.» Un libro de texto de Biología dice: «El estudio de variación
controlada y su transmisión de una generación a la siguiente.» «La genética es la
ciencia de la herencia, de la conservación (del patrimonio) específico; sus relaciones
con la evolución no son conocidas más que a través de teorías, lo que es bien poco.»
Dr. Pierre P. Grasse, zoólogo.
En el núcleo de cada célula las moléculas de ADN, ordenadas en forma de
hélice, componen un código de información por el cual el organismo se desarrolla y se
reproduce. Esto explica por qué los efectos del medio ambiente sobre los organismos no
pueden ser heredados por sus descendientes. Los ambientes no afectan al ADN. Los
hijos no pueden heredar las características adquiridas por los padres. Un investigador,
llamado Weisman, cortó los rabos de veinte generaciones de ratas, pero sus
descendientes siempre nacieron con rabos largos. No puede un hombre desarrollar
ciertos músculos (ej. bíceps) hasta el punto de modificar los genes y así transmitir un
músculo mayor a sus hijos.
Dios ha dotado a muchas de sus criaturas, por medio de miles de genes, con
grandes gamas de variabilidad y adaptabilidad, limitadas es cierto, y sin poder para
desarrollar un órgano nuevo, ni interior ni exterior, nada que ya no estuviera en la
potencialidad de sus genes, nada que le hiciera pasar de un género a otro. (Nota: usamos
la palabra «género» porque algunos usan la palabra «especie» para denotar lo que es una

265
mera variación.) Hablando de género (o especies) su variación es posterior a su origen,
no la causa de ella. Variar es una cosa, evolución sería otra.
Según el doctor F. L. Marsh, catedrático de Biología en la Universidad de
Andrews: “Un principio de variación limitada satura, se defunde, de tal manera que la
variación genética de los organismos no puede ir más lejos que producir variantes
dentro de los ya existentes tipos básicos. No se ha demostrado ninguna excepción”.
¿Qué puede seleccionar la «selección natural?» Dicen que la selección natural es la
supervivencia de los más aptos. Entonces, si preguntamos: ¿cuáles son los más aptos?,
nos contestan: «Por supuesto, los que sobreviven.» ¡Qué observación más aguda! ¡Qué
sabiduría más profunda! El doctor D. Gish escribió: «La selección natural es un
concepto de razonamiento circular, porque simplemente requiere que los organismos
más aptos dejen mayor descendencia, y al mismo tiempo identifican los organismos más
aptos como los que dejan mayor descendencia.» Y eso sin la menor garantía de que los
tales sean mejores o más ascendentes.
«Una selección de formas de vida implica la existencia de ellas, pero no las
explica.» D. Santiago Escuain.
El doctor Gary Parker observa: «Las mutaciones son solamente cambios en
genes que ya existen, así como la "selección natural" solamente puede producir
variaciones dentro de su género y eso presupone una creación.» Hablando de la misma
supuesta fuerza, Roger Lewin dice en «Science», 1982: «Puede eliminar algo de la
complejidad y retardar el deterioro de la información. No es una fuerza creativa, como
muchas personas han sugerido.» «La selección natural no puede proveer novedades, es
cosa pasiva, un tipo de filtro por el cual pueden pasar solamente variantes que cuadran
con el medio ambiente del momento.» H. M. Morris, Ph. D.
Refiriéndose a la selección natural como la pintan los evolucionistas, el Dr. S.
Lovtrup, catedrático de Zoofisiología escribe en su libro “La Refutación de un Mito”:
«Después de esta sabia eliminación, la única posibilidad que queda, la teoría de la
selección natural es falsa; hay un número considerable de hechos empíricos que no se
ajustan a la teoría.» El doctor Sylvio Fials dice: «La evolución significa principalmente
un incremento en el contenido de la información en el caso del ADN.» «No se ha
clarificado ni un solo paso en el mecanismo evolucionista.»
«El que se ocupa de criar y mejorar animales y plantas, después de haber
efectuado un número de cambios menores en alguna dirección, queda detenido
abruptamente. En un tiempo relativamente corto llega a una etapa donde no puede
lograr más, no importa cuánto se esfuerce. Este hecho es fatal para la evolución.» Dr.
Douglas Dewar, Dificultades de la Evolución, p. 10 «En las plantas, la variedades
vuelven al tipo original promedio y los híbridos a los padres genéticos.» Sí, toda
mejoría en las plantas por medios artificiales desaparece con el tiempo si se dejan vivir
sin el cuidado del hombre. «Si una evidencia negativa refuta una teoría, los
experimentos de crianza refutan la evolución orgánica.» D. Dewar.
El Dr. Bolton Davidheizer da una lista parcial de citas de documentos de
biólogos y zoólogos evolucionistas que reconocen que no saben nada de posibles
antecesores inmediatos de numerosos animales que mencionan:
La vida: «No sabemos nada cómo empezó la vida».
El reino animal: «Los primeros y más importantes pasos de la vida animal
permanecen aún más oscuros que los de la evolución de plantas».
Los protozoos, o animales unicelulares: «Simplemente, no se conocen quiénes
fueron los antecesores de los protozoos».
Los metazoos, o animales pluricelulares: «Los antecesores de los metazoos son
un misterio desconcertante».

266
Los artrópodos, langostas, cangrejos, etc., «El origen evolutivo de los artrópodos
queda escondido en la remota época Precámbrico».
Las arañas, «no sabemos de ninguna evidencia para mostrar que las arañas se
hayan derivado de ningún otro grupo viviente o extinto de arácnidos».
Los insectos, «No obstante, no existe evidencia fósil que pueda aclarar la
cuestión del origen de los insectos; los insectos más antiguos conocidos no muestran
ninguna transición de otros artrópodos».
Y el catedrático Earl Core, biólogo, West Virginia University lo resume con:
«En realidad, no conocemos la historia filogenética de ningún grupo de plantas ni de
animales, ya que yace en el indescifrable pasado.»
Concerniente a los antecesores de las criaturas actuales, el Dr. Colin Fatterson,
paleontólogo concluye: «ellos existen, no en la naturaleza, sino en la mente de los
taxonomistas como abstracciones, sin embargo se discute acerca de ellos como si
fueran realidad».
En su libro «Evolution and the Christian Faith», el Dr. B. Davidheiser nos da
una lista más amplia, ochenta citas de científicos evolucionistas que reconocen que
hasta ahora no han podido acertar ni imaginar los antecesores de organismos de toda la
gama de clasificación biológica.
Si ninguna de las ciencias no puede revelamos ningún antecesor de ninguno de
los centenares, de los géneros que hay, el sentido común nos dice que ninguno tuvo
antecesor, sino que salieron de las manos de su Creador tan individualizados como lo
están hoy.
Los mismos evolucionistas confiesan que el 99 por ciento de las mutaciones son
nocivas, algunas fatales y todas tienden a debilitar la vitalidad para sobrevivir.
(Dobzansky, J. Huxley en Evolución en Acción, p. 45) Si por cada metro que un
alpinista subiera hacia la cima de una montaña, resbalase hacia abajo 99 metros ¿cuándo
alcanzaría la cima?...
Las mutaciones nunca crean «información» nueva, solamente trastornan la que
hay. Se puede considerarlas como revoluciones provocadas contra el buen orden
genético que el Creador estableció en las células viables.
Guyenot escribió de la evolución por mutaciones: «Tal teoría es la más
mecanicista de todas, puesto que, de una suma de accidentes, de acontecimientos
fortuitos, pretende hacer surgir este mundo organizado, que estamos acostumbrados a
considerar como el resultado de una finalidad inminente».
Una mutación para tener significación evolucionista necesita ser: hereditaria,
llevar al individuo a una complejidad mayor, capacitar al organismo para sobrevivir
mejor, ser natural (sin intervención humana), ser novedosa y no la manifestación de un
gen latente en la especie.
Pierre Grassé, el más eminente de los zoólogos franceses, opina que las
mutaciones «no son complementarias ni son acumulativas, ni trabajan de manera
cooperativa, ni suman a nada». «La aparición de un órgano nuevo, que aparezca en el
conjunto del organismo, por medio de una serie de mutaciones que produzca el azar, es
radicalmente imposible.»
* * *

Hasta hace pocos años la enseñanza ortodoxa de los evolucionistas era que la
evolución era por micromutaciones, aconteciendo tan lentamente que no se pueden
observar. Decían y algunos siguen diciendo «da tiempo a la naturaleza y ella puede
producir cualquier cosa». Pero ésta es una de las más grandes falacias concebidas. El
tiempo es un elemento cuantitativo; por sí solo, sin una fuerza que obra y dirija

267
eficazmente, los supuestos cambios, el tiempo nunca puede efectuar de por sí cambios
cualitativos. En el curso de los años varios evolucionistas eminentes se han dado cuenta
que no hay ninguna evidencia para apoyar su hipótesis de transiciones por medio de
micromutaciones y han resucitado una idea que ellos mismos rechazaban en tiempo
pasado, conocida por el nombre de «el monstruo viable». Por ejemplo: Un reptil puso
un huevo y salió ¡un pájaro! Según el diccionario «monstruo» significa «producción
contra el orden regular de la naturaleza». Se añadió el adjetivo «viable» (que puede
vivir) porque los monstruos no solamente son raros, sino que además no viven mucho
tiempo y no suelen reproducirse, como haría falta para su hipótesis. Si hubiera un
monstruo viable, tendría que buscarse una monstrua viable parecida y reproducirse, para
perpetuar el gran cambio. Con los centenares de géneros que hay sobre este globo, eso
tendría que haberse repetido centenares de miles de veces, pero no se sabe de un solo
caso.
Ahora estos evolucionistas han bautizado esa idea con un nombre que suena más
elegante y científico: «Equilibrio puntuado» queriendo decir, evolución por saltos, «per
saltum», (dando a entender un paso entero hacia arriba en la graduación ideada por los
taxonomistas.) Están haciendo un esfuerzo desesperado para salvar su hipótesis de la
evolución orgánica. Es probable que lo logren, dada la influencia dominante que ejercen
sobre los medios de comunicación; y más triste todavía, porque la mayor parte de los
hombres quieren creer tales cosas y no en el Señor. (Véase Jer. 5:31) Los «gradualistas»
(los micromutacionistas) están desconcertados y turbados, y atacan con buenos
argumentos a las nuevas ideas para defender sus propias desacreditadas nociones.
Ante todo, esa idea de «equilibrio puntuado» no es un mecanismo. Es
simplemente un cambio de velocidad. Razonan que por cuanto no encuentran formas de
transición en el registro fósil ni en ninguna parte, la evolución no podría haber ocurrido
gradualmente. Pero, como ellos se empeñan en que sí sucedió, tendría que haber
ocurrido rápidamente.
Un artículo en Newsweek, 3 Nov., 1980, nos dice: «Para algunos genetistas
todos los monstruos son desesperantes (sin esperanza para la evolución). Cambios tan
grandes en las estructuras solamente pueden ser el resultado de un nuevo orden de
cromosomas, y otros sistemas delicados quedarían tan desordenados que el organismo
no podría sobrevivir.»
Una evolución «per saltum» parece burlarse de la selección natural.
«El mecanismo para la idea de un monstruo no es observable, ni tiene apoyo
teórico.» Dr. G. Parker.
Según el doctor R. H. Bayles, sin la fijación de la mutación no hay
macromutación. Para eso las estructuras genéticas tienen que ser susceptibles también a
reacciones contrarias, y éstas podrían anular la primera mutación. ¿Cómo podría un ser
invertebrado, no teniendo ningunos genes aproximados a los vertebrados, adquirirlos de
golpe después de miles de años?
El Dr. D. Gish nos llama la atención que Green y Goldberger, aunque
evolucionistas, han sido lo suficiente sinceros para confesar que «la transición
macromutación es un salto de dimensiones fantásticas, y yace más allá de una hipótesis
imaginable. En esta suposición todo es conjetura».
En su obra principal, Evolución and the Diversity of Life, el doctor Ernest Mayr
concluye: «La evidencia, tanto genética como morfológica o funcional, se halla tan
uniformemente opuesta a un origen saltacionista de nuevas estructuras, que no hay otra
alternativa que la de buscar explicaciones en términos de un origen gradual.»
Genes definitivos afectan a características específicas de un organismo, también
cada gen afecta a todas las características. Es esta interacción que explica la integración

268
funcional entretejida del genotipo, es todo un conjunto, y esto no permite la mutación de
un gen.
Vemon Kellog ha mostrado que los seres extravagantes e híbridos quedan
eliminados de sus especies en una o dos generaciones. (Nota: Los evolucionistas han
tenido que inventar unos monstruos especiales, porque nada se sabe de tales seres que
sean capaces de propagarse. Si lo consideramos bien, notaremos que la idea de que la
hipótesis de las macromutaciones sea el mecanismo para una evolución tropieza con
tantas dificultades como la de las micromutaciones.)
«La evolución es una décima parte de ciencia deficiente y nueve décimas partes
de filosofía también deficiente», declara el Dr. G. F. Bright, presidente de la
Universidad Oberlin.
El Dr. Waid en su artículo «The Origen of Life», publicado en la revista
Scientific American, Agosto de 1954, dijo que: «cree en la evolución porque sin ella los
biólogos modernos se quedan sin ninguna explicación acerca de la vida».
Melvin Calvin escribió: «El verdadero estudioso buscará la evidencia para
establecer la realidad de los hechos, en vez de hacerlos confirmar con su concepto de la
verdad, porque la verdad existe, sea descubierta o no».
No podemos imaginar que la causa de la verdad sea servida por guardar
cubiertas las ideas no populares y minoritarias. Los argumentos espaciosos pueden
quedar al descubierto solamente examinándolos. Nada es tan poco científico como la
mentalidad inquisitorial que servía como se suponía, a la verdad, suprimiendo otras
ideas en vez de refutarlas.
Como escribió Einstein acerca de otro asunto: «La imaginación es buena, pero
siempre debe ser controlada por los hechos disponibles.» (Nota: Y cuando no hay
hechos disponibles, no debemos dejar que la imaginación corra por su cuenta).

* * *

Ya que la evolución es aceptada por tantos, incluso por muchos científicos de


mucho conocimiento, a veces se nos hace creer que las evidencias en favor de la
evolución son sólidas y están más allá de toda duda. Y por las afirmaciones que algunos
hacen somos llevados a creer que no se precisa de más evidencia. Pero esto no es así.
Se pretende que la teoría de la evolución está asentada sobre una evidencia
científica fuera de toda duda. Pero cuando se examinan estas “evidencias”, es
sorprendente descubrir que muchas de ellas quedan muy lejos de lo que es necesario
para probar la teoría de la evolución. Un problema aún mayor para los evolucionistas es
el hecho de que muchas de las evidencias que se dice son prueba de la evolución pueden
ser utilizadas con la misma presteza para apoyar el creacionismo: que toda la vida fue
creada por Dios.
Hay algunas evidencias que pueden apoyar el registro de la creación tan bien
como, o mejor que, la teoría de la evolución
Los evolucionistas mantienen que por el hecho de que los seres vivos puedan ser
dispuestos en filums, especies, géneros, etc., podemos entonces asumir que estos seres
vivientes evolucionaron procedentes de antepasados comunes. Se dice que hay
estructuras homólogas y que pueden ser clasificadas «debido a que son derivadas, en
evolución, procediendo de la misma estructura de un antepasado común». Así, se
pretende que la posibilidad de clasificación (taxonomía) constituye una prueba de la
posibilidad de la evolución.
Pero hay algunos problemas con esta pretendida prueba. Wilbert H. Rusch
escribió:

269
“Francamente, el hecho de que podamos agrupar los seres vivientes y las for-
mas fósiles de vida en unos 30 filums animales y 25 divisiones vegetales sería lo último
que sería de esperar del desarrollo evolutivo. Un desarrollo evolutivo al azar
demandaría una enorme mezcolanza más que un número relativamente tan pequeño de
entidades reconocibles en comparación con todo el número de especies”.
En realidad, si la evolución ha tenido lugar y todos los seres vivos han
descendido de antepasados comunes, nos encontramos sorprendidos de que la
clasificación sea siquiera posible. Como Rusch ha dicho, tendríamos «una enorme
mezcolanza» en lugar de una disposición tan ordenada de los actuales seres vivos.
Esta evidencia podría ser interpretada con igual facilidad a favor del
creacionista. Que la vida pueda ser clasificada en tales disposiciones como las
anteriormente mencionadas es también evidencia de designio por parte de un Creador.
¿No podría acaso un Creador haber creado todas las cosas para que estuvieran adaptadas
a nichos ecológicos? Rusch concluye: “Ya que esto es una evidencia subjetiva (los
animales y las plantas no llevan etiquetas de clasificación), se podría seguir ad
infinitum con esta discusión sin que se pudiera hacer ningún progreso”. Así que, en
realidad, la clasificación es una evidencia tanto o más buena para el creacionismo que
para el evolucionismo.

* * *

El estudio de la embriología como evidencia en favor de la evolución ha pasado


por muchas etapas de desarrollo y revisión. Para empezar, los evolucionistas del pasado
han afirmado que «los embriones de los animales superiores repiten muchas de las
etapas por las que pasan los embriones de animales inferiores». A esto se le da el
nombre de recapitulación y este concepto fue formulado por vez primera por un hombre
llamado Karl von Baer. Pero en 1866 Ernst Haeckel revisó la teoría presentando su ley
biogenética. Haeckel afirmó que el embrión pasa a través de las etapas evolutivamente
adultas en su desarrollo. Pero la mayor parte de científicos actuales están en desacuerdo
con este concepto, y más bien darían su asentimiento a Julián Huxley, que afirmó: «El
individual no pasa a través de las etapas adultas de sus antecesores.» En la actualidad
los evolucionistas afirman que “la versión de Haeckel es errónea... el conocimiento
actual de los mecanismos de la herencia tiende a apoyar la postura de von Baer”.
Huxley define lo que muchos evolucionistas creen hoy acerca del desarrollo
embriónico. Dice: «Lo que a menudo hace es pasar a través de etapas de desarrollo
ancestral. Las hendiduras branquiales del embrión humano se corresponden con las del
embrión del pez, en el que persisten (con una ligera transformación), para devenir las
hendiduras branquiales del pez adulto.» Darwin consideraba que el desarrollo
embriónico y la similaridad de embriones de diferentes animales eran «uno de los más
importantes temas en todo el desarrollo de la Historia». Y así es con muchos
evolucionistas en la actualidad.
Sin embargo, para muchos biólogos modernos, la ley de la recapitulación ha
caído al borde del camino, aun a pesar de que se la siga abrigando en algunos textos de
Biología. G. H. Waddington afirma: «E1 tipo de pensar analógico que conduce a
teorías de que el desarrollo está basado en la recapitulación de etapas ancestrales o
cosas similares no parece ya más convincente en absoluto y tampoco es muy
interesante para los biólogos» Esto representa el pensar de muchos biólogos con
respecto a la validez de la hipótesis de la recapitulación.
En un tiempo pasado algún científico creyó que un estudio del desarrollo
embriónico de una especie daría claves de su ancestro y desarrollo de organismos de

270
diferentes clases. Muchos libros de texto siguen enseñándonos esto, aunque los
expertos, mayormente, han abandonado este punto de vista. Se ha encontrado una gran
cantidad de excepciones, y hay también casos donde los eventos en el desarrollo
embriónico aparecen en orden inverso.
Davidheiser concluía: «Esta postura acerca del desarrollo embriónico con su
presuntuosa designación de "la ley biogenética fundamental" ya no se sostiene en alta
estima por parte de los hombres de ciencia, ni siquiera en una forma modificada...»"
Así que, de nuevo, tenemos una evidencia que supone que da apoyo a la teoría de la
evolución, pero en realidad la tal prueba es inexistente.

* * *

Se pretende que los órganos vestigiales son órganos o estructuras en el cuerpo


que han perdido su utilidad a lo largo del proceso evolutivo. Huxley dijo:
“Resumiendo, los órganos rudimentarios carecen de significado, y ciertamente
presentan dificultades insuperables, desde la perspectiva de una creación específica,
pero su existencia es inmediatamente inteligible si los animales y plantas han
evolucionado a través de otras etapas muy distintas para llegar a su condición actual.
El hecho realmente significativo acerca de los órganos rudimentarios que están
totalmente desarrollados, pero no utilizados por sus poseedores, constituye evidencia
para una evolución del mismo tipo que la dada por órganos verdaderamente
rudimentarios: son rudimentarios en función.”
Hubo un tiempo en que se consideraba que la cantidad de órganos vestigiales
(rudimentarios) en el cuerpo humano estaba por encima de 180. En la actualidad este
número ha descendido hasta la media docena. Los evolucionistas están rápidamente
perdiendo su evidencia. Vez tras vez se ha encontrado que órganos que al principio se
pensaba eran inútiles para las funciones del cuerpo, eran en realidad totalmente
necesarios. El apéndice es mencionado entre los vestigios. Pero en la actualidad, la
ciencia está viendo que juega un papel principal en la función diaria de los procesos del
cuerpo.
En realidad, toda la idea de los órganos vestigiales sería una indicación de
regresión.
Se está haciendo más y más evidente que la «evidencia» de los órganos
vestigiales es de poco uso. Incluso si se pudiera demostrar que ciertos órganos han
degenerado. Y las estructuras degeneradas tenderían a indicar un proceso regresivo y no
evolutivo, lo cual no es exactamente lo que los evolucionistas necesitan para demostrar
su teoría.
Sí, los órganos vestigiales son necesarios para la función corporal, pero no
funcionan como evidencia de evolución. La mayor parte de los biólogos modernos son
cautos a la hora de presentar los vestigios como prueba de evolución. Saben que es una
evidencia débil. E incluso si se desconoce actualmente la función corporal de un órgano
específico ello no significa que este órgano no tenga funciones corporales. La
experiencia del pasado ha mostrado que deberíamos ser pacientes en dejar que la ciencia
desentrañe los misterios aún desconocidos de nuestros cuerpos. Con todo ello, muchos
impetuosos evolucionistas han dejado de dar oído a la advertencia y se han encontrado
«con los pies en el tiesto» acerca de los supuestos órganos vestigiales.

* * *

271
El modelo especulativo evolucionista de Prigogine está cubierto de una
considerable cantidad de complejas matemáticas, con lo que es difícil, si no imposible,
comprenderlo sin formación matemática. Ello lo hace de inmediato inaccesible a la
mayor parte de científicos, desde luego a la mayor parte de biólogos. No obstante, el
modelo de Prigogine suena deliciosamente científico y ha sido calurosamente acogido
por los evolucionistas, quienes están tratando de hallar alguna manera de vencer la
insuperable barrera que el Segundo Principio de la Termodinámica impone frente a un
pretendido origen evolucionista de la vida. Cuando Prigogine pasa su modelo
matemático del papel al mundo real, entonces es posible para el no matemático el
examinar las asunciones químicas y biológicas que sirven de base a su modelo. Un
examen de estas asunciones revela que están totalmente vacías de cualquier
fundamento. Su modelo no ofrece ninguna solución que se pueda mantener.
En el «modelo evolutivo» de Prigogine, se asume un sistema abierto al flujo de
dos especies monómeras a y b (que pueden corresponder a dos clases de nucleótidos,
por ejemplo el ácido adenílico y ácido timidílico). Aunque no habla mucho sobre ello,
también se debe asegurar en alguna manera un influjo constante de energía en forma de
moléculas orgánicas ricas en energía, y también debe existir alguna manera de
encadenar este influjo de energía al proceso sintético asumido en el modelo. Justo en
esta etapa preliminar, incluso antes de que se encuentren las dificultades más serias en
su modelo, éste pierde toda plausibilidad.
En la ausencia de organismos vivientes, sería imposible el suministrar una
cantidad suficiente de cualquiera de los nucleótidos o de las moléculas orgánicas ricas
en energía que provean la concentración necesaria de estas moléculas. Bajo cualquier
condición plausible de tierra primitiva, la velocidad de destrucción de estos compuestos
excedería en tal magnitud la velocidad de su formación que nunca se podrían acumular
cantidades detectables de ninguno de ellos.
No obstante, incluso si el océano hubiera estado saturado de estas moléculas, el
modelo de Prigogine no puede explicar cómo la vida hubiera podido evolucionar. A
partir del monómero a, que para el propósito que nos ocupa Prigogine toma el
nucleótido ácido adenílico (A), Prigogine asume que se forma el homopolímero, ácido
poliadenílico (poli-A). El poli-A codifica (sirve de plantilla para el ácido politimidílico
[poli-T], con lo que en presencia de poli-A y un suministro de ácido timidílico,
Prigogine asume que se formará poli-T. Ya que no solamente el poli-A codifica al poli-
T, sino que el poli-T codifica al poli-A, Prigogine afirma que cuando se llega a esta
etapa, se pone en marcha un ciclo autocatalítico. Hagamos ahora una pausa para
examinar las asunciones tomadas como base en esta etapa del modelo.
Primeramente, Prigogine asume que los monómeros (los nucleótidos) se
combinarán para formar polímeros en grande cantidades (son muchos los miles de
millones de toneladas que se tendrían que formar de cada polímero a fin de poder
producir una concentración en un océano conteniendo 1,5 mil millones de kilómetros
cúbicos de agua). En realidad, para todos los propósitos prácticos, no se podría formar
ningún polímero. Para formar los enlaces encadenando los monómeros a fin de dar el
polímero se necesita una entrada de energía. Como consecuencia este proceso es
energéticamente muy desfavorable. La ruptura de los enlaces que encadenan a los
nucleótidos en el polímero, o la ruptura de los enlaces dentro de cada subunidad (como
el enlace azúcar-purina), de otro lado, libera energía y es por tanto energéticamente
favorable. Además, la formación de un polímero de 100 nucleótidos requiere la
formación de 99 enlaces entre ellos, siendo la formación de cada enlace
energéticamente muy desfavorable. Pero la destrucción del polímero requiere la
ruptura de un solo enlace, ruptura ésta que libera energía y que por tanto es

272
energéticamente favorable. Como consecuencia, la formación de un polímero de
solamente unos pocos nucleótidos sería increíblemente lenta, pero si existiera algún
polímero, se rompería a una velocidad relativamente rápida. La velocidad de
destrucción excedería enormemente a la velocidad de formación, por lo que no se
formarían concentraciones significativas de polímeros, ni siquiera de dímeros, bajo
ninguna condición plausible de tierra primitiva.
Segundo, incluso si por hipótesis aceptamos que la formación de polímero
hubiera tenido lugar a una velocidad significativa a fin de producir una cantidad total
significativa de polímero a partir de los dos monómeros presentes, tales como el ácido
adenílico (A) y el ácido timidílico (T), todavía sería imposible que se formase una
cantidad significativa de un polímero particular. ¿Cómo es posible que la formación de
polímeros se quedase restringida a poli-A (A-A-A-A-A-A-A-A-A-A----A) y poli-T (T-
T-T-T-T-T-T-T-T-T--T)? Se formaría cada posible secuencia A y T. Por ejemplo, sería
tan probable hallar el polímero T-A-A-T-A-T-T-T-A-T-A-A-A-T-T, o cualquier otra
secuencia de A y T como otra secuencia de polímeros conteniendo 15 A's o 15 T's
exclusivamente. Si se hubieran formado polímeros de 100 nucleótidos bajo condiciones
asumidas de tierra primitiva a partir de solamente dos monómeros, se hubieran podido
producir 2 (10 ) combinaciones distintas. Esto elimina la posibilidad de poder producir
100 30

una cantidad significativa de cualquier polímero en particular.


Tercero, el afirmar que la presencia de dos polímeros, tales como el poli-A y el
poli-T, establecería un ciclo autocatalítico es un transparente disparate. Un sistema tal
no podría ser autocatalítico debido al hecho de que ni el poli-A ni el poli-T (ni ningún
otro polinucleótido) son catalíticos. Ninguno de ellos tiene la propiedad de acelerar
ninguna reacción orgánica, en este caso la velocidad con que se establecen los enlaces
entre los nucleótidos. Por lo tanto, ninguno de ellos puede ser denominado un
catalizador. No obstante, Prigogine llama al pretendido sistema “autocatalítico”, puesto
que el poli-A codifica (sirve de plantilla para) el poli-T, que a su vez codifica al poli-A.
Así, afirma Prigogine, la velocidad de producción del poli-A sería por lo menos
proporcional a su concentración. Pero lo que Prigogine silencia es que la velocidad de
destrucción del poli-A (o del poli-T) también sería proporcional a su concentración. Ya
que tanto la velocidad de producción y la velocidad de destrucción tenderían a
incrementarse en función del incremento de concentración, no habría un efecto neto de
concentración de las especies polímeras como resultado.
Pero pasando a otras asunciones del modelo de Prigogine (a pesar de las
imposibilidades halladas hasta ahora), Prigogine asume que en la formación de poli-A
bajo la acción codificadora del poli-T aparecen errores, y como resultado se forma un
nuevo polímero (llamémoslo polímero-X). El polímero-X, Prigogine asume, puede
ahora dirigir la síntesis de una nueva sustancia E. Asume todavía más, y asume que E
podría posiblemente ser una proteína enzima «primitiva» que cataliza la producción del
polímero-X, asimismo como su propia producción. La aparición del catalizador, según
se asume, produce el polímero-X a una velocidad mucho más superior que a la que se
producen el poli-A o el poli-T, por lo que el sistema se desplaza rápidamente lejos del
equilibrio hasta que se establece un nuevo equilibrio. Ahora detengámonos de nuevo a
considerar qué es lo que no marcha con las asunciones de Prigogine.
Primero, ningún polinucleótido puede dirigir la síntesis de una proteína. Todos
los enzimas son proteínas, y consisten en cadenas largas de aminoácidos. En organismos
vivientes el gene (un polinucleótido consistiendo de ácido desoxirribonucleico, o ADN)
de cada proteína suministra solamente el código para la secuencia en la cual se deben
ordenar los aminoácidos en la proteína correspondiente, y esto es todo lo que hace. La

273
traducción de esta información, y la síntesis real de la proteína, requiere mucho, mucho
más que esto.
El ADN es tan sólo una de las muchas diferentes clases de moléculas que se
precisan para la síntesis de una proteína. El afirmar que el ADN podría dirigir la síntesis
de una proteína en ausencia de todo el complejo aparato que se precisa para esta tarea es
simplemente absurdo.
Además, el decir que el proceso fue mucho más sencillo en el primer paso hacia
la vida está completamente contradicho por la evidencia. Por ejemplo, los aminoácidos
no se pueden alinear a sí mismos a lo largo de una molécula de ADN o de ARN. No
existe ninguna clase de ajuste «machihembrado», ni de ninguna otra clase, entre ningún
aminoácido y ningún nucleótido. Tan solo por esta razón es químicamente y físicamente
imposible, por lo tanto, que ninguna molécula de ADN o de ARN puedan «dirigir» la
síntesis de una proteína. De hecho, los procesos químicos que entonces tendrían lugar
introducirían el caos en cualquier forma de vida en formación.
Segundo. Ningún enzima es capaz de catalizar a la vez la síntesis de un
polinucleótido, tal como el ADN o el ARN, y él mismo. Así, no existe ningún enzima
conocido que catalice la formación de enlaces químicos entre nucleótidos para formar
polinucleótidos, y que a la vez catalice la formación de enlaces químicos entre
aminoácidos para formar proteínas. Los procesos químicos involucrados en la
formación de enlaces entre nucleótidos son simplemente demasiado diferentes de los
procesos involucrados en la formación de enlaces químicos entre aminoácidos para que
ello pueda ser posible.
Tercero. Como ya se ha mencionado con anterioridad, Prigogine asume que el
«enzima primitivo» cataliza la producción de polímero-X, el cual codifica a su «enzima
primitivo». La acción de un enzima no se puede restringir, empero, a la formación de
ningún polinucleótido. Existe una sola polimerasa-ADN que cataliza la formación de
todas las moléculas de ADN. Así, si el hipotético enzima primitivo de Prigogine
realmente hubiera surgido, no hubiera catalizado solamente la formación del polímero-
X, sino que también la formación de todos y cada uno de los otros polinucleótidos que
pudieran existir. Así, catalizaría la formación de los polímeros originales, poli-A y poli-
T, con tanta prontitud como catalizaría la formación del polímero-X. El polímero-X, al
haber surgido originalmente en una cantidad muy pequeña debido a un error,
permanecería en una proporción muy pequeña en relación con los polímeros originales.
Cuarto. La posibilidad de que justo por casualidad un error en la síntesis del
poli-A produjera un polímero nuevo (polímero-X) capaz de dirigir la síntesis de un
enzima primitivo desafía a las leyes de la probabilidad, incluso en el caso imaginario de
que un nucleótido pudiera dirigir la síntesis de una proteína. Nadie conoce exactamente
cómo un enzima tiene la capacidad de catalizar una reacción química particular, pero sí
sabemos que para la catálisis de una reacción química particular solamente una, o muy
pocas, del número casi infinito de combinaciones posibles de los aminoácidos en la
proteína enzima trabajará. Cada operación química establece límites rígidos en cuanto a
qué moléculas en particular pueden actuar como catalizadores.
La mayor parte de enzimas actuales consisten en moléculas de proteína
conteniendo varios cientos de aminoácidos (existen unos 20 tipos diferentes de
aminoácidos en estas proteínas). Así, incluso un enzima «primitivo» requeriría por lo
menos unos cien aminoácidos. En realidad nadie lo sabe, evidentemente, puesto que no
tenemos enzimas «primitivos» a disposición para poderlos estudiar. Por lo general, la
extracción de unos pocos aminoácidos de los enzimas actuales destruye por completo su
actividad, sin dejar nada que posea actividad de enzima «primitivo». No obstante, si
asumimos que el enzima «primitivo» consiste de 100 aminoácidos de los 200 de que

274
consta ahora una proteína, y que se pueden obtener cien mil millones de combinaciones
(10 ), más bien que solo unas pocas que puedan funcionar de una manera precisa (como
10

sucede ahora en los sistemas vivientes actuales), que pudieran funcionar como enzima
primitivo, la posibilidad de que por casualidad se llegase a conseguir solamente una sola
molécula, por no hablar de miles de millones de toneladas, de cualquiera de estos
enzimas primitivos sería esencialmente cero.
Cien aminoácidos de 20 clases diferentes se pueden combinar de 20100 maneras
distintas (10130). Si 1011 de ellas pudieran funcionar como enzima primitiva, y si mil
millones de billones (1021) de las varias moléculas de proteína formadas por estos
aminoácidos se formarán cada segundo durante cinco mil millones de años,
(aproximadamente 1017 segundos) la posibilidad de conseguir una sola molécula de una
de las secuencias requeridas es de solamente 10130/ 1021 X 1017 X 1011, o una sola
posibilidad frente a 1081. Esto es, para todos los propósitos, igual a probabilidad cero, ya
que a escala cósmica se puede fijar en 1/10 el valor de umbral de imposibilidad.
Sumarizando, en su modelo Prigogine asume:
1. Una producción neta constante de enormes cantidades de nucleótidos y de
aminoácidos en la hipotética tierra primitiva por medio de la interacción simple de
energía bruta y de gases sencillos.
2. Una producción neta constante de enormes cantidades de moléculas orgánicas
ricas en energía a fin de suministrar la energía requerida.
3. La combinación, en enormes cantidades, de los nucleótidos para formar
polímeros (ADN).
4. La formación selectiva de homopolímeros (tales como el poli-A y el poli-T)
en lugar de la formación de polímeros mezclados con secuencias aleatorias.
5. El establecimiento de un ciclo autocatalítico.
6. Errores en la formación de los polímeros, produciendo un nuevo polímero que
dirija la síntesis de un enzima proteico primitivo.
7. El primitivo enzima proteico cataliza la formación de sí mismo y del polímero
nucleótido (ADN).
8. Las moléculas anteriores consiguen, de alguna manera, separarse a sí mismas
del resto del mundo, y concentrarse en sistemas coordinados en el tiempo y en el
espacio.
Ni una sola de las asunciones anteriores tiene ni una partícula de probabilidad
bajo ninguna condición plausible de tierra primitiva. Improbabilidad montada sobre
improbabilidad es una imposibilidad.
Se puede uno montar un modelo matemático de prácticamente cualquier proceso
una vez que se hagan unas ciertas asunciones. Cuando el modelo se saca del papel y se
aplica al mundo real de la Química y de la Física y las asunciones del modelo se
traducen a procesos que pueden comprobarse frente a la realidad, entonces es posible
determinar si el modelo tiene alguna validez. Por lo que se puede ver de la anterior
discusión, el modelo de Prigogine no tiene validez alguna. (Dr. Duane T. Gish)

275
LA INTEGRIDAD GENETICA DE LOS «TIPOS» (BARAMINES): UNA
HIPOTESIS DE TRABAJO

(J. Jones, Ph. D.)

La moderna teoría evolucionista está basada sobre la asunción de que toda la


herencia tiene su base en los genes de ADN. Se presenta aquí evidencia de que esta
asunción es falsa. De hecho, hay dos principales sistemas interrelacionados de
herencia. Se consideran las implicaciones de estos hechos para la investigación
creacionista.

A. Introducción

Todo el mundo aprende acerca de los famosos experimentos de Mendel, que


mostraron que toda la herencia tiene su base en los genes y que estos genes son
«partículas». Se considera en la actualidad que la mutación de los genes constituye el
proceso evolucionista básico.
E1 alegato a estas conclusiones es evidente: si las especies son esencialmente
genes, entonces las especies pueden ser cambiadas mediante cambios génicos, y la
continuidad de la evolución puede ser explicada. La genética evolucionista presentaría
en tal caso unas credenciales científicas impecables.
Sin embargo, lo que la mayor parte de las personas nunca llega a saber es que ni
Mendel ni ningún otro científico posterior ha mostrado tal cosa.

B. La teoría de la genética de Mendel

Después de la obra fundamental de Galileo y de Newton, la Naturaleza se


consideraba como un gran mecanismo cuyo funcionamiento podía ser descrito
matemáticamente. Si supiéramos las posiciones y movimientos de todos los átomos en
un instante determinado, en principio podríamos llegar a entenderlo todo; y tanto el
pasado como el futuro quedarían abiertos a nuestra contemplación. Es indudable que
Mendel absorbió estas ideas optimistas durante su estudio de física y matemáticas en la
Universidad de Viena (1851-1854), porque enmarcó sus propios resultados
experimentales en un contexto atomístíco.
Mendel mostró que los diferenciales observados (esto es, las características de
redondez o rugosidad) entre las características (esto es, la forma de la semilla} de los
miembros de una especie (esto es, el guisante) podían ser correlacionados con los
correspondientes diferenciales entre los padres que produjeron los gametos. Esto es todo
lo que demandaba la evidencia de Mendel. Unas investigaciones posteriores han
demostrado que los diferenciales se hallan en los cromosomas paternos o, más
exactamente, en el ADN de los padres. Pero las dos conclusiones con las que estamos
familiarizados no son exigidas ni por los hechos ni por la lógica:
1. No hay nada en los resultados de la investigación genética que exija que los
diferenciales deban ser entendidos en términos atomísticos (esto es, partículas).
2. La metodología genética solamente puede dar testimonio de diferencias: ojos
azules frente a ojos marrones: No de la posesión de ojos como tal.
Nunca se ha demostrado que la pauta organizativa de la estructura del organismo
y sus procesos quede todo ello determinado por los «genes».
Estos dos extremos se considerarán a continuación (secciones C v D).

276
C. ¿«Átomos» hereditarios?

El prejuicio atomístico de Mendel ha llevado, en último término, a una tremenda


confusión en la moderna biología evolucionista.
En los primeros días de la genética («Mendelismo Clásico») el concepto de gene
era claro y preciso:
l. Un gene es una partícula discreta, independiente, homogénea, en un
cromosoma;
2. Cada cromosoma tiene una disposición lineal específica de genes (como
perlas en un collar).
3. El gene es la unidad básica de la función, mutación, y recombinación;
4. El gene se halla en una correspondencia 1:1 con el carácter adulto.
Sobre esta base, el proceso evolucionista elemental podía ser considerado como
un cambio sistemático de las frecuencias de genes en una población específica. Es
evidente que en el horizonte se levantaba una teoría científica de la evolución, una
teoría que sería coherente con principios biológicos comprobados y con hechos
observados.
Sin embargo, la investigación en genética pronto destruyó este punto de vista:
1. Un gene definido por un criterio (por ejemplo, la función) no es generalmente
coextensivo con el «trismo» gene definido mediante otros criterios. Así, los genetistas
distinguen ahora las unidades genéticas de función bioquímica (cistrones),
recombinaciones (recones), y mutaciones (mutones). Algunos cistrones pueden estar
repetidos muchas veces en el genoma. Por ejemplo, los genes para cada tipo de proteína
histona en los cromosomas se repiten de 250 a 500 veces. Aún más confusión viene del
descubrimiento de los incrones (genes sin función codificadora que se hallan en los
cistrones), pseudogenes (genes no codificadores que se hallan entre los cistrones), y
transposones (genes móviles que pueden pasar de lugar a lugar dentro del genoma).
2. Cada gene tiene por lo general efectos múltiples; y un gene puede gobernar el
desarrollo de dos o más caracteres que no sean homólogos.
3. Cada carácter se halla por lo general influenciado por muchos genes
(cistrones). Los genes reguladores (que actúan como señales de «marcha» y «paro») -
algunos de los cuales pueden hallarse lejos de los cistrones que controlan-influencian
también los caracteres.
4. En diferentes variedades o especies, genes que han resultado ser «idénticos» u
«homólogos» mediante experimentos de fertilización pueden controlar diferentes
caracteres. A la inversa, genes «no homólogos» pueden controlar el desarrollo del
«mismo» carácter.
5. Los efectos fenotípicos de un gene pueden variar ampliamente en relación con
el medio y en relación con los diferentes complejos genéticos en los que pueda aparecer
el gene.
En vista de los puntos mencionados, se mantiene en la actualidad (en el neo-
Mendelismo) que no es necesario que exista una persistencia a largo plazo en la relación
entre un gene y un carácter. Los caracteres observables (el fenotipo) son las expresiones
de interacciones inespecificables, cambiantes, e impredecibles dentro del complejo total
de genes mutables, que además interactúan con el medio e incluso con el medio interno
cambiante durante el desarrollo del organismo. Decir ahora que la evolución es el
«cambio en la frecuencia de los genes», o «cualquier cambio de una generación a otra
en la proporción de los diferentes genes», es decir algo que carece totalmente de
significado: algo que no tiene ningún punto definible de contacto con la verdadera
adaptación de organismos reales en un mundo real.

277
Pero éste no es el fin de la historia. Si estos desarrollos han situado a la
evolución en una calina persistente, la moderna comprensión biomolecular de los genes
la ha perdido en una densa niebla:
“... Cuando el «anticuado gene» pasa a ser una secuencia reproductiva de bases
en el ADN que es activa en el control de la secuencia ADN-ARN-proteína, los biólogos
teóricos se quedan con pocas razones para esperar con confianza que exista ningún
tipo de teoría sana de la evolución y de desarrollo que esperen ser enriquecidas, y no
de ser arrojadas al caos, a causa de este nuevo conocimiento.”
El matemático Marcel Schutzenberger explica el problema de esta manera:
“Los genes son considerados como moléculas (ADN) gobernadas por procesos
químicos. Estas moléculas tienen solamente una topología «tipográfica», esto es,
tenemos un «texto» genético escrito en un alfabeto con cuatro «letras» (bases de ADN)
que se traduce a un «texto» proteínico escrito en un alfabeto con alrededor de 20
«letras» (aminoácidos). Estas estructuras se corresponden (por el desarrollo) con
estructuras con una topología totalmente diferente: la de verdaderos seres vivientes en
el mundo real. Los evolucionistas neodarwinistas pretenden que la selección, actuando
sobre una población de verdaderos organismos, causa la evolución cuando han tenido
lugar cambios aleatorios en la población de genes. Esta pretensión es, por decirlo de
una forma suave, sumamente implausible. ... Si tratamos de simular tal situación
haciendo cambios aleatorios al nivel tipográfico... en programas de ordenadores
hallamos que no tenemos ninguna probabilidad (esto es, menos que 1 en 10 elevado a
1000) siquiera de ver cuál sería el resultado de la modificación: sencillamente, el
ordenador se bloquea.”
A fin de poder funcionar, el proceso de selección tiene que ser planificado y
dirigido. Estas consideraciones, naturalmente, son tabú para los evolucionistas
neodarwinistas. La única respuesta que les quedaría abierta parecería ser la pretensión
de que la dirección o canalización exigida sea una función natural de los sistemas de
desarrollo. Pero no se conoce casi nada de estos sistemas:
Nuestra ignorancia de cómo los genotipos producen fenotipos es el mayor vacío
en nuestra composición del proceso evolutivo, y es verdaderamente un inmenso vacío.
Tenernos así la situación de que, a falta de una evidencia adecuada de teorías de
herencia y de desarrollo, el evolucionista carece de una teoría científica de evolución.
Su causa se basa en las esperanzas de lo que se vaya a descubrir en el futuro:
Una teoría científica adecuada de la evolución tiene que esperar el
descubrimiento y elucidación de nuevas leyes naturales: físicas, fisicoquímicas y
biológicas.
Podemos ahora pasar al segundo punto.

D. Genes y herencia

La herencia existe debido a que los factores hereditarios se copian de una


generación a la siguiente. La copia tiene lugar sobre un patrón. Se han dedicado tanto
tiempo y energías a la comprensión de los patrones de ADN que se ha olvidado que hay
otros tipos de patrones en los sistemas biológicos. Los patrones que nos interesan aquí
son las membranas de las células, y ello debido a que se está acumulando la evidencia
de que es en ellas y no en los patrones de ADN que se halla codificada la pauta
organizativa de las células y de los organismos. Este fenómeno se llama a menudo la
herencia cortical, ya que la principal estructura implicada en la investigación es la
membrana celular misma (en latín cortex, «corteza»). En los protozoos la pauta cortical
se desarrolla únicamente a partir de una pauta cortical preexistente del mismo tipo.

278
Evidencias similares existen en cuanto a los cefalópodos, anfibios, algas desmidianas, y
plantas fanerógamas.
Se hallan también evidencias de mecanismos de control de superficie celular en
el fenómeno de la diferenciación celular dentro de un solo compartimento
citoplasmático, esto es, el desarrollo de huevos, células de neuroblasto de saltamontes,
granos de polen, células del complejo estomatal en desarrollo, ciliados y foraminíferos.
Los orgánulos de la célula, tales como mitocondrios y cloroplastos, han
resultado poseer su propio ADN. Pero, igual como sucede con las células, parece
evidente que el ADN no es responsable de la producción de la pauta organizativa de
esos orgánulos. Los orgánulos surgen solamente a partir de orgánulos preexistentes, o
de orgánulos incipientes (pre-orgánulos).

E. Un modelo creacionista

Lo que sigue es una respuesta creacionista a esta situación. Proponemos una


hipótesis de trabajo de que:
1. Las pautas organizativas básicas de las estructuras biológicas se hallan
codificadas en patrones de las membranas (que pueden recibir el nombre de cortomas).
Esto se aplica a dos niveles: al nivel de los orgánulos celulares y al nivel de las células.
Ya que en uno o más momentos del ciclo vital todo organismo se halla
existiendo como una sola célula (por ejemplo, el huevo fertilizado), se tiene que
considerar a la célula como la unidad básica del organismo de estructura, función,
reproducción y herencia (Teoría de la Célula). De ahí podemos suponer que el plan
maestro del cuerpo de cada tipo creado (baramín) se halla codificado en el cortoma
(Teoría del Cortoma). Podemos además suponer que la pauta del cortoma no cambia; y
que ésta es la explicación científica de la integridad y de la permanencia de los
baramines (pero ver más abajo). El daño efectuado a la célula puede perjudicar su
funcionamiento normal, y ciertos elementos de la pauta pueden quedar perdidos,
invertidos o duplicados. Pero la naturaleza esencial de la pauta tiene que quedar
invariada. Los tipos posibles de cambio quedan ilustrados, por una parte, por las
alteraciones quirúrgicas de la organización cortical «congelada» de protozoos y, por otra
parte, los mutantes homeótícos de Drosofila.
2. Se producen diferentes expresiones en desarrollo de las pautas del cortoma
mediante diferentes genomas, esto es, mediante la recombinación y permutación de los
factores del genoma.
Estos factores comprenden no sólo los ADN's nucleares (cromosomales), sino
también los ADN's no homólogos hallados en orgánulos celulares tales como los
mitocondrios y cloroplastos. Los factores génicos no producen las pautas de
organización biológica (aunque las mutaciones génicas puedan llevar a una expresión
dañada de ellos), sino que gobiernan la producción de las subestructuras del organismo
(naturalmente, con su topología esencialmente «tipográfica»). Los factores génicos no
son «átomos» hereditarios, sino diferenciales entre moléculas de ADN que se
corresponden (mediante la producción de las subestructuras fisicoquímicas) con
diferenciales entre condiciones somáticas. Estas condiciones permiten o reprimen los
varios procesos biológicos que se involucran tanto en la «lectura» de la información del
cortoma, como en la producción de las estructuras biológicas (organulares y celulares
(supracelulares) que son por ellos especificados.

279
F. Predicciones creacionistas

Son dos las predicciones que se pueden hacer sobre esta base:
Primera.- Los genomas de diferentes metazoos pueden no ser más complejos
unos que otros. En realidad, pueden no ser más complejos que los de algunos protozoos.
Las diferencias cruciales consisten en los cortomas; y los cortomas de diferentes filas
pueden no exigir diferentes complejidades de genoma con las cuales interactuar.
Desafortunadamente, esta predicción no puede ser todavía evaluada, debido a que no
sabemos lo suficiente acerca de los genomas ni de sus funciones para saber cómo
compararlos. Lo evidente es que la cantidad de ADN por componente haploide presenta
una pauta muy confusa, no mostrando ninguna verdadera correlación con ninguna
supuesta posición evolucionista.
Segunda.- Se asume que aunque los genomas varían dentro de un baramín, no
sucede lo mismo con los cortomas. Así, sería posible hallar o producir
experimentalmente en cualquier especie de baramín cualquier expresión de la pauta de
cortomas que le es posible a aquel baramín. Si (ver más abajo) cada especie ha
secuestrado un campo particular de genomas del campo total posible para un baramín,
entonces la recombinación proveerá genomas que, en una interacción con diferentes
ambientes (incluyendo condiciones experimentales especiales), proveerá algunos
fenotipos con expresiones del cortoma que son típicas de otras especies del baramín.
Hay abundancia de evidencia que sugiere esto.
Por lo que respecta a animales, la uniformidad de la «norma de reacción»
etiológica en un tipo es impresionante. Entre los peces cíclidos, por ejemplo, cualquiera
de sus especies parece capaz de reconocer y responder al comportamiento de cualquiera
otra de las especies. Esto es cierto incluso si las especies provienen de diferentes
continentes. Un caso todavía más impresionante es el de que la camada de padres que
ponen huevos pueden ajustarse a padres que protegen a sus crías en la boca, y viceversa.
Dentro de una sola especie, no es raro hallar individuos con las características
diagnósticas de especies o incluso géneros relacionados (dentro del baramín).
Las características dentarias son importantes en la clasificación de los
mamíferos; sin embargo, en una sola muestra del ratón ciervo, Peromyscus maniculatus,
Hooper halló pautas variables de dientes típicas de otras diecisiete especies de
Peromyscus. Hibbard halló un fósil del conejo extinguido Nekrolagus con la pauta
premolar típica de los conejos existentes. Similarmente, la pauta del Nekrolagus se halla
ocasionalmente en especies vivientes.
Tales consideraciones sugieren que ésta debería ser un área de investigación
muy fructífera para los creacionistas. Creo que demasiados biólogos han dejado de
comprender los procesos de variación y de especiación debido a que no han
comprendido los procesos de desarrollo. Y no han llegado a comprender el desarrollo,
debido a que han sido engañados por los dogmas de la genética evolucionista, con lo
que se han planteado unas preguntas desencaminadas. Los creacionistas, que se hallan
en una mejor posición para actuar, debieran mirar qué es lo que se puede hacer.

G. Facetas adicionales de este modelo creacionista

Este análisis preliminar quedaría incompleto sin referencia a otras tres facetas de
un modelo completo: las pautas de la variación, la velocidad de la variación, y los
resultados de la variación.

280
1. Las pautas de la variación

Si asumimos, como parece razonable, que la mutación ha jugado un papel


relativamente poco importante en la variación de las especies naturales, entonces las
diferentes categorías de un baramín (géneros, especies, razas) diferirán en su muestra de
diferencias génicas a partir de un fondo genético común. La pauta resultante de
variación quedará correlacionada con la pauta de los medios a los que se hallan
adaptadas estas especies. Por lo general, estos medios presentan organismos con una
pauta en mosaico o calidoscopio de diferentes exigencias ecológicas. Como
consecuencia, debiéramos esperar una pauta correspondiente en mosaico de
características adaptivas. Tal pauta en mosaico debiera prevalecer tanto dentro de los
baramines como dentro de categorías situadas en niveles taxonómicos superiores. Esta
pauta de variación en mosaico es precisamente la pauta que la investigación detallada ha
desvelado invariablemente.
Tenemos una confirmación adicional en la multitud de filogenias en conflicto
producidas por especialistas para cada una de las principales categorías de clasificación.
La razón es que los especialistas se hallan en desacuerdo en cuanto a qué características
son las más importantes. Nuestra predicción es que cuanto mayor sea la cantidad de
características que se tengan en cuenta, tanto más difícil se hace erigir una filogenia.

2. La velocidad de variación

Si todas las variantes (especies, etc.) que han surgido dentro de un baramín
simplemente secuestran un campo particular más estrecho de posibles genomas en base
a un campo anterior más amplio, entonces la especiación puede ser sumamente rápida.
Para apreciar esto, no se precisa comprender exactamente cómo tiene lugar la
especiación. E1 hecho es que nadie lo sabe, como lo admite Lewontin:
“Mayormente no sabemos virtualmente nada acerca de los cambios genéticos
que tienen lugar en la formación dé las especies."
La futura investigación podría desvelar fenómenos en los que en la actualidad ni
se piensa. Sin embargo, el «cómo» de la especiación no tiene para nosotros la
importancia crítica que tiene para el evolucionista.
Los estudios genéticos y electroforéticos han demostrado abundantemente que
casi todas las especies de animales y de plantas presentan enormes niveles de variación.
En el modelo creacionista que aquí se propone, se supone que esta variación
preexistente es original (a partir de la Creación) y que es adecuada para dar cuenta de la
diversificación dentro de los baramines que ha tenido lugar desde la Creación.
Por lo general, los evolucionistas han considerado que la especiación es un
proceso extremadamente lento. Por ejemplo:
Parece haber un techo máximo a la velocidad de 1a evolución de las especies
bajo condiciones naturales, esto es, alrededor de unos 500.000 años por paso de
especie.
J. B. S. Haldane creía que las especies de vertebrados podrían diferir en un
mínimo de mil loci; y calculó, mediante su teoría del coste de la selección, que el
recambio completo de los alelos en tantos loci exigiría al menos 300.000 generaciones.
Así, argumentó él que se podría precisar de alrededor de 500.000 años para que
evolucionara una nueva especie. Nei, calculando en base a datos electroforéticos, estimó
que habían transcurrido 500.000 años desde la formación de las especies hermanas de
Drosofila; y cerca de tres veces este lapso de tiempo desde la formación de las especies
no hermanas.

281
Sin embargo, en contradicción a estas estimaciones, se está informando
continuamente de ejemplos de especiación y cambio extremadamente rápidos.
Casi una tercera parte de las especies del mundo de moscas drosofílas aparecen
en las islas Hawai. Y, a pesar de ello, las islas Hawai son geológicamente recientes; la
isla de Hawai misma tiene, según se dice, menos de un millón de años (sic). Y la
especiación es mucho más reciente:
Muchas de las especies hawaianas de Drosofila han surgido en tan sólo unos
pocos miles de años.
Se tiene que sacar la misma conclusión de las diversas certiolas (Aves:
Drepanidae) de estas islas. Más aún, por lo menos cinco especies endémicas de la
polilla género Hedylepta en las islas Hawai se alimentan exclusivamente de banana: y
son distinguibles en muchas características morfológicas de su pariente más próximo,
que se alimenta principalmente de palmeras. La banana fue introducida en Hawai por
los polinesios hace solamente alrededor de mil años atrás, de forma que la polilla que se
alimenta de bananas tiene que haberse desarrollado a partir del antepasado palmivoro
desde entonces.
Una población original de la mosca de la fruta del género Rhagoletis (que infecta
al acerolo), dio origen a una raza infestadora de las manzanas alrededor de los 1860's, y
a una raza infestadora de cerezas que se descubrió en los 1960's. Se conocen similares
razas infestantes en la polilla de la manzana codling y en otros insectos. Si estas razas
están también aisladas reproductivamente, entonces la especiación ha sido
verdaderamente rápida. También se han documentado cambios rápidos en mariposas.
El melanismo industrial, tan frecuentemente mencionado por los evolucionistas,
es relevante aquí. No deja de tener importancia señalar que en algunas poblaciones de
Biston betularia el alelo de melanismo pasó de casi cero a un 98 % en cincuenta años
(1898-1948)...
Finalmente, se ha informado que una raza de Drosofila paulistorum, que era
totalmente interfértil con otras razas cuando fue recogida por primera vez, desarrolló
esterilidad en híbridos después de haber estado separada en una cultura aislada durante
unos pocos años.
Por lo que respecta a peces, se informa que el Lago Lanao contiene catorce
especies endémicas de peces ciprínidos, con modificaciones de los dientes y de la
mandíbula totalmente diferentes a los de otros miembros de esta gran familia. Sin
embargo, todas ellas han surgido desde que el lago se formó hace alrededor de 10.000
años. También se ha informado de la rápida especiación en peces en lagos de cráter en
los Camerunes noroccidentales. Se hallan cinco especies endémicas de cíclidos en el
Lago Nabugabo, un pequeño lago que ha estado aislado del Lago Victoria por menos de
4.000 años.
En pájaros tenemos el clásico ejemplo del gorrión doméstico europeo (Passer
domesticus), que fue introducido en Norteamérica alrededor de 1852. Desde entonces
los gorriones se han dispersado y se han diferenciado geográficamente en razas que se
hallan adaptadas en peso, longitud de ala y de pico, y en coloración, a diferentes
ambientes norteamericanos. La divergencia entre poblaciones raciales se ha comparado
en magnitud a la que existe entre muchas razas de especies nativas de pájaros. Y, a
pesar de todo, se ha conseguido en solamente alrededor de 118 generaciones (hasta
1980). Alrededor de 1933 los gorriones habían llegado a la ciudad de Méjico, donde han
formado desde entonces una subespecie distinta. R. E. Moreau había llegado en 1930 a
la conclusión de que el tiempo mínimo que precisaba un pájaro para dar este paso era de
5.000 años. El gorrión precisó solamente 30. Como se ha comentado muy
juiciosamente:

282
Podemos aquí juzgar el valor de la especulación comparada con la observación
al analizar la evolución.
El conejo gris europeo ha sido introducido en muchas otras partes del mundo.
Ya temprano en el siglo quince algunos fueron soltados en la pequeña isla de Porto
Santo, cerca de Madeira. Tienen ahora alrededor de la mitad de tamaño de la raza
europea, son diferentes en pautas de color, más nocturnos, y no pueden cruzarse con sus
primos europeos. Ha surgido una nueva especie en solamente 400 años.
Los conejos fueron introducidos en Australia alrededor del 1859; pero hay allí
ahora una gran riqueza de variedades, mucho mayor que la evidente en la raza europea.
Se ha informado de cambios comparativamente rápidos en mamíferos daneses. Con
respecto a las plantas, la evidencia es similar. Es evidente que no hay razones para
suponer que la cronología bíblica tradicional presenta problemas insuperables para el
biólogo creacionista. Las condiciones posteriores al Diluvio hubieran sido de la misma
naturaleza que muchas de las que se informa en las anteriores líneas, y que también
hubieran conducido a una rápida variación.

3. Los resultados de la variación

Los creacionistas han argumentado a menudo que el proceso de especiación


llevará a una progresiva restricción del potencial genético originalmente presente en
cada línea de descendencia. Esto parece evidente, pero es poca la investigación que se
ha hecho para confirmar este extremo. Ha habido unos cuantos informes sugerentes.

H. Conclusión

La teoría de la evolución no se puede presentar ya como una teoría científica. E1


evolucionista carece de las teorías cruciales de la herencia y del desarrollo que son
esenciales para las modernas formulaciones darvinistas.
El caso científico en favor de la creación es -y ha sido siempre en realidad-
coherente con todos los principios conocidos y con todos los hechos observados. Los
creacionistas tienen todas las razones para esperar los futuros descubrimientos con
confianza.
E1 caso científico en favor de la evolución está basado en lo que espera que se
conocerá en el futuro. Así, se ve que el evolucionismo es una fe sin ninguna base.

Apéndice: La irrelevancia de los genes

Lewontin ha señalado, en un importante artículo, que son solamente los


cromosomas (no los genes) los que siguen las leyes de Mendel; y que son los
cromosomas enteros (no los genes) los que forman las unidades de la evolución.
Descubrió que tan pronto como consideramos, no genes aislados, sino muchos (más de
18) loci segregando simultáneamente, la cantidad de genes (e incluso el hecho de que
sean genes separados) viene a ser en realidad irrelevante. Son tan sólo las características
de los cromosomas lo que importa. Estas observaciones fortalecen los argumentos
presentados en este artículo.

* * *

283
Después de discutir varios postulados referentes a la síntesis de proteínas en la
tierra primitiva, Matthews y Moser pasan a decir: “Ya que la barrera termodinámica a la
polimerización espontánea de los aminoácidos no se vence fácilmente, y desde luego
parece impensable por medio de cualquier mecanismo razonable de condensación, se ha
postulado una secuencia completamente diferente de eventos guiando a la formación de
polipéptidos…” Sus intentos de esquivar (by-pass) esta impasable barrera serán
discutidos más adelante. No obstante, es evidente que las teorías propuestas por otros
investigadores del origen de la vida sobre la formación de las proteínas no han atraído a
Matthews ni a Moser.
El primer prerrequisito para la formación de las proteínas precisadas para el
origen de la vida sería un océano lleno de aminoácidos. Ya que son tan sólo 20 los
aminoácidos hallados en las proteínas y que todos son aminoácidos alfa (el grupo amino
está en el carbono adyacente al que posee el grupo carboxilo), el océano debe haber
presentado una concentración relativamente elevada de estos 20 alfa-aminoácidos.
Nuestros argumentos contra la posibilidad de que ningún compuesto orgánico llegara a
tales concentraciones. Suponiendo que la concentración de estos aminoácidos llegara a
un tal nivel ¿cómo fueron inducidos a enlazarse químicamente en polímeros que
conocemos como proteínas?... Se han propuesto varios mecanismos. Siguiendo el
pensamiento de que un modo de síntesis que pudiera operar en medio acuoso diluido
será más consistente con la idea de que mucha de la evolución prebiológica tuvo lugar
en los océanos primitivos, Steinman, Kenyon y Calvin han utilizado el agente
condensante dicianamida para promover la formación de di, tri y tetrapéptidos
(polímeros compuestos de dos, tres y cuatro aminoácidos) respectivamente en
soluciones acuosas “diluidas”. El hecho de que sus condiciones de reacción son
totalmente implausibles se ve fácilmente. La concentración de aminoácidos que utilizan
para obtener un pequeño rendimiento de producto de reacción (sin utilizar
manipulaciones especiales) nunca hubiera sido conseguida en la tierra primitiva
(recordemos nuestro argumento previo contra la posibilidad de que ningún compuesto
nitrogenado llegase a tal concentración). Además, a no ser que se utilizasen medios
ácidos, los rendimientos de los productos eran insignificantes, y todos los geólogos
conceden que el ph del hipotético océano primitivo hubiera sido alcalino (ph 8-9). Aún
bajo estas condiciones tan implausiblemente favorables, la reacción cesaría al cabo de
un tiempo muy breve. En uno de sus experimentos, la formación de diglicina a partir de
la glicina cesó al cabo de tres minutos, a pesar de que quedaba todavía el 95 por ciento
de glicina sin cambios, disponible para continuar reaccionando. Creen que la glicina,
por sí misma, cataliza la conversión de la diacianamida a un producto inactivo… ¡Una
reacción en la que un reactivo rápidamente destruye al otro no promete demasiado! ¡La
única manera en que pudieron obtener un rendimiento bastante bueno fue mediante la
adición lenta de un exceso 30 veces mayor de dicianamida desde un embudo de
decantación a la solución de glicina, y aún así no se detectó ningún polímero de más
longitud que un tetrapéptido! ¡Y de cierto que no había químicos orgánicos en la tierra
primitiva con embudos de decantación! Luego esta reacción fue imposible, no existió
nunca, sólo Dios en su infinita Providencia formó todo lo que existe y sólo cuando los
evolucionistas acepten el relato bíblico de la Creación podrán encajar los eslabones
perdidos que no encuentran, ni encontrarán nunca, mientras sigan con sus absurdas
teorías evolucionistas.
La diacianamida es un compuesto orgánico muy reactivo, y su consecuente
destrucción por una gran variedad de agentes hubiera impedido su acumulación sobre la
tierra primitiva en alguna cantidad significativa. En vista de ello y de otras dificultades
mencionadas arriba, es algo asombroso leer la sugerencia del autor de que “la

284
mediación de la dicianamida para la síntesis de los polipéptidos puede haber sido un
proceso clave por el cual los polipéptidos fueron producidos en la primitiva
hidrosfera”. Cuando lo imposible se considera posible, ¡las posibilidades se vuelven
ilimitadas, pero siempre sobre premisas falsas, falsos resultados y con conjeturas
erróneas!
Schramm y sus colaboradores obtuvieron polipéptidos a partir de aminoácidos
utilizando pentóxido fosfórico en éter. Cualquier químico orgánico debería rápidamente
reconocer que un tal experimento no tiene ninguna aplicación al origen de la vida (el
pentóxido de fósforo reacciona rápidamente con la humedad) y no se precisa de ninguna
discusión sobre la posible relevancia de este trabajo con el origen de la vida, porque no
tiene ninguna cosa que discutir; no existe relación alguna entre un experimento de
laboratorio, donde todo está pesado, medido y controlado por un químico, y un medio
hostil donde reina el caos y nadie dirige el proceso. Es como si echáramos al aire
cincuenta mil letras de imprenta y al caer lo hicieran ordenadamente formando un
capítulo de “El Quijote”… Sería absurdo. Pues igual de absurdo es pretender que unos
compuestos químicos, al azar, se unan y reaccionen, por casualidad, para formar la
vida…
Sólo Dios puede ser el gran Químico, el Ordenador de aquel caos que se cernía
en el mundo primitivo. Negarlo es incurrir en teorías falsas y sofismas baratos como los
de la evolución, que estudiamos y refutamos como falsa teoría.

* * *

Una de las propiedades poseídas por la célula viva presenta uno de los mayores
dilemas a todas las teorías evolucionistas, falsas, sobre el origen de la vida: la capacidad
que tiene la célula de reproducirse a sí misma. La autorreproducción de la célula pone
en acción un mecanismo extremadamente complejo. La señal para la reproducción la
tiene que dar algún mecanismo iniciador, y cada paso del proceso está bajo un control
cuidadoso. Muchos enzimas y elementos estructurales de la célula deben trabajar juntos
de una manera muy eficiente a fin de reproducir una copia de la célula con exactitud.
Algunos han afirmado que la conexión entre lo vivo y lo no vivo puede haber sido algo
similar al virus, ya que, según dicen, el virus se puede reproducir. Tal manera de pensar
es muy errónea. No hay ningún virus que se pueda reproducir a sí mismo, y es igual de
cierto que nunca pudo haber existido tal clase de molécula con la propiedad de
reproducirse a sí misma. Los virus no son nada más que moléculas químico-orgánicas,
consistiendo en un núcleo de ácido nucleico (ya sea ADN o ARN) y un recubrimiento
de proteína (algunos virus van acompañados de pequeñas cantidades de hidratos de
carbono y lípidos, que no son nada más que restos celulares). Un virus no posee ni un
solo enzima, ni trazas de actividad metabólica, ni energía, ni fuente de elementos para
ningún desarrollo. Es imposible considerar a un virus como ser vivo, primitivo o no, por
más que extendamos nuestra imaginación. Un virus es simplemente una nucleoproteína
(un complejo de ácido nucleico con proteína). Cuando un virus entra en una célula
susceptible, entonces ella, como tantas otras nucleoproteínas contenidas en una célula,
es reproducida por esta célula, siendo utilizados los complejos mecanismos de
sintetización y de reproducción de energía de la célula de este fin. Es bien cierto que no
existe ninguna molécula que se autorreproduzca a sí misma en el presente, y es igual de
cierto que no hubiera podido existir nunca. Los ácidos nucleicos no poseen la propiedad
de autorreproducirse. Las moléculas de proteína no pueden autorreproducirse. No existe
ninguna molécula de ninguna clase que posea tal propiedad, y no se puede llegar a
imaginar ninguna estructura que pudiera investir a una molécula de tal propiedad. La

285
única manera por la que una especie puede sobrevivir es por autorreproducción. El
destino de cada individuo es la muerte, pero la especie se preserva a causa de que los
individuos se reproducen. La célula se puede reproducir muchas veces antes de que
muera (aparentemente, las células humanas sufren 50 divisiones antes de que empiecen
a morir. No obstante, esta capacidad de reproducirse requiere una organización
extremadamente compleja y eficiente. Esta propiedad no hubiera podido ser poseída por
una molécula, por un complejo coacervado, y ni siquiera por una colección
relativamente compleja de moléculas que pudieran haber sido absorbidas por un
coacervado de alguna clase determinada. Consideremos esta situación. Un complejo
coacervado, o cualquier otra clase imaginable de conexión entre macromoléculas sueltas
y una entidad autorreproduciente, hubieran tenido una existencia limitada en el tiempo.
Esto es, su destino cierto sería la disolución. Además, no tenía la propiedad de
autorreproducirse. El tiempo que se hubiera precisado para que un conservado pudiera,
de alguna manera, haber adquirido una organización de suficiente complejidad y
eficiencia que la hubiera capacitado para reproducirse a sí misma, hubiera excedido en
muchos, muchos órdenes de magnitud, al tiempo necesario para su disolución. Así,
cualquier posible progreso hacia una mayor complejidad hubiera quedado
completamente perdido al disolverse su contenido y dispersarse por el medio. El
proceso de acreción (crecimiento por yuxtaposición) necesario para llegar a un estado
de autorreproducción hubiera precisado de épocas geológicas. Por otra parte, la
disolución hubiera requerido tan sólo minutos, días, semanas, o como mucho, meses
para efectuarse.
De aquí se concluye que, por ésta y muchas otras razones, es imposible el origen
evolucionista de la vida y hemos de darle la razón a la Biblia de que Dios lo hizo todo
en estado adulto y directamente, sin evolución.

* * *

Oparin, biólogo soviético, evolucionista, por supuesto, ha propuesto que los


coacervados pueden haber sido los intermediarios entre las moléculas sueltas y los
sistemas vivos. Los coacervados son partículas coloidales que se forman cuando las
macromoléculas se asocian unas con otras y se precipitan de la solución en forma de
pequeñas gotitas. Los coacervados complejos son aquellos que se forman entre dos
diferentes tipos de macromoléculas. Por ejemplo, un coacervado así se formará entre
una histona, que es una proteína básica, y un ácido nucleico, que es acídico. Otro
ejemplo es el coacervado que se formará de un complejo de gelatina (básico, y por tanto
cargado positivamente) y la goma arábiga, cargada negativamente. Oparín, y otros, han
afirmado que los coacervados complejos poseen propiedades que les pueden haber
capacitado para formar protocélulas. Se mostró que ciertos coacervados absorbían
enzimas del medio en el que estaban inmersos y que estos enzimas podían actuar dentro
del coacervado. Pero se debería entender, no obstante, que la asociación de moléculas
para formar coacervados, y la absorción de moléculas del medio, se debe a fenómenos
simples químicos y físicos, y, por tanto no es selectivo, autoorganizante, o estable. Las
histonas básicas y los ácidos nucleicos forman coacervado simplemente porque el uno
es básico y el otro es ácido, y por tanto tienen cargas contrarias. Hay tan sólo una
atracción electrostática entre ambos. Naturalmente, las histonas básicas atraerían a
cualquier partícula ácida, o con carga negativa, y los ácidos nucleicos atraerían a
cualquier partícula básica, o con carga positiva. Esta atracción no sería selectiva, y si
prevaleciese una mezcla caótica en el medio, los coacervados serian una mezcla caótica.

286
La actividad enzimática sólo es útil cuando está coordinada con otras actividades
enzimáticas. Ya hemos dicho razones de por qué hubiera sido imposible que ninguna
macromolécula particular, como por ejemplo una proteína enzimática, se formara en
una cantidad significativa. Pero supongamos que sucedió el que unas pocas moléculas
de enzima fueran absorbidas por un coacervado. La acción de este enzima no hubiera
tenido ningún significado ni utilidad a no ser que otro enzima le hubiera proveído el
sustrato y a no ser que hubiera otro enzima que pudiera utilizar su producto. En otras
palabras, hubiera sido perfectamente inútil para un coacervado el convertir glucosa-1-
fosfato a glucosa-6-fosfato, a no ser que tuviera una fuente de glucosa-1- fosfato y a no
ser que pudiera utilizar la glucosa-6-fosfato una vez que estaba producida. Una fábrica
que no tenga suministro de materias primas, o que no tenga mercado para su producto,
tendrá que cerrar pronto. Los sistemas vivos son extremadamente complejos, con
cientos de vías metabólicas perfectamente coordinadas y controladas. Los sustratos van
pasando a lo largo de estas vías mientras cada enzima efectúa su función química
altamente especializada, y hay una coordinación tan elevada en el espacio y en el
tiempo que cada enzima es provisto con una cantidad controlada de sustrato, y el
enzima sucesivo está allí para recibir a continuación el sustrato y a su vez ejercer su
función. Cada función química efectuada es útil y con propósito al estar coordinada de
una manera maravillosa con todas las otras actividades de la célula.
Sin esta coordinación, la actividad enzimática no sería solamente inútil, sería
destructiva. Así, las polimerasas (enzimas que catalizan la polimerización de moléculas
más sencillas a fin de formar macromoléculas, como las proteínas) también son de
polimerasas. Estos enzimas actúan como catalizadores, y hacen que se llegue al punto
de equilibrio de la reacción muchísimo más rápidamente de lo que es posible sin
catalizador, pero estos enzimas no pueden desplazar el punto de equilibrio para
favorecer un lado de la reacción sobre el otro. Por ejemplo, si hay un enzima que es
capaz de catalizar la formación de enlaces químicos para formar proteínas, este mismo
enzima cataliza la rotura de los enlaces con las proteínas para formar los productos
originales. Si se pusiera un enzima tal en una mezcla de aminoácidos, catalizaría la
formación de polipéptidos favoreciendo la rápida combinación de los aminoácidos. Pero
tan pronto como se hubiesen formado algunos polipéptidos, la misma enzima catalizaría
la rotura de estos polipéptidos (o fragmentos de proteínas) a aminoácidos. Pronto se
llegaría a un equilibrio en el que se igualaría la cantidad de polipéptido formándose con
la cantidad de polipéptido descomponiéndose. Si un coacervado formado entre una
proteína y un ácido nucleico absorbiera una tal enzima, ésta empezaría a “comerse” a
esta proteína y a cualquier otra que estuviera presente. Su presencia sería destructiva y
altamente indeseable.
Todo esto nos lleva a la conclusión de cómo la teoría de la evolución es
imposible y absurda.

* * *

Según Simpson “existe una gran distancia entre la formación esencial preliminar
de las proteínas, ácidos nucleicos y otras moléculas orgánicas grandes y su organización
en un sistema vivo en el más pleno sentido de la palabra. Este es el paso, o mejor dicho,
la gran serie de pasos, de los que menos conocemos, ya sea por inferencia o por
extrapolación”. El problema de cómo hubieran podido, estas hipotéticas
macromoléculas, haberse asociado en sistemas que hubieran tenido la más rudimentaria
habilidad en funcionar como sistemas metabólicamente activos capaces de asegurarse
en su propio mantenimiento, reproducción y diversificación, es tremendamente mucho

287
más complejo. Simpson indicó que, a fin de poder pasar de la etapa de macromoléculas
sueltas a la de verdaderos organismos, se han de invocar ciertos principios que operan
en sistemas vivientes. Entre ellos, Simpson apunta la mutación, recombinación,
selección y ciertos mecanismos de reciclaje “feed-back” y de codificación. Después de
esto se afirma que “se precisa de una actitud de esperanza, si no de fe, para asumir que
la adquisición de la adaptabilidad orgánica fue determinística o inevitable en el mismo
grado, o siquiera en el mismo sentido en que lo fue probablemente en el anterior
origen, más sencillo químicamente, de las macromoléculas”. Simpson rápidamente nos
asegura que no está hablando de algún “elemento vitalista misterioso” cuando
menciona la fe, sino que todo debe actuar sin violación de los principios físicos y
químicos. Pero Simpson y otros evolucionistas tienen fe tan sólo para poderse saltar la
discontinuidad entre las macromoléculas y los seres vivos, a causa de que no puedan
explicar el origen de estos sistemas sobre una base racional.
Green y Goldberger han afirmado: “… la transición de la macromolécula a la
célula es un salto de dimensiones fantásticas, que está más allá del campo de las
hipótesis comprobables. En esta área todo son conjeturas. Los hechos disponibles no
nos dan una base para postular que las células se originaron en este planeta ni en
ningún otro”. Kerkut, en su librito en el que expone las falacias y debilidades en la
evidencia generalmente utilizada para apoyar la evolución (aunque él mismo no es un
creacionísta) dijo: “Por tanto es un asunto de fe para el biólogo el que tuviera lugar la
biogénesis y puede escoger cualquier método de biogénesis que le vaya mejor
personalmente; la evidencia de lo que sucedió no existe”. No obstante, todavía hay
aquéllos que persisten en sus intentos de ofrecer una explicación racional para cubrir la
amplia discontinuidad que separa una mezcla de macromoléculas sueltas y un sistema
vivo. La extensión de esta discontinuidad es enorme cuando observamos los dos
extremos: un océano conteniendo una mezcla desordenada de macromoléculas
(proteínas, ácidos nucleicos, hidratos de carbono) y de otras moléculas esenciales para
la vida en contraste con un sistema aislado, altamente complejo, intrínsecamente
integrado, enormemente eficiente, autosustentante y autorreproduciente, representado
por el viviente más sencillo. Asumiendo que hubo, en un tiempo, un océano lleno de
estas maravillosas y fantásticas macromoléculas, lo que no es verdad, que de alguna
manera habían obtenido al menos en alguna medida una actividad “biológica”, se debe
explicar, ante todo, cómo estas moléculas se disociaron de su medio diluido y vinieron a
integrarse en algún sistema crudo, pero funcional y estable, lo cual es imposible.

* * *

Hay muchas sustancias que se encuentran en la célula que forman eslabones


vitales en el metabolismo celular, su reproducción y estructura. Entre éstas se hallan las
proteínas, los ácidos nucleicos, los hidratos de carbono, los lípidos, las hormonas, las
coenzimas, compuestos de fosfato de alta energía, cartenoides, alcaloides, y muchas
otras. Una explicación de los orígenes de la vida debe incluir el origen químico de estos
compuestos y su integración funcional en el complejo aparato que dio origen a la célula.
Dirigiremos nuestra atención principalmente al origen y función de sólo dos de ellas: las
proteínas y los ácidos nucleicos.
El origen de las proteínas y de los ácidos nucleicos tal como se hallan en la
célula viva representa dos problemas generales. Primero, el problema de su formación
química, esto es, el acoplamiento de las subunidades y la formación de los enlaces
químicos entre estas subunidades por la eliminación de agua. Segundo, las secuencias

288
específicas lineales de las subunidades en estos polímeros que los hacen biológicamente
activos. Una célula bacteriana contiene por lo menos de 1.500 a 2.000 enzimas
diferentes, quizás muchos más. Todos estos enzimas son proteínas, o polímeros de
aminoácidos, y, no obstante, la actividad química específica desarrollada por cada una
de ellas, es muy especifica. Son miles las reacciones químicas que tienen que ser
catalizadas muy eficientemente y por un camino específico, y la célula bacteriana tiene
un enzima para cada una de ellas. En cada caso, esta actividad específica es debida al
orden estructural de los aminoácidos en la cadena de la proteína. La secuencia de los
aminoácidos es diferente para cada enzima o proteína, y esta estructura especial confiere
a cada proteína su actividad específica. Si este sistema sumamente ordenado se cambia,
aunque sea un cambio muy pequeño, puede perderse toda la actividad biológica. Estas
proteínas biológicamente activas pueden compararse a máquinas de una fábrica. En una
fábrica, cada máquina es un ordenamiento muy específico de piezas metálicas, y cada
una de ellas está diseñada para una actividad determinada. Si se altera una sola parte el
resultado puede ser que la máquina se incapaz de hacer nada. El origen de la estructura
y la función de la máquina pueden ser atribuidas al hecho de que ha sido creada por el
hombre. El evolucionista debe intentar contestar a la cuestión de cómo funciones
específicas y estructuras, tal como se las halla en las proteínas, pudieron surgir solas, sin
la intervención de un creador… Este Creador es Dios a Quien los científicos ateos no
quieren reconocer aún viendo lo absurdo de su oscura y falsa teoría.
También los ácidos nucleicos poseen estructuras muy específicas debido al
ordenamiento singular de los nucleótidos en cada uno de ellos. Cada gene, que es una
molécula de ADN, puede estar compuesto de mil o más subunidades, o nucleótidos. El
orden en el que están dispuestos estos nucleótidos a lo largo de la cadena determina la
función de cada gene. La alteración de uno solo de los miles de nucleótidos en un gene
puede causar la pérdida de función del gene, y llegar a ser mutilante, o hasta mortal,
para la planta o animal.
¿Cómo llegaron a existir estos ordenamientos tan específicos sin que nadie los
creara y ordenara?...
Todos estos callejones sin salida en que se meten los científicos evolucionistas
les están diciendo que no hay reloj sin relojero, que no hay efecto sin causa, y la Causa
primera de todo es Dios, Creador de todo.
La polimerización de las subunidades para formar las proteínas y los ácidos
nucleicos (olvidando de momento la necesidad de una estructura específica) puede
parecer relativamente simple. Pero éste no es el caso. Existe una barrera termodinámica.
Si consideramos la reacción general monómeros-polímeros encontramos que el
equilibrio está muy, muy desplazado hacia la izquierda. Los monómeros nunca se
combinan espontáneamente para formar polímeros, a no ser que primero hayan sido
activados, o que haya una entrega de energía. Por otra parte., los polímeros tienen
tendencia a disgregarse y revertir a monómeros. Desde luego, se pueden formar
polímeros en los laboratorios y en las fábricas, ya que hay químicos para suministrar la
energía necesaria de la manera adecuada.
El océano primitivo no tenía ni químicos orgánicos ni organismos vivientes.
Entonces ¿cómo se supone que la reacción anterior pudo ir en dirección opuesta a la que
espontáneamente iría? El evolucionista debe imaginar un conjunto de condiciones y una
fuente de energía hipotética dirigida de tal manera a que los polímeros, tales como las
proteínas y los ácidos nucleicos, pudieran haber surgido en grandes cantidades en el
océano primitivo, lo que es un absurdo: no existieron tales cantidades y en consecuencia
no pudo darse ninguna reacción espontánea.

289
Los evolucionistas son conscientes de esta dificultad. Así, Wald ha afirmado:
“En la mayor parte de los procesos a los que estamos interesados el punto de equilibrio
queda demasiado hacia el lado de la disolución. Lo que significa que la disolución
espontánea es mucho más probable, y por lo tanto va mucho más rápida, que la síntesis
espontánea. Por ejemplo, la unión espontánea, paso a paso, de unidades de
aminoácidos para formar una proteína tiene una cierta probabilidad pequeña, y por lo
tanto podría ocurrir a lo largo de grandes épocas de tiempo. Pero la disolución de la
proteína o de un producto intermedio, en sus componentes aminoácidos es mucho más
probable, y por lo tanto irá mucho más rápidamente”. Es decir, que lo que se haría por
un lado quedaría deshecho por otro. Después de discutir cómo los organismos
consiguen la síntesis de las sustancias orgánicas a pesar de esta tendencia a la
disolución, Wald dice: “Lo que pedimos aquí es la síntesis de moléculas orgánicas sin
una máquina tal. Creo que es el problema más inexpugnable con el que nos
enfrentamos; el eslabón más débil por ahora en nuestra argumentación”…
Y este eslabón que los evolucionistas no encuentran, existe: Dios, Creador de
todo lo que existe, pero no como dicen los evolucionistas, sino como dice la Biblia,
como narra el Génesis, no a lo largo de millones y millones de años sino en un espacio
de tiempo cortísimo: seis días.

* * *

Un sistema estable, complejo metabólicamente activo, poseería muchas de las


propiedades que presenta la célula viviente. Pero habría una diferencia crítica entre los
dos. Oparin, biólogo soviético, al discutir la relación de los sistemas abiertos con el
origen de la vida afirmó: “Así, el sistema más sencillo abiogenésico que pudo haber
servido como punto de partida para el proceso evolutivo que llevó a la aparición de la
vida ya debió haber poseído las características organizativas típicas de los sistemas
abiertos, en los que las reacciones separadas forman un programa de transformaciones
químicas coordinadas en el tiempo”. Más tarde dice: “No obstante, los seres vivos
difieren fundamentalmente de tales sistemas abiertos en la regulación ordenada de su
metabolismo y en el pleno propósito de su estructura interna. No tan sólo hay muchos
cientos de miles de reacciones químicas que tienen lugar en el protoplasma, y que todas
juntas constituyen su metabolismo, estrictamente coordinadas unas con otras en el
tiempo, compuestas armoniosamente en una sola serie de procesos que constantemente
se repiten, sino que toda la serie está dirigida hacia una sola meta, hacia la
preservación ininterrumpida y la reproducción del sistema vivo como un todo de
acuerdo con las condiciones del medio en el que se halle”. Vemos por esta descripción
de un ser vivo que el intento de explicar su origen por medio de un proceso mecanicista
evolutivo es vastamente más difícil que el intento de explicar el origen de los más
sencillos sistemas que hubieran debido precederlo con la gran dificultad que ellos ya
presentan. Ciertamente todo son puras conjeturas. Uno debe imaginar que los sistemas
más sencillos se volvieron de alguna manera más y más complejos, adquiriendo
moléculas catalíticas adicionales, y que estas moléculas catalíticas quedaron
compartimentizadas en tal manera que se originaron vías metabólicas. Se propone que
este proceso continuó hasta que se originó la primera célula viva, un sistema tan
complejo que es cierto que un solo hombre nunca conocerá todo lo que se puede
conocer de ella. ¿Cuál hubiera sido el ser viviente más simple, la forma más sencilla de
vida verdaderamente celular? ¿Pudiera haber sido más sencilla que la célula bacteriana
más “primitiva” que se conoce hoy en día?... Los evolucionistas contestarían
unánimemente de manera afirmativa, creyendo que las bacterias que actualmente

290
existen han pasado por más evolución desde el origen de la vida. Pero esto no es más
que pura especulación, o sea, falso. Cualquier proceso que destruya cualquier parte de
una célula bacteriana destruye a la bacteria. Por lo tanto, debemos asumir que no hay
partes que no sean indispensables, y que, en consecuencia, no pueden haber formas más
sencillas. La forma más sencilla de la vida contiene miles de diferentes clases de
enzimas, miles de diferentes clases de moléculas de ácidos nucleicos, incluyendo el
ADN del material hereditario de los genes, el ARN mensajero, el ARN de transferencia
y el ARN de los ribosomas. Muchos de estos ácidos nucleicos están asociados con
proteínas específicas. Hay cientos de otras moléculas vitales en una célula además de
estas macromoléculas. La célula debe incluir una membrana que la estabilice y que, de
una manera dinámica permita selectivamente que unas moléculas entren en la célula y
que otras salgan. Dentro de la célula se hallan ciertos elementos formados que
contribuyen a su organización interna, haciendo posible el complejo sistema de vías
metabólicas. Dentro de la célula hay unos maravillosos mecanismos de control que
activan e interrumpen las muchas reacciones, como por ejemplo la división celular, en
el instante preciso. Estos mecanismos de control son absolutamente esenciales para que
la célula sobreviva. Sin ellos, las actividades no dirigidas resultarían en una pronta
muerte. Dentro de la célula hay mecanismos que la protegen contra lesiones, y le sería
imposible sobrevivir sin ellos. Por ejemplo, la luz ultravioleta produce cambios dentro
de la célula que le son muy tóxicos. La capa de ozono que existe en la alta atmósfera
filtra casi toda esta luz ultravioleta, haciendo que la vida sea posible. Según las teorías
del origen de la vida, la atmósfera de la tierra primitiva hubiera poseído muy poco
oxigeno y nada de ozono, y se ha calculado que, en base de tal suposición la luz
ultravioleta incidente en las capas superiores de la atmósfera podría meter a un
organismo contemporáneo en el tiempo de un segundo. Una de las lesiones causadas por
la luz ultravioleta es la dimerización de la timina, una de las bases del ADN. También
causan daño los peróxidos tóxicos, producidos por la acción de la luz ultravioleta. Las
células contemporáneas poseen un elaborado mecanismo contra ambas formas de
lesión. Estas células poseen un enzima que cataliza la disociación de los dímeros de
timina. Los enzimas catalasa y peroxidasa están presentes para descomponer
rápidamente cualquier peróxido que se forme. Ya que estos mecanismos, y otros, son
absolutamente necesarios para la supervivencia de la célula, ¿cómo hubiera podido
existir una célula, o cualquier “protocélula”, en su ausencia?... La respuesta parece
clara: no hubieran podido. Esta discusión también reenfatiza un punto muy importante
que ya hemos visto antes en este artículo: el destructivo efecto de la luz ultravioleta.
Todo esto nos lleva a la conclusión lógica y científica de que la teoría de la
evolución es falsa, todo fue hecho directamente por Dios, como narra la Biblia.

* * *

Ningún enzima es capaz de catalizar a la vez la síntesis de un polinucleótido, tal


como el ADN o el ARN, y él mismo, como postulan, sin base científica alguna, los
evolucionistas. No existe ningún enzima conocido que catalice la formación de enlaces
químicos entre nucleótidos para formar polinucleótidos, y que a la vez catalice la
formación de enlaces químicos entre aminoácidos para formar proteínas. Los procesos
químicos involucrados en la formación de enlaces entre nucleótidos son simplemente
demasiado diferentes de los procesos involucrados en la formación de enlaces químicos
entre aminoácidos para que ello pueda ser posible.
Prigogine, científico evolucionista, asume que el “enzima primitivo” cataliza la
producción de polímeros –X, el cual codifica a su enzima primitivo. La acción de un

291
enzima no se puede restringir, empero, a la formación de ningún polinucleótido. Existe
una sola polímera –ADN que cataliza la formación de todas las moléculas de ADN. Así,
si el hipotético enzima primitivo de Prigogine realmente hubiera surgido, lo que es
falso, no hubiera catalizado solamente la formación del polímero –X, sino también la
formación de todos y cada uno de los otros polinucleótidos que pudieran existir. Así,
catalizaría la formación de los polímeros originales, poli-A y poli-T, con tanta prontitud
como catalizaría la formación del polímero –X. El polímero X, al haber surgido
originalmente en una cantidad muy pequeña debido a un error, permanecería en una
proporción muy pequeña en relación con los polímeros originales. La posibilidad de que
justo “por casualidad” un error en la síntesis del poli-A produjera un polímero nuevo
(polímero-X) capaz de dirigir la síntesis de un enzima primitivo desafía a las leyes de la
probabilidad, incluso en el caso inimaginario de que un nucleótido pudiera dirigir la
síntesis de una proteína. Nadie conoce exactamente cómo un enzima tiene la capacidad
de catalizar una reacción química particular, pero sí sabemos que para la catálisis de una
reacción química particular solamente una, o muy pocas, del número casi finito de
combinaciones posibles de los aminoácidos en la proteína enzima funcionará. Cada
operación química establece límites rígidos en cuanto a qué moléculas pueden actuar
como catalizadores. La mayor parte de enzimas actuales consisten en moléculas de
proteína conteniendo varios cientos de aminoácidos (existen unos 20 tipos diferentes de
aminoácidos en estas proteínas). Así, incluso un enzima “primitivo” requeriría por lo
menos unos cien aminoácidos. En realidad nadie lo sabe, evidentemente, puesto que no
tenemos enzimas “primitivos” a disposición para poderlos estudiar. Por lo general, la
extracción de unos pocos aminoácidos de los enzimas actuales destruye por completo su
actividad, sin dejar nada que posea actividad de enzima “primitivo”. No obstante, si
asumimos que el enzima “primitivo” consiste de 100 aminoácidos de los 20 de que
consta ahora una proteína, y que se puede obtener cien mil millones de combinaciones
(10 , diez elevado a once), más bien que sólo unas pocas que puedan funcionar de una
11

manera precisa (como sucede ahora en los sistemas vivientes actuales), que pudieran
funcionar como enzima primitivo, la posibilidad de que por casualidad se llegase a
conseguir solamente una sola molécula, por no hablar de miles de millones de
toneladas, de cualquiera de estos enzimas primitivos, sería esencialmente cero.
Cien aminoácidos de 20 clases diferentes se pueden combinar de 20 maneras
100

distintas. Si 1011 de ellas pudieran funcionar como enzima primitiva, y si mil millones
de billones (1021) de las varias moléculas de las de proteínas formadas por estos
aminoácidos se formaran cada segundo durante cinco mil millones de años
(aproximadamente 1017) la posibilidad de conseguir una sola molécula de una de las
secuencias requeridas es de solamente 10130 / 10 elevado a 21 x 10 elevado a 17x10
elevado a 11, o una sola posibilidad frente a 1081. Esto es, para todos los propósitos,
igual a probabilidad cero, ya que a escala cósmica se puede fijar el valor de umbral de
imposibilidad en 1/10 elevado a 504.
Sumarizando, en su modelo, falso, Prigogine asume:
1.- Una producción neta constante de enormes cantidades de nucleótidos y de
aminoácidos en la hipotética tierra primitiva por medio de la interacción simple de
energía bruta y de gases sencillos.
2.- Una producción neta constante de enormes cantidades de moléculas
orgánicas ricas en energía a fin de suministrar la energía requerida.
3.- La combinación, en enormes cantidades, de los nucleótidos para formar
polímeros (ADN).
4.- La formación selectiva de homopolímeros (tales como el poli-A y el poli-T)
en lugar de la formación de polímeros mezclados con secuencias aleatorias.

292
5.- El establecimiento de un ciclo autocatalítico.
6.- Errores en la formación de los polímeros, produciendo un nuevo polímero
que dirija la síntesis de un enzima proteico primitivo.
7.- El primitivo enzima proteico cataliza la formación de sí mismo y del
polímero nucleótido (ADN).
8.- Las moléculas anteriores consiguen, de alguna manera, separarse a sí mismas
del resto del mundo, y concentrarse en sistemas coordinados en el tiempo y en el
espacio.
Ni una sola de las asunciones anteriores tiene ni una partícula de probabilidad
bajo ninguna condición plausible de tierra primitiva. Improbabilidad montada sobre
improbabilidad es una imposibilidad. Se puede uno montar un modelo matemático de
prácticamente cualquier proceso una vez que se hagan unas ciertas asunciones. Cuando
el modelo se saca del papel y se aplica al mundo real de la química y de la física y las
asunciones del modelo se traducen a procesos que pueden comprobarse frente a la
realidad, entonces es posible determinar si el modelo tiene alguna validez.
Por lo que se puede ver de la anterior discusión, el modelo de Prigogine y de los
evolucionistas en general, no tiene validez alguna, por lo que es falsa la teoría de la
evolución y es verdadera la concepción creacionista tal como viene explicada en la
Biblia.

* * *

Las proteínas y los ácidos nucleicos son estructuras altamente ordenadas. El


hecho de que cada uno de estos compuestos químicos extremadamente complejos es
capaz de ejercer su función de una manera sumamente eficiente es debido a que cada
una de ellas está provista de una estructura maravillosamente específica, singularmente
capaz de ejercer su función de una manera sumamente eficiente es debido a que cada
una de ellas está provista de una estructura maravillosamente específica, singularmente
capaz de desempeñar esta particular función. Consideramos, por ejemplo, el enzima
catalasa, que cataliza la descomposición del tóxico peróxido de hidrógeno a agua y
oxígeno. Su compleja estructura incluye hierro y proteína. Una solución de sal ferrosa
tiene una cierta capacidad de descomponer peróxido de hidrógeno. Una combinación de
hierro y hemo es un catalizador unas mil veces más eficiente que el hierro sólo. Pero la
combinación de hierro, hemo y la proteína específica que se halla en la catalasa es
¡varios miles de millones de veces más eficiente que el hierro! Esta tremenda eficacia es
debida a la secuencia particular de los aminoácidos en la proteína.
Según las hipótesis del origen de la vida que estamos considerando, las
estructuras de las proteínas y de los ácidos nucleicos que se hubieran formado en la
tierra primitiva hubieran sido determinadas solamente por las leyes físicas y químicas.
En base de consideraciones termodinámicas, es cierto que todas y cada una de las
estructuras posibles se hubieran formado en alguna proporción pero el número de
estructuras posibles es tan astronómicamente grande, que la cantidad de cualquier
proteína particular, o de ácido nucleico con una estructura específica, hubiera sido
insignificantemente pequeña.
Todo esto nos confirma más y más en la falsedad de la teoría de la evolución.
Así, un polipéptido conteniendo tan sólo 17 aminoácidos ¡puede ser ordenado en
más de 3x10 (elevado a 14) maneras distintas! La secuencia de aminoácidos en una
proteína conteniendo tan solo 12 clases diferentes de aminoácidos, con un peso
molecular de 34.000 (aproximadamente unos 40 aminoácidos, una proteína
relativamente sencilla), ¡podría ser montada en 10300 maneras diferentes! En otras

293
palabras, hubieran podido haber surgido en la tierra primitiva 10300 diferentes proteínas
de peso molecular, 34.000 compuestos de los mismos 12 aminoácidos. Si tuviéramos
tan solo una de cada de estas moléculas, su peso total sería de unos 10 280 gramos. ¡Si
tuviéramos el Universo todo lleno de proteínas de esta clase, compacto, ¡aún así no
podríamos hallar una de cada de todas estas moléculas!
El ARN del virus mosaico del tabaco contiene sobre unos 6.000 nucleótidos. La
probabilidad de que esta molécula apareciese por combinación al azar de los cuatro
nucleótidos es de 1/4 (elevado a 6000) = 10 -2000. Ya que se estima que todo el cosmos
tiene un peso de 1080 protones, sería prácticamente imposible obtener ni una molécula
tal de ácido ribonucleico en mil millones de años, por un proceso de azar, ¡aún si todo el
mundo consistiera de una mezcla de nucleótidos en reacción! Un ácido nucleico
conteniendo 10.000 nucleótidos tendría ¡-10800 isómeros!
Es perfectamente claro, después de la exposición anterior, que el número de
proteínas y ácidos nucleicos que podría existir está más allá de la comprensión humana.
Los procesos de polimerización que operan sobre una base puramente química, los que
hubieran estado en operación en la hipotética Tierra primitiva, sólo pueden dar origen a
estructuras sin ningún orden determinado. En una mezcla polimerizante de aminoácidos,
A, B, C, D, E, las cantidades relativas de las combinaciones A-B, A-C, A-D, A-E, etc.
que se formarían dependerían tan sólo de la cantidad relativa de cada aminoácido
presente, la energía de activación, la energía de enlace de cada combinación. Mientras
que las energías de enlace varían, lo cierto es que la diferencia no es relativamente
grande, y se pueden formar todas las combinaciones. Al considerar la combinación de la
acción de masa y la termodinámica, se hace evidente que la mezcla que resulta será
inimaginablemente compleja.
Tanto Fox como Steinman y Cole, científicos evolucionistas, han afirmado que
sus métodos de polimerización han dado origen a unos polímeros de aminoácidos que
no eran completamente desordenados. De hecho, Fox afirma que los proteinoides que
resultan del calentamiento de mezclas de aminoácidos son realmente muy homogéneos.
Esta afirmación es claramente absurda. De hecho, Müller y Orgel lo han acusado de
engaño diciendo: “El grado de orden en los polipéptidos termales hasta donde se ha
podido demostrar, es nimio comparado con el grado de orden en las proteínas. Así,
pues, es engañoso sugerir que los polipéptidos termales son similares a las proteínas en
su grado de orden”. Tal resultado violaría tanto las leyes de la Termodinámica como
los principios de cinética química.
Esta conclusión nos lleva a considerar cómo la teoría de la evolución es falsa, no
tiene base alguna científica y en consecuencia no resiste el más mínimo estudio
verdaderamente serio.

* * *

Si se tuvieran que aceptar las afirmaciones de Fox, científico evolucionista, de


que las proteínas se originaron según su esquema y que de tal proceso, como él dice, dio
origen a una mezcla relativamente homogénea de estructuras proteínicas, entonces
debería haber evidencias de repetición en secuencias cuando se comparasen las
estructuras de todas las proteínas diferentes que existen en la naturaleza. Pattee ha
efectuado comparaciones a fin de comprobar esta posibilidad. Sus resultados indican
que las secuencias conocidas de aminoácidos en las proteínas muestran un orden
estadístico en secuencia di- y tri- péptidas, y en cadenas Markov de orden C de ciertos
tipos, lo cual es indistinguible de secuencias al azar obtenidas de una población similar

294
no uniforme de aminoácidos. Estos hallazgos son completamente contradictorios a los
predichos a partir de las afirmaciones de Fox.
Así, a partir de las predicciones basadas en consideraciones termodinámicas, los
resultados conocidos de los estudios de polimerización, y las investigaciones de
secuencias halladas en proteínas existentes en la naturaleza, se puede decir que no
hubiera podido existir ningún proceso ordenador basado meramente en leyes químicas y
físicas en la tierra primitiva. Así, el proceso de polimerización que hubiera dado origen
a las proteínas y a los ácidos nucleicos hubiera resultado en un número astronómico de
diferentes clases de moléculas. Ninguna clase de molécula hubiera existido en ninguna
cantidad significativa. Si por azar (y hubiera sido un azar altamente improbable) se
hubiera formado una proteína con una secuencia específica de aminoácidos, por
ejemplo, el enzima catalasa, ¡hubiera podido andar errante por el océano primitivo
durante miles de millones de años sin encontrarse con una molécula similar! Y, desde
luego, la acción destructora de la luz ultravioleta, el calor, la hidrólisis, y otras fuerzas,
hubieran destruido esta estructura específica en un tiempo relativamente breve. Ahora
imaginemos la vasta cantidad de una molécula particular que se hubiera precisado para
dar origen a una concentración significativa en el océano primitivo. Cientos de
diferentes clases de macromoléculas complejas hubieran tenido que surgir a fin de dar
origen al primer ser viviente, y esto en inmensas cantidades. Si las leyes físicas y
químicas conocidas son válidas, esta posibilidad debe ser considerada nula. La
probabilidad del origen de la vida a través de un proceso puramente materialista queda,
pues, reducida a cero.

* * *

En un coacervado, o en cualquier otra mezcla o combinación química, las


sustancias catalíticas, si estuvieran presentes, se comportarían a la manera química.
Cuando las sustancias se comportan de una manera química, se mueven en una sola
dirección, hacia el equilibrio. Todo sistema que llega al equilibrio está muerto. Un
organismo vivo no es un sistema en equilibrio, sino que es un sistema en estado
estacionario. Esto es, la entrada de materias primas, la utilización de estas materias, y la
salida de los productos finales (por ejemplo: productos de desecho) están tan
coordinadas y controladas que la cantidad de productos intermedios, y la estructura de
la célula misma, permanecen en estado estacionario. El punto de equilibrio en cualquier
reacción química es el punto de menor nivel energético. En una reacción que involucra
el encadenamiento de moléculas más simples para formar otras más complejas el punto
de equilibrio siempre está muy desplazado hacia el lado que incluye a las moléculas más
sencillas. Un enzima no puede invertir este punto de equilibrio; solo puede acortar el
tiempo en que se logra. En un organismo viviente, en estado estacionario, no se
consigue llegar al equilibrio debido a que es extraído continuamente, y hay una entrada
continua de energía para alimentar la reacción, permitiendo así que lo complejo se
forme de lo simple. Pero esto no sería cierto en un coacervado complejo, o en ningún
otro tipo de material inerte (o sin vida). Los compuestos químicos contenidos en ellos se
comportarían de manera química, no biológica, y todo tendería a ir de complejo a
simple.
Otra seria objeción a la idea evolucionista del origen de la vida con los
coacervados es la inestabilidad inherente de ellos. Su formación tiene lugar solamente
bajo condiciones especiales, y se disuelven rápidamente con una dilución, viraje en el
pH, calentamiento, presión, etc. Fox, Young, Kenyon y Steinman han citado esta
inestabilidad. La inestabilidad es una objeción muy fundamental a cualquier tipo de

295
sistema que se proponga para cubrir la discontinuidad entre moléculas y células
vivientes. Todos estos modelos propuestos, ya sean los coacervados de Oparin, las
microesferas de Fox, o cualquier otro, sufren esta debilidad básica y fatal. Una de las
razones por las cuales las células vivas son estables y pueden persistir es a causa de que
poseen membranas que protegen al sistema dentro de ellas y lo mantienen unido. La
membrana de una célula es muy compleja en estructura y maravillosa en sus funciones.
Un coacervado o una microesfera proteinoica pueden presentar una pseudomembrana, o
una concentración de material orientado en el punto de contacto con el medio, que
puede dar la apariencia de poseer una membrana. Pero no hay enlaces químicos que
liguen a las macromoléculas en esta pseudomembrana, y se rompe fácilmente, con lo
que el contenido de coacervado se disgrega en el medio.
Ya que estos coacervados presentan esta inestabilidad inherente, ningún
coacervado pudo existir durante un espacio de tiempo que tuviera ninguna significación
para el origen de la vida. Aún si pudiéramos imaginar una “sopa” con la suficiente
concentración de macromoléculas a fin de que pudieran formarse coacervados, su
existencia hubiera sido breve. Así, cualquier organización que hubiera podido formarse
en estos coacervados por cualquier proceso imaginable hubiera sido irremediablemente
perdida al disgregarse el contenido del coacervado en el medio.

* * *

Fox ha propuesto que sus microesferas de proteínas poseen propiedades que las
cualificarían como candidatas a cubrir la discontinuidad entre macromoléculas y
sistemas vivos. De hecho, Fox ha afirmado que sus microesferas constituyen
protocélulas y son, en un sentido, una forma primitiva de vida. Tal afirmación es
extremadamente absurda. Estas microesferas están formadas por una pirocondensación
de aminoácidos, extrayendo los polímeros formados con agua caliente y dejando enfriar
la solución. Los precipitados globulares que se forman reciben el nombre de
microesferas proteinoicas, de las cuales ¡Fox afirma que están prácticamente vivas!...
No obstante, su contenido sólo puede consistir en una secuencia de aminoácidos
polimerizados al azar. No puede haber contenido de información, ni sistemas de
transferencia de información, ni elementos organizados, ni enzimas, ni coenzimas, ni
sistemas de entrega de energía, ni sistemas de utilización de energía, tampoco ácidos
nucleicos, ni sistemas de reproducción; de hecho, lo único que pueden contener es una
mezcla de polímeros de aminoácidos sin orden ni concierto. Fox y otros han afirmado
que los polímeros termales de los aminoácidos poseen ciertas propiedades catalíticas, y
que por tanto poseen algunas propiedades parecidas a las de los enzimas. Pero lo que
realmente está demostrando es que algunas propiedades catalíticas de algunos
aminoácidos, tal como la histidina, quedan realzadas cuando estos aminoácidos forman
parte de polímeros cualesquiera. El hecho de que las propiedades catalíticas, en estos
casos, no tienen nada que ver con una estructura específica o secuencia, queda indicado
en el trabajo de Rohlfing con los polímeros termales que catalizan la descarboxilación
del ácido oxalacético. El polímero más eficiente no fue el formado por una mezcla de
diferentes aminoácidos, sino uno formado exclusivamente por residuos de lisina. Es
evidente que la propiedad catalítica de estos polímeros residía solamente en los residuos
de lisina presente, y que no hay ninguna relación con la estructura primaria (secuencia
específica de aminoácidos), o con la estructura secundaria o terciaria, como es en el
caso de las enzimas. Rohlfing y Fox han citado el hecho de que los polímeros termales
de aminoácidos conteniendo histidina catalizan la hidrólisis de p-nitrofenilacetato con
más eficiencia que la histidina sola, como indicación de que polímeros formados

296
similarmente puedan haber constituido los primeros enzimas sobre la tierra primitiva.
En este caso, las propiedades catalíticas de estos materiales (que además son muy
débiles comparados con las de los enzimas) eran debidas tan sólo al hecho de que había
residuos de histidina esparcidos al azar por el polímero. Overberger y sus colegas han
mostrado que los polímeros de 4 (5)- vinilimidazol y p-vinilfenol son mejores
catalizadores para la hidrólisis del p-nitrofenilacetato que el imidazol (el imidazol forma
parte de la molécula de histidina). Este trabajo demuestra el hecho de que los residuos
de imidazol en cualquier clase de polímero son un mejor catalizador que el imidazol (o
la histidina) solo. Estos resultados apoyan nuestra posición de que la actividad esterasa
de los polímeros termales conteniendo histidina no es debida a ninguna estructura
especial, sino tan sólo el hecho de que contenían residuos de histidina incorporados al
azar por el polímero. Fox ha afirmado un cierto grado de estabilidad para sus
microesferas proteinoicas, apuntando el hecho de que se las puede centrifugar y
seleccionar. Pero, en el mismo artículo, Fox menciona el hecho de que las microesferas
contenidas entre los portaobjetos y cubreobjetos de un microscopio se pueden
redisolver fácilmente simplemente calentando los cristales. ¡Esto es estabilidad! Una
estructura que puede quedar disuelta por un mero calentamiento posee muy poca
estabilidad. Además, Smith y Bellware han descrito un experimento en el que las
microesferas proteinocas fueron alternativamente depositadas por secado y redisueltas
por rehidratación. En realidad, este experimento demostró la facilidad con que las
microesferas pueden ser redisueltas por dilución. Si hubieran podido formarse
microesferas sobre la tierra primitiva por algún mecanismo de concentración, hubieran
quedado inmediatamente redisueltas, tan pronto como hubieran entrado en contacto con
un medio más diluido. Naturalmente, esto hubiera ocurrido tan pronto como lloviera…
Fox da gran importancia al hecho de que bajo ciertas condiciones sus microesferas
presentan una doble “membrana”, simulan una división observada en los cocos
tabicados, y exhiben otras similaridades superficiales a procesos vitales, como el
proceso de “brotadura”, y como una microesfera “blastuloide”. El énfasis en estas
características de las microesferas nos recuerda el trabajo publicado por Bütischili,
Leduc, y por Herrera. Estos investigadores, utilizando mezclas de productos químicos,
la mayor parte inorgánicos, produjeron estructuras que parecían amebas, algas, y
bacterias, algunas de las cuales parecían poseer dobles membranas. Las características
de las microesferas de Fox que presentan una similaridad superficial a ciertas
características de los organismos vivos, tales como división celular, dobles membranas
y brotaduras, no tienen una relación mayor a los verdaderos procesos en las células
vivientes que las que tenían las estructuras producidas por Bütschili, Leduc y Herrera.
Parece ridículo intentar utilizar tales similaridades para establecer una conexión entre
las microesferas proteinoicas y las células vivas o las protocélulas que supuestamente
las precedieron. Así, las teorías que intentan dar cuenta del orden de los sistemas
metabólicos estables a partir de macromoléculas sueltas sufren de una cantidad de
debilidades fatales.
La primera es la necesidad de que se hubieran formado las macromoléculas
necesarias en cantidades lo suficientemente vastas para saturar los mares primitivos
hasta el punto en que se hubieran precipitado los coacervados o las microesferas
protenoicas de la solución.
La segunda, tales productos globulares poseen una inestabilidad inherente, y se
desintegrarían o disolverían fácilmente, dispersando su contenido en el medio.
Tercero aún si se imagina que algún coacervado de alguna clase pudiera acrecer
o poseer inherentemente alguna propiedad catalítica hubiera estado falta de propósito, y
por lo tanto hubiera sido inútil, y en realidad destructiva. Como Simpson ha afirmado,

297
se precisa de una actitud de fe para creer que el origen de sistemas metabólicamente
activos, estables y complejos fuera determinista o inevitable.
De hecho, se requiere una gran fe en un proceso naturalístico evolucionista para
creer que hubiera podido suceder en absoluto de esta manera, y se necesita tener fe
porque es falsa la teoría de la evolución, no tiene base científica alguna.

* * *

Hemos dado un número de razones por las cuales vemos que la formación de
polímeros proteinoides, tal como la ve Fox, bajo las condiciones que hubieran existido
en la tierra primitiva, hubiera sido imposible y en consecuencia, queda refutada la teoría
de la evolución. Ahora consideraremos brevemente la naturaleza de los productos que
Fox obtuvo en sus experimentos. No hay duda de que estos productos eran polímeros
conteniendo algo de cada aminoácido incluído en la mezcla de reacción. Como sería de
esperar, las cantidades de ácido aspártico y de ácido glutámico incorporados en los
polímeros excedieron en mucho a las de los otros aminoácidos, ya que la cantidad de
aquéllos en la mezcla era superior a la de éstos. La relación generalmente utilizada era
de dos partes de ácido glutámico, dos partes de ácido aspártico, y una parte de todos los
otros aminoácidos, y ha enfatizado las similaridades que estos proteinoides tienen con
las proteínas verdaderas. No obstante, hay una crítica diferencia entre la composición de
estos proteinoides y la composición de las proteínas que se hallan hoy día en los seres
vivos. Además de las altas proporciones de ácido glutámico y aspártico halladas en
estos polímeros, apenas si se encuentran la serina y la treonina en algo más que en
pequeñas trazas. Según parece, estos aminoácidos sufren una destrucción masiva bajo
las condiciones precisadas para polimerizar los aminoácidos. En las actuales proteínas,
la serina y la treonina son unos aminoácidos muy abundantes, constituyendo
generalmente del diez al veinte por ciento de los aminoácidos presentes, y presentando
en muchos casos la misma cantidad que la de los residuos totales de ácido aspártico y
glutámico. En los proteinoides de Fox, la suma de las cantidades de ácido aspártico y
glutámico es superior a las de serina y treonina en varios cientos de veces. Claramente,
aquí tenemos otra discrepancia importante entre el modelo de Fox para el origen de las
proteínas lo que tendría verdadera relación con el origen de la vida. Nuestra discusión
de los experimentos preparados para demostrar la manera en que se hubieran podido
formar los ácidos nucleicos en la tierra primitiva será breve, sencillamente a causa de
que cualquier experimento cuyas condiciones hayan tenido la más mínima similaridad
con las condiciones postuladas para la tierra primitiva han finalizado con un fracaso
total. No se han producido aún ni los precursores más simples, esto es, los nucleósidos
(combinación de una base con un azúcar) bajo condiciones plausibles. Así, Lemmon ha
afirmado: “Los nucleósidos representan una discontinuidad principal en la síntesis de
intermediarios biológicamente importantes bajo condiciones de tierra primitiva”.
Una barrera impasable para la síntesis de una cantidad significativa de ácido
nucleico sobre la tierra primitiva lo hubiera sido la ausencia de una suficiente cantidad
de fosfato. De cierto que no hubiera podido existir ninguna cantidad significativa de
fosfato en forma activada, precisa para vencer la barrera de energía en la formación de
enlaces inter-nucleótidos. En un medio acuoso todo el fosfato estaría simplemente como
fosfato.
El ester polimetafosfato, utilizado por Schramm y sus colaboradores para inducir
una polimerización limitada de nucleósidos en condiciones anhidras no tiene ninguna
relevancia, como ya hemos mencionado, a causa de que es rápidamente hidrolizado por
el agua. Wachneld, Fox y Scwartz, etc. han polimerizado nucleósidos utilizando

298
condiciones anhidras y ácido polifosfórico. Aquí, de nuevo, las condiciones no tienen
ninguna relación con las supuestas condiciones presentes en el origen de la vida, ya que
el ácido polifosfórico se hidroliza rápidamente a ácido fosfórico, no hubiera podido
estar presente en la tierra primitiva. En las reacciones en las que se utiliza el ácido
polifosfórico es preciso excluir cuidadosamente la humedad.
La concentración de fosfato en el océano primitivo hubiera sido muy baja,
debido a que los fosfatos alcalinos terrestres son muy poco solubles. Además, ya hemos
mencionado la afirmación de Abelson de que no hubiera habido cantidades
significativas de los azúcares precisados para la síntesis de los ácidos nucleicos en el
océano primitivo, puesto que los azúcares hubieran sido destruidos por las interacciones
con aminoácidos y otros aminos compuestos. Es claro que no se hubieran podido formar
ácidos nucleicos en cantidades significativas bajo condiciones de tierra primitiva. No se
puede justificar la presencia de precursores sencillos, como las purinas, purimidinas,
azúcares o fosfatos, en el océano primitivo, ni se puede demostrar la formación de
nucleósidos bajo estas condiciones. De cierto, nadie ha podido mostrar cómo se
hubieran podido polimerizar los nucleósidos o los nucleótidos para formar ácidos
nucleicos bajo condiciones que tuvieran alguna relación con el origen de la vida.

* * *

Raven ha calculado que la información total genotípica en el material


cromosómico de una célula de huevo de un mamífero alcanza hasta 6x10 “bits”. Un
“bit” es una unidad de información como es definida en la moderna cibernética. Esta
cantidad de información corresponde con la contenida en una biblioteca de 2.000 libros
de tipo medio. Son estos “bits” los que dicen a la célula del huevo cuándo tienen que
desarrollarse de acuerdo con su herencia ya predeterminada. La cantidad de información
que está fijada en el citoplasma es, sin embargo, aún de 100 a 1000 veces mayor que la
que reside en el material cromosómico hereditario. Con todo, en los libros de texto
corrientes que defienden la teoría de la evolución el papel del citoplasma en el
desarrollo del organismo viviente, es simplemente ignorado porque contradice los
dogmas básicos de la teoría… Según esta falsa teoría de la evolución, los ácidos
nucleicos están considerados como el único material básico de la herencia… Frente a
esta opinión, Bonner escribe en su libro “Herencia” que una célula puede contener
varias clases de estructuras autoduplicantes de las que puede decirse “ser gene-
controladas pero no gene-iniciadas”. En consecuencia, “si se perdiesen, ningún
elemento nuclear estaría presente para que pudiese incidir su formación”.
Consecuentemente, “el núcleo no es el solo determinante de las características
hereditarias”. Nuevamente Raven ha probado que las primeras fases del desarrollo
embriológico pueden tener lugar sin la intervención de los genes del núcleo.
Aparentemente esos genes nucleares comienzan a desplegar su actividad solo después
de que el plan del cuerpo ha desplegado un amplio perfil. La significación de esos
descubrimientos han sido bien expuestos por De Wit, en la siguiente forma: “Es
evidente que en el orden del desarrollo, la acción del gene está sujeta a la primacía del
código informacional que reside en el citoplasma. En consecuencia, la hologenia de una
especie de base politípica que expresa la suma total de su ontogenia de alcance
individual, no es sólo debida a una secuencia continua de acciones del gene, como
postula la teoría falsa de la evolución, sino que debe su interior coherencia también a la
no interrumpida transmisión de factores de información cortical, en donde los caracteres
básicos de todos los individuos que pertenecen al “phylum” están almacenados.
Consecuentemente, un “phylum” reproductivamente continuo no puede ser considerado

299
meramente como una unidad genéticamente calificada, sino que de la misma forma
representa una entidad calificada corticalmente. El código cortical informacional
residente en la célula del huevo puede hasta cierto límite llegar a alterarse en el curso de
las siguientes generaciones por los genes que están presentes en el cuerpo de la madre
en donde el huevo se ha desarrollado. Sin embargo, en la primera generación de la
hembra, los individuos de los genotipos básicos que aparecen en la tierra sin
antepasados, su potencia morfogenética surge gene-independiente… Está así claro que
el descubrimiento del córtex como la sede de la estructura del campo morfogenético es
de la máxima importancia en la concepción de la originalidad óntica de los tipos de base
orgánica que aparecieron sobre la tierra sin antepasados. Estas formas originales, que,
desde el punto de vista genético, estuvieron dotadas con una enorme riqueza genética
expresada por la heterogeneidad y sus potencias de recombinación, estuvieron
equipadas al propio tiempo con un código complementario de información
morfogenética como está potencialmente representada en el citoplasma, en el cual los
caracteres fundamentales de los primeros están anticipadamente investidos. El
citoplasma que somáticamente contiene los básicos e irreducibles tipos orgánicos como
incorporados en la ontogenia de todos los organismos individuales pertenecientes a cada
uno de ellos, prohíbe así el cambio genético entre ellos (el flujo de los genes).
De estas observaciones, aparecería que los tipos originales básicos que
aparecieron sobre la tierra, sin antepasados, no sólo poseían un original genoma
específico, sino que también estuvieron dotados con una estructura de campo
morfogenétíca cortical original armonizada con el anterior, que surgió
independientemente de los genes en las primeras generaciones de los respectivos tipos
básicos.

* * *

Otra propuesta que se ha presentado para explicar la formación de proteínas en


la tierra primitiva y demostrar con ello la formación de una célula viva que dio lugar a
la vida en el mar, negando la creación de todo, como nos narra la Biblia, es la de Fox y
sus colaboradores. Fox enfatiza que la polimerización de aminoácidos en una solución
acuosa está contraindicada por la Termodinámica. La hipótesis de Fox es que los
aminoácidos fueron polimerizados para formar polímeros parecidos a las proteínas
“proteinodes” por la acción del calor sobre una mezcla seca, o casi seca, de
aminoácidos. Fox ha mostrado que si se calienta una mezcla seca de aminoácidos,
conteniendo una proporción elevada de ácido glutámico, o de ácido aspártico, o de
lisina, a unos 175 º C durante varias horas, una fracción del material (sobre un 13 %)
reconvierte en un polímero soluble en agua conteniendo varias proporciones de cada
aminoácido. Cuando este material se disuelve en agua caliente y se deja enfriar la
solución, los polímeros se precipitan en forma de glóbulos esféricos, o microesferas,
que poseen algún parecido superficial con las bacterias cocoideas.
Estos resultados animaron mucho a Fox, y ha sido para decir ¡que ya había
resuelto prácticamente el problema de cómo pudo surgir la célula primitiva a partir de
moléculas sencillas! No obstante, hay una cantidad de factores que hacen que los
resultados que Fox consiguió no tengan ninguna importancia en cuanto al problema del
origen de la vida. Consideraremos primero la total implausibilidad de las condiciones
requeridas para el buen fin del experimento. Algunas de las condiciones son esenciales:
a) Una temperatura muy por encima del punto de ebullición del agua.
b) Una mezcla pura y seca de aminoácidos.
c) Una proporción alta de ácido glutámico y aspártico, o lisina.

300
d) Una exposición limitada de la mezcla reaccionante a la fuente de energía, en
este caso, el calor.
Cuando se le pregunta al profesor Fox sobre la localidad de la tierra primitiva
que proporcionaría las condiciones de sequedad y de una temperatura por encima de
175º C o así, él sugiere que tales condiciones se hubieran dado ¡en los bordes de los
volcanes! Así Fox propone que los aminoácidos fueron formados en la atmósfera
primitiva, se depositaron en la tierra, incluyendo las cercanías de los volcanes, y allí se
polimerizaron formando proteinoides con la acción del calor…
Entre otros, Sagan y Vallentyne han afirmado su convicción de que la propuesta
de Fox es geofísicamente imposible. Ante todo, sería completamente imposible esperar
encontrar en ningún sitio de la tierra primitiva una mezcla de compuestos orgánicos en
ausencia de una cantidad significativa de agua. Aún en las cercanías de los volcanes
esto sería imposible, porque la atmósfera, que estaría en contacto con toda la superficie,
contendría grandes cantidades de agua. Si se incluye una cantidad significativa de agua
en la mezcla de aminoácidos en el experimento de Fox, lo que se obtiene es una
mescolanza carbonizada sin ninguna cantidad significativa de polímero como resultado
de la reacción.
Además, si se continúa el calentamiento de la mezcla más allá de unas pocas
horas los polímeros se rompen y destruyen. Fox propone que la gran cantidad de
proteínas precisadas para saturar los océanos lo suficiente como para dar origen a las
microesferas fue rescatada de la destrucción ¡gracias a la acción intermitente de la
lluvia! Así, la siguiente secuencia hubiera tenido que tener lugar un número
inimaginablemente grande de veces para que se hubieran formado estas vastas
cantidades de proteínas: los aminoácidos se forman en la atmósfera, se depositan en los
bordes de los volcanes formando una acumulación limpia, pura y seca, de aminoácidos.
Esta acumulación de aminoácidos no permanece allí más que las pocas horas que se
precisan para que la polimerización tenga lugar. Entonces se desata una tormenta de
lluvia para arrastrar a los polímeros al océano antes de que pueda tener lugar ninguna
destrucción… ¡No es de extrañar que tal montaje sea tachado de imposible, porque
realmente parece un relato de ciencia- ficción, pero no algo que se haya probado en el
campo científico!
Lo cierto es que en una tal tierra primitiva hubiera habido, además de agua, una
vasta complejidad de compuestos orgánicos reactivos incluyendo los aminoácidos.
Estos otros compuestos orgánicos (y sin duda muchas sustancias inorgánicas) hubieran
estado presentes para mezclarse con los aminoácidos. Así, la polimerización de los
aminoácidos no hubiera tenido lugar en una mezcla pura de aminoácidos, como en el
experimento de Fox, sino que hubiese tenido lugar en la presencia de una gran cantidad
de otros compuestos orgánicos. La cuestión continúa sin respuesta: ¿se podrían haber
formado polímeros protenoides cuando estos aminoácidos hubieran estado mezclados
con muchos otros compuestos químicos? La respuesta es que, con certeza total, tales
polímeros no hubieran podido formarse bajo tales circunstancias.
También hemos señalado que deben estar presentes unas altas proporciones de
ácido glutámico y aspártico, o de lisina, en la mezcla, a fin de que se obtenga una
cantidad significativa de polímero. Aún así, en ningún experimento de los que se han
llevado a la práctica para obtener aminoácidos a partir de una mezcla de gases por
medio de caldo, descargas eléctricas, o por irradiación ultravioleta, se ha podido
detectar presencia alguna de lisina, y en cuanto a los ácidos glutámico o aspártico, o no
han sido detectados, o las cantidades detectadas han sido pequeñas comparadas con las
de glicina y alanina, siendo, en la mayor parte de estos segundos experimentos de un
5% o un 10% de las cantidades, obtenidas de glicina y alanina. De esta manera, la

301
posibilidad de una mezcla de aminoácidos acumulada sobre la tierra primitiva y
conteniendo altas concentraciones de glutámico, aspártico o lisina está completamente
excluida, y en consecuencia, reducen a polvo la teoría de la evolución, quedando en pie
el relato bíblico: Dios hizo toda la Creación en estado adulto y para ello no necesitó de
miles, ni de millones de años, sino de solo seis días, como narra el Génesis. Quien se
escandalice de nuestras palabras podemos decirle que precisamente por eso Dios es
Dios, porque todo lo puede hacer cuando quiera y en el tiempo que quiera.

* * *

La propuesta de Kliss y Matthews y Moser, para esquivar la barrera


termodinámica frente a la polimerización de los aminoácidos es como sigue. Creen que
las proteínas fueron formadas no por la polimerización de aminoácidos sino por la
polimerización de cianuro de hidrógeno para formar polímeros que más tarde se
convirtieron en proteínas por hidrólisis selectiva. Ellos creen que los compuestos
orgánicos fueron sintetizados originalmente a partir de las especies reactantes formadas
por irradiación solar en la atmósfera reductora postulada de la tierra primitiva. La
síntesis sucedió supuestamente en tres etapas solapadas causadas por el calentamiento
gradual de la superficie de la tierra. Inicialmente, según se propone, se formaron los
hidrocarburos en una atmósfera de hidrógeno y metano (con el agua y el amoniaco
congelados en la superficie de la tierra), Al ir incrementándose la concentración de
amoníaco en la atmósfera, se formaron compuestos conteniendo nitrógeno por la
modificación de los hidrocarburos existentes y por reacciones de intermediarios
formados de nuevo. Es en esta etapa que se supone que un dímero de cianuro de
hidrogeno se formó y se polimerizó para formar polímeros con la estructura –C-C-N-n.
En la tercera etapa, se cree que al incrementarse la concentración de agua en la
atmósfera, los productos formados con anterioridad se modificaron para dar proteínas,
entre otros productos en experimentos preparados para apoyar estas teorías, se
polimerizó el cianuro de hidrógeno para dar productos que, después de una hidrólisis,
dieron amoniaco y unos 12 aminoácidos. En comparación con la cantidad de amoníaco
y glicina entregada por estos productos la cantidad de otros aminoácidos fue muy
pequeña. En todo caso, se formó algún tipo de polímero que después de su hidrólisis
produjo glicina y algunos de los otros aminoácidos, aunque estos últimos se obtuvieron
en muy pequeñas cantidades.
Ya hemos dado varios argumentos que muestran que este esquema es imposible.
Los argumentos de Abelson mostrando que la atmósfera de la tierra primitiva nunca
contuvo cantidades significativas de hidrocarburos o amoniaco. Abelson mismo postuló
que la atmósfera primitiva consistió en nitrógeno, monóxido de carbono, e hidrógeno. Si
se excluye rigurosamente el agua, la irradiación de una tal atmósfera produciría cianuro
de hidrógeno que podría polimerizarse para producir aminoácidos y polímeros de
aminoácidos. Como podemos recordar, los argumentos de Abelson para mantener una
atmósfera de nitrógeno, monóxido de carbon, e hidrógeno, dependían de un sistema de
suposiciones muy dudosas, y la necesidad de la total exclusión del agua para que su
esquema pudiera tener alguna posibilidad lo hace muy poco atractivo.
Antes hemos mencionado también los datos de Hull, que mostraba que si los
compuestos orgánicos se hubieran formado en la atmósfera por radiación solar, esta
misma fuente de radiación hubiera causado la destrucción de estos productos. Así,
cualquier esquema que postule la formación de compuestos orgánicos complejos en la
atmósfera por radiación solar o por descargas eléctricas se encuentra con su defecto: el

302
producto absorbe luz ultravioleta mucho más eficientemente que los reactivos que son
su base, más sencillos, y se descompone más rápidamente de lo que se forma. Aún el
pequeño porcentaje que pudiera llegar al océano tendría una vida media muy corta
debido a la acción de la luz ultravioleta. Estos polímeros también estarían sujetos a la
acción hidrolítica del agua, que sería muy significativa, considerando que se precisaría
un tiempo muy largo para acumular una cantidad significativa de polímeros en el
océano primitivo. Pero esto muestra una vez más, la falsedad, el absurdo en el que
incurren los evolucionistas, con tal de apartar a Dios de la Creación, obra suya
irrefutable.

* * *

Todos los razonamientos que los evolucionistas hacen pseudocientificamente


para demostrar su indemostrable teoría se estrellan ante las evidencias, principios y
leyes científicas. Incluso si por hipótesis aceptamos que la formación de polímeros
hubiera tenido lugar a una velocidad significativa a fin de producir una cantidad total
significativa a partir de los dos monómeros presentes tales como el ácido adenílico (A)
y el ácido timidílico (T), todavía sería imposible que se formase una cantidad
significativa de un polímero particular. ¿Cómo es posible que la formación de polímeros
se quedase restringida a poli-A y poli-T? Se formaría cada posible secuencia de A y T.
Por ejemplo, sería tan probable hallar el polímeros T-A-A-T-A-T-T-T-A-T-A-A-A-T-T,
o cualquier secuencia de A y T como otra secuencia de polímero conteniendo 15 A´s o
15 T´s exclusivamente. Si se hubieran formado polímeros de 100 nucleótidos bajo
condiciones asumidas de tierra primitiva a partir de solamente dos monómeros, se
hubieran podido producir 2100 x 1030) combinaciones distintas. Esto elimina la
posibilidad de poder producir una cantidad significativa de cualquier polímero en
particular, y en consecuencia cualquier otra partícula orgánica de la que se derivara todo
el proceso de la evolución, proceso con falsas bases, como estamos viendo, bajo el
punto de vista totalmente científico.
Afirmar que la presencia de dos polímeros, tales como el poli-A y el poli-T
establecería un ciclo autocatalítico es un transparente disparate. Un sistema tal no podría
ser autocatalítico debido al hecho de que ni el poli-A ni el poli-T (ni ningún otro
polinucleótido) son catalíticos. Ninguno de ellos tiene la propiedad de acelerar ninguna
reacción orgánica, en este caso la velocidad con que establecen los enlaces entre los
nucleótidos. Por lo tanto, ninguno de ellos puede ser denominado un catalizador. No
obstante, Prigogine llama al pretendido sistema “autocatalítico”, puesto que el poli-A
codifica (sirve de plantilla) para el poli-T, que a su vez codifica el poli-A. Así, afirma
Prigogine, la velocidad de producción del poli-A sería por lo menos proporcional a su
concentración. Pero lo que Prigogine silencia es que la velocidad de destrucción del
poli-A (o del poli-T) también sería proporcional a su concentración. Ya que tanto la
velocidad de producción y la velocidad de destrucción tenderían a incrementarse en
función del incremento de concentración, no habría un efecto neto de concentración de
las especies polímeras como resultado.
Pero pasando a otras asunciones del modelo de Prigogine (a pesar de las
imposibilidades halladas hasta ahora), Prigogine asume que en la formación de poli-A
bajo la acción codificadora del poli-T aparecen errores, y como resultado se forma un
nuevo polímero (llamémosle polímero-X). El polímero-X, Prigogine asume, puede
ahora dirigir la síntesis de una nueva sustancia E. Asume todavía más, y asume que E
podría posiblemente ser una proteína enzima “primitiva” que cataliza la producción del
polímero –X, asimismo como su propia producción. La aparición del catalizador, según

303
se asume, produce el polímero –X a una velocidad mucho más superior que a la que se
producen el poli-A o el poli-T, por lo que el sistema se desplaza rápidamente lejos del
equilibrio hasta que se establece un nuevo equilibrio. Ahora detengámonos de nuevo a
considerar qué es lo que no marcha con las asunciones de Prigogine.
Primero, ningún polinucleótido puede dirigir la síntesis de una proteína. Todos
los enzimas son proteínas, y consisten en cadenas largas de aminoácidos. En organismos
vivientes el gene (un polinucleótido ácido desoxirribonucleico, o ADN) de cada
proteína suministra solamente el código para la secuencia en la cual se deben ordenar
los aminoácidos en la proteína correspondiente, esto es todo lo que hace. La traducción
de esta información, y la síntesis real de la proteína, requiere mucho, mucho más que
esto. El ADN es tan solo una de las muchas diferentes clases de moléculas que se
precisan para la síntesis de una proteína. El afirmar que el ADN podría dirigir la síntesis
de una proteína en ausencia de todo el complejo aparato que se precisa para esta tarea es
simplemente absurdo. Además, el decir que el proceso fue mucho más sencillo en el
primer paso hacia la vida está completamente contradicho por la evidencia. Por ejemplo,
los aminoácidos no se pueden alinear a sí mismos a lo largo de una molécula de ADN o
de ARN. No existe ninguna clase de ajuste “machihembrado”, ni de ninguna otra clase,
entre ningún aminoácido y ningún nucleótido. Tan sólo por esta razón es química y
físicamente imposible, por lo tanto, que ninguna molécula de ADN o de ARN puedan
“dirigir” la síntesis de una proteína. De hecho, los procesos químicos que entonces
tendrían lugar introducirían el caos en cualquier forma de vida en formación,
imposibilitando el proceso de evolución.
Terminamos, pues, reafirmándonos en lo que ya hemos dicho: la evolución no se
puede dar, es una teoría falsa, no es factible: todo fue hecho, como dice la Biblia,
directamente, sin evolución alguna.

* * *

En analogía con la segunda ley de la Termodinámica, que establece que el


universo físico está sujeto a una entropía incrementada, es decir, que va de lo más
perfecto a lo imperfecto, es evidente que el mundo de la vida está también sujeto a una
ley similar que contradice enteramente la teoría general o evolución. Por estas razones,
A. Muntzing concluye en su libro “Investigación Genética” que sería mejor que ahora
se cambiase la palabra “evolución” y hablar en su lugar de “alteración”… De todo
esto, resultaría ahora aparente que ni la mutación ni la selección natural son capaces de
producir una evolución progresiva en el sentido requerido por la teoría general o la
evolución. Por el contrario, ahora que todas las implicaciones de las mutaciones y la
selección están siendo mejor comprendidas, de evidencias experimentalmente
establecidas, derivadas de un estudio de la población genética, aparece que la progresiva
evolución, como fenómeno natural, es algo inexistente. Por el contrario, ambos procesos
conducen finalmente a la extinción más bien que a la creación de nuevas especies. Lo
que los últimos estudios de la Genética han revelado es que poblaciones relativamente
pequeñas de los genotipos básicos, dotadas con enormes potencias genéticas,
recombinacionales, tienen que haber hecho su aparición sobre la tierra por generación
espontánea o por un acto creativo de Dios Todopoderoso. En lugar de la continuidad de
la vida, la evidencia apunta a una discontinua arquitectura del mundo orgánico. Aquí, de
nuevo, las últimas evidencias científicas están totalmente de acuerdo con la revelación
bíblica de que Dios lo creó todo con arreglo a su propia especie y que
intencionadamente puso límites a los posibles cambios que pudieran tener lugar. Dentro
de esos límites, pudieron tener lugar las variaciones. Escribiendo sobre el problema de

304
las especies, dos biólogos de la Universidad de Stanford escriben: “El término
“especie” debería ser retenido sólo en su acepción original y con menos restrictivo
sentido de naturaleza”. No hay nada en el Génesis que indique cuantas especies había o
bien qué es lo que constituye la especie. Pero las variaciones de este género no tienen
mucho que hacer con lo que los evolucionistas consideran ser la verdadera evolución;
un mero barajar de nuevo los factores genéticos ya presentes, no es nunca la evolución.
En cualquier caso, es ahora conocido que la diferencia entre las especies es química y
que toda célula de cualquier especie dada tiene una constitución química que se
encuentra en esa especie sola. También es conocido que ningún individuo de cualquier
especie dada tolerará el crecimiento dentro de sí mismo de células de un cuerpo de
diferente composición química, es decir, de espacio diferente de la suya propia. Está
demasiado bien probada la imposibilidad científica de que un macho y una hembra de
mamíferos produzcan por generación natural crías de una especie diferente a la propia…
Ni el hombre, ni cualquier mamífero, por tanto, tienen antepasados de especies distintas
a la suya propia. El proceso de especiación no es de naturaleza progresiva como
requiere la teoría de la evolución, sino que sólo demuestra la alteración (el ajuste
adaptable al entorno cambiante) acompañada por una sostenida gran mortandad del
conjunto de genes de las sucesivas poblaciones, de razas y especies como resultado de
la derivación genética. De esa forma, en lugar de cambios progresivos que den lugar al
resurgimiento de niveles más altos de organización, el proceso biológico real, desde el
punto de vista genético, es de hecho regresivo. En este sentido, la selección natural es
un agente destructivo más bien que constructivo. Como resalta De Witt: “Darwin
confiaba que su “teoría especial” suministraría eventualmente la necesaria evidencia
para la consideración correcta de su “teoría general” de evolución de la descendencia
del hombre. Sin embargo, la evidencia actual ha demostrado justamente lo contrario…
Resulta una impresionante sorpresa de ironía histórica que la teoría especial
estuviese destinada a proporcionar el golpe de gracia definitivo a la teoría general de
la evolución”…

* * *

Además de la evidencia paleontológica y genética contra la teoría de la


evolución, se han descubierto ahora otras evidencias embriológicas contra dicha
doctrina evolucionista. Gracias a los avances revolucionarios en la joven ciencia de la
embriología, ahora se hace más fuertemente admisible que los genes que residen en los
cromosomas que están situados en el núcleo de la célula ocupan solo un segundo lugar
en el orden típico del proceso evolutivo. Ha sido mostrado experimentalmente que los
caracteres básicos de los organismos vivientes, al igual que sus estructuras de forma
básica, están determinados no tanto por sus genes como por la llamada corteza del
huevo o citoplasma, que rodea todo el núcleo de la célula y en el que el llamado campo
de estructura morfogenética está situado. Este sorprendente fenómeno, en el que el
proceso de desarrollo no está primariamente determinado genéticamente sino
corticalmente, ha sido descrito por el fisiólogo C. P. Reven, en su obra clásica
“Ontogénesis”, como sigue: “Diversos autores, no familiarizados con el sujeto de la
biología evolutiva, están dispuestos a pasar por alto completamente el papel del
citoplasma en el desarrollo, y piensan en la información solamente en términos de los
genes. En comparación con tal punto te vista es necesario recordar que nuestro
conocimiento del papel jugado por los genes en el desarrollo se deriva principalmente
de los experimentos de cruce. Es un hecho conocido que una hibridización con éxito es
sólo posible entre especies que están muy íntimamente relacionadas, mientras que el

305
desarrollo de los híbridos entre parejas más distanciadamente relacionadas, llega a
detenerse en un estadio temprano, y cuanto más lo sea, mayor es la discrepancia
sistemática que hay entre las parejas. Esto significa que nuestra evidencia directa de
tales experimentos por la intervención de los genes en el desarrollo está principalmente
restringida al establecimiento de caracteres intraespecíficos que son distintivos entre
las especies de un género.
En consecuencia, son compatibles con el punto de vista de que los genes
controlan meramente los caracteres específicos de las especies, dentro de la estructura
general del plan del cuerpo; pero que el grupo específico fundamental de este plan del
cuerpo, que hace el desarrollo animal, como, por ejemplo, para un anuro o un pez
osudo, están determinados por factores que residen en el citoplasma y en la cáscara
(córtex) del huevo fertilizado. Sólo tras la terminación de las primeras fases del
desarrollo, hasta el comienzo de la gastrulación, los genes nucleares comienzan a
desarrollar su actividad con objeto de establecer los caracteres intraespecíficos del
organismo que está en desarrollo. Lo hacen así mediante la interacción con el
citoplasma circundante, que ya se ha convertido previamente en diferente, mediante
diferentes células por la precedente diferenciación química”…
Estas observaciones de Reven deberían ser suficientes para refutar la opinión
prevaleciente de la autosuficiencia de los genes durante el desarrollo del embrión. Una
opinión similar ha sido aducida por uno de los mayores embriologistas de nuestro
tiempo, C. H. Waddington, en su libro “Nuevas Pautas en Genética y Desarrollo”: “Es
un hecho de que la regionalización ocurre en el desarrollo de casi todos los
organismos…; hay diferentes regiones cada una con su característica especifidad, que
muestran que algo más que los genes están implicados… En época reciente, Raven ha
puesto un énfasis especial en la importancia del huevo y su córtex, que él describe como
llevando en sí el fotocalco de la información necesaria para dar forma estructural y
organización a los materiales que serán producidos de acuerdo con las
especificaciones químicas implícitas en la información aportada por los genes”…
Todo esto nos demuestra cómo es falsa la teoría de la evolución y su carencia de
base científica.

FÓSILES

Los científicos han desenterrado millones de huesos y otras indicaciones de vida


pasada, y a estos se les llama “fósiles”. Si la evolución fuera realidad, en todo esto
debería haber prueba amplia de que una clase de organismo viviente evolucionó en otra
clase de género de vida…
La publicación “Bulletin” del Museo Field de Historia Natural, de Chicago
(Usa), comentó: “La teoría de Darwin (evolución) siempre ha estado estrechamente
relacionada con pruebas procedentes de los fósiles, y probablemente la mayoría de la
gente supone que los fósiles suministran una parte muy importante del argumento
general que se presenta a favor de las interpretaciones darvinianas de la historia de la
vida. Por desgracia, esto no es rigurosamente verdadero”. ¿Por qué no? El “Bulletin”
pasó a decir que Darwin “quedó desconcertado por el registro fósil porque no
presentaba la apariencia que él había predicho que ofrecería en aquel tiempo. Tal
como ahora el registro geológico no presentó una cadena graduada de una evolución
lenta y progresiva”. “De hecho ahora, después de muchos años de recogimiento de
fósiles tenemos hasta menos ejemplos de transición evolutiva de los que teníamos en el
tiempo de Darwin”, explicó el “Bulletin”. ¿Por qué dice esto? Porque la prueba fósil
que hay disponible hoy, que es más abundante, muestra que algunos de los ejemplos que

306
solían emplearse como apoyo para la evolución no le dan tal apoyo de manera alguna.
El que la prueba fósil no apoye una evolución gradual ha perturbado a muchos
evolucionistas. En “The News Evolutionary Timetable” (El nuevo horario
evolucionista) Steven Stanley habló sobre “el fracaso general del registro en cuanto a
desplegar transiciones graduales entre los grupos principales, de uno a otro”. Dijo:
“El registro fósil conocido no concuerda, ni ha concordado jamás, con “una evolución
lenta”. Niles Eldredge también confesó: “El patrón que se nos dijo que hallaríamos
durante los últimos 120 años no existe”…
Todo esto ha conducido a muchos científicos a adoptar y defender nuevas teorías
para la evolución… La revista “Science Digest” lo expresó de este modo: “Algunos
científicos están proponiendo cambios evolutivos más rápidos aún y ahora consideran
muy en serio ideas que en el pasado solo se popularizaban en la ficción”. Por ejemplo,
algunos científicos han llegado a la conclusión de que la vida no pudo haber surgido
espontáneamente en la Tierra. En vez de creer eso, teorizan entonces haber bajado
flotando a la Tierra… Pero eso sólo empuja más hacia atrás, y hasta un escenario más
prohibitivo: el problema del origen de la vida. Los peligros con que se enfrenta la vida
en el ambiente hostil del espacio sideral son bien conocidos. Entonces, ¿es probable que
la vida haya empezado espontáneamente en algún otro lugar en el Universo y
sobrevivido en medio de tales duras condiciones para llegar a la Tierra, y después
haberse desarrollado en la vida como la conocemos?...
No, los mismos problemas que surgen para el evolucionismo en la Tierra, se
producen en el Universo.
No nos engañemos, todo conduce a un Creador: ¡Dios!

* * *

Los evolucionistas, en su deseo de confirmar su teoría falsa, que el hombre


procede del mono, no dudan en "encontrar" contra toda evidencia científica, "eslabones
perdidos" entre el simio y el hombre que "confirman" su errada tesis… Unas
investigaciones efectuadas por el equipo encabezado por D.C. Johanson entre 1972 y
1977 en el área de Afar en Etiopía tuvo como resultado el "descubrimiento" de una
colección de fragmentos fósiles, a los que ellos encuentran características simias y
humanas que los llevaría a la conclusión del simio como antecesor del hombre:
a) Un esqueleto completo al 40 % llamado "Lucy".
b) Los fragmentos superior e inferior de huesos de la pierna formando una
articulación de rodilla.
c) Partes pequeñas de unos trece individuos recogidas en un área que se afirma
son una familia de homínidos destruidos por una "inundación relámpago"...
Todos los fósiles fueron datados de 2´8 a 3´3 millones de años, y Johanson
consideró al principio que pertenecían a dos especies distintas de homínidos (esto es,
simios en la línea directa que llevaba al Homo sapiens). Más tarde, no obstante, en
1979, clasificó a todos estos fósiles juntamente con las mandíbulas halladas en Laetolil
(por Mary Leaky, la madre de Richard), y les dio el nombre de "Australopitecos
afarensis". De estas mandíbulas halladas en Laetolil fueron fechadas en alrededor de 3
´6 millones de años y se afirmó que constituían la evidencia más temprana hallada de la
clasificación Homo. No obstante, se trata de mandíbulas de especies simias, y no se
afirma de ellas ninguna característica humana. En cuanto a los hallazgos de Hadar todos
los fósiles descubiertos son solamente una variedad de simio.
Johanson, habiendo mencionado sobre estos fósiles muchas características
simias, hace no obstante el siguiente comentario, que carece de justificación científica

307
alguna: "Aunque evidentemente homínidas en su dentición, mandíbulas, cráneo y
postcráneo, estas formas retienen atisbos de un antepasado del Mioceno todavía poco
conocido"... Cada uno de los fragmentos descritos en los trabajos es clasificado como
"homínido" (incluso piezas bastante pequeñas), pero es difícil ver cómo pudieran
exhibir ningún tipo de característica humana. Se tiene la impresión de que cualquier
hueso simio que se halle se clasifica como "homínido"... En varias ocasiones se
comparan estos fósiles con los descubrimientos en Sudáfrica, en Krondaii Taungs,
Makapanagat y particularmente Swartkrans y Sterkfontein, afirmando generalmente
que los fósiles de Hadar son más primitivos (esto es, ¡más simiescos!) Es un poco
sorprendente que se haga salir a estos viejos fósiles a escena otra vez particularmente en
vista de que Oxnard documentó que se trata simplemente de simios, y que es poca la
relevancia que puedan tener en cuanto a la supuesta evolución del hombre. La
conclusión de Oxnard fue totalmente apoyada por Sir Solly Zuckerman después de un
estudio sumamente cuidadoso de estos fósiles. ¡No obstante, Johanson ignora estos
hallazgos y dispone al Homo Swartkranensis en el grupo del Homo erectus, en línea
directa al Homo sapiens!... Se hace otra extraña comparación entre el maxilar superior
hallado en Hadar y otro similar hallado en Java. Dice Johanson: "Estos caracteres así
como otros detalles sugieren semejanzas con algún material de Homo erectus,
especialmente el Pitecántropos erectus IV"... Es evidente que los maxilares son muy
similares. ¿Inferimos en base de ello que la criatura clasificada como Homo erectus, que
vivía 2´5 millones de años después (y a 8.000 kilómetros de distancia) es la misma que
el Australopitecos afarensis de Johanson?... Si esto fuera así, este mismo hecho haría
trizas su árbol tan cuidadosamente construido de la evolución humana. Evidentemente,
si estos simios se estaban desarrollando hacia el Homo sapiens, esperaríamos que se
evidenciasen algunas características humanas. Pero son éstas tan pocas, sin embargo,
que se tienen que leer con cuidado los trabajos para descubrirlas. Solamente hay tres
huesos de los que se diga que evidencian alguna característica distintivamente humana.
Estos son:
a) Una articulación de la rodilla.
b) La relación brazo / pierna de Lucy.
c) La pelvis de Lucy.

a) La articulación de la rodilla.- Se hallaron dos fragmentos de huesos de


pierna que formaban una rodilla derecha en una localidad. No se da la verdadera
distancia entre estos dos huesos, pero se asumió que pertenecían al mismo individuo. Al
describir el hueso superior (fémur) dice el informe de 1976: "Este fragmento demuestra
la cantidad de detalles anatómicos que se hallan íntimamente relacionados con la
locomoción bípeda: el ángulo bicóndilo es más bien elevado, el labio lateral del surco
patelar está levantado y el cóndilo lateral aplanado y elongado"... Sin embargo no hay
pruebas de que esta articulación exhibiera bipedalismo. Tampoco se ha presentado
ningún trabajo serio acerca del mismo hallazgo. Ya que estos huesos eran de una de las
muy pocas categorías que Johanson afirmaba eran humanoideas, es evidente que se
debiera haber publicado un trabajo para justificar esta pretensión. Sin esta evidencia no
se puede hacer ningún tipo de comentarios. Pero uno se pregunta, sin embargo, si es que
la evidencia era tan frágil que no se hubiera podido mantener frente al escrutinio
estrecho al que se hubiera sometido un informe publicado. Hasta que no se dé esta
evidencia, esta pretensión no está probada. Estos huesos de rodilla fueron hallados en
1973 y Lucy fue descubierta en 1974. Ambos fueron publicados en el mismo artículo en
"Nature". En éste, Johanson no hace ninguna afirmación de que el esqueleto de Lucy
evidenciara que caminaba erguida. Los dos huesos de la articulación de la rodilla fueron

308
hallados en un estrato a una altura 80 metros inferiores a la de Lucy, mostrando el hueso
superior una evidencia (no cuantificada) de locomoción erguida. El hueso inferior (la
tibia), que no poseía características humanas, era muy similar al de Lucy. Ya que los
huesos de la rodilla son "similares" a los de Lucy y que se hallaron en un estrato
inferior, ¡se sostiene que éstos constituyen evidencia suficiente de que Lucy andaba
erguida! Lo que es extraño es que lo que se afirma es que es el fémur de la rodilla el que
muestra bipedalismo, pero que este mismo hueso en Lucy es descrito así: "Un fémur
izquierdo entero está asociado con la pelvis innominada pero la porción distal (el
extremo que toca a la rodilla) está muy aplastada"... Así que, ¡la precisa parte del
fémur del esqueleto de Lucy que debiera evidenciar bipedalismo está aplastada!... Una
línea tan frágil de argumento está muy lejos de ser convincente. A pesar de lo escaso de
las evidencias de que Lucy caminara erguida, es esta supuesta característica que fue
acentuada por algunos de los escritores más populares, sin base científica para ello. ¡En
base de esto, el lector de buena fe supondría que eran los huesos de Lucy los que habían
mostrado estas características, en lugar de un huesecito hallado a una profundidad de 80
metros en relación con la localidad donde se hallaron los restos de Lucy y, quizás, a
varios kilómetros de distancia! No existe ninguna afirmación científica de que los
huesos de Lucy evidenciaran que andaba erguida... Vemos aquí la manipulación que
usan los evolucionistas con objeto de demostrar científicamente lo indemostrable: la
evolución. El hombre, como dice la Biblia, así como toda la Creación, fue hecho
directamente por Dios, en estado adulto, sin evolución alguna.
b) En el artículo de "New Scientist" que informan del descubrimiento de Lucy se
afirma que la relación brazo / pierna de un 83´9 % que presenta Lucy muestra que
estaba a mitad de camino en volverse humana. La razón de ello es que se dice que la
cifra para simios se halla por encima de 100 en tanto que para el hombre está alrededor
de 73. El informe de Johanson afirma que esta relación de 83´9 es entre el húmero
(hueso superior del brazo) y el fémur (hueso superior de la pierna) diciendo: "El húmero
derecho está al completo con un cierto aplastamiento del extremo proximal. Su longitud
total se estima en 235 mm. Lo que da un valor de 83´9 para el índice humeral –
femoral”. No puede dejar de divertir la forma en que se cita el índice de Lucy como 83
´9. Se estima, en todo caso, la longitud de ambos huesos. En realidad, el húmero había
sido roto en dos lugares y un extremo tenía "un cierto aplastamiento". Además, un
extremo del fémur había sido “muy aplastado”... Citar un índice con un 0´1 % de error
da a su índice un aire de exactitud científica que es totalmente falso, y por ello
acientífico. Otro error en este artículo es que se dice que Lucy había estado sepultada
debajo de 100 metros de sedimento, en tanto que la cifra correcta es de 45 metros... La
cifra de 100 metros es la altura del estrato de Lucy por encima de su estrato basal
apareciendo esta cifra en una escala que evidentemente ha sido leída de forma errónea.
El progreso de la forma en que "inferencias" cuidadosamente expresadas de reportajes
originales (que se basan a su vez en una considerable cantidad de especulación)
aparecen en revistas populares de ciencia como "claras indicaciones", para llegar a los
libros escolares de texto como "claramente demostradas"... A pesar de ello, si uno se
atreve a criticar a tales "autoridades" se le condena como "acientífico"... cuando son
ellos en realidad quienes falsean, manipulan y tergiversan los datos para demostrar lo
que no se puede demostrar, porque es imposible: la evolución.
c) En cuanto a la pelvis de Lucy, sólo cinco años después de su descubrimiento
se considera a este distorsionado hueso como poseyendo características bipedales
(humanas). Este hueso es presumiblemente el único de su clase particular en existencia.
Así que, a no ser que existan unas claras hendiduras en el hueso, tiene que preguntarse
cómo saben realmente los expertos que está distorsionado... Ellos están claramente

309
convencidos de que Lucy andaba erguida. ¿Dará la pelvis remodelada una "prueba
concluyente de ello" para ser a continuación citada en nuestros textos escolares como
"un hecho evidente y científico?... La evidencia de manipulación es clara, la de
evidencia, indemostrable.

* * *

La edad del cráneo fósil 1470 fue reducida por los ensayos americanos, pero
persistía el problema para los expertos de que se trataba de un cráneo de apariencia muy
humana que había sido hallado en un estrato temprano. Esta combinación trastornaba
completamente los puntos de vista evolucionistas aceptados del desarrollo del hombre...
En vez de aceptar la realidad científica y considerar que la evolución es una teoría falsa,
y que tanto la Biblia como la Ciencia, la verdadera Ciencia, nos dicen que el hombre,
Adán y Eva, fueron hechos directamente por Dios, en estado adulto, sin evolución
alguna: pues bien, en vez de aceptar la evidencia científica y dejar en la cuneta la falsa
teoría evolucionista, sus seguidores, llevados de un espíritu fanático, marrullero y
anticientífico, todo, con tal de negar a Dios, objetivo fundamental de la teoría de la
evolución... manipularon los hallazgos de fósiles para que se “adaptaran” a su falsa
teoría... El método normal de librarse de fósiles que no concuerdan con sus erradas
teorías, aunque estos hallazgos sean verdaderamente científicos y verdaderos, es el de
decir que ese fósil en cuestión, en este caso el 1470, se trataba o bien de un
enterramiento intrusivo, que se había deslizado a esta posición debido a movimientos
de tierra, o que habían sido puestos allí por un bromista... Este sistema les falló con el
cráneo 1470, por lo cual se utilizó un cuarto método para este fósil, que era “enterrarlo”
científicamente, es decir, darle otro nombre. En este caso, se eligió uno que ya existía, el
de “Homo habilis”. Así quedaría incluido con fósiles de tipo diferente, y después de un
tiempo se llegaría a olvidar el carácter humano del cráneo original... Podemos seguir la
decadencia y la caída (anticientífica, promovida por los evolucionistas) del 1470 en
etapas muy claras.

Primera.- Cuando fue descubierto, Leakey (paleontólogo evolucionista) hizo


ciertas afirmaciones demoledoras acerca de la importancia del cráneo... Artículos en
diarios científicos que se tendría que reconsiderar todo el ancestro humano, en tanto que
las revistas científicas admitían que hacía que algunos hombres-simios quedasen en
razas evolutivas que terminaban en “callejones sin salida”... Leakey mismo, en una
reunión en San Diego (California), dijo que había visto quedar destruido todo lo que se
había enseñado hasta entonces acerca de la evolución humana, y ¡que nada tenía para
ofrecer en su lugar!...

Segunda.- Se comienza a cavar la tumba del 1470 cuando, aunque previamente


rechazada la posibilidad de que el 1470 pudiera identificarse con el homo habilis, en un
artículo publicado al año siguiente sugiere con muchos rodeos que sí se parecen...
Primero dice que una mandíbula, la número 1802, pudiera ser considerada como
perteneciente a la misma especie que la 1470. Entonces señala las notables similitudes
entre esta mandíbula y la del Homo habilis, estableciendo así un tenue enlace, y
llegando a hacer el comentario de pasada: “Mi sugerencia aquí de que el Homo habilis
puede tener afinidades con el 1470 y 1590 se refieren solamente al OH y al OH16...
debido a lo fragmentario del material sobre el que se hicieron las anteriores
estimaciones” y no hace ninguna referencia a la fecha más reciente que tienen, en
comparación con el 1470...

310
Tercera.- El cráneo es enterrado... Habiendo establecido el enlace con el Homo
habilis, se podían ignorar ahora todas las características del 1470, porque los anteriores
fragmentos se habían clasificado siempre como uno de los muchos antecesores
simiescos... Tanta es la disposición que tienen los “expertos” en ignorarlo que hay sólo
una breve mención acerca de él en la exhibición del Museo de Historia Natural, “El
lugar del hombre en la evolución”. Este oscurecimiento de las características humanas
del 1470 podría constituir la explicación de por qué los otros dos cráneos casi idénticos,
números 1590 y 3732, hallados en 1973 y 1975, fueron sólo brevemente mencionados
en los informes de Leakey. Johansen, al erigir su versión del árbol genealógico del
hombre, clasifica también al 1470 como Homo habilis, pero ha degradado eficazmente
al 1470 utilizando la fecha americana de 1’ 8 millones de años…
Este es así el proceso que se siguió para “enterrar” al 1470 (un cráneo que
refutaba la teoría evolucionista) ¿Qué deducimos de la secuencia de eventos que hemos
estado bosquejando? Es evidente que el joven e inexperto Leakey (en aquel entonces)
había encontrado un cráneo humano, y pasó a anunciar su hallazgo con gran aparato de
publicidad. Esto, indudablemente, abocó al estamento científico a una situación
peligrosa, porque el barco evolucionista estaba siendo tan escorado que estaba en
peligro de volcar y de perderse todo... Sin embargo, parece que prevalecieron los
“consejos” de la “experiencia” y de la “sabiduría” (llámese manipulación anticientífica),
y que se minimizó el peligro echando por la borda el peligroso cuerpo 1470,
posibilitándose así que la nave de la evolución humana prosiga su majestuosa
navegación por las aguas siempre calmas, pero turbias, de la mentira, la falsedad y la
credulidad humana...
El cráneo 1470 hallado en Kenya en 1969 indica que el fósil es un pequeño
cráneo humano, al estar acompañado de fémures humanos y presentar este mismo
cráneo pequeñas arcadas superciliares, ausencia de cresta, cráneo abovedado. Leakey,
en el mismo informe señala el descubrimiento de dos fémures completos, una parte de
un tercer fémur y fragmentos de tibia y de fíbula. Aquí se encuentran, perfectamente
asociados, un cráneo de apariencia muy humana y un fémur perfectamente humano en
un estrato fósil de mucha antigüedad... La apertura nasal en el cráneo 1470 es realmente
estrecha, como en los humanos. No obstante, en la ilustración del National Geographic
Magazine aparece con una grotesca nariz de gorila, sin base científica alguna para
componerla así... Todo esto llevado del afán evolucionista de hallar lo que jamás
hallarán, porque no existe: el eslabón perdido entre el hombre y el simio... Tanto
científicamente como bíblicamente todo contradice la teoría de la evolución. La
evidencia más convincente, ya que proviene de una fuente independiente, es la
valoración de la calavera hecha por A. Cave. Cave fue profesor emérito de Anatomía
en Londres y en Barts, y fue coautor del artículo que mostró que el hombre de
Neandertal era una forma de Homo sapiens. Al ver la calavera cuando la exhibió en
London Glynn Isaac (el coinvestigador de Leakey) la opinión de Cave fue; “Por lo que
puedo ver, es típicamente humana”... Con toda su experiencia en tratar con el esqueleto
humano, el testimonio de Cave es sumamente significativo. Se descubrió también otro
fósil de apariencia humana. En Junio de 1976, Leakey informó del descubrimiento de
un hueso pélvico derecho. Leakey dijo: “La posición y la orientación de la tuberosidad
isquiática es similar a la observada en una muestra de Homo sapiens moderno, como lo
son una cantidad de otras características morfológicas... Hay pocas semejanzas con el
material conocido como australopitecino y la forma esencialmente moderna de este
fósil exige que sea atribuido al mono”. Afirmaba que este hueso pélvico tenía que ser
considerado juntamente con el fémur de apariencia muy humana hallado al mismo

311
tiempo que el gran cráneo 1470. Llega con esto a la conclusión de que reflejan... las
exigencias de un bípedo ambulante de cerebro grande... Esta es, en realidad, una
descripción precisa de un ser humano normal. Pero si Leakey hubiera admitido esto, ¡se
hubiera encontrado al borde de cometer un suicido profesional!... ¿Por qué? Porque los
evolucionistas no buscan la verdad científica, sino “su” verdad y así, ofuscados y
cegados en su afán de demostrar que el hombre no fue hecho por Dios, como narra la
Biblia, cae en el fraude, en el engaño, en la manipulación. En las reconstrucciones del
cráneo 1470 se observan las siguientes manipulaciones:
a) En comparación con el maxilar superior en las versiones anteriores, se ha
hecho ahora 2´4 cm. más largo, haciéndolo así más simiesco....
b) Juntamente con esto, no se han usado fragmentos adicionales en esta
reconstrucción, fragmentos que, naturalmente pudieran determinar la posición y el
ángulo de la cara.
c) El fragmento de hueso, que mostraría si el 1470 poseía o no la espina nasal
anterior debajo de la nariz, sigue ausente. Estos aspectos más bien dudosos de la
construcción del cráneo 1470, reafirman un problema principal que enfrenta a todo
aquel que quiera hacer una crítica válida de los modelos presentados para publicidad
por los “expertos “evolucionistas...
En primer lugar, las piezas ya están formadas en un cráneo, y éste formado
según las preconcepciones evolucionistas del reconstructor... En segundo lugar, las
fotografías o dibujos de las reconstrucciones que aparecen en las revistas son solamente
de pequeño tamaño. Esto es todo lo que se ofrece para comentarios... Así únicamente se
puede efectuar una crítica sobre material que es como mucho de segunda o tercera mano
en relación con las piezas originales. Si hubiera sido posible el acceso a los fragmentos
originales, es posible que se hubiera llegado a resultados bien distintos de los
conseguidos por los descubridores: el cráneo 1470 es humano en estratos atribuidos a
una fecha muy temprana, todo lo cual contradice rotundamente el punto de vista
evolucionista de cómo el hombre emergió de su ancestro simiesco... La mayor parte de
los fósiles fueron hallados entre el estrato superior de toba KGS y la toba inferior Tulu –
Bor. Estas dos capas límite pudieron seguirse por una distancia de varios kilómetros,
pudiéndose correlacionarse fósiles hallados en diferentes áreas. En 1969, se enviaron
muestras de toba a Cambridge para ser datadas mediante el método Argón-Potasio y,
¡tres ensayos dieron una edad promedio de 220 millones de años!... Esto era totalmente
inaceptable para los evolucionistas. Se le achacó, pues, la culpa a un “argón intrusivo”,
como explicación a esta anomalía y se pidieron muestras menos calcificadas de esta
localidad... Las fechas que finalmente se publicaron fueron obtenidas de un estrato a
varios kilómetros de distancia de la localidad del hombre 1470... Esta fecha tan
temprana, tan antigua, no dejó de ser desafiada. G.M. Curtis, con otros de la
Universidad de California, volvieron a ensayar tobas KGS en 1976, y obtuvieron edades
mucho más recientes...
Todo esto nos muestra cómo, aunque los evolucionistas se resisten a creer en los
datos que da la Ciencia, la verdadera Ciencia, sobre la falsedad de la evolución, ellos
siguen erre que erre con su errónea doctrina de que el hombre procede del mono...
cuando la Ciencia, criatura también de Dios, les está diciendo que están en un error,
que, como dice la Biblia, palabra de Dios, el hombre, igual que toda la Creación, fueron
hechos, creados, en estado adulto, sin evolución alguna, directamente por Dios.

* * *

312
Después de la muerte de L. S B. Leakey en 1972, su esposa, Mary, siguió la
búsqueda en la garganta del Olduvai, pero se concentró principalmente en lugares en
Laetolil, a unos 30 Km. más al sur. Se hallaron pocas mandíbulas, que se clasificaron
como "Homo erectus". De mayor interés, no obstante, fue el descubrimiento de muchas
pisadas fosilizadas de animales, de algunos "homínidos" andantes, todo en estratos
datados en una antigüedad de 3´6 a 3´75 millones de años... Las pisadas se hallaron en
varias localidades, la mayor parte de ellas en dos diferentes niveles estratigraficos.
Ciertas condiciones en la época en que los estratos fueron depositados resultaron en que
las impresiones de las pisadas quedaran endurecidas, reteniendo gran parte de su detalle.
Se hallaron una gran variedad de pisadas de aves y de animales, muchas de las cuales
son idénticas a las de especies existentes... las pisadas se vieron por primera vez en 1976
y se estudiaron en 1977. No se sabe claro en qué etapa se reconocieron las pisadas de
"homínidos", pero no se hizo ningún anuncio público de su existencia hasta el 24 de
Febrero de 1978, cuando Mary Leakey informó de seis pisadas... Se descubrieron más
pisadas, de las que se informó en la revista científica "Nature" el 22 de Marzo de 1979.
Cuando por fin fueron presentadas en los medios de comunicación de masas, se remarcó
la apariencia "simiesca" de los individuos, y se le aseguró al público que se trataba de
criaturas "poco cerebralizadas" que acababan de aprender a caminar erguidas. A
menudo se acompañaba a este tipo de artículos mostrando a dos de ellos vistos desde
atrás, en el momento de hacer las huellas... ¡Pero, cosa sorprendente, parecían
notablemente humanos!... el informe de "Nature" de Mary Leakey y R. L. Hay
minimizó también la importancia de las huellas de los homínidos. En un informe escrito
que cubría seis páginas, sólo se dedica un 13 % del texto y tres fotografías a las huellas
"homínidas". E incluso, entonces se describen juntamente con otras huellas de simios y
todo ello bajo el encabezamiento "primates"... Cuando todas las evidencias eran de
pisadas humanas, con las del hombre moderno... Aquí se ve la manipulación de la que
son objeto los hallazgos arqueológicos y paleontológicos por parte de científicos
evolucionistas... Cerrilmente todo tiene que ser "simio", porque su teoría evolucionista
dice que el hombre procede del mono, teoría falsa, pues no sólo la verdadera ciencia
muestra que el hombre y el mono son dos especies distintas, sino que la
Termodinámica, la Biología, la Genética, y por último, y principalmente, la Biblia,
también están en contra de la teoría de la evolución: todo fue hecho por Dios, en estado
adulto y directamente, sin evolución alguna. La extremidad trasera del simio, el pulgar,
es "oponible" (como el pulgar de la mano humana) a fin de facilitar su asimiento a las
ramas. Esta tendencia del pulgar del pie a salirse es claramente visible en sus huellas,
una de las cuales se representa en el informe. No obstante, y describiendo las huellas
homínidas, afirma: "A diferencia de las huellas cercopitecóideas, el dígito más grande
es el pulgar del pie, situado como en el pie humano... Nótese que el arco longitudinal
del pie está bien desarrollado y se parece al del hombre moderno y que el pulgar es
paralelo a los otros dedos del pie"... En el artículo en el "National Geographic
Magazine", dice un experto en huellas de pies: "Parecían tan modernas, tan
humanas...". No hay sugerencia aquí de que el pulgar se halle en una posición a mitad
de camino entre el hombre y el simio, y el reportaje parece aceptar que las huellas son
totalmente humanas en forma. No obstante, sí que afirma en dos ocasiones que los
individuos eran "primitivos". En primer lugar, dice con respecto a las huellas en la
localidad A: "La andadura era algo vacilante, con un pie cruzando enfrente del otro".
Pero lo cierto es que un andar vacilante produciría un rastro con las huellas izquierda y
derecha ampliamente separadas al balancearse el individuo de lado a lado, no en una
línea casi recta, tal como se descubrieron. Ciertamente, este punto de vista está apoyado
por el reportaje mismo en un párrafo final que dice. "...se hace evidente de inmediato

313
que los homínidos del Plioceno en Laetolil habían conseguido una andadura totalmente
erguida, bípeda y libre"... Así es como queda totalmente contradicha la afirmación de
que la andadura era "vacilante". En segundo lugar, considera que "la fabricación de
herramientas hubiera bien podido estar más allá de la capacidad mental de estas
criaturas "poco cerebralizadas". Es de presumir que esto se infiriera de la longitud de
los pies y del paso, ya que ambos son más cortos que los del hombre moderno
promedio. Sin embargo, la capacidad craneana no constituye indicación alguna de la
capacidad mental de su poseedor. Además, huellas similares a las descubiertas en
Laetolil podrían ser hechas por las varias razas de pigmeos alrededor del mundo, y que
son totalmente "Homo sapiens".
Las huellas, según todo lo expuesto, son, no de homínidos poco cerebralizados,
como decían los científicos evolucionistas... sino por un hombre, o mujer, de corta
estatura, las huellas así lo confirman.
Todo esto nos hace ver cómo el hombre tal como se conoce hoy día no ha
sufrido evolución alguna, y que siempre ha sido hombre, jamás simio, como falsamente
atestiguan los evolucionistas, sin pruebas científicas que lo demuestren.

* * *

La Ciencia, la verdadera Ciencia: Biología, Bioquímica, Termodinámica,


Genética, Botánica, fósiles, etc. hacen ver QUE LA EVOLUCIÓN ES FALSA, no
tiene ningún fundamento verdaderamente científico para demostrar todas las tonterías
que dice sobre el origen del hombre. Tanto es así que surgen por doquier hallazgos
geológicos, paleontológicos, biológicos, etc. y que refutan, y refutarán, miles de veces,
esta teoría. No obstante, los señores evolucionistas, sin base científica alguna para
ello, erre que erre, siguen con su teoría, se aferran a ella como a un clavo ardiendo
con objeto de "demostrarnos" lo indemostrable. Así, por ejemplo, se encuentran en
callejones sin salida cuando dicen que todos los animales evolucionan, y el hombre
es el último eslabón de esa cadena de evoluciones habiendo aparecido hace un millón de
años afirmando, con toda suficiencia, que el dinosaurio se extinguió de la tierra hará
unos 70 millones de años... Sin embargo, en el lecho del río Paluxy cerca de Glen Rose,
Tejas (Estados Unidos) en estratos supuestamente cretáceos, aparecieron juntas las
huellas, fosilizadas, de las pisadas de un dinosaurio y de un ser humano con una
morfología física exactamente igual al hombre actual, sin ninguna evolución... lo que
implica que el hombre ya vivió en la misma época del dinosaurio, es decir, hace 70
millones de años, si es que la Tierra tiene esos años... que no los tiene. Los
evolucionistas progresistas hablan alegremente de millones y millones de años de
antigüedad para la Tierra y los seres vivos, sin embargo, no han podido demostrar
en absoluto la edad de algo más allá de los 2.000 años que es lo que el carbono 14 y
otros materiales empleados en la medición de la antigüedad de materiales pueden llegar;
hablar más allá de este tope es entrar en el terreno de la especulación, de la
"probabilidad", y no creo que la especulación, ni la probabilidad, ni el "es posible", sea
realmente científico... Ellos hablan, muy seguros de sí mismos, de la evolución continua
de todo los seres vivos, pero mira por dónde la Naturaleza habla en contra de esta teoría,
y así, nos encontramos con los llamados "fósiles vivientes" que se han "olvidado" de
evolucionar, como por ejemplo el Celacanto, a quien se consideraba extinguido hace
unos 70 millones de años, y que, sin embargo, se ha encontrado, como se suele decir en
términos vulgares, "vivito y coleando" por unos pescadores indígenas de las islas
Comores, al oeste de Madagascar... y ya hacía centenares de años que estos pescadores
indígenas los usaban con fines culinarios..., y lo más asombroso, para los

314
evolucionistas, no para nosotros, que sabemos que la evolución no existe (sí adaptación
al medio ambiente, pero la evolución, como dicen los progresistas supone la
transformación total de un ser vivo de una especie en otra, por ejemplo de un ser
unicelular en otro pluricelular como el hombre, y esto es falso, como se ha demostrado
en el Celacanto QUE NO HA SUFRIDO NINGUNA TRANSFORMACIÓN EN
TODO EL TIEMPO Y MILLONES DE AÑOS QUE LOS SEÑORES
EVOLUCIONISTAS LE ATRIBUYEN... Igual podríamos decir, del Protóptero
africano, a quien los señores evolucionistas achacan una antigüedad de unos 300
millones de años... y que sigue viviendo, sin evolución alguna desde sus antepasados
fósiles a la actualidad; y lo mismo podríamos decir del Nautilus, molusco cefalópodo;
del Strombus, molusco marino saltador; de la tortuga gigante de las islas Galápagos e
islas Seychelles, de nuestra vulgar cucaracha que sigue lo mismo ahora que según los
cientos de millones de años que le atribuyen, sin evolución alguna, etc. etc. Todo esto
nos demuestra la falsedad de la evolución, pues si realmente esta evolución existiera, los
fósiles mencionados hubieran tenido tiempo de sobra de evolucionar, cosa que no han
hecho... Y no lo han hecho porque no existe tal evolución, es falsa esa teoría.

* * *

Ambos reinos, tanto el vegetal como el animal, han sido divididos en muchas
subdivisiones por los naturalistas. Las primeras grandes son las llamadas «phylas»;
éstas se dividen en clases, las clases en órdenes, éstas en familias y éstas en
agrupaciones llamadas géneros, que a su vez son fraccionados en especies. Según el
diccionario de la Academia Real, «Las especies son aquellos individuos que tienen
caracteres comunes por las cuales muestran semejanzas entre sí y se distinguen de
otras especies.» Todo eso suena bien, pero es difícil su aplicación porque nada dice de
las semejanzas requeridas ni de las distinciones admitidas.
El bien conocido naturalistas, Jorge Hall, dice que estas palabras son
simplemente una conveniencia filológica, una idea, porque las especies no son
descubiertas, sino fijadas al arbitrio de los taxonomistas.
Debemos retener en nuestras mentes que la taxonomía (clasificación de los seres
vivos) está en su infancia y que es una ciencia bastante inexacta. En muchos casos los
mismos taxonomistas no están de acuerdo con esta clasificación, lo que significa que la
morfología («la forma de seres orgánicos») no puede declarar definitivamente, si una
variedad ha de ser considerada como una especie nueva, o meramente una variedad de
otra especie. Los evolucionistas con demasiada frecuencia declaran que unas variedades
son especies nuevas, para luego proclamar que ha habido una evolución. En la
taxonomía todo depende del prestigio de los que hacen la clasificación y a base de qué
normas la hacen…

* * *

¿Qué hechos indiscutibles a favor de la evolución puede ofrecemos la


Paleontología?
Paleontología es el tratado de los seres orgánicos cuyos vestigios se encuentran
en fósiles. Para los evolucionistas es un estudio sumamente importante. «Que la
evolución actualmente ocurrió sólo se puede establecer científicamente por el
descubrimiento de restos fosilizados de esos tipos intermedios que hayan sido
postulados sobre la base de evidencias indirecta», afirma W. LeGros Clark de la

315
Universidad de Oxford, y D. B. Kitts en Evolución Sept. 1974, p. 467, escribió: «La
evolución requiere formas intermedias entre especies, y la Paleontología no las suple.»
El prof. S. J. Gouid lamenta: «Lo que uno hubiera esperado es que la
Paleontología fuera la que diera las principales confirmaciones de la teoría de la
evolución. Los restos fósiles son la única evidencia directa que tenemos de la evolución,
de la auténtica historia de la vida en la tierra, pero no fue así.» «La ausencia de
evidencia fósil de etapas intermedias entre las principales transiciones en el plano
orgánico, y ciertamente nuestra incapacidad, incluso al nivel de nuestra imaginación,
para construir intermedios funcionales en muchos casos, ha constituido un problema
persistente y acosador para los relatos gradualistas de la evolución.»
El arreglo de fósiles verdaderos (y de yeso) y dibujos en libros de texto para
probar la evolución del caballo es caprichoso. Sus componentes son de varios
continentes, e incluso algunos son contemporáneos. El Dr. Carlos Deperett,
paleontólogo francés, lo llama «un engaño tramposo». Se podría componer una
exhibición mejor de esqueletos caninos, desde el perrito, el chihuahua, hasta el gran
danés, pero tampoco probaría nada. Ninguno ha llegado a ser más que un perro.
Ningún fósil multicelular irrefutable ha sido encontrado en ninguna parte del
mundo en rocas que se puede suponer más antiguas que las rocas cambrianas. El
evolucionista prof. G. G. Simpson, clasifica este hecho como «el mayor misterio en la
historia de la vida». La aparición repentina en el período cambriano de billones de
fósiles, todos de formas complejas, apoya más el modelo creacionista, como narra la
Biblia, que el modelo evolutivo.
«Los primeros rastros de vida que aparecen en el período cambriano exhiben
las mismas distinciones raciales que existen hoy. No hay evidencia fósil de la evolución
de los invertebrados, aparecen súbita y completamente especializados.»
¿Cómo se puede justificar la existencia de especies por una teoría que proclama
cambios incesantes como un hecho fundamental de la naturaleza? Los mismos tipos,
clases, órdenes, familias, y géneros que vemos hoy son definidos claramente en el
registro fósil.
El Dr. C. A. Arnold escribe: “Por largo tiempo se ha esperado que las plantas
extinguidas revelarían algunas de las etapas por las cuales los grupos existentes han
pasado durante el curso de su desarrollo, pero hay que conceder libremente que esta
aspiración se ha cumplido en un grado mínimo, aunque la investigación paleobotánica
ha estado trabajando por más de cien años. Hasta ahora no hemos podido trazar la
historia filogenética de un solo grupo de plantas desde su principio hasta el presente”.
El prof. E. J. H. Comer, catedrático de Botánica en la Universidad de
Cambridge, lo expresa así: «Para los que no tienen perjuicios, el registro fósil de
plantas favorece a la creación especial».
El Dr. M. C. Comer: «El registro de las rocas no revela prácticamente nada
acerca de los primeros capítulos del reino vegetal. Por tanto, tenemos que depender de
los tipos de plantas que aun existen, añadiendo una medida buena de imaginación.»
Se puede respaldar el concepto de la fijación de los géneros con una lista larga
de «fósiles vivos», organismos que en el pasado se consideraban extintos por centenares
de miles de años, pero más recientemente descubiertos en existencia. Uno de los
candidatos que estaba en el camino de ser beatificados como una forma de transición
entre los peces y los anfibios era un pez llamado «celacanto». Decían que era de la era
Mesozoica. Pero los evolucionistas quedaron desconcertados cuando en 1938 se pescó
uno vivo, y otro al año siguiente cerca de la costa de Madagascar. El Dr. Jaques Millot,
asociado con el Museo de Historia Natural de París, escribió: «Por millones de años los

316
celacantos han guardado la misma forma y estructura. Aquí está uno de los grandes
misterios de la evolución.»
«Esta ausencia regular de formas de transición no está limitada a los
mamíferos, es casi un fenómeno universal, como los paleontólogos han notado hace
tiempo.» G. G. Simpson (¡Y han estado callados hasta ahora!)
El Dr. Bermudo Meléndez, de la Universidad de Madrid ha escrito: «El motivo
principal de la incertidumbre está en que ya, desde los fósiles más antiguos conocidos,
están perfectamente individualizados todos los tipos de organización de invertebrados,
que aparecen aislados entre sí, sin formas intermedias conocidas, y, en cierto grado,
también las clases aparecen en las mismas condiciones. El tipo vertebrados, también
aparece perfectamente individualizado desde el primer momento, sin que, a ciencia
cierta, se pueda decir cuáles podrían haber sido sus antecesores.»
Los zoólogos y los paleontólogos ignoran por completo qué grupos de
invertebrados hubiera podido dar origen a los vertebrados más primitivos. Quizás haya
que añadir otra cuestión, puesto que todavía no hemos encontrado vertebrados
primitivos fósiles.
El Dr. Gish nos cuenta algo nuevo para muchos: «El descubrimiento de dos
pájaros fósiles en la formación Dockum, cerca de Post, Texas, por Sankar Chatterjie,
un paleontólogo de la Universidad de Texas Tech., ha dado un golpe mortal al
Archaeopteryx, como la forma tradicional entre reptiles y pájaros. Los evolucionistas
dicen que el pájaro fósil descubierto por Chatterjie tiene unos 225 millones de años, o
sea, 75 millones de años más que el Archaeopteryx. Ante tal hallazgo ¿qué esperaban
los evolucionistas de un pájaro tan antiguo como dicen que son los dinosaurios? Por
supuesto, esperarían que este pájaro fuera más semejante a los reptiles que el
Archaeopteryx. Pero tristemente no es así. Al contrario, los fósiles del pájaro recién
descubierto tienen características que pertenecen a las aves avanzadas, lo cual le
coloca más cerca de los pájaros modernos que el Archaeopteryx.» En 1977, James
Jensen halló el fémur de un pájaro en rocas de la misma edad. ¡Los pájaros ya existían!
El Dr. Ethridge, miembro de la Real Academy of Science y paleontólogo del
Museo Británico dijo: «En todo este gran museo no hay una partícula de evidencia de
la transmutación de especies». Según el doctor Colin Patterson, paleontólogo principal
del museo, «las únicas partes del árbol filogenético evolutivo que actualmente existen
son los extremos de sus ramificaciones».
Desgraciadamente, en el Museo de Historia Natural de Nueva York y en algunos
otros lugares exhiben cráneos y algunos huesos que son presentados como pruebas de
evolución. Sin embargo, la realidad es que son reconstrucciones amañadas de restos
parciales y mucho yeso, a los que han dado las formas que sus «creadores» suponían
que tenían los seres en evolución. ¿De cuántos huesos verídicos (no de yeso) se
componen las reconstrucciones de los famosos «Hombre de Java» (Pitecántropos),
«Hombre de Nebraska» (hesperopithecus), «el Hombre de Swanscombe» y otros?...
Un antropólogo francés encontró en el norte de África a un individuo que, a
causa de su fisonomía tan parecida, lo llamó: un hombre de Neandertal vivo.
Un antropólogo canadiense, Arthur Constance, ha demostrado que la dieta puede
afectar radicalmente la forma del cráneo humano. (Génesis and Early Man, Zondervan,
Grand Rapids, Mich.)
Por mucho tiempo se consideraba a los aborígenes de Australia como personas
inferiores, que no habían evolucionado todavía lo suficiente; pero alguien llevó a un
joven indígena a Inglaterra, le dio estudios, y ¡se graduó doctor en Medicina!
Hay hechos de la Paleontología callados en los libros de texto de los colegios.
Por ejemplo: Los hallazgos de depósitos enormes de fósiles de animales de muchas

317
especies mezclados juntos en varias localidades muy distanciadas del mundo, con
indicios de sepultamiento abrupto. En Siberia hay depósitos de animales congelados,
incluyendo miles de mamuts bien conservados en el hielo, algunos con sus últimas
comidas identificables. Tales cosas solamente se explican en términos de una catástrofe
de enorme magnitud…. (El Diluvio Universal)…
El argumento paleontológico es simplemente una construcción teórica que
supone la evolución en vez de probarla.

* * *

En 1980, el Museo de Historia Natural montó una exhibición permanente


titulada “El puesto del hombre en la evolución” y publicó un libro correspondiente con
el mismo título. La exhibición se halla en nueve secciones, en la primera de las cuales se
nos dice que “el hombre es un animal”, y en la segunda se nos muestra cómo también
es “un mamífero, un primate y un simio”… Se exhiben el chimpancé, y el gorila, pero
se admite que la relación del hombre con ellos no está decidida… En la sección de los
Australopitecos se hace una exhibición de varios cráneos y una reconstrucción de
cuerpo entero de la mujer de Sterkfontein, que posee un hocico pronunciado
(prognático) como un chimpancé. Pero el libro dice: “Estúdienla cuidadosamente.
Podrán ver que tiene un hocico corto como el de un ser humano… Las reconstrucciones
muestran que los Australopitecos andaban erguidos; en clara contradicción a los
hallazgos de Sir Solly Zuckerman”… En esta exhibición no se muestra ni uno sólo de
los fósiles ni de los animales en línea con la evolución del hombre, sino solamente como
ramas divergentes… Así, aunque se admite que no tienen ni un solo fósil que sea
directamente ancestral del hombre, se hace de tal manera que pocos se darían cuenta…
Esta exhibición fue, y será contemplada, por muchos miles de personas, y como se halla
destinada principalmente a jóvenes escolares, sus efectos distorsionadores de la verdad
serán amplios, dando la evolución como algo hecho y probado, cuando en realidad es
falso; no hay ni tan sólo una prueba que demuestre que la evolución sea verdadera: el
hombre, como lo demuestra la verdadera ciencia y la Biblia, fue hecho directamente por
Dios, en estado adulto, sin evolución alguna. La verdadera ciencia ha encontrado fósiles
del Homo sapiens en estratos mucho más profundos que los de sus supuestos
antepasados simios… No hay evidencia fósil que apoye los eslabones simios – hombres.
Existen, sí, numerosos esqueletos de animales, incluyendo a dinosaurios, simios, monos
y hombres, pero cada uno según su especie, sin evolución alguna. Los “enlaces” fósiles
que presentan los evolucionistas, entre el mono y el hombre consisten solamente en
fragmentos de mandíbulas, en algunos fragmentos rotos de cráneo, de parte del pie, etc.
pero jamás se ha hallado nunca ningún esqueleto completo, ni tan siquiera una
proporción razonable de uno de ellos que confirme la evolución. La especulación y las
generalizaciones extraídas de la evidencia fósil, por el contrario, siguen una ley inversa
a la evolución. Cuando los restos son muy fragmentarios, pero que ellos suponen que
corroboran la teoría evolucionista, son rápidamente aceptados, sin más pruebas
científicas; por el contrario, cuando se descubren huesos fósiles que contradicen la
evolución, se les examina exhaustivamente, se les falsea, se les “entierra”, no se les da
importancia… Lo que demuestra el fraude de los evolucionistas. Es sumamente
inconvincente y no está probado el que se hayan encontrado eslabones entre el simio y
el hombre, todo lo que se ha dicho hasta ahora de afirmativo es falso, todo ha sido
propaganda, mito, fantasía, deseos de que aparecieran esos eslabones para confirmar la
falsa teoría de la evolución, pero la realidad científica está muy lejos de aceptar, porque
no los hay, esos eslabones perdidos, y todo ello a pesar de una investigación extensa de

318
la superficie de la tierra a lo largo de cien años. Esta carencia de fósiles, de evidencias
fósiles, para la evolución, es tan embarazosa para los evolucionistas que en la actualidad
se está evitando el tema con sumo cuidado… Por ejemplo, el libro titulado “Evolution”
lo publica el Museo Británico de Historia Natural (con Routledge and Kegan Paul) y
está escrito por Colin Patterson, que pertenece al personal del Museo. De esto podemos
asumir que representa lo último en el punto de vista oficial acerca del tema de la
evolución, ya que sustituye a las anteriores ediciones. Cuando pasamos a la sección
encabezada “La evolución y el hombre”, las frases iniciales son: “En este capítulo final
no me ocupo de relatar históricamente cómo evolucionó nuestra especie. Los relatos de
la evolución dependen mucho de los fósiles, y el número de diferentes historias es casi
tan grande como la cantidad de fósiles”…
No hay ni siquiera una mención de los antiguos favoritos, el hombre de Pekín, el
hombre de Java, etc. y la sección entera trata solamente de las similaridades genéticas
entre el hombre y los simios… La exhibición del Museo “El lugar del hombre en la
evolución” presenta un número de fósiles como evidencia de la evolución del hombre,
pero de nuevo sólo se refiere a la “relación” de ellos con el hombre,… Lo cierto es que
el aumento del uso de los “cladogramas” les permite evitar engañosamente el hecho de
que no tienen fósiles en la línea directa de la evolución del hombre…
Con el creciente interés de gran parte de personas que han estudiado la evidencia
en contra de la evolución, es muy significativo que haya pocos “expertos”
evolucionistas bien dispuestos a debatir el tema de una manera formal. En Estados
Unidos el tema, no obstante, se está aireando libremente, y se observa la creciente
resistencia de los expertos evolucionistas en participar en un debate serio sobre la
evolución…
Vemos así que en ciertos campos el mundo científico se halla muy lejos de
poseer la actitud abierta e inquisitiva que tan intensamente profesa tener. Hay ciertos
temas, de los que la Paleoantropología es un ejemplo principal, de que no tienen
derecho a que se les llame Ciencia, sino pseudo-ciencia. Estos campos de aparente
conocimiento se sostienen por lo que resulta ser propaganda, en tanto que se suprimen
los hechos que los contradicen… Robert Ardrey, por otro lado evolucionista, afirma:
“… las tres ciencias pivotales para el entendimiento del hombre, la Psicología, la
Antropología y la Sociología, se mienten continua y eficazmente a sí mismas, a las otras
dos, a sus estudiantes y al público en general…” Con una condena tan abierta no se
necesitan mayores comentarios sobre la “mafia” que encierra la evolución y a los que
se atrevan a desmentirla, aún con “evidencias” fósiles, evidencias que los evolucionistas
no poseen, pero que fingen, aparentan, tener, ¿para qué?, para engañar al público, y, en
realidad, para negar a Dios, y quitarle su papel Creador, cosa que jamás podrán, pues la
verdadera Ciencia se abrirá paso entre tanto enjambre de pseudociencia evolucionista y
tanta mentira a favor de la teoría falsa de la evolución. La idea de que el hombre surgió
de los simios por evolución se halla basada sobre una evidencia inadecuada que ha sido
voluntariosamente malinterpretada a fin de dar su apoyo a la teoría, y todo ello
efectuado en el nombre de la “Ciencia”… Si el hombre no ha venido de los simios, la
única alternativa razonable es que fuera creado. Sin embargo, las implicaciones de esta
posición son inaceptables para muchos… A pesar de todas las emocionales protestas en
contra de ello, tales objeciones son fundamentalmente teológicas (quizás
subconscientemente) y no científicas. La objeción básica es el rechazo a reconocer a un
Dios Todopoderoso que es bien capaz de crear al hombre, si así lo deseara, como así lo
deseó y realizó. Los que objetan esta postura no tienen otra alternativa sino aferrarse a
una teoría absurda que solamente puede mantenerse con los tortuosos métodos
manipuladores y engañadores propios para engañar al público. Así, hoy en día, como en

319
otras esferas de la vida, se suprime la verdad. Pero no para siempre, porque con toda
certeza amanecerá el día en que la verdad será revelada a la Humanidad de tal forma
que nadie podrá ser capaz de negarla.

* * *

La similaridad, o anatomía comparativa, se utiliza como una evidencia para la


evolución debido a que las estructuras anatómicas de muchos animales están tan
estrechamente relacionadas que tienen que haber evolucionado de un antecesor común.
Pero esta conclusión no se sigue necesariamente de lo anterior. Hay algunos problemas
con esta teoría. En el área de la Bioquímica, los evolucionistas mantienen que la
similaridad de los constituyentes químicos del cuerpo en varias formas de vida
constituye evidencia de que tales formas evolucionaron a partir de un antecesor común.
Pero en base de esta suposición nos encontramos con muchos problemas. Como se
señala en el libro de texto Biology: A Search for Order in Complexity, tales
similaridades significarían que el hombre y las ratas, y el hombre y las cabras están
relacionados y deberían tener, según la evolución, un antepasado común. El hombre y
los perros tienen la rabia, el hombre y las aves tienen malaria, el hombre y las ratas
tienen plagas, y el hombre y las cabras tienen fiebres de malta. Las propiedades
químicas del cuerpo están involucradas en cualquier enfermedad, y las similaridades
patológicas desafían a la teoría de la evolución.
Este argumento de que la similaridad constituye evidencia de descendencia de
un antepasado común representa en realidad un giro en lógica. Es cierto, naturalmente,
que los individuos que descienden de un antecesor común tienden a parecerse entre sí,
pero no es cierto que individuos que se parezcan entre sí estén necesariamente
relacionados de manera estrecha y que hereden estas similaridades de un antepasado
común. Así, todos los miembros de la familia felina poseen colmillos largos, pero ello
no significa que cualquier animal con colmillos largos sea miembro de la familia de los
felinos.
Hay aún otros problemas con la «teoría de la similaridad». Si todos los
organismos tienen un antecesor común, como pretende el evolucionista, entonces
debería darse una integración continua entre todas las varias clases de animales y
plantas. En lugar de ello hay grandes vacíos entre las diferentes clases, tanto en el
mundo actual como en el fósil.
Hay similaridad en las muchas formas existentes de vida. Si la similaridad nos
nuestra algo, es que ambas se originaron en la mente del mismo Creador. O, como J.
Howard Trull dijo: «...la anatomía comparativa sólo muestra evidencias de un Creador
común, y no de un antecesor común».
Sí, estas similaridades entre plantas y animales constituyen evidencia de un
Creador común. Hubiera sido verdaderamente poco sabio de parte de Dios si no hubiera
creado similaridades entre los animales y el hombre. Si hubiera creado a los animales
totalmente diferentes del hombre y luego hubiera creado un ambiente para los animales,
el hombre no hubiera podido vivir en el ambiente de los animales.
Si la evolución fuera verdad, sería de esperar una similaridad anatómica, pero no
hay nada en tal similaridad que sea incompatible con la creación. Por ello, la similaridad
entre las diferentes formas de vida no es lo suficientemente estrecha como para
demostrar evolución, pero sí la suficiente como para añadir evidencia de un Diseñador
común. La similaridad constituye evidencia en favor de la creación: es la firma del
mismo Autor cuyo igual estilo es reflejado en sus obras. Como podemos conocer un

320
cuadro por la técnica propia de un pintor, sin ver la firma, así también en la Creación la
similaridad constituye la “firma”, el estilo, la técnica, del mismo Autor: Dios.

* * *

Los evolucionistas afirman que todas las formas de vida tuvieron un lugar de
origen. Se cree que formas similares de vida se extendieron lentamente, hace largas
eras, hacia regiones geográficas separadas. Como resultado del aislamiento geográfico
de las diferentes formas de vida, evolucionaron en diferentes direcciones, o
desarrollaron características diferentes. Cuando dos grupos de una cierta especie quedan
aislados entre sí, se asume que cada uno de ellos se adaptará a su ambiente concreto.
Así, se pretende que este desarrollo de características diferentes es evidencia de que la
evolución ha tenido lugar en el pasado. La distribución geográfica y las diferencias de
vida no ofrecen prueba suficiente de evolución orgánica. El aislamiento y la adaptación
a un cierto medio pueden producir cambios, pero tales cambios pequeños como los que
se pueden observar en la actualidad se hallan muy lejos de los cambios capitales que
exige la evolución. El cambio para adaptación sí tiene lugar. Pero un cambio suficiente
como para provocar la evolución de un animal en una forma enteramente diferente es
sólo una suposición por parte de los evolucionistas. No tenemos evidencias que ni tan
siquiera insinúen un apoyo a tal suposición en la actualidad. A fin de cuentas, todo lo
que tenemos para determinar qué es lo que sucedió en el pasado es lo que vemos y
examinamos hoy. Y lo que vemos y examinamos hoy no es que la distribución
geográfica haya servido de ayuda para la evolución de diferentes formas de vida.

* * *

“La evidencia de evolución dada por los fósiles es la más poderosa y directa
evidencia de evolución que tenemos." Así lo dice el evolucionista. «Para el biólogo que
quiere estudiar las relaciones temporales de la evolución, los fósiles son los
documentos básicos... los restos fósiles proveen la evidencia directa.» ¿Son ciertas estas
afirmaciones de los evolucionistas?... ¿Demuestra evolución el registro fósil?... Para
muchos evolucionistas, los fósiles proveen todo lo que se precisa para dar sustento a su
teoría…
Examinemos brevemente esta evidencia fósil. Los evolucionistas afirman que los
organismos vivos más pequeños o más primitivos se encuentran en las capas
sedimentarias geológicamente más inferiores. Las formas más modernas y avanzadas se
encuentran en las capas superiores. Y se supone que se dio un desarrollo gradual desde
los organismos simples a los más complejos. Ésta es una buena reflexión; esto es, si la
evolución fuera cierta. Pero 1a cosa no es así. El registro geológico está abrumado con
incoherencias desde el punto de vista evolucionista.
E1 registro fósil, simplemente, no apoya la teoría de la evolución, tal y como lo
quisieran los evolucionistas. Coppedge escribió: “Pocos son los que se dan cuenta de lo
realmente lejos que está de ser convincente la interpretación evolutiva de la historia de
los fósiles»; Duane T. Gish afirmó también: «Por ello, tanto si la tierra tiene una
antigüedad de diez mil, diez millones o diez mil millones de años, el registro fósil no
apoya la teoría general de la evolución” Y Rusch añade: «En realidad pienso yo que si
el tipo de orígenes de nuevas formas sugerido por el registro fósil conocido debiera
recibir un nombre, tendría que ser necesariamente un origen por creación.»
Los evolucionistas suponen que hay una progresión gradual en el registro fósil
desde las formas más simples de vida a las más complejas. Al suponer esto, se cree

321
teóricamente que existen formas de vida transicionales -«eslabones perdidos»- entre los
grupos de vida formados de manera definida. Pero en realidad no es así. «No importa
cuánto nos adentremos en el registro fósil de las formas de vida anteriores sobre la
tierra, no encontramos ni rastro de ninguna forma animal que sea intermedia entre los
varios grupos mayores o filums.» Y por lo que respecta a las aves, W. E. Swinton, un
evolucionista, afirmó: « No hay evidencia fósil de las etapas a través de las que se logró
el notable cambio de reptil a ave.»
Los evolucionistas no están sólo a la búsqueda del «eslabón perdido» para
demostrar su teoría, sino que están buscando la cadena entera. Las formas transicionales
de vida no existen. Y el registro fósil como evidencia de evolución resulta totalmente
insuficiente para que los evolucionistas puedan probar su teoría.
A1 ir adelantando nuestro conocimiento del registro fósil, al irse descubriendo
más y más fósiles, tanto mejor se comprende que los fósiles simplemente no ofrecen
ninguna prueba en favor de la evolución. Se supone que ésta es la evidencia real de
evolución. Pero existen demasiadas incoherencias en el registro. Hay demasiados
eslabones perdidos…

* * *

Los evolucionistas mantienen que la vida se desarrolló a partir de organismos


simples ascendiendo a organismos más complejos. Los invertebrados surgieron los
primeros en esta línea de descendencia, y luego surgieron los vertebrados. Si realmente
sucedió tal proceso esperaríamos encontrar en el registro fósil formas de transición entre
los invertebrados y los vertebrados. Pero no es así.
Para destacar este problema, demos atención primero a W. LeGros Clark. Dice
él que «la evidencia realmente crucial de la evolución debe ser dada por el
paleontólogo cuya función es el estudio de la evidencia del registro fósil» Y es crucial
en este punto, porque el registro fósil carece totalmente de las formas de transición que
deberían conectar los invertebrados con los vertebrados. Esta fuente primaria de
evidencia -la Paleontología- no ofrece evidencia primaria para la evolución.
Los evolucionistas reconocen este crítico problema. Por ejemplo, a través del
primer volumen de la Illustrated Encyclopedia of the Animal Kingdom los autores
suponen atrevidamente que la evolución es un hecho. (De hecho, al leerse este volumen,
uno es llevado a pensar que en realidad se trata de un esfuerzo para demostrar la
evolución, en lugar de ser una guía informativa del reino animal.) Pero hacia el final del
volumen, bajo la sección titulada «"Eslabones perdidos" entre Vertebrados e
Invertebrados», los autores pierden su confianza. Se dice: «Visto todo, aunque no existe
ninguna buena evidencia, podemos concluir en que los primeros vertebrados tienen que
haber pasado a través de un estado similar al del anfioxus» Y luego concluyen:
«Aunque los fósiles proveen mucha evidencia para apoyar nuestras teorías
evolucionistas, sigue habiendo "eslabones perdidos" aún desconocidos». Creo que éste
es un buen ejemplo de cómo la mayor parte de los evolucionistas afrontan este problema
de los «eslabones perdidos»…
El problema reconocido es que no hay «eslabones perdidos»; en primer lugar
jamás existieron. Los evolucionistas se dan cuenta de que tienen que rellenar estos
huecos entre las principales formas de vida con formas de transición. La International
Wildlife Encyclopedia afirma:
Durante la segunda mitad del siglo XIX el mundo científico se sintió
entusiasmado por la nueva teoría darvinista de la evolución, pero se vio que había un
gran hueco entre los vertebrados y los invertebrados. Por ello comenzó la búsqueda en

322
pos de o bien una teoría con la que ofrecer una explicación o bien un eslabón perdido
para cubrir el vacío…
Esta búsqueda está todavía en marcha, a pesar de que muchos evolucionistas
creen que han cubierto el vacío con formas de transición. Pero hay evolucionistas que
creen que los vacíos nunca serán cubiertos. Por ello, la teoría de la evolución tiene que
ser revisada para dar lugar para esta falta de evidencia. Es como dijo una vez Homer W.
Smith: «Tal como está nuestra presente información, sin embargo, el hueco sigue sin
llenarse y el mejor lugar en el que comenzar la evolución de los vertebrados es en la
imaginación». «La idea de que los vertebrados se derivan de los invertebrados es una
mera suposición que no puede ser documentada en base del registro fósil.» Sigue
siendo verdad que la suposición de «que los invertebrados dieron origen a los
vertebrados no está apoyada por la evidencia ahora disponible»

* * *

Otro problema devastador para la teoría de la evolución es la falta de cambio.


Los evolucionistas suponen que el cambio está teniendo lugar constantemente en las
especies. De hecho, sin cambio no hay evolución, porque la evolución es cambio. Todas
las especies tienen que cambiar -tienen que desarrollar una mayor organización- si van a
evolucionar.
Pero aquí es donde surge el problema. ¿Qué hay acerca de las muchas especies
anímales -y son numerosas- que no han evidenciado ningún cambio anatómico a lo
largo de los pretendidos millones de años de su existencia? ¿Por qué estas especies no
han desarrollado una mayor organización? ¿Por qué dejaron de evolucionar? Hay varios
ejemplos de organismos vivientes que ilustran esta «vía muerta evolutiva». Los
evolucionistas expresan sorpresa -y así debería ser- acerca de este evidente hecho.
Señalemos la siguiente afirmación de un evolucionista:
“Una de las cosas más interesantes acerca del apus (un animal similar en
estructura a un trilobites) es que ha sobrevivido virtualmente sin cambios desde el
período Triásico hace unos 180 millones de años. Ciertamente, algunos científicos
consideran que la especie que conocemos en la actualidad es en realidad 1a mismísima
especie que vivía en aquella remota era. Éste es un tiempo sumamente largo para que
una especie real sobreviva sin cambios”
Y verdaderamente es un tiempo muy prolongado para poder sobrevivir sin
evolucionar hacia un estado más elevado, una mayor organización.
Hace muchos años, A. H. Clark escribió:
“Uno de los hechos más notables e importantes que ha quedado establecido a
través del estudio de los animales fósiles es que desde los tiempos más antiguos, desde
el mismo comienzo del registro fósil los aspectos mas generales de la vida animal sobre
la tierra han permanecido sin cambios”
Hay también formas de vida que al principio se pensaba que estaban
extinguidas, pero que se han descubierto aún existentes en estos tiempos modernos. Nos
preguntamos asombrados cómo es que estas formas de vida dejaron de evolucionar.
En primer lugar tenemos que considerar el tuatara -perteneciente a los reptiles-.
Este animal se suponía extinguido desde hace más de 135 millones de años. Pero se han
descubierto tuataras vivos en Nueva Zelanda. Y han sobrevivido todos estos años sin
cambios. Esto realmente pone la teoría de la selección natural en tela de juicio.
Whitcomb y Morris afirmaron acertadamente acerca del tuatara:
“Lo notable es que esta criatura tan aparentemente fuera de lugar en el mundo
moderno y que aparentemente tiene tan poco valor selectivo en la lucha por la

323
existencia, pudiera haber sobrevivido las incontables vicisitudes de los millones de años
que se supone transcurrieron desde que se extinguieron todos sus parientes. Podrían
ser posibles unos pocos miles de años de supervivencia bajo circunstancias adversas,
¡pero difícilmente millones!”
Hay también el ejemplo del celacanto. Antes de 1939 este pez era conocido sólo
a través del registro fósil. Se pensaba que era una especie extinguida de los tiempos
primigenios. Pero hace pocos años fue pescado cerca de la costa de Madagascar.
Catherine Jarman, una evolucionista, reconocía: « ...el asombroso descubrimiento en
1939 de un celacanto cerca de East London, África del Sur, dio evidencia de que por
más de 70 millones de años los celacantos han sobrevivido relativamente sin cambios ».
Pero, ¿cómo es que ha sobrevivido sin cambios?...
Hay otros ejemplos que podrían señalarse y que ilustran esta ausencia de
cambios en la vida. El problema aquí es de lo más evidente. Si la evolución fuera
verdad, esperaríamos cambios en las estructuras de los animales al ir haciendo la
selección natural su elección de los más aptos. Las condiciones cambiantes exigirían
formas cambiantes de vida. Pero aquí tenemos ejemplos de animales que no han sufrido
cambios en sus supuestos millones de años de existencia. ¿Cómo podremos conciliar
este hecho con la teoría de la evolución? Williams concluye:
“En la base del registro fósil (período Cámbrico, que los evolucionistas dicen
fue depositado hace alrededor de 500 millones de años) se encuentran miles de
animales que no son diferentes de su descendencia viva actual. En vistas de este
testimonio uno se ve obligado a preguntar: ¿Han estado los animales sujetos alguna
vez al cambio orgánico demandado por la evolución?”

* * *

Roger E. Dickson dice sobre los fósiles:


“Probablemente no haya ningún área en la teoría de la evolución donde los
hechos hayan sido más retorcidos que en la búsqueda en pos del hombre «primitivo».
En este campo, las imaginaciones de los paleontólogos evolucionistas han corrido
desenfrenadamente. Y muchas personas de buena fe han sido engañadas por un
optimismo excesivamente entusiasta.
¿Han existido realmente los hombres-simios? Los problemas con que se
encuentra la llamada teoría de los hombres-simios ¿o simios-hombres? de los
evolucionistas no son precisamente pocos. Cualquier estudiante que haya examinado la
investigación de los evolucionistas en pos del eslabón perdido se ve inmediatamente
impresionado por la gran cantidad de suposiciones e imaginación involucradas en esta
búsqueda. No hay precisamente mucha evidencia involucrada. Los evolucionistas han
llenado los huecos con imaginación y un deseo de apoyar una teoría imposible. Y,
desafortunadamente, muchos han atrapado su fiebre de «buscar y buscar».
Vamos a examinar algunos de los descubrimientos básicos que los
evolucionistas han utilizado en su teoría de los hombres-simios. Y tenemos que
reconocer los problemas envueltos en tales descubrimientos.

A. El problema de los restos

Una de las principales cosas a recordar al examinar las ilustraciones coloreadas


en los libros de texto de los supuestos hombres-simios es que mucha parte de la
ilustración o ilustraciones ha sido suplida por la imaginación del artista que, por lo
general, es evolucionista… Cuando un organismo viviente, como un hombre, muere,

324
todo se descompone, con excepción de los dientes y de los huesos duros. Por ello, no
tenemos ni idea de qué tipo de cabello tenía aquella persona, etc.… No se puede
determinar la forma de la nariz ni de los oídos. No se puede saber ni el color de la piel
ni la forma de los labios. Todas estas cosas quedan para la imaginación del artista… Y
el artista hará que el hombre primitivo parezca aquello que él cree que tenía que parecer
el hombre primitivo. Si es un evolucionista, hará un dibujo que parezca un hombre-
simio, un animal prehumano que se parezca a un hombre…

B. El problema de los «pocos fósiles»

Cuando consideramos los varios hombres-simios es sorprendente descubrir que


existen relativamente pocos fósiles. Y además uno se queda atónito al ver lo
fragmentario de la evidencia de los que han sido descubiertos. Algunos hombres-simios
han sido reconstruidos en base de una mera calota craneana, o de un solo diente, o de un
fémur… Aquí no estamos tratando con una gran colección de huesos. En realidad no
hay demasiada evidencia, en base de la que podamos hacer juicios acertados.

C. El problema del «cementerio»

El hombre ha tenido siempre el hábito de sepultar a sus muertos. Y cuando


datamos un espécimen específico podemos estarlo datando mediante el estrato en el que
fue sepultado, no aquel en el que murió. También, cuando intentamos datar restos
tenemos el problema de la sedimentación. Fósiles que se suponen de varios cientos de
miles de años de antigüedad son datados en base de la sedimentación en la que se
encuentran. Pero, si han sido sepultados bajo varias capas estratigráficas, ¿cómo
podemos datarlas con exactitud?... Y además todas las suposiciones y problemas
relacionados con los varios métodos de datación utilizados para determinar la edad de
los fósiles también se aplican aquí.
Y estos problemas de la datación no son pocos. Por ejemplo, cuando se utilizó el
método del Potasio-Argón para datar el estrato en el que se encontró el «Cascanueces»
de Leakey, se dijo que tenía 1.750.000 años. Pero cuando el espécimen fue datado
mediante el método del carbono 14 resultó tener sólo 10.000 años` ¿En cuál de estas
fechas tenemos que creer?...

D. El problema de los «huesos esparcidos»

La mayor parte de los fósiles que son reconstruidos por los paleontólogos están
dispersos sobre una extensa área. Difícilmente se encuentra un esqueleto completo y
supuestamente antiguo en estado intacto. Si alguno es hallado, pertenece por lo general
a tiempos muy recientes.

E. El problema de «los gigantes»

Hay también alguna evidencia fósil que manifiesta la existencia de gigantes que
vivieron en la tierra. Se han encontrado varias huellas fosilizadas que dan evidencia de
ello. No hay problemas con esta evidencia en relación con lo que dice la Biblia acerca
de la existencia de hombres de una gran estatura (cp. Génesis 6:4; Números 13:33;
Deuteronomio 2:11, 20; 3:11, 13; Josué 12:4).
La existencia de gigantes en la antigüedad constituiría un problema para el
evolucionista. ¿No se trataría aquí de evidencia de evolución al revés?... La existencia

325
de estas huellas fósiles de gigantes muestra que «no hemos tenido evolución en el
hombre, sino degeneración y decadencia» .Thomson, un evolucionista, admitió: «En el
curso de la evolución orgánica se han dado retrogresiones y degeneraciones...» Ello
sería cierto en vistas al hecho de que tenemos evidencia fósil de la existencia de
gigantes en el pasado.

F. El problema «del cerebro»

No hace muchos años los evolucionistas ponían mucho énfasis en el tamaño del
cerebro como medida de la inteligencia. Se creía que los tamaños menores de cerebro
constituían evidencias de antigüedad así como una medida de baja inteligencia. Pero
este argumento ha sido abandonado en los últimos años, y con toda la razón. Bozo
Skerlj explica: «El tamaño del cerebro no parece ser una medida adecuada, por cuanto
sabemos que en el hombre moderno la variabilidad oscila entre 800 y 2.000 c.c. y cubre
todo el margen entre el hombre de Java hasta el hombre moderno.» El tamaño medio
de un varón adulto actual es de 1.200 a 1.500 cc. El hombre de Neandertal tenía un
tamaño de cerebro alrededor de 100 c.c. más que el hombre moderno… Y el hombre de
Cro-Magnón tenía un cerebro que presentaba una media entre 1.550 y 1.750 cc. Esto es,
entre 250 a 350 c.c. más que el hombre moderno… De manera que la inteligencia o
antigüedad de cualquier fósil no puede ser determinada por el tamaño del cerebro.
Si el tamaño del cerebro fuera una señal de inteligencia, el hombre primitivo
debiera haber sido mucho más inteligente que el hombre moderno. Y tenemos que
preguntar: “¿Si el hombre tenía ya un cerebro mayor que el nuestro hace sesenta mil
años (el cerebro del hombre de Neandertal era mayor que el del hombre moderno), y
estaba tan adelantado en su capacidad como para dejar dibujos que serían dignos de
un pintor moderno en una época asignada como 20.000 ó 30.000 a.C.”, ¿por qué
habría de esperar a tanto para desarrollar las ciudades y los métodos agrícolas que
van junto con la civilización?”

G. El problema de la evidencia

El mayor problema asociado con la teoría de los hombres-simios es la decidida


ambigüedad de los descubrimientos. Ahí es donde sale a la luz el celo excesivamente
entusiasta y lleno de prejuicios del evolucionista. Para él, todo fragmento puede ser el
del eslabón perdido, cada diente una nueva especie. Dobzhansky admitió honradamente:
«Una dificultad menor pero bastante irritante para el biólogo es el hábito que tienen
los paleontólogos antropólogos de adular sus propios egos asignando cada hallazgo a
una nueva especie, si no a un nuevo género. »
Algunos paleontólogos han llegado a tal grado de confianza que han llegado a
aceptar fraudes. Algunos han erigido enteros seres humanos, incluso nuevas «especies»
humanas, en base de un sólo puñado de huesos fragmentados. Una consideración de
algunas de estas «especies» dará una idea de la confusión envuelta en todo ello.

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1. El hombre de Piltdown: El hombre de Piltdown (Eoanthropus dawsoni) fue
un fraude. Se suponía que había sido un fósil de hombre-simio. Fue descubierto en
1912 cerca de Sussex, Inglaterra, por Charles Dawson. Muchos afirmaron que se
trataba del «eslabón perdido». Una gran parte del mundo científico creyó esto durante
casi cuarenta años después del descubrimiento. Pero cuando se descubrieron modernas
técnicas para examinar fósiles, el Hombre de Piltdown tuvo que retirarse. En 1953 se
anunció que el Hombre de Piltdown era un fraude.
En realidad, el Hombre de Piltdown había sido montado con un cráneo
humano y una mandíbula y dientes de un orangután. Los dientes habían sido limados
para darles apariencia de desgaste. Cuando fue descubierto, se anunció que tenía
entre 200.000 y 1.000.000 de años de antigüedad. Se dijo que la capacidad cerebral
era de alrededor de 1070 c.c. Pero las modernas técnicas de datación y examen de los
fósiles han desvelado que el Hombre de Piltdown era un fraude. En verdad, el
Hombre de Piltdown siempre se levantará en el campo de la ciencia como
recordatorio a aquellos que son siempre lo suficientemente entusiastas como para
aceptar cualquier nuevo hallazgo sin un riguroso examen.

2. El Hombre de Nebraska: En 1922 Harold Cook descubrió un solo diente y


lo envió a Henry Fairfield Osborn, que lo aclamó como siendo «el primer simio
antropoide de América...» Otros afirmaron que era una especie más cercana al
hombre que al simio. Y siendo que había sido hallado en el estado de Nebraska,
recibió el nombre de Hombre de Nebraska. (Osborn lo denominó Hesperopithecus
Haroldcookii).
A1 irse acumulando el entusiasmo, fue proclamado como uno de los más
primitivos miembros de la familia humana. El entusiasmo creció, y anhelantes
paleontólogos iniciaron las excavaciones donde había sido descubierto el diente. Más
tarde se encontró que el diente pertenecía a una especie extinta de cerdos, y la
historia del Hombre de Nebraska pronto llegó a su fin…

3. El Hombre de Java: El Hombre de Java (Pitecántropos erectus) fue


descubierto en un lecho de un río cerca de Trinil, Java. Este descubrimiento fue llevado
a cabo por Eugene Dubois en 1891 y 1892. En realidad, todo lo que Dubois encontró
fue una calota craneana, tres molares y un fémur izquierdo. Estos restos estaban
dispersos en un área de alrededor de 15 metros de radio.
Pero en el mismo estrato del Hombre de Java, Dubois encontró también los
restos de un hombre moderno totalmente desarrollado (Hombre de Wadjak). Debido a

327
que era un evolucionista tan lleno de prejuicios, Dubois tomó los restos del Hombre de
Wadjak de vuelta con él, y los escondió en un armario… No fueron revelados a nadie
durante veinte años. Los huesos del Hombre de Wadjak eran evidencia cierta en contra
del Hombre de Java, y él lo sabía…
Los cráneos del tipo de Wadjak eran muy similares al hombre australiano de
épocas recientes. Por ello, tal evidencia no podía ser utilizada para apoyar la evolución
del hombre (cambio de una forma a otra) y por ello la evidencia era contraria a lo que el
doctor Dubois intentaba demostrar...'
Durante muchos años después del descubrimiento de Dubois prevaleció la
controversia acerca de la identidad de los hallazgos. Con respecto a los hallazgos, M.
Boule y H. M. Vallois afirman: «Tomado como un todo, estas estructuras son muy
similares a las de los chimpancés y gibones.» “Antes de su muerte y después de que él
hubiera convencido a la mayor parte de los evolucionistas acerca de la afinidad
humanoidea del Pitecántropos, el mismo Dubois cambió de forma de pensar y declaró
que su Hombre de Java no era nada más que un gran gibón”. Asimismo, más tarde se
descubrió que los dientes no pertenecían al cráneo original…

4. El Hombre de Pekín: El Hombre de Pekín (Sinántropos pekinensis más tarde


designado como Homo erectus) fue descubierto cerca de Pekín, China, alrededor de
1922. Los primeros hallazgos consistían en varios dientes y una mandíbula inferior.
Más tarde, se encontraron varios cráneos. Los restos eran similares a los del Hombre de
Java. También se afirmó que el Hombre de Pekín hacía fuegos y fabricaba
herramientas.
Cuando los japoneses invadieron China antes de la Segunda Guerra Mundial, se
hizo un intento de sacar los huesos del Hombre de Pekín del país. El cargamento fue
interceptado, y nadie sabe en la actualidad qué sucedió con los fósiles. Ello añade fuego
a la controversia acerca de qué es lo que era realmente el Hombre de Pekín… Es
interesante señalar lo que Robert E. Kofhal y Kelly L. Segraves tienen que decir acerca
del Hombre de Pekín en la siguiente cita:
“Varias fuentes informadas han afirmado que el Hombre de Pekín fue
mayormente un fraude a 1a par con el Hombre de Piltdown hallado en Inglaterra en
1912 y formalmente declarado fraude en 1953. Es interesante y quizá significativo que
el principal patrocinador de la investigación en Pekín, Teihlard de Chardin, estuviera
también implicado en el descubrimiento de Piltdown… En todo caso, siendo que la
evidencia ha desaparecido y que los testigos han muerto, el Hombre de Pekín ha venido
a ser una etapa hasta cierto punto mítica en la supuesta evolución del hombre”.

5. El Hombre de Neandertal: Los primeros esqueletos del Hombre de


Neandertal fueron descubiertos en 1856 en una cueva cerca de Neandertala, Alemania.
La cantidad total de individuos que han sido descubiertos hasta la fecha es de más de
noventa.
El Hombre de Neandertal fue representado en los libros al principio como un ser
achaparrado, simiesco. Pero todo esto ha cambiado. De hecho, ya no se le considera un
hombre-simio en absoluto. Jacob W. Bruber ha afirmado: «Su verdadero lugar en la
evolución del hombre nunca ha quedado establecido.»
E1 último de los Hombres de Neandertal fue probablemente contemporáneo con
el primitivo Homo sapiens. Algunos antropólogos no excluyen la posibilidad de que
tuviera lugar un cruce. Muchos evolucionistas actuales, si no la mayoría, consideran al
Hombre de Neandertal como demasiado próximo al hombre moderno para permitir
mucha distinción. De hecho, si los chicos y las chicas neandertales fueran vestidos

328
como modernos estudiantes de Instituto y se mezclaran con estudiantes en una clase,
probablemente no atraerían ninguna atención. Y desde que se llegó a la conclusión de
que el Hombre de Neandertal era casi idéntico al hombre moderno, los evolucionistas
han estado afeitando los rostros y enderezando la postura de cada representación de
Neanderthales en cada museo y libro de texto de Biología por todo el mundo. Heinze ha
observado acertadamente:
El Hombre de Neandertal demuestra sólo que el hombre tiene una terrible
tendencia de obligar a la evidencia a conformarse a su teoría. Uno se pregunta cuántas
de las otras “evidencias” en favor de la evolución quedarían eliminadas si supiéramos
más acerca de ellas, o si lo que ya conocemos de ellas no fuera interpretado con una
presuposición evolucionista…
El libro de texto, Biology, A Search for Order in Complexity, advierte con razón:
«Uno debería sentir prevenciones antes las restauraciones del pasado basadas en las
fértiles imaginaciones de los paleontólogos.»

6. El Hombre de Cro-Magnón: Este hombre ha sido aclamado por los


evolucionistas como el primero de los Homo sapiens. Los machos tenían una altura de
más de 1,80 metros y las hembras de 1,67 metros. El tamaño promedio del cerebro
estaba entre los 1.500 1.750 ce., lo que es entre 200 y 400 c.c. más que en el hombre
moderno. M. F.Ashlev Montagu escribió: «El hombre de Cro-Magnón es un hombre
moderno en todos los sentidos de la palabra, pero no tenemos ni la más ligera idea ni de
su procedencia ni de su ascendencia.»

7. Zinjanthropus: En 1959, L. S. B. Leakey afirmó haber descubierto otro


hombre-simio en la Garganta del río Olduvai en Tanganica. Le dio a este descubrimiento
el nombre de Zinjanthropus. Su conclusión se basaba únicamente en la cresta de un
cráneo. Para añadir a la ambigüedad de su descubrimiento, más tarde se le dio el nombre
de Australopithecus. Se pensaba que este hombre había vivido hacía 1.750.000 años.
Pero, pocos años después del descubrimiento, Leakey mudó de parecer, o de
imaginación, y dijo que su descubrimiento era de un simio, no de un hombre.

8. El Cráneo 1470: En el número de Junio de 1973 de la revista National


Geographic, Richard E. Leakey, hijo de L. S. B. Leakey, provocó una sacudida en el
confuso mundo de las teorías de hombres-simios anunciando que había descubierto un
hombre que databa de casi tres millones de años. El hijo Richard afirmaba que este
Cráneo 1470 «simplemente no se ajusta a modelos previos de los comienzos humanos».
Y está en lo cierto en base de las pretensiones de los evolucionistas.
Leakey cree que la gran caja cerebral del cráneo «deja en ruinas e1 concepto de
que todos los fósiles antiguos pueden ser dispuestos en una secuencia ordenada de
cambio evolutivo». «Parece - dice él - que hubo diferentes clases de hombre primitivo,
algunos de los cuales desarrollaron grandes cerebros antes de lo que se había su-
puesto.»
El hallazgo de Leakey era sumamente fragmentario. Cuando Leakey hubo
«completado» su Cráneo 1470 con una concepción artística de cómo podía haber sido,
parecía casi exactamente igual a cualquier otro género africano moderno. Esto
realmente deja a todos los implicados en un estado de confusión en cuanto a cuándo
realmente evolucionó el hombre. Si el hombre parecía un hombre moderno hace tres
millones de años y un hombre-simio hacía un millón de años, entonces debió
evolucionar desde la apariencia “moderna” a la de «hombre-simio», para volver a
evolucionar a la apariencia «moderna»…

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Leakey concluía así: «Tengo confianza en que un día podremos seguir la pista
del hombre fósil en el este del lago Rodolfo (ahora lago Turkana) hasta los cuatro
millones de años de antigüedad.» Y si él se siente confiado acerca de ello, más pronto o
más tarde exhumará algún hueso y le asignará esta fecha…

9. Mujer 333 (Lucy): En Etiopía, Donald C. Johanson no podía dejar que


Leakey le ganara a descubrimientos sensacionales. Así, afirmó haber descubierto una
familia de hombres-simios que databa de más de 3.000.000 de años. Él y sus
colaboradores afirmaron que todos los linajes evolutivos debían ser «revisados». Se
afirmó: “Todas las anteriores teorías del origen del linaje que lleva al hombre moderno
tienen que ser ahora revisadas del todo”. Parece que ahora la palabra clave en el campo
de estudio de los hombres-simios es «revisión»…
Johanson afirmó que su hombre-simio caminaba erguido. Dijo, acerca de su
hallazgo de un fósil de hembra: «Desde luego, presenta similaridades con los
especímenes de Australopitecos de Sudáfrica, pero los aspectos primitivos de sus
dientes, mandíbula, pelvis y otras partes sugieren que Lucy puede estar más
estrechamente relacionada con las formas homínidas más antiguas.» Pero Johanson
afirma también que su espécimen presenta una semejanza muy notable con el hombre
moderno. Dice él: «Pasando a través de los milenios, los huesos duros de 333,
dispuestos como un par compuesto, presentan un arcano parecido a los nuestros en
tamaño, forma y función»
Los evolucionistas se burlan de la afirmación de Génesis de que Dios hizo a la
mujer de la costilla de un hombre. Pero no es ni la mitad del milagro que intentan
ejecutar los evolucionistas de tratar de reconstruir los hombres primitivos a partir de un
solo diente, o un fémur o un pequeño fragmento de cráneo. Nos viene a la mente lo
dicho por Dobzhansky acerca de los paleontólogos, que están anhelantes de poner a
cada hallazgo el nombre de un nuevo género. Y desde luego ello ha aumentado la
confusión centrada alrededor de la teoría evolucionista de los hombres-simios. Ningún
estudioso serio debería permitirse ser arrastrado por la entusiasta búsqueda de los
evolucionistas en pos de sus antecesores. Este entusiasmo ha destruido mucha
objetividad en el campo de la Paleontología. Y destruirá la objetividad de cada persona
que acepte ansiosamente cada pronunciamiento de los paleontólogos evolucionistas.
Para que la evolución fuera cierta, el registro fósil debería revelar fósiles de
transición, fósiles que muestren que varias estructuras fueron cambiando gradualmente
a otras estructuras. Pero el registro fósil está vacío de tales formas de transición. El
problema mayor es que no hay fósiles de transición entre los invertebrados y los
vertebrados. Si la evolución fuera cierta, sería de esperar que aparecieran numerosos
fósiles que mostraran la transición entre las primeras formas de vida invertebradas y las
posteriores formas vertebradas de vida. Pero estos fósiles de transición, simplemente, no
existen.
Otro hecho que muestra que la evolución no ha tenido lugar es la naturaleza sin
cambios de animales supuestamente prehistóricos. Algunos fósiles animales han sido
hallados en estratos que se suponen de millones de años de antigüedad. Y estas mismas
especies de animales han sido halladas viviendo en la actualidad. El problema que
presentan estas especies sin aparente cambio en su estructura es, para los evolucionistas,
un problema importante. ¿Por qué dejaron estas especies de evolucionar?
Y luego, la supuesta poderosa evidencia acerca del hombre fósil proviene en
realidad de huesos fragmentarios. No es sorprendente llegar a saber que todo el concepto
de los hombres-simios fue basado al principio sobre la suposición de que la filosofía de
la evolución es verdad. Luego, cada pequeño fragmento de fósiles supuestamente

330
humanos se interpretó bajo esta luz. Pero los recientes descubrimientos de los
evolucionistas parecen arrojar toda la imagen de los hombres-simios fuera de lugar.
Parece que cada evolucionista tiene sus propias opiniones acerca de estos hallazgos,
dejando toda teoría de los hombres-simios en una nube de confusión. Pero ello sólo es
evidencia de que la teoría de los hombres-simios está en realidad basada en opiniones,
no en hechos reales.
El registro fósil nos ofrece sólo un vislumbre de la estructura del hombre
primitivo en unas pocas e inciertas épocas a lo largo de la historia evolutiva. Los
anatomistas hacen lo que pueden con los pocos y preciados hallazgos que consiguen
mediante un estrecho examen y análisis; cada hallazgo trae nuevos conocimientos y muy
a menudo nuevos problemas.
El modernista Robert S. Alley escribió: «Nuestra Antropología, Geología,
Biología, Física, Química y Astronomía están totalmente fuera de armonía con los mitos
de la creación en Génesis.» Esta sería la postura de la mayor parte de los evolucionistas.
Pero, bien al contrario, al ir recogiéndose la evidencia, parece que Alley y los demás
evolucionistas están totalmente en un error con respecto a los hechos. Es la evolución lo
que está totalmente fuera de sintonía con los hechos.

* * *
En su obra revolucionaria «El Origen de las Especies», Darwin afirmó: «... El
número de formas intermedias y de transición entre todas las especies vivientes y
extinguidas debe haber sido inconcebiblemente grande».
Esta conclusión parece inevitable, sea en base de los conceptos de darwinismo
clásico o de los de la moderna teoría sintética de la evolución. Por cuanto el número de
formas de transición predichas por la teoría general de la evolución es
inconcebiblemente grande, el número de tales formas que debieron haber quedado
fosilizadas, de acuerdo con esta teoría, debía ser inconcebiblemente grande aunque sólo
una fracción muy pequeña de todas las plantas y animales que han existido hubieran
quedado fosilizados.
El muestreo del registro fósil ya ha sido suficiente, por lo que ya no es válido
afirmar que el muestreo es aun imperfecto. Parece claro que después de 150 años de
búsqueda intensiva se hubieran debido descubrir un gran número de formas
transicionales, si las predicciones de la teoría de la evolución fueran válidas.
Por otra parte, si nos basamos en el modelo de la creación, deberíamos predecir
la ausencia virtual de formas de transición entre las principales categorías de
clasificación (los géneros creados). En base del modelo «creación», tales formas
pseudotransicionales serían raras y no estarían conectadas por tipos intermedios. Las
discontinuidades en el registro fósil, por lo tanto, serían sistemáticas y casi universales
entre las categorías mayores de clasificación (géneros). El registro fósil debería permitir
una elección entre los dos modelos.

331
PRESENTACION DE LOS DOS MODELOS

Nuestros dos modelos se podrían construir como sigue:

MODELO «CREACION» MODELO «EVOLUCION»

Por procesos naturalísticos mecanicistas


Por actos de un Creador debidos a propiedades inherentes a la
materia inanimada.

Creación de géneros básicos de vegetales Origen de todo lo viviente a partir de una


y animales con características ordinales sola fuente de vida que surgió por sí
completas en los primeros representantes. misma de la materia inanimada.

Variación y especiación limitada dentro de Variación ilimitada. Todas las formas


cada género. están relacionadas genéticamente.

Estos dos modelos nos permitirían, a su vez, emitir las siguientes predicciones
concernientes al registro fósil:

MODELO «CREACION» MODELO «EVOLUCION»

Aparición repentina de una gran variedad Cambio gradual de las formas más simples
de formas altamente complejas. a formas más y más complejas.

Aparición repentina de todos los géneros Series transicionales conectando todas las
creados con características ordinales categorías. No debe haber
completas. Discontinuidades bruscas discontinuidades sistemáticas.
separando grupos taxonómicos
principales, sin formas transicionales entre
categorías principales de transición.

COMPARACION DEL REGISTRO FOSIL CON LAS PREDICCIONES DE LOS


DOS MODELOS

Del Precámbrico al Cámbrico

Las rocas más antiguas en las cuales se encuentran fósiles indiscutibles son las
del período Cámbrico. En estos depósitos sedimentarios se encuentran miles y miles de
millones de fósiles de formas altamente complejas de vida. Estas incluyen: esponjas,
corales, calamares, gusanos, moluscos, crustáceos. De hecho, se han encontrado todas
las clasificaciones principales de formas invertebradas de vida en las rocas Cámbricas.

332
Estos animales son tan altamente complejos que se estima que precisaron de 1.500
millones de años para evolucionar.
Y ¿qué es lo que encontramos en las rocas Precámbricas, de mayor antigüedad
que las Cámbricas? ¡No se ha encontrado ni un solo fósil indiscutible en ellas! Se puede
decir con toda certeza que los antepasados de la fauna Cámbrica, si han existido alguna
vez jamás han sido hallados.
A pesar de las afirmaciones en contra, los reportajes concerniendo al
descubrimiento de microfósiles (bacterias y algas unicelulares microscópicas) en rocas
Precámbricas, a las que se les ha asignado una edad de 1.000 a 2.000 millones más de
años que a las del Cámbrico, son cuestionables, y desde luego están abiertos a
discusión. Algunos artículos recientes tienden a exponer las incertidumbres
involucradas en tales identificaciones. Por ejemplo, a pesar de que aceptan la
probabilidad de que alguno de estos pretendidos microfósiles de la era Precámbrica sea
de origen biológico, se ha advertido que: «Establecer la presencia de una actividad
biológica durante el primitivo Precámbrico plantea problemas muy difíciles... es
apropiado el escepticismo sobre esta clase de evidencias de una primitiva vida
precámbrica.»
Aun si estos pretendidos microfósiles representan restos de formas
genuinamente precámbricas, nos encontramos de todas maneras con una discontinuidad
tremenda entre las formas unicelulares microscópicas de vida, y las muy diversificadas
y altamente complejas formas de vida encontradas en el Cámbrico, una discontinuidad
extendiéndose supuestamente sobre mil o dos mil millones de años en las eras
geológicas.
Según todas las apariencias, basados en los hechos conocidos del registro fósil,
hubo una repentina explosión de vida con un alto nivel de complejidad. El registro fósil
no nos da ninguna evidencia de que los animales cámbricos se desarrollaran a partir de
precedentes formas ancestrales. Aún más, no se ha encontrado ningún fósil que pueda
ser considerado como forma de transición entre los grupos principales de clasificación
que lo forma. En su aparición más primitiva, estas categorías de vida invertebrada eran
ya tan «divergentes» con tanta claridad como hoy en día.
¿Cómo queda el modelo evolucionista a la luz de estos hechos? Obviamente,
están en completa contradicción con sus afirmaciones.
No obstante, estos hechos están totalmente de acuerdo con el modelo
«creación». El registro fósil revela una aparición repentina de gran variedad de formas
altamente especializadas y complejas, sin antecesores evolutivos, y sin formas de
transición que conecten los grupos taxonómicos mayores, tal y como está postulado en
el modelo creacionista, pero contradicen incuestionablemente las predicciones del
modelo evolucionista.
El resto de la historia de la vida revela una ausencia remarcable de las muchas
formas de transición exigidas por la teoría evolucionista. De hecho, hay una deficiencia
sistemática de formas de transición entre las categorías mayores de clasificación, tal
como está predicho en el modelo creacionista.

De los Invertebrados a los Vertebrados

La idea de que los vertebrados derivaron de los invertebrados es una pura


conjetura que no puede ser documentada por el registro fósil. Se ha propuesto, en base
de la anatomía comparativa y de la embriología de las formas vivientes, casi cada uno
de los grupos invertebrados en ocasiones diferentes. Supuestamente, la forma de
transición de invertebrado a vertebrado pasó por una etapa cordada sencilla.

333
¿Posee el registro fósil de evidencias de tal transición? La respuesta a esta
pregunta tiene que ser un NO absoluto.
Todas las hipótesis combinadas, no importa lo ingeniosas que sean, nunca
pueden pretender, basándose en la teoría de la evolución, explicar una discontinuidad de
tal magnitud. Por otra parte, está de completo acuerdo con el modelo creacionista.

El problema del origen de las diversas clases de peces

Una lectura cuidadosa del libro de Romer «Paleontología Vertebrada», parece


no permitir otra conclusión sino la de que las clasificaciones principales de peces son ya
clara y distintamente «divergentes», sin formas de transición que las conecten. Así, el
registro fósil no muestra antecesores ni formas de transición de los grupos mayores de
clasificación de peces. Basándonos en el registro conocido, tales antecesores hipotéticos
y las formas de transición necesarias son tan sólo el producto de la especulación. ¿Cómo
pues se puede presentar el argumento de que la explicación ofrecida por el modelo
evolucionista es más científica que la ofrecida por el modelo creacionista?

De los peces a los anfibios

Se ha investigado cuidadosamente el registro fósil, buscando series de transición


que conectasen los peces con los anfibios, pero no han sido halladas. La conexión más
«próxima» que se ha propuesto ha sido la que pretendidamente existe entre el
Crosopterigio Rifidistio (pez) y los anfibios del género Ichthyostega. Existe, no
obstante, una tremenda discontinuidad entre los Crosopterigios y los Ichthystegas, una
discontinuidad que se habría extendido durante muchos millones de años, y durante los
cuales hubieran debido existir innumerables formas de transición: Estas formas de
transición deberían mostrar un cambio lento y gradual de las aletas pélvicas y pectorales
del Crosopterigio, transformándose en los pies y patas del anfibio, juntamente con la
pérdida de otras aletas, y la concurrencia de otras transformaciones requeridas para su
adaptación al habitat terrestre.
¿Cuáles son los hechos? No se ha encontrado ni una forma de transición entre la
aleta del Crosopterigio y el pie del Ichthyostega. Los miembros del Ichthyostega eran
ya del tipo anfibio básico, no mostrando ningún vestigio de descendencia de aletas.
¿Por qué se eligió el Crosopterigio Rifidistio como el supuesto antepasado de los
anfibios? Ante todo, no hay ninguno mejor a mano. Echando a faltar un candidato
intermedio entre peces y anfibios, se investigaron los varios grupos de peces. Entonces
se adoptó el Crosopterigio como el grupo más aproximado de haber sido el antepasado
de los anfibios. Esta elección se debió mayormente a unos diseños de cerebro similares
al del Ichthyostega, la posesión de la vértebra en «arco» encontrada en el Ichthyostega y
en otros Labirintodontos, y la presencia de huesos en las aletas, por lo cual, en algunos
aspectos, se podría construir una ruda homología con los huesos del cuadrúpedo.
Según Romer, la presión selectiva que permitió el origen de los anfibios
cuadrúpedos a partir de sus antecesores los peces fue el hecho de que en el período
Devónico fueron características unas sequías periódicas, durante las cuales se supone
que evolucionaron los anfibios. Esto obligó al Crosopterigio a salir de los lagos y ríos
que se secaban (se cree que poseía pulmones) para buscar otros parajes acuáticos.
Aquellas formas que habían heredado cambios por mutaciones que permitiesen una
locomoción más eficiente por la tierra habrían sobrevivido en número mayores que
formas menos bien equipadas. Un gran número de episodios de estos dieron origen,
después de millones de años, a un verdadero anfibio…

334
Esta historia, atractiva a primera vista, pierde su plausibilidad cuando se
consideran los siguientes hechos: Ya que los anfibios se encuentran en el Devónico
posterior, hubieran debido evolucionar bien dentro del Devónico cuando sus supuestos
antepasados Crosopterigios estaban aún florecientes. Si la historia de Romer es cierta,
en lugar de ello, el Devónico debería mostrar extinciones en masa de los Crosopterigios,
así como de otras formas de agua dulce. Lo cierto es precisamente lo contrario.
En el Carbonífero Primitivo anterior se encuentran otros tres órdenes anfibianos.
Ya que estos anfibios altamente diversificados aparecen primeramente en el Carbonífero
Primitivo anterior con sus características originales completas, tendrían que haber
empezado a evolucionar bien atrás, en el Devónico, tal como supuestamente hicieron los
Ichthyostégidos. Las mismas presiones selectivas debieron haber sido ejercidas , sobre
los tres órdenes como sobre los Ichthyostégidos y deben haber evolucionado a partir de
los Crosopterigios o de los Ichthyostégidos. Pero ninguno de estos tres órdenes tiene la
vértebra en forma de «arco» que poseen Crosopterígidos y los Ichthyostégidos, sino que
poseen la vértebra «más primitiva», la del tipo “Leposponndylos” o vaina. ¿Cómo, pues,
se puede utilizar la vértebra en «arco» para conectar el Crosopterigio con los anfibios?
Aún más, de estos tres órdenes, el Aistopoda poseía un cuerpo largo, como de
serpiente, con unas 200 vértebras. En todas estas formas los pies eran pequeños, y
muchas ni siquiera los poseían ¡ni aun siquiera trazas de la cintura escapular o pélvica!
En algunas formas del orden Nectridea los cuerpos eran también largos como los de los
Aistopodos, faltando asimismo los pies. ¡Si el Ichthyostega o una forma similar fue el
antecesor de todos los anfibios, entonces tenemos que mientras que él estaba en el
proceso de derivar cuatro pies a partir de las aletas pectorales y pélvicas de su antecesor
Crosopterigio, su descendencia estaba igual de ocupada intentando desembarazarse de
ellos!
¿Qué presiones selectivas dieron lugar a los cuatro pies en los Ichthyostégidos
mientras que causaban simultáneamente su reducción y pérdida entre los Aistopodos y
Nectrídeos? ¿Por qué estas formas tan diversas aparecen en el registro fósil con una
«divergencia» ya completa en su primera aparición, sin evidencia de formas de
transición?
La discontinuidad extremadamente amplia entre pez y anfibio, como se ha
observado entre los Crosopterigidos Rifidistios y los Ichthyostégidos, la aparición
repentina -de hecho- de todos los órdenes anfibios del Paleozoico con sus diversas
características ordinales completas en los primeros representantes, la ausencia de
cualquier forma de transición entre estos órdenes del Paleozoico, y la ausencia de
formas de transición entre ellas y las que existen actualmente es, todo ello,
contradictorio a las predicciones del modelo evolucionista. No obstante, estos hechos
son tal como los predichos por el modelo creacionista.

De las anfibios a los reptiles y mamíferos

La conversión de un invertebrado a vertebrado, de pez a cuadrúpedo con pies y


patas o de animal terrestre a volátil son unos pocos ejemplos de cambios que requerirían
una revolución en toda la estructura del animal. Tales transformaciones deberían
proveer una serie de transición claramente reconocible como tal en e1 registro fósil si
hubieran ocurrido por medio de un proceso evolutivo. Por otra parte, si el modelo
creacionista es el verdadero, es en estas fronteras donde la ausencia de formas de
transición será más evidente, y así es como los fósiles dan la razón a los creacionistas y
sume en la confusión a los evolucionistas ya que no se hallan por ninguna parte
elementos de transición que confirmen las tesis de Darwin.

335
Para que los hechos del registro fósil puedan encajar en las predicciones del
modelo evolucionista se tiene que establecer una secuencia cierta de tiempo que encaje
con estas predicciones. Esto no ha sido posible con la secuencia Anfibios-Reptiles-
Mamíferos a base del material fósil descubierto hasta ahora.

El origen del vuelo

El origen del vuelo debería suministrarnos casos excelentes para presentar


evidencias evolucionistas en contra de las tesis creacionistas, si lo primero fuera lo
cierto. Para llegar a volar, casi todas las estructuras de un animal no volátil requerirían
un cambio de estructura, y las formas de transición resultantes deberían ser fácilmente
detectables en el registro fósil. Se supone que el vuelo ha evolucionado separada e
independientemente en cuatro ocasiones -en los insectos, aves, mamíferos (los
quirópteros), y reptiles (los pterosaurios, ya extinguidos). En cada caso se supone que se
precisaron muchos millones de años para llegar al vuelo, y en cada caso se hubieran
visto envueltas en ello formas casi innumerables de transición. Pero aún así, no se
encuentra nada, ni un solo caso, que se aproxime a una serie de transición.
Así, pues, no se puede documentar ninguna serie de transición en ningún
momento de la pretendida transición al vuelo y, tan sólo en un caso, se ha alegado la
presencia de una forma de transición. En este último caso, el así llamado intermedio no
es intermedio en absoluto, porque tal y como los paleontólogos reconocen hoy en día, el
Archaeopteryx era un ave verdadera: poseía alas, estaba dotada completamente de
plumas, volaba. No era medio-ave. Era un ave. Jamás se ha encontrado una forma de
transición con sólo parte de plumas y sólo parte de alas.
Además cabe publicar un hecho muy significativo, y que viene a confirmar de
una manera espectacular las observaciones sobre el hecho de que el Archaeopteryx era
un ave verdadera, y no una forma de «transición». Se ha efectuado recientemente un
descubrimiento que destruye cualquier base posible para mantener al Archaeopteryx en
el lugar en que -a falta de algo mejor- lo habían colocado. La revista Science-News (vol.
112, Sept., 24, 1977, p. 198) anunciaba el descubrimiento de los restos de un ave
indudablemente verdadera unos “60 millones de años más antigua” que el
Archaeopteryx. Esta afirmación fue hecha por James A. Jensen, de la Brigham Young
University. El profesor John H. Ostrom, de la Universidad de Yale, afirma que «es
evidente que debemos ahora buscar los antecesores de las aves voladoras en un período
de tiempo mucho más antiguo que aquel en el que vivió el Archaeopteryx. Así, Ostrom
concluye en que el Archaeopteryx no fue el antecesor de las aves.
Una y otra vez, los evolucionistas han citado al Archaeopteryx como el ejemplo
de una forma de transición... Ahora el Archaeopteryx ha sido destronado de su sitial. El
evolucionismo se vuelve más y más insostenible según se va acumulando la evidencia
fósil, y se va haciendo más evidente la frase de Newell: “Muchas de las
discontinuidades (falta de eslabón entre una especie y otra) tienden a ser más y más
confirmadas con el aumento de los hallazgos fósiles”
¿Cuál, pues, parece ser la conclusión más razonable?...
El registro fósil no permite mejor secuela que la que Marshall ha publicado
recientemente: «El origen de las aves es mayormente asunto de deducción. No hay
fósiles de las etapas a través de las cuales se logró el cambio de reptil a ave.»
Por ejemplo si los pterosaurios tuvieron origen en la evolución de los Tecodontes
o de algún otro reptil terrestre, deberían haber sido halladas formas de transición
mostrando un alargamiento gradual de este cuarto dedo. No obstante, no se ha
descubierto ni una señal de tales formas de transición.

336
Aún más especial era el grupo Pterodactiloide de los pterosaurios. El
Pteronodonte no solo tenía un pico largo y desdentado y un penacho óseo largo
extendiéndose hacia atrás, sino que sus cuatro dedos sostenían ¡un ala de 8 metros de
envergadura! ¿Dónde están las formas de transición documentando el origen evolutivo
de estas y otras estructuras especiales de los Pterosaurios?... No se han hallado… porque
no existen ni hay tal transición.
En cuanto al murciélago, se supone que evolucionó de insectívoros terrestres, a
pesar de que el murciélago más antiguo conocido en el registro fósil es cien por cien
murciélago, y no se puede encontrar ni traza de formas de transición. En el murciélago,
cuatro de los cinco dedos sostienen la membrana del ala y son extremadamente largos
comparados con una mano normal. Estas y otras estructuras únicas, como el radio y el
cúbito, que se unen en la mitad distal para formar un hueso simple en el
Palaeochiropteryx son huesos sólidos, y no estructuras delicadas. Si las formas de
transición existieron, ciertamente que hubieran debido quedar preservadas. La completa
ausencia de las tales deja sin respuesta, tomando como base el modelo evolucionista,
preguntas tales como: ¿Cuándo, de qué, dónde y cómo tuvieron su origen los
murciélagos?...
Ahora queremos plantear la pregunta: En lo que concierne al origen del vuelo,
¿qué modelo, el de la creación, o el de la evolución, tiene mayor apoyo del registro
fósil? A nosotros la respuesta nos parece clara. Ni un solo hecho contradice las
predicciones del modelo creacionista: la verdadera evidencia falla en apoyar las
predicciones del modelo evolucionista. Aquí, donde sería más fácil y obvio el hallar las
formas de transición si la evolución fuera realmente la causa de estas criaturas tan
altamente desarrolladas y especializadas, no se encuentra ni una. ¿Podría ser más cruel y
caprichoso el registro fósil para los paleontólogos evolucionistas? El registro histórico
inscrito en las rocas está gritando literalmente: ¡CREACION! ¡DIOS!
(Duane T. Gish)

* * *

Diferencias de gran importancia dejan un amplio vacío entre reptiles y


mamíferos. El mismo nombre “mamífero” señala una gran diferencia: la existencia de
glándulas mamarias que dan leche para la cría, que nace como fetos bien desarrollados.
Theodosius Dobzhansky sugirió que estas glándulas que dan leche “quizás sean
glándulas sudoríparas modificadas”. Pero los reptiles ni siquiera tienen glándulas
sudoríparas, o que segregan sudor. Además, de las glándulas sudoríparas salen
productos de desecho, no alimento. Y a diferencia de los hijuelos de los reptiles, la cría
de los mamíferos tiene tanto los instintos como los músculos necesarios para mamar la
leche de su madre. En los mamíferos existen otros rasgos que no se hallan en los
reptiles. Entre los mamíferos las madres tienen placentas altamente complejas para la
nutrición y el desarrollo de su cría no nacida. Los reptiles no tienen tal cosa. No hay
diafragma en los reptiles, pero los mamíferos tienen un diafragma que separa el tórax, o
cavidad del pecho, del abdomen o vientre. El órgano de Corti se encuentra en los oídos
de los mamíferos, pero no se halla en los oídos de los reptiles. Este complejo y diminuto
órgano tiene veinte mil bastoncillos y treinta mil terminaciones nerviosas. Los
mamíferos mantienen una temperatura corporal constante, mientras que los reptiles no.
También sucede que los mamíferos tienen tres huesos en sus oídos, mientras que los
reptiles tienen uno sólo. ¿De dónde vinieron los dos huesos “extras”? La teoría
evolucionista intenta explicar esto del siguiente modo: “Los reptiles tienen por lo
menos cuatro huesos en la quijada inferior, mientras que los mamíferos tienen uno solo,

337
por eso cuando los reptiles se convirtieron en mamíferos, supuestamente hubo un
reajuste de huesos; algunos de la quijada inferior del reptil se movieron al oído medio
del mamífero para componer los tres huesos que hay allí, y, mientras hacían eso,
dejaron uno solo para la quijada inferior del mamífero”… Sin embargo, el problema,
en esta línea de razonamiento, es que no hay ninguna evidencia fósil que la apoye. Es
simplemente conjetura ilusoria.
He aquí otro problema que tiene que ver con los huesos: las patas de los reptiles
están colocadas a los lados del cuerpo, de modo que el vientre queda sobre el suelo o
muy cerca de éste. Pero en los mamíferos las patas están debajo del cuerpo y lo elevan
del suelo. En cuanto a esta diferencia, Dobzhansky comentó: “Este cambio, aunque
parezca menor, ha necesitado extensas alteraciones del esqueleto y de la musculatura”.
Entonces reconoció otra diferencia grande entre los reptiles y los mamíferos: “Los
mamíferos han elaborado en gran manera sus dientes. En vez de los dientes sencillos
como clavijas del reptil, hay una gran variedad de dientes mamíferos adaptados para
punzar, agarrar, atravesar, cortar, golpear o moler el alimento”.
Un punto final: Cuando el anfibio supuestamente evolucionó para formar un
reptil, se notó que los desechos eliminados habían cambiado de urea a ácido úrico. Pero
cuando el reptil se hizo mamífero, el proceso fue al revés. Los mamíferos regresaron a
la costumbre del anfibio y eliminaron los desechos como urea. En efecto, la evolución
retrocedió… algo que, teóricamente, no se supone que haga.
Físicamente, el hombre encaja en la definición general de un mamífero. Sin
embargo, un evolucionista declaró: “No pudiera cometerse un error más trágico que el
de considerar al hombre como “simplemente un animal”. El hombre es singular;
difiere de todos los demás animales de muchas propiedades, tales como el habla, la
tradición, la cultura y un período enormemente largo de desarrollo y de cuidado por
sus padres”.
Existen vastas diferencias entre las grandes divisiones de la vida. Las separan
muchas nuevas estructuras, instintos programados y cualidades. ¿Es razonable pensar
que esas cosas pudieran haberse originado mediante acontecimientos aleatorios, sin
dirección? Como hemos visto, la prueba fósil no apoya tal punto de vista. No se pueden
hallar los fósiles que salven las lagunas. Como dicen Hoyle y Wickramasinghe: “Las
formas intermedias faltan en el registro fósil. Ahora vemos por qué… esencialmente
porque no había formas intermedias”.
El registro fósil está diciendo: “Creación especial”, o sea, ¡Dios!

AFIRMACIONES PÚBLICAS DE AUTORIDADES EVOLUCIONISTAS

(Referentes a la naturaleza del registro fósil)

Deseamos citar primeramente al mundialmente famosísimo George Gaylord


Simpson, paleontólogo evolucionista de primera fila. En su libro «Tempo and Mode in
Evolution» (Tiempo y Método en la Evolución), afirma en la sección dedicada a
«Discontinuidades Principales en el Registro (Fósil») que no hay ni trazas en ninguna
parte del mundo de ningún fósil que cubra la discontinuidad que existe entre el
Hyracotherium y su pretendida forma ancestral Condylarthra. Después sigue diciendo:
«Esto es cierto de todos los treinta y dos órdenes de mamíferos… Los miembros más
antiguos conocidos de cada orden ya tienen sus características ordinales básicas, y no
hay, en ningún caso, una secuencia aproximadamente continua de un orden conocido a

338
otro. En la mayoría de los casos, la rotura de conexión es tan brusca, y la
discontinuidad tan grande, que el origen del orden es especulativo y muy disputado.»
Simpson afirma: “Esta ausencia regular de formas de transición no está
limitada a los mamíferos, sino que es un fenómeno casi universal, y que ha sido notado
desde hace mucho tiempo por los paleontólogos. Es cierto de casi todos los órdenes de
todas las clases de animales vertebrados e invertebrados. También es cierto de las
clases de los principales Phylum y, aparentemente, también es cierto de las categorías
análogas de las plantas.”
En su reciente libro sobre los principios de la Paleontología, Ramp y Stanley han
afirmado: «Desafortunadamente, los orígenes de las categorías taxonómicas superiores
están cubiertas de misterio; comúnmente, nuevas categorías más elevadas aparecen
abruptamente en el registro fósil sin evidencia de formas de transición».
DuNouy ha descrito la evidencia de esta manera: «Brevemente, cada grupo,
orden, o familia, parece haber nacido repentinamente, y a duras penas, así, jamás
encontraremos las formas que las unen al grupo precedente. Cuando las descubrimos,
están ya diferenciadas. No solamente no encontramos prácticamente ninguna forma de
transición, sino que en general es imposible conectar un grupo nuevo con uno más
antiguo.»
Tratando de los principales grupos, o Phyla, Clark ha afirmado: «No importa lo
lejos que lleguemos en el registro fósil de la vida animal previa sobre la tierra, no
encontramos ni traza de cualquier forma animal que sea intermedio entre cualquiera de
los principales grupos, o Phyla.» Más adelante dice: “Ya que no tenemos evidencia, ni
la más mínima, sea entre animales vivientes o fósiles, de tales tipos de intergradación
siguiendo a los grupos principales, es una recta suposición suponer que tales tipos
jamás han existido”.

* * *

Darwin intentó explicar los enormes problemas que presenta la ausencia de


“eslabones” entre las distintas especiales en evolución, mediante un ataque contra el
registro fósil. Dijo: “Considero el registro geológico como una historia del mundo que
no ha sido registrada a perfección, imperfecta hasta un grado extremo”. Darwin y otros
supusieron que, a medida que el tiempo pasara, de seguro se hallarían los eslabones
fósiles que faltaban….
Ahora, después de más de un siglo de intenso cavar, se han desenterrado grandes
cantidades de fósiles.
El evolucionista Steven Stanley declara que estos fósiles “revelan cosas nuevas
sorprendentes acerca de nuestros orígenes biológicos”. El libro A View of Life (Una
vista de la vida), escrito por tres evolucionistas, añade: “El registro fósil está lleno de
tendencias que los paleontólogos no han podido explicar”.
¿Qué es esto que ha sido tan “sorprendente” para estos científicos
evolucionistas, y que ellos “no pueden explicar”?
Lo que ha confundido a estros científicos es el hecho de que la gran cantidad de
prueba fósil que ahora está disponible revela precisamente lo mismo que revelaba en
los días de Darwin: las clases fundamentales de organismos vivos aparecieron de súbito
y no cambiaron en grado apreciable durante largos espacios de tiempo. Nunca se han
hallado eslabones de transición entre una de las clases principales de organismos vivos
y otra… Por eso, lo que el registro fósil dice es precisamente lo opuesto de lo que se
esperaba, según la teoría evolucionista.

339
El botanista sueco Heribert Nilsson describe la situación de este modo, después
de 40 años de llevar a cabo sus propias investigaciones: “No es posible siquiera hacer
una caricatura de una evolución mediante los hechos paleobiológicos. El material fósil
ahora está tan completo que la falta de series de transición no puede ser explicada
como cosas que se deba a escasez de material… Las deficiencias son reales, y nunca
serán llenadas”…
Todo esto nos muestra cómo la teoría de la evolución es falsa, es sólo una
hipótesis, una teoría, una suposición, pero nada de científico: la verdadera Ciencia niega
la evolución.

* * *

Suponiendo que fuera como dicen los evolucionistas de que el ser humano
procede de una primera célula, al azar, los fósiles, o sea, restos de animales
prehistóricos, no demuestran esta evolución. Al azar no se hace nada, por eso hemos
dicho al principio “suponiendo” que la vida surgiera de una célula, cosa científicamente
imposible, pero es que si biológicamente, si científicamente esto de una primera célula,
en generación espontánea, es un absurdo, los fósiles nos corroboran ese absurdo.
Los fósiles son los restos de formas de vida antiguas conservados en la corteza
de la Tierra. Estos pueden ser esqueletos o partes de esqueletos, como huesos, dientes o
caparazones. Un fósil puede ser también algún rastro de la actividad de lo que en un
tiempo estuvo vivo, como una impresión dejada en algún material, o huellas. Hay
muchos fósiles que no contienen ya su materia original; más bien, están compuestos de
depósitos minerales que se infiltraron en los organismos y adoptaron su forma.
¿Por qué son importantes para la evolución los fósiles?
El genetista G. L. Stebbins señaló una razón importante: “Ningún biólogo ha
visto en realidad el origen por evolución de alguno de los grandes grupos de
organismos”. Así, hoy día no se ve que los organismos vivos que se hallan en la Tierra
estén evolucionando para llegar a ser otros organismos…. En vez de eso todos están
completos en su forma y se distinguen de los demás tipos. Como señaló el genetista
Theodosius Dobzhansky: “El mundo viviente no es un solo despliegue conectado por
series ininterrumpidas de formas intermedias”. Y Charles Darwin admitió que “la
distinción característica de las formas específicas de vida, y el hecho de que no estén
conectadas discerniblemente entre sí por innumerables eslabones de transición, es una
dificultad muy obvia”.
¿Hay eslabones fósiles entre el gran estallido de formas que presenta la vida
natural y la que lo precedió?
En el tiempo de Darwin no existían tales eslabones. Él confesó: “A la pregunta
de por qué no hallamos abundantes depósitos fosilíferos que pertenezcan a estos
supuestos períodos más tempranos anteriores al sistema cámbrico, no puedo dar
respuesta satisfactoria”. Hoy día, ¿ha cambiado esta situación?
El paleontólogo Alfred S. Romer notó la declaración de Darwin acerca de “la
manera abrupta como grupos enteros de especies aparecen súbitamente” y escribió:
“Debajo de esto (el período cámbrico), hay un vasto grosor de sedimentos en los cuales
debería esperarse que estuvieran los progenitores de las formas cámbricas. Pero no los
hallamos; estos lechos más antiguos están casi desprovistos de indicación de vida, y
pudiera decirse que el cuadro general es consecuente, razonablemente, con la idea de
una creación especial en el principio de los tiempos cámbricos. A la pregunta de por qué
no hallamos abundantes depósitos fosilíferos que pertenezcan a estos supuestos períodos
más tempranos anteriores al sistema cámbrico, dijo Darwin, “no puedo dar respuesta

340
satisfactoria”. “Tampoco podemos hacer eso nosotros hoy”, dijo Romer.
Algunos afirman que las rocas precámbricas fueron demasiado alteradas por el
calor y la presión para retener eslabones fósiles, o que no se depositaron rocas en mares
de poca profundidad de modo que se retuvieran fósiles. “Ninguno de estos argumentos
ha quedado en pie”, dicen los evolucionistas Salvador E. Luria, Stephen Jay Gould y
Sam Singer. Añade: “Los geólogos han descubierto muchos sedimentos precámbricos
sin alteración, y éstos no contienen fósiles de organismos complejos”. Estos hechos
hicieron que el bioquímico D. B. Gower comentara, como se relató en el periódico
Times, de Kent, Inglaterra: “El relato de la creación que se halla en Génesis y la teoría
de la evolución no podían ser conciliados. Una de estas cosas tenía que ser correcta y
la otra estar equivocada. La historia de los fósiles concordaba con el relato de Génesis.
En las rocas más antiguas no encontramos una serie de fósiles que abarcara los
cambios graduales desde las criaturas más primitivas hasta formas desarrolladas; más
bien, en las rocas más antiguas aparecían de súbito especies desarrolladas… entre
cada especie había ausencia total de fósiles intermedios”.
El zoólogo Harold Coffin llegó a esta conclusión: “Si es correcto el concepto de
una evolución progresiva desde lo sencillo hasta lo complejo, en el cámbrico se debería
encontrar a los antecesores de estas criaturas vivientes totalmente desarrolladas; pero
no se han hallado, y los científicos admiten que hay poca probabilidad de que alguna
vez se hallen. Sobre la base de los hechos solamente, sobre la base de lo que en
realidad se encuentra en la tierra, la teoría de un súbito acto de creación en el cual
fueron establecidas las formas principales de vida encaja mejor”…

* * *

Las variedades discretas o distintas de formas vivas de hoy no ofrecen apoyo a la


teoría de la evolución. Por eso se hizo tan importante el registro fósil. Se creía que por
lo menos los fósiles suministrarían la confirmación que la teoría de la evolución
necesitaba. Si la evolución fuera realidad, la evidencia fósil de seguro revelaría un
cambio gradual desde un tipo o género de vida hasta otro. Y eso tendría que ser así sin
importar qué variación de la teoría evolucionista se aceptara. Hasta científicos que creen
en los cambios de índole más rápida que se asocian con la teoría del “equilibrio
puntuado” reconocen que todavía habría de suponerse que estos cambios tuvieran lugar
durante muchos miles de años. De modo que no es razonable creer que no habría
ninguna necesidad en absoluto de fósiles eslabonadores. Además, si la evolución
estuviera fundada en la realidad, se esperaría que el registro fósil revelara los comienzos
de nuevas estructuras en los organismos vivos. Debería haber por lo menos algunos
fósiles en los que estuvieran en desarrollo brazos, piernas, alas, ojos y otros huesos y
órganos. Por ejemplo, debería haber aletas de peces que estuvieran transformándose en
patas de anfibio con pies y dedos, y branquias que estuvieran transformándose en
pulmones. Debería haber reptiles con extremidades delanteras que estuvieran
transformándose en alas de aves, extremidades posteriores que estuvieran pasando a ser
patas con garras, escamas que estuvieran convirtiéndose en plumas, y bocas que
estuvieran llegando a ser picos córneos. Sobre esto, la revista científica británica New
Scientist dice de la teoría: “Predice que un registro fósil completo consistiría en linajes
de organismos que continuamente mostraran cambio gradual durante largos espacios
de tiempo”. Como aseguró Darwin mismo: “La cantidad de variedades intermedias,
que han existido anteriormente, tiene que ser verdaderamente enorme”.
Por otra parte, si el relato de la creación que se da en la Biblia es factual,
entonces el registro fósil no mostraría que un tipo de vida estuviera transformándose en

341
otro. Reflejaría la declaración de Génesis de que cada diferente tipo de organismo vivo
se reproduciría sólo según su género. Además, si los organismos vivos llegaron a existir
por un acto de creación, no habría huesos ni órganos parciales, no terminados, en el
registro fósil. Todos los fósiles estarían completos y serían altamente complejos, como
sucede en el caso de los organismos vivos que existen hoy. Además, si los organismos
vivos fueron creados, hubiera de esperarse que hubieran aparecido de súbito en el
registro fósil, sin concesión con lo que hubiera existido antes de ellos. Y si se
descubriera que esto fuera así, entonces, ¿qué admitió Darwin francamente: “Si
numerosas especies en realidad han comenzado su existencia de una vez, ese hecho
sería mortal para la teoría de la evolución”.
Sin embargo, ¿se halla el registro fósil lo suficientemente completo como para
que se dé prueba aceptable de si es la creación o la evolución lo que tiene apoyo?
Hace más de un siglo, Darwin no pensaba así. ¿Qué había de “malo” en el
registro fósil en su tiempo? No contenía los eslabones de transición que se requerían
para sostener su teoría. Esta situación le impulsó a decir: “Entonces, ¿por qué no están
llenos de esos eslabones intermedios toda formación geológica y todo estrato?
Ciertamente la Geología no revela ninguna cadena orgánica finamente graduada como
esa; y esta, quizás sea la más obvia y seria objeción que se puede presentar contra la
teoría”.
En el tiempo de Darwin el registro fósil desilusionó a Darwin de otra manera.
Explicó él: “La manera abrupta como grupos enteros de especies aparecen súbitamente
en ciertas formaciones ha sido presentada por varios paleontólogos como una objeción
mortífera a la creencia en la transmutación de las especies”. Añadió: “Hay manera
cómo especies que pertenecen a varias de las principales divisiones del reino animal
aparecen de súbito en las rocas fosilíferas más bajas que se conocen. En la actualidad
el caso tiene que permanecer inexplicable, verdaderamente se puede presentar como
argumento válido contra los puntos de vista evolucionistas que aquí se expresan”…

CONCLUSIONES

El registro fósil no muestra ninguna evolución. Para que los libros sobre el
registro fósil puedan proclamar un evolucionismo «apoyado» en el registro fósil, tienen
que justificar la inexistencia de lo que pretenden que existió en base de imaginar lo que
pudo suceder a fin de que desapareciera la evidencia de lo que ellos afirman que existió,
o sea, las formas de transición, pero que el registro fósil se niega a mostrar.
Así, pues, según las tesis evolucionistas deberían ya haberse hallado formas de
transición. Las razones a posteriori constituyen una pobre excusa que no soporta el
examen de la evidencia, y se dan con la esperanza de justificar lo injustificable, y de
esconder bajo una espesa capa de desinformación el aspecto básico de la cuestión, cual
es: EL REGISTRO FOSIL NO SOLO NO PROPORCIONA NINGUN APOYO AL
EVOLUCIONISMO, SINO QUE LE ES ABIERTAMENTE HOSTIL. El intentar
apoyar una elucubración con elucubraciones secundarias que a su vez descansan en
fértiles e inquietas imaginaciones no es ciencia, ni seriedad, y mucho menos cuando se
pretende propagandizar afirmando que todas estas elucubraciones son «hechos
científicos que ninguna persona “competente” pone en duda». Aunque desde luego sí
constituye una excelente táctica para hacer comulgar al público con ruedas de molino.

* * *

342
En todas las tablas publicadas, el “Homo sapiens” solamente aparece a últimos
del período Pleistoceno. No obstante, hay una cantidad de fósiles humanos que han sido
hallados en estratos muy anteriores a aquellos en que se han encontrado los
“antecesores” aceptados del hombre… Evidentemente, estos fósiles primitivos
contradicen completamente la teoría actual del desarrollo humano, y es por esta razón
que se les rechaza como fraudes o como enterramientos intrusivos, esto es, enterrados
en un estrato anterior a aquel en que ellos vivieron, sea por el hombre o por causas
naturales… En algunas ocasiones, se somete a estos fósiles a diversos ensayos, y se
considera suficiente una sola discrepancia en cualquiera de los resultados para rechazar
el fósil como enterramiento intrusivo… Precauciones que no se toman cuando, con
muchas menos garantías, el hallazgo favorece la teoría evolucionista. Pues bien, con
estos rechazos injustificados de verdaderas pruebas de que el hombre tal como existe
ahora era más antiguo que los simios, lo que descarta la teoría de la evolución, se
ignoran completamente los testimonios oculares de los descubridores originales. Tal
rechazo no está justificado…
En 1866, un herrero local pasaba el tiempo cavando un túnel en un estrato
aurífero debajo de Bald Hill, en California, cuando a 40 metros por debajo de la
superficie, halló lo que al principio creyó ser una raíz de árbol, profundamente encajada
en la grava cementada. Reconociendo que el objeto era parte de una mandíbula inferior,
la subió a la superficie y más tarde se la mostró al doctor Scrivener y al doctor Jones.
Posteriormente, el profesor Whitney, el geólogo del estado de California, examinó tanto
el cráneo como el lugar, y después de hacer una investigación muy cuidadosa, quedó
convencido de que el hallazgo era genuino. Juntamente con el doctor Wynan, lo sujetó a
un examen muy exhaustivo, para ver si éste corroboraba la historia del descubridor, lo
que así sucedió, en tal medida que su genuinidad quedó demostrada más allá de toda
duda posible. Se halló en un depósito del Plioceno en el que los expertos geólogos
habían hallado muchos artefactos de obra humana; morteros y manos de mortero de
piedra, martillos de piedra, puntas de lanza, etc. El profesor Hrdlicka investigó el fósil
y halló que tenía un recubrimiento superficial calcáreo, similar al de otros cráneos que
habían sido descubiertos en cuevas, y esto se consideró como suficiente para arrojar
dudas acerca de su origen… Este fósil y otros varios en Norteamérica fueron rechazados
también por parte del profesor evolucionista Hrdlicka, porque dijo que los cráneos se
parecían mucho a los de los indios actuales… Evidentemente, éste es un argumento
inaceptable, porque ¡igual podría uno decir que debería ser rechazado porque se parece
demasiado a un cráneo humano! El hecho de que no era el cráneo de un indio moderno
queda demostrado por el hecho de que estaba casi totalmente fosilizado, y por ello que
tuvo que estar enterrado un espacio considerable de tiempo… O sea, como esta
evidencia de no-evolución no se ajustaba a sus tesis evolucionistas de que el hombre
procedía del mono, en vez de reconocer que este hallazgo rechazaba la evolución, optó,
cerrilmente, por no admitir como legítimo el cráneo, pese a su fosilización evidente…
Aquí vemos la mala voluntad del evolucionismo que, en realidad, es una teoría
para negar a Dios, y apartarlo de su papel de Creador.
El profesor Whitney expuso un extenso relato no solamente de sus
investigaciones del descubrimiento del cráneo, sino de muchos otros fósiles hallados en
diferentes áreas, y numerosos artefactos. La evidencia fue criticada por Holmes en
1899, que escribió un alegato en favor de que los morteros y manos de mortero de tan
moderna apariencia cayeron en las obras derrumbadas de la mina procedentes de
campamentos indios adyacentes, o que fueron dejados allí por trabajadores indios…
El cráneo de Calaveras no fue el único fósil de apariencia moderna hallado en
estratos antiguos de esta área. Todos estos descubrimientos fueron revisados en 1924

343
por John C. Merriam, del Instituto Carnegie en Washington. El informe rechaza todos
estos fósiles y llega a la conclusión de que ninguno de ellos puede ser asignado a una
fecha del Pleistoceno con certidumbre, pero sin dar pruebas convincentes para ello.
El fósil de Calaveras, sigue siendo rechazado como una “broma pesada”… sin
detenerse a considerar que ¿de dónde podría haber encontrado el herrero un cráneo fósil
de indio?... ¿Cómo pudo el herrero cementar el cráneo en una masa sólida con material
de la mina, con la suficiente habilidad para evitar la detección?... Ciertamente, la
genuinidad del cráneo es una proposición mucho más aceptable que las razones dadas
por los evolucionistas para su rechazo, con tal de continuar con su falsa teoría de la
evolución.

* * *

Los dientes son una parte particularmente densa de la anatomía y por ello es más
probable que puedan sobrevivir al paso del tiempo. Todo diente descubierto que pudiera
posiblemente adscribirse a un antecesor del hombre es sometido al examen más estrecho
y a mediciones de todos los aspectos posibles de su forma y tamaño, y particularmente
de las pautas de las fisuras de la corona de los dientes mayores. Basándose en
evidencias tan endebles, se pronuncian afirmaciones y conclusiones de grave
trascendencia con respecto al dueño original del diente. Con bastante frecuencia se halla
que tales predicciones son totalmente incorrectas. Eckhardt investigó el margen de
tamaño en los dientes de tres tipos de simios fósiles muy antiguos, conocidos como
Dryopithecus sivalensis, Dryopithecus indicus y Ramapithecus punjabicus. Estos
dientes y fragmentos de mandíbulas inferiores habían sido descubiertos en las colinas
fosilíferas Siwalik al norte de Delhi. Su investigación descubrió que para la mayor parte
de las mediciones, el margen entre lo que está clasificado como tres especies separadas
no era mayor que el hallado en varias generaciones de chimpancés vivos… Consideró
además que estos pretendidos antiguos homínidos eran solamente simios, morfológica,
ecológica y etiológicamente. Ciertas características poseídas por ciertos fósiles
(incluyendo los hombres-simios de Sudáfrica, los Australopitecinos), tales como
grandes dientes faciales, pequeños incisivos y apiñamiento de molares muy desgastados,
son mencionadas como indicativas del desarrollo de ellos hacia el hombre, que también
poseen estas características. Pero los babuinos Galada (Theropithecus), que viven la
actualidad, tienen también estas características, y es evidente que no son “humanos” en
ningún sentido. Estos animales presentan una prueba clara de la inutilidad de hacer
afirmaciones y conclusiones de gran entidad sobre la mera base de características
dentales. Se considera en la actualidad que la primera rama de la línea de los simios, que
eventualmente se desarrolla en dirección del hombre moderno, fue el antiguo simio
denominado Ramapithecus. Hasta 1970, los únicos fósiles del animal eran cuatro
fragmentos de mandíbulas inferiores, dientes, que incluso en la actualidad sólo llegan a
unas docenas, todos los cuales fueron cuidadosamente inspeccionados en busca de
características humanas. Estas mandíbulas inferiores fueron recientemente revisadas por
Simons en un articulo que empieza con la confiada afirmación de que el “…camino
desde los homínidos generalizados… hasta el género “Homo” puede ahora seguirse
con poco temor de contradicción”, pero en el último párrafo, habiendo sugerido tres
alternativas de cómo se originaron las ramas primitivas, se admitió que había “vacíos
significativos en el conocimiento presente”. Se dice que varias características poco
importantes, como las premolares grandes y los dientes caninos, el grosor del esmalte y
el apiñamiento de los molares, son factores significativos, y de estas características se
llega a conclusiones de gran alcance con respecto a los factores del medio ambiente en

344
edades pasadas. Se da atención particular a la forma de la hilera de los dientes, y se
compara un dibujo de una reconstrucción de una mandíbula inferior de Ramapithecus
con otras tres mandíbulas inferiores de simios, pero no se provee evidencia que apoye la
exactitud de esta reconstrucción. Eckhart ha mostrado cuán inexactas pueden ser las
reconstrucciones de las mandíbulas inferiores, y da ilustraciones de reconstrucciones
completamente diferentes hechas por dos expertos a partir del mismo fragmento de
mandíbula fósil. Con respecto al ramapiteco, es de gran utilidad la aportación de Chris,
C. Hummer, en “The Human Lineage, Demurs and Disarray”, en la publicación
“Creation Research Society Quarterly” en 1980: “La posición de este simio como
primer miembro de la familia humana nunca ha sido segura. Las bases para asumir esta
posición para el ramapiteco eran, desde el año 1961, un puñado de dientes fósiles y
fragmentos de mandíbulas, y una errónea reconstrucción humanoidea de un paladar, que
casi nadie pensó exponer críticamente en tela de juicio. El error ha sido recientemente
sacado a la luz debido a que se ha hallado una mandíbula completa. Citamos a
continuación la retractación de David Pilbeam acerca del “ramapiteco”: “… este nuevo
espécimen no se ajustaba a lo que nosotros estábamos esperando; la forma de la
mandíbula era en V, no en U ni parabólica; los dientes incisivos, a juzgar por sus
alvéolos, eran pequeños, y en sus proporciones la mandíbula era diferente de casi todas
las otras que se conocen. Esto, juntamente con otros datos, pone en evidencia que la
historia de los orígenes humanos precisa ser revisada”…
En otro pasaje de su mismo artículo, Pilbeam admite que la “mandíbula… ha
hecho tambalear el punto de vista establecido acerca de los orígenes humanos” y que
“rondan por el aire nuevas ideas acerca de los orígenes humanos y los primeros pasos
evolutivos”… Elwyn Simons dijo que el “ramapiteco” estaba “idealmente estructurado
para ser el antecesor de los homínidos. Si no lo fue él, no tenemos otra cosa que lo
sea”…
Con este reciente descubrimiento de la mandíbula echando por tierra todas las
imaginativas y tendenciosas “reconstrucciones” de las mandíbulas de “ramapitecos”,
este ser vuelve a ocupar su propio puesto: el de un animal sin relación con ninguna
pretendida evolución del hombre a partir de los irracionales. Aún más recientemente, un
artículo de Pickford (New Scientist, 8-IX-1977) afirma que el número total de
especímenes de “Ramapithecus punjabicus” era de cuarenta y tres ahora, pero
aparentemente consistían solamente de mandíbulas y dientes”… En el artículo de
Simons se hace un relato de varios fragmentos, que fueron reclasificados como
“Ramapithecus”, y que habían sido incorrectamente clasificados por sus descubridores
originales…
Todo esto nos muestra cómo se pueden hacer atrevidas afirmaciones basándose
en “evidencias” que no son solamente endebles, sino erróneas. Además, el reciente
descubrimiento, ya mencionado de una mandíbula entera de “Ramapiteco”, arroja toda
la luz necesaria sobre este asunto, y esto nos hace ver en qué quedan todas las
fantasiosas especulaciones sobre el origen simiesco del hombre, sobre “bases” falsas,
erróneas…

* * *

Las cacareadas evidencias científicas de la evolución son en realidad muy


triviales. Algunas de ellas, como la evidencia de la anatomía comparada, las semejanzas
en la composición de la sangre y los embriones, están basadas en la suposición de que
estas similaridades en la apariencia, prueban la relación evolutiva... Pero estas
similaridades se explican mucho mejor por el hecho de que hay un Artífice común, que

345
proveyó estas estructuras y mecanismos semejantes, para funciones fisiológicas
similares. Las evidencias de la variación, hibridación y mutación muestran, como es
natural, que el cambio biológico es común. El sistema genético de cada "tipo" es
altamente complejo, con provisión para una gran variabilidad. Se pueden así formar
nuevas razas y especies por los mecanismos de variación, selección y segregación. Pero
estos cambios están siempre dentro de límites fijados por la composición del material
genético disponible, esto es, dentro de los límites del "tipo" creado. Las mutaciones, por
otra parte, son en realidad cambios en la estructura genética básica, causadas por
radiaciones poderosas o por sustancias químicas. Sin embargo, un cambio así, al azar,
en un sistema altamente organizado, sólo puede resultar en un descenso en la
organización y en la viabilidad, de acuerdo con la segunda ley de la Termodinámica.
Por tanto, prácticamente todas estas mutaciones son dañinas, no útiles, en la lucha por la
existencia. El registro fósil, según se supone, muestra el progreso evolutivo de la vida a
lo largo de los siglos y edades... Sin embargo, el registro fósil esta compuesto
principalmente de discontinuidades, con una ausencia sistemática y universal de formas
de transición o intermedias que indique que una forma de organismo se transforma en
otra más elevada... Además, hay mucha evidencia de que estos fósiles, en vez de
representar la evolución de la vida durante largas edades, representan la catastrófica
extinción de la vida en una edad... Los fósiles fueron en realidad sepultados
mayormente por el Gran Diluvio bíblico, y representan por tanto la flora y la fauna del
mundo antediluviano. Por lo que se refiere a los orígenes, del hombre, no hay evidencia
real de ninguna clase que desmienta la revelación bíblica de que Adán fue el primer
hombre, formado por Dios de los materiales químicos de la tierra, pero creado
directamente por Dios a su imagen y semejanza. Todas las razas presentes de la especie
humana (y se incluyen aquí las razas prehistóricas de los hombres de las cavernas y
otros supuestos hombres primitivos) descendieron de Adán. Algunos de ellos, debido al
pecado, a la procreación dentro de una misma familia, enfermedad y otras causas,
pueden incluso haber degenerado y pasar a tener formas semejantes a las de los simios
en algunos aspectos (aunque hay que tener presente que la mayoría de esos “hombres-
simios” más popularizados están basados en una evidencia fósil mínima y muy dudosa)
No hay series de fósiles claras de seres que se dirijan y lleguen al hombre. Incluso entre
los antropólogos evolucionistas existe hoy gran controversia respecto a quienes fueron
los verdaderos antecesores del hombre… Muchos antropólogos creen que la mayoría de
los simios-hombres más populares, como el Pitecántropos, Sinántropos,
Australopitecos, y otros, representan callejones evolutivos sin salida, y que los
verdaderos antepasados del hombre son desconocidos… Y esto es, después de todo, lo
que hay que esperar, ¡puesto que Adán no tenía antecesores! Es importante que cierto
número de los fósiles de verdaderos hombres que han sido excavados en los años
recientes, de formaciones fechadas por los métodos modernos de geocronometria sean
más antiguos que todos estos llamados antecesores evolutivos del hombre… Los
modernos antropólogos evolucionistas están en gran desacuerdo entre ellos con respecto
al orden real de la evolución humana. Por lo que se refiere a la evidencia de fósiles
reales, hay muchos fósiles de monos y muchos de hombres, pero no hay fósiles
intermedios entre los monos y los hombres… y ello es porque los monos y el hombre
son dos especies distintas, totalmente independientes, creadas por Dios como seres
aparte: el simio; un animal; el hombre: el rey de la Creación.
La evolución, pues, es una teoría falsa, no tiene base científica alguna, y menos
aún bíblica, para que se pueda evidenciar, para que se pueda creer, y todo eso a pesar
del montaje ateo que quiere sustituir a Dios con el cuento de ciencia-ficción de la
evolución…

346
* * *

El esqueleto de Clichy fue descubierto por trabajadores en una hoya de grava en


París en 1868. Un tal señor E. Bertrand, que visitaba frecuentemente aquel lugar en
busca de fósiles, pudo ver el fósil, que estaba todavía encajado en el suelo. Según Sir
Arthur Keith, Bertrand dio una conferencia en la Sociedad Antropológica aquel mismo
año acerca de su hallazgo. Todos los expertos franceses menos uno aceptaron la
autenticidad y antigüedad del esqueleto. Fue hallado en una capa que podía
correlacionarse con aquella en que se había descubierto el esqueleto de Galley Hill. No
obstante, Keith, evolucionista, volvió a decir que, ya que se había hallado un esqueleto
completo, ¡tiene que haber sido enterrado intrusivamente, desde una superficie en la
tierra C helleana!... O sea, que cuando los evolucionistas encuentran fósiles que refutan
totalmente su falsa teoría evolucionista, sin base alguna científica para ello, lo rechazan,
y siguen con sus ideas falsas... No es esa una postura científica, mucho menos cuando si
hallan un fósil, que ellos creen que puede ayudar a su falsa teoría evolucionista, sin
estudios profundos, sin investigaciones verdaderamente científicas que lo avalen, lo
aceptan sin más, saltándose todas las bases científicas que necesitan los fósiles para su
estudio, clasificación, ordenación y aprobación como auténticas.
La mandíbula de Abbeville fue hallada en una hoya en 1863 por el famoso
Boucher de Perthes, a 5 metros de profundidad, en depósitos del Pleistoceno anterior.
Se incluyó en las listas francesas de hombres primitivos durante veinte años. No
obstante, al creerse más tarde que el hombre de Neanderthal era un precursor del
Homosapiens, este fósil fue eliminado, ya que era demasiado temprano para que
coincidiera con la teoría aceptada de la aparición del hombre según la teoría
evolucionista... Esto afirma lo que decimos: cuando algo desentona de la falsa teoría
evolucionista, sin base alguna para ello, se elimina, y en paz... saltándose a la Ciencia
cada vez que a ellos ésta no les gusta... La pelvis de Natchez sigue el mismo camino que
los demás fósiles negadores de la teoría evolucionista... Este tipo totalmente moderno de
pelvis fosilizada fue hallado en Natchez, América del Norte, mezclado con fósiles de
animales extinguidos... Sin base científica para ello se dijo, en contra de todas las
pruebas halladas que confirmaban su antigüedad, que el tal resto fósil se "deslizó" de
una tumba india reciente... Sir Arthur Reith, evolucionista; pese a que estos
descubrimientos de fósiles antievolucionistas, repugnaban a sus ideas preconcebidas, se
vio obligado a reconocer: "¿Estuvieron acertados nuestros predecesores al rechazar la
mandíbula de Abbeville? Creo que no... Nuestros predecesores estaban influenciados
principalmente por sus prejuicios... El tiempo mostrará probablemente que el pionero
de Abbeville estaba en lo cierto no solamente acerca de los artefactos humanos en las
terrazas, sino también acerca de los restos humanos. Si tales descubrimientos se
hallaran en concordancia con nuestras expectativas, si estuvieran en armonía con las
teorías que hemos erigido con respecto a la fecha de la evolución del hombre, nadie
osaría en dudar de ellos, y mucho menos rechazarlos. Al ir leyendo el estudioso del
hombre prehistórico, y estudiar los registros de hallazgos anti-evolucionistas, un
sentimiento de incredulidad surge dentro de él. No puede rechazar el hallazgo como
falso sin hacer violencia a su sentido de la verdad, y no se puede aceptarlo sin
desmenuzar sus creencias establecidas. Es evidente que no podemos silenciar estos
hallazgos. Todos los problemas modernos relacionados con el origen y la antigüedad
del hombre moderno giran en su torno"...
Todo esto nos muestra las frágiles y falsas bases anticientíficas en que se
apoyan los evolucionistas.

347
* * *

En 1947, mientras excavaba depósitos del Paleolítico Medio y Superior, Mlle. G.


Hemi-Martín se encontró con una capa gruesa de estalagmitas que cubría unos depósitos
entre 6 y 10 metros de grosor más antiguos. En estas profundas capas halló una cubierta
craneana muy similar a la del Homo sapiens. Una cantidad de crudas herramientas de
piedra, que se hacían más simples can la profundidad, juntamente con fósiles de animales,
indicaban un período interglacial Riss-Wurm como la fecha del cráneo. Aunque es
posterior a la fecha de Swanscombe, todavía lo hace contemporánea con, o incluso
anterior, al período durante el que vivieron los neanderthales “clásicos"... El fósil de
Vertesszollos (Homo sapiens Palaeo-hungaricus) hallado en Hungría en 1965, consiste
en la parte occipital de un cráneo de Homo sapiens con una capacidad cerebral estimada
en alrededor de 1400 c. c. Los hechos más significativos acerca de este descubrimiento
son, en primer lugar, la fecha muy temprana que se le asigna, la glaciación Mindel,
datación conseguida geológicamente y mediante métodos radiométricos, y, en segundo
lugar, que en este nivel, se había hallado también herramientas simples de piedra, fuego,
huesos quemados y dientes humanos. De ello se deduce que el Homo sapiens existía,
hacía herramientas de piedra, y utilizaba el fuego en la misma época que el hombre de
Java y de Pekín, ¡por lo que éstos no pudieron ser sus antepasados! Esta notable
conclusión es muy perjudicial para la posición de estos “bien” establecidos fósiles
evolucionistas, pero este hecho no se pone en evidencia en ninguno de los libros de texto
sobre el tema, donde aparecen todo tipo de elucubraciones e hipótesis que dan por sentada
la evolución, como algo probado, lo que es falso. La evolución es falsa, pues tanto la
Ciencia: Genética, Biología, fósiles, Paleontología, Termodinámica, etc. así como la
Biblia, niegan que exista la evolución: todo fue hecho como narra la Biblia, en estado
adulto y directamente por Dios, sin evolución alguna. Pero a los evolucionistas les
molesta estos hallazgos de fósiles que contradicen sus erradas teorías y por eso silencian,
tergiversan, manipulan, los hallazgos que se les oponen, aireando, por el contrario,
cualquier hallazgo que ellos creen que apoya su falsa teoría, sin base científica alguna
para ello, como queriendo demostrar lo indemostrable: la evolución. Los evolucionistas,
con ideas preconcebidas quieren hacernos creer lo que no es creíble: la evolución. El
hombre de Neanderthal, lejos de ser un antecesor del Homo sapiens o del hombre de
Cromagnon (igual que el hombre moderno) se ha comprobado que es una degeneración
de Homo-sapiens debido a la carencia de vitamina D que produce raquitismo. El
raquitismo y también los efectos de la sífilis, producían arqueamiento de huesos que le
daban un aspecto simiesco, pero no eran simios, sino humanos normales, aunque
raquíticos, con deformidades físicas debidas a esas dos enfermedades: raquitismo y sífilis.
Debido al período glacial, el hombre de Neanderthal no tomaba el sol, productor de
vitamina D, que evita el raquitismo, así como tampoco consumía pescado, principal fuente
de vitamina D, que elimina el raquitismo. Al desaparecer estas circunstancias: raquitismo y
sífilis, el hombre de Neanderthal es barrido, es eliminado por otra raza procedente del Este:
la de Cro-Magnón, lo que no significa que fuera el Neanderthal predecesor de Cro-
Magnón, sino que al cambiar las circunstancias climáticas desaparecieron también las
evidencias de raquitismo y sífilis, debida ésta última a la promiscuidad sexual del hombre-
Neanderthal, promiscuidad que no tenía el de Cro-Magnón, más avanzado y civilizado. En
la revista "Science 81", publicada por la Asociación Americana para el Avance de la
Ciencia, en Octubre de 1981, se dice: "Durante la mayor parte de los 125 años que hemos
sabido acerca de estos enigmáticos hombres, los Neanderthales han sido representados
como torpes, semi-brutos andando en una postura vacilante, evidentes fracasos de la
evolución. En años recientes, sin embargo, se ha transformado radicalmente la imagen del

348
"Callejón sin salida"... La mayor parte de los paleoantropólogos y de los artistas
trabajando bajo su dirección han dado una ducha y han afeitado a los Neanderthales, y les
han enderezado los hombros y las mujeres de Neanderthal ya no andan por ahí con piernas
dobladas, con miradas ausentes. Ahora se ven erguidos, y con mirada inteligente; no con
una apariencia idéntica a la nuestra, pero evidentemente una raza de nuestro propio tipo.
Fue Boule quien creó la imagen de Neanderthal como un ser embrutecido y encorvado, con
un cuello masivo. El análisis de Boule estaba basado principalmente en un esqueleto
desusadamente completo proveniente de La Chapelle-aux-Saints en Francia. Boule no lo
sabía, pero el cuello del esqueleto estaba deformado por la edad y por la artritis. Esto, y un
defectuoso conocimiento de la relación entre los huesos y los músculos, le llevaron a la
representación de un hombre con la cabeza proyectada hacia adelante, los hombros
hundidos, las rodillas dobladas y las piernas tan combadas que andaba sobre los bordes
externos de sus pies. Boule incluso llegó a sugerir que el pulgar del pie era divergente,
como el de un simio, y que puede haber jugado el papel de órgano prensil. Pero Boule
confundió un efecto cultural con una característica heredada. Había comparado el pie del
Neanderthal, que nunca había conocido los oprimentes zapatos, con los del bien calzado
europeo. Los pies de los Neanderthales, como bien sabemos ahora, eran totalmente
normales". Así, después de todo, va emergiendo la realidad de que Virchov estuvo en lo
cierto al diagnosticar que las características "primitivas" del hombre de Neanderthal no eran
tales, sino de orden patológico: artritis, raquitismo, sífilis, nada de simiesco, nada de
evolución.
* * *

La descripción de Boule del esqueleto de la Chapelle-aux-Saints, con su postura


primitiva simiesca, fijó la pauta de la imagen popular del hombre de Neanderthal
durante muchos años. Esta postura fue desafiada en 1957 por dos anatomistas, W.
Straus de la Universidad John Hopkins y A. J. E. Cave del Colegio Médico del Hospital
St. Bartolomé, que reexaminaron este esqueleto. Consideraron que Bouyle estaba
equivocado en un número de puntos:
a) El individuo había sufrido de artritis aguda, que afectaba a las vértebras, que
no hubieran quedado tan severamente combadas en un individuo normal, y la mandíbula
inferior había sido también afectada.
b) El dedo pulgar no era “prensil”, en contra de lo que Bouyle había pretendido.
c) La pelvis no era simiesca.
Se mostró así que el hombre de Neanderthal andaba totalmente erguido y que era
notablemente parecido al hombre moderno. En su informe, comentaron: “Si pudiera ser
reencarnado y situado en el metro de Nueva York procurando que estuviera bañado,
afeitado y vestido con ropajes modernos, es dudoso que atrajera más atención que
algunos de sus otros ciudadanos”… El descubrimiento del hombre de Neanderthal con
su aspecto primitivo explica, probablemente, por qué muchos de los descubrimientos de
Homo-sapiens en estratos antiguos fueron echados a un lado o ignorados: se
consideraban impropios, cuando el impropio era el período dado al hombre de
Neanderthal, un simple tarado físico. No obstante, se hallaron algunos cráneos con una
mezcla de características humanas y neanderthales mientras que tres descubrimientos
de partes de la caja cerebral (Swanscombe, Fontéchevade y Vertesszóllos) fueron de
Homo-sapiens total. La importancia de estos cráneos es que predataban, o eran
contemporáneos, a la era de los neandertales “clásicos”… En 1935, A T. Marston, que
investigaba regularmente una cantera de grava en Swanscombe, en el norte de Kent
(Inglaterra) en busca de fósiles, se dio cuenta de un hueso que sobresalía de la ladera
que estaba siendo excavada. Sabiendo bien que el descubrimiento de un fósil desusado

349
podría crear una tormenta, que podría quedar sujeto a muchas críticas, se tomó muchas
precauciones para obtener una verificación de su descubrimiento. Como estaba sólo, se
dedicó a sacar el fósil, que era el hueso occipital de la caja del cerebro, ya que corría
peligro de quedar cubierto por la movediza grava, pero marcó el lugar y llevó consigo a
un mecánico de la cantera para que viera el lugar. A continuación dibujó y fotografió la
localidad. Continuó la búsqueda, y al año siguiente halló el parietal izquierdo del
cráneo, y de nuevo fotografió el lugar: la pieza última ajustaba exactamente con la
primera. Con tales precauciones podían hacerse pocas sugerencias de que el fósil
hubiera sido “plantado” (puesto alli artificialmente para cometer un fraude). En 1955, se
halló otro fragmento de una caja craneana, el parietal derecho, que encajaba con los
otros. Los huesos forman una parte considerable de una gruesa caja cerebral de Homo-
sapiens, mientras que los fósiles hallados con ella la sitúan claramente en el Interglaciar
Mindel- Reiss. La existencia del Homo-sapiens en una fecha tan temprana presentó un
problema crítico para los antropólogos, porque lo que pocas veces se observa es que
esta fecha tan temprana hace que el hombre de Swanscombe existiera no mucho
después que los hombres de Java y Pekín. Ya que estos son los fósiles que se presentan
como los principales enlaces primitivos del simio con el hombre actual, el hombre de
Swanscombe constituía una contradicción… y no se aceptó con buena disposición por
parte de algunos expertos…. Es también algo inesperado que el sucesor inmediato de
estos hombres fósiles del Extremo Oriente viniera a ser un inglés de tiempo moderno,
cuyos restos habían sido hallados a la mano en los campos de Kent. Además, no se han
hallado eslabones intermedios entre estos lugres que concuerden con el corto espacio de
tiempo que separa los dos períodos a los que son asignados… Las precauciones
tomadas por Marston impidieron que se arrojara ninguna acusación de fraude y el
cráneo es ahora aceptado como un fósil genuino. Esta aceptación no tuvo lugar sin una
investigación considerable. El hombre de Swanscombe fue aceptado en el “Club” del
eslabón perdido, pero no sin considerable repugnancia, y con intentos de subvalorar la
modernidad de este fósil…
Como ha ocurrido con otros fósiles que demuestran que aún siendo el tipo
moderno, se han hallado en estratos fósiles muchos más antiguos que el mono… los
evolucionistas han intentado por todos los medios borrar estas huellas “perturbadoras”
para su errada teoría evolucionista, pero no lo han conseguido porque los restos fósiles
están ahí y confirman con su presencia la falsedad de la evolución.

* * *

El hombre de Neandertal (llamado así por el distrito de Neander, en Alemania,


donde se halló el primer fósil) era indudablemente humano. Al principio se le pintó
encorvado, con apariencia de estúpido, peludo y simiesco. Ahora se sabe que esta
reconstrucción equivocada se basó en un esqueleto fósil que había sido malamente
deformado por una enfermedad. Desde entonces se han hallado muchos fósiles de
Neandertal, y estos confirman que no se diferencian mucho de los humanos modernos.
En su libro "Ice" (Hielo)", Fred Hoyle declaró: "No hay prueba de que el hombre de
Neandertal fuera de manera alguna inferior a nosotros". El resultado ha sido que
dibujos recientes de los neandertaloides han adquirido una apariencia más moderna.
Otro tipo fósil que frecuentemente se menciona en la literatura científica es la del
hombre de Cro-Magnón. Fue llamado así por el lugar, en el sur de Francia, donde sus
huesos fueron originalmente desenterrados. Estos especímenes eran así tan
indistinguibles de los de hoy que hasta los más escépticos tuvieron que admitir que eran
humanos, dice el libro "Lucy". Así, pues, hay clara indicación de que no existe

350
fundamento para creer en "hombres-mono". En vez de eso, los humanos tienen todas las
señales de haber sido creados separados y distintos de todo animal. Los humanos se
reproducen solamente según su propio género. Hacen eso hoy, y siempre han hecho eso
en el pasado. Cualesquiera criaturas simiescas que vivieran en el pasado eran
precisamente eso, antropoides, o monos, no humanos. Y los fósiles de humanos
antiguos que difieren ligeramente de los humanos de hoy simplemente demuestran
variedad dentro de la familia humana, tal como hoy tenemos muchas variedades que
viven lado a lado. Hay humanos de dos metros de estatura y hay pigmeos, con una
variedad de tamaños y formas de esqueletos. Pero todas estas variedades pertenecen al
mismo tipo o "género" humano, no a un "género" animal.

* * *

Para demostrar la falsa teoría de la evolución se presentó una criatura fósil como
el primer simio parecido al humano. Se dijo que había vivido hace unos catorce
millones de años, y fue llamado ramapiteco (Ramapithecus) el simio de Rama (Rama
era un príncipe mítico de la India). Hace aproximadamente medio siglo se hallaron
fósiles de este animal en la India. De estos fósiles se construyó una criatura parecida a
un antropoide, erguida sobre dos extremidades. De esta criatura, “Originis” (Orígenes)
declaró: “Hasta donde se puede decir al momento, es el primer representante de la
familia humana”. ¿Qué prueba fósil había para llegar a tal conclusión? La misma
publicación dijo: “La prueba en cuanto a ramapitheco es considerable… aunque en
términos absolutos sigue siendo atormentadoramente pequeña: fragmentos de la
quijada superior y la inferior, más un conjunto de clientes”. ¿Es esto una “prueba” lo
suficientemente “considerable” como para reconstruir a un “hombre-mono” erguido que
fuera antecesor de los humanos? Sin embargo, los artistas dibujaron a esta criatura muy
hipotética como un “hombre-mono” y dibujos de esta criatura se generalizaron en la
literatura evolucionista… ¡Todo sobre la base de fragmentos de quijadas y unos
dientes!... Con todo, como informó el periódico “The New York Times”, por décadas
ramapiteco “se mantuvo, con toda la seguridad que pudiera tener, en la base del árbol
evolutivo humano”. Sin embargo, ya no es así. Fósiles recientes más completos
revelaron que el ramapiteco tenía estrecho parecido a la familia actual de los
antropoides. Debido a eso, la revista “New Scientist” declaró: “Ramapiteco no pudo
haber sido el primer miembro de la línea humana”. Esta nueva información evocó la
siguiente pregunta en la revista “Natural History”: “¿Cómo se metió ramapiteco,
reconstruido únicamente de unos dientes y quijadas, sin pelvis, huesos de extremidades
ni cráneo conocidos, en esta procesión en marcha hacia el hombre?”… Es evidente que
tiene que haber intervenido mucha ilusión en tal esfuerzo para hacer que la prueba dijera
lo que no dice. Hay otra laguna de enormes proporciones en esta criatura y la siguiente
que había sido puesta en la lista como antepasado de tipo “hombre-mono”, a esta última
se llama australopiteco (Australopitecos… simio del sur). Fósiles de este se encontraron
originalmente en el sur de África en los años veinte. Tenía un cráneo pequeño como de
antropoide y una quijada pesada, y lo representaron caminando sobre dos extremidades,
encorvado, cubierto de pelo y con apariencia de antropoide. Se decía que había vivido
unos tres o cuatro millones de años atrás… Con el tiempo llegó a ser aceptado por casi
todos los evolucionistas como el antepasado del hombre…Por ejemplo, el libro “The
Social Contract” (El Contrato Social) señaló: “Con una o dos excepciones todos los
investigadores competentes en este campo concuerdan ahora en que los
australopitecinos son verdaderos antecesores del hombre”. El periódico “The New
York Times” declaró: “Fue australopiteco el que con el tiempo evolucionó hasta Homo

351
Sapiens, o el hombre moderno”. Y en “Man, Time and Fossils” (el hombre, el tiempo y
los fósiles) Ruth Moore dijo: “Toda la prueba indicaba que los hombres al fin habían
encontrado a sus antecesores primitivos, que por mucho tiempo les habían sido
desconocidos”. Declaró ella con firmeza: “La prueba era arrolladora, al fin se había
encontrado el eslabón perdido…” Pero cuando en realidad la prueba para algo es débil,
o no existe, o se basa en un puro engaño, tarde o temprano lo que se afirma queda en
nada. Así ha sucedido en el caso de muchos ejemplos pasados de presuntos “hombres-
monos”. Así ha sucedido también, con el australopiteco. La investigación creciente ha
revelado que su cráneo “difería del de los humanos de más maneras que solamente su
menor capacidad cerebral”. El anatomista Zuckerman escribió: “El cráneo,
australopitecino, al compararse con el cráneo humano y el cráneo simio (de
antropoide), parece arrolladoramente símico…no humano. La proposición contraria
pudiera igualarse a una afirmación de que lo negro es blanco”. También dijo:
“Nuestros descubrimientos dejan poca duda respecto a que australopiteco no se parece
a “Homo-sapiens”, sino a los monos y antropoides vivientes…” Donald Johanson
también dijo: “Los australopitecinos no eran hombres”. Richard Leakey llamó “poco
probable el que nuestros antecesores directos sean descendientes evolutivos de los
australopitecinos”. Si hoy se hallaran vivos algunos australopitecinos, serían puestos en
los jardines zoológicos con los demás antropoides: nadie los llamaría “hombres-
monos”. Lo mismo es cierto de otros “primos” fósiles semejantes, como un tipo de
australopitecino más pequeño llamado “Lucy”. De este espécimen Robert Jastrow dice:
“Este cerebro no era grande, tenía la tercera parte del tamaño de un cerebro humano”.
Es evidente que este australopitecino era también sencillamente un “antropoide”. De
hecho la revista “New Scientist” dijo que “Lucy” tenía un cráneo muy parecido al de un
chimpancé. Otro tipo fósil recibe el nombre de “Homo erectus”… hombre erguido. El
tamaño y la forma de su cerebro caen dentro del alcance de las medidas inferiores del
cerebro del hombre moderno. Además, la “Enciclopedia Británica” declaró que “los
huesos de las extremidades descubiertos hasta ahora no se han podido distinguir de los
Homo sapiens”. Sin embargo, no está claro si era humano o no. Si lo era, entonces es
simplemente una rama de la familia humana, y desapareció…

* * *

Durante muchos años ha habido informes de que se han encontrado los restos
fósiles de humanos parecidos a simios o monos. La literatura científica abunda en los
conceptos artísticos de tales criaturas. ¿Son éstas las transiciones evolutivas entre las
bestias y el hombre?... ¿Son unos "hombres-mono" nuestros antecesores?... Los
científicos evolucionistas afirman que sí. Por eso, con frecuencia leemos expresiones
como este título de un artículo de una revista científica: "Cómo se convirtió en hombre
el antropoide". Es verdad que algunos evolucionistas no creen que sea correcto llamar
"antropoides" o "monos" a estos antecesores teóricos del hombre. Con todo, estos
evolucionistas no son tan exigentes de precisión. Stephen Jay Gould dice: "La gente
evolucionó de antepasados simiescos". Y George Gaylord Simpson declaró: "El
antepasado común ciertamente sería llamado antropoide o mono en el habla popular
por cualquier persona que lo viera. Puesto que los términos "antropoide" y "mono" son
términos definidos por el uso popular, los antepasados del hombre fueron antropoides o
monos"…
¿Por qué es tan importante el registro fósil en el esfuerzo por documentar la
existencia de antecesores simiescos o parecidos a monos para la Humanidad? Porque en
el mundo viviente de hoy no hay nada que apoye tal idea. Hay una enorme laguna entre

352
los humanos y todo animal existente hoy, incluso la familia de los monos
antropomorfos, o antropoides. Por eso, puesto que el mundo viviente no suministra un
eslabón entre el hombre y el antropoide, se esperaba que el registro fósil lo hiciera.
Desde el punto de vista de la evolución, la evidente laguna que existe entre el hombre y
el antropoide hoy es extraña. La teoría evolucionista sostiene que, a medida que los
animales progresaron en la escala de la evolución, se hicieron más capaces de
sobrevivir. Entonces, ¿por qué está todavía en existencia la familia "inferior" de los
antropoides, pero no hay ningún representante de las presuntas formas intermedias, que
supuestamente habrían de ser más adelantadas en el proceso evolutivo? Hoy vemos
chimpancés, gorilas, y orangutanes, pero no vemos "hombres-monos". ¿Parece lógico
que cada uno de los más recientes y supuestamente más adelantados "eslabones" entre
las criaturas simiescas y el hombre moderno hubieran de haberse extinguido, pero no los
antropoides, que serían inferiores? A juzgar por los relatos que se dan en la literatura
científica, en las exhibiciones de los museos y en la televisión, parecería que de seguro
debería haber abundantes pruebas de que los humanos hubieran evolucionado desde
criaturas semejantes a monos. ¿Es realmente cierto eso? Por ejemplo, ¿qué prueba fósil
había de esto en el tiempo de Darwin?... ¿Fue prueba de esa índole lo que lo estimuló a
formular su teoría?... La publicación "The Bulletin of the Atomic Scientists" (El boletín
de los científicos atómicos) nos informa: "Las primeras teorías de la evolución humana
son en realidad muy extrañas, si se examinan con detenimiento. David Pilbeam ha
descrito las primeras teorías como "infósiles". Es decir, se trataba de teorías de la
evolución humana de las cuales uno pensaría que requerirían alguna prueba fósil, pero
en realidad había o tan pocos fósiles que no ejercían influencia alguna en la teoría, o
ningún fósil en absoluto. De modo que lo único que había entre los supuestos parientes
más cercanos al hombre y los primeros fósiles humanos era la imaginación de los
científicos del siglo XIX". Esta publicación científica muestra por qué: "La gente quería
creer en la evolución, la evolución humana, y esto afectó el resultado de su obra"...
Después de más de un siglo de búsqueda, ¿cuánta prueba fósil hay de los
"hombres - monos"?... Richard Leakey declaró: "Los que trabajan en este campo tienen
tan poca prueba sobre la cual basar sus conclusiones que frecuentemente se les hace
necesario cambiar de conclusiones". La revista "New Scientist" comentó: "A juzgar por
la cantidad de pruebas sobre la cual se funda, el estudio del hombre fósil difícilmente
merece ser más que una subdisciplina de la Paleontología o de la Antropología, tan
atormentadoramente incompleta es la colección, y tan fragmentarios y tan poco
convincentes suelen ser los especímenes mismos".
De manera similar, el libro "Origins" (Orígenes) confiesa lo siguiente: "A
medida que adelantamos por la senda de la evolución hacia los humanos el paso se
hace claramente incierto, debido, de nuevo, a la poca prueba fósil". La revista
"Science" añade: “La principal prueba científica es un conjunto de huesos
lastimosamente pequeños del cual construir la historia evolutiva del hombre. Cierto
antropólogo ha comparado esa tarea con la de reconstruir el argumento de "Guerra y
Paz" con 13 páginas seleccionadas al azar". Precisamente, ¿Cuán escaso es el registro
fósil en cuanto a los "hombres - monos"? La revista "Newsweek" dice: "Todos los
fósiles se pudieran colocar encima de un sólo escritorio, dijo Elwyn Simons, de la
Universidad de Duke". El periódico "The New York Times": "Los restos fósiles
conocidos de los antepasados del hombre cabrían sobre una mesa de billar. Eso
constituye una pobre plataforma desde la cual tratar de penetrar la niebla de los
últimos millones de años". La revista "Science Digest": "El hecho sorprendente es que
toda la prueba física que tenemos para la evolución humana todavía se puede colocar,
con lugar de sobra, ¡dentro de un sólo ataúd! Por ejemplo, los antropoides modernos

353
dan la impresión de haber aparecido sin fuente alguna. No tienen ayer, no tienen
registro fósil. Y el origen verdadero de los humanos modernos, de seres erguidos,
desnudos, hacedores de instrumentos, de cerebro grande, es, si vamos a ser honrados
con nosotros mismos, un asunto tan misterioso como ese". Los humanos de tipo
moderno, con capacidad para razonar, trazar planes, inventar, edificar sobre el
conocimiento ya adquirido y usar lenguajes complejos aparecen de súbito en el registro
fósil. Gould, en su libro "The Mismeasure of man" (El hombre mal medido), señala:
"No tenemos prueba de cambio biológico en el tamaño ni en estructura del cerebro
desde la aparición del "homo sapiens" en el registro fósil hace unos cincuenta mil
años". Así, pues, el libro "The Universe Within" (El Universo intenso) pregunta: “¿Qué
hizo que la evolución produjera, como de la noche a la mañana, a la Humanidad
moderna con su cerebro altamente especial?"...
La evolución no puede contestar... La Biblia, sí: todo fue hecho, como se narra
en los libros sagrados, directamente, y en estado adulto.

* * *

Los fósiles dan evidencia tangible de las variedades de formas de vida que
existieron mucho antes de la llegada del hombre… Pero no han presentado el apoyo que
se esperaba para el punto de vista evolucionista de cómo empezó la vida, o cómo,
después, empezaron nuevos tipos de vida.
Comentando sobre la falta de fósiles de transición que salven las lagunas
biológicas, o vacíos entre las formas de vida, Francis Hitching dice: “Lo curioso es que
hay cierta consecuencia en cuanto a las lagunas relacionadas con los fósiles: los
fósiles faltan en todos los lugares importantes”. Los lugares importantes a que él se
refiere son las lagunas que existen entre las grandes divisiones de la vida animal. Un
ejemplo de esto es que se piensa que los peces evolucionaron de los invertebrados,
criaturas que no tienen espinazo. “Los peces irrumpen en el registro fósil -dice
Hitching-, sin que sea patente desde dónde: misteriosamente, súbitamente, plenamente
formados”. El zoólogo N. J. Berrill comenta sobre su propia explicación evolucionista
de cómo se presentaron los peces; y dice: “En cierto sentido este relato es ciencia
ficción”. La teoría evolucionista supone que los peces se convirtieron en anfibios,
algunos anfibios se transformaron en reptiles, de los reptiles vinieron tanto los
mamíferos como las aves, y con el tiempo algunos mamíferos llegaron a ser hombres…
El registro fósil no apoya estas alegaciones. El espinazo era lo que distinguía a los peces
de los invertebrados. Este espinazo tendría que experimentar grandes modificaciones
para que el pez llegara a ser un gran anfibio, es decir, una criatura que pudiera vivir
tanto en el agua como en la tierra. Tenía que añadirse una pelvis, pero no se conocen
peces fósiles que muestren cómo se desarrolló la pelvis de los anfibios. En algunos
anfibios, tales como las ranas y los sapos, todo el espinazo tendría que haber cambiado
hasta no ser reconocible. Además, los huesos craneales son diferentes. Adicionalmente,
para la formación de los anfibios la evolución exige que las aletas de los peces lleguen a
ser extremidades articuladas en que hubiera muñecas y dedos de pies, junto con grandes
alteraciones en los músculos y los nervios. Las branquias tendrían que convertirse en
pulmones. En los peces, la sangre es bombeada por un corazón de dos cámaras, pero en
los anfibios por un corazón de tres cámaras. Para salvar la laguna que existe entre el pez
y el anfibio, el sentido del oído tendría que haber experimentado un cambio radical. En
general, los peces reciben el sonido a través de sus cuerpos, pero la mayoría de los
sapos y las ranas tienen tímpano. Las lenguas tendrían que experimentar
transformación. Ningún pez tiene una lengua que se pueda extender, pero anfibios como

354
los sapos sí tienen esa clase de lengua. Además, los ojos de los anfibios pueden
parpadear, puesto que tienen una membrana que hacen pasar sobre los ojos para
mantenerlos limpios. Se han hecho grandes esfuerzos para conectar a los anfibios con
algún antecesor entre los peces, pero no se ha tenido éxito en esto. Un candidato
favorito había sido el pez pulmonado, puesto que, además de branquias, tiene una vejiga
natatoria que se puede usar para respirar cuando el pez está temporalmente fuera del
agua. Dice el libro “The Fisches”: “Es tentador pensar que pudiera tener alguna
conexión directa con los anfibios que condujeron a los vertebrados que viven en tierra.
Pero no la tienen; no son un grupo enteramente separado”. David Attenborough
elimina, a este respecto, tanto el pez pulmonado como el celacanto “porque los huesos
de sus cráneos son tan diferentes de los primeros anfibios fósiles que una forma no
puede haberse derivado de la otra”. El tratar de establecer un puente que salvara la
laguna que existe entre el anfibio y el reptil saca a la luz otros problemas serios. Uno
extremadamente difícil es el del origen del huevo con cascarón. Las criaturas anteriores
a los reptiles ponían sus huevos blandos y semejantes a jalea en el agua, donde los
huevos eran fertilizados externamente. Los reptiles viven en tierra y colocan sus huevos
en tierra, pero con todo, los embriones en desarrollo dentro de ellos tienen que estar en
un ambiente acuoso. El huevo con cascarón era la respuesta. Pero esto también exigía
un cambio de gran magnitud en el proceso de fertilización: Exigía fertilización interna,
antes que el huevo fuera rodeado por un cascarón. El lograr esto envolvía nuevos
órganos sexuales, nuevos procedimientos de cópula y nuevos instintos… todo lo cual
constituye una enorme laguna entre el anfibio y el reptil. El encerrar el huevo en un
cascarón hacía necesarios otros cambios notables para que fuera posible el desarrollo de
un reptil y finalmente, su liberación desde el cascarón. Por ejemplo, dentro del cascarón
se necesitan varias membranas y sacos tales como el amnios. Esta membrana retiene el
fluido en el cual crece el embrión. La obra “The Reptiles” describe otra membrana
llamada el alantoides. El alantoides recibe y almacena los desperdicios embriónicos, al
servir a manera de vejiga. También tiene vasos sanguíneos que recogen el oxígeno que
pasa a través del cascarón y lo conducen al embrión. La evolución no ha dado cuenta de
otras complejas diferencias implicadas. Los embriones que se hallan en los huevos de
los peces y de los anfibios expelen al agua que los rodea sus desperdicios en forma de
urea, una sustancia soluble. Pero la urea dentro de los huevos con cascarón de los
reptiles mataría a los embriones. Por eso, en el huevo con cascarón se efectúa un gran
cambio químico: Los desperdicios, ácido úrico insoluble se almacena dentro de la
membrana alantoides, la yema del huevo es alimento para el embrión reptil en
desarrollo, algo que le permite desarrollarse a plenitud antes de salir del cascarón, a
diferencia de los anfibios, que no salen del huevo en la forma adulta. Y para salir del
cascarón, el embrión se distingue por tener un “diente” que le es útil para salir de su
prisión. Se necesita mucho más que esto para salvar la laguna que existe entre el anfibio
y el reptil, pero estos ejemplos muestran lo imposible que es que el azar sin dirección dé
cuenta de todos los muchos y complejos cambios que se necesitan para salvar esa
amplia laguna. No sorprende el que el evolucionista Archie Carr se lamentara de este
modo: “Uno de los rasgos frustrantes del registro fósil relacionado con la historia de
los vertebrados es lo poco que muestra acerca de la evolución de los reptiles durante
sus mismos primeros días, cuando estaba desarrollando el huevo con cascarón”…

* * *

Con frecuencia se ha dicho que por lo menos el caballo es un ejemplo clásico de


evolución que se halla en el registro fósil. Como declara The World Book Encyclopedia:

355
"Los caballos están entre los ejemplos mejor documentados del desarrollo evolutivo".
Las ilustraciones de esto comienza con un animal pequeñito y terminan con el caballo
de gran tamaño de hoy día. Pero ¿realmente tiene esto el apoyo de la prueba fósil?...
Encyclopedia Británnica comenta: "La evolución del caballo nunca fue en línea recta".
En otras palabras, en ningún lugar muestra la prueba fósil un desarrollo gradual desde el
animal pequeño hasta el caballo de gran tamaño. El evolucionista Hitching dice lo
siguiente acerca de este principal modelo evolutivo: "Pintado antes como sencillo y
directo, ahora es tan complicado que el aceptar una versión en lugar de otra es más
bien asunto de fe ciega que de selección racional. Eohipo, supuestamente el caballo
más primitivo, y del cual los expertos decían que se había extinguido mucho tiempo
atrás, y al cual conocíamos sólo mediante fósiles, puede en realidad estar vivo y
pasándolo bien y no ser siquiera un caballo... sino un tímido animal del tamaño de una
zorra llamado damán, que anda corriendo por la maleza africana"... El colocar al
pequeño eohipo como antepasado del caballo va más allá de lo imaginable,
especialmente en vista de lo que dice The New Evolutionary Timetable (El nuevo
horario evolutivo): "Se supuso por todas partes que el eohipo se había transformado
lentamente, pero con persistencia, en un animal más plenamente equino". Pero ¿apoyan
esta suposición los hechos reales? "La especie fósil de eohipo muestra poca indicación
de modificación evolutiva", contesta el libro. De modo que admite, en cuanto al registro
fósil, lo siguiente: “No documenta la historia completa de la familia del caballo". Por
eso, algunos científicos dicen ahora que el pequeño eohipo nunca fue un tipo de caballo
ni el antecesor de uno. Y cada tipo de fósil colocado en la línea del caballo mostró
notable estabilidad, de modo que no hay formas de transición entre ese tipo y otros de
los cuales se pensó que eran antepasados evolutivos. Tampoco debe ser sorprendente el
que haya fósiles de caballos de diferentes tamaños y formas. Aún hoy día los caballos
varían desde los pequeños hasta los grandes caballos de tiro. Todas son variedades
dentro de la familia del caballo.
Lo que manifiesta la prueba fósil sobre el origen de los organismos vivos es lo
siguiente:
Sobre el origen de la vida.- "Para por lo menos tres cuartas partes del libro de
las edades grabado en la corteza de la Tierra, las páginas se hallan en blanco" (The
World We Live In: El mundo que habitamos).
Sobre la vida pluricelular.- "La cantidad de animales pluricelulares que se
originaron, y si este paso ocurrió una sola vez o más, y de un sólo modo o más, siguen
siendo cuestiones difíciles y continuamente debatidas que están, a final de cuentas,
absolutamentesin respuesta" (Revista "Science").
"El registro fósil no contiene ningún rastro de estas etapas preliminares en el
desarrollo de los organismos pluricelulares" (Red Giants and White Dwarfs: Gigantes
rojas y enanas blancas).
Sobre la vida vegetal.- "La mayoría de los botánicos acuden al registro fósil
como la fuente de esclarecimientos. Pero no se ha descubierto tal ayuda. No hay indicio
de la ascendencia”. (The Natural History of Palms. La historia natural de las palmeras).
Sobre los insectos.- "El registro fósil no da ninguna información sobre el
origen de los insectos" (Encyclopedia Britannica). "No se conocen fósiles que muestren
cómo eran los insectos primitivos ancestrales" (The Insects: Los insectos).
Sobre los animales con vértebras.- "Sin embargo, los restos fósiles no dan
información sobre el origen de los vertebrados" (Encyclopedia Britannica).
Sobre los peces.- "Que nosotros sepamos, ningún "eslabón" unía a este animal
con cualquier forma de vida anterior. Los peces aparecieron, simplemente" (Maravillas
del Reino Animal).

356
Sobre la transformación de peces en anfibios.- "Probablemente nunca
sepamos precisamente cómo o por qué hicieron esto” (The Fishes).
Sobre la transformación de anfibios en reptiles.- "Uno de los rasgos
frustrantes del registro fósil de la historia de los vertebrados es lo poco que muestra
acerca de la evolución de los reptiles durante sus primeros días, cuando se
desarrollaba el huevo con cascarón" (The Reptiles).
Sobre la transformación de reptiles en mamíferos.- "No hay eslabón perdido
que enlace los mamíferos con los reptiles" (The Reptiles). "Los fósiles, lamentablemente
revelan muy poco acerca de las criaturas que nosotros consideramos los primeros
mamíferos en sentido verdadero" (The Mammals: Los Mamíferos).
Sobre la transformación de reptiles en aves.- "Peor documentación aún está
la transición de reptiles a aves" (Processes of Organic Evolution: Procesos de la
evolución orgánica).
"Todavía no se ha hallado ningún fósil de tal reptil parecido a ave" (The World
Book Encyclopedia).
Sobre los antropoides.- "Lamentablemente el registro fósil que habría de hacer
posible que determináramos la aparición de los antropoides todavía está
desesperadamente incompleto" (The Primates). "Por ejemplo, los antropoides
modernos dan la impresión de no tener fuente de origen. No tienen ayer, ni registro
fósil" (Revista Science Digest).
De los antropoides al hombre.-"Ningún fósil ni otra prueba física establece
conexión directa entre el hombre y el antropoide" (Revista Science Digest).
"La familia humana no consiste en una sola línea de descendencia que conduzca
desde una forma simiesca hasta nuestra especie" (The New Evolutionary Timetable: El
nuevo horario evolutivo)...

* * *

Cuando dejamos que el registro fósil hable, su testimonio no va orientado hacia


la evolución. En vez de eso, el testimonio del registro fósil va orientado hacia la
creación. Muestra que muchos diferentes tipos o géneros de organismos vivos
aparecieron de súbito. Aunque hubo gran variedad dentro de cada género, estos no
tuvieron eslabones con antepasados evolutivos que hubieran existido antes de ellos.
Tampoco tuvieron evolutivos que los conectaran con tipos diferentes de organismos
vivos que vinieron después de ellos. Diversas clases de organismos vivos existieron con
poco cambio por largos espacios de tiempo antes que algunas de ellas se extinguieran,
mientras que otras sobreviven hasta nuestros días. "El concepto de la evolución no
puede ser considerado como explicación científica sólida para la presencia de las
diversas formas de vida", es la conclusión a que llega el evolucionista Edmundo Samuel
en su libro "Order In life": Orden en la vida. ¿Por qué no? Él añade: "Ningún análisis
cuidadoso de la distribución biogeográfica ni del registro fósil puede apoyar
directamente la evolución"
De esto claramente se desprende que un investigador imparcial llegaría a la
conclusión de que los fósiles no apoyan la teoría de la evolución. Por otra parte, la
prueba fósil sí da sólido peso a los argumentos a favor de la creación. Como declaró el
zoólogo Coffin: "Para los científicos, los fósiles, pruebas de la vida del pasado,
constituyen el último y final tribunal de apelaciones, porque el registro fósil es la única
historia auténtica de la vida a disposición de la ciencia. Si esta historia fósil no
concuerda con la teoría evolucionista, y hemos visto que no lo hace, ¿qué enseña? Nos
dice que las plantas y los animales fueron creados en sus formas básicas. Los datos

357
básicos del registro fósil apoyan la creación, no la evolución". El astrónomo Carl
Sagan reconoció lo siguiente en su libro "Cosmos": "La prueba fósil pudiera ser
consecuente con la idea de un Gran Diseñador"...

* * *

En las capas que se hallan encima de aquella "explosión" de vida del Cámbrico,
el testimonio del registro fósil sigue siendo, vez tras vez, el mismo: De súbito aparecen
nuevas clases de animales y nuevos géneros de plantas, sin conexión con lo que hubo
antes de ellos. Y una vez que aparecen en el escenario, continúan con poco cambio. The
New Evolutionary Timetable: El nuevo horario evolutivo, declara: "El registro fósil
ahora revela que las especies sobreviven típicamente por cien mil generaciones, o hasta
un millón o más, sin evolucionar mucho. Después de sus orígenes, la mayoría de las
especies experimentan poca evolución antes de extinguirse". Por ejemplo, los insectos
aparecieron en el registro fósil de manera súbita y en gran cantidad, sin antepasados
evolutivos. Y no han cambiado mucho hasta este mismo día. En cuanto al hallazgo de
una mosca fósil de la cual se dijo que tenía "cuarenta millones de años de edad", el Dr.
George Poinar, Jr., dijo: "La anatomía interna de esas criaturas es sorprendentemente
similar a lo que se halla en las moscas hoy día. Las alas y las patas y la cabeza, y hasta
las células internas, tienen apariencia muy moderna". Y un informe en el periódico
"The Globe and Mail", de Toronto, Canadá, comentó: "En cuarenta millones de años de
luchar por ascender evolutivamente, no han logrado casi ningún progreso discernible".
Un cuadro similar existe en cuanto a las plantas. En las rocas se hallan hojas fósiles de
muchos árboles y arbustos que difieren muy poco de las hojas de los mismos tipos de
plantas de hoy: roble, nogal, pacana, la uva, la magnolia, la palmera y muchas otras
plantas. El mismo patrón sigue los géneros de la vida animal. Los antepasados de los
que viven hoy aparecen en el registro fósil súbitamente, con gran parecido a sus formas
correspondientes de hoy. Hay muchas variaciones, pero es fácil identificar a todas estas
formas como el mismo grupo o "género". La revista "Discover" señala uno de estos
ejemplos: "El cangrejo bayoneta ha existido en la Tierra casi sin cambio alguno
durante doscientos millones de años". Las formas que se extinguieron también
siguieron el mismo patrón. Por ejemplo, los dinosaurios aparecen de repente en el
registro fósil, sin eslabones con antecesores que los precedieran. Se multiplicaron en
gran manera, y entonces se extinguieron. Sobre este punto, el Bulletin del Museo Field
de Historia Natural, de Chicago, (USA), declara: "En la secuencia, las especies
aparecen muy de súbito, muestran poco o ningún cambio durante su existencia en el
registro, y entonces, abruptamente, salen del registro. Y no siempre está claro, de
hecho, rara vez está claro el que los descendientes en realidad estuvieran mejor
adaptados que sus predecesores. En otras palabras, es difícil hallar mejora biológica".
Otra dificultad para la evolución es el hecho de que en ningún lugar en el registro fósil
se hallan huesos u órganos parcialmente formados que pudieran considerarse el
principio de un nuevo rasgo. Por ejemplo, hay fósiles de varios tipos de criaturas
aladas... aves, murciélagos, pterodáctilos extintos. Según la teoría evolucionista, estos
tendrían que haber evolucionado de antecesores de transición. Pero no se ha hallado
ninguna de esas formas de transición. No hay indicio alguno de ellas. ¿Hay fósiles de
jirafas cuyos cuellos tengan dos terceras o tres cuartas partes de la longitud que tienen
ahora?... ¿Hay fósiles de aves que estén evolucionando un pico de la quijada de un
reptil?... ¿Hay indicación fósil alguna de peces que estén desarrollando una pelvis de
anfibio o de aletas de pez que estén convirtiéndose en las patas, pies y dedos de los

358
anfibios?... La realidad es que la búsqueda de tales rasgos en desarrollo en e1 registro
fósil ha resultado infructífera.
La revista científica "New Scientíst", señaló que la evolución "predice que un
registro fósil completo consistiría en linajes de organismos que mostraran cambio
gradual continuamente durante largos espacios de tiempo". Pero admitió lo siguiente:
“Lamentablemente, el registro fósil no presenta esto que se esperaba, pues rara vez
están conectadas unas con otras las especies individuales de fósiles mediante formas
intermedias conocidas. Las especies fósiles conocidas en realidad dan la apariencia de
no evolucionar ni siquiera durante millones de años"... Y el genetista Stebbins escribe:
"No se conocen formas de transición entre ninguno de los grandes filones de animales o
plantas". "De hecho -reconoce "The New Evolutionary Timetable- El nuevo horario
evolutivo -el registro fósil- no documenta convincentemente ni siquiera una transición
de una especie a otra. Además, las especies duraron por espacios de tiempo
asombrosamente largos". Esto concuerda con el extenso estudio efectuado por la
Sociedad Geológica de Londres y la Asociación Paleontológica de Inglaterra. John N.
Moore, profesor de Ciencias Naturales, informó lo siguiente acerca de los resultados:
"Unos 120 científicos, todos especialistas, prepararon 30 capítulos en una obra
monumental de más de 800 páginas para presentar el registro fósil de plantas y
animales dividido en aproximadamente 2.500 grupos. ¡Se muestra que cada gran grupo
de formas o clases de plantas y animales tiene una historia separada y distinta de todos
los demás grandes grupos de formas o clases! Grupos de plantas y animales aparecen
súbitamente en el registro fósil. Ballenas, murciélagos, caballos, primates, liebres,
ardillas, y así por el estilo, todas estas formas son tan distintas al aparecer por primera
vez como lo son ahora. No hay ningún vestigio de un antecesor común, ni mucho menos
de un eslabón con algún reptil, el supuesto progenitor". Moore añadió "Muy
probablemente no se han hallado formas de transición en el registro fósil porque no
existen en absoluto formas de transición en etapa fósil. Muy probablemente nunca han
ocurrido transiciones entre las clases animales y/o transiciones entre las clases de vida
vegetal".
Como se ve, lo que era cierto en el tiempo de Darwin es igualmente cierto hoy
día. Lo que indica el registro fósil todavía está en la condición que describió el zoólogo
D'Árcy Thompson unos años atrás en su libro "On Growth and Form" (Sobre el
crecimiento y la forma": "La evolución darvinista no nos ha enseñado cómo las aves
descienden de los reptiles, los mamíferos de cuadrúpedos anteriores, los cuadrúpedos
de los peces, ni los vertebrados de la rama invertebrada. Buscar piedras de paso a
través de las lagunas que hay entre ellos es buscar en vano, para siempre"...

* * *

La evolución es una teoría inventada por los ateos para negar a Dios. Hay
muchas “pruebas", que los evolucionistas quieren hacernos pasar por pruebas
verdaderas, pero que son falsas. Según ellos estas "pruebas", falsas, ratifican,
demuestran, la evolución, pero en e1 fondo son trucajes: falseamientos, pruebas falsas,
presentadas para demostrar lo indemostrable: la teoría de la evolución, Un examen
crítico de las evidencias destaca lo muy especulativo de las teorías evolucionistas,
basadas sobre una evidencia fósil inadecuada, y revela las dudosas circunstancias que
rodean los descubrimientos de estas "evidencias". Así podemos repasar las siguientes
pruebas, falsas, presentadas por los evolucionistas como verdaderas:

359
Piltdown. - El considerable cuerpo de verdadera evidencia de este fósil, poco
difundida, indica que el sospechoso más probable del fraude es Teilhard de Chardin. La
acusación del profesor Douglas, así corno la implicación del Museo Británico de
Historia Natural en la planificación y la ejecución del fraude así lo hacen ver.
La "evidencia" de los hombres simios. - Es muy dudosa la naturaleza
sumamente especulativa con respecto a los "hombres-simios", y la forma presuntuosa en
que se presenta...
Homos sapiens antiguos. - Su existencia en estratos más profundos que los de
los "homo-simios" y las superficiales razones dadas por los expertos para tratar de
justificar su rechazo nos hacen ver un ocultamiento de pruebas palpables de la falsedad
de la teoría evolucionista
El hombre de Pekín - Este es otro fraude evolucionista basado en los siguientes
detalles:
-La virtual supresión del conocimiento de un montón de cenizas de 8 metros de
profundidad, de herramientas, de huesos y otras evidencias de habitación humana, por
parte de los expertos en China, lo que demostraría que el hombre, normal y corriente,
era más antiguo que el "Hombre de Pekín".
-La aparición, y "desaparición" rápida... en 13 días, de 10 esqueletos, modernos,
más antiguos que el "Hombre de Pekín"…
-Detalles del descubrimiento posterior de esqueletos humanos (más antiguos que
el “Hombre de Pekín") adicionales, ocultados durante 5 años...
-Cráneos simianos reconstruidos con características humanas sin base para ello...
-La investigación de la desaparición de los fósiles en la época de Pearl Harbour
hallados por los japoneses y pasados a los americanos al finalizar la guerra, sólo para
volver a desaparecer…
El hombre de Java.- Son pruebas de su falsa conexión con el hombre los
siguientes detalles:
-La ocultación de cráneos humanos normales (hallados en la misma fosa que el
“Hombre de Java”) durante 30 años por parte de Dubois.
-La falsificación de ilustraciones científicas por parte del partidario de Dubois, el
profesor Haeckel.
-Las “extrañas" circunstancias del descubrimiento de más "evidencias" fósiles
del “Hombre de Java"…
El hombre de Neanderthal.- Muestran la inexacta conexión del simio con el
hombre el hecho de que se ha comprobado perfectamente que el "Hombre de
Neanderthal", en vez de ser el antecesor del hombre, era simplemente de hombres que
sufrían raquitismo, artritis y sífilis, haciendo estas enfermedades que sus esqueletos se
deformaran adoptando formas simiescas, pero sin tener relación alguna con el simio,
sino simples esqueletos de hombres enfermos.
Los hombres "simios" africanos.- Muestra su falsedad la admisión por parte
de varios expertos de que estos fósiles son simplemente simios carentes de
características humanas.
Rodolfo oriental. - El hombre "1470" de Richard Leakey no era un simio
antecesor del hombre sino un simple cráneo humano. Este cráneo, este descubrimiento,
era perturbador para las teorías evolucionistas, pues demostraban que el hombre normal
era contemporáneo del supuesto antecesor simiesco del hombre... Sin embargo, esta
muestra, esta prueba verdadera de lo fantasioso de la teoría evolucionista "desapareció"
(la hicieron desaparecer los evolucionistas)...

360
Hadar (Etiopía). -Es una pobre colección de fósiles de D.C. Johanson, que está
solamente constituida por restos de simios.
Laetolil-Mary Leaky descubrió pisadas de 3,6 millones de años de antigüedad
que son evidentemente de seres humanos como los actuales... También se encontraron
en América la evidencia de pisadas semejantes, humanas, junto a huellas de
dinosaurios...
En definitiva, todo esto demuestra la falsedad de la evidencia fósil en favor de
los hombres-simios y cómo el sistema científico evolucionista establecido ha suprimido,
sin más, la publicación de evidencias, indeseables para su teoría, pero verdaderas,
porque desmoronan y destruyen su falsa teoría evolucionista... Por otro lado, el hecho
de que aparezcan huellas de hombres normales y corrientes, junto a dinosaurios, nos
indica que los dinosaurios no fueron anteriores al hombre, sino contemporáneos. Estos
animales, los dinosaurios, y demás especies gigantescas, eran los antes llamados
"animales antediluvianos"... Y los fósiles, la Geología y la Paleontología… verdadera,
no la manipulada por los evolucionistas, dan la razón: los dinosaurios fueron destruidos
por el Diluvio Universal que narra la Biblia, que no fue un cuento de hadas, sino una
realidad histórica avalada por la verdadera Ciencia.
Todo fue creado por Dios, es lo que nos dice la Ciencia, todo fue hecho por un
Creador, de forma instantánea, como nos narra la Biblia, sin evolución alguna.

* * *

Desde la publicación, en 1859, de “El origen de las especies” de Darwin, el


hombre ha estado intentando descubrirse los posibles lazos entre él y el mundo animal.
Se han gastado inmensas cantidades de dinero, tanto directamente en expediciones y
excavaciones como indirectamente en investigaciones sobre los fósiles resultantes, en el
esfuerzo de establecer este vital enlace. Pero a pesar de todo este esfuerzo, existe
solamente una colección muy pequeña que apoye los varios “eslabones perdidos”, cuyas
credenciales no resisten un examen verdaderamente científico. En museos de todo el
mundo se les presenta confiadamente a los visitantes “reconstrucciones” de cuerpo
entero de los antecesores simios del hombre… antecesores que jamás han existido, y
que ellos, sin pruebas fehacientes, han construido ayudados de su fantasía. Los
estudiantes contemplan reconstrucciones de varios hombres-simios… las ejecutadas por
artistas, pero pocas personas saben que estas visualizaciones se hallan basadas en un
mero puñado de huesos sin base científica para catalogarlos como pertenecientes a
hipotéticos antecesores del hombre. Puede que para muchos sea una sorpresa que los
modelos aparentemente tan reales y llenos de vida se basen solamente en unos pocos
huesos fósiles sin base alguna paleontológica que atestigüe ser de simios antecesores del
hombre. Tales reconstrucciones dependen principalmente de la imaginación del
modelador de turno… Así, por ejemplo, las antiguas reconstrucciones de rostros,
modeladas sobre el cráneo de La Chapelle-aux-Saints, recibieron una apariencia
simiesca, en tanto que podría recibir la apariencia de un hombre moderno actual igual
de bien. Muestran con claridad estas reconstrucciones que pueden ser modeladas según
el “gusto” del modelador, no la reconstrucción verdaderamente científica según las
pruebas halladas, y si el artista es evolucionista, o pagado por evolucionistas…
tendremos un hombre-simio, en vez de un hombre normal… En una caja de vidrio en
Viena se halla el molde de la cabeza de un hombre, que tenía el cuello grueso y la
sobresaliente nuca que tantos alemanes poseen, conocida como Steilkopf. Uno habría
esperado que el cráneo del dueño original fuera grueso y corto, y con características
pesadas. El cráneo verdadero del individuo, no obstante, se exhibía al lado, y era de

361
apariencia delicada, y bastante estrecho. Los comentarios a las reconstrucciones se
aplican también a los dibujos.
Cuando se le pide a un artista que represente las características de un miembro
del árbol genealógico del “eslabón perdido”, ejercita un grado similar de imaginación.
En el “cascanueces” (“Zinjanthropus boisei”) el cráneo, que estaba incompleto, se
reconstruyó a partir de 400 fragmentos... Con tantos fragmentos que reunir y encajar, es
evidente la dificultad de asegurar que la forma haya sido reconstruida con precisión. Las
diferentes interpretaciones ponen en claro que dependen totalmente de la imaginación
del artista que no se basa en evidencia científica alguna. El “Hombre de Nebraska”
(“Hesperopithecus”) es un caso clásico de excesiva imaginación. En 1922, W. J.
Bryan, un político de Nebraska, estaba haciendo campaña en los tribunales en contra de
que se les enseñase a los niños en las escuelas que provenían de los simios H. F.
Osborn, director del Museo Americano de Historia Natural, recibió un diente de un tal
señor Cook, que lo había hallado en depósitos de Plioceno en Nebraska. Osborn
consideró que tenía características que eran mezcla de humano, de chimpancé y de
Pitecántropos, y sobre esta evidencia declaró que se trataba de otro “eslabón perdido”,
al que llamó “Hesperopithecus”. Afirmó él: “…La Tierra le habló a Bryan desde su
propio estado de Nebraska. El diente del “hesperopithecus” es como la voz suave y
apacible. Su sonido no es fácil de oír en absoluto… Este pequeño diente habla verdades
que llenarían libros, al dar evidencia de la descendencia del hombre procedente del
simio…” Y todo ello, añadimos, nosotros, sin base científica alguna para confirmarlo…
En Inglaterra, Sir Grafton Elliot Smith, F. R. S. profesor de Anatomía en Manchester,
apoyó totalmente a Osborn. El “Ilustrated London News” publicó una reconstrucción
del “Hesperopithecus”. No obstante, la investigación posterior demostró que el diente
no era de ningún hombre, sino de una forma extinta de cerdo…
No fue mucha la publicidad que se le dio al descubrimiento de este error
fundamental…
Todo esto nos muestra, cómo aunque se gaste mucho tiempo y dinero en buscar
el “eslabón perdido” entre el hombre y el mono, según la teoría evolucionista, no se
encontrará jamás, porque no existe tal eslabón perdido: el hombre, como dice la Biblia,
fue creado directamente por Dios. La evolución es una teoría falsa que se han inventado
los ateos para negar a Dios.

* * *

La tentación de añadir un rostro a un cráneo antiguo es muy grande en los


evolucionistas, empeñados en hallar el "eslabón perdido" entre el simio y el hombre…
Eslabón que no existe, pues, como dice la Biblia, el hombre fue creado
independientemente de los otros animales, en estado adulto y perfecto. Pero ellos, los
evolucionistas, en su afán de negarle a Dios su papel directivo en la Creación, hacen
todo lo posible por hallar pruebas de su falsa teoría evolucionista, pruebas que jamás
hallarán, pues no existen. Boule y Vallois critican estos esfuerzos evolucionistas en
"Fossil Men", como no siendo más que un "pasatiempo y juegos", pero admiten haber
hecho un esfuerzo de reconstruir el rostro de un Neanderthal y haber dado una
fotografía del resultado. La aceptación de estas reconstrucciones por parte del público
(como las mencionadas) es comprensible en vista de la ignorancia general de las bases
sobre las que se hacen. Escribiendo acerca del hombre de Java (Pitecántropos erectus),
G. K. Ghesterton dijo una vez: "... la gente hablaba del "pitecántropos" como de Pitt o
Fox o Napoleón. Las historias populares publicaban retratos de él como los retratos de
Carlos I o de Jorge IV. Se reprodujo un dibujo de él cuidadosamente sombreado, para

362
mostrar que los mismísimos cabellos de su cabeza estaban todos contados. Ninguna
persona que no estuviera previamente informada, al contemplar su rostro
cuidadosamente delineado, podría imaginar por un solo momento que se trataba del
retrato de un fémur, de unos pocos dientes y del fragmento de un cráneo"... A fin de
evaluar cuán cercano puede estar un cráneo fósil al del hombre moderno, generalmente
se comparan sus capacidades cerebrales. La capacidad promedio del cráneo humano es
de 1350 cc. para la mujer, y 1500 cc. para el hombre, en tanto que para los simios
modernos la cifra es de aproximadamente 500 cc. Así, se puede situar cualquier tipo
intermedio entre estas cifras. No obstante, es insatisfactorio hacer de la capacidad
cerebral la base de las comparaciones, por las siguientes razones:
A) Aunque la capacidad cerebral media del hombre es de alrededor de 1400cc.
el margen real de variación es muy amplio. Los aborígenes australianos pueden tener
capacidades cerebrales tan bajas como 830 cc. En tanto que las dos mayores
capacidades cerebrales conocidas, de 2800 cc. pertenecieron a un idiota y a un senador
de los EE.UU....
B) El hombre no posee el cerebro más grande del mundo animal, siendo
mayores los de la ballena, delfín y elefante. Aunque tienen cerebros de mayor tamaño,
no exhiben la capacidad mental más elevada del hombre. Además, la realidad es que el
hombre de Neanderthal tenía una capacidad cerebral promedio mayor a la del hombre
moderno. Por ello, sería de esperarse que fuera más inteligente que el hombre moderno,
y por ende más capaz de sobrevivir. No obstante, el hombre de Neanderthal desaparece
de la Historia sin razones evidentes del por qué. Al considerar esta paradoja, las
autoridades científicas evolucionistas la explican generalmente diciendo que un cerebro
mayor no implica necesariamente una mayor inteligencia. A pesar de ello se utiliza la
falsa base de que la capacidad craneal sí es una medida de inteligencia como factor
básico para posicionar en la escala entre los simios y el hombre... Así, se nos pide que
creamos que la correlación entre tamaño e inteligencia se aplica a cráneos más pequeños
que los del hombre, ¡pero no a los más grandes!... las bases se cambian de forma
transparente para que encajen en una teoría predeterminada: la evolucionista y no en las
demás, con más base científica que la evolución...

* * *

Un factor importante en la determinación de la capacidad cerebral de los cráneos


fósiles que están rotos o incompletos, es la precisión con que se encajan los fragmentos.
Incluso errores muy pequeños en el posicionamiento de los fragmentos o de la
estimación de la forma pueden llevar a errores muy grandes en las medidas del volumen
del cerebro. Se sabe bien que el doblar las dimensiones de una forma regular, digamos
una esfera o un cubo, incrementa el volumen 8 veces. Igualmente, si se incrementan las
dimensiones por, digamos, sólo un diez por ciento, el volumen aumenta un 33 por
ciento. Esto indica cambio en volumen debido a un ligero cambio en las dimensiones.
Consideremos el cráneo como aproximadamente en forma de semiesfera, roto en
fragmentos de aproximadamente 25 mm. de lado. Si estos fragmentos se posicionan
incorrectamente con una separación de sólo 1 mm. entre cada fragmento, el volumen
sería un 12 % demasiado grande. Si la separación fuera de 2 mm. el volumen sería un
26 % demasiado grande… Este aspecto de la reconstrucción de cráneos es importante,
porque muy a menudo solamente se hallan fragmentos pequeños y rotos de un cráneo.
Estos fragmentos pueden encajarse, pero para las áreas de cráneo para las que no hay
fósiles disponibles, se tiene que suponer la forma. Como hemos señalado, cualquier
inexactitud en estas asunciones tendrá un efecto considerable sobre la capacidad

363
cerebral del cráneo, haciéndolo o demasiado mayor o menor de lo que debiera ser.
Tomando en cuenta la capacidad del cerebro (que no siempre mayor volumen supone
mayor inteligencia) y la dificultad de estimar el volumen de los cráneos fósiles la
localización precisa de cualquier eslabón particular fósil en la escala entre simios y
hombres se hace totalmente arbitraria. Un fósil cuya capacidad cerebral estuviera en
1000 cc. podría asignarse a una etapa intermedia entre los 500 cc. de los simios, o
alternativamente se podría clasificar como un cráneo humano pequeño. Incluso en la
actualidad hay un pequeño número de personas totalmente normales que poseen
capacidades tan bajas como ésta. Hay también motivos subconscientes para introducir
fraudes y falsificaciones en los hallazgos de fósiles… Un investigador puede pasar una
cantidad considerable de años en condiciones muy arduas con la esperanza de hallar un
eslabón fósil importante. Al descubrir, digamos, unos cuantos fragmentos de un cráneo
muy simiesco, uno puede bien imaginarse, e incluso sentir simpatía, su deseo de
destacar incluso las más pequeñas características humanas que pueda poseer. Bajo tales
circunstancias, el impulso subconsciente a exagerar la capacidad craneana sería muy
poderoso, en particular cuando se tienen que hacer afirmaciones con respecto a la forma
del cráneo completo. Un científico no puede pretender hallarse más libre de ambición
profesional que otro hombre. El deseo por el prestigio de hallar un eslabón fósil podría
nublar su recto juicio… Similarmente, si se halla un cráneo de apariencia humana, se le
podrá dar indebida prominencia a todas las características simiescas… Se puede
entonces hacer la premisa de que, ya que tiene algunas características primitivas, la
capacidad cerebral seria probablemente pequeña, a continuación de lo cual toda
reconstrucción que pueda demandar el cráneo seria subconscientemente adaptada a tal
forma. En muchos informes de fósiles, se asigna considerable importancia a la
capacidad medida del cerebro, pero siempre se debería tener presente la infiabilidad de
esta norma, en sus varios aspectos, cuando se considera este tema. Con esto lo que
queremos decir es que muchas “pruebas” que los evolucionistas presentan como
evidencias de la evolución no tienen base científica alguna para ser tomadas en cuenta,
pues tras ellas hay “trampas” inexactitudes, fraudulencias…

* * *

La garganta de Olduvai (a 160 kilómetros del monte Kilimanjaro) fue explorada


por primera vez en 1913 por el doctor Reck, que descubrió formas gigantes de animales
incluyendo simios… y más importante, un esqueleto humano moderno. Este último
hallazgo fue examinado críticamente en vista de la temprana edad asignada a este
estrato. Reck volvió a visitar el lugar en 1931, y con él iba el doctor L. S. B. Leakey,
que continuó explorando este lugar y otros en el área durante otros treinta años. En
1932, Leakey descubrió fragmentos de un cráneo humano moderno en Kanjera y la
parte frontal de una mandíbula inferior en Kanam, que afirmó era del Pleistoceno
anterior. De nuevo, una datación tan temprana del Homo sapiens, hizo que quedaran
sometidos a una estrecha investigación… Si por el contrario, estos restos hubieran
favorecido, aunque hubiera sido hipotéticamente, a la evolución, hubieran sido
admitidos sin más pruebas exhaustivas… Aquí se ve la manipulación que sufren los
hallazgos de fósiles con tal de demostrar lo indemostrable: la teoría de la evolución.
En 1961 se hallaron fragmentos de un gran cráneo. No era diferente del
Pitecántropos pero tenía una parecido considerable al cráneo de Steinheim
(Neanderthal). De nuevo, el cráneo y los instrumentos “Chelleanos” que se hallaron
con él son sorprendentemente avanzados para el estrato Villafranchiense temprano en
que se descubrieron… Lo que demuestra que el hombre no es tan “moderno” como los

364
evolucionistas creen, sino que, como dice la Biblia, tanto el hombre como los animales
son contemporáneos, de la misma época, sin que ninguno proceda del otro. Tanto en las
capas I y II se hallaron numerosas piedras esféricas, burdamente conformadas en las
capas inferiores y esferas casi perfectas en los estratos superiores. Leakey consideraba
que era probable que hubieran sido utilizadas como boleadoras. Supone una habilidad
que sobrepasa al simio en la confección, en la construcción de estos artefactos. Es difícil
aceptar este nivel de capacidad en unos antecesores tan simios, y consideramos que
estas piedras boleadoras constituyen evidencia adicional de la temprana existencia del
hombre. En Oloegeslie, Leakey halló una cantidad de bolas de piedra aisladas, y por lo
menos doce juegos de ellas se hallaban agrupados en tríos. Es evidente que se trataba de
boleadoras, pero se dijo que esta agrupación era probablemente fortuita… ¿Por qué?
Porque desmentía la teoría evolucionista…y confirmaban la creación directa del hombre
por Dios.
Durante su exploración de la Garganta de Olduvai en 1913, el profesor Hans
Reck descubrió un esqueleto humano completo en un estrato que contenía muchos
fósiles de animales extintos. Se dio cuenta del descubrimiento y queda claro del informe
que escribió al volver a Alemania, que se tomó mucho cuidado en comprobar que no se
trataba de una sepultura intrusiva. El esqueleto estaba prácticamente completo, yaciendo
horizontalmente, paralelo con las capas en los estratos en la parte superior de la tierra.
Había quedado tan fuertemente fijado a los estratos que rodeaban que tuvo que ser
extraído con ayuda de un martillo, cincel y clavo, exactamente como se extrajeron los
fósiles de animales que lo circundaban. Las capas eran todas de la misma dureza en los
cuatro costados y eran continuas con las capas en los estratos principales. Este no sería
el caso si el esqueleto hubiera sido enterrado después, porque hubieran mostrado signos
de perturbación Tanto el esqueleto como el estrato fueron depositados simultáneamente
en el pasado remoto. Esto demuestra que el Homo sapiens existía en las edades primeras
y la forma insatisfactoria en que este esqueleto fue despreciado suscita más cuestiones
que las que pretende responder… ya que pone al descubierto la manipulación de los
evolucionistas, que, anticientíficamente, apartan lo que no sirve para su errada teoría de
que el hombre procede del mono.

* * *

En su libro “Red Giants and White Dwarfs” (Gigantes rojas y enanas blancas),
Robert Jastrow declara: “En alguna ocasión en los primeros mil millones de años, la
vida apareció en la superficie de la Tierra. Lentamente, según indica el registro fósil,
los organismos vivos fueron ascendiendo desde formas simples hasta formas más
avanzadas”. De esta descripción, uno esperaría que el registro fósil hubiera verificado
una evolución lenta desde las primeras formas de vida “simples” hasta las complejas.
Sin embargo, el mismo libro dice “Los críticos primeros mil millones de años, durante
los cuales la vida empezó, son páginas en blanco en la historia de la Tierra… Además
¿pueden verdaderamente ser descritos como “simples” los primeros tipos de vida?...
La mayor parte de la complejidad bioquímica de la vida ya estaba presente al tiempo
de la formación de las más antiguas rocas de la superficie de la Tierra”. Desde este
principio, ¿puede hallarse prueba alguna que verifique que los organismos de una sola
célula evolucionaran hasta formar los de muchas células, o pluricelulares? “El registro
fósil no contiene vestigios algunos de estas etapas preliminares en el desarrollo de los
organismos pluricelulares”, dice Jastrow. En vez de que eso sea cierto, él declara: “El
registro de las rocas contiene muy poco, aparte de bacterias y plantas unicelulares,
hasta que, hace aproximadamente mil millones de años, después de unos tres mil

365
millones de años de progreso invisible, aconteció un suceso de gran trascendencia:
aparecieron en la Tierra las primeras criaturas compuestas de muchas células”. Así al
comienzo de lo que se llama el período cámbrico, el registro fósil presenta un dramático
e inexplicado cambio… En este tiempo aparece tan súbitamente una gran variedad de
criaturas marinas, plenamente desarrolladas, complejas, muchas con fuertes
caparazones, que suele hacerse referencia a este tiempo como el de una “explosión” de
organismos vivos. “A View of life”, (Una vista de la vida), lo describe así:
“Comenzando a la base del período cámbrico, y extendiéndose por unos diez millones
de años, todos los grupos principales de invertebrados “esqueletizados” se presentaron
por primera vez en el más espectacular aumento de diversidad que haya acontecido
sobre nuestro planeta”. Aparecieron caracoles, esponjas, estrellas, animales parecidos a
langostas llamados trilobites, y muchas otras criaturas marinas complejas. Es interesante
el hecho de que el mismo libro señala lo siguiente: “De hecho algunos trilobites
extintos desarrollaron ojos más complejos y eficaces de los que posee cualquier
artrópodo viviente”.

* * *

Cuando los evolucionistas hallan un fósil que no se ajusta a sus premisas


evolutivas, ya lo hemos comentado antes, aunque el fósil sea legal, genuino, ellos, los
evolucionistas, no lo aceptan porque contradice su errada teoría evolucionista… Y los
rechazan sin base científica para ello…
En 1860, el profesor Regazzoni estaba buscando conchas fósiles del Plioceno en
una hoya en Castenedolo, Italia, cuando descubrió, en la superficie de la hoya, partes de
un cráneo humano. Dándose cuenta de su significado, inspeccionó cuidadosamente los
estratos por encima de los fósiles, y no pudo hallar ninguna perturbación en la unión
entre ellos, cosa que hubiera indicado un enterramiento intrusivo. Buscó más, y halló
otros fragmentos de cráneo, pero cuando lo mostró a sus colegas, pocos de ellos lo
creyeron. No se halló nada más hasta 1880, cuando un amigo de Regazzoni excavó en la
hoya a unos 18 metros de los descubrimientos originales y halló en el mismo nivel los
restos fósiles dispersos de dos niños… Los dejó en posición para que Regazzoni los
inspeccionara, y de nuevo se comprobó que los estratos superiores estaban intactos. Más
tarde se descubrió el esqueleto de una mujer, cuyo cráneo tenía la misma capacidad que
la de las mujeres actuales… Más tarde, el profesor Sergi visitó al profesor Ragazzoni, y
después de investigar todo el caso se quedó convencido de que los hallazgos eran
genuinos. Ragazzoni pasó la custodia de los fósiles a Sergi, que no hizo mucho con
ellos, hasta 1912, cuando Sir Arthur Keith comentó acerca del descubrimiento de un
esqueleto moderno en Ipswich, en estratos del Plioceno. Los dos científicos tuvieron un
intercambio de correspondencia y ambos quedaron convencidos de que el hombre
moderno existió en tiempos del Plioceno. Sergi escribió un artículo en 1921, en el que
confirma sus propias conclusiones anteriores y pone el caso al día. A pesar de toda esta
evidencia, son pocos los científicos que mencionan estos dos fósiles y otros similares
considerados más adelante, en sus libros. En verdad, debido a un interesante giro de
lógica, ¡se cita el hecho de que “La mayor parte de las autoridades” los ignoran como
constituyendo esa ignorancia un argumento válido para continuar refutando la
afirmación de que son fósiles válidos!... O sea, que lo que no interesa a la teoría atea de
la evolución, no se toma en cuenta, aunque las garantías paleontológicas, arqueológicas
y científicas, en una palabra, así lo hagan ver… Aquí vemos la mala voluntad de los
evolucionistas, en su ciego deseo de negar a Dios... Alegaron además para negar estos
restos su falta de fosilización, y además se dice que el profesor Issel mostró que los

366
huesos humanos no se hallaban impregnados de sal como había hallado en otros huesos.
No obstante, el grado de fosilización no constituye una guía de la antigüedad del hueso,
pues se han hallado huesos todavía conteniendo la mayor parte de su nitrógeno debajo
de un suelo más moderno que había perdido casi todo su nitrógeno… El hueso inferior
en esta hoya de Londres fue hallado en arcilla no oxidada, en tanto que el hueso
superior fue hallado encajado en arena. Como los huesos de Castenedolo fueron
hallados en un estrato de arcilla, ¿no podría ser ésta la razón de un estado
infosilizado?... Se niega, pues, este hallazgo, en contra de los relatos de testigos oculares
de primera mano dados por parte de científicos de reputación de que:
a) Los estratos por encima de los fósiles estaban totalmente intactos.
b) Se hallaron encajados en una matriz del mismo material que el del estrato en
que se hallaron.
Ante esta evidencia, y ante el hecho de que los huesos estaban dispersos por un
área extensa, ¿cómo se puede mantener con seriedad que se trataba de enterramientos
intrusivos como algunos, impropiamente, sin base científica, alegaron?
Es una postura que desafía a la lógica más sencilla, a no ser que el deseo de
negar a Dios ciegue el entendimiento de tal manera que impida ver lo que es evidente…

* * *

El cráneo de Olmo fue hallado en 1883 en Olmo, Italia, a una profundidad de 15


metros por debajo de la superficie en un corte de ferrocarril. Se halló madera
carbonizada y fósiles de animales extintos del Pleistoceno en el mismo nivel, lo que fue
investigado por Signor Cocchi, conservador del Museo de Geología de Florencia. La
cavidad de este cráneo humano estaba todavía llena de la masa de arcilla azul (en 1925)
tal como había sido hallado… sin bases ninguna fue rechazado porque según los
evolucionistas ¡es imposible que un hombre moderno sea más antiguo que el mono!...
En 1863, se halló la mandíbula inferior de Foxhall en la capa “Red Crag” de una hoya
de arena cerca de Ipswick. La mandíbula original ha desaparecido, pero se admitió que
era totalmente humana, y los dibujos contemporáneos demuestran este extremo. Se
mantiene que su desaparición invalida su derecho a ser considerada seriamente. No
obstante, no se aplica este principio a los fósiles del hombre de Pekín que también han
desaparecido y que igualmente no están disponibles para su cuidadoso examen…
Aunque se haya perdido la mandíbula, no obstante, Reid Moir halló numerosas
herramientas de piedra en una capa inferior a la que contenía la mandíbula de Foxhall
siendo un número de ellas de un tipo especial de piedra de “pico” conocido como
“Rostro-Carinatos”. Tal era la incredulidad con que esto se recibió, que una comisión
especial de expertos visitó el lugar y estuvo de acuerdo en que la afirmación de Moir
estaba totalmente justificada. No obstante, en la actualidad, algunos consideran que
estos artefactos tienen un origen natural… ¿Por qué?... Porque no corroboran su falsa
teoría evolucionista, antes, al contrario, la contraatacan. Keith data estas capas como
considerablemente anteriores a la glaciación Gunz, y como del Plioceno anterior,
aunque es probable que en la actualidad sería redefinido como Plioceno posterior. El
esqueleto de Galley Hill fue hallado por un obrero en un lado de una hoya de grava
cerca de Dartford, Kent, a 2´5 metros por debajo de la superficie. Fue visto por el señor
Heys, un director de escuela, y por el señor Elliot, un arqueólogo amateur, antes de
sacarlo de su sitio. Inspeccionaron cuidadosamente los estratos superiores y testificaron
que estaban intactos. Se hallaron frecuentemente herramientas de piedra paleolíticas
pre-Chelleanas en esta capa durante la investigación de estos dos arqueólogos amateurs.
Keith admite que se hallaron herramientas pre-Chelleanas en los estratos situados en el

367
Interglacial Gunz- Mindel. Ya que esta fecha es demasiado temprana para que incluso
él la aceptara, da una razón para asignarle una fecha Chelleana al fósil… Empieza
diciendo que se había hallado tanto del esqueleto que “es casi seguro que los restos no
han sido sepultados por la Naturaleza, sino por la mano del hombre”… Aunque
concuerda en más de una ocasión en que los estratos superyacentes estaban intactos,
dice simplemente a continuación, prácticamente sin evidencia científica sobre la que
apoyarse, que “… estamos forzados a la conclusión de que el esqueleto de Galley Hill
representa a un hombre del período Chelleano”…
Vemos, pues, la manipulación que usan los evolucionistas para basar sus
erróneas teorías: cuando les conviene, amplían fantásticamente, sin base, los pobres
hallazgos, que pertenecen incluso a otras partes del cuerpo…; cuando se hallan restos
completos, pero que contrarían su errada teoría evolucionista, los niegan con todo
descaro… ¿Por qué? Porque ellos en el fondo lo que quieren es negar a Dios, Creador
del hombre, sin evolución, y de toda la Creación.

* * *

El cráneo 3733 fue descubierto en 1975 en varios fragmentos. Después de su


reconstrucción, Leakey dijo: “En todas sus características, el cráneo es
asombrosamente parecido al del “Homo erectus” de Pekín”…
Fue hallado en estratos fechados entre 1´3 y 1´6 millones de años, y Leakey dijo
que tenía alrededor de 1´5 millones de años. Acerca del problema de qué ángulo debiera
dársele a los huesos de la cara dice: “El esqueleto facial se halla doblado debajo de la
bóveda del cráneo y en la reconstrucción preliminar ha sido puesto en un ángulo
aproximadamente igual al reconstruido por Weidenreich de una hembra H. erectus”…
Aquí tenemos en verdad un ejemplo clásico de muchas suposiciones evolucionistas,
llegando a ser eventualmente aceptadas como un hecho… La reconstrucción que hiciera
Weidenreich de Nellie fue de un número de fragmentos rotos de cráneos de simios
procedentes de lugares muy dispares de la localidad de Pekín… Así que a pesar del aura
grave y “científica” con la que intenta revestir a su reconstrucción, ésta es
evidentemente fragmentaria y arbitraria. Leakey, al darse cuenta de que su cráneo era
similar al de Weidenreich, puso los huesos faciales en el mismo ángulo… Así
Weidenreich le dio a los cráneos de simios una cara en un ángulo humano (ortognático),
que le hizo posible a Weidenreich hacer que “Nellie” pareciera muy moderna, en tanto
que por otra parte, Leakey le ha dado al cráneo humano 1470 un ángulo simiesco
(prognático). De esta forma podemos ver las etapas intermedias entre el hombre y los
simios existiendo no en la vida real sino en las mentes evolucionistas de sus
reconstructores… Es lógico, que siendo la evolución una invención fantástica de
quienes no quieren aceptar a Dios como Creador, se encuentre en apuros para que la
Paleontología y la Arqueología, la Ciencia, en una palabra, le den la razón. Cada vez
más y más aparecen, y aparecerán, nuevos hallazgos que descubrirán la farsa de la
evolución y le darán la razón a la Biblia: el hombre fue hecho directamente por Dios,
sin evolución alguna, en estado adulto, igual que toda la Creación.
La clasificación de “Homo erectus” se da en la actualidad tanto al hombre de
Pekín como al de Java. El primero consiste en cráneos rotos de simios, mientras que el
segundo es cubierta craneana de un gibón gigante, y es sobre esta frágil base que se
estableció la clasificación del “Homo erectus”… Esto debiera siempre tenerse presente
cuando esta importante clasificación hace su inevitable aparición en diagramas del
“árbol genealógico” humano, como el de Leakey, Johanson y Tobías. Estos gráficos
fueron dibujados, todos ellos, hace pocos años, y se basan prácticamente en los mismos

368
fósiles. Pero las discrepancias son tan evidentes que se hacen innecesarios todos los
comentarios, excepto el de señalar que constituyen una clara demostración de la
completa infiabilidad de los evolucionistas en este campo de investigación. La supresión
de evidencias que rechazan la teoría evolucionista tiene lugar con más frecuencia de lo
que se puede imaginar… Con ello los evolucionistas intentan tapar la realidad: la
evolución es un mito, una fantasía: el hombre no procede del mono.
Richard Leakey, en compañía de Roger Lewin, ha escrito un libro en el que
afirma que el hombre evolucionó mediante cooperación, y no debido a sus instintos
agresivos, punto de vista este popularizado por Dart, Lorentz y Ardrey, y que él dice
que es “ficción: una peligrosa ficción… En este bien ilustrado libro, utiliza una cantidad
aturdidora de tipos de “evidencia” para apoyar su tesis. Estas evidencias van desde
manipulaciones dactilares en los hombres hasta las edades de maduración de bebés y de
simios, adaptación de los dientes y descubrimientos fósiles. Finalmente, se lleva al
lector por un viaje imaginario a través del tiempo durante el que puede contemplar a dos
tipos de simios “humanoideos” recogiendo sus alimentos por distintos medios. No
obstante, la verdadera evidencia fósil no está constituida más que por un mero puñado
de huesos sin conexión alguna. A menudo, cuando se desea demostrar un argumento,
los autores relatan un incidente que le ocurrió a un miembro de una tribu de simios
observada por alguien de la expedición. Sobre este simple incidente se expone entonces
una norma completa de comportamiento y desarrollo humano como si fuera un hecho.
Esta técnica de dar un gran significado a un pequeño incidente fue utilizada en gran
extensión por Desmond Morris en su libro “El mono desnudo”, y por muchos otros
“biólogos sociales”…
Un simio fósil frecuentemente mencionado es el Ramapiteco. Pero los únicos
fósiles que tenemos de esta criatura son maxilares superiores e inferiores y dientes de
unos treinta individuos. A pesar de ello, se le presenta al lector la figura usual del simio
entero, aunque los autores admiten que es muy provisional: “¡debido a que se han
hallado tan pocos restos!”… En ocasiones, los evolucionistas se ven obligados a
admitir la ausencia de evidencia para su errónea teoría, como revelan las siguientes
afirmaciones en el libro “Origins” de Richard Leakey:
“Si somos honrados tenemos que admitir que nunca sabremos plenamente qué
sucedió a nuestros antecesores en su ruta hacia la humanidad moderna; la evidencia es
demasiado fragmentaria” (Página 12).
“En comparación con los restos fósiles de Montana del primate pionero, la
evidencia acerca del Ramapiteco es considerable; aunque en términos absolutos sigue
siendo atormentadoramente insignificante” (Página 67)
“…De forma innegable se trata de un asunto de fe, y esto hace que el problema
sea más desafiante, y más entusiasmante”… (Página 84).
“Así, el núcleo del problema se halla en el registro fósil”… (Página 84)
Después de dedicar dos páginas llevando al lector por un viaje temporal
imaginario observando a cuatro grupos de antecesores simios y sus hábitos alimenticios,
los autores concluyen admitiendo: “Todo esto es, naturalmente, un puro cuento
fantasioso, un entretejido de suposiciones más o menos inspiradas. La verdad es que
nadie sabe exactamente cómo vivían los homínidos”…
Pero en los libros de texto escolares, e incluso a nivel universitario, se da como
segura y “científica” la evolución: algo no demostrado e incluso, como vemos, refutado
por la realidad de los fósiles, Biología, Genética, Termodinámica, etc. etc.

* * *

369
Se hace gran propaganda del hallazgo de cada quijada, fémur e incluso diente,
que creen (los evolucionistas) que puede haber sido de algún hombre antiguo u
homínido, (siempre y cuando apoyen su tesis evolucionista…) pero sobre los grandes
depósitos de fósiles de animales y peces que contradicen y destruyen totalmente el
dogma de los evolucionistas existe un silencio sepulcral demasiado significativo… El
público en general no llega a saber nunca nada de tales descubrimientos negativos. La
gente habla de los eslabones que faltan para probar la teoría de la evolución como si
fueran tan sólo dos o tres tipos, pero el hecho es que faltan infinidad de fósiles, de
eslabones perdidos, que jamás aparecerán porque nunca han existido…
Está reconocido que si ha habido tal proceso de evolución, la mitad tuvo que
haber acontecido antes de la época que se llama Cambriana. Aún Darwin reconocía la
seriedad extrema de este problema y escribió: “… El número de variedades intermedias
que existía antiguamente tuvo que ser verdaderamente enorme. ¿Por qué, entonces, no
están todas las formaciones geológicas y todos los estratos llenos de tales eslabones
intermedios?... Ciertamente, la Geología no revela ninguna cadena orgánica graduada
semejante; y ésta, quizás, es la objeción más evidente y seria que se puede presentar en
contra de la teoría” (Charles Darwin, “Origen de las especies”) Muchos años de
exploraciones e investigaciones no han disminuido nada esa dificultad. Sí, lo curioso de
los llamados “eslabones perdidos”, los que faltan en el árbol evolucionista, es que
siempre han faltado y mientras sigan faltando no prueban nada y la evolución
continuará siendo una teoría débil e inconclusa. El doctor Merson Davis D., escribe:
“Los hechos geológicos se oponen a la evolución rotundamente. Porque todos los
grupos grandes de criaturas y todos los tipos altamente especializados aparecen
repentinamente y en eficiencia completa desde el principio, no habiendo eslabones
entre géneros, familias ni órdenes”. El profesor A. H. Cook, Cambridge, Natural
History, dice: “Los primeros indicios indiscutibles de vida que aparecen en la época
Cámbrica exhiben las mismas características que ahora poseen. Las esponjas, los
equinodermos, los moluscos y los gusanos… eran grupos tan distintos entre sí como lo
son en la actualidad. El hecho es que no hay evidencia fósil para la evolución de
invertebrados; todos aparecieron repentina y completamente especializados”. En “The
New Evolution Zoogénesis”, Wilkins, AH. H. Clarck, dice: “Dado que los fósiles son
determinables como miembros de sus grupos respectivos por la aplicación de las
definiciones de dichos grupos, ya redactadas y enteramente basadas sobre los modelos
actuales (vivos) y por cuanto ninguna de estas definiciones de los grupos principales
necesita ser de modo alguno alterada ni ampliada para incluir a los fósiles, se sigue de
modo natural, que por toda la historia fósil, estos grupos principales han quedado
esencialmente sin cambio”…
A los fósiles de caballos y sus supuestos antecesores recogidos en lugares
diferentes y muy distantes, ha sido asignado un orden de acuerdo con la teoría
evolucionista, solamente a causa de la suposición de que ha habido una evolución,
aunque hay igual evidencia de que todos pueden haber existido sobre la tierra al mismo
tiempo. Luego, después de ordenar los fósiles para que concierten con un proceso
evolucionista, sus partidarios tratan de presentar tal arreglo como prueba del mismo…
El gran paleontólogo francés Charles Duperrett llama esta clase de prueba “un error
engañoso”… Una de las “pruebas” más exhibidas es la serie de dibujos representando a
los supuestos antecesores del caballo moderno. Los fósiles de dichos animales no se
encuentran sobrepuestos en la estratificación de ninguna localidad, ni de localidades
cercanas, sino que han sido encontrados en la superficie de diferentes lugares, en varios
continentes, con la serie filogenética construida más tarde sobre la base de la
presuposición evolucionista, siendo todo esto presentado ahora como prueba positiva de

370
la evolución del caballo moderno… ¡Poco o nada se menciona del hecho de que en el
Estado de Colorado (USA) se encontró la pata de un caballo moderno en un estrato más
antiguo que en los que encontraron fósiles del Eohippus, el supuesto antecesor de todo
el árbol de caballos! Ni tampoco se lee mucho de otros fósiles de caballos verdaderos
hallados en formaciones de distintas épocas… El dar mucha publicidad a estas cosas
sería admitir que el caballo actual desciende de verdaderos caballos existentes desde la
más remota antigüedad, y que no hace falta ninguna evolución para explicar su origen…
En 1938, en el Océano Indico, al oriente de África, pescando a la rastra, a mucha
profundidad, se sacó un gran pez de color azul metálico. Identificado por los científicos
resultó ser un “coelacanthus” (latimeria chalumnae). Los fósiles del “coelacanthus” se
encuentran en formaciones del Carbonífero al Cretáceo, pero no habiendo ni huellas del
mismo en las épocas siguientes, se llegó a afirmar que se había extinguido hace 50 o
100 millones de años… Sin embargo su forma actual es igual a la de los fósiles del
pasado sin que haya evolucionado hasta la fecha… Hablando del que se capturó en
1938, un científico dijo que si un dinosaurio vivo hubiera llegado a su puerta, no le
habría sorprendido más de lo que quedó el mundo científico al saber que un
“coelacanthus” se encontraba aún vivo… Posteriormente se han efectuado otras
capturas de estos ejemplares, ¿Dónde han estado tantos millones de años?... ¿Y por qué
siguen exactamente como los fósiles de sus antepasados sin haber evolucionado nada?...
Porque la evolución no existe, es una teoría falsa.
En Geología, una formación de piedra es clasificada con frecuencia como
moderna al darse el caso de que organismos cuyos fósiles se encuentran en ella se hallen
aún vivos en el tiempo actual. ¿Por qué no podemos llamar modernas a las formaciones
de tiza (clasificadas como del Cretáceo) que contienen fósiles de “coelacanthus”? Es
que los evolucionistas jamás permitirían tal cosa, porque tendrían que revisar
radicalmente sus teorías… Hay pocas formaciones geológicas que no contengan algunos
fósiles típicos que resultan idénticos a los géneros que siguen existiendo en varios
lugares de la tierra y del mar… Esto haría a todos los fósiles muy parecidos en cuanto a
la edad. ¡Eso significaría que todas las clases de fósiles fueron en un tiempo
contemporáneos!... El doctor W. Homells declara: “Es difícil decir cuándo vivió el
“Hombre de Cro-Magnon”. Tenía un cráneo con una capacidad cerebral mayor que el
hombre moderno. En una cueva del Monte Carmelo (Israel) sus huesos se encontraron
mezclados con los del Neanderthal, de donde se puede sacar la conclusión de que
ambos tipos vivieron al mismo tiempo”… En estos últimos años se han encontrado en
Tanzania, África, muchos fósiles y entre ellos el “Homo habilis”· y el “Zinjanthropus”.
Cuando este último fue hallado, lo saludaron como “hombre primitivo”, pero el hecho
de que el “Homo hábilis” (más desarrollado) fue hallado en un estrato más profundo,
contradiciendo su teoría, obligó a los evolucionistas a quitar el “Zinjanthropus” del
lugar que le habían dado como antecesor del “Hombre erectus”…
Todo esto sigue indicando la falsedad de la evolución.

* * *

La Paleontología no apoya la teoría de la evolución.


Según reconocen los mismos paleontólogos, todas las páginas del libro
geológico de la vida antes del período Cámbrico están en blanco. Hasta la fecha actual
ni un fósil multicelular indiscutible ha sido encontrado en rocas precámbricas. En “The
Meaning of Evolution”, el profesor George G. Simpson llama a la ausencia de fósiles
anteriores al período Cámbrico: “El misterio mayor de la historia de la vida”… si no
contamos con Dios, Creador de todo… Luego, cronológicamente los fósiles no

371
presentan cambios progresivos. No han podido hallarse restos que muestren relaciones
entre las grandes familias y órdenes de plantas. El doctor D. H. Scott, una de las
autoridades mayores en la botánica de fósiles, en su obra “Extinc plants and problems
of evolution”, escribe: “El nivel medio de Licopidos del período Carbonífero era de un
tono más alto que los del mismo grupo en nuestro tiempo, algunas semillas más
complicadas conocidas son de la era Paleozoica… los cambios subsecuentes han sido
en su conjunto hacia la simplificación. Ningún resto mostrando las relaciones entre las
grandes familias y órdenes de plantas han podido ser hallados. Las primeras plantas se
asemejan mucho a las especies actuales, siendo aún más complejas y apareciendo en la
escena completamente desarrolladas”… La razón más probable, porque no hay
evidencia de vida antes del período Cámbrico, es que no había vida, no existía… Luego,
en el período Cámbrico, aparecen de golpe billones de fósiles de muchas formas de vida
muy complicadas, sin ningún indicio de que hubiera evolucionado de alguna forma
simple de vida… El profesor A. H. Cook, escribió: “Los primeros rastros de vida que
aparecen en el período Cámbrico, exhiben las mismas distinciones que las que existen
hoy. No hay ninguna evidencia fósil de la evolución de los invertebrados; aparecen
súbitamente y completamente especializados”…También el profesor S. J. Gould, de
Harvard, confesó que, “el registro fósil no ofrece ningún apoyo para un cambio
gradual” … El profesor A. H. Clark, en “The New Evolution”, Zoogénesis (p. 196),
dice: “No importa lo lejos que lleguemos en el registro fósil de la vida animal previa
sobre la tierra, no encontramos ni traza de cualquier forma animal que sea intermedia
entre cualquiera de los grupos principales”… El profesor S. J. Gould, escribe también:
“El argumento de Darwin (lo incompleto del registro fósil), persiste como el escape
favorito de la mayor parte de los paleontólogos de aturdimiento de un registro que
parece mostrar tan poca evolución”…
Miles de especies tan complicadas o más que las actuales se hallan entre los
fósiles que han desaparecido, algunas familias enteras, sin dejar rastros. Si la tendencia
y capacidad para evolucionar estuviera presente en todo ser vivo ¿cómo se explica la
persistencia sin cambios de las que quedan?... “Por cuanto todos los fósiles son
identificables como miembros de sus grupos respectivos, por la aplicación de las
definiciones de dichos grupos en los actuales tipo, clases, ordenes, familias y géneros; y
por cuanto ninguna de estas definiciones de grupos principales necesitan ser
cambiadas para incluir los fósiles, se sigue, naturalmente, que por todo el registro fósil
estos grupos principales han quedado esencialmente sin cambios ¿Concuerda esto con
una evolución o con una creación? (Evidentemente que todo concuerda con la Creación
bíblica) Ni en la naturaleza, como se conoce hoy, ni entre los fósiles de ningún tiempo,
se encuentran seres parcialmente dispuestos para vivir, ni en proceso de desarrollarse
mejor. No se encuentran órganos medios desarrollados”. (A. H. Clark, “The New
Evolution” Zoogénesis)
La “prueba” más consistente que la paleontología evolucionista ha presentado
hasta la fecha es el caballo. Suelen empezar con el hiracótero (q. d. animal-ratón). Los
primeros fósiles tenían cuatro dedos en sus patas delanteras y tres en las traseras con
patas mucho más complejas que las del caballo moderno. Perder dedos no hace una
criatura más compleja ni es evolución. También los supuestos eslabones muestran
pérdidas y adiciones de pares de costillas con irregularidad. Frank Cousin afirma que el
árbol genealógico del caballo no es una colección bien integrada, sino un surtido de
grupos separados, muy diversificados en tamaño y otras características. Algunos
supuestos antecesores del caballo no tenían cascos (ni pezuñas), sino patas con
almohadillas como el perro. “La exhibición de fósiles para probar la evolución del
caballo en el Museo de Historia Natural de Nueva York (y copiadas en muchos libros de

372
texto), no prueba nada. Son huesos de animales (sin conexión entre sí), recogidos en
lugares muy separados (de diferentes continentes), fueron arreglados en un montaje de
pequeños a grandes, etc. En ningún lugar del mundo se pueden encontrar estos
“antecesores” del caballo en tal orden. ¡Es más, en algunos sitios aparecen juntamente
con fósiles del caballo moderno!... Hasta se puede creer lo contrario sin oponerse a
ninguna evidencia, es decir, que todos existían a la vez en la tierra. La única razón del
montaje es para dar la idea de una evolución… Luego, este arreglo artificial de los
fósiles, lo ofrecen como una atractiva prueba de la hipótesis evolucionista. Esto hizo
que Carlos Duperrett (el mayor de los paleontólogos franceses) llamara a esta clase de
pruebas “una decepción tramposa”.También el profesor Enoch afirma que en el Estado
de Colorado (USA), el casco de un caballo moderno fue hallado en un estrato más viejo
que unos huesos de “Eohippus” (el primer supuesto antecesor del caballo), p. 49. Al ser
varios supuestos predecesores, contemporáneos, se hace innecesaria la evolución.
¿Podemos admitir en nuestras computadoras la idea de que la Paleontología y la
Geología proveen alguna clase de pruebas de la evolución orgánica, ante esta gran falta
de evidencias positivas?...
“Cuanto más se estudia la Paleontología, tanto más cierto llega a ser que la
evolución está basada en la fantasía. La única alternativa es la creación especial, la
cual puede ser la verdad…” (Profesor L. T. Moore).
“La evolución no ha sido probada ni es demostrable. La creemos porque no
podemos pensar en una creación especial”. (Sir Arthur Keith)…
Así, por estas afirmaciones de evolucionistas, lo que comprobamos es que no
quieren reconocer a Dios, y así se inventan una falsa teoría, la evolución, que no tiene ni
pies ni cabeza.

* * *

En los últimos años se han hecho en África dos descubrimientos trascendentales,


que han conmocionado el mundo de los antropólogos, ya que ponen en tela de juicio la
validez de teorías, largo tiempo sostenidas, sobre el origen y la evolución de la raza
humana. Uno de ellos lo constituyó el hallazgo en Kenia de un cráneo y otros huesos
humanos bajo un estrato que se cree tienen una antigüedad de 2.800.000 años. El
segundo fue el descubrimiento de que en una cueva del sur de África, en la frontera
entre Swazilandia y Natal, estuvo habitada por hombres de tipo moderno hace
posiblemente cien mil años. Según la actual doctrina evolucionista, estos hallazgos son
“extraordinarios”. La mayor parte de los textos afirman que el primer primate que puede
ser llamado hombre, el “Homo erectus”, no apareció hasta hace un millón de años,
aproximadamente. Sin embargo, los huesos extraídos de depósitos de la Cuenca
Oriental de Rudolph, en Kenia, son, con mucho, dos veces más antiguos y de forma
mucho más moderna que los de nuestro presunto antecesor…
Los libros nos dicen también que, probablemente, los únicos seres humanos que
existían hace cien mil años eran los de la raza de Neanderthal, cejudos y patizambos.
Pero los restos desenterrados en la Cueva de la Frontera, en el sur de África, incluído el
esqueleto de un niño, son, inequívocamente, de nuestra propia especie, la del “Homo
sapiens sapiens”, que se supuso no había apareado hasta unos 35.000 años antes de
Cristo…
La gruta había sido descubierta en 1935, y los científicos encontraron en ella
piezas de cráneos y otros huesos humanos fosilizados incluido el esqueleto de un niño
en una tumba poco profunda, en el estrato de la Edad Media de la Piedra. Pero, como no

373
se había descubierto aún el método de determinar la antigüedad por medio del carbón
radiactivo y los huesos eran del tipo moderno, éstos despertaron poco interés.
“Casi todo lo que se encontraron era tres veces más antiguo de lo que, según
los libros, debería ser.”…

* * *

Según los evolucionistas, los estratos de fósiles más viejos tienen que hallarse
siempre en lo más abajo. ¡Pero esto no es así! El orden de los estratos puede perturbarse
del todo; capas con fósiles de organismos superiores pueden estar por debajo y capas
con organismos sencillos exclusivamente pueden yacer en la cima. En pocos instantes
se pueden ver con claridad que las capas han sido volcadas, cambiadas, por alguna clase
de terremoto, pero frecuentemente todo rastro de semejantes enormes perturbaciones de
la corteza brilla por su ausencia. Así que con toda justicia se tendría que llegar a la
conclusión de que las capas aparentemente fueron formadas en el orden en que se
encuentran. ¿Cómo se atreven los geólogos evolucionistas a afirmar sencillamente que
los estratos están volcados, a pesar de todo esto?
Sí, se trata de una penosa historia. ¿Cómo el evolucionista se las arregla para
determinar la edad de los estratos?... No lo puede determinar por el material del cual
están hechos. El orden de las capas obviamente no le ayuda mucho tampoco, porque las
llamadas capas “más jóvenes” pueden hallarse debajo y las llamadas capas “más viejas”
pueden estar encima. Quizás se puede sospechar que tiene algunos medios especiales de
medir la edad: métodos radioactivos de medición de la edad. Otra vez equivocado; para
esta clase de capas sus métodos de medición de edad no le pueden ayudar. ¿Cómo, pues,
puede ver si una capa es más antigua o más reciente que otra?... Lo puede decir, según
dicen los evolucionistas… ¡por los fósiles que contienen! Especialmente los así
llamados fósiles-índice, que no son tan corrientes, y son, así nos lo dicen ellos,
características de un “período” geológico particular.
Cuando aparecen en una capa fósiles simples (los de organismos inferiores),
entonces se trata de una capa vieja, y cuando hay fósiles complicados (de organismos
superiores) en una capa, entonces es cuestión de una capa joven… Aún en sabios
artículos geológicos este enorme “razonamiento circular” es reconocido. Reza así:
“¿Cómo puedes probar que los organismos superiores son más jóvenes que los
inferiores?” Contestación: “Porque aquéllos se encuentran en los estratos más
jóvenes”. Pregunta: “Pero, ¿cómo saber qué estratos son más jóvenes y cuáles más
viejos?” Contestación: “Eso puedes verlo por los fósiles que se hallan en ellos: los
organismos superiores se hallan en capas más jóvenes”… Pregunta: “Pero, ¿cómo
puedes probar que los organismos superiores son más jóvenes que los organismos
inferiores?” Contestación: “Porque aquéllos se encuentran en estratos más jóvenes que
éstos”... Pregunta: “Pero, ¿cómo sabes qué estratos…?
Todo es un círculo vicioso… Y eso se considera que es la evidencia de los
fósiles…
Hay, además, un sinnúmero de otros problemas que son insuperables,
relacionados con la evidencia de los fósiles. No olvidemos que, si los organismos
sencillos realmente fuesen los primeros en aparecer, y solamente después de millones de
años, los organismos superiores (una suposición que hemos visto ser muy discutible),
esto, en sí mismo, todavía no sería una prueba de que los superiores se desarrollaron
desde los inferiores. Para hacer esto plausible los geólogos tendrían que presentar miles
de formas intermedias y transicionales entre los varios grupos de animales entre los
varios grupos de plantas.

374
Hace cien años los científicos eran muy optimistas, ya que aseguraban que
aquellos “eslabones” que faltaban se encontrarían, pero renombrados evolucionistas
empiezan a reconocer abiertamente que quizás los “eslabones” que faltan nunca
existieron… Las insalvables lagunas entre los varios grupos, en el pasado, eran tan
profundas como lo son hoy, por muy amarga que resulte esta realidad a los
evolucionistas.
¿Indican los fósiles la evolución? No, hemos visto que no se puede demostrar la
evolución con los fósiles. Todo ello nos hace ver cómo la evolución es una teoría falsa,
no es cierta. En cambio este fracaso de la evolución nos confirma en la Creación tal
como la presenta la Biblia: todo fue hecho por Dios directamente, en estado adulto y
perfecto.

* * *

En Antropología, el enumerar en un orden presuntamente cronológico los


nombres largos de los supuestos antepasados del hombre moderno, impresiona mucho a
los no iniciados, pero, por lo general, se refieren a muy poca cosa. El doctor William L.
Stause, profesor de Antropología Física de John Hopkins escribió que “la evidencia
directa o fósil de la evolución de primates, por lo tanto de hombres, es relativamente
escasa y en gran parte incompleta, con demasiada frecuencia consistiendo en meros
fragmentos o aún solamente unos dientes”. Ejemplo el “Ramapiteco y Driopiteco”.
Toda la existencia de “Pitecántropo erectus”, llamado el hombre-mono, consiste en
cuatro pedazos de cráneos distintos, dos huesos de maxilar y un posible fémur
encontrado aparte… El médico holandés que los encontró, treinta años después admitió
que había encontrado cráneos humanos cerca y al mismo nivel…
Sí, el hombre ya estaba allí cuando este supuesto antecesor vivió…
“Los primeros huesos que encontraron del hombre de Neandertal parecen ser
de un individuo que sufría de artritis o raquitismo. Así las reconstrucciones representan
un tipo patológico y NO al hombre Neandertal normal” (Francis Ivanhoe, “Nature”)
Después, los huesos encontrados de otros individuos de esta raza no muestran ningún
indicio de que andaban encorvados, como los pintan en los libros de texto. Según el
doctor E. A. Hooton: “Uno puede, con la misma facilidad, modelar sobre un cráneo
Neanderthal las facciones de un chimpancé o la fisonomía de un filósofo. Las
pretendidas restauraciones de tipos antiguos tienen muy poco valor científico, si es que
tienen alguno, y tienden a engañar al público”. Los evolucionistas conceptuaron más
desarrollado al “Hombre Cro-Magnón” que al “Hombre Neandertal”, sin embargo,
eran contemporáneos (habiendo sido encontrados juntos en el Monte Carmelo y otros
sitios). El hombre Cro-Magnón mostró habilidad artística, pintando cuadros de mamuts
y mastodontes en sus cuevas. Era superior al hombre moderno en estatura física y en el
tamaño de cerebro… ¿Evolución?... Esto último, curiosamente, viene a darle la razón a
la Beata Ana Catalina Emmerick que en sus Revelaciones dice que, por el contrario de
lo que creen los evolucionistas, los hombres primitivos eran más perfectos físicamente
que nosotros, y de una estatura que nos asustaría el contemplarlo actualmente… Todo
esto confirma también el hecho de que el hombre no procede del mono, sino que fue
hecho directamente por Dios, en estado perfecto y adulto, y con el paso del tiempo
degeneró, contrariamente a lo que dicen los evolucionistas…
Ha sido concedido por Leaky, Robinsón y Mason, que los Australopitecos ya no
pueden ser considerados como los parientes más antiguos del “homo sapiens” (el
hombre moderno)… Muy interesante es el descubrimiento de Leaky en una de las
estratas bajas de un barranco, Olduva Gobe (Tanganyka), de una forma pre-zinjantropo

375
humana, que “probablemente” vivió medio millón de años antes de los Australopitecos
como Zinjantropo, y cuyos huesos craneales son mayores, por lo tanto, el volumen
cerebral que los de Telantropo, dando así esta forma una apariencia más humana. Aún
más sorprendente es el descubrimiento hecho por Leaky y otros en 1964, un estrato aún
más bajo de una raza enteramente nueva de hombres enanos. Dicen que estos hombres,
a los cuales se ha puesto el nombre de “homo hábiles”, vivían hace casi dos millones de
años, y en su morfología aparecen sorprendentemente más como “sapiens”, como
nosotros, que las antes mencionadas formas humanas regresivas… lo que sigue dando la
razón a los que creemos que Dios lo hizo todo directamente, sin evolución, y que esta
teoría, la evolución, es falsa…
El profesor H. Enoch en su libro “Evolución o Creación” comenta: “Este es el
dilema con que el evolucionista tiene que enfrentarse: al parecer el “homo sapiens” es
más antiguo que todos los “eslabones perdidos”, según nos presentan las cosas los
mismos evolucionistas”…
En 1973 tuvieron lugar en África dos descubrimientos que han sacudido el
mundo antropological, porque desafían la validez de teorías acariciadas acerca del
origen del hombre. Estos hallazgos consistían en huesos de hombres fechados en
100.000 años, que ya sabían trabajar minas, asentar datos y hacer herramientas
sofisticadas. Según los evolucionistas, los tales no debían haber aparecido hasta 65.000
años más tarde… Leaky, descubridor del supuesto hombre de dos millones ochocientos
mil años declaró: “Lo descubierto, simplemente, borra todo lo que hemos enseñado
acerca de la evolución humana, y yo no tengo nada que ofrecer en su lugar”…
No solamente faltan eslabones entre el hombre y el mono, según el croquis
evolucionista, la ausencia de las necesarias formas intermedias entre todas las familias
de seres vivos es tan grande y una dificultad tan real hoy como cuando Darwin: “Como
por esta teoría, interminables formas transitorias deben existir”, ¿por qué no se
encuentran en un número sin fin sobre la superficie de la Tierra?... ¿Por qué no está toda
la naturaleza en confusión en vez de estar, como vemos, ordenada en especies bien
definitivas?…
La única respuesta que tienen los evolucionistas a estas preguntas básicas, si
quieren ser honestos es: “¡No lo sabemos!”, imitando al autor e iniciador de su
hipotética filosofía: Darwin…
Hablando de la falta de evidencias, T. H. Morgan escribió: “Se puede alegar que
la teoría de descendencia falla, por lo tanto es el rasgo más esencial que le hace falta
para ponerla sobre base científica. Hay que conceder eso” (Evolution and
Adaptation).
La dificultad más grande de todos los eslabones perdidos es que siguen perdidos
y son ¡millones!... Y esto hace a uno dudar completamente de la existencia de la
supuesta cadena…
H. H. Newman escribió: “Aunque el evolucionista está mal dispuesto a
confesarlo, la honradez le obliga a confesar que no hay prueba absoluta de la
evolución” (Evolution, Genétics and Eugenics)…

* * *

Dicen los evolucionistas que los fósiles han sido encontrados siempre en el
mismo orden, no importa en qué parte del mundo hayan sido descubiertos, y el orden es
siempre desde lo más simple a lo más complejo… Las rocas enterradas en los niveles
más bajos, tienen los fósiles más simples, y aquellas más próximas a la superficie, tiene
los más complejos… Por esta manera de razonamiento circular falsa los geólogos

376
evolucionistas han construido la “columna geológica”, utilizada por los profesores para
desorientar a millones de estudiantes. Por los mismos medios falsos han “construido”
también su mítico “árbol genealógico” en el que el hombre desciende de los monos y de
las amibas…
En realidad es falso que los fósiles estén tan limpiamente dispuestos y
arreglados. En su trabajo fundamental “El Diluvio del Génesis”, Henry Morris y John
Whitcomb han aportado evidencia científica concluyente para mostrar que mucha parte
de esta llamada “columna geológica” no está nunca presente en cualquier sitio, que es
común encontrar rocas supuestamente antiguas cuyas formaciones descansan encima
más bien que debajo de las supuestas formaciones “jóvenes” en completa oposición a
las exigencias de la teoría evolucionista que precisa que las rocas más antiguas se
encuentren en el fondo… Carl Dumbar admite estas condiciones en las siguientes
palabras: “En zonas alteradas, por supuesto, la sucesión normal tiene que estar
localmente invertida, como en el extremo más bajo de una plegadura volcada, o puede
estar interrumpida o duplicada por fallas”…
Con objeto de tener en cuenta las numerosas excepciones para el supuesto orden
universal de desarrollo evolutivo, como se revela en las rocas fosilíferas, la teoría ha
sido acallada por otras teorías. Así, las edades perdidas indicadas por una
disconformidad, se explican por un levantamiento regional supuesto y un período de
erosión. Un orden invertido de fósiles se explica por un levantamiento regional seguido
por el aplastamiento de una falla seguida por un período de erosión, y así
sucesivamente. Hay tantas excepciones para esta columna geológica idealizada, como
para hacer de su uso en explicar las formaciones geológicas conocidas de la tierra una
cosa perfectamente sin validez alguna. La columna, de hecho, sólo existe en la mente de
los geólogos de la escuela evolutiva, construida por el superposicionamiento de
depósitos y fósiles de varias partes de la tierra; el principio utilizado en esta erección,
naturalmente, ha sido el de la teoría general de la evolución… De esta forma, la llamada
prueba para la validez de la teoría general de la evolución, ha sido desarrollada sobre la
base de asumir su falsa “verdad”, dejando en la misma forma palpitante el asunto…
Con respecto a la supuesta descendencia del hombre de formas inferiores de
vida, hasta ahora no hay documentación fósil de ninguna clase en relación con el
supuesto animal ancestral. Así, Mayr declara en “Especies Animales y Evolución”: “No
hay meramente un “eslabón perdido”, sino una serie toda de grados de “eslabones
pedidos” en la historia de los homínidos”… ¿Qué pruebas pueden ser suministradas por
los datos paleontológicos para la teoría de que el hombre tuvo su origen en el reino
animal?
Duyvene de Wit responde a la cuestión como sigue: “Entre el primate más
parecido al hombre que haya sido descubierto, llamado el Oreopiteco y el
Australantropino, existe un hueco de nueve millones de años…, en los cuales no ha sido
encontrado ningún eslabón que conecte de alguna forma al animal y al hombre. El
Oreotpiteco ya estaba demasiado especializado para permitir ver en él a un
representante del verdadero antecesor del hombre…” Realmente la totalidad del tronco
humano, desde el Plioceno Superior hasta los primeros organismos que aparecieron en
la tierra, representa un área absolutamente vacía.
Así pues, desde un imparcial punto de vista científico, llegamos a la conclusión
de que la evidencia paleontológica para un desarrollo del hombre desde un fondo
básicamente ameboide falta absolutamente…
Es decir, que, científicamente, la evolución es imposible, es una ficción.

* * *

377
W.C. Boyd escribe acertadamente: “Cualquier idea de que la prehistoria
humana puede ser reconstruida a partir de los restos fósiles, es un fuego fatuo. No hay
bastantes huesos fósiles”…
También ha sido admitido por G. G. Simpsons, en su gran obra “Tiempos y
Modo en la Evolución” que la evidencia paleontológica no apunta a una arquitectura del
mundo orgánico que está caracterizada por la continuidad genética entre las altas
categorías de los reinos animal y vegetal. De acuerdo con este eminente paleontólogo,
las secuencias continuas esenciales están virtuosamente ausentes. Los más tempranos y
más primitivos miembros conocidos de cada orden de mamíferos ya tienen caracteres
ordinales básicos, y en ningún caso hay una secuencia continua aproximativa de un
orden a otro conocido. Aunque hay descubrimientos aislados, por ejemplo, los de los
primitivos pájaros, el Archaeopteryx y el Archaeonis, que han subdividido los grandes
espacios en dos relativamente menores, tampoco rellenan esos espacios. Los espacios
vacíos entre las más altas categorías no solamente representan artefactos, sino que son
de una naturaleza sistemática. Ninguna de las grandes fallas ha sido realmente llenada
por reales y continuas secuencias de fósiles. La realidad de la existencia de esos vacíos
no puede ser puesta en duda. Esta regular ausencia de formas transicionales no está
confinada sólo a los mamíferos, sino que se trata de un fenómeno universal. Esto es
cierto para casi todos los órdenes de todas las clases de animales, tanto vertebrados
como invertebrados. Todo esto nos lleva a ver cómo el dogma de la evolución se hace
algo superimpuesto a la evidencia paleontológica, cuyo hecho apunta a una discontinua
arquitectura del mundo orgánico… Aquí podemos reconocer el defecto del ideal de la
ciencia del moderno cientismo en su intento de demoler el orden real del mundo de Dios
y reemplazarlo con una visión de la realidad falta de estructura, en la cual todos los
fenómenos están ordenados en una serie continua causal cerrada, lo que hemos visto
que, a nivel científico, paleontológico, orgánico, es falso, no existe.
W. R. Thompson, director del Instituto de Control Biológico de la
Commonwealth en Canadá, ha puesto de manifiesto que el darwinismo, el
evolucionismo, está asociado con falacias, fraudes y falsificaciones… “Haeckel alteró
las ilustraciones para hacer encajar su teoría… Un lamentable efecto del éxito del
“Origen” de Darwin, fue la dedicación de los biólogos a especulaciones inverificables.
Las “explicaciones” del origen de las estructuras, instintos y aptitudes mentales de
toda clase, en términos de los principios de Darwin, marcadas con la plausibilidad
darviniana, pero inverificable sin remedio, han surgido de todo centro de
investigación… El éxito del darwinismo fue acompañado por un declive de la
integridad científica… Esto es ya evidente en las temerarias declaraciones de Haeckel y
en las cambiantes, desviadas e histriónicas argumentaciones de T. H. Huxley. Un
ejemplo sorprendente, que ha salido recientemente a la luz pública, es la alteración del
cráneo de Piltdown, de forma tal que pudiera servir para la evidencia de la
descendencia del hombre de los monos, pero incluso antes de esto, algo similar se
reveló finalmente por el descubridor del Pitecántropo, quien admitió, muchos años
después de su sensacional informe, que lo había encontrado en los mismos depósitos de
huesos que son definitivamente humanos… Aunque estos hechos son bien conocidos, un
trabajo publicado en 1943 todavía acepta el diagnostico del Pitecántropo dado por
Dubois, como una criatura con un fémur de forma humana, que permite la posición
erecta. En 1947, en una exposición en Londres, designada para instrucción pública, el
desarrollo humano fue presentado en tal forma como el insinuar la verdad de la “ley
biogenética”, y en la misma exposición estaban las problemáticas reconstrucciones
indicando la descendencia del hombre, incluyendo el tipo Piltdown, cuando todo esto es

378
falso, no está científicamente demostrado… La general tendencia para eliminar, por
medio de especulaciones inverificables, los límites de las categorías que la Naturaleza
nos presenta es la herencia de la biología procedente del Origen de las Especies…
Para establecer la continuidad requerida por la teoría evolucionista, se invocan
argumentos históricos, aunque esté por completo ausente la evidencia histórica…
Así se han engendrado estas frágiles torres de hipótesis basadas en hipótesis,
donde los hechos y la ciencia-ficción se entremezclan en una tremenda confusión”…
La evolución, pues, es falsa, no tiene evidencia científica alguna.

* * *

¿Es la evolución la única o incluso la mejor explicación de los fósiles?...


La respuesta es que no lo es.
Es completamente posible explicar la existencia de los fósiles igualmente bien o
incluso mejor en términos del Gran Diluvio, descrito en el libro del Génesis lo mismo
que por las tradiciones de otras razas aparte de la de los hebreos. Las descripciones
bíblicas del Diluvio indican un tremendo complejo de acontecimientos ocurridos
durante el año de la Inundación: lluvias torrenciales por todo el mundo, tremendas
erosiones, cataclismos volcánicos y tectónicos a escala planetaria, violentas tormentas y
huracanes, gigantescas mareas y oleajes, etc. lo mismo que grandes destrucciones de
todas las formas de vida seguidas necesariamente por extensos enterramientos de
millones de animales en grandes “tumbas” de futuros depósitos de fósiles. Solamente tal
tremendo cataclismo puede dar una explicación de la gran expansión de los terrenos
ígneos en el Pacífico Noroeste, el gran Escudo Canadiense y las planicies indias. Solo
tal gigantesca inundación mundial puede explicar el hecho de que prácticamente todos
los fósiles sean encontrados en rocas sedimentarias y el hecho de que tales fósiles han
sido preservados en absoluto. Incluso Dumbar, destacado evolucionista, se ve forzado a
admitir que la mayoría de los fósiles tienen que haber sido formados por inundaciones
u otras catástrofes. Sólo la Gran Inundación, o sea, el Diluvio de la Biblia, puede
explicar la existencia de los fantásticos depósitos de millones de mamuts y otros
animales en los hielos del Ártico. Es cierto que los depósitos fósiles, y los sedimentos
en que están contenidos, pueden muy lógicamente ser vistos como un hecho realmente
histórico, preservados en tablas de piedra, de los terribles acontecimientos del gran
Diluvio. De acuerdo con Morris y Whitcomb en su gran obra “El Diluvio del Génesis”,
el gran Diluvio sólo ofrece una plausible solución para el enigma de la existencia de los
fósiles.
El testimonio de los fósiles no puede proporcionar evidencia científica para la
validez de la teoría general de la evolución.

* * *

Las edades geológicas han sido dispuestas por los evolucionistas conforme a un
supuesto orden cronológico, como sigue, empezando por los más “viejos” en las capas
que llevan fósiles: “Cámbrico (que contiene los trilobites y otros organismos marinos
simples); Ordovicio; Silúrico, Devónico (la edad de los peces); Mississippiano;
Pensilvánico (primeros insectos); Pérmico (muchos anfibios y primeros reptiles);
Triásico (edad de los dinosaurios); Jurásico; Cretáceos; Terciario (edad de las aves y
mamíferos); y Cuaternario (edad del hombre). Este historial de fósiles constituye la
única evidencia significativa a favor de la teoría de la evolución orgánica… Toda otra

379
evidencia comúnmente citada (como son la anatomía comparada, las semejanzas
embriológicas, la distribución geográfica, las mutaciones genéticas, los órganos
vestigiales, etc.) son estrictamente circunstanciales en naturaleza y pueden ser
explicados mejor en términos de la creación por un Artífice común: Dios, con
variaciones subsiguientes dentro de los límites fijados en los “tipos” creados. Los
cambios hereditarios que produjeron nuevas características, como las mutaciones, son
casi siempre causantes de deterioro en la naturaleza. De modo que si los depósitos de
fósiles son principalmente procedentes del Diluvio, en vez de datar de millones de años
de lucha evolutiva, toda la teoría de la evolución entra en bancarrota. No es de extrañar,
pues, que este concepto de las edades geológicas sea defendido con tanto fervor por los
evolucionistas, y que la “geología diluvial” sea ridiculizada o no tenida en cuenta… Hay
que reconocer también que esta llamada “columna geológica” no aparece realmente en
ninguna parte del mundo… Es muy posible que una secuencia vertical de las “edades”
exista en alguna localidad dada. Se puede hallar cualquier edad en el fondo, o en la
superficie, o cualquier combinación de las mismas. El contenido de fósiles más bien que
la superposición vertical o cualquier otra característica de la formación, constituyen el
factor que controla la “edad” que se le asigna. Así que la teoría de la evolución se
supone de antemano cuando se edifica la columna geológica y luego, esta última se
toma, curiosamente, ¡como prueba de la teoría de la evolución!… Pero los fósiles
hablan de modo bastante elocuente de la muerte, y por tanto deben haber sido
depositados después de la caída de Adán y la resultante maldición pronunciada por Dios
sobre la Tierra. Así que, por lo menos en la mayoría de los casos, los fósiles han sido
enterrados por el Diluvio. Naturalmente, en alguna localidad habrá habido una
tendencia definida para que algunas especies similares de animales sean enterradas más
o menos a un mismo nivel, y para que diferentes especies sean enterradas en orden de
creciente tamaño y complejidad. Los organismos marinos simples serán enterrados
primero, luego los peces, luego los anfibios, los reptiles, las aves y los mamíferos. Esto
es debido a:
l) La creciente elevación de su hábitat natural.
2) Resistencia hidrodinámica creciente al depósito por gravitación en las aguas
que llevaban los sedimentos.
3) Capacidad creciente para huir de las aguas del Diluvio que iban subiendo.
Esto es exactamente lo que se encuentra comúnmente en las rocas sedimentarias,
pero ha sido interpretado erróneamente por los evolucionistas para poder exhibir una
falsa evolución gradual a través de las edades.
Todo lo registrado en las rocas no constituye un testimonio de la evolución, sino,
por el contrario, el poder y juicio soberanos de Dios que castigó a la Tierra con el
Diluvio. La evolución, pues, queda como lo que realmente es: una falsa teoría.

* * *

Leakey menciona que el doctor Max Schlosser había informado del


descubrimiento de mandíbulas y dientes de un primate de Egipto, justo a principios del
siglo XX, de lo que Leakey dice que era la evidencia fósil que se precisaba para apoyar
la teoría emitida por Darwin de que África sería, probablemente, el continente en el que
se había originado el hombre. El profesor Schlosser, en cambio, predijo que los
antecesores del hombre serían hallados en el continente asiático… En realidad todos los
fósiles descubiertos en el continente de África (que son conocidos como
Australopitecos), y que se pretende que son los antecesores del hombre, son

380
simplemente los de diferentes tipos de simios… Es sólo como resultado de un examen
muy exhaustivo de, digamos, los dientes, forma de una mandíbula, o de huesos de poca
monta en el cráneo que se pueden imputar algunas características “humanas”, porque
son todos de apariencia muy simia… ¿Prueban acaso estas pequeñas características que
estos animales fueron los precursores del hombre?... No. Con tantas especies diferentes,
extintas y vivientes, hay un margen muy amplio de formas posibles que pueda tomar
una característica particular del esqueleto, y algunas de ellas han de ser forzosamente
más humanas que otras. Por ejemplo, vistas desde arriba, la forma de las mandíbulas en
algunos simios es casi rectangular mientras que en otros es más curvada. Como la
mandíbula humana está curvada aproximadamente en forma de una V o parábola, se
considera que los simios que poseen la mandíbula más curvada son los “prehomínidos
progresivos”… Se utiliza una línea de razonamiento similar para otras características,
mientras que se ignora el hecho de que el animal es solamente uno de varios que
pertenecen a un amplio margen de simios. Es inaceptable la gran confianza que se
deposita en ligeras diferencias de las mandíbulas y de los dientes. Se puede ilustrar
además lo confuso y contradictorio de toda la situación. Decía un escritor en un artículo
en “Nature”, considerando los fósiles de África: “La relación de tamaño entre los
dientes y la estructura mandibular es particularmente pertinente”. No obstante, en un
asunto tratado sólo unos meses después, otro escritor decía: “La robustez mandibular es
notoriamente variable en los hominoides vivientes, y tiene poco valor taxonómico”.
Afirma que se tienen que elegir los caracteres correctos para mostrar que los homínidos
son taxonómicamente distintos. Menciona también como una indicación adicional de
variabilidad que: “Incluso en el gorila, que normalmente posee una gran cresta, las
hembras más pequeñas no tienen cresta”… Toda esta cuestión de amplia variabilidad
fue considerada por Schultz en una sección titulada “Cambios debidos a la edad,
diferencias sexuales y variabilidad como factores en la clasificación de los primates”.
En esto demuestra él el amplio margen de diferencias que existe en miembros de la
misma especie. La postura de que los Australopitecos, según los evolucionistas
antecesores del hombre en su evolución, no son otra cosa que simios es apoyada por Sir
Solly Zuckerman, un experto en estos animales. En un simposium editado por Sir Julian
Huxley, dice él: “El evidente vacío en la historia evolutiva del hombre entre el Mioceno
temprano y la parte anterior del Pleistoceno Medio no ha sido llenado hasta ahora por
los hechos claros que serían preferibles, sino principalmente por especulación”.
Después de una evolución de las características de los Australopitecos, concluye en que
eran “Criaturas predominantemente simiescas y no humanoideas”. En su libro “Beyond
the Ivory Tower” resume las extensas investigaciones que él y sus ayudantes llevaron a
cabo comparando los Australopitecos con los simios y con el hombre. Descubrieron que
sus capacidades cerebrales no eran mayores que las de un gorila, y, desde luego,
menciona que sus volúmenes “habían sido muy sobre-estimados”, y más importante
aún, se ponía muy en claro que no caminaría erguido… Más recientemente, Oxnard
efectuó un examen detallado de estos fósiles, y sumarizó sus resultados en un artículo
en “Nature” (1975) con el intrigante título de “El lugar de los Australopitecos en la
evolución humana:¿hay razones para dudar?”… En este artículo muestra el gran vacío
que se halla entre estas dos líneas, y admite que: “Es más bien improbable que ninguno
de los Australopitecos, incluyendo al “Homo habilis” y “Homo africanus”, puedan
tener ninguna relación filogenética directa con el género Homo…”
Manteniendo todas esas consideraciones en mente, es evidente que los
Australopitecos son variedades de simios. Esto se tiene que mantener presente porque
todos los fósiles descubiertos atribuibles al antecesor del hombre son simios, y la

381
pretensión de que posean características humanas se basa en una evidencia parca y nada
convincente…
En definitiva, la evolución no tiene base científica alguna para que se siga
creyendo en ella.

* * *

¿Han hallado los científicos los “eslabones” necesarios entre los animales
simiescos y el hombre?… No, según la prueba existente. La revista “Science Digest”
habla de “la falta de un eslabón perdido que explique la aparición relativamente súbita
del hombre moderno”. La revista “Newsweek”, declaró: “El eslabón perdido entre el
hombre y los antropoides es simplemente el más atractivo de toda una jerarquía de
criaturas fantasmas. En el registro fósil, los eslabones perdidos son la regla”… Porque
no hay eslabones. De una cantidad mínima de pruebas hay que fabricar “criaturas
fantasmas” y presentarlas como si en realidad hubieran existido. Eso explica por qué
puede ocurrir la siguiente contradicción. Según el informe de la revista científica “Los
humanos evolucionaron en pasos graduales desde sus antepasados simiescos, y no,
como afirman algunos científicos, en saltos repentinos de una forma a otra. Pero, según
informes, otros antropólogos, trabajando con más o menos la misma formación, han
llegado a una conclusión exactamente opuesta a esa”… Por eso podemos entender
mejor la declaración que hizo el respetado anatomista Solly Zuckerman, quien escribió
en la publicación “Journal of the Royal College of Surgeons of Edinburg” (Revista del
Real Colegio de Cirujanos de Edimburgo): “La búsqueda del proverbial “Eslabón
perdido” de la evolución del hombre, ese santo grial de una secta de anatomistas o
biólogos que jamás desaparece, permite que el razonamiento superficial y el mito
florezcan hoy tan felizmente como lo hacían 50 años atrás, y más”. Señaló que, con
demasiada frecuencia, se pasaban por alto los hechos, y en vez de darles apoyo, se
apoyaba lo que era popular por el momento, a pesar de la prueba que lo contradecía…
Como resultado de esto, el “árbol genealógico” que suele dibujarse según la supuesta
evolución del hombre desde los animales inferiores cambia constantemente. Por
ejemplo, Richard Leakey declaró que un descubrimiento fósil muy reciente “deja en
ruinas la noción de que todos los fósiles primitivos pueden ser puestos en una secuencia
ordenada de cambio evolutivo”. Y un informe periodístico acerca de ese
descubrimiento declaró: “Cuanto libro de antropología hay, cuanto artículo de la
evolución del hombre existe, tendrán que ser descartados. Parece que están
equivocados”. El árbol genealógico teórico de la evolución humana está lleno de
“eslabones” rechazados que habían recibido aceptación. Un artículo de fondo del
periódico “The New York Times”, señaló que la ciencia evolucionista “tiene tanto lugar
para la conjetura que las teorías de cómo llegó a existir el hombre tienden a decir más
acerca de ellas que de su tema. Muchas veces parece que el descubridor de un nuevo
cráneo dibuja el nuevo árbol genealógico del hombre, y al hacerlo pone su
descubrimiento en la línea central que conduce al hombre y los cráneos de todos los
demás en líneas secundarias que no conducen a ningún lugar”. En una reseña del libro
“The Myths of Human Evolution” (Los mitos de la evolución humana), escrito por los
evolucionistas Niles Eldredge y Ian Tatterrsall, la revista “Discover” declaró que los
autores eliminaron todo árbol genealógico evolucionista. ¿Por qué? Después de señalar
que “sólo se puede adivinar cuáles son los eslabones que componen el conjunto de
antepasados de la especie humana”, esta publicación declaro: “Eldredge y Tattersall
insisten en que el hombre busca en vano a sus antepasados… Si la prueba estuviera allí
–afirman- se pudiera esperar con confianza que a medida que se hallaran más fósiles

382
homínidos la historia de la evolución humana se hiciera más clara. Si algo ha pasado,
es lo contrario a eso”… La revista “Discover” llegó a esta conclusión: “La especie
humana, y todas las especies, seguirán siendo en cierto sentido huérfanas, pues la
identidad de sus padres está perdida en el pasado”... Quizás “perdida” desde el punto
de vista de la teoría evolucionista. Pero, ¿no ha “hallado” la alternativa del Génesis a
nuestros padres como realmente son en el registro fósil… plenamente humanos, tal
como lo somos nosotros?... El registro fósil revela un origen distinto, separado, para los
monos antropoides y para los humanos. Por eso la prueba fósil de la conexión del
hombre con las bestias simiescas no existen. En realidad los eslabones nunca han estado
alli.

* * *

En los orígenes de la raza humana parece que entran en juego otros factores que
hasta ahora habían sido ignorados por los investigadores por considerarlos demasiado
fantásticos.
En primer lugar, nadie niega hoy el factor evolución. Sin embargo, aquél árbol
genealógico, que hace sólo unos años era como un dogma científico: simio-
australopiteco -pitecántropo- hombre premusteriense – homo sapiens, está todo reducido
a pedazos. Cada nuevo hallazgo es un problema más, o, si se quiere, es una rama más,
que le nace a este árbol del que ya no sabemos cuántas ramas tiene del que algunos
antropólogos se preguntan si las ramas no serán las que están abajo y las raíces las que
están arriba. En Olduvai, en los mismos estratos que se han encontrado huesos de
australopitecos, se han encontrado ya mandíbulas y cráneos de hombres muy similares a
nosotros y que se remontan a una edad cercana al medio millón de años. Y aquí no hay
lugar a dudas: los 650 centímetros cúbicos de cavidad craneana del primero están más
que duplicados por el segundo.
En América, en el cañón de Santa María de los Montes Bronco habitaron hace
un millón de años unos hombres que ya criaban ganado, fabricaban armas y
herramientas y practicaban ritos funerarios, a juzgar por los restos que nos han dejado.
En el Congreso de Prehistoria celebrado en Roma en 1962, el Dr. W. Matthes presentó
“las más antiguas estatuas del mundo”. Sin duda ninguna, fueron hechas hace por lo
menos doscientos mil años. Y algo más asombroso: han sido hallados objetos que tienen
todas las características de haber sido fabricados por el hombre –o por un ser
inteligente- en estratos que pertenecen a la era terciaria y secundaria. ¿Quién los puso
alli? Huerzeler descubrió en una mina de carbón de Italia, a doscientos metros de
profundidad, esqueletos de seres en todo semejantes al hombre de hoy, que vivieron, a
juzgar por los estratos en que estaban fosilizados, ¡hace quince millones de años!
Todos estos hallazgos y muchísimos más, que están constantemente
registrándose, han convertido los orígenes del hombre, en un verdadero rompecabezas,
salvo que aceptemos lo que dice la Biblia.

383
FRAUDES EVOLUCIONISTAS

¿Existió el arqueópteryx?

Recientemente se ha suscitado una sospecha de otro gran fraude paleontológico.


Se refiere a la autenticidad del famoso fósil del arqueópteryx, considerado por algunos
como el antepasado de las aves.
El descubrimiento del Archaeopteyx litogruphicu fue aclamado en el siglo XIX
como evidencia del eslabón perdido entre los reptiles y las aves y prueba de la teoría de
la evolución de Darwin. El arqueópteryx se diferenciaba del conocido reptil volador de
entonces, el pterodáctilo, por estar provisto de verdaderas plumas.
El primer ejemplar de arqueópteryx fosilizado fue encontrado en una cantera
bávara cerca de Pappenheim por un físico alemán, el doctor Karl Haeberlein, en un
estrato de piedra caliza de 160 millones de años de antigüedad (Jurásico Superior).
Haeberlein vendió la roca con el fósil al Museo Británico por setecientas libras
esterlinas. Este ejemplar se compone de las dos mitades que se producen cuando la roca
que contiene los huesos y las plumas fosilizados se abre, como las dos partes de un
molde. Se puede distinguir el esqueleto de un animal con plumas en las alas y la cola,
pero sin cabeza.
La posible existencia de un ave emplumada reptiliana semejante la predijo, antes
de 1861, Thomas H. Huxley en un dibujo que mostraba al animal con alas, escamas en
el cuerpo, cola como de lagartija y dientes en el «pico».
En 1877, el hijo de Haeberlein, Ernst, encontró otro ejemplar en las
proximidades de la localidad donde se encontró el primero. Este arqueópteryx estaba
bien preservado y tenía cabeza y dientes. Haeberlein lo vendió a Werner von Siemens
(el fundador de la gran industria electrotecnológica) por veinte mil marcos oro
(alrededor de mil libras esterlinas) y de él, el fósil llegó al Museo Humboldt de Berlín,
vendido en mil libras. Más tarde, en 1951, 1956 y 1970 otros tres ejemplares más se
descubrieron en diversas localidades y fueron depositados en los museos de Maxberg.
Eichstadt y Haarlem.
Durante casi cien años los fósiles bávaros dieron orgullosamente fe de la
transición evolutiva de los reptiles a las aves hasta que, en 1985, un grupo de científicos
compuesto por Sir Fred Hoyle y Chandra Wickramasinghe, astrofísicos, y los físicos
Robert Watkins y Lee M. Spetner despertaron la sospecha de que el fósil de
arqueópteryx era un fraude. Inspeccionaron y fotografiaron el ejemplar en el Museo
Británico y llegaron a la conclusión de que la impresión de las plumas en la roca no era
genuina, sino que había sido añadida al esqueleto original reptiliano.
Según Spetner, se prensaron plumas de pollo en una mezcla de cemento hecha
con piedra caliza pulverizada, del mismo origen que la cantera, para dar la impresión de
que las plumas salían de las alas y de la cola. Las técnicas fotográficas que empleó
Walker (iluminación de flash a un ángulo bajo tangencial desde diferentes direcciones)
revelaron los finos detalles estructurales del fósil y la roca, indicando una posible
falsificación. Efectivamente, la inspección de las fotografías indica que el material en el
cual están impresas las plumas presenta un grano mucho más fino que el de la roca
subyacente. Además, en una plancha se pueden distinguir algunas manchas o gotas
elevadas, de un grano muy fino, mientras que en su contra-molde no existe la cavidad
correspondiente.
En la época en que se descubrió el primer arqueópteryx (1862), R. Owen hizo un
dibujo muy fino y detallado de éste. Cuando se compararon las fotografías recientes con

384
ese dibujo, se observaron discrepancias inexplicables en la zona de la orilla de las
plumas.
Las pruebas de Hoyle y sus colegas de que el fósil del arqueópteryx fue
manipulado (al parecer por los Haeberlein) han sido impugnadas por algunos
paleontólogos, entre ellos, el profesor Ostrom de la Universidad de Yale, quien señala
que, de los cinco ejemplares existentes, tres fueron encontrados en este siglo por
diferentes personas en diversas localidades, todos ellos pertenecientes al Jurásico
Superior. Este argumento lo refutan los científicos acusadores, quienes afirman que
solamente los dos ejemplares bávaros tenían plumas verdaderas en tanto que los otros
fósiles no presentan ninguna impresión inequívoca de plumas, y, por tanto, parecen ser
simples reptiles. Señalan también que la dirección de los huesos de la cadera en los
ejemplares Haeberlein corresponde a la de las aves, mientras que en los otros ejemplares
corresponde a la de los reptiles.
Entonces, ¿es el arqueópteryx un fósil auténtico o una falsificación?... Las
falsificaciones paleontológicas y arqueológicas fueron bastante «populares» en los
siglos XVIII y XIX y hay muchas pruebas de que existieron excelentes especialistas en
ese terreno. Por ejemplo, Leonard Barth, el propietario de las canteras de caliza de
Oehningen en la ribera del lago Constanza, de quien el custodio del Museo Teyler de
Haarlem. T. C. Wínkler, dijo: “¡La agudeza, la inventiva y la ingeniosa habilidad de
los hombres de Oehningen no conoce límites!”
(Alexander Kohn)

* * *

Si los antecesores del hombre no eran parecidos a monos, ¿por qué hay tantos
dibujos y reproducciones de "hombres-monos" en las publicaciones científicas y en
museos de todo el mundo? ¿En qué se basan éstos? El libro "The Biology of Race" (La
Biología de la raza) responde: "Para completar los detalles de la carne y el pelo de
tales reconstrucciones hay que recurrir a la imaginación". Añade: "El color de la piel:
el color, la forma y la distribución del pelo: la forma de los rasgos: y el aspecto de la
cara... de estas características no sabemos absolutamente nada respecto a cualesquiera
hombres prehistóricos". La revista "Science Digest" también comentó: "La vasta
mayoría de las concepciones artísticas se fundan más en la imaginación que en la
prueba. Los artistas tienen que crear algo que se encuentre entre antropoide y un ser
humano; mientras más antiguo se diga que es el espécimen, más parecido a mono lo
hacen"... Donald Johanson, buscador de fósiles, reconoció: "Nadie puede estar seguro
de precisamente qué apariencia presentaba cualquier homínido extinto". De hecho, la
revista "New Scientist" informó que no hay "suficiente prueba del material fósil para
sacar de los campos de la fantasía nuestro teorizar". Por eso, los dibujos e ilustraciones
de “hombres-monos" son, como admitió cierto evolucionista, "en la mayoría de los
respectos, una ficción, total invención". En armonía con eso, en "Man, God and Magic"
(El hombre, Dios y la magia) Ivar Lissner hizo este comentario; "Tal como lentamente
estamos aprendiendo que los hombres primitivos no son necesariamente salvajes, así
tenemos que aprender a darnos cuenta de que los hombres primitivos del período
glacial no eran ni bestias brutas ni semiantropoides ni cretinos. De ahí la inefable
estupidez de todos los intentos por reconstruir al hombre de Neandertal o hasta al
“hombre de Pekín". En su deseo de hallar pruebas de la existencia de “hombres-
monos", algunos científicos han caído en los lazos del engaño directo; por ejemplo, el
relacionado con el hombre de Piltdown, en 1912. Durante 40 años este fue aceptado
como genuino por la mayoría de la comunidad evolucionista. Finalmente, en 1953 se

385
descubrió el engaño cuando las técnicas modernas revelaron que huesos humanos y de
antropoides habían sido combinados y tratados artificialmente para que representaran
una gran edad. En otro caso, en la prensa se presentó el dibujo de un "eslabón perdido"
semejante a un antropoide. Pero más tarde se reconoció que la "prueba" consistía en
solamente un diente que pertenecía a una forma extraña de cerdo...
Si las reconstrucciones de "hombres-monos" no son válidas, entonces, ¿qué eran
esas criaturas antiguas cuyos huesos fósiles han sido hallados? Uno de estos mamíferos
de gran antigüedad de los cuales se alega que están en la línea del hombre es un
animalito parecido al roedor del cual se dice que vivió unos setenta millones de años
atrás... En su libro "Lucy; The Beginnings of Humankind" (Lucy: Los principios de la
Humanidad), Donald Johanson y Maitland Edey escribieron: "Eran cuadrúpedos
insectívoros de aproximadamente el tamaño y la forma de las ardillas". Richard Leakey
llamó a este mamífero un, "primate parecido a una rata". Pero ¿hay prueba sólida
alguna de que estos animalitos hayan sido los antecesores de los humanos? No; en vez
de eso, sólo hay el razonamiento superficial de los que quisieron que así fuera. Ninguna
etapa de transición las ha conectado alguna vez con nada excepto con los que esas
formas eran: mamíferos pequeños semejantes a roedores. Después en la lista que por lo
general se acepta, con una laguna admitida de unos cuarenta millones de años, hay
fósiles que se hallaron en Egipto y que fueron llamados egiptopiteco (egyptopithecus:
simio egipcio).
Se dice que esta criatura vivió unos treinta millones de años atrás. Revistas,
periódicos y libros han presentado ilustraciones de esta criatura, con titulares como
éstos:
“Criatura parecida al mono fue nuestro antepasado" (revista "Time").
"Primate africano parecido al mono llamado antepasado común del hombre y
de los antropoides", "The New York Times".
"Egiptopiteco es un antepasado que compartimos con los antropoides vivos”
"Origins" (Orígenes).
Pero ¿dónde están los eslabones entre esta criatura y el roedor que vivió antes de
ella?... ¿Dónde estaban los eslabones a los que se coloca después de ella en el
alineamiento evolutivo?
No se han hallado ninguno...

* * *

En el Museo Americano de Ciencias Naturales de Nueva York se ve


perfectamente un claro ejemplo de la manipulación y engaño de la que hacen gala los
evolucionistas. Allí se encuentra expuesta, entre otras cosas, toda una serie de caballos
fosilizados… Supuestos estos caballos gradualmente se iban desarrollando del uno al
otro cubriendo un período de centenares de miles de años… La serie empieza con un
animalito que, muy convencionalmente, tiene cinco dedos en cada pata. Cada uno de los
siguientes animales es un poco mayor y, el número de dedos en cada pata gradualmente
va decreciendo, hasta que finalmente sólo queda el dedo de en medio, y este se
convierte en la conocida pezuña del caballo…
¿No se diría que ésta es una maravillosa prueba de la evolución?...
Casi se pensaría, porque esta “historia del caballo” es uno de los más populares
argumentos a favor de la evolución…
Pero ¿cuál es la verdad sobre el asunto? Supongamos que la serie es genuina:
que los últimos caballos de la serie efectivamente se han desarrollado partiendo del
primero en la serie. ¿Tendríamos entonces una prueba de evolución?... De ningún modo,

386
puesto que siguen siendo caballos. La serie demuestra que muchas variaciones son
posibles en cuanto al tema “caballo”, pero no demuestra que organismos superiores
pueden desarrollarse de organismos inferiores. Antes bien en los dedos, más que
evolución, demuestra degeneración. Pero lo que es peor: ¡no hay ni una sola prueba de
que estos caballos se desarrollaron en el orden expuesto! Además, hay indicios de que
en la época del primero de la serie esto es, el “más viejo”, ya existían caballos de
aspecto moderno… Estos fósiles de caballos proceden de distintos rincones de la tierra
y de lugares cuya edad relativa es absolutamente incierta, ¿podrían estos caballos
realmente haberse desarrollado el uno del otro?...
¿Acaso no resulta ultrajante que semejantes cosas se muestren al público general
que así es engañosamente inducido a creer que la evolución es un hecho?...
Desgraciadamente no hay escasez de semejante basura en los museos y libros populares,
hasta incluso en libros de texto de Formación Religiosa…
¿Y qué de los bonitos retratos que retratan a la gente prehistórica como si fueran
monstruos salvajes con apariencia de simios?... ¡Puro engaño! Es totalmente imposible
establecer sobre la base de la evidencia de cráneos y huesos cuál habría sido el aspecto
de la cara, del pelo, color de piel, etc.
Durante mucho tiempo se saludaba al hombre de Neanderthal como a uno de los
más importantes eslabones entre los simios y los hombres… En los cuadros lo presentan
como hombre-simio de aspecto salvaje. Pero poco a poco los científicos han llegado a la
conclusión de que si encontrásemos al hombre de Neanderthal hoy en día en un
supermercado, ¡el tal no se destacaría en absoluto de los demás concurrentes a dicho
centro comercial!...
Esto, naturalmente, nos conduce a la siguiente pregunta, a saber, ¿y los fósiles,
qué tienen que decirnos?...
La corteza de la tierra consta de un gran número de capas, llamadas “estratos”.
Estas se formaron o bien porque la roca fluida emanó de la tierra, por ejemplo, de los
volcanes, y se solidificó; o bien porque el viento llevó granos de arena y arcilla, y los
depositó en alguna parte; o los glaciares subieron empujando arena o arcilla; o, como
mayor probabilidad, arena, arcilla, piedra caliza, etc., se depositaron fuera, en los mares,
lagos y ríos. En los últimos tipos de estratos hallamos un sinnúmero de restos
petrificados de plantas y animales que una vez vivían sobre la tierra. Especialmente los
elementos más duros, tales como conchas, escamas y huesos se fosilizaron con
facilidad.
Normalmente los estratos inferiores son, por supuesto, más antiguos y los
superiores más recientes. La pretensión de los evolucionistas reza como sigue: en los
estratos inferiores, por lo tanto más antiguos, encontramos organismos fosilizados más
sencillos, y cuando llegamos a los estratos superiores, y por lo tanto más recientes
encontramos, además de los inferiores, también superiores y más complejos organismos
fosilizados. Todos los estratos que contienen fósiles abarcan un periodo de unos 600
millones de años… así lo afirman ellos, y en ese período vemos cómo la historia de la
vida se inicia con organismos muy sencillos y cómo, en el curso de las edades,
progresivamente van apareciendo organismos más elevados…
¿No es ésa la prueba más hermosa de la evolución?...
Ciertamente… ¡Si fuera verdad la historia, se entiende!
Eso es lo que suelen contarle los evolucionistas a uno, pero, resulta todo, en
verdad, muy distinto y engañoso. Igual valdría confesar que no hay ni tan sólo un rasgo
de verdad en todo el relato. En ninguna parte en el mundo entero se encuentran todos
esos estratos uno encima de otro, de tal manera que los organismos inferiores se hallen
en los de más abajo y los superiores en los de más arriba. Además, no se encuentran

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solamente organismos sencillos en los estratos que contienen fósiles y que se consideran
ser los más antiguos, sino que se ha descubierto que casi todo el reino de la fauna se ve
representado en ellos. La única excepción a esto son los vertebrados, pero éstos
aparecen inmediatamente en las capas siguientes, sin formas intermedias.
¿De dónde vienen todos estos grupos de animales? ¿Dónde están los antepasados
comunes que, según la teoría evolucionista, precisan haber tenido? Si la teoría es
correcta, ¡entonces tres cuartos y, según algunos, hasta nueve décimas de la Historia,
faltan! ¿Cómo sucede que apenas hay fósiles de ese enorme período? ¿Podría ser que
los antepasados comunes jamás existieron?...
Así es, la evolución no tiene base ni tiene evidencia fósil para demostrarla.

* * *

Si el concepto de evolución es el verdadero, entonces los evolucionistas tienen


que presentarnos los argumentos científicos que lo demuestren. Tendrán que aclararnos
dos puntos:
a) ¿Es conocido en la Biología un “mecanismo” mediante el cual organismos
inferiores y más sencillos pueden gradualmente desarrollarse en organismos superiores
y más complejos? Tal mecanismo de modo particular pertenecería al campo de la
Genética (el estudio de la herencia).
b) ¿Es cierto que los fósiles nos dan un cuadro de un desarrollo gradual de
organismos inferiores a superiores que cubre millones de años? Tal estudio de los
fósiles pertenece al campo de la Paleontología (el estudio de los organismos
fosilizados),
En el último siglo estas preguntas suscitaron un espíritu de optimismo en cuanto
a sus contestaciones; se creía que éstas pronto se encontrarían. Pues bien esas
contestaciones ya las tenemos, y ambas son muy definidas: ¡Imposible!...
Hoy en día conocemos toda clase de principios por los que una “población”
(reunión, agrupación) particular de, por ejemplo, cierta especie de animales,
gradualmente puede sufrir un número de cambios hereditarios durante sucesivas
generaciones. Los factores de la herencia se hallan principalmente en los llamados
“genes”. Esas son estructuras infinitesimales encontradas en los núcleos de células
corporales y células reproductivas. Por múltiples influencias exteriores “genes”
arbitrarios pueden sufrir toda clase de cambios arbitrarios (mutaciones). Como resultado
de esto los genes empiezan a actuar de forma diferente, y casi siempre menos
eficazmente, o pueden cesar de actuar del todo. Los organismos con semejantes genes
son, por lo tanto, frecuentemente menos capaces de sostenerse; mueren de forma
prematura o son incapaces de reproducirse satisfactoriamente.
Los evolucionistas afirman que la evolución se efectúa porque de cuando en
cuando ocurren mutaciones que en un determinado medio ambiente, crean condiciones
favorables al organismo para su autopreservación. Y en verdad, eso efectivamente se
produce de vez en cuando. Bajo determinadas condiciones ambientales una mutación
particular a veces puede resultar ser más favorable. Entonces vemos que los organismos
que no tienen esa particular mutación, gradualmente desaparecen de la población. Pero
esto sucede rarísimas veces y, aún cuando lo hace, generalmente es de naturaleza
temporal. Casi siempre esto ocurre porque el hombre ha hecho un cambio drástico en el
ambiente. Además, esto solamente demuestra que las poblaciones pueden experimentar
ciertas “oscilaciones”, pero en absoluto tiene que ver con nuestra pregunta de cómo
organismos superiores, esto es, más complejos, más perfectos de construcción, pueden
desarrollarse ¡desde organismos inferiores! Los expertos en Genética desde hace tiempo

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han estado convencidos de que los mecanismos genéticos en los organismos vivos no se
esfuerzan en cambiar la población, sino que más bien la mantienen lo más equilibrada y
constante como sea posible. Dentro de tal población es posible que, bajo la influencia de
cambios de ambiente, aparezcan toda clase de variaciones, pero eso es cosa muy distinta
de toda una población que se desarrolla para alcanzar un rango superior en la escala
evolutiva.
Es este campo hay mucho engaño. En gran medida, la mayoría de las “pruebas”
biológicas de evolución que se presentan en los libros de texto no tienen nada que ver
con semejantes cambios dentro de la población. A veces llamamos a eso micro-
evolución, pero esto es engañoso, porque, de hecho, no tiene que ver nada con la
evolución. Esto es sencillamente “cambio”, “variación”, “modificación”, no
“ascensión”. Todas esas “jubilosas” pruebas de micro-evolución nada tienen que ver
con nuestra pregunta: “¿Cómo podría haberse verificado siquiera alguna vez la
macroevolución?”, “¿Cómo podrían originarse mamíferos de reptiles; anfibios de
peces, y así sucesivamente?”. Todo lo que conocemos sobre la Genética hace altamente
improbable que semejantes desarrollos siquiera sean remotamente posibles, lo que
implica que la teoría de la evolución es falsa, no tiene base científica alguna.

* * *

La Biblia no habla de un lento desarrollo a través de millones de años, sino de


actos repentinos de creación durante una semana de seis días. El problema es, por lo
tanto: o bien creación, tal como la Biblia habla de ella, o bien evolución.
Los evolucionistas verdaderamente confirmados no necesitan de Dios; no hay
lugar para Dios en su enseñanza. Dicen: “Dadnos millones y millones de años, y una
ciega casualidad hará lo demás”… El tiempo y la casualidad son los “dioses” que
engendran la evolución…
Imaginemos solamente qué clase de dios se requiere para satisfacer la creencia
teísta evolucionista de él. Como la obra más alta de su creación, este dios evolucionista
tiene que haber tenido al hombre a la vista pero tardó billones de años en elaborarlo.
Además, supuestamente desarrolló al hombre mediante la muerte, la destrucción y la
supervivencia de lo más apto en una lucha por la vida. Supuestamente ha seguido un
plan que produjo miles de fracasos y callejones laterales sin salida, como también miles
de especies “sin éxito” que desechó, hasta que, por fin, sobre la base de ensayos y
errores, alcanzó su meta (el hombre). ¿Es éste el Dios de la Biblia?...
Faraday, Maxwell, Lord Kelvin y Louis Pasteur eran convencidos creacionistas,
esto es, gente que cree en la creación, y vigorosamente se opusieron al naciente
evolucionismo de Lemarck y Darwin.
¿Se pueden dar unos pocos ejemplos de evolución que podamos ver ocurrir hoy
en día ante nuestros ojos?... Se pueden nombrar unos pocos ejemplos, pero estos todos
demostrarán que las plantas y los animales pueden sufrir cambios hereditarios pero no
que organismos superiores puedan desarrollarse de organismos inferiores, y solamente
eso es evolución. No se puede presentar ni un solo ejemplo de un organismo inferior
transformándose en otro superior, todo son suposiciones, pero ni en la existencia de un
hombre, dada la “lentitud” con lo que se supone que tarda la evolución, ni en un
laboratorio, se ha podido jamás ver ese ejemplo.
Se dice que los fósiles muestran que todos los organismos superiores han
procedido de los inferiores…
Pero… ¿cómo demuestran los fósiles que las plantas y los animales están
relacionados unos con otros y que descienden de los mismos organismos primitivos?...

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¿Cómo los fósiles demuestran que los mamíferos gradualmente se desarrollaron de los
vertebrados inferiores?... No hay un solo fósil que puede dar a entender esta supuesta
evolución.
En cuanto al hombre se dice que se originó de antepasados semejantes a los
simios, cuyos antecesores serían el hombre de Neanderthal, el Pitecántropos fosilizado,
etc. Pero estos nombres ya no tienen significado respecto a la cuestión de la
descendencia del hombre de mamíferos con semejanza a los simios. En 1973, el Dr.
Richard Leakey en África, aunque es evolucionista él mismo, tuvo que admitir que sus
propios descubrimientos de huesos fosilizados humanos derriban de un solo golpe y dan
por totalmente inútiles todas las teorías existentes sobre el origen del hombre, y que él
no tenía otra teoría que ofrecer en su lugar…
Firmes evolucionistas a menudo han alzado una voz de advertencia; con seriedad
han señalado los varios dogmas faltos de precisión y sin pruebas de la teoría de la
evolución, como así también los muchos hechos que se hallan en conflicto con ella.
Se dice que la evolución se basa en los resultados de la investigación científica
moderna, y que, por lo tanto, es “científica”… Por el contrario, se dice que la creencia
en la creación es una creencia religiosa, derivada de antiguos libros religiosos, y que,
por lo tanto, es “no científica”…
Precisamente es al revés, la evolución no tiene ninguna base científica, mientras
que el creacionismo, la corriente que cree que el hombre no procede del mono y que
todo fue hecho directamente por Dios, como narra la Biblia, tiene muchísima más base
creíble que la evolucionista, que blasona de mucha pseudo cientificción, un pseudo
cientificismo indemostrable, utópico, imaginario, fantasioso.

* * *

La generación espontánea ha sido un mito debido a la ignorancia.


Está comprobado, científicamente, que la vida siempre procede de la vida, de un
germen precedente: todo ser vivo procede de otro ser vivo, toda célula de otra célula,
todo huevo de otro huevo.
“Otra vida -dice el Dr. Rosell- que la que se observa en las células en su
materia llamada protoplasma; otra manera de nacer u originarse un organismo, que la
de proceder un ser vivo de otro que vivía antes o una célula de otra célula, eso no lo
creen las ciencias ni hoy lo juzgan posible. Algunas veces -añade- la superficialidad
periodística nos da la noticia de que tal o cual sabio escondido han logrado obtener
cristales vivientes o cuerpecitos artificiales vivos. Eso ha sido siempre, en toda la
extensión de la palabra, una invención periodística, engaño puro que no merece los
honores de que nos ocupemos un momento en ello. El axioma científico, único en la
actualidad, lo hemos citado: “Todo huevo, toda célula, todo lo que vive, procede de
otro huevo, de otra célula, de otro ser viviente”…
Y ante este hecho implacablemente cierto y no contradicho, las opiniones de los
mismos grandes biólogos que admitían la posibilidad de un origen material físico-
químico de la vida, se han visto profundamente removidas. “En toda la Ciencia -dice
el mismo Tyndall- materialista y ateo, no existe ninguna otra conclusión más cierta que
ésta”.
¿Os maravilla, es verdad, tanta diafanidad de argumento y al mismo tiempo tanta
aseveración de los sabios?... Entonces, me diréis, ¿en qué se apoyan los materialistas
para defender con tanto ahínco la generación espontánea?... En nada.
No pueden presentar los evolucionistas el más mínimo argumento de su parte.

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“Pruebas o hechos positivos que demuestren cualquiera de estas afirmaciones-
dice a este respecto el doctor antes citado- no existe ni una. Y continúa lleno de
indignación: ¡Y se ha querido llamar anticientífico al que no quiera admitir tales
leyendas!”...
En toda esta materia proceden los evolucionistas y ateos completamente por
sugerencias, por probabilidades, no por hechos consumados; afirman, no porque puedan
dar razón de sus asertos, sino porque así les conviene, o eso pide sus ideas
preconcebidas o tal vez sus prejuicios antirreligiosos y ateos.
Su posición es clara: “Dios no existe”, dicen, y partiendo de este punto es
evidente que la vida, los seres vivientes no pueden ser otra cosa que productos de las
meras fuerzas de la Naturaleza. “Así debe ser y así es”, dicen ellos. Algunos hasta
formulan con increíble sinceridad el siguiente silogismo: “Si no se admite la generación
espontánea, o sea, la evolución, tenemos que admitir a Dios como Creador de la vida.
Esto es inadmisible para nosotros que no aceptamos a Dios, luego hemos de optar por
la evolución aunque no tengamos argumento alguno en su apoyo”.
Se ve, pues, que la cuestión de la evolución es más de corazón que de
inteligencia. Lo más triste es que hombres que se llaman amantes de la Ciencia, que se
glorían de ponerla por encima de todo, procedan con tan increíble ligereza y se dejen
llevar tan lastimosamente de sus fobias antirreligiosas.
Se cumple aquí como en ninguna parte el dicho de que el mayor enemigo de la
Ciencia es el horror a lo sobrenatural, a la existencia de Dios.
Ni ateos ni evolucionistas tienen base alguna para sustentar su teoría de la
evolución, esta teoría es pura ciencia-ficción.

OPINIONES DE CIENTÍFICOS Y ESCRITOS SOBRE LA EVOLUCIÓN

El Dr. Fred Hoyie reconoce que «aun después de ampliar el escenario del
origen de la vida desde nuestro diminuto planeta al conjunto del Universo, debemos
volver a plantearnos el mismo problema que al principio, o sea la pequeñísima
probabilidad de que la vida, incluso a escala cósmica, proceda de materia no viviente.»
Lo que dijo el doctor R. Goldschmit hace años vale hoy como en aquel entonces
con referencia a cualquiera de las nuevas presentaciones de la evolución; «La repetición
incesante de esta presentación de la hipótesis (evolución por micromutaciones)
paliando dificultades y asumiendo una actitud arrogante hacia los que no son tan
fácilmente tambaleados por las modas de la ciencia, lo consideran como una prueba
científica de la doctrina.»
Según el diccionario, «hipótesis es la "suposición de una cosa", y "teoría" es el
conocimiento especulativo, considerado con independencia de toda aplicación». La
evolución no pasa de ser más que una mera hipótesis. «Esta teoría se puede llamar la
Teoría General de la Evolución, y la evidencia que la apoya no es lo suficiente fuerte
como para permitirnos considerarla más que una hipótesis de trabajo.» Dr. G. A.
Kerkut.
La evolución, si nos dejamos guiar por el diccionario, no es una ciencia, porque
no es «un conocimiento cierto de las cosas por sus principios y causas». Mucho menos
es una ciencia exacta, porque no está apoyada por «principios, consecuencias y hechos
rigurosamente demostrables». Aunque puede ser una teoría filosófica, la evolución no
se califica como una teoría científica porque:
1° Su proceso no se puede observar.
2° No se sujeta a experimentación.

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3° No está apoyada por ninguna evidencia.
4° Contradice muchos procesos biológicos.
5° Su aceptación descansa sobre la pura credulidad voluntaria de sus seguidores.
Como decía Pasteur: «No es cuestión de que 50 millones de franceses no puedan
estar equivocados.» Generalmente, los que realmente tienen la razón (la verdad acerca
de algo) suelen ser una minoría.
La casualidad, el azar, son palabras que usamos para tapar o justificar nuestra
ignorancia.
Uno de los bioquímicos sobresalientes concede: «Un hombre honrado armado
con el conocimiento disponible a nosotros ahora solamente podría declarar que, en
algún sentido, el origen de la vida al momento aparece casi un milagro, porque tantas
son las condiciones que tendrían que haber sido satisfechas para ponerla en marcha.»
Una proteína es, fundamentalmente, una molécula construida de veinte clases de
aminoácidos en cadena. Al terminar de reunirse esta cadena larga de aminoácidos se
dobla automáticamente para tomar una forma 3D, específica y estable. Las funciones
particulares de la proteína dependen de formas específicas 3D, etc. Otras cosas
maravillosas están ocurriendo continuamente en las millones de células de nuestros
propios cuerpos. Pero no vamos a entrar más en lo que es tan intrincado y más allá del
aprecio y comprensión de nosotros los no especializados.
Con referencia a una célula viable, el doctor Michael Dentón pregunta: « ¿Es
realmente creíble que unos procesos casuales pudieran haber construido, en realidad,
la partícula más menuda, una funcional proteína o gen? Es intrincada más allá de
nuestras capacidades creativas y realmente la antítesis del azar.»
«El hecho de que por doquier que miremos y a cualquier profundidad que
miremos encontramos una elegancia y un ingenio de una calidad absolutamente
trascendente, milita contra toda idea del azar.» «Como ya sabemos, existe una gran
divergencia de opinión entre los biólogos, no solamente acerca de las causas de la
evolución, sino incluso acerca del mismo proceso. Esta divergencia existente es
insatisfactoria y no permite ninguna conclusión cierta. Esta situación en la que
científicos se lanzan a defenderla, y son aun más incapaces de demostrarla con rigor
científico, tratando de mantener su crédito ante el público suprimiendo críticas y
escondiendo las dificultades, es anormal e indeseable en el campo científico.» Prof. W.
A. Thompson.
«No poseemos pruebas positivas del origen inorgánico de la vida, ni de la
primitiva ascendencia del hombre, tal vez ni siquiera de la evolución misma, si
queremos ser pedantes.» C. F. Von Weizsacker Nilsson, Thompson y otros biólogos y
botánicos mencionan una presión para cuadrar las observaciones dentro del marco de la
evolución y que eso es un freno para el progreso del pensamiento y de la investigación.
Un paleontólogo francés opina que es difícil que la observación y la interpretación no
estén influenciadas por las ideas del momento, y el biólogo L. Bounoure, refiriéndose a
la evolución dice que «la devoción a una idea acaba de nublar por completo el sentido
de la objetividad científica».
Debido a una falta de apreciación de las dimensiones múltiples del hombre
mismo, algunos no se dan cuenta de cuán superior es el ser humano a todas las otras
criaturas terrenales. Entre otras cosas, él es superior porque el cerebro humano tiene una
parte llamada «Centro de Broca» que controla la lengua, la voz, los labios, etc. Es el
área que hace posible la expresión verbal de pensamientos. ¿Cuál es el único ser terrenal
que, aparte de instintos, puede hacer planes y previsiones para el futuro a base de
experiencias pasadas? ¿Desarrolló el hombre su cerebro por medio del uso o le fue

392
dotado por su Creador? Recordemos que el hombre llamado de Cromagnon era superior
en estatura y en el tamaño de su cerebro a los hombres modernos.
Los códigos genéticos presuponen inteligencia.
«A la hipótesis neodarwiniana le falta la explicación científica aceptable de la
fuente del código de vida, sin la cual no puede haber vida, ni proteínas específicas,
actividad óptica.» A. E. Wilder-Smith.
«La cuestión de la fuente original de información no es trivial. De hecho es el
problema filosófico y teórico básico y central. La esencia de la teoría de la creación
divina tiene una existencia separada e independiente más allá y antes del sistema
material, siendo esto un punto principal del prólogo de San Juan.» Dr. P. Fong.
El doctor L. D. Sunderland cuenta de la visita en Noviembre de 1981 a los
EE.UU. del doctor Colin Patterson, paleontólogo y Director del Museo Británico de
Historia Natural. Habló en tres ocasiones en grandes reuniones de científicos
americanos: a la Junta Geológica del Museo Field de Historia Natural en Chicago, en un
seminario simposio de Morfología en la Universidad de Chicago, y en una reunión de
taxonomistas con otros científicos en Nueva York. Refirió que durante los últimos años,
él y otros habían experimentado «un cambio de la evolución como conocimiento a la
evolución como fe». Contó que una mañana se despertó y se dio cuenta que después de
20 años de investigaciones acerca de la evolución, todavía no sabía nada acerca de ella,
y que le fue muy chocante sentir había sido mal guiado por tanto tiempo. En todas estas
tres ocasiones él presentó a sus oyentes la siguiente pregunta: « ¿Pueden ustedes
decirme cualquier cosa que sepan acerca de la evolución que sea verdad (cierta)?» De
entre esos grupos de científicos no hubo ninguna contestación, solamente un frío
silencio. Otra vez desafió a sus oyentes al decirles: «La inexistencia de respuestas
parece sugerir que es cierto que el evolucionismo no comunica ningún conocimiento; si
es así, todavía no me lo han dicho.» Aunque él no mostró simpatía para el
creacionismo, leyó un trabajo, una crítica exhaustiva y erudita de la teoría de la
evolución. También dijo: «El valor explicativo de la hipótesis de la descendencia
común es nulo.» (Nota: Que el Dr. Colin Patterson es bien reconocido como una
autoridad científica se puede apreciar por el hecho de que estos grupos prestigiosos le
convidaron a dar ponencias delante de ellos).
¿Sabe usted, querido lector, algo cierto, positivo a favor de la evolución?
Entonces debe comunicárselo a los científicos, porque, aparentemente, no saben nada.
«El evolucionismo no es, pese a lo que se afirma, la conclusión a la que ha
llegado la ciencia biológica, sino el punto de partida filosófico, el cristal coloreado, a
través del cual se examinan todos los datos biológicos.» D. Santiago Escuain, químico.
Pasteur escribió: «El mayor desajuste de la mente humana es creer (algo)
solamente porque uno mismo quisiera que fuese así.»
Para usar las palabras de A. Solzhenitsyn, es triste ver «la aceptación de errores
ajenos» de parte de tantos.
«La clave de una teoría científica no es cuántos crean en la teoría, ni el grado
académico de ellos, sino la credibilidad de la evidencia que ofrecen en su apoyo.» B. R.
Eals.
Las especulaciones acerca de cosas que solamente se pueden imaginar no son
ciencia en ninguna forma.
«El tratar opiniones como pruebas es ignorar (voluntariamente) todas las otras
opiniones. Puede ser una manera excelente para hacer propaganda, pero no es
ciencia.» Douglas Dewar.
«La evolución es una ficción, una acumulación de probabilidades, sin pruebas y
una explicación atractiva sin demostraciones.» Robin, ateo.

393
«La evolución no explica nada. Es algo que necesita mucha explicación.» V.
Kellog.
«Realmente, la evolución, como la pintan, solamente favorecería la
supervivencia de los más afortunados.» Dr. Gary Parker.
La evolución no ha producido más que conjeturas bonitas.
«Si el ojo es fruto del azar, también puede serlo un telescopio.» William Paley.
«Es evidente: que si hubiera un momento en que no existía nada, nada existiría
actualmente tampoco. No hay más que dos términos de controversia: o Dios es eterno e
increado o lo es la materia. En efecto: conceder la eternidad a la materia ciega e
inconsciente, es un absurdo filosófico, pero podemos añadir más: si lo eterno e
increado ha sido la materia sin entendimiento ¿de dónde procede el orden, la armonía,
la sabiduría infinita de que está lleno el Universo? ¿Será la materia bruta, ciega,
inconsciente la que ha formado los prodigios de los seres vivos? ¿Será la materia sola
la que ha creado por meras acciones y reacciones químicas, pero sin plan, sin
conocimiento, esos aparatos que se llaman los ojos, los oídos, el sistema sanguíneo, el
sistema nervioso... llenos de ciencia y finalidades altísimas, máquinas las más
estupendas? El requisito principal para encontrar la verdad es más que tener una
curiosidad; es el ser sincero y buscarla sin perjuicio y con el propósito de que una vez
encontrada, ser consecuente y seguirla. Nada ni nadie puede dar lo que no tiene. La
materia inerte, carente de inteligencia, no puede ser de ningún modo donante o creador
de inteligencia. La experiencia y la razón nos dicen que solamente algo puede producir
algo. Ese algo que ha producido las cosas tuvo que haber sido poderoso e inteligente.
El hombre tiene una personalidad y su Hacedor no puede ser menos. El orden que
vemos en las cosas no es obra del acaso, sino de Él (el Creador); la sabiduría de que
está llena la infinita máquina del cosmos es el efecto de su inteligencia soberana.
Pensar otra cosa sería admitir orden sin ordenador, construcciones y prodigios de la
mecánica y del arte, sin arquitecto ni mecánico, relojes perfectísimos sin relojero; en
una palabra, sería admitir, como sistema, la contradicción, el imposible, el absurdo.»
P. Simón.
Negando la creación, un evolucionista tiene que creer que de alguna manera, de
la nada absoluta, una sustancia de alguna clase llegó a ser. Esa nada no se había
enterado que podía llegar a ser algo. No había tenido conciencia de sí. No había nada
que la estimulara. No tenía nada con que cooperar. No tenía ni deseo ni fuerza motriz
para inducirse a ser algo. Sin embargo, de algún modo, allí en las edades del eterno
pasado, «nada» empezó a ser «algo» y ahora, he aquí, ¡cómo ha crecido! «Porque toda
cosa es hecha por alguien, pero el que hizo todas las cosas es DIOS.» Hebreos 3:4.
Como hemos visto, hay sabios de todas las ciencias, reconocidos por los demás,
que se dan cuenta de que no tienen prueba ninguna de la evolución. Otros expresan
razones porque les es dudosa, aunque la mayor parte siguen profesando que la creen.
Ninguna de las ciencias contribuye en nada al sostenimiento de la teoría. Así, el
resultado de nuestra búsqueda de algo positivo ha sido todo negativo. El total es la suma
de todas sus partes. Entonces, tantos ceros solamente pueden sumar a un gran «O» para
la evolución.
Hay algunos evolucionistas doctos, y otros no tanto, que no pudiendo defenderla
científicamente, tratan de imponerla a gritos al fin de mantener su popularidad. Los
corrillos de tales personas no tienen ni base ni derecho para imponer sobre un público
desprevenido, la idea de que la evolución sea siquiera probable, muchos menos cierta.
Siendo que la evolución se basa en tantas especulaciones hay que concluir que
los evolucionistas meramente han hecho un castillo en el aire de ideas preconcebidas,
hipótesis sobre hipótesis.

394
El doctor Max Planck, físico premio Nóbel, escribió: «Según todo lo enseñado
por las ciencias exactas acerca de la inmensa esfera de la naturaleza, prevalece un
cierto orden totalmente independiente de la mente humana. Se puede formular este
orden en términos de actividad de propósito. Hay evidencia de un orden inteligente
universal al cual ambos, el hombre y el Universo, están subordinados.»
¿Por qué tantas personas creen en la evolución? La razón principal la dio
Jesucristo, cuando dijo a los saduceos (los materialistas de su tiempo) «erráis,
ignorando las Escrituras y el poder de Dios». (Mateo 22:29).
«Solamente hay dos posibilidades, o que la materia energía sea la única
realidad, suficiente en sí y autotransformante, o un Creador por encima del tiempo y el
espacio, que formó y amoldó el Universo según un plan y propósito.» Dr. Gary Parker.
«La evolución no ha sido probada, sino solamente supuesta.» Dr. H. M. Monis.
Ante la nula probabilidad de que la vida exista por azar, estamos en el derecho
de concluir que la vida ha venido de Dios.
Se debe recordar que la llamada «naturaleza» (que muchos tienen por una diosa)
es ficticia y no tiene ni personalidad, ni voluntad, ni propósitos. Ni poder ninguno. Las
leyes y productos atribuidos a ella no son más que meros efectos cuya causa es el
original Legislador y el Creador de todo. El matemático y biólogo francés, G. Salet, en
su libro «Azar y Certeza», después de mostrar científicamente la imposibilidad de una
explicación física - química del origen de los seres vivientes en esta tierra por una serie
de casualidades, termina diciendo: «Solo existe una actitud posible y ésta consiste en
afirmar la anterioridad de la inteligencia a la vida».
La complejidad claramente sugiere un ingeniero: «Si los astronautas caminando
sobre la Luna hubieran encontrado allí un reloj de pulsera en el polvo, habrían
asumido que algunos otros hombres habían llegado allí antes que ellos, o que algunas
criaturas inteligentes, hacedoras de relojes, vivían en la Luna. La última cosa que les
habría venido a sus mentes sería que los materiales en la Luna se habían combinado
espontáneamente para hacer un reloj de pulsera.» Dr. J. N. Moore.
«La hipótesis de la anterioridad de la inteligencia a la vida en el Universo no
resulta, por tanto, una concepción metafísica aislada de la realidad imaginada por
religiosos fanáticos de siglos pasados, sino que es la explicación que hace intervenir
únicamente procesos naturales conocidos y accesibles a la investigación científica. Esta
conclusión se deduce de la observación y del análisis riguroso de los hechos.» G. Salet.
«Las especulaciones pueden variar según el criterio o gusto del especulador.
Con la creación y la evolución, entre ambos, se agotan las especulaciones posibles del
origen de las cosas vivientes. Los organismos o aparecieron en la tierra,
completamente desarrollados, o no aparecieron en esa forma. Si aparecieron así,
tendrían que haberse desarrollado de especies existentes por algún proceso de
modificación. Si aparecieron en un estado de completo desarrollo, tienen que haber
sido creados por una inteligencia omnipotente.» D. J, Futiyma.
«No hay la más mínima evidencia de que alguno de los grupos principales de
animales ascendió a otro. Cada uno es un complejo animal especial. Apareciendo, por
lo tanto, como creación distinta.» Dr. A. H. Qark.
«Y ese eterno e infinito SER se encarnó en el tiempo y el espacio. La Biblia nos
enseña que el Diseñador mismo fue quien tomó sobre Sí la forma del diseñado y vivió
como hombre. Reconcilia y establece comunicaciones, expresando los pensamientos de
diseñador en una manera comprensible para los hombres. Su traducción clarifica el
mensaje para nosotros. Las inteligencias buscan la compañía de otras inteligencias.
¿No seria natural el creer que el Gran Diseñador, busca, como su libro, la Biblia,
afirma, el compañerismo de sus criaturas?»Wilder Smith

395
* * *

El ataque a la teoría evolucionista por parte de científicos franceses ha sido


intenso en años recientes. Dice un reportaje sobre la situación en Francia: «Este año se
vio crecer rápidamente la controversia, hasta que recientemente culminó con un
artículo aparecido recientemente en la revista Science et Vie titulado « ¿Deberíamos
quemar a Darwin?» con una extensión de unas dos páginas. El artículo, escrito por el
divulgador Aime Michel, estaba basado en las entrevistas del autor con especialistas
tales como la señora Andree Tetry, profesora en la famosa Ecóle de Hautes Etudes -y
autoridad mundial en problemas de la evolución-, el profesor René Chauvin, y otros
biólogos franceses de nota; y en un estudio a fondo de unas 600 páginas de compilación
de datos biológicos reunidos, en colaboración con la señora Tetry, por el difunto
Michael Cuenot, biólogo de fama mundial. La conclusión de Aime Michael es
significativa: «la clásica teoría de la evolución en su sentido estricto, pertenece al
pasado. Aunque no tomen una posición definida, hoy en día prácticamente todos los
especialistas franceses mantienen fuertes reservas mentales en cuanto a la validez de la
selección natural.» (Z. Litynsky, Science Digest, 51, 61 (1961)
Algunos ataques son abiertamente críticos, tales como la carta de Danson que
apareció en «New Scientist» (49, 35 (1971) y en la que, entre otras cosas, afirmaba:
«La teoría de la evolución ya no está más con nosotros, a causa de que hoy en
día se reconoce al Neo-Darwinismo como incapaz de explicar cualquier otra cosa que
no sean cambios triviales, y, a falta de otra teoría, no tenemos ninguna... a pesar de la
hostilidad de los testimonios ofrecidos por el registro fósil, a pesar de las dificultades
innumerables, y a pesar de la falta de una teoría creíble, la evolución sobrevive...
¿Puede haber, por ejemplo, otra área de la ciencia en la que se utilice un concepto
intelectualmente tan estéril como el de la recapitulación embriológica como evidencia
de una teoría?»
Macbeth (Darwin Retraed, Gambit Inc., Boston (1971) ha publicado
recientemente una crítica especialmente incisiva de la teoría de la evolución. Apunta al
hecho de que a pesar de que los evolucionistas han abandonado el evolucionismo
clásico, la moderna teoría sintética de la evolución que han propuesto como sustitución
es igualmente inadecuada para explicar el cambio progresivo como resultado de la
selección natural y, de hecho, no pueden ni siquiera definir Selección Natural en
términos que no sean tautólogos. La inadecuacia de la teoría actual, y el fracaso del
registro fósil en cumplir las predicciones que le son propias, dejan a la macroevolución,
y aún a la misma microevolución, como misterios intratables, según Macbeth.
En vista de las consideraciones expuestas, es increíble que científicos líderes,
insistan dogmáticamente en que la teoría de la evolución de la molécula al hombre sea
enseñada con exclusión de todo otro postulado. La evolución en este amplio sentido no
está demostrada y no se puede demostrar, y, por lo tanto, no puede ser considerada
como un hecho. No está sujeta a prueba por los métodos normales de la ciencia
experimental: Observación y falsación. Así, en el sentido estricto, no puede ser ni
siquiera calificada de teoría científica. Es un postulado. De hecho, a muchos científicos
bien informados les parece que la creación es muy superior al modelo evolucionista
como explicación de los orígenes.

* * *

396
Posiblemente, la mejor expresión del moderno razonamiento en favor de la
evolución integral provenga de la pluma de George Wald:
“Lo importante es que ya el origen de la vida pertenece a la categoría de los
fenómenos que-por-lo-menos-suceden-una-vez, el tiempo está a su favor. Por más
improbable que sea este suceso,... si se da suficiente tiempo tendrá lugar con toda
certeza... De hecho, el tiempo es el héroe de la función. El tiempo con el que tenemos
que tratar es del orden de dos mil millones de años. Lo que vemos como imposible en
base de la experiencia humana no tiene ningún significado aquí. Con tanto tiempo a
disposición, lo «imposible» se torna posible, lo posible probable, y lo probable
virtualmente cierto. Tan solo hay que esperar: el tiempo mismo hace los milagros”
Este argumento conlleva una falacia lógica y una absurdidad filosófica. Si ello es
cierto, cualquier suceso increíble puede tener lugar en cualquier instante: La calabaza
de Cenicienta se transforma fácilmente en una carroza…
No obstante, este argumento se presenta con otro propósito: es satisfactorio,
persuasivo, y acalla cualquier duda. Y, tal como la «ciencia» especulativa de épocas
pasadas, no exige ninguna evidencia. Tan solo con el tiempo -ilimitado, inconcebible,
inimaginable- se consigue construir una fortaleza y un arma con la que destruir toda
oposición. No importa lo bien fundamentada que esté la evidencia contra la evolución,
siempre debe caer derrotada ante la demoledora premisa: «dado el suficiente tiempo... ».
Porque si con dos mil millones de años no se tiene suficiente, ¿quién puede
impedir que se aboguen diez mil millones? ¿O diez mil millones de millones, si hay
necesidad de ellos?...
Tal es la verdadera base de la moderna teoría evolucionista. No importa cuán
disfrazada esté de matemáticas o de ciencia, es simplemente una expresión de fe ciega
en que, dado el tiempo suficiente, sucederá un milagro. Y no solamente un milagro, sino
mil millones de milagros en sucesión, todos en el lugar preciso y en el orden adecuado
sin tan solo un fallo en el ínterin. (Porque se precisa un milagro no menor que éste para
dar cuenta del origen de la célula más sencilla). Intoxicados con una fe tan grande como
ésta, no es extraño que los evolucionistas permanezcan sordos a los mejores argumentos
de la lógica, de la evidencia, y de las Escrituras. El héroe es el tiempo; y en tanto que
éste sea inextinguible, la evolución permanece segura.
No obstante, ¡el tiempo es el héroe de otra función! Es central al significado y a la
validez del registro bíblico. En tanto que los evolucionistas exigen un tiempo inmenso,
sin fin y sin propósito, la Biblia exige, sin equivocación posible, la aceptación de un
mundo cuyo tiempo está medido, lleno de propósito y destinado a un fin; y todo ello de
exacto acuerdo al propósito eterno de un Dios soberano, «que hace todas las cosas
según el designio de Su voluntad.» El resultado de esta ecuación es que o la Biblia se
mantiene y la evolución cae, o que la evolución se mantiene y la Biblia cae. No se
pueden mantener ambos a la vez.
Tampoco hay lugar a la parcial aceptación de la Biblia y de la Evolución en lo
que respecta a conceptos de tiempo. Porque si la Biblia fuera indigna de confianza
cuando habla de tiempo en Génesis 1:5 y 11, también sería indigna de confianza cuando
habla de tiempo en Gálatas 4:4, Hechos 17:31, y Hebreos 1:1. Así, el desafío del
evolucionismo compele a cada científico y estudioso a enfrentarse con el asunto de la
cronología bíblica como parte de su afirmación integral de autoridad. La cronología
bíblica ¿es verdadera o falsa?
Para una tarea así, los científicos modernos presentan una nueva y especial
herramienta -la datación radiocarbónica. Ya se han publicado quince mil dataciones, y
miles más se añaden cada año. Con éstas es ya posible, como nunca lo fue antes,
comparar las pretensiones evolucionistas en cuanto al tiempo con la cronología de las

397
Escrituras, y descubrir dónde se halla la verdad: en la Biblia, por supuesto, la misma
Ciencia lo afirma como hemos visto en este volumen.
(Robert L. Whitelaw)

* * *

La mayor parte de creacionistas saben que la evolución no está demostrada, que


no se puede considerar un hecho establecido.
Algunos creacionistas están también al día de que no hay ninguna evidencia
científica válida que pueda apoyar las atrevidas afirmaciones del evolucionismo, a pesar
del enorme peso de prestigio y de autoridad que generalmente se hace desfilar ante el
público a fin de promover estas afirmaciones.
Pero son pocos los creacionistas que saben que el evolucionismo es, en realidad,
científicamente imposible, que no se puede ensayar y que es falseable por medios
científicos, y que no es tan solo es cierto que no esté demostrado, sino que además no es
posible en el mundo presente, real, en el que la ciencia opera.
Este principio clave puede ser un factor poderoso en la batalla creación /
evolución cuando los creacionistas conozcan y comprendan mejor su significado. Ello
les capacitará para llamar falso al evolucionismo, a pesar del dominio que ha ejercido
durante los últimos años, en el mismo terreno científico, y para desacreditar
completamente la afirmación de los evolucionistas de que es un concepto científico.
El público general ha sido intimidado durante muchos años por esta falsa
afirmación, y desde luego necesita ser liberado de la opresiva influencia del
evolucionismo y retornar a la posición en la que los absolutos, la autoridad y la
responsabilidad significan algo en la vida de los individuos.
Las leyes de la naturaleza no son las leyes del azar disfrazadas. E1 principio de
causa y de efecto es básico en ciencia. Cada suceso particular es único -completamente
determinado por sus propias causas y no por “casualidades”.
Según la evolución vaya quedando más y más arrinconada en el mundo real, y
más se vea que es científicamente insostenible, los evolucionistas se irán retirando, con
toda probabilidad, hacia un mundo fantástico de ciencia ficción, en el que las calabazas
se transforman en carrozas, los ratones en lacayos, y en el que la evolución cósmica
procede con la mayor de las facilidades. Cualquier cosa que se pueda imaginar podría
suceder «allá afuera» en el más allá de los agujeros negros del moderno astro-delirio,
pero no «aquí abajo» en el mundo real en que opera la ciencia.
La evolución no es «Selección Natural», que es un «filtro» que funciona para
eliminar las rarezas, sino más bien selección antinatural, que actuaría para preservar las
rarezas que seguirían el supuesto camino evolutivo.
(R. G. Elmendorf)

* * *

Son legión los argumentos que se barajan con respecto a las edades de la Tierra,
del Sistema Solar, y del Universo como un todo. A pesar de que la cronología de los
eventos geológicos está basada en muchas suposiciones dudosas y en especulaciones
que se hallan fuera del dominio de la ciencia, los evolucionistas encuentran vital y
absolutamente necesario el tratar de establecer una larga cronología de tiempo.
La mayor parte de los evolucionistas creen que la vida empezó por un proceso
casual en un mar poco profundo, y que el mundo, tal como lo podemos observar hoy en
día, ha llegado a ser como es a base de una larguísima serie de cambios graduales

398
infinitesimales que sucedieron por casualidad, y que se desarrollaron a lo largo de
vastos períodos de tiempo. El evolucionismo trata de eliminar los problemas de su
hipótesis naturalista sobre los orígenes lanzando como cortina de humo el argumento de
inmensos períodos de tiempo de evolución. Así, pues, los inmensos períodos de tiempo
son un dogma indispensable dentro del credo evolucionista. Por ejemplo, la apariencia
física de las Montañas Franklin en El Paso, Texas, sugiere una deposición rápida de
material sedimentario y, poco después, un movimiento de las masas rocosas cuando
todavía estaban en un estado no consolidado, o semiplástico. En una ocasión, un
geofísico perteneciente a la fe evolucionista reconoció que la apariencia de las rocas
sugería que la deposición y la formación de las montañas acaecieron en sucesión rápida,
pero se resistió a aceptar esta conclusión como válida, escudándose en unas largas
épocas de sucesión de procesos graduales para su origen. Para él, el tiempo resolvía
todos los problemas y dificultades que pareciesen crear los postulados actualistas
aplicados a los procesos físicos.
También se presenta el factor tiempo como explicación para las discontinuidades
que existen en la interpretación evolucionista de los fósiles. Discutiendo este problema
con un geólogo de mentalidad evolucionista, le hice observar que los eslabones fósiles
continúan faltando, y que con seguridad jamás existieron. Él me señaló que los
eslabones hubieran podido existir originalmente, y que después de largas épocas de
erosión, es imposible hallarlos en la actualidad. Yo le hice observar que si no se hallan
los eslabones no se puede conocer que realmente existieran en el pasado. A1
encontrarse con esta dificultad, el evolucionista deposita su fe en los lentos procesos
actuando durante largas eras de duración desconocida a fin de poder resolver sus
dificultades básicas…
Pero existen dificultades fundamentales y muchas limitaciones para adentrarse
en el pasado. En la Segunda Ley de la Termodinámica, o ley de la entropía, los físicos
tratan de la tendencia continua natural del Universo a pasar a estado de mayor desorden
(de mayor probabilidad). Es un estudio de los procesos degenerativos. Los intentos de
adentrarse en el pasado, en que han dominado, lo mismo que en el presente, los
procesos degenerativos, están fraguados de dificultades y de obstáculos insuperables. La
entropía del Universo está creciendo, y el caos está reemplazando lentamente al orden.
No se pueden estudiar como procesos creativos lo que en realidad son procesos
degenerativos. Las reacciones entrópicas de un sistema ya establecido, que se rigen por
el Segundo Principio de la Termodinámica, no nos pueden dar ninguna idea de cómo
fue establecido el antedicho sistema, de la misma manera que el modo de
funcionamiento de una máquina acabada no nos puede guiar a conocer los procesos por
medio de los cuales fue fabricada aquella máquina.
Uno de mis profesores en la Facultad nos hizo la siguiente observación:
«Aunque casi todas las mutaciones son dañinas para el organismo, durante un vasto
período de tiempo obtendríamos unas pocas mutaciones beneficiosas, y éstas
producirían el ascenso evolutivo del organismo». Pero no tenía en cuenta el efecto de
las mutaciones mortíferas en el organismo durante todo el resto del tiempo. Los
evolucionistas creen que teniendo suficiente tiempo, lo improbable se transforma en
probable.
No obstante, el doctor Harold Blum observa que un aumento de tiempo en un
sistema biológico aumenta la probabilidad de que se llegue al equilibrio en la cadena, y
no aumenta la posibilidad de que se formen productos de reacciones improbables.
El tiempo no puede suministrar lo que el evolucionista necesita, aun si
existiese en las cantidades que demanda para sus fines. (Harold S. Slusher, Dr. Sc.)

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* * *

Sabido es que la causa del cambio es la adaptación al ambiente. Éste presiona


sobre el ser vivo y lo obliga a transformarse y, por ello, suele decirse que la necesidad
crea el órgano. Éste es uno de los disparates más famosos de la historia del pensamiento
humano, cuyo éxito hace pensar muy mal de la calidad intelectual de los que lo han
aceptado. Porque mientras no haya órgano no hay función, y mientras no haya función
no hay necesidad. Ésta no es más que la relación entre el órgano y la función. La
función no es más que la actividad del órgano: ¿podría haber una actividad sin el órgano
correspondiente? En el mundo biológico, al menos, es imposible.
En consecuencia, la teoría de Lamarck puede interpretarse de dos modos: sería
evolucionista si la adaptación proviene de la fuerza del ser vivo que desarrolla una de
sus posibilidades latentes al encontrar un ambiente propicio; sería transformista si el
ambiente impone al ser vivo una nueva estructura que éste estaba lejos de poder crear.
¿Cuál fue el pensamiento profundo de Lamarck? Es muy difícil precisarlo, si bien nos
inclinamos por la evolución. En efecto, este notable biólogo creía que Dios había creado
los primeros seres vivos y los había orientado hacia ella.
Etienne Wilson ha descubierto que Darwin no usó el término evolución que
designa, según el consenso unánime de la actualidad, su propia hipótesis. No se trata de
que no lo conociera, sino de que no representaba su idea. Lo más sorprendente estriba
en que su hijo, Francis Darwin, para poder pasar a su padre por evolucionista, debió
suprimir un texto de su “Autobiografía”; aquél, justamente, donde Darwin habla de
Spencer y su filosofía. Allí Darwin señala que las conclusiones a las que llega Spencer
“nunca me han convencido”; que sus generalizaciones fundamentales “son de tal
naturaleza que no me parecen de utilidad alguna”. Finalmente, termina su juicio con un
lapidario:”De cualquier manera no me han sido de ninguna utilidad”. En suma, la
lectura de una verdadera teoría evolucionista ha dejado a Darwin completamente frío.
Se comprende, entonces, la necesidad de suprimir tal página de la autobiografía del
“creador de la teoría de la evolución”...
Parece que la palabra que satisfacía a Darwin era “transmutación”. Realmente
ésta expresa cabalmente lo que su mente había pergeñado. Podríamos expresarlo así.
Hay en el mundo una variedad increíble de especies animales y vegetales. ¿Cuál es la
causa de ella? Al observar cómo los criadores de animales y plantas en su Inglaterra
natal lograban maravillas gracias a la selección de los reproductores más aptos para el
fin que se proponían, pensó que la naturaleza podría hacer lo mismo. Como lo hacia la
naturaleza, merecía ser llamada “selección natural”. Muchas preguntas se agolpan en el
espíritu en cuanto se escucha tal descripción. ¿Es posible una selección sin
seleccionador?... ¿Cómo se realiza la selección?... ¿Cuál es su efecto?... Abrumado por
estas y otras preguntas, Darwin cambió varias veces el sentido de la misma y terminó
reconociendo que era tan sólo una metáfora. A estas alturas, parece absolutamente
increíble que lo que explica todo, en la Biología moderna, sea tan sólo una metáfora.
Cada especie cumple un papel insustituible en su medio, de modo de mantener
incólume el equilibrio natural. ¡Cuántas veces el hombre ha debido lamentar el haber
exterminado a algún carnívoro! En la Patagonia sudamericana ha sido desastroso el
haber acabado con ellos. Esto ha permitido a los conejos proliferar y convertirse en
plaga. Ahora se piensa en que lo mejor sería importar carnívoros para restablecer el
equilibrio.
En la lucha por la existencia sobrevive el más apto. A esto llama Darwin
selección natural. Como la selección artificial de los criadores ingleses logra nuevas
variedades o razas más aptas para un propósito previamente determinado, pensó que la

400
naturaleza hacía lo mismo. Sin embargo, nada hay más improbable. Es muy discutible
que la muerte seleccione en algún sentido. Es verdad que un ser defectuoso incapaz de
vivir muere y así es eliminado. Pero todos los demás viven. Además, el que es apto para
soportar una determinada enfermedad puede no serlo para otra. Las muertes
accidentales, ¿qué seleccionan?... En todo caso, una selección natural sería
comprensible si hubiese sido planificada por una inteligencia.
Los autores modernos ignoran completamente la diferencia que hay entre una
teoría transformista y una evolucionista. A modo de ejemplo, daremos algunas
definiciones que aparecen en libros modernos y veremos cómo se confunden ambas
teorías.
En 1959 se reúnen en Chicago cincuenta científicos en un congreso homenaje al
autor del Origen de las Especies en el centenario de la aparición del libro. Logran
ponerse de acuerdo en una definición tan vaga que logre evitar sus diferencias,
dejándolas en la penumbra.
“La evolución puede definirse en términos generales como un proceso
unidireccional e irreversible que en el transcurso del tiempo genera novedad,
diversidad y niveles de organización más elevados.”
Notemos que no se menciona la selección natural ni la adaptación al medio.
Tampoco se habla de las mutaciones. Todo ello se debe a la total falta de acuerdo sobre
el particular. Sin embargo, al decir que el proceso es unidireccional e irreversible, se
aleja de la concepción de Darwin y se acerca a la de Spencer.
En ese mismo congreso interviene el profesor C. H. Waddington, de la
Universidad de Edimburgo, quien nos trae un esquema de cómo se produce realmente la
evolución. En él hace intervenir una nueva noción. Según su hipótesis los seres de una
generación seleccionan el ambiente, el cual, a su vez, presiona sobre ellos y les hace
desarrollar potencias latentes que harán aparecer nuevos órganos en la generación
siguiente y así sucesivamente. Tenemos así, claramente tipificada una evolución al
estilo de Lamarck y de Bergson, y muy lejana de la concepción de Darwin. De esta,
sólo queda el término selección natural, pero su contenido ha variado
fundamentalmente, hasta serle rigurosamente opuesto. Por ello no nos sorprende lo más
mínimo que, como explicación última del proceso, el Padre Raymond Nogar OP,
decidido partidario de la selección natural darviniana, la destroce completamente, al
concluir que “la evolución no es otra cosa que un caso de adaptabilidad”…”es en
realidad el modo de adaptación y persistencia de la especie”. Lo único que nos
sorprende en este ilustre dominico es que, después de estas palabras, sigan creyendo en
la evolución; porque si él tiene razón, no se puede salir jamás de la especie original, si
bien ésta aceptaría nuevas y nuevas versiones. Una especie que se adapta al ambiente no
deja de ser lo que es pero lo que Darwin quería explicar era la destrucción de las
especies para dar origen a otras nuevas. Por lo demás, resulta convincente que un
individuo real se adapte a un determinado medio, pero, ¿cómo se adapta un universal?...
François Jacob, premio Nobel de Medicina de 1965, nos da su concepto de
evolución:
“Todos los organismos pasados, presentes y futuros descienden de un solo
organismo, o de algunos raros sistemas vivientes que se han derivado las unas de las
otras por selección natural de los mejores reproductores.”
Tenemos así expresada fielmente la teoría de Darwin. Notemos, eso sí, que
Jacob establece sin prueba alguna la formación espontánea de los primeros vivientes,
los que, obviamente, no se originan gracias a la evolución.
Llama poderosamente la atención que la evolución se origine en “sistemas
vivientes que se han transformado espontáneamente”, porque el mismo autor ha

401
señalado en otra página de su mismo libro “Basta una experimentación relativamente
simple para refutar la generación espontánea”. De tal manera que el origen de los
vivientes ha sido refutado por la Biología contemporánea.
Resulta también altamente interesante que la evolución no transcurra
paulatinamente como quería Darwin sino “por la introducción sobre la tierra, de tanto
en tanto, de grupos de plantas y animales nuevos”, y que “si la formación del mundo
viviente se produjo bajo el efecto de causas que aún operan hoy en día, debe ser posible
verlas en acción bajo ciertas condiciones”. Eso es justamente lo que quisiéramos ver
pero jamás nadie ha visto…
Ciertamente, los científicos han hecho todo lo posible por producir evoluciones
en los laboratorios y lo han logrado. Se han usado rayos X, alfa, beta y gamma,
ultravioletas y diversas sustancias químicas que se han mostrado esencialmente
eficaces. Y todos conocemos un caso de mutación en el hombre: el mongolismo
provocado por la aparición de un segundo gen que dobla a uno de los genes del par 21.
La experiencia más famosa es la realizada en la mosca del vinagre (Drosophila
melanogaster) la que ha originado una increíble cantidad de mutaciones, incluso moscas
sin alas. Pobres moscas, nos recuerdan la mutación humana que da origen al
mongolismo. Sin embargo, hay científicos que han hecho algunas observaciones en
primer lugar, se trata de una situación totalmente artificial donde se provocan trastornos
en las moscas, dadas las condiciones en que son puestas, condiciones que nunca se han
dado en la naturaleza, en segundo lugar, todas son moscas, jamás se ha logrado crear
una especie nueva, en tercer lugar, la mayoría de las mutaciones han provocado la
muerte de las moscas, y, finalmente la experiencia abarcó 50.000 generaciones que
resistieron exitosamente la prueba en cuanto lograron mantener su condición de moscas
contra todos los ataques del laboratorio. Si trasladamos las 50.000 victoriosas
generaciones de moscas a la vida humana, necesitaríamos cerca de un millón de años.
De esta manera, las experiencias evolucionistas del laboratorio han dejado contentos a
moros y cristianos, todos encuentran en ellas la comprobación empírica de sus propias
teorías…
Pero regresemos a nuestro premio Nóbel, “digno” representante del
evolucionismo darviniano… Curiosamente, interpretando el sentir de Darwin, Jacob
vuelve a apartarse totalmente del transformismo y caer en el evolucionismo. En efecto,
nos dice “la capacidad de los seres para modificarse en sus formas, sus propiedades,
sus costumbres, es inherente a los vivientes”. Y ésta parece ser la causa de la evolución;
es decir, regresamos a Lamarck y abandonamos a Darwin. Unimos a esta capacidad la
lucha por la existencia y su corolario la selección natural, con locuaz regresamos a
Darwin, y obtenemos la visión que este premio Nobel nos da la teoría actual de la
evolución de las especies…
En Filosofía, se llama eclecticismo a este tipo de soluciones. Ciertos
pensadores no notan la incompatibilidad que opone a diversas tesis y las unen. De este
modo se obtienen soluciones muy satisfactorias para mentes poco exigentes, pero duran
poco. Pronto se advierte que los elementos que entraron en la síntesis tienden a
separarse, porque no se produjo realmente una síntesis, y la nueva hipótesis queda
desbaratada.

* * *

¿Por qué evolucionan las especies en vez de quedarse quietas?... Sea lo que sea
una especie, y sea lo que sea una evolución, es claro que se está hablando de un cambio

402
y este cambio requiere de una causa proporcionada. Desde el comienzo los biólogos se
han esforzado por hallarla y desentrañar su funcionamiento.
Comencemos por Lamarck, que es señalado como el padre de la teoría moderna.
Para este autor, pues, son las circunstancias las que determinan y provocan todo el
proceso.
“No son los órganos, esto es la naturaleza y la forma de las partes del cuerpo
de un animal, lo que da lugar a sus costumbres; es su manera de vivir y las
circunstancias en que se ha encontrado el individuo de que provienen lo que, con el
tiempo, la ha constituido la forma de su cuerpo.”
Las circunstancias cambian, pero ellas no cambian al organismo del ser vivo;
las necesidades nuevas que experimenta en este nuevo ambiente es el motor que
impulsa al organismo a cambiar y desarrollar unas facultades y partes de que carecía en
la circunstancia anterior. Tenemos, entonces, que las costumbres crean las necesidades,
las que, ante un nuevo ambiente, obligan al ser vivo a crear nuevas estructuras para
poder satisfacerlas. Notemos que es la fuerza interior del animal la verdadera causa de
la creación de la nueva forma u órgano, pero que ha sido impulsada a ello por la
necesidad; la que, a su vez, fue impelida por la circunstancia. Las nuevas formas se
heredan y así, poco a poco de los seres simples que creó la naturaleza, llegamos,
finalmente, a los complejísimos seres actuales.
Lamarck triunfa al presentarnos organismos atrofiados por falta de uso; sólo falta
la otra mitad de su teoría: que el uso produzca un nuevo órgano. Cuvier (1769 -1832),
en su elogio fúnebre, desnudó el punto flaco de su teoría: ¿cómo el ejercicio puede
producir un órgano nuevo, el cual no puede ejercitarse sino después de haber sido
producido? De aquí surgió el adagio falsamente atribuido a Lamarck: “la necesidad
crea el órgano”, pero que expresa bien el fondo de su pensamiento.
Notemos como es evolucionista el intimo pensamiento de Lamarck, ya que es el
impulso interior lo principal en el proceso; sin embargo, las circunstancias juegan tal
papel que bien puede ser considerado transformista, como decíamos más arriba.
Los científicos modernos suelen despachar a Lamarck con una simple frase:
“hoy día se sabe que los caracteres adquiridos no se heredan”; afirmación que herirá a
más de una teoría además de la de Lamarck.
Digamos que Spencer, el verdadero creador del evolucionismo, como vimos, es
seguidor de Lamarck en cuanto a la causa del proceso. En efecto, para él, todo proviene
de una causa interior que busca adaptarse a las circunstancias; como éstas cambian, sus
esfuerzos dan resultados distintos.
Darwin está convencido de que las características más sobresalientes de la vida
es la escasez. Así lo ha leído en Malthus y así lo cree. La naturaleza se defiende
produciendo una abundancia enorme de seres vivos, los que deberán combatir entre sí
por los escasos alimentos. Esto significará el triunfo de los más perfectos, los mejor
adaptados. Así, poco a poco se van perfeccionando las especies hasta que dan origen a
otras nuevas. La prueba la tiene Darwin en las maravillas logradas por la selección
artificial en los criadores de Inglaterra, como el de su padre y que luego heredó este rico
hacendado.
A diferencia de Lamarck, cuya causa era más interna que externa, la de Darwin
es más externa que interna. Al ser vivo lo considera como infinitamente plasmable y
serán impulsos exteriores los que harán aparecer nuevos aspectos, y la selección natural,
hija de la lucha por la existencia, dirigirá el proceso. Para él toda la explicación de
Lamarck es un absurdo y la de Spencer lo deja indiferente. En verdad nunca explica el
origen absoluto de las especies, sino, supuesto que existan, quiere explicar por qué
llegaron a ser lo que hoy en día son; vale decir, el origen del aspecto actual de ellas.

403
Pero, aparte de su constante comparación con la selección artificial, Darwin nunca
profundizó la cuestión. Parece que creía en variaciones espontáneas que se irían
sumando hasta producir una nueva especie. Con lo que el éxito de su doctrina se debe
exclusivamente a su filiación liberal.
S. A. Barnett lo reconoce expresamente, en su volumen de homenaje a Darwin:
“Darwin mismo no formuló nunca (su teoría de la selección natural) de un modo
lógicamente válido”.
Su principio de que sobrevive el más apto no pasa de ser una tautología (o sea,
decir de distintas maneras el mismo concepto inútil o viciado), porque es más apto el
que sobrevive. Pero para que haya evolución tuvo que aceptar lo que también
preconizaba Lamarck, vale decir, la herencia de los caracteres adquiridos, justamente,
en este caso, de los que sirven como ventaja y permiten que ese individuo pueda
procrear y sobrevivir. Sin esta herencia no hay selección natural que valga ni evolución
posible.
Hoy día se sabe que la selección natural es conservadora y procura mantener
una especie en su más prístina pureza. Además, carece de todo sentido allí donde no hay
reproducción sexual, lo que deja fuera de la selección al inmenso mundo de los
unicelulares. Interesantes experiencias han ido demostrando que la selección encuentra
límites que no puede franquear por más esfuerzos que haga el seleccionador.
Simplemente, los animales prefieren morir a seguir cambiando.
Bergson cree que el evolucionismo de Spencer, el mejor logrado, debe ser
puesto al día; y si bien su teoría no ha sido demostrada, “el testimonio de la anatomía
comparada, de la Embriología y de la Paleontología” resulta imponente. Pero explicar
el resultado final por pequeños cambios adaptativos, o por selección natural, resulta
completamente imposible. Como ya ha sido demostrado, en un animal o vegetal todos
sus elementos están correlacionados, de tal modo que admite algunos cambios
solamente. Si se lo fuerza, prefiere morir. Aquí Bergson descubre, o mejor dicho
redescubre, la noción de finalidad cara a la filosofía que reconoce la paternidad de
Aristóteles. Por desgracia como dice Wilson, “esta nueva noción debía su novedad a
que era una vuelta a la antigua finalidad inmanente de Aristóteles, exceptuadas las
formas que la hacían posible”.
Las formas aristotélicas serán reemplazadas por el ´élan ivtal, suerte de universal
presente de todo ser vivo; presencia incomprensible para los aristotélicos que siguen
pensando que lo único que existe en la naturaleza es el individuo. Sólo falta explicar por
qué el élan vital produce organismos. La respuesta queda indefinida. Bergson sólo
tienta una solución por vía de la adaptación, pero la respuesta última está fuera de su
alcance por su concepción de la inteligencia y de la razón. En todo caso se le reconocerá
siempre como el filósofo que mejor vio las deficiencias del mecanicismo.
A comienzos del este siglo XX, la teoría de la evolución conoció una aguda
crisis. No se podía encontrar una causa de todo este proceso, pues las explicaciones de
sus creadores, que hemos recordado, resultaban insuficientes. Pero un descubrimiento
extraordinario permitirá renacer y hacer surgir lo que ahora llamamos neo-darwinismo.
El hallazgo salvador era el descubrimiento de las mutaciones: “ahora resulta claro que
la evolución se produce por la mutación de genes y la permutación y recombinación de
genes realizada por la fecundación al azar de las células germinales”…
Realizada la mutación, la herencia, que es absolutamente conservadora, la
reproduce, y la selección natural rechaza el inconveniente para dejar el paso libre a la
más apta. Es el neo-darwinismo. Lo que Darwin desconocía, el cómo se produce un
cambio heredable, es conocido hoy; sin embargo, será la selección natural la que juzgue
qué se conserva y qué se elimina.

404
Últimamente se ha descubierto que las mutaciones son causadas por alteraciones
en el ADN, que son escasísimas, y que se heredan si afectan a los genes cromosomas
responsables de la reproducción de un individuo. La experiencia demuestra que las
mutaciones que afectan órganos fundamentales son siempre letales, sólo pueden tener
éxito las que afectan a caracteres accesorios. De lo que se desprende que no podrán
producir especies nuevas, sino únicamente variedades dentro de una misma especie. La
razón última radica en que cada órgano está en relación con todos los demás. De modo
que la aparición de una nueva especie requiere un número enorme de mutaciones
simultáneas y que todas se den en el mismo sentido funcional y en el mismo instante.
Claro que una mutación será funcional en un contexto dado y letal en otro. Por lo que no
resulta posible prever si lo será o no. Por lo que las mutaciones explican, tal vez, la
aparición de razas o subespecies; pero no se comprende cómo, por mero accidente
fortuito, puedan aparecer órganos nuevos y una total remodelación de un animal.
Continuamente se está experimentando en la creación de nuevas razas y toda
suerte de híbridos para mejorar los cultivos agrícolas y la alimentación humana. Se ha
descubierto así la inmensa influencia del medio como lo más decisivo en la creación de
mejores razas según los requerimientos prácticos del hombre.
Sin embargo, han aparecido dos fenómenos convergentes e inesperados. Por una
parte, las primeras transformaciones se logran rápidamente, pero a partir de cierto nivel
los esfuerzos resultan menos productivos, hasta hacerse perfectamente inútiles. Por otro
lado, las nuevas razas mejoradas, si se las abandona a su suerte, pronto regresan a su
condición primitiva y se pierde todo el trabajo. Algo hay, pues, en las especies de una
enorme tenacidad que se opone a todas estas manipulaciones humanas, permitiendo
éxitos increíbles dentro de ciertos límites nada más.
Entre los biólogos que actualmente investigan el tema y defienden la evolución
darviniana, uno de los pocos que se adhieren a las ideas de Darwin es el profesor E.
Mayr. Él niega que baste la mutación genética para que haya evolución. Ésta rara vez
es fruto de una mutación. La adquisición de una nueva función en una estructura
preexistente es la verdadera causa. En este punto interviene especialmente el ambiente
y la selección natural para confirmar las transformaciones ventajosas. Vemos que este
profesor de Oxford une la teoría de Darwin con la de Lamarck. En el mismo sentido
Waddington refuerza aún más la tesis lamarckiana de la importancia de los esfuerzos
adaptativos del propio organismo lo que lo lleva a desarrollar potencialidades latentes.
Ciertamente Darwin habría dado un tremendo salto al oír lo de las potencialidades
latentes que le destruyen su selección natural y convierten el proceso en un desarrollo
propiamente evolutivo cuya causa eficiente es preferentemente interior; en cambio,
Lamarck y Spencer se habrían sentido muy bien interpretados.
La teoría de la selección natural sufrió un rudo golpe cuando Francis Galton
(1822 – 1911) descubrió la regresión, según la cuál los caracteres seleccionados por los
criadores regresan a su estado primitivo en cuanto cesa la selección. En virtud de ellos,
Hugo de Vries (1848 – 1935) decidió que la selección sólo era posible a saltos, no poco
a poco como quería Darwin, sino en virtud de mutaciones que hiciesen aparecer de
pronto organismos enteramente nuevos: “la selección por sí sola no conduce al origen
de nuevas especies”.
H. J. Müller (1890 – 1967) se dedicó intensamente a trabajar con mutaciones
provocadas en laboratorio. Observó que la mayoría de ellas eran desfavorables. Llegó a
la conclusión de que la selección natural se dedicaba a eliminarlas y de allí comenzó a
imaginar la creación, por selección natural de mutaciones, de un hombre perfecto.
Sus teorías sirvieron enormemente a Hitler para su sueños de una raza pura en
base a la teoría del “gran silvestre” debilitado por genes de otras razas que lo

405
contaminarían, y que si se lo lograra volver a su primitiva pureza daría, por fin, lugar al
hombre perfecto.
Los japoneses Kimura y Ohno han criticado fuertemente a los sostenedores de
la evolución en base a la selección natural. Ambos investigadores insisten en el papel
conservador de la misma, que favorece a los mejor adaptados. Para estos autores
únicamente la mutación azarosa del ADN puede escapar a la rigurosa vigilancia que
impone la selección natural y dar origen a la evolución. En consecuencia, regresan a la
posición de De Vries, según la cual, la evolución se produce por grandes saltos, por
remodelaciones completas que hacen aparecer organismos totalmente nuevos, los que,
sometidos a la selección natural, dan origen a las razas y subespecies.
El matemático y biólogo G. Salet ha sometido esta hipótesis al cálculo
matemático de probabilidades, a las leyes de los grandes números inventada por Borel.
El resultado ha sido catastrófico para esta nueva hipótesis. Ocurre que no es posible
esperar que se produzca un acontecimiento cuando su probabilidad es inferior a 10 200.
Conocida la complejidad del ADN y la cadena de mutaciones necesarias para producir
un órgano nuevo, la probabilidad de que tal cosa ocurra es muy inferior a la cantidad
vista. De tal manera, concluye Salet, la evolución en base a mutaciones es un mito que
carece de toda base científica. Pero no se saca nada con que ocurra una mutación que
produzca un órgano nuevo. Como ya lo preciso Bergson, y antes que él muchos
biólogos, entre ellos Vialleton, un ser vivo es una correlación de órganos. Debido a esto
es necesario planificar al ser vivo completo para que sea viable. Ciertamente, se pueden
producir mutaciones que hagan variar las razas dentro de una especie, tal vez, incluso,
las especies dentro de una especie, tal vez, incluso, las especies dentro de un género,
hasta podría ser posible que hicieran variar los géneros dentro de una familia. Aunque
nada de esto es seguro ni está probado, talvez sea posible. Tan sólo está probada la
variación de las razas al interior de una especie. Pero ascender a las categorías
superiores de la clasificación biológica es absolutamente imposible.
Para hallar una causa adecuada a la evolución nos queda tan solo el recurso a
Dios. ¡Ironía del destino! La evolución nació para negar que Dios hubiese creado
especies diferentes desde el primer instante y fue defendida con ardor por los ateos. Hoy
día, lo único que podría salvarla sería que la creación se expresara, por voluntad divina,
mediante una evolución. El único problema reside en que la Biología tiene que
encontrar una causa biológica para fundar su tesis y eso no lo hallará en la noción de
creación.
Tratando de aclarar un poco la confusión que esta exposición habrá dejado,
quisiéramos distinguir tres posiciones ante el problema de la visión que el mundo
biológico nos presenta como un desafío a la imaginación con la innumerable variedad
de especies, variedades e individuos, siempre diferentes entre sí.
Digamos que la primera posición adoptada en los tiempos modernos ha sido
calificada de fijismo. Cierto es que el nombre y la caracterización los han impuesto los
evolucionistas, pero conservemos la palabra. Digamos que es una postura coherente.
Una especie es lo que en la naturaleza queda delimitado por la definición que de ella
hacemos. Asimismo, los géneros, familias, etc., todos son definidos por sus
características fundamentales que son poseídas en forma exclusiva por ese grupo. Se
supone que las especies han sido creadas por la Inteligencia Infinita, la que les ha dado
su lugar en el mundo y su función en la naturaleza.
Como se trata de una postura filosófica y teológica, la ciencia no puede refutarla
ni rechazarla. Tan sólo puede presentar ciertas dificultades. La primera radica en que no
es posible dar una definición perfecta de las especies, géneros, etc. ¿Podemos definir un
animal cualquiera?... Nos limitamos a describirlo en forma incompleta la mayoría de las

406
veces. La segunda dificultad radica en que la Paleontología nos presenta un panorama
de una variedad extraordinaria a través de lo siglos. ¿Habría que suponer distintas
creaciones?... ¿Es sensato pensar en que cada cierto tiempo interviene de modo
extraordinario el Creador?... Ninguna de estas dificultades es impensable, pero no dejan
de molestar a la mayoría de los científicos actuales que no miran con buenos ojos esta
postura.
La segunda posición es la teoría de la evolución al estilo de Spencer, Bergson,
Teilhard de Chardin, etc. Si bien está expresada en forma mucho más rigurosa que el
transformismo darviniano, hace frente a una dificultad grave: ¿qué evoluciona?... Una
especie es, en sentido estricto, un universal. Por lo que tal teoría sería inteligible en un
universo platónico, pero no en uno aristotélico. Como lo que evoluciona permanece de
alguna manera, no queda otra solución que la proclamación de la existencia del
universal dentro del singular, al más puro estilo del realismo exagerado medieval.
La tercera teoría es el transformismo de Darwin y Wallace, confundido con el
evolucionismo de Spencer y Lamarck de tal modo que ya parece imposible lograr su
diferenciación. Digamos que esta explicación sería coherente, si no supusiese un
universal existiendo en acto en un singular. Sin embargo, nos parece que no explica
nada mientras no determine claramente la causa de la evolución o transformación que
afectaría a los individuos hasta transmutarlos tan radicalmente que haya que definirlos
de otra manera.
Muchos partidarios de la evolución reconocen que ignoramos completamente el
cómo de la transformación de las especies. Se supone que hay leyes que la rigen, pero
éstas son plenamente desconocidas. Es más, Wilson hace notar que tanto el concepto
“especie” como “evolución” son filosóficos y extraños a la Biología.
Jean Rostand, premio Nobel de Medicina, agnóstico, afirma su fe en la
evolución… Y es una fe, y no ciencia, porque “deja sin respuesta deliberadamente la
formidable cuestión del origen de la vida y… sólo propone soluciones ilusorias al
problema, no menos formidable, de la naturaleza de las transformaciones
evolutivas”…”estamos todavía esperando una sugestión suficiente con respecto a las
causas de las transformaciones de las especies”… “cuando hablamos de evolución
suponemos la existencia de una naturaleza imaginaria, dotada de poderes radicalmente
diferentes de todo lo que nos es conocido científicamente”…”Creo firmemente… que
los mamíferos proceden de los lagartos y los lagartos de los peces pero…prefiero dejar
en la vaguedad el origen de estas escandalosas metamorfosis a añadir a su
inverosimilitud la de una interpretación ilusoria”…
No sólo se trata de una ilusión, que en otro lugar llama “un cuento de hadas
para personas mayores”…, sino de algo ininteligible. En el mejor de los casos,
podríamos decir que muere una especie y aparece otra, pero ¿con qué derecho
sostenemos que la primera causó la segunda?... Aristóteles jamás imaginó que una
especie se transformara en otra, y con razón, pues para una especie cambiar significa
dejar de existir, lo que resulta obvio para el que tenga el concepto aristotélico de especie
que se identifica con su definición. Si cambio la definición, simplemente defino otra
cosa.
Todo lo cual hace decir a Salet que, en el fondo, la evolución es tan solo una
explicación verbal, del mismo tipo de la tan ridiculizada explicación según la cual el
opio hace dormir porque posee una “vis dormitiva”. En el fondo se oculta la ignorancia
del origen de la vida y de las especies con esta vis evolutiva.
Al fin y al cabo, con Dobhansky reconocemos que una especie es una cima
adaptativa, es decir, un animal que sobrevive gracias a que tiene tal conjunto de órganos
perfectamente relacionados entre sí. Nos quieren hacer creer que proviene de otro

407
animal que carecía de esos órganos y que poseía otros. ¿Cómo sobrevivía si era distinto
del actual?... Y si sobrevivía era porque era una cima adaptativa, entonces, ¿qué lo
empujó a cambiar?
La última palabra en teoría evolutiva moderna radica en la importancia conferida
a las mutaciones. Ellas se producirían por puro azar y serían la causa de la evolución…
Sabemos que éstas no pueden afectar órganos esenciales ni crear órganos enteramente
nuevos, se limitan a modificar caracteres accesorios. Salet demuestra la imposibilidad
matemática de una evolución debida a esta causa. Nos da muchos ejemplos. Citaremos
tan sólo uno.
Supongamos que vamos a producir la cadena beta de la hemoglobina de la
sangre. Se trata de una cadena de proteínas. Los aminoácidos que constituyen las
proteínas pertenecen a 20 tipos. Con ellas tenemos que forman los 146 monómeros que
conforman la cadena. El número de posibilidades es de 10 190. Como la cadena se tiene
que formar al azar, vamos a suponer que logramos, por mutaciones, producir un
ejemplar de cada una de las proteínas posibles. Cada proteína ocupará un recipiente
aislado y las pondremos tan apretadas que lograremos introducir diez elevado a diez
proteínas por centímetro cúbico. Para poner todas las proteínas en un recipiente
necesitaríamos uno que tuviese una arista de 1039 años luz. Pero el Universo conocido
tiene aproximadamente 1010 años luz de extensión. Necesitamos, entonces, para
producir por azar esta única cadena de proteínas, un Universo 10 29 veces más grande
que el actual. Lo que revela que la mutación por azar no es explicación posible por falta
de espacio.
Al mismo resultado se llega si consideramos el factor tiempo. Salet calcula que,
suponiendo una reproducción al fantástico ritmo de de 1014 por segundo, ritmo que es
imposible en realidad, se necesita 10500 años para realizar todos los estados posibles de
un gen provisto de mil pares de nucleótidos, el que sería un gen de tipo medio. Vale
decir, tampoco hay tiempo.
A todo lo cual puede responderse que si las mutaciones son dirigidas de alguna
manera, no se necesita ni tanto tiempo ni tanta materia para producir la evolución. Pero
¿quién dirige? Nuevamente Dios viene a salvar la teoría de la evolución del marasmo.
Sin embargo, hay una dificultad. Los partidarios del evolucionismo impuesto insisten en
que Dios actúa en conformidad con las leyes naturales que Él mismo ha impuesto a sus
creaturas. ¿Cuáles son esas leyes? No conocemos ninguna, ¿cómo puede afirmarse que
existen?
Más de uno se preguntará como es posible que casi todos los científicos sean
evolucionistas en el día de hoy, si tantas dificultades tiene esta curiosa hipótesis, ¿por
qué tantos aseguran su vigencia?... Creo que la respuesta es tan obvia que no necesita
mayor indagación. Ocurre que la evolución es un hecho de la experiencia normal de
cualquier persona, sin necesidad de estudiar ciencia alguna… Y esto en sentido
rigurosísimo. Del niño al adulto, en cualquiera de las especies mejor conocidas por
nosotros, se da una evolución que a nadie llama la atención.
Los científicos del siglo XIX que aplicaron esta experiencia normal a la especie,
no sospechaban ni remotamente en qué lío se metían al igual que los medievales del
siglo XI cuando ingenuamente se encuentran con la famosa cuestión de los universales,
¿son res o son verba?, no sospechan la profundidad metafísica de una pregunta lógica
aparentemente trivial. Pienso que los buenos científicos todavía siguen ignorando
absolutamente el gravísimo problema metafísico que han agitado con su inocente
extensión de un hecho de la experiencia inmediata a las misteriosas realidades que son
las especies.

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Algunos evolucionistas están reconociendo que, en el fondo, lo único que pueden
afirmar es que los organismos cambian por la influencia del medio, sin atreverse a
determinar la extensión y profundidad de dicho cambio.
Y esto parece ser lo único que sensatamente se puede sostener. Porque “cuando
un nombre puede significar todo, no significa ya nada… Cuando un mismo término
designa todo, comprendido su contrario, ninguna discusión científica seria es ya
posible”.

* * *

El hombre sólo ha conocido especies; los seres vivos, desde los más elementales
a los más complejos no han sufrido transformación alguna en sus características
esenciales, a pesar de los siglos de historia transcurridos y, de que, de vez en cuando, los
zoólogos y paleontólogos registren “nuevas especies” hasta entonces desconocidas, pero
ello no quiere decir que sean nuevas especies formadas por evolución de otras
diferentes, sino simplemente desconocidas por no haber sido registradas o por haber
desaparecido antes de ser conocidas por el hombre; que, en términos generales, excepto
los grandes saurios de las épocas más remotas de la Creación, la mayoría de los seres
primitivamente creados han llegado hasta nosotros en sus descendientes sin variación
fundamental alguna, como lo demuestra el hecho de que los que el hombre ha conocido
y representado en sus dibujos y pinturas rupestres prehistóricos (Cuevas de Altamira y
otras), así como los fósiles hallados, cuyos descendientes han llegado hasta nosotros,
son sensiblemente idénticos a los que actualmente conocemos, lo que indica que los
efectos evolutivos, en general, han sido virtualmente nulos para producir las
transformaciones que se le atribuyen. Y ¿qué dicen también, al respecto, los estudios y
experiencias científicas realizadas por el hombre encaminadas a conseguir una
alteración en las características esenciales de las especies de los seres vivos?... Que no
se han podido lograr por procedimiento alguno; que en el mejor de los casos solo se han
producido deformaciones monstruosas o letales, como en los casos de la mosca
Drosófila y del moho Neurospora, lo que demuestra que las especies están
biológicamente defendidas de todo intrusismo para su reproducción; y que la herencia y
la selección natural, objetivamente interpretadas, colaboran principalmente para lo
contrario: la primera para la conservación de las características fundamentales de la
especie; y la segunda para perpetuar los más aptos y capaces dentro de la especie para
subsistir y reproducirse. Y ¿qué indica, por último, un razonamiento lógico? Que si la
evolución fuese un fenómeno natural de carácter permanente y de acción constante
sobre los seres, hasta transformarlos en otros seres, que es como tendría que ser para
producir los efectos que se le atribuyen, equivaldría a una Ley Natural, y, como tal,
afectaría a todos los seres, sin excepción, por lo que, lógicamente, todos los seres, desde
los más simples y elementales hasta el hombre, habrían experimentado los efectos de la
evolución y, con el tiempo, los más simples y elementales se habrían transformado en
otros más complejos y perfectos, desapareciendo los primeros por efecto de la
evolución. Y sin embargo, sabemos que esto no es así: que existen catalogados y
clasificados por la Botánica y la Zoología infinidad de seres primitivos que han llegado
hasta nosotros, en su descendencia, sin haber experimentado transformación esencial
alguna; que es ley biológica constantemente comprobable que todos los seres nacen, se
reproducen y mueren sin el menor cambio sustancial; que los Unicelulares continúan
siendo unicelulares; los Invertebrados, invertebrados; los Vertebrados, vertebrados, los
Reptiles, reptiles; las Aves, aves, y los Mamíferos, mamíferos… Jamás se ha
comprobado ni registrado que, por causa de evolución, ningún ser haya alcanzado nivel

409
distinto al de la especie a que pertenece… Los evolucionistas aducen como pruebas de
la “evolución”, además de los descubrimientos paleontológicos, una serie de fenómenos
como la información genética, la deriva genética de las poblaciones, la mutación, la
selección natural y sexual, los mecanismos de la herencia, etc. cuyos efectos sobre los
seres vivos precisan de muchos “millones de años”, para poder ser apreciados
experimentalmente, lo que impide, naturalmente, comprobar su realidad y su verdadera
trascendencia… Sin embargo, los conceptúan como si fuesen fenómenos comprobados
por la experiencia y la realidad natural, y, apoyándose en ellos, presentan como un
hecho indiscutible la evolución, con la trascendencia radical de transformar a los seres
de unas especies en otras… No importa que no puedan probarse experimentalmente, ni
que sus efectos no se ajusten en la práctica a la realidad natural, física y científica,
fácilmente comprobable, o por lo menos, absolutamente inoperantes, desde que el
hombre es historia, para producir en los seres vivos las transformaciones que se le
atribuyen. Se trata, simplemente de presentar como un hecho cierto lo que realmente no
pasa de ser una hipótesis científica…falsa, sin base científica. Sería muy interesante
considerar si en las hipótesis evolucionistas no habrá más propósito preconcebido que
realidad científica… ¿No se tratará, sistemáticamente, de desplazar a Dios del origen del
mundo, de la vida y de los seres vivos, atribuyendo a una Naturaleza puramente
material, lo que la Revelación, la Tradición, la Historia y todos los hombres de todos los
tiempos han atribuido siempre a un Dios Creador?...
Efectivamente, ese es el fin principal y fundamental de la falsa teoría de la
evolución: negar a Dios.

* * *

Se deben señalar unos hechos verificables, que nunca se deben olvidar a la hora
de refutar la teoría de la evolución:
1.- La doctrina de la evolución de ningún modo es moderna. Es casi tan antigua
como la Humanidad. Fue generalmente aceptada por los egipcios, los babilónicos, los
griegos y los romanos. Más tarde esta creencia primitiva y pagana fue suprimida durante
mucho tiempo por el cristianismo. Pero cuando en el siglo XIX se suscitó por doquier
gran resistencia a la fe cristiana, esta superstición pagana fue sacada de la buhardilla y
revestida de ropajes modernos…
2.- La creencia de Darwin en la evolución no resultó de sus exploraciones, sino
que creía en ella firmemente antes de empezar sus investigaciones… Y ejecutó estas
exploraciones principalmente para combatir la fe en la creación… Además, hoy en día
nadie cree en la teoría de la evolución tal como él la propuso, de suerte que difícilmente
podría mantenerse que su creencia en la evolución se vio justificada por su inexacta
teoría. Además de eso, su creencia en la evolución era más fácil de justificar que la
creencia de hoy, porque en sus días los muchos hechos en pugna con la evolución aún
no se conocían. Ahora sabemos que las muchas predicciones que se hicieron sobre la
base de la teoría de la evolución no se han verificado.
3.- Los escritos actuales de los evolucionistas dicen que la evolución no se basa
en resultados científicos, sino en filosóficas y humanísticas proposiciones. Algunos
evolucionistas reconocen, bastante honradamente, que, aún cuando todas las teorías de
la evolución que deberían explicar el proceso evolutivo fuesen mostradas como falsas,
ellos seguirían creyendo en la evolución… Esto demuestra que esta creencia no es
“científica”, sino basada en un concepto particular de la vida. Varios evolucionistas
reconocen abiertamente que creen en la evolución simplemente porque rechazan a
Dios…Un libro de un tal profesor More que enumera muchas y grandes objeciones a las

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teorías de la evolución, siendo cada objeción más devastadora que la precedente, al final
dice que sigue creyendo en la evolución porque siente profunda aversión por la otra
única posibilidad: la creación por Dios…
4.- Resulta ser una tontería mayúscula esto de decir que la creencia en la
evolución es más científica que la creencia en la creación bíblica, cuando los hechos
científicos, precisamente dan la razón a la tesis creacionista. Fundamentalmente la
creencia en la evolución se basa en una aversión hacia la creencia en Dios y en la Biblia.
Los hechos científicos reales reconocidos encuadran mejor en la doctrina de la
creación que en la doctrina de la evolución. La idea de evolución nos conduciría a
esperar muchas más formas intermedias entre las diferentes plantas y animales, de
suerte que los varios grupos de plantas y animales no fueran tan nítidamente
diferenciados el uno del otro como generalmente lo son. Tampoco tendríamos que haber
encontrado tantas semejanzas estructurales entre los varios grupos de organismos,
aunque son, por otros motivos, considerados como formas de un remoto parentesco. Por
ejemplo, los vertebrados y los pulpos tienen ojos notablemente semejantes; un misterio
increíble para el evolucionista, quien considera que estos dos grupos están muy
distantes el uno del otro… Para el creacionista, sin embargo, esto no es problema. Él
entiende que Dios puede haber dado a los animales que viven condiciones similares
ciertas fuertes semejanzas en estructura (apropiadas para sus circunstancias), aunque
esos animales sean quizás muy diferentes en otros aspectos. No se puede decir que
innumerables observaciones en la naturaleza concuerdan con la doctrina de la
evolución. Eso no significa nada, toda vez que no se ha inquirido para saber si las
mismas observaciones concuerdan exactamente, y aun más con la docena de la creación.
Sobre la base de argumentos científicos, los hechos concuerdan mejor con la doctrina de
la creación. En cuanto a eso se refiere, el evolucionismo es un castillo de naipes. El
biólogo, el geólogo, o cualquier especialista en cuanto a eso, generalmente sabe bastante
bien en dónde su profesión revela debilidades en la doctrina de la evolución (y muchos
las reconocen), pero no se preocupan demasiado a causa de ellas porque piensan esto:
“Las pruebas proveídas por mis colegas en los demás departamentos son lo bastante
fuertes”… Si todos piensan así, entonces obtenemos una deliciosa pompa de jabón. Si
refutas los argumentos de una profesión, ellos se esconderán detrás de los argumentos
de otras profesiones. Si seccionas uno de los tentáculos del monstruo evolucionista, te
ahogarán los demás tentáculos… Introduce tantas objeciones científicas como quieras
que ellos idearán ingeniosas “teorías auxiliares”, para “explicar” todos los hechos que
contradigan la teoría o para razonar hasta eliminar las objeciones, o… simplemente las
pasarán por alto. Lo unico sensato que se puede hacer es: atacar al evolucionismo sobre
todos los frentes a la vez con un ejército de creacionistas. Pero… aún eso no es
suficiente para los evolucionistas, pues ellos nos han advertido de antemano que, aún
cuando torpedeáramos científicamente todas sus teorías, seguirán prefiriendo la
evolución a la doctrina de la creación. ¡Tal es la aversión que éstos sienten por la fe en
una creación divina, por Dios!...

* * *

Aunque la evolución quedó desacreditada y en desuso por los experimentos y


demostraciones realizados en 1864 por el famoso biólogo francés Pasteur, de la
Academia Francesa, no estará de más traer aquí algunas afirmaciones del insigne
científico pronunciadas en la sesión del 7 de Abril de dicho año, en La Sorbona, en
relación con la “generación espontánea” (evolución), que dicen así: “Y por tanto,
señores, afirmó Pasteur señalando su frasco, puedo decirles que yo he tomado mi gota

411
de agua de la inmensidad de la creación., que la he tomado provista de todos los
elementos apropiados para el desarrollo de los organismos inferiores. Y espero, la
miro, la interrogo rogándole que vuelva a comenzar para mí el espectáculo maravilloso
de la Creación primera. En vano: permanece sorda desde que empecé estos
experimentos, hace ya bastantes años…” Jamás se repondrá la doctrina de la evolución
del golpe mortal que le asestó este simple experimento. “¡Qué victoria, caballeros,
para el materialismo, continuó diciendo Pasteur, si se pudiera demostrar que la
materia puede organizarse por sí misma y convertirse en algo vivo! ¡Ah!, si
pudiéramos conferirle a la materia esta otra fuerza que se llama vida ¿para qué
recurrir a la idea de una creación primordial, ante cuyo misterio uno tiene realmente
que inclinarse, para qué necesitaríamos la idea de un Dios Creador? No, concluyó el
insigne científico, no se conoce hoy circunstancia alguna en la que se pueda basar la
afirmación de que los seres microscópicos aparecen en el mundo sin derivar de un
germen de antepasados semejantes a ellos. Los que así lo afirman han sido engañados
por la ilusión cegados por errores de los que no se han dado cuenta o que no saben
evitar”…
Creemos que estas conclusiones de tipo científico y experimental formuladas por
un sabio de talla universal, y cuya vigencia continua, basta para considerar invalidada la
teoría evolucionista. Pero, si preciso fuere, podrían añadirse otros argumentos de orden
lógico, que nos llevarían a formular las siguientes preguntas:
Todos los fenómenos de la Naturaleza: frío, calor, lluvia, tormentos, huracanes,
tornados, etc. se repiten indefinidamente. Si la evolución es un fenómeno natural, ¿por
qué no se repite ahora por idéntico procedimiento, como los demás fenómenos
naturales?...
Si una vez pudo aparecer la vida y con ella seres orgánicos en nuestro planeta
por espontánea generación, ¿por qué no se produce ahora por idéntico procedimiento, en
lugar de serlo por sucesión indefinida, ley universal de vida?...
Y ¿cómo puede surgir del caos el organismo más elemental, sin que le preceda
una idea preconcebida, propia de una inteligencia superior, teniendo en cuenta la notoria
intencionalidad que para el cumplimiento de sus fines específicos reflejan todos los
seres de la Naturaleza?... ¿O es que basta la síntesis de algunas macromoléculas
proteínicas para considerar sintetizada la “vida” y con ello justificada la “generación
espontánea”?...
Y si consideramos el fenómeno de la reproducción sexual, que exige dos
progenitores de la misma especie pero de distinto sexo, con estructuras y órganos
reproductores diferentes y con una dotación cromosómica y genética idéntica, salvo las
células sexuales, que son cualitativamente diferentes para que sea posible la
reproducción de nuevos seres de la misma especie, machos o hembras, indistintamente,
¿no deduciremos que esta complejidad biológica y genética implica una evidente
intencionalidad, conducente a una finalidad determinada?
Y, ¿quién habrá pensado y sentido tales intencionalidades y finalidades?... ¿La
casualidad y el azar, quizás?...
No, Dios, que lo hizo todo con su inmenso poder.

* * *

Hay algunos científicos que reconocen que la evolución no es más que una
suposición: el doctor Alberto Fleischmann, profesor de Anatomía, en Erlangen, ha
dicho: “La teoría darvinista de la descendencia no posee un solo hecho en la

412
naturaleza que la confirme. Y ni siquiera es el resultado de estudios científicos, sino un
producto de la imaginación.”
El doctor Ethridge, miembro de la Real Academia de Ciencias, y paleontólogo
del Museo Británico, dijo: “En todo este gran Museo no hay una partícula de evidencia
de la transmutación de las especies. Nueve décimas partes de lo que se dice de la
evolución lindan con la insensatez, no se basan en observaciones y carecen de pruebas
concretas. Este Museo está lleno de pruebas de las falsedades de sus puntos de vista”.
Un gran pensador, el doctor Roberto Millikin, Premio Nobel, añade: “Lo
patético es que tenemos científicos que están tratando de probar la evolución, la cual
ningún científico puede probar”…
El doctor Luis Bounoure, director del Centro Nacional de Investigación
Científica de Francia, ha escrito: “La evolución es un cuento de hadas para los adultos.
Esta teoría no ha ayudado nada en el progreso de la Ciencia. Es inútil”… Y cita la
confesión del profesor de Paleontología de La Sorbona, Jean Pivateau, que dice en lo
relativo a la ciencia de los hechos “no se puede aceptar ninguna de las diferentes
teorías que tratan de explicar la evolución, encontrándose aún en oposición a cada
una de estas teorías. Aquí hay algo que chasquea e inquieta”…
El profesor E. C. H. Cornes, de la Universidad de Cambridge, ha declarado:
“Aún pienso que para los sin perjuicios, el registro fósil de plantas favorece la idea
de una creación especial”… No hay la más mínima evidencia de que algunos de los
grupos principales de animales descendió de otro, cada uno es un complejo animal
especial… apareciendo, por lo tanto, como una creación distinta”…
Un evolucionista como el profesor Cves Delage, dijo: “Reconozco que nunca se
ha sabido de una especie que engendre a otra, y que no hay absolutamente ninguna
evidencia definida de que tal hecho haya acontecido”.
Después de una vida de estudio, el profesor sueco doctor Heribert Nilson, da
como conclusión: “El resultado de mis investigaciones y estudios es que la idea de la
evolución, probada por experimentos de Especiación y ciencias afines, siempre lleva a
contradicciones increíbles y conclusiones confusas a causa de las cuales la teoría de la
evolución debe ser abandonada completamente. Aún más, mi conclusión es que la
teoría de la evolución no puede ser considerada en absoluto como una filosofía natural,
sino una obstrucción a la investigación biológica…porque (para el evolucionista), al
fin, todo tiene que encajar con esta teoría fantasiosa y quimérica. Por lo tanto, no se
puede formular una biología exacta”…
El profesor John N. Moore, naturalista de Michigan, en un estudio leído en una
reunión de la American Asociation for the Advancement of Science, sostuvo que no hay
apoyo científico para la teoría que el hombre reprodujo por la evolución de la amiba.
“La teoría de la evolución – dijo - es una religión increíble. No es una ciencia”. Moore
afirma que la evolución no debe ser enseñada como un hecho, sino solamente discutida
como una teoría. “La explicación evolucionista típica no tiene sentido a la luz de los
conocimientos de hoy. La explicación monofilética (expresada en la teoría de Darwin)
es más ilógica que biológica”…
El doctor Einstein, en “The World as I see it”, p. 9, escribió: “El sentir
religioso del científico toma forma de asombro que extasía al notar la armonía de la ley
natural, que revela una inteligencia de tal superioridad que, comparada con ella, todo
pensar sistemático y toda actuación de los seres humanos es una reflexión totalmente
insignificante”.
El doctor Werner von Braun ha dicho: “Dios puede dar a la Humanidad y sus
dirigentes la dirección ética que necesitan para evitar los peligros y trampas de la era
espacial, pero sólo podrá hacerlo si el hombre le vuelve a dar el lugar que le

413
corresponde en su corazón”. Las evidencias de la evolución orgánica no son tan
abrumadoras como algunos piensan, al contrario, son pocas, raquíticas. Hay procesos
tan complicados y misteriosos como la fotosíntesis, la metamorfosis, la transmisión de
características e instintos por los genes, la química de las glándulas, que la evolución no
puede explicar, y que exigen el ingenio y la pericia de un Creador supremamente sabio.
El doctor Werner Von Braun escribió: “Encuentro tan difícil de entender a un
científico que no reconoce la presencia de una razón superior detrás de la existencia
que me parece no puede haber ninguno tan osado. Lo cierto es que no hay razón
científica para que Dios no pueda retener la misma relevancia, pertenencia y
estimación en nuestro mundo moderno, que tenía antes de que se comenzase a indagar
en su creación con el telescopio, el ciclotrón y los vehículos espaciales. Muchos dicen
que no pueden hacerse una idea de cómo es Dios. Bien ¿puede el físico imaginar un
electrón? El electrón es materialmente inconcebible y sin embargo lo usamos para
iluminar nuestras ciudades, para guiar nuestros aviones por los cielos nocturnos y para
hacer las medidas más exactas. ¿Qué razonamiento entraña el que algunos científicos
acepten el electrón como una realidad si mientras se niegan a aceptar a Dios?... Para
mí la idea de la creación es inconcebible sin Dios, Uno no puede estar expuesto a la ley
y al orden del Universo sin concluir que tiene que haber una intención divina detrás de
todo… Hablando de mí mismo, solamente, puedo decir que la grandiosidad del cosmos
sirve para confirmar mi ciencia en la certeza de un Dios”…

* * *

Un profesor de Física de la Universidad de Texas (Estados Unidos), Teodoro


Barnes, es una de las personas que consideran que el creacionismo (todo fue hecho por
Dios como dice la Biblia: directamente y en estado perfecto y adulto) es más verosímil
que el evolucionismo (el hombre procede del mono). Según explicó, la Tierra tiene un
campo magnético que hace que la aguja de la brújula siempre indique el Norte. Pero
esas fuerzas magnéticas muy lentamente se están debilitando.
El profesor Barnes ha medido este proceso de debilitamiento con mucha
precisión, y ha calculado que la Tierra a lo más puede tener diez mil años… Si la Tierra
fuera mucho más antigua, su magnetismo tiene que haber sido tan fuerte que la Tierra
habría estallado en pedazos desgarrada por sus propias fuerzas magnéticas. Barnes
también ha escrito un libro sobre esto. Esta clase de problema nunca se da a conocer al
gran público… El pueblo forzosamente ha de creer que todo va bien con la teoría de la
evolución. Se suprimen los hechos…
Afirman los evolucionistas que los dinosaurios se habían ya extinguido desde
hacia unos setenta millones de años antes de aparecer el hombre en escena. Pero
supongamos que encontramos estratos con huellas petrificadas de patas de dinosaurios y
a la vez de pies de hombres, ¿qué, entonces? Supongamos que las pisadas incluso se
hallaban unas encima de otras, de suerte que no podríamos dudar de que se originaran al
mismo tiempo. ¿No nos veríamos precisados a concluir que los hombres y los
dinosaurios vivieron al mismo tiempo?... Pues bien, ¡es eso exactamente lo que se ha
hallado en rocas cretáceas en las orillas del río Paluxy cerca del pueblo de Glen Rose,
en Texas! Hábiles geólogos han estudiado cuidadosamente aquellas huellas de pisadas
por medio de métodos especiales para asegurase de que realmente éstas vienen de
dinosaurios y hombres, y que no son esculturas. Pero ¿se comprende lo que significa
este descubrimiento? (y este es solamente uno de muchos…) “¡Si realmente es verdad -
escribió un geólogo - que el hombre y los dinosaurios vivieron al mismo tiempo,
entonces toda la historia geológica se derrumba, y ¡más valdrá que los geólogos

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evolucionistas se hagan camioneros!”…. Entonces, ¿qué es lo que hacen los geólogos
evolucionistas?...
O bien se enfadan mucho y gritan: “¡Engaño, mentiras!”; o bien recurren a
disertaciones muy complicadas que nadie entiende pero que tienen como propósito el
demostrar que así y todo tienen razón; o si no, simplemente se encogen de hombros con
actitud de superioridad, y sencillamente hacen caso omiso de todo el asunto… Los
evolucionistas creen que el hombre de Neanderthal y el Pitecántropos (hombre-simio de
Java) son formas intermedias entre los simios y los hombres... Todo eso es falso. Se ha
comprobado que estos dos tipos eran hombres corrientes aún cuando hayan tenido un
aspecto un poco extraño, pero no más extraños que ciertos ejemplares que andan por
nuestras calles… Además, sabemos que gente que tenía un parecido igual al nuestro,
¡vivían antes de esta gente prehistórica!...
Los evolucionistas consideran que el desarrollo embrionario del hombre (eso es,
su desarrollo antes del nacimiento) es una clase de recapitulación de su historia
evolutiva. Son cosas ya refutadas hace ya mucho tiempo. Ningún hombre que piense
bien lo cree ya… ¿Que la gente sin nacer, en cierta etapa temprana tiene hendiduras
branquiales y una cola que probaría que hemos evolucionado de animales con branquias
y colas?... Nada más que falsedades. Ni siquiera son hendiduras branquiales, sino
surcos muy importantes de los que emergen toda clase de órganos. Además, como
correspondencia nunca puede ser prueba de descendencia.
Los evolucionistas creen que el hombre tiene varios órganos degenerados que
ya no tienen función; órganos, que supuestamente son restos de antepasados animales
que podían usarlos… Eso es lo que la gente creía una vez porque la función de muchos
órganos (tales como el apéndice, el timo, el coxis) aún era desconocida. Pero hoy
conocemos estas funciones mucho mejor, y sabemos que el timo, por ejemplo, ¡es un
órgano de la mayor importancia!
Los evolucionistas creen que es solo cuestión de tiempo el que los científicos
produzcan una célula viva…
Falso. La gente solía pensar así cuando supuso que las células no eran sino
simples gotas de agua que contenían ciertas sustancias. Gradualmente vamos
adquiriendo conciencia de lo tremendamente complicada que es la estructura de una
célula. Los matemáticos han calculado que trillones de miles de años serian
insuficientes para hacer siquiera concebible que algo tan intensamente bello pudiera
producirse por puro azar ¡Que una célula procediera de materia inorgánica sería un
milagro aún mayor que el descenso del hombre de esa solitaria célula!
Los resultados logrados en tantos y tantos experimentos a los que
orgullosamente hacen mención los evolucionistas han sido más bien como los de
alguien que, con muchas y grandes dificultades, ha logrado por lo menos fabricar un
ladrillo y ahora cree que no habrá problema alguno para edificar una catedral…

* * *

"La muerte de Adán" es el titulo de un conocido libro sobre la evolución


humana, un titulo que subraya la opinión prevaleciente entre los intelectuales de que el
relato del Génesis sobre el origen del hombre ha sido repudiado por la ciencia
moderna... En lugar de Adán se nos dice que nuestros antecesores eran seres como el
Pitecántropo, el Australopiteco, o sea, monos. . . Los libros de texto, por todas partes,
proclaman la evolución como un hecho histórico que las personas educadas deben
aceptar, y esta propaganda y presión es en extremo difícil de resistir...

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Pero, cuando se examina la evidencia real, los hechos de la evolución, se ve un
cuadro que asombra por lo diferente. ¡El relato bíblico de la creación del hombre no ha
sido desacreditado en absoluto, sino simplemente rechazado! La evolución, en cambio,
no ha sido probada, sino supuesta...
En contra del relato bíblico del Génesis sobre la creación del mundo y sus
habitantes, tenemos el concepto de la evolución orgánica que, en su sentido amplio, es
la teoría de que todas las cosas se han derivado mediante modificación gradual de
material previo por medio de procesos naturales ... Según esta teoría, el hombre y los
otros seres vivientes se han ido desarrollando por medio de la transformación natural a
partir de comienzos muy primitivos, hace centenares de millones de años en la historia
de la Tierra... El origen de la vida misma se atribuye a la combinación fortuita de
sustancias químicas complejas en algún mar primitivo... El proceso biológico de la
mutación de genes (el cambio súbito, hereditario en la estructura de la célula germinal)
y la selección natural (la respuesta de las criaturas al ambiente en tal forma que los
mejor adaptados sobreviven y los otros son exterminados) se nos dice que da cuenta del
desarrollo progresivo de todos los distintos tipos de vida vegetal y animal en el mundo
de hoy...
Los dirigentes del pensamiento evolucionista rechazan la idea de que este
proceso esté bajo el control directo de Dios. Más tarde, dicen, esta evolución puede
explicar el estado del mundo sin necesidad de Dios o de creación y, por tanto, la
creencia en un Creador divino es por completo innecesaria y no es científica... Pero,
comprobamos, y además científicamente, cómo la evolución pierde pie por su misma
base, que no la tiene, ni científica, ni religiosa, ni de ninguna clase. La verdadera ciencia
puede tratar sólo de las cosas presentes; y no puede decirnos nada de los orígenes. La
evolución no es una ciencia, es una fe, ¡una fe ingenua y crédula, además! Nótense
algunas de sus falsedades:
1) La evolución explica la "creación" de todas las cosas en términos de
procesos presentes, pero la primera ley de la Termodinámica nos dice que nada es
"creado" en el momento actual...
2) La evolución presupone una tendencia innata hacia el progreso y el
incremento del orden y la complejidad en el Universo, pero la segunda ley de la
Termodinámica demuestra que hay una tendencia hacia el desorden y la degeneración
en el Universo...
3) La evolución se lleva a cabo por mutaciones de los genes, pero casi el 100 %
de todas las mutaciones conocidas son perjudiciales, si no fatales, para las criaturas que
las experimentan.
4) No hay ejemplo de verdadera evolución de un "tipo" básico a otro tipo en el
mundo presente o en los antecedentes fósiles del pasado.
5) El parentesco evolutivo de todas las criaturas implicaría una diferenciación
gradual o contínua en todas las formas de vida, pero tanto la vida presente como los
restos procedentes del pasado nos muestran que hay discontinuidades o diferencias
súbitas entres las diferentes clases de plantas y de animales.
6) La selección natural al parecer explica el desarrollo de nuevas especies, pero en
realidad tiende a preservar las actuales, puesto que un órgano incipiente o una nueva
característica de la clase que fuera no tendría valor de "supervivencia", a menos que
fuera funcional por completo desde el mismo principio.
7) La evolución contradice la ley científica de que el efecto nunca es mayor que
su causa, puesto que asume que la inteligencia fue desarrollada a partir de materia no
inteligente, que la moralidad fue desarrollada a partir de procesos no morales, que el
amor y otras características emocionales proceden de sustancias químicas que no

416
sienten, y que hay estructuras infinitamente complejas que proceden de simples
principios, y que la consciencia espiritual apareció a partir de moléculas inertes... lo que
es falso.
Todo esto nos muestra que la evolución en el fondo lo único que quiere es negar
a Dios su papel de Creador en todo, pero como ya hemos visto la teoría de la evolución
no tiene base científica alguna: el hombre y toda la Creación fueron hechos
directamente por Dios, como dice la Biblia, sin evolución alguna, en estado adulto.

* * *

Los que aceptan la evolución afirman que no es científica la enseñanza de la


creación; ¿puede decirse imparcialmente que la teoría evolucionista misma sea en
verdad científica?... Cuando estaba por publicarse una edición especial del centenario de
"E1 Origen de las especies" de Darwin, se invitó a W. R. Thomson, entonces director
del Instituto de Control Biológico de la Comunidad Británica de las Naciones en
Ottawa, Canadá, a escribirle la introducción. En ésta, él dijo: "Como sabemos, hay gran
divergencia de opinión entre los biólogos, no solo en cuanto a las causas de la
evolución, sino hasta en cuanto al proceso mismo. Esta divergencia existe debido a que
la prueba es insatisfactoria y no permite llegar a ninguna conclusión segura. Por tanto,
es correcto y apropiado llamar la atención del público no científico a los desacuerdos
que existen respecto e la evolución".
Los apoyadores de la teoría de la evolución creen que esta es ahora un hecho
establecido. Creen que la evolución es un "suceso real", una "realidad", una "verdad".
Pero ¿es eso verdad? No, nada de eso ha sido probado científicamente. Varios aspectos
de la teoría evolucionista han sido asunto de considerable desacuerdo hasta entre
prominentes científicos evolucionistas. Hoy esa disputa es más intensa que nunca. Y es
iluminador considerar lo que defensores mismos de la evolución dicen acerca de - ese
asunto. La revista científica "Discover" planteó la situación de este modo: "La
evolución no se halla sólo bajo ataque por cristianos fundamentalistas, sino que
también está siendo cuestionada por científicos de reputación. Entre los paleontólogos,
científicos que estudian el registro fósil, aumenta el disentimiento respecto al punto de
vista general del darwinismo".
Francisc Hitching, evolucionista y autor del libro "The Neck of the Giraffe" (El
cuello de la jirafa), declaró: "Después de centuria y cuarto, el darwinismo a pesar de la
aceptación de que es objeto en el mundo científico como el gran principio unificador de
la Biología, afronta una sorprendente multitud de dificultades". Después de una
importante conferencia de unos 150 especialistas en la evolución, celebrada en Chicago,
Illinois, (USA), un informe llegó a esta conclusión: "La evolución está experimentando
su más amplia y más profunda revolución en casi 50 años. Ahora hay gran controversia
entre los biólogos respecto a cómo, exactamente, tuvo lugar la evolución... No estaba a
la vista ninguna resolución clara de las controversias". El paleontólogo Niles Eldredge,
prominente evolucionista, dijo: "La duda que ha penetrado en la previa certidumbre
cómoda y satisfecha que en los últimos veinte años exhibió la Biología evolucionista ha
encendido las pasiones". Habló de la "falta de acuerdo completo hasta en el mismo
seno de los bandos en contienda", y añadió que "en estos días la situación ciertamente
es turbulenta... A veces parece que hay tantas variaciones sobre cada tema
evolucionista como biólogos hay individualmente".
Un escritor del periódico "Times", de Londres, Christopher Booker (quien acepta
la evolución), dijo esto acerca de ésta: "Era una teoría hermosamente simple y

417
atractiva. Lo único que pasaba era que, como por lo menos en parte Darwin mismo
sabía, estaba llena de huecos de tamaño colosal”. "En cuanto a "E1 origen de las
especies" de Darwin, comentó: "Tenemos aquí la suprema ironía de que un libro que se
ha hecho famoso por explicar el origen de las especies no hace en realidad nada de
eso"...

* * *

A pesar de la extensa propaganda evolucionista en las escuelas y otras


instituciones de la sociedad moderna, deben subrayarse que no hay todavía ninguna
evidencia, científica o bíblica, en favor de ningún tipo de evolución, o sea, desde
sistemas simples a sistemas más complejos. Por el contrario, la evidencia de una
creación especial de todo el mundo real es abundante y satisfactoria. Con respecto a la
pretensión repetida con frecuencia de que la Ciencia cree universalmente en la
evolución, se debe saber que hay centenares, millares, de científicos cualificados que
son creacionistas totales, o sea, que creen que el hombre y toda la Creación fueron
hechos por Dios como dice la Biblia: directamente y en estado adulto.
Por ejemplo, la Sociedad para la Investigación de la Creación, organizada en
1963, tiene un conjunto de más de 60 científicos creacionistas, cada uno de los cuales
tiene por lo menos un grado de licenciatura en Ciencias entre los que se representan
todas las ramas de la Ciencia moderna, cada uno de los cuales cree en la creación
especial y en la inspiración verbal de la Biblia. No hay, por tanto, ninguna razón para
que nadie dude de la exactitud del maravilloso relato de la creación, tal como se nos da
en los dos primeros capítulos de la Biblia. En 1a Biblia misma encontramos cómo San
Pablo considera este pasaje del Génesis como verdadero cuando hace mención a él
diciendo: “Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón. Y
tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del
varón" (I Corintios 11, 8, 9). Aquí podemos notar que el Nuevo Testamento, que San
Pablo, acepta claramente el relato de Adán y Eva, en el Génesis, como una historia
real, que ha de ser tomada literalmente. Los modernos teólogos que consideran a Adán
y Eva de un modo alegórico, simbólico, figurativo, se hallan pues en franca rebelión
contra el testimonio inspirado (1, 6-8) Vemos otro aspecto bíblico que coincide
totalmente con la Ciencia. Tras la caída de Adán y Eva todo se corrompió. Como dice
San Pablo en (Romanos 8, 20-22) “la creación fue sometida a vanidad" y ahora "gime
y está en dolores de parto". La tierra "envejece como una vestidura" y "perecerá"
(Hebreos 1,10-12) Como toda carne está hecha de los elementos físicos de la tierra,
está también sujeta a la ley de decaimiento y muerte, "Toda carne es como hierba y
toda la gloría del hombre como la flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se
cae” (I Pedro 1, 24). Toda la creación ha sido entregada a la “servidumbre de
corrupción”. Es la experiencia universal de todas las cosas, vivas o inertes: al final se
gastan, se atrofian, envejecen, decaen y se vuelven polvo… Esta condición es tan
universal que fue formulada como ley hace unos cien años por Carnot, Clausius,
Kelvin, y constituye una ley fundamental llamada Segunda Ley de la
Termodinámica… Dice que todos los sistemas tienden a degradarse o desordenarse. Se
le ha llamado también la ley de la morfólisis (del griego que significa disolución de la
estructura). Los sistemas físicos, sean relojes o soles, acaban gastándose. Los
organismos biológicos crecen y mueren. Los cambios en las especies son causados por
mutaciones de genes, que representan alteraciones súbitas en la estructura genética
altamente organizada de la célula germinal, y siempre acaban en la muerte o el
deterioro del tipo racial. La Segunda Ley de la Termodinámica es una de las dos leyes

418
básicas de la ciencia moderna más firmemente establecida por la evidencia empírica y
su universal aplicabilidad, mejor que ningún otro principio científico. El término
entropía, que es un factor matemático que mide la energía disponible en el sistema
termodinámico, se usa para indicar el grado de desorden o aleatoriedad dentro de
cualquier sistema, y esta segunda ley afirma que la entropía de un “sistema cerrado”
siempre va en aumento. La ciencia sabe que esto es verdad, pero la ciencia, como tal,
nunca ha podido sugerir por qué es verdad. Sin embargo, en un Universo creado por
un Dios amoroso y racional, un principio semejante parece fuera de lugar. ¿Qué es lo
que en realidad ha salido mal en este mundo de Dios? La única respuesta verdadera y
razonable a este problema se encuentra en el capitulo tres del Génesis, San Pablo,
refiriéndose a este capitulo, dice: “Por lo tanto, así como el pecado entró en el mundo
por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también, la muerte
alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5, 12). Más tarde,
dice: “Porque la creación misma será liberada de la servidumbre de la corrupción, a
la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a
una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” (Romanos 8, 20-22)…

* * *

La caída de Adán y Eva desorganizó todo el plan que Dios tenía sobre el hombre
y sobre el Universo entero. Cuando Dios maldice a Adán y Eva, y la tierra queda
maldita por su culpa, Dios mismo nos está dando los principios del desorden, de la
corrupción actual, corrupción que recoge la segunda ley de la Termodinámica: todo
tiende de lo perfecto a lo imperfecto, de lo ordenado a lo desordenado... En vez de
permanecer las cosas hechas como estaban en la semana de la Creación (eso es,
organizadas en sistemas y estructuras complejas estables) ahora tenderían a
"deshacerse", a hacerse más desorganizadas y simples. En vez de vida y crecimiento,
viene decaimiento y muerte; en vez de evolución, degeneración. Aquí está el secreto de
todo lo que no va bien en el mundo. El hombre es un pecador, y la maldición de Dios se
extiende sobre la tierra. Esta ley de la entropía creciente, una de las dos leyes mejor
demostradas de la ciencia, contradice de un modo preciso la idea de la evolución.
La evolución se considera un proceso universal en el cual las cosas aumentan en
orden, mientras que la segunda ley de la Termodinámica es una ley universal del orden
decreciente. La una se opone a la otra, y las dos no pueden ser verdad. Este problema ha
sido casi por completo pasado por alto por los evolucionistas, y nunca ha sido resuelto.
Los cristianos pueden estar seguros de que la evolución es completamente imposible, no
sólo porque la Biblia lo dice, sino porque las leyes científicas la hacen imposible. Los
evolucionistas, por el contrario, sostienen que a través de mutaciones, seres unicelulares
fueron evolucionando y llegaron a formar al hombre... como cúspide de esas
mutaciones... Pero la Ciencia nos dice lo contrario... Los genes son partículas muy
pequeñas, probablemente de tamaño molecular, los cuales existen en la célula terminal y
que sirven para transmitir las características de los padres a los hijos. De vez en cuando,
debido a la penetración en la célula germinal de radiaciones poderosas o sustancias
químicas, un gen puede sufrir un cambio súbito o mutación... Esto producirá
normalmente un desarreglo en el sistema genético y, por tanto, en alguna forma, será
dañino a la estructura fisiológica del niño (animal o planta) que lo contiene. Estas
mutaciones genéticas son hereditarias, y, por ello, la acumulación gradual de genes
mutantes en la raza conducirá finalmente a un deterioro en conjunto...

419
* * *

Decir que el cerebro humano evolucionó desde algún animal es resistir a la razón
y los hechos. Mucho más lógica es esta conclusión: “No me queda más remedio que
reconocer la existencia de un Intelecto Superior, responsable de la Creación y
desarrollo de la increíble relación entre el cerebro y la mente… algo que está mucho
más allá de lo que el hombre puede entender. Tengo que creer que todo esto tuvo un
principio inteligente, que Alguien hizo que sucediera…” (Dr. Robert J. White,
neurocirujano)
La prueba en apoyo de la Creación es enorme. Entonces, ¿qué lleva a muchas
personas a rechazar la Creación y, en su lugar, aceptar la evolución?
Una razón para ello es lo que se ha enseñado a esas personas en las escuelas. Los
libros de texto escolares sobre asuntos científicos casi siempre promueven el punto de
vista evolucionista. Rara vez, si acaso alguna, presentan al estudiante los argumentos
contrarios. De hecho, por lo general, se impiden que los argumentos contra la evolución
aparezcan en los libros de texto escolares…
En la revista “American Laboratory” cierto médico escribió lo siguiente acerca
de la enseñanza escolar que recibían sus hijos. “Al niño no se le presenta la evolución
como teoría. Desde tan temprano como en el segundo grado escolar (basándome en mi
lectura de los libros de texto de mis hijos) se hacen declaraciones sutiles en los textos
científicos. La evolución es presentada como realidad, no como un concepto que pueda
ser puesto en tela de juicio. Entonces la autoridad del sistema educativo obliga a
aceptar tal creencia”. En cuanto a la enseñanza evolucionista en grados escolares más
avanzados, dijo: “No se permite que el estudiante tenga creencias personales ni las
declare: si el estudiante lo hace, el instructor somete al joven, o a la joven, a burla y
crítica. A menudo el estudiante corre el riesgo de salir perdiendo en sentido académico
porque sus puntos de vista no son “correctos”, y recibe una calificación o nota más
baja”… Los puntos de vista evolucionistas no sólo se hallan esparcidos en las escuelas,
sino en todo campo de la ciencia, así como en otros, tales como la Historia y la
Filosofía. Libros, artículos de revistas, películas y programas de televisión tratan la
evolución como si fueran un hecho establecido. Con frecuencia oímos o leemos frases
como: “Cuando el hombre evolucionó desde los animales inferiores”, o: “Millones de
años atrás, cuando la vida evolucionó en los océanos”… Así, se condiciona a la gente
para que acepte la evolución como un hecho, y la prueba que apoya lo contrario queda
sin ser notada. Cuando educadores y científicos prominentes aseguran que la evolución
es un hecho, y dan a entender que sólo los ignorantes rehúsan aceptarla, ¿cuántos legos
van a contradecirlos? Este peso de la autoridad arrojado a favor de la evolución es una
de las razones principales por las cuales la aceptan grandes cantidades de personas, no
por pruebas científicas que avalen esta falsa teoría. Un ejemplo típico de puntos de vista
que suelen intimidar a los legos es esta afirmación de Richard Dawkins: “La teoría de
Darwin está apoyada ahora por toda la prueba pertinente disponible, y ningún serio
biólogo moderno duda de su veracidad”, pero ¿es esa la realidad?... De ninguna
manera. Un poco de investigación revela que muchos científicos, incluso “serios
biólogos modernos”, no solo dudan de la evolución, sino que no creen en ella. Ellos
creen que, por mucho, la prueba a favor de la Creación directa por Dios, como narra el
Génesis, es más vigorosa. Por eso, declaraciones generales abarcadoras como la de
Dawkins están equivocadas. Pero son típicas de los intentos que se hacen por enterrar a
la oposición mediante tal clase de habla. Un observador que tomó nota de esto escribió
lo siguiente en la revista “New Scientist”. “¿Tan poca fe tiene Richard Dawkins en la

420
prueba a favor de la evolución que tiene que hacer generalizaciones totalizadoras para
poner a un lado a los que se oponen a sus creencias?” De manera similar, el libro “A
View of Life” (Una vista de la vida), por los evolucionistas Luria, Gould y Singer,
declara que “la evolución es un hecho real”, y asegura: “(De no aceptarla), bien
podríamos dudar que la tierra dé vueltas alrededor del Sol, o que el agua esté
compuesta de hidrógeno y oxígeno”… También declara que la evolución es realidad al
mismo grado que lo es la existencia de la fuerza de gravedad. Pero se puede probar
experimentalmente que la Tierra gira alrededor del Sol, que el agua está compuesta de
hidrógeno y oxígeno y que la fuerza de gravedad existe. La evolución no puede ser
probada experimentalmente. De hecho, estos mismos evolucionistas confiesan que “hay
enconado debate en cuanto a teorías de evolución”. Pero ¿hay enconados debates
todavía acerca de que la Tierra gira alrededor del Sol, acerca de que el agua esté
compuesta de hidrógeno y oxígeno, acerca de la existencia de la fuerza de la gravedad?
No. Entonces, ¿cuán razonable es decir que la evolución es una realidad al mismo grado
que lo son estos hechos?... En un prólogo para el libro de John Reader “Missing Links”
(Eslabones perdidos) David Pilbean muestra que los científicos no siempre fundan sus
conclusiones en hechos reales. Pilbean dice que una razón para esto es que los
científicos “también son gente, porque hay mucho en juego, pues hay premios
resplandecientes en forma de fama y publicidad”... El libro reconoce que la evolución
es “una ciencia activada por ambiciones individuales y, por eso, expuesta a la
influencia de creencias preconcebidas”. Como ejemplo de esto señala lo siguiente:
“Cuando lo preconcebido es tan entusiásticamente aceptado y por tanto tiempo
acogido como en el caso del “Hombre de Piltdown”, la ciencia revela una
perturbadora predisposición a creer antes de investigar”. Ese autor añade: “No hay
menos probabilidad de que los evolucionistas modernos se sumen a información
errónea que apoye sus preconcepciones, que investigadores anteriores pusieron a un
lado el juicio objetivo y favorecieron las nociones que deseaban creer”. Por eso, por
haberse comprometido ya a sostener la evolución, y por un deseo de dar adelanto a sus
carreras, algunos científicos no quieren admitir la posibilidad de que haya equivocación.
En vez de eso, procuran justificar ideas preconcebidas más bien que reconocer hechos
que posiblemente les resultaran perjudiciales. En su prólogo a la edición centenaria de la
obra de Darwin “El Origen de las especies”, W. R. Thompson señaló esta actitud no
científica y se lamentó por ella. Thompson dijo: “Si los argumentos no pueden resistir
con éxito el análisis, no se debe dar asentimiento, y una conversión general que se deba
a un argumento mal fundado debe considerarse como deplorable”. Dijo: “Los hechos y
las interpretaciones en que confió Darwin han cesado de ser convincentes ahora. Las
investigaciones que por mucho tiempo han continuado con relación a la herencia y la
variación han socavado la posición darviniana”…Thompson también dijo: “Un efecto
de larga duración, y lamentable, del éxito del “origen” fue la adición de los biólogos al
razonamiento superficial que no puede ser verificado. El éxito del darvinismo fue
acompañado por una decadencia de la integridad científica”… Llegó a esta conclusión:
“Esta situación, de hombres de ciencia que acuden en defensa de una doctrina que no
pueden definir científicamente, y mucho menos demostrar con rigor científico, en un
esfuerzo por mantener la honra de ésta ante el público mediante suprimir la crítica y
echar a un lado las dificultades, es anormal e indeseable en la ciencia”. De modo
similar, Anthony Ostric, profesor de antropología, critica a sus colegas científicos por
declarar “como hecho” que el hombre ha descendido de criaturas simiescas. Dijo que “a
lo más es solo una hipótesis, además, una que no tiene buen apoyo”. Señaló que “no
hay pruebas de que el hombre no haya permanecido esencialmente igual desde la
primera indicación de su apareamiento”. Este antropólogo dijo que la mayoría de los

421
profesionales se han alineado con los que promueven la evolución “por temor de que no
se les declare doctos de forja o de que se les rechace de los círculos académicos
distinguidos”… A este respecto, Holey y Wickramasinghe también comentan: “O uno
cree tales conceptos, o inevitablemente se le tilda de hereje”… Un resultado de esto ha
sido que muchos científicos se han mostrado maldispuestos a investigar sin prejuicio el
punto de vista de que ha habido creación. Como se declaró en una carta al redactor de la
publicación “Hospital Practice”: “La ciencia siempre se ha enorgullecido de su
objetividad, pero temo que aumentan los casos en que nosotros los científicos estamos
llegando a ser, rápidamente, víctimas del pensamiento estrecho y manchado por el
prejuicio que por tanto tiempo hemos odiado”…

* * *

Según la evolución, la vida evolucionó desde lo animado por evolución química


al azar (generación espontánea); Según la Biblia la vida viene sólo de vida previa,
originalmente creada por un Creador inteligente: Dios; según la Ciencia la vida viene
sólo de vida anterior, no hay modo de formar el complejo código genético al azar.
Según la evolución los fósiles deben mostrar organismos simples que se originen
gradualmente y formas de transición que eslabonen con las anteriores; según la Biblia
los fósiles deben mostrar formas complejas que aparezcan de súbito en gran variedad, y
lagunas que separen a grupos grandes de organismos: ausencia de formas eslabonadas;
según la Ciencia los fósiles muestran aparición súbita de vida compleja en gran
variedad, cada nueva clase de vida está separada de los géneros previos, no hay formas
eslabonadas...
Según la evolución nuevos géneros de órganos vivos que surjan gradualmente se
hacen necesarios, principios de huesos y órganos incompletos en varias etapas de
transición; según la Biblia no aparecen gradualmente nuevos tipos o géneros de
órganos, no hay huesos ni órganos incompletos, sino que todas las partes del organismo
están completamente formadas; según la Ciencia no aparecen gradualmente nuevos
tipos de órganos, aunque hay mucha variedad, no hay huesos ni órganos
incompletamente formados.
Según la evolución se hacen necesarias las mutaciones: resultado final
provechoso genera nuevos rasgos; según la Biblia las mutaciones son dañinas a la vida
compleja, no resultan en nada nuevo; según la Ciencia las mutaciones pequeñas son
dañinas, las grandes, mortíferas; nunca resultan en nada nuevo.
Según la evolución hay un origen gradual de la civilización, surgiendo de
comienzos toscos, como de brutos; según la Biblia la civilización y el hombre tienen
existencia contemporánea; la civilización ha sido compleja desde el principio; según la
Ciencia (por lo que está comprobado científicamente) la civilización aparece junto con
el hombre, cualquier morador de cavernas se hallaba en contemporaneidad con la
civilización.
Según la evolución el lenguaje evolucionó desde simples sonidos de animales
hasta complejos idiomas modernos; según la Biblia el lenguaje y el hombre son de
existencia contemporánea, los idiomas antiguos son complejos y completos; según la
Ciencia el lenguaje y el hombre son contemporáneos, a menudo los idiomas antiguos
son más complejos que los modernos.
Según la evolución la aparición del hombre data desde hace millones de años;
según la Biblia la aparición del hombre es de hace unos 6.000 años...; según la Ciencia
los registros escritos más antiguos son de sólo unos 5.000 años...

422
Cuando comparamos lo que se ha hallado en el mundo real con lo que la
evolución afirma y con lo que la Biblia dice, ¿no se manifiesta claramente qué modelo
encaja con los hechos, y cuál está en conflicto con ellos?... La prueba que sale del
mundo de los organismos vivos que nos rodea, y del registro fósil de organismos que
vivieron hace mucho tiempo, da testimonio a favor de la misma conclusión: la vida fue
creada, no evolucionó. No, la vida no comenzó en alguna desconocida "sopa" de
tiempos primitivos. Los humanos no llegaron a existir mediante antecesores simiescos.
En vez de eso, los organismos vivos fueron creados en abundancia como tipos
familiares distintos unos de otros. Cada uno podía multiplicarse con gran variedad
dentro de su propio tipo de organismo o "género", pero no podía cruzar el límite que
separaba a los diferentes géneros. Este límite, como se puede observar claramente en los
organismos vivos, es mantenido en vigor por la esterilidad. Y la distinción entre los
géneros está protegida por la singular maquinaria genética de cada uno...
Todo esto nos muestra cómo la evolución es un mito: es falsa: todo fue hecho
como narra la Biblia: en estado adulto y directamente por Dios, sin evolución alguna.

LOS FÓSILES, EL DILUVIO Y LA EVOLUCIÓN

(John Woodmorappe)

El evolucionista Boucot sumariza de manera excelente el papel de las


discontinuidades en la transición: «Desde 1859 una de las propiedades más frustrantes
del registro fósil ha sido la de su evidente imperfección. Para el evolucionista esta
imperfección es más amargante aún ya que le impide toda posibilidad real de hacer el
mapa de la evolución orgánica debido a una infinidad de "eslabones perdidos"... Ya
por encima del nivel de la familia llega a ser muy difícil en muchos casos hallar
ninguna evidencia sólida de intergradación morfológica entre un taxón suprafamiliar y
otro. Esta ausencia ha sido clásicamente aprovechada por los oponentes de la
evolución orgánica como un defecto principal en la teoría... se ha tomado la
incapacidad del registro fósil de proveer los "eslabones perdidos" como evidencia
sólida para no creer en la teoría.» Pero no se trata de «aprovecharse» el ver que,
incluso si se concediera todo el tiempo que demandan, el registro fósil no demuestra
empíricamente el biotranformismo: toda la vida -incluyendo los cefalópodos- fue creada
directamente por Dios y algo de ella sepultada durante el Diluvio de Noé.
Los evolucionistas intentan explicar las discontinuidades ya mediante la
pretensión de fallos en la preservación (como discontinuidades en la sedimentación,
erosión, etc.) o «equilibrio puntuado» (explosiones de evolución demasiado rápidas para
poder ser registradas en forma fósil), pretendiendo que ello explicaría las transiciones
ausentes. Pero permanece el hecho de que se admite la ausencia de transiciones; y que
ningún argumento de ignorancia o de hipótesis secundarias (semejantes a los
«Epiciclos» propuestos para «apedazar» el colapsante sistema geocéntrico de Ptolomeo
hace unos siglos) puede eliminarlo. De hecho, la realidad es que se deducen todos los
pasos evolutivos de tal manera como para conseguir las discontinuidades más pequeñas:
Harper afirma que, a igualdad de otros factores, se deberían de erigir los linajes
antecesor-descendiente de manera que dejen «discontinuidades estratigráficas menores
o menos numerosas». Toda la taxonomía fósil se halla dispuesta de tal manera que
potencia las especulaciones evolucionistas: «... toda clasificación paleontológica
debería de ser... filogenética en todos los niveles... ciertamente que los conceptos de
lazo y de derivación tienen que utilizarse para definir todas sus categorías... ».

423
Así, no son los hechos, sino las imaginaciones especulativas, las que dominan el
evolucionismo: los pasos de la evolución tan sólo pueden ser «... inferidos» y,
«Naturalmente, nunca podemos demostrar que la secuencia que vemos refleja
realmente el proceso evolutivo». La secuencia se considera probable si se repite en
diferentes lugares y facies, pero el sepultamiento diluvial puede ser considerado como
una explicación igual o superior. Los cefalópodos, especialmente los ammonites,
proveen específicamente linajes evolutivos especulativos: «El principal obstáculo a
estos estudios lo consiste que un linaje es un concepto sobre-simplificado; es imposible
tomar una sucesión estratificada de individuos de los que se pueda decir con certeza
que están conectados genéticamente en una relación ascendiente-descendiente
estricta... ciertamente, es difícil estar seguros de que nuestra elección de individuos no
está guiada por preconcepciones de lo que estamos buscando» «Los paleontólogos (y
los biólogos evolucionistas en general) son famosos por la facilidad que tienen de
desarrollar historias plausibles; pero olvidan a menudo que las historias plausibles no
son necesariamente ciertas.»
Abundan las discontinuidades incluso en los niveles taxonómicos inferiores:
«Una gran cantidad de especies de ammonites jurásicos aparecen y desaparecen
repentinamente y no tienen ni antecesores ni descendientes conocidos». Y éstas no son
excepciones: «... la evolución explosiva de tipos radicalmente nuevos... es muy común
en la historia de los cefalópodos». Existen muchos fósiles llegados de ninguna parte.
No obstante, se hacen muchas afirmaciones de que se conoce en la actualidad una gran
cantidad de secuencias graduables (totalmente transicionales). Un examen detenido
revela que en realidad tienen lugar cambios abruptos de estructura en estos linajes
supuestamente «continuos» evolutivos. Por ejemplo, Reyment pretendía, aunque
subrayando la escasez de secuencias totalmente transicionales, que tenía algunos buenos
casos de ellas: a pesar de ello señala que una tendencia era la desaparición del
ornamento de la concha, y que esta «pérdida de tubérculos ventrolaterales» no era
gradual; repentinamente desaparecieron completamente en el «descendiente» por otra
parte idéntico sobreyacente. Muchos linajes aparentes, como evidentemente la
distribución estratigráfica de todos los cefalópodos, son simplemente resultado del
sepultamiento diluvial ecológicamente controlado de los fósiles cefalópodos: la mayor
parte de otros «linajes» parecen continuos porque así es como han sido definidos
taxonómicamente. Así, las «especies» y «géneros» cefalópodos constituyen
designaciones increíblemente subjetivas fácilmente manipulables para así designar
«especies» y «géneros» que señalan arbitrariamente alguna tendencia de atributo
morfológico como un linaje evolutivo: ignorando otros.
El siguiente hecho es de extrema importancia: «Los paleontólogos han
observado que los grupos de evolución rápida parecen tener mucha menos variación
fenotípica que la que se halla en los grupos de evolución más lenta.» Esta pobre
variación fenotípica desenmascara la divisibilidad taxonómica que ha producido
artificialmente una aparente tendencia evolutiva totalmente transicional. Toda la
evidencia fósil relevante indica que los grupos cefalópodos eran (y son) siempre
criaturas formadas divinamente (que nunca se formaron por evolución).

Las falacias de la recapitulación ilustradas por los cefalópodos

La Ley Biogenética (que enuncia que la ontogenia recapitula la filogenia) puede


ser ensayada con facilidad debido a que la concha de los cefalópodos retiene sus
características juveniles, ya que los tabiques más antiguos permanecen a través del
tiempo como parte de la concha (los tabiques más antiguos más cerca del extremo

424
estrecho, etc.) El resultado ha sido un completo fracaso: «... "la recapitulación",
abrazada sin espíritu crítico alguno por Hyatt y Buckman, alrededor de 1870-1930,
pero expuesta como inoperativa, ha sido ahora abandonada por los ammonitólogos».
Pero este asunto no es simplemente un asunto meramente histórico, ya que muchos
creen todavía en ella (por ejemplo Wiedman, muchos paleontólogos rusos, y
esporádicamente otros: una utilización específica de ella examinada por Haas).
«Algunos linajes de ammonites mesozoicos exhiben poca o ninguna
recapitulación» No es recapitulación, sino todo un espectro de supuestas relaciones
entre ontogenia y filogenia lo que se observa: Clark, estudiando ammonóideos, señaló la
paidomorfosis (adultos presentando características de antecesores jóvenes), aceleración
(jóvenes con características de antecesores adultos), y cenogénesis (los animales
difieren cuando son jóvenes, pero son similares cuando son adultos). La cenogénesis
implica también una disimilaridad a formas relacionadas, en oposición a la palingénesis
(recapitulación). A pesar de ello supone, «... la evolución podría ser tanto cenogenética
como palingenética...» Pero se admite que no se puede distinguir entre ambas; y:
«Evidentemente, se cae en un argumento circular; no se puede asumir con certeza que
haya tenido lugar una palingénesis a no ser que se conozca ya el curso de la
evolución».
La aceptación de la recapitulación llevó a conclusiones lógicas evidentemente
absurdas: «Los artículos de las décadas 2ª y 3ª del siglo XX, escritos desde la fe
recapitulacionista, constituyen en la actualidad lecturas extrañas. Si, como a menudo
se descubría, no se hallaban en la ontogenia todas las etapas que eran de esperar,
entonces es que se habían pasado por alto; entonces, el "hecho" de que se había pasado
por alto una etapa llegaba a ser en sí mismo de gran significado, y ¡se clasificaban
formas en los mismos grupos debido a características que ninguna de ellas poseían!
Naturalmente, todo esto se envolvía en una jerga científica. .. »
«La Ley Biogenética... tuvo suficientes adherentes entre los biólogos como para
provocar repetidas refutaciones, por ejemplo, por parte de Sedgwick..., Garstang..., De
Beer.... Los biólogos críticos discurrían mayormente del hecho evidente de que las
etapas de desarrollo no tienen generalmente parecido a tipos adultos... » [Los
paleontólogos] «Pavlov y Spath se opusieron a la aplicación universal de la teoría de la
recapitulación por parte de ciertos paleontólogos y llamaron la atención a las secuencias
de fósiles que no la apoyaban... La teoría fue abandonada por los especialistas ingleses
en el estudio de los ammonites hacia el fin de la década de los 1920.

La «convergencia» en los cefalópodos como evidencia de Creación

Siempre que formas de vida muy similares, evidentemente consideradas como


perteneciendo a diferentes linajes evolutivos, se parecen mutuamente en algún atributo
morfológico, ello recibe la denominación de «evolución convergente». Tales
similaridades cruzadas son increíblemente comunes entre los cefalópodos: «La
característica más notable que emerge del estudio de los ammonites del mesozoico
desde el punto de vista evolucionista la constituye la frecuencia con la que la historia se
repite a sí misma...» «Ejemplos de chocantes parecidos, tanto en forma como en
ornamentación entre formas e incluso entre grupos de ammonites de edad geológica
bastante diferente se conocen desde hace mucho tiempo...»
Los evolucionistas, naturalmente, explican la convergencia como debida a la
adaptación evolutiva a un medio similar; o incluso a la competencia directa (los pulpos
evolucionando un ojo debido a que los peces con los que competían disponían de ellos,
etc.). Se puede consultar cualquier obra científica creacionista de importancia para

425
documentar el hecho de que no se ha demostrado ningún biotransformismo de gran
magnitud (por mutaciones y selección natural, etc.), y mucho menos probado: por ello la
hipótesis evolucionista es incapaz de explicar (excepto mediante especulaciones
carentes de fundamento factual) el origen de una sola pauta morfológica, y mucho
menos la misma pauta morfológica en repetidas ocasiones. Pero, incluso si la evolución
hubiera tenido lugar, «dada la indeterminada naturaleza de la variabilidad heredada
sería más natural esperar que los nuevos caracteres fueran irrepetibles incluso en el
caso de la adaptación de organismos estrechamente relacionados a condiciones am-
bientales similares».
Perteneciente específicamente a la «convergencia» cefalópoda los evolucionistas
afirman que la evolución se repetiría debido a que existen solamente unos pocos diseños
teóricos posibles. Este punto es discutible. Raup atribuye los estrechos parámetros de la
geometría de la concha a la óptima capacidad de sobrevivir, pero esto es especulativo y
él no está seguro acerca de la causa de las limitaciones en algunos parámetros. Incluso
muchas filas teóricas podrían existir.
No es el creacionista el que tiene que explicar por qué el Creador iba a crear «tal
aturdidora variedad de formas de vida similares» como algunos evolucionistas han
dicho. Dios designó a sus criaturas con diferencias en gloria (l Corintios 15:38-41). La
vida no es evolutivamente diversa, sino en realidad de una diversidad muy limitada,
establecida divinamente, que no se aparta mucho de los planes taxonómicos. La
convergencia entre los cefalópodos refleja un elevado grado de mezcla de características
de diseño en todas las formas: la «convergencia heterocrona» sugiere que las
designaciones de tiempo geológico con respecto al registro fósil son falsas: todas las
formas fósiles y existentes fueron creadas, simultáneamente y vivieron en forma
mutuamente contemporánea.

Explicación de los horizontes biocronológicos de los ammonoideos: un desafío


para la Diluviología.

La demostración de que el registro fósil no apoya al evolucionismo constituye


tan solo la mitad del paradigma Creación-Diluvio. La otra mitad (que ocupa el resto de
este trabajo) es la de proveer explicaciones con base científica con respecto al orden del
sepultamiento de los cefalópodos por parte del Diluvio tal como se observa en la
columna geológica fosilífera.
Es necesario determinar hasta qué punto existe un verdadero orden estratigráfico
en el registro fósil: los evolucionistas-actualistas proclaman con frecuencia que el orden
de sucesión fósil es demasiado preciso como para recibir una explicación aparte de una
evolución a lo largo de vastas épocas. Ya que los ammonóides son indiscutiblemente los
mejores fósiles de zona, sin rival en el Mesozoico y útiles en el Paleozoico Superior, se
tiene que examinar cuidadosamente el orden sucesional que presenta. El período
Jurásico sólo se pretende haber sido dividido en 52 zonas sucesionales de alcance
mundial con géneros ammonóideos.
«Los motivos y procedimientos de la bioestratigrafía son:
1.- La colección y descripción de taxones.
2.- La identificación de conjuntos locales en secuencias rocosas (conjunto-
zona)
3.- La medida del campo estratigráfico total de taxones significativos (campo-
zonas)

426
4.- La definición e identificación de unidades de tiempo basadas en el campo
estratigráfico de los fósiles (Período, Edades, etc)
5.- El calibrado de la escala de tiempo biológica mediante dataciones isotópicas
y otros datos numéricos.»
Evidentemente, la bioestratigrafía, y especialmente la de los ammonóideos,
constituyen la combinación cimiento/estructura de la columna geológica. Una zona no
mencionada es la zona-acme, o zona de aparición abundante de un taxón determinado.
Son legendarios los estratígrafos Albert Oppel y Alcide D'Orbigny, de mediados del
siglo XIX, que establecieron las zonas anteriormente mencionadas de ammonóideos en
las rocas de Europa Occidental.

La subjetividad substancial de las «especies» y «géneros» fósiles

Muchos paleontólogos concuerdan en la actualidad en que «... la asignación de


grupos de organismos a categorías taxonómicas involucra un gran elemento de
subjetividad...» y Shaw afirma que «... el concepto de especie es enteramente
subjetivo...» Aboga él (más bien radicalmente) que se abandone la designación de
especies fósiles de manera total y que se ponga en su lugar una estratigrafía de atributos
fósiles debido a que la designación de una especie fósil depende de lo que el
paleontólogo individual considere como significativo, reuniendo con frecuencia en un
mismo grupo a diferencias objetivas considerándolas como variaciones. No es difícil ver
que especies verdaderas exhiben un alto grado de variación morfológica
entrasespecífica, con lo que difícilmente se pueden reconocer las «especies» fósiles
como tales. Aunque los cefalópodos conservan sus tabiques juveniles, Mapes avisaba
recientemente que el hecho de confundir formas juveniles y adultas «puede producir
confusión y la ha producido en la literatura».
No se trata tanto de las «especies fósiles» como de los «géneros fósiles» de los
ammonóideos que se emplean en la fina subdivisión de las eras geológicas. Y a pesar de
ello: «Cuando los ammonites se consideran en el contexto de toda la fauna
invertebrada, cosa que se hace en raras ocasiones, se hace evidente que los «géneros»
de ammonites poseen frecuentemente esta categoría en base de la variación
morfológica de lo que generalmente es considerado como especies en otros grupos.»
Las críticas anteriormente mencionadas de las especies fósiles se aplicarían así a los
«géneros ammonóideos fósiles». No es cosa desusada que se identifiquen «géneros»,
que se les dé nombre y que se les permita que definan zonas ante la presencia de un solo
espécimen, como en un caso que fue condenado. Muchos pretendidos géneros han sido
traídos a la sinonomía tratando sus diferencias como dimorfismo sexual; pero puede en
realidad tratarse de polimorfismo, similar al hallado en algunos insectos himenópteros.
Se trataría así de otro tema especulativo, una incoherencia interna, una práctica
arbitraria utilizada en la designación de géneros ammonóideos, tanto si los «géneros» lo
eran cuando vivían, como si la etiqueta genérica se considera tan solo operacional.
Después de revisar el estudio de los ammonites Cretáceos, Haas llamó la
atención a «... la indistintividad de caracteres hasta ahora aceptados como genéri-
cos...» El paleontólogo especializado en los cefalópodos, Wiedman señaló que la
cuantificación de los géneros es «ciertamente incierta». Veinte años de estudio han
reducido la cantidad de géneros del Lias Inferior (un segmento del Jurásico) de 106 a 76
géneros de ammonites. No se trata de un caso aislado; las enmiendas de las maleables
designaciones genéricas es cosa de rutina: la diversidad evolucionista de los
ammonóideos... ha sido exagerada por... dudosas teorías de descendencia que han
llevado a una multiplicación innecesaria de nombres genéricos. El estudio cuidadoso de

427
un grupo fósil casi siempre reduce la cantidad de especies o de géneros válidos; por
ejemplo... los géneros en la familia Echioceratitóidea... quedaron reducidos de
diecinueve a cinco. Un ejemplo de la subjetividad de las especies ammonóideas es el
suministrado por el género Sonninia, del que 70 especies han sido reducidas a solamente
2 y, de éstas, 64 fueron reducidas a una sola. Incluso constituye un hecho la subjetividad
al nivel de la familia, ilustrado por el cambio del Fanninoceras de la familia
Hildoceratitóidea a la Oxynoticeratitóidea.
La relevancia de la subjetiva naturaleza de las designaciones específicas y
genéricas sobre la biocronología la expresa bien Hess, preguntando: «¿No se podría
atribuir... una naturaleza inestable o imprecisa a los métodos bioestratigráficos...
cuando se definen etapas o zonas, y se preparan los mapas, por ejemplo del Jurásico
Medio, en base de la presencia de material ammonitóideo fragmentario, que en su
tiempo sirvieron como holotipos para una docena de géneros y de especies nuevas
simplemente para conmemorar el nombre del investigador?» En una sección posterior
se discutirá cómo todas las subjetividades discutidas en esta sección se relacionan con la
asignación de «géneros» en zonas.

Procedimientos utilizados para eliminar discrepancias sucesionales

Esta sección estudia algunos métodos mediante los cuales se eliminan de


manera efectiva los fósiles que se hallan allí donde no se «supone» que debieran
hallarse, haciendo que el orden sucesional de los fósiles ammonóideos aparezca
mucho mayor de lo que realmente es, y reforzando la pretensión de sucesiones
coherentes.
Se tiene que reconocer, ante todo, que los «géneros» utilizados para apoyar las
pretensiones actualistas (evolucionistas) de un sistema mundial bioestratigráfico muy
preciso de «capas de cebolla» de decenas de sucesiones por cada edad geológica son
seleccionados de entre muchos de campo estratigráfico variado. Incluso si los «géneros»
utilizados en las pretensiones bioestratigráficas mundiales fueran entidades objetivas,
existe con todo ello un considerable solapamiento de fósiles cefalópodos en el registro
geológico. Existen muchos ejemplos de formas de extenso campo estratigráfico. Por
ejemplo, el género Bactrites se extiende desde el Silúrico al Pérmico, y son muchos los
que consideran que no se trata de otra cosa que de un ammonóideo enderezado. «El
Phylloceratácea se ve... casi sin cambios desde el Jurásico hasta el Cretáceo... »
Algunos atributos morfológicos significativos, tales como la estructura tentacular con
diez brazos que se halla en los modernos calamares y que exhiben fósiles de trazas
persistiendo desde las tempranas formas Paleozoicas, cubren toda la columna geológica.
Muchos pretendidos géneros de campo estratigráfico supuestamente restringido
se descubren en formaciones inferiores, y algunos de ellos quedan a continuación
descartados en futuras afirmaciones de precisas sucesiones mundiales. En el Jurásico
español «se halló que el campo estratigráfico de algunos géneros era más extenso de lo
que se conocía previamente». Las zonas del Jurásico francés de Macrocephalites y
Reineckeia anceps se solapan, según se admite ahora, y estas anomalías
bioestratigráficas repetidamente observadas en el Calloviano no siempre pueden ser
explicadas por «remaniement» faunal. En el Triásico inferior, la zona de Flemingnites
se halla subyacente a la zona de Owenites, pero ahora se hallan muchos «géneros»
distintivamente Oweníteos juntamente con Flemingnites. El Leiostegium, que se había
aceptado como un género distintivo de la etapa Canadiense, se conoce en la actualidad
bien adentro de la etapa Demingiana sobreyacente. Las controversias acerca de límites
estratigráficos examinan campos fósiles aceptados y a menudo los demuestran

428
vastamente incorrectos, como sucedió con la perturbadora frontera Pérmico-Triásico:
«Se considera al Cyclolobus como un indicador de las rocas Pérmicas más tardías...
pero... se ha presentado evidencia... de que el Cyclolobus hace su aparición bien por
debajo del Pérmico superior...»
Los fósiles que se hallan allí donde se «supone» que no deben de hallarse en
base de un orden biocronológico inviolable tienen la gran probabilidad de ser
olímpicamente ignorados. Se precisó de casi 120 años después del hallazgo original
(1843, Devónico belga) antes de que se reconociera que los Belemnóideos aparecen tan
tempranamente; anteriormente se creía que no aparecían antes del Triásico. Con
respecto a este temprano hallazgo, «... Durante casi un siglo se ha ignorado o echado
tierra sobre este informe». Con respecto a un hallazgo en el Mississippiano un siglo
después: «... un informe que se ha enfrentado con el escepticismo general, a pesar de
que no se han dado buenas bases para esta incredulidad. Solamente puede llegarse a la
conclusión de que la ausencia de aceptación generalizada... deriva de la convicción
ampliamente mantenida de que no hay belemnóideos tan antiguos como el
Mississippiano...» Aunque no frecuentes en el Paleozoico, los Belemnites son
fácilmente reconocibles (por la extraña forma de bala); y ya que no tienen valor como
fósiles guía, es difícil ver por qué causa no se reconoció antes la presencia de ellos en
las mencionadas localidades… Esta falta de reconocimiento constituye un dramático
ejemplo de cómo los fósiles que no encajan en las nociones preconcebidas de su campo
estratigráfico pueden ser ciegamente ignorados o echados a un lado. El orden sucesional
de los ammonóideos (que, en contraste con los belemnóideos, no son fáciles de
identificar de manera específica) se exagera mucho debido a que sin duda alguna se
ignoran muchas formas «fuera de sitio»…
Pero lo más común es que no sean ignoradas; lo que sucede es que los fósiles
«fuera de sitio» reciben diferentes nombres. Al efectuar identificaciones, se precisa de
«... una evaluación de todas las características, tomadas en conjunto con la evidencia
estratigráfica, al hacer una clasificación » De hecho, la clasificación «... depende
totalmente de la información estratigráfica». Evidentemente, entonces, la identificación
y clasificación de «géneros» no es independiente de sus posiciones sucesionales
asignadas, y a menudo los mismos fósiles reciben nombres diferentes, dependiendo ello
de su posición estratigráfica…
Una racionalización muy común para los fósiles «fuera de sitio» lo constituye el
concepto de «migración»; afirmándose con ello que «... muchas líneas distintas estaban
evolucionando y migrando simultáneamente y por ello la sucesión tiene que variar en
diferentes lugares...» Con respecto a las correlaciones mundiales, las «migraciones» «...
crearon una pauta faunal muy compleja». Otro resultado lo constituyó la contradicción
entre el orden sucesional de los ammonóideos y otros fósiles guía: «Una cantidad de
pelecypodos, gasterópodos, y braquiópodos inician la sucesión norteamericana a un
horizonte inferior al de Europa. » El hallazgo de «géneros» determinados entre otros
«géneros» específicos de «edades» diferentes (y explicado como «emigración») es cosa
tan común que Hedberg aboga por que no se utilicen las designaciones
cronoestratigráficas y las bioestratigráficas de manera intercambiable.

La dispersa -que no mundial- distribución de zonas fósiles

Arkell afirma categóricamente que de hecho no hay ninguna zona ammonóidea


«mundial» que sea mundial: Schindewolf añade que se trata de un concepto de tiempo
que la hace mundial, no la presencia de unos géneros en particular. «...Las Zonas no se
aplican universalmente. Por ejemplo, nadie puede reconocer las rocas pertenecientes a

429
las "edades" Kosmoceratana, Quenstedtoceratana, o Cardioceratana en el hemisferio
sur, en el que estos géneros no existen. No obstante, si que es posible reconocer las
etapas Calloviana y Oxfordiana, debido a que se trata de abstracciones, que no
dependen de la aparición o ausencia de ninguna especie guía particular o género guía
particular, sino que se reconoce por el grado general de la evolución de la fauna
ammonitóidea como un todo y por una cadena de correlaciones solapadas llevada paso
a paso por todo el mundo». De forma similar, en el Cretáceo, «Las zonas de la sección
Europea estándar no se pueden establecer con gran exactitud en Texas. En lugar de
ello, se tiene que establecer una zonación paralela en cada área, y estimarse una
correlación, sobre fósiles de rara ocurrencia, etapas de evolución, superposición
homotaxial de grupos familiares y genéricos, e intuición.» En Montana, el Inoceramus
stantonii Sokolov es un índice de la zona Scaphites depressus. La zona del Ammonoide
de «género» A parece mundial tan sólo porque se considera que el «género» B es su
equivalente en la escala estratigráfica de tiempo…
Otro ejemplo interesante de confusión resultante de la unión de dos conceptos
bajo un juego de términos se ve evidente en la utilización común del término "zona
fósil", por ejemplo la Zona Fulanus smithi. Así, un grupo de paleontólogos
interpretarían la Zona Fulanus smithi como el cuerpo de estratos caracterizado por un
cierto conjunto de fósiles de los que sucediera que Fulanus smithi fuera un miembro
importante. Otro grupo entendería la Zona Fulanus smithi como el cuerpo total de
estratos en los que apareciera la especie Fulanus smithi fueran cuales fueran sus
asociados. (Además, en ninguno de los grupos existiría una opinión uniforme acerca de
si deberían de hallarse realmente especímenes de Fulanus smithi o si el conjunto de
fósiles tendría que hallarse también presente en los estratos para que pudieran ser
incluidos en la zona, o si simplemente sería suficiente la supuesta equivalencia en el
tiempo para calificar a aquellos estratos para su inclusión). Las pretensiones zonales se
esconden debajo de una vaga terminología.
No solamente es cierto que no existen casi las zonas « genéricas » mundiales
sino que lo que hay es más bien una colcha hecha de pedazos de equivalencias
temporales, sino que también los fósiles tienden a hallarse ausentes de los lugares más
inimaginables: «... pueden hallarse segmentos estériles entre zonas definibles». En
relación con los ammonóideos del Jurásico, «es notable que algunas especies
abundantes en una localidad son raras o ausentes en otras localidades de la misma
región». Hablando de sorprendentes ausencias en la correlación ammonóidea
intercontinental, von Hillebrandt A señala: «Estas observaciones ilustran 1a dificultad
de efectuar correlaciones bioestratigráficas. » Una crítica de la bioestratigrafía actual
del Triásico señala que lo que hay es «... en gran parte una disposición hipotética de
zonas definidas en áreas muy dispersas». Así como existen «edades» geológicas
ausentes, sin discordancias que indiquen las supuestas decenas de millones de años sin
deposición y de erosión, así aparecen también mini-discontinuidades; por ejemplo, entre
las etapas Toarciana y Sinemuriana, «a pesar de que la sección... parece continua, los
ammonites Pliensbachianos... parecen hallarse ausentes».
Las zonas, e incluso las etapas son designaciones tan arbitrarias que pueden ser
fácilmente disueltas a voluntad. Por ejemplo, una frontera recientemente erigida entre el
Cenomiano y el Toarciano elimina la zona de Belemnites plenus, mientras que se
recomienda que la etapa Volgiana del Jurásico, mantenida por largo tiempo, sea
abandonada.
Los ammonóideos (especialmente en el Paleozoico Superior) se utilizan con
otros fósiles guía, especialmente conodontos y braquiópodos. Los conodontos pueden
hallarse lejos de donde «pertenecen» estratigráficamente; y se afirma la «reelaboración»

430
de fósiles de rocas más antiguas a más «recientes». Pero en un reciente caso de
conodontos devónicos en Kansas, en una roca Mississippiana, los especímenes «exhiben
poca evidencia de re-elaboración». «Los braquiópodos son de patente dificultad para
su utilización en correlación, y especialmente los del Pérmico debido a su fuerte
localización ...» De diferentes grupos en amplias regiones pueden resultar importantes
indicadores de tiempo contradictorios no triviales, sino de importancia principal, como
en este caso de Siberia Oriental: «Los mismos depósitos habían sido clasificados
durante mucho tiempo como pertenecientes al Carbonífero sobre la base de
ammonóideos, y al Pérmico sobre la base de braquiópodos y otros grupos.» (Se le dio
la razón a los ammonóideos.) Se calibran las subdivisiones estratigráficas mediante
dataciones radiométricas para producir la escala actualista de tiempo geológico. Y no
obstante, «solamente hay disponibles unas pocas dataciones radiométricas útiles del
Jurásico, y la posición bioestratigráfica de la mayor parte de ellas es vaga». «Las
dataciones radiométricas del Cretáceo Inferior son escasas, y casi todas ellas basadas
en glauconitas que se hacen menos fiables con la mayor edad de la sección.» Las
precauciones expresadas en la elección de las dataciones radiométricas y la escasez de
ellas solamente hacen suscitar más sospechas de que la fechas isotópicas son aceptadas
solamente si concuerdan con la distribución bioestratigráfica y apoyan una tierra
antigua. La relación bioestratigráfica/magnetoestratigráfica es vaga.

Las zonas biocronológicas ammonóideas como inventos taxonómicos

No solamente no son mundiales las zonas «mundiales» siendo que en realidad se


trata de un «apedazado» de laterales supuestamente equivalentes isocronos, sino que las
subjetividades anteriormente consideradas de los «géneros» y «especies» ammonóideas
son universalmente manipuladas de una manera que hace que incluso los componentes
laterales del «apedazado» parezcan mucho más extendidos y -más importante- más
delgados (de campo estratigráfico más restringido) que lo que lo fueran los verdaderos
géneros ammonóideos.
El hecho de que los géneros cosmopolitas aparecen sobre-representados en el
registro fósil sugiere inventos que los hace parecer cosmopolitas. Ager, de acuerdo con
este hecho, afirma que la omnipresencia de los fósiles existe frecuentemente solamente
en la imaginación de los paleontólogos, y que la distribución geográfica de los fósiles
tiene su paralelo en las fronteras políticas. «Hace tiempo que los taxonomistas saben
que las especies ampliamente distribuidas tienden a exhibir mucha más variación que
la que tiene lugar en especies muy endémicas del mismo género o familia.» Con
respecto a los ammonoides del Cretáceo de Texas: «Las faunas endémicas exhiben una
diversidad genérica inferior a la de las cosmopolitas». La gran variación observada
dentro de los «géneros cosmopolitanos » resulta naturalmente de la unión de diferentes
formas fósiles en el pretendido género a fin de hacerlo parecer geográficamente
distribuido.
De manera similar, la divisividad taxonómica exagera mucho el orden sucesional
«genérico», tanto en precisión como en coherencia repetitiva. «Así todas las fronteras
"horizontales" genéricas, específicas o intraespecíficas en paleozoología constituyen
cortes artificiales en líneas evolutivas ininterrumpidas "verticales" dispuestas para
servir a los fines prácticos de la bioestratigrafía y de la geología.» «Somos agudamente
conscientes... de las decisiones arbitrarias y de la disparidad de métodos entre los
taxonomistas. Las estadísticas de clados reflejan la verdadera historia de los grupos
solamente a través de estos filtros. Los clados de géneros dentro de familias para
ammonites del Mesozoico, por ejemplo, son extremadamente cortos y gruesos... una

431
divisividad prodigiosamente excesiva inspirada por la utilidad estratigráfica puede ser
la causa principal de estas formas desacostumbradas.» Hallam, Campbell y Valentine,
y otros llaman todos ellos la atención a esta divisidad taxonómica vertical de los géneros
ammonóideos.
Todo lo que sigue son ejemplos de divisividad de «géneros» ammonóideos,
empezando con el Pérmico: «La definición del Cyclolobus involucra una progresión de
etapas evolutivas dentro de la familia en el que Timorites... es el predecesor inmediato.
La separación de estos dos géneros es arbitraria.» «Los Glyptophicera, Phiceras, y
Otoceras del Scythiano más inferior son unos linajes extremadamente plásticos. Casi
cada investigador que ha trabajado con estos géneros ha dado testimonio de este
hecho.» Un examen del Triásico señala que: «Los Tropites... los límites de este género
no están definidos». Existe en el Cretáceo una sucesión (ascendente) de Scaphites
depressus, S. binneyi, S. vermiformis. En esta sucesión tuvo lugar una división debido a
que el S. binneyi fue en una ocasión considerado como solamente una variedad del S.
vermiforme. Otro problema importante que se suscita en la identificación de las
primeras apariciones de taxones en una secuencia evolutiva y en su utilización
subsiguiente en la correlación es las prácticas taxonómicas discrepantes de diferentes
investigadores. Como un ejemplo, un investigador puede situar la primera aparición
estratigráfica de un taxón allí donde la mitad o más de la muestra contengan el atributo
morfológico diagnóstico. Un segundo investigador puede, con los mismos datos, elegir
la primera aparición del atributo diagnóstico en el nivel de su primera aparición, sin
importar cuán pequeña sea su proporción en la muestra.
Las falacias van acreciendo y culminan en el sistema actualista (evolucionista)
de edades geológicas. La Diluviología no tiene por qué quedar sometida a la carga de
estas sucesiones genéricas precisas, en tanto que mucho de este orden es imaginario.

Los depósitos Ammoníferos «condensados» indican un rápido sepultamiento

Las evidencias en favor de una sedimentación cataclísmica, comúnmente


estudiadas en Diluviología, se manifiestan de forma excelente entre los cefalópodos.
Kranz, siguiendo un estudio experimental del sepultamiento de moluscos, llegó a la
conclusión de que solamente un sepultamiento rápido preservará, en primer lugar, a un
fósil. «La atractiva preservación de muchos de los ammonites, en particular, se debe a
la piritización.» La piritización resulta de condiciones de reducción de hierro
provocadas por la descomposición bacteriana de material prefosilizado, cuya
descomposición ha quedado detenida por un sepultamiento rápido y culminó en la
fosilización.
No solamente presentan los ammonites bien preservados un rápido
sepultamiento, sino que las conchas pobremente preservadas, fragmentadas, también
exhiben esta condición. Las fracturas de la fragmentación revelan con frecuencia que la
concha quedó aplanada antes de la fosilización (antes de que la aragonita cristalizase a
calcita). Esto indica no solamente que las conchas fueron sepultadas rápidamente sino
también que quedaron rápidamente cubiertas por una sobrecarga pesada de sedimentos
encima de ellas.
No obstante, estas evidencias no desinflan tanto las pretensiones de tiempo
astronómico de la geología actualista de una manera tan total como lo hacen las
delgadas capas de ammonites que contienen mezclas de fósiles de diferentes «edades»
que reciben el nombre de yacimientos condensados, una unidad en la que en un pequeño
grosor aparecen elementos faunales de varias edades lado a lado sin presentar ninguna
separación estratigráfica. Depósitos así aparecen en limolitas multicolores, que

432
contienen restos de cefalópodos en muchas localidades Tethyanas, tales como en el
Triásico, en cinco localidades en las limolitas Hallstat de los Alpes septentrionales
calcáreos, una en Bosnia y otra en Grecia, otra en los Himalayas, otra en Timor, en ocho
localidades de los Alpes septentrionales calcáreos, cuatro en los Alpes meridionales,
siete en Hungría, y una en Sicilia occidental. En Italia, «aparece con frecuencia la
condensación paleontológica en estos depósitos...» En el Bajociano (Jurásico medio)
de las Midlands, Inglaterra, hay, «... secuencias delgadas y condensadas...
asecuencias... todas estas son características, incluso en las cuencas». Estos depósitos
condensados son «…capas delgadas de arcilla o de limolita repletos de ammonites
pertenecientes a más de un horizonte ».
Los yacimientos «condensados» tienen estos grosores: una capa del Himalaya
cubre 7 zonas de ammonites (supuestamente de 7 a 10 millones de años de duración) en
tan solo 1 metro de sedimentos. Heim llama la atención a una arenisca glauconítica de
10 a 80 cm de espesor con ammonites de diez horizontes. En Sicilia existen «... 30
zonas de ammonites representadas en 30 cm de sedimentos...»
La explicación normal que dan los actualistas es que los «depósitos condensados
son formados por una sedimentación lenta y re-elaboración haciendo que elementos
faunales de varias edades aparezcan lado a lado». Se imagina que unos ammonoides
de millones de años de duración fosilizan con poco o ningún sedimento y que se van
acumulando lentamente, fósil a fósil en el antiguo fondo del mar, acumulándose el
sedimento solamente en cantidades despreciables (centímetros o metros en millones de
años) y/o siendo barrido de ahí. Así sería, según los actualistas, como ammonoides
supuestamente separados por millones de años coexisten a pocos centímetros uno de los
otros, o están directamente mezclados.
Hay una cantidad de factores que hace que la explicación actualista sea increíble.
«La manutención de un medio inmutable durante unos períodos tan vastos de tiempo
sugiere unas condiciones que solamente podrían ser suministradas por el fondo de un
profundo mar» No obstante, hay evidencias de acciones de corrientes,... y debido a estas
y otras potentes evidencias, Jenkins llega a la conclusión de que hubo una deposición
turbulenta en aguas poco profundas. Se proclama la re-elaboración en base de abrasión,
corrosión, etc., de los fósiles. Muchos fósiles ammonoides no condensados,
«apropiadamente» situados en secuencia, muestran estas características, y en
yacimientos "condensados", en realidad «... aparecen en varias etapas de
preservación...» «Uno de los argumentos aducidos en contra de la re-elaboración...
para el Jurásico de Sicilia occidental es que los elementos faunales más antiguos en un
conjunto "Condensado" se hallan a menudo tan bien preservados como los más
recientes, y en ocasiones mejores aún que ellos.» De hecho, «... ¡los mejores fósiles se
hallan en las secuencias menos gruesas...! » Mientras que las diferencias de matrices
minerales en fósiles de yacimientos «condensados» son utilizadas para defender la
reelaboración, hay muchas otras que son “... indistinguibles por la matriz”.
Mucho más llenas de significado son las cuestiones de la prolongada
preservabilidad. Incluso si los ammonites se fosilizaron sin sedimento, acumularon
continuamente, y esta condición hubiera persistido sin perturbaciones durante millones
de años, hubieran tenido que sobrevivir a incontables episodios de acción de corrientes,
de quedar mezcladas en muchas ocasiones para que ammonites millones de años
posteriores a ellos quedaran incorporados juntamente con ellos. La preservación en
masa a pesar de millones de años de perturbación asociada con la re-elaboración hubiera
tenido que mantenerse ya que los «Ammonites pueden aparecer en inmensas
concentraciones en los yacimientos condensados ». Es muy razonable que estos fósiles
eminentemente frágiles hubieran quedado totalmente molidos a polvo, incapaces de

433
sobrevivir unas pocas reelaboraciones, y mucho menos incontables episodios cubriendo
millones de años.
Existen muchas otras evidencias de una deposición de poca duración de los
yacimientos «condensados». Si muchas limolitas «condensadas» son de origen
biogénico, se precisa de un argumento de la ignorancia para poder explicar la escasez
que presentan de nanno-organismos. Además, el evolucionismo fracasa: «Es... notable
que... géneros, tales como el Pltysodoceras, Amoeboceras, Glochiceras continúen
subiendo por los yacimientos condensados sin cambio alguno». Las concreciones
calcáreas en las limolitas «condensadas» pueden ser debidas a materia orgánica en
descomposición... indicando repentinas detenciones en el proceso de descomposición
(tal como sucede durante la fosilización). «Es digno de consideración que a pesar de
que las secuencias condensadas representan vastos períodos de tiempo, las láminas
estromatolíticas pueden ser a lo máximo un fenómeno anual o incluso
nocturnodiurnal... y por ello el crecimiento de una mata algal hubiera podido tener
lugar con gran rapidez. Por ello, tiene que haber algún factor que controle el
crecimiento (o la preservación) de los estromatolitos ya que estos horizontes son de una
extensión vertical muy limitada.» El «factor» lo constituye el hecho de que los
yacimientos «Condensados» son de formación de corta duración.
Una de las implicaciones menores de la «condensación» la constituye la
perturbación general de zonaciones bioestratigráficas elaboradas: «En el Triásico de
Europa y Asia, donde se descubrieron la mayor parte de los géneros ammonóideos del
Triásico, dos tipos de problemas se enfrentan al paleontólogo preocupado con la
identificación de conjuntos naturales... Las rocas Triásicas en Tethys... provocan
principalmente una frustración en el estratígrafo zonal de ammonoides.» La presencia
de fósiles discrepantes queda mitigada por la «condensación», como en este caso del
Jurásico húngaro: «El autor se siente inclinado a... explicar la aparición de formas
"extrañas" con una mezcla de faunas en su parte inferior y con una condensación
faunal en la superior». En la controversia de la frontera entre el Pérmico y el Triásico,
la mezcla observada de las zonas Otoceras y Ophiceras es adscrita a la condensación.
Las secuencias «condensadas» poseen un significado infinitamente mayor que el
de horizontes bioestratigráficos mezclados. Una vez que se ve que las secuencias
«condensadas» han sido depositadas con rapidez, el resultado no es otro que el
colapsamiento completo de todas las pretensiones de la escala de tiempo actualista
adscrita al registro fósil. Los yacimientos «condensados» pueden venir a ser, en
potencia, la evidencia global más poderosa del sepultamiento cataclísmico, mutuamente
contemporáneo, de corta duración de todo el registro fósil. Ello debido a que los
ammonoides mezclados tienen que haber vivido contemporáneamente, y tienen que
haber sido sepultados contemporáneamente de forma cataclísmica. La correlación de
estos yacimientos «condensados» puede «condensar» la mayor parte del Mesozoico,
desinflando su tiempo de sedimentación de los cientos de millones de años a solamente
unas pocas semanas (las últimas fases del Diluvio del Génesis). Sin las secuencias
delgadas, «condensadas» y sus ammonóideos mutuamente coexistentes representantes
de designaciones de eras ampliamente diferentes, se precisaría de un tronco de árbol
milagrosamente alto y derecho extendiéndose a través de kilómetros de sedimentos de
todas las eras geológicas para demostrar tan inequívocamente un sepultamiento
cataclísmico con la mutua contemporaneidad de todos los fósiles.
Weidenmeyer señala que los yacimientos «condensados» se hallan a menudo
asociados con tectonismo y sedimentación penecontemporáneos. La elevada proporción
de yacimientos condensados en montañas (especialmente en los Alpes) refleja pautas de

434
sepultamiento diluvial perturbadas provocadas por la variabilidad del flujo de drenaje
alrededor de las emergentes montañas.

El sepultamiento diluvial estratigráficamente ordenado de los cefalópodos

A.- Zonación ecológica y el Diluvio. Consideraciones preliminares.

Los factores causantes de orden estratigráfico durante el sepultamiento diluvial


que reciben mayor consideración y estudio en Diluviología incluyen la selectividad
hidrodinámica, las posibilidades de escape diferenciales, etc. (enfatizadas por Whitcomb
y Morris) y también la zonación ecológica (enfatizada por Clark). Esta última
consideración es más probable como factor principal en el caso de la deposición de los
cefalópodos durante el Diluvio Universal debido principalmente al hecho de que los
cefalópodos exhiben una pauta ecológica notable.
Sumamente significativo es este hecho global: Es digno de mención que las
series continuas evolutivas derivadas del registro fósil pueden ser, en la mayor parte de
los casos, simuladas por cronoclinas -sucesiones de poblaciones de un clima geográfico
impuesto por los cambios de algunos gradientes del medio. Así, los actualistas
concuerdan en que los factores ecológicos, no evolutivos, pueden dar origen a
sucesiones ordenadas (¡!). A1 hablar de las sucesiones fósiles evolutivas frente a las
ecológicas, Bell incluso llega a afirmar: «Creo que no existe en Geología una creencia
generalmente aceptada que tanto paralice la interpretación paleontológica como la
creencia de que los sucesivos conjuntos faunísticos en una sucesión de rocas puedan ser
solamente interpretados como comprendiendo especies que se sucedieron unas a otras
en el tiempo.» (Subrayado de él.) También señala que es muy difícil distinguir entre
sucesiones evolutivas y ecológicas, especialmente sin discordancias, dataciones
radiométricas, etc. Una vez que se acepta que ninguna de estas evidencias -y otras- son
válidas, y que por ello ni el tiempo geológico ni la evolución biológica se sustentan
sobre ninguna base factual, todas las sucesiones se pueden considerar como
principalmente ecológicas: no simplemente eco-sucesiones, sino sucesiones que
vivieron contemporáneamente y que fueron sepultadas contemporáneamente por el
Diluvio. Un ejemplo reciente de sucesión no evolutiva sino ecológica la provee Thayer,
que señaló una supuesta progradación deltaica que provocaba una sucesión ecológica
que imitaba a la evolución.
A1 mezclar el tiempo evolutivo con la ecología (paleoecología), se apoya la
práctica en designaciones ecológicas deductivas a priori: «... un enfoque útil es el de
asumir una teoría dada de la biología de la comunidad y población y deducir la
apariencia que la comunidad hubiera tenido si hubiera obedecido a las demandas de la
teoría elegida.» El ensayo de una designación tal no es concluyente: «Más bien, los
ensayos paleontológicos son solamente pistas que sugieren la probabilidad de
verificación o falsación por la evidencia que no puede ser definitiva».
Muchas evidencias sugieren que las designaciones paleoecológicas apelotonadas
en el supuesto tiempo geológico no son reales. Por ejemplo, al señalar la plenitud
jerárquica, «... en general, la plenitud disminuye en cada nivel más elevado; en el nivel
de la comunidad... muchos (individuos) faltan, y hay muchas poblaciones que faltan por
completo... a niveles provinciales y biosféricos los vacíos empeoran en forma
progresiva...» Estas discontinuidades sugieren que no se trata de comunidades fósiles in
situ sino grupos modificados en su distribución por el Diluvio. Bambach pasa revista a
la opinión que se sostiene en amplios círculos (aunque no universalmente) de que la
diversidad entre todos los fósiles era considerablemente menor que lo que lo es en la

435
actualidad; Teichert y Glenister citan lo mismo de los cefalópodos. Una diversidad
anormalmente baja es inevitable en tanto que formas que fueron realmente
contemporáneas sean artificialmente divididas en designaciones paleocológicas
separadas en el tiempo.

B.- La coexistencia de cefalópodos en zonas ecológicas antediluvianas

Los cefalópodos, lo mismo que otras criaturas marinas, fueron creados el quinto
día de la Semana Creacional (Génesis 1:20-23); poblaciones enteras vinieron a la
existencia de la nada (Romanos 4:17d) al mandato de Dios (Salmo 148:5b). Ya que
Dios designó cada parte del organismo individual para que ejerciera una función
específica que se integra en un todo (1 Corintios 12:14-26), es fácil contemplarlo a Él
creando diferentes tipos de cefalópodos, cada uno de ellos designado para un habitat
ecológico específico.
Estudios de la ecología marina del mundo actual señalan que, principalmente,
los factores mayores involucrados son la profundidad a la que un organismo llega, su
distancia de la orilla, y el hecho de que sea flotante (planctónico), un nadador activo
(nectónico) o un habitante de los fondos (bentónico). Estas son precisamente las mismas
tendencias que se observan en el registro fósil. Una vez que se han rechazado las
falacias del evolucionismo y del tiempo geológico y que se acepta la contemporaneidad
mutua, las tendencias estratigráficas ascendentes concuerdan perfectamente juntas como
parte de una inmensa distribución cefalopódica zonada ecológicamente. De significado
aún mayor es el hecho de que las posiciones ecológicas de los cefalópodos que se han
determinado científicamente son (yendo estratigráficamente hacia arriba) virtualmente
idénticas a las tendencias estratigráficamente ascendentes esperadas de sepultamiento
diluvial (formas ribereñas -después las alejadas; bentónicas y después nectónicas, etc.).
Las tendencias globales son como sigue: Fisher llama la atención a la tendencia
estratigráficamente ascendente de conchas pesadas a conchas ligeras a ausencia de
concha (calamares). «Las conchas pobremente hidrodinámicas no se hacen comunes
hasta después del Devónico. Las conchas de conformación hidrodinámica tanto buena
como deficiente son comunes a través del Paleozoico posterior y el Mesozoico anterior,
pero después del Jurásico se hacen dominantes las conchas bien conformadas
hidrodinámicamente. » (De ahí la tendencia estratigráfica bentónica a nectónica en
dirección ascendente.) Otra tendencia importante, señalada por Packard, es que los
cefalópodos más tempranos vivieron en aguas considerablemente menos profundas que
los tipos vivientes actuales; se señala una tendencia estratigráfica global ascendente
hacia la vida en aguas progresivamente más profundas Estas tendencias globales son
simplemente el bosquejo de la distribución ecológica antidiluviana.
Según Cowen las formas cámbricas, se alimentaban principalmente de
depósitos; los basureros errantes aparecen por primera vez en el Ordovicico. A
continuación siguen las posiciones ecológicas de los Endoceratitoides,
Actinoceratitóideos, y Nautilóideos: Los Ellesmerocerátida, Oncocerátida, y
Discusórida se consideran como bentónicos. Los Endoceratida, Intejocerátida, y
Ascocerátida son nectobentónicos. Se consideran nectónicos los órdenes Actinoceratida,
Oretocerátida, y Tarphycerátida. Donovan, concordando en que las tempranas formas
paleozoicas eran bentónicas, añade que estas formas eran capaces de flotabilidad neutra
y que por ello eran capaces de nadar hasta cierto punto; conclusión esta confirmada
recientemente. Así, estos grupos tempranos no eran totalmente bentónicos y hubieran
podido ser transportados hacia tierra durante la temprana etapa del Diluvio.

436
«Los nautilóideos más tempranos, con sifones periféricos pero con tabiques
cóncavos, estuvieron probablemente confinados a aguas poco profundas... como queda
confirmado... a partir de una línea diferente de razonamiento. » Los ammonoides
vivían más lejos de la ribera que las formas acabadas de considerar. Los Bactrítidos eran
ectobentónicos igual que los primeros ammonóideos.
Una tendencia estratigráfica ascendente de la mayor importancia lo es la de la
corrugación progresiva de los tabiques en los ammonóideos: «... la aparición de un
tabique intrincadamente curvado y su corrugación en el punto en el que se articula con
la pared de la concha (en los lugares en los que los esfuerzos son máximos); los cuales
constituyen evidentes adaptaciones capacitando al tabique para que pueda resistir las
elevadas presiones». Esta es considerada por lo general la mejor explicación de esta
tendencia a la corrugación. Muchos grupos independientes muestran precisamente esta
tendencia. La progresión estratigráfica es como sigue: los goniatites, característicos del
Paleozoico, presentan una morfología de tabique no corrugado (y por ello una pauta de
suturas no denticulada); los ceratites (Triásico) presentan alguna denticulación en las
suturas de tabiques ligeramente corrugados; los ammonites (Jurásico y Cretáceo)
presentan unas suturas totalmente denticuladas que reflejan la total corrugación de sus
tabiques. Esta supuesta tendencia evolutiva puede considerarse de manera totalmente
diferente, como constituyendo diseños mutuamente contemporáneos para distintas
capacidades de profundidad: «... la elaboración de las suturas denotaría adaptación a
hábitats de natación activa en aguas profundas, y la simplificación de las suturas
implicaría... aguas más superficiales, o lentitud».
El hecho de que las ammonites, de sutura compleja, estén fuertemente
apostilladas para resistir una mayor presión hidrostática corrobora aún más el hecho de
sus mayores capacidades de residir a grandes profundidades en comparación con las
formas de sutura más simple.
Los cálculos de Heptonstall sobre la carga de peso de las ostras unidas a
ammonites indican poderosamente que los ammonóideos tienen que haber sido capaces
de añadir y eliminar agua de sus tabiques a fin de regular la flotabilidad de la misma
manera que lo hace el Nautilus existente actualmente. De manera global, «pudiera... ser
posible que el modo principal de vida de los ammonóideos involucra la necesidad de
unos ajustes continuos a un gradiente de presión. Existe una cierta evidencia indirecta
en favor de esta interpretación». Los pequeños dientes y la forma de las mandíbulas de
los ammonóidos constituyen evidencia de hábitos de alimentación a base de plancton
que demandan una migración vertical. Además, «... la mayor parte de los ammonoideos
eran bastante eficientes en su desplazamiento vertical pero menos eficientes como
nadadores». Las gruesas líneas verticales que unen la superficie del agua y el fondo del
mar ilustran cómo los goniatites, ceratites y ammonites, de una sutura progresivamente
más compleja, fueron diseñados para vidas zonadas ecológicamente involucrando
migraciones verticales a profundidades progresivamente mayores.
Las ya mencionadas mandíbulas de los ammonites de pequeño tamaño y con
forma de pala, hicieron que Lehmann sugiriera que eran bentónicos. Si es así entonces
la complicación de las suturas reflejaría hábitats de fondos marinos progresivamente
más profundos. No obstante, la mayor parte consideran a los ammonites como
nectónicos. Por ejemplo, Chamberlain mantiene que «... casi todos los ammonóideos
demandaban una cierta habilidad en la natación». La ausencia casi total de fósiles-
traza atribuibles a los ammonóideos y la escasez de animales adheridos sobre ellos es un
argumento bastante poderoso en contra de su bentonismo, mientras que la asimetría de
sus suturas no obliga a aceptar la ontogenia en el fondo marino. Los ammonóideos, de
arrollamiento helicoidal similar al de los gasterópodos, habían sido aceptados como

437
bentónicos en base a la comparación con hábitats de gasterópodos; pero no existe
evidencia alguna de ningún torticono ammonóideo que perdiera flotabilidad. Los
heteromorfos de arrollamiento abierto no fueron necesariamente bentónicos debido a
sus conchas frágiles y no hidrodinámicas; parece que una vida en el fondo marino
hubiera sido suficiente, lo que también confirmaría la existencia en aguas profundas de
suturas complejas.
La profundidad precisa a la que los ammonites llegaron no ha quedado
establecida por la erudición moderna. Mutvei, habiendo apoyado grandes migraciones
verticales, mantiene en base de un grosor pre-diagenético asumido que los
ammonóideos pueden haber descendido a una profundidad de 1.000 metros, lo cual es
muchas veces mayor profundidad que las formas estratigráficamente más inferiores.
Mientras que muchos otros están disconformes con esta gran cifra para la profundidad,
se está de acuerdo en que los ammonites de sutura sencilla llegaban a solamente 100
metros de profundidad -escasamente más que las formas más primitivas- mientras que
los ammonites de suturas complejas iban a la misma profundidad que el actual Nautilus,
que llega a alrededor de los 600 metros. Así, tenemos aún más base para una
coexistencia mutua.
Aunque los goniatites (del PermoCarbonífero), los ceratites (del Triásico), y los
ammonites (del entero Mesozoico) quedan así distribuidos con sus respectivas
tendencias a la complicación de la sutura, existe no obstante un solapamiento total. Los
miembros de Clymenüda poseen suturas más sencillas que sus supuestos antepasados y
las formas con cinco lóbulos preceden a los grupos con cuatro lóbulos. Además: «... se
hallan suturas muy complejas, típicas de ammonites, en algunas familias del Pérmico
Inferior; aparecen suturas ceratíticas en algunas familias del Mississippiano Inferior;
en ammonites del Triásico y del Cretáceo aparecen suturas goniatíticas... y suturas más
o menos ceratíticas reaparecen tanto en el Cretáceo y en el Jurásico en numerosas
familias totalmente carentes de relación con los ceratites del Triásico». Esta mezcla es
indicativa del inevitable solapamiento de las zonas ecológicas y de la mezcla aún más
inevitable de los grupos mutuamente extraños durante la deposición diluvial.
Todos los órdenes ammonóideos están representados por los tres grupos antes
mencionados. Los Belemnites alejados de la ribera son neríticos, como lo son los
similares Pragmotéutidos y Aulocerátidos. Los calamares (Teutoidea) son diez veces
más eficaces como nadadores (mucha menos resistencia al avance) y 100 veces más
eficaces que las conchas sin formas hidrodinámicas. Los Coleoideos, tal como quedan
ejemplificados por los calamares, eran formas oceánicas creadas para natación rápida, a
retropropulsión, en contraste con los grupos ribereños ya considerados.
La gran extensión observada de solapamiento mutuo, esperado en ecología
marina, queda no obstante restringido por la competencia; y las formas florecen
solamente en la región para la que fueron diseñadas. De hecho, cuando se acepta la
mutua contemporaneidad, se hacen evidentes las pautas de exclusión competitiva. Los
Nautiloideos son más abundantes (Paleozoico Inferior) allí donde no aparecen
ammonoideos; mientras que son muy raros en el Mesozoico (cuando los ammonoideos
florecían). De forma específica, «el Silúrico fue quizás la época dorada de los
nautiloideos...» pero, comparado con los otros grupos de moluscos, incluyendo los
ammonoideos, los cefalópodos «nautiloideos» son fósiles raros. Se hallan siempre en
minoría; en inferioridad numérica frente a otros moluscos por lo general, por factores de
10.000:1 a 1.000:1. La naturaleza gregaria de muchos cefalópodos delimitó con más
claridad aún muchas fronteras ecológicas. La ausencia de etapas larvarias en la mayor
parte de los cefalópodos, notablemente en los ammonoideos y belemnoideos, restringió
aún más sus migraciones. La falta de grandes gradientes de temperaturas, ausencia de

438
tormentas (Génesis 2:6), etc., todas ellas características de la tierra antediluviana,
contribuyeron a una relativa ausencia de perturbaciones marinas (y de corrientes
oceánicas), reduciendo aún más la mezcla de cefalópodos ecológicamente zonados,
como también contribuyó a ello el poco tiempo interpuesto entre la Creación y el
Diluvio de Noé (aproximadamente unos 1.700 años).

C.-El sepultamiento secuencial diluvial de los cefalópodos

Antes de dar una descripción en cuanto a cómo los órdenes cefalópodos


ecológicamente zonados fueron por esta razón separados estratigráficamente durante la
deposición diluvial, hay otros factores que son dignos de mención, y que también
explican el orden estratigráfico intra-ordinal. A1 examinar el original queda patente que
la mayor parte de las familias dentro de un orden cubren más de la mitad del campo
estratigráfico del entero orden; por ello la zonación ecológica fue el principal factor en
el nivel de las familias así como en el nivel ordinal de la secuenciación estratigráfica.
Aunque se halla que los «géneros» y «especies» cefalópodas fósiles son entidades
inventadas -que no reales- se hallan unas ciertas tendencias coherentes intrafamiliares
estratigráficas. Ya que estas tendencias son físicas (forma, tamaño masa, etc.), están
evidentemente provocadas por la selección hidrodinámica.
Los incrementos intrafamiliares del tamaño de la concha son muy comunes y se
les considera como un ejemplo de la Ley de Cope del aumento evolutivo de tamaño,
pero se conocen muchas excepciones. También, «una observación hecha repetidas
veces es la de la concha discoidal de afilados bordes... asociada con un facies...
conchífero calcáreo y detrital». Estas dos tendencias pueden estar provocadas por la
tendencia de las formas más densas (debido a ser de tamaño más pequeño y/o a una
masa no extendida en formas ornamentales, etc.) a ser sepultadas antes que las formas
de mayor tamaño o de mayor ornamentación; la separación de «facies» reflejaría la
capacidad de acarreo tendiendo a un incremento hacia el máximo secuencialmente
debido al movimiento de las masas de aguas diluviales. Otras separaciones son las
provocadas por escape diferencial del sepultamiento. Ya que «las conchas
apropiadamente rugosas pueden haber conservado tanto como el 50 % del poder
propulsante precisado por conchas alisadas del mismo tamaño y forma» las tendencias
a un arrugosamiento progresivo son indicadoras de la superior capacidad de escape y
retardo de las formas rugosas en relación a las lisas. La tendencia común a unos sifones
progresivamente más ventrales (mayor control de la flotabilidad) como se ejemplifica
en el caso de las series Nicomedites-Gymnotoceras Frenchites refleja también la
superior capacidad de escapar al sepultamiento de las formas estratigráficamente
superiores.
No obstante, son tan numerosas las excepciones a estas tendencias y a otras que
Arkell mantiene que «... existen muchos obstáculos frente a la aceptación de todo tipo
de generalización». Estas excepciones intrafamiliares- ordinales son de esperar debido a
la variabilidad de la acción física de las aguas diluviales en su flujo. En el Cáucaso se
manifiestan clasificaciones a gran escala, mientras que al sur de Alemania «La
orientación normal de los ammonites arrollados... indican corrientes bastante fuertes».
Notando el hecho de que la clasificación hidrodinámica (orden intrafamilial) es
secundario frente a la zonación ecológica (orden estratigráfico familial y ordinal) de
carácter primario en el sepultamiento secuencial diluvial, y manteniendo la zonación y
sus resultados a la vista, llegamos al escenario de sepultamiento diluvial:
La etapa más temprana ve las lluvias y el agua proveniente de las grandes
fracturas de los abismos, erosionando las montañas antediluvianas y depositando el

439
sedimento como Precámbrico Superior; los mares antediluvianos no rebosaron de
inmediato para inundar las masas continentales. (Durante todo el lapso da tiempo van
habiendo hundimientos de terreno debido a su sobrecarga de sedimentos. Las tierras
altas antediluvianas proveen la mayor parte del sedimento clástico de las etapas
tempranas y medias del Diluvio; los levantamientos de la última parte del Diluvio
proveyeron los sedimentos durante la parte recesional del Diluvio Universal.
La rotura de las fuentes del gran abismo y todos los resultados concurrentes
volcano-tectónicos en el fondo oceánico hacen que los océanos suban acusadamente
inundando completamente el (los) continente(s). Los hábitats de los cefalópodos son
llevados tierra adentro preservando su zonación ecológica debido a las grandes
distancias laterales (varios cientos de kilómetros) de la zonación en relación a la
profundidad del agua (unos pocos cientos de metros). Las zonas ecológicas, separadas
lateralmente, quedan verticalmente superpuestas durante el sepultamiento de sus
constituyentes cefalópodos, dando origen a la columna geológica.
Así, al empezar los océanos a inundar vastas áreas de terreno (II) durante las
primeras semanas del Diluvio las aguas más frontales acarrean los órdenes más
ribereños. Así, ellos (Pb -Paleozoico-bentónicos, Pn -Paleozoico, nectobentónicos y
nectos) son los que quedan primeramente depositados en cualquier área al moverse las
aguas del océano más hacia tierra, dando origen a los sistemas rocosos del Paleozoico
Inferior. Otros sistemas son depositados en forma simultánea no muy lejos, quedando
cada una de estas áreas cubierta por una zona ecológica.
El Diluvio llega a su mayor profundidad (cubriéndolo todo) hacia el final de su
período de prevalencia de 150 días. Hacia este tiempo (III) el Paleozoico Inferior ya ha
quedado casi todo él depositado, mientras mucho del Paleozoico Superior (con G-
Goniatitoides) está siendo depositado, seguido verticalmente por las ceratites de sutura
compleja (C) y después por los ammonites (A); comprendiendo estos últimos los
sistemas Mesozoicos.
Los sistemas depositados primero, del Paleozoico, van quedando intensamente
doblados (IV) en las orogenias que marcan la mitad recesional del año del Diluvio. La
recesión ve la compleción de la deposición del Paleozoico Superior, la mayor parte del
Mesozoico, y de parte del Terciario, que contiene las formas peláginas (P), o formas
lejanas a la costa que constituyen las únicas sobrevivientes de toda la clase.
La investigación diluviológica indica poderosamente que la mayor parte del
Terciario es post-diluvial. De ahí (V) mucha parte del Terciario es el resultado de
tremendas vías hidráulicas continentales que persistieron quizás décadas después del
año del Diluvio. E1 Terciario de la plataforma continental, por otra parte (V, inferior
izquierda), representa la fijación de la línea costera entre el océano y la tierra al mismo
final del Diluvio.
La extinción de los cefalópodos a varios intervalos estratigráficos constituye un
enigma para el evolucionista-actualista, especialmente la desaparición de los
ammonóideos al final del Cretáceo. Las formas Paleozoicas y todos los ammonóideos
quedaron extinguidos debido a que todos ellos fueron precipitados tierra adentro; las
formas que viven en el presente se libraron de la extinción debido a que son formas de
aguas oceánicas profundas que no fueron precipitadas sobre tierra durante el Diluvio.
También contribuyó a la extinción de las formas ribereñas su estrecha tolerancia
ecológica; cualquier sobreviviente de entre los ammonóideos hubiera sido incapaz de
mantenerse frente a las abrumadoras poblaciones de aguas superficiales que pronto
empezaron a desarrollarse en forma explosiva en el perturbado ecosistema marino.
La deposición diluvial no indica las numerosas excepciones que provocaron las
aguas del Diluvio en su acarreo de cefalópodos. Zonaciones locales variables causaron

440
la ausencia de «edades», que se observa, mientras que inversiones de flujo de agua
localizadas dieron origen a secuencias «invertidas de edades». La interacción con fósiles
terrestres similarmente zonados ecológicamente y otros fósiles marinos quedan
reflejados por las innumerables variaciones en la estratigrafía. Una capa que solamente
contenga ammonites y fósiles marinos recibe el nombre de «Jurásico marino» mientras
que los mismos fósiles intermezclados con huesos de dinosaurios reciben el nombre de
«Jurásico continental».
Como conclusión, esta sobresaliente clase marina invertebrada provee una
asombrosa cantidad de evidencias para el paradigma Creacionista-Diluvialista, y
muchas ramificaciones. El factor unificador es la manera en que Dios utilizó
combinaciones de atributos morfológicos en cualquier forma determinada y colocó estas
formas en distintas posiciones ecológicas.

UN ESTUDIO DE LA INVESTIGACIÓN SOBRE EL MICRASTER INGLÉS


DESDE EL PUNTO DE VISTA CREACIONISTA

(RITA R. WARD)

Introducción

Debido a la gran importancia que le dan los evolucionistas al Micraster inglés


como ejemplo de evidencia fósil de cambio de especies se decidió efectuar un estudio
de la investigación principal que trata de este género y relacionar el material con los
conceptos creacionistas. Evolucionistas como K. A. Kermack, D. M. S. Watson, y E. R.
Truman, así como otros autores, consideran que el Micraster inglés representa quizás el
mejor ejemplo de cambio gradual de una especie a la siguiente. En este trabajo se dará
atención especial a la investigación básica de K. A. Kermack, y a la de A. W. Rowe.

Los Micraster

Los micrasters son erizos de mar que pertenecen al filum Echinodermata. Estos
animales de dermis espinosa caen en dos subfilas, la Pelmatozoa (formas fijas) y la
Eleutherozoa (formas de movimiento libre). El último subfilum queda comprendido por
cinco clases, una de las cuales es la Echinoidae o erizos de mar. Los Echinoidae están
constituidos por dos sub-clases, la Regularia y la Irregularia. Los Micrasters
pertenecen a la Irregularia.
La concha de los erizos de mar es muy compleja y forma fósiles buenos con los
detalles más delicados claramente revelados. Esto hace de los Echinoides un material
ideal para el estudio de cambios presumiblemente sucesionales en estructura. El tamaño
varía desde unos cinco o seis milímetros hasta unos catorce o más centímetros en
diámetro. La forma puede ser aplanada, globular, cónica, o en forma de corazón.
En el lado ventral se halla el peristoma, un anillo de placas que rodea a la boca.
El peristoma puede hallarse colocado ventralmente o puede hallarse más cercano al
margen anterior, o ámbito. En el lado dorsal se halla el anillo oculogenital, formado por
un círculo de diez placas. Cinco de las placas contienen órganos sensorios oculares y
cinco placas colocadas de forma alternada contienen poros genitales. En los Micrasters,
igual que en otras especies, uno de los poros genitales no se desarrolla. Una de las
placas genitales está modificada para formar la madreporta, una especie de colador que
admite agua. El periprocto es una estructura cuerosa que rodea al ano. En la Regularia

441
se halla el periprocto dentro del anillo oculogenital, pero en la Irregularia se halla esta
estructura fuera del anillo. El anillo oculogenital con las estructuras que se hallan dentro
de él recibe el nombre de sistema apical o disco apical.
Radiando del sistema apical hay cinco estructuras denominadas ambulacros, que
consisten en hileras dobles de poros. En la Regularia estas hileras se extienden al
peristoma. En muchas Irregularia, incluyendo a los Micrasters, se hallan los
ambulacros solamente del lado aboral solamente y se asemejan a los pétalos de una flor.
Por esta razón reciben el nombre de pétalos.
Esta descripción breve y muy incompleta de la morfología de los Echinoides
ayudará a orientar a los que no estén familiarizados con estas estructuras.
Los Micrasters son miembros en forma de corazón de la Irregularia, y
pertenecen al orden Spatangoida. El periprocto se halla en el extremo posterior de la
concha mientras que el peristoma se halla en su parte anterior.

La formación geológica

Los Micrasters que formaron la base de los estudios de Rowe y de Kermack se


descubrieron en el White Chalk del sur de Inglaterra, perteneciendo al Cretáceo
Superior. Estos depósitos de limolita blanca blanda tienen varias decenas de metros de
espesor. Se hallan depósitos similares en el norte de Inglaterra y en el norte de la Europa
continental, especialmente Francia. Rowe confinó su estudio a cinco zonas
comprendiendo el Turoniano y la mayor parte del Senoniano. Las zonas eran las
siguientes: Terebratulina gracilis, Holaster planus, Micraster cor-testudinarium, y la
tercera parte inferior del Micraster cor-anguinum, que denominó de zonación inferior y
las dos terceras partes superiores del Micraster cor-anguinum, que denominó de
zonación superior. Estas formaciones cubren alrededor de veinte millones de años en la
columna geológica evolucionista… El estudio de Kermack se basó en una porción de la
colección de Rowe de la zona Micraster cor-anguinum.
La blandura de la limolita hace que la extracción de los fósiles sea bastante fácil.
Se pudieron limpiar las conchas de los Micrasters sin dañar la compleja ornamentación
que sirvió de base para mucha parte del estudio.

Los principales estudios de Micraster

La investigación de Rowe

Rowe coleccionó dos mil especímenes de seis áreas del sur de Inglaterra. Se
localizó con precisión la zona de procedencia de cada espécimen antes de ser medido y
estudiado. Publicado en 1899, este estudio es el único hasta la fecha que está basado en
la población y no en individuos. Rowe basó su investigación en 17 caracteres, de los
cuales se considerarán aquí solamente una parte. Se midieron varios factores de tamaño
y forma. Se fijó una atención especial en los ambulacros que Rowe consideraba como la
base más fiable de determinación zonal. Se estudiaron la posición del peristoma y las
características de las estructuras a su alrededor. Rowe despreció la estructura del
sistema espíneo debido a que quedaba oscurecido en demasiados especímenes por
depósitos; no obstante, sí que consideró de importancia el carácter de su posición.
Las especies utilizadas en este estudio y las zonas en las que han sido halladas
son como sigue:

442
Series de zonación superior

Zona Especies
M. cor-anguinum M. cor-anguinum
(Las dos terceras partes superiores) (Dos variedades)

Series de zonación inferior

Zona Especies
M. cor-anguinum M. praecursor
(Tercera parte inferior) M. cor-testudinarium

M. cor-testudinarium M. cor-testudinarium
M. praecursor

Holaster planus M. cor-testudinariurn


M. praecursor
M. Leskei
M. cor-bovis

Terebratulina gracilis M. Leskei


M. cor- Boris

El espacio admite solamente una breve consideración de los cambios que Rowe
señaló al ir procediendo en su estudio de las zonas inferiores a las superiores. Por lo
general, la concha cambiaba en forma de estrecha, cuneiforme a más amplia y oval. Las
medidas dorso-ventrales aumentaban proporcionalmente. El discu apical se desplazaba
desde una posición excéntrica anterior a una posición más central. Los ambulacros
pétalos cambiaban desde estructuras profundamente deprimidas a formas más
superficiales y alargadas. La estructura del área interporosa de los ambulacros cambiaba
de plana a ornamentada. Estas estructuras son complejas y no es posible en este artículo
describir exhaustivamente los cambios. De interés especial es la fasciola subanal que
siempre se halla pobremente desarrollada en la zona inferior, pero se halla muy
desarrollada en la zona más superior. La pared de la concha del M. cor-bovis es delgada,
mientras que las formas más elevadas poseen conchas más gruesas.
Las diferentes especies pasaban suavemente de la una a la otra. Nótese lo que
Rowe dice acerca de las especies:
«Las verdaderas especies, e incluso tipos prominentemente varietales, son
raras, y las formas pasajeras, y las variaciones triviales constituyen la norma. Nada
sino un grupo las abarcará a todas ellas y dará a una de las series su valor
correlativo.»
Por ello, él propuso cuatro grupos de variantes, esto es: M. cor-bovis, M. Leskei,
M. praecursor (se considera que la M. cor-testudinarium constituye una variedad del M.
praecursor), y M. cor-anguinum.
[Se debería de afirmar en este punto que esta autora posee en su colección
personal de equinoides fósiles seis Micrasters, cuatro de los cuales pertenecen a las
especies estudiadas por Rowe. Tres de ellos, M. cor-bovis, M. cor-testudinarium, y M.
cor-anguinum se hallan soberbiamente preservados. Ya que ellos forman la línea

443
filética básica, ha sido fácil seguir las complejas descripciones de Rowe. Ellos
ejemplifican no solamente los casos, sino algunas de las variantes discutidas]
Rowe da una descripción muy completa de M. corbovis como especie ancestral
siguiendo una comparación entre ella y M. Leskei. Llega a la siguiente conclusión:
«Toda la posible variación entre las dos especies se puede delinear en sus
formas de transición.» Haciendo más comparaciones entre las dos especies, dice Rowe:
«Por ello, no será irrazonable considerar a esta forma primitiva (M. cor-bovis)
como la progenitora de M. Leskei, y de ella M. praecursor y M. cor-testudinarium. »
Aunque él remarca la ausencia de una divisoria definida entre las especies y la
presencia predominante de tipos intermedios, Rowe divide a los Micrasters en dos
divisiones zoológicas, la zonada inferiormente y la zonada superiormente, estando la
división en el punto entre la tercera parte inferior y las dos terceras partes superiores de
la zona de M. cor-anguinum. Existe una segunda divisoria entre los fósiles zonados
inferiormente entre el M. cor-bovis con su delgada concha y el M. Leskei con su gruesa
concha.
Era propósito de Rowe mostrar que:
“... podemos trazar una continuidad sin saltos en la evolución del Micraster; de
manera que al ir ascendiendo, zona a zona, se añaden características nuevas al resto,
debiéndose ello simplemente a la progresiva elaboración del epistroma; y que en cada
zona las características de la concha se hallan tan marcadas que gracias a ellas se
puede decir de qué zona proviene el Micraster.”
Vemos aquí una contradicción. Si existe una continuidad sin saltos, ¿cómo
pueden hacerse distinciones definidas entre zonas? Rowe no aclara lo que él quiere
decir por características horizontales. Él afirma que los cambios en los ambulacros son
horizontales, no específicos, que todos los tipos de especie en un horizonte poseen un
tipo de ambulacro, mientras que las especies del siguiente horizonte muestran otras
características de los ambulacros. No da ninguna explicación de la base sobre la que
determinó las especies.

La investigación de Kermack

En 1954, K. A. Kermack completó un estudio de evolución del Micraster desde


un enfoque diferente. Limitó su trabajo a especímenes de una sola área, utilizando
quinientos dieciséis especímenes coleccionados por Rowe en Northfleet, Kent. Era
propósito de Kermack hacer un estudio comparativo del M. cor-anguinum y M.
(Isomicraster) senonensis. Rowe llamó a este último Epiaster gibbus. Kermack estudió
también tasas de crecimiento alométrico de ciertos caracteres en una supuesta población
híbrida sola.
Después de limpiar las conchas y de rechazar algunos especímenes que, por
varias razones, no se podían utilizar, Kermack efectuó trece mediciones sobre cada
espécimen. Estas mediciones se tomaron en milímetros excepto por un parámetro, que
se tomó en milímetros cuadrados y dos caracteres que consistían en el contaje de la
cantidad de placas. Estas medidas incluían dimensiones que revelarían la forma de la
concha así como su tamaño. Las mediciones de la fasciola subanal se mostraron
problemáticas debido a la irregularidad de ellas. No se incluyen detalles aquí, excepto el
señalar que se utilizó una cámara. Esta medición fue de gran importancia, como se verá
más adelante.
Kermack tomó en consideración tres clases de posibles errores en la
determinación de la validez de la evidencia. En primer lugar, errores en mediciones, que
se considerarían como en cualquier otra investigación. Un error más importante sería el

444
debido a un prejuicio en el muestreo. Los intereses personales de Rowe, sus actitudes
hacia la especie, sus actitudes hacia especímenes deficientes, todos estos factores
afectarían a la calidad de los especímenes y a la cantidad relativa de los miembros de
cada especie. El estudio de los especímenes sugirió que Rowe tenía un prejuicio en
favor de formas de transición y del epiaster gibbus (M. Senonensis). La tercera fuente
de error se consideró la distribución de las edades de la muestra. Las incertidumbres de
preservación parecen tener como resultado una representación parcial de las poblaciones
vivientes debido a que unas edades pudieran fosilizarse con más facilidad que otras.
Rowe había dividido su colección en tres secciones: M. coranguinum, Epiaster
gibbus (M. senonensis), y las formas que él consideraba como transicionales entre las
dos especies. Kermack planteó el problema de decidir si es que existían dos especies
muy estrechamente relacionadas en la población o una especie variable.
Después de medir todos los especímenes descritos arriba, Kermack llegó a la
conclusión siguiente:
«... ninguno de los caracteres bajo consideración nos capacita a distinguir entre
las dos especies con certeza.»
Kermack continúa diciendo:
“En todos los caracteres, excepto el área de la fasciola subanal, las dos especies
se integraban totalmente. Esta intergradación se debe a la hibridación y no es
infrecuente entre especies de equinoides recientes... bien pueden haberse hibridado de la
misma manera el Micraster senonensis y el M. coranguinum, produciendo así formas
transicionales. No obstante, por analogía con formas recientes, no existe razón alguna
para negar a ninguno de los dos la condición de buena especie, aunque ciertamente se
pueden distinguir por el carácter de la fasciola subanal.
Él explica las variaciones como debidas a diferencias en tasas de crecimiento de
caracteres o a la forma inherente. También, Kermack asume que las diferencias son
debidas a la selección natural y que los cambios son adaptivos. También, postula que las
dos especies vivieron en diferentes nichos ecológicos.

La investigación de Nichols

En 1959, D. Nichols publicó los resultados de un problema de investigación en


el que estudiaba la morfología y ecología de los Spatangoides existentes, dando una
especial atención al Echinocardium cordatum, y relacionando el material con el extinto
Micraster. Formuló él la hipótesis de que las formas de zonación inferior como el M.
cor-bovis eran habituales de la superficie o que no amadrigaban hondo, mientras que las
especies de zonación alta como el M. coranguinum amadrigaban profundamente.
Basaba él su hipótesis en una comparación de los fósiles con las formas vivientes. Las
formas existentes que amadrigan profundamente poseen una fasciola subanal fuerte.
Este surco circular, que contiene cilios, constituye un conducto sanitario para la
eliminación de desechos. Además, los suaves ambulacros de las formas zonadas
inferiores no poseían unos cilios tan desarrollados como los ambulacros ornamentados
de los tipos zonados superiores. Los cilios facilitan la circulación del agua necesaria
para la respiración y la eliminación de detritos que caigan sobre el animal. Nichols
contó la cantidad de pares de poros en los pétalos y por comparación con formas
existentes llegó a la conclusión de que el número de pares incrementado sugería un
incremento de pedicelos respiratorios. Él postuló que esto posibilitaba al animal el
amadrigar más profundamente. Ya que la litología de estas zonas es similar, Nichols
llegó a la conclusión de que los animales vivían en diferentes nichos ecológicos en un
hábitat similar.

445
Sumario de los tres estudios

Rowe coleccionó unos dos mil especímenes de varias áreas, dando una atención
particular a dos factores, esto es, los cambios de zona a zona, y las muchas formas de
transición entre especies. Postuló que el M. corbovis era el tipo primitivo (concha
delgada) del que evolucionó el M. Leskei (concha gruesa). A continuación otras especies
siguieron al M. Leskei. Rowe enfatizó la dificultad en la determinación de las especies,
debido a que cada especie se intergrada suavemente con la siguiente sin que exista un
lugar determinado en el que trazar una línea que separe a las especies. Asignó una
importancia particular a cambios en los ambulacros, pero él utilizó el carácter para
determinar niveles zonales, no especies.
Kermack utilizó los especímenes de Rowe tomados en una sola localidad,
asumiendo que los animales constituían una sola población híbrida. Utilizando dos
especies, M. cor-anguinum y M. senonensis, efectuó un estudio de trece caracteres que
se podían cuantificar. Kermack llegó a la conclusión de que los caracteres se hallaban
tan intergradados que no se podían utilizar para determinar las especies. La
característica número trece, la fasciola subanal, constituye un medio seguro, según
Kermack, para distinguir entre las dos especies, con el M. coranguinum poseyendo la
fasciola subanal, y las otras especies careciendo de esta estructura. Postuló que la
prevalencia de las formas transicionales indica hibridación, mientras que la fasciola
subanal sugiere que los animales ocupaban diferentes nichos, siendo las diferencias
debidas a la adaptación a la presión ambiental.
El estudio de Nichols consistía en un extenso trabajo con Spatangoides vivos y
la utilización de estos datos para interpretar el significado de los caracteres exhibidos
por los Micrasters. Sobre la base de su estudio llegó a la conclusión de que algunas
formas eran amadrigantes, mientras que otras vivían en la superficie. La estructura de
los ambulacros, la forma de la concha, y la presencia o ausencia de la fasciola subanal
fueron los caracteres considerados.
Es significativo que estos tres investigadores enfocaron sus estudios desde un
punto de vista totalmente evolucionista. Todos los datos fueron interpretados desde este
prejuicio. No se trataba de determinar si la evolución es un hecho o no, sino de hallar
evidencia para apoyar una idea que se tomaba de entrada como cierta.

Problemas generales de las especies fósiles

Al considerar el significado de la interpretación propuesta para los Micrasters se


deberían señalar algunos problemas generales para la determinación de una especie
fósil. Imbrie hace unas afirmaciones interesantes:
“A pesar de la extensa atención que este problema ha recibido, la naturaleza de
las especies fósiles se mantiene como uno de los tópicos más controvertidos en la
Paleontología... Pero hay dos preguntas clave que continúan en el alero: ¿qué es una
especie fósil? ¿Cómo se pueden reconocer las especies fósiles...? El concepto de
especie fósil sostenido por la mayor parte de los paleontólogos es mayormente una
inferencia, una inferencia basada a la vez sobre la estructura observada de las especies
vivas y sobre un modelo teórico del mecanismo evolutivo.”
Se podría señalar aquí que los neontólogos no se hallan de acuerdo acerca de qué
es una especie biológica. Los paleontólogos se hallan necesariamente más limitados en
los caracteres que pueden utilizar como base de la determinación de los especímenes.

446
El concepto de especie tipológica se utiliza ampliamente tanto en Paleontología
como en Neontología. Según este plan se selecciona un espécimen como espécimen tipo
y se determina por comparación la condición de los otros especímenes.
También se basan las inferencias con respecto a las especies en base de la
Biogeografía y la Ecología. La exploración de estos dos campos en Paleontología se
halla todavía en su infancia y, como es el caso de otras fases de la Paleontología, se
enfoca completamente desde un punto de vista evolucionista.
Muchas especies fósiles son denominadas especies de tránsito por Imbrie. Por
este término se significa que cada especie representa un breve punto en la historia
evolutiva del organismo con discontinuidades tanto precediendo como sucediendo a la
especie. Este concepto es puramente evolucionista. Especies sucesionales son aquellas
que, como el Micraster de este estudio, presentan una gradación gradual entre especies
asumidas. Ejemplos de este tipo son infrecuentes en el registro fósil.

Una consideración de 1a especiación del Micraster

Con respecto a la determinación de especies fósiles, Imbrie tiene lo siguiente que


decir:
“Debido a la naturaleza del proceso evolutivo, no podemos eliminar juicios
taxonómicos arbitrarios. La constitución de especies continuará siendo un arte práctico
además de una disciplina científica.”
Se puede ver de esta cita además de la discusión de Rowe y Kermack que las
especies de Micraster son determinadas enteramente dentro de un marco evolucionista
asumido. También, que la determinación de una especie es arbitraria, y que depende de
la opinión del investigador. Rowe considera la dificultad de la determinación de la
especie en el Micraster con detalle, y admite que su decisión acerca del linaje constituye
una decisión totalmente personal.
Además, los que han estudiado los Micrasters no concuerdan. Todos concuerdan
acerca de la secuencia M. Leskei-M. cortestudinarium-M. coranguinum. Pero Rowe
creía que M. Leskei surgía del M. cor-bovis mientras que Kermack postula que M. cor-
bovis surgió del M. Leskei, que él considera solamente como una pequeña forma del M.
cortestudinarium. Kermack también cree que el M. sensonensis se deriva del M.
cortestudinarium y que siguió una evolución paralela a la línea principal así como el M.
cor-bovis evolucionó a lo largo de la línea principal. Rowe consideraba que el M.
sensonensis pertenecía al género Epiaster y dividió el M. coranguinum en dos
variedades que Kermack ignoró así como la especie preacursor, que Rowe había
postulado. Kermack creía que las dos especies que él estudió habían evolucionado de
una población a niveles inferiores, y que ambas pertenecían al estrato en que fueron
halladas. Su base para rechazar la migración la constituyen unas comparaciones con
secuencias Micraster en otros depósitos en el norte de Inglaterra y en el continente. No
obstante, Nichols cree que el M. senonensis migró de otra localidad.
Estos investigadores creen que el género evolucionó de un tipo amadrigador a un
tipo de vida superficial pero ninguno de los científicos intenta explicar qué es lo que
provocó el cambio. James R. Beerbower afirma simplemente que esta cuestión no tiene
por ahora respuesta.
Kermack afirma que la hibridación impidió una adaptación total al medio y que
resultó en «formas transicionales poco adaptadas». Afirma además que la formación de
una barrera entre las dos hubiera permitido una mejor adaptación. No explica en qué
pudieran ser deficientes los híbridos. Si la cantidad de individuos en una población

447
constituye una indicación de su éxito, resultaron más afortunados que las verdaderas
especies.
Rowe basó sus postulados sobre la asunción de que la estratificación vertical de
los yacimientos fósiles representa una sucesión de formas evolutivas. R. G. Johnson
afirma que la estratificación vertical de modernas comunidades bentónicas sugiere que
los estratos fósiles no van a ser puros o que existirá una mezcla de las sucesivas
poblaciones, y que los lapsos de vida se solaparán. Esto va a tener unas ciertas
consecuencias sobre la validez de las asunciones de Rowe. Johnson además afirma que
el desvanecimiento de una especie como M. cor-bovis no implica necesariamente un
cambio del ambiente inmediato, sino que puede tener lugar un cambio en otro lugar que
afecte de manera indirecta a la fauna local. Esto pone en tela de juicio la asunción de
Kermack de que el nicho de M. cor-bovis se desvaneciera de repente.
En el estudio que esta autora ha hecho sobre sus especímenes ella encuentra las
diferencias descritas por Rowe, pero las variaciones no exceden en magnitud a las que
se hallan en especies humanas o en animales domesticados. Algunos de los cambios en
los ambulacros eran tan pequeños que se precisó de una lupa para poderlos apreciar
bien. Cuando se considera que estos cambios, según las estimaciones actualistas del
tiempo, tuvieron lugar a lo largo de un período de quizás unos veinte millones de años,
se puede ver que la pretendida evolución fue verdaderamente pequeña. Tenemos
además otro problema. Se supone que los Echinoidae surgieron durante el Ordovícico
hace alrededor de cuatrocientos millones de años. Si se precisaron veinte millones de
años para producir las ligeras diferencias que se hallan en el Micraster, ¿cómo se puede
dar cuenta de los numerosos tipos de Equinoides incluso a lo largo de trescientos
millones de años que se postulan para la evolución de ellos?... Existe una discrepancia
en las tasas evolutivas propuestas con una clase Micraster evolucionando mucho más
lentamente que la clase Echinoidae como un todo.
En esta breve discusión se puede apreciar la naturaleza puramente subjetiva de la
evidencia para un cambio de especies en el Micraster. Además, queda bien evidente que
todos los investigadores están interpretando la evidencia desde un prejuicio
evolucionista. ¿Son los Micrasters una sola especie muy variable?... ¿Constituyen un
ejemplo de un cambio de especie?... Si es así, ¿dónde se hallan los intervalos entre
especies?... ¿O se gradaban las formas de manera que M. Leskei era fértil con M.
cortestudinarium, y M. cortestudinarium podía cruzarse con M. coranguinum, pero
siendo M. Leskei y M. coranguinum infértiles?... Nadie puede dar respuesta a estas
preguntas.

Algunos problemas sin explorar

Desde el punto de vista de un creacionista este problema se plantea de una forma


simple: No hay ninguna diferencia tanto si tuvo lugar como si no lo tuvo un cambio de
especies. Si no hubo cambios, no hay necesidad de preocuparse. Si hubo algún cambio
real de tipo genético así como morfológico, entonces no fue diferente de algunos
cambios que se han observado en algunos organismos actuales. Los organismos eran
todavía Micrasters y bien fácilmente hubieran podido constituir uno de los tipos de
Génesis (la palabra traducida por especie y género en Génesis no se corresponde con
el sentido taxonómico que se le da a estas palabras. El sentido que tiene en el original
es el de tipo, y se refiere a un conjunto de entes que presentan una naturaleza
determinada). En ningún sentido constituirían los cambios de especie en los Micrasters,
si es que tales cambios tuvieron lugar, ninguna prueba de la hipótesis de la evolución
general. Tales cambios no cerrarían ninguna de las discontinuidades del árbol

448
filogenético de la vida. Pero las variaciones demuestran la capacidad de cambio que el
Creador dispuso en los «tipos» originales.
El Dr. R. A. Stirton, en su libro Time, Life and Man, dice que el mayor valor en
el estudio de la Paleontología lo constituye la satisfacción que proporciona a la persona
que la estudia.
Esta autora ha sacado mucho placer de su estudio del Micraster. La maravillosa
hermosura y el intrincado detalle de los fósiles producen sentimientos de asombro y de
maravilla -maravilla hacia el Creador que los puso ahí y asombro en cuanto a cómo se
formaron. La fe queda fortalecida, más que debilitada, por estudios como éste -una
fuente de profunda satisfacción.
El periodo de tiempo total según la asunción de la geología evolucionista es de
alrededor de veinte millones de años. Los cambios relativamente leves, particularmente
del M. cor-bovis al M. coranguinum, son dignos de notarse. Son escasamente
comparables a la variabilidad conocida exhibida por las razas de la Humanidad. Y a
pesar de ello constituye uno de los ejemplos clásicos de evolución siempre mencionados
(espúreamente) en cursos de Paleontología invertebrada.

Nota del traductor

Con respecto a la disposición estratigráfica de estos Micrasters, resulta


indudable su zonación ecológica. La disposición estratigráfica en el registro fósil no
necesita en absoluto una secuencia de tiempo geológico, sino que se explica a la
perfección por una deposición cataclísmica de zonas ecológicas de estos Micrasters
debido a una catástrofe hidráulica de magnitud gigantesca, la del Diluvio Universal,
con una secuencia de eventos similar a la considerada en el artículo de los
cefalópodos de J. Woodmorappe de una manera adecuada. Es indudable, en base de
los datos aportados por la investigación de estos Micrasters, que no hay dificultad
alguna en aceptar que vivieron en colonias zonadas ecológicamente, y que
coexistieron contemporáneamente, aunque separadas espacialmente. El registro
estratigráfico de los Micrasters nos habla del sepultamiento cataclísmico secuencial
de las distintas colonias coexistiendo en el tiempo, e intergradando en el espacio.

LOS VERTEBRADOS TERRESTRES Y EL ORIGEN DEL TETRÁPODO

(W. Davis, JR.)

La mayor parte de estudiantes se familiarizan con muchos de los conceptos


actuales de la Biología mientras que están todavía en edad escolar, cuando la mayor
parte de las personas carecen todavía de perspectiva crítica. Después, cuando pasan a
examinar la evidencia más de cerca, tienen ya en sus mentes muchas medias verdades y
falsas concepciones que tienden a impedirles que pasen a efectuar una evaluación nueva
de la situación. Además, con una pauta uniforme de educación, la mayor parte de los
estudiantes tienden a tener el mismo contexto educativo y por ello en la conversación
como en la discusión aceptan falacias comunes y concuerdan en cuestiones basadas en
estas falacias.
La respuesta (a la investigación en cuanto al origen de las categorías superiores
de organismos) se hallará mediante futuros trabajos experimentales, y no mediante
afirmaciones dogmáticas de que la teoría general de la evolución tiene que modificarse,
debido a que no hay nada que pueda ocupar su sitio de manera satisfactoria.

449
Los tetrápodos terrestres y anfibios se desplazan generalmente mediante la
ayuda de unos apéndices apareados a los que nos referimos como «extremidades»,
«brazos», o «patas». Ya que las estructuras del brazo y de la pierna son básicamente
similares, esta discusión las tratará como si fueran equivalentes.
Por otra parte, los peces utilizan una forma de locomoción fundamentalmente
diferente. (Esto es cierto incluso cuando se desplazan a través del suelo, como en el
caso de las excursiones nocturnas de las anguilas, o la vida normal del saltarín del
fango, Periopthalmus, o el Clarius lazera africano, que se dedica a robar mijo de los
huertos.) La locomoción del pez se consigue mediante unas contracciones en serie de la
musculatura miotomal dispuesta segmentariamente, lo que produce una fuerza resultante
que tiende a impulsar al pez hacia adelante por reacción cuando se halla en el agua, o
por contacto cuando en tierra. Algunos peces pueden utilizar sus miembros, o
proyecciones desde los opérculos de las agallas, u otras maneras, para conseguir asirse
al sustrato cuando no está verdaderamente nadando. No obstante, estos apéndices nunca
contienen la musculatura intrínseca que facilitaría un verdadero andar. Por lo general
sirven como estabilizadores o como punto de contacto para minimizar resbalones
laterales cuando están culebreando.
En contraste a esto, la mayor parte de los tetrápodos se apoyan poco en la
musculatura segmentaria en su locomoción. En lugar de ello, para conducir sus cuerpos
sobre obstáculos en el hábitat terrestre, utilizan los músculos en las mismas
extremidades o en asociación directa con ellos (por ejemplo: el gluteus maximus del
hombre). La fuente básica de energía en estos animales no se halla en el tronco, sino en
la musculatura apendicular. Excepciones evidentes a esta regla son las salamandras,
que parecen combinar ambos modos de locomoción, y las serpientes, que se desplazan
siempre culebreando. En estas dos formas y en otras de similares las extremidades se
hallan reducidas o totalmente ausentes.
Además, el miembro tetrápodo actúa para sostener el cuerpo a distancia del
suelo. Podemos comparar el vertebrado terrestre típico a un puente suspendido por dos
pares de tirantes. Si los tirantes se hallan cerca del centro del eje principal del puente, lo
sostendrán con mucha mayor efectividad que si están dispuestos a cada lado. De manera
similar, los tetrápodos que tienen sus extremidades unidas directamente por debajo del
eje del cuerpo no necesitan emplear un gran esfuerzo para mantenerse en pie; su
estructura es esencialmente estable. Por otra parte, aquellos tetrápodos cuyas patas se
hallan situadas más lateralmente que ventralmente tienen que emplear más esfuerzo y
más musculatura en la superficie distal de las extremidades tan sólo para levantar sus
vientres del suelo. La mayor parte de ellos, aunque no todos, se hallan extinguidos en el
presente.
Como generalización, la extremidad se divide en tres segmentos, el estilópodo,
el zeugópodo, y el autópodo. Su composición es como sigue:

Segmento Extremidad anterior Extremidad posterior


Estilópodo Húmero Fémur
Zeugópodo Radio Tibia
Autópodo Carpo Tarso
Metacarpo Metatarso
Falanges Falanges

Se tiene que señalar que esta división no está basada en presuposiciones


evolucionistas. Es puramente funcional. Si estas divisiones funcionales consisten la
base de nuestras consideraciones con respecto a la anatomía comparativa de las

450
extremidades, es especialmente difícil derivar la extremidad de un tetrápodo de la
extremidad de los presuntos antecesores peces de los tetrápodos. Estas divisiones no se
hallan nunca en las aletas de los peces, antiguos o modernos, hasta allí donde se sabe.
Así, si uno está entregado a la tesis de que los tetrápodos terrestres se derivan de
antecesores ictíneos, uno se enfrenta con el problema de afirmar la manera en que
tuvo lugar la transición de un animal acuático a terrestre. El antiguo crosopterigio
rhipidistio, o peces de aletas lobuladas, atrae al evolucionista como el antepasado más
probable de los vertebrados terrestres.
Estos peces tenían un número de características que pudieran haberlos hecho
apropiados para este papel. Algunos de ellos tenían cavidades nasales que se
comunicaban con la cavidad de la boca (lo que no sucede con los teleósteos ni con los
tiburones), y algunos tenían vejigas aéreas ventrales que hubieran podido ser utilizadas
como pulmones. Lo más importante, quizás, es el hecho de que con una suficiente
imaginación uno pueda presentar un esquema razonablemente plausible para la
derivación del miembro tetrápodo a partir de sus aletas. La estructura de las aletas de
todos los otros peces es tan remota de la del miembro tetrápodo que no ha aparecido
nadie todavía con una imaginación tan buena como para hacer que fuera plausible un
paso a partir de ellas.
Existe una diferencia fundamental entre caminar y las funciones estabilizadoras
de las aletas. O bien se utiliza la aleta como timón, y sirve para aquel propósito, o bien
(raramente) se utiliza la aleta como un remo o como soporte. La pauta de la locomoción
difiere de ello, involucrando un movimiento de la mano con flexión en la muñeca y en
el codo. A fin de conseguir este movimiento, el crosopterigio tendría que doblar su aleta
de una forma muy peculiar e innatural para un pez. No obstante, sería preciso asumir
una posición así, ya que el intento de preservar el movimiento de «remado» sobre la
tierra pondría en contacto el delicado borde de la aleta sobre el suelo, y posiblemente lo
estropearía o lo desgastaría. Las consecuencias naturales de ello son que el extremo de
la aleta tendría que dirigirse anteriormente, pero de tal manera que la parte «plana» de la
aleta quedara plana sobre el suelo. Esta situación resultaría en una doble flexión de la
extremidad correspondiendo con las articulaciones de la muñeca y del codo, con un
cambio correspondiente en la orientación de los huesos. De forma específica, los
elementos de la aleta que eran antes anteriores (esto es, preaxiales) tienden ahora a
convertirse en mediales, y los que antes eran posteriores (postaxiales) tienden ahora a
convertirse en distales.
Es característico de la aleta crossopoterigia que las varillas radiales de la aleta se
hallan presentes solamente en el lado anterior. De ello, estos radios preaxiales pasarían a
mediales.
Por la hipótesis anterior, un radio se elongaría para formar el radio de la
extremidad. Esta etapa intermedia es puramente hipotética. Nunca se ha hallado un fósil
así. También se supone que otros elementos sufren elongación y/o cambio. Un punto
que se tiene que enfatizar una y otra vez es que jamás se ha hallado ninguna forma
intermedia entre un crosopterigio rhipidistio y un anfibio primitivo laberintodonto. E1
ejemplo más cercano conocido no es muy cercano.
Hay otro punto a señalar ahí, y es el que involucra los rastros fosilizados de los
anfibios. Solamente se conocen unos pocos de ellos, y bien se podría argumentar que
los rastros dejados por las extremidades de una forma intermedia bien hubieran podido
quedar sin descubrir, como las mismas formas. No obstante, se podría esperar que
incluso los rastros de laberintodontos bastante avanzados hubieran debido dejar ciertas
características si se derivaron originalmente de los peces. De hecho, los rastros de

451
laberintodontos que sí se han hallado arrojan una duda considerable sobre la teoría
evolucionista de la derivación del miembro tetrápodo.
En las etapas anteriores del desarrollo de la extremidad la musculatura de la pata
no podría haber quedado bien desarrollada. Es razonable suponer que, si la hipótesis
anterior fuera correcta, el animal que poseyera una extremidad moderadamente bien
desarrollada estaría aún apoyándose pesadamente sobre los músculos segmentados del
tronco para su locomoción. En apoyo de esta afirmación se puede argumentar de la
siguiente forma: Si los evolucionistas están en lo cierto en su suposición de que los
anfibios modernos se derivan de antecesores laberintodontos como los que se están
considerando, entonces las salamandras tienen que hallarse mucho más cercanas a la
forma ancestral que, por ejemplo, la rana más elevadamente modificada. La
salamandra tiene mayormente una musculatura de las extremidades bien desarrollada,
aunque las patas mismas son diminutas. Por ello, la salamandra es un tetrápodo más
avanzado que lo que hubiera podido serlo ningún laberintodonto verdaderamente
primitivo, y todavía depende de culebrear sobre su tronco para la mayor parte de su
esfuerzo locomotor. Por ello, es razonable suponer que sus antecesores se apoyaban en
el tronco por lo menos tanto como la salamandra actual…
Cuando una pata de un animal culebreante se separa del suelo, las otras forman
un trípode muy inestable hasta que el que está separado del suelo ha sido avanzado por
el movimiento culebreante del suelo. Los otros pies (especialmente el pie contralateral
del que se halla fuera del suelo) tenderán a girar, y sobre una superficie resbaladiza
tenderían a resbalar rotacionalmente, formando un rastro en el que la tierra blanda o el
barro serían empujados formando un amontonamiento en el borde lateral del pie.
Ahora bien, éste es el tipo de rastro, más exagerado quizás, que deberíamos
esperar hallar de los anfibios laberintodontos si verdaderamente derivaron de
antecesores crosopterigios de la manera en que se ha considerado. No obstante, en los
verdaderos rastros de los laberintodontos no aparece evidencia alguna de este resbalón
rotacional. Existe deslizamiento, sí, pero es anteroposterior; esto es, simplemente el que
resulta de intentar correr a través de un sustrato resbaladizo y que aparecería en la
actualidad bajo circunstancias similares. La posición posterior del amontonamiento de
barro indica que este animal se apoyaba totalmente sobre la musculatura de sus
extremidades para la locomoción. En suma, no existe evidencia de existencia de formas
intermedias entre los crosopterigios y los anfibios. No solamente esto, sino que la poca
evidencia fósil existente es inconsistente con estas pretendidas formas intermedias. En
vista de estos hechos, la misma existencia, para no hablar de la credibilidad, de una idea
tan improbable es asombrosa.
Ciertamente, no existe unanimidad alguna con respecto a la «motivación» tras
este cambio. El investigador se enfrenta a una neblinosa tierra de fantasía cuando
empieza su investigación en esta área de pensamiento. El autor quedó fuertemente
impresionado entonces por el hecho de que este tipo de pensamiento demanda una gran
fe -esto es, fe en que verdaderamente tuvo lugar el proceso evolucionista. La actitud
mental parece ser ésta: «La evolución tuvo lugar. Este es nuestro postulado. Por ello,
tienen que haber existido formas intermedias sea que se conozcan o no, y tiene que
haber existido una razón para producir estas formas intermedias.»… Este es un
ejemplo de la fe ciega elevada al cuadrado de la fantasía. Que tales forma, hayan
existido constituye en primer lugar una afirmación fideística.
La limitación de espacio impide una consideración exhaustiva de esta
controversia, por lo que tendrá que ser suficiente un breve sumario. La controversia
empezó, para los propósitos de nuestra discusión, con Romer, el señalado paleontólogo.
Argumentaba él que al tiempo de la transición de vida acuática a terrestre, unas sequías

452
intermitentes hicieron necesario a los crosopterigios que dejaran estanques de agua
dulce que se secaban, quizás deteniéndose a lo largo del camino para alimentarse de
alguna cucaracha o de algún insecto. La disponibilidad de este suministro de alimentos
llegó a darle a los peces que pasaban la mayor parte del tiempo fuera del agua unas
ventajas adaptivas, con lo que los mejores andadores de entre ellos llegarían a ser los
predominantes entre la población, y así se fue siguiendo. Se arrojaron dudas sobre las
hipótesis de Romer debido al aparente descubrimiento de que la era de que se trataba no
fue necesariamente abundante en sequías, sino que las formaciones geológicas
características de ella fueron probablemente depositadas en bosques lluviosos.
En el siguiente sumario he presentado el nombre del autor, sus principales
argumentos, y mis comentarios.
Autor - Orton, 1954.
Tesis - La locomoción terrestre no precisa de pies. Una sequía constituye un
medio hostil. No sería de esperar que un pez se expusiera a la desecación en
expediciones a tierra. Los modernos peces-pulmón se entierran en épocas de sequía. El
miembro tetrápodo fue originalmente un medio de excavación.
Comentario - Los modernos peces-pulmón excavan sin pies. En todo caso esta
teoría daría cuenta de patas anteriores. Los primitivos anfibios y los crosopterigios eran
probablemente demasiado grandes para una excavación efectiva.
Autor - Ewer, 1955.
Tesis - ¿Por qué iba a envolver una estructura para excavar, y ser después
cambiada para poder apropiarse a andar? ¿Qué provocó este otro cambio? (Navaja de
Ockham). Incluso los anfibios actuales, que excavan emigran debido a presión de
población.
Comentario - De suyo propio, todo esto no nos dice nada de cómo en primer
lugar pudo originar las extremidades.
Autor - Gunter, 1956.
Tesis - A fin de que las extremidades fueran útiles, para algo en las migraciones,
tenían que ser fuertes antes de que la migración los hiciera necesarios. Cree él que la
aleta se transformó en un tipo de pata para apoyar al pez cuando salía a medias del agua
para explotar el valor alimenticio de las zonas superficiales y escapar de los grandes
predadores.
Comentario - Los crosopterigios eran peces grandes, muy carnívoros, que no
tenían mucho que temer de los predadores. Es evidente que eran peces de aguas
moderadamente profundas, y los insectos, etc., de las aguas superficiales no serían
suficientes para alimentarlos. Las extremidades constituirían un perjuicio en un nicho
ecológico generalizado en competición con peces.
Autor - Goin & Goin, 1956.
Tesis - La presión de población constituyó el estímulo para la emigración. La
lluvia y las condiciones de humedad las permitían ocasionalmente. Los peces pudieron
explotar el hábitat terrestre una vez que se les desarrollaron las patas.
Comentario - ¿Para qué se desarrollaron las patas? ¡Simplemente, no son
necesarias para la migración bajo condiciones de humedad (ejemplo, las anguilas)!
Autor - Inger, 1957.
Tesis - Los modernos peces-pulmón no migran para evitar sequías o aguas
estancadas. Respiran aire a fin de poder permanecer en agua estancada. Migran para
hallar alimentos y hábitats no saturados. Un clima continuamente húmedo favorecería la
invasión de la tierra.
Comentario - Otra vez, ¿cómo puede ser útil una pata para migrar, a no ser que
ya haya llegado a existir por alguna otra causa?

453
Autor - Romer, 1958.
Tesis - Las extremidades se desarrollaron antes del terrestrialismo.
Originalmente se hallaban pocos insectos en la tierra, pero algunos tienen que haber
habitado las aguas superficiales. Las extremidades facilitaban la explotación de este
ambiente, como en la teoría de Gunter de 1956. A lo largo del tiempo geológico
posterior, las condiciones de sequía obligaron a la migración con el desarrollo de
hábitos insectívoros. (Los insectos eran ahora abundantes.)
Comentario - Es discutible que el siguiente período (Devónico) fuera árido. El
argumento de Inger de 1957 refuta aún la principal tesis de Romer.
Autor - Warburton & Denman, 1961.
Si las larvas del crosopterigio podían existir en las aguas poco profundas, los
predadores no podrían llegar a ellas. Cuando los estanques empezaron a secarse, las
larvas podrían quedar aisladas en los charcos de fango. En este caso, unas patas les
capacitarían a volver al cuerpo principal del estanque. Estas patas capacitarían también
a los adultos a buscar primero charcos de fango, en los que se hallarían inicialmente
aislados y libres de competición de otras larvas de peces.
Comentario - ¿Qué podrían comer las larvas en los charcos? ¿No pondrían las
extremidades en desventaja al principio a los adultos que todavía estaban compitiendo
con los peces? Ya que las larvas que volvían tendrían que ser lo suficientemente grandes
como para competir con los adultos, el charco que acababan de dejar tendría que ser
¡verdaderamente muy grande! En suma, podemos tabular estas teorías como sigue:

Larva Warburton & Denman


Adulto Romer Goin & Goin Gunter Orton
Ewer Romer
Inger

Motivación Migración Migración Explotación Excavación


ecológica sequía presión de del margen
población

Evidentemente, hay una cantidad de combinaciones todavía no utilizadas,


combinaciones de combinaciones, o incluso nuevas ideas. Por ejemplo, combinando los
dos conceptos de explotación de márgenes y de adaptación larvaria tenemos una teoría
de lo más atractiva que afirma que la larva explotaba el suministro marginal de
alimentos y que también con ello evitaba a los mayores predadores. Las patas le darían
una ventaja sobre el foxino ordinario, y la pérdida de estas patas como adulto impediría
que le fueran una desventaja debido a su presencia. Las larvas podrían dedicarse a pasar
más y más tiempo cerca de tierra y al final llegarían a ser capaces de reproducirse
reteniendo su forma larval (Paidogénesis). Quizás uno podría incluso proponer una larva
cavadora. Es un juego muy entretenido, y todos los que quieran, por lo que parece
pueden jugar a ello.
Es la opinión de este autor que el intento de llevar el pensamiento evolucionista
a su conclusión lógica constituye en realidad una reductio ad absurdum y que no puede
resultar en otra cosa que en paradojas, rompecabezas y enigmas. Cuando revisamos las
maravillosas y variadas pautas de la creación viviente, contemplamos una gran cantidad
de variaciones sobre un número limitado de temas básicos. Este punto de vista del
universo vivo es más coherente con los hechos creacionistas que con los puntos de vista
del evolucionista.

454
APÉNDICE

La Hipótesis de Westoll

El argumento básico de Westoll es como sigue: En tanto que los Rhipidistios


poseían primitivamente solamente radios pre-radiales (posteriormente, los radios
postaxiales se cree que son neomórficos), y el aspecto pre-axial de la aleta se dirige, en
ellos, ventralmente, un giro hacia adentro de todo el miembro hacia el eje corporal haría
que varios de estos radios se hicieran aproximadamente paralelos a los elementos
medianos. Westoll cree que:
A. El radio más proximal vino a ser el radio de los tetrápodos.
B. En su agrandamiento consiguiente interfirió con el segundo elemento radial y,
de cierta manera, lo suprimió.
Para abreviar una consideración que de otra manera sería compleja, Westoll cree
que puede mostrar una homología entre las estructuras del miembro anterior del
Laberintodonto con las estructuras rhipidistias anteriormente consideradas tales como se
presentan abajo en la siguiente tabla

Aleta rhipidistia

1. Elementos mediales
2. «Proceso post-axial» de los elementos mediales
3. Elementos radiales
4. No hay equivalencia

Miembro laberintodonto

1. Cúbito, central intermedio, distal, y proximal,


2. Ulecranón, postcentral
3. Radio, precentral, radial
4. Estructuras falangeales supuestamente neomóficos (¿formadas como huesos
heterotópicos en la membrana de la aleta?

LA EDAD DE LA TIERRA HACE IMPOSIBLE LA TEORIA DE LA


EVOLUCION

El investigador británico Richard Milton ha afirmado en su estudio titulado Los


hechos de la vida: el mito del darvinismo, que la Tierra no es lo suficientemente vieja
para permitir la evolución de las especies hasta llegar al hombre, lo cual supone un
duro golpe para la teoría de Darwin.
Este científico británico, tras pasar veinte años recogiendo materiales y
pruebas, está convencido de que la Tierra es mucho más joven que los centenares de
millones de años necesarios para permitir el pleno curso de la evolución a través de la
selección natural para llegar al hombre. Además, el darwinismo y sus sucesivas
modificaciones no han podido presentar todavía las pruebas concretas y definitivas
que muestren cómo una especie se convierte en otra.
Por otra parte, Sir Melvin Cook, de la Universidad de Utah (Estados Unidos),
ha diseñado un método de datación cronológica basado en el radiocarbono que ha

455
demostrado que la Tierra tiene una edad menor a la que debería tener para que la
teoría de Darwin pudiera cumplirse. "No hay pruebas que confirmen su teoría", afirmó.
Por su parte, Milton subraya que, después de más de un siglo de búsquedas y
excavaciones, no ha sido posible encontrar al famoso "eslabón perdido", una criatura
mitad simio, mitad hombre, que se suponía significaría el espaldarazo definitivo a la
tesis de la evolución.

SEGÚN LA BIBLIA, ¿ES POSIBLE QUE LOS SERES VIVOS CAMBIEN CON
EL PASO DEL TIEMPO?

Sí. La Biblia dice que Dios creó a todos los seres vivos "según su género"
(Génesis 1:11, 12, 21, 24, 25). ¿Puede haber variación dentro de un mismo género?
Claro que sí. Entonces, ¿demuestran esas variaciones que un género puede
evolucionar y formar uno nuevo? No.
Piense en el siguiente ejemplo: en la década de 1970, ciertos investigadores
estudiaron los pinzones de las islas Galápagos. Descubrieron que cuando hubo
cambios en el clima, los pinzones con un pico más grande sobrevivieron más
fácilmente. Algunos pensaron que esto probaba la evolución. Pero ¿demostraba esto
la evolución o se trataba de simple adaptación? Años más tarde, los pinzones de pico
más pequeño volvían a ser mayoría. Tras este experimento, el profesor en
Antropología Jeffrey H. Schwartz concluyó que la adaptación puede ayudar a las
especies a sobrevivir a los cambios, pero en ningún caso se "crea nada nuevo".

HISTORIA GEOLÓGICA FALSA

(Santiago Escuain)

¿Cuál es la historia de la vida? ¿Cuál ha sido el origen de la tierra? ¿Qué


fenómenos y enigmas encierra en su seno, y que explicación tienen?
Para muchos la contestación está clara. Afirman que la tierra se ha formado por un
largo proceso de evolución en el que se han ido desarrollando sus estructuras. A lo largo
de una sucesión de inmensas épocas, han ido surgiendo las formas de vida, primero las
más primitivas, las más simples; a continuación y de forma sucesiva, ha tenido lugar una
descendencia con modificación dando lugar a formas de mayor y mayor complejidad.
Señalan al hecho de los estratos fosilíferos, en los que aparecen formas de vida
extinguidas, afirmando que constituyen el registro en las rocas de la evolución de la
vida, desde la primera célula a los invertebrados, los vertebrados marinos, los anfibios,
reptiles, mamíferos, primates y, por fin, el hombre. Ésta es, a grandes rasgos, la postura
evolucionista, que afirma que desde la formación de la tierra hasta la aparición del
hombre sobre la tierra han transcurrido 4.500 millones de años de evolución geológica,
y que desde la aparición de las primeras formas de vida marina (algas, etc.) hasta la
aparición del hombre han transcurrido 1.000 millones de años…
En esta explicación, por ejemplo, una roca portadora de trilobites (un tipo de
artrópodos, invertebrados marinos extinguidos y fosilizados) resultaría ser bien del
período Cámbrico o bien del Ordovicio, entre 570 y 435 millones de años atrás. A fines
del Ordovicio habrían quedado extinguidos todos los trilobites, quedando solamente sus
fósiles enterrados en los cienos de los antiguos mares, que luego darían testimonio de su
existencia en el pasado remoto, al conservarse como capas geológicas.

456
Así, igual sucedería con los primeros vertebrados en el llamado período Silúrico,
el origen de los anfibios en el Devónico, la extinción de los grandes reptiles en el
Cretáceo, el desarrollo de los mamíferos en el Terciario, y el amanecer del hombre en el
Pleistoceno.
En el desarrollo de esta «columna» geológica (en la que se apilan sobre el papel
los estratos que se hallan dispersos por toda la corteza del globo siguiéndose la pauta de
la asumida evolución de la vida…), se observa el surgimiento gradual de los seres más y
más complejos que, evidentemente, tendrán que ocupar lugares respectivos más
elevados en los estratos de sedimentos que fueron, en su día, depositados por agua.
¿Cómo se depositaron estos estratos de sedimentos? Según la escuela de
pensamiento geológico más difundida en la actualidad, y que sigue siendo la aceptada
por la gran mayoría del establecimiento educativo, la forma de deposición de estos
estratos fue sumamente lenta. En el mundo del pasado remoto actuaban las mismas
causas que en la actualidad, inundaciones, crecidas, olas de aguaje, etc. En la época de
los trilobites, los sedimentos que los ríos arrastraban al mar cubrían trilobites muertos,
o, en inundaciones, las grandes cantidades de sedimentos que arrastraban los ríos en su
crecida abrumaban, al llegar al mar, a colonias de trilobites, que morían enterrados bajo
estas capas de sedimentos. Así es como, según esta explicación, se formaron las capas
de trilobites y de otros animales en las formaciones asignadas a los llamados períodos
Cámbrico y Ordovicio.
Sucesivamente, en períodos posteriores de la historia de la tierra, fue sucediendo
lo mismo con las formas de vida más y más complejas que iban apareciendo por gradual
modificación de las precedentes. Así es como, por la clasificación de las rocas por
medio de los fósiles que las contienen, se puede llegar, en este sistema, a la erección de
la columna geológica.
Debido a esta pauta de comportamiento geológico, en cualquier zona de la tierra
las capas estratigráficas se hallarán en el mismo orden relativo, aunque no se hallen
todas en una localidad dada. Por ejemplo, el Pleistoceno se hallará siempre por encima
del Silúrico, y éste siempre por encima del Cámbrico.
Además, debido a que en este modelo de historia de la tierra los dinosaurios
aparecieron hace unos 200 millones de años, y se extinguieron hace unos 70 millones de
años, quedan totalmente apartados de la época del hombre, que dataría del Pleistoceno y
del Holoceno. Asimismo, los trilobites, que se extinguieron hace unos 400 millones de
años, no hubieran sido contemporáneos de los dinosaurios.
¿Cuáles son las razones que se aducen en favor del modelo de historia de la
tierra acabado de exponer? Se pueden citar unas variedades, tales como:
1) Razones biológicas.
2) Razones geológicas.

1) Razones biológicas

Las razones biológicas se basan en la variación que, se aduce, a lo largo de


varias épocas resultaría en una divergencia continua del carácter biológico, con lo que
se obtendrían formas de vida divergentes, pasándose de los seres unicelulares a los
pluricelulares, de éstos a los invertebrados con exoesqueleto, a los cordados y
vertebrados marinos, anfibios, reptiles, de éstos a aves y a mamíferos, etc.

457
2) Razones geológicas

Las razones geológicas que se dan para este concepto de desarrollo lento de la
historia de la tierra se basan en varios fenómenos que demostrarían la gran edad de la
Tierra, lo cual, a su vez, demostraría que ha habido tiempo para la evolución de la vida.
Estas razones geológicas de la antigüedad de la tierra son, entre otras:
(a) Formaciones geológicas que implican una deposición muy lenta. Uno de los
primeros argumentos en favor de una gran antigüedad para la Tierra lo fue el de la
existencia de capas de evaporitas, rocas compuestas de depósitos de sal, de yeso, u otras
sales que, aparentemente, se habrían formado debido a la lenta evaporación de mares.
De ser cierta esta explicación, la Tierra tendría ciertamente una gran antigüedad. Otro
de estos argumentos es la existencia de formaciones de arrecifes fósiles, que, debido a
sus magnitudes, debieron haber precisado de largos períodos de tiempo para su
acumulación. Otro es el de los ciclotemas, o depósitos repetitivos de sedimentos, o la
acumulación de bosques sepultados uno encima de otro, con ciclos de hasta 85
capas que, según se afirma, tuvieron que tener tiempo, cada uno de ellos, de crecer, ser
sepultados por sedimentos debido a una transgresión marina; al volverse a elevar el
terreno, se volvió a formar otro bosque que, a su vez, una vez formado, fue sepultado
bajo los sedimentos de una transgresión marina, etc., y así hasta completar los 85 ciclos.
Éste es el caso de las formaciones de Joggings, en la bahía de Fundy en Nueva Escocia.
Hay muchas otras razones que se aducen, pero quizás éstas sean las principales, sin
contar con las llamadas dataciones radiométricas, para justificar un largo período de
lenta formación de las capas geológicas de la tierra.
Las llamadas evaporitas no presentan evidencias de haber sido formadas en
mares epicontinentales, sino más bien de ser el resultado de una deposición magmática
o geoquímica rápida. Por su parte, los arrecifes fósiles, en base de un examen
meticuloso del ejemplo quizás más famoso, la Formación El Capitán, y la revisión de
otros varios, no parecen haberse acumulado in situ a lo largo de un dilatado período de
tiempo, según se postula generalmente, en base de un lento crecimiento de los corales y
de su acumulación secular, sino que hay evidencia de que fueron formados por
acumulación cataclísmica.
La geología histórica, esto es, la interpretación actualista de las formaciones de
la tierra, fracasa ante el cuidadoso examen de los principales ejemplos que aduce para
pretender una lenta deposición a lo largo de centenares de millones de años de los
estratos fosilíferos. Creemos que toda persona imparcial que examine los datos
ofrecidos convendrá en que la posición de la actual interpretación impuesta a las capas
de la tierra está en condición muy precaria, y que se impone una revisión a fondo de
todos los conceptos de grandes épocas, en base de los datos que han salido a la luz.
Quizás el ejemplo más espectacular del mal estado de la llamada Geología
Histórica lo dé el caso del descubrimiento de una huella de sandalia en la formación
Wheeler en la Cordillera House, en Antelope Springs, no lejos de Delta en Utah. Se
trata de una asombrosa huella fósil de sandalia con varios trilobites, dos de ellos de buen
tamaño, aplastados por la pisada. No es preciso entrar aquí en detalles, que se ofrecen en
el artículo que trata de este hallazgo. Pero este hallazgo colapsa, a efectos prácticos,
toda la columna geológica, mostrando la coexistencia en el tiempo, y en este caso
particular, también en el espacio, del hombre y de los trilobites, los seres que, según la
concepción «ortodoxa» de la geología histórica, se hallan más apartados en el paso del
tiempo geológico.
Es inútil buscar explicaciones alternativas a este hecho, aunque imprescindible si
se quiere mantener a toda costa la interpretación establecida de la Geología Histórica.

458
El hallazgo de esta huella de sandalia con trilobites incrustados fue acogido con
escepticismo, y dejado olímpicamente a un lado. No interesaba… Y no se debe a que las
pruebas sean endebles. Con motivo de este hallazgo, se desplegó un esfuerzo de
investigación en la misma formación, y se hallaron, en aquellas rocas, más huellas
fósiles de pies desnudos de niños y de adultos, algunas con trilobites cercanos a ellas.
Pero si las pisadas de humanos están allí contemporáneas con los trilobites, esto sería el
«mayor infortunio» para la «geología histórica», puesto que echaría por tierra la
columna geológica entera (que no es nada más que una construcción teórica, a fuerza
de apilar unos estratos sobre otros en base del criterio de aceptar que se han ido
depositando a lo largo de la evolución de la vida, y que constituyen el registro de esta
evolución) Si se aceptara la evidencia de la contemporaneidad de los hombres y los
trilobites, tendría que aceptarse que hubo una deposición de los estratos con poca
diferencia de tiempo entre la formación de unos y de otros.
Esto no es todo. Hay documentación de pisadas humanas en el Carbonífero, en
el Triásico, en el Cretáceo.
Si el hombre, o incluso su antecesor simio, o incluso el temprano antepasado
mamífero del simio ancestral, existió en época tan temprana como el Período
Carbonífero en cualquiera de sus formas, entonces la ciencia de la Geología está tan
equivocada [se refiere, claro está, a la llamada «geología histórica»] que todos los
geólogos abandonarían su trabajo para dedicarse a conducir camiones… Por ello, por lo
menos por el presente, la Ciencia rechaza la atractiva explicación de que el hombre
hiciera estas misteriosas huellas en el fango del Período Carbonífero con sus propios
pies.

RAZONAMIENTOS CIRCULARES EN LA GEOLOGÍA EVOLUCIONISTA

(Henry Morris, Ph. D.)

Los creacionistas han estado insistiendo por largo tiempo en que la principal
evidencia del evolucionismo -en el registro fósil- involucra un caso serio de
razonamiento en círculo vicioso. Esto es, la evidencia fósil de que la vida haya
evolucionado de formas simples a formas complejas a lo largo de las edades geológicas
depende de las edades geológicas de las rocas específicas en las que se hallan estos
fósiles. No obstante, a las rocas se les asignan edades geológicas en base de los
conjuntos fósiles que contienen. Los fósiles, a su vez, son dispuestos sobre la base de
sus supuestas relaciones evolutivas. Así, la principal evidencia de la evolución se halla
basada sobre la suposición de la evolución.
Es posible que el lector piense, ¿Pero no están las rocas fechadas por métodos
independientes, como los métodos radiactivos, que asignan la edad propia a las rocas?
La respuesta es: (1) se han fechado numerosas secciones de rocas, y las dataciones que
no concuerdan son rechazadas en base del criterio principal, que es precisamente la
posición dada a la roca por los conjuntos fósiles contenidos en ella; (2) estos casos de
dataciones radiactivas rechazadas no constituyen precisamente una minoría, sino una
gran parte de las determinaciones; (3) además, los métodos de datación radiométrica se
hallan sujetos a graves objeciones en base de los principios, metodología y
manipulaciones a que se hallan sometidos. Un desarrollo significativo en años recientes
lo ha sido el hecho de que muchos geólogos evolucionistas estén reconociendo este
problema en la actualidad. Ya no lo ignoran ni lo dejan a un lado con una negación

459
sarcástica, sino que admiten que se trata de un serio problema que demanda una
respuesta seria.
La utilización de fósiles de zona para determinar la edad geológica de una
formación, por ejemplo, es considerada de una manera interesante en un artículo re-
ciente e importante de J. E. O'Rourke.
“Estos principios han sido aplicados en Feinstratigraphie, que empieza a partir
de una cronología de fósiles de zona, y la impone sobre las rocas. Cada taxón representa
una unidad de tiempo determinada y por ello provee una fecha precisa, incluso
«infalible». Si uno duda de ello, que traiga un conjunto de buenos fósiles de zona, y el
especialista, sin preguntar de dónde vienen, ni en qué orden fueron recogidos, los
pondrá sobre la mesa en orden cronológico.”
Esto es, ya que la evolución, dicen, siempre procede de la misma manera por
todo el mundo y simultáneamente, los fósiles de zona determinantes de una etapa
determinada de evolución son asumidos como indicadores infalibles de la edad
geológica en la que se han hallado. Esto parece razonable y sería, evidentemente, la
mejor forma de determinar las edades geológicas relativas -esto es, ¡si supiéramos
infaliblemente que la evolución es verdad!
Pero esto, ¿cómo lo sabemos? Está involucrada una escala de tiempo tan vasta
que nadie puede en realidad observar la evolución en marcha: Que un fósil conocido o
una especie reciente, o un grupo taxonómico superior, por primitivo que parezca, sea un
antepasado verdadero de otra especie o de-otro grupo, es una asunción científicamente
injustificable, porque la ciencia no puede simplemente asumir aquello que tiene la
responsabilidad de demostrar. Nos toca a nosotros demostrar lo razonable de toda
hipótesis que queramos erigir acerca de condiciones ancestrales, teniendo presente que
no tenemos antecesores vivos en la actualidad, que con toda probabilidad tales antece-
sores han estado extinguidos durante decenas de millones de años, y que incluso en el
registro fósil no nos son accesibles.
Por ello, no existe en realidad ninguna manera de demostrar científicamente
ninguna filogenia evolucionista asumida, por lo que respecta al registro fósil.
“Igualmente, los paleontólogos hacen lo mejor que pueden para darle sentido al
registro fósil y bosquejar unas secuencias evolucionistas o unas morfologías no
fosilizadas sin una esperanza realista de obtener una verificación específica dentro de un
futuro previsible.”
Sería algo de ayuda si el registro fósil ofreciera en algún sitio por lo menos
algunas secuencias de transición, demostrando la evolución de algún tipo de organismos
a otro tipo más complejo. Hasta ahora, no obstante, no se han hallado las tales.
“La aparición abrupta de taxones superiores en el registro fósil ha constituido un
rompecabezas perenne, si leemos el registro más bien literalmente, implica que
organismos de nuevos grados de complejidad surgieron e irradiaron con una velocidad
relativamente alta.”
Las transiciones están bien documentadas, naturalmente, al mismo nivel de
complejidad -esto es, dentro de los «tipos»- pero nunca se hallan transiciones a «nuevos
grados de complejidad». No obstante, los cambios horizontales no son realmente
relevantes a la medición del tiempo geológico, ya que tales cambios ocurren con
demasiada rapidez (por ejemplo, el desarrollo de numerosas variedades de perros a lo
largo de la historia humana) para poder tener significado en la escala de tiempo
geológica, y son reversibles (por ejemplo, la oscilación de la población de polillas del
abedul en Inglaterra de color claro a oscuro, y nuevamente al revés)

460
Así, los cambios verticales evolutivos en los fósiles son esenciales para la
datación geológica verdadera, pero son imposibles de demostrar. Simplemente, se
tienen que asumir.
La datación de las rocas depende de la secuencia evolutiva de los fósiles, pero la
interpretación evolucionista de los fósiles depende de la datación de las rocas. No es de
asombrarse que el sistema evolucionista, para los ajenos a él, implique un razonamiento
en círculos viciosos.
“El lego inteligente ha sospechado durante largo tiempo que existe un
razonamiento en círculos viciosos en la utilización de las rocas para asignar fechas a los
fósiles, y de los fósiles para asignar fechas a las rocas. El geólogo nunca se ha
preocupado en buscar una contestación adecuada, creyendo que las explicaciones no
valen la pena en tanto que el trabajo dé resultados. Esto, supuestamente, constituye un
recio pragmatismo.”
El principal «resultado» de este sistema, no obstante, es la amplia aceptación del
evolucionismo. Es extremadamente ineficaz para la localización de petróleo o de otros
depósitos económicamente útiles. No obstante, es posible que los geólogos crean que,
ya que los biólogos han demostrado que la evolución es cierta, se hallan justificados en
asumirla en sus trabajos. Pero los biólogos, a su vez, han asumido simplemente que la
evolución es cierta.
“Pero el peligro del razonamiento en círculos viciosos se halla todavía presente.
Para los biólogos, en su mayor parte, la más poderosa de las razones para aceptar la
hipótesis evolutiva es su aceptación de alguna teoría que la implique. Existe otra
dificultad. El ordenamiento temporal de los eventos biológicos más allá de la sección
local puede involucrar, de manera crítica, la correlación paleontológica, la cual
necesariamente presupone la irrepetibilidad de los eventos orgánicos en la historia
geológica. Existen varias justificaciones para esta asunción, pero para casi todos los
paleontólogos contemporáneos descansa sobre la aceptación de la hipótesis
evolucionista.”
Y, por lo que respecta a «el ordenamiento temporal de los eventos biológicos
más allá de la sección local», O'Rourke nos recuerda de nuevo que: “Los fósiles de zona
están considerados como las características más fiables para las correlaciones precisas y
a gran distancia.”
Como ya se ha mencionado antes, más y más geólogos modernos están ahora
reconociendo la existencia de razonamientos en círculo vicioso en sus metodologías
geológicas. Entre éstos, además de los ya citados, se halla el doctor Derek Ager, actual
presidente de la Asociación Geológica Británica.
“Es un problema no fácilmente resuelto por los métodos clásicos de
paleontología estratigráfica, ya que es evidente que nos hallaremos en medio de un
imposible argumento en círculo vicioso si decimos, primero, que una litología
determinada es sincrónica bajo la evidencia de sus fósiles, y en segundo lugar que los
fósiles son sincrónicos en base de la evidencia de la litología.”
En otro artículo, el doctor Ager, que es también Director del Departamento de
Geología de la Universidad de Swansea, señala el problema involucrado al tratar de
utilizar diferencias pequeñas entre organismos (esto es, lo que los creacionistas
denominarían cambios horizontales, o variaciones) como índices de tiempo:
“Todos sabemos que muchas aparentes explosiones evolucionistas no son nada
más que el resultado de una tormenta cerebral de paleontólogos particulares. Más puede
hacer un investigador con tendencia a la multiplicación artificial de especies en una
biblioteca que millones de años de mutaciones genéticas.”

461
Parece que esto debiera llevar a una gran incertidumbre en la utilización de
organismos marinos extinguidos (acerca de cuya variabilidad intraespecífica en tanto
que vivían no conocemos nada en absoluto) como fósiles de zona.
“La dificultad principal con la utilización de las presuntas secuencias antecesor-
descendiente para expresar la filogenia es que los datos bioestratigráficos se utilizan a
menudo en conjunción con la morfología de la evaluación inicial de las relaciones, lo
cual lleva a una evidente circularidad.”
En vista de tales admisiones de muchos evolucionistas líderes, es evidente que ni
hay, ni puede haber, prueba alguna de evolución. La evidencia que se presenta en favor
de la evolución es meramente la pura asunción de la evolución.
La discusión más extensa de las recientemente aparecidas acerca del problema
del razonamiento en círculos viciosos en la geología evolucionista es el artículo de
O’Rourke. Aunque él intenta explicar y justificar el proceso como estando basado en la
inducción de datos observados de campo, admite muchos problemas importantes en
relación a ello. Con respecto a la columna geológica y su erección teórica, dice:
“Los cuerpos materiales son finitos, y no hay ninguna unidad rocosa de
extensión global, pero la estratigrafía pretende una clasificación global. De una u otra
forma, los particulares tienen que ensancharse hasta llegar a universales. Aquí, el
materialismo ordinario deja la construcción de un sistema de unidades reconocido por
sus propiedades físicas, para seguir el materialismo dialéctico, que empieza con
unidades de tiempo, y que considera los cuerpos materiales como sus representantes
incompletos. Aquí es donde entra la sospecha del razonamiento en círculo vicioso,
porque le parecía al lego que las unidades temporales quedan abstraídas de la columna
geológica, que había sido erigida en base de unidades rocosas.”
La ficción de que la columna geológica estaba realmente representada por
verdaderas unidades rocosas en el campo hace tiempo ya que ha sido abandonada,
naturalmente:
“Alrededor de mediados del siglo XIX, la noción de unidades rocosas
«universales» había sido dejada a un lado, pero algunos estratígrafos se imaginan
todavía una especie de biozona global como «unidades de tiempo», que supuestamente
serían omnipresentes.”
Subyacente a estas asumidas unidades temporales tiene que hallarse la asunción
doctrinaria del evolucionismo, que es el componente básico del materialismo.
“La teoría del materialismo dialéctico postula la materia como la realidad última,
que no puede ser puesta en tela de juicio. La evolución es más que un concepto
biológico útil: es una ley natural que controla la historia de todos los fenómenos.”
Y si los datos físicos de campo parecen en cualquier caso contradecir este
desarrollo evolucionista asumido, ¡entonces los datos de campo pueden fácilmente ser
reinterpretados para que se correspondan con el evolucionismo!... Esto siempre es
posible en el razonamiento circular.
“Se tienen que considerar la estructura, el metamorfismo, la reformación de los
sedimentos y otras complicaciones. Las dataciones radiométricas no hubieran sido
factibles si la columna geológica no hubiera sido erigida en primer lugar. El axioma de
que ningún proceso puede medirse a sí mismo significa que no existe el tiempo
absoluto, pero esta reliquia de la mecánica tradicional persiste en la distinción común
entre edad «relativa» y «absoluta».”
En esta exposición, O'Rourke desacredita así el común hecho de apoyarse en un
argumento circular implícito que él atribuye a la asunción del materialismo dialéctico, y
apremia a sus colegas a que traten con pragmatismo con las unidades estratigráficas de
rocas tal como éstas se hallen en el campo, confiado en que éstas se correlacionarán un

462
día con la columna global erigida gradualmente por procedimientos similares a los
utilizados por sus predecesores.
No obstante, él reconoce que, si se ha de utilizar la columna geológica física real
como escala de tiempo, es imposible evitar el razonamiento en círculo vicioso:
“Las rocas sí asignan fecha a los fósiles, pero los fósiles asignan fecha a las
rocas con mayor exactitud. La estratigrafía no puede evitar este tipo de razonamiento si
insiste en utilizar solamente conceptos temporales, debido a que la circularidad es
inherente en la derivación de escalas temporales."

SURTSEY: MICROLABORATORIO PARA GEOLOGÍA DILUVIAL

(Marvin Lubenow, M.S., Th. D.)

E1 debate evangélico contemporáneo acerca de la «Geología Diluvial» se centra


alrededor de la legitimidad de extrapolar tasas de procesos geológicos actuales al
pasado, y de utilizar esta extrapolación para desafiar la posibilidad de que una
proporción significativa de los sedimentos y de los fósiles de la tierra sean resultado del
Diluvio de Génesis 7-9. El problema queda complicado por la imposibilidad de llevar a
cabo experimentos repetibles o de efectuar observaciones actuales acerca de un Diluvio
que se acepta como una singularidad, de extensión mundial, y de más de un año de
duración.
El nacimiento, en 1963, de la isla volcánica de Surtsey, frente a las costas de
Islandia, puede arrojar algo de luz sobre este problema. Ya que el nacimiento de Surtsey
fue a la vez singular y espectacular, la mayor parte de obras acerca de geología lo
mencionan. Solamente dos científicos islandeses, empero, escriben acerca de lo que
pudiera ser el factor geológico más importante -el desarrollo de un terreno maduro en
días o en semanas en Surtsey, que normalmente precisaría de miles de años en otras
partes. Ya que se cree que las dos fuerzas en operación en Surtsey -e1 volcanismo y la
acción marina- son dos de las fuerzas que se cree estuvieron en acción durante el
Diluvio del Génesis, Surtsey puede estar tan cercana a lo que se pueda llegar en el
mundo natural a un microlaboratorio para «geología diluvial».
El actualismo en geología extrapola tasas presentes de procesos geo lógicos al
pasado. Trata, de esta forma, de determinar no solamente la edad de formaciones
geológicas específicas, sino también la edad de grandes secciones de la corteza
terrestre. Aunque por lo general se afirma que estas edades son solamente relativas,
se les asigna en ocasiones valores absolutos.
El Diluvio del Génesis fue en realidad una combinación de fuerzas
sobrenaturales y naturales. Tan sólo unos pocos de los elementos sobrenaturales del
Diluvio son:
1.- Dios fue la causa de la catástrofe del Diluvio, en primer lugar (Génesis 6:13-
17)
2.- Dios dio las dimensiones y los planos del arca a Noé (Génesis 6:1416)
3.- Dios trajo los animales al arca (Génesis 6:20)
4.- Dios cerró la puerta del arca (Génesis 7:16)
5.- Dios hizo pasar un viento sobre la tierra (Génesis 8:1)
Por otra parte, hubo una cantidad de factores geológicos que, aunque fueron
originados por la actividad sobrenatural de Dios, una vez desencadenados llevarían a
cabo una inmensa cantidad de trabajo geológico sin la posterior intervención de lo
sobrenatural. Estas fuerzas son:

463
1) Una violenta lluvia durante cuarenta días y cuarenta noches (Génesis 7:14,
12)
2) Las fuentes del abismo se abrieron liberando inmensas cantidades de magma
(como lava) y de aguas subterráneas (Génesis 7:11)
3) Un viento que pasó sobre la tierra (Génesis 8:1)
4) La acción de las aguas del Diluvio debido a las mareas, posiblemente
provocada por la atracción gravitatoria de la luna, y no estorbada por los continentes,
debido a que estaban sumergidos (Génesis 8:3, 5)
5) Aunque no se mencione en Génesis de una forma específica, podemos
también inferir una actividad tectónica intensa debido a la estrecha asociación de las
zonas volcánicas de la tierra con las zonas sísmicas.
Dada la intensidad de estos cuatro, y probablemente cinco, factores geológicos y
la duración del Diluvio, el hecho de que el Diluvio fuera un juicio por el pecado del
hombre no impediría que se llevara a cabo una gran cantidad de trabajo geológico con
evidencias abundantes de él permaneciendo incluso en la actualidad. Era la intención
expresa de Dios destruir la tierra con la vida en ella (Génesis 6:7, 13) y esta intención
fue llevada a cabo (Génesis 7:21-23). El Nuevo Testamento confirma este hecho (2
Pedro 3:5, 6) Sugerir que todas estas fuerzas fueron desencadenadas para destruir la
tierra y toda su vida sin dejar muchos rastros geológicos es una postura increíble. De
hecho, se precisaría de un milagro de un orden superior impedir que se llevara a cabo
trabajo geológico. Apenas si es necesario decir que la Biblia no implica ni remotamente
que esto fuera impedido. Sería coherente con la naturaleza de Dios que Él quisiera que
quedaran bien visibles ante el hombre los efectos de este juicio a fin de que sirvieran
como advertencia al hombre del juicio de Dios sobre el pecado.
Hay dos maneras de llevar a cabo trabajo geológico. Puede conseguirse una
inmensa cantidad de trabajo geológico mediante fuerzas geológicas muy pasivas si estas
fuerzas geológicas pasivas tienen una gran cantidad de tiempo a lo largo del cual
trabajan. Esta misma cantidad de trabajo geológico puede ser llevado a cabo en un lapso
muy breve de tiempo si las fuerzas geológicas son lo suficientemente intensas o
violentas. Sólo recientemente han reconocido algunos geólogos la importancia de este
concepto de catastrofismo en la interpretación del registro geológico. Derek V. Ager
(University College de Swansea, y Presidente, en 1976, de la Asociación de Geólogos
Británicos) escribe:
“De manera que volvemos una y otra vez a la noción de los sucesos
cataclísmicos infrecuentes como participando principalmente en la erección del registro
estratigráfico tal como lo hallamos en la actualidad.
El huracán, la inundación o las olas de aguaje pueden hacer más en una hora o
en un día que lo que hayan podido hacer los procesos ordinarios de la naturaleza en mil
años.
No podemos demostrar que se esté dando en la actualidad nada comparable a las
grandes extinciones masivas del pasado... Y lo que es más, no podemos siquiera ver en
la actualidad los procesos que pudieran llevar a tales extinciones. Me parece que
confiamos demasiado en el presente estado de cosas, demasiado en el actualismo,
cuando interpretamos el registro fósil... Se podría decir de muchos paleontólogos, como
dijera el Profesor Hugh Trevor-Roper no mucho ha de los historiadores del siglo XVIII:
« Su error más serio fue el de medir el pasado por el presente. »
LOS PALEONTÓLOGOS NO PUEDEN VIVIR SOLAMENTE DE
ACTUALISMO.”
Es indudable que hay una medida de verdad en el actualismo, si por ello se
refiere uno a la regularidad de la naturaleza establecida por Dios (Génesis 8:22) De

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hecho, todo el fundamento de la ciencia moderna descansa sobre esta regularidad en la
naturaleza. Es esta regularidad la que hace posible que puedan llevarse a cabo
experimentos. El problema con la doctrina del actualismo es que a menudo se utiliza
como un principio arbitrariamente exclusivista por parte de los ateos, para eliminar toda
posible intervención divina en el pasado, tanto con respecto a la Creación como al
Diluvio. Este aspecto ateísta del actualismo no sólo queda implicado en la aplicación
práctica del concepto a los estratos rocosos, sino que se afirma sin ambigüedades en
muchas aulas de Universidades seculares.
Reside en la doctrina del actualismo una debilidad filosófica que parecen haber
pasado por alto la mayor parte de los geólogos seculares y algunos de cristianos. A fin
de afirmar con autoridad que el presente es la clave del pasado, se debiera bien poseer el
atributo de omnisciencia, que solamente Dios posee, o bien se debiera poder disponer de
testigos para toda la historia geológica a fin de saber con toda certeza que no hay
excepciones al concepto de actualismo. Las Escrituras afirman que sí ha existido una
excepción principal, una singularidad, en la pasada historia del planeta. Esta excepción
principal -e1 Diluvio- no hubiera podido dejar de tener un tremendo impacto en la
pasada geología de nuestro planeta.
A1 tratar con aquellos que no aceptan la cantidad de trabajo geológico que tal
Diluvio podría llevar a cabo en un breve período de tiempo, se presenta un problema en
términos de validación científica. Por la misma naturaleza del Diluvio Bíblico -una
singularidad que tuvo lugar solamente una vez, y de extensión mundial- queda
totalmente fuera del campo de la verificación científica mediante experimentos. Es por
esta razón que el reciente nacimiento de la isla volcánica de Surtsey toma un significado
especial como indicación de la velocidad que, en determinadas condiciones, pueden
tomar los procesos geológicos.
Surtsey, que recibe su nombre de un personaje en la mitología islandesa, empezó
como una erupción volcánica submarina el 14 de Noviembre de 1963, a unos 130
metros de profundidad en el Atlántico y a 32 kilómetros al sur de la costa de Islandia.
Se halla a 120 kilómetros, a vuelo de pájaro, de la capital de Islandia, Reikiavik. A1
siguiente día, el 15 de Noviembre, emergía un estrecho risco negro al aparecer la
cumbre del cono de cenizas. Había nacido una nueva isla.
El nacimiento de una isla volcánica no es algo totalmente desconocido en la
historia escrita -especialmente cerca de las costas de Islandia. Pero en todos los casos
anteriores, pronto fueron barridas de nuevo por la acción del mar. La tefra -cenizas,
piedra pómez- generalmente presente en la primera etapa de la erupción no era lo
suficientemente resistente como para resistir la erosión oceánica. No obstante, el 4 de
Abril de 1964 empezaron las corrientes de lava en Surtsey, brotando intermitentemente
hasta el 5 de Junio de 1967 - el último día en que se vio fluir la lava por la isla. Las
corrientes de lava le dieron una cubierta muy dura a la isla, asegurando su permanencia
como la más meridional de un grupo de islas conocido como las Islas Westman,
habiendo sido todas ellas formadas, probablemente, de la misma manera que Surtsey.
Las corrientes de lava también cambiaron a Surtsey de un cono de cenizas a un
volcán de escudo. Vino a ser así la primera vez en quizás 3000 años que el hombre haya
sido testigo de la creación de un volcán de escudo y de su desarrollo. En lo más intenso
de la corriente de lava, la superficie de la isla aumentaba en una hectárea cada dos días.
En Abril de 1965, la isla se había formado con una forma circular, con un diámetro de
1,7 kilómetros, un área de 3,2 kilómetros cuadrados, con un cono de tefra de 170 metros
de altura, y un cono acompañante de 122 metros de altura que contenía un lago de lava.
Durante el curso del desarrollo de Surtsey, nacieron dos islas más pequeñas en la

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vecindad como resultado de erupciones submarinas, pero pronto quedaron barridas por
el mar y desaparecieron.
No es totalmente sorprendente que Surtsey naciera donde nació. Se halla
enclavada encima de la Dorsal del centro del Atlántico, la cadena de fisuras y de
cordilleras submarinas que se extiende desde el Ártico hasta el Antártico. Ha habido
actividad volcánica reciente a lo largo de esta dorsal -en 1957 en las Azores, en 1961 el
volcán Aska en Islandia, en 1961 en Tristán de Acuña en el Atlántico meridional, y en
1963 en Surtsey. De hecho, Islandia constituye la mayor de las secciones emergidas de
esta Dorsal del centro del Atlántico y da a los geólogos la oportunidad singular de
estudiar la dorsal en seco. Islandia misma parece estar partiéndose en esta línea de la
dorsal, como se evidencia en las numerosas fisuras que se abren por la zona media del
país. Se cree que toda la Dorsal está sufriendo este proceso de tensión. De lo que todo
esto trata es que Surtsey se halla en una de las pocas zonas geológicamente activas de la
tierra, y esto hace que haya una vasta diferencia en la tasa de los procesos geológicos.
Surtsey se ha hecho famosa. Su actividad volcánica inicial fue dramática y llena
de colorido. Además, el nacimiento de una isla era algo absolutamente singular en
nuestra época científica. El resultado es que difícilmente haya algún libro de texto de
Geología escrito desde 1963 que no exhiba una o más fotografías de Surtsey en
erupción.
Pero, a pesar de toda esta publicidad y tantas fotografías, la mayor parte de los
geólogos han pasado por alto el verdadero significado geológico de Surtsey: que la
combinación de mar y volcán -dos de las mismas fuerzas que estuvieron activas durante
el Diluvio del Génesis- han producido en cuestión de días o semanas unos paisajes tan
variados y maduros que dan la apariencia de tener varios miles de años.
El biólogo islandés Sturla Fridriksson en su libro, Surtsey, trata básicamente de
la biología de la nueva isla, ya que constituye un relato preciso de cómo las plantas y los
animales invaden una isla volcánica estéril; también tiene importancia para los
creacionistas que están interesados en migraciones de plantas y animales después del
Diluvio.
En Surtsey fueron suficientes tan sólo unos meses para que fuera creado un
paisaje con tanta variación y madurez que era casi increíble. Durante el verano de 1964
y el siguiente invierno no solamente tuvimos una bóveda de lava con un ardiente lago
de lava en un cráter elevado y lava al rojo vivo manando y corriendo pendiente abajo,
aumentando la altura de la bóveda y transformando la configuración de la isla de día en
día. Se podían ver también amplias playas arenosas y despeñaderos y riscos batidos por
las olas del mar. Había bancos de grava y lagunas, impresionantes acantilados, de un
blanco gris de la salmuera que salía de la tefra, dándoles un parecido con los acantilados
blancos de la costa inglesa del Canal. Había cavidades, cañadas, y tierras suavemente
onduladas. Había fracturas y pendientes falladas, canales y desgalgaderos. Había a
menudo furiosos vientos y tormentas de arena, que reducían la visibilidad a cero. Se
podía llegar a una playa cubierta de lava corriente descendiendo al mar con blancas
bolas de humo ascendiendo a gran altura. Tres semanas después se podía ir al mismo
lugar y quedarse uno literalmente aturdido ante lo que se extendía a la vista. Ahora se
veían acantilados cortados de considerable altura, y debajo de ellos se veían peñascos
gastados por el oleaje, algunos de los cuales eran ya casi redondos, sobre una plataforma
de abrasión cortada adentro del acantilado, y más allá se hallaba una playa arenosa en la
que se podía andar durante la marea baja sin mojarse. A la siguiente vez que se iba allí,
ardientes corrientes de lava corrían por encima del acantilado marítimo. Un día, el
oleaje había cortado una gran sección de un muro de tefra. A1 siguiente, más embates
del mar. De esta manera, las fuerzas constructivas y las destructivas libraban una

466
continua batalla por esta isla, que es y será un verdadero paraíso para los
geomorfólogos.
En el National Geographic, Thorarinsson afirma:
“Para los geólogos y geomorfólogos es una gran aventura explorar esta nueva
isla. Los contornos varían de día en día, y en una semana somos testigos de cambios
que en otros lugares pudieran precisar de décadas o incluso de siglos. Observamos
pendientes de gravas, tranquilas lagunas, y farallones tan blanqueados por la salmuera
que recuerdan los acantilados blancos de Dover. A pesar de la extrema recencia de la
isla, nos encontramos ahora ante un paisaje tan variado que es casi imposible de
creer.”
Surtsey da varias lecciones al geólogo -y, en verdad, a todos nosotros-. La
primera es que los términos tan frecuentemente hallados en la literatura geológica como
«paisaje antiguo» o «paisaje maduro» son, como mucho, subjetivos y engañosos.
Podían ser utilizados para referirse a desarrollo o a progreso, pero no tienen significado
por lo que a su edad se refiere. Simplemente, no se puede hablar autorizadamente de
edades a no ser que se conozca el tipo y la intensidad de las fuerzas que produjeron
aquel paisaje.
La segunda lección a sacar de Surtsey es que es evidente que podría haber un
error muy fundamental involucrado en las mediciones de tiempo de los fenómenos
geológicos cuando se extrapola hacia el pasado. Para utilizar las mediciones actuales en
la determinación del tiempo involucrado en la actividad geológico del pasado, se tiene
que asumir, en primer lugar, que la tierra siempre ha sido formada y conformada por
fuerzas muy pasivas como las que están en acción en casi todo el mundo en la
actualidad. Si, no obstante, la mayor parte de la actividad geológica del pasado tuvo
lugar bajo condiciones intensas y violentas -como las del Diluvio- entonces las
mediciones actuales de las tasas de los procesos geológicos no significan nada en la
interpretación de la historia de la tierra. De hecho, no solamente no significan nada, sino
que son totalmente engañosas si se las toma como la clave del pasado. Para los geólogos
que se hallan esclavizados por la doctrina del actualismo, las palabras sobrias de
Sigurdur Thorarinsson debieran ser de ayuda para producir una intensa y seria
reevaluación de todo el concepto:
“Un islandés que haya estudiado geología y geomorfología en Universidades
extranjeras tiene que aprender más tarde por experiencia en su propia patria que la
escala de tiempo que le han enseñado a aplicar a los desarrollos geológicos es engañosa
cuando se evalúan las fuerzas -constructivas y destructivas- que han moldeado y siguen
moldeando la faz de Islandia. Lo que en otras partes pueda precisar de milenios puede
conseguirse aquí en un siglo. Similarmente, se queda asombrado cuando visita Surtsey,
porque los mismos desarrollos pueden precisar aquí solamente de unas pocas semanas o
incluso unos pocos días.”

CIENCIA Y EVOLUCIÓN

Debemos estar muy agradecidos a algunos científicos que están


proporcionándonos una vista creciente, admirable y grandiosa, un sentir de lo inefable
que es Dios y sus obras, al grado que otras generaciones no llegaron a tener. Los vastos
universos arriba y los mundos de la naturaleza, para los que no mantienen prejuicios,
constituyen pruebas de una inteligencia y de un poder inimaginable. (Sal. 19:1) Pero
uno necesita despojarse de todo prejuicio o ninguna prueba le bastará, porque «no hay
peor ciego que el que no quiere ver».

467
Como creyente en Dios, el doctor Werner Von Braun, director de la Nasa y
quien dirigió los primeros viajes a la Luna, dijo: «Un algo tan bien ordenado y
perfectamente creado como es nuestra Tierra y el Universo, tiene que tener un hacedor,
un maestro diseñador. Una cosa tan ordenada, tan perfecta y minuciosamente
equilibrada, tan majestuosa como es la creación, solamente puede ser el producto de
una idea divina.» También en otra parte de sus escritos declara: «Nuestra supervivencia
presente y futura, depende más de nuestra adhesión a lo espiritual que a lo científico.»
El doctor Roberto Jastrow, director del Instituto Goddard, declara: «Estoy
fascinado por los procesos de algunos de los desarrollos en la astronomía... la
evidencia astronómica nos lleva empero a un concepto bíblico del origen del mundo.»
Por otra parte, el doctor Charles Stine dice: «El mundo que nos rodea, esta bella
e intrincada creación, lleva la rúbrica de su Creador grabada en sus obras. Delante de
todos los prodigios de todo lo creado, todo ser humano debe sincera y humildemente
adorar al Creador.»
Éstas son declaraciones de los más preclaros hombres de ciencia de nuestro siglo
y coinciden con la declaración de las Sagradas Escrituras: « ¡Oh profundidad de las
riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e
inescrutables sus caminos!» (Romanos 11:33).
Las Sagradas Escrituras constituyen el mejor intérprete de si mismas. ¿Cómo
entendieron Nuestro Señor Jesucristo y sus apóstoles las cosas del Génesis? En los
cuatro primeros capítulos de este libro, cuyo nombre en hebreo es «Breshitz», o sea
copiando su primera frase «en el principio», se mencionan 18 personas y
acontecimientos aceptados en el Nuevo Testamento como históricos y otros tantos en
los capítulos cuatro al once. En Mateo 19:3-9, Nuestro Señor se refiere al relato de la
creación del hombre como histórico y auténtico. Evidentemente hablaba de una realidad
tal como era y no de una nebulosa, alegoría, o mito. La creación especial de la mujer no
puede ser reconciliada con ninguna teoría de evolución. El apóstol Pablo hace referencia
a la creación de la mujer en 1 Cor. 11:8 y 12, diciendo que la mujer es del hombre
usando la palabra griega «ek» que quiere decir «procedente de». En Romanos el mismo
apóstol se refiere a la tentación como un hecho histórico y considera a Adán tan
histórico como Moisés. En 2 Cor. 11:3 declara que la serpiente engañó a Eva con
astucia, (naturalmente, la serpiente a que se alude es una personificación del mismo
Satanás).
El doctor J. C. Whitcomb en «Creación según la Palabra de Dios», pág. 28
escribió: «... esos hombres (los modernistas escépticos) tienen derecho en una nación
democrática a renunciar a un Adán histórico si así lo desean, pero no tienen al mismo
tiempo el privilegio de declarar que Jesucristo hablaba la verdad. Adán y Jesucristo se
afirman o caen juntos. El mismo Jesucristo, hablando de Moisés dijo: «Pero si no
creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?» (Juan 5:47).
Refiriéndose a la diferencia esencial que existe entre el ser humano y las bestias,
el apóstol Pablo dice: «No toda carne es la misma carne, una es la carne de los
hombres y otra la carne de las bestias.» (1 Cor. 15:39) La raza humana no es una ramita
de una especie de cuadrúpedos, según refiere el imaginario árbol evolutivo. Si el
hombre hubiera sido un animal antes de recibir el aliento de vida, ya habría sido macho
y hembra, y Gen. 1:27 y cap. 2:18-23 serían inexactos. Si admitimos un acto creador
sobrenatural para explicar las características que distinguen al hombre de sus supuestos
antecesores, con lo mismo declaramos que la evolución no explica el origen de la raza
humana. Para Dios modificar un mono para convertirlo en un hombre con un alma
destinada a la inmortalidad, requiere tres milagros: físico, psíquico y espiritual. Pero si
vamos a aceptar tal intervención divina (como se ven obligados a hacer los

468
evolucionistas que se llaman cristianos) ¿por qué no creer todos los detalles revelados
en la Sagrada Escritura?
Que el relato bíblico humaniza a Dios a quien estamos obligados a considerar,
comúnmente, como un espíritu infinito universal, en un aspecto, es la verdad. Tenemos
en las Sagradas Escrituras ejemplos de que el Espíritu Infinito asumió formas humanas
para revelarse a los hombres, como en los casos de Abraham (Gen. 12:7) Jacob, (Gen.
22:30), Moisés (Ex. 33:20) y otros. Si Dios se mostró en forma humana a siervos suyos
distinguidos durante el período de la Ley ¿por qué no podemos admitir que Dios se
mostró asimismo, como una teofanía, al primer hombre creado a su imagen y
semejanza? (Gen. 1:26-27).
Que el animal es esencialmente diferente de los seres humanos, tenemos
evidencias psicológicas actuales en muchos aspectos: El animal no tiene aspiraciones de
vivir más allá de la muerte, huye de los peligros que amenazan su vida de puro instinto.
No tiene facultades para mejorar su vida presente. Ningún animal ha inventado jamás
máquinas y es por los instintos con que Dios lo ha dotado, que utiliza las cosas que
encuentra en la naturaleza. El hombre ha estudiado el por qué de las segundas causas y
ha construido toda clase de artificios que lo favorecen, alargando su vida presente y
haciéndola muchísimo más cómoda.
Un mono se limita a arrancar las frutas, las come a mordiscos. Viaja moviendo
las extremidades de su cuerpo, agarrándose a las ramas de los árboles; pero el hombre
ha construido máquinas para trasladarse a grandes velocidades sobre la tierra, el mar y
aún en el aire.
Hay hombres tan atrasados que se limitan a vivir casi como los monos, por tal
razón son llamados los bosquimanos, pero las experiencias de los investigadores
naturalistas han puesto de relieve su carácter humano, y cuando alguno de los tales
atrasados son instruidos y llevados a alguna Universidad, pueden mostrarse tan
inteligentes como cualquier otro hombre o mujer.
La Biblia presenta a Adán y a Cristo como personas históricas, reales y en
Romanos 5:12 el apóstol Pablo hace una comparación y un contraste entre Adán y
Cristo: por uno vino el pecado, por el otro la redención. La validez del argumento de
Pablo depende del hecho de que, como Cristo era una persona histórica, así lo era Adán.
No puede haber paralelo verdadero entre un Adán imaginario y un Cristo histórico.
Adán es esencial al sistema teológico como lo es el Señor Jesús, a quien el Nuevo
Testamento llama el segundo Adán, por necesidad tenemos que seguir creyendo en la
realidad del primer Adán.
Para dejar de claudicar y dedicarse de lleno a la voluntad de Dios el creyente
necesita convencerse del todo de la falsedad de la hipótesis de la evolución. La falta de
evidencias, de probabilidades y de posibilidades es tan grande que el cristiano no tiene
razón para perder el tiempo tratando de reconciliar las enseñanzas bíblicas con las
nebulosas, confusas y variables teorías humanas. Ningún hecho comprobable ha sido
descubierto por ninguna de las ciencias que obliga al creyente en Cristo a ver en la
teoría de la evolución más que una mera hipótesis ajena a toda fe cristiana.
No podemos creer en la evolución, hay contradicciones y obstáculos
insuperables desde todo punto de vista científico. Tampoco es sensato creer en la
evolución porque contradice la revelación divina, que es el testimonio del Gran
Protagonista de la creación entera.
Muchos creyentes están confundidos al ver a sus líderes claudicando, en vez de
ponerse de una vez y de un todo al lado de la Revelación Divina, y los hechos
comprobados, y no de parte de conjeturas de una «falsamente llamada ciencia». Al
parecer, hombres, adalides, que en años pasados estaban firmes, hoy no quieren tomar

469
una posición sobre el tema para que los del mundo no los tengan por atrasados.
Consciente ó inconscientemente, los evolucionistas ateos y los evolucionistas teístas
están socavando la autoridad de la Biblia. Si aún después de ser confirmados por el
Señor Jesucristo y el apóstol Pablo, los primeros capítulos de Génesis no los creen
históricos, entonces ¿cómo pueden confiar en el resto del Antiguo y Nuevo Testamento?
Mientras algunos pastores se duermen, el diablo y sus colegas están sembrando
abundantemente semillas de incredulidad en sus mismas congregaciones. Una vez
echadas, si los creyentes no están bien preparados para rechazarlas, echarán raíces y
difícilmente podrán ser arrancadas (Mateo 13:25). En los Colegios y Universidades
nuestros jóvenes están recibiendo en sus cerebros un bombardeo continuo de
evolucionismo; con tal perniciosa influencia es difícil que lleguen a confiar de corazón
en el Salvador.
No teniendo ninguna base, ni científica ni bíblica, ninguna de las teorías de la
evolución, dependen para su aceptación enteramente del prestigio de sus inventores y
padrinos. Entonces ¿por qué tiene un creyente bíblico que transigir con una teoría
sumamente especulativa? ¿Por qué ha de imaginar que la vida surgió por generación
espontánea de material inerte allá en la noche del pasado de los incrédulos?
Con el aumento de la incredulidad entre los llamados pueblos civilizados, a
personas que creen que descendieron de unos brutos no les importa comportarse como
esos antepasados. Pero los que creemos, como nos enseñan las Sagradas Escrituras, que
el hombre y la mujer son creación de Dios, hechos a su semejanza, a pesar de ser
estorbados por los resultados de la caída, sentimos la dignidad de nuestro origen y
quisiéramos actuar de acuerdo con tal superior origen y con el superlativo destino que
las promesas divinas nos aseguran.
Los investigadores cristianos se han dado cuenta de que la copiosidad de
azúcares, almidones, hidrocarburos en ciertas frutas y hortalizas, no es necesaria para la
vida y desarrollo de las plantas que lo producen. Es que Dios, con infinita sabiduría,
preparó todo para sus criaturas que iban a poblar la tierra. En cuanto a la belleza, los
colores, y perfumes de muchas flores, las salidas y puestas del sol tan hermosas y
celebradas por las inteligencias humanas, las preparó para la única de sus criaturas
capaz de apreciarlas, —el hombre— ya que los animales no pueden gozarse en el arte,
ni en la belleza.
El profesor A. T. Hallis dice: «Es verdad que para el Señor un día es como mil
años (2 P. 3:8), pero necesitamos recordar que el tiempo, por largo que lo imagine el
hombre, es un recurso muy pobre e innecesario para esa omnipotencia que puede
actuar sin referencia al tiempo.»
El doctor H. M. Morris nota: «la evolución contradice la historia bíblica de la
creación. Diez veces en el primer capítulo de Génesis se afirma que Dios creó plantas y
animales para reproducirse según su género». La palabra que se traduce «género»
puede ser más amplia que el concepto moderno de «especie», pero por lo menos implica
límites definidos de variación.
La palabra hebrea «bara» aparece 55 veces en el A. T. y casi siempre denota
crear, en el sentido estricto de originar directamente algo nuevo. La palabra hebrea
«asah» aparece 2.600, veces y se traduce por hacer y trabajar. Si la evolución fuera
verdad, no habría necesidad para el historiador de usar «bara» con referencia a algunas
cosas en los capítulos uno y dos de Génesis; «asah» habría servido para todo.
Sencillamente debemos atenemos a la revelación divina. Nadie debe olvidar que
muchos libros de texto científicos tienen que ser revisados cada cinco años y corregidas
muchas de sus afirmaciones. «Uno debe entender las palabras de las Sagradas

470
Escrituras en el sentido literal, a menos que el contexto indique que su significado es
figurado o que la interpretación resulte ser una contradicción o absurdo manifiesto.»
Para el Señor Jesucristo y los escritores de la Biblia, la primera familia de Adán,
Eva y sus hijos, estuvo formada por personas históricas, que aparecieron y actuaron
como seres plenamente conscientes. No eran medio idiotas, evolucionados de la
animalidad. Existen muchos hechos bien comprobables en nuestros días que lo
confirman.
Los dibujos policromados de las cuevas de Altamira, en España, y otros
hallazgos artísticos similares, atribuidos a los primeros hombres en la edad llamada de
Piedra, demuestran una concepción artística y una sagacidad notable y son un evidente
mentís a la teoría de la evolución. Hay una diferencia destacada entre la mente animal y
la humana. El mono y el chimpancé, con cuerpos similares a los del hombre, se
muestran tan sólo capaces de imitar a su instructor humano, pero no de aprender,
reflexionar y tener ideas creativas, pero, como hemos dicho, aun las razas atrasadas
humanas son capaces de aprender y llegar en unos pocos años al mismo nivel que sus
maestros. Pueden referirse centenares de casos entre habitantes del África, tanto de los
bosquimanos como de los hotentotes, que al pasar de su vida nómada, entrando en
contacto con la civilización y sobre todo con el Evangelio, mediante misioneros, han
cambiado su vida salvaje hasta venir a ser hombres y mujeres educados y de virtudes
cristianas, inaccesibles a los seres meramente animales. ¿No demuestra esto lo que
declara la palabra inspirada por el Creador, en las grandes afirmaciones de la Biblia? El
hombre más atrasado de la tierra, puede convertirse, o sea aceptar a Jesucristo como su
Salvador personal y entrar en una nueva relación con Dios, hasta el punto de llegar a ser
un líder cristiano. Esto no es posible en seres animales que carecen de espíritu. Ya sea
un inteligente perro, o un pícaro mono, pueden ser enseñados, pero no convertidos. En
cambio el hombre más atrasado puede llegar a ser un santo.
El relato histórico de Génesis, confirmado por otros pasajes bíblicos como
Hebreos 11:3, Salmo 33:9 y 103, 104, en precioso lenguaje de inspiración poética, nos
indica que la Creación no evolucionó durante millones de años, sino que fue originada
al principio de todas las cosas por la voluntad de Dios. Podemos eso sí, creer que los
tres primeros capítulos son simplemente un resumen de algo terrible que ocurrió en el
jardín del Edén, que ha causado las condiciones actuales de la tierra, por cierto bien
contrarias a la voluntad de Dios por casi seis mil años.
El creyente bíblico tiene una gran ventaja sobre los evolucionistas, empieza con
la solución de todos los problemas acerca de los orígenes del Universo, este mundo y
sus criaturas. Le bastan por ahora los detalles que el todo sabio Dios se ha dignado
darnos. Mientras que el evolucionista, además de no tener ninguna explicación sobre el
origen de la vida, y su continuación en las varias formas en que aparece al presente,
tiene que enfrentarse con un sinfín de problemas sin una sombra de soluciones.
El Creador no creó al mundo y lo abandonó. Lo mantiene, guardándolo de caer
en un caos. «Él sustenta todas las cosas.» (Hebreos 1:3; Hechos 17:28) Si Dios dejara
de sostener las cosas, el Universo dejaría de existir. Tal declaración es asombrosa, pero
cierta. Los científicos no saben por qué los átomos permanecen estables y no explotan
en una reacción en cadena. Nosotros sentimos que el mundo que nos rodea está firme,
que es duradero. También a veces nos parece que Dios es algo vago y esquivo. Pero en
realidad es todo lo contrario. «El mundo existe y sigue existiendo porque Dios existe, y
porque momento a momento Él lo mantiene unido.»
El Prof. E. H. Andrews escribió: «La Biblia enseña que Dios está por encima de
la naturaleza. Él la sostiene y el mundo no podría existir sin Dios. Él existía antes del
principio del Universo, y existirá después de que éste se acabe. Dios existe más allá y

471
por encima de la naturaleza. La naturaleza depende de Él, pero Él no depende de la
naturaleza.»
«Y Él es antes de todas las cosas y todas las cosas en Él subsisten.» (Col. 1:17)
“Porque en Él vivimos, nos movemos, y somos”... (Hechos 17:28).
En su libro titulado: «El rendirnos a la evolución ¿es inevitable o inexcusable?»,
J. C. Vos nota que «las llamadas pruebas de la evolución, al ser examinadas
detenidamente, resultan ser no evidencias científicamente verificables, sino opiniones
filosóficas de unos hombres que no quieren aceptar lo sobrenatural manifestado en la
revelación divina».
La fe cristiana no necesita ser una fe ciega, puede ser, y es, una fe que cuadra
con los hechos, una fe que honestamente examina las evidencias y constantemente
compara las suposiciones con las realidades. J. C. Vos dice: «Debemos dejar nuestro
complejo de inferioridad y con valor insistir a que se llamen las cosas por su nombre,
que se distinga entre una fe firme y racional y las especulaciones filosóficas de
supuestas pruebas científicas.»
No podemos sacrificar la Verdad (el Evangelio) por nada, y menos hacerlo en
aras de un arrogante intelectualismo ateo y equivocado.
“Si los cristianos estuvieran mejor informados y mejor dispuestos a mantenerse
por Cristo, por Dios y la Biblia, la doctrina de la evolución sería reconocida por lo que
es: una filosofía impía y destructora de la fe”. R. C. Artist, Ph. D., catedrático de
Botánica y Biología, Nashville, Tenn.
«Los crímenes deben ser expuestos, no cuando (ya) son temas de conversación,
sino cuando se están cometiendo.», dice Alexander Solzhenitsin. ¡Uno de los mayores
crímenes en daños y perjuicios que se está cometiendo actualmente es el
envenenamiento en masa de millones de seres humanos por la funesta propaganda
evolucionista!
A la luz de lo expuesto ¿qué deben hacer los creyentes bíblicos? Pues no
quedarnos sentados tranquilos como meros espectadores, sino orar mucho, informamos
mejor si hace falta, y aún cuando no le den las gracias, corregir y exhortar a los ya
engañados, y proveer literatura buena y comprensible a los que están en peligro de
disminuir su confianza en las Sagradas Escrituras.
El intento enorme y tan extendido de explicar todo por la casualidad y la
evolución, debe impulsar a todo seguidor del Señor Jesucristo a hacer todo lo que pueda
para contrarrestar los efectos perniciosos, opuestos a la fe bíblica.

ADN CONTRA LA EVOLUCIÓN


Todos los días nos encontramos con información codificada en más de una forma: letras del
alfabeto, braille, gráficos, notas musicales, lenguaje oral, gestos con las manos, señales de radio o
programas informáticos, los cuales utilizan un código binario de ceros y unos. El medio para
transmitir la información puede ser prácticamente cualquier cosa, desde la luz y las ondas de radio
hasta el papel y la tinta. Sea como sea, la gente siempre asocia la información que tiene sentido
con una mente inteligente... excepto cuando se halla contenida en una célula viva. Tal
información, dicen los evolucionistas, apareció así como así o se escribió sola de algún modo. ¿Es
eso cierto?
Protegido en el interior del núcleo de casi todas las células del cuerpo, se encuentra un
sorprendente código llamado ácido desoxirribonucleico (sus siglas son ADN). La molécula de
ADN está formada por dos largas hebras retorcidas como una escalera de caracol. Nuestro ADN es
como una receta, o programa, que dirige la formación, crecimiento, mantenimiento y reproducción de

472
los billones de células que componen el cuerpo. Las unidades básicas del ADN se llaman nucleótidos
y se designan con las letras A, C, G y T, dependiendo de la base química que contengan. (Cada
nucleótido contiene una de cuatro bases químicas: adenina (A), citosina (C), guanina (G)
y timina (T)
Al igual que las letras del alfabeto, estos cuatro caracteres se pueden combinar de múltiples
maneras con el fin de formar "oraciones", es decir, instrucciones para los procesos que tienen lugar en el
interior de la célula, como el de la replicación.
El conjunto total de la información contenida en el ADN se denomina genoma. Algunas
secuencias de letras de su ADN son exclusivamente suyas y de nadie más, pues el ADN es el
portador de su información hereditaria (el color de sus ojos o su piel, la forma de su nariz,
etc.). En palabras llanas, su genoma es como una inmensa biblioteca de recetas para cada
parte de su cuerpo, y el producto final es usted.
¿Cuál es el tamaño de esta "biblioteca"? Su longitud es de unos tres mil
millones de "letras", o nucleótidos (bases) Si se trasladaran al papel, ocuparían 200 guías
telefónicas de 1.000 páginas cada una, según el Proyecto Genoma Humano.
¿Cuánto mide su ADN?
El ADN de una sola de sus células mide extendido dos metros. Si se extraen las
hebras de ADN de los billones de células que forman su cuerpo y se ponen una detrás
de la otra, su longitud total equivaldría, según ciertos cálculos, a casi seiscientos setenta
viajes de ida y vuelta de la Tierra al Sol. Recorrer esa distancia a la velocidad de la luz
le tomaría aproximadamente ciento ochenta y cinco horas
Si la razón dicta que una inscripción grabada sobre una piedra tiene que ser obra
de un ser inteligente, ¿no debería serlo también la información contenida en el ADN, que
es infinitamente más compleja y significativa? Al fin y al cabo, la información es
información, independientemente de dónde se halle o qué forma adopte. Donald E.
Johnson, doctor en Química y especialista en Ciencias de la Información y la Informática,
declaró que las leyes de la Química y la Física son incapaces de generar por sí mismas
información compleja o sistemas que la procesen. Y es lógico que cuanto más compleja sea
la información, más inteligente será su autor. Solo una mente sobrehumana pudo haber
escrito el código de la vida. Es más, como señala la revista Nature, "la complejidad de la
biología parece haber aumentado en órdenes de magnitud" con cada nuevo descubrimiento.
Atribuir la compleja biblioteca de información del ADN a procesos ciegos y
azarosos contradice la razón y la experiencia. (Supuestamente, la evolución ocurrió
como resultado de las mutaciones, algo científicamente inexacto y negativo, porque
las mutaciones no llevan a mayor perfección del organismo, sino a su deterioro,
como ocurre, por ejemplo, con el cruce entre el caballo y el asno: sale el mulo,
animal estéril)
En sus intentos de borrar del panorama a Dios, los evolucionistas han sacado a
veces conclusiones que más adelante han resultado estar equivocadas.
Desde hace tiempo, los biólogos han sostenido que el ADN es una receta para la
fabricación de proteínas y nada más. No obstante, con los años se ha descubierto que solo un 2%
del genoma consiste en codificadores de proteínas. ¿Cuál es el propósito del 98% restante? Este ADN
misterioso "fue calificado inmediatamente de basura evolutiva", observó John S. Mattick,
profesor de Biología Molecular de la Universidad de Queensland en Brisbane (Australia)
El término ADN basura fue acuñado por el evolucionista Susumu Ohno. En su
artículo Tanto ADN "basura" en nuestro genoma, el científico afirmó que las secuencias sobrantes
de ADN "son vestigios de experimentos fallidos de la naturaleza". Y añadió: "La Tierra está llena de
restos fósiles de especies que han desaparecido; ¿debería, entonces, extrañarnos que nuestro ge-
noma también esté lleno de los restos de genes extintos?"

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¿Qué repercusiones tuvo en el estudio de la genética el concepto del ADN
"basura"? En palabras del biólogo molecular Wojciech Makalowski, esta forma de pensar
"ahuyentó a los investigadores e impidió que estudiaran el ADN no codificante [o basura] con la
excepción de un reducido número de científicos que, "corriendo el riesgo de ser ridiculizados,
exploraron territorios poco populares". Makalowski señala que "gracias a ellos, la visión que se
tenía del ADN basura [...] empezó a cambiar a principios de la década de 1990". Además, lo que
solía llamarse "basura", hoy es catalogado por los biólogos en general como "un tesoro genómico".
El citado profesor Mattick opina que la teoría del ADN "basura" es un clásico ejemplo de
cómo la tradición científica "puede desvirtuar la interpretación de las observaciones". Y agrega:
"Haber ignorado la posibilidad de que estas secuencias desempeñaran una función importante bien
puede pasar a la Historia como uno de los más grandes errores sufridos por la Biología molecular". La
ciencia debe determinar la verdad sobre la base de las pruebas, no por votación popular. Siendo así,
¿qué revelan las pruebas recientes sobre la función del ADN "basura"?
En una fábrica de automóviles hay maquinaria para elaborar diferentes piezas, las cuales
podemos asemejar a las proteínas que se elaboran en una célula. La fábrica también necesita
aparatos y sistemas que ensamblen todas esas piezas paso a paso y que controlen las tareas de
ensamblaje. Lo mismo sucede con los procesos que tienen lugar en el interior de la célula. Aquí es
donde, según los investigadores, entra en juego el ADN "basura". Gran parte de este contiene la
receta para formar un tipo de molécula compleja llamada ácido ribonucleico (ARN) regulador, que
desempeña un papel esencial en el desarrollo y funcionamiento de la célula. (Los estudios recientes
señalan que las largas moléculas de ARN no codificante son bastante complejas y, además,
necesarias para el desarrollo normal de la célula. Se ha descubierto que las fallas en estas
moléculas están vinculadas a muchas enfermedades, como diversos tipos de cáncer, psoriasis y
hasta la enfermedad de Alzheimer. Es probable que lo que un día se calificó de "basura" encierre
la clave para el diagnóstico y tratamiento de varias enfermedades) "La mera existencia de
estos reguladores exóticos —afirma el biólogo matemático Joshua Plotkin en la revista Nature—
indica que nuestra comprensión de las cosas más elementales [...] es increíblemente simplista."
Tony Pawson, biólogo celular de la Universidad de Toronto (Ontario, Canadá), explica: "La
información de señalización en las células se transmite a través de redes de información y no de
simples rutas aisladas", lo que hace que el entero proceso sea "infinitamente más complejo" de lo
que se creía. De hecho, el genetista Leonid Kruglyak, de la Universidad de Princeton, dijo que
"muchos de los mecanismos y principios que regulan el comportamiento intercelular e intracelular
siguen siendo un misterio".
Cada nuevo descubrimiento sobre la célula apunta a niveles más y más altos de
orden y complejidad. Entonces, ¿por qué se aferran tantas personas a la noción de que la
vida y el sistema de información más sofisticado que el hombre haya conocido son
producto de un proceso evolutivo aleatorio?
Ningún ser humano presenció el surgimiento de la vida en la Tierra, como tampoco
nadie ha visto un organismo evolucionar hasta convertirse en otro; por ejemplo, un reptil
en mamífero. (El biólogo Ernst Mayr, aunque firme creyente en la evolución, admitió que "el
registro fósil es un registro discontinuo", ya que los nuevos tipos de organismos aparecen de
repente)
Así que para llegar a conclusiones sobre el origen de la vida, tenemos que fundarnos
en las pruebas existentes. Y tenemos que dejar que estas hablen por sí solas en vez de
forzarlas para que digan lo que queremos.
Sin embargo, muchos ateos ven la ciencia a través de la lente del materialismo,
doctrina filosófica que atribuye el origen de la vida a causas puramente materiales.
"Tenemos un compromiso previo [...] con el materialismo —escribió el evolucionista
Richard C. Lewontin—. Ese materialismo es absoluto, porque no podemos permitir que la

474
divinidad meta el pie en la puerta." Es natural, pues, que los materialistas abracen la única
alternativa que les queda: la evolución.
A algunos científicos les preocupa mucho el hecho de que el genoma humano se
está deteriorando debido a la acumulación de mutaciones, o imperfecciones. De ser
cierto, esto echaría por tierra la hipótesis de que estamos evolucionando, o mejorando.
Pero si fue Dios quien creó el genoma, ¿por qué tiene defectos? La Biblia nos dice lo
que la ciencia no puede: que la imperfección humana es consecuencia del pecado, o sea,
de la desobediencia a Dios. "Por medio de un solo hombre [Adán] el pecado entró en el
mundo, y la muerte mediante el pecado", explica Romanos 5:12. El deterioro del
genoma es un argumento en contra de la evolución y en favor de la Biblia. ¿Continuará
por siempre este deterioro? No. Dios ha prometido tomar cartas en el asunto y deshacer
el daño causado por nuestros primeros padres. En efecto, será el Creador, no la ciega
evolución, quien perfeccione nuestro genoma (Apocalipsis 21: 3, 4)
Algunos evolucionistas creen lo siguiente con respecto al origen de las complejas
moléculas que componen los organismos vivos:
1. De alguna manera, los elementos primordiales se combinaron para formar
moléculas básicas.
2. Dichas moléculas se enlazaron siguiendo las secuencias exactas para formar ADN, ARN
y proteínas con la capacidad de almacenar la información necesaria para los procesos esenciales de
la vida.
3. Las moléculas formaron de algún modo las secuencias precisas para replicarse a sí
mismas. Sin la replicación no puede haber desarrollo evolutivo; es más, ni siquiera puede haber
vida.
¿Cómo se formaron las moléculas de la vida y cómo adquirieron sus asombrosas
capacidades sin un diseñador inteligente? Los investigadores evolutivos no pueden
explicar o responder de manera satisfactoria las preguntas sobre el origen de la vida. En
efecto, quienes niegan la intervención de un Creador atribuyen poderes divinos a las
moléculas y las fuerzas naturales ciegas.
Ahora bien, ¿qué indican los hechos? Las pruebas no muestran que las moléculas
se conviertan en formas de vida complejas, sino todo lo contrario: las leyes físicas dictan que las
cosas complejas —las máquinas, las casas y hasta las células— se desintegran con el tiempo.
(Dicha desintegración obedece a lo que los científicos llaman la segunda ley de la
termodinámica. En pocas palabras, esta ley establece que el orden tiende naturalmente al
desorden) Los evolucionistas, sin embargo, afirman lo opuesto. Por ejemplo, el libro Evolution for
Dummies (La evolución para tontos) dice que la evolución tuvo lugar porque la Tierra "recibe
muchísima energía del Sol, y esa energía es el motor de la complejidad".
Es cierto que se necesita energía para transformar el desorden en orden; por ejemplo, para
armar una casa con ladrillos, tablas y clavos. Pero esa energía debe ser controlada cuidadosamente y
empleada con precisión. ¿Por qué? Porque la energía descontrolada tiende a acelerar la
descomposición de las cosas, tal como la energía del Sol y de los elementos atmosféricos puede
precipitar el deterioro de un edificio. (El ADN puede sufrir alteraciones debido a las mutaciones,
que son provocadas por agentes como la radiación o ciertas sustancias químicas; sin
embargo, las mutaciones no crean nuevas especies) Los defensores de la evolución no pueden
explicar a satisfacción cómo es posible que la energía se dirija a sí misma para crear.
Por otro lado, cuando se ve la vida y el Universo como la obra de un Creador sabio que
posee "abundancia de energía dinámica", es posible explicar no solo la complejidad de los
sistemas de información de la vida, sino también las fuerzas finamente sincronizadas que rigen
la materia, desde las vastas galaxias hasta los diminutos átomos (Isaías 40:26)

475
La creencia en un Creador también armoniza con la idea generalmente aceptada de que
el Universo físico tuvo un comienzo. "En el principio Dios creó los cielos y la tierra", afirma
Génesis 1:1.
Con cada nuevo descubrimiento, la filosofía del materialismo se hace invariablemente
más difícil de defender, lo que ha movido a algunos ateos a reexaminar sus puntos de vista.
En consecuencia, han llegado a la conclusión de que las maravillas del Universo son
prueba visible de "las cualidades invisibles" y el "poder sempiterno" de nuestro Creador, Dios
(Romanos 1:20)

EDAD DE LA TIERRA
(Sylvia Baker, M. S.)
Para el evolucionista, 10.000 años son solamente una gota en un cubo de agua. En
un tiempo tan corto no podría tener lugar nada que tuviera un significado evolutivo. El
evolucionista cree que la tierra tiene 4.500 millones de años de antigüedad. Ridiculiza la
afirmación, basada en la Biblia, de que toda la creación tiene como mucho no más allá de
alrededor de 10.000 años.
4.500 millones de años o 10.000 años. ¿Qué es lo que tenemos que aceptar?
¿Tenemos que pensar en términos de miles o de millones de años acerca de la historia de
la Tierra?
Antes de que la teoría de la evolución llegara a hacerse popular, los científicos
se habían contentado en pensar en términos de miles de años. Pero pronto se cayó en la
cuenta de que la evolución hubiera precisado de millones. No se trataba de que muchos
factores señalaran hacia una gran edad de la Tierra, sino que los científicos empezaron
a buscar alguna manera de probar, tal como lo demandaba la teoría de la evolución,
que la Tierra es muy antigua.
Todos los métodos de datación que se hayan aplicado a la Tierra se basan en el
principio del actualismo. El actualismo es una filosofía que afirma que las cosas
siempre se han mantenido como en la actualidad, sin que nunca hayan tenido lugar
catástrofes de gran magnitud; y algunos de los métodos de datación mismos ¡se basan
en la misma teoría de la evolución que pretenden apoyar!
Por ello, se tienen que considerar dos cuestiones importantes: En primer lugar,
¿qué edad tiene la tierra?; y, en segundo lugar, ¿durante cuánto tiempo ha existido la
vida sobre la Tierra?
Los primeros métodos utilizados para determinar la edad de la Tierra se
basaban en el tiempo transcurrido, primero, para que la Tierra se enfriara a partir de
una masa fundida; segundo, para que la cantidad actual de sal en los océanos se
acumulara ahí; y tercero, para que se acumularan las rocas sedimentarias a las tasas
actuales de sedimentación. Estos métodos dieron origen a resultados conflictivos entre
sí, y fueron rechazados por los evolucionistas sobre la base de que la edad que daban a
la Tierra no era lo suficiente dilatada como para haber permitido el curso de la
evolución.
A principios del siglo XX los científicos empezaron a perfeccionar los métodos
de datación radiactiva, y es mediante estos métodos que se basan las estimaciones
actuales de la edad de la Tierra.
La radiactividad proviene del hecho de que los átomos de las sustancias
radiactivas son inestables; esto es, presentan una tendencia a disgregarse y a llegar a
ser átomos más pequeños. Durante esta disgregación se libera energía del átomo
radiactivo en forma de varios tipos de rayos.
No todos los átomos radiactivos de una sustancia determinada se disgregan a la

476
misma velocidad. Puede que un átomo exista solamente por unos pocos segundos desde
que empezamos a observar, mientras que otro de la misma sustancia puede mantenerse
durante miles de años antes de desintegrarse.
Se ha establecido que se precisa de un espacio de tiempo definido para que la
mitad de los átomos de cada tipo de sustancia radioactiva se desintegren. Este tiempo
se conoce como la «vida media» de aquella sustancia. La vida media es un concepto
importante debido a que es necesario conocerla para el cálculo de la edad de los
minerales radiactivos.
Una sustancia radiactiva utilizada para calcular la edad de la Tierra es el
uranio, que se degrada en una serie de pasos hasta formar plomo. La manera en que se
utiliza el uranio para la datación de rocas se sumariza en el diagrama siguiente:

Esta figura representa que se ha hallado una pieza de roca que contiene un 6,25 %
de uranio, y que el resto está constituido por plomo. En ella se ilustra una crítica muy
importante de la datación radiactiva, que se aplica no solamente a los métodos del

477
uranio, sino a todas las técnicas radiactivas: se trata de que es imposible saber de cierto
cuánto de cada sustancia había allí para empezar (en este caso, uranio y plomo) Por ello, se
tienen que hacer unas ciertas asunciones; y la «edad» final a la que se llega depende por
entero de las asunciones hechas al inicio. Si tan sólo una de estas asunciones es errónea, el
cálculo final es también erróneo.
En el caso representado en la Figura 1, la edad calculada de la Tierra varía, según
cuales sean las asunciones utilizadas, desde 18.000 millones de años hasta 4.500 millones.
El examen de las asunciones efectuadas en el Método 1 muestra que hay una razón plena en
creer que no se pueden mantener.
En primer lugar, no hay base para la suposición de que la roca no contenía
inicialmente ningún plomo. Se dató una cierta roca de una mina en Colorado en base a las
asunciones del Método 1, y se le asignó una edad de alrededor de 725 millones de años. Más
tarde se cayó en cuenta de que el 95 % (¡!) del plomo en la roca había estado allí desde el
principio. Esto significaba que la supuesta edad de la roca tenía un exceso de unos 700
millones de años.
En segundo lugar, el Método 1 asumía que no se ha perdido ninguna cantidad de
plomo ni de uranio excepto por desintegración radiactiva. De hecho, el uranio puede ser
eliminado de la roca de otras maneras. El uranio se halla a menudo en una forma que es
fácilmente soluble en un ácido débil. Los ensayos han mostrado que se podía eliminar hasta un
90 % de todos los elementos radiactivos de la superficie de algunos granitos lixiviando la
roca con un ácido débil.
En tercer lugar, ha habido una cierta controversia entre científicos acerca de la
verdadera vida media. Parece que se ha establecido la vida media de 4.500 millones de
años para el uranio, pero no existe la misma certidumbre acerca de todos los elementos
radiactivos utilizados para la datación.
Dudas similares surgen acerca de las asunciones efectuadas en los Métodos 2 y 3.
Por ejemplo, en ambos no se puede probar la asunción de que la roca contenía originalmente un
50 % de uranio y un 50 % de plomo.
Es evidente que la edad calculada para la pieza de roca variará ampliamente según
las asunciones adoptadas. Así, los métodos del uranio-plomo parecen indignos de confianza,
porque no hay forma de tener certeza de todas las asunciones involucradas en ellos. Esto resulta
confirmado por los resultados discordantes que estos métodos exhiben. Verdaderamente, han
sido tantas las dificultades que se han encontrado utilizando métodos de datación con uranio,
que muchas de las técnicas pioneras han caído en desfavor.
El método más aceptado en la actualidad ha sido recientemente el de
«relación isotópica del plomo». («Isótopo» es el término que se utiliza para
describir las diferentes formas atómicas en que se puede hallar un elemento.) Una
pieza de plomo de una roca siendo datada contendrá a menudo varios diferentes
isótopos de plomo, y los que utilizan este método calculan la edad de la roca a partir
de las relaciones de los isótopos entre ellos. No obstante, este método es en sí mismo
principalmente una cadena de suposiciones, ya que nadie sabe cuánta cantidad de cada
isótopo hubiera podido estar allí para empezar y qué cantidades han provenido de la
desintegración radiactiva del uranio.
Los científicos han tratado también de afrontar las dificultades de la datación
con uranio utilizando tres diferentes métodos radiactivos para intentar verificar la
edad de una roca. Si los tres métodos dan la misma edad, esto ofrecería una cierta
certidumbre acerca de la conclusión. Se han utilizado frecuentemente tres métodos
que involucran la medición de las siguientes relaciones:
(I) Uranio 238/plomo 206 (238U/206Pb)
(II) Uranio 235/plomo 207 ( 235U/207Pb)
(III) Plomo 207/plomo 206 ( 207Pb/206Pb)

478
Nota.- (206Pb y 207Pb son los símbolos dados a dos isótopos distintos del plomo. De
manera similar, 235U y 238U para isótopos del uranio)
* * *
No obstante, cuando se aplican estos tres diferentes métodos a una pieza de
roca dada, se obtienen a menudo edades diferentes. Por ejemplo, en el análisis de una
roca en Suecia (que, de pasada, contenía además unos fósiles) estos métodos dieron,
respectivamente, una edad de 380, 440 y 800 millones de años.
En la actualidad se admite generalmente que estos resultados discordantes,
aunque no necesariamente de esta magnitud, son la regla y no la excepción. Se ha
sugerido una explicación para estas discrepancias que, si resulta cierta, probaría ser
fatal para los métodos de datación por medio del uranio.
Es posible que dentro de un mineral radiactivo un isótopo de plomo pudiera
ser cambiado en otro mediante un proceso conocido como reacción «neutrón
gamma». El plomo 206 podría cambiarse a plomo 207, o el plomo 207 a plomo 208.
Si esto ha estado verdaderamente teniendo lugar, explicaría por qué los diferentes
métodos no dan los mismos resultados; ¡y también resultaría en que los métodos
uranio/plomo son inútiles como medios de datación! El científico datando la roca no
sabría si el plomo 207 había provenido por desintegración del uranio 235, o si había
venido por la reacción neutrón-gamma del plomo 206.
La datación por el método potasio-argón (K/Ar) se ha puesto muy de moda, pero
un reciente texto sobre este tema contiene las siguientes afirmaciones increíbles
acerca de los resultados obtenidos con este método: «Ahora se conoce que ... partes
de la corteza terrestre ... pueden dar edades K/Ar más recientes que la verdadera
época de cristalización por varias decenas o incluso centenas de millones, de años ... Se
han reconocido casos en los que muestras minerales dan unas dataciones K/Ar
anormalmente elevadas, en algunos casos incluso mayores que la edad aceptada de la
tierra.» (De Understanding the Earth —Comprendiendo la Tierra—, por Gross, Smith
y Wilson.)
Unos resultados tan anómalos no son sorprendentes, ya que casi un 1 % de la
atmósfera terrestre consiste de argón. Ya que las rocas absorben este gas con
facilidad, ¿cómo podrá uno saber cuánto del isótopo argón-40 ha venido de la
desintegración del potasio y cuánto de la atmósfera?
A fin de evaluar cuánto argón puede haber provenido del aire, los científicos
buscan la presencia de un isótopo raro del argón, 36Ar. Éste se halla presente en una
pequeña proporción en el argón de la atmósfera, pero no constituye un producto de la
desintegración del potasio. Ya que la proporción del 36Ar en el aire es conocida y se
asume que ha sido siempre la misma, su presencia indica la cantidad total de argón en
el potasio que ha provenido de la atmósfera.
No obstante, no existe evidencia de que la proporción de 36Ar haya sido
constante en el pasado. Al contrario, es probable que esté aumentando debido al
bombardeo de los rayos cósmicos sobre la atmósfera superior de la tierra. Así, si una
roca contiene solamente un pequeño porcentaje de 36Ar, ello no significa
necesariamente que haya habido una pequeña contaminación atmosférica; más bien,
que el argón atmosférico haya quedado atrapado en una época del pasado en la que la
proporción de 36Ar fuera más baja. Alternativamente, los cálculos pueden quedar
perturbados por el hecho de que el 36Ar pueda quedar concentrado en las rocas de la
superficie como resultado de haber subido de mayores profundidades donde la
presión era más elevada. Esta concentración sugeriría una mayor edad de las rocas
que la verdadera.
La falta de base de los métodos de datación radiactiva queda bien ilustrada
por el hecho de que muestras de 22 rocas volcánicas de varias partes del mundo que
se sabe que han sido formadas durante los últimos 200 años dieron edades entre los
100 millones y los diez mil millones de años mediante las técnicas radiométricas
típicas (¡!)
A pesar de estas grandes dificultades, los científicos afirman una gran
confianza en que la edad de la Tierra es de 4.500 millones de años. Uno se pregunta

479
sobre qué base se deposita tal confianza. Como hemos visto, la datación mediante el
uranio es indigna de confianza, y la datación mediante el potasio-argón tiene muchos
interrogantes que la agobian. ¿Cómo, bajo tales condiciones, se puede fijar en absoluto
una tal «edad aceptada de la Tierra»?
Por toda esta evidencia tenemos que llegar a la conclusión de que los métodos
que los científicos utilizan para datar la Tierra son indignos de confianza.
¿Qué es, entonces, lo que la Biblia enseña sobre la verdadera edad de la tierra?
Algunos cristianos han creído que las genealogías en Génesis 5 y 11 son completas, y
que por ello la creación puede datarse de manera exacta en 4.004 a.C., esto es, que la
Tierra tiene unos 6.000 años de antigüedad. Otros creen que Génesis 11 no constituye
una cronología estricta y que por ello la tierra pudiera ser algo más antigua que esto,
posiblemente tanto como 10.000 años. La gran mayoría de los cristianos que
interpretan el Génesis en su sentido natural estarían de acuerdo en que no hay
posibilidad de alargar la longitud de tiempo que se nos da en el texto en una mayor
magnitud.
¿Hay algo en los descubrimientos de la ciencia que pudiera sugerir que la
Tierra es tan reciente? Se tiene que recordar que el Diluvio universal hubiera
producido unos cambios tan drásticos en la Tierra que haría que toda datación anterior
a esta fecha fuera extremadamente difícil. No obstante, existen muchas indicaciones de
que el mundo no es ni con mucho tan antiguo como los evolucionistas pretenden.
El campo magnético de la tierra

La Tierra se comporta como si fuera un gigantesco imán, creando un campo


magnético a su alrededor. Se sabe en la actualidad que la intensidad de este campo
magnético está decayendo rápidamente. Incluso por la lógica actualista, esto tiene que
significar que la Tierra tal como la conocemos es reciente, porque significa que
solamente hace 10.000 años la intensidad del campo magnético de la Tierra hubiera sido
igual en intensidad al de una estrella magnética, algo muy difícil de imaginar; mientras
que hace un millón de años hubiera sido imposiblemente intenso.
Además, si (como algunos creen) el campo magnético está causado por
corrientes eléctricas circulando en el núcleo terrestre, entonces el calor disipado por las
corrientes más intensas de hace solamente 20.000 años hubiera licuado a la tierra.
Polvo meteorítico
¿Sabía usted que su jardín está siendo a diario regado por polvo meteorítico
en suficientes cantidades como para poder ser medido? Los científicos están en
desacuerdo en cuanto a la cantidad exacta que está cayendo, pero se acepta que
miles, y posiblemente millones, de toneladas de polvo se asientan sobre la Tierra
cada año. Si esto hubiera estado sucediendo desde hace 5.000 millones de años, se
deberían encontrar inmensos depósitos sobre la tierra. Tales depósitos no existen.
Esto parece indicar una edad muy corta para los océanos. Tomando la cantidad de
níquel en los océanos y utilizando la velocidad a la que se está añadiendo al agua
procedente de material meteorítico, el tiempo de acumulación resulta estar en el
orden de varios miles, no millones de años.
Los científicos de la N.A.S.A. en América estaban preocupados de que una
nave lunar llegando a la Luna se hundiera en las inmensas cantidades de polvo que
se tendrían que haber acumulado allí en los millones de años que se asumían de edad
de la Luna. De hecho, no se encontró mucho más de una octava parte de una pulgada
de espesor de polvo (unos 3 mm), indicando una corta edad para la Luna.

Helio atmosférico
Se está formando helio continuamente debido a la desintegración del uranio y
torio en la corteza terrestre. No obstante, no hay el helio suficiente en la atmósfera
que se corresponda con la supuesta edad de la Tierra y con la velocidad de escape de
helio de las rocas. Se ha calculado que la edad absoluta máxima de la Tierra sobre la

480
base de la producción de helio sería de 26 millones de años.
Este cálculo asumía que no existía helio en la atmósfera para empezar, de lo
cual no existe prueba alguna. Los científicos tratan de esquivar este problema
asumiendo que el helio vence a la gravedad y escapa de la atmósfera, pero no hay
evidencia alguna de que esto esté sucediendo.
Sedimento en el mar
Los océanos tienen que tener por lo menos 1.000 millones de años de antigüedad
si es cierto que toda la vida que conocemos ha evolucionado a partir de productos
químicos en el mar, como pretenden los evolucionistas. No obstante, cada año se están
depositando unos 27.000 millones de toneladas de sedimentos en el fondo marino,
procedentes de la denudación de la tierra. Si esta velocidad de deposición se hubiera
mantenido por 1.000 millones de años, la profundidad del sedimento sería de 30
kilómetros, y hubiera involucrado la eliminación de sedimento de los continentes en un
grosor de 61 kilómetros. De hecho, existe solamente un promedio de unos 800 metros
de sedimento sobre la roca volcánica del fondo oceánico, mientras que incluso el Everest
no pasa de los casi 9 kilómetros sobre el nivel del mar.
Asumiendo una velocidad constante de erosión, todos los sedimentos oceánicos
actuales se hubieran acumulado en solamente 30 millones de años. Los evolucionistas mismos
reconocen que las velocidades de erosión no han sido constantes, porque la era glacial las
habría acelerado mucho; y, evidentemente, el Diluvio pudo haber depositado la mayor
parte de los sedimentos en poco tiempo.
Como el famoso geólogo Holmes ha dicho: «Los sedimentos oceánicos no son lo
suficientemente gruesos como para corresponder a las expectaciones basadas en la
longitud del tiempo geológico» (Principios de Geología)

La sal en el mar
La sal está siendo continuamente transportada al mar. Se ha calculado que incluso
admitiendo la formación de sal de roca por evaporación y asumiendo la improbable situación
de que para empezar no había sal en el mar, se precisaría de un total máximo de 200 millones
de años para dar cuenta de la cantidad que se halla allí ahora. Otra vez, esto es demasiado
poco para los 1.000 millones de años que precisa la evolución. Naturalmente, el cristiano
cree que Dios habría creado el mar con la cantidad correcta de sal necesaria para mantener
la vida marina que Él había dispuesto que contuviera.
Estas líneas de evidencia muestran que la Tierra es mucho más reciente que los 4.500
millones de años que pretenden los evolucionistas. El hecho de que las fechas que ellas
proveen van en algunas ocasiones a los millones de años no tendría que ser una causa de
preocupación para el cristiano; como ya hemos mostrado, todo ello depende de asumir que
los procesos han sido constantes en el pasado y de asunciones no demostrables acerca del
estado original de la Tierra. No obstante, estos procesos no siempre han sido constantes, y el
Diluvio constituyó una catástrofe principal durante la cual tuvieron lugar cambios físicos
sustanciales con gran rapidez. Además, la tierra —creada completa y de manera perfecta por
Dios— habría ya adquirido en seis días de existencia la forma que el evolucionista imagina
que adquirió de manera muy gradual.

* * *

¿DURANTE CUÁNTO TIEMPO HA EXISTIDO LA VIDA SOBRE LA


TIERRA?

481
Los evolucionistas afirman que, la vida ha existido en la Tierra durante millones de
años. Los principales indicadores de la vida en el pasado son los fósiles y los restos
arqueológicos.
¿Cómo datan los fósiles, generalmente, los científicos? Lo hacen en base a un
viejo argumento circular que todavía es muy utilizado. En términos simplificados el
argumento va así: «¿Qué edad tiene este fósil? Ello depende de la situación en la columna
geológica de la roca que lo contiene. ¿Y cómo situamos a esta roca en un lugar
determinado de la columna geológica? Ello depende de los fósiles contenidos en esta
roca.» (¡!)
Para comprobar esto que se acaba de señalar, ábrase cualquier libro de
paleontología, y se leerá que un fósil tiene una edad determinada debido a que fue hallado
en una cierta posición de la columna geológica. Ábrase cualquier libro de geología, y se
leerá que una roca fue asignada a una edad determinada debido a que contenía ciertos fósiles.
Por increíble que suene, toda la columna geológica fue erigida de esta manera y los nuevos
hallazgos fósiles son aún datados de esta manera. Tanto los geólogos como los
paleontólogos admiten que se trata de un argumento circular, pero ¡no parece
preocuparles demasiado!...
Fue quizás para suplir esta deficiencia que se han aplicado los métodos de datación
radiométrica al problema de asignar fechas a las distintas secciones de la columna geológica.
Hemos ya dado un ejemplo de la datación mediante uranio de una roca conteniendo fósiles,
en la que la estimación de edades variaba entre 380 y 800 millones de años. De hecho, la
datación por el método del uranio es casi inutilizable para la datación de fósiles, debido a
que las rocas que contienen plomo derivado de uranio no son el tipo de rocas que contienen
fósiles, y también debido a que el uranio no se puede utilizar para datar nada que tenga
menos de 10 millones de años.
La datación mediante el potasio-argón se puede, en teoría, utilizar para datar rocas
más jóvenes, pero no se puede utilizar para datar fósiles de una forma directa. No obstante,
se utiliza a menudo para datar fósiles midiendo la edad de una roca apropiada que esté
asociada con ellos. El antiguo hombre descubierto por Richard Leakey, y al que se le asignó
una edad de 2´6 millones de años, fue datado por este método. El experto responsable de la
datación, profesor E. T. Hall, informó que la primera muestra de roca que se analizó «dio la
imposible edad de 220 millones de años». Esta fecha fue rechazada simplemente debido a
que no concordaba con el esquema evolucionista, y se analizó una segunda muestra. Ésta dio
la edad más aceptable de 2,6 millones de años. Este ejemplo ilustra a la vez lo indigno de
confianza del método K/Ar y también la sospechosa forma en que los evolucionistas manejan
los datos.
Un método de datación radiactiva que es útil a la vez al paleontólogo y al
arqueólogo es el del carbono-14 (que recibe su nombre por el isótopo de carbono
radiactivo utilizado) En teoría, este método se puede aplicar directamente sobre los
fósiles, mientras que todos los otros métodos dependen de la datación de las rocas en las que
se hallen fósiles. El método del carbono-14 fue desarrollado por Libby a últimos de la
década de 1940.
Muchas objeciones cruciales arrojan dudas sobre la confiabilidad de este método de
datación. Consideraremos tan solamente dos de ellas.
Primero, la teoría asume que el carbono-14 se halla en equilibrio en la atmósfera:
que se está desintegrando a la misma velocidad que está siendo producido. No obstante,
unos cálculos efectuados para comprobar la veracidad de esta suposición sugieren que el
carbono-14 está siendo producido una tercera vez más rápido de lo que se está desintegrando.
Si esto es cierto, entonces ninguno de los fósiles que han sido datados mediante este
método podría ser más antiguo que unos pocos miles de años. Los científicos
evolucionistas, no dispuestos a aceptar esta conclusión, han preferido asumir un estado

482
de equilibrio del carbono-14, a pesar de la evidencia en contra.

Relación constante
En segundo lugar, la datación con carbono-14 depende de la asunción de que la
relación de carbono-14 con el carbono ordinario en la atmósfera ha sido siempre
constante. No obstante, si la Tierra antes del Diluvio estaba rodeada de una capa de vapor
de agua, como sugiere la Biblia, ello hubiera impedido que muchos de los rayos
cósmicos llegaran a la atmósfera, ya que hubieran sido absorbidos por la capa
mencionada.
Además, los rayos cósmicos hubieran sido también desviados de la Tierra con
gran efectividad por el campo magnético terrestre si, corno hemos argumentado, éste
fue mucho más intenso en el pasado. Con un menor número de rayos cósmicos llegando a
la atmósfera, hubiera habido una menor producción de carbono-14 entonces que ahora.
Hubiera habido mucho menos carbono-14 en la atmósfera de antes del Diluvio, y la
relación de carbono radiactivo a carbono ordinario hubiera sido mucho menor a la de la
actualidad. Por ello, un fósil que contenga muy poco carbono-14 no presenta
necesariamente una gran edad, ya que aquel animal puede haber vivido en la época
justamente anterior, cuando había muy poco carbono-14 en la atmósfera.
Por éstas y otras razones se acepta ahora, por lo general, que el método del
carbono-14 es solamente útil en la datación de materiales situados entre 5.000 y
10.000 años de antigüedad. Libby mismo admite esto.
Así, hemos visto que los evolucionistas no tienen métodos realmente fiables para
la datación de fósiles. Los cristianos creen que la mayor parte de estos fósiles son los
restos de las criaturas que murieron en el Diluvio. Por ello, la fecha del Diluvio daría la
máxima edad de la mayor parte de los fósiles.
Entonces, el intento de datar nada antes del Diluvio constituiría una tarea
extremadamente difícil, como hemos visto, pero, ¿hay alguna evidencia de que en la
actualidad la vida en la tierra proceda de los sobrevivientes de un Diluvio que tuviera
lugar hace solamente unos pocos miles de años? La hay, y puede sumarizarse de la
siguiente manera:
Primero, no hay ningún registro histórico fiable que se extienda más allá de
alrededor del 3.000 a. C. Muchas líneas de evidencia histórica señalan atrás hacia un punto
en el tiempo 5.000 años atrás como fecha del inicio de la verdadera civilización. El
profesor Libby se enteró de ello cuando quiso verificar su método del carbono-14. Dijo
así: «El primer choque que el Dr. Arnold y yo tuvimos fue cuando nos enteramos por
nuestros colaboradores que la Historia solamente se extendía 5.000 años atrás. ... Se leen
afirmaciones en libros de que tal sociedad o localidad arqueológica tiene 20.000 años de
antigüedad. Nos enteramos muy de repente que estas cifras, estas fechas antiguas, no se
conocen con precisión; de hecho, es alrededor de la Primera Dinastía de Egipto que se ha
establecido la primera fecha histórica que goce de alguna certidumbre real.» (Citado en
Radiocarbon Dating de A. J. Monty-White.)
Segundo, la datación de árboles por el contaje de sus anillos de crecimiento anual ha
revelado que hay muchos árboles vivientes —pinos «bristlecone» y secoyas— de
alrededor de los 4.000 años de edad, pero ninguno más viejo que esto. Éstos son los seres
vivientes más antiguos que se conocen, y son prácticamente indestructibles.
Tercero, la presente cifra de la población mundial no es coherente con el hecho
de que el hombre haya existido durante millones de años. De hecho, solamente se
precisaría de 5.000 años para llegar a esta cifra, como lo revelan los datos de las
Naciones Unidas.
La población mundial creció muy lentamente hasta 1650, pero a partir de
entonces aumentó desde 545 millones a 2,5 mil millones en 1950. Alrededor de
1974 había ya llegado a unos 3,9 mil millones —y es improbable que llegue a
menos de 6 mil millones por el año 2000.

483
Habiendo examinado las cuestiones de «¿qué edad tiene la tierra?» y «¿durante
cuánto tiempo ha existido la vida sobre la tierra?», hemos visto que la ciencia no puede
darles ninguna respuesta definitiva. Los resultados que se obtienen dependen
totalmente del método utilizado, y todos los métodos descansan sobre asunciones que
no se pueden demostrar.
No estamos aquí tratando de mediciones precisas y directas. Cuando tratamos de
medir el distante pasado, tenemos inevitablemente que hacer grandes asunciones que son
imposibles de comprobar. La enorme e injustificada asunción hecha por todos los
científicos que hemos considerado, ha sido que las condiciones que prevalecían al
principio de la historia de la tierra han continuado hasta el presente con muy pocos
cambios. Lo que le tenemos que preguntar a estos científicos es lo que Dios le
preguntó a Job: «¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?»
La única manera que tenemos para conocer la edad de la tierra de una forma
precisa es que nos sea revelada por Aquel que por Sí mismo estaba presente cuando la
Tierra fue hecha. Allí donde los científicos pueden apoyarse solamente en unas cadenas
de suposiciones, el cristiano tiene una fuente más segura de conocimiento en la
Biblia. ¿Quiénes somos nosotros para cuestionar su escala de tiempo revelada por
Dios?
«¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?... ¿Quién ordenó sus medidas,
si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre qué están fundadas sus basas?
¿O quién puso su piedra angular? ... ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que
disputa con Dios, responda a esto.» (Job 38:4-6 y 40:2.)
La segunda ley de la Termodinámica
El fenómeno de la desintegración radiactiva que hemos estado considerando
constituye un caso especializado de una ley científica que establece un gran embarazo
para el evolucionismo. Esta segunda ley es tan básica a todo el edificio de la ciencia
como la primera. (Una «ley» significa en este contexto simplemente una descripción de
lo que sucede regularmente, universalmente, en el reino natural.)
Ambas leyes siguen directamente de lo que la Biblia nos enseña acerca del
origen de la Tierra. La primera ley afirma que la cantidad total de energía en el
Universo es constante, esto es, que la energía no se puede crear ni destruir. Esto es lo que
sería de esperar, como la Biblia enseña, pues que después de seis días cesó la actividad
creativa de Dios.
La segunda ley se opone al evolucionismo. Afirma que aunque la cantidad total
de energía permanece constante, la cantidad disponible para utilizar está
constantemente disminuyendo. Ejemplos de ello abundan. Para construir una compleja
maquinaria (como un automóvil) se precisa de una gran cantidad de energía; es muy
improbable que una máquina surgiera por casualidad. Por otra parte, si un coche se deja a
sí mismo, y nunca se le presta ninguna atención, pronto empezará a oxidarse y se
convertirá enseguida en un montón de hierro viejo.
Este proceso de degradación constituye una ley general de la naturaleza. Todos
los procesos naturales, cuando se dejan a sí mismos, tienden a degradarse, a deteriorarse,
a volverse menos organizados, más aleatorios. Por ejemplo, al ir transcurriendo los años nos
vamos haciendo más viejos: nadie puede esperar ir volviéndose cada vez más joven y
vigoroso. O, si ponemos una taza de té en un sitio frío, se enfriará, ¡no se calentará más!
Estos evidentes sucesos son aspectos del proceso general de «degradación» descrito por la
segunda ley de la termodinámica.
La Biblia nos habla acerca de esta ley y nos explica este origen. Romanos 8:21
nos dice que la naturaleza se halla en la esclavitud de la corrupción, y los primeros

484
capítulos del Génesis muestran cómo esto llegó a suceder. Relatan cómo Dios creó un
hermoso Universo, ordenado y sumamente complejo, y cómo, a resultas del pecado
del hombre, Él colocó una maldición sobre esta creación. El orden y designio que Él había
introducido empezó un proceso de degradación. ¿No es este el proceso que los
científicos describen como la segunda ley de la termodinámica?
Ahora bien, si la segunda ley es cierta, la evolución es imposible. La segunda
ley muestra que el orden no puede surgir nunca por casualidad; la tendencia va totalmente
en el otro sentido. ¡Y en cambio el evolucionismo enseña que los organismos
vivientes, con toda su increíble complejidad, surgieron por casualidad! Ya es hora que
los evolucionistas confronten este problema. Los intentos de dar cuenta de ello han
sido patéticos; es hora ya de que admitan que su teoría contradice una de las leyes más
universalmente confirmadas de la ciencia.

La edad de las estrellas

¿Cómo es posible que las estrellas tengan solamente unos miles de años de
antigüedad? ¿No es cierto que se hallen tan lejanas que la luz de ellas ha tardado miles
de millones de años en llegar hasta nosotros? A menudo se me hacen estas preguntas,
pero los que las hacen no se dan cuenta de que están pensando en términos
evolucionistas. Están asumiendo que las estrellas, en un cierto punto de tiempo en el
pasado —como resultado de un proceso evolutivo de una u otra naturaleza—
adquirieron un suficiente nivel de energía como para empezar a emitir rayos de luz
que empezaron a continuación a viajar a través de miles de millones de kilómetros de
espacio hasta que al final nos llegaron a nosotros. La Biblia nos dice algo muy distinto.
En Génesis 1:17 se nos relata que el Sol, la Luna y las estrellas fueron creadas «para
alumbrar sobre la Tierra». La evidente implicación es que esto tenía que suceder
inmediatamente. En otras palabras, Dios creó las estrellas con su luz llegando ya a la
Tierra.
No se trata de negar que existen algunas características del Universo que los
creacionistas tienen que explicar; por ejemplo, la existencia de supernovas (estrellas que
han explotado) a distancias aparentemente muy grandes. Existen varias proposiciones
que dan cuenta de este tipo de problema de una manera muy adecuada. Para un breve
sumario de ellas, ver Science and Creation (Ciencia y Creación) por W. Boardman, R.
Koonte y H. Morris (Creation-Science Research Center, 1973), pp. 26-27.
Se tiene que recordar que las inmensas distancias que se citan no se conocen
en realidad con certeza. Este punto queda ilustrado por la controversia acerca de la
posición del Universo en que se hallan los quásares. Mientras que la mayor parte de los
astrónomos creen que algunos de estos objetos están tanto como a 10 mil millones de
años luz de distancia, hay algunos que siempre han mantenido que de hecho se hallan
bastante cerca de nosotros. Evidencia reciente que apoya esta última posición ha sido
citada en un artículo reciente en New Scientist (vol. 68, p. 513), donde se nos dice que
«toda la teoría de los quásares se ha erigido sobre tan poca evidencia directa... que es
posible que todas estas ideas estén equivocadas». Así, se necesita precaución al
considerar las edades y distancias afirmadas por la astronomía moderna.
(Hay que tener en cuenta que Dios hizo toda la Creación en estado adulto, y en
un abrir y cerrar de ojos, en un ¡Hágase la luz! (como confirma el Big-Bang…) en cuyo
caso las distancias entre galaxias, entre las estrellas, entre el Universo, o Universos,
quedarían fijadas desde un principio, en un segundo: Dios tiene poder para hacerlo)

EL SOL SE CONTRAE

485
(Dr. Russell Akridge)

Observaciones

¿Cambia el tamaño del Sol con el paso de los años? Recientemente, «John A.
Eddy (Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics y High Altitude Observatory en
Boulder, Colorado) y Aram A. Boomazian (matemático con S. Ross & Co., en Boston)
han hallado evidencias de que el sol ha estado contrayéndose alrededor de un 0,1 %
cada siglo... correspondiendo ello a una velocidad de contracción de alrededor de 1,5
metros cada hora». El diámetro del sol es cercano a 1,6 millones de kilómetros, por lo
que esta contracción va sin que nadie la haya detectado durante cientos y miles de años.
No hay causa de alarma ni para nosotros ni para nuestros descendientes, debido a que se
encoge con tanta lentitud. Pero, con todo esto, resulta patente que el Sol se está
encogiendo. Los datos que Eddy y Boornazian examinaron cubren un período de 400
años de observaciones solares, de manera que la contracción del Sol, aunque pequeña,
parece ser continua.
Interpretación

¿Qué tiene que ver el encogimiento del Sol con la controversia


creación/evolución? El Sol era más grande en el pasado que ahora en un 0,1 % cada
siglo. Un creacionista, que puede creer que el mundo fue creado aproximadamente hace
unos 6.000 años, no tiene mucho de qué preocuparse. En la Creación, el Sol solamente
hubiera tenido un tamaño un 6 % superior al que tiene ahora. Pero, si la velocidad de
cambio del radio solar hubiera permanecido constante, como creen los evolucionistas,
hace 100.000 años el Sol hubiera tenido dos veces el tamaño que tiene ahora.
Difícilmente se podría imaginar que podría existir ninguna vida en unas condiciones tan
alteradas. Con todo ello, 100.000 años es un espacio de tiempo muy corto cuando se
trata con las escalas de tiempo evolucionistas.
¿Cuánto tenemos que adentramos en el pasado para tener un Sol tan grande que
su superficie toque la superficie de la tierra? El radio solar cambia en 76 centímetros
cada hora, o sea algo más de 1,5 metros de diámetro solar a la hora. La distancia del Sol
a la Tierra es de 150 millones de kilómetros, y tenemos 1.000 metros en un kilómetro.
Si asumimos (siguiendo la costumbre actualista) que la velocidad de contracción no ha
cambiado con el tiempo, entonces la superficie de la Tierra tocaría a la superficie del
Sol si nos proyectamos a un pasado de
(150.000.000 km) (1.000 m/km)
t= -------------------------------------------
(0,76 m/h) (24h/día) (365 días/año)

486
o sea, aproximadamente 22 millones de años atrás, fecha que constituiría el límite
extremo para la existencia de la Tierra. No obstante, la escala de tiempo demandada
para la evolución orgánica oscila entre 500 y 2.000 millones de años. Es asombroso que
todo este desarrollo evolutivo, excepto durante los últimos 20 millones de años, tuviera
lugar en un planeta que estaba dentro del Sol… Al llegar a 20 millones de años antes de
ahora, había tenido lugar ya toda la evolución excepto la etapa final, la evolución del
primate a hombre.
Se tiene que mantener en mente que la fecha de 20.000.000 de años atrás
constituye el límite máximo en la escala de la existencia de la Tierra. La época en la que
la Tierra hubiera emergido del Sol encogiente hubiera sido hace 20 millones de años.
Un límite más razonable es el de 100.000 años antes de ahora, cuando el tamaño del Sol
hubiera sido el doble del de la actualidad.
Se precisa de otra palabra de explicación acerca de la asunción de la velocidad
de encogimiento del Sol como constante durante los últimos 100.000 años o durante los
últimos 20 millones de años. La velocidad de contracción del Sol hace siglos hubiera
sido determinada por el equilibrio de fuerzas solares. Ya que la energía potencial de un
Sol esféricamente homogéneo varía a la inversa con el radio del Sol, la velocidad de
encogimiento hubiera sido mayor en el pasado de lo que es ahora. La época en que el
Sol hubiera sido de doble tamaño que ahora es más reciente que 100.000 años antes de
ahora, y la época en que la superficie del Sol tocaría la de la Tierra sería mucho más
temprana que los 20 millones de años. Por ello, la asunción de un encogimiento
constante es una asunción prudente.

Energía solar

La contracción del Sol altera mucho lo que creemos acerca de la fuente de


energía dentro del Sol. El Sol se contrae debido a su propia atracción gravitatoria. Al
comprimirse, va calentándose él mismo. Este calor es a continuación liberado en forma
de radiación solar, esto es, luz solar entre otras radiaciones.
¿Sería suficiente una contracción de la superficie solar de 76 centímetros a la
hora para liberar toda la energía, que proviene del Sol? Se puede efectuar una
estimación aproximada asumiendo que el interior del Sol es uniforme. La fórmula
conocida para la energía potencial gravitatoria de dos masas m y M a una distancia de r
entre ellas es de U = —GmM/r, donde G = 6,6 x 10 -11 jm/kg2. La energía potencial
gravitatoria de la masa solar, M, interactuando con su propia masa M, es de U = —
Gm2S/R, donde R es el radio del Sol. La energía solar producida por la contracción del
Sol cuando lo hace a la velocidad de v = R/t es de P = U/t = (Gm 2s/R2) (R/t) = GM2sv/R2.
La masa del sol es de 2 x 1030 kg, el radio del Sol es de 7 x 108 m, y la velocidad de 0,76
metros/hora de contracción en el radio del Sol es de 2 x 10-4 m/s en unidades SI. La
fórmula energética da una energía solar potencial de 1 x 1029 vatios. Esta energía
gravitatoria potencial es cientos de veces mayor que los 4 x 10 26 vatios de energía real-
mente emitidos por el Sol. Esta cifra es una sobreestimación debido a que en realidad el
Sol se halla lejos de ser de composición uniforme. El inmenso interior del Sol queda
protegido por sus capas exteriores. Se cree que solamente se contraen las capas de baja
densidad. Incluso así, hay suficiente energía gravitatoria potencialmente disponible para
dar cuenta de toda o parte de la energía del Sol.
La evolución estelar sacudida en sus cimientos

Una cosa es cierta. Algo de la energía del Sol proviene de su autocolapsamiento


gravitatorio. Por ello, no toda su energía proviene de la fusión termonuclear. Este
descubrimiento provoca profundas alteraciones en todos los cálculos acerca de la

487
evolución del Sol, debido a que todos estos cálculos atribuyen prácticamente, e1 100 %
de la energía del Sol durante los últimos cinco mil millones de años a fusión
termonuclear. El descubrimiento de que el Sol está encogiéndose puede llegar a
constituir la causa de la caída de la teoría aceptada de evolución solar. Todas las teorías
aceptadas de la evolución de las estrellas se hallan basadas sobre la asunción de que la
fusión termonuclear constituye la fuente de energía de las estrellas. Si esta asunción se
ve injustificada en nuestra propia estrella, el Sol, se halla también injustificada en las
otras estrellas. Toda la descripción teórica de la evolución del Universo puede hallarse
en la estacada. Cuando los riesgos son tan elevados, no es para quedarse asombrado que
la evidencia experimental de la contracción del Sol sea «racionalizada» por parte de los
evolucionistas. Los evolucionistas pretenden que el Sol sufre probablemente
contracciones y expansiones como pequeñas fluctuaciones oscilantes de su desarrollo
globalmente regular y evolutivo. Señalan ellos a otros eventos solares de carácter
cíclico, como el ciclo de las manchas solares de 11 años de duración sobre la superficie
del Sol. Se hace esta afirmación a pesar de la evidencia de que la velocidad de
encogimiento del Sol ha permanecido constante durante los últimos 100 años, tiempo en
el que se han venido haciendo determinaciones muy precisas del tamaño del Sol. Unos
registros astronómicos de menor precisión que cubren los últimos 400 años indican que
la velocidad de contracción ha permanecido la misma durante los últimos 400 años.

Históricamente hablando

No siempre han atribuido los científicos la fuente de energía solar a la fusión


termonuclear. Antes del descubrimiento de la fusión termonuclear, Helmholtz predijo
que la energía del Sol provenía del colapso gravitatorio del Sol. Este modelo fue
aceptado hasta que la teoría de la evolución empezó a dominar en la escena científica.
Entonces se descartó la explicación de Helmholtz a causa de que no permitía el inmenso
lapso de tiempo que demandaba la teoría de la evolución orgánica sobre la Tierra. La
teoría que tomó su lugar fue introducida en 1930 por Bethe precisamente a causa del
hecho de que la fusión termonuclear constituía la única fuente de energía que podía
mantenerse durante las vastas eras demandadas por el evolucionismo. La ciencia puede
ahora hallarse en el límite de demostrar la falsedad del modelo evolucionista del Sol que
sustituyó al de Helmholtz.

Conclusión

El cambio en el tamaño del Sol en el transcurso de los últimos 400 años es


importante en el estudio de los orígenes. Durante 100.000 años estos cambios se
hubieran acumulado de tal manera que la vida de todo tipo hubiera sido muy difícil en la
Tierra, si no imposible. Así, toda la vida sobre la Tierra tiene que datar de menos de
100.000 años. Hace 20 millones de años, el Sol hubiera sido de un tamaño tan
gigantesco que hubiera incorporado a la Tierra en su seno. La Tierra no puede, pues,
tener más de 20 millones de años. Estas fechas como techos, como límites máximos,
impiden cualquier posibilidad de evolución que precisara de cientos de millones de
años. No obstante, el pequeño cambio que hubiera tenido lugar en el Sol durante el
tiempo bíblico desde la creación sería tan pequeño como para ir casi sin detección. Así,
los cambios en el Sol son coherentes con una creación reciente.
Los cambios detectados en el Sol ponen en la estacada a la fuente de fusión
termonuclear aceptada como la causa de la energía emitida por el Sol. Esto, a su vez,
pone en tela de juicio toda la estructura teórica sobre la que descansa la teoría
evolucionista de la astrofísica.

488
LA CONTRACCIÓN DEL SOL: UNA PREDICCIÓN CREACIONISTA,
SU VERIFICACIÓN, Y LAS IMPLIFICACIONES RESULTANTES
PARA LAS TEORÍAS DE LOS ORÍGENES
(Hilton Hinderliter, Ph. D.)

Se muestra que el interrogante: ¿De dónde proviene la energía del Sol?, tiene una
relación que podría pasar insospechada, a primera vista, con respecto a la cuestión de los
orígenes: ¿Evolucionaron las cosas, o fueron creadas? En vista de esto, el hecho,
solamente hace poco registrado, de que el Sol se está contrayendo a una velocidad
mensurable, puede constituir un tropiezo científico principal frente al evolucionismo.
El 25 de Enero de 1977 escribí al editor (dándole razones del porqué) que la
contracción gravitatoria del Sol era «algo que los creacionistas deberíamos investigar».
El 13 de Junio de 1979 se presentó un trabajo en la unión de la American
Astronomical Society (Sociedad Astronómica americana), en el que los autores —John
A. Eddy (científico huésped en el Centro HarvardSmithsoniano de Astrofísica) y Aram
A. Boornazian (matemático con S. Ross & Co.)— llegaban a la siguiente
conclusión:
«El Sol ha estado contrayéndose durante 100 años, y quizás por lo menos
durante 400 años», y: «La implicación es que el Sol y, presumiblemen te, otras estrellas
similares, podrían estar ahora derivando una porción significativa de su energía de la
contracción gravitatoria ».
La comprensión científica del universo físico descansa pesadamente sobre el
proceso de estudiar información conseguida del mundo natural, construyendo un marco
teórico de aquella información, y emitiendo predicciones (basadas en la teoría resultante)
que puedan ser comprobadas por su comparación con datos a ser acumulados en el
futuro. Es por el éxito o fracaso de tales comparaciones que las hipótesis son válidas o
falsas. Y la contracción del Sol recientemente descubierta admite precisamente tal
comparación. En este caso las teorías en competencia son el evolucionismo frente al
creacionismo, que predicen unos escenarios muy diferentes de la historia del Cosmos.
Éstos, a su vez, implican unas limitaciones totalmente diferentes sobre la composición
y comportamiento del Sol. Pero, para comprender la conexión entre la contracción
solar y los dos diferentes modelos de los orígenes, necesitamos primero un poco de
historia acerca del Sol.

Historia

Con el conocimiento, en los últimos siglos, de las magnitudes del tamaño del
Sol y de su emisión de radiación, los filósofos naturales empezaron a hacerse la siguiente
pregunta: «¿Por qué medios podría el Sol producir una cantidad tan inmensa de
energía?» Es evidente que el modelo del hogar (considerando al Sol como una
inmensa masa de carbón) no iba a dar resultado; la historia registrada es de mucha
mayor duración que la que hubieran tenido las ardientes ascuas. Se buscó otra
explicación al fenómeno. Con el advenimiento de la mecánica newtoniana, la fuerza
gravitatoria hizo su debut. Y pisándole los talones seguía el concepto de la energía
potencial debida a la gravitación. Juntamente con la conservación de la energía, estas
formulaciones llevaron a nuevas hipótesis.

489
Una de ellas era la de que materia de tipo meteorítico atraída gravitatoriamente
al Sol suministraba la energía necesaria. No obstante, aquí el problema era que un
proceso así añadiría a la masa total del Sol. Aunque esto llevaría a un aumento
imperceptible en la apariencia visual del viejo Sol, provocaría un cambio mensurable en
la longitud del año (cosa que no se observa)
Pero alrededor del año 1850 se propuso otra teoría basada en la gravitación: la
contracción gravitatoria (el Sol encogiéndose bajo la acción de su propio peso),
sugerida por Hermann von Helmholtz. Sus cálculos (que involucraban asunciones
acerca del origen del sistema solar que serían rechazadas por los creacionistas
contemporáneos, sea dicho de paso) mostraban que, si la contracción hubiera suplido
de energía al Sol, irradiada a la tasa actual, el Sol mismo no podría haber tenido más de
unas decenas de millones de años como techo.
Pero sucedió que, en aquella circunstancia histórica, muchos de los que habían
ganado importancia en ciertos campos (especialmente en Geología y Biología) eran de
la opinión de que la Tierra tenía una antigüedad superior en varias magnitudes a la de
aquellas cifras; por ello, se descartó el modelo gravitatorio de contracción (sobre la
única base de una supuesta edad de la Tierra de miles de millones de años) (¡!) Ello
provocó un evidente vacío, dejando sin explicación de ningún tipo el hecho de la
energía del Sol, hasta que, alrededor del principio de este siglo XX la radioactividad
salió a la palestra. Se dice que las reacciones nucleares permiten que la masa se
convierta en energía (según la famosa ecuación E = mc2) Aunque también esto
demandaría un cambio en la masa del Sol, la cantidad de cambio sería demasiado
pequeña, de manera que solamente se provocaría un incremento de un segundo sobre un
año al cabo de 15 millones de años (demasiado pequeño para poder ser detectado)
Al ir transcurriendo los años, se describieron reacciones específicas, por medio
de las cuales se expresaba que el hidrógeno en el Sol se funde para transformarse en
helio (los ciclos carbono y protón-protón) Se mantiene fuerte en la memoria de mis días
de estudiante el contenido de un curso que hice sobre la asignatura de física solar. El
modelo de fusión nuclear había por entonces llegado a ser tan refinado que los
astrofísicos afirmaban comprender en detalle considerable lo que acontecía
precisamente en el interior del Sol. Así era, hasta que por fin, aunque de importancia
fundamental, entró en escena el neutrino.

No hay nada nuevo debajo del Sol

Parecía casi imposible llegar a determinar con alguna certeza las condiciones y
reacciones que caracterizan el interior del Sol de ninguna manera directa, ya que
nuestro conocimiento estaba basado solamente en radiaciones emanando de la superficie
opaca del Sol (la fotosfera) Según los modelos aceptados, la energía de las
profundidades interiores precisa de millones de años sólo para poder llegar a la
superficie. (Como contraste, desde allí las radiaciones electromagnéticas, que
incluyen la luz, recorren todo el camino hasta la Tierra en alrededor de 8 minutos.)
Pero este obstáculo aparentemente insuperable a nuestra adquisición de datos directos
del interior del Sol quedó eliminado gracias al descubrimiento de una nueva partícula.
El capitel fundamental de la Física lo han constituido las leyes de conservación,
de las que la de la conservación de energía, del momento lineal, y del momento
angular, constituye notables variedades. Bien, un cierto tipo de desintegración
radioactiva, la degradación beta, parecía, alrededor de 1930, desafiar a las tres
mencionadas leyes de conservación. (Un ejemplo de la degradación beta es cuando el
C14 cambia a N14, mediante la emisión de un electrón. Ésta es la reacción envuelta en la

490
datación radiocarbónica) Estas observaciones demandaban una elección: o la
degradación beta violaba las más básicas de las leyes de conservación, o se estaba
emitiendo además otra partícula: una con las propiedades justas para equilibrar las
ecuaciones. Estas propiedades incluían una carga eléctrica neta de cero, y una masa en
reposo esencialmente de cero (pero con una energía y un momento definidas) Por esta
razón, la nueva partícula recibió el nombre de «neutrino», que significa «neutro pequeño»
(no confundirlo con el neutrón, que, a pesar de que también es eléctricamente neutro, es
uno de los componentes masivos del núcleo) Se desarrolló una extensa teoría para el
neutrino, de la cual se calculó que esta partícula se hallaba casi más allá de la esperanza de
detección. Por ejemplo, un neutrino tiene un 50 % de probabilidades de pasar a través
de un bloque de plomo de un grosor de un año luz, sin chocar. O, considerando que
pasase a través de toda la Tierra, solamente un neutrino en diez mil millones fracasaría
en hacerlo; el resto ni se daría cuenta de que la Tierra estaba aquí.
Estos resultados hicieron preguntarse a muchos si quizás los neutrinos eludirían
para siempre los esfuerzos dirigidos a detectarlos. Cierto que la detección es una tarea
formidable, pero esta preocupación quedó eliminada en 1956, cuando se demostró
experimentalmente la existencia de neutrinos. De hecho, se ha llegado ahora a la
conclusión de que no hay solamente un tipo de neutrino, sino varios tipos en una
familia de neutrinos.
Para volver de nuevo a la cuestión de lo que está sucediendo en el seno del Sol, los
neutrinos son los protagonistas de la función, debido a que la gran mayoría de ellos surgen
del Sol sin haber quedado afectados. Su producción en el seno del Sol es una demanda de
la teoría de la fusión nuclear (que involucra degradación beta) Por ello, los científicos
construyeron contadores de neutrinos, con la esperanza de grabar en piedra (esto es, de
registrar de una vez por todas) la validez del modelo de fusión nuclear, que había
llegado para este tiempo a ser aceptado universalmente como la explicación de la
energía solar.
Antes de introducir la conclusión, se tendrá que conducir al lector en una
excursión a minas profundas y abandonadas, en bien de aquellos que hayan leído la
literatura al respecto y se hayan preguntado por qué los detectores de neutrinos tienen que
colocarse en tales lugares. Debido a la poca probabilidad de que los neutrinos reaccionen
con cualquier material de detección (incluso con 500.000 litros del líquido utilizado),
queda patente que la cantidad de neutrinos registrados será muy pequeña. Esto significa
que la interferencia de fondo (como la debida a los rayos cósmicos) constituiría una
seria causa de error en el contaje de los neutrinos procedentes del Sol. Esto es, a no ser
que el contador quede escudado de todas las otras radiaciones. ¿Y qué mejor escudo que
un par de kilómetros o más de tierra? Recuérdese que los neutrinos mismos pasan a
través de la tierra como un ratón a través de una reunión de una familia de gatos —
sin parar a decir «hola»—, de manera que su encuentro con tierra firme deja a sus
filas, a todos los efectos prácticos, sin afectarlas en absoluto.

Los resultados experimentales

Así que nos hallamos a los finales de la década de los años 1960, sentados en
una profunda mina, junto a 600 toneladas de líquido de limpieza como red para cazar
neutrinos; y la pregunta crucial es: « ¿Cuántos estamos atrapando?» La respuesta
embarazosa es... ¡no los suficientes!' Una cantidad de alrededor de 4 al mes

491
(escasamente por encima del límite de incertidumbre para el experimento) suena
escasa; pero ya que, esperábamos pocas reacciones para empezar, lo que resulta
significativo es la comparación de esta tasa con la tasa predicha en base al modelo
aceptado de Sol. Incluso así, el número cae muy por debajo del esperado (cuando más,
1/10 de la cantidad esperada) Y éstos bien podrían provenir de otras fuentes cósmicas
(el contador no se puede dirigir para poder determinar la procedencia de origen) Con lo
que afrontamos el hecho experimental de que no parecen venirnos neutrinos del Sol.
¿Qué es lo que hace un científico cuando se enfrenta con un dilema así? En
primer lugar comprueba cuidadosamente cada detalle de la teoría —las asunciones que
se han hecho, los parámetros insertados— para ver si se pasó algo por alto. Durante más
de una década, ahora, se han revuelto de todas las maneras las fórmulas (incluso con
algunos intentos de retorcerlas, como en el postulado de un nivel desconocido de
energía en el Be6, pero sigue permaneciendo la paradoja de los «neutrinos ausentes» .

Vuelta a la contracción

Pero, de todas maneras, ¿qué es lo que todo esto tiene que ver con la contracción
del Sol? Para decirlo claramente, la contracción solar es la brisa refrescante que se lleva
con ella el nebuloso dilema. Porque si, de todas maneras, una mayor parte de la energía
del Sol proviene, después de todo, de la contracción gravitatoria, entonces no se precisa
que exista ninguna cantidad apreciable de fusión nuclear en el ardiente orbe, ni por ello
se precisa de la existencia de tantos (o de ninguno) de los neutrinos que se esperaría que
surgieran de él. Que tantos de los «expertos» se cegaran a esta sencilla solución
constituye en sí mismo una paradoja: una que traiciona un prejuicio del que pronto se va
a tratar. Pero incluso después de una década de enfrentamientos con el rompecabezas de
los neutrinos ausentes (todos los cuales finalizaron en un fracaso), los teorizadores
solares se mantienen adheridos todavía al modelo de fusión. Por ejemplo, en Abril de
1978, Melvin Freedman, del Argonne National Laboratory, afirmó que: «El Sol
constituye una estrella de secuencia principal que con una certeza casi total deriva su
energía de la fusión del hidrógeno para producir helio y energía». La lógica que el Dr.
Freedman invocó para esta conclusión (esto es, la edad del sol) nos lleva al corazón de
la discusión, que involucra el informe de cómo yo, personalmente, vine a «sintonizar»
con el misterio de los neutrinos.
Cuando examiné por primera vez un informe de la ausencia de neutrinos (poco
después del descubrimiento efectuado por Davis), este asunto atrajo de inmediato mi
atención, debido a la contradicción que revelaba en cuanto a la historia detallada y
supuestamente exacta que se me había relatado (en el curso de física solar) acerca del
Sol. Después, en la primavera de 1976, me di cuenta de algo a lo que ya había estado
expuesto hacía unos años, pero a lo que nunca le había prestado mucha atención. En aquella
época no estaba a la búsqueda de ideas acerca del Sol: solamente estaba pasando el tiempo
entre sesiones de unas clases en el Argonne Laboratory, leyendo un periódico publicado por
el personal de aquel centro. Sucedió que contenía un artículo acerca de la paradoja de los
neutrinos, y que además daba una historia breve de las teorías acerca de la energía solar. Y
simplemente unas pocas palabras,... palabras que yo había leído antes, palabras que aparecen
en los textos de astronomía más básicos, ¡aquellas pocas palabras en aquel artículo casi me
hicieron saltar de la silla! «Si la fuerza gravitatoria constituyera la fuente de energía, el Sol
solamente podría durar 50 millones de años: la edad del Sol está por encima de 100 veces
más que esta cifra.» Entonces me dije a mí mismo, «¡Basura! ¿Es ésta la única razón por
la que rechazaron la contracción gravitatoria?» Para entonces ya había efectuado un
considerable estudio de la evidencia científica que tenía que ver con la edad de la Tierra,
sistema solar, etc.; y había llegado a darme cuenta de que la fuerza que empuja a aceptar unas

492
edades tan inmensas viene dada meramente por la fe en el evolucionismo, que en sí mismo
no tiene ninguna base sobre la que apoyarse (asumo que los lectores no son tan superficiales
como para aceptar que las dataciones radiométricas prueban que la tierra tiene miles de
millones de años de antigüedad). Para mí, la respuesta a esta paradoja era evidente: las
mediciones científicas han desacreditado el modelo de fusión nuclear del Sol; pero esto no
constituye un problema, debido a que su modelo predecesor había sido rechazado a causa de
la predisposición científicamente indefendible a creer en lo que yo llamo el «mito de los
miles de millones de años». Por lo que respecta a los datos, la contracción gravitatoria ha
estado vivita y coleando desde los tiempos de Helmholtz. Y fue ésta la conclusión que le
comuniqué al profesor Armstrong en Enero de 1977.
En aquel entonces no tenía yo ninguna esperanza de que se pudieran tomar
ningunas mediciones experimentales de la contracción. Suponía yo que la cantidad de
contracción sería demasiado pequeña para que pudiera ser detectable durante, digamos,
una vida humana entera. Pero me preguntaba acerca de si podría hallarse alguna
conexión indirecta que pudiera decidir si la contracción pudiera ser la clave a la
energía del Sol, después de todo. Es innecesario decir que al leer (en el verano de
1979) acerca de los datos y conclusiones del Dr. Eddy me pasé una tarde considerando
conmigo mismo todas estas cuestiones, en aturdido gozo.

Sumario

Hay todavía otras sorpresas a relatar acerca del Sol; pero como conclusión a este
artículo no debería dejarse de lado un punto importante. Ante todo, las teorías acerca de
los orígenes, debido a la misma naturaleza de ellas, no pueden etiquetarse como
«científicas»; pero las conclusiones a las que se llega a partir de ellas pueden contrastarse
con datos científicos. Así, la credibilidad de una teoría acerca de los orígenes depende de
una manera crucial del éxito o fracaso de las predicciones que se deriven de ella. En el
caso que tenemos a mano, el evolucionismo demandaba una edad considerable para el
Sol, que a su vez hacía que se dejara de lado la simple posibilidad de que la energía
gravitatoria fuera la causa, por el colapso gravitatorio del Sol, de la emisión de
energía como fuente principal de la energía del Sol. Por otra parte, el creacionismo no está
dedicado a la defensa de vastos lapsos de tiempo, y de aquí no imponía ninguna
objeción a la contracción gravitatoria. Como consecuencia, la contracción ha resultado
ser verdaderamente observada (la cantidad y carácter de esta contracción constituirá el
tópico de futuras consideraciones); así que, aunque constituye una certidumbre que esta
contracción cuantificada será interpretada, moldeada, y en general reducida a la medida
que pueda ir bien para su introducción en el escenario de vastas épocas (a posteriori),
queda evidente que hemos sido testigos de una derrota principal del evolucionismo,
al contemplar cómo su órgano vital (el mito de los miles de millones de años), persuadía
a los astrofísicos a que rechazaran la posibilidad de la contracción gravitatoria del Sol,
incluso después de que mediciones científicas (esto es, el contaje de neutrinos) sugirieran
que el camino de la fusión nuclear constituía un callejón sin salida. Para resumir: ésta
constituye simplemente una situación más en la que la creencia en el evolucionismo ha
demostrado ser otra piedra de tropiezo mental impidiendo el verdadero progreso
científico.

El incoherente Sol: ¿Cómo se ha estado comportando, y qué podría hacer a


continuación?

Se citan varias observaciones mostrando que el comportamiento del Sol es


inconstante en lapsos de tiempo mucho menores que millones de años. La contracción —

493
que, en opinión del autor, es gravitacional— es simplemente uno de éstos. El problema de
los inexistentes neutrinos solares es bien conocido; algunas de estas observaciones
contradicen aún más el modelo de la distribución de densidad solar derivado del
modelo de fusión nuclear. Se ofrecen sugerencias para posteriores investigaciones.
También se correlaciona esta última evidencia con profecías de las Escrituras con
respecto al Sol.
La primera parte de este estudio trataba de la historia de teorías que quieren dar
cuenta de la fuente de la energía radiante del Sol, los fallos del modelo de fusión
nuclear, y el reciente descubrimiento de la contracción solar. Al leer la primera parte,
las personas que estén familiarizadas con las publicaciones del Dr. Eddy pueden
preguntarse si en realidad no estaré totalmente en ignorancia de la interpretación que él
le da al fenómeno de la contracción. Una interpretación totalmente distinta de la que yo
doy. Bien, ni la ignoro ni deseo esconderla. De hecho, sirve de buen punto de partida para
el análisis que aquí se presenta.
Eddy (así como varias autoridades con las que he mantenido comunicación) ha
evitado el choque directo entre la contracción por una parte, y el mito de los miles de
millones de años (MMMA) por la otra, al asumir que: (1) la contracción no ha estado en
marcha indefinidamente; y (2) solamente las capas externas del Sol están implicadas en
la disminución del tamaño visible del disco solar. La pregunta que surge de inmediato es:
«¿Por qué cree él esto?» Bien, por una parte él afirma que él cree que el Sol tiene entre
4.500 y 5.000 millones de años; esta postura, por mor de la coherencia, no le puede dejar
otra alternativa que la de interpretaciones así de restringidas. Por otra parte, se le ha de
reconocer su gran honestidad en vista de su admisión: «No obstante... sospecho que
podríamos vivir con el valor asignado por el obispo Ussher a la edad del Sol y de la
Tierra. No creo que tengamos demasiadas cosas por lo que respecta a la evidencia
observacional en astronomía que entre en conflicto con su postura.» Esta actitud hacia la
cronología del obispo Ussher es verdaderamente notable, considerando que el nombre de
Ussher ha sido siempre mencionado en círculos científicos (por lo menos desde que
estoy en escena) como motivo de escarnio.
La única justificación de Eddy para aceptar las edades de miles de millones de
años aparece en su alusión a la Paleontología. Ahora bien, personalmente encuentro que
es frustrante (aunque no extraño) oír a los expertos admitir que la evidencia en su campo
no apoya la evolución y/o las vastas edades, para añadir que se apoyan en las conclusiones
de los portavoces de otros campos. La apremiante cuestión es si los argumentos derivados
de estos otros campos son o no más válidos. Recuerdo a un biólogo evolucionista con
el que estuve una vez discutiendo la cuestión de las dataciones radiométricas. Parecía
conocer poco de la teoría de cómo se llevan a cabo las dataciones; y, cuando le expliqué
que los errores en cualquiera de las asunciones principales podían dejar sin significado
alguno a los resultados, se sacó de encima todo esto diciendo que él había leído un libro
sobre este tema —en el que se afirmaba que los resultados son exactos dentro de un 10
%—, por lo que era inútil que intentara demostrarle lo contrario. ¿Cuánta de nuestra
pretendida ciencia se basa solamente en una fe en la opinión de alguien (que posiblemente
esté prejuiciado ya)?
Para hacer un breve escrutinio de la postura de Eddy de «contracción solamente
en la capa exterior», quisiera tratar la cuestión de si no se trata meramente de una
especulación ad hoc. A la luz del dilema de los neutrinos ausentes, está claro que
ningún teorizador tiene ningún tipo de conocimiento de lo que está teniendo lugar en el
interior del Sol (excepto que no se están produciendo muchos neutrinos) El poner la
confianza de uno en la interpretación de otro cuya única base la constituye la creencia en
vastas eras de tiempo, esto es imprudente, por decirlo suavemente. Quizás las capas

494
externas se están contrayendo más que el núcleo, pero quizás el núcleo se esté contrayendo
aún con más rapidez. ¡Esto nadie lo sabe!
Por lo que respecta a que la contracción pudiera ser cíclica, repasé los datos
publicados por el Dr. Eddy, pero no encontré ni señal de inversión en ningún extremo
del período (años 1836 a 1953) Puede haber alguna ligera desviación en la gráfica entre
1875 y 1885, pero no hay nada que dé evidencia de una desviación de una constante
disminución del tamaño. Será bueno de pasada mencionar que hay los que han
discutido los datos de Eddy acerca de la contracción; pero él ha constatado que las
mediciones del diámetro solar a lo largo de diferentes ejes (mencionados como vertical
y horizontal) muestran todos una disminución progresiva, como también la muestran los
datos conseguidos desde diferentes localidades. En sus esfuerzos para evitar errores
sistemáticos, Eddy ha llevado a cabo un cuidadoso trabajo para asegurar que cambios
como los que pudieran tener lugar en las condiciones atmosféricas no pudieran hacer
parecer que un Sol de tamaño constante se fuera haciendo más pequeño.

¡Demasiado rápido, demasiado rápido!

En sus informes, Eddy ha provisto solamente una razón basada en datos para su
postura del comportamiento cíclico del Sol (le pregunté específicamente acerca de
ello en una comunicación privada, pero aún no me he enterado de otras): la magnitud
de la velocidad de contracción. Y, ¿cuán grande es? Alrededor de un 0,1 % cada siglo.
Esto parece no sonar a mucho (de cierto que no hará al Sol visiblemente más pequeño a
lo largo de nuestra vida), pero ¡es 170 veces más rápida que la velocidad de contracción
que Helmholtz calculó como suficiente para generar toda la energía radiante del sol!
Por ello, si todo el Sol está contrayéndose en masa, se está generando energía en
magnitudes muchas veces superiores a la energía que se irradia. Desde el punto de vista
del MMMA, tendría que estar de acuerdo en que esta condición no puede haber persis-
tido durante miles de millones de años (hace ya mucho tiempo que algo hubiera tenido
que ceder) Pero, ya que en realidad no hay ni rastros de ciclos en los datos, y ya que el
mito de los miles de millones de años se está encontrando con más y más
contradicciones frente a las ciencias factuales, ¿por qué no considera alguien la
posibilidad de que la contracción pudiera ser constante (esto es, no cíclica) —quizás
incluso en aceleración— pero característica de un Sol con una edad en el campo de
solamente las decenas de miles de años? Tal punto de vista podría incluso relacionarse con
otras peculiaridades del Sol, tales como su tasa no uniforme, y posiblemente variable de
rotación. Para un Sol en colapsamiento, ¿no debería uno de esperar que las
componentes de mayor momento angular se revelasen en el ecuador?
A lo largo de una línea de razonamiento totalmente distinta, si los cambios en las
dimensiones fueran realmente cíclicos, ¿en base a qué podríamos asumir que, en ciertos
puntos del ciclo, el comportamiento del Sol no iba a resultar catastrófico (en relación
con la Tierra)? Parece ser que uno de los principales motivos de la asunción actualista
(aparte de la motivación evidente de intentar explicar cómo hubiera podido
desarrollarse la creación sin el Creador) es el tan bien descrito por Immanuel
Velikovsky como «amnesia cultural». La constitución psicológica de la Humanidad es
tal que uno se siente mucho más protegido en la asunción (en la esperanza) de que los
sucesos catastróficos no constituyen el curso natural (y frecuente) de los eventos. Y este
deseo de creer en un «vecino amistoso» Creo que es el principal móvil detrás de las
teorías que caracterizan el comportamiento del Sol como constante a través de vastas
épocas.

495
Es apropiada aquí una cita de Isaac Asimov, ya que deja desnuda la relación del
evolucionismo con la asunción del Sol de estado estacionario: «Es simplemente
asunto de nuestra buena suerte que nuestro sol se halla bien equilibrado. (En realidad
esto es como poner el carro delante del caballo. Si el Sol no estuviera bien equilibrado,
no se hubiera desarrollado la vida sobre la Tierra, o si se hubiese desarrollado, hubiera
quedado destruida de una manera relativamente rápida. Así, el mero hecho de que
estamos aquí muestra que el Sol está bien equilibrado y que no hay necesidad de sudar
acerca de lo inevitable.)»
Pero, ¿qué dice la evidencia? ¿Acaso ha demostrado el Sol ser tan confiable
como un reloj suizo?

Manchas solares tartamudas, y otros sobresaltos

Desde que Galileo tuvo la desfachatez de dejar al descubierto imperfecciones en


el reino de lo celeste, las manchas solares han atraído las imaginaciones de muchos. En
recientes décadas se ha señalado que la abundancia de estas manchas varía con un período
de once años. Pero, además de esta variación, el Dr. Eddy ha dirigido una atención
renovada a la práctica ausencia de manchas solares desde 1645 hasta 1715 (el mínimo
de Maunder) Ha señalado, además, que el análisis de rocas lunares «indica que hace
alrededor de 10.000 años la actividad solar era mucho más alta que nada de lo que se
haya experimentado desde aquel entonces ».
Hace algunos años que tomé la práctica de anotar las observaciones de
comportamiento errático del Sol. Consideremos estos ejemplos:
a) Actividad solar inesperada que amenazó con la prematura finalización de la
estación espacial' Salyut 3 soviética.
b) Una llamarada de un tipo nunca visto antes.
c) Un cambio notable (un 1 o 2 por ciento en el espectro visible) en el brillo solar
durante más de 25 años.
d) Llamaradas y explosiones de enorme magnitud que desafiaban a todas las
teorías anteriores, y que tuvieron lugar cuando el Sol hubiera de haber estado en «calma».
Para poner al día el asunto de la variabilidad solar, señalaré que uno halla por lo
general que se denomina en la actualidad al Sol como estrella variable, juntamente
con tales afirmaciones como: «Una de dos, o la constante solar es ligeramente
variable (hasta un 2 % desde 1972) o la actividad solar provoca cambios correlativos
en los albedos de los cuerpos planetarios.» «En realidad hay cuatro o cinco líneas
independientes de evidencia coherentes con la idea de la variabilidad solar... la incidencia
de las manchas solares y (sobre la Tierra) auroras, la estructura de la corona solar, la
concentración de C14 en la atmósfera de la Tierra, y la temperatura de la superficie de la
Tierra... Evidentemente, el aparente comportamiento regular del Sol a lo largo de los
últimos 150 años no es necesariamente normal, a pesar de lo que los físicos solares han
asumido durante largo tiempo.» «Su comportamiento no es constante. Peor aún, no es
regular. De hecho, solamente dentro del año pasado o del anterior a él hemos empezado a
darnos cuenta de lo verdaderamente complejo y caprichoso (énfasis añadido) que es
el comportamiento de nuestro Sol... y las implicaciones para la vida sobre la Tierra
son profundas... (y sigue una cita del Dr. Eddy): "No creo que tal irregularidad sea una
señal saludable. Creo que constituye la marca de una máquina tambaleante,
destartalada".»

¿La distribución de la densidad es QUÉ?

496
Posiblemente el descubrimiento más asombroso de todos (desde el punto de
vista de los modelos «aceptados» del Sol) provenga del trabajo de dos equipos de
trabajo separados (uno soviético y el otro británico) que, mediante diferentes técnicas, han
detectado pulsaciones radiales del Sol (de amplitud de alrededor de 10 kilómetros) En
tanto que los modelos aceptados del interior del Sol predicen un período para tales
vibraciones de una hora de duración, ambos grupos de observadores han hallado que el
período es de 2 horas 40 minutos; y ambos han señalado que este valor implica que el
interior del Sol es casi ¡homogéneo!
Ahora bien, ¿qué modelo de un Sol de miles de millones de años de antigüedad
podría posiblemente ser coherente con la homogeneidad? La distribución de
densidades inherente en el modelo de fusión nuclear es irreconciliablemente opuesta a
estos descubrimientos. Así que si la ausencia de los neutrinos no bastara para demoler
todos los modelos solares erigidos en base al mito de los miles de millones de años
(MMMA), ¡entonces queda bien claro que este temblor de 160 minutos de ciclo sí que
lo arrasa!
Antes de llegar a conclusiones, quisiera señalar ahora algunas posibles líneas de
investigación sugeridas por estos enigmas solares tan recientemente descubiertos,
enigmas que se relacionan de manera crucial con la edad del sistema solar, y con las
teorías de los orígenes:
a) ¿Qué implicaría la homogeneidad o casi homogeneidad acerca de la edad del
Sol y acerca de su historia pasada?
b) ¿Qué características rotacionales se podrían derivar de una estrella en rápido
colapsamiento?
c) ¿Qué sería probable que sucediera a una estrella que esté generando
internamente mucha más energía de la que está irradiando?

Pensamientos acerca del futuro: Correlaciones con las Escrituras

El último apartado en la lista anterior suscita cuestiones del tipo más importante:
¿Cómo es probable que el Sol se comporte en el futuro? Al cruzar el puente astrofísico
para dirigirme a este asunto, permítaseme tirar una piedra en dirección al proceloso lago
conocido como «teorías de evolución estelar». Incluso antes de que empezara a
tambalearse el modelo de la fusión nuclear ante el peso de las observaciones científicas,
era algo evidente para cualquier persona reflexiva que el escenario de miles de millones
de años para que una estrella evolucionara de un tipo a otro tipo no podía ser más que
especulaciones de sillón. Está claro que nadie ha estado ahí el tiempo suficiente para
ver el progreso de ninguna estrella, ni siquiera un pequeño paso a través de una
secuencia tan lenta. Por lo que a mí respecta, aparte de poseer la herética tendencia de
poner en tela de juicio cosas que han sido simplemente asumidas (al proponer este desafío a
una autoridad en astrofísica, se me dijo ¡que no debía ser tan escéptico!), puedo ahora
señalar con delicia a la conclusión de Stephen Maran (basada en observaciones, que no en
especulaciones en base al MMMA) que una gigante roja se ha transformado en una
enana blanca ¡en mil años o menos!"
Así, con la consciencia de que la evolución estelar no retiene ninguna sustancia
digna de posteriores refutaciones (¡algunos de los últimos intentos «imaginativos» de
concordar con las observaciones sugiere que el Sol contiene un agujero negro en su centro,
o que la mitad exterior de la masa solar fue añadida, con una composición totalmente
diferente de la mitad interior, alrededor de cinco mil millones de años atrás!),
consideremos lo que la fuente verdaderamente digna de crédito —la Biblia— tiene que
decir. Se debería, ante todo, explicar que esta evaluación de la Biblia no está basada en

497
una mera indoctrinación, sino que se ve apoyada por casi un cuarto de siglo de
experiencia. De cierto, el estudio de las predicciones escriturales de los eventos del
porvenir podría considerarse como plenamente científico, por lo menos por lo que
respecta a que son susceptibles de confirmación factual. Poniendo a prueba la profecía
bíblica, la he hallado confirmada al detalle por eventos mundiales.
Como uno de muchos ejemplos específicos, citaría Zacarías 12:3: «Y en aquel
día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada para todos los pueblos; todos los que se
la carguen, serán despedazados, y todas las naciones de la tierra se juntarán contra
ella.» ¿Quién podría argumentar que esto sea otra cosa que preconocimiento divino, al
ser testigos de todo el alboroto mundial actual acerca de la suerte de Jerusalén?
La Biblia menciona repetidamente al Sol en profecías del futuro. Algunas de
ellas bien pueden ser simbólicas; pero otras son directas, y me llaman la atención como
relevantes a los hallazgos científicos relacionados en este artículo. De éstas
mencionaré solamente unas pocas (guardándome la mayor parte de mis pensamientos e
interpretaciones para mí mismo):
1) Joel 2:31 afirma directamente: «El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en
sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová.»
2) En Lucas 21:25-26 se cita al Señor Jesús diciendo: «Y habrá señales en el sol,
en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra angustia de las gentes, perplejas a causa
del bramido del mar y de las olas; desmayándose los hombres por el temor y la
expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque los poderes de los cielos
serán conmovidos.»
3) Finalmente, una referencia indirecta al Sol, pero quizás más provocadora de
reflexiones que estas anteriores. Nótese Zacarías 14:6-7: «Y acontecerá que en ese día
no habrá luz clara, ni oscura. Será un día único, el cual es conocido solamente de
Jehová; no será ni día ni noche; pero sucederá que al caer la tarde habrá luz.»
Considérese lo que podría suceder (recordando que nadie puede decir lo que
sucedería; todos los modelos solares contemporáneos han demostrado estar en
bancarrota) como resultado de la generación interna por parte del Sol de energía en una
magnitud muchas veces superior a la que ahora irradia. ¿Qué sucedería si el Sol fuera a
«emitir todo lo almacenado»? (Frazier, Kendrick, 1978, The sun our star. Science
News 113(16):252-266. Se señala que: «El orbe que habíamos llegado a creer tan
regular resulta ser más y más variable e impredecible. Quizás era inevitable que esto
tuviera que suceder. Nuestra impresión de la regularidad solar puede haber tenido más
que ver con nuestra necesidad de un padre celeste fiable -vivir en la vecindad de una
estrella variable puede causar una cierta tensión nerviosa- que con los hechos... Al final
puede que descubramos que no vivimos en un rincón tan tranquilo del universo como
podamos haber deseado.»)
¿Podría emitirse materia solar al espacio de tal manera que hiciese que el
núcleo restante pareciera más oscuro, la luna brillar con luz roja, y el cielo iluminarse
todo alrededor? Incluso partículas cargadas y efectos electromagnéticos podrían dar
lugar a un cielo en continuo resplandor, ¿o no? ¿Quién va a decirlo? Ciertamente no
los «expertos», muchos de los cuales están continuamente retocando sus modelos
MMMA, tan solamente desacreditados por los datos. Los pulirán y los repulirán y antes
de poco proclamarán que «predecían» los recientes asombrosos descubrimientos que he
mencionado anteriormente.
No, solamente el tiempo lo dirá, ¡y con toda certeza no en miles de millones
de años tampoco!...

498
LOS NEUTRINOS SOLARES Y UN SOL RECIENTE
(Paul M. Steidl)

El fracaso de no hallar neutrinos solares que deberían aparecer como resultado de las
reacciones de fusión de hidrógeno en el Sol indica que el Sol es de reciente formación.
Además, las oscilaciones globales del Sol impiden la existencia de cualquier tipo de fusión.
La única alternativa viable, la contracción gravitatoria, que solamente admite un lapso de
tiempo comparativamente corto, queda indicada por observaciones reales de un diámetro
solar en disminución.
El bien conocido problema de los neutrinos solares nos ha estado acompañando
desde 1968 y no muestra ninguna señal de irse. Aunque muchas docenas de explicaciones
han aparecido, ninguna de ellas ha sido satisfactoria. La razón consiste en que todos los
científicos han enfocado el problema con presuposiciones actualistas. Cuando se examina
el problema de una manera más objetiva, se hace evidente que la ausencia de neutrinos
solares constituye una evidencia casi irrefutable de un Sol creado recientemente.
La asunción aislada de mayor importancia en toda la astrofísica la constituye la
postura de que la fuente de energía en las estrellas es la fusión nuclear, principalmente la
fusión del hidrógeno en helio. Toda la teoría de evolución estelar depende enteramente
de esta asunción y, con ella, todo el resto de la astrofísica. No obstante, jamás se ha
verificado realmente la operación de la fusión nuclear en las estrellas. Ha venido a ser
el dogma aceptado simplemente porque constituye el único proceso concebible que
podría alimentar la energía durante los miles de millones de años que se cree que han
existido las estrellas. La simple combustión química duraría solamente alrededor de
5.000 años, y la contracción gravitatoria puede suministrar energía a la presente
luminosidad solar durante tan sólo unos 20.000.000 de años. Pero la fusión nuclear,
debido al elevado defecto de masa del helio (alrededor del 0,7 %), posee el potencial de
proveer inmensas cantidades de energía, alrededor de 6,4 x 1018 erg/g. Esto resulta
adecuado, si se convirtiera toda la masa del Sol en helio, para mantenerlo en actividad a la
presente luminosidad durante cien mil millones de años. Pero debido a que se cree que
solamente existen las condiciones para la fusión en el 10 % interior de la masa solar, el
máximo tiempo de vida de la secuencia principal quedaría limitado a diez mil
millones de años.
Se cree que la reacción básica es 4H He en la que solamente se
consideran los núcleos. Ya que el núcleo de hidrógeno está constituido por un solo
protón, y el núcleo de helio, o partícula alfa, consiste de dos protones y de dos
neutrones, es necesario que dos de los núcleos de hidrógeno se conviertan, mediante la
degradación beta, en neutrones. La conservación de carga demanda que se produzca un
positrón para llevarse la carga positiva del protón, mientras que la conservación del
leptón demanda la producción de un neutrino.
p+ —> n + e+ + v

El Sol es extremadamente opaco a todas las formas de radiación


electromagnética que pudieran surgir en el interior debido a las reacciones nucleares.
Dice Harwit: «La estructura global y apariencia de la estrella no puede, entonces, dar
ninguna clave acerca de si verdaderamente son reacciones nucleares la fuente de las
luminosidades estelares.» Por otra parte, los neutrinos, al ser neutros y sin masa, poseen
una sección dimensional extremadamente pequeña para su interacción con la materia, y
deberían escapar libremente incluso del centro del Sol si están siendo producidos allí. Si
tales neutrinos pudieran ser detectados en la Tierra, ello constituiría una poderosa
indicación de que está verdaderamente teniendo lugar una fusión nuclear en el Sol.

499
La búsqueda de los neutrinos solares

En la década de 1960 Raymond Davis ideó y llevó a cabo un experimento para


detectar estos neutrinos solares. Aunque la sección dimensional para la interacción con
la materia es pequeña, los neutrinos tendrían que producirse en cantidades tan copiosas
que debería de poderse detectar una fracción mensurable. Años antes de que Davis
empezara su experimento, se sugirió el Cl37 como un blanco para la detección de
neutrinos. En los escasos eventos en los que un neutrino interacciona con un núcleo C37,
queda transformado en un núcleo Ar37. Este isótopo del argón es radioactivo con una vida
media de 35 días. El umbral de energía del neutrino para iniciar la reacción es de
0,814 MeV, por lo que para poder ser detectado, todo neutrino tiene que poseer como
mínimo esta energía.
Para saber qué flujos y energías de neutrinos se esperan, tenemos que examinar
los mecanismos propuestos de energía en el Sol tal como se asume en los modelos
actuales del Sol. Se puede calcular fácilmente la cantidad de neutrinos que el Sol
debería producir a partir de la luminosidad del Sol, Lo, y el defecto de masa del átomo
de helio (equivalente a la energía total emitida por cada átomo de helio, y por ello a
cada dos de los neutrinos producidos) Así que debería de haber 2 Lo/26,2 MeV =
19,0 x 1037 neutrinos/segundo. Aquí, Lo es 4 x 1033 erg/s y se emiten 26,2 MeV por cada
átomo de helio. A la distancia de la Tierra del Sol, 1 UA, resulta 19,0 x 1037 /s/(4 [1 UA]2)
= 6,7 x 1010 /s. cm2. Se ha establecido una unidad conveniente para expresar la tasa de
capturas de neutrino. Ésta es la Unidad de Neutrino Solar, o UNS, y es igual a 10 -36
absorciones de neutrino por átomo blanco por segundo.
Pero, además del flujo de neutrinos, necesitamos conocer su distribución de
energía, debido a que no todos los neutrinos podrán ser capaces de iniciar la reacción de
detección. La distribución de energía de los neutrinos depende de los procesos que los
producen. Se conoce una cantidad de variaciones de la sencilla reacción de fusión del
hidrógeno a helio y se cree que todas ellas juegan un papel en la generación de energía
solar en una mayor o menor medida. La extensión de la participación de cada rama, o
variación, depende sensiblemente de la temperatura y de la composición química. Las
dos clases principales de reacción de fusión son el biciclo CNO y la cadena protón-
protón. Se cree que el biciclo CNO precisa de mayores temperaturas que las que
existen en el núcleo solar, y, por ello, va de manera lenta. No obstante, cada variación
produce neutrinos de suficiente energía para poder ser detectados; de hecho, más aún que
en la cadena protón-protón que se espera que predomine en el Sol. Por ello sería de
esperar una elevada tasa de captura de neutrinos si el ciclo CNO tiene alguna
importancia en el esquema de la energía solar. Los bajos límites de detección eliminan
definitivamente a este ciclo de ningún papel de suministro importante de energía en el
Sol.
Se cree que la cadena protón-protón, debido a que puede tener lugar a
temperaturas más bajas, constituye la reacción dominante de fusión en el Sol, en el que
la temperatura central se cree que alcanza los 15 millones de grados Kelvin. La Tabla 1
muestra las tres ramas de la cadena protón-protón. Todas ellas tienen las tres primeras
etapas en común: la fusión de dos núcleos de hidrógeno en un núcleo de deuterio (hidrógeno
pesado) mediante la degradación beta; y otra etapa de fusión con un tercer núcleo de
hidrógeno produciendo He3. Aquí es donde se diverge, y la divergencia es de extrema
importancia. Entonces puede que dos núcleos de helio ligero se fundan en una partícula
alfa (helio normal), o puede que un núcleo de He 3 se funda con uno de He4. En el
primer caso, la reacción se ha acabado, ya que se ha producido un nuevo He 4 con la

500
emisión consiguiente de dos de los núcleos originales de hidrógeno. En el segundo caso
los dos núcleos de helio se funden en uno de berilio que, a continuación, pasa a tomar
una de las otras dos posibles ramas.

Esto depende de la existencia de helio-4 ya existente en el núcleo del Sol. La


primera rama, la fusión de dos núcleos de He3, no produce ningún tipo de neutrinos y es
la que sigue el 86 % de todas las reacciones de fusión. La segunda rama, que es la que
toman casi todas las reacciones restantes, produce neutrinos con unas energías
marginalmente detectables. La tercera rama, aunque tomada solamente por el 0,02 % de
las reacciones de fusión, produce neutrinos de elevada energía y provee la mayor
contribución de flujo neutrínico que debería ser detectable con detectores de átomo de
cloro. Las contribuciones de las varias ramas al flujo total incidente sobre la Tierra, así
como la tasa de captura esperada, se muestran en la Tabla 2.

501
Como detector, Davis eligió el líquido de limpieza común denominado
percloroetileno, C2C14. Presenta las ventajas de que es barato, abundante, y contiene una
elevada proporción de átomos de cloro. Acumular una cantidad suficiente de este producto
en un lugar, y después aislarlo de la radiación ambiental, cuyos efectos podrían enmascarar
el pequeño efecto de los neutrinos solares, constituía un problema formidable. Davis
llenó un depósito con 450.000 litros de este fluido, y lo situó al fondo de la mina aurífera
Homestake en Lead, Dakota del Sur, a 1500 metros de profundidad. Una profundidad
tan grande aísla a su blanco de la mayor parte de los rayos cósmicos secundarios que
podrían también inducir reacciones de cloro a argón y confundir los resultados. No
obstante, incluso a esta gran profundidad el límite inferior del detector de Davis es de
0,4 UNS, ¡debido a que los rayos cósmicos pueden penetrar casi 1.600 metros de roca!
La radiación natural de las paredes de roca de la cavidad donde está colocado el tanque
puede también iniciar la reacción. Pero esto se puede eliminar casi por completo
inundando con agua la cámara.
Los átomos de cloro, cuando se convierten en argón, se liberan en el líquido
como gas disuelto. Se recuperan mediante borboteo de gas de helio a través del tanque.
El helio recoge los átomos de argón. Éstos son después separados enfriando el gas en
carbón vegetal enfriado a temperaturas de nitrógeno líquido. Los átomos de argón
quedan absorbidos por el carbón vegetal y el helio vuelve a efectuar su ciclo por el
tanque. Después de que el argón es extraído del tanque, se efectúa el contaje de la
desintegración de los átomos de argón durante por lo menos 150 días. El contaje es muy
bajo, comúnmente 5 o 10 contajes por encima del ambiente durante un período de 70 días.
El primer modelo solar formulado con intento de predecir la cantidad esperada
de neutrinos solares fue el de Sears en 1964. Sus parámetros inclinan una edad asumida
para el Sol de 4,5 x 109 años y predecía un flujo de neutrinos de 36 UNS.
Posteriores refinamientos en modelos solares rebajaron continuamente el flujo
esperado a 22 UNS en 1968. Aquel mismo año el experimento de Davis impuso un techo
al flujo de neutrinos solares de 3 UNS. La discrepancia es grande, y a pesar de las

502
continuas revisiones de modelos solares, persiste hasta el día de hoy. Davis presenta un
flujo esperado de 5,8 UNS, mientras que Bahcall tiene un modelo con 4,7 UNS.
Entretanto, Davis ha refinado su techo. Sus señales llegan a 0,24 ± 0,09 átomos de Ar 37
por día, lo que significa 1,3 ± 0,4 UNS. No obstante, él mismo afirma: «No
consideramos este resultado como una medida del flujo de neutrinos solares debido a las
incertidumbres en varios efectos del medio.» Podemos, pues, concluir en que no se ha
efectuado la detección de ninguna señal de procesos de fusión teniendo lugar en el Sol.

Explicaciones propuestas de la ausencia de neutrinos en el Sol

Además de posibles problemas experimentales, hay dos posibles explicaciones: 1)


no están teniendo lugar reacciones nucleares en el Sol; o 2) tan sólo la tercera rama de
protón-protón no está teniendo lugar tal como era de esperar. La posibilidad número uno,
de que no estén teniendo lugar reacciones nucleares en el seno del Sol, es la explicación
que presentaré como la correcta más adelante. No obstante, examinemos primero las
ramificaciones de la segunda posibilidad. De la Tabla 1 se puede ver que el que exista la
tercera rama de la cadena protón-protón depende de la presencia de He 4 ya en el núcleo
solar. Si esta cantidad es realmente diferente (esto es, más baja) de lo que se había
presupuesto, entonces el flujo neutrínico tendría que ser más bajo. Así, la cantidad que
se asume de He4 en el núcleo del Sol es crítica en la determinación del flujo esperado de
neutrinos.
Los científicos asumen que el He4 en el Sol ha venido de dos procedencias. La
primera es el helio primordial, creado, según se supone, en el Big Bang (gran explosión).
Éste se halla mezclado con hidrógeno por todo el Universo en la proporción aproximada
del 30 % en masa. Además, éste es el producto final de la fusión nuclear misma. Si el
hidrógeno se ha estado transformando en helio durante 4,5 mil millones de años, el helio
debería de haberse estado acumulando en el núcleo durante todo aquel tiempo. Si el Sol es
más reciente, habrá menos helio que el admitido en los modelos actuales del Sol, y por
ello un flujo de neutrinos menos intenso. Bahcall y Sears presentan una fórmula
ilustrando la dependencia del flujo de neutrinos sobre una variedad de parámetros. La
dependencia con la edad viene dada por

Utilizando la medida de Davis de 1,3 UNS, esta fórmula implica un límite


superior a la edad del Sol de 1,6 x 109 años.
Naturalmente, existen otros factores en la fórmula Bahcall y Sears, incluyendo la
luminosidad, abundancias de metales y varias secciones de reacciones. No obstante, la
mayor parte de éstos se hallan limitados por mediciones directas de valores que no
pueden permitir que el flujo de neutrinos disminuya lo suficiente como para poder dar
cuenta de la ausencia de neutrinos de una forma adecuada. También se considera a la
edad como bien conocida y como estando, dentro de un pequeño margen de error, en los
4,5 x 109 años. Esto a su vez está basado en una cantidad de asunciones actualistas que
han sido tratadas en numerosos artículos. La ausencia de neutrinos solares en la cantidad
anticipada constituye poderosa evidencia de la recencia del Sol.
Pero no faltan las explicaciones alternativas. Ya que la simple variación de los
parámetros relevantes no puede reducir de una manera adecuada el flujo esperado de
neutrinos, se proponen frecuentemente cambios más exóticos. Hay también los que
proponen que es el experimento lo que es inadecuado. Pero no parece sostenible, ya que el

503
aparato experimental está sujeto a contraste directo. Tampoco falla la recuperación del
argón, ya que se introdujeron minúsculas cantidades de argón dentro del tanque, y se
recuperó el gas de manera satisfactoria. También se indujo la producción de argón a partir
del cloro colocando una fuente neutrónica dentro del tanque, y se recuperó todo el argón
esperado en forma eficiente. Se han comprobado una y otra vez las secciones de
interacción de los neutrinos, tanto experimental como teóricamente, y hay poca
probabilidad de que sean incorrectas.
La posible verificación de la capacidad del aparato para detectar argón inducido
por neutrinos se halla en el ensayo 27, cuando se consiguió una cantidad anormalmente
elevada de átomos de argón (en comparación con otros ensayos) De hecho, este solo
ensayo contribuye significativamente al promedio de 1,3 UNS que se ha presentado
antes. Davis atribuye esto a variaciones estadísticas, pero John Bahcall presenta una
intrigante especulación. Él sugiere que este ensayo puede haber detectado neutrinos del
colapso de una estrella que no fue detectado ópticamente. Si tal cosa resulta cierta, ello
indica a la vez que el experimento funciona correctamente, y que los neutrinos son
estables a lo largo de un gran período de tiempo, eliminando la sugerencia de que los
resultados negativos de Davis se puedan atribuir a la degradación de los neutrinos en su
camino desde el Sol hasta la Tierra. Naturalmente, esta idea puede ser incorrecta.
Se considera que la mayor probabilidad recae en que el problema esté en el
mismo Sol. Algunas de las muchas sugerencias son éstas:
1.- La abundancia inicial Y era de menos de 0,16-0,20.
2.- Existen grandes errores en una o más de las secciones nucleares relevantes.
3.- Uno o más de los cortes seccionales de la absorción de neutrinos ha sido
sobreestimada de una manera significativa.
4.- El sol era inhomogéneo al principio y permaneció así.
5.- Ha tenido lugar una mezcla significativa del interior solar durante la fase de
combustión nuclear.
6.- Existen campos magnéticos poderosos, a gran escala, de hasta 10 9 gauss en
el interior del Sol.
7.- La constante gravitatoria, G, aumenta con el tiempo.
8.- La opacidad interior puede ser menor que la esperada.
9.- El núcleo se halla, en un estado transitorio y no está en la actualidad
produciendo neutrinos
10.- Un agujero negro en el centro del Sol con una masa de 10-5 la masa solar, M,
podría producir la mitad de la luminosidad del Sol.
11.- El Sol hubiera podido formarse en dos fases, poseyendo la mitad interior una
elevada abundancia de metal y con las capas exteriores poseyendo una escasa abundancia
de metal.
12.- A altas energías existe una desviación de la distribución maxwelliana de
velocidades.
13.- Existe una temperatura crítica por debajo de la cual el hidrógeno y el helio
son inmiscibles.
14.- El Sol posee cantidades sustanciales de He 3, por lo que la principal fuente de
energía es el He3 (He3, 2p) He4.
15.- Hay reacciones nucleares en competencia que tienden a reducir la cantidad
de Be8 producido.
16,- Hay una variación en la energía de la interacción débil con una gravedad
creciente.
Evidentemente, muchas de estas sugerencias son muy imaginativas, y ninguna
de ellas es enteramente satisfactoria. Quizás la más popular de ellas, aunque la más

504
general, sea la número 9, que simplemente dice que, debido a una u otra razón, el Sol
está temporalmente parado. No hay necesidad de considerar todas estas sugerencias una a
una. Es suficiente señalar que ninguna de ellas es considerada como adecuada, que hay
poca evidencia independiente para cada una de ellas, y que el problema persiste.

Quizás no haya fusión en el Sol

Así, la casi ausencia de neutrinos solares ya de por sí es indicación suficiente de


que el Sol es considerablemente más reciente de lo que se asume por lo general. Pero,
como ya he mencionado antes, voy a tomar una posición aún más radical y mantendré que
no hay ninguna fusión nuclear teniendo lugar en el Sol. Si esto es así, la edad del Sol
quedará limitada al tiempo máximo provisto por una fuente alternativa de energía,
necesariamente mucho menos tiempo que el que sería provisto por la fusión nuclear.
El flujo neutrínico promedio de Davis es de 1,3 ± 0,4. Si excluimos este
ensayo, utilizando los datos de Davis, el valor queda en 1,0 ± 0,4. De la Tabla 2 tenemos
que el flujo de neutrinos esperado de procesos de fusión aparte de la rama tres de la
cadena protón-protón es de 1,48 UNS. Así que el flujo observado es tan bajo como
para eliminar no solamente las reacciones del Be 8, sino también las otras. Cuando a esto
se le añade la afirmación de Davis de que él no considera las 1,3 UNS como medida de
flujo de neutrinos solares, hay bien poca razón para creer que en el Sol esté teniendo
lugar ninguna fusión nuclear de ningún tipo. Es cierto que la fusión nuclear sería una
fuente de energía solar, como cualquier otra; cualquier fuente de energía que pueda
mantenerse por más de 10.000 años sería satisfactoria dentro del marco creacionista de
tiempo. Pero la evidencia está en contra de la fusión, y esto en nuestro favor, porque no
hay ninguna otra fuente de energía que pudiera mantenerse durante tanto como 4,5 mil
millones de años. El Sol es ciertamente más reciente que la edad (actualista) aceptada.
Pero hay también otras razones para creer que la energía del Sol proviene de
otra fuente que la fusión nuclear. Una de ellas es las oscilaciones globales del Sol
recientemente descubiertas. Henry Hill y sus asociados estaban intentando medir el
aplastamiento del Sol, en un intento de distinguir entre diferentes versiones de la teoría
general de la relatividad. No midieron el aplastamiento, pero sí detectaron que el Sol está
oscilando o tañendo como una campana en varios modos diferentes. Los numerosos
períodos cubren un margen desde los 5 hasta los 300 minutos. Hay dos razones por las
que esta observación tiene relevancia al problema de los neutrinos solares. La primera
tiene que ver con el transporte de energía. El gradiente de temperatura del Sol es
calculado en base al transporte de energía por radiación. Los fotones de alta energía
producidos por las reacciones de fusión serían absorbidos y reemitidos incontables
veces al difundirse hacia la superficie. Se dice que la energía transportada de esta manera
tardaría 30 millones de años en llegar a la superficie, debido a la opacidad del Sol. Debido a
esta opacidad extremadamente elevada, el gradiente de temperatura en el Sol sería
elevado, haciendo que el centro del Sol estuviera a 15 millones de grados si los actuales
modelos fueran correctos. Si, no obstante, las ondas acústicas son reales, ellas también
podrían transportar energía, y ello de una forma muy rápida. La opacidad efectiva al
transporte de la energía queda muy reducida, y por ello también el gradiente de temperatura.
Esto demandaría una menor temperatura en el Sol. Ya que la tasa de las reacciones nucleares
es tan sensible a la temperatura, la disminución de la temperatura sería suficiente como para
reducir la tercera rama de la cadena protón-protón lo bastante como para hacer que sus
neutrinos quedaran por debajo del umbral de detección.
Esto puede parecer un punto a favor del evolucionismo, porque, ¿no queda resuelto el
problema de los neutrinos con este descubrimiento? Difícilmente. Mientras que es cierto que
bajo las correctas condiciones se podría resolver el problema de la ausencia de neutrinos

505
debido a las ondas acústicas, las ondas suscitan un problema que resulta igual de
pernicioso, y que nos hace ir a la segunda razón para haber mencionado las oscilaciones
solares. Las oscilaciones de 2 horas y 40 minutos son demasiado largas para poderlas
adscribir a las capas superficiales del Sol. La mejor explicación la constituye que sean
pulsaciones radiales implicando a todo el Sol, y el período es consistente con que el Sol sea
una esfera homogénea. Esto nos lleva a una temperatura central tan baja que la fusión nuclear
es virtualmente inexistente. Así, las oscilaciones solares resuelven el problema de los
neutrinos no solamente reduciendo la temperatura de manera que se producen menos
neutrinos, sino hasta tal punto que la fusión nuclear misma queda efectivamente eliminada.
Severny et al estiman que la luminosidad debida a la fusión nuclear sería de alrededor de 2,5 x
1029 erg/s, o tan sólo 6,25 x 10-5 de la luminosidad observada.

Si no hay fusión, entonces ¿qué?

¿Cuál es, entonces, la fuente de energía del Sol? Antes de la llegada de la teoría de la
fusión nuclear, se adelantaron varios mecanismos, muchos de los cuales eran incorrectos
por razones evidentes. El más eficaz fue el de Hermann von Helmholtz. Postulaba él que la
contracción del Sol era suficiente para proveer a toda su luminosidad, derivándose su
energía de su campo gravitatorio. Este proceso habría mantenido al Sol brillando durante
unos 20 millones de años en el pasado si asumiéramos que el Sol había tenido su principio
de una nube de radio infinito. Evidentemente, esto es más que suficiente para los
creacionistas. Ley objeta a este mecanismo, además de al período limitado de tiempo, al
señalar que la contracción solar debería ser mensurable. La magnitud aproximada de este
cambio se calcula con facilidad. Utilizando la fórmula de Novotny para la emisión de
energía del Sol al disminuir de R a R®

Estableciendo que E es igual a 4 x 10 33 erg (la energía emitida cada segundo por el
Sol), y despejando R, tenemos una contracción de 2,9 x 10-4 centímetros cada segundo, o
alrededor de 10.000 cm cada año. A la distancia del Sol esto resulta en 1,4 x 10-4 segundos de
arco cada año, o 0,014 segundos cada siglo, una cantidad definitivamente demasiado
pequeña para poderla medir.
Pero no por esto hemos llegado, en absoluto, al final de esta posibilidad. En un
artículo presentado a la American Astronomical Society (Sociedad Astronómica
Americana) en Junio de 1979, John A. Eddy y Aram A. Boornazian anunciaron que el Sol
está contrayéndose a una velocidad de 2 segundos de arco cada siglo. Esto es
considerablemente más que la cantidad necesaria para producir toda la luminosidad del Sol.
Ya que esto es mucho más que la cantidad necesaria, implica que no es el Sol entero el que
está contrayéndose de una manera uniforme, sino que, con más probabilidad, se trata de las
capas exteriores que se comportan así. Esto resulta en alrededor de 1,5 metros cada hora en la
dirección horizontal y alrededor de la mitad de ello verticalmente. Este anuncio fue el
resultado de mediciones de diámetro solar registradas a lo largo de los últimos 143 años, y se
especula en que pueda haber estado en marcha más atrás en el pasado. Naturalmente, no
admiten la posibilidad de que haya podido ir así más allá de unos pocos cientos de años,
ya que en tal caso la evolución estelar quedaría destronada. Más bien, lo consideran
como una fase temporal.
No obstante, ellos admiten que la energía producida por esta contracción es adecuada
como para proveer la cantidad que no es producida por la fusión; y, como ya vimos, se trata

506
casi de un 100 %. Así que no es irrazonable suponer que esta contracción es responsable de
toda la luminosidad solar, y que lo ha sido desde el instante de la creación. En los últimos
10.000 años, la contracción total del Sol sumaría alrededor de 1,3 x 105 kilómetros,
esto es, poco menos del 10 % del diámetro actual del Sol.
Otro estudio muestra una contracción algo menor. Sofía et al dan un valor de
contracción de 0,2 segundos de arco por siglo, un factor de magnitud diez más pequeño que
el medido por Eddy, pero aún un factor de 10 mayor que la cantidad precisada por el Sol
para toda su luminosidad. La diferencia parece deberse a la forma en que se seleccionaron los
datos. No obstante, ambos concuerdan en que el Sol está contrayéndose, tal como sería de
esperar del modelo del Helmholtz.
Hay una última consideración. ¿Qué sucede si Eddy está en lo cierto al afirmar que
la contracción solamente es temporal, y que a la larga la fusión nuclear es la verdadera
fuente de energía solar? ¿Hay alguna forma de saber cuál es la verdad? Sí. En el NATO
Advanced Study Institution on The Origin of the Solar System (Institución de Estudios
Avanzados de la OTAN acerca del Origen del Sistema Solar), A. G. W. Cameron presentó
un artículo en el que calculaba que si el Sol se hubiera contraído de una nube de gas, y el
material se precipitó hacia adentro formando un núcleo con la densidad actual, la
temperatura hubiera llegado tan sólo ¡a un millón de grados Kelvin! Esta temperatura es
demasiado baja para que tenga lugar ninguna reacción nuclear. Así, si el Sol se hubiera
formado de acuerdo con un proceso evolucionista, la combustión nuclear nunca hubiera
podido iniciarse.

Conclusión

La evidencia es clara. Si el Sol se hubiera formado como la mayor parte de los


científicos lo asumen hoy en día, nunca se hubiera podido poner en marcha la fusión nuclear
para venir a ser su fuente de energía. La evidencia del experimento de los neutrinos solares, las
oscilaciones globales del Sol, y la contracción detectada del Sol constituyen, todo ello,
evidencia en contra de la existencia de fusión nuclear en el Sol. Cualquier tipo alternativo de
fuente de energía implica necesariamente un techo a su vida de una duración mucho más
corta, 20 millones de años como máximo para la contracción, y parece que mucho menos
a la velocidad actual del proceso. Por ello, y tal y como nos lo relata la revelación
bíblica, el Sol es un objeto de creación reciente.

Recientes desarrollos acerca de los neutrinos solares

Entre el momento en que se escribió mi artículo Los neutrinos solares y un sol


reciente, y el momento en que se publicó han tenido lugar algunos desarrollos muy
importantes en este campo. Parece irónico que aunque yo hubiera estado consciente de
la relevancia de este tema al creacionismo durante ocho años, estos desarrollos hayan
tenido lugar en este mismo momento. Los dos desarrollos del tema son el posible
descubrimiento de que los neutrinos tienen masa, y medidas adicionales de la contracción
del Sol.
Si verdaderamente los neutrinos poseen una masa distinta de cero en reposo,
entonces tienen que desplazarse a velocidad inferior a la de la luz, haciendo que la
velocidad de fase sea distinta de la velocidad de grupo. Si, como se supone, los neutrinos
son una superposición de tres tipos de neutrinos, cada uno de ellos se manifestará a su vez
en el neutrino al oscilar éste entre los tres tipos (electrón, muon, y tau) Ya que es
solamente el neutrino electrón el que puede iniciar la reacción en el tanque de cloro de
Davis, solamente se medirán alrededor de una tercera parte de los neutrinos incidentes, y

507
de ahí la diferencia entre el flujo predicho, 4,7 UNS, y la medida, 1,3 UNS. Quizás el Sol
esté quemando hidrógeno, después de todo.
Pero esto no es todavía seguro. Mientras que ciertos científicos rusos han
afirmado la existencia de neutrinos con masa, otros científicos americanos no han podido
todavía confirmarlo. Solamente el tiempo lo dirá.
Lo mismo se puede decir de la contracción del Sol. La afirmación de Eddy de
que el Sol se está contrayendo se ha enfrentado con mucho escepticismo, y la medición
del tiempo de tránsito de Mercurio a lo largo de los siglos parece indicar que no está
teniendo lugar ninguna contracción. Eddy sigue manteniendo que el Sol está
actualmente contrayéndose, probablemente como parte de una oscilación de período
largo, y que las recientes medidas de eclipses tienden a confirmar el cambio del radio.
En ambos casos, solamente el tiempo dirá cuál será el resultado final y su relevancia
para el creacionismo.

JESÚS HABLA SOBRE LA EVOLUCIÓN

Estas reflexiones que ponemos a continuación se las dictó Dios a una vidente
italiana, María Valtorta, fallecida en 1961 a los 64 años de edad, tras estar 28 años
paralítica de cintura para abajo, sin poder moverse. Estos escritos y revelaciones,
aceptados por la Iglesia, son de gran profundidad, y dicen así:
- Uno de los puntos.- habla Jesús – en que vuestra soberbia naufraga en el error
y que, más que ningún otro humilla vuestra soberbia atribuyéndoos un origen que de no
hallaros tan ofuscados por el orgullo, rechazaríais por envilecedor, es el de la teoría de
la evolución. Por no admitir a Dios que con su poder pudo crear el Universo de la nada
y al hombre del barro ya creado, atribuís vuestra paternidad a un animal.
¿No advertís que os rebajáis puesto que pensadlo bien, un animal, por perfecto
que sea, por seleccionado, mejorado, perfeccionado que se encuentre en su forma e
instinto y, si queréis, hasta en su formación mental, siempre será un animal? ¿No os
dais cuenta de ello? Esto dice muy mal de vuestro orgullo de pseudosuperhombres.
Ahora bien, si no lo advertís no seré Yo quien malgaste palabras tratando de haceros
caer en la cuenta y convenceros de vuestro error. Una cosa tan solo os voy a preguntar
a vosotros que por tan inteligentes os tenéis y que nunca os la habéis demandado. Y si
me podéis contestar con hechos, nunca más combatiréis esta vuestra envilecedora teoría.
Si el hombre procede del mono, el cual, mediante una evolución progresiva
alcanzó a ser hombre, ¿cómo nunca, en tantos años como hace que mantenéis esta
teoría, jamás habéis conseguido, ni aún con los instrumentos tan perfeccionados y
métodos de que disponéis ahora, llegar a hacer de un mono un hombre? Podríais tomar
de una pareja de monos inteligentes a sus hijos más inteligentes y después a los hijos
inteligentes de éstos y así sucesivamente. De este modo vendríais a contar con muchas
generaciones de monos seleccionados, instruidos, tratados con el más paciente, tenaz y
sagaz método científico. Pero lo que siempre tendríais serían monos. Y si acaso
llegarais a obtener alguna mutación, sería ésta: que los animales serían físicamente
menos fuertes y más viciosos moralmente que los primeros ya que, con todos vuestros
métodos e instrumentos, no habríais hecho sino destruir aquella perfección simiesca con
que mi Padre, al crearlos, dotó a estos cuadrúmanos. (Los últimos experimentos
científicos - nota del que suscribe- que se han hecho con las clonaciones de animales
están demostrando que aunque salen iguales los hijos a las madres de las que se han
hecho los experimentos de clonación, las crías viven menos que sus padres...) Seríais
incluso capaces de intentar estas aberraciones si supierais que con ellas habíais de poder

508
confirmar vuestra teoría. Pero no lo hacéis porque sabéis que no lograríais hacer del
mono un hombre. No lo intentáis porque de antemano sabéis que no tendríais éxito y
que con ello, desmerecería vuestra reputación.
Por eso no lo hacéis, no por otra causa. Porque con tal de mantener una tesis, no
sentís vosotros remordimiento ni repugnancia alguna en rebajar el hombre al nivel de
los brutos. Sois capaces de esto y de mucho más. Y sois ya vosotros ciertamente brutos
ya que negáis a Dios y matáis el espíritu que os diferencia de los brutos.
Vuestra ciencia me causa horror. Envilece a vuestro entendimiento y sois tan
faltos de sentido, que ni os dais cuenta de ello. En verdad os digo que muchos salvajes
son mucho más hombres que vosotros.

* * *

No vale hablar de envilecedoras descendencias para justificar el prodigio


espontáneo del hombre inteligente. La evolución nunca jamás podría comunicar a la
bestia la perfección humana visible. Al referirme a aquéllos que no admiten lo
espiritual, hablo sólo de perfección humana material y, por tanto, visible. Esta, pues,
basta para negar la evolución de la bestia a hombre y para acreditar la creación directa
divina.
Dios se hace visible "en sus invisibles perfecciones, en su poder eterno y en su
divinidad" a la razón del hombre inteligente “mediante las cosas creadas”.Todo, desde
la brizna de escarcha hasta el sol, desde el mar a los volcanes, desde el gusano hasta el
hombre, desde los mohos arbóreos a las secuoyas gigantescas, desde la luz a las
tinieblas, habla de Dios, lo muestra en su poder divino. Por eso he dicho que aquéllos
que niegan a Dios, visible en todas las cosas, mienten o confiesan ser tontos. Pero no, no
son tontos.
Son esclavos de la Mentira, de la Soberbia y del Odio. Esto es lo que únicamente
son. Porque, ciertamente, conocen que Dios existe y, con todo, lo niegan, repudian,
tratan de escarnecerlo en vez de alabarlo y glorificarlo, y lo odian en lugar de estar
reconocidos a los infinitos cuidados que Él tiene con ellos por más que no los merezcan.
Si Dios no fuese Dios, es decir, Aquél que está por encima del odio y de la
venganza, si Dios fuese como ellos, ¿daríales acaso aire, luz, sol, alimentos? No se
objete diciendo que: “Lo da para los buenos por no poder privar a los malos del aire, de
la luz, del sol y del alimento”. ¿Y quién lo podrá impedir? Todo le es posible a Dios.
Pero Él es Quien hace descender los rayos del sol sobre los buenos y los malos, sobre
los buenos para acariciarlos, y sobre los malos para advertirles, dándoles tiempo a
convertirse. Porque Dios es paciente y su venganza es el perdón otorgado 70 veces 7 y
700 veces 7. Mientras hay vida en el hombre Él es longánimo. Después juzga y su juicio
es inapelable.
La suya es la última palabra y tal que hasta el más pertinazmente desvariado de
los hombres saldrá de su delirio blasfemo, y, despavorido, como aquél que es sacado de
una cárcel lóbrega a plena luz, fulgurado por la luz divinísima, entrará dentro de sí
gritando: “¡Maldito mi soberbio pensamiento! Negué la Verdad y ella me hiere
eternamente. Adoré lo que no es y negué lo que es. Podía haberme hecho con el premio
incorruptible que deriva de la fusión con el Incorruptible perfecto. Preferí la múltiple
Corrupción, y, eterno pero corrompido, eternamente estaré sumergido en ella”.
El juicio de Dios es conforme a verdad, bien sea para el réprobo, para el tibio,
como para quien arde en tan purísimo amor que lo lleva hasta el sacrificio. Ni el
patrimonio, ni el ropaje, ni la condición, ni la posición harán cambiar el juicio de Dios.
Como tampoco valdrán para confundirlo los dobleces y artificios de que suele echarse

509
mano para engañar a los hombres, lo mismo que las hipocresías, los falsos actos de
bondad, de fe, de honestidad y de amor.
No hay mutación en la ley porque la haya en los tiempos; ni variará el juicio,
porque Dios siempre juzgará con arreglo a verdad y justicia.
La fe no contradice a la ciencia, antes la ciencia humana encuentra ayuda en la
religión para explicarse las leyes del Universo y realizar descubrimientos. Ahora bien,
mientras la ciencia humana, del orden que sea, sin el concurso de la religión, ha de caer
necesariamente en el error, la religión, en cambio, aún sin el concurso de la ciencia,
conduce a la Verdad y al conocimiento de las verdades esenciales.
Pero cuando ya no son las leyes y los hechos naturales los que únicamente se
investigan con ciencia humana, sino que lo que se quiere explicar e investigar son los
misterios sobrenaturales, y Dios siempre es un misterio para el hombre, entonces, más
que el error, a lo que se llega es a la negación.
La razón, esta gran cosa que distingue al hombre del bruto, es grande
ciertamente si la acompaña con el instinto, únicamente que poseen los seres inferiores,
pero es cosa pequeña, muy pequeña, pequeña si se la cimienta en la investigación de lo
que es Dios. Y la razón, si es humilde, cae en obsequio ante Dios incomprensible e
infinito gritando: “¡Creo! Creo para comprenderte y la fe en tu Revelación es luz para
mí y aliento para vivir. Vivir de Ti, en Ti, contigo, para llegar a Ti y conocerte cual les
será dado conocerte a los justos que vivan en el Reino del Cielo”.
Ni el idealismo ni el positivismo dan explicación de Dios, de la Creación, de la
segunda vida y son incapaces de leer las respuestas a los porqués científicos escritos en
los cuerpos humanos, en las páginas del firmamento y en los estratos terrestres. Y no
explican a Dios, la Creación, la segunda vida, como tampoco la soberbia de la mente
que por sí quiere entender lo que rebasa la humana razón y la ignorancia o
semiignorancia que cree saber y poder juzgar de lo que, sin mi luz, no pueden juzgar ni
saber con un criterio justo ni aún los que son tenidos por doctos en Religión.
Pero todo lo explica la caridad, porque ésta une a Dios y pone a Dios en vosotros
como Huésped y Maestro. Por esto es justa verdad el dicho de que: “son verdaderos
teólogos aquéllos que son conducidos por el Espíritu Santo, esto es, por el Amor”.
Cuando se dice: “el hombre, rey de la creación sensible, fue creado con poder
de dominio sobre todas las criaturas”, hay que tener en cuenta que él, por la Gracia y
por los demás dones recibidos desde el primer instante de su ser, había sido formado
para ser rey, incluso, de sí mismo y de su parte inferior por el conocimiento de su fin
último, por el amor que hacíale tender sobrenaturalmente a Él y por el dominio sobre la
materia y los sentidos latentes en ella. En unión con el Orden y amante del Amor, había
sido formado para saber dar a Dios lo que le es debido y al yo lo que resulta lícito darle
sin desórdenes en las pasiones o desenfreno de los instintos. Espíritu, entendimiento y
materia constituían en él un todo armónico y esta armonía la alcanzó desde el primer
momento de su ser y no por fases sucesivas como quieren hacernos creer,
anticientíficamente, algunos (los evolucionistas).
No hubo autogénesis ni evolución sino Creación querida por el Creador. Esa
razón, de la que tan orgullosos estáis, os debería hacer ver que de la nada no se forma
una cosa inicial y que de una cosa única e inicial no puede derivarse el todo.
Sólo Dios puede ordenar el caos y poblarlo con las innumerables criaturas que
integran el Universo. Y este Creador potentísimo no tuvo límites en su crear, que fue
múltiple, como tampoco lo tuvo en producir criaturas perfectas, cada una con la
perfección adecuada al fin para el que fue creada. Es de necios pensar que Dios, al
querer para Sí un Universo, hubiera creado cosas informes, habiendo de esperar a ser
por ellas glorificado cuando cada una de las criaturas y todas ellas alcanzasen, a través

510
de sucesivas evoluciones, la perfección de su naturaleza, de modo que fuesen aptas para
el fin natural o sobrenatural para el que fueron creadas.
Y si esta verdad es segura en las criaturas inferiores con un fin natural y limitado
en el tiempo, es todavía más cierto con el hombre, creado para un fin sobrenatural y con
un destino inmortal de gloria en el Cielo. ¿Cabe imaginar un Paraíso en el que las
legiones de Santos, que entonan aleluyas en torno al trono de Dios, sean el resultado
último de una larga evolución de fieras?
El hombre actual no es el resultado de una evolución en sentido ascendente sino
el doloroso resultado de una evolución descendente en cuanto que la culpa de Adán
lesionó para siempre la perfección físico-moral-espiritual del hombre originario. Tanto
la lesionó que ni la Pasión de Jesucristo, con restituir la vida de la Gracia a todos los
bautizados, puede anular los residuos de la culpa, las cicatrices de la gran herida, es
decir, esos estímulos que son la ruina de quienes no aman o aman poco a Dios y el
tormento de los justos que querrían no tener ni el más fugaz pensamiento atraído por las
llamadas de los estímulos y que libran, a lo largo de la vida, la batalla heroica de
permanecer fieles al Señor.
El hombre no es el resultado de una evolución, como tampoco el Universo es el
producto de una autogénesis. Para que haya una evolución es siempre necesaria la
existencia de una primera fuente creativa. Y pensar que de la autogénesis de una única
célula se hayan derivado las infinitas especies, es un absurdo imposible.
La célula, para vivir, necesita de un campo vital en el que se den los elementos
que permitan la vida y la mantengan. Si la célula se autoformó de la nada, ¿dónde
encontró los elementos para formarse, vivir y reproducirse? Si ella no era todavía
cuando comenzó a ser, ¿cómo encontró los elementos vitales: el aire, la luz, el calor y el
agua? Lo que aún no es no puede crear. Y ¿cómo entonces ella, la célula, encontró, al
formarse, los cuatro elementos? Y ¿quién le sugirió, a modo de manantial, el germen
“vida”? ¿Y aún cuando, por un suponer, este ser inexistente hubiese podido formarse de
la nada, cómo de su sola unidad y especie habrían podido derivarse tantas especies
diversas cuantas son las que se encuentran en el Universo sensible?
Astros, planetas, tierras, rocas y minerales, las varias numerosísimas calidades
del reino vegetal; las aún más variadas y numerosas especies y familias del reino
animal, de los vertebrados a los invertebrados, de los mamíferos a los ovíparos, de los
cuadrúpedos a los cuadrúmanos, de los anfibios y reptiles a los peces, de los carnívoros
feroces a los mansos ovinos, de los armados y revestidos de duras armas ofensivas y
defensivas a los insectos, de los gigantescos moradores de las selvas vírgenes, cuyo
asalto no resisten sino otros colosos iguales a ellos, a toda la variedad de artrópodos
llegando hasta los protozoos y bacilos; ¿todos vienen de una única célula? ¿Todo de una
espontánea generación?
Si así fuese, la célula sería más grande que el Infinito. ¿Por qué el Infinito? El
Sin Medida en todos sus atributos realizó sus obras por espacio de seis días, seis épocas,
haciendo el Universo sensible, subdividiendo su labor creadora en seis órdenes de
creaciones ascendentes, evolucionadas, eso sí, hacia una perfección siempre mayor. No
porque Él fuese aprendiendo a crear sino por el orden que regula todas sus divinas
operaciones. Orden que hubiera sido violado, y así habría resultado imposible la
supervivencia del último ser creado: el hombre, si éste hubiese sido hecho en primer
lugar y antes de ser creada la Tierra en todas sus partes y hecha habitable por el orden
puesto en sus aguas y continentes y confortable por la creación del firmamento; hecha
luminosa, bella, fecunda por el sol benéfico, por la luciente luna, por las innumerables
estrellas; hecha morada, despensa y jardín para el hombre por todas las criaturas
vegetales y animales de que está cubierta y poblada.

511
En el sexto día fue hecho el hombre en el que, en síntesis, se encuentran
representados los tres reinos del mundo sensible y, en maravillosa realidad, la creación
por Dios del alma espiritual infundida por Él en la materia del hombre.
El hombre, verdadero lazo de unión de la Tierra con el Cielo; verdadero punto
de enlace entre el mundo espiritual y el material; ser en el que la materia es tabernáculo
para el espíritu; ser en el que el espíritu anima la materia, no sólo para la vida limitada
mortal sino para la vida inmortal tras la resurrección final.
El hombre: la criatura en la que resplandece y mora el Espíritu Creador.
El hombre: la maravilla del poder de Dios que infunde su soplo en el polvo
elevándolo a la categoría de hombre y donándole la Gracia que eleva la categoría del
hombre animal a la de la vida y condición de criatura sobrenatural, de hijo de Dios por
participación de naturaleza, haciéndolo capaz de ponerse en relación directa con Dios,
disponiéndolo para comprender al Incomprensible y haciéndole posible y lícito amar a
Aquél que en tal medida sobrepasa a todo otro ser que, sin un don suyo divino, el
hombre, por su capacidad y reverente consideración, no podría ni aún desear amar.
El hombre, triángulo creado que apoya su base, la materia, sobre la Tierra de la
que fue extraído; que con sus facultades intelectuales tiende a subir al conocimiento de
Aquél a Quien se asemeja; y con su vértice el espíritu del espíritu, la parte escogida del
alma, toca el Cielo, perdiéndose en la contemplación de Dios-Caridad, mientras la
Gracia, recibida gratuitamente, únelo a Dios, y la caridad, inflamada por su unión con
Dios, lo deifica. Porque: “el que ama nació de Dios” y es privilegio de los hijos
participar de la similitud de naturaleza. Por su alma deificada por la Gracia es, pues, el
hombre, imagen de Dios y por la caridad, que es posible por la Gracia, semejante a
Dios.
En el sexto día, pues, fue creado el hombre, completo, perfecto en su parte
material y espiritual, hecho conforme al Pensamiento de Dios según el orden (el fin)
para el que había sido creado: amar y servir a su Señor durante la vida humana,
conocerlo en su Verdad, y, de aquí, gozar de Él para siempre en la otra.
Fue creado el único Hombre, aquél de quien debía proceder toda la Humanidad
y, antes de nada, la Mujer compañera del Hombre y para el Hombre, con el cual habría
de poblar la Tierra reinando sobre todas las demás criaturas inferiores. Fue creado el
único Hombre, aquél que, como padre habría de transmitir a sus descendientes todo
cuanto había recibido: vida, sentidos, facultades, así como inmunidad de todo
sufrimiento, razón, entendimiento, ciencia, integridad, inmortalidad y, por último, el
don por excelencia: la Gracia.
La tesis del origen del hombre conforme a la teoría evolucionista que, para
sostener su equivocado aserto, se apoya en la conformación del esqueleto y en la
diversidad de colores de la piel y del semblante, no es tesis que contradice la verdad del
origen del hombre, ser creado por Dios, antes la favorece. Porque lo que revela la
existencia de un Creador es precisamente la diversidad de colores, de estructuras y de
especies en las criaturas queridas por Él, el Potentísimo.
Y si esto es válido con las criaturas inferiores, mucho más lo es con la criatura-
hombre que es el hombre criado por Dios por más que, debido a circunstancias de
clima, de vida y también de corrupciones, por las que vino el Diluvio y después, mucho
después, se dictaron tan severos mandatos y castigos en las prescripciones del Sinaí y en
los anatemas mosaicos, muestre diverso semblante y color de una raza a otra.
Es cosa probada, ratificada y confirmada por continuas pruebas, que una fuerte
impresión puede influir sobre una madre gestante de modo que le haga dar a luz un
pequeño monstruo que reproduzca en sus formas el objeto que turbó a la madre. Es cosa
también probada que una larga convivencia con gentes de raza distinta a la aria produce,

512
por mimetismo natural, una transformación más o menos acentuada de los rasgos de un
rostro ario en los de los pueblos que no son arios. Y resulta probado asimismo que
especiales condiciones de ambiente y de clima influyen en el desarrollo de los
miembros y en el color de la piel.
Por eso, las elucubraciones sobre las que los evolucionistas querrían cimentar el
edificio de su presunción, no lo afianzan sino, que, por el contrario, favorecen su
derrumbamiento.
En el Diluvio perecieron las razas dañadas de la Humanidad que andaban a
tientas por entre las tinieblas subsiguientes a la caída, en las que, y sólo mediante los
pocos justos como a través de cerradas nubes, llegaba aún algún rayo de la perdida
estrella: el recuerdo de Dios y de su promesa.
Y así, destruidos los monstruos, fue conservada la Humanidad y multiplicada de
nuevo partiendo de la estirpe de Noé, que fue juzgada justa por Dios. Se volvió, por
tanto, a la naturaleza primera del primer hombre, hecha siempre de materia y de espíritu
y continuando tal aún después de que la culpa despojara el espíritu de la Gracia divina y
de su inocencia.
¿Cuándo y cómo habría el hombre de recibir el alma si fuese el producto último
de una evolución de seres brutos? ¿Es imaginable siquiera que los brutos hayan
recibido, junto con su vida animal, el alma espiritual, el alma inmortal, el alma
inteligente, el alma libre? Sólo el pensarlo es una blasfemia. ¿Cómo entonces podían
transmitir lo que no tenían? Y ¿podía Dios ofenderse a Sí mismo infundiendo el alma
espiritual, su soplo divino, en un animal, todo lo evolucionado que se quiera pensar pero
siempre procedente de una dilatada procreación de brutos? Pensar esto es también
ofender al Señor.
Dios, queriendo crearse un pueblo de hijos con los que expandir el amor del que
sobreabundaba y recibir el del que se hallaba sediento, creó al hombre directamente con
un querer suyo perfecto, con una única operación realizada el sexto día de la Creación
mediante la cual hizo del polvo una carne viva y perfecta a la que después animó, dada
su especial condición de hombre, hijo adoptivo de Dios y heredero del Cielo, no ya sólo
con esa alma “que también los animales tienen en las narices” y que termina con la
muerte del animal, sino con el alma espiritual que es inmortal, que sobrevive a la muerte
del cuerpo al que reanimará, tras la muerte, al sonar las trompetas del Juicio Final y del
triunfo del Verbo Encarnado, Jesucristo, así las dos naturalezas, que vivieron juntas
sobre la Tierra, vivan juntas también gozando o sufriendo, según como juntas lo
merecieron, por toda la eternidad.
Esta es la verdad, ya la aceptéis o rechacéis. Y por más que muchos os empeñéis
en rechazarla obstinadamente, día vendrá en que la conoceréis perfectamente y se os
esculpirá en vuestro espíritu convenciéndoos de haber perdido el Bien para siempre para
ir tras de la soberbia y la mentira.
Resulta cierto que quien no admite la creación del hombre por obra de Dios, y
del modo expuesto, esto es, de tal forma que, al pronto y de continuo, hacerlo capaz, si
quiere, de guiar todos sus actos en orden a conseguir el fin para el que él fue creado; fin
inmediato: amar y servir a Dios durante la vida terrena; y fin último: gozar de Él en el
Cielo, no puede entender con exactitud qué es lo que cabalmente constituye la Culpa, el
porqué de la condena y las consecuencias de ambas.
El amor de Dios es infinito y, después de haber dado, anhela dar nuevamente, y,
tanto más da, cuanto la criatura es más hija suya. Dios se da siempre a quien con
generosidad se da a Él.
La medida puesta por Dios es siempre justa. Quien quiere más de lo que Dios le
dio, es concupiscente, imprudente e irreverente. Ofende al amor. Quien lo toma

513
abusivamente es un ladrón y un violento. Ofende al amor. Quien quiere obrar
independientemente de toda sumisión a la Ley sobrenatural y natural es un rebelde.
Ofende al amor.

* * *

Vosotros rezáis. Aún hay ahora quien reza. Pero, al tiempo que pedís una gracia,
pensáis, sin deciroslo ni a vosotros mismos pero sí en lo más profundo, de vuestro
espíritu: "Dios no me escucha. Dios no puede hacerme esta gracia".
¡Que no puede! ¿Qué es lo que no puede Dios? Pensad cómo de la nada hizo el
Universo; cómo desde hace milenios lanza los planetas por los espacios regulando su
curso; cómo sin diques contiene las aguas en sus riberas; cómo hizo del barro vuestro
organismo; cómo en ese organismo la mezcla del semen con unas pocas gotas de sangre
viene a crear un nuevo hombre que, al formarse, se relaciona con las fases de los astros
que, si bien a distancia de miles y miles de kilómetros, no son ajenos a la obra de
formación de un ser, lo mismo que con sus éteres y su aparecer y desaparecer sobre
vuestro cielo regulan la germinación de los cereales y la floración de los árboles; cómo
con su poder sapiente creó las flores dotándolas de órganos aptos para fecundar las otras
flores usando del viento y los insectos en la fecundación. Pensad cómo nada hay que no
haya sido creado por Dios y creado con semejante perfección, desde el sol al protozoo,
no pudiendo vosotros añadir nada a dicha perfección. Pensad cómo su sabiduría dispuso
todas las leyes referentes a la vida: desde el sol al protozoo, y convenceos de que nada
hay imposible para Dios que puede disponer, a su atributo, de todas las fuerzas del
cosmos haciendo, con sólo un acto de su Pensamiento, que éstas aumenten, se detengan
o aceleren.
¡Cuántas veces los habitantes de la Tierra, en el transcurso de milenios, no han
quedado estupefactos ante fenómenos estelares de inconcebible grandeza: meteoros de
luces extrañas, sol por la noche, cometas y estrellas que nacen como flores en un jardín,
en el jardín de Dios, que son lanzados a los espacios, como en un juego de niños, para
asombraros!
Y a todo esto vuestros científicos, para circunscribir al ámbito humano las
incomprensibles germinaciones del cielo, dan valiosas explicaciones de disgregación y
nucleación de células o de cuerpos estelares. No. Callad. Pronunciad una palabra tan
sólo: Dios. Él es el formador de esas lucientes, rotantes y ardientes vidas. Es Dios el
que, a modo de advertencia para vosotros, olvidadizos, os dice que Él está allí, en las
auroras boreales, en los zigzagueantes meteoros que tiñen de zafiro, de esmeralda, de
rubí o de topacio el éter surcado por ellos, en los cometas de flamante cola semejante al
manto de una reina celeste trasvolando por el firmamento, en la aparición de una nueva
estrella en la bóveda del cielo y en la rotación del Sol, perceptible en Fátima, para
convenceros del querer de Dios. Todas las demás suposiciones vuestras no son sino
humo de ciencia humana, yendo envuelto con el humo del error.

* * *

La belleza es cosa buena cuando se la sabe valorar debidamente... La belleza es


uno de los dones que Dios otorgó a los Progenitores. Ellos reflejaban la Perfección del
que los creó que era Espíritu purísimo y si bien el hombre no podía, como su Creador,
ser en su totalidad espíritu, sí podía, y así Dios quiso que fuese, dar testimonio con la
perfección de un cuerpo armónico y bellísimo, vaso vivo destinado a contener un

514
espíritu sin mancha de culpa, de cuál era el Origen del que provenía. Y esto echa por
tierra la vergonzosa teoría de que descendéis de un cuadrumano.
De Dios venís, no de un animal al que la antigua ley declaraba “inmundo”.

* * *

El hombre actual, desatina con las líneas somáticas y los ángulos cigomáticos.
Y, no queriendo admitir un Creador al ser excesivamente soberbio para reconocer el
haber sido hecho, admite la descendencia de los brutos para así poder decir: “Nos
hemos valido solos evolucionando de animales a hombres”. El hombre se degrada, se
autodegrada por no querer humillarse ante Dios. Y desciende. ¡Vaya si desciende!
Si la ciencia no se apoya en Dios, se convierte en error que no eleva, sino que
envilece.
(Hasta aquí Revelaciones a María Valtorta)

* * *

La aceptación como verdad de lo que no es verdad, o el


dejar distinguir el sentido en que una proposición puede ser
verdad, de otros sentidos en que no es la verdad, es un mal
con unas consecuencias realmente incalculables. Hay
cuestiones en que un error de esta clase envenena todas las
fuentes de verdad y afecta con una distorsión total a todo el
contenido de nuestros pensamientos. (Duque de Argyle)

* * *

Dios es el Único que puede dar respuesta a todas las


preguntas y dudas que los evolucionistas ateos se pueden
plantear. Como dice la Biblia, todo fue hecho directamente
por Dios, en estado adulto, sin evolución de ninguna clase.

* * *

Cuando la Ciencia finalmente alcance la cima de la


montaña, descubrirá que la Biblia ha estado sentada allí desde
el principio.

515
ÍNDICE ALFABÉTICO DE MATERIAS

ADAPTACIÓN, MUTACIÓN (NEGATIVA), SÍ, EVOLUCIÓN, NO ---- 208


ADN CONTRA LA EVOLUCIÓN ------------------------------- 472
AFIRMACIONES PÚBLICAS DE AUTORIDADES EVOLUCIONISTAS --- 338
ATP, TERMODINAMICA Y EVOLUCIONISMO -------------------- 150
BIOQUÍMICA – BIOLOGÍA – GENÉTICA - EMBRIOLOGÍA -------- 248
CIENCIA Y EVOLUCIÓN ----------------------------------- 467
CONSECUENCIAS NEGATIVAS DEL PENSAMIENTO EVOLUCIONISTA - 9
LA CONTRACCIÓN DEL SOL: UNA PREDICCIÓN CREACIONISTA, SU
VERIFICACIÓN, Y LAS IMPLIFICACIONES RESULTANTES PARA LAS
TEORÍAS DE LOS ORÍGENES ----------------------------------- 489
DIOS, LA BIBLIA Y LA EVOLUCIÓN ----------------------- 20
UN ESTUDIO DE LA INVESTIGACIÓN SOBRE EL MICRASTER INGLÉS
DESDE EL PUNTO DE VISTA CREACIONISTA ------------------ 441
EDAD DE LA TIERRA ------------------------------------- 476
LA EDAD DE LA TIERRA HACE IMPOSIBLE LA TEORIA DE LA
EVOLUCION --------------------------------------------- 455
LA EVOLUCIÓN Y LOS TEÍSTAS EVOLUCIONISTAS ------------- 6
FILOSOFÍA Y EVOLUCIÓN --------------------------------- 5
FÓSILES ----------------------------------------------- 306
LOS FÓSILES, EL DILUVIO Y LA EVOLUCIÓN ---------------- 423
FRAUDES EVOLUCIONISTAS -------------------------------- 384
GENERACIÓN ESPONTÁNEA-AZAR ---------------------------- 162
LA GENETICA Y ESTUDIOS CREACIONISTAS ------------------ 248
GEOCRONOLOGÍA ----------------------------------------- 93
GEOLOGÍA – ESTRATIGRAFÍA ----------------------------- 104
LA HOMOLOGIA: UN ROMPECABEZAS PARA LOS EVOLUCIONISTAS - 209
LA INTEGRIDAD GENETICA DE LOS «TIPOS» (BARAMINES: UNA
HIPÓTESIS DE TRABAJO ---------------------------------- 276
HISTORIA GEOLÓGICA FALSA ------------------------------ 456
EL MÉTODO CIENTÍFICO ---------------------------------- 61
MUTACIÓN ---------------------------------------------- 196
LOS NEUTRINOS SOLARES Y UN SOL RECIENTE --------------- 499
OPINIONES DE CIENTÍFICOS Y ESCRITOS SOBRE LA EVOLUCIÓN 391
EL ORIGEN DE LA VIDA Y EL UNIVERSO -------------------- 70
RADIOMETRÍA – DATACIÓN -------------------------------- 113
RAZONAMIENTOS CIRCULARES EN LA GEOLOGÍA EVOLUCIONISTA – 459

516
SEGÚN LA BIBLIA, ¿ES POSIBLE QUE LOS SERES VIVOS CAMBIEN
CON EL PASO DEL TIEMPO? ------------------------------- 456
SELECCIÓN NATURAL – MUTACIONES – ADAPTACIÓN ----------- 180
EL SOL SE CONTRAE ------------------------------------- 486
SURTSEY: MICROLABORATORIO PARA GEOLOGÍA DILUVIAL ------ 463
TERMODINÁMICA ----------------------------------------- 143
LOS VERTEBRADOS TERRESTRES Y EL ORIGEN DEL TETRÁPODO –- 449

* * *

JESÚS HABLA SOBRE LA EVOLUCIÓN ------------------------ 508

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