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filosófica a principios del siglo XX, básicamente entre los integrantes del círculo
de Viena y que, incluso, ha amenazado con convertirse en la única actividad
filosófica con sentido y utilidad, echando en el olvido, como quería Comte, toda
pretensión metafísica de ir más allá de los fenómenos (hechos) y de las ciencias
que de ellos se ocupan.
Sin embargo, este estado actual de cosas, a saber, la necesidad de la ciencia
contemporánea de revisarse a sí misma, reconoce un origen que coincide con el
nacimiento de la ciencia moderna-especialmente la Física-que se remonta a los
siglos XVI y XVII. Trazaremos un breve esquema en el que intentaremos mostrar
cuatro puntos de inflexión que marcan hitos en la historia de la ciencia
occidental. Como todo esquema, falsea los hechos al presentar una versión
resumida y simplificada de ellos, aún cuando al menos permite una visión
sinóptica y escolar de los mismos.
Es a Descartes, filósofo y científico a un tiempo, a quien corresponde el honor
de inaugurar filosóficamente la Modernidad. Descartes busca una verdad, una
evidencia que resista toda duda posible y que le permita construir sobre ella el
edificio de la ciencia. Tal cimiento firme lo encuentra en la certeza en la propia
existencia. Forzando la duda hasta la hipérbole, puedo dudar de la realidad del
mundo físico y aún de la verdad de las matemáticas. Pero no puedo dudar de mi
propia existencia en tanto estoy pensando y dudando. "Cogito ergo sum",
pienso, por tanto existo, he allí un conocimiento indubitable. Pero la duda ha
arrasado con todo, sólo ha resistido esta certeza en mi propia existencia. ¡Cómo
hago para ir más allá de mi mismo y conocer la Naturaleza o a mis semejantes?
Es cierto que tengo representaciones del mundo físico, pero la duda ha hecho
que vacile en cuanto a su veracidad. Dios aparece como Aquel capaz de
garantizar la veracidad de mis representaciones del mundo sensible. Dios es el
garante de que mis representaciones de las cosas y las cosas mismas son
congruentes y concuerdan entre sí. De allí que mi conocimiento, tanto vulgar
cuanto científico, de la realidad se remite a la veracidad divina. Se ve claramente
cómo la nueva ciencia física encuentra en un objeto metafísico (y religioso) su
fundamento (Gnund). Un poco antes que Descartes, Galileo imaginaba descifrar
pensamientos de Dios al establecer una ley física. Para él, la ciencia no hace más
que reproducir el plan divino para la Creación. A fines del siglo XVII y comienzos
del XVIII, Leibniz aún buscaba un fundamento metafísico para la ciencia
newtoniana, que amenazaba ya desligarse de las cuestiones ontológicas bajo la
influencia del empirismo. Las mónadas y la armonía preestablecida por Dios
entre ellas es lo que subyace a este fenómeno "bien fundado" que describe
Newton. La pregunta por qué hay detrás de los fenómenos (o representaciones,
aquí casi sinónimos) es lo que urge responder e invariablemente Dios ocupa un
lugar preeminente en todos estos sistemas filosóficos que se construyen a lo
largo de los siglos XVII y XVIII (cfr. Malebranche, Spinoza, etc.).
El otro gran cambio que introduce Comte es la renuncia por parte del científico
a conocer las causas de los hechos pues ello conduce invariablemente a postular
fuerzas misteriosas operantes en los seres naturales. La ciencia sólo se ocupará
de establecer relaciones entre los hechos: ir más allá es tarea para poetas, no
para científicos y filósofos serios. Ya no se va en pos de lo absoluto sino de lo
relativo (aquí está el germen de la teoría de la relatividad de Einstein). Un
científico positivista no se preocupa en discernir qué es la electricidad: dirá
simplemente que "electricidad" es el nombre que se da a algo que se supone
está a la base de los fenómenos eléctricos, los cuales sí están bajo nuestra
observación.
Ya no vale más la divisa aristotélica según la cual conocer algo es conocer su
causa, esto es, aquello sobre lo que reposa el hecho, su fundamento. Y tampoco
vale más la pregunta inaugural de Sócrates .qué es...? El científico sólo "pone
nombres" y no le preocupan, como a Aristóteles, las definiciones, sino cómo
funcionan los hechos.
Así las cosas, Comte y su generación sueñan con haber llegado a una etapa
definitiva en el conocimiento. El programa positivista ha delimitado con celo el
campo de la sana ciencia impidiendo todo tipo de indebidas derivaciones hacia
estériles especulaciones filosófico-metafísicas. Y es desde el seno de la propia
ciencia de dónde empiezan a surgir graves problemas, con lo cual pasamos al
cuarto momento: el de la crisis de la ciencia positiva.
Hacia 1895, se descubren los rayos X y la estructura del átomo y con el correr de
los años van "apareciendo" un enjambre de nuevas partículas subatómicas sin
masa evidente. Ya no se sabe qué es la materia con certeza. Se van sucediendo
diversos esquemas y teorías para intentar explicar lo que ocurre en los
experimentos. La física ya no es ni clara ni objetiva y sólo aporta desazón a los
espíritus partidarios de la luz y del buen sentido. Francis Bacon había acuñado el
lema según el cual "conocer es poder": si se quiere dominar la naturaleza, es
preciso antes conocerla. Esta relación parece hoy alterada e invertida puesto
que podemos hacer cosas sin que sepamos a ciencia cierta cuál es el
fundamento o principio del que se han derivado. Incluso aparecen teorías
contradictorias que piden ser admitidas simultáneamente como científicas,
aunque no podamos decidir cuál de ellas es verdadera, si ambas lo son o quién
sabe qué cosa. Un ejemplo conocido: la dirección de la luz nos demuestra su
naturaleza ondulatoria y esto es un hecho, como pretende la ciencia, esto es,
procede de un experimento repetible y predictible. Pero el fenómeno
fotoeléctrico, otro hecho, prueba su naturaleza corpuscular. Sólo nos queda
imaginar que en algún momento futuro de la ciencia verá la luz- valga la ironía
una teoria que englobe ambos hechos y haga desaparecer la contradicción.
¿Quién garantizará que tal estado de la ciencia sea posible, para comenzar, y
asequible al hombre, para terminar? Nadie, claro. El lugar que Descartes
asignaba a Dios ha quedado vacío desde que Nietzsche ha anunciado su muerte.
Sólo queda un supuesto-un mero supuesto-inextirpable que todo científico se
ve forzado a aceptar, a saber, el hecho (histórico) de que la ciencia occidental
progresa hacia un hipotético estado final de conocimiento completo.
¿Qué es la epistemología?
La epistemología es una rama de la filosofía que estudia los problemas
relacionados a la validez y a la obtención del conocimiento.
Por sus muchos usos y sentidos, se suele decir que la epistemología es, a
grandes rasgos, el estudio de las condiciones de producción y de validación del
conocimiento científico.
Etimología
La palabra epistemología tiene su origen en el griego antiguo. Es la unión de los
términos episteme (ἐπιστήμη), que significa “conocimiento” o “ciencia”, y el sufijo –
logia, que deriva de logos (λόγος), que significa “estudio, razón o discurso
lógico”. Se la suele traducir como “teoría de la ciencia”, aunque no debe
confundirse con la teoría del conocimiento como rama propia del discurso
científico.
Por otra parte, el término epistemología cuenta con el sufijo –logos, que refiere
al estudio de un tema o cosa. De esta manera podemos concluir que la
epistemología es el estudio del conocimiento.
Sin duda, la escuela epistemológica que mayor influencia tuvo a nivel teórico, a
pesar de las contundentes críticas que recibió, fue la de los neopositivistas lógicos.
Agrupados en el Círculo de Viena, sus intelectuales estudiaban las formas lógicas
del pensamiento y de la construcción del conocimiento científico. Bertrand Russell
y Ludwig Wittgenstein fueron sus máximos inspiradores. Filósofos como Carnap,
Neurath y Hempel formaron la primera gran escuela de epistemología del
siglo XX: se encargaron del estudio de las formas lógicas de los enunciados y
establecieron criterios en base a la lógica.
Por su parte, Karl Popper fue el primero en discutir las bases sobre las que se
planteaba la epistemología de los neopositivistas lógicos, al criticar el criterio de
inducción (el proceso por el que se llega de un enunciado singular a un
conocimiento más general). Popper postuló no solo que la inducción era imposible,
sino que tenía graves consecuencias para el conocimiento científico, y la
reemplazó por el método lógico-deductivo, que sostiene que ninguna teoría se
verifica si no que solo se corrobora hasta que un nuevo conocimiento lo ponga en
tela de juicio.
Este proceso gradual sobre la posibilidad del conocimiento dio como resultado a la
epistemología como ciencia estricta, centrada en distinguir, señalar y analizar las
condiciones históricas y sociales en las que se origina toda forma de
conocimiento, sea un conocimiento histórico o contemporáneo, social o exacto,
práctico o intelectual.
Fuente: https://concepto.de/epistemologia/#ixzz7hhq1kKG8