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Psicología del deporte – Psicología clínica: ¿continuo o dicotomía?

Lic. Carlos Giesenow

Aunque muchos prejuicios y resistencias hacia la psicología del deporte van quedando atrás
considero que todavía es necesario realizar algunas aclaraciones sobre esta disciplina científica ya
que, a veces, algunos aspectos de ella son mal interpretados y la imagen popular del psicólogo
todavía se suele identificar más con el trabajo clínico que con otras vertientes del ejercicio
profesional. La Psicología del Deporte es el estudio científico de las personas y su conducta en el
contexto del deporte y la actividad física (Weinberg & Gould, 1999). Según la American
Psychological Association (Asociación Psicológica Americana), la Psicología del Deporte y de la
Actividad Física consiste en el estudio científico de los factores psicológicos que están asociados
con la participación y el rendimiento en el deporte, el ejercicio y otros tipos de actividad física.
Los profesionales de la psicología del deporte se interesan por dos objetivos principales:
a) ayudar a los deportistas a utilizar principios psicológicos para mejorar su rendimiento. Su
atención se centra por igual en el aprendizaje (proceso), en la ejecución (perfeccionamiento
técnico) y en la competición (rendimiento).
b) comprender cómo la participación en el deporte, el ejercicio y la actividad física afecta al
desarrollo psicológico del individuo, su salud y bienestar a lo largo de su ciclo vital.
Entonces, la Psicología del Deporte no es solamente para “deportistas problemáticos” ni para
deportistas de alto rendimiento sino que estudia a todas las personas que se encuentran en una
situación deportiva, tanto los deportistas como el entrenador, los demás integrantes del cuerpo
técnico, la familia, los dirigentes, los árbitros y jueces, el público, los periodistas, etc., hasta los
psicólogos mismos y sus intervenciones son objeto de estudio, y a las diferentes interacciones que
se lleven a cabo entre ellos, con el fin de hacer la experiencia deportiva más completa,
enriquecedora y sana para todos. Abarca desde la iniciación deportiva hasta el alto rendimiento;
investigando los motivos que acercan a los niños, jóvenes y adultos al deporte y las causas que
producen el abandono.
Asociada a la Psicología del Deporte está la Psicología del Ejercicio Físico que estudia el
comportamiento de las personas en relación con el ejercicio u otras formas de actividad física y
los efectos (emocionales y psicológicos) que el ejercicio físico tiene sobre las personas. Esto
incluye a niños, jóvenes, adultos y ancianos, tanto de poblaciones “normales” como especiales.
Esta área, que nació como una especie de rama de la psicología del deporte, actualmente ha
merecido un desarrollo sensacional y tiene entidad en sí misma (Berger, Pargman, & Weinberg,
2002).
Como la Psicología del deporte es el estudio y la aplicación de principios de la psicología general a
un ámbito delimitado (el deportivo) muchas de sus técnicas y principios se pueden aplicar a
cualquier aspecto de la vida donde alguien tiene que desempeñarse, con la búsqueda del
bienestar y la autosuperación personal como fin último.

¿Qué no es la Psicología del deporte?


No es Psicología Clínica, ni psicoanálisis, ni un tratamiento o una terapia para personas que tienen
alguna enfermedad (depresión, adicciones, psicosis, etc.). En el deporte el psicólogo trabaja
primordialmente buscando la mejora en el rendimiento, aunque sin descuidar los aspectos
relacionados con la salud mental y física del deportista.
La Psicología del deporte tampoco es una receta o una fórmula, es un trabajo individualizado,
según las necesidades que cada persona, equipo y situación plantea. También hay muchas
personas que piensan que se nace con determinadas cualidades mentales, sin embargo, está
ampliamente comprobado, a través de repetidas experiencias, que estas habilidades se pueden
aprender, entrenar y mejorar. La inclusión de un psicólogo o la aplicación de técnicas no tiene
cualidades mágicas ni traerá resultados inmediatos o soluciones instantáneas, los progresos se ven
a través de una aplicación y práctica regular. Las habilidades mentales se deben entrenar, y el
cambio de actitudes y el mantenimiento de nuevas conductas requiere cierto tiempo.
Por otro lado, no se puede garantizar que la psicología del deporte conseguirá resultados. Sin
embargo, hay abundante evidencia científica que sugiere que las técnicas utilizadas ayudan a
mejorar el rendimiento deportivo.

Diferencias con la Psicología Clínica


Como se señala en el segmento anterior, la Psicología del deporte tiene un accionar que la
diferencia de otras áreas, como la clínica. Al respecto, Nachón y Nascimbene (2001) presentan un
cuadro sumamente claro y exhaustivo para diferenciar estas dos especialidades que se encuentra,
con algunas modificaciones, a continuación.

Rol del psicólogo del deporte Rol del psicólogo clínico


Se ocupa de la asistencia a deportistas y equipos, Se ocupa de la atención de pacientes: individuales,
así como el asesoramiento a entrenadores, grupos; parejas, familias; niños, adultos, gerontes.
profesores de Educación Física, preparadores
físicos, directivos de instituciones deportivas,
árbitros, etc.
Existe en el mundo un predominio del marco Existen cientos de enfoques teóricos, aunque se
teórico integrado por el enfoque cognitivo- pueden englobar, a grandes rasgos, en tres
comportamental. corrientes: cognitivo-comportamental, psicoanálisis
y humanista/existencial. De acuerdo con el marco
del terapeuta, quienes acuden a la consulta son
denominados pacientes, clientes, consultantes.
El asesoramiento y la asistencia se encuentran La asistencia se orienta a las consultas por
enfocados hacia optimizar los recursos personales padecimientos psíquicos. Según el marco teórico,
del deportista asociados con el rendimiento en la son denominados síntomas, quejas, problemas,
actividad física que le compete. Así como también a conflictos.
contribuir en el progreso de la calidad del manejo
técnico y de la comunicación.
Se realizan perfiles psicodeportológicos para Se pueden realizar evaluaciones psicodiagnósticas
identificar las variables mentales a potenciar y y/o de personalidad para identificar cuadros
conocer el estado general de los factores clínicos, mecanismos de defensa, etc.
psicológicos requeridos en su disciplina deportiva.
Se instrumentan técnicas para el entrenamiento de Se pueden instrumentar diversas técnicas
las habilidades mentales: concentración, manejo psicoterapéuticas, según el paradigma al que
del estrés, control de la ansiedad y del miedo, adscribe el terapeuta y de acuerdo a las
confianza, entre otras numerosas variables que necesidades, características y objetivos del agente
pueden ser entrenadas. solicitante: paciente/cliente/consultante.
El ámbito de trabajo del profesional es ampliado, Los tratamientos clínicos, en general, son
debido a que la atención psicodeportiva no queda desarrollados en consultorios (que pueden o no
restringida al espacio del consultorio, sino que es formar parte de estructuras mayores, como
extendida hacia el campo mismo de la actividad hospitales o centros de salud), en los cuales ciertas
física: cancha, gimnasio, club, etc., y/o el del condiciones contextuales permanecen
laboratorio. relativamente estables y delimitadas (encuadre).
Los plazos temporales para obtener los objetivos La planificación de los períodos temporales de los
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fijados se encuentran en una directa tratamientos y la frecuencia de sesiones es
correspondencia con la conceptualización y determinada en función de los casos y de la
clasificación de los tiempos en el deporte (pre- perspectiva teórica del profesional a cargo de los
temporada, temporada; entrenamiento, mismos.
competencia, etc.).
La propia persona del psicólogo deportivo La persona del terapeuta, en general, presenta una
comparte un mayor número de situaciones menor exposición de su vida privada (gustos,
experienciales con los atletas (entrenamientos, preferencias, costumbres personales, etc.) y una
torneos, traslados, tiempo libre, concentraciones). mayor asepsia general frente al paciente.
El secreto profesional rige del mismo modo que en La práctica clínica está regida por el secreto
la práctica clínica. La diferencia está dada por la profesional. Con la debida autorización del
posibilidad de que, con el consentimiento del paciente/cliente/consultante, el terapeuta puede –
deportista, el psicólogo del deporte intercambie según la situación y la epistemología que lo regula–
información acerca del atleta con el cuerpo técnico, grabar, filmar o compartir el material trabajado con
entrenadores, etc., con el fin de optimizar las otros colegas, a fin de perfeccionar su método de
mutuas intervenciones sobre aquél. tratamiento y contribuir al mejoramiento de la
calidad de su atención.
Tabla 1. Diferencias y semejanzas entre el rol del psicólogo del deporte y el rol del psicólogo clínico.

Un continuo, no una dicotomía


Si bien desde el punto de vista pedagógico es muy clarificador y útil realizar la distinción entre
Psicología del Deporte y Psicología Clínica, en la práctica la división no es tan nítida. Esto ha
llevado a algunos psicólogos a conceptualizar las diferencias entre estos dos ámbitos de aplicación
y estudio como un continuo, con muchos “grises” en el medio, y no una división tan tajante
(dicotomía) del estilo blanco/negro. Este continuo también se hace evidente al considerar los
métodos y técnicas que se emplean en Psicología del deporte, mucha de ellas tiene su origen y
aplicación en el ámbito clínico.
En la práctica diaria esto se evidencia claramente. Está ampliamente reconocido que, si uno “no
está bien de acá arriba”, como suelen decir los deportistas señalándose la cabeza, es difícil rendir
de acuerdo con el potencial que uno tiene. Esto no es solo una creencia intuitiva, sino que está
avalado por investigaciones (ver discusión al respecto en Raglin, 2001). De hecho, es común que
bastantes de las consultas que le lleguen al psicólogo del deporte que está trabajando con un
equipo, por mas que se haga una extensa explicación aclaratoria sobre esta disciplina, se deban a
problemas familiares, de pareja, con los hijos, o problemas de ciclo vital o biográficos (Código
Z60.0 del DSM-IV; American Psychiatric Association, 1994). Es por ello que algunos sostienen que
es indispensable la formación y experiencia clínica del Psicólogo del deporte. Sin adoptar una
postura tan extrema, sí resulta clave definir claramente, desde el principio, el encuadre con el que
uno va a trabajar y tener conocimientos diagnósticos para saber cuándo la situación presentada
excede el encuadre o el área de competencia del profesional, y derivar consecuentemente.
Esto nos lleva a uno de los malentendidos señalados al principio de este texto. La Psicología del
deporte es más que la contención psicológica a deportistas que tienen problemas personales o
una especie de asistencia social. No se debe olvidar que primordialmente se apunta a la fortaleza
mental del deportista y esto incluye posiblemente tener cuestiones personales resueltas, pero lo
que distingue a la psicología del deporte es el entrenamiento mental a través de técnicas de
respiración, relajación, visualización, planteamiento de metas, detención del pensamiento, etc.,
para mejorar, entre otros aspectos, la concentración, el manejo de la ansiedad y el estrés, la
motivación, la actitud positiva y la autoconfianza, además de las estrategias orientadas a mejorar
el funcionamiento del equipo.

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Jim Taylor (comunicación personal, enero 2000), uno de los profesionales que adscribe a la
perspectiva de que en la práctica resulta difícil diferenciar cuándo termina un área y empieza la
otra, sugiere que el continuo entre psicología clínica y psicología del deporte tiene cuatro puntos
principales:
• mejora del rendimiento deportivo (motivación, autoconfianza, concentración, cuestiones
relacionadas con la dinámica y cohesión de los equipos, etc.),
• habilidades para la vida (asertividad, manejo del tiempo, habilidades comunicacionales e
interpersonales, etc.),
• asesoramiento o lo que en inglés llaman counseling (autoestima, perfeccionismo, problemas
vinculares, etc.),
• y cuestiones clínicas (depresión, trastornos de ansiedad, suicidio, adicciones, etc.).
Además, aclara que lo que une a este continuo es la mejora del rendimiento si ese es el motivo por
el cual el atleta consulta. Este continuo se da porque el individuo es una totalidad sola (para
ponerlo burdamente: no es un deportista por un lado y una persona por el otro), cuestiones
personales pueden afectar claramente su rendimiento, como le puede pasar a cualquier persona
sea cual fuere el campo en el que se desarrolla profesionalmente. Por ejemplo, si alguien recibe
tratamiento por depresión (una cuestión clínica) su desempeño deportivo probablemente mejore
(rendimiento). Buceta (1996) aporta otro ejemplo señalando que las lesiones deportivas pueden
“enmascarar” o estar muy vinculadas a trastornos emocionales graves. Este autor también
advierte que el psicólogo que trabaja dentro de un cuerpo técnico o club debe valorar
objetivamente sus limitaciones y actuar en consecuencia con responsabilidad y ética profesional,
decidiendo si verdaderamente puede realizar el tratamiento de estos trastornos o si debe confiar
en otro psicólogo más especializado en este campo. Hay que tener en claro que el tema que
presenta el deportista (la “queja inicial”, por ejemplo) no siempre es el problema “clave”. Muchas
veces los deportistas no ven la relación entre las dos cuestiones. Cuando un deportista acude a
una consulta privada hay mayor flexibilidad para moverse –con el consentimiento del
consultante– de un área a otra, en cambio, si el psicólogo está inserto en el cuerpo técnico debe
prestarle mucha mayor atención a donde termina su incumbencia dentro de ese encuadre.
Aunque no adscribe explícitamente a esta posición, Ezquerro (2002) plantea una discusión
interesante acerca del tema.
El psicólogo que tiene ambas especializaciones (deporte y clínica) puede atender a un espectro
más amplio de cuestiones que se encuentran a lo largo de este continuo. Esto no quiere decir que
un psicólogo pueda “hacerlo todo”, hay cuestiones que quedan por fuera del encuadre y de su
competencia profesional. Ningún psicólogo tiene las competencias necesarias para atender
cualquier dificultad psicológica. Reconocer y aceptar las áreas de competencia es una cuestión
ética. Por otro lado, el psicólogo que viene con una formación preponderantemente clínica y una
larga experiencia en este campo debe estar atento al sesgo de ver todo con las “anteojeras” de la
patología. Hay muchos deportistas que están bien ajustados a la realidad y libres de síntomas que
meramente buscan técnicas para mejorar su rendimiento, como también habrá algunos que no
querrán ir más allá de hablar sobre cuestiones deportivas e incluso otros que no querrán ayuda en
absoluto.
Por ello, cuando un psicólogo empieza a trabajar en una institución o con un cuerpo técnico una
de las preguntas claves que debe hacerle al entrenador y demás integrantes relevantes de la
institución o del equipo es: “¿cuáles son sus objetivos y expectativas para mi y cómo puedo ayudar
para cumplirlas?” (Hacker, 2004). Es decir, ¿qué necesitan o esperan de mi?, ¿para qué me han
convocado? Muchas veces, en primera instancia, la respuesta es ambigua o poco clara pero es
fundamental trabajar estos puntos conjuntamente para despejar dudas, delimitar
responsabilidades, competencias y áreas de acción, regular expectativas desmedidas (que el
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psicólogo va a solucionar todos los problemas), y para que el psicólogo tenga un destino hacia el
cual pueda dirigir sus esfuerzos. Además, esta clarificación hace que la evaluación de su tarea sea
más objetiva porque se puede tomar lo estipulado inicialmente como parámetro para su trabajo.
En base a esto, el psicólogo también debe plantear qué necesita para desarrollar su tarea
adecuadamente, por ejemplo, horarios, materiales, espacio físico, etc. Por otro lado, esta es una
etapa donde el psicólogo debe educar a los consultantes sobre todos los servicios que puede
ofrecer, cómo lo puede lograr, y aclarar, como se mencionó, cuestiones como que la psicología del
deporte es más que contención emocional de los deportistas. Si estas cuestiones no se aclaran en
su debido momento existen grandes posibilidades de que aparezcan inconvenientes y malos
entendidos más adelante en el camino. Por otro lado, el psicólogo del deporte no tiene que
ponerse a la defensiva por los cuestionamientos que pueda recibir, a veces es simplemente la
forma que tiene la gente de querer informarse sobre su trabajo.
Desde mi experiencia en fútbol juvenil en Argentina lo que se nota es que los clubes están
interesados inicialmente en tener un profesional para cubrir áreas más vinculadas con los
problemas personales que puedan tener los jóvenes (problemas y presiones familiares, situaciones
de riesgo, etc.). Esta suele ser la puerta de entrada para el psicólogo especializado en deportes,
luego dependerá de este ir enseñando qué otros aportes puede hacer, especialmente aquellos
vinculados más directamente con el rendimiento deportivo. Asimismo, como señala Yukelson
(1998), el psicólogo del deporte debe primero ganarse la confianza y el respeto del cuerpo técnico
para que pueda esperar trabajar eficientemente con los deportistas y el equipo. Traducido a lo que
se viene planteando: una estrategia puede ser primero satisfacer la demanda original para obtener
la confianza necesaria de los entrenadores –construyendo rapport y una sólida alianza de trabajo–
para después ampliar su espectro de trabajo.
Entonces, en la teoría la distinción entre diferentes niveles de intervención puede parecer muy
clara pero, en la práctica, esto puede resultar muy difícil. Esto no quita que no tengamos que tener
conciencia de lo que estamos haciendo, debemos al menos tener en claro cuando estamos
incursionando en los “grises” y cuando creemos que nos hemos pasado a otra área porque el
enfoque es primordialmente psicoeducativo y no psicoterapéutico. Otros profesionales
argumentan que, en cierta forma, siempre estamos trabajando de manera terapéutica. En esta
línea, lo crucial está en cómo el deportista construya la realidad después de la intervención. Esta
construcción puede tener un impacto fundamental en su sentido de sí mismo (su self1). Por
ejemplo, si al delinear conjuntamente –el deportista con el psicólogo– unos objetivos deportivos,
el atleta se va aunque sea con la sensación de “¡sí, puedo lograrlo!”, esto afecta e implica un
cambio en su concepción de sí mismo, en su autoestima, en su estado de ánimo, en sus
aspiraciones, y esto es, en cierto sentido, terapéutico.

BIBLIOGRAFÍA
American Psychiatric Association (1994). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales (4ª ed.). Washington, DC: Autor.
Berger, B., Pargman, D., & Weinberg, R. (2002). Foundations of Exercise Psychology. Morgantown,
WV: Fitness Information Technology.
Buceta, J. M. (1996). Psicología y Lesiones Deportivas: Prevención y Recuperación. Madrid:
Dykinson.

1
El concepto de self tiene muchas variantes según las diferentes líneas teóricas. Estos desarrollos exceden los
propósitos de este texto.
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5
Ezquerro, M. (2002). Psicología clínica del deporte En J. Dosil (Ed.), El psicólogo del deporte -
Asesoramiento e intervención (pp. 69-97). Madrid: Síntesis.
Hacker, C. M. (2004). United States Women’s National Soccer Team: Psychological Skills Training
Program and History. AAASP Newsletter, 19(1), 22-23.
Nachón, C. & Nascimbene, F. (2001). Introducción a la psicología del deporte. Bs. As.: Libros del
Rojas.
Raglin, J. S. (2001). Psychological Factors in Sport Performance: The Mental Health Model
Revisited. Sports Medicine, 31(12), 875-890.
Weinberg, R. & Gould, D. (1999). Foundations of Sport and Exercise Psychology, 2º Ed., Champaign,
IL: Human Kinetics.
Yukelson, D. (1998). Communicating Effectively. En J. Williams (Ed.), Applied Sport Psychology:
Personal Growth To Peak Performance (3º ed., pp. 142-170). Mountview, CA: Mayfield.

Texto adaptado del libro:


Giesenow, C. (2007). Psicología de los equipos deportivos. Buenos Aires: Claridad.

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