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PRINCIPIOS INFORMANTES
Noción
Los principios informantes son pautas valorativas que se utilizan para la aplicación e
interpretación del derecho. Forman parte del sistema de fuentes. Frente a lagunas, situaciones
no previstas o contradicciones en la legislación, se recurrirá a estos principios a fin de
interpretar, integrar el sistema y encontrar el verdadero sentido de la norma.
Estos principios generales se aplican para todas las ramas del derecho, pero en el
derecho comercial algunos tienen relevancia mayor. No son inmutables, cerrados, ni
absolutos, sino que varían en la media en que la historia y sus hombres evolucionan. A su vez,
no existe unanimidad en la doctrina acerca de cuáles son los principios que más utilizados en
la materia que nos ocupa, pero la mayoría coincide en que el principio de buena fe asume un
rol preponderante. Desde ahí se desprenden el resto de los principios como derivados.
El CCCN regula los principios en el capítulo 3º del Título Preliminar (arts. 9º a 14),
denominado “Ejercicio de los derechos”. Resultan aplicables a todo el derecho privado.
Principio de buena fe
El art. 9º CCCN establece que los derechos deben ser ejercidos de buena fe. Se trata de
un concepto esencialmente ético, que alude a la lealtad de las partes en el curso de sus
relaciones. La buena fe se mide conforme un estándar de conducta, que va a variar en cada
sociedad y en un tiempo determinado. Para determinar si se actuó de buena o de mala fe, se
recurrirá a lo que usualmente se hace en situaciones similares, a la conducta esperable por la
otra parte y en general, por la sociedad.
El principio de buena fe está muy presente en el CCCN y de él se derivan otros (abuso
de derecho, abuso de la posición dominante, etc.). Además, adquiere relevancia en la
interpretación y aplicación de varias normas incluidas en este cuerpo normativo:
inoponibilidad de la persona jurídica (art. 144 CCCN); excepciones a la mora automática (art.
887 CCCN); en la celebración, interpretación y ejecución de los contratos (art. 961 CCCN),
entre muchas otras.
Algunos ejemplos en la aplicación de este principio:
a) En materia de seguros, el contrato debe ser celebrado, interpretado y ejecutado de
buena fe. Esto ha sido reiterado en numerosos precedentes jurisprudenciales, y
contempla diversas conductas tanto del asegurador (a la hora de cumplir con su
obligación principal: deber de indemnizar ante el acaecimiento del siniestro) y
también del asegurado, relacionadas con la veracidad de la información que debe
suministrar al asegurador, con la exageración del daño, etc.
b) En materia de consumidores, se exige del proveedor que actúe de buena fe hacia el
consumidor o usuario, brindándole toda la información necesaria sobre el producto
o servicio a consumir o utilizar. Un claro ejemplo de violación de este principio es
la utilización de publicidad engañosa.
c) En materia de contratos de ejecución continuada se utiliza el principio de buena fe
al momento de evaluar si el plazo de preaviso otorgado a la contraparte antes de
rescindir el contrato, fue suficiente.
d) En el marco el derecho procesal se dispone que los jueces deben prevenir y
sancionar todo acto contrario al deber de lealtad, probidad y buena fe en el marco
del juicio.
El abuso de derecho
El art. 12 del CCCN dispone que las convenciones particulares no pueden dejar sin
efecto las leyes en cuya observancia está interesado el orden público. De ese modo, se
establece otro límite a la autonomía de la voluntad. El orden público comprende el conjunto de
normas imperativas, indisponibles para la voluntad de los particulares, que en cada momento
se consideran necesarios para la organización y funcionamiento de la sociedad y para el
respeto adecuado de los derechos fundamentales de quienes la integran.
Existen dos tipos o categorías de leyes: las que pueden ser dejadas sin efecto por las
partes –llamadas supletorias, interpretativas o permisivas– y las que no, a las que se denomina
de orden público –llamadas imperativas–. Las leyes o disposiciones consideradas de orden
público tienen preeminencia sobre las convenciones particulares y/o voluntad individual
contraria.
Su función consiste en hacer prevalecer los dictados legislativos por razones o
motivaciones superiores. Existen normas de orden público en materia de capacidad de las
personas, en derecho de familia (en materia de adopción), sucesorio (legítima hereditaria y
herederos forzosos), societario (derecho de impugnar asambleas), códigos de procedimientos
(renuncia anticipada de defensas, trámites irrenunciables). Y en el caso de ciertas materias,
todo su contenido es de orden público: derecho laboral, del consumidor, de defensa de la
competencia, lealtad comercial, concursos y quiebras.
La regulación de los actos jurídicos y en las relaciones de carácter patrimonial
(régimen de las obligaciones y los contratos) está dominada por el principio de la autonomía
de la voluntad o autorregulación (arts. 259 y 957 CCCN). Aquí el orden púbico opera como
un límite a la potestad conferida a los individuos para regular sus derechos. Cuando se
infringen normas calificadas de orden público, se sanciona a los actos con la nulidad absoluta
(arts. 386 y 387 CCCN).
Cabe mencionar como ejemplos de normas que limitan la autonomía de la voluntad
respecto del objeto de los contratos los plazos mínimos en materia de locación de inmuebles
urbanos, la potestad de los jueces de reducir los intereses pactados cuando su cómputo
conduce a resultados desproporcionados, etc.
El segundo párrafo del art. 12 inserta la previsión del llamado fraude a la ley. En este
sentido dispone que el acto respecto del cual se invoque el amparo de un texto legal, que
persiga un resultado sustancialmente análogo al prohibido por una norma imperativa, se
considerará otorgado en fraude a la ley. En este caso, el acto debe someterse a la norma
imperativa que se trata de eludir. El fraude a la ley consiste en la existencia de un determinado
acto, realizado bajo la cobertura de una norma, pero destinado a burlar una prohibición
establecida por otra de carácter imperativo.
Su característica principal es que se trata de la realización de actos “aparentemente”
válidos, pero realizados con la intención de eludir una prohibición de orden público. El
principio tiene una íntima vinculación con el deber de buena fe y la noción de abuso de
derecho, pues postula que el ordenamiento no puede ser utilizado como una herramienta que
lleve a un resultado contrario al orden público.
Renuncia
El art. 13 CCCN dispone que está prohibida la renuncia general de las leyes. Permite
que se renuncie particularmente a los efectos de la ley en ciertos casos, siempre y cuando ello
no conlleve una violación del orden público. La prohibición de la renuncia general se justifica
dado que, de lo contrario, se afectaría la obligatoriedad de la ley.
Además de los principios orientadores que surgen del título preliminar del CCCN, hay
otra serie de principios que resultan aplicables en nuestra materia que, si bien no están
explicitados de forma puntual, no han perdido vigencia y tienen recepción legal.
a) Publicidad: En función de este principio habrá actos que, de cumplir ciertas
formalidades, serán inscriptos y como tal resultarán oponibles a los terceros. Tradicionalmente
los comerciantes debían inscribirse en el libro de cada corporación a la cuál pertenecían. Si
bien hoy no se exige esa inscripción, el Registro Público es un instrumento de publicidad legal
y los actos que allí se inscriben se supone que son conocidos por todos, tornándose oponibles.
A su vez, cualquier actividad comercial exige que se lleve una contabilidad, como medio para
orientar la actividad, en forma progresiva. En capítulos subsiguientes analizaremos la
importancia del Registro Público y las normas que regulan la contabilidad, dos cuestiones que
integran el principio de publicidad.
b) Presunción de onerosidad: El obrar de los comerciantes y empresarios no es
desinteresado, sino que todo acto cumplido en el ámbito de una actividad comercial, es decir,
en la producción o intercambio de bienes y servicios en el mercado, contiene una finalidad de
lucro. Antes estaba regulado por el art. 218 inc. 5º del Código de Comercio y en la actualidad
continúa aplicándose como norma de interpretación de la conducta de aquellos sujetos que se
dedican al intercambio de bienes o servicios. Resulta un principio útil para resolver
determinadas situaciones en donde cabe descartar la actuación gratuita de la parte dedicada al
comercio o al ejercicio de la actividad mercantil. En el CCCN algunas normas lo receptan: el
art. 1322 CCCN señala que el contrato de mandato se presume oneroso; el art. 1357 CCCN
tiene la misma presunción respecto del contrato de depósito; y el art. 1527 CCCN lo prevé
respecto del mutuo. Lo mismo ocurre con el art. 1599 CCCN –renta vitalicia-.
c) Principio de la apariencia: Protege a los terceros frente a las situaciones que se
presentan como tales. El CCCN recoge este principio en materia de representación (art. 368
CCCN), que procura proteger la confianza de los terceros y la celeridad en las transacciones.
Este artículo será analizado en su oportunidad, por lo que se remite a dicho análisis.
d) La confianza legítima: El CCCN ha incorporado el principio de la confianza
legítima –o de protección de la confianza– en el texto del art. 1068, dentro de la regulación del
régimen de interpretación de los contratos. Dicha norma señala que la interpretación debe
proteger la confianza y la lealtad que las partes se deben recíprocamente, siendo inadmisible la
contradicción con una conducta jurídicamente relevante, previa y propia del mismo sujeto.
Es una derivación de la doctrina de los actos propios, de larga elaboración en la
doctrina de la CSJN. Se ha señalado que la confianza es la exigencia que se impone a todo
aquel que con sus conductas o sus manifestaciones de voluntad, suscite en otro una razonable
creencia con respecto a ellas, estando obligado a no defraudar esa expectativa. Por derivación
de la seguridad y confianza en el tráfico jurídico, hay situaciones en las que la apariencia
creada y la actuación basada en la confianza autorizan a imputar obligaciones, allí donde el
sujeto no las estableció expresamente.
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