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LA ESPAÑA VISIGODA

LECCIÓN 5 – Los pueblos germánicos: estructura económica y social.

LECCIÓN 6 – Las fuentes del Derecho visigodo.

LECCIÓN 7 – Monarquía, asambleas políticas y administración visigoda.

LECCIÓN 5. – Los pueblos germánicos: estructura económica y social.

A partir del siglo III, los diversos pueblos germánicos lograron romper las fronteras del entonces
débil Imperio Romano, fruto de su proceso de decadencia, y asentarse dentro de su territorio,
especialmente los suevos, vándalos y alanos, que se asentaron en España desde comienzos del
siglo V. Para luchar contra ellos, Roma precisó de la ayuda militar de otro pueblo germánico: los
visigodos, que habían prestado ayuda militar a Roma desde el siglo IV a cambio de poder
instalarse en el Imperio.

En el año 418, el rey visigodo Valía pacta un foedus con Roma, por el cual recibía las tierras de las
Galias para asentarse y combatir a los enemigos del Imperio como pueblo federado. Se constituye
así el Reino visigodo del sur de Francia, con capital en Tolosa. La derrota de Alarico II en el 507
frente a los francos puso fin al reino de Tolosa.

Sería a mediados del siglo VI cuando Atanagildo traslada la capital del reino visigodo a Toledo,
quedando la península en manos de los visigodos.

Dicho esto, la España visigoda puede definirse, desde un punto de vista institucional y jurídico,
como el conjunto de instituciones y legislación que se desarrolla en la península ibérica entre los
siglos V, VI y VII.

El derecho germánico se constituye como una parte esencial de la cultura de este pueblo,
entendiendo por cultura el conjunto de pautas de comportamiento social determinadas por las
condiciones materiales de su forma de vida:

Las comunidades de vida germanas estaban constituidas por grupos familiares que componían la
Sippe, que es una institución de gran importancia para el Derecho germánico. El esquema social de
los germanos se puede definir como el de unos pueblos compuestos en su mayoría por hombres
libres, junto a otros simples libres, los semilibres y los esclavos. Entre estos pueblos germánicos fue
tradicional la existencia de una Asamblea general de hombres libres, a través de la cual el pueblo
intervenía en el gobierno colaborando con el rey en la legislación, en la administración de justicia y
en la propia elección del rey.

En cuanto al reparto de tierras, al no existir prueba del foedus acordado por Valía y el emperador
romano Honorio en el 418, se han desarrollado distintas e incluso enfrentadas teorías, a saber la
defendida por Torres (un tercio para los romanos y dos tercios para los visigodos) y la defendida
por García Gallo (dentro de los latifundios, exclusivamente, el visigodo recibió un tercio de la
dominicata y dos tercios de la indominicata). En cualquier caso, las partes correspondientes a los
visigodos se llamaron sortes gothicae y la de los romanos tertia romanorum.

La estructura económica visigoda se basa, además de en el reparto y división de las tierras


comentado anteriormente, en la continuidad y desarrollo de formas de explotación de las tierras ya
existentes en el Bajo Imperio romano, siendo sus ejes centrales la agricultura y la ganadería. Fue
escasamente monetaria y se basó fundamentalmente en los modelos romanos heredados. La
moneda acuñada por los visigodos fueron los tremises en oro, que correspondían a una tercera
parte del solidus romano.

Finalmente, en cuanto a la sociedad visigoda, cabe destacar que se formó sobre una amplísima
mayoría romana (aproximadamente nueve millones de habitantes) y una minoría visigoda, que no
superó los doscientos cincuenta mil habitantes, lo que pone de relieve la clara influencia de
costumbres, legislación e incluso religión romana. La estructura social, por su parte, abarca varios
grados:

- Libres privilegiados o clases elevadas, grupo en el que incluimos a la nobleza visigoda, de


carácter familiar y cerrado. Junto a ellos se encuentran los altos funcionarios.
- Simples libres, que son aquellos habitantes económicamente dependientes de la ciudad y
del campo, integrado en su mayoría por los artesanos, mercaderes, industriales, etc.
- Los no libres, o esclavos, que lo son por nacimiento, por prisión en guerra o por la comisión
de determinados delitos, si bien eran también objetos de derecho, no como les sucedía a
los esclavos en Roma.
- Finalmente, los judíos y extranjeros.

LECCIÓN 6. – Las fuentes del Derecho visigodo.

El derecho romano del siglo V seguía siendo el constituido por leges y iura divulgado en distintas
recopilaciones, siendo el texto jurídico más importante el Codex Theodosianus del año 438, que
era una recopilación selectiva en 16 libros de las leges y iura más importantes. Sin embargo, tras la
caída del Imperio Romano de Occidente en el 476 y la desaparición de la cancillería imperial, el
Código Teodosiano perdió la posibilidad de ser actualizado por los emperadores, de modo que su
progresivo desfase supuso un auge en la vulgarización del derecho, la necesidad de regular
situaciones no previstas en el derecho romano interpretando el Código incluso forzadamente y,
finalmente, estimuló a los monarcas visigodos a promulgar códigos legislativos a imagen y
semejanza de los romanos. A todo ello hay que sumar la influencia que tuvo también en España el
derecho romano de Oriente mediante la Compilación de Justiniano (Digesto y Código).

El derecho romano siguió aplicándose en la monarquía visigoda por una triple vía: el Código
Teodosiano y el Breviario de Alarico se aplicó a la población romana, la labor legislativa de los
monarcas visigodos estaba impregnada de preceptos sacados literalmente del derecho romano y
la Iglesia católica (recordemos que fue bajo el reinado de Recaredo cuando la España visigoda
aceptó la religión católica) continuó rigiéndose e inspirándose directamente en el derecho romano.

Por su parte, al margen de la profunda romanización jurídica de los visigodos, cabe destacar que
las principales instituciones tradicionales de los godos no fueron reprimidas ni combatidas por el
derecho oficial del rey: la técnica de los juristas godos y romanos fue muy simple y se limitaron a
revestir instituciones germanas con ropaje romano.

Durante la España visigoda hubo dos tradiciones jurídicas plasmadas en dos clases de textos: el
derecho romano plasmado en el Código Teodosiano y en el Breviario de Alarico, y la legislación
visigoda promulgada por monarcas visigodos en el Código de Eurico, el Código Revisado de
Leovigildo y el Liber Iudiciorum de Recesvinto.

La tesis personalista tradicional mantenía que los romanos se regían por el Código Teodosiano y el
Breviario de Alarico, mientras que a los visigodos se les aplicaba el Código de Eurico y el Código
revisado de Leovigildo, hasta que el Liber Iudiciorum llevó a la unificación jurídica, de modo que
hasta entonces primó el principio de personalidad del derecho.

La tesis territorialista o territorial del derecho defendía en buena lógica la aplicación territorial del
derecho, que se bifurca en dos nuevas teorías:

- Tesis de la derogación sucesiva de Códigos, según la cual todos los textos mencionados
tuvieron aplicación para ambas poblaciones, solo que se fueron sucediendo y derogando
unos a otros.
- Tesis de la especialidad del derecho godo: según la cual el derecho godo era de aplicación
general a toda la población del reino y sólo se recurría al derecho romano en caso de vacío
legal.

Código de Eurico.

Las primeras leyes escritas de los visigodos las encontramos en la época de Teodorico, si bien San
Isidoro de Sevilla documenta que con Eurico comenzó la legislación escrita de los godos, parece
que no quería con ello afirmar que Eurico fuera el primer rey godo en legislar sino destacar que
bajo el reinado de Eurico comenzaron los godos a regirse fundamentalmente por leyes y no por
costumbres, es decir, que Eurico fue el primer rey que promulgó un Código legislativo o corpus.
Hasta Eurico, los godos vivieron bajo un régimen jurídico fundamentalmente consuetudinario en el
que el derecho escrito tiene un papel cada vez mayor.

El Código de Eurico fue promulgado cerca del año 480 y su contenido acusa un enorme grado de
romanización. En cuanto a su vigencia y aplicación, parece que no fue derogado por el Breviario de
Alarico sino por el Código de Leovigildo. Este Código no parece haberse redactado con un criterio
globalizador sino para salir al paso en cuestiones concretas, especialmente en materia penal. Así, el
Código de Eurico trata de tomar posición respecto a determinadas cuestiones que pueden ofrecer
duda, y no de hacer una legislación sistemática.

Breviario de Alarico.

También llamado Lex Romana Visigothorum, fue elaborado por una comisión de expertos, clérigos
y nobles dirigida por el conde Goyarico, que quedó aprobado en una asamblea celebrada en el año
506 en Aduris (sur de Francia). Se trata de una recopilación de derecho romano, seleccionando
fundamentalmente el Código Teodosiano como fuente principal de leges (aunque se desecharon
normas y doctrina desfasada a las nuevas circunstancias) y los iura, es decir, la doctrina y opiniones
de los juristas romanos.

Su finalidad obece al interés de Alarico II de demostrar a la población romana que estaba


dispuesto a respetar y tutelar su derecho para así disuadirles de pactar con los francos vecinos,
enemigos de los godos.

La vigencia simultánea del Código de Eurico y del Breviario de Alarico parece demostrar que godos
y romanos se regían cada uno por su cuerpo legal (principio de personalidad del derecho).

Código Revisado de Leovigildo.

No ha llegado ningún ejemplar hasta nuestros días, de modo que sabemos de su existencia gracias
a la mención de San Isidoro de Sevilla en su “Historia de los Godos”. La revisión de Leovigildo
discurrió en tres niveles: suprimió normas superfluas, corrigió otras normas y añadió leges
praetermissas. La mayoría de ellas eran leyes o normas de derecho romano escrito no incluidas en
el Código Teodosiano, aunque no todas fueron así.

Tenemos una idea aproximada de la labor legislativa de Leovigildo a través de las antiquae
recogidas en el Liber Iudiciorum, caracterizadas por: su estilo moralizante y su vocabulario
ampuloso, la defensa de los intereses del Fisco, la discriminación social en la aplicación de las
penas y el interés por los trámites procesales.

El Liber Iudiciorum.

Fue promulgado por Recesvinto en el año 650 mediante la constitución Quoniam Novitatem y su
labor consistió en añadir al Código Revisado de Leovigildo todas las leyes decretadas por
monarcas posteriores, integrándolas en 12 libros de contenido sistemático. Las leyes del Liber, por
su autoría, se clasifican en tres grupos: las leyes antiguas (como no van precedidas por el nombre
del legislador se sabe que fueron leyes de Eurico o Leovigildo), las leyes antiguas enmendadas, que
son aquellas anteriores a Recaredo, y las leyes en las que consta el monarca que las promulga,
aquellas de Recaredo y sus posteriores sucesores en el trono.

El Liber Iudiciorum sufrió dos importantes revisiones:

- Revisión ervigiana, llevada a cabo por Ervigio en el Concilio XII de Toledo del año 680.
- Revisión del rey Egica en el Conciio XVI de Toledo del año 693.

Respecto a su ámbito de aplicación cabe destacar que para buena parte de la doctrina con este
texto se consiguió por primera vez la unificación jurídica entre godos y romanos. Los documentos
de aplicación (pizarras, fórmulas, etc) demuestran un significativo grado de aplicación y
observancia de las leyes del Liber Iudiciorum.

En cuanto a la aplicación del Derecho en la España visigoda, y más allá de las tesis germanistas
defensoras de la aplicación del derecho consuetudinario germánico, el estudio comparado de las
fórmulas visigodas, las pizarras y otros documentos de aplicación del Derecho demuestran
claramente que la legislación visigoda tuvo un alto grado de aceptación. La primera, y principal,
conclusión que sacamos de su estudio es la concordancia de su contenido con el derecho escrito y
oficial de la época. Una documentación muy importante de esa época son las llamadas Fórmulas
Visigodas, que consta de 45 fórmulas relativas al derecho civil, procesal y canónico que debieron
pertenecer a un notario del sur de la Península. Respecto al contenido de dichas Fórmulas
Visigodas, contienen esencialmente derecho romano vulgar.

En definitiva, los documentos de aplicación del derecho demuestran en líneas generales la vigencia
y arraigo de los Códigos visigodos y una muy escasa vigencia o aplicación del derecho
consuetudinario de origen germánico.

La influencia de la iglesia en el derecho visigodo se hizo patente cuando el rey Recaredo abjuró del
arrianismo y abrazó el catolicismo, acto que se formalizó en el III Concilio de Toledo en el año 587.
A partir de esa fecha, los monarcas visigodos daban fuerza legal a los cánones conciliares a cambio
de que la iglesia legitimara la acción política y ciertas leyes del rey. Las principales fuentes del
derecho canónico fueron los cánones conciliares y las epístolas pontificias. Los cánones conciliares
podían llegar a tener valor de ley civil si eran confirmados por el monarca mediante una lex in
confirmatione concilii.

La obra cumbre del derecho canónico visigodo se debe a la labor de San Isidoro de Sevilla, que
elaboró la denominada Hispana.

LECCIÓN 7. – Monarquía, asambleas políticas y administración visigodas.

El proceso de formación del Estado visigodo comenzó con el asentamiento del pueblo visigodo al
sur de las Galias en virtud del foedus celebrado entre Valía y el emperador Honorio en el año 418 y
se consolida definitivamente con la aparición del Reino visigodo de Tolosa, iniciado por Eurico. No
fue hasta mediados del siglo VI cuando se produjo el traslado masivo de visigodos a España en lo
que daría origen al Reino visigodo de Toledo.

Desde Atanagildo hasta Leovigildo, la península ibérica estuvo bajo la presencia de tres Estados (el
visigodo, el bizantino y el suevo) y no fue hasta la expulsión de los suevos y bizantinos que no
podemos hablar de un Estado hispano-godo verdaderamente, en cuya configuración intervinieron
elementos germánicos, romanos y canónicos.

En su concepción del Estado godo se dieron dos corrientes llamadas a mezclarse: de un lado el
Estado germánico, popular y militar, y de otro el Estado despótico romano con el emperador a la
cabeza. El Estado resultante no fue ni popular ni despótico, sino un Estado con fuerte tendencia al
absolutismo, si bien esta estuvo limitada por la gran influencia de la Iglesia.

El rey ejercía el poder político y poseía un patrimonio separado del de la monarquía, que
heredarían sus herederos, mientras que la Corona pasaría al sucesor en el trono.
En cuanto a la interpretación que hagamos de las relaciones o vínculos que unían a los individuos
con el Estado, destacamos dos corrientes diferentes:

- Sánchez Albornoz: defiende que las comunidades populares germánicas fueron la base de
las relaciones de dependencia personal de naturaleza jurídico-privada que encontramos
como eje vertebrador del Estado visigodo. No se niega la existencia del Estado visigodo,
sino que éste se apoyaba fundamentalmente en redes clientelares y no en vínculos
hombre-estado de carácter público.
- Torres López: defiende que los vínculos que encontramos en el Estado visigodo son de
naturaleza política y, por tanto, públicos, produciéndose la relación jurídico-pública de
súbditos.

La forma de gobierno del Estado hispanogodo fue la monarquía, con claras tendencias absolutistas
limitadas por la influencia eclesiástica. En principio se trató de una monarquía electiva en la que era
la asamblea la que elegía al rey. Las condiciones para ser rey se establecieron en el Concilio VI de
Toledo del año 638: ser de estirpe goda y buenas costumbres, no pertenecer a pueblos extraños,
no ser siervo, no haber recibido tonsura o hábito monacal, ni pena de decalvación ni alcanzar el
trono habiéndose rebelado.

Una vez que el monarca había sido elegido, se producía un juramento doble en el que el monarca
juraba defender el reino, gobernar con justicia, guardar la fe católica y proteger a la Iglesia, y el
pueblo, por su parte, juraba fidelidad al rey y defender su persona y al reino.

Se producía entonces la unción del monarca con los óleos sagrados seguida de una ceremonia
litúrgica en la que el Obispo de Toledo le hacía entrega de la cruz, para atribuirle un carácter
sagrado a la persona del rey. Finalmente se elevaba al rey, que era levantado en un escudo y
llevado a hombros por los guerreros, aunque luego se sustituyó esta forma por la elevación al
trono.

Al emanar de Dios el poder, se considera que el mismo era depositado en el rey a través del
pueblo, de modo que la soberanía se convertía en un pacto que ligaba al rey con los súbditos: el
rey, pues, está sometido a las leyes y a las normas, no estando por encima de ellas.

En cuanto a las asambleas políticas de la época goda, fue tradicional la celebración de una
Asamblea General de Súbditos, a través de la cual el pueblo intervenía en el gobierno del Estado
colaborando con el rey en la legislación y en la administración de justicia. Cuando los godos
llegaron a la península, fue ya inviable la reunión de todo el pueblo debido a la extensión del
territorio, de modo que las asambleas se redujeron.

Por su parte, los Concilios de Toledo asistían al rey en materias de gobierno y en materias
legislativas. La Iglesia asumió un papel muy importante más allá del plano meramente religioso,
adentrándose en el plano moral, pues dictaba las normas éticas por las cuales debía regirse el
poder político. Estos Concilios de Toledo reunían a todos los obispos de España y trataban
preferentemente temas religiosos, si bien el papel cada vez más activo de los obispos en la vida
civil hizo que tras el Concilio VIII del año 653 se diese entrada en ellos a los miembros del Aula
Regia, empezando desde entonces a firmar las actas sinodales.
Los acuerdos que salían de las reuniones recibían el nombre de Decretos Conciliares y eran
promulgados y firmados por todos los asistentes. Para que dicho acuerdo tuviera eficacia civil en
derecho era precisa la sanción real mediante una lex in confirmatione concilii.

En torno al rey visigodo existió un grupo de personas que integraban el llamado Officium
palatinum. El Officium palatinum estaba formado por una serie de condes palatinos que actuaban
como agentes del monarca, por delegación del poder real, y que se encargaban del gobierno de
palacio y de la organización de la vida cortesana. Los oficios principales fueron: cubiculii, comes
scanciarum, comes notariorum, comes patrimoniorum, comes thesaurorum, comes stabulii, comes
spataroirum y el comes ciuitatis Toletanae.

Por su parte, el Aula Regia era un organismo cuya creación se atribuye a Leovigildo y es un órgano
fundamental de la España visigoda que colaboraba con el rey en el gobierno, la legislación y la
administración de justicia del reino, reuniéndose sus funciones en general en el asesoramiento
político, jurídico y militar. De ahí que podamos señalar al Aula Regia como el origen de la Curia
altomedieval.

El Aula Regia estaba formado por un núcleo vertebrador que era la Casa del Rey, a la que se
añaden personajes que no pertenecen a la misma (jefes del Palatium regis con Oficio palatino,
seniores palatii, jueces o próceres y los gardingos).

Los miembros del Aula Regia eran designados por el rey, que era quien les atribuía los títulos
honoríficos. Una vez convocados a las reuniones la asistencia era obligatoria. La pertenencia al Aula
Regia suponía el cumplimiento de una serie de deberes (ser los primeros en jurar fidelidad
directamente al rey, obligaciones militares especiales y una lealtad especial al rey) y, asimismo,
suponía también la ostentación de una serie de privilegios, extendidos fundamentalmente a los
campos del derecho de familia, del derecho penal y del derecho procesal.

En cuanto a la administración territorial y local, cabe destacar que la base de la organización


territorial visigoda fue la romana, aunque no todos los territorios se organizaron del mismo modo,
lo que nos lleva al problema de la coexistencia de instituciones romanas y germánicas y la
perduración de las instituciones romanas. Las divisiones administrativas son:

- Las provincias ducados, que coincidían con las antiguas provincias romanas y a cuyo frente
se colocaba un dux como jefatura superior, que tenía atribuciones militares y a varios
condes bajo su autoridad. Se atribuye al dux una jurisdicción superior al resto de las
autoridades al ostentar la máxima representación del rey en el territorio.
- Las provincias condados, procedentes de los territoria y a cuyo frente estaba un comes
territorio. Eran, por tanto, territorios integrados en las provincias ducados.

La administración local y territorial corrieron paralelas en la etapa visigoda, por lo que solo
mencionaremos aquí algunas notas esenciales de los municipios, la curia municipal y las asambleas
de vecinos.

La curia municipal, de origen romano, permaneció en la época visigoda al ser el sistema


encontrado por los visigodos en el terreno, sin perjuicio de algunas transformaciones. La Lex
romana visigothorum menciona las funciones que corresponderían a la curia: la elección de los
magistrados municipales, la inscripción en las actas municipales de las donaciones y los
testamentos, la autorización de actos de jurisdicción voluntaria, algo de jurisdicción civil y criminal
y el reparto de los tributos y su recaudación.

En el ámbito municipal, se celebraban dos tipos de asambleas de vecinos: el conventus rusticorum


y el conventus publicus vicinorum. Los primeros (conventus rusticorum) consistían en reuniones de
los campesinos en las encrucijadas de los caminos para tratar temas de interés de la comunidad.
Por su parte, los conventus publicus vininorum surgen de la necesidad de convocar asambleas
generales de los vecinos de las aldeas de los territorios comunes a la vecindad en los territoria.

Por lo que respecta a la Hacienda visigoda, parece existir cierta unanimidad en cuanto a que la
organización financiera hispanogoda se basó en el modelo hispanorromano.

Los oficiales fiscales en esta etapa fueron: los comes patrimoniorum (jefes de la administración
financiera), los tabularii (encargados de la contabilidad pública), los numerarii (oficiales fiscales con
jurisdicción) y los exactores y susceptores (encargados de la recaudación de impuestos).

Por lo que respecta a los impuestos, su determinación dependía del rey y recaían de forma
principal sobre las clases inferiores. A nivel impositivo hay que distinguir entre impuestos directos e
indirectos. Entre los impuestos directos más importantes encontramos la Capitatio, que era un
impuesto personal y territorial del que estaban excluidos los judíos, ya que pagaban una capitatio
especial. Entre los impuestos indirectos más importantes encontramos aquellos impuestos que
gravaban el paso de mercancías, el tránsito, la venta y la circulación de bienes, etc.

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