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En esta unidad nos centraremos en el estudio de los compuestos inorgánicos, cómo se forman, cómo se clasifican,

cuáles son sus características principales y cómo se nombran. La importancia fundamental de la nomenclatura
química es asegurar que la persona que oiga o lea un nombre químico, en cualquier circunstancia, no tenga
ninguna duda sobre el compuesto químico en cuestión. Cada nombre se refiere a una sola sustancia, esto hace
más fácil su manejo y reconocimiento a la hora de utilizar cierta sustancia o compuesto en una determinada
actividad. La enorme cantidad de compuestos que maneja la química hace imprescindible la existencia de un
conjunto de reglas que permitan nombrar de igual manera en todo el mundo científico un mismo compuesto. De
no ser así, el intercambio de información sobre química entre pares sería de escasa utilidad. Los químicos, a
consecuencia de una iniciativa surgida en el siglo pasado, decidieron representar de una forma sencilla y
abreviada cada una de las sustancias existentes.

Los compuestos inorgánicos son de gran importancia en la vida cotidiana y algunos de ellos son de interés para
la fisiología y la medicina. Están ampliamente distribuidos en la naturaleza y aunque muchos de ellos son
utilizados ampliamente en alimentos y medicamentos, no podemos olvidar que algunos son altamente tóxicos.
El compuesto inorgánico más importante para la vida es el agua, que constituye el 70 % de la masa de casi todos
los organismos vivos. El agua es esencial para el funcionamiento de los seres humanos, la biodiversidad, el
medio ambiente y todos los organismos vivos del planeta. El agua es un elemento fundamental para muchos
procesos vitales como la digestión, la absorción de nutrientes y eliminación de desechos, así como también para
el mantenimiento de la temperatura corporal. Además, el agua es considerada el solvente universal, disuelve un
gran número de sustancias, lo que permite por ejemplo, que sea el medio de transporte para los nutrientes
minerales que se encuentran en el suelo y que serán utilizados por las plantas. A su vez, es un reactivo químico
que permite la fotosíntesis, esencial para la vida.

Otros compuestos inorgánicos que juegan un rol importante en los procesos fisiológicos son por ejemplo, el
ácido clorhídrico (HCl) presente en el jugo gástrico y las distintas sales como el cloruro de sodio y de potasio
responsables del equilibrio hidroelectrolítico. El ácido clorhídrico cumple varias funciones importantes en el
proceso digestivo, fundamentalmente en la digestión de las proteínas provenientes de los alimentos. El HCl

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convierte el pepsinógeno en pepsina (enzima que cataliza la descomposición de los enlaces peptídicos y
transforma grandes moléculas de proteínas en pequeñas cadenas peptídicas); ayuda a la fragmentación del tejido
conjuntivo y fibras musculares; desnaturaliza las proteínas del alimento, contribuyendo a su degradación.
Asimismo, electrolitos como el sodio, calcio, potasio, cloruro, fosfato y magnesio son esenciales porque ayudan
a equilibrar la cantidad de agua en el cuerpo y el nivel de ácido/base (pH), a facilitar el transporte de nutrientes
a las células, a eliminar los desechos de sus células y están vinculados con la actividad neurológica y muscular.
Todos sabemos que el consumo excesivo de sal (cloruro de sodio) está relacionado con la hipertensión y
constituye un factor de riesgo para la enfermedad cardiovascular.

Por otra parte, muchos compuestos inorgánicos se usan con fines terapéuticos ya que presentan actividad
farmacológica. El uso de compuestos inorgánicos en Medicina se remonta al mundo antiguo. Los egipcios usaban
cobre para esterilizar el agua, por sus propiedades bactericidas. Los chinos utilizaban diferentes compuestos de
oro con fines terapéuticos. El cloruro mercurioso se utilizó, a partir del Renacimiento, como diurético. A estas
referencias antiguas podemos agregar algunos compuestos inorgánicos más, muchos de los cuales siguen siendo
de uso habitual: El fluoruro de estaño (SnF2) como aditivo en pastas dentales, el sulfato de magnesio (MgSO4)
como laxante, el óxido de zinc (ZnO) como astringente en el tratamiento de heridas de la piel, el hidróxido de
aluminio (Al(OH)3) como antiácido, y antitranspirante, el yodo (I2) como desinfectante, el sulfato de bario

(BaSO4) como medio de contraste para rayos X, entre otros.

El bicarbonato de sodio (NaHCO3), también conocido como carbonato ácido de sodio, es un compuesto blanco,

hidrosoluble, que en presencia de ácidos se descompone formando dióxido de carbono (CO2) y agua, y es por
eso que es usado comúnmente como antiácido para aliviar la acidez estomacal leve. Actúa neutralizando el
exceso de ácido que se acumula en el estómago, sin embargo, su uso prolongado puede provocar alcalosis
sistémica. Este compuesto también es usado en la industria alimentaria como componente del polvo de hornear
y es el gran aliado en panificación y pastelería pues ayuda a la masa a elevarse, dándole sabor y volumen.
También se usa en salsas de tomate para neutralizar la acidez y como ablandador de alimentos duros.

El peróxido de hidrógeno (H2O2), más conocido como agua oxigenada, es un líquido incoloro de olor irritante.
Debido a su efecto oxidante se lo utiliza como agente antiséptico y antibacteriano. Es muy utilizada para limpiar
heridas ya que a su acción antiséptica se le añade la ventaja de actuar como coagulante en casos de pequeñas
hemorragias. También se emplea como solución diluida en afecciones bucales o de garganta. Su mecanismo de
acción se debe a que produce OH- y radicales libres que reaccionan con una amplia variedad de compuestos
orgánicos, entre ellos los lípidos y proteínas que componen las membranas celulares de los microorganismos.
Otro antiséptico potente empleado para el tratamiento de enfermedades cutáneas como dermatitis, algunas

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úlceras e infecciones por hongos en la piel, es el permanganato de potasio (KMnO4). Si nos metemos en el
mundo de los medicamentos oficiales (aquellos descritos en la Farmacopea Argentina), encontraremos que una
gran variedad de ellos contiene principios activos inorgánicos. Algunos ejemplos son el alcohol yodado, la tintura
de thimerosal, el agua blanca, el agua de Alibour. El agua de Alibour es una solución de sulfato de zinc (ZnSO4),

sulfato de cobre (CuS04) y alcanfor (en la Farmacopea Argentina figura como Solución cuprocincica
alcanforada), de color azul y con un sutil olor a alcanfor, que se administra pura o mezclada con agua hervida en
lavados, lociones y compresas para diversas afecciones dermatológicas. Tanto el sulfato de cobre como el de
zinc proporcionan a esta solución cualidades astringentes, antisépticas, antiulcerosas, desinfectantes y
cicatrizantes. Se la emplea en el tratamiento de lesiones de piel infectada, dermatitis exudativas, micosis y úlceras
tórpidas.

Interesantemente, algunas condiciones fisiopatológicas guardan relación con elementos y compuestos


inorgánicos. La anemia ferropénica es un trastorno en el cual la concentración de hemoglobina es baja por
carencia de hierro. A causa de esta deficiencia de hierro el organismo se ve imposibilitado de producir la cantidad
suficiente de hemoglobina, sustancia presente en los glóbulos rojos, que les permite transportar oxígeno.
Inicialmente, la anemia puede ser tan leve que pase desapercibida, pero a medida que el cuerpo se vuelve más
deficiente en hierro y la anemia empeora, los signos y síntomas se intensifican. Los síntomas de la anemia pueden
ser aturdimiento ligero, fatiga, letargo, malestar o mareos, caída del cabello, dificultad para respirar, dolor de
cabeza, irritabilidad. Esta deficiencia en mujeres embarazadas puede generar retraso en el desarrollo del feto. El
tratamiento de la anemia ferropénica incluye el consumo de suplementos de hierro como el sulfato ferroso
(FeSO4). El sulfato ferroso, que contiene 20% de hierro elemental, se absorbe en forma irregular e incompleta
en el tubo digestivo pues forma complejos poco solubles con otras sustancias (calcio, fosfatos, fenoles), es por
eso que debe ser administrado alejado de las comidas. Por el contrario, algunas sustancias como la vitamina C,
los citratos y el ácido clorhídrico facilitan la absorción de hierro. De ahí que se aconseje tomarlo con jugo de
naranja. En casos de intolerancia digestiva o en anemias graves debe recurrirse al uso de hierro inyectable, ya
sea intramuscular o endovenoso.

No podemos dejar de mencionar que muchos compuestos inorgánicos son tóxicos y pueden ocasionar trastornos
graves de salud. Este es el caso de las sustancias que contienen metales pesados como cadmio (Cd), plomo (Pb),
mercurio (Hg), entre otros. A lo largo de la historia, la exposición a estos compuestos metálicos se ha producido
específicamente por la actividad laboral, pero en la actualidad, la población general puede entrar en contacto
con ellos a través del agua, los alimentos y el ambiente, donde su presencia se ha incrementado como
consecuencia de la creciente actividad industrial. El grado de toxicidad de estas sustancias depende de sus
características químicas y de la efectividad con la que pueden ser transportadas por las membranas, determinando

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el tiempo de permanencia en el organismo. Estas características dependen de diversos factores entre los que
destaca la hidro o liposolubilidad, volatilidad, el peso molecular y la existencia de mecanismos específicos de
transporte. En el caso de los compuestos metálicos las características mencionadas pueden diferir mucho entre
distintos compuestos del mismo elemento. Las moléculas inorgánicas tienden a ser más hidrosolubles que las
orgánicas aunque algunas sales, como por ejemplo las de plomo, son totalmente insolubles. Entre las sustancias
más peligrosas encontramos el cadmio, el mercurio y el plomo. El sulfuro de cadmio, que se utiliza para recubrir
otros metales, en aleaciones y en pigmentos produce lesiones hepáticas, pulmonares, insuficiencia renal y
descalcificación. La intoxicación con mercurio, por otro lado, involucra órganos críticos como riñones, pulmones
y tiene efectos severos en el sistema nervioso central. Por su parte, el plomo (Pb), es el metal pesado más
abundante en el medioambiente y la intoxicación se produce a través de tracto digestivo y respiratorio. La
intoxicación con plomo produce retrasos en el desarrollo, trastornos digestivos, irritabilidad, entre otros
síntomas. Los niveles muy altos de plomo pueden ser mortales. El plomo tiene gran afinidad por los grupos
sulfhidrilo, en especial por las enzimas dependientes de zinc e interfiere con el metabolismo del calcio. Se une
covalentemente a las proteínas, en reemplazo del zinc y el calcio, y de esta manera afecta las propiedades de
muchas proteínas vinculadas con los canales iónicos, a las proteínas de adhesión celular, a diversas enzimas
metabólicas y a proteínas de unión al ADN, entre otras. Los compuestos de plomo más comunes con los que
puede estar en contacto una persona son: el sulfato básico de plomo y los cromatos de plomo, presentes en las
pinturas; silicatos y carbonatos en cerámicas y vidrios; y cloruros, bromuros y óxidos por la combustión de
naftas.

Como vemos, la variedad de compuestos de plomo que pueden afectar el medio ambiente y consecuentemente
la salud, es muy amplia. De los compuestos mencionados, ¿cuáles son compuestos binarios y cuáles ternarios o
cuaternarios? ¿Cuáles son sales binarias, cuáles oxosales y cuáles son óxidos ? ¿Cuál es la fórmula química de
cada una de ellas? ¿Habrá diferencia de solubilidad y afectará esto el grado de toxicidad?

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