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INTRODUCCIÓN

Desde el punto de vista médico es importante diferenciar el hecho de tener parásitos en el


organismo (parasitosis o infección parasitaria) y el de sufrir una enfermedad parasitaria. Debe
entonces quedar establecido que el hecho de tener parásitos no implica sufrir enfermedad. La
interacción parásito-huésped tiene que ocurrir bajo condiciones necesarias y la mayoría de las
veces el contacto es accidental; no obstante, el parásito puede buscar alimento y, si existen
sustancias que libera el huésped necesarias para aquél, se dirige en su dirección y se establece
sobre o dentro de él.

La interacción huésped-parásito es muy compleja y modifica la condición inicial del huésped, la


del parásito y su ambiente. En todo caso, el parásito encuentra casi siempre el medio necesario
para sobrevivir o es eliminado dentro o fuera del huésped. Los parásitos se agrupan como
protozoarios, helmintos y artrópodos. Dentro del reino animalia se encuentran dos grupos que
desempeñan un papel relevante como parásitos del humano: los helmintos y los artrópodos.

Unos 2.000 millones de personas en el mundo padecen helmintiasis, infestaciones producidas


por
diversas especies de parásitos helmintos (gusanos). Los habitantes de países tropicales o
subtropicales de renta baja están expuestos a mayor riesgo; los niños se suelen infestar al nacer
y pueden seguir infestados durante toda su vida. La helmintiasis es a menudo coendémica con el
paludismo, la TB o la infección por VIH/sida, lo que puede resultar abrumador e interferir en las
campañas de vacunación. Las consecuencias clínicas son variables: por ejemplo, las
infestaciones por gusanos filiformes provocan principalmente malestar, mientras que otras, como
la esquistosomiasis (bilharziasis) o la uncinariasis, están asociadas a morbilidad importante.

Los helmintos comprenden dos grandes grupos: los nematelmintos (nematodos o gusanos
redondos) y los platelmintos (gusanos planos). Este último grupo se subdivide en trematodos
(duelas) y cestodos. Se han identificado casi 350 especies de helmintos en los seres humanos y
la mayor parte de ellos colonizan el tubo digestivo. Los helmintos tienen un complejo ciclo vital,
que a menudo implica a varias especies huésped. Las infestaciones pueden producirse de
muchas formas; la mala higiene es un factor contribuyente esencial. Muchos de ellos penetran
por vía oral a través del agua no purificada o por ingerir carne mal cocinada de animales o peces
infectados. Sin embargo, otros penetran por la piel tras un corte, una picadura de insecto o
incluso tras nadar o caminar sobre un terreno infectado. Los seres humanos suelen ser el
huésped primario (o definitivo) de las infestaciones por helmintos, de modo que albergan las
formas reproductivas sexuales maduras. Los huevos o larvas salen posteriormente del cuerpo e
infectan a un huésped secundario (intermediario). En algunos casos los huevos o larvas pueden
persistir dentro del huésped humano y convertirse en quistes, cubiertos por tejido de granulación
y ocasionando la cisticercosis. Las larvas enquistadas se alojan en los músculos y las vísceras y,
con consecuencias más graves, en el ojo o el cerebro. Aproximadamente unas 20 especies de
helmintos se consideran
clínicamente importantes y se incluyen dentro de dos categorías fundamentales: aquellas en las
que el gusano vive dentro del tubo digestivo del huésped y aquellas en las que el gusano vive en
otros tejidos dentro del organismo del huésped.

Dada su prevalencia y su significación económica, el tratamiento farmacológico de las


helmintiasis tiene una gran importancia terapéutica práctica.

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