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Los helmintos comprenden dos grandes grupos: los nematelmintos (nematodos o gusanos
redondos) y los platelmintos (gusanos planos). Este último grupo se subdivide en trematodos
(duelas) y cestodos. Se han identificado casi 350 especies de helmintos en los seres humanos y
la mayor parte de ellos colonizan el tubo digestivo. Los helmintos tienen un complejo ciclo vital,
que a menudo implica a varias especies huésped. Las infestaciones pueden producirse de
muchas formas; la mala higiene es un factor contribuyente esencial. Muchos de ellos penetran
por vía oral a través del agua no purificada o por ingerir carne mal cocinada de animales o peces
infectados. Sin embargo, otros penetran por la piel tras un corte, una picadura de insecto o
incluso tras nadar o caminar sobre un terreno infectado. Los seres humanos suelen ser el
huésped primario (o definitivo) de las infestaciones por helmintos, de modo que albergan las
formas reproductivas sexuales maduras. Los huevos o larvas salen posteriormente del cuerpo e
infectan a un huésped secundario (intermediario). En algunos casos los huevos o larvas pueden
persistir dentro del huésped humano y convertirse en quistes, cubiertos por tejido de granulación
y ocasionando la cisticercosis. Las larvas enquistadas se alojan en los músculos y las vísceras y,
con consecuencias más graves, en el ojo o el cerebro. Aproximadamente unas 20 especies de
helmintos se consideran
clínicamente importantes y se incluyen dentro de dos categorías fundamentales: aquellas en las
que el gusano vive dentro del tubo digestivo del huésped y aquellas en las que el gusano vive en
otros tejidos dentro del organismo del huésped.