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Las relaciones jurídicas tienen la capacidad de ser extraterritorializadas, es decir, salen de la

frontera del Estado en donde se crean, esta realidad trae como consecuencia que los Estados
se vean en la obligación de admitir la aplicación de un derecho extranjero, en aquellos casos en
los cuales se ha hecho necesario para mantener su sistema de justicia.
En este orden de ideas la aplicación de la ley extranjera va a ser la aceptación de un derecho
material extranjero en el ordenamiento jurídico de otro Estado.
En Venezuela la posición doctrinaria sobre la alegación y aplicación de la Ley Extranjera, tiene
sus orígenes a principios del siglo XX, por criterios de Ángel Cesar vivas y Pedro Manuel
Arcaya, quienes explicaban que una vez asegurada la aplicación de la ley extranjera, la
obligación consistiría en investigarla y respetarla de la misma manera como lo harían en la Ley
Nacional.

Aun cuando existió jurisprudencias que aceptó la aplicación de la Ley Extranjera, Venezuela no
poseía en su ordenamiento jurídico Interno, una ley expresará la aceptación de la Ley
Extranjera, ya que solo contaba con las previsiones del Código Bustamante y de la Convención
Internacional sobre normas generales de Derecho Internacional Privado.

En Venezuela no existía una norma expresa que autorizara la aplicación del Derecho
Extranjero hasta el 6 de febrero de 1999, cuando entro en vigencia la Ley de Derecho
Internacional Privado, que estableció en su artículo 2, la posibilidad de aplicar el Derecho
Extranjero, cuando este sea competente y no vaya en contra del orden público y las buenas
costumbres del País.

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