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Estudio N°18
EL SERMÓN DEL MONTE: PROCLAMACIÓN DE LA VIDA DEL REINO (5:1-7:29)
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»Solo puedes entrar en el reino de Dios a través de la puerta angosta. La carretera al
infierno es amplia y la puerta es ancha para los muchos que escogen ese camino. 14 Sin
embargo, la puerta de acceso a la vida es muy angosta y el camino es difícil, y son solo
unos pocos los que alguna vez lo encuentran.
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»Ten cuidado de los falsos profetas que vienen disfrazados de ovejas inofensivas pero
en realidad son lobos feroces. 16 Puedes identificarlos por su fruto, es decir, por la
manera en que se comportan. ¿Acaso puedes recoger uvas de los espinos o higos de los
cardos? 17 Un buen árbol produce frutos buenos y un árbol malo produce frutos
malos. 18 Un buen árbol no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede
producir frutos buenos. 19 Por lo tanto, todo árbol que no produce frutos buenos se corta
y se arroja al fuego. 20 Así es, de la misma manera que puedes identificar un árbol por su
fruto, puedes identificar a la gente por sus acciones.
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»No todo el que me llama: “¡Señor, Señor!” entrará en el reino del cielo. Solo entrarán
aquellos que verdaderamente hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. 22 El
día del juicio, muchos me dirán: “¡Señor, Señor! Profetizamos en tu nombre, expulsamos
demonios en tu nombre e hicimos muchos milagros en tu nombre”. 23 Pero yo les
responderé: “Nunca los conocí. Aléjense de mí, ustedes, que violan las leyes de Dios”
Hemos llegado a la parte final del Sermón del Monte, como bien dijimos la clase
pasada, un mensaje de advertencia para todos aquellos que deciden ser discípulos de Cristo.
Es así que podemos ver 4 advertencias que el Señor hace a sus oyentes las cuales apuntan a
considerar las exigencias que aquí se nos plantean.
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Por otro lado, está mas que claro que seguir a Jesús no es algo que se deba decidir
fruto de la emoción, sino que es aquí donde cobra mucha importancia que la conversión a
Cristo sea el paso inicial a una vida de seguimiento al Señor.
Así que es claro que nuestro Señor no sigue el método que usan ciertos predicadores
evangelistas que hablan como si el “salvarse” fuera una de las cosas más fáciles del mundo.
Jesús, por el contrario, describe la entrada en el reino como algo que por una parte es muy
deseable, pero por la otra, no del todo fácil.
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»Entren por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que
lleva a la destrucción. Mucha gente toma ese camino. 14 En cambio, la puerta que lleva a
la verdadera vida es muy angosta, el camino muy duro y sólo unos pocos lo
encuentran.(PDT).
Por ello Jesús nos llama a asumir un valiente compromiso con él como entrada al
camino de la vida en el reino de los cielos. Allí encontraremos a la comunidad de discípulos,
con quienes compartiremos una común apreciación por los valores y comunión del reino.
Pero otro problema de quienes consideran la invitación de Jesús al reino es que no es
el camino fácil. Las palabras “ancha” y “espacioso” no solo nos dan pistas sobre quiénes
van a tomar el camino al infierno, sino que implican también un camino fácil, sin los
problemas, la opresión y el rigor de la puerta “estrecha” y el camino “angosto” de una
vida como discípulos de Jesús. Jesús dirá más adelante: “porque mi yugo es fácil y mi carga
ligera” (11:30), una confirmación de que se unirá a nosotros cuando andamos por el camino
del discipulado y de que recibiremos fuerza para seguir adelante. Pero Jesús nos llama a
considerar el coste de lo que este camino angosto significará en nuestra vida diaria.
Jesús pide, por tanto, que quienes aspiran a ser sus discípulos consideren
cuidadosamente la alternativa de la vida en el reino de los cielos, por angosta y difícil que
pueda ser, frente al camino popular que lleva a la destrucción.
Otro problema que puede surgir del reto que nos plantea Jesús con las puertas y los
caminos es que, si no entendemos bien el orden, podemos pensar que Jesús está hablando
de un sistema de obras.
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Muchos en el pasado cometieron el error de enseñar que el camino era primero y
después venía la puerta. Es decir, teníamos que escoger uno de los caminos, el estrecho, que
era sinónimo de vivir una vida recta, o el ancho, que lo era de una vida inmoral. Al final de
nuestro tiempo en este mundo, si no nos habíamos apartado del camino angosto, se nos
prometía franquear la puerta estrecha y entrar en el cielo.
Sin embargo, mirando de cerca el dicho de Jesús, hemos visto que la puerta es lo
primero. Jesús ofrece, por gracia, esta invitación a la vida. Él mismo es la puerta estrecha
por quien hemos de entrar al reino de los cielos y a la vida eterna. Al igual que en el caso
de la puerta, la estrechez del camino está determinada por la persona de Jesús, e indica la
vida de discipulado que emprendemos tras entrar por la puerta.
La puerta y el camino anchos indican la elección del camino del mundo en lugar del de
Jesús. La decisión de ponernos del lado de Jesús o en contra de él se produce en esta vida y
es la decisión más importante que hemos de tomar. Jesús ofrece por gracia la invitación a la
salvación y a una vida con él.
Pero se debe escoger los dos: puerta y camino.
Con la metáfora de los lobos vestidos de oveja, Jesús advierte implícitamente que los
falsos profetas están dentro de la comunidad. La única forma de distinguirlos de los
verdaderos discípulos es por el fruto de sus vidas.
(2) Se nos llama a examinar los frutos de quienes profesan tener un mensaje de parte de
Dios, porque pueden ser impostores. Si hay una lección en la historia de la que deberíamos
aprender es que las iglesias, denominaciones, seminarios, grupos misioneros, etc., han sido, y
son, vulnerables a las falsas doctrinas. Tenemos la responsabilidad de proteger al rebaño de
los lobos rapaces que, pervirtiendo el evangelio, pretenden apartar a los discípulos de la fe
(Hch 20:28-30).