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Carrera:

Desarrollo de software

Nombre:

Johan Emilio Rijo Paulino

Matricula:

2022-0444

Asignatura:

Historia Dominicana

Profesor:

Elisia Yoelkis Gerónimo Burgos

Fecha:

8/3/2024
Introducción

La Danza de los Millones, el Modus Vivendi y la resistencia de los Gavilleros son


episodios históricos que marcaron profundamente la República Dominicana en

distintos momentos de su historia. Estos eventos no solo revelan los desafíos


económicos y políticos enfrentados por el país, sino también la lucha del pueblo

dominicano por su autonomía y dignidad. En este contexto, es crucial comprender


el impacto de estas experiencias en la identidad nacional y el devenir político de la

nación.
¿Qué fue la Danza de los Millones?

Durante la última parte de la primera década del siglo 20 y durante la casi totalidad

de la segunda década del mismo siglo, Macorís sintió los efectos de lo que se llamó
la Danza de los Millones.

Esa frase cubre en sus principios, una intensa serie de años de grandes beneficios

económicos y de abundancia de efectivo en San Pedro de Macorís, que después de


llegar a su cénit empezó a decaer poco a poco, llegó a causar la ruina de muchas

personas, de muchas compañías y a afectar muy sensiblemente la vida de San Pedro


de Macorís y hasta a detener su progreso. La causante de todos estos efectos fue

la producción de azúcar en los distintos ingenios de la región, muy especialmente


los que rodeaban la ciudad.

Los ingenios o fábricas de azúcar realmente no eran dueños de grandes posesiones


en donde sembraban caña; tenían sí pequeñas cantidades de terrenos de su

propiedad en los que sembraban la caña y luego la cosechaban moliéndola en sus


respectivas fábricas. Pero existían también los llamados colonos o propietarios de

pequeños terrenos absolutamente propiedad de ellos, que sembraban caña y


negociaban con los fabricantes la manera de convertirla en azúcar, de la siguiente

manera: Ellos entregaban a los ingenios o fábricas de azúcar una cantidad


determinada de la caña producida en sus terrenos, y contrataban con los fabricantes

o dueños de las fábricas, la proporción en que se beneficiarían unos y otros del


producido de dicha caña. Lo más frecuente fue entregar la caña con el convenio de

recibir de los fabricantes no efectivo, sino precisamente una cantidad de azúcar


determinada de acuerdo con la proporción de caña que cada uno de ellos
entregaba. Por su parte, los ingenios, después de fabricada el azúcar de la caña,

vendían la azúcar producida tanto por ellos como por la caña que cobraban por
moler la de los demás, y los colonos vendían por su lado también, la azúcar

producida por la caña que ellos habían sembrado y que les había sido entregada
por los ingenios como su proporción, al establecer las condiciones de molienda con

los dueños de las factorías.

Repetimos, que este sistema o forma de sembrar caña y venderla, fue una de las
causas principales de que la Sultana del Este llegase a beneficiarse de la famosa

época de prosperidad conocida como la Danza de los Millones. Ambas partes, o

sea, los fabricantes de azúcar y los colonos vendían cada cual por su parte el azúcar
recibida o fabricada y su producido y los beneficios que de ellos derivasen, eran de

cada uno de ellos.

Sucede que a partir de los años de 1914 fue subiendo notablemente el precio del
azúcar, motivado por las incidencias y la escasez causada por la Guerra Mundial

que envolvió a países productores de azúcar y grandes consumidores de ella, y el


azúcar llegó a alcanzar unos precios altísimos, con lo cual obtenían un gran

beneficio todos los colonos, aparte de los que obtenían las factorías o dueños de
las factorías. Al terminar la Guerra Mundial de 1914-1918, llamada también Guerra

Europea, e irse regularizando los negocios, el azúcar bajó de precio porque ya


producían azúcar naciones o países que habían estado entretenidos o habían

pasado su tiempo luchando en los distintos frentes de batalla. Pero durante los años
de prosperidad los colonos habían ido aumentando en número, y cada vez habían

sembrado más caña y no solamente esto, sino que además, confiados en que ésa
sería una carrera alcista muy larga, habían vivido lujosamente, habían hecho

compromisos de gran valor, esperando que con las subidas sucesivas podrían pagar
lo que habían tomado prestado para comprar terrenos y sembrar en ellos la

producción. En cierto modo se dio el caso de la fábula de la cigarra y las hormigas,


que como nos explica muy bien, durante el verano las cigarras se entretenían en

cantar y darse buena vida, mientras que las hormigas iban poco a poco separando
de lo que producían para cuando llegasen los tiempos malos.
Y cuando se produjo la baja de los precios quedaron con sobregiro en sus cuentas

o con déficit, como también podría decirse, los distintos colonos de caña que habían
estado viviendo lujosamente gastando con abundancia, haciendo correr el efectivo

con aquella abundancia y desparpajo que dio lugar a la famosa frase de La Danza
de los Millones, y las deudas que ellos tenían eran mayores que la cantidad de

dinero que recibían, de tiempo en tiempo, por la caña que se seguía moliendo.
Ocurrieron entonces numerosas quiebras y pérdidas de capital, especialmente por

parte de los colonos. En algunos casos hasta dieron motivo a que personas
involucradas en el negocio del azúcar llegaran al suicidio, al pasar por la vergüenza

de no poder pagar sus compromisos. Un resultado muy importante de este


desarrollo de la llamada Danza de los Millones, fue el que los colonos se

desanimaran y dejaran de sembrar caña y no solamente esto, sino que los ingenios
redujeran su producción y detuvieran por completo la compra de la caña de los
colonos. Mientras tanto se había producido un movimiento entre los dueños de las
factorías, y algunas pasaron a manos de grandes compañías norteamericanas,

especialmente; y éstas, al poner a funcionar de nuevo las fábricas, lo único que


molían en sus trapiches o máquinas de moler caña, era la caña de la cual eran

propietarios. Los colonos acudían a los dueños de las factorías para tratar de
conseguir fórmulas para seguir ellos sembrando caña para ser molida en las

factorías, y lo único que conseguían de los dueños de éstas eran ofertas de


comprarles los terrenos o al menos arrendarlos, ambas cosas a precios que

resultaron ruinosos y siguieron causando grandes pérdidas sobre todo en aquellos

colonos que tenían a su vez deuda contraídas como resultado de lo que habían
gastado en su época de lujo y hasta por los terrenos que habían comprado para ir

pagando a corto plazo. Lo que se pagaba por los arrendamientos eran unas
cantidades ínfimas. En veces no se producían alquileres que no fuesen a base de

pagar $1.00 por tarea anual y con contratos que eran de 10,20 y hasta 30 años de
duración. No es necesario esforzarse mucho para darse cuenta de que eso arruinó

o acabó de arruinar a los colonos o al menos les quitó su forma próspera de vivir y
debilitó el modo de vida general de San Pedro, puesto que ya no aparecían aquellos
poseedores de efectivo que con sus actividades iban dándole vida a la población.
En cambio, de ello, los ingenios la mayor parte de ellos para aquella fecha

extranjeros, exportaban su azúcar y hay que suponer que los beneficios que le
producía los dejaban en el extranjero o a lo sumo traían lo necesario para hacer

nuevas inversiones y aumentar la gran cantidad de tierras en manos foráneas. Sólo


subsistieron en San Pedro de Macorís, nuestra querida Sultana, aquellas personas o

aquellas hormigas que durante el verano que representó la prosperidad producida


por los altos precios de la caña, en vez de estar como las cigarras de la fábula, se

contentaron con seguir el sistema de las hormigas y fueron ahorrando lo suficiente


para poder establecer negocios de otro tipo que le seguirían proporcionando

modos de vida, aunque todos sufrieron, como es natural, los efectos de aquella
gran depresión.
¿Que fue el Modus Vivendi?

Santo Domingo, el 7 de febrero de 1905, el Gobierno del presidente Carlos Morales


Languiso llegó a un acuerdo financiero con Estados Unidos, en virtud del cual esa

nación tomaría el control de las aduanas de República Dominicana para pagar de


manera “equitativa” a los acreedores norteamericanos y dominicanos. No obstante,

cuando fue sometido al Senado estadounidense fue rechazado porque a su juicio,


el convenio establecía un protectorado sobre la República Dominicana. En virtud

del acuerdo, Estados Unidos al asumir el control de las aduanas se comprometía a


hacerse cargo de todas las obligaciones del Gobierno dominicano tanto extranjeras

como interiores. En el convenio se precisó que “mientras no esté completamente


pagado el total de la deuda que el Gobierno de Estados Unidos toma a su cargo,

no podrá hacerse ninguna reforma arancelaria sino de acuerdo con el presidente


de los Estados Unidos, no pudiendo por lo tanto reducirse los actuales derechos de

Aduanas y Puerto sino es con su consentimiento”. Respecto a los derechos de


exportación sobre productos nacionales, el acuerdo precisa: “El Gobierno

dominicano podrá subirlos o reducirlos; pero no podrá aumentarlos ni aumentar


tampoco su deuda pública sin el consentimiento del presidente de Estados Unidos”.

“El Gobierno de Estados Unidos, a solicitud de la República Dominicana, auxiliará a


éste en la forma que estime conveniente para restablecer el crédito, conservar

orden, aumentar la eficacia de la administración civil y promover el adelanto


material y el bienestar de la República”. El acuerdo fue firmado en representación

de la República Dominicana por los ministros Juan Francisco Sánchez y Federico


Velásquez y por Estados Unidos, el señor C. Dawson.

Al someter el acuerdo al Congreso de los Estados Unidos, el presidente Roosevelt,

lo motivó con el criterio de que “la situación de la República Dominicana, después


de algunos años iba de mal en peor, hasta el punto de que hace un año toda la

sociedad se encontraba allí bajo el golpe de la disolución”. No obstante, el


presidente Roosevelt sostuvo: “Felizmente en este momento surgió un jefe, quien,
de acuerdo a los demás gobernantes, vio los peligros que amenazaban a su país y

recurrió a la amistad del único vecino poderoso y grande que dispone de poder y
tiene a la vez el deseo y la voluntad de ayudarles”. También sostuvo que el peligro

de una intervención extranjera era inminente en la República Dominicana, porque


los gobiernos anteriores habían contraído deudas en forma desconsiderada y,

debido a los disturbios domésticos, el país no podía encontrar medios de pagarlas.


Además, el presidente Roosevelt dijo que la paciencia de los acreedores extranjeros

estaba agotada.

A pesar la motivación que hizo el presidente Roosevelt, el Senado de Estados

Unidos rechazó el convenio, porque a su juicio establecía un protectorado sobre la


República Dominicana y esa no era la intención del pueblo estadounidense. Sin

embargo, el 31 de marzo de 1905, se acordó ponerlo en vigencia como un Modus


Vivendi, es decir, una solución temporal al cobro en las aduanas y del pago de la

deuda pública de la República Dominicana.

¿Quiénes eran los Gavilleros y cuáles logros alcanzaron?

Cuando la primera intervención norteamericana en República Dominicana (1916-

1922); un grupo de hombres y mujeres nacionalistas, se opusieron y levantaron su


voz de protesta.

A partir de ese momento, fueron ferozmente perseguidos, encarcelados y

torturados. Los que escaparon, huyeron hacia la parte Este de la isla y desde allí
organizaron su resistencia. Los norteamericanos los etiquetaron con el mote de

Gavilleros. Los acusaron de ladrones y saqueadores y muchos de ellos fueron


asesinados y otros murieron mientras eran salvajemente torturados para que se

auto incriminaran y/o delataran a otros. Las tropas norteamericanas peinaron todo
el país desarmando a la población, pero a pesar de todo, hubo un grupo de

rebeldes que se mantuvo contra la autoridad extranjera.

Los “gavilleros” operaban al este del país y estaban conformados, en gran medida,

por campesinos que habían sido despojados de sus tierras durante el apogeo de la
industria azucarera de gran capital extranjero, iniciado a finales del siglo XIX e
incentivado en los primeros quince años del siglo XX. Se escondían en las zonas

montañosas y atacaban mediante el método de la guerra de guerrilla, contando


para ello con la colaboración del grueso de la población de la región e incluso con

la de los propios administradores de los ingenios que, a fin de evitar la quema o


asalto de sus campos, bodegas y bateyes, les suministraban dinero y comida. Sólo

pudieron ser afectados seriamente cuando las operaciones en su contra contaron


con el concurso de los soldados dominicanos de la Guardia Nacional, que si

cometían tropelías y saqueos para acusar a los Gavilleros. En 1922 aceptaron una
amnistía general ofrecida por el gobierno de ocupación bajo el entendido de que

se instauraría el Gobierno Provisional dominicano acordado en el Plan Hughes-


Peinado de ese año.

Sus líderes más importantes fueron Vicente Evangelista, Ramón Natera, Martín
Peguero, José Piña, Luciano Reyes, Pedro Tolete, Marcial Guerrero y Félix Laureano.

Otros sufrieron años de encierros y vejámenes inenarrables. El último de estos


héroes fue don Cayo Báez quien fue torturado desde las plantas de los pies hasta

la coronilla de su cabeza para que denunciara a su compañera. Salvo su vida


milagrosamente, después que las tropas norteamericanas lo dieran por muerto y lo

dejaron abandonado a orillas del rio Camú en Bonao. Nunca hablo. murió en Bonao
en la más absoluta miseria en el 1992.
Conclusión

En conclusión, la Danza de los Millones, el Modus Vivendi y la resistencia de los


Gavilleros son episodios fundamentales en la historia de la República Dominicana.
Estos eventos no solo revelan los desafíos económicos y políticos enfrentados por el
país, sino también la lucha del pueblo dominicano por su autonomía y dignidad. A
través de su análisis y comprensión, podemos entender mejor la complejidad de la
historia dominicana y su impacto en la identidad nacional y el devenir político de la
nación.

Opinión Personal

Estudiar estos eventos históricos me ha permitido comprender mejor la complejidad y la


riqueza de la historia de la República Dominicana. Como dominicano, me siento
orgulloso de la resistencia y la determinación de nuestro pueblo ante la adversidad. Sin
embargo, también reconozco la importancia de aprender de los errores del pasado para
construir un futuro más próspero y justo para todos los dominicanos. Es crucial recordar
y honrar el legado de aquellos que lucharon por nuestra libertad y dignidad, y trabajar
juntos para construir una sociedad más inclusiva y equitativa para las generaciones
futuras.

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