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El padre Manuel Briceño desde muy pequeño mostro una gran personalidad,
hombre preocupado por conocer profundamente al ser humano, de conocer sus
necesidades y pensamiento. Provenía de una familia numerosa donde les enseñaron
raíces profundamente católicas, donde el matrimonio Briceño Jáuregui inculcaron en sus
hijos las virtudes humanas y cristianas que los mantendrían unidos durante toda su vida.
El padre Manuel en sus escritos proyecta todo lo vivido en cada uno de sus viajes
y el cómo experimento ver de cerca lo que había leído en algunos libros, fue testigo de
que lo que allí aparecía era cierto y que de una u otra forma él podría dar a conocer sin
viajar, pero esto también le ayudo para cultivar su alma y permitió crecer como persona y
madurar en todos y cada uno de sus trabajos.
Como académico fue responsable de cuidar la educación de muchos jóvenes de
su país, fue en esa etapa de su vida cuidadoso para así lograr sus objetivos de poder
impartir una educación de calidad a nivel superior y que los jóvenes de la época
obtuvieran el mayor provecho posible y así formarse como grandes profesionales.
Como autor y poeta explota en todo su esplendor, puesto que en esta etapa deja
florecer todo su ingenio en los trabajos realizados La lectura de sus versos nos permite
reconocer el humor sano y jovial que siempre lo distinguió, además en sus escritos
también resalta su honda preocupación por lo que está sucediendo en su país para la
época.
Pero como humanista sin duda alguna el padre Manuel Briceño muestra sus
virtudes y cualidades, una de ellas es la sencillez, este hombre superior no tuvo jamás
ansias de poder ni tampoco hizo alarde de sus conocimientos. No fue arrogante. Por el
contrario, siempre logró que su interlocutor, no le importaba el estatus social de nadie
porque para él era igual un millonario que un asalariado, lo que realmente le preocupaba
era el comportamiento de la sociedad en general, a que desde muy jóvenes se
contagiaran con todos los cambios que estaban surgiendo. Hombre agradecido, discreto,
consagró todas sus horas al ministerio sacerdotal y al trabajo académico.
Sus escritos estaban dirigidos a todo tipo de público con el único fin de llegar a lo
más profundo de sus sentimientos, de aprender a reconocerse y conocer el ser humano
en sí, porque como seres humanos muchas veces no entendemos algunas situaciones
que se van presentando a lo largo de nuestra vida y que de una u otra manera estamos
buscando como resolver cada incógnita o solución a las mismas.