Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Asignatura: Práctica II. Grupo y Comunidad. Profesora a cargo: Mg. Sandra Robledo
Ficha de Cátedra: “Trabajo Social con grupos: fundamentos teóricos metodológicos para
su intervención”
2023
Introducción
En el presente escrito se buscará realizar un recorrido sobre el Trabajo Social con Grupos,
para eso, como primer punto se realizará un breve análisis sobre sus orígenes, a continuación,
se hará una aproximación a definiciones sobre este método que compete a la profesión, como
así también acercarse a las didácticas grupales. Para lograr esto, se recurrirá a los
posicionamientos de autores importantes en la temática y en el Trabajo Social. Asimismo,
se caracterizarán las intervenciones grupales y lo que genera en los integrantes.
Será de particular interés vincular los conceptos de persona y las relaciones interpersonales
que se gestan en el interior del grupo, como así también la importancia del otro en la dinámica
grupal. Luego se reflexionará sobre la figura grupal, para después profundizar en el análisis
de los resultados que surgen de las intervenciones grupales, el rol del coordinador y de su
trama al interior de la grupalidad.
1
Orígenes del Trabajo Social con Grupos
En las producciones de Dell”Anno (2012), Ornellas, Tello, Brian (2019), Alegre (2009), se
realiza una reconstrucción de los orígenes del Trabajo Social y lo grupal. Ander Egg (1992)
analizaba que Mary Richmond ya hablaba de la necesidad de incluir, en ciertos tratamientos,
el trabajo con grupos. En los treinta del siglo pasado, el trabajo con grupos se comenzó a
desarrollar con una idea más sistematizada de este método, que se había puesto en práctica
mucho antes en los Settlements Houses. A mediados de esa década ya se le veía como una
especialización del Trabajo Social, Ornellas, Tello, Brian (2021).
Los antecedentes e inicios del trabajo social de grupo se encuentran en los EEUU. Ellos
comienzan con una práctica de intervención, que a lo largo del tiempo se va sistematizando,
hasta que va tomando carácter de profesionalidad. Se desarrolla, en un principio, en los
incipientes centros sociales comunitarios que acogían a personas que se integraban a los
nuevos suburbios de las ciudades industriales procedentes de zonas rurales. También
intentaban integrar grandes grupos de inmigrantes procedentes de culturas diversas.
Así mismo, en Europa, a partir de la década del 40’, y en virtud de la problemática generada
por los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), comienza a
considerarse a la familia y a la comunidad como instituciones básicas, y, por ende, se ve la
necesidad de protegerlas. Las mujeres fueron quienes recibieron mayores dosis de atención
por parte de los servicios sociales que se dedicaron a la familia, ya que afrontaban más que
los hombres las consecuencias cotidianas de los problemas sociales.
Otro de los problemas derivados de la guerra fue la enorme cantidad de lisiados. Para ellos
fue necesario implementar una serie de actividades terapéuticas y recreativas que les
ayudarán en su recuperación. Sin embargo, dichas actividades resultaban imposibles y
sumamente costosas en un abordaje individual. Por eso, se planteó la necesidad de realizarlas
agrupándolos, lo cual era factible debido a su condición.
De esta manera surgió el trabajo social de grupos, que plantea la necesidad de armonizar
intereses y valores. De a poco se va constituyendo como tal, a pesar de que muchos
2
profesionales se resisten al reconocimiento de este nuevo método, por sentirse identificados
con el trabajo de caso.
Esta forma de acción para la intervención profesional significó una gran riqueza para el
desarrollo de los profesionales, ya que el abordaje grupal requería de una experiencia distinta
a la que se había desarrollado en el tratamiento individual. Por tanto, se le exigió al trabajador
social de grupos, no sólo de una nueva instrumentación, sino también una superación de los
marcos referenciales.
En el análisis que realiza Alegre (2009) denomina a este periodo pre-científico. Se caracteriza
por un trabajo sin método y sin la intención de extraer conclusiones teóricas. En el periodo
científico se distinguieron dos etapas: el primero, de experimentación que va desde 1930
hasta 1936; y, el segundo, período es el metodológico que abarca desde el año 1936 hasta la
actualidad. En esta última etapa aparecen los aportes de modelos de actuación profesional
multidimensionales donde se ubican los tradicionales, desde el año 1936 hasta los 50’; los
críticos, en los años 60’ y 70’; y los contemporáneos, desde los 80’ en adelante.
El Trabajo Social tiene como objetivo potenciar lo humano, por ejemplo, en la superación de
diversas situaciones complejas que acontecen en el escenario social. Desde lo cultural, se
pueden presentar facilitadores u obstaculizadores en la resolución de las mismas. La pobreza,
el desempleo, la violencia institucionalizada, la corrupción, la discriminación social y,
particularmente, la étnica, dan testimonio de una sociedad que discursea sobre derechos
humanos, pero no los practica.
Se entiende como grupo a la familia, la pandilla, los muchachos de la esquina del barrio, los
compañeros de estudio, de trabajo, de la iglesia, del club, del comité político. En grupo nos
divertimos con amigos, en grupos se cometen delitos, en grupo reclamamos nuestros
derechos ciudadanos, no hay vida humana sin grupos (Kisnerman, 2012). Es allí, donde lo
propio de la persona toma relieve, porque se genera el encuentro con la otredad que acontece
a pleno.
3
Los grupos se recortan en el tejido social con sus propios códigos, convirtiéndose en ámbitos
concretos de apreciación de las tendencias culturales. Desarrollan una versión modificada de
las pautas sociales generales, ya que, incluso en la contracultura, la cultura prevaleciente
resulta la referencia.
Se comprende que el surgimiento y desarrollo de la cultura grupal tiene lugar dentro del
proceso de vida de todo grupo. Es inherente al mismo y se puede afirmar que no hay
posibilidad que éste exista sin la presencia de un sistema de significaciones que permita el
intercambio entre las personas y su proyección hacia el medio (Dell' Anno, 2012).
Para Gnneco (2005) el trabajo social con grupos se define como “un método que fomenta el
desempeño social de las personas a través de experiencias grupales con objetivos
específicos” (Gnneco, 2005:78). Dicho método, persigue como propósito colaborar en la
mejora del desempeño social de las personas mediante experiencias de grupo
deliberadamente estructuradas. Las mismas, tienen como fin ayudar a manejar mejor sus
problemas personales, grupales y comunitarios. De este modo, el TS con grupos resulta una
forma de servir a las personas dentro y a través de estos, cara a cara, con el objeto de obtener
cambios deseados en los participantes.
Souto (1993), al realizar un análisis sobre la didáctica grupal, recupera algunas precursoras
en el estudio del tema. Retoma a Ana María Fernández (1989), quien subraya:
la necesidad de pensar lo grupal como un campo de problemáticas atravesado
por múltiples inscripciones: deseantes, históricas, institucionales, políticas,
económicas, etc. Lo grupal en un doble movimiento teórico: el trabajo sobre
sus especificidades y su articulación con las múltiples inscripciones que lo
atraviesan. Nueva manera de pensar Lo Uno y Lo Múltiple, intentando
superar los encierros que la lógica del objeto discreto impone, abriendo la
reflexión hacia formas epistémicas, pluralistas, transdisciplinarias.
(Fernández, 1989:57).
Así mismo, recupera a De Brassi (1990), quien refiere a lo grupal como “un espacio
estructurante de lo social-histórico, condición inmanente de existencia y razonabilidad de
los grupos mismos" (De Brassi, 1990:83).
4
Señalar tales definiciones, resulta de interés, pues, permiten observar la manera en que los
grupos dejan de ser un objeto discreto para pasar a ser un campo de problemáticas a estudiar.
La pregunta acerca de ¿qué es un grupo? es reemplazada por ¿qué atraviesa lo grupal?
haciéndose necesario a partir de este interrogante, recurrir a distintas teorías y disciplinas,
Esto sucede dado que se pone de manifiesto que: "Nos orientamos (...) hacia los nudos
problemáticos caleidoscópicamente atravesados por las múltiples inscripciones que los
constituyen" (Del Cueto y Fernández, 1985:13).
De allí que, en esta disruptiva postura teórica, la preocupación pasa del grupo como objeto a
lo grupal como campo, y, a la grupalidad como especificidad del acontecer grupal. Surge así,
una reconceptualización superadora de formulaciones anteriores, donde la transversalidad
abre la posibilidad de pensar lo grupal como campo de atravesamientos e inscripciones
múltiples. Es en esta intersección, donde se hace visible un doble camino: el de la inscripción
del grupo en la institución y el de la producción de efectos singulares, específicos en el grupo.
Desde esta perspectiva, los grupos aparecen "constituidos por múltiples hilos de unidades
disciplinarias que se enlazan en el pensar lo grupal" (Fernández, 1989:57), es decir, en un
"proceso desencadenado por los cruces y anudamientos deseantes entre miembros
singulares" (De Brassi, 1990:83) enlazados en "espacios tácticos donde se da la producción
de efectos singulares e inéditos, con una inscripción institucional real o imaginaria”. (Del
Cueto y Fernández, 1985:16).
Resulta así que, conceptualizar “grupo” como nudos, espacios o procesos, es renunciar a la
aprehensión de la totalidad del grupo. Es, por el contrario, aceptar que en cada acontecimiento
grupal hay inscripciones múltiples y acontecimientos que se cruzan, de los cuales resulta
imposible dar cuenta de manera totalizadora. En síntesis, esta visión postula un
inacabamiento del grupo y del conocimiento acerca de él.
Para Rossell Poch (2001) el sentido y el valor del trabajo de grupo radica en la relación que
establecen los miembros entre sí, y en la situación de grupo en sí misma, que actúa como
“contexto y medio de ayuda”. Las personas que participan tienen una situación, un problema
o un interés común. A partir de esto, con la ayuda del trabajador social, pueden mejorar su
5
situación personal, y también, potenciar su capacidad para modificar aspectos negativos. Es
decir, los sujetos participan activamente en sus propios cambios.
Así mismo, se considera que este tipo de trabajo presenta aspectos importantes en los cuales
los profesionales intervienen para:
• Sensibilizar a las personas.
• Formar un grupo a través del trabajo individualizado.
• Ampliar horizontes.
• Establecer marcos referenciales para facilitar el trabajo grupal.
• Facilitar la participación.
• Ayudar a asumir responsabilidades.
• Fomentar un espíritu crítico en cada uno de sus miembros.
• Concientizar, para que puedan reconocer su propia realidad y así poder modificarla.
• Orientar a los grupos para que puedan organizarse.
• Despertar en los miembros del grupo el deseo de elaborar su propio camino para
enfrentar sus problemas y no esperar que la solución llegue desde afuera.
• Lograr que las/os integrantes del grupo se constituyan en “agentes de movilización”
dentro de su contexto social, a la vez que, movilicen a otros ciudadanos a participar
en actividades comunitarias.
• Ayudar a formular objetivos comunes relevantes para el grupo.
Se entiende a lo social como los procesos relacionales que se establecen entre sujetos. Tienen
que ver con interacciones, vínculos y lazos sociales. La intervención de trabajo social se
realiza con los otros; es decir, con sujetos sociales que se conforman en diferentes colectivos.
Es preciso asumir que las personas son seres grupales, que están sumergidos en relaciones
sociales dentro de multitud de grupos diversos (Fernández y López, 2006).
6
quehacer profesional, dado que se desarrolla precisamente con colectivos, ya sean estos
familias, grupos escolares o la población abierta, entre otros, e incluso durante la intervención
en comunidad es frecuente recurrir al trabajo con grupos (Ornellas, Tello, Brian, 2019).
Ornellas, Tello, Brian (2019) comprenden a la otredad como la capacidad de ver al otro como
un igual, que supone una relación entre sujetos que se reconocen y en la que el otro se
constituye en un espejo que permite develar aspectos que, en ocasiones, pasan desapercibidos
para el sujeto individual. Esa relación con el otro tiene que construirse en el diálogo reflexivo
que, además, modifica a quienes lo establecen. Las autoras toman los aportes de Lyotard
(1994) que considera que el derecho a la palabra debe reconocer tres estatutos: la facultad de
interlocución, la legitimación de la palabra y el derecho positivo de hablar. La interlocución
se basa en el reconocimiento de las instancias del yo y el tú en su correlación. La palabra se
legitima por la comprensión, la capacidad de escuchar al otro y de entenderlo; y el derecho
positivo de hablar, que implica necesariamente un silencio. Es decir que el diálogo es la
1
El concepto de comunidad se desarrollará ampliamente en otra ficha de cátedra.
7
posibilidad de conocer al otro desde quién es y no desde lo que se cree -por prejuicio o
estereotipo- que es.
De esta manera se mira al grupo desde el lugar que se comparte, las individualidades y
singularidades para lograr fusionarse con los otros. Desde las palabras de Ornellas, Tello,
Brian (2019), el otro implica la existencia de algo que no es propio, sin embargo, eso externo
que se rige con autonomía respecto a uno mismo, también puede afectar y alterar la propia
individualidad. La otredad no implica que el otro deba ser discriminado o estigmatizado. Por
el contrario, las diferencias que se advierten constituyen una riqueza social y pueden ser un
factor del cambio individual y colectivo. Es en este sentido siempre que se trabaje con sujetos
colectivos, habrá que incidir en el reconocimiento del otro como un yo, pues esa es la
posibilidad de establecer relaciones horizontales, de sujeto a sujeto.
Esta construcción de relaciones con las diferentes personas que conforman el grupo, es decir
con ese otro que me une un objetivo en común, conforma un lazo social. Así nace y se
fortalece, en un espacio grupal, un contexto/escenario en el que cada miembro tomará un rol.
Pichón-Rivière (1985) considera al grupo con una direccionalidad, definiéndolo como grupo
operativo. La noción de tarea es planteada en un doble juego: desde una intersubjetividad a
partir de interrogarse por la intrasubjetividad; y, en donde la relación mundo interno y mundo
externo es dialéctica. Por lo tanto, define grupo como "un conjunto restringido de personas
que ligadas por constante de tiempo y espacio y articuladas por su mutua representación
8
interna, se proponen en forma explícita o implícita, una tarea que constituye su finalidad,
interactuando a través de roles” (Pichón Riviere:1988:142).
Pichón sostiene que hay contradicciones que son universales porque están presentes en todos
los grupos, es decir, en todos los "procesos" grupales, a saber: sujeto-grupo; necesidad-
satisfacción; proyecto-resistencia al cambio; lo manifiesto- lo latente; lo viejo- lo nuevo,
entre otros. Por lo tanto, se considera que la situación fundamental del acto de conocer, es
poder comprender una lógica de la una realidad que por sí misma es dialéctica, en un
interjuego contradictorio. De esta manera, cada integrante del aprehender en el grupo alcanza
tanto una totalización como una síntesis. Este movimiento se conquista a través de la
comunicación para que los sujetos desmitifiquen la realidad a través de su problematización.
9
¿Cómo se piensa a la figura grupal desde el origen de la palabra grupo?
El grupo siguiendo las dos líneas que plantea Anzie se orientan a nudo y a lo redondo. El
nudo hace referencia al grado de cohesión entre los miembros del grupo, teniendo en cuenta,
el nivel del consenso, de pertenencia y la interacción social; lo redondo hace referencia a una
reunión, a un círculo en el que todas las personas están en un mismo nivel. Resulta usual,
que, al pensar en grupos, la primera representación, remita a una figura mental con formato
de círculo. Jasiner (2019), en este sentido, advierte acerca de la importancia de problematizar
y reflexionar sobre esta manera de concebir la imagen del grupo circularmente. Esta
representación, deja al dispositivo grupal conceptualmente reducido a la idea de muchos
individuos ubicados a la misma distancia de un líder que, además, ocupa un lugar idealizado.
La autora propone pensar al grupo desde la recreación de un nudo, es decir, invita a dejar de
identificar al “grupo círculo”, para así abrir el juego a nuevas opciones teóricas respecto a
una práctica subjetivante. Enfatiza en que la idea del círculo como la representación en el
plano de una esfera, que, además de marcar un afuera y un adentro consistentemente
delimitados, puede ser reducido a un punto central. Contrariamente, sostiene, que el nudo es
una articulación de cuerdas y agujeros que parecieran más adecuadas para conceptualizar el
trabajo en grupo.
Este paso del círculo al nudo deviene en dos cuestiones: la primera, vinculada a un cambio
de paradigma, en tanto el término grupo deja de ser sinónimo de círculo; la segunda, ligada
a una nueva dirección para las operatorias de la figura del coordinador. Tal
redireccionamiento, consiste en pensar que en el centro del nudo hay un agujero y por tal,
allí, es necesario ubicar la tarea y no al líder. Si se centralizara en el líder se propiciaría el
efecto masa, no el vaciamiento y los enlaces necesarios que abonan el efecto sujeto.
En síntesis, si se piensa a los grupos desde esta perspectiva, significa posicionarse en una
mirada en grupos más flexibles, sin que esto quiera decir que no se logre el cumplimiento de
los objetivos planteados, ni que se dejen de asumir los roles que correspondan. Por el
contrario, se trata de mirar al grupo desde otra perspectiva, haciendo hincapié en las vivencias
y realidades que se generen en el interior de lo grupal.
10
La Trama Grupal: Construyendo grupos habitables
Entre los aportes de Jasiner (2019) acerca del trabajo con grupos, se encuentra la recreación
de la figura del coordinador, concebida por ella, como un tejedor que enhebra el uno grupal
en la trama, a la vez que, la trama en el trazado singular de cada hebra. El empleo de esta
metáfora que atrapa, el teje y desteje grupal, en el traspaso de lo homogéneo a lo común y de
éste a lo singular. Trazado que, la autora, sugiere considerar como brújula que direcciona el
trabajo con estos dispositivos grupales orientados a los sujetos.
Tales ideas, anticipan el albergue subjetivante de lo colectivo, pensándolo como acto político
instituyente, nacido en los dispositivos grupales. Hecho que conmueve, en tanto rompe la
entraña misma del individualismo. Diluyéndose y esfumándose a partir del protagonismo
creativo anudado en la producción con la otredad. De este modo, es posible desinstalar
prácticas totalizadoras y repetitivas como destino recurrente del trabajo grupal, evitando que
devenga en equivocar dejando una marca en la senda. En palabras de la autora:
11
Tal planteo, corroe los yo-ismos anquilosados en visiones arquetípicas del adalid,
pues la novedad justamente consiste en lo posible en su caída. Tal como Jasiner
plantea:
12
el deseo y la aceptación del nacimiento subjetivo del otro, el deseo que allí
emerja el sujeto”. (Jesiner, 2019:114-115)
“La ternura es el primer elemento que hace del sujeto, sujeto social, porque
es un dispositivo social. Sin la mediación de la ternura los sujetos se
encuentran expuestos a situaciones de sufrimiento, injusticia y violencia que
llevan a la desesperanza y a la desesperación. Ubicamos entonces el
desamparo como fracaso del 1ª amparo, fracaso de la ternura”. (Carbón y
Martínez, 2019: 175)
13
en términos de desamparo ofreciéndose como agente de la ternura”. (Carbón
y Martínez, 2019: 176)
Muchas veces se suele creer que no se obtienen los mismos resultados en las intervenciones
grupales como los alcanzados a través de la intervención individual. Puede ser porque se
representa a esta última, como más eficaz y enriquecedora. Sin embargo, es importante saber,
que, también las intervenciones grupales son eficaces y generan transformaciones en los
sujetos, enriquecen sus vidas y aprendizajes, al mismo tiempo que dialécticamente a la vida
del grupo.
En este punto, se hace necesario detenerse en diversos elementos que comienzan a surgir
desde lo grupal: tiempo-espacio para la vivencia, reflexión y conceptualización. La vivencia,
como primer elemento a considerar, puede entenderse como el paso inicial en el cual se
implementarán ciertas técnicas disparadoras, cuyo objetivo es romper el hielo y movilizar
algunas estructuras cognitivas en relación al tema a tratar.
14
Asimismo, el trabajo en grupo permite a los profesionales abordar los problemas sociales
emergentes en el grupo, en un tiempo - espacio de reflexión y encuentros intersubjetivos,
habilitados por medio de la circulación de la palabra, y la superación de las discusiones. En
los grupos se trabaja con la palabra hablada, lo gestual, el cuerpo, las emociones y también
con la escritura. Apropiarse de esta idea permite la construcción de narrativas grupales, hace
que emerjan diferentes representaciones en las que se entrelazan las historias personales y la
memoria colectiva, en la singularidad de lo que a cada uno le representa.
Lo antes mencionado, solo se hace posible, si se tiene en cuenta que, como forma de
interacción en los encuentros, se requiere de la escucha del “otro”, de las miradas, y de las
palabras dentro de un cuadro escénico definido. Es decir, un espacio que se construye a partir
de la posibilidad de generar nuevos órdenes de pensamiento o de explicación en situaciones
concretas.
Más allá del objetivo que convoque a trabajar en grupo, esta forma de intervención colabora
en el rescate y recopilación de momentos, circunstancias y experiencias. Así como también,
de ciertos ritos que permiten representar diferentes etapas de la historia de los participantes.
Por tal motivo, se generan desde este lugar, nuevas formas de impacto, entendidas como un
modo de construir conocimiento desde la singularidad particular de cada actor.
Es importante saber, que el desafío consiste en la motivación, para que cada uno alcance
interpretaciones propias, a través de sus reflexiones, desde su historicidad como sujetos. Sin
olvidar lo que fueron, a la vez que, interpretando su realidad actual, así lograr quitar en algún
momento, el velo de aquello que no se deja percibir. Desde esta perspectiva, el trabajo con
grupos, permite dimensionar desde otro lugar la relación con los otros. Haciendo posible el
protagonismo de otros actores sociales y valorando la importancia de sus logros. Se trata de
resignificar las relaciones interpersonales sostenidas con la otredad y, a la vez, posicionarlas
como actores protagonistas.
Quiroga (1992) alude a la vida cotidiana, como el espacio y el tiempo en que se manifiestan,
en forma inmediata y directa, las relaciones que los sujetos establecen entre sí. Esta
vinculación es simultánea con la naturaleza en función de sus necesidades, configurándose
de ese modo sus condiciones concretas de existencia. En ese marco, la cotidianidad se define
15
como la manifestación inmediata en el tiempo, ritmo y espacio de las complejas relaciones
sociales que regulan la vida de los sujetos en una época histórica determinada.
En esta misma línea, Berger y Luckmann (2006) consideran a la vida cotidiana como una
realidad interpretada por los sujetos con un significado subjetivo coherente del mundo. Entre
esas múltiples subjetividades de la realidad, existe una que se presenta como “la realidad
por excelencia”, siendo esta, la realidad de la vida cotidiana. La misma se organiza alrededor
del “aquí” de mi cuerpo y el “ahora” de mi presente. Estos ponen el foco de atención en la
realidad en lo cotidiano. Sin embargo, ella no se agota por estas presencias inmediatas, sino
que abarca fenómenos que no están presentes en los cuerpos y en el acontecer diario. Esto
significa que la cotidianidad puede ser comprendida en grados diferentes de proximidad y
alejamiento, tanto espacial como temporal, por tal, lo más próximo a mí, es la zona cotidiana
directamente accesible a mi manipulación corporal.
Todo lo anterior, conduce a subrayar la relevancia que cobra la vida cotidiana en los sujetos
partícipes de diversos grupos, ya que las singularidades de cada uno de ellos se amalgaman
en lo grupal. Dell"Anno" (2006), retoma el interés al concepto de vida cotidiana, como
inherente a la vida grupal.
16
Desde el planteo de Ornellas, Tello, Brian (2019) entienden la complejidad que lleva a
comprender que la multiplicidad de interacciones sociales en diversos sentidos constituye la
realidad en la que se interviene y se tiene que hacer una selección del tipo de interacciones
sociales con que se trabaja para delimitar, no solo el campo disciplinar, sino también el
profesional. Así, las interrelaciones conflictivas que producen problemas sociales se
diferencian como objeto de intervención de trabajo social.
Las autoras mantienen una postura coincidente con la intención del presente trabajo, que es
hacer trabajo social desde la complejidad y la transdisciplina. Visibilizar lo social, entendido
como interacciones y procesos que configuran la sociedad, la desigualdad en la que imperan
relaciones de dominio - sumisión. Por el contrario, es no hacerlo desde otras aproximaciones
disciplinares que abordan la realidad desde lo jurídico, lo cultural, lo psicológico o, inclusive,
lo económico.
A modo de cierre
17
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Dell” Ano, A, Teubal, R (2006.). Resignificando lo grupal en el Trabajo Social. Ed. Espacio.
Bs. As.
Fernández, A (1989). El campo grupal, notas para una genealogía. Buenos Aires. Nueva
Visión, Buenos Aires.
Gnneco, M. (2005). Trabajo social con grupos fundamentos y tendencias. Capítulo 3. Visión
general del Trabajo Social con grupos. Editorial Kimpres. Buenos Aires.
Jasiner, G. (2019) La trama de los grupos. Dispositivos orientados a los sujetos. Buenos
Aires. Lugar Editorial.
Ornellas, A, Tello, N, Brian, M. (2019). Intervención de Trabajo Social con grupos. Trabajo
realizado con el apoyo del Programa UNAM-DGAPA-PAPIME. Proyecto PE306319
18
Rossell Poch, T. (2001) Trabajo Social de grupo: grupos socioterapéuticos y socioeducativos.
Souto., M (1993). Hacia una didáctica de lo grupal. Editorial Miño Davila. Buenos Aires.
Ulloa, F. (1988). La ternura como contraste y denuncia del horror represivo. Conferencia
llevada a cabo en las Jornadas de reflexión de Abuelas de Plaza de Mayo, Buenos Aires.
Ulloa, F. (1995). Novela clínica Psicoanalítica. Historial de una práctica. Buenos Aires:
Editorial Paidós.
19