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Resumen
La presentación intenta cristalizar un avance de los primeras líneas de análisis que se desarrollan
en el marco del proyecto de investigación del programa de incentivos denominado:
“Representaciones temporales y prácticas sociales: invariancia o cambio”, en la Universidad
Nacional de La Plata.
El objetivo de este trabajo es analizar la reconfiguración de las relaciones y de las
representaciones sociales y temporo-espaciales del uso del espacio público, en jóvenes y adultos
de la ciudad de La Plata.
Con ese fin, se abordan una serie de entrevistas realizadas desde un recorte analítico que
involucra a dos generaciones de residentes y desde una clave de lectura que recupera las
conceptualizaciones sobre la categoría de Socialidad según la plantean Jesús Martin-Barbero y
Michel Maffesoli. Desde este posicionamiento, la socialidad se configura en la trama de las
relaciones que construyen los sujetos en sus representaciones y acciones cotidianas en una
tensión permanente en torno a cualquier expresión del orden establecido.
En tal sentido, se indagan los modos en que los jóvenes y los adultos configuran representaciones
de las instituciones, las prácticas y las estrategias que les permiten constituir modos de interacción
específicos.
Lugar de partida
Es nuestra aspiración en este trayecto realizar una lectura, por un lado, de las representaciones y
prácticas en las que se construyen y se estabilizan los sentidos sociales y, por otro lado, de las
necesidades y acciones cotidianas en las que se cristalizan.
Indagar sobre las conformaciones de los lazos sociales y la formación subjetiva en la construcción
de las identidades colectiva adquiere, entonces, particular relevancia ya que transitamos por un
momento de reconfiguración y explosión de muchos de los sentidos que hasta hace tiempo se
mantenían vigentes. Se trata de retomar las conceptualizaciones que consideran a la cultura como
el espacio de la lucha por el sentido, donde se confrontan nuevas perspectivas con las
significaciones hegemónicas (Hall, 1984). En la misma línea resultan sumamente importantes las
discusiones sobre las formas de compartir que encuentran los sujetos en un marco que supone la
fragmentación.
La dimensión disciplinar de la comunicación ocupa entonces un lugar central, en este sistema que
se evidencia en las relaciones sociales y que según lo presenta Jesús Martin-Barbero (Martín-
Barbero, 1987) puede ser entendido como mediaciones.
En la misma línea, es necesario realizar una genealogía que intente dar cuenta de los modos de
socialización y sus devenires en los tiempos recientes, ahondar en las transformaciones de los
significados comunes e intentar rastrear los procesos de producción que abonan sobre las lógicas
disruptivas de la sociedad.
Entender la comunicación ligada de manera indivisible con la cultura implica ampliar los marcos
disciplinares más allá de un lectura sobre los medios de comunicación y los discursos allí
inscriptos, para comenzar a preguntarse por los sentidos que construyen las sociedades, cómo los
enuncian y los traducen en experiencias.
Esta dinámica, al igual que la cultura, se transforma de manera diacrónica y sincrónica,
solidificando nodos y estatutos cargados de significado en disputa que reflejan los diferentes
proyectos políticos de una época.
La determinación de la cultura se hace presente en los sujetos en las mismas mediaciones, en
donde también encuentran su límite de posibilidad. Los sujetos expresan en sus discursos y
prácticas, las formas de socialización dadas en una cultura: las representan y son representados a
su vez por ellas. De esta manera, la disputa por el sentido es en el plano de la cultura, que se
inscribe en los sujetos que adhieren o no desde su lugar individual en las negociaciones que
implican los consensos.
Entonces, el aporte de los estudios de comunicación denominados culturales tiene que ver con
este corrimiento que permite desandar la mediaciones. Desde este lugar, se evidencia el
desplazamiento de los estudios de comunicación hacia las prácticas; entendiendo a éstas como
prácticas sociales atravesadas por experiencias de comunicación, prácticas que en su dimensión
simbólica, producen y recrean sentidos sociales.
Los esquemas representacionales y las prácticas simbólicas se encuentran atravesadas por
múltiples discursos establecidos desde las diferentes instituciones por las que recorren y son
recorridos los sujetos. Estos ámbitos son potentes de funcionar como corporaciones desde donde
se gestiona, se construye y se forman sentidos colectivos.
En esa tensión, la de los sujetos en relación con otros, atravesados por varias instituciones, es
donde este enfoque busca posicionarse, dando lugar al reconocimiento de las estructuras pero sin
perder de vista cómo las personas las transitan, sienten y expresan. Es fundamental reconocer esa
tensión que implica una mirada compleja, desligada de determinismos que entienden a los sujetos
como autómatas o ingenuas que los desliguen de las consolidadas formas y discursos de la cultura
y sus instituciones.
En esta investigación partimos de una concepción constructivista de las prácticas sociales y del
tiempo. Es decir, se retoma al tiempo como una construcción cultural y no como algo dado, externo
y contextual a las prácticas. En este sentido, la categoría de tiempo es a la vez universal y
particular (toda cultura posee categorías temporales, pero cada una le otorga sus propios
significados). Incluso conviven distintas temporalidades dentro de una misma sociedad (1).
Para el estudio de las representaciones se recuperan los aportes realizados por Serge Moscovici y
Denise Jodelet (Moscovici, 1984) desde el campo de la psicología social. Estos permiten
trascender a las representaciones como algo dado y estático para comprenderlas en el marco de
las relaciones sociales y por lo tanto atravesadas por el conflicto.
Desde esta perspectiva, la representación es considerada la expresión de una sociedad
determinada, actualizada desde lo individual y legitimada desde lo colectivo de manera tal de
conformarse en un saber social que funciona como sentido común o pensamiento práctico
(Jodelet, 1984). Así, las representaciones sociales presentan un constante devenir que a su vez
plantea cierta continuidad diacrónica desbloqueando una configuración identitaria plausible y
construyendo un marco de contención / limitación de sentidos posibles.
En el proceso de esta investigación es pertinente, también, la noción de anclaje propuesta por
Jodelet, entendiéndola como la forma en la que las representaciones se hacen presente en nuestro
cotidiano, en los discursos y en la materialidad de las prácticas. Unas de nuestras claves de
análisis se liga a esta noción al preguntarse por los modos de socialidad de los sujetos y su
expresión en las transformaciones del uso del espacio público que a su vez lo redefinen como tal.
En esta línea, Jesús Martín-Barbero propone “entrar” a las prácticas sociales desde tres
dimensiones: socialidad, ritualidad y tecnicidad. Según la define, la socialidad:
“…es el nombre con que hoy se denomina lo que en la sociedad excede el orden de la razón
institucional. Socialidad es la trama que forman los sujetos y los actores en sus luchas por horadar
el orden y rediseñarlo, pero también sus negociaciones cotidianas con el poder y las instituciones.
Desde ella emergen los movimientos que desplazan y recomponen el mapa de los conflictos
sociales, de los modos de interpelación y constitución de los actores y las identidades… es la
apropiación cotidiana de la existencia y su capacidad de hacer estallar la unificación hegemónica
del sentido… Lo que en la socialidad se afirma es la multiplicidad de modos y sentidos en que la
colectividad se hace y se recrea, la diversidad y polisemia de la interacción social” (Martin-Barbero,
2004).
Por su parte para Michel Maffesoli la socialidad es una conceptualización y categoría necesaria
para el análisis de la sociología de la vida cotidiana que consiste en una "orientación hacia el otro"
posible de ser retomada a partir de las relaciones comunicacionales (Maffesoli, 2004).
Esta experiencia del otro, esta experiencia de su vivencia a través de la mía, fundamenta la
comprensión de las diferentes cosmovisiones vigentes en un período determinado. Así, el mundo
de los contemporáneos, el mundo de los predecesores y el mundo de los compañeros, constituyen
el mundo de lo vivido, causa y efecto de toda situación societal.
La socialidad se expresa en lo microsocial, como el espacio fundamental de la interacción con
asociados, y se refiere a las formas de convivencia, de interacción en el mundo, de comunicación
diaria de los actores. Una biografía nunca es individual sino resultado social, o más
específicamente societal, porque el actor la construye junto con sus asociados y contemporáneos
(Schutz, 1972) dentro de distintos grupos, equipos o comunidades (Heller, 1977), propios de una
sociedad históricamente determinada.
En este espacio se presentan sujetos particulares, personas de carne y hueso que construyen su
mundo particular en relación con su ambiente. El estudio de la socialidad consiste en investigar las
pequeñas cosas, aquello que supuestamente se conoce; es la investigación detallada de lo
considerado muchas veces como intrascendente, porque es lo familiar.
A diferencia de este concepto de socialidad, Simmel habla de sociabilidad (Simmel, 2002). Es
necesario desarrollar aquí esta diferencia: para Simmel la sociabilidad es el modo de experiencia
de la socialización. Es el tipo de relación social cuyo fin es interior a la relación, es decir, la
finalidad es estar junto porque sí. Es una relación por fuera de la racionalidad y el cálculo que
implica que juntarse para algo es estar en sociedad. La sociabilidad en sí misma “no persigue nada
más que el estar satisfecho en ese momento” (Simmel, 2002).
Esta postura implica estudiar lo procesual, lo dinámico y no la sociedad como algo cosificado.
Asimismo, implica pensar en la relación social y en el otro, qué sabemos del otro y qué mostramos
al otro, en tanto relación de asimetría.
Sin embargo, pensar la sociabilidad como mera relación que agota su finalidad en sí misma es
vaciarla de contenido político social; aporta la mirada de la conformación de la sociedad, pero no
su movilidad y reconstrucción.
Es por este motivo, que en este apartado hemos desplazado esta noción hacia la de socialidad,
incluyendo en ella la característica de la sociabilidad, pero también el juntarse y relacionarse para
algo, en términos de Martín-Barbero, para horadar el poder.
Finalmente, los estudios acerca del espacio público han priorizado la dimensión espacial (territorial)
por sobre la temporal y su construcción en torno a la noción de Estado. En este sentido, una
primera distinción entre lo público y lo privado se origina en tanto su “disponibilidad de llegar
abiertamente a todos”, otra distinción de la dicotomía tiene que ver con la relación entre “el dominio
del poder político institucionalizado, que fue in crescendo en manos de un Estado soberano y, por
otra, los dominios de la actividad económica y las relaciones personales que quedaban fuera del
control político directo” (Thompson, 1998). En consecuencia, surge la idea de asociar lo público
con las actividades del Estado, relegándose lo “privado” a aquello que quedaba excluido de él. En
las últimas décadas, entre ambos dominios, han surgido y prosperado varias organizaciones
intermedias, que no son ni propiedad del Estado ni son del todo privadas (como caridad, partidos
políticos y grupos de presión que tratan de articular puntos de vista específicos, empresa de
propiedad cooperativa, etc.). En especial, nos interesa intervenir en el plano de las
representaciones de la ciudad (espacios públicos), de sus apropiaciones y sus transformaciones.
La investigación
Como se enunció anteriormente, el objetivo de la investigación es indagar las posibles relaciones
entre las representaciones sociales de la temporalidad y el cambio o la invariancia de las prácticas
sociales de los jóvenes y los adultos de la ciudad de La Plata. Para ello, se plantea un proceso
complejo que pretende analizar de qué manera las representaciones sociales de las
temporalidades conforman las diversas identidades (y se dejan constituir por ellas), anclando el
análisis en los procesos de socialidad que dichas identidades y representaciones co-constituyen
como modos relacionales.
Esta investigación, se realiza con sujetos jóvenes y adultos de la ciudad de La Plata, analizando
cada grupo etario en sí mismo y en sus modos relacionales, que posibilitan una posterior
comparación, intentando identificar regularidades y disrupciones de estos modos
constitutivos/comunicacionales.
En este primer abordaje, se parte de la lectura de un cuerpo de treinta y seis entrevistas
realizadas a jóvenes y adultos residentes del casco planificado de la ciudad de La Plata. El eje
analítico se construyó sobre la base de la conceptualización de la socialidad, anteriormente
explicitada. A continuación se recuperarán los principales nodos interpretativos posibilitados por las
entrevistas a la luz de las conceptualizaciones.
Notas
(1) En este sentido, muchos han sido los trabajos que se han abocado a indagar la superposición de distintas
temporalidades. Un estudio clásico es el de Fernand Braudel quine afirma que “…Hemos llegado, así, a una
descomposición de la historia por pisos. O si se quiere, a la distinción dentro del tiempo de la historia, de un tiempo
geográfico, de un tiempo social y de un tiempo individual…”. La primera hace alusión a la historia del hombre en sus
relaciones con el medio que lo rodea, “casi inmóvil”. La segunda es la historia estructural, social, de los grupos y las
agrupaciones, “lenta”. Y la tercera es la historia tradicional, a la medida de los individuos y de los acontecimientos, “rápida”.
Braudel, Fernand (1987) El Mediterráneo y el Mundo Mediterráneo en la época de Felipe II. Fondo de Cultura Económica
D.F.
(2) De aquí en adelante, cada vez que nos refiramos a jóvenes y/o adultos, hacemos alusión a los entrevistados en el marco
del proyecto, descartando cualquier generalización posible.
Bibliografía
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Cultura Económica, D.F., 1987.
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Reflexiones en torno a su investigación, Universidad Iberoamericana, D.F., 1990
MOSCOVICI, Serge: Comp. Psicología Social II, pensamiento y vida social, Paidós, Barcelona,
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---------- Sobre la aventura, Ediciones Península, Barcelona, 1998. (Ed. original 1911, bajo el título
Cultura Filosófica).
THOMPSON, John: Los media y la modernidad. Una teoría social de los medios de comunicación,
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WILLIAMS, Raymond: Marxismo y literatura, Ediciones Península, Barcelona, España, 1977.
LUCIANO GRASSI
Profesor en Comunicación Social y maestrando en Planificación y Gestión de Procesos
Comunicacionales, UNLP. Docente e investigador de la Facultad de Periodismo y Comunicación
Social de la Universidad Nacional de La Plata y de la Universidad Nacional de Quilmes.
Además, es Becario de Investigación de la UNLP. Por último, forma parte de la Cooperativa de
Profesionales Terratorium, donde desarrolla trabajos de consultoría desde una perspectiva
transdisciplinar.
CECILIA MAININI
Alumna avanzada de la licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Periodismo y
Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, e investigadora.