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T. Cordero
University of Costa Rica
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Resumen
E
trabajo desarrolla una perspectiva sobre el Poder, temática que cobra
importancia tanto teórica como metodológica para la Psicología Social
Comunitaria. Analizar el poder desde la propuesta de Foucault, es inscribirse
en el análisis de la constitución de la subjetividad. Ello implica que en toda relación
el poder esta presente, el mismo no es visto como algo que se posee, o que exista
fuera de las personas. Lograr el poder por parte de las comunidades, y a su vez
asumir el control sobre sus propios procesos, es un valor reflejado desde la
concepción de esta disciplina de la Psicología, pero ello nos lleva a problematizarlo
ya que no sólo, puede ser algo que se enuncia, sino implica tratar de comprenderlo.
Así se introduce el tema de proceso grupal como un elemento necesario para
trabajar en las experiencias comunitaria. Y a su vez se retoman algunas
observaciones con respecto a la actuación de los agentes externos y el ejercicio del
poder que se actúa en la vida de éstas colectividades.
Introducción
La Psicología Social Comunitaria (PSC), en América Latina, ha tenido un desarrollo
relativamente reciente y se encuentra en constante construcción, como disciplina se
ha estado nutriendo de diversas corrientes de la Psicología y de las Ciencias
Sociales.
Montero (1989), plantea que ante las teorías de las metrópolis, se intentó poner en
práctica otros métodos, otras explicaciones, o bien introducir modificaciones a lo ya
establecido, sobre todo a partir de la realidad social de nuestros países, llamados,
tercermundistas. En esa época, se enriquece la psicología social con el estudio de la
ideología y asimismo se convierte en un reto el trabajo con las comunidades. El
ideal fundamental fue convertirse en un instrumento de cambio social para resolver
las problemáticas sociales más apremiantes.
Las tendencias neoliberales buscan una reducción del papel de las instituciones del
Estado, retomando el supuesto que defendemos del “protagonismo” de los sectores
locales, pero esto no siempre cumplen con lo que se proponen y más bien pueden
ir en detrimento de la formación de organizaciones y de la autonomía (2). Así en los
años noventa , cuando se escribió la mayor parte de este trabajo, se empezaba a
sentir la tendencia por trasladar a las comunidades muchos de los servicios
estatales. Esto ha se convirtió en un mecanismo de privatización de los servicios
sociales, con una carga económica extra para las familias. Basta pensar en los
servicios de salud y educación.
Las comunidades, por otra parte, no están aisladas sino por el contrario establecen
y tienen relaciones con otras comunidades, organizaciones e instituciones, cuya
presencia se puede comprender como agentes externos que se mueven dentro de
la complejidad de la dinámica social interna, aunque en muchos momentos,
podríamos como profesionales no tener mucha idea de lo que esta aconteciendo.
Se argumento que podríamos estar con muy buenas intenciones, pero más que
estimular la autonomía y la independencia hacemos todo lo contrario fomentar el
asistencialismo, el utilitarismo y el paternalismo. Un ejemplo de ello son los partidos
políticos, que en las coyunturas electorales, movilizan a sus partidarios ofreciendo
beneficios que no necesariamente podrán cumplir, produciendo divisiones internas
en la dinámica comunitaria. Por tanto, tenemos que tener claridad de que las
comunidades, son espacios complejos de convivencia social que están constituidos
por las historias personales y sociales tanto de los grupos a los que pertenecen,
como de la sociedad en que se desarrolla.
El análisis psicosocial puede ser una respuesta para enfrentar la complejidad de los
procesos de los grupos comunales con los cuales trabajamos. Esto debería
significar, conocer las formas de relaciones intersubjetivas, propias de la dinámica
socio cultural, que se ha venido construyendo a través de la historia de la vida,
sobre concepciones de mundo, de sociedad bajo contextos y prácticas sociales.
Todo ello para tener un acercamiento ético que nos permita respetar a las personas
en sus procesos, respetando los Derechos Humanos fundamentales (3).
Así, podemos coincidir con Serrano-García y Rivera (1992), cuando explican que el
marco conceptual de la Psicología Social Comunitaria en Puerto Rico se ubica desde
una perspectiva social, que investiga: “las formas de integración del ser humano en
la sociedad y las formas en que esta integración se ha alterado y se puede alterar”
(p. 79).
Ahora bien, desde la perspectiva que estamos exponiendo, el análisis debe ubicarse
en el nivel de las relaciones sociales y no en la conducta social. Por tal razón,
comprendemos que el ser humano es un producto de su proceso histórico-social y
no un repertorio de conductas. La Psicología Social Comunitaria, esta interesada en
desarrollar temas sobre la construcción de la ideología, la comunicación, el
lenguaje, las formas de interacción social en especial las cotidianas, los aspectos
culturales y los fenómenos del control y el cambio social y un mejor ejercicio del
poder.
Tal como se puede ver en América Latina, hay un desarrollo que retoma e integra
aspectos importantes para el trabajo con las comunidades y es por ello que a
manera de síntesis, vamos a enfatizar algunos principios o supuestos básicos, que
no serán los únicos y que deben ser enriquecidos.
1. Los seres humanos somos personas capaces de generar acciones que nos
permitan solucionar problemas. Así podemos argumentar que existe la
capacidad de autogestión, la cual se potencia en la organización, y por ello
se logra en muchos casos construir resistencias a la dominación de manera
distinta. La Investigación Participativa como concepción viene a reforzar esta
posición cuando plantea que es: “un proceso donde el sujeto social
desarrolla conocimiento, saber y tecnología, partiendo de que cada grupo
social tiene un modo particular de producir conocimiento y socializarlo”
(Cordero y otros, 1990, p. 39).
Concebir a los participantes como sujetos activos del proceso es respetar los
derechos humanos a la autonomía y ubicar el centro del poder en los grupos
humanos y no en el agente externo. Esta visión significa luchar contra la
idea muchas veces generalizada de los grupos humanos de que no son
capaces, que no saben y no pueden resolver los problemas. Ello nos
demanda varios niveles de concientización, por una parte con las y los
involucrados y por otra con nuestra propia concepción como profesionales.
Estos niveles de sujeción social requieren una ruptura con las formas de
dominación ideológicamente instauradas.
7. Por otra parte, hemos de comprender que la praxis social es compleja y esta
llena de contradicciones. Praxis que transita en la vida de las personas desde
la intersección de lo individual y lo social. Esto significa desmitificar
esquemas, como que en los grupos humanos no existen conflictos, por el
contrario, los roces y dificultades son a su vez un motor básico para el cambio.
Tres temas importantes se desarrollaran a continuación cada uno en apartados
distintos, pero que se interrelacionan entre sí. El primero de ellos es la discusión
teórica sobre lo que es el poder, el segundo es el esfuerzo por problematizar los
procesos grupales dentro del trabajo comunitario y el último la reflexión sobre el
papel de los agentes externos en el contexto neoliberal de la década de los noventa
en la vida de las comunidades. Estas inquietudes son el producto de la reflexión a
partir de la concepción anteriormente descrita y de las experiencias de trabajo
comunitario con sectores campesinos y con grupos de mujeres (ver Cordero y otros
1993 y Cordero 1996).
Relaciones de Poder
El tema de las relaciones de poder, que en este trabajo se intenta conceptualizar
proviene como marco general de algunos aportes de Michel Foucault, autor que
entre otros aspectos trabajó con dicho tema -como él lo expresa-, interesado por la
constitución de la subjetividad. Cabe destacar que hay otros autores que se
retoman, por lo que la lectura y el resumen que se hace esta tematizado por la
interpretación de la autora. No obstante, se propone con el presente trabajo
generar la discusión.
A diferencia de otras posturas, el poder para Foucault, no es visto como algo que se
posee. El Poder se ejerce en todas las relaciones que establecemos. Desde esta
perspectiva, por ejemplo, las clases dominantes no son las dueñas del poder,
plantea el autor que ello es tan solo una envoltura de algo que es mucho más
complejo. (Foucault, 1984).
¿Cuál son las formas en qué se gestan los procesos intersubjetivos y su relación
con el poder? ¿cómo se constituye la subjetividad de las personas, en un mundo
lleno de limitaciones tanto materiales como sociales, y cómo se dan los procesos de
sujeción y dominación? ¿cómo todo lo anterior se expresa en el trabajo comunal?
Las problemáticas de las comunidades son de diversa índole, entre ellas se puede
encontrar las luchas por intereses propios, existe la tensión entre lo individual
versus lo colectivo. La intervención de instituciones estatales, también van con sus
propios intereses, creando en ocasiones una obstaculización de procesos grupales
enmancipadores. Muchos ejemplos podemos dar al respecto: los manejos de los
partidos políticos que dividen a los grupos comunales; las formas de liderazgo que
se establecen y que responden más a ideales autoritarios que a logros
democráticos; la intervención de los profesionales que pensamos que todo lo
podemos resolver fomentando la dependencia y el paternalismo, generando a su
vez, una imagen de minusvalía de los pobladores.
Esto nos lleva a realizar otras preguntas para la Psicología Social Comunitaria
¿cómo lograr la autogestión, la autonomía y la solidaridad entre los grupos de las
comunidades, y cómo hacer un ejercicio de poder para el bien común? ¿cómo las
comunidades pueden reconocer la opresión de que son objeto?, y ¿cuál es la vía
para ejercer el poder desde los sectores sociales directamente involucrados?
Lagarde (1991) por su parte, considera como los sujetos tienen poderes distintos,
pues se vive en un mundo donde se dan relaciones de opresión y de dominación de
todo tipo. El profesional de la psicología comunitaria, tiene poder en determinado
momento, pero a la vez, es sometido al poder de otros sobre todo cuando
representa a ciertas institucionales. Los grupos comunales pueden ir consolidando
formas de relación de poder que hacen posible el avance de los proyectos sociales
o por el contrario los obstaculizan. ¿cómo comprender junto con los participantes
de procesos grupales, la dimensión de sus actuaciones?. Y por otra parte, ¿cómo se
genera la participación comunitaria dentro del contexto contradictorio de la vida
cotidiana?
El ejercicio del poder es un modo de acción de unos sobre otros, y actúa sobre el
campo de posibilidades o de comportamientos de los sujetos. A su vez se presenta
como estrategia compleja de acción. Es un conjunto de acciones sobre acciones
posibles; opera sobre el campo de posibilidades o se inscribe en el comportamiento
de los sujetos: incita, induce, seduce, facilita o dificulta; amplía o limita, vuelve más
o menos probable; de manera absoluta; con todo, siempre es una manera de
actuar sobre un asunto actuante o sobre sujetos actuantes, en tanto que incita a
actuar de determinada manera; rutinas cotidianas que mantienen formas de
explotación y subordinación en todos los ámbitos de la vida cotidiana; relaciones
institucionales definidas que marcan límites posibles para actuar y las normas
legitimadoras tanto de actos aceptados como prohibidos. Los efectos de dichas
estrategias efectivamente se dan de manera diferenciada en nuestra sociedad,
basta con mencionar la desigualdad entre hombres y mujeres.
Para Foucault, las luchas no deben darse tanto al atacar a tal o cual institución,
grupo o élite, sino sobre la técnica, sobre la forma en que se ejerce el poder. Hay
por lo tanto, tres formas básicas de resistencia; dominación, explotación y sujeción
Cada una de estas formas de lucha se han dado solas o combinadas, y dependiendo
del momento histórico alguna de ellas han predominado. De hecho propone
Foucault, que la última es la que con mayor énfasis se da en la actualidad, sin
perder de vista que coexisten las otras.
Para Foucault, es necesario tomar en cuenta los siguientes aspectos para realizar el
análisis de las relaciones de poder. Las relaciones de poder al ser analizadas
requieren:
1. Analizar las diferencias que se dan en el actuar de unos sobre otros, ya sean de
tipo jurídico, tradicional, de estatus, económicas, lingüísticas, culturales y de
destrezas y competencias, reconocer las diferencias como parte de las posibles
estrategias para poner en común;
A. Posesión de recursos, uno de los sujetos de la relación, posee algo que el otro
no posee. Hay un desequilibrio en los recursos.
El poder define el quehacer de las personas o los grupos y ellos gravitan como
formas cotidianas de relación, que se naturalizan y se institucionalizan. Las formas
de resistencia se articulan como expresiones alternativas, a veces creativas y
positivas, pero otras como esfuerzos infructuosos.
1. Cabe destacar que no toda reunión de personas puede llegar a ser interpretado
como un grupo como tal, sino más bien como una aglomeración. Es muy usual
dar la impresión que cuando existe una reunión de personas, allí se ha
conformado un grupo. Puede ser que dicha experiencia no sea más que una
respuesta a agentes externos y los participantes se miran a sí mismos como
simples receptáculos de información.
Los procesos grupales son una expresión importante en el trabajo con las
comunidades y los mismos son el espacio privilegiado de acción. Allí se resuelven
necesidades y conflictos de todo tipo y se potencian acciones en una dinámica
compleja de constante aprendizaje. La formación de grupo implica lograr construir
intereses comunes, estableciendo a su vez formas de comunicación directas entre
sus miembros con objetivos claros que potencian nuevas posibilidades. ¿cómo se
desarrolla, evoluciona y funciona un grupo? ¿cuáles son los mecanismos que se dan
para construir alternativas colectivas de este tipo?
Las acciones del grupo como tal permiten entender el eje sobre el cual gira la
formación del mismo, (Martín-Baró, 1989) y permite articulación y cohesión. Por
eso cuando los objetivos para reunirse se han logrado, se produce la disolución del
colectivo que le dio sentido, existen múltiples ejemplos que se encuentran en las
experiencias comunales. Las formas organizativas son un proceso complejo que
interactúa cotidianamente y se puede observar cuando se llevan a cabo las
actividades y los objetivos propuestos, cruzando con las características de las y los
participantes en el mundo de relaciones intersubjetivas.
Los grupos para resolver sus necesidades no sólo establecen relaciones hacia el
afuera, sino que deben enfrentar un proceso de constante aprendizaje y reflexión
sobre su propia forma de actuar. Hemos de entender que en los grupos se
reproducen formas de relación vertical y asimétricas, como un reflejo de la sociedad
en que estamos. Las formas autoritarias de relación se reproducen al interior de las
organizaciones y son una de las luchas cotidianas que afectan la vida grupal. Las
instituciones gubernamentales y a veces las no gubernamentales refuerzan
prácticas que tienden a mantener las asimetrías.
Mucho tenemos que dar cuenta los profesionales al respecto, sobre todo en la
relación de investigadores y pobladores, ya que nos presentamos como los técnicos
con un poder-saber que puede dar al traste con las posibilidades de las personas
para desarrollar sus potencialidades.
Para profundizar sobre este tema, se sugiere revisar el trabajo de Cordero (2006b)
que se encuentra en la web.
3. Liderazgo, alianzas, es evidente que en los grupos existen personas claves que
por su constancia, firmeza y compromiso, actúan y son reconocidas como las
representantes de la organización. No obstante, el peligro es creer que eso le
garantiza a esta persona un poder absoluto. Esto crea un centralismo que se
convierte en un manejo autoritario.
Lippitt, citado por Lewin (1988), hace referencia a la forma de actuación de los
miembros del grupo según sean dirigidos de manera democrática o
autocráticamente. Entre las conclusiones reportadas se encontró que en los grupos
basados en una dirección democrática, las diferencias de estatus entre los
miembros son menos marcadas y cuando el líder se ausenta las redes de relación
son contenidas como un todo, gestando formas de cooperación para enfrentar
tareas sin una dependencia hacia él o la ausente. Consolidar esta forma es romper
contra la propia práctica profesional donde se busca a los líderes o lideresas, esto
es una problemática que lejos de permitir un proceso grupal democrático se
convierte en un reforzador de prácticas autoritarias. Se identifica a esta persona
con las características de poder hacerlo todo, sin reconocer que existe liderazgos
compartidos y rotativos.
Una de las luchas, a enfrentar es no permitir la centralización de la autoridad en
una persona o en un grupo pequeño y cerrado. Las actitudes o acciones que
fomentan el centralismo y ubican las relaciones más bien al estilo de jefas o jefes
es reconocido como una tendencia que hay que resistir, pues la discusión grupal es
fundamental, aún cuando no se esté de acuerdo con aquellas que tengan más
trayectoria o experiencia. Esta forma de resistencia y confrontación legítima al
grupo como la vía para la toma de decisiones y no por caudillos que suelen caer en
el descrédito una vez que hay obstáculos. También es de cuidado el caer en un
«democratismo» (entendido este como una eliminación de diferencias) hay que
reconocer la diferencia de aportes para los objetivos en común.
Esta forma de liderazgo choca con las prácticas usuales que se ejercen
autoritariamente dentro de las comunidades. Dicha modalidad se produce por
varias razones: por diferencias en la posesión de recursos y así considerarse de
alguna manera superior a los otros, por tener influencia con personas claves en
instituciones, consiguiendo supuestos beneficios o perjudicando a quienes se le
opongan, y por un aprendizaje en los espacios de servilismo político.
Otra situación que se da en la dinámica interna son las alianzas. Existe una
tendencia a establecer alianza o subgrupos dentro del espacio colectivo, que se
presenta como otra forma del ejercicio del poder. Cuando las alianzas se utilizan
para para manipular al resto de las personas y para tomar decisiones o infringir
reglas previamente acordadas. Esta es una práctica sutil y peligrosa, que envuelve
a las personas y que luego puede comprometer a los involucrados y a la vez
desacreditar y crear desconfianza.
Una manifestación de este centralismo puede ser la queja por el recargo del trabajo
en unos pocos. Esto puede obedecer a excusas de los participantes para no asumir
una u otra tarea, ó al hecho, de que quien asume las tareas, considera que los
otros individuos son incapaces, no permitiendo, en ocasiones de manera sutil o
directamente que los y las otras compañeras puedan participar.
Resolución de conflictos
Como ya se mencionó la vida del grupo está influida por las mismas formas de
relación cotidiana y es allí donde se reproduce. Lo que nos lleva a intentar
enfrentar los conflictos y aprender de ellos para gestar una memoria colectiva que
aprenda de sus experiencias.
El rol de las y los profesionales, ante las crisis, nos puede colocar en la investidura
de jueces y ante el temor y la dificultad podemos dejar al grupo que lo resuelva sin
llegar a trabajarse argumentando que «eso es responsabilidad del grupo», «ustedes
tienen que resolverlo». En ocasiones, lo trabajamos pero no suele bastar discutirlo
y reflexionarlo una sola vez. Dependiente de la situación, los grupos necesitan
tiempo y tenemos que entender que esto podría seguir gravitando el proceso
grupal. Esta situación podría ser sumamente difícil, pero lo peor que podemos
hacer es querer ocultarlo y evadirlo.
Resolver conflictos en los grupos pasa por lo más inmediato y por lo cotidiano, ello
invade no sólo el plano de lo racional, sino que viene a ser un espacio probado en
el plano del afecto. Dentro de la relación de intersubjetividad, que se da a diario,
los conflictos se convierten en parte de la vida cotidiana, espacio en donde se gesta
el conocimiento y el significado de la estructura social. Hay un mundo en
movimiento, que lejos de ser considerado un producto histórico se simboliza como
una multitud de hechos, de actos y relaciones del cual no se tiene control. En
muchas ocasiones no logramos enfrentar abiertamente nuestros afectos (enojos,
resentimientos, tristezas y disgustos hacia las personas), aunque si los expresamos
de una forma u otra a través del comentario en lo privado o alimentando el
resentimiento que luego obstaculiza acciones posteriores. Los sentimientos
acumulados quedan latentes y en algunos momentos son detonantes de situaciones
que se viven como explosiones o conflictos francos. Cuando esto se da puede
existir la sensación de incomprensión hacia lo ocurrido, sin el análisis y la reflexión
se vive como hechos aislados y las causas se explican en la individualidad, se
buscan chivos expiatorios, desconociendo la multiplicidad de circunstancias que se
concatenaron.
Las relaciones internas se convierten en la base de los grupos, por ello describir y
comprender los estilos intersubjetivos es reconocer la objetivación que realizamos a
los procesos sociales que se construyen. Las rutinas, hábitos y costumbres que se
producen son fundamentales para conocer la identidad grupal, que se traduce en
identidades posibles en cada grupo en particular. Obviar estas relaciones es negar
una parte fundamental de lo que ocurre en cuento grupalidad y como organización.
Es lógico que una vez concluida una reunión las personas procesamos la
información y realizamos comentarios fuera con personas cercanas, esto genera
reflexión y análisis de lo ocurrido y puede ser retomado en las reuniones
posteriores como inquietudes o sugerencias. El problema se da cuando tenemos
estas interpretaciones que son muy válidas, pero que no se atreven a expresarlas
por temor, o por sentir que se les puede criticar duramente, ya sea por medio de la
descalificación por temor al ridículo, al enojo de alguna otra o todas las demás
personas. Solo la práctica puede desvanecer estos temores y dar oportunidades
para que el ambiente de confianza se produzca.
En cada uno de los niveles se requiere especificar formas diversas de análisis que
requieren de un trabajo interdisciplinario, comprendido en la dinámica no sólo la
participación de los investigadores o intelectuales, sino de las y los pobladores. Por
un lado está la concepción de trabajo que nos guía, eso es muy diferente al
activismo como forma de respuesta. Nos llevaría a cuestionar ¿cómo se
conceptualiza el trabajo con las personas de las comunidades?, ¿cuál es el tipo de
relación que establecemos?. ¿Cuál es la historia de conformación de la comunidad,
del grupo o sector social donde se desarrolla la acción?, ¿qué implicaciones tiene
este tipo de trabajo para los lugareños, la institución que representamos y cuál es
nuestra posición ética social?.
En este sentido Castro (1993) nos caracteriza dos vías de acción comunitaria de
acuerdo a los intereses a que responden. Hace la salvedad que las aproximaciones
de trabajo comunal obedecen a concepciones de mundo, por ello es necesario
conocer los fundamentos que sustentan las prácticas y tener claridad en el contexto
social donde se promocionan estas formas de intervención social. Cuando los
intereses son externos suelen ser producto de las personas fuera de la comunidad y
van a responder a las políticas definidas desde sus instituciones, o por personas de
la comunidad que buscan programas de prestación de servicios, prevención,
capacitación, investigaciones, etc. Por el contrario cuando los intereses responden a
necesidades internas la comunidad tiene una preponderancia en cuento a la
definición y ejecución de las acciones para si.
Existe una historia previa, propia y única, de la cual poco o nada sabemos al inicio
de las relaciones conjuntas. Asimismo, es imprescindible insistir que existen
coordenadas de relación muy distintas a los propios marcos personales y sociales a
los cuales hemos sido socializados y vivimos los agentes externos. Esto nos
permitirá reconocer que los intereses y esfuerzos propios no necesariamente
coinciden con la realidad de las necesidades comunales. He allí un punto de
discusión que pasa por aspectos ético-profesionales y que son fundamentales de no
perder de vista en los esfuerzos que realizamos. Cuestionamientos constantes se
producen cuando nos enfrentamos sobre todo a comunidades muy pobres, las
cuales están preocupadas por cómo sobrevivir que por responder a las propuestas
académicas o institucionales. Entre las dificultades que se enfrentan el profesional y
las comunidades, está la ruptura con las formas de relación tradicional, que están
enraizadas en la historia de nuestros pueblos producto del Estado benefactor y de
la utilización que se ha hecho del trabajo colectivo. Por otra parte, existen
condiciones concretas de existencia que en muchas ocasiones obliga a los sectores
más desposeídos a gastar todas sus energías en la sobrevivencia. Marchetti (1997)
hace un llamado en este sentido y expresa que ante el fenómeno de pobreza, los
nuevos empobrecidos se convierten en una fuerza activa para empujar los procesos
de acción social.
Para los agentes externos los procesos comunales y la relación con las comunidades
deben ser entendidos más que recetas como una actitud de alerta, con la
posibilidad de estar en constante integración de elementos que le den sentido a
nuestro actuar.
Conclusiones
La Psicología Social Comunitaria, como disciplina en construcción ha tenido que
resolver una serie de aspectos tanto de orden teórico como práctico y que de una u
otra manera le ha permitido ir consolidando su propia identidad. Desde los aspectos
teórico-metodológico y epistemológicos, el tema de las relaciones de poder cobra
relevancia especial, por permitir reflexionar sobre el tema, no sólo como un
principio valorativo que se debe obtener sino como un instrumental teórico para el
análisis, la reflexión y el diálogo en y con las comunidades que se trabaje. Crear
alternativas, construir conocimientos sobre las propias actuaciones, develar lo
negado, hacer posible nuevas formas de relación son algunos de los retos a que se
enfrenta el psicólogo o la psicóloga que intenta compartir procesos comunales.
El reto de los grupos pasa por generar un proceso que articula alternativas, ya que
se convierten en un espacios para resolver conflictos, roces y ansiedades, que lejos
de ser obstáculos pueden ser medios para crecer.
Citas
3) Esto nos obliga hacer un ejercicio de análisis detenido de lo que los Derechos Humanos
significan en la práctica concreta.
5) Vida cotidiana: es un mundo intersubjetivo, el cual se vive en relación con los otros y
con la naturaleza, de forma inmediata y cercana. Es la realidad por excelencia y allí se
gesta el conocimiento y el significado de la estructura social. Por ser lo más cercano e
inmediato se vive como algo «natural» e incuestionable «esto es lo que me toca vivir».
Hay un mundo en movimiento, que lejos de ser un producto histórico se torna como
una multitud de hechos, de actos y relaciones del cual no se tiene control. En la vida
cotidiana se da una familiaridad acrítica que de una u otra manera gesta la sujetación,
la dominación y explotación en la vida de los seres humanos.
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