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aproximación a las hablas leonesas explicando la situación geográfica y sociolingüística
de las mismas, para a continuación centrarse en las distintas áreas dialectales,
diferenciadas en base a rasgos fonético-fonológicos y morfológicos. Por último,
describe de forma común a todas las zonas los rasgos sintácticos y léxicos.
Como se ha avanzado con anterioridad, las hablas leonesas son propias de las
provincias de León, Zamora y Salamanca, si bien no solo es cierto que rebasan sus
límites, sino que no llegan a abarcar las mismas en su totalidad. Cabe señalar que las
hablas leonesas se entremezclan con otras variedades en las zonas fronterizas, como el
gallego y los dialectos portugueses de Tras-os-Montes. Así, solo en la parte más
occidental de León y en la zona noroeste de Zamora el leonés mantiene aún cierta
vigencia y coherencia, mientras que en el resto de las áreas únicamente se conservan
algunos rasgos. Es, por consiguiente, su supervivencia en zonas aisladas
geográficamente un elemento clave para determinar la situación sociolingüística del
leonés. Al limitarse su existencia a casos aislados y, por tanto, reprimidos, el dialecto no
goza del “prestigio necesario para ser mantenido como signo de identidad social, lo que
explica su descomposición” (1996: 140)4. De esta manera, los hablantes, una vez
conocen la norma, comienzan a abandonar el leonés, lo que provoca que no haya una
normalización y fijación de los términos.
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La situación geográfica y la sociolingüística están fuertemente influenciadas la una por la otra.
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Principalmente, los jóvenes, por tener mayor acceso a la variedad de prestigio.
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“Cualquier hablante de cualquier sexo y edad, confinado en la comunidad y sin estudios” (140).
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nos ocupa, el autor establece cinco áreas en las que, dependiendo de diversos factores,
trata el vocalismo, el consonantismo y la morfología.
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En concreto, esta zona está constituida por las comarcas leonesas de Babia y Laciana, con partes,
también, en Luna, Los Argüellos, el Bierzo oriental y la Cabrera. De la provincia zamorana destaca la
Sanabria no gallega.
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Como se ha podido ver a lo largo de la asignatura con la explicación del asturiano, muchos de los rasgos
son propios de los dos dialectos, lo que indica su proximidad.
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Este fenómeno afecta a más zonas que la ahora referida.
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Palatalización de L- inicial latina. Este rasgo permite la distinción de dos
subzonas: en la subzona norte la L- inicial derivó en una africada (ŝana
‘lana’) mientras que en la subzona sur el resultado fue la palatal l̮ (lluna,
gallina)10.
PL-, KL- y FL- dieron lugar a /ĉ/, aunque existe una segunda solución
para consonante + l̮ : pranta, igresia.
Existencia del sonido [š] con origen diverso.
-NN-, -MN- dieron lugar a la simplificación en -n- (anu, escano),
mientras -M’N- derivó en m (llume).
Se conserva el grupo -MB- (llamber).
-LY-, -C’L- y -G’L- producen diferentes resultados palatales que
distinguen tres subzonas11.
-KT- y -ULT- se mantienen en la forma arcaica it (feito).
Conversión en l de la primera de las dos consonantes oclusivas que
quedan en contacto por la pérdida de una vocal átona (caldal).
En final de sílaba o palabra:
o La -n final absoluta y final de palabra ante vocal es velar.
o La -d final de palabra que no conserva detrás -e por norma
general se pierde.
o Los archifonemas /B, D, G/ del castellano experimentan distintas
trasformaciones.
Por último, en lo tocante a los rasgos morfológicos cabe señalar los que siguen:
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El posesivo, al igual que los pronombres personales, muestran un
destacado polimorfismo.
Los verbos, tanto regulares como irregulares, se caracterizan por
numerosas particularidades ocasionadas tanto en el ámbito comarcal
como en el local. No obstante, es necesario subrayar que el paradigma
del perfecto simple se aleja del castellano en casi todas las personas de
las tres conjugaciones.
La zona tres ocupa, de nuevo, parte de la Ribera del Órbigo, aunque también las
zonas altas de Bernesga, el Curueño y el Porma, en León y, en Zamora, el rincón
noroeste de Sayago. Pese a que tradicionalmente sería el área delimitada entre las
isoglosas que determinan el mantenimiento de F- inicial y los diptongos decrecientes y,
por tanto, sería la franja que se correspondería con el leonés central, en la actualidad el
leonés se limita a “teñir de tintes regionales una forma de expresión fundamentalmente
castellana” (1996: 150), por lo que nos encontramos ante un área de transición. Por este
motivo, Borrego Nieto se limita a señalar los pocos fenómenos que conservan cierta
vigencia.
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En esta zona existen rasgos que no han sido descritos para la zona 1, pero al tratarse de características
más específicas, hemos decidido dejarlas al margen en vistas a un posible futuro trabajo de mayor
amplitud.
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prolongación por las sierras de Gata y Francia–, lo que la dota de una gran artificiosidad
geográfica. Menéndez Pidal la denominó tradicionalmente “leonés oriental” y, hoy en
día, dichas comunidades son un “reducto conservador de rasgos dialectales, aunque casi
siempre languidecientes” (1996: 152). Lo único que tienen en común las hablas de las
localidades mencionadas es “la aspiración de F-, propia del leonés oriental” (2004: 197).
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empleo de una rica gama de perífrasis verbales (tiene de marchar, ha de marchar);
preferencia de la forma cantara frente a cantase; artificios gramaticales varios para
afirmar sin dañar la imagen propia (di que está malo); uso transitivo de gran cantidad de
verbos intransitivos (caí el vaso); empleo de subjuntivo con interrogativas indirectas
deliberantes (no sé qué haga); términos que sirven como negación por sí mismos
(ninguno, nunca) y; por último, una gran acumulación de preposiciones (de a pol
patatas).
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Fruto de la intensa emigración que se produjo en los años veinte y treinta.
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Bibliografía