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REPORTE DE LECTURA UNIDAD 6

Estrategias para el trabajo con padres y madres de familia

La educación de los hijos e hijas es tanto un deber como un derecho de los padres y
madres de familia, según lo establecido en la Constitución Política del Perú y la Ley
General de Educación. Para lograr la formación integral de los estudiantes, es
fundamental que los padres participen activamente en su proceso educativo. El sistema
educativo peruano reconoce diversas responsabilidades de los padres, incluyendo educar
a sus hijos en casa, informarse y velar por la calidad educativa, participar en el proceso
educativo de sus hijos, organizarse en asociaciones de padres, y colaborar en el
mejoramiento de la infraestructura y equipamiento de la institución educativa.

Dentro de este marco, la Tutoría y Orientación Educativa (TOE) contempla la


promoción y organización de actividades de formación y orientación para los padres. Se
implementan diversas estrategias, como reuniones entre tutores y padres, desarrollo de
Escuelas de Padres, y entrevistas individuales.

El trabajo de tutoría con padres se puede dividir en dos modalidades: trabajo de


respuesta a las necesidades de la coyuntura y trabajo programado. El primero se refiere
a acciones no planificadas de antemano, surgidas espontáneamente para abordar
necesidades concretas. Incluye entrevistas, conversaciones libres y visitas domiciliarias.
Las entrevistas, por ejemplo, son solicitadas por el tutor, algún docente o los propios
padres para aclarar dudas, reorientar acciones o establecer acuerdos. Se recomienda
prepararlas adecuadamente, crear un ambiente de confianza y receptividad, valorar tanto
aspectos positivos como dificultades del estudiante, y mantener neutralidad en casos de
conflictos familiares.

Las conversaciones libres, aunque no planificadas, son oportunidades para


retroalimentar sobre el desempeño de los hijos. Las visitas domiciliarias, coordinadas
con la Dirección de la institución educativa, se realizan para abordar asuntos
importantes o urgentes que no pueden ser tratados de otra manera, como problemas de
ausentismo o situaciones que afectan la integridad del estudiante.

La participación activa de los padres en el proceso educativo de sus hijos es crucial para
su formación integral, y la Tutoría y Orientación Educativa implementa diversas
estrategias para promover esta participación, incluyendo el trabajo directo con los
padres en diferentes modalidades según las necesidades y contextos específicos.

Las reuniones de aula son convocadas por el Comité de Tutoría, Convivencia y


Disciplina Escolar, con el propósito de promover al menos cuatro encuentros anuales
entre tutores y padres para abordar temas relacionados con la orientación de los
estudiantes. Estas reuniones pueden incluir informaciones relevantes sobre el trabajo
con los hijos, horarios, normas de la institución, entre otros. Además, se busca trabajar
aspectos relacionados con la formación integral de los estudiantes y se propone dedicar
tiempo específico para ofrecer orientación sobre temas de la Tutoría y Orientación
Educativa.

Para organizar estas reuniones, se sugiere planificar el desarrollo de la reunión con


claridad, convocar a los padres por escrito y con anticipación, y durante la reunión,
tomar en cuenta criterios generales de acogida y participación, evitando críticas
personales y promoviendo la colaboración y el intercambio de experiencias. Al
finalizar, se resumen los contenidos relevantes, se resuelven dudas y se agradece la
asistencia.

Por otro lado, las Escuelas de Padres son estrategias de formación dirigidas a padres y
madres de familia, con el objetivo de favorecer el desarrollo integral de los estudiantes.
Su implementación requiere del compromiso de toda la comunidad educativa y puede
implicar el desarrollo de capacidades en los equipos conductores. Durante estas
sesiones, se recomienda prever momentos para el intercambio de experiencias, ofrecer
información pertinente y actualizada sobre los temas tratados, invitar a los padres a
plantear compromisos concretos para la vida cotidiana, y realizar una breve evaluación
al finalizar la actividad para recoger percepciones y sugerencias para mejorar.

Tanto las reuniones de aula como las Escuelas de Padres son herramientas importantes
para promover la participación de los padres en el proceso educativo de sus hijos,
brindando espacios para la orientación, el intercambio de experiencias y la colaboración
entre la comunidad educativa.

El papel de los padres y madres tanto como receptores y emisores en la comunicación


con sus hijos adolescentes es fundamental para el desarrollo de una relación efectiva y
saludable. Aquí se presentan algunas pautas y consideraciones para mejorar la
comunicación en ambas direcciones:

Padres y madres como receptores:

Escucha activa: Implica valorar los puntos de vista del adolescente, reconocer sus
sentimientos y comprender su situación. Se destacan aspectos como el lenguaje corporal
positivo, la escucha atenta, la paráfrasis para repetir con otras palabras lo entendido, y
preguntas verificadoras y orientadoras para asegurar la comprensión y explorar
diferentes perspectivas.

Padres y madres como emisores:

Claridad y concisión: Es importante expresar los mensajes de manera clara y breve,


evitando discursos interminables que pueden distraer del punto central del mensaje.

Mostrar respeto: Reconocer la opinión y autonomía del adolescente, evitando acciones


que muestren falta de respeto. Se sugiere ser conciliadores en lugar de imponer la
autoridad de manera autoritaria.

Aprovechar los encuentros casuales: No todas las conversaciones deben ser sobre temas
serios. Las interacciones cotidianas también son oportunidades para fortalecer la
relación y practicar habilidades comunicativas.

Planificar y prepararse: No dejar a la improvisación los temas importantes para el


adolescente. Es útil intercambiar experiencias con otros padres, asistir a escuelas o
buscar asesoramiento de especialistas para abordar asuntos serios de manera efectiva.

Moderación: Evitar el uso de comunicación agresiva o despectiva, incluso cuando se


sientan en lo correcto. Es importante mantener los buenos modales, comenzar
destacando aspectos positivos antes de abordar el error, y transmitir cómo nos sentimos
durante la conversación.

Mejorar la comunicación entre padres y adolescentes implica practicar la escucha


activa, expresar mensajes con claridad y respeto, aprovechar las oportunidades
cotidianas para dialogar, planificar para conversaciones importantes, y mantener la
moderación y la empatía en todo momento. Estas habilidades contribuyen a fortalecer el
vínculo familiar y promover un desarrollo saludable en los adolescentes.
Un conflicto se define como una situación de tensión o disputa entre dos o más partes
que tienen intereses o puntos de vista opuestos e incompatibles. Aunque comúnmente se
percibe como algo negativo debido a la asociación con experiencias desagradables y la
dificultad para resolverlo, también puede ser visto como una oportunidad para el
crecimiento y desarrollo personal y relacional. Algunas razones por las que se tiende a
evitar los conflictos son la falta de herramientas para abordarlos de manera constructiva,
la resistencia al cambio y la percepción de que son situaciones que consumen tiempo y
energía.

Desde una perspectiva positiva, el conflicto puede ser una oportunidad para mejorar las
relaciones humanas, aprender a expresar y respetar los propios derechos de manera no
violenta, y desarrollar habilidades para analizar y resolver problemas de manera
efectiva. Se sugiere establecer pautas con profesores, padres y estudiantes para enfrentar
los conflictos cotidianos de manera constructiva, buscando soluciones que satisfagan las
necesidades de todas las partes involucradas.

Existen diferentes métodos para resolver conflictos, como el arbitraje, la mediación y la


negociación. El arbitraje consiste en encomendar la solución del conflicto a un tercero
neutral elegido por las partes en disputa. La mediación implica la intervención de un
profesional imparcial que ayuda a las partes a alcanzar un acuerdo mutuamente
beneficioso, promoviendo el diálogo y la comunicación. Por su parte, la negociación es
un proceso en el que las partes interesadas buscan resolver conflictos, acordar conductas
o obtener resultados que beneficien a ambas partes, mediante concesiones y diálogo.

Algunas sugerencias para negociar de manera efectiva incluyen realizar la negociación


antes de tomar decisiones finales, buscar el bienestar de todas las partes, actuar con
prudencia e inteligencia, evitar resentimientos y procurar acuerdos duraderos que
anticipen posibles conflictos futuros. En resumen, entender y abordar los conflictos de
manera constructiva puede contribuir al fortalecimiento de las relaciones humanas y al
desarrollo personal y social.

El buen trato a los niños, niñas y adolescentes se fundamenta en el respeto a sus


derechos y se manifiesta a través de relaciones basadas en el afecto y la consideración.
Esto implica escuchar atentamente sus opiniones y sentimientos, así como evitar
conductas que atenten contra su integridad física, emocional o psicológica.
A menudo, se confunde la disciplina y educación con prácticas que van en contra del
buen trato, como el insulto, la violencia física, la humillación o la negación de su
capacidad para expresarse. Estos comportamientos constituyen formas de maltrato que
pueden causar un profundo impacto en el bienestar y desarrollo de los niños y
adolescentes.

Existen diferentes tipos de maltrato, entre ellos:

1. Maltrato físico: Se refiere a cualquier acción intencional o no que cause lesiones


físicas, enfermedades o intoxicaciones en los niños, niñas o adolescentes. Este tipo de
maltrato no solo afecta el cuerpo, sino también la salud mental y emocional, generando
sufrimiento y problemas sociales.

2. Maltrato psicológico: Incluye conductas crónicas y destructivas que amenazan el


desarrollo psicológico normal del niño o adolescente, como insultos, desprecios,
rechazos, amenazas o confinamientos. A menudo está asociado a otras formas de
maltrato y puede pasar desapercibido, comprometiendo el bienestar emocional y el
futuro de la persona.

3. Maltrato por abandono o negligencia: Es el tipo de maltrato más frecuente y se refiere


a la falta de responsabilidad de los padres o cuidadores hacia las necesidades básicas de
los niños y adolescentes, como el afecto, la alimentación, la salud, la educación o la
higiene. Esto puede manifestarse en situaciones como la falta de alimentación adecuada,
dejarlos solos en casa, exponerlos a objetos o sustancias peligrosas, descuidar su higiene
o educación, entre otros.

Es importante destacar que estas situaciones de negligencia no están limitadas a familias


con dificultades económicas, sino que también pueden ocurrir en contextos más
privilegiados. En ambos casos, se vulneran los derechos fundamentales de los niños y
adolescentes, privándolos del amor, la seguridad y las condiciones necesarias para su
desarrollo pleno.

Los problemas de aprendizaje se refieren a dificultades en el uso de ciertas habilidades y


en la retención de información, especialmente en áreas como la lectura, la ortografía, la
comprensión auditiva, el lenguaje y las matemáticas. Es importante entender que los
niños y adolescentes con problemas de aprendizaje no son perezosos ni menos capaces;
más bien, procesan la información de manera diferente, lo que puede afectar su
rendimiento académico.

Estos problemas no incluyen dificultades derivadas de problemas sensoriales, retraso


mental, trastornos emocionales o desventajas socioeconómicas. Pueden persistir a lo
largo de la vida de un estudiante y no tienen una "cura" definitiva, pero con el apoyo
adecuado pueden superarse y aprender con éxito.

Las señales de un problema de aprendizaje pueden incluir dificultades para aprender el


alfabeto, leer, deletrear, expresarse por escrito, comprender instrucciones, recordar
información, organizar ideas, entre otros. Estos problemas suelen identificarse durante
la edad escolar, cuando los niños no alcanzan los niveles de progreso esperados.

Los padres y tutores pueden apoyar a los niños con problemas de aprendizaje al
informarse sobre estos trastornos, elogiando sus logros, identificando sus fortalezas y
talentos, adaptando las tareas domésticas a sus habilidades, priorizando las tareas
escolares, cuidando su salud mental, buscando apoyo en otros padres y colaborando con
los profesores para desarrollar un plan educativo adaptado a las necesidades
individuales del estudiante. La comunicación regular entre padres y maestros es
fundamental para monitorear el progreso y brindar un apoyo integral al estudiante.

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