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Lingüística T2: Lengua y sociedad

Objeto de estudio:

La lingüística estudia las lenguas naturales o humanas en sus diversas manifestaciones. En el plano
teórico, se encarga de la comprensión de la estructura, la adquisición, el uso y el cambio de las
lenguas. En el plano práctico se encarga de la comprensión de las propiedades de las lenguas para la
adquisición de técnicas como la enseñanza o el aprendizaje de segundas lenguas, la traducción, el
diagnóstico y la terapia de las patologías del lenguaje, la planificación y puesta en práctica de
políticas lingüísticas, etc. La finalidad esencial de la investigación lingüística es describir y explicar
los fenómenos del lenguaje natural.

El lenguaje humano es un fenómeno complejo e intrincado que puede ser concebido como un
sistema de reglas o como un instrumento que se emplea conforme a ciertas convenciones,
sincrónicamente o en su desarrollo a través del tiempo, como entidad autónoma o estrechamente
vinculada a los fenómenos psicológicos, como una propiedad del ser humano individual o de la
comunidad social, etc.

En cuanto a la naturaleza del lenguaje humano existen diversas posturas:


- Saussure: el lenguaje es como un sistema de signos unidos a través de relaciones mutuas.
- Sapir: el lenguaje es como un método de comunicación por medio de un sistema de
símbolos.
- Bloomfield: el lenguaje es como un conjunto de usos, cada uno de los cuales consta de
rasgos observables de tipo vocal y de tipo estímulo-respuesta.
- Chomsky: el lenguaje es como un conjunto de frases abstractas cuya organización
subyacente ha de reconstruir la gramática.

Conceptos:

En definitiva, el lenguaje es la capacidad que tenemos los seres humanos, en común con otros seres
vivos, para comunicarnos mediante señales sonoras o visuales. Por tanto, una lengua es un
consenso social utilizado para comunicarse, un sistema de signos que utiliza una comunidad de
hablantes. Sin embargo, dos personas pueden llegar a entenderse aunque no hablen la misma
lengua mientras ambas cumplan rasgos similares.

La lengua estándar es la que se suele enseñar a los extranjeros y lo que normalmente se aprende en
las escuelas. Es la forma socialmente aceptada en los contextos formales de uso. Sin embargo, no
tiene por qué ser uniforme en todo el territorio donde se hable. De hecho, un problema en la
concepción no lingüista de las lenguas es precisamente pensar que solo hay una forma correcta de
hablar una lengua y el resto es dialecto. Hace no muchos años, se veía con malos ojos a aquellas
personas, como profesores o locutores de radio, que se atrevían a introducir elementos de sus
variedades a la lengua normativa. Se consideraban vicios del lenguaje.

Podríamos decir que el lenguaje estándar es el que incluye lo que es común en mayor grado, se trata
de un consenso entre los hablantes. Lo que es propio solamente de un área regional, social o
profesional concreta puede no ser parte del estándar español, aunque indudablemente es parte de la
lengua española. La línea que lo circunscribe es por tanto algo difusa, todo depende del contexto y
siempre hay excepciones, ni siquiera la Real Academia ha ofrecido una definición.

A diferencia de otras lenguas, el español no presenta ningún diccionario que recoja todas las
palabras usadas por sus hablantes, con indicaciones claras sobre el ámbito de uso: general, regional,
propio de un grupo social, de un registro culto o coloquial, «malsonantes», anticuadas, etc. Por
este motivo el vocabulario estándar es un área curiosamente problemática. Además de que varía
la forma de designar muchas cosas según el lugar del que procedamos. En general, el ámbito
coloquial es el que muestra mayor diversidad, pues es ahí donde encontramos también las mayores
diferencias de pronunciación y gramática. Para comunicarnos con hispanohablantes es preferible
utilizar un registro culto, así no habría ningún problema.

A veces una lengua se crea de forma artificial, como es el caso del alemán. Al principio sólo tenía
variantes, dialectos sin ningún estándar hasta que se creó este: primero por la acción de los poetas
cortesanos que necesitaban una forma de lengua que les sirviera en los círculos cortesanos de
diversos lugares de Alemania; luego por las necesidades de la administración; finalmente por el
movimiento luterano que precisaba de una única “lengua alemana para la iglesia alemana”. En
épocas más recientes se han creado estándares como el finés, el eslovaco, el griego (aunque, en
realidad, ahí tienen dos), el noruego (ídem), el hebreo, el samoano y muchas lenguas que no
contaban con una tradición escrita reciente.

En cuanto a los dialectos, hablas o jergas, un dialecto es una variante de una lengua (ya sea
haciendo referencia a la evolución de una lengua a otra o las distintas formas de la misma lengua).
Los no lingüistas consideran que la palabra “dialecto” es inferior a “lengua” y es peyorativa,
mientras que los lingüistas no menosprecian los dialectos. Como solución, los lingüistas crearon el
término “variedades diatópicas”, que alude a las formas particulares que adopta una lengua en las
diferentes regiones, zonas o áreas geográficas. También crearon “variedades diastráticas” para
aludir a las diferencias sociales, entre clases, estratos sociales, grupos profesionales o de cualquier
otro tipo. Finalmente, también crearon “lenguajes especiales” para hacer referencia a las formas
de una lengua utilizadas por individuos de un determinado grupo social o profesional cuyos
hablantes usan solo entre ellos, lo que habitualmente se conoce como “jergas”.
El límite entre lengua y dialecto es la mayoría de las veces una cuestión socio-política más que
puramente lingüística. Es más sencillo catalogar una lengua como tal en lugar de como dialecto
cuando detrás de esta lengua encontramos un país diferenciado, con una literatura concreta. Si por
otro lado, el territorio o la literatura fueran comunes a otra lengua, una de ellas sería considerada
dialecto de la otra.

Hablar bien:

La sanción social y la tradición creada por esa sanción social son las que deciden quién habla bien.
Lo que hace falta es que cada uno sepa utilizar la lengua. Pero esto no sólo quiere decir “someterse a
las normas gramaticales” sino, muy especialmente, expresarse adecuadamente a cada circunstancia y
a cada interlocutor. Lo que en una situación está bien, en otra está mal, igual que cualquier forma
de comportamiento, como tratar a los asistentes de una conferencia de “coleguis” o dirigirse a los
compañeros con “señoras y señores”.

No debemos sentirnos cohibidos por la lengua, pues ni siquiera expertos o entidades como la Real
Academia tienen soluciones o respuestas definitivas. La lengua es nuestra herramienta principal de
comunicación y que una palabra que nosotros utilizamos no esté recogida en un diccionario no
significa que esté mal usarla, al igual que una que sí esté recogida no tiene por qué ser mejor que la
que no lo está. La lengua, al fin y al cabo, es de quien la habla.

Las lenguas del mundo:

Conceptos:
- Etnónimo: nombre que reciben las diversas naciones o etnias. Ej: alemán.
- Glotónimo: nombre que reciben las lenguas que se hablan en el mundo. Ej:
alemán.
- Autoglotónimo: nombre dado a una nación, etnia o lengua por los mismos
hablantes. Ej: deutsch.
- Heteroglotónimo: nombre dado a una nación, etnia o lengua por individuos de
otra nación. Ej: alemán.

Cuando hablamos de phylas nos referimos a familias lingüísticas, con lenguas emparentadas entre
sí. Por ejemplo, el español formaría parte de la familia de lenguas romances, junto con el latín, el
italiano, el sardo o el francés.

El phylum indoeuropeo se trata de una macrofamilia lingüística que engloba diversas familias
como la celta, la romance, la germánica, la báltica o la índica, entre muchas otras. Al parecer, tuvo
su localización geográfica primitiva en un territorio coincidente en parte con la República de
Ucrania, se expandió hacia el oeste por toda la Europa actual y hacia el este hasta toda la parte
septentrional de la India, con algunas incursiones aún más lejanas. Hay otras lenguas que se hablan
en esta zona pero no pertenecen al phylum indoeuropeo, como el albanés, el griego y el armenio.

El latín:

El latín es una lengua de cuya evolución surgieron los idiomas de la familia romance. Entre sus
rasgos se encuentran:
- Rasgos fonológicos:
- Opone vocales largas a vocales cortas.
- Tiene una semiconsonante velar [w] y otra palatal [j].
- Posee una oclusiva velar labializada [kw].
- Rasgos morfológicos:
- El sustantivo y el adjetivo conocen seis casos (nominativo, vocativo, acusativo,
genitivo, dativo y ablativo), tres géneros (masculino, femenino y neutro) y dos
números (singular y plural).
- Existen en el sustantivo cinco modelos diferentes de declinación.
- El verbo tiene tres modos: indicativo, imperativo y subjuntivo, y seis tiempos:
presente, futuro simple, imperfecto, perfecto, futuro perfecto y pluscuamperfecto.
- Rasgos sintácticos:
- Existen preposiciones que rigen un determinado caso (acusativo o ablativo).
- Existe diferencia entre construcción pasiva y activa; el sujeto de ambas se pone en
caso nominativo.
- En la subordinación sustantiva de infinitivo el sujeto de este va en acusativo.
- Es muy frecuente el uso del participio en construcciones subordinadas adverbiales.
- El orden de las palabras es muy variable, pero al parecer el orden no marcado o
neutro es el de sujeto + verbo + objeto.

Lingüística histórica:

Las lenguas no permanecen invariables en el tiempo, sino que cambian constantemente. Después
de la fijación de las lenguas mediante la escritura se pueden contrastar claramente diversos estados
de una misma lengua e identificar las alteraciones que ha sufrido. Esta es la base de la lingüística
histórica, cuyo origen data del primer tercio del siglo XIX. Es un error considerar la alteración de
una lengua como consecuencia de un proceso de corrupción o deterioro. El cambio de las lenguas,
según Eugenio Coseriu, es continuo y está en su naturaleza. Las lenguas se ajustan a las necesidades
de sus hablantes y el cambio que sufren es gradual y discreto.
La lingüística histórica es una disciplina predominantemente descriptiva, se plantea qué cambios se
han producido en una lengua o en un grupo de lenguas y cómo han sucedido, en qué condiciones
han tenido lugar, se plantea también el porqué de los cambios y esta pregunta tiene un estatuto
metodológico completamente distinto. Ninguno de los objetos de estudio de la evolución de las
lenguas puede ser descrito mediante algoritmos determinísticos. Por el contrario, sí que sería
posible establecer afirmaciones de carácter estadístico y general fundadas en ciertas regularidades de
los comportamientos humanos.

A partir de la comparación de sonidos pertenecientes a varias lenguas de un mismo tronco se


pueden establecer las relaciones que se dan entre ellas, así como reconstruir los sonidos de una
lengua original a partir de todas las que presentan rasgos comunes. Se formulan además hipótesis
sobre los cambios que han tenido lugar en una lengua originaria hasta producir los sonidos de las
lenguas derivadas. La ley de mutación consonántica germánica (Lautverschiebung) constituye la
primera fórmula mediante la que se da cuenta de los cambios que los sonidos de una lengua han
experimentado en su evolución histórica, la primera ley fonética.

Según Antoine Meillet, la realidad de la lengua tiene carácter social. La lengua pertenece a todo el
conjunto de sus hablantes y la modificación de la lengua atañe a toda la comunidad, de manera que
el grupo restringe para cada individuo particular la libertad de introducir cambios. La innovación
ha de hacerse siempre dentro de límites socialmente admitidos. La lingüística histórica ha de
interesarse por las condiciones sociales en las que se difunde un cambio.

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