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Actualmente Guatemala es el único país de américa latina que tiene activa la pena de muerte
como pena principal en su sistema de justicia. El Código penal, Decreto 17-73 del Congreso
de la República de Guatemala regula dos tipos de penas. Existen las penas principales y las
penas accesorias. Las principales se dividen según el bien jurídico afectado, por lo que son
las privativas de la vida, de la libertad y económicas.
La pena privativa de la vida es un tema muy debatido por las diferentes circunstancias de
violencia que vive Guatemala, ya que una parte de la población apoya la reactivación de la
pena de muerte y otra parte no. Lo que impone un juez o un tribunal con fin de sancionar a
aquel que haya cometido un delito es conocido como pena, la más grave es la pena de muerte,
que se impone para castigar los delitos más graves, ya que se privan a la condena de la
existencia.
La respuesta es: implementar la muerte como una pena máxima para la reducción de la
delincuencia es un error. Ejecutar a una persona porque le ha quitado la vida a otra es
venganza, no justicia. La venganza no es la respuesta. La respuesta se basa en reducir la
violencia, no en ocasionar más muertes. Por lo tanto, no garantiza que las personas no
vuelvan a delinquir, más bien esta se retroalimenta.
Darle muerte a una persona es estar en contra de la vida. Es uno de los actos más atroces,
sea cual sea la forma en que se ejecute. Una ejecución, o la amenaza de una ejecución,
infligen un terrible maltrato físico y psicológico. Una sociedad que ejecuta a delincuentes
está cometiendo la misma violencia que condena.
Por lo tanto, ha llegado el momento de abolir la pena de muerte en todo el mundo. La causa
en pro de la abolición se vuelve más apremiante cada año que pasa. En todas partes la
experiencia muestra que las ejecuciones embrutecen a quienes participan en ellas. No hay
ningún lugar en el que se haya demostrado que la pena de muerte posea una eficacia especial
a la hora de reducir la delincuencia o la violencia política. Su aplicación, en país tras país,
recae desproporcionadamente sobre los pobres o las minorías raciales o étnicas. Con
frecuencia se utiliza como instrumento de represión política, se impone y se ejecuta de
manera arbitraria. Es un castigo irrevocable que, inevitablemente, puede dar lugar a la
ejecución de personas completamente inocentes. Además, la pena capital viola los derechos
humanos fundamentales.
La pena de muerte es una pena legal en Guatemala. Se ejecuta mediante inyección letal y, en
menor medida, fusilamiento. Solamente se encuentra contemplada en los códigos de justicia
militar y fue abolida para los delitos civiles en octubre de 2017.
Desde 1983, cinco ejecuciones; todos fueron transmitidos en vivo por televisión. Las últimas
ejecuciones tuvieron lugar el 29 de junio del 2000, cuando los secuestradores y asesinos
Amílcar Cetino Pérez y Tomás Cerrate Hernández fueron ejecutados por inyección letal en
vivo por televisión.
De 2005 a 2012, las sentencias de los 54 reclusos condenados a muerte fueron conmutadas
por cadena perpetua. Actualmente, no hay presos en el corredor de la muerte en Guatemala.
En 2017, Guatemala abolió la pena de muerte para delitos civiles. Actualmente, la pena de
muerte sólo puede aplicarse en tiempos de guerra. Guatemala es uno de los siete países que
ha abolido la pena capital sólo para delitos comunes.2 Guatemala, por ser parte del Pacto de
San José, no puede aplicar la pena de muerte.
Filosóficamente las bases del sistema de justicia están centradas en el pensamiento de Jhon
Locke. Un pensador que inculco que el hombre es bueno por naturaleza y que únicamente
necesita de un castigo para aprender a comportarse cuando haya cometido una mala conducta.
Por eso muchos países han adoptado a instalar un sistema basado en la reinserción social, es
decir, darles una nueva oportunidad a aquellos individuos que han infringido la ley. Por lo
tanto, descarta la idea de que la muerte sea una forma de castigo para las personas que han
infringe la ley.
Para muchos, la muerte es una forma de justicia que debería implementarse en el sistema de
justicia como pena máxima para aquellas personas que cometen un hecho delictivo calificado
como delito grave. Sin embargo, Jhon Locke expone que la vida es uno de los derechos más
fundamentales que tiene la persona, un derecho natural inherente a la persona, que sobre
todas las cosas hay que preservarla.
La pena de muerte, sean cuales sean las condiciones que le apliquen para que se realice su
ejecución, siempre tendrá como objetivo acabar con la vida del acusado, ya que la toman
como una medida justa. Pero esta manera de hacer “justicia” pasa por alto Derechos Humanos
fundamentales.
Toda persona tiene derecho a que su vida sea respetada. Este derecho debe conceptualizarse
en dos sentidos:
➢ Como una obligación para el Estado de respetar la vida dentro del ejercicio de sus
funciones;
➢ Como una limitación al actuar de los particulares, para que ninguna persona prive de
la vida a otra.
• Derecho a la igualdad y no discriminación
Todas las personas tienen derecho a gozar y disfrutar de la misma manera los derechos
reconocidos por la Constitución, los tratados internacionales y las leyes. Se prohíbe toda
exclusión o trato diferenciado motivado por razones del origen étnico o nacional, género,
edad, discapacidades, condición social, condiciones de salud, religión, opiniones,
preferencias sexuales, estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y
tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.
De igual manera, queda prohibida toda práctica de exclusión que tenga por objeto impedir o
anular el reconocimiento o ejercicio de los derechos humanos consagrados en nuestro orden
jurídico.
• Derecho a la reinserción social
Es el derecho que tiene toda persona para ejercer su defensa y ser oída por la autoridad
competente, con las debidas formalidades y dentro de un plazo razonable, previo al
reconocimiento o restricción de sus derechos y obligaciones.
El debido proceso debe contemplar las formalidades que garanticen una defensa adecuada,
es decir:
Guatemala es parte de la Convención Americana o Pacto de San José de Costa Rica, que es
un tratado que prevé los derechos y libertades de las personas
Que la pena de muerte soluciona, combate, o reduce el crimen, es solo un mito que se
mantiene por falta de información y exceso de suposiciones erróneas que realiza la población
cuando pone el tema sobre la mesa.
En muchos países donde se aplica no disminuye los delitos. Y en países donde se anuló, hay
menos homicidios. Sin embargo, un estudio de 36 años de la Academia Nacional de Ciencias
de EE. UU. Concluyo que no hay evidencias de que este castigo sirva para intimidar y así
reducir los crímenes.
4. Enfoque en jurisprudencia
La pena de muerte es la sanción jurídica capital más rigurosa de todas, consistente en quitar
la vida a un condenado mediante los procedimientos y órganos de ejecución establecidos por
el ordenamiento jurídico que la instituye.
Todos estos casos también los estipula el Código Penal en su artículo 43 indicando que no se
ejecutará la pena de muerte por delitos políticos y en reos cuya extradición haya sido
concedida bajo esa condición.
Se debe delimitar que se podrán agotar todos los recursos legales pertinentes para desestimar
la pena de muerte; además que el Congreso de la Republica tiene la potestad de abolir la pena
de muerte.
Incluso si no son todos inocentes, una investigación más profunda en sus casos podría revelar
discriminación, representación inadecuada y otros problemas que probarían que no
recibieron un juicio justo. En una sociedad en la que no se puede confiar en el sistema legal
para la justicia, la pena de muerte es un castigo demasiado grave.
5. Es irreversible
Se trata de un castigo que es cruel, inhumano y degradante, sea el método por el cual se, no
se descarta el hecho de que las personas sean inocentes.
En un nuevo informe divulgado en el mes de febrero del 2021 por el Centro de Información
sobre la Pena de Muerte (DPIC, por sus siglas en inglés) dijo que su examen de todas las
condenas a muerte dictadas desde 1973, más de 9.600 en total, reveló que 185 presos
condenados a muerte habían sido exonerados después de haber sido condenados
injustamente, 11 más de lo que se sabía anteriormente. Ha habido 1.532 ejecuciones en
Estados Unidos desde 1976.
“El peor temor de todos sobre la pena capital es que personas inocentes sean condenadas y
ejecutadas injustamente”, dijo Robert Dunham, director ejecutivo de DPIC, en una entrevista.
“Saber cuántas personas han sido condenadas y exoneradas injustamente es fundamental para
comprender qué tan grande es el riesgo de que se ejecute a personas inocentes”
Si bien se han documentado varios casos en los que el gobierno ha ejecutado a personas que,
tras una investigación, revisión de evidencia y pruebas de ADN, resultaron ser no culpables
de los crímenes de los que fueron imputados; hay algunos que tienden ser más reconocidos
por las posibles fallas del sistema penal y un posible sesgo racial.
6. Es una inconstitucionalidad
Una ejecución es una negación al derecho a la vida, y según la declaración universal de los
derechos humanos proclamada por la Asamblea General de las naciones Unidas celebradas
en Paris el 10/12/1948. La misma indica que aplicar la pena de muerte es estar en contra de
la Constitución, y que ejecutar a una persona es negarle el derecho a la vida.
La vida es un derecho constitucional, que ninguna persona puede privarla o quitarla, Según
el filósofo Jhon Locke la vida es algo inherente a la persona, que ni el Estado le puede
proporcionar a la persona. Por lo tanto, tampoco puede quitarla, porque el mismo la garantiza
para su realización.
Aplicar la pena de muerte como pena máxima seria atentar con los convenios internacionales
que Guatemala ha pactado para garantizar los derechos humanos. Pues en el año 1978 ratifico
la convención Americana de Derechos Humanos, más conocido como Pactos san José
celebrada en Costa Rica como defensa de los derechos humanos. La tendencia del pacto es
abolir absolutamente la pena de muerte.
Para aclarar esta antinomia constitucional, es importante conocer la primacía de las normas.
De acuerdo a Kelsen, la constitución de un país es la ley principal que tiene dominio sobre
otras normas que se deriven de ella. Sin embargo, cuando se trate sobre los derechos
humanos, los tratados internacionales prevalecen sobre la Constitución, tal como lo establece
el artículo 46 de la Constitución Política de la República de Guatemala. Por lo tanto, la
aplicación de la pena de muerte en Guatemala es imposible, aunque este estipulado en la
constitución, esta no puede realizarse porque existen otras normas que prevalecen sobre ella.
7. Es discriminatoria
Todos los sistemas judiciales penales son vulnerables a la discriminación y al error. Los
criterios de oportunidad, las decisiones discrecionales y la opinión pública predominante son
factores que pueden influir en los procedimientos y actuaciones desde la detención inicial
hasta el ejercicio de la prerrogativa de gracia en el último minuto. Lo cierto respecto a la pena
de muerte es que lo que a menudo determina quién debe ser ejecutado y quién perdonado es
no sólo la naturaleza del delito sino también el origen étnico y social, los medios económicos
o las opiniones políticas del procesado. La pena de muerte se aplica de manera
desproporcionada contra los pobres, los desvalidos, los marginados o aquellas personas a las
que los gobiernos represivos consideran oportuno eliminar.
Cuando se emplea para aplastar la disidencia política, la pena de muerte es detestable.
Cuando se la invoca como medio de protección de la sociedad frente a la delincuencia, es
ilusoria. Siempre que es aplicada, embrutece a quienes participan en el proceso y transmite a
la sociedad la idea de que matar a un preso indefenso es en cierto modo aceptable. Puede ser
utilizada para intentar servir de apoyo a la autoridad del Estado o de quienes gobiernan en su
nombre. Pero toda autoridad de este tipo que confiera es espuria. La pena de muerte es un
símbolo de terror y, en esta medida, es una confesión de debilidad. Supone siempre una
violación de los derechos humanos más fundamentales.
8. Es desigual
Un aspecto muy importante para no admitir la pena de muerte proviene de la violación del
derecho a la igualdad contenida en el artículo 4 constitucional, cuando expresa que la pena
de muerte no se puede imponer a las mujeres sin señalar ningún tipo de condición, a las
personas con delitos políticos.
9. Costos y recursos
Muchas personas argumentan que la pena de muerte va en contra de los principios morales y
éticos. Promover la idea de que la sociedad tiene derecho a quitar la vida de un ser humano
como castigo envía un mensaje negativo sobre el valor de la vida humana y perpetúa un ciclo
de violencia.