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La Pena de Muerte en el Perú

La pena de muerte es sin duda el castigo más contundente contra los crimines
muy graves, es uno de los temas más polémicos y controversiales de la
actualidad es la sanción más grave que se le puede dar a un individuo por
cometer un delito de alta gravedad, esto a traído muchas controversias en
distintos países poniéndoles a favor y contra de esta ley.

La pena de muerte en el Perú es una propuesta inviable porque el estado


forma parte de la convención americana sobre los derechos humanos también
llamada pacto de san José de Costa Rica creada en la Conferencia
Especializada Interamericana de Derechos Humanos, el 22 de noviembre de
1969 y entro en vigor el 18 de julio de 1978 en una de las conferencias se creó
el “protocolo a la convención americana sobre derechos
humanos relativo a la abolición de la pena de muerte desarrollada” en Paraguay
que sostiene el derecho a la vida, el respeto de la misma, la abolición de la pena
de muerte y que los países miembros han expresado su propósito de
comprometerse mediante un acuerdo internacional, con el fin de consolidar la
práctica de la no aplicación de la pena de muerte dentro del continente
americano. Así la mismo la convención americana de los derechos humanos en
el artículo 4.3º menciona: “No se restablecerá la pena de muerte en los Estados
que la han abolido” por lo que el Perú no podrá reestablecer ya que en la
constitución de 1979 se decide abolir la pena de muerte.

La pena de muerte más halla de violar a los derechos humanos, causa un gran
dolor en los familiares de los condenados, ya que ellos quedan desconsolados y
con un gran trauma, tal como es el caso de Sviatlana Shuk madre de Andrei
Shuk ambos de Bielorusia quien fue condenado a la pena de muerte y asesinado
en secreto sin antes comprobar su culpabilidad en los hechos que se le
acusaban, con respecto a todo esto la madre quedo muy desconsolada tras la
muerte de su hijo a quien habían maltratado antes de aplicar la pena, quedando
sola y con un trauma de lo que hicieron con su hijo, esto del mismo modo se
repite con otros casos, en los que los familiares deben de aguantar el dolor de
perder a sus seres queridos como consecuencias de sus actos las cuales ellos
también pagan.
Falta …..

Conclusión.
La pena de muerte, si bien tiene la intención de conseguir justicia para las
víctimas. No es la mejor opción como una medida social de prevención del delito.
La sociedad no solo necesita que sus criminales sean castigados en forma
ejemplar y justa, necesita también que, simplemente, no sean cometidos más
crímenes y es ahí donde la eficacia de la pena de muerte se torna dudosa.
Definitivamente, la pena de muerte es un cruel castigo cuya aplicación
embrutece a quien la aplica, colocándolo en el mismo plano de los delincuentes
a los que se le aplica. Si la vida es el principal derecho humano, el suprimirla es
la primera violación, y si el Estado quien oficializa el crimen, agrava la violación.
Cuando una ley no surte el efecto por el cual es creada, lo mejor es no aprobarla.

En conclusión, la pena de muerte es un acto cruel que se le da a una persona responsable de


una falta grave o un delito, pero en muchas ocasiones se aplica a personas inocentes por falta
de información, además la pena de muerte en el Perú no se da, debido a que forma parte de la
convención de los derechos humanos, así mismo en los argumentos mencionados estamos en
contra de este acto por razones justificadas.

DESARROLLO

Lo que sí creemos necesario es que la población peruana tenga claro este asunto y la respuesta jurídico-legal que
corresponde a nuestra pregunta, sin considerar que apoyemos o no la postura, es que NO es posible aplicar la pena
de muerte en caso de violación sexual de menores en nuestro país, por una razón insalvable: Más allá de la intención
de modificar nuestro Código Penal y establecer la pena de muerte para el delito que mencionamos, se requeriría no
solo reformar nuestra Constitución Política, sino que el Estado peruano decida denunciar la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica), en tanto el Perú ratificó esta Convención el 28 de julio
de 1978 y, de acuerdo con el artículo 62 de la Convención, reconoció la competencia contenciosa de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos el 21 de enero de 1981.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, en Opinión Consultiva OC-3/83 solicitada por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, sobre “Restricciones a la pena de muerte”, opinó por unanimidad: Que la
Convención prohíbe absolutamente la extensión de la pena de muerte y que, en consecuencia, no puede el Gobierno
de un Estado Parte aplicar la pena de muerte a delitos para los cuales no estaba contemplada anteriormente en su
legislación interna (…)”, el sustento es desarrollado en la misma opinión consultiva (ítems 52-59), de donde se infiere
que el objeto del Art. 4 de la Convención es la protección al derecho a la vida, que no se trata de rodear de condiciones
rigurosas la excepcional imposición o aplicación de la pena de muerte, sino de ponerle un límite definitivo, si bien la
Convención no llega a la supresión de la pena de muerte, sí prohíbe que se extienda su uso y que se imponga respecto
a delitos para los cuales no estaba prevista anteriormente, se impide así cualquier expansión en la lista de crímenes
castigados con esa pena. Asimismo, la Opinión Consultiva OC-14/94 del 9 de diciembre de 1994, concluye que: “la
expedición de una ley manifiestamente contraria a las asumidas por un Estado al ratificar o adherir a la Convención,
constituye una violación de ésta y, en el caso que esa violación afecte derechos y libertades protegidos respecto de
individuos determinados, genera la responsabilidad jurisdiccional de tal Estado”.

CONCLUSIÓN

No es posible aplicar en nuestro país la pena de muerte en caso de violación sexual de


menores de siete años, tampoco es posible la inclusión de nuevos supuestos de pena de
muerte en nuestro ordenamiento jurídico nacional, por un tema de límites al poder de
reforma, en tanto el Estado Peruano ratificó la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (Pacto de San José de Costa Rica) el 28 de julio de 1978.

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