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Corría el año 2020 y Luciana se preparaba para ir a su clase de gimnasia artística, como

lo hacía todos los días. Ya en el ambiente se comenzaba hablar sobre algo llamado
Coronavirus, pero no le daba importancia, porque nadie hablaba de ese supuesto virus.
Luciana era atlética, súper responsable en sus tareas, disciplinada. Nada hacia cambiar su
forma de vida su salud.
Pasaban los días, y cada vez se hacía más fuerte el rumor del “Coronavirus” y las
consecuencias que traía. Luciana, lo que hacía erar mirar y analizar la situación, pero nada
hacia cambiar su estilo de vida.
De repente, se quedó con toda su ropo y elementos de gimnasia en la mano. El gobierno
había decretado la famosa cuarentena y todos tenían que quedarse en sus casas.
Bueno, pensó Luciana, quizás no sea tan malo. Unos días de descanso no le vendrían mal.
Haré mi rutina en casa, se dijo.
Los primero días fueron súper activos, una rutina bien diagramada en su casa, con
horarios establecidos. Todo marchaba tal cual lo planeado. Total serán unos días, se dijo.
Pero esos días, se transformaron en semanas y luego en meses.
El desánimo comenzó a invadir la vida activa de Luciana. En la tele solo se hablaba de ese
virus, las muertes, contagios y demás. Ya no había ganas de hacer nada. No había planes,
no había rutinas, no había nada de nada.
Luciana, se pasaba los días tirada en el sillón, viendo maratones de series. El delivery se
convirtió en su mejor amigo. Para qué esforzarme, si tengo todo al alcance de la mano, se
decía. Ya o existía planes de salida, ni de nada.
Todo en su casa lo manejaba desde un sillón, un lavarropas y un lavavajillas que se
conectaba vía Wi-Fi, solo se levantaba en un aire de aliento a acomodar las cosas, pero de
eso no pasaba.
De vez en cuando divisaba unos transeúntes desde el balcón de su edificio, pero tampoco
estaba el ánimo de volver a la rutina de la gimnasia. Es más, ya ni se acordaba de algunos
ejercicios, se daba cuenta que tenía una gran pereza mental. Lo único que calculaba era la
hora en que comenzaría la próxima película o algún programa de ficción, pero nada
relacionado a la actividad física.
Evidentemente, la cuarentena modificó su estilo de vida. De ser una joven activa y
responsable, ahora era un sujeto tirado en el sillón, sin ganas de nada. Su vida cambió,
como la de muchas personas, pero en ella existía una gran desasón, un gran desánimo, ya
en su cabeza no se diagramaba las rutinas de gimansia, sino que se armaba un calendario de
compras, películas, comidas bebidas. Su cuerpo se convirtió en un verdadero sedentario,
algo que le quedaba bastante cómodo a Luciana.
Pasaron los días, los meses, algunas cosas se fueron flexibilizando, pero ella y su cuerpo
ya no eran lo mismo, las ganas de volver a la vida normal no era su prioridad en este
momento, lo único que quería es seguir en su sillón con todas las cosas servidas.

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