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Voces:
DERECHO A LA EDUCACION ~ DERECHO DE ADMISION ~ DISCRIMINACION ~ EDUCACION
PRIVADA ~ ESTABLECIMIENTO EDUCATIVO ~ INDEMNIZACION DE LAS CONSECUENCIAS NO
PATRIMONIALES ~ INTERES SUPERIOR DEL NIÑO ~ PRUEBA ~ RESPONSABILIDAD DEL
ESTABLECIMIENTO EDUCATIVO
Tribunal: Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial y de Minería de
Bariloche(CCivComMineriaBariloche)
Fecha: 24/11/2022
Partes: G., V. I. (por sí y en rep. de A. L. R.) c. Asociación Cultural Germano Argentina s/ Daños y perjuicios
(Ordinario)
Publicado en: JAPatagonia 2023 (febrero) , 3, con nota de Alejandra M. Etcheverry; JA 2023-I , 617, con nota
de Alejandra M. Etcheverry;
Cita: TR LALEY AR/JUR/168557/2022

Sumarios:
1 . Tanto la denegación de la institución de incluir al menor en el viaje de estudios de cuarto grado, como su
permanencia en el establecimiento se fundaron, en cuestiones disciplinarias y académicas que han sido
acreditadas, por lo que en este aspecto la decisión del a quo no puede ser calificada de arbitraria, irrazonable o
discriminatoria. De la prueba producida surge que el niño incurría en constantes disrupciones en aula, faltas de
respeto a la autoridad, se mostraba transgresor frente a las pautas en general; en muchas ocasiones ingresaba
tarde al colegio, no traía los útiles, transcurridos los primeros minutos comenzaba a boicotear e interrumpir las
clases y a molestar a sus compañeros y era desafiante con los adultos (del voto del Dr. Corsiglia).
2 . Frente a la ausencia de diagnóstico comunicado y el apoyo de un profesional externo, la demandante no
alegó ni demostró qué acciones o estrategias concretas fueron omitidas por la institución en orden a lograr la
adaptación del alumno. Cabe recordar que la elección de un colegio implica adherir a un determinado proyecto
educativo y a normas de convivencia establecidas que conforman un marco jurídico preexistente. En la
entrevista de admisión acompañada por la demandada y que no fue objeto de desconocimiento expreso por la
actora, consta la entrega a la actora del reglamento escolar (del voto del Dr. Corsiglia).
3 . Ni el derecho del alumno de ingresar o permanecer en un establecimiento educativo privado, como tampoco
el derecho de admisión con que cuentan los centros educativos privados revisten carácter absoluto. No obstante,
en el caso, el hecho de que los testimonios brindados provengan mayormente de personal dependiente de la
demandada no es una circunstancia por sí sola suficiente para desestimarlos si los mismos, apreciados con
espíritu crítico y en consonancia con las restantes probanzas de la causa, demuestran credibilidad y seriedad,
sobre todo cuando son quienes tuvieron conocimiento directo de los hechos debatidos (del voto del Dr.
Corsiglia).
4 . El colegio accionado acreditó que las decisiones cuestionadas respondieron a cuestiones objetivas y
atendibles, lo que descarta cualquier intención discriminatoria. De hecho basta con repasar la prueba
documental obrante en el expediente donde da cuenta de una cronología de la distinta problemática existente.
Cabe aquí nuevamente reiterar que la pretensión de la actora no fue orientada a dejar sin efecto el acto tachado
de discriminatorio (art. 1; ley 23.592), sino que se circunscribió a la reparación económica por el daño moral
que alega haber sufrido el niño (del voto del Dr. Corsiglia).
5 . El interés superior del niño en el caso se alcanza al permitir que el niño se incorpore a una institución
educativa apta para atender su particular circunstancia lo cual, pese a los esfuerzos realizados, no pudo ser
cumplido por la escuela demandada, objetivo que por el contrario y de acuerdo a las pruebas producidas, se
alcanzó en la escuela pública. En conclusión, entiendo que la decisión adoptada por el Instituto demandado no
resultó arbitraria ni discriminatoria, sino fundada en motivos lícitos de orden disciplinario y académico,
suficientes para considerar regular el ejercicio del derecho de permanencia (del voto del Dr. Corsiglia).
6 . Que el paso del niño -hoy adolescente- por el colegio demandado haya sido una experiencia penosa, no
necesariamente se traduce en responsabilidad civil del establecimiento. Se ha acreditado que el colegio desplegó
la conducta expectable para este tipo de instituciones y para el caso, con los recursos humanos y materiales
disponibles. La actuación de las autoridades escolares no solo debía centrarse en el niño, sino también
considerar al grupo de niños y niñas con los cuales este interactuaba a diario en las aulas (del voto de la Dra.
Pájaro).
7 . La obligación de resarcir que pretende la actora, exige tal como en todo supuesto de responsabilidad civil, la
presencia de cuatro elementos, a saber antijuridicidad, daño injusto, relación de causalidad y factor de
atribución. Ninguno de estos elementos se ha configurado en el caso. La actuación escolar, no admite reproche
en tanto puso a disposición del niño y la familia los recursos institucionales disponibles. Desde un espacio
donde el niño podía permanecer cuando no quería estar en clase (la biblioteca), como información constante de
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los avances y dificultades que presentaba, solo por mencionar algunos. Ahora bien, evidentemente no era
sencillo mantener al niño en clase cuando ello generaba dificultades y molestias a sus compañeros y compañeras
e interfería con la planificación y objetivos de la institución. Muestra de ello eran las burlas hacia una
compañera hasta hacerla llorar, interrupciones en clase, lenguaje soez e inadecuado (del voto de la Dra. Pájaro).
8 . No puede negarse que tal vez un nuevo cambio de colegio pudo ocasionar un daño, pero no todo detrimento
es resarcible, sino que debe tratarse de un daño injusto. Como se ve y en función de la obligación de prevenir
daños, la decisión de las autoridades aparece como razonable y proporcionada, evitando por una parte contar
con un alumno que no logra sacar provecho de la educación que el establecimiento ofrece y por otra, que se
produzcan daños al resto del alumnado (del voto de la Dra. Pájaro).
9 . El sistema educativo privado se rige por la ley pero también por el contrato de enseñanza y convivencia a
que deben ajustarse quienes escogen un determinado establecimiento. Por el contrario, el sistema público es
mucho más inclusivo y abarcativo. La ley 26.892 para la promoción de la convivencia y el abordaje de la
conflictividad social en las instituciones educativas prohíbe expresamente las sanciones que atenten contra el
derecho a la educación o que impidan la continuidad de los educandos en el sistema educativo. Como se ve, la
restricción impide dejar fuera del sistema pero no de una determinada institución, de modo tal que pueda
separarse a un determinado alumno siempre y cuando tenga garantizado su derecho a la educación en otro
establecimiento disponible (del voto de la Dra. Pájaro).
Texto Completo:
BA-30931-C-0000
2ª Instancia.- San Carlos de Bariloche, noviembre 24 de 2022.
¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la cuestión planteada el doctor Corsiglia dijo:
I. Vienen los presentes autos a despacho a fin de resolver el recurso de apelación interpuesto por la actora V.
I. G., por sí y en representación de su hijo menor de edad L. R. A., contra la sentencia de fecha 20/05/2020 que
desestimó la demanda entablada contra la Asociación Cultural Germano Argentina, con costas, recurso
concedido libremente y con efecto suspensivo, y que fuera fundada y contestada por la contraria.
II. Antecedentes del caso.
La presente demanda fue promovida con el fin de obtener la reparación del daño moral sufrido a causa de la
decisión adoptada por el Colegio de excluir al niño L. R. A. del viaje de estudios de 4° grado y negarle la re
matriculación para el ciclo lectivo 2016, justificada en problemas de conducta del menor que, en síntesis, fueron
descritos como negativa a trabajar y disrupción constante de las clases, boicot a las propuestas de los docentes,
molestia y agresiones a sus compañeros, expresiones irrespetuosas y vulgares, constante desafío a la autoridad y
a los límites impuestos.
II. 1 La sentencia de primera instancia.
El magistrado de grado consideró que el derecho de admisión y de elegir los docentes constituye el núcleo
de la libertad de enseñanza y se relacionan con los fines y objetivos de quienes organizan sociedades educativas.
Agregó que el ejercicio de dicha prerrogativa debe fundarse en razones objetivas, comprobadas y con
respeto al derecho constitucional de igualdad ante la ley para garantizar el derecho constitucional a recibir
educación. Agregó que la discriminación no se presume sino que debe ser acreditada como cualquier hecho
invocado en juicio (art. 377 Cód. Proc. Civ. y Comercial).
En este último sentido indicó que la actora no aportó prueba ni indicios que acrediten que la demandada
actuó en forma discriminatoria sino que, por el contrario, de los elementos probatorios obrantes es dable
concluir que el impedimento del viaje de estudios y la rematriculación se basaron en la incompatibilidad
existente entre la conducta del niño y las pautas de conducta exigidas por la institución, que justificaron la
decisión adoptada la cual, por ende, no puede ser calificada como arbitraria ni discriminatoria.
II.2. Los agravios de la parte actora.
La recurrente sostuvo que la sentencia viola la ley Nacional de educación, ley 23.592 y complementarias y
normas de jerarquía constitucional, a la vez que vulnera el interés superior del niño.
Consideró que poner al derecho de admisión como núcleo de la libertad de enseñanza altera la ecuación
básica que coloca al niño por encima de cualquier otro derecho.

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Agregó que, en contraposición con las tendencias que hacen al niño el centro del sistema de protección, la
sentencia le endilgó la responsabilidad de la decisión del establecimiento.
Resaltó que en casos como el de L. R. A. nunca se puede vulnerar el derecho de un niño excluyéndolo del
sistema sino que corresponde otorgarle una red de apoyo y contención por lo que, aún de admitirse el derecho
de admisión, el mismo fue ejercido en forma desproporcionada, provocándole un daño en su estructura mental y
emocional.
Entendió que el derecho de admisión no debe existir en el sistema educativo y el mismo es ejercido en la faz
privada prevaleciendo lo privado por sobre lo educativo.
Concluyó que al menor se lo excluyó porque la institución no estaba dispuesta a acoger a un menor que
presentaba matices y diferencias respecto de otros.
En segundo lugar sostuvo que el Juez omitió en forma arbitraria meritar prueba que aportó como el informe
del Fleni, certificado de discapacidad, pericial psicológica, testigos ofrecidos, dictámen del Inadi, suficiente para
generar la convicción del derecho reclamado, y solo atendió a los testimonios ofrecidos por la demandada
soslayando los principios de valoración integral y sana critica que consagra el Cód. Proc. Civ. y Comercial.
Señaló que el acto discriminatorio se consuma cuando se le niega a alguien un derecho en razón de su
condición, como ocurrió en autos y fue debidamente probado.
Finalizó con la aspiración que la presente demanda sirva para revisar conceptos jurídicos y concientizar
sobre la importancia en los educandos en su rol de integrar a los niños y niñas que sufran alguna condición de
salud.
II.3. Contestación del recurso.
La demandada solicitó se declare desierto el recurso por carecer de una crítica concreta y razonada de fallo
apelado.
En tal sentido indicó que la recurrente no explicó en qué consiste la violación de la ley que alega, sino que
se limitó a enumerar la legislación que entendió vulnerada.
Sostuvo que el sentenciante soslayó la prueba que no resultó decisiva o conducente para la resolución del
pleito en consonancia con el criterio del Superior Tribunal de Justicia según el cual los jueces no están
obligados a ponderar una por una todas las pruebas sino que basta que lo hagan respecto de las que estimen
conducentes o decisivas para resolver el caso (“Guentemil; Ordoñez; Capano Icardo”).
II.4. Dictamen del Ministerio Público.
Por su parte el Defensor de Menores consideró que la sentencia fue dictada conforme a derecho y con
adecuado sustento probatorio y los argumentos de la recurrente no alcanzan a conmover sus fundamentos.
III. Análisis y solución del caso.
Conforme se encuentra reseñado en los antecedentes, y los límites otorgados por la medida de los agravios,
tenemos que el presente conflicto coloca en crisis o controversia dos derechos constitucionales; por un lado, el
derecho que detentan los institutos privados a enseñar, elaborar su proyecto educativo y fijar normas
convivenciales, y por otro, el derecho a aprender en condiciones de igualdad (art. 14 CN), centrándose la
controversia en el ejercicio del derecho de admisión por parte de las instituciones educativas privadas.
Sin embargo, previo a ello resulta esencial destacar y enfatizar que en el caso, la pretensión original de la
actora siempre estuvo orientada al otorgamiento de una indemnización por “Daños y perjuicios”) —cf. fs. 19
pto. I—, para luego integrar la pretensión con el pto. IV del escrito de demanda, en el cual especifica que la
pretendida indemnización se compone del rubro “Daño moral”, fundamentado en el art. 1741 del Cód. Civ. y
Comercial.
La precedente aclaración resulta pertinente pues, en su escrito de agravio, puntualmente en la página 2 la
recurrente expresamente consigna, criticando el análisis del a quo, que “Este enfoque viene dado por una
cuestión muy simple, y es la que solicito VV.EE. dimensionen, que es: ¿Resulta constitucional excluir a un niño
de 9 años de determinado establecimiento porque su “conducta” no se adaptaría a la currícula o disciplina del
establecimiento? ¿Qué hacemos con el niño/niña?”
Entonces, entiendo que no puede avanzarse en un análisis serio si no se arroja claridad acerca del punto, en
tanto si bien la fundamentación de los agravios se encuentra orientada a la ponderación de determinados

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derechos constitucionales, por sobre otros, lo cierto es que la pretensión inicial del caso —y de la cual el
magistrado a quo no podría moverse— no se orienta al eventual cuestionamiento de un acto por el cual no se le
renueva la matrícula, o por caso a la reincorporación del menor, sino que tiene por límite —y única
pretensión—, la petición de una indemnización por daño moral, que para más no se solicita solo para el menos,
sino también para su progenitora, y representante (Cf. fs. 30).
El derecho del alumno de ingresar o permanecer en un establecimiento educativo privado ni el derecho de
admisión con que cuentan los centros educativos privados revisten carácter absoluto.
Bajo tales directrices se abordaran las cuestiones planteadas.
III.1. Derecho de admisión.
Para principiar el análisis cabe señalar que como regla, los colegios privados detenta un derecho de
admisión pero el mismo debe ser ejercido de forma regular y razonable, y no abusiva o discriminatoria.
El señalado derecho de admisión ha sido en alguna oportunidad desdoblado para su análisis en dos fases; la
primera referida al ingreso propiamente dicho del aspirante a la institución (derecho de admisión propio), y la
segunda a la renovación de la matrícula anual cuando el alumno ya ha sido admitido y forma parte del mismo
(derecho de admisión impropio) (cf. “El Derecho a la Igualdad y la Permanencia en las Instituciones
Educativas”; autor: Etcheverry, Alejandra M.; Publicado en: SJA 05/10/2016, 28 - JA, 2016-IV).
Los institutos privados gozan de un derecho más amplio al momento del ingreso del que cuentan al decidir
la rematriculación. En este último caso la denegación a integrar el siguiente ciclo lectivo exige la emisión de un
acto fundado en razones objetivas acreditadas y no en la sola voluntad del establecimiento, como asimismo la
comunicación oportuna de modo de permitir al alumno conseguir una vacante en otro Colegio.
Ello se debe a que en los casos de rematriculación ya existe una relación jurídica entre la institución y el
alumno que ha generado en éste una expectativa y un interés legítimo de transitar en aquella todas las etapas
educativas, por lo que una ruptura infundada y la exclusión del educando de su entorno cotidiano es pasible de
ocasionarle daños.
Ahora bien, en este caso, el menor formaba parte de la Asociación Cultural Germano Argentina, en la que
fue admitido en septiembre de 2014 y cursó todo el ciclo lectivo 2015, siendo la negativa dirigida a la
renovación de su matriculación como alumno para el año 2016.
Allí, tanto la denegación de la institución de incluir al menor en el viaje de estudios de cuarto grado, como
su permanencia en el establecimiento se fundaron, adelanto, en cuestiones disciplinarias y académicas que han
sido acreditadas, por lo que en este aspecto la decisión del a quo no puede ser calificada de arbitraria,
irrazonable o discriminatoria.
De la prueba producida surge que el niño incurría en constantes disrupciones en aula, faltas de respeto a la
autoridad, se mostraba transgresor frente a las pautas en general (testigo S.); en muchas ocasiones ingresaba
tarde al colegio, no traía los útiles, transcurridos los primeros minutos comenzaba a boicotear e interrumpir las
clases y a molestar a sus compañeros y era desafiante con los adultos (testigo V.).
En particular la testigo S. (Directora General del Instituto) sostuvo que si bien se esperó hasta el mes de
Octubre antes de adoptar la decisión de incluir o no a L. R. A. en el viaje educativo y ver cómo se iba
desenvolviendo su comportamiento, ante la inexistencia de cambios concluyeron que era una responsabilidad
muy grande llevarlo, ya que de manera constante transgredía las pautas de cuidado. Agregó que muchos padres
de alumnos habían trasmitido su preocupación por situaciones de violencia del menor hacia sus compañeros.
A lo dicho cabe agregar que existió un camino previo a la resolución adoptada en el que el centro educativo
intentó dar una solución a la problemática planteada en relación al niño.
En tal sentido consta la realización de entrevistas con la madre desde el inicio del año 2015 para informarle
sobre las dificultades observadas en la conducta del niño y solicitarle un acompañamiento terapéutico externo a
cargo de la familia (informes fs. 9; 49; 52), para que actúe en forma interrelacionada con el Colegio.
Dicho acompañamiento se concretó recién a finales del 2015 y durante el año 2016 según los dichos de la
propia profesional tratante, Lic. Nuris Solis, en la audiencia de vista de causa.
Si bien la Dra. Solis declaró que mantuvo comunicación con el personal del Colegio y ello surge del informe
emitido por la propia institución (fs. 9), el personal de la demandada relató que no recibieron ningún informe
profesional a excepción de la constancia de fecha 22/04/2015 en el cual la Lic. manifiesta la imposibilidad de

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iniciar ningún tratamiento hasta contar con el aval del progenitor (fs. 50). Por su parte, los informes
acompañados por la actora (fs. 11/16) carecen de cargo de recepción por parte del Colegio para desvirtuar lo
manifestado.
Tampoco se acreditó que el trastorno de déficit de atención con hiperactividad en conmorbilidad con un
trastorno negativista y desafiante que presentaba el niño obrante en el informe psicológico de la Lic. Nuri Solis
Carnicer de fecha 31/07/2015 (fs. 11/14), fuera comunicado a la institución, extremos que también así lo
manifestaron los testigos.
Por otra parte, el certificado de discapacidad del niño fue emitido el 09/03/2017 (fs. 39) cuando ya no
concurría al establecimiento demandado.
Es de destacar también que el personal del establecimiento, aún frente a la ausencia de un diagnóstico y la
falta de nombramiento oportuno de un profesional externo que trate al niño, realizó un esfuerzo cotidiano en pos
de acompañarlo en su adaptación al nuevo Colegio.
La bibliotecaria relató que se permitía al menor retirarse del aula a la biblioteca a fin de brindarle un ámbito
de tranquilidad (testimonio K.); se le preparaban tareas aparte para que se sienta protagonista (ej. preparar
carteleras), lo cual también fue referido por la Lic. Solís, a la tarde se proporcionaba una persona para que lo
acompañara (testigo V.); la psicopedagoga y la coordinadora buscaban herramientas y recursos para que pueda
estar cada vez más cómodo dentro del colegio (testigo S.), entre otras.
Por su parte y frente a la ausencia de diagnóstico comunicado y el apoyo de un profesional externo, la
demandante no alegó ni demostró qué acciones o estrategias concretas fueron omitidas por la institución en
orden a lograr la adaptación del alumno.
Cabe recordar que la elección de un Colegio implica adherir a un determinado proyecto educativo y a
normas de convivencia establecidas que conforman un marco jurídico preexistente. En la entrevista de admisión
acompañada por la demandada y que no fue objeto de desconocimiento expreso por la actora, consta la entrega a
la actora del reglamento escolar (fs. 47).
Por su parte, la convención de los derechos del niño, luego de reconocer el derecho a la educación y sus
alcances (art. 28), establece que nada de lo dispuesto en sus arts. 28 y 29 se interpretará como una restricción de
la libertad de los particulares y de las entidades para establecer y dirigir instituciones de enseñanza, a condición
de que se respeten los principios enunciados en el párrafo 1 del art. 29, y de que la educación impartida en tales
instituciones se ajuste a las normas mínimas que prescriba el Estado (art. 29 in fine), extremos estos cuya
vulneración no se da en el caso.
Frente a ello, los agravios no logran desvirtuar las líneas argumentales utilizadas por el juez de grado para
fundar su decisión. De modo contrario, el contenido de los agravios en este punto se centra en la descripción
—abstracta— de cuál sería para la recurrente el sistema ideal, el que postula en la eliminación del derecho de
admisión, entre otras tantas consideraciones, pero sin lograr desvirtuar, como se indicara en el caso en cuestión
el fallo del a quo en su razonamiento, de modo que pueda convertir su decisorio en arbitrario.
III.2. Valoración probatoria.
Luego, otro punto central de los agravios que postula la recurrente se conecta con la omisión en la que
habría incurrido el juez de grado en la consideración y análisis de prueba decisiva y fundamental.
En este punto, nuevamente se advierte que las argumentaciones vertidas por la recurrente a los fines de
sostener mediante los agravios su planteo, nuevamente se alejan de la crítica que debe existir en torno a lo
decidido por el a quo, para reiterar su postulación en orden a sostener la vigencia, según su postulación, de
derecho absolutos a favor del menos.
Y, huelga reiterar que ni el derecho del alumno de ingresar o permanecer en un establecimiento educativo
privado, como tampoco el derecho de admisión con que cuentan los centros educativos privados revisten
carácter absoluto.
No obstante, en el caso, el hecho de que los testimonios brindados provengan mayormente de personal
dependiente de la demandada no es una circunstancia por si sola suficiente para desestimarlos si los mismos,
apreciados con espíritu crítico y en consonancia con las restantes probanzas de la causa, demuestran credibilidad
y seriedad, sobre todo cuando son quienes tuvieron conocimiento directo de los hechos debatidos como ocurre
en autos.
Asimismo cabe señalar que los principales testimonios aportados por la demandada (testigos G. y E.
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—directora y vicedirectora respectivamente de la Escuela ...—), no refieren a hechos históricos debatidos en


autos sino a la situación actual del menor en el nuevo Colegio al que asiste.
A dicho establecimiento el menor ingresó con un diagnóstico que permitió designarle una maestra de apoyo
a la inclusión (MAI) de la escuela especial N° ... que lo acompaña algunas veces a la semana, y si bien su
situación actual es buena, ambas directivas refirieron que L. R. A. es un niño desafiante con los adultos y los
límites.
A mayor abundamiento, tal como lo indica la recurrida en su contestación de agravios, los jueces no están
obligados a efectuar una completa apreciación de la prueba producida sino solo de la conducente para la
dilucidación del pleito, y tanto la selección como la jerarquización y apreciación de los medios de prueba es
facultad propia del mérito (STJRN en autos “Guentemil”; “Ordóñez”, entre otros).
Por otro lado, no puede dejar de mencionarse que, los dictámenes emitidos por el Inadi, que consisten en
opiniones jurídicamente fundadas respecto del carácter discriminatorio o no de una situación denunciada, no
tienen carácter vinculante para el Juez.
En consonancia con ello, el propio organismo indicó que la actividad probatoria obrante en las actuaciones
administrativas labradas era de carácter indiciario, a los fines de establecer el encuadre normativo de la situación
(fs. 155 vta.).
En síntesis, no se puede sostener que el magistrado haya incurrido en una valoración arbitraria de la prueba
que contradiga las reglas de la sana crítica.
III.3. Discriminación.
Otro punto de agravio ha sido la individualización y existencia de un acto discriminatorio por parte de la
accionada, para con un niño que poseía problemas de conducta.
Ahora bien, cabe aquí recordar que la propia CSJN en la causa “Sisnero”, dinamizó la carga de la prueba en
el tema al disponer que la parte que alega un acto discriminatorio le resulta suficiente con acreditar hechos que
prima facie resulten idóneos para inferir la existencia de discriminación, en tanto aquél a quien se reprocha su
comisión debe probar que el acto tuvo como causa un motivo objetivo y razonable ajeno a toda intención
discriminatoria.
Tal apartamiento de los principios ortodoxos en materia de prueba se establecieron en vista a los casos en
que bajo una causal no discriminatoria se encubra un motivo que lo es, de modo que su acreditación no resulte
imposible al damnificado.
En autos, el Colegio accionado acreditó que las decisiones cuestionadas respondieron a cuestiones objetivas
y atendibles, lo que descarta cualquier intención discriminatoria.
De hecho basta con repasar la prueba documental obrante en el expediente donde da cuenta de una
cronología de la distinta problemática existente, que implicó la entrevista inicial con la correspondiente entrega
del reglamento (fs. 47), los seguimientos obrantes a fs. 48 y 49, y que acarreó inclusive hasta una suspensión del
alumno por parte de la accionada, documentada en el acta de suspensión de fecha 07/09/2015 (Cf. fs. 51).
Luego también aportan en el punto, tanto el informe emitido en fecha 15/10/2015, en el cual se fundamentan
y explicitan los motivos por los cuales no se le permitirá al alumno concurrir al viaje de estudios de 4° grado,
como también la advertencia que se analizará la rematriculación para el siguiente año lectivo (Cf. fs. 9), la cual
se complementa con el informe de fecha 18/11/2015 (Cf. fs. 10), mediante el cual se informa y fundamenta a los
progenitores la decisión de denegar la matrícula para el año siguiente.
Para terminar, cabe aquí nuevamente reiterar aquello que fuera señalado al inicio del análisis y que consiste
en resaltar que la pretensión de la actora no fue orientada a dejar sin efecto el acto tachado de discriminatorio
(art. 1; ley 23.592), sino que se circunscribió a la reparación económica por el daño moral que alega haber
sufrido el niño.
III.4. El interés superior del niño.
Luego, no puede dejar de analizarse el tópico, que ha sido reiterado en los distintos puntos de agravio.
Así, el interés superior del niño, que se encuentra consagrado en la Convención sobre los derechos del niño
(art. 3 inc. 1°) y en el derecho interno por la ley 26.061 y el Cód. Civ. y Comercial en diversos artículos (vrg.
113 inc. 3; 639 inc. a; 706 inc. c), se trata de una norma abierta que brinda una directiva amplia, siendo facultad
del juzgador darle contenido en cada caso concreto sometido a Juzgamiento.
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A partir de dicha idea, considero que ese interés superior en el caso se alcanza al permitir que el niño se
incorpore a una institución educativa apta para atender su particular circunstancia (fs. 39) lo cual, pese a los
esfuerzos realizados, no pudo ser cumplido por la escuela demandada, objetivo que por el contrario y de acuerdo
a las pruebas producidas, se alcanzó en la escuela pública N° ...
En situaciones análogas, la jurisprudencia ha dicho que: “El interés superior del niño es analizado en
conjunto con el entorno de la clase a la que concurre el alumno, y no puede decirse que exista un interés
superior de un niño sino es analizado desde la óptica de su relación con los compañeros y la conducta de éstos
con él en una comunidad educativa.(...) La circunstancia de que los motivos señalados por la institución para
justificar la no rematriculación del alumno no logre satisfacer a sus padres, no torna al acto como arbitrario,
violatorio del derecho de igualdad del menor o discriminatorio, cuando de la propia documental acompañada
surge que la decisión adoptada no es abusiva.” (Cf. Autos: Ramos, Juan Sebastián c. Instituto Secular de
Schonstatt Hermanas de María s/ daños y perjuicios, se. del 09/03/2012 Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Civil. Sala B, base jurídica lex doctor).
En conclusión, entiendo que la decisión adoptada por el Instituto demandado no resultó arbitraria ni
discriminatoria, sino fundada en motivos lícitos de orden disciplinario y académico, suficientes para considerar
regular el ejercicio del derecho de permanencia.
IV. Lo dicho es suficiente para rechazar la apelación interpuesta, porque sólo deben tratarse las cuestiones,
pruebas y agravios conducentes para resolver en cada caso lo que corresponda, sin ingresar en asuntos
abstractos o sobreabundantes (Fallos: 308:584; 308:2172; 310:1853; 310:2012; etcétera).
Según el Superior Tribunal de Justicia, los jueces no están obligados a ponderar una por una y
exhaustivamente todas las pruebas, ni seguir a las partes en todos y cada uno de los argumentos que esgrimen en
resguardo de sus pretensos derechos, porque basta que lo hagan respecto de las que estimaren conducentes o
decisivas para resolver el caso, pudiendo preferir algunas de las pruebas en vez de otras, u omitir toda referencia
a las que estimaren inconducentes o no esenciales (STJRN-S1, “Guentemil c. Municipalidad de Catriel”,
11/03/2014, SD 014/14; STJRN-S1, “Ordóñez c. Knell”, 28/06/2013, SD 037/13).
V. Costas.
Las costas de segunda instancia deben ser impuestas en el orden causado, dado que la accionante se pudo
creer razonablemente con derecho a introducir el reclamo de autos, en razón de los diferentes matices con que la
Jurisprudencia ha analizado casos similares.
Ello constituye precisamente una razón subjetiva de excepción que justifica la distribución de las costas en
el orden causado (artículo 68, segundo párrafo, citado).
VI. Honorarios.
Los honorarios de segunda instancia de la Dra. Bernardita Aburto Villegas, por un lado (abogada de la
actora) y los de los Dres. Rodolfo Rodrigo y María Rodrigo, por otro (abogados de la demandada) deben
regularse respectivamente en el 25 % y el 30 % de lo oportunamente regulado a cada uno por los trabajos de
primera instancia, de acuerdo con la naturaleza, la complejidad, la duración y la trascendencia del asunto, con el
resultado obtenido, y con el mérito de la labor profesional apreciada por su calidad, eficacia y extensión
(artículo 6, ley citada), todo lo cual justifica las proporciones indicadas (artículo 15, ley citada).
VII. En síntesis, y de ser compartido mi criterio, propongo resolver lo siguiente:
Primero: Confirmar la sentencia del 20/05/2020 en cuanto fue apelada.
Segundo: Imponer las costas de esta segunda instancia en el orden causado (art. 68 —2° Párr.— Cód. Proc.
Civ. y Comercial).
Tercero: Regular los honorarios de segunda instancia de la Dra. Bernardita Aburto Villegas (abogada de la
actora) en el 25 % y los de los Dres. Rodolfo Rodrigo y María Rodrigo en el 30% de lo oportunamente regulado
a cada uno por los trabajos de primera instancia (arts. 6, 15 y cc. LA).
Cuarto: Protocolizar y notificar la presente en los términos de la Acordada N° 09/2022. Quinto: Devolver
oportunamente las actuaciones.
La doctora Pájaro dijo:
I. Coincido con el análisis y solución postulada por el doctor Corsiglia, a lo cual me permito sumar algunas
consideraciones que estimo de relevancia para el caso.
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Tal como y se ha reseñado, debemos analizar y resolver un reclamo de daño moral solicitado por la Sra. G.
por su propio derecho y en representación de su hijo menor de edad, quien a la fecha de este pronunciamiento ha
cumplido la edad de 17.
Conforme se encuentra reseñado en los antecedentes la actora ha cuestionado el derecho de admisión del
establecimiento educativo demandado, que colisiona, en su opinión, con el derecho a aprender en condiciones
de igualdad según el art. 14 de la Carta Magna. No obstante y tal como se ha explicitado en el voto que
antecede, la pretensión en concreto es de reparación de daños extrapatrimoniales ocasionados y no de reingreso
al establecimiento escolar.
La línea argumentativa de la actora, sin embargo, se dirige más bien a cuestionar la validez de la actuación
del colegio demandado. Tanto es así que la jurisprudencia que trae en su apoyo se corresponde mayormente con
amparos promovidos para obtener la reincorporación escolar de niños o niñas a quienes por diversas razones se
había excluido.
El juez preopinante ha realizado un relevamiento pormenorizado y meduloso de la prueba producida, de la
que se colige que la parte demandada obró responsablemente y satisfizo las obligaciones a su cargo. Es aquí
donde quiero detenerme.
Que el paso del niño —hoy adolescente— por el colegio demandado haya sido una experiencia penosa, no
necesariamente se traduce en responsabilidad civil del establecimiento. Se ha acreditado que el colegio desplegó
la conducta expectable para este tipo de instituciones y para el caso, con los recursos humanos y materiales
disponibles.
El Cód. Civ. y Comercial aplicable al caso —aunque vale señalar que el inicio de la trayectoria escolar se
produjo antes de su entrada en vigencia, no así la finalización— reconoce expresamente dos funciones de la
responsabilidad civil: una preventiva y otra reparadora. Ambas figuras alcanzan a los establecimientos
educativos. Tanto es así, que la ley 26.206 de educación también prevé la prevención como protección del
alumnado contra agresiones de cualquier tipo.
La actuación de las autoridades escolares no solo debía centrarse en el niño L., sino también considerar al
grupo de niños y niñas con los cuales este interactuaba a diario en las aulas.
La obligación de resarcir que pretende la actora, exige tal como en todo supuesto de responsabilidad civil, la
presencia de cuatro elementos, a saber antijuricidad, daño injusto, relación de causalidad y factor de atribución.
Ninguno de estos elementos se ha configurado en la situación que nos ocupa.
La actuación escolar, reseñada ya por el juez preopinante, no admite reproche en tanto puso a disposición
del niño y la familia los recursos institucionales disponibles. Desde un espacio donde L. podía permanecer
cuando no quería estar en clase (la biblioteca), como información constante de los avances y dificultades que
presentaba, solo por mencionar algunos. Ahora bien, evidentemente no era sencillo mantener al niño en clase
cuando ello generaba dificultades y molestias a sus compañeros y compañeras de clase e interfería con la
planificación y objetivos de la institución. Muestra de ello eran las burlas hacia una compañera hasta hacerla
llorar (cfr. fs. 52), interrupciones en clase, lenguaje soez e inadecuado.
No debe perderse el norte de que se trataba de un niño de 9/10 años con una serie de dificultades personales
que atender, pero cabe poner en cuestión si la institución escolar aquí demandada era la mejor opción para sus
características y condiciones.
La conducta desplegada por el niño además, permite también considerar criterioso y para nada arbitrario no
permitir su participación de un viaje de estudios, del que vale señalar tampoco fueron parte otros compañeros,
según los testimonios brindados. Ello, por cuanto la conducta de L. podría generar riesgos tanto para sí como
para el resto de los participantes. De acuerdo al informe de fs. 116 de Supervisión de Educación Privada, la
decisión respecto de este tipo de viajes son acordadas entre docentes responsables de viaje y el equipo directivo
y responsables legales, por lo que claramente era prerrogativa del establecimiento decidir al respecto.
No puede negarse que tal vez un nuevo cambio de colegio pudo ocasionar un daño, pero no todo detrimento
es resarcible, sino que debe tratarse de un daño injusto.
Como se ve y en función de la obligación de prevenir daños, la decisión de las autoridades aparece como
razonable y proporcionada, evitando por una parte contar con un alumno que no logra sacar provecho de la
educación que el establecimiento ofrece y por otra, que se produzcan daños al resto del alumnado.
Pero además, deben evaluarse otras constancias de la causa. Es evidente que el cambio a la escuela pública
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resultó provechoso. El informe de fs. 140 y ss. da cuenta de resultados favorables aun cuando también plasma
dificultades de comunicación con la familia y carencia de un equipo externo de profesionales (fs. 143).
El informe pericial de la Lic. Scotto de fs. 186 y ss., da cuenta también de que L. había desarrollado
aptitudes positivas. Al momento, con casi 13 años, fue descrito como tranquilo y desenvuelto. L. pudo dar
cuenta de sus cambios de conducta lo que evidencia un grado de madurez de su parte, expresando que se sentía
a gusto en la Escuela ...
En otras palabras, seguramente el colegio aquí demandado no fue la mejor alternativa para el niño que L. era
a sus 9/10 años, con la combinación de factores y complejidades familiares y personales. L. requería de otro tipo
de estructura y contención escolar que pudo obtener en el sistema educativo público.
El sistema educativo privado se rige por la ley pero también por el contrato de enseñanza y convivencia a
que deben ajustarse quienes escogen un determinado establecimiento. Por el contrario, el sistema público es
mucho más inclusivo y abarcativo. La ley 26.892 para la promoción de la convivencia y el abordaje de la
conflictividad social en las instituciones educativas prohíbe expresamente las sanciones que atenten contra el
derecho a la educación o que impidan la continuidad de los educandos en el sistema educativo (art. 7). Como se
ve, la restricción impide dejar fuera del sistema pero no de una determinada institución, de modo tal que pueda
separarse a un determinado alumno siempre y cuando tenga garantizado su derecho a la educación en otro
establecimiento disponible.
En conclusión, me inclino también por confirmar en todo la sentencia de primera instancia. Mi voto.
El doctor Riat dijo:
Ante la coincidencia precedente, me abstengo de opinar (artículo 271 del Cód. Proc. Civ. y Comercial).
Por ello, la Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial, Familia, de Minería y Contencioso
Administrativa, resuelve: Primero: Confirmar la sentencia del 20/05/2020 en cuanto fue apelada. Segundo:
Imponer las costas de esta segunda instancia en el orden causado (art. 68 —2° Párr.— Cód. Proc. Civ. y
Comercial). Tercero: Regular los honorarios de segunda instancia de la Dra. Bernardita Aburto Villegas
(abogada de la actora) en el 25 % y los de los Dres. Rodolfo Rodrigo y María Rodrigo en el 30% de lo
oportunamente regulado a cada uno por los trabajos de primera instancia (arts. 6, 15 y cc. LA). Cuarto: Hacer
saber que la presente se protocoliza y notifica en los términos de la Acordada 009/2022. Quinto: Devolver
oportunamente las actuaciones. — Federico E. Corsiglia. — María M. Pájaro. — Emilio Riat.

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