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UNIVERSIDAD NACIONAL DANIEL ALCIDES CARRIÓN

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

ESCUELA DE FORMACIÓN PROFESIONAL DE DERECHO

DERECHO CIVIL II - ACTO JURIDICO

TÍTULO VIII: VICIOS DE LA VOLUNTAD

DOCENTE:
TORRES ALFARO, Wilfredo

INTEGRANTES:
PINO CARRANZA Diego
VILLANUEVA ROQUE, Miguel
CARBAJAL MAURICIO, Jhoselyn
ROSAS REYNOSO, Karol
POLO DEUDOR, René
GUZMAN BERNARDO, Danny

SEMESTRE:
IV

Cerro de Pasco - 2024


INTRODUCCION

La profundización en el análisis del Título ocho del Código Civil Peruano, centrado en los
"Vicios de la Voluntad", nos adentra en un terreno jurídico fascinante y esencial para la
comprensión de las relaciones contractuales. Este título constituye una pieza clave que regula
situaciones donde la libre expresión de la voluntad de las partes se ve comprometida por
factores como el error, la fuerza y la intimidación. En el transcurso de esta monografía, nuestro
propósito es desentrañar cada uno de estos vicios, examinando en detalle sus implicancias
normativas, sus matices prácticos y su impacto en la dinámica de los contratos, con la firme
intención de proporcionar una visión holística y profunda de este tema crucial en el marco legal
peruano. Al sumergirnos en el primer vicio, el error, nos enfrentamos a un fenómeno donde la
validez del contrato se ve amenazada por declaraciones que no reflejan la auténtica intención
de una de las partes. Clasificaciones como error sustancial y error accidental nos sumergen en
un análisis detenido, buscando discernir la gravedad del equívoco y su repercusión en la validez
del contrato.

En el segundo vicio, la fuerza, la trama legal se enreda en situaciones donde una de las partes
se ve compelida a contraer obligaciones bajo coerción. La evaluación meticulosa de la
intensidad de esta coerción y la vulnerabilidad de la parte afectada son aspectos cruciales que
determinan la aplicación de medidas como la nulidad o anulabilidad del contrato, subrayando
la importancia de una justa protección de la libertad contractual.

El tercer vicio, la intimidación, revela escenarios donde el temor se convierte en un catalizador


para obtener el consentimiento. La ponderación de la gravedad de la intimidación y su
influencia en la toma de decisiones se erige como un pilar fundamental para la definición de la
validez contractual, destacando la necesidad de una aplicación precisa de las normativas
vigentes.

1
ÍNDICE
TÍTULO VIII: VICIOS DE LA VOLUNTAD (CODIGO CIVIL - Art. 201 Al 218)

TEMAS Pagina
INTRODUCCIÓN 1
CAPITULO I.- CODIGO CIVIL Art. 201-202-203 4
Artículo 201.- requisitos de error 5
Artículo 202.- error esencial 6
Artículo 203.- error conocible 7
CAPITULO II.- CODIGO CIVIL Art. 204-205-206 9
Artículo 204.- rectificación del acto jurídico por error de cálculo 10
Artículo 205.- anulabilidad del acto jurídico por error en el motivo 11
Artículo 206.- improcedencia de la anulabilidad por error rectificado 11
CAPITULO III.- CODIGO CIVIL Art. 207-208-209 12
Artículo 207.- Improcedencia de indemnización por error 13
Artículo 208.- Casos en que el error en la declaración vicia el acto jurídico 15
Artículo 209.- Casos en que el error en la declaración no vicia el acto 18
jurídico
[casación 4458-2015, la libertad] 19
CAPITULO IV.- CODIGO CIVIL Art. 210-211-212 24
El dolo como vicio de la voluntad código civil peruano 25
El dolo en la doctrina peruana 27
El dolo en el derecho civil (Artículos 210, 211,212 del código civil peruano) 30
CAPITULO V.- CODIGO CIVIL Art. 213-214-215 32
Artículo 213.- Dolo recíproco 33
Artículo 214.- Anulabilidad por violencia o intimidación 33
Artículo 215.- Intimidación 33
CAPITULO VI.- CODIGO CIVIL Art. 216-217-218 35
Artículo 216.- criterios para calificar la violencia o intimidación 36
Artículo 217.- supuestos de no intimidación 37
Artículo 218.- nulidad de la renuncia de la acción por vicios de la voluntad 37
Conclusiones 41
Recomendaciones 43
Bibliografía 44

2
TÍTULO VIII: VICIOS DE LA VOLUNTAD

(CODIGO CIVIL - Art. 201 Al 218)

3
CAPITULO I

CODIGO CIVIL

Art. 201-202-203

4
Artículo 201.- requisitos de error

El error es causa de anulación del acto jurídico cuando sea esencial y conocible por la
otra parte.

Comentario

El artículo 201 del Código Civil peruano establece que el error es causa de anulación
del acto jurídico cuando sea esencial y conocible por la otra parte.

Esencialismo

El error esencial es aquel que recae sobre un elemento esencial del acto jurídico. Este
elemento esencial puede ser el objeto, la causa, la identidad de las partes o el contenido del
acto. Por ejemplo, un error sobre la identidad de la persona con la que se celebra un contrato
de compraventa es esencial, pues el objeto del contrato es la entrega de una cosa a cambio de
una contraprestación.

Conocimiento

El error debe ser conocible por la otra parte. Esto significa que la otra parte, con la
diligencia debida, pudo haber advertido el error. Por ejemplo, si una persona compra una casa
pensando que es de una determinada superficie, pero en realidad es de menor tamaño, el error
es conocible por la otra parte, pues esta tenía la información sobre la superficie de la casa.

Efectos

La anulación del acto jurídico por error tiene efectos retroactivos, es decir, como si el
acto nunca hubiera existido. Por ejemplo, si una persona vende una casa por error, la
anulación del acto jurídico implica que la casa vuelve a ser propiedad de la persona que la
vendió.

Ejemplos

Los siguientes son algunos ejemplos de error que pueden ser causa de anulación del
acto jurídico:
 Una persona compra un coche pensando que es nuevo, pero en realidad es
usado.
 Una persona vende una casa pensando que tiene 100 metros cuadrados, pero
en realidad tiene 80 metros cuadrados.
 Una persona firma un contrato de trabajo pensando que tendrá un salario de
1000 soles, pero en realidad tendrá un salario de 800 soles.

Conclusión

El error es una causa de anulación del acto jurídico que puede proteger a las personas
que han celebrado un acto jurídico sin tener la intención de hacerlo. Para que el error sea
causa de anulación, debe ser esencial y conocible por la otra parte.

5
Artículo 202.- error esencial

El error es esencial:

1. Cuando recae sobre la propia esencia o una cualidad del objeto del acto que, de
acuerdo con la apreciación general o en relación a las circunstancias, debe considerarse
determinante de la voluntad.
2. Cuando recae sobre las cualidades personales de la otra parte, siempre que aquéllas
hayan sido determinantes de la voluntad.
3. Cuando el error de derecho haya sido la razón única o determinante del acto.
Comentario
El artículo 202 del Código Civil peruano establece los casos en los que el error es considerado
esencial.

1. Error sobre la esencia o cualidad del objeto

El error es esencial cuando recae sobre la propia esencia o una cualidad del objeto del
acto. La esencia del objeto es aquello que lo define como tal, es decir, aquello sin lo cual el
objeto no sería lo que es. Por ejemplo, el error sobre la especie de un bien es un error esencial,
pues la especie es un elemento esencial del bien.
La cualidad del objeto es una característica o propiedad del bien que es relevante para
el acto jurídico. Por ejemplo, el error sobre la calidad de un bien es un error esencial, pues la
calidad es una característica relevante para la compraventa de un bien.
Para determinar si un error sobre la esencia o cualidad del objeto es esencial, se debe
considerar la apreciación general o las circunstancias del caso. Por ejemplo, el error sobre la
antigüedad de un bien puede ser esencial en el caso de una compraventa de un coche antiguo,
pero no en el caso de una compraventa de un coche nuevo.

2. Error sobre las cualidades personales de la otra parte

El error es esencial cuando recae sobre las cualidades personales de la otra parte. Las
cualidades personales son aquellas características de la otra parte que son relevantes para el
acto jurídico. Por ejemplo, el error sobre la profesión de la otra parte es un error esencial en el
caso de un contrato de trabajo, pues la profesión es una característica relevante para el
contrato.
Para determinar si un error sobre las cualidades personales de la otra parte es esencial,
se debe considerar si estas cualidades fueron determinantes de la voluntad del sujeto que
incurre en el error. Por ejemplo, el error sobre el estado civil de la otra parte no es esencial en
el caso de un contrato de compraventa, pues este contrato no se celebra en función del estado
civil de la otra parte.

3. Error de derecho

El error de derecho es aquel que recae sobre la existencia, contenido o interpretación


de una norma jurídica. El error de derecho es esencial cuando es la razón única o determinante
del acto.
Por ejemplo, una persona compra una casa pensando que no tiene cargas hipotecarias,
pero en realidad tiene una hipoteca. El error sobre la existencia de la hipoteca es un error de
derecho esencial, pues es la razón única por la que la persona compra la casa.

6
En conclusión, el error es esencial cuando recae sobre un elemento esencial del acto
jurídico, o cuando es un error de derecho que es la razón única o determinante del acto.

Ejemplos

En el contexto de un contrato de compraventa de un inmueble, si el vendedor asegura


que la propiedad no tiene problemas de humedad ni filtraciones, pero una persona diligente al
inspeccionar el inmueble antes de la compra descubre manchas de humedad evidentes en las
paredes, esto podría considerarse un caso de error conocible. La persona compradora habría
podido advertir este error si hubiera realizado una inspección adecuada.

Conclusión

En conclusión, el artículo establece que el error es esencial en tres situaciones


específicas: cuando recae sobre la esencia o cualidades determinantes del objeto del acto,
sobre las cualidades personales de la otra parte que hayan sido determinantes de la voluntad, y
cuando el error de derecho ha sido la razón única o determinante del acto. Estos criterios
proporcionan una guía clara para determinar cuándo un error puede considerarse esencial en
un acto jurídico.

Otro ejemplo podría ser en el ámbito de los contratos de arrendamiento. Si el


arrendador afirma que la propiedad está en perfectas condiciones y sin problemas
estructurales, pero al momento de la entrega la persona arrendataria descubre grietas
significativas en las paredes que indican problemas estructurales, esto también podría
considerarse un error conocible. Una persona diligente habría podido advertir este problema
durante una inspección previa a la firma del contrato.

Artículo 203.- error conocible

El error se considera conocible cuando, en relación al contenido, a las circunstancias


del acto o a la calidad de las partes, una persona de normal diligencia hubiese podido
advertirlo.

Comentario

El artículo 203 del Código Civil peruano establece que el error se considera conocible
cuando, en relación al contenido, a las circunstancias del acto o a la calidad de las partes, una
persona de normal diligencia hubiese podido advertirlo.
La conocibilidad del error es un requisito para que este sea causa de anulación del acto
jurídico. Esto significa que la otra parte, con la diligencia debida, pudo haber advertido el
error.
Para determinar si un error es conocible, se debe considerar los siguientes factores:
 El contenido del acto: Si el error recae sobre un elemento del acto que es
fácilmente verificable, el error será conocible. Por ejemplo, el error sobre el
precio de un bien es un error conocible, pues el precio es un elemento del acto
que se puede verificar fácilmente.
 Las circunstancias del acto: Si el error se produce en circunstancias en las que
una persona de normal diligencia hubiese podido advertirlo, el error será

7
conocible. Por ejemplo, el error sobre la calidad de un bien es un error conocible
si el bien se encuentra en un lugar visible y accesible.
 La calidad de las partes: Si las partes del acto tienen una formación o
experiencia que les permite advertir el error, el error será conocible. Por
ejemplo, el error sobre las características técnicas de un bien es un error
conocible si las partes son profesionales del sector.
 En conclusión, el error se considera conocible cuando una persona de normal
diligencia, en las circunstancias concretas del caso, hubiese podido advertirlo.

Ejemplos

Imaginemos que una persona está vendiendo su automóvil usado y, durante la


negociación, menciona que el vehículo tiene un historial de reparaciones mínimo y que está
en perfectas condiciones. Sin embargo, si una persona de diligencia normal revisa los
registros del automóvil y descubre que ha tenido múltiples reparaciones importantes en el
pasado, podría considerarse un error conocible. La persona compradora debería haber podido
advertir este error si hubiera realizado una investigación adecuada.
Otro ejemplo podría ser en un contrato de arrendamiento de una propiedad. Si el
arrendador afirma que la propiedad está libre de humedad y filtraciones, pero al momento de
firmar el contrato, la persona arrendataria nota manchas de humedad en las paredes, esto
podría ser considerado un error conocible. Una persona diligente habría podido advertir el
problema antes de firmar el contrato.

Conclusión

El artículo 202 del Código Civil establece los casos en los cuales se considera que el
error es esencial en un acto jurídico. Estos casos incluyen situaciones en las que el error recae
sobre la esencia o cualidades determinantes del objeto del acto, las cualidades personales de la
otra parte, o cuando el error de derecho ha sido la razón única o determinante del acto. En
resumen, el artículo establece criterios específicos para determinar cuándo un error esencial
puede invalidar un acto jurídico

8
CAPITULO II

CODIGO CIVIL

Art. 204-205-206

9
Artículo 204: rectificación del acto jurídico por error de cálculo

El artículo 204 del Código Civil Peruano aborda la cuestión del error de cálculo en el
contexto de los actos jurídicos, estableciendo una clara distinción entre el error aritmético y
aquel que incide directamente en la cantidad, siendo este último determinante de la voluntad
de las partes.

La disposición establece que el error de cálculo, en términos generales, no conduce a


la anulación del acto jurídico, sino que habilita únicamente la posibilidad de rectificación.
Esta postura legal refleja una apreciación pragmática, reconociendo que los errores
matemáticos son comunes y no deben invalidar un acto legal en su totalidad, especialmente
cuando estos no afectan la esencia del acuerdo.

Sin embargo, la excepción planteada en el artículo es crucial para comprender la


naturaleza de la rectificación. Si el error de cálculo consiste en una equivocación sobre la
cantidad y ha sido determinante en la formación de la voluntad de las partes, se abre la
posibilidad de anulación. Este matiz resguarda la integridad del proceso de toma de
decisiones, reconociendo que ciertos errores pueden tener consecuencias más profundas y
comprometer la validez del acto jurídico.

La normativa fomenta la corrección de errores de manera eficiente y justa, al permitir


la rectificación siempre que exista acuerdo entre las partes. Este enfoque resalta la
importancia de la autonomía de la voluntad y la resolución consensuada de las discrepancias,
evitando así la intervención excesiva del sistema judicial en situaciones que pueden resolverse
de manera más expedita entre los involucrados.

En conclusión, el artículo 204 del Código Civil Peruano ofrece un marco legal
equilibrado y adaptado a la realidad de las transacciones cotidianas, reconociendo la
naturaleza inadvertida de los errores de cálculo.

La excepción relacionada con el error sobre la cantidad subraya la relevancia de


preservar la voluntad genuina de las partes, garantizando que aquellos errores que impacten
significativamente en la esencia del acuerdo puedan ser subsanados mediante la anulación del
acto jurídico. Este enfoque contribuye a la eficacia y equidad en el ámbito contractual en el
contexto legal peruano.

Artículo 205: anulabilidad del acto jurídico por error en el motivo

El artículo 205 del Código Civil Peruano aborda la anulabilidad del acto jurídico en
casos de error en el motivo. Este precepto establece condiciones específicas que deben
cumplirse para que dicho error afecte la validez del acto, introduciendo elementos esenciales
relacionados con la manifestación expresa y la aceptación por parte de ambas partes.

En primer lugar, el artículo señala que el error en el motivo solo vicia el acto cuando
se manifiesta expresamente como su razón determinante. Esta condición destaca la
importancia de la claridad y transparencia en la comunicación entre las partes al momento de
la celebración del acto jurídico. La explicitud en la manifestación del motivo revela una
preocupación por evitar interpretaciones ambiguas y asegurar que las partes estén plenamente
conscientes de las razones fundamentales que impulsan el acuerdo.

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La segunda condición establecida por el artículo 205 es que el error en el motivo debe
ser aceptado por la otra parte. Este requisito refleja la relevancia de la voluntad consensuada
en la formación de actos jurídicos. La aceptación por parte de la contraparte indica un acuerdo
mutuo sobre la influencia determinante del motivo en la toma de decisiones. Este enfoque
promueve la autonomía de la voluntad y reconoce la capacidad de las partes para gestionar los
posibles errores motivados de manera consensuada.

En conjunto, el artículo 205 del Código Civil peruano busca equilibrar la protección de
la voluntad autónoma de las partes con la necesidad de establecer límites claros para la
anulabilidad basada en errores en el motivo. La rigurosidad en la manifestación expresa y la
importancia otorgada a la aceptación mutua contribuyen a la seguridad jurídica y a la
salvaguardia de los derechos de las partes involucradas en actos jurídicos, evitando
anulaciones arbitrarias y fortaleciendo la integridad del sistema contractual.

Artículo 206: improcedencia de la anulabilidad por error rectificado

El artículo 206 del Código Civil Peruano aborda la improcedencia de la anulabilidad


por error cuando la parte que cometió el error rectifica su posición antes de sufrir perjuicio y
la contraparte ofrece cumplir conforme al contenido y modalidades del acto deseado por la
parte que incurrió en el error.

Este artículo establece un principio de equidad y oportunidad para la corrección de


errores, reconociendo que, en ciertas circunstancias, la anulabilidad del acto no procede si la
parte que cometió el error tiene la posibilidad de rectificar su posición antes de sufrir
consecuencias negativas.

La clave reside en la celeridad y eficiencia en la corrección del error. Si la parte que


cometió el error actúa prontamente y la otra parte se compromete a cumplir conforme a lo
deseado inicialmente, se busca evitar el perjuicio innecesario y se fomenta la preservación del
acto jurídico en cuestión.

Este artículo promueve la buena fe y la resolución amigable de situaciones donde el


error podría afectar la validez del acto. Al ofrecer la posibilidad de rectificación antes de que
se materialicen perjuicios, se busca mantener la integridad del contrato y minimizar la
necesidad de procedimientos legales más complejos.

En resumen, el artículo 206 del Código Civil peruano introduce un mecanismo que,
bajo condiciones específicas, impide la anulación del acto por error cuando se han
implementado medidas correctivas oportunas y ambas partes están dispuestas a cumplir
conforme a las expectativas originales. Este enfoque contribuye a la eficiencia y a la
resolución consensuada de situaciones jurídicas complejas.

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CAPITULO III

CODIGO CIVIL

Art. 207-208-209

12
Artículo 207.- Improcedencia de indemnización por error

La anulación del acto por error no da lugar a indemnización entre las partes.

Improcedencia de indemnización por error

La improcedencia de la indemnización por error judicial se refiere a la situación en la


que una persona no tiene derecho a recibir una compensación por el daño que le ha causado
un error cometido por un juez o un tribunal.

Según el autor Juan Guillermo Lohmann Luca De Tena el artículo 207 pues menciona
que este “no puede demandar daños y perjuicios pues si el negocio se ha anulado se debe a
que el error era esencial y conocible. Si es así, el precepto legal da por entendido que el
receptor de la declaración pudo haberse percatado del vicio y, por tanto, pudo no haber dado
crédito a la declaración o hecho notar al declarante el error en que se encontraba. Hubo
entonces una falta de la parte receptora. Por la comisión de esta falta de cuidado, no se le
autoriza a reclamar daños y perjuicios”.

Causas de improcedencia:
Existen diversas causas por las que se puede declarar improcedente una solicitud de
indemnización por error judicial, entre ellas:
Falta de error: Si no se ha cometido un error judicial, no hay base para solicitar una
indemnización.

Caso práctico:
Juan Pérez presenta una demanda contra la empresa "El Sol" por despido
improcedente. El juez de primera instancia falla a favor de Juan Pérez y ordena
a la empresa "El Sol" que le pague una indemnización. La empresa "El Sol" apela
la sentencia del juez de primera instancia. La sala superior revoca la sentencia
del juez de primera instancia y declara que el despido de Juan Pérez fue
procedente. Juan Pérez solicita una indemnización al Estado por el error judicial
cometido por el juez de primera instancia. En este caso, no se ha cometido un
error judicial, ya que la sala superior ha revocado la sentencia del juez de primera
instancia y ha declarado que el despido de Juan Pérez fue procedente. Por lo
tanto, la solicitud de indemnización de Juan Pérez es improcedente por falta de
erros judicial

Error no imputable al juez o tribunal: Si el error fue causado por un factor externo al juez o
tribunal, como un error de la parte o un error de un perito, no se puede imputar
responsabilidad al Estado.

Caso práctico:
Ana Romero presenta una demanda contra la empresa "El Roble" por daños y
perjuicios. El juez de primera instancia, basado en la pericia de un ingeniero,
falla a favor de Ana Romero y ordena a la empresa "El Roble" que le pague una
indemnización. La empresa "El Roble" apela la sentencia del juez de primera
instancia. La sala superior, luego de revisar la pericia, determina que el ingeniero
cometió un error en la elaboración de la misma, lo que llevó al juez de primera
instancia a tomar una decisión errónea. Ana Romero solicita una indemnización
al Estado por el error judicial cometido por el juez de primera instancia. En este

13
caso, el error judicial no es imputable al juez de primera instancia, ya que este se
basó en la pericia de un ingeniero, quien fue el que cometió el error.

Daño no resarcible: Si el daño causado por el error no es susceptible de ser reparado


económicamente, no se puede conceder una indemnización.

Caso practico
Carlos Mendoza presenta una demanda contra la empresa "El Sauce" por
incumplimiento de contrato.
El juez de primera instancia falla a favor de Carlos Mendoza y ordena a la
empresa "El Sauce" que le pague una indemnización por daños y perjuicios.
La empresa "El Sauce" apela la sentencia del juez de primera instancia.
La sala superior confirma la sentencia del juez de primera instancia.
Carlos Mendoza solicita una indemnización al Estado por el daño moral que le
ha causado el error judicial cometido por el juez de primera instancia.
En este caso, el daño moral que alega Carlos Mendoza no es resarcible, ya que
no se ha demostrado que el error judicial haya tenido un impacto negativo en su
vida personal o profesional.

Falta de nexo causal: Si no existe una relación causal entre el error judicial y el daño
sufrido, no se puede conceder una indemnización.
Luisa Huamán presenta una demanda contra la empresa "El Trigal" por despido
improcedente. El juez de primera instancia falla a favor de Luisa Huamán y ordena a la
empresa "El Trigal" que le pague una indemnización. La empresa "El Trigal" apela la
sentencia del juez de primera instancia. La sala superior revoca la sentencia del juez de
primera instancia y declara que el despido de Luisa Huamán fue procedente.
Luisa Huamán solicita una indemnización al Estado por el error judicial cometido por el juez
de primera instancia.
En este caso, no existe nexo causal entre el error judicial y el daño que alega Luisa
Huamán, ya que el despido de Luisa Huamán fue declarado procedente por la sala superior.

Prescripción de la acción
Si la acción de indemnización ha prescrito, no se puede conceder la indemnización.

caso practico
Daniel Quispe presenta una demanda contra la empresa "El Nogal" por daños y
perjuicios. El juez de primera instancia falla a favor de Daniel Quispe y ordena a
la empresa "El Nogal" que le pague una indemnización.
La empresa "El Nogal" apela la sentencia del juez de primera instancia.
La sala superior confirma la sentencia del juez de primera instancia.
Daniel Quispe no solicita la ejecución de la sentencia hasta cinco años después
de la fecha en que la sentencia quedó firme.
La empresa "El Nogal" opone la excepción de prescripción de la acción.
En este caso, la acción de indemnización por error judicial ha prescrito, ya que
Daniel Quispe no la ha ejercido dentro del plazo legal.

14
Artículo 208.- Casos en que el error en la declaración vicia el acto jurídico

Las disposiciones de los artículos 201 a 207 también se aplican, en cuanto sean
pertinentes, al caso en que el error en la declaración se refiera a la naturaleza del acto, al
objeto principal de la declaración o a la identidad de la persona cuando la consideración a ella
hubiese sido el motivo determinante de la voluntad, así como al caso en que la declaración
hubiese sido trasmitida inexactamente por quien estuviere encargado de hacerlo.

Según el autor Juan Guillermo Lohmann Luca De Tena el artículo 208 “Se le
denomina error impropio porque, en realidad, no está perturbada la formación de la voluntad
del agente declarante. El proceso mental, el razonamiento que invita al declarante a tomar una
decisión, no ha experimentado malformación alguna. En este orden de ideas, el error obstativo
afecta a la voluntad de realizar un acto adecuado a la voluntad negocial, siendo esta última la
que ha elaborado el propósito o intención de ciertos efectos o resultados. El error obstativo
revela que se ha producido una disconformidad entre lo querido y lo declarado; es decir, la
declaración ha venido a obstaculizar, por error, la voluntad sanamente querida. La
manifestación ha sido infiel a lo verdaderamente querido. La disconformidad señalada es
involuntaria, claro está”.

Los casos en que un error en la declaración de voluntad puede invalidar un acto jurídico.
Estos casos son:

1. Error sobre la naturaleza del acto:


El error debe ser sobre la esencia misma del acto jurídico. Por ejemplo, si una persona
cree que está celebrando un contrato de compraventa cuando en realidad está celebrando un
contrato de arrendamiento.

Caso practico
 Juan Pérez desea comprar un vehículo usado.
 Encuentra un anuncio en un periódico que ofrece un vehículo a un precio atractivo.
 Se contacta con el vendedor y este le dice que el vehículo está en perfecto estado.
 Juan Pérez va a ver el vehículo y lo prueba.
 Juan Pérez cree que está comprando un vehículo particular, pero en realidad está
firmando un contrato de leasing.
 Juan Pérez se da cuenta del error después de haber firmado el contrato.

En este caso, Juan Pérez ha cometido un error sobre la naturaleza del acto. Él creía que
estaba comprando un vehículo particular, pero en realidad estaba firmando un contrato de
leasing.

2. Error sobre el objeto principal de la declaración:


El error debe recaer sobre el elemento principal del acto, sin el cual este no podría
existir. Por ejemplo, si una persona compra un objeto creyendo que es de oro cuando en
realidad es de latón.

Caso practico
 María López desea comprar un cuadro del pintor Pablo Picasso.

15
 Encuentra un anuncio en internet que ofrece un cuadro que se atribuye a Picasso.
 Se contacta con el vendedor y este le asegura que el cuadro es auténtico.
 María López compra el cuadro por un precio elevado.
 María López lleva el cuadro a un experto para que lo autentifique y este le informa
que el cuadro es falso.
En este caso, María López ha cometido un error sobre el objeto principal de la
declaración. Ella creía que estaba comprando un cuadro auténtico de Picasso, pero en realidad
compró un cuadro falso.

3. Error sobre la identidad de la persona:


El error debe ser sobre la persona con la que se celebra el acto. Por ejemplo, si una
persona contrata a un profesional creyendo que es otra persona con mayor experiencia.

Caso practico
 Pedro García desea contratar a un abogado para que lo represente en un juicio.
 Encuentra un anuncio en internet que ofrece los servicios de un abogado con
experiencia en el área que necesita.
 Se contacta con el abogado y este le asegura que tiene amplia experiencia en el área.
 Pedro García contrata al abogado y le paga un adelanto de honorarios.
 Pedro García se entera de que el abogado que ha contratado no tiene la experiencia
que le dijo y que, en realidad, es un estafador.
En este caso, Pedro García ha cometido un error sobre la identidad de la persona. Él
creía que estaba contratando a un abogado con experiencia, pero en realidad contrató a un
estafador.

4. Error sobre un motivo determinante y aceptado:


El error debe recaer sobre un motivo que haya sido determinante para la celebración
del acto y que haya sido conocido y aceptado por la otra parte. Por ejemplo, si una persona
dona una propiedad a una institución benéfica creyendo que esta se dedica a una causa
específica cuando en realidad no lo hace.

Caso practico
 Ana Huamán desea comprar una casa para vivir con su familia.
 Encuentra un anuncio en internet que ofrece una casa a un precio atractivo.
 Se contacta con el vendedor y este le dice que la casa está en perfectas condiciones y
que es ideal para una familia.
 Ana Huamán visita la casa y le gusta mucho.
 Ana Huamán compra la casa sin saber que está ubicada en una zona con altos índices
de delincuencia.
 Ana Huamán se da cuenta del error después de haber firmado el contrato y mudarse a
la casa.
En este caso, Ana Huamán ha cometido un error sobre un motivo determinante y
aceptado. El motivo por el que Ana Huamán compró la casa fue porque la consideraba ideal
para una familia, pero este motivo no se cumple debido a la alta delincuencia en la zona.

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5. Error en la transmisión de la declaración:
El error debe ocurrir cuando la voluntad del declarante es transmitida por un tercero. Por
ejemplo, si un mensajero transmite erróneamente el contenido de un contrato.

Caso practico
 Carlos Rivera desea vender su auto.
 Publica un anuncio en internet con el precio del auto.
 Recibe una llamada de una persona interesada en comprar el auto.
 Acordar una cita para que la persona interesada vea el auto.
 El día de la cita, la persona interesada no llega.
 Carlos Rivera llama a la persona interesada y esta le dice que nunca llamó para
comprar el auto.
 Carlos Rivera se da cuenta de que el número de teléfono que anotó era incorrecto.
En este caso, se ha producido un error en la transmisión de la declaración. Carlos
Rivera anotó mal el número de teléfono de la persona interesada, por lo que la oferta de
compra nunca llegó a su destino.

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Artículo 209.- Casos en que el error en la declaración no vicia el acto jurídico
El error en la declaración sobre la identidad o la denominación de la persona, del
objeto o de la naturaleza del acto, no vicia el acto jurídico, cuando por su texto o las
circunstancias se puede identificar a la persona, al objeto o al acto designado.

Tipos de error

1) Error sobre la denominación de la persona:


El error sobre la denominación de la persona no vicia el acto jurídico si se puede
identificar a la persona a través de otros elementos, como su nombre completo, DNI, etc.

Ejemplo: Si una persona compra un producto a "Juan Pérez" pero luego se da cuenta de que
el nombre del vendedor es "Juan García", pero se puede identificar que se trata de la misma
persona, el error no vicia el contrato de compraventa.

2) Error sobre el objeto:


El error sobre el objeto no vicia el acto jurídico si se puede identificar el objeto a
través de otros elementos, como su descripción, características, etc.

Ejemplo: Si una persona compra un "auto rojo" pero luego se da cuenta de que el auto es
"azul", pero se puede identificar que se trata del mismo auto, el error no vicia el contrato de
compraventa.

3) Error sobre la naturaleza del acto:


El error sobre la naturaleza del acto no vicia el acto jurídico si se puede determinar la
verdadera intención de las partes.

Ejemplo: Si una persona firma un contrato de compraventa creyendo que es un contrato de


alquiler, pero se puede determinar que la verdadera intención de las partes era celebrar un
contrato de compraventa, el error no vicia el contrato.

4) Error en la transmisión de la declaración:


El error en la transmisión de la declaración no vicia el acto jurídico si se puede
determinar la verdadera voluntad del declarante.

Ejemplo: Si un mensajero transmite erróneamente el precio de un producto, pero se puede


determinar que el precio real era el que el vendedor había comunicado originalmente, el
error no vicia el contrato de compraventa.

5) Error sobre un motivo accidental:


El error sobre un motivo accidental no vicia el acto jurídico.

Ejemplo: Si una persona compra un vestido para una fiesta creyendo que es de un color
específico, pero luego se da cuenta de que el color es diferente, el error no vicia el contrato
de compraventa, ya que el color del vestido no es un elemento esencial del contrato.

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CONSTITUCIÓN DE HIPOTECA NO ES ANULABLE, POR NUMERACIÓN
INCORRECTA DEL INMUEBLE, SI ES IDENTIFICABLE EN MÉRITO A LA
PARTIDA REGISTRAL [CASACIÓN 4458-2015, LA LIBERTAD]

CAS. N° 4458- 2015


LA LIBERTAD
NULIDAD DE ACTO JURÍDICO

Lima, diecinueve de enero de dos mil dieciséis.

VISTOS; y, CONSIDERANDO:

Primero. - Que, viene a conocimiento de esta Sala Suprema, el recurso de casación interpuesto
por el demandante José Carlos Vallejo Tuccio a folios ochocientos sesenta y uno, contra la
sentencia de vista del diecinueve de marzo de dos mil quince, de folios ochocientos cuarenta y
cuatro, que revoca la sentencia de primera instancia del dieciocho de noviembre de dos mil
trece, de folios setecientos cuarenta y siete, y reformándola declara infundada la demanda de
folios ciento treinta y cinco. Por lo que corresponde examinar si el referido recurso cumple con
los requisitos establecidos por los artículos 387 y 388 del Código Procesal Civil, conforme a la
modificación establecida por la Ley número 29364.

Segundo.- Que, el recurso cumple con los requisitos para su admisibilidad, conforme lo exige
el artículo 387 del Código Procesal Civil y su modificatoria; toda vez que ha sido
interpuesto: i) contra la sentencia de vista expedida por la Primera Sala Civil de la Corte
Superior de Justicia de La Libertad que, como órgano jurisdiccional de segunda instancia, pone
fin al proceso; ii) ante el referido órgano jurisdiccional que emitió la resolución
impugnada; iii) dentro del plazo que establece la norma, ya que el recurrente fue notificado el
veintiuno de agosto de dos mil quince, conforme se corrobora del cargo de folios ochocientos
cincuenta y cinco, e interpuso el recurso de casación el cuatro de setiembre del mismo año;
y iv) sí adjunta arancel judicial, por recurso de casación, según se aprecia a fojas ochocientos
cincuenta y nueve.

Tercero.- De otro lado, respecto a los requisitos de procedencia contemplados en el artículo


388 del Código Procesal Civil, modificado por la Ley número 29364, es de verse que no resulta

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exigible lo dispuesto en el inciso 1 del citado artículo, toda vez que la resolución emitida en
primera instancia, no le fue adversa al recurrente.

Cuarto.- Así mismo, previo al análisis de los requisitos de fondo, debe considerarse que el
recurso de casación es un medio impugnatorio extraordinario de carácter formal que sólo puede
fundarse en cuestiones eminentemente jurídicas y no fácticas o de revaloración probatoria, es
por ello que éste tiene como fin esencial la correcta aplicación e interpretación del derecho
objetivo y la unificación de la jurisprudencia nacional por la Corte Suprema; en ese sentido, el
recurso de casación debe fundamentarse de manera clara, precisa y concreta indicando en qué
consiste la infracción normativa o el apartamiento del precedente judicial, así como demostrar
la incidencia directa de la infracción sobre la decisión impugnada, de conformidad con lo
establecido por los numerales 2) y 3) del artículo 388 del Código Procesal Civil y su
modificatoria.

Quinto.- En tal sentido, en cuanto a las exigencias contenidas en los incisos 2) y 3) del artículo
388 del Código Procesal Civil, el demandante invoca como causal: Infracción normativa del
artículo 139 incisos 3), 5) y 14) de la Constitución Política del Estado; de los artículos 221,
1098, 1099, 1100 y 1413 del Código Civil; y del artículo VII del Título Preliminar del Código
Procesal Civil. Argumenta que, la sentencia de vista impugnada infringe los principios de
congruencia procesal, de motivación escrita de las resoluciones judiciales en todas las
instancias, el derecho de defensa y por tanto, el debido proceso en la medida que la Sala de
Revisión se ha pronunciado sobre hechos no alegados en el escrito de demanda, y no se ha
pronunciado sobre los hechos alegados que sustentan el petitorio del actor, dando lugar a una
motivación aparente. Que, ello le causa un grave perjuicio moral y económico, por cuanto
transgrede sus derechos a la tutela jurisdiccional efectiva, y porque se avala y da validez a una
garantía hipotecaria constituida ilegalmente sobre un inmueble que es parte de una masa
hereditaria, en la que por derecho le corresponde participar. Menciona que, en ningún extremo
de los fundamentos de hecho de la demanda se ha cuestionado la nulidad de la hipoteca
relacionada con la escritura pública de compra venta de fecha diez de enero de mil novecientos
noventa y ocho, por no haberse constituido por escritura pública, porque es evidente que dicha
formalidad sí se ha cumplido. Que, lo que ha alegado en su demanda, en primer lugar, es que
en la constitución de la garantía hipotecaria se ha consignado como ubicación del inmueble
hipotecado la calle Alcanfores número 165, Distrito de Miraflores, Provincia y Departamento
de Lima, que no es el que corresponde a la numeración del inmueble otorgado en garantía

20
(Alcanfores número 675), situación que fue observada por Registros Públicos hasta en tres
oportunidades. Y en segundo lugar, que el acto jurídico finalmente se inscribe en el título
número 00228953 y a través de una carta aclaratoria de tal error suscrita unilateralmente por el
gerente de la unidad de asesoría jurídica de COFIDE y por el notario de Trujillo Marco Antonio
Corcuera García, sin participación de los otorgantes (propietarios del inmueble), documento
que sí es cuestionado en su demanda, porque no se ajustó a las formalidades de la hipoteca
previstas en el artículo 1098 del Código Civil, en aplicación del artículo 1413 del mismo
Código, por tanto no puede existir constitución de hipoteca válida, teniendo en cuenta las
exigencias del artículo 1099 del Código sustantivo. Cuestionamiento que ha sido alegado y
sustentado en la demanda, pero del que la Sala Superior no se ha pronunciado. Agrega que, se
aplica indebidamente el artículo 221 del Código Civil, porque el error alegado por el accionante
está referido a la ubicación del inmueble hipotecado, error material que no constituye vicio de
la voluntad, sino un error material que incide sobre la propia esencia del acto de constitución
de garantía hipotecaria, esto es sobre la determinación específica del inmueble, tal como lo
exige el artículo 1100 del mismo Código que debe aplicarse al presente caso, lo que supone que
en toda constitución del gravamen figure su ubicación, área, linderos, la calle, su numeración
si se trata de predios urbanos y la jurisdicción a la que está sujeto el bien. Finalmente de
conformidad con lo señalado en el inciso 4 del artículo 388 del Código Procesal Civil, indica la
impugnante, que su pedido casatorio principal es anulatorio y el subordinado, es revocatorio.

Sexto.- Antes de ingresar a analizar las infracciones invocadas, es necesario mencionar que, en
el caso de la hipoteca el artículo 1098 del Código Civil establece que su constitución debe
exteriorizarse a través de determinada formalidad, es decir escritura pública o aquella prevista
por la ley. Formalidades que servirán igualmente para exteriorizar los actos secundarios o
derivados, como: modificación, rectificación, ratificación, levantamiento, etc.; sin embargo, no
sanciona con nulidad su inobservancia, por lo que el documento que se extienda sólo tendrá
carácter ad probationem. La existencia jurídica de la hipoteca como derecho real (gravamen) se
halla sujeta a su publicidad registral, al ser la inscripción una conditio sine qua nom de su
existencia. Reiteradas ejecutorias emitidas por la Corte Suprema de Justicia de la República han
establecido lo anteriormente expuesto, en el sentido que la ausencia de la formalidad no afecta
la validez del acto jurídico, ni origina la nulidad de este.

Sétimo.- En ese sentido, respecto a la causal denunciada debe ser desestimada, toda vez que el
demandante ampara su pretensión en el artículo 219 numeral 6 del Código Civil, solicitando la

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nulidad de la constitución de garantía hipotecaria referida al contrato de compra venta del diez
de diciembre de mil novecientos noventa y ocho celebrado entre el Proyecto Especial
Chavimochic y José Antonio Vallejo Huamán y María Gladys Tuccio Zegarra (padres del
actor), por el que se constituía primera hipoteca hasta por un monto de $191,040.00 sobre el
inmueble ubicado en Calle Alcanfores número 165, siendo la numeración correcta 675. Y tal
como bien lo señala la sentencia de vista impugnada, al no haberse solicitado la nulidad de la
carta notarial suscrita por el notario Marco Antonio Corcuera García, por la que se corrige el
mencionado error, no se puede valorar sino solo el acto jurídico cuestionado; ello en virtud a
que por el principio de congruencia procesal, el juez no puede ir más allá del petitorio.

Por tanto, el presente caso se debe verificar si el acto jurídico cuya nulidad se pretende, la
hipoteca, lesiona el artículo 1098 del Código Civil, que establece que se constituye por escritura
pública; advirtiéndose que efectivamente la hipoteca cuestionada sí se constituyó con la
formalidad dispuesta por la ley. Octavo.- Respecto a las alegaciones efectuadas por el recurrente
referidas a la ubicación del inmueble hipotecado que no es la Calle Alcanfores número 165,
sino el ubicado en el número 675, error material que según su criterio incide sobre la propia
esencia del acto de constitución de la hipoteca; debe considerarse lo dispuesto en el artículo
209 del Código Civil el mismo que regula el error indiferente, es decir aquel error en la
declaración sobre la identidad del objeto no vicia el acto jurídico, si es que por el texto o las
circunstancias se le puede identificar. Así tenemos que, del testimonio de compra venta con
garantía hipotecaria, si bien los compradores constituyeron garantía sobre el inmueble ubicado
en Calle Alcanfores número 165, se precisa que está debidamente inscrito en el Tomo 14-B,
folio 364-370, Partida LI de la Ficha 1716817 (que corresponde al inmueble ubicado en Calle
Alcanfores número 675) trasladada después a la Partida actual número 49010229 del Registro
de Propiedad Inmueble de Lima; en ese sentido, se concluye que el inmueble objeto de hipoteca
es perfectamente identificable. En consecuencia, la Sala de mérito se pronunció adecuadamente
al revocar la sentencia apelada y declarar infundada la demanda; por lo que, no habiéndose
incurrido en vulneración de derecho o garantía alguna, o que se hayan infringido normas de
derecho material o procesal, es de señalar como no cumplidos los requisitos exigidos en los
incisos 2) y 3) del artículo 388 del Código Procesal Civil, modificado por la Ley número 29364,
aplicable supletoriamente.

Por estos fundamentos y conforme a lo establecido en el artículo 392 del Código Procesal Civil,
declararon: IMPROCEDENTE el recurso de casación interpuesto por el demandante José
Carlos Vallejo Tuccio a folios ochocientos sesenta y uno, contra la sentencia de vista del

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diecinueve de marzo de dos mil quince, de folios ochocientos cuarenta y cuatro;
DISPUSIERON la publicación de la presente resolución en el diario oficial El Peruano, bajo
responsabilidad; en los seguidos por José Carlos Vallejo Tuccio, con Proyecto Especial
Chavimochic y otros, sobre nulidad de acto jurídico.

Interviene como ponente la Jueza Suprema señora.

TELLO GILARDI DEL CARPIO RODRÍGUEZ

CHÁVEZ CALDERÓN PUERTAS DE LA BARRA

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CAPITULO IV

CODIGO CIVIL

Art. 210-211-212

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El dolo como vicio de la voluntad (código civil peruano- artículo N° 210,211,212)
Primeramente, para entrar al tema en general tenemos que definir algunos términos e
inclinarnos a la historia que van a dar origen a nuestro tema en general, entonces el siguiente
bloque de la monografía va más allá de una sola disciplina, introduciéndose en algunas
problemáticas que tiene y del mismo como vamos analizar nuestro código civil Vigente.

El dolo en el derecho romano

En Roma se distinguen dos períodos en la evolución del dolo. En el primero, que


abarca hasta el fin de la República su elaboración fue lenta y gradual ciñéndose a ser uno
de los elementos de las rígidas categorías del delito privado.

El segundo comprende desde la época clásica hasta Justiniano, donde el dolo se


erige como un delito autónomo e independiente y sus efectos alcanzan una proyección
insospechada a todos los recónditos del derecho privado La primera etapa parte con la Ley
de las Doce Tablas que marca una transición entre la antigua concepción del delito donde
la voluntad carecía de toda importancia, toda vez que lo único importante en el delito era el
resultado dañoso y era imposible configurar el fraude en el contrato, ya que su fuerza
emanaba de la sola ritualidad.

Con la Ley de las Doce Tablas los principales delitos privados (el furtum y la
injuria) para su configuración admitían la participación de la voluntad, aunque de forma
bastante restringida (en el caso del furtum se podía defender el acusado alegando la
creencia de que la cosa era res nulius). Con todo, la regla general en esta época seguía
siendo la nula participación de la voluntad en las instituciones del derecho civil, propio de
la legislación decemviral donde el formalismo reinaba. Hasta aquí, el concepto de dolo era
desconocido, sin embargo, con el tiempo, la necesidad dar protección a los actos y
contratos no amparados por la ley decemviral será el hecho de la causa para la posterior
aceptación de la voluntad.

La Lex Aquilia dictada en el año 467 a. c. será el hito visible dentro de este período
en la formación del concepto de dolo, como elemento esencial y formador de la nueva
noción de delito privado. La importancia de esta ley se evidencia en la consagración de la
responsabilidad subjetiva mediante la distinción entre actos voluntarios e involuntarios,
donde los primeros comprendían tanto los actos ejecutados con dolo como los cometidos
con mera culpa.

El dolo quedó a partir de ese entonces incorporado a la noción de delitos privados y


es por ello que los pretores rechazaban con arreglo al procedimiento formulario toda
acción penal que se intentara contra una persona si ésta no tenía la intención de dañar, caso
contrario, sufría la sanción que era de carácter estrictamente penal. El segundo período en
la evolución comienza con la creación por parte del Pretor Aquilius Gallus de la acción
especial de dolo, actio dolis, significando un grado de evolución cualitativo, puesto que
hasta ese momento el dolo era considerado como un simple elemento del delito y no podía
ser reprimido sino cuando el hecho estaba expresamente sancionado en la ley.

Esto se logra por la construcción por parte del pretor del principio de equidad como
substrato del derecho, lo que significó la elaboración de una fórmula general que se
identifica con el bien o valor jurídico lesionado, que servirá de fundamento material que
permitirá la configuración de la sanción. Así, el pretor comenzó a dar acción a los

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contratos de buena fe, atendiendo exclusivamente a la voluntad de las partes, donde el
criterio decisivo para la resolución de los conflictos es el concepto de equidad que se
desprende de los contratos de buena fe. En este contexto, el pretor creó la actio dolí para
sancionar la lesión de la equidad, cualquiera que fuese la forma de ejecución.

El objeto de esta acción era la pena de multa equivalente al monto de los perjuicios
causados, es por ello que esta acción fue de las más utilizadas tanto es así que aquél que
tenía la capacidad de delinquir se le designaba dolis capax.

En el ejercicio de la acción se destaca su carácter subsidiario, es decir, sólo a falta


de calificación específica de delito se concedía la actio dolis. Sin embargo, tampoco se
daba lugar a la acción cuando el dolo era recíproco, ya que es contrario a la equidad. Esto
último fue recogido por todos los Códigos herederos de la tradición romana ya sea de
forma indirecta o directa bajo la fórmula negativa por el Código Civil Español (Art. 1270)
y el Código Civil Argentino (Art. 932).

Todo lo mencionado es lo referido al "dolus malus" que se distingue del "dolus


bonus" nomenclatura que se mantuvo en los casos legítimos de astucia, habilidad o
destreza intelectual que los hombres usan ordinariamente en sus negocios. Es por ello que
en la esfera de los contratos el dolo malo hace referencia al engaño delictuoso, merecedor
de la actio dolis. Esta distinción se funda en una razón histórica, ya que el lenguaje de las
postrimerías de la República reflejaba la lenta evolución del dolo, por lo cual se carecía de
una terminología rigurosa. La vaguedad de la acepción en este período no causó problemas
en razón de la nueva configuración ya analizada del delito privado.

Pese al avance en esta materia, la victima de dolo podía ser reparada en los
perjuicios sufridos si ejercitaba la acción, acción que tenía por fundamento un delito y no
un vicio del consentimiento, puesto que en Roma nunca tuvo este carácter. Pero si el autor
del dolo accionaba para que se cumpla con el contrato, la víctima se encontraba en
indefensión frente a la fuerza de la estipulatio. Como un medio de impedir esta maniobra,
el pretor vino a conceder la exceptio dolis, que era perpetua a diferencia de la actio dolis.
En el ejercicio de estas acciones y defensas el contrato dejaba de ejecutarse y por tanto se
rescindía, pero esta rescisión sólo tenía por fundamento reprimir el efecto lesivo para el
contratante de buena fe.

Es por ello que estas acciones y defensas se entendieron gozan de una doble
naturaleza, penal como fue desde el principio, pero también civil o reipersecutoria que
perseguía la reparación de los perjuicios o bien, la restitutio in integrum.

En este contexto del ejercicio de la acción y excepción por dolo, que tenía
aplicación en los contratos de buena fe y que se fragua en su conclusión, es que se explica
la célebre definición de dolo dada en siglo primero de nuestra era por Labeón cuyo tenor es
el siguiente: "Dolo malo es toda astucia, engaño, maquinación, realizada para sorprender,
engañar o hacer caer en el error". La base de esta definición se encuentra contenida en casi
todas las obras que se ocupan del dolo hasta la actualidad como un vicio del
consentimiento.

26
El dolo en la doctrina peruana

Nosotros podemos considerar al dolo y al error, dentro de sus respectivos ámbitos,


definiendo como dos vicios del consentimiento diferentes. Del mismo modo viendo de otro
Angulo, si es más adecuado presidir, en uno y otro ordenamiento, del dolo como capítulo de
vicio de voluntad, para lo cual esta figura quedaría plasmada en la del error de vicio. Pero lo
demás, la interpretación del presente es claro y acertada, pues también analizamos el propio
dato positivo y en algunos casos vamos ver algunas jurisprudencias, relacionado y poniendo
en reflexión sobre el tema en nuestra legislación.

El concepto autónomo del dolo en la que una figura tienen cabida tanto el vicio de la
voluntad llamado dolo, como esa modalidad de la culpabilidad denominada de la misma
manera que se clasifica junto a la culpa y el caso fortuito al momento de determinar la
responsabilidad contractual y extracontractual Insiste en que ambas figuras sólo tienen en
común que son conductas antijurídicas ( como lo son el asesinato y la falsedad en documento
mercantil), pero ello no puede justificar hoy que, a causa de que tengan el mismo nombre (lo
que se debe a razones históricas), deban considerarse conjuntamente: esto es tan cierto que
incluso es posible, como se advierte en la obra objeto de estas líneas, que se dé el vicio de la
voluntad llamado dolo, en su modalidad de reticencia, no por dolo, sino por culpa: sabiamente
los juristas alemanes llaman Vorsatz a la modalidad más intensa de culpabilidad, esto es, a la
infracción consciente y voluntaria del Ordenamiento y Tiiuschung; al vicio de la voluntad
consistente en el error provocado por la insidia presuponiendo que el dolo consiste en una
conducta encaminada a provocar el error, un buen número de autores afirmen que éste debe
reunir las características del vicio del mismo nombre, sin advertir que en tal caso sobra
automáticamente la figura del dolo. Si se pretende que éste tenga cabida como vicio
autónomo del consentimiento, es imprescindible lógicamente que el error recaiga sobre
materias menos graves que cuando actúa como error, que no requiere la insidia para que tenga
lugar la invalidez.

Asimismo, podemos inferir que no siempre el dolo ha de consistir en un engaño, pues


puede darse también en otros casos de maquinación o manipulación. Por ello es necesario
perfilar qué tipo de presión es esa que, sin constituir engaño, tampoco llega a ser intimidación.
En buena lógica y dejando a un lado todo Derecho positivo, sólo existen dos posibles tipos de
irregularidades en el proceso formativo de una voluntad negocial: o que el autor del negocio
actúe presionado por el temor o que actúe bajo una representación mental de la realidad que
no se corresponda con ésta: ambas irregularidades pueden acaecer por obra de otra persona o
sin intervención ajena. Pues bien, un Ordenamiento, partiendo de la relevancia de estas
irregularidades, puede combinar elementos diversos construyendo otras causas de invalidez,
pero es imprescindible ser coherente: así, la coacción puede ser física o moral, el error más
leve debe ser provocado por la otra parte del contrato.

La autora parte del dato incontestable de que el tema del dolo vicio de la voluntad ha
sido objeto de estudio y análisis por un sector mayoritario de la doctrina española y extranjera
desde hace muchos años. El primer cometido que se impone es observar la relevancia que
tiene el dolo en el ámbito jurídico, para lo cual, inicialmente, se centra en las ramas del
Derecho donde se estudia principalmente esta figura y, a continuación, trata de delimitar
conceptualmente el término, distinguiéndolo de otras figuras afines.

Por lo que se refiere al primer objetivo -delimitación espacial-, tras afirmar que la
figura del dolo como institución jurídica denota un claro carácter multidisciplinar, parte de las

27
referencias que realiza la Real Academia de la Lengua Española a la acepción jurídica del
término en dos de sus diccionarios generales y pasa a otros diccionarios generales de nuestra
lengua donde también se alude al dolo como figura jurídica.

La diferencia está en que estos últimos lo encuadran, únicamente, en relación con el


Derecho penal, mientras que los primeros también se ocupan del vocablo en materia de
obligaciones y contratos del Derecho civil. Llama la atención el hecho de que se silencie en
estas obras cualquier referencia a esta figura jurídica en sede del Derecho canónico, pues a
nadie escapa que también goza de especial importancia en este ámbito, sobre todo en lo que
respecta al matrimonio.

La modalidad de dolo de la que se ocupa PAREJO GUZMÁN es la del dolo vicio o


engaño. Este engaño sirve, además, para distinguir al dolo civil de la estafa penal, la cual
exige asimismo que se produzca un acto de disposición patrimonial que cause un perjuicio. Se
detiene también en la teoría de COSSÍO, para quien existe un solo concepto de dolo, común a
todas las ramas del Derecho. Lo único que difiere son las consecuencias que en cada una de
ellas produce o causa.

La autora rechaza abiertamente esta tesis y va a centrar su estudio en el dolo vicio de


la voluntad causante del consentimiento contractual, en sus formas civil y penal. Denomina
«dolo penal» a este delito (estafa) pese a que el Código no utilice esta expresión y aunque no
concuerden los conceptos civil y penal, lo cierto es que existe cierta correspondencia entre
dolo-engaño o manipulación civil y su equivalente penal.

No obstante, jurisprudencia del Tribunal Supremo y doctrina parecen no coincidir,


pues para aquélla sólo cuando el engaño encierre cierta entidad o capacidad sugestiva se
estaría ante un dolo vicio penal, y para autores como COSSÍO Y MORALES MORENO hay
que hablar de un dolo vicio civil y de un dolo vicio penal, dado que en ambos serán diferentes
los efectos o las consecuencias que se produzcan.
Puede concluirse afirmando que «en realidad, ambas explicaciones deben entenderse
como acertadas y conducen a la misma idea en el sentido de que, si el dolo vicio de la
voluntad civil y el dolo vicio de la voluntad penal se diferencian porque en cada uno de ellos
la naturaleza del engaño será diferente, es lógico que también se diferencien por las
consecuencias que el engaño trae aparejadas en cada caso. En otras palabras, al ser diferente
la entidad del engaño en ambas formas de dolo vicio, también serán diferentes los efectos que
se produzcan en ellos (más o menos graves en función de la mayor o menor gravedad del
engaño producido)
También tiene un gran alcance la figura jurídica del dolo vicio de la voluntad en
Derecho canónico, de ahí que en el capítulo tercero se estudie el dolo-engaño o dolo vicio de
la voluntad En el ordenamiento canónico, es en materia de consentimiento matrimonial donde
el dolo vicio adquiere mayor protagonismo, pues no se olvide que por vez primera se
reconoce relevancia jurídica al mismo en el matrimonio, también tenemos que aclarar que, si
bien se trata de un concepto que ha venido siendo utilizado desde tiempos remotos, resulta de
difícil determinación y alcance.
En el lenguaje vulgar, «dolo» y «fraude» pueden considerarse expresiones
significativas de un mismo concepto. Pero esta sinonimia, que puede coincidir en el lenguaje
popular, no lo es en pura técnica jurídica, por muy depurada que ésta sea. Como advierte

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Cossío, el dolo afecta a la voluntad del agente y, por tanto, tiene un carácter eminentemente
subjetivo y personal, mientras que el fraude, de naturaleza objetiva, no es sino el resultado de
la acción dolosa.
En esta misma línea hay que preguntarse si sucede lo mismo con el dolo y la culpa.
Para ello, conviene tener presente que es nota característica de toda actuación dolosa la
intencionalidad que en ella debe existir. Y esta intencionalidad será el elemento que distinga
al dolo (en su vertiente de voluntario incumplimiento de las obligaciones causante de
responsabilidad) de la «culpa», habida cuenta que aquél tiene un trasfondo intencional,
demostrativo de una clara voluntariedad en la actuación del actor, que no posee la culpa.
En lo atinente al «dolo vicio» es esencial averiguar si el autor de un acto ilícito ha
obrado con o sin intención, pues sólo «el dolo principal es una causa de anulación del negocio
jurídico, en tanto que, según la teoría generalmente admitida hasta el presente, la culpa no es
más que una fuente de daños y perjuicios.
En Derecho penal, si se sigue la definición de dolo de MUÑOZ CONDE y DíAZ PITA
La conciencia y voluntad del sujeto de realizar el tipo objetivo de un delito se llega al
resultado que aquella figura jurídica se constituye por la presencia de dos elementos uno
intelectual y otro volitivo.
En función de la mayor o menor intensidad de estos elementos, se distingue entre dolo
directo y dolo eventual.
Este último constituye la frontera entre el dolo y la imprudencia o «culpa». Según el
diverso tratamiento jurídico de una y otra categorías la doctrina ha formulado algunas teorías,
como la de la probabilidad, que parte del elemento intelectual del dolo, y la del
consentimiento, que atiende al contenido de la voluntad. En apretada síntesis, en Derecho
penal el dolo también consiste en la voluntariedad de la acción y, por el contrario, la culpa
estará constituida por actos dolosos o meramente imprudentes o culposos.
Por otra parte, en Derecho civil el dolo y el error en cuanto vicios del consentimiento
tienen cada uno su propio régimen jurídico.
El problema se plantea respecto a si las relaciones entre ambas figuras pueden suponer
una asimilación de la una a la otra. La autora llega a la conclusión de que es factible la
coexistencia del dolo y el error como dos vicios del consentimiento diferentes e
independientes. Aunque, cuanto más ampliamente se admite la relevancia jurídica del error,
más claramente tiende el dolo a ocupar un papel secundario. Gran parte de la doctrina ha
observado que cuando hay error no siempre tiene que haber dolo, pues aquél puede haberse
formado espontáneamente o haber sido provocado por la otra parte, pero sin intención dolosa.
No obstante, cuando aparece el dolo (o engaño) sí habrá en la mayoría de los casos un
error en la otra parte Un buen número de autores considera que el dolo es un engaño que
induce o provoca un error, lo cual explica que un matrimonio civil pueda ser declarado nulo
por dolo, a pesar de que éste no aparezca expresamente en nuestro código civil. También en
Derecho canónico puede observarse esta subordinación del dolo al error.
Este último, en Derecho matrimonial, siempre ha tenido la consideración de vicio del
consentimiento que invalida el pacto conyugal. La mayoría de la doctrina resalta la estrecha
conexión entre sendas figuras de modo que se habla de «error doloso». Concretamente, un

29
matrimonio puede ser declarado nulo por dolo sin necesidad de acudir al error, lo cual difiere
con lo establecido en Derecho matrimonial civil.
El dolo en el derecho civil (Artículos 210, 211,212 del código civil peruano)
Partiendo del dato de que al dolo en Derecho civil puede atribuírsele una doble
significación, este libro se centra en el estudio de esta figura como vicio de la voluntad
contractual, y se deja a un lado el análisis de la modalidad de la culpabilidad El dolo como
vicio de la voluntad constituye el contenido dolo suele construirse a partir de su regulación en
los contratos, lo que constituye una realidad patente en nuestro ordenamiento civil.

Más razonable es suponer que ha sido común entre los tratadistas hacer un estudio
bipartito del dolo, según que éste se examine como vicio del consentimiento al tratar de la
formación de los contratos o como grado supremo de la culpabilidad en el incumplimiento de
las obligaciones. Partiendo del dato de que al dolo en Derecho civil puede atribuírsele una
doble significación, este análisis se centra en el estudio de esta figura como vicio de la
voluntad contractual, y se deja a un lado el análisis de la modalidad de la culpabilidad.

El elemento subjetivo se refiere a la intención del sujeto de captar ilícitamente la


voluntad del otro contratante; el objetivo, al acto o medio externo constituido por una
conducta ilícita, y el intencional a la finalidad, efecto o consecuencia de la actuación dolosa,
cual es la celebración de un contrato que, de otra forma, no se hubiera celebrado.

Si se atiende a este planteamiento, señala MORALES MORENO que entre la conducta


insidiosa y la celebración del contrato debe mediar una relación de causalidad en el sentido de
que dicha conducta ha de ser conditio sine qua non, aunque no es necesario que sea la única
causa. Además, la relación de causalidad ha de ser probada en cada caso concreto.

Por lo que se refiere al agente o sujeto actuante, se distingue en este bloque de análisis
entre: quién puede considerarse sujeto agente de una actuación dolosa, qué requisitos debe
reunir la misma para que se causa de anulabilidad y la finalidad o intención que pretende el
sujeto actuante.

Si bien es cierto que, en ocasiones, la jurisprudencia ha utilizado el término dolo


impropiamente o mezclándolo con otras cuestiones, reiteradamente se ha señalado que el dolo
vicio de la voluntad se caracteriza por ser producto de astucia, maquinación o artificio
empleados para engañar a otra persona.

El dolo incidental es el que afecta a una modalidad, cláusula o carga del contrato y
"sólo obliga al que lo empleó a indemnizar daños y perjuicios" Aquí se aprecia la indiscutible
conexión entre la gravedad del dolo y la distinción dolo causante dolo incidental. Al dolo
grave, pues, se le identifica con el dolo causante.

Precisamente, la diferencia entre ambos es tributaria de las Partidas en el sentido de


que el dolo es causal cuando determina la celebración del contrato, e incidental en el caso de
que, existiendo voluntad de contratar, hay engaño en el modo en que aquél se celebra. Si bien
esta distinción resulta clara y lógica, es hoy objeto de crítica.

Entonces podemos llegar a concluir n de que el papel del dolo incidental ha sido poco
significativo en la jurisprudencia, sobre todo a partir de la década de los cuarenta del siglo
pasado, donde desaparecen las escasas condenas por este concepto. Por otra parte, respecto

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del dolo grave, considera conveniente detenerse en la histórica distinción entre dolus bonus y
dolus malus, en la medida en que marca la diferencia entre los modos lícitos e ilícitos de
atraer la voluntad del otro contratante se trata, en definitiva, de un problema de prueba. Por
ejemplo, habrá que demostrar que las alabanzas exageradas por parte de uno de los
contratantes caben dentro de las prácticas usuales de propaganda comercial, también en este
apartado concluye el estudio del sujeto pasivo del dolo vicio de la voluntad, que es causa de
anulabilidad.

Ya se entiende que en toda relación contractual es posible que ambas partes actúen de
forma dolosa, aunque no es lo más frecuente. Si esto ocurre aparecería la compensación de
dolo, que también se conoce en la doctrina civil como dolo recíproco.

Por ello, parece más acertado basarse en una teoría cognoscitiva que contemplara el
dolo, a los efectos que ahora interesan, más que como un vicio del consentimiento, como un
supuesto de injusta vinculación y, por consiguiente, de justo apartamiento de lo convenido,
que exige una protección de los contratantes frente a los posibles actos antijurídicos. Desde
esta perspectiva, en el caso del dolo recíproco no se daría esta protección habida cuenta que
ninguno de los dos contratantes la merece. En este sentido, sería totalmente aceptable y
explicable que, si el dolo ha sido empleado por ambas partes, no tuviera lugar la anulabilidad
de lo estipulado.

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CAPITULO V

CODIGO CIVIL

Art. 213-214-215

32
Artículo 213.- Dolo recíproco
Para que el dolo sea causa de anulación del acto, no debe haber sido empleado por las dos
partes.

Este artículo se refiere a una situación en la que ambas partes involucradas en


un contrato o acuerdo actúan con intención fraudulenta o maliciosa. En otras
palabras, ambas partes están conscientes de que están engañando a la otra
parte y están de acuerdo en hacerlo.

Ejemplo:
Tenemos a dos personas que acuerdan vender un artículo sabiendo que están
mintiendo sobre su valor, pero deciden proceder con la transacción de todas
formas. En este caso, ambas partes están participando activamente en el
engaño y están conscientes de ello.

Artículo 214.- Anulabilidad por violencia o intimidación


La violencia o la intimidación son causas de anulación del acto jurídico, aunque
hayan sido empleadas por un tercero que no intervenga en él.

La anulabilidad por violencia o intimidación: Se refiere a la posibilidad de anular


un contrato o acuerdo si una de las partes fue forzada o amenazada para
celebrarlo. En este caso, la persona afectada puede solicitar la anulación del
contrato debido a la coacción sufrida. Es una medida legal para proteger a las
personas de situaciones de abuso o coerción en el ámbito contractual.

Ejemplo:
Si una persona firma un contrato de arrendamiento bajo amenaza física o
verbal por parte del arrendador. Si el arrendador utiliza la intimidación para
obligar al inquilino a firmar el contrato, el inquilino podría luego solicitar la
anulación del contrato basado en la coacción sufrida. En este caso, el
contrato podría ser considerado nulo debido a la falta de consentimiento
voluntario de una de las partes.

Artículo 215.- Intimidación


Hay intimidación cuando se inspira al agente el fundado temor de sufrir un mal
inminente y grave en su persona, su cónyuge, o sus parientes dentro del cuarto
grado de consanguinidad o segundo de afinidad o en los bienes de unos u otros.
Tratándose de otras personas o bienes, corresponderá al juez decidir sobre la
anulación, según las circunstancias.

Este generalmente se refiere a la intimidación como un vicio del consentimiento


en los contratos. Se refiere a situaciones en las que una persona es forzada o
coaccionada a celebrar un contrato contra su voluntad debido a amenazas o
presiones indebidas ejercidas por la otra parte. La intimidación puede invalidar
el contrato si se demuestra que fue determinante para la celebración del
mismo.

Ejemplo:
Si una empresa más grande amenaza con boicotear los productos de una
empresa más pequeña a menos que esta última acceda a un acuerdo

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desfavorable, eso sería intimidación y el contrato resultante podría ser anulado
por ese motivo.

34
CAPITULO VI

CODIGO CIVIL

Art. 216-217-218

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Artículo 216.- criterios para calificar la violencia o intimidación

Para calificar la violencia o la intimidación debe atenderse a la edad, al sexo, a la condición de


la persona y a las demás circunstancias que puedan influir sobre su gravedad.

El Artículo 216 establece criterios específicos para calificar la violencia o


intimidación, reconociendo que la gravedad de estos actos no puede evaluarse de manera
uniforme y debe tener en cuenta diversas circunstancias. Al considerar la edad, el sexo, la
condición de la persona y otras circunstancias, se busca contextualizar y comprender mejor la
naturaleza y la intensidad de la violencia o intimidación en un caso particular.

1. Edad: La referencia a la edad implica reconocer que la vulnerabilidad y la


capacidad de enfrentar o resistir actos de violencia pueden variar según la etapa de
la vida de la persona afectada. Por ejemplo, la violencia hacia un menor de edad
puede considerarse más grave debido a su falta de experiencia y recursos para
enfrentar situaciones difíciles.

2. Sexo: Este criterio reconoce las disparidades de poder y los posibles patrones de
género que pueden influir en la violencia o intimidación. Por ejemplo, actos de
violencia basados en género pueden ser considerados más graves debido a la
historia de desigualdad y discriminación que puede existir en esos casos.

3. Condición de la persona: Este criterio incluye factores como la salud mental, la


discapacidad, el estatus socioeconómico, entre otros. Por ejemplo, la violencia
hacia una persona con discapacidad puede considerarse más grave debido a la
posible falta de recursos para defenderse o pedir ayuda.

4. Otras circunstancias: Este aspecto se refiere a cualquier otro elemento relevante


que pueda influir en la gravedad de la violencia o intimidación en un caso
específico. Pueden ser factores ambientales, sociales o culturales que aporten
contexto al incidente.

Ejemplo:
Supongamos que hay dos casos de intimidación en una escuela. En el primer caso, un
estudiante mayor intimida a un estudiante más joven, causándole daño emocional
significativo. En el segundo caso, dos estudiantes del mismo nivel se intimidan mutuamente
de manera más leve, sin causar un impacto tan severo. Según el Artículo 216, la edad del
estudiante más joven en el primer caso podría considerarse un factor que aumenta la gravedad
de la intimidación. Además, si en el segundo caso se descubre que hay circunstancias
adicionales, como problemas de salud mental en uno de los estudiantes, estas podrían ser
consideradas al evaluar la gravedad de la intimidación en ese caso específico. En ambos
casos, la aplicación del artículo implicaría una evaluación más completa y contextualizada de
la situación, teniendo en cuenta los criterios mencionados.

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Artículo 217.- supuestos de no intimidación

La amenaza del ejercicio regular de un derecho y el simple temor reverencial no


anulan el acto.

El Artículo 217 establece supuestos en los cuales la amenaza del ejercicio regular de
un derecho y el simple temor reverencial no invalidan un acto. En otras palabras, este artículo
indica que ciertos tipos de amenazas o temores no se considerarán intimidación,
especialmente cuando están relacionados con el ejercicio legítimo de un derecho o cuando son
meramente reverenciales.
1. Amenaza del ejercicio regular de un derecho: Este supuesto se refiere a
situaciones en las cuales la amenaza está asociada con el ejercicio legítimo de un
derecho. En muchos sistemas legales, el ejercicio de derechos fundamentales está
protegido, y la simple amenaza de ejercer estos derechos no debe considerarse
como intimidación. Por ejemplo, un empleado que amenaza con denunciar
condiciones de trabajo injustas, aunque puede generar temor en la parte contraria,
no está cometiendo un acto de intimidación si está ejerciendo su derecho a
expresar sus preocupaciones laborales.

2. Simple temor reverencial: Este supuesto implica que el mero temor respetuoso o
reverencial no se considera intimidación. Si el temor es una respuesta natural y no
está vinculado a una amenaza real o maliciosa, no invalida el acto en cuestión. Por
ejemplo, un estudiante que siente respeto reverencial hacia su maestro no está
intimidando al maestro simplemente por mostrar dicho respeto.

Ejemplo:
Imaginemos una situación en la que un periodista está investigando un caso de corrupción en
una empresa. Durante una entrevista, el periodista hace preguntas incisivas y críticas sobre las
prácticas empresariales. Los representantes de la empresa podrían sentir temor o preocupación
ante la posibilidad de que estas preguntas revelen información perjudicial para la reputación
de la empresa. En este contexto, el Artículo 217 podría aplicarse, ya que la amenaza implícita
en las preguntas del periodista se relaciona con el ejercicio regular del derecho a la libertad de
prensa y la búsqueda de la verdad. El temor generado en los representantes de la empresa no
constituiría intimidación según este artículo, ya que se trata de un ejercicio legítimo de un
derecho fundamental y no de una amenaza maliciosa. Este artículo protege la capacidad de las
personas para ejercer derechos y expresar opiniones, incluso cuando estas generan temor en
otros, siempre y cuando estén dentro del ámbito de la legalidad y la ética.

Artículo 218.- nulidad de la renuncia de la acción por vicios de la voluntad

Es nula la renuncia anticipada a la acción que se funde en error, dolo, violencia o


intimidación.

El Artículo 218 establece que la renuncia anticipada a la acción, basada en vicios de la


voluntad como el error, el dolo, la violencia o la intimidación, es nula. En otras palabras, si
alguien renuncia de manera anticipada a ejercer una acción legal debido a la presencia de

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estos vicios, dicha renuncia no tendrá validez. Este artículo busca proteger a las personas de
tomar decisiones apresuradas o influenciadas por factores que puedan distorsionar su voluntad
de manera indebida.

1. Error: Se refiere a la renuncia basada en información incorrecta o


malinterpretada. Si una persona toma una decisión de renunciar a una acción legal
debido a un error significativo en la información que posee, esa renuncia podría
considerarse nula bajo este artículo.

2. Dolo: El dolo implica engaño o manipulación por parte de otra persona para
inducir a la renuncia. Si alguien usa artimañas o engaños para persuadir a otra
persona a renunciar a una acción legal, esa renuncia podría ser nula de acuerdo con
este artículo.
3. Violencia: Cuando la renuncia se realiza bajo amenazas o el uso de la fuerza
física, se considera basada en violencia. Este artículo protege a las personas de
renunciar a acciones legales bajo la coacción física.

4. Intimidación: Similar a la violencia, la intimidación implica amenazas u otras


formas de presión psicológica que pueden llevar a alguien a renunciar a una acción
legal. Este artículo invalida dicha renuncia si se basa en intimidación.

Ejemplo:
Imaginemos un escenario en el que un empleado descubre prácticas ilegales en su lugar de
trabajo y decide presentar una denuncia. Sin embargo, el empleador, al enterarse de esto,
intenta disuadir al empleado de seguir adelante con la denuncia. Utiliza amenazas veladas de
despido y promete consecuencias negativas para la carrera del empleado si procede.

Si el empleado, sintiéndose amenazado, firma un documento renunciando a la acción


legal, este Artículo 218 podría aplicarse. La renuncia se basa en intimidación, ya que el
empleado actúa bajo la presión de las amenazas del empleador. En este caso, la renuncia
anticipada a la acción legal sería nula según el artículo, ya que se fundamenta en un vicio de
la voluntad, en este caso, la intimidación. La ley busca asegurar que las personas puedan
ejercer sus derechos legales sin ser influenciadas indebidamente por factores coercitivos o
engañosos.

En el ejemplo proporcionado, el empleado se encuentra en una posición vulnerable al


descubrir prácticas ilegales en su lugar de trabajo. Al decidir presentar una denuncia, está
ejerciendo su derecho a denunciar actividades ilícitas y contribuir a la legalidad y la ética en
el entorno laboral.

Sin embargo, cuando el empleador utiliza tácticas de intimidación, como amenazas de


despido y consecuencias negativas para la carrera del empleado, para persuadirlo de renunciar
a la acción legal, se está manipulando la voluntad del empleado. La intimidación, en este
contexto, crea un ambiente de miedo y presión que puede distorsionar la toma de decisiones
del empleado.

El Artículo 218 protege al empleado en este escenario al declarar nula la renuncia


anticipada basada en intimidación. Reconoce que las personas tienen el derecho fundamental
de buscar justicia y denunciar actividades ilegales sin ser coaccionadas o manipuladas por sus
empleadores u otras partes.

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La nulidad de la renuncia anticipada en casos de vicios de la voluntad, como la
intimidación, refuerza la importancia de garantizar que las decisiones legales se tomen de
manera informada y libre de presiones indebidas. La ley busca preservar la integridad del
proceso legal al evitar que las personas renuncien a sus derechos fundamentales bajo
circunstancias coercitivas o engañosas.

Este artículo no solo protege al empleado individualmente, sino que también


contribuye a mantener la integridad del sistema legal en su conjunto, asegurando que las
acciones legales sean el resultado de una elección libre y consciente, en lugar de ser producto
de influencias indebidas.

Cuando nos referimos a los “vicios de la voluntad”, ha existido una declaración. o sea,
ha habido una manifestación de voluntad emitida por uno de los agentes del negocio jurídico
o contrato y bajo este supuesto el negocio no podría ser atacado de nulidad.

Sin embargo, si en el proceso formativo de esa voluntad se ha declarado algo o que


bien no se quería por haber sido determinada la voluntad por una fuerza irresistible o la
amenaza de padecer un mal (violencia o intimidación), o inducida maliciosamente por un
tercero (dolo) o debido a una creencia equivocada o falsa representación de la realidad; o
inclusive en aquellas casos en los que habiendo una voluntad interna correctamente formada
se declaró mal (error), el derecho ofrece el remedio para atacar esos actos mediante
la anulabilidad de los mismos.

En el common law, concretamente en el derecho inglés, existen una suerte de vicios de


la voluntad pero son conocidos como obstáculos al consentimiento. Nos referimos a
la mistake, la misrepresentation, la duress y a la undue influence.

La teoría de los vicios de la voluntad no resulta ajena al derecho público, como en el


derecho de los tratados. Un claro ejemplo lo tenemos con la “Convención de Viena” en la cual
los vicios podrían influir en el consentimiento no de un particular sino del propio Estado.

El error vicio es aquel en el que se ha emitido una declaración, pero algo ha ocurrido
durante su proceso formativo, o sea se presentaron determinadas circunstancias que hicieron
al agente declarar en cierto sentido pero que de no presentarse, el agente hubiera declarado en
sentido diverso (o no declarado)

En el error obstativo no ha existido problema alguno en el proceso formativo de la


voluntad sin embargo la declaración es emitida inconscientemente de forma errónea
resultando divergente de la voluntad interna.

Cuando hablamos de error esencial nos referimos a aquel que de no presentarse no


hubiera provocado que el agente manifestara su voluntad en cierto sentido (o no declarado).
Además, siguiendo a Juan Espinoza la esencialidad contaría con la siguiente clasificación.

 Error en la propia esencia o cualidad del objeto del acto (error in negotio)
 Error en las cualidades personales de la otra parte (error in qualitate personae)
 Error de derecho (error iuris)
 El error conocible hace alusión a que el destinatario de la declaración debe
estar en la aptitud de advertirlo o sea de percatarse de él.

39
El dolo está compuesto por aquellas malas prácticas realizadas por una de las partes
del negocio para convencer a la otra parte de celebrar el negocio jurídico en un cierto sentido
que beneficiará a la parte que actúa de mala fe o a un tercero. El silencio podría también, en
ciertos casos, derivar en dolo. Se diferencia del error porque es provocado y no espontáneo.

La reticencia es aquel ocultamiento, de mala fe, de información esencial que luego de


celebrado el contrato origina una pérdida o menor provecho económico en cabeza de la parte
que, ignorando tal información, celebró el contrato.

La violencia es aquella fuerza irresistible que elimina la voluntad del sujeto derecho
obligándolo a celebrar un negocio jurídico. La fuerza irresistible puede provenir de una de las
partes del negocio o un tercero. Asimismo, para algunos doctrinarios al eliminarse la voluntad
de uno de los particulares de la operación, ya no se estaría en presencia de un vicio sino de un
acto nulo.

La intimidación es aquella amenaza dirigida a una de las partes del negocio de sufrir
un daño en su patrimonio o entre los miembros de su familia con el objetivo de celebrar un
negocio jurídico en cierto sentido. Se diferenciaría de la violencia en que aquí la voluntad no
es anulada, pero si corrompida debido a una influencia externa.

El temor reverencial es aquella influencia provocada en una de las partes del negocio
que tendría la condición de débil, inferior o de menor jerarquía respecto de la otra parte que
tendría la condición de fuerte, superior y de mayor jerarquía. Aquella practica un acto en
favor de esta debido a la “sujeción psicológica” que su condición alimenta. Esta situación no
dará lugar a la anulación del acto.

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Conclusiones:
Cuando nos referimos a los “vicios de la voluntad”, ha existido una declaración. o sea,
ha habido una manifestación de voluntad emitida por uno de los agentes del negocio jurídico
o contrato y bajo este supuesto el negocio no podría ser atacado de nulidad. Sin embargo, si
en el proceso formativo de esa voluntad se ha declarado algo o que bien no se quería por
haber sido determinada la voluntad por una fuerza irresistible o la amenaza de padecer un mal
(violencia o intimidación), o inducida maliciosamente por un tercero (dolo) o debido a una
creencia equivocada o falsa representación de la realidad; o inclusive en aquellas casos en los
que habiendo una voluntad interna correctamente formada se declaró mal (error), el derecho
ofrece el remedio para atacar esos actos mediante la anulabilidad de los mismos.

En el common law, concretamente en el derecho inglés, existen una suerte de vicios de


la voluntad, pero son conocidos como obstáculos al consentimiento. Nos referimos a
la mistake, la misrepresentation, la duress y a la undue influence.

La teoría de los vicios de la voluntad no resulta ajena al derecho público, como en el


derecho de los tratados. Un claro ejemplo lo tenemos con la “Convención de Viena” en la cual
los vicios podrían influir en el consentimiento no de un particular sino del propio Estado.
El error vicio es aquel en el que se ha emitido una declaración, pero algo ha ocurrido
durante su proceso formativo, o sea se presentaron determinadas circunstancias que hicieron
al agente declarar en cierto sentido pero que, de no presentarse, el agente hubiera declarado en
sentido diverso (o no declarado).

En el error obstativo no ha existido problema alguno en el proceso formativo de la


voluntad sin embargo la declaración es emitida inconscientemente de forma errónea
resultando divergente de la voluntad interna.

Cuando hablamos de error esencial nos referimos a aquel que de no presentarse no


hubiera provocado que el agente manifestara su voluntad en cierto sentido (o no declarado).
Además, siguiendo a Juan Espinoza la esencialidad contaría con la siguiente clasificación.
 Error en la propia esencia o cualidad del objeto del acto (error in negotio)
 Error en las cualidades personales de la otra parte (error in qualitate personae)
 Error de derecho (error iuris)

El error conocible hace alusión a que el destinatario de la declaración debe estar en la


aptitud de advertirlo o sea de percatarse de él.

El dolo está compuesto por aquellas malas prácticas realizadas por una de las partes
del negocio para convencer a la otra parte de celebrar el negocio jurídico en un cierto sentido
que beneficiará a la parte que actúa de mala fe o a un tercero.

El silencio podría también, en ciertos casos, derivar en dolo. Se diferencia del error
porque es provocado y no espontáneo.

La reticencia es aquel ocultamiento, de mala fe, de información esencial que luego de


celebrado el contrato origina una pérdida o menor provecho económico en cabeza de la parte
que, ignorando tal información, celebró el contrato.

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La violencia es aquella fuerza irresistible que elimina la voluntad del sujeto derecho
obligándolo a celebrar un negocio jurídico. La fuerza irresistible puede provenir de una de las
partes del negocio o un tercero. Asimismo, para algunos doctrinarios al eliminarse la voluntad
de uno de los particulares de la operación, ya no se estaría en presencia de un vicio sino de un
acto nulo.
La intimidación es aquella amenaza dirigida a una de las partes del negocio de sufrir
un daño en su patrimonio o entre los miembros de su familia con el objetivo de celebrar un
negocio jurídico en cierto sentido. Se diferenciaría de la violencia en que aquí la voluntad no
es anulada, pero si corrompida debido a una influencia externa.

El temor reverencial es aquella influencia provocada en una de las partes del negocio
que tendría la condición de débil, inferior o de menor jerarquía respecto de la otra parte que
tendría la condición de fuerte, superior y de mayor jerarquía. Aquella practica un acto en
favor de esta debido a la “sujeción psicológica” que su condición alimenta. Esta situación no
dará lugar a la anulación del acto.

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Recomendaciones:
1. Definición precisa de los vicios:
Es crucial definir claramente los elementos que componen cada uno de los vicios de la
voluntad, con el fin de evitar confusiones y facilitar su aplicación por parte de los jueces.
También es importante establecer criterios claros que permitan diferenciar los distintos tipos
de error, dolo, violencia e intimidación.
2. Protección reforzada para las partes involucradas:
Se deben implementar medidas para fortalecer la protección de las partes que hayan
celebrado un acto jurídico con vicio de la voluntad. Asimismo, es fundamental facilitar el
acceso a la justicia para las personas que hayan sido víctimas de un vicio de la voluntad.
3. Seguridad jurídica y confianza en el sistema legal:
Es necesario dictar normas claras y precisas que brinden seguridad jurídica a las
transacciones comerciales, fomentando así la confianza en el sistema legal y previniendo los
vicios de la voluntad.
4. Difusión y capacitación:
Promover la difusión y capacitación en materia de vicios de la voluntad entre los
operadores jurídicos y la sociedad en general. Se deben desarrollar materiales educativos y de
formación para facilitar la comprensión de esta materia.
Además de las recomendaciones generales, se pueden realizar algunas sugerencias
específicas para cada uno de los vicios de la voluntad:
Error:
Es importante ampliar la noción de error esencial para abarcar no solo los errores
sobre la naturaleza del acto o del objeto, sino también los errores sobre las cualidades
esenciales del mismo. Asimismo, se debe reconocer el error de derecho como vicio de la
voluntad en los casos en que sea determinante de la voluntad del agente.
Dolo:
Se sugiere tipificar el dolo incidental como un delito autónomo y agravar las sanciones
para el dolo grave.
Violencia:
Es necesario ampliar la noción de violencia para abarcar no solo la violencia física,
sino también la violencia moral o psicológica. Se debe brindar especial protección a las
víctimas de violencia doméstica o familiar.
Intimidación:
Se recomienda reducir el plazo de prescripción para la acción de anulación por
intimidación y establecer mecanismos de protección para las víctimas de intimidación.

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Bibliografía:

 Artículo sobre los vicios de la voluntad: https://lpderecho.pe/vicios-voluntad-anibal-


torres-vasquez/

 El error en el Código Civil Peruano - de César Landa Arroyo (2017)

 Tratado de Derecho Civil Peruano - de Juan Bautista Alberdi (2019)

 Código civil comentado Tomo I /Título Preliminar Derecho de las personas Acto
jurídico /GACETA JURIDICA

 ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2008). Acto Jurídico Negocial. Análisis Doctrinario,


Legislativo y Jurisprudencial. Lima: Gaceta Jurídica.

 FAGES, Bertrand (2013). Droit des Obligations. Paris: Lextenso éditions.

 FABRE-MAGNAN, Muriel (2012). Droit des Obligations, 1-Contrat et engagement


unilateral. Paris: Presses Universitaires de France.

 GOUX, Catherine (1999). “L’erreur, le dol et la lésion qualifiée: analyse et


comparaisons”. En: Cahiers de la Faculté de Droit de Namur, vol. 11, Namur:
FUNDP. Faculté de Droit, pp. 7-58

 LOHMANN LUCA DE TENA, Juan Guillermo (1994). El Negocio Jurídico. Lima:


Grijley

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