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Cinco claves del éxito asiático en


Pisa
En casi 30 años, el sistema de educación chino se reinventó con una serie de
reformas. En el proceso de transformación, Shanghái ha sido la ciudad con más
éxito. Conozca cómo lo hizo.

Ci
nco claves del éxito asiático en Pisa Foto: 123RF

Durante la Revolución Cultural (1966-1970), el sistema educativo chino quedó


desarticulado. El Partido Comunista veía con sospecha todo lo que consideraba
burgués, por lo que persiguió a la pintura, la música y la literatura. Y entre
pianistas y poetas cayeron otros intelectuales. Muchos maestros de colegio y
profesores universitarios fueron obligados a marchar a los campos y a las fábricas
para reeducarse, según lo sostiene el historiador inglés Eric Hobsbawm en su libro
sobre la historia del siglo XX.

Pero cuando murió Mao, el sistema educativo se transformó. Pasó de una


centralización dirigida por el Partido Comunista, en la que el currículo estaba
basado en la lucha de clases, a la descentralización, que incluso les permitió a los
particulares financiar los proyectos educativos. Además, se permitió la diversidad
en la elaboración de libros de texto, que se entregaban de manera gratuita. El
cambio fue abismal. En 2006, el sistema educativo casi que se universalizó, la
primaria alcanzó una tasa de cobertura del 99,4 % y la secundaria, de 99 %,
según el gobierno chino.

¿Cómo se transformó el sistema educativo?


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1. Los profesores fueron el pilar del cambio. Se creó un programa en 1980 para
capacitarlos, y al mismo tiempo, se hizo un esfuerzo por atraer a los mejores
estudiantes a las licenciaturas, con admisiones prioritarias en las universidades.
En las grandes ciudades, como Beijing y Shanghái, los sueldos aumentaron, y
además, los maestros empezaron a gozar de bonificaciones que pueden llegar al
30 % del salario, según lo sostiene BBC Mundo.
Incluso, después de algunos años, la docencia ha llegado a ser una de las
ocupaciones más atractivas.
Pero más allá de los salarios, fue fundamental el riguroso marco de referencia de
soporte pedagógico. Se conforman grupos de estudio entre docentes, en los que
se discuten profundamente las planeaciones y las estrategias pedagógicas para
que el aprendizaje sea más efectivo. Para suministrar insumos para las
discusiones, el distrito de Shanghái creó una plataforma para compartir
investigaciones y difundir las experiencias más exitosas. Los grupos son
supervisados por una oficina del Ministerio de Educación y los profesores son
observados por funcionarios y por pares. El objetivo es incentivar las discusiones
pedagógicas para garantizar la calidad, y para que la constante capacitación
contribuya al desarrollo profesional, según la OCDE.

2. Los exámenes son el centro del bachillerato para el gobierno, profesores y


padres. Al igual que en Singapur, en Shanghái y gran parte de Asia, los padres
están obsesionados por las pruebas. Los colegios están diseñados para cumplir
exhaustivamente con los temas evaluados —Lenguaje, Matemáticas y Ciencias—.
Después del colegio, casi todas las familias contratan a tutores y llevan a los niños
a instituciones para recibir refuerzos. Además, los inscriben en cursos de artes y
música, para complementar la formación académica.

3. Se trata de una cuestión cultural: el esfuerzo ha sido históricamente premiado.


Desde el siglo VII a.C, comprender a los clásicos confucianos permitía acceder a
la burocracia gubernamental, según lo sostiene en un artículo Ómar Martínez
Legorreta, experto en historia asiática. “El sistema de preparación del Servicio Civil
descansaba sobre la educación. El emperador vigente convocaba a presentarse
los que se creyeran calificados, para sustentar los exámenes, locales y
provinciales. La educación para prepararse consistía en el estudio y memorización
de los libros clásicos y en la escritura de ensayos para la explicación y aplicación
de aquellos principios en el gobierno”, afirmó. Estudiar y prepararse era
incentivado y premiado por el gobierno: la sabiduría y no el linaje era el
vehículo para ascender. La educación era vista como un movilizador social. Por lo
tanto, se creó una cultura en la que el trabajo duro era remunerado.
Sin embargo, el nivel de competencia y de obsesión por las pruebas han traído
problemas. Los niños no aprenden a relacionarse con sus pares, tienen muy poca
interacción con la naturaleza y pocos espacios para los juegos. Además, según
Kathy Bickmore, profesora de estudios curriculares y desarrollo docente
internacional y comparado de la Universidad de Toronto, aprender a resolver
exámenes no garantiza estar bien educado. “Es necesario que aprendan a usar
activamente los conocimientos, más que a contestar una prueba”, según sostiene
Bickmore.
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4. Entonces, para resolver los problemas empezaron una reforma curricular


integrada a la evaluación. El objetivo era deslindar los conocimientos de la
evaluación, porque los exámenes se habían convertido en una mecanización del
aprendizaje. Entonces, en las pruebas se empezó a privilegiar la capacidad para
resolver problemas y en el desarrollo de habilidades y competencias. Se trataba
de que los jóvenes hicieran uso de los contenidos aprendidos. Además, algunas
ciudades acabaron la rígida estructura de las asignaturas con el fin de incentivar la
interdisciplinaridad, en la que las ciencias y las humanidades no estuvieran
distantes. Shanghái incluso acabó los exámenes de selección múltiple y les
permitió a las universidades elaborar sus propias pruebas de ingreso. Además, los
jóvenes pueden seleccionar asignaturas de su preferencia, relacionadas con su
futura carrera profesional.

5. La descentralización administrativa y financiera amplió la cobertura; sin


embargo, creó enormes disparidades en la calidad educativa entre las regiones y
las ciudades. Las grandes ciudades, como Shanghái, con una población de más
de 20 millones de habitantes y una economía próspera, le empezaron a llevar una
gran ventaja a las regiones más pobres y los pequeños pueblos. Además, en su
interés por mejorar la calidad, crearon un sistema de colegios de la excelencia,
con mayor presupuesto para infraestructura y para maestros, que terminaron
fomentando un sistema jerárquico, que aumentó la competencia y la disparidad.
Entonces, para compensar y mejorar la calidad en todo el país expidieron una
serie de reformas. Por ejemplo, el gobierno central otorgó subsidios, dependiendo
de las condiciones financieras de cada región, para mejorar la calidad. También
han incentivado los intercambios de maestros del campo a las grandes ciudades y
viceversa. Otra estrategia ha sido otorgarles a los colegios con mejores resultados
la administración de los colegios más débiles académicamente e incentivar el
diálogo pedagógico y la cooperación entre las ciudades y el campo.

¿Qué enseñanzas le quedan al país?

Colombia, en su deseo por ser la más educada, no se puede obnubilar por los
excelentes resultados que obtiene Shanghái en Pisa. La experiencia china le deja
un mensaje al país. No hay recetas para la calidad. La implementación de libros
de texto, medir los resultados o invertir más en algunos colegios de la excelencia,
puede servir, pero es necesario hacer ajustes, reformar y volver a diseñar en el
camino. No es posible seguir los pasos del éxito, sin atender a la complejidad
cultural y la capacidad para autoreformarse. Por ejemplo, la nueva obsesión por
mejorar en pruebas de selección múltiple ya fue superada hace casi diez años en
la ciudad con mejores resultados en Pisa.

TOMADO DE : https://www.semana.com/educacion/articulo/educacion-en-shanghai/505659

Febrero 13 de 2019

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