Está en la página 1de 4

La sociedad colonial: raza, etnicidad, clase y género.

Siglos XVI y XVII

Los hombres y mujeres que llevaron a cabo la colonización y conquista de América, no provenían
del estrato más alto de una pirámide peninsular altamente jerarquizada, con una movilidad
mínimamente dinámica, aunque no imposible de trascender.

Los conquistadores, eran hidalgos (nombre atribuido a aquel que tuviera status noble) sin fortuna,
pequeños propietarios rurales, pastores y agricultores, impregnados en una ideología señorial,
basada en el poder de explotación de la tierra.

Esta nobleza castellana, había alcanzado status al ser recompensada por sus soberanos, luego de
participar en la consolidación del territorio peninsular. Tenía ideales caballerescos, donde un sitio
predominante lo tenía la actividad militar, fuente de recompensa inicial y que podía dar lugar a
exitosos tratos mercantiles.

Los conquistadores imprimieron en la colonia las marcadas diferencias culturales que reflejaban el
estrato superior al que querían pertenecer y que solo como elite conquistadora, en el Nuevo Mundo,
pudieron acceder. Estos patrones socioculturales reflejaron dos paradigmas antagónicos, referidos al
status: el honor, fama, títulos y la propiedad de la tierra combinados con las nuevas prácticas
mercantiles que reconocían el valor del comercio y el dinero para ascender en la escala social.

En América, estos conquistadores emprendieron su tarea como gesta material y espiritual, para así
ser valorada. Ganadas las tierras y las personas, la estratificación social peninsular se trastoco. Pero
con la colonia se renovaron con más fuerza antiguas formas de estratificación y discriminación
social.

La sociedad Ibérica

Tres estamentos:
 Nobles
 Clero
 Gente común

Las diferencias quedaban plasmadas por privilegios sancionados legalmente. Así el 10% de la
población peninsular propietaria (nobles y clero) gozaba de exención tributaria y derechos
jurídicos especiales.
Oficios y educación también marcaban diferencias. Artesanos, profesionales y universitarios,
asociados corporativamente estaban amparados por fueros que los apartaban de la competencia de
instituciones jurídicas y económicas.
Esta sociedad no era ni racial ni étnicamente homogénea. Con los descubrimientos, la intolerancia
cultural y étnica se cristalizo. En el concepto de “limpieza de sangre” demostrando que en el linaje
no había sangre judía o mora. Por otra parte, tendían a diferenciarse por su lugar de origen
(extremeños, andaluces, castellanos, etc.)

Españoles: La participación exitosa en la conquista permitió la posibilidad de trascender social y


económicamente al recibir encomienda de indios. Así, una vez repartido el botín entre los
miembros, el jefe procedía a recompensar a sus fieles seguidores con la mano de obra de la
población: esto se basaba en la proximidad al jefe o compartir con él la pertenencia a un mismo
lugar (patria chica) que generaba un parentesco simbólico (compadrazgo).

La encomienda se convirtió, a lo largo del XVI, en la fuente de adquisición de recursos humanos y


naturales. Pero la ausencia de control inicial sobre los señores de indios redundo en un
aprovechamiento desmedido de estos y de los recursos. Aunque logro satisfacer las aspiraciones de
los conquistadores. Entre sus responsabilidades mas grandes era la de adoctrinamiento y protección.

La corona castellana comenzó a hacerse cargo del gobierno colonial en la década de 1550, de esta
manera, por las regulaciones del derecho indiano, las mercedes de encomienda se concedían por dos
vías (la del primer titular y la de su legítimo sucesor) a fin de evitar una clase de feudatarios en
territorio colonial. Por otra parte, su presencia se plasmo en una cadena de funcionarios e
instituciones que pusieron freno a las iniciativas individuales.

Con la encomienda, nació la minería en la colonia, cuya extracción convoco a gran cantidad de
inversores, personal especializado y trabajadores. Debido a la disponibilidad de mano de obra y
capital de los encomenderos. Las más importantes mineras, Porco y Potosí, estuvieron hasta la
década del 1560 en manos, mayormente, de encomenderos con mano de obra nativa.

Cuando la encomienda llegaba a su ocaso a fines del siglo XVI, surgió un grupo de pensionados o
rentistas que recibían una suma anual fija de la corona que completaban con el ejercicio de
actividades mercantiles. Para entonces, la minería, comercio y la industria rural estaban en manos
de profesionales, mercaderes mayoristas y mineros dispuestos a invertir.

Los peninsulares buscaban acrecentar o perpetuar el status adquirido, para ello, era necesario
acceder al mejor matrimonio y en el caso de la primera elite colonial, las uniones se formalizaban
entre paisanos (nacidos en el mismo lugar), entre primos y parientes para evitar la dispersión de
patrimonio o entre miembros de familias ya vinculadas por emprendimientos económicos. Por otra
parte, la elite eligió la figura del mayorazgo, aunque la ley castellana le daba a los nacidos legítimos
iguales derechos, que permitía la concentración de tierra y derechos en uno de los hijos, el mayor
varón.

Los altos dignatarios religiosos arribaron con los conquistadores y obispos y arzobispos se hicieron
cargo de la dirección de las provincias eclesiásticas, residiendo en las ciudades capitales en
catedrales y basílicas. Precisamente, las iglesias de las órdenes religiosas (dominicos, franciscanos,
agustinos y mercedarios).

La elite criolla sufrió la discriminación étnica que le impedía acceder a posiciones de poder, así,
numerosas familias eligieron recurrir al parentesco y casar a sus hijas con peninsulares recién
llegados garantizando la “pureza racial”. Las mujeres estuvieron destinadas a la reproducción
biológica y con ello a la del propio sistema, las de la elite tampoco fueron un conjunto homogéneo.
La primera generación de mestizas surgió por la libre práctica sexual de los conquistadores. Su
función femenina primordial, la maternidad, estaba atada a un mandato social, cultural e ideológico
cuyo resultado era la subordinación femenina al mundo masculino. El pilar de esa subordinación era
la institución familiar; su emergente, el matrimonio. En torno al patriarcalismo reinante, el
matrimonio era el rito de pasaje donde una mujer pasaba de la tutela de su padre a la del marido. En
un principio se proveía de capital inicial para que el nuevo hogar enfrentara la convivencia y
descendencia. Aunque algunas pudieron trascender este mandato, la mayoría lo reprodujo. Las
viudas e hijas de encomenderos debían casarse para continuar ejerciendo el señorío de sus sujetos,
aunque a través de su marido. El casamiento de estas, llegaba a ser una preocupación de Estado, con
su consecuente intromisión. Por su parte, las peninsulares y criollas esposas e hijas de artesanos,
pequeños propietarios y dependientes transcurrieron sus vidas trabajando junto a sus maridos y en
las tareas del hogar. A su subordinación de género se le agregaba las diferencias de clase, estando
más expuestas a las raíces socioeconómicas y culturales de la desigualdad.

Indios: El territorio americano estaba ocupado por múltiples sociedades que se diferenciaban en
diversos aspectos, étnicos, culturales, lenguas, ocupación hábitat, continuidad histórica, etc. La
creación intelectual del “indio” trajo aparejado las supuestas diferencias biológicas y culturales de
los habitantes de América. La etnicidad constituyo un elemento adicional de la estratificación social
y, en ciertos casos, fue preexistente a la presencia española, ya que esta ya estaba muy presente en
la América antes de la llegada de los europeos. Las categorías y status precoloniales fueron
alterados por la extensión de la “indianidad” a gran escala y por el respeto o desprecio que
alcanzaron a grupos específicos.

La cooperación de ciertas familias nativas fue recompensada con encomiendas y otros privilegios.
Lo primero que hicieron los españoles con los conquistados fue someterlos a prestaciones de
trabajo, contribuciones en especie y dinero. Las encomiendas se dividieron sin tener en cuenta
territorialidades y organizaciones étnicas; luego se separo en jurisdicciones administrativas para
facilitar a los funcionarios el cobro de las tasas. La cobranza del tributo tuvo su correlato en la
creación de las reducciones o pueblos de indios, asentamientos que pretendían concentrar en un
sitio determinado a la población campesina. A parte de que tendían a convertirse en centro de
segregación, donde solo vivirían nativos, quedando prohibido el asentamiento de españoles,
mestizos, mulatos y negros. El avance de la propiedad rural española atentó contra los patrones de
asentamiento nativos y las reducciones cooperaron en esto (aislamiento y enajenación territorial).

Los curacas (caciques) sirvieron de intermediarios entre conquistadores y conquistados, cuya


autoridad sobrevivió al Estado inca sucumbido. Algunos no solo conservaron, sino que aumentaron
su poder y prestigio al involucrarse con los españoles. También, pudieron perpetuar su linaje y
acceder a la educación y modos de vida de los españoles, se vistieron en hábito español, usaron sus
símbolos heráldicos y crearon sus árboles genealógicos. Usualmente, la alienación provocada por la
colonización, hiso migrar a la gente al campo en busca de amparo; lo que a la vez, fue oprimido por
corregidores, tenientes, curas doctrineros, capitanes de mita, curacas, etc. Estos cambios minaron la
producción y reproducción de las comunidades nativas. La migración servía de salida de la opresión
y la presión tributaria. Otros prefirieron quedarse en las ciudades y el aprendizaje de oficios
artesanales, lo que llevo a la pérdida paulatina de su cultura.

Por otro lado, las mujeres nativas, quedaron a cargo de una multiplicidad de tareas que iban desde la
maternidad a la siembra, confección de tejidos, cuidado del ganado, cosecha, etc. Se mudaban entre
las diferentes mitas o ayudaban en tareas comunitarias, junta a sus maridos labradores y yanaconas,
trabajando para patrones españoles en el servicio domestico.

A pesar de las políticas segregacionistas, los grupos étnicos nativos sobrevivieron con sus textiles,
ornamentos, música, vestido, lengua y cultura, a las múltiples diversidades de la conquista.
Esclavos:

También podría gustarte