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1
Análisis reflexivo de un incidente de campo.
Rosana Guber 2
Resumen.
Abstract
1
Una versión preliminar de este artículo ha sido presentada a
las I Jornadas de Etnografía y métodos cualitativos, 9 y 10 de
junio, 1994 (Instituto de Desarrollo Económico y Social- Buenos
Aires.
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UBA - CONICET.
1
reflexivo de la realidad social que se produce, para la antropología, en los encuentros entre
trabajo de campo con veteranos argentinos que participaron en el conflicto entre la Argentina
debate de los "antropólogos nativos", y expresar la continuidad entre teoría y realidad social
no es sencillo, ya que por sus características evoca las emociones que despierta todo
conflicto. Ante eventos como el que describo aquí, el investigador cuenta con varias
opciones. Puede desentenderse del mismo y "pasar a otra cosa", como si nada hubiera
3
IDES - UBA - CONICET.
1
sucedido con la misma perspectiva analítica que el resto de sus materiales. Por razones que
transitamos todos los investigadores sociales forma parte de la objetividad social, podremos
ofrecer estudios más penetrantes de cómo todos, incluso los investigadores, concebimos,
vivimos y hacemos esta sociedad argentina. Más aún, por tratarse de un artículo cuyo eje es
claro que la investigadora comparte con aquéllos esas formas de pensamiento y de reacción
que descubre en su análisis. La antropología puede ayudarnos, como dice Roberto Da Matta,
a exotizar lo familiar de nuestras rutinas, historias y pertenencias para hacer un país mejor,
conocimiento del "punto de vista del nativo" como definitorio del "metier" de antropólogo
(1922). Desde fines del siglo XIX, la antropología se había volcado al estudio intensivo de
diversidad de Otros con la homogeneidad del Sí Mismo (o acaso no daba igual que
valorativa y una (casi) completa resocialización para acceder al punto de vista del nativo con
fines de los '60: con la caída del orden colonial que había engendrado la experiencia
la propia sociedad. Los nuevos gobiernos contaban ya con sus propios intelectuales, muchos
hasta entonces había sido una situación de hecho (irse lejos, donde se encontraba el salvaje
epistemológica. Estaban, por un lado, quienes abogaban por una antropología en contextos
si el objetivo del antropólogo era conocer el punto de vista del nativo, no abreviaba acaso el
conocer una cultura, y otra haberla vivido (Uchendu, en Aguilar 1981:20); que el shock
cultural es un obstáculo innecesario y, además, una metáfora inadecuada que reemplaza con
una desorientación artificial y pasajera lo que debiera ser un estado de desorientación crónica
sociedad tiene varias ventajas: el antropólogo nativo no debe atravesar los a veces
temática; no necesita aprender la lengua nativa, que un extraño conocerá, de todos modos,
mayores oportunidades para la observación participante; el antropólogo nativo rara vez cae
presa de los estereotipos que pesan sobre la población pues está en mejores condiciones para
penetrar la vida real, en vez de obnubilarse con las idealizaciones que los sujetos suelen
y categorías locales, consiste en asegurar el acceso no mediado al mundo social, sea por el
mantenimiento de la distancia, como pretenden los 'externalistas', sea por la fusión con la
realidad en estudio, como aspiran los 'nativistas'. El empirismo ingenuo que subyace a las
afirmaciones de quienes abogan por una antropología nativa con tal de lograr una menor
prácticamente idéntico al de quienes sostienen que sólo una mirada externa puede captar lo
Del debate ha quedado, sin embargo, la puesta en cuestión del lugar de la "persona"
sociedades: las mujeres y los pertenecientes a las llamadas "minorías"3 . Sus elaboraciones
1970?; o una antropóloga feminista que estudia los movimientos pro y anti-abortistas, es
producción agrícola, pero no en el sistema de castas, siendo él brahmán4 . Preguntar sobre "lo
campo con sectores sociales y políticos antagónicos al del investigador puede levantar
marginación. El antropólogo nativo está inserto en una red de relaciones que lo vinculan al
panorama que va a estudiar de tal modo que no puede fingir desconocer sus reglas5 .
investigación.
Era la tercer conmemoración de la toma argentina de las Islas Malvinas por las
FF.AA. argentinas, que iba yo a presenciar en Buenos Aires: 1991, 1992, y ahora 1993. Tras
dos años de trabajo de campo, más unos tres meses de prospección en 1989, ésta sería
mismo punto que lo había iniciado: un acto por el 2 de abril dirigido por Carlos y otros
mantener viva la llama de la soberanía nacional en la, para ellos, apática población argentina.
Entre junio de 1989, cuando lo vi por primera vez, y abril de 1993, Carlos se había
CAVIM (Centro Argentino de Veteranos de las Islas Malvinas6 ). Por su intermedio y ayuda
Atlántico Sur. Entre 1989 y 1993 Carlos había cambiado de sede y de alianzas políticas. A
pesar de prestarme temprana colaboración, sólo alcancé a mantener con él dos breves y
ocupaciones. Por esto y por mis viajes, la relación se fue limitando a algunas visitas a las
Federal, encuentros nacionales donde desfilaran veteranos del "interior". Las delegaciones
Martín, partiendo de Plaza de Mayo, centro político nacional, tras una misa en la Catedral
Llegué a las 17:10 al lugar, dispuesta a reencontrarme con quienes hacía meses -
algunos un año- no veía, Carlos y sus colaboradores entre ellos. Avanzaba por la rampa de
quien conocía desde l991, y le di un beso a pesar de su actitud distante. Mientras saludaba a
otros muchachos que estaban con ella, en voz bien alta ella comentó: "están llegando los
service!". Miré hacia la rampa de acceso adonde ella miraba, y vi fotógrafos, personal
policial, transeúntes y ex-soldados. Como nadie me dio pie para quedarme charlando, me fui
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al umbral de la Catedral cuando apareció Carlos, con uniforme de infante. Aunque no lo veía
desde el año anterior, no mostró demasiado entusiasmo en el reencuentro, y siguió con sus
preparativos. Me consolé pensando que "tendría mucho que hacer" y que yo ya le resultaba
una cara "irrelevantemente familiar" o, como diría Malinowski, un "mal necesario". Subí a la
entrada a esperar que ingresaran las delegaciones, cuando la mujer de Carlos se me acercó y
me dijo:
Con cara de no entender nada, le espeté un "Vos estás en pedo (loca)?", pero se fue sin
Este tipo de episodios es uno de esos momentos que todos los antropólogos
tememos, una amenaza latente en toda investigación: que no nos quieran!; no "ingresar", y si
hemos ingresado, que de un día para otro se nos declare 'persona non grata' y nos tengamos
que ir. El problema no es tanto no poder iniciar o completar el trabajo, ni cómo dar cuenta
problema más acuciante es que el no ingreso o la expulsión nos cuestiona hasta nuestras
fibras más íntimas. Depositamos la legitimidad de nuestro saber en los cursos de teoría y
metodología, y creemos que con ese bagaje podremos alcanzar otros ámbitos, otras gentes,
más, mucho más que lo académico: es la utopía de creernos social y culturalmente solidarios,
abiertos, y distintos del común de la gente; estamos dispuestos a escuchar y a entender lo que
otros no escuchan ni entienden. Aquí reside nuestro maravilloso don: en poder "ganar el
campo" 7 . Y cuando sobreviene una hecatombe como ésta la rumiamos por días, se nos
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vuelve una obsesión que nos humilla y averguenza cada vez que brota a la conciencia,
nuestro error y si "hemos nacido para esto". Anécdotas similares abundan en la disciplina,
pero terminan explicando cómo se superó un obstáculo en campo al reconocer una gaffe
Apenas se hubo ido la mujer de Carlos pensé que, al menos, ahora sabía qué
pensaban de mí, y el porqué de aquella indiferencia. Pero no entendía cómo, al cabo de tanto
tiempo, Carlos y ella estaban tan seguros de mi doble identidad (no debía haber sido al revés,
duda al principio, confianza después?). Quise creer que la situación se revertiría al carecer de
pruebas fehacientes. Si bien sabía que los ex-soldados guardaban cierta desconfianza, supuse
que ésta se atenuaría con el tiempo, mi trabajo y mi conducta. Además, Carlos había cursado
Aturdida, sentí que me transformaba en una columna más de la Catedral. Dudé qué
hacer sin reaccionar, ni ver, ni escuchar. Me recordé a mí misma que estaba ahí para registrar
lo que quizás sería mi último 2 de abril en esta investigación. Después de todo no tenía nada
que ocultar, ni de qué avergonzarme. Pero aunque decidí hacer lo que tenía previsto, pude
poco desde mi deprimente estado de ánimo con el cual acompañaba al acto en otra sintonía.
espontánea, un veloz relevamiento sobre las reacciones de los demás hacia mí. Cualquier
gesto podía ser crucial. Uno es puro Goffman en estas circunstancias! El incidente me había
medieval de los leprosos: toda pregunta mía más allá del "-cómo andás?" podía confirmar
"mi espionaje". Transcurrió la marcha y el acto final hasta que otro veterano me presentó a
una joven estudiante de Ciencias Sociales que se había acercado al acto para enterarse de la
conversando con ella, con todo el peso de la jornada, y fui, irónicamente, la última en irme
solución es superar anímicamente el traspié, seguir con quien lo desee, o cambiar de tema.
Pero estas soluciones, que solemos darnos en términos prácticos, no alcanzan para recuperar
teóricamente lo ocurrido.
campo como diálogo y negociación que el texto etnográfico homogeneiza y silencia. Por eso
en la llamada "etnografía experimental" (Marcus & Cushman 1982) se intenta destacar las
voces de resistencia y oposición del Otro al Sí Mismo, del Resto a Occidente, evitando que
la pluma del investigador se trague el disenso y lo anule para siempre (Dwyer 1982).
describir constituye lo real, aunque el mundo real siga allí para ser interpretado. Según esta
argumento (Watson 1991:80-81). Pero, nota Graham Watson, esta visión no desafía a la
ontología realista, pues no concibe lo real como coproducido por investigador e investigados.
corresponde a) la realidad 'tal cual es', como a la constitución subjetiva de la realidad social.
Según han mostrado Harold Garfinkel (1967) y sus continuadores, los análisis de la realidad
(accounts) "están hechas de expresiones cuyo sentido deriva del ámbito" descripto (Ibid.79).
de toda la realidad social, incluyendo a la académica (Ibid 30-31). Tanto las descripciones e
establecer el vínculo entre investigador y sujetos de estudio -técnicas, métodos, etc.- son,
para una antropología reflexiva, más que una mera herramienta para conocer a los sujetos, el
campo no es un método sino "el proceso ontológico del discurso (y la práctica) humano en
operación, en el cual ... 'la vida media a la vida'" (Gadamer en Giddens 1987:56). No basta
con declarar las técnicas empleadas, la extensión de la estadía, y narrar en forma aislada
define a la "auto-antropología" como aquella "que se lleva a cabo en el contexto social que la
coinciden con el contexto, sino "si existe continuidad cultural entre los productos de su labor
'conocimiento' (que) se erige sobre conceptos que pertenecen también a la sociedad y cultura
bajo estudio" (Ibid:18). Que el investigador proceda del mundo social de los sujetos no
garantiza que identifique las discontinuidades entre la comprensión indígena y los conceptos
analíticos, ni que adopte los géneros culturales apropiados para expresar su interpretación
(Ibid).
entonces; no porque accediera a las razones íntimas y personales por los cuales Carlos y su
mujer obraron y pensaron como lo hicieron (p.e., fines políticos, celos personales), sino
porque me permitió entender el sentido de la acusación con la cual ellos me hacían partícipe
en mi propio país y sobre mi propia nacionalidad, pude revisar qué es, en la Argentina, ser
un antropólogo nativo. Para esto necesité prestar atención al contenido y tono del discurso
acusador, y al contexto que resultó de todo el incidente. Era ese contexto, producto de mi
encuentro etnográfico del trabajo de campo (Hastrup 1987), la que daría nuevo sentido a las
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Ese contexto había comenzado mucho antes de aquel 2 de abril y reunía las
siguientes partes: una acusación (que yo era "gente de inteligencia"), una orden ("mantenete
lejos de los ex-combatientes y de mi marido"), y una amenaza ("cuidate" que vas a perder tu
"empleo"); las palabras transitaban de una esposa a una mujer, en un acto público de
Mi primera sorpresa fue la evidente (al menos, para mí) falsedad de la acusación.
Podía entender la sospecha, pero nunca que se virtiera como un hecho confirmado. Como
ciudadana argentina recordaba que "los servicios" eran una temible y oscura rama del Estado
Seguridad Nacional, que ingresó a la Argentina en la segunda mitad de los años '50,
1985, 1987). Con la sucesión de períodos represivos y proscriptivos, los antropólogos y otros
Esta imagen era incongruente con las palabras de la mujer de Carlos, donde se me
hacía objeto de una acusación tradicional a los antropólogos11 , en su mayoría de los EE.UU.
Segunda Guerra Mundial: pertenecer a un servicio de inteligencia foráneo. Más aún, luego
de las violentas guerras de liberación de los nuevos países asiáticos y africanos, el "agente de
extranjeros12 . Ahora bien: tampoco era éste exactamente mi caso, no sólo porque se me
había dado inicial colaboración, sino porque sabiéndose desde el principio que yo cursaba un
similar, sino como del SIDE local13 . Vale la pena aclarar que por el tipo de trabajo de campo
lógico, y por eso tan frecuente, identificar a los antropólogos con las policías y las redes de
investigación.
La segunda incongruencia fue que mi expulsión estuvo a cargo de una de las pocas
principalmente con ellos. No sólo se me expulsaba, sino que me expulsaba una mujer, a
quien -como toda mujer- había percibido como subalterna en el centro14 . Para mis adentros,
califiqué el suyo como un ataque de celos, como una iniciativa individual o un capricho "de
convincente porque en nuestros primeros encuentros la mujer de Carlos había tenido una
actitud amigable hacia mí, y porque yo no frecuentaba el centro ni a su esposo desde hacía
mucho tiempo. Pero la cuestión fundamental es más que empírica: interpretar el incidente
como un ataque de celos femeninos plantea la cuestión de por qué serían los celos una forma
legítima y creíble de promover mi alejamiento: por qué expresar los celos en términos de
espionaje estatal.
Una tercer incongruencia fue que quien pretendía mantener alejados del centro a "los
servicios", me amenazaba con perder mi supuesto trabajo. Pero cómo haría ella para que su
amenaza fuera plausible, sin contar simultáneamente con cierto acceso a mis "empleadores"?
En suma, una falsa acusación plagada de contradicciones sólo me permitió, en ese momento,
1
argumentar que ella estaba "en pedo". Pero había mucho más. Para saberlo debí analizar
algunos aspectos del acto en relación a mi incidente, y mi conocimiento sobre las memorias
de Malvinas.
El acto del 2 de abril del '93 convocado por el CAVIM era público. Cualquiera
(incluso yo) podía asistir. La invitación por afiches ubicados en las zonas más concurridas de
Buenos Aires sugería que se aspiraba a reunir un público masivo y popular al que la
dirigencia supone más consustanciado con el ideal de Malvinas que el de las clases medias y
altas. Pero más que la mera convocatoria, los militantes ven a estos actos como vehículos
en especial, al porteño de quien los veteranos recuerdan su frágil memoria y veloz pasaje de
A diferencia de otras localidades del país, desde 1983 y cada 2 de abril Buenos Aires
se transforma en sede de varios actos simultáneos, convocados por distintos centros de ex-
soldados. Estas ceremonias presentan algunas diferencias pero contrastan más marcadamente
con los actos oficiales por Malvinas 15 . En primer lugar, y es el caso del CAVIM16 , los
veteranos se presentan como los "Protectores de la Argentina" 17 , según dice la letra de una
marcha compuesta luego del conflicto y que los veteranos suelen entonar, adoptando una
postura militante y participativa en la cual poco caben los observadores 18 . En segundo lugar,
y salvo excepciones, estos actos no suelen contar con respaldo e infraestructura oficial, p.e.,
música militar para acompañar al desfile, y en el acto final tocar el minuto de silencio y el
himno nacional 19 . Esta diferenciación también alcanza a las FF.AA., pues los actos tampoco
cuentan con presencia militar uniformada20 . Tercero, los actos tienen una localización
1
témporo-espacial diferente (pero complementaria) a la de los actos del Poder Ejecutivo, pues
móviles, y con participación diferencial de sus integrantes. La primera fase fue una misa en
la Catedral donde los veteranos ocupaban un sitio preferencial frente al altar; la segunda, el
los simpatizantes y familiares detrás; y la tercera fue el acto en el Monumento Nacional a los
Caídos en el Atlántico Sur, en la Plaza San Martín -frente a la Torre de los Ingleses22 - donde
del auditorio e hicieron la ofrenda floral. El desfile partió de la Catedral, bordeó la Plaza de
Mayo y pasó por el Ministerio de Acción Social, el de Economía, la Casa Rosada -sede del
Poder Ejecutivo Nacional-, el Edificio Libertador -sede del Comando en Jefe del Ejército-,
Cancillería, tres del Círculo Militar del Ejército, y cinco del Centro Naval y de la Fuerza
Los protagonistas de este 2 de abril fueron hombres civiles (entre ellos algunos
suboficiales dados de baja o retirados) que habían participado directamente del conflicto de
1982 (un 80 %), jóvenes nacionalistas y familiares de veteranos y de caídos, entre ellos
provincial, salvo miembros del CAVIM que abrían el desfile portando una ofrenda floral,
imprimían el ritmo general del acto, y marcaban el comienzo y finalización de cada actividad
central, etc.). Los asistentes veteranos presentaban una variada pero significativa
indumentaria, pasando del traje al uniforme verdeolivo del infante (de tierra o de marina).
Quienes usaban ropa sport, agregaban alguna chaqueta, birrete, borseguíes, cinto o pantalón
militar. Los veteranos exhibían sus medallas, algunas otorgadas por el Congreso de la
Nación entre 1990 y 1992, otras por las FF.AA., en la solapa izquierda. Algunas
diseñadas por ellos mismos con algún símbolo provincial -el escudo- frecuentemente
acoplado a las Islas. Otros distintivos de cada delegación eran las pancartas, los ponchos, o el
destinatario del acto parecía ser el Estado Argentino y, particularmente, el "Estado Federal"
país. Esa articulación era más bien un vínculo contradictorio de interlocutor y adversario con
el Estado argentino, el gran artífice de la decisión de recuperar las Islas, que había
engendrado a los ex-soldados como una identidad social nueva, la de los "ex-combatientes"
y los "veteranos de guerra". Pero el Estado había sido, también, el responsable de la caída de
Puerto Argentino -capital de las Islas Malvinas y último bastión argentino en el conflicto-, de
los veteranos los honores que corresponden a quienes "defendieron a la Patria". "Se nos
escondió como a delincuentes" siempre recuerdan. Cada ceremonia del 2 de abril trata de
invertir una derrota en victoria, y el ocultamiento inicial en entrada triunfal. Para ello se
y por lo tanto, de la Argentina. Los protagonistas del acto no estaban "en" el Estado, pero
provenían de él; se le ubicaban enfrente y enfatizaban los elementos que los diferenciaban
1
sentido de la "gesta de Malvinas", como suele denominarla el personal de las FF.AA. en sus
exposiciones.
1987 se impuso sobre el anterior en la mayoría de los centros (como el CAVIM) para
lucharon por su Patria. "Veterano" es un término que pone a los ex-soldados bajo el ala
estatal, al aplicarles el mismo rótulo que a los militares profesionales que habían asistido a
las Islas. Por eso, el "ex-combatiente" tiene connotaciones de oposición al Estado que no
que cité más arriba (p.15): se me amenazaba con "perder mi empleo en el Estado" quien se
presentaba como encarnando a la Nación y, por eso, a lo no-estatal. Pero la amenaza sólo
de Malvinas que los ex-soldados definían como nacida del Estado pero que debía pertenecía
nacional ante "la sociedad". Este juego dual está protagonizado por quienes están al servicio
de la Nación -los leales a la causa-, los indiferentes que alguna vez aplaudieron la
1
Patria, los traidores. Estos suelen ser asimilados al Estado (como algunos Generales que
las actividades realizadas por los leales a la Patria quienes, a diferencia de mí, la traidora,
En este sentido, era lógico que hubiera sido la mujer de Carlos, y no él u otro
mi identidad de género me hacía menos asible, y sólo permitía ubicarme en las sombras del
poder. Había tenido ya ocasión de escuchar de varios ex-soldados que reconocerían a "un
servicio" mucho más fácilmente que a "una servicio", y que si ellos estuvieran en el lugar
del Estado (también) enviarían a una mujer. Esto no se debe a que la ausencia de mujeres en
estos contextos (centros de veteranos, instituciones militares) las hace menos familiares, sino
Andaba siempre sóla. O bien alguien "me bancaba" y yo me empecinaba en negarlo, o bien
ser el receptor de la información. Quién sino otra mujer podría combatirme con mis propias
armas?
debía a la idiosincracia personal o a los celos de la esposa de un dirigente, pueden leerse bajo
esta visión de lo femenino pero sin negar -como lo había hecho al principio- la seriedad de
1
las palabras de la mujer de Carlos. A los diez días del incidente fui a aclarar con él lo
ocurrido. Su primera reacción a mi protesta fue establecer una clara distinción entre él y su
mujer ("-Vos sabés con quién estás hablando? Vos sabés a quién tenés enfrente?), para
discusión, admitió que ya hacía tiempo que todos abrigaban dudas sobre mi verdadera
del CAVIM, camaradas u opositores de Carlos) se limitaron a replicar que no tenían nada
que ocultar ni de mí ni de nadie, así que les daba igual que yo fuera o no servicio. En suma,
acusación.
malvineros, tampoco era miembro de una facción opuesta. En dos o cuatro años, yo no había
producido nada "útil" y "concreto" para bien de la causa, como Carlos varias veces me lo
merodear centros y actos, en torno a una causa por la propia Patria que -como todo "patriota"
sabe- no es necesario explicar. Por descarte o por tenacidad, yo debía ser servicio.
Toda esta lógica no era exclusiva a los veteranos. Con su acusación yo pasaba a
formar parte del modo en que muchos argentinos recordamos Malvinas: una gesta nacional
1
en oposición a, pero surgida de, el Estado. Esta concepción define una noción específica de
disputa con el Estado, cuyas manifestaciones son tan ubícuas y están tan imbrincada como
ocurre porque, a diferencia de otros países donde su participación estuvo modelada, p.e., por
delineador de una homogénea nacionalidad que no por eso, carece de conflictos. La historia
ausencia del incidente que protagonicé y de las memorias argentinas sobre Malvinas. Esa
una historia político-institucional donde los enemigos internos (de la sociedad o del Estado)
han dejado más deudos y "caídos" que las intervenciones imperiales directas. Esta definición
oscuro del Estado en nuestra historia. Pero lo más notable del incidente fue que ese acuerdo
haya sido posible entre alguien como yo, contemporánea de los conflictos internos desde
fines de los '60 (y su desenlace en la "guerra antisubversiva" o "guerra sucia" con sus 30,000
contexto común para interpretar el único conflicto armado internacional que vivió la
profesión. Por aparecer casi al finalizar mi trabajo de campo, tuve más elementos para
interpretar el incidente y, sobre todo, para no caer en una profunda depresión. Esto no
en este país. Para mí como argentina, "ser servicio" es lo mismo que para mis acusadores,
Si bien no resulta sencillo, una perspectiva reflexiva para interpretar incidentes como
antropológica. Como en tantos otros ejemplos, el sentido del debate sobre los antropólogos
contexto. Lo mismo sucede con el investigador, para quien los incidentes de campo impactan
si olvidara que cuanto le ocurre le afecta en tanto que "ser social", no sólo qua "ser
académico". Quizás por eso me haya puesto a escribir estas páginas, el único final feliz que
investigación, el valor del trabajo de campo que hacemos los antropólogos, y mi amenazada
y excluída nacionalidad.
Notas.
1. Lo cual no significa que Malinowski y muchos otros fueran
uniformemente naturalistas: en sus etnografías esta perspectiva se
encuentra en permanente tensión con aproximaciones de tipo
interpretativo (Durham 1978; Guber 1994).
10. Uno de los ejemplos más exitosos en este sentido son las
reflexiones sobre el trabajo de campo en Marruecos, de Paul
Rabinow (1977).
1991)].
14. Los casos que forjaron en mí esa idea fueron muchos. Por
ejemplo, hacía un año, en el 92, un ex-combatiente le contaba a
otros en tono de festejo cómo otro compañero le había mandado a su
mujer sacarse la remera que llevaba puesta, con el nombre, el
logo, y la leyenda de la organización, y dársela a un camarada de
otro punto del país que estaba de visita en la localidad.
15. Puede hacerse otra distinción entre los actos por Malvinas
realizados por grupos políticos y por las organizaciones de
veteranos. En general -aunque no necesariamente- estas últimas
excluyen la representación partidaria a través de pancartas,
cánticos, insignias y volantes.
20. Con algunas excepciones, p.e. uno de los actos del décimo
aniversario, en 1992.