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Actualmente
Si bien son parte de un país y no poseen soberanía propia, tienen competencias y
libertades respecto del Gobierno central y disponen de constitución política propia (con
distintos nombres), con sus leyes regionales y autoridades ejecutivas, legislativas y
judiciales. En este aspecto no son distintas a otros estados, con la diferencia de que
muchas veces la autoridad municipal (alcaldía) y la autoridad regional (gobierno local)
son uno, por lo que el presidente del gobierno local desempeña también el papel del
primer edil (aunque el ayuntamiento y la sede del gobierno suelen estar
separados).Algunas ciudades-estado actúan además como sede del Gobierno de su
país.
La ciudadanía romana era una posición social privilegiada en relación con las leyes,
status social, propiedad y acceso a posiciones de gobierno, que se otorgaba a ciertos
individuos a lo largo de la historia de la Antigua Roma y, fuera de Italia,[1] no estuvo
relacionada con el ser habitante de un territorio bajo dominio romano, hasta la
Constitutio Antoniniana del año 212 d. C., cuando fue otorgada la ciudadanía romana a
todos los hombres libres dentro del Imperio.[2]
Adicionalmente surgieron una serie de derechos que, no estando cubiertos por
legislaciones (ius) específicas, llegaron a ser consideradas parte de los derechos de
los ciudadanos:
PERDIDA DE LA CIUDADANIA
La ciudadanía se otorgaba automáticamente a todos los hijos de un matrimonio
legal de un ciudadano.
Los esclavos liberados podían obtener la ciudadanía, sin embargo, mantenían
algunas formas de obligaciones con sus antiguos amos, transformándose
en clientes.
Los hijos de los esclavos liberados podían ser ciudadanos de derecho propio.
El derecho de ciudadanía romana se extendió gradualmente, antes dentro
de Italia y tras la guerra Social a todos los pueblos itálicos y, solo
posteriormente, a algunas ciudades situadas en ciertas provincias.
La ciudadanía fue finalmente concedida a aquellos habitantes libres del Imperio
que no eran hijos de ciudadanos, a excepción de los dediticii mediante
la Constitutio Antoniniana de 212 d. C., emitida por el emperador Caracalla.
Aquellos que servían en cuerpos militares bajo las órdenes de romanos
(auxiliares militares) adquirían ciudadanía, que trasmitían a sus hijos.
Se podía lograr ciudadanía por servicios "extraordinarios" a Roma.
La ciudadanía se podía comprar, aunque el precio era muy alto.
Durante el bajo Imperio, con el tiempo, se hizo costumbre considerar
ciudadanos romanos a los habitantes de territorios profundamente
romanizados, como los reinos clientes, y que habían mantenido fuertes lazos
de amistad y comercio con Roma por largo tiempo. Generalmente esto era una
especie de premio o reconocimiento de una cierta realidad sociopolítica. Sin
embargo, a veces, era una manera de lograr específicos fines políticos.
Finalmente, con el Edicto de Caracalla, se otorgó la ciudadanía romana a todos
los habitantes libres del Imperio
LOS NO CIUDADANOS
Eran todos aquellos que carecían de derechos, Se dividían en tres grupo
Los no ciudadanos
Los peregrinos
En la antigua Roma, el "peregrinus" era una persona libre que estaba sujeta al dominio
romano sin tener la ciudadanía romana, y por lo tanto se vio privada de muchos
derechos reservados a los cives. Durante la República, este término también se usó
para indicar a aquellos que no estaban bajo el dominio romano .
Su admisión dentro del imperio romano fue muy fecundo para el desarrollo y
ampliación del derecho y la administración de justicias .
Los libertos
Un liberto era un antiguo esclavo que había sido liberado de su servidumbre y se
había convertido en un ciudadano libre. Aun así, no tenía el mismo estatus ni los
mismos derechos que un ingenuo.
Es decir, alguien que nunca había caído en la esclavitud; y sería para siempre un
antiguo esclavo. Pero eso no significaba que no pudiera llegar a ser alguien
importante, al contrario: muchos libertos alcanzaron una posición social y una
riqueza superiores incluso a los de la mayoría de plebeyos.
Clientes
En la sociedad de la antigua Roma, un cliente fue un plebeyo que se asociaba con un
patrón benefactor.
Las relaciones de clientela consistían en acuerdos privados, y por ello fuera del
control estatal, por los que una persona ponía sus servicios y voto a disposición de un
patrón poderoso a cambio de su protección y ayuda económica. Esta relación de
patronaje se inició legendariamente por Rómulo para unir a los patricios y plebeyos, de
manera que uno podía vivir sin envidia y el otro sin falta de respeto.
Los esclavos
Los esclavos eran la clase más baja de la sociedad e incluso los criminales liberados
tenían más derechos. De hecho, los esclavos no tenían ningún derecho y, desde
luego, ningún estatus legal o individualidad. No podían crear relaciones o familias, ni
poseer propiedades.
A todos los efectos, no eran más que la propiedad de un dueño particular, como
cualquier otra propiedad (un edificio, una silla o un jarrón), con la única diferencia de
que podían hablar. El único momento en el que la sociedad romana se acercaba a la
igualdad de todas las personas era durante las fiestas de Saturnales, cuando, solo
durante unos días, los esclavos gozaban de algunas libertades que normalmente se
les negaban.
A veces el esclavo podía comprar su libertad (manumisión) y entonces pasaba a ser
un liberto.
• Derecho a voto en las asambleas.
• El derecho a postularse y ser electo.
• El derecho a efectuar contratos legales y tener propiedades.
• El derecho a contraer matrimonio con otro ciudadano romano, a tener los
derechos de familias y a que los hijos de tales matrimonios fueran considerados
ciudadanos de Roma.
• El derecho a preservar el nivel de ciudadanía cuando se viajaba o re ubicaba
a otra ciudad de estatus comparable.